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REVISTA DE HISTORIA MEDIEVAL Y TEMPLARIA

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c Contenido c

PORTADA

LAS CATEDRALES DEL MUNDO. (San Pedro de Jaca).

CONQUISTADORES ESPAÑOLES. (D. Pedro de Heredia y D. Pedro de

Alvarado)

LOS REYES GODOS. (Recesvinto).

NOTICIAS OCT.

LOS PAPAS DE LA HISTORIA. (San Siricio).

REYES DE ESPAÑA, DE 1474 A 1873. (1ª Casa Borbón).

(Luís I).

LAS CARABELAS DEL DESCUBRIMIENTO.

GRANDES BATALLAS. (Sitio de Nicea).

CASTILLOS DE EUROPA. (Castillo de Neuschwanstein).

LEYENDAS Y TRADICIONES POPULARES. (Leyenda del Gallo y la Gallina).

CONTRAPORTADA.

c Editorial c

Federico Leiva Paredes Director.

c Colaboradores c

Joaquín Salleras Clarió (Historiador de Fraga).

Albert Coll Vilá

Josep Ricard Vento

Juan A. Portales

Frey Jesús

Fredy H. Wompner

c Envio de artículos c

Email: [email protected]

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EDITA: OCT

(Orden Católica del Templo)

La OCT no se responsabiliza de las opiniones o doctrinas de los autores, ni de la posible violación de autoría y originalidad de los trabajos, colaboraciones o artículos enviados a esta redacción. Los autores serán los únicos responsables de todas las cargas pecuniarias que pudieran derivarse frente a terceros de acciones, reclamaciones o conflictos derivados del incumplimiento de estas obligaciones previstas por la Ley.

Reservados todos los derechos de edición, publicación y difusión.

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San Pedro de Jaca

La Catedral de San Pedro de Jaca (provincia de Huesca, Aragón), es una de las construcciones más características y antiguas del románico en España. Comenzó a construirse casi al tiempo que la de Santiago de Compostela en el último cuarto del siglo XI como sede episcopal y cabeza del Reino de Aragón por iniciativa del rey Sancho Ramírez que había obtenido el vasallaje vaticano tras su viaje a Roma en 1068, a resultas del cual le fue concedida la sede episcopal.

La ciudad de Jaca recibe fueros de ciudad, por el rey Sancho Ramírez de Aragón, en 1077, ostentando la capitalidad del reino entre 1035 y 1096 y convirtiéndose en sede diocesana, lo que hace necesaria la construcción de una catedral. Si bien las fechas de la construcción no están claras, se pueden distinguir en ella dos etapas. Una primera, podría estar situada entre 1077 y 1082 y una segunda entre 1104 y 1130.

En la década de los años 20 del siglo XVI se incluyen algunos añadidos, como las bóvedas de las naves laterales, del gótico tardío, y las portadas de las nuevas capillas de San Sebastián, San Agustín, Anunciación y Santa Ana. Posteriormente, ya en el Renacimiento, se añaden las capillas de San Miguel y de la Trinidad, ambas de 1572. En 1598 se construye la bóveda de la nave central y se abren ventanales en ella.

En el siglo XVII se termina la construcción del retablo y se emprende la reconstrucción del claustro, que es sustituido por el actual barroco, terminado a finales de dicho siglo. En este mismo periodo se construye la capilla de Santa Orosia, principal elemento barroco del templo. También a finales del XVII se sustituye el ábside románico y se erige uno nuevo, decorado con pinturas de Manuel de Bayeu, cuñado de Francisco de Goya, entre 1792 y 1793.

En la fachada oeste de la catedral encontramos el atrio y la portada, cuyo arco de mayor radio, semicircular, enlaza con la nave central, de bóveda de cañón, del interior del templo. En el tímpano de esta fachada, la principal de la catedral, se halla una pieza excepcional: el crismón, símbolo de la monarquía aragonesa y con un claro carácter trinitario y penitente.

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En la fachada sur encontramos otro pórtico, realizado en el siglo XVI con piezas de otras partes del edificio, destacando los capiteles realizados por el maestro de Jaca. En cuanto a los ábsides, solo se conserva del románico el que da al sur, ya que la central y el norte, como ya ha sido comentado, fueron modificados en el siglo XVIII.

En este ábside se puede apreciar la organización tripartita del muro tanto horizontalmente como en vertical, característica

propia del románico jaqués extendida por otras construcciones del Camino de Santiago.

En la parte superior del edificio se halla una espadaña donde está el cuerpo de campanas de la Catedral, pieza que fue añadida en el siglo XVI.

La planta del templo es basilical de tres naves, de las que la central es más ancha y alta que las laterales, permitiendo de este modo abrir óculos en el muro de la nave central y por encima de las laterales para iluminar su interior. Un elemento destacable de su interior es la alternancia de soportes circulares y cruciformes.

Las naves se prolongan hasta los tres ábsides semicirculares. De mayor profundidad el central, debido a la reforma llevada a cabo en el siglo XVIII, lo que permitió que se colocase allí el edifico el órgano.

La zona del crucero se cubre con una singular bóveda semiesférica de planta octogonal sobre trompas. El interior de esta original cubierta está reforzado con nervaduras formadas por grandes arcos de medio punto que apean en el centro de cada uno de los lados de la base octogonal en sendos modillones de rollos de carácter mozárabe.

En época barroca se abrió la capilla de Santa Orosia (patrona de la ciudad), decorada con llamativas pinturas mostrando su vida, martirio y encuentro de su cuerpo. Cabe destacar el claustro adosado al muro norte de la catedral, que forma parte del museo diocesano de Jaca, uno de los más destacados de España de pintura románica; en él se aprecian pinturas románicas del ámbito jaqués que se encontraban en iglesias como Navasa, Ruesta o Bagües.

La catedral de Jaca, además de ser referencia por su arquitectura, lo es en cuanto a su rica y variada decoración escultórica en capiteles, ménsulas, metopas, muros y basas.

Los capiteles, ménsulas y metopas reciben decoración figurada con escenas de la Biblia o incluso algunas fantásticas o de la vida cotidiana de gran calidad procedentes de al menos dos manos diferentes, mientras que en los muros o basas es más bien geométrica, bolas situadas en las basas o el conocido ajedrezado jaqués que decora gran parte del edificio. Estos dos elementos originarios del arte románico jaqués se pueden apreciar a lo largo del Camino de Santiago, lo que muestra la influencia que ejerció a lo largo de esta ruta de peregrinación.

En la puerta lateral de la catedral se encuentra tallado el patrón de una unidad de medida denominada vara jaquesa. Esta unidad se utilizaba durante la Edad Media

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en el mercado ubicado en la plaza de la catedral para medir longitudes, y dicha unidad métrica fue usada en todo Aragón.

EL TEMPLO CATEDRALICIO conserva en lo básico su estructura y configuración románica: una planta basilical de tres naves de cinco tramos con sus correspondientes ábsides alineados y dos puertas de acceso: la occidental o principal, dotada de un espacioso atrio o lonja que abre a la plaza de San Pedro (donde antiguamente se situaba el monasterio homónimo), y la puerta meridional, desde el siglo XVI dotada también de lonja y vinculada a la plaza del Mercado.

De los tres ábsides románicos sólo el

meridional o de la Epístola se conserva inalterado, pues su simétrico quedó destruido y el central fue ampliado a finales del siglo XVIII para evitar las humedades de un cementerio anejo a la cabecera y para poder trasladar al presbiterio el coro y el órgano que estaban situados desde antiguo en los pies de la nave central (este traslado no se haría efectivo hasta 1919).

En este ábside meridional aparecen resumidos los elementos y el lenguaje arquitectónicos característicos del románico jaqués, entre los que destacan los “tacos” o “billetes” en ajedrezado (discurre en forma de imposta por el exterior e interior del edificio) y las “bolas” (presentes también en los apoyos interiores). En el interior, las tres naves están separadas por arquerías de medio punto que apoyan sobre pilares cruciformes y cilíndricos que se alternan, configurando un curioso “tramo doble” del que pueden encontrarse paralelismos en iglesias del norte de Francia y en Inglaterra. Los capiteles, con una configuración básica de orden corintio, presentan diversos tipos de decoración: geométrica, vegetal y figurada. El edificio románico cubría sus naves con techumbre de madera (a dos aguas la central y a una las laterales), que posteriormente como veremos se sustituirán por las actuales bóvedas. El resto de la catedral mantiene su sistema de cubrición original: bóveda de medio cañón para los brazos del transepto y los tramos rectos de los ábsides, cúpula

hemisférica sobre trompas para el crucero y bóveda de horno para los tramos curvos de los ábsides.

La Portada Occidental se sitúa al fondo de un profundo pórtico, cubierto con medio cañón, que tendría además función penitencial, tal como lo indican las representaciones y los textos del tímpano, en cuyo centro se dispone el típico Crismón Trinitario flanqueado por dos leones: el de la derecha aplasta con sus garras a un oso y a un basilisco,

representando a Cristo como vencedor del pecado y de la muerte, mientras el de la izquierda protege a un hombre vestido de penitente que se prosterna ante él, mostrando así su misericordia divina.

La Potada Meridional presenta un tímpano muy modificado y dos capiteles que simbolizan, a través de dos representaciones bíblicas (Abraham e Isaac y Balaam y el ángel) el poder salvífico de Dios; se atribuyen estos capiteles al llamado “maestro de Jaca” y junto con los magníficos capiteles del claustro (actualmente diseminados por distintas dependencias catedralicias, entre ellas el propio pórtico sur y el museo) constituyen los mejores ejemplos de la escultura del románico jaqués.

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*La construcción de la catedral románica se desarrolla en dos fases bien diferenciadas, correspondientes a periodos de especial sintonía entre los reyes de Aragón y los obispos jacetanos:

EL PRIMER PERIODO ENTRE 1077 Y 1082, que se corresponde con el reinado de Sancho Ramírez y el obispado de su hermano el infante García.

EL SEGUNDO PERIODO ENTRE 1104 Y 1130, cuando Alfonso I el Batallador v Esteban de Huesca ceñían la corona v la mitra, respectivamente. Una vez levantado el templo románico se fueron añadiendo dependencias necesarias para la vida capitular y la catedral fue creciendo. Su estructura inicial se vio modificada por sucesivas reformas, ampliaciones y destrucciones, que le han dado su configuración actual, pero siempre ha conservado esa conexión íntima con la ciudad y con sus habitantes.

Tras un pequeño paréntesis, donde únicamente se realizan obras de mantenimiento en el edificio, El SIGLO XV asiste a la construcción de capillas de estilo gótico como 1a de Santa Cruz, Santa Orosia, San Agustín y Santo Cristo, todas ellas en la nace septentrional, así como a la erección de la torre sobre e1 pórtico de entrada, que posteriormente sufrirá abundantes reformas. EL SIGLO XVI Y PARTE DEL XVII siguen siendo momentos de gran actividad constructiva, destacando de ella los siguientes trabajos: el abovedamiento de las naves laterales (1520-30); la fundación de nuevas capillas tardo góticas como la de San Sebastián (cuya portada se copia en su simétrica de San Agustín), la de la Anunciación y la de Santa Ana; la aparición de las primeras capillas de estilo renacentista, entre las que destacan la espléndida de San Miguel (1523) con embocadura monumental en arco de triunfo realizada por el italiano Juan de Moreto, la de la Trinidad (1572), obra del magnífico escultor romanista Juan de Ancheta, la del obispo Baguer (1573), con sepulcro en arcosolio, y la de San jerónimo (1573), en el ábside septentrional. A finales del siglo XVI (1598) se emprende el abovedamiento de la nave central, sustituyendo la anterior cubierta de madera, permitiendo de este modo la apertura de ventanales de iluminación. En este mismo año se encarga un retablo en piedra para el altar mayor, obras ambas contratadas con el arquitecto y escultor Juan de Bescós y finalizadas en la centuria siguiente.

A finales del siglo XVII se reconstruye el claustro, sustituyendo el románico, que por entonces presentaba un aspecto ruinoso por el actual de factura barroca, y se erige una nueva capilla dedicada a Santa Orosia, patrona de Jaca. En el Siglo XVIII aparecen o se reforman algunos altares, como el de San Agustín (1760) o el Santo Cristo (1767) y en sus últimos años se emprende la reforma de la cabecera, lo que supone, como ya se ha dicho, la destrucción del correspondiente ábside románico y el desmontaje del retablo mayor en piedra (cuyos fragmentos fueron repartidos por la catedral). El nuevo ábside recibió decoración pictórica (1793), que corrió a cargo del cartujo Manuel Bayeu.

En el Siglo XX se traslada el coro a su ubicación actual en 1919. En 1931 fue declarada Monumento Nacional. En 1999 se redacta el Plan Director de la catedral. Por F.L.P.

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Pedro de Heredia. Conquistador español que

fundó la ciudad de Cartagena de Indias y exploró la costa y el interior de la actual Colombia hasta Antioquia.

Nace en Madrid hacia 1520 de familia noble y amigo de juergas y pendencias. Tuvo que salir de la ciudad huyendo de la justicia, por haber dado muerte a tres hombres en una pendencia, y se fue para la Isla Española, estableciéndose en el asiento de Azúa, en donde habia heredado algunas haciendas. Viajó a Indias con su hermano Alonso y se estableció en la isla Española, donde llegó a poseer un ingenio azucarero y una estancia en Azúa.

Llegaron entonces las noticias de la muerte del gobernador de Santa Marta, Rodrigo de Bastidas, y la

Audiencia decidió enviar a Pedro de Badillo como gobernador interino de dicha provincia y a Pedro de Heredia como su teniente. Pedro de Badillo ejerció algún tiempo como interino y volvió a Santo Domingo sin hacer el juicio de residencia, pero Heredia siguió en el cargo hasta1528, adquiriendo una gran experiencia en las entradas contra los indios, así como un apreciable botín. Regresó entonces a Santo Domingo y embarcó hacia España.

Una vez en Madrid, se reintegró al hogar familiar e inició gestiones para obtener la conquista y gobernación de Cartagena, territorio que iba desde las bocas del río Magdalena hasta Darién y que había pertenecido a Ojeda. La capitulación se firmó en Medina del Campo el 5 de agosto de 1532, y otorgaba a Heredia toda un área desconocida que iba por el interior hasta la línea equinoccial; abarcaba prácticamente lo que hoy es Colombia y más de la mitad de Ecuador.

Heredia se trasladó a Sevilla, alistó un galeón, una carabela y un patache y embarcó en ellos a ciento cincuenta hombres con los que en 1531 partió hacia su objetivo. Llegó a Puerto Rico, donde reforzó su hueste con, entre otros, Francisco César, a quien nombró su teniente. En 1526 pasó a la provincia de Santa Marta por teniente del Gobernador Pedro Vadillo, y dio allí las primeras muestras de su valor en diferentes acciones y reencuentros que tuvo con los indios.

Vuelto a Castilla en 1532, pidió al Emperador Carlos V el gobierno y conquista de la provincia de Cartagena, que por estar poblada de indios feroces y guerreros, aún no habia sido sojuzgada.

Concediósele esta merced con título de Adelantado, dándole por límites desde el rio grande de la Magdalena hasta el Badián, y tierra adentro hasta la línea equinoccial. Salió de España con un galeón y dos carabelas, con cien hombres, y pasando por Santo Domingo, se proveyó de bastimentos y embarcó alguna gente

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más, siguiendo su viaje hasta la costa de Tierra Firme. Aportó a un puerto parecido al de Cartagena de España, con una isla a la entrada, que llaman Codegó, y por aquella semejanza dio el nombre de Cartagena de Indias a la ciudad que allí fundó en 21 de enero de 1533, con los pocos españoles que llevaba.

Heredia preparó una segunda expedición de exploración hacia la Mar del Sur y llegó al Sinú o Cenú, donde encontró muchas sepulturas en las que se habían enterrado grandes ajuares de oro. Los españoles preguntaron de dónde venía el oro, ya que no hallaron minas de dicho metal, y los naturales les informaron que procedía de la región de Antioquia, más al sur. Suspendieron entonces el saqueo del Sinú y penetraron hacia Antioquia Zaragoza y Remedios, desde donde tuvieron que regresar, agotados, hasta Cartagena. Allí encontró Heredia a Fray Tomás de Toro, primer obispo de dicha ciudad enviado por el rey, y a su hermano Alonso, que había llegado de Guatemala. Heredia prescindió de Francisco César y nombró teniente a su hermano.

Pedro de Heredia emprendió en 1536 otra nueva exploración por el río Atrato sin ningún resultado. Sus irregularidades le valieron numerosas quejas, y la Corona envió entonces un visitador que murió en el viaje y fue sustituido por el oidor Juan de Badillo pariente de Pedro de Badillo, con quien estuvo Heredia en Santa Marta. Juan de Badillo fue nombrado por la Audiencia dominicana en 1536 para que averiguara los cargos formulados contra él y su hermano sobre el pago de la Real Hacienda y el maltrato a los indios.

Badillo encontró culpables a los hermanos Heredia y los recluyó en una cárcel, tomando para sí el gobierno interino de Cartagena. Pedro de Heredia logró que se le permitiera ir a España; allí se celebró su juicio, del que salió absuelto. Badillo, mientras tanto, había abandonado Cartagena para penetrar en Antioquia, donde encontró las tropas de Sebastián de Benalcázar mandadas por Jorge Robledo, verdadero descubridor de dicho territorio y fundador de Cartago y de Santa Fe de Antioquia. Por entonces 1539 Alonso de Heredia fundaba Mompox, a orillas del río Magdalena.

Restituido en sus títulos, Pedro de Heredia regresó a Cartagena. Viajó a Mompox para someter unos rebeldes y, tras hacer justicia, volvió a Cartagena y emprendió una expedición por el río Atrato en busca del tesoro del Dabaiba o Dabaibe, otro reflejo del mito de El Dorado. Tras muchos meses de búsqueda inútil, regresó a San Sebastián de Urabá. Desde allí mandó preso a España a Robledo, a quien había capturado por el supuesto delito de usurpar su jurisdicción con sus conquistas, y emprendió el camino a Antioquia, dispuesto a anexionarlo a Cartagena.

En Santa Fe de Antioquia, las autoridades se negaron a reconocerle como gobernador. Heredia se apoderó del gobierno por la fuerza, y luego emprendió el viaje para encontrarse con Benalcázar. Éste acababa de regresar a Popayán y mandó a recuperar Antioquia al capitán Cabrera. Pedro de Heredia fue hecho prisionero y conducido a Cali, donde Benalcázar ordenó enviarle a Panamá, para que su Audiencia decidiera en el asunto de la jurisdicción antioqueña.

La Audiencia no se atrevió a mediar en un asunto tan difícil y puso en libertad a

Heredia, que regresó inmediatamente a Cartagena. Llegó en mal momento 1544, pues el corsario Roberto Val o Baal se había apoderado de la plaza. Logró escapar de sus manos, y el corsario abandonó la ciudad después de saquearla. El adelantado volvió entonces, preparó tropas, y fue nuevamente a Antioquia, donde se dedicó a repartir encomiendas.

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En Antioquia recibió orden de presentarse en Cartagena para responder de su juicio de residencia. Dejó en el territorio disputado al licenciado Juan Gallegos y regresó a la ciudad costera. Poco después la Corona decidió incorporar Antioquia a la gobernación de Popayán, segregándola de Cartagena. En cuanto a Pedro de Heredia, fue sometido a juicio de residencia por el nuevo visitador Miguel Diez de Armendáriz en 1544, y le encontró culpable de varios cargos. Heredia siguió gobernando, pese a todo, hasta que en 1554 se le formularon nuevas acusaciones, aceptadas por el fiscal de la Audiencia de Santa Fe, Juan Maldonado.

Realizó operaciones gloriosas en las conquistas de Cenú, Tolú y otras provincias, pero no le faltaron enemigos que dieron quejas de él al Rey, quien mandó para residenciarle al Oidor de la Española Juan de Vadillo. Este, que habia sido su amigo en tiempos anteriores y muy favorecido de él, le prendió y mandó a Castilla, dando el gobierno de la provincia al Portugués Francisco Rodríguez de Sonoa, Comendador de la Orden de Cristo. El Consejo de Indias, visto el proceso, desaprobó las actuaciones y mandó que volviera a su destino.

En 1555 le formó el Oidor Juan de Maldonado otra causa, que le obligó a pasar a España en su seguimiento. Embarcó en el navío que mandaba Cosme Buitron, de la armada que mandaba el General Cosme Rodríguez Farfán, y se ahogó en Arenas Gordas, donde se sumergió toda aquella armada, de la cual sólo se salvó la nave que montaba el Capitan Álvaro de Mendoza, marido de Doña Francisca de Heredia, sobrina del Adelantado, el cual fue después, por espacio de cuarenta años, conquistador y Maestre de Campo de aquella provincia.

El gobernador decidió ir a España para defender su causa y embarcó con los oidores Góngora y Galarza, que se enviaban a la Península en calidad de presos. Falleció junto a ellos en la nave que los transportaba, perteneciente a la flota de Cosme Farfán. Era ya anciano, y había gobernado más de veinte años en Cartagena.

Pedro de Alvarado. Conquistador español. Tras

haber participado en la ocupación definitiva de Cuba, se unió a la expedición de Hernán Cortés a México.

El 8 de noviembre de 1519, ambos conquistadores

entraban en Tenochtitlán, donde fueron recibidos por el rey azteca Moctezuma, quien los alojó en uno de los palacios de la ciudad.

Nació en Badajoz hacia el año 1485. Hijo de don Diego de Alvarado, comendador de Lobón, en la orden de Santiago y doña Sara de Contreras. Se casó en primeras nupcias con doña Francisca de la Cueva y a la muerte de ésta, contrajo matrimonio con la hermana, doña Beatriz de la Cueva. Tuvo dos hijos con una

princesa tlaxcala llamada Tecuilhuatzin, hija mayor del viejo cacique Jicotenga, bautizada con el nombre de doña Luisa. Doña Luisa acompañó fielmente a Alvarado durante toda la conquista de México y de Guatemala.

De su unión con don Pedro nació en México un hijo, don Pedro y en Guatemala una hija, doña Leonor, quien nació en el campamento español de

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Utatlán el 22 de marzo de 1524. Doña Leonor contrajo nupcias con don Pedro de Portocarrero, brazo derecho de Alvarado y al enviudar, casó con don Francisco de la Cueva. Junto a sus hermanos decidió, en 1510, viajar al Nuevo Mundo.

Al llegar a una barranca cerca de Yagualica, marchaba a pie seguido por Baltasar de Montoya, que tiraba de su caballo. Tropezando éste en un lugar pedregoso y difícil, vino a caer sobre Alvarado arrastrándole varios metros. Herido seriamente, fue trasladado entonces a Guadalajara. Allí falleció el 4 de julio de 1541.

Cuando Cortés salió a combatir a Pánfilo de Narváez, que tenía órdenes de deponerle del mando y apresarlo, dejó en la capital azteca una pequeña guarnición al mando de Alvarado (1520). Días después se celebraba la fiesta del Toxcatl. Alvarado sospechó que se preparaba una insurrección, y para evitarla atacó a traición a los mexicas. Cuando Cortés regresó, después de haber derrotado a Narváez, decidieron abandonar sigilosamente la ciudad, pero en la retirada fueron acometidos por un gran número de hombres, en el episodio que se conoce como la Noche Triste.

En 1523, ya consumada la conquista, se dirigió a América Central al frente de un pequeño ejército, y se apoderó de Guatemala, donde fundó la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala en 1524, y El Salvador, una vez derrotada la resistencia del pueblo quiché. En 1527 regresó a España, y Carlos I lo nombró gobernador, capitán general y adelantado de Guatemala.

De nuevo en las Indias, en 1534 las noticias de las fabulosas riquezas de Perú le incitaron a participar en su conquista, pero tras un encuentro en los Andes con Almagro, desistió de ello tras haber recibido una importante compensación económica.

En 1539 desembarcó en Puerto Caballos (Honduras), y pasó después a México para preparar una expedición a las islas de Poniente, que nunca se llevó a cabo, pues en los preparativos se produjo en Nueva Galicia una insurrección indígena que tuvo que acudir a sofocar. Murió a causa de las heridas recibidas en el curso del asalto a Nochistlán.

En 1510 viajó a América donde, a partir de 1519, actuó como lugarteniente de Hernán Cortés en la conquista de México. Cuatro años después, Alvarado partió al frente de una expedición para conquistar Guatemala, misión que, ante la resistencia de los caciques del país, resultó dura y sangrienta. En 1524, una vez pacificada la región, fundó la ciudad de Santiago de los Caballeros, que se convertiría en un importante núcleo de colonización en América central. En 1537 viajó de nuevo a España, donde se le confirmó la gobernación de Guatemala por siete años, y se le otorgó la gobernación de Honduras y una capitulación para explorar las costas occidentales de Nueva España y las islas de las Especias.

En 1541, cuando se encontraba en Nueva Galicia (México), fue gravemente herido en el curso de un combate contra los indios. Pocos días después murió en Guadalajara. Por F.L.P

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Recesvinto (672, Gerticos) fue un rey de los visigodos (653 - 672) que creó, con su antecesor Chindasvinto, un cuerpo de leyes común para los dos pueblos del reino, hispanorromanos y visigodos: el Liber Iudiciorum o Código de Recesvinto.

Recesvinto fue rey de los visigodos desde el 653 al 672, aunque cogobernó con su padre Chindasvinto desde el 649. Llevó a cabo una política distinta de la de su padre, más dura con los judíos, pero más conciliadora con la Iglesia y con la nobleza, solucionando los problemas causados por la feroz represión de su antecesor. En particular, tras la rebelión de Froya, pidió a los obispos autorización para perdonar a antiguos rebeldes, lo cual le estaba prohibido por las resoluciones de anteriores concilios.

Consiguió la unificación política y social para el reino cuando promulgó en el año 654 el Liber

Iudiciorum o Código de Recesvinto, en el que se abolía la personalidad del derecho, estableciendo un derecho igual y unitario para todos los súbditos del reino. Según la teoría tradicional, hasta entonces se empleaba con los godos el derecho consuetudinario del pueblo visigodo (recopilado en el año 475 por el rey Eurico en el Codex Euricianus o Código de Eurico) y con los hispanorromanos el viejo derecho romano (recopilado en el año 506 por el rey Alarico II en el Breviarium Alaricianum o Breviario de Alarico).

Dictó asimismo medidas para impedir que el tesoro particular de los reyes se aumentase a costa de todos los ciudadanos. En el VIII Concilio de Toledo (año 653) se estableció lo siguiente, bajo su tutela y autoridad:

Necesidad de diferenciar los bienes que el rey recibía del patrimonio de sus padres o parientes. Necesidad de diferenciar lo que el rey adquiría por su cargo. Estos bienes sólo podrían pasar a su sucesor en el trono y no a su descendencia familiar.

Por otro lado, en este mismo concilio, se apropió de muchas de las propiedades que sus antecesores habían obtenido en forma ilegal, pero no hizo caso de la sugerencia de los obispos, que querían que estas propiedades fueran propiedad de la corona y no del rey (se habían referido, además, específicamente al padre del rey Chindasvinto). Este asunto provocó una fuerte controversia, y los obispos, que no podían hacer mucho ante el poder real, dejaron constancia de su desagrado en las actas del concilio. Ahí incluyeron tanto la ley promulgada como la sugerencia eclesiástica, para marcar claramente la diferencia.

Recesvinto fue además el supremo magistrado, encargado de hacer cumplir las leyes. Desde entonces, la monarquía se rigió por normas legislativas y toda cuestión política se solucionó por la ley.

En el comienzo de su reinado hubo una revuelta protagonizada por Froya, godo exiliado, que huyendo de las persecuciones del monarca se había establecido, como

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otros muchos, en territorio vascón. Froya y los vascones asolaron las tierras del valle del Ebro, saquearon iglesias, asesinaron clérigos y sitiaron la ciudad de Zaragoza. Recesvinto reaccionó, rompió el asedio y dio muerte a Froya.

Recesvinto reinició la política antijudía de varios de sus antecesores, que había sido suspendida por su padre.

Decretó que todos los herejes, entre los cuales se encontraban los judíos, serían desterrados del reino. Decretó que ningún judío bautizado podría abandonar la fe cristiana ni celebrar las festividades de la Pascua ni respetar el sábado. No podían tampoco respetar sus restricciones alimenticias ni testificar contra un cristiano, aunque este fuera un esclavo. La pena por el incumplimiento de estas leyes era la hoguera o la lapidación.

Dándose cuenta que estas drásticas leyes podían generar el incumplimiento entre sus súbditos, decretó la excomulgación y confiscación de un cuarto de la propiedad de todo aquel que ayudara a un judío a continuar en sus creencias, o a un judío converso a recaer.

En general, se trató del primer intento sistemático de utilizar toda la fuerza del Estado para eliminar el judaísmo de España. Si bien no se practicaron las conversiones forzadas, se convirtió en un delito capital cualquier práctica religiosa judía.

Recesvinto hizo donación de todos los territorios comprendidos en la vertiente norte de los montes de León al cenobio que habitaba en Compludo (León).

En el año 661 mandó edificar la iglesia dedicada a San Juan, monumento visigodo. La historia mezclada con la leyenda cuenta que el rey, después de una dura batalla para sofocar la rebelión de los vascones, vino a un lugar llamado Baños de Cerrato para curar sus dolencias de riñón en las aguas termales de esta localidad, que tenían fama de ser medicinales y casi milagrosas y que estaban bajo la advocación de San Juan Bautista. Parece ser que el rey se curó y en agradecimiento mandó levantar dicha iglesia. Así lo acredita la lápida de mármol que se conserva en el interior de la iglesia, sobre el arco triunfal.

Precursor del señor, Mártir, Bautista Juan, posee el eterno don esta basílica para ti construida; la cual devoto yo, Recesvinto Rey, yo mismo amador de tu nombre, te he dedicado, erigiéndola y dotándola a expensas mías y dentro del territorio de mi propia heredad en la era 699, año décimo tercero de mi glorioso correinato.

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Regresaba el rey godo Recesvinto, de haber derrotado al caudillo de los vascones, llamado Fruela, y en este pueblecillo se detuvo a descansar, pues se sentía enfermo de una afección renal. Durante este reposo bebió el agua de un manantial existente en el mismo lugar donde anteriormente existieron unas termas romanas y el recuperar rápidamente su salud se lo atribuyó a un hecho milagroso. Como gratitud decidió erigir en aquel lugar el templo que hoy vemos dedicado a San Juan Bautista.

La imagen que se presenta en la página anterior pertenece a la corona votiva del tesoro de Guarrazar hallado en Guarrazar, paraje del municipio de Guadamur, en la provincia de Toledo.

La corona consta de dos medias circunferencias de doble chapa de oro unidas entre sí por una charnela y un pasador. En ella hay incrustaciones de piedras preciosas (zafiros, granates, almandinas) (que son los granates de color rojo intenso) y perlas. Está colgando de unas cadenas con eslabones en forma de corazón. De la corona cuelgan unas letras en oro que forman el nombre del donante: RECCESVINTHVS REX OFFERET. A su vez esas letras terminan en unos colgantes adornados de esmeraldas, zafiros y perlas.

El rey Recesvinto falleció en el año 672 en la población llamada Gerticos, situada cerca de Valladolid. En este mismo lugar nombraron como sucesor suyo a su hijo Wamba el 21 de septiembre de 672, en contra de la voluntad del propio Wamba. Desde ese momento, Gerticos tomó el nombre de Wamba, que es el que lleva en la actualidad.

Recesvinto fue sepultado en Gerticos, aunque en el siglo XIII, por orden del rey Alfonso X el Sabio, sus restos fueron trasladados a la iglesia de Santa Leocadia, ubicada junto al Alcázar de Toledo, donde también habían sido trasladados los restos de su hijo, el rey Wamba, y que no debe ser confundida con la otra iglesia de Santa Leocadia de Toledo.1Durante la Guerra de la Independencia Española, los sepulcros donde descansaban los restos de ambos monarcas fueron profanados por las tropas francesas.

En 1845, los restos de ambos monarcas, introducidos en una arqueta de madera forrada de terciopelo carmesí, fueron trasladados a la catedral de Toledo, donde fueron depositados en el salón principal de la sacristía de la catedral, lugar en el que permanecen actualmente. Por F.L.P.

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Semana Santa 2015

Un año más la Orden Católica del Templo acudió a la cita que todos los años

tiene con la Hermandad de la Santa Cena y Caballeros del Santo Cáliz de Torrente. Una vez más también acompañados por hermanos de otras congregaciones Templarias que han acudido a la llamada de la “Custodia del Santo Cáliz”.

En esta ocasión repitieron y con más efectivos la Militia Templi Arcángel San

Uriel, representada por los hermanos Ferrán Garrido, Silvestre Senent, Pablo Carreres, Antonio y Pedro Adalid. Los hermanos de la Soberana Orden Monástico Militar de los Caballeros Federicianos tuvo la representación de la Hermana Rosa Mª Pozo. Los hermanos de la Orden de los Caballeros Templarios de Ntra. Sra. de Sión estuvo representada por la Hermana Teodora y el Hermano Vicente. A todos ellos muchas gracias por participar con nosotros en estos actos tan significativos e importantes para el Temple y para la Hermandad de Torrente.

Los actos comenzaron como de costumbre con la Misa de Lavapiés, en la cual

podiamos decir que gozamos de una fabulosa homilía por parte del Padre Javier, quien poniéndose a pie de altar, cercano a los feligreses nos habló de la perdida de fe, del cansancio, del aburrimiento de la espiritualidad y de qué manera debemos combatirlo y seguir adelante con nuestra predicación.

Tras la misa se procedió a alzamiento del Santo Cáliz en su urna, colocada

encima del paso y que al compás del sonido de la corneta va ascendiendo poco a poco, hasta llegar a su punto más alto, esa es la señal de que todo va a comenzar.

Durante casi cuatro horas se escoltó al paso del Santo Cáliz en su traslado al

Museo de la Semana Santa, en donde descansaría hasta la tarde del Viernes Santo.

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Vela a Cristo Yaciente

A las 02’00h. de la madrugada del Viernes Santo la Orden Católica del Templo y hermanos invitados, tomábamos el relevo de la Vigilia de Oración Nocturna y Vela del Cristo Yacente. Desde esa hora y hasta las 08’30h se realizó la Vela, manteniendo así la iglesia de San José con puertas abiertas para que los fieles pudieran entrar a orar en cualquier momento de la noche. El primer turno lo realizaron los hermanos de la Militia Templi Arcángel San Uriel, con los que también compartimos el honor de pertenecer al Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, la hermana Rosa Mª de los Federicianos fue quien continuó dando paso ya a los hermanos de la Orden Católica del Templo quienes realizaron los últimos turnos, Fr. Ricardo Vento, Fr. Francisco Almarche, Fr. Carlos Mifsut y Fr. Federico Leiva.

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El Viernes Santo a las 20’00h. la procesión comenzó desde la Casa Museo y en esta ocasión si se procesionaba con los dos pasos, el de la Santa Cena y el del Santo Cáliz. El recorrido considerablemente más largo que el día anterior dejaba algunas piernas sin fuerzas, pero con las suficientes para finalizar nuestra estación de penitencia.

Las caras hablan por sí solas, es la imagen de la satisfacción, de sentirse útiles en nombre de Cristo, de ser portadores de su palabra y de haber dado nuestro esfuerzo para la única gloria de Su Nombre.

Desde aquí como siempre agradecer a todos los implicados en que esto se pueda haber dado un año más, a la Hermandad de la Santa Cena y Caballeros del Santo Cáliz, a los hermanos que desde fuera de Valencia han acudido a acompañarnos, al párroco de San José por brindarnos la ocasión de poder realizar la Vela a Cristo Yaciente y por ende acercarnos a Él. Y un recuerdo inmenso de todos aquellos que lo desearon pero les fue imposible estar.

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San Siricio

S. Siricio (384-399) Nació c 334 en Roma. Fue diácono con Liberio y Dámaso. Elegido por aclamación, fue el primero en asumir el apelativo de papa, que en griego significa padre.

Gozó de la estima y de la simpatía del emperador Valentiniano II, pero no de la

de S. Jerónimo, a quien además no todo el clero romano le gustaba. Siguió la línea rigurosa y "monárquica" de Dámaso, reafirmando la supremacía

del obispo de Roma y reivindicando para éste las decisiones más importantes en tema de disciplina y de derecho eclesiástico.

Sus escritos tienen la fuerza decretalia (decretos)

a la manera imperial, donde una afirmación no tiene fundamento en una base de derecho, sino que tiene su justificación en sí misma. Siricio no exhorta y no amonesta como lo hicieran sus antecesores, sino que manda y prohíbe. Celebró en Roma un sínodo, en el que se afirmó la superioridad de la Iglesia de Roma sobre todas las demás. Se prescribió el celibato a los sacerdotes y a los diáconos, y se dispuso que sólo los obispos podían ordenar a los sacerdotes y que también los monjes podían ser obispos.

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En el mes de noviembre del año 385 escribió una carta a Himerio, obispo de Tarraco (actual Tarragona, España) en la que expresaba claramente su intención de cuidar de todas las iglesias y de unir en conciencia a todos los fieles. Su pontificado, marcado por un periodo de paz, se caracterizó por la continuidad de la política establecida por su predecesor, Dámaso I.

Su festividad se conmemora el 26 de noviembre.

Es datable en aquellos años la

conversión de San Agustín. Fue hombre enérgico, capaz de hacerse respetar por todos y en cualquier circunstancia.

El emperador Teodosio, por

ejemplo, era culpable de un grave delito: había destruido la ciudad de Tesalónica, que se le había rebelado, matando a más de 7.000 personas. Arrepentido, pidió que fuera readmitido en el seno de la Iglesia, El papa Siricio le otorgó el perdón, pero pretendió una pública enmienda y humillación. Otro ejemplo de su severidad y potestad: condenó por hereje y expulsó de la Iglesia al monje Joviniano que, tras una vida de ayunos y mortificaciones, llegó a teorizar la completa igualdad entre pureza y pecado carnal.

Un cristiano, decía, una vez que haya "asimilado profundamente el sentido del bautismo" ya no puede pecar. Una doctrina que permitía cualquier libertinaje. Se le opuso fuertemente también S. Jerónimo y S. Ambrosio.

Siricio está enterrado en la iglesia de S. Práxedes en Roma.

Por Padre Jesús

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Luis I de España, llamado “el Bien Amado” o “el Liberal” (Madrid, 25 de agosto de 1707-ibídem, 31 de agosto de 1724), fue rey de España desde el 15 de enero de 1724 hasta su muerte.

Su reinado, de 229 días, es el más efímero de

la historia española (sin contar el gobierno de Felipe el Hermoso). Bueno un Borbón que no pudo hacer mucho mal a España. Era el hijo mayor de Felipe V y María Luisa de Saboya.

El 7 de abril de 1709, fue jurado como príncipe de Asturias en las Cortes reunidas en el monasterio de San

Jerónimo de Madrid y, el 10 de enero de 1724, el rey Felipe V firmó un decreto por el que abdicaba en favor de su hijo Luis. El

príncipe recibió los documentos el 15 y se publicó la disposición al día

siguiente.

Luis estaba casado con la princesa francesa Luisa Isabel de Orleans, hija de Felipe II de Orleans, desde 1722. Cuando contrajeron matrimonio, tenía él quince años y ella doce.

Luisa Isabel, como reina, se hizo acreedora de fuertes censuras por su conducta extravagante debido al Trastorno límite de la personalidad que padecía. Luisa Isabel se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente, se negaba a utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo sus partes vergonzantes de un modo sibilino.

También se dice que rechazaba tocar la comida en la

mesa, pero luego se escondía y engullía de modo compulsivo todo lo que encontraba a mano, fuera o no comestible.

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Su comportamiento parecía empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana, se la ve limpiando pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en el palacio. Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana se desnuda, agarra su vestido y se afana en limpiar con él los cristales del salón. Incluso Luis horrorizado ante la situación escribió a su padre:

"No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto posible,

pues su desarreglo va en aumento".

Sin embargo, cuando el joven rey enfermó de viruela en agosto de ese mismo año, lo cuidó solícitamente, exponiéndose al contagio, como así ocurrió aunque con distinto desenlace al de su esposo. A los siete meses de haber ascendido al trono el monarca murió de viruela en Madrid el 31 de agosto de 1724, con

diecisiete años recién cumplidos. Este reinado relámpago fue intrascendente por su

brevedad y porque, en realidad, no se gobernaba tanto desde Madrid (corte de Luis I), cuanto desde el Real Sitio de La Granja (en la localidad segoviana de San Ildefonso), la otra corte paralela de Felipe V y de su mujer Isabel de Farnesio, pues Luis I se ocupaba únicamente de fiestas con sus amigos.

Su padre volvió al trono después de su muerte y la reina viuda Luisa Isabel fue enviada de regreso a Francia, puesto que su estancia en España era inútil y gozaba de pocas simpatías en la Corte española. No tuvieron descendencia.

Así que en España volvimos a repetir Borbón, todo debido a enfermedades

causadas por las relaciones incestuosas de la dichosa familia. La prueba es que no ha habido Borbón al que no le haya faltado un hervor.

Por F.L.P.

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El día 3 de agosto de 1492, tres naves salieron del puerto de Palos en España, dando inicio a una larga travesía. Los nombres de los barcos eran: La Niña, La Pinta y La Santa María, que llevaban consigo a 90 tripulantes aproximadamente. Las dos carabelas iban comandadas por los hermanos Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón, mientras que la nao Santa María estaba a cargo de Cristóbal Colón. El primer destino fueron las Canarias, lugar en donde aprovecharon de reparar el timón de La Pinta, para luego tomar rumbo hacia el oeste, el día 6 de septiembre de 1492. Durante el viaje, Colón y los hermanos Pinzón debieron lidiar con varios problemas, entre ellos un motín de la tripulación, que finalmente pudo ser controlado por los comandantes. Pero el desencanto entre los marineros se hacía cada vez más fuerte. Esta misma sensación luego se apoderó de los hermanos Pinzón, quienes, junto a Colón, acordaron volver a España si al cabo de tres días no encontraban tierra firme. En la madrugada del 11 al 12 de octubre de 1492, la voz de Rodrigo de Triana llenó de esperanzas a la tripulación: "Tierra", gritó el marinero, indicando la cercanía de tierra firme. El 12 de octubre en la mañana, Colón y sus hombres desembarcaron en la isla de Guanahani, que Colón bautizaría como San Salvador (en el actual archipiélago de las Bahamas).

La expedición de Colón arribó después a la isla de Cuba, bautizada con el nombre de Juana, y posteriormente a La Española. El 25 de diciembre encalló la carabela Santa María y con sus restos mandó construir el Fuerte de La Navidad, en el que dejó una pequeña guarnición.

El 15 de enero de 1493 Colón tomó la decisión de partir, y el 16 las carabelas Pinta y Niña abandonaron La Española con rumbo a España. Colón, al mando de la expedición en La Niña, llevaba varios objetos recogidos en la expedición, y además le acompañaban 10 indios, dos de ellos hijos del cacique Guacanagari. El 14 de febrero de 1493, en el tornaviaje, se cruzaron con una fuerte tempestad que estuvo a punto de hacer naufragar las embarcaciones.

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En tan difícil trance, Cristóbal Colón realizó el Voto colombino. Los temporales habían separado a las dos carabelas. La Pinta fue desviada hacia el puerto de Bayona, y el 15 de marzo regresó al puerto de Palos, con Martín Alonso de Pinzón gravemente enfermo quien finalmente falleció el 31 de marzo en La Rábida. Colón se vio obligado a atracar en las islas Azores con La Niña, luego regresó al puerto de Palos el 15 de marzo, y al de Moguer, donde cumplió el voto que había realizado. Posteriormente se encaminó a Barcelona para informar a los Reyes Católicos de su descubrimiento.

Para el primer viaje Colón utilizó tres naves, dos carabelas y una "nao", aunque comúnmente se conocen como las "Tres Carabelas": la Santa María, la Pinta y la Niña.

LA SANTA MARÍA

La Santa María no era una carabela, en contra de lo que la apelación colectiva tradicional de las "Tres Carabelas" afirma. Se trataba de una carraca o nao en el lenguaje náutico español de la época. Con sus tres palos era una carraca menor construida, al parecer, en Galicia, razón por la cual fue llamada originalmente La Gallega y era propiedad de Juan de la Cosa. De acuerdo con las normas de estiba de entonces, la Santa María podía llevar una carga de 106 toneladas de la época (51 toneladas actuales).

En el palo mayor aparejaba dos velas cuadradas: la mayor con una cruz roja en el centro y una vela de gavia. El trinquete portaba una sola vela cuadrada y el palo de mesana aparejaba una vela triangular latina. Del bauprés colgaba una vela de cebadera. La Santa María se perdió en aguas del Caribe durante el primer viaje.

CARRACA

Las carracas eran navíos de vela redonda de alto bordo especializados en el transporte de grandes cargas en travesías largas. Hubo carracas desde el siglo XII hasta el siglo XVI. Fueron los mayores buques europeos de su época.

Eran muy apreciadas por portugueses, venecianos y genoveses y menos utilizadas por castellanos y aragoneses.

En los astilleros del mar Cantábrico se

construyeron muy pocas carracas, por su mal comportamiento en los temporales.

Creado por los portugueses en el siglo XV durante sus exploraciones, la configuración básica de la carraca constaba de un casco con calado considerable, un mástil y una enorme vela rectangular. Con el paso del tiempo fue incorporando adelantos significativos; el principal de ellos fue la incorporación de timón de codaste como reemplazo de los timones de espadilla.

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Su tamaño y calado le daban prestaciones muy importantes y apreciadas: Carga: en su tiempo fue el mayor buque de carga disponible, siendo ésta muy

diversa. También se le empleó como transporte de tropas, incluso caballería. Resistencia: Las carracas fueron barcos muy sólidos y fiables, y conforme iban

incorporando adelantos técnicos fueron capaces de realizar travesías más largas.

La principal desventaja de las carracas era su pobre maniobrabilidad y su lentitud, deficiencias que fueron mejorándose con los adelantos técnicos que iban surgiendo.

Otro aspecto importante de las carracas era que, al tener un calado significativo, sólo podían hacer operaciones de carga y descarga en puertos de altura, ya sea que fueran marítimos o fluviales, o bien estando ancladas a distancia. Su capacidad de maniobra en puertos de cabotaje era muy limitada.

Otro inconveniente de este tipo de embarcaciones era el elevado costo de construcción, sobre todo considerando que durante la Edad Media los estados nacionales europeos eran esencialmente nominales; en realidad, Europa estaba fragmentada en territorios feudales y ciudades estado, de los cuales sólo unos pocos tenían los medios para financiar la construcción de carracas. Este aspecto es significativo desde el punto de vista histórico, ya que en términos navales, la carraca, como buque de guerra, era muy superior al drakar vikingo. Sin embargo, la falta de flotas defensivas en Europa, especialmente en Francia e Inglaterra, permitió a los vikingos llevar a cabo invasiones con éxito en estos reinos.

El casco tenía un castillo de proa que, a diferencia de la coca, no era una estructura superpuesta al casco, sino que formaba parte de él integrándose perfectamente y que no sobresalía por los costados. Tenía mayor altura que los castillos anteriores y, en muchas ocasiones, podían colocarse varios puentes superpuestos. La misma estructura era aplicada al alcázar de popa compuesto de dos o más puentes llamados alcazarillos, englobados en la estructura de la nave, donde se instalaron inicialmente los cañones.

Las carracas tenían un casco ligeramente más redondeado que las cocas e incorporaron por primera vez los tres palos. El trinquete y el mayor con velas cuadradas (inicialmente una cada palo) y el mesana una vela triangular. En las carracas más evolucionadas se añadió un cuarto palo a popa llamado contramesana con velas latinas. A medida que transcurrieron los años el velamen se complicó añadiendo nuevas velas cuadradas a los dos primeros palos. Esta estructura bélica dificultaba la navegación con viento de bolina pero facilitaba la de viento de través y de popa.

LA PINTA

La Pinta había sido construida en los astilleros de Palos pocos años antes del primer viaje. Fue elegida por Martín Alonso Pinzón por sus cualidades náuticas, ya que él mismo la había alquilado anteriormente. La costeó el concejo de Palos. Su nombre hizo pensar a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero en realidad fue alquilada a los armadores Gómez Rascón y Alonso Quintero, que fueron en ella a América como marinos. Probablemente su verdadero nombre fuera La Pintá.

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Era una carabela nórdica de velas cuadradas con un velamen muy sencillo. Los palos de mesana y mayor iban aparejados con una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el trinquete portaba una vela latina. La principal característica de esta carabela era su velocidad, hasta el punto que Colón, en su diario de a bordo, hacía referencia a que en una noche había navegado a 15 millas por hora (una milla de la época equivale a 0,8 millas náuticas actuales, por lo que su velocidad sería de unos 11 nudos, la misma que un carguero medio de la actualidad).

LA NIÑA

La Niña era una carabela de velas latinas que pertenecía a los hermanos Niño de Moguer, de ahí su nombre. Antes de formar parte de la expedición su denominación era la Santa Clara. Esta embarcación se construyó en los antiguos astilleros del puerto de la Ribera de Moguer entre 1487 y 1490. Fue elegida por los Pinzón por ser muy maniobrable. También la costeó el concejo de Palos.

Las velas de la Niña carecían de rizos, por lo que no tenían sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de fuerte viento. Las jarcias que sostenían los palos estaban enganchadas en los costados del buque. La carabela carecía de castillo de proa, mientras que el alcázar era bastante pequeño. Al llegar a las Islas Canarias le fue cambiado el velamen y se le pusieron velas "redondas" en lugar de las tradicionales "latinas" que portaba. Es posible que, durante el primer viaje, la Niña fuera convertida en carabela de velas cuadradas durante la escala en Canarias. Posiblemente formó parte también del segundo y tercer viaje de Colón, recorriendo en el transcurso de sus viajes más de 25.000 millas náuticas en total.

CARABELA

Una carabela es una embarcación a vela ligera usada en viajes oceánicos en los siglos XV y XVI en Portugal y España. Es particularmente famosa al ser los barcos empleados por Cristóbal Colón en el viaje del descubrimiento de América.

Se trata de una embarcación ligera, alta y larga –hasta 30 metros–, estrecha, de aparejo redondo o latino y contaba con tres mástiles, sobre una sola cubierta y elevado castillo de popa; navegaba a unos 8 nudos (unos 15 km /h).

Era de casco ligero, poco alteroso, y de forma afinada, lo que daba como resultado una embarcación veloz y apta para ganar barlovento.

La carabela permite transportar muchas mercancías, lo que hace posible

alimentar a la tripulación durante largas travesías, no precisa remeros y se aumenta la superficie y el número de velas.

Aunque el modelo no precisa remos en las carabelas usadas por Enrique el

Navegante o Fernão de Magalhães (Hernando de Magallanes); la cubierta podía albergar cuatro remos larguísimos, para los casos en los que fuera necesario, y cada uno debía ser manejado por cuatro hombres que, para moverse, tenían que caminar hacia delante y hacia atrás sobre la cubierta. Los baos no asomaban por los costados y rara vez tenían castillos de proa o popas elevadas.

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Algunas reproducciones muestran las carabelas con tres velas latinas, sin embargo, estas podrían tener también solamente dos.

Muchos marineros optaron por combinar en la carabela la vela latina con la vela cuadrada, obteniendo un nuevo modelo conocido como carabela redonda. La Niña y la Pinta eran carabelas latinas, pero poco antes de comenzar el viaje de Colón, fueron convertidas en carabelas redondas.

Con viento de cara (desfavorable) la vela

cuadrada no puede ceñirse al viento más que en un 50% en una nave bien equilibrada y con una tripulación compuesta por hombres de experiencia. También es fácil que este tipo de nave se deje llevar mucho a la deriva. Sin embargo, la vela latina puede ceñirse perfectamente al viento y no se mueve a la deriva.

Con viento de popa (favorable) la vela cuadrada aprovecha el viento en su

totalidad y avanza con un movimiento uniforme. Con la vela latina la presión desigual hace que sea más difícil mantener un mismo rumbo.

Este modelo de barco estaba basado probablemente en las embarcaciones usadas por los pescadores portugueses. A finales del siglo XV el príncipe de Portugal, Enrique el Navegante, emprendió una serie de exploraciones de conquista en islas del Atlántico y en la costa de África. La invención de la carabela, así como la sustitución de la coca por la nao, ayudaron enormemente a España y Portugal en sus viajes por el Océano en el siglo XV.

En los años posteriores a la conquista y

colonización de América, las carabelas fueron cayendo en desuso en la medida que aparecieron nuevos tipos de embarcaciones, especialmente los galeones, los cuales tenían como precedente a las naos y carracas,

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pero con enormes mejoras en sus prestaciones, especialmente en cuanto a capacidad de carga, resistencia y maniobrabilidad.

En su segundo viaje, utilizó un total de 17 naves, que serían:

Nao Santa María o Marigalante, homónima de la pérdida en el primer viaje. Nao Gallega. Carabela Fraila. Carabela Santa Clara o Niña. Carabela Pinta. Carabela San Juan de 40T. Carabela Cardera. Carabela Gallarda. Carabela Gutierre. Carabela Bonial. Carabela Rodriga. Carabela Triana. Carabela Vieja. Carabela Prieta. Carabela Colina. Carabela Gorda. Carabela Quintera.

En febrero de 1494, regresan a la península doce carabelas, y quedan en La Española dos naos grandes y tres carabelas (La niña, la cardera y la San Juan).

En su retorno a la península, utilizó además

de la Niña la carabela Santa Cruz, conocida también como la india, que fue el primer buque construido en América por los españoles, siguiendo el modelo de la niña.

En este tercer viaje, Colón partió desde Sanlúcar de Barrameda capitaneando seis buques y llevando consigo a Bartolomé de Las Casas, quien después proporcionaría parte de las transcripciones de los Diarios de Colón. Desde la Gomera (islas Canarias), tres de los buques, fueron enviados a La Española con provisiones, mientras que las otras tres (una nao y dos carabelas), comandadas por Colón, iban en misión de exploración, en busca de las ricas provincias chinas.

En su cuarto y último viaje, utilizó cuatro carabelas, una hubo de quedar embarrancada y

otra se hundió. Se conocen los nombres de:

Carabela Gallega. Carabela Capitana. Carabela Vizcaína. Carabela Santiago de Palos. Por F.L.P.

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El sitio de Nicea tuvo lugar entre el 14

de mayo y el 19 de junio del año 1097, durante la Primera Cruzada. Fue el primer enfrentamiento entre el ejército cruzado y los turcos selyúcidas, que terminó con la victoria cruzada y la captura de la ciudad por parte del ejército bizantino.

Nicea, una ciudad localizada en la costa este del Lago Ascanio, estuvo en poder del Imperio bizantino hasta el año 1077, en el que los turcos selyúcidas le arrebatan la ciudad y establecen la capital del Sultanato de Rüm.

En 1096, la Cruzada de los Pobres llegó hasta Nicea después de haber

saqueado todos los alrededores de la ciudad, pero fueron rápidamente destruidos y dispersados por los turcos. Por ello, el sultán Kilij Arslan I no se tomó como una amenaza la segunda oleada de cruzados que llegó más tarde, hasta el punto de dejar a su familia y su tesoro en Nicea para ir a combatir contra los danisméndidas por el control de Malatya.

Tras múltiples acuerdos y juramentos tomados entre el emperador Alejo Comneno y los principales generales cruzados, el ejército cruzado comenzó a movilizarse para abandonar Constantinopla a finales de abril de 1097.

Godofredo de Bouillón fue el primero en llegar a Nicea seguido de Bohemundo

de Tarento, el sobrino de éste, Tancredo, Raimundo IV de Tolosa y Roberto II de Flandes, acompañados de Pedro el Ermitaño, algunos supervivientes de la Cruzada de los Pobres y un pequeño contingente de tropas bizantinas lideradas por Manuel Boutoumites.

El 6 de mayo llegaron a la ciudad, con

escasas provisiones, por lo que Bohemundo ordenó traer alimentos tanto por tierra como por mar. El asedio comenzó el 14 de mayo, asignándose diferentes tropas del ejército cruzado a diferentes secciones de los muros de la ciudad, que se encontraban fuertemente defendidos por 200 torres. Bohemundo acampó en la zona norte de la ciudad, Godofredo en el este y Raimundo y Ademar de Puy en el sur.

El 16 de mayo los defensores turcos salieron de la ciudad para atacar a los cruzados, pero fueron derrotados rápidamente perdiendo 200 hombres. Viéndose así en una situación desesperada, los turcos enviaron mensajes a Kilij Arslan suplicándole su

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regreso, el cual, al darse cuenta de la peligrosa amenaza que suponían los cruzados, regresó rápidamente a Nicea.

Las primeras tropas turcas llegaron el 20 de

mayo y fueron derrotadas por Roberto de Flandes. El 21 de mayo se enfrentaron el ejército cruzado y el ejército de Kilij Arslan en una batalla que duró toda la noche y, tras numerosas pérdidas en ambos bandos, terminó con la rendición de Kilij Arslan, a pesar de las súplicas de los turcos de Nicea, cuya situación era crítica.

El resto de los cruzados fueron llegando a Nicea lo largo del mes de mayo y principios de junio, con Roberto II de Normandía y Esteban II de Blois a la cabeza. Mientras tanto, Raimundo y Ademaro comenzaron a construir una gran máquina de asedio que fue colocada en la Torre Gonatas con el fin de mantener ocupados a los defensores de los muros mientras los zapadores iban minando los cimientos de la torre desde abajo. La torre fue dañada pero no se llegó a derribar.

El emperador bizantino Alejo I no acompañó a los cruzados en su campaña, sino que avanzó detrás de ellos y estableció su campamento cerca de Pelecanum. Desde allí, envió por tierra los botes que necesitaban los cruzados para cruzar el lago Ascanio, el cual había sido utilizado hasta ese momento por los turcos para aprovisionar a la ciudad de alimento. Los botes, cargados de turcopolos (arqueros mercenarios), llegaron el 17 de junio, al mando de Manuel Boutoumites.

Los generales Taticius y Tzitas también fueron enviados junto a 2.000 peltastas. Los habitantes turcos de Nicea habían escrito a Alejo solicitando su ayuda tras la rendición y retirada de Kilij Arslan, por lo que dio órdenes a Boutoumites de negociar en secreto y al margen de los cruzados, la rendición de la ciudad. Taticius fue el encargado de unirse a los cruzados y llevar a cabo un asalto directo a los muros, mientras que Boutoumites intentaría hacer lo mismo, de forma que pareciera que los bizantinos habían capturado la ciudad. Tras la maniobra, el 19 de junio lo turcos se rendían a Boutoumites.

Cuando los cruzados se dieron cuenta de la estratagema de Alejo, se mostraron decepcionados y enfadados, puesto que no pudieron saquear la ciudad para obtener dinero y provisiones. Boutoumites fue nombrado duque de Nicea y prohibió la entrada de los cruzados a la ciudad en grupos superiores a 10 personas al mismo tiempo. Boutoumites también expulsó a aquellos generales turcos de los que desconfiaba (de hecho, estos hombres intentaron tomar como rehenes a los guías bizantinos para negociar con el emperador).

La familia de Kilij Arslan fue enviada a Constantinopla, pero finalmente fueron

puestos en libertad sin pedir rescate. Alejo aprovisionó a los cruzados con dinero, caballos y otros pertrechos, pero esto no sirvió para aplacar la rabia de los cruzados por no haber podido saquear la ciudad. Por ello, Boutoumites decidió no permitir la salida de los cruzados hasta que hubieran jurado vasallaje al emperador Alejo, si no lo

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habían hecho aún en Constantinopla. En un principio, Tancredo y Bohemundo se negaron, pero finalmente accedieron y tomaron el juramento.

Los cruzados abandonaron Nicea el 26 de

junio, dividiéndose en dos contingentes. El primero, en la vanguardia, estaba formado por Bohemundo, Tancredo, Roberto de Normandía, Roberto de Flandes y Taticius, y el segundo de ellos, en la retaguardia, estaba formado por Godofredo, su hermano Balduino de Bolonia, Esteban de Blois y Hugo de Vermandois. Taticius, como enviado bizantino, tenía instrucciones de asegurar la entrega de todas las ciudades conquistadas al imperio.

Tras su primera victoria, los cruzados avanzaban con la moral alta, como se puede apreciar en las cartas de Esteban a su mujer Adela de Blois, donde le indica que llegarán a Jerusalén en cinco semanas.

El 1 de julio se enfrentan y vencen de nuevo a Kilij Arslan en la batalla de

Dorilea y en octubre alcanzan la ciudad de Antioquía, donde comienza un largo asedio. No llegarán a Jerusalén hasta junio del año 1099, dos años después de su salida de Nicea.

Por JFC

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El castillo de Neuschwanstein (en español: "Nuevo Cisne de Piedra") está

situado en el estado federal de Baviera cerca de Füssen, Alemania. Su construcción fue ordenada por Luis II de Baviera, el «rey loco», en 1866. Su nombre original era «Nuevo castillo de Hohenschwangau», en honor del castillo donde el rey pasó gran parte de su infancia. El nombre fue cambiado después de la muerte del rey. Es el edificio más fotografiado en Alemania y uno de los destinos turísticos más populares en ese país con 1,4 millón de visitantes anuales.

El castillo de Neuschwanstein se construyó en una época en que los castillos y las fortalezas ya no eran necesarios desde el punto de vista estratégico. Nació en la imaginación de Luis II como una pura fantasía romántica de un castillo medieval idealizado. El castillo es una composición de torres y muros que pretendía armonizarse con las montañas y los lagos.

Está situado sobre el desfiladero de Pöllat en los Alpes Bávaros y se alza sobre

el castillo de Hohenschwangau y los lagos Alpsee y Schwan.

Combina eclécticamente varios estilos arquitectónicos y su interior alberga múltiples piezas de artesanía no menos fantásticas. Su diseño no es funcional, sino estético, siendo en buena medida el producto de la mente de un escenógrafo teatral. Por dentro, además de continuas referencias a leyendas y personajes medievales como Tristán e Isolda o Fernando el Católico, contiene una completa red de luz eléctrica, el primer teléfono móvil de la historia (con una cobertura de seis metros), una cocina que aprovechaba el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vinci y vistas a los paisajes de los Alpes Bávaros, incluyendo una cascada que el monarca podía contemplar desde su habitación.

Durante la edad media había en el desfiladero de Pöllat dos pequeños castillos. El primero consistía de un palacete románico y un torreón llamado

Vorderhohenschwangau ("Frente a Hohenschwangau"). El segundo consistía de una torre fortificada con recámaras, llamado Hinterhohenschwangau ("Detrás de Hohenschwangau").

El distrito de Schwangau, donde los dos castillos estaban localizados,

era feudo de la familia Wittelsbach desde el siglo XV, y para el siglo XIX ambos estaban en ruinas. Los restos del Hinterhohenschwangau habían sido convertidos en un mirador.

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Luis II de Baviera pasó parte de su niñez y juventud cerca de estas ruinas, en el Castillo de Hohenschwangau, que su padre Maximiliano II había transformado de un castillo medieval a un castillo residencial en el año 1837. El nombre original de Hohenschwangau era "Schwanstein" ("Piedra del cisne") y el nombre no cambió hasta el fin de la remodelación. El pequeño Luis visitó las ruinas de ambos castillos medievales varias veces y en 1859 pintó las ruinas del Vorderhohenschwangau en su diario.

El primer gran proyecto de construcción del joven rey Luis II al subir al trono en 1864, fue la reconstrucción de Vorderhohenschwangau, el futuro castillo de Neuschwanstein. Después de Neuschwanstein, que estaba conceptualizado como el castillo ideal para el caballero medieval, siguieron Linderhof, un palacio de placer en estilo rococó y el Palacio de Herrenchiemsee, que representaba un monumento al absolutismo. Su interés en construir Neuschwanstein fue despertado por dos viajes: En mayo de 1867 visitó a su hermano Otto en el Castillo de Wartburg en Eisenach y en julio del mismo año visitó el Castillo de Pierrefonds, que había sido restaurado de por Eugène Viollet-le-Duc respetando su estilo histórico del edificio. En la apreciación del rey ambos castillos representaban una visión romántica de la Edad media, al igual que las sagas musicales de Richard Wagner, cuyas óperas Tannhäuser y Lohengrin lo habían impresionado fuertemente.

El 15 de mayo de 1868 le escribió a Wagner diciéndole que quería construir un castillo "al estilo auténtico de los antiguos castillos alemanes" sobre el desfiladero de Pöllat y que sería "más bello y acogedor que el castillo de abajo, el de Hohenschwangau".

Con la muerte en 1848 de su abuelo, Luis I de Baviera, el joven rey Luis II obtuvo control de los bienes de su infantazgo, por lo que tenía a su disposición considerables recursos financieros. Con la planeada construcción del castillo, Luis II quera obtener un refugio fuera de la capital Múnich donde pudiera vivir su fantasía medieval. El primer borrador fue creado por el escenógrafo teatral muniqués, Christian Jank y los planes arquitectónicos fueron realizados por el arquitecto Eduard Riedel. Se consideró integrar las ruinas existentes en el diseño, pero debido a dificultades técnicas, esto no se realizó.

Los primeros planos se orientaron en el estilo del castillo de Núremberg,

rechazando planes más sencillos basados en el antiguo castillo de Vorderhohenschwangau. El alcance y tamaño de los planes fue incrementando, inspirándose más y más en el castillo de Wartburg. El rey seguía de cerca el desarrollo de los planes y tenía que aprobar cada borrador antes de continuar. Su influencia fue tal que se puede decir que el castillo es más su propia creación que la de los arquitectos participantes.

La construcción del castillo empezó en 1869. Los caprichos y las demandas del Luis II crecieron con el edificio de la misma manera que lo hicieron los presupuestos, los planes y los costos reales. Esta fue la razón por la cual un modesto cuarto de trabajo en el plan original se convirtió en la Sala del trono (Thronsaal) y por la cual un cuarto de visita se transformó en una Sala árabe (Maurischen Saal) que finalmente no se pudo realizar por falta de dinero. También es la razón por la cual la

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fecha de terminación, originalmente planeada para 1872, tuvo que ser postergada repetidamente.

En 1871 en compensación por la llamada "Carta del Káiser" (Kaiserbrief), por la cual Luis II aceptó que Guillermo I de Prusia pudiera usar el título de Kaiser o Emperador de Alemania, Luis II recibió parte de los fondos confiscados a los welfos. A pesar de esto, sus recursos financieros siguieron disminuyendo debido a sus otros proyectos de construcción. En 1884 el rey viajó desde Múnich para residir por primera vez en el castillo aun en plena construcción. En 1885 recibió en él la visita de su madre, la reina María de Prusia y para 1886 el palacio y la barbacana del castillo estaban en su mayor parte completos. Hasta su muerte ese mismo año, en circunstancias aún no completamente aclaradas, Luis II vivió solamente un total de 172 días en el castillo.

Neuschwanstein estaba supuesto a servirle a Luis II como un escenario teatral

habitable. Era un templo de amistad dedicado a la vida y obras del compositor Richard Wagner quien sin embargo nunca lo visitó. A pesar de su gran tamaño, el castillo no estaba planeado para recibir y albergar a la corte noble, ya que solo tenía recámaras para el rey y sus sirvientes. El palacio estaba diseñado más con fines decorativos que con consideraciones residenciales prácticas. Por ejemplo, el "Cuarto de las Damas" (Kemenate) debía recordar el segundo acto de Lohengrinque en parte toma lugar en un cuarto similar.

Luis II pagó por sus edificios de sus propios recursos monetarios y del dinero asignado por el estado a los nobles por gastos de representación, en la llamada "lista civil".

Contrario a lo que comúnmente se piensa, sus construcciones no fueron un peso insostenible para los recursos del reino. Los costos de construcción de Neuschwanstein ascendieron hasta la muerte del rey a un total de

ℳ6.180.047 marcos de oro, habiendo empezado con un presupuesto original de ℳ3.2 millones de marcos de oro. Los medios privados del rey no alcanzaban para pagar todos sus proyectos, por lo que tuvo que depender de préstamos para continuar. Pare el año 1883 sus deudas ascendían a siete millones de marcos de oro y en 1885 se vio amenazado de un posible embargo.

Las disputas sobre las deudas del gobernante llevaron a que en 1886 el gobierno bávaro incapacitara al rey. Al momento de su incapacitación el 9 de junio de 1886, Luis II se encontraba en Neuschwanstein y este fue el último de los palacios comisionados por él en que vivió. Con motivo de su inminente derrocamiento por medio de una comitiva enviada al castillo desde Múnich, Luis II mandó al día siguiente que se cerraran las puertas de la barbacana. Luego del fracaso de la primera comitiva, una segunda comitiva con Bernhard von Guddens a la cabeza, visitó al rey el 11 de junio. Esa misma noche el rey se vio forzado a abandonar el castillo, al que nunca más regresaría.

Al momento de la muerte del rey en el lago de Starnberg, el 13 de junio de 1886, el castillo de Neuschwanstein aún no estaba terminado. Nunca fue la intención de Luis

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II que el castillo estuviera abierto al público, pero tan solo seis semanas después de su muerte, las puertas del castillo fueron abiertas a los visitantes. Con las recaudaciones de admisión se pagaron en parte los préstamos del rey. La administración póstuma de los bienes del rey permitió pagar las deudas en su totalidad para el año 1899. Hasta el año 1914 el castillo fue una lucrativa y estable fuente de ingresos para la familia Wittelsbach, de hecho, los castillos de Luis II eran la principal fuente de ingresos de la familia real. Para agilizar las visitas se completaron algunos de los cuartos y partes externas del edificio. En esa época aún se les permitía a los visitantes deambular por el castillo sin restricciones, por lo que los muebles del interior se desgastaron rápidamente. Con el advenimiento de la república en 1918, el gobierno cesó los pagos en la lista civil a la familia real por el concepto de "gastos de representación". Como resultado de la disputa resultante, en 1923 el castillo de Neuschwanstein pasó a ser propiedad Estado Libre de Baviera mientras que los ingresos del cercano Castillo de Hohenschwangau van a un fideicomiso establecido para la familia Wittelsbach.

Durante la Segunda Guerra Mundial el "Grupo de trabajo del Reichleiter

Rosenberg", un grupo del Partido nazi, utilizó el castillo para almacenar obras de arte robadas en Francia. Las obras de arte robado fueron movidas fuera del castillo en 1944, pero al final de la guerra se encontraron 39 álbumes de fotos catalogando las obras de arte que se habían guardado dentro. Estos álbumes fueron utilizados como pruebas en los juicios de Núremberg. Cerca del final de la guerra el castillo fue nuevamente utilizado por los nazis, esta vez para almacenar reservas de oro del Reichbank. El oro desapareció sin dejar pistas antes de terminar la guerra. En abril de 1945 Neuschwanstein escapó de una demolición por parte de tropas de la SS para evitar que las obras de arte alemanas ahí almacenadas cayeran en manos de los aliados. El Gruppenführer a cargo no llevó a cabo esta orden y entregó el castillo a las tropas del Ejército de los Estados Unidos. Neuschwanstein sobrevivió la Segunda Guerra Mundial sin sufrir daños.

Después de la guerra el castillo fue

utilizado provisionalmente para archivar documentos debido a la falta de lugar en la bombardeada ciudad de Múnich. En el año 2002 partes de un meteorito cayeron en las cercanías del castillo. El meteorito está catalogado hoy en día como el Meteorito de Neuschwanstein. En 2007 el castillo de Neuschwanstein fue finalista en la elección de las nuevas siete maravillas del mundo moderno, pero no resultó electo, quedando en octavo lugar. En el año 2008 el gobierno

de Baviera solicitó que el castillo fuera nominado para ser parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco junto con los palacios de Linderhof y Herrenchiemsee en un conjunto denominado "Castillos de Luis II".

Neuschwanstein es uno de los destinos turísticos más populares de Alemania.

Por razones de seguridad, solo es posible visitar el interior del castillo con el acompañamiento de un guía turístico para hacer recorridos de aproximadamente 35 minutos. Es también posible hacer recorridos temáticos con énfasis, por ejemplo, en el mundo de las sagas descritas en los frescos y cuadros del interior. Durante la temporada alta, entre junio y agosto, el castillo tiene hasta 10.000 visitantes diarios. El 27 de junio de 2013 el castillo recibió su visitante número 60 millones y recibe en promedio 1.4 millones de visitantes anualmente.2 En marzo de 2013 se concluyeron

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los trabajos de restauración de los textiles en los muebles, alfombras y cortinas del castillo a un costo de €340.000 Euros. Simultáneamente se instalaron protecciones para evitar que los visitantes toquen las piezas en exhibición y protecciones contra la luz natural y de flash de fotografía.

El castillo de Neuschwanstein se compone de varias edificaciones individuales con unos 150 metros de longitud total, construido sobre la cima de un desfiladero rocoso.

La alongada construcción tiene numerosas torres, torrecillas, ganletes,

almenas y esculturas. Las ventanas son de estilo románico, en su mayoría en forma de bi y triforio. El conjunto de edificios, con el trasfondo del monte Tegelberg por un lado, el desfiladero de Pöllat al sur y el paisaje de colinas rico en lagos de los Alpes Bávaros, ofrece una pintoresca imagen desde cualquier dirección. Fue diseñado como un ideal romántico del castillo para el caballero medieval. A diferencia de los castillos "reales", que por lo general son el resultado de las labores de varios siglos de construcción, Neuschwanstein fue planeado y construido de principio a fin en un solo periodo de trabajo como un edificio asimétrico edificado en partes. En el diseño se hace referencia a los elementos típicos de los castillos, pero carece de instalaciones defensivas reales, que eran lo más importante en una residencia de la nobleza medieval.

La entrada al complejo del castillo se realiza por una barbacana simétrica flanqueada por torres laterales. Este edificio, orientado hacia el oeste, es el único del castillo cuyos muros están decorados con colores contrastantes; los muros externos están enmarcados en ladrillo rojo, mientras que la fachada interna que da al patio de armas es de piedra caliza amarilla. La cornisa está rematada con almenas a todo su alrededor. La fachada de la barbacana está coronada por un gablete escalonado que contiene un cuarto desde el cual Luis II observaba los trabajos de construcción antes que el palacio del castillo fuera terminado. En el primer nivel estaba previsto que estuviesen los establos.

Sobre el dintel de la puerta de acceso hay un escudo del reino de Baviera. El pasaje conduce a un patio de armas de dos niveles. El patio inferior está delimitado por la barbacana al oeste, por la base de la llamada "torre cuadrada" con ala de unión al norte, mientras que el lado sur está abierto y tiene vistas del paisaje montañoso. Al lado este del patio inferior hay un terraplén enladrillado cuya protuberancia poligonal marca el coro de la planeada capilla. De ahí, una escalera conduce al patio superior.

La edificación más llamativa del patio de armas superior es la llamada "torre cuadrada" de 45 metros de altura. Esta torre, como la mayoría de los edificios del patio de armas, sirve más que nada propósitos decorativos dentro del conjunto del castillo. Desde su plataforma de observación se disfruta de expansivas vistas de las estribaciones de los Alpes hacia el norte. El lado norte del patio de armas superior está delimitado por la llamada "Casa de los caballeros" (Ritterhaus). Este edificio de tres plantas está conectado por un ala de unión de arcos ciegos con la "torre cuadrada" y la barbacana. Según la concepción romántica de un castillo medieval, la "Casa de los caballeros" era el lugar donde los hombres de la fortaleza se reunían y residían, en Neuschwanstein estaba prevista para oficinas y cuartos de servicio. En el lado sur del patio de armas superior, como contrapartida a la "Casa de los caballeros", está el "Cuarto de las Damas" también de tres plantas y que nunca fue usado como tal. Estas dos estructuras evocan el "Castillo de Amberes" del primer acto de la ópera Lohengrin de Wagner. En el pavimento del patio se puede ver la forma de la planta de la capilla del castillo, la cual nunca fue construida.

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El lado este del patio superior está delimitado por el "palacio", que constituye el verdadero edificio principal y residencial del castillo. Este edificio contiene los cuartos de estado y pompa del rey, al igual que los cuartos de los sirvientes. El palacio es una colosal estructura de cinco plantas en la forma de dos ortoedros conectados en un ángulo plano y cubiertos con un alto techo a dos aguas. La forma del edificio sigue la forma de la cresta rocosa. En sus ángulos hay adjuntas dos torre-escaleras, de la cuales la norte alcanza 65 metros de altura y sobrepasa el techo del edificio por muchos pisos. Ambas torres, con sus techos cónicos multiformes, recuerdan los techos de las torres del Castillo de Pierrefonds de las que se inspiraron. La fachada principal del palacio está orientada hacia el oeste y contiene un balcón de dos niveles, mientras que al norte sobresale una torre-escalera inferior y un invernadero. Esta fachada está además decorada con frescos y su gablete está coronado por la escultura de un león, mientras que el gablete del lado oeste lo está por una escultura de un caballero. Todo el edificio del palacio está decorado con múltiples chimeneas y torrecillas.

En el año (1869) las ruinas de los dos castillos medievales del lugar fueron demolidas. Los trabajos de construcción de la barbacana empezaron en febrero de 1869 y la piedra angular del edificio del palacio se puso el 5 de septiembre de ese mismo año. Entre los años 1869 y 1873 la barbacana fue terminada y completamente amueblada para que Luis II pudiera residir en ella y observar los trabajos de construcción. En 1874, Georg von Dollmann se hizo cargo de dirigir las obras relevando a Eduard Riedel. En 1880 se realizó la ceremonia de tope del edificio del palacio, obras que se extendieron hasta 1884, el mismo año en que Julius Hofmann remplazó a Riedel, que había perdido el favor real.

El castillo fue construido de forma convencional con ladrillos y luego revestido con diversos tipos de piedra. La piedra caliza blanca de las fachadas proviene de una cantera cercana. La piedra arenisca para las puertas y los miradores provinieron de Wurtemberg.

Para las ventanas, las costillas de la bóvedas, columnas y capiteles se utilizó mármol proveniente del área de Salzburgo. La Sala del trono fue una adición posterior y requirió una armadura de acero. Para facilitar el trasporte de los materiales de construcción se construyeron andamios y se utilizó una grúa de vapor para subir los materiales. Había una grúa adicional para aliviar el trabajo físico en el punto donde se realizaban las obras. Una organización precursora de la TÜV certificaba regularmente la seguridad del sitio de trabajo.

La gigantesca construcción fue por dos décadas el mayor empleador de la región. En 1880 trabajaban diariamente unos 200 artesanos en la obra sin contar los proveedores y otras personas involucradas en los trabajos. En algunas ocasiones, como cuando el rey hacia cambios repentinos o se acercaba un fin de plazo importante, se empleaban hasta 300 artesanos que incluso trabajaban durante la noche usando candiles. Las estadísticas de los años 1879 y 1880 revelan el uso de inmensas cantidades de materiales de construcción: 465 toneladas de mármol de Salzburgo, 1.550 toneladas de piedra arenisca, 400.000 ladrillos y 2.050 metros cúbicos de madera para los andamios.

El 3 de abril de 1870 se fundó una sociedad para asegurar a los trabajadores por una módica suma que les permitía seguir recibiendo su salario en caso de enfermedad o lesiones. Este seguro era además suplementado por significantes contribuciones del mismo rey. En caso de muerte accidental los beneficiarios del trabajador recibían una pequeña pensión, lo cual era poco usual en esa época. Las estadísticas reportan

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que 39 familias recibieron el beneficio de muerte accidental, lo que para las construcciones de la época y las condiciones geográficas del sitio, fueron pocas.

Al momento de la muerte de Luis II en 1886 el castillo no estaba terminado. La barbacana y el palacio estaban en su mayor parte listos y la "torre cuadrada" todavía estaba andamiada, pero la construcción del "Cuarto de las damas" aún no había comenzado y no fue terminado sino hasta 1892 de forma simplificada, lo mismo que "La casa de los caballeros". El ala de unión de la "Casa de los caballeros" estaba prevista a ser construida de forma "naturalista", con columnas asemejándose al tronco de árboles coronados por capiteles. El "Cuarto de las damas" debía estar decorado con esculturas de mujeres santas. El núcleo del complejo del castillo estaba previsto a ser una torre del homenaje de 90 metros de altura, con una capilla de tres naves en la planta baja, que debía estar localizada en al patio de armas superior. Cuando los trabajos se interrumpieron definitivamente, solo los cimientos se habían hecho. El ala de unión entre la barbacana y el "Cuarto de las damas" quedó también sin realizarse. El mismo destino sufrieron la fuente, jardín y terrazas que debían estar en el lado oeste del palacio.

Por lo general después de 1886 el amueblado y decoración de los cuartos del interior del castillo no se continuó. Los corredores y antesalas se pintaron de forma simplificada, concluyendo en 1888. Tampoco se realizó la "Sala árabe" deseada por el rey y mucho menos la llamada "Pileta de los caballeros" (Ritterbad), modelada al estilo del Ritterbad del Castillo de Wartburg como homenaje al culto de los caballeros medievales por el baño de inmersión. La "recámara de la novia" (Brautgemach) en el "Cuarto de las damas", lo mismo que los cuartos de visita y el cuarto de banquetes del palacio, quedaron también sin realizarse. Para muchos de los cuartos del castillo, que estaba concebido como una "casa privada", ni siquiera existían conceptos para su uso.

El siglo XIX fue el siglo del romanticismo. Proyectos similares al de Neuschwanstein se habían realizado en otros estados alemanes como en el vecino castillo de Hohenschwangau, el castillo de Lichtenstein, el castillo de Hohenzollern, o en las numerosas obras del romanticismo del Rin, como el castillo de Stolzenfels. Otro proyecto similar a Neuschwanstein planeado por Luis II fue el del castillo de Falkenstein, que no pasó de la etapa de planificación debido a la falta de fondos. Los críticos de arquitectura de la época se burlaban de Neuschwanstein, uno de los últimos grandes proyectos de construcción de castillo del siglo XIX, por ser "kitschig". Hoy en día los castillos de Luis II, y en particular el de Neuschwanstein, son considerados entre más las importantes obras de la arquitectura historicista europea.

El castillo puede considerarse como típico de la arquitectura del siglo XIX. De

manera ecléctica se mezclan las formas del arte románico (en las figuras geométricas sencillas de los ortoedros y arcos), del arte gótico (con sus líneas elevadas, torres esbeltas y filigrana arquitectónica decorativa) y del arte bizantino (como el la "Sala del trono"), complementadas por los avances técnicos del siglo. Los frescos en el estilo local de Lüftlmalerei de las figuras de San Jorge y de la Patrona Bavariae en la fachada del palacio, apuntan hacia las tradiciones regionales del Algovia, mientras que los planes no realizados en el ala de unión de la "Casa de los caballeros" apuntan

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al modernismo. Determinantes para la forma de Neuschwanstein son los motivos del teatro: Christian Jank, el diseñador inicial del castillo, era un pintor de escenografías y se basó en sus diseños de escena anteriores para crear los planes de Neuschwanstein.

Una vez terminado el castillo tenía unos 200 cuartos interiores incluyendo habitaciones para visitantes y sirvientes, al igual que para logística y servicio. Acabados y equipados había solamente quince cuartos y salones. En los pisos inferiores del palacio están las oficinas y los cuartos de servicio, lo mismo que los cuartos donde hoy se alberga la administración del castillo. Los pisos superiores contienen los cuartos de estado y pompa del rey: El edificio delantero contiene en su tercer nivel los cuartos residenciales y un nivel más arriba está la "Sala de los cantores" (Sängersaal). El nivel superior del edificio trasero está ocupado casi en su totalidad por la "Sala del trono" (Thronsaal). En total la superficie de piso disponible en ambos edificios asciende a 6.000 m².

Aunque el castillo no se completó en su totalidad, varios de sus cuartos interiores son ejemplos importantes de la arquitectura historicista alemana, además Neuschwanstein estaba equipado con los últimos avances tecnológicos del siglo XIX. Entre otros avances, poseía un sistema de campanas para llamar a los sirvientes operado con baterías y servicio telefónico. El equipo de cocina incluía una estufa Rumford que movía el pincho con su propio calor y por lo tanto la velocidad de rotación se ajustaba automáticamente. El aire caliente producido era aprovechado para la calefacción central. Otras novedades para la época eran agua corriente, e inodoros con descarga automática.

El cuarto más grande del castillo es la "Sala de los cantores" con una superficie de 27 x 10 metros. Está localiza en el cuarto nivel de la parte oriental del palacio, sobre la recámara del rey. La sala está inspirada en la "Sala de los cantores" y el "Salón de baile" del castillo de Wartburg y era el proyecto favorito del rey para su castillo. La sala rectangular está adornada con referencias a Lohengrin y la leyenda de Parzival. El lado más largo termina en una galería coronada con una tribuna a la manera del Wartburg. En el extremo oriental hay un escenario constituido por arcadas llamado el Sängerlaube. La "Sala de los cantores" nunca fue planeada para acoger fiestas de la corte por el tímido y huraño rey, al igual que la "Sala del trono", servía más que nada como un homenaje habitable a la cultura de los caballeros y el amor cortés de la Edad media. La primera representación en la sala no tuvo lugar hasta 1933 con motivo del 50 aniversario de la muerte de Richard Wagner.

La "Sala de trono" mide 20 x 12 metros y está localizada en la parte occidental del palacio. Tiene una altura de 13 metros y ocupa el tercer y cuarto nivel del edificio. Está inspirada en la "Iglesia de Todos los Santos" de la Residencia de Múnich y fue hecha según los diseños de Julius Hofmann. La sala está rodeada en tres lados por coloridas arcadas y termina en un ábside donde debía estar el trono de Luis II. Sobre estrado del trono hay murales realizados por Wilhelm Hauschild de los doce apóstoles y de los seis reyes canonizados. El piso de mosaico de la sala no fue completado hasta después de la muerte del rey. La lámpara de araña tiene la forma de una corona bizantina. La sala da una impresión sacra y combina según los deseos del rey, la "Sala del Grial" de Parzival con un símbolo del derecho divino de los reyes que personifica un poder soberano sin restricciones, un poder qué como rey de una monarquía constitucional, Luis II no tenía.

Además de las grandes salas de estado y pompa se crearon cuartos más pequeños para el uso de Luis II. La recámara real se encuentra en la tercera planta de

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la parte este del palacio. Consiste de ocho cuartos residenciales y varios cuartos pequeños adicionales.

A pesar de su decoración ostentosa,

debido a su modesto tamaño y su amueblado con sofás y sillas, dan un aspecto relativamente moderno a los visitantes contemporáneos. Luis II no le daba mucha importancia a los requerimientos representativos del rey, como en tiempos pasados en que la vida del monarca era más pública. El decorado con murales, tapices, muebles y otras artesanías tocan siempre los temas favoritos del rey: La leyenda del Santo Grial, las obras de Wolfram von Eschenbach y

su interpretación por Wagner.

La sala de estar del lado este está decorada con temas de la saga de Lohengrin. El mobiliario de la alcoba norte, con sofá, mesa y sillas, da un aspecto confortable y casero. Adjunto a esta alcoba hay una pequeña gruta que da paso a un despacho. El inusual cuarto, que originalmente estaba planeado a tener una cascada artificial y una máquina para hacer arco iris, está conectado a un pequeño invernadero. Representa la gruta de Hörselberg en conexión con la ópera Tannhäuser de Wagner, al igual que el decorado del despacho adyacente. El rey mandó a construir una gruta similar pero de mayores dimensiones en el Palacio de

Linderhof. Al lado opuesto del despacho hay un comedor decorado con motivos de los Minnesänger, como eran conocidos los trovadores medievales alemanes. Debido a que el comedor en Neuschwantein estaba tres pisos más arriba de la cocina, no se instaló una mesa con plataforma levadiza como las existentes en los palacios Linderhof y Herrenchiemse, que bajaban la mesa entera al nivel de la cocina. En cambio se instaló un elevador para subir la comida.

Adyacentes al comedor están el dormitorio del rey y la capilla de la casa, que son los únicos cuartos del castillo hechos en estilo neo-gótico. El dormitorio del rey está dominado por una imponente cama tallada en madera de roble. Catorce artesanos trabajaron durante cuatro años tallando los revestimientos de las paredes y el elaborado dosel de la cama, que está decorado con intricados pináculos. En este cuarto fue donde en la noche del 11 al 12 de junio de 1886 Luis II fue hecho prisionero. Junto al dormitorio está la pequeña capilla de la casa, consagrada al santo patrono del señor del castillo, San Luis.

En el sótano del castillo están los cuartos de los sirvientes que están amueblados de forma espartana con mobiliario hecho de roble macizo. Cada dormitorio tiene una mesa, un armario y una cama de 1,80 metros de largo. Los cuartos que daban al pasillo que conduce a la escalera principal tenían ventanas con vidrios opacos para que el rey pudiera entrar y salir sin ser visto. A los sirvientes no se les permitía usar la escalera principal y tenían que usar una escalera de servicio más angosta y empinada. Por JMS

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Cuenta la leyenda popular que un piadoso matrimonio francés de grandes virtudes y profunda religiosidad, tras diez años de matrimonio no habían tenido descendencia por lo que su gran anhelo era concebir un hijo, lo que devotamente, imploraban a Nuestro Señor y a la Santa Virgen María; no habían perdido la esperanza de tener descendencia, y cada día en sus oraciones solicitaban la gracia encarecidamente.

Una noche, se les apareció la Virgen María anunciándoles que Dios les concedería la gracia de tener un hijo, pero cuando éste fuese mayor, debían llevarlo en peregrinación al sepulcro del apóstol Santiago en el fin del mundo.

Efectivamente la mujer dio a la

luz un hijo, al que llamaron Jacques, que crecía hermoso y guapo haciendo de él, un conjunto de perfecciones que constituía el orgullo de sus padres y el encanto de cuantos le conocían. Al cumplir el muchacho los quince años de edad, los padres decidieron cumplir con la peregrinación pendiente para dar gracias por la merced concedida.

Al llegar en peregrinación a Santo Domingo de la Calzada, para pasar la noche se quedaron en una hospedería de peregrinos, que estaba atendida por la joven hija del hospedero, que, prendada de la belleza del muchacho le asedió para obtener su amor, pero el muchacho la despreció; ella, llena de coraje, sintió deseos de venganza y espero a que el muchacho estuviese dormido, y, entró sin hacer ruido en su habitación, escondió en su saco de viaje, un precioso cáliz de oro, labrado por un afamado artista y adornado con perlas y piedras preciosas de incalculable valor. Al amanecer los peregrinos emprendieron su camino. El hospedero, viendo que había sido objeto de un robo, denunció al Justicia la

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sustracción del cáliz, manifestando que los últimos huéspedes habían sido unos peregrinos franceses.

Así fueron en persecución de los peregrinos, al poco alcanzados por el Justicia, los alguaciles y el hospedero, que les acusaba del robo.

Los peregrinos lo negaron rotundamente, jurando por lo más sagrado que ellos no habían cogido nada y nada sabían del cáliz ni del robo.

Pero para salir de dudas los alguaciles a una orden del Justicia les hicieron un registro, de forma que al abrir el saco del muchacho, encontraron el cáliz de oro con gran sorpresa de los peregrinos, que fueron llevados ante las autoridades llevando al denunciado hijo como ladrón.

Se instruyó la causa, condenando al muchacho a morir en la horca por robo, aplicando la ley vigente, sin que de nada le sirvieran sus protestas de inocencia ni las súplicas de sus afligidos padres, dictándose finalmente Sentencia, de forma que el muchacho, fue conducido al cadalso allí se cumplió el fallo.

Los padres, sintiéndose sin valor para presenciar la ejecución de su inocente hijo, continuaron su peregrinación a Santiago, sin encontrar consuelo a su horrible dolor; enajenados por los sufrimientos, no habían pensado antes en dar sepultura sagrada a los restos de su hijo; y entonces decidieron desandar el camino y pedir el cadáver para enterrarlo ellos piadosamente.

Al acercarse al pueblo, el padre iba quejándose a grandes gritos de que Dios no

le hubiera enviado la muerte a él en vez de a su hijo, y cuando ya llegaban cerca, vieron a lo lejos el cuerpo de su hijo que seguía colgado del patíbulo; anhelantes, se aproximaron a él y oyeron la voz de su hijo, que les reprochaba sus quejas y su poca resignación ante los designios divinos.

Maravillados al oírle, corrieron a abrazar a su hijo, y éste les refirió cómo se le

había aparecido una esplendorosa Señora, que era la Virgen María, llena de gloria y majestad, con resplandecientes vestiduras, y acompañada de un venerable anciano que le dijo ser Santo Domingo de la Calzada; entre los dos le habían sujetado por los brazos, para librarle de la muerte y que no recibiera el menor daño, y le alimentaron prodigándole toda clase de consuelos y de ternuras.

Los padres, radiantes de júbilo, corrieron a dar cuenta del milagro al Justicia, pero éste, que se hallaba comiendo, se negó a creer que estuviese vivo después de ahorcado, y les dijo. Señalándoles un pollo asado que estaba sobre la mesa:

- «Tan imposible es que este pollo resucite como que vuestro hijo viva».

Al momento, ante su vista, el pollo se levantó de la cazuela, y batiendo las alas, voló, y diciendo:

- «Prodigioso es, el Señor en sus santos».

Atónitos, se trasladaron todos inmediatamente al lugar donde estaba

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el ahorcado, y lo encontraron con vida, y descolgándolo, se lo entregaron a los padres.

Ante aquel milagro divino, revelador de la inocencia del muchacho, el Juez

revisó la causa, tomando declaración a la hija del hostelero, que, acosada ante las preguntas del tribunal, confesó su crimen, siendo ella condenada a muerte en la horca.

Pero los buenos padres del muchacho, no queriendo ensombrecer con ninguna

muerte la prodigiosa salvación de su hijo, acudieron a suplicar al Tribunal el indulto de la joven, consiguiendo por su intercesión que fuera conmutada por la pena de cortarle el pelo y vestirla con hábito de monja, y así permaneció toda su vida haciendo penitencia para conseguir el perdón de su delito.

Al muchacho le tomó el obispo bajo su protección, y con él y con sus padres llegaron a dar gracias ante el sepulcro del apóstol Santiago, que le había protegido durante su vida, y allí se hizo presbítero y vivió santamente, glorificando a Dios hasta el fin de sus días. De Leyendas de España

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