Revista Número 96 de octubre de 2014

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No. 96 Octubre de 2014

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La Revista Zapatoca

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La Portada

Portal de la entrada a la Hacienda Montebello, la que quiso ser una ciudad en la mente de Lengerke, sobre la cual nos hace una reseña el Doctor Carlos Higuera Escalante, en la Pag. 27

Órgano de la Fundación Pro-Zapatoca

La redacción

Editorial Pag. 3

El General Leonidas A. Acevedo Pag. 5

Pag. 7

Pag. 11

Pag. 12

Pag. 17

Pag. 19

Pag. 20

Pag. 22

Pag. 23

Adios a un amigo

Zapatoca de otros tiempos

Despedida a Beatriz Serrano

Cuidemos nuestro pueblo

Hechos

Despedida a un amigo

Pag. 27

Pag. 37

Manuel Serrano Blanco

Montebello.

Nuestro paraíso terrenal

Antonio Serrano

La redacción

Libardo León G.

Libardo León G.

La redacción

Catalina Quijano

Alfonso Gómez G.

Carlos Higuera E.

Roxana Pinilla D.

Un problema que continúa.

La redacción

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Errar es humano, pero penoso es hacerlo por culpa de otro. De

cualquier manera es obligatorio ofrecer disculpas y encarecer a los

afectados que las acepten. Para tratar de reparar aunque cuando sea

en parte la falla, hemos tenido que repetir en esta edición dos

artículos de la pasada, por cuanto recibimos queja de tres lectores en

el sentido de que no se entendían, y de uno de los autores manifestando

que no estaba de acuerdo a lo escrito por él.

La edición fue enviada a la tipografía en un tamaño, y en ese fue

revisado por los dos correctores. Al armarla en el tamaño definitivo, el

diseñador cometió errores que desorganizaron los párrafos saltando o

trasladando renglones, lo cual impidió su lectura. No sabíamos que este

tipo de incidentes ocurriera, pero a pesar del paso de los años siempre

se aprende algo nuevo. Mil perdones.

Editorial

Octubre de 2014 No. 96

Órgano de la Fundación Pro-Zapatoca

Tercera Época Ocubre de 2014 No. 96

DirectorPresidente de la Fundación

Saulo Toledo Plata

Impreso porLITOGRAFÍA CORONA

Bucaramanga

Corrección Ortográfica: Adriana Toledo ArenasCorrector de Prueba: Libardo León Guarín

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Próximos a terminar esta publicación hemos querido empezar a

recordar los personajes meritorios de nuestra tierra. Además de

considerar esto como un homenaje, un reconocimiento y un

agradecimiento por su labor en beneficio de nuestra ciudad, queremos

presentarlos como ejemplo a quienes aún tengan la voluntad y el

tiempo de seguir su modelo de vida.

Qué grato debe ser para las generaciones actuales reconocer el

prestigio de sus progenitores y saber de sus obras, sus trabajos y el

empeño que pusieron en el cumplimiento de sus labores y el desempeño

de sus actividades.

Quienes hemos tenido tiempo de estudiar la vida de nuestros

antepasados, no podemos menos que reconocer el deseo de servir que

ellos presentaban, antes que la búsqueda de sus beneficios personales.

Sigamos su ejemplo y procuremos que nuestras familias sean modelo de

vida, de laboriosidad y de servicio, para que tengamos un conglomerado

progresista y útil.

Albert Camus

La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación.

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Nació en Gámbita el 23 de enero de 1854 y falleció en Zapatoca el 10 de junio de 1922.

Este insigne ciudadano es bien reconocido como zapatoca no por nacimiento sino por su larga vinculación, cariño y dedicación a las obras sociales de esta población.

Leonidas A. Acevedo estudió filosofía y letras en el Colegio del Espíritu Santo; inició su vida política y militar cuando un numeroso grupo de colombianos, que se denominaron Ejercito Regenerador, integraron fuerzas revolucionarias que hicieron la campaña en Santander con jóvenes abnegados y valientes que sin recursos y sin elementos, se levantaron en armas para defender sus derechos. En aquel ejército lucían los prestigiosos generales Alejandro Posada, Antonio Valderrama, Manuel Briceño, Ramón Acosta, Rafael Ortiz, los doctores Lázaro María Pérez, José María Samper, José Domingo Ospina Camacho, Carlos Martínez Silva y varios más; y un gran número de jóvenes ilustrados y distinguidos a la cabeza de los cuales descollaba Sebastián Ospina, muerto en el combate de Mutiscua.

Por aquel tiempo el joven Leonidas Acevedo había ido de Gámbita, lugar de su nacimiento, a la capital de la Republica a seguir sus estudios. Al estallar la revolución conservadora una porción numerosa de estudiantes, de caballeros de la primera sociedad, de artesanos y de hacendados, abandonaban la capital, a despecho de la vigilancia del gobierno, para ir a ingresar a la legendaria guerrilla de Guasca. El joven Acevedo, conservador entusiasta decidido por familia y por educación, fue de los que allí concurrieron.

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GENERAL LEONIDAS A. ACEVEDO

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Entre las unidades militares que se organizaban, se formó el Batallón Unión, compuesto en su mayor parte por jóvenes artesanos bogotanos y del cual fue primer jefe el Coronel Jorge Gaitán; de los militares de la Confederación Granadina; segundo jefe, con el grado de Sargento Mayor, Leonidas Acevedo; y comandante de la primera compañía el capitán Carlos Márquez.

La guerrilla de Guasca, activa y numerosa, y la no menos importante de los Mochuelos, que asediaban a Bogotá, resolvieron unirse y emprender una campaña hacia el Norte del país para incorporarse a las fuerzas de Valderrama en Boyacá y de Canal y Quintero Calderón en Santander, agregando a su paso las guerrillas de Cardoso y de Leonidas Torres.

Esta campaña larga, penosa y sostenida del Ejercito Regenerador, desde la sabana de Bogotá hasta la frontera con Venezuela, que es sin duda una de las mejores páginas de la historia militar de Colombia, terminó fatalmente con la batalla de la Donjuana y el combate de Mutiscua, en donde se peleó con las municiones labradas en Matanza y con el plomo y

. la pólvora tomadas al comercio en Bucaramanga El Sargento Mayor Leonidas Acevedo, segundo Jefe del Batallón Unión, fue herido de bala en la batalla de la Donjuana. A causa de esta herida tuvo que aislarse en Venezuela y fue atendido cuidadosamente por la familia Matamoros en su hacienda de Rubio.

El General de División Leonidas Acevedo fue un hombre de arraigadas ideas; desde muy temprana edad ofrendó a la causa de sus convicciones políticas, el homenaje de su adhesión y de su sangre como soldado valeroso y aguerrido, y fue ganando, en nuestras desgraciadas guerras civiles, desde 1860, las jinetas de los grados inferiores y las trencillas de oficial, hasta ver honrado su quepis con los laureles de General que lució en múltiples hazañas.

El General Acevedo fue siempre, durante la penosa campaña, modelo de disciplina y de consagración al servicio. Su Batallón, bien organizado y comandado, era frecuentemente el preferido para todas las

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comisiones de confianza y de peligro. Terminados los conflictos, se radicó en Zapatoca donde contrajo matrimonio con la distinguida dama Isidora Díaz con quien tuvo siete hijos, y prestó en repetidas ocasiones sus servicios a la administración pública como Alcalde, Prefecto de varias provincias del Departamento, y en repetidas ocasiones Diputado a la Asamblea; sus conceptos y opiniones son buscados y estimados como juiciosos y acertados.

Pero su obra principal no es de guerra sino de paz. En los últimos veinte años consagró todo su entusiasmo y todas sus preocupaciones a la instrucción, a la caridad, y a la beneficencia públicas, y realizó en asocio con otros notables de la ciudad de Zapatoca, la obra más importante de acción social que hay en Santander: el establecimiento de un barrio para familias pobres, dotado de habitaciones higiénicas y de escuela primaria para los hijos de las personas favorecidas en el programa. Instauró una biblioteca pública atendida por él mismo con amor de bibliófilo y luchó en todo campo por la instrucción secundaria, hasta conseguir que su tierra de adopción fuera la primera de nuestro Departamento en asuntos de enseñanza.

Hemos querido rendir este homenaje a un insigne hombre que consideramos meritorio, ejemplo para las actuales juventudes. Para ello tomamos escritos de Manuel Serrano Blanco, Alejandro Prada S. y Pedro E Novoa, publicados en un folleto en diciembre de 1922 con ocasión de su muerte.

*****

ADIOS A UN AMIGO Antonio Serrano S.

El pasado 22 de Julio dijo adiós al mundo y a todos; adiós Don Pablo Vicente Serrano Acevedo, personaje con estilo propio, merecedor de

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toda admiración y cariño de la sociedad Zapatoca.Por esta vez no voy a referirme al sociólogo, ni al filósofo, tampoco al ambientalista, ni al librepensador; de eso ya mucho han escrito; me referiré solamente a PABLITO…..

Era el jueves 21 de febrero del año 35, cuando el hogar de don Pablo Vicente Serrano Otero y de doña Emilia María Tulia Acevedo Serrano se vio alegrado con la llegada del primer varoncito de la familia. Rodeado de la atención y el cariño de sus padres, transcurrieron sus primeros años. Cuando solo contaba con 4 años de edad, falleció doña Tulia, quedando el infante sometido a los rigores de la orfandad. Fue creciendo siempre poseedor de una vivacidad que le fue característica durante toda su vida. Gran parte de su niñez transcurrió en la finca “El Espino”, heredad que venía de cuatro generaciones atrás. Allí poco a poco iba iniciándose en las labores agrícolas, alternando con las primeras tareas escolares realizadas en la escuela de “El Carrizal”, de donde recordaba ya pasados los años, a sus primeras maestras, Carmen Plata, Anita Serrano y Cecilia Díaz, quienes, según sus comentarios, superaban a sus profesores universitarios. En ese ambiente rural desde su infancia se encariñó con los arrayanes, los guayabos, los cucharos, los mangos, los manchadores, los campos, en fin, con toda la flora carrizaleña, lo mismo que con las vaquitas criollas, lo mismo que con la yegua baya, la mula mora, los jumentos. Modas y costumbres un poco diferentes, principalmente de los forasteros que llegaban a la comarca. Si, paulatinamente Pablito iba formando su personalidad amalgamada de alegrías y tristezas.

Una vez realizados los estudios de la escuela rural, pasó al Salesiano en calidad de interno a cursar tercero elemental, como se decía

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entonces. Terminado el primer año de internado no quiso volver al colegio y se dedicó al campo durante tres años, que según él, fueron de mucha enseñanza en la escuela de la vida y le sirvieron para demostrar que su profesión no era la agricultura. Regresó al estudio, ahora sí con todo entusiasmo y fundamento. Luego pasó a Mosquera (C.) donde cursó segundo bachillerato y regresó a Zapatoca pasando después por el Salesiano “Maldonado” de Tunja, pues en el “Santo Tomás” solo había entonces hasta cuarto de Bachillerato. Participó en casi todas las actividades que ofrecían los colegios de Don Bosco en esos tiempos: tareas académicas, teatro, “scholla cantorum”, bandas de guerra y música, revistas gimnásticas, deportes, paseos, etc. A propósito, en el teatro siempre fue el inamovible CONSUETA, debido a la clarísima pronunciación; también fue suyo el puesto de lector del comedor….. ¡OH TEMPORA! ¡OH MORES!

Ya, en la época actual durante inacabables tertulias en “El Espino”, recordaba a muchos de los compañeros de esos tiempos……. Carlos, Efrén, Sergio, Alirio, Benjamín, Alberto, Arturo, Manuel….., en fin, de cada cual saltaban recuerdos y anécdotas.

Siguiendo el recorrido de nuestro hermano, en el año 57 se trasladó a Bogotá, donde teniendo en cuenta el solar de origen se inclinó por la Economía, cuyos estudios culminó el año 62, en la Universidad “La Gran Colombia”. Fueron años de lucha, progreso, ilusiones y vida social. En la vida laboral fue institutor en el Colegio Calazanz; luego, directivo en el Ministerio de Trabajo y posteriormente en el Sena. Fue allí precisamente donde entró en discrepancias con los directivos de la Institución y cuando se produjo en su vida y en su mente esa transubstanciación ideológica que cambió notablemente su modo de pensar y de actuar. Renunció a cargos directivos y se tornó aliado de la clase trabajadora. Luego fue profesor universitario en las Universidades de Tunja, Ibagué y de Palmira. Leyó y estudió mucho, formó una nueva mentalidad y creó su discurso, que muchos, muchísimos le oímos, como el de la muerte de los oficios, la esperanza de los nuevos estados, y la inoperancia de los sistemas vigentes, en fin, de esto hay expertos y como lo anotamos al principio no es el

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objeto de esta nota lugareña.

Ya pasado el tiempo, luego de muchas aventuras y luchas, ya conseguida su jubilación, optó por “retornar al huevo”, como solía decir. Compró “El Espino”, finca tradicional de la familia y allí se sometió a un ostracismo voluntario, aunque era un modo de decir, pues siempre recibía animadamente a todos sus amigos, que él acogía con su estilo propio y mucha sinceridad. Numerosas eran las visitas de toda clase de personas: familiares, artistas, gentes de todas las edades, campesinos, librepensadores, estudiantes, sacerdotes, forasteros……

Tenía el don de la buena charla y de hacerse agradable, manejaba la tolerancia ideológica y el sarcasmo, éste último, a veces, contra sus detractores; era su arma intelectual. Ese era Pablito, siempre educado, fiel discípulo de Carreño, fuerte, sin pasiones, con ideas muy bien definidas sin renunciar a su ideología. En cuentas era muy sencillo, nunca prestaba ni recibía prestado, jamás solicitó algún préstamo.

En su última etapa en “El Espino” (aproximadamente 25 años), tuvo una vida dedicada al descanso, muy entregada a la lectura, al diálogo y a veces sin ser su arte, dedicaba algunos momentos a la Agricultura. Pablo fue un tratadista en los temas relacionados con el campo, pero nunca fue agricultor, él mismo lo reconocía. Pudo haber escrito mucho y también hecho publicaciones, pero siempre fue renuente a la figuración. Cuántos recuerdo tenemos de Pablito. Un verdadero personaje de nuestro pueblo y familia, amigo de todos pero sin mucho ruido. Un intelectual en el sentido propio de la palabra, rico en cultura y sencillez, maestro natural, muy respetuoso de la opinión ajena, en muchos casos sin compartirla; el hombre de la amable sonrisa.

Se nos fue PABLITO; paz en su tumba

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UN PROBLEMA QUE CONTINÚA.

Hace algunos años publicamos la siguiente nota con el deseo de que fuera solucionado ese problema y nadie le puso atención. Hoy volvemos a ponerlo en conocimiento de los lectores en busca de alguna autoridad que se apersone de su solución:

Por los años de 1996 o 97, Findeter envió unos dineros con destinación específica para la tercera edad. El alcalde de ese entonces mandó construir unos apartamentos sobre la calle 15 con Cra. 11 y más tarde, mediante la escritura 430 de 1997 quiso englobar los predios al hogar San Antonio; a sabiendas de que fue construido con donaciones, quiso que el municipio comprara los terrenos donde se construyeron los apartamentos. Resulta que esa escritura está viciada de nulidad porque los predios 5127 - 3472 - 3976 y 5857, fueron adquiridos con donaciones. Por tal motivo la escritura no fue registrada.

Más tarde otro alcalde, por medio de la escritura 525 de 1998 quiso comprar el predio que donaron Pablo Emilio Serrano y 10 personas más, para darlo en pago por los apartamentos. La justa parte de esa escritura dice lo siguiente: “El precio de esta venta es la cantidad de ochenta y tres millones seiscientos ochenta y cuatro mil doscientos diez pesos, los cuales el municipio de Zapatoca pagará así: la suma de veinte millones de pesos en dinero efectivo y la suma de cincuenta y tres millones seiscientos ochenta y cuatro mil doscientos diez pesos, representados en los apartamentos”.

El presidente de la junta, párroco de entonces, fue a cobrar los veinte millones para poder registrar la escritura, pero el alcalde le contestó que el municipio no tenía plata y que no le podía pagar eso. Ninguno dijo nada, sino que guardaron la escritura. Hace unos días el señor Personero pidió la escritura para mandarla registrar, pero no se pudo porque la plata que no quiso pagar el alcalde no es del municipio sino de Findeter.

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ZAPATOCA DE OTROS TIEMPOS

Libardo León Guarín.

Nota de Redacción: Este artículo fue publicado en la edición anterior, pero por una falla en la editorial se traspusieron algunas líneas y se eliminaron otras, siendo difícil entender. Por lo anterior y a solicitud del autor hemos decidido publicarlo nuevamente, toda vez que forma parte de un libro en preparación. L.R.

El paso del tiempo que todo lo cambia, parecía entonces detenido en Zapatoca. Las mismas calles, los mismos nombres, los mismos personajes y vecinos, la misma lluvia pertinaz en invierno, los atardeceres con arreboles, las madrugadas frías, los mismos domingos. Rara vez un color nuevo en alguna puerta a la calle recién pintada, un suceso inesperado, una nueva casa o habitantes recién llegados que fácilmente y ahí mismo se reconocían por el dejo de la voz –si era negro con mayor razón- o simplemente por no ser vistos antes, como suele ser en una comunidad donde las relaciones sociales son ante todo primarias, cara a cara. Y hasta el mismo color de sus montañas, más azuladas después de lluvias fuertes, hacían que todo lo nuevo se detectara por esporádico y venido de otros mundos. De ahí

Si la plata que envió Findeter era para la tercera edad, no debió emplearse para el Hogar San Antonio? Nuestros modestos conocimientos de leyes nos permiten deducir que ese es el típico peculado.

¿Podremos arreglar el Problema?

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que cuando salimos, acosados por la nostalgia nos llevamos un esquema fijo, aún imborrable y perdurable de todo el poblado, de sus campos polvorientos pero también los había verdes, de lugares y habitantes, caras y sombreros, colores y sabores, voces y gestos, de calles y episodios que llevo y regreso en el equipaje cada que de vez en cuando vuelvo, como queriendo repetir un ejercicio que me prevenga contra el olvido.

Así, hoy devolví otra vez ese disco cuando oí decir a un campesino piedecuestano algo como “me la hizo calentar y tuve que pegarle”; con solo oír el razonamiento me trasladé en bloque a mi pasado, porque era del lenguaje común en mis primeros años. Ahora que es frecuente el matoneo entre escolares –en el “spanglish” de moda le dicen “bullying”-, cómo no recordar que sin que supiera cómo lo llamaban, también de pequeños lo vivimos aunque no lo crean, por razones políticas. Cada que pasaban frente a la casa ciertos vecinitos echaban vainas contra el partido político de mi padre y otra vez el miedo; la primera vez que me medí a trompadas, siendo un escolar de segundo curso en pueblo esencialmente conservador, el acoso político estuvo presente. Luego el castigo de la maestra, eso sí ecuánime y repartido: de rodillas con los brazos en cruz para los dos gallos. A usted le fue bien, me decía un paisano mayor hace unos días; porque en la escuela de la señorita Elisa los castigos eran aún más prusianos: metido el indisciplinado en un saco de fique amarrado con un lazo que colgaba de la viga, el susodicho era elevado ante el terror de todos y los gritos del encostalado.

No había entonces derechos del niño conocidos, ni tutelas, ni derechos humanos fuera de algunas declaraciones solemnes por allá en Nueva York, que era como decir, para quien vivía en Zapatoca, metros antes del fin del mundo. Porque padres y maestras, pues no se conocían maestros de escuela, eran furiosos practicantes y convencidos seguidores del aprendizaje social con sangre como lo proclamaba “La Alegría de Leer” de Quintanilla, sin que se interpretara la famosa sentencia como el esfuerzo necesario que exige todo nuevo

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conocimiento, sino literalmente en el sentido del castigo físico para enderezar descarriados usando el miedo. Hoy es posible que de extremo a extremo, hayamos brincado hacia el otro lado en la formación social de niños y adolescentes.Así como ser maestra era un oficio si se quiere con un status más elevado, había otros que todavía tenían plena vigencia entonces, cuyos nombres por lo menos están en extinción: el albañil – don Rosendo Morales, don Ismael Suárez, mis primos los Gómez León- que hacían desde casas de tapia pisada y techos de cumbrera con teja de barro, con canal metálico para recoger aguas lluvias que de todas maneras iban a la calle mediante bajantes empotrados o tubos boca de dragón al aire, hasta tapar goteras y cubrir los carajos de las paredes encaladas, con friso o pañete mezcla de barro con paja picada y boñiga para darle consistencia, luego pintadas con cal viva en agua añadidos pedazos de tuna cuya baba hacía de pegante.

Los latoneros, los que hacían desde los canales en lámina de zinc para patios y frentes de las casas hasta vasijas de todo tipo, eran artesanos dedicados a su oficio; recuerdo a Luis Melo “Melora”, Luis “Caneco” cuyo apellido no recuerdo y Juan Tello, un talento desperdiciado y perdido para la pintura, imaginativo y creativo, que hacía con gran facilidad y destreza de autodidacta hermosos faroles artesanales para concursar en las navidades, como grandes telones de “boca” sobre papel marrón de bolsas de cemento añadido con engrudo de yuca, para el Humilladero como le decían por esos días del año y de negros crespones a la capilla de Santa Bárbara. Porque de Vicente Espinoza y sus hermosas jaulitas doradas con pájaros de pauche ya hablamos en otra parte. Todos tenían, eso sí, igual que carpinteros, sastres, modistas y zapateros la cualidad infaltable y que aún perdura, de tener el trabajo encomendado no para el día convenido sino para mañana sin falta.

El vendedor de leña –don Ignacio Galán- que con el bulto a la espalda o en burros y mulas aperados con angarillas, traía a las casas o para vender en el mercado dominical su contribución a la deforestación de

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la zona. El corista tantos años desempeñado por don Facundo Serrano con su armonio y desde el coro de la iglesia parroquial –eliminado después de Concilio Vaticano II-, acompañando con música y voz ceremonias religiosas; tal vez fue el primer trabajador por horas que conocí porque se les pagaba por ceremonia; y el sacristán –don Luis Rueda- una especie de mano derecha del párroco encargado de la logística de la liturgia necesaria en los oficios del culto; las lavanderas de quienes nos ocupamos en otro espacio y las cocineras en las casas de sectores sociales altos que hacían de niñeras y nanas, muchas durante toda la vida en una misma casa; porque en los sectores bajos la mujer era niñera, lavandera, cocinera, barrendera, aplanchadora, costurera …madre y esposa al mismo tiempo.

Había en Zapatoca, por no decir que en todo el país, un personaje que siempre me ha cautivado por su origen y función social; se trataba de los “concertados”. Se podía decir que eran una reminiscencia de los esclavos sin serlo estrictamente dicho. Los había de género masculino y femenino, personas perfectamente normales o con alguna discapacidad; se trataba por lo general de menores que eran recogidos. Ahijados y hasta regalados por sus padres sin intermediación jurídica, a familias de mayor posición social, pero seguían conservando dentro del grupo un status bajo y marginal; no se puede hablar de adoptados en el sentido actual, sino del muchacho de los mandados y para oficios que no hacían los hijos de sus patrones o de la cocinera de toda la vida. Podía ser hijo de un viviente de la finca familiar o el hijo negado de un hijo o pariente de la pareja señorial. Mantenían el apellido original y muchos de ellos envejecieron, muertos los patrones, en casa de hijos o parientes, en los ancianatos de caridad o en el desamparo; ocupaban y usaban espacios diferentes en las casa de sus protectores, vestían diferente generalmente con ropa de desecho y sin lujos de ninguna clase; su comida no era la misma del grupo familiar sino asimilada a la de un peón, ni comía en el comedor; de su condición social habla la definición en verso del virungo, una bebida caliente, espesa, de fabricación casera, mezcla de cacao y harina de maíz tostado que en Bogotá la llamaron

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“chucula” y en la Costa “cacao de harina”: “Chocolate rebajado,/ más harina que cacao/ que hacen donde los ricos/ pa' darle a los concertados”.

Y como los apellidos empezaron por ser sobrenombres cuando la población de una pequeña comunidad iba en aumento, es posible que en Zapatoca también se hiciera lo mismo para distinguir a unos Gómez de otros acudiendo al oficio de hacer y vender las bolitas de harina con cacao rebajado; posiblemente así nacieron los Gómez “virungo” para diferenciarlos de los Gómez “mugre”, los Gómez “mecho”, los Gómez “runcho”, los Gómez “cadejo”, los Gómez “museños”, los Gómez “tarumba”, los Gómez “mascabollo”, los Gómez “ciegos” o los Gomezese para no hacer el cuento tan largo.

Existía también el barrendero de las calles con escobas de paja dura, cuando no de un arbusto de barzal llamado “mosquero” porque, usado por las abuelas en la limpieza de la casa, su aroma espantaba moscas y mosquitos. También existía el lechero que podía ser un concertado por lo general joven casi adolescente, que diariamente, lloviera o tronara y viniéndose desde la madrugada con mulas cargadas de cantinas, llegaba a los sitios de expendio minorista que podían ser los de doña Matilde Rueda “Macaria” o de don Leopoldo Acebedo, donde esperaban los compradores al menudeo, por lo común niños y sirvientas haciendo el mandado, con peroles y jarras; descargada la leche y conseguido algún encargo, el lechero se regresaba por el mismo camino largo hacia Montenegro, Damasco, San Martín o a La Granja y Junín los más cerca; y así día tras día todos los días . El oficio de chofer apenas comenzaba y el de celador no se conocía, entre otras cosas porque no se necesitaba, aún cuando la luz eléctrica se apagaba para todo el pueblo a las nueve de la noche; y no se necesitaba porque la inseguridad estaba en manos entonces de los espantos que la misma oscuridad producía.

Suelo soñar dormido, porque también se sueña despierto, encontrándome perdido en la gran ciudad como bobo sin mama, como

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EN LA DESPEDIDA A BEATRIZ SERRANO ARDILA*

Libardo León Guarín.

Despedir a los amigos es tarea difícil, lo sabemos. Más cuando se trata de aquellos que por décadas llevamos dentro, así nuestro contacto personal no se diera todos los días. Amigos de juventud que son los más duraderos, amigos del alma que son los que no se borran por más que se hayan ido. Beatriz fue eso ante todo; la amiga siempre amable, tierna, cercana, acogedora y siempre amiga. En su casa de Zapatoca tuvimos, muchos de los aquí presentes, el refugio para nuestras alegrías, nuestros primeros amores, nuestros mejores recuerdos, porque solo reunirnos, con música o sin ella, siempre era un placer imborrable. Con doña Sofía y don Gilberto, con Rafael, Enrique y Saúl su generosidad y la acogida no tenían límite: siempre juntos, siempre amables.

Pero la muerte no perdona y viene tocando a nuestra generación desde hace rato. ¡Qué bueno que pudiéramos continuar la amistad después de muertos, rompiendo paredes y silencios! ¡Estamos seguros que

bordón sin rejo, como vaca sin ternero. No sucede lo mismo cuando los episodios se suceden igual de incoherentes y surrealistas como en todos los sueños, recorriendo o habitando los espacios de mi niñez, adolescencia y primera juventud; todo me parece tan familiar, tan conocido, tan indeleble y perdurable como para transcribirlos en estas páginas porque corresponden a la realidad vivida en esos años; antes que la vejez deje de ser una lucha para convertirse en una masacre como lo previó recientemente Philip Roth, al retirarse de su oficio de escritor..

*****

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Beatriz así lo quiso! Pues así se hará para siempre y sin olvido, porque ella y la amistad eran una sola cosa, un solo proyecto de vida, un ramo de florecidas begonias de las que tanto se veían en su tierra, porque cada botón era un amigo inolvidable. Hoy nuestra tristeza por no haber podido pasar más tiempo a su lado, disfrutando y compartiendo por tener ella el don de mujer soñadora y siempre amable, debemos transformarla en la alegría de saber que en el recuerdo siempre estará entre nosotros, vibrante, danzarina, alegre, generosa, hospitalaria. A Rafael, a Enrique, a Saúl, a su primo Fidel y a todos sus familiares y amigos que sienten y seguirán sintiendo su ausencia, ahora transformada en presencia, nuestra condolencia y solidaridad conmovidas.

Ocasión por demás oportuna para recordar la plegaria que Antonio Machado escribió con motivo de la muerte de su esposa, válida para despedir a todos los seres queridos que, como Beatriz, fueron cercanas en el afecto e inolvidables en la simpatía y el cariño:

“Señor: ya me quitaste lo que yo más quería./ Oye otra vez ¡Dios mío! mi corazón clamar:/ Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. / ¡Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar!”

Bucaramanga, Julio 11 de 2.014

* Palabras leídas en su sepelio en Bucaramanga

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“No critiques lo que no puedes entender”

Robert Allen Zimmerman

Le solicitamos a un amigo que gestionara la reforestación de tres cañadas al oriente de la Carretera a Bucaramanga, frente a Segovia y El Campín, con el fin de que quienes estén vivos dentro de quince años puedan volver a ver las quebradas de hace 100 años. Su respuesta fue que ya lo había hecho y los propietarios de las fincas no habían querido colaborar.

Las márgenes de esas cañadas estuvieron cubiertas de vegetación pero fueron deforestadas para sembrar yuca. No hemos vuelto a ver correr agua en las que un día fueron las quebradas de Las Alpargatas, El Palo, Gachaneque y La Cantera.

Si lográramos entender que un árbol grande con una copa de unos 20 metros de diámetro, bombea a la atmósfera unos 1.000 litros de agua en forma de vapor, y que ese vapor se convierte en agua lluvia, seguramente nos preocuparíamos por llenar las partes altas de nuestras cañadas con vegetación.

Si aceptamos el volumen de vaporización anterior y calculamos que existen entre 400 y 600 mil millones de árboles en el Amazonas, esto significa que juntos lanzan cada día unas 20 mil millones de toneladas de agua a la atmósfera. ¿Qué significa esta cifra? Que aunque no lo vemos a simple vista, entre la selva y la atmósfera circula un río más grande que el río Amazonas, que cada día deposita 17 mil millones de toneladas de agua en el océano. A reforestar pues; aunque lo más importante no es sembrar árboles, sino cuidarlos.

CUIDEMOS NUESTRO PUEBLO

La redacción

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HECHOS

Jul 11 Falleció en Bucaramanga la Señorita Beatriz Serrano Ardila. En otra sección de este numero sentidas palabras de despedida.

Jul 12 Visitó la ciudad el Cónsul de Brasil Doctor Jorge Zuluaga. Durante esta visita se firmó el convenio educativo con el gobierno d e e s e p a í s q u e b u s c a e l intercambio profesional y la instalación en Zapatoca de un centro de capacitación, con miras a preparar los candidatos a estudios en el Brasil.

Jul 20 En la presente semana fueron puestaas en funcionamiento las cámaras de seguridad instaladas en el Instituto Santo Tomás.

Jul 22 Falleció en Zapatoca el señor Pablo Serrano Acevedo. Para sus hijos, hermanos y familiares van nuestras condolencias. En otra sección de este número, homenajes escritos a su memoria.

Ag 17 Con la iniciación de las lluvias se presentó nuevamente una inundación en el área urbana de la ciudad, Cra. 10 calle 15. Este problema no ha s ido s o l u c i o n a d o p o r n i n g u n a administración, porque a nadie se le ha ocurrido que se destapo el “Box-culver” que desemboca en la fumarola, o se construyo un t ú n e l . E s p e r a m o s q u e l a administración local consiga los recursos para tal fin.

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Ag 28 Fue dado al servicio por fuerza mayor el nuevo puente sobre el r í o S o gamoso . E s t o debido a un derrumbe de enormes proporciones que bloqueó la antigua via.

Jul. 26 Se cumplió en Piedecuesta la carrera atlética “Ponle tennis a tu corazón”. La competencia fue ganada por nuestra coterránea Gloria Torres. Felicitaciones.

Ag. 25 Falleció en Bucaramanga la Señora Isabel Serrano de Gómez. Presentamos nuestras condolencias a sus hijos Antonio José, Rosa Beatriz y María Teresa, y a sus hermanos Roberto y Elvira Serrano Gómez .

Ag. 29 Falleció en Bucaramanga el señor Claudio Acevedo. Ofrecemos a sus hijos Rafel, Claudio, Jairo, Patricia y Luis Carlos como también a sus hermanos Rafael (Caliche), David y Vicente nuestro saludo de condolencia.

Ag. 20 Falleció en Bucaramanga la Señora Cecilia Pinilla de Vargas. Nuestras condolencias a su esposo Ramiro Vargas Gratz, a sus hijos Oscar Ramiro, Claudia Marcela, y Olga Cecilia, extensivo a sus hermanos Orlando, Pedro Elías, Gerardo, Raquel, Carmen, Zoraida, Cándida y Sol Angel.

Sept. 9 Visitó la ciudad el cónsul de España en Bucaramanga, don Próspero Rueda, con un grupo de estudiantes de la Universidad Santo Tomás. Entre otros motivos busca despertar el interés de los

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estudiantes para adelantar estudios en España. Le pareció increíble que se pierda tanta cantidad de becas que el gobierno español ofrece.

Sept. 10 E l D o c t o r A l b e r t o Bustamante de Isagen estuvo en Zapatoca, para socoa l i za r l a s transferencias por regalías que recibirá el municipio, por un poco más de quinientos millones de pesos anuales, 50% de los cuales deben destinarse a obras de manejo ambiental y el otro 50% a obras que estén contempladas en el plan de desarrollo.

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DESPEDIDA A UN AMIGO

(Palabras pronunciadas por Catalina Quijano Silva ante la tumba de Pablito Serrano Acevedo el 28 de julio pasado.)

En nombre de mi padre, Carlos Enrique Quijano Serrano y de toda mi familia entrego estas palabras para despedir al amigo Pablito Serrano.Desde pequeña, no me perdía momento para compartir con él. No sólo me alegraba escucharlo llegar con su alegría a la casa de mis abuelos, sino me apasionaban la profundidad de sus conversaciones; su simpatía siempre estaba mezclada de narraciones únicas que eran casi mágicas o salidas de cuentos.En cada una de ellas, su inteligencia y el amor profundo por su tierra aparecían sin esfuerzo alguno. En su hogar “El Espino”, que recuerdo me llenaba de emoción armar paseos para visitarlo en casa, mostraba el respeto por la naturaleza y se sentía el olor del café y del tabaco (casi cubano).

“No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma”

Pitágoras

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Como lo informamos en página Central, el pasado 29 de agosto, dentro de los actos de la feria del libro UNAB - Bucaramanga, se realizó el lanzamiento del libro “Serrano Blanco la elocuencia de un líder”, del escritor Eduardo Durán Gómez. La presentación de la obra fue escrita por el Doctor Alfonso Gómez Gómez, y resume la personalidad del líder político. Creemos que este haya sido su último escrito, por cuanto, según nos contaba el autor, cuando estaba leyendo la presentación para anexarla al libro, recibió la noticia de la muerte del doctor Gómez. Transcribimos la presentación que hace el periódico Santandereano en el libro del escritor Juan Gómez.

PRESENTACIÓN

La oficina profesional de Manuel Serrano Blanco, en Bucaramanga, funcionaba en la llamada Casa Blanca, situada en la carrera 15 con calle 37. Fui elegido Diputado a la asamblea departamental por el partido liberal en el antiguo círculo electoral del Socorro, en 1943, y también lo fue Alejandro Ariza Acevedo, por el mismo círculo, apoyado por el electorado conservador de Zapatoca y Betulia. Después de la instalación de la Duma, Ariza me invitó a concurrir a la

Amigo, profesor, narrador, un ser con gran sabiduría que dejó en mi padre, mi familia y en mí un recuerdo muy especial y un gran significado por Zapatoca y sus habitantes.Descanse en paz Pablito, que sus narraciones vivirán siempre en nosotros.

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“Da tu primer paso ahora. No es necesario que veas el camino completo, pero da tu primer paso. El resto irá

apareciendo a medida que caminas”Martin Luther, Jr

MANUEL SERRANO BLANCO

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casa – oficina de Serrano Blanco. Acepté, pues tenía amplia notica del personaje, debido a que don Julio, su padre, había sido Alcalde de mi aldea nativa, Galán, antes La Robada (o Rodada como dice don Aquileo Parra en sus memorias). Don Julio residía allí y Serrano fue a pasar vacaciones al lugar, junto con su familia. El acueducto estaba en construcción con el empeño del Párroco Luis Felipe Noriega, y mi madre iba a tomar baño a la cercana quebrada Huerta con las hermanas de Serrano, a quienes él acompañaba. Este lo recordó cuando me vio y supo que yo era oriundo de Galán; refirió el episodio preguntándome si mi madre todavía era “mona”.

Serrano hizo alusión también a sus viajes a Bogotá, a pie, por el camino de herradura que pasaba por Socorro y numerosas posadas hasta la capital, pues era alumno del Colegio del Rosario. En su primer viaje, “capotera” al hombro, especie de funda blanca dividida en dos partes para no juntar la ropa limpia a la usada, llegó a una posada rural con los pies adoloridos por efecto del duro camino, y al verlo cojear la dueña le ofreció remedio inmediato, muy efectivo, consistente en meter los pies en artesa de madera que contenía “asientos” de guarapo. En tres días pudo reanudar la marcha hacia Bogotá.Don Julio era persona muy respetada y querida en el pueblo, y ejercía la autoridad con gran altura. Las reminiscencias de Serrano coincidían con los relatos de mi familia. Después de la Alcaldía, don Julio se trasladó a Zapatoca, y estableció un almacén en el marco de la plaza, que atendió hasta su muerte. En otra ocasión hube de preguntarle, de cuales Serrano provenía, y me dijo: provengo de José Serrano y Solano, quien fuera uno de los fundadores del pueblo, y fue casado – agregó- con María Leonarda Gómez Farelo; (hermana de Francisco, mi primer antepasado Zapatoca).

Manuel Serrano Blanco fue alumno distinguido, sobresaliente entre sus compañeros, ilustres como él, así reputados por el Rector del plantel Monseñor Rafael María Carrasquilla, quien les otorgó las menciones reservadas para los mejores. Fue orador insigne, jurista eminente, conservador atrayente, hombre de amplia cultura que lo destacaba en cualquier lugar. Su temprana muerte fue lamentada por tirios y troyanos, y más tarde, se le rindió otro homenaje cuando sus restos fueron trasladados a Zapatoca, en donde reposa ahora. Son

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múltiples las anécdotas memoriosas que le dieron nombradía, en el Congreso Nacional, en las convenciones de su partido y ejerció su profesión de abogado con singular prestigio, cuando la audiencia pública era el fuerte de su ejercicio.

Fue generoso siempre, y quienes tuvimos la fortuna de estar cerca de su rampante figura guardamos respetuoso sentimiento a su persona. Era el orador de las grandes fechas; en una ocasión concurrió como invitado orador por la secretaría del partido comunista, y arrebató al auditorio con su elocuencia en el antiguo “teatro” Garnica, hablando del fututo mundial entre Roma y Moscú: la católica y el comunismo.

Serrano Blanco llevó una vida marcada por el coraje; muchos de sus actos no fueron calculados expresamente, y más bien podría decirse que tenían factores en su contra, por lo cual cabe decir que fue un luchador contra la corriente. Yo me he preguntado siempre si fue un hombre feliz, dotado de gran talento y admirado por su generación. En cambio, su generosidad hacía felices a los demás. Alguna vez, después de jornada exitosa en una audiencia pública, fuimos invitados a la casa de Eliseo Martínez Hernández. Coincidimos en pasar al interior de la residencia donde había un patio de ropas extendidas. Y me dijo: “este patio de ropas, ropa limpia lista para aplanchar, huele a hogar, lo que yo no tengo y añoro…” Pero era un hombre positivo, recibía a sus amigos con buen licor, valorando su significación social o política con acierto envidiable. Su casa, su oficina, fueron lugares a donde concurrían los personajes de la época.

La muerte es siempre traidora, no avisa su día ni su hora. Había escrito varios libros, pero hago acento en uno llamado “La Vida es Así”, examinado por el Dr. Luis Ernesto Puyana, letrado respetable. Se me antoja ubicarlo en sus páginas, porque la vida suya era desdeñosa, la miraba risueñamente, sin sentido de futuro, lo cual le facilitó como dice Puyana ser “el ameno y sabio relator de nuestra grande y de nuestra menuda crónica política”. Había estudiado nuestra gestas heroicas y admiraba la raza nuestra, que lo indujo a escribir “El libro de la Raza”, que conservo con su amable dedicatoria.

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Era un sincero y convencido demócrata, y en tal calidad aceptó vigilar la primera etapa de la implantación de la cédula de ciudadanía, por encargo directo del Presidente López Pumarejo. Aceptaba las mayorías liberales, que habían sido contenidas durante el régimen conservador. De ahí que saliera al encuentro del embajador y candidato Enrique Olaya Herrera, cuando vino hasta Bucaramanga, y presidió actos con sentido de concentración nacional.

Pero “la vida fluye, y fluye sin cesar, decía, y todos vamos quedando a la deriva, como nubes opacas que se reflejan cuando navegamos por aguas desconocidas…” ; para él fluyó la vida ampliamente, hasta morir en cuarto de hotel, solitario, después de compartir con numerosos amigos la tarde dominical. Había vivido el día jubiloso de su vida, como dijo Rafael Ortiz González, otro orador y letrado de la comarca, cuando se rindió homenaje a sus despojos mortales para luego ser llevados a su Zapatoca del alma, aduciendo a su verbo formidable, que dirigía la costumbre en boga.

El doctor Eduardo Durán Gómez ha sido un devoto de su memoria, y ahora ofrece a la cultura nacional, con alta curiosidad intelectual, estas memorias de Manuel Serrano Blanco, el hombre de “la llama en elocuencia”, como asevera el Presidente Belisario Betancur en el prólogo. A mí me ha confiado Eduardo esta presentación, que elaboro con el cariño admirativo que me acercó a Serrano.

ALFONSO GÓMEZ GÓMEZ

“Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que ésa, esa criatura que estás viendo es obra de Dios, y decide ahora

mismo ser feliz. Porque la felicidad es una adquisición”Facundo Cabral

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MONTEBELLO

Carlos Higuera Escalante

GEO VON LENGERKE Y SU SUEÑO DE CIUDAD EN LA HACIENDA MONTEBELLO

Con ocasión de la creación de la Corporación “Corsogamoso”, donde se han integrado todas las Haciendas y Fincas de la Región con influencia en la represa del Río Sogamoso, construida por la Empresa Isagen, es bueno recordar a uno de los impulsores de esta región, creador de caminos y haciendas, futurista y soñador de nuevas ciudades en la Patria que lo acogió, refiriéndonos al alemán Geo Von Lengerke.

Personaje de origen noble, con un historial interesante y al mismo tiempo melancólico, que precedió a sus connacionales al llegar a Bucaramanga en el año de 1852 y debido a sus éxitos, animó a muchos de ellos a aventurarse por estas misteriosas e interesantes tierras. Geo Von Lengerke, es sin lugar a dudas el más interesante de los inmigrantes Alemanes venidos al Estado Soberano de Santander en el siglo antepasado, recordando aún su nombre entre las gentes de Zapatoca, Socorro y Bucaramanga. Su vida quijotesca y su laborar infatigable daría tema para los más apasionantes relatos. Fue una especie de moderno conquistador, un gran colonizador, que domeñó muchas tierras del Nuevo Reino de Granada, legendario germano, inteligente, audaz, emprendedor, que condicionó y modificó muchas de las costumbres de la época

Nació en Alemania, el 31 de Agosto de 1827 en Dohsen and der Weser, a orillas del famoso Rio Danubio, cantado y exaltado por los poetas teutones. Corrió su niñez en la suntuosidad de un castillo, nació en la opulencia y perteneció a la nobleza alemana, razón de la partícula "von" entre su nombre y su apellido, amén de su porte y distinción, herencia de nobles leales a Federico el Grande, a cuyo servicio se dedicó Lengerke en las milicias de húsares que dieron a Prusia el prestigio intocable de las armas y que un día, por su altivez, su decoro

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y valentía le obligaron a chocar su espada con un rival, en un lance personal o duelo de armas por causas amorosas; rival a quien la muerte se encargó de ahuyentar del combate, sin mancillar Lengerke el acero que sólo brillaba con desnudez desafiante en las fiestas imperiales, pero cayendo en censura y perdiendo la gracia de su linaje. Su amigo el Rey le facilitó la fuga hacia estas t i e r r a s v í r g e n e s d e América, donde buscó refugio; las amó y le permitieron reconstruir su v i d a , l a c u a l d e s d e entonces tomó carices de aventuras y leyendas. Por el año de 1852 se radicó en Bucaramanga, donde estableció negocios de sombreros y tabaco, expandiendose con el tiempo en Poblaciones como Socorro, San Gil, Barichara, y otras más.

Era una persona de agradable trato, con una fisonomía distinguida y simpática, cortés y amable, de genio alegre; logró la estimación de las gentes, sobresalió en las reuniones por sus ocurrencias, con muestras de cultura social exquisita y admirada; tocaba muy bien el piano y el violín, respetuoso de la religión católica a pesar de ser protestante, respeto que le atrajo muchas simpatías. Era de regular estatura, pero bien formado, musculoso y esforzado; de tez blanca, cabello rubio oscuro, bien poblado y ya algo cano en sus temporales.

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Era generoso hasta el derroche, su mesa era abundante y espléndida, pero sus comensales tenían que estar alertas, porque se preparaba unas salsas en que el ají estaba listo a dar su más desesperante picor, que a veces mezclaba hasta en el chocolate. En sus famosos cócteles reunía todas las capas sociales, pues en una totuma grande vertía el rubio champan, el r o s á c e o c o g n a c , l o s exquisitos vinos del Rhin, y

el indígena y popular guarapo, al que aficionó hasta su perdición. Amaba entrañablemente a su madre, pero ella no se libraba de los sobresaltos que le daba, enviándole pieles de culebras, de tigres, artefactos hechos por los indios, fotografías de estos, de la fauna, y de los bosques.

Le atrajo la belleza y prodigalidad de Girón, fue bautizado en las aguas milagrosas del Río de Oro, transparente y limpio en esa época, y se propuso fundar también un pueblo en su hacienda de "El Corregidor".

En 1858 llegó a Zapatoca, buscando allí un oasis de descanso, pueblo que lo atrajo y lo sedujo, construyendo su casa en donde fue luego el Colegio de Santo Tomás. Su espíritu inquieto, lo llevó a recorrer las selvas cercanas, descubriendo la quina, la tagua, el caucho, enviándolos a los mercados extranjeros.

Don Pablo G. Lorent fue el hombre de las "quinas" y era el representante de la Casa Comercial de "Lengerke & Compañia", su sobrino y a la vez Cónsul de Alemania en Bucaramanga e hijo de su

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hermana mayor Hemilie; personaje inquieto que se dedicó a estudiar las propiedades de la corteza de la Quina, que la Condesa de Chinchón, dama ilustre de las Cortes Borbónicas, había dado a conocer desde el Perú en el viejo mundo como una de las maravillas de este nuevo e ignorado país de las Indias.

Fue Geo von Lengerke el pionero que envió a Berlín las primeras muestras de petróleo y de asfalto obtenidas en el sitio denominado Infantas, localizado en la zona de Barrancabermeja, intentando con ello despertar en los capitalistas alemanes el interés por la explotación de hidrocarburos. Fue don José Joaquín Bohórquez , un empleado de la empresa de los caminos que construyó Lengerke, la persona a quién se le reconoce como el descubridor de los yacimientos de Barrancabermeja, aprovechados luego por el Señor de Mares, obteniendo este sí, la concesión de aquellas tierras petrolíferas.

Hubo un hecho relevante en su existencia, entre otras de sus muchas plausibles actividades e iniciativas, y fue la fundación de la extensa hacienda de Montebello en una zona denominada antes "El Naranjito", y cambiado su nombre por Montebello, al subyugarlo la belleza de sus montañas y el paisaje circundante. Ubicada en las riberas del Río Chucuri, por medio de una trocha de herradura, comunicó con el todavía insignificante rancherío de Barrancabermeja y, al mismo tiempo, logró que el Capitán Codazzi construyera un magnífico camino de Montebello a la ciudad de Zapatoca, pasando por "El Florito" y "La Cuchilla del Ramo"; solucionó el paso del Río Suárez, levantando a sus expensas un hermoso puente colgante, cobrando por un tiempo un peaje, y revertido luego gratuitamente al Estado Soberano de Santander. La fundación de esta hacienda, fue producto del otorgamiento por parte del Gobierno de Santander, de unas tierras baldías, dadas en concesión en Diciembre de 1863, como consta en la Gaceta de Santander, al Señor Geo von Lengerke, con una extensión de doce mil hectáreas, ubicadas en los Distritos de Zapatoca y Betulia, cerca de la confluencia de los Ríos Sogamoso y Chucurí, allí inició el germano su empresa agrícola, fundando en dichos terrenos la

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hacienda de Montebello; recordando en estas tierras, el Castillo de la familia Lengerke allá en Prusia, y trayendo a su memoria el duelo que sostuvo por el amor a una princesa, un escándalo en la realeza germánica que lo llevó a expatriarse, dejando de presente sus

actividades, los anhelos empresariales; soñó con el recuerdo de la mujer amada que había dejado en su distante tierra nativa, con el r e g r e s o a A l e m a n i a a contraer matrimonio, con la ilusión de regresar a las montañas de la Serranía de La Paz, y entregarle a la Dama de sus sueños, por la que se había batido en duelo, como regalo de bodas, la

hacienda construida ya mentalmente, como ciudad de Montebello.

No conocemos los dineros que invirtió en un sueño que no pudo realizar. Quiso fundar una ciudad, proyectó una capilla, a pesar de que otras eran sus creencias, perdiéndose la campana de aquella capilla en la trocha de la selva que conducía a Montebello. Importó una de las más grandes maquinarias de ese entonces, para la fabricación de azúcares y chocolates, la destilación de alcoholes, pilada de arroz y de café, molida de toda clase de granos, aserríos de madera, maquinaria que no alcanzó a ser completamente instalada; desapareció absorbida por el orín y la maleza, pero alcanzando a formarse en Montebello una numerosa población urbana, con capilla católica, cementerio general, hospital, hostería, tiendas, cantinas, y muy buen mercado público a descubierto; mantenía el alemán en esa hacienda, unas trescientas mulas de carga, para movilizar todas las mercancías extranjeras con las que proveía a sus almacenes de Zapatoca, San Gil, Socorro y Bucaramanga, pero conduciendo hacia Barrancabermeja, sus cargamentos de tabaco en rama, sombreros de

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jipijapa, café, tagua, cacao, anís, añil y otros tintes vegetales, en vías para el exterior por el Río Magdalena; alcanzó a tener más de 100 trabajadores, a tal punto que llegó a manejar su propia economía, dando la posibilidad de tener la edición y acuñamiento de su propia moneda para pagarle los jornales a sus trabajadores; era esta una de las pocas Haciendas a la cual, el Estado Soberano de Santander, le permitió acuñar sus propias monedas algunas de ellas que aún existen,con fecha del año 1885, de 1/4 de Real. Al menos dos de las tres denominaciones conocidas fueron reselladas con las letras G G y un número que probablemente representan un mayor valor.

P r e v i a m e n t e f u e r o n martilladas, aparentemente con la intención de obliterar la leyenda original, con el con s i gu ien te aumento irregular en el diámetro; son monedas de cobre y otras de latón, por una cara aparece el ancla, símbolo de la nob leza de l a fami l i a Lengerke, y que continúa

siendo el hierro con el cual se marcan los ganados vacunos y caballares de la hacienda.

En su accidentada vida, hay varios hechos curiosos, tales como la de haber traído a su hacienda un inmenso caimán, al que domesticó; convirtiéndose en la sorpresa de los visitantes, y en el susto, al ver entrar a la sala o a la cocina al peligroso saurio, como si fuera un perro casero; pasaría el resto de su tranquila y bien alimentada existencia en un estanque vecino a la casa.

Otro hecho interesante de conocer, fue el amor que profesaba por su patria lejana, manifestado en el hecho de haber traído desde Alemania, a su hacienda de Montebello, un obús que había servido en la Batalla de Sedán.....y todos los domingos, después del pago de los

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numerosos peones de aquel verdadero y próspero latifundio, los reunía para izar la bandera alemana en la corraleja fronteriza y a cantar el Himno del Imperio, disparando con pólvora de fogueo el artefacto bélico. Trajo también una perra salchicha a la que le tenía especial cariño y era su compañera inseparable; en uno de esos domingos, el animal se introdujo en la boca del obús, y al dispararlo el Señor Lengerke, tuvo la pena de ver a su adorada perrita "en átomos volando", episodio doloroso que le aumentó su afición a las bebidas y le causó un serio trauma psíquico.

Importante es mencionar también la leyenda que se creó, cuando en uno de sus viajes por el Mar Caribe, habiendo naufragado, le rezó al que el denominaba " El Señor del Barzal", dicho en su mal español; al salvarse, prometió construir una Capilla en Girón, en la zona del El Corregidor, y allegó a esta capilla un crucifijo de madera que se denominó "Señor de los Milagros", "El Cristo de Lengerke", como lo llamaban los viejos habitantes de la legendaria urbe colonial, el cual atrajo numeroso peregrinaje o romería, al caer en ruinas esta hermita, el Santo Cristo fue trasladado a la iglesia de Girón, hoy basílica menor.

Además de hombre de Empresa, fue inquieto como investigador e intelectual. Estudió la fauna y la flora, las costumbres de los aborígenes, remitió a su patria estos escritos, muchos de ellos desgraciadamente perdidos y muy pocos recuperados, como el vocabulario indígena recopilado por él, así como dejó escritas unas memorias donde se refiere a las costumbres indígenas, y a recuerdos de su agitada vida.

Fue don Abdón Rueda Otero, administrador de la Hacienda de Montebello, murió en ella en el año de 1878; y su hijo, el Doctor Eduardo Rueda Rueda, notable abogado, plasmó sus recuerdos personales del trato que tuvo con Geo Von Lengerke, narrándonos que tuvo dos hijos púberes: Federico y Guillermo, quienes fallecieron tempranamente.

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En agosto de 1880, dos años antes de su muerte, Geo von Lengerke le escr ituró la hacienda Montebello a su sobrino, Paul G. Lorent, hombre que siempre estuvo a su lado trabajando hombro a hombro, hijo de su hermana mayor Hemilie y como ya lo mencionamos, cónsul de Alemania en Bucaramanga. En 1885, Lorent se asoció con Carlos Keller, cónsul de los Estados Unidos, formando la "Sociedad Lorent, Keller & Cia", posiblemente con miras a explotar la hacienda, aunque parece que sin mucho éxito, pues poco después estaba de regreso en Alemania.

Lengerke marchó hacia Alemania de un día para otro, y regreso a Zapatoca ya con la locura del alcohol en su cabeza, entregándose a la bebida y al despecho, conservando no obstante la dignidad de su nobleza, cayendo su inmensa fortuna a menos, sin que llegara a pisar la pobreza absoluta; atacado por las dolencias del cuerpo y del alma, se retiró a las playas del Río Suarez, junto al "Puente de Lengerke" dedicándose a la lectura y la meditación, acompañado sólo por un edecán que le servía sin cortesías ni ritualidades, pero con una devoción ejemplar; murió en Zapatoca, en su casa de habitación y oficina al mismo tiempo, a la edad de unos sesenta años, Expiró a las tres de la tarde del día 4 de Julio de 1882; no se entiende cómo el cadáver de un personaje que en vida se codeó con las más altas potestades y dignidades eclesiásticas y civiles, que fundó templos católicos, que fue magnánimo y derramó a manos llenas la filantropía, la caridad y la humanidad sin distingos de ninguna clase, que colmó de favores a Santander como ninguno otro lo hubiera hecho, hubiera recibido, bajo pena de pecado mortal, prohibición para acompañarlo a su última morada, por su credo cristiano-protestante, aunque

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inocuo y no practicante; fue siendo aún mayor la iniquidad, pues no le fue permitido ser enterrado dentro del cementerio, sino en un terreno adyacente al antiguo cementerio de Zapatoca, en un mausoleo de mármol blanco, con una cruz dominante, todo ello enviado por su madre desde Alemania.

En el año de 1910, la vieja casa de la hacienda de Montebello, se encontraba ya en ruinas y en parte cubierta por la maleza; vestigios de las construcciones y de la capilla, aún dejaban ver su antiguo esplendor: puertas de madera de caoba con preciosas tallas, desvencijadas y pudriéndose, cerraduras finísimas todas oxidadas,papel de colgadura con bellos paisajes se podían admirar, medio desprendidos de los paredones húmedos y agrietados, una alberca de baño que debió tener aguas purísimas es morada de alimañas, y en la extensa corraleja, encerrada en cerca de piedra, el obús, antiguo resto de la gloria alemana de Sedán, entre lianas y bejucos, ya mudos para siempre.

En el año de 1941, el escritor Horacio Rodríguez Plata, de quien hemos tomado la recopilación de sus memorias para este escrito, desempeñando la Dirección de Educación de Santander; en correría de visita de escuelas rurales, fue a conocer lo que fuera en otro tiempo la grandiosa hacienda de Montebello, propiedad ya en esa época de mi padre, don Carlos Higuera Rueda. De la antigua casona y de las construcciones adyacentes, muy poco quedaba. El obús había desaparecido, la selva se estaba comiendo todo....sin embargo, el espíritu del gran germano, fundador de pueblos, ingeniero constructor de trochas, caminos y de puentes, impulsador del comercio y de la exportación, creador de riquezas, investigador de la naturaleza, domeñador de tribus indígenas, romántico y caballeroso, están por encima de aquellas ruinas y embargaba por completo el recuerdo y la emoción de quien nos describía ese momento.

Esta es en síntesis, una corta historia de ese extranjero misterioso que un día llegó a estas bellas tierras de Santander, que terminaron

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embrujándolo y viviendo en ellas hasta su muerte. Hoy, asistimos a la desaparición de 7.000 hectáreas de estas tierras, que serán llenadas con las aguas represadas de Hidrosogamoso, y con nostalgia de haber vivido y trabajado en ellas junto con nuestros padres y sus socios, don Pedro y Julián García Gómez; hacemos reminiscencias dejando en este escrito diversos sentimientos, unos de alegría, otros de tristeza, pero todos llenos de orgullo al sentir que hacemos parte en una u otra forma, de la historia de Lengerke, como continuadores de su legado; y tal vez, con el apoyo de muchos de nuestros vecinos y amigos de esta región, logremos cristalizar los sueños de este visionario para poder ver como una realidad, una ciudad Región en las tierras del Gran Montebello.

Corsogamoso

Creada para hacer realidad una ciudad región en el área de

influencia de la nueva represa de

Hidrosogamoso...un sueño de Geo Von Lengerke hecho

realidad ...

“Ama como si el amor fuera a durar siempre, lucha como si pudieras cambiar el mundo, sueña como si fueras a vivir eternamente y disfruta como si fueras a morir mañana”

Lens Cejudoí

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NUESTRO PARAISO TERRENAL

Roxana Pinilla Duarte

Entre grandes ciudades retumbaban los ruidos de los carros, las personas alardeaban culpas, angustias recorrían avenidas y calles llenas de discusiones y del duro ajetreo que trae el vivir en una ciudad.Todos buscaban un lugar lleno de paz, un paraíso vivo, todos buscaban un “paraíso terrenal”.

Entre tantos lugares se hallaba uno: uno estancado en el olvido; el mismo que hace cientos de años fue poblado por los Guanes, indígenas que explotaron las riquezas de este hermoso pueblo, indígenas que construyeron una historia en él, la misma historia que me narraban mis abuelos, las mismas anécdotas llenas de suspenso junto con los mismos párrafos que todos nuestros ancestros contaban con picardía y con el orgullo de ser zapatocas.

Zapatoca un pueblo hallado en lo recóndito de Colombia, más específicamente en Santander. En este pueblo no pasaban los años, las tradiciones eran, son y serán las mismas, la paz que se respira en sus calles, la sencillez de sus habitantes, las costumbres, la amabilidad y la acogida que se tiene cuando, por primera vez, se pisa un suelo lleno de memorias.

En Zapatoca hay espacio para todo, pues hoy hablamos de un lugar mágico. De un pueblito, del pueblito “amable”; cuyo clima nos arrulla cada noche, nos da un espléndido despertar cada mañana y nos llena de esperanzas cada tarde.

Lugares inolvidables; cada camino tiene su historia, incluso cada pedacito de cielo guarda un deseo, parques hermosos, parques que también guardan su historia, desde cuando fueron fundados hasta que se estrenó el primer cuento de amor en cada uno de ellos.

En cada balcón reposa el rastro de una rosa en tiempos primaverales y la melodía de una canción entonada y cuya dedicatoria se entrega al

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amor verdadero. Cada laguna guarda un mito. Para cada petición hay un santo y para cada aventura existe un lugar.“Zapatoca es una espléndida vendedora de sueños”

Sueños esporádicos, llenos de deseos. Zapatoca villa de escritores, personas que escriben con el alma, jóvenes que escribimos de corazón, los mismos que convertimos versos simples en armoniosos textos llenos del comienzo de una rama literaria que se basa en contar, narrar y redactar el peso de una palabra. Escribimos por el amor a nuestro terruño, llevamos en la sangre la vena de escritores, quienes nacimos para contar las bellezas de nuestra heredad.

Los hijos de este hermoso pueblo que ya no se encuentran en él, tropiezan con el anhelo de que todos conozcan sobre aquel caserío que hoy día forma parte de cada uno de nuestros corazones, que por su grandeza y sus cualidades se apodera de nuestra mente dando lugar a aquellas tradiciones y embellecedoras leyendas que hacen de este lugar uno inolvidable, también se enaltecen al oír aquel nombre cuyo significado es indefinido.

Infinidad de palabras y distintos idiomas han querido dar significancia al nombre de Zapatoca, pero este hermoso nombre expresa para cada uno de nosotros algo distinto; por ello, para mí, hoy significa “nuestro paraíso terrenal” en donde todo es fugaz, los destellos del día se preparan para la noche con un hermoso clima llamado el clima de seda.

ASI ES MI ZAPATOCA!!!

NOTA

La Revista Zapatoca tiene el inmenso agrado de comunicar a sus lectores que, una de nuestras columnistas, Roxana Pinilla Duarte, presentada a Uds., en nuestra edición anterior con un ensayo literario, fue escogida en el Libro Total, de Bucaramanga, como la

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CONVOCATORIA

La Fundación Pro-Zapatoca se permite convocar a los “NIÑÖS” sobrevivientes de la lista que se publica en la página siguiente a una reunión en Zapatoca el 7 de febrero de 2015, para conmemorar los setenta años de haber ingresado como fundadores del Colegio Salesiano Santo Tomás.

escritora más joven de su generación; y su obra digna de ser publicada y promocionada a nivel nacional.

El 9 de Octubre, a las 6:30 p.m., en la sede de El Libro Total, se realizará la ceremonia de lanzamiento del poemario “Desnudando Mis Pensamientos al Calor de las Palabras”. En dicha ceremonia intervendrán los directores de El Libro Total, un reconocido escritor Bumangués, Joaquín Bretón Fajardo y la joven autora.

Invitamos a esta importante ceremonia, a todos los Zapatocas que puedan y quieran acompañar a esta valiosa coterránea en su momento de gloria.

El domingo 12 de octubre, a las 6 p.m., en la biblioteca Pedro Gómez Valderrama, en Zapatoca, se llevará a cabo otra ceremonia similar a la anterior, para que la autora presente su libro ante sus parientes y amigos cercanos. Ceremonia a la cual están, todos, invitados.

“El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad”

Albert Einsten

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