REVISTA LIBERTADOR O’HIGGINS · REVISTA LIBERTADOR O’HIGGINS Fundada el 20 de agosto de 1953...

REVISTA

LIBERTADOR O’HIGGINSÓRGANO DEL INSTITUTO O’HIGGINIANO DE CHILE

SANTIAGO DE CHILE2012

REVISTA LIBERTADOR O’HIGGINSFundada el 20 de agosto de 1953

CONSEJO DE REDACCIÓN

Pedro Aguirre CharlinPresidente

Jorge Iturriaga Moreiradirector-editor

directores

Juan Guillermo Toro DávilaHosmán Pérez Sepúlveda

Yerko Torrejón KoscinaOmar Letelier Ramirez

Lorenzo Caglevic Bakovic

INSTITUTO O’HIGGINIANO DE CHILEDirección : Londres 25 Santiago - ChileFono : 02 - 632 5145Fono–Fax : 02 - 632 2172Página Web : www.institutoohigginiano.clE–mail : [email protected]

Registrada en el International Serial Standard Number bajo el código ISSN 0716-4211 de la International Serials Data System. Programa Mundial de Información (UNISIST) de UNESCO, Paris, Francia.

Información iconográfica: Sello utilizado por el Libertador Bernardo O’Higgins en documentos oficiales emanados de su autoridad directorial, Museo Histórico Nacional, Santiago de Chile, propiedad del Instituto O’Higginiano de Chile.

Diagramación e impresión:

EDITORIAL ATENAS [email protected]

INSTITUTO O’HIGGINIANO DE CHILEFUNDADO EL 20 DE AGOSTO DE 1953

PRESIDENTE HONORARIOexcmo. Presidente de la rePública

señor sebastián Piñera echenique

EX PRESIDENTES NACIONALES DEL INSTITUTOdon humberto aguirre doolan

don julio heise gonzález

don rené echeverría zerga

don orlando urbina herrera

don Washington carrasco Fernández

CONSEJEROS EMÉRITOSdon juan de dios carmona Peralta (†)

don hernán garcía valenzuela (†)don jorge ibáñez vergara (†)

CONSEJO DIRECTIVO NACIONALPresidente

don Pedro aguirre charlin

VicePresidentedon juan guillermo toro dávila

VicePresidentedon jorge iturriaga moreira

consejero secretario Generaldon alejandro toro tassara

tesorero nacionaldon rodolFo Pereira albornoz

consejeros

Presidenta de damas o’HiGGinianassrta. norma salas carrasco

don Washington carrasco Fernández

don hosmán Pérez sePúlveda

don omar letelier ramírez

don Yerko torrejón koscina

don Fernando otaYza carrazola

don natalio sauma hananías don jorge vidal stuardo

don lorenzo caglevic bakovic don marcelo alberto elissalde martel

don ivan andrusco asPé

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INFORMACIÓN ICONOGRÁFICA

Sello utilizado por el Libertador don Bernardo O’Higginsen documentos oficiales emanados

de su autoridad directorial.

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Revista LibeRtadoR o’Higgins

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Índice

9 EDITORIAL

11 EL INSTITUTO NACIONAL EN EL PERÍODO DE LA INDEPENDENCIA: FUNDACIÓN, CLAUSULA y REAPERTURA (1810-1819) omar letelier ramírez

27 CHILE, CARTAS CON HISTORIAalejandrina careY, guadaluPe irarrázaval, Y magdalena Piñera

31 CHILOÉ HEROICO: EL PREDOMINIO DE UN LIDERAzGO MILITAR SObRE EL FIDELISMO AL REyLorenzo ÇagLević Baković

145 LA GRAN CARRERA ANTÁRTICA AL POLO SURvíctor raúl gonzález uslar

155 CENTRO METEOROLÓGICO ANTÁRTICO jorge iturriaga moreira

161 LIbERTADOR bERNARDO O’HIGGINS PRECURSOR y PADRE DE LA INDEPENDENCIA DE CHILE Waldo lazo

169 O’HIGGINS DIPUTADO, CONCURSO DIRIGUIDO A TODOS LOS ALUMNOS DEL PAÍS ENTRE 1° y 4° MEDIO

173 HOMENAJE A bERNARDO O’HIGGINS RIQUELME EN LA PLAzA bULNESjuan carlos escala castro

179 CRÓNICA DE JORGE IbÁñEz VERGARA (Q.E.P.D.)


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181 EN LOS FUNERALES DE DON JORGE IbÁñEz VERGARA luis valentín Ferrada

185 DESPEDIDA FúNEbRE DE DON JORGE IbÁñEz VERGARAPedro aguirre charlin

189 CONSEJO DEL INSTITUTO O’HIGGINIANOFernando otaYza carrazola

191 EL ANGELINO bERNARDO O’HIGGINSluis garretón munita

213 PREÁMbULO: CELEbRACIÓN DEL CENTENARIO DE O‘HIGGINS EN 1876 jorge ibáñez vergara

219 EL CENTENARIO DE O’HIGGINSartículo seleccionado Por jorge ibáñez vergara

291 ANEXO FOTOGRÁFICO

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ediTORiAL

La Revista “Libertador O’Higgins”, es el principal órgano de difusión de la vida, obra y valores que nos legó el Libertador y Padre de la Patria. Su Misión es buscar estudiar y transmitir la verdad acerca del proceso de emancipación política en el extremo sur de América, en el cual la figura prócer del Libertador Bernardo O’Higgins se distinguió como ciudadano, en el rol de valiente guerrero en los campos de batalla y como primer gobernante de la naciente república.

Bernardo O’Higgins Riquelme, por disposición de su padre Ambrosio O’Higgins, debió emprender largos viajes marítimos para continuar su educación primero en Perú, y luego, a través del Cabo de Hornos y Océano Atlántico, en España e Inglaterra. Estos viajes y su excelente educación, le permitieron conocer el mundo y formarse una visión geopolítica que le permitiría distinguirse, al regreso a su Patria, como ciudadano, agricultor, diputado, en las artes, militar y gobernante.

En la presente Revista, hacemos un repaso del importante impulso dado a la educación con la reapertura del Instituto Nacional, clausurado por los realistas al término de la Patria vieja.

El artículo “Carta de Bernardo” a su padre, da paso a la interesante situación vivida en Chiloé, último bastión colonial español en América.

La visión geopolítica del Libertador al señalar que el “límite austral de Chile es el Polo Sur en sí mismo”, se conecta con dos artículos relacionados con este continente. A continuación repasamos el rol de precursor y Padre de la Patria y luego un resumen del Concurso


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“O’Higgins diputado” dirigido a los alumnos del país entre 1° y 4° medio.

Finalmente y con pesar, incluimos las múltiples actividades desarrolladas con motivo de la lamentable pérdida de nuestro Vicepresidente Jorge Ibáñez Vergara (Q.E.P.D.). La muy sensible partida de este gran historiador o’higginiano, hombre público y buen amigo nos acongoja. Nos ha dejado una abundante producción literaria histórica, especialmente el libro “O’Higgins el Libertador”, que por su reconocida exactitud con los hechos de nuestra independencia, ha sido traducida al japonés e inglés.

Para cerrar esta Revista, como un homenaje a este ilustre amigo, hemos incluido el preámbulo al libro: “Centenario de O’Higgins el año 1876”. Trabajo que fue seleccionado por el propio Jorge Ibáñez Vergara.

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eL inSTiTUTO nAciOnAL en eL PeRÍOdO de LA indePendenciA:

FUndAciÓn, cLAUSULA y ReAPeRTURA (1810-1819)

Omar Letelier Ramírez

INTRODUCCIÓN

El Congreso Nacional, el Instituto y la Biblioteca Nacional, son tres instituciones, cuyo origen se remonta a la Patria Vieja. Justo es decirlo que emergeron antes de la Independencia formal (1818) y por cierto antes de la República misma. Son fruto y expresión del espíritu cívico y republicano de los chilenos, y ello en hora buena se concretó un 4 de julio de 1811, un 10 de agosto de 1813 y un 19 de agosto del mismo año.

Es digno resaltar que tanto la Biblioteca como el Instituto, –casos únicos en América– nacieron en medio de una guerra interna y con escasos recursos, cual era la situación de la apartada Capitanía General de Chile.

Es de rigor señalar también, que estas tres entidades, nacieron con un marcado sello republicano y nacional, y por tanto, integrador y unitario.

Sobre la fundación del Instituto, nuestros grandes y eruditos historiadores, han incursionado el tema esclarecidamente. Entre otros es digno destacar la obra de don Guillermo Feliú Cruz, “La Fundación del Instituto Nacional”, en la cual, se efectúa un estudio acabado y crítico sobre la materia, despejando dudas y sentando veracidad histórica sobre la base de pruebas documentales, bibliográficas y


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testimoniales irrefutables por su solidez y objetividad: única manera de escribir la historia, ya que la musa Clío es muy celosa de la verdad. “Lo que es sabido se calla y por callarse se olvida”, y esta sentencia, bien puede aplicarse tratándose de la historia inicial del Instituto. Es importante plantear esto, porque es recurrente la desinformación o la tergiversación en el ámbito de los medios de comunicación, la opinión pública y aún en el ámbito educacional acerca del origen de este colegio histórico, adjudicándose frecuentemente su creación al prócer José Miguel Carrera Verdugo. Incluso desde 1976 un Decreto le asigna dicha denominación al establecimiento: Instituto Nacional “General José Miguel Carrera”. Ello después de 164 años de su fundación. Se hace necesario, nuevamente, esclarecer a la luz del rigor histórico esta aparente confusión.

LA PATRIA VIEJA: LA GESTACIÓN y FUNDACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL

(1810-1814)

Este primer período de la emancipación del Imperio Español, es en primer término la expresión del autogobierno de los criollos y en tal sentido marcharon las diversas innovaciones e iniciativas, entre ellas la gestión de la fundación del Instituto y la Biblioteca Nacional.

Dada la sucesión de acontecimientos que rodean la génesis del Instituto es conveniente desarrollar una línea cronológica de los mismos:

1.- En 1810. Don Juan Egaña presenta la “Memoria o Plan de Gobierno” a consideración de la Primera Junta de Gobierno, presidida por el Conde de la Conquista, don Mateo de Toro y Zambrano. En ella se plantea: “La obra de Chile debe ser un gran Colegio de Artes y Ciencias, y sobre todo, de una educación civil y normal, capaz de darnos costumbres y carácter”. Este es el germen, la primera idea.

2.- En 1811. El 20 de febrero, don Manuel de Salas en oficio enviado a la Junta de Gobierno, propone aumentar la cobertura del Estado en materia educacional y “crear un gran colegio”, reuniendo la Academia de San Luis, su Gabinete de Mineralogía, la Biblioteca en el local del Colegio Carolino.

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En mayo, el “Informe del Tribunal de Minería”, es favorable a la idea de Salas para reunir los dos establecimientos.

A esta opinión favorable al Proyecto de don Manuel de Salas, se sumó en julio, el Tribunal del Consulado y en agosto, la del Rector de la Universidad de San Felipe, Dr. José Tadeo Quezada. El 04 de Septiembre se produce el primer Golpe Militar de Carrera.

El 24 de octubre en sesión del Primer Congreso Nacional, don Juan Egaña diserta sobre su proyecto. El acta dice al final... “luego de recibir la aprobación de todos los concurrentes, se acordó que se conservase y se buscasen los medios de darlo al público”.

Luego fue designado “...para que redactase un proyecto de la Constitución que debe regir en Chile durante la Cautividad del Rey...” en uno de sus párrafos dedica once artículos a la organización del Instituto Nacional (Art. 215 al 225), Proyecto que Egaña presentó el 13 de noviembre.

Esta obra de Egaña, sólo vino a verse 2 años después, es decir, por la Junta Gubernativa de 1813, puesto que la comisión que se constituyó para estos efectos, no logró funcionar debido a la disolución del Congreso por el nuevo golpe militar de José Miguel Carrera que se mantuvo en el poder hasta que es nombrado General en jefe del Ejército ante la invasión realista de Antonio Pareja.

El 7 de noviembre de 1811 por intermedio del Cabildo de Santiago, fray Camilo Henríquez presenta al Congreso Nacional su “Proyecto de Organización del Instituto Nacional, Escuela Central y Normal, para la difusión y adelantamiento de los conocimientos útiles”. Por primera vez aparece el nombre de Instituto Nacional.

3.- En 1812. El 12 de febrero, Camilo Henríquez en el prospecto de la “Aurora de Chile”, escribe: “El plan de organización del Instituto está aprobado y su situación se confía a la Municipalidad, de modo que no pasará el tiempo sin que veamos abrirse esta escuela tan deseada, cuyo gran fin es dar a la Patria magistrados y oficiales ilustres, hacerla florecer y fijar la opinión pública con sólidos fundamentos”.


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Ciertamente Camilo Henríquez se refiere al plan que era autor, presentado en la sesión del 7 de noviembre de 1811 al Congreso Nacional.

El 9 de abril, Juan Egaña publica en la “Aurora de Chile” un artículo sobre educación, usando las mismas palabras que usará para defender la creación del Instituto.

Más tarde, el 16 de junio, el Cabildo de Santiago representa a la Junta de Gobierno de la cual José Miguel Carrera formaba parte, el estado de profundo atraso en que se encontraba la instrucción pública y la conveniencia de introducción en ella, reformas radicales, diciendo: “El Cabildo no puede ver con indiferencia el justo clamor de los padres de familia que desean formar a sus hijos. El reino entero llora viendo que dentro de pocos años, vendrá a ser gobernado por hombres sin principios, expuestos a absurdos y errores, con la mejor intención y patriotismo”1.

El 18 y 25 de junio, Camilo Henríquez comienza a publicar en la “Aurora de Chile”, el Plan de Organización del Instituto Nacional, conforme a su proyecto presentado el 07 de Noviembre de 1811, en el que sería el disuelto Congreso Nacional, luego del 3er. Golpe Militar de José Miguel Carrera.

El 19 de noviembre, Fray Camilo Henríquez, dice en las páginas de la Aurora “Aún está sin establecerse el Instituto Nacional, aprobado por las autoridades constituidas (las del Congreso que reconocieron el Plan de Camilo Henríquez en sesión del 07 de Noviembre de 1811, Y luego derrocadas por Carrera), y su falta es cada día más sensible ...".

A pesar de todo lo expuesto, la Junta de Carrera, nada hizo en pro del proyecto de creación del Instituto Nacional, pues apuntó hacia otro objeto y este es un detalle importante en la verdad sobre la gestación y fundación del Colegio.

1 Guillermo Feliú C. “La Fundación del Instituto Nacional”. Imprenta Cultura, Santiago 1950, pág. 10.

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¿Por qué no hay avances en la materia el año 1812? simplemente porque se direccionó la acción educacional a la refacción y reforma del Colegio de Nobles de San Carlos.

El 2 de marzo de 1812 se eleva al Procurador de la ciudad, nota sobre el reclamo de los padres acerca del mal estado del Colegio de San Carlos, la indisciplina de los alumnos y la poca preocupación del Rector y sus Ministros, como la escasez de fondos “que van a desplomar este único centro de la enseñanza”, se agregaba que todo el interés del gobierno en extender la educación pública, resulta importante la preocupación por dicho establecimiento.

Dicha solicitud dio origen al “Expediente promovido por orden de la Suprema Junta Gubernativa del reino para la organización y nuevo establecimiento del Colegio de San Carlos”, que en rigor a su trámite lleva inicialmente la firma de Carrera (abril 1812) y luego el 17 de junio de 1812, “para resolver, inmediatamente y en el estado que se halle el expediente sobre mejoras del Colegio San Carlos, prefiriéndose este importante negocio en el despacho, lo que se contestará al ilustre ayuntamiento, mientras recae resolución” (firmado Carrera - Prado y Vial (fojas 12 del Expediente referido).

La tramitación final derivó en la dictación del Decreto del 12 de enero de 1813, publicado en la “Aurora de Chile”, el jueves 14 de enero de 1813, cuyo texto es el siguiente:

“Los cuidados que incesantemente ocupan al gobierno, no han bastado a distraer su atención del objeto que debe influir más segura y directamente en el bien público, cuya prosperidad pende de la formación de ciudadanos ilustrados, y nutridos en los principios de virludes que inspira la buena educación. A ese fin ha reedificado el antiguo Colegio de San Carlos, y unido a él la Academia de matemáticas, el Seminario de Indios, y las aulas de primeras letras y latinidad, para que todos los jóvenes de la capital y de las provincias, que quieran recibir enseñanza, o en calidad de alumnos, o de sólo concurrencia, oigan lecciones desde los rudimentos de la religión, y el alfabeto, hasta la conclusión de las ciencias abstractas, y las de demostración. El día 3 de marzo próximo se abrirá; y para entonces se habrán presentado los que aspiran a aprovecharse de las luces que allí


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se ministrarán: y los Gobernadores, Jueces, Párrocos y Prelados, que faciliten el acceso a los que por la distancia, falta de resolución, o de medios para venir, están expuestos a malograr talentos, o aplicación, que cultivados puedan ser útiles a la patria, le harán el mayor servicio, facilitándoles los arbitrios de aprovecharse de la Doctrina, que se les prepara: en la inteligencia de que no los restraerá ni el luxo, ni las preferencias, que solo se dispensarán al mérito y a los Indios, para reparar la dura humillación a que los redujo la injusticia. Para que llegue a noticia de todo el reino, imprímase” Carrera - Porlales2.

¿Corresponde este Decreto a la fundación del Instituto Nacional? Ciertamente que no. Lo que se reedifica y remosa es el Colegio de San Carlos o colonial Convictorio Carolino y el objetivo es reunir y agregar a él otras escuelas coloniales. No se funda el Instituto como algunos sostienen, porque además ni siquiera lo nombra; dice claramente Colegio de San Carlos y luego en el “Aviso al Público” que aparece en la “Aurora de Chile” el 11 de marzo de 1813, es más explícito cuando da las instrucciones acerca del uniforme, a saber:

“La refacción inmensa que necesitaba el Convictorio de San Carlos, ha diferido su apertura a pesar de los esfuerzos del gobierno y de sus comisionados hasta el lunes próximo al domingo de Quasimodo, en que se tranquearán todas sus clases a la enseñanza de la juventud, y se recibirán alumnos. Los que para entonces, o después quieran ingresan le acudirán a su Rector con la misma pensión que antes, anticipándosela por semestres para sus alimentos; y deberán vestir casaca, chaleco y pantalón de paño azul obscuro con vueltas, y collarín morado, llevando en el cuello dos C. C. de lo mismo, del tamaño de una pulgada, o algo mayores, que indiquen ser individuos del Convictorio Carolino. Gastarán media bota, corbatín negro, sombrero apuntado y levita, con las mismas divisas en el invierno. Dentro de casa, y para presentarse en las Aulas podrán usar un capoton llano, o levita de bayetón con aquella ropa interior que por su calidad, y color concilie más la moderación, aseo y comodidad de cada uno. Así mismo llevarán un catre de banquillos, y tablas lisas para la cama, un baúl, una mesa con cajón y cerradura corriente, una

2 “Aurora de Chile”. Jueves 14 de enero 1813, N° 2, Tomo II.

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silla, un plato de plata, un candelero con espabiladeras, un brasero de cobre, un tacho, un jarro y un candado para cerrar el aposento”3.

La apertura del reformado y refaccionado Colegio de San Carlos para el domingo de Cuasimodo (entiéndase para el lunes 26 de abril de 1813), no se llevó a la práctica, no se franquearon clases ni se recibieron alumnos. La situación política había cambiado. Carrera se aleja del gobierno, siendo reemplazado por su hermano Juan José.

El 1° de abril, es designado Comandante en Jefe del Ejército, partiendo al sur a enfrentar el desembarco del brigadier y almirante, Antonio Pareja.

Para la historia de aquel decreto del Colegio San Carlos y su frustrada iniciativa, cabe señalar que llevaba sólo la firma de Carrera y Portales; y de acuerdo al Reglamento Constitucional de 1813, se requerían las firmas de 3 integrantes.

4.- En 1813. El 13 de marzo, al conocerse el desembarco de Pareja, Carrera de dirigió con las fuerzas patriotas al Sur y en Santiago queda la Junta Representativa de la Soberanía del Reino, la que luego toma el nombre de Junta Gubernativa de Chile, integrada por José Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez, Agustín de Eyzaguirre, Juan Egaña y don José Ignacio Cienfuegos. Esta Junta da a conocer el proyecto de Constitución de Egaña de 1811 (los artículos 215 al 225 están dedicados al establecimiento del Instituto Nacional). Por tanto se retoma el proyecto del Instituto gestado por Egaña, Salas y Henríquez.

Luego un Decreto del 1° de junio, comisiona a don Juan Egaña, Juan José Aldunate y al Rector del Colegio San Carlos presbítero José Francisco Echaurren para que “...presenten un plan de educación nacional que propaga la instrucción moral y científica...” (Monitor Araucano N° 29).

Más tarde, el 10 de junio, la Junta Gubernativa lanza una proclama exaltada contra el dominio español y habla del viaje al extranjero de

3 “Aurora de Chile”. Jueves 11 de marzo 1813, N° 9, Tomo II.


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su diputado a contratar medios para el nuevo colegio (libros, textos, etc.) (Monitor Araucano N° 34).

Luego, el 6 de julio, la Junta Gubernativa establece la creación de un gran establecimiento central que reunirá a los principales colegios, esta fusión tiene por objetivo el Instituto (además racionalizar el problema de falta de profesores, falta de fondos y pocos alumnos que existían en los colegio coloniales). El proyecto de Egaña está en marcha. Se trata de fusionar la Academia de San Luis, el Convictorio de San Carlos, la Real Universidad de San Felipe, una Escuela de primeras letras. Más el financiamiento de $2.000 que se destinaban al Colegio de Naturales de Chillán.

Sin embargo, el clero se opone a la reunión del Seminario Conciliar al nuevo establecimiento, aunque el Gobierno ofrecía seguir educando y formando sacerdotes con cupo en el nuevo colegio. No obstante, el Cabildo Eclesiástico se mostraba favorable al arreglo. La diócesis estaba a cargo del obispo auxiliar Andreu y Guerrero, dócil a la autoridad civil, hallándose en Talca, delegó poder a don José Ignacio Cienfuegos para tratar la fusión de los colegios de la Iglesia con don Juan Egaña, representante del gobierno.

El 25 de julio de 1813, se firma el “Concordato entre el representante de la Iglesia, don José Ignacio Cienfuegos y don Juan Egaña, representante del Gobierno” en el artículo 1° dice: “Quedan reunidos e incorporados el Colegio Seminario y Convictorio Carolino al Instituto Eclesiástico y Civil Nacional, y comunes la organización y economía...4.

El 27 de julio es histórico, pues se hace el arreglo definitivo que es la Sanción de Acuerdos. Lo efectúa el Gobierno y el Senado (“El Monitor Araucano” N° 50 del sábado 31 de julio 1813 publica: “En la ciudad de Santiago, a 27 días del mes de julio de 1813, hallándose el Supremo Gobierno del Estado en acuerdo constitucional con el muy ilustre Senado, se trajo a la vista el Concordato eclesiástico, Plan de Estudios y Constituciones formados por la Comisión de Educación para

4 Expediente de Apertura, Constituciones y Concordatos de 1813, fojas 44, 45, 46.

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la Organización del Instituto Nacional, civil y eclesiástico, y reunión de diversos casas de estudios de la capital; y habiéndose examinado todos los puntos que contiene, resolvieron y sancionaron estos señores definitivamente lo siguiente: Primero, en virtud del concordato del 25 de julio, se reúne al Seminario, al Instituto Nacional. .. “

El artículo 10°, agregaba: “Que con respecto a que la multitud de atenciones que ha exigido el establecimiento del Instituto no ha permitido evacuar para el 1° de agosto, todos los objetos necesarios a la solemne y magnífica apertura con que quiere el Gobierno condecorar al establecimiento más interesante y precioso del Estado; se difiere ésta para el 10 de agosto, sirviendo entre tanto esta prorrogación para que se preparen y dispongan sus respectivos trajes, los convictoristas que hayan de entrar a pupilaje” .

Firman: Francisco Antonio Pérez, José Miguel Infante, Agustín Eyzaguirre, Camilo Henríquez, Juan Egaña, Francisco Ruiz Tagle, Joaquín de Echeverría, Mariano Egaña, secretario5.

Este Decreto le daba vida y definitivamente fundaba el Instituto Nacional en la Patria Vieja.

Con la solemnidad del caso, la ceremonia de apertura - como lo relata El Monitor Araucano”, se efectuó en la Sala del Museo de la Real Universidad de San Felipe (hoy Teatro Municipal), don Mariano Egaña pronunció un patriótico discurso como Secretario de Gobierno; luego se cantó el himno de autoría de Vera y Pintado, habló luego el primer Rector Presbítero Francisco Echaurrén, pronunciando su discurso en latín. Los actos ceremoniales concluyeron en la capilla del antiguo Colegio de San Miguel (hoy Edificio del ex Congreso Nacional), donde se dirigieron autoridades, pueblo y tropas. “Allí rogaron por los sucesos de la revolución y dieron gracias al Ser Supremo, qui coronat in mmisiricordia, et miserationibus”.

Aquel 10 de agosto, José Miguel Carrera, se encontraba en campaña en el sitio de Chillán.

5 “Ordenanzas del Instituto Nacional, literario, civil y eclesiástico del Estado de Chile”, fojas 57 vta. y fojas 58.


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El primer Colegio de Chile independiente, en definitiva, es obra de un proceso a saber:

1.- La sugerencia de Juan Egaña, formulada en agosto de 1810 al Conde de la Conquista para fundar un Colegio Nacional.

2.- La gestión de Manuel de Salas para obtener la creación de un nuevo establecimiento fusionando varios colegios existentes, en febrero de 1811.

3.- La sugerencia de Camilo Henríquez para crear el “Instituto Nacional, conforme al plan publicado en la Aurora de Chile (1812).

4.- La gestión de la Junta encabezada por Carrera bajo su dictadura, para reabrir el Colegio de Nobles de San Carlos o Convictoriano Carolino (motivada por el Expediente, llevado a efecto en 1812), desarrollada entre enero y marzo de 1813 y finalizada por su retiro del Gobierno y su salida a la campaña del Sur.

5.- La gestión de Juan Egaña para fundar el Instituto Nacional que fructificó finalmente entre mayo y agosto de 1813 y concretada por la Junta Representativa de la Soberanía del Reino (luego Junta Gubernativa de Chile), presidida por Agustín de Eyzaguirre, José Miguel Infante y Francisco Antonio Pérez, la que en el Decreto del 27 de julio de 1813, fusionaba el Colegio de San Carlos, la Academia de San Luis, el Seminario Conciliar y la Universidad de San Felipe, fundando el Instituto Nacional. El naciente Colegio abrió sus puertas el 10 de agosto de aquel año.

No obstante, el año 1976, por gestión de admiradores del prócer José Miguel Carrera, se obtuvo el Decreto N° 618 de fecha 12 de julio de 1976, que le asignó al Instituto Nacional de Chile, el nombre de “Instituto Nacional General José Miguel Carrera”. Ello después de 163 años de su fundación, olvidándose de sus verdaderos gestores.

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LA RECONQUISTA: LA CLAUSURA DEL INSTITUTO NACIONAL

(1814 -1818)

El nombre de Reconquista Española, ha quedado en los textos y en el lenguaje usual de la referencia histórica, no obstante, es más certero hablar de Restauración Monarquía o Absolutista, puesto que nada se reconquista, pero sí hubo una reposición del status quo colonial.

En efecto, luego de los sucesos de Rancagua y la trasmonta de Los Andes, muere la Patria Vieja.

El 6 de octubre a las 08.00 de la mañana, Mariano Osorio entraba victorioso a Santiago. Los realistas ocultos afloran, se tornan visibles, aplauden y formulan peticiones. Desde la casi extinguida Universidad de San Felipe, salen peticiones en pos de anular todo lo actuado por los subversivos y para que se reestablezcan los fueros perdidos. Firman tal solicitud, el Rector Juan Infante, los catedráticos Juan de Dios Arlegui, José Antonio Ríos, Marcelino Jara, Nicolás Silva y Juan Aguilar Olivos. Además escriben y firman en igual sentido, los estudiantes “cursantes”, como Fernando Antonio Elizalde, José Gabriel Palma, Antonio Peña, Valentín Valdivieso, Rafael Vicuña, Manuel Reyes, Joaquín O’Ryan, José Joaquín Palma y Diego Lillo.

Finalmente, con fecha 17 de Diciembre de 1814, Osorio dicta el Decreto de clausura: “Suprímase el Instituto Nacional inventado por el Gobierno intruso, con trastorno de los regulares planes y establecimientos de estudios adoptados por leyes reales y eclesiásticas, y práctica general de los países más ilustrados. Encárguese al ilustrísimo señor Obispo electo que disponga efectiva y provisionalmente la apertura de las escuelas y aulas públicas y del Convictorio, Seminario y Universidad, en la forma que permita el actual estado, para que progresen los cursos comenzados ...”6.

6 Centenario del Instituto Nacional. Breve reseña histórica, redactada por encar-gado del señor Rector Juan N. Espejo, Santiago. Imprenta Barcelona, 1913, págs. 51-52.


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LA PATRIA NUEVA: LA REAPERTURA y ORGANIzACIÓN DEFINITIVA

(20 DE JULIO 1819)

El paso del Ejército de los Andes desde Mendoza, el triunfo de Chacabuco trae como consecuencia el inicio del Gobierno de don Bernardo O’Higgins. Se inicia la etapa de consolidación de la Independencia: el período de la Patria Nueva. Nuevos aires de patriotismo y libertad soplan en Chile. “La Gaceta de Santiago de Chile”, bajo la redacción de Bernardo Vera y Pintado y Camilo Henríquez, publica en el N° 14 de dicho periódico, un llamado a luchar por la Independencia sosteniendo en uno de sus párrafos: “disponemos de buques para nuestra marina, una caballería con sables en manos de hombres libres; una biblioteca universal y el Instituto Nacional, cuya restauración empeña todas las atenciones del Gobierno”.

Dicho llamado motivó entre otros el generoso donativo ofrecido a la Junta Suprema Delegada, -pues O’Higgins combatía a las fuerzas de Osorio en el Sur-, de don Diego Antonio Barros (padre de don Diego Barros Arana, insigne historiador y futuro Rector del Instituto). Dicho donativo consistió en 500 silabarios, 1000 gramáticas, 100 catecismos, 100 volúmenes de latín y francés y otros textos. Dicho ofrecimiento fue aceptado y la respuesta publicada en la Gaceta del 4 de octubre de 1817, como ejemplo de efusión de amor patrio, cooperando a la ilustración.

El Director Supremo Bernardo O’Higgins, nombró una Comisión para elaborar una “Constitución Provisoria del Estado de Chile”, la que fue publicada en agosto de 1818 y sancionada y jurada solemnemente el 23 de octubre del mismo año. Como se instituía un Senado Conservador, este tenía entre sus atribuciones, el fomento de la educación “para formar el espíritu de la juventud”.

Con fecha 12 de Noviembre de 1818, el Senado se dirigió a O’Higgins en los siguientes términos: “Siendo una de las primeras atenciones del Senado, la educación e ilustración de la juventud, ha acordado en esta fecha, el reestablecimiento del Instituto Nacional, bajo las mismas reglas y constituciones en que se fundó el año 1813. “Sabe el Senado que V.E. se halla penetrado de los mismos sentimientos y

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no duda que coadyuvará eficazmente a su más pronta organización. “Entonces el excelentísimo señor General en Jefe, manifestando aquella virtud y heroísmo que le caracteriza, ofreció los cuarteles que ocupó antes el Instituto, protestando que era preferente el establecimiento de la Ciencia a la comodidad de sus tropas”7.

En respuesta a esta petición del Senado, el Director Supremo expresó lo siguiente por oficio: “Excelentísimo señor, tengo el honor de decir a V.E. que, estando ya desocupado el Colegio de la Compañía que servía de cuartel del número 7, lo he dedicado por Decreto de esta fecha, al servicio del Instituto Nacional. Dios guarde a V.E. por muchos años - Palacio Directorial, Santiago, enero 25 de 1819 - Bernardo O’Higgins8.

Sin embargo, lo resuelto por el Senado y el Director Supremo, siguió sufriendo retrasos. Por un lado, el edificio del Colegio de la Compañía estaba con deterioros por su calidad de cuartel del número 7 y antes había sido cuartel del batallón de los Talaveras. Por otro lado un sector del clero se resistía a la fusión o anexión del Seminario al Instituto, tal como ocurrió en 1813.

El 3 de julio de 1819, la “Gaceta Ministerial” publica la “Proclama del Senado sobre el reestablecimiento del Instituto a los padres de familia”, donde se dice entre otras cosas: “Venció obstáculos, triunfó de la contradicción, apuró recursos y el Instituto Nacional destruido por el enemigo, vuelve a establecerse mejorado en la próxima festividad de la Virgen del Carmen, para que prospere bajo sus auspicios, como nuestras armas vencedoras”.

“En 14 cátedras desempeñadas por otros tantos escogidos maestros, reenseñarán las gramáticas castellana y latina, las lenguas inglesa y francesa, la religión por principios y con preferencia a los deberes domésticos y sociales, la lógica y la metafísica, la filosofía moral, la elemental, los derechos natural y de gentes, economía política, matemáticas puras y mixtas, dibujo, geografía, física experimental,

7 Ernesto Boero Lillo. Crónicas de siglo y medio del Instituto Nacional. Ediciones del Boletín del Instituto Nacional, Santiago 1963, pág. 29.

8 Ernesto Boero Lillo. Idem, pág. 29.


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cronología, leyes patrias y canónicas, práctica forence, teología dogmáticas y moral, sagrada escritura, historia eclesiástica y liturgia, medicina teórica y práctica, cirugía y anatomía, la botánica y la química con la mineralogía, pondrán en breve sus peculiares cátedras, como las escuelas militares y naúticas”9. Esto nos muestra el ambicioso propósito del Instituto naciente: abarcar todos los conocimientos universales de la época.

La reapertura se efectuó finalmente el 20 de julio de 1819, de ello hace reseña la “Gaceta Ministerial”. Se efectuó una misa de acción de gracias en la Catedral con asistencia del Director Supremo, don Bernardo O’Higgins, acompañado de sus Ministros y el Senado en pleno. Luego O’Higgins con su comitiva se dirigió, entre filas de soldados en presentación de armas, a la Casa del Instituto, la misma que ocupara en 1813, es decir, el antiguo Colegio Jesuita de San Miguel (calle Catedral entre Bandera y Morandé). El Rector presbítero José Manuel Verdugo, catedráticos y alumnos, recibieron a O’Higgins.

El Rector Verdugo pronunció estas certeras palabras: “Por magnífico que se presente el aparato de este acto, parecerá pequeño si se compara a la dignidad; grandeza y sublimidad del objeto. ¿Cuáles serán las fiestas que divisaremos y producirá con el tiempo este árbol bellísimo de la ilustración, qué benéficas manos planta hoy en nuestro suelo? Fúndase el Instituto Nacional, bien lo sabéis, por los ciudadanos y esmeros del gobierno patrio. Chile vio entonces en su ceno un establecimiento hasta allí desconocido. Ni el estruendo de las armas, ni las inmensas atenciones que tiene un gobierno naciente, le estorbaron que pusiese todo su cuidado en fundar esta escuela, para que aquí se formase el ciudadano honrado y útil, el magistrado ilustre y justo y el eclesiástico sabio y pío”. Dirigiéndose a Bernardo O’Higgins y al Senado, exclamo: “¡Qué gloria la vuestra ser quienes deberá Chile su futura grandeza y gloria”, y a los profesores: “Soís los artífices de este edificio, deberéis trabajar para merecer esas corona de honor” y

9 “Gaceta Ministerial de Chile”, N° 99, Tomo 1, Santiago. Sábado 3 de julio de 1819.

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a los alumnos “de vuestra educación y buen juicio, pende el honor de nuestro Instituto”10.

A partir de aquel 20 de julio de 1819, el Instituto Nacional camina a su Bicentenario tras una larga historia comprometida no sólo con la educación nacional sino también con la Historia de la Patria misma.

bIbLIOGRAFÍA

1. Expediente de Apertura, Constituciones y Concordatos de 1813”, Archivo Instituto Nacional.

2. Expediente promovido a la Suprema Junta Gubernativa del Reino para organizar el nuevo Colegio de San Carlos, año 1812”. Archivo del Instituto Nacional.

3. Ordenanzas del Instituto Nacional, literario, civil y eclesiástico del Estado de Chile, 1813”. Archivo Instituto Nacional.

4. “El Monitor Araucano”. Archivo Instituto Nacional.

5. “La Aurora de Chile”. Reimpresión paleográfico a plana y renglón. julio Vicuña Cifuentes, Santiago 1803. Imprenta Cervantes.

6. Guillermo Feliú Cruz: “La Fundación del Instituto Nacional”. Impr. Cultura, Santiago, 1950.

7. Raúl Silva Castro. “Fundación del Instituto Nacional. Imp. Universitaria. Boletín Académica Chilena de la Historia N° 48, 1953.

8.- Ernesto Baero Lillo. “Crónicas de Siglo y Medio del Instituto Nacional”. Ediciones del Boletín del Instituto Nacional, 1963.

9. Raúl Silva Castro. “Juan Egaña en la Patria Vieja”. Ed. Andrés Bello, 1960.

10. Amanda Labarca. “Historia de la Enseñanza en Chile”.

10 Ernesto Boero Lillo. Idem, págs. 30 y 31.


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11. Fernando Campos Harriet. “Historia del Desarrollo Educacional en Chile” (1810-1960).

12. Diego Barros Arana. “Historia General de Chile”, Tomo IX, pág. 205 - Parte 6ª. Capítulo XVII.

13. Centenario del Instituto Nacional (1813 - 1913). Breve reseña histórica, redactada por encargo del señor Rector don Juan N. Espejo. Imprenta Barcelona, Santiago 1913.

14. José Miguel Carrera. “Diario Militar”. Ed. Quimantú, 1972.

15. Diario Oficial de la República de Chile N° 29.518, Santiago, miércoles 28 de julio 1976.

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cHiLe, cARTAS cOn HiSTORiA

Alejandrina Carey, Guadalupe Irarrázaval, y Magdalena Piñera

De Bernardo O’Higgins (1778-1842) A Ambrosio O’Higgins (1720-1801)

Cádiz, 8 de enero de 1801

“¡Una puñalada no me fuera más dolorosa!”

Bernardo O’Higgins. hijo del maduro Teniente General y Maestre de Campo Ambrosio O’Higgins, irlandés avecindado en Chile. entonces de 55 años, y de la joven Isabel Riquelme Meza, de 18 años sufriría el dolor más profundo de su vida al enterarse por su apoderado Nicolás Cruz, que su padre ya no le reconocía como hijo y que le echaba de su casa, ordenando a don Nicolás que, por su parte, también lo despidiera de la suya. En ese momento, Bernardo no entendió las razones de su padre, quien por entonces era Virrey del Perú. Más tarde se enteró de que a causa de los rumores de que frecuentaba círculos independentistas en el Viejo Mundo, su padre se vio expuesto a fuertes críticas por parte de la Corona. En todo caso, Ambrosio O’Higgins no llegó a leer la dolida carta de su hijo. Murió a los pocos días que éste la enviara.

Amado padre mío y mi solo protector:

Incluyo a vuestra excelencia esas dos cartas que he recibido del ayudante del Capitán Tomás O’Higgins. Acabo de saber por el señor don Nicolás que vuestra excelencia seguía con buena salud, de lo que he dado gracias a Dios. Al mismo tiempo me leyó una carta de vuestra excelencia (cuya data ignoro) que decía: “En atención a que yo era incapaz de seguir carrera alguna e ingrato a los favores que se me hacían, que desde luego me despidiese y echase de su casa...”. Yo,


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señor, no sé que delito haya cometido para semejante castigo, ni sé en que haya sido ingrato (uno de los delitos que más aborrezco), pues en toda mi vida he procurado con todo ahinco el dar gusto a vuestra excelencia, y al ver ahora frustrada esta mi sola pretensión, irritado mi padre y protector, confuso he quedado. ¡Una puñalada no me fuera tan dolorosa! ¡No sé cómo no me caí muerto de vergüenza al oír semejantes razones! Jamás he temido a la muerte ni a la pobreza; pero en este instante he quedado acobardado, considerándome el último de los hombres y el más desgraciado. No sé quién haya sido el que tuvo tan mal corazón para tirar a arruinarme en la opinión de vuestra excelencia, mi padre y protector. Lo cito para ante la presencia de Dios, ya que en este mundo no le conozco para pedirle la satisfacción requerida.

El señor don Nicolás me dice que no sabe de qué haya resultado tanto enojo en vuestra excelencia, pues él siempre ha escrito en mi favor, hablando con justicia de mi proceder y de haberme portado con honor y conducta en su casa. Si en tiempos pasados, mal informado por los correspondientes (corresponsales) de Londres, dos judíos relojeros, quienes corrían conmigo, había escrito que me había excedido en dichos mis gastos, pero que después enterado quiénes eran dichos correspondientes, ha variado, pues todavía no han dado cuenta de cómo se ha gastado el dinero que han recibido, y de los últimos tres mil pesos, no han dado ni aun recibo, ni se han dado por entendidos, pues ya va para dos años que estoy aquí y no quieren responder a las cartas que se les escriben. Yo de mi parte no he recibido más que una guinea mensualmente para pagar mis gastos menudos, para lo cual tuve orden del señor don Nicolás, y ha habido tiempos que no me han dado ni aún para comer. Valiéndome del señor Diego Duff y de Bernabé Murphy para este efecto, el primero me ha ofrecido colocarme en su escritorio. Yo, con motivo de las órdenes de don Nicolás que me llamaba a España para colocarme en el Ejército, no lo hice.

En atención a todo esto, había dicho don Nicolás, últimamente informado a vuestra excelencia en mi favor, por lo que confío quedará vuestra excelencia desengañado de mi modo de proceder, como también lo probarán cerca de dos años que estoy aquí, en cuyo tiempo no he molestado ni pedido al señor don Nicolás dinero alguno, ni se ha gastado en mi no más que lo que es lavado y zapatos, pues desde que dicho señor me dijo que tenía órdenes de vuestra excelencia para no

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avanzar dinero alguno, que fue a mi llegada aquí, he procurado pasar sin él. Yo soy mi mismo barbero, peluquero, me coso y remiendo, y en fin, en todo el año no ha gastado un ochavo, no siendo por falta de que no haya quien me lo dé, pues me lo han ofrecido varias casas irlandesas de aquí, pero no querido que se diga que ha habido una sola fea acción en mí, pues sé que al menor descuido mío llegaría inmediatamente a los oídos de vuestra excelencia y por esa misma razón he sufrido y sufro en esta casa más que un santo mártir, humillado y abatido al más ínfimo criado de la casa, sin más ropa que un simple vestido que cuatro años ya que tengo, sin tener siquiera un capotón para estos tiempos de invierno, después de haber pasado la enfermedad tan severa de la epidemia, de la que estuve a la muerte.

Ya verá vuestra excelencia que he tenido motivo bastante para procurar salir de este país, aun cuando no fuera más que para mirar por el mismo honor de vuestra excelencia, pues aquí nadie ignora muchos de sus secretos, y no por mi boca, que a persona viviente aún no he abierto mi pecho, sino a mi mismo padre, pero suele suceder que los mayores amigos abusan de la amistad. Bastante me parece lo que dicho sobre el asunto, sólo esperaré a que llegue el tiempo en que vuestra excelencia quede desengañado, así de mi modo de proceder humilde, desinteresado y muy agradecido a los favores que se me hacen, como de la conducta de quien haya dado los informes contrarios.

Demasiado claro, señor, me he atrevido a escribir a vuestra excelencia; pero como lo conjeturo de una alma noble, muy capaz de perdonar y proteger al abatido, confio que vuestra excelencia olvidará todas faltas que haya habido o haya en su pobre Bernardo, quien, aunque no tenga nada que ofrecer ni en que poder mostrar mi amor, constantemente pido a Dios premie a mi señor padre y benefactor por el corazón liberal que ha tenido en alimentarme y educarme hasta la edad de poder ganar mi vida, es acción de un gran corazón que merece todo el aplauso de los hombres en esta vida y premio en la otra.

Señor, no quiero ser más molestoso, quedo rogando a Dios guarde su preciosa vida muchos afectos. De vuestra excelencia, su más humilde y agradecido hijo.

BERNARDO RIQUELME


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cHiLOÉ HeROicO: eL PRedOminiO de Un LideRAzgO

miLiTAR SObRe eL FideLiSmO AL Rey

Lorenzo Çaglević Baković

INTRODUCCIÓN

El presente tema se enfoca en lo sucedido durante los últimos ocho años de dominación española en el archipiélago de Chiloé, el que culmina con la capitulación realista y la suscripción del Tratado de Tantauco, mediante el cual esta región insular pasa a integrar, como una provincia más, el territorio de la República de Chile.

Cronológicamente, entonces, el período específico en el cual se desarrolla este trabajo abarca desde el año 1818 hasta el año de 1826, durante la última gobernación hispana ejercida por don Antonio de Quintanilla y, en forma particular, propongo la desmitificación del concepto de un fidelismo colectivo existente en ese archipiélago explicando los hechos sucedidos como consecuencia del gran liderazgo militar ejercido por Quintanilla.

Los diversos historiadores que han escrito acerca de este tema, que se encuentra situado en la época independentista de nuestra historia, y de los cuales hemos extraído información para este trabajo, los mencionamos en estricto orden alfabético en el listado de la bibliografía respectiva del Apéndice final.

Empero, he preferido destacar sólo a algunos de ellos considerando, en ocasiones, su profundidad y la mayor proximidad de su obra a los sucesos que narran y que, como verá el lector en los pie de página, ocupamos en forma más frecuente. Este es el caso de don Diego


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Barros Arana y su obra y Las campañas de Chiloé (1820-1826) y, ya bastante más cercano a nuestro tiempo, se ha revisado información de don Fernando Campos Harriet en su obra Los defensores del Rey.

No obstante, existe otro grupo de historiadores consultados que, si bien son más contemporáneos, son especialistas sumamente acuciosos y de terreno, si se me permite este coloquial término para poder definir de alguna forma a aquellos que se distinguen por su conocimiento muy detallado, tanto de la Isla de Chiloé como de su historia. En este caso nos encontramos, en lo que dice principalmente relación al período indiano, con las diversas obras de don Rodolfo Urbina Burgos como lo son: Población Indígena, Encomienda y Tributo 1567-1813; Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial y Las Misiones Franciscanas de Chiloé a fines del siglo XVII.

También está presente don Isidoro Vásquez de Acuña con su obras: El general de Quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826); El Marqués de Quintanilla; o bien su obra, un poco más especializada en temas navales, pero que no deja de aportar importantes antecedentes al tema que nos ocupa, y que él entrega en su Historia Naval del Reino de Chile (1520-1826)

Además se han consultado las obras del R.P. padre Gabriel Guarda O.S.B. habiendo tenido la suerte de que se me concediera una entrevista personal, donde pude consultarlo sobre sus puntos de vista acerca del fidelismo chilote hacia el rey.

Finalmente, debemos hacer mención que la propia Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, toda vez la imparcialidad y credibilidad otorgada a sus relatos por los propios historiadores que ya he mencionado, ha sido también de una gran ayuda.

En cuanto a los contenidos expuestos por los autores indicados, no se aprecian grandes diferencias en lo sustantivo de los hechos que dan cuenta, con la debida excepción, como siempre sucede, cuando se llega a las cuantificaciones del número de fuerzas de un bando u otro o el armamento o en la cantidad de recursos. En el resto de sus narraciones, que pueden parecernos más o menos acentuadas en algún

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tópico en particular, en ningún caso se aprecian contradicciones sobre los sucesos que examinan.

Lo que sí llama mi atención, es la coincidencia que tienen dichos autores ya al manifestarse acerca del fidelismo al rey que profesaba el pueblo chilote como un colectivo. Existen abundantes expresiones en sus obras que son un verdadero panegírico a esta condición. A continuación, y sólo a título de ejemplo, señalo algunas de ellas ya que el lector podrá apreciar mejor este criterio una vez leído el texto:

“En aquellas islas, la opinión pública se había pronunciado abiertamente contra el cambio gubernativo efectuado en Chile. Las autoridades i los habitantes se prestaron gustosos a favorecer la empresa de Pareja, y auxiliarlos con todos los recursos de que podían disponer”: Diego Barros Arana.

“¡Qué diferencia hay entre los primeros, los esforzados conquistadores, y estos últimos defensores del Rey! La lealtad, la fidelidad, la nobleza y el valor, son, en general, comunes a unos y a otros. Pero ¡qué distinto el ideal, la justificación del sacrificio, la causa!”: Fernando Campos Harriet.

“De esta manera, la mentalidad político-social imperante en Chiloé, era de un apoyo fervoroso al sistema monárquico y a su Rey como la única ideología vigente y conocida en el mundo isleño”: Rodolfo Urbina. B/ Dante Montiel V.

“Este bando contradecía compromisos del tratado de Tantauco y la adhesión forzada de quienes se vieron obligados a someterse al bando antes expuesto, los hicieron seguir en el fondo de sus espíritus fieles a su pasado monárquico y añorando la independencia de España, mientras sufrían el menoscabo y el abandono del gobierno central chileno durante decenios”: I. Vásquez de Acuña.

“Efectivamente provincias fidelísimas han podido ser llamadas Valdivia y Chiloé por la generalidad de su adhesión a la causa real”: R.P. Gabriel Guarda O.S.B.

“Todo faltaba, menos entusiasmo y decisión por la causa del Rey de España”: Antonio de Quintanilla.


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Habida consideración de esta opinión generalizada, y bastante acentuada, acerca del fidelismo chilote, me motivó a la revisión, análisis e investigación de cuán generalizado pudo haber sido ese fenómeno del fidelismo chilote.

A través del examen de documentos y de las expresiones vertidas en las obras de los autores más arriba indicados, pensé en la necesidad de problematizar el tema del fidelismo, toda vez que en el desarrollo de este trabajo me he encontrado con diversas situaciones concretas que me llaman la atención, precisamente en el sentido contrario.

En efecto, no es posible soslayar la revisión de diversas situaciones que se presentaron en Chiloé: Las rebeliones; El estado de ánimo de la tropa chilota, cuando se le envía a combatir fuera de su terruño y ésta sólo quiere regresar a la isla; Las condiciones de desamparo y pobreza de sus familias que permanecieron en Chiloé en ausencia de los jefes de hogares reclutados para la causa realista; La vulnerabilidad que muestra la población chilota, en relación a su supuesta posición realista, ante las opiniones de unos pocos prisioneros foráneos; El conocimiento que el bando patriota tenía acerca de personas residentes en Chiloé dispuestas a colaborar con esta causa, etc. En fin, existen una serie de hechos que se van analizando en este trabajo y que si bien no nos permiten cuantificar exactamente el porcentaje de la población que actuaba por causas muy distintas a un pretendido fidelismo, podemos pensar que no se trataba de excepciones.

En la esperanza de lograr mi objetivo, el presente trabajo lo he dividido en tres capítulos y, dentro de cada uno de ellos, en subcapítulos que pretenden ordenar la información que se entrega, con la finalidad de obtener una secuencia del relato lo más fluida y comprensible.

No obstante lo anterior, para poder comprender el qué, el cómo y el por qué suceden estos hechos que se pretenden explicar fue necesario, en el primer capítulo, remontarse a antecedentes, aspectos y, en ocasiones, a personajes bastante anteriores a la época de esta tesis pero que, junto con plantear la temprana importancia geopolítica de Chiloé, nos ayudan a entender a esta particular sociedad que se fue desarrollando, aislada del mundo, en ese remoto lugar de la América austral.

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Así entonces, en el Capítulo I que se titula; La ambigua situación de Chiloé respecto a la Capitanía General de Chile, expongo, en forma por cierto muy general y sucinta, qué era Chiloé durante el período colonial o indiano (siglos XVI, XVII y XVIII) en los más variados aspectos de la vida del archipiélago. Trato asimismo de mostrar al lector cómo influyó el marcado aislamiento que se vivía en ese territorio respecto de la Capitanía General de Chile, lo que a la postre, en parte importante y, junto a consideraciones de orden estratégicas, explican su cambio de dependencia directa del virreinato del Perú. Finalizo este capítulo tratando de resaltar las ambigüedades que se perciben en la falta de atención que en la práctica las autoridades hispanas le dispensaban a Chiloé, no obstante su importancia geopolítica.

En el Capítulo II, ya ubicado cronológicamente en el siglo XIX, explico acerca de la colaboración prestada por Chiloé a las acciones realistas que se desarrollaban en Chile continental, el cual se titula precisamente; Los chilotes frente a la independencia de Chile. En sus distintos subcapítulos voy indicando los hechos que, a través de las distintas expediciones, provenientes desde el virreinato del Perú, tuvieron por objeto ahogar la revolución patriota en Chile.

Inicio este capítulo con un vistazo a la situación política de Chile en ese momento, para continuar con las campañas de Pareja, de Gaínza, las dos de Osorio y las características de la llamada Guerra a Muerte.

En el capítulo III denominado; Incorporación de Chiloé a la República de Chile, entro directamente a explicar las acciones desarrolladas por el personaje que resulta más relevante para esta tesis, don Antonio de Quintanilla, así como las distintas expediciones chilenas destinadas a arrebatarle de sus manos a Chiloé.

Sin embargo, no es posible entender a cabalidad las expediciones en cuestión y sus primeros fracasos, sin considerar algunos subcapítulos que contienen, al menos, rasgos biográficos de sus líderes. Me estoy refiriendo, fuera de Quintanilla, a Cochrane y Freire. Tampoco es posible soslayar, para lograr una comprensión del porqué era importante recuperar Chiloé, cuáles fueron los motivos que impidieron realizar antes su liberación, la situación política que se vivía en Chile, primero, durante el gobierno del prócer don Bernardo O’Higgins, como también


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su influencia desde su destierro en el Perú a las que se sumaban las presiones ejercidas por el propio Bolívar y los apetitos de algunas potencias extranjeras sobre el archipiélago, las que se manifestaron claramente durante el gobierno de Freire.

Al final del trabajo se incluye un Apéndice, relacionado con la materia, en el cual se exponen v.gr. el Tratado de Tantauco; el Tratado de Lircay; la Declaración de Independencia; una Línea de Tiempo, donde el lector podrá ubicarse en relación a los hechos que iban aconteciendo en forma coetánea tanto en Chiloé, como en el resto de Chile, en Perú o en Europa durante la época; Relaciones Cronológicas de los monarcas españoles, los virreyes del Perú, los gobernadores de Chile y los gobernadores de Chiloé; Mapas con las Fortificaciones de Valdivia; de Chiloé; de importantes caminos coloniales de nuestra zona de interés y otros varios documentos, que el lector interesado podrá encontrar y que me permito recomendarle.

A través del examen de documentos y de las expresiones vertidas en las obras de los autores más arriba indicados, pensé en la necesidad de problematizar el tema del fidelismo, toda vez que en el desarrollo de este trabajo me he encontrado con diversas situaciones concretas que me llaman la atención, precisamente en el sentido contrario.

En efecto, no es posible soslayar la revisión de diversas situaciones que se presentaron en Chiloé: Rebeliones; El estado de ánimo de la tropa chilota, cuando se le envía a combatir fuera de su terruño y ésta sólo quiere regresar a la isla; Las condiciones de desamparo y pobreza de sus familias que permanecieron en Chiloé en ausencia de los jefes de hogares reclutados para la causa realista; La vulnerabilidad que muestra la población chilota, en relación a su supuesta posición realista, ante las opiniones de unos pocos prisioneros foráneos; El conocimiento que el bando patriota tenía acerca de personas residentes en Chiloé dispuestas a colaborar con esta causa, etc. En fin, existen una serie de hechos que se van analizando en este trabajo y que si bien no nos permiten cuantificar exactamente un porcentaje de la población que actuaba por causas muy distintas a un pretendido fidelismo, podemos pensar que no se trataban de excepciones.

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Creo que la gran diferencia entre mi opinión al respecto y lo señalado por los autores aludidos, estriba en que no es posible extrapolar las características de fidelismo a toda prueba hacia el monarca español, que sin duda alguna poseía Quintanilla, y en un nivel que casi rayaba en el fanatismo, con el resto del colectivo chilote.

Personalmente confieso mi admiración hacia este último jefe español de Chiloé, a quien sólo caben elogios como gobernador militar y quien fuera la personalidad que impulsó a los chilotes a actuar, voluntaria o involuntariamente, como lo hicieron. De mis conclusiones personales acerca del tema pienso que lo que ellos defendían era su familia, sus vidas, su derecho a vivir en paz, su tierra y sus pocas pertenencias. Motivación muy distinta a la de Quintanilla y de su círculo más cercano.

Empero, como lo expreso claramente en el título de esta tesis: Chiloé Heroico; en nada le resta ese carácter de resistencia épica que mantuvo todo el colectivo chilote que, durante esos años, sufrió a causa del abandono, del aislamiento y, por supuesto, de la guerra.

Entiendo que la interpretación de un hecho histórico siempre tendrá diversos matices, y personalmente nada pretendo imponer, menos dada la erudición de los autores consultados. Pero sí quiero, con el debido respeto, dejar consignado en mi trabajo mis razonables y sinceros puntos de vista productos de mi investigación.

AdvertenciA

Durante todo el desarrollo del presente tema se presentan, intercalados en el texto, los números que el lector podrá consultar al final del texto, en letras negrita y en el espacio denominado, notas numeradas en el texto anterior, todo lo que corresponde a los documentos, testimonios o citas que van sustentando mi exposición.

Por otra parte, se ha sido totalmente fiel a la ortografía y a la redacción que se ha extraído de los distintos documentos, testimonios o citas usadas sin alterar el lenguaje propio de la época, por lo que al lector podría parecerle una falta en relación al uso del idioma actual, pero se debe al motivo que se explica.


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CAPÍTULO I LA AMbIGUA SITUACIÓN DE CHILOÉ RESPECTO A LA

CAPITANÍA GENERAL DE CHILE

Para poder seguir la línea del presente tema y entender cabalmente lo que describiremos en los capítulos posteriores, es decir la conducta de los chilotes en el siglo XIX durante el período independentista, cómo se va configurando la importancia geopolítica de esta provincia y de qué modo fue su incorporación a la República de Chile, se hace absolutamente necesario plantearnos en el presente capítulo, aunque sea en una somera descripción, cómo fueron los orígenes de esta aislada sociedad, tan particular, creada en Chiloé a partir del siglo XVI y qué características presentaban los aspectos más importantes de la vida en esos lejanos parajes durante los siglos XVII y XVIII.

Creo que cada uno de los aspectos los cuales, lejos de pretender tratarlos en profundidad, sólo se bosquejan acá a modo de subcapítulos, nos van entregando luces que, en mi opinión, van explicando las razones de las conductas que los chilotes observaron durante la época independentista, en general, tan distintas de sus gobernantes y sus círculos inmediatos.

A pesar de que muchos autores insisten en un fidelismo colectivo, esta situación a mi juicio no se dio, o bien sólo existió de una manera muy atenuada ya que no existían las condiciones para que así fuere.

Aspectos históricos-militAres en siglos Xvi-Xvii y Xviii:

A fines de 1519, cinco carabelas con 265 marinos zarparon desde Sevilla al mando del capitán portugués Fernando de Magalhaes, nacido en Sabrosa, cercanías de Oporto en 1480 pero nacionalizado español. A modo de agradecimiento hacia el monarca, Carlos I de España quien le presta ayuda en su empresa, se convierte en su súbdito y traduce su nombre a Hernando de Magallanes.

Tres años después, en 1522, sólo regresaron 18 hombres en una maltrecha nave y sin su fallecido capitán. Ahora llegaban al mando

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de don Juan Sebastián Elcano, quien completó el sueño del intrépido Magallanes1.

Después de 3 años de padecimientos2, naufragios, motines, muertes y deserciones, la redondez de la tierra y la existencia de un paso entre el Atlántico y el continente Asiático por el estrecho de Todos los Santos, después llamado Estrecho de Magallanes, había quedado comprobada pero, más que todo aquello, nacía un nuevo incentivo para que los audaces marinos de la época se volvieran a aventurar en la navegación de estos confines del mundo y en el descubrimiento de ignotas tierras.

La hazaña de Magallanes, en cuanto a su aporte a la navegación y el conocimiento científico de la época, fue grandiosa y, en lo que dice relación a nuestra historia, él tuvo el privilegio de ser quien, por primera vez, descubrió nuestras australes costas.

Posteriormente, en el año 1525, otro marino español, Francisco de Hoces, obligado por las horribles, pero habituales, condiciones de mar y de viento de la zona las cuales empujaron su nave hasta los

1 “La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda; pues he visto su sombra en la Luna y tengo más fe en una sombra que en la Iglesia”: Hernando de Magallanes.

2 “El último día de marzo de 1520 entró la expedición al Puerto de San Julián en la costa de la Patagonia: la gente ya desesperanzada de hallar el estrecho, mal racionada y aburrida de la esterilidad y frío de la tierra murmuraba del viaje y no encubría sus deseos de volverse atrás.

Había llegado a una latitud tan elevada que aunque encontrase el estrecho este ofrecería pocas ventajas a la navegación y quejábanse muchos que se les sacri-ficase a una empresa casi inútil. Sólo la superioridad del carácter de Magallanes era capaz de dominar el descontento prefiriendo la muerte a retroceder. Mas los capitanes Cartagena, Quezada y Mendon aprovechándose del disgusto general y de las reyertas entre castellanos y portugueses agriadas por la misma lentitud del viaje, trataron de apoderarse de la Armada so pretexto de que Magallanes no tomaba consejo de sus oficiales ni les daba la derrota que debían de seguir.

Causa pena al ver unos hombres a tantas leguas de su patria corriendo igual fortuna en un país bárbaro y desconocido expuestos a los innumerables peligros del mar y las acechanzas de la tierra, aborrecerse y aumentar con su conducta el número de los riesgos”: Primer Viaje Alrededor del Mundo; de Antonio Pigafetta (Caballero italiano, integrante de la expedición que se embarcó con Magallanes en la Trinidad y que tuvo la suerte de regresar vivo a Sevilla a bordo de la Victoria junto a Juan Sebastián Elcano ) pág.196


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55º de latitud Sur, pudo descubrir a la navegación el Cabo de Hornos en el extremo meridional de América. Aún, en las antiguas cartas geográficas de España, puede observarse el Paso de Hoces que, en nuestra actual cartografía en uso, conocemos como el Paso de Drake aunque el mencionado pirata, Sir Francis Drake, sólo lo navegara casi medio siglo después. Demás está el comentar que este nuevo paso era de suyo más peligroso, lejano y temido que el Estrecho de Magallanes.

No obstante, a cualquier navegante que cruzara de un océano a otro, sea por el estrecho o por el cabo, le era importantísimo encontrar un fondeadero próximo, seguro y con, al menos, algunos recursos que le permitieran efectuar reparaciones, obtener abastecimiento y dar descanso a sus agotadas tripulaciones después de esas épicas travesías. Chiloé podía ser ese estratégico punto constituyendo, además, una atalaya y punto fuerte para impedir, dentro de lo posible, a las naves de países enemigos de la corona española su libre tránsito hacia sus colonias que eran bañadas por el océano Pacífico en el nuevo continente.

Así entonces don Alonso de Camargo, en el año 1540 durante un viaje al Perú,

da cuenta del avistamiento del archipiélago de Chiloé. Pasaron más de 13 años cuando el gobernador de la capitanía de Chile, don Pedro de Valdivia, dispuso una expedición con el fin de recolectar información geográfica del archipiélago y envía a don Francisco de Ulloa para estos fines. A este capitán se le considera como el primer europeo en conocer Chiloé en el año de 1553. Este archipiélago se componía por la llamada Isla Grande y una treintena de islas más pequeñas con alguna población indígena.

La corona española formalizó la posesión del archipiélago oficialmente el 28 de febrero 15583. Fue don Martín Ruiz de Gamboa,

3 “Un ancho archipiélago poblado de innumerables islas deleitosas cruzando por uno i otro lado góndolas y piraguas presurosas”; del poeta don Alonso de Ercilla y Zúñiga al observar en el año 1558, junto al gobernador del Reino de Chile don García Hurtado de Mendoza y Manríquez, el archipiélago desde una pequeña

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yerno de don Rodrigo de Quiroga, a la sazón gobernador del Reino de Chile, a quien le correspondió llevar a cabo su ocupación el año 1567 bautizándola como Nueva Galicia, aunque al final se impuso la voz huilliche de Chiloé, que ya usaban los naturales y cuyo significado es lugar de chelles, unas aves blancas que habitan en el archipiélago, y que en la lengua mapudungun, correspondería al vocablo Chilwe cuya adaptación al español es Chilhué, derivando de ahí hacia el nombre de Chiloé que hoy usamos. La población chilota que hoy conocemos desciende de una mezcla de sus originales habitantes: huilliches, cuncos, payos y chonos con los colonizadores españoles y, posteriormente, con el aporte de chilenos y unos pocos extranjeros.

A don Martín, quien fuera nombrado gobernador de Chiloé y, años después, Gobernador del reino de Chile al fallecimiento de su suegro, no le resultó difícil su misión en el archipiélago toda vez la gran sumisión que encontró en los naturales de esa zona y de la cual don Diego Barros Arana da buena cuenta4. Así entonces Ruiz de

montaña. “El presidente Hurtado mandó a hacer un lijero reconocimiento en alguna de esas islas; pero, no contando con elementos para establecer en ellas una colonia, dio su vuelta al norte, dejando para más tarde la conquista y ocupación del archipiélago”. Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 6

4 “Martín Ruiz de Gamboa puso a sus órdenes un cuerpo de 35 españoles i algunos indios ausiliares, i los hizo marchar en secreto, para ocultar sus verdaderas inten-ciones al cabildo de Santiago (el cual gobernaba el reino, entre Ago. de 1567 y Ago. De 1568) el que desaprobaba abiertamente esta expedición.

Con aquella fuerza salió Gamboa de Valdivia a fines de enero de ese año (1567) i siguió su marcha por tierra hacia el mar del archipiélago. En Osorno engrosó su columna, i con ella llegó hasta Carelmapu (que en lengua huillyche quiere decir rejion verde) en donde fue recibido hospitalariamente. Carelmapu, como se ha dicho, está situado en la ribera norte del golfo de Chiloé, o en la Ensenada de Relonacaví, como lo llaman los jeógrafos. Aquellos campos estaban poblados por una tribu de indios huillyches, de carácter pacífico, los cuales, léjos de querer oponer resistencia alguna a los españoles, se sometieron gustosos a su autoridad, i les prestaron todos los auxilios i recursos de que podían disponer para ayudarles en la conquista de Chiloé.

En las piraguas de aquellos indios atravesó el mar el jeneral Gamboa, i fue a poner su campo en la parte norte de la isla grande. Sus habitantes lo recibieron con particular agrado, le mostraron todo el territorio que ella comprende, i le prestaron juramentos de sumisión y vasallaje. Hasta entonces los españoles no habían encontrado en toda la América un solo lugar cuya conquista les fuese


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Gamboa, procede a fundar la ciudad de San Antonio de Castro en el año 1567, asiento de la primera capital del archipiélago. Observando la ventaja que le otorgaba el hecho de encontrar indios tan pacíficos, este gobernador sin vacilaciones, distribuyó entonces las tierras y los indios entre sus hombres. Posteriormente regresó a Santiago, dejando el gobierno de Chiloé al maestre de campo don Alonso Benítez.

A partir de aquel entonces se consideró a Chiloé dependiente de la Capitanía General de Chile5 como una de sus provincias. Como se verá más adelante, esta situación se extenderá hasta el año 1768 cuando, por razones que se expondrán en su momento, pasará a tener dependencia directa del virreinato del Perú, y posteriormente desde 1784, por consideraciones más bien estratégicas, elevada a la categoría de intendencia peruana.

Durante esos doscientos años (1567-1768) tuvo lugar el desastre que significó a los españoles la gran sublevación mapuche de Curalaba (1598) en que los indígenas no sólo vencieron en dicha acción a los hispanos, sino que también mataron al propio Gobernador de Chile don Martín Oñez de Loyola dejando separado al reino en dos, ya que absolutamente todas las ciudades entre el río Biobío y el Canal de Chacao fueron arrasadas, destruidas o abandonadas en un corto período de tiempo.

tan fácil como lo fue la de aquel archipiélago”: Las campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 7

5 Nota del autor: Se usaba el término Capitanía General casi indistintamente con el de Gobernación de Chile, ya que era el gobernador quien ostentaba el mando militar superior del ejército, característica que normalmente tiene un Capitán General. En América este cargo era ostentado por los virreyes pero, debido a las lejanías territoriales con los asientos de los virreinatos, se hizo necesario nombrar Capitanes Generales en varios territorios americanos. Fueron Capitanías Generales: Santo Domingo (a partir de 1526), Guatemala (1540), Chile (1541 ), Filipinas (1565), Puerto Rico (1592), Cuba (1607), Yucatán (1617) y Venezuela (1777).

La Gobernación de Chile era por su parte una denominación política y el llamado Reino de Chile era una denominación geográfica establecida por la corona. Algunos historiadores incluso usan el término presidente, para referirse al gobernador.

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Este alzamiento trajo también como consecuencia el despoblamiento de Osorno a causa del asedio indígena que el contingente español, allí acantonado y fortificado, no fue capaz de resistir. Ante esta situación esa jefatura militar decidió refugiar a toda esa población en el archipiélago quedando, en general, las mujeres y niños en la ciudad de Castro y los soldados y algunos indígenas amigos, apostados en Calbuco y Carelmapu.

Asimismo, durante esa época, los habitantes de Chiloé, e incluso los de Valdivia, debieron sufrir con las incursiones de corsarios holandeses quienes destruyeron parcialmente la ciudad capital de Castro en el año 1600, y acecharon el archipiélago en varias ocasiones posteriores.

Primero, fueron los piratas de la destructora expedición holandesa a Castro, liderada por Baltasar de Cordes. Con el engaño de llegar en son de paz y amistad, confundieron a sus ingenuos habitantes y una vez que hubieron desembarcado, sembraron la muerte, el saqueo y la destrucción por doquier. Cabe hacer notar que los holandeses fueron ayudados en sus fines por numerosos indígenas huilliches de Lacuy, quienes se encontraban muy descontentos por los malos tratos que les otorgaban sus señores, los encomenderos españoles. Así entonces pactaron con los holandeses confiados en su ayuda. Sin embargo, a su momento, los corsarios no respetaron las promesas hechas a los indios y mataron tanto a caciques huilliches cuanto a la mayoría de los varones españoles que permanecieron en la naciente ciudad. Se calcula sobre trescientas personas las que fueron víctimas de esta incursión holandesa. Afortunadamente, para los españoles, después de su inicial huida, pudieron reorganizarse y plantear una contraofensiva, lo que produjo el retiro de de Cordes y su abandono de la isla.

La conducta de los indígenas, que se observa en las acciones descritas, es una contundente muestra de la debilidad del concepto de fidelidad, cuando existen condiciones claras de explotación o de excesivo autoritarismo. El lógico descontento indígena, en este caso con los feudatarios encomenderos, tardó poco en echar por tierra la señalada lealtad al rey que también se suponía en ellos y no dudaron en traicionarlos.


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Con posterioridad a de Cordes y Vaan Nort, acecharon las costas chilotas otros corsarios holandeses como Van Spilberg, Jacobo L‘Hermite y Hendrick Brouwer. Este último, en el año 16436 y del cual se tienen antecedentes de primera fuente por parte de un diario de Gaspar Schmalkalden, hombre de la dotación de Brouwer. Este interesante documento lo menciono, al menos en lo concerniente a algunos días, en el pie de página7 dado que nos permite, a través de

6 “La más notable acometida de la Compañía de la Indias Occidentales en el Nuevo Mundo español, durante los años 1640 fue la expedición de 5 barcos y varios cientos de hombres, bajo el mando de Hendrik Brouwer, el cual rodeando el Cabo de Hornos en abril de 1643, opera por varios meses en el sur de Chile”: Isrrael Jonathan, “The Dutch Republic and the Hispanic World, 1606-1661 “Aunque esta fuerza se las ingenia para quemar uno de los fuertes españoles en Chiloé y establecer temporalmente una base holandesa en Valdivia, como asimismo iniciar contactos amistosos con los indios hostiles a España, la esperanza de establecer una base permanente y una efectiva alianza con los araucanos contra España, resulta rápidamente una decepción” Padre G. Guarda O.S.B, Revista Cultura de y desde Chiloé, Nº13 y 14.

7 “El 6 de junio llegamos a Castro, dejamos caer las anclas, y tan pronto estuvimos en tierra, los oficiales nos ordenaron marchar directamente contra el enemigo. Pero cuando ellos nos vieron, como ya había sucedido anteriormente, (se refiere a un desembarco efectuado en días anteriores en ese mismo lugar) se fueron al monte. Nosotros nos devolvimos y marchamos a través de la ciudad. Cuando habíamos subido un trecho corto, pensábamos que los que allí estaban se defen-derían y nos eliminarían. Pero entramos sin resistencia, no encontramos botín alguno, pues ellos ya habían sacado todo de la ciudad, ellos mismos habían incen-diado algunas casas y se habían retirado al bosque.

La primera noche alojamos en la iglesia. Y como en los días siguientes no nos encontramos con ningún ser humano en la ciudad y no teníamos nada que ganar, los soldados incendiaron algunas casas y nos fuimos nuevamente a bordo.

El 8 nos hicimos a la vela con viento muy fuerte, después de mediodía tuvimos que anclar nuevamente. La tripulación bajó a tierra, diariamente, y traía cerdos y ovejas a bordo. También prendieron fuego a una o dos casas, lo que no se les había ordenado. Esto provocó malestar lo que hizo postergar la partida.

El 12 en la tarde avanzamos un poco y llegamos a una isla. Los del barco <Eintracht> bajaron a la isla y trajeron a un indígena y algunas ovejas a bordo de su barco. El 16 de junio, a causa de viento contrario tuvimos nuevamente que navegar a la Bahía de Chilones (se refiere a Chiloé). Nuestro Almirante Sr. Heindrich Brouwer se sentía indispuesto.

El 19 viaja a tierra nuestro Mayor más el Fiscal y algunos soldados con el sargento y regresan el 20, y traían el tesoro al Almirante, que estaba compuesto de 300 piezas y alrededor de 30 piezas de Achten (por su similitud en la pronunciación

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este testigo presencial conocer cómo eran, en esta versión prima, la crudeza de los saqueos corsarios, incendios y destrucciones de las propiedades como las que debió soportar, nuevamente, la ciudad de Castro.

También de su lectura podemos concluir lo difícil de la aventura naval, dado las adversas condiciones de tiempo en la zona; los pocos recursos existentes en la islas, salvo algunos animales y “tesoros” de muy poca monta; la vida y las costumbres de aquel remoto período y las relaciones de cooperación mutuas entre huilliches y holandeses que, para fortuna de la corona de España, a la postre no prosperaron.

Asimismo, estas interesantísimas narraciones toda vez que provienen de primera fuente presencial, nos entregan una muy buena descripción en relación a cómo eran dichos poblados del período indiano, durante la primera mitad del siglo XVII, por lo que he estimado muy útil dejarlas consignadas8 en su respectiva nota.

con el octavo, en idioma alemán, se presume que estaba refiriéndose a reales de a ocho).

El 21 se les ordenó a los soldados y marinos bajar a tierra con azadones y palas para desenterrar un trozo de metal que habían enterrado los españoles y que los indios habían delatado. El trozo fue traído a bordo (obviamente era un cañón oculto), era alrededor de 8 pies y de 1050 libras de peso y disparaba una bala de 6 libras. Nota del autor: El Diario de Gaspar Schmalkalden, documento precioso de primera fuente, puede consultarse en lo referente a su estadía en Chiloé y Valdivia en el Apéndice p107.

8 “Castro: está ubicada sobre un cerro y se ve también devastada (seguramente era el estado deteriorado en que había quedado la ciudad producto de su antecesor, el corsario Sebastian de Cordes ). Pero de sus ruinas y especialmente de las tres iglesias todavía existentes, se deduce que fue un pueblo bien construido. Las iglesias se llaman: Primero la Catedral, segundo la Iglesia de la Merced y tercero la Iglesia Jesuita. Abajo del cerro corre el río Jamboa. Es un lugar fértil y en esta zona deben haber estado las minas de oro, pero los habitantes no quieren saber, ni oír de esto.

Carlomappa: (Se refiere a Carelmapu) Se encuentra también en el ya nombrado golfo, en la playa del continente Chili. Es una mala fortificación con dos flancos y resguardada a su alrededor con empalizadas.

Baldivia: (Se refiere a Valdivia, que hoy la escribimos con V) La ciudad de Baldivia está ubicada a 39 grados 40 minutos de latitud sur, a 4 millas del mar a orillas de un río. La ciudad está casi despoblada y llena de malezas, en las calles hay toda clase de árboles y arbustos, también el muro de la ciudad está en varias


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Esta incursión de la expedición de Brouwer, fallecido pocos días después en Valdivia, significó un toque de atención en los oídos del Virrey del Perú, don Pedro Alvarez de Toledo y Leiva (1639-1648) marqués de Mancera, para iniciar la construcción de su sistema de fuertes en Valdivia9.

Sin embargo, en Chiloé, las fortificaciones de cierta importancia fueron bastante más tardías y, en parte, se lograron gracias al clamor de los pobladores quienes ya tenían suficientes padecimientos por el duro aislamiento y la vida miserable que debían soportar. Esto los llevó, en más de una ocasión, a solicitar el despoblamiento del archipiélago. Obviamente la corona española tenía clara su importancia estratégica y por ningún motivo accedió siquiera a considerar tal solicitud. En efecto, durante el virreinato de don Manuel de Amat y Junient (1761-1776) fue designado Gobernador de Chiloé el capitán don Carlos de Beranguer y Renaud con la misión de fundar la Villa y Fuerte Real de San Carlos de Chiloé (actual ciudad de Ancud) en el año 1768 y transformar el extremo norte de la isla en un sistema defensivo principalmente contra las acechanzas marítimas inglesas de la época.

La ubicación privilegiada y las condiciones hidrográficas de San Carlos primaron sobre las condiciones que habían en otros lugares como Castro, Chacao o incluso en la propia isla de Calbuco, pegada al continente, la que también fue considerada por el estudioso Beranguer para establecer en definitiva el mejor puerto posible que permitiera el

partes destruido: Del diario de Gaspar Schmalkalden: Revista Cultura de y desde Chiloé, Nº13 y 14

9 Nota del autor: Se determinó que la Isla Mancera fuera el centro político y militar. En 1645 se construyó el Castillo San Pedro de Alcántara, como también se inicia el Castillo San Sebastián de la Cruz. A partir de 1647, comienza la construcción de los fuertes Corral, Niebla y de la plaza real de Valdivia. Finalmente fue cons-truido el Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Lemus, en Niebla.

Este sistema defensivo formó parte de las llamadas tres más grandes construc-ciones para estos efectos, llevadas a cabo por la corona española en América, después de la de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao y del Fuerte de San Diego en Acapulco. Recomendamos ver la disposición estratégica de estos emplazamientos en el mapa respectivo del Apéndice.

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establecimiento de un puerto seguro y que sirviera, tanto en el aspecto militar como comercial.

Así las cosas, comenzaron a instalarse una serie de fortificaciones en el mencionado extremo norte, destacándose como principal el Castillo (denominación que se les daba normalmente a los fuertes de cierta connotación) de San Miguel de Agüi, ubicado en la península de Lacuy y cuyas instalaciones, aunque deterioradas, las podemos apreciar en la Isla Grande hasta el día de hoy.

Se construyeron, además, otros fuertes los que iremos señalando más adelante en su debida oportunidad.

Aspecto sociAl:

En forma similar a lo que sucedía en otros lugares del continente que habían sido conquistados por los hispanos, también en Chiloé la sociedad presentaba claras diferenciaciones.

Así entonces, en la llamada república española o estamento español de la isla, en el tope de la pirámide social se ubicaban los “Nobles” que eran los españoles de las primeras familias de pobladores y, según se decía, los “beneméritos descendientes de los conquistadores”

Ellos no se mezclaban en matrimonio con el resto de la población y así conservaban orgullosamente su pureza racial, de la que hacían abierta ostentación siendo el pilar de sustentación de sus derechos.

Es en estos nobles provincianos en quienes recaía el disfrute de la institución llamada Encomienda la que, como es sabido, consistía en un derecho otorgado por el rey a favor de un determinado súbdito español (encomendero) con el objeto recompensarlo por algún mérito y así éste percibiera los tributos que los indígenas (indios tributarios) debían pagar a la corona ya que, para estos menesteres sí eran considerados súbditos, aunque paradojalmente eran considerados incapaces para actuar, ya que no eran responsables de sus actos. Por su lado, el encomendero debía asegurarles su mantenimiento, protección y formarlos en la fe católica.


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Esta institución fue origen de innumerables injusticias cometidas en contra de los indígenas. El sistema que, en teoría consideraba para el indígena sólo la obligación de tributar en especies que el cacique recolectaba de sus indios para hacerlo llegar al encomendero, derivó en un trabajo forzoso a favor de éste, amén de constantes malos tratos e incluso de brutales castigos.

A pesar de que, supuestamente, los llamados corregidores debían prestar justicia a los desgraciados indios encomendados, casi nunca cumplieron con sus funciones como tampoco lo hicieron los coadjutores o protectores especialmente instituidos para estos fines. Así, los tributos, que estaban regulados por tasas y ordenanzas, sólo eran letra muerta. Todo aquello produjo, durante distintas épocas, varios intentos de rebeliones o de alianzas con enemigos de España siendo la más cruenta la de 1712 en la cual, obviamente los indios, por lejos, sacaron la peor parte.

Este cruel sistema originó, en cierto plazo, una ostensible disminución de la población indígena lo que a fines del siglo XVII hizo crisis. No obstante mantenerse esta institución en varios lugares hasta bien entrado el siglo XVIII fue abolida en Chiloé en el año1782, momento a partir del cual se empieza a notar la disminución de la gran influencia de este primer estrato social, de nobles (encomenderos), sobre los otros componentes de la sociedad en dicha provincia.

En la mitad de la pirámide social se ubicaban los llamados “Españoles Medios”, que eran los habitantes de origen español pero sin historia ni alcurnia familiar importante.

En la base piramidal de esta “República” se ubicaba el estrato correspondiente a los españoles “Plebeyos”, que eran personas comunes y corrientes. Estos eran pobres y algunos incluso mestizos. No obstante este estrato, en su totalidad era, para todos los efectos, considerado español al igual que los integrantes de los niveles superiores, pero no disfrutaba de los privilegios ni negocios como aquellos.

La república de indios también contaba con su propia estratificación. Por supuesto que esta se hallaba ubicada, muy por debajo, a partir de la parte inferior de la pirámide social española. Eran tres grupos indígenas

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que se consideraban jurídicamente distintos: Por un lado estaban los veliches y payos que eran nativos de Chiloé y eran los que estaban sometidos a trabajar para los encomenderos en las condiciones que ya hemos explicado. Por otro lado, se encontraban los indios huilliches, de la ribera norte del canal de Chacao. Estos, después de la destrucción mapuche de Osorno, se asentaron junto a los españoles, con quienes colaboraban, tanto en Calbuco como en Abtao, y recibían el apelativo de “reyunos” o “del rey” y, como tales, defendían la frontera del norte. Estaban libres de tributos o encomienda.

Finalmente, en la república india se encontraban los “neófitos” que eran aborígenes de diversas tribus, normalmente trasladados desde más al sur, que se hallaban en reducciones en las islas de Chaulinec, Guar y Cailín. Estos indios en calidad de “nuevamente convertidos” se hallaban bajo la administración de los misioneros católicos y también libres de encomienda y tributos.

Tanto los neófitos como los reyunos constituían una proporción muy inferior de la población india, siendo los veliches y payos muy mayoritarios en este sentido. En un comienzo, a la llegada de los españoles (1567), se estimaba el total de la población aborigen en unas 50.000 almas considerando todas las islas del archipiélago como también todos los niveles etarios. Unos 12,000 indios que tenían edad para convertirse en tributarios (varones entre 18 y 50 años, con algunas excepciones como mujeres, caciques y otros casos particulares) fueron repartidos inicialmente en encomiendas. A fines del siglo XVII los tributarios habían disminuido en forma dramática a sólo 1500 y el total de los naturales sólo a 5000. A pesar de aquello, en el siglo XVIII existían en Chiloé 50 encomiendas repartidas entre los nobles de la provincia (encomenderos o feudatarios) que se rotaban para este disfrute. También existieron otras 3 encomiendas a cargo de las tres congregaciones religiosas de la isla (jesuitas, mercedarios y franciscanos) a las que eufemísticamente se les llamaba “depósitos” ya que las disposiciones de la época no permitían ejercer la encomienda propiamente tal por parte de los religiosos. Por lejos, la más importante y numerosa fue el depósito de los jesuitas o “encomienda de la compañía” (Compañía de Jesús) la que finalizó al producirse la expulsión de la orden en 1767.


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Ya a fines del siglo XVIII, según un censo de población que data del año 1788 y comentado en la obra de don Diego Barros Arana, Las campañas de Chiloé, pág.13, habitaban el archipiélago aproximadamente 27.000 personas: Unos 15.000, entre españoles y españoles chilotes, y aproximadamente 12.000 indios. Información bastante parecida la proporciona el padre Guarda en La Historia Urbana del Reino de Chile, pág. 212, señalando que en el año 1797 la población, de toda la provincia, era de 26.337 personas.

Aspecto religioso:

En el aspecto religioso, principalmente en lo concerniente a la evangelización del sector indígena de la población chilota, desde muy temprano, los sacerdotes jesuitas marcaron la formación católica de los indígenas como también mantuvieron la fe católica en los otros estamentos de la sociedad.

Si bien cuando, en el siglo XVI, se produce la llegada de los primeros sacerdotes católicos junto con la ocupación española del archipiélago en el año 1567, y estos fueron pertenecientes a las órdenes mercedaria y franciscana, los jesuitas arriban años más tarde a la isla, a comienzos del siglo XVII, (año1608) para fundar las primeras iglesias y extender la fe cristiana por todo el archipiélago10.

La cultura chilota, a través de los casi 160 años que duró la permanencia jesuita, hasta su expulsión en 1767, recibió un rico legado en las enseñanzas de la orden de la “Compañía” la cual se manifiesta en variados aspectos como la arquitectura, la música, el arte y sus muy especiales instituciones como la de los “Fiscales” y de los “Patrones” que impusieron un sello indeleble de religiosidad en la feligresía isleña. Consiguieron, asimismo, reducir la hechicería, disminuir los

10 Los primeros sacerdotes llegan con los conquistadores que se establecen en Castro en 1567, pero las misiones recién empiezan cuando la Compañía de Jesús destina a Melchor Venegas [chileno] y a Joan Baptista Ferrofino [milanés], quienes vienen a ‘tantear’ la disposición espiritual de los nativos insulares en 1608, pero rápidamente incursionan entre los chonos y los veliches para su conversión” Los pilares de la Evangelización en Chiloé, Renato Alvarez Cárdenas, Publicación en Archivo bibliográfico y documental de Chiloé.

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amancebamientos y prácticamente eliminar la poligamia, lo que hizo que la población chilota alcanzara un nivel de vida cristiana tal vez de mejor clase que en muchos lugares del continente11.

Esta labor evangelizadora y educativa la efectuaban los sacerdotes jesuitas mediante la denominada “Misión Circular”. Esta consistía en recorrer, durante los 8 meses en que las mejores condiciones del tiempo lo permitían, alrededor de ochenta lugares, sea en “dalca” (piragua o embarcación menor de creación aborigen) o bien a pie. Por lo anterior, tenían la posibilidad de permanecer sólo un par de días en cada lugar donde se levantaba una “capilla”, que en realidad era un “poblado capilla”. Los curas misioneros o “patírus”, como los indígenas acostumbraban a referirse de estos frailes, nombraban al “Fiscal” que era un feligrés nativo quién debía hacerse cargo de la vida religiosa de la comunidad durante el resto del año. La designación del “Fiscal”, si bien era efectuada por un sacerdote jesuita estaba sujeta a la aprobación oficial del gobernador y, de ese modo, quedaba liberado el “Fiscal” de sus obligaciones con los encomenderos para así poder ejercer sus tareas. Por su lado, la elección del “Patrón” recaía en otro nativo a quien se le daba la tarea de cuidar y conservar las imágenes de la iglesia, la capilla misma y el camposanto, el que normalmente se ubicaba al lado del templo.

Estas instituciones, de fiscales y patrones, legado de los jesuitas a la cultura chilota, se han mantenido hasta la fecha, aún después de haber transcurrido más de 400 años.

Se tienen registros que la primera Misión Circular data del año 1609. Estas, normalmente, zarpaban desde Castro en los meses comprendidos entre Septiembre y mayo, por las razones climáticas

11 “Con el propósito de obedecer a V.S. Iltma. Hago esta relación, aunque breve-mente, de las misiones de Chiloé, que son las más gloriosas y apostólicas en todo el Reino de Chile”.... “ se les suaviza a los misioneros por ver el fruto tan abun-dante que se hace en las almas de aquellos indios, pues son muy dóciles e incli-nados a las cosas de Díos”: Párrafos de carta del padre José Imhoff al Obispo de Concepción, año 1717. Otra del padre Alonso Ovalle: “… la misión de Chiloé es de las más apostólicas que tiene en el mundo la Compañía y de las más gloriosas que se hallan en todas las tierras”: Publicación, La Misión de Chiloé, jesuitas y franciscanos, Hernán Barrientos C. pág. 3


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ya aludidas. Huelga decir que las dificultades que debían encarar los religiosos en su labor evangelizadora tenían un carácter casi rayano en lo heroico.

Debido a que inicialmente todos los sacerdotes jesuitas misionando en Chiloé eran de origen español, la Compañía de Jesús solicitó del rey que se pudiera permitir a miembros de la orden de otras nacionalidades efectuar labores en aquellos remotos parajes. El monarca los autorizó en dicha solicitud y, de ese modo, fueron llegando sacerdotes de distintas partes de Europa.

Estos frailes, no españoles, dieron nuevo impulso a la construcción de iglesias más duraderas y de mejor calidad que las originales, que eran muy primitivas y de techos pajizos.

Aportaron los diseños que ellos conocían en sus países de origen y, en su construcción, se usó la mano de obra de los carpinteros chilotes, junto con algunas técnicas extranjeras las que se fueron combinando con las técnicas de carpintería locales, que eran aquellas que normalmente los nativos usaban en la construcción de sus embarcaciones.

Al momento de la expulsión de los jesuitas el número de iglesias alcanzaban casi a 80, repartidas en los más diversos lugares del archipiélago, demarcando por lo habitual el centro mismo de cada comunidad. No obstante su forzado abandono, la congregación franciscana se hizo cargo, continuando la labor evangelizadora de sus antecesores y persistió en la construcción de templos basados en los modelos anteriores. Todo lo anterior fue constituyendo una verdadera tradición arquitectónica la que fue posteriormente denominada como Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera. Las iglesias que, en tiempos posteriores, fueron construyéndose en dicho estilo, alcanzaron a unos 150 templos.

Los franciscanos, continuadores de la labor de los jesuitas, provinieron inicialmente del Colegio de San Idelfonso de Chillán (1769) y, más tarde, desde del Colegio Santa Rosa de Ocopa del Perú (1771).

La labor franciscana en Chiloé, como tantas otras actividades humanas, tampoco estuvo exenta de dificultades. En ciertas épocas

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se presentaron tensiones y conflictos entre las autoridades y los misioneros; también existieron problemas con el propio clero secular; entre los encomenderos con los frailes y otros tantos contratiempos que no es del caso acá entrar a su detalle12. Sólo podemos afirmar que la acción de la llamada Sagrada

Congregación para la Propagación de la Fe (“Sacra Congregatio de Propaganda Fide”) a través de los franciscanos de Ocopa, no obstante los altibajos que los historiadores muestran en el comportamiento de algunos frailes, logró conseguir a través de estos misioneros, en su mayoría peninsulares, la continuidad de la labor jesuítica y también la creación del “Colegio de Jesús”, el que, a partir del siglo XIX, formará a chilotes como misioneros para la difusión de la fe, no sólo en el archipiélago sino también fuera de él.

Aspecto político-AdministrAtivo:

Entre los años 1567 y 1768 Chiloé formaba parte del Reino de Chile. Desde entonces ese territorio era considerado como una Provincia, la “Provincia de Nueva Galicia”. Pronto se agregó a su jurisdicción algunos territorios ubicados en el borde norte del Canal de Chacao, como lo fueron Carelmapu y Calbuco.

La designación como Provincia significaba, bajo el punto de vista político administrativo de la época, una zona de rango menor, ultramarina, y dependiente en este caso del Reino, Gobernación o Capitanía General de Chile, términos usados casi indistintamente por diferentes historiadores.

12 “El trabajo apostólico con menos sobresaltos y con más frutos lo realizaron entre 1771 y 1785. Tiempo en que los franciscanos de Ocopa se dedicaron a organizar el Hospicio de Castro y la misiones, y en momento más crítico para ellos se presentó bajo el gobierno del intendente Francisco Hurtado (1786-1789), para retornar a una relativa calma en los años 90. Antes de terminar la centuria y a principios de la siguiente, la escasez de operarios y luego las guerras de la inde-pendencia, fueron debilitando progresivamente la acción del Hospicio y desdi-bujándose la presencia franciscana y la labor apostólica en la Provincia y en el Perú, cuyo nadir es el año 1824, en que Bolívar cerró el Colegio de Santa Rosa”: Las misiones franciscanas de Chiloé a fines del siglo XVIII, 1771-1800, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 2


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Así entonces, la Provincia de Nueva Galicia o Chiloé, contaba con un “gobierno particular” por ser dependiente de otro “gobierno central” y con mando en un territorio considerado como gobernación menor.

Por tal razón, Chiloé, era conceptuada administrativamente como una “gobernación de tercera clase con gobernador particular”13.

La sujeción al gobierno central, del cual dependía esta provincia, abarcaba todos los aspectos: Militares, de justicia, políticos y gubernamentales.

El gobernador era la primera autoridad de la Provincia y tenía la representación de la autoridad del Reino. Era éste un funcionario de remuneración fija, de poderes definidos de una temporalidad en su cargo. Aparentemente no estaba definido con claridad el número de años para ejercer el cargo, lo cual se comprueba al observar períodos tan disímiles en que resultaron las gobernaciones de Chiloé.

El gobernador de Chiloé, además de los asuntos políticos-administrativos que le correspondían atender, poseía el mando en jefe de las fuerzas militares acantonadas en su jurisdicción.

Para colaborarle en sus funciones, el gobernador designaba a los llamados “Tenientes de Gobernador” que eran dos: Uno para lo concerniente a los asuntos militares y el otro en lo relacionado a la parte política. El primer Teniente de Gobernador lo elegía, como era lógico, dentro de los capitanes de sus fuerzas y, el segundo, entre los vecinos de mayor capacidad y letras.

Otros cargos de la administración de la provincia fueron creándose de acuerdo a las necesidades en distintos años y, a veces, con diferentes

13 “En la Recopilación de Leyes de Indias se distinguen las Provincias Mayores o territorios político-administrativo que corresponden a una presidencia-goberna-ción, regidas por un presidente-gobernador como Chile, Panamá, Santo Domingo, Guatemala. Las Provincias Menores o propiamente gobernaciones, regidas por un gobernador, no tienen Audiencia como en los casos de Venezuela, Cartagena de Indias, Cuba, Nicaragua, etc. El caso de Chiloé se conceptúa como goberna-ción de tercera clase con gobernador particular”: Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 13.

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nombres. Para evitar entrar a un detalle que nos aparte de la línea de este trabajo, a continuación damos cuenta sólo de los principales, con la finalidad de que el lector se pueda formar una idea somera del nivel administrativo con que contaba la provincia en estudio.

Así por ejemplo, desde fines de siglo XVII, existía un “Comisionado de Justicia” en la provincia, el que era designado por el gobernador a esos efectos. Asimismo éste elegía a “Alcaldes Ordinarios” con desempeño en justicia y todas las demás materias para los principales pueblos de españoles.

En lo concerniente a la Hacienda, se hacían cargo dos funcionarios llamados los “Oficiales de las Cajas Reales”. Estos se encargaban de cobrar los derechos de entrada y salida a las mercancías transportadas por las naves mercantes; de los tributos y de la recaudación de los gravámenes especiales al tabaco, los naipes, el papel sellado, bulas y diezmos.

También en su momento se creó el cargo de “Escribanía de Real Hacienda y Registros”, para ejercer las funciones propias de su denominación.

En el aspecto de regulación de precios, se hizo necesario, por las claras injusticias que al final recaían en la población más pobre del archipiélago, disponer de un “Diputado” que se encargaba de este aspecto14.

Cabe destacar que la gran mayoría de los funcionarios con que contaba el gobierno de Chiloé eran de procedencia, española, peruana o chilena (proveniente del continente, de la Capitanía General de Chile) por lo que los nativos del archipiélago tenían muy pocas posibilidades en estos cargos.

14 “Para la regulación de precios y aranceles se nombró en 1788 un diputado con jurisdicción bastante para que decida y determine todos los negocios y tratos mercantiles y que representaba el Consulado de Lima en Chiloé, precisándose que el gobernador se abstenga del conocimiento de toda causa mercantil, dejando su libre y expedito uso al referido diputado, sin permitir que las justicias ordi-narias usurpen las facultades de dicho diputado”: Disposición del Virrey Croix; Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 33.


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En los asuntos militares, reforzaban en forma importante las fuerzas de línea llamadas “Milicias” las que estaban formadas, en un alto porcentaje, por milicianos de ascendencia española con la capacidad de cargar armas y cuyas edades estuvieran comprendidas entre los 14 y los 60 años.

El “Cabildo” de Castro era una institución, aparte del gobierno insular, que representaba a los intereses de los de ascendencia española habitantes de Chiloé los que, a mediados del siglo XVIII, alcanzaban un número cercano a las 10.000 personas. Este cabildo estaba presidido por un corregidor, dos alcaldes ordinarios, seis regidores y un escribano. En este caso la totalidad de sus integrantes eran chilotes de ascendencia española pero pertenecientes a la nobleza de Chiloé (familias, por lo general, descendientes de los conquistadores de Chile y que además contaban con encomiendas). Por haber muy pocas familias nobles, los cargos, por años, tenían muy poca variación en sus titulares. El corregidor de este cabildo, así como el llamado “Capitán Aguerra”, encargado del entrenamiento militar y el funcionario de “Justicia Mayor” eran nombrados por el gobernador del reino de Chile lo que sucedió hasta el cambio de dependencia de ese territorio insular en 1768.

Los candidatos a ocupar el cargo de corregidor debían saber leer y escribir. Sin embargo el requisito anterior, representaba para los postulantes serios problemas en su cumplimiento, aún para los nobles que pretendían ejercer dicha función. Esto nos puede ilustrar acerca de las poquísimas posibilidades de educación en la provincia. Por lo anterior, demás está el comentar la situación que, en este sentido, se observaba de las capas sociales inferiores.

Oficialmente las obligaciones del corregidor eran presidir el cabildo, hacer cumplir los tributos y vigilar el cumplimiento del tiempo de trabajo y de descanso de los encomendados. Para cumplir lo anterior, debía visitar las encomiendas al menos una vez al año, sustanciar juicios y darle traslado a la Real Audiencia de Santiago cuando correspondía. Empero, frecuentemente, sus obligaciones no se cumplían como eran de esperarse.

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El corregidor de Castro no contaba oficialmente con un sueldo pero, aparentemente, sus estipendios eran otorgados bajo otros conceptos, lo cual hacía aparecer su labor casi desinteresada y honorífica.

Esto distaba bastante de la realidad ya que el cargo era muy apetecido y, a pesar de que tenían que someterse al llamado “Juicio de Residencia”, (investigación realizada a las autoridades después de haber dejado su cargo con el objeto de detectar eventuales anomalías) había una gran competencia por ocupar el puesto, lo que despertaba las naturales sospechas de su probidad entre el resto de los chilotes15. Asimismo, en su generalidad, los corregidores se mostraban poco ponderados en el ejercicio de sus funciones y eran fuente de conflictos sea con los vecinos, con los españoles o con los indios. Más aún, debiendo marchar de acuerdo con el gobernador de la provincia, solían presentarse roces ya que se sentían independientes de éste, por ser nombrados, como ya se dijo, por el Gobernador de Chile.

Desde que Chiloé empezó a depender del Perú (1768), la designación del corregidor del cabildo recayó en el virrey y entonces el gobernador de la provincia los podía escoger, aunque en forma interina para su posterior confirmación del virreinato, entre los vecinos más notables. Pero esta nueva modalidad duró sólo hasta 1786 con la llegada del gobernador-intendente don Francisco Hurtado. Este gobernador, al haberse elevado la Provincia a la categoría de Intendencia en 1784, llegó revestido de todas las facultades en relación a Justicia, Policía, Hacienda y Guerra según estipulaciones de la Reales Ordenanzas vigentes. Bajo estas disposiciones, el Gobernador-Intendente, debía nombrar al menos cuatro “Subdelegados” para atender los asuntos

15 “según lo que apreciaban aquellas varas estériles, algún fruto les hacen dar”: declaración al respecto del sacerdote jesuita Segismundo Guell en 1769.

Otra: Del jesuita del Colegio de Castro Santiago Bucarra en carta al Gobernador de Chile Manso de Velasco expresándose acerca del corregidor de Castro, don Fernando Cárcamo: “tiene talento para el oficio y sabe representarle a V: Exa. Con el decoro debido, pero en gran parte frustra con facilidad con que cede a sus pasiones, especialmente del interés y venganza y sobreestar, del menos-precio y poca caridad de los desvalidos y pobres, en particular de la milicia en cuyo agravio y opresión se extrema, aunque es verdad que muy diversamente se ha portado hasta ahora con los pobres indios”; Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 35.


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civiles y militares. No obstante no le fue posible, al decir de su testimonio, encontrar en Chiloé personas capaces de ejercer dichas labores16. Tampoco las funciones de Hurtado estuvieron libres de ciertos roces con el virrey, especialmente por los alcances que, don Francisco, le dio al llamado “Patronato”17.

El cabildo de Chiloé tenía asiento en Castro. Como la gobernación de Chiloé tuvo primero su asiento en Carelmapu, después en Chacao y finalmente en San Carlos, el gobernador poco conocía del interior de su provincia, por lo cual el corregidor y el cabildo eran muy importantes para la zona de Castro. También es importante destacar la labor que los misioneros tuvieron durante los siglos XVII y XVIII en los llamados pueblos de indios, lugares por lo general apartados y de difícil acceso, que ellos visitaban durante sus misiones circulares y donde realizaban funciones como “Administradores de los Pueblos de Indios”

La provincia de Chiloé estaba dividida, a fines del siglo XVIII, en diez “Partidos” (divisiones territoriales) contando con un total de 83 pueblos. En estas comunidades, podían distinguirse los “pueblos de españoles”, “pueblos de indios” o bien mixtos. Por otra parte, se denominaba “República de Indios” al conjunto de personas de

16 Lamentaba que no hubiera…”un subdelegado en tan vasta y dispersa provincia ni sueldo alguno señalado para los que deben nombrarse; no hay sujetos en quien cometer una averiguación, una sumaria, porque la misma pobreza los tiene pobres e ignorantes y faltos de libros, de papel y de todo lo demás, propensos a la poca integridad y nada de fiar” Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 37.

17 Nota del autor: El llamado “Patronato” o” Patronato Regio” era el conjunto de privilegios otorgados por los Papas a la Monarquía a cambio de que los nuevos territorios fueran evangelizados en la fe católica. Les permitía a los monarcas, en un comienzo, ser oídos antes de que el Papa tomase alguna decisión pero más tarde fue el ejercicio de casi todas las facultades de la Iglesia, lo que transformó a los monarcas, en los hechos y en el derecho, en la máxima autoridad eclesiás-tica en los territorios por ellos conquistados. Nombramientos, cobro del Diezmo, Encomiendas etc. fueron, entre otros, temas que suscitaron en ocasiones más de algún conflicto. Esta gran libertad con que contaban las autoridades españolas que actuaban por delegación real y por otro lado del sometimiento de la iglesia se ve reflejada también en el llamado” Exequator (pase regio o regium exequátur) consistía en que las peticiones eclesiásticas debían pasar por manos de la corona antes de autorizar su ejecución.

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origen indígena y estaba conformada tanto por los llamados indios “tributarios” y los indios “reyunos” ( que no pagaban tributos) Los tributarios moraban en 77 pueblos o “capillas” (llamados así porque el templo constituía el centro de este núcleo indígena) y, los reyunos, que eran tradicionales amigos de los españoles por su colaboración con estos, normalmente se dedicaban a la vida militar en Calbuco y Abtao o bien en otras obras de servicio al rey.

Cada pueblo o capilla tenía su cacique, dos alcaldes, un regidor y un alguacil mayor y también contaban con un llamado “gobernadorcillo”

Eran defendidos en los numerosos litigios que se suscitaban con el resto de la población chilota por un Protector o Coadjutor, vecino de Chiloé y nombrado por el Protector General del Reino. Este funcionario, como ya se comentó más arriba en el subcapítulo del aspecto social, no siempre cumplía con su cometido de defensa de los indios toda vez que sus intereses estaban más bien con el grupo de encomenderos, al cual él también pertenecía. Estos funcionarios, que atendían los asuntos indígenas, estuvieron vigentes hasta que la institución de la Encomienda fuera abolida en Chiloé el año 1782.

Jurisdicción de lA gobernAción de chiloé:

Los límites oficiales y documentados de la jurisdicción de la gobernación del archipiélago, estaban comprendidos por la llamada Isla Grande, las islas adyacentes en su mar interior y los establecimientos continentales en la rivera Norte del Canal de Chacao hasta 7 leguas al interior, conocidos como Maullín, Carelmapu y Calbuco. Por el Sur con el Golfo de Guafo (frontera con los indios juncos). Por el Este con la Cordillera y, por el Oeste, por el Mar Bravo (como se llamaba en Chiloé al Océano Pacífico).

A pesar de esa jurisdicción oficial otorgada al gobernador de la provincia, y que es conocida por existir documentos que la sustentan, existen otros antecedentes testimoniales muy confiables, que son además de toda lógica. Estos nos permiten señalar que los límites se extendían por el Sur, hasta el Cabo de Hornos. Es del caso reflexionar que, debido a la importancia estratégica que para la corona tenía Chiloé, no pudo haberse dejado indeterminada esa jurisdicción para


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afirmar su soberanía, tanto por el Cabo de Hornos cuanto por el Estrecho de Magallanes aunque, por falta de recursos, su control de paso a la navegación fuera efectuado sólo en forma nominal. Los apetitos colonizadores de otras potencias extranjeras que enviaban sus naves a explorar posibilidades y que incluso atacaron el archipiélago demuestran la lógica de este límite Sur. Por el Norte, se extendía hasta Río Bueno y por el Este hasta Nahuelhuapi (como prueba irrefutable de la lógica de esta extensión de límites al Este, está la Misión de Nuestra Señora de la Asunción de Nahuelhuapi que fue fundada por los jesuitas del Colegio de Castro).

Por su lado, la división administrativa eclesiástica de la provincia comprendía tres curatos, a saber: Santiago de Castro; San Antonio de Chacao y San Miguel de Calbuco.

chilotes versus sus AutoridAdes:

Hay interesantes opiniones que recoge el libro “Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial” del Dr. R. Urbina B. acerca de cuál era la opinión que los gobernados tenían de su autoridad y viceversa. Daremos a conocer en forma resumida algunas de ellas puesto que, sin duda, ayudarán al lector a formarse una imagen más completa del ambiente social imperante y que son útiles de examinar por las contradicciones que encierran.

En primer lugar veamos las opiniones de los gobernados: Se muestran en ellas una serie de contrasentidos, particularmente si observamos las floridas alabanzas que el Cabildo de Castro dispensaba inicialmente a algunos gobernadores y lo mal que estos salieron de su cargo. Estas exageraciones, vertidas por escrito, demostraban un alto grado de inocencia o mejor dicho, de ingenuidad que en los chilotes era frecuente y alcanzaban a tal punto que el propio Consejo de Indias sospechaba de quién podía estar detrás de la pluma que lo escribía. Así lo consigna el propio fiscal del Consejo de Indias refiriéndose a la carta recibida por el Cabildo de Castro en relación al gobernador Garretón (1764). Decía así: “Siempre fueron justamente sospechosos de adulación los informes que hacen los súbditos a favor de sus jueces y superiores mientras se mantienen en el ejercicio de su jurisdicción y autoridad”. Esta carta, como varias otras en el mismo sentido que se

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señalan en la obra comentada, van dejando establecido el cuidado que es menester tener cuando las autoridades del archipiélago señalaban epistolarmente la dedicada fidelidad que el pueblo profesaba a su rey o sus autoridades que lo representaban.

No creo necesario abundar en mayores citas textuales, ya que todas son muy por el estilo, pero sí lo haré citando la frase con que el autor concluye este punto:

“En general, los gobernadores fueron en todo tiempo mal vistos por los chilotes. Casi nadie terminaba su período con saldo positivo. Algunos escapaban en sus navíos antes de ser acusados. Otros, cansados de la hostilidad, las tensiones y los pleitos, pedían traslado a otros gobiernos. Con excepción de muy pocos que se salvaban de las críticas, dejaban la Provincia en estado lamentable por haberla esquilmado con sus negocios, por la imprudencia en el mando, por la indiferencia, o por creer a Chiloé una colonia de explotación. Por eso, los chilotes veían a sus gobernadores y foráneos formando una liga, una colusión; coligados, aunados para sacar provecho de su estadía”.

Por lo anterior, que es producto de un serio análisis de varios documentos que permiten concluir en lo que ahí se dice, deja serias dudas que los chilotes, por más ingenuos que parecieran, pudieran guardar una fidelidad irrestricta a la corona si el gobernador aunque, como sabemos, no era oficialmente el representante directo del propio rey sino que su autoridad emanaba del Gobernador de Chile o del Virrey del Perú, en el aislamiento total en que vivían los chilotes sí lo era. Esto, que es casi obvio, por los motivos ya explicados y por lo demás mencionados en varios autores, queda reiterado con claridad en pág. 45 de Gob. y Soc. en Chiloé Colonial:

“Desde luego que en una Provincia tan remota y aislada, el arribo de un nuevo gobernador era el acontecimiento más significativo que podía esperarse. La apagada existencia se tornaba luminosa cuando el puerto se vestía de gala para recibir, con toda pompa que podía permitir la humilde cotidianeidad de los chilotes, al representante del rey”.


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Examinemos ahora el lado opuesto de la moneda. Me refiero a la opinión que, en general, tenían los gobernadores acerca de sus gobernados chilotes. En opiniones textuales, extraídas de diversas declaraciones de distintos gobernadores y en diferentes épocas, eran contenedoras de un desprecio tan grande hacia los chilotes, que no le iban en zaga a las opiniones de los gobernados hacia su autoridad ya expuestas más arriba.

Las calificaciones de: ignorantes, rudos, flojos, supersticiosos, sin sentimientos de honor y vergüenza, se contentan con poco, carentes de discernimientos que es tan necesario para no ser seducidos, etc. son conceptos que se repiten de una u otra forma en las propias expresiones de los gobernadores. Sin embargo, curiosamente, varios coinciden en expresar que los chilotes, sin duda, eran fieles al rey y lo bien que se comportaban cuando asumían el papel de milicianos. Evidentemente no resulta fácil aceptar esta contradicción acerca de los chilotes. Un pueblo tan carente de virtudes ¿cómo podía ser bueno en otro oficio? menos aún en el militar. Salvo en el trabajo que podían desempeñar en el mar, el cual era inherente a su cultura ancestral, es difícil pensar en una transformación, como por arte de magia, en tan buenos milicianos y amantes del soberano. Por el contrario, si en su vida civil observaban escasas aptitudes, menos frutos podrían esperarse en una vida militar con mayores obligaciones, aparentemente sin remuneración, de grandes sacrificios y de duras sanciones en caso de incumplimientos.

Las apreciaciones de fidelidad, que se tienen a la vista en las expresiones de los distintos gobernadores, podrían deberse a lo ya observado, por lo cual sólo caben dos explicaciones: O dichas expresiones fueron absolutamente carentes de verdad y sólo destinadas a causar una falsa impresión de buen gobierno. O bien que: Si efectivamente el buen comportamiento chilote en la milicia fue verdadero, este se debió a razones muy distintas a las pretendidas. Ellos estaban dispuestos a luchar por lo único que podía interesarles: Defender su vida y la de su familia; su tierra; su sustento y sus escasas pertenencias. Como se advierte, su situación era muy diferente a la de los gobernadores españoles y su círculo más cercano, los que seguramente no pretendían hacer de Chiloé su hogar definitivo. Para aquellos, esa remota gobernación, sólo era un trampolín para un mejor

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cargo, sea en otro lugar de mayor civilización o bien para regresar en mejores condiciones a su madre patria en la península.

En cualquier caso, aun cuando esta supuesta fidelidad colectiva está expresamente planteada a modo de conclusión de un capítulo del texto “Gob. y Soc. en Chiloé Colonial”, pág. 73, su autor también pareciera dudar en la idea de una fidelidad a toda prueba. A lo menos, deja entrever lo feble de este concepto en la época que señala. Baste leer dicho párrafo el que a mi entender, iría en el mismo sentido de mi opinión al respecto:

“Nadie dudaba de la fidelidad de los chilotes. Sin embargo, la pobreza y la desatención en que vivían podría moverlos a tomar partido por los ingleses que a lo largo del siglo XVIII hicieron amagos de tomarse la isla. Pero, amantes del sagrado nombre del Soberano o no, toda la sociedad -así españoles como indios- mostraban los efectos de una tan mala constitución que la hacían casi ingobernable”.

En igual sentido, es importante lo recogido del mismo texto (págs.75-76), y que apunta en la misma dirección. Es decir que la pretendida fidelidad chilota, tan repetida por algunos autores, era de una fragilidad tal que tratar de asumir lo contrario constituiría una simple suposición, sin otro fundamento que lo redactado en ciertos documentos de autoridades isleñas y sobre los cuales ya me he referido acerca de sus posibles motivos. Dice:

“Pero, como hemos apuntado, si bien se elogiaba la lealtad que los chilotes mostraban hacia el rey, se temía que esa fidelidad pudiera verse debilitada si el Estado no ponía todos sus esfuerzos en fomentar la economía de las islas y acabar con el abandono. Se estaba consciente que los chilotes eran los más pobres vasallos de Su Majestad en la Indias y, a juicio de muchos, la misma pobreza podía empujarlos a abrazar el mejor destino que pudieran ofrecerle los enemigos de España”.

Aspecto del comercio y de lA producción de bienes:

Las posibilidades de la agricultura en el archipiélago eran bastante menguadas. La tierra, principalmente a raíz del severo clima durante


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largos meses del año, era poco apropiada para el cultivo en el caso de varias especies. Así entonces las posibilidades de producción de algún significado que conocemos en el siglo XVIII se concentraban en las papas, la cebada y el lino y, en ocasiones, algún trigo si las condiciones del tiempo permitían la madurez de sus espigas. Tampoco existían grandes terrenos cultivables. Los pocos que habían, con buenas aptitudes para la agricultura, consistían en pequeñas extensiones que cada familia se encargaba de cultivar a la medida de sus fuerzas y del número de sus integrantes, con instrumentos de madera (arado) y usando como abono el estiércol de las ovejas.

En el aspecto forestal, la situación era un tanto mejor, debido a la abundancia de árboles y a la aceptación que se tenía en Lima de sus maderas, destacándose principalmente el Alerce. Como prácticamente el dinero era casi inexistente en el Chiloé de aquel tiempo, las tablas de alerce servían de valor de referencia para el intercambio de las mercancías, tanto de salida de la isla cuanto para las mercaderías que llegaban, casi siempre provenientes del Perú. Por lo anterior, a la tabla de madera, se le llamaba “moneda de madera” y a su valor “peso de provincia” o “real de provincia”. Para que el lector se forme una idea aproximada de sus dimensiones, podemos decir que consistían en tablas brutas un poco más pequeñas que la actual “pulgada maderera” (usando el sistema inglés de medida, actualmente vigente en la industria nacional la “pulgada maderera” consiste en una pieza de 12 pies de largo por 10 pulgadas de ancho y una pulgada de espesor, o bien en un volumen equivalente). En el Chiloé de dicha época fue de ciertas dimensiones parecidas, pero obviamente acordes al sistema español de medidas vigente, las que fueron alteradas con el tiempo.

Junto con las tablas de alerce, se exportaban otros artículos de madera, aunque en cantidades menores tales como: ejes para carreta, remos, listones de construcción, y cantidades menores en maderas de luma, avellano y mañío todas ellas muy apreciadas por sus particulares características.

El bosque era muy generoso, a tal punto que alcanzaba las cercanías de las playas cubriendo toda la Isla Grande y haciéndola casi impenetrable salvo en su extremo noreste, y en la zona de Castro,

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situación que explica la tardanza en las fundaciones en el resto de su territorio.

En el rubro de ganadería, eran muy escasos los vacunos y los pocos equinos se destinaban a las labores más bien militares. Sin embargo, la producción porcina era relativamente importante, lo que daba origen a la producción de ciertas cantidades de jamones los cuales también, como todo, se exportaban al virreinato.

En el rubro textil, existía una gran variedad de artículos artesanales producidos con la lana proveniente de un número relativamente importante de ovejas que se mantenían en la isla: Estos consistían en ponchos, bordillos, cubrecamas etc. que también se enviaban al Perú.

Como es posible de advertir, todo el comercio chilote se realizaba con el Perú y, por lo tanto, casi todos los productos de importación llegaban también desde ahí: Paños, vino, aguardiente, sal, azúcar, yerba mate, ají, etc. se contaban entre estos productos que llegaban y se consumían en la isla. Este intercambio comercial era groseramente ventajoso para los comerciantes y armadores peruanos, en desmedro de la población chilota.

Pero lo anterior no perjudicó ni a los gobernadores como tampoco a unos pocos personajes importantes de la isla, los que a menudo sacaban pingües ventajas personales a costa de sus gobernados llegando a constituir grandes escándalos. Así también, sacaban provecho de la situación los propios sacerdotes jesuitas quienes, en su momento, tenían más cantidad de indios que cualquier encomendero debiendo trabajar estos en las tablas de madera que los jesuitas comercializaban lo que transformó a la Compañía, en ciertos años del siglo XVIII, en uno de los más importantes factores de compra-venta18.

18 “No era lícito a los jefes políticos de la Provincia practicar el comercio, pero hasta 1768 las autoridades centrales de Chile disimularon estos excesos de los goberna-dores, porque se entendía que el comercio era el único incentivo para ir a servir a tan apartada frontera o, porque desde que la Provincia fue incorporada al Perú, el cargo se concedía - como a los antiguos corregidores - con la implícita facultad de comerciar, según argumentada el ex gobernador Antonio Martínez y la Espada en 1787, aunque sin exhibir documento probatorio. Sea como fuere, siempre estuvo


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Las muy desmejoradas transacciones que podían hacer los chilotes comunes y corrientes (españoles pobres, mestizos y algunos pocos indios) de sus productos, tuvo por escenario hasta la designación de Gobernación-Intendencia en 1768 a la feria de Chacao. Con posterioridad, se instalaba en San Carlos (actual Ancud) una feria en cada ocasión en que arribaba un barco procedente del Callao lo que de normal acontecía una o dos veces por año y durante los meses de la primavera y el verano.

el oficio de gobernador asociado al comercio, tal como lo denunció reiterada-mente el cabildo de Castro a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Sabemos que los gobernadores del XVII tuvieron por si o por interpósitas personas - familiares suyos o no - tratos y contratos tanto en la feria de Chacao con los maestres, como en el interior. Los barqueros, por conveniencia o por presión, hacían en primer lugar sus negocios con los jefes políticos antes de abrir la feria, o correr el riesgo de regresar con su carga al Callao. No fueron raros los casos de gobernadores que ocultaron la llegada de navíos para comprar íntegra-mente la cargazón, como lo hacía todos los años Antonio Manríquez de Lara a fines del siglo XVII. Durante su gobierno adquirió la mayor parte de la carga de cuatro naves. En 1680 lo hizo con el barco Santa Helena; en 1681 con la fragata La Campanilla; en 1683 con el San José y con la fragata Nuestra Señora de la Begoña, sin dar aviso a Castro de tales arribos. Ya por entonces, los gobernadores empleaban a los soldados en el corte de tablas en la Cordillera para negociarlas con los maestres a cambio de los efectos foráneos más necesarios en Chiloé, como los géneros, el aguardiente, la miel y el azúcar que revendían luego en sus tiendas de Castro, Chacao y Calbuco. En cada arribada de navío Manríquez se eximía de avisar a la ciudad o prohibía que “bajasen los vecinos encomenderos a vender sus tablas por dichos géneros. De ahí también los graves conflictos que vivió la Provincia durante su gobierno.

Casi todos los gobernadores del XVII, entre los que se cuentan varios chilotes, cortaron y vendieron alerce y construyeron sus propios barcos. En el XVIII la situación siguió igual según sabemos por las repetidas denuncias del cabildo en la primera mitad del siglo. En 1721 todavía se quejaba este organismo que los gobernadores abrían precios con los navieros sin dar aviso a la ciudad, quedando los vecinos obligados a comprar después más caro lo necesario, y forzoso a dichos generales.

Pero, los gobernadores no eran los únicos. Durante buena parte del siglo XVII y primera mitad del XVIII, el Colegio Jesuita de Castro fue el otro poderoso comprador y vendedor. Según John Byron, el mayor porcentaje de la carga llegaba consignada a los Padres de la Compañía. Por entonces (1741) los reli-giosos tenían más indios de servicio que cualquier encomendero, y con dichos naturales cortaban las tablas que los hacían casi dueños del comercio.”: Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, págs. 232 y 233.

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Por el lado del comercio al interior de la isla, éste se veía reducido solamente al elemental trueque entre vecinos, dentro del mismo poblado donde moraban o bien trasladándose a pueblos distintos. Para efectuar este comercio de trueque con otros poblados aprovechaban las festividades religiosas propias de cada “capilla” y conjuntamente efectuaban este intercambio o permuta de sus productos.

importAnciA geopolíticA:

Habiendo podido formarnos una idea de los aspectos tan particulares acerca de esta sociedad chilota, aislada y pobre, es necesario decir algo sobre la ambigua situación en que se mantuvo Chiloé durante el período hispano.

No obstante, el reconocimiento del interés geopolítico que pudieron presentar las autoridades de la Capitanía General de Chile, las del Virreinato del Perú o incluso por parte del propio monarca de España, no fue posible observar una preocupación evidente acorde con esta situación y así se mantuvo por siglos, dentro de un marco más bien de ambigüedad.

El peligro eventual que podía presentarse por las naves pertenecientes a otras potencias, siempre ávidas de nuevos territorios, llegaría sin duda por el extremo austral, fuera por el Estrecho de Magallanes o por el Cabo de Hornos y, como ya se ha dicho, Chiloé era una magnífica primera base para poder emprender cualquier aventura de este tipo.

Geográficamente, lo lógico era esperar que el reino de Chile se hiciera cargo, ya que desde el siglo XVI el archipiélago había estado en manos de este gobierno, y por lo tanto bajo su dependencia, pero ni los exiguos ingresos que era capaz de producir Chiloé ni los pobres ingresos de Chile alcanzaban para mantener directamente las necesidades de ese territorio. Por otra parte, la lejanía e incomunicación por tierra sea con Santiago o Concepción y las pocas posibilidades que otorgaba Valparaíso produjo, durante todo ese siglo y hasta el año 1768, una comunicación y abastecimiento en extremo precarios. Escasamente lo necesario para la subsistencia.


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Sólo en 1768, el virrey don Manuel de Amat, plantea al rey de España esta falencia de seguridad de las colonias en el evento que algún enemigo osado intentara tomar Chiloé, que por lo demás, en ese tiempo, no le habría resultado muy difícil. De ese modo, Amat, consiguió, a partir de esa fecha, la dependencia directa, aunque transitoria, del archipiélago de su virreinato.

Si bien, bajo la nueva dependencia, se notó un progreso impulsado por su gobernador, don Carlos de Beranguer, principalmente reflejado en la creación de nuevas fortificaciones, en la fundación de San Carlos o por la preocupación en traer más misioneros provenientes del colegio Santa Rosa de Ocopa de Lima, tampoco, como se verá más adelante, se aprecia de parte de las autoridades virreinales o de España un cambio ostensible y los chilotes debieron nuevamente contentarse con muy poco. Ni siquiera su elevación a categoría de Intendencia en 1784, la cual en todo caso se mantuvo por escasos años, cambió radicalmente este estado.

Del mismo modo, aunque la dependencia del Perú fue otorgada, como se comentó, en carácter transitorio pero no definido, no está del todo claro bajo qué análisis el monarca español regresa la dependencia de Chiloé a la capitanía general de Chile el año 1780 y menos por qué los virreyes no acataron esta disposición. Quizás, como lo señala don Diego Barros Arana la lejanía era un factor fundamental:

“Los virreyes, sin embargo, mantuvieron en su poder el archipiélago hasta la época de la independencia americana, sin hacer mucho caso de los mandatos del soberano, que gobernaba sus colonias desde tantas leguas de distancia”: Las campañas de Chiloé, pág.11

Casi paradojalmente existieron proposiciones para lograr hacer de Chiloé una Capitanía General dependiente directamente de España, sugerencia que obviamente nunca fructificó.

Cabe preguntarse entonces ante estas ambigüedades: ¿Qué hubiera pasado si efectivamente una potencia extranjera hubiera sentado sus reales en aquellas islas? ¿Pudo haber cambiado o, al menos, retrasado nuestra independencia? Obviamente es ciencia ficción y nunca se sabrá. De tal modo que es mejor dejar las elucubraciones hipotéticas

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para otra ocasión y continuar en el próximo capítulo observando la conducta planteada por los integrantes de esta sociedad tan olvidada, frente a los acontecimientos independentistas del siglo

XIX conducta que, se encuentra fuertemente influida por el aislamiento de los siglos anteriores, pero que también es originada por intereses diferentes entre gobernantes y gobernados.


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CAPÍTULO II LOS CHILOTES FRENTE A LA INDEPENDENCIA DE CHILE.

situAción en chile:

Como hemos explicado, la pobre y abandonada sociedad chilota fue asomándose al siglo XIX, en condiciones que no variaron demasiado de lo vivido en los dos siglos anteriores a pesar de la creación de la Intendencia, etc. Es decir, sumida en un relativo abandono, pobreza e incomunicación con el continente. Esto explicaba la ignorancia de la mayoría y la desinformación de todos acerca de lo que podía estar aconteciendo en el resto del Reino de Chile en un determinado momento. Esta situación también afectaba al conocimiento oportuno que podría tenerse en esa provincia sobre las situaciones que comenzaban a gestarse en el resto de América o de lo que estaba aconteciendo con Napoleón en Europa y, particularmente, en España.

A pesar de la demora en las comunicaciones del mundo de esa época, las cosas sí eran diferentes en el resto del país. Tan pronto se conoció del cautiverio con que Napoleón I sometió en Bayona, Francia, a Fernando VII y a su familia durante la primera década del nuevo siglo (1808), los criollos chilenos empezaron a inquietarse. En un principio fue con total apego y lealtad hacia la monarquía19. Más

19 “…Venidos para consultar la mejor defensa del reino y sosiego” Otra: “… y a ejemplo de lo que hizo el Señor Gobernador de Cádiz, depositó toda su autoridad en el pueblo para que acordase el Gobierno más digno de su confianza y más a propósito a la observancia de las leyes Leyes y conservación de estos Dominios a su legítimo Dueño y desgraciado Monarca el Señor Don Fernando Séptimo” Otra: “…Todos los Cuerpos Militares, Jefes, Prelados, Religiosos, y Vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha Junta instalada así en nombre del Señor Don Fernando Séptimo a quien estaría siempre sujeta conser-vando las autoridades constituidas, y Empleados en sus respectivos destinos: Y concluido pasado Oficio al Tribunal de la Real Audiencia para que prestase el mismo reconocimiento el día de mañana diez y nueve del Corriente (por haverse concluido las diligencias relacionadas a la hora intempestiva de las tres de la tarde) resolvieron dichos Señores se extendiese esta Acta y publicase en forma de Vando Solemne, se fixase para mayor notoriedad en los lugares acostumbrados, y se circulasen testimonios con los respectivos Oficios a todas las Ciudades y Villas del Reyno. Así lo acordaron y firmaron de que doy fé” Firmado por José

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bien la intención era de organizarse y prepararse para el caso de una defensa del país ante eventuales incursiones que potencias enemigas de España o bien de otras, que aprovechando las circunstancias por las que pasaba dicho país, intentaran intervenir en los territorios españoles de ultramar, como era el caso de Chile.

Así las cosas, se llega a la primera Junta de Gobierno en 1810 la que, como se indica más arriba, perseguía fines distintos a una independencia de la madre patria. Se inicia así un período de la historia de Chile denominado como la Patria Vieja (1810-1814). Sin embargo, al poco andar y al fallecimiento de su primer titular, el anciano criollo don Mateo de Toro Zambrano y Ureta, asume la presidencia don Juan Martínez de Rozas y se llama a la elección de un primer congreso el que, después de algunos inconvenientes, (como el motín de Figueroa) inicia sus funciones a mediados del año 1811.

Muy pronto, en el mencionado congreso, se distinguían con claridad dos bandos; aquel que quería la más completa y pronta independencia y el otro, más moderado, que en realidad tenía en sus prioridades más bien el lograr algunas reformas y un buen gobierno capaz de implementarlas. Sin embargo, los hermanos Carrera, liderados por José Miguel, no encontraron que dicho congreso tuviera las aptitudes necesarias y, en muy poco tiempo, dieron el primer golpe militar con el objeto de formar una nueva junta de gobierno que estuviera más comprometida con los ideales independentistas. Formada la nueva junta tampoco satisfizo las aspiraciones de los Carrera y así entonces se fueron sucediendo otros hechos, conspiraciones, motines y creaciones de otras juntas como las de Concepción y de Valdivia, que no es del caso comentar acá. Todo lo anterior creó un clima de inestabilidad en el país donde, finalmente, se impuso la audacia y liderazgo de José Miguel Carrera como generalísimo indiscutido de la revolución independentista en ese momento.

Por su parte, el casi olvidado Chiloé debe, ahora, colaborar en forma importante a la causa realista a costa de enormes sufrimientos. Impulsados por sus fidelistas gobernadores, cuyos intereses distaban

Miguel Infante, fragmentos pertinentes del Acta de la Primera Junta de Gobierno, 18/9/1810. Original en extenso en Apéndice, pág. 90.


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mucho del chilote común, son enviados a integrar las distintas expediciones españolas destinadas a la restauración de la monarquía.

eXpedición de pAreJA:

Todas estas acciones, movieron al Virrey del Perú, don José Fernando de Abascal y Souza, a tomar medidas militares contra los revolucionarios independentistas de Chile y así, a fines del año 1812, movilizó una pequeña fuerza militar a cargo del brigadier Antonio Pareja.

Sólo 50 soldados veteranos y algunos oficiales de grados subalternos, más bien destinados a la instrucción de los futuros reclutas que pudieran obtenerse en Chiloé, componían inicialmente las fuerzas de Pareja. A estos recursos humanos, se le sumaban escasos cincuenta mil pesos en dinero efectivo y algunos pocos bastimentos militares. Sin embargo, este jefe español, contaba con las más amplias facultades, otorgadas por el virrey, para echar mano a todos los recursos humanos y materiales que le parecieran necesarios obtener desde la mencionada provincia.

Por lo anterior, la expedición se nutrió en su gran mayoría de efectivos de la tan abandonada isla de Chiloé, constituyendo esta acción un verdadero despoblamiento de brazos chilotes en la mejor edad de sus capacidades. Esta situación, que es expuesta por distintos historiadores como una gran muestra de fidelismo al rey, a la que el pueblo chilote se presenta voluntario, más aún: “gustoso”, según el decir de don Diego Barros Arana, y sobre la cual el autor de la presente tesis discrepa, fundamentado en gran parte en el verdadero motivo que tiene la renuncia del gobernador de Chiloé, a la sazón don Ignacio Justis,20 es decir, el gran descontento que se produjo, principalmente, en las familias de los soldados que tuvieron que acudir a la guerra de

20 “El gobernador D. Ignacio Justis, no pudiendo resistir tantos clamores de viudas y huérfanos que produjo la desastrosa Guerra de Chile, hizo dimisión del gobierno y se retiró para Lima. Para reemplazarlo nombró el Sr. Virrey Pezuela al Coronel Comandante que fue de Carabineros de Abascal D. Antonio de Quintanilla, quien tomó posesión del gobierno a fines de 1817”: El general Quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de Acuña, pág. 295.

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la restauración monárquica. Este gobernador a quien se le menciona por algunos autores, como Barros Arana o Fernando Campos Harriet, como un hombre un tanto pusilánime, falto de carácter etc. contradictoriamente se le reconocen sus méritos en haber podido sostener una situación tan delicada dentro del gran descontento del pueblo chilote y de haber proporcionado el mayor aporte de soldados y medios a la guerra.

Da la impresión que este descontento producido por la expoliación del contingente humano y de los pocos recursos de la isla durante la expedición de Pareja y, posteriormente, por la solicitud adicional de recursos y milicianos efectuada por el sucesor de éste, el coronel Sánchez, perfectamente pudo haber alcanzado el grado de una verdadera rebelión contra el gobernador21, lo cual el virrey del Perú debía conjurar, como lo hizo, optando por el envío de una nueva autoridad, como suele hacerse políticamente.

A pesar de lo anterior, es necesario reconocer los mejores méritos militares y la presencia de carácter del remplazante, don Antonio de Quintanilla pero, sin desmerecer tanto los del gobernador Justis, a quien también le correspondió desempeñarse en días muy difíciles. Habida consideración de lo anterior, Quintanilla resultaba probablemente una mejor carta, para repeler cualquier intento sedicioso, como en efecto se produjeron en Chiloé durante los años de su gobierno.

El número de chilotes reclutados alcanzó a los dos mil hombres; unos 1400 iniciales que zarparon, desde Chiloé en las naves de Pareja, en marzo de 1813 y otros 600 adicionales que, por disposición del coronel Sánchez, sucesor en el mando de las fuerzas españolas a la muerte de Pareja, y del propio virrey del Perú, fueron enviados a buscar a Chiloé. Estos zarparon de la isla a comienzos de enero del año 1814. No obstante estos envíos de refuerzos, todavía durante el

21 “Justis, sin embargo, tuvo energía para seguir gobernando con tantas contrarie-dades. Poniendo en juego su natural sagacidad i apelando a mil recursos de diversa especie, pudo conciliar los ánimos i conjurar momentáneamente la tempestad que se alzaba. No necesita decirse cuán grande fueron las dificultades que tuvo que vencer Justis para gobernar en tan crítica situación. Levantó a costa de mil esfuerzos y sacrificios algunas partidas para atender a la seguridad interior i exte-rior de la provincia”: Las campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 25.


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año de 1817, Justis, preparaba nuevos auxilios para la provincia de Valdivia con efectivos chilotes en un número de 133 hombres, los que si bien logró hacerlos zarpar se fueron sin armas por carecer de ellas y en una misión prácticamente simbólica.

Al aporte de estas tropas chilotas y de las pocas armas existentes, se debe agregar el vaciamiento de los escasos recursos monetarios existentes en la Caja Real del archipiélago que, según algunos historiadores como Barros Arana lo señalan en más de doscientos mil pesos, pero otros más conservadores, como R. Urbina y D. Montiel, lo estiman en unos ciento sesenta mil, más un pequeño monto de aportes particulares que se sumaron a lo anterior pero que no superaban los nueve mil pesos.

En cualquier caso, como fueran estas cifras de dinero y armas, eran todo lo que los Chilotes tenían y la gran cantidad de criollos que, junto a un número muy menguado de españoles y unos pocos indios (sólo 200), debieron abandonar la isla para combatir por el rey lo cual representaba un altísimo porcentaje de la población masculina chilota en edad laboral.

Para colmo de males, considerando a Chiloé casi sin soldados, fue suspendido desde el Perú el envío del Real Situado (envío de dinero anual, que en el caso de Chiloé, era de un monto aproximado a cincuenta mil duros destinados a la mantención de su guarnición militar)

Así las cosas, la expedición de Pareja, con un amplio número de soldados chilotes se dirigió a Talcahuano y Concepción desembarcando previamente en San Vicente, el 26 de marzo de 1813. Las acciones de ese momento resultaron relativamente fáciles para las fuerzas realistas, encontrando muy poca resistencia, debido principalmente a su amplio número sobre las tropas patriotas comandadas por Ramón Freire y Ramón Gonzalez Navia. Este último, traicionando a las fuerzas revolucionarias, se sumó con su tropa a las fuerzas realistas aumentando su número a unos tres mil efectivos y así fue tomada la ciudad de Concepción.

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En dicho momento los chilotes, reclutados por Pareja, creyeron que su misión a la que habían sido llamados había concluido y sólo deseaban el regreso a sus hogares pero estaban muy equivocados.

Las acciones militares realistas continuaron, a pesar de la reacción de los chilotes que por lo demás fue desestimada, y Pareja siguió sumando efectivos en Chile continental, producto de enrolamientos voluntarios, levas o deserciones desde el bando contrario, lo cual le permitió al brigadier más que duplicar el número de efectivos traídos desde Chiloé y continuar adelante con sus acciones, hasta que se produjo su fallecimiento durante el sitio de Chillán.

Esta conducta de las tropas del archipiélago, va demostrando que a los chilotes se les llevaba, como ya se ha dicho, si no fue obligados, en cualquier caso engañados a combatir por el rey,22 al menos en lo que tenía relación a la campaña a realizar. Es un deber mencionar acá, que al decir de algunos historiadores, posteriormente los chilotes habrían cambiado su lógica actitud de recelo y desconfianza. Sin embargo, es legítimo dudar y preguntarse: ¿Por qué habrían de haberla cambiado, si las condiciones futuras se les presentaban aún más inciertas? La negativa inicial de dos batallones chilotes a cruzar el río Maule, después de las acciones de Yerbas Buenas, para continuar avanzando al norte junto a Pareja es una buena prueba de aquello.

22 “Con la toma de esta ciudad (Concepción), los chilotes sintieron haber cumplido con las razones de su movilización y esperaban regresar a la Provincia. Pero el plan (realista) era otro: avanzar sobre Chillán….” “Desde Chillán avanzaron sin mucha oposición hasta Linares el 24 de abril de 1813, pero entonces los chilotes se sentían traicionados en sus objetivos primeros, e incómodos en medio de un gentío de chilenos (realistas) que formaban las fuerzas de Pareja y a quienes miraban con desconfianza. Más tarde vinieron las confusas acciones de Yerbas Buenas, luego de lo cual marcharon sobre el Maule. Esta última decisión de Pareja hizo meditar a los isleños que miraban con creciente recelo a sus ocasio-nales compañeros (realistas) chilenos. Veían traiciones por todas partes, excepto de los valdivianos (también con integrantes chilotes). Entonces el Batallón de Voluntarios de Castro se negó a pasar el Maule, y la misma actitud tomó el Batallón Veterano de San Carlos de Chiloé bajo el argumento que la razón de la campaña había sido rendir a los insurgentes de Concepción no más que eso. Había desconfianza.”: Rodolfo Urbina/ Dante Montiel; Período Independentista: Los Chilotes “Defensores del Rey” (1812-1826).


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A pesar de lo anterior, consta que parte de las fuerzas chilotas fueron llevadas, sea por sus condiciones militares o porque no habían más fuerzas disponibles, a tierras peruanas, como refuerzo de las tropas realistas. Es también obligado reconocer que no se encuentran objeciones a su buen desempeño militar y a la lealtad mostrada en este servicio a la causa realista en ese país.

Aunque no existen argumentos para dudar de la lealtad de los chilotes hacia el bando militar en que se desempeñaban, como tampoco acerca de su buen desempeño como soldados combatientes, caben siempre lógicas dudas de su genuino fidelismo, ya que la mencionada lealtad es, en cualquier ejército, una condición “sine qua non” la que debe observarse a ultranza, muy particularmente en tiempos de guerra, so pena de muerte.

Así entonces se fueron sucediendo los distintos hechos de la guerra de la independencia durante la Patria Vieja en que encontramos una positiva participación chilota, pero no espontánea y consentida, como se plantea. Estas acciones, las que no comentaremos, por no ser el tema de la presente tesis, acaecieron; las primeras, bajo el mando del brigadier Pareja; las siguientes bajo el mando transitorio del coronel Sánchez y del brigadier Gaínza y prácticamente finalizaron con las que comandó el general Mariano Osorio y Rafael Maroto, a pesar de que nuevamente Osorio insistió en su segunda y última expedición a Chile. Sin considerar la participación chilota en algunas acciones en suelo peruano, están documentadas sus acciones en Chile continental en los siguientes sucesos de armas que se enumeran a continuación:

- Toma de Talcahuano y Concepción el 27-29 de marzo de 1813.

- Yerbas Buenas, el 28 de abril de 1813.

- San Carlos, el 15 de mayo de 1813

- El sitio de Chillán, el 3 de agosto de 1813

- El Desastre de Rancagua el 1 y 2 de octubre de 1814, derrota decisiva de las fuerzas patriotas que da fin a la llamada Patria Vieja e inicio del período denominado de la Reconquista o de la Restauración Monárquica en Chile.

- Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817

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Pero si bien, como ya se dijo, no trataremos estas acciones acá, no podemos soslayar algunas anotaciones que sí nos parecen indispensables de consignar.

Una de ellas, es el comienzo de la vida militar de un personaje español que estará muy presente en el resto del desarrollo del presente trabajo. Me refiero a don Antonio de Quintanilla quien, en un comienzo, bajo las órdenes del propio Pareja, dejó su quieta vida de comerciante en Concepción para ingresar como subteniente de infantería, y con el cargo de Ayudante de Órdenes de quien, en ese momento, comandaba en jefe las tropas realistas en Chile. Pero no nos referiremos acá, para no cortar el relato, a mayores detalles de su interesante vida lo cual entregaremos en el capítulo siguiente. Por el momento sólo tomaremos prestada, para que el lector pueda formarse una idea muy sintética del personaje, la acertada descripción que a mi juicio efectúa el historiador don Isidoro Vásquez de Acuña acerca de este personaje:

“Largo sería de biografiar a este montañés de pro que, de mozo emigrado para aprender y ganar en el comercio, terminó su vida como Mariscal de Campo del Real Ejército con más medallas que duros”

Lo otro que es preciso consignar en este capítulo es que, como se mencionó anteriormente, durante el sitio de Chillán, víctima de una pulmonía, fallece el jefe militar de Quintanilla, el prestigioso Brigadier español don Antonio Pareja y Serrano el 21 de mayo de 1813. En la víspera del combate de San Carlos, en un gesto que refleja su presencia de ánimo y su valer militar a toda prueba, ya casi moribundo, hace entrega del mando al coronel don Juan Francisco Sánchez23 (Nadie podría imaginar entonces que 52 años más tarde, el hijo del brigadier

23 “El brigadier Pareja sentíase morir; pero se negó a que lo retirasen del campo de batalla. Con angustiosa aridez de corazón veía que la vida le iba siendo más corta que la voluntad…El moribundo general español montó a caballo, por última vez, y revistó la tropa formada. Los soldados veteranos pensaban que aquel brigadier agonizante quería ganar las batallas después de muerto, como dicen lo había hecho el Mío Cid Campeador….El brigadier Antonio Pareja y Serrano, Caballero de Santiago, ante su tropa formada y con voz entera, dio a conocer como su sucesor al coronel Juan Francisco Sánchez, oscuro soldado de la fron-tera, y le entregó, para su defensa, el estandarte del Rey.”: Los defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, págs. 41 y 42.


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Antonio Pareja, el almirante de la flota española, don José Manuel Pareja, durante la Guerra contra España, también dejaría de existir en muy dramáticas circunstancias en nuestro país al suicidarse, por cuestión de honor, a raíz de la captura de una de las naves de su flota - la Covadonga – hecho acaecido a bordo de su nave insignia –la Villa de Madrid- el 26/11/1865 en la bahía de Valparaíso. Pero eso ya es otra historia y ruego al lector que sepa disculpar mi entusiasmo de mencionarlo acá, pero son ejemplos tan dignos para los tiempos actuales, que bien valen la pena no olvidar)

Ya fallecido Pareja, lo sucede por corto tiempo el coronel Juan Francisco Sánchez lo cual trajo ciertas inquietudes en las fuerzas realistas por considerar que dicho oficial no estaría a las alturas de las circunstancias. Hombre retraído y modesto al que, peyorativamente le apodaban “el oscuro Sánchez” no por el tono de su piel sino por lo reservado de su carácter. Si bien no existe en los archivos de Chile la hoja de servicios de Sánchez, en general las opiniones no le favorecen demasiado. Sí se conoce que muchos jefes realistas, heridos en su orgullo por las designación de Sánchez, se negaron a servir a sus órdenes y contribuyeron a desprestigiarlo a pesar de la abnegación y sacrificios con que éste sirvió el cargo que no había buscado y que accidentalmente le correspondió asumir24.

En enero de 1814, Sánchez entrega el mando a Gabino Gaínza y aquel siguió sirviendo abnegadamente al rey.

24 “Algunos jefes realistas, Justis, Tejeiro y Jiménez Navia, se habían negado a servir bajo las órdenes de Sánchez y habían marchado a Concepción, desde donde partieron a Lima e hicieron a Sánchez una atmósfera pesada. La sorpresiva designación del opaco coronel había herido su orgullo de oficiales destacados….Quintanilla y Ballesteros siguieron bajo sus órdenes pero le juzgaron sin bene-volencia…..Cupo al coronel don Juan Francisco Sánchez la honra de soportar el largo acoso (de Chillán) sin decaimientos y sin transacción. Tuvo, a más de sus recursos propios y de sus guerrilleros, dos grandes colaboradores: los fran-ciscanos de Chillán y el invierno de 1813”: Los defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, Pág.47.

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eXpedición de gAínzA:

El brigadier don Gabino Gaínza y Fernández de Medrano había sido enviado a Chile por el virrey Abascal con la misión de avivar la guerra contra los revolucionarios patriotas la que había caído en cierto estancamiento. Tampoco, al igual que la anterior expedición de Pareja, fue dotada de un número importante de soldados y de recursos. Si bien escogidos de las filas del Regimiento Real de Lima, los efectivos enviados desde el Perú llegaron a sumar sólo 200. A esto se sumaron dos piezas de artillería, un millar y medio de lanzas y un regular bastimento en víveres, con lo que pudo zarpar desde el Callao el último día del año 1813, para desembarcar en Arauco a fines de enero de 1814, acción que no pudo evitar el jefe de las tropas patriotas en ese sector, a la sazón, el coronel don Bernardo O‘Higgins.

A los pocos días de su llegada, Gaínza, contó con la fortuna de recibir la primera colaboración para incrementar sus fuerzas. Otra vez los chilotes aportaban a la causa realista 600 milicianos que habían sido enviados a buscar a Chiloé.

Pocos días después, Gaínza, tratando de conseguir más efectivos para las fuerzas realistas se reunió en el cuarto y último Parlamento de Quilín (3/2/1814) con los mapuches a objeto de conseguir guerreros adeptos a la causa y el toqui Mañil promete facilitarle 6000 hombres, situación acerca de la cual no se tiene claro su cumplimiento. Sí es conocida la mayoritaria adhesión mapuche a la causa realista, en comparación a otros indios, mapuches también, que lo fueron en forma muy minoritaria de la causa patriota. Esta situación de colaboración más bien con el español, llevó a que en 1817 al iniciarse la llamada Guerra a Muerte un número adicional de mapuches se les uniera.

Gainza logró, además, sumar a sus fuerzas aquellas otras que se encontraban en Chillán y de ese modo emprendió lo que sería su, no muy prolongada, campaña en Chile.

Después de participar en variadas acciones, ya en el mes de abril de 1814, tanto el ejército de Gaínza cuanto las fuerzas patriotas se hallaban en muy mal nivel logístico y con sus tropas extenuadas. Por lo anterior, la participación del comodoro inglés James Hillyar, portador de instrucciones del virrey Abascal de poder parlamentar con


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los rebeldes fue oportuna para ambos bandos, dándose así inicio a las negociaciones que culminaron en el famoso Tratado de Lircay, que tuvo como contraparte de Gaínza, a los jefes patriotas, Bernardo O‘Higgins y Juan Mackenna, en representación del entonces Director Supremo de Chile, don Francisco de la Lastra. El tratado de 16 artículos, (se puede ver, en extenso, en el Apéndice, pág.100) establecía fundamentalmente un compromiso de fidelidad al ya retornado Fernando VII al trono de España. A cambio, los realistas debían abandonar la provincia de Concepción.

Sin embargo, el tratado en cuestión fue más bien una estrategia para obtener una necesaria tregua que deseos honestos en cumplirlo, de tal modo que no fue honrado por ninguna de las partes. Aun cuando no se cumplió, de haberse cumplido, hubiere continuado Chiloé bajo la férula directa del virreinato como lo demuestra su artículo segundo25 y hubiesen, los chilotes, cumplido con sus ansias de volver cuanto antes al archipiélago.

Pero, haya sido la suscripción del tratado, parte de una estrategia militar o no, lo cierto es que el virrey Abascal reaccionó indignado en contra de Gaínza al conocer este hecho. No sólo se contentó con removerlo de su cargo sino que, por considerarlo una extralimitación de poderes, dispuso también su sometimiento a proceso en Lima.

El brigadier español, quien había llegado revestido de los pomposos títulos de Capitán General y General en Jefe de las Fuerzas Reales sería, sin mayores contemplaciones, remplazado por don Mariano Osorio.

25 “Cesaran inmediatamente las hostilidades entre ambos ejércitos i la evacuación de Talca se efectuará a las treinta horas de ser comunicada la aprobación del Gobierno de Santiago sobre este tratado, i de toda la provincia de Concepción, esto es, las tropas de Lima, Valdivia i Chiloé, en el término de un mes de recibida dicha aprobacion, franqueándoseles los auxilios que estuviesen al alcance de Chile i dicte la regularidad i prudencia; i quedando esta última plaza de Chiloé, sujeta como ántes al Virreinato de Lima, así como se licenciaran todos los soldados de la provincia de Concepción i sus partidos, si lo pidiesen”: Artículo segundo del Tratado de Lircay; firmado por Gaínza, O‘Higgins y Mackenna 13 /5/1814, Apéndice pág. 100.

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primerA eXpedición de osorio:

Don Mariano Osorio, al mando de la tercera expedición realista, zarpó desde el Callao el 19 de julio de 1814, con mayores y mejores recursos que las dos anteriores entre los cuales destacaban 6 piezas de artillería con 70 servidores (soldados que las operaban); el famoso batallón del regimiento Talavera (Talaveras de la Reina) con 600 efectivos a cargo del coronel Rafael Maroto, más dos compañías del regimiento Real De Lima que adicionaban otros 200 hombres a la expedición.

El 12 de agosto de 1814, Osorio desembarcó en Talcahuano y, desde ese lugar, comienzan sus acciones militares avanzando hacia el norte las que culminarían en la gran victoria realista y, a la vez, el desastre patriota de Rancagua, el 1 y 2 de octubre de ese año, donde a las tropas chilotas también les cupo una destacada y victoriosa participación.

El brigadier Osorio, en medio de la algarabía del sector realista que residía en la capital, entra triunfante a Santiago. Obviamente debemos mencionar acá que lo acompañan, entre otros, don Antonio de Quintanilla como también oficiales y soldados chilotes.

No obstante la colaboración militar chilota prestada en las fuerzas de Osorio, como anteriormente lo habían hecho al ser incorporados en el ejército de Pareja y que continuaron ofreciendo bajo el mando de Gaínza, no fue de manera alguna compensada acorde al gran sacrificio, personal y familiar, que les significó a los isleños26.

26 “Al embarcarse el brigadier Pareja había encargado a la tesorería provincial que cubriese a las familias de sus soldados ciertas asignaciones correspondientes a su sueldos; pero la pobreza del erario no permitió atender a tan premiosa necesidad i esas familias tuvieron que sufrir infinitas miserias, mientras sus padres o sus esposos hacían una penosísima campaña sin recibir sueldo alguno. Parecía que el término natural de estos sufrimientos hubiese sido la reconquista i pacificación de Chile por las armas españolas. Esto sucedió en octubre de 1814; pero, contra las esperanzas de aquellos infelices, el coronel don Mariano Osorio que consumó esta obra, descuidó a los batallones chilotes i a sus familias para atender a las tropas españolas que servían en su ejército. Los soldados de aquella provincia recibieron apenas una módica asignación en premio de sus servicios durante dos años de fatigosas campañas. Inútil fue que los soldados en Santiago i sus familias en Chiloé, elevasen memoriales a las autoridades respectivas para obtener alguna


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Habiendo sido tal el abandono de los combatientes chilotes, en odiosa diferencia con el tratamiento de las tropas peninsulares, no es posible pensar en un fidelismo auténtico de esas tropas hacia el rey.

Por su lado los militares patriotas, muchos de ellos acompañados de familiares, comienzan su huida hacia Mendoza. La Patria Vieja ha muerto y comienza la Reconquista española. Osorio asume como el penúltimo gobernador de la corona española en Chile.

Aun cuando algunos historiadores han sido más benévolos en sus juicios acerca del gobierno de Osorio27, en comparación con el de su sucesor, Marcó del Pont, y señalan que trató de buscar la reconciliación entre las facciones realistas y patriotas, lo cierto es que él reinstaura el antiguo régimen, acaba con todas las nuevas instituciones que los patriotas habían creado y todo lo propio del período colonial vuelve a regir. Junto con ello, crea el Tribunal de Vindicación para investigar a los funcionarios públicos, como también para enjuiciar a connotados civiles patriotas detenidos por sus ideas. Esto produjo la deportación de casi un centenar de connotados civiles de ideas patriotas a la isla de Juan Fernández. También a este mismo sector Osorio le aplicó, en varios casos, un sistema de préstamos forzosos y de confiscaciones para financiar su administración y, de paso, debilitarlos aún más. Por su parte, el tristemente célebre capitán del batallón de talaveras, Vicente San Bruno, desde su cargo de policía de seguridad de Osorio, no le fue en zaga y contribuyó a crear un ambiente de tal violencia que en nada ayudó a la imagen del sistema monárquico reinstalado en Chile. Por

gratificación por sus dilatados servicios; el gobernador del archipiélago pasó sus reclamos al presidente de Chile (el propio Osorio), i este al virrey del Perú, sin obtener cosa alguna”: Diego Barros Arana, Las campañas de Chiloé, pág. 24.

27 “Osorio, en efecto, no era un soldado cruel e inhumano como otros jefes espa-ñoles que hacían la guerra contra los insurgentes de América. Pasado el rigor del combate i la irritación que le habían producido la resistencia de los patriotas en Rancagua, Osorio se mostró generalmente suave y bondadoso, dispuesto en lo posible a perdonar o, a lo menos, hacer menos dura la represión. Obligado, ense-guida, a cumplir las instrucciones del virrey del Perú que le ordenaban castigar a los insurgentes de Chile y rodeado además de consejeros que le recordaban el cumplimiento de ese deber, aquel jefe parecía dictar con pesar las medidas de rigor”: Diego Barros Arana; Historia General de Chile, Tomo X, pág. 11.

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el contrario, más bien fomentó la simpatía de parte del propio sector realista chileno por la causa patriota.

Antes de cumplir un año en el gobierno y debido a una fuerte discrepancia con el virrey del Perú, don Fernando de Abascal, el brigadier Osorio es destituido por aquel y envía en su remplazo a quien sería el último de los gobernadores españoles de Chile, don Francisco Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y Méndez, personaje bastante controvertido28 de cierta crueldad y refinamiento a la vez quien, durante su gobierno, con la eficaz colaboración del ya mencionado San Bruno, desató una brutal represión contra los participantes de las ideas independentistas.

Su ocaso llegó el mismo día de la derrota de las fuerzas españolas, ahora comandadas por don Rafael Maroto Yserns, en la significativa Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, a manos del ejército libertador al mando de San Martín. En esta acción bélica, donde el gobierno español de Chile es depuesto definitivamente, le cupo

28 “A Marcó del Pont, que era un hombre fino, de los mejor educados y de exce-lente tronco, algo raro entonces, le dieron fama de afeminado, simplemente por su limpieza, su elegancia, y el pecado de haber traído ciertos adelantos a una ciudad cuyo estado entonces era indescriptible a causa de su atraso y suciedad. En Santiago no había vidrios, ni letrinas, ni más alumbrado que el de las velas de sebo, sostenidas en pelotas de barro que sacaban a mano de las acequias. El entre-tenimiento de los niños era la pedrea. Lo que ahora llamamos guate, de W.C., era el zambullo, un canco hediondo que sacaban de las casas y cantinas una vez al mes. En otras partes ponían el excusado encima de la acequia en el tercer patio. En la Plaza ocupaban todo un costado los vendedores de ojotas. Las ojotas viejas quedaban en el suelo y servían los domingos para la llamada guerra de ojotas. Con este calzado combatieron los ejércitos patriotas. A esta ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera, peines, cepillos, jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito. Le compararon con la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco cuesta desfigurar a las personas...”:Casimiro Marcó del Pont, Joaquín Edwards Bello. Otra cita: “El General Marcó dividió el nuestro (ejército) en toda la extensión del país a guardar los diferentes pasos de la cordillera. Su Gobierno, por otra parte, era muy despótico, demasiado afeminado y de corto talento, así fue que sus providencias y el ningún conocimiento que tenía de la topografía del país, pues nunca salió de la capital, y no pensando más que en el lujo de sus carruajes y vestidos, confiaba los negocios a personas que le daban una mala dirección”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio Quintanilla, págs. 81-82.


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participación a tropas chilotas29 como también al próximo gobernador del archipiélago, don Antonio de Quintanilla.

La fase de la Reconquista Española había llegado a su fin y daba paso al nuevo período de nuestra historia denominado de la Patria Nueva.

segundA eXpedición de osorio:

Sin embargo, la corona de España no se daba por vencida. El nuevo virrey del Perú, don Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de Velasco, intenta nuevamente otra expedición contra los patriotas chilenos al mando del ya conocido Osorio quien, tras el ingrato episodio con Abascal, el virrey anterior, regresaba ahora a Chile con renovado esplendor y esperanzas, nada menos que como el yerno del nuevo virrey de la Pezuela.

El brigadier Osorio desembarcó el 18 de enero de 1818, al igual como ya lo había hecho en el año 1814 por la bahía de Talcahuano, y se lanzó hacia el norte. A pesar de obtener un par de victorias parciales en Quechereguas (15/3/18) y Cancha Rayada (19/3/18) desde donde persigue a las fuerzas patriotas, estos logran reorganizarse en los llanos de Maipú, el 5 de abril de 1818, para revertir la situación en forma definitiva en la llamada Batalla de Maipú.

Debido a este gran triunfo de las fuerzas combinadas de argentinos y chilenos sobre las de Osorio quien, con fortuna, logró huir y

29 “El ejército realista alcanzaba a 4500 hombres, descompuestos en los siguientes cuerpos: batallón de infantería de Concepción (comandante Campillo) 700 hombres; batallón de infantería de Chillán (comandante Alejandro)700 hombres; batallón de infantería de Chiloé(comandante Arenas) 700 hombres; batallón de infantería de Valdivia (comandante Pinuer) 700 hombres; batallón de infantería del Talavera (comandante Maroto) 700 hombres; Carabineros de la Concordia (comandante Quintanilla) 200 hombres; Húsares de Abascal (comandante Barañao) 200 hombres; Dragones (comandante Morgado) 400 hombres; Artillería (comandante Cacho) 250 hombres…Pero Marcó tenía disperso ese ejército. Sólo alcanzaron a concentrarse em la cuesta de Chacabuco 1660 hombres…De ellos 1400 pertenecían a los batallones Talaveras, Valdivia y Chiloé y 250 a los Húsares. Este era el ejército que iba a comandar Maroto”; Barros Arana, Historia General de Chile, Tomo XI, pág. 528.

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rembarcarse al Perú. Llegado a su destino, se le siguió un juicio por sus eventuales responsabilidades en la derrota realista, pero del cual finalmente es absuelto.

huidA y refugio de los reAlistAs hAciA el sur y lA llAmAdA guerrA A muerte:

La derrota de Maipú, como era lógico, obligó a muchos españoles a huir rápidamente de Santiago. Unos para embarcarse atolondradamente hacia el Perú. Otros para encaminarse hacia Valdivia y otros tantos a Chiloé. A estos dos últimos reductos españoles se embarcaron 1.100 personas, incluyendo varias mujeres, en la fragata “Mariana”. Hacía lo propio el infatigable don Antonio de Quintanilla quien, a bordo de la “Palafox” llegó a Chiloé trayendo consigo los nombramientos de Gobernador y Comandante General de dicha provincia, otorgadas a él por el virrey de la Pezuela durante su obligada visita a Lima, después de tener que huir a esa ciudad con motivo de la victoria patriota de Chacabuco.

En teoría, la independencia de Chile se había conquistado plenamente, como por lo demás lo consideran muchos textos poco rigurosos y también el menguado conocimiento de la mayoría de nuestros conciudadanos. Empero, en la realidad, según ya veremos, faltaban largos años de resistencia de porfiados jefes realistas los cuales, tanto en Valdivia cuanto en Chiloé, continuarían haciendo flamear el pabellón del rey de España. Estos reductos, que aún resistían, contaron también con la colaboración, no tan sólo de los efectivos de sus propias guarniciones sino que, indirectamente, con la de una suerte de guerrillas comandadas por algunos autodenominados defensores de la causa real, los cuales eran más bien los defensores de sus propios intereses, o de sus frustrados ideales personales, en la llamada Guerra a Muerte que, según algunos historiadores comienza en 1817, aunque para otros se extiende oficialmente entre los años 1819 y 1824. Sin embargo, hasta el fin de esa década pudieron observarse algunos hechos más aislados pero relacionados con dicho conflicto30.

30 “Tocó al presidente Bulnes, después célebre presidente de Chile, perseguir y derrotar con su tropa a los Pincheira y derrotarlos en varios encuentros en 1832.


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Sus líderes, desalmados y feroces, encabezaron esta oscura guerra de guerrillas que se extendió por toda la frontera y la Araucanía y que desembocó en los más despiadados y crueles hechos. Lucharon aliados con algunos indios ya que, como se dijo anteriormente, otros indígenas se aliaron ocasionalmente al bando patriota.

Para sus fechorías contaban con tropas irregulares o montoneras, entre las cuales se incluían hasta curas, más fanáticos de la causa realista que del amor a Dios. Los nombres como los de Benavides, Pincheira, Picó y Ferrebú, y otros tantos aunque menos importantes, se fueron haciendo temidos y tristemente célebres durante esos años.

Resulta interesante el conocimiento de una fuente primaria de estos hechos que nos entrega a través de sus memorias el oficial inglés Richard Longeville Vowell y que, por su extensión, nos permitimos recomendar al lector que pueda leerla en el Apéndice, pág.103

Finalmente, nos es obligado el mencionar, por su relación al tema principal que nos ocupa que, durante la Guerra a Muerte, sus líderes también recibieron la colaboración de algunas armas, hombres y la ayuda que pudieron brindarle tanto por parte del virrey del Perú, como de los propios gobernadores de Valdivia y de la ya esquilmada Chiloé31.

Muerto Pablo, en la ocasión señalada, José Antonio, se rindió al general Bulnes. Este militar rescató en su campaña contra los Pincheira unas mil mujeres robadas a sus familias”: Los Defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, pág. 249.

31 En referencia a Vicente Benavides: “Los gobernadores realistas de Valdivia y Chiloé le enviaron armas y gente. El virrey del Perú le sostenía en su empeño: estaba decidido a fomentar estas montoneras a fin de impedir la formación de la Expedición Libertadora del Perú. Honró a Benavides con el grado de coronel del ejército español y le envió despachos en blanco para que hiciera nombramientos militares que premiasen a los subalternos que se hubiesen distinguido. En la prima-vera de 1821 (Benavides) reunió un ejército de tres mil hombres, compuestos de indios sacados desde la Araucanía y de españoles traídos en embarcaciones desde Chiloé. El pensamiento dominante de este ejército era apoderarse de Santiago”: Los Defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, págs. 244 y 246.

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CAPÍTULO III INCORPORACIÓN DE CHILOÉ A LA REPúbLICA DE CHILE

situAción en chile:

Estamos en el año 1818, con don Bernardo O‘Higgins como Director Supremo de la nación y en el segundo año de su gobierno. Don Bernardo, en un gesto propio de su decisión y para demostrar ante el enemigo su voluntad irrestricta en lograr la independencia, la jura el 12 de febrero de ese año, casi tres semanas antes de la batalla de Maipú ( Acta de la Independencia, puede consultarse in extenso en el Apéndice, pág. 80)

Empero, como ya se mencionó en el capítulo anterior, desde antes de Maipú, más precisamente a partir de la Batalla de Chacabuco, el resto del ejército realista que permanecía en Chile, ya no contaba con un gobierno español para apoyarlo dentro del país, debiendo recibir toda ayuda desde el Perú, si es que podía recibir alguna, de modo tal que la situación para ellos se tornó sumamente crítica.

Las restantes fuerzas, que no pudieron abandonar el país con Osorio, debieron buscar refugio en el sur de Chile. Siendo así, la situación en esa zona no quedaba totalmente resuelta. Más bien estaba presente el fantasma de un rebrote realista que, si se daban algunas circunstancias, podría poner en peligro a la naciente nación independiente.

Las cosas en el resto del país tampoco eran miel sobre hojuelas. O´Higgins estaba dedicado afanosamente a lograr el dominio del mar para, junto con aquello, poder colaborar con la independencia en las otras colonias de América, como en definitiva se hizo con el Perú. Por lo demás, esa era la mejor forma de afianzar la propia independencia de Chile. Así las cosas creó la Primera Escuadra Nacional en el año 1818 sólo con 4 buques32 pero sobre cuya base se iniciaría la gigantesca empresa que resultó ser la formación de la Escuadra Libertadora del Perú y que, tras grandes esfuerzos para Chile, pudo zarpar a

32 “Tres barquichuelos dieron a los Reyes de España la posesión del Nuevo Mundo, estas cuatro tablas van a quitárselo”: Declaración de don B.O‘Higgins al zarpe de la Primera Escuadra Nacional, 10 de octubre de 1818.


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cumplir con su misión el 20 de agosto de 1820 en coincidencia con el cumpleaños 42º del prócer33.

Por su parte, la guerra en el Sur continuaba y las montoneras, en especial las de Benavides, apoyadas desde el Perú por el virrey, don Joaquín de la Pezuela, creaban nuevos dolores de cabeza al gobierno.

A lo anterior, se sumaban las situaciones de ocupación en que se mantenían tanto Valdivia como Chiloé. Esta última, desde fines del año 1817, bajo el mando efectivo de don Antonio de Quintanilla, quien pasará a ser un personaje relevante, como el que más luchó, en la historia de nuestro país por mantener el régimen monárquico a ultranza y con una lealtad a toda prueba hacia su amado rey.

Es principalmente en este personaje, poseedor de un liderazgo militar extraordinario, donde se centra la fuerte demostración de un fidelismo verdadero y sin condiciones hacia el rey. Esto sería, a mi entender, la explicación del porqué muchos historiadores, seducidos por el heroísmo de éste y su entrega sin límites a la causa monárquica, no dudan en extrapolarlos al resto de la población chilota que él gobierna, junto a un pequeño círculo de españoles mayoritariamente peninsulares. Personalmente creo que es un error o, al menos, una exageración mayúscula, acerca de lo cual he dado algunas pruebas en los capítulos anteriores y continuaré haciéndolo en el presente.

don Antonio de QuintAnillA y sAntiAgo:

Con el objeto de no cortar el relato, pero al mismo tiempo por resultar insoslayable, entregaremos un brevísimo sumario biográfico sobre

33 Nota del autor: La Escuadra Libertadora del Perú logró reunir nada menos que 25 naves en total; de las cuales 8 de ellas eran de guerra propiamente tal y el resto buques de transportes. Sus tripulaciones sumaban 1600 hombres de los cuales aproximadamente 600 eran extranjeros, en su mayoría ingleses. En adición, la fuerza militar expedicionaria estaba compuesta además por 4600 hombres entre argentinos y chilenos. Entre sus bastimentos se contaba armamento para equipar unos 12.000 probables reclutas peruanos, más de 7000 toneladas de carga que contenía, principalmente, víveres y vestuario para 6 meses y un hospital de campaña. El gobierno de Bernardo O‘Higgins debió costear gran parte de la expedición enviando misiones tanto a los Estados Unidos y a Gran Bretaña para solicitar préstamos monetarios destinados a financiar esta gigantesca empresa.

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Quintanilla en aquellos aspectos que no guardan directa relación con las fallidas expediciones libertadoras de Chiloé; las de 1820 y de 1824, como tampoco lo haremos con la definitiva victoria patriota del año 1826. Todas ellas, por la importancia que tienen en esta tesis, igualmente se tratarán en subtítulos aparte.

Don Antonio de Quintanilla y Santiago, nació el 14 de Noviembre de 1787 en Pámanes, Cantabria, España. Hijo de una familia noble, pero sin fortuna, que pretendió dar al joven Antonio una formación que distaba mucho de su real vocación34. En vista de lo anterior sus padres, sea por castigo sea para brindarle otra oportunidad, aprovechan el regreso de un pariente cercano, quien siendo ya residente de Chile se hallaba de paso en la península y envían a este joven, de sólo 14 años, a nuestro país con la finalidad de iniciarlo en el comercio. Primero fue en Santiago y posteriormente en la ciudad de Concepción. En este último lugar fue sorprendido en 1813 por la revolución independentista entrando al servicio de las armas reales y sirviendo como Subteniente de Infantería, agregado al Batallón Valdivia, con el cargo de Ayudante de Órdenes del Brigadier don Antonio Pareja, tarea que desempeñó hasta el fallecimiento de este jefe español. Pero al fallecimiento de Pareja, y a pesar de que inicialmente Quintanilla aparecía renuente a una vida militar que se prolongara más allá de un par de meses, siguió participando en todas las acciones bélicas de la expedición de Gaínza

34 “Yo fui dedicado por mis padres, después de la primeras letras al estudio de la latinidad, siendo el pensamiento de ellos que algún día fuera eclesiástico, pero no llamándome la vocación a este estado, mi aplicación al latín me era repugnante y adelantaba muy poco; sin embargo ya traducía regularmente los autores que se enseñaban en el Estudio de Solares”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.18.

Nota del Autor: Es preciso destacar que, dada la comprobada rectitud de Quintanilla, los historiadores hacen fe de la veracidad de su autobiografía y toda vez que es una primera fuente que no es desmentida, sólo rectificada por otros en detalles carentes de importancia, es muy recurrida por aquellos para testimoniar sus narraciones, sin tacharlo de parcialidad, V.gr. lo expresado por don Isidoro Vásquez de Acuña: “Los historiadores que han tratado su figura a través de las fuentes documentales están contestes en valorar sus escritos como garantía de la veracidad y espontaneidad que de ellos se desprende, lo que los hace fuentes de primera magnitud para conocer un retazo importantísimo de nuestro reciente acontecer”; El general Quintanilla y su Gobierno en Chiloé (1817-1826) pág. 310.


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y luego con Osorio fue victorioso en Rancagua y lo acompañó en su entrada triunfal a Santiago.

Fue herido en la batalla de San Carlos (16/3/1813) donde la gravedad de sus lesiones le dejaron marcas indelebles que le dieron cierto aspecto siniestro a su rostro, amén de la pérdida de un oído, serios problemas en un ojo y una mueca permanente en su boca torcida.

Con posterioridad a su participación en Chacabuco, ahora con las tropas realistas al mando de Maroto, se dirige al Perú donde el virrey don Joaquín de la Pezuela lo nombra, en marzo de 1817, Gobernador Político y Militar de Chiloé, lugar donde vivirá su propia epopeya la que sólo finalizará el año 182635.

A su llegada al archipiélago, a fines de 1817, no había un solo soldado veterano en la isla y sólo unas pocas milicias en San Carlos (Ancud), las que había que hacer rotar en turnos para que pudieran aportar su trabajo a sus respectivos hogares ya que no contaban con estipendio alguno. En la Tesorería, ningún oficial regular. ¿Para qué? Si las arcas estaban vacías. En la sala de armas; doscientos fusiles viejos y, desparramados en algunos sitios, uno que otro cañón a los que Pareja, y otros posteriores, no echaron mano por inútiles.

Nos relata el propio Quintanilla36 que, apenas llegado a Chiloé, hubo de emular a su coterráneo, el valeroso conquistador don Hernán Cortés, y quemar sus naves. En este caso sólo fue una, que el anterior

35 “El destino tiene sorpresas increíbles; abre inesperadamente caminos descono-cidos; empuja al hombre como a la nave el viento sobre la vela; le señala de pronto el puerto de arribada. Aquel pacífico comerciante que fue enrolado de mala gana, con la condición de servir dos meses una profesión que le era desconocida, iba a servir en Chile durante 13 años la causa del Rey, o sea, hasta enero de 1826, y ser uno de sus más bravos, infatigables e intrépidos capitanes, el último de los gobernadores reales en Sudamérica, el más noble y digno defensor de la bandera de España”: Los defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, pág.137.

36 “Estaba construyendo Justis una goleta con el fin de fugarse si Chiloé fuese atacado. Yo, luego me recibí del mando; la hice quemar protestando que moriría con ellos antes que abandonarlos. Este principio de mi gobierno mereció el aprecio que hicieron de mi los habitantes”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág 98.

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gobernador, Justis, estaba terminando de construir a objeto de fugarse en ella, si la isla era atacada. Evidentemente, este asunto fue un pésimo ejemplo dado por el propio gobernador español, Justis, al pueblo chilote, al estar preparando su eventual huida. No podía esperar entonces, por parte de sus gobernados, una actitud de mayor fidelidad que la que él mismo demostraba no tener.

Por el otro lado de la medalla se aprecia, con toda claridad, la actitud extrema asumida ante este hecho por parte de Quintanilla, quien viene a relevar a Justis. El nuevo gobernador no duda en quemar la nave. Lo hace, precisamente, para poder afianzar su posición de líder político y militar que no sólo predica, sino que quiere mostrarse distinto ante un pueblo que, como se ha visto, ya está cansado de sufrir y con muchas dudas acerca de la integridad moral de sus gobernantes.

Pero, lo anterior no fue la única muestra de la caótica situación con que Quintanilla encontró a la provincia y, muy temprano desde su arribo, debió conjurar la primera conspiración en su contra37, debiendo aplicar la pena capital a 5 de sus efectivos.

Ni siquiera podía pensarse que este fallido magnicidio se debía a una malquerencia hacia el nuevo gobernador, ya que apenas lo conocían ni mucho menos había ordenado todavía castigo alguno. Era, sin duda, la reacción anti fidelista de los chilotes quienes no veían su futuro del mismo modo que sus autoridades peninsulares. Quintanilla tampoco dudó aquí en aplicar mano dura contra los principales cabecillas de la conspiración creyendo con esta medida ir dejando las cosas claras. Pero, como veremos más adelante, actos similares vuelven a repetirse.

37 “…varios sediciosos prevalidos de estas tristes circunstancias, (resultados de la batalla de Chacabuco) pegaron fuego al pueblo de San Carlos, con el fin de dar muerte al Gobernador Quintanilla en el acto de confusión y desorden que, regu-larmente hay en estos casos y más en un pueblo como aquel que, por ser sus casas todas de madera, no dan tiempo para tomar providencias de cortarlo, pero no habiendo logrado sus proyectos aunque sí el haber quemado cuarenta casas y descubiertos los actores por Quintanilla, les mandó a formar causa y fueron ahorcados cinco de ellos.”: Isidoro Vásquez de Acuña; El general Quintanilla y su Gobierno en Chiloé (1817-1826) pág. 296.


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No obstante todas las carencias materiales de la provincia, y a petición del brigadier Ordóñez, el nuevo gobernador, fue capaz de reclutar dos compañías de soldados chilotes que envió en 1818 para reforzar las tropas del mencionado jefe en Talcahuano. En los últimos meses de ese año, Quintanilla recibió finalmente desde el Perú algún dinero y oficiales veteranos que pudieron colaborarle en la mejor formación de sus milicias y logrando, ya cercano al año 1820, tener unos mil hombres en total, sacados desde todas las islas que componen el archipiélago y también integrado por algunos pocos soldados, fugitivos españoles, que llegaron buscando asilarse en la isla después de Chacabuco y Maipú.

Dada la situación de una mejor posición que los patriotas iban adquiriendo con el control de las comunicaciones marítimas, se dificultaba cada día más la llegada de los pocos medios que el Perú podía enviar a Chiloé. Quintanilla entonces, inquieto e ingenioso, procuró también lograrse mayores medios para poder así defender su provincia en mejor forma de las acechanzas patriotas y audazmente se decidió a armar naves en Corso con lo cual fue bastante exitoso, procurándose recursos que de otra manera jamás hubiere obtenido.

Así entonces, en el año 1823, armó la goleta “General Quintanilla” y el bergantín “General Valdés”. La goleta,38 que era una nave nueva y de considerable velocidad, produjo a las escuálidas cajas reales de

38 “Procedí pues a armar la goleta que por su buena construcción, porte y ser nueva, así como su sobresaliente andar, ofrecía para el corso las ventajas que se podían desear. Le puse en proa dos cañones de a 8 largos sobre correderas y en popa y costados 6 cortos. La hice tripular con la correspondiente dotación de mari-neros y un oficial con 16 soldados; le di el mando al mismo Magneri, le puse el nombre de General Quintanilla, la proveí de víveres y municiones y con las instrucciones que acompaño en copia salió a hacer el corso, siendo este tan venta-joso que al poco tiempo hizo varias presas, que remitió a Chiloé, e importaron para el erario la cantidad de 296.057 pesos y 7 reales, que aunque en efectos sirvieron para suministrar todo el tiempo que duró la dominación española en la provincia dándoles a las tropas, tanto veteranas como de milicia en servicio, parte de los sueldos que se iban devengando, con lo cual se vistieron así a los soldados y oficiales como sus familias y generalmente todos los habitantes de la provincia a quienes se les vendían a cambio de víveres para la tropa.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.106.

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la isla, una considerable suma de casi 300.000 pesos, lo cual era una fortuna, si la comparamos con lo otorgado por el virrey del Perú a las expediciones de Pareja o de Gaínza, sobre las cuales ya nos hemos referido en su ocasión.

Por su parte, el bergantín “General Valdés”39 antes de perderse en un naufragio, también efectuó una recaudación positiva la que en todo caso no fue comparable a lo efectuado por la “General Quintanilla”. Como nave corsaria chilota capturó una nave enemiga y tropas, las que llegaron a Chiloé. Sí, es del caso mencionar que estas tropas enemigas que Quintanilla acogió, con cierto sentido humanitario, le acarrearon más de un dolor de cabeza por la influencia anti realista con que comenzaron a contagiar los hogares de los chilotes comunes, donde fueron asignados por razones de economía. A estos prisioneros, imbuidos de ideas libertarias, no les fue difícil concientizar rápidamente a sus designados huéspedes chilotes de sus ideas antimonárquicas, demostrando así que el pueblo estaba cada vez más vulnerable a las nuevas ideas. No se supo de ningún caso que estas familias, las que debieron alimentar y alojar a los prisioneros hayan reportado a sus autoridades este “proselitismo enemigo” lo cual es un indicador de los pensamientos acallados de los habitantes comunes. Quintanilla

39 “Se me presentó en el puerto un bergantín inglés con 12 cañones llamado Lapuy (Puig) y le habilité de bandera y patente para hacer el corso. Se le puso por nombre General Valdés, nombre cuyo jefe era de nuestro ejército en el Perú, el cual salió y apresó en la costa del Perú una fragata enemiga La Mackenna, con trescientos hombres de tropa y la plana mayor del ejército insurgente de Santa Cruz derrotado en Moquegua por el nuestro. La fragata con los 300 llegó a Chiloé, el bergantín con los jefes prisioneros naufragó bajo un temporal a la altura de Chiloé, sin salvarse ninguno. Por economizar gastos interné los prisioneros en lo interior y éstos, que tomaron relaciones con los habitantes, imbuyéndoles sus ideas de libertad e independencia hicieron mucho mal en la opinión y espíritu público. “Luego que lo percibí (se refiere al espíritu público de los chilotes) los reconcentré (a los prisioneros) en una pequeña isla y hube de suministrarles para que comiesen, mas como llegó a noticia de los buques enemigos que bloqueaban el puerto, entró al archipiélago una fragata de guerra para libertarlos, pero no lo consiguió, porque los hice embarcar apresuradamente pasándolos a la Isla Grande. Como estos prisioneros eran una carga, exploré su voluntad y tomaron partido algunos y a los demás les di pasaporte para irse a Valdivia a incorporarse a los chilenos”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, págs. 107 y 108.


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entonces, viendo lo feble del supuesto fidelismo, decidió conjurar rápidamente un peligro mayor y prefirió liberarlos cuanto antes, enviándolos, en la primera ocasión que tuvo, fuera del archipiélago.

A los 32 años de edad, Quintanilla, el 8 de Septiembre de 1824, contrajo matrimonio con doña Antonia Álvarez Garay una dama chilota perteneciente a esa nobleza provinciana y quien le dio un hijo (Antonio Francisco Eusebio de Quintanilla Álvarez) con los cuales conformaría su familia y, después de su honrosa capitulación, volvería a su querida España donde vivió durante varios años más, en continuo servicio a su patria.

En adición a la primera ayuda en hombres otorgada durante su gobierno para sostener la causa del rey que, como ya mencionamos, la efectuó el año 1818, es preciso añadir otra ayuda al virrey del Perú40 en el bergantín “Chilote” con algunas tropas enviadas directamente al Perú, como también su ayuda en el año 1820 a Vicente Benavides41. El citado relato nos aporta nuevos elementos de juicio toda vez que deja en evidencia el estado de pobreza de la isla comprobándose un gran descontento en los oficiales y tropa realista, que se hallaban

40 “Remití al virrey del Perú el escuadrón de caballería que había formado de los restos del Ejército de Chile a cuyo efecto compró la hacienda un bergantín el “Chilote” que lo transportó a los puertos del

Perú y para que fuese armado le armé en guerra con un cañón largo de 24, gira-torio, y llegó felizmente”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.108.

41 “A fines de 1820 entró por la boca sur de la Isla un bergantín remitido desde Arauco por el comandante de aquella frontera, Don Vicente Benavides, pidiendo auxilio de armas y municiones para continuar la guerra en la provincia de Concepción y como los oficiales y tropas que se replegaron a Chiloé (se refiere al combate de El Toro en Llanquihue, actual 10ªregión de Los lagos, donde las fuerzas patriotas se batieron con un triunfo sobre los realistas) no podían conformarse con la escasez y desnudez que experimentaban en aquel destino, se ofrecieron voluntarios casi todos los oficiales del cuerpo de Cazadores Dragones, como también muchos del Depósito y alguna tropa. En tales circunstancias nada fue más agradable al Gobierno de Chiloé que deshacerse de tantos descontentos y embarcándolos con una pieza de a 24 y algunas municiones, y no fusiles por no haberlos, se despachó el buque y arribó felizmente a Arauco conduciendo a Benavides un socorro que le sirvió para prolongar la guerra”: El general Quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de Acuña, pág.298.

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en Chiloé en carácter de refugiados, al extremo que Quintanilla prefiere despacharlos de su provincia deshaciéndose así de aquellos descontentos. Estos refugiados españoles, obviamente, no tenían el mismo espíritu fidelista ni estaban dispuestos a los sacrificios que el gobernador esperaba y optaron por dejar Chiloé. Aunque, formalmente, fueron destinados a colaborar con Benavides, personaje de oscuro proceder pero vestido oficialmente con un ropaje fidelista, bajo el cual ocultaba sus propios intereses de bandido común, no se tienen antecedentes si estos militares hispanos lo siguieron en su particular y deleznable Guerra a Muerte o bien tomaron otro rumbo.

Así las cosas, a fuerza de coraje y sacrificio el gobernador Quintanilla logró, por casi nueve años, y ocho contados desde la declaración de independencia de Chile, mantener el emblema del rey flameando a porfía, defendiendo victoriosamente su gobernación en las campañas chilenas de 1820 y 1824 y logrando una honrosa capitulación en la decisiva campaña de 1826 . Todas ellas están tratadas en subtítulos aparte, hasta su regreso a España junto a su familia chilota. A pesar de lo que estipulaba en el artículo 8º del Tratado de Tantauco, que normó su capitulación, en cuanto a la gratuidad del transporte de los que quisieren regresar a la madre patria, Quintanilla no lo aceptó y lo costeó personalmente, por cuanto para lograr la gratuidad de su viaje él debía prometer no tomar las armas en contra de ningún país de América42. Este último gesto de Quintanilla, antes de abandonar Chile, refleja sin duda su exacerbado sentimiento y fanatismo por la ya perdida causa real en casi toda América.

Llegado a España continúa al servicio de su amado rey, don Fernando VII, en una segunda etapa de su vida, aunque el propio

42 “Llegado a Chile tuve que trasladarme a la Península con mi familia, a mi costa, por no haber querido el Gobierno de Chile costearme los pasajes si no nos jura-mentábamos para no tomar más las armas contra los países de América, lo cual rehusamos, y yo, por no retardar mi viaje y dar cuenta de mi conducta a S.M. lo aceleré antes que llegara la orden para ser transportado con los jefes y oficiales en un buque francés por cuenta del Estado”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.128.


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Quintanilla la cataloga en un nivel distinto a la de su querida gobernación de Chiloé43.

A la muerte de Fernando VII en 1833, por el derecho a la sucesión real, acontecieron muchos episodios de pasiones y venganzas lo que de algún modo afectó a Quintanilla, sin embargo por un asunto de orgullo herido, éste no tomó partido en la guerra civil carlista44. Ocupó en España distintos cargos políticos y militares. Después de varias vicisitudes, fue oficialmente ascendido a Mariscal de Campo en el año 1839.

Falleció en su patria a los 77 años de edad, en Almería, el 27 de Diciembre de 1864. Escribió numerosos relatos de los acontecimientos en los cuales le tocó participar, entre ellos su autobiografía la que, como hemos dicho, además de tratarse de una fuente primaria, es de frecuente referencia de muchos historiadores, (V.gr. Rodolfo Urbina; Isidoro Vásquez de Acuña; Fernando Campos Harriet y otros) toda vez que la mayoría de sus relatos han tenido comprobación de veracidad e imparcialidad.

rAzones de o’higgins pArA trAer A cochrAne A chile:

Unas de las primeras preocupaciones del Director Supremo, don Bernardo O‘Higgins, que se evidencia tan pronto accede al gobierno

43 “Llegué pues a España donde empieza mi segunda parte que ya no es tan inte-resante como la de América donde, sin excepción de ninguno de los que han hecho la guerra en esos países, puede contarme como el que más ha trabajado por su conservación hasta el último extremo y siendo el último que permanecí en mi puesto: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.130.

44 “La guerra civil que empezaba y a la cual hubiera yo acudido con la decisión propia de un militar honrado y que amante de la monarquía me hubiera sido grato el haber sido empleado, fue para mi ajena porque en virtud de la descon-fianza que existía en el Gobierno de no ser adicto a la causa de la Reina no se me llamó al ejército, ni yo lo pretendí porque además del resentimiento por haberme creído partidario de don Carlos (el pretendiente de la Corona) lo tenía por no habérseme concedido lo que justamente me había concedido el difunto Rey, que era el ascenso a Mariscal de Campo”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.134.

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en 1817, fue tratar de lograr el dominio del mar, asunto fundamental para lograr neutralizar a los españoles en sus intentos de recuperar Chile mediante envíos de tropas, enseres y armamentos destinados a sostener la causa del rey, debilitada mas no fenecida. Fueran estos refuerzos procedentes en naves enviadas directamente desde España o lo fueran desde el virreinato del Perú, debía existir una fuerza naval para contrarrestar su acción.

Asimismo, muy claro en los pensamientos del prócer aparecía la necesidad de ayudar a consolidar la independencia de otras colonias americanas porque, además del acendrado espíritu americanista de O’Higgins, aquello era otro pilar que reforzaba la situación independentista en Chile.

Podemos, por lo tanto, observar cómo se van sucediendo las distintas medidas que O‘Higgins va tomando en este sentido; como lo fue por ejemplo la creación de la inicialmente llamada Academia de Jóvenes Guardiamarinas (hoy nuestra Escuela Naval Arturo Prat) el 4 de agosto de 1818. Posteriormente, la creación de la primera escuadra nacional, la cual después de muchos episodios memorables, pero que no son del caso relatar acá, zarpa desde Valparaíso el 9 de octubre de 1818, al mando de don Manuel Blanco Encalada.

No obstante, don Bernardo, estaba consciente que las medidas tomadas, si lo que se pretendía era lograr resultados rápidos y efectivos, no darían frutos en el corto plazo, si no se contaba con la comprobada experiencia de marinos de fuste, como lo fue el caso de Lord Thomas Cochrane a quien, después de las exitosas gestiones en Gran Bretaña de don José Antonio Alvarez Condarco, llega al país contratado por el gobierno de Chile el 28 de Noviembre de 1818, con la finalidad de organizar de mejor forma la escuadra nacional.

Gracias, principalmente, a los grandes esfuerzos organizativos de O‘Higgins y a las audaces acciones navales del propio Lord, sin desmerecer la honesta y noble actitud de Blanco Encalada45 quien,

45 “El almirante Blanco me cedió, con generosidad patriótica, su puesto, aun cuando la heroica acción que acabada de ejecutar le diese derecho para conservarlo (se refiere a la magnífica captura efectuada por Blanco en Talcahuano de la fragata


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reconociendo en este extranjero su mayor preparación para lo que se requería no duda en colaborar, subordinándose voluntariamente al nuevo almirante, se puede ejecutar aquella colosal empresa cual fue la formación de la Escuadra libertadora del Perú, a la cual ya nos hemos referido.

Pero revisemos a continuación, aunque en forma somera, quién fue este Lord, organizador de nuestra incipiente marina de guerra y participante en las luchas libertarias de Chile, Perú, Brasil y Grecia. Quién fue ese hombre que termina su paso por nuestro país enemistado con varios; En especial con el general San Martín, jefe de la expedición al Perú y embarcado en la flota al mando del británico; Molesto con el gobierno de Chile, en particular con el ministro Zenteno, pero a pesar de aquello siempre mantiene una personal deferencia hacia O‘Higgins46 quien, a su vez, debió desplegar una notable paciencia para manejar a este conflictivo líder.

No debemos olvidar, sin desconocer su gran actuación en el país, que a Cochrane lo unía con Chile una relación meramente contractual donde la recompensa económica siempre estuvo muy presente en las aspiraciones del Lord47, pretensiones legítimas por lo demás, al tratarse

española de 50 cañones la María Isabel), siendo además tan franco, que en persona anunció a las tripulaciones de los buques el cambio que se había efectuado”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 5, Archivo Cochrane, Valparaíso.

46 “Semejante modo de obrar, lo sé, es muy ajeno de las intenciones de la excelente persona que ahora preside los negocios de Chile (se refiere a Freire), como en toda conciencia no estaba distante del ánimo y corazón del anterior Supremo Director (se refiere a O´Higgins), quien hallándose colocado en esa elevada posición, estaba desgraciadamente expuesto a los errores que dimanan de prestar oídos a las sugestiones de los interesados que rodean siempre al poderoso, sacando provecho en ocultar la verdad y propagar el engaño. Es un hecho harto cono-cido de todos mis amigos que yo había determinado dejar Chile, antes de recibir ninguna proposición del gobierno de Brasil. Hasta ahora he sido tratado por este gobierno (se refiere a Brasil) con la mayor confianza y sinceridad, y las facul-tades de que me ha revestido son de un todo contrario de aquellas mezquinas y coartadas distracciones con que me tenían encadenado el Senado, los ministros de Chile y San Martín, a cuyas órdenes me habían colocado”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 305 Archivo Cochrane, Valparaíso.

47 “Estas ocurrencias brevemente recordadas, demuestran que la deuda debida a los aprehensores de la Esmeralda no es la sola obligación nacional que tienen

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de un extranjero que vendía sus servicios, en parte remunerados en corso, práctica bastante habitual en la época, y quien no tenía mayores vínculos con Chile que los ya mencionados.

lord thomAs AleXAnder cochrAne; X conde de dundonAld y AlmirAnte de lA flotA pAtriotA:

Lord Thomas Alexander Cochrane, Décimo Conde de Dundonald, (Annsfield, Escocia 1775 -1860 Londres, Inglaterra). Como es de suponer para el lector sólo de leer sus títulos, era Cochrane hombre de noble cuna, pero proveniente de una familia, económicamente, bastante venida a menos. Siendo aún un muchacho, según era la costumbre de la época, ingresa a la Marina Británica y sirvió durante varios años a su flota en el mar Mediterráneo en luchas con las escuadras francesas y españolas. Tuvo la fortuna de conocer al Almirante Nelson a quien admiraba. En sus diversas destinaciones a bordo, le correspondió participar en una gran cantidad de acciones, en muchas de ellas con exitosos apresamientos de las naves enemigas, en la que adquirió gran experiencia y que después puso en práctica en su estadía al servicio de Chile.

Hombre de brillante desempeño, pero de carácter difícil e impulsivo lo que le acarreó varias dificultades en sus relaciones personales, fueran con sus pares o con sus jefes. Basta leer sus memorias para darse cuenta de su carácter conflictivo y áspero, quizás el reflejo de un marino exigente que, en batalla, mostraba toda su audacia, valentía y

que satisfacer un honorable gobierno, y un pueblo generoso y de sentimientos elevados - el cual ha sacado ventajas de los servicios extraoficiales prestados con el mayor celo, y aún puede añadirse fidelidad, puesto que las provisiones y pertre-chos necesarios para ir en perseguimiento de las fragatas Prueba y Venganza, ni Chile ni el Perú los habían suministrado, sino que se compraron con el dinero del premio de presas, que en justicia pudiera haberse distribuido entre los apre-hensores de la Esmeralda. Estos hechos históricos, oscurecidos o falsificados en aquella época a fin de impedir se hiciesen comparaciones entre empresas navales y militares poco favorables y proyectos ambiciosos serán reconocidos cuando se publique una verídica relación de los acontecimientos de aquella época, y de los motivos y acciones de aquellos que estaban empleados en promover y afianzar paz y prosperidad de Chile y emancipación colonial al Perú”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 330, Archivo Cochrane.


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capacidad de líder y deseaba que sus subordinados actuaran en forma similar.

En 1806, debido a antipatías personales con el Primer Lord del Almirantazgo, Cochrane abandona temporalmente la marina británica e ingresa a la arena política como representante en la Cámara de los Comunes, donde no dudó en hacer ver desde esa tribuna las arbitrariedades y abusos que ejercían algunos altos mandos de la Royal Navy. En el año 1813, a consecuencia de estas pugnas es involucrado en un fraude contra la Bolsa de Comercio de Londres, por lo que es expulsado tanto de la Marina cuanto del Parlamento. Sin embargo, al año siguiente, le son restituidos sus derechos políticos y es nuevamente electo representante. Pero su carrera naval sólo la retoma con ocasión del ofrecimiento que recibe en el año 1817 para ponerse al servicio de la causa independentista y la guerra de la independencia conducidas a la sazón por San Martín y O‘Higgins.

Tanto en Chile como en Perú, Cochrane, tuvo un exitoso cometido en sus distintas misiones. Empero, por ser lo concerniente a esta tesis, sólo comentaremos someramente su increíble toma de Valdivia para, en seguida, dar cuenta de su fallido intento de tomar Chiloé. Fue en esta remota isla, donde fue derrotado y de la cual, al parecer, algunos historiadores al igual que las autoridades chilenas de la época, han preferido relegar a un segundo plano, quizás para no opacar el gran brillo de su anterior victoria. Nos referimos a la primera expedición patriota que trató de arrebatar a Quintanilla su dominio de Chiloé en el año 1820.

Terminó su misión en Chile, zarpando desde Quintero rumbo a Río de Janeiro el 18 de enero del año 1823 en el bergantín “Colonell Allen”, junto a sus secretarios privados Jackson y Stevenson; algunos de los oficiales de marina que lo acompañaron, entre estos el capitán Crosbie y el teniente Grenfell; un joven artista José Carrillo y, por supuesto, no olvidó invitar en este viaje a su gran amiga Mary Graham. Sin embargo, permanecieron como herencia en Chile varios oficiales que habían llegado con él, entre ellos don Robert W. Simpson que, como almirante de nuestra Armada, alcanzó el cargo de Comandante en Jefe (permítasenos consignar acá, que también fue el padre del contralmirante chileno don Enrique Simpson Baeza).

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Tan pronto arribó a Brasil, comenzó a prestar sus servicios a la causa de esa independencia, ahora enfrentando a los portugueses. Terminada su misión allí, se dirige a Grecia donde se enfrentaría contra los turcos. Como se puede ver, tuvo este marino notable una vida llena de memorables aventuras, a punto que ha servido de fuente de inspiración desde novelistas a productores de Hollywood48.

En el año 1830, por la directa intervención del rey Guillermo IV, obtuvo el perdón real y como premio y reconocimiento a sus servicios en el extranjero, Cochrane, fue reintegrado a la Royal Navy. En el año de 1854 fue ascendido a Almirante con todos los honores y falleció en Londres el año 1860, a la edad de 85 años. Le fue concedido el alto honor de ser sepultado en la Abadía de Westminster, lugar tradicionalmente reservado sólo para las coronaciones reales y los entierros de los monarcas y para algunas de las más brillantes personalidades del Reino Unido, como lo fue el Almirante Cochrane.

lA sobresAliente tomA de vAldiviA y lA derrotA en lA eXpedición A chiloé en 1820:

Como se mencionó antes, en el Chile de 1820 oficialmente declarado independiente, aún subsistían los bastiones españoles de Valdivia, de Chiloé y la llamada Guerra a Muerte que mantenían vivas las esperanzas realistas de volver a tomar el control del territorio chileno.

Así las cosas, Cochrane planificó la toma de la hasta ese momento considerada inexpugnable Valdivia (Ver plano en Apéndice, pág.97). En enero de 1820 llegó a la costa Valdiviana encubierto con una bandera española en los mástiles de la María Isabel, acerca de la cual los realistas ignoraban su reflote y rearmado. Obtuvo importante información, mediante las confesiones de los tripulantes de un bote capturado, muy en especial acerca del sistema de fuertes existente en esa plaza y se retiró de la escena, no sin antes capturar al bergantín

48 Nota del autor: Entre los más conocidos autores que han basado sus personajes en la aventurera y tan singular vida de Cochrane, se destacan Cecil Scott Forester en su novela denominada “Horatio Hornblower” y la versión cinematográfica de la novela de Patrick O‘Brian, “Master and Comander” (Llegada a nuestro país con el nombre de Capitán de Mar y de Guerra: al otro lado del mundo).


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“Potrillo” que arribaba desde Chiloé con la poca ayuda con que podía colaborar el siempre fiel Quintanilla.

Luego del reconocimiento de la zona de operaciones, se dirigió a Talcahuano desde donde envió un informe a O‘Higgins de sus planes y solicitó pronta ayuda a Freire, Gobernador de Concepción en ese momento. Freire le facilitó soldados, la goleta “Moctezuma” y el bergantín “Intrépido”.

Una vez alistada la pequeña escuadra, nuevamente Cochrane zarpó rumbo a Valdivia pero la mala fortuna hizo que una de sus naves, la fragata “O‘Higgins”, nave insignia de aquella flota, encallara frente a la isla Mocha, produciéndose un boquerón que permitió la entrada de abundante agua a las bodegas, dañando toda la pólvora que llevaban y pudiendo, los soldados, sólo salvar las balas que llevaban en sus propias cartucheras. Cochrane trabajó codo a codo con sus oficiales y la tripulación de la nave siniestrada para solucionar la emergencia, no obstante no le quedó más alternativa que trasladarse junto a los soldados a la “Moctezuma”.

Al avistar Valdivia, Cochrane optó por la misma táctica anterior, la de llegar encubierto por la bandera de España, e intentó una sorpresa anfibia que fracasó al ser descubierto uno de sus botes desde las fortificaciones españolas. Así las cosas, dio la orden de atacar por el lado de tierra, lugar por el cual no estaban preparados los fuertes toda vez que sus pesados cañones estaban emplazados hacia el océano. A pesar de contar con fuerzas inferiores y de la desventaja de posición, las tropas del Lord fueron conquistando uno a uno los fuertes del sistema y, además, procediendo al “clavando”, de los cañones (“clavar”= término artillero de la época, que significa introducir un trozo de metal o “clavo” en el orificio de ignición del cañón para dejarlo inutilizado). Las acciones que habían comenzado el día 3 de febrero de 1820, continuaron durante el día 4, hasta alcanzar la victoria final sobre la plaza realista49.

49 “Con todo el balance estratégico-militar le fue por fin favorable. Apenas tres-cientos diez hombres con un mínimo de bajas, comandadas por Cochrane y Beauchef, tomaron seis fortificaciones de la ribera sur poniente del río Valdivia, defendidas por cuatrocientos cincuenta veteranos bien armados, de los cuales

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En su libro, Nueva Historia de Valdivia, pág. 448, el padre Gabriel Guarda, nos relata un diálogo entre Miller y Cochrane, previo a la toma, el que he querido mostrar brevemente por cuanto, si bien es un tanto anecdótico, refleja al lector la absoluta audacia del Lord:

“-¿Qué dirían de nosotros, Miller, qué dirían los chilenos si nos fuésemos con la O’Higgins a tomar los siete castillos de Valdivia? ¿Qué diría el gobierno?”

-“Lo que dirían, respondió Miller, sería que su señoría sencillamente se ha vuelto loco”

-“Pues, precisamente por eso debemos ir. Los jefes que mandan en Valdivia piensan lo mismo que los que dirigen la guerra desde Chile, y están adormecidos en la misma ciega confianza”

Empero, sin dejar de considerar el gran mérito personal de Cochrane y de su tropa chilena en esta magnífica victoria, creo que el Lord, pecando de soberbia, pensó que una próxima y similar faena en Chiloé constituiría una fácil maniobra, sobre todo al enterarse por la correspondencia violada en la toma de Valdivia que se preparaba una sublevación en contra de Quintanilla50. Esto confirma, por escrito, los

la mitad fueron detenidos o muertos- El Botín que cayó en nuestras manos-diría en sus memorias-era considerable ya que Valdivia era el depósito militar general de la parte sur del continente- Pero más allá de los cientos de quintales de pólvora, balas de cañón, cartuchos de fusil, cañones y demás pertrechos militares, capturar las plazas de Corral y Valdivia dejaba al enemigo en una situación de gran orfandad política, militar y psicológica. A futuro no sólo no podrían guare-cerse allí hombres, tesoros y buques enemigos, privando a las fuerzas realistas de parte de los sustentos que de ahí se extraían, sino lo que era más importante, daba un golpe duro a la estrategia defensiva que, basada en lo inexpugnable de sus fortalezas terrestres, los españoles venían desarrollando en América desde la derrota de Trafalgar”: Patricia Arancibia Clavel y otras; La Marina en la historia de Chile, Tomo I, Siglo XIX, pag. 164

50 “Por la correspondencia hallada en las oficinas de Valdivia, resultaba claramente que Quintanilla, gobernador de Chiloé, tenía graves temores de que hubiese una sublevación en San Carlos por lo que en vez de volverme a Valparaíso, me resolví a ver qué partido podría sacar allí”. Otra mención: “Además, había sabido que la guarnición se encontraba en estado de motín, por lo cual calculé que llegando pronto, bien podría inducirla a abrigar la causa de los patriotas. Por desgracia, el


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temores que el propio Quintanilla tenía acerca de la supuesta fidelidad chilota y que se refleja en esta carta. Sin lugar a dudas a éste le resultaba más fácil admitirlo en una carta, seguramente confidencial, dirigida a un compañero de armas que en aquellas declaraciones oficiales hacia sus superiores, como por ejemplo el virrey, aceptando una situación que no podía manejar, como eran las ideas de sus gobernados.

La temeridad de Cochrane, subestimando las aptitudes de Quintanilla, apresuraron su decisión y, sólo quince días después, el 18 de febrero de 1820, se presenta con sus naves en las costas de Chiloé. Desembarcó sin mayores problemas en la llamada playa de la Corona, tomando dos baterías que mandó clavar. La defensa realista se replegó hacia el castillo (nombre que se les daba entonces a las fortificaciones principales) de San Miguel de Agüi, que era el mejor dotado y ubicado para defender el puerto de San Carlos (Ancud). Por su lado Quintanilla dispuso el envío de mayores fuerzas a reforzar dicho castillo, navegando las tres millas de distancia que lo separaba de San Carlos. Los hombres de las fuerzas patriotas, unos trescientos hombres, comandados por el inglés don William Miller (=Guillermo Miller, considerado posteriormente padre de la Infantería de Marina de Chile) siguieron su avance y atacaron el castillo. Sin embargo su situación elevada y la brava defensa de los realistas contuvo a los hombres de Miller y, por su parte, Quintanilla embarcó el resto de las fuerzas de su mando para caer por la espalda de los patriotas a quienes no le quedó mejor alternativa que decidir una urgente retirada a bordo, dejando unos cuarenta muertos en el campo y siendo varios otros tomados prisioneros durante su huida hacia las naves, las que esperaban a corta distancia de la costa. Cochrane no alcanzó a desembarcar de la “Moctezuma” y su bravo oficial Miller resultó seriamente herido.

Quintanilla había demostrado que la isla no sería fácil presa, aun para audaces y avezados como Cochrane.

El virrey del Perú concedió entonces a los capitanes de la 1ª y 2ª compañía del Batallón Veterano de guarnición en Agüi, junto a una

gobernador español, Quintanilla, había traspirado mis designios y con prudencia y astucia había logrado apaciguar la sedición”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 51 y pág.54, Archivo Cochrane, Valparaíso.

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compañía de Milicias, los grados superiores inmediatos y, a la tropa, un escudo de distinción. La primera expedición para liberar a Chiloé del yugo realista había sufrido un estrepitoso fracaso y, en adición, el almirante Cochrane había sufrido un gran bochorno.

Por su parte, El Diablo, como apodaban los realistas a Cochrane debido a sus increíbles hazañas, debió zarpar, esta vez muy disgustado al norte, tratando de restarle importancia a la derrota que le infligió Quintanilla. Debido al esplendor de la gran victoria anterior del Lord en la toma de Valdivia, también las propias autoridades de Chile, encabezadas por O’Higgins, decidieron minimizar la situación, no obstante la opinión de algunos de los tradicionales detractores de Cochrane, muy especialmente el ministro Zenteno, quien se hallaba muy contrariado por la manera de actuar de este díscolo británico51.

situAción políticA de chile en el ínterin:

Antes de entrar a analizar la segunda expedición fallida a Chiloé, que nuevamente neutralizó el pertinaz Quintanilla, es necesario ver qué estaba sucediendo en el Chile de la época durante el período comprendido entre esas dos primeras expediciones. Esto cobra más relevancia toda vez que Ramón Freire, el líder que comandó personalmente la segunda y tercera expedición, fue quien sucedió a O‘Higgins en el mando supremo de la nación.

51 “El 27 de febrero llegué a Valparaíso en el Moctezuma y fui acogido por las más vivas demostraciones de entusiasmo por parte del pueblo y de ardientes expre-siones de gratitud del Supremo Director. Mas no fue así el recibimiento que me hicieron sus ministros. Zenteno, a cuyas órdenes había yo faltado, dijo que la conquista de Valdivia; ¡era el acto de un loco! Que había merecido perder la vida en ese atentado, como lo merecía ahora mismo por haberme atrevido a acometer una plaza sin instrucciones (se refiere acá a Chiloé) exponiendo a las tropas chilena a semejante peligro”: Otra mención: “A pesar del envidioso descontento de Zenteno, el gobierno no pudo dejar de conceder, por deferencia a la opinión pública, una medalla a las tropas mencionadas en ese decreto. Que la toma de Valdivia era el dichoso resultado de un plan admirablemente concertado y ejecu-tado con la mayor intrepidez y decisión (como se puede observar, ni siquiera existe una mención a Chiloé). El decreto me concedía, además, una hacienda de 4000 cuadras cuadradas…”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 59 y pág.60, Archivo Cochrane, Valparaíso.


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Sin desmerecer las otras obras que O‘Higgins ejecutó en su gobierno, por no ser tema a tratar acá, sólo mencionaremos que, desde su asunción al poder en el año 1817 hasta agosto de 1820, el prócer había estado preocupado en forma prioritaria tanto de la creación de la primera escuadra cuanto de la expedición libertadora del Perú. Esta última empresa, nunca suficientemente reconocida a Chile, le acarreó cuantiosos problemas de variada índole, sobre todo financieros, ya que Perú fue posponiendo sus compromisos de pago firmados por prominentes políticos peruanos de la época (V.gr. Larrea y Loredo) y el compromiso de devolución pactado no fue honrado en su oportunidad.

La mala situación financiera de Chile ya descrita, se vio agravada con el terremoto del 19 de Noviembre del año 1822, que azotó la zona central, por lo que O‘Higgins debió recurrir ese mismo año a un empréstito de 1 millón de libras esterlinas con Inglaterra lo cual, diremos sólo para que el lector pueda formarse una idea en orden de magnitud, equivalía aproximadamente a tres años de ingresos fiscales. A estos problemas financieros se le sumaron otros de índole políticos, calificados como crímenes de estado por parte de sus detractores, responsabilizándolo por la muerte de Manuel Rodríguez en Tiltil y los fusilamientos en Mendoza de los hermanos Carrera.

Tampoco habían cesado las guerrillas de las montoneras realistas en el sur, principalmente se está luchando contra Benavides en el sector sur continental y se aprestan nuevos intentos de liberar a Chiloé52 al mismo tiempo que O‘Higgins despliega grandes esfuerzos tratando de

52 “Mi querido Beauchef: En V. está toda mi confianza para la reunión del archipiélago de Chiloé a este

Estado, o a su conquista por las armas, si aún los españoles no se hallasen cansados de hacer derramar sangre americana sin objeto. Todo Chile fija la vista en las fuerzas expedicionarias y en V. ¡Ea pues amigo mío! Así como en otras ocasiones ha desempeñado V. mis órdenes con el valor propio de su honor, marche V. a la victoria, seguro que no abandonará a un hijo predilecto.

Acompaño a V. la adjunta para don José María Artigas, a quien le recomiendo; procure V. ponerla en su poder, si se le presenta ocasión muy segura. Haga V. cuanto esté a sus alcances por dar la vela inmediatamente, antes de que pique la deserción.

Adios, mi amigo, felicidad y mandar cuanto se ofrezca a su invariable ff.

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persuadir a Quintanilla a que entregue el archipiélago para evitar los daños mayores de un nuevo enfrentamiento. Pero todos estos esfuerzos del Director Supremo de Chile resultan infructuosos ante el irreductible jefe español de Chiloé. Esto queda muy en evidencia al revisar alguna correspondencia cruzada entre ambos jefes53 y54 donde O’Higgins le

Firmado. Bernardo O‘Higgins, Santiago marzo 18 de 1822”: Del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins Tomo 31 pág 35; Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 1817-1830.

53 “ Señor don Bernardo O’Higgins. San Carlos de Chiloé, 27 de enero de 1822. Muy señor mío y de mi afecto: con la mayor complacencia he recibido y visto

su apreciable del 20 pasado. No hallo expresiones como poder corresponder a las que U. tiene la bondad de dispensarme, i siento en el no se me proporcione ocasión de demostrar a U. mi reconocimiento.

Es verdad que los asuntos de América tal como U. me los anuncia, se hallan favorabilisimos al sistema de Independencia; pero tambien lo és, que el gobierno español, ha de hacer el último esfuerzo a su restauración: esta guerra es dema-siado dilatada; i mui sensible no se haya efectuado un tratado que conciliase los intereses de ambos emisferios, para que cesando los horrores de ella, pudiesemos unirnos con la mayor fraternidad.

Correspondo a U. de todas veras a la estimación que hace de mí, i de los jefes de esta plaza, quienes tributan a U. las mayores gracias, i por mi parte, repito, deseo ocasión en que poder manifestar que soi su mas afecto amigo i S. S. Q. S. M. B. Antonio de Quintanilla”: Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, págs. 152, 153.

54 “Señor don Antonio Quintanilla Muy señor mío y de mi aprecio: Cuando por su contestación del 27 de enero último vi el contraste de sus senti-

mientos con sus obligaciones, conocí también que V. pretextaba estas para sofocar aquellos. En verdad las obligaciones de un jefe no deben llegar hasta la temeridad y permítaseme que le diga que su resistencia a mis proposiciones resiente de ella, bien que yo haga a V. también la justicia de no creerlo su primer autor.

Sé que V. tiene a su lado jefes que más reflexionan con la voluntad que con el entendimiento. En fin, yo no puedo permitir queden desairados mis pasos oficiosos, y por esto mando una expedición capaz de realizarlos con dignidad. Aún es tiempo, aunque corto y perentorio, de que se haga conocer a los jefes y oficiales, que Chiloé debe seguir la suerte de América toda, en que ya no se piensa en España por su impotencia, más que por su ilustración. Reitero mis anteriores ofertas para que V. se aproveche de ellas, y no tenga el sentimiento de obrar contra sus inclinaciones pacíficas.

Su servidor q.b.s.m. Firmado por Bernardo O‘Higgins, Santiago marzo 1º de 1822; Del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins, Tomo 31 pág. 32, Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales.


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manifiesta que su carácter temerario y la voluntad, tanto de él como de sus jefes cercanos, se extralimitan más allá del entendimiento. Don Bernardo no sólo tenía una clara idea del fanatismo del gobernador Quintanilla, también poseía importante información de elementos cercanos a la causa patriota en Chiloé.

Pero la forma autocrática del gobierno de O‘Higgins, fue duramente criticada y resistida por la aristocracia terrateniente y el clero. Ambos sectores se sentían amenazados en sus intereses y en su poder. Esta situación terminó por empeorarse a raíz de la Constitución de 1822, la que fue vista como un intento del prócer en mantenerse en el poder55 y trajo como consecuencia el levantamiento de las provincias lideradas por don Ramón Freire Serrano. O‘Higgins entonces, para evitar una lucha fratricida, prefiere abdicar al mando de la nación a comienzos del año 1823 en una Junta, la que muy pronto es remplazada por otra que va a estar integrada por representantes de las tres provincias con que contaba el país en ese momento (Santiago, Concepción y Coquimbo), la cual a su vez nombra a Freire como el nuevo Director Supremo de Chile en abril de 1823. En julio de ese año, don Bernardo, abandona Chile y zarpa rumbo al Perú, lugar del cual nunca más regresaría a su patria. No obstante, siempre se mantuvo interesado y pendiente del curso de los acontecimientos en su patria como lo demuestra su variada correspondencia que iremos exponiendo al lector cuando la ocasión lo amerite.

55 “En sus aspectos esenciales, la Constitución creaba un sistema legislativo bica-meral y establecía la delimitación de los poderes públicos, propia del sistema republicano representativo. Cambió también la división administrativa del país, reemplazando las provincias de Coquimbo, Santiago y Concepción, por depar-tamentos, generando con ello un nuevo motivo de descontento y resistencia en Coquimbo y Concepción. El Director Supremo duraría 6 años en sus funciones y sería reelegible, una vez, por cuatro años, señalando que, respecto de O’Higgins, se tendría como primera elección, la que se había hecho por la Convención. Ello suponía la prolongación de este mandato hasta por 10 años. Otras disposiciones constitucionales, como el sistema eleccionario establecido, también daría origen a repulsas justificadas” O´Higgins, El Libertador; Jorge Ibáñez Vergara, Sub capítulo La constitución de 1822, Pág.189.

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Pero demos primero un vistazo a algunos rasgos biográficos del nuevo y particular Director Supremo de Chile quien, de seguidor incondicional de O’Higgins, termina por convertirse en su enemigo.

don rAmón freire serrAno:

Nació en Santiago el año 1787. Siendo un adolescente de 16 años quedó huérfano trasladándose a Concepción, donde se desempeñó como dependiente en una casa de comercio. Tan pronto comenzaron a visualizarse, a partir de 1810, las primeras luces del proceso de independencia, Freire, ya con 23 años de edad, comenzó a participar militarmente de esta revolución. Su bautismo de fuego lo recibió en las batallas del Quilo y El Roble durante el año 1811 y en el año 1814 participa en el desastre de Rancagua como capitán. Como resultado de esta derrota debió huir del país para refugiarse en Mendoza, como tantos otros patriotas. En el año 1816 se incorpora al Ejército de los Andes y se le asigna un batallón a su mando, con el cual cruza la cordillera por el paso El Planchón, apoderándose de la ciudad de Talca el 11 de febrero de 1817 (al día siguiente se llevó a cabo, en Chacabuco, a 55 kilómetros al norte de Santiago, la célebre batalla del mismo nombre, entre el grueso de las fuerzas del Ejército Libertador, que habían llegado a Chile por otros pasos cordilleranos, y las fuerzas realistas).

Combatió en la batalla de Maipú (5 de abril de 1818) en forma muy destacada, recibiendo en premio su grado de coronel y es nombrado, el año 1819, por el Director Supremo O‘Higgins, con quien en ese momento mantenía una gran relación de amistad y admiración, Intendente de Concepción con el principal objeto de combatir a los restos de las tropas españolas que se instalaban, ahora en la modalidad de guerrillas, en el sur del país.

En su nuevo puesto cumplió con su cometido en la medida de sus fuerzas, ya que combatió con denuedo a las montoneras de Vicente Benavides sobre lo cual informa al gobernante en una pintoresca nota: “Bandidos van quedando pocos, porque ya se han fusilado más de trescientos”. No obstante, su relación con O‘Higgins comienza paulatinamente a deteriorarse toda vez que Freire se va identificando más bien, y con cierta razón, por los intereses de la zona penquista.


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Efectivamente no llegaban los auxilios del gobierno central para combatir a los realistas que, asociados con indios, aún asolaban la provincia de Concepción. Pero esto no era todo. La pobreza en esa zona, que había sufrido una situación de guerra constante desde el año 1817, había alcanzado límites extremos: Benavides y otros malhechores, habían saqueado, incendiado y robado los animales de pueblos enteros, amén de los crímenes y secuestros. La escasez de trigo era dramática, debiéndose adoptar medidas para evitar el acaparamiento de ese producto alimentario.

Freire entonces comienza a descargar su malestar; primero en contra de Rodríguez Aldea, ministro de hacienda y de guerra durante la administración de O’Higgins56 y, posteriormente, enfoca su descontento, probablemente ya bastante desesperado por la situación rayana en la hambruna de su provincia, hacia O’Higgins a quien le plantea su lealtad a cambio de su ayuda57. Sin embargo, don Bernardo, tenía más bien su confianza en la actuación de su ministro y los auxilios fueron del todo insuficientes y, a su vez, él expresa a Freire su amargura y enojo por su actitud58.

56 “…probablemente será necesario desamparar la frontera, (se refiere a la zona comprendida entre los ríos Bío Bío y Toltén) en cuyo caso es fácil prever el grado de insolencia en que se pondrán los enemigos…El responsable a la nación será V.S. precisamente, y aún ante Dios por la mucha sangre que se vierta infructuosa-mente”: Carta de Freire a Rodrígez Aldea; O’Higgins, El libertador; Jorge Ibáñez Vergara, pág. 191.

57 “Ausílieme como corresponde y yo garantizo la lealtad y fiel procedimiento de estos provincianos... si mis justos sentimientos me han hecho exederme en franqueza, yo le pido a V. me dispense con la bondad que le es tan natural. Lo respeto y lo amo como a Padre de la República y bienhechor mío, cuyos benefi-cios me constituyen suyo en todo evento con la misma invariable constancia con que siempre me considero su más íntimo amigo”: Carta de Freire a O´Higgins; O’Higgins, El libertador; Jorge Ibáñez Vergara, pág. 192.

58 “...Entre V. en recuerdos de nuestra unión, i vea si merezco ser tratado con la amargura que experimento; quiera el cielo que V. no sufra igual pago de los que han sorprendido su buena fe; el que hace valer las armas y las injurias contra otro, debe esperar que las hagan contra sí. ¿A qué continuar hiriéndome cuando yo todo lo pospongo a la amistad? ¿Ha creído V. acaso que las amenazas ni nada de lo criado pueda asustarme? Pero V. i todos saben si que se arrostrar la muerte. Más me abate una ingratitud que un cañón abocado al pecho. En fin, ya yo todo lo he sufrido, i después de haber hecho el bien no me queda otra satisfacción que ser

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La situación llegó a un extremo a fines de 1822, cuando Freire convoca a una Asamblea Provincial ante la cual renuncia, argumentando que el nombramiento que ostentaba hasta esa fecha provenía de un gobierno el cual ya no lo consideraba legítimo. La Asamblea acepta su dimisión y ahora es esta entidad la cual lo unge en su mismo puesto.

Después de este claro desacato al Director Supremo, quedaba muy poco margen para solucionar el tema que no fuera alguna acción con carácter de guerra civil, situación que la generosidad del prócer impidió con su abdicación al gobierno de Chile el 28 de enero de 1823. No debemos dejar de mencionar que, en la preparación de su rebelión contra O’Higgins, Freire, conocedor de la malquerencia existente entre San Martín y Cochrane y, obviamente de la preferencia de O’Higgins por San Martín, invita al Lord a sumarse a su causa. Sin embargo, Cochrane, en un gesto que lo ennoblece, no acepta tomar partido por ningún bando y abandona el país, no sin antes advertir a O’Higgins la gravedad de la situación. Para el lector interesado mencionamos que existen cartas, en ambos sentidos, en prueba de aquel intento de atraer al marino británico a la causa de Freire.

Como ya se dijo en el subcapítulo anterior, Freire, a pesar de sus vehementes declaraciones anteriores efectuadas ante la Asamblea Provincial59, tratando de mostrar su aparente desinterés por el poder, es designado por la Junta para el mando supremo del país, cargo que no duda en aceptar. Ejerce esta primera magistratura entre el 4/4/1823 y el 9/7/1826. Es durante este período que se suceden la 2ª y la 3ª campañas libertadoras de Chiloé, de las cuales, por su importancia en esta tesis, nos ocuparemos más adelante en dos subcapítulos destinados exclusivamente a esos temas.

injuriado por haberlo hecho”: Carta respuesta de O’Higgins a Freire, 14 de enero de 1823, Del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins Tomo 31 pág. 51; Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 1817-1830.

59 “Desde ahora protesto solemnemente ante los pueblos que jamás ocuparé la silla de la majistratura”… “Si algún día admitiese el cargo supremo, decid que os he faltado a mi promesa, i entonces tendréis motivos para dudar del fin santo que me anima”: Del discurso de Freire a la Asamblea Provincial de Concepción, 22 de Nov.1822; O’Higgins, El libertador; Jorge Ibáñez Vergara, pág. 193.


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Una vez que, finalmente en el año 1826, logra su objetivo de liberar Chiloé, obteniendo la capitulación y la firma del tratado de Tantauco, regresa a la capital y se encuentra con un ambiente político muy agitado. Don Ramón, ya cansado de tantas intrigas políticas, decide renunciar. Es sucedido por don Manuel Blanco Encalada y después por don Agustín de Eyzaguirre.

El motín de Enrique Campino, para derrocar al presidente interino Eyzaguirre, lo empujó nuevamente a la arena política y Freire fue nombrado provisionalmente Presidente de la República, cargo que ejerció hasta mayo de 1827, retirándose después a la vida del campo en la hacienda de Cuchacucha. El año 1829 vuelve a la contingencia pública, cuando el gobierno le confía el mando de las tropas para sofocar el levantamiento de don José Joaquín Prieto en Concepción y que da inicio a la revolución de 1829. Este movimiento se resuelve en la batalla de Lircay, acción donde Freire es derrotado y exiliado al Perú.

No obstante su destierro, intenta regresar a Chile para combatir al gobierno conservador establecido y, contando con la ayuda del mariscal Andrés de Santa Cruz en el año 1836, se le facilitan dos naves con las cuales intenta apoderarse de Chiloé. Su expedición fue un rotundo fracaso, el que acabó con Freire en prisión en Valparaíso y enviado al destierro a la isla Juan Fernández y posteriormente a Tahití.

Beneficiado por una amnistía retorna a su patria el año 1842, falleciendo el año 1851 a la edad de 64 años.

Como herencia de su gestión cuando ocupó la primera magistratura se cuentan: La abolición definitiva de la esclavitud; la reorganización de las defensas en Valparaíso; La promulgación de la constitución de 1823 de corta vida; Constituyó el estanco del tabaco, licores, naipes y papel sellado; Tuvo serios conflictos con la Santa Sede debido principalmente al tema del patronato que habían gozado los reyes de España y que se pretendía heredar, adoptando medidas como la confiscación de bienes eclesiásticos, reforma de la órdenes religiosas, apertura de escuelas en los conventos, etc; También debió sufrir constantes problemas con los partidarios del desterrado O’Higgins, llevados a tal extremo, que le significaron una temporal destitución de su cargo el año 1825 mientras

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se encontraba en una campaña militar, aunque le fue restituido el poder a su regreso; También debe mencionarse que, durante su gobierno, el Congreso dictó una serie de leyes conducentes a lograr una república federal al estilo de los EE.UU de América, pero los conflictos surgidos entre las provincias estados hicieron fracasar el intento.

Esa fue la azarosa vida de este militar, político, Capitán General, Director Supremo, Presidente de Chile y, además, un tanto aventurero que, entre los principales méritos de su gobierno, tuvo gran protagonismo en la difícil incorporación del hasta entonces irreductible Chiloé al territorio de la República y que analizaremos a continuación.

lA AbortAdA eXpedición de 1822:

Es conveniente no dejar de mencionar los antecedentes acerca de esta expedición, la que si bien nunca se realizó, refleja el interés y esfuerzo de don Bernardo O’Higgins en desalojar las fuerzas realistas y recuperar para Chile ese territorio insular, como ya se ha dicho, de particular importancia estratégica.

O’Higgins, a comienzos de 1822, organiza una expedición naval-militar compuesta por tres buques y 900 hombres la que zarpó desde Valparaíso en abril de ese año haciendo una recalada en Valdivia. La flotilla iba al mando del comodoro norteamericano don Charles Wooster y los militares embarcados a cargo del coronel francés don Jorge Beauchef. Este último, recibe instrucciones precisas de parte de O´Higgins60 donde queda en evidencia la información que el propio prócer tenía acerca de la existencia de chilotes importantes que eran

60 “Art.4º Llegado a Chiloé nombrará asesor i secretario al oficial don José María Artigas, que siempre fue un patriota i ahora es confidencial nuestro, para que sucumban los enemigos.

Art.7º Como por desgracia son los relijiosos los que mas poderosamente han influido en contra de la causa de la América, procurará luego que se apodere de aquella provincia, separar a todos los frailes i al cura Valle, remitiéndolos sin atropellamiento en el primer buque que salga para Valparaíso.

Art.8º No se comprenderá en el artículo anterior frai Juan Almirall por su talento i sentimientos liberales, ni tampoco frai Juan Alcalde, a quien, aunque de opinión contraria, conviene dejar en sosiego, procurando atraerlo con sagacidad”


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proclives a la causa independentista y, por lo tanto, carentes de toda fidelidad al rey como también de otros personajes que podrían ser atraídos con facilidad.

Sin embargo, hubo factores que atentaron contra los fervientes deseos y esfuerzos del prócer en conseguir la liberación de la isla. Según él lo expresara en sus propias palabras: “La confianza que me asiste en el buen éxito compensa mis fatigas”. Pero, por un lado, la recalada de esta flotilla a Valdivia la retrasó y el mal tiempo, propio de la estación, se conjuraron en contra del zarpe a su destino final. A esto debe sumarse que las mutuas antipatías, existentes entre los jefes, norteamericano y francés, de aquella expedición, no colaboraron en nada al objetivo que se pretendía. Para colmo de males, estalló la revolución de Freire contra O’Higgins y la misión quedó abortada definitivamente. Beauchef adhirió a Freire y las naves destinadas a tomar Chiloé se usaron para su traslado a Concepción.

situAción políticA en chile, Años 1823-1824:

Debido a la situación de la hacienda pública, el gobierno de Chile había decretado el desarme de la escuadra, suponiendo que el Perú caminaba francamente hacia su completa emancipación.

La estrategia del Protector, general San Martín en dicho país, había provocado una serie de contratiempos a su ejército independentista y, después de su abdicación, los restos del Ejército Libertador quedaron en difícil posición en esas lejanas tierras. Las cosas empeoraron con las victorias realistas de Torata y Moquehua, las cuales agregadas a una rebelión de la guarnición del Callao a favor de la corona, hicieron reflexionar al gobierno de Chile acerca de la necesidad de reactivar la escuadra.

Santiago, marzo 18 de 1822 Firmado: Bernardo O´Higgins, La Guerra a Muerte, Benjamín Vicuña Mackenna, Doc. Nº13, pág 545; Instrucciones que se dan al coronel graduado don Jorge Beauchef en el mando de las fuerzas libertadoras del archipiélago de Chiloé i en el gobierno militar y político de Valdivia a que va destinado. (son 8 artículos del cual sólo transcribimos 3 de los pertinentes a Chiloé y al punto que estamos respaldando).

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Así las cosas, en agosto de 1823, Freire decreta el alistamiento de la flota para ir nuevamente en auxilio del Perú, cuyo retroceso independentista ponía en riesgo lo ya logrado en nuestro país. Las reparaciones de las naves sólo estuvieron finalizadas en octubre, zarpando esta escuadra el día 15 del señalado mes. Componían la expedición las naves de guerra “Lautaro”, “Moctezuma” y “Mercedes” y los transportes alquilados: “Sesostris”, “Ceres”, “Santa Rosa”, “Ester”, “Indio” y “Minerva”. Las fuerzas la componían 2.500 soldados y, en su comandancia en jefe fue designado el coronel don José María Benavente, quien llevaba entre sus oficiales a varios conocidos veteranos extranjeros, como Beauchef, Rondizzoni y Viel, que habían participado en las luchas de nuestra independencia. Estas fuerzas se dirigieron al Perú a encontrarse con las fuerzas que comandaba el general chileno don Francisco Antonio Pinto Díaz (quien fuera, posteriormente, presidente de Chile 1827-1829 y padre de quien sería el futuro presidente de Chile en el período 1876-1881, don Aníbal Pinto Garmendia) Pudieron reunirse con él sólo después de varias vicisitudes, que no es del caso mencionar acá. Sin embargo Pinto, que se encontraba al mando de las restantes fuerzas de la Expedición Libertadora que permanecían en Perú y de las que acababan de llegar para apoyar las fuerzas independentistas peruanas, evaluó la situación de absoluta ventaja que se presentaba para el ejército realista el que, tan sólo en Arequipa, había concentrado 5.000 efectivos. Además, debía considerar la dispersión total en que se encontraba el ejército peruano. Ante tan desequilibrada situación, decidió regresar con sus hombres a Chile y, por lo tanto, la expedición fracasó, retornando a Valparaíso en enero de 1824.

Durante el año 1824 en Chile se llevaron a cabo elecciones parlamentarias, bajo la llamada Constitución Moralista de 1823. En esa elección los pelucones continuaron con su mayoría parlamentaria. Así las cosas, amén de la porfiada resistencia de Chiloé, en el plano interno, tampoco resultaba fácil para Freire, de tendencias liberales, el gobierno del país.

A lo anterior, se unían las dificultades creadas por el gobierno de Chiloé en lo que significaba la ayuda que esta provincia prestaba a las bandas en lucha en la llamada Guerra a Muerte la que estaba presente en el sur. Para colmo de males, Quintanilla y sus naves corsarias


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dificultaban el comercio marítimo encareciendo los productos de importación o bien produciendo escasez, como también complicando las exportaciones y el cabotaje. Además debía considerarse que, dada la situación peruana ya descrita en los párrafos anteriores, de llegar refuerzos desde España, Chiloé se convertiría en la más preciada base para esas eventuales fuerzas.

Freire entonces decide concentrar sus esfuerzos en abatir ese irritante enclave realista a la brevedad posible. Para ello solicita del Senado los recursos y sintiéndose más militar que político, no duda en delegar provisoriamente el mando de la nación en el presidente de esta institución, don Fernando Errázuriz, trasladándose sin demoras a Valparaíso para reunir a las fuerzas y a las naves. Designa como jefe de la escuadra al capitán de navío don Roberto Forster (cuñado de Lord Cochrane) y él, personalmente, asume el mando total de la expedición.

lA eXpedición libertAdorA de chiloé de 1824:

Enarbolando su insignia en la “Lautaro”, Freire se dirige primero a Valdivia desde donde zarpa el 17 y 18 de marzo a su objetivo final, con nada menos que alrededor de 2.500 hombres y 9 naves, entre buques de combate y transportes ( Naves de guerra: “Lautaro”, “Independencia”, “Voltaire”, “Chacabuco” y “Galvarino”. Transportes: “Valparaíso”, “Pacífico”, “Ceres” y “Tucapel”. En cuanto al número de las fuerzas embarcadas, estas varían de conformidad a los distintos historiadores; V.gr. Encina, en forma exacta, nos señala 2149, I. Vásquez de Acuña calcula 2200, Barros Arana habla de 2500 y Quintanilla señala 3000 efectivos)

Tan pronto estuvo la escuadra a la cuadra de la isla Sebastiana, las baterías de Carelmapu hicieron fuego sobre las naves patriotas y, si bien no tuvieron el alcance necesario, fue una clara advertencia de la resistencia española que se desplegaría en los días posteriores.

Por otro lado, y para total sorpresa de los comandantes de la expedición, la “Lautaro” con su comandante en jefe no se dirigió hacia el puerto de San Carlos, como había sido convenido en los planes, sino que se dirigió hacia los canales del interior desatando el desconcierto

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absoluto del resto de los jefes a bordo de las distintas naves, como lo relata el propio Beauchef en sus memorias61. Esto sucedía ante los atónitos ojos de todos sus subalternos e incluso ante la incredulidad del propio Quintanilla, quien observaba desde tierra estas evoluciones de la flota efectuándole decidores comentarios62 a un testigo presencial, el capitán Ferguson, de la corbeta inglesa “Mersey” la cual se hallaba accidentalmente en esas latitudes. Según la revisión de antecedentes nunca se logró saber, a ciencia cierta, qué pretendió Freire con su cambio táctico de última hora, toda vez que los planes habían sido elaborados en un consejo de guerra, junto a sus jefes y con lujo de detalles antes del zarpe desde Talcahuano. Sobre el particular, el historiador don Patrick Puigmal es categórico: “No se han encontrado todavía textos o documentos explicando este repentino cambio de estrategia”

Así las cosas, la escuadra fondeó entonces a la gira en la isla de Lacao. Allí fueron llegando todas las otras naves, excepción hecha de los transportes Pacífico y Valparaíso; La primera nave, muy averiada con los temporales sufridos en las anteriores singladuras, hubo de

61 “Al entrar los buques, las tropas expedicionarias estaban en la mayor alegría y contento: el ruido del cañón las animaba mas i mas, i después de cada caño-nazo prorrumpían en gritos de ¡viva la patria i el general Freire! Pero cuando al enfrentarnos a la fortaleza de Agüi, vimos a la fragata Lautaro que nos precedía, desviarse del camino convenido y poner su rumbo hácia los canales del interior, cesó la alegría en el mismo momento, i como por inspiración. Por mi parte, yo no podía convenir lo que originaba esta maniobra, después de lo que se había acor-dado, i lo primero que se me ocurrió fue que el general tenía concebido de ante-mano un plan de campaña que había querido ocultar hasta a los jefes”: Memorias del Coronel Beauchef; pág. 62, Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana.

62 Comentarios apesadumbrados de Quintanilla a Ferguson al observar a la flota patriota que él pensaba que se dirigía a San Carlos: “Señor mío, he dejado de ser gobernador de Chiloé. Estoy enteramente sorprendido ¡Quien hubiera podido imaginar esto en este tiempo!” (aludiendo a la estación).

Comentarios de Quintanilla cuando se percata de que Freire dirige a la Lautaro a los canales interiores: “Estos son míos. Apenas podrá escapar algún buque para llevar al gobierno insurgente la noticia de su ruina, ya que todo el ejército ha de quedar prisionero por poco que se demoren, sin necesidad de combates, porque los solos elementos los han de poner en el caso de pedir ellos mismos que los admita prisioneros”: Patrick Puigmal; Jorge Beauchef, el toque francés en la toma del archipiélago (1820-1826) pág. 5.


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retornar a Valdivia para reparar sus daños y efectuar el transbordo de la tropa a la fragata Chacabuco. La segunda, se hallaba separada del convoy también a causa de las malas condiciones de tiempo durante la travesía.

El 25 de marzo despachó Freire a un emisario, el sargento mayor don Pedro Godoy, a intimar al gobernador Quintanilla de rendición63. A pesar de la sagacidad del parlamentario, de su facilidad de palabra y de sus finos modales, no pudo convencer a Quintanilla acerca de su capitulación64.

Esta misión parlamentaria, que fue demorada bajo diversas excusas por parte de Quintanilla durante tres días, significó un tiempo precioso para una mejor preparación del español y a pesar de que también

63 “El General don Ramón Freire, jefe de esta expedición libertadora, confiando en la noble causa que sostiene, que es incorporar a la República de Chile este remoto jirón de la soberanía española, me envía en misión parlamentaria a fin de que oyendo previamente las razones que os expondré, deis una contestación categórica en un plazo de cuarenta y ocho horas: Os declaro que tenemos el firme propósito de apoderarnos de Chiloé, mediante nuestras fuerzas poderosas. Aislados como estáis, tal vez no comprendáis que la causa del rey está perdida en Chile y que no podréis manteneros por mucho tiempo en situación tan difícil alejado de toda clase de recursos. Reconoce el General Freire vuestra hidalguía y nobleza de sentimientos al intentar aún manteneros fiel a vuestro lejano monarca; esto os honra como militar y como español; pero queremos evitar un inútil derra-mamiento de sangre, en una campaña que habrá de terminar con la victoria de los patriotas, que ya han silenciado vuestros fuertes del continente y de Chacao y que vendrán a Ancud desde Dalcahue, tan luego como os neguéis a proseguir por el camino amistoso que hoy os propongo recorrer”: Memorias del capitán de artillería don Ricardo López, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 206.

64 “No desconozco el abandono en que vejeto en este último rincón de Chile; he pesado vuestras razones, señor Godoy, y contado el número de nuestros enemigos; pero hay bajo las solapas de este gobernador que pretendéis intimidar con vuestra poderosa escuadra, un corazón castellano afecto y leal a su Rey, que cumplirá con su deber sin temor ni vacilaciones. Los desastres de Maipú no alcanzarán a Chiloé, porque confío en una pronta y eficaz ayuda de España. Decidlo así, señor Godoy, a vuestro General, a quien le llevaréis mis afectuosos saludos de adversario leal y digno de la causa que sustenta. Partid pues y a la mano de Dios” Memorias del capitán de artillería don Ricardo López, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 207.

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Freire trataba de aprovechar el tiempo con sus maniobras, estas no le significaron avances positivos.

Una vez recibida por Quintanilla la proposición de rendición, agradeció a Godoy por la generosidad de Freire pero el español argumentó que, para tomar una decisión de tal importancia debía consultar tanto a sus oficiales como con los vecinos más connotados. Como esto obviamente tomaría algún tiempo, el gobernador, en forma caballerosa y amable, ofreció al parlamentario Godoy su hospitalidad, la cual fue aceptada por éste en la esperanza de alcanzar algún éxito.

Pero dicha consulta que, según se explicó era sólo un trámite de Quintanilla para ganar tiempo, fue efectivamente dispuesta por el gobernador, seguramente para dar una sensación de mayor veracidad ante el parlamentario Godoy quien esperaba por una respuesta. Pero no sospechaba Quintanilla de las desagradables sorpresas que le depararía la mencionada consulta. En efecto, algunos de sus oficiales, como también algunos vecinos eran partidarios de aceptar una capitulación65. Estas opiniones, irritaron en extremo al gobernador y demostraban cuán quebrado estaba el concepto del fidelismo en esa provincia que a ultranza trataba de mantener el contumaz Quintanilla y su estrecho círculo peninsular. Quiso entonces éste, cortar rápidamente el debate con los vecinos ya que podía tornarse peligroso. Según lo relata una fuente primaria, el oficial de artillería chilote y testigo presencial, capitán don Ricardo López, fue quien recibió la orden de llamar a Godoy a la sala para entregarle la respuesta prometida; “Señor Capitán, haced entrar a la sesión al parlamentario, a fin de que oiga nuestra determinación resuelta”. Es claro que lo que Quintanilla llama “nuestra determinación resuelta” no es otra cosa que su personal voluntad .y la respuesta consistió en una verdadera apología al rey

65 “Hubo algunos caballeros, como don Juan Andrés Oyarzún, acaudalado propietario y además capitán de caballería; don Manuel Rojas Pérez; don Isidro Vargas, rico comerciante español residentes muchos años en Ancud, que opinaron por aceptar una capitulación honrosa, temiendo que la crudeza de la campaña los privara del goce de sus comodidades y hasta algunos oficiales asintieron con un movimiento de cabeza a esta proposición. Demudose el rostro de Quintanilla, dominando su desagrado, pues era hombre que sabía reprimir su cólera”: Memorias del capitán de artillería don Ricardo López, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 206.


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de España, a la confianza en que aquel mantendría sus dominios y al valor que él le asignaba a su propia y singular lealtad. Obviamente en la mencionada respuesta al parlamentario de Freire, nada dijo en relación al sentir del resto de los chilotes comunes, según consta en el testimonio presencial que hemos dado a conocer.

Antes del zarpe de la flota desde Valdivia, Freire había decidido enviar un batallón de caballería por tierra, a cargo del mayor Labbé junto a 200 hombres. Como el batallón no apareciera dentro de un tiempo prudente, Freire se alarmó y envió a la “Galvarino” a atacar el fuerte de Maullín, lo que pudo hacerse después de grandes sacrificios, pero el batallón de Labbé, causante principal de la medida adoptada por Freire, apareció sin novedad dejando en evidencia la inutilidad de la maniobra ordenada.

Por su lado, las condiciones meteorológicas de la zona empeoraban día a día en el otoño austral, lo que trajo como consecuencia la varada de la “Galvarino” que afortunadamente pudo zafar. No obstante otro navío de esa escuadra, la “Voltaire”, que Freire había dispuesto que saliera a buscar al extraviado transporte “Valparaíso” no corrió la misma suerte y las corrientes del canal, aumentadas por un violento temporal, arrastraron a la corbeta de guerra provocando su varada y pérdida en la costa norte del canal de Chacao, sobre los bajos de Carelmapu. Lamentablemente para la expedición de Freire, todas esas medidas aisladas no tenían la contundencia ni la concentración que se requerían para enfrentar al gobernador español, quien sí supo aprovechar estos tiempos a su favor.

Recién el 29 de marzo, un ya exasperado Freire, se decide por emprender las grandes operaciones. Ordena entonces el zarpe hacia el pequeño puerto de Dalcahue de la “Chacabuco” y de la “Ceres” con aproximadamente 600 hombres, al mando del veterano militar francés George Beauchef. El destacamento patriota iba con instrucciones de cortar el contacto entre Castro y San Carlos. Una vez desembarcados en Dalcahue iniciaron el 1º de abril su marcha al interior para lograr su objetivo y, posteriormente, dirigirse a San Carlos. Beauchef atacaría la capital por el Sur y Freire lo haría, simultáneamente, desde el Noreste.

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No obstante los planes, a corta distancia de Dalcahue y a la meridiana de ese día, se hallaron las fuerzas patriotas en una zona de pantanos y de muy espesa vegetación denominada Mocopulli, donde se detuvieron para hacer descansar a la tropa durante un par de horas. Cuando Beauchef se percató de la presencia de las fuerzas realistas y dio la orden de ataque, los disparos ya llegaban desde todas las direcciones. Era muy tarde. El coronel realista, don José Rodríguez Ballesteros, conocedor del terreno, había realizado una perfecta emboscada.

A pesar de la tenaz defensa de Beauchef, las bajas sumaron sobre los 300 hombres entre muertos y heridos. Aunque también se produjeron bajas entre los realistas, Quintanilla señala en sus memorias que estas, entre muertos y heridos, no sobrepasaron los 120 hombres. Asimismo, describe las evoluciones que Freire desarrolló, al mismo tiempo que relata las propias66. Ambas evoluciones fueron basadas en un supuesto triunfo patriota que pudiera haber acontecido sea en Mocopulli u otro lugar del trayecto entre Castro y San Carlos. Pero, como ya consignamos anteriormente, las cosas no fueron así y Ballesteros, evidentemente, había derrotado a las fuerzas patriotas forzando el repliegue de Beauchef a Dalcahue, abandonando el inicial plan de ataque a San Carlos. Contribuyó al mal resultado que los patriotas obtuvieron en Mocopulli el hecho que los soldados de un

66 Observación de Quintanilla respecto a las evoluciones de Freire: “El caudillo Freire se puso en marcha desde Chacao para atacar San Carlos, suponiendo que la división destacada a tomar el camino (se refiere a las fuerzas de Beauchef) se hallaba ya sobre la plaza. Se aproximó con su ejército como a una legua de distancia por la parte nombrada Puqueñún, mas habiendo recibido en esa situa-ción parte del proceso de Mocopulli, suspendió su marcha y retrocedió para la ensenada de Lacao”

Observación de Quintanilla respecto a su propias evoluciones: “Yo que había salido de San Carlos, anduve el camino en posta encontrando parte de las tropas en retirada y las milicias dispersas se habían ido a sus pueblos Mi situación era crítica; yo creía que los enemigos se habían interpuesto ya y que estaba sitiado e incomunicado con el interior de la provincia. Necesitaba abrirme paso a toda costa o perecer. Proclamé a la tropa; la hice ver que con la retirada a San Carlos éramos perdidos y los entusiasmé volviendo resueltos a abrirse paso, pero no fue necesario porque los enemigos aterrados igualmente se habían retirado a sus buques”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.110.


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batallón, al mando del veterano militar italiano, don José Rondizzoni Cánepa, rehusaron entrar en batalla debido a un asunto de sueldos impagos.

Al fracasar el plan, Freire también tuvo que replegarse y entonces se dio cuenta que su situación aún tendía a desmejorar, habida consideración de que la estación avanzaba con sus temporales y las naves corrían cada día mayores riesgos. Para colmo de males, los víveres comenzaron a escasear y el jefe chileno, desalentado por todos los fiascos sufridos en sus planes, prefirió ordenar el regreso de la expedición. El fracaso de esta misión encabezada por el Director Supremo del país, al igual que la anterior comandada por Cochrane, era palmario.

El día 15 de abril de 1824 la flota zarpó de regreso sin nada en sus manos, aun cuando podemos conjeturar que con cierta fortuna, debido a que sólo tres días después llegaron, procedentes de Cádiz, el navío de guerra “Asia” y el bergantín “Aquiles” con refuerzos para el virrey del Perú, lo cual quizás podría haber empeorado la situación.

Esta situación tampoco pasó inadvertida para el general O´Higgins quien, desde su destierro en el Perú, estaba muy al pendiente de los hechos que se sucedían en Chile, particularmente en Chiloé. Así queda demostrado en una carta que dirige a su amigo don Gaspar Marín67 antes de la expedición y en otra, dirigida a Bolívar posteriormente, en la cual critica en duros términos la fracasada expedición de Freire68.

67 “Trujillo, abril 12 de 1824; Señor don Gaspar Marín, Mi querido y amado compañero: ... He oído con el mayor placer de la salida de nuestro ejército para Chiloé, y

aunque la estación está algo avanzada para operaciones militares, podrán muy bien aceptar algún golpe de mano preparado oportunamente con sagacidad, y quedo en ansiedad de saber los nuevos laureles que el valor araucano haya aumen-tado a las glorias de Chile….Firmado. Bernardo O´Higgins”: Fragmento de carta a Gaspar Marín, del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins, Tomo 31 pág 86; Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 1817-1830.

68 “Trujillo, mayo 29 de 1824, Exmo. señor Presidente, Libertador de Colombia y Dictador del Perú. Mi general y amigo de mi más alto aprecio,

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intento de rebelión y breve ApresAmiento del gobernAdor QuintAnillA, febrero de 1825:

Durante el intervalo comprendido entre el triunfo realista sobre la expedición que Freire realizara en el año 1824 y el año de 1826, en la que éste logró finalmente la capitulación de Quintanilla, aconteció una seria insubordinación por parte de algunos oficiales y de integrantes de la tropa chilota la que dejó al gobernador y otros jefes de la isla presos en la balandra “Real Felipe”, llegando Quintanilla a creer que lo fusilarían a él y a otros 7 oficiales, lo cual da cuenta de una situación de suyo delicada.

Este hecho lo atribuye Quintanilla en su autobiografía a que, el día 6 de febrero de 1825, habían fondeado tres naves provenientes del Perú en el puerto de San Carlos, las cuales ya conocían de la derrota realista en Ayacucho (9/12/1824). Esta noticia había sido difundida en la población sobre la que habría causado un profundo desánimo69.

... Mis cartas dicen que el 27 de abril llegó a Valparaíso la fragata Lautaro desde Chiloé, con el objeto de reparar algunos daños que habría sufrido, y que cerca de una semana después llegaron tres transportes más, que traían a su bordo cerca de 1000 hombres, a las órdenes del coronel Beauchef. Que la tropa se quejaba de haber sufrido grandes trabajos por falta de víveres y abrigo, como lo demostraban sus rostros y vestuarios. Que abiertamente acusaban a sus jefes de cobardes, y de insubordinación a sus oficiales.

Afortunadamente es una circunstancia feliz para la América que casi siempre los españoles se hayan decidido por el sistema defensivo, más bien que por el de la guerra ofensiva; y mayor fortuna para Chile que Quintanilla sea de esta dispo-sición, porque de otro modo, del estado de desorganización en que se hallaba el ejército de Chile, algún tiempo antes de su embarque, era muy probable no hubiese salvado un solo hombre de los que pisaron la isla. Firmado por Bernardo O´Higgins”: Fragmento de carta a Bolívar, del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins, Tomo 31 Cartas de O‘Higgins a varios corres-ponsales 1817-1830 págs. 90 y 91.

69 “Yo continuaba siempre atendiendo a mejorar política y militarmente la provincia, cuando de improviso recibí la noticia de la pérdida de la batalla de Ayacucho y por consiguiente de todo el Perú. Esta fatal noticia me fue comunicada por el Comandante del Asia, por la balandra Real Felipe y la fragata Trinidad que arribaron a San Carlos y se difundió inmediatamente por la población pues no cuidaron los capitanes y varios oficiales en reservarla hasta que yo viese modo de hacerla saber de modo que no afectase, como sucedió a la tropa”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág 114.


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El gobernador también señala haber intentado remediar esta situación anímica mediante un pago a la tropa equivalente a media remuneración mensual70. Sin duda que este actuar refleja la incertidumbre en Quintanilla acerca del comportamiento de sus chilotes, a quienes estaba intentando incentivar o compensar por algún medio. Recordemos que en muchísimas ocasiones anteriores, debido a la tardanza de la llegada del Real Situado, la tropa quedaba absolutamente impaga y nunca había reaccionado de la manera descrita. Pero lo cierto es que la fidelidad chilota tenía sus graves fisuras y el problema era más extendido de lo que el propio gobernador y sus cercanos podrían suponer.

Aun cuando, posteriormente, según nos relata Quintanilla, la tropa se dio cuenta que había actuado engañada por los oficiales cabecillas de la revuelta, el capitán Pérez, el capitán Velásquez y el habilitado Alvarado, quienes le manifestaron a los milicianos que Quintanilla y los jefes apresados se habían quedado con los restantes dineros de sus pagas, esto no logra cambiar la gravedad de aquel movimiento sedicioso en contra de este representante del rey en Chiloé y que, el propio gobernador, relata con lujo de detalles71.

70 “Inmediatamente reuní a la oficialidad y jefes haciéndoles entender que convenía a nuestro honor el comportarnos tan firmes y fieles como hasta entonces y que podríamos recibir auxilios de nuestro Superior Gobierno tan luego como llegase a su noticia nuestra constancia. Mandé dar media paga a toda la guarnición para que desechasen ideas tristes y efectivamente todos me protestaron constancia y fidelidad” Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 114.

71 “Al día siguiente recibieron la media paga y un capitán del batallón veteranos, don Fermín Pérez, pasó a mi casa a hacerme las mayores protestas de fidelidad y constancia y manifestarme que tenía pensado en la misma tarde, con los oficiales tener una merienda en el campo a escote entre todos. Yo no sospeché fuese con fin siniestro esta reunión ni su jefe don Saturnino García sabedor también de esta merienda.

Serían las nueve de la noche que hallándome de visita en la casa de una tía de mi esposa me dijo esta, conviene que nos vayamos a casa. En la calle me contó que su tía le había dicho que la merienda era con el objeto de una revolución y que estaban todos los oficiales acordes en hacerla Llamé al jefe de batallón García y le dije que sabía aquella noticia. Este me afirmó que era falsa y que tenía plena confianza en su batallón. Me puse a cenar y estando concluyendo oigo fuertes golpes a la puerta, corro a ver qué era y noto como 100 soldados formados, caladas las bayonetas. Abro la puerta y como estaban en columna y oyese la voz

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Finalmente, después de un gran susto para Quintanilla y su plana mayor que les hizo temer por sus vidas, fueron liberados y pudieron recuperar el poder. A pesar de la gravísima falta al deber militar cometidas por los cabecillas del frustrado movimiento, la cual en tiempos de guerra, como eran los que se vivían en Chiloé, no tenía otra pena que no fuera la capital. Pero Quintanilla no se atrevió, en aras de la seguridad interior, a ejecutar a los cabecillas, quienes fueron indultados y deportados al Perú. Fue, a todas luces, un desusado indulto el otorgado en esta ocasión, el que el gobernador justificó invocando a la superior magnanimidad del soberano Fernando VII. Empero la realidad indicaba que el jefe español ya no se sentía seguro de la lealtad de sus hombres hacia él como representante del rey y una sanción extrema podía acarrearle impensadas reacciones72. Es el momento de

de Muera, al mismo tiempo que el rastrillazo de una pistola al costado y que no salió el tiro, cojo dos de las bayonetas y me meto en medio de la tropa. La cual se arremolinó y grité: ¡Soldados qué queréis! ¡Nadie me toque! Entonces se presentó un oficial que me intimó la orden de preso. Le contesté que lo estaba, pedí que me sacaran el sobrero y el bastón, pues estaba de uniforme y me dejé conducir entre las filas a la guardia de prevención del cuartel del batallón a cuyo punto fueron llegando varios oficiales y jefes presos, como el de Artillería, Capitán de Puerto y otros, particularmente los españoles hasta el número de ocho, pues el jefe del batallón que vivía inmediato al cuartel, así que oyó el ruido de Vivas y Mueras dentro de él, se escapó.

En este estado se me presentó el judas, que así lo llamo, Capitán Pérez, dicién-dome que habían dado este paso porque estando toda la América independiente con la pérdida del Perú, ellos (los oficiales del país) no pensaban venir a España y necesitaban hacer un servicio cual lo habían hecho para ser recibidos en el ejér-cito independiente de Chile, a cuya república iban a unir las islas de Chiloé, y que nosotros los españoles estábamos en el caso distinto, porque teníamos a donde volver.

... Ya más tranquilos llegamos a la balandra( se refiere a la nave Real Felipe) y nos metieron en la pequeña cámara, quedando sobre cubierta el oficial con la escolta de 25 soldados, cuando repentinamente viene la tropa a la escotilla con los fusiles gritando, matarlos, matarlos. Varios de los presos se echaron a llorar. Yo grité: soldados si queréis matarnos o tenéis orden para ello, sacadnos a cubierta y no lo hagáis aquí como a cochinos. El oficial se presentó y le repetí lo mismo, me contestó que aquello lo causaba que los soldados habían encontrado un barril de aguardiente y se habían embriagado. Los hizo retirar y amaneció.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, págs. 114,115, 116 y 117.

72 “Como los oficiales del país estaban emparentados con muchos de los soldados y principales del vecindario tuve que no proceder al castigo que merecían, les


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recordar la primera rebelión que Quintanilla debió conjurar tan pronto asumió su cargo. En esa ocasión ordenó la ejecución de cinco de sus militares y no le tembló la mano. Ahora la situación era muy distinta.

Los favorecidos por el indulto y deportados desde Chiloé, no sólo se contentaron con haber salvado sus vidas sino, en una clara confirmación de su infidelidad al rey se unieron, voluntariamente, al bando patriota y, posteriormente, fueron un gran aporte en el triunfo definitivo de la expedición de Freire del año 1826.

Fuera de los sinsabores de esta revuelta que no fácilmente logró abortar el gobernador español, quedó bastante inquieto de que otra acción subversiva pudiera realizarse, toda vez la tradicional poca ayuda recibida para seguir sosteniendo a Chiloé. Manda entonces un emisario, su ayudante de estado mayor don Juan Francisco de Adriasola y Lorca, con un oficio suyo pidiendo la colaboración al cónsul general de España en Río de Janeiro73. Esta comunicación es una prueba más de la debilidad del fidelismo existente en el pueblo chilote, sólo que ahora ya es francamente reconocida por el gobernador Quintanilla ante otra autoridad española. Qué diferencia a tantos manifiestos anteriores, donde este jefe español declaraba, ufano, la subordinación incondicional al rey que le profesaba, como un fiel colectivo, el pueblo chilote de su gobernación.

indulté a nombre del Soberano, de la pérdida de vida y deshonrándolos, los eché fuera del país en un buque extranjero que iba a las costas del Perú.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 120.

73 “Quintanilla le expresa (al cónsul de España en Río de Janeiro, José Delavat y Rincón) que había recibido la noticia de la derrota de los realistas en el alto Perú y le relata el motín que encabezaran los desleales Pérez y Velázquez y la situación crítica en que se encuentra con peligro de ser atacado, o que acontezca otra subversión. Quintanilla quiere decidir, según esa comunicación qué partido tomar: Ya sea de sostener este territorio por el Rey si hay seguridad de que toman las providencias para la pacificación de esta América, o del que con una capitula-ción la más honrosa sean los males que son consecuentes a una nueva revolución o defensa inútil ”: Isidoro Vásquez de Acuña; Historia Naval del Reino de Chile pág. 509.

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prepArAtivos de lA eXpedición libertAdorA de chiloé en 1826:

Siendo el llamado amor propio el más grande de los amores del hombre, don Ramón Freire tenía profundamente herido el suyo desde el fracaso de la expedición de 1824. A esto se le sumaban al Director Supremo problemas de gobierno de variada índole, tantos internos y externos.

A pesar de la inopia de las arcas fiscales chilenas, las presiones de Bolívar sobre Freire determinaron que éste resolviera volver, una vez más, a alistar la escuadra, para auxiliar al Perú. Cargando con los gastos que le significó al erario nacional dicho alistamiento, esta flota pudo zarpar a cumplir con su cometido el 15 de Noviembre de 1824 al mando del Vicealmirante don Manuel Blanco Encalada (Su dotación sumó seiscientos setenta hombres, con un poder de fuego de 95 cañones y estuvo integrada por las siguientes cuatro unidades: fragata “”María Isabel”, ex “O’Higgins”, como buque insignia, al mando de Roberto Forster; la corbeta “Chacabuco” al mando de Carlos García del Postigo; el bergantín “Galvarino” al mando de Guillermo Winter y el Bergantín-Goleta “Moctezuma” al mando de Servando Jordán. Quedó en Chile una segunda división, aún en reparaciones, compuesta por otras cuatro unidades; la “Valdivia”, la “Lautaro”, la “Independencia” y la “Mercedes”).

La navegación, que no estuvo exenta de dificultades y demoras, por los daños sufridos en las naves a causa de temporales, sólo pudo recalar a Quilca el día 6 de enero de 1825. Fue en este fondeadero donde Blanco se enteró de la victoria de Ayacucho. El almirante entonces zarpó con la “María Isabel” y la “Moctezuma” al Callao y ordenó el regreso a Chile de sus otras dos naves para llevar la feliz noticia y cumplir otras comisiones que no es del caso comentar acá. En el Callao intentó un parlamento con el general español don José Ramón Rodil, a cuyo mando se encontraba la plaza fuerte del Callao pero este, al igual que su compatriota de Chiloé, se mantuvo en su obstinada posición y ni siquiera recibió al parlamentario enviado por Blanco. Bolívar dispuso entonces que el bloqueo del Callao quedara bajo el mando naval conjunto del almirante chileno el que, además de sus dos naves presentes en ese puerto, debió tomar la responsabilidad


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sobre las unidades de Colombia (la “Pichincha”, la “Chimborazo” y la “Guayaquileña”) y del Perú (el “Protector”, la “Limeña”, la “Macedonia” y el “Congreso”)

No obstante el bloqueo, salvo acciones muy menores que pudieron desarrollarse durante éste, no tuvo mayor significado que el bloqueo en sí y, en octubre de 1825, don Manuel y sus dos naves regresan a Chile, quedando a cargo del bloqueo el capitán de navío colombiano, don John Illingworth. Así se ponía término a la serie de colaboraciones navales que Chile dispensó al Perú durante la época independentista.

En el orden de cosas internas del país, se aceptó adjudicar el famoso estanco del tabaco a la firma de Portales y Cea, lo que traería inesperadas consecuencias a futuro. Durante ese período, Freire, presenta una de las varias dimisiones que hizo de su cargo durante su vida política y el congreso, para evitarlo, le autorizó a suspender la llamada Constitución moralista de 1823 que había redactado don Juan Egaña (denominada, por este hecho y por algunos historiadores, como la Constitución Moralista de Egaña)

A los problemas ya mencionados que acosaban al Director Supremo, se agregaron distintas presiones, unas provenientes de Simón Bolívar, y otras originadas por las actitudes de algunos países, como Inglaterra y Francia, cuyo apetito por Chiloé iba quedando en evidencia.

Después de la victoria de Ayacucho, el 9 de Diciembre del año 1824, con Bolívar ya gobernando en el Perú, las ideas que tenía este libertador acerca de Chiloé, toda vez los dos fracasos chilenos en su anexión, en los años 1820 y 1824, eran que el archipiélago debía anexarse definitivamente al Perú, lo cual queda demostrado en la misiva, que ignorando el obvio interés chileno sobre su propio territorio, trata de persuadir en dicha comunicación personal al irreductible Quintanilla. Empero, el obstinado jefe español le respondió, según era su costumbre, en forma muy caballerosa pero con una rotunda

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negativa74. La carta citada, como en casi todas las comunicaciones de Quintanilla en este sentido, nos muestra en forma patente su fanatismo hacia Fernando VII, cosa que otros oficiales realistas, v.gr. algunos combatientes de Ayacucho, no compartían por el gobierno absolutista y de características cercanas a la tiranía del repuesto monarca español. Esto llegó a dar pie para ciertas teorías conspirativas, que obviamente no es del caso tratar acá, de varios oficiales españoles a cuya deslealtad se atribuyó la derrota en Ayacucho. Sólo lo mencionamos para demostrar la exacerbación de los sentimientos de Quintanilla, que obviamente sobrepasaban la realidad de sus subordinados.

Pero las inquietudes de don Simón en relación a Chiloé, más allá de lo que él pudiera considerar como desinterés o incapacidad de Chile en su pronta anexión al territorio de la novel república, eran sus fundados temores que otras potencias, como Inglaterra o Francia pudieran adelantarse. Esto podría darse por una cesión negociada directamente entre España y algunas de estas potencias. Incluso se temía que el propio gobernador Quintanilla, tan huérfano de ayuda y de comunicación con la Península, en algún momento desesperado pudiera llegar a algún acuerdo, aunque fuera provisorio y sujeto a posterior ratificación del monarca Fernando VII, con algunas de estas potencias. Era fácil suponer que un acuerdo de emergencia de esta naturaleza, siempre sería más conveniente a los intereses de España que su pérdida para siempre. Obviamente tampoco dejaba de considerarse, entre las posibilidades que Bolívar temía, que España se decidiera a

74 “Sr. Simón Bolívar- Alto Perú-Señor de toda mi consideración y aprecio: Profundamente emocionado con la lectura de su misiva paso a dar a V.E. una

contestación categórica a ella. Sobradamente reconoce este último soldado de la causa realista en América, las

razones que motivaron el envío de su comunicación. Se muy bien lo que Chiloé le debe al Perú; pero no al Perú desligado de la soberanía española, cuyas resolu-ciones no habrán de quebrantar la indomable lealtad de este olvidado Gobernador del más remoto dominio de mi Rey. Os declaro pues, con el mayor respeto, que mientras esté bajo mi mando este apartado jirón del suelo de España, sabré mante-nerlo con las armas, defenderlo contra futuras invasiones, para la tranquilidad de sus sencillos y fieles pobladores.

Respetuosamente.-Antonio Quintanilla Q.B.L.M a V.E.: Carta de Quintanilla a Bolívar, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 210.


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auxiliar a Quintanilla de una vez por todas, con firmeza, y fortalecer este valioso enclave en el Pacífico Sur.

Estos intereses extranjeros, a los cuales hemos hecho mención quedan de manifiesto, en el caso de los ingleses, por la variada correspondencia enviada por su cónsul, Sir Christopher Nugent, al gobierno de su majestad británica75.

Por su lado, los franceses tampoco eran indiferentes a una probable anexión y algunos agentes de ese país trataron de tejer algunas intrigas ante Quintanilla, según se registran también en los informes del cónsul Nugent a su gobierno, consistentes en mantener la idea de que pronto llegaría auxilio desde España para que no fuera entregado el archipiélago a Chile pero tampoco a los ingleses. Poco tiempo después hubo frecuentes presencias de naves de guerra francesas en el Pacífico y aunque el almirante Rosamel anunciaba seguridades de no intervención, su presencia era mirada con recelo por los ingleses.

Con posterioridad a la capitulación de Quintanilla en el año 1826, quedaron en evidencia los intereses franceses e ingleses por Chiloé, como se señala en la obra de don Patricio Estellé Méndez76.

Con todos estos riesgos, presiones y, como ya se dijo, por su propio prestigio, Freire decidió armar cuanto antes la definitiva expedición a Chiloé. Empero, tampoco se contaba con los recursos financieros

75 “En manos de Gran Bretaña constituiría la llave de toda la parte occidental de la América del Sur”. Otra comunicación pidiendo instrucciones: “En el caso que se entregue Chiloé a uno de los Estados, Chile o Perú, y la propiedad de la misma se convierta en materia de discusión entre dichos Estados, desearía que se me informe hasta qué punto estarían justificados los jefes navales de S.M. en el Pacífico en tomar posesión, en nombre de Gran Bretaña, de la isla de Chiloé, en carácter de Locum Tenens, hasta que se resuelva el punto de discusión”. Informes del cónsul Nugent al gobierno de S.M. Británica, Isidoro Vásquez de Acuña, Historia Naval del Reino de Chile 1520-1826 pág.508.

76 “La madera, particularmente, fue un señuelo de atracción que hizo de Chiloé un lugar interesante de considerar tanto para ingleses y franceses, que pensaron habilitar allí bases que permitiera a sus barcos repararse y eventualmente pensar en la instalación de astilleros, lo que simplificaría enormemente la navegación a las islas del Pacífico o Australia”: Presiones extranjeras en la anexión y primeros años de Chiloé independiente 1825-1830, Patricio Estellé Méndez, pág. 79.

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para implementarla. Acude entonces a Bolívar, pero este resolvió la petición sólo con una promesa de ayuda, la cual nunca se concretó y por lo tanto, al Director Supremo, no le quedó otro camino que recurrir a un empréstito particular. Así la situación y habiendo calculado las ventajas comerciales que podían significarles para su negocio en Chile, la “English Mining Co.” decidió aceptar el riesgo de la aventura y, a través de su representante en el país, Mr. Cameron, optaron por otorgar el préstamo de cien mil dólares, suma considerada elevadísima en esos tiempos, pero requisito sine qua non para poder contar con los medios de equipar la expedición y pagar a la tropa.

zArpe de lA últimA eXpedición pArA liberAr A chiloé en 1826:

Don Ramón Freire, como era de esperar, quiso encabezar esta expedición y, mediante un decreto del 12 de Noviembre de 1825, delegó ahora el mando supremo de la nación en un Consejo Directorial que lo presidió don José Miguel Infante, estando además integrado por don Joaquin Campino, don Manuel Gandarillas y don José María Novoa.

Freire, suficientemente contrariado por la fallida expedición de 1824, tomó ahora todas las providencias para no sufrir un nuevo revés, en especial las causadas por las condiciones meteorológicas en la zona del archipiélago de Chiloé. Convino y planificó con el brigadier don José Manuel Borgoño, que lo acompañó en esta nueva aventura, en que debía llegarse al teatro de operaciones en plena estación estival, toda vez que así las maniobras de desembarco y embarco de tropas no se verían entorpecidas, como sucedió antes, por el inclemente clima. También quiso llevar los mejores oficiales veteranos de muchas acciones independentistas y así pudo contar con comandantes de la talla de George Beauchef, Giuseppe Rondizzoni Cánepa, José Francisco Gana López, José Santiago Aldunate y William de Vic Tupper, entre otros distinguidos oficiales.

Así las cosas, a mediados de Noviembre de 1825, el ejército que tomaría acción en Chiloé se puso en marcha desde Santiago a Valparaíso y el día 27 de ese mes pudo la flota zarpar con un respetable ejército de 2600 hombres, si se comparan con las fuerzas


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de Quintanilla las que, si bien estaban compuestas por 2400 hombres, sólo contaban con 1300 fusiles, de tal modo que algunas compañías de infantes debían usar lanzas como todo armamento al igual que la caballería poseía sólo sus sables. En esta situación lo más contundente para la defensa de la Isla era su artillería, dispuesta en baterías, fuertes y castillos como también a bordo de pequeñas lanchas cañoneras las que fueron armadas por iniciativa de Quintanilla.

Por su parte, la escuadra chilena constaba de un total de diez naves distribuidas en cinco Buques de Guerra: la “María Isabel” insignia del almirante en jefe de la escuadra don Manuel Blanco Encalada y al comando de don Robert W.Simpson, la “Independencia” al mando de don Enrique Cobbett, el “Aquiles” al mando de don Carlos Wooster y la “Galvarino” al mando de don Guillermo Winter. Posteriormente se unió la “Chacabuco” la cual estaba intentando una misión de parlamento en Chiloé y efectuando una labor de bloqueo de la isla. Las naves ocupadas en transporte fueron otras cinco; Estaban encabezadas por la fragata de guerra “Lautaro” al mando de don Roberto Bell, la “Resolución” al mando de don Manuel García y la “Golondrina” al mando del capitán Sr. Kierulf. Además, el “Ceres” y el “Infatigable” de cuyos mandos ignoro sus nombres.

Efectuó entonces la flota una recalada en Valdivia, donde se procedió a efectuar algunas reparaciones y los últimos aprestos para continuar rumbo a su objetivo final el día 30 de Diciembre de 1825.

Entretanto en Chiloé, don Antonio de Quintanilla, ya alertado de la expedición no perdía su tiempo y también se aprestaba para la defensa. Sin embargo, a la lógica incertidumbre acerca de las acciones bélicas que se aproximaban se sumaban sus dudas acerca del comportamiento de sus gobernados77. La situación ya es dramática y así se lo comenta

77 Fragmentos de la comunicación de Quintanilla a su amigo y subordinado, Coronel Ballesteros, en agosto de 1825: “Si los enemigos, hacen una pequeña expedi-ción fiados en las facilidades que Velásquez y don Fermín Pérez les hayan dado, aunque sea solo de 500 hombres, se tomen esta plaza, que no cuenta 300, i quizá por la falta de entusiasmo, no se les tira un tiro, i los defensores se dirijen contra los jefes”….otro: “Si llega un buque i nos trae noticias que no viene la espe-dición de España, es muy de temer que un revoltoso se eche sobre las armas. i amarrándonos consiga lo que no le sería fácil si estuviese en Castro; i asi se forma

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a su amigo, el Coronel Rodríguez Ballesteros que se encontraba como autoridad militar en Castro. Queda en evidencia que la fidelidad chilota por la causa del rey ya era casi inexistente en sus gobernados. Peor aún, se temía una nueva insurrección.

Las acciones de combate entre las fuerzas expedicionarias y las de Quintanilla comenzaron tan pronto las naves fueron arribando a Chiloé, el 9 de enero de 1826. En efecto, ese día las naves recibieron el fuego de artillería de tierra pero sin mayores consecuencias y, el día 10, se comenzó entonces con las operaciones anfibias las que una vez en tierra tenían por objeto ir adueñándose, o dejando fuera de combate, en especial a las numerosas fortificaciones que, sin considerar las instaladas en Castro, los españoles poseían en gran número en el Norte de la provincia. A saber: Balcacura, Agüi, Chaicura, Puquillihue, del Morro, del Muelle, Campo Santo (San Antonio), Chacao, Pugueñún, Coronel, etc. y que defendían, algunas la bahía de San Carlos, otras el puerto de Chacao y otras tantas, que estando instaladas en el continente, amenazaban a los navegantes enemigos en su paso por el canal de Chacao. A todo lo anterior debían agregarse siete lanchas artilladas que Quintanilla había dispuesto en distintos puntos.

Las ventajas que Freire había logrado ese día lo llevaron a pensar que podían haber ablandado la voluntad del gobernador de tal modo que el 11 le envió a éste un parlamentario con una misiva conminatoria78

la balanza para las determinaciones que convenga”. Comentarios de don Diego Barros A. al respecto de la misma misiva: “Esta carta pinta muy bien la situación de Quintanilla en aquellos momentos: Su posición como gobernador era suma-mente precaria, puesto que estaba amenazado por una espedición chilena, i quizá por una insurrección interior”: Las campañas de Chiloé 1820-1826, Diego Barros Arana págs. 99 y 100.

78 “Cuartel Jeneral en marcha, enero 11 de 1826. Señor Gobernador de la provincia de Chiloé;

Encargado por la República de Chile del mando del ejército que ha destinado a libertar este archipiélago, he creido que faltaría a los deberes que me impone la humanidad, si no hiciese antes a U.S. una indicación saludable, bastante a evitar los horrores de la guerra, como las funestas consecuencias que resultarla de una lid en que todas las ventajas se presentan por mi parte. Prescindiendo de las favorables dispo-siciones que ofrece desde luego la disciplina del ejército, su entusiasmo,


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pero, como en otras ocasiones, no tuvo éxito y el español contestó en una escueta comunicación su invariable decisión de resistir79.

La espera de la respuesta de Quintanilla y el mal tiempo a pesar de que, como se mencionó, se había escogido la mejor época, retrasaron un tanto las operaciones. El día 12 continuaron los desplazamientos del ejército patriota adoptando, tanto los infantes cuanto las naves las mejores posiciones tácticas para lograr su objetivo.

Quintanilla se había establecido al resguardo del fuerte Puquillihue, desde el cual se defendía el único paso para acceder a San Carlos y, desde el mar, estaba ayudado por cinco de sus lanchas cañoneras. Después de una serie de acciones patriotas que se efectuaron de noche y por mar, y que fueron desarrolladas mediante una veintena de botes

re curso i los jérmenes que encuentra la opinión dentro del mismo Chiloé para asegurar de un modo positivo el éxi to de esta empresa, debo tambien hacer observar a U.S., que desde el momento que desapareció para la América el derecho de dependencia que la ligaba con su antigua metró-poli, entró en los intereses de Chile unir esta frac ción de su territorio a la gran familia chilena, porque así lo exijia la uniformidad de princi-pios que había adoptado, su seguridad, su localidad i otros motivos de conveniencia jeneral. Si estas consideraciones valen para U.S. tanto como es el interés que ha manifestado por la felici dad de los pueblos, hoi creo se halla en el caso de dar la mejor prueba de aquellos sentimientos, econo-mizando la sangre de estos infelices habitantes que seguramente serian victimas de una obstinada resistencia De lo con trario U.S. debe consi-derarse desde este momento sobre puesto a todos los resultados de esta contienda, que seran tanto mas ejemplarizados cuantos sean los medios que se apliquen para contener el progreso de nuestras armas.

Tengo el honor de anunciar a U.S. los sentimientos de respeto i consideración con que soi, etc.” Fdo. Ramón Freire: Carta intimación de rendición a Quintanilla; Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, Apéndice, págs. 176, 177.

79 “Quedo impuesto del oficio de hoi que me dirije U.S.: no hai razon que me pueda obligar a dejar de cumplir con mis deberes para con el rei, las tropas i los habitantes de esta provincia, que como yo desean el momento de hacer ver por tercera vez al ejército de Chile que sus esfuerzo para subyugarlo son vanos; i así escuse U.S. de amenazas que miro mui léjos de que pueda cumplirlas.--Dios guarde a U.S. muchos años”.--Cuartel jeneral de San Carlos de Chiloé, enero 11 de 1826. Firmado, Antonio de Quintanilla: Carta respuesta de Quintanilla a Freire; Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, Apéndice, pág. 177.

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tripulados por marinería y fusileros provenientes de los distintos buques de la flota, lograron neutralizar las lanchas cañoneras. Estas embarcaciones fueron en algunos casos capturadas por los patriotas y otras hundidas por los propios realistas, para no dejarlas en poder del enemigo.

Por su parte, en tierra y también en las sombras de la noche, Borgoño lograba el triunfo sobre las tropas realistas en la Batalla de Pudeto que fue librada en las inmediaciones del estero de ese mismo nombre (13/1/1826) con la valiente colaboración de sus avezados comandantes: Beauchef, Rondizzoni, y Aldunate y el batallón de reserva al mando del oficial Manuel Riquelme.

Cabe destacar que tanto el almirante Blanco, cuanto el brigadier Borgoño fueron de inestimable ayuda en la discusión de todos los planes de ataque que Freire elaboraba. Están consignadas en la obra de don Diego Barros Arana las numerosas veces que, con su honradez profesional, debieron discutir y enmendar los planes presentados por Freire como comandante en jefe de la expedición, observaciones sobre las cuales este jefe, sin arrogancias de ninguna especie, se allanaba a intercambiar ideas y, si era el caso, como sucedió varias oportunidades aceptaba con gusto modificarlas. No deseaba verse expuesto a un nuevo fracaso.

Urgido por las circunstancias, el día 14 de enero, el jefe realista debió abandonar su posición, ya que si la mantenía podría sufrir el castigo de los fuegos de la escuadra además del acoso del ejército. Decidió entonces replegarse a las alturas de Bellavista, produciéndose en tal sitio el llamado Combate de Bellavista donde, a pesar de la mejor ventaja del terreno, las tropas realistas fueron derrotadas debiendo buscar un mejor emplazamiento, más cercano a Castro, distante veinte leguas de este lugar, y que era la única guarnición desde donde podían recibir víveres y algún socorro. No obstante, al iniciar ese repliegue hacia el punto de Tantauco, ubicado a seis leguas de Bellavista, empezó el traspaso masivo de los subordinados de Quintanilla a las fuerzas patriotas80. Es de imaginarnos la amargura del gobernador

80 “Al verificarse la retirada desde Poquillihue y desde el punto de Bellavista se pasaron a las filas enemigas veinte y seis oficiales, incluso dos jefes, el Comandante


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al comprobar, lo que para él resultaba muy triste pero, quizás para un observador más acucioso y menos fanático de la causa del rey, ya desde hacía años mostraba señales de advertencia las que, como prueba de aquello, se han ido consignando a lo largo de este trabajo. Otros soldados prófugos se dirigieron a Castro, donde se encontraba la guarnición realista al mando del Coronel Rodríguez Ballesteros. Según las declaraciones de éste81 aquellos intentaron ejecutar a sus propios jefes realistas.

Después de esta masiva deserción, y antes que el general enemigo tuviere una idea clara de la situación de las fuerzas realistas, Quintanilla apuró la capitulación, para no tener que verse forzado a efectuarla en peores condiciones, aun cuando él siempre confió en la magnanimidad del generoso Freire. Así, el mismo día 15, le dirige desde Tantauco una nota al jefe chileno manifestándose dispuesto a celebrar un convenio para la anexión de la provincia de su gobierno a la República de Chile.

don José Hurtado y don José Antonio Garay con un crecido número de tropa; esta fue otra razón que obligó más a efectuar la retirada para impedir que otros verificasen igual atentado, con la aproximación del ejército enemigo”: El general Quintanilla y su gobierno en Chiloé, Isidoro Vásquez de Acuña, pág 308.

Estas afirmaciones se ven respaldadas por el propio Quintanilla en sus memorias y que agregamos bajo este mismo número.

“En estos momentos se declaró la deserción de un jefe, varios oficiales y mucha tropa al enemigo y en medio del fuego. Me puse, pues, en retirada sin ser moles-tado y en Putalcura me detuve para dar descanso y que comiera la tropa. Estando tomando razón de los heridos para remitirlos a un pueblo, oigo la voz de, a casa, a casa, No más guerra.

Había un pequeño puente a vanguardia por donde tenía que desfilar la tropa que se precipitó a él en desorden. Corro, me planto en medio, espada en mano para contenerla, más ella sigue sin obedecer (pero sin ofenderme) se precipitó a él y me atropelló habiendo quedado con mi espada en mano en un fango a la salida del puente que me daba a las rodillas.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 126.

81 “Con indecibles demostraciones de exasperación, entraron estos prófugos sin subordinación alguna, tirando el armamento en la plaza, lanzando maldiciones i gritando públicamente que habían sido entregados. Se trató de reunirlos, pero esto fue moralmente imposible porque una compañía se mantuvo armada i fue preciso sosegarla para quitarles las armas i evitar los funestos atentados que querían ejecutar contra los mismos jefes realistas”. Declaraciones del Coronel Ballesteros, jefe militar y político del cantón de Castro: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 142.

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Obviamente en dicha comunicación trataba, en lo posible, de ocultar la desgracia de su verdadera situación.

La actitud de Freire confirmó su nobleza de alma con el vencido. Le respondió oficialmente a Quintanilla, comisionó a los encargados de acordar las condiciones de la capitulación y envío al derrotado gobernador una carta privada en la cual le ofrecía sus servicios personales y, más aún, su amistad. Quedaba de manifiesto que lo único que Freire ansiaba era la pronta incorporación del archipiélago al resto del país. La buena disposición del vencedor, y la lógica disposición del vencido, no demoraron las cosas y el día 19 de enero, con Freire en San Carlos y Quintanilla aún en Tantauco, se procedió por estos dos personajes a la ratificación del llamado Tratado de Tantauco (En extenso en el Apéndice, pág.82) con una serie de ventajas, casi impensables para los vencidos realistas. Tres días después, el 22 de enero, se juraba la independencia de Chiloé como parte integrante del territorio de Chile y, en el hasta hoy bien conservado fuerte San Antonio (Campo Santo), se arriaba la enseña de España izando, oficialmente y por primera vez, la bandera de Chile.

Ramón Freire designó entonces en la gobernación, de la ahora provincia chilena, al coronel don José Santiago Aldunate Toro quien, además de sus personales cualidades, había tenido una brillante actuación en las acciones destinadas a esta conquista. Adicionalmente, como premio, se le ascendió al grado de brigadier.

El último reducto español en América del Sur había caído. Trece meses y once días después de la victoria independentista librada en Ayacucho y en forma casi simultánea con la capitulación de otro bravo español, hasta el fanatismo, el brigadier don José Antonio Rodil, en la fortaleza del Real Felipe del Callao.

En América, sólo la isla de Cuba y Puerto Rico quedarían por muchos años más, hasta 1898, en manos españolas.

chiloé independiente:

Después de la magnánima capitulación de los realistas en Chiloé, don Antonio de Quintanilla volvió a su patria y a pesar de las facilidades


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y gratuidad estipuladas en el Tratado de Tantauco para el traslado de los que quisieran regresar, sólo un muy reducido número de militares realistas compuesto de ocho oficiales, junto a las familias de los que la tenían, regresaron a España82 lo que constituye una prueba más que el apego o fidelismo al rey no era tal como, normalmente, deja la impresión al leer las obras de varios autores.

Como ya se dijo, don José Santiago Aldunate asumió la primera gobernación chilena en la isla. El novel gobernador, deseoso de mostrar su iniciativa en el puesto con que se le había honrado, inicia con mucho entusiasmo y patriotismo una serie de tareas de bien público. Fomenta la educación pública por todos los medios posibles; reglamenta la policía interna; organiza el aspecto sanitario de la provincia; se preocupa de la beneficencia, etc. Es interesante observar también lo que se refleja claramente, desde su primer informe enviado al Ministerio del Interior83, que no le fue difícil encontrar para algunos puestos de responsabilidad en el archipiélago vecinos que “son conocidos por su afecto al sistema de la patria”. Los nuevos chilenos-chilotes, ahora libres del concepto fidelista que se les inculcaba desde siempre, querían colaborar con su nueva patria donde se hallaban sus más caros intereses.

82 “De la guarnición de Chiloé sólo han venido a la Península después de la pérdida de aquella isla, cuatro jefes, incluso el Gobernador, tres capitanes y un teniente” (Rubricado por Quintanilla): El General quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de Acuña, pág. 309.

83 “En la parte de la administración que abraza la policía y el orden interior de la provincia no me ha permitido el tiempo todavía tomar providencias que puedan considerarse como un nuevo arreglo del dicho ramo por necesario que sea. Lo que hasta ahora he hecho ha sido nombrar para Comandantes Militares en los diferentes partidos (se refiere a los sectores en que se hallaba dividido el archipié-lago) a personas de crédito y confianza atendiendo particularmente a los que son conocidos por su afecto al sistema de la patria. Trataré de hacer dentro de poco una visita al interior y espero de hallarme después más orientado para proceder con algún acierto al arreglo que se debe hacer”: Fragmento del Informe del Gobernador Aldunate al Ministro del Interior, fechado en San Carlos, 9 de febrero de 1826; págs. 14 y 15 del Volumen 75, Ministerio del Interior, Intendencia de Chiloé 1826-1831; Archivo Histórico Nacional.

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No obstante las buenas relaciones de Aldunate con los, ahora chilenos-chilotes, se vieron entorpecidas por un asunto un tanto inesperado que se fraguaba en nuestra propia América independiente y donde tuvo parte nuestro propio libertador don Bernardo O’Higgins y que, según informes británicos, contaba con la anuencia del propio Bolívar.

Don Bernardo, quien había vivido su exilio en Perú, siempre pendiente de lo que sucedía en su amado Chile y, como era de esperar y debe agregarse, enemistado seriamente con su antiguo colaborador Freire quien presionó su abdicación el año 1823, conocía del gran caos político y económico que se vivía en Chile y obviamente era un gran crítico de ese gobierno. No debe olvidarse, además, que una gran cantidad de partidarios O´Higginistas, también detractores del gobierno de Freire, deseaban su retorno a Chile.

Así las cosas, los partidarios del exiliado prócer chileno pensaron hacer uso político de los chilotes a los cuales se les consideraba, dado su reciente pasado, aún un tanto ajenos e ignorantes del acontecer nacional y así más fácil de subvertirlos para tomar Chiloé en favor de O’Higgins y, desde ese lugar contar con una primera plataforma para lograr el regreso de don Bernardo al país.

Debe aclarase que este movimiento no fue un intento para provocar un rebrote realista por parte de los chilotes como pudiera pensarse. Nada estaría más lejos en la mente de O’Higgins o de sus partidarios en Chile. Así entonces, en el mes de mayo de 1826, el sargento mayor de artillería don Manuel Fuentes, encabezó una asamblea en este sentido, que declaraba a Chiloé provincia independiente de las demás provincias de Chile84 y, apresando momentáneamente al gobernador Aldunate,

84 “Se declaraba, por último, que Chiloé era libre e independiente de las demás provincias de Chile y que regiría momentáneamente allí la constitución de 1818 y que se nombraba Jefe Supremo al general don Bernardo O’Higgins y que en cuanto durase su ausencia le subrogaría el sargento mayor de artillería Manuel Fuentes.

O’Higgins, desde su retiro peruano, seguía con interés los asuntos chilenos, preocupándose particularmente de la situación de Chiloé, de la que hacía mención frecuente en el abundante intercambio epistolar que mantuvo desde allí. Esta noticia indiscutiblemente debería llenarle de esperanzas y escribió alborozado a propósito de esto, una proclama a los chilotes, en la que les incitaba a continuar


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trató de tomar el control del archipiélago, pero el movimiento fracasó siendo sofocado al poco tiempo y Aldunate volvió por sus fueros manteniendo su gobernación en dicha provincia hasta el año 1829.

Por su parte Freire, en desquite, ordenó la baja del ejército de O’Higgins y le retiró su rango, grado de Capitán General y sus rentas.

Así fue, oficialmente, sellada la independencia de Chile con la recuperación de este importante territorio insular.

La epopeya chilota vivida y sufrida por sus habitantes, en particular entre 1817 y 1826, tuvo un alto costo en vidas humanas y en sus patrimonios familiares. Sin embargo, mientras fueron vasallos de la corona española, voluntaria o involuntariamente, cumplieron mayoritariamente con su deber, pero sus aspiraciones de vida se encontraban muy lejos del llamado fidelismo el que sí fue practicado resueltamente por su líder español, Don Antonio de Quintanilla y su círculo más cercano.

Empero, la valentía y el liderazgo militar de este último gobernador de Chiloé español, fueron las únicas razones que lograron mantener, por tantos años, después de la independencia oficial de Chile en 1818, ese territorio en poder de la corona, dándole un carácter de heroica resistencia a la historia de Chiloé.

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LA gRAn cARReRA AnTáRTicA AL POLO SUR

Víctor Raúl González Uslar*

El 14 de diciembre de 2011 se cumplieron 100 años de la llegada del hombre al Polo Sur. Por mucho tiempo, la conquista de la última frontera ha sido una fuente de inspiración para todos los exploradores del mundo. Esta hazaña sirve hoy de musa para el presente texto y la historia de Chile en la Antártica Secreta.

Ir al corazón de la Antártida en 1911 sólo puede compararse al viaje de los primeros astronautas a la luna 58 años más tarde. Y es que la Antártida es un lugar que se asemeja más a otro planeta que a la tierra. Ningún otro continente tiene una oscilación tan significativa de temperatura. Puede haber 10° como también los casi 90° bajo cero registrados por la Base Vostok. Sólo podríamos sentir algo así, si saliéramos de un sauna para meternos dentro un freezer. Y es en ese mundo, no exento de terremotos y erupciones (Bien conocidas por el general Jorge Iturriaga, quién vivió la erupción de 1967

11), que se libró de una carrera entre un equipo de cinco ingleses y otro de cinco noruegos.

¿Pero cómo comienza la historia de este fabuloso continente?

Todo se inició en Grecia con el geógrafo Ptolomeo, quien vivió en Egipto y tuvo acceso a textos de la biblioteca de Alejandría. Los

* Publicista Audiovisual1 El general (r) Jorge Iturriaga de la Fach, vivió de cerca la erupción de 1967

que acabó con la Base Pedro Aguirre Cerda. Autor del libro “Infierno en Isla Decepción”.


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griegos, sólo por deducción y gracias a su particular visión de Armonía Universalis, ya suponían la existencia de un continente en el Polo Sur.

La historia de la humanidad reitera muchas alusiones a la Terra Australis. Ya en 1570, el mapamundi de Ortelius expuso aquella región como un hecho seguro. Se aprecia en ese mapa la Terra Australis Incógnita. Según la antigua cartografía, toda tierra no explorada llevaba el apellido de “incógnita”.

Gabriel de Castilla zarpó de Valparaíso en 1603 por encargo de su primo, el Virrey del Perú, Luis de Velasco y Castilla, con destino al sur. Se supone que llegó al paralelo 64° de latitud sur avistando tierra; sin embargo, España no cuenta con documentos que lo acrediten, dejando esta anécdota en una mera especulación. Otros vinieron después y avistaron las primeras islas, sin la certeza de la existencia de un continente. Otros, por azar de las tempestades, naufragaron en la Antártica llevando consigo los relatos de la existencia de estas tierras al fondo del mar.

El primer avistamiento confirmado de la Antártida se debate en tres personas, pero el más acreditado corresponde a Favian von Bellinshausen, –de origen alemán–, quien servía en la Armada Imperial de Rusia.

En 1820 la expedición rusa comandada por Favian von Bellinshausen y Mijail Lazarev se aproximó a 20 millas náuticas del territorio continental, certificando en bitácora que vieron campos de hielo. Luego, circunnavegaron la masa de tierra antártica. A ellos se les atribuye el descubrimiento del continente que 91 años después sería el escenario de la colosal carrera entre Scott y Amundsen para llegar al eje geográfico de la tierra. Bien sabemos hoy que terminó con la tragedia inglesa.

¿Cuáles fueron los errores de Scott?, consultó en 1948 el presidente Gabriel González Videla a un jovencito en la Antártica. El joven en cuestión era don Oscar Pinochet de la Barra, un escritor y diplomático chileno ... un “antartiko”.

En 1948 la visita del primer Presidente en el mundo que pisaría la Antártida era top secret. El 9 de febrero avisaron por radio a la Base

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Soberanía que la Covadonga debería ir al encuentro del transporte presidencial chileno para escoltarlo. El encuentro del Pinto y la Covadonga se produjo en el agitado Mar de Drake, el día lunes 16 de febrero a la medianoche (pleno día en Antártica). Al día siguiente, a las dos de la tarde, desembarcó el Presidente González Videla en Base Soberanía.

A juicio de don Oscar Pinochet, el diplomático José Miguel Barros tomó la mejor foto. Al escribir sobre el magno evento, relató: “este ha sido en mi vida el momento estelar”. El conmovedor discurso presidencial que llegó a ponerles la piel de gallina comenzó así: “Bajo la extraña sugestión de la soledad y el silencio de estas tierras polares, sentimos una íntima satisfacción patriótica, pisar tierra chilena, tierra nuestra”.

Esa noche hubo cena en Base Soberanía. El Presidente entonces, le hizo la consulta a don Oscar, quien le explicó que no existió un único factor para el fracaso británico, pero que él destacaba la ventaja de Amundsen en la utilización de perros en vez de ponis de Manchuria. En su mismo Diario de Viaje, Amundsen escribió: “Hoy hay mucha nieve suelta, aunque eso no afecta a nuestros perros”1.

Años más tarde, Chile incorporaría los trineos de perros para la exploración de la Antártida. A estos perros no se les entrena con violencia y tienen una disposición innata para jalar del trineo. Al describir a los perros siberianos, lo primero que llama la atención es su excelente adaptación a los climas polares. Tal como los malamute de Alaska, se parecen mucho a los osos polares, ya que su pelaje está compuesto por distintas capas de pelos y, además, pelos tubulares que aíslan mejor del frío. Sus patas anchas mejoran la tracción y les sirven para sepultarse en la nieve, permitiéndoles capear los repentinos temporales enterrados (o “ennievados’’) en cálidos cero grados, mientras las temperaturas exteriores pueden congelar el agua en segundos. Imitar esta acción les salvó la vida a más de un pelotón

1 Tuve la oportunidad de probar su comportamiento en trineos. Es sencillamente asombroso. casi se puede percibir que experimentan cierta “felicidad” al tirar del trineo. Siempre están atentos y tienen una actitud tan servicial que desconderta al ser humano.


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cuando exploraban, por ello es primordial que una patrulla lleve una pala en sus exploraciones.

Nunca se debe subestimar el clima polar, que cambia de improviso. El 10 de septiembre de 1949 una patrulla de tres hombres, correspondiente a la dotación de Base Soberanía, se encontraba en Isla Robert cuando de pronto comenzó una feroz tormenta. El viento blanco impedía la visión a un metro de distancia, y con una frialdad implacable la nieve antártica atrapó al telegrafista Ángel Gustavo Rojas. Desapareció súbitamente y para siempre. Según los registros que he encontrado, Rojas, de la dotación de la Armada, es el primer mártir de Chile en las solitarias tierras antárticas2.

Un reciente artículo de National Geographic expuso un estudio científico que concluía que los perros de carreras de trineo, en vez de agotarse durante las competencias, se hacían más fuertes, alcanzando un mejor rendimiento mientras van corriendo. Esta cualidad genética los convierte en animales realmente formidables.

Por otra parte, en la Antártica hay un importante factor que la persona común desconoce, y que sólo al vivir allá sale a flote y cobra mucha importancia: La soledad. La mayoría de las veces, las dotaciones no tenían más de ocho miembros y al cabo de un tiempo, los hombres se sentían solos. El perro no sólo ayudaba en las faenas, si no que era un miembro más del equipo, proporcionando amistad y entretención. Tal es la condición de soledad en la región, que no son pocas las narraciones de dotaciones de militares que se encariñaron incluso con los animales que tenían como destino natural servir de alimento, como el cerdito “Viruta”, que provocó hondo pesar al fallecer en una tormenta.

Por todo esto, la elección de los siberianos de Roald fue excelente. Amundsen, eso sí, no se encariñaba con los perros. Es duro admitirlo; pero él contemplaba sacrificar algunos de antemano. En el frío cerebro de este noruego, el fin justificaba los medios.

2 En 1815, un barco que viajaba de Argentina a Chile, llevaba 100 patriotas chilenos para consolidar la independencia. El barco naufraga en Antártica. Por tratarse de una visita fortuita al continente, no me he referido al tema.

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Es difícil juzgar a Scott por usar los ponis teniendo en cuenta los precedentes de la época, ya que Shackleton, quien los incluyó en su expedición, casi había llegado al Polo Sur. Años antes, Shackleton había logrado su fama gracias a ese hecho y publicitaba sus conferencias usando afiches con el slogan. “el hombre que estuvo más cerca del Polo Sur”3. Gracias a ello, consiguió fondos para hacer la Expedición Imperial Trans-antártica, y obviamente luego de conocer el destino de Scott en 1912, no utilizó ponis para su temeraria expedición. Tristemente, los perros que llevó Shackleton en 1914 sirvieron de alimento en su fallido intento por cruzar el continente. Este dramático fracaso inglés se transformó más tarde en una victoria chilena, cuando la tripulación de la Escampavía Yelcho y su comandante, Luis Pardo Villalón, lograron la colosal hazaña de rescatar a todos los náufragos ingleses con vida4.

Usar perros en expediciones polares, no garantizaba el éxito. En el Año Polar Internacional de 1957 se generó gran actividad en la Base O’Higgins y se iniciaron muchas exploraciones. Los tenientes Oscar Inostroza Contreras y Sergio Ponce Torrealba, en misión de reconocimiento y exploración, usaron trineos tirados por perros para desplazarse por el gigantesco glaciar cercano a la base, pero fallecieron al caer en una grieta oculta por la níeve5.

A pesar de que Scott y Amundsen fueron siempre rivales, compartían una suerte de estima. La caballerosidad de la época quedó demostrada en un hecho simbólico: Scott guardó la carta de Amundsen, para confirmar el éxito de éste y su propia derrota. Ese papel, fue quizás el mayor peso en su mochila durante el penoso camino de

3 La literatura es generosa al mencionar reiteradamente a Robert Falcon Scott, quien llegó al Polo Sur, aunque no logró regresar. Numerosos autores escribieron también sobre Emest Shackleton y su colosal travesía de regreso, aún habiendo fracasado. Resulta curioso que hayan menos obras sobre Roald Amundsen, quien fuera el único exitoso.

4 Aquellos héroes chilenos de la Antártida reciben hoy escaso reconocimiento. Es por esta razón que “Antártica Secreta” pretende recrear estos hechos, para que las nuevas generaciones conozcan las innumerables historias chilenas que tuvieron como escenario los peligrosos páramos de los hielos eternos.

5 Héroes chilenos: Nuestros primeros mártires antárticos del Ejército.


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regreso. Mientras él y su equipo intentaban alcanzar el depósito de comida que habían dejado el 15 de noviembre del año anterior, como parte de los preparativos de la carrera. Un temporal nunca antes visto, convirtió el avance en una tarea imposible. Una acción individual muy noble, tuvo lugar poco antes del fatal destino de la expedición. La delicada salud del capitán Lawrence “Titus” Oates representaba un riesgo para el resto de la expedición, que se negaba a abandonarle. En medio de la tormenta, salió de la carpa diciendo “Voy afuera, podría demorar”6, Oates cumplía 32 años ese día y caminó hacia la eternidad con la esperanza de que sus compañeros se salvaran. La sobrecogedora escena, recreada por un artista, es la portada de este texto.

Pocos imaginan que Chile podría haber sido el tercer competidor de esta carrera polar. En 1905 en el gobierno de Germán Riesco se gestó la idea. En 1906 comenzamos a preparar nuestra irrupción para instalar una base en Antártica, y de esto da fe un documento fechado en mayo 29 de ese año y clasificado como confidencial, que conforma el “Proyecto de Expedición a la Antártica del Ministro de Relaciones Exteriores don Antonio Huneeus Gana”. Comienza relatando la importancia que han dado muchos países europeos a la cuestión antártica y señala que una embarcación “El Esquimal” con bandera chilena, habría sido una de las primeras en explorar. Las naves se apostaron en Valparaíso, pero había que esperar hasta fin de año para realizar la travesía con buen clima. Los ingleses estaban acercándose cada vez más al territorio y Chile debía actuar.

cronologíA virtuAl de unA llegAdA chilenA Al polo sur en 1911

Siguiendo el desarrollo lógico de nuestra evolución en el continente y basado en ese texto encontrado en Cancillería, habríamos tenido una base en el verano de 1907 en las Shetlands del Sur. Luego en 1908 una base y dotación en el continente, (Como la O’Higgins) con experiencia antártica de un año. En 1909 se podría haber instalado una base temporal con víveres en alguna isla del mar de Ross, cerca de donde se ubicó Amundsen, y en 1910 Chile podría haber intentado

6 Sus últimas palabras fueron: “I am just going outside and may be sorne time”.

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un reconocimiento, dejando provisiones, para alcanzar el Polo Sur en 1911 con hombres con años de experiencia en Antártica. Oportunidad que nos arrebató, antes de zarpar, el terremoto y tsunami de 1906 ocurrido en Valparaíso.

Con el Decreto de Límites de 1940, redactado por julio Escudero y firmado por el presidente Pedro Aguirre Cerda y gracias a la labor posterior de un selecto equipo de civiles y militares, se creó en 1947 una política antártica mucho más decidida que puso freno a las aspiraciones territoriales anglosajonas. En este impulso antártico, como no nombrar a Miguel Serrano, otro “antartiko”, que gracias a sus contactos en India protegió nuestra Antártida7. Mantuvo así un escenario favorable para Chile, que le conservó intactas sus legítimas reclamaciones. Estas reclamaciones datan de la época de la Independencia, donde Chile asume como propias todas las tierras reclamadas por España, y el Padre de la Patria expresaría, con gran visión, que el límite austral de Chile sería el Polo Sur. Por ello, y muchos más méritos, se le otorga a la primera base construida en el continente (no en isla) el nombre de “Base Bernardo O’Higgins”.

Al crearse el Tratado Antártico de 1959, Chile fue uno de los doce signatarios originales. Finalmente el continente blanco es hoy en día, un continente fraternal.

La visión de futuro del Comandante en Jefe, Ramón Cañas Montalva, fue clave para nuestra presencia actual en la Antártica8. La inauguración de la antigua base del Ejército chileno contó con la presencia de representantes de la Fuerza Aérea y de la Armada, además de civiles y diplomáticos. Esta integración transversal de los ciudadanos se proyecta hasta el día de hoy: “Cooperación” es la palabra clave para luchar contra la adversidad antártica. Chile demostró este espíritu unido desde un comienzo y, bajo este principio, se han materializado exitosas misiones, como la operación “Estrella Polar”

7 Para quién no lo sepa, Antártida o Antártica son usadas indistintamente. Etimológicamente es más correcta la segunda, pero por cacofonía se recurre a la primera.

8 La estrategia de unificación de las diferentes ramas castrenses fue, es, y será la mejor fórmula para mantenemos y expandirnos en el territorio.


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en 1984, cuando la Fach logró aterrizar en el Polo Sur. Así también, la instalación de la Base Teniente Parodi en las cercanías de los nunataks9 Patriot Hills, incluyó el apoyo de una universidad y varios civiles para el diseño de la moderna base especialmente adaptada a las condiciones de la zona. Resulta oportuno recordar al primer arquitecto “antártiko”, julio Ripamonti, quien con gran entusiasmo y devoción, cooperó en el diseño y construcción in situ de la primera base chilena en 1947. Al año siguiente, se ofreció voluntario para repetir la hazaña con la base del Ejército, siendo la antigua Base O’Higgins una obra de excelente nivel para la época. Es hoy Monumento Histórico Nacional y sus frías dependencias de noble madera chilena, fuerte y robusta, conservan aun los trineos que fueron tirados por fieles perros.

En la actualidad no existen perros de trineo en la Antártida. Debido a las presiones de Estados Unidos, fueron vetados. Al irse los perros, pasó lo obvio, y llegaron los “gatos ... de nieve” o “snow cats”, ruidosos tractores con orugas que transportan personal y carga. Con ellos, aumentó considerablemente la cantidad de tambores de petróleo en la Antártica10.

La nueva Base O’Higgins inaugurada el año 2003, se perfila como un centro científico de primer nivel que asiste a científicos de Chile y del resto del mundo. Todos estos logros son posibles gracias al trabajo desinteresado de muchos “antártikos” que dan lo mejor de sí para posicionar a Chile como un país eminentemente antártico y polar.

Antártikos como el recientemente fallecido embajador, Jorge Berguño Barnes, es otro más de los héroes chilenos que debemos recordar siempre. Don Jorge no estuvo en las primeras expediciones, pero desde la diplomacia del Instituto Antártico Chileno, –el INACH– junto a don Oscar, defendió patrióticamente nuestros intereses y los del

9 Un nunatak es un pico montañoso que emerge del territorio cubierto por un glaciar sin estar cubierto de hielo él mismo.

10 Hace unos años, vi una foto-denuncia, que mostraba un centenar de tambores oxidándose, diseminados a lo largo de cien metros, junto a una base argentina.

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continente polar y fue reconocido como un hombre antártico de valor internacional, que sobresalía por su genial hipermnesia11 antártica.

Gracias a la invaluable y generosa colaboración del embajador Jorge Berguño logramos reunir en poco tiempo mucha información para el documental “Antártica Secreta”, establecimos contactos y estrechamos vínculos con las Fuerzas Armadas. Hasta el momento de su muerte, fue un cooperador que nos atendió siempre con la mejor disposición y de la mejor forma posible, sin importar lo largo de nuestras entrevistas. Incluso nos abrió su biblioteca privada. Por ello, dedicamos estas líneas a este genial servidor, que desde la Cancillería chilena prestó incansablemente sus últimos años a la fe antártica, sin dejar de trabajar, siendo, por sus grandes méritos, un personaje entrañable, incomparable e irremplazable.

Fue como nuestro guía de expedición, nuestro capitán Scott, y por supuesto también un líder en DIRANTARTICA de Cancillería; las reuniones consultivas antárticas no serán lo mismo sin él.

Debemos pues, estar atentos en estos tiempos, cuando los intereses de países lejanos crecen día a día. Basta ver el edificio de la base china cercano a la capitanía de puerto en Bahía Fildes, que, sin dudas le hace honor a su nombre: “Gran Muralla”.

Siendo NOSOTROS el país más cercano al continente blanco, resulta necesario y vital reforzar la política estratégica antártica de Chile, y relanzarla con un enfoque moderno y acorde con las circunstancias actuales, pero con el mismo entusiasmo de los antártikos de los cuarentas.

Si bien este texto podría ser mucho más amplio y estar colmado de imágenes, preferimos hacer un repaso superficial y rápido por los últimos 100 años de Historia Antártica, aprovechando el Centenario de esta épica carrera entre los más famosos caballeros polares, para difundir nuestro patrimonio cultural.

11 En palabras simples, la neurociencia ha definido este raro síndrome como “la capacidad de recordarlo todo”. En términos actuales, Jorge Berguño era una Wikipedia antártica.


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Mi deseo personal es aportar con una gotita (o estalactita) a la difusión de la Historia Antártica Chilena y cautivar a las nuevas generaciones, entregándoles un texto breve pero rico en investigación de nuestro desarrollo polar, con información que dificilmente encuentran en las aulas. Asimismo, a través de nuestro sitio web www.antarticasecreta.com incluiremos diferentes versiones, para quienes deseen profundizar sobre cada tema.

El documental “Antártica Secreta” será la oportunidad correcta para lanzarles una selecta avalancha de información, con un viento blanco de imágenes.

Texto en reminiscencia de la carrera poIar y la actividad chilena en el territorio ANTÁRTICO.

Dedicado al embajador chileno Jorge Berguño.

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cenTRO meTeOROLÓgicO AnTáRTicO

Jorge Iturriaga Moreira

RESUMEN HISTÓRICO

Los Estados Miembros del Tratado Antártico y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a partir del año 1961, mostraron interés en perfeccionar la recopilación y distribución de la información meteorológica necesaria en el Continente Antártico, de tal manera de apoyar las múltiples actividades de exploración y científicas que se incrementaban constantemente.

En el año 1966, en una reunión efectuada en la ciudad de Melbourne, Australia, un “Grupo de trabajo sobre meteorología Antártica”, a la que asistió el Director de la Oficina Meteorológica Chilena, Coronel de Aviación Sergio Bravo Flores, propuso la creación de tres Centros Meteorológicos en el Continente Antártico para satisfacer las necesidades planteadas: 1. - Chile, en la Base Aérea Antártica “Presidente Aguirre Cerda”, en Isla Decepción; 2.- URSS, en la Base Mirny- Molodezhnaja, y 3.- EE.UU. en la Base Me Murdo. Lo que fue aprobado ese mismo año por la OMM y en 1968 por la Reunión Consultiva del Tratado Antártico en París.-

Habiendo asumido Chile la responsabilidad de mantener operando el Centro Meteorológico Antártico en la Base “Presidente Aguirre Cerda”, en Isla Decepción, luego de la erupción volcánica que obligó a evacuar dicha Base, el Gobierno de Chile tomó la decisión de trasladar el Centro Meteorológico y de Telecomunicaciones Antártico, a la Base inactiva de la Fuerza Aérea “Gabriel González Videla” (GGV) en Bahía Paraíso, durante el año 1968.


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La Bahía Paraíso, donde está ubicada GGV, debe su nombre a su extraordinaria belleza, sin embargo, frente a montañas de nieve, glaciares y catedrales de hielo flotantes, sólo se dispone de unos cuantos peñascos de roca en donde los habitantes de la Base deben disputar el escaso espacio con los pingüinos. Debido a esto, no hay lugar para instalar buenas antenas de comunicaciones ni mucho menos para crecer físicamente, lo que obligó a buscar otro sitio en la Antártica para construir una nueva Base, que tuviera proyecciones para crecer y cumplir las obligaciones de Centro Meteorológico y Centro de Telecomunicaciones.

Fue así como el Gobierno chileno dispuso buscar otro lugar para una nueva Base y asignó los fondos para tal efecto, lo que debía materializarse en el verano 1968-69. En principio se eligió la Isla Rey Jorge, en donde se debía ubicar una bahía apropiada y el terreno apto para la Base.

Durante el año 1968, el Estado Mayor de la Defensa y el Departamento Antártico de la Fuerza Aérea de Chile, con el apoyo del Instituto Antártico y el Instituto de Geofísica de la Universidad de Chile, determinaron los requisitos de esta nueva Base y se hicieron los planos respectivos.

La planificación de detalles correspondió al Departamento Antártico de la Fuerza Aérea de Chile. Aquí se adquirieron desde el clavo, la madera, todos los artefactos, los equipos y los miles de elementos necesarios para construir una Base en el continente más helado de la Tierra, en donde, como es natural, lo que se olvidó no hay donde comprarlo ni donde mandarlo a buscar, estando el mercado más cercano en Punta Arenas o Santiago.

Cuando todo estaba listo, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa me informó que se habían acabado los recursos, que también se habían agotado todas las instancias superiores y no era posible obtener más fondos especialmente para contratar personal especializado para la construcción en la Antártica, ante lo cual toda la empresa largamente planificada para contar con una nueva Base, debía postergarse o simplemente parecía naufragar.

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Con los antecedentes anteriores, como Jefe del Departamento Antártico de la Fuerza Aérea de Chile, me dirigí a hablar con el General de Aviación julio de la Fuente, Jefe del Estado Mayor de la Institución, para contarle mi desconsuelo. Con él analizamos varias alternativas y finalmente tomó la decisión: “Que sería personal de la Fuerza Aérea quienes construirían esta nueva Base Antártica para Chile”.

Sin esta importante decisión y apoyo, simplemente no habríamos cumplido el objetivo de construir el Centro Meteorológico Antártico, que es un compromiso de Chile ante la Comunidad Antártica.

CONSTRUCCIÓN DEL CENTRO METEOROLÓGICO ANTÁRTICO EDUARDO FREI MONTALVA, (VERANO 1968-1969)

Cuando el buque Piloto Pardo llegó a la Bahía Fildes de la Isla Rey Jorge, lo primero que se desembarcó fue un refugio suficiente para albergar a todo el personal de la Brigada de Construcción, compuesto por unas 30 personas. Este Refugio prefabricado, había sido armado anteriormente a manera de ensayo en un patio al lado del Instituto de Geofísica, lo que había demorado una hora y treinta minutos. Nuestra mayor preocupación entonces, era prevenir que esta gente no se quedara aislada y a la intemperie ante un imprevisto temporal antártico.

El Comandante de la Escuadrilla Juan Becerra, que había sido seleccionado como Comandante de la primera dotación del nuevo Centro Meteorológico Antártico en la Isla Rey Jorge, tuvo la peculiar misión de supervisar la construcción de la que iba a ser su propia Base. Desde luego no fue una tarea fácil desembarcar más de 100 toneladas en una playa donde no había muelle ni grúas, empleando principalmente las embarcaciones de los buques de la Armada Piloto Pardo y Yelcho.

El lugar elegido para construir la Base estaba muy cercano a la Base rusa de Bellinghausen, apenas unos 300 metros de distancia, al otro lado de un pequeño curso de agua de los deshielos, que se denominó el Río de la Frontera. Los científicos rusos que habitaban unas construcciones rectangulares suspendidas sobre la nieve igual que los palafitos, fueron extremadamente amistosos y colaboradores.


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Sin embargo, la ayuda más valiosa la constituyó el uso de sus embarcaciones-vehículos, que se les denominó “vinchucas”.

Estas embarcaciones, eran unas pequeñas barcazas que permitían acercarse al buque a recibir varias toneladas de carga, luego navegar hasta la playa y con sus ruedas seguir caminando sobre la tierra.

El primer y segundo día, gracias a un relativo buen tiempo, la Brigada de construcción recibió el apoyo de alimentación preparada en el buque. Una vez desembarcada la cocina de campaña prestada por el Ejército, se abasteció al personal en tierra y empezó el levantamiento topográfico y posterior construcción de los edificios, de acuerdo a los planos ejecutados por el arquitecto Alberto Vives, contratado para tal efecto. La ejecución misma fue supervisada por el arquitecto de la FACH Enrique Fernández.

Es necesario hacer un reconocimiento especial para todas las personas que participaron arduamente en la construcción. En el verano antártico los días son muy largos, por lo que la gente trabajó por lo menos 15 horas diarias, especialmente los días de buen tiempo, tratando de adelantar al máximo la obra gruesa, cimientos, murallas y techos, de tal manera de trabajar posteriormente al interior un poco más protegidos del clima frío y del fuerte viento, ya que en esta época más templada la temperatura fluctúa entre -4° y 4°, lo que a veces con el viento da una sensación térmica muchísimo más baja.

CONSTRUCCIÓN DE LA PISTA (1979 - 1980)

Después de más de cuatro meses de arduo trabajo, el coronel Guillermo Air, me comunicó que la pista tenía aproximadamente 800 metros ya construidos. Con este dato, en cumplimiento a lo dispuesto por el Comandante en Jefe, General del Aire Fernando Matthei Aubel, consideré que se podía aterrizar e inaugurar la pista que se llamaría Teniente March. Las prácticas previas, nos habían demostrado que se necesitarían sólo 400 metros para efectuar un aterrizaje corto con el avión Hércules C-130.

El día elegido para inaugurar esta primera pista en la Antártica fue el 21 de marzo de 1980, para que coincidiera con el aniversario 50 de

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la creación de la Fuerza Aérea de Chile. Sin embargo en este primer aterrizaje aprendimos que el tiempo atmosférico tiene la última palabra en las operaciones aéreas en ese Continente. La única ventana de buen tiempo, de aproximadamente dos horas, se produjo al día siguiente, el 22 de marzo, entre dos frentes con nieve y ventisca.

Previo al aterrizaje, se efectuó el lanzamiento de un grupo de paracaidista “Boinas Azules”, comandado por el Comandante Antonuchi, quien desplegó una bandera chilena en su caída, ante la vista de los entusiastas obreros que habían participado en la construcción de la pista y los integrantes de la Base.

Posteriormente al ansiado primer aterrizaje, aprovechando el poco buen tiempo disponible, efectuamos un despegue y un segundo aterrizaje para comprobar el estado de la pista. Pese a que el pesado avión dejaba una huella de unos 15 centímetros con sus ruedas en el terreno semi congelado, se comprobó que la pista era segura para la operación. Con estos antecedentes, se planificó el despegue para el día siguiente, considerando que aún con mal tiempo no sería problema despegar y hacer una montada con vuelo instrumental. El regreso a Santiago se realizó el día 23 con una corta escala en Punta Arenas, llevando a bordo a los felices obreros que construyeron la pista, quienes no querían volver a cruzar en buque el temido e inhóspito estrecho Drake.

CONCLUSIONES:

1.- La construcción del Centro Meteorológico Eduardo Frei Montalva, marca una nueva etapa para Chile en ese Continente por diversas consideraciones. Primero, se consolida el cumplimiento de la misión meteorológica asignada al país por la Oficina Meteorológica Mundial (OMM) y corroborada por el Tratado Antártico.

2.- Durante la construcción del Centro Meteorológico en el verano 1968-1969, junto al Doctor Alvaro Yañez y Jorge San Martín, descubrimos el lugar donde se podría construir una pista de aterrizaje. Por lo que designé al topógrafo Luis Biza Salinas para que efectuara un levantamiento topográfico de la zona, que se


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transformó a partir de 1980 en la actual Base Aérea, donde además se construyó posteriormente Villa Las Estrellas, una pequeña ciudad con todos los servicios de utilidad pública.

3.- Hasta la fecha, no se ha encontrado otro lugar para construir una nueva pista, por lo que Chile tiene el único aeropuerto en la Península Antártica, y la llave de las operaciones aéreas en la Antártica Occidental.

4.- La Base Aérea Frei, ha sido el trampolín que le permite a Chile llegar al Polo Sur por vía aérea, que es la única ruta práctica para apoyar las actividades científicas y de transporte, porque el traslado sobre la nieve es muy lento, dificil y peligroso y sólo se justifica como una operación deportiva.

5.- Cuando el Libertador Bernardo O’Higgins con su gran visión geopolítica, le describió los límites de Chile al Almirante Thomas Cochrane, expresándole que el límite austral era “el Polo Sur en sí mismo” tal vez no imaginó que nos estaba legando a las generaciones futuras una tarea muy ardua pero posible.

6.- Por ser Chile el país más cercano a la Antártica, su vida depende directamente de la influencia de ese “Reino de los hielos”. El clima con sus frentes meteorológicos nos trae desde allí la lluvia y la nieve a nuestras montañas que nos brinda el agua que nos permite vivir. Además, toda nuestra larga costa es bañada por la corriente fría de Humboldt que, regula la existencia de una rica fauna marina y productos del mar.

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LibeRTAdOR beRnARdO O’HigginS PRecURSOR y PAdRe de LA indePendenciA de cHiLe

Waldo Lazo

“Precursores de la Independencia de Chile” son los independentistas que trabajaron por esa causa antes del 18 de septiembre de 1810.

Al Libertador Bernardo O’Higgins se lo llama “Precursor y Padre de la Independencia de Chile”, porque fue el primero en traer la idea de la independencia absoluta para el país en 1802 y a partir de ese año la difundió y luchó con todos los medios a su alcance por materializarla.

Finalmente, tras dieciséis años de gloriosos esfuerzos, proclamó la Independencia de Chile el 12 de febrero de 1818, primer aniversario de la Batalla de Chacabuco, triunfal acción armada que inició el proceso final de la Independencia definitiva de Chile.

En 1798, en Londres, Francisco Miranda, durante algunos meses, adoctrinó y convenció total y definitivamente al veintiañero Bernardo O’Higgins a la causa independentista. Desde entonces él decidió irrevocablemente dedicar su existencia entera al servicio y cumplimiento de ese ideal.

Sobre O’Higgins dice Collier (5) “En el caso de O’Higgins todos los antecedentes conocidos –su conversión a la causa separatista por Miranda, sus reuniones secretas con Fretes y José Cortés Madariaga en Cádiz en 1802, su correspondencia con Terrada y otros patriotas argentinos antes de 1810, que le llamó la atención al Intendente de Concepción– confirman abundantemente que al menos él era separatista y conspirador mucho antes de la revolución de 1810”.


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En 1847 se descubrió que dos franceses y·un chileno, en 1780, planearon muy en secreto independizar a Chile de España. Se llamó “Conspiración de los tres Antonios” a este proyecto. Los conspira- dores fueron delatados y su quimérico ensueño no pasó más allá de unas conversaciones sostenidas en secreto entre muy pocos. El proceso judicial se llevó a cabo con la mayor reserva, tanta que sólo sesentaisiete años después se tuvo noticia del suceso. Los dos franceses fueron apresados y llevados a Lima y luego a España. Murieron antes de dos años, el chileno: José Antonio Rojas, según casi todos los autores, nunca contó nada de nada. Sólo en 1808 pareció despertarse en él, otra vez, la idea independentista. Las autoridades realistas, en todo caso, lo tenian muy bien vigilado, tanto que en julio de 1810 se lo apresó para enviarlo a Lima. Pero, insistimos, antes de 1808 a Rojas no se le conoció declaración o actividad alguna independentista y su muy oculta participación en la “Conspiración de los Tres Antonios” es puesta en duda por algunos autores.

Cuando en 1802, tras su regreso a Chile desde Inglaterra, O’Higgins debió viajar a Chillán y Concepción en los trámites para tomar posesión de su herencia paterna, tuvo la oportunidad de contactarse con su antiguo amigo Juan Martínez de Rozas, conocedor de todos los secretos de su nacimiento, de su fe de bautismo, de su infancia. Se dice que Martínez de Rozas, ya entonces, deseaba un gobierno autónomo para Chile, una dependencia laxa y lejana sólo con el rey de España, no con su gobierno. Al parecer, don Juan había difundido estas ideas entre un grupo de jóvenes de la aristocracia penquista.

Pronto O’Higgins hizo ver a Martínez de Rozas las ventajas y grandezas de la independencia total y absoluta para el país. A partir de entonces fue esa la meta hacia donde ambos próceres encaminaron sus esfuerzos y acciones durante los años siguientes: O’Higgins en Chillán y Concepción, Martínez de Rozas en Concepción y en Santiago.

En 1803, cuando Bernardo viajó a Lima, además de sus prédicas, regaló a su amigo el Conde Ruiz de Castilla “La Monarquia Inglesa” (9) obra con algunas ideas libertarias, prohibida por la Santa Inquisición, como poco después lo comprobó el Sr. Conde.

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Según Collier (5) Diego Barros Arana anota “el testimonio en 1804 de una conversación sobre la independencia total de Chile entre O’Higgins y Martínez de Rozas.

Tras instalarse O’Higgins en Chillán, no perdió tiempo en dar a conocer sus creencias independentistas a jóvenes de la aristocracia lugareña, prudente y cautelosamente seleccionados.

Ya en 1806, tanto en Chillán, Concepción y Los Ángeles el grupo de los independentistas estaba sólida e indisolublemente formado. En Concepción, centro de reuniones y conjuras la residencia de José Antonio Prieto, joven abogado penquista, miembro del círculo social más encumbrado de Concepción. También en Talcahuano existía una juventud independentista: Ramón Freire Serrano entre ellos.

Poco después, algunos de esos libertarios formaron la banda de “Los Duendes Patriotas”, cuyas actividades antirrealistas tuvieron lugar en Chillán y Concepción, con el objeto de intimidar a los valentones realistas, sobre todo a los del clero que, abogaban por la causa del rey. Sustos, correteos y hasta apaleaduras propinaron estos patriotas a algunos notorios enemigos de su causa. En esa época y en esos lugares, estas acciones provocaron un incontenible terror entre los afectados y vinieron a ser un drástico correctivo para ellos. Aunque con posterioridad, algunos autores contrarios a O’Higgins, trataron de minimizar la actuación y significado de “Los Duendes” – “chiquilladas” las llamaban despectivamente– en esa época indudablemente representaron mucho, aunque no decidieran nada. Desde luego, en Santiago no existió entonces, algo ni siquiera remotamente parecido.

Entre los independentistas destacados por su infortunio: Fray Rosauro Acuña, Pedro Arriagada, quienes tal vez, cometieron alguna imprudencia en más de una oportunidad hasta que los apresaron. El acaudalado padre de Arriagada pagó una fortuna para conseguir la liberación de su hijo. A Fray Rosauro se lo envió a Lima. Según algunos autores, nunca más supose de él. Bernardo O’Higgins estaba convencido de que pronto sería también detenido. No lo fue. Posiblemente las autoridades realistas no deseaban dar notoriedad alguna a la militancia independentista del hijo de un virrey.


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José Antonio Prieto, el enfermo anfitrión de los libertarios penquistas murió en 1809, hablando en favor de la independencia de Chile, lo cual ocasionó una conmoción fácil de imaginar entre sus familiares, amigos y conocidos.

El realista Ignacio Torres en su informe a la Junta Central de Aranjuez sobre los sucesos ocurridos en 1808 y 1809” anotó: “Rozas y sus partidarios son autores del proyecto de independencia y de rebelión contra nuestros legítimos soberanos”. En su versada delación, mencionaba una frase de José Antonio Rojas pronunciada en púb1ico a fines de 1808: “ya es tiempo que pensemos establecer la república en Chile” (4).

Maniobrando muy habilmente, Juan Martínez de Rozas se las ingenió para convertirse en el secretario y asesor de confianza del Gobernador García Carrasco. Logró convencerlo de aumentar el número de regidores del Cabildo de Santiago y designar en tales cargos a hombres independentistas. Con esto, Martínez de Rozas le hizo un inmenso favor a la Causa. Estos regidores en julio de 1810 fueron decisivos para remover a García Carrasco de su cargo y abrirle paso a don Mateo de Toro y Zambrano y, antes de dos meses al Cabildo y Junta de Gobierno del dieciocho de septiembre de 1810, primer paso formal hacia la emancipación del país.

Martínez de Rozas en octubre de 1808 realizó deliberadamente otra acción “memorable” para desprestigiar, aún más, al nada prestigioso García Carrasco. Lo impulsó a tomar parte en la captura y saqueo de la fragata “Escorpion” y el engaño y asesinato de su capitán. Aunque Martínez de Rozas debió abandonar su cargo y regresar a Concepción, García Carrasco quedó más gravemente afectado en su ya agonizante reputación.

José Amor de la Patria –pseudónimo de alguien que, a ciencia cierta, todavía no sabemos quién fue– en 1810 dio a conocer su “Catecismo Político Cristiano”, dispuesto para la instrucción de la juventud de los pueblos de la “América Meridional”. En uno de sus fogosos párrafos expresa: “Esclavos recientemente elevados a la alta jerarquía de hombres libres, mostremos al universo que ya no somos

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lo que fuimos, y que nos hallamos emancipados y ya tenemos una representación política entre las naciones del orbe”.

Los santiaguinos el 13 de julio de 1810 se reunieron armados para combatir en contra de García Carrasco. El 16 de julio, en junta de guerra, García Carrasco depositó el bastón de mando en manos del brigadier Mateo de Toro y Zambrano. Esta fue la Primera Rebelión Independentista en Chile. Casi dos meses después se constituyó la Primera Junta de Gobierno para gobernar Chile “en nombre del amadisimo rey Fernando VII”.

El 18 de septiembre de 1810 fue una fecha capital para Chile su significación sería sólo sobrepasada por la de la Proclamación de la Independencia el 12 de febrero de 1818. Sin embargo, el 18 de septiembre de 1810 marcó la división de la historia de Chile. Por supuesto, a los independentistas desde esa fecha en adelante, no se los podría considerar “precursores”, aunque aún faltaban siete años para que el proceso culminara en la liberación del país y ocho para la declaración de la independencia.

En 1811 regresó a Chile Fray Camilo Henríquez, valdiviano, perseguido en Lima y Quito por la Santa Inquisición, independentista, libertario, antimonárquico. Para esa época: mejor imposible. Fray Camilo, en abril de 1811, dió a conocer su “opera magna”: “Proclama de Quirino Lemachez”, donde con vigoroso estilo escribe del derecho de los chilenos a gobernarse independientemente, donde menciona como un ideal que llegue a existir la REPÚBLICA DE CHILE. En Chile la obra se conoció en forma manuscrita. En junio de 1811 fue impresa en Londres.

Desde España, en julio de 1811, regresó a Chile José Miguel Carrera Verdugo, decidido según confidenciaba a sus íntimos, a dar libertad e independencia a Chile. Llegaba, eso sí, este héroe libertario, con un año de retraso a la partida del proceso independentista, lo cual le daba una considerable ventaja sobre sus antecesores: Chile en julio de 1811 se gobernaba en forma autónoma, existía un Congreso donde se estudiaba una Constitución para regir ordenada y legalmente al país y la idea de la independencia parcial o total se generalizaba, pues se vivia en un régimen de independencia, aún no proclamada, por


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supuesto y bajo una pseudo obediencia al distante y casi desconocido rey de España. Además los dos hermanos de Carrera Verdugo. Juan José y Luis tenían altos cargos militares y mandaban tropas. De modo que el joven Carrera Verdugo disponía de muchas facilidades que sus predecesores nunca tuvieron.

José Miguel Carrera Verdugo, empezó su lucha independentista el 4 de septiembre de 1811, mediante un exitoso cuartelazo con el cual derribó al Gobierno. Cesó en sus funciones al Congreso en ejercicio, designó un nuevo Congreso y aunque no se reservó ningún puesto gubernamental, hizo salir a muchos congresales e incorporó a otros de su confianza. El 15 de noviembre tras un segundo cuartelazo, nombró una Junta de Gobierno que él presidía. Como le parecía insuficiente, aún, su contribución a la independencia y a la libertad, el 2 de diciembre rodeó al Congreso con sus tropas, apuntó las puertas de él con cañones y finalmente bajo intimidaciones y amenazas redujo a los congresales a aceptar todas sus condiciones. Se paralizó, así, el estudio de las leyes entonces en trámite, del proyecto constitucional cuyo autor era el jurisconsulto Juan Egaña, del estudio y creación del Instituto Nacional etc. (1).

José Miguel Carrera Verdugo llegó a ser en esta forma, el primer dictador en Chile y su gobierno la primera dictadura que el pueblo chileno conociera. (7).

Bernardo O’Higgins en 1811 fue elegido Diputado por Los Ángeles. Durante su corto desempeño bregó por la libertad de comercio con todos los países del mundo, por puertos abiertos a las naves de todas las naciones y por establecer una flota chilena de barcos mercantes y defensivos.

En enero de 1812 Bernardo O’Higgins y Manuel Fernández Vázquez de Novoa firmaron el “Oficio de Concepción sobre los capítulos de obediencia” donde por primera vez se afirmaba en documento gubernamental oficial que “la autoridad suprema reside en el pueblo de Chile”, “declarar la INDEPENDENCIA”, formar una CONSTITUCIÓN permanente”... Este documento despertó admiración en el extranjero. En Buenos Aires fue reproducido y elogiado por la prensa como un gran avance independentista. En Chile

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no tuvo resonancia porque al dictador José Miguel Carrera Verdugo no le agradó, pues limitaba sus poderes si. se llegaba a implantar como ley. Además no supo reconocer su importancia política. En todo caso, meses después, se inspiró en él para redactar el bullado “artículo libertario” del Reglamento Constitucional de 1812 en cuyo artículo 3, por lo demás, reconocia como Soberano al “amadisimo Fernando VII”.

Otras contribuciones de la dictadura de Carrera Verdugo a la idea independentista fueron la creación del primer periódico chileno: LA AURORA DE CHILE, donde en cada número daban a conocer sus ideas independentistas: J. A. Irisarri, C. Henríquez y otros autores de la época. También se crearon simbolos patrios: bandera, escudo, escarapela.

El 2 de julio de 1813 la Junta de Gobierno presidida por José Miguel Infante publicó un decreto donde se disponía: “a nadie puede concederse el título de ciudadano chileno sin el indispensable requisito de hacer el juramento de reconocer la soberanía nacional del pueblo de Chile y su derecho inalienable de regirse por sus propias leyes, sin intervención alguna de las cortes de la regencia de España, ni de otra autoridad cualquiera que no fuese la que el mismo pueblo se había dado”. Esto fue lo más parecido a una declaración de independencia durante la Patria Vieja.(2).

En 1813 y 1814 tropas realistas invadieron Chile. O’Higgins al frente de sus tropas las combatió esforzada y valientemente. La derrota final en Rancagua no fue culpa suya (3).

En julio de 1814 un nuevo cuartelazo llevó al poder y a una segunda dictadura a José Miguel Carrera Verdugo. Gracias a esto los realistas reconquistaron fácilmente al país, al dividirse las fuerzas defensivas en dos bandos: uno a favor del usurpador, el otro en contra. Esta fue la postrera contribución de Carrera Verdugo a la independencia de Chile. Miles de patriotas huyeron a exiliarse a Mendoza, entre ellos el frustrado héroe independentista José Miguel Carrera Verdugo.

El general José de San Martín, en Mendoza, organizó y consiguió el financiamiento para formar el Ejercito de Los Andes, integrado por tres


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mil soldados y oficiales argentinos y setecientos soldados y oficiales chilenos, deetinado a liberar a Chile del dominio realista. Bernardo O’Higgins colaboró en todo y se sometió en todo a la voluntad de San Martín.

Por fin, el Ejército cruzó la Cordillera de los Andes en enero de 1817 y liberó a Chile del dominio realista. O’Higgins a petición del pueblo chileno, de San Martín, de Pueyrredón, asumió la Dirección Suprema de la Nación y el 12 de febrero de 1818, un año después del triunfo de Chacabuco, proclamó la Independencia de Chile. Su gran anhelo por fin, habiase cumplido, veinte años después de haberlo concebido en Londres.

Padres de la Patria muchos: todos los Vencedores de Chacabuco. PRECURSOR y PADRE DE LA INDEPENDENCIA UNO: “EL LIBERTADOR” BERNARDO O’HIGGINS.

LITERATURA

1. BARROS ARANA, Historia General de Chile. T. VIII, p. 353.

2. BARROS ARANA, Historia General de Chile. T. IX, p. 172.

3. BARROS ARANA, Historia General de Chile. T. IX, P. 430-431.

4. COLLIER, S. Ideas.., Política de la Independencia Chilena. p. 8l

5. COLLIER, S. Ideas.., Política de la Independencia Chilena. p. 83.

6. ENCINA, F. A. Historia de Chile. T. VI, p. 403

7. COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO. Historia Militar de Chile. T. I, p. 132

8. VALENCIA AVARIA, Libertador Bernardo O’Higgins. p. 48

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O’HigginS diPUTAdO, cOncURSO diRigUidO A TOdOS LOS ALUmnOS

deL PAiS enTRe 1° y 4° mediO

Cripta de O’Higgins Plaza de la Ciudadanía, 2 abril 2011

A nombre del Instituto O’Higginiano de Chile, de su Honorable Consejo y filiales regionales y comunales, como su Presidente Nacional, hago presente nuestro más sentido agradecimiento a la Presidencia de la Cámara de Diputados por la invitación a este acto que con el patrocinio de los ministerios de Defensa y de Educación, organizan este concurso de conocimiento sobre “O’Higgins Diputado” dirigido a todos los alumnos del país entre 1° y 4° medio; evento oportuno, trascendente e histórico, que en el Bicentenario del Congreso de Chile; “uno de los más antiguos del mundo”, ayuda a profundizar el conocimiento sobre nuestro padre de la Patria, el libertador don Bernardo O’Higgins Riquelme que fue Diputado por Los Ángeles.

En su viaje de Las Canteras a Santiago. Se le unieron Pedro Arriagada y Luis de la Cruz, también recién elegidos diputados.

El estudio de la historia, representa un aporte permanente al presente y es un referente ha considerar en la visión país del futuro.

Las ideas de libertad, igualdad, fraternidad y transformar un Gobierno Monárquico de Carácter Hereditario a uno Republicano en que la soberanía reside en el pueblo, causaron la Independencia de América.

La Independencia es una condición que se logra por etapas, implica una labor permanente, ya que un país es constantemente amenazado


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externamente en lo político, en lo económico y en lo cultural por ello es importante imitar los valores e idearios de los hombres que provocaron la Independencia y consolidaron nuestra República.

Don Bernardo O’Higgins, jugó un papel fundamental como Diputado, luego peleó por la Independencia y después de Rancagua, actuó con José de San Martín, en el proceso de organización del Ejército de Los Andes básico en La Reconquista de Chile.

Como Primer Director Supremo inició la consolidación de la República.

Los valores sustentados por O’Higgins los consideramos:

1°) un símbolo de Libertad (firmo la independencia), 2°) de Nacionalidad (promulgó el decreto de quienes son chilenos),

3°) de Ciudadanía (definió el derecho a voto), 4°) institucionalidad Republicana (constitución del 1818 y 1822)

5°) unidad geográfica y social (el límite sur de Chile el Polo Sur en sí mismo y la proyección hacia el Pacifico).

6°) la Organización de las Escuelas Militar y Naval la implantación de el sistema lancasteriano de educación de los cementerios laicos y decreta la libertad de prensa.

Su concepción valórica esta plenamente vigente en la actualidad y su ejemplo como Diputado esperamos saldrá fortalecida con este Concurso.

Es conveniente examinar las variables que O’Higgins manejó y convertirlas en desafíos del Bicentenario para concretar el Chile del futuro con éxito.

El 5 de abril de 1841, el Libertador O’Higgins reitera su pensamiento y así le escribe al gobierno de su patria “no trepido en asegurar, que siempre he considerado como la más importante de estas medidas, la unión de todos los chilenos, sur y norte como oriente y poniente de la cordillera al mar, en una gran familia”.

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Se necesita unidad “para triunfar como nación”, unidad en lo social, en lo geográfico, O’Higgins, hizo carne en el Continente Americano, una expresión de un pensamiento filosófico universal.

Con patriotismo estratégico, es decir establecer en el país lo mejor de la universalidad con sentido Continental, para enfrentar exitosamente el tercer centenario con el Chile que soñamos. En que la política sea el verdadero arte de despertar confianza.

Un gran reconocimiento al Presidente de la Cámara de Diputado, al Ministro de Defensa y al Ministro de Educación, por la creación de puntos de interés y de encuentro en nuestra historia, el pasado y el presente del Libertador Bernardo O’Higgins, es símbolo de la unidad nacional, que sigue sirviendo a Chile como roca inamovible de patriotismo, de democracia, de solidaridad americana, de tolerancia y libertad, con su vida forjada en la justicia, el honor, el sacrificio, el valor y la dignidad.

Concientes que enfrentamos conjuntamente el futuro compro-metemos nuestros mejores esfuerzos en el desarrollo de este concurso con la Faceta de O’Higgins Diputado.

Muchas gracias.

PEDRO AGUIRRE CHARLIN Presidente Nacional

Instituto O’Higginiano de Chile


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HOmenAJe A beRnARdO O’HigginS RiQUeLme en LA PLAzA bULneS

Juan Carlos Escala Castro1

20 de agosto 2011

La historia Patria, testigo permanente de la gestación de nuestra nacionalidad, ofrece horizontes luminosos cuando se evoca el recuerdo de ciudadanos ilustres y de acontecimientos excelsos de la vida de Chile y, brilla con mayor resplandor cuando se evoca la extraordinaria figura del Libertador General, don Bernardo O’Higgins Riquelme, inconfundible por su grandeza cívica y militar.

Aunque la epopeya magnífica de su vida es de todos conocida, con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento, el Instituto O’Higginiano de Chile, a quien tengo el honor de representar, hemos querido rendir un homenaje de respeto y agradecimiento, con una breve reseña de su vida.

Nació en Chillán, el 20 de agosto de 1778 hace ya 233 años; y el niño ungido por la Providencia para ser el padre de la Patria chilena, será más tarde el soldado que no limitará esfuerzos para dar libertad, organización, poderío y soberanía a la nueva Nación, sembrando en su territorio heroísmo, desinterés y patriotismo hasta hacer germinar de estas semillas, el fruto magnífico de nuestra Patria.

La niñez y la adolescencia del héroe siguieron especiales rumbos en Chile, Perú e Inglaterra.

1 General de Brigada.


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Las campanas de Libertad, Igualdad y Fraternidad que el siglo XVIII echó al vuelo en Europa, sacudieron profundamente su espíritu inquieto, e imbuido por los dogmas de la emancipación americana que le inculcara su ilustre maestro, el general Francisco Miranda, se formó en su conciencia la resolución suprema de consagrarse por entero a la Independencia de Chile y de América. Desde ese instante y hasta su muerte dedicará todos sus actos a ese sagrado deber que el destino le había encomendado.

Después de la muerte de don Ambrosio O’Higgins, retorna a Chile en 1802 y toma posesión de la hacienda “Las Canteras”, ubicada en Los Ángeles, herencia que le legara su padre.

En 1810, es, precisamente O’Higgins quien enciende la mecha que produciría el estallido de la revolución emancipadora, que hoy “orgullosamente celebramos su Bicentenario”.

O’Higgins con pocos conocimientos de la ciencia militar, escucha el llamado de la Patria.

Será la conquista de Linares, Yerbas Buenas y San Carlos sus primeros laureles militares.

A partir de ese instante se transforma en el soldado de la Independencia. En “El Roble” se escucha su grito que, más que una orden en un momento desesperado de nuestra historia, es un mandato a toda una raza: “O VIVIR CON HONOR O MORIR CON GLORIA”.

Se le ve en Rancagua, en la epopeya de octubre de 1814, sobreponerse a la inminencia del desastre y romper a fuerza de coraje un cerco mortal, en una carga llena de valentía y patriotismo después de sostener más de 36 horas de duro combate.

En el interior de la plaza Rancagüina solo queda el eco repitiendo su electrizante arenga antes del asalto “SOLDADOS ... MIENTRAS EXISTA UNO SOLO DE NOSOTROS, LA PATRIA NO ESTÁ PERDIDA”.

En Chacabuco, su ferviente deseo de Libertad y su amor a nuestro suelo lo lanza contra el adversario sin esperar al grueso del Ejército y

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clava la bandera victoriosa entre los enemigos con desprecio absoluto de su vida.

En Maipú se presenta herido al campo de batalla para sellar con su presencia el fin de la guerra de la Independencia y el comienzo de una vida libre y soberana.

Sellada en Maipú la Independencia de Chile, O’Higgins se ve preocupado por dar organización estable a la joven Nación. Dando inicio al proceso de descolonización monárquica de Chile. La supresión de blasones y títulos nobiliarios. Suprime los mayorazgos. Da impulso a la educación a través del sistema Lancaster, reabre escuelas, reabre el Instituto Nacional y la biblioteca, legisla sobre los derechos de los indígenas y su definitiva incorporación a la nación en igualdad de derechos.

Fue un convencido de la libertad de cultos; y de impulsar cementerios laicos.

Sin perder de vista la necesidad de consolidar la independencia recientemente lograda, por lo que brinda todo el apoyo a su alcance a la organización y equipamiento de la “Expedición Libertadora del Perú”. Todas las dificultades que oponían la pobreza del país y la falta de elementos bélicos y de transporte, fueron vencidos por el esfuerzo gigantesco de O’Higgins y de su Ministro de Guerra José Ignacio Zenteno.

La campaña fue larga y penosa y la ayuda de Chile fue mantenida hasta que la Independencia del Perú quedó definitivamente consolidada en las memorables jornadas de Junín y Ayacucho.

De su visión de estadista surge la fundación de la Escuela Militar en 1817, al año siguiente, nacerá la Escuela Naval y su óptica de futuro lo impulsa a crear la Primera Escuadra nacional, con lo que la presencia chilena en el mar y su proyección en tan amplio escenario para el desarrollo de las naciones, visualiza y señala la importancia y proyección del mar en el futuro desarrollo de la Nación Chilena.

El 12 de febrero de 1818, primer aniversario de la batalla de Chacabuco, se proclama y se jura en todo el territorio de la República


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“La Independencia absoluta de Chile de Fernando VII, de sus sucesores y de cualquier otra nación extraña”.

O’Higgins, durante su gestión política, dio muestras del más depurado, sincero e intenso espíritu republicano. Fue natural que ese espíritu despertase especiales resistencias en aquellos sectores que se sintieron desplazados o perjudicados con las medidas que adoptó.

El desenlace ya no podía tardar y fue así como un cabildo abierto, reunido entre temores y esperanzas el 28 de enero de 1823, representó al Director Supremo la gravedad de la situación.

Todos los historiadores están de acuerdo en que aquel fue el momento más grande de Bernardo O’Higgins. Superándose a sí mismo, comprendió que todo había concluido y que por muchos que fuesen sus merecimientos como Padre de la Patria, no podía contrariar la voluntad de sus conciudadanos.

O’Higgins entrega el poder y viaja con su familia al exilio.

Su gobierno, se caracterizó por la visión de futuro, se desarrolló buscando lo mejor para todos los chilenos con una fecunda acción política y social, ajena a la incomprensión, al desaliento, a la cobardía de los tímidos o a las pasiones y ambiciones personales.

Bernardo O’Higgins permite a los chilenos valorar el significado de vivir como dueños absolutos de su destino; la organización por él legada en la que el respeto a la soberanía nacional es de fundamental importancia, hace recordar la renombrada estrofa del poema épico de Alonso de Ercilla:

“Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte principal y poderosa: la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa que no ha sido por rey jamás regida, ni a extranjero dominio sometida”.

Su firme intención de entregar un ordenamiento legal y constitucional al país, fue plasmado en las constituciones de 1818 y 1822, dictadas bajo su mandato.

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De éstas, se debe destacar especialmente la del año 1822 que intentó, seriamente, transformar la sociedad colonial y dar estabilidad a la naciente patria chilena.

Pareciera que el ejemplo de vida del Libertador General O’Higgins quisiera advertirnos que el mejor destino de Chile se encuentra lejos del odio, del revanchismo, de las desigualdades o de las injusticias; al respecto, su inmortal mensaje considera la necesidad de actuar juntos en pos de los fines comunes, colocando siempre los intereses de la Patria por sobre las individualidades; única forma de optar a una convivencia caracterizada por la unidad, el orden y el desarrollo.

La mañana del 23 de octubre de 1842, amaneció tranquila en Lima.

El cansado corazón del Libertador se debilita aún más. El galope hacia la gloria se detiene por unos instantes y Bernardo O’Higgins recorre la Patria con el recuerdo por última vez, fijándola en el destino tridimensional que la República, por la que realizó tantos esfuerzos.

Con tranquilidad fallece en el Perú a los 64 años de edad pasando, desde ese instante, a constituir la figura emblemática y colosal del Padre de la Patria Chilena, un ejemplo imperecedero para todos los habitantes.

En 1868, el gobierno de Chile decretó la repatriación de sus restos. Será el octogenario Almirante Blanco Encalada que al mando de las Corbetas O’Higgins, Chacabuco y Esmeralda, trasladará los restos del prócer, a su tierra natal.

SEÑORAS Y SEÑORES:

O’Higgins proclamó la Independencia transformando al país en un Estado soberano; sentó las bases de un hondo republicanismo al promulgar las primeras constituciones, definiendo en ellas y otros instrumentos legales las condiciones para el ejercicio de los derechos de ciudadanos y también los fundamentos de la nacionalidad.


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Hoy quiero recordar que en la Constitución sancionada y promulgada el 30 de octubre de 1822, en su artículo 14 de su capítulo primero, se dispone la calidad de ciudadanos de todos los chilenos.

Es en recuerdo de ese hecho que esta plaza se llama “De la Ciudadanía”, y es en honor a quien impulsó en 1822 esta denominación, el libertador Bernardo O’Higgins Riquelme.

Hoy en este entorno, presidido por el Padre de la Patria, con una futura conformación cívica, histórica y republicana, y de recuerdo a nuestros héroes, no podemos olvidar que O’Higgins, es el paradigma de la concreción de la unidad nacional y su ejemplo de vida pareciera advertirnos que el mejor destino de Chile se encuentra lejos del odio, del revanchismo, de las desigualdades o de las injusticias; al respecto, su inmortal mensaje considera la necesidad de actuar juntos en pos de los fines comunes, colocando siempre los intereses de la Patria por sobre las individualidades; única forma de optar a una convivencia caracterizada por la unidad, el orden y el desarrollo, que tanto merecemos todos los chilenos.

Muchas gracias.

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cRÓnicA de JORge ibáñez VeRgARA (Q.e.P.d.)

Profundo sentimiento de pesar y amargura causó el fallecimiento del Primer Vicepresidente del Instituto O’Higginiano de Chile, Jorge Ibáñez Vergara, ligado a nuestra institución, por muchos años de continuos servicios. Autor de varios libros, entre ellos, la difundida y completa biografía del Padre de la Patria, traducida a varios idiomas. A las solemnes y concurridas honras fúnebres del ex Presidente de la Cámara de Diputados, efectuadas el 24 de enero del año en curso, en el cinerario del Cementerio General, habló en representación del Instituto nuestro Presidente, Pedro Aguirre Charlin, cuya pieza oratoria reflejó la honda pena e interpretó los pensamientos que embarga a cada uno de los miembros de esta corporación y que publicamos al final de esta crónica. Ella traduce el inmenso dolor que nos provocó su partida, después de sufrir una cruel enfermedad. Todo lo que expresemos de nuestro dilecto amigo de muchas jornadas, no alcanza a traducir fielmente el cariño y admiración que nos provocaba su persona.

Jorge pertenecía a varias instituciones y organismos. Cada uno de los representantes que usó de la palabra en la necrópolis puso el acento en la entrega del espíritu en las causas que emprendía, públicas o privadas.

En las exequias usaron de la palabra representantes de las instituciones en las que dejó profundas huellas de sabio, inteligente, servicial y caballero.

A nombre de la Gran Logia Masónica de Chile y del Gran Maestro, Luis Riveros Cornejo, intervino Nelson Baeza Gutiérrez. Por el Tribunal Calificador de Elecciones, el Ministro, Sergio Muñoz


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Gajardo. La Logia Hiram, se hizo representar por Domingo Carvajal Barrios. A nombre de sus amigos personales, el ex embajador, Marcos Alvarez. En representación de los ex parlamentarios, el ex senador Roberto Muñoz Barra. Por los amigos linarenses, el ex parlamentario de Linares, Luis Valentín Ferrada. El Club de Leones de “La Pirámide”, se hizo representar por su Presidente, Adolfo Abugarabe y el Club “Ruca Rapel”, Eduardo Pérez Salazar.

La Revista Libertador Bernardo O’Higgins, expresa profundas condolencias a su viuda, María Angélica Beltramí Estay, a sus hijos Jorge, Pablo, María Paz, su nieta y familiares.

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en LOS FUneRALeS de dOn JORge ibáñez VeRgARA

Luis Valentín Ferrada

24 de enero del 2011

Mi voz no tiene más representación que la de un hijo de la Provincia de Linares que acude –pesarosamente– a despedir con afecto a otro hijo de la misma tierra ... con el fin de rendir un testimonio acerca de lo mucho que Jorge Ibáñez la distinguió, durante toda su vida, a través de las manifestaciones de su generoso espíritu, de su laboriosa inteligencia, y de las virtudes morales con que iluminó los caracteres inolvidables de su personalidad.

Mi voz quisiera servir esta tarde como el humilde correo del viento del Maule-Sur que, en este momento solemne, abraza con finos velos el buen espíritu de Jorge, y le lleva amablemente hasta las alturas que por sus muchos méritos conquistó, aunque su proverbial modestia y sobriedad los disimulaba a través de sus innumerables gestos de amistad y cercanía con todos por igual.

Jorge Ibáñez, linarense y caballero chileno como el que más, logró reunir en su personalidad prácticamente todas las virtudes ideales con las que a través de una historia procuraron formarse a sí mismos los chilenos de ayer, los que de verdad forjaron nuestra República con dignidad incomparable: humildes, sobrios, respetuosos, cultos, tolerantes, anchos de espíritu, laboriosos, luchadores y siempre patrióticos.

Su escuela, su taller, fue el de aquellos antiguos chilenos que, sin tropezar en las pequeñeces que tanto y tantas veces fragmenta a nuestra nacionalidad sin verdaderas razones - rebajándola en importancia


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y dignidad - siempre sabían colocarse del lado de los constructores de la mayor grandeza de nuestra República, entregándole a la Patria, desinteresadamente, lo mejor de cada cual.

Su conocido respeto por la personalidad de don Bernardo O’Higgins –que le permitió dejar a la posteridad tantos trabajos intelectuales de inestimable valor– puede apreciarse, al juzgar su propia vida, como el espejo fiel de cuanto él comprendía como el conjunto de obligaciones superiores que todos los ciudadanos, máxime si se constituyen en servidores públicos, deben asumir siempre, voluntariamente, con el destino de nuestro País, nuestras regiones y nuestra gente de todas las condiciones.

La provincia de Linares siempre sintió un especial afecto y orgullo por contarlo entre sus hijos.

El espíritu público patriótico y republicano de Jorge Ibáñez se manifestó tanto cuando ejerció el mandato público de su Provincia mandato que desempeñó con honorabilidad y rectitud cierta y real como cuando dichos poderes le fueron injustamente negados a consecuencia de las inevitables vicisitudes a las que todos los grandes servidores públicos chilenos desde siempre se han encontrado expuestos en una sociedad que, por desgracia, tanto le ha costado aprender y hacer suya las virtudes del reconocimiento justo y la gratitud.

Empero, en una personalidad tan valiosa como humilde, ningún reconocimiento ni desconocimiento modificaron jamás los caminos de Jorge Ibáñez, porque fue hombre de principios y valores sólidos, hombre de convicciones y no de oportunidades, hombre de carácter y, a pesar de su amable y generosa tolerancia y respeto hacia todos, no un triste veleta movido por los vientos de las circunstancias más ventajosas.

Jorge Ibáñez pertenece al puñado de ciudadanos chilenos que realmente, más allá de todas las constituciones, leyes, reglamentos y papelería semejante, han construido durante sus vidas los fundamentos de carne y hueso de la verdadera democracia chilena. La democracia en la educación, en la cultura, en el respeto, en el amor a la Patria y en sus grandes figuras históricas, en su adhesión espontánea a nuestras

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leyes, en la propagación de una sana y noble amistad cívica, en su noble y permanente afán por ayudar a construir una nacionalidad cada día más grande, valiosa e importante.

Tributo de honor y gratitud, pues, a don Jorge Ibáñez Vergara, linarense como ninguno y chileno como el mejor.

Permanezco seguro de que, en los próximos días, en su Provincia muchos querrán rendir a Jorge el testimonio de sus sentimientos de cariño y amistad; pero les agradezco que hoy, en el momento de su despedida, se permita que al menos uno de sus coprovincianos pueda levantar su voz para expresar un sentimiento de admiración y afecto que, en realidad, no hace más que servir –como he dicho al comienzo– de modesto correo para un recado que brota del alma de la gente de la tierra que le vio nacer.


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deSPedidA FúnebRe de dOn JORge ibáñez VeRgARA

Pedro Aguirre Charlin1

Santiago, 24 enero 2012

En representación del Instituto O’Higginiano de Chile, su Honorable Consejo Nacional, las Damas O’Higginianas y de los O’Higginianos esparcidos por el territorio nacional, a través de sus Filiales y de sus Congéneres del exterior: Cumplo con expresar nuestro sentido homenaje en el momento de despedir los resto mortales de nuestro Vicepresidente Nacional.

La vida me dió la oportunidad y el privilegio de compartir con don Jorge Ibáñez Vergara, nos tuvimos afecto y nos encontramos en una amistad heredada de mi padre y en los valores, ideario y admiración por las Obras del Libertador, ambas facetas nos reforzaron nuestra pertenencia a la familia O ‘Higginiana.

Los O’Higginianos de Chile y de nuestros Institutos Congéneres, a través del mundo, recordaremos a este distinguido “O’Higginiano”, como una sobresaliente persona.

La tarea es levantar puentes de entendimiento en la sociedad; derribar muros de incomprensión unirse para pensar en el futuro. Don Jorge, superó los ideologísmos y se comprometió con el futuro de su nación, haciendo identidad con los valores históricos, con nuestras raíces. Explicitó que el proceso de liberación iniciado por nuestro Padre de la Patria es un proceso permanente y sostenido, en lo político, en lo social y cultural. En tiempos de globalización la Identidad

1 Presidente Nacional del Instituto O’Higginiano de Chile.


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Nacional es clave y “O’Higgins lo es” nos repetía. La Independencia, La Nacionalidad, La Civilidad, La Institucionalidad, nuestra realidad Geopolítica son sus principales Obras.

Nuestro muy querido don Jorge, fue Miembro del Número de Instituto O’Higginiano de Chile, desde el año 1956 y desde 26 de julio 1989 Consejero Nacional.

Jorge ha dado el paso al lugar donde ya no se dan mas pasos y hoy le rendimos este homenaje de despedida, lo hacemos con el dolor de la pérdida de un gran hombre y amigo, que emprendió un largo viaje, con 56 años de vida O’Higginiana como Miembro del Número, al rededor 84 años en rica experiencia de vida y 23 años ininterrumpidos de una labor sostenida como Consejero Nacional, los cuales compartió siempre desinteresadamente con quienes lo rodearon, con un alto pensamiento y un espíritu limpio, transformándose en un verdadero “Maestro” para muchos discípulos que hoy lo lloramos.

El Honorable Consejo Directivo del Instituto O’Higginiano de Chile, creado por Ley de la República y que tiene como misión fundamental la investigación, extensión, docencia y publicidad del conocimiento de la vida, valores y obras del Libertador General, don Bernardo O’Higgins Riquelme, en Sesión Ordinaria, de 5/12/2008, se resolvió por unanimidad, otorgarle la condecoración “Orden O’Higginiana”, su más alta distinción con todos sus atributos y privilegios, al Vicepresidente Nacional don Jorge Ibáñez Vergara, por su valiosa labor en beneficio de promover la vida y obra del Libertador. Coadyuvando a acrecentar la unidad nacional, sus valores cívicos y morales.

Hombre de una prolongada tarea de servicio público, en la que llegó a ocupar diversos cargos de importancia, como Director General de Correos y Telégrafos, Diputado, Presidente de la Cámara de Diputados, Miembro de Directorios de Empresas Estatales, Miembro del Consejo Nacional de Televisión, Ministro integrante del Tribunal Calificador de Elecciones.

Se entregó con pasión a la Investigación Historiográfica, caracterizando sus trabajos, que le trascienden, por la rigurosidad

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científica que utilizó, hecho que queremos resaltar y ha sido reconocido por los especialistas.

Su visión de don Ambrosio O’Higgins fue calificada por el Catedrático Mario Valdés Urtutie, como un aporte extraordinariamente luminoso, que “con una prosa lúcida y con el apoyo de la propia indagación, más el sustento de fuentes escritas disponibles nos entregó una imagen sobre todo humana del Hombre Irlandés y Católico que llegó a ocupar el Virreinato”.

Oscar Pinochet De La Barra escribió, respecto de su estudio biográfico de don Nicolás de la Cruz, El Conde Del Maule; “Cuando uno lee este libro - Tiene ante si un vasto panorama que va más allá de la figura de éste Talquino de fines de la Colonia y comienzo de La Independencia, Que trasciende su vida y movimientos, al presentarnos una visión completa de su época”. Sergio Martínez Baeza destacó, a su vez, con las siguientes palabras, su erudición de autor: “Interesado en el estudio de la juventud de O’Higgins, ha revisado cuanto se ha escrito sobre el particular. En su Biografía Jorge Ibáñez, recoge toda esa información y la entregó al público lector con amenidad y satisfactorio análisis crítico”.

En el libro “Demetrio O’Higgins” hijo de don Bernardo O’Higgins y de doña María del Rosario Melchora Puga Vidaurre, destaca que tuvo el gran mérito de conservar el archivo de su padre, que regaló a don Benjamín Vicuña Mackenna.

Con “O‘Higgins El Libertador”, su obra fundamental traducida al inglés y al japonés, Ibáñez Vergara, entrego una obra prolija y de gran interés que sortea hasta donde le ha sido posible, las viejas querellas historiográficas. Según afirmación de Cristian Guerrero Lira, O’Higgins constituyo, junto a Simón Bolívar y Jose de San Martín el triunvirato esencial de la Independencia Sudamericana, Jorge Ibáñez lo valoro del modo que corresponde.

Es por ello don Jorge, sin descuidar el estudio de la juventud del prócer, su tarea de Gobernante y los duros años de su exilio, puso un especial acento en su análisis sobre la Expedición Libertadora del Perú, el exclusivo esfuerzo financiero Chileno por la formación


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de la Escuadra Nacional y el Ejército Libertador, así como en la notable visión Americanista de nuestro indiscutido Padre de la Patria. Conceptos, que ratificó en la publicación de la Revista el El Libertador O’Higgins” especialmente en su edición Bicentenario

El “Ensayo Biográfico Pedro León Gallo” es un aporte al conocimiento de una figura de perdurable significación histórica.

A María Angélica Beltrami Estay, viuda de Ibáñez, sus hijos Jorge y Pablo, ambos Abogados e hija Profesora de Ingles María Paz, orgullos de su padre, a su nieta y familiares en general, reciban nuestras condolencias con el respeto y cariño que se merecía nuestro Maestro de Maestros.

Una manera de rendir Homenaje a un hombre es recordar las Obras de su Autoría, valorar su aportes y mantenerlos vigentes en nuestro actuar, Jorge Ibáñez Vergara como nuestro Vicepresidente, como hombre de familia, como persona y como autor en la calidad de tu aporte, no pasarás al olvido.

Descansa en paz.

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cOnSeJO deL inSTiTUTO O’HigginiAnO

Fernando Otayza Carrazola*1

14 de marzo de 2012

HOMENAJE A JORGE IbÁñEz VERGARA (Q.E.P.D.)

Profundo sentimiento de pesar y amargura nos ha causado el fallecimiento de nuestro distinguido amigo, vicepresidente del Instituto O’Higginiano de Chile, ex presidente de la Cámara de Diputados, ex ministro integrante del Tribunal Calificador de Elecciones, autor de la obra “El Libertador O’Higgins ”, traducido a varios idiomas, y de otras interesantes biografías pero sobre todo amigo nuestro, Jorge Ibáñez Vergara. Hoy, su sillón está vacío.

Siempre, cuando fallece un pariente o amigo muy querido, nos invade la nostalgia y los pensamientos vuelan hacia lo eterno, lo inecrutable. Pensamos en la muerte. Para mí y para muchos no hay nada más tremendo que la muerte. Muchos nos algunos los valientes y decimos no temer a lo que viene del más allá. Sin embargo, personalmente, creo que no hay nada más violento que la muerte. Termina con nuestros proyectos, con las ilusiones y con los sueños. Es, sin exagerar, la destrucción del hombre en la tierra. Quedan, por supuesto, los parientes, amigos y compañeros de ruta que lo sienten inmensamente.

Con Jorge, personalmente teníamos algunos proyectos en común, como era la vida y sinsabores de Diego de Almagro. Había traído desde España donde serví en la Embajada, bastantes antecedentes,

1 Consejero del Instituto O’Higginiano de Chile.


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pero por diversas circunstancias nunca pudimos dar luz verde a nuestro plan. Proyectos separados dividía nuestro tiempo. Lo curioso que este mismo proyecto lo habían planificado con el ex embajador de Chile en España y ex presidente de la Academia Chilena de la Historia, Sergio Fernández Larraín, pero se agotó con su temprana muerte. Ahora, no quiero intentarlo.

Para hablar de Jorge faltan palabras. Merecía todo nuestro afecto y cariño. Un hombre amigo de sus amigos, sin dobleces y con un corazón tremendo de grande.

Jorge nos ha dejado una profunda huella. Sólo pido a todos ustedes que pensemos el concepto de altura de bien del “O’Higginiano” que se nos ha ido. Deja una huella de generosidad sin límites. Una huella pura como el agua que cae de la cascada y apaga generosamente la sed del caminante, que refresca el alma, que refleja la belleza del cielo y del follaje, que nos da la luz para disipar la negra obscuridad poblada de recuerdos, de sombras y esperanzas ... que ellas finalmente ... sean la aureola de un nuevo amanecer.

Muchos, por no decir todos, seguiremos su senda, tan marcada que se ha convertido en surco y en él florezcan el suave césped y los bellos arbustos, que nos hagan recordar que pasó por la vida cara al sol en las peores circunstancias a que nos enfrenta la existencia.

Personalmente como creyente, solo pido una oración íntima con el Dios de la Historia.

Nuestro presidente, dijo en el camposanto, palabras de inmenso cariño que reflejaron el alma y pensamiento de cada uno de nosotros.

Muchas gracias.

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eL AngeLinO beRnARdO O’HigginS

Luis Garretón Munita

Antes de administrar el Estado, O’Higgins administró la hacienda de San José de las Canteras, que le legó su ilustre padre. Antes de ser Director Supremo de la República, O’Higgins fue Subdelegado de la Isla de La Laja y alcalde ordinario de la villa de Los Ángeles. Antes de ser general en jefe del ejército nacional, O’Higgins fue teniente coronel, segundo jefe del regimiento Nº 2 de milicias de caballería de La Laja. Antes de ser vocal de la junta gubernativa, O’Higgins fue elegido por aclamación general, por el vecindario de la villa de Los Ángeles, Diputado al primer Congreso Nacional. Este alto honor no lo tiene ninguna ciudad de Chile, ni la propia ciudad en cuyo seno sus ojos se abrieron a la luz de la vida1

INTRODUCCIÓN

¿Qué es o qué fue la Isla de la Laja? ¿Qué relación tuvo Bernardo O’Higgins con esa zona? En la época de la colonia se denominó Isla de la Laja, al territorio comprendido por los ríos Laja por el norte, Bío-Bío por el sur, la cordillera de Los Andes por el este, y la unión de ambos ríos por el oeste2, triángulo que corresponde prácticamente a lo que es hoy la provincia del Bío-Bío.

Sus tierras fueron históricamente el principal teatro de combates y de pactos entre españoles, indígenas y chilenos hasta avanzados los tiempos de la ocupación de la Araucanía, es así como hasta fines del siglo XIX, el río Bío-Bío definió de manera exacta y permanente la frontera sur, quedando Los Ángeles su capital, en una suerte de

1 CONTRERAS GÓMEZ, Domingo: “La Ciudad de Santa María de Los Ángeles”. 1942 p. 238.

2 CARVALLO y GOYENECHE, Vicente: “Descripción Histórico Geografía del Reino de Chile” Tomo III. 1875.


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aislamiento territorial, con una realidad social completamente distinta de todos los otros pueblos situados a su norte.

“Es en esa isla llana y feraz en el centro, boscosa en sus cabeceras y está protegida en sus dos flancos por una red de ríos” [...] “en el centro y en línea recta de la vía carretera de Chillán, Talca y Santiago hacia el territorio araucano, está situada la ciudad de Los Ángeles. De aquí la importancia militar de aquel territorio, especie de Polonia en miniatura enclavada en nuestro suelo y que la protege de las irrupciones de los bárbaros vecinos” […] “De aquí es, así mismo, que la isla de la Laja ha sido siempre desde que Pedro de Valdivia penetró en ella en 1550, la verdadera cancha de guerra del sur de Chile y especialmente de sus fronteras”3.

La villa de Los Ángeles se fundó el 27 de marzo de 1739 por orden del Gobernador José Manso de Velasco, días después de su parlamento de Tapihue4, encomendándole la labor al sargento mayor don Pedro de Córdova y Figueroa, para que en el territorio conocido como la Isla de la Laja, eligiese el sitio donde se pudiese fundar una población que agrupara a los pobladores esparcidos por los campos, y que a la vez sea un resguardo de las posibles embestidas indígenas. En aquellos tiempos, y debido a que la corona ejerció poca o nula regulación legal, proliferaban de manera común en esta zona los saqueos, el vagabundaje, la criminalidad, la cesantía, la pugna con los indígenas, etc., por tal razón, fue especialmente dificultosa la consolidación de este foco urbano.

No obstante los impedimentos, se trazó la plaza, se levantó el fuerte, el cuartel y la iglesia, y transcurridos casi cuatro años, el asentamiento contó con una población cercana a las cuatrocientas personas, y transcurrido menos de medio siglo, la villa de Los Ángeles se transformaría en el núcleo militar y religioso de la frontera del reino, con un notorio incremento en población, acostumbrada a relacionarse permanentemente con el pueblo mapuche, y convertida a mediados del siglo XIX y superados los avatares independentistas, en la capital de la

3 VICUÑA MACKENNA, Benjamín. “La Guerra a Muerte”. 1868. Ed. Francisco de Aguirre edición 1972. p. 176.

4 Op. en. p. 1.

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extensa provincia de Arauco, donde se situaba la entonces, gigantesca hacienda de don Bernardo O’Higgins Riquelme.

Usualmente los historiadores y especialistas en Bernardo O’Higgins, sobre todo los del siglo XX, solo dan importancia a las acciones bélicas acontecidas en el proceso de emancipación en las que participó y a su obra como Director Supremo, pero consideran de manera muy vaga, la acaudalada etapa que tuvo en su hacienda Las Canteras, tierra en la cual se encuentran sus fervientes inicios campesinos y de hombre de trabajo, su apertura a la vida pública como político y militar, y lo más importante, su consagración como secreto conspirador revolucionario.

Es así como también los historiadores, de manera transversal a ideologías y épocas, ya sea por desinformación, simple repetición de fuentes, desconocimiento in situ de la zona (deficiente noción de distancias y tiempos), mera simpatía hacia otras ciudades, intereses, o por quizás qué motivación, han entregado equivocados datos sobre lugares y sucesos relacionados con Bernardo O’Higgins, durante el período de residencia en Las Canteras y hasta iniciadas las batallas independentistas, favoreciendo históricamente y de forma reiterada e injusta al pueblo de Chillán Viejo, lugar donde el prócer quizás ni siquiera nació5 ni tuvo una incidencia trascendente, ya que desde ese pueblo, fue enviado por su padre a los 4 años, a un campo cercano a Talca, donde su amigo Juan Albano Pereyra, y devuelto a Chillán a los 10 años a estudiar al colegio de los Franciscanos, donde permaneció menos de dos temporadas, luego continuó estudios en Lima, y posteriormente con 16 años en Europa. Y por el contrario, se han omitido o excluido lugares, en los cuales su pensamiento y acción si dejaron huella histórica y testimonio popular, lo que sin lugar a dudas es necesario e imperativo aclarar, ya que es en la zona de Los Ángeles donde recién llegado desde Europa, le correspondió vivir junto a su

5 “La niñez de don Bernardo O’Higgins, lugar de nacimiento de don Bernardo O’Higgins”. Estudio realizado por alumnos del Liceo Cardenal Antonio Samoré de Santa Bárbara, región del Bío-Bío, con el cual obtuvieron el primer lugar nacional en concurso llamado “El ejército de todos los chilenos” organizado por el Mineduc, Canal 13 y el Ejército de Chile en 2008. En este estudio la opción del nacimiento en Chillán Viejo, es la tesis más débil.


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familia6 de manera muy acomodada, gracias a que heredó de su padre don Ambrosio O’Higgins, antes también vecino de la villa de Los Ángeles7, la entonces sobresaliente hacienda San José de las Canteras de 16.698 cuadras de extensión, equivalentes a 26.000 h, situada a 20 km al oriente de Los Ángeles, hoy perteneciente a la comuna de Quilleco, camino a Antuco, convirtiéndolo en una de las personas más acaudaladas del Chile de principios del siglo XIX.

Por lo anteriormente señalado, fue en Los Ángeles, donde Bernardo O’Higgins residió y se desenvolvió por más de diez años, donde conoció en cuerpo y alma el Chile lejano que leyó en Europa, narrado por Alonso de Ercilla y el Abate Molina, fue en Los Ángeles y sus viajes a Concepción, donde comenzó a materializar discretamente la ideología revolucionaria obtenida en Inglaterra con Francisco de Miranda, fue en Los Ángeles donde dio sus primeros pasos hacia la revolución de Chile.

“En dos ocasiones la Isla de la Laja fue de importancia decisiva para los destinos de Chile: en ella surgió el más destacado de los gobernadores españoles, don Ambrosio O’Higgins, y a continuación el personaje que más contribuyó a su independencia, su hijo Bernardo”8.

En este breve párrafo, se dimensiona de manera muy acertada la figura y obra de los O’Higgins en la Isla de la Laja; la actual provincia del Bío-Bío, Los Ángeles.

El presente trabajo pretende también dar a conocer, la ignorada actuación que tuvo Bernardo O’Higgins en la ciudad de Los Ángeles, como mínima reparación al actual y esquivo interés que se tiene en torno a su figura, reivindicándolo como no se le reconoce, una persona

6 Los hermanos de doña Isabel Riquelme, por ese entonces, eran vecinos de la villa de Los Ángeles. Francisco figura con el título de maestre de campo, Manuel como teniente de Dragones, Simón y Estanislao como vecinos. Archivo de don Bernardo O’Higgins, tomo I Ed. Nascimento, 1946.

7 La villa de Los Ángeles fue la principal plaza militar de la frontera, la capital de la frontera; durante el período en que don Ambrosio O’Higgins ejerció cargos militares fronterizos, esta villa fue su residencia.

8 Alberto Recart Novión, “El Laja: un río creador”. Ed. Jerónimo de Vivar. 1972. página 111.

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muy querida por su gente, joven solidario, que no supo de envidias, un agricultor de avanzada, cercano a sus inquilinos, a sus vecinos, y en especial al pueblo indígena, músico aficionado que ejecutó el pianoforte y la guitarra, amante de las letras y la pintura, dominó los idiomas inglés, francés, en menor grado el alemán y latín, más el mapudungún aprendido con sus vecinos pehuenches y coyunches9, y que paralelamente, por su humilde, amable y decisivo carácter, su extremada superioridad educacional y su reconocido apellido en la zona, se ganó de sobra el afecto, respeto y apoyo incondicional de todo el pueblo de Los Ángeles. Con orgullo Bernardo O’Higgins fue subdelegado de la Isla de la Laja (Los Ángeles), y de forma espontánea e inédita, elegido por aclamación general de los electores, Diputado por Los Ángeles al primer Congreso Nacional de Chile.

El escribano de su majestad Miguel de Burgo, en su acta de elección nos narra:

“...En la muy leal villa de Nuestra Señora de Los Ángeles de la alta frontera del reino de Chile, en diez días del mes de enero de mil ochocientos once años” [...] ‘y colocados en la sala de elección, fueron calificados los electores por la citada lista, que mandaron los señores se leyese por mí el presente escribano, como igualmente la instrucción, reglas y demás providencias dictadas por dicha excelentísima junta para el nombramiento de diputado; y verificado así, ordenaron seguidamente que a puerta franca se procediese a votación por cédulas secretas. Pero el congreso principió, entre unos y otros, a un momentáneo rumor que prorrumpió en aclamación general, nombrado por su diputado al señor alcalde ordinario don Bernardo O’Higgins Riquelme”10.

9 Generalmente se le atribuye el dominio del mapudungún, por haber estudiado en su niñez en el colegio de los Naturales de Chillán junto a hijos de caciques, por menos de dos años. Es más factible y seguro que lo haya aprendido en Las Canteras, en el cotidiano trato con sus vecinos y amigos mapuches; conservó de estos hasta 500 ponchos, según inventario de la hacienda hecho por O’Higgins en junio de 1824.

10 Acta de elección de diputados de la villa de Los Ángeles en 10 de enero de 1811. Archivo de don Bernardo O’Higgins, tomo 1. Ed. Nascimento, 1946.


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Meses antes de esta elección, y sin tener instrucción militar formal previa, ya que su foja de servicios antes de la revolución estaba completamente en blanco, fue designado por su amigo de Concepción y vocal de la Junta de Gobierno de 1810 el Dr. Juan Martínez de Rozas, teniente coronel segundo jefe del regimiento Nº 2 de milicias de Caballería de la Laja11, compuesto a la postre por sus inquilinos, caballares y mulas de Las Canteras, más vecinos de Los Ángeles. Fue un destacamento financiado prácticamente por O’Higgins.

Un ejemplo donde se demuestra hasta que punto O’Higgins tenía ganado el aprecio y afecto del pueblo de Los Ángeles dice:

“... En Los Ángeles no hay novedad; su familia va bien: todos aquellos habitantes suspiran por don Bernardo, etc.” [...] “si llegase el caso de hacerse nueva elección para reemplazar a usted, creo que no podrá liberarse, pues lo reeligirán cincuenta mil veces...”12

Benjamín Vicuña Mackenna refiriéndose a un capitán de la zona, sutilmente señala:

“Quinteros era un valiente soldado fronterizo. Nacido en Los Ángeles y de una familia adicta, como lo era todo aquel pueblo, al general O’Higgins...”13

Vicuña Mackenna obviamente estuvo en conocimiento de esta situación, que no fue comparable a ningún otro pueblo chileno de la época, sin embargo, más adelante en este trabajo, se expondrá una situación contradictoria, escrita por este mismo historiador.

El objeto de este trabajo no es dar a conocer pormenores o datos provenientes del conocimiento popular O’Higginiano, de los que existen muchos, y que proporcionarían una visión aún más convincente,

11 Carta de O’Higgins a Juan Mackenna, 5 de enero de 1811. Archivo de don Bernardo O’Higgins tomo 1. Ed. Nascimento, 1946.

12 Carta del 2 de septiembre de 1811 desde Concepción a Santiago, por el Comandante de la plaza de Los Ángeles don Pedro José Benavente, con motivo de su ratifica-ción como Diputado por Los Ángeles. Archivo de don Bernardo O’Higgins, tomo 1. Ed. Nascimento, 1946.

13 Ob. Cit. p. 1 p. 621.

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respecto de la relación entre nuestro personaje y la zona de Los Ángeles. A continuación, se presentarán frases o párrafos de fuentes secundarias de la historia de Chile y de don Bernardo O’Higgins, las que sin mayor cuestionamiento han comprometido al prócer con otras localidades, menospreciando con curiosos desaciertos y engañosas interpretaciones a la ciudad de Los Ángeles, siendo éstas refutadas luego, con la fuente primaria. Obviamente no se cuestionará, ni objetará la calidad de las obras en su integridad ni mucho menos, pero en sentido estricto, será un cuestionamiento al detalle de la narración, que por no ajustarse a lo acontecido o al contexto de la época, y por ser fundamento de enseñanza en escuelas y universidades, han sido determinantes en la exitosa apropiación del personaje por parte de la ciudad de Chillán, y que además, exista una desvalorización del personaje, sobre todo en las nuevas generaciones de jóvenes, que lamentablemente a causa de esto y otras que no merecen ser estudiadas acá, terminaron desconociendo por completo su vida civil y de agricultor en la hacienda Las Canteras de Los Ángeles, que dicho sea de paso, es la etapa más extensa de su vida, luego de su retiro en el Perú.

REPASES HISTÓRICOS

La división administrativa territorial de la Isla de la Laja a cambiado numerosas veces de nombre, primero se creó el partido o departamento de Isla de la Laja a fines del siglo XVIII, luego en 1823 se creó la Delegación de la Laja, en 1852 pasó a llamarse provincia de Arauco, a principios del siglo XX denominada Departamento de la Laja, siendo hoy conocida como provincia del Bío-Bío, siempre con Los Ángeles como su capital, la capital de la frontera. Las cartas u oficios de 105 personajes históricos, y las obras de 105 historiadores, nombran esta zona efectivamente como Isla de la Laja o La Laja, pero debido a que en la actualidad tal denominación está casi obsoleta, al lector, incluso el de la misma zona, no le queda claro cual es el área que ésta comprende, lo que si entiende, es que es un lugar del sur de Chile, por donde pasa el río Laja y caen sus hermosas aguas en sus saltos, pero sin tener la certeza a que ciudad especifica se hace referencia. Comienzan así, las confusiones y desaciertos historiográficos, no menores si estamos hablando del héroe máximo de la independencia de nuestra patria:


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Osvaldo Silva, refiriéndose a las primeras acciones militares de 1813, dice:

“El Coronel Bernardo O’Higgins por su parte reclutó en Laja 1000 hombres bien apertrechados, uniéndose a Carrera en Collanco, al suroeste de Chillán”14.

Juan Agustín Rodríguez, en una nota al pie de página, señala:

“La Isla de la Laja es una pequeña región al sur del río Laja, cerca de San Rosendo”15.

El primer caso es recurrente en la mayoría de 105 textos, claro está que no es Laja sino Isla de la Laja o abreviada La Laja. Y 105 mil hombres reclutados, (1.400 según José Miguel Carrera, en su Diario Militar) eran todos de la provincia del Bío-Bío, 105 que fueron alistados después de la nunca bien ponderada toma de Los Ángeles, el 27 de mayo de aquel año, que no se nombra. Pero en el siguiente ejemplo ocurre lo insólito, el autor considera tan menor el nombre, que no se da ni la molestia de averiguar que es verdaderamente Isla de la Laja y comete un error más grave aún, confunde Isla de la Laja con la actual comuna de La Laja o Laja, conurbana con San Rosendo, fundada recién en 1891, casi ochenta años después de la acción descrita. La inquietud es la siguiente:¿Por qué en la actualidad, en estos temas, se prefiere nombrar a la zona de Los Ángeles o provincia del Bío-Bío, con el nombre que dejó de tener hace más de 150 años, y que además, actualmente es el nombre de una ciudad que no tiene ninguna relación con los hechos? A modo de sugerencia para futuros textos, este asunto debiera darse por superado, y citarla como provincia del Bío-Bío o Los Ángeles, y entre paréntesis escribir por ejemplo, antigua Isla de La Laja.

Luego este mismo autor, sin razón alguna, cambia el sentido de parte de una carta escrita por Bernardo O’Higgins, relacionada con

14 SILVA, Osvaldo: “Atlas de la historia de Chile”.

15 RODRíGUEZ, Juan Agustín: “La vida militar de O’Higgins” Ed. Gabriela Mistral. 1975. p. 19.

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la estimación de un censo hecho en la zona de Los Ángeles, donde escribe:

“...Decidí entonces que teníamos hombres suficientes para formar dos regimientos de caballería sin tomar en cuenta los habitantes de la ciudad de Los Ángeles, entre los cuales podía levantarse un batallón de infantería”16.

El párrafo original de O’Higgins dice:

... “De aquí deduje que podían levantarse dos buenos regimientos de caballería, dejando las milicias del pueblo de Los Ángeles para formar un batallón de infantería...”17

Continuando con María Graham, ella apunta:

... “Por ese tiempo, las tropas realistas que había en Chile consistían únicamente en los 2.000 hombres que protegían la frontera, aparte de unos 50 dragones destacados en la capital, de los cuales había ya ganados unos cuantos a la causa de la independencia por don Bernardo O’Higgins, que desempeñaba entonces el cargo de coronel en Chillán, su ciudad”18.

Es sabido que la viajera e historiadora británica, se entrevistó personalmente con Bernardo O’Higgins en 1822. Los dragones ganados de los que da noticia, no eran otros, sino los amigos y compañeros de armas de Don Ambrosio O’Higgins, que residían antes en la capital de la frontera, en la villa de Los Ángeles. Y por otro lado, al parecer, la foja de servicios del Director Supremo, no estuvo en la agenda de preguntas, la escritora adoptó la postura más cómoda, que fue señalar erróneamente un cargo que éste nunca tuvo en Chillán19.

Enrique Campos dice:

16 Ídem.

17 Ob. Cit. p. 3

18 GRAHAM, MARÍA: “Diario de su residencia en Chile (1822)” Ed. América, Madrid. p. 43.

19 Carta de O’Higgins a Juan Mackenna. Ob. Cit. p. 3


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“...desembarcando en Valparaíso a principios de 1802. Pasó el resto de este año en Chillán, y en 1803 viajó a Lima, donde después de ponerse en trato con albaceas y procuradores, pudo tomar posesión de su cuantiosa fortuna. Luego se unió a su madre y su hermana en la tierra natal, radicándose en sus heredades y aplicándose al cultivo del campo”20.

Erradamente este autor señala que la hacienda Las Canteras se ubica en Chillán.

O’Higgins desembarcó en Valparaíso el 6 de septiembre de 1802, quizás pasó el resto de ese año en Chillán, para luego, ese mismo verano, retirarse junto a su madre y media hermana Rosita Rodríguez a Las Canteras en Los Ángeles, a más de 110 km al sur de Chillán, viajando como mínimo dos días. Con mujeres o personas no acostumbradas a estas travesías, era recomendable hacerlo en época estival, debido al incremento del caudal de los ríos, especialmente del mismo río Laja, límite norte de la hacienda. El 3 de marzo de 1803, asistió al parlamento de Negrete, celebrado en la ribera sur del río Bío-Bío, acompañado por su tío Manuel Riquelme y el administrador testamentario de la hacienda y amigo de su padre, el Coronel, don Pedro Nolasco del Río21, ambos con residencia en ese entonces, en la villa de Los Ángeles.

Jorge Ibáñez Vergara, afirma que:

“Don Bernardo residió hasta 1806 en la ciudad de Chillán y desde aquí viajaba a su hacienda, que carecía de casa patronal”22.

En las precarias condiciones económicas en que llegó Bernardo O’Higgins desde Europa en 1802, lógicamente, lo que más anheló fue conocer y habitar su hacienda, con miles de cabezas de ganado, cientos de caballos, cultivos, centenares de inquilinos, viviendas, y todos los

20 CAMPOS MENÉNDEZ, Enrique: “Bernardo O’Higgins, el padre de la patria chilena”1942. Emecé Bs. As. p. 31

21 Cartas de don Manuel Riquelme a don Diego Barros Arana sobre Bernardo O’Higgins, entre septiembre y Noviembre de 1854. Archivo de la Biblioteca Americana de Don Diego Barros Arana.

22 IBÁÑEZ VERGARA, Jorge. “O’Higgins, el Libertador”.

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productos agropecuarios alimenticios que brinda una hacienda de la magnitud de Las Canteras, por tanto, era evidente que no pudo darse el lujo de quedarse cuatro años en un pueblo donde no tenía ningún bien raíz, y donde su único y desligado vínculo, era su madre y media hermana, además, debido a su humilde personalidad, pudo prescindir perfectamente de una casa patronal los primeros años, y ocupar cualquiera de las muchas viviendas a su disposición. ¿Por qué viajar a Lima a mediados de 1803 a apurar los trámites testamentarios, para luego volver a quedarse en Chillán hasta 1806?

Lo cierto es que tomó posesión legal de la hacienda el 22 de enero de 180423, previo a ese acontecimiento, lógicamente residió en ella el año anterior, antes y después de su viaje a Lima.

Para fundamentar lo anteriormente expuesto, en carta de Francisco de Miranda a O’Higgins de 1799, tres años antes de su llegada a Chile, éste le señala que:

“Por los hechos referidos en esta historia [la de Chile], esperaría mucho de vuestros campesinos, particularmente del sur, donde, si no me engaño, intentáis establecer vuestra residencia”24.

Es evidente que el prócer le compartió a Miranda sus intenciones una vez llegado a Chile, las que claramente eran residir en Las Canteras, incluso sin tener la seguridad de que su padre le legaría o no la hacienda. Por tanto, el entonces joven estudiante Bernardo Riquelme, años antes de su regreso, ya habría reflexionado de forma esperanzadora su futura vida de hacendado en Los Ángeles.

También le manifestó a Juan Mackenna a principios de 1811 lo siguiente:

“La carrera a la que me siento inclinado por naturaleza y carácter, es a la de labrador” […] yo creo que bajo estas circunstancias [buena

23 Toma de posesión de la hacienda. Archivo de don Bernardo O’Higgins tomo 1. Ed. Nascimento, 1946. p.

24 DE MIRANDA, Francisco: “Consejos de un viejo sudamericano a un joven compatriota al regreso de Inglaterra a su país. Archivo de don Bernardo O’Higgins tomo 1. Ed. Nascimento, 1946.


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salud] podría ser un buen hacendado, i un ciudadano útil, i así, si hubiera nacido en Inglaterra o Irlanda, no dudo que habría nacido y muerto pacíficamente en mi terrazgo”25.

Esta carta tuvo por objeto solicitar consejos de estrategia militar, pero aparte de eso, el prócer también orgulloso le manifiesta su sentir respecto de su vida de hacendado de la cual disfrutaba, que indudablemente lo mantenían por esencia de personalidad y salud, con raíces profundamente enclavadas en su tierra, en Las Canteras, y que solo el llamado de los nuevos destinos de Chile, serían el único sentimiento que lo sacarían de tal condición, como lo señala la continuación del extracto anterior.

“Pero quiso el destino que debiera a Chile mi primer aliento, i por tanto débole, como a mi patria, reparar su degradación en cuanto a mi toque, porque mirar su suerte con vergonzosa apatía, sería violar uno de los principios morales que mas constantemente he sido enseñado a respetar desde que tengo en uso mi razón; a saber: que el sentimiento que debe ser mas grato a nuestro corazón: después del amor que debemos al Creador, es el amor de la patria”26.

No aconteció de otra forma, fue subdelegado de la antigua Isla de la Laja, y Diputado por Los Ángeles al primer Congreso Nacional de 1811, luego, y debido a problemas físicos y de hastío político ocasionado por el gobierno carrerista, regresó a Las Canteras en mayo de 1812, ya recuperado en marzo de 1813, y al tener conocimiento del desembarco realista en Talcahuano a cargo del Brigadier Antonio Pareja, en el sector El Avellano, actual zona norte de Los Ángeles, lideró como teniente coronel segundo jefe27, el reclutamiento de su regimiento, destacamento denominado los “Lanceros de la frontera”, creado dos años antes, junto a su amigo el Comandante de dragones del fuerte de Los Ángeles, don Pedro José Benavente.

25 Ob. cit. p. 3.

26 Ibidem.

27 Ibidem.

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Por estos dos incuestionables motivos, es preciso y categórico señalar que, la cuna política, militar y revolucionaria de don Bernardo O’Higgins es, y lo será siempre, la ciudad de Los Ángeles.

El gran patriota y hombre público don Juan Egaña, en tiempos de la independencia, extrañamente señala:

“Diciembre 15 [de 1811).- Renuncia de don Bernardo O’Higgins y pide permiso para pasar a Concepción (de donde era Diputado en el Congreso) cuyas solicitudes fueron concedidas”28.

Se puede suponer que generalizó la zona, o que por ligereza de pluma, no pudo decir provincia de Concepción, por pertenecer Los Ángeles en ese entonces a tal jurisdicción, pero el documento original, a los cuales el personaje obviamente tuvo acceso, dice claramente:

“Sesión del 6 [noviembre de 1811): El Diputado de Los Ángeles don Bernardo O’Higgins pidió permiso para pasar a su casa a convalecer de su notoria enfermedad, y se le concedió por el tiempo preciso para este objeto”29.

El profesor, abogado e historiador julio Heise González, narra:

“...Chillán, Concepción y Los Ángeles. Los moradores de esta última ciudad lo nombraron subdelegado de la Isla de la Laja. Chillán, su ciudad natal, lo eligió alcalde y corregidor”30.

Heise, sin duda, para enaltecer a Chillán, relaciona ésta ciudad con el lugar de su nacimiento, dándole además dos cargos municipales, pero curiosa y despectivamente deja a los habitantes de Los Ángeles como moradores, dándoles un carácter casi de insignificancia. Paradójicamente el título de su obra, dice relación con el propósito

28 COLECCIÓN DE HISTORIADORES Y DE DOCUMENTOS RELATIVOS LA INDEPENDENCIA DE CHILE. Tomo XIX. Imp. Cervantes, Santiago de Chile. 1911. p. 57.

29 ACTAS DEL ALTO CONGRESO NACIONAL: Copia digital en Memoria Chilena [Biblioteca Virtual], disponible en web: www.memoriachilena.cl

30 HEISE GONZALEZ, julio: “O’Higgins, forjador de una tradición democrática” Santiago de Chile, 1975. p. 30


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político de Bernardo O’Higgins adquirido en Europa, manifestado en las tertulias mantenidas con Martínez de Rozas, José Antonio Prieto, y otros en Concepción, las que por cierto, fueron convocar a un congreso nacional y la propuesta de libertad de comercio entre otras, reuniones secretas que no solo se realizaron en Concepción, sino que también en el campestre ambiente de Las Canteras, en su casa patronal, la casa nueva.

De esta forma, con Heise, se llega a un punto controversial, el cual tiene relación con el error histórico de señalar a Bernardo O’Higgins como alcalde, o corregidor, o procurador del pueblo de Chillán Viejo. Cargos que aparecen tanto en obras de grandes historiadores, como tributarios de estos, y en consecuencia, y lamentablemente, en textos escolares y sitios web, sin existir documento de primera fuente que lo avale como tal.

Se demostrará como los autores relacionan astutamente la joven conciencia social del prócer, con un forzado inicio hacia el servicio público en la ciudad de Chillán, debido a que, el solo hecho circunstancial de quizás haber nacido en ese lugar, más su breve paso educacional por el colegio de los Franciscanos, es un sustento demasiado frágil para los historiadores, y no compromete al personaje política ni socialmente con su supuesta ciudad natal, teniendo que reforzar el vínculo con un cargo municipal, dejando irresponsablemente en segundo plano, los cargos civil, político y militar que tuvo en Los Ángeles, que si son determinantes en la vida de don Bernardo O’Higgins y del país.

Para comenzar con este asunto, en la monumental obra, Historia General de Chile, de don Diego Barros Arana, el autor relata una biografía de don Bernardo O’Higgins, en la cual no aparece señal alguna de cargo municipal en Chillán, se debe pensar que, extrañamente no tuvo noticias sobre el tema, señalando que:

“…después de un corto viaje al Perú, para arreglar los derechos a la sucesión de su padre, se consagró al cuidado de sus intereses i se hizo a la vez, como hemos dicho antes, el propagandista de las ideas revolucionarias en las provincias del sur de Chile. Residía alternativamente en Chillán, donde estaba establecida la familia de su

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madre31, en la hacienda de las Canteras i en el pueblo de Los Anjeles, donde tenía sus negocios, i en Concepción, donde cultivaba estrechas relaciones de amistad con el doctor Rozas i con los amigos de este”32.

Al finalizar la reseña biográfica, se excusa de, que la historia de los primeros años de O’Higgins se ha contado muchas veces, y que sus datos hasta ahora son insuficientes recomendando los cuatro primeros capítulos del trabajo biográfico realizado por Benjamín Vicuña Mackenna, considerando ésta obra como la mejor estudiada, y la más abundante en noticias y documentos.

Benjamín Vicuña Mackenna señala al respecto:

“Parece que esa época alternaba su residencia entre Chillán, donde acaso residía su familia, i las Canteras, pues del documento jurídico que acabamos de citar33, consta que era vecino de Chillán, donde además ya antes de 1805, había ejercido las funciones de Alcalde, cargo muy honorífico para un joven de tan corta edad. Por esto ya en el año 1806 D. Bernardo era titulado “maestre de campo”, como municipal cesante, i aún parece que en aquel carácter, sostuvo una fuerte controversia con el Intendente de Concepción, defendiendo los derechos comunales de su ciudad natal”34.

Más de alguna duda tuvo Vicuña Mackenna, la palabra “parece” se reitera, así como la palabra “acaso” sinónimo de quizás, dan muestra de una clara inseguridad, siendo solo fundamentada con el documento jurídico, en el cual obviamente se lo señala como vecino de Chillán, debido a que tal manuscrito fue redactado por el escribano de Los Ángeles, Miguel de Burgo, con ocasión de la toma de posesión legal de la hacienda, para lo cual, no fue procedente señalar que ya residía con

31 Nota 6 p. 2 de este documento.

32 BARROS ARANA, Diego: “Historia General de Chile” Tomo VIII, Santiago, Ed. Rafael Jover, 1887, p. 354.

33 “Diligencias posesorias de la hacienda de las Canteras”. Escribano de Los Ángeles, Miguel de Burgo 8 de febrero de 1805. Archivo de don Bernardo O’Higgins, tomo 1. Ed. Nascimento, 1946.

34 VICUÑA MACKENNA, Benjamín: “El Ostracismo del General Don Bernardo O’Higgins. Valparaíso, Imprenta y librería del Mercurio, 1860. p. 93.


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anterioridad en la hacienda, permitida de palabra por el administrador testamentario, coronel don Pedro Nolasco del Río. Sin mencionar además, lo absurdo que fue ejercer una alcaldía honorífica debido a su corta edad (24)35, y pasar así a ser un municipal cesante. Previamente al párrafo anterior, Vicuña Mackenna da a conocer algunas labores propias del campo desempeñadas por Bernardo O’Higgins, y la adopción de herramientas agrícolas extranjeras, operadas por algunos irlandeses recibidos en la hacienda, señalando:

“...y como mejora D. Bernardo consagró su atracción con preferencia, fue a plantar una viña de cien mil pies, en cuya operación parece que empleó la mayor parte de los años corridos de 1804 y 1806”36.

Con esto el historiador contradice por completo el período en que ejerció el supuesto cargo en Chillán. Sin lugar a dudas, esos años, O’Higgins ocupó su tiempo como agricultor. (En la actualidad, existe un sector rural en Las Canteras, llamado Las Viñas).

Miguel Luis Amunátegui, señala:

“De vuelta a su patria, se estableció en la hacienda de las Canteras, i se dedicó a los trabajos agrícolas. Vivió allí con su madre y con sus hermanos; se portó con su familia como un hijo amante y respetuoso. Trabó desde luego relaciones con los oficiales que guarnecían la frontera, muchos de ellos compañeros de armas de don Ambrosio, que pagaron en afecto al joven lo que debían al padre... ] “De cuando en cuando, hacía viajes a la ciudad de Chillán o la de Concepción, donde permanecía largas temporadas”37.

Al igual que Barros Arana, Amunátegui no señala cargo municipal, incluso indica que pasó largas temporadas en otras ciudades, y por esta

35 VICUÑA MACKENNA, Benjamín: “El Ostracismo ... “. Señala por error que nació en 1780. p. 19.

36 VICUÑA MACKENNA, Benjamín. Ob. cit.

37 AMUNATEGUI, Miguel Luis: “La dictadura de O’Higgins• Santiago. Imprenta, Litografía Barcelona. 1853 p. 39.

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razón, se podría teorizar que en uno de esos viajes ejerció alguna labor pública representativa.

Virgilio Figueroa en su Diccionario histórico biográfico, nos indica:

“Se estableció en Chile, en 1802 y se dedicó a las labores agrícolas tomando parte activa en la administración local de Chillán y Concepción”. Cuando ocurrió en Santiago el estallido del 18 de sept. de 1810. En esa fecha, era subdelegado de la isla de la Laja. A fines de 1810 figuró como militar superior y caudillo del movimiento revolucionario y concurrió como diputado al Congreso Constituyente (1811)”38.

Sencillamente este biógrafo omite Los Ángeles y la hacienda, pero lo inserta férreamente en otras dos ciudades con una función municipal luego de su llegada del viejo mundo, lo cual es muy inexacto. Sea o no el caso, historiadores de la talla de Barros Arrana o Amunátegui no lo advierten y el gran Vicuña Mackenna, su mejor biógrafo, lo hace de manera supuesta.

Sergio Fernández, afirma:

“O’Higgins alterna el campo con la ciudad. Alcalde de Chillán, en 1805. Miembro de su Cabildo en 1806. Subdelegado de Laja en 1810”39.

Eugenio Orrego Vicuña, tiene dudas de año, pero asevera que:

“Paralelamente a estas actividades privadas [la agricultura], se preocupó del progreso de su ciudad natal, de la que llegó a ser alcalde (probablemente en 1804), adquiriendo con ello el título de maestre de campo que le asignan algunos documentos”40.

38 FIGUEROA, Virgilio: “Diccionario Histórico Biográfico de Chile”. Tomo 111. Balcells & Co. Santiago 1929 p. 390.

39 FERNANDEZ LARRAÍN, Sergio: “O’Higgins”. Ed. Orbe, 1974 p. 24.

40 ORREGO VICUÑA, Eugenio: “O’Higgins, Vida y Tiempo”. Ed. Losada 1946 p. 61.


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Para los casos de Sergio Fernández y Eugenio Orrego, se puede decir por lógica que, todavía hoy en día, sería prácticamente imposible preocuparse del progreso de un pueblo y llegar a ser su alcalde, residiendo o alternando en una hacienda a más de 100 km. de distancia, siendo por lo demás, un joven desconocido recién llegado desde Europa. Los documentos que Orrego no señala explícitamente, en que supuestamente le asignan el título de maestre de campo, es el documento jurídico que cita Vicuña Mackenna, su abuelo, en la página anterior de este trabajo, los cuales hacen referencia a su procedencia, no a títulos ni cargos.

Y las rarezas se suman, Orrego Vicuña, también le asigna otro cargo:

“... pueblo [Chillán] que tan joven dirigiera en calidad de corregidor, donde se ve que el espíritu público, calidad eje de su personalidad, le acompañó en cada paso de su vida”.

A su vez Jaime Eyzaguirre, dice que:

“El pueblo de Chillán, arrancándole de su quietud campesina, puso en sus manos la vara de alcalde del Cabildo”41.

Eyzaguirre en esta misma obra, también lo señala como alcalde y subdelegado de Los Ángeles o Isla de la Laja, lo que es cierto, ya que O’Higgins lo escribió en carta a Juan Mackenna42, y la condición de alcalde, es descrita en el acta de elección de diputados por Los Ángeles, pero como este historiador no puede desentenderse de los demás autores, también cae en el error de nombrarlo alcalde de Chillán, como si la hacienda Las Canteras estuviera a un paso de esa ciudad. Hay que recordar que O’Higgins, le escribió a Juan Mackenna que solo el destino de Chile, o su primer aliento patriótico, lo sacarían de la condición de hacendado de la cual gozaba. Asimismo, la frase “la vara de alcalde”, lo más probable es que el autor la haya tomado del acta de elección de diputados por Los Ángeles, donde sorpresivamente

41 EYZAGUIRRE, Jaime: “O’Higgins”

42 Ob. cit. p. 7.

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también figura su tío materno Francisco, del cual ningún autor hace comentarios, parte del acta señala:

“En este estado, el señor diputado nombrado [O’Higgins] hizo renuncia de la vara de alcalde en la forma ordinaria, en manos del señor subdelegado y gobernador de las armas, quien la depositó en el maestre de campo don Francisco Riquelme de la Barrera”43.

Los ejemplos son muchos, ningún autor coincide, diversos cargos e inexactitud en años, 1804, 1805, 1806, basados en una frágil argumentación y carentes de documentación escrita. Pero es Luis Valencia Avaria el historiador que más roza el pretendido y supuesto cargo municipal ocupado por Bernardo O’Higgins en Chillán. Sabido es de los exiguos privilegios y la falta de iniciativa que tenían lo cabildos, bajo el aletargado sistema colonial chileno, consecuencia de esta condición, por esos años, los vecinos del pueblo de Chillán Viejo, estaban siendo atropellados por dictámenes ejercidos injustamente por el intendente de Concepción Don Luis Alava, quién además tenía cierto recelo contra O’Higgins. En este contexto es que, según Valencia, escribe una nota al presidente, en la que combatió tales atropellos, pudiendo también haberla escrito desde su hacienda. Su reconocible apellido y formación intelectual, lo facultó fácilmente, para realizar esa labor a favor del pueblo chillanense.

Luis Valencia Avaria, nos señala:

“... en 1806 mereció el cargo de procurador general del Cabildo de Chillán. De sus actuaciones como tal, solo se conserva una anota al presidente Muñoz de Guzmán, en la que la corporación rechaza los manejos de un vecino y donde figura su firma como Bernardo O’Higgins a secas”44.

Refiriéndose exiguamente sobre esto, escribió O’Higgins a Juan Mackenna:

43 Ob. cit., p 3.

44 VALENCIA AVARIA, Luis: “Bernardo O’Higgins, El buen genio de América”, Ed. Univ. 1980. p. 45.


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“...Quizás no ignora Ud. los extraordinarios celos y desconfianzas que suscitó el receloso y fanático intendente D. Luis Alava, el hecho de haber empleado en mi hacienda algunos ingleses náufragos y el haber introducido en mis faenas algunas herramientas extranjeras. Acaso sabe Ud. los planes que abrigó de enviarme preso a Lima cuando los ingleses se apoderaron de Buenos Aires, y el atentado que cometió destruyendo todo el ganado que yo tenía en la isla Quiriquina, bajo el pretexto de que el enemigo podía aprovecharse de esos recursos. El sospechaba, además, que la correspondencia que yo mantengo con mi íntimo amigo Tejada en Buenos Aires era de un carácter peligroso, y también se irritó conmigo sobremanera cuando combatí sus usurpaciones sobre los derechos del pueblo de Chillán”45.

Es evidente que el solo hecho de defender puntualmente a un pueblo por usurpaciones con una carta, no da para cargo municipal, es una persona de competencia intelectual superior, que escribe una nota defendiendo a los habitantes de un pueblo, y por esta razón, pasa a ser un procurador, un representante de un cabildo constituido para una ocasión en particular.

El cargo municipal que realmente ejerció Bernardo O’Higgins bajo dominio español, fue el de subdelegado de la antigua Isla de la Laja, Los Ángeles, cargo que hoy en día sería el que conocemos como de alcalde. Según el historiador julio Alemparte, los subdelegados eran altos funcionarios que reemplazaron a los antiguos corregidores, de acuerdo con la ordenanza de lntendentes46, Los corregidores eran autoridades superiores nombradas por el monarca, y tenían a su cargo la inspección de todo lo relativo al gobierno municipal, en lo económico y administrativo, debían ser nombrados a petición de los pueblos47.

45 Carta de Bernardo O’Higgins a Juan Mackenna. Ob. cit. p. 3

46 ALEMPARTE R., julio: “El Cabildo en Chile Colonial” (Orígenes municipales de las repúblicas hispanoamericanas). Ediciones Universidad de Chile. p. 338.

47 En la colonia, los alcaldes eran de primer y segundo voto, sus funciones estaban relacionadas con aspectos judiciales y de seguridad pública, cobrar impuestos, multas, etc.

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Referente a todo este asunto, señala claramente O’Higgins a Juan Mackenna que:

“...La revolución de septiembre de 1810 me encontró de subdelegado de la Isla de la Laja, en cuyo empleo me habían colocado sus habitantes, porque jamás ni solicité ni acepté ningún empleo de los españoles”48.

Esta famosa frase para los entendidos, es categórica y concluyente, con esto se termina la controversia y el error histórico es corregido definitivamente, no se debe aseverar más una falsedad tan clara, ni darle segundas lecturas e interpretaciones. El padre de la patria Bernardo O’Higgins, no tuvo ninguna relación funcionaria oficial con la corona española antes de 1810, solo la subdelegación ejercida en Los Ángeles antes de ser diputado por esa misma ciudad en 1811.

REFLEXIÓN FINAL

El período de residencia de Bernardo O’Higgins en la zona de Los Ángeles no fue obra de la casualidad, y es uno de los muchos vacíos históricos que tiene esa ciudad, esta etapa abarcó prácticamente 10 años y los motivos que han impulsado a los historiadores actuales a restarle importancia se desconocen, razón por lo cual, atrevida y modestamente se ha pretendido corregir esta injusticia histórica. Si don Ambrosio O’Higgins no hubiese legado la hacienda Las Canteras a su hijo, este no hubiese tenido una contribución tan preponderante en el inicio y desarrollo del proceso de independencia chileno, por los recursos humanos, económicos y logísticos que proporcionó a la causa, gracias a ese patrimonio.

Cuando Bernardo O’Higgins fue elegido por aclamación general por los 120 vecinos invitados a la elección a Diputado por Los Ángeles, por la mismísima junta gubernativa de 1810, pasando así a formar parte del minoritario grupo de diputados del sur, llamados radicales o exaltados, Don Bernardo era un joven desconocido a nivel nacional, era por supuesto, popular en la zona del Bio-Bio, pero solo

48 Carta de Bernardo O’Higgins a Juan Mackenna. Ob. Cit. p. 3


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lo conocían algunas personas en Concepción, otros más en Chillán, y uno que otro personaje más o menos influyente en Santiago, puesto que su vida acontecía en Las Canteras y en el pueblo de Los Ángeles, ahí estaba su familia, sus amistades, su trabajo y compromiso social, como lo apuntó en su proyecto legislativo inicial.

Afortunadamente los documentos que avalan la importancia de Los Ángeles en la vida del prócer en esa época son numerosos, y de primera fuente, en consecuencia, el fundamento para declarar sin error alguno, que la provincia del Bio-Bio, tierra que lo acogió familiar y socialmente después de casi una vida entera en el extranjero, es la cuna política, militar y revolucionaria de uno de los libertadores americanos, por tanto estos, son motivos más que suficientes para comenzar a reconocer y enaltecer esa tierra con los mayores tributos y homenajes.

Por tanto es de vital convencimiento, honra y orgullo, que la población angelina y la provincia del Bio-Bio toda, sea conciente de que este personaje es propio como ningún otro, que es su vecino más ilustre, que sepan siempre que sus valles, ríos y parajes cordilleranos como el volcán Antuco, la sierra Velluda o los caminos que unen la hacienda con Los Ángeles, son lugares que el prócer observó y contempló de manera cotidiana, igual que ellos.

Bernardo O’Higgins concretó su ideología en la provincia del Bio-Bio, en esa tierra conspiró secretamente luego de su aprendizaje libertario en Europa, allí armó su ejército y se alzó a luchar por la liberación de su amada patria, para así, pasar a ocupar un puesto brillante en la historia de nuestro país y de América. Bernardo O’Higgins nos pertenece a todos los chilenos y a toda la América liberada del dominio español, pero respecto de este trabajo en particular, su historia debe ser reconstruida considerando toda la documentación disponible, dándole de manera justa a cada ciudad lo suyo.

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PReámbULO: ceLebRAciÓn deL cenTenARiO

de O‘HigginS en 1876

Jorge Ibáñez Vergara

Los primeros estudios sobre la vida de don Bernardo O’Higgins tienen errores y omisiones que son comprensibles si se consideran, particularmente, los años que transcurrieron desde el nacimiento hasta el regreso del prócer a Chile el año 1802, etapa cuya investigación se torna difícil.

No debe olvidarse, además, que O’Higgins vivió gran parte de su existencia fuera del país y que no dejó en Chile familiares de alguna significación social que pudieran preservar su memoria. Las tentativas biográficas de Irisarri, Albano y Bello, son bastantes débiles comparadas con la obra de Vicuña Mackenna, el primero en utilizar el archivo de don Bernardo que le proporcionara su hijo Demetrio.

No obstante, algunos elementos biográficos claves fueron quedando en la penumbra, el desconocimiento del texto del acta de bautismo generó las dudas sobre el año del nacimiento del héroe, el año 1778.

Barros Arana sostuvo que éste nacimiento ocurrió el año 1776 y Vicuña Machenna este mismo año o en 1780. Oficialmente prevaleció la autoridad de Barros Arana y todo el país comenzó el año 1876 la organización de los festejos del Centenario del nacimiento del Padre de la Patria.

Este error fue rectificado posteriormente por Barros Arana, en su Historia General de Chile. Ni Barrros Arana ni Vicuña Mackenna conocieron el acta de Bautismo realizado en Talca el 23 de enero 1783, por don Pedro Pablo De La Carrera, cura y vicario de la Villa


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y Doctrina de San Agustín de Talca y en la que se deja constancia de haber puesto óleo y crisma y bautizado sub conditione a un niño llamado Bernardo Higgins, que nació en el Obispado de La Concepción, “el día 20 del mes de agosto de mil setecientos setenta y ocho años”.

El reencuentro del joven O’Higgins con su madrina, doña Bartolina De La Cruz en Talca, luego de su regreso a Chile le permitió acceder al conocimiento de éste instrumento que acreditaba la paternidad de don Ambrosio. Los únicos documentos oficiales de la época, que registraban el nacimiento, el matrimonio y las defunciones eran de la Iglesia.

Tan importante fue para O’Higgins el hallazgo del registro de su bautismo, que suspendió de inmediato las gestiones sobre legitimación que había iniciado, para proseguirlas en España.

El documento que hoy publicamos en nuestra “Revista El Libertador”, constituye una relación pormenorizada de la preparación y realización de los festejos en Copiapó del errado Centenario del nacimiento de O’Higgins. Y su valor reside fundamentalmente en el hecho que nos da una idea, de fuente autorizada de la forma como se celebró éste acontecimiento en todas las ciudades, al menos del mismo o superior nivel de Copiapó.

El libro, con el título de “El Centenario de O’Higgins ”, reúne los siguientes materiales en un total de 152 páginas.

Páginas 5 a 34: “La Crónica de las Fiestas”, por don Valentín Letelier.

Páginas 35 a 40: Trabajos de don Diego Barros Arana, titulado “El Centenario de O’Higgins ”.

Paginas 41 a 71: Actas de la Comisión encargada del Programa correspondiente a las festividades.

Páginas 72 a 75: Programa.

Páginas 76 a 114: Discursos de: Don Ricardo Passi García Don Pedro Pablo Figueroa

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Don Juan Bautista Pastene Don Juan Gonzalo Matta Don Rafael Segundo Vial Don Ramon M. Vallejo Don Manuel A. Romo Don Luis V. Larrahona Don Pablo Carrasco

Paginas 115 a 152; Conferencias de: Don Jose M. Grave Don Valentín Letelier Don Manuel A. Romo.

Por razones de espacio no publicamos las Actas de la Comisión organizadora y ninguna de las conferencias, ya que una sola de ellas, la de don José M. Grave, está referida a O’Higgins, también publicamos solamente el discurso de don Pedro Pablo Figueroa el gran Autor de la “Historia de la Revolución Constituyente”.

Damos a la crónica de don Valentín Letelier especial importancia por su destacada figuración como “político, educador, filósofo, periodista, diplomático, profesor de la Facultad de Derecho, Rector de la Universidad de Chile, parlamentario, escritor y Fiscal del Tribunal de Cuentas del Estado.

Mención principalísima nos merece el trabajo de Barros Arana, “Centenario de O’Higgins”, que comienza con ésta afirmación: “El 20 de agosto de 1876, hará un siglo, contado día a día, que vino al mundo el mas ilustre de los hijos de Chile, el Capitán General don Bernardo O’Higgins”, afirmación, ésta, que pasa a ser la génesis de los actos celebratorios, en todo Chile, del mencionado Centenario.

La importancia de la crónica de Valentín Letelier y la recopilación de antecedentes relativos a ésta festividad en Copiapó, da una idea de la manera como se llevaron a efecto las ceremonias y homenajes semejantes en las ciudades mas importantes del país.

Este es, por ahora, el único documento que conocemos y que contiene, con tanta especificación, una relación sobre la celebración del Centenario del nacimiento de O’Higgins y que revela el grado creciente con que su nombre comenzaba a instalarse de nuevo en la


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memoria histórica de Chile, después de muchos años de mantenerse en el silencio.

Alrededor de 1854, Barros Arana pidió a Demetrio O’Higgins proporcionarle algunos antecedentes del archivo de su padre, para la preparación de la Historia General de Chile. Demetrio recurrió a uno de sus amigos de mayor confianza intelectual, don José Necochea, para la preparación de materiales destinados al aprovechamiento del ilustre historiador.

Necochea resultó ser un hábil seleccionador de documentos y un mejor cautelador del prestigio de la familia O’Higgins.

“Tenemos tiempo - escribe Demetrio - para reunir todos los papeles interesantes que deban remitirse al señor Barros Arana. Esta remisión, como V. puede juzgar, es muy delicada y exige mucho sigilo, por cuyas circunstancias estoy practicando una revisión prolija de todos los documentos, cartas y otros apuntes que puedan ser trascendentes especialmente cuando van a servir a la historia reciente de Chile, cuyos coetáneos viven todavía.

El señor Barros Arana pide una copia del testamento del Virrey, que tenemos aquí adjunto a otros documentos que forman un expediente. Este documento pedido por el señor Barros, no da ninguna idea de los méritos y servicios del Virrey y me parece que es inconducente al asunto. Además, contiene muchas cláusulas que aunque están cumplidas por los albaceas, pudiera suceder que diesen motivo a ciertas reclamaciones ocultas por parte de los descendientes de los legatarios, y ya V. juzgará que esto más que beneficios puede producir incomodidades.

Sin embargo, si V. cree oportuna la remisión de la copia pedida avísemelo V. para sacarla inmediatamente.

Cuando esté hecha la colección de todos los papeles, escribiré al señor Barros a nombre de V. por encargo que me tiene V. hecho y entonces me entenderé con él haciéndole una relación de todos los datos que existen para que elija los que sean más interesantes al objeto que se propone en la publicación de la Historia.

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Por ahora le remitiremos todos los apuntes que tenía hechos don Juan Thomas, en inglés, pues la mayor parte de ellos trata de la vida del Virrey y otras noticias muy importantes para el señor Barros.”

El testamento del Virrey no fue después de estas prevenciones, enviado a Barros Arana, tampoco se envió el acta de bautismo que debió estar en este archivo, ya que don Bernardo lo conoció poco después de iniciar, el año 1806 los trámites para su legitimación y que no prosiguió, gracias a que su madrina, doña Bartolina De La Cruz tuvo acceso a este documento que era, para ella, de fácil recordación, ya que bautizó a su hijo Casimiro Albano con cinco días de diferencia al de Bernardo, en la misma Parroquia.

Publicamos a continuación algunos de los textos que se han mencionado. Quienes se interesen en conocer la versión completa de este libro pueden consultarlo en la Biblioteca del Instituto:

“El Centenario de O’Higgins”

- “Crónica de la Fiesta” por Valentín Letelier - “El Centenario de O’Higgino” por Diego Barros Arana - “Texto del Programa” - “Discurso de don Pedro Pablo Figueroa”


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eL cenTenAR iO de O’HigginS

Imprenta del Atacama, calle Yerbas Buenas 77 Copiapó Publicado en el año 1876

Artículo seleccionado por Jorge Ibáñez Vergara

LA CRÓNICA DE LAS FIESTAS 1

I

En los primeros días de abril del presente año llegaba a esta ciudad el número de La Revista Chilena correspondiente a ese mismo mes. Entre sus ilustradas pájinas venian algunas escritas por uno de sus directores, el erudito historiador don Diego Barros Arana, en las que el autor hacia una rápida enumeración de los mas grandes servicios de don Bernardo O’Higgins y proponia la celebracíón del aniversario secular del natalicio de este héroe. Haciéndolo así, concluía, “adoptarémos a nuestras costumbres la celebración de fiestas públicas que a la vez que espresan un sentimiento de patriotismo, dejan ver la cultura del país.”

El momento en que se hacia la proposición no podía ser menos oportuno para atraer a ella la atención de los pueblos. Chile, de un estremo a otro, se hallaba ajitado por una de las mas trascendentales luchas eleccionarias que mencione su historia política, y el instinto de la propia conservación lo hacia pensar en poner a salvo los buenos principios, antes que en honrar la memoria de sus buenos servidores.

La proposición indicada fué, pues, si no, relegada por todos al olvido, a lo menos desatendida. jeneralmente por estemporánea.

1 La relación que sigue sobre las fiestas del centenario ha sido hecha por espe-cial encargo del señor Guillermo Matta, presidente de la comisión formada para organizarlas.


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II

Entre los que conservaban el recuerdo de que había un deber de gratitud que llenar se encontraba el señor intendente de nuestra provincia, el cual una vez calmada la fiebre eleccionaria, propuso a la ilustre municipalidad con fecha 12 de junio la erección de un monumento y la celebración de fiestas públicas para conmemorar el natalicio de aquel padre de la Patria.

Semejante indicación no podia discutirse: solo debia aprobarse; porque si podia haber discordancia al tratar del mejor modo de realizar lo que se proponia, los señores municipales estaban todos acordes en que como representantes del pueblo era de su incumbencia manifestar solemnemente la gratitud del pueblo.

Habiendo, pues, sido aceptada, por unanimidad i sin discusión lo idea propuesta, se creó para organizar las fiestas una comisión compuesta del presidente de la ilustre Municipalidad, don Guillermo Matta, de los alcaldes de la misma señores José Joaquin Hernandez, José Ramon 2° Rojas y Telésforo Mandiola, del rejidor señor José Guadalupe Pizarro, y del procurador municipal, señor Manuel Concha Ramos.

III

Once dias mas tarde, esto es, el 24 de junio, habiéndose reunido esta comisión en la sala de la intendencia, acordó, a indicación de su presidente, quitar a las fiestas que se organizaron todo carácter oficial y solicitar la cooperación de los vecinos de Copiapó a fin de hacerlas populares en su organización así como lo habian de ser mas tarde en su celebracion.

Al efecto, designáronse cuatro comsiones especiales o sub-comisiones, que quedaron compuestas de las personas y encargadas de los objetos que a continuación se indican.

Sub-comisión de arbitrios: Los SS. Olegario Olivares, Camilo Aguirre, Elias C. de la Cuz, Lesmes R. Sierralta, Anselmo Carabantes, José M. Goyenechea. José Varas, Tomas Richards, José V. Sapiain,

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Marcial D. Soto, Ramon B. Cambiazo, José A. Carvajal, Guillermo Hidalgo y Rodolfo Calderon.

Sub-comisión de música y canto: Los SS. Francisco San Roman, Pedro N. Cerda, Pedro Castagnola, Emilio Bertioli, Crisanto Acosta, Andres D. Picon, César Vignola, Aníbal Calderon, Fernando Aste y Alberto Pepper.

Sub-comisión de arreglo y ornamentacion: Los SS. Fernando Lopez, Alejandro L. Ossa, Márcos King,

Vicente Borrie. Rómulo B. Cambiazo, Miguel Berisso, Olegario Arancibia, Antonio M. Fernández de Astorga y Federico Yañez.

Sub-comisión encargada de designar las personas que habian de usar de la palabra: Los SS. Valentin Letelier, Manuel A. Romo, Ricardo Passi, Enrique Salazar, Andres S. Ossa, Luis V. Larrahona, José A. Vadillo, José M. Grove, Pacian F. Calderon, Plácido Briones, Telmo M. Torres y Belisario Melendez.

IV

Reunidos con fecha 27 de junio en la sala capitular las cuatro sub-comisiones juntamente, con la comisión municipal y ante una numerosísima concurrencia de barra, acordaron que cada una de ellas celebrara independientemente de las demas, sesiones especiales, con el objeto de que por separado propendieran a la consecución de sus respectivos fines; reunirse todos los mártes de cada semana, o mas a menudo si era necesario, a fin de tomar las resolusiones jenerales que se ocurriesen y de darse por via de estimulo mútua cuenta de los trabajos emprendidos; y que a las sesiones semanales solo pudiesen concurrir los miembros de la comisión municipal y los presidentes y secretarios de las sub-comisiones, los cuales reunidos formarian la. Comisión del Centenario.

Puede asegurarse que desde ese dia una gran parte de la juventud copiapina, esto es, aquella parte que componia las sub-comisiones, se consagró si no del todo, a lo menos muy preferiblemente a dar el mayor esplendor posible a las fiestas del natalicio; y era tan clara la


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idea que cada comisionado tenía de lo que le incumbia hacer y del fin que todos se proponian que por regla general las indicaciones se aceptaban sin discusión y por unanimidad, ejemplo manifiesto de la celeridad con que se anda cuando son idénticos los propósitos que se persiguen.

En la sesión que aquel mismo dia celebró la sub-comisión encargada de los discursos se acordó designar para que los pronunciaran los señores Ricardo Passi García y Manuel A. Romo, celebrar conferencias patrióticas y nombrar para que las prepararan a los señores José M. Grove, Enrique Salazar, Manuel A. Romo y Valentin Letelier.

Por su parte la sub-comisión de música y canto acordó preparar para el 15 de agosto una función dramática y de concierto a fin de arbitrar fondos; y arreglar festivales y ensayar la canción nacional y el himno de las escuelas para los dias de las fiestas.

A su turno la sub-comisión de arreglo y ornamentacion, resolvió que la erección del monumento de O’Higgins se. hiciera en el paseo de Juan Godoy; formar una procesión patriótica desde la plaza a la alameda; invitar a hacer parte de ella a las diversas corporaciones laicas públicas o privadas de la ciudad, y hacer vestir a los alumnos de las escuelas para que concurriesen a la misma fiesta con un uniforme especial costeado con fondos del centenario.

V

Pero entre todas las sub-comisiones, la que ha trabajado mas y que mas ha contribuido a honrar mejor la memoria de don Bernardo O’Higgins, ha sido sin duda ninguna la de arbitrios, que reunida bajo la presidencia del señor rejidor don Olegario Olivares no ha dejado resorte por mover ni recurso por tocar a fin de procurar fondos para la celebracionde las fiestas.

Con un entusiasmo cuya intensidad fué siempre en aumento y una intelijencia que allanaba todas las dificultades, la subcomisión de arbitrios celebró mas sesiones que todas las otras; y por los medios de que echó mano y los resultados que ha obtenido o que aun espera puede asegurarse que a su inicitiva y actividad se debe en parte muy

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principal la grande y esplendente solemnidad con que se han celebrado las fiestas que acaban de pasar.

Así, empeñándose tambien por sn parte en hacerlas esencialmente populares, resolvió desde los primeros momentos ir de casa en casa y de puerta en puerta demandando el óbolo de contribución a beneficio de las mismas fiestas; y con el propio objeto dirijió circulares a los pueblos de los minerales y organizó la función dramática del 15 de agosto.

Por su parte el pueblo de Atacama ha sabido corresponer tan jenerosamente a los deseos de la subcomisión de arbitrios que puede afirmarse que desde el rapto jeneral de desprendimiento en las difíciles horas de la última guerra estranjera no se había vuelto a notar un entusiasmo igual al que en esta ocasión han sentido todos por contribuir pecuniaria o personalmente a organizar las fiestas del natalicio de O’Higgins.

Y este entusiasmo no se ha becho manifiesto en grandes sumas recolectadas: sino al contrario por el gusto con que el pobre, que se come lo que gana y que no puede comer menos de lo que gana, entregaba la moneda que acababa de obtener con el sudor de su frente. Como ha podido ohservarse en las listas publicadas de los erogantes, las donaciones, de veinte centavos son las mas numerosas, lo que (si se conviene en que el hombre pudiente no da jamas de a veinte centavos cuando lo que da ha de ser puesto en conocimiento de todos) viene a manifestar la parte principal que las clases menesterosas han tomado en la celebración del natalicio de O’Higgins.

Este mismo hecho muestra el alto grado de progreso moral a que ellas han alcanzado; porque las masas populares que no conocen los impulsos de los sentimientos nobles, no son capaces de actos de jenerosidad que si a la larga por el estímulo que despiertan se traducen en su propio bien, no son sin embargo inmediatamente reproductivos.

De esta manera, la sub-comisión de arbitrios ha podido reunir la suma de mil seiscientos diez y seis pesos, que agregada a otros seiscientos con que la municipalidad se suscribió forman el total de dos mil doscientos. diez y seis pesos.


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No contamos naturalmente en esta suma la recolectada por los señores José María 2.º Soto y Gustavo García para costear el uniforme de los alumnos de las escuelas y que sube mucho mas de mil pesos, ni lo que ha invertido el gremio de comerciantes en el banquete que ofreció al señor intendente y en el adorno de la calle de Atacama y que ascenderá a cerca de mil quinientos pesos.

Puede, pues, calcularse que en la organización de las fiestas del centenario se han gastado en Copiapó cinco mil pesos.

VI

Otra de las ideas y la mas importante con que la subcomisión de arbitrios se puede decir que contribuyó a la solemnización de las mismas fiestas fue la del establecimiento de una escuela, que por la fecha de su ereccion, y la denominación con que se la distinguiese grabara perpétuamente en la memoria de las jeneraciones futuras el nombre de aquel ilustre prócer.

La subcomisión de arbitrios creia que debe honrarse la memoria de los grandes hombres no solo en testimonio de gratitud por los servicios recibidos, sino tambien para estímulo de los que vengan despues, y que el mejor modo de recompensar los sacrificios que hizo por nosotros don Bernardo O’Higgins es “continuar en el campo intelectual la obra de progreso que él comenzó en los campos de ‘batalla.”

Por eso y queriendo crear una fuente fecunda e inagotable en bienes para el pueblo jeneroso de Copiapó, resolvió, a indicación de don José María Goyenechea, echar durante las fiestas del centenario los primeros cimientos de una escuela denominada Bernardo O’Higgins, en cuyos libros estadísticos puedan las futuras jeneraciones, a la vuelta de un siglo, ir a contar por millares los ciudadanos formados bajo la advocación de uno de los mas grandes Padres de la Patria.

A fin, pues, de alcanzar la realización de este proyecto acordó dirijirse por medio de una circular impresa a cincuenta y dos opulentos vecinos de Santiago y Valparaiso, cuyas fortunas arrancadas de las entrañas metálicas de Atacama no escatimarán, segun los buenos

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deseos de los señores subcomisonados, los escudos que se requieren para fundar este nuevo taller intelectual.

VII

Al mismo tiempo que las subcomisiones trabajaban separadamente y proponian los medios mas adecuados para celebrar con toda pompa la llegada del gran dia, la comisión del centenario, compuesta como hemos indicado (IV), continuaba reuniéndose semanalmente y a veces mas amenudo en la sala capitular, y en sus sesiones oia la cuenta de los trabajos preparatorios que se iban, emprendiendo y las nuevas indicaciones que se: formulaban; y adoptaba aquellas medidas jenerales que sin estar comprendidas dentro del objeto especial de cada una de las subcomisiones podian ser discutidas y tomadas por todas ellas conjuntamente.

Así, en una de sus primeras sesiones, acordó dirijirse al escultor nacional don Nicanor Plaza a fin de pedirle propuestas de hacer un busto del jeneral O’Higgins, y a los señores Olcese y Ca. a fin de pedirles propuestas de venta de un monumento conmemorativo.

Mas como contestara el señor Plaza que a causa de la brevedad del tiempo no alcanzaria a hacer el busto en bronce que se le pedia, el señor Matta se dirijió oficiosa v oficialmente al señor intendente de Santiago y solicitó de él un busto que presentado por el escultor nombrado en la esposición de 1872 dirijida por el mismo señor Matta, obtuvo en ella premio especial y fué en seguida obsequiado a la Intendencia de Santiago por los señores Debonnairc y Ca. en cuyo establecimiento se había hecho la fundicion.

Tal es el busto que hoy se eleva en el paseo de Juan Godoy, busto que por su procedencia es una obra artística nacional que podemos admirar con lejítimo orgullo2.

2 Es de notar que durante todas estas fiestas la reducídisima fracción clerical de esta ciudad ha hecho el papel de espectadora; y en una ocasión en que uno de sus miembros el presbítero don Juan G. Cárter levantó su voz en el Amigo del País, fué para asegurar que el busto a que se hace referencÍa no pasaba de ser una olla con charreteras encontrada en un gallinero.


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Respecto al monumento entre los varios diseños remitidos por el establecimiento de marmoleria indicado se elijió naturalmente el mas costoso, porque se le juzgó el más digno de sostener el busto venerando de aquel grande hombre.

En seguida en las sesiones inmediatas se aprobaron las inscripciones hechas por el presidente de la Comisión del Centenario, a fin de que fuesen grabadas la primera en una plancha que llevará la reja que ha de circundar el monumento y que se esta trabajando en la maestranza de Caldera, y la segunda en la cara frontal de la base de la pirámide.

PRIMERA INSCRIPCION.

La municipalidad y el pueblo de Atacama tributando homenajcs respetuosos a la

memoria de los fundadores de la patria chilena,

DEDICAN ESTE MONUMENTO

Por suscriciones voluntarias costeado y erijido,

Al ilustre patriota don Bernardo O’Higgins, ejemplo único en nuestra historia

del héroe ciudadano y mandatario austero.

Abdicando su omnipotente dictadura Venció a la guerra civil y salvó a Chile

de caudillos.

¡Honrad a tan augusto jefe, mandatarios! ¡Ensalzad al héroe, ciudadanos chilenos!

HOMBRES LIBRES DE TODOS LOS PAISES:

Los que crearon las repúblicas de América

Dieron a la humanidad nuevas patrias!

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Chile, al nacer tú, colonia en servidumbre, Hoy día por tus esfuerzos: nacion

Independiente

O’Higgins, reverencia tu nombre Y consagra tu gloria en bronce y en

mármol.

SEGUNDA INSCRIPCIÓN.

Pueblo, saluda al héroe! Y en su vida, en su historia,

A chile aprende a amar!Vivió para la patria

O’Higgins, y hoy su gloriaLa patria viene a honrar!

VIII

Ideadas así las fiestas cuando pudo calcularse la cantidad aproximativa con que debia contarse para celebrarlas, se creó en la sesión del 25 julio una comisión compuesta de los señores Antonio García Guerra, Miguel Berisso, Pedro Nolasco Cerda y Valentin Letelier, los cuales resumiendo las ideas propuestas debian redactar un programa y presentarlo a la brevedad posible.

Presentado este proyecto en la sesión siguiente del l.°de agosto pasó a la comisión municipal, y discutido y reformado por ella, fué oportunamente publicado en los diarios y en hojas sueltas.

IX

Conforme a su artículo primero y a fin de que el pueblo conociera mejor los sacrificios que hicieron por nosotros los hombres de 1810, se celebró en el Teatro Municipal en la noche del 17 de agosto una sesión de conferencias patrióticas.


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Fué ella presidida por el presidente de la Comisión del Centenario don Guillermo Matta, y asistió a oirlas una concurrencia tan numerosa que en platea, palcos y galeria no quedó un asiento vacante ni lugar para colocar un nuevo asiento.

Abierta la sesión a las 7 hrs. 30 min: p.m., espuso el señor presidente el objeto de ella y designó las personas que en conformidad al programa debian usar de la palabra y que fueron el que suscribe y los señores Manuel Antonio Romo y José M. Grove, en el mismo órden en que se nombran.

Durante hora y media las majestuosas figuras de Martínez de Rozas, los hermanos Carreras y O’Higgins tuvieron constantemente abstraida la atención del la concurrencia. Aquellos caractéres enérjicos, que se propusieron un fin, la independencia nacional, y marcharon directamente a él; aquellas cabezas organizadoras, que iban levantando el edificio de la patria sobre los restos destrozados de la antigua colonia; aquellas intelijencias creadoras, que sacaban recursos de la nada; todos aquellos héroes, grandes en la victoria e imponentes en la derrota, que tuvieron que luchar contra los hombres y las cosas, contra la sociedad y las preocupaciones, contra las ideas y los intereses dominantes, a medida que la lectura avanzaba iban creciendo, creciendo a los ojos del pueblo reunido y eran mejor conocidos, mas admirados y tambien, con mejor voluntad perdonados.

Durante aquella sesión llamó muy especialmente la atención del público la asistencia de muchas de las familias mas distinguidas de Copiapó, para quienes se habian reservado las aposentadurías del segundo órden.

Este hecho, insignificante a primera vista, viene a poner de manifiesto la revolución profunda que poco a poco, pero irresistiblemente, se va operando en nuestros hábitos sociales. La mujer, la mujer intelijente de nuestra sociedad, a medida que va resistiendo con mayor entereza y dignidad a las sujestiones e influencias maléficas del fanatismo, va tambien perdiendo mas y mas el miedo a la palabra de verdad y libertad.

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X

Los días siguientes hasta el 20 fueron de actividad, de movimiento y preparativos. Los trenes que llegaban de los pueblos interiores del valle venian atestados de pasajeros.

En la calle comercial de Atacama se notaba un ir y venir de jentes que hacia recordar la afluencia humana de los grandes centros de poblacion. Cada cual tenía algo que comprar y el comercio se había provisto oportunamente de cuanto era posible que se comprase.

En los alrededores de la plaza se veia afluir de todas partes a los alumnos de las escuelas, que al son de caja y en formación se dirijian al cuartel cívico a ensayar la canción nacional, el himno de las escuelas y marchas y evoluciones militares.

Era aquello la animación inusitada que precede a los grandes entusiasmos.

XI

Por fin, lució el día esperado, el 20 de agosto.

El cielo de Atacama ordinariamente claro por la falta en la atmósfera de vapores acuosos amaneció aquel dia transparente y cristalino: la vista alcanzaba en las profundidades del espacio a una altura inmensa.

Durante algunos momentos el sol iluminó radiante y risueño el suelo en que un siglo ántes había visto la luz aquel gran Padre de la Patria, y a los ocho de la mañana ántes de ocultarse entre nubes de gasa que vinieron a refrescar la temperatura ambiente, fue saludado por la banda del batallon cívico a los acordes eléctricos y entusiasmadores de la canción nacional y or el pueblo todo que en los mismos momentos enarboló instantáneamente en todos los edificios públicos y particulares aquel pabellón que el héroe de las fiestas hizo tantas veces flamear triunfante después de la victoria, glorioso e inmaculado después de la derrota.


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XII

Tres horas mas tarde, esto es, poco despues de las once la misma mañana empezaron a llegar a la casa municipal los comisionados, encargados de ordenar la procesión y las personas que debian componerla,

Formaban la comisión de órden los presidentes y secretarios de las cuatro sub-comiciones antes mencionadas y los ayudantes de la comandancia jeneral de armas. Entre todos ellos no puedo menos de hacer especial mención de don J.M.2.ºSoto, comandante de la guardia municipal y a cuya actividad, entusiasmo y acertadas medidas se debe en mucha parte el órden observado durante la marcha triunfal de la gran comitiva.

A la primera campanada de las doce, estando ya colocadas ordenadamente las personas y corporaciones invitadas, se puso en movimiento la cabeza de la procesion.

Iba ella escoltada por la guardia cívica y precedida por los veteranos del ejército chileno el mayor don José Ampuero y el capitan don Anacleto García. Entre ellos el teniente de la guardia nacional don Juan de D. García llevaba una hermosa bandera de seda costeada por algunos miembros de la comisión de órden.

A continuación seguían el Sr. Intendente de la provincia y presidente de la Comisión del Centenario don Guillermo Matta, el Sr. Gobernador de Caldera, la I. Municipalidad de Copiapó y las Juntas de Minería y de Beneficencia: la Sociedad de Artesanos y el club de Obreros; el gremio de comerciantes; las compañías de bomberos; miembros del Club de Atacama, profesores del Liceo; abogados; directores de la sociedad de instrucción primaria y junta inspectora de escuelas, miembros de las lojias masónicas; de la academia de ensayos literarios y del club musical; representantes de la prensa, médicos, injenieros y comisiones del centenario; los alumnos del Liceo; los alumnos de las escuelas públicas de niñas; los alumnos de la escuela Bruno Zavala, los alumnos de la escuela de la Sociedad de Artesanos, y los alumnos de las escuelas públicas de hombres, vestidos con elegantes uniformes costeados con suscriciones voluntarias del pueblo.

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El gremio de comerciantes tiraba por sus propios brazos un grande y hermoso carro alegórico en que se veian a Mercurio, el dios del cambio mercantil y a la Libertad que lo facilita; el cuerpo de bomberos, precedidos de la banda de músicos italianos, conducia parte de su material rodante, sobresaliendo principalmente la elegante bomba a vapor, que por sí misma constituia la mejor alegoria del progreso de nuestro siglo.

Despues de haber atravesado la gran comitiva los costados norte y occidental de la plaza, dobló por la calle de O’Higgins y se dirijió hácia el paseo de Juan Godoi.

La multitud que la seguia era inmensa.

Segun observaron algunas personas, cuando la cabeza de la procesión iba llegando a la Alameda la parte posterior acababa solamente de dejar la plaza, de manera que el número de las personas que, invitadas o nó, concurrieron a la inauguración del monumento ocupaba en esos instantes como cinco cuadras y ascenderia a mas de seis mil indivíduos.

La calle de O’Higgins, como se supondrá, estaba toda embanderada y por consiguiente el gran acompañamiento hubo de hacer su marcha por debajo de los pabellones que en partes casi se cruzaban de vereda a vereda.

En algunas casas ademas se había tenido la oportuna idea de adornar los frentes o las ventanas con el retrato o el busto del héroe de las fiestas, don Bernardo O’Higgins, que aparecia medio oculto entre guirnaldas de flores; y en las dos últimas cuadras de la misma calle mil y mil banderolas que lucian los colores nacionales aleteaban movidas por la brisa,

Llegada la comitiva a la alameda, que en un grande espacio había sido oportunamente despejado por la policía, dobló hácia la derecha por la avenida oriental, y entrando en la occidental frente a la calle de Carrera, siguió marchando hasta llegar al pié del monumento a cuyo alrededor se fue estrechando.


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El batallon cívico formó en batalla al frente, y los alumnos de las escuelas quedaron reunidos en coro sobre los carros descubiertos que la empresa del ferrocarril había colocado oportunamente sobre los rieles.

Por allí, cerca de la base del busto se había preparado una tribuna.

En esta disposición, el Sr. Intendente don Guillermo Matta se acercó al monumento, el cual solo mediante la enérjica actividad de don Fernando Lopez se había alcanzado a erijir en los dias anteriores.

El monumento estaba hasta esos instantes velado por la bandera de la patria.

Entonces, el Sr. Matta al grito entusiasta de ¡gloria a la patria y al héroe! lo puso en descubierto.

Instantáneamente la guardia cívica hizo una descarga general y los alumnos de las escuelas acompañados de las bandas de música prorrumpieron en los acordes armoniosos de la canción patria.

Fué aquel un instante solemne. Los cuerpos de los concurrentes quedaron suspensos y como pendientes del busto por la vista.

XIII

El primero en seguida en hacer uso de la palabra fué el señor Ricardo Passi, que habló por encargo de la comisión del Centenario. En estilo terso y elegante trazó a grandes pinceladas el cuadro de la vida de don Bernardo O’Higgins y dio a conocer las contrariedades que el héroe había sufrido en su infancia, las peripecias de su edad madura y su ostracismo voluntario en bien de su patria durante la última parte de su existencia. Y para concluír “amemos todos, dijo, amemos todos a nuestro patria como él la amó.”

A continuación don Pedro P. Figueroa por la Sociedad de Artesanos y don Juan B. Pastene por el Club de Obreros hicieron ver en bien pensados discursos la influencia que la obra de la emancipación emprendida y terminada por O’Higgins ha ejercido en la marcha

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posterior de Chile. y los beneficios que diariamente nos brinda la libertad que él y los suyos conquistaron en los campos de batalla y afianzaron en las instituciones políticas.

Por último don Juan G. Matta, en representación de la Academia de Ensayos Literarios analisó rápida y concienzudamente las consecuencias que en la enseñanza y en la instruccion, en las ciencias y en la literatura ha producido la revolución de la independencia. “Una de las ideas”, dijo mas o menos, “que desde los albores de la revolución se empeñaron sus promotores en realizar fué el establecimiento de casas de educación; y tan dominante era esta idea en su espíritu que habiendo sido suprimidas durante la reconquista las fundadas en el primer período, fueron inmediatamente reinstaladas despues de la victoria de Chacabuco.»

Todos estos discursos fueron saludados con aplausos y bravos estrepitosos. Cada palabra. de elojio al héroe era considerada como una palabra de justicia, que la gratitud nacional, personificaba en la concurrencia allí presente, aprobaba con entusiasmo. Y cada pensamiento que hacia ver nuevos y dilatados campos de acción abiertos al progreso y surcados primeramente por O’Higgins era considerado como una luz reparadora que dejando ver en el héroe méritos antes no conocidos aumentaba la admiración y el amor de que supo hacerse digno.

XIV

Concluido el acto de la inauguración, debia tener lugar allí mismo, al pié del monumento, según el programa, otra fiesta, sencilla y sin aparatos, pero de grande importancia social.

El cuerpo de bomberos, fundado en 1868, había elejido aquel dia y aquel lugar para estimular a sus abnegados miembros, y recompensar el mérito y premiar la constancia de sus mas antiguos afiliados. En conformidad a sus deseos, ante aquel altar, que el patriotismo acababa de erijir un héroe, se repartió por el señor comandante de la institucion, don Tomas Richards, y el señor secretario general don José Ramon 2.ºRojas, a unos cuantos hombres de bien aquella comunión de


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recompensas que purifica al que la recibe, porque le da aliento y a los demas, porque los estimula.

A continuación el voluntario don Enrique Fabre dirijió a sus compañeros hermosas palabras exhortándolos a perseverar en el camino de abnegación que siguen.

XV

Terminada la repartición de premios y después de haber desfilado los alumnos de las escuelas alrededor del monumento cantando al compas de la marcha y de la música el himno compuesto para ellas, la gran comitiva emprendió nuevamente la marcha y avanzando por la avenida (dice evenida) central de la alameda penetró en la calle de Atacama.

XVI

En la sesión que con fecha 12 de julio había celebrado la comisión del Centenario, había ella acordado dirijirse en demanda de cooperación a casi todas las corporaciones, sociedades y clubs de esta ciudad así como tambien al honorable gremio de comerciantes.

En Copiapó el comercio está principalmente en manos de estranjeros de todas nacionalidades, y con especialidad de la española.

Con todo, habiéndose ellos reunido para deliberar, se dijeron: «Se trata de honrar la memoria no de un enemigo de España, sino de un amigo de la libertad. Nuestro deber es concurrir a las fiestas y contribuir a su mayor solemnidad.»

Desde esse momento pudo preverse que los señores comerciantes habian de rivalizar aun con los comisionados en entusiasmo y civismo.

Dirijidos acertadamente por el respetable caballero español, don Antonio García Guerra, se impuso cada uno una cuota de contribucion, dieron cien pesos a la comisión del Centenario, prepararon el carro alegórico que condujeron en la procesion, formaron un gran arco

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triunfal que colocaron de la esquina de los señores Escobar a la esquina de la casa comercial de los señores Amézaga, y durante la noche del 19 al 20 improvisaron en la estención de dos cuadras. desde el Club Musical hasta la calle de Chacabuco, una hermosísima alameda de sauces adornados con banderolas y faroles chinescos y unidos entre sí par gruesos fullones de gasa.

Completaba los adornos de la calle de Atacama la elevada y elegante pirámide de escaleras que el cuerpo de bomberos había formado frente a su cuartel.

XVII

Adornada así aquella calló, la gran comitiva avanzó por ella, pasó por debajo de la pirámide y fué a detenerse al pié del arco triunfal.

Despues de haber usado allí olocuentemente de la palabra los señores Ramon R. Vallejo, en representación del comercio, y Rafael 2.º Vial, a nombre de la juventud, se continuó la marcha hasta la plaza, donde habiendo desfilado el gran acompañamiento ante el señor Intendente e ilustre municipalidad, se dispersó a los gritos patrióticos de ¡viva Chile! ¡viva la libertad! viva O’Higgins!

XVIII

A las oraciones de aquel dia la afluencia de jente en la plaza, en la calle de Atacama y en la alameda era tan considerable que en cada uno de esos puntos parecia que el resto de la ciudad había de estar desierto. Puede asegurarse que a esas horas solo quedaron dentro de sus casas las personas que no podían salir de ellas. Y ello se comprende, por que así como la tristeza es sombriamente reconcentrada, así la alegria es irresistiblemente espansiva. La tristeza se sufre en el silencio del ángulo mas oscuro de la casa. El entusiasmo requiere aire y luz, plaza y campo, espacio y sol.

A las horas indicadas la banda cívica tocaba en la plaza; y en la calle de Atacama frente al club musical, la banda italiana.


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En la almeda se habian preparado fuegos artificiales, y de ellos los voladores hendiendo rápidos y enérgicos el aire, hasta una inmensa altura hacían atronadora esplosión y llovían perlas de todos y vivísimos colores en medio de la algazara y regocijo universales.

Concluidos los fuegos, toda aquella inmensa masa de población que los había presenciado volvió al centro de la ciudad. que iluminada por faroles chinescos, y sobre todo, por soles y estrellas de gas y recorrida por toda aquella multitud se sentia alegre, pintoresca, fantástica. bulliciosa y ébria de entusiasmo.

XIX

El día 21 fué, si cabe de mayor bullicio, animación y alegria.

Por la mañana las 8 hs. A.M. la banda cívica recorrió nuevamente la plaza principal tocando la canción patria; y mas tarde habiéndose formado la gran comitiva como el dia anterior, se dirijió hácia la calle de Infante a un local que situado a dos cuadras de la plaza, había sido cedido anteriormente por la ilustre municipalidad para la construcción en él de la escuela Bernardo O’Higgins. La comitiva iba allí a hacer la consagracion.

Habiéndose detenido en aquel punto la procesion, subió a la tribuna el señor intendente, don Guillermo Matta, a fin de leer el acta de instalacion. Dijo que habian acudido a aquel sitio todos los hombres de progreso a fin de levantar solemnemente el templo de las ciencias, que redime, en oposición a los templos de las falsas divinidades, que degradan, y que aquel edificio, cuya primera piedra iba a colocar, quedaria bajo la advocación del Padre de la Patria don Bernardo O’Higgins y bajo el patrocinio de todos los hombres de libertad. Habiendo en seguida leido el acta, firmada por centenares de personas, bajó de la tribuna en medio de atronadores aplausos, encerró en una caja aquel documento, un ejemplar del número estraordinario de el Deber, repartido esa misma mañana con jeneral aceptacion, y otro ejemplar de cada uno de los tres diarios de la ciudad; y por último, en presencia de todos los concurrentes lo puso todo bajo la piedra fundamental de aquella obra de progreso.

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En los mismos momento se dejó oir por todos los ángulos del sitio y se elevó hácia el cielo como síntesis del sentimiento jeneral el eco electrizador de la canción nacional.

Ni ceremonias ridículamente serias, ni asperjes que nada cignifican, ni palabras inintelijibles para el vulgo se notaron en aquel acto. Al contrario, la colocación de la primera. piedra de la escucla Bernardo O’Higgins fue una verdadera fiesta de civilizacion, celebrada por hombres de progreso y cuyo espíritu elevado y fin patriótico se hizo ver por las personas que al efecto habían sido comisionadas.

Así, el señor Romo, por encargo de la comisión del centenario, manifestó que la libertad, don que recibe el hombre de la naturaleza y por la que la humanidad ha combatido siempre en todas partes, nace principalmente en la escuela, esos talleres de ideas y pensamientos, donde el ciudadano aprende a conocer sus deberes y tambien, sus derechos.

Don Luis V Larrahona, como representante de la Sociedad de lnstrucción Primaria, dijo que los padres de la Patria solo habian dejado empezada la obra de independización y que a las actuales jeneraciones toca continuarla: ellos nos legaron la independencia pólitica; y a nosotros nos incumbe conquistar la independencia moral, dando golpes de muerte «al fanatismo, que oscurece la razon; a la ignorancia, que envilece el espíritu.» Abramos, pues, escuelas donde se desarrolle y fortifique el espíritu para las luchas de la civilizacion.

Por último. a nombre de la Sociedad de Artesanos dijo don Pedro Carrasco que no le estrañaba que los que el dia anterior habían sido justicieros, alzando monumentos de reparación a un héroe, fueran en seguida hombres de progreso levantando altares a la verdad y severas virtudes; que en la escuela se da la instruccion, que hace conocer la verdad, y la educación que enseña el camino del bien; que comprendiéndolo así la Sociedad de Artesanos sostenia con grandes sacrificios des de diez años atras una escuela perfectamente montada; y que es consolador ver tantos hombres de caridad al frente de los que mueren por egoismo y para esplotar alas jentes. «Construyamos, concluyó, construyamos escuelas; entonces podremos descansar y


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convertir la lei de la vida que es lucha y trabajo sin término en paz, armonía y dicha verdadera.

XX

Aun resonaba el eco de los nutridos aplausos con que fueron recibidas las palabras patrióticas de los oradores, imbuidas en el espíritu de libertad y esentas de preocupaciones, cuando acercándose los alumnos todos de todas las escuelas entonaron allí al rededor de aquella piedra, jérmen de civilizacion, el himno de don Guillermo Matta que empieza:

La escuela es un templo,

La escuela es un taller;Es honra el trabajoY es honra el saber.

Durante las fiestas pasadas nada hubo mas bello y conmovedor que el espectáculo de aquellas cabezas infantiles, esperanza y porvenir de la patria, alzando sus voces armoniosas para celebrar la inauguración de una nueva escuela y cantar los beneficios de la instruccion.

Los que por nuestra edad o por nuestro carácter hemos entrado ya al período de lucha de la vida por la buena causa podemos continuar confiados hácia adelante; la tarea no será ingrata: los que hoy, niños, cantan los triunfos del progreso en Chile no lo dejarán mañana, hombres, abandonado en manos que lo ahoguen.

XXI

Imposible sería describir las muestras de general alegria e intenso entusiasmo con que Copiapó toda despues del regreso de la comitiva a la plaza, manifestó su satisfacción por haber obrado bien y haber pagado dignamente parte de una deuda de gratitud para con uno de los mas grandes Padres de la Patria.

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El himno de las escuelas aquí, la canción nacional allá, las marchas y evoluciones militares de los alumnos de las escuelas, el redoble de los atambores, las descargas del batallon cívico y e ir y venir de una multitud inmensa y apiñada formaban un ruido marcial atronador y una confusión indescriptible de movimientos, de voces, de sonidos que contribuian a aumentar el entusiasmo y regocijo jenerales.

A veces los alumnos de las escuelas, formados en grandes partidas, so desprendian de la masa sus compañeros, y en seguimiento de alguna banda de música o solos, recorrian la población entonando llenos de alborozo el himno del señor Matta o vivando a Chile, a O’Higgins y al intendente.

Este gran bullicio de intenso entusiasmo y pacífica ajitación se prolongó durante el resto del dia hasta muy entrada la noche.

A las oraciones los puntos mas centrales de Copiapó desde la alameda a la plaza, contenian en su seno a toda la poblacion. En la alameda se trataba de elevar un globo. En la calle de Atacama se admiraban las hermosas luminarias y se oian las piezas que a cada instante atravezaba ejecutando alguna banda de música.

Y en la plaza, adonde todos acudian a oir el festival el señor Soto, comandante de policía, sorprendió al pueblo con un espléndido y deslumbrante fuego graneado preparado artificialmente, y que dirijido desde el interior del cuartel y por las ventanas del segundo piso semejabo a una lluvia esplendente y atronadora de grandes chispas de vivísimos colores.

Mas tarde, durante la velada el teatro se encontró lleno hasta el tope. Muchos espectadores hubieron de permanecer de pié. Allí, varios jóvenes aficionados representaban en medio de los aplausos de la concurrencia el drama de Zorrilla denominado Los dos vireyes, y al concluirse la representación cerca de cien niños formados en coro sobre el procenio entonaron con entusiasmo el himno de las escuelas.

XXII

He aquí la relación pálida dde las fiestas indicadas en el programa.


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Pero quien quiera formarse una idea aproximativa del modo como se han celebrado y del entusiasmo que ha reinado no debe olvidar los preparativos del baile las tertulias particulares y sobre todo, los banquetes que hubo durante esas fiestas.

Así, el 20 de agosto la oficialidad del batallon cívico preparó una gran mesa, al rededor de la cual se pronunciaron entusiastas brindis a la libertad, a la reorganización de la guardia cívica, a Francisco Bilbao, a don Manuel Antonio Matta, etc.

Y durante el 21 el cuerpo de bomberos tuvo tambien un banquete a que asistió el diputado por Copiapó, señor Matta en que abundaron los brindis patrióticos. Despues de concluida a mesa, los asistentes se fueron en masa a la alameda, y allí, al pié del monumento de O’Higgins el señor Rojas, secretario jeneral del cuerpo y el señor Matta volvieron a pronunciar nuevos y elocuentes discursos que fueron frenéticamente aplaudidos.

XXIII

Mas entre todas estas comidas particulares sobre salió sin duda alguna el banquete con que el respetable gremio de comerciantes de Copiapó obsequió en este mismo dia al intendente de Atacama, señor Guillermo Matta.

Despues de haber el señor Matta colocado la primera piedra, presenciado en la plaza las evoluciones militares de los alumnos de las escuelas y asistido al desfile de la procesion, fué conducido a las tres de la tarde a la casa habitación del caballero español don Antonio Ostornol.

Allí, bajo un hermosísimo parron adornado artísticamente con grandes espejos y banderas de varias nacionalidades, los señores comerciantes habian preparado una mesa opípara alrededor de lo cual tomaron asiento mas de ochenta personas.

Pasados los primeros instantes el señor Antonio García Guerra, presidente del gremio de comerciantes, usó de la palabra y ofreció el banquee en estos términos.

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«Señor intendente:

‘El comercio de Copiapó tiene el honor de ofrecer a V.S. este modesto banquete. La mayoria de los que componemos el comercie de esta ciudad somos nacidos en lejanas tierras y en diez naciones diferentes. Pero henos, aquí, señor, reunidos fraternizando con los hijos de este privilejiado país, y todos, todos unánimes para presentar a V.S. una muestra del respetuoso aprecio que profesamos al ilustre mandatario de la provincia de Atacama,

«Dignaos por lo tanto, señor, aceptar esta espontánea y sincera manifestación con la benevolencia que os es característica y ademas las protestas de la alta estima en que tenemos al distinguido hijo de este tan varonil como intelijente pueblo de Copiapó.

«Bienvenido seais entre nosotros, hombres de libertad...»

Aplansos repetidos acojieron las hermosas palabras del senor García Guerra.

Por su parte, el señor Matta hizo tres veces uso de la palabra. Dijo que aceptaba aquel banquete que se ofrecia al intendente de Atacama como una muestra de aprobación de su conducta administrativa; que para él era aquella manifestación tanto mas honrosa y significativa cuanto era hecha por personas honorables de todas nacionalidades y que por lo jeneral vivian alejadas de las incandecencias de la política; que era de admirar con cuanta cariñosa efusión se veian allí estrechados en fraternal abrazo hombres oriundos de todas las naciones; y es por que para la virtud y el civismo, dijo, no hoy patrias diversas; hay una sola inmensa y augusta patria; la de la civilización y del progreso, la patria de todos los hombres libres. Lo que se hace hoy en este banquete puede repetirse dia a dia en toda la humanidad.» Contestando a los que elogiaban sus actos como mandatario, dijo que en ello hacia algo de tan sencillo y natural como que sus actos no eran mas que la interpretación práctica de sus ideas como político. «Al venir a ser intendente de una provincia no soy yo quien ha cambiado; han sido las circunstancias, que trasportan al diputado, al miembro de un partido desde su sillon de lejislador al puesto que hoy ocupa con toda la integridad de sus ideas, con toda la integridad de su conciencia.


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Si como mandatario he sido el mismo; como hombre de estudio, como hombre de teoría, continúo siéndolo tambien, y ahora como antes amo y respeto a los pueblos civilizados de la tierra, a todos aquellos que con su esfuerzo, con su industria y con sus relaciones comerciales han sembrado en mi país y especialmente en nuestra provincia jérmenes de prosperidad material, que es riqueza, y de emancipación intelectual, que es engrandecimiento.») Saludó en seguida a la España de Riego y de Quintana; saludó a Alemania que con Goethe y con Schiller y con sus grandes filósofos ha descubierto y enseñado el nuevo mundo de la verdad y de la ciencia; a la Francia que siempre se había encontrado donde había un sacrificio (dice sucrificio) sublime que hacer, o un apostolado de abnegación que sostener; y a la Italia que con el Dante y Leopardi, Mazzini y Garibaldi ha despertado en todas las almas los grandes anhelos y las santas emociones del ideal. «España, Alemania” Francia, Italia (concluyó) en todas vosotras encuentra mucho que amar y mucho que admirar el hombre del arte y el hombre de la libertad.»

Despues de estas palabras pronunciadas entre las interrupciones momentáneas de una salva de aplausos prolongada desde la primera sílaba hasta la última todos los que allí estaban, españoles, alemanes, franceses, italianos y chilenos abandonaron sus asientos y fueron a estrechar la mano, a manifestar su agradecimiento y a felicitar al señor Matta. “Fué ‘aquello, me decia uno de los asistentes, una verdadera ovación de sentimientos y confraternidad: jamas había yo visto tanto entusiasmo y contento.”

Brindaron tambien el señor Larrahona, haciendo votos, porque Copiapó, consecuente consigo misma, no abandone la realización de la obra cuya primera piedra había colocado horas antes,

El señor Escobar, por esos héroes del trabajo, los mineros, que tanto han contribuido a labrar la prosperidad de Chile: y sobre todo por los que han desaparecido dejándonos el ejemplo de su constancia, de su desprendimiento y de sus virtudes, por José A. Moreno, Blas Ossa Varas y Felipe Santiago Matta.

El señor Montes, porque el manto de la autoridad que tan dignamente lleva nuestro actual mandatario sea siempre cargado por hombres de libertad.

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El señor Aguirre (Cesáreo), por este pueblo, Copiapó donde han nacido los hombres mas enérjico para el trabajo como don Felipe Santiago Matta, cuya pérdida siempre sentiremos.

El señor Cruz, por el defensor inpertérrito de nuestras libertades, don Manuel A. Matta,

El señor Aguirre (Camilo), porque todos los hombres de libertad y progreso se encuentran siempre unidos, como ahora, para ayudar al hombre de libertad y progreso que hoy rije los destinos de la provincia de Atacama.

El señor Soto, comandante de policia, porque declarando suprimida la palabra estranjero, fuese sustituida por la de hermano, destruyendo así las fronteras de necias preocupaciones.

Y el señor Arias, por una república, la de Méjico, su patria, que en los respiros de paz de que ha podido gozar ha tambien cooperado al progreso universal.

Todos estos brindis y otros muchos que se pronunciaron fueron saludados con aplausos, hurras y bravos atronadores. El entusiasmo era vivo, loco y sin límites.

Cada cual queria decir algo, porque cada cual queria contribuir con su palabra a aumentar el regocijo de todos. Parecia haberse establecido entre los asistentes una singular competencia sobre quién se sentia y se manifestaba mas alegre.

Despues del banquete fueron acompañados por la concurrencia hasta sus casas respectivas los señores Matta, Escobar, García Guerra y Hedffelsen y escoltados por una inmensa multitud que en coro seguía cantando el himno de las escuelas.

XXIV

Tal es la Crónica sumarísima de las fiestas del centenario. No puedo gloriarme en ninguna manera de haberlas comprendido todas. No


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he estado, no he podido estar en todas. Pero creo que la relación precedente da alguna idea de lo que han sido.

Los copiapinos todos estan acordes en que nunca las habian visto mejores ni aun iguales en esta ciudad; y muchas personas aseguran que no habian presenciado tanto entusiasmo y tanto órden en ninguna parte.

No han tenido estas fiesas aquel sello de seriedad y sin espansión de las solemnidades oficiales. Antes que por la autoridad ellas habian sido decretadas por el pueblo.

Es sobre todo, digno de notarse el progreso moral de nuestro pueblo. Durante los días que acaban de pasar, dias de confusiones, apreturas y concurrencia en todos los lugares públicos no su ha oido un grito descompasado e injurioso que turbara la armonía jeneral, ni se ha cometido una sola acción que cayese bajo la sanción del Código penal y que rompiese la concordia entro los ciudadanos.

Este hecho debe atribuirse principalmente no solo a la instrucción que se difunde sino tambien, a la clase de fiestas con que se ha saludado el dia del natalicio del héroe. Es necesario convenir en que una procesión patriótica, imájen de la marcha del hombre por el camino del progreso, es mas edificante que una carrera de ensacados; en que los discursos en que se presentan como tipo las grandes cualidades de un héroe son mas moralizadores que el rompecabezas; en que un monumento inmortalizador de las grandes virtudes ejercitadas en bien de la patria ejerce mas saludable influencia que el clásico palo encebado, signo grosero de los que pugnando por subir caen, y en que la inauguración de una escuela, foco de luz, despierta mas nobles sentimientos que la pecha a caballo al frente de una chingana, foco de infección moral.

Gloria, pues, al pueblo de Copiapó que ha sábido organizar fiestas dignas del hombre que dió el primer impulso a nuestro progreso moral, BERNARDO O’HIGGINS. —Copiapó, agosto 26 de 1876.

VALENTIN LETELIER

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CENTENARIO DE O’HIGGINS

El 20 de agosto de 1876 hará un siglo, contado dia a dia, que vino al mundo el mas ilustre de los hijos de Chile, el capitan jeneral don Bernardo O’Higgins.

Hoy, cuando el trascurso del tiempo ha borrado las pasiones y lo ódios de la época en que le tocó vivir, ria llegado el momento de tributar un homenaje espontáneo y sincero de reconocimiento a la memoria de ese gran patriota. Cualquiera que sean las faltas con que empañó alguna vez su gloria, cualesquiera que sean las acusaciones que la pasión forjó en contra suya, la posteridad, mucho mas justiciera que los contemporáneos, tiene que pagar a O’Higgins una inmensa deuda de gratitud.

O’Higgins es el verdadero fundador de la independencia nacional. No solo fué él quien firmó el acta de la solemne declaración en 1818 sino que despues de haber sido uno de los iniciadores y propagadores de la idea revolucionaria desde los primeros años de nuestro siglo defendió esta causa en el primer congreso, en las primitivas juntas de gobierno, y en seguida en la larga y penosa guerra que fué necesaria sostener contra los antiguos dominadores de nuestro suelo. Combatió primero con audacia y sagacidad las ideas reinantes las preocupaciones arraigadas que servian de sólido cimiento al poder secular de la España, y en seguida haciéndose soldado, peleó con un ardor incansable en los campos de batalla. Desplegó la misma constancia y el mismo patriotismo en la paz y en la guerra, en el consejo y en el combate.

Estraño a las ciencias legales y a las prácticas de la administración su profundo buen sentido y el recuerdo de los países que había visitado en su juventud y de los hombres que había tratado durante sus viajes, le permitieron sobresalir brillo entre los hombres mas ilustrados de la colonia que ajitaban los ánimos para despertarlos del letargo y de la postración y para prepararlos a la grande obra de la independencia. Ejeno igualmente a la ciencia y a toda práctica militar, empuñó sin embargo las armas el dia que fue necesario combatir al enemigo; y


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por su valor incontrastable y por su talento natural conquistó en mil combates la gloria de ser contado como el primer jeneral de Chile.

Pero no son estos servicios los únicos que realzan el nombre de O’Higgins. El comprendió perfectamente que la independencia de Chile no podía ser un hecho consumado mientras hubiese soldados españoles en cualquier parte de América. Envió auxilios a los independientes de Colombia y una palabra de aliento a los de Méjico; y en medio de las mayores penurias del erario, y de las espinosas complicaciones políticas y administrativas, teniendo que hacer frente con muy escasos recursos a los enemigos interiores y esteriores, preparó y realizó la empresa más atrevida y difícil, asi como la mas importante y la mas célebre de la revolución hispano-americana. Formó y equipó una escuadra respetable, organizó un ejército, y le envió a combatir por la independencia americana al vireinato del Perú, centro entonces de todo el poder y de todos los recursos de la autoridad real en nuestro continente. Si en esta empresa O’Higgins fué auxiliado por los consejos de San Martín, si este ilustre capitan se encargó de la ejecución de ese vasto y arriesgado plan, O’Higgins fue quien sacó recursos de la nada, quien venció todas las dificultades que le oponia los embarazos políticos de la época, así como la pobreza y la despoblación de Chile, y quien elevó por medio de aquella empresa memorable al primer rango entre los pueblos hermanos, a la mas miserable y oscura de las colonias españolas del nuevo mundo.

La história ha referido todos estos hechos, y ha dado a O’Higgins el puesto honroso de uno de los primeros de los pro-hombres de la revolución hispano-americana. Pero hasta ahora no ha estudiado los esfuerzos y los trabajos de otro órden, sin los cuales la independencia habria sido solo un cambio de dominacion, y no lo que debia ser, una revolución social, para constituir una república liberal y democrática en el país que hasta entónces era un humilde rincon de una monarquía absoluta.

Estudiando esta faz de la vida de O’Higgins a la luz de los documentos, en gran parte inéditos todavía, es como se conoce su verdadero papel de jefe del movimiento revolucionario y rejenerador. En ellos es donde se puede apreciar su verdadera importancia, su superioridad de carácter y de propósitos sobre la mayor parte de los

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hombres de su época, su firmeza inquiebrantable para vencer las dificiltades que a cada paso le opinian las preocupaciones coloniales y la supertición relijiosa.

Hubo un momento en que los mas ilustres caudillos de la revolución americana desesperaron del triunfo definitivo de la democracia. Los trastornos consiguientes a los primeros pasos de la libertad, la inestabilidad de los primeros gobiernos independientes, les hicieron creer que la forma monárquica a que desde siglos atrás estaban habituados los americanos, era el único réjimen que pudiese asegurar la paz interna y lo respetabilidad en el esterior. Unos creian que debia elevarse a la dignidad real a alguno de los mas conspícuos capitanes de la revolucion, otros que debia buscarse un príncipe europeo o el descendiente de alguno de los antiguos soberanos de América. Esta era la opinión del general San Martín, que por sus talentos políticos y militares y por sus grandes servicios a la revolucion, ejercia una influencia casi absoluta en las decisiones del gobierno de Chile. O’Higgins, sin embargo, resistió enérgicamente a las sugestiones de los mas prestigiosos de entre sus contemporáneos y al fin desconcertó los proyectos monarquicos. «¡Cómo! Decia O’Higgins ¿sería posible que perdiéramos el fruto de tantos sacrificios levantando un trono en reemplazo del que acabamos de derrabar? Miéntras yo tenga influencia en los destinos de mi patria, arrostrarié cualquier sacrificio ántes que tolerar que se busquen reyes para gobernarla.»

O’Higgins comprendió tambien que la república no podia existir con títulos hereditarios, con condes y con marqueses que alimentasen en nuestro suelo el espíritu aristrocrático, y desde los primeros dias de su gobierno resolvió suprimir esos títulos así como el uso de escudos de armas y de otras insignias nobiliarias. Fué inútil que sus consejeros le representasen los peligros que podia traer esta resolucion, las resistencias que iba a crear par la revolución en las altas clases sociales que en Chile, y mas aun en el Perú, conservaban un gran prestijio. O’Higgins dictó bajo su responsabilidad la providencia impugnada, y suprimió para siempre las distinciones aristocráticas fundadas solo en el nacimiento.

Rompiendo abiertamente con las prácticas administrativas y legales, y con las preocupaciones del mayor número de los negociantes


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chilenos, restableció con mano firme la libertad de comercio en nuestras costas, que había decretado el congreso de 1811, pero que había destruido la reconquista española de 1814. Para ello, ofreció garantías de todo jénero a los especuladores extranjeros, espersando en los documentos de su gobierno, que la presencia de éstos, lejos de ser un mal para nuestro país, ocmo lo creian los españoles, era un beneficio inmenso para el desarrollo de nuestra riqueza.

A fin de atraer a nuestro suelo la inmigración estranjera, O’Higgins no vaciló en romper con las mas arraigadas preocupaciones coloniales. Aseguró a los emigrantes que profesaban una religión diversa al catolicismo, que en Chile no sería perseguido nadie por sus creencias. Al firmar el acta de la independencia, que habian redactado sus ministros suprimió resueltamente una cláusula por la cual se queria imponer perpetuamente al país la intolerancia relijiosa. «La protesta de fé que observo en el borrador cuando habla de nuestro deseo de vivir y morir libres defendiendo la fé santa en que nacimos, dijo con este motivo, me parece suprimible por cuanto no hai de ella una necesidad absoluta y que acaso pueda chocar algun dia con nuestros principios de política. Los países cultos han proclamado abiertamente la libertad de creencias e importaria tanto proclamar en Chile una relijión escluyente, como prohibir la emigración hácia nosotros de multitud de talentos y brazos útiles de que abunda el otro continente.»

Para dar a los inmigrantes estranjeros mas garantias de que serian respetados en Chile, aunque profesamos una relijión diferente, permitió los cementerios para protestantes, con gran resistencia y escándalo del clero y de la mayoría de los chilenos que creian que los cadáveres de los protestantes debían ser arrojados a los muladares. Un célebre historiador aleman, que ha juzgado con raro acierto los actos de la administración de O’Higgins, dice que éste «éra un verdadero patriota, cuyo ídolo fué la felicidad de la patria, felicidad que estaba resuelto a imponer aun a viva fuerza a sus compatriotas cuando éstos no querian hacer esfuerzos para alcanzarla por sí mismos.»

A este mismo principio obedecia cuando, hollando todas las preocupaciones da la ignorancia y de la supersticion, creó los primeros cementerios y prohibió para siempre la perniciosa costumbre de sepultar los cadáveres dentro de las iglesias. En nuestro tiempo no se

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comprenden fácilmente las inmensas dificultades que fué necesario vencer para llevar a cabo esta reforma: es preciso leer los documentos de la época para apreciar la enejía intransijente que necesitó desplegar O’Higgins, para hacerse obedecer.

Su acción se hizo sentir en muchos otros actos de la administracion, que revelan a la vez el atraso en que se hallaba nuestro país al hacerse independiente y la superioridad de O’Higgins sobre las ideas y los sentimientos de sus contemporáneos. A él se debe la reapertura del Instituto y de la Biblioteca Nacional, establecimientos creados por la revolución en 1813 y destruidos el año siguiente por la reconquista española. Fundó igualmente escuelas, y formó el plan de un museo de historia natural, que no alcanzó a establecerse por entónoes. Consultando la salubridad y el ornato de nuestras poblaciones, construyó mercados públicos y abrió paseos donde ántes existia un basural. La cultura de su espíritu condenó las diversiones públicos que, como los combates de toros, eran un resto de la barbarie de nuestros antiguos opresores, y fomentó en su lugar el teatro que habian rechazado siempre las preocupaciones coloniales.

O’Higgins llevó a cabo estas reformas en medio de los grandes y multiplicados trabajos que le imponia la lucha de la independencia. En el curso de su laboriosa carrera cometió tambien algunas faltas de que la posteridad no debe desentenderse, y que sus adversarios han exajerado con pasión encarnizada; pero estudiando en su conjunto y en sus pormenores el cuadro de sus servicios, haciendo abstracción de los ódios y rencores del momento, y que el trascurso del tiempo va borrando rápidamente, es imposible dejar de reconocer que O’Higgins es por las dotes de su intelijencia y de su corazon la mas alta y la mas ilustre personalidad de nuestra historia, y una de las mas grandes glorias de América.

Aquellos de los contemporáneos de O’Higgins que por su posición vivieron léjos de las pasiones de la política interior, han pronunciado este mismo juicio, con tanta convicción como franqueza. El almirante Cochrane, su secretario Stevenson, el jeneral Miller, el coronel Beauchef, los viajeros Hall, Miers y Graham, y en jeneral todos los extranjeros que sirvieron en el ejército de Chile durante la revolución de la independencia y los que, despues de visitar nuestro país bajo la


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administración de O’Higgins, consignaron en sus libros el recuerdo de sus impresiones, le tributaron los mas francos y ardorosos elojios. Posteriormente, los escritores europeos, que han estudiado sériamente la historia de la revolución hispano-americana, el español Torrente, tan violento y apasionado para juzgar a los patriotas del Nuevo Mundo, el aleman Gervinos y el frances Hubbard, han hecho justicia al patriotismo, al carácter y al buen sentido del jenaral O’Higgins.

El 20 de agosto de 1876, hemos dicho al comenzar esté artículo, hará un siglo que vino al mundo el jeneral O’Higgins. ¿Por qué el pueblo chileno no aprovecharia esta ocasión para tributar un nuevo honor a su memoria? ¿Por qué no imitariamos el ejemplo de otras naciones mas adelantadas, celebrando con fiestas públicas el centenario del nacimiento de los más grandes hombres de nuestro país?

Por una coincidencia singular, el 20 de agosto de 1876 será dia domingo, de tal suerte que sin interrumpir trabajos de ninguna naturaleza, pueden llevarse a cabo en las principales ciudades de Chile algunas fiestas que recuerden el aniversario secular del fundador de nuestra independencia. Una parada militar, un paseo de los niños de las escuelas llevando banderas en que estén inscritos los principales hechos de la vida del héroe, algunos discursos patrióticos, y mil otras manifestaciones análogas que sería fácil combinar, y que es inútil indicar aquí, servirian para demostrar que el pueblo chileno no olvida la memoria de sus grandes hombres. La ciudad de Chillán que fue la cuna de O’Higgins, Valparaiso, que tiene que que tiene que recordar ese mismo dia el aniversario de uno de los hechos mas gloriosos de nuestra historia, la partida de la expedición libertadora del Perú en 1820, y Santiago que tiene tantos recuerdotes de aquel insigne patriota, están en el deber de tomar una parte principal en esta fiesta que proponemos.

La celebración del centenario que ahora hariamos en honor de O’Higgins, podría celebrarse mas tarde en honor de otros grandes ciudadanos cuyos servicios han empeñado la gratitud de los chilenos. Así habriamos adaptado a nuestras costumbres la celebración de fiestas públicas que a la vez que espresan un sentimiento de patriotismo, dejan ver la cultura del país.

DIEGO BARROS ARANA.

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PROGRAMA

DE LAS FIESTAS CON QUE SE VA A CONMEMORAR EL CENTENARIO DEL NATALICIO DE DON bERNARDO O’HIGGINS

Art. 1.° A fin de que el pueblo conozca mejor los sacrificios que los hombres de 1810 hicieron por nosotros, y la razon de las fiestas con que se va a honrar la memoria de uno de los próceres mas ilustres de nuestra independencia, como don Bernardo O’Higgins, habrá en el teatro municipal conferencias públicas patrióticas el juéves 17 de agosto, a las 7 p.m., a las cuales se invitarán especialmente a los niños de las escuelas y sus padres. Harán uso de la palabra en esas conferencias los señores Manuel Antonio Remo y Valentín Letelier.

DÍA 20

Art. 2.° El 20 de agosto a las ocho de la mañana, se enarbolará el pabellon nacional en todas los edificios públicos y privados.

En esos momentos la banda de música recorrerá los cuatro costados de la plaza tocando la canción nacional.

Art. 3.° A las once y media a.m. la guardia cívica formará carrera frente a la casa municipal de la ciudad, y no permitirá que rompan sus filas sino las personas que designe la comisión de órden.

Art. 4.° En virtud de la publicación de este programa quedan citadas todas las personas o corporaciones que hayan sido invitadas o que se designen en él, las cuales deben encontrarse reunidas ese dia y a la misma hora en la casa municipal.

Art. 5.° Las corporaciones y personas invitadas formarán en el órden siguiente:

1.° Intendente de la provincia, gobernador de Caldera, jueces letrados y cónsules;


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2.° Ilustres municipalidades de Copiapó y Caldera, Junto de Minería y Junta de Beneficios y jefes de la brigada de artillería de Caldera;

3.° Sociedad de Artesanos y Club de Obreros;

4.° Gremio de Comerciantes;

5.° Banda de música italiana;

6.° La primera y segunda Compañía de bomberos;

7.° Club de Atacama, cuerpo de profesores del liceo, abogados, directores de la Sociedad de Instrucción Primaria y Junta Inspectora de Escuelas, Lójias masóicas, Academia literaria y Club Musical;

8.° Representantes de la prensa, médicos, ingenieros y comisiones del centenario;

9.° Los alumnos del Liceo;

10. Alumnos de la escuela Bruno Zavala;

11. Alumnos de la escuela de la Sociedad de Artesanos, y

12. Alumnos de las escuelas públicas.

Art. 6.° Compondrán la comisión de órden los presidentes y secretarios de las sub-comisiones del centenario y ayudantes de la comandancia general de armas; la que estará encargada de ordenar la marcha triunfal, señalando conforme a este programa su colocación a cada una de las corporaciones y personas invitadas y de hacer cumplir en todas sus partes este programa.

El comandante de policía pondrá seis policiales bajo las órdenes inmediatas de la comisión de órden.

Los miembros de esta comisión se distinguirán por una cinta lacro que llevarán en el ojal izquierdo superior del levita.

Art. 7.° A las doce en punto se pondrán en marcha las corporaciones escoltadas por el batallon cívico con su banda.

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Art. 8.° El acompañamiento so dirijirá a la alameda por la calle de O’Higgins, y al llegar a aquella tomará hácia la derecha por la avenida oriental, para doblar por la falda del cerro, y venir a formar en filas a uno y otro lado del monumento del jeneral O’Higgins, subiendo los niños de las escuelas a los tabladillos que estarán dispuestos a la salida de la calle de Carrera.

La guardia cívica formará en batalla en la calle central de la alameda frente a la columna, y hará tres descargas en el acto de descubrirse el busto del jeneral O’Higgins.

Art. 9.° Un piquete de policía, enviado oportunamente por el comandante del cuerpo, impedirá que persona alguna que no forme parte del acompañamiento, se introduzca en el espacio comprendido entre los tabladillos y el monumento de O’Higgins, y despejándola en tiempo cuidará que la marcha de la comitiva no sea interrumpida.

Art. 10. Colocada la comitiva en la forma indicada en el artículo anterior, el señor intendente acompañado de la Ilustre Municipalidad se dirijirá al monumento de O’Higgins, y descubriendo el busto del jeneral, que estará oculto bajo una bandera nacional, declarará inaugurado el monumento para honra y gloria del ilustre patriota don Bernardo O’Higgins.

Acto contínuo hará la guardia cívica las tres descargas de que habla el inciso 2.° del artículo 8.°, y despues de éstas harán uso de la palabra los señores Ricardo Passi, por encargo de la comisión municipal; Pedro P. Figueroa, en representación de la Sociedad de Artesanos; Juan B. Pastene, por el Club de Obreros; Juan Gonzalo Matta, en representación de la academia de ensayos literarios.

Art. 11. Concluidos los discursos, tendrá lngar al pié del monumento la repartición de premios a los voluntarios de las Compañías de Bomberos que los hayan merecido por su constancia, dándose fin a la distribución de premios con el discurso que pronunciará al efecto el voluntario de la la Compañía de Bomberos, señor Enrique Fabre.

Art. 12. Terminado este acto, se pondrá en marcha el acompañamiento, tomando por la falda del cerro, para continuar su tránsito por la avenida oriental de la alameda hasta llegar a la calle de


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Atacama por donde se dirijirá a la p1aza principal. Los niños de las escuelas, bajando de los tabladillos, harán su marcha dando una vuelta en torno del monumento del jeneral O’Higgins cantando el canto de las escuelas.

Al llegar la comitiva” al pié del último arco triunfal erijido por el comercio en la desembocadura de la calle de Maipú, se detendrá allí para oir los discursos que pronunciarán, en representación del comercio, el señor Ramon R. Vallejo, y en representación de la juventud copiapina, el señor Rafael 2.° Vial.

Finalizado este acto, la banda italiana tocará algunas piezas, y la comitiva se pondrá de nuevo en marcha avanzando por la calle de Atacama para dirijirse por la calle de Chacabuco a la casa municipal, frente de la cual desfilará el acompañamiento ante el señor intendente, gobernador de Caldera, municipalidades de Copiapó y Caldera, jueces letrados y cónsules, dispersándose en seguida.

Art. 13 Las calles por donde debe pasar la comitiva deben estar adornadas como lo disponga la comisión de comerciantes y la cooperación de los vecinos.

Art. 14. A las 6 P. M. gran festival por las bandas en la plaza, que se iluminará con fuegos de Bengala. Los intermedios se amenizarán con fuegos artificiales. A la misma hora comenzará la iluminación general.

DÍA 21

Art 15. En este dia, a las ocho de la mañana, como en el dia anterior, se enarbolará en todos los edificios públicos y privados el pabellón nacional, y la banda de música, recorrerá algunas calles tocando el himno nacional.

Art. 16. A las doce del dia deberán estar reunidas, como en el dia anterior, todas las corporaciones y personas designadas en el artículo 5.° de este programa para dirijirse por la calle de Colipí, y en el órden indicado en el mencionado artículo a la calle do Infante, al local en que se va a erijir la escuela «Bernardo O’Higgins.»

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Llegada allí la comitiva, el señor intendente con la ilustre municipalidad colocarán la primera piedra de este nuevo plantel de enseñanza y acto contínuo, harán uso de la paladra los señores Manuel A. Romo, por encargo de la comisión municipal, Luis V. Larrahona, por el directorio de la Sociedad de lnstrucción Primaria, y Pablo Carrasco por la Sociedad de Artesanos, finalizándose este acto con el canto de las escuelas cantado por los niños de las escuelas públicas. En seguida la comitiva se volverá a la plaza por la calle de Chacabuco, y en ésta ejecutarán los niños de las escuelas públicas marchas y ejercicios militares y se dispersará en seguida la comitiva, desfilando ante la casa municipal.

Art. 17. A las 6 p.m. habrá festival en la plaza y fuegos artificiales y se dará principio a la iluminación jeneral.

Art. 18. A las 8 p.m. habrá en el teatro una función dramática de aficionados, que dará principio con el himno nacional cantado por toda la compañía y algunos caballeros.

Copiapó, agosto de 1876.


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DISCURSOS

discurso pronunciAdo por el sr. ricArdo pAssi gArcíA, en el Acto de lA inAugurAción del monumento.

Señores:

Un monumento se acaba de descubrir, y vosotros al ver la figura del héroe que sobre él se alza no habeis trepidado en aplaudir frenéticamente y en hacer las mas expansivas manifestaciones del alma.

Nada mas justo que esos aplausos y que esas manifestaciones. Ellas tienen por objeto hacer mas imperecedero el recuerdo de uno de aquellos hombres que para la patria es un redentor y para la humanidad un grande hombre.

Al contemplaros aquí reunidos, al veros a pié de este monumento humilde, pero elocuente homenaje del patriotismo chileno a una de sus glorias mas puras y dignas de admiracion, nuestras mentes se transportan a aquellos tiempos en que estos seres a quienes hoy se elevan monumentos compatian con valor y con denuedo en los campos de batalla, peleando palmo a palmo un pedazo de terreno para que sus hijos pudiesen vivir a la luz del fecundante sol de la libertad y al abrigo de toda tiranía.

¡Cuánto no hay que admirar en esas vidas!

¡Cuánta abnegacion, señores, cuánto intenso patriotismo!

Entre esas figuras que pasan a nuestra vista una de las que mas sobresale, que mas justamente llama la atención es la figura del héroe, del héroe glorioso cuyo natalicio celebramos hoy y cuya memoria nos esforzamos en hacer imperecedera.

Bernardo O’Higgins se destaca entre ese puñado de valientes que en el espacio comprendido entre 1810 y 1823 derramaron su sangre en mil batallas. Bernardo O’Higgins, el pobre huérfano que desde sus primeros pasos tuvo que luchar contra la suerte y contra el destino

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adverso; el huérfano que alejado del hogar doméstico viviendo en tierra estraña, bebió desde de los primeros años toda la amargura. de la vida y por ella conoció cuán terrible era el despotismo y por ella supo aborrecer la tiranía y la esclavitud del hombre libre.

O’Higgins no tuvo hogar ni tuvo patria. ¿Y qué hogar y qué patria podría tener un huérfano y un paria? Huérfano y patria he dicho? Sí, señores: el hijo del marques de Vallenar y virei del Perú no conoció a su padre. Nécias exijencias y crueles caprichos impidieron que ese hijo amante sintiera una caricia de aquel que le dió el ser.

Desde el primer instante ese niño fué hombre, A todos aquellos seres perseguidos y acosados por la desgracia

Es ella misma quien los forma y los retempla.

Educado por mandato de su padre en Inglaterra, conoció y supo apreciar cuánto valia la libertad en un pueblo, y cuánto ganaban en bien estar y tranquilidad esos mismos pueblos con leyes justas y equitativas. Fue ahí donde fortificó y vigorizó su ódio a toda tiranía,

Su alma ansiosa del bien deseó para sus compatriotas de la América las mismas franquicias de que en Inglaterra había gozado y que habian hecho de esa nación un coloso.

Así es que al volver al patrio suelo no pudo ménos de lamentar la triste situación de sus hermanos y de odiar a todos aquellos que siendo sus señores eran sus opresores.

¡Santo ódio! Odiándoles estuvo dispuesto a servir la causa de la revolucion.

La triste situación de la América preparaba un acontecimiento que debia eclipsar a todos los grandiosos acontecimientos de los siglos pasados.

Los pueblos, colonias de la España, cansados de vivir bajo el poder del gobierno español, debian un dia levantarse terrible, contra sus señores y anonadarlos con el peso de la justicia que estaba de su parte.


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Los pueblos en su despertar son terribles.

Los Americanos por espacio de tres siglos no habian sentido como se deslizaba la vida.- La tiranía concluye por adormecer al hombre.-Pero llegó un dia en que esos criollos adormecidos por la ignorancia y por el fanatismo abrieron sus ojos y palparon su tristísima situacion. Al verla protestaron de la audacia de sus señores y se arrojaron terribles en su entusiasmo y en su santa cólera contra ellos a los campos de batalla, donde derramaron su sangre y sacrificaron su existencia.

En esa lucha jigantesca que se llamó y que se llama aun la lucha de la Independencia Americana, Bernardo O’Higgins se distinguió siempre como un valiente como un héroe y como un hombre de raro talento.

Su valor aun se recuerda y su abnegación aun se admira.

Nadie, señores, podrá olvidar el grandioso episodio de Rancagua. Ahí ese héroe perseguido, acosado por el enemigo, supo sostenerse hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Hizo imposibles. Supo dar al valiente español, sostenedor del coloniaje, un ejemplo de lo que puede en el hombre y en el pueblo el amor, el santo amor a la libertad.

En Rancagua cayó; pero tambien en Rancagua es donde el héroe ha dado una brillante muestra de su talento y de su valor frio, sereno, imperturbable.

En los momentos de adversidad es cuando se conoce mejor al hombre.

Napoleon, cayendo en Waterloo, hizo, ver al mundo entero que en él había una chispa del jénio divino. O’Higgins cae en esa jornada. La revolución fracasa y el español se levanta altanero y vengativo.

Con mano de hierro se persiguió a todos aquellos que habian servido a la causa revolucionaria o que habian simpatizado con ella.

Las persecusiones fueron terribles. La situación de Chile fué angustiada.

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Se persiguió a O’Higgins, se le acosó; pero O’Higgins, juzgando que su existencia podia ser útil para la patria, no trepidó en cruzar la cardillera de los Andes para ir a las pampas arjentinas a respirar sus aires no corompidos. Ahí encontró un hombre que como él luchaba y que como él confiaba y tenía fe en el porvenir.

O’Higgins vió a San Martín y ambos se comprendieron y desde el primer instante se comunicaron todos sus pensamientos y formaron el poderoso plan de ataque al leon de Iberia.

Desde ese momento el trono carcomido de España comenzó a desmoronarse.

Los dos rayos de la América lo habian contemplado y sobre él, causa de tantas víctimas, habian jurado su ruina y eterna perdicion.

Volvieron a cruzar los Andes. Los prescritos volvieron a ver los campos chilenos. ¡Qué triste situación! El español, adormecido en sus victorias y entregado a gratísimos pasatiempos, despertó todo aterrorizado cuando oyó decir un dia que las fuerzas que defendian a su rei y a su relijión habian sido derrotadas por los éjercitos enemigos en Chacabuco y Maipú.

Inútil me parece, señores, referirnos estas batallas.

O’Higgins en ellas peleó como un héroe y fué él quien decidió la victoria que coronó con éxito feliz los esfuerzos de los padres venerables del año diez y que proclamó a la faz del mundo entero la independencia del patrio suelo.

Desde ese monumento no mas colonia de España. Chile, libre, completamente libre y dueño de su destino.

Cesó el estampido del cañon. Pasó la época turbulenta y aciaga. Desde ese momento era necesario consolidar el nuevo estado de cosas con sábias instituciones y con bien pensadas leyes.

Los jenerales dejaron a un lado sus espadas y, tomando el libro, se convirtieron en legisladores y en hombres de estado. ¡Qué hombres, señores! qué época!


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No se comprende como esos individuos rudos, ignorantes, desconocedores del derecho, educados en una apartada rejión del Continente Americano, faltos del pan que vigoriza y fortifica el espíritu, pudieron organizar una sociedad y construir –tal es la palabra– un país bajo un pié eminentemente republicano, eminentemente democrático.

¿Cómo pudieron? en qué fuentes se inspiraron?

Jénios y nada mas que jénios pudieron realizar lo que ellos llevaron a cabo.

O’Higgins despues del humo de las batallas, después de restablecida la tranquilidad pública fué el hombre llamado por el voto casi unánime de sus conciudadanos a rejir los futuros destinos de la nación que se organizaba, del pueblo que pretendia ocupar un lugar entre los pueblos civilizados y libres del mundo.

Antes, señores, no lo había ocupado.

La apartada colonia de la vieja España, pasaba desapercibida y, lo que es mas triste todavía, era desconocida, absolutamente desconocida en el viejo continente.

En vista de esto, su ambición era grande, su deseo era santo. Para realizarlo necesitó luchar por mucho tiempo, Tuvo constancia y fé en sus fuerzas y conquistó lo que tanto ansiaba.

O’Higgns fué uno de los mas distinguidos cooperadores en esta grandiosa obra. Pudo a su servicio su talento como ántes había puesto su valor y su fortuna.

Como director supremo de Chile, echó los cimientos de la República, le dió leyes, le dió sabias instituciones, le dió escuelas, le dio escuadra, le dió preponderancia entre los Estados vecinos, y por fin le dió todo aquello que sirve para engrandecer una nacion.

En sus actos se revela la prudencia y sagacidad política que siempre ha distinguido a los grandes organizadores. Tenia un ideal: la felicidad de la patria era su constante afan; realizarle era el sumo bien.

Para ello no trepidaba.

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De repente este hombre digno de admiración se ve detenido en su carrera. La tempestad por tanto tiempo adormecida estalló, y ella se desencadenó terrible contra el que tanto había hecho por la patria y por la América.

Las pasiones políticas empezaron a obrar. La envidia se engañó contra el héroe de Rancagua, y desde ese momento empezó para él toda una época de prueba.

La guerra civil iba a estallar y ella iba a echar por tierra la obra tan felizmente comenzada.

¿Qué hacer?

O’Higgins no trepida y él se sacrifica.

Ante aquellos mismos que el 16 de febrero de 1817 le habian dado el poder supremo, lo depuso el dia 28 de enero de 1823.

¡Qué hermoso ejemplo! Qué sábia leccion! Los gobernantes deben siempre recordarlo y deben siempre tenerla presente.

O’Higgins se presentará a ellos como ese tipo de abnegación y de sublime desprendimiento.

No comprendo que ciega fatalidad es la que persigue al hombre que por espacio de mucho tiempo ha sido halagado por la fortuna. Se elevan sobre todo. Cruzan el sendero de la vida majestuosos irradiando por todas partes luz que fecundiza, que enardece las fibras del entusiasmo y que causan la admiración de todos los contemporáneos. Pero derepente se ven detenidos; en su randa carrera; su estrella, que hermosa titilaba en el horizonte, se eclipsa y desde ese momento cae para no volverse a levantar.

O’Higgins fué arrojado por la mano del destino de las playas que él había hecho surcar por una poderosa escuadra a tierras estrañas a mendigar un pedazo de pan y un pedazo de terreno para dormir el sueño del no ser.

Chile le olvidó, Por espacio de muchos años nadie se acordó que había existido un O’Higgins que nos había dado patria y libertad.


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Las pasiones políticas y las ciegas enemistades aun obraban. Los juicios de los contemporáneos, son muy a menudo erróneos. Ellos no sirven para juzgar a sus hombres. Ellos acusaban a O’Higgins, al gran O’Higgins de haber faltado a las leyes y de haber cometido negros crímenes. Se trató de empañar su vida, se trató de apocar su obra. Al principio conquistaron adeptos y olvidaron completamente a aquel grande hombre que olvidado por la patria, desde lejanas tierras hacia fervientes votos por su felicidad.

O’Higgins no fué rencoroso para Chile. Esa alma grande y ansiosa del bien comprendió que su hora había llegado. De sus contemporáneos nada tenía que esperar. Confió en el porvenir y en las nuevas jeneraciones.

Tuvo razon, señores. El porvenir y las nuevas jeneraciones le han hecho justicia. Ellas han comprendido que la primera virtud que debe presidir todos los actos del hombre es la gratitud, y por esa razón desde tiempo atras se viene tributando justísimos, homenajes a los hombres que tanto han hecho por la libertad. Para ellos ha principiado una segunda existencia. Se ha estudiado su vida, y se ha visto que sus grandes acciones oscurecen del todo las pequeñas, las muy pequeñas faltas que ellos puedan tener ¿De cuándo acá se quiere exijir un hombre iumacrlado? De cuando acá se pretende exijir lo que ningun hombre tiene? Felizmente la posteridad todo lo ha olvidado.

La fiesta que hoy presenciamos es una prueba de ello.

El pueblo de Copiapó, sus autoridades, su juventud, su distinguida sociedad no ha trepidado en venir a colocarse al pié del monumento que representando a O’Higgins, simboliza nada ménos que la grandiosa epopeya del año 10.

¡Quiera Dios, señores, que el recuerdo de estas fiestas se grave en nuestros nobles corazones con caractéres indelebles! Qué las futuras jeneraciones se inspiren en el santo recuerdo de ese hombre grande y digno de admiracion! Qué las autoridades recuerden dia a dia, minuto a minuto aquel momento en que este coloso de la historia americana depuso su poder omnímodo para salvar la patria y evitar la guerra y las discusiones que no habrían hecho otra cosa sino diezmarla.

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¡Quiera Dios también, señores, que nuestras santas mujeres vengan en peregrinación a este santo lugar a mostrar a sus hijos el hombre que luchando por espacio de tanto tiempo, dió al mundo un ejemplo evidente palpable de lo que puede en el hombre y en los pueblos el valor, la constancia, la fé en el porvenir y el amor a la libertad!

Que el recuerdo de O’Higgins no se borre jamas de nuestra mente y que nuestro amor a la patria aumente dia a dia mas y que siempre la amemos como él la amó.

He dicho.

Ricardo Passi.

discurso pronunciAdo por don pedro p. figueroA en el Acto de lA inAugurAción del monumento

Señores:

Al cumplir con la noble y delicada misión de hablar en representación de la Sociedad de Artesanos, quiero tambien como chileno tributar al ilustre general O’Higgins el homenaje de respeto y admiración que le es debido.

Todos los pueblos de la tierra, señores, ya sean republicanos o monárquicos conmemoran cada año, cada década, cada siglo los faustos acontecimientos de su historia nacional.

Nosotros celebramos el 18 de Setiembre que nos recuerda los primeros albores de nuestra independencia, e iniciando el acto de una gran reparación, celebramos hoy tambien el centenario del nacimiento de uno de los mas ínclitos varones entre los que nos dieron patria libertad.

En efecto, señores, entre esa pléyade de beneméritos ciudadanos que llenan las mas brillantes pájinas de nuestra historia de 1810 a 1823 hay una figura que por sus méritos y sacrificios, valor y firmeza de voluntad, descuella notablemente entre sus contemporáneos, y su silueta imponente y majestuosa que se dibuja ante nosotros por medio


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del trasparente prisma de la historia, lo vemos elevarse a la mayor altura, rodeado de la aureola de la mas sublime abnegación y del mas cruento de los sacrificios.

¡B. O’Higgins! ¡Oh! quién al pronunciar este nombre venerando para todo chileno no trae a la memoria instantáneamente la gloriosa epopeya de nuestra emancipacion. Quién no recuerda las sangrientas jornadas del Roble, el Menbrillar, la Gabilana, vegas de Talcahuano, Chacabuco etc, etc.

Sin embargo, señores; al derramar su sangre en los campos de batalla: ya como subalterno o como jefe, con ese valor inaudito que le caracterizaba y que hacia de él el tipa del soldado chileno, principalmente en la fatal jornada de Rancagua donde llevó su heroismo hasta mas allá de lo humano posible, si quiereis, no son sus méritos mas culminantes, nó!

El período trascurrido desde 1818 hasta su salida al hostracismo, he ahí señores, la época de constantes martirios para esa alma formada para el bien, las amarguras y dolorosos desazones sufridos en silencio, las terribles torturas de ese corazon bondadoso al tener que tomar severas medidas para constituir nuestra organización política que yacia en el caos.

Teniamos patria, pero no leyes adecuadas a nuestro nuevo modo de ser social.

Teniamos patria, pero no recursos para mantenernos en nuestra dignidad de nación independiente.

Teniamos patria, pero había un poderoso enemigo a nuestras puertas siempre asechando, como el hambriento chacal, el momento oportuno para arrebatarnos nuestro caro bien. Y por último, teniamos patria, pero la tea inflamada de la discordia intestina amenazaba a cada minuto incendiar nuestro hogar construido a costa de tantas víctimas y sufrimientos.

El ínclito O’Higgins, entretanto, hacia frente a las múltiples exijencias de la situacion, rodeado de un número relativamente escaso de nobles corazones.

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Las noches eran dias para él; el trabajo incesante absorvia todas sus facultades; su espíritu como su cuerpo no tenian un instánte de reposo.

Hasta el último céntimo de su fortuna y las de varios de sus amigos sacrificadas en servicio de la nación no bastaban a cubrir medianamente los injentes gastos indispensables de hacer.

Sin embargo, señores, todo se hizo.

Ese corazon de granito, venciendo las numerosas e insuperables dificultades que se le presentaban, organizó una escuadra; y al ver partir desde lo alto de las colinas de Valparaiso aquellos pocos barcos esclamó como el profeta del porvenir: “Si tres bajeles dieron a España el dominio de la América, estos tres buques le arrancarán por último su presa.”

Y así fué la verdad. Esa fué la primera expedición libertadora que de Chile iba al Perú a atacar en el corazon al dominio español en América.

El interior la piedra de la amargura fué aplastada. Empero, nó sin el sacrificio de nobles y desventuradas víctimas. Echemos un velo, queridos conciudadanos, sobre esa época luctuosa de nuestra historia, y hagamos solo la apoteosis del héroe a quien tanto debemos y a quien dimos por pago, el destierro y el ostracismo.

Para los grandes hombres jeneralmente, hay dos clases de recompensas: una que les dan sus contemporáneos y consiste en la comodidad y el bienestar de que suelen gozar en el último tercio de su vida. Estos pasan a la mansión eterna rodeados de las consideraciones de sus conciudadanos, sin haber apurado el amargo cáliz de la ingratitud humana; y la otra que concede las posteridad imparcial y justiciera.

Tal es el acto que hoy ejecutamos con el corazon lleno de agradecimiento y de un noble recuerdo por el mártir sacrificado en aras de nuestra independencia y libertad y que hoy hace un siglo vió por primera vez la luz.


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No podemos darle el bien estar, ni rodearlo de las satisfacciones que proporciona la riqueza; por que ¡ay! no nos quedan mas que sus cenizas y su memoria! pero la inauguración de este centenario nos proporciona los medios de establecer una fiesta cívica que de siglo en siglo, y mientras exista el nombre chileno, recuerde a las jeneraciones que nos sucedan, el nombre del benémerito padre de nuestra patria, el insigne varon, el abnegado ciudadano, único en chile que estando en la cúspide del poder y siendo el ídolo de su ejército, bajó tranquilamente de él, respetando y rindiendo homenaje a los fueros de la opinion.

O’Higgins, señores, no fué un aventurero político, no necesitó de su espada para proporcionarse la subsistencia.

Hijo de un potentado de la metrópoli, de oríjen irlandes, que alcanzó al encumbrado puesto de virey del Perú y de una señorita de las mas distinguidas y ricas familias de Chillán, nuestro héroe, al tomar la bandera en las filas de la patria, lo hizo por convicción por puro y acendrado patriotismo, por amor a sus hermanos que para él lo eran todos los chilenos: sacrificó sus intereses, sus afecciones de familia, y todo su ser lo espuso sin vacilar en pro de la santa causa que abrazó.

¡Qué bello ejemplo de civismo, señores! cómo no recordar la memoria sacrosanta de esos tipos sublimes de abnegado patriotismo! El mármol, el bronce, son a mi juicio materias insignificantes para elevar monumentos inmortales a esos jigantes del pasado; debemos grabar en lo íntimo de nuestros corazones el sentimiento de la mas profunda gratitud y trasmitirlo como una tradición santa a nuestros hijos, diciéndoles que esos son los modelos que debe imitar el chileno como patriota y como hombre de honor y de dignidad.

Entre tanto señores séame permitido dar una mirada al estado actual de nuestra sociedad.

¿Corresponde el presente al pasado? Puesta la mano en el corazon, digo, señores que sí.

De verdadera organización política no contamos mas de 40 años y es indudable que hemos avanzado en el camino del progreso y de la civilización de un modo rápido; no así en nuestra educación

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republicana: en esto es larga todavía la jornada que nos queda que recorrer.

Hay lapsos de tiempo en que se hace trabajosa la labor: en que al parecer se agrupan ciertas nubes en el horizonte de nuestro querido Chile: empero, ello no debe de desalentar la fé del verdadero republicano; pues, no es ora cosa que la exuberancia de vida, y abriendo sin temor las válvulas salvadoras de la opinión pública vuelve todo pronto a su esado normal.

Voy a concluir, señores.

Al recuerdo sagrado de O’Higgins retemplemos nuestros espíritus en el amor santo a la patria. Nosotros que no tenemos que combatir a enemigo alguno que nos demande alguna gota de sangre ni sacrificios en nuestros intereses, combatamos nuestro egoismo y nuestra neglijencia; pongámonos de comun acuerdo a la labor; trabajemos con fé y constancia por el bien de la patria, por el de la localidad; llevemos todos nuestro pequeño continjente de trabajo a la obra. comun yempeñémosnos en darnos leyes adecuadas a nuestra situación destruyendo las que ponen cortapizas a nuestra libertad en sus diversas manifestaciones.

Procediendo de este modo, queridos conciudadanos, habernos cumplido con nuestro deber, héchonos digno de la herencia que nos dejó el gran ciudadano cuya memoria nos reune en este dia; y él desde la mansión de los justos sonreirá satisfecho; nos perdonará la cruel ingratitud con que le hicimos morir en el estranjero comiendo el pan regado con lágrimas del desventurado proscrito.

He dicho.

Pedro P. Figueroa


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discurso pronunciAdo por don JuAn b. pAstenA en el Acto de lA inAugurAción del monumento

Señores:

Permítidme a nombre del Club de Obreros y por un instante vuestra atencion.

Como chileno y nacido bajo el bello cielo de una república y respirando el aire puro de la libertad, me siento arrobado al contemplar este monumento ante el cual todos venimos, a impulsos de nobles sentimientos, a pagar el tributo de gratitud y admiración que debemos al ilustre general que nos dió patria.

Al cumplirse hoy el primer centenario de su nacimiento, la memoria recuerda aquellos grandes hechos de su vida que haciéndonos independientes, nos impulsaron por las sendas del progreso político en la libertad; del progreso económico en el trabajo y del progreso moral en la virtud.

El hombre, señores, no es un ser destinado a llevar la corta vida de lo efímero, que muere poco después de haber nacido sin dejar rastros de su existencia. Al contrario, en su apresurado tránsito sobre la tierra, ejecuta actos y coadyuva a la verificación de hechos que inmortalizan su nombre y cuya memoria, sus conciudadanos agradecidos perpetúan en éstátuas y monumentos.

Es por eso que mirando los hechos al traves del prisma de (DICE DO) la imparcialidad y desnudándonos, de las pasiones que ciegan y apartándonos de las encontradas corrientes de las opiniones, vemos hoy elevarse majestuosamente, cual vaporosa nube en el espacio: este monumento que recuerda las obras de aquel hombre privilejiado, don Bernardo O’Higgins, que la naturaleza nos envió para que sirviendo de punto luminoso guie a Chile en su marcha hácia sus grandes fines.

Señores, si a nuestros padres cupo la envidiable honra de sellar con su sangre nuestra rejeneración política, cábenos a nosotros continuar la obra de nuestra rejeneración social no ya derramando nuestra sangre, sino difundiendo la vivificadora sávia de la educación no soportando

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las rudas fatigas del guerrero sino la laboriosa tarea del obrero de la civilizacion.

Juan Bautista Pastene.

discurso pronunciAdo por don JuAn g. mAttA en el Acto de lA inAugurAción del monumento.

Señores:

A nombre de una institución cuyos principales fines son el cultivo de las bellas letras, poniendo en manos de la juventud el libro que redime y fortifica el espíritu en las hermosas conquistas de la verdad, vengo yo tambien a tributar un débil homenaje al héroe glorioso de quien en este momento un pueblo entero celebra el natalicio.

I

¡O’Higgins! hé aquí el nombre que todo chileno repite hoy con fervorosa admiracion!

¡Independencia! hé aquí la palabra que en todas partes, del uno al otro estremo, va a golpear el corazón del hombre libre, haciéndo le estremecer de júbilo!

Y realmente, señores, no se puede récordar a O’Higgins, no se puede bendecir al Libertador, sin que el alma se siente orgullosa de su propia libertad.

¿Que hay mas grande que ella?

Recorred una a una nuestras repúblicas sud-americanas, contad su años de agonía, de esclavitud: -fueron doscientos! Mirad ahora los que han sido de vida, de independencia - solo cincuenta!

¡Oh maravillosa libertad, cuán brillantes soluciones presentas ante nuestra vista!


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Solo medio siglo ha sido necesario para que estos países reconstruidos, en tu taller, se hayan levantado robustos y vigorosos despues de una postración mas inactiva aun, que la misma muerte!

II

Tales son, señores, las ideas que se despiertan en nuestro espíritu al comparar nuestra época pasada con la presente, la una del coloniaje y que significa esclavitud, ignorancia, retroceso; la otra, de la independencia y que encarna por sí sola a la libertad bajo todas sus faces y a la ilustración en su mayor progreso.

Y en efecto, si nos detenemos por un instante en nuestra historia, y entramos a analizar aquel periodo de transición entre una y otra época, si observamos la crísis ue se produjo y sus resultados, no solamente se presentará ante nuestros ojos el cuadro desnudo, sangriento de un conjunto de batallas, o el mayor o menor empuje y heroismo de tales o cuales armas, ni tampoco por fin, la victoria, seguida de la espulsión de los vencidos,-nó: -que ahí encontrarémos ademas algo mas grande, encontraremos la idea moderna, la representación del pueblo por el pueblo enpugna con los viejos principios de una sociedad retrógrada; el derecho que dicta la ley y santifica la justicia, y por fin, la ilustración esa fuerza moral abriéndose paso por entre las sombras de la ignorancia!

III

Bajo este último punto nos vamos a permitir desarrollar algunas ideas.

En general la revolución que produjo la independencia ha sido mirada hasta aquí como la iniciadora de nuestras ciencias morales; mas, aun no se ha tratado de determinarla esclusivamente bajo otra de sus importantes faces, como la iniciadora de una era de renacimiento literario para el país.

Los padres de nuestra patria comprendieron bien que no eran solamente las fuerzas de las bayonetas las que podian establecer la

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independencia bajo bases sólidas y duraderas, si éstas no iban afianzadas por la ilustración, que es la independencia moral del pueblo.

Y es por eso que uno de los primeros actos a que se consagraron fué a la fundación del Instituto Nacional suprimido mas tarde en la época de la reconquista por los españoles y vuelto a establecer después por la independencia.

De esta manera, al mismo tiemo que abrian ante la juventud los brillantes horizontes de la ciencia, adelantaban un paso mas en la conquista de la libertad, infiriendo a la esclavitud y a la ignorancia un golpe rudo despues del cual difícilmente podrian levantarse.

Fue en ese entónces tambien cuando apareció por primera vez en Chile la imprenta con su vivificadora.

La revolución necesitaba de un órgano poderoso capaz de levantar ante la América toda el estandarte de sus principios, haciendo ver la santidad de su causa y a injusticia de sus opresores; -y La Aurora, periódico dirijido por el eminente chileno Camilo Henríquez (DICE: HERIQUEZ), fue el destinado para tan bella empresa!

No es aquí donde se puede hacer la historia acerca del rol importantísimo que esta humilde hoja de papel asumió durante nuestra revolucion.

Ella fue el arma quizá mejor templada de que pudieron valerse nuestros revolucionarios; pues al mismo tiempo que emprendia entre el pueblo la propaganda de las nuevas ideas atacaba tambien enérgicamente los vicios y malas costumbres de la dominación colonial, poniendo así en relieve la justa causa de la independencia, de la cual puede decirse era su mayor apoyo.

IV

Tal es, señores, la marcha lenta, pero segura que durante aquellos fluctosos años de oscuridad y desórden se inicia en el sentido del desarrollo moral e intelectual para el país.


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Si nos trasladamos en seguida a la época inmediata despues de la independencia, cuando ya el derecho se hubo conquistado y se hacia necesario la pronta reorganización del país basada en nuevas instituciones completamente acordes con la sociedad que entónces había renacido de la antigua, notarémos que los primeros actos de los fundadores de nuestra patria tuvieron por esclusivo objeto el difundir las luces entre el publo para lo cual estamparon en la Constitución varios artículos subsistentes aun y en que se recomienda al esado el establecimiento de una superintendencia de educación donde la juventud ávida de saber, pudiese ir a cursar los ramos que constituyen por sí solos un puesto tan honroso como lucrativo en la sociedad.

V

Fueron, pues, los padres de nuestra patria los que colocaron la primera piedra de tan magnífico edificio, encargando al mismo tiempo a los gobiernos venideros la misión de coronarlo. Honremos a ellos que supieron llevar a cabo nuestra independencia política a la vez que moral, inculcando al pueblo por medio de la instrucción la soberanía del derecho y el respeto a la ley;-elementos indispensables sin los cuales la libertad misma dejenera en licencia y desenfreno. Hoy, gracias a sus esfuerzos nuestro país ha alcanzado un grado de cultura bien alto.

La escuela esparce por todas partes su benéfica influencia, formando para la patria hombres rectos y de trabajo. Las letras han llegado a ser el patrimonio esclusivo de muchos ciudadanos para quienes la grandeza de la humanidad esculpida en el libro es la fuente siempre pura en donde van a beber sus enseñanzas y sus preceptos mas sanos.

Y por fin, señores, la buena causa, la de la redención del pueblo, que es la democracia, ha llegado a contar tambien en sus filas a valientes y esforzados campeones: básteme citar entre ellos a Francisco Bilbao, -su apóstol; -ese gran corazon, ese espíritu ardiente alimentado en la idea y consumido en el sufrimiento!

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VI

Hé aquí desarrollados rápidamente los efectos mas inmediatos que produjo nuestra revolucion, esa epopeya de heroismo y de martirio, en donde se ven unidos por los sagrados vínculos del amor patrio a los hombres mas eminentes de aquella época. -¡Carrera, O’Higgins, San Martín, Rodriguez! No se puede oscurecer la gloria de alguno de vosotros, sin que esa sombra os alcance a todos! Pléyade de héroes, disteis la libertad a vuestra patria y ella agradecida os aclama igualmente nobles e igualmente nobles e igualmente grandes!

Vosotros mismos labrasteis el pedestal que había de inmortalizaros al difundir la ilustración que enjendra la historia, ese justiciero tribunal de la posteridad, ante el cual tiembla el crímen, a la vez que la virtud y las grandes obras obtienen su digna recompensa. Vuestros nombres no perecerán miéntras exista un pueblo libre y soberano, mientras iluminen las ideas de virtud y sus justos méritos. Y ya lo veis! Hoy .... hoy un pueblo del norte, un pueblo lejano al campo de vuestras hazañas se detiene al pié de un monumento conmemorativo para saludar en él a uno de los nuestros – al general O’Higgins, a aquel que fué el primero entre los héroes; a aquel que como hombre, como político y como guerrero, dejó grabado en el corazon del pueblo el ejemplo sublime de sus virtudes!

Es a él, pues, a quien los esforzados hijos de Copiapó glorifican.

Está ahí!... su imponente fugura inmortalizada en el bronce será siempre un ejemplo y un guia en nuestras mas dificiles circunstancias. Su rectitud de alma y su probidad política, hermosas prendas que nunca le abandonaron, ni en la desgracia, proscrito y sin hogar, ni en la cima del poder, omnipotente y vigoroso: se ven en ese monumento gloriosamente personificadas, y “no hay duda que el entusiasta pueblo que hoy lo erije sabrá, asimilárselas, santificando” así la mayor grandeza del héroe!

Venerémos, pues, al padre “de la patria! y que ese sol que ahora cien años alumbró por primera vez su cuna sea tambien para su nombre el emblema de un recuerdo imperecedero.

He dicho.

Juan G. Matta.


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discurso pronunciAdo por don rAfAel 2.0 viAl Al pié del Arco triunfAl.

I

Señores:

Tal dia como hoy, hace cien años nacia a la luz del mundo el gran patriota que en combates siempre gloriosos afianzó la independencia de la nación chilena, elevando así el magnífico espectáculo de una república liberal democrática en el país que solo había sido un apartado rincon de la antigua monarquia.

En esta hora de recuerdos solemnes y gloriosos, en que la misteriosa llama del amor inflama los corazones, no podemos pronunciar el nombre del héroe cuyas glorias están gravadas con caracteres de oro en las mas hermosas pájinas de la historia, sin recordar las heroicas acciones suyas que contribuyeron a hacer figurar a Chile por la primera vez en el catálogo de los pueblos libres y soberanos.

A donde quiera que dirijamos nuestras miradas encontramos las huellas de su benéfica accion: su nombre está estampado en este suelo como en un gran lienso desarrollado desde las mansas playas del Pacífico hasta mas allá de la colosal muralla de los Andes.

Para poder apreciar en su justo título los brillantes méritos del insigne guerrero en cuyo honor acaba de erijirse aquel monumento como una prueba de la gratitud de un pueblo a sus esclarecidos servicios; arrojemos una rápida mirada sobre el deplorable estado de la colonia y el imponente torbellino de dudas, de temores y de dificultades que ahogaban e impedian el desarrollo de la obra grandiosa que aquella jeneración de jigantes había iniciado para gloria suya y felicidad y bien estar de su patria.

II

La libertad en todas sus manifestaciones es un principio que la razon proclama como condición absoluta de felicidad y progreso: el

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despotismo sumerje en tinieblas las conciencias, enerva las almas y retrasa el progreso de los pueblos. Este sistema tan apropósito para hacer la desgracia de un país fué el de que la metrópoli se valió para supeditar a la humilde colonia chilena, y he ahí la razon por qué el desarrollo de la civilización había permanecido detenido en Chile durante los tres largos y penosos siglos del coloniaje.

Nuestro país se encontraba en el mas completo atraso: el campo casi no era cultivado; el comercio no existia; todos los puertos estaban cerrados y la pobreza pública alcanzó al estremo de que para subvenir a los gatos de la nación el Perú nos enviaba anualmente la suma de trescientos mil pesos. Habia ademas otro elemento de atraso; falaban las escuelas, esa palanca poderosa del progreso; en los pocos establecimientos de educación que había se daba una enseñanza deficiente y absurda mas propia para ofuscar los espíritus que para iluminarlos.

Chile es cierto que por sus riquezas naturales podia vivir vida propia; pero esa vida no podia desarrollarse para constituir su nacionalidad siendo los hombres puras máquinas en cuyos mas insignificantes movimientos intervenia la autoridad despótica del soberano y cuyas inteligencias se educaban como para mantenerlos en eterna esclavitud.

III

En medio este su campo de desolaciones y de miserias hubo entre otros un hombre cuyo espíritu amante de lo justo y de lo bueno no pudo mirar impasible el triste cuadro que su patria exhibia a los ojos del mundo observador y acometió con un heroismo y entusiasmo dignos de la veneración de los siglos, la empresa noble y colosal que hoy llena de júbilo a todos los coazones patriotas, a todas las almas republicanas, la independencia de su patria.

Ese hombre fué don Bernardo O’Higgins:

O’Higgins conoció desde temprano que había llegado la hora en que Chile debia tener una existencia libre de yugos y de cadenas, y a


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fin de conseguirlo no trepidó en dejar las delicias del hogar doméstico para lanzarse a la arena de los combates.

La empresa era tan grandiosa como árdua; romer de frente con las preocupaciones arraigadas profundamente durante tres siglos mediante la educación absurda en que se afianzaban era una obra que para su ejecución necesitaba de un jénio, jénio que los chilenos hallaron en la persona de O’Higgins.

El sostuvo esta idea no solo en los primeros congresos sino tambien en los campos de batalla en que a fuerza de milagros de heroismo logró conquistar palmo a palmo el suelo en que emperaba la esclavitud.

¿Quién es aquel que no recuerda con admiración y respeto los campos inmortales de Rancagua, Chacabuco, Concepción, Cancha Rayada y el Roble en que vencido o vencedor salió siempre lleno de gloria? ¿Quién no siente palpitar orgulloso el corazon al contemplar en ellos el jénio y la virtud heroica de O’Higgins, combatiendo en medio de las balas y del humo, de la sangre que a sus piés, y de las relumbrantes bayoneteas hasta hacer lucir sus bellos dias del hermoso cielo de la nacion, hasta cambiar las horrendas cadenas de un pueblo esclavo por la honda de su soberanía?

La batalla de Chacabuco e que este insigne guerrero desplegó tanto jénio y tanto valor fue lo que en realidad empezó la independencia de nuestro país. La hora de tan espléndido triunfo coincide con la en que la nación anunció al mundo que los derechos, los intereses y los destinos de este pueblo quedaban desde entonces en sus propias manos y que los furores, las arbitrariedades los errores del despotismo debian encontrar sus ataud en el suelo de la naciente República.

Por eso es que al lado de esos notables acontecimientos, al recuerdo de esas sublimes redencios de la intelijencia y del corazon, al traves de los destellos de luz y de harmonía con que la guerra de la independencia iluminó a la oscura colonia, se vé de pié y colosal la figura de O’Higgins, uno de los patriotas mas sinceros y abnegados que descuella en la revolución chilena.

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IV

Este gran movimiento social de que O’Higgins fue uno de los iniciadores que mas contribuyó a su realizacion, hace resaltar aun mas el brillo de su gloria por la portentosa influencia que ha ejercido en el desarrollo de la civilizacion. Una vez rescatado el pueblo de la esclavitud, los hombres de talento, libres de los antiguos temores se consagraron con empeño al estudio de los diversos ramos de la ciencia.

Despues que O’Higgins desplomó el trono de la tiranía, empezó para Chile la era de los grandes proyectos y de las grandes reformas. Un soplo de vida anima los talleres de la industria y por doquiera se levantan y florecen establecimientos de instrucción en que la juventud sin haber consideración a determinadas creencias relijiosas de sus padres recibe el pan de la intelijencia, la verdad científica.

O’Higgins fué quién decretó la libertad de comercio que tan favorable nos ha sido; el fué quien prometiendo garantías atrajo a la naciente República un gran número de brazos que hicieron marchar la civilización a pasos ajigantados; él fué en fin quien emprendió un gran número de trabajos políticos que hacen de su persona el astro refuljiente que a un despues de haberse ocultado sigue iluminando los esfuersos del progreso.

V

Las huellas de su entrañable amor a la libertad y de su acción bienhechora no han quedado trazadas en Chile solamente; tambien estan en el Perú, adonde envió para combatir por la causa de la independencia americana un ejército y una escuadra que organizó en medio de las mayores penurias del erario y de las circunstancias administrativas y políticas mas desfavorables.


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VI

Una mirada poco profunda nos bastó para comprender, que la independencia de Chile está intimamente ligada al nombre del denodado caudillo que despues de haberse cubierto de gloria en los campos de batalla y en los congresos donde combatió y venció muchas contrarevoluciones y principalmente la idea de buscar un rey para gobernar el país, selló con su nombre en 1818 el acto solemne, de la declaración de la independencia. Nosotros al aplaudir sus triunfos, al bendecir su memoria, bendecimos y aplaudimos tambien, las de San Martín, Los Carrera, Fréire y otros enminentes patriotas que contribuyeron poderosamente a nuestra emancipación conquistando los laureles en que la fraternidad los había coronado ya y que nosotros hacemos revivir esta acto solemne de justicia y patriotismo.

VII

Y por eso es que desde ese bello pedestal sobre que descansa su jénio, desde ese monumento grandioso en que las jeneraciones recordarán con placer la historia de nuestros progresos, los vemos conmover a todo un pueblo, a toda una nación libertada a costa de su heroismo y abnegación; por eso es que desde ahí a todos rejuvenece, a todos oxita, a todos impele hácia el trabajo por el triunfo de los buenos principios, hácia la constancia por el triunfo de la justicia y del derecho, hácia el amor por el triunfo de la libertad; por eso es que desde ahí lo vemos resplandecer con la mirada del justo, con la serenidad del sábio, con la audacia del valiente, del jeneroso, del abnegado; por eso es en fin que desde ahí a todos alumbra con los resplandores de su gloria, de sus triunfos, c1esu heroismo, dirijiendo con su presencia y con su memoria los pasos de todas las jeneraciones por las vias del progreso hácia el bien estar en la libertad.

Rafael 2.° Vial.

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discurso pronunciAdo por el señor rAmon r. vAlleJo Al pié del Arco triunfAl

Señores:

Voy a dirijiros la palabra, ya que me ha cabido el alto honor de ser designado por el respetable cuerpo comercial, quien tan dignamente está representando su rol en este momento.

En efecto, señores, hay dias memorables en la vida de los pueblos y pájinas brillantes en su historia; uno de esos dias espar Chile el 20 de agosto de 1776.

Una de esas pájinas está escrita con caractéres luminosos en el gran libro del porvenir, pues ella señala la fecha en que el que fue Bernardo O’Higgins vino a este mundo a levantar sobre el edificio de una colonia una nación independiente que hoy alcanza el título de cívica y republicana y que desliza tranquila su existencia por el sendero del progreso. En 1820 O’Higgins, que gobernaba ésta República, invitó a todas las naciones comerciales del mundo para que estendiesen sus mercados hasta la nuestra, por que Chile necesitaba de esto para ocupar su puesto entre las naciones libres.

Aceptado por los capitalistas Europeos la invitación hecha por el gobierno chileno, muy pronto el comercio de Valparaiso fué una do las primeras plazas mercantiles del Pacífico.

He aquí, señores, por qué Chile, nuestra querida patria, que a semejanza del altivo cóndor levantaba erguida su cabeza, se encuentra hoy disfrutando de los dones de la naturaleza, y de los beneficios de la paz que desarrolla el comercio y las industrias, vivificando a los pueblos y levantándolos a la cúspide de la felicidad.

He aquí, señores, por qué alguien ha dicho: CHILE ES LA INGLATERRA DE LA AMÉRICA. DEL SUR.

El comercio, esta industria floreciente que ha enriquerido a las principales naciones del mundo, en nuestro querido Chile ha dado vida a nuestra hacienda nacional y ha rejenerado a las masas del pueblo, abriéndoles escuelas y talleres de industria donde aprenden a manejar


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los números a la vez que funden cañones y fusiles para ponerlos sobre la tierra en forma de rieles.

La paz, la justicia, la libertad, el órden, la prosperidad privada y pública, el crédito y nombre de Chile, todo cuanto ha podido completarse ha sido con la cooperación del comercio, por que ésta industria ejerce en todas partes del mundo una acción real y positiva.

El progreso del arte y de la industria, señores; es el termómetro que mide el grado de adelanto y de cultura de los pueblos. Es por esto que la causa del progreso nada tiene que temer en Chile, donde sigue su marcha bienhechora exhibiendo en las pájinas de la historia un adelanto cada dia tanto en el trabajo moral como material; y si preciso fuera probar lo que he dicho nada tan fácil como eso, y nada tampoco mas grato, puesto que el gran certámen de industrias celebrado en nuestro capital hace poco, es la prueba palmaria de lo que acaba de deciros.

Con todos estos adelantos ¿no cabe un justo orgullo? Sí!

Y es que. el progreso, que todo lo invade, ha trasformado viejos hábitos, rancias preocupaciones y ha traido al pueblo nuevas y benéficas ideas, amor al trabajo, respeto a la creencia ajena, y todo aquello que en las naciones libres y felices se llama ILUSTRACIÓN.

Este carro alegórico que hoy paseamos en procesión augusta, significa la palanca poderosa que ha impulsado a Chile por el sendero de las grandes obras; esta alegoria significa los esfuerzos que hemos hecho por salvar abismos y llevar la locomotora hasta la cúspide de los Andes, el telégrafo de un estremo a otro de la República y el vapor por las tranquilas aguas de nuestro mar.

¿Y todo esto por qué? Por que con ello se beneficia a la humanidad.

Ya veis, señores, como Chile nada tiene que envidiar a otras naciones, por lo mismo que hoy tiene vida y comunicación con los grandes” centros comerciantes del mundo.

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Somos felices! Y esta felicidad en no poco han contribuido las colonias estranjeras avecindando entre nosotros. Con ellos podemos pasear nuestra bandera, a la que acompañamos las de casi todas las naciones del mundo. Sí, somos felices; por que hemos llegado a ver el dia en que podemos contemplar nuestro tricolor nacional en medio de las aclamaciones del pueblo, como el símbolo augusto del órden, de la justicia, del progreso y de la fraternidad.

Llevamos 56 años de trabajo constante, y mediante la influencia moral y material que el comercio ha ejercido en las administraciones que nos han gobernado, Chile ocupa hoy un lugar preferente entre las naciones grandes y poderosas.

Y si hoy se vé al comercio tomando la parte mas activa en esta fiesta, es por que el quiere honrar las cenizas del que abrió los puertos del Pacífico para que la industria, que es actividad y civilización, levantara el árbol de la libertad en nuestra querida patria.

Y los estranjeros, en fin que nos acompañan quieren como nosotros honrar dignamente la memoria del que levantó una República donde había una colonia.

O’Higgins fué ese hombre! Y los hijos de Chile no le han olvidado; todos le recuerdan con entusiasmo por que mediante a sus esfuerzos, nosotros y todos los que han venido a avecindarse en Chile tienen patria, industria, progreso, leyes y una bandera que lleva escrita estas palabras: ¡ÓRDEN, CRÉDITO y HONRA!

discurso pronunciAdo por don mAnuel A. romo en el Acto de lA colocAción de lA primerA piedrA.

Señores:

Hay una palabra májica que cada vez que se pronuncia mueve a los hombres como por un resorte eléctrico. Esa palabra es «libertad».

La influencia que esta palabra ejerce no es solo de hoy, ni está limitado el tiempo que durará su imperio sobre el sentimiento de la


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humanidad. Ella se estiende a todo el pasado, a todo el presente y abarca todo el porvenir: es eterna como el mundo.

¿De dónde proviene, señores, el supremo poder de esta palabra, que se oye siempre con: santo respeto, que se pronuncia con entusiasmo, que ajita el alma, aviva el sentimiento y exalta todo nuestro ser?

Proviene de que el hombre nace soberano, es decir, libre, vive soberano y muere soberano. Proviene de que la libertad es al ser racional como la sávia es a la planta, como el movimiento es al calor, como la fuerza es al movimiento.

Y así como si no hay fuerza no puede haber movimiento, sin éste no puede desarrollarse calor y sin sávia no puede existir la planta, así sin libertad no puede existir el hombre!

Por eso los grandes triunfos de los héroes que mas acata el mundo se han obtenido siempre bajo el emblema de la libertad.

Libertad! decia Lautaro y ponia en fuga a los viejos tercios españoles.

Libertad! decia Viriato y derrotaba las invencibles lejiones de los romanos.

Libertad! dijo Guillermo Tell en la antigua Helvecia, y la Suiza republicana vino al mundo.

Libertad dijo la Francia en 1789 y 1793, y una monarquia de siglos cayó envuelta en el sudario de sus preocupaciones, de sus errores y de sus faltas.

Libertad! dijo Washington en Estados Unidos, y la nación mas prepotente de los tiempos pasados y modernos, surjió del seno de los mares.

Libertad! dijeron Bolívar, San Martín, Carrera, O’Higgins, Hidalgo y toda esa pléyade de mártires americanos, y los hijos de todo el continente se alzaron a la altrua de esas gigantescas montañas de granito, y anunciaron al mundo que quince apartadas colonias reclamaban ahora su asiento en el banquete de las naciones!

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Pero estos héroes no pudieron pensar, ni lo pretendieron, que al convertir cada colonia en nación nos legaban una obra completa, acabada.

Muy al contrario, ellos sabian bien que con ésto, solo habian conseguido echar los cimientos, la base de la obra; sabian bien que un pueblo no es del todo independiente, sino cuando es completamente libre, y que para serlo, necesita conocer y practicar todos sus derechos y todos sus deberes.

Ellos nos dijeron: «Hé ahí este pueblo a quien hemos cortado las ligaduras que lo ataban al rey de España. Os lo legamos para que formeis la patria grande, próspera, libre y feliz!

«Nosotros hemos tenido la misión de destruir y aniquilar las viejas instituciones; a vosotros os toca leventar la sociedad republicana, que surjirá de los elementos que hemos aglomerado, a la altura de nuestros deseos, a la altura de nuestras esperanzas, a la altura de nuestro majestuoso pensamiento!»

Por eso, señores, hoy, que conmemoramos el centenario de uno de los mas ilustres próceres de la epopeya americana, el ilustre O’Higgins, no podemos honrar mejor su memoria, que viniendo aquí, a depositar la primera piedra del edificio en que la jeneración presente y las futuras vengan a recibir el alimento de la intelijencia y el del corazon: la <instrucción> y la <educación> y donde la juventud que se levanta y las que vengan en pos, aprendan y conozcan –practicándolos– cuáles son los derechos y cuáles son los deberes de los ciudadanos de un país libre.

De este modo tendemos a completar la obra de nuestros padres glorificando al mismo tiempo al héroe que hoy conmemoramos.

El homenaje mas rendido que podemos tributar a los progenitores de la patria, es continuar la tarea que ellos apénas tuvieron tiempo de iniciar.

A la independencia del cuerpo que nos legaron, hagamos seguir la independencia del espíritu por el cultivo de la razon y de la intelijencia.


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Cultivar la intelijencia que crea y la razon que juzga es encaminar a la sociedad por el sendero del progreso, por el sendero del bien, por el sendero de la libertad!

Cultivar la intelijencia y la razon, es crear pueblos, y esto se hace enseñando a los hombres la luz con que nacieron.

Esto se hace, en fin, enseñando a las jentes el arte de las artes, la ciencia de las ciencias, el dogma de los dogmas: <la verdad!>

Para conseguirlo, multipliquemos las escuelas, y cuando no haya rincon del país que no posea esta preciosa palanca del progreso, podremos decir con entusiasmo y amor:

<Manes de nuestros padres, vuestros heroicos sacrificios no fueron estériles: hé ahí esa multitud de escuelas que responden de que vuestra obra se completará, porque esos talleres del pensamiento y de la idea son la llave de la puerta que conduce al templo de la sabiduría, en cuyo santuario brilla con todo esplendor la augusta libertad!>

Manuel Antonio Romo.

discurso pronunciAdo por el señor luis y. lArrAhonA en el Acto de lA colocAción de lA primerA piedrA.

Señores:

En nombre del directorio de la Sociedad de Instrucción Primaria de esta ciudad, tengo el honor de dirijiros la palabra en este acto solemne, en esta fiesta de justicia y patriotismo.

Hoy que de un estremo a otro de la república se conmemora el nacimiento de uno de los padres de la patria; hoy que los habitantes todos impulsados por este único y noble pensamiento tributan un justo recuerdo al abnegado ciudadano que esponiendo su vida fué uno de los primeros en emprender la grande obra de nuestra rejeneración política independizándonos del yugo estranjero, para darnos patria y libertad; el pueblo de Copiapó, ejemplo siempre de civismo, respetuoso acatador de las leyes, la justicia y el derecho, no ha podido

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permanecer impasible y creyendo. con razón, que la mejor manera de celebrar tan fausto acontecimiento es echar las bases de un taller que llevando el nombre del eminente jeneral O’Higgins, sirva mas tarde de templo a donde acudan las jeneraciones que se levantan a recibir el pan de la intelijencia, se reune hoy para colocar la primera piedra de tan importante edificio.

Chile tiene en su historia una época gloriosa que todos recordamos con santa emocion, con verdadero entusiasmo el diez y ocho de setiembre de 1810, en que Chile esclavo desapareció para dar lugar a Chile libre e independiente.

En esa época los padres de la patria pudieron destruir las cadenas de oprobio y servidumbre que ligaban nuestro suelo a una nación estranjera.

Grande y portentosa fué sin duda aquella obra, pero dentro de los límites de este mismo suelo que ellos fertilizaron con su sangre y en donde majestuoso y brillante se vió aparecer el árbol rejenerador de la libertad, quedaron por desgracia dos poderes, el uno consecuencia del otro, que avasallando ignominiosamente al espíritu, echan todavía profundas raices en el corazon del pueblo.

Ni los medios, ni el corto límite de la vida de aquellos ilustres y venerando próceres de nuestra independencia les permitieron coronar del todo el noble y santo propósito que con tantas fatigas y tantos sacrificios se habian propuesto alcanzar, dejando encomendada a las jeneraciones futuras la difícil tarea de destruir tan encarnizados enemigos: el fanatismo que oscurece la razon, la ignorancia que envilece el espíritu.

Enseñar al pueblo sus derechos y obligaciones, inculcar en el ciudadano los sanos principios de la verdadera libertad, emancipar nuestra razon del yugo del fanatismo, hacer la luz donde reinan las tinieblas de la ignorancia, hé ahí la gran misión que nos legaron nuestros antepasados y que es el complemento de la que ellos iniciaron.

Grandes, inmensos, han sido los males que en todos los tiempos y en todos los países han orljinado el fanatIsmo y la ignorancia; a ellos es debido como causa precisa e inmediata, el estado de atraso de algunas


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naciones: ellos han sido el obstáculo constante y siempre creciente con que han tropezado el progreso y civilización universal; ellos el enemigo aparentemente invencible (y a la verdad un tanto poderoso) con que han tenido que luchar los pueblos que hoy, por su progreso y adelanto, figuran entre los primeros del mundo civilizado.

Y si acudimos a la historia y recorremos cada una de sus pájinas. veremos confirmado el hecho de ser numerosos los males que aquellos han causado a la humanidad y grandes los sacrificios que ésta ha tenido que hacer para independizarse de ellos. No muy distante de nosotros tenemos por desgracia un ejemplo: una república hermana, como la nuestra bajo el dominio de una nación estranjera ha tenido sin embargo que soportar los mas tremendos sinsabores durante el vasallaje de la ignorancia y e1 fanatismo. Merced a estos elementos, hemos visto entronizado en aquella república el despotismo mas cruel e ignominioso que, pisoteando la ley, burlando el derecho y destruyendo las garantías individuales, no tiene otra divisa, otro propósito que la satisfacción del capricho de fanáticos henchidos de menguadas ambiciones.

La historia de ese pueblo nos refiere hechos que desgarran el corazon y desgraciadamente numerosos; ya se presenta el ejemplo de un padre o de una madre que rechaza al hijo, porque éste pone en ejercicio su razon, ya el de dos hermanos negándose la protección que mutuamente se deben: ya el de la cizaña reinando donde debiera única y esclusivamente existir el sacrosanto cariño de los esposos; ya el ódio del sectario revestido con la túnica sombria del oscurantismo negándose a suministrar, el pan necesario para la subsistencia al que ama el saber en Dios y en Él la libertad; ya el de cierta clase de hombres que trabajando sin cesar por la conservación de ese ódio y de ese oscurantismo, pretenden ligar con fuertes ataduras la oberania nacional a la voluntad de un poder extranjero. Y estos males, señores, que aflijen todavía a la humanidad son otras tantas cadenas tan oprobiosas como las que arrastraban nuestros antepasados ántes de dar ese grito atrevido; pero justo y lejitimo de patria y libertad; y asi como fué grande, digna de veneración y elojio la obra emprendida por nuestros padres, lanzándose a los campos de batalla para combatir al enemigo que oprimia nuestro mas augusto derecho: la libertad, grande, digna de veneración y elojio es la noble actitud que hoy asume el pueblo de Copiapó, colocando la primera piedra del edificio que nos

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servirá de arma poderosa para sujetar los avances, derrotar por ejemplo esos dos funestos y terribles enemigos y hacer que desaparezcan para siempre de nuestra querida patria esos dos elementos avasalladores de nuestra conciencia.

Necesario es, señores, que todos nuestros esfuerzoa se dirijan a cumplir la misión que nos encomendaron aquellos que empeñando nuestra gratitud, elevaron nuestro Chile a nación independiente; necesario es que abramos escuelas donde se desarrolle el espíritu y se fortalezca para las luchas del porvenir; necesario es que sin tregua ni descanso trabajemos porque luzca brillante y sin mancha la razon; finalmente deber nuestro es que cuanto ántes veamos fuera de nuestra patria y en vergonzosa fuga la ignorancia y sus consecuencias, el fanatismo y sus desgracíados resultados.

Copiapó no ha podido tributar un homenaje mas digno y elocuente a la memoria del ilustre jeneral don Bernardo O’Higgins que el que ahora presenciamos y que significa el cumplimiento de nuestro deber de ciudadanos para con la patria, de hombres para con la humanidad.

Que nuestra manera de proceder en esta fiesta que he llamado de justicia y patriotismo tenga imitadores, y que donde se levante un monumento destruido a perpetuar la memoria del héroe de la emancipación política de un país, se abra nna escuela que traiga consigo la emancipación del espíritu, complemento de aquella.

Tales son, señores, los deseos con que el directorio de la Sociedad de Instrucción Primaria de esta ciudad saluda al nuevo taller que el pueblo de Copiapó levanta hoy en honor del ilustre patriota, jeneral O’Higgins.

L. V. Larrahona.

discurso pronunciAdo por don pAblo cArrAsco en el Acto de lA colocAción de lA primerA piedrA.

Señores:

No me atreveria a levantar la voz en este acto solemne si no me animara la honrosa comisión que como miembro de la Sociedad de


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Artesanos, he recibido para servirle de intérprete de sus sentimientos. Señores, cuando nuestros antepasados nos aseguraban el porvenir plantando el árbol de la libertad en los campos de batalla, don Bernardo O’Higgins, director supremo, al mismo tiempo que dirijia las operaciones de la campaña con sus valientes, rompia tambien las cadenas del oscurantismo fundando escuelas para legarnos esa preciosa herencia: «el saber.»

Ese hombre conocia bien que la libertad es nada cuando no marcha unida con la educación, que enfrena las malas inclinaciones del hombre. Y por eso, esta nueva jeneración agradecida al mártir de nuestra independencia que comprendió esta verdad, viene hoy a honrar su memoria levantando este nuevo monumento, una escuela, que ha de servir para afianzar la libertad en la educación.

En el frontispicio da esta casa se gravará el nombre del héroe, don Bernardo O’Higgins, en testimonio de que la gratitud y la justicia no han huido de entre nosotros; y el objeto de ella será formar hombres de bien y de trabajo de los que, ignorantes, podrian llegar a ser hombres viciosos y degradados.

Y a la verdad, señores, ninguna idea mas bella que la de rejenerar al hombre por la virtud y el trabajo. Cuando al lado del niño está el maestro que instruye su mente y que desarrolla ante sus ojos los problemas de la ciencia y los tesoros que encierran los libros, entónces el espíritu iluminado por los resplandores de la verdad y el corazon dirijido por la virtud establecen las relaciones del hombre bajo la base del cumplimiento del deber –que es la libertad– y del respeto al derecho- que es la justicia.

Sin educación y sin instrucción yo no puedo concebir absolutamente una sociedad medianamente organizada ni menos un pueblo que pueda aspirar al calificativo de culto.

A medida que se desarrollan los elementos físicos o materiales vemos tambien desarrollarse los de la intelijencia y del corazon, que no deben separarse el uno de la ciencia ni el otro de la virtud.

Hé ahí porqué es necesario que los que creemos que el progreso debe marchar siempre al lado de la moral, no nos mostremos frios ni

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indiferentes cuando una buena idea exije nuestro apoyo o cuando una buena obra reclama nuestra accion.

La Sociedad de Artesanos de esta ciudad ha sido una de las primeras que penetrada de esta verdad, ha querido que sus hijos tengan un templo, un taller donde cultivar la intelijencia con la verdad, y el corazon con la virtud a fin de hacerlos dignos de su patria; y consecuente con esta idea, sostiene desde diez años atrás con grandes sacrificios una institución análoga a al que hoy viene a establecerse bajo los auspicios i del patriotismo y de la caridad.

A la verdad, señores, es bello y consolador ver que hay en Copiapó quiénes trabajan por el bien cuando tantos trabajan por el mal; ver brillar la caridad cuando estamos hastiados por el egoismo; ver que hay hombres que procuran enaltecer a su patria con la luz cuando hay tantos otros que tratan de prostituirla sumerjiéndola en las tinieblas!

Por lo demas, no es estraño que los que ayer empezaron por ser justicieros levantando monumentos al héroe, levanten hoy templos a la verdad y severas virtudes en provecho de las jeneraciones nuevas que llevan consigo las esperanzas de la patria.

Ayudemos, pues, a los hombres de caridad y progreso en la lucha que tienen trabada de la intelijenica contra la materia, de la luz contra las tinieblas. Todos debemos tomar parte en ella. Si nos descuidamos habrémos perdido a la sociedad!

Pero ¡no! La sociedad se salvará, y todos alcanzarémos a saludar el dia de la victoria.

Entónces las instituciones que la prepararon serán las únicas que podrán invocar la protección de los buenos.

Entónces podremos descansar y convertir la ley de la vida, que es lucha y trabajo sin término, en paz armonia dicha verdadera.

Pablo Carrasco.


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AnexO FOTOg RáFicO


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INGLATERRA, ceremonia en Richmond, ciudad donde estudió Bernardo O’Higgins, con motivo del natalicio del Libertador. De izquierda a derecha: Secretario, Dr. Juan Antipán Lara. Presidente, Sr. Jaime Aguilera Guerra. Coronel de Ejército, Sr. Ramiro Reyes de la Paz. Alcaldesa de Richmond, Cllr. Clare Head. Embajador, Sr. Tomas Müller Sproat. Coronel de Aviación, Sr. Rafael Carrere.

Comandante, Sr. Andrés de la Maza Larraín.

ISRAEL, ceremonia de colocación de un busto del Libertador O’Higgins en el Instituto Israelí de Cultura por el Instituto O’Higginiano de Israel. Descubrieron el monumento el Comandante

en Jefe del Ejército y la Embajadora de Chile en Israel.


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VALDIVIA, colocación ofrenda floral con motivo del natalicio del Libertador O’Higgins. 20 agosto 2011. Presidente Filial: Raúl Díaz Silva. Vicepresidente: Carlos Apablaza Gutiérrez

SANTA CRUZ, ofrenda floral con motivo del natalicio del Libertador O’Higgins. Alcalde, Héctor Valenzuela y Presidenta de Filial Gladys Olivares.

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CONCEPCIÓN, Recepción organizada por “Las Damas O’Higginianas de Concepción, que preside Lucinda Rayo Casanueva, culminando las múltiples actividades con motivo del natalicio del

Libertador O’Higgins.

LOS ÁNGELES, El Presidente de la Filial Provincial, Alejandro Mege Valdebenito, hace entrega de los premios a los estudiantes que ganaron el Concurso sobre vida y obra del Libertador O’Higgins.


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CURACAVÍ, acto sobre la vida del Libertador O’Higgins, presentado por la Orientadora Sandra López Sandoval y el Instituto San Luis de Curacaví.

ARICA, en la plaza O’Higgins, frente al Morro de Arica, se realiza Acto Cívico homenaje al Libertador Bernardo O’Higgins. La ofrenda floral, fue depositada por el Presidente de la Filial

Nelson Torres Otarola y El Secretario Juan Roa Guerra.

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El Intendente de Antofagasta y un grupo de miembros de número posan para la Revista O’Higginiana, después de colocar una ofrenda floral ante el busto del Prócer en la Plaza de Armas de Antofagasta. Primera fila: Arsenio

Aguilera Intendente, Cristián Rodríguez, Sergio Rojas, Presidente de la Filial de Antofagasta Juan Cvitanic y Jorge Molina. Segunda fila: Wilfredo Castro, Felipe Valenzuela, Sergio Vuskovic, Alfredo Gómez, Francisco de

la Fuente, Rubén Ugalde, Héctor Portilla, Sergio Díaz y Luis Prenafeta.

PUERTO MONTT. Luis Andrade Concejal de Puerto Montt, Jorge Iturriaga Vicepdte. Nacional, Héctor Bunster Secretario General y Joaquín Arrieta Z. Presidente Filial Puerto Montt.


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Durante febrero 2012, se inauguró Sede de la Filial del Instituto O’Higgiano en Puerto Montt. Corte de cinta fue realizado por el Presidente Joaquín Arrieta, el Secretario General Héctor Bunster

y el Vicepresidente nacional Jorge Iturriaga Moreira.

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