Revista Latomia Monografico I Verano 2011

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    SAN BEDA

    PADRE DE LOS VENARABLES MAESTROS

    MONOGRAFICO - VERANO 2011

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    Luego de muchos aos de es-tudio sobre documentos anti-guos y medievales vinculadoscon el arte de la construccintengo la ntima conviccin deque todos los actuales ritosmasnicos practicados en elmundo muchos de los cua-les a decir verdad ya no debie-ran denominarse masnicossurgieron de una matriz cris-tiana en la que se gest elsimbolismo que ha dado sucaracterstica a esta sociedadinicitica. Esa matriz fue elmonasticismo.

    Ha pasado un tiempo pruden-

    te desde la publicacin de lasdos obras que dediqu a losorgenes de la masonera me-dieval: Monjes y Canteros enel 2001 y Ordo Laicorum ab

    Monacorum Ordine en 2004,

    que luego sera editada enuna versin ampliada con elttulo ms amigable deLa ma-

    sonera y sus orgenes cristia-

    nos. En ambos ensayos ad-

    vert al lector de que setrataba de libros especialmen-te dirigidos a los estudiososde la francmasonera. Notenan el objeto de explicarqu era la masonera sino dedescribir la herencia monsti-ca que aun estaba viva en losrituales masnicos, cubiertade varias capas de pretendidoracionalismo, enciclopedismoilustrado, modernidad, pos-modernidad y decadencias va-rias. Capas superpuestas unatras otra como los estratos ar-queolgicos que conformanlos tells en el Oriente Medio,montaas gigantescas de es-

    combros acumulados por eltiempo, debajo de las cualesse han encontrado ciudadesmaravillosas.

    Debo confesar que mi bsque-da de la ciudad maravillosatuvo relativo xito al menospuso en un brete a muchosmasones que estaban conven-

    cidos de que la herencia me-dieval de la Orden era apenasun detalle histrico, pero quela verdadera masonera era hi-ja del Siglo de las Luces ymadre del progreso de la hu-manidad concebido como elnumen del relativismo y el ra-cionalismo cientficos. Puesbien, quien se haya tomado eltrabajo de consultar las nume-rosas fuentes monsticas cita-das en mis trabajos ya sabe

    que el simbolismo masnicoencierra algo ms que la

    supervivencia de algunas he-rramientas de los albailesmedievales. El conjunto dealegoras que componen ellenguaje masnico encuen-tran su partida de nacimientoen las mltiples expresionesdel monasticismo benedicti-no.

    Hay un dicho que reza queno todos los arquelogos tie-nen la fortuna de encontrar latumba de un rey. Salvando

    las distancias podra decirque cuando traduje los pri-meros captulos del libro deSan Beda Acerca del Templode Salomn,1 escrito en elsiglo VIII, sent algo pareci-do a lo que un arquelogoante una tumba real, pues apartir de all, con la ayuda dehermanos y estudiosos, sefue deshilvanando una vastamadeja de autores y textosque no dejan lugar a muchas

    S A N B E D A , P a d r e d e l o s V e n e r a b l e s M a e s t r o s

    P o r E d u a r d o C a l l a e y

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    dudas en torno al fuerte com-ponente monstico cristianode las alegora masnicas pri-mitivas. Como era de espe-rar, al principio fui ignoradopor la mayora de los maso-

    nes racionalistas, pero ningnracionalista puede por defi-nicin propia descartar unatesis sin oponerle otra. Al mo-mento de publicar este ensa-yo nadie ha podido negar laexistencia de las obras escri-tas por los monjes benedicti-nos acerca del arte de la cons-truccin. Forman parte de la

    Patrologa Latina de Migne ypueden ser consultadas en lasgrandes bibliotecas de todaslas ciudades del mundo.

    Paul Naudon afirma que Enel rito inicitico de los Maso-nes, Hiram, proyeccin yadaptacin de la tradicin, esel paredro de Cristo. Es loque la propia Iglesia ha afir-

    mado durante ocho sigloscon Beda y Walafrid Strabonen los comentarios a la Bi-blia. Se ve a Hiram y a Adoni-ram confundidos en un nicopersonaje, imagen y figura deCristo. Hic est Christus, esttextualmente escrito de Ado-niram2

    Al respecto, Jorge Sanguinet-ti concluye que La importan-cia capital del De Templo Sa-lomonis, libro de Beda elVenerable, no puede descui-darse lo ms mnimo, porquecuando Beda se propuso cen-trar en el Templo de Salomnla espiritualidad de los maes-tros constructores de catedra-

    les y palacios, y al describirlos aspectos simblicos delas partes de ese Templo, no

    hizo otra cosa, ni nada me-nos, que crear el mtodo dedesarrollo personal quela Ma-sonera ha asumido como m-todo caracterstico y gradualde perfeccionamiento de la

    personalidad humana. Ciertoes que Beda tena alto conoci-miento del mtodo simblicode los Padres de la Iglesia yde las prcticas de la Cbala,pero es l quien le imprime el

    estilo propio de interpretarlos smbolos y convertirlos

    en modelos emblemticos deconducta y vida espiritual.3

    San Beda y sus sucesores, Al-cuino de York, Rabano Mauroy Walafrid Strabn, consoli-daron la construccin figuralsobre la que el movimientomonstico surgido en la aba-da de Cluny redactara las

    Constituciones que regla-mentan a las Ordenes mons-ticas de Constructores Laicos,cuyo ejemplo ms notorioson las denominadas Hirsau-gienses, tratadas in extenso

    en la Tercera Parte de esteensayo.4

    L a n u e v a

    " T i e r r a d e P r o m i s i n "

    Hemos mencionado la figurade San Beda, cuya obra con-sideramos la piedra angularsobre la que construiran los

    futuros estrategas del llama-do Renacimiento Carolingio.A l ya su obra sobre la cons-truccin del Templo de Salo-mn, dedicaremos este art-culo.

    Fue el gran impulsor de latradicin hebrea en Inglaterray el norte de Europa, merceda la influencia que ejerci en

    Alcuino de York (York, 735 -San Martn de Tours, 804),constituido en la mxima au-toridad de las escuelas delImperio en tiempos de Carlo-magno. Su importancia ennuestro trabajo se basa enque escribi un trabajo fun-damental sobre el famosoTemplo de Jerusaln titulado

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    De Templo Salomonis Liber,obra que se convertira enuna referencia obligada paralas posteriores exgesis sobreel "Libro de los Reyes" y el"Libro de las Crnicas" (co-

    nocido antiguamente como"Paralipomenos") llevadas acabo por Rabano Mauro (Ma-guncia, 776 - Vinicellum,856) y Walafrid Strabn (Sua-bia, 808 - 849). Por otra par-te, San Beda aparece mencio-nado como fuente en el "M.Cooke", junto a otros autoresbenedictinos.

    San Beda, a quien apodaron"El Venerable", naci en Nort-humbria entre 672 y 673 y secri entre monjes. Hijo deuna familia originaria de la re-gin, fue entregado por suspadres al abad del monasteriode Wearmouth a la edad desiete aos, la misma en la

    que los hijos de los guerrerossajones eran dados a susmaestros de armas.

    Como bien seala Newman,San Beda es considerado elprimer eclesistico ingls encuyos trabajos se encuentranunas pocas y aisladas alusio-nes al hebreo. Menciona al

    respecto los trabajos de Hody(De Bibliorum Textibus),Steinschneider (Roger Ba-

    con, Opus Minus), y Soury(Des tudes hbraiques etexgetiques au Moyen Agechez les chrtiens d'Occi-dent) y dice: Hody, quien en1795 public en Oxford un

    trabajo titulado De BibliorumTextibus, donde revisaba lalista de telogos ingleses queen su opinin tenan conoci-miento del hebreo antes deRoger Bacon, cita algunos pa-sajes para probar que Bedaera "un hebrasta de primerorden". Este testimonio ha si-do discutido por Steinschnei-

    der y otros, quienes afirmanque la "Expositio Nominum",encontrada entre los trabajosde Beda, prueba en tan pocamedida como cualquier otrodiccionario de nombres un co-nocimiento directo del he-breo. Soury seala: "Bedatambin parece haber aprendi-do de algn judo los prime-ros elementos de la lengua he-brea conoca al menos laforma de las letras". Pese aque sus conocimientos del he-breo han sido materia de de-bate entre eruditos e historia-dores, no hay acuerdo acercade si el mismo se limitaba alconocimiento de las letras osi, en verdad, dominaba lagramtica. En su obra De

    Temporum Ratione, San Be-da afirma que basa su crono-loga en la "verdad hebrea" y,aunque no existe certeza deque tuviera la gua de algnerudito hebreo contempor-neo, Newman lo consideramuy probable5.

    Luego de permanecer algu-

    nos aos en Wearmouth, setraslada al monasterio de SanPablo en Jarrow, donde sera

    ordenado dicono en 692 ymonje en 703. Ambas aba-das eran consideradas her-manas y haban sido fundadasen 674 por un noble de san-gre real. Construidas en piedra

    "al estilo romano", asomabanhacia el mar y dominaban losestuarios del Tyle y el Wear.San Beda transcurri toda suvida en la abada de Jarrow-salvo por un par de viajesque realizara a Lindisfarne ya York- ntegramente dedica-do, segn sus propias pala-bras, a aprender y a ensear.

    Sola decir:

    "Entre la observancia de ladisciplina cannica y el cui-dado cotidiano de cantardentro de la Iglesia, siemprehe tenido el agrado de apren-der, o bien ensear, o bienescribir..."

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    Su obra ms renombrada,His-toria ecclesiastica gentis an-

    glorum -escrita en 731, cuan-do ya era un anciano-,describe el difcil proceso deconversin al cristianismo en

    Inglaterra.

    En efecto, a diferencia de Ir-landa -cuya unidad de lenguay de leyes haba facilitado suintegracin como nacin cris-tiana- la Britania sajona eraun conjunto de reinos enconstante conquista de lospueblos establecidos ms all

    del "Muro de Adriano", gru-pos de colonos -como los de-nomina Peter Brown- a losque San Beda definir, porprimera vez, como "gensAn-glorum".

    Apenas separado por cienaos de los hechos que descri-be, San Beda logra trasmitirla particular atmsfera de laNorthumbria sajona que abra-za la fe cristiana. El momen-to de la conversin de Edwin-imaginada por San Beda- enel que el monarca pone a de-

    bate de su consejo de pares lagrave decisin, descripta enel segundo captulo de su His-

    toria ecclesistica, constitu-ye una de las ms conmove-doras pginas de la literaturamedieval. Hay un fragmentoque quisiera reproducir, por-que expresa, como un fresco,

    la atmsfera del momento.

    En uno de los pasajes, un no-ble toma la palabra y expre-sa: ...Cuando pienso, oh,rey!, en el curso de nuestra vi-da terrena, y la comparo conaquellas pocas de las que na-da sabemos, se me ocurreuna imagen: una noche de in-vierno ests sentado Oh, rey!,cenando junto con tus capita-nes y tus ministros.Hay fuego encendido, la habi-tacin est caldeada afuerase agitan los torbellinos de lanieve. De pronto entra volan-do un gorrin extraviado,atraviesa la sala y vuelve a in-ternarse en la noche. Mien-tras se encuentra en la habita-cin est a salvo del hielo

    invernal, pero ese instante pa-sa pronto y de nuevo se vearrastrado de tempestad entempestad. Tal me parece,Oh, Seor!, la vida del hom-bre: ignoramos lo que fue ylo que ser. Si la nueva fenos trae una esperanza, puesbien, escuchmosla...6

    Para San Beda, aquel pueblo-que aspiraba a conducirse co-mo una sola nacin cristiana-

    se estableca, poco a poco, enuna nueva "Tierra de Promi-sin". ...Como grupo-diceBrown- ...eran responsablesante Dios de sus pecados,igual que lo era el pueblo de

    Israel... y agrega:

    ...Como ocurriera en el anti-guo Israel, tambin entre losanglos era la conducta de losreyes la que invariablementeinclinaba la balanza del favordivino hacia el conjunto delpueblo. En los pecados msgraves, el sincretismo sin pa-liativos y la apostasa recal-citrante, resultaba ms senci-llo, como ocurriera en Israel,echar la culpa a los reyes querecrearse en las complejasvacilaciones de toda una po-blacin. Del mismo modo,los breves momentos de pazy de grandeza de la que go-zaron los anglos en tiemposde sus monarcas ms podero-sos podan achacarse a su

    disposicin a escuchar a losobispos cristianos, muchosde los cuales eran presenta-dos por Beda como dignosherederos de los profetas,personajes vigorosos cuyaintervencin en la vida coti-diana poda ser tan decisiva ymisericordiosa, aunque in-constante, como la de Sa-

    muel o Elas...7

    Al escribir su historia de los

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    pueblos de Inglaterra, San Be-da trasvasaba a la incipientenacin britnica el conceptojudo de "pueblo elegido",que luego sera adoptado porla cristiandad carolingia. Lo

    que planteaba como una ale-gora terminara contribuyen-do a la construccin de lossmbolos del Imperio, sosteni-do por una monarqua heredi-taria de derecho divino, repre-sentada por el Emperador -einspirada en la dinasta dav-dica- y tutelado por los pa-triarcas, interlocutores e intr-

    pretes de la voluntad de Dios(recordemos las figuras deGad y Natn en tiempos deDavid) representados por elpapa y los obispos. Esta socie-dad, que Beda evoca e imagi-na como modelo de su tiem-po, encuentra en el carcteralegrico de la construccindel Templo de Salomn elideal de aqullos que tienenla responsabilidad de edificarla arquitectura sagrada delnuevo Imperio. La alegoraqueda claramente planteadapor el propio Beda cuando di-ce que la construccin del ta-bernculo y el templo simbo-liza la iglesia misma deCristo, puesto que es ...la ca-sa de Dios, que construy el

    rey Salomn en Jerusaln, co-mo prefiguracin, a imagende la santa Iglesia Universal.8

    Beda es consciente del carc-ter simblico de lo que escri-be, y as lo manifiesta. Enuna carta enviada a su herma-no Acca, a modo de prlogode "De Templo Salomonis Li-

    ber" le expresa que ...me pare-ci bien enviar a tu santidad,para una breve lectura, estapequea obra que a modo deuna alegora escrib hace po-co, acerca de cmo se cons-truy el templo de Dios, si-guiendo los pasos de losgrandes exegetas...9

    L o s m a s o n e s g a l o s d e

    B e n e d i c t o B i s c o p

    No resulta extrao que Bedahaya escrito un libro acercadel Templo de Salomn, si setiene en cuenta que su vidamonstica -en especial su ju-ventud- transcurri en mediode las construcciones de losmonasterios de San Pedro deWearmouth y San Pablo deJarrow, los cuales por sus ca-ractersticas y dimensiones,haban demandado ingentesesfuerzos logsticos y econ-micos. Es inevitable imaginara Beda observando a cientosde albailes galos, expertosconstructores, ubicar las pie-

    dras y trabajar el mortero enlos muros de las ms grandesabadas de Northumbria, esta-bleciendo un paralelo con los

    constructores del Templo sa-lomnico. Los dos monaste-rios haban sido fundados en674 por Benedicto Biscop(628-690), por lo que Bedapudo ver estas construccio-

    nes desde su niez. Biscopera un noble originario de laregin, que haba abrazado elmonacato y que viva con in-

    tensidad la regla benedictina.Su condicin de potentado lehaba permitido peregrinar aRoma en seis ocasiones yreunir una gran bibliotecaque viajara desde Italia a es-tos monasterios sajones, ascomo objetos de culto, reli-quias, conos y tejidos costo-sos, todo ello equivalente alvalor de "tres fincas rsti-cas".

    Pero para poder erigir ambas

    abadas, debi traer tambin,desde la Galia79, a maestrosvidrieros y -como explica elpropio Beda- ...albailes ca-paces de construir para l alestilo romano que siemprehaba amado tanto... La im-portancia de las abadas deWearmouth y Jarrow es des-cripta por Brown quien

    apunta que ...ambos monas-terios llegaron a albergar ams de seiscientos monjes, y

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    su mantenimiento corra a car-go de varios miles de arrenda-tarios. Beda tendra acceso ams de trescientos libros, al-gunos de los cuales haban te-nido que ver con Vivarium,

    el monasterio de Casiodoro.Se trataba de la bibliotecams grande reunida por aquelentonces al norte de los Al-pes...10

    San Beda creci junto con laconstruccin de estos comple-jos abaciales. Su contacto co-tidiano con las obras bien pu-do haber inspirado un librosobre el Templo de Salomn.Cabe preguntarse cul era elorigen de estos operarios, al-bailes y vidrieros de los quehabla el propio Beda. En prin-

    cipio no eran monjes, lo cualindica que nos encontramosen una etapa anterior a la or-ganizacin de las asociacio-nes monsticas de constructo-res. El hecho de que Biscopdebiera buscar albailes en laGalia, es tambin una mues-tra clara de la total desapari-cin de los collegia fabrorum

    romanos en Inglaterra. PaulNaudon afirma que ...despusde las invasiones de los Pic-

    tos, de los Anglos y de los

    Sajones las instituciones ro-manas se derrumbaron en In-glaterra. Es de pensar que loscolegios, que haban tenidotanta importancia, no resistie-

    ron a esta crisis...11

    Aqu se plantea la apasionan-te cuestin de la superviven-cia, en determinadas reasdel sur de Europa, de los cole-gios romanos. Existe una opi-nin aceptada en cuanto a sudesaparicin en las regionesal norte de Loire. Sin embar-

    go, la Auvernia -durante si-glos el centro religioso de laGalia(apunta Naudon)-,Lom-barda (asiento de la legenda-ria corporacin de los "magistricomacini") y otras comarcasmeridionales pudieron haberconservado estas institucio-nes hasta muy entrada la AltaEdad Media. Segn Naudon... Esta supervivencia de lasinstituciones galo-romanas enlas regiones al sur de Loire,en el valle del Rdano, delSaona y especialmente en Au-vernia, regiones donde preci-samente la influencia romanahaba sido intensa, permitededucir la de los colegios...y agrega luego ... Si este artede construir "more-romano"

    se conservaba en Francia, sihaba numerosos obreros y sieran famosos, era porqueexistan asociaciones hereda-das de los colegios roma-nos...

    Durante el siglo VII, otrasgrandes obras arquitectnicasreligiosas son construidas por

    arquitectos y albailes prove-nientes del sur del continen-te, a quienes podemos consi-

    derar "romanos". Tal es elcaso de los monasterios fun-dados por Agustn de Canter-bury en 605, la iglesia deYork levantada en 627 porEdwin -luego de su bautismo

    a manos del obispo Paulinusen una antigua iglesia de ma-dera- y la catedral de SanAndrs de Hexham, construi-da por San Wilfrido.

    La ausencia de documentosacerca del carcter de las or-ganizaciones galo-romanas,que construyeron estos edifi-cios religiosos en tiempos deBeda, nos impide conocercmo estaban estructuradas ycules eran sus tradiciones.Pero la obra de este autor nospermite aproximarnos a unapoca muy particular de In-glaterra, donde, precisamen-

    te, se comienza a delinearuna nueva tradicin y unnuevo estatus para las corpo-raciones de constructores.

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    Esa nueva tradicin suplan-tar los smbolos de la herenciaclsica por otros, provenien-tes del Antiguo Testamento,la tradicin juda y la nuevaiconografa cristiana, mien-

    tras que el nuevo estatustendr que ver con la paulati-na asimilacin de estas orga-nizaciones a la vida monsti-ca. La construccin quedaras en manos de la Iglesia -enparticular del movimientomonstico benedictino- mien-tras que los obispos y abadessern de aqu en ms -y du-

    rante varios siglos- los gran-des arquitectos.

    La otra imagen que surge po-tente de la pluma de Beda esla de la confluencia de estosantiguos masones meridiona-les con estos exegetas, inspi-radores de una nueva fe quese construye como un nuevomodelo universal, abrazadopor toda la cristiandad. No envano muchos documentosmasnicos antiguos -tanto in-gleses como franceses- atribu-yen a Carlos Martel -funda-

    dor de la dinasta carolingia-el haber impulsado y protegidoa los antiguos constructoresen los territorios que controla-ba, pues sern en definitiva

    los emperadores francos losque convocarn a estos mon-jes a Aquisgrn para organi-

    zar el espritu y la estructuradel imperio cristiano. Demos,ahora, la palabra al propioSan Beda.

    De TemploSalomonis Liber

    El Libro acerca del Templo

    de Salomn

    Fragmentos fundamentalesde la obra escrita por San Be-da (673-735) santo patronode los escritores y los biblio-tecarios- en Northumbia, ha-

    cia el ao 720 circa. PL TO-MUS XCI.

    1 . - Q u e l a c o n s t r u c c i n d e l

    T a b e r n c u l o y d e l T e m p l o

    s i m b o l i z a l a i g l e s i a

    m i s m a d e C r i s t o

    12

    "La casa de Dios que cons-truy el rey Salomn en Jeru-saln como prefiguracin dela santa Iglesia Universal,que da a da es construidapor el primero hasta por el l-timo de los elegidos que hade nacer al trmino de estemundo, por la gracia del reyamante de la paz, y ciertamen-te, de su redentor. Esta Igle-sia, en parte, es mantenida

    por l en la tierra hasta estemomento, en parte, como hapodido librarse de los pesaresde esta permanencia, reina lcon ella en los cielos, en losque, cuando concluya el jui-cio final, toda ella reinarcon l. A esta casa pertenecenlos ngeles elegidos, de losque se nos promete en la vida

    futura su semblanza, segnafirma el Seor: aquellos alos que se considere dignos

    en la vida terrena y en la re-surreccin de los muertos, nicontraern matrimonio, ni vi-virn con mujeres, porqueluego no podrn morir.

    Ellos son iguales a los nge-

    les, y son los hijos de Dios,ya que son los hijos de la re-surreccin (Mateo XIX). Aesta casa pertenece el mismomediador entre Dios y loshombres, el hombre Jesucris-to, quien lo confirma cuandodice: Destruid este templo yen tres das lo levantar. Ycuando el evangelista lo ex-plicaba, aadi: lo deca re-firindose al templo de sucuerpo. Por otra parte, elApstol dice sobre nosotros:No lo conocis, puesto quesois el templo de Dios, y elespritu de Dios habita en vo-sotros (II Cor. VI).

    Por lo tanto, si aquel fue he-cho templo de Dios al asumir

    en s la humanidad, y noso-tros hemos sido hechos tem-plo de Dios gracias a que elespritu habita en nosotros,es sin duda evidente queaquel templo contuvo mate-rialmente la forma de todosnosotros y de l, el Seor,ciertamente, y de sus miem-bros, que somos nosotros.

    Pero de l mismo, elegidoexcepcionalmente como pie-dra angular y valiosa, cimen-

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    tado en el cimiento, y de no-sotros, como piedras vivas,construidos sobre los cimien-tos de los apstoles y los pro-fetas, es decir, sobre el Seormismo (Ephes. II)

    Quedar a la vista con mayorclaridad, partiendo de la dis-posicin establecida para laconstruccin del Templo, queen algunos la imagen se pare-

    ce al Seor mismo, en otros atodos los elegidos. En algunosdescribe la impoluta felicidadde los ngeles en el cielo, enotros la invencible pacienciade los hombres en la tierra.En algunos indica el auxiliode los ngeles entregados alos hombres, en otras las preo-cupaciones de los hombres re-compensadas por los ngeles.

    Simboliza la propia casa espi-ritual del Seor, incluso un ta-bernculo levantado en el de-sierto por Moiss.

    En verdad, aquella casa [elTabernculo] fue construidaen el camino por el que sevena a la tierra prometida es-ta lo fue en la misma tierra y

    en la misma ciudad de Jeru-saln para aquel que, tras-ladndose de un lugar a otro

    mediante el constante servi-cio de los levitas, finalmentefuera conducido a la tierra dela herencia prometida paraque, edificada casi en la pa-tria misma y en la ciudad

    real, esta se mantuviera concimiento por siempre inviola-ble, hasta que alcanzara el fa-vor de las imgenes celestia-les asignado a ella. Se puedefigurar en aqulla el trabajo y

    el exilio de la Iglesia presen-te, en sta el descanso y la fe-licidad futura. O bien, con se-guridad, dado que aqulla fuerealizada nicamente por loshijos de Israel, y sta por losconvertidos a la religin juday por los gentiles, en aqullapueden expresarse principal-mente los padres del AntiguoTestamento y el antiguo pue-

    blo de Dios, en sta figurada-mente la Iglesia congregada apartir de los gentiles. Aunqueel edificio de ambas casas fueexaminado de acuerdo con susignificado ms sobriamenteespiritual, se muestra que lostrabajos cotidianos de la Igle-sia presente y las recompen-sas eternas en el futuro, y el

    gozo del reino celestial, y laLey de la primera Iglesia deIsrael y la salvacin de todos

    los pueblos en Cristo se ma-nifiestan de diversos modospor medio de alegoras. Porlo tanto, parece adecuadoque, quienes hemos de tratar,con el agrado del Seor,

    acerca de la construccin delTemplo, quienes hemos debuscar en la estructura mate-rial, la casa espiritual deDios, digamos algunas cosasde los que trabajaron en l,quienes y de donde eran, ascomo de sus materiales cmofueron elaborados. Pues elApstol prob que tambin

    estos encerraban enseanzasespirituales, al decir: todoles concerna a ellos alegri-camente y fue escrito paranosotros

    2 . - C m o e l r e y H i r a m

    a y u d a S a l o m n e n s u s

    o b r a s

    13

    Narra la Historia de los Re-yes que cuando Salomn dedispona a construir la casapara el Seor, pidi la ayudade Hiram, rey de Tiro, que en

    todo momento haba sidoamigo de David, y que yahaba comenzado a convivir

    en paz con el propio Sa-lomn. Y a tal punto lo en-contr dispuesto a ayudarlo

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    en todo sin dilaciones, que leofreci sus artesanos y made-ras y oro en la medida de susposibilidades. En compensa-cin por estos favores, cadaao Salomn le ofreca a

    aquel una inmensa cantidadde coros de trigo y aceite co-mo alimento para su casa(III Reg. V). No caben dudasde que Salomn, a quien seconsidera un hombre de paz,tanto por su nombre comopor el apacible estado de sureino, da cuenta de aquello delo que deca Isaas: Se multi-

    plicar su poder, y su paz notendr lmite (Isa. XI).

    Hiram, por otro lado, dequien sin exageracin se dicequeviviexcelsamente,repre-senta de manera figurada alos creyentes de los pueblos

    gentiles, gloriosos por su vi-da tanto como por su fe. Y na-da impide que Hiram, dadoque era rey y ayudaba a Sa-lomn con su apoyo real aconstruir la casa del Seor,sea una alusin a los reyesgentiles convertidos a la fe,

    con cuyo poder consta que laIglesia muchas veces fue auxi-liada, noblemente engrandeci-

    da, y mediante sus decisio-nes, defendida contra losherejes, los cismticos y, so-bre todo, los paganos. Por lotanto, Salomn pidi la ayu-da de Hiram para construir el

    Templo, ya que, cuando elSeor, al venir como hombre,orden construir una casa quefuera querida por l, eligiayudantes para su obra no s-lo de entre los judos, sinotambin entre los pueblos gen-tiles. Pues de cada uno de es-tos pueblos se provey de mi-nistros de su palabra. Hiram

    envi madera de cedro y deabeto blanco que provenadel Lbano, para que fuera dis-puesta en la casa del Seor,puesto que la gentilidad con-vertida envi al Seor a hom-bres en otro tiempo ilustresen esta vida, mas ahora humi-llados y derribados del montede su soberbia por el hachade la reprobacin divina, paraque, instruidos en el preceptode la verdad evanglica, fue-ran ubicados en el edificio dela Iglesia, en vistas de su m-rito o de su situacin. Tam-bin envi artesanos porquela gentilidad present alseor a los filsofos converti-dos a la verdadera sabidura,a los que por sus conocimien-

    tos con toda justicia se pre-fera en la tarea de guiar a lospueblos. En los tiempos delos apstoles, tales filsofoseran Dionisio Areopagita,ms tarde el padre de la Igle-sia, el dulce y vigoroso mrtirCipriano, y muchsimos otros.Y envi oro, ya que en estamisma alusin se entiende

    que evidentemente presentahombres ilustres por su sabi-dura. A cambio de todas es-

    tas ofrendas la gentilidad es-pera los dones de la graciacelestial, sin duda el trigo delverbo de Dios y el aceite dela caridad y la extremaunciny la iluminacin del Espritu

    Santo.

    Se pusieron de acuerdo, en-tonces, sobre los asuntos dela Iglesia, y apropiadamente,puesto que con respecto a laconstruccin del Templo conapremio Salomn le dice aHiram: Ordena, por tanto,que corten los cedros del L-bano, y tus esclavos estnjunto a los mos. Los escla-vos de Hiram, en verdad,aquellos que cortaban los ce-dros del Lbano para Sa-lomn, son los padres de la

    Iglesia elegidos de entre lospueblos gentiles, cuyo deberconsista en derribar, amo-nestndolos, a los que en estemundo se regocijan en lascosas terrenales y en la glo-ria, desde el esplendor de susoberbia, y en transformarlos votos que hacan a losdioses en un servicio a su

    Redentor. Sin duda junto aestos esclavos estaban los es-clavos de Salomn, y a su

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    vez se dedicaban a la clebreobra porque los primerosdoctores de los gentilestenan necesidad de los aps-

    toles, que haban aprendidode la sabidura del Seor a

    instruirse en la palabra de lafe, para que si comenzaban aensear sin la ayuda de losmaestros, no resultaran sermaestros del error. Por estarazn, pues, quiso Salomnque los esclavos de Hiramcortaran la madera del Lba-no para l, porque eran mshbiles que sus esclavos paracortarla. Y por esta razn qui-so que al mismo tiempo se su-maran sus esclavos, para queles mostraran a los que corta-ban la madera, en que medi-das deban hacerlo. La ale-gora de estos hechos est ala vista, dado que los apsto-les saban predicar con mayorcerteza a otros la palabra delevangelio, que merecieron es-

    cuchar del Seor pero losgentiles, una vez que corregansu error y se cambiaban a laverdad del Evangelio, co-nocan mejor los errores delos pueblos gentiles, y concuanta mayor certeza los co-nocan, tanto ms diestramen-te aprendan a luchar contraellos y a eliminarlos. Pablo

    ciertamente conoca mejor laenseanza del Evangelio, quehaba aprendido a travs de la

    revelacin, pero Dionisiopoda refutar mejor las falsasdoctrinas de Atenas, cuyos si-logismos, con sus errores, ytodos los argumentos conocadesde pequeo. A su buen jui-

    cio se asocia con toda adecua-cin lo que sigue: Pues sa-bes que no existe en mipueblo alguien que sepa cor-tar la madera como los Sido-nios. Pues no haba en elpueblo de los judos, en don-de el Seor, efectivamentepresente, enseaba, ningunoque tan sabiamente hubiese

    sabido refutar los errores delos gentiles, como los genti-les convertidos a la fe, y degentiles, devenidos cristia-nos. Y as pues, los sidoniosy los de Tiro, ya que fueronpueblos gentiles, merecida-mente son admitidos en la ale-gora de los gentiles.

    3 . - C u n t o s t r a b a j a d o r e s

    t e n a e m p l e a d o s S a l o m n

    e n l a c o n s t r u c c i n d e l

    T e m p l o ?

    14

    En las siguientes lneas de es-te discurso mstico se indicacuntos esclavos haba envia-do Salomn a esta obra, al de-

    cirse: Salomn selecciontrabajadores de toda Israel, yfueron en el plazo de quince

    aos treinta mil hombres, yenviaba al Lbano diez milpor turno cada mes, de modoque durante dos meses estu-vieran en sus casas. De don-de debe notarse, en primer

    lugar, que no en vano Sa-lomn seleccion a los traba-jadores de toda Israel, y queno haba ningn sector delpueblo del que no tomarahombres de tal tarea, ya queciertamente ahora no debenser seleccionados de la soladescendencia del sacerdoteAarn, sino que deben ser re-

    queridos de toda la Iglesia,quienes basten a construir lacasa del Seor, sea con suejemplo o con sus dichos,donde sea que fuesen encon-trados, deben ser ascendidoscasi a la funcin de doctoressin ningn favoritismo. Y sontales los hombres que toman

    las rdenes para instruir a losinfieles y para convocarlos alcolegio de la Iglesia, comolos hombres distinguidos yresueltos que fueron alenta-dos a cortar, en el Lbano, lasmaderas del Templo.

    Y ciertamente la cantidad de

    treinta mil de los que erannombrados serradores, bienpueden comprenderse como

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    la alegora de aquellos quehan alcanzado la perfeccinen la fe de la Trinidad, puestoque concuerdan perfectamen-te con los doctores. Pero yaque treinta mil fueron organi-

    zados de tal modo que diezmil cada mes se dedicaran ala obra santa, debemos enten-der la enseanza sagrada delnmero diez. En efecto, diezmil hombres son enviados ca-da vez para cortar la maderade la obra del Seor, y esto seexplica porque cualquier doc-tos o instructor de los incul-

    tos que deba tomar las rde-nes, debe no slo respetar lmismo los diez preceptos dela ley en todas las cosas, sinosealar a sus oyentes queaquellos deben ser respeta-dos, y deben no slo ellosmismos tener esperanzas enlas recompensas futuras, sinoinculcar en sus oyentes quese debe tener esperanza enellos. Por otra parte, el pero-do de un mes cada tres, cuyointervalo fue impuesto a losserradores, simboliza tpica-mente la perfeccin de lastres virtudes evanglicas, la li-mosna, sin dudas, la oraciny el ayuno. Pues cuando elSeor deca en el Evangelio:Procurad ejercer vuestra jus-

    ticia en presencia de los hom-bres, de modo que seis vistopor ellos (Mateo VI), no hi-zo mencin, al continuar consu pensamiento, sino a la li-mosna, la oracin y el ayuno,que no se deban realizar parala jactancia de los hombres,sino nicamente para la glo-ria del observador interno.

    De lo contrario, permane-ceran vacos del fruto de laeternidad. Por medio de estas

    palabras con toda claridadnos ensea que todos los fru-tos de las virtudes se insinanpor estas tres como ramasque brotan de la nica raz dela caridad. Por limosna se

    concibe todas aquellas cosasde las que con benevolencianos ocupamos en atencin a

    nuestros hermanos para col-mar el amor de la persona cer-cana. Por oracin, todas aque-llas cosas por las que,mediante el arrepentimientointerior, nos unimos a nuestroCreador. Por ayuno, todasaquellas cosas con las quenos cuidamos de contagiar-nos los vicios y las tentacio-nes de la esta vida, de maneraque, con la mente libre y elcuerpo puro, podamos estar

    siempre unidos al amor denuestro Creador y de la perso-na cercana.

    Estos son los tres meses delos trabajadores del Templo.Pues ya que el mes se comple-ta con la totalidad de los dasque abarca la rbita lunar,por aquella se nos representa

    la totalidad de las virtudes es-pirituales, en la cual la mentede los infieles es vista por el

    Seor, que la ilumina cadada, como la Luna por el Sol.Uno de los meses, en los quese cortaba la madera para laobra del Templo, es la limos-na, esto es, la obra de miseri-

    cordia por la que nos preocu-pamos de la salvacin delprjimo, para que, progresan-do en la forma correcta, al-cance la unin de la SantaIglesia y lo hacemos en-seando, corrigiendo, sacrifi-cando el bienestar temporal,sealando los ejemplos de lavida. Los dos meses restan-

    tes, en los que se les permitepermanecer en sus casas ysatisfacer sus necesidades,son la oracin y el ayuno, pormedio de los que, adems deellas mismas, que llevan aocuparnos de la necesidad denuestros hermanos fuera denosotros, nos encargamos,dentro de nosotros, del cuida-do de nuestra propia salva-cin, vuelta nuestra mentehacia el Seor. Y porqueaquellos slo se encarganplenamente del cuidado de susalvacin y la de sus herma-nos, y se someten humilde-mente a la visin de la graciadivina, con justicia sigue: YAdoniram estuvo de esta ma-nera durante los quince

    aos. Y pues Adoniram, sinexageracin alguna, es lla-mado Seor mo excelso Aquin nos hace reconocermejor que a quien imita en sunombre? Sin duda al SeorSalvador. Y Adoniram encar-ga a los trabajadores delTemplo que con su previsin,y debidamente, se organice

    en qu meses ir cada uno atrabajar, en cuales nueva-mente volvern a cuidar de

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    su casa, del mismo modo quenuestro Seor y Salvador dis-pone con su tan habitual ilu-minacin las mentes de lossantos predicadores para de-cir cundo conviene empren-

    der con su prdica la obra deconstruir la Iglesia, u otrasobras piadosas con su servi-cio y cundo, al contrario,sea adecuado examinar susconciencias, como si volvie-ran a sus casas para inspeccio-narlas, y las volvieran dignascon sus oraciones y ayunos, amodo de un elevado visitador

    e inspector. Fueron por lotanto, a Salomn setenta milde ellos, que trabajaban comocargadores, y ochenta mil l-tomos que trabajaban en elmonte, sin contar los tres miltrescientos hombres que fue-ron encargados de dar las ins-trucciones al pueblo, y aque-llos que realizaban la obra.Ltomos quiere decir talla-dores de piedra. Y talladoresde piedra, ya que simbolizan

    figuradamente a los que cor-tan la madera, esto es, a lossantos predicadores, quieredecir quienes ejercitan la men-te de los insensatos en la la-

    bor de la palabra divina y seesfuerzan de apartarlos de lavileza e indignidad en la que

    nacieron, y se preocupan sinduda por convertirlos, unavez que han sido preparadosconforme a las reglas paraparticipar de la comunidad delos fieles, en hombres aptos

    para la construccin. Y pues-to que la madera y las piedrasson cortadas en el monte, ycortados y prestos ambos ma-teriales para ser transportadosal monte de la casa del Seor,se hace evidente la idea deque todos los hombres naci-mos en el monte de la sober-bia, ya que de la violacin de

    la Ley, cometida por el pri-mer hombre, por la que se ins-taur la soberbia, arrastramosel origen de la carne.

    Y todos los que, sealadospor la gracia de Dios, salimosa la vida catequizando y reci-biendo las enseanzas de lafe, somos trasladados desdeel monte de la soberbia haciael monte de la casa del Seor,puesto que, arrancados del po-der de las tinieblas, llegamosa la ciudadela de las virtudes,que se encuentra en la uninde la Santa Iglesia. Es de no-tar, adems, que los trabajado-res estaban dispuestos de talmodo que una parte cortabalas piedras en el monte y otra

    trasportaba las cargas. Puesdiferentes unos de otros sonlos dones del espritu. Algu-nos tienen mayor firmaza enla expresin y en la refuta-cin de los insolentes, otrossurgen ms leves para conso-lar a los irresolutos y levantaral dbil, otros, dotados con elfavor de ambas virtudes, son

    adecuados para la obra delSeor. Quiso hacer aquellosdones de los que hablaba el

    Apstol, quien afirma: Cen-surad a los que poseen unamente perturbada, consolad alos irresolutos, sostened a losdbiles, sed paciente con to-dos. Quienes fueron puestos

    al mando por estar al frentede cada una de las obras, sonlos sacros creadores de lasEscrituras, de cuya direccintodos hemos aprendido cmoconviene ensear a los igno-rantes y censurar a los des-preciadores, cmo llevar ade-lante nuestras propias obras,

    para cumplir con la Ley deCristo.. Cuanto ms trabajeuno para socorrer a sus prji-mos en sus necesidades o enamonestarlos por sus errores,tendr esperanzas en bienesms seguros para el futuro,ya sea el descanso de las al-mas despus de la muerte, yasea la feliz inmortalidad de

    las almas. De ah que justa-mente se diga que los traba-jadores fueron setenta mil yochenta mil. Setenta sin du-das por el descanso eterno delas almas, pues el sptimoda ha sido consagrado al Sa-bat, es decir, el descanso.Ochenta por la esperanza dela resurreccin, que ocurri

    en el Seor en el octavo da,es decir, luego del sbado, yen nosotros tambin espera-

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    mos la resurreccin en el octa-vo da as como en la octavaedad.Haban sido puestos almando tres mil trescientos(II Part II), ciertamente por lafe de la santa Trinidad, que

    los santos discursos predican

    para nosotros. Pero el hechode que el Libro Paralipomenoen lugar de tres mil trescien-tos encargados de la obra,est escrito tres mil seiscien-tos, se relaciona enteramentecon la perfeccin de los hom-

    bres ms gloriosos. Pues dadoque el Seor complet la con-figuracin del mundo basn-dose en el nmero seis, co-rrectamente suelen las obrasperfectas de los buenos hom-bres representarse con l yya que la santa escritura en-sea que las obras de la justi-

    cia se deben considerar conla fe en la verdad, correcta-mente se dice que fueron en-cargados de la obra del templotres mil seiscientos hombres.Y no se debe omitir que lossetenta mil cargadores y losochenta mil latomos juntocon los encargados de la obrano provenan de Israel, sino

    de los proslitos, es decir, dequienes moraban con ellos.Pues est escrito en el Libro

    Paralipomeno: Cont Salo-mn a todos los proslitosque estaban en la tierra de Is-rael, despus del clculo querealiz su padre David, y en-contr ciento cincuenta y tres

    mil seiscientos, y separ deellos setenta mil para quetransportaran las cargas etc.Y las proslitas eran llamadasgriegas, porque nacidas enotras naciones pasaron, luegode aceptar la circuncisin, ala fe y a la comunidad delpueblo de Dios. Por lo tanto,hubo trabajadores de la Casa

    del Seor que provenan delos hijos de Israel, los hubode los proslitos, los hubo delos gentiles. De los hijos deIsrael hubo sin dudas treintamil, que fueron enviados paracortar los cedros del Lbano.De los proslitos de los quehemos hablado, fueron envia-dos talladores de piedra. Delos gentiles, el mismo Hiramy sus esclavos, que con los es-clavos de Salomn cortabanla madera del Lbano. De estemodo, todas las razas de loshombres por medio de lasque deba ser construida laIglesia, marchaban hacia laconstruccin del Templo. Losjudos, pues, los proslitos ylos gentiles convertidos a la

    verdad del Evangelio constru-yen la nica y la misma Igle-sia de Cristo, sea viviendo co-rrectamente, sea tambinenseando...

    4 . - C o n q u p i e d r a s f u e

    h e c h o e l t e m p l o

    15

    Mand el rey que tomarangrandes piedras preciosas enfundamento del templo, etc.

    Por fundamento del templono debe entenderse, simbli-camente16, otra cosa que loque el Apstol expresa al de-cir: Porque nadie puede po-ner otro fundamento que el

    que est puesto, es decirCristo Jess (I Cor. III). Elcual pues puede apropiada-mente llamarse fundamentode la casa del Seor, pues(como dice Pedro) no hayotro nombre bajo el cielo da-do a los hombres en que po-damos ser salvos. Para talfundamento se toman piedras

    grandes y preciosas, pues losvarones notables en obras ysantidad adhieren a su Crea-dor en familiar santidad demente, a fin de que, cuantoms esperan en l, sean con

    mayor nimo capaces de diri-

    gir la vida de otros, lo que essoportar la carga. Porque laspiedras que se ponan comofundamento del templo parasoportar todo el edificio sonen verdad los apstoles yprofetas, quienes por la pala-bra y los sacramentos verda-deros, ya sea visiblemente yainvisiblemente, alcanzaron la

    sabidura misma de Dios. Pordonde tambin nosotros, cu-ya doctrina y vida nos em-

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    peamos en imitar segnnuestra medida, dice el Aps-tol, estamos fundados sobreel fundamento de los apsto-los y profetas (Efes. II). Lomismo en general se diga de

    los perfectos, que fielmenteadhirieron al Seor, y con en-tereza aprendieron a llevarlas carencias que ataen a loshermanos, a los cuales tam-bin se seala como grandesy preciosas piedras.

    A tales piedras en verdad semanda que primero se las cua-

    dre, y as cuadradas se las pon-ga como funda-mento. Pues to-do lo que ha si-do cuadrado, decualquier mane-ra que se lo tum-be, siempre que-da firme. A cuyaimagen se asi-milan esplndi-damente los co-razones de loselegidos, quieneshan aprendidotanto a mante-nerse firmemen-te en la fe, quepor ninguna ad-versidad aveniente, ni siquie-ra la muerte misma, pueden

    ser apartados de la rectitud desu estado. Lo cual ha sucedi-do no slo a doctores de laIglesia de Judea, mas tam-bin a muchas iglesias genti-les. Por eso de estas piedrasgrandes preciosas bien se di-ce: las que desbastaron los al-bailes de Salomn y los al-bailes de Hiram. Se labran

    pues las piedras preciosas,cuando algunos elegidos, porla instruccin y a instancias

    de los santos, abandonan to-do lo que en s tienen de noci-vo e inane, y, en presencia desu Creador, muestran slo elimperio de la nsita justicia,cuasi mostrando la forma a es-

    cuadra. Desbastaron sin em-bargo las piedras no slo loscanteros de Salomn, sinotambin los de Hiram porqueno pocos hubo provenientesde ambos pueblos, que tam-bin fueron doctores, parte delos mismos por derecho pro-pio doctores sublimes, y co-mo cuadrando a aquellos tra-

    bajaron para elevar el edificio

    de la casa del Seor. Y no s-lo Jeremas e Isaas, y dems

    profetas de la circuncisin, si-no tambin el santo Job quiena sus hijos, que eran gentiles,les ense los lmites mxi-mos de la vida de paciencia,la mxima difusin de la salu-dable doctrina que ensearanlos doctores de la edad si-guiente, por donde, superadaslas palabras, los actos y los

    pensamientos supervacuos, sehicieran aptos y dignos de so-brellevar el peso de la santa

    Iglesia. Por consiguiente fue-ron Giblis los que prepararonmaderas y piedras para laconstruccin del edificio. Gi-blos es una ciudad de Feni-cia, que recuerda Ezequiel,

    que dice: Tus sabios, oh Ti-ro!, se hicieron tus mandata-rios, tus ancianos y prudentesGiblis. (Ezeq. XXVI por locual en Hebreo se pone Go-bel o Gebel, que se traducepor definidor, o delimitador.Vocablo que adecuadamenteconviene a quienes preparanlos corazones de los hombres

    para el edificio espiritual, elcual se constru-ye con las vir-tudes. As puesson los nicoscapaces de en-sear a sus oyen-tes la fe y lasobras17 de jus-ticia, pues doc-torados primeroen las sagradaspginas, apren-dieron diligen-temente qu fehay que guar-dar y cul es lava que condu-ce a la vir-

    tud18[3]. Porque en vanousurpa el ttulo de doctor,

    quien ignora los trminos dela fe catlica. Porque no edi-fican el santuario del Seor,sino un edificio ruinoso paras, quienes intentan ensear aotros las reglas que ellos mis-mos no aprendieron.

    Para edificar pues la casa delSeor, lo primero es abatir

    maderas y piedras del monteporque a quienes queremosinstruir en la fe de la verdad,

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    primero deben renunciar aldiablo, y del estado de la pre-varicacin primera en la quenacieron, ensearles a renacerde la destruccin. Luego hayque buscar piedras preciosas

    y grandes, que hay que poner

    como fundamento del tem-plo a fin de que recordemos,que abandonada la primeraforma de vivir, los llevemos aescrutar vida y costumbres entodas las cosas, proponindo-les a los que nos escuchanque imiten a quienes sabemosque, especialmente por virtudde humildad, se adhirieron alSeor, a quienes hemos vistoposeer una estabilidad mentalinvencible en cierto modopuestos a escuadra, y perdu-rar inmviles ante la agresinde todas las tentaciones, aquienes hallamos preciosos ygrandes en fama y mritos.

    Luego de conformado el fun-damento con tales y tan gran-

    des piedras, hay que edificarla casa, diligentemente prepa-radas las maderas y las pie-dras, y colocadas en el ordenestablecido, las que antes fue-ran arrancadas de su antiguositio o raz: porque despusde los rudimentos de la fe,despus de puestos en noso-tros los fundamentos de la hu-

    mildad siguiendo el ejemplode sublimes varones, hay quealzar la pared de las buenas

    obras, como rdenes de pie-dras superpuestos uno a otro,marchando y prosperando devirtud en virtud.

    O tambin las piedras gran-

    des piedras fundamentales,preciosamente cuadradas, son(como antes dije) los prime-ros maestros de las iglesias,quien oyeron la palabra de sa-lud del mismo Seor.Establecidos entonces los r-denes de piedras o maderas,vienen a su tiempo sacerdotesy doctores, por quienes ora

    crece el edificio de la Iglesiacon su predicacin y ministe-rio, ora se embellece con susvirtudes.

    Cul color era el de las pie-dras con las que fue hecho eltemplo, lo declara abiertamen-te el libro de los Paralipme-nos, cuando, al mostrarle losmateriales que preparara para

    el Templo, deca David a Sa-lomn: He preparado toda ti-po de piedras preciosas y mr-moles Parios. El mrmol deParos, entonces, es mrmolblanco, que dicha isla acos-tumbra a producir, por lo queel poeta dice:

    Olearos, y la nvea Paros, dis-persas por la mar Cicldica,

    agitadas olas dicen por vien-tos impetuosos. Dice la nveaParos, porque produce unmrmol de blanqusima con-dicin: es una de las islas Ci-cladas, con cuyas piedras

    pues fue hecho el templo co-mo insina Josefo al decir:Se elevaba pues hasta la c-mara el templo, construidode piedra blanca, cuya alturafue de 60 codos y cien (Lib.VIII Antiq. 3), : y no carecede sentido oculto, que se elu-cida en que el mrmol blan-co, del que fue hecho el edi-

    ficio, designa los actos purosde los elegidos y tambin suconciencia libre de toda ta-cha de corrupcin. As queraaquel sabio arquitecto quefueran los que instalaba so-bre el fundamento de Cristo,preciosas piedras redimidasen oro y plata: Carsimos,deca, purifiqumonos de to-da mancha de la carne y delespritu, culminando nuestrasantificacin en el temor deDios.

    5 . - D e l a s u b i d a o s e a d e l a

    f o r m a d e l a C m a r a d e l

    M e d i o y d e l a T e r c e r a

    19

    La puerta del piso medio es-

    taba en la parte derecha deledificio, etc. Algunos que en-tendieron mal este pasaje,pensaron que la puerta deltemplo daba al medioda, sindarse cuenta que, si tal hu-biera querido decir la Escri-tura, no hubiera dicho: Lapuerta del piso medio estabaen la parte derecha del edifi-

    cio, sino simplemente y me-jor: y tena el edificio unapuerta al medioda. Ahora

    L A T O M I A - M o n o g r a f i c o I - P g i n a 1 7

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    bien, mucho ms es lo queas se significa. Llama a laparte derecha del edificio ellado meridional del Templo.En la tal parte oriental habauna puerta ubicada al borde

    mismo, a ras del suelo. Quie-nes entraban por ella, subana los pisos altos por escalo-nes, en un camino ascenden-te por la parte de adentro dela pared misma, de modoque por tal camino llegabana la cmara media, y de lamedia a la tercera. Y sin dudaalguna, aunque la Escritura

    no lo diga, mientras ascendantenan unas estrechsimas ven-tanas mirando al medioda,gracias a cuya luz podan

    avanzar a lo largo sin tropie-zos. Pasaje que claramentese refiere al cuerpo del Seorque tom de la virgen. Lapuerta del piso medio estabaen la parte derecha del edifi-

    cio, porque, muerto el Seoren la cruz, un soldado abrisu costado. Y dice bien en laparte derecha del edificio,porque la santa Iglesia creeque el lado abierto fue el de-recho. Y tambin acertada-mente el evangelista hizouso del verbo, de modo queno dijo golpe o hiri, sino

    abri, como si se refiriera ala puerta de la pared media,por el cual se nos abri un ca-

    mino al cielo. Por esoagreg: Y luego sali agua ysangre. Agua, a saber, aguapor la que nos lava el bautis-mo, y sangre, por la que so-mos consagrados en el santo

    cliz.

    Por esta puerta pues ascende-mos a la cmara del medio, ydel medio al tercero porquepor la fe y los misterios denuestro Redentor, ascende-mos de la vida de la iglesiapresente al descanso de las al-mas despus de la muerte, y

    de nuevo del descanso de lasalmas, en el da del juicio, ala inmortalidad inclusive delcuerpo, y por un ms subli-me avance, ingresaremos co-mo a un tercer cenculo, afin de que vivamos en felici-dad perpetua. De este cami-no, en verdad, se habla comode invisible, de manera queslo lo conocieran los que en-trasen, a pesar de que los queestaban afuera vean la puer-ta porque es cierto que losrprobos pueden observarlos actos de los fieles en estavida, y las celebraciones delos sacramentos, pero nadieconoce los arcanos de la fe yla gracia del ntimo amor ano ser que, llevado por el

    Seor, ascienda por ella alreino celeste.Quien dice conocer a Dios, ysus mandatos no cumple,mentiroso es.

    Es de notar que hasta la c-mara del medio mediaban 30codos de altura, como se leeun poco antes. De all se

    aadan otros 30 codos hastala cmara tercera, desde don-de se extenda el techo hasta

    el vestbulo que haba juntoal templo, en el sur, en elnorte y en el oeste, como sa-bemos por testimonio de Jo-sefo. Luego hasta el techosuperior se contaban otros

    60 codos, y as la altura total

    del edificio, conforme al li-bro de los Paralipmenos, seconcluye en 120 codos. Elvestbulo, que estaba aloriente frente al templo,segn el testimonio del di-cho volumen, tena tambinel mismo nmero de codosde altura. El citado libro, aestos vestbulos que estabanjunto al templo llama alma-cenes o aposentos. David,dice, dio a su hijo Salomnuna descripcin de los vest-bulos y del templo, y de losalmacenes y altas cmaras, yde los aposentos en los san-tuarios interiores y en la sala

    propiciatoria. (1 Par. 28, 11).A continuacin mencionatambin las salas exteriores,que estaban fuera del atriode los sacerdotes, en la peri-feria del templo, cuandoagrega: Asimismo tambin ledio la descripcin de todo loque imaginara de los atrios yexedras perifricos para los

    tesoros de la casa del Seory las reservas de los santos.(ib. 12). Que la altura del

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    Templo fuera de 120 codosse refiere al mismo arcano[sacramento dice] de la igle-sia primitiva en Jerusaln, lacual, luego de la pasin, resu-rreccin y ascensin del

    Seor a los cielos, recibi lagracia del Espritu santo so-bre un nmero igual de varo-nes. Pues el quince, que seconstituye de siete y ocho,suele algunas veces usarsepara significar la vida futura,que ahora las almas de losfieles poseen en el sabatismo[es decir en el siete], pero se

    perfeccionar el fin del siglo

    por medio de la resurreccinde los cuerpos inmortales [esdecir en el 8 perfecto]. Elmismo quince llevado altringulo, es decir, numerado

    con todas sus partes, produ-cen 120 [?, pero 15 x 8 =120]. Por lo cual adecuada-

    mente por el nmero centena-rio y el veintenario se desig-na la magna felicidad de loselegidos en la vida futura.Bien se dice en este tercercenculo se consuma la casa

    del Seor, pues despus delas fatigas presentes de losfieles, luego de recibido eldescanso de las almas en elfuturo, la felicidad plena detoda la iglesia se colmar enla gloria de la resurreccin.Al cual misterio igualmentepertenece, como dijimos,que resurgiendo de los muer-

    tos el Seor y ascendiendo a

    los cielos, a este nmero devarones el Espritu santo en-vi las lenguas de fuego, alos que, bien que estabanapartados entre s por la di-

    versidad de las lenguas, loshizo, en un idioma emparen-tado, tener una oracin

    comn en alabanza de Dios.Pues tambin la iglesia, re-surgiendo a su tiempo de lamuerte, y ascendiendo a loscielos en carne incorruptible,estar ilustrada plena y per-

    fectamente por don del Esp-ritu santo, cuando, segn lapromesa del apstol, Diosser todas las cosas en todos.Entonces ser completa launificacin de las lenguas entodos para publicar las gran-dezas de Dios, porque conmente y voz concordantestodos juntos alabarn la glo-

    ria de la majestad divina, encuya presencia estarn vin-dola.

    6 . - E n c u n t o s a o s f u e

    c o n s t r u i d o e l T e m p l o

    20

    En el cuarto ao se fund lacasa del Seor etc. Es evi-dente el sentido de la ale-gora. Segn esta, la casa delSeor fue construida en sieteaos, pues con toda certezala Santa Iglesia se construyecon las almas elegidas en eltranscurso de la totalidad deltiempo de esta vida, que secompleta en un giro de seisdas, y al terminar esta vida,aquella misma lleva su creci-

    miento a su trmino. E inclu-so se construye en sieteaos, en cuanto indicacinde la gracia espiritual, atravs de la que la Iglesianicamente se comprende entanto es Iglesia. Lo cierto esque, siete dones del esprituSanto, enumera Isaas (Isa.XI), sin los cuales nadie pue-

    de llegar a ser fiel o preser-var la fe o alcanzar, gracias asu fe, la corona de la justicia.

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    Por esto, en el sptimo ao,y en el octavo mes de l, sefinaliza la casa del Seor entoda su obra y en todo lo quele era necesario, y se extien-de hacia la vida futura y el

    da del juicio, cuando la san-ta Iglesia alcance tal perfec-cin que no sea posible en-contrar lo que sea posibleagregarle. Tendr entonces loque aquel puro y deseoso su-plicante requera del Seorcuando deca: Seor, mus-tranos al Padre, y esto nosbastar (Juan XIV). Pues

    consta que en las Escriturasmuchas veces se hace refe-rencia al da del juicio pormedio del nmero ocho,aquel que sigue a esta vida,que se recorre en siete das.Por ello tambin el profetapuso, en lugar de octavo, unttulo a su salmo, y lo cant,por temor a aquel severo Jui-cio, comenzando de esta for-ma:Seor, no me acuses en tuira ni en tu furia y lo queluego sigue (Sal. VI). Pero

    no carece de importancia quenaciera esta controversiaacerca de porqu se dice quela casa del Seor fue termina-da en el sptimo mes en todasu obra y en todo lo que le

    era necesario, en tanto queluego se lee que su trmino ysu dedicacin se completa-ron en el octavo. Pero no esincreble que el templo queconstruy Salomn en sieteaos lo haya terminado en eloctavo mes del octavo ao, oque haya diferido el momen-to de concluir su dedicacin

    al sptimo mes del novenoao. Parece ms cercano a laverdad que la casa se hayaconstruido en siete aos y sie-te meses, de modo que el sp-timo mes haya sido celebra-da la ceremonia dededicacin y en el vigsimotercer da del mismo mes, talcomo lo declaran las pala-bras referidas a los das (2Par, VII), se haya permitidoal pueblo de Salomn volvera sus tiendas. De este modo,luego de una semana, al lle-

    gar el octavo mes, es posibleque la casa del Seor se en-contrara totalmente termina-da, as como todas las obrasnecesarias, y con su mismadedicacin ya realizada. A

    no ser que debamos pensarque luego de la dedicacindel Templo se agregaron al-gunos enceres necesarios pa-ra la liturgia hasta el comien-zo del octavo mes, en lamedida en que el rey se dabaprisa, de modo que durantetodo el sptimo mes, que eratodo el asignado a las cere-

    monias, el templo fuera de-dicado. As en verdad se en-tiende tanto que el templofuera terminado en toda suobra y en todo lo que fueranecesario, como que fueradedicado en el sptimo mes.

    El rey Salomn mand quele enviasen e Hiram trajo deTiro al hijo de una mujerviuda, de la tribu de Neftal,de padre tirio, maestro en elarte de labrar el oro, y devasta sabidura, ciencia e in-

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    teligencia. Y lo mand traerpara que realizara todas lasobras de oro. El, luego de ha-ber llegado al rey Salomn,realiz toda la obra (IIIReg. VIII) Y todo se realiz

    tomando en cuenta su signifi-

    cado simblico. En efecto, elartesano tirio que Salomntom como ayudante alude alos ministros de la palabra di-vida, elegidos de entre losgentiles para la realizacinde las obras. Y era llamadoartesano con toda propiedad,debido a que era el hijo deuna mujer viuda del pueblode Israel. En esta persona sue-le figurarse algunas veces laIglesia de esta vida presente,a favor de la que su hroe,Cristo sin duda, resucit lue-go de haber experimentadola muerte, y a la que, mien-tras l ascenda a los cielos,

    dej, peregrina, en la tierra.No es difcil explicar, en su-ma, cmo es que los hijos deesta viuda son los santos pre-dicadores, en la medida quees evidente que todos los ele-gidos por su valor son los hi-jos de la iglesia. Incluso senos asegura acerca de estospredicadores del nuevo testa-

    mento, de acuerdo con las pa-labras del profeta: En lugarde tus padres, han nacido pa-

    ra ti estos hijos. Los conside-rars los seores de toda latierra. (Salm. XLIV)

    Hiram llev a cabo toda laobra para Salomn, pues evi-

    dentemente los santos predi-cadores, al sostenerse fiel-mente en su servicio de lapalabra divina, se ocupan so-bre todo de la obra de Dios:Externamente con sus discur-sos abren el camino de la ver-dad a travs de ellos mismos,e internamente, por el hechode ser iluminados, Dios les

    otorga una vida eterna. Yo,dijo, sembr, Apolo reg yDios hizo que creciera (ICor. III) Hizo entonces laobra de oro, porque el esfor-zado doctor quiso confiarlesla palabra a aquellos que de-sean tomarla a su cargo pia-dosamente y protegerla conperseverancia, y que inten-tan, con su prdica rebatir alos otros en lo que hayan po-dido aprender. Y es de oro,porque es un metal no en va-no duradero, y que resuenade varias maneras.

    7 . - D e l a s c o l u m n a s

    a r e a s

    21

    Y puso dos columnas areas,

    etc. Estas son las columnas

    de las que Pablo habla: Jaco-bo y Cefas y Juan, que erancolumnas, nos tendieron ladiestra a mi y a Bernab, ensociedad, para que nosotrosfusemos a los gentiles, ellos

    en cambio a la circuncisin(Gal. II). Las cuales palabrasparecen como exponer elmisterio de las columnasmateriales, a saber, qu figu-raban y porqu fueron dos.Significan pues todos losapstoles y los doctores es-pirituales, fuertes mucho enfe y obras, y erguidos a lo al-

    to en la contemplacin. Dosa su vez, para que, predican-do, hagan que entren a laIglesia gentiles y circunci-sos. Erectas en el prtico alfrente del templo, y con subuena presencia y belleza or-naban admirablemente la en-trada a ambos lados. ElSeor es la puerta del tem-plo, porque nadie viene alPadre sino por l como diceen otra parte: Yo soy la puer-ta, si alguien entrara por mi,se salvar (Juan, X). A estapuerta, a saber, la escoltanlas columnas que estn juntoa ambos lados, como los mi-nistros de la palabra quemuestran a ambos pueblos laentrada al reino celeste, de

    modo que quien por la luz de

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    la ciencia legal o por el rigorde la gentilidad viniera a lafe del Evangelio, dispongade quienes le muestren por lapalabra el camino de la sa-lud, y por el ejemplo. Porque

    en verdad de estas columnasen el libro de los Paralipme-nos est escrito: Tales colum-

    nas puso en el vestbulo deltemplo, una a la derecha,otra a la izquierda (II Par.III): por tanto hicieron doscolumnas, y las dispusieronde tal manera que tanto en loprosperidad como en la ad-versidad no ensearan que de-bemos tener siempre antenuestros ojos la puerta de lapatria celeste. Por eso tam-bin Pablo, verdadera colum-na excelentsima de la casa

    del Seor, a fin de fortalecer-nos en las armas de la justi-cia a diestra y a siniestra, dili-gente nos exhorta con suejemplo y el de los suyos, pa-ra que, sin complacernos enlas buenas ni quebrarnos enlas malas, no nos apartemosen nada del camino regio dela vida, por el cual debemos

    ascender a la heredad de lapatria celeste que nos ha sidoprometida. (II Cor, VI).

    Es saludable notar que en lasentencia de los Paralipme-nos que expuse, al prticomismo del templo tambin selo llama vestbulo por esocuando en los profetas lee-

    mos: Entre el vestbulo y elaltar oraban los sacerdotes,debemos entender entre elprtico y el altar.Por otra par-te se nos recuerda que ambascolumnas tenan 18 codos dealtura. Pues tres veces seis ha-cen dieciocho. Porque tres enverdad pertenecen a la fe porla Santa Trinidad, seis a las

    operaciones, porque en tal n-mero de das fue hecho elmundo, lo que es ms claroque la luz. Y tres se multipli-can por seis, porque el justo,que vive de fe, por la buenasobras incrementa y acumulael conocimiento de la piado-sa creencia. La columna queest delante y fuera del tem-plo, tiene pues dieciocho co-dos de altura, porque un egre-gio predicador nos instruye atodos claramente que slopor la fe y las obras de justi-cia podemos alcanzar el gozode la vida celeste. Sin embar-go lo mismo podra entender-se ms elevadamente, pues elnombre de Jess, en griego,comienza con ese nmero,

    ya que la primera letra delnombre de Jess en griegovale diez y la segunda ocho.[Iota y eta]. Adecuadamentepues son de dieciocho codosde altura las columnas de lacasa de Dios, porque los san-tos doctores, y ms an todoslos elegidos, se proponen al-canzar aquel fin de merecer

    ver a su Creador cara a cara.Ni querrn ninguna otra cosams cuando llegaren al que

    est por encima de todas lascosas. Y un hilo de doce co-dos abrazaba ambas colum-nas. Un hilo de doce codoses la norma de la institucinapostlica, que justamente

    rodea ambas columnas, dadoque cuando un doctor, judoo gentil, es enviado a predi-car, se cuida de hacer y en-sear aquellas cosas que lasanta Iglesia recibi y apren-di de los apstoles. Porquesi alguien quisiera vivir opredicar de otro modo, seadespreciado los decretos

    apostlicos, sea a su antojo

    creando novedades, ese talno es columna apta para eltemplo de Dios, porque aldespreciar la obediencia a loque los apstoles han esta-blecido no les acomoda lacuerda de doce codos, sea

    por la flacura de su acidia,sea por el tmido exceso desu soberbia. Tal longitud dehilo dio el Seor por circun-ferencia de sus columnas,cuando enviando a los disc-pulos a bautizar a todas lasgentes, les dijo: Enseadles aguardar todas las cosas queyo os mand (Mat. XXVIII).

    Quien pues observa y ensealo que orden el Seor a losapstoles, sin agregar nada,

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    ni preterir ninguna cosa, esen verdad columna en la casade Dios, que es la Iglesia, yfirme soporte de la verdad,como el apstol Pablo previ-no deba ser Timoteo.

    Y en verdad como sin la cien-cia de las escrituras no puedehaber firme vida ni palabrade doctores, se agrega conve-nientemente: Hizo tambindos capiteles, para que se pu-sieran sobre las columnas,fundidos en bronce. Uno decinco codos de altura, y de

    cinco codos de altura el otro.Porque la cabeza de las co-lumnas, es decir la parte supe-rior, son el corazn entraa-ble de los doctores de losfieles, cuyos devotos pensa-mientos, como miembros dela cabeza, dirigen al Seor,igual que todas sus obras ytambin sus palabras.

    Adems los dos capitelesque encimaban esas cabezas,son los dos Testamentos, encuya meditacin y observan-cia los santos doctores se so-meten, de alma y cuerpo porentero. Por donde es razona-ble que ambos capiteles ten-

    gan cinco codos de altura,porque es as como en cincolibros se comprende la Escri-tura de la ley Mosaica, y tam-bin en cinco siglos se encie-rra la serie entera de la edad

    del Viejo Testamento. El Nue-voTestamentoverdaderamen-

    te no nos predica otra cosaque lo que Moiss, por esoslibros, predijo que haba depredicarse, e igualmente losprofetas. De ah que el Seora los Judos que intilmenteadheran a la letra del ViejoTestamento y despreciabanla gracia del Nuevo, les dijo:Si creyesen a Moiss, mecreerais tal vez a mi porquel escribi de mi (Juan V).Escribi s, Moiss, de Dios,mucho en figuras, y aquello

    abiertamente cuando narra lapromesa del Seor a Abraham,que en tu simiente sern ben-decidas todas las familias dela tierra y cuando l mismodice a los hijos de Israel: Por-que el Seor Dios vuestro ossuscitar un profeta de entrevuestros hermanos, al queoiris como a m mismo todo

    lo que os hablare. De cuyopresagio advirti a los disc-pulos la voz del Padre desde

    el cielo, cuando, aparecin-doseles el Seor en gloria,entre el mismo Moiss yElas, atron en el santomonto diciendo: Este es miHijo amado, en el que me he

    complacido, odlo a l (Luc.XI). Por consiguiente, como

    por la admirable armona dela divina operacin, no slola gracia del Nuevo Testa-mento estuvo antes escondi-da en los velos del viejo, si-no ahora los misterios delViejo Testamento estn reve-lados en la luz del nuevo, ases como el capitel de ambascolumnas tiene cinco codosde altura, porque manifiestoes que en el Antiguo Testa-mento, cuyos misterios todosestn ocultos ya en los cinco

    libros indicados, o ya mejory con ms plenitud en lascinco edades, tambin tienensita la gracia de la perfec-cin evanglica. Igualmenteun egregio predicador que,enviado a los judos o a losgentiles, confirmado en elconcordante testimonio delas divinas palabras, conser-

    vara sin error el combate dela fe y la rectitud de la obra,en su enseanza sabr ex-

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    traer lo nuevo y lo viejo desu propio tesoro. Empero noslo expone los Testamentosrelacionando entre s los divi-nos misterios, sino que todoslos selectos textos que estn

    contenidos en los libros deambos Testamentos, estn do-tados de una misma fe y uni-dos entre s en una misma cla-ridad. Por donde acerca de laforma de estos capiteles co-rrectamente se agrega: Y enforma de red, y de cadenasentretejidas con admirablefactura, estaba hecho el fuste

    de ambos capiteles de las co-lumnas. Por lo que en el li-bro de los Paralipmenosest escrito: Hizo asimismocadenas en el oratorio, y laspuso sobre las cabezas de lascolumnas (II Par. III). La for-ma pues de las cadenas, se-mejantes a las redes de los ca-piteles, es la variedad de lasvirtudes espirituales en lossantos, de la que el Seorcanta en los Salmos: De pieest la reina a tu derecha envestido bordado, de variedadceida (Ps. XLIV) es decir,en vestido de fulguranteamor, ceida de la variedadde los diversos carismas. Otambin, la compleja contex-tura de las cadenas y la distri-

    bucin de la red, simboliza

    las multifacticas personasde los elegidos, que suscri-ben las palabras de los santospredicadores escuchando yobedeciendo con fidelidad, ala manera de las cadenillas

    puestas sobre las cabezas delas columnas ofrendan el mi-lagro de su comunin con to-dos los presentes.

    Estas cadenas entonces estnentretejidas en admirable la-bor, porque en definitiva lamirfica gracia del EsprituSanto obra para que la vida

    de los fieles, en diversos luga-res y tiempos, segn grado ycondicin, y sexo y edad,aunque existan muchas cosassecretas entre unos y otros,sin embargo permanezca mu-tuamente unida en una y la

    misma fe y amor. Que la fra-terna congregacin de los jus-tos, que viven en tiempos ylugares distintos, sea productopues de la propiedad unifica-dora de los dones espiritua-

    les, se refleja en las siguien-tes palabras que se aaden enreferencia a la hechura de loscapiteles: Guirnaldas de sietehilos en un capitel y guirnal-das de siete en el otro. Puesel nmero septenario suele in-dicar la gracia del EsprituSanto, como lo atestiguaJuan en el Apocalipsis, quien

    como viera que el Corderoque le hablaba tena sietecuernos y siete ojos, ensegui-

    da dio la explicacin si-guiente: Los cuales son lossiete Espritus de Dios en-viados a toda la tierra (Apoc.I). Lo cual el profeta Isaas

    explica abiertamente cuandohablando del Seor que habade nacer en la carne deca:

    Descansar sobre l el Esp-ritu del Seor, Espritu de sa-bidura e intelecto, Espritude consejo y fortaleza, Esp-ritu de ciencia y piedad, y lollen del Espritu del temorde Dios (Is.XI). Haba puessiete guirnaldas formadas dehilos en ambos capiteles, ylos padres de ambos testa-mentos, por la gracia recibie-ron de uno y del mismo sep-tiforme Espritu para quefueran elegidos.

    E hizo columnas y dos rdenesde guirnaldas individualesalrededor para que cubrieranlos capiteles. Haba ademsdos rdenes de guirnaldas enrededor de los capiteles, pero

    cada orden corra por sietehilos, hasta que, cumplido elgiro del capitel, de nuevovolviera al principio, hacien-do un crculo. Esta figura delos sacramento no est ocul-ta, porque dos son los rde-nes de las guirnaldas, pues lavirtud del amor tiene dos as-pectos gemelos, porque se

    nos manda amar a Dios detodo corazn y con toda elalma, con todas las fuerzas,

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    y al prjimo como a nosotrosmismos. Ambos rdenes tie-nen guirnaldas de siete hilos,porque no se puede amar aDios sin la gracia del Espri-tu Santo, ni al prjimo. Fir-

    me est pues laverdadera sen-tencia, de quela caridad deDios ha sidoderramada ennues- tros cora-zones, no pormrito nuestro,sino por el

    Espritu Santoque nos ha sidodado. Emperoall donde estla caridad deDios, all cierta-mente se difundela del prjimoen los corazo-nes de los fie-les, porque en verdad de ma-nera alguna no es posibletener una sin la otra.

    Estas guirnaldas pues fueronhechas para que cubrieran loscapiteles, es decir rodendo-los en rededor, porque todapgina de la Santa Escritura,entendida inteligentemente,resuena en toda gracia de ca-

    ridad y de paz. Las guirnal-das de los capiteles de las di-vinas palabras son vnculosde amor mutuo. Y los capite-les fueron vestidos de guirnal-das, pues se prueba que laspalabras sagradas, como dije,se establecen universalmentepor el don de la caridad. Por-que inclusive en aquellas pa-

    labra de la Escritura que noentendemos bien, se percibecon largueza la caridad. Por

    ello sobre estas guirnaldas ycapiteles se aade: Que esta-ban coronadas de granadas.Pues las granadas, cuya natu-raleza es de envolver conuna corteza robusta muchos

    granos en su interior, cabal-mente se ponen como figurade la santa Iglesia que encie-rra bajo la proteccin de unasola fe innumerables elencosde elegidos. Puede tambindesignar la justicia y la for-ma de vivir de cada uno, quecuida de cercar con su custo-dia, en firme fidelidad y hu-mildad, las muchas cosas no-

    bles de los pensamientos yde las virtudes, no sea que sepierdan. Y muy adecuada-mente, en misterio, las cabe-zas de las columnas estabanen rededor circundados porgranadas, porque los santosdoctores deben recordar la vidade los primeros fieles, y con-validar por todos los medios

    sus actos y palabras siemprecon el ejemplo de aquellos,no sea que erraran, viviendo

    y enseando, tal vez bajouna regla de vida diferentede la de ellos. Por consi-guiente, as como la trabaznadmirable de las guirnaldassignifica la unidad de los fieles,

    que es vnculode paz, as tam-bin las grana-das designansimblicamen-te la mismaunidad, la cualacoge y abra-za innumera-bles pueblos del

    mundo en unasola regla dela fe catlica.O tambin latrabazn admi-rable de las guir-naldas demues-tra la concordiamanifiesta detodos los fie-

    les las ganadas en cambio elmodo de las virtudes interio-res del alma, que, completa-mente invisible a los dems,expresa a saber paciencia,humildad, benignidad, mo-destia y dems cosas seme-jantes. Y como la piel bell-sima de las granadas asomaafuera, aunque interiormenteno se ven los muchos gra-

    nos, as la piedad de los san-tos se deja ver ampliamentede todos, los cuales no sepercatan de lo que adentrohay de fe, de esperanza, deamor, y de los dems bienesdel alma.

    Ahora bien cuando se dicede las guirnaldas que eran

    para que adornar los capite-les que estaban en la partesuperior de las granadas, se

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    implica en esa expresin,que las granadas haban sidopuestas alrededor de los capi-teles, por la parte inferior, ya partir de estas mismas gra-nadas nacan las guirnaldas

    que cubren los capiteles yotras partes. Se ve pues la fi-guracin del misterio, porquelas guirnaldas superiores ane-xadas a las granadas signifi-can simplemente ya las virtudeshumanas ya las espirituales.Pues sabemos que las virtu-des nacen de las virtudes, yque los santos avanzan de vir-

    tud en virtud, hasta ver alDios de los dioses en Sion.Sabemos (dice) que la tribula-cin engendra la paciencia,la paciencia a su vez la cons-tancia, y la constancia la es-peranza (Rom. VIII). Llegantambin al mismo universalcolegio de los elegidos unatras otra las variadas perso-nas de los justos, y los menoresde sus mayores y predeceso-res gozan fielmente afirmn-dose en seguir sus pasos ysus dichos y sus escritos, nosea que tal vez pudieran caeren error.Las guirnaldas pues estn ubi-cadas sobre la parte superiorde las granadas, porque laconcordia del amor se sobre

    aade a las obras perfectas.Y siendo que en ambos servi-cios de la virtud, a saber obray amor, resplandece la vidade los santos, as la trabaznsobreaadida de las guirnal-das acompaa en forma seme-jante al ornamento circularde las granadas en los capiteles.Y como todos los dones de

    las virtudes presentes estnordenados a la remuneracinde la gloria eterna, que nos

    ha sido prometida y adminis-trada por el Evangelio, per-fectamente se agrega: Los ca-piteles que estaban sobre elextremo superior de las co-lumnas, en el prtico, tenan

    como una labor de lirios decuatro codos. Qu otra cosadesignan los lirios sino la cla-

    ridad de la patria superna yde la inmortalidad fragantede flores, la amenidad del pa-raso? Qu se muestra porlos cuatro codos sino el dis-curso evanglico que nos pro-mete el introito a su eterna

    beatitud, y el camino para al-canzarla? Los santos docto-res pues nos muestran en loscuatro libros de los Evange-lios las prometidas fronterasdel celeste reino, como las ca-bezas de las columnas exhi-ben en ellos la labor de loscuatro codos de lirios. Dondehay que notar, segn el senti-

    do literal, que como se men-ciona la labor de lirios en loscapiteles de cuatro codos, y

    no se agrega de qu latitudni a qu altura, se ha dejadoa juicio del lector que imagi-ne a qu altura y en qu lati-tud estaba. Consta sin em-bargo sin duda alguna que

    las columnas, cuya cinturaabarcaba doce codos, tenancuatro codos de grosor. Pues

    toda circunferencia tal di-mensin tiene de dimetrocuanto el triple tiene en lacircunferencia. As el mar debronce, cuyo dimetro tenadiez codos, como se dice acontinuacin, consecuente-

    mente tena treinta codos decircunferencia. Bien con ver-dad se dice que la labor delirios era de cuatro codos,sea cual fuera la latitud o laaltura, de cualquier manerala forma de la figuracin esevidente, porque ya resonpor el mismo Evangelio latan deseada voz diciendo:

    Haced penitencia, porque seacerca el reino de los cielos.(Mat, III). A lo que se sigue:

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    Y nuevamente otros capite-les por encima de la parte su-perior de las columnas, deacuerdo a la medida de la co-lumna, adosados a las guir-naldas de acuerdo a la medi-

    da de la columna dice, de

    tanta altitud cuanta era la co-lumna, de cuya altitud cuan-ta era nunca se describe.Pues bien, estos capiteles,fueran cual fueran y de qutamao (pues la Escritura nodesigna claramente cul fue-ra su medida), parecen estarcubiertos de alguna manerapor los lirios de cuya labor,si se busca el placer de inqui-rir cierto sentido mstico,puede designar, y no incon-gruentemente, la sublimidaddel reino celeste, que el ojo

    no vio, no el odo oy, nientr en el corazn del hom-bre, lo que Dios tiene prepa-rado para los que lo aman.Tras los lirios de cuatro co-dos se agregan otros capite-les de cuya altura nada se di-ce, porque muchas son lascosas que de la felicidad ce-leste leemos en el Evangelio,

    a saber: que los puros de co-razn vern a Dios, que nose casarn, ni sern dadas en

    matrimonio, que ya no podrnmorir, que dondequiera esteCristo, all estarn tambinsus ministros, que a ellos lmismo se manifestar, queabiertamente os expuse acer-

    ca del Padre, que el deleite

    de la visin no podr nadiequitarles. Pues de estas cosasque dijimos, su naturaleza, elestado y la forma de vida dela patria celeste misma, c-mo se lleve a cabo, slo lasconocen sus ciudadanos, losque merecieron entrar enella. Por donde la hechura yla altura de estos capiteles,que estaban arriba de los li-rios, por incomprensibles pa-ra los habitantes de la tierra,

    insinan muy bien la calidadde la morada celeste de lacual lo que menos se oculta

    es que all todos disfrutan dela comn felicidad de la con-templacin divina, tanto mssublime, cuanto ms purospara mirarla sean los ojosdel corazn. Porque as dijo:

    Bendigo a todos los que te-men a Dios, los ms pe-queos como tambin losmayores l mismo dijo:Porque t dars a cada unoconforme sus obras (Ps.CXIII). Ser pues comn allla bendicin de todos loselegidos. Sin embargo deacuerdo a la diferente cuali-

    dad de las obras, muchas sonlas habitaciones de biena-venturados en la una y mis-ma casa eterna del Padre enlos cielos: lo cual creo quetambin est msticamenteexpresado por la estructurade estas columnas, cuandose dice: Y de nuevo otros ca-piteles encima de la cumbrede las columnas, conformelas medidas de la columna,opuestas a las guirnaldas. Deacuerdo a las medidas de lascolumnas son los capitelessuperiores, pues los santosdoctores, y ms an todoslos justos que siguen sus pa-sos, recibirn los premios de

    la retribucin celeste, deacuerdo a los mritos de lasobras pas. Opuestos a las

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    guirnaldas estn los dichoscapiteles, porque de acuerdoal modo del amor que en es-ta vida la santa fraternidadmarid a todos entre s, astambin en los cielos estar

    tambin unificada la socie-dad de los supernos ciudada-nos en presencia de su Crea-dor. Y como en verdad unamisma sociedad de supernosciudadanos se concede a am-bos pueblos, se agrega: En re-dedor del segundo capitelhaba doscientos rdenes degranadas. Dijimos que las

    granadas son smbolo de to-da la Iglesia la centena encambio que a la derecha vie-ne primero, muchas vecesquiere figurar la vida de laeterna beatitud. Se duplicaen cambio la cantidad de lasgradas en rededor del segun-do capitel, para indicar msti-camente que el pueblo de am-bos testamentos, unificado

    en Cristo, recibir la coronade vida eterna. A cuya figurocorresponde lo que est escri-to de los apstoles que, lue-go de la resurreccin delSeor, estaban pescando y lo

    vieron detenido en la orilla:No estaban lejos de la orilla,como doscientos codos, sa-cando la red de pescar (JuanXXI). Por doscientos codospues sacan para el Seor la

    red colmada de grandes pe-ces, indicando en la orilla elefecto de su resurreccin, as

    como los santos predicado-res, dan a Judos y a gentilesla palabra de la fe, y habien-do retirado a los elegidos deambos pueblos de los olasdel presente siglo, los condu-

    cen a la gloria de la futura

    paz e inmortalidad. El circui-to entonces del segundo capi-tel tiene doscientos rdenesde granadas, pues la sublimi-

    dad del reino celeste congre-ga a ambos pueblos elegidosen una sola arca de beatitud.Y estableci dos columnasen el prtico del templo.Cuando puso la columna de-recha, la llam Yakim, estoes, firmeza. Levant igual-mente la segunda columna, yla llam Boaz, es decir, en so-

    lidez. La columna derecha,dijimos, expresa la figura delos doctores que en Jerusalncrearon la primitiva Iglesiala segunda de los que estndestinados a predicar a lasgentes. O tambin la colum-na de la derecha significa aaquellos que predijeron pro-fetizando al Seor que

    vendra en la carne la segun-da, los que dan testimonio deque ya vino y redimi al

    mundo con su sangre. Y rec-tamente con un trmino si-milar ambas columnas sedesignan, cuando a una fir-meza se la llama, y a la otrasolidez para que sea patente

    que una sola fortaleza de fe

    y de obra haba en todos losdoctores, para que se revelela inoperancia de nuestrapoca, cuando no pocos

    doctores, sacerdotes se dejanver como columnas de Dios,y as quieren que se los lla-me, cuando no tienen nadade fe firme que los lleve adespreciar las pompas se-culares ni a desear los bie-nes invisibles, nada tienende solidez para corregir loserrores para lo que han sido

    designados, ni nada de inte-ligencia para entenderlos.

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    BIBLIOGRAFIA

    [1] Beda, De Templo Salominis Liber, PL XCI Pars, Brepols-Turnhout, 1850[2] Naudon, Paul El carcter especulativo de la Masonera de Oficio. El Ritual, La Leyendade Hiram y el Mito Inicitico.[3] Sanguinetti, Jorge, Espiritualidad y Masonera, Kier, Buenos Aires, 2007.

    [4] Recomendamos al lector los trabajos del H.. Karel Musch, An exploration of Monasticand Masonic Orders (de la Respetable Logia N 280 del Gran Oriente de los Pases Bajos).[5] Newman, Louis Israel, Jewish Influence on Christian Reform Movements (AMSPRESS, Inc., New York, 1966), p. 32.[6] Hist. Eccl., lib. II, cap. 13 .[7] Brown, Peter, Ob. cit, p. 184.[8] Beda, TSL 737-D.[9] Beda, TSL "Epistola ad Eumdem Accam" 738-B.[10] Brown, Peter, Ob. cit. p. 189.[11] Naudon, Origenes, p. 36.

    [12] Captulo I[13] Captulo II[14] Captulo III[15] Captulo IV[16] Msticamente dice, pero creemos, y no me caben dudas que esta palabra entonces nohaba an adquirido el sentido emocional y de actitud pasiva ante la divinidad que alcanzaren los msticos de pocas posteriores. Se trata aqu de un sentido superior, alegrico,simblico, que es el elaborado por una mente sabia e iluminada. (Comentario de JorgeSanguinetti)[17] Notar fe y obras, es formulacin tcnica, como Dante dice que los hombres nacieronpara la virtud y el conocimiento, terminologa que destaca los dos elementosindispensables de la perfeccin.[18] Se repite lo mismo, pero acentuando la necesidad de lograr un conocimiento verdaderoy saber cul es la va cierta que permite llegar a la virtud.[19] Captulo VIII[20] Captulo XVII[21] Captulo XVIII

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    LATOMIA

    Gran Maestro de la G.L.E.Oscar de Alfonso

    Director de la publicacinJorge Ceballos

    Editor de la publicacinGalo Snchez

    Comit de RedaccinPere Snchez

    Florencio Serrano

    Ilia GalnJos Luis M. Garca

    Alberto Gallardo

    RealizacinAtanor Editorial

    CorrespondenciaGran Logia de EspaaGran Va de las Corts

    Catalanes, [email protected]

    Eduardo Callaey

    Historiador, escritor y guionista, nacido en Buenos Aires,Argentina, el 23 de julio de 1958.Miembro fundador de la Academia de Estudios Masnicos

    de la Gran Logia de la Argentina miembro de nmero delCentro de Estudios Histricos de la Masonera Espaola.Director de la coleccin Masonera Siglo XXI EditorialKier.

    Seleccin de Trabajos y publicaciones

    I Libros

    1.- Monjes y Canteros Una aproximacin a los orgenes de

    la francmasonera(Dunken, Buenos Aires, 2001).2.- Ordo laicorum ab monacorum ordine Los OrgenesMonsticos de la Francmasonera(Academia de Estudios Masnicos, Buenos Aires, 2004).3.- El otro Imperio Cristiano De la Orden del Temple a laFrancmasonera4.- Los orgenes cristianos de la francmasoneraEl esoterismo masnico en los antiguos documentosbenedictinos(Kier, Buenos Aires, 2006).5.- El Mito de la Revolucin Masnica La verdad sobre

    los masones, los iluminados y la Revolucin FrancesaEdicin Espaola (Nowtilus, Madrid, 2007)6.- Las Claves Histricas del Smbolo Perdido (Encolaboracin con Ana La Alvarez, Nowtilis, Madrid, 2010)7.- De Templo Salomonis Liber y otros textos masnicosmedievales (Manakel, Coleccin Martinista, Madrid, 2010)

    II Editor

    1.- Editor Ejecutivo de la Revista Magster(Gran Logia de

    la Argentina 1998-2001)2.- Editor Ejecutivo de la Revista Smbolo(Gran Logia de laArgentina, 2000-2004)3.- Director de la coleccin Masonera Siglo XXI (Kier,Buenos Aires, 2007-2010)

    III Contribuciones en compilaciones

    1.- El exilio masnico republicano espaol en la Argentina.Actas del XI Symposium del Centro de Estudios Histricos

    de la Masonera Espaola(CEHME, Universidad deZaragoza, 2007).

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