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Editorial ………………………………………………………………………………… 3 Un mensaje de bienvenida a los lectores de la Revista Latina de Terapia Gestalt Celedonio Castanedo Secadas …………………………………………………… 5 ¿Qué es la psicoterapia? Guillermo Feo García…………………………………………………………………. 7 Comentarios sobre fenomenología gestáltica: (reivindicando el legado de F. Perls) Carlos Vinacour…………………………………………………………………………. 11 Apuntes sobre los enfoques existenciales-humanísticos en psicoterapia Celedonio Castanedo…………………………………..……………………………. 17 Un homenaje a Laura Perls: (El apoyo terapéutico en Terapia Gestalt) Carmen Vazquez Bandin. Psicoterapeuta……..……………………………… 23 Ese viejo asunto de los asuntos inconclusos Alejandro Celis H. ……………………..…………………………………………….. 32 Historia de la Psicoterapia Gestáltica en el Perú Felipe Iannacone Martínez ………………………………………………………… 49 Experiencias negativas originarias y la cuestión de la autenticidad Emilio Romero …………………………………………………………………………. 54 Reseña de libros …………………………………………………………………… 68 Brotes gestalticos: Eran las cinco y media de la tarde Alejandro Guerra Aguilera ……………………………………………………..…. 76 Normas de publicación ………………..………………………………………. 78 revista latina de terapia gestalt nº 1 / 2004 Vol. 1, Año I Zimentarri Asociación Vasca de Terapia Gestalt

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Editorial ………………………………………………………………………………… 3

Un mensaje de bienvenida a los lectores de la Revista Latina de Terapia Gestalt

Celedonio Castanedo Secadas …………………………………………………… 5

¿Qué es la psicoterapia?

Guillermo Feo García…………………………………………………………………. 7

Comentarios sobre fenomenología gestáltica: (reivindicando el legado de F. Perls)

Carlos Vinacour…………………………………………………………………………. 11

Apuntes sobre los enfoques existenciales-humanísticos en psicoterapia

Celedonio Castanedo…………………………………..……………………………. 17

Un homenaje a Laura Perls: (El apoyo terapéutico en Terapia Gestalt)

Carmen Vazquez Bandin. Psicoterapeuta……..……………………………… 23

Ese viejo asunto de los asuntos inconclusos

Alejandro Celis H. ……………………..…………………………………………….. 32

Historia de la Psicoterapia Gestáltica en el Perú

Felipe Iannacone Martínez ………………………………………………………… 49

Experiencias negativas originarias y la cuestión de la autenticidad

Emilio Romero …………………………………………………………………………. 54

Reseña de libros …………………………………………………………………… 68

Brotes gestalticos: Eran las cinco y media de la tarde

Alejandro Guerra Aguilera ……………………………………………………..…. 76

Normas de publicación ………………..………………………………………. 78

revista latina de terapia

gestalt

nº 1 / 2004

Vol. 1, Año I

Zimentarri

Asociación Vasca de Terapia Gestalt

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revista latina de terapia gestalt

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ISSN 1887-2107

Depósito Legal DL SS-64/06

Maquetación http://aitor.name

Impresión Zorroaga S.L.

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RLTG, 2004, 1, vol. 1 (3-4)

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Editorial

La Psicología Humanista, la tercera fuerza en la psicología de los años 60, del pasado siglo, está hoy en día pujante, aunque cada vez es más difícil delimitar, definir, cuándo un enfoque terapéutico esta dentro de la Psicología Humanista, si exceptuamos los clásicos tales como: Terapia Rogeriana, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, algunas terapias de corte existencial, Rollo May.. , y aquí ya comienza la dificultad de encajar otros enfoques terapéuticos, como por ejemplo la PNL, tan ampliamente utilizada por tantos terapeutas situados en la órbita humanista, o el enfoque de las Constelaciones Familiares, de Bert Hellinger.

En realidad, en la práctica, partiendo de unos presupuestos enunciados por los fundadores de la Psicología Humanista, esta se ha ido configurando como un espacio, en el cual convergían todos aquellos tipos de terapia que no se encontraban cómodos en los paradigmas frente a los cuales se alzó la Psicología Humanista: el conductismo, rechazado por su mecanicismo, y el psicoanálisis rechazado por su determinismo; porque los dos le negaban al ser humano su capacidad de decidir sobre su propia vida, de ser el responsable de su vida y destino.

Si es cierto que la Psicología Humanista surgió como respuesta a esas dos corrientes dominantes en la psicología de los 60, hoy podríamos ver y analizar, esas dos corrientes, que peso tienen en la psicología y en la psicoterapia hoy en día.

Es indudable que el conductismo como paradigma dominante ha dejado de existir, aunque todavía está presente en muchos ámbitos de la vida académica y terapéutica, y ejerza esa hegemonía obtenida en los centros de poder, mientras se desarrolla el nuevo paradigma, el Cognitivismo, en sus múltiples vertientes académicas y terapéuticas.

Por otra parte el psicoanálisis como corriente psicológica podríamos decir que se ha instalado definitivamente en el ámbito cultural de nuestra sociedad, mientras que en el terapéutico ha ido perdiendo fuerza, de tal modo que se pueden contar más películas basadas en la teoría psicoanalítica, que éxitos terapéuticos.

Hoy la Psicología Humanista mantiene los mismos principios que hace 50 años, aunque ahora no somos los únicos que hacemos hincapié en el ser humano, en sus valores, etc. Las Psicoterapias Cognitivas que se están desarrollando tienen muchos puntos en común con las Psicoterapias Humanistas, tanto es así que muchos psicólogos y terapeutas que están situados en la órbita del cognitivismo, perfectamente podrían ubicarse en la corriente humanista.

El porqué no lo hacen sería más largo de explicar, siendo quizás una de las razones más poderosas, el acientifismo (sino anticientifismo) del que hacen gala muchos psicólogos humanistas, creyendo, quizás de buena fe, que cuanto menos científico, más humanista se es.

Las fronteras no están claras, aunque lo que sí esta claro, es que ya existe un gran grupo de psicólogos y psicoterapeutas que, si hubiese que etiquetarlos bien podrían llevar la etiqueta de Humanista-Cognitivista, o Cognitivo-humanista, que epistemológicamente y paradigmáticamente hablando, sería más correcta que esa contradicción, que conocemos como cognitivo-conductual, que tan a gusto manejan los conductistas. Aunque quizás sería más sensato y abarcador de la realidad actual hablar de Terapias Experienciales y No-experienciales.

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Asumamos pues que la Psicología Humanista, si con alguna corriente se emparenta hoy en día es con la corriente cognitivista. Abramos las puertas, abandonemos las etiquetas y hagamos una Psicología Humanista de hoy para el ser humano de hoy.

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RLTG, 2004, 1, vol. 1 (5-6)

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Un mensaje de bienvenida a los lectores de la Revista Latina de Terapia Gestalt

Celedonio Castanedo Secadas *

No cabe ninguna duda de que en los últimos decenios hemos sido testigos de un desarrollo sin precedentes de la Terapia Gestalt. Citaré únicamente dos acontecimientos que sostienen esta afirmación: el primero se da en el campo editorial; no es hasta fecha muy reciente que han aparecido, en lengua hispana, dos obras de los cofundadores de este enfoque humanístico, me refiero a Gestalt Therapy: Excitación y crecimiento de la personalidad humana de Frederick Perls, Ralph Hefferline y Paul Goodman (2002, 2003, original en inglés aparecido en 1951); y Viviendo en los límites de Laura Perls (1994, 2001, 2004, original en inglés aparecido en 1992). Segundo, el crecimiento de esta corriente psicológica no solamente se evidencia por la gran cantidad de Tesis Doctorales elaboradas y publicadas (véase abstracts de Tesis Doctorales publicadas desde 1971 a 2003, en Castanedo, 1982, 1988, 1997, 2002; Castanedo, 1990, 1997, 2003). Así mismo, la fuerza de la Gestalt proviene de la diversidad de áreas de la conducta humana en que esta se aplica, su teoría y cono-cimiento que subyace.

Y mientras tanto se está dando un constante crecimiento de la Gestalt en Congresos de lengua hispana, el último de ellos (IV Congreso Internacional de Gestalt) organizado por el Centro Gestalt de México, congregó a más de mil quinientas personas en el World Trade Center de la Ciudad de México (octubre, 2003). Cada día están apareciendo nuevos títulos de libros en Gestalt, escritos los originales en lengua cervantina, cuando hace veinte años existían apenas unos pocos. Están floreciendo grupos, sociedades, centros e institutos que ofrecen formación de postgrado: master e incluso doctorado, por ejemplo, el Instituto Humanista de Sinaloa, en México, imparte un Doctorado Internacional en Psicoterapias con Enfoque Humanístico, situando el énfasis curricular en la Terapia Gestalt. Están emergiendo varias revistas especializadas. Y el lector se preguntará ¿y entre de todo este desarrollo qué viene a hacer otra revista especializada en Gestalt?

La respuesta más obvia es que a medida que crece el enfoque surge una mayor demanda de los autores e investigadores para publicar sus trabajos. Aunque esto es cierto, sin embargo, hay algo más importante que lanzar una nueva revista para responder a la demanda de contar con más páginas donde publicar. Al editar esta revista anima el que en ella se pretende publicar trabajos académicos que abarquen todas las áreas de aplicación de la Gestalt (psicoterapia, salud, educativa, organizacional, grupos, pareja, familia, etc.*.). No pretendemos ser tan especializados que nos concentremos exclusivamente en un área de la Gestalt, sino que nuestro propósito consiste en presentar una amplia gama, que cubra en lo posible la riqueza y diversidad de esta parte de la psicología, en ambos tipos los artículos presentados y la gama de disciplinas que contribuyen.

Finalmente, es importante subrayar que el Comité Editorial de esta Revista abarca una gran extensión geográfica del universo latino, con esta amplia cobertura en este campo, pretendemos atraer trabajos de tantas partes del globo como nos sea posible.

* Universidad Complutense de Madrid, e-mail: [email protected]

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Bibliografía

1. Castanedo, C. (1982, 1988, 1997, 2002). Terapia Gestalt. Enfoque centrado en el aquí y el ahora. Barcelona: Herder. 4ª edición.

2. Castanedo, C. (1990, 1997, 2003). Grupos de encuentro En Terapia Gestalt. De la silla vacía al círculo gestáltico. Barcelona: Herder. 3ª edición.

3. Perls, S.F., Hefferline, R.F., y Goodman, P. (2002, 2003). Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Ferrol: Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 2ª edición. Traducción Carmen Vázquez Bandín y Mª Cruz García de Enterría. Título original, Gestalt Therapy: Excitement and growth in the human personality (1951). New York: Julian Press.

4. Perls, Laura (1992). Viviendo en los límites. México, DF: Plaza y Valdés, 3ª edición. Introducción, Epílogo y Revisión Técnica Celedonio Castanedo. Título original: Living at the boundary (1992). Highland, NY: The Gestalt Journal.

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¿Qué es la psicoterapia?

Guillermo Feo García*

Resumen

Partiendo de una pregunta genérica, se va profundizando en una, sino definición, si delimitación del concepto psicoterapia, diferenciando la psicoterapia gestalt de otras, y delimitando la tarea y la forma de hacer diferenciada del psicoterapeuta, facilitador gestáltico.

Palabras clave: terapia gestalt, psicoterapia, facilitador.

Abstract

From this generic question, the author goes deeply into the concept of Gestalt Psychotherapy, not just defining but delimitating and differentiating it from others sorts of psychotherapies and setting up the task and the typical way of doing of the Gestalt therapist.

Key word: gestalt therapy, psychotherapy, therapist.

Introducción

Cuando observamos la diversidad de enfoques existentes dentro de ese movedizo terreno que llamamos psicoterapia, surge de inmediato la necesidad de poder delimitarnos en el campo, aparentemente común, de lo que ella es, para que, a la vez que nos diferenciemos nítidamente, podamos acercarnos en aquello que consiga interrelacionarnos a todos.

La pregunta que surge es directa: ¿porqué hay psicoterapias? Es decir, si en los textos, especializados o no, encontramos en la definición frases comunes como “tratamiento de trastornos emocionales”, “saber psicológico aplicado al tratamiento de los enfermos”, “método para el tratamiento de desórdenes anímicos”, “conjunto de procedimientos psíquicos...”, ¿cómo es que un específico sistema de ayuda -la psicoterapia- puede dividirse en territorios tan demarcados en los cuales cada uno tenga que explicar sus propias conceptualizaciones con relación a ella?.

La respuesta no es menos directa: porque toda especulación elaborada sobre la razón y el sentido de ser psicoterapéutico, está íntimamente ligado a la concepción que se tenga sobre el ser humano. Parafraseando un hermoso enunciado de Erich. Fromm (1974, p. 19) al hablar del amor, “cualquier teoría (de la psicoterapia) debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana”.

En este sentido y para ser congruente con lo expresado, como psicoterapeuta gestáltico quiero compartir algunos de los postulados que caracterizan a, permítanme la siguiente expresión, la filosofía de la psicología humanista.

Cada persona nace con una naturaleza interna que contiene dos variables biológicas fundidas en un todo que identifica a esa persona: una individual, personalizada y única, otra común, compartida con la especie humana (Abraham Maslow, 1985, p.29).

* E-mail: [email protected], web: www.cenaifgestalt.org

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Todo individuo viene al mundo conteniendo una serie de necesidades, algunas básicas como las de seguridad, pertenencia, amor, otras más elaboradas llamadas de desarrollo e impulsoras del organismo hacia el crecimiento y la autorrealización (Maslow, 1985, capitulo 3).

Los dos puntos anteriores configuran un perfil particular de cada persona, potencialmente disponible para evolucionar hacia la vida saludable y efectiva.

En este orden de ideas afirmamos que lo que distingue al hombre del resto de los animales es su capacidad de crear su propia existencia, eligiendo en libertad aquello que escoja como lo más conveniente y responsabilizándose por los resultados de dicha elección.

Jean Paul Sartre lanzó esta lapidaria frase: “Estoy condenado a ser libre” (Sartre, 1993, p. 545). Lo cual significa que hasta el callejón de la neurosis es una elección existencial hecha por el individuo. Opción sin duda perturbada e insana, mas no por ello exonerable de la cuota de responsabilidad que conlleva dicha escogencia. El neurótico no es un enfermo, un producto pasivo, o de tenebrosas luchas ontogenéticas no resueltas, o de la victimaria carga del ambiente. Es la trágica consecuencia de una elección pervertida, a la cual tendrá que enfrentarse para concienciar las ganancias que, neurótica y paradójicamente, escogió buscar en tan perturbado camino.

La terapia: ¿un acto médico?

En el lenguaje cotidiano, la palabra terapia está asociada indefectiblemente al ámbito médico. Descubramos la realidad.

El sufijo –terapia, tiene su origen etimológico en la voz griega therapeia, que quiere decir cuidado, curación. De igual manera, terapéutica se deriva de therapeutik, que se traduce como servir, cuidar. Así como terapeuta viene de therapeutés que significa servidor.

Por otra parte, la palabra tratamiento, ligada tradicionalmente a la terapia, en su más precisa acepción española se refiere a una forma de comportarse, de comunicarse y relacionarse con el otro, para atenderlo o asistirlo de una determinada manera.

Bajo estas visiones, terapia y tratamiento se funden en un todo que, aunque puede ser aplicado a la acción médica y psiquiátrica, no es exclusivo de ella. Servir, cuidar, asistir y comunicar, son, mucho más allá que conductas orientadas hacia la curación de enfermedades, actitudes fundamentales que describen la cálida y particular capacidad para interrelacionarse, características diferenciales del ser humano. Sin duda que el terapeuta es un “servidor” que “cuida” -desde todos los puntos de vista unidos en una gran totalidad: psicológico/ físico/ existencial/ comunicacional/ ético- a quien ha solicitado su atención. De tal manera que al tratar al otro, lo que ciertamente está haciendo es comportándose de una determinada manera -comprensiva/ acompañante/ respetuosa-, comunicándose y relacionándose de una forma precisa, congruente y efectiva con el otro.

Mas, ¿cuál es el campo de acción específico de la psicoterapia y cuáles las metas que persigue un psico-terapeuta?

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Campo específico de la psicoterapia Gestalt y metas del psicoterapeuta

El abordaje psicoterapéutico de las orientaciones humanistas, específicamente la Terapia Gestáltica, se aleja drásticamente del determinismo de los instintos o del ambiente. Al plantearnos que cada ser humano nace con la posibilidad de elegir su propio destino de acuerdo a sus individuales potencialidades, al descartar la creencia en la existencia de fuerzas ontogenéticas que determinan el devenir vital, al suponer que hombre es capaz de accionar-se de acuerdo a sus propios intereses por encima, muy por encima de las circunstancias ambientales (Feo, 2003, p.134), el rol del psicoterapeuta gestáltico se hace claro.

Entonces, el ejercicio de nuestra psicoterapia toma la auténtica senda que indica su origen etimológico. No busca modificar conductas, curar enfermedades -ni del alma ni de la psique-, otorgar felicidad, tranquilizar, solucionar problemas. No le interesa analizar ni interpretar los conflictos que el otro sufre. No persigue alterar las creencias de quien busca ayuda y mucho menos intentar que el otro cambie, porque simplemente ello es imposible. Al respecto dice Karl Jaspers: “La terapia no puede reemplazar lo que sólo puede dar la vida” (Jaspers, 1959, p. 48).

Siendo así, el sentido auténtico de la acción psicoterapéutica es acompañar al otro en un viaje de exploración y descubrimiento, iniciándose en el mismo momento del primer contacto ser-a-ser dentro del contexto terapéutico, progresando por sorpresivos y novedosos caminos, tan novedosos como seres humanos existan, hasta que ese otro sea capaz de reconocer sus propias y únicas potencialidades anestesiadas, despertarlas y utilizarlas para la creación de un nuevo modelo de ser-en- el-mundo, es decir, de elegir y establecer contactos verdaderamente nutritivos con el medio que le rodea.

El papel del facilitador.

Visto de esta manera, ha llegado el momento de hacer una transmutación terminológica. Utilizamos la palabra facilitador para describir el papel que juega el tradicional psicoterapeuta dentro de la relación psicoterapéutica. El facilitador resume todas las características descritas al inicio: facilita -simplifica, hace posible- el viaje al fondo de sí mismo, de tal forma que el otro desmonte las complejas y barrocas estructuras que ha venido construyendo en el penoso transcurrir de su neurosis.

Ese otro, singular compañero de tan particular aventura, es el facilitado, que no el paciente. Puesto que no “soporta”, ni sigue pasivamente, ni “padece” las acciones e instrucciones del psicoterapeuta. El facilitado no se cura de ningún mal, ni aprende nada del facilitador. Aprende de sí mismo, ampliando sus niveles de conciencia para, en el presente, re-construir su manera de ser-en-el- mundo, desarrollándolo en una natural y hermosísima experiencia de crecimiento.

Este camino no es rectilíneo, delicado ni armónico. No lo es para el facilitado ni para el facilitador. Porque el facilitado espera que el facilitador le provea las herramientas vitales de las cuales él supone está desprovisto. El facilitador sabe que el facilitado las posee, más o menos efectivas. Y también sabe que su papel es sólo acompañarlo y CONFIAR en que, en algún momento, iniciará la gestación de una novedosa manera de vivenciarse en el mundo. Pero para ello, tendrá que despedirse, de manera dolorosa, de todas aquellas experiencias que, hasta ese momento, supuso eran la verdad de su maltrecha vida.

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No quiero terminar sin invitar a los lectores a que continuemos el tránsito ya iniciado por la senda que conduce a la dignificación del ejercicio psicoterapéutico. Con dignificación quiero decir rescatarlo de los viejos y rígidos paradigmas médicos y psicologistas que han impuestos sus campos de acción sobre el territorio innato de la psicoterapia. Si bien esto tuvo su justificación al inicio de la historia, ya no la tiene. Apoyándonos en el punto Nº 1 de la Declaración de Estrasburgo en materia de psicoterapia (21 de Octubre de 1.990) que dice textualmente: “La psicoterapia es una disciplina científica independiente y su ejercicio equivale a una profesión libre y autónoma”, luchemos con tesón y convencimiento para que la psicoterapia abandone el seno de sus progenitores: la psiquiatría y la psicología. Otorguémosle su partida de nacimiento. A fin de cuentas no es sino por el bien de quienes solicitan nuestra ayuda.

Referencias bibliográficas.

1. Feo García, Guillermo, 2003, Caos y congruencia. La Terapia Gestáltica: un estudio científico de la personalidad. Venezuela: Galac.

2. Fromm, Erich, 1974, El arte de amar. Argentina: Paidos, 15ª edición. (Edición original en inglés. Trad. Noemí Rosemblatt)

3. Jaspers, Kart, 1959, Esencia y crítica de la psicoterapia. Argentina, Compañía General Fabril Editora, 2ª edición. (Edición original en alemán. Trad. Roberto Podestá)

4. Sartre, Jean Paul, 1993, El ser y la nada. Argentina, Losada, 9ª edición. Edición. original en francés, 1943. Trad. Juan Valmar)

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Comentarios sobre fenomenología gestáltica: (reivindicando el legado de F. Perls)

Carlos Vinacour*

Resumen

Partiendo de un repaso de las ideas de Bateson, y otros, se cuestiona la existencia de una realidad objetiva, del nexo entre las causas y los efectos, de la validez de las descripciones fenomenológicas, y aboga por un relativismo más acorde, con el hecho de que tenemos diferentes modos de percibir, estructurar y dar sentido a los sucesos.

Palabras clave: realidad objetiva, fenomenología, relativismo, terapia gestalt

Abstract

From a review of Bateson and others’ ideas, the existence of an objective reality, the link between cause and effect and the validity of phenomenological descriptions are here questioned. The author pleads for a more appropriate relativism, bearing in mind that we all have different manners to perceive, structure and give sense to events.

Key words: objective reality, phenomenology, relativism, gestalt therapy.

Ejemplo 1

Imaginemos la siguiente escena. Un europeo en pleno siglo veinte se encuentra en una hermosa pradera compartiendo con su hijo una caminata. De repente, el cielo se oscurece y el apacible día soleado deja paso a una abrupta e impensada tormenta de verano. Las ramas de los árboles comienzan a crujir. Fuertes vientos se levantan y golpean la cara de los dos desprevenidos paseantes. El niño se asusta.

-Papá, tengo miedo ¿Qué es esto?

-Nada serio hijo, es solo una tormenta. Como ves llueve. Son frescas gotas de agua que caen. Aprovechémoslas, hasta ahora el calor era agobiante. Te propongo quedarnos bajo un árbol y disfrutar.

-¿Pero, por qué llueve papá?.

-Es un fenómeno meteorológico. Una nube cargada de vapor de agua se encontró en la atmósfera con una masa de aire muy frío, el vapor se condensó y cae en forma de gotas de agua. Eso es todo, no hay porqué asustarse.

Si pensamos la escena en la misma pradera seiscientos años antes de Cristo, en la Grecia antigua, el diálogo hubiera sido algo diferente

-¿Qué es esto papá? Pregunta el niño.

-Algo muy auspicioso hijo. Son las lágrimas de Zeus, señor del cielo, dios de las lluvias y acumulador de nubes.

-¿Pero, por qué llora?

* E-mail: [email protected]

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-Démeter vio nuestros campos secos, se apenó por nuestras cosechas y debió pedirle a Zeus que se apiadará de su pueblo. Zeus ha cumplido haciendo brotar de sus ojos las lágrimas que ves en la tierra. Los dioses están con nosotros y hay que agradecer lo que están haciendo. Debemos ir ahora al templo de Delfos y dar una ofrenda por este regalo del Olimpo.

Ejemplo 2

(tomado de Bateson G. Metálogos: ¿Qué es un instinto? En Pasos hacia una ecología de la mente. Editorial Carlos Lohlé. Bs. As 1976. Página 65)

Hija: Papá, ¿qué es un instinto?

Padre: Un instinto, querida, es un principio explicativo.

H.: ¿Pero que explica?

P.: Todo... casi absolutamente todo. Cualquier cosa que quieras explicar.

H.: No seas tonto. No explica la gravedad.

P.: No, pero eso es porque nadie quiere que el “instinto” explique la gravedad. Si lo quisieran, lo explicaría. Podríamos decir que la luna tiene un instinto cuya fuerza varía inversamente al cuadrado de la distancia...

H.: Pero eso no tiene sentido papá.

P.: Claro que no, pero fuiste tú la que mencionó el instinto, no yo.

H.: está bien... ¿pero qué es lo que explica la gravedad?

P.: Nada querida, porque la gravedad es un principio explicativo.

H.: ¡Oh!

Conclusión

Cada vez que observamos un fenómeno primero lo llenamos de sentido –“estas son gotas de agua” o “estas son lágrimas de Zeus”- y luego intentamos buscarle una causa – “el vapor se condensó al chocar con una masa de aire frío” o “los dioses están tristes al ver nuestros campos secos”-

El porque de las causas

Dice Nietzsche: “Hablemos de la cronología de la causa y el efecto. El hecho fundamental de la experiencia es que la causa se imagina una vez que el efecto tuvo lugar. Lo que llamamos efecto es en realidad la causa de la causa.”

En otras palabras, el efecto es el disparador de la causa.

Toda vez que observamos una conducta, solo en ese momento, estamos en condiciones de elaborar las causas de esa conducta. ¡Nunca antes!.

Esto es lo que llevaba a Borges a afirmar que: “las causas son falibles...”, es decir inciertas, engañosas, “...los hechos no”. Solo los hechos son una realidad cierta.

Dicho de otra forma, podemos afirmar que:

No hay causa anterior cierta.

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No hay nexo cierto seguro entre causa y efecto.

Todas nuestras afirmaciones sobre las causas son construcciones; algunas altamente sofisticadas, sin duda, pero solo construcciones que sirven para intentar explicar lo que en verdad es inasible y pertenece al terreno incierto de la elucubración.

La realidad es tan compleja que es inabordable, o por lo menos abordable parcialmente por la razón y sus métodos.

Son tantos los factores que anteceden a una conducta y a su vez esta repercute en tal cantidad de eventos, que, parafraseando a Jean Ambrosi (terapeuta gestáltico de origen francés), produce vértigo.

Ambrosi dice: “Es todo movimiento, infinidad de movimientos que nosotros no podemos reducir a ecuaciones o precisar a partir de causas. El fenómeno de la conducta no es aprensible ni comprensible”.

Existe un carácter arbitrario que construimos en cada nexo, y no advertimos que inventamos nexos a través de la razón. Nunca hay datos ciertos, reales o verdaderos, son constructos que hace nuestra conciencia.

Hemos educamos, incluso a nuestros sentidos, con la ideología racionalista de la causalidad.

Estamos profundamente absorbidos por la razón, no sólo en el terreno de lo cognitivo sino también en el de los sentimientos y las sensaciones, que sucumben frente al filtro racional.

Tenemos un estilo de dar cuenta de los hechos, aun de aquellos que pertenecen al terreno de los sentimientos y de lo sensorial, que es a través de la explicación.

Entiéndase bien, no es que no haya condiciones para que se produzca determinado acontecimiento. No es que no haya causas. Lo que sucede es que primero tiene que existir el efecto para después elaborar una construcción que nos permita “entender” cuales fueron las condiciones determinantes de ese suceso.

Creo que esta es la máxima esclavitud a la que estamos sujetos: suponer que los datos son la realidad.

Husserl se revela contra esto y plantea: “no expliquemos, solo describamos”. Esta es la base de la fenomenología.

Sin embargo la descripción de un fenómeno no es menos inocente que la explicación causalista.

A pesar de que permite desligarnos del origen de los hechos, la fenomenología, al seleccionar y priorizar determinados aspectos del fenómeno por sobre otros, se vuelve necesariamente selectiva y poco inocente.

Creo que esto sucede, entre otras cosas, porque del fenómeno, uno nunca podría describir la totalidad. Es imposible hacerlo. No nos queda más remedio que seleccionar “arbitrariamente” (¿o deberíamos decir objetivamente?) algunos datos y armar con ellos una descripción. Descripción que por el carácter selectivo del armado pierde ingenuidad.

Con todo Husserl no logró romper con la ideología racionalista explicativa. Se quedó preso en una teoría explicativa del procedimiento intencional de la conciencia.

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El también buscaba las causas, la verdad última, la explicación, pero con otros métodos. Husserl plantea otra ruta, pero llega al mismo destino.

El sentido de las cosas

Aclaremos, no es que las cosas no ocurran libres de causas, por supuesto que ocurren, pero dentro de un campo explicativo en que uno está dándole un sentido al fenómeno.

No hay posibilidad de que exista un acontecimiento puro; los acontecimientos son dentro de un campo de sentido, y el campo es una construcción absolutamente arbitraria que pretende explicar un fenómeno dándole no solamente una causa sino también un sentido.

Determinados campos del habla constatan determinadas realidades y no otras.

Es por lo tanto una arbitrariedad, dar sentido de Verdad a una subjetividad, (o si se quiere a un constructo social, o a una interpretación de la época o de la ciencia de esa época).

Kant explicaba esto diciendo: “No hay hechos en sí, hay hechos para.”

No hay fenómenos en sí, hay fenómenos para un campo. No hay “sí mismo” en sí, hay “sí mismo” para los gestaltistas. No hay superyo en sí, hay superyo para los psicoanalistas. No hay lluvia en sí, hay lluvia para la meteorología.

No es que no hay cosa, por supuesto que hay. Pero lo que hay es cosa para un sistema de pensamiento. Armamos “la cosa” utilizando las reglas de un sistema, y a la conclusión a la que llegamos le damos estatus de verdad, pretendiendo que esa es una verdad que excede al sistema dentro del cual fue creada.

Lo que olvidamos o nunca decimos es que los sistemas verifican siempre al interior, se auto verifican, se autoafirman, por lo que no pueden hablar de verdades. Por ejemplo, el superyo, se auto verifica constantemente dentro del desarrollo de la teoría psicoanalítica.

Esto se complementa con el planteo de Godel (1931) que sostiene que ningún sistema puede probar desde sí mismo sus propias proposiciones. Por ejemplo, si bien el superyo se autoafirma en el desarrollo de la teoría del psicoanálisis, no es menos cierto que el mismo psicoanálisis no puede probar de manera fehaciente su existencia. Como plantea Bateson en el Metálogo del ejemplo anterior: ¿qué es lo que explica la gravedad? Nada, porque la gravedad es un principio explicativo.

En el mismo sentido el superyo es en el campo psicoanalítico un principio explicativo, al igual que el sí mismo lo es para muchos gestaltistas.

Borges decía: “toda clasificación del universo es arbitraria y conjetural. Por una razón muy simple, no sabemos que es el universo.” El filósofo argentino Luis Jalfen proponía cambiar la palabra universo por la palabra cosa (todas las cosas, cualquier cosa, no solo el universo), la frase se vuelve mucho más amplia y dramáticamente válida.

Perls pide en el prefacio de Ego, hambre y agresión “una depuración despiadada de todas las ideas meramente hipotéticas, especialmente de aquellas hipótesis que se han transformado en convicciones rígidas, estáticas, y que en la mente de algunos se han impuesto como realidad más que como teorías flexibles”.

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Se ha hablado hasta el cansancio de las posturas anti-teóricas de Perls. Pero, ¿era en verdad un excéntrico anarquista que descreía de las teorías? O estaba planteando una fenomenología más radicalizada y por ende mucho más difícil de sostener para nosotros, humildes terapeutas atados a pesar nuestro a la carga racionalista de dos mil años de cultura.

Vivimos bajo el imperio de la ley que plantea convicciones rígidas, estamos sumidos en la Verdad como fuente de toda razón.

Sin embargo, nótese bien, no es lo mismo pensar que hay ley (lo absoluto) que reglas de juego (lo relativo). La ley se da en determinadas reglas de juego.

¿El vaso cae, o la tierra se acerca al vaso? ¿Cuál es la ley? ¿Por qué no pensar que lo del vaso que cae es una regla de juego?

Permitámonos aceptar que adherimos a verdades absolutas que son solo simples reglas de juego dentro de un campo.

Aceptemos que esas supuestas verdades, son relativas, pueden ser cuestionadas y hasta cambiadas. Tal vez en ese momento lograríamos hacer más leves y livianas nuestras pesadas teorías.

Lo anterior supone plantear algunas preguntas inquietantes para nuestra tarea como gestaltistas: ¿existen causas o sistemas causales?, ¿existe algo llamado proceso?

¿Y si las conductas fueran solo emergencias?, conductas que emergen, antes que conductas “causadas por...” ¿Por qué no?

¿Y si las conductas simplemente aparecen?. ¿Y si desde nuestra esclavitud racionalista las cargamos arbitrariamente de sentido?

Los hechos son los únicos no falibles, decía Borges. Lo único cierto que podemos decir de un hecho es que “está siendo”. En el momento que lo vemos “está apareciendo”. Todo lo demás es conjetural.

El sentido del hecho y el origen del hecho son absolutamente falibles, inciertos y conjetúrales.

Cambiemos las reglas de juego permitámonos pensar en lo aleatorio de las conductas.

Si incorporamos el modelo de lo aleatorio, la fenomenología gestáltica, podría ser vista no ya como un modelo que intenta entender y llegar a conclusiones, sin el prejuicio de la interpretación.

Desde la nueva visión podríamos hablar de

Una metodología que sería la vía regia para permitir y alentar la emergencia de conductas aleatorias que aumenten el repertorio del individuo y permitan su crecimiento.

Las conductas surgen de un fondo y se transforman en figura. En este eterno proceso de estar siendo y haciendo, las conductas aparecen y desaparecen, sin cristalizaciones.

Sin embargo hay cristalizaciones en las patologías. Las patologías lo son, porque tienden a la cristalización.

Una conducta se repite y se repite, en vez de entrar en el eterno proceso de la aparición y la desaparición.

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En las patologías las conductas se cristalizan y dificultan el surgimiento de nuevas conductas, de conductas originales y creativas.

¿Y si la tarea del terapeuta fuera solo crear las condiciones para que nuevas y originales conductas aparezcan? ¿Y si solo fuera eso? Sin la pretenciosa actitud de darles a esas conductas un sentido o un por qué o un para qué.

Kant plantea “Los juicios de la sana razón común son el negocio de los filósofos”. Nietzsche agrega que cada vez que intentamos darle al otro un sistema de verdad, nos estamos adueñando de esa persona.(“ Siempre que se habla de humanizar más el mundo, equivale a adueñarse más de él.”)

Cada paciente viene inmerso en un sistema de verdad. Creo que no tenemos autoridad suficiente para cambiarlo. Pero creo también que tenemos el derecho de intentar mostrarle que no hay sistema de verdad cierto, que hay muchas verdades al mismo tiempo y ninguna de esas verdades es excluyente. Somos hijos del monosentido, nos resulta muy difícil pensar en más de un sentido.

Fue Aristóteles el que inauguró la idea de que “si a es a, no puede ser a su vez no a”. ¿Quién está dispuesto a afirmar hoy que esto sigue siendo válido?

Cada evento, cada conducta, cada aspecto de la vida es en sí polisémico es decir que tiene una multiplicidad de sentidos. En eso radica “La eterna levedad del Ser”

Bibliografía

5. Bateson G. (1976) Metálogos: ¿Qué es un instinto? En Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires Editorial Carlos Lohlé. Bs. As

6. Borges J. (1985) Ficcionario. Una antología de sus textos. México: Fondo de Cultura Económica

7. Godel. K (1931) “On formally undecidable propositions of pricipia mathemática and elated systems”. Disertación doctoral en la Universidad de Viena.

8. Perls S. (1975) Ego, hambre y agresión. México: Fondo de Cultura Económica

9. Jean Ambrosie, "La terapia Gestáltica". Manuscrito inédito, 1991

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Apuntes sobre los enfoques existenciales-humanísticos en psicoterapia

Celedonio Castanedo*

Resumen

Se hace una rápida revisión de algunos de los enfoques existenciales-humanísticos aplicados en psicoterapia. Como influencia se enfoca en dos contextos geográficos: Europa y los EE UU. En el primero, el pensamiento de algunos filósofos como Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger facilitan a Jaspers, Binswanger y Boss los conceptos básicos para la elaboración de la psicoterapia existencial-humanística. In the EE UU, Rollo May y el director de su Tesis Doctoral, Paul Tillich, introducen el enfoque existencial-humanístico a la práctica de la psicoterapia. Seguidamente este artículo expone los principios básicos del enfoque existencial, los orígenes y el mantenimiento de los problemas en el ser humano, el significado del cambio, las destrezas y las estrategias psicoterapéuticas, y finalmente, algunas investigaciones cualitativas hechas en el área de la psicoterapia existencial.

Palabras claves: Psicoterapia existencial-humanística. Terapia Gestalt.

Abstract

In a brief history are revised some of the existential-humanistic approach applied to psychotherapy, the phocus is in two geographical contexts of development: Europe and the United States of America. In the first, the thinking of existentialist philosophers such as Kierkegaard, Nietzsche and Heidegger give to Jaspers, Binswanger and Boss the basic concepts for the elaboration of existential-humanistic psychotherapy. In the USA, two men introduce the humanistic-existential approach to psychotherapy: Rollo May and his teacher in the university, Paul Tillich. Following this paper expose the basic assumptions of the existential approach, the origins and maintenance of problems in the human being, the mean of change, the psychotherapeutic skills and strategies, and finally, some qualitative research that were made in existential psychotherapy.

Key words: Existential-humanistic psychotherapy. Gestalt therapy. Los enfoques existenciales-humanísticos de psicoterapia toman sus raíces de la

práctica antigua de la filosofía aplicada. La filosofía, o el amor a la sabiduría, surge como una búsqueda activa del ser humano para encontrar el secreto de una buena vida. La antigua filosofía utilizó el método socrático de discusión dialéctica para revelar y desenmarañar la verdad acerca las circunstancias (Ortega y Gasset) y los dilemas personales y universales. Esta práctica filosófica cayó en desuso, aunque fue revitalizada al inicio del siglo veinte cuando un elevado número de psicólogos y psiquiatras comienzan a aplicar el pensamiento de algunos filósofos existencialistas, como Kierkegaard (1844,1980), Nietzsche y Heidegger (1927), a su trabajo clínico (van Deurzen, 1997). Karl Jaspers, Ludwig Binswanger (1961) y Medard Boss (1957), fueron los primeros en formular los principios de la psicoterapia existencial-humanística (May el al., 1958). Sus trabajos, ejercidos principalmente en Alemania y Suiza, se conocen como Daseinsanalysis o análisis existencial.

* E-Mail: [email protected] , Web: http://pagina.de/celedonio

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Autores como Paul Tillich (1952) y Rollo May (1969), sembraron el enfoque por todos los Estados Unidos de América. Asimismo, hicieron extensiva su influencia en el movimiento del potencial humano y la psicoterapia humanística. Encontrándose elementos existenciales obvios en algunos de estos enfoques, como la Psicoterapia centrada en el cliente de Carl Rogers y la Terapia Gestalt de Fritz y Laura Perls (Castanedo, 2002, 2003). Mientras que Irving Yalom (1970, 1980), James Bugental (1981), y Alvin Mahrer (1996), hicieron contribuciones directas al desarrollo de la psicoterapia existencial en los EE UU. En Europa la psicoterapia existencial está representada por la Logoterapia de Victor Frankl (1946, 1964). En el Reino Unido por el trabajo terapéutico ejercido por Ronald D. Laing (1960), el cual fue inspirado partiendo de los escritos existencialistas de Jean- Paul Sartre (Sartre, 1946, 1956).

Todo lo anterior ha generado algunas publicaciones muy significativas, lo que hace que los enfoques existenciales sean más sistemáticos y mejor conocidos cada día (van Deurzen, 1988, 1998; Cohn, 1997). Estos enfoques existenciales se centran en ayudar a las personas a confrontar la vida con sus diversas y confusas complejidades. Muchos de los problemas que preocupan a la gente son consecuencia natural de los cambios y limitaciones a que está expuesta la condición humana. La vida es difícil y mucha gente necesita una pequeña ayuda para aprender a vivirla. Antes o después mucha gente vacila en la habilidad a comprender las exigencias que se hacen sobre nosotros y tenemos dificultades para enfrentarnos a los apuros que encontramos al interior de nosotros mismos.

El objetivo humanístico no reside en “curar” a la gente de su psicopatología –este es un concepto inútil y erróneo-, sino más bien enseñar al cliente a hacer frente a las contradicciones y paradojas que le presenta la existencia cotidiana. La ansiedad no debe evitarse, es un instrumento valioso que nos ayuda a estar más conscientes de la realidad. Se necesita abrazarla y comprenderla si se quiere vivir la vida con toda su intensidad. Mi maestra Laura Perls (2004) mantenía “No creo que a un niño pequeño le paralice la ansiedad”. (p. 154). Por otra parte, un par de páginas más adelante sostenía que: “... el psicótico nunca verá completamente aliviada su ansiedad”. (p. 156).

La gente nunca está totalmente aislada. Siempre se vive en un mundo en el que están otras personas en una situación tal que influencian nuestra experiencia. Los problemas se analizan en su contexto cultural, social y político. Hay una tendencia humana a esconderse y engañarse uno mismo acerca la vida y nuestra posición en la misma. La capacidad para comprenderse uno a sí mismo y a los otros se incrementa a medida que nos enfrentamos a la verdad y aspiramos a la autenticidad.

El “self” es un concepto relativo. Solamente cuando actúo en el mundo es cuando le doy sentido a mi self. Mi identidad se establece cuando únicamente mis acciones y cualidades de ser son denominadas y descritas. El self no existe como algo sólido, inmutable. Los seres humanos estamos en constante transformación.

Asimismo, no existe un lugar conocido como inconsciente, tampoco existe lo real. Existen múltiples interpretaciones de la realidad y muchas capas para comprender un fenómeno y tomar conciencia del mismo. Por medio de la reflexión y la comprensión podemos acercarnos a lo que es, aunque sin llegar jamás a conocerlo totalmente.

La vitalidad se basa tanto en la aceptación de lo positivo como de lo negativo. No puede existir la vida sin la muerte ni la salud sin la enfermedad. Aprender a vivir con estas tensiones es el sine qua non del ser real. Vivimos en el tiempo. Vivir requiere recolectar del pasado y estar presentes ahora para proyectarnos de nuevo hacia el futuro. Todas las dimensiones del tiempo son importantes y están en interrelación constante

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unas con otras. Nuestras vidas las vivimos en una variedad de dimensiones. Primero, en el mundo físico concreto interactuamos con objetos materiales. Segundo, está el mundo que vivimos con la otra gente, con la que interactuamos. Tercero, vivimos con la dimensión de auto-representación, esto es con nuestro mundo interno. Cuarto, vivimos con la dimensión abstracta espiritual, donde encontramos el significado y le damos sentido a las cosas.

La vida es intrínsicamente complicada, cada día encontramos problemas de todos los tipos y niveles. Cuando encontramos la vida muy difícil tenemos una tendencia a hacer las cosas más sencillas, escapando de la realidad y viviendo con ilusiones. Uno de los caminos que tomamos es imaginar que estamos condenados a ser lo que somos, en lugar de abrazar nuestra libertad y la responsabilidad de tomar nuestras decisiones y cambios existenciales. La baja confianza conduce a la pasividad, lo que perpetúa nuestras dificultades para hacer frente a nuestros problemas.

A veces los seres humanos nos sentimos tan sobrecargados por la complejidad de los problemas que tenemos que hacer frente, que nos retiramos completamente del mundo, terminado en aislamiento y locura, perdiendo firmeza en la realidad y los restos de fortaleza y la vitalidad del proceso.

Una de las causas constantes de preocupación es la presencia de los otros. A menudo tendemos a ver a otras personas como amenazas potenciales y mucha de nuestra experiencia confirma la desconfianza en los otros. Nunca la interacción destructiva o el evitamiento de la interacción pueden convertirse en una auto-profecía de estar condenado al fracaso. Como frágiles seres humanos que somos a menudo vivimos arrepentidos de lo que ha pasado ayer, con miedo de lo que se nos pedirá ser hoy y culpabilidad de lo que no hemos hecho para mañana. De esta forma nos podemos paralizar emocionalmente.

Algunas personas se encuentran ellas mismas en situaciones en las que restringen su punto de vista y su libertad de acción. Los factores genéticos, evolutivos, culturales y de género pueden generar todos ellos lo que aparece como un obstáculo insalvable. La vida de cada persona presenta un gran número de dificultades que tenemos que aprender a acomodar o sobrellevar. Algunas personas se organizan para enfrentar desventajas iniciales sustanciales o adversidades, mientras que otras despilfarran sus ventajas o tropiezan cuando se encuentran frente a contratiempos menores.

Cada problema tiene su correspondiente solución. Nuestras actitudes y nuestro estado mental hacen la diferencia de cómo utilizar nuestra habilidad para vencer las dificultades. No se consigue nada culpándose uno mismo o a los otros o a las circunstancias y continuar atrapado en una posición especifica. Confrontar la situación puede ser duro, sin embargo, siempre es posible, dando tiempo y recibiendo, si se necesita, ayuda. Estar preparado para enfrentar nuestros problemas conduce a resolver situaciones que acarrea la misma vida y a una buena disposición para ir al encuentro de lo que aparezca, con rapidez y un espíritu de aventura. El cambio se da continuamente y los seres humanos tenemos que hacer grandes esfuerzos para mantener una situación estable. A menudo intentamos evitar el cambio, incluso cuando nuestra situación no es especialmente buena. Frecuentemente tememos los procesos inevitables de transformación a los que todas las cosas en este mundo están sujetas.

Cuando los clientes vienen a psicoterapia lo hacen debido a que quieren encontrar la fuerza y la confianza que les permita hacer un cambio para bien en sus vidas. Necesitan que el terapeuta les haga creer en ellos mismos y les ayude a afirmarse

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cuando se confronten con sus miedos. El paciente necesita recibir soporte para que aprenda el autosoporte, necesita recibir contacto nutritivo para que aprenda a entrar en contacto sano. En palabras de Laura Perls: “... un adulto que cuente con las funciones de soporte y de contacto necesarias tampoco le paralizará el miedo”. (p. 154). Uno de los objetivos del trabajo humanístico reside en hacer que los clientes estén más abiertos a su propia experiencia y a toda su realidad paradójica. Los clientes pueden ser ayudados a ser más tolerantes de su propia ansiedad, llegando a comprenderla mejor, haciéndose más auto-reflexivos.

El darse cuenta (“awareness”) de una situación modifica totalmente la situación (Castanedo, 2002, 2003). Gradualmente y a medida que los clientes relatan y analizan su historia con su terapeuta, alterarán la interpretación de la misma y, en consecuencia, la de ellos mismos, modificará su propia existencia.

Permitir que las personas se den cuenta de sus fortalezas, debilidades, talentos y habilidades es tan importante como ayudarlos a explorar el lado oscuro de su experiencia, pasiones y añoranzas. En este sentido el POI es un instrumento psicológico que permite detectar –entre otros factores de la personalidad- tanto el autoconcepto como la autoaceptación (Castanedo y Munguía, 2004), la debilidad como la fortaleza.

Los enfoques humanísticos están en principio contra las técnicas, estas impiden la interacción humana profunda y directa, en un nivel real. Las habilidades terapéuticas se utilizan para ayudar a los clientes a que enfrenten los acontecimientos vitales y el encuentro terapéutico consiste en establecer un intercambio humano profundo y auténtico, un encuentro “yo-tú” buberiano.

Si embargo, un determinado número de estrategias son utilizadas y reconocidas como perteneciente al campo humanístico. En estas se incluye trabajar con las paradojas cuando se ayuda a los clientes a reconocer sus conflictos y a confrontar la realidad, con todas sus contradicciones y ambigüedades que conlleve.

En las sesiones psicoterapéuticas se refuerza una actitud de apertura y los clientes no son mimados, aunque si son tratados con respeto, esmero y comprensión (empatía rogeriana). En este proceso terapéutico se hace énfasis en el darse cuenta de la fortaleza que están desarrollando y como pueden aprender a confrontar las limitaciones con más eficacia. La psicoterapia permite que los clientes hagan explicitas sus suposiciones implícitas, creencias y valores, hasta que emerja una percepción del mundo más nítida y clara (Terapia Gestalt). Todo esto puede ser explorado en las contradicciones o implicaciones ocultas. El terapeuta sigue la pista del estado mental del cliente, sus estados de ánimo, actitudes, sentimientos y emociones profundas, son perseguidos hasta su fuente, de tal forma que un fuerte sentimiento de lo que realmente importa emerja como figura de un fondo en el que se encontraba adormecido. Una vez vivenciada esta experiencia se enseña al cliente a que continúe, por si sólo, practicando centrado siempre en esta pista emocional.

Los propósitos y asuntos finales son trabajados hasta que el cliente se siente reactivado a vivir la vida con plenitud, de una forma implicada y comprometida y sin escapar a las dificultades y miedos que le surgirán en su camino existencial. Redescubriendo que es lo que uno desea vivir para sí mismo, se consigue un gusto renovado para la propia creatividad y habilidad, encontrando en ese camino una forma de vida autorrealizada (Maslow). Con el fin de encontrar una pista, que penetre en los dilemas del cliente de una forma personal y directa, el terapeuta se identifica con los asuntos del cliente. Al mismo tiempo la distancia con los apuros del cliente debe

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mantenerse por medio de una actitud filosófica, que permite que los problemas puedan ser vistos desde una mayor perspectiva de lucha humana universal.

Los asuntos ideológicos pueden ser debatidos y los asuntos políticos y culturales pueden ser tratados. Clarificar y crear un mundo significativo son dos de los objetivos más importantes de la psicoterapia. Modelando un penoso y cuidadoso enfoque a la vida y a los otros, los terapeutas humanísticos alientan a los clientes un deseo vital a vivir plenamente con coraje y autorrealización. Este esfuerzo es siempre dirigido contra el reconocimiento de las limitaciones humanas y personales y va aparejado a una aceptación creciente de las fuerzas de la vida y la muerte, de las cuales todos estamos rodeados.

La investigación en la psicoterapia con enfoques humanísticos es escasa dada la oposición de los terapeutas de estas corrientes a la tecnología de la investigación. Aunque, por otra parte, existe una relativa cantidad de estudios cualitativos que investigan los factores existenciales. Así mismo, una gran cantidad de investigación trata indirectamente los asuntos existenciales. Algunas de estas investigaciones son:

1. Yalom (1970), en su trabajo con grupos, descubre que los factores existenciales son de mucha más importancia para el cambio del cliente de lo que originalmente se pensaba. A partir de ese momento la psicoterapia existencial se convierte en el foco de su trabajo posterior (Yalom, 1980).

2. La mayoría de la investigación procedente del enfoque centrado en la persona está relacionada con la psicoterapia existencial, especialmente cuando se trata de demostrar la importancia de la sinceridad o autenticidad por parte del terapeuta (Carkhuff y Truax, 1965).

3. Bergín y Gardfield (1994), reconocen un determinado número de factores existenciales que explican la eficacia de la psicoterapia.

4. La investigación cualitativa muestra la importancia de varios factores existenciales (Rennie, 1992).

5. Varias investigaciones señalan la importancia de crear un significado que le dé un sentido a la vida, para lograr el procesamiento exitoso de los acontecimientos traumáticos (Clarke, 1989).

Bibliografía

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10. Cohn, H. (1997). Existential Thought and Therapeutic Practice. London: Sage.

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14. Frankl, V.E. (1946, 1964). Man´s Search for Meaning. London: Hodder and Stoughton.

15. Heidegger, M. (1927). Being and Time. London: Harper.

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17. Laing, R.D. (1960). The Divided Self. London: Tavistock.

18. Mahrer, A.R. (1996). The Complete Guide to Experiential Psychotherapy. New York: Wiley.

19. May, R. (1969). Love and Will. New York: Norton.

20. May, R. , et al. (1958). Existence. New York: Basic Books.

21. Perls, Laura (2004). Viviendo en los límites. México, DF: Plaza y Valdés, 3ª ed.. (Introducción, traducción y revisión técnica de Celedonio Castanedo de la obra Living at the boundary (1992). New York: The Gestalt Journal.

22. Rennie, D.L. (1992). Qualitative analysis of the client´s experience of psychotherapy: The unfolding of reflexivity. In S. Toukmanian and D.L. Rennie (eds.). Psychotherapy Process Research: Paradigmatic and Narrative Approaches. Newbury Park, CA: Sage.

23. Sartre, J.P. (1943). Being and Nothingness: An Essay on Phenomenological Ontology. New York: Philosophical Library.

24. Tillich, P. (1952). The Courage to Be. New Haven, CJ: Yale University Press.

25. Yalom, I. D. (1970). The Theory and Practice of Group Psychotherapy. New York: Basic Books.

26. Yalom, I.D. (1980). Existential Psychotherapy. New York: Basic Books.

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Un homenaje a Laura Perls: (El apoyo terapéutico en Terapia Gestalt)

Carmen Vazquez Bandin. Psicoterapeuta*

Resumen

Laura Perls dice: “El contacto solo es posible si hay el suficiente apoyo disponible”. Esta frase o otros párrafos de “Viviendo en los límites” de Laura Perls brindan la oportunidad para explicar el apoyo para que pueda darse el proceso de contacto según Perls, Hefferline y Goodman. Este artículo propone que el apoyo terapéutico es considerado como una función del campo. A partir de aquí, la autora analiza el auto-apoyo no solo en el paciente sino también en el terapeuta. Le siguen alguno ejemplos así como conclusiones.

Palabras clave: apoyo, auto-apoyo, campo organismo /entorno, proceso del self

Abstract

Laura Perls says, “Contact is possible only to the extent that support for it is available”. This phrase and other paragraphs from “Living at the Boundary” by Laura Perls provide the opportunity to relate the therapeutic support for contacting according to Perls/Hefferline/Goodman. This paper proposes that the therapeutic support be considered as one function of the field. Then, the author analizes the self-support not only in the patient but in the therapist also. This is following by some examples of case studies and finally the conclusions are presented.

Key words: support, self-support, organism/environment field, contacting.

Mi homenaje a Laura

Fritz Perls ha sido y es la figura relevante con la que se identifica a la Gestalt. Pero no hay duda de que la creación de la Terapia Gestalt se debe, con la misma intensidad, a Laura (Lore) Perls y a Paul Goodman.

La aportación de Laura Perls no suele mencionarse, aunque desde un principio estuvo implicada en el desarrollo de la Terapia Gestalt de un modo decisivo. Y no solo esto, Laura Perls aporta un estilo muy concreto y totalmente distinto del de su marido.

Laura Perls se comprometió especialmente en tres aspectos de la Terapia Gestalt: el “apoyo” (support), el “compromiso” (commitment) y la dimensión corporal desde la Terapia Gestalt.

No voy a contar la vida de Laura Perls, no creo que esa sea la mejor manera de rendirla homenaje, creo que, de estar aún entre nosotros, le hubiera gustado que ocupara este tiempo compartido en hablar de alguno de los temas que fueron su fuerza. Voy a tratar del apoyo, en concreto, del apoyo terapéutico

Pero antes de centrarme en el tema quiero resaltar la capacidad personal de Laura, la “Grande Dâme de la Gestalt”, como la llama Stella Resnick, para el “apoyo” y

* E-Mail: [email protected] , Web: http://web.jet.es/mcruzge/GestaltCTP

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para el “compromiso”, su coherencia en vivir aquello que transmitía y no lo voy a hacer con mis palabras, sino con algunos testimonios personales de quienes la conocieron.

“Me sentí bastante abrumado por esta personita que irradiaba una tremenda energía especialmente a través de sus ojos. Sus ojos eran vivaces, atentos, indagadores, curiosos, sonrientes, comunicadores, …”

(Yaro Starak)

“Recuerdo su sensualidad y su chispeante y genuina manera de mostrar su entusiasmo. Hablábamos de meditación, de su vida y cotilleábamos sobre algunas personas de la comunidad gestáltica…”

(Steven Hendlin)

“Su interés por la vida y por los demás, su curiosidad casi infantil siempre me intrigaron”.

(Zelda Schemaille)

“Laura Perls para mí, personifica lo que Buber describe como el punto álgido del Yo-Tú, el que se refiere a ‘la elegancia de su aparición y la solemne tristeza que deja su partida’”.

(Eileen Abigail Wright)

“Laura era una mujer tierna y de movimientos armoniosos… con un discreto movimiento de asentimiento de la cabeza, una mirada concreta o con un simple gesto, Laura apoyaba nuestros más difíciles esfuerzos”.

(Micki Balaban)

Gracias, Laura, por haber sido siempre un apoyo básico imprescindible para que la Terapia Gestalt creciera y se desarrollara. De la teoría de la Terapia Gestalt he aprendido que no es posible una figura si no existe un fondo para contenerla, para sostenerla, para apoyarla; pero tú me has hecho vivir, experimentar esta verdad: tu vida ha sido el fondo, el apoyo sostenido y continuado para que Fritz y la misma Terapia Gestalt pudieran llamarnos la atención como figuras. Gracias por enseñarme la fuerza y la discreción del apoyo continuado.

Advertencia

Lo que viene a continuación es un borrador, un intento de pensar en voz alta como una segunda fase de mi proceso de pensar y escribir sobre el apoyo terapéutico en Terapia Gestalt.

Generalidades

El concepto de apoyo, implícita o explícitamente, parece que a todos nos resuena de una manera especial. Es una de las palabras que, rápidamente evoca una respuesta emocional cuando la oímos (“Me he sentido apoyado”, “No me apoyas”) e incluso es un término que desencadena otras asociaciones de contenido fuertemente emocional (“Me he sentido abandonado”, “Necesito sentirte cercano”, etc.).

Pero en mi opinión, es un concepto al que no hemos dedicado la atención que se merece, ni en Terapia Gestalt ni en otras escuelas terapéuticas.

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En una sociedad como la nuestra, en la que se fomenta y se valora la autonomía, la fuerza, la independencia, el “hágalo usted mismo” parece que el concepto de apoyo va cobrando fuerza como una figura que poco a poco se va imponiendo en la conciencia. Y como ocurre con cualquier figura nítida y clara pone activa nuestras energías para reclamar nuestra atención y buscar su resolución.

Quizás nuestras estructuras de personalidad, fuertemente narcisistas, están empezando a resquebrajarse ante tanta autoexigencia, tanta fortaleza, tanto disimulo de las emociones. Por todas partes se empieza a oír hablar de solidaridad, de hermandad, de equipo, de compartir, …y no deja de ser una forma velada de buscar apoyo.

Pero no es del apoyo en general de lo que quiero hablar sino de una forma concreta de apoyo: el apoyo terapéutico. Y del apoyo terapéutico según la Terapia Gestalt.

Laura Perls, en 1953, decía: “El contacto solo puede ser bueno y creativo cuando existe el apoyo necesario para permitirlo”(Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 137).

Y en Pascua de 1986, seguía diciendo: “La orientación y la manipulación en el contacto solo es posible cuando existe un buen apoyo disponible… Los conceptos más importantes son frontera, contacto y apoyo. Pero el apoyo es el más urgente”.(“Laura Posner Perls: In Memoriam” aparecido en la Website de The Gestalt Journal)

Efectivamente, Laura, estoy de acuerdo contigo, el apoyo es el más urgente de todos.

¿Qué es el apoyo terapéutico según la Terapia Gestalt?

Generalmente, cuando, en Terapia Gestalt, hablamos del apoyo, nos estamos refiriendo al apoyo a las interrupciones del contacto pero olvidamos que el apoyo terapéutico es un requisito esencial en el campo.

Pero cuando trato de centrar el tema, para poder escribir con claridad, me aparecen varios conceptos que me cuesta diferenciar: apoyo a las interrupciones del contacto, autoapoyo por parte del paciente, autoapoyo del terapeuta, apoyo terapéutico, … ¿dónde empieza uno y acaba otro? ¿Son todos lo mismo? ¿En que se diferencian?

Creo que el apoyo en general es el conjunto de todos ellos y estos, a su vez, son matices del mismo.

Voy a poner un ejemplo desde la teoría de la Terapia Gestalt.

Si queremos plantar árboles, remolachas o flores o cualquier otra cosa que queramos que germine y que crezca, es necesario que se cumplan unos requisitos básicos. Estos requisitos formarían parte del campo y corresponderían a sus dos componentes principales: la semilla y la tierra. La semilla debería cumplir sus propias funciones: estar viva, preparada para germinar, esto sería el autoapoyo del propio paciente. La tierra, necesita estar abonada, suelta, húmeda, aireada, con sol, etc…; esto correspondería al autoapoyo del terapeuta. Juntas, tierra y semilla, forman el campo en donde la semilla crecerá. Son indispensables los dos elementos para hacer posible el crecimiento y el cambio de la semilla; cada uno, debe de reunir determinadas condiciones y cumplir determinadas funciones en el proceso. Como dice el libro PHG: estos dos elementos se unen, a pesar de sus diferencias (eso es el contacto) para que la semilla sobreviva y la consecuencia de ello es el crecimiento. Y Laura Perls expresa esta misma idea cuando dice: “El contacto es reconocer y hacer frente al otro, a lo que

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es diferente, nuevo o extraño… no es un estado… sino que es una actividad” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 143). Pero por muy viva que esté la semilla, requiere de la tierra para poder germinar, la tierra debe acogerla para poder hacer todo su desarrollo, ya que puede empezar a germinar por sí misma pero sin la tierra no puede completar su proceso. Esta acogida de la tierra con unas condiciones determinadas y una intencionalidad genuina es lo que yo considero, en la terapia, el apoyo terapéutico.

Yo veo así el proceso terapéutico, el acogimiento genuino a la persona que es el paciente; ser un “entorno privilegiado” donde el paciente pueda correr riesgos.

En el proceso terapéutico, la finalidad de la terapia es apoyar las interrupciones al contacto, en el aquí y ahora de la sesión, para que este se restablezca pero, como dice Laura Perls, “el objetivo de la terapia es crear el apoyo necesario para permitir que reorganicemos y re-encaucemos nuestra energía” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 141). No es posible el contacto si no hay apoyo terapéutico. Efectivamente, no se puede construir una casa, si no se cuenta con el suelo, con el terreno para poderla construir.

Cada sesión terapéutica tendrá sus propias peculiaridades para permitir, potenciar y restablecer el contacto pero es necesario, como paso primero, el apoyo, esto es, que tanto el terapeuta como el paciente aporten al campo de interacción una serie de condiciones. El apoyo en general son todas las condiciones del campo, todas las funciones del campo. Por lo tanto, el apoyo terapéutico ES un requisito del campo, ES una función del campo. “El apoyo es el fondo sobre el que se destaca (existe) y se forma una gestalt significativa: la experiencia actual” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 128). Es algo compartido, es algo que el terapeuta debe aportar y algo, diferente, que el paciente tiene que aportar por su parte.

Un paseo por el autoapoyo

Haciendo una división “didáctica” para poder continuar con mi explicación, ya que el campo gestáltico es la “totalidad” y “es una abstracción” [Perls, F, Hefferline, R y Goodman, P: Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la personalidad humana, Col. Los Libros del CTP, Madrid, 2002, Volumen I, Capítulo 1, Apartado 1, Párrafo, 3 (A partir de ahora, PHG, I, 1, 1, 3)], podemos hablar de tres matices en el apoyo: el apoyo del paciente, el apoyo del terapeuta y el apoyo terapéutico.

¿Qué deben aportar paciente y terapeuta? A nivel general, el primer requisito por parte del paciente es su necesidad de crecer, su motivación para “germinar”, pero ambos, paciente y terapeuta, deben “ser capaces de correr riesgos” (PHG, I); aunque en cada sesión, si seguimos a Laura Perls, esta dice: “La función más importante del autoapoyo es la respiración” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 88), más adelante, en el capítulo 12 dice: “El (auto)apoyo consiste en todo lo que fomenta un proceso continuo de asimilación e integración por parte de una persona, una relación o una sociedad; la fisiología primaria (la respiración, la digestión,…), la postura erguida y la coordinación, la sensibilidad y la movilidad, el lenguaje, los hábitos y las costumbres, los modales y las relaciones sociales y cualquier otra cosa que hayamos aprendido y hayamos experimentado a lo largo de la vida “(Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 137).

Pero es obvio que, en esto, no hay una relación de igualdad, por regla general, el paciente no es muy capaz de autoapoyarse, ni física ni psicológicamente

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“Me pongo en tus manos”

Partimos de la base de que el motivo por el que un paciente acude a terapia es porque tiene un problema. En mi opinión, ese no es el motivo principal. El paciente, efectivamente, tiene un problema pero, lo que le hace acudir a terapia es que no es capaz de solucionarlo por sí mismo. Busca aprender a resolver su conflicto. Ha agotado sus posibilidades y pide ayuda. En este pedir ayuda y en cómo aprende a resolver su problema está la clave del proceso terapéutico. Es la interacción de las relaciones entre paciente y terapeuta, en el aquí y ahora de la situación, lo que le va a posibilitar, en primer lugar, desplegar con todo su poderío, los recursos empleados hasta ese momento para resolver sus conflictos en sus relaciones interpersonales cotidianas. (Recordemos que no existe ningún problema humano ni personal que no se de en un campo organismo/entorno. ”Recordemos que cuando hablamos… siempre nos referimos al campo de interacción organismo/entorno, y no a un animal aislado” (PHG, I, 1, 4), va a mostrarle al terapeuta, cómo hace para relacionarse, cómo hace para satisfacer sus necesidades, cómo hacer para conseguir de su entorno lo que necesita y, por lo tanto, va a enseñarle cómo fracasa al hacerlo.

Pero cuando llega a terapia, de alguna manera, es consciente de su fracaso, es consciente de su incapacidad para darse cuenta de qué quiere o para saber qué puede hacer para conseguirlo, su autoestima está por los suelos. No solo sus introyectos, sino su incapacidad diaria para satisfacer sus necesidades (necesidad de reconocimiento, de intimidad, de valoración, …) le han ido disminuyendo la confianza en sí mismo. Sus insatisfacciones cotidianas, le han hecho dudar de sus capacidades, de sus recursos, en definitiva, le han hecho dejar de creer en él. La función básica de la terapia es restablecer la confianza en uno mismo, la confianza en la propia capacidad para conseguir satisfacer las propias necesidades, en una palabra, confiar en la autorregulación del organismo. Luego, el paciente irá aprendiendo cómo aprender, específicamente, a conseguir satisfacer estas necesidades, aprenderá a mantenerse en contacto gracias al apoyo del terapeuta a cada interrupción del contacto.

Recuperar la confianza en uno mismo, recuperar la fe en las propias capacidades solo es posible con un buen apoyo terapéutico. El terapeuta necesita estar atento a cuidar los “detalles” en el campo. No se trata de resolverle al paciente los problemas, no se trata de aconsejarle o de decirle lo que tiene que hacer; esto, lo único que haría sería aumentarle más su falta de confianza en sus propios recursos. En eso consiste la terapia, recordémoslo, en su aprendizaje. Cuidar los “detalles” significa creer en la propia capacidad del paciente, valorar el esfuerzo del paciente, disfrutar con su presencia, entusiasmarse con sus aportaciones, ver siempre lo bueno y lo “creativo” de sus acciones, hayan sido acertadas o no. Apoyar al paciente es hacerle sentir que, en ese aquí y ahora, de cada sesión, “él es único en el mundo para ti y tú eres único en el mundo para él”. Después, cada uno volverá a sus quehaceres cotidianos, a sus relaciones interpersonales, sintiéndose pleno, sintiéndose que, después de todo, merece la pena estar vivo y relacionarse, porque, en definitiva, uno se siente querido y aceptado.

En el apoyo terapéutico apoyamos a la persona por lo que es, no por lo que hace, para poder cumplir el propósito de la Terapia Gestalt “… ejercer el yo, con ayuda de las distintas experiencias, para tomar consciencia de sus diferentes funciones hasta hacer revivir espontáneamente la sensación de ‘yo soy quien está pensando, sintiendo, haciendo’” (PHG, I, 1, 11).

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Sigue diciendo Laura: “reforzar y aumentar las funciones del apoyo, moviliza las emociones alienadas y las posibilidades de establecer contacto, permite acceder fácilmente al material del fondo que había sido reprimido” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 97).

El terapeuta es el apoyo terapéutico

¿Qué debe aportar, específicamente, el terapeuta al campo de la relación terapéutica? Su propio autoapoyo, y la capacidad de brindarle al paciente la posibilidad de establecer un contacto adecuado.

“El apoyo para entrar en contacto procede de todo lo que se ha asimilado e integrado” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 88). Continua diciendo Laura: “… sólo lo que ha sido asimilado e integrado en el funcionamiento del organismo se convierte en apoyo… la postura, los hábitos, las costumbres, el lenguaje, los modales, etc.” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 96).

El terapeuta, como “tierra” imprescindible para la posibilidad de establecer el contacto debe, por un lado ser capaz de autoapoyarse, creer en él y ser capaz de dar y recibir.

“La sensación del propio valor se nos da cuando uno se siente competente en una actividad en curso en la relajación que sigue al terminar la situación… ya que la sensación del valor propio no puede conseguirse ni inventándose explicaciones, ni comparándose con un valor externo” (PHG, II, V, 1).

Cuando Perls y Goodman en el capítulo V de Gestalt Therapy hablan de la oposición inadecuada de “Infantil/Maduro” creo que están postulando de una manera contundente las características personales que debe tener el terapeuta: ”capacidad para ‘esperar el momento oportuno’”, “capacidad para alucinar”, esto es, vivir que “el centro de la realidad está en la acción”, y capacidad para cambiar la “responsabilidad” en “seriedad”, teniendo en cuenta que la seriedad goodmaniana “es la actividad en la que uno se compromete y le cuesta abandonar, ya que el self, en su totalidad está implicado” (PHG, II, V, 11). Cito palabras textuales de Perls, Hefferline y Goodman, que me parecen especialmente hermosas, “… la relación contractual no se toma tanto como un deber sino como un desarrollo del sentido de la simetría… Y en la etapa en la que se convierte él mismo en autoridad, en profesor, en padre, el campo se modifica de nuevo: el individuo independiente lo es ahora menos, ya que otras personas se encariñan espontáneamente de él o dependen de él simplemente por sus actitudes. Y estas personas, a su vez, le ofrecen la ocasión de expresarse mediante otras acciones nuevas. Son raras las personas que se vuelven maduras hasta el punto de aconsejar, guiar y cuidar, sin avergonzar, sin dominar, etc., abandonando simplemente sus intereses ‘independientes’ como si, en ese momento, fueran menos interesantes” (PHG, II, V, 12).

Y Laura vuelve a matizar estos conceptos y matiza esta “relación de simetría” diciendo que, “dar y recibir (“Give and Take”) comprende toda la gama de posibilidades del proceso social, cuyo fin es mantener el equilibrio social mientras tiene lugar un crecimiento continuo” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 77).

El terapeuta, si es serio, en el sentido goodmaniano, va a concentrar su atención en la realidad del objeto y en su relación (la cursiva es mía) con él, lo que supone un movimiento de crecimiento personal. Un irresponsable es alguien que no toma en serio lo que le es necesario. Un diletante juega caprichosamente con su arte, disfruta, pero no

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se responsabiliza de los resultados. El aficionado se ocupa seriamente de su arte, se siente responsable de él pero no necesita comprometerse con ello. El artista toma su arte en serio y se compromete con él” (PHG, II, V, 12).

¿Qué puede hacer, concretamente, el terapeuta?

1. Debe ser capaz de autoapoyarse, aceptarse y quererse, sin depender de la respuesta del paciente. Que su autoestima esté a prueba de “sobornos”.

2. Debe “dejarse impresionar” por lo genuino de cada ser humano.

3. Que sea educado: saludar cordialmente, saber agradecer,

4. Debe ser capaz de valorar al paciente y de contenerle, esto es, ponerle límites de una manera adecuada.

5. Debe ser “detallista”: dejar salir una sonrisa cálida, tener una palabra amable, hacer sentir al otro cómodo y en confianza.

6. Su función personalidad debe ser rica y estar al servicio de la terapia (no la terapia al servicio de su vanidad). Laura dice, “Una postura erguida es el principal soporte. Todo lo adquirido, lo realmente aprendido es soporte. Todo lo indigestado, no lo es” (Perls, Laura: Easter 1986 in “Laura Posner Perls: In Memoriam” en The Gestalt Journal’s Website).

Tres peligros hay en esto, por parte del terapeuta:

1. Fingir; debido a una falta de apoyo personal, no ser capaz de aceptar genuinamente al otro como un ser “único e irrepetible”, fascinante y atractivo. Dice Laura: “la persona que hace un sacrificio (al dar), le falta autoestima y acaba exagerando lo que da… ya que proyecta su propia necesidad insatisfecha…” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 81).

2. Excederse y dejar de ser uno mismo. Como dice Laura: “El contacto supone reconocer al ‘otro’, supone estar consciente de que existen diferencias… estar en contacto se refiere a un estado continuo que conduce poco a poco hacia la indiferencia (confluencia). Establecer contacto es una función de la formación de la figura, supone estar consciente, atento, etc.” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 87).

3. Ser excesivamente rígido, frío y autoritario, dando consejos y marcando constantemente la distancia y las diferencias. Generando desigualdad y vergüenza.

Gordon Wheeler habla de que de que la falta de apoyo por parte del entorno, tiene como consecuencia la vergüenza. En mí opinión, y siguiendo este razonamiento, podríamos decir que cuando hay suficiente apoyo adecuado por parte del entorno, cualquier ser humano obtiene como resultado la autoestima. La autoestima es el producto final de la estima, la aceptación y la valoración, por parte del entorno. Sería una aplicación concreta del principio gestáltico, de que “gracias al contacto sobrevivimos y la consecuencia de sobrevivir es el crecimiento” (PHG)

“Me siento abandonado por ti”

Pero el apoyo, por encima de todo, es una relación de igualdad. Si no existe el suelo, la tierra difícilmente me puedo sostener en pie, ni tampoco puedo caminar, pero

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si no tuviera esqueleto, o me faltara el tono muscular… tampoco podría sostenerme ni caminar.

¿Qué es más importante, el suelo o mis recursos? Uno y otro son necesarios por igual.

El paciente, la mayor parte de las veces, ávido de apoyo y no creyendo en sus recursos, reacciona aferrándose al terapeuta, trata de agarrarse a él como la única fuente de apoyo disponible. Reproduce una forma arcaica de apoyo, la relación cuidador/niño.

Es el terapeuta quien debe fomentar el proceso de awareness del paciente hacerle sentir su propia capacidad de autoapoyo.

Pero, lamentablemente, en muchas ocasiones, el terapeuta olvida esta función. Olvida esta relación de igualdad, olvida la propia capacidad del paciente para autoapoyarse y movido por sus propias necesidades insatisfechas, proyecta en él sus abandonos y fomenta la relación de desigualdad. En ese momento, el paciente deja de ser persona para el terapeuta y pasa a ser “su objeto”. Se ha perdido la posibilidad de compartir y de crecer. Como una “madre” posesiva le atiborra no ya de comida real sino de consejos, normas, sugerencias.

Algunos ejemplos

No resulta fácil poner ejemplos concretos de apoyo terapéutico ya que, la mayor parte de las veces, son detalles no verbales difíciles de describir y que pierden su calidez fuera de contexto pero quiero contar uno especialmente significativo ya que ha tenido lugar en una planta de un Hospital Psiquiátrico y fuera de un marco específicamente terapéutico.

Pilar, auxiliar de clínica es, además, terapeuta gestáltica. Lleva dos semanas trabajando en la planta de mujeres del Departamento de Psiquiatría de un gran hospital. Lleva las cenas a las habitaciones de las pacientes. Entra en una de las habitaciones y despues de dejar a la paciente la bandeja de la cena, le pregunta que cómo está y la habla con cariño. La paciente la mira con asombro y después la dice: “No debes tratarme así, porque no estoy acostumbrada a eso y ahora no sé que hacer con esto”.

Otro ejemplo. En la primera cita, una paciente me cuenta que su hijo pequeño, Javier, tiene la gripe. A la semana siguiente, cuando vuelve a su sesión, le pregunto por su hijo Javier, me contesta que ya está bien y me sonríe. Tiempo después, me comenta que cuando volvió la segunda vez y le pregunté por su hijo, recordando el nombre y preguntando con tanto cariño, se sintió conmovida y pensó: “Si se acuerda de mi hijo y de su nombre y me pregunta con tanto interés y cariño por él, también debe sentir interés y cariño por mí. Quiero seguir viniendo con ella”.

Conclusiones

Mucho más podría seguir escribiendo sobre el apoyo terapéutico y su utilidad fundamental en el proceso terapéutico. Debo seguir estructurando y dando forma a las ideas que me surgen cada día sobre este tema. Considero que es un tema básico y me siento especialmente movida por el tema.

En esta ocasión me conformo con resaltar algunas ideas:

• que el apoyo, en general, son todas las funciones del campo terapéutico;

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• que el apoyo terapéutico es una función del campo terapeuta-paciente;

• que sin apoyo no hay contacto;

• que la calidad del apoyo terapéutico depende de la calidad del terapeuta para ser persona en el sentido goodmaniano.

Y no puedo, por menos que acabar este escrito, con unas palabras de Laura Perls como colofón. “si queremos ayudar a nuestros pacientes a realizarse como seres realmente humanos, nosotros también hemos de tener valor suficiente como para exponernos a los peligros de ser humano” (Perls, Laura: Viviendo en los límites, Valencia, 1994, pág. 121).

Gracias a todos.

Referencias

1. Laura Posner Perls: In Memoriam: Website from The Gestalt Journal Press.

2. Perls, Laura: Viviendo en los límites, Ed. Promolibro, Valencia, 1994.

3. Perls, F.S., Hefferline, R. y Goodman, P.: Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana, Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán, Colección Los Libros del CTP, Madrid/Ferrol, 2002.

4. Saint-Exupéry, A. El Principito, Ed. Alianza, Madrid, 1965.

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Ese viejo asunto de los asuntos inconclusos

Alejandro Celis H.*

Resúmen

El término "asunto o gestalt inconclusa" fue acuñado, en su acepción psicoterapéutica, por Fritz Perls, principal exponente de la Terapia Gestáltica. El tema, a juicio del autor y debido a su importancia en la salud y bienestar psicológicos, merece un nuevo examen y reformulación. Se examina el concepto en forma universal -sin hacer distinciones entre las perspectivas de terapeuta o de paciente-, la forma en que se generan los asuntos inconclusos, las vivencias que implican, las formas de detectar su presencia y sus efectos. Finalmente, se sugieren diversas formas de trabajarles.

Palabras clave: Gestalt, Asunto inconcluso, psicoterapia humanista.

Abstract

Unfinished business or incomplete gestalt is a concept coined -in its psychotherapeutic meaning- by Fritz Perls, main exponent of Gestalt Therapy. According to the article's author, this subject deserves closer attention and reformulation, due to its importance in psychological health and well-being. The article discusses the concept -from client's and therapist's point of view-, the way in which unfinished business is generated, subjective feelings related to it, ways of detecting their presence and its effects. Finally, several ways -past and present- of working with unfinished business in therapy are suggested.

Key words: Gestalt, unfinished business, Humanistic therapy.

Dos monjes Zen estaban cruzando un río. Se encontraron con una joven muy hermosa que también deseaba cruzar, pero tenía miedo. Así que uno de los monjes la subió sobre sus hombros y la transportó a la otra orilla.

El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero estaba hirviendo por dentro. Un monje budista no debería tocar a una mujer; y este hombre no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre sus hombros. Caminaron durante varios kilómetros. Cuando estaban llegando al monasterio y ya cruzando el portal, el segundo monje, furioso, enfrentó al primero y le dijo: "Tendré que hablarle al Maestro respecto a esto, tendré que informarle. ¡Eso está prohibido!".

El primer monje dijo, "¿De qué hablas?¿Qué es lo que está prohibido?".

"¿Lo has olvidado?", dijo el otro. "¡Llevaste a una hermosa mujer sobre tus hombros!".

El primer monje rió y dijo: "Sí, la llevé. Pero la dejé a la orilla del río, kilómetros atrás. ¿Acaso tú aún sigues con ella?".

Historia tradicional Zen (En Rajneesh, B.S., 1979)

El tema de los asuntos inconclusos o gestalts inconclusas ha recibido, extrañamente, escasa atención en la literatura posterior a Fritz Perls (1951, 1976). Hallo esto sorpresivo porque, en mi experiencia personal, es significativo e impactante el

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contraste entre la vivencia de tener un sentimiento o impulso "atorado" y la de atreverse a darle curso, a expresarlo. Pero, ¿qué son las situaciones inconclusas? Veámoslo a través de un ejemplo: imaginemos que ayer vivimos una situación en que, después de mucho tiempo sin vernos, nos encontramos con un viejo conocido: dicho encuentro, sin embargo, resultó sorpresivo y en circunstancias quizás poco propicias. Todo lo que logramos expresarle son lugares comunes y las formalidades habituales. Luego, después de separarnos de esta persona, nos surge una incómoda sensación respecto a lo que no le expresamos, debido a la sorpresa o al temor respecto a cómo seríamos recibidos, etc. Es posible que durante el resto del día mantengamos "diálogos internos" con esa persona, en los cuales le expresamos lo que no fue dicho: quizás, todo lo que lo hemos extrañado, lo importante que es para nosotros, nuestro deseo de renovar nuestra amistad, etcétera. Cierta cantidad de energía inexpresada quedó atascada en nuestros músculos, en nuestra voz.

Esa situación, entonces, puede haber quedado inconclusa. Surgió un impulso, se generó una energía que no fue dedicada a su propósito original: -expresar nuestros sentimientos- sino que se acumuló en nuestro cuerpo, generando tensiones físicas, emocionales y mentales. Es asunto conocido que, al crecer, nos insensibilizamos en mayor o menor grado, producto del condicionamiento y de nuestras defensas. Es muy probable, por ejemplo, que en la actualidad se nos presenten personas, prácticamente desconocidas, a las que quisiéramos acercarnos; la mayoría de las veces no lo hacemos, y hasta nos las arreglamos para restarle importancia a lo que sentimos. No sentiremos las cosas con igual intensidad como cuando fuimos niños, pero la situación de "incompletitud" igual existirá, aunque no seamos conscientes de ella. Y, como señalan Perls, Hefferline y Goodman (1951), "es una tendencia básica del organismo completar cualquier situación o transacción que para él haya quedado incompleta".

Estos mismos autores (1951, pág.323) describen así la dinámica en que estas situaciones se "completan": "La situación inconclusa más urgente se vuelve dominante y moviliza todos los esfuerzos disponibles hasta que la tarea se ha completado; luego, se vuelve indiferente y pierde foco consciente, y la siguiente necesidad más urgente comienza a requerir atención. Esta necesidad aumenta su urgencia, no en forma deliberada, sino espontánea. ( ) La consciencia espontánea de la necesidad dominante y su organización de las funciones de contacto es la faceta psicológica de la auto-regulación organísmica".

En las páginas siguientes, hablaré, entonces, de diversos aspectos de este fenómeno. La mayoría de las veces me referiré a él en primera persona, pues tengo la convicción, tal como he expresado anteriormente (Celis, A., 1992) que el terapeuta debe atender, como fuente principal de aprendizaje, a su propia experiencia. Espero que de esto se extraigan las implicancias prácticas para llevar estas ideas con éxito a la psicoterapia.

Siguiendo el ejemplo del psicólogo Wilson Van Dusen, (1978) que imaginaba a los temas realmente vitales de nuestra existencia como un león en nuestro subterráneo, me gusta darle una imagen al impulso espontáneo por expresarnos. Lo imagino como un conejo que salta desde nosotros: muy pocos dejan que el conejo salte libremente, sin control. La mayoría de las veces lo atrapamos en el aire, lo metemos en un saco y lo encerramos en un cajón o lo ocultamos bajo la alfombra. Por ejemplo, surge un impulso por decir algo en una conversación -el conejo asoma la cabeza-, pero de inmediato comenzamos a calcular la conveniencia o inconveniencia de expresarlo, las posibles consecuencias sobre nuestra imagen o el aprecio que nos brindan los demás: hemos

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encerrado nuevamente al conejo. En otras ocasiones, el conejo ya se halla tan aturdido por la continua represión que ni siquiera nos percatamos de su presencia: nuestra represión se ha vuelto automática, pero eso tendrá consecuencias, conscientes o inconscientes, a todo nivel. Es así que podríamos definir una gestalt o situación inconclusa como aquella a la cual no le hemos dado un término saludable, y en torno a la cual, por tanto, existe energía acumulada, que nos causa malestar en diversos niveles y no nos permite estar enteramente atentos a lo que ocurre en este lugar y este momento.

Otro autor los define del siguiente modo: "Los asuntos inconclusos son indigestión organísmica. Nos atoramos con materia extraña, gestalts incompletas que son consecuencia de nuestra interferencia con el libre funcionamiento" (Latner, J., 1974).

Formas de detectarlos

Estos son ejemplos de formas de saber si tenemos asuntos inconclusos de importancia:

• Tenemos fantasías persistentes respecto a personas o situaciones que vivimos en el pasado;

• Mantenemos "diálogos internos" con otras personas, no presentes;

• Tenemos sueños en que volvemos a vivir alguna situación;

• Sentimos rencor, melancolía o depresión con respecto a la forma como se dio algún hecho del pasado;

• Nos cruzamos con una persona y, en vez de sentirnos relajados con cualquier sentimiento que ésta nos inspire -aunque fuera negativo- experimentamos una verdadera "nube", una confusa mezcla de incomodidad, tensión y sensación de "tener algo pendiente" con ella;

• Nuestro cuerpo -el más fino "sensor" de lo que nos pasa- tiene una sensación de incomodidad o inquietud al ver o al recordar a alguien;

• Estamos participando en una situación, pero con la cabeza en otra parte.

• Perls, Hefferline y Goodman (1951, pág 500) dan, también como ejemplos de índices de la presencia de asuntos inconclusos, el insomnio y el aburrimiento.

En una reunión de trabajo, podemos detectarlo cuando alguno(s) de los miembros del grupo parece distraído, se pone de pie para llamar por teléfono, sale y vuelve a entrar, etcétera. Es poco lo que puede aportar a esa reunión una persona que no esté realmente presente. La mejor reunión fracasa si sus asistentes están mirando constantemente su reloj, ansiosos por que llegue la hora de término o pendientes de algún mensaje urgente que deba traer una secretaria o llegar por el teléfono. Sin embargo, sólo podemos dedicar una atención de buena calidad a un asunto a la vez.

A veces nos cruzamos con un conocido en la calle, y esa persona no nos ve aunque nos mire directo a los ojos, simplemente porque está ensimismada en sus recuerdos o su diálogo interno. ¿Cuántas veces nos ha pasado que no veamos o no seamos vistos? En toda situación en que no estemos con todos nuestros sentidos atentos a lo que está ocurriendo en nosotros y nuestro medio, es muy probable que nuestra atención y energías se hayan deslizado hacia alguno de estos asuntos pendientes.

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Sus efectos

En su último disco (Double Fantasy), John Lennon dice en una canción: "La vida es lo que ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes". Eso ilustra el efecto más cotidiano y pernicioso: no estamos verdaderamente presentes en lo que estamos haciendo. La tan popular frase "vivir en el aquí y ahora", más allá de haberse convertido en un slogan, apunta a no tener asuntos que nos distraigan de estar enteramente atentos a lo que está sucediendo en este lugar y en este momento.

La situación inconclusa nos quita energía. Nos mantiene en la melancolía, en la indefinición y el descompromiso con aquello con lo que estamos enfrentados ahora, hoy. Es central para que el momento sea vivido con plenitud y le sea extraído el máximo provecho, que la persona haya logrado desconectarse internamente de sus otros compromisos, actividades y preocupaciones. "Desconectarse" implica estar presente en la situación y momento actual, y no dejarnos llevar por pensamientos que nos arrastren al pasado o al futuro. Si nos dejamos arrastrar, tendremos otra preocupación más: no aprovechamos este momento como debíamos y tendremos que completarlo en otra ocasión -lo que es ya dudoso, si nuestros hábitos son no estar presentes en lo que hacemos-.

Relacionado con esto se halla una segunda consecuencia: el stress. Algunas formas de concebir el stress son las que siguen: hacer más cosas de las que humanamente podemos; el que nuestra eficiencia se vea entorpecida por nuestra ansiedad o, también, como la incapacidad para "desconectarnos" de nuestro trabajo mientras descansamos. El stress disfuncional es un estado no-natural en el que nuestro potencial físico, mental y emocional se ve reducido a un mínimo debido al estado de tensión: el impulso refrenado se refleja usualmente, en músculos contraídos, a veces en forma crónica. A este respecto, Perls, Hefferline y Goodman (1951) señalan que el concepto de "armadura muscular" de Wilhelm Reich -que alude a la condición recién señalada- "es, sin duda, el aporte más importante a la medicina psicosomática desde Freud".

Cómo se generan los asuntos inconclusos

Quisiera exponer a continuación cuatro de las formas principales en que se generan las gestalts inconclusas.

• La represión de un sentimiento o expresión espontáneas:

El condicionamiento -especialmente en la infancia y adolescencia- nos enseña qué es lo "bueno" y qué es lo "malo". Nuestros padres, los representantes de la religión, nuestros profesores, el mundo adulto en general, nos reprobaron -frunciendo el ceño o con formas más brutales- cuando expresamos o evidenciamos algunos sentimientos; y nos sonrieron, nos premiaron y nos alabaron cuando expresamos otros. Puesto que para nosotros era importante sentirnos queridos y aceptados por ese mundo adulto, comenzamos a actuar según lo que se esperaba de nosotros: nosotros mismos comenzamos a permitirnos y a "aprobar" en mayor grado algunos de nuestros sentimientos y a sentirnos incómodos con otros, y por lo tanto, los reprimimos (Rogers, C., 1964). En algunos casos, esta represión implica que estamos conscientes del sentimiento, mas decidimos no expresarlo; en otras, la represión llega a tal grado que no tenemos consciencia de lo que estamos sintiendo.

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Los sentimientos reprimidos, cuando estamos conscientes de ellos, nos hacen sentir vulnerables: "¿Qué pasa si nos rechazan cuando los expresemos?". La ira, el odio, la pena, la confusión, el llanto, la incertidumbre, la indecisión, la vulnerabilidad, el deseo sexual, el amor, la atracción por otra persona, son sentimientos frecuentemente reprimidos o aceptados sólo dentro de ciertos márgenes muy específicos, delimitados por la sociedad. Se genera entonces un problema, pues quisiera sugerir que no hay norma legal, religiosa o moral que pueda eliminar lo que corresponde a nuestra naturaleza. Por tanto, ya desde los tres a los cinco años aprendemos a mentir, a disfrazar lo que sentimos para evitar la desaprobación, el rechazo o el castigo. Lo más grave ocurre cuando nosotros mismos dejamos ya de saber con precisión lo que de veras sentimos: nos hemos acostumbrado tanto al disimulo y a la mentira que ya no la distinguimos de lo real.

Si, por ejemplo, la religión que profesamos no acepta la expresión de la sexualidad si no se da con "amor", ni siquiera nos permitiremos vivenciar la primera si no estamos seguros de la presencia del amor: lo primero no se acepta por sí solo. Y entonces ocurrirá con frecuencia que intentemos convencernos de que alguien nos inspira amor, sólo para poder aceptar la atracción sexual que nos produce. Así ocurre que relaciones que sólo tienen como base la atracción física se toman como relaciones definitivas, con las consiguientes dificultades que experimentará la pareja así formada.

Disimulamos, entonces, lo que sentimos con las personas de las que tememos el rechazo -padres, pareja, etc-: mantenemos una imagen: "No me ha pasado nada, no he pensado o sentido nada 'irregular'; todo sigue igual". Pero, como digo, nosotros mismos nos convencemos de que esa imagen es la verdad: y todos aquellos sentimientos que hemos reprimido pasarán a ser asuntos inconclusos, pues la represión no elimina ni hace desaparecer nada.

Es prácticamente consensual en los ámbitos más lúcidos de nuestra sociedad que la cultura (costumbres, formas de pensar, lo que se acepta y lo que se rechaza) de nuestro país es especialmente inhibitoria. Un ex-Director del diario El Mercurio, al ser entrevistado tiempo atrás, expresaba que en Chile, lo que no corresponde al patrón de "lo común, lo aceptado", es fuertemente desalentado. Mencionaba a algunos chilenos a través de la historia que, en otros países, habrían sido considerados genios y estimulados en su originalidad: aquí habían sido hundidos o ignorados. En su opinión, la creatividad, la originalidad, la excentricidad, la diferencia, son castigadas y criticadas. Un enfoque más equilibrado y responsable respecto a lo que sentimos consistiría en atrevernos a expresar lo que somos en nuestro interior, y a no descalificar a los que lo hacen a nuestro alrededor si nosotros tenemos miedo de hacerlo.

Otra forma de situación en que el sentimiento fue reprimido son las situaciones de tipo traumático: por ejemplo, situaciones en que los adultos nos castigaron, y debido al miedo que experimentamos no pudimos gritar o llorar; o, por algún otro motivo, no dimos rienda suelta a lo que sentíamos.

• Rencor o resentimiento:

Otra posibilidad de que se generen asuntos inconclusos consiste en experimentar insatisfacción con la forma en que se dieron las cosas en algún momento de nuestro pasado. Nosotros mismos o alguna otra persona sintió o actuó de un modo que simplemente no podemos terminar de aceptar: rumiamos interminablemente con los hechos, imaginamos otro desenlace, nos culpamos a nosotros mismos o a la otra persona. Algunas investigaciones se inclinan a mostrar, como perfil de las personas que padecen de cáncer, que tienden a ser rencorosas y a tener grandes dificultades para

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perdonar y perdonarse. Quizás los principales exponentes del modelo psicógeno del cáncer son el matrimonio Simonton (Simonton, C. y Simonton, S, 1978). Ellos asumen que los factores psicológicos que generan el cáncer pueden incluir conflictos inconscientes no resueltos, el tipo de respuesta que se emite frente a eventos traumáticos stressantes (ej: pérdida del cónyuge), factores de personalidad, etc.

Los Simonton asumen que estos factores, directa o indirectamente, alteran la vigilancia del sistema inmunológico. Se dice que la supresión del sistema inmunológico es el evento que antecede la transformación de una célula aberrante en una colección de células llamadas tumor -estos datos también son confirmados por Rossi, E. (1993)-; incluso, algunos sostienen que esta secuencia de eventos puede revertirse y ser usada para combatir el cáncer. Según Goñi: De acuerdo al modelo psicogénico, entonces, vemos que muchas veces la forma en que respondemos al stress en la vida está dictada por nuestras creencias inconscientes acerca de quiénes somos, quiénes deberíamos ser y la forma en que el mundo es y debiera ser. ( ) Existe una creciente evidencia de que estas instancias de vida estarían asociadas con enfermedades particulares, como por ej., enfermedades cardiovasculares, úlceras estomacales, asma, irritación del tracto urinario y cáncer. Y, específicamente en relación a las personas que desarrollan cáncer: Estos individuos tienen sentimientos de desvalorización y no se gustan a sí mismos. Los sentimientos de hostilidad están "embotellados" y reprimidos más que llevados a la superficie y trabajados. Estos rasgos pueden ( ) enmascarar una depresión crónica (Goñi, P., 1991).

Otro investigador de las relaciones entre tipo de personalidad y las enfermedades que se desarrollan es H.J. Eysenck (Grossarth-Maticek, R. y Eysenck, H.J., 1990). En la investigación citada, se presenta un cuestionario destinado a discriminar entre seis tipos de personalidad. De éstos, los tipos 1 y 5 se muestran con tendencias a desarrollar cáncer, dadas características de personalidad como tendencias a: preferir el pensamiento racional a la expresión emocional, evitar conflictos, a la defensividad, a la pasividad y a ser pacificador y complaciente.

Tal como decía antes, un asunto inconcluso implica, muy concretamente, una gran cantidad de energía que gira y gira al interior de nuestro sistema, contaminándolo y enfermándolo. Una úlcera gástrica, un colon irritable, las hemorroides, la hipertensión y las afecciones cardíacas pueden, eventualmente, estar correlacionados con la prolongación indefinida de asuntos a los que no se les ha dado sana conclusión.

• Muerte, alejamiento:

Quizás lo que más nos cueste aceptar a los seres humanos es la muerte de un ser querido: quizás no por él -puede que haya pasado a una vida mejor- pero nos es difícil estar aquí sin su presencia, sin lo que recibíamos día a día de esa persona. Sin embargo, existe otro aspecto que puede dificultarnos el aceptar esa ausencia: los remordimientos respecto a todo lo que no le expresamos, todo lo que quisimos decir o hacer con esta persona y que no hicimos y todo lo que quisiéramos que hubiese sido diferente. Para ilustrar esto, pensemos en la última ocasión en que se nos notificó de la muerte sorpresiva de alguna persona cercana. Generalmente, ¿qué es lo primero que pensamos? Sugeriría que aquello que no le expresamos.

El alejamiento de un ser querido, si bien evoca sentimientos posiblemente menos dolorosos que su muerte, genera efectos similares, en la medida en que la relación con esa persona no haya tenido un final sano (energía retenida, comunicaciones no hechas). En particular, el ámbito de las relaciones de pareja se ve afectado de forma importante en las vidas de las personas. Si uno u otro de los cónyuges no han logrado dar un cierre

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saludable a sus relaciones anteriores, es prácticamente seguro que esto afectará negativamente su relación presente, en formas conscientes y también inconscientes.

• Un conflicto solucionado en forma no equitativa:

Generalmente, un conflicto de intereses entre dos partes es solucionado de forma tal que una de las partes gana y la otra pierde. Esto ocurre, por supuesto, entre individuos o entre grupos. Sin embargo, también se presenta a nivel internacional: el problema oceánico entre Chile y Bolivia es un caso representativo. Chile invoca el Tratado de 1904 y, en general, da el asunto por terminado. En el país vecino, sin embargo, y ya por más de cien años, persiste la sensación de que el asunto no se ha cerrado en forma satisfactoria. Sus diversos intentos de poner el asunto en discusión han sido simplemente descartados por sucesivos gobernantes chilenos. Claramente, Bolivia "perdió" en el caso del conflicto con Chile, y esa sensación hace difícil que como país se conformen con la solución encontrada.

Deseo destacar que no me refiero a la supuesta justicia o injusticia de la solución: me refiero a si es o no saludable e integradora la situación actual. Cualquier conflicto que se solucione con "yo gano, tú pierdes" genera un asunto inconcluso para la parte perdedora (Gordon, T., 1970). El conflicto entre israelíes y palestinos es semejante, a pesar de los importantes avances del último tiempo. Durante años, los israelíes se negaron tozudamente a discutir el problema, con lo cual sólo se prolongó la tensión. Igual caso ocurre con Japón, Rusia y las Islas Kuriles: Rusia ocupó esas islas en la Segunda Guerra Mundial, y los japoneses sienten -justificadamente o no- que ese asunto no termina allí. El apartheid Sudafricano produjo, durante años, una situación poco tolerable para los habitantes de raza negra, asunto que recién comienza a relajarse y resolverse. La situación de los negros en los Estados Unidos tampoco se halla enteramente superada, a pesar de los grandes avances de los últimos treinta años; y entonces, en muchos de ellos aún persiste la incómoda sensación de falta de equidad.

• Un introyecto no elaborado

Otra forma de generar un asunto inconcluso es el asimilar de otras personas formas de pensar o de sentir -sin hacerlas propias o modificarlas-. Carl Rogers (1964) llama al proceso de "apropiación", el proceso de valoración en la persona madura -o valoración organísmica-. Respecto al tema, Perls, Hefferline y Goodman (1973) comentan, textualmente:

Todo introyecto es el precipitado de un conflicto antes de que éste fuera resuelto: uno de los impulsos en pugna -generalmente un impulso por actuar de un modo determinado- ha abandonado el campo; en su lugar y de modo de constituir algún tipo de integración -aún cuando falsa e inorgánica- se halla el deseo correspondiente de la autoridad coercitiva.

Como sabemos, muchos de los valores, opiniones e ideología que aprendimos en la infancia debe, necesariamente, ser reexaminada y redigerida en el proceso de maduración psicológica. En este proceso, hacemos propio aquello que organísmicamente descubrimos como apropiado para nosotros, y nos deshacemos de aquello que para nosotros no es organísmicamente saludable.

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La cultura del presente

El antiguo libro oracular de la religión Taoísta china, el I Ching (traducido en edición chilena por la Dra. Lola Hoffmann, 1976) incluye entre sus 64 hexagramas el Nº 25, La Inocencia. Algunas de las Líneas de este hexagrama dicen lo siguiente:

Nueve al principio significa:

La conducta inocente

trae buena fortuna.

y el Seis en el segundo lugar:

Si el hombre, al arar,

no piensa en la cosecha

y al talar el monte,

no piensa en el aprovechamiento de la tierra

entonces le es favorable emprender algo.

Respecto a estas líneas, el libro incluye estos comentarios:

Los impulsos propios del corazón son siempre buenos: podemos seguirlos con confianza. Y todo trabajo debe hacerse con amor, según el tiempo y el lugar, sin codiciar los frutos. Así, todo trabajo resulta bien, y aquello que se emprende tiene éxito.

Jesús recomendaba a sus discípulos:

Observen los lirios del campo (no piensan en el mañana).

No trabajan, ni tampoco hilan.

Sin embargo, les digo que ni Salomón,

con toda su magnificencia,

estuvo jamás vestido como una de esas flores.

¿Qué quiso comunicarles Jesús? A mi entender, en su estilo analógico y poético, quiso decirles: Confíen en lo que la vida les trae en cada momento. No se amarguen este momento con las preocupaciones respecto al mañana. El mañana cuidará del mañana.

La extraordinaria película La Sociedad de los Poetas Muertos popularizó el dicho de Horacio, Carpe Diem, que apunta en el mismo sentido: "Aprovecha el día, confía en el mañana tan poco como puedas". Goethe expresa algo similar: "Aquél que capta el momento es el hombre correcto". Hugh Prather (1976): "Sostengo un gato dormido entre mis brazos. ¿Qué más puedo desear?" Y, también: "Toda relación es pasajera. Por eso trato de que cada contacto sea lo más fructífero. Necesito intimar rápidamente con aquellos que conozco, pues la experiencia me enseña que no estaremos juntos mucho tiempo".

De Henry David Thoreau:

Me fui a los bosques porque deseaba vivir conscientemente.

Deseaba vivir con intensidad y extraerle toda la savia a la vida,

para desterrar todo lo que no fuese vida

y para que cuando llegase el momento de morir,

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no descubriese que no había vivido".

Walt Whitman (1986), en Hojas de Hierba:

Nunca hubo más principio que ahora,

ni más juventud ni vejez que ahora.

Ni habrá más perfección que ahora

ni más infierno ni cielo que ahora

Cito todos estos ejemplos -hay muchos más- para ilustrar una idea que expresan persistentemente hombres sabios a través de la historia: la importancia de aprovechar y apreciar el momento presente, el ahora. Fritz Perls solía decir: "El pasado ya no es y el futuro aún no llega. Sólo existe el presente". Si dejamos que nuestra mente nos arrastre a rumiar el pasado o a prever las posibles circunstancias que se presentarán en el futuro, no vivimos. Nos sumergimos en una ilusión inexistente -pasado o futuro- y lo único verdaderamente real que la vida nos ofrece -lo que tenemos aquí, en este momento- se nos escurre entre los dedos, la mayoría de las veces sin que nos demos cuenta. El pasado ya no tiene arreglo: si tenemos asuntos inconclusos a su respecto, debemos atenderlos lo antes posible, para que no sigan succionando nuestra energía. Hay otro motivo importante para esto: las frustraciones del pasado nos hacen imaginar compensaciones futuras.

¿Qué significa esto? Significa que, para cada situación que no tengamos "cerrada" -sanada, terminada, aceptada, perdonada- nuestras fantasías proyectarán ilusiones en el futuro que, en nuestra imaginación, compensen la frustración que vivimos en el pasado. Si, por ejemplo, nuestro trabajo nos aburre -quizás porque nunca nos hemos arriesgado a buscar nuestra verdadera vocación- es muy probable que tengamos una fantasía recurrente respecto a un empleo ideal que se nos presentará algún día. Si se trata del ámbito afectivo -en el que puede que tampoco hayamos jugado enteramente nuestras cartas- también puede haber una fantasía de la "pareja ideal", la que, supuestamente, también aparecerá por sí sola, sin que debamos hacer nada.

Evolución del trabajo terapéutico con los asuntos inconclusos

La época histórica en que surgió la Terapia Gestáltica -fines de los años 60- puede considerarse como especialmente fascinante, debido a la presencia de una serie de fenómenos sociológicos que bien recordará la generación nacida entre los años 40 y 50 -los que fueron adolescentes o adultos jóvenes en los 60-. Se rompieron tal cantidad de estructuras sociales que no es aventurado suponer que las generaciones que les siguieron se enfrentaron a un mundo enteramente diferente. Las experiencias de búsqueda personal y, específicamente, las terapias de grupo que surgieron en esos tiempos -en líneas afines a la psicoterapia humanista y transpersonal- llegaron a extremos que nos cuesta imaginar en el presente. En maratones, grupos de encuentro y terapias de grupo existía el enfrentamiento abierto de sentimientos de violencia y sexo; los pacientes concedían una altísima cuota de poder al terapeuta, autorizándole a emitir juicios a su respecto, confrontarles, desafiarles a enfrentar situaciones, y, en algunos casos, humillarles y ridiculizarles.

¿Cuál era el objetivo de eso? Quizás, lograr que la persona se desidentificara de su mecanismo neurótico; sin embargo, lo que también podía ocurrir era que la persona no sintiera que esto apuntaba a su mecanismo, sino a su ser -y por tanto, podía con esto sentirse agredido y no valorado-. En ese ámbito, en general se consideraba como valioso

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al trabajo terapéutico que fuese intensamente catártico, violento. Junto con la Terapia Gestáltica original -que incluía una importante cuota de violencia, en cuanto a las situaciones a las que el paciente se veía enfrentado- surgieron formas terapéuticas tales como: diversos tipos de grupos de Encuentro, la Bioenergética (Lowen, A., 1976), el Grito Primal (Janov, A., 1970), el Rebirthing (Orr, L., 1979), el proceso Fischer-Hoffman (Hoffman, R., 1980) y meditaciones intensamente catárticas, como la Meditación Dinámica (Rajneesh, B.S., 1981); paralelamente, se desarrollaron técnicas de masaje corporal que también implicaban catarsis (Rolf, I., 1977). Obviamente, también los asuntos inconclusos solían ser tratados en esta tónica.

Yo participé, como terapeuta y como paciente, en actividades de esa índole -con tal intensidad que en una catarsis me fracturé dos huesos-, entre los años 1975 a 1987, en Chile y el extranjero. Sin embargo, cuando en 1987 regresé al país después de haber recibido entrenamiento intensivo en ese tipo de técnicas, me sorprendió el descubrir que no parecían tener sentido ni efecto positivo para las generaciones más jóvenes -si bien lo habían tenido para las anteriores-. Mi sensación era, no que estuviesen evitando o reprimiendo algo, sino que esto no "resonaba" en ellos: era como intentar tocar una campana con un objeto blando. Más aún: los métodos confrontacionales generaban una mayor resistencia, pues el paciente no se veía enfrentado a responsabilizarse o no de su propio cambio, sino que debía enfrentarse/defenderse de los intentos del terapeuta por "cambiarlo".

Diría que a la extrañeza y desconcierto que esto me produjo inicialmente, siguió la auto-observación, la observación de los demás y la reflexión. Decidí que, efectivamente y por algún motivo que no alcanzaba a entender, esos métodos no eran ya apropiados, salvo para aquellos que se habían vuelto adictos a trabajar consigo mismos de ese modo. Es así que sigo oyendo hasta hoy día de trabajo terapéutico corporal y/o gestáltico que no ha cambiado un ápice desde 1970.

De mi auto-observación en trabajo con alumnos y pacientes individuales y en grupos, concluí -y esto lo señalo estrictamente como una opinión personal- que lo que actualmente parece ser apropiado y generar un desarrollo en la persona es el apoyarla, valorarla y aceptarla, no el desafiarla y confrontarla. Lo que actualmente busco en terapia es que la persona elija utilizar su poder de decisión, que perciba el abanico de opciones a su alcance y que se haga responsable de las opciones que elige. Intento que, en todo momento, no haya presión de mi parte para que elija una opción determinada, y me esfuerzo por aceptarlo en todo momento.

Es así que y al menos en mi experiencia terapéutica, las generaciones más jóvenes ya no parecen requerir de los métodos de tipo catártico para lograr resultados efectivos, y la concepción que tenemos de la Terapia Gestáltica debiera sufrir importantes adaptaciones al nuevo escenario. A mi entender, aquellos que insisten en aplicar los métodos de los sesenta sin modificaciones cometen un importante error: entre otras cosas, le transmiten a sus pacientes la sensación de que el cambio terapéutico requiere, no sólo esfuerzo, sino sufrimiento y dramatismo, lo que pienso que no es así. De este modo, los métodos con los que actualmente pueden trabajarse los asuntos inconclusos son suaves, no intrusivos y carentes de violencia. Citaré a continuación algunas formas posibles de trabajo con ellos.

• Naturalmente, el ideal es no generar o no acumular asuntos inconclusos.

Esto implica vivir alertas a nuestras claves internas, para dejar el mínimo posible de situaciones sin un cierre saludable. En una conversación con un grupo de contagiados de Sida, Paul Lowe les dice:

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Les contaré una historia acerca de un amigo que murió. Éramos grandes amigos, y viajábamos por muchos lugares alrededor del mundo. Y solíamos jugar un juego: asegurarnos de hacer todo lo que deseábamos hacer esta vez en el planeta, de modo que no nos fuera necesario regresar... a menos que quisiéramos hacerlo.

Así es que jugábamos este juego de completar. Cualquier cosa que deseábamos la obteníamos. A cualquier parte que quisiéramos ir, allá íbamos. Todo lo que deseábamos hacer, lo hacíamos. Entonces descubrimos que estaba enfermo; y se agravó muy rápido... y seguimos jugando el juego. Aun cuando algunas de las cosas que ordenamos por correo no llegarían a tiempo -porque se estaba muriendo- seguíamos jugando este juego. Murió en forma tan dulce, hermosa y total. Cuando la energía se halla equilibrada y hay paz en este nivel, simplemente te deslizas suavemente al siguiente nivel.

Y eso es lo que han revelado muchas personas que han experimentado estados muy cercanos a la muerte: si nos dejamos ir suavemente, simplemente nos deslizamos a la otra dimensión. Así que el juego consiste en equilibrarse tanto como sea posible en esta dimensión y, entonces, cuando la siguiente está libre para nosotros, simplemente seguimos.

(Lowe, P., 1989) Otro enfoque preventivo de la acumulación de asuntos inconclusos la sugiere

Oscar Ichazo, fundador del Instituto Arica. En un antiguo reportaje de la revista New Age (Fields, R., 1976) el entrevistador observó que, durante las meditaciones, los participantes tomaban nota de cualquier pensamiento o problema que interfiriese con su meditación, dándole "cita" para su posterior reflexión analítica/analógica en algún momento en el que dispusieran de tiempo. Esto se basaba en el hecho de que un asunto inconcluso -preocupación o problema- se vuelve cada vez más insistente si no le prestamos atención. Los meditantes mantenían, entonces, pequeñas libretas de anotaciones a su alcance cuando meditaban.

Naturalmente, igual función puede cumplir esa libreta durante la vida cotidiana. Para esos fines, utilizo mi agenda: cada vez que surge una preocupación, idea, inquietud o asunto pendiente, la anoto en la agenda. Este método me significa no tener inquietudes revoloteando en mi cabeza, salvo la de revisar periódicamente dicha agenda.

Un método similar pero más elaborado lo sugiere Robert Monroe (Monroe, R., 1971, 1985). Al iniciar una sesión de ciertos ejercicios que propone, sugiere imaginar frente a nosotros una Caja de Conversión Energética (Energy Conversion Box) con forma de baúl. En este baúl comenzamos a introducir cada preocupación, inquietud o asunto inconcluso que tengamos, creando un símbolo concreto para cada uno de ellos: por ejemplo, un montón de cuentas por pagar, un reloj, una fotografía de alguien, la agenda de mañana. Dice Monroe: "Las personas que han participado en nuestros seminarios han descubierto estupendos símbolos para dejar cosas a un lado: una pequeña imagen del mundo físico, con ellos fuera de él; listas de frases limitantes, como "no puedo" "no voy a" y "no es"; anclas tanto hacia el pasado como hacia el futuro; suposiciones, tanto respecto al fracaso como al éxito y símbolos de defensas, como una serie de máscaras".

Si deseáramos perfeccionar esta técnica y combinarla con la sugerida por Oscar Ichazo, podríamos adjuntar a cada uno de los símbolos que metemos en el baúl una etiqueta con la fecha y hora en la que atenderemos ese asunto específico. Es importante

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hacer esto -en la forma que queramos- pues la postergación indefinida de un "asunto inconcluso" sólo aumentará la ansiedad que éste nos produce.

• Si descubrimos que el "asunto inconcluso" ya está allí.

Para empezar, no importa el tiempo transcurrido: a veces podemos sentir que es absurdo estar aún pensando en algo que ocurrió mucho tiempo atrás. Si la situación no ha sido concluida saludablemente, pueden pasar muchos años sin que la inquietud interna se apacigüe. Si nos contactamos con la emoción que quedó "atascada", podemos buscar una forma de darle curso: quizás llorar, quizás gritar, quizás golpear un cojín o una almohada, quizás descargarse escribiendo lo que nos ocurre, quizás contárselo a un amigo o a un terapeuta. Si nuestro asunto pendiente involucra a otra u otras personas -muchas veces es así- quizás deseemos hablar con ella o escribirle.

Lo importante, sin embargo, es lo que a mí me ocurre en mi cuerpo, en mis emociones. Puede que la otra persona no tenga el menor interés en contactarse con nosotros o no perciba para nada la situación como nosotros la vemos. Pero soy yo quien tiene el asunto inconcluso, y soy yo quien debe hacerse cargo de lo que me ocurre. En ocasiones, el "cierre" puede facilitarse en gran medida si la o las personas están dispuestas a escucharme o a conversar acerca de lo que me inquieta; hasta puede que compartan mi inquietud. Sin embargo, si no es así, yo deberé buscar la forma. Y aquí existe un indicador infalible: si pongo todo de mi parte por cerrar mi situación inconclusa, ésta quedará cerrada, pues este "cierre" no depende de la respuesta externa, sino de la intensidad de mi compromiso en hacer todo lo que está de mi parte por "completar" el asunto inconcluso. Si, por temor o comodidad, hago sólo intentos tibios, es probable que la situación siga igual. En muchas terapias grupales he visto seudo-catarsis en las que la persona no está realmente descargándose de nada.

Esto apunta a algo importante: en realidad, intentar cerrar una situación inconclusa requiere de cierto grado de valentía. Teníamos un evento en el pasado que, en principio, no nos molestaba o interfería mayormente -o al menos eso sentíamos-. Por un motivo u otro, nos vemos enfrentados a revivir una situación dolorosa, desagradable, sin tener claros los beneficios de hacerlo. Es comprensible que intentemos rehuír el asunto, que simulemos intentos de cumplir con la tarea, "salir del paso" y olvidarlo todo. Sólo si somos valientes y arriesgados o si el "asunto inconcluso" se ha vuelto intolerable, nos jugaremos el todo por el todo y nos abriremos a sentir todo lo que está atascado en nuestro interior. Y sólo entonces, si ponemos absolutamente todo de nuestra parte, el asunto se cerrará.

Cuando tenemos un "cierre" pendiente con otra persona -ya sea que deseo comunicarle un sentimiento o "cerrar" alguna situación del pasado- puedo recibir de su parte indiferencia, rechazo o imposibilidad de contacto, como es el caso si la persona es inubicable o ha muerto. También es posible que la otra persona no esté interesada en ayudarme a "cerrar": puedo haber hecho todos los intentos posibles por comunicarme. Si la respuesta sigue siendo una negativa, un rechazo o indiferencia, se aplica entonces lo dicho anteriormente: habré hecho todo lo necesario de mi parte por cerrar. Es posible que aún me sea necesario hacer algo -quizás, simplemente aceptar la situación-, pero ya le habré dado curso a la energía que estaba atascada en mi interior. No siempre los cierres tienen un final feliz: lo importante es no quedarme con algo atorado. Y el mejor índice para saber si queda o no algo pendiente será mi sensación corporal: tendré que aprender a escucharla. En palabras de Perls, Hefferline y Goodman (1951), "la rápida secuencia en la cual la figura rápidamente se transforma en fondo para la próxima figura

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emergente, hasta que se presenta un clímax de contacto y satisfacción y la situación vital se halla realmente cerrada".

Una de las técnicas conocidas que ayuda a sensibilizarse a las claves del cuerpo -y, por tanto, a descubrir la presencia de asuntos inconclusos- es la Focalización (Gendlin, E., 1978). Básicamente, consiste en la combinación de una simple técnica de imaginería con el contacto con algo que Gendlin llama la sensación sentida: el referente corporal de aquella vivencia/experiencia que nos orienta en el plano intuitivo/emocional, haciendo surgir aquello que tenemos pendiente.

Perdonar y perdonarse:

Existen diversos autores que le otorgan gran importancia al hecho de perdonar y perdonarse. Por ejemplo, para el psiquiatra norteamericano Gerald Jampolsky (1981), implica aceptar lo ocurrido y mis reacciones negativas frente a eso. Dice Jampolsky: "La paz interior sólo puede ser alcanzada cuando practicamos el perdón. El perdón es el vehículo para modificar nuestras percepciones y dejar ir nuestros miedos, juicios condenatorios y pesares". Es así que vemos que el "perdón" es bastante más amplio que simplemente decir las palabras "te perdono", e implica un cambio más profundo: implica también dejar ir el apego al rencor y al percibirse a sí mismo como víctima.

Quizás es importante considerar, a la hora de perdonar y perdonarse, el hecho -experimentado por todos- de que las cosas no siempre ocurren como lo deseamos. Por ejemplo, todas nuestras intenciones y esfuerzos conscientes pueden apuntar en una dirección: enriquecer nuestra relación de pareja, desarrollar nuestra profesión, tener un estilo de vida determinado. ¿Con cuánta frecuencia ocurre que "algo" parece empeñarse en hacernos ir en sentido contrario y obtener precisamente lo contrario de lo que intentamos? No se trata de eludir nuestra responsabilidad en lo que producimos en nuestra vida; pero, ¿no es acaso la experiencia de la que hablo algo que todos hemos vivido? Y, ¿no es más fácil entonces comprender y perdonar a alguien que realmente hizo todo de su parte -cuando eso es así- por lograr lo contrario de lo que nos dolió u ofendió?

A la hora de "cerrar" un episodio del pasado, algunos terapeutas sugieren realizar una verdadera "despedida" con la persona que se ha ido, si ésta ha muerto o simplemente no está a nuestro alcance (Tobin, S., 1978). La imaginamos sentada frente a nosotros y le expresamos en palabras o imaginariamente todo aquello que deseamos decirle, hasta sentir que estamos preparados para dejarla ir -y para eso es posible que requiramos de más de una sesión-. Es probable que la sensación de estar listo para "dejar ir" a otra persona sea una mezcla de humildad y aceptación de la inevitabilidad de la situación actual, de nuestros sentimientos al respecto y del modo como se dieron los hechos del pasado. Quizás necesitemos pedir perdón y también perdonar a la otra persona antes de sentir una verdadera "despedida" interna, un término que sintamos resolutivo: la sensación interna de "cierre".

Es así que podemos realizar un verdadero ritual o ceremonia para facilitar un cierre con una persona o situación que se ha alejado de nosotros. Es una despedida de lo antiguo que, por dolorosa que sea, facilita la llegada de lo nuevo. El 28 de Agosto de 1993 participé en una despedida de este tipo. Un conductor de grupos de cantos y bailes rituales, de nacionalidad argentina, había fallecido pocos meses antes. Esta persona solía guiar, año tras año, encuentros realmente mágicos, en los que lograba en pocos minutos que un enorme grupo de personas que, en muchos casos, nunca se había visto, entrara en una impresionante sincronización de sus movimientos, voces y corazones. Se reunió

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para esa ocasión, entonces, una considerable cantidad de personas que habíamos participado alguna vez de esos encuentros, y realizamos algunas danzas, cantos y meditaciones. Vimos un diaporama que algunos realizaron, e intercambiamos experiencias vividas en ese contexto. Fue una hermosa despedida, la que obviamente implicaba la difícil aceptación de que su forma física ya no estaría entre nosotros.

A continuación propongo un posible y sencillo ritual -que se realiza solo o con la ayuda de un terapeuta- para cerrar algún asunto inconcluso con alguien ausente o muerto. Es importante destacar, sin embargo, que lo importante no es la forma externa de lo que hagamos, sino el compromiso interno con el cual esto se lleva a cabo. Es por eso que es importante escucharse, pues somos nosotros mismos quienes mejor sabemos qué necesitamos hacer para "cerrar". Debemos confiar en nuestra intuición y nuestra creatividad: debe ser algo que hagamos para nosotros.

Procedimiento:

• Instalarnos en algún lugar de nuestra preferencia: un lugar en el que no seamos interrumpidos y donde podamos crear el ambiente que deseemos, ya sea en cuanto al grado de luminosidad, sonidos -música- o silencio, fotografías u objetos de la persona con la que vamos a cerrar. Nuestras preferencias personales determinarán el resto de la ambientación.

• Cerrar los ojos, relajarse, sentir el cuerpo, dejar ir las tensiones con la exhalación.

• Comenzar a visualizar, sentada frente a nosotros, a la persona con la cual tenemos algo incompleto.

• Sentir en el cuerpo qué es aquello que está pendiente, qué es lo que desea ser expresado con sólo visualizar a esta persona.

• Permitir que cualquier cosa salga, en la imaginación o en acciones: palabras, gestos, actos, etcétera.

• Dejar que este flujo continúe por el tiempo necesario, hasta sentir en el cuerpo que el peso o tensión se ha aliviado.

• Despedirse de la persona y agradecerle el haber estado con nosotros.

Debemos tener presente que los resultados de un ritual como éste dependen en gran medida del compromiso emocional con el que lo llevamos a cabo, como también de la complejidad de la situación. Durante la sesión podemos percatarnos de la existencia de sentimientos o percepciones inesperadas y más profundas, y puede que entonces se requiera de sesiones adicionales para lograr el objetivo deseado.

Cuando nos es factible sostener un encuentro con la o las personas involucradas en el asunto que deseo cerrar, existirán ciertas ventajas y desventajas en la situación. Por una parte, es importante focalizarse en un objetivo honesto: ¿deseamos realmente "cerrar" con esta persona o cederemos a la tentación de caer en acusaciones o intentos de manipularle de un modo u otro? Si realmente deseamos un cierre sano, un "soltar" la situación que nos pesa, un perdonarnos a nosotros mismos y al otro, puede resultar útil seguir las siguientes sugerencias.

• En primer lugar, y como decía antes, es importante focalizarme en mi objetivo: ¿qué deseo lograr en esta reunión? Mientras más limpias sean mis intenciones, es más probable que las satisfaga. Si mi objetivo no es el de cerrar una situación pasada

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sino el de expresar un sentimiento actual, puede ser importante como intención el ser lo más honesto posible, aún cuando nos asuste esa vulnerabilidad.

• En segundo lugar, es deseable producir una conexión con la otra persona, y no limitarse a vomitarle lo que uno desee decirle. Es importante que nos expresemos; sin embargo, es también importante no arrollar a la otra persona, la que puede sentirse utilizada y no vista realmente.

• Otro punto importante consiste en centrarme en ese punto de referencia interno que me dice si lo que digo es o no exactamente todo lo que hay, todo lo que deseo expresar. Es fácil, al conversar con otra persona, que perdamos de vista lo que nos ocurre en lo profundo y entremos en un juego de ping-pong o atenuemos, disfracemos, intelectualicemos o nos desviemos de lo que deseamos realmente expresar.

• Permanecer abierto: ¿qué me está pasando ahora, más allá de las que eran mis intenciones iniciales? ¿Qué deseo expresar ahora?

Conclusiones

Según Perls, Hefferline y Goodman (1973, pág.176), "uno de los problemas principales para toda psicoterapia es motivar al paciente para que haga lo que debe ser hecho. Debe retornar a los "asuntos inconclusos", los que dejó inconclusos en el pasado debido a que le producían tanto dolor que debió huír"

Según mi percepción, en esta época -no sé si en este sentido diferente de otras- las personas suelen sostener una de dos opiniones respecto al cambio personal y a la superación de trabas y limitaciones que frenan su desarrollo y satisfacción:

• considerarlo prácticamente imposible o producto de gran sufrimiento, grandes despliegues de esfuerzo y un prolongado período de trabajo;

• que es posible, como producto de algún método prácticamente instantáneo, que no requiera de ellos que reexaminen o reexperiencien eventos y/o sentimientos con los que no desean enfrentarse.

Pienso que ésta sí es una época especial, en el siguiente sentido: creo que, en este momento, el cambio personal sí puede ocurrir, para cualquiera, con un grado considerablemente menor de esfuerzo, tiempo y sufrimiento del que era necesario años atrás. Si lo que postula, por ejemplo, Sheldrake (1991) se aplica a las lecciones que debemos aprender los seres humanos como conjunto, es posible que las generaciones actuales sí se beneficien de los profundos procesos de transformación que generaciones anteriores experimentaron, décadas atrás. Creo que actualmente se requieren dos ingredientes particularmente importantes -tanto en el terapeuta como en el cliente- para producir el cambio que permita a las personas superar auto-limitaciones y sufrimiento innecesario: la disposición honesta y responsable de enfrentar a los "leones del subterráneo" y la apertura a la posibilidad de que ese enfrentamiento no sea tan doloroso ni tan prolongado como solía serlo en el pasado.

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Historia de la Psicoterapia Gestáltica en el Perú

Felipe Iannacone Martínez*

Resumen

El autor realiza un recorrido panorámico por la historia de la terapia Gestalt en Perú.

Palabras clave: terapia Gestalt, historia, psicoterapia.

Abstract

The author carries out a panoramic journey for the history of the therapy Gestalt in Peru

Key word: gestalt therapy, history, psychotherapy. Para abordar el tema de la psicoterapia Gestáltica en el Perú, es menester

acercarnos primero a la historia de su “descubridor”: Frederick S. Perls, quien comenzó su carrera en Berlín y Viena donde se relacionó con personas como Reich, Federn, Deutsch, Horney por parte de la escuela Psicoanalítica; y Goldstein, Wertheimer de la Psicología de la Gestalt. En 1933 llega a Sud África. En Durban publica (1942) Ego, Hunger and Aggression, primera aplicación de los principios descubiertos por la Psicología de la Gestalt al desarrollo y crecimiento de la persona. En 1946 llega a los Estados Unidos de Norteamérica. En 1947 publica nuevamente el libro antes mencionado del cual existe una versión española hecha por Ángel Saiz Sáenz publicada recién en 1975 por el fondo de cultura económica.

En el año 1966, Perls es invitado a formar parte del Instituto Esalen de Big Sur California, para dirigir seminarios y dictar cursos sobre Psicoterapia Gestáltica. Perls murió el 14 de Marzo de 1970.

En el año 1973 aparece un libro español, traducción de una recopilación hecha por Joen Fagan e Irma Lee Shepherd, donde dan amplia información sobre Teoría y Técnicas de la Psicoterapia Gestáltica, que según mi entender constituye un hito muy importante para los psicoterapeutas peruanos en cuanto a tomar contacto con esta nueva forma de hacer psicoterapia. En este libro existe un tema desarrollado por Claudio Naranjo, psiquiatra chileno, quien influyó en otras dos personas muy importantes de su país, me refiero a Adriana Schnake y Francisco Huneeus, quienes se dedicaron a plenitud a la práctica y enseñanza de la Psicoterapia Gestáltica, así como también a su difusión a través de la Editorial Cuatro Vientos de Chile.

En el año 1973 Mariano Querol participó en grupos vivenciales dirigidos por el psiquiatra argentino Guillermo Vidal, esta experiencia entusiasmó a Querol y en el año 1974 dirige un primer laboratorio vivencial. Recién en el año 1976 participa en un laboratorio de terapia gestáltica dirigido por Adriana Schnake y donde estaba como psicoterapeuta Francisco Vásquez. Es claro que Querol se había definido antes del encuentro con Adriana como un psicoterapeuta vivencial, lo cual es confirmado por su participación con un tema en el Sexto Congreso de Psiquiatría, en las primeras jornadas internacionales de psicoterapia de grupo, donde presenta su libro El Hombre contra sí

* E-Mail: [email protected]

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mismo (1980) y además se reafirma como coordinador en el Curso de Psicoterapia en el contexto del IX Congreso Peruano de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía (1982).

En el año 1975 vino a Lima la psiquiatra chilena Adriana Schnake acompañada por el psiquiatra peruano Noel Altamirano; Nana (así la llamamos) dirigió un Taller de Psicoterapia Gestáltica, que provocó el interés de todos los concurrentes (psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales) quienes percibían en este nuevo enfoque un camino esperado y fascinante para el desarrollo y crecimiento personal y una eficiente manera de hacer Psicoterapia. Adriana regresó al Perú una y otra vez... “nos explicó las bases teóricas de la terapia gestáltica, dejándonos, además, un cuadernillo con ejercicios para aquellas personas interesadas en profundizar dicho enfoque. Fue así, como de una manera simple se sembró la semilla de la Terapia Gestáltica en nuestro medio.

Posteriormente, Nana viene a Lima acompañada del biólogo y terapeuta chileno Francisco Huneeus, traductor y editor de los libros de Perls. Pancho (así lo llamamos) dirige un laboratorio de Psicoterapia Gestáltica, enseña la técnica e incursiona en aspectos teóricos deteniéndose en un aporte personal “una fundamentación científico-natural del concepto gestalt. Pancho regresó en varias oportunidades al Perú y estaba especialmente interesado en la creación de grupos formativos de terapia gestáltica.

Los psiquiatras peruanos que participaron en los laboratorios de terapia gestáltica fueron: Noel Altamirano Velasco, José Alva Quiñónez, Adalberto Bravo Ugarte, Jhony Campos Fuentes-Rivera, Walter Griebenow, Teodoro Del Pozo Velasco, Alberto García Martinelli, Felipe Iannacone Martínez, Rafael Junchaya Gómez, Pedro Morales Paiva, Mariano Querol Lambarri y Francisco Vásquez Palomino. El tiempo, el contexto socio-cultural, la necesidad de identidad, el darse cuenta, etc. han producido una decantación, y ahora de todos ellos, se mantienen firmes y declaran practicar la psicoterapia gestáltica los psiquiatras: José Alva, A. Bravo, Alberto García, Felipe Iannacone, Francisco Vásquez. Este practicar implica el dictado de cursos, seminarios, talleres y laboratorios para la formación de nuevos psicoterapeutas; incluye también haber hecho publicaciones y ponencias sobre terapia gestáltica y como es obvio, constituye el enfoque psicoterapéutico fundamental en el que hacer diario con los pacientes. Es importante señalar que la psicoterapia gestáltica es el trabajo cotidiano con los pacientes que acuden al hospital de día dependencia de EsSalud. Así como también con los pacientes que concurren al servicio de psiquiatría del Hospital Daniel A. Carrión del Callao.

Es pertinente nombrar a los psicólogos y estudiantes de Psicología que participaron en los laboratorios de psicoterapia gestáltica dirigidos por Nana y Pancho, ellos son: Isabel Arrieta, Aída Northcote, Loreta Cornejo, Pascual Olivos, Lucy Pinglo, Marcelino Riveros Quiroz, Elsa Roel, Isabel Shirakawa Tashima, María Prisca Valdivia, Rosario Arias-Barahona, Carlos Orihuela, Gloria Delgado, Graciela Zárate, Áurea Alcalde, Pierina Giberti, Ricardo Zariqué, Leonardo Zaa, Teresa Miroquezada, Antonio Delgado y otros.

También asistieron a los talleres, asistentes sociales tales como Beatriz Fuentes y Aída de Martinelli, y rehabilitadoras físicas como Antonieta de Campos.

No olvido al Sr. Justo Blanco quien en más de una oportunidad ha sido organizador de talleres de psicoterapia.

De los psicólogos antes mencionados han perseverado Marcelino Riveros e Isabel Shirakawa quienes han hecho publicaciones sobre psicoterapia gestáltica y desde

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sus primeros laboratorios con Nana y Pancho hasta la actualidad han estado intensamente ocupados en formar, informar e iniciar a nuevos psicoterapeutas.

Es conveniente resaltar la tarea que Elsa Roel realiza en el Instituto Nacional de enfermedades Neoplásicas, donde aplica la terapia gestáltica individual y grupal, en programas de prevención y rehabilitación de pacientes con cáncer. Algunos otros como Loreta Cornejo se han dedicado a la psicoterapia gestáltica con niños y adolescentes.

La psicoterapia gestáltica también ha ingresado a las universidades del Perú, principalmente a las facultades de Psicología y al postgrado en Psiquiatría.

La psicoterapia gestáltica ha recibido reconocimiento de la Asociación Psiquiátrica Peruana y del Colegio de Psicólogos del Perú.

En el año 1980 los psiquiatras Alva, García Martinelli, Iannacone y Francisco Vásquez decidimos fundar la Asociación Peruana de Psicoterapia Gestáltica; debo mencionar que en esta oportunidad se incluía a un joven psiquiatra el Dr. Luis Villegas quien tenía formación gestáltica y mucho interés en que se creara esta institución. La presidencia recayó en el Dr. Francisco Vásquez. En la actualidad esta Asociación está inactiva, considero que ha llegado el momento de movilizarla para ponerla al servicio de los profesionales de la conducta y de la comunidad tal como está señalado en sus estatutos.

El 28 de Agosto de 1976 en las sesiones científicas del IV Congreso Nacional de Psiquiatría, debutan temas de terapia gestáltica:

Vásquez, F.: Una experiencia grupal: Terapia Gestáltica.

Concha, A. y Northcote, A.: Una experiencia con ejercicios gestálticos como parte de un programa de actividades terapéuticas.

Iannacone, F.: La psicoterapia de pareja: enfoque gestáltico.

En el año 1977 la Universidad San Martín de Porras -Programa Académico de Psicología- organiza y auspicia un evento científico donde los temas de psicoterapia gestáltica recaen en Marcelino Riveros y Felipe Iannacone.

El 13 de Abril de 1978 en el Simposio de Psicoterapia de grupo, Francisco Vásquez participa con el tema: Psicoterapia de Grupo tipo Gestáltico.

El 14 de Abril de 1978 en la Sesión Científica del Congreso Nacional de Psiquiatría, se presentan los temas:

Vásquez, F.: Psicoterapia breve con términos gestálticos en situación de crisis.

Vásquez, F.: Afronte Gestáltico en el trabajo de duelo.

Bravo, A.: Experiencia grupal en terapia gestáltica.

El 23 de Noviembre de 1978 en el 1° Congreso peruano de psicoterapia, Jhoni Campos dirige un Taller de Grupo Gestáltico.

En el año 1979 en el Centro de Diagnóstico de Terapia Psicológica CEDITEP, se dictaron cursos teóricos-prácticos de Terapia Gestáltica a cargo de Felipe Iannacone y una nueva jornada de terapeutas gestálticos tales como: Ramiro Gómez, José Cerna, Lincol Cárdenas, Lucy Chincaro, Marianela Luque.

En el año 1980, en el marco del VI Congreso Nacional de Psiquiatría otra vez está presente la Terapia Gestáltica: Vásquez, F.: El trabajo del ensueño en psicoterapia.

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Entre el 10 y 12 de Abril de 1981 se realizan las primeras jornadas internacionales de psicoterapia de grupo, organizado por la Sociedad Peruana de Psicoterapia donde hay un capítulo de psicoterapia gestáltica a cargo de F. Vásquez y F. Iannacone.

El 21 de Octubre de 1981 Felipe Iannacone en la Sesión Científica de la Sociedad Peruana de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía presenta el tema: Generalidades a cerca de la Terapia Gestáltica.

En Noviembre de 1981 la Universidad Nacional Federico Villarreal -Programa Académico de Psicología- organiza y auspicia el Primer Taller de Psicoterapia Gestáltica para docentes universitarios dirigido por Felipe Iannacone.

En el año 1982 la Asociación de Psiquiatría Peruana organiza un cursillo taller de Psicoterapia Gestáltica, precediendo al VII Congreso Nacional de Psiquiatría, estuvieron presentes los psicoterapeutas: Alberto García Martinelli, Felipe Iannacone, Francisco Vásquez.

Entre el 23 y 24 de Octubre de 1982 se realiza un curso Pre-congreso, precediendo el IX Congreso Peruano de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía, dictándose un Taller de Psicoterapia Gestáltica a cargo de Felipe Iannacone, en el contexto de un abanico de escuelas psicoterapéuticas cuya coordinación general recayó en Mariano Querol.

La historia de la Psicoterapia Gestáltica en el Perú tiene que ver con la historia de las otras psicoterapias, más concretamente con una persona que fue el guía de los psicoterapeutas peruanos, me refiero al Maestro Dr. Carlos Alberto Seguín, fue él quien puso la semilla, y cada uno de nosotros nuestra propia personalidad. También influyeron sus discípulos convertidos en maestros universitarios: Sergio Zapata, Humberto Napurí, Rubén Ríos y el mismo José Alva. Merecen mención a parte la presencia entre nosotros desde 1970 de la argentina Dalila Plateros, que desarrolló Talleres de Psicodrama hasta que se vio influenciada por la Psicoterapia Gestáltica. Incluyamos también a los introductores del Análisis Transaccional en el Perú, los argentinos R. Kertesz y C. Kerman, quienes programaban en sus talleres ejercicios y minimaratones de terapia gestáltica.

Oscar Valdivia Ponce, en su Historia de la Psiquiatría del Perú, no menciona la gestalt terapia.

Reinaldo Alarcón, en su Historia de la Psicología en el Perú, al referirse a la Psicología humanística menciona a la terapia gestáltica. “Es el caso de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón, donde la psicóloga austriaca Helga Auer, profesora visitante de esta universidad, ofrece con cierta periodicidad, un curso de Psicología Humanística y de terapias humanísticas, a nivel de postgrado. Esta especialista ha publicado la obra Psicología Humanística. Módulos de Psicoterapia (1997), en la que ofrece una completa visión de la teoría y práctica de este enfoque. Por otro lado, la Universidad San Martín de Porres, organizó en 1994, un seminario sobre el enfoque existencial-humanista, con la participación de expositores de Chile, Argentina y del medio local. Las ponencias de este evento han sido publicadas bajo el título de Enfoque existencial humanista (1994)”.

Ahora Julio del 2004, hemos recibido la visita de Francisco Huneeus, quien sigue publicando libros como director de Editorial Cuatro Vientos, nos manifestó que además de la gestalt terapia se interesó por la programación neuro lingüística y de esto hace más de veinte años. Ahora su entusiasmo está por la danza terapéutica, hizo sus

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demostraciones en dos mini maratones. Nos contó que Adriana Schnake ha publicado varios libros de gestalt terapia y seguía con la silla vacía, el diálogo con el cuerpo, el diálogo con el síntoma. Nosotros le dijimos que estamos dirigiendo Gestalt Perú y que existe un Instituto de terapia gestáltica de Lima que lo dirige Manuel Saravia Oliver, quien se formó bajo mi supervisión, junto a Adriana Merino, Magdelein Quispe, Jenny Caballero, Luis Flores Guerra, Juan Watanabe, GianCarlo Cordiglia, Beatriz García, Alberto Linares, Luis Noriega y otros.

Un especial recuerdo merece Gabriela Cádiz, quien con su sabiduría, intuición, inteligencia, mostrara cualidades muy especiales como psicoterapeuta, que le permitía ligar danza, gimnasia, juego y gestalt terapia.

Bibliografía

1. ALARCÓN, R.: Historia de la Psicología en el Perú. Universidad Ricardo Palma. Lima 2000. pp. 258-259.

2. AUER, H.: Psicología humanística. Unife. Lima 1990.

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4. LATNER, J.: Fundamentos de la gestalt. (1973) Editorial Cuatro Vientos, 4° edición. Santiago de Chile 2004.

5. LAZO, J. y Zanolo, B.: Investigaciones y publicaciones psicológicas en el Perú. Editorial San Marcos. Lima 1996.

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7. PERLS, F.: Dentro y fuera del tarro de la basura. Trad. Francisco Huneeus. Editorial Cuatro Vientos, 3° edición. Santiago de Chile 1987.

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9. PIERRET, G.: La terapia gestalt. Su práctica en la vida cotidiana. Editorial Mandala. Madrid 1990.

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Experiencias negativas originarias y la cuestión de la autenticidad.

Emilio Romero

Resumen:

Entre los varios conceptos colocados en circulación por el enfoque existencial y comprensivo en psicología, uno se destaca: el concepto de autenticidad. En la relación terapeuta-cliente, Rogers lo juzgó como un requisito de la relación. El trabajo de transformación personal se propone como uno de los objetivos a ser alcanzado, junto con el desarrollo de la creatividad y de la libertad. Después de haber considerado la concepción heidegueriana y las tesis de Rahally sobre este tema, el autor propone una concepción de la autenticidad entendida como una conquista personal que se conecta con las propias fuentes de la existencia. Es la autenticidad como el arte de saber convivir con las siete grandes experiencias negativas de la existencia, a saber: la pérdida, el fracaso, la soledad, la incomunicación, la angustia, el absurdo y la muerte.

Palabras claves: Abordaje existencial, conceptos centrales, categorías de análisis, experiencias negativas, nuevas ideas.

Abstract

Among the several concepts put in circulation by the existential and comprehensive approaches in psychology, one surpasses the others: the authenticity concept. In therapeutic relation, Rogers judged it as a requirement of the relation. The work of personal transformation proposes ilself as a goal to be achieved, toghether with the development of criativity and freedom. After having considered the haideggerian conception of authenticity and Rahally’thesis over this theme, the author proposes a authenticity’conception understood as a personal conquest, which is conected with its own sources of existence. It is the authenticity known as the art of living together with the seven great negativities of existence: loss, failure, loneliness, incomunication, anguish, absurd and death.

Key words: Existential aproach, central concepts, analitical categories, negativity, new ideas

En un proceso de neogénesis, de renovación y transformación de sí, que me parece ser la tarea básica de la psicoterapia, siempre surge la cuestión de cuáles son los objetivos de esta transformación de sí. A fin de cuentas ¿cuáles son los objetivos principales de esta tarea de desarrollo sea mediante la psicoterapia, sea hecha por cualquier otro procedimiento? De partida, se nos dirá que los objetivos están subordinados a las necesidades, conveniencia y recursos de la persona que procura un psicoterapeuta. Ciertamente es así en gran medida. Un alto porcentaje de personas que consultan un terapeuta quiere solucionar algunos problemas y conflictos que lo están afligiendo, sin pensar ir mucho más lejos que eso. La idea de desarrollar sus potenciales y alcanzar un grado mayor de desarrollo no es algo que sobresalga entre sus proyectos. Esto es lo que nos muestra la experiencia trabajando en este campo. Por esta razón distinguimos tres tipos de trabajo terapéutico: una psicoterapia sintomática focalizada en algún malestar que afecta al sujeto de manera persistente, sea en la forma de algún síntoma somático, sea manifestado por conflictos y alteraciones timopáticas. El segundo tipo es una terapia situacional, cuyo objetivo es tratar de problemas originados por situaciones discernibles de naturaleza interpersonal, que tensionan al sujeto,

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provocándole toda suerte de malestares. El tercer tipo se relaciona con la estructura de la personalidad y apunta hacia una transformación mayor: en este caso el proceso es generalmente más prolongado e implica un cuestionamiento más radical por parte de la propia persona: es lo que llamo neogénesis, o psicoterapia neogenética, o de desarrollo personal. Ciertamente no existe una clara distinción entre estas tres propuestas de trabajo, y de cualquier manera hay aspectos neogéneticos en las psicoterapias más sectoriales. Erradicar los síntomas y encarar las dificultades situacionales (tipo conflictos conyugales) implica también “mexer e cutucar” (como se dice en portugués), esto es, implica cuestionar las estructuras de la persona siquiera en algún grado8.

En consecuencia, por muy limitada que sea la propuesta de cambios deseada por la persona y por limitados que sean incluso sus recursos para un trabajo de mayor alcance, siempre es posible conseguir entrar por las vías de un proceso neogenético que lo lleve hasta los objetivos finales del desenvolvimiento humano, si no a su culminación, por lo menos a sus primeros pasos. Cabe preguntarse entonces cuales son los objetivos finales de un desenvolvimiento mayor. Sé que sobre este punto hay discusiones y controversias, pero yo entiendo que existen por lo menos tres factores que nos permiten una vida más plena. Y para decirlo de manera menos pretenciosa, nos facilitan la vida en aspectos bastante significativos.

Estos tres factores son la libertad, la autenticidad y la creatividad.

Sobre estas tres características del ser humano (el Dasein) existe abundante literatura en nuestro abordaje. El Dasein9 es libre y, de alguna manera, es también creativo, siquiera de modo mínimo. Estas tres características son bastante problemáticas, pero la cuestión de la autenticidad parece ser aún un poco más. La cuestión de la autenticidad ya es problemática a partir del propio concepto. Más problemático resulta ser comportarse de una manera auténtica.

¿Qué se entiende por autenticidad?

Decimos que un producto es autentico cuando no ha sufrido alguna alteración que deforme o falsee sus cualidades originales. Hablamos así de un auténtico café de Brasil, o de Colombia. O de una rubia auténtica, sin los artificios de las tinturas. A veces, usamos un vocablo equivalente y decimos que es un producto legítimo. Garcia Lorca decía ser un gitano legítimo, “un gitano de dura crin”. En este ámbito, con todas las dudas del caso, el uso de este concepto pasa sin mayores contratiempos ni comentarios. Donde el concepto se ve sujeto a un cuestionamiento más severo en el plano de la existencia y del comportamiento.

No es un concepto demasiado perturbador cuando procuramos su lado más simple. De manera simplificada decimos que una persona es autentica si atiende a un par de requisitos. Primero, que muestre una cierta coherencia entre lo que predica y lo que practica; segundo, que no use máscaras y trucos que disimulen su verdadera personalidad y los propósitos de su acción y conducta. Para simplificar más aún las cosas se nos dice que ser autentico es ser verdadero -como si ser verdadero en el plano humano fuera algo similar a ser tan legítimo como el café de Brasil o el teorema de Pitágoras. Ser verdadero es una cuestión problemática y lo es porque la verdad es una

8 En portugués mexer equivale a agitar, provocar; cutucar es chamar a atención, tocar. 9 Conservo a palabra alemana Dasein, equivalente a existencia humana, por ser un término corriente en los enfoques existenciales y humanistas.

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cuestión complicada, muchas veces obscura, deslizante –solo para decir lo mínimo. Heidegger nos enseñó algunos puntos básicos sobre la cuestión de la autenticidad y de la verdad. No voy a repetir aquí lo que el filósofo esclareció. Apenas quiero recordar que en el pensamiento de este pensador este es un tema central en su concepción del Dasein. Para él la inautenticidad circula como moneda de cambio en las relaciones públicas, aquellas que se dan en las relaciones donde el otro se impone sobre el individuo sea mediante la opinión pública entendida como lo anónimo por excelencia, sea mediante el palabrerío, sea mediante el equívoco y la ambigüedad de las medias verdades.

Si la verdad es algo más que el contenido de algunas proposiciones cuyo enunciado coincide con determinado acontecer y con las relaciones existentes entre determinados fenómenos; si la verdad pertenece al Dasein, adquiriendo en la existencia su posible sentido, entonces la autenticidad y la verdad caminan de la mano, o simplemente a veces se encuentran en determinados lugares, situaciones y circunstancias.

Hace poco tiempo la psicóloga Débora Rahally (1993) escribió un artículo donde comenta siete cuestiones que han preocupado a diversos autores interesados en este asunto; ellas no ofrecen algunas pistas de como abordan este tema los psicólogos. Antes de entrar a la concepción de la autenticidad que me parece más sustentable, comentar las tesis de Rahally. Veamos.

1) ¿La media de las personas vive de manera auténtica?

Basta echar una ojeada en torno para responder negativamente este ítem. Rahally nos recuerda una observación del filósofo Espinoza que nos advierte que cualquier cosa grande es tan difícil de realizar como rara de encontrar.

2) ¿Cómo emerge la experiencia auténtica como un asunto cuestionable para la media de las personas?

La autora verifica que los autores no han examinado este ítem, mas ella sustenta que esta cuestión es provocada y deviene de un periodo de crisis. Son algunas situaciones extremas las que obligan al sujeto a examinar el rumbo y la dirección de su vida, sobre todo después de uno o más fracasos, obligándolo a reformular su vida. Sólo en parte coincido con la tesis de Rahally; diría también que hay actitudes caracteriales que predisponen al sujeto a enfrentar las situaciones y a realizar su proyecto de vida de una manera más genuina, o básicamente falsa y alienada.

3) ¿Cómo se vive de manera auténtica?

Sobre este punto existen algunas discrepancias. Estos son los prerrequisitos para moverse en este plano de existencia. Para Maslow la autenticidad pasa por la realización de algunos valores esenciales, por parte de la persona. Entre estos valores se destacan la tríada ya pensada por Platón –verdad, bondad, belleza. Y después Maslow nos coloca los otros valores no menos enaltecedores: justicia, singularidad, vivacidad (aliveness), simplicidad, fortaleza, espíritu lúdico (playfulness), auto-suficiencia, entre otros.

C. Rogers (1965) observó que la manera genuina de vivir implica por lo menos cuatro disposiciones caracteriales:

Una abertura para la experiencia;

Un locus interno de evaluación;

Confianza en el propio organismo;

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Disposición para estar en proceso.

Fritz Perls, hombre poco dado a complicaciones conceptuales, decía que bastaba ir conforme el flujo de la vida. Alvin Mahrer nos insiste en que la vía correcta es ser la persona que se puede llegar a ser, es decir, realizar sus potenciales más propios. Enseguida me propongo decir como entiendo la actitud que nos permite afirmar como se vive de manera auténtica.

4) ¿La experiencia auténtica es una experiencia extraordinaria, sublime, o es algo común (pedestrian)?

La mayoría de los autores piensa que la autenticidad es una experiencia excepcional, más que una actitud internalizada y, en consecuencia, persistente. Desde mi perspectiva pienso que oscilamos entre la autenticidad y la inautenticidad, predominando una tendencia más que la otra según sea el carácter de la persona y sus circunstancias. Como cualquier rasgo caracterial –que entiendo como una manera característica de relación hombre-mundo- se trata de una actitud predominante, que no excluye su opuesto. No somos de una vez por todas personas auténticas ni inauténticas. Como en todo, somos seres oscilantes. Esto es pensar las cosas de manera dialéctica. No creo que se trata de una experiencia sublime, propia de mentes iluminadas; puede darse, y se da, en la vida común y cotidiana, sin mayores aspavientos. Es innegable que hay determinadas experiencias que cuestionan nuestra manera de ser, obligándonos a reformular actitudes de autoengaño, de mala fe, como diría Jean Paul Sartre. Ante una pérdida muy importante (la muerte de un ser querido) nos vemos obligados a repensar la cuestión del apego excesivo, la finitud de la condición humana y la realidad inevitable de la muerte. La constatación del fracaso, cuyos efectos son atenuados casi siempre por ese mecanismo conocido como racionalización, nos muestra cuan relativo es el éxito de cualquier empresa y como buena parte de nuestros objetivos y planos sólo se realizan parcialmente, cuando llegan a realizarse. Menciono en este punto apenas dos experiencias negativas de la existencia; luego insisto sobre este tópico.

5) ¿Cómo se diferencia la experiencia auténtica de otro tipo de experiencias subjetivas?

En general, se constata que los diversos autores no se han preocupado por este asunto. Sin embargo, usando el método fenomenológico, Rahally verifica que las experiencias auténticas están asociadas a, e incluyen cuatro componentes:

intensidad emocional, visible en el lenguaje hiperbólico usado por los sujetos;

un aumento significativo de la consciencia en relación a lo somático;

el sentimiento de estar plenamente presente, especialmente en la percepción de sí;

un aumento de la consciencia de los otros envueltos en la situación experimentada.

Como se puede apreciar, la autora entiende que la autenticidad se manifiesta en determinadas ocasiones, muy especiales, todas ellas relacionados con una resonancia subjetiva excepcional. Repito este tipo de experiencias excepcionales existen, pero vuelvo a repetir que se trata sobre todo de una actitud internalizada y no meramente de experiencias excepcionales. Pienso que la simplicidad del trabajador, del operario, en la dura faena cotidiana y en la entereza estoica para enfrentar las peripecias de su vida, pueden ser una de las formas más auténticas de encarar su realidad. Es claro que también está presente esta actitud cuando precisa luchar para obtener un mejor salario,

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haciendo una huelga, enfrentando sus colegas esquiroles, denunciando las condiciones de explotación en que viven sus compañeros de clase. Tanto en su lucha diaria como en los periodos de enfrentamiento con los poderes oficiales, con todos los riesgos que esto implica, el trabajador está ejerciendo su libertad como su potencial más genuino. Tal vez en estas situaciones él sienta lo que Rahally destaca como importante en este tipo de experiencias.

6) ¿La experiencia auténtica es una experiencia encarnada, inserta en el cuerpo, o es desencarnada, somáticamente reprimida?

La autora, junto con otros psicólogos, afirma que se incluye y se inscribe en el cuerpo, sin entrar en una exposición que nos permita captar esta tesis de una manera más descriptiva. De todos modos, me parece que ser auténtico implica tener una buena convivencia con nuestro cuerpo en todos sus aspectos, sea aceptando sus necesidades, sin los escrúpulos de los obsesivos, sin la distancia y disociación del esquizoide, sin el sentimiento de miseria corporal del deprimido y sin la complacencia del narcisista, para mencionar los casos más sintomáticos; sea igualmente gozando y ejerciendo sus poderes. Sea incluso aceptando los achaques del tiempo cuyas marcas tanto preocupan a la mayoría de las personas.

7) El séptimo ítem se relaciona con la cuestión 3), sobre los requisitos que posibilitan la experiencia auténtica, que serian los constituyentes necesarios y suficientes para la realización del ser genuino.

Coincidiendo en algunos puntos y discrepando en otros, hasta ahora me he limitado a comentar el planteamiento de la cuestión de la autenticidad hecho por Rahally. A partir de este punto quiero colocar lo esencial de mi tesis sobre este asunto. El predominio de la actitud auténtica se muestra en la medida en que la persona sabe enfrentarse con los aspectos negativos de la vida, en especial, con las siete grandes experiencias negativas inherentes a la existencia.

¿Cuáles son estas experiencias negativas que acompañan al hombre como su sombra inevitable, que generan sufrimiento y todo tipo de temores? Me parece que las siguientes son las más importantes:

la pérdida

el fracaso

la soledad

la incomunicación

la angustia

la muerte

el absurdo

De partida es conveniente precisar dos aspectos. Primero, todas estas experiencias negativas implican sufrimiento y temores, mas no son las únicas fuentes de la aflicción humana. El dolor físico, las enfermedades, la miseria, los conflictos psicológicos, el odio, son otras fuentes. Yo diría apenas que son las fuentes más importantes. Segundo, estas experiencias negativas también presentan algunos aspectos positivos, siempre y cuando la experiencia relacionada y derivada de ellas sea aprovechable por parte del individuo. Aquí vuelve a asomar su cabeza la tesis dialéctica de la coexistencia de los contrarios y de su movimiento en participación desigual.

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Quiero subrayar algunas características de estas experiencias negativas; todas ellas han merecido todo tipo de estudios y reflexiones. Me limito aquí a señalar algunos aspectos relevantes para el propósito que orienta este escrito –mostrar que la autenticidad de una persona se manifiesta por la manera de enfrentar y convivir con estas constantes existenciales.

Estas experiencias negativas están presentes en todos nosotros y constituyen las mayores fuentes de sufrimiento y de preocupación humanas. No son algo externo, ambiental, simples efectos de un sistema social injusto, ni tampoco son consecuencias de algún factor meramente circunstancial; no son algo que se pudiera evitar con una razonable previsión y de acuerdo con programas altamente racionales. Ciertamente las previsiones pueden reducir y eventualmente neutralizar el efecto de estas experiencias negativas, pero no son enteramente erradicables en razón de ser características inherentes a la condición humana.

Son experiencias negativas radicales; radicales en el sentido de que están en la raíz misma de nuestra vida. Nadie escapa de ellas, aunque nos afecten en un grado variable según sea la estructura de la persona -según sea su capacidad para asimilar los elementos tóxicos. Mucha gente hasta se niega a pensar en estos fantasmas: prefieren creer que son simples espejismos de la mente, simples momentos pasajeros, tal vez subproductos de la mala suerte. Otros saben, que no hay como escapar de ellas, que lo mejor es saber convivir con ellas. Sustento que estas son las personas auténticas. No es que se acomoden y se resignen pasivamente ante este tipo de experiencias: precisan ser aceptadas de la mejor manera, sin demasiados alardes, sin engaños ni mistificaciones. La aceptan hasta con buen humor, o simplemente con serenidad.

Examinemos brevemente cada uno de estos desafíos.

Desafió 1

En el transcurrir de una vida las pérdidas son inevitables; no me refiero a las pérdidas materiales. Estamos perdiendo algo siempre. Es costumbre lamentar la pérdida de seres queridos, de un hijo, de los padres, de algún amigo. Nos duele perder el empleo o la enamorada que termina optando por un partido mejor. Es el tipo de hechos que nos provoca ese estado de desmotivación, tristeza y desaliento –eso que llamamos depresión, en cualesquiera de sus formas y grados. Sin embargo, hay otro tipo de pérdidas que igualmente nos afectan tanto como las mencionadas, y, a veces, mucho más. Perdemos creencias, valores, además de amigos y seres queridos. Las creencias son los presupuesto existenciales que sustentan a la persona; no me refiero únicamente a las creencias religiosas; esas son apenas un tipo de creencias; hay otras igualmente importantes que nos sustentan y dan sentido a nuestra vida. Un amigo mío me decía:

“El fin del socialismo en los países del Oeste europeo fue uno de los más duros golpes de mi vida; me quedé desolado durante más de un año. No podía creer que todo el trabajo de muchas generaciones por una sociedad más justa se hubiese desmoronado. Ni siquiera cuando perdí mi creencia en un Dios personal, allá, en los tiempos de mi adolescencia, me afectó tanto. Aun hoy, 5 años después del fin de esa bella utopía, sigo pensando que aún puede reconstruirse sobre nuevas bases. Es mi consuelo”.

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Una parte considerable del trabajo psicoterapéutico gira en torno a como rehacerse y superar este tipo de pérdidas, para muchos un motivo persistente de aflicción, de culpa y desvalorización. Un cliente me confiesa:

“Se han pasado más de 25 años y no puedo decir que el fin de mi vida en común con mi enamorada de juventud sea un asunto completamente cerrado. Yo fui culpado del fin de esa relación; ella me dejó con justa razón. Y aún me duele haberla perdido, y aún sueño con reencontrarla siquiera en la otra vida, pues se muy bien que nunca la reencontraré en esta vida. Será que la psicología me puede ayudar para perdonarme mi error y para aceptar haberla perdido”.(Prof. universitario, 52 años)

Asociados a las creencias están también los valores, pero siendo diferente de ellas. De modo explícito o implícito, los valores están presentes en nuestras opciones y preferencias; siempre optamos y preferimos de acuerdo con algún valor, aunque no siempre percibimos que una determinada elección implica un determinado valor. Cuando mi amigo optó por el socialismo atribuyó a su opción un valor mucho mayor que al capitalismo. Él pensaba que esa doctrina política crearía un mundo más justo. La justicia es un valor positivo. La injusticia es uno negativo. Los valores se dan en términos de contraposiciones, de polaridades. Bueno-malo, bello-feo, verdadero-falso, leal-desleal, admitiendo en la práctica fases intermedias. Mi cliente que aún lamenta aquel amor perdido atribuye a aquella joven los más altos valores. Le pregunté: ¿que representaba y representa esa joven para Ud.? Me respondió: “Todo lo bueno que conocí en la vida: el cariño, la honestidad, la inocencia, la entrega desinteresada, el amor...” (y las lágrimas bañaron su rostro). Al perder esa joven en su juventud, y supuestamente no encontrando nada similar en los años posteriores, este señor perdió la convivencia con todos los valores mencionados, encarnados en su compañera.

Perdemos también otros valores que no siempre tenemos en cuenta; siendo jóvenes vivimos esta etapa sin tomar consciencia del bien que ella conlleva; después que este periodo ha pasado percibimos el bien perdido, con todos los valores involucrados en él –energía, disposición, belleza juvenil, abertura para el futuro, y aún mucho más. Y no preciso mencionar otros bienes, que cuando están con nosotros no reparamos debidamente en ellos. Una vez enfermos, reparamos cuan bueno es estar sano. Una vez desempleados -en estos tiempos una de las peores amenazas presentes en el Capitalismo globalizado- nos damos cuenta que el trabajo no implica apenas tener un salario para ir llevando la vida en su aspecto material: el trabajo implica mucho más que eso. Perder el empleo es como quedarse al garete, como perder algunas referencias importantes que guían nuestra vida.

Desafío 2

El fracaso: tal vez no exista fantasma que nos provoque mayor embarazo y aflicción, llevándonos incluso a la vergüenza y a la desvalorización, cuando entra en nuestra casa. El fracaso delata, en la percepción de la propia persona y en los otros, la incapacidad y la ineptitud. Pocos son los que admiten el fracaso de una iniciativa o de su propia vida, revelando la frustración consecuente. Sobre todo en nuestro tiempo, dominado por la ideología del éxito a cualquier precio, pues a cada a momento se enaltece el éxito de los triunfadores, the winners, con sus aires de héroes, y los perdedores, the losers, con todos los rasgos de la derrota. Leyendo algunos libros norte-americanos se tiene la impresión que las personas se dividen en dos grandes categorías: los ganadores y los perdedores –los que ganan el cielo y los condenados a peregrinar por los infiernos de la tierra. Esos libros nos enseñan como conquistar las cosas buenas

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y como exhibir los gestos de los winners. Pura necedad. La verdad es que en casi todas las iniciativas de valor los resultados quedan muy por debajo de lo esperado. Una parte considerable de nuestros objetivos no se consigue. Ni siempre sentimos el fracaso, en parte porque nos conformamos con la parcela conseguida, en parte porque no estamos dispuestos a admitir el fracaso relativo. Racionalizamos. La racionalización es un mecanismo defensivo del ego bastante usado por todos. En este aspecto la gran mayoría repite las innumerables justificaticativas del borracho inveterado. La historia de los llamados triunfadores generalmente es un mito. Es común que el sujeto gane mucho dinero y conquiste la fama, mas rara vez se cura de sus miedos y de su neurosis. Recordemos aquí los casos de Marilyn Monroe y del mega-star Michael Jackson -dos ejemplos nada excepcionales. Son los paradigmas gritantes del éxito... y del fracaso. Sólo cuando aprendemos que el éxito es siempre relativo, una ilusión pasajera, también aprendemos que la gracia de la caída está en como Ud. se levanta. Puede quebrarse más de un hueso y cojear por un tiempo, pero si luego sacude el polvo y recupera su manera de caminar, el fracaso se convierte en un simple episodio.

Algunas pérdidas son sentidas como fracasos, y la mayoría de los fracasos son sentidos como pérdidas. Digo, la mayoría, no todos. Los dos ejemplos anteriores así lo demuestran. Estas dos vivencias van juntas sobre todo cuando la pérdida implica el sentimiento de culpa por parte del perdedor. Otras son atribuidas a diversos factores. De cualquier manera, el fracaso afecta al sujeto de manera variable. Como en todas las otras experiencias negativas, lo afectan según sea la estructura de su personalidad, su situación general en el momento de experimentar el fracaso y según los recursos que disponga para compensar este tipo de experiencias. Como quiera que sea, fracaso y frustración están asociados, siendo que el segundo consecuencia del primero. Superar la frustración implica por lo menos tres pasos. Primero, reconocer el fracaso, no simplemente racionalizar, fingiendo que no fue nada. Segundo, reconocer la parte de responsabilidad que nos corresponde en la propuesta malograda; no basta colocar la culpa en los otros, en el destino, en la mala suerte. Tercero, aprender con la experiencia para no repetir los errores que provocaron el fracaso.

Desafío 3

Los psicólogos y los filósofos no se cansan de enfatizar el lado positivo de la soledad. “O soledad, patria mía”, canta Zaratustra (Nietzsche). Su lado positivo es innegable; ella nos facilita un mayor contacto con nosotros mismos, permitiéndonos una consciencia más profunda de nuestra identidad original, como agentes y pacientes de nuestro destino. Nos facilita el recogimiento, momento necesario para una reflexión genuina; nos distancia del mundanal ruido y de su banalidad sin remedio. Esta es la soledad saludable, esa que nos permite una excursión profunda en nuestra intimidad personal y que nos permite contemplar el mundo en su más pura y simple manifestación.

Podríamos destacar otras ventajas de la soledad, pero también existen las desventajas –sobre todo cuando la soledad se manifiesta como aislamiento, como una notoria incapacidad para convivir en franca abertura con el prójimo. Es también el aislamiento originado en la diferencia derivada de una excepcionalidad muy acentuada –esa que generalmente marca la trayectoria del genio; la genialidad de un Nietzsche y de un Beethoven, que rara vez encuentran compañeros de ruta. ”La soledad es la escuela del genio”, escribió el historiador inglés Edward Gibbon (apodo, Storr). Pero es también la soledad del ser medio, el buen vecino, que descubre que ha vivido solo buena parte de

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su vida, pues los llamados amigos de la cervecería de la esquina nunca se mostraron interesados en lo que le acontecía en su intimidad. Ese mismo vecino que descubre a los 45 anos que vivió con una mujer sin otro contacto que el ofrecido en la breve sesión sexual cada semana.

Y están también las otras soledades. Una u otra nos acompaña en diversas situaciones: es la soledad asociado a nuestra condición de seres anónimos, simples piezas de una maquinaria. Ella se torna muy presente cuando Ud. constata que ha sido apenas un número en la empresa donde ha trabajado durante años; que se constata especialmente si fue exonerado y nadie pareció importarse por haber sido puesto en la calle.

Un tercer tipo se manifiesta en la pseudo convivencia; es la soledad a dos, tan común en las parejas conyugales cuando la distancia afectiva terminó por predominar sobre lo que tal vez alguna vez se presentó como el vislumbre de un proyecto de vida compartido.

Un cliente me expresa:

“Es verdad que no soy un charlista ni ando por ahí abrazando a la gente, pero debo decirle que he fallado rotundamente en mis relaciones. Apenas tuve dos amigos en mi vida; uno ya murió y el otro está a mil kilómetros. Me he preguntado más de una vez si hay alguna falla de mi carácter que me lleva a sentirme solo y sin compañía verdadera. En el trabajo están los colegas, pero cada cual se preocupa consigo y la conversación siempre se queda a medio camino. En casa mi esposa ni siquiera interrumpe su telenovela cuando yo llego del trabajo; mis dos hijos andan haciendo sus vidas fuera de casa. Para aliviar mi soledad me eché una amante, pero hasta ahora es apenas un asunto sexual. Tengo la clara impresión que a nadie le importo...Imagino que en el momento de mi última agonía hasta el padre me dará la extremaunción por simple formalismo, no porque sienta que yo era un ser humano digno de consideración” (Administrador de empresas, 45 anos, pasando por una crisis existencial)

Tampoco podemos ignorar la soledad metafísica, esa que nos enseña que el único responsable de mi vida soy yo y que todo lo que me acontece me afecta sobre todo a mi, pues soy yo quien vive esta vida y quien goza y sufre sus altos y bajos. Las otras formas de la soledad pueden ser superadas, pues implican deficiencias de la persona en sus relaciones interpersonales -o derivan del clima de alienación bastante generalizado en una sociedad técnica y burocrática. Pero la soledad metafísica es preciso aceptarla como inherente a la existencia.

Desafio 4

Aunque en estrecha relación con el fenómeno soledad, la comunicación-incomunicación merece una consideración especial, pues es uno de los temas de nuestro tiempo –muy manoseado y exaltado. Vivimos en la época de la comunicación electrónica y, suprema ironía, de la pobreza de la comunicación humana. Cuanto más comunicación electrónica, menor comunicación humana –este parece ser el principio. La comunicación humana verdadera, esa que surge en las relaciones cara a cara, supone toda una forma de entendimiento y una previa disposición de abertura hacia el prójimo; requiere un conocimiento mutuo entre las partes, por mínimo que sea. En contraste, la comunicación electrónica es rápida, formal, a distancia, muy práctica, ideal para los negocios, impersonal. Sobre todo es impersonal; con todas las formulas de cortesía que Ud. considere en sus mensajes, tiene siempre la máscara sonriente de lo impersonal.

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Sin embargo, no se piense que la incomunicación es un fenómeno apenas de nuestra época. La verdad es que casi siempre predomina la pseudo-comunicación. En la vida cotidiana la comunicación interpersonal se mantiene en un plano funcional e instrumental. La famosa comunicación yo-tu, que tanto valoró Martin Buber, es excepcional.

Precisamos destacar por lo menos cuatro aspectos en este tema. Primero, la incomunicación no es una simple consecuencia del mal uso del código lingüístico; este tiene también su parte, pues es frecuente que usemos las palabras a lo que salga, sin la debida consciencia de su significado. Heidegger (1927) ya insistió que nos movemos en el plano de las habladurías, desde el simple decir anónimo de la opinión pública hasta las frases hechas de los slogans. Segundo, la incomunicación deriva en gran medida de la intención comunicativa de los interlocutores y de la actitud que orienta el proceso comunicativo. Si la actitud predominante es de tipo funcional e instrumental la otra persona interesa muy poco. Si la intención es usar al otro como un mero medio para fines personales entonces lo más propiamente humano se pierde o pasa a un lugar secundario. Tercero, la comunicación verdadera se da mediante el diálogo y el diálogo supone que los interlocutores sepan y estén dispuestos a escuchar –lo que es una actitud poco común. Cuarto, la comunicación interpersonal para que sea facilitada en el diálogo exige que los interlocutores mantengan una adecuada intra-comunicación, una comunicación acertada consigo mismo. Tal vez este sea este el requisito básico para el entendimiento comunicativo. Se observa a menudo que cuando una persona se queja de falta de comunicación con los seres de su entorno inmediato, uno de los factores que influye es su propia falta de comunicación consigo, en otras palabras, se debe a su propia alienación. La tríada aislamiento, incomunicación y alienación es frecuente que vayan de la mano –me refiero a la alienación como el fenómeno de volverse ajeno a su realidad más propia (Romero, 1994). En todos los cuadros psicopatológicos observamos que la eventual queja formulada por la persona en términos de no ser comprendido se origina en su propia falta de auto-comprensión y en su falta de intra-comunicación. En el caso del individuo psicótico se trata de una ruptura intra-personal profunda acompañada de una ruptura similar en el plano interpersonal.

Desafío 5

¿Necesito referirme a la angustia? Esta es la vivencia que ha merecido más estudios y reflexiones durante todo el siglo XX. Nunca los estados depresivos han suscitado tanto interés por parte de los especialistas. Podemos decir que los psicoterapeutas centran buena parte de su trabajo en la tentativa de ayudar a sus clientes a superar estos dos estados de ánimo.

Sören Kierkegaard (1844) fue el primero que nos enseñó el lado positivo de ese estado del espíritu. Precisamos un cierta dosis de angustia para mantener un nivel de vigilancia y diligencia -de lo contrario nos mantenemos en un conformismo tibio y paralizante. Esta es la angustia existencial, correlativa de la libertad propia del ser humano. Somos libres y por esta razón somos responsables; y porque somos responsables nos angustiamos. Responsables ante Dios (si Ud. cree en un ser supremo), ante el prójimo y ante si mismo. Esta es una de las fuentes de la angustia. Hay otra: nunca estamos enteramente pre-determinados, como quieren los deterministas. No lo estamos ni por la naturaleza, ni por los propósitos individuales, ni siquiera por los designios de alguna entidad divina, esotérica, misteriosa. Siempre hay un margen considerable de incertidumbre. Por esta abertura al futuro entra la inseguridad -un

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factor asociado a y disparador de la angustia. Tenemos que saber convivir con todas las formas de incertidumbres y con la consecuente inseguridad.

Allan Watts (1978) nos habla de una sabiduría de la inseguridad como el mejor antídoto contra la ansiedad. Dejar que lo inevitable entre por el ojo de la cerradura, pues siempre entra, incluso cuando está la llave puesta en el ojo. No sirve intentar prevenir todos los males hipotéticos, porque entonces el mal se transforma en un fantasma y, como es sabido, los fantasmas siempre se las arreglan para amedrentar a los crédulos. ¿Se recuerda Ud. de un famoso millonario anglo-americano, Mister Hughes? Este señor tenía una típica personalidad obsesiva-compulsiva, y sufría de una de las peores manifestaciones de esta especie de enfermedad: temía contaminarse con algún tipo de micro-organismo. Para evitar esta posibilidad pavorosa decidió vivir encerrado en una especie de urna de vidrio, una sala especialmente preparada contra los agentes del mal. En los últimos años de su vida llegó a evitar cualquier contacto directo con las personas. Todo le era pasado por dispositivos adecuados y el aire que respiraba era especial. Este pobre millonario ignoraba que el mal representado por los microbios había entrado en su mente y que no adelantaba de nada cualquier prevención. En el fondo de su angustia estaba el miedo de la muerte.

No preciso referirme a las formas neuróticas de la angustia y de la ansiedad (otro nombre para una forma de angustia menos grave). Lo característico de todas las neurosis es la presencia persistente sea de la angustia, sea de la depresión, de manera alternada o apenas manifestándose una de ellas. Este es un tema inagotable, que nos llevaría muy lejos si entrásemos en él.

Desafío 6

La muerte nos preocupa más de lo que estamos dispuesto a admitir, pero generalmente no nos lo tomamos muy en serio, nos preocupa cuando entramos en un periodo depresivo acentuado o en los casos en que nos enfrentamos con la inminencia del fin –por enfermedad grave, por algún accidente, por fallecimiento de un ser querido. Sólo después de los 40 comenzamos a percibir su sombra y con el pasar de los decenios va adquiriendo cuerpo, ocupando un mayor espacio en nuestra vida. Pasado de los 60 ella comienza a rondar nuestra casa, a veces se sienta en la misma mesa de comer o la vemos reflejada en el espejo cuando nos hacemos la barba – y en el caso de las mujeres se insinúa delicadamente, con ánimo amistoso, cuando ellas se retiran el maquillaje antes de ir a la cama. A veces la sentimos en algún lugar del cuerpo; el corazón es su sitio preferido, aunque también le agrada localizarse en los senos femeninos y en lugares menos confortables en el caso de los hombres. En el caso de los millonarios, como aconteció con mister Hughes, procura un lugar más sutil, donde los médicos ni los psicólogos consigan expulsarla con algún tipo de cirugía: circula por los canales de la mente.

De todas maneras, llega un momento en que nos acostumbramos con ella, sin saber si al día siguiente ya se apoderó por entero de nuestro espíritu y de nuestro cuerpo. Somos mortales. Rara vez nos apercibimos de la importancia de esta hecho tan simple y tremendo. Por ser mortales el brevísimo tiempo durante el cual transcurre nuestra vida se vuelve tan precioso. Si viviésemos indefinidamente, o por millares de años, todo sería diferente. Todo acontecería con la lentitud de la tortuga (que acostumbra vivir el doble de la especie humana). Tal vez fuésemos como esos hombres que describe Jorge Luis Borges en un de sus cuentos, que por vivir millares de años ya nada más tenía importancia para ellos. Al parecer se habían vuelto inmortales y, en consecuencia, la

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vida carecía de cualquier objetivo. No existía para ellos ni el fracaso ni el éxito, simplemente porque ya todo era lo mismo.

Desafío 7

Todas las constantes existenciales negativas consideradas hasta aquí son la preocupación inevitable de los mortales hablantes y, a veces, pensantes. Pero aún precisamos recordar una más: el absurdo. Calificamos como absurdo todo aquello que se muestra como contrario a la razón y al buen sentido. Absurda nos parece la conducta del loco, cuyos motivos para comportarse de la manera que lo hace nos parecen incomprensibles. Algunas conductas nuestras terminan por parecernos tontas, fuera de propósito, sin sentido, pero tomamos consciencia de su absurdo generalmente a posteriori, una vez que las efectuamos. Calificamos de estúpidas y absurdas las pasiones no correspondidas, las iniciativas mal pensadas y peor programadas, cuyo fracaso nos parece cierto e inevitable. En determinados momentos, haciendo un balance de nuestra vida, constatamos que erramos todos los caminos y que nuestra apuesta fue un absurdo de cabo a rabo. Un cliente me dice:

“Debo ser un loco porque hasta ahora, con 33 años, no acerté en nada; me casé con una mujer que no quería (a los 21 años) tuve una hija que no deseaba, me embarqué en un proyecto social que todos presagiaban como condenado al fracaso –y fracasó. Dejé la Universidad, que terminaría por darme un diploma profesional, para entregarme por entero al proyecto social. Y ahora me encuentro en la orilla del camino, sin saber que rumbo tomar, sin un centavo en el bolsillo, sin mujer, sin casa y sin perro que me ladre y mueva el rabo en señal de amistad...¿Quiere más? ¿Sí? Mi enamorada me dejó el año pasado por entender que yo era un sujeto agresivo, bastante neurótico y sin futuro. Y lo peor es que ella tenía razón.”

(Jadir, ex-estudiante de derecho, desempleado, divorciado, huérfano desde los 15 años).

El absurdo no solo se impone en el plano individual. Basta observar algunos aspectos del sistema social y de la historia humana para concluir con una idea que Shakespeare puso en la boca de Macbeth, apenas tirando un poco a radicalidad en su enunciado: La vida es un absurdo, una historia contada por un idiota, entre el ruido y la furia. La historia nos parece una lucha sórdida por el poder entre los que están en la esfera de mando, con las peores consecuencias para los que están por debajo, La injusticia y la violencia, la prepotencia y la brutalidad son demasiado frecuentes como para que las consideremos apenas una mancha menor en el escenario de la evolución humana. Esto vale para el plano colectivo –y no preciso entrar en los detalles de como se impone la injusticia en la distribución de la riqueza y en el ejercicio del poder. Vivimos en un sistema planificado de acuerdo con los más rigurosos principios de la racionalidad tecnológica, pero los resultados de esta racionalidad generan los más increíbles absurdos en casi todos los planos.

Y ¿cómo se presenta la historia individual? Ni todos siguen los pasos de Jadir, ni hacen el balance desesperado hecho por este joven. La verdad es que siempre descubrimos una cierta lógica dialéctica en nuestra trayectoria vital. No es una lógica formal, aristotélica. Llegamos a un punto X pero primero pasamos por todos los anteriores en una secuencia comprensiva, por lo menos en sus líneas generales. Sin embargo, por muy lineal que sea nuestro transcurso existen puntos de ruptura, reacciones y situaciones extrañas, giros sorprendentes, conflictos e impases, nudos obscuros. Todas estas peripecias nos resultan difíciles de entender. No precisamos

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comportarnos de manera extraña y bizarra para que sintamos que el mundo no es previsible ni que las reglas del juego son seguras. Llega un momento en que nos preguntamos por el sentido de nuestra vida –lo que hemos hecho y para donde nos encaminamos. A veces vamos más lejos: queremos averiguar si existen un sentido mayor en la vida. La religión viene en nuestro auxilio y nos asegura que sí; pero ni siempre las respuestas de la religión nos satisfacen: notamos muchas contradicciones en sus argumentos, o simplemente perdimos la fe -por lo menos la fe en un Dios personal. Si nuestra situación vital no está desmoronando, si mantenemos un cierto control en nuestro mundo personal, es probable que concluyamos que por lo menos nuestra vida tiene un sentido relativo: de acuerdo con los objetivos propuestos y los medios disponibles, compatibles con algunas reglas del juego, no importa si las cartas del naipe nos deparen imprevisibles y malas jugadas.

El lector poco acostumbrado a encarar los aspectos menos benignos de la condición humana –como son las experiencias negativas ya comentadas- tal vez se pregunte si no hay un cierto pesimismo en nuestro enfoque. Yo le diría que sería pesimismo lamentar meramente la existencia de estas constantes; y sería tontería intentar ignorar que estos fantasmas cohabitan con nosotros. Sostengo que saber encararlos con tranquilidad y firmeza, sabiendo convivir con ellos, sin exagerar su presencia, constituye la actitud auténtica. Es una actitud apenas predominante, lo que significa que en ciertas ocasiones nos sorprendemos usando trucos y trampas; y también percibimos que usamos algunas fórmulas de auto-engaño, creyendo que de esta manera las experiencias negativas son bien más leves y llevaderas.

Por último, no olvidemos que todas estas experiencias negativas nos llevan a valorar sus antítesis. No solo eso; nos llevan también a ver el movimiento dialéctico de la vida –de manera que percibimos que en lo positivo está también lo negativo, y de lo negativo también surge lo positivo.

Sin desconocer que la finitud es la forma suave de la muerte, valorizamos la vida, no importándonos mucho con la evidencia de que todo lo que nos acontece lleva el sello de lo pasajero.

Sabiendo que también el fracaso nos enseña a corregir formas equivocadas de conducta, buscamos las pequeñas realizaciones, sin apostar todo en un supuesto gran triunfo.

Apreciamos la serenidad más que la angustia, incluso sabiendo que una cierta dosis de tensión nos permite lanzar la flecha más lejos.

Procuramos la compañía y el diálogo cordial más que el simple contacto impersonal y el aislamiento.

Inventamos un sentido posible según sea la situación y las circunstancias, no importa cuán provisorio sea, y intentamos combatir los absurdos más chirriantes del sistema social como la mejor manera de mantener los derechos de la razón y la justicia.

Y para neutralizar y compensar las pérdidas nos mantenemos abiertos a las nuevas posibilidades y a los convites del mundo.

Referencias:

1. Borges, Jorge Luis (1952): El inmortal, en Nueva Antología personal. Bruguera, Barcelona, 1980

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2. Heidegger, Martin (1927): El Ser y el Tiempo. México, Fondo de Cultura Económica, 1980.

3. Maslow, Abraham (1971): The farther reaches of h una n nature. N. York: Viking

4. Rahally, Debora. A. (1993): A phenomelogical analisis of authentic experience. Journal of Humanistic psychology, vol. 33, No. 2.

5. Rogers, Carl (1965): On Becoming a person. Boston: Houghton Mifflin

6. Romero, Emilio (1994): O Inquilino do Imaginário –Formas de Alienación y Psicopatología. S. Paulo, Lemos editor. Edición española por Editora Norte-Sur, Santiago de Chile, 2003.

7. Storr, Anthony (1988): Solitude. London, Flamingo

8. Shakespeare, William (1606): Macbeth. Victor Civita editor, S.Paulo, 1981

9. Watts, Allan (1978): A Sabedoria da Insegurança . S. Paulo, Editora Cultrix

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Reseña de libros

Caos y congruencia. La Terapia Gestáltica: un estudio científico

Autor: Guillermo Feo García

Editorial: www.cenaifgestalt.org

Este libro representa una visión personal de la Terapia Gestáltica, con la ambición de que ayude a satisfacer los siguientes objetivos:

• Abordar la teoría gestáltica como una ciencia de la personalidad.

• Brindar a los psicoterapeutas y estudiantes, un texto pedagógico que les permita aproximarse de una manera sistematizada a la teoría y práctica de la Terapia Gestáltica.

• Ofrecerle al lector la posibilidad de introducirse en el pensamiento gestáltico, comprendiéndolo no como una dura complejidad exclusiva del viejo criterio cientificista, sino como un interesante camino existencial, dirigido hacia el máximo despliegue del crecimiento, maduración y trascendencia humanista.

En la Primera Parte, haremos un extenso viaje impulsado por las sempiternas preguntas existenciales acerca del “sentido de la vida”, procurando establecer un hilo conductor entre las lejanas inquietudes sobre la psykhey o alma, más de dos mil años de magnificentes especulaciones filosóficas, los parámetros sustentadores de los llamados paradigmas científicos, y la influencia de todo ello, por coincidencia o por contraste, en el pensamiento gestáltico actual. Conducta y personalidad, sus Paradigmas sustentadores, Humanismo, Esencia y existencia y El método fenomenológico, son las figuras que destacan en este introductorio recorrido histórico.

La Segunda Parte plantea un cambio paradigmático en el rumbo de las investigaciones relacionadas con el mundo psicológico. El Capítulo 3 se refiere a La psicología de la gestalt que, aliada al existencialismo, formalizan la esencia matriz de nuestra modalidad terapéutica. El Capítulo 4, Conceptualizaciones, son los conceptos, como supuestos teóricos básicos que le dan raíz formal a todo criterio elaborado que busque concretarse en una proposición reflexiva respetable, sobre todo si pretende alcanzar el rango de científico, incluso a la luz de los nuevos paradigmas.

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En la Tercera Parte, someto a la consideración del público lo que ocupa el eje cardinal de mi elaboración teórica. En el Capítulo 5 desarrollo la hipótesis de La función consciente como epicentro a ser considerado para comprender lo que es la personalidad desde el punto de vista gestáltico. Aspectos delicados son tocados acá, pues cuestionan radicalmente posiciones casi míticas dentro del mundo gestáltico, como es la teoría del self. Complementando lo anterior, en el Capítulo 6 explico quizás lo más popularizado de la gestalt, como es El darse cuenta y Ciclo de contacto, acepciones que ilustran las maneras en que el individuo logra interrelacionarse con el ambiente. De la sanidad a la perturbación, el Capítulo 7 enfoca los Trastornos de la función consciente: es la tragedia electiva del ser humano hacia el camino de la neurosis; es la explicación gestáltica del cómo se pierden las potencialidades originales, orientadas hacia la maduración sana y efectiva, trastocándose los procesos naturales en estructuras neuróticas.

En lógica continuación, la Cuarta Parte aborda seis aspectos determinantes en el quehacer gestáltico: La Facilitación (el significado humanista del rol terapéutico); Las polaridades y las paradojas (entidades esenciales de los procesos humanos); Los procesos interrelaciónales dentro del contexto terapéutico; El experimento gestáltico (impactante instrumento del cual se vale el facilitador para incidir terapéuticamente); el trabajo con Despedidas o cierre de situaciones abiertas, y la elaboración terapéutica sobre los Sueños; la importancia del trabajo con el Cuerpo, única manifestación visible del invisible mundo interno del otro.

Dos apéndices inician la conclusión: en uno resumo aquellos personajes, bien sea en el campo de la psicología, filosofía o psicoterapia, que han servido para construir la médula espinal de mi formación terapéutica; en el otro hago un reconocimiento a las figuras históricas que me ayudaron con sus investigaciones, pensamientos e interés por el conocimiento, al desarrollo de este libro.

Por último, esta obra se resuelve con un emocionado homenaje, mezcla de datos biográficos e interpretaciones personales, a Fritz, el indiscutible y único creador de lo que hoy conocemos como terapia gestáltica.

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Cada vida merece ser una novela. ( Colección “Los Libros del CTP”)

Autor: Erving Polster

Reseña: Mª Cruz García de Enterría.

[email protected]

Carmen Vázquez Bandín

[email protected]

Información: http://www.centrodeterapiaypsicologia.es

Acaba de aparecer el volumen 6; Cada vida merece ser una novela, de Erving Polster, de esta pequeña Colección de libros dedicada a traducir y publicar en español libros de Terapia Gestalt o estrechamente relacionados con ella. Al iniciarse esta tarea, que se emprendió con nuestro entusiasmo propio y con la colaboración generosa y desinteresada del editor que acogió la Colección, se planteó como una “empresa” sin ánimo de lucro, casi artesanal, gestionada con pocos medios, pero con mucho empeño y compromiso.

Al alcanzar ya el sexto libro, después de sobreponernos a escaseces económicas, a complicaciones de imprenta, y a todo lo que un editor conoce bien, queremos hacer un pequeño repaso de lo que hemos podido ir ofreciendo a nuestros lectores, sin cuyo interés y su aliento no hubiéramos llegado hasta aquí.

Ese vol. 6, Cada vida merece ser una novela, de Erving Polster, ha sido una obra por la que han “suspirado” muchos de nuestros lectores que quizá han conocido a Erving o a Miriam Polster, o a ambos. Y el libro merece esas expectativas porque va en la línea “polsteriana” de conjugar teoría y práctica, en un estilo directo y accesible que nos coloca, una vez más, ante esa relación que se ha puesto tantas veces de manifiesto entre Psicoterapia y Literatura. La “alteridad” del texto literario y nuestra postura abierta y fascinada ante él es, prácticamente, una metáfora de lo que Erving Polster nos muestra en el libro como fruto de su práctica terapéutica.

Pero tardamos más de lo previsto en publicar el vol. 6, porque muchas de nuestras energías –y de nuestro presupuesto...- se llevó la traducción (la primera al español) y edición de la obra básica de la Terapia Gestalt: F.S.Perls, R.F.Hefferline, P.Goodman, Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. El vol. 4 de la Colección aporta a los terapeutas gestálticos de habla española un instrumento esencial –tal vez el instrumento esencial- para conocer las bases teóricas y prácticas (recuérdese que todo el vol. I de esta obra en colaboración se dedica a sugerir y analizar experimentos gestálticos) desde las que empezó la Terapia Gestalt. Hasta el año 2002, este libro sólo se había podido leer en su versión original inglesa, o en traducciones al italiano, al brasileño, al francés, o fragmentariamente. Para alabarlo o

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para denostarlo –somos libres frente a este texto, como frente a cualquier otro-era necesario que los hablantes y lectores españoles pudiéramos tenerlo traducido cuidadosamente, revisado una y otra vez, con fidelidad extrema al original. La prueba de esa necesidad es que constantemente nos están llegando peticiones de ejemplares del libro (el PHG) no sólo de España, sino de casi todos los países de lengua española en donde se estudia y se practica la Terapia Gestalt.

Antes del PHG, libro central, cardinal, de nuestra Colección, habían aparecido otros tres: el primero, del Dr. Eric Marcus, de la primera generación de gestaltistas, fue prácticamente un homenaje de gratitud y reconocimiento a quien había sido el Formador en Terapia Gestalt de la persona que primero “soñó” con Los Libros del CTP. A él siguió un estudio sobre psicopatología: Las perturbaciones de la personalidad: una perspectiva gestáltica, del canadiense Gilles Delisle. La conjunción de la psicopatología del DSM-III (en la época de su redacción no se había publicado el DSM-IV) con los planteamientos gestálticos en torno a los trastornos psicológicos dio como fruto una obra que ha merecido ya, ante el reclamo de nuestros lectores, una segunda edición.

El vol.3 se debe a la pluma de la psicoterapeuta francesa Sylvie Schoch de Neuforn, y su título es bien explícito: La relación dialogal en Terapia Gestalt. Con el deseo de basarse también en algunas de las fuentes ideológicas de la Terapia Gestalt, la autora hace dos agudas aproximaciones al pensamiento de Martín Buber y Paul Goodman, para demostrar enseguida, con la trascripción de varias de sus sesiones con pacientes, cómo la profundización en el valor de la relación dialógica puede abrir a terapeuta y paciente el camino del contacto pleno y, como consecuencia, la satisfacción de las necesidades más hondas del ser humano.

El vol. 5, de Gordon Wheeler –de la Escuela de Cleveland-, La Gestalt reconsiderada. Un nuevo enfoque del contacto y de las resistencias, es ciertamente el libro más teórico de toda la Colección. Pero toda la teoría, que subyace o se explicita en el texto, está expuesta con tal apasionamiento que se comprende con facilidad hasta qué punto fue éste un libro polémico cuando apareció y se difundió en la comunidad gestáltica. Sin embargo, Wheeler, como buen terapeuta gestalt, no abandona lo experiencial, su vivencia terapéutica, y los cuatro casos que nos relata en la última parte nos muestran, de nuevo -y como cada libro de esta Colección-, que la Terapia Gestalt y quienes la practican - ¿la viven?- no pueden separar nunca lo experimentado, lo sentido y lo vivido de lo pensado.

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El inquilino de lo imaginario-Formas malogradas de existencia

Autor: Emilio Romero

Editorial: Editora Norte-Sur, Santiago de Chile, 2003

Reseña: Jan Casábius*

Como nos advierte su autor, se aborda en las páginas de este libro una serie de temas que suelen ser colocados bajo los títulos de psicopatología, de psiquiatría, de psicología de lo anormal e, inclusive, de clínica psicológica. La intención del autor fue ofrecer al estudiante y al estudioso de esas materias, especialista o no, un repertorio de cuestiones que están en el centro de todas esas disciplinas.

Se supone que todos esos temas son asuntos obligatorios en la formación de psicólogos y psiquiatras, principalmente. Debería ser así, pero cuestiones centrales en cualquier abordaje crítico, inevitables en la investigación psicopatológica, rara vez son abordadas en los manuales sobre estas materias. El tema que generalmente es discutido es la cuestión de lo normal y lo patológico –y generalmente de un modo sumario e insuficiente. La cuestión inicial de cual es la naturaleza de lo psicopatológico y la imposibilidad de responder a esa cuestión a menos que se asuma una teoría (generalmente una macroteoría) que postule toda una concepción del hombre y de la enfermedad casi siempre es esquivada. Para evitar ese equívoco tan frecuente en la mayoría de los autores, Romero halló pertinente una aclaración inicial de ese punto. Todo el primer capítulo está dedicado a los modelos epistémicos existentes en psicopatología y a su manera de enfocar la naturaleza de lo psicopatológico. La cuestión que coloca el autor la formula claramente:“¿Qué es lo psicopatológico? ¿Simplemente la enfermedad mental, como afirman los organicistas? ¿O corresponde a la psicología de lo anormal, como quieren los comportamentalistas? ¿O lo psicopatológico se expresa en las diversas formas de alienación, implicando un malogro personal y una pérdida de la libertad y una negación de las posibilidades más propias del Dasein, como postulan los existencialistas?

¿Acaso corresponde a la dinámica de los conflictos inconscientes que dominan al sujeto, llevándolo a una pérdida de la realidad, como pretenden los freudianos?

Como se puede apreciar, las divergencias sobre este asunto comienzan así que formulamos el problema. La razón es simple: para responder esa interrogante

* Jan Casábius es psicólogo clínico y profesor universitario

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necesitamos de una teoría. De una teoría que no sea apenas un conjunto de hipótesis sobre este asunto; tiene que ser una teoría que responda, primero, a la cuestión de la naturaleza de lo psíquico - y luego aclare la conexión entre lo psíquico y su concepción del hombre, no importa si dicha concepción sea implícita y apenas subentendida.

El punto inicial que quiero resaltar es que lo que entendemos como característico y esencial de lo psicopatológico está subordinado a las concepciones doctrinarias y teóricas aún vigentes en psicología y psiquiatría. No podemos afirmar tranquilamente que lo psicopatológico sea esto o aquello. Definir lo psicopatológico por su origen etimológico -como hacen (o hacían hasta 1994) los organicistas, diciendo qué es la enfermedad mental - puede hasta justificarse siempre que se nos aclare en que consiste una enfermedad y el enfermar y como se manifiesta dicha enfermedad en el plano psíquico y existencial.

Fue necesario, entonces, tratar de las concepciones de lo psicopatológico para responder a la cuestión sobre su naturaleza. De paso, se caracterizó los cuatro grandes abordajes de esta problemática:

a) el enfoque bio-medico, u organicista

b) el enfoque psicoanalítico clásico

c) el enfoque fenomenológico-existencial, o comprensivo

d) enfoque comportamentalista.

Según tengo noticias, por primera vez se formula una concepción de lo que sea lo psicopatológico en términos de un enfoque existencial y comprehensivo. Romero escribe:

“Lo patológico es lo que degrada y amenaza tanto la vida como la existencia, limitándolas en sus funciones y en su potencial originales. Vida y existencia están en mutua interdependencia. La existencia se vuelve psicopatológica cuando niega, mistifica y aliena su ser más propio: su libertad, sus posibilidades, su realización misma. Lo psicopatológico no es algo externo al individuo, algo que lo invadiría como un virus, no importa si el sujeto lo siente de esa manera. Es la propia existencia que se extravía, se mistifica y se degrada.”. Ni Jaspers, ni Minkowski, ni Binswanger –para citar algunas figuras de primera magnitud en este terreno- han apuntado lo que caracteriza todas las formas malogradas de existencia, que además, es el subtítulo de la edición española del libro.

En esta parte se discuten los aspectos fundamentales de cada modelo, aquellos que están presentes de manera explicita o no: la concepción del hombre, la concepción sobre los determinantes de lo sintomático, el tipo de relación terapeuta-paciente característico de cada uno, la cuestión de como es entendida la cura en cada modelo.

El segundo capítulo se centraliza en la caracterización del enfoque fenomenológico. Como es sabido la fenomenología es el estudio de los fenómenos, es decir, de aquello que se manifiesta de alguna manera, susceptible de ser experimentado por el sujeto, sea a título de vivencia, sea como observador comprometido con la situación. Por colocar el acento en la experiencia vivida resulta ser el método más apropiado para comprender los procesos psicológicos. En grandes pinceladas caracteriza las exigencias del método. Siguiendo de cerca la propuesta husserliana, propone tres requisitos para la correcta aplicación del método. Primero, atenerse a los fenómenos mismos, sin ideas preconcebidas; segundo, hacer una descripción rigurosa de los fenómenos propios del tema u objeto investigado; tercero, establecer lo más propio y

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distintivo del fenómeno. Es pertinente subrayar que estas exigencias no son nada fáciles de ser aplicadas.

Pasado los dos primeros capítulos sobre cuestiones eminentemente teóricas, entramos en un tema muy debatido estos últimos decenios, aunque su estudio se origina en la filosofía de Hegel y de Marx: las diversas formas de alienación. El autor entiende que este fenómeno es inevitable en un enfoque de lo psicopatológico. Lo sorprendente es que ningún manual de psicopatología le dedica siquiera una página. “La mayoría de los libros sobre ese asunto es de índole sociológica o filosófica, existiendo apenas algunas publicaciones de autores europeos que lo consideran a partir de una perspectiva psicopatológica. Ese es un fenómeno que nos toca a todos en consecuencia, no puede ser ignorado.”

Romero expone tres enfoques de este tema, cada uno de ellos bien representado por investigadores de las ciencias humanas y de la filosofía. El enfoque económico-social otorga un cierto destaque a las ideas de Erik Fromm, quien fue uno de los primeros psicólogos que acentuó su importancia en la década del 50. De hecho, Fromm observó la sociedad contemporánea y los factores que llevaban al incremento de formas alienadas de vida, en sus relaciones con lo económico-social. En el enfoque existencial de la alienación, el autor expone sus propias ideas sobre este asunto para enseguida referirse a la experiencia vivida de esta forma de extrañamiento de sí en dos escritores del siglo XX: Albert Camus y Franz Kafka. Por último expone el enfoque dialéctico de este fenómeno. Sustenta que la alienación implica en la pérdida de la síntesis dialéctica, es decir, en la disociación de las dualidades y polaridades que dividen al ente humano. Para ilustrar esta tesis, Romero muestra lo que acontece en dos fenómenos psicopatológicos: en la histeria y en la depresión. En estas formas de experienciar la realidad se constata la pérdida de la síntesis dialéctica. La tesis y la antítesis no consiguen resolverse en un movimiento de superación quedando el sujeto polarizado en un extremo del movimiento existencial. En la histeria, por ejemplo, el sujeto se aliena en su ser-para otro, subordinándose al juicio que el otro impone en su ser social. Su ser-más-propio queda relegado a segundo plano, adquiriendo una identidad prestada, hecha, en gran medida, de representación e de falsificación de sí –lo que obliga a una procura desesperada de aprobación o confirmación por parte del otro.

La segunda parte del libro se centra en lo que, se supone, es la parte esencial del oficio del psicólogo, lo que él necesita conocer a fondo si pretende dedicarse al arte psicoterapéutico. Se examina en este apartado las formas principales de existencias malogradas. En primer lugar el autor aborda las llamadas perturbaciones emocionales, aquellas que no entran aún en la esfera de lo neurótico, como son las reacciones depresivas y de ansiedad, los conflictos y la cuestión de la culpa. Luego trata de las perturbaciones oriundas de deficiencias caracteriales y las llamadas personalidades limítrofes –que el DSM-IV califica como disturbios de personalidad. Romero critica el rótulo propuesto por la Asociacion Psiquiatrica Americana, diciendo que tal rótulo vale para buena parte, si no todas, las formas de lo psicopatológico. En este mismo capitulo entra en el problema de las neurosis, que el psicólogo prefiere calificar como disforias caracteriales. No voy a mencionar las características relacionales propias de una configuración disfórica. Diré apenas que nuestro autor entiende que sin estar presentes estas formas de relación del sujeto con su mundo no es sustentable hablar de formas neuróticas de vida.

El libro también incluye un capítulo sobre los tipos de ansiedad propuestos por el DSM-IV (1994). Enfatiza que criterios puramente sintomáticos, como es la propuesta

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de ese manual clasificatorio, ignoran lo más fundamental en el origen de esas formas de ansiedad: la personalidad del sujeto y su historia. Ya desde otra perspectiva aborda en otro capítulo los disturbios de personalidad propuestos por la mencionada asociación psiquiátrica, sugiriendo una otra manera de entender tales tipos humanos.

Para terminar, el psicólogo aborda la cuestión de la locura –o, como se acostumbra a decir en los medios académicos, de la psicosis. Eso significa que el autor entra de lleno en la morada de lo imaginario. “En esa morada –escribe- residen todos los productos de la fantasía –desde los mitos y las leyendas hasta los sueños, desde nuestras caras ilusiones hasta las formas más ostentosas de la locura. El psicótico es el inquilino de lo imaginario; él habita –de un modo predominante, pero rara vez exclusivo- en un plano ficticio, disociado de la realidad social, referencial inevitable de nuestra condición humana. No obstante, no se suponga que apenas el loco habite ese plano de existencia, ni menos que esta esfera sea sólo un refugio negativo e inconveniente. No, todos nosotros, convencionalmente llamados normales, transitamos por sus vías, a título de transeúntes y frecuentadores. El loco habita allá, pero también frecuenta la realidad, pues en la psicosis siempre se conserva algún sentido de la realidad –salvo en los períodos de crisis. En menor medida que el vesánico, el sujeto calificado como neurótico también tiende a ciertos extravíos imaginarios: inflaciona a tal punto ciertos eventos y situaciones, por la carga emocional por ellos movilizada, que estos terminan por dominarlo.”

Como se nos advierte, se enfoca aquí la actividad imaginativa alienatoria; esta vez no considera la imaginación creativa ni comenta aquella que nos permite, en todo momento, trascender lo inmediato.

Grosso modo, ese es el itinerario propuesto. No está de más otro dato para el lector exigente.

El abordaje que orienta el tratamiento de todas las cuestiones enfocadas aquí es de inspiración fenomenológica-existencial; en gran medida es así, pero Romero no se identifica con ninguna línea específica de esa corriente doctrinaria. Lo que hace es aplicar en el tratamiento de los diversos tópicos una forma de psicología comprensiva, influenciada por el método fenomenológico y por categorías y conceptos existenciales.

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Brotes gestalticos

Eran las cinco y media de la tarde

Alejandro Guerra Aguilera11

Eran las cinco y media de la tarde mientras me refrescaba en el Bar ubicado frente a mi Hotel en Catemaco, Veracruz. El calendario cruzaba la mitad de Abril.

Allí estuve. Solo conmigo. Sólo con una cerveza.

Habité plenamente ese instante: la tarde se alejaba poco a poco, llevándose su aliento caluroso. Despacio, muy lentamente, la laguna, el viernes y las montañas comenzaban a ser a lo lejos, la misma cosa pintada de azul.

Observé a media docena de Patos Buzo nadando y comiendo cerca de una de las columnas sobre las que reposaba la Palapa del Bar sobre el agua, a treinta pasos del malecón. Garzas y Gaviotas alteraron con su vuelo blanco tanto azul celeste, no recuerdo si del cielo o del agua.

Entonces me asaltó una duda: “¿será la conciencia humana un peso para sí misma?”. Mientras las Gaviotas, los Patos Buzo y las Garzas paseaban frente a mí sin cesar, plácidamente; sentí un llamado, una invitación a ser un ave, como ellas. Tuve antojo de ser un animalito mucho menos pensante y quizás más disfrutante.

Volví sobre mi pregunta: “¿será la conciencia humana un PESO para sí misma?”. No hablo de la “carga de conciencia” que puede relacionarse con el concepto de pecado sea cual fuere; esto es la “conciencia moral” sino me refiero a la “Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento”, que define el Diccionario de la Lengua Española12. Me refiero a la capacidad que poseo de darme cuenta de mí mismo, de mis sentimientos, mis actos, mis pensamientos, mis decisiones; de modo responsable y consciente. Me refiero al atributo único del Ser Humano, que lo hace Ser lo que meramente es: Humano.

Me imaginé siendo un Pato Buzo por un momento... nadando sobre agua fresca, zambulléndome para pescar alimento. Pasear por la piel de la laguna, ajeno al devenir del mundo entero, evitando hacer contacto con la soledad de mi propia existencia, lejos de agresiones internacionales, enfermedades virulentas, carencias y vilezas.

Escindido de La Ciudad, mi fantasía era voltear a verme desde la superficie del agua y contemplarme allí, tomando una cerveza, disfrutando el observarme; dándome cuenta de ese momento tanto como puedo ser capaz de ello.

Ahora, desde el teclado entonces remoto, reanudo ese momento de Toma de Conciencia y me respondo:

Prefiero darme cuenta de mi circunstancia aunque no tenga garantía de que me agrade hacerlo.

Prefiero sentirme y saberme vivo, antes que alienarme para quizás sólo sobrevivir12.

11 e-mail: [email protected] 12 http://buscon.rae.es/diccionario/drae.htm

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Prefiero pulsar al alcance de mi mano la sabiduría organísmica que poseo y así reinventarme a mi libre ---y quizás responsable--- albedrío.

Prefiero ser playa donde el mar rompa siempre impetuoso su palabra espumosa de sal.

Prefiero habitar mi propia piel bajo el sol abrasante.

Prefiero atravesar mi dolor como estanque zambulléndome en él, desde la orilla del aquí y ahora para luego emerger más allá, en la otra orilla: nítido.

Prefiero ser vela hinchada por el viento y regalarme la oportunidad de fluir en mí.

Prefiero ser árbol con mis ramas como brazos creciendo, mirando hacia arriba, sosteniendo el día, anhelando la noche.

Prefiero Amar generosamente, decididamente a otro Ser Humano, apreciándolo positiva e incondicionalmente y así comprobar que estoy dándole sentido a quince mil millones de años de evolución13 en mi vida: instante de luz brillantísima.

Éste poder tengo sobre mi persona: me doy cuenta.

Alejandro Guerra Aguilera es poeta, ingeniero en sistemas computacionales y alumno del IHPG Condesa.

13 Más allá del principio de autodestrucción, M. A. Villanueva Reínbeck, Editorial Manual Moderno

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Normas de publicación

Publicará:

• Trabajos teóricos

• Investigaciones

• Casos clínicos

• Hemeroteca

• Cartas al Director

• Traducciones de artículos que pudieran ser interesantes

El ámbito de la revista es la Terapia Gestalt específicamente, y las Terapias Humanistas en general.

Los trabajos se publicarán en lengua castellana. Si el artículo original fuese en otra lengua latina, a petición del autor se podría publicar también en su versión original. En cualquier caso será el autor el encargado de mandar el artículo traducido al castellano.

La revista tendrá una periodicidad anual, y los artículos se publicarán, a medida que sean aceptados, en el formato electrónico de la Revista, que se encuentra en esta dirección:

http://www.zimentarri.org/rtlg

Y al año siguiente se editará en papel impreso. Se enviarán 5 ejemplares de la revista a cada autor de un artículo publicado, a modo de separata.

Los artículos se habrán de enviar al Director de la Revista Latinoamericana de Terapia Gestalt:

Dr. Patxi Sansinenea

E-mail: [email protected]

La publicación esta auspiciada y editada por la Asociación Vasca de Terapia Gestalt. Zimentarri. Euskadi. España.

Normas de publicación

• Los autores enviarán sus trabajos al Director de la Publicación, quién acusará recibo de los mismos y solicitará de especialistas (Miembros del Consejo Editorial o consultores específicos) la revisión del original. Transcurrido un plazo, no superior a tres meses, se notificará al autor(es) la aceptación o rechazo del original. No se

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devolverán los originales rechazados. El Consejo de Redacción entiende que las opiniones de los autores son de su exclusiva responsabilidad.

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• Toda cita textual irá entrecomillada y con indicación del apellido del autor(es) del texto, año de publicación y página(s) de donde se ha extraído, todo ello entre paréntesis.

Para cualquier duda o aclaración sobre cualquier aspecto deben dirigirse al director de la publicación:

Dr. Patxi SansineneaE

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Friedrich Salomon Perls (Fritz Perls)

Julio 8, 1893, Berlin - Marzo 14, 1970, Chicago