Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

97
ISSN: 2221-0369 Año 2 - Número 5 Lima-diciembre 2012

description

Revista de investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, de publicación cuatrimestral. Lima-Perú

Transcript of Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Page 1: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

ISSN: 2221-0369

Año 2 - Número 5 Lima-diciembre 2012

Page 2: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Director y EditorRodolfo Monteverde Sotil

Fotografía de la carátula Rodolfo Monteverde Sotil, 2012. Huancavelica.

Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoAño 2. Número 5, diciembre 2012

Publicación cuatrimestralISSN: 2221-0369

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350Hecho por computadora

Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perúhttps://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

[email protected] los derechos reservados

DifusiónMayra Delgado Valqui

Revisores de artículos Cristian Jacob / Ivan Leibowicz / Rodolfo Monteverde Sotil / Tatiana Stellian

Diseño y diagramaciónErnesto Monteverde P. A.

Las opiniones vertidas, en los artículos publicados en esta revista, son de entera responsabilidad de cada autor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos.

© Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su Director.

Imágenes de los índices y de la relación de colaboradoresRodolfo Monteverde Sotil, 2012. Obreras en excavación en Tiahuanaco. Bolivia / Familia Quispe

Huata de Taquile, Puno-Perú. / Martín de Murúa (2004 [1590]). Sinchi Roca. Detalle.

Page 3: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Dedicatoria

A mi madre, por su constante lucha, no puedo hacer nada más,

que sólo apoyarla(RMS)

Page 4: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Editorial

Relación de Colaboradores

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de PachacamacIsabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la temporada 2012 en Pachacamac, LimaTatiana Stellian

El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio IncaRommel Angeles Falcón

Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, CuscoGori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinasReinaldo Andrés Moralejo

Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinariosRodolfo Monteverde Sotil

Normas editoriales

Índice

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

4

5

6

21

27

46

62

82

90

Page 5: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

La Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, es una publicación peruana cuatrimestral que se centra en los estudios arqueológicos e interdisciplinarios, tanto nacionales como internacionales, del Imperio incaico. La revista nació con la intención de cumplir tres objetivos que todo arqueólogo debe proponerse en su carrera: la defensa del patrimonio arqueológico, su investigación y divulgación de dichas investigaciones. Después de haber publicado cuatro números entre el 2011 y el 2012, les alcanzamos el quinto número, que contiene cinco artículos y una reseña. Un equipo interdisciplinario conformado por Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda, nos entregan los resultados de las excavaciones y análisis de perros (Canis familiaris) encontrados en Pachacamac. La doctorante en arqueología Tatiana Stellian, nos presenta un breve informe de las investigaciones arqueobotánicas realizadas por el Proyecto arqueológico Ychsma en la temporada 2012 en Pachacamac. El Licenciado Rommel Angeles nos alcanza una interesante muestra de las evidencias arqueológicas en el valle de Asia ante y durante la presencia del Tahuantinsuyo.

Por su parte, los arqueólogos Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García, analizan los aportes arqueológicos y artísticos de dos viajeros franceses del siglo XIX, específicamente acerca del sitio Choquequirao. El colega argentino Reinaldo Andrés Moralejo realiza una exhaustiva revisión de las fuentes etnohistóricas para estudiar los caminos, tambos y chaskiwasis en épocas del incanato y de la colonia. Finalmente, quien escribe les hace entrega de una reseña de la conferencia que organizáramos en el mes de setiembre, del presente año, titulada: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios. Como siempre, queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos aquellos que han colaborado con sus artículos y participado en la realización del quinto número de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Además, queremos agradecer a los lectores por los comentarios críticos y por la buena acogida de los números anteriores de la revista. Con la entrega del presente número podemos decir que estamos orgullosos de seguir cumpliendo con la meta de publicar una revista arqueológica e interdisciplinaria de temática incaica en casi dos años consecutivos. Con esta quinta entrega, hemos logrado difundir 31 artículos, cuatro entrevistas realizadas a científicos sociales y han participado 33 autores de distintas partes del Perú y del mundo.

Desde ya invitamos a todos los arqueólogos, estudiantes de arqueología y profesionales de otras ciencias a publicar en el sexto número de la Revista Haucaypata, programado para el mes de marzo del 2013.

Rodolfo Monteverde SotilDirector y Editor

4Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Editorial

Page 6: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

5Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Colaboradores

Tatiana StellianDoctorante del Fonds National de la Recherche Scientifique-Bélgica (Université Libre de

Bruxelles).

Rodolfo Monteverde SotilMaestrista en Arqueología (Pontificia Universidad Católica del Perú). Licenciado en Arqueología

(Universidad Nacional Federico Villarreal).

Reinaldo Andrés MoralejoDoctor en Ciencias Naturales. Licenciado en Antropología (Facultad de Ciencias Naturales y

Museo-Universidad Nacional de La Plata).CONICET. División Arqueología, Museo de La

Plata.

Rommel Angeles FalcónLicenciado en Arqueología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Museo Huaca

Malena-Asia.

Denise Pozzi-EscotArqueóloga (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Directora del Museo de Sitio de

Pachacamac (MSPAC). Ministerio de Cultura.

Gori Tumi Echevarría LópezArqueólogo y Candidato a Doctor en Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San

Marcos).

Zenobio Valencia GarcíaArqueólogo (Universidad Nacional San Antonio

Abad del Cusco).

Katiusha Bernuy Arqueóloga (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Jefe del Área de Investigación del

Museo de Sitio de Pachacamac (MSPAC).

Isabel Cornejo RiveraArqueóloga (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Asistente del Área de Investigación del

Museo de Sitio de Pachacamac (MSPAC).

Enrique Angulo Médico veterinario (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Museo de sitio de Pachacamac

(MSPAC).

Luis Miguel TokudaArtista plástico (Escuela Nacional Superior Autónoma Bellas Artes) (Universidad Peruana

de Ciencias Aplicadas).

Page 7: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel [email protected]

Denise [email protected]

Katiusha [email protected]

Enrique [email protected]

Luis Miguel [email protected]

Resumen El santuario arqueológico de Pachacamac, con una ocupación de más de 1200 años, durante el Horizonte Tardío (1470 – 1533 d.C.) extendió su fama como el más importante centro ceremonial de la costa peruana al cual acudían peregrinos de diversos lugares. De las intervenciones arqueológicas realizadas en la Segunda Muralla y la Pirámide con Rampa 07 (PCR 07) del santuario, efectuadas por el equipo del Museo de sitio, se han recuperado una serie de hallazgos, entre los que se encuentran los restos de más de una veintena de canes con pelo (Canis familiaris).Gracias al trabajo multidisciplinario realizado (arqueología, medicina veterinaria, artes plásticas), se ha podido determinar la identificación de la especie, la variedad de las características fenotípicas de los canes y proponer una hipótesis sobre la variedad y la presencia de éstos en el santuario.

Palabras claves: Pachacamac, Segunda Muralla, Pirámide con Rampa 07, Canis familiaris.

CORNEJO, Isabel; POZZI-ESCOT, Denise; BERNUY, Katiusha; ANGULO, Enrique y TOKUDA, Luis Miguel, 2012. Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac. Revista Haucaypata. Investigaciones ar-queológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 6-20. Lima.

El santuario arqueológico de Pachacamac El santuario de Pachacamac se ubica a 31 km. al sur de la ciudad de Lima, en la margen dere-cha del río Lurín, frente a las costas del Océa-no Pacífico. Su emplazamiento elevado, sobre

un afloramiento rocoso recubierto por arena de origen eólico que forma parte del tablazo de Lu-rín, provocó la aridez del sitio a pesar de limitar por el sur con la franja cultivable del río Lurín, y al oeste con un área de lagunas y humedales.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Abstract The Pachacamac archaeological sanctuary, with an occupation of more than 1200 years, during the Late Horizon (1470 - 1533 A.D.) extended his reputation as the most important ceremonial center of the Peruvian coast to which there were coming pilgrims of diverse places. Of the archaeological interventions realized in the Second Wall and the Pyramid with ramp 07 (PCR 07) of the sanctuary, effected by the equipment of the Museum of site, have recovered a series of findings, between which they find the remains of more than one score of khans with hair (Canis familiaris). Thanks to the multidisciplinary work (archaeology, veterinary medicine, plastic arts) realized, one could have determined the identification of the species, the variety of the phenotypic characteristics of the khans and to propose a hypothesis on the variety and the presence of these in the sanctuary.

Keywords: Pachacamac, The Second Wall, Pyramid with Ramp 07, Canis familiaris.

6

Page 8: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

7

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Figura 1. Mapa de ubicación del santuario de Pachacamac. Perú.

Page 9: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

8Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Por el norte limita con la Quebrada de Atocon-go y por el este con el valle y las primeras estri-baciones andinas. El clima de la zona es carac-terístico de la costa central: árido, semicálido y húmedo, con bajo índice de precipitación pluvial (2 milímetros anuales según la Estación Meteorológica – Museo de Sitio de Pachaca-mac). Todas estas condiciones, han favorecido notablemente la preservación de los restos or-gánicos recuperados en las intervenciones ar-queológicas (Figura 1). La ocupación y construcción del santuario fue continua, desde el periodo Intermedio Tem-prano (300 a 700 d.C.) hasta el Horizonte Tar-dío (1470 a 1533 d.C). Fue un centro ceremo-nial que en el Horizonte Tardío llegó a extender su fama como oráculo (Fernández de Oviedo 1945: 46-54 [1535: Libro XII, Capitulo XI]; Cie-za 1986: 213 - 214 [1553: Capítulo LXXII, folio 97v]; Villar 1935: 212). Bajo el dominio Inca, acudían al santuario peregrinos de diversos y lejanos lugares del imperio para realizar con-sultas y obtener vaticinios del oráculo. En la actualidad el área intangible del santua-rio comprende 465 hectáreas, donde se distri-buyen importantes edificaciones construidas en base a adobes y piedra, como el Templo del Sol, el Templo Viejo, el Templo Pintado, el Acllawasi y alrededor de quince PCR1. Estas edificaciones se encuentran distribuidas en sectores deli-mitados artificialmente por murallas y por un eje de calles internas (Norte-Sur y Este-Oeste) que mantenían conexión con el Gran Camino o Qhapaq Ñan2. Dicha infraestructura habría servido para controlar tanto el flujo de las pere-grinaciones (Paredes 1991) como el crecimien-to y ordenamiento interno de sus edificaciones. Desde el año 2010 el equipo del Museo de sitio de Pachacamac viene realizando excavaciones en la Segunda Muralla y en la PCR 07. Como parte de estos trabajos, hemos recuperado una serie de hallazgos de la época Inca, entre ellas los restos de más de una veintena de canes con pelo (Canis familiaris) de distintas edades y en buen estado de conservación. El trabajo multi-disciplinario que conjuga la arqueología, la me-

1 PCR es la abreviatura para las edificaciones conoci-das como Pirámide(s) con Rampa(s).2 Este camino articuló buena parte de la región de los Andes Centrales antes de la conquista española.

dicina veterinaria y las artes plasticas, nos per-mite realizar propuestas basadas en recons-trucciones fenotípicas3, señalar el modo en que fueron utilizados estos animales y formular un planteamiento hipotético sobre su variedad y presencia, relacionada a las peregrinaciones, en el santuario.

Hallazgos de canes en el santuario Evidencias de canes con pelo, similares a nues-tros hallazgos, han sido encontradas en varias edificaciones del santuario: en el Templo del Sol a fines del siglo XIX (Uhle 2003 [1896]); en la PCR 02, al pie del Templo Viejo (Paredes y Fran-co, 1984 y1989); en la PCR 03, 07 y 13 (Eeckhout, 1995 y 2008; Pozzi-Escot y Chávez 2009; Pozzi-Escot y Bernuy 2010) y en la PCR 08 (Málaga 2008). Entre estos restos, se ha podido determinar que solo algunos presentaron evidencias de enfarde-lamiento por los fragmentos o restos de textiles que tenían en el cuerpo o sobre la cabeza. Se resalta el hecho de que los mejores conservados tienen un característico pelaje corto, lacio y de color marrón amarillento y/o marrón oscuro. El entierro de estos canes como “acompañantes de entierros humanos” para los periodos tardíos (1000 – 1533 d.C) fue recurrente en el santua-rio (Uhle 2003[1896]; Eeckhout 1995; Paredes y Franco 1984). Asimismo, fueron ofrendados en las nuevas construcciones de edificaciones o ele-mentos arquitectónicos del santuario (Eeckhout 2008; Málaga 2008). El reporte de hallazgos de canes en el santua-rio es bastante frecuente. Sin embargo, en esta oportunidad la participación de especialistas en los análisis biológicos y zoológicos nos ha permi-tido confirmar su identificación a nivel de sexo y especie y otras características que a continuación describiremos y comentaremos.

Otras evidencias de canes en la costa pe-ruana prehispánica Los diversos hallazgos de canes registrados en el santuario se diferencian de los canes de las re-presentaciones iconográficas Moche y Nazca (In-termedio Temprano) que son de talla pequeña, cola enroscada sobre el lomo, pelo corto y de co-lor blanco con grandes manchas oscuras o negras

3 Conjuntos de rasgos visibles de un organismo.

Page 10: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Figura 2. Foto área de los años 70 del santuario de Pachacamac con indicación de las áreas de excavación en la Segunda Muralla y PCR 07.

9

Page 11: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

10Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

(ver Donnan y MacClelland 1999: 89, Fig. 4.29). También difieren de los canes sin pelo de las representaciones Chancay (Intermedio Tardío) (ver Weiss 1976:41, Lam. III); asimis-mo de los conocidos como “perros pastores” de Chiribaya (Intermedio Tardío) excavados en Ilo por Sonia Guillen y del ejemplar recupera-do por Engel en un cementerio localizado en la península de Paracas, que son de talla menor, orejas semicaídas, patas cortas y pelo largo de color amarillento o blanco en casi todo el cuer-po (ver Engel 1987: 125, Fig. III-19b). Esta comparación general, pone en evidencia que los canes de Pachacamac no parecen tener relación directa o descienden de ellos, debido a las evidentes diferencias de forma de cuerpo, pelaje y color.

Los hallazgos en la PCR 07 y Segunda Muralla del santuario El conjunto de hallazgos de canes con pelo, identificados como Canis familiaris, provienen de las excavaciones realizadas en la PCR 07 y en la Segunda Muralla que delimita la concen-tración de edificaciones del santuario, princi-

palmente a las PCR (Figura 2). Los hallazgos en la PCR 07 corresponden a una excavación realizada al pie del acceso que conec-taba la Calle Norte-Sur a una de las plazas late-rales de dicha PCR. El hallazgo en su conjunto procede de los últimos niveles de utilización de la plaza durante la época Inca; cinco de los canes se encontraron asociados al entierro del fardo de un niño y un sexto can fue localizado al interior de un pequeña intrusión hecha en uno de los apisonados de la plaza (Pozzi-Escot et al. 2012) (Figura 3). En la Segunda Muralla, en un tramo colindan-te con la vía conocida como Calle Este-Oeste, área aprovechada para configurar una plaza rec-tangular, se recuperaron los restos de diversas ofrendas entre los que resaltan objetos de estilo local y foráneos consistentes en dos escultura en madera de estilo Chimú e Ychsma, vasijas cerá-micas de estilo Ychsma, Inca y Casma moldeado, así como los restos de una veintena de canes de distintas edades en buen estado de conservación. Por las características estilísticas de las vasijas y esculturas, se ha podido establecer que este con-junto de hallazgos dataría del Horizon te Tardío.

Figura 3. Corte Transversal de la excavación en la plaza lateral de la PCR 07 con distribución de los hallazgos de canes (CNS426, CNS427, CNS428, CNS429, CNS430 y CNS431).

Page 12: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Figura 5. Variedad de los restos de canes recuperados de las excavaciones en la Segunda Muralla y PCR 07.

Figura 4. Hallazgos de canes y restos de ofrendas en el área de excavación de la Segunda Muralla.

11

Page 13: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

12Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Sin embargo, el contexto fue disturbado por un huaqueo probablemente de la época Colo-nial (Figura 4). Los restos de los canes recuperados, en su mayoría, se encuentran muy bien conservados (piel, pelos y huesos articulados). El tratamien-to mortuorio es diverso, algunos se encuentran envueltos con textiles de algodón (enfardela-dos), otros no tienen ningún tipo de envolto-rio, otros tienen solo una tela envolviéndoles la cabeza (a la altura de los ojos) y al menos uno tiene las extremidades amarradas con una soguilla de fibra vegetal (Figura 5). Los textiles usados no parecen haber sido elaborados ex-clusivamente para fines mortuorios ya que evi-dencian desgaste, recortes, falta de orillos, todo lo cual indicaría que provienen de otras piezas textiles que tuvieron otro uso previo.

Metodología de estudio Para el estudio de nuestros recientes hallazgos de canes, hemos realizado exámenes anatómi-cos-forenses para determinar aspectos como sexo y especie, edad, tamaño, patologías óseas y traumas pre o perimortem que podrían aso-ciarse a posibles causas de muerte, etc. Para ello, utilizamos una colección de material óseo comparativo de individuos modernos y fuentes bibliográficas especializadas (Fiennes y Fien-nes 1968; Smith y Jones 1962; Blanco et al. 2009), así como la revisión de información so-bre hallazgos similares en Pachacamac que he-mos desarrollado en la parte inicial del artículo. La edad fue determinada teniendo en cuenta el tamaño y estado de fusión de las epífisis y diáfisis de los huesos largos, en los dientes se observó si éstos eran deciduos4 o permanen-tes, los cuales terminan de erupcionar alre-dedor de los siete meses, así como el desgaste en dientes incisivos, premolares y molares en los adultos. Con esta información se agrupa-ron a los canes por rangos de edad (Tabla 1). Para el cálculo de la altura de los canes se con-sideró la sumatoria de las medidas de las fa-langes, radio-cúbito, húmero y escápula5. Para el largo del cuerpo se consideró la medida en

4 Los deciduos son dientes provisionales que se van reemplazando por permanentes, esto se completa a los 7 meses con lo que el animal se reconoce como un individuo adulto joven.

centímetros de la distancia desde el pecho hasta la base de la cola. El peso corporal fue obtenido en base al tamaño aproximado del can mejor conservado (Figura 6) y comparado con un perro vivo de similares características físicas. Todo esto nos dió una aproximación al tamaño que habrían tenido los canes. Para caracterizar el tipo de cráneo, se empleó la propuesta veterinaria de Dyce et al. (2004), quienes realizaron una tipología basada en la forma y tamaño del cráneo en canes: dolicocefá-lica, mesocefálica y braquicefálica (ver Dyce et al. 2004: 398, Fig. 11-1).

Tabla 1. Rango de edad en canes. Propuesta a partir de los cambios observados en el crecimiento del ani-mal: aparición de dentadura permanente y el estado

de fusión de los huesos, etc.

Las reconstrucciones fenotípicas del conjunto de hallazgos analizados corresponden a ejem-plares que representan la variedad del grupo. Estas se han realizado mediante la observación directa de los restos óseos. El primer paso para la reconstrucción fue la realización de bocetos hechos en base al esqueleto armado de los ejem-plares seleccionados (Figura 7); el boceto con-sidera las medidas de los huesos y la forma de cráneo. El siguiente paso fue la reconstrucción de los planos musculares (miológica). En un ter-cer paso se agregaron las características corpo-rales como las dimensiones y colores del pelaje mediante el uso de lápices de colores y conside-rando la intensidad y distribución de la pigmen-tación del pelaje observado en cada uno de los ejemplares; las imágenes fueron digitalizadas y editadas en el programa Adobe Photoshop CS3, donde se trabajaron por capas para retocar cada

5 Medida tomada de uno de los miembros anteriores.

Page 14: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Figura 6. Restos de can en buen estado de conservación (Hallazgo CNS430) proveniente de las excavaciones en la Plaza lateral de la PCR 07.

Figura 7. Intervención del Médico-Veterinario Enrique Angulo en la reconstrucción del esqueleto de uno de los ejemplares y realización del boceto base por el artista plástico Luis Miguel Tokuda.

13Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Page 15: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

14Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 8. Proceso de reconstrucción fenotípica mediante dibujos y toma de medidas, realizado por el artista plástico Luis Miguel Tokuda.

uno de sus detalles como la intensidad de color, el tamaño de ojos, cola y orejas (Figura 8). En esta etapa de nuestras investigaciones no hemos

considerado por el momento el desenfardelamiento de los hallazgos, por lo que la revisión de los restos se ha realizado aprovechando la condición de desgas-

Page 16: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

15Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Figura 9. Imagen del Hallazgo CNS 426 con su correspondiente placa radiográfica. Obsérvese que es notorio que los huesos están intactos (sin fracturas), sin fusionar y aparentemente hay restos de algunos órganos en la

región ventral (¿hígado?).

Page 17: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

16Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

te y roturas en que se encuentran los envolto-rios. Por ahora, y debido a las dimensiones de los hallazgos, hemos empleado el uso de placas radiográficas en uno de los pequeños fardos para examinar las condiciones del animal al in-terior (Por ej. lesiones, fracturas, etc.) (Figura 9). Tenemos evidencia de restos de pupas de in-sectos asociadas a cada uno de los hallazgos que indican que estos quedaron expuestos a la intemperie por algún tiempo. A futuro debere-mos ampliar las investigaciones hacia la ento-mología forense, lo que permitirá identificar al tipo de insecto al que pertenecen, los posibles traslados de cuerpo y las características de las zonas de procedencia. El análisis histopatológico6 se ha incorpora-do recientemente a nuestros estudios. En esta etapa inicial, se ha realizado un examen visual de los ejemplares mejor conservados (momifi-cados) y que no tienen lesiones óseas aparen-tes. El examen ha incluido la toma de muestras

correspondientes al hallazgo SM162, éstas co-rresponden a restos orgánicos oscuros disemina-dos sobre y alrededor de las vertebras cervicales, que por sus características y apariencia podrían tratarse de restos de coágulos de sangre (Figura 10), indicio probable de que la causa de muerte fuera por ahorcamiento. Los resultados del aná-lisis nos brindarán información más detallada y abrirá un nuevo campo de evaluación sobre la causa de muerte de los estos animales.

Conclusiones preliminares Hemos realizado el estudio de los restos de al menos 26 Canis familiaris o perros domésticos. Y en su mayoría se trata de cachorros de 1 sema-na hasta adultos jóvenes de 18 meses de edad. Comunmente a la idea del perro prehispánico que se tiene y gracias a que las condiciones climá-

6 Estudio al microscopio de tejidos y restos de órganos en búsqueda de anomalías.

Figura 10. Restos de can en buen estado de conservación (Hallazgo SM162) procedente de la Segunda Muralla, con indicación de la zona de recolección de muestras para análisis histopatológicos.

Page 18: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Figura 11. Evidencias óseas compatibles con raquitismo y desnutrición. A la izquierda: Vertebras dorsales, se observa el crecimiento óseo asimétrico del cuerpo de una de ellas (Hallazgo CNS 427). A la derecha: Epífisis de

costillas dilatadas en forma de copa (Hallazgo CNS 431).

17Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

ticas de las costa peruana que han permitido la preservación de los restos estudiados, los canes analizados tienen pelaje de tamaño corto o me-dianamente largo (entre 1 a 2 cm. y 3 a 4.5 cm.), y principalmente en dos colores: marrón ama-rillento y marrón oscuro que se manifiestan de forma individual o en combinación. Eran canes de talla mediana (38 - 42 cm. a la cruz7) y gran-de (45- 52 cm. a la cruz), de orejas cortas, cola larga, con estructura rectangular del cuerpo y miembros y, con un peso corporal entre 12 - 14 kilos para los de talla mediana y entre 18 - 22 kilos para los de talla grande. El tratamiento mortuorio es variado e indi-ca que el enfardelamiento no fue planificado. Casi todos se encontraron en posición cubito-lateral; los encontrados en las excavaciones de la Segunda Muralla, y que mantuvieron su posición original, nos indican que fueron en-terrados dentro de fosas individuales de poca profundidad. En al menos tres canes, se ha identificado patologías óseas compatibles a raquitismo y desnutrición (Figura 11). No se encontraron evidencias de cortes o lesiones en los huesos de los ejemplares analizados que nos den certeza sobre la causa de muerte de los animales. Fu-turos análisis toxicológicos (por ejemplo: en-venenamiento) y los resultados de los análisis histopatológicos nos podrán ayudar a deter-minar con seguridad los indicios que tenemos

sobre la muerte por ahorcamiento y/o sacrificio. Si bien las causas de muerte de estos animales pueden ser naturales y/o intencionales, solo iden-tificamos su utilización en contextos rituales. La variabilidad en el pelaje (longitud y den-sidad), la distribución de colores y característi-cas óseas del cráneo indican que estamos ante tres diferentes fenotipos de canes (Figura 12). Y, aunque no hay una correlación entre el tra-tamiento mortuorio y los fenotipos señalados, consideramos que estas características deberían ser estudiadas a futuro para poder determinar si se tratan de indicadores de procedencia. En cuyo caso, sería posible plantear que los canes fueron traídos al santuario por peregrinos provenientes de diversos lugares (locales y foráneos), y fueron dados como acompañantes de entierros huma-nos u ofrendas para el oráculo. Sobre la utilización de los canes como “acompa-ñantes en la otra vida” existen varias referencias en crónicas y otros documentos, tal como lo su-giere una referencia recogida del Padre Arriaga, extirpador de idolatrías del Perú del siglo XVII, que señala que “los muertos van a la tierra del silencio pasando por un puente de palos y lle-

7 Lugar ubicado en el lomo del perro, a la altura de las paletas de la escápula. Es el cruce entre una línea vertical (patas delanteras) y una horizontal (columna vertebral).

Page 19: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

18Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 12. Fenotipos de canes del santuario de Pachacamac, propuesta basada en los hallazgos de canes de la Segunda Muralla y PCR 07.

vados por perros negros, que en algunas par-tes los crían para ese fin” (Citado por Weiss 1976: 43). Asimismo, en el incanato los perros habrían formado parte de los cultos relacionados a la petición del agua realizados bajo la presencia de la luna o en el mes lunar cuando escasea el agua. Guaman Poma y Garcilaso de la Vega re-fieren que los incas amarraban y golpeaban a sus llamas y a sus perros en las plazas, mientras que ellos mismos y sus hijos lloraban y hacian ruidos con caracoles, tambores y otros instru-mentos; expresaban dolor, exponiendo sus su-frimientos y los de sus animales para atraer la atencion de la luna, que según Garcilaso “lla-masen la luna, que por cierta fabula que ellos contaban, decían que la luna era aficionada a los perros, por cierto servicio que le habían hecho, y que oyéndolos llorar, habría lastima de ellos” (Garcilaso 1941: 182-183 [1609: Libro Segundo, capítulo XXIII]). Los canes procedentes de diversas edificacio-nes del santuario (Templo del Sol, Templo Vie-jo, PCR 02, PCR03, PCR 08 y PCR 13) guardan similitudes anatómicas con los tres fenotipos propuestos en base a los recientes hallazgos. Muy por el contrario, este conjunto no parece tener relación directa con los tipos de canes en-contrados en otros sitios de la costa peruana, debido a las diferencias de forma de cuerpo,

pelaje y color, que permitan establecer relaciones de descendencia y/u otros aspectos biológicos y culturales. La importancia de estas evidencias hace necesa-rio continuar y desarrollar nuestra investigación mediante los análisis propuestos (entomología forense, patología forense, etc.), el estudio de contextos similares de los Andes Centrales, fuen-tes etnohistóricas etc. En un nivel comparativo, lo que podremos obtener es una visión amplia sobre su procedencia, variantes en sus caracte-rísticas fenotípicas y las diversas formas en que fueron utilizados éstos animales por las socie-dades prehispánicas involucradas en el culto a Pachacamac, a través del tiempo y del territorio andino.

Agradecimientos A Sonia Quiroz Calle; María Luisa Patrón; Dr. Héctor Guzmán Iturbe de la Clínica Veterinaria “Las Garzas”, quien nos apoyó con la radiogra-fía de uno de los fardos; Dr. Ivanoe Vega por su colaboración con los análisis de patología vete-rinaria y a todo el equipo del Museo de Sitio de Pachacamac.

Bibliografía

BLANCO, Alicia; RODRÍGUEZ, Bernardo y VA-LADEZ, Raúl. 2009. Estudio de los cánidos ar-

Page 20: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

19Hallazgos de Canis familiaris en el santuario de Pachacamac

Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

queológicos del México Prehispánico. Instituto Nacional de Antropología e Historia - Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Uni-versidad Autónoma de México. México.

CIEZA DE LEÓN, Pedro, 1986 [1553]. Cróni-ca del Perú. Primera Parte. Colección Clásicos Peruanos. (Dirigida por Franklin Pease). Se-gunda edición. Fondo editorial Pontificia Uni-versidad Católica del Perú. Academia Nacional de Historia. Lima.

DONNAN, Christopher y MACCLELLAND, Donna, 1999. Moche Fineline Painting its Evo-lution and its Artists. Fowler Museum of Cul-tural History / University of California. Los Angeles.

DYCE, K. ; SACK, W. y WENSING, C., 2004. Anatomía Veterinaria. McGraw-Hill Intera-mericana. México.

EECKHOUT, Peter, 1995. Pirámide con rampa N° 3 de Pachacamac, Costa Central del Perú. Resultados preliminares de la primera tempo-rada de excavaciones (zona 1 y 2). Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos Nro. 24 (001): 65-106. Lima.

EECKHOUT, Peter, 2008. Proyecto Ichma. In-vestigaciones Arqueológicas en el sitio de Pa-chacamac, temporada 2008 - Informe Final. Universidad Libre de Bruselas. Fondo Nacio-nal Belga de la Investigación Científica. Lima y Bruselas. Ms.

ENGEL, Fréderic, 1987. De las begonias al maíz, vida y producción en el Perú antiguo. Universidad Nacional Agraria La Molina. Lima.

FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo, 1945 [1535]. Historia General y Natural de las In-dias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Editorial Guarania. Asunción del Paraguay.

FIENNES, Alice y FIENNES, Richard, 1968. The Natural History of the Dog, the world naturalist. (Editado por Richard Carrington). Weindenfeld and Nicolson. Londres.

GARCILASO de la VEGA, Inca. 1941 [1609]. Comentarios reales de los Incas. Colección Historiadores Clásicos del Perú, Tomo I. Lima.

HOCQUENGHEM, Anne Marie. 2005. Sacrifi-cio y calendario ceremonial en las sociedades

de los Andes Centrales. En: Chamanismo y cio y calendario ceremonial en las sociedades de los Andes Centrales. En: Chamanismo y Sacrificio, Perspectivas arqueológicas y etnológicas en so-ciedades indígenas de América del Sur: Tomo 179: 75-104. (Editado por Chaumeil, P.; Pineda, R. y Bouchard, J.) Serie de Trabajos del Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima.

MÁLAGA, María, 2008. Arquitectura doméstica en las Pampas de Pachacamac durante el Hori-zonte Tardío: excavaciones en el sector SW de las unidades A-2, A-3 y A-4. Tesis para optar por el Título de Licenciada en Arqueología. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

PAREDES, Ponciano y FRANCO, Régulo, 1984. Proyecto Pirámide con Rampa Nº3: “Limpieza, Excavación y Consolidación de la Pirámide con Rampa Nº 3”. Informe de Campo. Instituto Na-cional de Cultura. Lima. Ms.

PAREDES, Ponciano y FRANCO, Régulo, 1989. Proyecto: Templo Viejo de Pachacamac. Segun-do informe Parcial. 2 da Temporada de Excava-ciones (Junio 1988-Abril 1989). Instituto Nacio-nal de Cultura. Museo de Sitio de Pachacamac . Fundación Augusto Wiese. Lima. Ms.

PAREDES, Ponciano, 1991. Pachacamac: Mura-llas y Caminos Epimurales. Boletín de Lima, Nro. 74: 85-95. Lima.

POZZI-ESCOT, Denise y CHÁVEZ, Aníbal, 2009. Informe final de las labores de Conservación de Emergencia. Instituto Nacional de Cultura. Mu-seo de Sitio de Pachacamac. Lima. Ms.

POZZI-ESCOT, Denise y BERNUY, Katiusha, 2010. Proyecto de Investigación Arqueológica Calle Norte-Sur y Segunda Muralla del Santua-rio de Pachacamac. Informe Final. Temporada II – Año 2010. Ministerio de Cultura. Lima. Ms.

POZZI-ESCOT, Denise; CORNEJO, Isabel; AN-GULO, Enrique y BERNUY, Katiusha, 2012. Es-tudio preliminar de hallazgos de Canis familiaris recuperados en la plaza lateral de la Pirámide con Rampa N°7 del Santuario de Pachacamac - Perú. Revista del Museo de Antropología 5. Editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Universi-dad Nacional de Córdova. Argentina. (En prensa).

SMITH, Hilton y JONES, Thomas, 1962. Patolo-gía veterinaria. (Traductor: Manuel Chavarria). Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana. México.

Page 21: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

20Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

UHLE, Max, 2003[1896]. Pachacamac: Infor-me de la expedición Peruana Wiliam Pepper 1896. Serie: Clásicos Sanmarquinos. Traduc-tor: Manuel Beltroy Vera. Fondo editorial de la Uni versidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

VILLAR, Pedro, 1935. Arqueología del departa-mento de Lima. Ediciones Atusparia. Lima.

WEISS, Pedro, 1976. El perro peruano sin pelo. Paleobiología. Publicaciones del Museo Nacional de Antropología y Arqueología. 1: 33-54. Lima.

Page 22: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la temporada 2012 en Pachacamac, Lima

Tatiana [email protected]

El Proyecto Ychsma y las excavaciones arqueológicas en PachacamacEl Proyecto Ychsma realiza desde el año 1999 excavaciones arqueológicas en Pachacamac,

importante sitio prehispánico localizado en el valle bajo del río Lurín (distrito de Lurín, departamento y provincia de Lima). En un inicio fue dirigido por Peter Eeckhout y Carlos Farfán, hasta el 2008, y en la última temporada del 2012 por Eeckhout y Milton Luján. Las metas del Proyecto han sido entender el desarrollo, la influencia, el funcionamiento y los vínculos de Pachacamac con otros sitios contemporáneos a él, y que también presentan pirámides con rampa (Béarez et al. 2003; Shimada 2007 y Eeckhout y Farfán 2008). De esta manera, se ha podido delimitar el desarrollo de la frontera de influencia de Pachacamac en el valle Lurín durante el Intermedio Tardío. Frontera que iba hasta el sitio arqueológico de Chamallanca (1000-1200 msnm). Pero que al empezar el Horizonte Tardío y durante toda la dominación Inca, disminuyó y alcanzó sólo hasta el área de Huaycán-Chontay (450-700 msnm) (Eeckhout 1999).

STELLIAN, Tatiana, 2012. Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la temporada 2012 en Pachacamac, Lima. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológi-cas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 21-26. Lima.

Hasta la actualidad, el Proyecto sigue reali-zando levantamientos topográficos, planos, una maqueta de Pachacamac y una cronología y tipología de la cerámica local del Intermedio Tardío y del Horizonte Tardío (Eeckhout s/f). Desde la temporada 2003, se extendieron las excavaciones a la Calle Sur, la Sala Central 26 y otras pirámides (las 4, 9, 11 a 13 y 15) (Eeckhout y Farfán 2003; 2004; 2005; 2008 y Pachaca-mac-Museo del Sitio s/f [disponible online]). También cabe resaltar, que el Proyecto Ychs-ma, pone énfasis en la conservación y restaura-ción de los sectores intervenidos y del material arqueológico excavado en Pachacamac (Farfán 2004 y Eeckhout y Farfán 2008). A partir del 2004 las excavaciones se concen-traron en el patio posterior de la Pirámide con Rampa 13, donde se encontró un Cementerio (Unidad 58’). En él se descubrieron unos far-dos funerarios del Horizonte Medio y del In-termedio Tardío (fases 6-7). Lo cual evidenció la importancia de realizar entierros en esta zona (Eeckhout y Farfán 2005). Esto se podría explicar por la falta de espacio para realizar entierros cerca de la muralla sagrada. Según Eeckhout (s/f) conforme se iban realizando estos entierros, inevitablemente las personas se encontraron con tumbas anteriores; para lo cual, para disponer de un espacio donde ente-

rrar a sus muertos, no dudaron en desplazar a los anteriores. Los entierros encontrados tienen varias pato-logías y traumatismos. Según los análisis antro-pofísicos realizados, los entierros más tardíos presentan una anormal cantidad de patologías graves, tal como cáncer, sífilis, etc. Por el contra-rio, los más tempranos presentan un estado de salud relativamente bueno, donde, las patologías y los traumatismos son mayormente el resultado del trabajo físico y de la vejez (Eeckhout y Farfán 2005 y Owens 2008). Estas diferencias podrían explicarse en un cambio de la población; es de-cir, las tumbas más tempranas corresponderían a una población de agricultores locales, para pos-teriormente pertenecer a migrantes, tal vez atraí-dos por la fama de curador del dios de Pachaca-mac. Buscar la sanación a los males físicos en Pachacamac parece ser una tradición desarrolla-da desde el Intermedio Tardío, que los Incas ha-brían dado una extensión pan-andina (Eeckhout y Farfán 2005). Finalmente, al término del Ho-rizonte Tardío, a la llegada de los españoles, todo fue abandonado y el culto a Pachacamac perdió importancia (Eeckhout y Farfán 2005). Este año, las excavaciones continuaron en la Unidad 58’. Además, también se excavó la uni-dad 100, ubicada al Oeste de la 58’ para verificar si el Cementerio se prolongaba en esta dirección,

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 21

Page 23: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

de tierra y arena, en bolsas plásticas de 3 y 5 litros, que componían las capas estratigráficas evidencia-das en su interior, y que presentaban material bo-tánico macro prehispánico como maíz (Zea mays sp.), lúcuma (Pouteria lúcuma sp.), entre otros. Luego de analizar 20 muestras de sedimentos (10 tomadas en bolsas de 3 litros de sedimentos y otras 10 tomadas de los mismos contextos en bolsas de 5 litros) se podrá determinar cual volu-men de las muestras se debe identificar. Por eso, usáramos curvas de rendimiento mostrando el número de nuevos taxones y el número de indivi-duos por cada taxón. Así se podrá ver si hay una diferencia entre estos números. Si el número de taxones queda constante o con muy poca diferen-cia entre las muestras de 3 y 5 litros, se elegirá por el análisis de las primeras. En caso contrario, se optará por las segundas. Para poder realizar con éxito los trabajos de flotación de los materiales arqueobotánicos ob-tenidos en las excavaciones, el proyecto Ychs-ma financió la construcción de una máquina de flotación. Esta máquina (figura 1) consta de un tanque con capacidad para 170 litros de agua que entran a través de una manguera. Al interior del tanque hay un balde con una malla de 0,5 mm. en la base. Del tanque sale un ducto de descarga que lleva el agua del tanque hacia 5 recipientes con mallas de 4 mm., 2 mm., 1 mm., 0,5 mm. y 0,25 mm., respectivamente y en los cuales se van depositando los restos arqueobotánicos. El tanque presenta en su parte inferior una válvula de salida para permitir el buen funcionamiento de la máquina, ya que es necesario botar regular-mente el barro que se acumula en su base. Las muestras echadas en la máquina de flota-ción (figura 2) se separan gracias a la diferencia de densidad de los diferentes elementos presen-tes en ellos. Así, los más densos caen al fondo y los menos densos flotan hacia el exterior de la máquina. La malla de 0,5 mm. en el fondo del tanque permite recuperar los restos que se han hundido y que normalmente deberían flotar (probablemente por que están llenos de agua, son prisioneros de otros sedimentos o por que el flujo del agua es demasiado fuerte). Estos cons-tituyen la fracción pesada. La fracción ligera se compone de los restos recuperados en las mallas de 4 mm., 2 mm., 1 mm., 0,5 mm. y 0,25 mm. de los recipientes externos (figura 2). Finalmente, cada fracción del material arqueobotánico obte-nido por flotación fue puesta a secar en bolsas de

lo que fue confirmado con el descubrimiento de numerosos entierros. Asimismo, también se llevaron a cabo excavaciones en el Edificio 8 (E8) localizado en el lado NW de Pachacamac. El cual está compuesto por 20 depósitos (col-cas). Delante de estos depósitos existe un re-cinto de planta rectangular orientado a un gran patio igualmente rectangular.

Investigaciones arqueobotánicos, tem-porada 2012 Durante los trabajos de análisis para la elabo-ración de mi tesis de maestría (Stellian 2011), noté que el muestrario de los restos botáni-cos visibles a simple vista, realizados por los arqueólogos que participaron en anteriores temporadas de excavación en Pachacamac, no contenían restos de tamaño micro. En conse-cuencia, me propuse realizar, además de la me-todología del muestrario de los restos visibles a simple vista, el muestrario de sedimentos, que pudieran ser obtenidos por flotación de las muestras arqueobotánicas que se tomaron en los sectores excavados en Pachacamac en el 2012 (Cementerio y Edificio E8). La flotación del material arqueobotánico fue realizada con la ayuda de los biólogos Cindy Vergel Rodríguez (quién además me ayudó en la identificación de los restos botánicos obteni-dos con la flotación) y Adolfo Miguel Quevedo Calatayud. Asimismo, participaron los arqueó-logos Billyban Oscco Llanos y Laura Vásquez Ruiz. Debo señalar que los trabajos que vengo rea-lizando con las muestras arqueobotánicas de Pachacamac se enmarcan además en mi inves-tigación para poder elaborar mi tesis doctoral en Historia del Arte y Arqueología en la Uni-versidad Libre de Bruselas (Bélgica). Y que la identificación de los restos arqueobotánicos de Pachacamac se ha basado en mis conocimien-tos personales y las del equipo que forma par-te del proyecto Ychsma. Además, estos restos han sido comparados con fotografías de semi-llas disponibles en la publicación de Martin y Barkley (1961). Para el análisis del material arqueobotánico obtenido en las excavaciones del Cementerio se recogieron los restos botánicos presentes en el interior de algunas vasijas de cerámica y de piezas de mates (Lagenaria siceraria). Por su parte, en el Edificio E8 se tomaron muestras

22Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la

temporada 2012 en Pachacamac, Lima

Tatiana Stellian

Page 24: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

23Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 1. Máquina de flotación del Proyecto Ychsma.

algodón (figura 3). En dichas bolsas se señaló el número de cada muestra. Luego de la flotación, se procedió a la identi-ficación de los restos arqueobotánicos, para lo cual empleamos un microscopio Zeiss DVR4/DR, que tiene un aumento óptico de x32 (figu-ra 4). Cabe resaltar que a la actualidad segui-mos realizando la identificación de los restos arqueobotánicos. Estos restos están siendo separados por especies, contados y envasados en bolsas y tubos de plástico. Las bolsas y tu-bos se están rotulando con los números de CS# (números de mi inventario de análisis). Asi-mismo, estamos realizando la identificación de cada taxón. Además, se ha elaborado una ficha de registro para cada muestra. Cada ficha comprende las informaciones sobre la procedencia de la mues-tra, los nombres de las personas involucradas

en su muestrario, su flotación e identificación, y el volumen de cada muestra (esto último única-mente en el caso de los restos flotados). Asimis-mo, hemos anotado los nombres científicos de las diferentes especies presentes en cada contexto, así como la cantidad y la parte de la planta que se estaba registrando (P.e. el exocarpo, la semilla, la hoja, etc.). Cuando tuvimos una duda sobre la planta identificada, indicamos la posible identifi-cación con un “cf” (confer). En algunos casos, los restos no pueden ser identificados a un nivel más preciso que el de la familia (como “Cucurbita-ceae”) o del género (como “Cucurbita”). Y cuando dudamos de algunas especies o también cuando los restos no pueden ser identificados sin otros ti-pos de análisis (fitolitos, almidón), atribuimos un número de desconocido (“unkYch1 -Número”).

1 Abreviatura de unknown Ychsma.

Page 25: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

24Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la

temporada 2012 en Pachacamac, Lima

Tatiana Stellian

Figura 2. Vertido de la muestra arqueobotáni-ca al interior del balde que hay dentro del tanque (foto superior) y su separación en los recipientes con mallas de 4 mm., 2 mm., 1 mm., 0.5 mm. y 0.25 mm., cuando salen del tanque (foto inferior).

litos, etc., los cuales igualmente están siendo se-parados e inventariados en las mismas fichas. En lo que respecta a los restos arqueobotáni-cos de las unidades 58’ y 100 (Cementerio) es-tos serán analizados en términos de presencia-ausencia para indicar la ubicuidad de los restos en diferentes contextos. Esta ubicuidad se va a representar en porcentaje, o sea como frecuen-cia. En base a esto, trataremos de determinar si existe un modelo de ofrendas de plantas especí-ficas según algunas variables observables y men-surables como el sexo, la edad o las patologías de los muertos. Y si estos presentan un contexto funerario asociado a un material arqueobotánico especial. Estos análisis se realizarán de manera sincrónica y diacrónica.

Palabras finales Las muestras arqueobotánicas provenientes de Pachacamac todavía están en estudio y los re-sultados finales de su investigación serán verti-dos en una publicación posterior. Sin embargo, ya puedo decir que, como lo había supuesto, se identificaron en las muestras flotadas restos di-ferentes de los visibles a simple vista, como por ejemplo taxones provenientes de la familia de las Chenopodiaceae, de las Amaranthaceae, de las Cactaceae, de las Poaceae, pero también restos de tabaco, verbena y aguaymanto. Los restos arqueobotánicos tomados del Edi-ficio E8 (depósitos) indican los productos que fueron almacenados en ellos. Sin embargo, preli-minarmente podemos decir que algunos taxones encontrados no corresponden a tiempos prehis-pánicos y pueden ser simplemente el resultado de la contaminación ambiental (acción eólica), antropogénica u otros. Finalmente quiero men-cionar que nuestro trabajo no se limitará al reco-nocimiento de los diferentes taxones para luego simplemente identificar a que plantas correspon-den; sino que además investigaremos sobre sus utilizaciones en tiempos prehispánicos y sus pro-piedades, por ejemplo, alimenticias o curativas.

Agradecimientos Al Fonds National de la Recherche Scientifique (FNRS-Bélgica) por financiar mi tesis doctoral. Al Doctor Peter Eeckhout por haberme dado la oportunidad de integrar su equipo, trabajar el material arqueobotánico y por sus comentarios. También agradezco por su participación en el trabajo de flotación y/o de análisis del material a

En las muestras hay también a veces restos no botánicos, tales como conchas, huesos, copro-

Page 26: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Figura 3. Etapa del secado de los restos arqueobotánicos.

Figura 4. Trabajo de identificación de los restos arqueobotánicos, provenientes de las flotaciones, con un mi-croscopio Zeiss DVR4/DR.

25Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Page 27: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

26Proyecto arqueológico Ychsma. Breve informe metodológico de las investigaciones arqueobotánicas de la

temporada 2012 en Pachacamac, Lima

Tatiana Stellian

tigación Científica. Bruselas.

2008. Proyecto Ychsma. Investigaciones Ar-queológicas en el Sitio de Pachacamac. Tem-porada 2008. Informe Final. Universidad Libre de Bruselas y Fondo Nacional de Investigación Científica. Bruselas.

FARFÁN, Carlos, 2004. Aspectos simbólicos de las pirámides con rampa. Ensayo interpretativo. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 33(3):449-464. Lima.

MARTIN, Alexander y William BARKLEY, 1961. Seed Identification Manual. University of Cali-fornia Press. Berkeley.

OWENS, Lawrence, 2008. Anexo 2: Restos an-tropofísicos y entierros. Sitio Arqueológico de Pachacamac. Temporada Febrero-marzo 2008. En: Proyecto Ychsma. Investigaciones Arqueo-lógicas en el Sitio de Pachacamac. Temporada 2008. Informe Final: 140-148. (Editado por Pe-ter Eeckhout y Carlos Farfán). Universidad Libre de Bruselas y Fondo Nacional de Investigación Científica. Bruselas.

Pachacamac-Museo del Sitio (PMS), s/f. Traba-jos arqueológicos. Accesible en Internet http://pachacamac.perucultural.org.pe/traba.htm [Consultada 27-03-2010, 23:14 hrs.].

SHIMADA, Izumi, 2007. Las prospecciones y excavaciones en Urpi Kocha y Urpi Wachaq: Estudio preliminar. En: Cuadernos de Investi-gación del Archivo Tello n°5. Arqueología de Pachacamac: Excavaciones en Urpi Kocha y Urpi Wachak: 13-18. (Editado por Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse). Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.

STELLIAN, Tatiana, 2011. L’usage des plantes à Pachacamac: une approche archéo- et ethnobo-tanique. Tesis de Maestría en Historia del Arte y Arqueología de América Precolombina. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Libre de Bruselas. Bruselas.

Adolfo Miguel Quevedo Calatayud, Billyban Oscco Llanos, Laura Vásquez Ruiz, especial-mente a Cindy Vergel Rodríguez, y a Luis Ro-dolfo Monteverde Sotil por sus correcciones en el presente informe y por sus sugerencias. Y quiero agradecer en especial a mi familia por apoyarme siempre en mi trabajo y dejarme se-guir con mi sueño, incluso cuando eso implica una separación de un año (Je remercie spécia-lement ma famille qui me soutient toujours dans mon travail et me laisse poursuivre mon rêve même si cela implique une séparation d’un an). Finalmente quiero decir que las opi-niones y errores presentes en el texto son ex-clusivamente responsabilidades del autor.

Bibliografía

BEAREZ, Philippe; GORRITI, Manuel y Peter EECKHOUT, 2003. Primeras observaciones sobre el uso de invertebrados y peces marinos en Pachacamac (Perú) en el siglo XV (Perío-do Intermedio Tardío). Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 32(1):51-67. Lima.

EECKHOUT, Peter, 1999. Pachacamac durant l’Intermédiaire récent. Etude d’un site monu-mental préhispanique de la côte centrale du Pérou. British Archaeological Reports Inter-national Series 747. British Archaeological Re-ports. Oxford.

s/f. Pachacamac, côte centrale du Pérou. Le projet Ychsma. Accesible en Internet http://dev.ulb.ac.be/crea/AccueilFrancais.php?page=Pachacamac [Consultada el 02-07-12; 09:34 hrs].

EECKHOUT, Peter y Carlos FARFÁN, 2003.Proyecto Ychsma. Investigaciones Arqueológi-cas y Estudios de Restauraciones en el Sitio de Pachacamac. Temporada 4 (2003). Informe Final. Universidad Libre de Bruselas y Fondo Nacional de Investigación Científica. Bruselas.

2004. Proyecto Ychsma. Investigaciones Ar-queológicas en el Sitio de Pachacamac. Tem-porada 2004. Informe Final. Universidad Libre de Bruselas y Fondo Nacional de Inves-tigación Científica. Bruselas.

2005. Proyecto Ychsma. Investigaciones Ar-queológicas en el Sitio de Pachacamac. Tem-porada 2005. Informe Final. Universidad Libre de Bruselas y Fondo Nacional de Inves-

Page 28: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcó[email protected]

Resumen Los incas emplearon diversas estrategias para dominar los territorios que conquistaron. El presente artículo se refiere a la presencia Inca en un pequeño valle al sur de Lima y su relación con el curacazgo de Coayllo, que dominó el valle durante el Intermedio Tardío hasta la llegada de los cuzqueños, momento en que se produjeron una serie de cambios en la distribución espacial, arquitectura, cerámica y textiles; aspectos que son discutidos en este trabajo.

Palabras clave: Imperio, Inca, costa centro sur, Asia, Uquira.

ANGELES FALCÓN, Rommel, 2012. El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 27-45. Lima.

Introducción Durante la expansión territorial Inca, los as-pectos religioso, político y económico jugaron un rol fundamental. Las conquistas permitie-ron mejorar las condiciones políticas y econó-micas del Inca y su panaca, quienes se hicieron administradores de nuevas tierras y recursos. El control de dichos territorios generalmente era indirecto a través de curacas locales supe-ditados al gobierno Inca. En su máximo desarrollo el Imperio Inca abarcaba cuatro grandes divisiones territoria-les conocidas como “suyus”: Antisuyu, Chin-chaysuyu, Contisuyu y Collasuyu. La costa cen-tral, entre otras regiones, quedó comprendida en el Chinchaysuyu. Esta anexión fue lograda por el décimo Inca Túpac Yupanqui, a cuya panaca le correspondió heredar y administrar estas tierras. El pequeño curacazgo de Coayllo ocupaba el valle del mismo nombre y habría sido anexado al Imperio del Tahuantinsuyo probablemente entre 1450 y 1480 d.C. El Chinchaysuyu era una de las regiones más grandes y desarrolladas, ocupaba la parte nor-

te del Imperio incluyendo los territorios desde Arequipa hacia el norte; en donde estaban com-prendidos Pachacamac, el reino Chimú y Tumi-bamba (Ecuador), por citar los más importantes. La conquista Inca, en el caso de los Coayllo, impli-có la implantación de instituciones incaicas en el valle y la modificación de los asentamientos loca-les. Se observa que a pesar de que la dominación habría sido pacífica, la presencia Inca fue fuerte y en este periodo el acceso a bienes suntuarios se multiplicó. Los sitios con ocupación Inca ocupan ambas márgenes del valle de Asia u Omas (Figu-ra 1), en muchos casos son estructuras nuevas y en otras son edificaciones sobre sitios tardíos. Estas características se dan en otros sitios de la costa, ya sea en forma masiva como en Pachaca-mac donde los incas imponen grandes edificacio-nes dedicadas a la administración y a la imposi-ción de la religión Inca (Uhle 1996), o en forma discreta como en Huaycán de Cieneguilla donde la edificación Inca sigue los patrones arquitectó-nicos locales en cuanto a los materiales de cons-trucción, pero modifica el patrón de distribu-ción de los recintos, sólo por citar dos ejemplos.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Abstract The incas used different strategies in order to dominate the conquered territories. This article speaks about the inca presence in a valley at the south of Lima and its relation with the Coayllo curacazgo. This last one dominated the valley during the Late Intermediary up to the inca conquest. At this moment, there were various changes in the spatial distribution, architecture, ceramic and textiles. This article speaks about those changes.

Keywords: Empire, Inca, central-south coast, Asia, Uquira

27

Page 29: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

28El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 1. Mapa con la ubicación de los sitios Inca en el valle de Asia.

El valle de Asia durante el Intermedio Tardío: Los Coayllo El valle de Asia se ubica en la costa centro sur del Perú entre los valles de Mala por el norte y

Cañete por el sur. Según Rostworowski (1978) la sede de los Coayllo, el pequeño curacazgo que dominaba el valle, se encontraba en el valle me-dio, a 18 kilómetros del litoral y en el actual dis-

Page 30: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

trito de Coayllo. A la altura del poblado actual de Coayllo en la margen izquierda del valle y sobre la boca de una quebrada lateral, hay un extenso sitio compuesto por recintos, plazas y pirámides que deben corresponder al centro principal de los Coayllo. Los españoles crea-ron el actual pueblo de San Pedro de Coayllo con un trazado en damero que aún subsiste, por lo que consideramos que éste fue erigido cerca al pueblo prehispánico y un poco aleja-do del centro administrativo Inca de Uquira, probablemente estos hechos corresponden al gobierno del Virrey Toledo (siglo XVI), quien impuso las reformas creando pueblos de espa-ñoles para controlar mejor a las poblaciones lo-cales, de esta forma los asentamientos prehis-pánicos fueron abandonados y las poblaciones trasladadas al nuevo pueblo. A la llegada de los españoles el valle era conocido con distintos nombres: Oquilla, Hoar y Cosillo, según obra en distintos documentos (Coello 1993). Los Coayllo limitaban con los curacazgos de Mala y de Calango por el norte, con los Yauyos por el este y con los Guarco y Runaguana por el sur (Angeles 2010: figura 1). El curacazgo de Mala por ejemplo, ocupaba el valle bajo del mismo nombre y el de Calango ocupaba el valle medio. De acuerdo a Coello (1998), existieron rutas transversales hacia los valles vecinos de Mala y Cañete que permitían la comunicación de los valles medios a través de las quebra-das laterales. Es evidente que las condiciones geográficas, una mayor cantidad de agua y tierras cultivables, hicieron que los valles de Mala y Cañete tuviera una mayor población y sus asentamientos hayan sido más grandes en comparación al valle de Asia.

Parcialidades De acuerdo a las concentraciones de asenta-mientos y según la toponimia local, probable-mente los Coayllo se dividían en tres parciali-dades:- Asia u Ocsa: Ocupaba el valle bajo de mane-ra dispersa en zonas cercanas al litoral para el uso de hoyas de cultivo y la pesca. El sitio más destacado corresponde al Tambo de Asia ubicado en el anexo de Rosario (Tello 2000) frente al litoral, que tiene una ocupación tar-día, Inca y Colonial. Probablemente su límite llegó al sector denominado Socsa y su terreno incluye lomas que reverdecen en el verano; las

cuales continúan siendo explotadas hasta la ac-tualidad como zonas de pastoreo temporal por las comunidades de la sierra que bajan en el in-vierno. El valle bajo que corresponde al actual distrito de Asia, tiene muy pocas evidencias ar-quitectónicas tardías. Del Tambo de Asia sale un camino que sube al valle con dirección a la sierra. Un sector presenta arquitectura colonial y un se-gundo sector incluye grandes estructuras de ta-pia similares a los caminos que corren paralelos a lo largo de un kilómetro. Entre los curacas que realizaron regalos a la delegación de españoles que llegó a Pachacamac estaba el de Ocsa, el cual probablemente venía del valle de Asia, esta pro-puesta se plantea por toponimia, ya que pasando la zona de Esquina de Asia hay un sector deno-minado Socsa.- Coayllo: Ocupa la parte central del valle medio, presenta puquios que permiten una agricultura más estable que en el resto del valle. Los prin-cipales asentamientos se encuentran en la mar-gen izquierda del río donde se ubica su sitio ex-tenso, hoy desaparecido por la ampliación de la frontera agrícola. Este sitio correspondería a la sede principal de los Coayllo. En la margen de-recha destaca el sitio de Sequilao (Figura 2), ex-cavado recientemente por Jorge Pacheco (Com. Pers. 2010). En el área se identifican al menos tres grandes poblados tardíos: Piedra Hueca, Se-quilao y Coayllo. Piedra Hueca se encuentra a la salida del pueblo de Coayllo, su arquitectura es menor y tiene reocupación Inca. Sequilao, tam-bién se encuentra sobre la ladera del cerro, inclu-ye áreas habitacionales y cementerios. Los incas lo reutilizaron estableciendo depósitos con gran-des vasijas incrustadas en los patios, así como la construcción de una sección de muro con horna-cinas rectangulares con dinteles de caña Guaya-quil y de lajas de piedra.- Uquira: Se extiende desde el sector denomina-do Quelca o Piedra Estrella hasta la Yesera, un asentamiento reocupado en el periodo Inca. Los sitios en este sector son de menor dimensión que los de Coayllo, destacan los sitios ubicados al frente como en las cercanías al sitio Inca de Uqui-ra. Subiendo el valle llegamos al territorio de los Yauyos, el curacazgo de Omas probablemente formaba parte de la confederación Yauyo. En él destaca el sitio de Pueblo Viejo estudiado por Oli-ver Huamán (2010). El sitio de Quelca o Piedra Estrella, no solo tiene funciones habitacionales, en él se encuentra una gran piedra rodeada de

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 29

Page 31: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

30El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 2. Sequilao, sitio Coayllo con ocupación Inca ubicado en la margen derecha del valle.

Page 32: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 3. Vista general de sitio Coayllo ubicado frente a la quebrada de San Lucas.

Figura 4. Arquitectura correspondiente a ventanas y hornacinas estilo Coayllo.

31

Page 33: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

32El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 5. Detalle del corte de un muro Coayllo, nótese el uso de piedra, barro y relleno de piedras menudas de cerro.

Figura 6. Tejido listado de algodón procedente de sitio Coayllo frente a la quebrada San Lucas.

Page 34: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

plataformas que corresponde a un lugar sagra-do y sobre el cual existen mitos locales de gran antigüedad. Al lado de éste se encuentra un pu-quio que tiene agua permanente todo el año.

Arquitectura La arquitectura de los Coayllo está elaborada con piedra y barro; las piedras utilizadas pro-vienen de los cerros, el uso de cantos rodados de río se utilizan mayormente para las bases de algunos recintos. Los asentamientos ocupan la boca de las quebradas y las laderas de cerros donde establecen terrazas habitacionales con un sistema de estrechos pasadizos de circu-lación (Figura 3). Algunos recintos presentan pequeñas ventanas rectangulares e inclusive colocan huesos o astas de venados incrustados en los muros cerca a sus hornacinas rectangu-lares o sus ventanas. Las hornacinas rectangu-lares aparecen a distinta altura, a veces en la parte superior o en la parte media de los muros (Figura 4). Esta característica también la ob-servamos en sitios del valle de Mala y del valle medio de Cañete y no se observan en el valle de Lurín ni en el valle de Chincha, lo que puede considerarse como una característica local de esta región. Algunas edificaciones probable-mente las principales, presentan una capa de barro a manera de enlucido y una sucesión de hornacinas frente a una pequeña plataforma. Las hornacinas presentan lajas de piedra y, en otros casos, troncos de arbustos o adobes cua-drangulares en el dintel. Los muros tienen una altura entre 1.5 m. y 2m. con un espesor de 30 cm. aproximadamente. Cuando ocupan las laderas de las quebradas, se adaptan a la morfología del terreno e integran grandes piedras del lugar a sus muros. Es bas-tante frecuente el uso de plataformas con relle-no de piedra y barro para formar los desniveles en la arquitectura. Los muros más anchos in-cluyen un relleno de piedras menudas de cerro (Figura 5) y los más delgados no poseen este relleno. Los muros, al igual que en muchos sitios en el valle medio de Mala o Lurín, con frecuen-cia presentan ligeras sinuosidades, tienen una base de piedras uniformes probablemente de río y en la cabecera hay un nivel de 15 a 20 cm. de piedras menudas de cerro. Los Coayllo no construyen pirámides con ram-pa frente a patios, esta tradición arquitectónica

propia de la costa central sólo se observa hasta el valle de Lurín, siendo ausente desde Chilca hacia el sur. Las rampas sin embargo sólo aparecen de forma muy discreta como elemento arquitectóni-co y no son el detalle principal de la arquitectura palaciega o religiosa.

La cerámica La cerámica de los Coayllo ha sido poco estudia-da, se conoce muy poco acerca de su morfología y los estilos relacionados. En su mayoría se trata de cántaros de labio reforzado hacia el exterior, presentan un engobe de color marrón (Angeles y Pozzi-Escot 2004: fig. 13). Pocos cántaros po-seen una banda color crema en la base del cue-llo ó aplicados cerca al cuello. Se observan boles pequeños de cuerpo cóncavo y labio reforzado al exterior. También aparecen grandes vasijas alisa-das de color anaranjado marrón y labio reforzado hacia el exterior que corresponden a recipientes para almacenamiento.

Los tejidos y entierros Los tejidos Coayllo, que pueden observarse en los cementerios del valle medio, son paños de al-godón listados en colores naturales de crema, y variantes del marrón (Figura 6), la presencia de paños de algodón simples usados como envolto-rios funerarios son un indicativo de que los entie-rros se realizaron en fardos. Hemos observado al menos dos tipos de ente-rramientos: (1) en cementerios al lado de asen-tamientos habitacionales, como en el caso de Se-quilao. En este sitio los cementerios son abiertos y se hallan sumamente disturbados. No puede definirse si se trata de tumbas múltiples o indi-viduales por el alto grado de destrucción de los cementerios. Se observa en superficie, fragmen-tos de redes de pesca, envoltorios externos ela-borados en tela llana de algodón de color crema y tejidos de algodón listados de color crema y ana-ranjado. Y (2) en cámaras cuadrangulares ubicadas en las laderas de los cerros donde existen centros habi-tacionales como Uquira 2 y el sitio ubicado frente a la Quebrada de San Lucas. Estas cámaras cua-drangulares, elaboradas en piedra y barro (Figu-ra 7) y adosadas al cerro y tienen dos secciones: la superior consiste en una cámara enlucida con un ingreso rectangular de 30 por 40 cm., proba-blemente para depositar ofrendas. Y la inferior corresponde a la cámara funeraria donde se en-

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 33

Page 35: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

que implica una economía que combinaba la ex-plotación agrícola, el uso de las lomas y productos de playas arenosas y rocosas dentro de su dieta. Asimismo, existen recintos que sirvieron de de-pósitos. Se tratan de estructuras de hasta tres ni-veles o plataformas, de 14 m. de largo y en cada uno presentan un patio y un depósito rectangular semisubterráneo ubicado cerca al ingreso (Figura 8). Es evidente que la construcción de estos de-pósitos implicó una fuerte inversión de fuerza de trabajo y que las áreas de depósito solo podían almacenar pequeñas cantidades de productos, esta situación fue transformada durante el Im-perio Inca cuando aparecen una mayor cantidad de depósitos mediante el uso de grandes vasijas enterradas en patios. En sitios Coayllo igualmen-te se encuentran recintos circulares semi subte-rráneos de piedra que debieron ser otro tipo de depósitos.

Los Incas conquistan a los Coayllo El Qhapaq Ñan o sistema vial Inca, la religión y el quechua fueron los elementos integradores

cuentra el cadáver, esto se deduce por algunas cámaras que han sido saqueadas tiempo atrás.

Economía De acuerdo a Rostworowski (1980), los Coa-yllo tenían buenas relaciones con los Mala y acudían en apoyo para actividades comunales, como en el caso de la pesca de lisas que se reali-zaba en una laguna con acceso al mar, ubicada en el actual distrito de San Antonio en el valle de Mala. La reciprocidad por el apoyo consistía en una parte de la pesca. Otra información interesante acerca de la eco-nomía de los Coayllo se relaciona a la explota-ción de madera que extraían probablemente de las lomas y bosques que aún existen en Coayllo. Sin embargo de acuerdo a la observación de los basurales prehispánicos asociados a los sitios Coayllo, se observan huesos de cérvidos, maíz, maní, semillas de frutales y conchas marinas tales como Mesodesma donacium “macha”, Concholepas concholepas “chanque”, Donax sp. “morocho” y Thays chocolata “caracol”, lo

34El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 7. Cámara funeraria de piedra y barro con hornacina superior.

Page 36: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

del Imperio. Estos cambios que se produjeron fueron de gran impacto en el vasto territorio conquistado que hasta la fecha se observa en los nombres de lugares, en las leyendas y en de-cenas de palabras que forman parte del voca-bulario común. Todo indica que los conceptos andinos de reciprocidad, dualidad, tripartición, cuatripartición, entre otros, tienen un origen más antiguo al de los incas. Los Coayllo debieron participar en los diversos trabajos comunales para la construcción de las nuevas edificaciones incas, esto es evidente por la serie de detalles arquitectónicos utilizados es sitios como Uquira, para integrar a este peque-ño curacazgo al sistema Inca. La conquista del territorio de los Coayllo debió ser pacífica como plantea Rostworowski (1980) tanto por la poca población que éste tenía como por lo pequeño de su territorio. Los sitios Coayllo no denotan recintos amurallados que indiquen medidas de protección contra los incas, probablemente el sistema de conquista debió iniciarse con la lle-gada de funcionarios y soldados incas al valle ofreciéndoles al curaca local someterse pacífi-

camente o por las armas. Lograda la conquista, arribaron ingenieros, arquitectos y funcionarios para trazar las nuevas edificaciones administrati-vas y las vías de comunicación. Las evidencias conocidas a la fecha indican que el curacazgo de Coayllo tuvo buenas relaciones con los incas, a quienes les permitieron acceder a tierras de cultivo en el valle bajo de Cañete luego de la conquista Inca de los Guarco (Rostworowski 1980). Coello (1991 y 1993) señala que el interés Inca en el valle se centró en la existencia de mi-nas de oro, este hecho explicaría las monumenta-les edificaciones que se construyeron como el pa-lacio de Uquira, así como la iglesia que se erigió en el pueblo de Coayllo en época colonial. En la parte media del valle y hacia el curso superior del río se realizan hasta hoy extracciones artesanales de oro lo que apoya esta hipótesis. El padre Lizá-rraga (1907a [1591]) indica también acerca de la riqueza aurífera del valle. Conociendo la existencia de caminos transver-sales entre la costa y la sierra en diversos puntos de la costa: valle de Pativilca, valle del Chillón, valla de Lurín, valle de Asia y valle de Pisco, en-

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 8. Estructura Coayllo utilizada como almacén y patio.

35

Page 37: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

tardío del valle (Figura 9), se encuentra ubicado a 25 km. del litoral, en la margen izquierda del río Asia, que en la zona toma el nombre de Coayllo, el lugar se halla sobre una altura de 400 msnm. Presenta arquitectura monumental construida al ingreso de una pequeña quebrada lateral sobre una plataforma de 7 m. de altura y delimitada por un largo muro de tapia y piedra. Sobre la pla-taforma se distribuyen los diversos sectores del conjunto. El lugar ha sido ampliamente descrito (Negro: 1983; Agurto 1992a, 1992b y 1992c; Co-ello 1993 y Baca 2004). El lugar está dividido en sectores o conjuntos arquitectónicos de distinta morfología y por ende diferentes usos, como: pa-tios, canchas, recintos con hornacinas trapezoi-dales, depósitos y muros con diseños escalonados elaborados en adobe que recuerdan a Tambo Co-lorado en el valle de Pisco. Uquira posee grandes tumbas con cámara mucho más elaboradas que las ubicadas en los asentamientos Coayllo, lo que indicaría el uso de una tradición local. Un apor-te de este periodo también es el uso de la tapia, esto se observa tanto en el Tambo de Asia, Piedra Hueca, Uquira y La Yesera. El sitio de Uquira debió ser el centro adminis-trativo del valle, con su monumentalidad, impo-ne la presencia Inca en un valle donde los edi-ficios principales no se distinguían mucho del resto de construcciones. La presencia de plazas con un sistema de cubiertas parciales y rampas en sus cuatro lados habla de complejas ceremo-nias que en ellas se realizaban. El sitio no parece haber sido terminado, pero también fue fuerte-mente ocupado a inicios del periodo colonial, según los resultados de las excavaciones de Baca (2004: 424). La existencia de grafitis coloniales vinculados a la religión católica nos indica que el lugar sirvió para la catequización de los poblado-res del valle. Asimismo, Uquira presenta venta-nas clausuradas con adobes en el sector I, las que están orientadas a otras que están al frente, en el sector III, probablemente con algún significado simbólico. - Uquira Templo, es un sitio recientemente re-descubierto (Angeles ms.). Coello (1998) señala que es un sitio Inca, y el reciente hallazgo de un muro decorado muestra la importancia sagrada del lugar. Uquira Templo se ubica en el pueblo de Uquira y es uno de los mejores ejemplos de la forma en que los incas expanden sus cultos religiosos. El lugar consiste en una estructu-ra ovalada con una pequeña plataforma que se

tre otros, es obvio que se trataba de una estra-tegia para unir el camino de la costa, los pobla-dos costeros y el sistema de tambos y centros administrativos menores situados a la vera de los valles rumbo a la sierra. Es evidente que la construcción del camino Inca en la margen iz-quierda del valle de Asia u Omas fue un trabajo comunal de gran envergadura. Cabe resaltar que no existen evidencias de caminos formales anteriores al periodo Inca en el valle. El primer tramo de la red vial Inca se encuen-tra en la localidad de Rosario en Asia, sector El Tambo donde se desarrolla a manera de una calle amurallada con tapiales y está asociado a estructuras de tapia. El lugar conocido como el tambo de Asia (Tello 2000), correspondería al “Tambo de la mar” mencionado por Vaca de Castro (1908 [1543]) y (Huamán 2010). Exis-ten documentos coloniales en el Archivo Gene-ral de la Nación que indican sobre un camino que saliendo de El Tambo de Asia, sube a la sie-rra hasta llegar a Huancayo y de allí se conecta al Cusco. El tramo cercano a Uquira está mejor conser-vado, va pegado al cerro, es sobre elevado a una altura promedio de 2 m. sobre el nivel del valle, es uniforme en altura y tiene un relleno de piedras de cerro con capas de barro. Su an-cho aproximado es de 1.5 m. El camino en sí, se superpone en algunos sec-tores a antiguas estructuras menores de inicios del Horizonte Medio que contienen cerámica de estilo Cerro del Oro.

La arquitectura Inca en Coayllo Los Incas construyen edificaciones públicas a lo largo del valle, en especial en lugares donde existían importantes poblados Coayllo o donde servirían para sus propósitos de optimizar el control político, económico y religioso. Las principales características de la presencia Inca en el valle se dan por el uso de grandes adobes rectangulares en edificaciones princi-pales, la introducción de plazas y canchas para actividades o ceremonias públicas, el uso de hornacinas y ventanas trapezoidales, así como el uso de depósitos o colcas. Dos sitios en el curacazgo de Coayllo guardan un claro estilo Inca: Uquira y Uquira Templo, ambos se hallan en las inmediaciones del pue-blo actual de Uquira, arriba de Coayllo.- Uquira, reconocido como el principal sitio

36El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Page 38: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 9. Centro administrativo de Uquira, vista general desde el sector III. (Baca 2004).

Figura 10. Uquira templo, vista del muro de piedra con hornacinas trapezoidales estilo Inca.

37

Page 39: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

38El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 11. Detalle de una pareja de felinos de barro ubicados en el sitio de Uquira Templo.

Figura 12. Vasija de gran formato colocada en plataforma para ser usada para almacenamiento.

Page 40: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

ubica al pie de un cerro con formaciones roco-sas bastante particulares que semejan un ros-tro de perfil echado y un batracio. Se trataría de un lugar sagrado de los Coayllo, una formación geológica natural que de acuerdo a las concep-ciones andinas correspondería a una deidad transformada en piedra. El lugar fue interve-nido por los incas mediante la construcción de una estructura de piedra a manera de muro que circunda una plataforma, el muro es de piedras y presenta hornacinas trapezoidales estilo Inca al interior del recinto (Figura 10). El recinto tie-ne tres plazas a desnivel y al pie del cerro exis-te una pequeña plataforma con frisos de barro en forma de tres parejas de felinos en posición de perfil, al más puro estilo Inca (Figura 11). El muro estaba cubierto por un muro de adobes probablemente para ser ocultado durante la extirpación de las idolatrías que destruía todo vestigio de religión andina. Consideramos que esta edificación es de ca-rácter religioso, que se trataría de una huaca local que los incas ampliaron y mejoraron otor-gándole fina arquitectura de estilo Inca, esta condición implicaría la “captura” de esta huaca para ser convertida en un foco de difusión de la religión Inca, en esta oportunidad, represen-tada por las parejas de felinos. Esta situación también puede observarse en el santuario de Pachacamac donde la primera muralla que en-cierra la zona sagrada construida por los incas encierra, aparte del templo del Sol, también a los antiguos templos de Pachacamac (Templo Pintado) y el templo Viejo de Pachacamac. En caso de rebelión o conflicto, como dice el cro-nista Bernabé Cobo (1964 [1653]) los incas dis-ponían del objeto más valioso de la comunidad, sus ídolos o huacas lo que permitía un control total de las comunidades subyugadas.

La administración La presencia Inca en el valle implicó para las poblaciones locales, una mayor acumulación de recursos destinados para pagar los tributos al Imperio. Es en este periodo cuando aparece otro sistema de almacenaje. Se trata de plata-formas de barro y piedra donde colocan una serie de grandes vasijas cónicas de aproxima-damente 1.3 m. de diámetro, destinadas a guar-dar granos u otros productos (Figura 12), estas aparecen en especial entre Coayllo y Uquira. Otra forma de almacenaje que llega con los

incas consiste en cántaros para almacenar líqui-dos probablemente chicha y que también se dis-tribuyen en las laderas de los cerros junto a sitios habitacionales. Hemos observado que estos gran-des recipientes como los cántaros mencionados, aparecen en Pachacamac y en otros sitios de la costa central durante el Imperio Inca.

El control de las elites locales Como es usual en el Impero Inca, los mismos curacas locales mantenían la administración de sus curacazgos recibiendo dones del Cusco y por lo general utilizando vestimenta a la usanza Inca. Es probable que ello haya ocurrido en el valle de Asia. Una evidencia de primera mano correspon-de al hallazgo de una banda de tapiz estilo Inca que fue encontrada hace muchos años en Uquira. Corresponde a la parte media de un uncu Inca con tocapus (paneles policromos conteniendo el diseño de rombos consecutivos); al cual habían recortado con probabilidad para obsequiar al cu-raca local o a alguien de alto rango (Figura 13). Efectivamente, los estudios de Ann Rowe (1978), indican que una gran cantidad de tejidos Inca con representación de tocapus, aparecen recor-tados y son evidencia de los tejidos que servían de regalos del estado Inca a curacas o guerreros principales. Esta pieza de características únicas y en buen estado de conservación está en posesión de los comuneros de Uquira y cada año son en-tregados en cargo. Otro ejemplo de la influencia Inca en el control de las elites locales es el tocado de plumas hallado en una tumba disturbada del valle bajo, sector de Sarapampa lo que explica la distribución de elaborados bienes suntuarios ad-ministrados por los representantes del Inca. Se trata de un tocado de plumas de papagayo y de pato con una estructura de soporte y con sogui-lla a ambos lados para ser sujetada a la cabeza (Figura 14), esta fue hallada dentro de una bolsa Inca asociada a una tumba de élite lamentable-mente saqueada. Asimismo, hace algunos años fue hallado un quipu Inca en la margen izquierda del valle a la altura de San Juan de Quisque, dis-trito de Coayllo (Figura 15), éste era de algodón en diversas tonalidades y posee cuerdas resú-menes. De acuerdo a Alejo Rojas, sería un quipu poblacional que registra un censo. (Rojas Com. Pers. 2008; Angeles 2003 y Pozzi-Escot y Ange-les 2011: 156). La cerámica del periodo Inca, en el área que ocupaba el curacazgo de Coayllo, es escasa. Sin

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 39

Page 41: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

40El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 13. Banda de tapiz Inca, custodiada por la Comunidad Campesina de Uquira.

Figura 14. Tocado Inca de plumas procedente de Sarapampa. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Page 42: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 15. Quipu Inca de algodón, procedente de Coayllo. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

embargo, hay cerámica con características pro-pias del estilo Puerto Viejo del valle bajo de Mala, cerámica Inca, Chimú Inca y probable-mente Ica Inca, de acuerdo a lo observado en superficie. En el valle bajo de Asia durante las construcciones de casas de playa, se han des-cubierto una serie de tumbas. En el año 2005 accedimos a dos colecciones de cerámica pro-cedentes de dicha zona. La primera de ellas consistía en un cántaro llano marrón oscuro y de labio engrosado, según nos informaron, es-tuvo asociado a un cadáver adulto en posición de cuclillas con unos palos que lo rodeaban y una estera de fibra vegetal que lo envolvía, su única ofrenda asociada era el cántaro indica-do cuyo estilo está relacionado al estilo Puerto Viejo (Angeles y Pozzi-Escot 2005: fig. 19). El segundo lote incluye un cántaro cara gollete estilo Puerto Viejo, cántaros pequeños de co-lor negro, entre otros (Figura 16). Las excava-ciones de Baca (2004) y Baca et al. (2008) en Uquira reportaron cerámica Inca Imperial así como una serie de fragmentos de estilo local.

Discusiones Los incas imponen su poder a través del estable-cimiento de una serie de instituciones de control y de difusión en el valle de Asia, las que colocan de manera aislada, eliminando probables edifica-ciones previas del lugar que ocupan, como es el caso de Uquira. Las construcciones ceremonia-les son de gran importancia y están destinadas a la difusión de la religión Inca, como Uquira Templo. Asimismo, construyen edificaciones con grandes adobes hechos en molde al interior de centros habitacionales Coayllo, tal es el caso de Sequilao. El sitio Uquira Templo es una edi-ficación representativa de los incas en la costa central por presentar hornacinas trapezoidales en piedra y frisos de barro con incrustaciones de concha, hallazgos únicos a la fecha (Angeles ms.). El camino Inca sube por la margen izquierda del valle donde están los centros administrativos y religiosos incas, la otra margen del valle si bien tiene al menos dos sitios del periodo Inca, estos son discretos y no presentan arquitectura neta-mente incaica.

41

Page 43: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

42El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Figura 16. Cerámica estilo Puerto Viejo procedente de tumba múltiple frente al litoral de Asia (Colección privada).

Page 44: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Los textiles del periodo Inca en el valle de Asia, incluye finos tapices, fajas de fibra de ca-mélido, bolsas en técnica cara de urdimbre de fibra de camélido (Figura 17), estas fueron ha-lladas por Emily Baca (2004). En la colección del Museo Municipal Huaca Malena, del distri-to de Asia también aparecen algunos ejempla-res ya indicados. El estilo Puerto Viejo, descrito por Duccio Bo-navia (1959) en el litoral del valle de Mala se caracteriza por cántaros cara gollete con pintu-ra tricolor, presenta mayormente un personaje con pintura facial, en el cuerpo de la vasija se representa sus brazos con tatuajes y llevan un pez en las manos por lo general. La distribución de este estilo llega al valle de Lurín y por el sur hasta el valle de Asia. En el santuario de Pacha-camac aparece este estilo asociado al periodo Inca y que junto a una serie de estilos tardíos, en algunas ocasiones ha sido nombrado como estilo Ychsma, y que llega a distribuirse entre los valles Rímac y Asia. Sin embargo, falta pre-cisar la distribución, el origen y la morfología de este estilo, sabemos que la mayor densidad de sitios con esta cerámica se encuentra en el valle de Mala (Guzmán 2008, Angeles 2008 y Tantaleán 2008), por lo que el estudio especia-lizado de este valle aclarará este tema.

A modo de conclusión El valle de Asia, durante el periodo Interme-dio Tardío, estuvo habitado por un pequeño cu-racazgo denominado Coayllo. Éste tuvo su sede en el valle medio de Asia y habría mantenido independencia, pero con fuertes relaciones con el valle de Mala. Su arquitectura muestra dife-rencias con el valle de Lurín tanto a nivel de edi-ficaciones administrativas así como en detalles arquitectónicos, y se relaciona más con el área de la costa centro sur de Mala. La cerámica Coa-yllo parece ser un rasgo más independiente, lo que es necesario definir en el futuro. Los Coay-llo son conquistados por los incas quienes cons-truyen importantes edificaciones vinculadas a la administración y a la imposición de nuevos cultos, controlando la religión local. Los incas sin embargo tuvieron especial tratamiento con los Coayllo ya que les permitieron acceder a fi-nos tejidos y tocados de plumas probablemen-te entregados a la elite local como una forma de reforzar sus relaciones y por los bienes entre-gados en tributos, que al parecer se vincularían

a la explotación de minas de oro en la zona. Desarticulado el Imperio Inca, los españoles im-ponen la religión cristiana y trasladan de sus po-blados a los Coayllo hacia el nuevo pueblo de San Pedro de Coayllo cuyo planeamiento en damero subsiste hasta la actualidad.

Agradecimientos A las municipalidades de Asia y Coayllo, a la Co-munidad Campesina de Uquira y a los editores de la revista por permitirnos incluir este artículo.

Bibliografía

AGURTO Calvo, Santiago, 1992a. Uquira, un centro administrativo Inca en la costa central (primera parte). Ingeniero Civil, Nro. 76: 58-59. Lima.

AGURTO Calvo, Santiago, 1992b. Uquira, un

Figura 17. Detalle de bolsa listada de estilo Inca pro-vincial procedente de Sarapampa, asociada al tocado de plumas. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

43

Page 45: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

44El Curacazgo de Coayllo durante el Imperio Inca

Rommel Angeles Falcón

Españoles. Atlas. Madrid.

COELLO, Antonio, 1991. Uquira, un sitio Inca. Diario El Peruano. 1 abril 1991. Lima.

1993. Los Coayllo una ocupación durante el In-termedio Tardío, una visión etnohistórica. Sequi-lao, Nro. 2: 15-25. Lima.

1998. La ocupación Inca en el valle de Asia, Perú. Tawantinsuyu, Nro. 5: 44-52. Tawantinsuyu: An International Journal of Inca Studies. Australian National University Camberra. Australia

GUZMÁN, Martha, 2008. Manifestaciones ar-quitectónicas Incas en el sitio de Aymará (Piedra Angosta), valle de Mala. En: Arqueología de la Costa centro sur Peruana: 181-208. (Omar Pine-do y Henry Tantaleán compiladores). Auqi Edi-ciones, Lima.

HUAMÁN, Oliver, 2010. Estrategias de domina-ción Inca: Una aproximación desde pueblo Viejo de Omas, Yauyos. Inka Llaqta. Revista de Inves-tigaciones Arqueológicas y Etnohistóricas Inka, Nro. 1: 103-120. Lima.

LIZÁRRAGA, Reginaldo de Fray, 1907a [1591]. Descripción y población de las Indias (parte 2). Revista Histórica, Tomo 2: 459-543. Lima.

NEGRO, Sandra, 1983. Uquira: Arquitectura del Tawantinsuyo en la costa central del Perú. Re-vista de Arquitectura 26, sobretiro. Universidad Ricardo Palma. Lima.

POZZI-ESCOT, Denise y ANGELES, Rommel, 2011. Entrelazando el Pasado, Textiles de Hua-ca Malena. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

ROSTWOROWSKI, María, 1980.Guarco y Lu-nahuana: dos señoríos de la costa sur central del Perú. Revista del Museo Nacional XLIV: 153-214. Lima.

ROWE, Ann, 1978. Technical features of Inca ta-pestry Tunics. The Textile Museum Journal, Nro. 17: 5-28. Washington.

TANTALEÁN, Henry, 2008. Al sur de Pacha-camac, Una introducción a la arqueología de la costa centro sur peruana. En: Arqueología de la Costa centro sur Peruana: 11-37. (Omar Pinedo y Henry Tantaleán compiladores). Auqi Ediciones. Lima.

centro administrativo Inca en la costa central (segunda parte). Ingeniero Civil, Nro. 77: 14-21. Lima.

AGURTO Calvo, Santiago, 1992c. Uquira, un centro administrativo Inca en la costa central (tercera parte). Ingeniero Civil, Nro. 78: 19-26. Lima.

ANGELES, Rommel, 2003. Arqueología del valle de Asia. Cuadernos del Patrimonio Cultu-ral 1. Museo Municipal Huaca Malena. Lima.

ANGELES Falcón, Rommel, 2008. Recono-cimiento de monumentos arqueológicos del distrito de San Antonio, provincia de cañete. En: Arqueología de la Costa centro sur Perua-na: 411-429. (Omar Pinedo y Henry Tantaleán compiladores). Auqi Ediciones. Lima.

ANGELES Falcón, Rommel, 2010. Algunos as-pectos de la ocupación Inca en la costa central: De Paramonga a Cañete. Inka Llaqta. Revista de Investigaciones Arqueológicas y Etnohistó-ricas Inka, Nro. 1: 143-172. Lima.

Ms. Un adoratorio inca en el valle de Asia. Inka Llaqta. Revista de Investigaciones Arqueoló-gicas y Etnohistóricas Inka, Nro. 3. Lima. (En prensa).

ANGELES, Rommel y POZZI-ESCOT, Denise. 2004. Del Horizonte Medio al Horizonte Tar-dío en la costa sur central: El caso del valle de Asia. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, Nro. 33 (3): 861-886. Lima.

BACA Marroquín, Emily, 2004. Excavaciones en el sitio de Uquira. Boletín de Arqueología PUCP, Nro. 8: 409-428. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial. Lima.

BACA, Emily; HUAYPAR, Yezeña y TRUJI-LLO, Alejandro. 2008. El estudio de los mate-riales arqueológicos del sitio inca de Uquira, costa central del Perú. En: Arqueología de la Costa Centro Sur Peruana. (Omar Pinedo y Henry Tantaleán compiladores). Auqi Edito-res. Lima.

BONAVIA, Duccio, 1959. Cerámica de Puerto Viejo (Chilca). En: Actas del II Congreso Na-cional de Historia del Perú, Vol. 1: 137-168. Centro de Estudios Históricos Militares. Lima.

COBO, Bernabé, 1964 (1653). Historia del Nuevo Mundo. Tomo III. Biblioteca de Autores

Page 46: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

TELLO, Julio C., 2000. Arqueología del valle de Asia: Huaca Malena. Cuadernos de Investi-gación del Archivo Tello 2. Museo de Arqueolo-gía y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

UHLE, Max, 1996. Pachacamac. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

VACA DE CASTRO, Cristóbal, 1908 [1543]. Or-denanzas de Tambos. En: Revista Histórica, Nro. 3: 427-492. Lima.

45

Page 47: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría Ló[email protected]

Zenobio Valencia Garcí[email protected]

ResumenHaciendo un examen hermenéutico y comparativo de la información sobre el sitio arqueológico

de Choquequirao, registrada por dos viajeros franceses del siglo XIX, los autores analizan el valor de la contribución de estos viajeros respecto al surgimiento y desarrollo de la arqueología peruana en el siglo XX y sus repercusiones contemporáneas; sin desmedro de sus aportes a la historia de los estudios arqueológicos en el Perú. Los autores concluyen que el examen y la valoración de la documentación histórica sobre los sitios arqueológicos peruanos, es una condición para comprender parte de la historia de estos mismos sitios y su papel en el génesis y extensión de la disciplina arqueología en el país.

Palabras claves: Viajeros, Choquequirao, arqueología peruana.

ECHEVARÍA LÓPEZ, Gori Tumi y VALENCIA GARCÍA, Zenobio, 2012. Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 46-61. Lima.

Introducción Los estudios sobre viajeros del siglo XIX cons-tituyen, sin duda, un gran filón para los conoci-mientos humanistas del presente. La cantidad y variedad de contribuciones intelectuales de los visitantes extranjeros al Perú, se presentan hoy como fuentes inacabables en el descubrimiento y comprensión de un pasado contrastado; que desde el siglo XVIII y XIX principalmente, ha llamado la atención de numerosos personajes, cuya característica particular es su diversidad de intereses intelectuales. Se sabe que la arqueología y la historia del arte tienen un origen común, y aunque des-pués han seguido cursos separados, todavía

pueden estimarse juntas si se consideran algunas relaciones intelectuales del siglo XIX vinculadas a los monumentos arqueológicos del mundo y del Perú; relaciones que han podido influir después en la estimación historicista del pasado como en su consideración estética. En este sentido, lo que este ensayo intenta hacer es definir el valor de la contribución intelectual de dos viajeros franceses del siglo XIX en el contexto del desarrollo de la arqueología en el Perú, basados en el examen de la documentación legada para un sitio arqueoló-gico específico: Choquequirao. Para acercarnos a nuestro objetivo vamos a pon-derar someramente el desarrollo de la arqueolo-gía en Europa, como antecedente a la época de

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Abstract Making a hermeneutical and comparative analysis of the information left about the archaeological site of Choquequirao, made by two French travelers of the 19th century; the authors discuss the value of the contribution of these travelers with respect to the emergence and development of Peruvian archaeology in the 20th century and its contemporary implications; without prejudice to their contributions to the history of archaeological studies in the Peru. The authors conclude that the review and evaluation of the historical documentation on the Peruvian archaeological sites, is a condition to understand part of the history of these sites and its role in the genesis and extension of the archaeology discipline in the country.

Keywords: Travelers, Choquequirao, Peruvian archaeology.

46

Page 48: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

lectual a los viajeros de esta nacionalidad en el Perú. Según Daux (1962), la disciplina en Francia había seguido una línea más o menos sistemá-tica desde el siglo XVI, con personajes como el provenzal Nicolás-Claude de Fabri (1580 -1637); el Barón Luis Deshayes (1674); Jacques Spon (1647-1685); Bernard de Montfaucon (1655-1741); Paul Lucas, anticuario de Luis XIV (1664-1737); el Abate Barthelemy (1716-1795); el Conde de Choiseul-Gouffier, diplomático, (1752-1817); G. B. Seroux D’Agincourt (1730-1814); el Conde Caylus, agregado en Constantinopla, (1692-1765); entre otros. No obstante, y tal como menciona el mismo autor, “… hasta el siglo XIX la arqueo-logía seguía siendo grecorromana en esencia.” (1962: 46). Un salto cualitativo, para cambiar esta consideración y empujar los avances de la disciplina, fue sin duda la exploración de Egip-to que liderara Napoleón entre 1789 y 1791 y la posterior publicación de la Descripción de Egip-to entre 1809 y 1829, hecha por una comisión de científicos y artistas que acompañaron la expe-dición; lo que literalmente permitió descubrir un nuevo “mundo” e incitar el interés por otras regiones y civilizaciones aún no descubiertas. Otros hechos y personajes franceses importantes durante el siglo XIX son Ennio Quirino Visconti (1751-1818) quien trabajó iconografía romana; E. Gerhard (1795-1867) interesado en el arte griego; Fauvel, Cónsul, (inicios siglo XIX) que estudio y llevó a Francia placas del Partenón; la misión científica francesa adjunta al cuerpo expedicio-nario al Peloponeso (1929); la adquisición de la Venus de Milo en 1821; la fundación en Atenas de la escuela francesa de arqueología en 1846; Le Bas (1794-1860) que publicó sus observaciones arqueológicas sobre Grecia y Asia Menor; Jean Antoine Letronne (1787-1848) interesado en epi-grafía y numismática; el desciframiento de la piedra Rosseta por Jean-Francois Champoleon en 1822 (nacimiento de la egiptología); E. Flau-din y P. Coste quienes entre 1840-1841 registran para el gobierno francés los monumentos de Per-sia; P. Botta, que excava en Nínive y Jorsabad (1840 en adelante); y Boucher de Perthes (1788 1868), quien descubre industrias líticas del pleis-toceno a mediados de siglo; entre otros (Daux 1962, Daniel 1987 y Reeves 2000). Hasta la segunda mitad del siglo XIX la arqueo-logía francesa había pasado de un interés anti-cuarista post-renacentista, a una sistematización académica y técnica, que bien puede conside-

los viajeros académicos franceses en el Perú del siglo XIX, enfocándonos luego en los reco-nocidos viajeros Eugene de Sartiges y Leonce Angrand. Las contribuciones de estos autores sobre Choquequirao serán evaluadas desde la aportación literaria y la descripción gráfica, las que luego serán comparadas con información actualizada del mismo sitio arqueológico en el que centraron sus observaciones. Finalmente, habiendo sopesado la valía de estas contribu-ciones, hacemos un balance de sus repercusio-nes y su papel en la arqueología peruana.

Los orígenes de la arqueología. El con-texto europeo La arqueología como disciplina científica no tiene un origen claro, su definición ha sido irre-gular y ha seguido un camino progresivo que ha ido aparejado de progresos en sus aspectos teóricos y metodológicos por separado. Recién entrado el siglo XX se puede decir que hay un consenso en considerar a la arqueología como una ciencia con derecho propio (Renfrew y Bahn 2000 y Willey y Sabloff 1980). Es importante considerar que la arqueolo-gía se ha desarrollado a través de saltos cua-litativos y no es posible establecer una línea directa entre origen y avance respecto de una tendencia específica de desarrollo disciplina-rio, lo cual implica que existen o pueden existir diferentes versiones de la arqueología, tanto en su concepción, adelanto, u objeto material o región de interés especializado; y esto atañe al Perú como a cualquier región del mundo. Para ilustrar esta sentencia podemos referir a las historias de la arqueología europea o norte-americana que están basadas en determinados hechos específicos como hitos en un progreso disperso. Entre los tópicos fundamentales del avance de la arqueología tenemos, entre otros, el adelanto técnico del anticuarismo hasta el si-glo XVIII, el desarrollo de las ideas evolucionis-tas (Darwin 1859), la expedición napoleónica a Egipto de 1798 a 1800, el desarrollo del sistema de las tres edades tal como se expuso en la Guía del Museo Nacional de Dinamarca de 1836 o las proposiciones sobre la antigüedad del hom-bre (Boucher de Perthes 1841, Daux 1962, Da-niel 1987 y Renfrew y Bahn 2000). Para los fines de nuestro enfoque es impor-tante recalcar el gran avance de la arqueología francesa, que puede servir de antecedente inte-

47Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Page 49: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

48Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

rarse fundacional de la arqueología clásica en su sentido más moderno; sin embargo, y eso es bastante evidente si se examinan en detalle las aportaciones académicas en los autores y hechos citados, la mayor parte del interés y desarrollo de esta disciplina se ha basado en el descubrimiento e interpretación de las culturas clásicas europeas, que como acotamos, para-fraseando a Daux, “seguía siendo grecorroma-na” y se expandía hacia los límites exteriores de la cuenca mediterránea, África y el Medio Oriente. El caso francés puede ejemplificar el proce-so general de la arqueología europea, que ya entrado el siglo XIX empieza un desarrollo y sistematización teórico-metodológico que con-vierte esta rama del conocimiento en una dis-ciplina que no deja mucho lugar a la aventura idílica romántica, profesionalizándose y even-tualmente institucionalizándose. Este es pro-bablemente el antecedente académico crucial que sirve de base, como ya vimos, a la explo-ración sistemática de Egipto y el Medio Orien-te, dejando de lado América, cuya exploración es marginal respecto al desarrollo expuesto. En este sentido es interesante tener en cuen-ta a los historiadores de la arqueología, que no consideran las exploraciones en América como hechos sustanciales para los avances de la dis-ciplina en Europa. En América, los descubrimientos, registros, crónicas y otros acontecimientos similares he-chos por europeos desde el siglo XVIII, están estimados dentro del género literario, y no son considerados con valor científico, al menos ex-presamente, para las disciplinas relacionadas a la arqueología en el siglo XIX como la historia del arte o la epigrafía. Hay que ponderar esto desde una perspectiva crítica dado su papel histórico en el desarrollo de la disciplina. Inde-pendientemente de su consideración, es claro, en vista de los antecedentes, que algunos es-fuerzos de viajeros franceses en la exploración de América han estado relacionados al desa-rrollo lineal de su propia disciplina en Europa, los que no han sido puestos en relieve por los mismos europeos. Aunque en Europa la disciplina adquiere visos academicistas, en América, y más precisamen-te en Perú, los viajeros del siglo XIX son con-siderados bajo la influencia del romanticismo europeo de la primera mitad de ese siglo. Al

respecto, debemos resaltar que esta literatura, desde el siglo XVIII, no es ponderada en relación a alguna disciplina académica sino respecto de su pertenencia temporal con alguna corriente gene-ral del pensamiento europeo en boga. Desde la perspectiva “ilustrada”, “científica”, “romántica”, y eventualmente “interesada”, ésta sí relaciona a algunos acontecimientos políticos america-nos, como la independencia por ejemplo (Núñez 1971- 1973). Es probable que en muchos casos, estas etiquetas no correspondan efectivamente al interés particular de estos viajes. Más allá de su valoración en Europa o en Amé-rica, o del móvil particular del interés viajero o descubridor, los exploradores europeos o france-ses han hecho contribuciones disciplinarias que pueden ser estimadas desde una perspectiva aca-démica pura, para aquilatar su valía en el desa-rrollo histórico de la arqueología o la historia del arte en América y el Perú.

Los viajeros franceses en el Perú En su clásico libro Fuentes Históricas Perua-nas de 1963, Raúl Porras Barrenechea reconoce implícitamente el interés peculiar de los viajeros europeos en la exploración del Perú, respecto del desarrollo de la arqueología en el país, conside-rando las contribuciones enfocadas y relaciona-das al pasado peruano y su legado material. Po-rras destaca para el siglo XVIII al francés José Dombey, quien “fue el primero que, poseído de curiosidad arqueológica, visitó Pachacamac, las Huacas de la Hacienda Torre Blanca en Chan-cay, las grutas de Tarma y llevó a la corte de Luis XVI 400 huacos o piezas de antigua cerá-mica indígena y algún tejido de Pachacamac, que pasaron a los museos del Louvre, del Troca-dero y de Madrid.” (1963: 57). Asimismo, Porras estima, para el siglo XIX, a tres viajeros franceses, D’Orbigny, Eugene de Sartiges y Leonce Angrand, como “pioneros de la antropología y de sus diversas ramas” (1963: 59); sin embargo desde el siglo XVII hasta el siglo XIX son varias decenas los viajeros franceses que visitan el Perú, y sus contribuciones pueden clasi-ficarse dentro de diferentes áreas del humanismo académico, ya sea dentro de la antropología, la historia, la etnografía, el folklore, hasta las cien-cias naturales como la geografía o la astronomía. En “La Imagen Francesa del Perú (Siglos XVI al XIX)”, Macera apunta que sólo “desde D’ Orbig-ny hasta Créqui de Monfort (1826-1904), en algo

Page 50: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

menos de un siglo fueron aproximadamente 30 los franceses que viajando por el Perú han es-crito, sea pequeños folletos, libelos políticos, es-cenas íntimas o grandes obras clásicas, verda-deras enciclopedias de los conocimientos de su época sobre la América meridional” (1999: 80). Según Macera, el viajero francés del siglo XIX no tenía una definición uniforme, un interés específico, salvo personalista, “no fue ni un romántico atormentado como Marcoy ni un hombre de ciencia como Catelnau. Era un tu-rista culto, un hombre acomodado que había encontrado un buen empleo a sus tiempos li-bres en quien la misma ansia de novedades es-taba embotada por el agudo sentimiento de su propia comodidad” (1999: 77). ¿Fue un turista culto?, es probable. Como se ve, el cuadro de viajeros franceses en el Perú, sólo para el siglo XIX, es diverso y con-trastado; la cantidad y variedad de contribucio-nes no permite de hecho una división exacta, y como lo reconoce Macera, la distinción más acertada para una descripción genérica es la cronológica aunque en nuestro caso no venga a colación. Una clasificación de viajeros fran-ceses, por su pura contribución literaria, cien-tífica o costumbrista no se ha hecho y es casi imposible de hacer sin evaluar en detalle las obras que estos autores han dejado a nuestra disposición. No obstante en sentido inverso, de objeto a autor, la selección se facilita, y es más apropiada. Es así, que dos viajeros destacan entre una pléyade de nombres, cuyo marco cronológico cubre aproximadamente la primera mitad del siglo XIX, con dos épocas relevantes para el interés científico y humanista francés (Mace-ra 1999). La primera que va de 1826 a 1840; donde se encuentran D’Orbigny, de Sartiges, Radiuet y Pavie; y la segunda de 1840 a 1860 donde se ubican Castelnau, Weddell, Basterot, Debadie, Marcoy y Angrand. Por su relación al sitio arqueológico de Cho-quequirao y su probable contribución arqueo-lógica al reconocimiento de este monumento, los franceses de Sartiges y Angrand son de gran relevancia para una historia de los estudios ar-queológicos en el Perú, por lo que son analiza-dos con más detalle en este trabajo.

Eugene de Sartiges y Leonce Angrand Es Porras Barrenechea (1963) quien ha rese-

ñado mejor las contribuciones del Vizconde de Sartiges y de Leonce Angrand. Porras, como vi-mos líneas arriba, les atribuye el valor de pione-ros en los estudios antropológicos en el Perú. Eugene de Sartiges fue diplomático, secreta-rio de la Embajada de Francia en Rio de Janei-ro (Angelier 2005: 56), desde donde realizó sus viajes exploratorios por Sudamérica. Según Po-rras (1963:59), de Sartiges vino al Perú como un turista en 1834, entrando por el puerto de Islay (Arequipa), emprendiendo a partir de allí viaje a Arequipa, Cusco y Puno; visitando las ruinas del lago Titicaca, las islas del Sol y de la Luna, las chulpas de Sillustani y, por supuesto, las ruinas de Choquequirao. En 1851 de Sartiges publica sus notas de viaje sobre este notable sitio arqueo-lógico y parte de su recorrido en la revista Revue des Deux Mondes, con el título “Voyage dans les Républiques de l’Amerique du Sud”, usando el seudónimo E. S de Lavandais. El reporte de Eugene de Sartiges ha sido publi-cado repetidas veces desde 1941, casi 100 años después de su publicación original en Francia. La mayoría de sus nuevas ediciones son fragmen-tarias y se concentran en algunos aspectos de su trabajo, especialmente en las importantes ruinas de Choquequirao. La siguiente es una referencia de estas publicaciones:-De Sartiges, Eugene, 1947. Viaje a las Repúbli-cas de América del Sur (1834). En: Dos viaje-ros franceses en el Perú republicano. Colección de Viajeros en el Perú: 78-104. (Traducción de Emilia Romero. Prólogo y notas de Raúl Porras Barrenechea). Editorial Cultura Antártica S. A. Lima.-De Sartiges, Eugene, 1970. Las Ruinas de Cho-quequirao. En: Arqueología Peruana: Precurso-res: 78-84. (Selección, introducción, comentario y notas por Duccio Bonavia y Rogger Ravines). Casa de la Cultura del Perú. Lima.-De Sartiges, Eugene, 1999. Las Ruinas de Cho-quequirao. En: De Vilcabamba a Camisea. His-toriografía de la Provincia de la Convención: 192-199. (Editado por Manuel Jesús Aparicio Vega). Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Cusco.-De Sartiges, Eugene, 1999. Las Ruinas de Cho-quequirao. Boletín de Lima 146: 35-43. Lima.

Por su parte Leonce Angrand, quien fue Vi-cecónsul de Francia, vino al Perú varios años después que de Sartiges. Según Porras, An-

49Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Page 51: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

50Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

grand fue un “dibujante eximio y arqueólogo improvisado” (1963: 59). Porras continua: “La obra de Angrand – principalmente sus dibujos de monumentos y planos de estos, como los de Vilcashuaman, Ollantaytambo, Choquequi-rao y Tiahuanaco – no ha sido tomada aún en cuenta por nuestros arqueólogos, por lo gene-ral desdeñosos de las fuentes históricas o poco versados en ellas.” (1963: 60). Sobre Angrand no se tiene información escrita sobre las ruinas de Choquequirao, salvo algu-nas observaciones escuetas, mencionadas de tercera mano, como la propuesta que “Choque-quirao habría servido de residencia de los he-rederos del trono del Inca hasta su mayoría de edad y posteriormente como refugio para los últimos Incas, de 1537 a 1572, durante la con-quista española” (Angelier 2005: 59). Y según se puede colegir, sus notas y datos no han sido publicados o se han fusionado con las de otros viajeros que han aprovechado la información y gráficos que este autor había legado, como son Desjardins y Charles Winner (Rivera 1972). Una importante descripción de Choquequi-rao fue publicada precisamente por Desjardins (1858) basadas en las notas, planos y dibujos de Angrand, y ha sido citada casi íntegramente por Romero (2006), quien utiliza estos datos para su propia evaluación del sitio. Romero pondera la descripción de Desjardins/Angrand aunque refuta la proposición de este último au-tor sobre la correspondencia histórica del sitio a los “últimos Incas”, proposición que recusa sobre la base de una comprensiva evaluación de la evidencia histórica disponible como “que ella carece por completo de fundamento” (Ro-mero 2006: 50). No obstante, Angrand es ampliamente reco-nocido, básicamente por sus notables dibujos a tinta y acuarela, los que actualmente se encuen-tran la Biblioteca Nacional de Francia en París. Edgardo Rivera estima, como Porras, que “ac-tualmente poseen todavía interés científico los levantamientos –plantas, elevaciones y cor-tes- que Angrand efectuó en Vilcashuaman, Conchaca, Choquequirao y Ollantaytambo” (Rivera 1972: 20); y en un extremo de consi-deración, esta vez contradiciendo a Porras, menciona que “bien puede decirse, y con toda razón, que Angrand fue uno de los fundadores de la arqueología científica peruana” (Rivera 1972: 20).

Choquequirao1

La documentación disponible sobre las ruinas de Choquequirao que nos han legado de Sartiges y Angrand ha sido seleccionada por su comple-mentariedad temporal e ideológica, ambos co-rresponden al mismo periodo histórico peruano y sus obras constituyen sin duda parte de los anales de las relaciones diplomáticas entre Perú y Francia durante la primera mitad del siglo XIX. Además, sabemos que ambos viajeros estuvie-ron en Choquequirao mediando pocos años, de Sartiges en 1834 y Angrand en 1847, es decir 13 años después. Antes de estos exploradores, du-rante la etapa colonial, el sitio había sido repor-tado positivamente por contadas personas, Juan Arias Días Topete en 1710, Cosme Bueno en 1798 y Pablo José Oricain en 1790. Es probable que desde su abandono en el siglo XVII, el sitio, ya expoliado y saqueado por los invasores, explo-radores o visitantes locales, haya permanecido como una ruina arquitectónica hasta la llegada de los exploradores franceses en la época post independentista. La imagen de Choquequirao a los ojos de An-grand y de Sartiges debió ser aproximadamen-te la misma, por lo que sus impresiones, como hemos dicho, son bastante complementarias; no obstante son también variadas en dos aspectos sustanciales: de Sartiges legó una crónica literal de viaje, sin ilustraciones conocidas, y Angrand realizó fundamentalmente dibujos. Esta diferen-cia es bastante conveniente y lo suficientemente ajustada como para servir de base a una evalua-ción de su intereses científico. En razón de poder establecer una valoración co-herente de las contribuciones de Eugene de Sar-tiges y Leonce Angrand sobre Choquequirao, va-mos a exponer sus aportes específicos para este sitio: Eugene de Sartiges describe a Choquequirao en estos términos: “Apenas llegamos a las ruinas no perdimos el tiempo y empleamos algunas horas en visitarlas. A cada paso encontrábamos vesti-gios de civilización, casas bien construidas, mu-ros de sillar de piedra. Si se sigue la línea principal

1 El sitio arqueológico de Choquequirao se ubica en la provincial de la Convención, departamento del Cusco, sobre las estribaciones accidentadas de las montañas que enmarcan la margen derecha de la cuenca media baja del río Apurímac, en la región de Vilcabamba.

Page 52: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

triunfal era de estilo egipcio. Hicimos despejar la plaza y los edificios colin-dantes. Las diferentes construcciones al norte y al oeste de la plaza forman parte del mismo edi-ficio y están reunidas por medio de puertas de comunicación. Se encuentra aquí, como en todas las antiguas ciudades del Perú, las casas dobles apoyadas sobre el mismo muro de separación y que no se comunican entre sí más que por las puertas exteriores que dan sobre el corredor que se extiende hasta el fondo del edificio. El primer y único piso que existe sobre esas casas está per-fectamente marcado. Las vigas que forman el piso están sujetas en las paredes y sin los árbo-les que han crecido en medio de las habitaciones, sin duda subsistirían aún los restos del techo. El techo es inclinado y está apoyado sobre la pa-red medianera que separa cada doble casa. Los departamentos están enladrillados con grandes ladrillos de tierra cocida cubierta por un barniz negro fino y brillante. En cada departamento, hay muchos de aquellos nichos que había visto por primera vez en las casas de la isla del Ti-ticaca. Se ven sobre las paredes de esos nichos, huecos a distancias regulares que no pueden ha-ber servido sino para sostener distintas series de tablas. No queda resto alguno de escalera que permita suponer que se llegaba al primer piso por el interior de los aposentos. El edificio principal, que hace frente al muro triunfal de Choquequirao está formado por dos casas compuestas cada una por tres largos de-partamentos, de los cuales uno, el del medio, parece haber servido de antecámara. Se entra por dos corredores que siguen hasta el fondo del edificio, el uno a la derecha y el otro a la iz-quierda. A la derecha del cuerpo principal de la casa, hacia el centro de la gran plaza, se eleva un gran edificio cuyos tabiques interiores se han desplomado y al cual se entra por tres puertas. Un poco más lejos se encuentra un reservorio y un bario con grandes losas de piedra, paralelas al cuerpo principal. A lo largo de los corredores se extiende una gran sala, en la que nada indica cual fuera su primer empleo. En materia de habitaciones particulares, el pa-lacio de Choquequirao es lo que he visto de más completo entre los antiguos monumentos del Perú. Nos inicia en parte de la vida íntima de los antiguos habitantes del país y si no nos da idea de un gran confort en la vida material, por lo menos prueba que su manera de vivir estaba

de casas, que desciende en gradería sobre los flancos de la montaña, se llega a una vasta plaza que tiene a un lado un palacio y al otro un pórtico o más bien un muro triunfal. Los indios derribaron los árboles que crecían en una de las alas del palacio, hicieron un techo de bambú y de cañas y allí establecimos nues-tro campamento para los ocho días que inten-tábamos pasar en Choquequirao. En mis proyectos para hacer excavaciones y levantar planos, no había contado con una de las consecuencias forzosas del abandono de te-rreno durante siglos: la vegetación que invade todo. No sólo las calles, sino las casas y las mis-mas paredes de las casas estaban cubiertas de plantas trepadoras. Imposible dibujar el con-junto de la ciudad. El terreno en todas partes estaba sostenido por terrazas que se extendían unas sobre otras y servían de terraplén para las casas. Las calles eran estrechas, sobre todo aquellas que atravesaban la ciudad en direc-ción de la pendiente de la montaña que for-maba un arco profundo al norte. Detrás de la ciudad se elevaban rocas dentelladas cortadas a pico y cubiertas de nieve. Al este y al oeste, dos estribaciones de la montaña se extendían como dos brazos para ocultar y proteger esas ruinas. Al sur y a gran profundidad, corría el Apurímac. Un montículo de forma circular se destacaba de la ciudad y avanzaba como un promontorio por encima del Apurímac. La cima de ese montículo, llano y redondeado, estaba sostenida por un muro de albañilería. Sin duda que ese era uno de los lugares desti-nados a los sacrificios y a la oración, que en el país se conocen con el nombre de adoratorios del sol. La base de aquel montículo remataba uno de los lados de la gran plaza de Choque-quirao. En frente se hallaba el palacio; a la de-recha y a la izquierda había un precipicio. El pie del montículo estaba formado en toda su extensión (dieciocho metros, treinta y dos cen-tímetros), por el muro triunfal que bordeaba la gran plaza. Este muro, de arquitectura irre-gular, no tenía como abertura sino una puer-ta a la izquierda, delante de las gradas que conducían a la plataforma del adoratorio. El conjunto del monumento, cuya construcción y detalles eran muy esmerados, era de un orden arquitectónico de lo más extraño. Pertenecían empero a la época más moderna de la civili-zación peruana. La puerta abierta en el muro

51Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Page 53: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

52Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

en relación con su cultura, es decir que habían pasado ya el estado de lucha contra las necesi-dades de la vida y que buscaban el bienestar. Las piezas enladrilladas, las antecámaras y los barios, pertenecen a una civilización que puede ser aún joven, pero que marcha visible-mente hacia la virilidad. Mientras que me ocupaba en dibujar las viejas casas de Choquequirao y en medir sus puertas y ventanas, mis co-asociados excavaban en la tierra por donde quiera que creían reconocer huellas de algún entierro. Pero no había allí esas grandes y hermosas chulpas como en Atun-Colla o en Maicohamai. Los muertos estaban sepultados en huecos abiertos en las rocas y nada se enterraba con ellos, ni vasos,

ni topos. Mis compañeros cavaron a través de una de las falsas puertas de la gran muralla triunfal que parecía sonar en hueco bajo los gol-pes de la azada. Detrás se hallaba la roca viva. Se sondeó en más de diez sitios y siempre inútilmen-te. Nada queda, pues, hoy para decirnos quiénes fueron los habitantes de esta ciudad que podía contener quince mil almas. ¡Nada para enseñar-nos cómo fue su vida y su muerte! Como única huella de su existencia, osamentas sin mortajas ni vasos funerarios y un nombre apenas conser-vado por la tradición.” (de Sartiges 1970: 78-82). Por su parte Angrand legó específicamente di-bujos de planta y elevaciones de la arquitectura de Choquequirao, sus ejemplos más prominentes siguen a continuación:

Figura 1. Angrand 1847. Muro prominente en la plaza principal del sitio.

Page 54: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

53Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Figura 2. Angrand 1847. Planta y corte de una de las callancas y las pacchas de la plaza principal del sitio.

Figura 3. Angrand 1847. Corte y elevación frontal de los recintos habitacionales más importantes del sitio.

Page 55: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

54Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 4. Angrand 1847. Planta de los recintos habitacionales (ver lámina anterior).

Figura 5. Angrand 1847. Elevación y detalles arquitectónicos de los recintos habitacionales y callanca principal.

Page 56: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

55

Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Figura 6. Angrand, 1847. Pacchas y recintos ceremoniales de la parte superior del asentamiento.

diseño y edificación afectaría geométricamente una descripción gráfica, y Angrand parece, por esta razón, haber separado (o sectorizado si se quiere) el área que cubre el monumento para sus propios fines. Sin embargo, hasta que se conozca una descripción literal explícita no se puede ad-vertir una separación técnica del monumento. El Vizconde de Sartiges describe claramente la plaza y el muro más resaltante de ella, “pórtico” o “muro triunfal” con una puerta a la izquierda, a la que acusa de estilo “egipcio” (figura 1 y 2 de Angrand 1847). También describe el montículo prominente del sitio que ahora se conoce con el nombre impuesto de “Usnu”; asimismo mencio-na con bastante seguridad los palacios, que son “casas dobles apoyadas sobre el mismo muro de separación…”, edificaciones fácilmente recono-cibles en los planos y cortes de Angrand (figuras 3, 4 y 5). En esta misma serie la descripción de los techos y los muros medianeros es también bastante evidente en los dibujos de Angrand. Eu-gene de Sartiges refiere también a todo el com-

Análisis comparativo Es importante reconocer, preliminarmente, que una comparación entre la descripción de de Sartiges y los dibujos de Angrand arroja una relación bastante coherente y no es difícil co-rrelacionar lo que de Sartiges dice de algunos sectores del sitio, sólo conocidos hasta la pri-mera mitad del S. XIX, y lo que Angrand dibujó en esa misma época; y esta misma información puede ser contrastada con lo que se conoce ac-tualmente del sitio. No obstante, debe adver-tirse que hay una diferencia metodológica en el orden de la presentación de los datos que son relevantes para una apreciación de su relevan-cia arqueológica o artística, y es que de Sartiges no presenta un orden descriptivo explícito en su relación mientras que Angrand parece ad-vertir una separación coherente entre los mo-numentos que esta graficando. Hay que consi-derar sin embargo, que una noción integral del

Page 57: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

56Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura7. Muro principal de la plaza, “Muro triunfal” según de Sartiges (Samanez y Zapata 1994).

plejo de edificios integrados, que aparecen en los dibujos ya mencionados, y que son clara-mente relacionables. Por otra parte, y éste es un hecho reprochable del siglo XIX, de Sar-tiges describe sin disimulos la forma como él mismo saqueaba el monumento, incluso rompiendo parte de la arquitectura siguien-do algunas “señales”, como sonidos de vacio detrás de los muros, etc., aunque más allá de eso la descripción general del monumento, la parte principal al menos, es bastante clara, y puede ser observada incluso el día de hoy. Los dibujos de Angrand son un documento más explicito por su valor representativo, y de hecho sobrepasan en detalle las descripciones litera-rias de Eugene de Sartiges; lo que se debe a que este autor no complicó mucho sus descripcio-nes anotando detalles mínimos, dimensiones, escalas u otros, por lo que sus textos son fácil-mente asimilables a los dibujos de Angrand; en este sentido existe una complementariedad des-criptiva – gráfica, a favor de este último autor. La documentación de Angrand es sobresalien-te y para ponderarla ésta puede ser contrastada con los dibujos técnicos que se han elaborado en el siglo XX, especialmente con aquellos de la primera intervención arqueológica al sitio, que fue llevada a cabo por el Proyecto especial del Ministerio de Industria y Turismo, denomina-do Plan COPESCO, en 1986 (ver figuras 7-10). Como es indudable, los registros de 1986 son absolutamente confrontables a los de Angrand, cuyo peso añadido es evidentemente la des-cripción gráfica de un monumento arqueológi-co en el siglo XIX, más de 100 años antes de la intervención del Plan COPESCO. El trabajo del

viajero francés es notable y sobre la base de su método de dibujo, probablemente con menos ar-did técnico que en la actualidad, logró con pre-cisión una descripción limpia y artística. La com-paración entre las figuras 1 y 7, y 6 y 10 muestra elocuentemente el valor descriptivo de los di-bujos de Angrand, que, más allá de la precisión matemática en algunos detalles, no puede ser ob-jetada técnicamente. Por ello, se demuestra que Angrand es fidedigno. Las figuras 8 y 9 de Samanez y Zapata (1994) pueden ilustrar más la habilidad de Angrand y permiten correlacionar la totalidad de sus imáge-nes en la muestra precedente. Angrand sobrepa-só con creces una descripción gráfica añadiendo además apuntes a mano de los detalles y escalas de sus dibujos. Es un trabajo sin duda artístico, especialmente considerando la complejidad es-tructural de la muestra material en la que se ocu-paba, que no es fácil detallar; esto incrementa la valía referencial de la obra, tanto a nivel artístico y documental.

Conclusiones En perspectiva, tanto Angrand como de Sarti-ges tienen sin duda un gran interés para la ar-queología peruana, pero están muy lejos de ha-berla iniciado o creado. Consideramos que su estimación es justa en relación a su contribución documental, constituyendo un aporte técnico al estudio de determinados monumentos. En esta línea, de Sartiges puede haber influenciado más el desarrollo de la arqueología europea en Améri-ca, si tomamos en cuenta que su crónica de viajes fue publicada sólo 17 años después de su visita al Perú, y existe la posibilidad de que haya servido

Page 58: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

57Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Figura 8. Plano general del núcleo arquitectónico de Choquequirao (Samanez y Zapata 1994).

Page 59: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

58Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 9. Vista frontal y elevación, de uno de los recintos principales (Samanez y Zapata 1994).

Page 60: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

59

Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Figura 10. Planta y elevación de uno de los recintos y pacchas del sector superior del sitio. (Samanez y Zapata 1994).

Page 61: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

60Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

de referencia al creciente avance académico pro-fesional de la arqueología europea o francesa. Angrand por su parte, también debió influenciar este interés, pero más por la publicación de su “Carta sobre las antigüedades de Tiahuanaco” (París, 1866, mencionado por Porras), que por sus descripciones o dibujos de los sitios arqueo-lógicos peruanos, que aparentemente solo fue-ron usados como fuente circunscrita por algu-nos intelectuales particulares. Más allá de estas consideraciones, es siempre difícil juzgar estos aportes para Europa desde una visión externa. En el Perú las repercusiones de Eugene de Sar-tiges y Leonce Angrand tanto a nivel de la his-toria del arte o la arqueología han sido casi nu-las, y no podrían constituir de ninguna manera los cimientos de la arqueología peruana, que fueron establecidos recién en las primeras dé-cadas del siglo XX por el huarochirano Julio C. Tello desde la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Los trabajos de Eugene de Sartiges y Leonce Angrand han sido poco considerados, y solo fueron tomados en cuenta por Carlos A. Romero (1909) quien usó los datos de Angrand, por intermedio de Desjardins, para su informe al Instituto Histórico del Perú, que publicó en 1909. A partir de aquí, estas informaciones fue-ron dejadas de lado e incluso desestimadas por autores como Hiram Bingham (1910), y por más de 100 años no fueron revisadas nuevamente, aunque parezca exagerado decirlo, para ponde-rar la arqueología del Cusco o de Choquequirao. Son intelectuales como Porras (1963), los que todavía en la segunda mitad del siglo XX empe-zaron a revalorar estas fuentes desde una pers-pectiva histórica, y bajo este influjo algunos arqueólogos principiarían a considerar la tras-cendencia de estos trabajos (Bonavia y Ravines 1970), pero no desde una óptica arqueológica concreta. No es hasta la década de los ochentas en que la arqueología peruana ha puesto de re-lieve estas contribuciones con las intervencio-nes del Plan COPESCO en el sitio, y recién se puede evaluar con certeza su real importancia. Al inicio de este trabajo nos planteamos el ob-jetivo de definir el valor de la contribución inte-lectual de dos viajeros franceses del siglo XIX, en el desarrollo u origen de la arqueología en el Perú, tomando como punto de comprobación el caso de Choquequirao. Hoy sabemos que los trabajos del Vizconde de Sartiges y Angrand sí tienen un corte indudablemente arqueológico

y artístico, y pueden inscribirse en los anales históricos de la arqueología en el Perú, pero no han significado un punto de referencia para este proceso en el Perú, ni para el origen de la arqueo-logía peruana propiamente dicha. Es claro que el génesis de la arqueología peruana (entendida como una categoría compuesta), tomando a de Sartiges y Angrand como paradigmas, no se en-cuentra en el siglo XIX ni ha dependido de ex-ploradores o viajeros europeos como los notables autores revisados.

Agradecimientos Los autores desean agradecer al revisor anóni-mo por sus observaciones para mejorar el pre-sente artículo, todos los errores u omisiones son por cuenta de los autores.

Bibliografía

ANGELIER, Jean Paul, 2005. Exploradores y científicos franceses en Choquequirao desde el siglo XIX hasta hoy. El misterio de las Llamas del sol y el Culto a Los Apus. Fondo Contravalor Perú-Francia. Lima.

ANGRAD, Leonce, 1972. La imagen del Perú en el Siglo XIX. Editor Carlos Milla Batres. Lima.

BINHAM, Hiram, 1910. The Ruins of Choqque-quirau. American Anthropologist 12(4): 505-525. Estados Unidos.

BONAVIA, Duccio y Rogger RAVINES (Edito-res), 1970. Arqueología Peruana: Precursores. Casa De La Cultura Del Perú. Lima.

DANIEL, Glyn, 1987. Un Siglo y Medio de Ar-queología. Fondo de Cultura Económica. Méxi-co.

DARWIN, Charles, 1859. On the Origins of Spe-cies by Means of Natural Selection. Murray. London.

DAUX, George, 1962. Las Etapas de la Arqueo-logía. Libros de Mirasol. Argentina.

De PERTHES, Jacques Boucher de Crèvecoeur, 1841. De la création. Essai sur l’origine et la pro-gression des êtres. Vol. 2. Treuttel et Wurtz.

De SARTIGES, Eugene, 1970 [1947]. Las ruinas de Choquequirao. Arqueología Peruana: Pre-cursores. Casa de la Cultura del Perú. Lima.

Page 62: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

61Arqueología y arte en dos viajeros franceses del siglo XIX. El caso de Choquequirao, Cusco

Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

DESJARDINS, Ernest, 1858. Le Pérou Avant La Conquete Espagnole. Bibliolife. París.

MACERA DALL’ORSO, Pablo, 1999. La ima-gen Francesa del Perú (Siglos XVI-XIX). En: Viajeros Franceses siglos XVI – XIX: 13-123 Biblioteca Nacional del Perú & Embajada De Francia en El Perú. Lima.

NÚÑEZ, Estuardo, 1971-1973. Relaciones de Viajeros. Tomo XXVII, Vol. 1 al 4. Colección documental de la Independencia del Perú. Lima.

PORRAS BARRENECHEA, Raúl, 1963. Fuen-tes Históricas Peruanas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima

REEVES, Nicholas, 2000. Ancient Egypt the Great Discoveries, A Year-by-Year Chronicle. Thames and Hudson. London.

RENFREW, Collin and Paul BAHN, 2000. Ar-cheology, Theories, Methods and Practice. Tha-mes and Hudson. London.

RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo, 1972. Introduc-ción. En: Leonce Angrand, Imagen del Perú en el Siglo XIX: 15-35. (Editor Carlos Milla Batres). Lima.

ROMERO, Carlos, 2006 (1909). Informe sobre las ruinas de Choquequirao. Boletín de Lima 146: 46-51. Lima.

SAMANEZ, Roberto y Julinho ZAPATA, 1994. El conjunto arqueológico inca de Choquequirao. Andes 1: 97-114. Universidad San Antonio Abad del Cusco. Cusco.

WILLEY, Gordon and Jeremy SABLOFF, 1980. A History of American Archaeology. W. H. Fre-eman and Company. San Francisco.

Page 63: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés [email protected]

ResumenA partir de este trabajo se pretende analizar la información reunida en fuentes etnohistóricas

andinas de los siglos XVI y XVII con el objetivo de obtener un esquema general de distribución de sitios en función de un elemento sobresaliente como lo fueron los caminos incaicos. La información analizada hará énfasis en las descripciones tempranas de aquellos posibles caminos incaicos y será complementada con datos provenientes de investigaciones arqueológicas. A través de este análisis es posible organizar un corpus de datos que caracterizan al espacio vial dentro de un contexto incaico determinado. Asimismo, vale destacar que no se ha observado un acuerdo entre los investigadores y/o autores a la hora de establecer las distancias entre los diferentes asentamientos a la vera del camino incaico.

Palabras claves: Ordenanzas de tambos, Inkas, variabilidad de espacios-paisajes.

MORALEJO, Reinaldo Andrés, 2012. Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes et-nohistóricas andinas. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 62-81. Lima.

Introducción El enriquecimiento económico a través de la posesión de tierras y del dominio de los merca-dos fue uno de los tantos propósitos que desper-taron el interés de los hispanos en los tiempos de la conquista. Un ejemplo de ello fue El Dora-do o Paititi, una leyenda que significó el deseo ambicioso por la búsqueda de lo desconocido. Otro elemento que despertó la admiración de los hombres de la conquista, y que ha sido y será un punto significativo de investigación en los estudios americanistas, fueron los caminos incaicos (Moralejo 2012).

El sistema vial era el símbolo de la omnipre-sencia Inka a lo largo de los Andes, era el víncu-lo con la autoridad del Estado que manejaba la necesidad vital de mano de obra a través de sus instalaciones en los caminos (Hyslop 1992). Para conceptualizar el camino inka recurrimos a la si-guiente definición: “cualquier ruta que exhiba o no elementos formales de construcción, que fue usada en tiempos del Imperio y que estuviera relacionada a edificios y/o asentamientos cuyas funciones estuvieran vinculadas al manejo del Estado Inka” (Hyslop 1992: 32). Los estudios sobre el Qhapaq Ñan o caminos

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Abstract The aim of this paper is to create a scheme of site distribution examining the information collected in Andean ethnohistorical sources from the XVI and XVII centuries according to such a significant element as were the Inka roads. The information analyzed focus on early descriptions of those potential Inka roads and will be complemented with archaeological data. Through this analysis it is possible to organize a corpus of data characterizing the road trace within a given Inka context. It is also worth noting that there is no agreement among researchers and/or authors in establishing the distances between the different settlements on Inka roadsides.

Keywords: Ordinances of tambos, Inkas, variability of spaces-landscapes.

La sabiduría de ese viejo líder campesino cusqueño que, al ser interrogado por ávidos aventureros sobre dónde puede estar el Paititi o, en otras palabras, El Dorado, responde: «Sólo encontrarás el Paititi cuando

logres arrancar de tus ojos el resplandor de la codicia.» (Julio Ramón Ribeyro 2007: 97).

62

Page 64: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

descripciones efectuadas por los cronistas de aquellos posibles caminos incaicos. Teniendo en cuenta que las fuentes etnohistóricas nos brin-dan datos vinculados con posiciones geográficas, densidad de los asentamientos, rutas y circuitos de aprovisionamiento, vivienda, manufacturas, alimentación y actividades económicas (Nacuzzi 1989-1990), podremos abordar ciertos aspectos socioculturales de los grupos indígenas para su posterior reconocimiento en el terreno. Uno de los principales propósitos de la conquis-ta de América del Sur era llegar al Perú ya sea por el lado del Atlántico como por el del Pacífico. Tal es así, que desde los comienzos del proceso de conquista y colonización se formaron dos co-rrientes en procura de un mismo fin hasta que, posteriormente, sobreviene una lucha económica entre dos núcleos formados a cada lado del conti-nente: el Perú por el lado del Pacífico y el Río de La Plata por el lado del Atlántico. Según Zapata Gollán (1940: 10) esta lucha significó un conflic-to de caminos: “el camino de Concolorcorvo, que unía en diagonal el Río de La Plata con el Alto Perú, en competencia con los otros caminos que comunicaban el Virreynato del Perú con el resto del mundo”. Este fue el panorama a través del cual los con-quistadores se encontraron con caminos y sen-deros trazados por los indígenas, quienes pau-latinamente se convirtieron en objeto de largas descripciones por cronistas como: Antonio de Herrera y Tordecillas (1730 [1492-1531]); Cris-tóbal Vaca de Castro (1908 [1543]); Agustín de Zarate (1946 [1543]); Juan de Betanzos (1987 [1551]); Francisco López de Gomara (1979 [en lí-nea]); Cristóbal de Molina (1968 [1552]); Pedro de Cieza de León (2005 [1553]); Bernabé Cobo (1892 [1653]); Diego de Ortega Morejon y Fray Cristóbal de Castro (1974 [1558]); Alonso de Bo-rregan (1968 [1565]); Diego Fernández (1963 [1571]); Fray Martín de Murúa (en línea [1590]); Reginaldo de Lizarraga (1987 [1594-1607]); Inca Garcilaso de la Vega (1976 [en línea]); Fernando de Montesinos (1930 [1644]). Por razones que ya hemos indicado anterior-mente sólo haremos énfasis en los caminos in-caicos y en la importancia de estas primeras descripciones para futuras investigaciones. El documento que aquí analizaremos es una or-denanza denominada Ordenanzas de Tambos. Distancias de unos a otros, modo de cargar los indios y obligaciones de las justicias respectivas

inkas fueron escasos y sin rigor científico hasta mediados del siglo XX (Vitry 2000) (Figura 1). A partir de allí y con los aportes de investiga-dores como Regal (1936), Von Hagen (1958), Strube Erdmann (1958 y 1963), Raffino (1981) y Hyslop (1984), entre otros, comenzó un pe-riodo de contribuciones teórico-metodológicas de alto valor científico. A través del tiempo se han ido desarrollando análisis más complejos, muchos de los cuales se basan en el uso de tec-nología informática de avanzada (P.e. Sistemas de Información Geográfica o SIG). Nuestro trabajo se centra en la búsqueda de un patrón de regularidad dentro de la relación existente entre los tambos y los caminos. El ob-jetivo general consiste en la construcción de un modelo teórico-metodológico a través del cual se pueda obtener un esquema general de dis-tribución de sitios en función de un elemento axial como lo fueron los caminos incaicos. Al respecto, se propone la hipótesis de que existe una asociación directamente proporcional en-tre el “locus” tambo y su “eje” camino, manifes-tada en la distancia regular que separa un locus de otro. La misma dependerá de las condicio-nes del terreno y del contacto preestablecido por el Inka con los grupos locales. El objetivo específico de este trabajo consis-te en el análisis de la información reunida por los primeros cronistas e historiadores referida a la traza de caminos inkas, rutas que luego siguieron los conquistadores, y que después, en tiempos de la Colonia, facilitaron el inter-cambio económico entre los nuevos centros de población. De esta forma será posible crear un cuerpo de datos que sirva como un “modelo” posible de rastrear en el terreno. Esta es la base de cualquier estudio etnoarqueológico (Binford 1991) por el cual se elaboran hipótesis de traba-jo a través de fuentes etnográficas, en este caso promovidas a partir de fuentes etnohistóricas.

Metodología Nuestra metodología de trabajo consistirá en la búsqueda de fuentes etnohistóricas e históri-cas que hagan mención de los caminos indíge-nas que debían recorrer los españoles para la búsqueda de nuevas instalaciones para poder articular diferentes asentamientos y para po-der llevar a cabo diferentes tareas relacionadas con la toma de posesión de las mercedes con-cedidas. En nuestro caso se hará énfasis en las

63Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

Page 65: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 1. El Qhapaq Ñan en tiempo de los Inkas. Representación tomada de Felipe Guaman Poma de Ayala (1980: Tomo I, 255 [1584-1615]).

64

Page 66: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

65Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

hechas en la ciudad del Cuzco en 31 de mayo de 1543 de Cristóbal Vaca de Castro (1908 [1543]) (de ahora en adelante: Ordenanzas de Tam-bos). El mismo se complementará con algunos testimonios de cronistas que nos informan so-bre los caminos reales del Inka. La importancia de considerar estas Ordenan-zas recae en el hecho de que fueron escritas en una fecha temprana (1543) de la dominación española, lo que las convierte en las primeras de esta clase de fuentes1,2. Además, son inme-diatas al período de destrucción del Estado na-tivo y de su sistema centralizado de circulación (Glave 1988), por lo que constituyeron una primera aproximación a la incorporación y or-ganización estatal del servicio de cargas y enco-miendas. Siempre se manifestó el deseo español de transformar la vida de los indígenas, para ello era necesario implantar el orden colonial y la organización castellana a imagen y semejan-za de las aldeas peninsulares con sus alcaldes, regidores, oficiales y jueces de agua (Rostwo-rowski de Diez Canseco 1975). Esto significaba tener muy presente las cuestiones socioeconó-micas de los naturales a fin de poder instaurar un nuevo sistema. A esto tambien se refiere Rostworowski de Diez Canseco (1975: 120) cuando dice que “se formó entonces una super-posición del fuero indígena con otro europeo y es sugestivo estudiar la adaptación de las cos-

1 Otro ejemplo de la importancia de este tipo de fuentes es el documento Reales Ordenanzas, Ins-trucciones y Reglamentos aprobados por el Rey de España para el Gobierno y manejo de la Renta de Estafetas, Correos y Postas del Perú y Chile, impre-so en Lima en 1779. El mismo señala el itinerario de los correos reales desde la ciudad del Cuzco a la de Santiago de Chile y permitió al ingeniero Francisco J. San Román demarcar un tramo del Camino del Inca en el desierto de Atacama (Magallanes 1912).2 Posteriormente en 1566 fueron dictadas las Orde-nanzas del oidor Gregorio Gonzáles de Cuenca (Or-denanzas del Doctor Cuenca) durante su “visita” a Trujillo y las cuales se dirigían al cacique de Jayanca (Rostworowski de Diez Canseco 1975). Luego en el período 1570-1575 sobrevinieron las reformas tole-danas -Ordenanzas de Toledo- (Glave 1988), quien inspirado en los testimonios de aquellos años y so-bre todo en la obra de Juan de Matienzo, Gobierno del Perú de 1567, logró organizar de manera efectiva el virreinato del Perú (Rostworowski de Diez Can-seco 1975).

tumbres hispanas al medio andino, y la incorpo-ración de nuevas estructuras sociales que vinie-ron a yuxtaponerse a las antiguas”. Las reglas impuestas en Las Ordenanzas de Tambos de Vaca de Castro señalan en algunos casos la supresión y en otros la continuidad de tal o cual tradición indígena, lo que nos permi-tirá dar cuenta de costumbres y hábitos que los andinos tenían antes del dominio hispano. En el caso de las crónicas, debido a que la mayoría están dedicadas a la gloria y honra de algún per-sonaje o del pueblo español y, muchas veces, se encuentran afectas a pretensiones literarias por parte de su autor, se puede estar incidiendo en la deformación de la realidad por lo que debe to-marse con precaución toda la información que nos brinden (Advis Vitaglich 1994 y Chacaltana Cortez 2010).

Las Ordenanzas de Tambos: reconstruc-ción del sistema vial incaico El manuscrito del Licenciado Cristóbal Vaca de Castro deja entrever, en el primer período de la conquista, la necesidad de los gobernantes de op-timizar ciertas vías de comunicación con un fin meramente económico: “En la Ciudad del Cuzco de estos reynos del Piru en primero dia del mes de Junio año del Nascimiento de nuestro Salba-dor Jesu-Christo de mil y quinientos y quarenta y tres años estando juntos en Cabildo y Ayun-tamiento el Ilustre Señor Licenciado Cristóbal Baca de Castro Caballero de la Orden de San-tiago del Consejo Real de S. M. su Governador y Capitan General en estos Reynos y Provincias de la Nueba Castilla y nuevo Toledo llamado Piru &a. Y los Señores Justicia y Regidores de la dicha Ciudad como lo han de uso y de cos-tumbre de se ayuntar para las cosas tocantes y cumplideras al servicio de S. M. y bien y pro comun de la dicha ciudad conviene a saver el Li-cenciado Antonio de la Gama Teniente General y Graviel de Rojas, y Pedro de los Rios, Alcaldes, y Antonio Altamirano, y Francisco Maldonado, y Diego Maldonado de Alamos, Regidores. y en presencia de mi Gomes de Chaves, Escrivano Publico y del Concejo de la dicha Ciudad el dicho Señor Governador dijo; que por quanto en estos dichos Reynos ha avido y ay gran diminucion de los Indios naturales ansi por estar los Tam-bos de los caminos despoblados y ansi los de la Sierra como los de los Llanos y tambien por los cargar como los han cargado hasta ahora y en

Page 67: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

mucho numero y con cargas exesibas y largas jornadas por los vecinos estantes y avitan-tes en estos dichos Reynos y por otros daños y malos tratamientos y robos que les hasen su señoria en cumplimiento de lo que para el remedio de ello S. M. le mando y encargo ha-viendolo vien visto y mirado informadose de los muchos males y daños que sobre ello ha avido y de los remedios que para ello se de-vian poner havia hecho ciertas ordenanzas las quales el les mostraba para que les constase de la utilidad y provecho que de ellas se seguia en bien y conservacion de la tierra y naturales de ella quales queria mandar pregonar, cum-plir, y executar su tenor de las quales son las siguientes.” (Vaca de Castro 1908: 427 y 428 [1543]). Para ello era necesario el reestablecimiento de determinadas, y estratégicas, rutas indígenas tal como lo demuestran estos pasajes de las Or-denanzas: “Que en los caminos Reales hayan de haber Tambos señalados. Primeramente por que la causa principal por que reciben los Indios daño muertes y diminucion en el car-garlos es por no estar los Tambos antiguos del tiempo de Guaynacaba y sus antepasados po-blados como estaban quando estos Reynos se ganaron y redusieron al servicio y obediencia de S. M. siendo en sus tiempos los Indios car-gados se mandaban o daban a otros o havia bastimentos o lo necesario en depositos para los dichos Indios sin que lo llevasen sobre las dichas cargas, y por no estar al presente assí los dichos Tambos les falta lo susodicho o an de llevar o llevan su comida sobre las dichas cargas y pasan muchas jornadas con las car-gas hasta parte poblada es necesario que ante todas cosas esto se remedie y provea por orde-nansa y Provision u otro si porque esto no se puede haser por todos estos Reynos sino en los Caminos Reales por donde se andaban estas Provincias en el tiempo de los señores pasados combiene señalar los dichos Caminos a donde estaban poblados los dichos tambos y porque demas de lo susodicho combiene assí porque por experiencia se a visto que por salir los ca-minantes de los caminos reales rancheando los Indios y es causa porque anden baldios por la tierra y de que los Indios hayan muerto, o maten muchos Españoles por ende para evi-tar lo susodicho y proveiendo sobre ello Orde-no y mando que de aquí adelante se camine, y

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

anden estos Reynos por todos los caminantes por los caminos y Tambos siguientes.” (Vaca de Castro 1908: 429 y 430 [1543]). “Para que sirvan en cada Tambo los Indios que antiguamente suelen servir. Otro si Por quanto Guaynacaba Señor que fue de estos Reynos y los otros que fueron tenian repartido, y ordenado toda la tierra Pueblos, Aldeas y lugares de los Indios naturales que havian de servir en los di-chos Caminos en cada uno de los Tambos y por-que ahora no se podria ordenar en otra manera mejor de como los dichos señores lo tenian pro-veido y ordenado y porque assí conviene que se haga al presente porque de otra manera no po-drían estar los dichos Tambos hechos poblados y proveidos como de suso ba ordenado y provei-do mando que lo suso dicho que en tiempo de los otros Señores se guardaba se guarde y cumpla de aquí adelante e que en cada uno de los dichos Tambos que de suso ban declarados sirvan los Casiques e Indios, Pueblos, Aldeas y lugares que solian servir en los dichos Tambos, depositos y Provision de ellos assí los Casiques y Pueblos que de suso van declarados en las partidas de los dichos Tambos como todos los otros que so-lian servir aunque aquí no bayan declarados assí en el hazer las Casas como en la Provision e Indios que en ellos ha de estar segun y como ba declarado y de la manera que tenian costumbre de hacer y hacian sirviendo en tiempos que estos Reynos se ganaron y reducieron al servicio de S. M.” (Vaca de Castro 1908: 455 [1543]). Es importante destacar que en este documento se hace alusión a los tiempos de Huayna Capaq (Guaynacaba) y que los tambos asentados en los Caminos Reales o Qapaq Ñan estaban equi-pados con suficiente gente (Indios o Naturales) y provisiones “...que pueblen y tengan poblados y bastecidos de Comida para los Caminantes que pasaren y que hubieren en la Provincia de cada Tambo y que no sean obligados a dar Carne a los Yanaconas ni a los Indios ni Indias que los espa-ñoles llevaren consigo y que assí mismo tengan en los dichos Tambos, Agua, Leña y Yerba de In-dios como de antes solian estar en dichos Tam-bos para llevar las cargas (...) que puede llevar cada uno...” (Vaca de Castro 1908: 453 [1543]). Es decir, que todo español que estuviera a cargo de un tambo trataba de que éste estuviera siem-pre en buenas condiciones, y muy bien proveído, con el motivo de hospedar a cada caminante. Al mismo tiempo cumplía la función de Alguacil de

66

Page 68: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

67Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

Campo a través de la cual “...tengan vara de Justicia por que el remedio de lo susodicho consiste en la ejecucion de lo contenido en es-tas ordenanzas y en que los dichos Naturales tengan perzona que los ampare y defienda que por ninguna persona les sea hecho algun mal tratamiento y porque lo susodicho se pueda cumplir y ejecutar ordeno y mando que cada uno de los Españoles que hubieren de residir y residieron en los dichos Tambos pueda traer y trayga vara de Justicia de Alguacil del Campo en los Caminos, Pueblos, Aldeas y lugares de los dichos Naturales que por este Capitulo doy facultad y lizenzia...” (Vaca de Castro 1908: 461 [1543]). Las rutas que se habilitaron al comercio y co-municación fueron las siguientes:1. De la ciudad del Cuzco a la Villa de Plata (provincia de los Charcas) “Del Cuzco al tambo de Mohina o Quispi-canchi. Primeramente el camino que se ha de caminar y por donde han de ir o benir de este Ciudad del Cuzco para la villa de la Pla-ta que es en la Provincia de las Charcas an de ir al Tambo de Mohina y porque el dicho Tambo esta Quemado y en el asiento de el no hay agua y en su lugar esta poblado y sera el primer Tambo el de Quispicanchi...” (Vaca de Castro 1908: 430 [1543]). Los tambos que le siguen al de Quispicanchi por esta ruta son: Urcos, Quiquijana, Cangalla, Compapata, Cacha, Sicuani o Chiguana, Luru-cache, Chungara y Ayahuire. “De Chungara a Ayahuire. Y del Tambo de Chungara al Pueblo y Tambo de Ayahuire que es de Francisco de Villacastin en el qual han de servir todos los Indios del dicho Pueblo y lo a el sugeto y los Pueblos Hururu y Asillo con lo a el sugeto. Aqui se apartan los dos caminos a la redonda de la laguna que se llama Omasuyo o Hurcosuyo.” (Vaca de Castro 1908: 432 y 433 [1543]). a) El camino de Omasuyo se dirige, desde Ayahuire, hacia Pupuja continuando posterior-mente por Chuquicache o Quiquicache, Guan-cani, Moho, Guaycho, Carabuco, Achacache, Guarina, Pucarani, Llaja, Oyachea, Cajamarca, Hayo Hoyo, Pipica, Caracollo (de aquí en ade-lante los tambos pertenecen a la jurisdicción de Villa de Plata ocupada por indios Suras y Char-cas) Paria, Butambo o Guanachuspa, Chayanta, Chuquiavo (La Paz), Pocoato, Macha, Caracara

y Moromoro hasta arribar finalmente a la Villa de Plata. “De Moromoro a la villa de Plata. Y del dicho Pueblo de Moromoro se tiene de ir a la dicha vi-lla de Plata otro si demas del dicho camino Real que va señalado de esta ciudad del Cuzco a la Villa de Plata puedan ir por el camino antiguo que se toma de Ayahuire como sera declarado.” (Vaca de Castro 1908: 436 [1543]).b) “Donde se dividen los dos Caminos Reales del Collao para la Villa de Plata. En el Pueblo de Ayahuire por razon de la Laguna se dividen dos caminos el que llaman de Omasuyo y el que de uso esta declarado, y el otro que se llama de Hurcosuyo es el siguiente” (Vaca de Castro 1908: 436 [1543]). A partir de Ayahuire se continua a través de los tambos: Pucara, Nicasu, Camata, Caracoto, Pau-carcolla, Puno, Chucuito3, Acora, Hilavi, Xulli, Pomata y Sepita. “De Sepita a Machaca. Y del di-cho Pueblo de Sepita se pasa la puente del Des-aguadero de la Laguna y se tiene de ir al Pueblo de Machaca que es del Repartimiento del Mar-ques…” (Vaca de Castro 1908: 437-438 [1543]). Posteriormente se sigue por Caquiavire o Caciya-bire, Caquicora4, Callapa, Totora (primer tambo de la jurisdicción de la Villa de Plata), Chuqui-cota, Colque, Andamarca, Churimarca, Aullaga y el Tambo de Hernando de Aldana (provincia de Aullagas). Por último, y atravesando territorio de los Charcas, se pasa por Porco (donde se en-cuentran las minas de plata de los Charcas) hasta finalmente arribar a la Villa de Plata.2. De la Villa de Plata a la Villa de Arequipa “Otro si para venir de la dicha Villa de Pla-ta a la villa de Arequipa se ha de venir por los caminos Reales susodichos hasta la puente del Desaguadero y de la dicha Puente por todos los

3 Desde el tambo de Chucuito hasta el tambo de Ca-quicora pertenecen al repartimiento del Marques, Rey o S. M. “...en el qual han de servir el dicho Pueblo y aldeas con lugares a el sujetos.” (Vaca de Castro 1908: 437-438 [1543]).4 “Adonde se toma en el Collao la Trabesia o Camino para las Minas de Plata de Porco de los Charcas. Otro si del dicho Pueblo de Caquicora atraviesan al Cami-no Real de Omasuyo en un dia y del dicho Pueblo Ca-quicora se pasa el Rio y se toma el Camino para ir a las Minas de Plata de los Charcas de porco de plata para las quales han de ir por los Tambos siguientes.” (Vaca de Castro 1908: 438 [1543]).

Page 69: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

ción a los tambos de Xaquijaguana (Xaquixagua-na) y Limatambo. “Y del dicho Tambo de Lima-tambo se tiene de ir al Tambo de Guarina en el qual han de servir los Indios y Pueblos siguien-tes, Pitocalla o Cacho o Tilca que son de Antonio Ruiz de Guebara, cotomalca o Ayaranga o Bam-bate que son de Setiel y todos los Pueblos aldeas y lugares que tiene el fator Illan Suares de Car-vajal en la Provincia de Cotabamba que es de la otra parte del Rio de Apurima. Y del dicho Tam-bo de Apurima se tiene de ir al Tambo de Cura-guasi...” (Vaca de Castro 1908: 443 [1543]). Creemos que al nombrar la Provincia de Cota-bamba hace referencia a la provincia de Cocha-bamba ubicada del otro lado del río Apurímac. De ahí, que el tambo tenga dos menciones dife-rentes, una Guarina y la otra Apurima; este últi-mo topónimo hace notar la cercanía con el río ya mencionado. Del tambo de Curaguasi hay que dirigirse al tambo de Abancay o Cabana, luego se prosigue sucesivamente por Cochacajas, Curimba o Cu-ramba, Andahuaylas, Vramarca (primer tambo perteneciente a la jurisdicción de la Villa de San Juan de la Victoria), Vilcas y Chupas hasta alcan-zar San Juan de la Victoria.6. De la Villa de San Juan de la Victoria a la ciudad de Lima o ciudad de los Reyes “Otro si desde la Villa de San Juan de la victo-ria para ir a la Ciudad de los Reyes se ha de ir todo el camino Real, y el primer Tambo saliendo de la Villa ha de ser el Tambo de Yangar en el qual han de servir los Indios Mitimaes de Die-go Gabilan.” (Vaca de Castro 1908: 445 [1543]). Los tambos siguientes, en orden sucesivo, hasta la ciudad de los Reyes son: Marses, Parcos, Pi-coy, Aco, Llacaja Paraleanga en Ica, Patan, Jau-ja, Chupayco, Pariacaca, Huarochiri, Chondal y Natin.7. De San Juan de la Victoria a la ciudad de la Frontera de los Chachapoyas y a la villa de Guanuco “Otro si para ir o venir de esta Ciudad del Cuz-co a la Ciudad de la Frontera de los Chachapo-yas o a la Ciudad de Leon se tiene de ir por el dicho Camino Real que de suso esta declarado de esta Ciudad a San Juan de la Victoria y de la Villa de San Juan al Tambo de Jauja desde don-de se aparta el Camino para la dicha Ciudad de los Chachapoyas o Villa de Guanuco, y el primer Tambo donde se ha de ir desde el dicho asiento de Jauja es del asiento de Tarama y de alli todo

Pueblos del Rey hasta Chucuito.” (Vaca de Cas-tro 1908: 439 [1543]). Es decir, que saliendo de Villa de Plata hay que dirigirse en sentido contrario al tramo an-teriormente descrito hasta llegar a Chucuito. A partir ahí se continua hacia Puno, Hatun Co-llao, Cahuana y Xaquixaguana hasta concluir la marcha en Arequipa.3. De la ciudad del Cuzco a la Villa de Arequipa “Y de esta Ciudad del Cuzco al Tambo de Quispicancha y del Tambo de Quispicancha al de Urcos y de Urcos a Quiquijana, en los quales dichos Tambos tienen de servir los Ca-ciques Pueblos e Indios que estan declarados.” (Vaca de Castro 1908: 440 [1543]). Del tambo de Quiquijana se sigue en dirección al pueblo o tambo de Pomacancha, pasando luego por Ya-nacoa, Cora (tambo de Juan de Figueroa) y un tambo a cargo de Don Christoval con los indios Hatun Cana encomendados. “Y del dicho Tam-bo se ha de ir al pueblo de Hatun Cana en el qual han de serbir los Indios del mismo Pue-blo con los otros Indios que por alli tiene Don Christobal porque desde el dicho Tambo hasta la Villa de Arequipa hay cinco o seis jornadas de despoblado tierra mui fria y muy pobre de Leña y sin ningunos bastimentos y no es justo que los Indios atrabiesen con cargas el dicho despoblado. Mando que el dicho Pueblo o Pue-blos Canas se tome el camino por los Colla-guas por el qual ay poblado una noche si, otra no y es poco lo que se rodea.” (Vaca de Castro 1908: 441 [1543]).4. Del pueblo o tambo de Ayahuire ha-cia el pueblo o tambo de Puno en el caso del anegamiento del camino Real de Hurcosuyo “Otro si por que en tiempo de inbierno el Ca-mino de Hurcosuyo desde el pueblo de Ayahui-re hasta Puno ay muchas alnegas, esteros, o brazos de Rios, y en el dicho tiempo es travajo-so de caminar por alli en tal caso doy lisencia para que se pueda caminar y camine desde el dicho Pueblo de Ayaguire a Quipa y de Quipa a Lampa, y de Lampa a Tocona, y de Tocona a Hatun Collao, y del pueblo de Puno que es en el dicho Camino Real.” (Vaca de Castro 1908: 442 [1543]).5. De la ciudad del Cuzco a la Villa de San Juan de la Victoria: Este Camino Real partía del Cuzco en direc-

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 68

Page 70: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

69Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

el Camino Real hasta las dichas Ciudades o Vi-lla, Mando a mis Tenientes que hagan poblar los dichos Tambos cada uno en su jurisdiccion conforme a lo contenido en estas Ordenanzas.” (Vaca de Castro 1908: 447 [1543]).

8. De la ciudad de Lima a la Villa de Are-quipa “Otro si para ir o benir de la Ciudad de los Reyes a la Villa de Arequipa se tiene de ir de la dicha Ciudad al Tambo de Pachacama en el qual han de servir los Indios de Hernan Gon-zales y Bernardo Ruiz. Y del dicho Tambo de Pachacama se tiene de ir al Tambo de Chillca (...) Y del dicho Tambo de Chillca se ha de ir al Tambo de Lamar (...) Y del dicho Tambo de la Mar se tiene de ir al Guarco (...) Y del dicho Tambo del Guarco se tiene de ir al Tambo qne esta sobre el Rio Lunaguana en el qual dicho Tambo han de servir los Indios de Chincha que son Mitimaes que estan en el dicho Rio e Indios de Diego de Agüero. Y del dicho Tambo del di-cho Rio se tiene de ir a Chincha que es de S. M. Iden del dicho Tambo de Chincha se ha de ir a Cangalla (...) Y del dicho Tambo de Cangalla se tiene de ir al Tambo de Ica (...) Y del dicho Tambo de Ica se tiene de ir al primer Valle de Lanasca el qual ha de estar siempre Poblado el Tambo y proveido por razon de que ay dose leguas de despoblado del Tambo a otro en el qual han de servir los Indios del mismo valle. Y del dicho Tambo del primer valle se ha de ir al Tambo de Collao que es en el tercero valle de Lanasca en el qual han de servir los Indios del mismo valle. Y del dicho Tambo del Collao se tiene de ir al Pueblo de Lanasca (...) Y del dicho Pueblo principal de Lanasca se ha de ir a Apoloma que es otro valle de la dicha Nas-ca en el qual han de servir los Indios del dicho Valle de la dicha Nasca (...) Y del dicho Valle de Apoloma se ha de ir al Tambo de Hacari (...) Y del dicho Tambo de Acari se ha de ir al Tambo del segundo valle de Hacari que se dice Taqui (...) Y del dicho Tambo de Mendoza que se llama Taqui se ha de ir a Vilcaroca (...) Y del dicho Valle o Tambo de Vilcaroca se ha de ir a Tico (...) Y del dicho Tambo Atico se ha de ir a un Pueblo de Pescadores que esta cerca de la Mar (...) Y del dicho Pueblo de Pescadores se ha de ir a Ocoña en el qual han de servir los Indios del mismo valle (...) Y del dicho Tambo de Ocoña se ha de ir a Camana en el qual han

de servir los Indios de todo el valle (...) Y del di-cho Tambo de Camana se ha de ir a 9 leguas de despoblado a otro valle de que se sirve Gomes de Leon que se llama Ciguas en el qual han de servir los Indios del dicho Gomes y los que tiene en el dicho valle. Y del dicho Tambo de siguas se tiene de ir al valle y Tambo de Vitor (...) Y del di-cho valle de Vitor se tiene de ir a la villa de Are-quipa.” (Vaca de Castro 1908: 447-449 [1543]).9. De la ciudad de los Reyes o Lima a las ciudades de Trujillo y San Miguel “Otro si para ir de la Ciudad de los Reyes a la de Trujillo se tiene de ir al Tambo de Don Domingo...” (Vaca de Castro 1908: 449 [1543]). Luego le siguen en orden sucesivo hasta llegar a Trujillo los tambos Pintado, Guaurua, Supe, Ba-rranca, Parmonga, Guarmey, Cazma, Guamba-cho, de Santa, Suo y Guañape. “Otro si en el camino que se ha de llevar, o Tambos que han de estar poblados desde la Ciu-dad de Trujillo hasta la villa de San Miguel son los siguiente, De la dicha ciudad se ha de ir al Tambo de Chicama en el qual han de servir los Indios de Diego de Mora y Francisco de Fuen-tes.” (Vaca de Castro 1908: 450 y 451 [1543]). A continuación del tambo de Chicama le siguen Pa-casmayo, Caña, Collique, Sinto, Tucume, Jayan-ca, Motupe, Quiros, Ala, Paur, hasta finalmente alcanzar la ciudad de San Miguel. 10. De la ciudad de San Miguel al Pueblo de Tumbes Este trayecto discurría, desde la ciudad de San Miguel, en primer lugar por el Tambo de Zapa-tera, luego le seguían Tambo Malinche, Tambo Grande, Tambo de Posechos y en último lugar el Tambo de Solana hasta arribar a Tumbes (Vaca de Castro 1908: 452 [1543]).11. Desde Lima a Quito (Ecuador) “Otro si para ir de la Ciudad de los Reyes a la de Quito se tiene de ir por todo el camino Real que sale de la dicha Ciudad de los Reyes hasta la villa de San Miguel por los Tambos de suso contenidos. De la dicha villa de San Miguel se ha de ir por todo el camino Real por Zaganacbe o Carrochamba y Tomebamba y todo el cami-no Real hasta Quito en el qual se han de poblar todos los Tambos que estaban poblados en el tiempo en que se conquistaron y poblaron de Es-pañoles estos Reynos los quales dichos Tambos mando a los Tenientes mios de la dicha Ciudad o villa hagan luego poblar conforme a lo conte-nido en estas Ordenanzas cada uno de los dichos

Page 71: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

hazian en tiempo de los Ingas Señores pasados y las puentes en esta manera que las que solian estar de Crisnejas se hagan assi y las que pudie-ren hazer de madera se hagan de manera que esten sufisientes y seguras para el paso de los caminantes, lo qual hagan y cumplan dentro de 4 meses después que esten publicadas estas Ordenanzas y lo tengan todo siempre assi repa-rado so pena de incurrir en pena de la primera ordenanza susodicha aplicada como en ella se contiene y que los dichos Españoles y Alguaziles que han de estar en los dichos Tambos puedan juntar todos los Caziques que fueren obligados y suelen hazer los dichos Caminos y Puentes para lo que se les da por esta Ordenanza entera fa-cultad y poder.” (Vaca de Castro 1908: 462-464 [1543]). Para que esta reglamentación fuera lle-vada a cabo con total eficacia era necesario que ciertas personas se encargaran de su contralor. Por tal motivo, el Gobernador concedía, además de los Alguaciles de Tambos y Campos, ciertas facultades bajo el título de Veedor o Visitador, los cuales dos veces por año “...vean como se cum-ple y guarda lo contenido en estas Ordenanzas y en lo que hallaren que no se ha guardado y cumplido lo hagan guardar, egecuten las penas (...) y cada uno de los quales pueda llebar y llebe consigo un Escrivano del Rey ante quien visite y haga las condenaciones que huviere de hazer...” (Vaca de Castro 1908: 481 y 482 [1543]). Varios pasajes de estas Ordenanzas, al referirse al peso de las cargas a transportar por los indios caminantes, revelan una corta distancia entre los tambos “...que en aquel tiempo heran las cargas moderadas y los tambos poblados y cerca unos de otros...” (Vaca de Castro 1908: 464 [1543]). Debido a ello se dispuso “...que los Tambos es-ten poblados y haya en ellos Indios y comida para que los Indios no pasen cargados largas jornadas, Ordeno y mando que todas y qual-quier perzona que assi llebaren los dichos Indios cargados con cargas no lo pasen desde donde se los dieren mas de hasta otro Tambo poblado, so pena de perder las cargas y 30 pesos de Oro por cada Indio que assi pasare aplicado en la manera que dicha es” (Vaca de Castro 1908: 465 [1543]). De esta forma, con los tambos poblados y abastecidos lo suficiente como para mantener a la población y a los transeúntes, no era necesario que estos últimos transportaran provisiones. De ahí que “...ordeno y mando que ningun Espa-ñol ni caminante no tome ni llebe de un Tambo

Tenientes los que estuvieren en su jurisdicción” (Vaca de Castro 1908: 452 [1543]). Tal como lo demuestran estas Ordenanzas se habilitaron sólo una parte de los caminos rea-les, es decir aquellos que constituyeron fuertes intereses, tanto de instalación como de vigilan-cia y tránsito, siendo necesario el control de energía e información hacia los diferentes cen-tros políticos-administrativos. La existencia de otras rutas queda demostra-da cuando el Licenciado Vaca de Castro (1908: 480 [1543]) en sus Ordenanzas “...manda que ninguna perzona no pueda caminar ni cami-ne fuera de los Caminos Reales, Mando que la persona o perzonas que por mandado del Go-vernador, o de su lugares Tenientes o de otra qualquier Justicia fuere a cosa que conbenga al servicio de S. M. o a la ejecucion de la Justicia, las personas tales puedan caminar por donde les pareciere que conbiene para la ejecucion de los que les fuere mandado sin incurrir por ello en ninguna pena.” y “...si por quanto muchos de los vezinos tienen sus repartimientos fuera de los Caminos Reales declaro y mando que los tales vecinos y la persona que enviaren pue-dan ir y vallan ellos por el camino acostum-brado sin incurrir en ninguna pena.” (Vaca de Castro 1908: 480 [1543]). Debido a la impor-tancia de la explotación minera que la Corona tanto codició, los caminos mineros fueron de suma importancia a tal punto que “...la gente y ganados y bastimentos que fueren a las mi-nas de Oro y plata an de ir atrabezando por la tierra mando que las tales perzonas, gente, re-cua, y ganado pueda ir y baya por el Camino o Caminos que les pareciere que les conviene sin incurrir en ninguna pena...” (Vaca de Castro 1908: 480 y 481 [1543]). El arreglo de los caminos era una condición sine qua non por lo cual “...para se poder ca-minar los dichos Caminos que de suso ban señalados sin peligro y los caminantes no tengan causa de se desbiar ni salir de ellos ni hazer daño a los Indios ni recibirlo ellos hay necesidad muy grande de aderezar los dichos caminos y muchos Pasos que estan quebrados (...) ordeno y mando que todos los caminos malos pasos, calzadas y Puentes de los dichos Rios, aderezen y renueben las dichas perzonas y vecinos que tiene encomendados los dichos Indios en cuya pertenencia estuvieren o fue-ren obligados a adobarlos, y hacerlo como

70

Page 72: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

71Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

cosa alguna para delante comida ni Provision (...) exepto que si de un Tambo a otro huvie-re mas de una jornada pueda llebar de comer hasta el otro Tambo conforme a las jornadas que hubiere...” (Vaca de Castro 1908: 470 y 471 [1543]). Tal es así que podía darse el caso de trayectos despoblados5 con 30 leguas de dis-tancia para lo cual se disponía que los indíge-nas no volvieran cargados al tambo de donde habían partido “Otro si porque demas de los dichos daños y Trabajos que haran en hacer los dichos Españoles y los dichos Indios con lle-bar las dichas cargas hazen otro y es que des-pués de llegados al Tambo los Indios con las cargas y a que alli les den otros entregan los que lleban a los Caminantes que llegan para que los buelban cargados a los Tambos donde salieron y aun muchas vezes en el Camino los truecan y en parte donde han andado los In-dios muchas jornadas por ser despoblado de manera que acontece andar los dichos Indios cargados treinta leguas y bolber otras treinta en partes donde ay falta de Tambos por ende para remedio de lo susodicho Ordeno y mando que de aqui adelante los Indios que llegaren cargados a un Tambo ni los Indios de aquel Tambo, ni el Español o Españoles que ay estu-bieren, ni los Caminantes que ay vinieren no los tomen para tornarlos cargados a los Tam-bos donde salieron por manera alguna, so pena de treinta pesos...” (Vaca de Castro 1908: 478 [1543]). Ahora, teniendo en cuenta que: 1) las cargas se hicieron en los respectivos tambos; 2) los indios cargados no podían sobrepasar más de un tambo; 3) solamente se aceptaban cargar provisiones en el caso de que el viaje se exten-diera por más de un día; y 4) había tramos de treinta leguas desprovistos de tambos, pode-mos pensar en una distancia mínima de “una jornada” de viaje entre dos tambos, pero que no era siempre regular ya que, según fuera

5 El término despoblado se refiere al hombre y no a la geografía, quiere decir: tierra sin po-blación, sin pueblos, sin gente, independiente de sus condiciones ecológicas. Cuando se apli-ca a extensiones desérticas, no se refiere a una determinada condición natural sino a que no habita gente (Advis Vitaglich 1994: 125-126).

el caso, se podía superar el día de marcha. En relación a la medida de la legua, Hyslop (1992) advierte que es un concepto muy ambi-guo, tema que trataremos en las discusiones de este trabajo. En términos generales, sostiene que una legua promedio podía tener una distancia de 5 km con un desvío estándar del 20%. En los primeros tiempos de la conquista tam-bién era necesario tener el control de todos los viajeros, para lo cual la Justicia dispuso el uso de una licencia “...por quanto para mejor se pueda aberiguar que personas son las que van contra las cosas contenidas en esta dicha Ordenanza y para remedio de que la gente no ande bagabun-do por los Pueblos de los Indios es cosa mui ne-cesaria que las perzonas que hubieren de cami-nar antes que salgan del Pueblo de Christianos donde estubieren saquen licensia de la Justicia para que la dicha Justicia sepa quien va o donde quiere ir y si combiene darle la dicha licensia o no, Ordeno y mando que todas las perzonas que hubieren de caminar de diez leguas arriba de la tal Ciudad, o Villa donde hubieren de partir sean obligados a sacar y saquen licensia (...) y en cada Ciudad o Villa haya un libro que tenga el Escribano en que se asienten las dichas lisen-cias y a quien se dan y para donde van, y el dia, y el mes, y año para que mejor se pueda ave-riguar quien de los que parten (...) para que si no estubieren proveidos los Tambos por donde ha de pasar (...) los hagan proveer...” (Vaca de Castro 1908: 475 y 476 [1543]). Entonces, tal como lo manifiesta la Ordenanza se necesitaba de un determinado permiso para ca-minar 10 leguas. El mismo había que presentarlo en cada ciudad o villa por la cual se transitara, al efecto de quedar registrado. De esta manera, de acuerdo a nuestro análisis de la Ordenanza, sostenemos la hipótesis de que las distancias en-tre un tambo y otro eran de, por lo menos, diez leguas. El flujo de información circulante era constan-te y se sostenía a través de los tambos, desde los cuales de un día para otro, según fueran las jor-nadas de viaje, los Alguaciles de Campo podían dar cuenta de su situación “...porque los dichos Alguaziles que han de residir en los Tambos es-ten mejor aparejados de los Indios que fueren necesarios para las cargas y servicio de los que caminaren Ordeno y mando que los dichos Al-guaziles se den abios unos a otros de la gente que viniere en tal manera que el Tambo de atras

Page 73: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

que señalan que Wayna Cápac fue quien se en-cargo de continuar con la obra de su padre (Co-ros Cantín y Coros Villca 1999): “Guainicapa lo alargó y restauró, y no lo hizo, como algunos dicen; que cosa vieja es, y que no la pudiera aca-bar en su vida.” (López de Gomara 1979: 282 [en línea]). En cuanto a las distancias existentes entre los diferentes lugares de asentamiento a la vera del camino, los antecedentes son imprecisos6 pero marcan una concertada equidistancia entre los mismos, Cristóbal de Molina (1968: 68 [1552]) se refiere a ello cuando dice que “algunas partes de este camino especialmente desde la ciudad el Cuzco adelante, hacia el Estrecho de Magallanes y provincias de Chile, va señalado en el camino la media legua; por manera que sin reloj ni otra cuenta sabe el hombre a cada paso adónde va y lo ha caminado”. A partir de un seguimiento pormenorizado de algunas fuentes etnohistóricas hemos diferencia-do aquellas que proponen jornadas de: 1) Media legua: Herrera y Tordecillas (1730: 35 [1492-1531]); Molina (1968: 74 [1552]); Cieza de León (2005: 345 [1553]); López de Velasco (1971 [1571-74]); Sarmiento de Gamboa (1947: 193 [1572]); Guaman Poma de Ayala (1980: 254 [en línea]). Murúa (en línea: Libro Segundo, capítulo VIII [1590]) señala que los chaskiwasi “…esta-ban en los caminos, a trechos cada uno cuanto un tiro de ballesta, y algunas veces más cerca-nos, y otros había a media legua…”; 2) Una legua: Vázquez de Espinosa (1948: 362-543 [1630: vol. 108]); 3) Una legua y media: Acosta (en línea: Libro Sexto, capítulo XVII, pp. 398 [1590])4) Dos leguas: Mena (1967: 81 [1534]); 5) Tres a cuatro leguas: Herrera y Tordecillas

6 La ambigüedad entre los cronistas quizás se debió al hecho de no diferenciar un tambo de un chaskiwasi, lo que implicó la variación, y por ende posterior reduc-ción, del cálculo de las distancias entre los sitios de una ruta determinada. En los tambos residían varias personas y se encargaban de la producción de bienes, administración local, actividades ceremoniales y mili-tares y explotación de recursos según las necesidades del Imperio (Hyslop 1992). Por su parte, los chas-kiwasi eran moradas más chicas ubicadas a distancias más cercanas que los tambos, podían albergar hasta cuatro personas y servían de refugio a los transeúntes y mensajeros (Coros Cantín y Coros Villca 1999).

donde llegaren algunos caminantes le haga saber luego el mismo dia que llegaren al Tam-bo de adelante para que aquella noche se sepa en el para quantas personas se han de apare-jar Indios porque los tales caminantes no se detengan por falta de ellos.” (Vaca de Castro 1908: 477 [1543]). Otros aportes etnohistóricos para el es-tudio de la vialidad Imperial La conquista española se vio favorecida, des-de un primer momento, por el uso inmediato de los caminos y posadas que los Inkas tenían construidos. Estas posadas conocidas como tambos formaron parte esencial de la compleja red de caminos que unían un vasto territorio comprendido por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Según López de Ve-lasco (1971: 203 [1571-1574]) los tambos eran “suntuosos aposentos proveídos de comidas y ropas y calzados para la gente de guerra que por ellos caminaba.”. En su obra Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú Agustín de Zarate dice: “Demás de la obra y gasto destos caminos, mandó Guaynacaba que en el de la sierra, de jornada a jornada, se hiciesen unos palacios de muy grandes an-churas y aposentos, donde pudiese caber su persona y casa, con todo su ejército, y en el de los llanos otros semejantes, aunque no podían hacer tan menudos y espesos como los de la sierra, sino a la orilla de los ríos.” (Agustín de Zarate 1946: 540 [1543]). La construcción de esta vasta red caminera se debe tanto a Topa Inka Yupanqui como a su hijo Wayna Cápac. Los cronistas Pachacu-ti Yamqui Salcamaygua (1613) y Anello Oliva (1631) coinciden con Ortega Morejón y Castro cuando atribuyen a Topa Inka Yupanqui ser el artífice y gestor de esta red vial (Coros Cantín y Coros Villca 1999); “...mando en toda la tie-rra se hiziesen caminos que llaman capañan que quiere dezir camino real mando q(ue) le hiziesen casa en cada valle y le señalasen cha-caras y le diesen mugeres hizo haer tanbos reales y hizo casas de agras…” (Ortega More-jón y Castro 1974: 94 [1558]). Betanzos (1987: 113 [1551]), al respecto, dice que este Inka, refi-riéndose a Topa Inka, “como fuese ganando las provincias fuese poniendo postas juntas unas de otras por todo el camino por do pasase”. Por otra parte existen cronistas como López de Gomara (1552) y Contreras y Valverde (1649)

72

Page 74: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

73Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

(1730 [1492-1531: Década Primera, Capítulo XVI, folio 35]); Molina (1968: 68 [1552: tomo CCIX]); Santillán (1968: 114 [1563]); García (1981: 187 [1607]); Salinas y Córdoba (1957: 29 [1630]); Montesinos (1930: 40 [1644]): “…de á tres á tres leguas y de quatro á quatro”. Juan de Matienzo (1566), Oidor de Charcas, en una carta de 1566 describe el itinerario de Charcas hacia Santiago del Estero y expresaba “...hay pueblos de indios chichas y de otras na-ciones, y tamberías del Inga, de que no se ha hecho mencion, todas con agua, yerba y leña, y casas y paredones descubiertos; porque to-das las jornadas del Inga son de tres leguas, y la que más de cuatro; y en los tambos que no se ha dicho que hay indios, apaciguada la tierra, podrían salir los indios comarcanos a servir, como se hace en Perú y lo hacian ellos mismos en el tiempo del Inga, porquestán sus pueblos cercanos del camino, a dos, y a tres, y a seis leguas, el que más lejos.” (Berberian 1987: 208).6) Cinco a seis leguas: Murúa (en línea: Li-bro Segundo, capítulo VIII [1590]) escribe en su obra “…la distancia de estos correos era pequeña, y así con suma brevedad corrían los avisos, sin detenerse un solo momento en parte ninguna, ni aun a tomar huelgo y aliento el chasqui, y agora son las jornadas de cinco o seis leguas, y de tambo a tambo.”7) Ocho leguas y más: Zarate (1946: 540 [1543]) informa, por su parte, que estos tam-bos “…están apartados ocho a diez leguas, y en partes quince y veinte”. Vaca de Castro (1908 [1543]) reporta un mínimo de 10 le-guas según el análisis realizado más arriba. Cuando el Inca Garcilaso de la Vega (1976: tomo II, pp. 22 [en línea]) describe el posi-ble funcionamiento de los chaski dice que “…tenían a cada cuarto de legua cuatro o seis indios mozos y ligeros, los cuales estaban en dos chozas para repararse de las inclemencias del cielo. Llevaban los recaudos por su vez, ya los de una choza, ya los de la otra; los unos miraban a la parte del camino, y los otros a la otra, para descubrir los mensajeros antes que llegasen a ellos, y apercibirse para tomar el recaudo, porque no se perdiese tiempo al-guno. Y para esto ponían siempre las chozas en alto, y también las ponían de manera que se viesen las unas a las otras. Estaban a cuar-to de legua, porque decían que aquello era lo

que un indio podía correr con ligereza y aliento sin cansarse.”. Fray Martín de Murúa (en línea: Libro Segundo, capítulo VIII [1590]) al respecto sostiene “Caminaban corriendo y, cuando me-nos, quince o diez y seis leguas cada día y las le-guas son larguísimas, según la cuenta del Ynga, porque llegan de cinco a seis mil pasos, y por caminos tan fragosos y ásperos, de cuestas y bajadas tan difíciles, era mucho.”. Pedro de Cie-za de León (2005: 345 [1553]) quien dice que “...los Ingas inventaron las postas, que fue lo mejor que se pudo pensar ni imaginar...” habla sobre la disposición de pequeñas casas cada media le-gua en las cuales Inca Yupanqui “...mandose que en cada uno de ellos estuviesen dos indios con bastimento y que estos indios fuesen puestos por los pueblos comarcanos y que no estuviesen estantes sino, de tiempo a tiempo, que fuesen unos y viniesen otros” (Cieza de León 2005: 345 [1553]). Es evidente que el servicio de chaski era muy eficiente, al punto de que “en quince días y me-nos venían desde Chile, y desde Quito a Cuzco” (Fernández 1963: 81 [1571]) o como afirma Alon-so de Borregan (1968: 466 [1565]) “era menester de enviar algún aviso que en quince días fuese a Chile con el recado y en otros quince volvie-se”. A lo que su vez Betanzos (1987: 113 [1551]) agrega: “en ocho días sabía el Ynga en la ciudad del Cuzco lo que se hacia en el Quito y sus pro-vincias que son mas de trecientas leguas las que hay del Quito al Cuzco y asimismo le llevaban el pescado fresco en tres días desde la costa al Cuzco, que son ciento veinte leguas”. En su His-toria del Nuevo Mundo el Padre Bernabé Cobo sostiene que un chaski podía correr hasta 50 le-guas en un día normal por lo que “...en tiempo de los Incas, con todo eso, han llevado cartas desta ciudad de Lima á la del Cuzco en tres días, que son ciento y cuarenta leguas de muy mal cami-no de sierras muy dobladas, en que tardan aho-ra los correos españoles de á caballo de doce á trece días” (Cobo 1892: 268 y 269 [1653]). Fray Martín de Murúa (en línea: Libro Segundo, ca-pítulo VIII [1590]) también señala que “Cuando el Ynga quería comer pescado fresco de la mar, con haber setenta u ochenta leguas desde la cos-ta al Cuzco, donde él residió, se lo traían vivo y buyendo, que cierto parece cosa increíble en trecho y distancia tan larga, y en caminos tan ásperos y fragosos, porque lo corrían a pie y no a caballo, pues nunca los tuvieron hasta que los

Page 75: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

tían hubiese, porque el Ynga no los castigase.” Otra referencia significativa es la que subra-yan varios autores como Cristóbal de Molina (1968 [1552]), López de Gomara (1979 [1552]), Sarmiento de Gamboa (1947 [1572]) y Cieza de León (2005 [1553]), entre otros, sobre caminos con presencia de paredes tapiadas hacia ambos lados, sistemas de acequias y árboles ornamenta-les y frutales en especial el Molle (Schinus molle), árbol sagrado para los Inkas. “Tenían dos cami-nos reales del Quito al Cuzco, obras costosas y notables; uno por la sierra y otro por los llanos, que duran mas de seiscientas leguas; el que iba por llano era tapiado por ambos lados, y ancho veinte y cinco pies; tiene sus acequias de agua, en que hay muchos arboles, dichos molli. El que iba por lo alto era de la misma anchura cortado en vivas peñas y hecho de cal y canto, ca o baja-ban los cerros o alzaban los valles para igualar el camino; edificio, al dicho de todos, que vence las pirámides de Egipto y calzadas romanas y todas obras antiguas” (López de Gomara 1979: 281 y 282 [en línea]). En cuanto al abastecimiento de los tambos “Eran estos tambos lo mismo que nuestras ven-tas y mesones, sólo que se servían muy de otro modo, porque no los poseía ningún particular, edificándolos la comunidad del pueblo y pro-vincia, y tenía obligación de preservarlos ente-ros, limpios y proveídos de sirvientes. En ellos se alojaban los ejércitos, gobernadores y demás ministros reales, y de los depósitos que en ellos había del Inca se les daba de comer y de todo lo demás que habían menester; y los goberna-dores que residían en las cabezas de provincias tenían especial cuidado de mandar á los pue-blos tuviesen muy buen recaudo en ellos” (Cobo 1892: 266-267 [1553]); “...Por entre estas dos Sierras pasaban los dos caminos, el uno que lla-maban de los Ingas, por los Andes, desde Pas-to, hasta Chile, que tiene 900 leguas de largo, i 25 pies calzada, i de quatro en quatro Leguas Casas muy sumptuosas, que llaman Tambos, en que havia provisión de Comida, i Vestidos, i de media a media Legua Hombres, que estaban en Postas, para llevar recados, i ordenes, de man-do en mano” (Herrera y Tordecillas (1730 [1492-1531: Década Primera, Capítulo XVI, folio 35]); “Estos aposentos se llaman tambos, donde los indios en cuya jurisdicción caían, tenían hecha provisión y depósito de todas las cosas que en él había menester para proveimiento, más aún

españoles entraron en esta tierra. Mediante la presteza de estos chasquis, tenía aviso el Ynga de lo que sucedía en Quito, en Chile, en los Chi-riguanaes, Chunchos, Guancabilcas, Pastos y otras provincias.” Otra forma de funcionar que tenía este servi-cio era añadiendo mensajeros y dando avisos de humo y llamas “…para lo cual tenían siem-pre los chasquis apercibido el fuego y los ha-chos, y velaban perpetuamente de noche y de día por su rueda, para estar apercibidos para cualquier suceso que se ofreciese. Esta manera de aviso por los fuegos era solamente cuando había algún levantamiento y rebelión de reino o provincia grande, y hacíase para que el Inca lo supiese dentro de dos o tres horas cuando mucho (aunque fuese de quinientas o seiscien-tas leguas de la corte), y mandase apercibir lo necesario para cuando llegase la nueva cierta de cuál provincia o reino era el levantamiento. Éste era el oficio de los chasquis y los recau-dos que llevaban.” (Garcilaso de la Vega 1976: tomo II, Pag. 23 [en línea]). Al hacer referencia al mantenimiento de los ca-minos, tal como Vaca de Castro (1908: 462-464 [1543]) lo señala en sus Ordenanzas de Tambos, Lizarraga (1987: 247 [1594-1607]) nos informa que “El Inga y sus gobernadores tenían tanto cuidado acerca de los caminos, que siempre habían de estar limpios y aderezados; y tan anchos que casi dos carretas a la par sin estor-barse la una a la otra podrían caminar. Los pueblos comarcanos a los caminos tenían cui-dado de aderezarlos si se derrumban”. Murúa (en línea: Libro Segundo, capítulo VIII [1590]) por su parte indica que “Estos caminos, junta-mente con las puentes, acequias y calzadas en los lugares lagunosos y dificultosos de pasar, tenían sumo cuidado, para aderezarlos, los curacas y principales y gobernadores puestos por el Ynga, cada uno en sus provincias y pue-blos, conforme el número de indios que tenía a su cargo. Era de manera esto que en todos los caminos de Sierra y llanos, aunque fuesen pedregosos y ásperos, no había una piedra tan sola en que tropezar el caminante, ni le es-torbase, ni detuviese cosa alguna, y así les era fácil caminar cualquier camino largo, y los corrían los indios chasquis sin impedimento y aun cuando el Ynga pasaba no había de haber hasta las hojas de los árboles en el suelo, que todo estaba limpio, ni aun pajuelas consen-

74

Page 76: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

75Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

su ejército, no solamente de mantenimiento, mas aun de armas, vestidos y todas las otras cosas necesarias; tanto, que si en cada uno de estos tambos querían renovar de armas o vestidos de veinte y treinta mil hombres en su campo, lo podían hacer sin salir de casa.” (Zarate 1946: 540 y 541 [1543]). Estas afirma-ciones coinciden con lo señalado por Vaca de Castro (1908: 453 [1543]) y que más arriba he-mos comentado.

La evidencia arqueológica Tal como hemos mencionado son muchos los trabajos arqueológicos que se han dedica-do al estudio de los caminos incaicos (Strube Erdmann 1963; Raffino 1981; Hyslop 1984; Trombold 1991; Vitry 2000; Castro et al. 2004; Berenguer et al. 2005; Moralejo 2011; entre otros). Las temáticas encontradas son varia-das, evaluándose, entre otras cosas, desde los recursos disponibles y/o empleados en deter-minadas regiones (explotación minera, agríco-la, pastoreo), hasta la localización y funcionali-dad de los asentamientos, como también el tipo de relaciones existentes entre ellos y la traza de la red de comunicaciones. La reconstrucción de los caminos incaicos re-quiere de un examen exhaustivo de todas aque-llas variables que se relacionan con su materia-lización tanto en espacio como en tiempo. Para ello requerimos de los aportes de la etnohisto-ria, la geografía moderna y la lingüística (topo-nimia y tradición oral) que al cotejarse con los datos arqueológicos nos permiten arribar a un mejor reconocimiento de los mismos. Como se señaló anteriormente no ha habido entre los cronistas una clara diferenciación de los sitios ya sean estos tambos o chaskiwasi, pero desde una lectura arqueológica ambos se pueden distinguir claramente, como lo hacen Niemeyer y Rivera en el despoblado de Ataca-ma cuando señalan la presencia de estructuras mayores y menores que acompañan al Cami-no del Inka; las primeras corresponden a tam-bos y las segundas (abiertas hacia el camino) corresponden a chaskiwasi o estaciones para chaski (Niemeyer y Rivera 1983). Por otra par-te Raffino (1981: 210) define a los tambos como “un sitio constituido por uno o más R. P. C. emplazados a la vera del camino, encerrando los corrales y eventualmente provistos de de-pósitos o collcas para el abastecimiento”7. Al

mismo tiempo, y basado en el registro etnohistó-rico, los diferencia de los “corpahuasi” (posadas camineras de planta rectangular o circular com-puestos por dos o tres construcciones y de menor relevancia arquitectónica que aquellos) y de los “chasquihuasis” (pequeñas estafetas o chozas imperiales de los corredores de la posta) (Raffino 1981). Según Hyslop (1992) existen discrepancias en-tre los investigadores en cuanto a las distancias de los tambos. La misma se debe a diferencias en sus respectivas áreas de estudio según los facto-res que pudieron haber determinado la ubicación de aquellos. Al respecto se pueden mencionar la presencia de agua y de terrenos circundantes productivos, terrenos anegadizos, la presencia de poblaciones locales y centros preincaicos, facili-dad de viaje, distancia de la mano de obra local, condiciones para el tráfico caravanero y para los viajes reales. Tomamos algunos ejemplos para el Norte Chico de Chile donde Iribarren Charlin y Bergholz (1971) han asignado entre 4 y 9,5 km. la distancia entre las postas; en el Valle de Us-pallata y alrededores (Mendoza, Argentina) Bár-cena (1979 [1977]) estima la misma entre 22,5 y 25 km.; Raffino (1981) refiere que la distancia variaba de acuerdo a la topografía, pero gene-ralmente se ubicaban a una jornada de marcha de 40 km en zonas llanas y 20 km. en paisajes más accidentados; teniendo en cuenta también la presencia de posadas menores, postas de co-rreo u otras construcciones en zona intermedia. Mostny (1971) aporta distancias de seis leguas (5 km.) para un día de marcha, mientras que Hys-lop (1992) a partir de los estudios realizados por el Proyecto Caminos Inkaicos en Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile, entre los años 1978 y 1981, manifiesta que los chaskiwasi estaban se-parados por distancias promedio de 3,3 a 7,7 km. dependiendo de que fueran dos o cuatro chaski por posta (Figura 2). Por otro lado, sostiene que los “tampus” se encuentran a distancias muy va-riables, desde menos de 10 hasta 42 km., pudien-do ser recorridas por cualquier persona en un día o quizás menos. La mayor parte se ubican entre 15 y 25 km. Algunos se encuentran espaciados de 25 a 45 km. y, por lo general, presentes en desier-

7 La sigla RPC hace referencia al Rectángulo Perime-tral Compuesto, también denominado kancha (Couso et al. 2011).

Page 77: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Figura 2. Imagen del chaski en tiempo de los Inkas. Representación tomada de Felipe Guaman Poma de Ayala (1980: Tomo I, 252 [1584-1615]).

76

Page 78: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

tos o regiones áridas, donde el agua, los recur-sos productivos locales y la población son casi inexistentes (Hyslop 1992).

Discusiones El trazado e infraestructura del Camino del Inka se entiende como la materialización del raciocinio político, militar, económico y cultu-ral de una sociedad en vías de expandirse. De esta forma se fue generando un determinado discurso hegemónico que permitía controlar y subordinar las sociedades que se encontraban a su paso. Tal es así, que los Inkas establecían la ubicación de sus súbditos de acuerdo con su posición en un camino dado (Hyslop 1992). La ideología Inka asociaba sus caminos con la división conceptual del espacio y la sociedad. Según Hyslop (1992: 19) los caminos “consti-tuían un medio de concebir y expresar su con-cepto de una geografía cultural”. Si hacemos una lectura etnohistórica podemos observar que este diseño conceptual se manifiesta tam-bién en sus propios relatos sobre la ubicación y orientación de los caminos (Sanhueza Tohá 2002). A través de nuestro análisis se desprende que tanto en la arqueología como en las fuentes et-nohistóricas no hay un acuerdo entre los inves-tigadores y/o autores, a la hora de establecer las distancias entre los diferentes asentamien-tos a la vera del camino incaico. Con respecto a la arqueología podemos aducir que las mismas se deben a la variabilidad de espacios-paisajes analizados por los investigadores; es decir que podríamos encontrar un “patrón de jornadas” según la particularidad dada en cada ambiente. A esto le podemos sumar la confusión genera-da por el uso de diferentes sistemas de medi-ción con el objeto de interpretar los cálculos sobre distancias que aparecen en los documen-tos tempranos andinos (Hyslop 1992). Por otra parte, las diferencias en las fuentes etnohistóri-cas se deben a que cada autor generalizó sobre la información específica que había observado o recogido y el hecho de que no vieran todas las postas crea la posibilidad de que no pudie-ran observar una secuencia completa, quizás porque algunos no sobrevivieron después de la caída del Tawantinsuyu o porque no diferen-ciaban bien un tambo de un chaskiwasi (Hys-lop 1992 y Coros Cantín y Coros Villca 1999). Sanhueza Tohá (2002) señala, al respecto, que

muchos de los contrasentidos o errores de las crónicas, al momento de considerar el diseño, disposición y orientación espacial de las princi-pales rutas incaicas, pudo responder a precon-ceptos territoriales y espaciales de origen cus-queño o altiplánico. Uno de los conceptos que más ambigüedad reúne es el de “jornadas de viaje tomadas en le- es el de “jornadas de viaje tomadas en le-guas”. ¿Cuál es la medida exacta que encierra este concepto?, ¿las distancias expresadas en le-guas equivalían a un día de camino? Son pregun-tas que nos conducen a indagar un poco sobre la legua española usada en los Andes durante los si-glos XVI y XVII. Hyslop (1992: 172) dedica un ca-pítulo de su libro a la reflexión sobre estos temas y establece que “la legua ha significado muchas distancias diferentes para diferentes pueblos en diferentes parte del mundo y en siglos diferen-tes”. Este autor usa el concepto de Antonio Rai-mondi (quien realizó muchos viajes en el Perú) para decir que la legua “es una medida de tiempo más que de distancia”, por ende pudo haber teni-do una distancia fija científicamente determina-da, pero que en la practica se establecía por el lar-go de una caminata, la cual podría variar según el tipo de terreno y la persona que realizara el cálculo (Hyslop 1992: 173-174). De esta manera, no es posible determinar una longitud especifica para la legua española en los Andes, concluyen-do así “que los primeros cronistas no tenían una noción clara sobre una medida estándar de la legua” (Hyslop 1992: 173).

Conclusiones La información brindada por las Ordenanzas de Tambos de Vaca de Castro y las crónicas nos permiten organizar un corpus de datos que ca-racterizan al espacio vial dentro de un contexto incaico determinado. En cuanto al objetivo de tratar de construir un modelo que nos sirva como guía de búsqueda en el terreno, se nos plantea la dificultad de llevarlo adelante por no encontrar entre las fuentes etnohistóricas y los análisis ar-queológicos una cierta concordancia en la infor-mación proporcionada. Según Hyslop (1992: 176) “no existe una dis-tancia fija reconocida en los Andes, ni ahora o en el siglo XVI, que equivalga a una jornada o día de camino”. Tanto la energía de una perso-na como el peso de su carga, los animales que lo acompañan y la naturaleza del terreno hacen de la jornada una distancia sumamente variable.

77Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

Page 79: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Por ende seria necesario contar con un cuer-po de evidencias especificas para lograr deter-minar la distancia entre tambos y chaskiwasi, cosa extremadamente difícil si tenemos en cuenta la gran variabilidad dada en todo el Im-perio. También se puede incurrir en un método inductivo de análisis creando generalidades a partir de cada caso encontrado, lo cual plantea serios problemas (Chalmers 2005). A dicha variabilidad podemos agregar lo que sostienen la mayoría de las fuentes históricas de que los “tampus” se encontraban separados por un día de camino cuya distancia se definía entre 3 y 5 leguas. Pero en la practica se ad-vierte que estos tambos estaban separados por menos de un día de caminata, debido a que la mayoría de los nativos andinos pueden cubrir esas distancias en uno o dos tercios de un día; de ahí que se requiere más evidencia para de-terminar la distancias (Hyslop 1992). El Qhapaq Ñan fue el elemento estructural e integrador de la economía, política e ideología implementada por los Inkas a lo largo de los Andes, convirtiéndose así en la columna ver-tebral de todo el Imperio. Tanto el transporte de bienes estatales como el circuito de chaski se vieron favorecidos por el entrelazamiento e infraestructura de este sistema caminero. Al mismo tiempo fue esencial para la defensa del territorio, el cual era amenazado por rebeliones internas e invasiones externas, permitiendo así una rápida movilización del ejército Inka (Ra-ffino 2006). Por todo lo expuesto, podemos establecer que la serie camino-tambo-chaskiwasi constituyó ese elemento vertebrador que se plasmó en un paisaje determinado bajo cierto patrón de uniformidad vial cuya construcción respondía a determinadas pautas estandarizadas. Por lo que planteamos -como una aproximación ha-cia la reconstrucción de un tramo de camino incaico con todos sus componentes, teniendo en cuenta que existe un tambo por jornada de viaje y sin precisar la cantidad de kilómetros- la necesidad de analizar los espacios arqueo-lógicos definidos por la posición de los asen-tamientos en el entorno físico, la accesibilidad al entorno y las condiciones de visualización. En este último punto, y de acuerdo con Criado Boado (1993), será importante considerar la visibilidad -o dominio visual desde un sitio-, la visibilización -de qué forma un elemento natu-

ral o artificial es visto- y la intervisibilidad -rela-ción visual entre elementos del paisaje-.

Agradecimientos Este trabajo comenzó siendo el corolario de la materia de Etnohistoria, cursada durante mi ca-rrera de doctorado; por lo que ahora quisiera que valga de homenaje a la Dra. Antonia Rizzo quien fuera mi profesora durante ese año lectivo. Deseo también agradecer enormemente a la Licenciada Anahí Iácona por la lectura crítica del manuscri-to y por ser siempre una gran consejera y tutora en el desarrollo de mis trabajos.

Bibliografía

ACOSTA, José de, [1590]. Historia Natural y Mo-ral de las Indias. José Alcina Franch (edición). Artehistoria Revista Digital, Crónicas de Amé-rica, Tomo 43. Junta de Castilla y León. Accesi-ble en Internet http://www.artehistoria.jcyl.es/cronicas/contextos/12553.htm [Consultada el 04-08-12, 20 hrs.]

ADVIS VITAGLICH, Pedro, 1994. Noticias de cronistas e historiadores sobre la travesía de los Andes realizada por la hueste de Almagro duran-te la jornada de Chile. Contribución Histórica. Nro. 4: 103-127. Museo Regional de Atacama. Copiapó.

BÁRCENA, Roberto, 1979 [1977]. Informe so-bre recientes investigaciones arqueológicas en el N.O. de la Provincia de Mendoza - Argentina (Valle de Uspallata y zonas vecinas) (Con espe-cial referencia al período incaico). En: Actas del VII Congreso de Arqueología de Chile, Vol. II: 661-692. Ediciones Kultrún. Santiago de Chile.

BERBERIAN, Eduardo, 1987. Crónicas del Tu-cumán. Siglo XVI. Conquistadores de Indias I. Comechingonia, Revista de Antropología e His-toria. Córdoba.

BERENGUER, José; CÁCERES, Iván; SANHUE-ZA, Cecilia y HERNÁNDEZ, Pedro, 2005. El Qhapaqñan en el Alto Loa, norte de Chile: Un es-tudio micro y macromorfológico. Estudios Ata-cameños. Nro. 29: 7-39. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama.

BETANZOS, Juan de, 1987 [1551]. Suma y Na-rración de los Incas. María del Carmen Rubio (transcripción, notas y prólogo). Ediciones Atlas. Madrid.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 78

Page 80: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

BINFORD, Lewis, 1991. En busca del pasado. Editorial Crítica. Barcelona.

BORREGAN, Alonso de, 1968 [1565]. Crónica de la conquista del Perú. Rafael Loredo y Gui-llermo Lohmann Villena (edición). Biblioteca Peruana, Tomo II: 415-473. Editores Técnicos Asociados. Lima.

CASTRO, Victoria; VARELA, Varinia; ALDU-NATE, Carlos y ARANEDA, Edgardo, 2004. Principios orientadores y metodología para el estudio del Qhapaqñan en Atacama: desde El Portezuelo del Inka hasta Río Grande. Chunga-ra, Revista de Antropología Chilena. Vol. 36, Nro. 2: 439-451. Universidad de Tarapacá. Arica.

CIEZA DE LEÓN, Pedro de, 2005 [1553]. Cró-nica del Perú. El Señorío de los Incas. Franklin Pease G. Y. (edición). Biblioteca Ayacucho, Co-lección Clásica Nº 226. Caracas.

COBO, Padre Bernabé, 1892 [1653]. Historia del Nuevo Mundo. Tomo III. Marcos Jiménez de la Espada (notas e ilustraciones). Sociedad de Bibliófilos Andaluces. Sevilla.

COROS CANTÍN, Carlos y COROS VILLCA, Carlos, 1999. El Camino del Inca en la Cordille-ra de Aconcagua. Revista El Chaski Nro. 1, Vol. 1: 1-80. Museo Arqueológico de Los Andes. Los Andes. V Región de Chile.

COUSO, María; MORALEJO, Reinaldo; GIO-VANNETTI, Marco; DEL PAPA, Luis; PAEZ, María; GIANELLI, Julia; GIAMBELLUCA, Laura; ARNOSIO, Marcelo y RAFFINO, Rodol-fo, 2011. Análisis de la variabilidad material del Recinto 1 - Kancha II: aportes para una com-prensión de la política incaica en El Shincal de Quimivil. Arqueología. Nro. 17: 35-55. Instituto de Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires.

CRIADO BOADO, Felipe, 1993. Visibilidad e interpretación del registro arqueológico. Tra-bajos de Prehistoria, Vol. 50: 39-56. Universi-dad de Santiago de Compostela. España.

CHACALTANA CORTEZ, Sofía, 2010. Desafíos de la arqueología histórica: los tambos colo-niales. Ponencia presentada en el 1º Simposio Internacional de Arqueología Histórica Posi-bilidades y Perspectivas para una Arqueolo-gía Histórica del Perú, 12 al 14 de agosto del 2010. Universidad Ricardo Palma - Universi-dad Nacional Mayor de San Marcos - Pontificia

Universidad Católica del Perú - Harvard Univer-sity. Lima.

CHALMERS, Alan, 2005. ¿Qué es esa cosa lla-mada ciencia? Siglo XXI de Argentina Editores. Buenos Aires. Argentina.

FERNÁNDEZ, Diego, 1963 [1571]. Historia del Perú. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid.

GARCÍA, Gregorio, 1981 [1607]. Origen de los Indios del Nuevo Mundo. Franklin Pease G. Y. (estudio preliminar). Edición facsimilar sobre la segunda edición de 1729. Biblioteca Americana. Fondo de Cultura Económica. México.

GARCILASO DE LA VEGA, Inca, 1976 [1609]. Comentarios Reales de los Incas. Aurelio Miró Quesada (prólogo, edición y cronología). Biblio-teca Ayacucho, Colección Clásica, 2 Vols.: Tomo I (Nº 5) y Tomo II (Nº 6). Caracas. Venezuela. Accesible en Internet http://www.bibliotecaya-cucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&swords=garcilaso&tt_products=5 [Consulta-da el 26-07-12, 23:15 hrs.] http://www.bibliote-cayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&swords=garcilaso&tt_products=6 [Con-sultada el 26-07-12, 23:15 hrs.].

GLAVE, Luis, 1988. Tambos y caminos andinos en la formación del mercado interno colonial. Anuario de Estudios Americanos, Tomo XLV: 83-138. Escuela de Estudios Hispano-America-nos de Sevilla. España.

GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe, 1980 [1615]. Nueva Corónica y Buen Gobierno. Franklin Pea-se G. Y. (transcripción, prólogo, notas y crono-logía). Biblioteca Ayacucho, Colección Clásica, Tomo I (Nº 75). Caracas. Venezuela. Accesible en Internet http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=103&begin_at=48&tt_products=75 [Consultada el 05-08-12, 23:30 hrs.]

HERRERA Y TORDECILLAS, Antonio de, 1730 [1492-1531]. Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas i Tierra Firme del Mar Océano. Imprenta Real de Nicolás Rodrí-guez. Madrid.

HYSLOP, John, 1984. The Inka road system. Institute of Andean Research New York. Acade-mic Press. Inc. New York.

HYSLOP, John 1992. Qhapaq Ñan. El Siste-

79Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

Page 81: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

ma Vial Inkaico. Elias Mujica (editor), Eduar-do Arias (traductor). Instituto Andino de Estu-dios Arqueológicos. Petróleos del Perú. Lima.

IRIBARREN CHARLIN, Jorge y BERGHOLZ, Hans, 1971. El camino del Inca en un sector del Norte Chico. En: Actas del VI Congreso de Ar-queología Chilena: 229-265. Santiago de Chile.

LIZARRAGA, Reginaldo de, 1987 [1594-1607]. Descripción del Perú, Tucumán, Río de La Pla-ta y Chile. Ignacio Ballesteros (edición). Serie Historia 16, Colección Crónicas de América Nº 37. Madrid.

LÓPEZ DE GOMARA, Francisco, 1979 [1552]. Historia general de las Indias y Vida de Hernán Cortés. Jorge Gurría Lacroix (prólogo y crono-logía). Biblioteca Ayacucho, Colección Clásica, Nº 64. Caracas, Venezuela. Accesible en In-ternet http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=103&begin_at=40&tt_products=64 [Consultada el 27-07-12, 10 hrs.]

LÓPEZ DE VELASCO, Juan, 1971 [1571-1574]. Geográfica y Descripción Universal de las In-dias. Marcos Jiménez de la Espada (edición). Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones At-las. Madrid.

MAGALLANES, Manuel, 1912. El Camino del Inca. Revista de Historia y Geografía de Chile, Tomo III, Nº 7: 44-75. Santiago de Chile.

MATIENZO, Juan de, 1987 [1566]. Carta a S. M. del Licenciado Matienzo. En: Crónicas del Tucumán, Siglo XVI: 203-213. (Editado por E. E. Berberian). Comechingonia. Córdoba.

MENA, Cristóbal de, 1967 [1534]. La conquis-ta del Perú llamada la Nueva Castilla. Raúl Porras Barrenechea (edición). Las relaciones primitivas de la conquista del Perú. Instituto Raúl Porras Barrenechea. Universidad Nacio-nal Mayor de San Marcos. Lima. Lima.

MOLINA, Cristóbal de, 1968 [1552]. Relación de muchas cosas acaecidas en el Perú. Francis-co Esteve Barba (edición y estudio preliminar). Biblioteca de Autores Españoles. Crónicas Pe-ruanas de Interés Indígena, Tomo CCIX. Edi-ciones Atlas. Madrid.

MONTESINOS, Fernando de, 1930 [1644]. Memorias antiguas historiales y políticas del Perú. Horacio H. Urteaga (edición). Colección

de libros y documentos referentes a la historia del Perú, 2da Serie, Tomo VI. Librería e Impren-ta Gil S.A. Lima.

MORALEJO, Reinaldo, 2011. Los Inkas al sur del Valle de Hualfín: organización del espacio desde una perspectiva paisajística. Tesis Doctoral Nº 1150. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. La Plata.

MORALEJO, Reinaldo, 2012. El Camino del Inka en el sector central de la provincia de Catamar-ca: actualización y perspectivas. Andes. Nro. 23. Centro Promocional de las Investigaciones en Historia y Antropología “Dr. Guillermo Madra-zo”. Universidad Nacional de Salta. Argentina. (En Prensa).

MOSTNY, Grete, 1971. Prehistoria de Chile. Edi-torial Universitaria. Santiago de Chile.

MURÚA, Fray Martín de, [1590]. Historia Gene-ral del Perú. Manuel Ballesteros Gaibrois (edi-ción). Artehistoria Revista Digital, Crónicas de América, Tomo 20. Junta de Castilla y León. Ac-cesible en Internet http://www.artehistoria.jcyl.es/cronicas/contextos/11497.htm [Consultada el 10-05-12, 17 hrs.]

NACUZZI, Lidia, 1989-1990. El aporte de la Et-nohistoria al estudio de la arqueología de Patago-nia. Runa. Vol. XIX: 161-175. Buenos Aires.

NIEMEYER, Hans y RIVERA, Mario, 1983. El Camino del Inca en el despoblado de Atacama. Boletín de Prehistoria de Chile. Nro. 9: 91-193. Departamento de Ciencias Sociológicas y An-tropológicas. Universidad de Chile. Santiago de Chile.

ORTEGA MOREJON, Diego de y CASTRO, Fray Cristóbal de, 1974 [1558]. Relaçión y declaraçión del modo que este Valle de Chincha y sus comar-canos se governavan antes que oviese Yngas y después q(ue) los vuo hasta q(ue) los cristianos entraron en esta tierra. En: Historia y Cultura. Nro. 8: 91-104. Museo Nacional de Historia, Ins-tituto Nacional de Cultura. Lima.

RAFFINO, Rodolfo, 1981. Los Inkas del Kollasu-yu. Ediciones Ramos Americana. La Plata.

RAFFINO, Rodolfo, 2006. El Capricornio Inka: la unificación política. En: Las rutas del Capricornio Andino. Huellas milenarias de Antofagasta, San Pedro de Atacama, Jujuy y Salta: 67-78. Consejo de Monumentos Nacionales. Santiago de Chile.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 80

Page 82: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

REGAL, Alberto, 1936. Los Caminos del Inca en el Antiguo Perú. Editorial Sanmarti. Lima.

RIBEYRO, Julio Ramón, 2007. Prosas Apá-tridas (completas). Editorial Seix Barral S. A. Biblioteca Breve. Barcelona.

ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, Ma-ría, 1975. Algunos comentarios hechos a las Ordenanzas del Doctor Cuenca. Historia y Cul-tura. Nro. 9: 119-125. Lima.

SALINAS Y CÓRDOBA, Fray Buenaventura de, 1957 [1630]. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo Piru. Luis E. Valcarcel (intro-ducción). Colección Clásicos Peruanos, Vol. I. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

SANHUEZA TOHÁ, Cecilia, 2002. En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarca-ciones territoriales. El Camino del Inca en el despoblado de Atacama. Revista de Historia Indígena. Nro. 6: 97-129. Departamento de Ciencias Históricas. Universidad de Chile. San-tiago de Chile.

SANTILLÁN, Hernando de, 1968 [1563]. Re-lación del Origen, Descendencia, Política y Gobierno de los Incas. Francisco Esteve Barba (edición). Crónicas Peruanas de Interés Indíge-na, Tomo CCIX: 97-149. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid.

SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro, 1947 [1572]. Historia de Los Incas. Ángel Rosenblat (edición y nota preliminar). Tercera edición. Emecé Editores, S. A. Buenos Aires.

STRUBE ERDMANN, León, 1958. La ruta de Don Diego de Almagro en su viaje de explora-ción a Chile. Córdoba, Argentina. Revista de la Universidad Nacional de Córdoba. Número especial, 1º parte: 269-293. Córdoba.

STRUBE ERDMANN, León, 1963. Vialidad Imperial de los Incas. Serie Histórica. Nro. XXXIII: 1-113. Instituto de Estudios America-nistas. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba.

TROMBOLD, Charles, 1991. Ancient road net-works and settlement hierarchies in the New World. (Editado por Charles. D. Trombold). Cambridge University Press. New York.

VACA DE CASTRO, Cristóbal, 1908 [1543]. Or-

denanzas de Tambos. Revista Histórica. Tomo 3: 427-492. Instituto Histórico del Perú. Lima.

VÁZQUEZ DE ESPINOSA, Antonio, 1948 [1630]. Compendio y descripción de las Indias Occiden-tales. Charles Upson Clark (transcripción del manuscrito original). Smithsonian Miscellaneus Collection, Vol. 108. Smithsonian Institution. Washington.

VITRY, Christian, 2000. Aportes para el estudio de caminos incaicos. Tramos Morohuasi – Inca-huasi. Salta, Argentina. Editora Gofica. Salta.

VON HAGEN, Víctor, 1958. Los caminos del sol. Editorial Hermes. Buenos Aires.

ZARATE, Agustín de, 1946 [1543]. Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú. Julio Le Ribereño (edición). Crónicas de la Conquista del Perú. Colección Atenea. Editorial Nueva España. México.

ZAPATA GOLLÁN, Agustín, 1940. Caminos de América. Publicaciones Nº 1, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales. Ministerio de Instrucción Pública y Fomento. Santa Fe.

81Camino-Tambo-Chaskiwasi. El Qhapaq Ñan a través de las fuentes etnohistóricas andinas

Reinaldo Andrés Moralejo

Page 83: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios

Rodolfo Monteverde [email protected]

Presentación La Revista Haucaypata, investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo: https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/home la revista Quillasumaq, estudios interdisciplinarios del antiguo y actual Perú: https://sites.google.com/site/revistaquillasumaq/ y el Laboratorio de Investigaciones Arqueobotánicas del Perú (LIAP), Departamento de Etnobotánica y Botánica Económica del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, organizaron la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios, el día 22 de setiembre del presente año, en el auditorio de dicho museo. Desde las 2 pm. hasta prolongada las 9 pm., 21 investigadores peruanos y extranjeros (recién egresados y profesionales de destacada trayectoria) expusieron 13 ponencias relacionadas al pasado incaico. Lo más resaltante de la conferencia fue sin duda que el mayor porcentaje de ponentes fueron jóvenes peruanos, que vienen desarrollando con destacada labor científica estudios interdisciplinarios (arqueológicos, etnohistóricos, paleobotánicos, etc.) sobre el Tahuantinsuyo en diversas partes del Perú (P.e. Cuzco, Madre de Dios, Abancay o la sierra de Lima) y del NW de Argentina; en temas relacionados con la arquitectura, la escultura, la iconografía en cerámica, el arte rupestre, temas de género, propuestas teóricas sobre los ushnus, la alimentación, el pastoreo y la agricultura, entre otros. Asimismo, se le rindió un merecido homenaje, por su distinguida carrera arqueológica al investigador peruano Bernardino Ojeda, quien por más de 30 años ha estudiado nuestro pasado prehispánico. A continuación les presentamos la relación de las ponencias y sus resúmenes, no sin antes agradecer a todos los ponentes, al destacado y numeroso público asistente, a los que participaron en la organización del evento: la arqueóloga Tatiana Stellian, quien nos brindó todo el apoyo necesario y en especial a la arqueóloga Gabriela Bertone Pietrapertosa, quien a nombre del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos nos cedió amablemente el auditorio. Por último, agradecemos a todos los auspiciadores que hicieron posible solventar los gastos de la conferencia.

MONTEVERDE SOTIL, Rodolfo, 2012. Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdiscipli-narios. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 5: 82-89. Lima.

Relación de ponencias

2:00-2:10 Inauguración

2:10-2:30 Rodolfo Monteverde Sotil “Una prospección al Parque Arqueológico de Sacsayhuaman-Cuzco: Ceques, Huacas y esculturas zoomorfas”

2:40-3:00 Zenobio Valencia García, Gori Tumi Echeva-rría López y John Valencia “Investigaciones arqueológicas en la cuenca del Amaybamba, propuestas e hipótesis preliminares”

3:10-3:30 Milena Vega-Centeno Alzamora “Los incas y las poblaciones amazónicas de Antisuyo (Cusco y Madre de Dios)”

3:40-4:00 Gabriela Bertone Pietrapertosa, Li Jing Na, Kylie Quave y Paula Espósito “La cocina Inca en las afueras de Cusco. Primeros resultados sobre in-vestigación arqueobotánica en el sitio Cheqoq- Maras, Cusco”

4:10-4:30 Denise Pozzi-Escot y Katiusha Bernuy “Reorga-nización del espacio arquitectónico del santuario de Pachacamac tras la conquista Inca”

4:40-5:00 José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montal-van “El Usno de Tamburco”

5:10-5:30 Gabriel Ramón Joffre “Un ushnu para Llocllay-Llocllay-y-huancupa (Huarochirí, Lima): norma y periferia en los conceptos pre-coloniales andinos”

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 82

Page 84: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

ponder cuatro interrogantes aún no resueltas en la bibliografía consultada: ¿qué evidencias mate-riales caracterizan a Chincana Grande y Laqo?, ¿estos dos sitios presentan recurrencias y/o dife-rencias materiales en lo que respecta a su imple-mentación como huacas?, ¿a que animales repre-sentan las tallas zoomorfas en los afloramientos rocosos de Chincana Grande, Quenqo Grande, Sikllacancha, Kusilluchayok y Laqo? y ¿cuál es la filiación cultural de dichas tallas escultóricas? Para lo cual: (1) hemos realizado un análisis del entorno inmediato (localización geográfica de es-tos sitios dentro del PAS, (2) hemos realizado un análisis a nivel intrasitios (arquitectura, organi-zación espacial de los edificios y espacios abier-tos, comunicación interna como pasajes o esca-linatas, afloramientos rocosos, tallas escultóricas en los afloramientos, evidencias arqueológicas halladas en excavaciones, etc., y (3) hemos rea-lizado un análisis intersitios (comparación de los datos del análisis del entorno inmediato e intrasitios. Asimismo, (4) específicamente en lo que concierne a las tallas zoomorfas en los aflo-ramientos rocosos, hemos practicado un análisis formal (descripción de sus propiedades intrínse-cas, observables y mensurables como por ejem-plo: material, soporte, localización en el soporte, técnica, formas, tipos, etc., propiedades, que una vez aisladas y definidas, serán comparadas a ni-vel intrasitios e intersitios. Nuestro trabajo no pretende crear modelos ni estandarizar las características materiales de las huacas cuzqueñas; ya que solamente analizare-mos preliminarmente cinco huacas de las 328 o más del sistema de Ceques del Cuzco. También debemos resaltar que la elección y comparación de estas huacas ha sido arbitraria, preparatoria y necesaria; ya que servirá de base para un aná-lisis macro de las huacas cuzqueñas de estos dos sectores, que actualmente venimos desarrollan-do. Nosotros pensamos que es importante, como primer paso, aproximarnos a entender cómo habrían sido las huacas cuzqueñas en base a evi-dencias observables, tangibles y mensurables; para posteriormente confrontar estos datos con documentos etnohistóricos y no a la inversa; es decir, crear modelos o realizar propuestas teó-ricas en base a los documentos etnohistóricos, aceptando lo que en ellos está escrito como “he-chos históricos o registros históricos”. Sólo así se podrá obtener un panorama más completo y só-lido del complejo religioso, político, ideológico y

5:30-5:50 Intermedio

5:50-6:10 Débora Infanzón Soriano “Pastores y agriculto-res durante la ocupación Inca en la sierra alta del río Santa Eulalia”

6:20-6:40Tatiana Stellian “Machismo o igualdad en el pe-riodo Inca: el papel de la mujer y de la Coya”

6:50-7:10 Sergio Barraza Lescano “Escogidas en escena: el papel ritual de las acllacona visto desde la iconografía alfarera Inca”

7:20-7:40 Victor Falcón Huayta “¿cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico?”

7:50-8:10 Paula Espósito, Josefina Spina, Gregoria Co-chero y Marco Antonio Giovannetti “La pre-sencia Inka en el Noroeste argentino: El caso de “El Shincal” de Quimivil (Catamarca)”

8:20-8:40 Rodolfo Monteverde Sotil “Homenaje al ar-queólogo Bernardino Ojeda”

8:50-9:00 Clausura

Resúmenes de ponencias

* Rodolfo Monteverde Sotil “Una prospección al Parque Arqueológico de Sacsayhuaman-Cuz-co: Ceques, Huacas y esculturas zoomorfas”

Esta exposición es el resultado preliminar de dos visitas de observación técnica arqueoló-gica, que realizamos, dentro del Parque Ar-queológico de Sacsayhuaman (PAS) del Cuzco, a Chincana Grande, Quenqo Grande y Siklla-cancha (sector Chinchaysuyo) y Kusilluchayok y Laqo (sector Antisuyo). Los cuales han sido propuestos como huacas del sistema de Ce-ques cuzqueño. Más allá de las implicancias etnohistóricas y etnográficas, presentamos un análisis riguroso de la naturaleza arqueológica documental de estos sitios, para intentar res-

83Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios

Rodolfo Monteverde Sotil

Page 85: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Afiche de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios.

84

Page 86: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

geográfico que conformaba el sistema de Ce-ques de la capital imperial del Tahuantinsuyo.

* Zenobio Valencia García, Gori Tumi Echeva-rría López y John Valencia “Investigaciones arqueológicas en la cuenca del Amaybamba, propuestas e hipótesis preliminares”

La cuenca del río Lucumayo, valle de Amay-bamba, se encuentra en la vertiente oriental de los Andes y constituye uno de los afluentes más importantes del río Vilcanota, siendo la parte externa oriental de la región llamada Vil-cabamba, uno de los territorios nacionales his-tóricamente más prominentes. Según los datos históricos conocidos, el valle de Amaybamba fue anexado al Imperio del Tahuantinsuyo por el Inca Pachacuti y posteriormente sirvió como vía de acceso principal a la región desde el Cusco siguiendo el trayecto Cusco-Tambo-Abra Malaga-Amaybamba-Choquechaca, que constituía la puerta principal de ingreso a Vil-cabamba. En los últimos tiempos del Tahuan-tinsuyo esta región sirvió como vía para el re-fugio de Manco Inca en Vilcabamba y fue parte de la zona nuclear de las más heroicas acciones de resistencia y reconquista del Perú en el siglo XVI. No obstante su prominencia, la arqueología de esta región aún no ha sido abordada integral-mente y las referencias conocidas constituyen principalmente aproximaciones al reconoci-miento o descubrimientos de sitios, y opiniones generales que no conforman hipótesis de arti-culación cultural ni definiciones sobre los ex-tensos complejos materiales reconocidos en la zona. La intención de esta ponencia es estable-cer hipótesis de articulación cultural siguiendo análisis materiales concretos, los que abordan específicamente una serie de artefactos arqueo-lógicos entre los que se incluyen arquitectura, cerámica, quilcas, caminos, entre otros; con lo cual poder sentar las bases de una definición extensa de la ocupación arqueológica del valle de Amaybamba, y posteriormente su contras-tación con las referencias históricas. En esta resolución pensamos que podremos incluir al valle de Amaybamba con personalidad propia en la gran historia regional de Vilcabamba y del Tahuantinsuyo.

* Milena Vega-Centeno Alzamora “Los incas y

las poblaciones amazónicas de Antisuyo (Cusco y Madre de Dios)”

El propósito de este trabajo es efectuar un estudio sobre las poblaciones nativas de época prehispá-nica ubicadas en la región amazónica inmediata del Urubamba y parte de Madre de Dios, áreas fronterizas a la zona nuclear cuzqueña durante la época Inca y colonial. Además, analizar cuales pudieron ser las relaciones entre los Incas y los habitantes de esta región tropical más conocida como el Antisuyo de los incas, la cual se halla al este y noreste del Cusco, al pie de la vertiente oriental de la cordillera andina. Aunque los historiadores han hecho algunos es-fuerzos por saber sobre sus antiguos moradores, así como esclarecer la presencia Inca, la conquis-ta y el pago de tributos en la ceja de selva y selva baja del Antisuyo, aún es escasa la información obtenida. Al preguntarnos sobre la expansión Inca hacia la selva ¿hasta dónde llegó?, ¿cómo eran las relaciones de los pueblos de esta región con los incas? y ¿qué sabemos de estos grupos prehispánicos?, por respuestas sólo se mencio-nan algunos apelativos y ciertas características demasiado generales. No conocemos ningún aspecto de su cultura, extensión geográfica, cos-tumbres, cultura material, aspectos demográfi-cos, y otras manifestaciones. En las crónicas, los habitantes de esta región reciben diferentes apelativo como: andes, chun-chos, opataries, manaries, pilcozones, monosu-yos, monopampas, o salvajes. Algunos de estos grupos se encuentran en la zona circundante a Vilcabamba en el Alto Urubamba y otros por Paucartambo a partir del valle de Kosñipata. El objetivo de este trabajo es hacer un recuento de información y identificar los grupos prehispáni-cos de la zona y tratar de definir áreas de ocupa-ción.

* Denise Pozzi-Escot y Katiusha Bernuy “Reor-ganización del espacio arquitectónico del san-tuario de Pachacamac tras la conquista Inca”

El santuario de Pachacamac tuvo una ocupación continua de más de 1200 años. Por su larga se-cuencia ocupacional, el sitio cuenta con estruc-turas monumentales que representan los más importantes estilos arquitectónicos de la costa central. La fama del santuario se debía principal-mente a que en él residía la Guaca Pachacamac,

85Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios

Rodolfo Monteverde Sotil

Page 87: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

oráculo consultado incluso por los gobernantes incas. Tras la conquista de la costa central por parte de los incas (1470 d.C), Pachacamac lle-gó a convertirse en uno de los más importantes centros de peregrinación interregional y fue interconectado a la red vial Inca, constituyen-do el punto culminante de uno de los tramos transversales del Qhapaq Ñan. En la presente ponencia expondremos los re-sultados de las más recientes investigaciones emprendidas por el Museo de Sitio de Pacha-camac – Ministerio de Cultura – en las prin-cipales vías de acceso y circulación interna del santuario. En el marco de las cuales, hemos re-conocido una serie de modificaciones en la ar-quitectura, que en algunos casos llegan a trans-formar el espacio arquitectónico pre-existente. Ello, sumado a los análisis interdisciplinarios realizados al material recuperado de las exca-vaciones, nos ha permitido complementar la visión que se tenía del sitio para el periodo Inca y evidenciar su adaptación a las nuevas necesi-dades rituales impuestas tras la conquista Inca del santuario.

* José Luis Pino Matos y Wendy Moreano Montalvan “El Usno de Tamburco”

Se presenta los recientes estudios del Usno de Tamburco, que consiste de una platafor-ma escalonada Inka, ubicada en la provincia de Abancay, departamento de Apurímac. Las investigaciones mostraran los detalles arqui-tectónicos de dicha plataforma ceremonial, así como su relación paisajística con la montaña del Ampay, cumbre importante de la zona de Apurímac. Del mismo modo se contextualizará este Ushno con sus similares de la región y de otras zonas del imperio Inka.

* Gabriel Ramón Joffre “Un ushnu para Llo-cllayhuancupa (Huarochirí, Lima): norma y pe-riferia en los conceptos pre-coloniales andinos”

El proceso mediante el cual relacionamos un término con un objeto puede denominarse traducción formal. La traducción formal de conceptos identificados en fuentes coloniales tempranas es una herramienta crucial de la ar-queología andina. Por ejemplo, ¿qué evidencias debemos hallar en los contextos del Horizonte Tardío para afirmar la existencia de un ayllu o

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

una parcialidad? ¿Cuáles son los rasgos forma-les distintivos de estas entidades? Conocida la importancia del Horizonte Tardío como modelo para aproximarnos a las épocas previas, el valor de las fuentes coloniales tempranas se multipli-ca. Los extirpadores de idolatrías y los arqueólogos han avanzado bastante en esta labor de traduc-ción formal, sin embargo estos últimos no acos-tumbran sistematizar tales saberes. Generalmen-te los arqueólogos han procedido a partir de casos específicos, regiones puntuales o restringiéndose a determinados pisos ecológicos. Y cuando se plantean lecturas comparativas, el Cuzco ha te-nido un peso excesivo en la interpretación de las periferias. El ushnu, que ha sido intensivamente estudiado por los arqueólogos y antropólogos, es un caso útil para discutir los alcances de este método. Si bien el concepto ha recibido adecuada atención de los especialistas, el tipo de definición postu-lada tiende a evitar las anomalías en lugar de aprovecharlas, a insistir en la norma y olvidar la periferia. En tal sentido, el ushnu mencionado en el Manuscrito de Huarochirí (temprano siglo diecisiete) es atípico, por lo cual suele ser citado brevemente, pero soslayado en las explicaciones de conjunto. A fin de enfatizar en una perspectiva que incor-pore la posibilidad de diferencia, la variabilidad periférica, discutiremos críticamente el ushnu ofrecido a Llocllayhuancupa. Primero, mostrare-mos el rol de la traducción formal, aprovechando para presentar algunos ejercicios en este senti-do, tempranamente realizados por Toribio Mejía Xesspe. Segundo, analizaremos las semejanzas y diferencias entre la descripción normal de ushnu y este caso huarochirano, evaluando las posibili-dades que deja abiertas.

* Débora Infanzón Soriano “Pastores y agricul-tores durante la ocupación Inca en la sierra alta del río Santa Eulalia”

Mediante una pesquisa bibliográfica y la investi-gación de dos asentamientos concretos, Marka-punta y Atacocha, se intenta demostrar que la ocupación Inca en la cuenca alta río Santa Eula-lia mantuvo los mismos patrones locales socio-políticos y económicos del Intermedio Tardío durante la ocupación Inca. El estudio se basa en nuestras observaciones y en las de otros in-

86

Page 88: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

vestigadores, que nos anteceden, de la arquitec-tura del periodo Inca para asentamientos como Atacocha, Markapunta, Japani, Marcahuasi de San juan de Iris, Buena Vista y otros. Ponemos énfasis en fundamentos ecológicos y socioló-gicos para argumentar la especialización en la economía, basada en la integración de grupos de pastores y agricultores. Esto nos permitió definir que tanto el patrón arquitectónico local como la economía se mantuvieron, y proponer cómo intervienen en la organización Inca, que se dio en el lugar posteriormente. Estas eviden-cias nos permiten plantear nuevas interpreta-ciones acerca de la función de estos asenta-mientos y su importancia para el Imperio Inca.

* Tatiana Stellian “Machismo o igualdad en el periodo Inca: el papel de la mujer y de la Coya”

El estudio del género recibe una atención cre-ciente desde la década de los años ochenta. Por género considero el papel que se atribuye a cada sexo en su sociedad. Para estudiar este tema, en el contexto de la sociedad Inca, los es-tudiosos disponen de las fuentes etnohistóricas y arqueológicas. Basándose sobre estas eviden-cias, expusieron una serie de hipótesis sobre el papel de la mujer en el incanato. En la presente ponencia, realizo un detallado análisis sobre la mujer en el Tahuantinsuyo y en especial sobre la Coya, exponiendo y analizando críticamente las fuentes etnohistóricas y los estudios acadé-micos llevados a cabo sobre este tema. Me en-foco en dos temas principales: la complemen-tariedad y el paralelismo. Con lo cual intento demostrar la importancia de las mujeres en el Tahuantinsuyo y de manera particular el de la Coya. Sobre ella, expongo su papel político, re-ligioso, económico, pero también el rol que te-nía en la legitimación del Inca y en la sucesión del nuevo gobernador del incanato. También destaco su relación con la agricultura y la gue-rra. Esta ponencia trata de salir de los modelos de géneros occidentales y de adoptar una visión adaptada al ambiente andino.

* Sergio Barraza Lescano “Escogidas en esce-na: el papel ritual de las acllacona visto desde la iconografía alfarera Inca”

La cerámica polícroma del estilo Inca Impe-rial es considerada uno de los elementos más

emblemáticos de la presencia estatal cuzqueña en los diferentes territorios integrados al Tahuan-tinsuyu; el fino acabado de sus superficies y la marcada estandarización de sus formas y diseños decorativos contribuyeron a otorgarle un “sello distintivo” ampliamente reconocido en el ámbito arqueológico andino. Entre los rasgos idiosincrá-ticos usualmente asociados a dicha estandariza-ción destaca la predominante representación de diseños abstracto-geométricos sobre la superficie de las piezas. Junto a estos diseños, no obstante, los artesanos pintaron esporádicamente algunos motivos figurativos antropomorfos integrados a mediados del siglo pasado por John Rowe dentro del estilo Cuzco Policromo Figurado. Es hacia estos últimos que se encuentra orien-tado nuestro estudio, más precisamente a ciertos personajes femeninos provistos de tocas cefáli-cas cuya indumentaria y repertorio de acciones nos han permitido correlacionarlos con las ac-llacona descritas en las fuentes etnohistóricas de los siglos XVI y XVII. A partir de la limitada información contextual disponible para este tipo de alfarería y, fundamentalmente, del cotejo de las escenas representadas iconográficamente y los datos que sobre estas especialistas religiosas transmiten diversos autores coloniales, se resal-tará el importante papel cumplido por las “esco-gidas” en las prácticas de culto ancestral desarro-lladas por las élites cuzqueñas y la producción ritualizada de bienes.

* Victor Falcón Huayta “¿cuándo comenzó “a existir” el arte rupestre incaico?”

Hace quince años Juan Schobinger, un recono-cido arqueólogo americanista, en una obra de síntesis sobre el arte rupestre a nivel continental, escribió: “Lo único que puede darse por probado es que en el ámbito imperial incaico (ca. 1400-1532) no se practicaba el arte rupestre” (Scho-binger 1997: 189, 191). Ahora, la mayor parte de los investigadores de esta temática –dentro de los estudios sobre el Imperio Inca–, estamos de acuerdo en que esa premisa era equivocada. ¿Qué cambió?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde? En esta ponencia presentaremos un esbozo que res-ponderá a estas preguntas a la luz de los prin-cipales avances en los estudios de arte rupestre Inca hasta la fecha. Es de nuestro interés exponer a los arqueólogos como actores de un proceso de conocimiento di-

87Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios

Rodolfo Monteverde Sotil

Page 89: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

jerarquía simbólica y política. En la presente ex-posición se puntualizará sobre un asentamiento que ha sido conceptualizado como un “nuevo Cusco” o wamani dentro del Kollasuyu, “El Shin-cal” de Quimivil localizado en la provincia de Ca-tamarca. Identificado a principios del siglo XX por natu-ralistas, será hacia los años 50, con el inicio de las investigaciones sistemáticas llevadas a cabo por A. R. González, que las ruinas se relacionarán con certeza a la entidad Inka. Esta labor preliminar será retomada a principios de los 80 por el Dr. Raffino y su equipo interdisciplinario, quienes contribuirían al entendimiento de las dinámicas socio-políticas y rituales acaecidas en la región. El sitio abarca unas 12 hectáreas, presenta un trazado regular y un ordenamiento cardinal. En su arquitectura se plasman elementos significati-vos que representarían el poder político y sacro-cultico incaico, confiriéndole una importancia mayor. Así es posible identificar una plaza mayor o hawkaipata, dos cerros aterrazados en dirección cardinal este-oeste, el ushnu de posición central, kallankas y sectores de habitacionales. Se suman varios edificios más de carácter público donde se habrían celebrado reuniones de diferente orden tanto en el plano político como ritual. Por otra parte, se identifican también estructuras habita-cionales. El Shincal habría jugado un rol preponderan-te en varios sentidos. Por un lado, habría hecho posible la transmisión de mensajes de poder y de ideología que legitimara el dominio Inka. Esto se materializa en la imagen arquitectónica y dis-posición espacial que serían el escenario para la realización de importantes ritos y ceremoniales. Habría, en este sentido, tomado un papel funda-mental como enclave espacial dentro de una geo-grafía marcada por los espacios sagrados donde las entidades de otros planos existenciales (apus, wakas) interactuaban comúnmente con los hu-manos. Habría sido también el lugar de reunión de sujetos llegados de regiones más alejadas pero posiblemente bajo el radio de alcance político de esta wamani. Es posible que desde aquí partie-ran directivas que se habrían negociado en las reuniones públicas de una elite gobernante.

* Rodolfo Monteverde Sotil “Homenaje al ar-queólogo Bernardino Ojeda”

Bernardino Ojeda nació en el Cuzco y estudió ini-

námico y en permanente cambio, insertándo-los como parte de una historia de la Historia de las investigaciones sobre los incas en general y sobre su arte rupestre en particular.

* Paula Espósito, Josefina Spina, Gregoria Co-chero y Marco Antonio Giovannetti “La pre-sencia Inka en el Noroeste argentino: El caso de “El Shincal” de Quimivil (Catamarca)”

Han pasado cien años desde que Uhle publi-cara una conciliación tentativa entre las dos posturas más polémicas sobre el origen de las culturas agroalfareras del Noroeste argentino. Existía una disputa entre investigadores que postulaban un origen puramente peruano-in-caico -y por lo tanto tardío- de las culturas lo-cales, y otros que afirmaban la preexistencia de las culturas autóctonas. Estas últimas habrían tenido una gran antigüedad y fueron denomi-nadas y homogeneizadas como “culturas cal-chaquíes”. Superado hace tiempo el debate, las investigaciones en el territorio argentino han dado cuenta de una cantidad altamente signi-ficativa de resultados que fueron plasmados no sólo en una cartografía altamente condensada de sitios incaicos, sino también en información sustancial sobre las características de estos asentamientos y su articulación con el estado-centro andino. Las intenciones de la expansión inkaica hacia el sur siguen aún en plena discusión. Algunas explicaciones remiten a la búsqueda de recur-sos metalíferos. Otras apelan a la búsqueda de mayor cantidad de mano de obra y recursos para la producción de bienes básicos como los cultivos y el ganado. Tampoco faltan las ideas acerca de la incorporación de paisajes sagrados como los picos montañosos más altos. Pero es seguro que existieron varias estrategias para asegurar el funcionamiento y garantizar el con-trol jerárquico desde el Cusco hacia los asenta-mientos más alejados. En definitiva, es posible visualizar una fuerte voluntad de establecer centros administrati-vos político-religiosos que funcionaban como nodos regionales de congregación y control. En algunos casos estos nodos fueron identificados como “nuevos Cuscos”. Este concepto se refiere a un lugar o asentamiento que a través de la reproducción de ciertos rasgos arquitectónicos y topográficos del Cusco, es dotado de una alta

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 88

Page 90: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

cialmente Pedagogía en Historia y Geografía en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco. Simultáneamente optó por estudiar primero Antropología para luego cambiar a Ar-queología. Egresando de ambas en 1962. Con nostalgia recuerda a su profesor Manuel Chávez Ballón. Como estudiante trabajó en Machu Picchu, realizó una de la primera exca-vaciones “sistemáticas” en el Coricancha y en el Templo de Raqchi (Cuzco). Además, ha inves-tigado el Formativo en Chanapata y Marcavalle (Cuzco). Gracias a John Rowe obtuvo una beca de la Universidad San Antonio Abad, para per-manecer dos meses en Chavín de Huantar, al lado de Manuel Chávez Ballón y Marino Gon-zález. Cuando aún no terminaba la universi-dad recibió una oferta laboral de tres meses para acompañar a Engel en Lima y remplazar a Christopher Donnan. Esta oferta se convirtió en más de 35 años al lado de Engel. Con Engel llegaron en 1965 a El Paraíso (va-lle del Chillón), al que propusieron como sitio Precerámico Tardío. De sus 12 unidades esco-gieron la Unidad I para realizar su limpieza y reconocimiento de las estructuras. Esta labor le demandó 18 meses como arqueólogo residente.

Tiempo en el cual recibió las visitas de Santia-go Agurto Calvo, Jorge C. Muelle, Toribio Mejía Xesspe, Josefina Ramos de Cox, Arturo Jiménez Borja, Duccio Bonavía y Víctor Pimentel. Sobre Caral, Bernardino nos comenta que su nombre inicial fue Chupacigarro. Él lo visitó en 1979 y junto con Engel propusieron que se trata de un complejo arquitectónico del Precerámico. Es así que se da el real descubrimiento de Chupaciga-rro, hoy Caral. Uno de los proyectos más destacados con En-gel fue el estudio integral de la cuenca de Chilca, entre los años 60 y 70. El proyecto realizó un re-gistro de sitios arqueológicos en un área de 900 km² para proponer una secuencia cronológica cultural desde la época Paleolítica hasta el inca-nato. En años recientes Bernardino ha trabaja-do en Buena Vista (valle del Chillón) con Robert Benfer; sitio arqueológico que descubrió y regis-tró con Engel en la década de los años 70 del si-glo pasado. Actualmente trabaja en el MUNABA (Museo Nacional de Antropología Biodiversidad Agricultura y Alimentación) y como planes a fu-turo colaborará en la creación de un nuevo local para el MUNABA en el campus de la Universidad Agraria de La Molina.

89Reseña de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios

Rodolfo Monteverde Sotil

Auspiciadores de la conferencia: Los incas, propuestas y debates interdisciplinarios.

Page 91: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Normas editoriales

Nota Los artículos son evaluados por el Comité de Revisores, competente con la temática de nuestra revista. El responsable en última instancia de las decisiones sobre la publicación de los artículos es el Director de la revista. Dependiendo del Comité de Revisores y del Director, si las correcciones son menores, el manuscrito será aceptado para su publicación. Si las correcciones son mayores, el manuscrito será reenviado a los autores para su revisión. En caso de una segunda evaluación negativa, el artículo será definitivamente rechazado. Los autores de los artículos publicados recibirán una copia de la revista.

Responsabilidad de los autores Los autores son responsables por las ideas y datos de sus artículos (veracidad de lo que se escribe, imágenes, autorías, citas bibliográficas, etc.).

Envíos Los artículos deben enviarse a: Rodolfo Monteverde Sotil, Director y Editor de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, al correo electrónico [email protected]. En Word para Windows, con archivos separados para texto, tablas y cada una de las figuras, que deben tener una resolución mínima de 300 dpi y estar en formato jpg. Le rogamos ajustarse a estos requisitos y a las siguientes normas:

La extensión total del artículo no debe sobrepasar las 10 páginas enumeradas (incluyendo título, datos del o de los autores, resumen, palabras claves, contenido, bibliografía, agradecimientos y notas a pie de página), a espacio simple y justificado. Los cuales deben ir en tamaño 11, time new roman. A excepción de las leyendas de las tablas e imágenes y las notas a pie de página que deben ir en tamaño 9.

El título (en español e inglés) debe ir centrado en la parte superior de la primera página y en negrita.

El nombre, apellido, profesión o ocupación, institución a la que pertenece o pertenecen y correo electrónico del o de los autores del artículo debe ir debajo del título, en cursiva y alineado al lado derecho.

El resumen del artículo (en español e inglés) debe ir debajo de los datos del o de los autores del artículo. Debe tener entre 90 y 120 palabras cada uno.

Debajo del resumen (en cada idioma) debe ir un máximo de cuatro palabras claves (descriptores) en ambos idiomas.

El contenido de los artículos (introducción, capítulos, discusión y/o conclusiones) pueden ser redactados en español o inglés.

Las figuras y/o tablas deben ser enumeradas correlativamente e ir entre paréntesis en el contenido del artículo. Por ejemplo: (figura 1 o fig. 1) y (tabla 1). Tanto las figuras como las tablas deben tener una pequeña leyenda, en tamaño 9, time new roman y no deben exceder las 40 palabras.

Las citas van entre paréntesis, con solo el apellido paterno del o de los autores, el año de la publicación y el número de página de ser el caso. Por ejemplo (Matos 1972: 95) o Matos (1972: 95). En caso de ser una cita etnohistórica irá de la siguiente forma: (Molina 2008: 98 [1574-1574: 34v]) o Molina (2008: 98 [1574-1574: 34v]). De ser una cita tomada de Internet irá como se indica: (Topic et al. 1999 [en línea]) o Topic et al. (1999 [en línea]).

La bibliografía debe incluir todas las citas del texto y sólo éstas. La bibliografía se presenta al final del artículo, después de los agradecimientos, y ordenada alfabéticamente por el apellido del o de los autores citados. Los títulos de las revistas y los nombres de las instituciones se indicarán

90

Page 92: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el siguiente modelo:

Artículo en una publicación colectiva:MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y KEMP, Rob, 2008. High altitude Ushnu platforms in the Department of Ayacucho Peru, structure, ancestors and animating essence. En: Pre-Columbian landscapes of creation and origin: 315-355. (Editado por John Edward Staller). Springer. New York.

Libros: MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro administrativo inka de la puna de Junín. Editorial Horizonte. Lima.

Revistas: McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura monumental en el Cuzco del periodo intermedio tardío: evidencias de continuidades en la reciprocidad ritual y el manejo administrativo entre los horizontes medio y tardío. Boletín de Arqueología PUCP, Nro. 9: 257-280. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Internet:TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones en Namanchugo. El oráculo de «Catequil». Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC). Accesible en Internet http://www.munihuamachuco.gob.pe/milenario/huamachuco/2001.html [Consultada el 19-04-10, 12: 08 hrs.].

Fuente etnohistórica: MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575]. Relación de las fábulas y ritos de los Incas. Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición, estudios y notas). Universidad de San Martín de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología. Lima.

Los agradecimientos van antes de la bibliografía y no deben exceder las 60 palabras.

Las notas deben ser a pie de página y deben estar a tamaño 9, estilo Time New Roman, espacio simple y justificado.

Agradecemos anticipadamente su participación y difusión.

91

Page 93: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Nro. 1. Enero 2011. http://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-1-2011

¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil - Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo - Inca sacred space, platforms and their potential soundscape. Preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin - Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica Eberth Serrudo Torobeo - Metalurgia doméstica durante la presencia Inka en el valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina Cristian Jacob - Materialidad en una tumba Inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob - Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez

Nro. 2. Mayo 2011. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-2-2011

Esculturas zoomorfas talladas en afloramientos rocosos dentro del Parque Arqueológico de Sacsayhuaman-Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Aproximación a los queros incaicos de la colonia. Un ejemplar de estilo transicional-formal del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú Victor Falcón Huayta - Antes de la presencia Inca: desentramando la homogeneidad de la cultura material de las unidades domésticas de Juella en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Santiago Barbich - Montañas sagradas en los confines del imperio Inka: Nevado montañoso de Cachi, Salta-Argentina Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - El poderío de la Coya durante el auge del imperio incaico Alicia Alvarado Escudero - Entrevista al Dr. Federico Kauffmann Doig Sheylah Vásquez Salcedo

Page 94: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Nro. 3. Noviembre 2011. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-3-2011

Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre - Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco Federico Kauffmann Doig - The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac Frank Meddens - Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy- Argentina Ivan Leibowicz y Cristian Jacob - San Marcos, Huagil y Huaca Doris: tres sitios Inca de la Huaranga de Pacarán, valle del río Cañete, Lima Milena Vega-Centeno Alzamora - Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01, valle medio del río Cañete, Lima Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López- Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano Rodolfo Monteverde Sotil.

Nro. 4. junio 2012. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-4-2012

La Luna como objeto liminal en la concepción del tiempo indicativo entre los incas Ricardo Moyano - Construyendo narrativas de la Capacocha Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - Tiana: asiento Inca Victor Falcón Huayta - Evidencias materiales de dos huacas del sistema de Ceques cuzqueño: Chincana Grande y Laqo. Parque Arqueológico de Sacsayhuamán-Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Cultos, rituales y paisajes sagrados en los Andes Centrales, siglo XVII: Apo Parato, Junín Andrea Gonzáles Lombardi y César Astuhuamán Gonzáles - Vasijas incas en los confines del imperio: los aríbalos y platos ornitomorfos de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina María Andrea Runcio - Una reseña sobre El Shincal: Una capital administrativa Inka al Sur del Kollasuyu. Catamarca, Argentina Guillermina Couso - Entrevista al Dr. Juan Ossio Acuña Rodolfo Monteverde Sotil.

Page 95: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Auspician:

Page 96: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

REVISTA HAUCAYPATALima-Perú

diciembre 2012

Page 97: Revista Haucaypata. Nro. 5. 2012

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Index

Editorial

List of Collaborators

Findings Canis familiaris at the Pachacamac Sanctuary Isabel Cornejo, Denise Pozzi-Escot, Katiusha Bernuy, Enrique Angulo y Luis Miguel Tokuda

Archaeological Project Ychsma. A brief methodological report of the 2012’s archaeobotanical investigations in Pachacamac, LimaTatiana Stellian

The Coayllo Curacazgo during the Inca Empire Rommel Angeles Falcón

Archaeology and art in two French travelers of the 19th century. The case of Choquequirao, CuscoGori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García

Road-Tambo-Chaskiwasi. The Qhapaq Ñan through andean ethnohistorical sourcesReinaldo Andrés Moralejo

Review of the conference: The incas, proposals and interdisciplinary debates Rodolfo Monteverde Sotil

Editorial Norms

4

5

6

21

27

46

62

82

90