Revista Encuentro 003

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Me fui nueve años, pero Dios me siguió y me esperó. Mira: Hoy quiero compartir con ustedes lo que ha sido este andar de seis meses de experiencia de regreso a la orden. Comencé esta experiencia esperando que el Señor me diera luces y fuera confirmando aquella llamada que había sentido en Oaxaca y que me llevó a dejarlo todo y embarcarme en nuevos rumbos. Pedía a Dios me diera apertura y atención necesarias para irme formando en la escuela interior. Quería que, como dice el salmo 35, su Luz me hiciese ver la luz. Regresar a la Escuela Pía ha significado muchos retos y maravillosos descubrimientos. El reto de asumir la vida comunitaria con disposición del corazón, sencillez y alegría. El reto de entrar de nuevo en el ritmo de vida de una casa de formación. El reto de estar en un apostolado. El reto de volver a estudiar filosofía. En fin, un cambio de vida, usos y costumbres al que me ido amoldando, tratando de estar atento por si en esas pequeñas cosas el Señor hablaba, insinuaba su Voluntad. La Gracia de Dios se ha derramado en mi corazón. Con cada reto, venía un descubrimiento maravilloso que acrecentaba el valor de la perla que un día vislumbré en Oaxaca. El don de la vida comunitaria vivido desde nuestra fragilidad, pero también desde la disposición del corazón que busca hallar entre sus hermanos a Quien lo ha convocado, que comparte un llamado y una misión. Saber que aunque somos tan dispares es más lo que nos une que aquello que intenta dividirnos. El don de una casa de formación donde la palabra clave es acompañamiento. Me entusiasma saber que aquí se forja el futuro escolapio; que uno es el responsable de su formación y de dejar que la acción del maestro interior sea efectiva en nuestra vida. Además, el don de la faceta apostólica escolapia, que gracias a Dios he experimentado en varios modos. Pues la vida del escolapio es de lucha, de acompañar en muchas trincheras porque la alegría de saberse amado por el Padre es tan grande, que debe compartirse con todo el mundo. Así, cada paso iba arrojando luz a la pregunta fundamental: ¿Qué quieres de mí, Señor? Esta experiencia de seis meses ha sido como un fuego lento, una llama viva, tibia, cálida, que se consume despacio y alumbra el camino en la noche de las dudas y los miedos que a veces nublan el camino. La mayor enseñanza que me deja este tiempo es: estamos aquí para ser de Dios. El espíritu es un fuego interior que va arrasando aquello que no es o no lleva a Dios, aunque nos guste o nos hayamos apegado a ello. Un religioso está llamado a encarnar la radicalidad desde su humanidad y sus limitaciones, dejando que la Gracia obre en él para que sea de Dios y nada más. Más allá de lo que haga, o dónde esté, o con quiénes esté compartiendo la misión. Hoy sé que mi corazón no descansará hasta llegar al abrazo del Padre. Mientras ese día se presente, el fuego que bulle en mi interior me incita a una entrega más radical, más audaz, más allá -inclusive- de lo que ahora podría imaginar. Vivo un sentido de plenitud que antes no tenía, pero buscaba, anhelaba: la plenitud de quien se ha puesto en camino y se sabe amado completamente. El Amor de Dios se ha derramado a lo largo de mi vida con tanta fuerza, que me compele a seguirle de cerca, a vivirme como signo de contradicción (incluso para mí mismo) y entregar mi vida entera en un ministerio que, hoy como nunca, es indispensable, vital. Por ello, el segundo motivo de esta carta es pedirles humildemente ser admitido a la profesión simple en esta familia de hermanos que en la fe, luchan y caminan a ejemplo de San José de Calasanz. Apenas un pasito en un largo caminar, pero el siguiente de acuerdo a lo que me dicta el corazón. Un abrazo fraterno. ENCUENTRO Reunidos en Cristo que nos llama El Señor ha vencido a la muerte ¡Aleluya! 2013 Marzo-Abril Otilio Ramón Herrera Ruiz Jesús, nuestra alegría, a tu lado encontramos el perdón, el frescor de las fuentes. Sedientos de Dios, reconocemos tu presencia de Resucitado. Igual que el almendro comienza a florecer con la luz de la primavera, tú haces florecer hasta los desiertos del alma.

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En este número celebramos la Pascua y nos alegramos con la elección del nuevo Papa Francisco I

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Page 1: Revista Encuentro 003

Me fui nueve años, pero Dios me siguió y me esperó. Mira:

Hoy quiero compartir con ustedes lo que ha sido este andar de seis meses de experiencia de regreso a la orden. Comencé esta experiencia esperando que el Señor me diera luces y fuera confirmando aquella llamada que había sentido en Oaxaca y que me llevó a dejarlo todo y embarcarme en nuevos rumbos. Pedía a Dios me diera apertura y atención necesarias para irme formando en la escuela interior. Quería que, como dice el salmo 35, su Luz me hiciese ver la luz.

Regresar a la Escuela Pía ha significado muchos retos y maravillosos descubrimientos. El reto de asumir la vida comunitaria con disposición del corazón, sencillez y alegría. El reto de entrar de nuevo en el ritmo de vida de una casa de formación. El reto de estar en un apostolado. El reto de volver a estudiar filosofía. En fin, un cambio de vida, usos y costumbres al que me ido amoldando, tratando de estar atento por si en esas pequeñas cosas el Señor hablaba, insinuaba su Voluntad. La Gracia de Dios se ha derramado en mi corazón.

Con cada reto, venía un descubrimiento maravilloso que acrecentaba el valor de la perla que un día vislumbré en Oaxaca. El don de la vida comunitaria vivido desde nuestra fragilidad, pero también desde la disposición del corazón que busca hallar entre sus hermanos a Quien lo ha convocado, que comparte un llamado y una misión. Saber que aunque somos tan dispares es más lo que nos une que aquello que intenta dividirnos.

El don de una casa de formación donde la palabra clave es acompañamiento. Me entusiasma saber que aquí se forja el futuro escolapio; que uno es el responsable de su formación y de dejar que la acción del maestro interior sea efectiva en nuestra vida. Además, el don de la faceta apostólica escolapia, que gracias a Dios he experimentado en varios modos. Pues la vida del escolapio es de lucha, de acompañar en muchas trincheras porque la alegría de saberse amado por el Padre es tan grande, que debe compartirse con todo el mundo.

Así, cada paso iba arrojando luz a la pregunta fundamental: ¿Qué quieres de mí, Señor? Esta experiencia de seis meses ha sido como un fuego lento, una llama viva, tibia, cálida, que se consume despacio y alumbra el camino en la noche de las dudas y los miedos que a veces nublan el camino. La mayor enseñanza que me deja este tiempo es: estamos aquí para ser de Dios. El espíritu es un fuego interior que va arrasando aquello que no es o no lleva a Dios, aunque nos guste o nos hayamos apegado a ello. Un religioso está llamado a encarnar la radicalidad desde su humanidad y sus limitaciones, dejando que la Gracia obre en él para que sea de Dios y nada más. Más allá de lo que haga, o dónde esté, o con quiénes esté compartiendo la misión.

Hoy sé que mi corazón no descansará hasta llegar al abrazo del Padre. Mientras ese día se presente, el fuego que bulle en mi interior me incita a una entrega más radical, más audaz, más allá -inclusive- de lo que ahora podría imaginar. Vivo un sentido de plenitud que antes no tenía, pero buscaba, anhelaba: la plenitud de quien se ha puesto en camino y se sabe amado completamente. El Amor de Dios se ha derramado a lo largo de mi vida con tanta fuerza, que me compele a seguirle de cerca, a vivirme como signo de contradicción (incluso para mí mismo) y entregar mi vida entera en un ministerio que, hoy como nunca, es indispensable, vital.

Por ello, el segundo motivo de esta carta es pedirles humildemente ser admitido a la profesión simple en esta familia de hermanos que en la fe, luchan y caminan a ejemplo de San José de Calasanz. Apenas un pasito en un largo caminar, pero el siguiente de acuerdo a lo que me dicta el corazón.

Un abrazo fraterno.

ENCUENTRO

Reunidos en Cristo que nos llama

El Señor ha vencido a la muerte ¡Aleluya!

2013 Marzo-Abril

Otilio Ramón Herrera Ruiz

Jesús, nuestra alegría, a tu lado encontramos el perdón, el frescor de las fuentes.

Sedientos de Dios, reconocemos tu presencia de Resucitado.

Igual que el almendro comienza a florecer con la luz de la primavera, tú haces florecer hasta los desiertos del alma.

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Un hombre sencillo

Con mucha emoción vivimos en la comunidad la elección del nuevo papa. Claro que nos tomó por sorpresa la renuncia de Benedicto XVI como Obispo de Roma. De hecho, recuerdo que estábamos preparando el desayuno y llegó el Hno. Benjamín a decirnos la noticia: pensamos que estaba jugando. Nos puso las noticias y nos quedamos muy sorprendidos.

Estuvimos al pendiente de lo que se iba diciendo en las noticias. A los hermanos de Guanajuato les llenó de gusto que los zapatos del cardenal Ratzinger fueran de su tierra natal. ¡Qué orgullo! ¿no? Y que si podría quedar fulano, o mengano... Hasta el P. Bonnin nos puso en la cartelera de la comunidad una lista con los hombres que “sonaban para ser el papa.”

Mientras estábamos en clase, un compañero nos iba dando pormenores de lo que ocurría en el Vaticano. De pronto, a mitad de la clase exclamó: “¡Compañeros, ya tenemos papa!” Y el júbilo fue grande. (Esperando que suspendieran la clase, debo admitir) Al acabar la clase (no se suspendió) volvimos a casa el Hno. Lupe y yo, donde ya estaban viendo la transmisión el P. Julio y el Hno. Melchor. El Hno. Benjamín lo vio en la tele de los MG, en la misma universidad. El Hno. Baltasar estuvo en la cafetería de la escuela con todos sus compañeros de teología. El Hno. José Luis tuvo clases... en fin, el caso es que todos esperamos qué ocurriría.

Fue mucha la alegría y grande la sorpresa al saber que sería un hombre sencillo, sonriente, con facilidad de palabra y carisma con las personas. Nos llamó a hacer “camino juntos. Obispo y pueblo. Pueblo y Obispo. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros.” Y antes de iniciar cualquier cosa, nos ha pedido oración.

Más allá de que me haya caído tan bien y haberlo sentido tan cercano, creo que le vendrá bien a nuestra iglesia tener alguien así de sencillo. No sólo porque la institución lo requiere, sino por el ejemplo que nos muestra a nosotros, otros hombres y mujeres sencillos que queremos trabajar por el Reino de los Cielos. Ojalá que el Señor hable fuerte y claro a nuestras vidas a través del ejemplo de Francisco I.

Y tú, ¿cómo viviste la elección del Papa?

Y tú, ¿no te has preguntado qué onda contigo? ¡Cuéntanos!

[email protected]

y échale un ojo a esto:

www.vocacional.org.mx

www.escolapios.net

Quizá la respuesta está más cerca y clara de lo

que te imaginas. ¡Ánimo!

Gracias Señor, porque eliges a lo pequeño, a lo débil para que tu fuerza se manifieste en la debilidad. Porque puedo recorrer mi vida y ver que no solo me elegiste a mi antes de que yo naciera, si no también me has elegido una familia, en la cual sabrías que serian los mejores padres y hermanos que me ayudarían a crecer y a germinar mi vocación, veo tu mirada de amor sobre mi familia, mis amigos, mi historia, la gente que amo que me han llevado hasta ti, en fin podría pasarme recordando nombres desde mis primeros años de vida hasta hoy, pero que tu sabes quiénes son y te pido que los bendigas.Toda mi vida pasa en mi mente, y simplemente ver que has sido grande conmigo, y como olvidar aquel día, en el cual me sentí llamada por ti, no se necesitaron grandes signos simplemente, con haber pasado a mi lado, y con voz delicada decir “te amo Alejandra”, solo eso basto para decirte que si, entre miedos, dificultades, burlas, inseguridades, pero sobre todo con esa alegría que no podía contener, con esa alegría de descubrirte, de sentirme amada por ti, con esa alegría de saber que estas ahí, y saber que me pides algo grande, ¿que era? no lo sabía, pero si tenía una certeza que esta aventura seria apasionante, una pasión que lleva a sentirse viva, feliz sin importar la edad e ir contracorriente de lo que decía la sociedad.Me atrajo el conocer a personas felices y apasionadas por ti, hermanas, sacerdotes, amigos que han gastado su vida por ti, en especial a unas personas que me inspiraron para seguirte, a Rocío, que se que está presente en este momento, y sé que intercederá por mi vocación, a M. Antoñita, a Elo, Martha, P. Luis, en Colombia M. Olga, M.Eunice, P. Camilo, en fin muchas personas. Doy gracias a Dios por estos años de formación que aunque han sido varios, pero he visto que tu, todo lo haces perfecto, gracias por las personas que me ayudaron a crecer, gracias por darme la oportunidad, que me diste de salir de mi patria para ensanchar mi corazón, en la Provincia de Colombia – Puerto Rico, de hacerme hermanas con las hermanas, de sentirme parte de la Escuela Pía, sin fronteras. Tal vez muchos no entiendan lo que es sentirse llamado, porque eso se siente, y eso es una gracia dada por ti, , te pido que me des lo necesario para seguirte, para amarte como a lo único en mi vida, para serte fiel, gracias por elegirme como una de tus amigas con las que compartes tu misterio y tu misión, sabes que busco esa felicidad que no se apaga, que no está puesta ni en títulos, ni seguridades personales, ni en lo que ofrece la sociedad vacía de ti, que solo aplasta a nuestros hermanos. Yo no Señor, yo te quiero a ti, a la única fuente de vida que dura por siempre, te quiero a ti que eres el amor en totalidad, eres la alegría, la fuerza, la fe, eres una Persona a la cual quiero entregar mi vida, y así sabiéndome tu hija, tu escogida, tu consagrada, es por eso que le pido a usted M. Antonia Martínez del Espíritu Santo tenga a bien admitirme a la Profesión Temporal en el Instituto Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías.

Si han resucitado con

Cristo, aspiren a las cosas de

arriba.Col 3, 1-3

Alejandra Martínez García Sch P.

El pasado 2 de febrero, una hermana nuestra emitió sus primeros votos,o sea que se comprometió con el Amor en pobreza, castidad y obediencia.

Te compartimos su carta. ¿Cómo ves?

HABEMUS PAPAMS.S. FRANCISCO IPaco... para los cuates