Revista Encuentro 004

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Me fui nueve años, pero Dios me siguió y me esperó. Mira: Hoy quiero compartir con ustedes lo que ha sido este andar de seis meses de experiencia de regreso a la orden. Comencé esta experiencia esperando que el Señor me diera luces y fuera confirmando aquella llamada que había sentido en Oaxaca y que me llevó a dejarlo todo y embarcarme en nuevos rumbos. Pedía a Dios me diera apertura y atención necesarias para irme formando en la escuela interior. Quería que, como dice el salmo 35, su Luz me hiciese ver la luz. Regresar a la Escuela Pía ha significado muchos retos y maravillosos descubrimientos. El reto de asumir la vida comunitaria con disposición del corazón, sencillez y alegría. El reto de entrar de nuevo en el ritmo de vida de una casa de formación. El reto de estar en un apostolado. El reto de volver a estudiar filosofía. En fin, un cambio de vida, usos y costumbres al que me ido amoldando, tratando de estar atento por si en esas pequeñas cosas el Señor hablaba, insinuaba su Voluntad. La Gracia de Dios se ha derramado en mi corazón. Con cada reto, venía un descubrimiento maravilloso que acrecentaba el valor de la perla que un día vislumbré en Oaxaca. El don de la vida comunitaria vivido desde nuestra fragilidad, pero también desde la disposición del corazón que busca hallar entre sus hermanos a Quien lo ha convocado, que comparte un llamado y una misión. Saber que aunque somos tan dispares es más lo que nos une que aquello que intenta dividirnos. El don de una casa de formación donde la palabra clave es acompañamiento. Me entusiasma saber que aquí se forja el futuro escolapio; que uno es el responsable de su formación y de dejar que la acción del maestro interior sea efectiva en nuestra vida. Además, el don de la faceta apostólica escolapia, que gracias a Dios he experimentado en varios modos. Pues la vida del escolapio es de lucha, de acompañar en muchas trincheras porque la alegría de saberse amado por el Padre es tan grande, que debe compartirse con todo el mundo. Así, cada paso iba arrojando luz a la pregunta fundamental: ¿Qué quieres de mí, Señor? Esta experiencia de seis meses ha sido como un fuego lento, una llama viva, tibia, cálida, que se consume despacio y alumbra el camino en la noche de las dudas y los miedos que a veces nublan el camino. La mayor enseñanza que me deja este tiempo es: estamos aquí para ser de Dios. El espíritu es un fuego interior que va arrasando aquello que no es o no lleva a Dios, aunque nos guste o nos hayamos apegado a ello. Un religioso está llamado a encarnar la radicalidad desde su humanidad y sus limitaciones, dejando que la Gracia obre en él para que sea de Dios y nada más. Más allá de lo que haga, o dónde esté, o con quiénes esté compartiendo la misión. Hoy sé que mi corazón no descansará hasta llegar al abrazo del Padre. Mientras ese día se presente, el fuego que bulle en mi interior me incita a una entrega más radical, más audaz, más allá -inclusive- de lo que ahora podría imaginar. Vivo un sentido de plenitud que antes no tenía, pero buscaba, anhelaba: la plenitud de quien se ha puesto en camino y se sabe amado completamente. El Amor de Dios se ha derramado a lo largo de mi vida con tanta fuerza, que me compele a seguirle de cerca, a vivirme como signo de contradicción (incluso para mí mismo) y entregar mi vida entera en un ministerio que, hoy como nunca, es indispensable, vital. Por ello, el segundo motivo de esta carta es pedirles humildemente ser admitido a la profesión simple en esta familia de hermanos que en la fe, luchan y caminan a ejemplo de San José de Calasanz. Apenas un pasito en un largo caminar, pero el siguiente de acuerdo a lo que me dicta el corazón. Un abrazo fraterno. ENCUENTRO Reunidos en Cristo que nos llama 2013 Mayo-Junio Otilio Ramón Herrera Ruiz Agradecemos a Ollin Yolpa por su colaboración en la realización de esta portada. Sus palabras sobre la Pascua Juvenil están aquí.

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En este número, dos hermanos juniores nos hablan de su vida como un proceso donde Dios los va llamando

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Me fui nueve años, pero Dios me siguió y me esperó. Mira:

Hoy quiero compartir con ustedes lo que ha sido este andar de seis meses de experiencia de regreso a la orden. Comencé esta experiencia esperando que el Señor me diera luces y fuera confirmando aquella llamada que había sentido en Oaxaca y que me llevó a dejarlo todo y embarcarme en nuevos rumbos. Pedía a Dios me diera apertura y atención necesarias para irme formando en la escuela interior. Quería que, como dice el salmo 35, su Luz me hiciese ver la luz.

Regresar a la Escuela Pía ha significado muchos retos y maravillosos descubrimientos. El reto de asumir la vida comunitaria con disposición del corazón, sencillez y alegría. El reto de entrar de nuevo en el ritmo de vida de una casa de formación. El reto de estar en un apostolado. El reto de volver a estudiar filosofía. En fin, un cambio de vida, usos y costumbres al que me ido amoldando, tratando de estar atento por si en esas pequeñas cosas el Señor hablaba, insinuaba su Voluntad. La Gracia de Dios se ha derramado en mi corazón.

Con cada reto, venía un descubrimiento maravilloso que acrecentaba el valor de la perla que un día vislumbré en Oaxaca. El don de la vida comunitaria vivido desde nuestra fragilidad, pero también desde la disposición del corazón que busca hallar entre sus hermanos a Quien lo ha convocado, que comparte un llamado y una misión. Saber que aunque somos tan dispares es más lo que nos une que aquello que intenta dividirnos.

El don de una casa de formación donde la palabra clave es acompañamiento. Me entusiasma saber que aquí se forja el futuro escolapio; que uno es el responsable de su formación y de dejar que la acción del maestro interior sea efectiva en nuestra vida. Además, el don de la faceta apostólica escolapia, que gracias a Dios he experimentado en varios modos. Pues la vida del escolapio es de lucha, de acompañar en muchas trincheras porque la alegría de saberse amado por el Padre es tan grande, que debe compartirse con todo el mundo.

Así, cada paso iba arrojando luz a la pregunta fundamental: ¿Qué quieres de mí, Señor? Esta experiencia de seis meses ha sido como un fuego lento, una llama viva, tibia, cálida, que se consume despacio y alumbra el camino en la noche de las dudas y los miedos que a veces nublan el camino. La mayor enseñanza que me deja este tiempo es: estamos aquí para ser de Dios. El espíritu es un fuego interior que va arrasando aquello que no es o no lleva a Dios, aunque nos guste o nos hayamos apegado a ello. Un religioso está llamado a encarnar la radicalidad desde su humanidad y sus limitaciones, dejando que la Gracia obre en él para que sea de Dios y nada más. Más allá de lo que haga, o dónde esté, o con quiénes esté compartiendo la misión.

Hoy sé que mi corazón no descansará hasta llegar al abrazo del Padre. Mientras ese día se presente, el fuego que bulle en mi interior me incita a una entrega más radical, más audaz, más allá -inclusive- de lo que ahora podría imaginar. Vivo un sentido de plenitud que antes no tenía, pero buscaba, anhelaba: la plenitud de quien se ha puesto en camino y se sabe amado completamente. El Amor de Dios se ha derramado a lo largo de mi vida con tanta fuerza, que me compele a seguirle de cerca, a vivirme como signo de contradicción (incluso para mí mismo) y entregar mi vida entera en un ministerio que, hoy como nunca, es indispensable, vital.

Por ello, el segundo motivo de esta carta es pedirles humildemente ser admitido a la profesión simple en esta familia de hermanos que en la fe, luchan y caminan a ejemplo de San José de Calasanz. Apenas un pasito en un largo caminar, pero el siguiente de acuerdo a lo que me dicta el corazón.

Un abrazo fraterno.

ENCUENTRO

Reunidos en Cristo que nos llama

2013 Mayo-Junio

Otilio Ramón Herrera RuizAgradecemos a Ollin Yolpa por su colaboración en la realización de esta portada.

Sus palabras sobre la Pascua Juvenil están aquí.

La oración

La oración es fundamental en la experiencia vocacional. Si quieres más nivel vocacional y experiencia de fe, es preciso orar.

Calasanz fue un hombre de oración, como lo indican los muchos testimonios que poseemos de quienes vivieron con él. Y es algo de admirar, pues a la oración que hacía hay que añadir el trabajo en las escuelas y la preocupación por cada una de las casas, las fundaciones... Oración y acción se unían indisolublemente en su vida. Fue un hombre entregado a Dios y dado completamente a los niños pobres.

Le escribía a sus religiosos: “Ha de ponerse el mayor cuidado en no romper nunca la costumbre de orar internamente dos veces al día: una hora al amanecer y media al atardecer, antes de la cena.” Era una oración personal, aunque realizada en común, en la que el religioso cultivaba su relación con Dios: la base de su existencia.

¿Cómo había que hacerla? “En profundo silencio y sosiego del cuerpo y del espíritu, de rodillas o en otra postura conveniente. Mientras le sea dado estar a solas, practique actos externos, y sobre todo internos, de humildad, contrición, acción de gracias y otros que el Espíritu les irá sugiriendo.” La oración es muy importante, es lo que da vida al religioso, según Calasanz.

La oración es el alimento del alma. “Le escribí algunas cosas sobre la oración, ya que sin ella no se puede estar bien con Dios.” En la oración el hombre se abre a Dios, su corazón queda al descubierto ante él y es un medio de profundizar en su experiencia vocacional. La oración no es más que el acto por el cual el hombre se siente pecador y se pone a recibir. Recibe y se comunica con Dios, quien ha querido tender un puente de amor con nosotros mediante su Espíritu Santo. Él habita en nuestro corazón

como un germen, cuando oramos, entramos en contacto con esa presencia de Dios en lo profundo de nosotros mismos.

Así, la oración consiste en escuchar la Palabra y recibir el Espíritu de Dios. Proclamamos que Dios basta porque Dios es la vida y la vida viene de Dios. Nos sentamos como discípulos a los pies de Jesús y abrimos nuestro corazón. La oración nos une a Jesús, algo que pedía Calasanz constantemente de nosotros: “Manténganse unidos a Cristo el Señor, deseosos de vivir sólo para Él y de agradarle sólo a Él.”

Y tú, ¿no te has preguntado qué onda contigo? ¡Cuéntanos!

[email protected]

y échale un ojo a esto:

www.vocacional.org.mx

www.escolapios.net

La respuesta que buscas está justo frente a ti, hay que escuchar al corazón.

Gracias Señor, porque eliges a lo pequeño, a lo débil para que tu fuerza se manifieste en la debilidad. Porque puedo recorrer mi vida y ver que no solo me elegiste a mi antes de que yo naciera, si no también me has elegido una familia, en la cual sabrías que serian los mejores padres y hermanos que me ayudarían a crecer y a germinar mi vocación, veo tu mirada de amor sobre mi familia, mis amigos, mi historia, la gente que amo que me han llevado hasta ti, en fin podría pasarme recordando nombres desde mis primeros años de vida hasta hoy, pero que tu sabes quiénes son y te pido que los bendigas.Toda mi vida pasa en mi mente, y simplemente ver que has sido grande conmigo, y como olvidar aquel día, en el cual me sentí llamada por ti, no se necesitaron grandes signos simplemente, con haber pasado a mi lado, y con voz delicada decir “te amo Alejandra”, solo eso basto para decirte que si, entre miedos, dificultades, burlas, inseguridades, pero sobre todo con esa alegría que no podía contener, con esa alegría de descubrirte, de sentirme amada por ti, con esa alegría de saber que estas ahí, y saber que me pides algo grande, ¿que era? no lo sabía, pero si tenía una certeza que esta aventura seria apasionante, una pasión que lleva a sentirse viva, feliz sin importar la edad e ir contracorriente de lo que decía la sociedad.Me atrajo el conocer a personas felices y apasionadas por ti, hermanas, sacerdotes, amigos que han gastado su vida por ti, en especial a unas personas que me inspiraron para seguirte, a Rocío, que se que está presente en este momento, y sé que intercederá por mi vocación, a M. Antoñita, a Elo, Martha, P. Luis, en Colombia M. Olga, M.Eunice, P. Camilo, en fin muchas personas. Doy gracias a Dios por estos años de formación que aunque han sido varios, pero he visto que tu, todo lo haces perfecto, gracias por las personas que me ayudaron a crecer, gracias por darme la oportunidad, que me diste de salir de mi patria para ensanchar mi corazón, en la Provincia de Colombia – Puerto Rico, de hacerme hermanas con las hermanas, de sentirme parte de la Escuela Pía, sin fronteras. Tal vez muchos no entiendan lo que es sentirse llamado, porque eso se siente, y eso es una gracia dada por ti, , te pido que me des lo necesario para seguirte, para amarte como a lo único en mi vida, para serte fiel, gracias por elegirme como una de tus amigas con las que compartes tu misterio y tu misión, sabes que busco esa felicidad que no se apaga, que no está puesta ni en títulos, ni seguridades personales, ni en lo que ofrece la sociedad vacía de ti, que solo aplasta a nuestros hermanos. Yo no Señor, yo te quiero a ti, a la única fuente de vida que dura por siempre, te quiero a ti que eres el amor en totalidad, eres la alegría, la fuerza, la fe, eres una Persona a la cual quiero entregar mi vida, y así sabiéndome tu hija, tu escogida, tu consagrada, es por eso que le pido a usted M. Antonia Martínez del Espíritu Santo tenga a bien admitirme a la Profesión Temporal en el Instituto Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías.

El religioso que no tiene oración es como un cuerpo sin alma.

CalasanzEP 1085

Alejandra Martínez García Sch P.

El pasado 2 de febrero, una hermana nuestra emitió sus primeros votos,o sea que se comprometió con el Amor en pobreza, castidad y obediencia.

Te compartimos su carta. ¿Cómo ves?

- Mamá, ¿qué haces con los ojos cerrados?

- Es que Windows me dijo que cerrara las pestañas.

- ¬¬

Un poco de humor

Cfr. Asiain, Miguel Á. La experiencia vocacional en Calasanz, pp.157ss