Revista del Instituto de Cultura

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REVISTA del INSTITUT,O de CULTURA PUERTORR.IQUEÑA ANTROPOLOGIA " HISTORIA LITBRATURA ARTES PLÁSTICAS TBATRO MOSIClf ARQUITBCTURA .11 OCTUBRE-DICIEMBRE, 1975 San Juan de .Puerto Rico

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Primera serie número 69, octubre - diciembre de 1975.

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REVISTAdel INSTITUT,O de

CULTURA PUERTORR.IQUEÑAANTROPOLOGIA "

HISTORIA

LITBRATURA

ARTES PLÁSTICAS

~TBATRO

MOSIClf

ARQUITBCTURA

• .11

OCTUBRE-DICIEMBRE, 1975

San Juan de .Puerto Rico

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COLABORADORES

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Enrique Laguerre, Presidente

Milton Rúa Carlos CondeCarlos Sanz Sarnuel R: QuiñonesAmelia G. de Paniagua Jesús Mana Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodnguez MoralesDirector de la Revista: Ricardo E. Alegria

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XVIII 1975OCTUBRE-DICIEMBRE

SUMARIO.

Núm. 69

ManuelJiménez "Canario" 1

En la muerte del plenero mayor "Canario"por C. Drama Padilla 2

Homenaje póstumo a ManuelJiménez "Canario"por Rafael Cepeda Atiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Noticias referentes a Guayanilla en los siglos XVII yXVIII

por Francisco LluchMora 5

La Crítica de Bonafoux en torno a Puerto Ricopor Eduardo C. Cautiño 8

Oda a SanJuanpor Manueljoglar Cacho. . . . . . . . . .. . . .. . . . . .. 15

El tema de Puerto Rico en Abelardo Diaz Alfaro. Re­né Marqués y PedroJuan Soto

por Gloria Feiman Waldman 16

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Manifiesto del Gobernador de Pilerto Rico - 1810 23

Apóstrofe al verdepor]osé Antonio Dávila 25

Vigésimo Aniversario del Instituto de Cultura Puerto-rriqueña 26

Personalidades que recibieron el Premio Nacional .. 30

Las referencias a los indios caribes en la primera cró­nica de los Carmelitaspor Maurz'le de Sto Michel 32

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUE~A

Director: Ricardo E. Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual $2.50Precio del ejemplar $0.75

[Application for second class roail privilege pending atSan Juan, P'. R.]

DEPÓSITO LEGAL: B. 334.3 - 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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CARLOS ORAMA PADILLA nació en Jayuya,Puerto Rico. Ha colaborado con losprincipales periódicos y revistas delpaís. Es autor de: Virgilio Dávila, suvida y su obra (1945), Los que "no Re·gresaron (1946); La ruta del sembra·dar (1955), Surcos y Estrellas (1959) yPostal de Tierra Adentro (1963). En elaño 1963 recibió el premio del Institu·to de Literatura Puertorriqueña por suensayo Itinerario de Lola Rodríguez deTió.

FRANCISCO LLUCH MORA nació en Yauco.En la Universidad de Puerto Rico serecibió de Bachiller en educación y deMaestro en artes especializadas en li­teratura española. Ensayista y críticoliterario, ha colaborado en diferentesrevistas y periódicos. En 1959-1960 ocu­pó la presidencia del Congreso de Poe­sía Puertorriqueña. En la actualidaddesempeña una cátedra de literaturahispánica en el Recinto de Mayagiiezde la Universidad de Puerto Rico. En­tre sus obras poéticas figuran: Del ase­dio y la clausura (1950), Del barro aDios (1954), Canto desesperado a laceniza (1955), El ruiseñor y el olvido(1960), premiado por el Instituto deLiteratura Puertorriqueña, La creación(1961) y Cartapacio de amor (1961).

EDUARDO CAunÑO, joven escritor puer­torriqueño. Actualmente se desempeñacomo profesor de literatura en la Uni­versidad Interamericana de Puerto Ri­co. Es autor del libro inédito La Sátiraen la obra de Luis Bonafoux.

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MA UEL JOGLAR CACHO, poeta, nació enMorovis, el 20 de marzo de 1898, peroha desarrollado su obra en Manatí don­de siempre ha vivido. Autodidacta. Hacolaborado en diferentes revistas delpaís y del exterior. Ha publicado lossiguientes poemarios: Góndolas de ná­car (1925), En voz baja (1944), Faenaíntima (1955), Soliloquios de Lázaro(1956), Premio del Instituto de Litera­tura Puertorriqueña, Canto a los ánge­les y Por los caminos del día, obraspremiadas en los certámenes literariosdel Festival de Navidad del AteneoPuertorriqueño en 1957 y 1958, respec­tivamente, El último surco, Menciónhonorífica del Festival de Navidad de1960, La sed del agua (1965) y La can­ción que va contigo (1967).

GLORIA FEIMAN WALDMAN, norteameri­cana. Profesora del Colegio York de laciudad de Nueva York. Autora de "Lamujer en la universidad: una perspec­tiva norteamericana" en El Urogallo,Año VI, Núm. 31-32, enero-abril, 1975.

Trabajos aceptados para publicación:"Three Female Playwrights ExploreContemporary Latin American Reality:Myrna Casas, Griselda Gámbaro, LuisaJosefina Hernández" en Latin AmericanLiterary Review; "Women in LatinAmerica" en KNOW Press, Pittsburgh,Pennsylvania. Prepara la tesis doctoralsobre el dramaturgo puertcrriqueñoLuis Rafael Sánchez y su relación conel nuevo teatro hispanoamericano. Co­labora en un libro sobre la mujer in­telectual en España.

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J OSÉ A TONIO DÁVILA nació en Bayamónel 26 de octubre de 1898. Hiio de Virgi­lio Dávila. Estudio en la Universidadde Puerto Rico v medicina en el Jef­ferson Medical CoIlege, de Filadelfia.Ejerció su profesión en Filadelfia y enPuerto Rico.

Entre sus libros se encuentra Vendi­mia' publicado en 1940, recoge la poe­sía producida entre 1917-1939, Almacénde baratijas (1941) es una colección depoemas infantiles que el autor dedicaa su sobrina y que revela un aspectode hermosa ternura en su vida. El Ate­neo Puertorriquéño publicó Motivos deTristán que son poemas de 1930-1934.Poemas que es una recapitulación cul­tural temática de su obra. Fue ademástraductor y crítico literario. Murióen 1941.

MANUEL CÁRDENAS RUIZ, profesor delDepartamento de Ciencias Políticas dela FacuItad de Ciencias Sociales de laUniversidad de Puerto Rico. Junto conEugenio Fernández Méndez ha publi­cado diversos artículos de Crítica dearte en revistas y periódicos del país.

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In Memoriam

Manuel Jiménez "Canario"

EL 21 DE NOVIEMBRE FALLECIÓ EN SAN JUAN EL COM-

positor Manuel Jiménez (Canario), cuyo nombreha quedado permanentemente vinculado a la histo­ria de nuestra música popular, y especialmente ala modalidad de ésta denominada plena.

Natural de la municipalidad de Orocovis, fue Ca­nario desde niño aficionado a la música y al canto,sin que perturbaran esta inclinación los largos añosque pasó como marino mercante.

Para la década del 20, ya asentado en Nueva York,organizó en esa ciudad un trío y, más tarde, unsexteto que tuvieron gran éxito. En esta época rea­liza su primera grabación de plenas -algunas deellas anónimas, otras de su propia inspiración­que pronto se difundirán ampliamente en PuertoRico, donde había decaído mucho este género decanción bailable -de notables similitudes con el

calypso de Trinidad- aparentemente surgido enPonce a principios del presente siglo.

De 1931 en adelante la vida artística de Canario,como compositor y como director de orquesta dis­curre en temporadas alternadas en su patria y enNueva York. En ambas partes tiene gran aceptaciónsu orquesta Puerto Rico, con la que realiza nuevasgrabaciones para la Casa Columbia.

En el año 1964 el Instituto de Cultura Puertorri·queña, le encomendó la grabación de un disco deplenas y la realización de una gira de conciertos porlos diversos pueblos de la Isla. . .

Fue Canario autor de otras bellas composIciones

de carácter popular, pero su recuerdo vivirá asocia­do con el género en que fue genial creador e intér­prete y del que se constituyó en máximo divulgador.

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L A PLENA SE ORIGINÓ, SEGÚN LOS FOLKLORISTAS, ENlos ingenios azucareros y luego entre los traba·

jadores de los muelles de Puerto Rico.Manuel Jiménez, Canario adquirió fama en Nue·

va York en los días en que nuestros compatriotasse abrían paso a codazo limpio en la gran urbe, su­friendo allí experiencias dolorosas lejos del lar na­tivo. Experimentando en la composición e interpre­tación de música ajena a nuestro sentir, oyó un díala plena y en él, la isla lejana afloró en recuerdosy emociones. Se propuso entonces dedicar toda suvida como músico, director y compositor al cultivode la ágil y emotiva expresión de esta popular mo­dalidad musical tan nuestra como el café prieto. Seconvirtió entonces en el plenero mayor.

El Instituto de Cultura Puertorriqueña, alertasiempre a toda manifestación del alma puertorri­queña, contrató al maestro y a su grupo para quefuera por nuestras plazas y centros culturales. Losutilizó para llevar el mensaje musical que alegrólos bateyes de los ingenios azucareros y todo sitiodonde la sangre africana, que es parte de nuestraherencia cultural, respondiera al ritmo bulliciosode la plena. En Bayamón le vimos y le oímos enmuchas ocasiones durante las fiestas patronalesen honor de la Santa Cruz.

Sobre el origen de la plena hay varias tesis. Es­critores y folkloristas han escrito ampliamente so­bre el asunto, entre los que recordamos a PaquitoLópez Cruz, Augusto Cohen y Tomás Blanco. Unosdicen que la plena llegó a principios de siglo desdela isla de Saint Kitts, introducida por inmigrantesque la ubicaron en el barrio San Antón de Ponce.Por eso es el tema de una plena muy popular enla isla que dice así:

La plena que yo conozcono es de la China ni del Japónporque la plena viene de Poncey es del barrio San Antón.

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En la muerte del pleneromayor "Canario"

Por C. ORAMA PADILLA

Lo más probable es que, por la sencillez y rusti·cidad de los instrumentos que originalmente sirvie­ron para tocar la plena, ésta tiene su ubicación his­tórica en Africa y sirvió para mitigar la nostalgiade los esclavos en los barracones donde vivían desdeel siglo XVII y gran parte del siglo XIX. Por eso he·mos dicho que era música de los bateyes azucare­ros. Bastaba para amenizar un baile de plena, unpar de panderetas o un bongó y un guicharo. Lospalmetazos hacían lo demás. La letra, en versos aso­nantados o rimados. giraban siempre en torno aacontecimientos populares como crímenes pasiona­les o referentes a personajes célebres o alguna noti·cia que los envolviera.

Puerto Rico está tan identificado con la plenade Gabriel Garda Márquez, el autor de Cien afias desoledad, en su última novela, El Otoño del Patriarca,que es una novela del Caribe, identificaba a PuertoRico como, "allá donde cortaron a Elena". La plenaevolucionó según pasó el tiempo, sufriendo algunoscambios en su ritmo incorporando nuevos instru·mentas a su interpretación hasta convertirse en mú­sica de concierto como 10 hizo Canario y en músicade salón como hizo César Concepción. Pero el quela dejó limpia en el alma del pueblo fue Canario.Logró su promesa de dedicar a ella su vida, toda suvida. En sus últimas palabras, según una graba.ción, Canario dijo que, "un pueblo sin música es unpueblo muerto". Y él sabía que su pueblo estabavivo porque la plena había sobrevivido al maestro.A él, que mantuvo su pureza y conoció un día lanostalgia que ella provoca siempre en este puebloque enriquece su cultura por las tres vertientesdonde la música es la motivación principal.

Canario era al final de su vida agitada un vieje.cito agradable, humilde y anecdótico. Gustaba derelatar los incidentes de su vida agitada en NuevaYork y en Puerto Rico. Por 10 regular vestía deblanco y era en la tarima una figura llamativa con

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el ímpetu que daba a la música costeña. El maestrodeja en nuestros medios un vacío difícil de llenarcomo el que dejó el maestro Carmelo Díaz Solerque llevó a cuestas, en el fardo de sus ilusiones, ladanza puertorriqueña, con toda la pureza originalque enaltecía los sueños de miles de puertorrique­ños del pasado y del presente.

Ojalá que entre la nueva generación puertorri­queña surja un joven músico que recoja la batuta

del maestro Jiménez y no deje morir la plena caden­ciosa, expresiva y viva. Ella, como hemos dicho,anidó en el alma del puertorriqueño, como herenciade los bateyes azucareros y de los muelles, cosasque no están muy lejos en nuestro tiempo. A Cana­rio, el recuerdo vivo de nuestra gratitud y la espe­ranza de que su nombre no caiga en el olvido. Biense lo merece el plenero mayor que nos dijo adiós,para siempre.

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Homenaje póstumo aManuel Jiménez "Ca~ario"

Letras y música por: RAFAEL CEPEDa AnLES

PLENA

AL MORIR CANARIO

EL REY DE LA PLENA

SE HA PERDIDO UN PEDAZO

DE LA CULTURA PUERTORRIQUEÑA.

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I

A su Puerto Ricole deja sus plenascomo un gran regaloa la cultura puertorriqueña.

II

Matan a bumbumy cortaron a Elenavoy viajando en trenmi jíbara borinqueña.

111

Pobre doña Sarasu gran compañerasufre con dolor, señores,esta gran trajedia.

VII

Por eso le cantocon honda tristezahomenaje póstumoal rey de la plena.

IV

El vino a moriren su santa tierraque lo vio naceren su tierra borinqueña.

V

Fue Manuel Jiménezhasta un gran poetaque cantó a Borinquentodo un gran poema.

VI

Tanta vanidadenojos de Elenaque tabaco malotodas lindas plenas.

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Noticias referentes a Guayanillaen los siglos XVII y XVIII

Por FRANCISCO LLUCH MORA

EL AÑO DE 1703 EL PUERTO DE GUADIANILLA ES vtCTIMAde un ataque holandés, posiblemente organizado

en la Isla de San Germán. Se destacó en la defensade Guadianilla el Alférez de las milicias del Par­tido de San Germán Don Domingo Pacheco de Ma­tos, quien, según María Cadilla de Martínez, "reunióa todos los vecinos prontamente",· quienes hábil­mente dirigidos por Pacheco, infligieron grandesbajas al enemigo, quien se vio precisado a reembar­car, dejando en la playa 38 muertos y dos hombresgravemente heridos.2

Este hecho de armas, dirigido por un Pachecode Matos, resulta de gran interés para el estudio delelemento demográfico de la región Yauco-Guaya­nilla, pues revela la presencia de un Pacheco en losprimeros años del siglo XVIII en la región que estu~

diamos,J y a la vez nos refiere un dato interesante:

1. Marfa Cadilla de Martfnez, Rememorando el pasadoheroico, p. 215.

2. lbid., p. 215.3. La familia Pacheco de Matos, como verá en el capí­

tulo IV, vivfa en el territorio que comprendía Yauco y Gua·yanilla. Uno de ellos, hijo legmo. de Don Domingo, el Alfé­rez Don José Pacheco fue Teniente de Capitán en la regiónde Yauco y Guayanilla. Nació en el barrio de Guayanilla,parroquiano de Yauco, casado con Doña Rosa de Lugo, mu­rió en el sitio del Almácigo en Yauco, en 1762; otro miem·bro de esta prominente familia es: Don Fernando Pacheco,hijo legmo. de Don Domingo, es el primer Teniente a Guerradel pueblo de Yauco; nacido, como su hermano en la rell:iónde Guayanilla, vecino del partido de Yauco, casado dos vc­ces, en primer matrimonio con Doña Isabel de Torres, de laque hubo por hijos a: Antonio y Luis, Domingo e Isabel; cnsegundas nupcias con Doña Marfa de Quiñones, en la quetuvo siete hijos: Catalina, Marfa Luisa, José, Fernando, Mar­celo, Antonio y Juana, 17 de abril de 1778, L. Def. 1, s.f.­A.P.Y.-- Otros miembros de esta familia se destacaron,tanto en Yauco como Guayanilla, en el siglo XVIII y XIX:Teniente a Guerra de Yauco: Don Domingo Pacheco-l785.Don Antonio Pacheco-1795, Don José Pacheco-l803, 1807, 1813,Don José María Pacheco-l822, 1831, 1832; Alcald~s Constitu·cionalcs: Don José Pacheco (el mismo Que fue Teniente deGuerra en 1803, 1807, 1813, 1821), Don José Maria Pacheco,1822, Don Vicente Pacheco 1842·1843 (A.C. 2do.) Receptor del

vivía en la región de Guayanilla un número consi·derable de vecinos.

Veamos, a la luz de un documento de la época,el hecho en que participó el Alférez Domingo Pa·checo de Matos. Nos referimos al título de Capitánde Infantería Española otorgado, por gracia real deFelipe V el año de 1703. En dicho título se hace re·ferencia al hecho de armas que hemos mencionadoy dice así:

Por cuanto el Maestro de Campo Don GabrielGutiérrez de Riva, Caballero del Orden de Santia·go, mi Gobernador y Capitán General de San Juande Puerto Rico, me ha representado 10 mucho ybien que vos el Alférez de caballos Domingo Pa­checo de Matos me habeis servido en la referidaIsla y con especialidad en la acción en que losingleses y Olandeses (sic) echaron gente en tierraen el puerto de Guayanilla de la Jurisdicción deSan Germán, donde consiguieron mis armas man­dadas por vos el buen suceso de dejar muertostreinta y siete de los que desembarcaron y laaprensión de la mayor parte de los que traíanlos enemigos, en que os partais con mucho valory espero lo continuéis como hasta aquf. He re­suelto a consulta de mi Junta de Gobierno deIndias haceros merced de graduaros como en vir­tud de la presente Patente os gradúo de Capitánde Infantería Española, etc:

Es valioso el documento por lo que tiene de reco­nocimiento al heroismo de un hijo del país, en de-

puerto de -Guayanilla, Subdelegado Militar de Marina yCapitán de Puerto: Don José Pacheco. Es el mismo que fueTeniente a Guerra de Yauco. (Véase el capitulo IV de estaobra, en que se dan noticias de esta familia, amén de lagenealogía que se ofrece en la sección de Apéndices, la quenos fuera cedida, en la parte anterior a Don Domingo Pa­checo de Matos, por los genealogistas puertorriqueños: DonFrancisco Jessa( Rodrfguez de Aponte y Don Federico CedóAlzamora.

4. Merced del Titulo de Capitán de Infantería Españolaotorgado a Don Domingo Pacheco de Matos, Alférez deCaballos.

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fensa de su tierra y de la Corona. Desde el puntode vista de nuestro trabajo es valioso el hecho quedetermina el reconocimiento real: el ataque extran·jera ocurrió en Guayanilla y fueron los vecinos dellugar, hábilmente dirigidos por un hijo del lugar,los que lucharon contra los invasores. Este nos re·vela la existencia de un núcleo humano, bastantecrecido, en GuayaniUa y Yauco, capaz de ofrecergente suficiente para la lucha.

Este no es el único hecho de armas de los veci·nos de Guayanilla. Varios años antes de 1703, enque ocurrió el ataque combinado de holandeses e in·gleses, tuvo lugar otro ataque en Guayanilla: tresnurcas de enemigos, que desembarcaron más de150 hombres, atacaron a los criaderos de ganadomenor allí establecidos, y mataron gran cantidad deganado, permaneciendo alejados durante una nocheen el expresado criadero, "a cuya noticia se halla·ron en los contornos trece hombres que juntos eldía siguiente los aguardaron (a los atacantes) en elcamino del mar que dista de aquella parte medialegua, y al retirarse el enemigo llevando suma guarodia y retaguardia, le envistieron los dichos trecevecinos y mataron más de cincuenta de los enemi­gos y les quitaron la presa que llevaban y los quequedaron vivos escaparon viniendo a sus bajalesquedando tres hombres de los nuestros mal he·ridos".s

En la Petición en que esta noticia aparece, nose da la fecha del incidente; pero si se especificaque el ataque se perpetró "en años pasados",610 quenos permite situar el hecho con anterioridad al 1669,que es el año en que el interrogatorio de la Peticióntiene efecto,' año de 1669 en que actúa de Procura·dar General de la Villa de San Germán, Juan OrtizVélez Borrero.a Declaran contestando el interroga.torio, en el expresado año, los siguientes vecinos dela Villa de San Germán, los que dan fe del ataquea Guayanilla, así como de los otros aspectos que seincluyen en la agenda del interrogatorio: GerardoGonzález, Capitán a Guerra Don Bartolomé de la

5. Testimonio de Autos de los recursos que la Villa deSan Germán y sus habitadores (sic) han intentado en estaReal Audiencia y demás autos que se ao (sic) formado paradar cuenta a S.M. en su Real y Supremo Concejo de lasIndias - 26 de febrero de 1703, Petición de Juan Ortiz Vélez.Inciso S, f. 48 vl,to., Leg. Escribanla de Cámara, 9A. A.G, de I.

6. /bid., f. 48 vito.7. El documento Testimonio de Autos... Leg. Escribanía

de Cámara 9A se remitió a S.M. con carta de la Audiencia deSanto Domingo de 26 de febrero de 1706 recoge en la partereferente a la Petición de Juan Ortiz Vélez un interrogatorioreferente a sucesos anteriores al 1669, año en que éste, (elinterrogatorio) se lleva a efecto.

8. Juan Ortiz Vélez Borrero, h. legmo. de Rodrigo OrtizVélez, quien vivió en Guayanilla (Véase nota 21. CapituloII y notas 3 y 13, Capitulo IV de este libro) y ConstanzaOrtiz (Véase nota 13, Cap. IV), casado con Isabel Gonzálezde la Renta ambos vecinos de la Villa de San Germán.(Testamento de Constanza Ortiz).

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Seda, Alférez Andrés de Toro y Quiñones, Juan Ro­dríguez de Olivencia, Antonio de Mercado, Ambro­sio Jusino, Domingo de Olivera, Alférez Juan Loren­zo Barrete. Todos estos vecinos dan noticia de 10acaecido.

Pasemos, de nuevo, al siglo XVIII, al año de 1702,un año antes del ataque combinado de ingleses yholandeses. En 1702, Guayanilla fue víctima de unataque de un pirata, quien desembarcó su gentearmada, y avanzó por las inmediaciones con más decien hombres, quien durante tres días se dio a lamatanza del ganado de los vecinos del lugar, y seadentró hasta el Río de la Sierra, donde quemó lasviviendas del poblado del Concejo (sic),9 "que yaestaban despobladas de las mujeres y muchachosque tenían y permitió Dios de embiar una gran Hu­via" que hizo crecer el mencionado río, lo que obligóa los invasores a retroceder.

Informado el Gobernador del ataque mandó des­pachar ayuda a los afectados por la incursión pirata,y "asi como llegaron todos, unos enfermos y otroscansados, sus viviendas destrozadas, a todos lospuso el Capitán por escuadras en toda la costa, quepor todos estos medios y fortaleza y humildad des·tos pobres, ... no tiene S.M., Dios le ·guarde soldadosmás leales, fieles y humildes".lo

Esta última noticia resulta, para nosotros, va­liosa pues nos revela que en el lugar del Concejohabia un conglomerado humano, el que considera­mos, el puente de enlace entre la Villa de SantaMaría de Guadianilla (siglo XVI) y el núcleo urbanode que nos habla Fray Iñigo Abbad y la Sierra enel siglo XVIII, núcleo este último, situado cerca delpuerto, posiblemente en el mismo lugar en que seasentaba a principios del siglo XIX, en el momentode la fundación (1833-1834), que es el mismo en quese asienta el actual pueblo.

Conviene indicar que el barrio Concejo, segúnconsta en el Reparto de Gastos del Partido de Yau­ca,u y del que se hablará con más amplitud en elpróximo capitulo, se incluía junto a Llano y Quebra­das en un solo barrio, lo que nos hace pensar queel documento últimamente citado (Los vecinos de

9. El barrio Concejo, hoy Consejo, está situado al nor­oeste del pueblo de Guayanilla, colinda por el norte con elbarrio Sierra Baja y el municipio de Yauco, por el este conel barrio Llano; por el sur con el barrio Quebradas y por eloeste con el municipio de Yauco. (Véase Mapa de Munici­pios y Barrios, Guayanilla, Memoria Núm. 39, Junta de Pla­nificación, Santurce, P. R., 1955, p. 17, Y el mapa, en laprimera portada interior.) El barrio Concejo está situado alnorte de Quebradas, donde estuvo la Guadiani11a del XVI.

10. Los vecinos de la Villa de San Germán de la Isla dePuerto Rico sobre que se de providencia para que DonGabriel Gutiérrez de la Riva, Governador de aquella Islase contenga en las bejaciones que les hace, Santo Domingo,año de 1703, f. 35, Leg. Escribanía de Dámara 9A., A.G.!.

11. Reparto de Quinientos Pesos, cuatro reales que sehan de repartir por el Salario del Padre Cura, Gas/os Plib/i­cos y Maestro de Escuela, 1821, A.M.Y., Leg. 66, N." 2.

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la Villa de San Germán... ) al referirse al barrio olugar del Concejo se refieren al lugar en que estuvoel poblado de la Villa de Santa Maria de Guadia­nilla, en el siglo XVI, o a un lugar próximo a éste, alsur-oeste de la actual población, en el barrio quehoy se llama Quebradas.

Todo esto viene a corroborrar lo que sostenemosen el sentido de que parte de los vecinos de la Gua­dianilla del XVI permanecieron en la región, renuen­tes al traslado a las Lomas de Santa Marta, de loque hay evidencia en documentación del referidosiglo, y la hemos mencionado en el capitulo queantecede.l2

Guayanilla ya fue víctima de ataques, como seha visto en el capítulo II, en el siglo XVI. Tal es larazón que determina la orden para que sus vecinosse muden al interior, a las Lomas de Santa Marta.Veamos lo que la Real Provisión Sobrecarta de 27de enero de 1573 nos dice sobre el particular:

...Sepadea que Simón de Balivar en nuestronombre, nos hizo relación, por una petición queen la nuestra Carta y Chancillería Real que resi·de en la ciudad de Santo Domingo de la IslaEspañola, ante el nuestro presidente y oidorespresentó, diciendo que por los muchos robos ycontinuas incursiones (sic) u de francés (sic), lute·ranos e indios caribes que habfades padecido, ycada día padecéis, destruyendoos las haciendas,forzandoos las mujeres, habfades dado, todos jun­tos, nuestro voto y padecer, para evitar las dichasmolestias sería muy útil y provechoso que esepueblo de Santa Maria de Guadianilla se mudasela tierra adentro, por su seguridad... I

'

12. cReal Provisión Sobrecarta de 27 de enero de 1573_,Testimonio de las Reales Cédulas y provincianas de su Altezade privilegias de la Villa de San Germdn, Villa de San Ger·mdn (Sus derechos y privilegios durante los Siglos XVI,XVI/ Y XVIII, pp. 203·207).

13. Debe decir irlel/rciones, continuas incurciones.14. cReal Provisión sobrecarta-, op. cit., p. 204.

Los vecinos renuentes al traslado, que permane­cieron en el lugar, enamorados de una tierra fértily hermosa, con un puerto que continuó su tráficomarino, sostuvieron una defensa heroica de lo queles pertenecía, defensa que continuó en el XVII y enel XVIII. Ese pequeño núcleo de vecinos, instaladosen una modesta población, sin .. concejo y sin jus­ticia y regimiento",15 durante los siglos XVII y XVIII,

obedeciendo siempre, en esos siglos, al Cabildo deSan Germán, escribieron con su sacrificio, y su tena­cidad, varias de las páginas más hermosas de laresistencia de un pueblo que se aferra al solar y auna tierra que les brindaba lo que necesitaban parasu subsistencia.

Dos nombres han perdurado de esa tenacidad,de ese valor; uno del XVI, mencionado en el capítuloanterior, Rodrigo Ortiz Vélez, y Domingo Pachecode Matos, este último, como ya se f1a visto, actorheroico en la lucha de 1703.

Hemos dado una ligera visión de la resistenciaofrecida por los vecinos del barrio Concejo, en Gua­yanilla, ese barrio que ha perpetuado en la tradicióntoponímica puertorriqueña la existencia de un con,cejo de vecinos que funcionó desde el 1511 hastael 1573, reunión de vecinos constituidos en cabildo,en la cumbre de un montículo, donde hubo un pue·blo, ubicado este montículo entre la cadena de mon­tañas no muy altas, por donde pasa el camino queconduce a Macaná, y las Lomas de las Quebradasque se aupan en dirección a Yauco, teniendo al fonodo el macizo de la sierra central, con la mole delRodadero, que perfila su silueta en el azul del cielo.y al sur la línea inmaculada de la espuma del lito­ral marino.

15. La Villa de Santa María de GuadianiJIa tuvo desdeel año de su fundación hasta el año del traslado a las Lomasde Santa Marta, concejo, justicia, regimiento, e iglesia. delo que se da noticia, como el lector habrá visto en el capí·tulo que antecede.

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La Crítica de Bonafoux en tornoa Puerto Rico*

Por EDUARDO C. CAUTIÑO

L VIS BONAFOUX NACIÓ EN SAINT ~OUBES, PUEBLECILLO

cerca de Burdeos, Francia, el 19 de junio de 1855.Este niño que ve la primera luz del mundo cercade la bella ciudad de Burdeos sería, andando eltiempo, uno de los grandes escritores de PuertoRico, y uno de los satíricos más destacados en laliteratura finisecular y novocentista del mundo denuestra lengua.

Es curioso anotar que Bonafoux, hombre de Puer­to Rico, nace fuera de su Isla, vive casi toda su vidafuera de esta Antilla y muere en el exilio. tambiénfuera de la tierra que consideraba su patria.

Franco, leal. sincero, "no le era dado fingir entu­siasmos ni cantar falsas alabanzas; rudo. apasiona­do, violento. intratable con lo que juzgaba mezquinoy falaz, virulento con hipócritas, transfugas, vanido­sos y perversos; pero bueno, humilde, débil con quie­nes supieron padecer por nobles ideales o conquienes permanecieron a mitad del camino teniendoderecho a triunfar por la virtud y el talento. Odiabala injusticia. Y no envidiaba a quienes conquistaronfama y rique'zas a cambio del honor y la traición.

Consistió su orgullo en ser siempre el mismo,en continuar luchando por los ideales de humani·dad que defendió a 10 largo de su vida. Nada pudie­ron contra él las injurias ni las calumnias. Y la po­breza fue siempre en él blasón de gloria y orgullode su nombre.

LUIS BONAFOUX QUINTERO

La búsqueda de datos para estudiar la literaturade Puerto Rico en las tesis que la Universidad dePuerto Rico ha tenido bajo su dirección en los

* Capítulo del libro La sátira ell la obra de Luis BOlla­¡al/x. Obra inédita.

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departamentos dedicados a los estudios hispánicosen los recintos de Río Piedras y de Mayagüez, al·canza hasta la fecha varios títulos importantes.Aunque sea reciente el auge académico de los temasnacionales. relegados y hasta despreciados por va·rias sinrazones de la vida puertorriqueña hastahace pocos años, la bibliografía aumenta cada día.Una de las aportaciones de esta corriente es la tesisde Eduardo C. Cautiño sobre La Sdtira en la Obrade Luis Bonafoux Quintero, sometida en mayo de1971 para el grado de Maestría en Artes en el De­partamento de Estudios Hispánicos, en el recintode Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.

Llama la atención en la cultura de Puerto Ricola presencia de una voluntad de identidad con laisla que rebasa los ímpetus del patriotismo inhe­rente a toda persona nacida en una tierra del pla·neta mundo que considera su cuna y donde sientelas raíces de su ser físico y moral. El caso curiosoes que varios escritores de Puerto Rico, nacidos enotros países, que han vivido solamente parte de suvida juvenil en Puerto Rico, se llamen a sí mismospuertorriqueños, poniendo una apasionada ansiedaden esa afirmación, como si temieran- ser rechazadospor su amor y su filiación con Borinquen. Luis Tu·lio Bonafoux pertenece a ese grupo de puertorri­queños por su propia y libre elección. Como diceCautiño en una parte de la tesis:

"Se consideraba puertorriqueño, lo pruebacuando dice en su libro Clericanallas: .No soy pru·siano, porque nací en Puerto Rico•. Ama a PuertoRico, pues recuerda su niñez en Guayama, y másaún supo rendirle homenaje, tanto en vida comoen muerte, a uno de los -puertorriqueños de máscalibre, a Ramón Emeterio Betances, a quien lededicó un hermoso libro de 560 páginas, recopi­lando parte de su epistolario, noticias de periódi­cos, y recuerdos personales del gran antillano."

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Luis Bonafoux.

Bonafoux despertó a la realidad circundante desu país amado en Guayama, teniendo en sus proge­nitores, el francés avecindado en esta ciudad delsur, Louis Bonafoux, y la dama venezolana Clemen­cia Quintero, el mejor ejemplo de extranjeros aco­gidos a nuestra ti~rra en el siglo XIX con el afán deechar raíces duraderas en su suelo. Padre y madrele inculcan respeto y devoción al estudio y a la fa­milia, normas de conducta ejemplar que se eviden­cian en su biografía, ya que fue esposo y padreamantísimo, yendo de España a Londres, de allí aFrancia, y otra vez a Inglaterra, en la peregrinaciónque hizo de su trayectoria vital un vía crucis conestaciones esporádicas, siempre acompañado por lossuyos, idealista y romántico sin trabas para expre­sarse ante la injusticia, la corrupción y la falsa famade los advenedizos en las artes y las letras. AntePuerto Rico mismo, no obstante el tiempo que pasóen San Germán como de Registrador de la Propie­dad, cultivando en la lectura y la tertulia sus dotesde escritor, la pluma de Bonafoux se enciende dearistas punzantes para satirizar en vez de halagar.Ese mismo espíritu beligerante que se aprecia enla crítica del autor en torno a Puerto Rico caracte­riza su obra relacionada con autores y temas múlti-

pies de España y Francia. Perteneció a la generacióngenial de la etapa finisecular que llega hasta la pri­mera guerra mundial de 1918, cuando la prosa cas­tellana deja de un lado las preocupaciones hereda­das del neoclasicismo para darle paso a una mayorsoltura sintáctica, a una cadencia y una flexibilidaden que la ideología de la generación del 98 y la fuer­za creadora de los líricos modernistas se compene­tran en una simbiosis de nuevo cuño romántico.B.:>nafoux sintió la urgencia de escribir para su tiem­po, se valió del periódico con ánimo de difundir susideas; hizo gala de su inteligencia y de su persona­lidad en la crónica, se batió contra los gigantes dela superchería al expresarse sobre cuestiones palpi­tantes, hizo crítica literaria con acierto, y en todolo que escribió podemos apreciar el sello de unarecia contextura independiente, osada y viril.

Entre lo!> años de 1877 hasta 1913 escribió LuisBonafoux Quintero un total de veinte obras, y susmeros títulos son una galería de las intenciones ylos enfoques del gran satírico. Al voleo podemosseñalar algunos substantivos preferidos, dardos quevan al blanco donde Bonafoux lanza las flechas:mosquetazos, avispero, bombos y palos, c1erieana­Ilas, etc. La bibliografía recogida por Cautiño en su

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tesis revela la curiosidad que esta obra ha desper­tado entre los investigadores y los críticos de PuertoRico y de otras partes. No ha pasado inadvertido,pues, aunque todavía merece mayor atención el es·tudio de su estilo. Posiblemente sea José A. Romeuel escritor contemporáneo de Puerto Rico que comoprende y analiza con más acierto 'la obra de Bona­foux, según se puede comprobar en sus lO Notas paraun estudio sobre Bonafoux", Asomante, 1950, Vol.VI, Núm. 1.

Cuando se piensa en el ir y venir sin reposo deBonafoux, en su cultura y su intelecto, sus dotescreadoras y su ideología, vemos el prototipo delhombre de acción de Puerto Rico que se empezó adestacar en el mapa de Europa, de los Estados Uni­dos y de Hispanoamérica desde el siglo XIX hasta elpresente. Algunos puertorriqueños de entonces quemanifestaron sus inquietudes con el verso o la prosaen lugares distintos donde vivieron, fueron Hostos,Lola Rodríguez de Tió, y Antonio Cortón, entreotros. Hoy sigue el puertorriqueño que vive en otrospaíses expresando su apego a la tierra y a la culturade Puerto Rico, y no solamente escribe acerca dela problemática nacional puertorriqueña, sino quehace, como lo hizo Bonafoux, crítica y obra de valorliterario sobre temas y preocupaciones de índoleestética universal. Bonafoux no fue insularista, sinopuertorriqueño con miras de hombre que se sintióigual a sus contemporáneos franceses, ingleses y es­pañoles, a la altura de 'Ias circunstancias de unaépoca durante la cual su existencia pasó por trancesde euforia y de dolor, sin que se doblegara por elloel empeño que puso en una obra de valor que hoyconstituye el testimonio de un cerebro privilegiadoy la herencia de la nueva generación en busca decaminos inéditos.

Que la tesis de Eduardo Cautiño, su análisis delos temas y de las características de Bonafoux, y labibliografía recopilada por él durante sus estudiospara la Maestría, sirvan para incitar a la lectura yal conocimiento de uno de los escritores más impor­tantes de Puerto Rico. Al referirme a la literaturafestiva y satírica en el ámbito de la literatura dePuerto Rico, dije en Panorama de la Cultura Puer­torriqueiia (1958) las palabras que deseo repetirpara cerrar estos apuntes:

.. Hasta muchos años después, cuando apareceNemesio Canales en el escenario literario, se echa­rá de menos este tipo de literatura, ágil, punzan­te, y certera, necesaria para marcar derroteros,ridiculizar lo espúreo, y sondear el ánimo delpueblo que se mantiene de espectador, siendo ala vez el verdadero actor en el drama n.

MARtA TERESA BABtN

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Bonafoux trata en su amplia obra el tema dePuerto Rico. Su visión de lo insular no es el de unriguroso análisis de una circunstancia históriccrso­cial, sino de reacción personal frente a un cúmulode aspectos que consideramos en este capítulo. Sonestos los ángulos de su visión de lo puertorriqueño:la crítica de costumbres, el análisis, a la luz de suconcepto de las cosas, del fenómeno artístico: elpoético, el musical, centrado el primero y el segun­do a la luz de figuras insulares, tales como GautierBenítez, Modesto Cordero, Ulises Olivieri, ManuelG. Tavárez, el político (el que gira en torno a va­rias' figuras nuestras): Luis Muñoz Rivera, PabloUbarri, Betances, y la defensa sobria y mesurada,aunque cargada de sutil ironía, que hace frente aManuel Fernández Juncos.

Veamos en sendos apartados el enfoque de nues­tro insigne escritor sobre los aspectos enumerados.

A. Bonafoux y el carnaval insular

El artículo de Bonafoux más conocido en PuertoRico es El Carnaval en las Antillas,. que se publicóen el periódico madrileño La Unión (1879), y en elque su autor critica, en forma humorística y exage·rada, ciertas malas costumbres, relativas a la formaen que se celebraba el carnaval en Puerto Rico. Enese artículo llama a los puertorriqueños ., turba in­dómita y salvaje". Censura dichas costumbres, ynos informa que los vecinos se disparaban con cás­cara de mamey, repletas de materia fecal y mante­quilla rancia bien dispuesta en un papel que ha deser arrojado al rostro del incauto que sale de sucasa, de la falta de respeto por las personalidadesdel país, quienes no se liberan de un mantequillazoen pleno rostro, de una señorita que había tenidoamores durante veinte años con un joven a quienle lanzó un coco lleno de ácido úrico a la cabezacomo desquite, de un padre que comenta con orgu­llo que su hijo le tiñó con tuna la levita del capitángeneral, cuya autoridad es violable en tales casos.En fin, una serie de descripciones sobre dichas fies­tas, que nos ponían al nivel de las sociedades másprimitivas y salvajes.

En ese mismo año de 1879 Bonafoux es llamadoprecipitadamente para que acudiese al lado de sumadre enferma. Sale de España, en donde a la sazónse encontraba terminando su carrera de Derecho,y al llegar a San Juan fue recibido por una masahumana, la que fue objeto de una explosión deodios e insultos, impulsados éstos por un falso pa­triotismo, en donde pedían a gritos nada menos quesu muerte. Por espacio de cinco días reinó un ver­dadero motín, reproduciéndose los escándalos y lasviolencias uno y otro día. Miles de personas reco­rrían las calles profiriendo gritos y amenazas. Bo·

1. Luis Bonafoux, Ultramarillos, pp. 1·8.

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Jlafoux se refugia en la casa de Don José JuliánAcosta (tío político suyo) situada en la Plaza de Ca·Ión, allí al lado de su madre moribunda, casa quefue sitiada y apedreada.

Al fin, pudo nuestro autor tomar un bote que lotrasladó al buque que habría de volverlo a España.Esto fue posible con la ayuda de los agentes delorden público, quienes estaban con el sable en lamano, ya que no pudieron impedir que más de dos·cientas personas se embarcaran en otros botes, di~

rigiéndole al escritor toda especie de insultos yamenazas.

Don José Julián Acosta estaba fuera de su tierranatal, en virtud de su elección para Diputado a Corotes. A su regreso, indignado al enterarse de aquellossucesos, publicó una protesta que apareció en elperiódico El Boletín Mercantil? en donde denuncióenérgicamente los atentados cometidos contra Bo·nafoux y contra su propia familia, más aún cuandosólo había en su casa una señora y sus hijos, porencontrarse ausente el jefe de familia, desempeñan­do una misión de interés público. Con tal motivoescribe Acosta:

Muy tristes son en verdad las primeras noti·cias con que me saluda el país natal desde queme separé de sus playas, dejándole confiado elprecioso tesoro de mi familia; mas no serán partepara entibiar mi probado amor por él, ni paradesviarme de los principios que constantementehan guiado mi conducta. Se han aquilatado en elcrisol de tan dolorosa experiencia.'

Bonafoux recibe una decepción de los puertorri­queños y publica una serie de artículos en el perió·dico madrileño El Español, los que luego recopilaen su obra Mosquetazos de Aral11is. Notamos enesta obra que nuestro escritor se dejó arrebatarfácilmente por emociones momentáneas, visualizan·do sólo los defectos e ignorando las virtudes de sugente.

B. Bonafoux y el falso estudial1te

En El Capitalista ~ nos comenta con gran humorla historia de -la mayoría de los estudiantes puerto·rriqueños en el extranjero. Un pobre hombre de RíoPiedras envía a su hijo a cursar la carrera de mediocina en España. Este lleva consigo todo el capitalde su familia (300 pesos) y comienza su carrera enla metrópolis. Percatándose el joven que era mejordivertirse que estudiar, se gasta todo el dinero quellevó, lo mismo que el que su padre con sacrificiosle enviaba para sus matrículas, pide prestado a sus

2. Angel Acosta Quintero, Josi JulitiJl Acosta ,. Sil tiempo,pp. 450-453.

3. [bid., p. 452.4. Luis Bonafoux, Esbozos 'love/escos, pp. 193·206.

amigos, haciéndoles creer que su padre es muy rico.Llega a tal extremo la situación económica de sufamilia en Puerto Rico, que su progenitor tiene quevender su único caballo, ya que el hijo, después deestar ocho años en Europa, -le dice que sólo le faltauna asignatura para doctorarse, a lo que siguenpasando tos años, sin que se gradúe por no estarasistiendo a las aulas de la universidad.5

C. Bonafoux y la mujer puertorriqueiia

En el artículo Por mis paisanos,6 defiende la dig­nidad de la mujer puertorriqueña, ya que ésta fueultrajada por el periódico ponceño El Pueblo. Endicho periódico apareció un artículo en que se diceque la mujer puertorriqueña no es culta, pues nolee por estar pendiente del polisón, el baile, la re­treta, el teatro y otras preocupackmes, un tantofrívolas. Prosigue el periódico informando que lasmadres puertoriqueñas engañan a sus maridos; ylas señoritas se pasan las horas muertas poniéndosepolisones. En todo -añade el periódico- se anotaque las puertorriqueñas son cursis, ya que nadieusa moñas, con excepción de los toros en las corri·das de beneficencia.

Bonafoux sale en defensa de sus compatriotas.Aunque se encontraba enfermo y en cama, dice queno pudo resistir más su indignación ante tal ultraje,y desarrolla su defensa, diciendo que en materia deescritura las señoritas puertorriqueñas pueden darquince y raya a 'las madrileñas, que las puertorri­queñas que residen en París escriben el francés mu­cho mejor que las parisienses.7

D. Bonafoux y algunos políticos insulares

Escribe nuestro satírico una carta a Don ManuelFernández Juncos. En ésta, publicada con el títulode Vir, bonus I se mofa de nuestra prensa y dice:

Aquí, donde por reprensible benevolencia de losbuenos periodistas como usted, se profana el mi·nisterio de la prensa y se la priva del sentidomoral del periodismo; aquí, donde se pasea porlas columnas de los periódicos tanto sabio deguiro y maraca; y todo padre se figura que tienederecho a participar en letras de molde que suhijo obtuvo en los exámenes la nota de sobresa­liente; y un hortera telegrafía que ha muerto susocio en pulpería; y un caballero particular noscuenta en períodos desmayados, líricos y baila­bles, que "voló al cielo", la niña Olimpia! ay! la

5. [bid., p. 205.6. Luis Bonafoux, Mosquetazos de Aramis, pp. 335-341.7. lbid., p. 338.8. Luis Bonnfoux, El avispero, pp. 121-124.

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seráfica Olimpia que era una maravilla tocandoel guiclzaro y muy conocida del caballero particu­lar (y de nadie más, por supuesto); aquí dondecualquier Palidori en medicina y cirugía publicaun comunicado dándose a sí mismo las más expre­sivas gracias y los bombos consiguientes por ladifícil operación de amputar una nigua: y cadahijo de vecino pretende tener la publicidad deGatell el alcoholado y que le pongan en danzassus eximios méritos...•

Notamos que fue Bonafoux un crítico mordazcuando se refería a las costumbres de Puerto Ricoy más aún cuando se refería a algún líder políticodel país, como en el caso de Luis Muñoz Rivera yPablo Ubarri; pero esto no desvirtúa su amor porPuerto Rico. Se consideraba puertorriqueño, lo prue·ba cuando dice en su libro Clericanallas: 10 "No soyprusiano, porque nací en Puerto Rico." Ama a Puer·to Rico, pues recuerda su niñez en Guayama y másaún supo rendirle homenaje, tanto en vida como enmuerte, a uno de 'los puertorriqueños de más cali·bre, a Ramón Emeterio Betances, a quien le dedicóun hermoso libro de 560 páginas, recopilando partede su epistolario, noticias de periódicos y recuerdospersonales del gran antillano.

Esta obra, en donde recopila cartas escritas porBetances, a sus familiares y amigos, nos deja cono­cer al hombre directamente a través de su episto­lario, hace unos comentarios pertinentes despuésde cada carta, para así subrayar la grandeza de estelíder. Nos dice que hombres así no· necesitan comen­tarios, ya que su propia obra habla mejor de lo quepudiera hacerlo por ellos el más sabido comenta­rista. Divide la obra en siete partes: Prólogo, Betan­ces Revolucionario, Betances y RuÍ'Z Zorrilla, Be·tances Escritor, Betances Orador, Betances Intimoe Intimidades del Hogar. 1I

E. Desdén por las posiciones políticas

En un artículo de Literatura de Bonafoux apa­rece una Carta a El Pueblo 12 en donde aclara queno quería ser Diputado a Cortes, según se anuncióen el períódico El Pueblo. Cita varias cartas remi·tidas por Don Pablo Ubarri, en que éste le informaque el Municipio de Guayama quería hacerle Dipu­tado a todo trance; pero los demás pueblos del dis­trito no estaban conformes. Le informa, además, elSr. Ubarri que él no fue propuesto por el comitécentral, ya que allí tenía desafectos y que si pensa­ba un poco, éstos no le serían desconocidos. En su

9. /bid., pp. 123·124.lO. Luis Bonafoux. Clericanallas, p. 383.11. Luis Bonafoux, Betances, p. 560.12. Luis Bonafoux. «Carla a El Pueblo., Líleratllra ele

Bonafollx, pp. 239·240.

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defensa alega Bonafoux que siempre 'le dijo a DonPablo que lo más que él (Bonafoux) podía hacerera tomar asiento en los bancos del partido másdemócrata de la monarquía, ya que para ser dipu­tado en tales condiciones, esto le sería deshonroso.u

F. Crítica de algunos poetas y comentarios sobreun músico puertorriqueño

Se burla humorísticamente de las personas queha atacado cruelmente, y en forma satírica diceque está sumamente arrepentido. En Mis Muertoscomienza hablando de sus antepasados y luego sacaun grupo de retratos de aquellos que él mató envida con sus mordaces artículos, y se pregunta élmismo ¿qué daño me habían hecho? Hace un falsoacto de contrición y dice que el día de difuntos leenviará una corona a cada uno de ellos. Nombra aEleuterio Lugo. un poeta guayamés, a quien atacóvirulentamente con la sátira de su pluma, y a quienridiculiza, diciéndole:

Caballero, le dije muy emocionado; caballe­roL .. yo soy un gran corazón ... permítame queprincipie por usted, poniéndole esta coronita! l'

1. José Gautier Benítez.

Bonafoux solía estimular lo bueno, los méritosen aquellos que él creía lo merecían. En Gautierdice que la poesía puertorriqueña va saliendo dellimbo del arte; que tiene dos representantes, Pes­quera y Gautier. Critica la poesía de Gautier dicien­do que no era viril, que se vislumbraba tierna, me­liflua y melancólica. En este artículo dice que almorir Gautier sus amigos recogieron la obra de éstey la publicaron en un tomo, mezclando algunas poe­sías muy buenas, como Insomnio, A Puerto Rico,con otras tan malas como Fragilidad. Dice que Gau­tier está en carácter cuando canta a la patria, elamor de sus amores. Termina su artículo diciendoque Gautier ha hecho perfectamente bien en morir­se, pues era muy visionario y muy sensitivo paravivir en este planeta.ls

2. Modesto Cordero

La obra Mosquetaz.os de Aramis está dedicadacasi por completo a los puertorriqueños, y en susarticulas notamos uno que creemos es la sátira másfuerte de esta obra, ya que carece de toda bondad

13. ¡bid., p. 247.14. Luis Bonafoux, Esbozos novelescos, pp. 262·26915. Luis Bonafoux. eGautíer., Ultramarinos. pp. 114·199.

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e indulgencia. Tituló dicho artículo El joven Corde­ro, en donde nos dice que recibió el libro de poemasMelodías, publicado por el joven yaucano ModestoCordero. Y nos dice así de esta obra:

Yo no sé si el Sr. Cordero se figura que porhaber tenido yo bronquitis o neumonía, o lo Quesea (así reventara!), he hecho propósito de en­mienda y quiero ponerme bien con los poetasantillanos para morir como Dios manda. No haytal cosa; muerto y enterrado y podrido t?d~víahe de decir que el Sr. Cordero no es poeta nI tienederecho a endosarme melodías."

Analiza el poema A Rosa, que comienza con unverso de dos sílabas y sigue aumentando el númerode éstas, en los versos sucesivos hasta llegar a unalejandrino, disminuyendo desde ahí el número desílabas hasta concluir, como empezó, con un versodisílabo. Nos dice Bonafoux que si esta quisicosano fuera una plaga de disparates, tendría muchomérito por la forma; pero que parece un aguacate,o una piña de Canarias.

Al ser atacado Bonafoux por su cruel análisisde la obra Melodías, se defiende diciendo que él hallamado buenos poetas a Gautier y Pesquera, nota·ble historiador a José Julián Acosta, notable aboga­do a Manuel Corchado, distinguido escritor a ManuelFernández Juncos, que ha animado al joven escritorUlises Olivieri; pero que con todo yeso, el pueblolo acusa de haber llamado mal poeta al joven Cor­dero, acusándole de que es enemigo de la culturadel país. Dice que en realidad el Sr. Cordero no espoeta, ni es nada y que le agradecería a este señory a sus compañeros mártires que no le enviaranmás folletos, ni melodías.

3. Manuel G. Tavárez

En Tavdrez 17 comenta la muerte del pianistapuertorriqueño. Dice que fue un artista de mérito;pero que pudo ser mejor de lo que fue. Critica y seburla de las exageraciones de los periódicos y dealgunos escritores que al rendirle homenaje le com­paran con los grandes músicos del mundo: Gounod,Verdi, Beethoven y Mozart. Opina que hubiese sidomás prudente rendirle un entierro modesto y conamor, que el escribir todas las adulaciones, las hi­pérboles y las exageraciones sobre su vida y suobra.

16. Luis Bonafoux, Mosquetazos de Aramis, p. 187.17. /bid., pp. 19-30.

G. Crítica sobre" La parte del León" de Alejan.dro Tapia y Rivera

En La parte del León,·1 critica fuertemente laobra de teatro de este título, escrita por Don Ale­jandro Tapia y Rivera. Comenta el argumento deldrama y dice que el mismo no vale gran cosa. Atacaal Municipio de San Juan por haber costeado la pu·blicación de esta obra y dice que fue una pérdidade dinero, que hubiese sido mejor haber mandadoa un estudiante inteligente de pocos recursos eco­nómicos a estudiar a España, o haber construidouno de ·los muchos puentes que faltan entre el cami·no de Caguas a Guayama. Se mofa del españolCarlos Peñaranda, quien sostuvo que Tapia es ungenio y dice que él (Peñaranda) no es quién paradar patentes de genio. Le dice a Tapia que Peña­randa, quien es un mal poeta, lo cual piensa pro­barlo otro día, mal crítico, sabe perfectamente queese drama es detestable, aunque le diga otra cosa.

H. Critica sobre Manuel Fernández Juncos

En su artículo titulado Don Manuel FernándezJuncos,19 a quien lo considera su mayor enemigoantillano, ya que en su periódico Don Manuel 10atacaba en prosa y en verso. Dice que él cree queDon Manuel formó parte de la plebe, que en la pla­zuela de Santiago pedía su cabeza a gritos de muer­te. No obstante, considera a Don Manuel un distin­guido escritor de grandes méritos.211 Aquí notamos.una cualidad que con el tiempo perdería ,Bonafouxcon sus enemigos, pues en esta época sabría aquila·tar los valores de sus enemigos, cosa que perdiócon el paso del tiempo, ya que a través de su obrase percibe que cuando atacaba a sus enemigos ig·noraba los méritos que éstos tenían.

Al hacer· la crítica de Tipos y caracteres nos ex­presa que 'recordando la guerra que le ha hecho ~l

Sr. Femández Juncos, casi está en el deber de dectrpestes de su colección de artículos. Pero que comono sabe mentir y además quiere dar a Europa unaprueba de su imparcialidad, desea decir que losartículos del señor Fernández Juncos le han gusta­do. Añade que en ellos hay buenas ocurrencias; peroque también hay algunos gazapos. .

Prosigue el desarrollo del tema y nos comUnIcaque las censuras de Fernández Juncos son piado­sas, que no campea en ellas la crítica agria, ni lasátira despiadada, que las ironías de Heine y lossarcasmos de Byron no le gustan a este escritor,y que su risa no es una mueca volteriana, cruel y

18. Luis Bonafoux, Ultramarinos, pp. 162·17319. Luis Bonafoux, Mosquetazos de Aramis, pp. 174-185.20. /bid., p. 174.

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punzante. Prosigue halagando la obra y dice que suingenio es bondadoso, sin bilis y sin nervios, queno hace daño, y sin embargo, censura y castiga. Enotras palabras, según Bonafoux, 'Ia crítica de éstees todo lo contrario de la suya.

Añade el guayamés que él admira ese género,pues cree que nadie tiene derecho a reirse ni a mor-

. tificar al prójimo. ¿Era sincero al decir esto, o sim­plemente se estaría burlando? Prosigue su comen­tario informándonos que hay artículos muy buenos,como El tigre y artículos muy medianos, como Elempleado zángano.

En 'la segunda parte de este artículo dedicadoa Don Manuel, lo satiriza, exponiendo que cuandomozo fue Don Manuel dependiente en una tienda yque en los ratos de ocio se dedicaba a leer cultiván­dose en esta forma. Algo digno de admiración, nosdice Bonafoux, porque en caso de haber sido él, nohubiese leído, se hubiera pasado la vida comiendohigos y aceitunas. Continúa en su trabajo satiri­zando humorísticamente la figura de Don Manuel,añadiendo que reparte él mismo el periódico ElBuscapié, y que lo lleva personalmente a los pue­blos de la Isla, lo que mueve a gracia: un caballeroen un flocho con dos grandes banastas, llenas deperiódicos. que deja en los pueblos.

Hace un examen de la obra escrita por Femán­dez Juncos y dice que sabe más que Merlín, puesle ha dado un buen palo a la sociedad puertorrique­ña; pero cuida de decir:

Describo vicios y costumbres susceptibles deenmienda y de censura; no pinto la sodedad pucr-

torriqueña, sino la parle defectuosa de esa so­ciedad.:'

Conclusión:

Hemos dado una ojeada al tema que nos hemospropuesto en este capítulo: el ofrecer una visión deltema de Puerto Rico en Bonafoux. Se ha visualizadocómo éste vio la sociedad insular y cómo reaccionófrente al hecho literario. Es demoledor, quizás untanto injusto, con escritores, como Modesto Corde­ro; tolerante con Ulises Olivieri, justo en su apre­ciación de la obra y la personalidad artística deManuel G. Tavárez, admirador decidido de ese granantillano que hubo en Ramón Emeterio Betances,a quien le dedica un excelente estudio monográfico,así como se nos muestra sobrio y ponderado conla obra de Manuel Femández Juncos, con quien nocompartía ni el ideario político ni el enfoque, entérminos generales, en tomo al fenómeno insular.

El estudio del tema nos permite sostener que Ba­nafoux amaba el ámbito puertorriqueño, en que letocó convivir, que le doliera unas costumbres que élconsideraba estúpidas, lo que consigna en la citaEl carnaval en las Antillas, y que siguió siempre decerca -a pesar de su exilio voluntario en Europa­el tema de su tierra y de su gente.

21. 1bid.• p. 180.

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La luz posa su piede paloma en las piedrasaLÍn firmes del pasado.y yo voy con la luzdetrás de las campanasrecogiendo las cuentasdel rosarioque se cae de las manostemblorosas del tiempo.

¡Cuántos suelios ahoraadquieren alma y cuerpo,retornall a su antigualejana realidad,y al lado de sus sombrasy en busca de sus ecosechan a caminar!

Por allí va una monjacamino riel conventodonde hace siglos oyeel canto iluminadodel ruiseñor del cielo.

y allí pasa, vestidade broncela figurainmortal de Juan Poncede León, que teníaademán de guerreroy sentir de poeta.Por ello, halló la fuenteúnica y milagrosaque mana eternidadesde juventud.

Allí vienell y pasanpersonajes ilustrescuyas fuertes raícessalen del cementerio.

Oda a San Jnan

Por MANUEL JOGLAR CACHO

I

Y llegan a la iglesiade San José.

¡Tus llaves,las llaves de tus Templos,dame San Juan!

Con ellasabro criptas oscurasque yo imagino surcosque aún se hallan sembradosde semillas humanasque esperan retOliaren hombres prodigiososque te lIarán más l1ermosay muchas veces dueñade tu Ilermosura.

Ahora,abro nic1lOs de cedroy caoba que guardantus sagradas imágenes.Desempolvo tu Cristo,tu Cristo milagrosoque se afana en mostrarcómo se nace y muere:Cada mañana nacey cada tarde se hace¡crucificar!

¡Tus llaves,tus llaves de oro puro,dame San Juan!

Las quieropara cerrarle el pasoa todos los que buscanarrebatarte el alma.

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El tema de Puerto Rico enAbelardo Díaz Alfaro, René Marqués

y Pedro Juan Soto

Por GLORIA FEIMAN WALDMAN

EL TEMA DE PUERTO RICO ES UN LEITMOTIF FUNDA-

mental en la literatura de la isla. Nuestros tresautores siguen la tradición iniciada por ManuelAlonso en El Gibara (1849), donde examina, en versoy prosa, lo que significa ser puertorriqueño. En esteestudio primero intentamos ver la búsqueda perso­nal y nacional de la identidad del puertorriqueño,que viene a ser la continuación de un tema centralde la generación anterior, la Generación del Trein­ta, constituida por tales obras como Insularismo deAntonio S. Pedreira y Prontuario histórico de TomásBlanco. Luego pasamos a la relación íntima entreel hombre y la tierra para finalmente terminar conun análisis de la literatura escrita sobre la expe­riencia neoyorkina e isleña.

Nos interesa aquí la visión de Puerto Rico en laobra de Abelardo Díaz Alfaro, René Marqués y PedroJuan Soto. Todos son de la Generación del Cuarenta,aquella generación que vio de cerca los resultadosdel proceso de americanización de la Isla, y se encon­tró forzada a enfrentar los múltiples conflictos queeran producto tanto de la pérdida de las antiguastradiciones y costumbres, como de la desvaloriza·ción de la lengua española. Este trasfondo histórico­social es imprescindible para entender sus obras,pues como ha señalado Concha Meléndez, refirién­dose a René Marqués:

Su temática es la conciencia de la transforma­ción que ya hemos vivido y la que estamos vivien­do, que es la transformación del mundo de hoy,acelerado en nuestro caso por la influencia de losEstados Unidos.l

Pero al mismo tiempo que estos autores se em­'peñan en testimoniar la realidad de su país, se valen

1. Concha Meléndez, .El cuento en la edad de Asol11cllttc,1945-1955-, Asomante, núm. 1, 1955, p. 63.

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de sus experiencias personales como elemento esen·cial de sus obras. Díaz Alfara escribe Terrazo, tomode cuentos acerca de los jíbaros, los campesinos delinterior del país, a base de su experiencia de traba­jador social. De igual manera· Pedro Juan Soto yRené Marqués integran las experiencias en NuevaYork y la Isla para forjar sus obras. No obstanteesta diferencia en la experiencia personal, un ele~

mento común a todos es la frustración -tema seña~

lado por Luis Palés Matos en su poema "Topo­grafía":

Esta es toda mi historia:Sal, aridez. callsancio.Una vaga tristez.a indefinible,una inmóvil fijeza de pantarlo.y tm grito, allá en el fondo,como un hongo terrible y obstinado,cuajándose entre fofas carnacionesde inútiles deseos apagados.2

El hilo unificador de esta primera sección es laactitud del personaje frente a si mismo y a su país.Este tema se manifiesta con mayor intensidad enlas novelas Usmaíl de Pedro Juan Soto y La vísperadel hombre de René Marqués. Los protagonistas son'jóvenes y el escenario de Usmaíl es la isla de Vie·ques y el de La vispera del hombre, la región cafe­talera. Se .descubre la historia personal de los dosprotagonistas al mismo tiempo que se revela la his­toria de Puerto Rico desde 1930 hasta 1950 y la gue­rra de Corea; años de intensa actividad política yeconómica.

En Usmaíl el tono central se establece por ladestructiva influencia norteamericana en la isla deVieques. Los marinos norteamericanos que original-

2. Carmen Gómez Tejera. Ana María Losada, Jorge ~uisPorras, Poesia puertorrique,ia, (México: Editorial OrJOn,1951), p. 410.

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Abe/ardo D{az Alfaro.

mente habían venido a Vieques para establecer unabase naval que iba a traer empleo a la isla y tamobién proteger a Puerto Riq) en la inminente segun.da guerra mundial, terminan por disminuir su tierrade cultivo e intensificar la prostitución. el alcoho·lismo. el juego y la .ilegitimidad. El pueblo deVieques lucha débilmente para imponer su voluntadsobre el monolito norteamericano y al fracasar vienea ser un símbolo microcósmico de la lucha de todoPuerto Rico para cambiar la realidad de su situa­ción neo-coloniali-

En medio de este ambiente surge el protagonistaUsmaíl, hijo de una negra puertorriqueña y de unblanco norteamericano. El se siente suspendido en­tre estos dos mundos sin identificarse ni con eluno. ni con el otro. Como acto simbólico huye aSan Juan para oficialmente cambiar su nombre ydesprenderse de aquella manifestación externa desu identidad norteamericana: Usmaíl - U. S. mail.Cuando él mata a un marino norteamericano en una

3. Esta actitud política y económica es en parte debidoa .Operación Manos a la Obra.. que transfiere el énfasisagrícola a la comercialización de la Isla. En este sentidola visión individual de los personajes se relaciona con labúsqueda nacional.

riña cumple con su destino; tarde o temprano teníaque enfrentarse con la presencia de los norteameri·canos. Si por fin encuentra su destino en la rebeldíacontra los gringos. esta lucha resulta ser un actofrustrado que sirve para enajenarle aún más de lacomunidad humana. Se encuentra solo. perdido. sinilusiones. definido por su negrura y por el acto dehaber matado a un gringo. Y así termina atrapadoentre las dos realidades que ·le habían abrumadodesde el comienzo de la obra. En este sentido unade las implicaciones principales de la obra es lafutilidad de la rebelión de un individuo solo, queno va a lograr cambiar ni su realidad personal nila realidad social de su país.4

Se ofrece una perspectiva distinta en La vísperadel hombre. donde también el autor, René Marqués,aspira presentar un microcosmo de Puerto Rico.Centra la acción alrededor del protagonista Pirulo,cuya asistencia como joven a una celebración nacio-

4. Una situación semejante se presenta en el cuento .Enuna ciudad llamada San Juan.. de Marqués, donde otroprotagonista acepta el desafío de un borracho marino nor·teamericano. El puertorriqueño mata al marino, pero igualal desenlace de Usmall, es un acto solitario y catártico queno trae consigo ningún cambio duradero.

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nal, donde hablaron algunos nacionalistas y donde serecitó la poesía de Lola Rodríguez de Tió, lehabían afectado hondamente. En años futuros, en­frentado con la influencia norteamericana en supaís, evoca las palabras que había oído y aprendea apreciar el espíritu nacional de su país. En estesentido acepta su identidad puertorriqueña, a dife­rencia de UsmaíJ que nunca llegó a aceptarse a símismo ni tampoco a rebelarse contra la sociedadde una manera eficaz. Así que Usmaíl viene a serel prototipo del puertorriqueño enajenado, que notiene lugar en su propio país y se traslada de unsitio al otro; mientras Pirulo viene a ser el proto­tipo opuesto, el que se identifica con su patria ycon la tierra misma.

Si en las primeras dos obras, Usmaíl y La vísperadel llOmbre, vemos cómo el personaje principal esuna creación ficticia. en la siguiente obra el autorforja su creación meraria a base de un personajehistórico. En el caso específico del cuento "Otrodía nuestro" el personaje ficticio está basado enPedro Albizu Campos, líder nacionalista denigradopor el régimen norteamericano a causa de sus creen-

cias políticas. En este cuento el autor intenta captarla postura oficial del gobierno que aisla al héroedel pueblo en los últimos momentos de su vida yasí trata de suprimir el espíritu nacionalista queaún vive en la gente. Es interesante notar que noobstante el fondo histórico, o el relato puramenteficticio, el resultado es igual -en el sentido de quela situación política no cambia.s

Al pasar a la segunda sección de este estudiopodemos intensificar el análisis ya sugerido de larelación entre el hombre y la tierra misma -aquellatierra que viene a definir y limitar todas las posibi;lidades de la vida del jíbaro. Díaz Alfara es el es~

critor que más poetiza la esperanza del jíbaro -ar-

5. Así como Marqués recrea la vida del héroe naciona·lista también se sirve de la vida de Muñoz Marin para mo­delar su personaje principal en La muerte no entrard enpalacio. Aquí, a diferencia del protagonista en el cuentoanterior, el personaje principal entrega el pueblo a losEstados Unidos bajo lo que Marqués llama en el drama,"protectorado». Lo hace en vez de insistir en la autonomiade Puerto Rico. El autor denuncia el juego político y lapérdida de integridad que sufre el líder después de expe­rimentar el poder.

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Rellé Marqués.

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quetipo nacional, hombre de la montaña, espírituhuraño, astuto y receloso hacia la gente. Terrazo, ellibro de cuentos de Díaz Alfara, destaca la imper­sonalidad del sistema frente a las angustias parti­culares de aquellos jíbaros que mueren lentamenteen el cañaveral, la siembra de tabaco o en las remo­tas partes de la montaña. Con sensibilidad y senci­llez Díaz Alfara ha logrado captar una de las carac­terísticas esenciales de la morada puertorriqueña.Como lo expresa Margot Arce de Vásquez:

Así muchos de estos relatos, algunas de las fi­guras, cobran validez y amplitud de símbolos [ ...}Sin tesis deliberada, sin relación específica conésta o aquella doctrina social y política, sin lamás leve intención de propaganda, Díaz Alfaronos ha dado toda la intensidad del drama puer­torriqueño: la esclavitud colonial, la inhumanaexplotación económica, los males del hambre, eldesempleo, la miseria y la enfermedad. Pero so­bre todo ha registrado el dramático choque delas dos culturas y de las dos lenguas, la impor­tación viciosa de un sistema de valores extrañosy sin sentido para la sensibilidad criolla, la apli­cación imprudente de métodos y contenidos peda­gógicos ajenos a nuestro medio!

Conforme a la importancia de la tierra en suscuentos, Díaz Alfara emplea las imágenes telúricaspara simbolizar la realidad dolorida de sus perso­najes. O sea, si "boliche" significa en el hablar coti­diano puertorriqueño el tabaco inferior qu~ no sirvepara nada, este nombre simboliza la vida del taba­calero. De igual modo si "bagazo" es la parte de lacaña que no se usa, la relación entre la planta y elhombre se clarifica al decir, uno de los personajes,"Ese soy yo, bagazo; después que me sacaron eljugo me botan." 7 La importancia que se da a estaspalabras se muestra por el hecho de que constitu­yen los títulos mismos de los cuentos. Así ponen demanifiesto desde el comienzo la frustración de lavida jíbara.

En contraste con esta visión anterior del temade Puerto Rico enfocado en la tierra, la última sec­ción se enfoca en el ambiente de la ciudad -o sea,la circunstancia de Puerto Rico en Nueva York ytambién en Puerto Rico, la Isla. En esta secciónlos conflictos entre las dos culturas vislumbradoslevemente en los cuentos anteriores llegan a unanueva intensidad a medida que vemos el choqueentre el ideal de la patria .lejana y la cruda realidadde la experi~ncia neoyorkina, los valores del pasadofrente a la materialización del presente, y la vidacampestre frente a la vida ciudadana. Estas duali­dades externas se integran profundamente en los

6. Margot Arce de Vásquez, _la lumbre de la esperanza;Terrll4.O expone el drama de la vida puertorriqueña-, enAbelardo Díaz Alfara, Terrazo, (España: Editorial VascoAmericana, 1970), p. 109.

7. ¡bid., p. 30.

personajes que resultan ser entes escindidos entredos distintas realidades.

La carreta de René Marqués es el mejor ejemplode aquel peregrinaje puertorriqueño, tan heroico enel pasado pero tan corriente hoy, de trasladarse delas montañas a los arrabales de San Juan hastallegar finalmente a la metrópoli misma, Nueva York.Mediante este traslado continuo el autor expone lafalsedad del mito del éxodo como modo de mejorarla vida. Esta desmitificación no es inmediatamenteperceptible a los personajes; sin embargo, a medidaque avanzamos en ]a obra resulta evidente que pormás que se empeñe la familia en adaptarse a la vidade la ciudad, no puede despojarse de la veneraciónhacia la tieITa ni del anhelo de la patria. Tales valo­res tradicionales, personificados en el abuelo y lamadre, vuelven a imponerse en la tercera estampacuando deciden volver a su país. Así que el conflictodramático se resuelve con una afirmación de loautóctono que se vincula con el desenlace de lasobras ya discutidas, La víspera del hombre y Te­rrazo. Si bien resiste Marqués la moralización enesta obra, al mismo tiempo sabe que el lector vaa sacar en limpio ciertas conclusiones al ver cómoLuis es victima de un símbolo del mundo moderno,la máquina industrial. Esta muerte intensifica elregreso a los antiguos valores que habían pugnadopor imponerse en las partes anteriores del drama.Así que esta obra representa la integración de todaslas fuerzas que rigen la vida puertorriqueña: la mi­gración, la aculturación y el inevitable choque cul­tural.

Puede haber y los hay docenas de estucHas socio­lógicos de los conflictos que resultan de la acultu­ración del .puertorriqueño en Nueva York. Sin em­bargo es en una obra de ficción, el libro de cuentosSpiks, donde se destaca con mayor fuerza afectivael tono de la experiencia neoyorkina: la melanco­lía, el cinismo y asimismo la sinceridad de los per­sonajes que viven en el Barrio y pueblan este libro.Son los pobres, los desalmados, los vagos, los supers­ticiosos, los artistas frustrados, los alcohólicos y lasprostitutas. Nos comunica Pedro Juan Soto, con suprecisión verbal, las angustias y las esperanzas frus­tradas de estos puertorriqueños en constante pugnacon el medio ambiente norteamericano.· Aquellas"miniaturas" -"breves escenas de la realidad", amenudo llenas de violencia inusitada- revelan losconflictos de los nuevos inmigrantes.'

8. José Emilio González, _Reseña de Spiks-, Asoman/e,vol. XIII, núm. 4, 1957, p. 90.

9. ¡bid., p. 92: _Este realismo acerado es la única malnera de irnos salvando de esa carrera de desastres que esnuestra historia de pueblo colonial. Sólo echando pie a tie­rra en los terrenos de nuestra realidad -mas no esa, esta­dlstica, de los catálogos oficiales- es que podemos recupe­rar a Puerto Rico.-

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Para concretar, vemos el choque de culturas enel cuento "Bayaminiña" donde la policía acosa a unvendedor ambulante de comida, hasta provocarlea ·la violencia, que justifica los tiros que le disparanlas autoridades al final. En Miniatura 11, Soto mues­tra cómo los problemas causados por la incompren­sión del inglés causan riñas violentas entre los puer­torriqueños y los americanos. A la vez muestracómo estos engaños y hostilidad entre los dos gru­pos se trasladan asimismo a las relaciones que lospuertorriqueños tiene entre sí. Se ve esto claramen­te en "Campeones" donde un joven puertorriqueñoes defraudado en un juego de billares por el antiguocampeón,.Io cual intensifica su íntimo conocimientodel ambiente hostil de Harlem.

Se puede comparar la visión en Spiks con la deTerra¡v. Aunque los trasfondos son distintos, losdos autores describen la misma experiencia del serdesplazado y derrotado, en fin "el marginal", "elotro", Es el hombre del arrabal, el trabajador sufri­do, el maladaptado y también el angustiado por eldestino de su pueblo.lo Dice el crítico WilfredoBraschi, "Es, en una palabra, el puertorriqueño dehoy en su anhelo por fijarse un camino, por resca­tarse a sí mismo, por mirarse el alma." JI

Ahora volvamos la vista hacia la Isla con la in­tención de analizar las obras literarias que reflejanlos conflictos socio-políticos, culturales y psicoló­gicos que resultaron de la influencia norteameri­cana en la sociedad puertorriqueña. Como sostieneel dramaturgo y crítico Francisco Arriví, "Esta ines­table conjunción del sueño nacional con la reflexiónsocio-económica sirve de fuerza motriz a la litera­tura más valiosa de la época." \2 Veamos el cuentoalegórico de Díaz Alfara, "El lasco", donde el escri­tal" se sirve del símbolo del toro como modo deplantear el conflicto entre el puertorriqueño y elnorteamericano. Muestra el desplazamiento injustodel nativo por la influencia extranjera cuando eldueño de la finca decide usar el toro americanocomo padrote en lugar del toro indígena, que habíaservido antes.

El lasco finalmente muere de rabia y angustia;pues como lo resume el jíbaro que le cuidaba, "Ese

10. Es interesante observar cómo Pedro Juan Soto en­sancha esta temática en su novela Ardiente suelo, fría es/a­eió.t, donde explora el problema de la migración al revés.cuando un joven neoyorkino vuelve a la Isla quc había de­jado a 105 ocho años. Experimenta la angustia de no hablarbien el español, de no ser aceptado por los isleños. ni deentender la realidad socio-polltica de la Isla, que habla idca­li7.ado en su ausencia. En este sentido el autor parece de­cirnos que si se queda o si regresa, no importa. Pues lasoledad, el enajenamiento y la angustia es parte íntegra dela circunstancia puertorriqueña.

11. Wilfredo Braschi, .Nuevas tendencias en la literaturapuertorriqueña., en 21 Conferencias (Puerto Rico: Institutode Cultura Puertorriqueña, 1969), p. 544.

12. Francisco Arrivi, .La generación del treinta: el tea­tro". en 21 Conferencias, p. 384.

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toro era padrote de nación; no nació pa yugo." l3

Este cuento nos proporciona una serie de posiblesinterpretaciones, entre ellas la de Puerto Rico des­plazado de su hegemonía nacional y finalmente des­truido o totalmente incorporado por el poderío nor­teamericano. Se plantea asimismo la cuestión deraza, mediante la acción del dueño que cree mejorarla crianza al importar a un toro blanco. En estesentido se ve el doble simbolismo del blanco toronorteamericano frente al moreno toro puertorrique­ño. Surge a la vez el tema de la traición de lospuertorriqueños que transfieren su lealtad de suscompatriotas a los extranjeros.

Si en "El lasco" el dueño favoreció el espíritunorteamericano al espíritu puertorriqueño, no haytal renuncia de los valores tradicionales en el cuen­to "Purificación en ·la calle de Cristo" y el dramadel mismo tema, Los soles truncos. Allí René Mar.ques capta la inhabilidad de tres hermanas de re.nunciar el recuerdo de una época pasada y aceptarel presente, simbolizado por los norteamericanosque quieren quitarles su hacienda. Se empeñan ennutrir la ilusión de la vida de bailes y compromisossociales que se rompió con la invasión de 1898. Y asídeciden quemar la casa y morir allí adentro antesde entregarla a los norteamericanos. La tierra mis­ma asume una importancia principal para ellas queevoca y realiza el verso del poeta puertorriqueñoVirgilio Dávila, "No des tu tierra al extraño." 14

En un plano un tanto distinto, el maestro ruralPeyo Mercé, creación de Díaz Alfara, también pre­senta la afirmación de los valores insulares contratodo lo artificioso e inadaptable. En los cuentos"Trasplante y desplante", "Santa Clo va a la Cuchi­lla" y "Peyo Mercé enseña inglés" el protagonistacritica con ironía y agudo sentido de humor losequivocados trasplantes pedagógicos de la importa­ción de sistemas que .. se le parecían a las hojas deyagrumo por lo cambiantes".15 Lucha contra el su­pervisor del distrito que impone el inglés en el plande estudios, y contra una dietista que no entiendepor que una familia pobre de diez miembros nopuede compartir una dieta "balanceada" con noven­ta centavos diarios. Y cuando los niños se asustanal ver a Santa Claus por primera vez, Peyo Mercélamenta al supervisor, "Yo no tengo la culpa de queese santito no esté en el santoral puertorriqueño." 16

Asi mientras que Peyo Mercé es un evidente símbolopuertorriqueño también es, como ha señalado LuisHemández Aquino, "un símbolo de lo hispánico; te·són y lucha, sueño e ideales"P

13. Dlaz Alfaro, p. 24.14. Gómez Tejera, p. 79.15. Diaz Alfara, p. 83.16. Díaz Alfare. p. 93.17. Díaz Alfaro, p. 111.

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Pedro Juan SOlO.

Otra crítica de la realidad puertorriqueña es lanovela de Pedro Juan Soto, El francotirador, cuyoprotagonista es un profesor cubano invitado a laUniversidad de Puerto Rico. El libro está divididoen capítulos que alternan entre la vida actual delprofesor Saldivia en Puerto Rico y la vida que pro-­yecta para sí mismo si volviera a Cuba. Desde nues­tra perspectiva lo que nos interesa principalmentees la visión de Puerto Rico que se asoma de estaspáginas donde se expone tanto el materialismo delos extranjeros que explotan económicamente alpaís, como los intereses creados de ciertas clasesde puertorriqueños quienes desprecian a sus com­patriotas. Saldivia mismo viene a ser el portavozdel autor que medita el precio que han pagado lospuertorriqueños por los "beneficios" norteameri·canos. Dice:

Me detengo a contemplar el paisaje de cemen­to. reforzado, cris~aleri.a. letreros bilingües, má·qumas de carrocerJa bnllosa y pistones que pien­san por Ud. Prosperidad, lujo, eficiencia... se locreen todo, estos puertorriqueños. Nunca se de­tienen a pensar cuánto de los elementos que son ,como el puro aire -impesables. inmedibles. im-

botellables- ofrecen en pago por este derrochede presuntas riquezas.1a

. A través de :la necesidad que 'siente el protago­msta de romper el molde teórico de su vida y com­prometerse dentro de su propio país, el autor parecedecimos que éste es el camino que también debeseguir el puertorriqueño. Pero al mismo tiemponunca aclara el desenlace; puesto que el lector nosabe si Saldivia vuelve a Cuba o sencillamente sededica a transcribir su año en Puerto Rico en formade una novela -que tendría que ser la misma no­vela que escribió Pedro Juan Soto. Mediante estejuego literario el autor traslada el interés políticoal plano artístico y nos permite ver la novela jun­tamente como indagación a la realidad puertorri­queña y manifestación de su propia creación.

En las obras anteriormente citadas hemos vistocómo el concepto de u ser puertorriqueño" implicala necesidad de tomar una postura frente a la in­fluencia norteamericana. En el siguiente cuento de

18: Pedro Juan SOlO, El frallcotirador, (México: JoaquínMorul, 1969), p. 153.

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Marqués, "En la popa hay un cuerpo reclinado", elprotagonista se interioriza aquella lucha agónica. Sesiente tan impotente debido a las tensiones de lasociedad que le rodean en San Juan, las exigenciasdel trabajo, las necesidades de complacer a losotros y al mismo tiempo de probar su machismo,que finalmente, en una última tentativa de afirmar­se, mata a su esposa y después, en un acto desa­fiante de su papel de hombre, se emascula. Sepuede considerarle a él la personificación del hom·bre moderno psicológicamente debilitado por unmundo deshumanizado, quien ejerce el correspon­diente acto de automutilación, y de tal manera logralibrarse de las exigencias sobre su persona. Otraposibilidad es considerar su acto como la realiza·ción en un plano físico, de la impotencia que expe­rimenta en un plano emocional.

Hemos visto la profunda seriedad de estos tresautores respecto a la función social de su literatura.Siguen una tradición de marcada conciencia socialque se encuentra en toda la literatura puertorrique­ña. Como 10 expresa Frantz Fanon, el psiquiatra ysociólogo en su obra Los condenados de la tierra,"Cada generación, de relativa oscuridad, tiene quedescubrir su misión, cumplirla o traicionarla." '9

Seguramente la primera de estas posibilidades seaplica a los tres autores de nuestro estudio, quieneshan sacado a la luz los problemas y contradiccionesde la realidad puertorriqueña. René Marqués. ensu acertado ensayo "Pesimismo literario y optimis­mo político: su coexistencia en el Puerto Rico ac­tual" ha explicado la medida en que los escritoresde ·la Generación del Cuarenta están desempeñandola antigua función del escritor: la de exponer elmal con la esperanza de provocar la búsqueda deuna solución.20 Las soluciones de nuestros tres auto-

19. Frantz Fanon, TIte Wretc1red 01 tlle Eartlr, (NewYork: Grove Press, Inc., 1963), p. 207.

20. René Marqués, cPesimismo literario y optimismo po­lítico: su coexistencia en el Puerto Rico actual-, en Ensayos.1953·1966, (España: Editorial Antillana, 1966), p. 79.

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res son implícitas en sus obras: libertad personaly nacional, reforma social, humanización del urbe.disminución de la violencia en la sociedad. y másespecíficamente en Soto y Marqués, la importanciade coordinar la acción con el pensamiento.

Esto no significa que abandonen las exigenciasdel arte mismo en su obra. Pues en distinto gradocomparten una conciencia refinada de los procedi­mientos artísticos y las sutilezas del lenguaje. PedroJuan Soto y René Marqués están a la corriente delos modernos recursos estilísticos de la nueva lite­ratura latinoamericana que incluyen las técnicas ci­nematográficas de simultaneidad de acción, monta­je de escenas retrospectivas, monólogo interior. et<:.El mismo René Marqués cristaliza la necesidad de launión entre el arte y la visión social al decir:

En términos de rigurosa prioridad, la funciónestética precede en el escritor a la función social.El ha de ser primero artista, y luego lo que esco­ja ser o lo que mejor se avenga a su tempera·mento: politico, sociólogo, moralista, filósofo, me­tafísico.l'

. Pero al mismo tiempo que son evidentementeartistas, también son políticos, sociólogos y mora­listas quienes comparten la trayectoria desgarradade escritores como Carlos Fuentes, Ernesto Sábaloy Miguel Angel Asturias: aman y aborrecen a supatria a la vez. Este impulso ambivalente es uno delos factores que les anima a ficcionalizar sus obser­vaciones. Exploran una y otra vez en cada obra elproblema de la interacción del ser humano y sucircunstancia. Y en esa interacción, tan llena depasiones y angustias metafísicas, políticas y socialesreside el tema de Puerto Rico. Asimismo queda laesperanza que el planteamiento de este tema puedaafectar de manera significante la sociedad puerto·rriqueña.

21. Marqués, .La función del escritor puertorriqueño enel momento actual., en Ensayos, 1953·1966, p. 221.

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Documentos de nuestra historia

EL GOBERNADOR DE PUERTO RIco MANIFIESTA QUE ES

ilegítimo el gobierno de la Junta Suprema y con­sidera que el 19 de Abril de 1810, los revolucionariosde Caracas, faltando a la fidelidad que se debe anuestro augusto y amado soberano Don Fernant

do VII se apropiaron de las autoridades superioresy se erigieron en gobierno independiente.

El Gobernador Meléndez objeta que algunos re­clusos del Convento de San Francisco de Caracashayan arribado a Puerto Rico con pasaporte delgobierno legítimo.

En la ciudad de Puerto Rico, a los veinte y cincodías del mes de Junio de mil ochocientos diez años,el señor Don Salvador Meléndez y Brune, Caballerodel orden de Calatrava, Brigadier de los Reales Ejér­citos, Gobernador y Capitán General de esta Plazae Islas dijo: Que habiendo arribado a esta ciudadel día de mayo próximo anterior Don Joaquín Casotillo Beytia, Don José Antonio Landaeta y Don JoséDomingo Areste, procedentes de la ciudad de Cara­cas, con pasaportes de aquel Gobierno ilegítimopara pasar a recibir los sagrados órdenes, con pre­sencia del escandaloso e irregular proceder de dichoGobierno y estrepitoso atentado que ha cometidoen el día diez y nueve de abril último, que atrope­llando sus principales deberes de obediencia y fide­lidad a nuestro augusto y amado soberano el SeñorDon Fernando Séptimo y unión que debía conservara la Metrópoli, principalmente en las actuales cir­cunstancias, con la más dañada sorpresa yapa·riencia ha despojado, removido y separado todaslas autoridades legítimas que en ellas se hallabanconstituidas, creando otras nuevas, apropiándose laautoridad suprema y erigídose un Gobierno inde­pendiente, y negándose al reconocimiento y obe-

* Bolctín de la Acadcmia Nacional de la Historia, TomoL1I1, N.o 211 - julio-septiembrc de 1970. Academia Nacionalde la Historia, Caracas, Venezuela.

Manifiesto del Gobernadorde Puerto Rico - 1810*

diencia del supremo Consejo de Regencia, que aun.que bajo el colorido de obediencia a nuestro amadosoberano el Señor Don Fernando Séptimo, en loque nada se ha visto conforme su conducta en ello,antes por lo contrario conduciéndose tenazmente sinreducirse a verdadero reconocimiento de sus erro­res, se encuentra aun obstinado obsecadamente entan reprobados hechos, y hasta la autoridad Ecle·siástica de Caracas se ha manifestado concurrentey cooperante en tan detestable conducta, sin haberomitido medio el más mínimo al efecto, hasta eldel Púlpito y Confesionario, como lo compruebany producen algunos de sus papeles sediciosos queha intentado introducir en esta Isla, y no ha sidoadmitido por su profunda lealtad y vigilancia delGobierno cuidando del recogimiento que pudieraintentarse por el ilegítimo e intruso de Caracas, yevitar su propagación; y no pudiendo admitirse enesta Isla a ninguna persona o individuo que se pre­sentase con papeles de dicho Gobierno intruso nidar cumplimiento a alguno de ellos, tanto en lotemporal como en lo Eclesiástico, corno que los re·feridos se han presentado con pasaportes y despa­chos de las dimisorias del Gobierno Eclesiástico dedicha Caracas para ordenarse en esta, se tornaronpor su Señoría las oportunas providencias para im­pedirlo, conferenciando verbalmente el asunto conel Ilustrísimo Señor Obispo de esta diócesis y amayor abundamiento con el Muy Reverendo Obispode Santa Fé de Bogotá, que con objeto de su cansa·gración y otras causas había arribado a esta plaza,y con el electo Obispo de Comayagua que tambiénpor arribado se hallaba en ella, y a consecuenciadel sentir, opinión y dictamen que los dos últimosmanifestaron al de su señoría que de ningún mododebían ser ordenados, dispuso poner como efecti­vamente puso a los referidos Dn. N. y Dn. N. en lareclusión del Convento de San Francisco de esta

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ciudad, con encargo particular que por recado delayudante Dn. T. de T. pasó al PI. Guardián de dichoConvento, y .para que no los dejase, con pretextoalguno, salir de él sin nueva y expresada orden;habiéndolo puesto al mismo tiempo en noticias deeste señor Obispo, dando igual disposición por loque respecta a don José Andrés Bobadilla, y DonPedro Buenaventura Febres, que con igual objeto ydespachos del mismo Gobierno ilegítimo de Caracas,habían arribado a esta Ciudad y se hallaban en elconvento de Santo Domingo; sobre todo lo que setiene dado el correspondiente parte a S. M. el SeñorDon Fernando Séptimo, y en su Real nombre al Su­premo Consejo de Regencia; mas en este día conmotivo de haber solicitado personalmente algunosde los referidos se les diese pasaporte para resti­tuirse a Caracas, ha llegado a noticia de su Señoríaque contraviniendo a providencias y disposicionestomadas en el particular, y en una materia tan seriay delicada, sin orden ni permiso suyo han salidodel convento de San Francisco los expresados Donjoaquín Castillo Veytia, Don José Antonio Landaetay don José Domingo Areste, y han sido ordenadospor el Ilustrísimo Señor Obispo de esta ciudad,

siéndole muy de admirar semejante acontecimientotanto por parte del Padre Guardián de San Fran­cisco en la tolerancia, permisión o condescendenciapara la salida de los expresados, com~ el Sr. Obis­po para haberlos ordenado; sobre cuyos hechos.previa la correspondiente justificación, deben toomarse la más serias y oportunas providencias; y ensu consecuencia debía de mandar y mandó se pasenlos correspondientes oficios al PI. Guardián de SanFrancisco para que informe sobre la certeza de lasalida que hayan hecho los referidos recluso.s, de suConvento, cuantas hubiesen sido, a que efecto y aque orden, por este Gobierno le estaba tan reco­mendado y encargado lo contrario; y otro al señorObispo, haciéndole presente la sorpresa que le hacausado esta noticia, para que informe en razón deello, y en caso de ser cierto los motivos que le hayanasistido para semejante novedad, diametralmenteopuesta a las órdenes de este Gobierno, para ell suvista tomar la providencia que corresponde y a laconfianza de hallarse confinados no podría tenerefecto las órdenes.

25 de Junio de 1810.

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Páginas de nuestra literatura

¡Verde de Puerto Rico, hablador y salvajeque parece que piensas tal si fueras humano;que Itablas, como si fueras la lengua del paisaje,de los estados de alma del escarpe y del llano!

Bruñes, contra el cobalto de los cielos la hoja;la brazada de árboles eu macabro delirio,te aprietas sensualmente contra la rosa roja,o te tiras al suelo ante el pudor de un lirio.

Todo, ¡todo! lo dices. Te tornas verde oscuroy duro y monolítico en la cara del monte;o eres un verde vago, color sueiio, insegurocuando te haces pasar por horizonte.

El color-rosa jíbaro que tiene la pabonate hace indolente y pálido sobre el campo baldío:y espías remozado, con tu cara ladrona,las carnes apretadas de la dura amazonaque tras rastel de ramas chapotea en el río.

El hábito del trópico te amarillea y te enerva,mas ¿quién no sintió el mudo vibrar de tus entrallascuando erizas los pelos de la yerbao sacudes los sables erectos de las cañas?

Derrochador de tonos: tu parsimonia fatuaacecha el abra; invade el más remoto esgonce,y se derrama toda sobre el árbol estatuacomo queriendo darle la pátina del bronce...

¡Ah, verde parlanchinaque llevas al riachuelo que en tu brellal se pierde,

Apóstrofe al verde

Por JOSÉ ANTONIO DÁVILA

como el que amó a una hembra de crencha de pla.que le dejó un cabello en la solapa verde! [tilla

Pañal que en el estío pespunta sus engendros:camisola de haldas, barrancos, seborucos;tapiz clavado en tierra con tachuelas' de almendrosy amarrado a los picos con bejucos.

¡Qué tiñoso te tornas detrás del caseríodonde avienta sus trapos la vida estrafalaria!¡Cómo vas de puntillas por el bosque sombríola cara toda llena de sombras y plegarias!

¡Verde de nttestras ansias tutelares!¡Verde, verde que piensas como nosotros mismos,'que cruzas, sin mancharte, los manglares,y le tapas la boca a los abismos!

Con las lineas del surco, con los barrancos rojos,con el veril del caño que hiende la labranza,haces un pentagrama del suelo, y con matojosescribes en la cara del campo nuestra danza ...

Sangre de mis mayores que el destino infiltraraen los tallos erectos de mi campo caliente;campo verde que cambia de expresión, como cara ...¡como cara que siente!

Sinfonía de tonos que va de trecho en trechocambiando los registros de su gama infinita,'que parece que grita como un pecho:pecho que grita en verde, ¡pero que siempre grita!

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Instituto

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Vigésimo Aniversario delde Cultura Puertorriqueña

DURANTE LOS DíAS 19 AL 23 DE NOVIEMBRE DE 1975el Instituto de Cultura Puertorriqueña celebró

el vigésimo aniversario de su fundación.En la sede del Instituto se ofreció una exposición

colectiva de los diferentes programas del Instituto.Los actos del aniversario fueron dedicados a los

artesanos puertorriqueños. Los días 21 al 23 de no­viembre las actividades se llevaron a efecto en losterrenos del Fuerte de El Morro. Se efectuó allí unaferia de artesanías puertorriqueñas y las diferentesagrupaciones musicales adscritas al Instituto inter·pretaron música típica y de otros géneros.

El día 19 de noviembre se llevó a efecto el actocumbre de dicho aniversario.

El Sr. Luis Manuel Rodríguez Morales. DirectorEjecutivo de la Institución. hizo entrega de la me­dalla de oro del Instituto a cinco distinguidas perosonalidades puertorriqueñas que fueron selecciona­das para recibir el Premio Nacional por su aporteal enriquecimiento de la cultura nacional.

Recipientes de este Premio fueron el Sr. AugustoRodríguez. músico, compositor. maestro y ex direc­tor del Coro de la Universidad de Puerto Rico; elProfesor Enrique A. Laguerre. escritor; el Sr. JuanAntonio Corretjer, poeta; el Sr. Jesús María San­romá, pianista, y el Doctor en Medicina, RamónM. Suárez.

En el programa artístico de esa noche partici­paron la Fundación Puertorriqueña de Opereta yZanuela. el Quinteto Figueroa. el Grupo de PoesíaCoreada, el Ballet Folklórico Areyto, Ballets de SanJuan, la Coral de Cámara que dirige Augusto Rodrí­guez y el Taller de Histriones que dirige GildaNavarra.

El frograma de Museos.

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Las personalidades premiadas por, I Instituto de Cultura Puertorriqueña con el Premio Nacional.con nuestro Director Ejecutivo Luis M. Rodríguez Morales.

El Programade Archivos yBibliotecas.

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Medalla acuñada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en la celebración de su vigésimo aniversario.

11 I-, •• , ¡lo ~ •

Aspecto de la Exposición sobre losPrograma"~ del InstitUID.

El Programa de Monumentosy Zonas Históricas.

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Feria de Artesanías.Aspecto de losactos públicos

en el áreade El Morro.

El Programade ArtesPopulares.

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Personalidades que recibieronel Premio Nacional

DOCTOR RAMON M. SUAREZ JESUS MARIA SANROMA

Médico eminente, que además de haber hecho de suprofesión un noble apostolado, ha conquistado pres­tigio internacional para Puerto Rico en el campo dejas investigaciones científicas, particularmente enel ámbito de la cardiología.

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Uno de los más notables pianistas que ha producidoPuerto Rico; se ha destacado por su poder interpre­tativo, perfección de su técnica y por la devocióncon que ha dado a conocer, dentro y fuera del país,las más altas expresiones de la música puertorri­queña.

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AUGUSTO A. RODRIGUEZ

Músico y compositor que, como director del Corode la Universidad de Puerto Rico, realizó durantemás de veinticinco años una labor excepcional enel campo de la música coral, haciendo conocer elnombre de Puerto Rico en los más altos círculosartísticos del extranjero.

JUAN ANTONIO CORRETJER

Excepcional poeta de estro nacional y ensayista dehonda preocupación por la problemática e¿onómica,política y social de nuestro país.

ENRIQUE A. LAGUERRE

Notable creador, investigador y maestro. Como nove·lista ha sido la .principal voz nacional durante cua·tro décadas, además de haber cultivado el cuento,el ensayo y el drama.

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Las referencias a los indioscaribes en la primera crónica

de los Carmelitas·

Por MAURILE DE STo MICHEL

DESPués DE LOS JEsuiTAS, LOS CAPUCHINOS y LOS Do-minicos, son los Carmelitas quienes entran en

el campo de la historiografía del Caribe francés, y lohacen con la obra, Voyage des Isles Cdmercanes enL'Amerique Qui Font Partie des Indes Occidentales,Et Une Relation Diversifiée de plusieurs Penséespieuses et d'agradables remarques tant de touteL'Amerique que des autres Pais, del Hermano Mau­rile de Sto MicheI. publicada en Mans en el añode 1652.

La obra como su título indica es más una rela­ción de viajes que una crónica propiamente dicha.Está dividida en treinta y tres capítulos. Los capí.tulos XX y XXI, de los que incluimos la traducción,están titulados: Des Sauvages, El la Difference deceux de lerre ferme avec des Insulares, y Des Moeursel Humeurs des Sauvages, el de leur facon de vivre,el de faire lo guerreo

Lo que el Hermano Maurile de Sto Michel nosindica en ellos sobre los indios caribes hacen de suobra una fuente muy secundaria sobre el tema indí·gena. Aunque nuestro buen hermano Carmelita erahombre inteligente y cultivado no parece que hayacontado con las cualidades necesaria'> para ser mi·sionero; de hecho permaneció sólo unos meses enlas Antillas. Su total incomprensión de ese mundo,'iU ingenuidad y pedantería quedan manifiestos enlos capítulos a que nos hemos referido, y éstos sólovienen a cobrar algún interés en aquellos momentosen que el autor hace referencia directa a sus expe­riencias con algún indígena, por ejemplo, el breverelato sobre el Caribe Luis.

La obra de Maurile de Sto Michel es más signifi­cativa con relación al tema de la esclavitud negra,al cual dedica los capítulos XIV y XV y en dondese hace una rigurosa fundamentación bíblica de la

Traducción y notas de Manuel Cárdenas Ruiz.

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legitimidad de tal esclavitud, empeño éste que nohemos visto en ninguno de los otros cronistas fran·ceses del Caribe.

De la vida del Hermano Maurile de St. Michelpoco conocemos. Sabemos que nació en Angers, quepasó unos meses en las Antillas, hacia el año de1647, y que volvió a Francia en ese mismo año, muoriendo en su ciudad natal en 1669.

Pasemos a continuación a la traducción de loscapítulos XX y XXI de la mencionada obra deS1. Michel.

Capítulos XX a XXI correspondientes a laspáginas 132 y 151

De los Salvajes y de la Diferencia entre los detierra firme y los Insulares.

Capítulo XX

Como la Religión es la más noble de las virtudes,a causa de la excelencia de su objeto hablaré aquíde la de los Salvajes, antes de referirme a su pie­dad, sus costumbres, maneras de vivir y de hacerla guerra. Pero antes que nada, mi querido Lectorno te asombres si Satán ha confundido a Europa,Asia y Africa parodiando entre los infieles las cereomonias de los fieles; también lo ha hecho en la Amé·rica. Si tenéis dificultad en creer lo que sigue conrespecto a la Religión de los Salvajes, acordaos deque sólo la nuestra es Santa, y que ella nos llevaa creer las cosas más admirables, y nos obliga asupeditar nuestro entendimiento y a adorar en si­lencio. Por lo demás, reto a los historiadores de la

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América a que encuentren allí una tan grande diver­sidad de Religiones como la hay hoy día en Europaaun cuando ésta no es ni por asomo del tamaño deaquélla. Un príncipe de Alemania al ser un día in­terrogado a cerca de cual era la Religión y la creen­cia de los heréticos de su estado respondió, quecambiaban tan frecuentemente con respecto a elloque no podía contestar. Ahora bien, aun cuando enmateria de Religión el cambio y la diversidad se ha·yan dado más comúnmente entre los heréticos (cadauno de los cuales adora según su sentimiento) queentre los Paganos, no deja sin embargo, de enconotrarse algo de ellos entre los espíritus de este nuevomundo.

Así los habitantes de México representaban asus Dioses con los ojos cerrados, para mostrar queno había acepción de personas, y las flechas en unamano, el bastón azulado en la otra, sentado sobreuna banqueta azul, elevado sobre un altar, y cubier­to con un velo que no se le quitaba más que encierto tiempo. Tenían unos sacerdotes que ungían,unos Religiosos que circuncidaban, y unas Diosasa las que adornaban con joyas; no obstante, teníanuna de ellas a la cual creían madre de su Dios ya la que honraban de una manera particular, lo queme lleva a creer que el Cristianismo había sidopredicado en este lugar. En cuanto a los Brasileños,ellos creían que después de la muerte, los valienteseran llevados más allá de las montañas para vivirdulcemente en jardines deliciosos, y los cobardespor el contrario, iban con Ieropary, quien los gober­naba tiránicamente. Hay que señalar que desde quelos Misioneros han llegado a estos lugares ha sur­gido una Secta de Mestizos que deforman todavíamás las Santas Ceremonias de nuestra Iglesia.

En el Perú adoraban al Sol; a él le sacrificabanun niño en ciertas fiestas, se confesaban con el inga,que era el Rey, y este con el Sol únicamente; lleva­ban a sus víctimas a la cima de una montaña, lasabrían y le ofrecían al sol su corazón humeante ensacrificio. Sin embargo yo sé ciertamente que losinsulares de la Martinica, Dominica, Granada, SanVicente, Santa Alosia, no tienen ni Idolos, ni Sacrifi­cios, ni sacrificadores, lo que es una cosa extraña.

Algunos de tierra firme estaban en el error delos Maniqueos al reconocer dos principios, uno delbien y otro del mal; el primero era llamado por losMeridionales Atahocam y por los SeptentrionalesViracocha, y Meridionales le llamaban Catlipula, ylos Septentrionales Manitú. Los unos y los otrospractican, cada ,uno por su lado, acciones supers·ticiosas a manera de Religión. Los Insulares noconocen el principio de todo bien; temen al delmal, que es Satán, y llaman Maboyar; pero no prac­tican, por otro lado, ninguna acción de Religión. Lasde tierra firme tienen, todavía hoy día, un obscuroconocimiento de los misterios de nuestra Fe; algu-

nos creen que las aguas una vez inundaron la tierra.En cierto tiempo se encierran en los bohíos y ayunanlevantándose por la noche para rezar. Ellos pidenal Manitú, o príncipe del mal, la muerte de sus ene­migos, o alguna otra mala acción; al príncipe delbien, la prolongación de su vida y otros bienes temoporales.

Los del Norte se sirven de mucha magia y desortilegios; se reunen alrededor de un techado enforma de círculo levantado sobre unos postes, dan­zando, gritando y convocando a los Genios, pidién­doles que entren en su círculo, a los que consultancomo a oráculos, rezándoles incluso por los muer­tos. Sin embargo, nuestros insulares no tienen nadade todo eso; pues no tienen !dolos, ni rezan por losvivos, ni por los muertos. No obstante tienen algúnobscuro conocimiento de la inmortalidad del alma,y dan a las de los difuntos unos utensilios para quede ellos se sirvan por espacio de seis semanas, ytambién víveres y vestidos, de los cuales Maboyarse apropia. Creen que después de ese tiempo, el al­ma se va a una región lejana hacia el Occidente.

Este susodicho Maboyar se transfigura algunasveces y les golpea y les maltrata. El Señor Girault,Capitán de San Cristóbal, me ha dicho que teníaun Salvaje en su casa, que frecuentemente era gol­peado por el Maboyar, del cual oía incluso los golpes

. y los gritos; hasta que una noche este pobre esclavofue arrastrado a la mitad de la plaza y allí fue tanmaltratado por Maboyar que se le encontró muerto.Yo oí, dice él, los gritos y las quejas; Dios quizáslo haya permitido como castigo por la dilación delSalvaje en tomar el Santo Bautismo.

Por lo pronto, parece que estos Salvajes no ha­yan pecado en Adán, pues no tienen ningún horrorde su desnudez; de otro lado, sin embargo, estemismo pecado les ha cegado de tal manera que noson hombres de Dios ni hombres del Cielo sino sola­mente hombres de la tierra, sin conocimiento deun primer ser, sin elevar los ojos al Cielo -no másque los puercos- para ver de donde viene el biende que disfrutan. Y yo estoy seguro querido Lectorque es este el punto del Capítulo más difícil decreer, y yo incluso no lo creería si no lo supiesede la boca de un Salvaje de la Isla de la Dominica,y es el que haya criaturas razonables sin conoci·miento de un Creador; hombres sin esta inclinaciónnatural hacia lo que todos los otros consideranuna Divinidad; sin este socorro que la naturaleza,desde nuestra infancia, nos da en nuestras grandesdesgracias de tender hacia un Dios. iQué desorden!,el ver el efecto tender a su causa y a su principiocon tanta inclinación, como yo lo podría mostrarpor inducción en la naturaleza privada de razón, yel hombre no tener ninguna inclinación; digo más,ningún conocimiento de su causa, de su principio.¡Qué ceguera más grande! la de nuestros Salvajes,

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que ven el universo como un gran libro, tal comodice Origenes, o como una excelente pintura, sinrelacionar las perfecciones con el Pintor; que tie­nen delante de los ojos este bello orden del univer­so entre tantos contrarios; esta paz, esta unión yconcordia entre tantas partes antipáticas; esta su­cesión regular de día y noche, de primavera e in­vierno, de calma a la tempestad, sin notar la sabiaconducta de un moderador Superior.

¡Qué sordera!, para hablar como San Gregario,no oír la voz de tantas criaturas, que predican uncreador; que practican sus ordenanzas, que ellasmismas le reconocen aun cuando estén privadas deconocimiento; que no sobrepasan jamás los límitesque El les ordena.

D coecus Hominum mentes! o tristia tata.Es pues una extrema ceguera la de los Salvajes

de ver el movimiento del Sol y de los Astros y noreconocer un Motor superior; de ver un medio y

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un fin, sin elevarse a un princIpIO; pero es locuradel Ateo no creer en un ser en su interior. viendotan gran número en los demás; un centro, viendocontornos; una primera causa, viendo tantas secun­darias. Dixit insapient in cord suo non est Deus.El loco dice en su corazón, no hay Dios. Sobre locual San Agustín señala muy bien que no se atrevea indicar que aquel lo dice con la boca, sino sola­mente c.l su corazón, ya que sino todas las criatu­ras lo desmentirían inmediatamente.

De los dos Salvajes de la Dominica que habíanvenido a la San Cristóbal (como dije hace poco). undía tomé por la mano al más viejo y como habíavivido largamente entre nuestros Franceses de laGuadalupe creí que entendía nuestra lengua, y porello le quise enseñar a hacer la señal de la Cruz.como un medio excelente para resistir a Maboyar.Yo le mostré el Cielo diciéndole que allí había ungran Amo, un .poderoso Señor en rica morada. Co-

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mo no me respondió nada, creí que no me entendía,y le dejé para hacer una reflexión, estimándomefeliz de haber nacido entre fieles y tener un Diosa quien puedo comunicarle mis deseos, dirigir misacciones, mis súplicas, y pedir por mis necesidades,y en quien espero mi soberana felicidad. Por el con­trario considero a estos infieles desgraciados, porno tener otros deseos que los de la vida presente.¿Con quien tenemos nosotros estas obligaciones,sino con el Padre de las Luces, y de las misericor·dias, que nos ha hecho cristianos desde la cuna?El nos ha dado su gracia cuando estábamos en pe·cado y en el estado menos apropiado para conocerloy amarlo; así, nos ha marcado con el carácter bau­tismal, lo que nos ha librado de las asechanzas deSatanás, quien hace tanto mal a estos pobres Sal­vajes.

Algunos franceses les ponen rosarios benditos alcuello, para preservarlos de Maboyar. Tienen unapuerta en sus bohíos por donde dicen que éste en­tra y sale y un hoyo donde le ponen de beber y decomer, y si nuestros Franceses cuando los van aver, comen de esto, ellos les dicen que son afortu­nados al no ser golpeados por aquél, pues los sal­vajes no se atreverían hacerlo ya que sí lo serían.Así es de cierto que Maboyar respeta en nosotrosel carácter de cristianos.

No obstante lo anterior, es difícil el convertirlos,a causa de su libertinaje, poligamia y ebriedad (yaque se embriagan de uicu), desnudez, crueldad, des­confianza, simulación, inconstancia, y ociosidad, ma­dre de todo vicio e impunidad del vicio, no teniendoen el presente ni Fe, ni Ley, ni Rey.

En un principio algunos de estos Insulares seregeneraron en la sagrada fuente del Bautismo, ya los cuales, después de haberlos bautizado, se lesdaba a probar ron; sin embargo, aprovechaban laprimera ocasión para volver a bautizarse de nuevo,con la intención de volver a probar de este licor; soytestigo de que son muy golosos; unos de estos suso­dichos Salvajes, sabiendo que yo tenía una ,pequeñavasija en la habitación donde yo dormía, me veníafrecuentemente a pedir por la ventana mostrándo­me con el dedo el lugar donde estaba colocada.

En cuanto a estos de tierra firme, varios hanseña-1ado, para confusión de los Europeos, que laambición, la avaricia, y la blasfemia del nombre deDios, que son los tres tiranos de los Cristianos, noreinan entre los Salvajes Septentrionales; menosaún entre nuestros insulares que no tienen ni nor­ma, ni dignidad, ni cargo, ni uso del oro y la plata,ni del Tabaco; los cuales no obedecen al más fuertemás que por benevolencia. Aun cuando noto queestán sujetos a otros vicios, al menos no se entre·gan al Diablo por las riquezas, no se matan porhonor, y no juran jamás: tres vicios que perderáneternamente a la mayor parte de los Cristianos.

He visto en la Martinica y en San Cristóbal algu­nas Salvajes cristianas que han perseverado, y per­severan todavía, en la fe con sus maridos francesesy he hablado frecuentemente con una que está ca·sada con la Verdure, Abanderado de una Compañía,la cual era muy sabia y juiciosa. Ellos tenían variosMulatos. La Conversión de los Salvajes que retor­nan entre sus hermanos es muy rara; y más raratoda"la su perseverancia cuando ellos están conver­tido i. Parece pues que este fruto no está todavíamad~lro, y lo estará cuando a Dios le plazca; sóloél puede ablandar los corazones de mármol y sacaraceite de las piedras. El fruto es más grande y lasconversiones más fáciles y comunes en los distritosde tierra firme, donde han sido bautizados despuésde doscientos años un número incontable de Cariobes y Salvajes. Es verdad que el número de éstoses sin comparación mucho más grande; pero quierodecir que es cierto lo que se indica comúnmente,que las gentes Insulares son más bravas y salvajes,sino crueles, y menos propias para la Religión. Haytres Arzobispados en Tierra Firme, en México, Limay en la Plata que tienen bajo ellos varios Obispados,tales como son Quito, Cuzco, Porto-Vio,1 S. Miguel,S. Francisco y otros.

Hay varios conventos en Tierra Firme sin hablarde las casas de los RR. PP. Benedictinos, Jesuitas,Franciscanos, Jacobinos, Agustinos; sólo en el Bra­sil hay nueve conventos carmelitas, habitados pordoscientos religiosos de esta orden; de los cualesunos son Portugueses, y otros Brasileños de naci·miento. En nuestro último capítulo General efec­tuado en Roma en el año de 1648, el Vicariato deBrasil ha sido elevado a Provincia. He visto Carme·litas Portugueses que han vuelto de este país. y noshan dado noticias del mismo; en aquel entonces fuiinvitado en Roma por nuestro Superior mayor parair allí a la Misión con un alto cargo, pero mi saludno me lo permitió. Volvamos otra vez a nuestrasIslas Francesas: no hay obispados, sino varias casasReligiosas, como las de los Jesuítas en la Martinica,de los Padres Dominicos en la Guadalupe y Jesuítasy Carmelitas en la San Cristóbal.

Si los americanos de tierra firme sobrepasan alos Insulares en Religión, no lo hacen menos enpiedad. ya qu~ la mayor parte cuidan de sus padresen su extrema vejez con gran caridad. Van a pescary a cazar en los bosques con sus flechas, como otrosEsaus para obtener la Caza. Y los Insulares, cosainaudita, los matan cuando están tan enfermos, otan viejos, que no los creen ya capaces de gustarde las dulzuras de la vida. Dicen que al hacerles estoles evitan muchos suspiros, disgustos y amarguraslos cuales no les harían más que mal a sus padresy también a eUos mismos. Crueldad que clama ven·

1. Portoviejo, en el actual Ecuador.

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ganza delante de Dios, y que los convierte en otrosCaines, vagabundos y proscritos de Dios, peores quebestias salvajes. Pues al verlos actuar así los con­sidero unos descorazonados, sino del Oriente, comoCaín, al menos del Occidente.

'Tocante a los funerales, los que habitan en laTierra firme de la América Meridional cubren elcuerpo con arena y clavan alrededor dardos y fle­chas a fin de que resuciten armados. Y en la Sep·tentrional, abren el bohío por lo alto con el fin deque salga el alma, la cual hace un gran ruido alsalir. No sacan los cuerpos por la puerta ordinaria.Los entierran con sus vestimentas y no les extien­den a lo- largo como nosotros, sino que los acucli·llan como si "los sentasen sobre sus talones. Despuéscortan algunos cabellos al difunto y se los dan alpariente- más cercano.

En cuanto a los Insulares, cuando muere el ma·rido, las mujeres se cortan todos los cabellos enseñal de duelo y no quieren jamás acostarse en ellugar donde él ha muerto, así que deshacen la casay levantan otra en distinto lugar.

En el Perú tan pronto una mujer se ha casadohace un sudario para su marido y para ella. Loshistoriadores informan que en la India una mujerconsidera que al morir su marido, todo ·ha muertopara ella; su amor conyugal y el deseo que tienede volverlo a ver es tal que, con la esperanza de ira acompañarlo en la otra vida, ella prepara unapira de maderas aromáticas donde arroja el cuerpode su marido y después se arroja ella misma, paraasí tener la misma suerte que él y no estar separadamás largo tiempo de lo que ella más ama. El ejem­plo de este amor es más admirable que imitable.

Los Insulares, toman tantas mujeres como lesplace, y las- dejan a discreción. Incluso las matancuando ellas'son demasiado viejas o han dado mo­tivo de sospecha; o bien las hacen esclavas de susmujeres preferidas; de ellas son muy celosos, y sidudan de _su fidelidad las embriagan de uicu paradescubrir la· verdad. Un día el Señor General pre­guntó a uno' de sus Salvajes cuantas mujeres tenía,y si no te~ía que alguna le fuese infiel en su ausen­cia; él le contestó que no se dejaba engañar, y quesi a este Salvaje le surgía alguna duda en su espí­ritu, él. mataría a la primera que encontrase a suretomo. Así son de desgraciadas entre ellos y tanesclavas de todas las pasiones de un marido. Man­dan hacer a sus mujeres jardines, hamacas, y lascosas de la casa, y ellos se contentan con cazar,

- pesc,ar y hacer la guerra.Estos de Brasil tienen grandes bohíos, redondos

por lo alto, y nuestros insulares los tienen en pun­ta, haciendo tocar en tierra los soportes del mismosin mucho artificio. Los Insulares están tan acos­tumbrados a hacer y decir lo que quieren, quecuando vienen a ver a nuestros Franceses es neceo

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sario no mostrarles lo que no se quiera perder.y si se lo rehusáis ellos se irritan de inmediato.Estos de tierra firme conservan lo~ huesos de sucaza como una superstición. Los unos y los otroshacen fuego con madera podrida y bien seca quehacen girar apropiadamente. ~us antorchas son arobustos secos.

La lengua de los dos es muy difícil de aprender.He ahí algunas de sus palabras: Nenera Vensant,es decir, buenas tardes; Nacu: los ojos; Nicery: lanariz; Barique: el vientre; Oiare, bastante; Maboybanare: buenos días; Culira: un pez; Cararu: unaTortuga; Aque acoracua: vengan a beber; Quatu:el fuego; Aleba: Casabe; Sibali pisquet: un residuo;Muche Burache: muy embriagado; Cayrnan, vámo­nos; es su palabra de guerra para huir.

Hay un pescado rojo en el mar que ellos llamanautu y uno otro que llaman Cubery Lorfy. Los Ca­ribes de Tierra Firme llaman al cielo: Capo; al Sol:Uayu; a la Luna: Nona; a las nubes: Canopo; alfuego: Oiate; al agua: Tonna; al Mar: Pazana; ya su Dios: Tupan. Así la división de las lenguas seencuentra también en la América, como en la Euro­pa, e incluso en tierra firme.

De las Costumbres y Humores de los Salvajes yde su manera de vivir y de hacer la Guerra.

Capítulo XXI

La primera educación es de un valor increíble, ynosotros deberíamos todos los días agradecer a Diospor haber nacido y haber sido criados en la escueladel Cristianismo y de la sabiduría. La naturaleza yel nacimiento son los grandes comienzos para laperfección del hombre, pero así como la tierra porbuena que ella sea, no da más que cardos si no sela cultiva, e igualmente, el mejor caballo no es nimanejable ni servible si no está domado, así, elhombre que no está ni criado ni penetrado por lasabiduría, por medio de una buena educación, notendrá nada de humano ni de virtuoso.

Estaréis escandalizados de ver cuan animal esla vida de los Salvajes, e indigna de un hombrecapaz de ciencia, y de grandes acciones; yeso sedebe a que ellos no han sido educados; ¡cuan dulcey agradable ellos encuentran aquella vida, por mu­cho tiempo que los podamos retener entre nuestrosFranceses! Luis, nuestro Salvaje, al preguntarle yosi no había dejado la Francia con pesar, y si seencontraba más feliz de retornar al desierto de laDominica que vivir en París y hablar a los Prínci­pes -tal como había hecho-, ver la corte y losbellos edificios de nuestro reino, respondió que élquería más a su país. Es verdad que el frío porpoco le hace morir en Francia. Así se puso muy

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contento cuando vislumbró de nuevo su país, mástodavía cuando vio a sus padres; pero el colmo desu placer fue al dejar los vestidos y volver a tomarsus primeras costumbres.

Todos los americanos son sucios; no se lavan lasmanos para comer, y tampoco la vianda, ni la cal·dera, antes de ponerla al fuego. Ellos la remuevencon un bastón. Comen las culebras, al igual que losNegros, después de haberles quitado la cabeza yhecho asar el resto. Ellos le ponen el talón sobrela cabeza y las toman por el cuello con la mano;si son mordidos por ellas se dan buena maña paracurarse tragando ciertos aceites que capturan elveneno, y haciéndose succionar la herida por unade sus mujeres después que ella ha tomado un bre­vaje. He visto en la Martinica culebras prodigiosas;no hace mucho tiempo que uno de los principalesSalvajes llamado Piloto, hermano de Arlet, los dosmuy afectos a los Franceses murió de la herida deuna de ellas que le había cortado la vena, 10 queno tuvo remedio. Ellos no quieren dar aquel secre­to a los Franceses.

Un padre hará prueba de la habilidad de un ena­morado para la caza y la pesca, antes de dar a suhija en matrimonio: De suerte, que un Salvaje quequiera pedir. por ejemplo, la hija de Arlet paraesposa, hará presentes de caza al dicho Arlet quienpor ellos conocerá si su pretendido yerno conoce

los medios de alimentar a su hija. Después los pa·rientes y vecinos se reúnen en el Carabel 2 y bebenmucho uicu. Ellos habitan juntos algún tiempo, talcomo los Negros de Africa no bautizados, antes deque hagan el compromiso definitivo.

Nos traen para traficar lagartos, Bananas, Piñas.Tortugas, y sus arcos y flechas, hamacas, y ovillosde algodón y se llevan de nosotros espejos, cuchi·llos, leznas, hachas, granos de cristal, de los cualeshacen collares y brazaletes. Estos que nosotros vi­mos venir a la Martinica tenían los cabellos recogi­dos y atados atrás, sin brazaletes, abalorios, ni cara·colis; pues algunas veces se cuelgan en las orejasy en la nariz los mencionados caracolis. Se bañantodas las mañanas, tanto nuestros Insulares comolos de tierra firme de la zona tórrida; y éstos alláse pintan cada ocho días de rucú. He visto uno enSan Cristóbal embijarse a petición nuestra.

Tienen todos la nariz chata y aplastada y ponensu belleza en el color rojo; como los Negros en elcolor Negro, los cuales describen al Diablo de colorblanco. Si los Salvajes no se enrojeciesen de Rucúserían de color olivaceo. Pescan con caña y con fle­cha; algunas veces los veréis nadar con la manoizquierda llevando en la derecha la flecha con lacual hirieron al pez. Cuentan con las manos y los

2. Carbet. casa comunal.

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pies, y llevan los días por la Luna como los Turcosy no por el Sol. No tienen ninguna manera educa~da; he visto a uno en San Cristóbal a quien el SeñorGeneral hacía el honor de invitarle a comer en sumesa, el cual se quería sentar de los primeros sinlavarse.

También difieren en cuanto al gobierno, y aúnen el presente, tienen diferentes formas del mismoen tierra firme. En el Perú tienen todavía un Rey,el cual siendo una vez prisionero de los Españolesofreció por su liberación una habitación llena deoro. En la Virginia no hace mucho tiempo que esospueblos, siguiendo la inclinación natural hacia unosolo, eran una Monarquía. En cuanto a los Inglesesque allí están ahora, sé que ellos y sus hermanosde las Islas de San Cristóbal, Nieves, la Barbada,y Montserrat están por el Rey, y el Parlamento tie­ne la intención de hacerles buena guerra. En mitiempo, nuestro Señor General les inducía a tomarel Partido del Rey, hajo promesa de defenderloscontra la Armada del Parlamento.

En Guyana ellos ungen al Rey. En Timitinas, tie·nen dos, que se hacen sin cesar la guerra. Una vezsu rey muere, matan a sus esclavos para que vayana servirle después de la muerte. Se prosternan atodo lo largo delante de él, y le coronan de plumasde diversos colores. En otras partes tienen una es­pecie de Aristocracia, o de República, no obstante,con un jefe que se llama Cacique. Y nuestros insu­lares tienen por demás la Democracia, o más bienAqarquía, pues ellos van en bandadas como las bes-

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Has salvajes, sin orden, ni sin jefe. Es verdad queen sus guerras tienen Capitanes; los principales de

. los Carabels, cuando se reúnen en la San Vicente,o en la Granada, deciden sobre la guerra, mandana reclutar los hombres y van a tierra fi~me a comobatir a los Galibis. De manera que, en guerra, segobiernan por la Aristocracia.

Los Salvajes del Norte, usan tambores que sonde piel de animal. pero que no se tocan como losnuestros; en ellos encierran guijarros que hacenruido con el movimiento del tambor. Se suben alos árboles y no les agrada tanto el mar comoa nuestros insulares, quienes en él navegan algunasveces más de doscientas leguas para ir a hacer laguerr~ a los Aluages.

Cuando pasa un navío cerca de la Dominica. ode la Granada, se ven muchas canoas llenas de Sal­vajes, los cuales llevan su aljaba en la espalda y suarco en la mano el cual estiran con los pies. Nadana las mil maravillas y no temen. sea en guerra, seacuando van de pesca, que su barco se vuelque, puesla vuelven a poner boca arriba y se meten dentrootra vez. Además de estos pequeños barcos que sellaman Canoas, que no son de corteza de árbol comolos del Continente, sino de algunas tablas de ma·dera, tiene unos más grandes que se llaman pira­guas capaces de llevar treinta personas, las cualesahora empiezan a hacer con vela después de habervisto nuestros Navíos.

No usan todavía la brújula. al igual que los de·tierra firme. Llevan sus hamacas consigo a imitación

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de los Brasileños a fin de acostarse en los bosquesal aire, sin temor a los piojos. Los Canadienses porel contrario se acuestan en unas cortezas de árbol.Hacen secar el algodón que ellos ponen en el extre­mo de sus flechas, al que prenden fuego con unamadera que ellos llaman Mahu; y lanzan estas fle­chas incendiadas sobre las casas de sus enemigos.a quienes espantan, y en ellas el fuego prende muyfácilmente ya que no están cubiertas más que porramas y hojas.

Yo me acuerdo haber visto a los Saboyard sacarastillas de un abeto, a las que hacen secar. y llevanprendidas como una antorcha para alumbrarse enla noche. Como nuestros Salvajes no hacen uso nide velas ni de candela, prenden la madera seca quetienen a la mano. Ellos tienen otra estratagemapara espantar al enemigo, y es la de ennegrecersecon el fruto de un árbol llamado Quenepa e ir eneste estado a dar horribles gritos delante de él.Estratagema de la cual se sirven también los Sarra­cenos en la Guinea contra nuestros Franceses, segúninforma Nicole de Guilles, quienes se visten de ne­gro y dan un grito tan extraño que espantan al queestá presente.

Los Caribes se colocan en tres bandas en el com­bate y es muy fácil ponerlos en desorden, sea pormedio de nuestras armas de fuego, a las que temencomo al rayo. al que ellos llaman Maboyar; seaatacando fuertemente espada en mano; sea hacien­do una retirada en falso, pues entonces, al creersevencedores, os perseguirán y caerán confundidosen la trampa.

Ellos estaban muy deseosos al comienzo de te·ner armas de fuego y, en efecto, algunos Francesescomplacieron su curiosidad; pero los más despier­tos les han dado con ello doble pesar, ya que conellas han herido a algunos y espantadq a otros. Nosaben el secreto de hacer pólvora de cañón. Los deBrasil llevan un haz de flechas al costado, y cuandoles han echado mano a sus enemigos. los cebancomo nosotros hacemos con los cerdos y despuéslos matan, y hacen asar una mitad sobre una pa­rrilla de madera y los devoran con gran solemnidad.Los del Norte manifiestan su valor soportando cons­tantemente el fuego de una torcida prendida quese le ata al brazo. Sin embargo, nuestros insula­res se dejan desgarrar hasta sangrar, y quien notiene el valor de verter así su sangre no merece serllamado Capitán y es considerado un cobarde.

Después de los combates hacen el esfuerzo derescatar el cuerpo de sus camaradas presagiandoalgún mal si los dejan abandonados, y considerandoello una gran vergüenza. Temen más a los fusilesque a los Mosquetes; pues para evitar éstos tienenel tiempo para ocultarse y moverse cuando ven elfuego; pero de aquéllos sienten el golpe sin quepuedan ver la llama. Algunos se asombran de cómo

pueden ir desnudos al combate y cómo no hacenescudos de estas grandes conchas de tortuga; peroellos desean mejor estar listos y ligeros para ser­virse. llegada la ocasión, de su arma defensiva que.es el movimiento y la huida a los bosques, desdedonde tiran sus flechas empozoñadas que lanzanhacia arriba, para que eUas hieran al descender. Susarmas ofensivas son el bastón y las Azagayas; éstasestán hechas como alabardas de una madera dura,que lanzan a pleno brazo; aquéllas son como mazasde una madera negra con las que matan a golpes.De ellas he visto cantidades en la San Cristóbalasí como sus flechas de arbustos al extremo de la~cuales ponen un herraje de raspas, o una punta demadera muy dura, que frotan con el jugo de laManzanilla, o de otro veneno muy fuerte, y las que,algunas veces, al huir, disparan por encima de sucabeza.

No digo nada de esta fuerte costumbre que tie­nen los maridos después de que sus mujeres handado a luz. de hacer la cobada durante un ciertotiempo, ni de la Región de Pigmeos en la Américacoma algunos han proclamado ni de los Ciclópeosde lo que se dice sobre los gigantes, aun cuandopues yo no creo ni lo uno ni lo otro; como tampocode los que se decía que no tenían más que un ojo;es verdad que en la región de la Patagonia, despuésdel Estrecho de Magallanes. se han encontrado hom­bres de ocho a nueve pies de alt9. Yo no afirmonada de 10 que se ha escrito de un monstruoso Pezque saliendo del agua, captura a los hombres sobrecubierta o sobre la ribera del mar y los devora, puesyo no lo he visto. Otros, en sus relaciones, informande elIo pero yo lo omito, por ser algo difícil decreer.

Los Salvajes Insulares comen en el desayunocañas de azúcar, y para la comida hierven sus poteso Canaris en donde ponen Cangrejos, y Tortugascon mucha Pimienta, que los sazona de buena ma­nera; de sobremesa se acuestan. Duermen de díapara cazar por la noche los Cangrejos al favor deuna antorcha de arbustos. Hacen hibichets que lessirven para pasar el uicu, Catolis que son una es­pecie de cuencos que lIevan a las espaldas; hama­cas; botines de algodón que hacen poner a las niñasa la edad de siete años. He visto sus ovillos de hilode algodón.

El Rey de Guyana castiga a los malhechores, ytiene dos leyes contra los criminales; la muerte aladúltero y al asesino. Los parientes más cercanossirven de verdugos, lo que es un segundo supliciopara el criminal. Sin embargo, nuestros Insularesno tienen otra ley que sus pasiones, y parecen nosaber la diferencia entre el bien y el mal. Estos delPerú enseñan a sus hijos en el trabajo desde sujuventud; y los de Chile ejercitan a los suyos me­áiante carreras por algún monte bien escarpado,

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dando un premio al vencedor. Sin embargo, los In:sulares no dan ninguna recompensa a sus hijos, alos que educan en una extraña holgazanería. No es,pues, para asombrarse si ellos llevan una vida salva­je, estando tan mal instruidos e informados. Y estees el último sentimiento de este Capítulo, yel frutoque yo te ruego (querido lector) ll.eves. Tal comohubiéreis sido educados desde un principio, o co­mo educaréis a vuestros hijos, tal será vuestra vida,o s~rán ellos. Si los lleváis a la cocina, serán pere·zosos. Tomad el ejemplo Que nos da Licurgo; veddos perros salidos del mismo vientre, y criados enfonna distinta; uno de los cuales se entrega a lacaza, y el otro a la cocina, de acuerdo con el primerconocimiento o el primer hábito que se les da. Asíse ven hijos de buena familia, mal dirigidos, quese manifiestan totalmente salvajes y groseros, e hi·jos de villanos, que por haber estado en su juven­tud bien educados, tienen un corazón totalmentenoble. Pero el ejemplo de Sócrates nos es más fami­liar; el cual confesaba a Fisionomo, quien lo consi-

deraba de un natural VICIOSO, que en verdad talhabía nacido; pero que la buena dirección lo habiarefonnado y llevado a la virtud. Es necesario ende­rezar el árbol mientras es joven e injertarlo desdesu comienzo. Cuando la cera está blanda se le puedeimprimir la marca que uno quiera, y mientras laarcilla está húmeda se puede hacer el vaso que sedesea.

No puedo olvidar aquí estas palabras de Hora.cio: el vaso guarda largamente el olor y el gustodel primer licor que se le vertió; y el papel, la pri­mera escritura y tinta. Nuestras almas son tablasrasas donde es extraordinariamente importante es­cribir y grabar el bien desde el comienzo. Nuestrasalmas son como arbolillos silvestres que de suyono pueden producir más que frutos agrios, amar·gas, y ásperos; pero injertadas de buenas y saluda­bles instrucciones, echan frutos dulces y sabrosos.Es por ello querido Lector que sino queréis haceroscomo árboles silvestres, de acciones salvajes, injer­tad en vosotros, en buena hora, la 'virtud y hacedbrotar las semillas de un Cristianismo.

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