Revista del Instituto de Cultura

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R·<:VISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUEÑA ... .. ANTROPOLOGIA HISTORIA UTERATURA ARTES PLÁSTICAS TEATRO MOSICA OCTUBRE-DIClEMBRC, 1974 San Juan de Puerto Rico ARQUITECTURA 65

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Primera serie número 65, octubre - diciembre de 1974.

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R·<:VISTAdel INSTITUTO de

CULTURA PUERTORRIQUEÑA... ..

ANTROPOLOGIA

HISTORIA

UTERATURA

ARTES PLÁSTICAS

TEATRO

MOSICA

OCTUBRE-DIClEMBRC, 1974

San Juan de Puerto Rico

ARQUITECTURA

65

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Enrique Laguerre. PresidenteMilton Rúa Carlos CondeCarlos Sanz Samuel R. QuiñonesAmelia G. de Paniagua Jesús María Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodríguez MoralesDirector de la Revista: Ricardo E. Alegría

'l.partado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XVII 1974

OCTUBRE-DICIEMBRE

SUMARIO

Núm. 65

::;esáreo Rosa-Nieves 1

~osa-Nieves y lo puertorriqueñopor}osé FeTTer Canales 2

~esáreo Rosa-Nieves: Poetapor Félix Franco Oppenheimer 4

'oemas de Cesáreo Rosa-Nieves. . . . . . . .. . . . . . . . 10

{ida y obra de Cesáreo Rosa-Nievespor Patria Figueroa de Cifredo . . . . . . . . . . . . . . . 12

.os bailes de Puerto Ricopor Cesáreo Rosa-Nieves 14

:I romance y el corrillo en Puerto Ricopor Cesáreo Rosa-Nieves. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

.a poesía indianista puertorriqueña en el siglo XIXpor Ramón Luis A cevedo 24

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Artistas puertorriqueños de la Nueva Genera-ción o o o • o •• o •• o •••• o ••••• o • o ._. • • • • • • • • • • • • 3

Calixto y Marichelapor Manuel de la Puebla 4

La tercera crónica francesa sobre el Caribe: la "Re­lación del Viaje a las Islas de la América" del Pa­dre Pacifique de Pr.ovins

porManuelCárdenas .0 o ••••••••••••••••••• 4

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURAPUERTORRIQUEÑi

Director: Ricardo Eo Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual o .. o o o o.............. $:Precio del ejemplar o o... $1

[Application for second class mail privilege pendingSan Juan, P. Ro]

DEPÓSITO LEGAL: Bo 3343· 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJ

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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COLABORADORES

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José Ferrer Canales nació en San Juan.Obtuvo la Maestria en Anes en la Univer­sidad de Puerto Rico y el titulo de Doctoren Letras en la Universidad Autónoma deM~xico (1952). Fue profesor en las Univer­sidades de Pueno Rico y Dillard (NuevaOrleáns), y desempeñó una cátedra de es­pañol en la Universidad de Harvard (Was­hington' D.C.). Actualmente ocupa unacátedra en el Depanamento de EstudiosHispánicos de la Universidad de Pueno Ri­co. Ha dictado conferencias sobre temaspuenorriqueños e hispanoamericanos enCuba, México y Estados Unidos, y colabo­rado con numerosos trabajos de periódicosy revistas culturales de ambas Américas.

Félix Franco Oppenheimer nació en Pon­ce en 1912. Estudió en la Universidad dePuerto Rico y obtuvo el Doctorado en laUniversidad Autónoma de México en1964.Actualmente es profesor de la Facultad deHumanidades de la Universidad de PuenoRico.Entre sus obras publicadas figuran EL hom­bre y su angustia (1950), DeL tiempo y sufi­gura (1956), Imágenes prosas y decires yaforismo (1957), Contornos, ensayos(1960), Los Lirios deL testimonio (1958­1960), Estas cosas asifueron (1966) y Pro­sas sin clave (1971).

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Patria Figueroa de Cifredo nació en Ca­taño. En la Universidad de Puerto Rico re­cibió el diploma de Normal y se graduó deBachiller en Educación, y de Maestra enArtes. En 1956 ingresó en la misma Uni­versidad como profesora de literatura, y en1963 se recibió de Doctora en Filosofía yLetras en la Universidad de Madrid. En laactualidad profesa una cátedra de españolen la Facultad de Administración Comer­cial de la Universidad de Puerto Rico.Ha publicado recientemente dos libros deinvestigación puertorriqueña: Apuntesbiográft'cos en torno a la vida y obra de Ce­sáreo Rosa-Nz'eves y Francúco GonzaloMarfn: héroe y poeta.

Manuel de la Puebla nació en España.Vivió desde su adolescencia en Argentina,hasta 1965, año en que se trasladó a Puerto

Rico en cuya Universidad - Recinto deRío Piedras- concluyó los estudios deldoctorado en el Departamento de EstudiosHispánicos. Actualmente enseña en dichoDeP':lrtamento como profesor de Literatu­ra Hispano.americana. Es autor de Estu­dz'os de Lz'teratura Húpanoamerz'cana,unos apuntes líricos (poesía), y está porpublicar un estudio y antologia de la poe­sía militante puertorriqueña.

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Manuel Cárdenas Hui:: es profesor delDepartamento de Ciencias Políticas de laFacultad de Ciencias Sociales de la Univer­sidad de Puerto Rico. Junto con EugenioFernández Méndez ha publicado diversosarticulas de crítica de arte en revistas y pe­riódicos del pais.

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/11 Memoriam

Cesáreo Rosa-Nieves

El3 de octubre de 1974 falleció en San Juan elpoeta y escritor Cesáreo Rosa-Nieves, catedráticoemeritus de Estudios Hispánicos de -la Universidadde Puerto Rico, institución a la que estuvo adscritodesde 1936.

Natural del pueblo de Juana Díaz, se crió enCayey y pasó parte de su adolescencia en Bayamón.En la Universidad de Puerto Rico obtuvo los títulosde Bachiller en Artes y Educación (1927) y Maestroen Letras (936). En 1944 se recibió de doctor enfilosofía y letras de la Universidad Autónoma deMéxico.

La obra literaria de Rosa Nieves abarca un pe­riodo de casi cincuenta años (1922-1967). Se le debencerca de veinte poemarios, entre los que sobresalenTres baladas en luna de vísperas (1954), Siete cami­nos en luna de sueños (1957) y Los nfsperos del albamaduraron (1959), todos ellos exponentes del mo­vimiento poético titulado ensueñismo, del cual fue

Rosa Nieves principal fundador. Su producción enprosa comprende importantes obras de investigacióny critica literaria, destacándose entre ellas el Agui­naldo lírico de la poesia puertorriqueña (3 tomos),antología publicada en 1957; la Historia panordmicade la literatura puertorriqueña (1961) y el tomo deensayos titulado La ldmpara del faro (1957).

Al· lamentar el deceso del doctor Rosa Nieves,deseamos reproducir, en homenaje a su memoria,las palabras de elogio que a su obra dedicó la doc­tora Josefina Rivera de Alvarez: .. Es muy posibleque nadie, entre los discípulos y compañeros deAntonio S. Pedreira, haya realizado tanto como RosaNieves en el camino de las investigaciones y estudioshistórico ~rítico- literarios de tema puertorri­queño, labor que arrancó de una seria e inquebran­table voluntad de contribuir al máximo a la tareade definir, organizar, revalorar y orientar el caudalcultural de nuestro pueblo.n

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Rosa-Nieves y lo puertorriqueño

Por Jos~ FBRRBR CANALES

DESDE su ALTA y PROFUNDA VISIÓN DE. LA VIDA, EL

pensador José Martí nos alecciona en el senti­do de que los hombres no son más perfectos queel sol y señala que, mientras los desagradecidosmiran las manchas, los agradecidos miran la luz.En la luz simbolizamos las virtudes, el noble ha·cer, la huella imborrable, el ejemplo ético y esté·tico, dejado a la juventud y la patria. Creo quela luz, la huella de Cesáreo Rosa·Nieves como maes­tro, poeta y hombre está en el rumbo, en la direc­ción, en la orientación nacional, puertorriqueña, desus estudios y de su creación.

Cuando pocos rastreaban o calaban en el es­tudio de nuestros orígenes literarios, cuando la his­toria de nuestras letras estaba casi totalmente porhacerse, y figuras como doña Carmen Gómez Te­jera y doña Antonia Sáez apenas nos habían as~

mado a la novelística y la dramaturgia, Rosa·Nievesse consagra a la obra develadora de tantos valoresnuestros. Lo estimulan, sobre todo, la vida de esepatriarca que es don Miguel Meléndez Muñoz, lapalabra del humanista y poeta, el Padre Juan RiveraViera, y el ejemplo del ensayista y hombre egregio,don Antonio S. Pedreira.

Si exceptuamos algunos trabajos dedicados aclásicos como Cervantes y Unamuno, que represen­tan la atención a las raíces hispánicas, puede afir­marse que el centro, el tema cardinal de la obrade este escritor es lo puertorriqueño. Y atiendea múltiples facetas de la cultura nacional, inclu­yendo la biología. Cantará a la:

Carne trigueña, cabellera azabache,salerosa de gracia hispana, afro y taina.

Si La poesía en Puerto Rico es la memoriadoctoral que presenta ante la Facultad de Letrasde la Universidad Nacional Autónoma de México,él hace de la Historia panorámica de la literatura

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puertorriqueña la obra de sus mayores empeñoscríticos. Honra a quienes iniciaron, en la cátedrauniversitaria, la enseñanza de nuestras letras: donRafael W. Ramírez y don Lidio Cruz Monclova.y divide nuestra historia literaria en tres etapas:de 1589 a 1806. desde la Elegía de Varones Ilustresde Juan de Castellanos a la "implantación" de la.imprenta; de 1806 a 1898, hasta la Guerra Hispan~

cubana-americana; y desde aquella hora de invasióndel ejército norteamericano, a sus días de 1959.

¿Cómo define Rosa·Nieves la historia literaria?¿Qué expone, en síntesis? "En los escritores de unpueblo -aclara- late en luz segura su haber cul­tural. La historia literaria de una n'ación no es otracosa que el espejo en donde se reflejan el senti­miento y la razón de esos hombres, dentro de laórbita de ese medio: raza, paisaje y sicología c~

lectiva... La historia literaria viene a ser como elbalance artístico de los ensueños y realidades delos ciudadanos de esa patria."

Algunas de las personalidades literarias a' quededica semBlanzas o estudios dignos de meditaciónson Francisco de Ayerra Santa María, ManuelA. Alonso, Tapia y Rivera, Zeno Gandía, GautierBenítez, Rosendo Matienzo Cintrón y Antonio S. Pe·dreira, cuyo lnsutarismo -explica Rosa-Nieves-,"es, sin duda, la obra de más cala y hondura... so­bre nuestra puertorriqueñidad. Por ese libro... cruzanuestra vida social, nuestra heroicidad... , nuestropensamiento... , nuestros vuelos literarios". Entresus libros es inolvidable, para mí, el drama históricoBatdorioty de Castro, estampas de este patriota, en1887, obra que con justicia elogia la Dra. MargotArce de Vázquez por su "significación ejemplar",por su tono de heroicidad, por sus parlamentos,porque allí aparece un poeta con fe en "valoresideales".

Si copiáramos toda la bibliografía de CesáreoRosa-Nieves, nos asombraríamos ante el índice tan

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abarcador de múltiples aspectos de nuestro hacery sentir, de nuestra historia e intrahistoria: la dan-_za, la copla, la bomba, bailes, aguinaldos, poesíaromántica parnasiana, modernista, el cuento, la his­toria cívica.

Hizo carne de su espíritu, guía de su afán, aquelaforismo en que el pensador vasco-salmantinoUnamuno afirma que "cuanto más de su tiempoy de su país es uno, más es de los tiempos y lospaíses todos". y por eso proclama como Directorde la revista Brújula en 1934: "No hay otro caminopara la universalidad de nuestras letras que el bori­cuismo." O dirá en un profundo comentario sobreLecturas puertorriqueñas de Meléndez Muñoz: "La~región es fuente de savia espiritual que nutre elalma. JI Y en prosa poemática repetirá ese pensa-miento: "Mañana en lo porvenir, la raíz dirá lacopa en el verde más verde del árbol: la copa quese llenará de... figuración boricua'"

Propuso una vez estas tres directrices como nor·mas para orientar la escuela puertorriqueña: laexaltación de lo autóctono, la admiración a nues-

tros héroes literarios y patriotas y el .. amamos losúnos a los otros".

Más allá Y sobre todas las veleidades políticas,quedarán como bandera y escudo, estas frasestrascendentales can que Rosa-Nieves comienza suHistoria panordmica: "La literatura puertorriqueñaestá sedienta de un rebelde sacudimiento iconoclas­ta contra todo 10 que sea esperar de afuera... Estamisma posición deseada, se podría aplicar contratodo lo que sea carimbo distintivo de esclavitudcolonialista, tanto en lo artístico como en 10 social,en 10 educativo, en las ciencias yen la polftica."

Ya expresé que la huella imperecedera,la lecciónfecunda, la flor o el laurel inmortal de esta vidaestá, más que en el detalle o pormenor, en la orien­tación, en el acento puertorriqueño de su obra.Cuando (coincidiendo en la visita, con la presenciade Luis Quera Chiesa y su esposa, Eugenio RentasLucas, Manuel Joglar Cacho y la amable y heroicaMilla, compañera de Rosa-Nieves), lo vimos porvez última, aún nos habló del lírico José GautierBenítez, héroe literario -decfa-, de "nuestra pa­tria Boriquénn.

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EN "LECTURAS PUERTORRIQUEÑ,\S": PROSA, LAS DOC,

toras Margal Arce de Vázquez y Mariana Ro­bles de Cardona, afirman: "De la obra dc Rosa­Nieves hemos escogido su ensayo 'La plena y la

• bomba', muestra de su labor erudito-literaria enla que podemos aquilatar la concurrencia dcl poetalírico, el ensayista, cl investigador y el crítico queconviven en él.' El doctor Rosa·Nieves, aunque culti·vó con éxito todos los géneros literarios, era funda­mentalmente poeta, toda su obra está saturada porun romanticismo galante y trascendente. Acaso porel hecho de haber sido músico, su sensibilidad es­tuvo en una tesitura lírica constante para mirarla vida dcsdc esa atalaya de idealismo."

La poesía de Rosa-Nieves, según lo confirmaotro poeta nuestro. Francisco Lluch Mora, "se vueloca sobre la tierra puertorriqueña: sale de ella y aclla se encamina en amoroso tributo. Es poesía detierra adentro; participa de la emoción que dejanen el alma los paisajes nuestros, los árboles, latierra. la flor, el mar".2 A esa temática que señalacl crítico Lluch Mora, ubicando a Rosa~Nieves comopoeta esencialmente puertorriqueño, debemos su­mar algunos otros temas como el negrismo poéticocon implicaciones étnicas, sociales y estéticas, lapatria, la mujer, la fauna, la religión, la infanciay la muerte, todos ellos en tónica exaltada.

Lo antes apuntado lo podemos observar desdelos primeros libros de este poeta: Las veredas ol­vidadas, 1922, La feria de las burbujas, 1930, Para­caídas, 1934, Tú en los pinos, sonetario, 1938, Un­dumbre, primores del amor sin anclas, sonetario1953, hasta llegar a Siete caminos en luna de sueños,

1. Margot Arce de Vázquez y Mariana Robles de Cardona,Lecturas pllc!rtorriqlleria~: prosa, pág. 242.

2. Francisco L1uch Mora, durisdicción de Jos hibiscos• y Diapasón negro. Pocmario~ (Primera Parte), E) Mundo,

5.10 Juan, P. R., 26 de nov. de 1960, Año XLII, Num. 15343.pág. 18.

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Cesáreo Rosa-Nieves: Poeta

Por FÉLIX FRANCO OPPENHEIMER

1957, especie de antología de su poetizar anterior,Los nísperos del alba maduraron, versos ensueñistas,1959, Girasol, versos para niños, 1960, Díapasón neogro, 1960, Calambreñas, decimario boricua: motivosde la montaña y la ciudad, 1964, El pleamar de lasgarzas de ámbar, caprichos poéticos en tiempo deotoño, 1964, La emoción divertida, poemas paraniños, 1967 y Estrellas y caramelos, poemas para ni­ños, 1972.

El poeta, atento a las nuevas corrientes esté·ticas del momento, en 1926 se incorpora al Nofsmo,1925-27, movimiento de vanguardia fundado porVicente Palés Matos, Vicente Géigel Polanco, EmilioR. Delgado y Samuel R. Quiñones, en cuya moda­lidad publica poemas en el periódico El Imparcial.1926, y en el Anuario de la Clase Graduanda de laUniversidad de Puerto Rico. Tan presente estuvoen el poeta este espíritu renovador que él mismoes responsable de la creación de un nuevo movi­miento, el Ensueñismo, 1954, que firman a su vezlos poetas José Luis Martín, Eugenio Rentas Lucasy Félix Franco Oppenheimer, y que acentúa, en susúltimos años su interés por lo folklórico, el hom­bre, la luz y el paisaje puertorriqueño, mas conaliento universalista.

Sus esfuerzos innovadores, aún en forma vaci·lante, los podemos reparar en su primer libro, Lasveredas olvidadas, 1922, de tono modernista, endonde hallamos huellas de los clásicos castellanosy de Rubén Daría, así como de Julio Herrera yReissig, el de Las pascuas del tiempo y Los éxtasisde la montaña. En este opúsculo apreciamos el do­minio técnico del verso, principalmente del ende­casílabo y del alejandrino.

Luego el poeta publica en folleto su poema "Ladanza puertorriqueña", 1930, premiado en el Cer­tamen a Juan Morel Campos, celebrado en Ponce,en ese mismo año. El poema está escrito en versotetrasílabo, unidad métrica que para ese entonces

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estuvo de moda en Hispanoamérica y en PuertoRico; en él escribió José Santos Chocano sus poe­mas "Los caballos de los conquistadores" y "Laelegía del órgano", y nuestro Luis Lloréns Torres,sus dos grandes poemas, "Canción de las Antillas" y"Mare Nostrum."

Para ese mismo año de 1930, el Ateneo Puerto­rriqueño premia con la Medalla Roosevelt su poema"Estampas sinfónicas", sonetos preciosistas, queincluirá en su segundo libro, La feria de las bur­bujas, 1930, en el cual se explaya el terna telúricoen color y música. Es en este poemario donde sehace más patente, en ese momento, la concienciarenovadora del poeta, no obstante, la atmósferadel libro es modernista, singularizándolo el virtuo­sismo métrico poemas que datan del 1923, como loson los sanetinos de "Estampas familiares." Vea­mos:

¡Fuente alegre que deslíesla risa azul de tu piano!~ siente el rojo gusanoalgún collar de rubíes.

Va hilvanando madrigales,la aurora al margen del río,y el lagrimear del rocíorefresca los tabacales...

Sobre la paz del barranco.son puntos en papel blancolos oscuros colibríes,

y dormido entre mis manossimula el rojo gusanoalgLín collar de rubíes.!

En la expresión modernista se hace visible el pai­saje como un estado de ánimo, mas a la vez conciertos atisbos innovadores. Mientras que en lasección "Flautas futuristas" -poemas numerados-,el poeta hace alarde de su vanguardismo y experi­mentación. Oigámosle:

La lluvia sobre el tejadotamborilea al azar:dice allOra, do, re, mí,y después, do, re, mí, fa ... 4

La experimentación no lleva al poeta a olvidar lopropiamente nuestro y en otro poema característicode ese tono terruñista como él solía llamar su poe­sía de enjundia puertorriqueña, canta en actitudgalante:

Duerme un jardín en la lomamedio acuito en las maraJias

3. Cesáreo Rosa-Nieves, La feria de las burbujas, págs.71-72.

4. Ibib. pág. 74.

y es la aldea una palomaentre LtIl collar de monta"ias.

Va pintando can sus. orosel sol los viejos tejadosy hay un florecer de corosde gorriones asustados.

y mientras Jzila la fuentesu red en gris transparenteimitando a las aralias,

he visto desde la 10l11aque es la aldea una palomaentre un collar de lUontalias-.S

Aquí, el poeta nos presenta matices de nuestro pai­saje en delicadeza estética y emocional: renovacióny modernismo se mezclan en exquisiteces expresivas.

Pero en el libro en que el poeta Rosa-Nievesestá más cerca del vanguardismo es Paracaidas~

1935, sin eludir, desde luego, lo terrígeno, en susvislumbres gongorinos. En él se muestra ya post­modernista, un neorromántico con algunas tangen­cias con Federico García Larca. En Paracídas, ha­llamos un hermoso romance, sencillo y profundo,intitulado "Isla de lágrimas", quP. tal parece habersido escrito en nuestros días. En este poema pre­senta a nuestra Isla como una corista trágica, ves­tida de verde, cuya historia es de tristeza y su .. son­risa de lágrimas". Oigámosle:

En la punta de los piesen el mar bailas tu danzay un sorbo rubio de solilumina tu garganta.Toda vestida de verdecon tus ríos y tus palmasy tus noclles y tu luna-beso de cal en el agua-oEl álbum de tus llistoriastiene tristeza eu sus páginas:-indios, flec1zas y b'ollíos,Ponce de León te amarra­los leones del castillote proclaman para Espaíia:cruceros, Iloveltta y Oc/lO,que han caído en otra zarpa.El jíbaro toca el tiple,lo acompaJia la guitarray vuela pálida copla:seis de arena en la maraca.y tú trigueJia de azúcarbaila que baila tu danza,por afuera, toda verdey por adentro, enlutada.

5. Ibid. págs. 61-63.

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En la sierra de tu moñoel extraña te malgasta,con raro traje te quierecambiar al revés tu alma:-two steps y ritmos azules,el jazz se te trae en latas;y lloras por las pupilasde tus ciclones de lágrimas.Sembrando miel en tu tierrate ha salido caña amarga,y alojando a los de afuerase han quedado con tu casa:se han cundido tus esfuerzosde carcoma y de uncinaria.Haciendo paila de huelgas,fatídicas carcajadasque jugando a ser Señorate has convertido en esclava.En la hamaca del bohíohay una pena sentada,tu familia vive a plazoscon la hipoteca a la cara...Tu sol que es tralla de orote latiguea las alasmientras ajada de montesse descota tu sabana.Isla: rociada de mozay de came de emajaguas,suelta hacia el mapa del mundolas garzas de tus miradas...Sobre el mar de tus abrojossigue tejiendo tu danza,con tu porvenir de lluviasy tu sonrisa de lágrimas:por afuera, toda verdey por adentro, enlutada.6

Diríamos, el poema sobresale por ser cuadro vívidode la realidad de nuestro pueblo, en gran medida,irónico y trágico, en que, en un paisaje de luz, ale·gría y verdor, sustente una vida doliente -antes yahora- que el poeta enfatiza en el estribillo:

Por afuera, toda verdey por adentro, enlutada.?

y es que a nuestra Isla la han querido cambiar ensu idiosincrasia, sumado a ello, la ingratitud, aménde la miseria en que nos ha sumido la gramíneaque nos resulta "caña amarga". Pero ante tantaadversidad, el poeta halla una posible salvación enel atalayar en otras latitudes, para con ello, adqui­rir una mejor perspectiva de nuestros poblemas.

En dos libros subsiguientes, ambos de sonetos,Tú en los pinos, 1938 y Undul1lbre (Primores del

6. Cesáreo Rosa·Nieves, Paracaídas, páRS. 32·33.7. Patria Figueroa de CiCredo, Aplllltes biográfícos el!

.,omo a la vida y la obra de Cesáreo Rosa-Nieves, pág. 52.

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amor sin ancla), 1953, Rosa·Nieves, en una suertede combinaciones, de repeticiones, logra una no­vedad léxica y métrica, de 10 cual, la biógrafa delpoeta, Dra. Patria Figueroa de Cifredo, nos dice: "ensus sonetos eróticos, hay una maravillosa mezclade tradición hispánica y vanguardismo técnico, endonde triunfa 10 clásico en la forma, y 10 novísimoen su contenido estético: juegos graciosos de v~

cablos, animismo paisajista, sinestesias, enumera­ciones y paradojas".' A nuestro juicio, estos dosbreves sonetarios se distinguen por adelantarse elpoeta a la nueva expresión que él llamará ensueñis­mo por su marcado entusiasmo hacia la tierra yque de ahí en adelante prevalecerá en su obra }f.

rica. Un buen ejemplo de ese decir galante y ma·drigalesco podría ser el soneto "Afirmación":

Pensando en no quererte te queríaporque yo te queria 'es que te espero,pues mientras más me alejo más te quieromás te quise y te quiero todavía.

Nuestro amor fue corola de alegría,besar la vida en ademán ligero,y en espera esperando en desesperomi amor se va agrandando cada día.

Cada día que pasa se me antojaque e51 un siglo que falta en mi congoja,de volver hacia el sueño qtle eres mía;

¡y así mi alma porque buscas nido,suspiras en las pajas del olvido,una cosa que es tuya todavía.9

Esa tónica de exaltación amorosa -ensueñismo-,culminará en los libros poéticos, Siete caminos enluna de sueños, 1957, Los nísperos del alba madu­raron, 1959 y El pleamar de las garzas de ámbar,1964.

En Paracaídas, 1934, hallamos a su vez el temadel negro en los poemas, "Munda, la reina del tom­tom", "Sábado negro" y "Carolina", y con rafeesen el color local, en 10 social y obrero, en "Amane­cer bélico", En el romance 'Carolina", el poetallama a este pueblo "flor de mar", que "siempreestá en su carapacho", para afirmamos que

Es una rumba en pitorro,una negra te ha embrujado. lo

y quete echó un fu-tú en la seseraen la rima de un abrazoBonyé que te prende en ronen el privado del barrio.tI

8. Patria Figueroa de Cifredo~ Nuevo encuentro con laestética de Rosa-Nieves, pág. 14.

9. Cesáreo Rosa·Nieves, Paracaidas, pág. 27.10. Ibid., pág. 27.1I. Ibid., pág. 18.

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En este romance pintoresquista notamos influencialorquiana.

En el poema, "Munda, la reina del tom-tom", escurioso observar el uso del eneasilabo, en el quepredomina lo musical a base de la repetición deversos y palabras, algunas, onomatopéyicas, otras,inventadas por el poeta, además de la aliteración deefectividad melódica. Este romance de plasticidadsensual, adopta el ritmo del danzar del negro. Lanegra, regocijada. pasional, no se detiene en moralalguna sino en su propia naturaleza primaria, esprolija en hijos -tiene quince-o En e~te poema serealza la escultura recia y sensoria de la negra dan­zante: reina del tom·tom, o sea del baile)ubriscenteque reafirma el ritmo del estribillo: .

Tambo, catanga, pedandó,timba, marimba, tocotom. 12

que. aunque con distinto propósito, nos recuerdaalgunos poemas negros de Luis Palés Matos, enespecial, "Majestad negra".

En "Sábado negro", se juntan, al tema del ne­gro, el social, político, obrero, costumbrista y eldel folklore:

como si el Africa entoncesdespertara en una hoguera.'3

en el día que más que de reposo fuera de jolgoriotriste

El sábado tiene el almaemponzoñada de estrellas.u

hay ilusión, fantasía, pero no felicidad auténtica,permanente, paz, porque según el poeta

Esta grey de selva y ritmoen paila de sexo espera.15

es decir. humanidad atenida a la naturaleza, alinstinto así como al retorno primitivo que sueñaen intervalos de baile y alcohol, y que en este poemase combina, 10 divertido con lo trágico, y que anuestro parecer se resume en el estribillo

Balumba, bumba, turú,numba, gambá, ñangatú.16

olvido del dolor y de la miseria, en que el baileoriginario, hierático y desaforado, en el romanceno es más que caricatura de alegría y pesadumbre.

En Paracaídas, prevalece el romance de ritmo

12. Ibid., pág. 21.13. Ibid., pág. 19.14. Ibid., pág. 19.15. Ibid., pág. 20.16. C. Rosa·Nieves, Diapasón negro. pág. 5.

variado. en metros de seis, siete, ocho y nueve sí·labas.

El tema del negro asimismo es tratado por Rosa·Nieves en su libro Diapasón negro, 1960, del cual, enunas "Palabras imprescindibles", el autor nos dice:"es poesía negrista. de tipo social en aguafuertesduros, sin lamentos ridículos, sin eufemismos hi·rientes, sin caricaturas humorísticas ni espectáculoscrueles que denigren una raza virgen, vigorosa ynoble": es poesía el:lborada "dentro de un primo­roso verismo expresionista".J7 Y como sostiene elpoeta Francisco Lluc3 Mora, "lo telúrico está pre­sente en todo el poemario: es el elemento gestory cohesor" u de toda la obra de este poeta. Esdecir, aún el tema negro se da unido a lo propiopuertorriqueño.

En el primer poema del libro Diapasón negro,"Noble abolengo", el poeta se remonta a los orí·genes del negro, a sus "bisabuelos reyes de algunatribu del Nilo", el "río de las grandes crecientes deluceros"; antepasados que al ser traídos a PuertoRico por los españoles, les "comenzó su estirpe deherrero de las cadenas", y aquí, sabe del "carimbo,las argollas, el látigo y el cepo", mas añorando siem·pre el lugar de origen al darse a "la danza, la bomba,la plena y el sonduro".

Mientras en "Canción de cuna", en bellísimaimagen, nos dice que el negro marinero fue a lamar a "deshojar panoramas", en "Domingo libre"plantea las penurias del obrero negro: "domingoes el olvido de raquíticos salarios", y pone su es­peranza en que "en el futuro algún nieto le dé porla abogacía", en "Código humano" nos afirma, "elhombre es hijo del amor" y "en el dolor y la muer­te", todos somos iguales. Y para no faltar la notasensual. en "Yamba colunga", la mujer negra es"monelisa oscura" cuyos pechos son "manantia­les que sueñan delicias".

Hemos observado cómo junto al tema del negrolo telúrico es común expresión, marco poético vi·vencial, al hablamos de "las copas de los bambúes,de los hicacos", de "la rosa del barranco", paraofrecernos una visión de un Puerto Rico evocadoen mansedumbre eglógica.

Buen ejemplo de ese aspecto terruñista comogustaba el poeta decir de sus poemas sobre su tierraes el poemario El pleamar de las garzas de dmbar,(Caprichos poéticos en tiempo.de otoño), organizadoen tres Relaciones: "El almendro que floreció paralos pájaros", "La lluvia enamorada de la rosa" y"Las hormigas de la tarde bajo el silencio acerola".Como se podrá advertir por estas secciones y por

17. Francisco L1uch Mora, c1urisdicci6n de los hibiscosy Diapasón negro, Poemario» (Primera Parte), El Mundo,San Juan, P. R., 26 de nov. de 1960, Año XLII, Núm. 15343,pág. 18.

18. Cesáreo Rosa-Nieves, El pleamar de las garuu d,dmbar, págs. 15-16.

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el subtítulo dcl libro, "Caprichos poéticos en tiempode otoño", la obra se distingue además por su matizromántico.

El primer poema, "Rito del júbilo", el poeta, enactitud confesional, nos dice, es "capitán del tiem­po", "piloto de océanos", "inquilino del alba", "pro­pietario del alma de la rosa": su amada, hecha denieblas, tiene

labios de sirop y carne de geranios,vestida de amapolas silvestresy olorosa a saúco, a llilán-1Iilán y a guayabo.19

En medio de toda esa amalgama de placeres, elpoeta nos confirma además que es "capitán de laalegría", iden tificando a la amada con la Isla: pa·sión y amor a lo suyo es una misma cosa.

En "La voz del agua", al parecer, se sigue latónica del poema inicial del libro, en que dc sí,dice el poeta:

Mi cuerpo está incendiado de amor,mi espíritu va en verso en alas de gorriones.2!>

para manifestarnos, en su embriaguez amorosa:

y ahora, yo soy el centro del universo tododesde mi isla vórtice.21

Todo lo cual podemos entender como una manifes­tación subjetiva de lo que el poeta alberga en suespíritu cuando se halla en trance creador.

En "Boriquén: la apacible y tierna", el poetaconcibe a su tierra con "cintura dc fragilerías" yceñida de esmeraldas, asegurándonos que quienla mira "queda embrujado de maravillas", mien­tras en "Invocación a nuestro Scñor el Cerní", rue·ga a

Yocahú: dios de la yuca y el maíz,la batata, el lerén, el maní y la piíia,-el algodón y el tabaco... 22

porque lo autóctono "no perezca cn manos ajenas"y "no triunfen aquí Calibán y Shylock", ya quemira a su Isla como

pájaro glauco, eternamente cautivaen la jaula azul de las murallas de espumasinquietas.23

Apuntemos aquí que el poeta, en "Boriquén: laapacible y tierna", nos ha confesado que el amor

19. Ibid., pág. 17.20. Ibid.. pág. 17.21. Ibid.. pág. 33.22. Ibid., pág. 34.23. Ibid., pág. 79.

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por su Isla es, "como una espina de naranjo en sucostado".

En "Rosa de luz morena", el poeta se declara"pordiosero de amor". y galanteador, espera serpara su amada "rocío de lumbre en la azabacheflor de tu sonrisa".

La "Relación segunda" del libro, "La lluvia ena·morada de la rosa", integrada por quince poemasy tres canciones: "Un enojo." "Una ilusión" y "Unaalegría", el primero, "Pimpinola", flor y mujer vie­nen a ser idénticas; el amor evocado persiste enel corazón del poeta "como un rito amado", en tantoque en "Visión marina", nos anuncia que por la.. puerta azul vendrá la aurora": el amor.

En "Letanía de la lluvia", de frescura musical,el poeta nos ofrece su alma en un estado melan­cólico:

¡Qué gardenia es la lunade primavera!y ulla feria de lumbrespillta la aldea.24

en que tal parece el poeta nos pinta un ámbito deenhechizamiento.

Todos los elementos de la naturaleza isleña sonmotivo de su exaltación lírica, y el paisaje es miradocomo expresión vital en que se 'incluyen asimismo alos insectos. El paisaje es visión única:

Las luces iluminanla noche frescay voy por tlPI caminode calambreñas.2S

Un poema que podría ilustrar a plenitud esedetenerse el poeta en la expresión telúrica paramirar la imagen de la mujer amada, podría ser la"Décima de la sierra", que figura entre las compo­siciones no recogidas en libro y que aparece en lasección Apéndices, Poesías, B. de la tesis, Apuntesbiográficos ell torno a la vida y la obra de CesáreoRosa·Nieves, de la Dra. Patria Figueroa de Cifredo.Veámosla:

Café en flor de la monta7iaen callares de aza1zaresbajas en bellos cantaresa perfumar la cabaña,'el véspero el cielo empañade pitirres vocingleras;y allá por los cocoterasdetrás del gri.9 caseríoparece el soñar del ríoun cinturón de luceros.u.

24. Ibid., pág. 79.25. Patria Figucroa de Cifredo, Apllllles biográficos el!

Jorno a la vida y la obra de Cesáreo Rosa·Nieves, pág. 247.26. Cesáreo Rosa·Nieves, El pleamar de las garzas de

ámbar, pág. 95.

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Cuadro de luz y sombras, en música interior de en·sueño amoroso, en que el poeta, utilizando un pro·ducto representativo de nuestro agro -el café-,nos crea todo un mundo de romántica ternura. Elcafé, en collares de azahares, baja de la montañaen la copla por perfumar -dar un sentimientoamoroso- la cabaña humilde; es la tarde en lasombra de los pitirres vocingleros, mientras que,detrás del caserío, por los cocoteros, el río -expre­sador aquí del amor gozoso del poeta- es un cin­turón de luceros, es decir, el amor que sueña ensu inclinación vehemente. Todo 10 cual nos ofreceun emocionado momento de amor a la tierra y ala amada.

El tema del amor a la mujer trasmina su poe·tizar -la tierra la habrá de estimar como a mujeramada- de ahí que lo madrigalesco aliente todasu poesía. Y a veces podamos observar reminis·cencias del Cantar de los Cantares, cuando nos dicede la mujer: "brotas como un chorro de amor parami sed inquieta", y "hueles a cundeamor y a yerbay a flor de maya". El poeta es igualmente galantecon la patria a la que amorosamente le dice: "Islabendita, acunada, soñada y besada por NuestroSeñor", para en el poema ..Cuando maduren lasneblinas", afinnar:

Porque, amigos, yo soy yotelúricamente inmerso en mi paisaje,de hojas, de h()rmigas, de frutos y de cánticos.n

Por ello, no tendríamos a menos en proclamar aRosa-Nieves -en su momento ensueñista- como elpoeta del júbilo: en vida, amor, patria.

La poesía del doctor Cesáreo Rosa-Nieves esde alborozo afirmador de lo puertorriqueño, de 10noble, de todo lo hermoso que podemos hallar enel mundo. Tiene ella un aura de juventud e inocen-

27. Cesáreo Rosa·Nieves, .Euforia de la alegria-, sonetoescrito elide octubre de 1974, dos dias antes de morirel poeta.

cia, olorosa a vida, en que el color, la luz, la alegríapredominan, dándole un aliento mozo y galante. Sudecir, sacado de la entraña misma del habla po­pular, se une a un cultismo saturado de gracia, y esclásico y moderno, su sensibilidad estuvo en unaexperimentación constante.

Una clave de la vida de labores del poeta Rosa·Nieves nos la podría ofrecer su soneto "Euforia dela alegría" escrito el! de octubre de 1974, dos díasantes de morir el poeta, en el que nos afirma queel dolor, por estar tan arraigado en él, al ausen­társele, le hace sentirse defraudado: el no padecer,para el poeta, es el no vivir, el no tener sentido lavida:

Si eres luz y acicate en mi existenciano me dejes de herir cuando me mires.'lI.

ya que el dolor para el poeta es su misma vidaprometeica así como su fortaleza:

pan divinoque ilumina de amor el derrotero.Z9

porque a fin de cuentas, como él nos afirma, el do­lor hizo posible el milagro de su extensa y variadaobra. De ahí que al finnl de sus días en el momentolúcido, reclamara fl.m, iscanamente en este últimopoema, al dolor:

Por ti laboro alegre en mis afenasy por dolerme tanto es que te quiero,pues más te ansío mientras más me hieres.3/)

En conclusión, podríamos sostener que el dolor,que amara hasta el instante postrero, fue espuelade luz para el poeta Don Cesáreo Rosa-Nieves, crea·dor e investigador cimero de nuestros patrios lares.

28. Ibid., poema inédito.29. Ibid.30. Ibid.

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i

~T

Poemas de Cesáreo Rosa-Nieves

Coqui

La noche en sombras,negra y sin luna.Lluvia en las huertasy en los alcores y en la bajura.

Por 10$ bambúesel arroyuelo -canción, fragancia­va glu-glu-gU;y en los maizales de la lagunaalegre el sapo, flauta de luna:-¡coqui, caqui...!Blanco de nieve se ha puesto el monte,luz pomarrosa de los luceros.Sobre las hojas polvo de estrellascae del divino celeste lienzo;y el arroyuelo -canción, fragancia­va glu-glu-glí.En los maizales de la lagunaalegre el sapo, flauta de luna:-¡caqui, coqui.../

Luz amarilla sobre las guabasde los cafetos que lucen granos verdes y rubi,y en los maizales de la lagunaalegre el sapo, flauta de luna:-¡caqui, coqui.../

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Euforia de la agonía *

¡Dolor mío! ¡qué mucha falta me haces!Siempre arraigado a mi en mis sufrires,Cuando te ausentas de mi pobre carneMe siento defraudado en mis vivires.

Aprieta con pasión sobre mi herida,Herida que es la vida en mis morires,Si eres luz y acicate en mi existenciaNo me dejes de herir cuando me mires.

Sin ti no sabe a espinas mi sendero,Sed de tristes angustias, pan divinoQue ilumina de amor mi derrotero.

Por ti laboro alegre en mis faenasy por dolerme tanto es que te quiero,Pues más te ansío mientras más me apenas.

* Su último poema.

Promesa

Ayer mori en mis tatarabuelos: avatar de los años,después reaparecí primavera para otoño en misvoy en mis hijos renaciendo [padres;y resucitaré en mis nietos; soy como un río de sal;l-

[gre.Yo sé que nunca he muerto,que he estado. trasladdndome de una carne a otracomo de un mundo a otro mundo, [carneen una misma esencia, pero en mi levadura trans-

[fdrmdndome.Yo sé que estoy en todo,y que resido en mar, en cielo, en tierra, en perro,

[hormiga y ave;que voy cantando en la rosa, en la estrella, en la

[hojay en la lluvia que tambonlea sobre las piedras en

[sonoros cristales.

Yo sé .que estoy viviendo para nunca morirme,y cuando mi arcilla pecadora sucumba a los em­

[bates,iré recién nacido por el aire en polvo. de alelles;en fragancia de saúcos por rutas de lunas y al­

[bayaldes.

Mas volveré a bestarte en las tardes de mayocuando tú me recuerdes frente a los tulipanes,c,,!-ando te pongas triste siempre estaré en tus Id·

[grimas,siempre estaré contigo cuando estés recorddndome.

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Vida y obra de Cesáreo Rosa-Nieves

Por PATRIA FIGUEROA DE CIFREDO

1. Presencia Existencial. - Nace Rosa-Nievesen Juana Diaz, Puerto Rico, el 17 de julio de 1901.Fueron sus padres don Cesáreo Rosa-Soliván ydoña Evangelina Nieves. De niño, sus padres lotrasladaron a Cayey, y es aquí en esta falda deEl Torito donde crece y estudia los primeros gra­dos y parte de su escuela superior. En este pueblo,que tantas veces aparece citado en sus versos yen su prosa, es donde comienza sus estudios demúsica; aprende instrumentación y algunos rudi­mentos de armonía, contrapunto y composición.Inspirado por sus maestros Liborio Milián y CIado­miro Rodríguez, compone algunas piezas populares,valses, danzas y pasodobles. Dirige orquestas yejerce el atril para ganarse el pan diario. De 1917 al1918 cursa su segundo año de Escuela Superior enBayamón y a la vez estudia un ligero curso decomercio en la Escuela Particular de don José Na­varro.

Por el año 1921 se traslada a Río Piedras dondeestudia y termina el nivel secundario en la Es·cuela Superior de la Universidad de Puerto Rico.Durante el 1924 inicia sus materias de educaciónen la Universidad de Puerto Rico. Es nombradodirector de la Banda Militar del R.O.T.C. y dela Orquesta de la Universidad de Puerto Rico. Eneste mismo año el Departamento de Estudios His­pánicos le otorga en su primer año de Colegio laMedalla Cervantes por obtener notas sobresalien­tes en sus estudios de literatura y por su ensayode investigación La locura de Don QuijoJe. En1925 termina su licenciatura de Normal, y en 1927se recibe de Bachiller en Artes y Educación y co­mienza además su tarea de educador en las escue­las públicas de Humacao, Carolina y Caguas.

Es durante 1928 que contrae nupcias en Humacaocon 13 Sra. Emilia Pérez, profesora de instrucciónpública. De este matrimonio nace su único hijo, elDr. César E. Rosa-Pérez.

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Fue por el año de 1936 cuando terminó sugrado de Maestría en Letras en el Departamentode Estudios Hispánicos. Su tesis titulada La poe­sía en Puerto Rico la consideró el Dr. Antonio S. Pe­dreira como una de las más exhaustivas monografíasen los tcmas nativos presentados a la facultad deesa dependencia universitaria. Es durante este pe­ríodo que el Dr. Pedreira invita a Rosa-Nieves aentrar como miembro permanente de la Facultaddel Departamento de Estudios Hispánicos. Aquílaboró con fructífera savia de maestro y de escolaren la formación de nuestras juventudes.

Del año 1943 al 1944 va a México y en aque­lla facultad obtiene el título de Doctor en Filoso­fía y Letras. A su regreso a la isla dicta cátedrasde literatura en el Departamento de Estudios His­pánicos de la Universidad de Puerto Rico.

En este nuevo ambiente trabaja infatigablemen­te en sus estudios de investigación y crítica, ensu producción literaria y en su creación poética.

2. El Poeta. - En esa trayectoria de andan­zas por los años buscando su centro, publicó lossiguientes tomos de poesía: Las veredas olvidadas(1922), La feria de las burbujas (1930), Paracaí­das (1933), Tú en los pinos (1938), Undimbre (1953),Diapasón negro (1956), Siete caminos en luna desue;10S (1957), Los nísperos del alba maduraron(1959), Girasol (1960) y El plenamar de las garzasde ámbar (1964).

Después de este primer balbuceo lírico moder­nista de carácter estudiantil, aparece su largo poe­ma La danza puertorriqueiía, poesía versolibrista,en donde el poeta rindo pleitesía al verso libre delos simbolistas franceses, y comienza la nota telu­rista y su gran preocupación por los temas de lahistoria y el folklore isleño.

Después de este poema laureado en Ponre, elportalira da a luz en Humacao su manojo de poe­mas La feria de las burbujas.

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Rosa-Nieves ha pertenecido a dos mOVImIen­tos postmodernistas en Puerto Rico: el Noísmo(1925-1927) y el Ensueñismo (1954). Aunque nocreo que él siguió escuela alguna, es muy signifi­cativo que de su posición ecléctica en su estilo,una nota es principal, y esa es su enonne preocu­pación por el paisaje y el paisanaje de su tierra, yeso no es otra cosa que Ensueñismo: panorama,luz, folklore, hombre, bestia, flor, cielo y estrella.

En la poemática del poeta figuran los siguien­tes temas: el amor, la patria, el proletarismo, lafauna, el negro, la religión, la muerte y lo infantil.Por sus temas, es el poeta del amor y la tierra ypor su registro métrico es el vanguardista que noolvida las viejas formas hispanas.

3. El Dramaturgo. - Una de las figuras másrepresentativas del teatro lírico en verso en Puer­to Rico es Cesáreo Rosa-Nieves. Su producciónteatral se divide en dos grandes zonas estéticas:el drama de verso y el de prosa. En el teatro poé­tico sHuamos su trilogía terrígena que inició conBaldorioty de Castro, Brazo de Oro y Pachín Ma­rin, y su trilogía lírica Flor de Areyto, El huéspeddel mar y La otra. En cuanto a sus dramas enprosa, ubicamos a Nuestra enemiga la piedra, Nor­ka y Campesina en palado.

Sus piezas teatrales sesgan más hacia los es­tudios socia-psicológicos que hacia la posición puradel arte por el arte: esto es un reto trascendentalde hondas preocupaciones vitales.

4. El Ensayista. - Entre todos los géneroscultivados por el escritor Rosa-Nieves, uno de los

más interesantes es el del ensayo de crítica e in.vestigación.

Del esfuerzo máximo que en el campo de lainvestigación y la crítica ha realizado el ensayistason los epígrafes siguientes: Francisco de AyerraSanta Maria (1948), El aguinaldo lírico (Tomo 1,11 Y 111 - 1957), La lámpara del faro (Tomo 1 ­1957 Y Tomo 11 - 1960), La poesía en Puerto Rico(Segunda Edición - 1958), Tierra y lamento (1958)y La historia panorámica de la literatura puerto­rriqueiia (1961).

5. El Novelista. - En la obra general de Ra­sa-Nieves la novela ha permanecido casi inéditahasta ahora.

De este género conocemos la obra El mar bajode la montaña (1963), que el autor la considera unanovela boricua.

Su otra narración publicada es Mariana serála esperanza (1964), donde se presenta una valientetesis contra el comunismo.

6. El Cuentista. - De este autor conocemosalrededor de trece relatos que están recogidos enel libro Mi vocación par el véspero (1965). Estasnarraciones son: El hombre negro del río, Chévere­ehévere, Tierra negra, Una nave que viaja sin puer­to, El tigre, La voz del baranco, El hijo, El otro, Lahijastra, El huracán, Padre Fray Cielo, El soñadory Las manos muertas.

Son láminas breves y dramáticas en un amobiente boricua.

El poeta falleció en San Juan de Puerto Ricoel 3 de octubre de 1974.

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EL SEIS

pUERTO RICO NACIÓ BAILANDO CON EL AREno INDIO.

Puede decirse que este pueblo siempre ha vividodanzando. Es un bello modo arcádico para fugarsede las miserias vitales. En el año 1789, el viejohistoriador Fray Iñigo Abbad observa que:

"La diversión más apreciable para estosisleños son los bailes; los tienen sin másmotivo que el de pasar el tiempo y rara vezfalta en una casa u otra. El que da el baileconvida a sus camaradas, corre la voz por elterritorio y acuden a centenares de todas par­tes aunque no sean llamados. Como las casasson reducidas caben pocos; se quedan debajode la casa y en su circunferencia y suben elrato que quieren bailar. Si alguno de loscircunstantes quiere bailar con la mujer queestá bailando con otro, necesita pedirle li­cencia... Sobre esto acostumbran armar fuer­tes pendencias y como todos llevan la razónen las manos, suele el bailar acabar a cuchi­lladas. Durante el baile salen algunas esclavascon fuentes de masa hecha de harina, lechey miel, frascos de aguardiente y tabacos parafumar que sirven a los circunstantes. Estosbailes suelen durar toda una semana." 1

De suerte que ya en los siglos XVII y XVIII eracostumbre celebrar, después de las grandes solem­nidades religiosas, festejos públicos.2 Uno de estosfestivales era el Corpus Christi. Esta celebraciónestaba patrocinada por el Consejo Municipal, que

* Capítulo del libro Voz folklórica de Puerto Rico,Troutman Press, 1967.

1. Miller. Paul e., His/oria de Puerto Rico, New York,1939, págs. 215 a 216.

2. Por las COl15rilllciones Sinodales, de Fray DamiánLópez de Haro, Obispo de San Juan de Puerto Rico, añode 1674, Madrid, nos enteramos que se prohibía a lbssacerdotes tomar parte en danzas y bailes y se imponíancastigos rigurosos a aquellos que lo hicieren.

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Los bailes de Puerto Rico*

Por CESAREO ROSA-NIEVES

costeaba todos los gastos. Comentando esta cos­tumbre, dice Salvador Brau:

. "En el Corpus observábase en Puerto Ricola costumbre original de Sevilla, donde aúnse practica por niños de coro que llamanSEISES, de concurrir a la catedral a la horade vísperas, un grupo de mulatos libres a bai­lar varias danzas, sin quitarse los sombreros,hallándose de manifiesto el Santisimo Sacra­mento. En 1684 el obispo don Fray Franciscode Padilla echó a la calle los danzantes, yaunque no faltaron quejas, el baile en la igle­sia quedó suprimido." 3

En 1712, el obispo don Fray Pedro de Concep­ción y Urtiaga, al terminar su visita pastoral porla Isla, se expresaba así en tono peyorativo:

"Los cofrades contentaban al santo conuna misa, gastándose los dineros de la herman­dad en bailes, comedias, banquetes. corridasde cañas y profanidades pecaminosas."

El baile estaba tan arraigado en la concienciacolectiva, que hasta en los velorios se bailaba hastaque ya "no se podía sufrir el fetor del difunto".

Del choque de tres razas -la española, la afri­cana y la aborigen- salió una mezcla de ritmose instrumentos, difíciles hoy de separar, como son:el tambor africano, el carracho indio (güiro) y laguitarra andaluza. Estos tres instrumentos cons­tituían la base de la primitiva orquesta.

De entre todos los bailes populares -seis, ga­rabato, matatoros, cadenas, caballo, sonduro, punotillanto o zapateo, fandanguillo, bolanchera, etc.-

3. Brau, Salvador, Historia de Puerto Rico. New York,1904, pág. 158.

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el seis ha sido el que más ha perdurado dentro dela influencia continua de los ritmos extranjerosintroducidos después en la Isla. Hasta casi ayer, elseis sirvió en los programas de bailes como finalde fiesta. Los demás fueron sustituidos, primeropor la contradanza y después por otros que vanapareciendo posteriormente.

El seis, que como hemos visto, tuvo su origenen la iglesia, ha ido poco a poco modificándose,especialmente entre los jíbaros, adquiriendo uncarácter muy alegre, con el cual los bailadores casisaltan de júbilo. En muchas ocasiones se usa paracantar las bombas o coplas. Al parar la música, unjoven dice una copla de amor o desprecio. Al ter­minar, siguen la música y el baile, y cuando vuelvea cesar la música de los instrumentos, contesta conotra copla una muchacha, defendiéndose o atacan­do al primero que inició la bomba. Así se entablauna especie de torneo lírico -en actitud dramá­tica- hasta que entre risas, aplausos, vivas y vuel­tas, termina la pieza. La música del seis tiene casi.siempre dos partes, con distintas variantes, en uncompás rápido de 2 por 4.4

En el siglo pasado se le llamó al seis "sangrevivan en la voz campestre. Manuel A. Alonso des­cribe este baile en "El Gíbaro", en el año 1849, dela siguiente manera:

"El seis, aunque en rigor deben bailarleseis parejas, yo he visto muchas más; coló­canse las mujeres frente a los hombres enhileras, se cruzan varias veces, zapatean unpaso en ciertos compases marcados por lamúsica y terminan valsando, lo mismo que enla contradanza. Después de las cadenas, elseis es de los bailes de garabato el que másgusta, porque no es atronador como el son·duro, ni frío como el fandanguillo y el caballo."

De esta moda de bailar el seis, colocando enfiguras las parejas -posiblemente por influenciade la contradanza- surgieron derivaciones como"el seis amarrao", en donde las parejas iban enla·zadas para danzar; "el seis enojao". en donde bai­laban las parejas de espaldas una contra otra, siem­pre moviéndose, y el "seis chorreao", designaciónque ha durado hasta nuestros tiempos, aplicadaa esa manera ligera de interpretar la pieza. Casisiempre se usa para el final del baile, y los mú­sicos alargan tanto este seis que llegan hasta rendirde cansancio a las parejas.

4. El Dr. Cayetano ColI y Toste asegura que el nombrede seis chorreao procede de que. siendo la sexta figura dela contradanza la única en que las parejas se enlazabanpara dar vueltas vertiginosas, de ahí aplicaron los jíbaro!'el nombre a su característico baile. Esta opinión carecede todo fundamento, ya que como probaremos en estetrabajo. la contradanza es posterior al seis. Véase, Calleja,Fernando, Mtísica y músicos puertorriqueños, San Juan,P. R.• 1915, pág. 34.

Conocemos tres o cuatro tipos de este género,pero el que más se usa es el llamado "seis chorreaoo seis de Andino, compuesto por Julián de Andino,que es el que más popularidad ha logrado.

LA CONTRADANZA

Como ocurrió en Europa, dos clases de bailesexistieron en la Isla: los llamados de sociedad, con­tradanza española, el minué, la cachucha, el vals, elrigodón, etc., y los populares o de garabato, enlos cuales hay que unir la bomba africana.

La contradanza vino a Puerto Rico con las fami­lias inmigrantes de Colombia. que huyeron al cé.lebre decreto en Trujillo de 1813. expedido porBolívar. Se ciudadaniza en la alta sociedad con elnombre de contradanza puertorriqueña, como yale llama en 1849 Manuel A. Alonso en su libro"El Gíbaro." 5

En la contradanza tomaba parte destacada unpersonaje como. director del espectáculo, que sellamaba el bastonero. Este corifeo _.de la fiesta erael que seleccionaba el número de parejas que ibana tomar parte destacada en el bailable de figurasclásicas y le asignaba el sitio a cada pareja. Sal·vador Brau describe la técnica de esta pieza en lassiguientes líneas:

.. A los elegidos se les entregaba una tarjetao boletín, numerados correlativamente, y encorrespondencia de cifra los de las damas conlos de los caballeros, obligados éstos, por talmedio a iniciar sus piruetas recorriendo elsalón en solicitud de la compañera que el in­flexible guarismo se había encargado de seña­larle. La designación de la dama por el basto­nero fue cayendo en desuso, hasta olvidarsepor completo en 1839. Así las cosas, colocában­se las parejas por orden de sexos, en dos filas,quedando la dama frente a su caballero. con10 cual si alguno acertaba a elegir a su pre­dilecta se evitaba el recurso del chischibeoamoroso durante el baile."

Esta contradanza de origen español. con algunasvariantes regionales, fue el baile predilecto en lossalones del país, hasta que por los años de 1842 y1843 se fue sustituyendo por la upa habanera quepusieron de moda en la Isla las bandas de músicade los regimientos militares. Esta upa se llamó enPuerto Rico merengue: prohibido en el 1349 pordecreto del General Pezuela. debido a la inmoralidaden el modo de bailarlo.6

5. María Cadilla de Martínez sostiene que la contra­danza fue de Inglaterra a Francia, de Francia a España. 'JIde España fue transportada a la América.

6. Indice. Año l. núm. 9. San Juan, P. R., 13 de diciembre,1929. pág. 136.. Artículo: El merengue, por Antonio S. Pe·dreira.

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EL MERENGUE

Como anticipamos anteriormente, en el año 1849,el Capitán General don Juan de la Pezuela expidióla siguiente declaración de muerte al merengue:

"El baile que vulgarmente se llama Meren­gue, habiendo llegado a ser en casi todos lospueblos de esta Isla una depravación de lascostumbres ,de los que en él se divierten, yun objeto de escándalo para los que lo ven,queda desde luego prohibido, bajo la penade cincuenta pesos de multa, a los que lotoleran en sus casas, y de diez días de prisióna los que lo ejecutan." 7

A la protesta oficial del Generalísimo Pezuelase unieron los articulas docentes del periodista Car­dona, en "El Agente", Américo Amador, Carlos Pe­ñaranda y José Pablo Morales, todos ellos perio·distas de vanguardia de la época. José Pablo Moralesdice en un artículo publicado en "Misceláneas" enel año 1895:

"Caminamos a paso de gigante a un abis·mo insondeable, con esas danzas de 120 com­pases de Merengue, con que hoy se diviertela buena sociedad de Puerto Rico. No es sóloel pudor y la virtud el mejor escudo de nues­tras bellas; hay que evitar también el dominiode una pasión cuyas tristes consecuencias puc*den tocarse bien pronto."

Con el merengue o "baile a dos" quedó supri­mida la dirección del bastonero y el caballero ele­gía a la dama a su antojo. Este nuevo bailablearrollador, según la visión de Salvador Brau, escomo sigue:

"Durante la primera parte, las parejas re­corrían, de brazo, el salón, sin cuidarse delos acordes de la orquesta; mas apenas vibra­ban las notas de la segunda, la dama reclinabael brazo izquierdo sobre el derecho del caba­llero, que la estrechaba por el talle, tomándolede la mano derecha y atrayéndola, no conesa soltura que exige en el vals la rapidez desus giros, sino en un enlace más estrecho. 8

A pesar de las agrias protestas en contra deeste nuevo bailable, el merengue se impuso. Enun documento de 1858, descripción de las fiestasreales en el Ayuntamiento de San Juan, nos diceun autor de la época:

7. [bid., Véase adcmás: Cruz Monclova, Lidio, Historiade Puerto Rico (Siglo XIX.) Tomo 1 (1808-1868). EditorialUniversitaria, 1952. págs. 650 y 652.

8. González Font, José, ¡bid., págs. 43 y 44. Escritos so­bre Puerto Rico, Ban;c1ona, 1903.

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"La mUSlca propia de estos bailes llevaasimismo el significativo y dulce nombre deMerengue, es también especialísima y delicia.sa por su rara composición, particular annoníay melodías y modulaciones de sus tiempos yp~riodos musicales. Se puede asegurar que alOlr una danza todos la bailan, porque hastalas personas que por su edad o por otras cau­sas no quieren ponerse en escena, o muevensus cuerpos ligeramente o hacen esguinces decabeza o cuando menos acompañan con losacompasados y ligeros golpes de sus bastonesaquellos sonidos concertados, que no sólo agra­dan el oido, sino que afectan y conmueven elsistema nervioso, por el carácter especial yla naturaleza particularisima de sus acordescadencias y consonancias." 9 '

En otra parte del documento a que aludimoscita el autor dos compositores de merengue, mu;populares entonces: Francisco Santaella y NemesioQuiñones. Además de estos poetas del pentagrama,ayudaron a la creación de danzas Aurelio Dueño,Felipe Gutiérrez Espinosa, Ramón Girona y JorgeCucullu.

El aire del merengue, escrito en 2 por 4, fuemuy alegre, y los nombres de estas danzas erantambién pintorescamente populares, como vemosen los siguientes merengues de la época de 1855: "LaMulata", "Mercedes, Boca de Covache", "El Meren­gaza", "El Yambú", "Zabaleta", "Rabo de Puerco","Ay, yo Quiero Comer Mondongo", "El Terequc","La Charrasca", etc. En casi todas estas upas seexalta la nota alegre y sensual de los ritmos afro­cubanos, antecedentes de la danza de máscaras. Enla orquesta que se usaba para tocar el merengue,se significaban el timbal y el güiro, instrumentosindispensables para la orquesta primitiva,lD

Los primeros 8 compases de esta nueva danzaestaban destinados al paseo. En sus comienzos Josmerengues consistían de 16 compases solamente,después llegaron a hacerse hasta de 130 a 140 com­pases. Al principio, la pieza se estructuraba endos partes, y después llegaron a componerse hastade cinco. Es curioso observar cómo el nombre demerengue queda. dentro de la danza actual, para

9. Gonzále~ Font. José. [bid., págs. 47 y 48.10. ..Lo timbales fueron utilizados por primera vcz

cn 1848,. por la orquesta de la Socicdad Filarmónica, paraacompanar nuestra danza. Y cl güiro se incorpora a lasorqucst~s en 1853.~ Cruz Monclova, Lidio. ¡bid., pág. 652.

El Jovcn cscritor Amaury Vcray ha encontrado unadanza dc Manuel Tavárez, Ull viaje a Bayamóll, publicadaen 1867, en donde ya este autor usaba en ella el tresilloc1ás~jco, unos año~ antcs Que la Margarita. de Andino. SiTa~arez ~c adelanto en el tiempo, como se ha probado, nosena ar.rI~sga~o pensar que fue Julián de Andino el qucpopulariZO ': Impuso este raro ritmo a la danza boricua.¡Buena tcorla para un detenido estudio para los que sabende esta CO$~ del pentagrama! Véase el articulo de AmauryVcr~y. Ta\'ure:. y el tresillo elústico - en Suplemellto Saobatlllo, El MilI/do, 23 de octubre de 1954 San JuanP. R., págs. 5·A y I4-A. "

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designar cada una de las veces que se ejecuta ladanza. La danza se toca dos veces en los bailes. Sigusta, a petición de las parejas, se repite otromerengue de la misma.

Tal es, en breve, la historia de la upa habanerao merengue, que como hemos tratado de probar, lesirvió de ovario a la danza puertorriqueña. Estemerengue, con algunas modificaciones -el tresilloelástico en la parte acompañante, por ejemplo, quedifundió en Puerto Rico "La Margarita", de JuliánAndino en torno al año de 1870- logró su apoteosisy madurez en las creaciones de Tavárez, Campos yQuintón con el nombre de danza puertorriqueña.

TRES TEORfAS SOBRE EL ORIGEN DE LA DANZA

PUERTORRIQUEÑA

En los apuntes anteriores sobre la muslca bai·lable en Puerto Rico, hablamos del seis, la contra­danza y el merengue y en este trabajo vamos aseñalar las tres teorías principales para los oríge.nes de la danza puertorriqueña y nuestra posiciónparticular. Esa pieza clásica, en la historia del penotagrama borincano, resulta ser una exquisita apor­tación a la música del mundo: voz y simbolo delespíritu de Boriquén.

De ella dice el poeta José Gordils:

SÍ/z duda las creanCon sue'-ios que vibran saltando. en tropel,con chispas sonoras que dulces o/zdean10 mismo que sartas de gotas de miel.

Las hay que semejan suspiros de fuego,las hay como brisas de fresco vola,.,las 1zay como quejas la mismo que un ruego,las 1lay tormentosas 10 mismo que el mar.

Las tenues, las plácidas, formadas con tuleS'y ritmos robados a algú,t rt,iselior,parecen "iuc1zac1las con ojos azulesy plácidas bocas que cantall amor.

Hay otras ardientes. Su voz se derrama;y el aire se incendia con luz de volcán.¡Son damas trigue;ias con brazos de llama,que saltan y giran y vienen y van!

Mas sólo es hermosa la danza que gima,qUe busque las cumbres como un querubín,¡que nazca so'iando!, ¡que imite una rima,que sale del [onda del hueco violín! 1\,

El profesor de música y compositor puertorri­queño, Tomás Milián, expone la siguiente teoría:

11. Gómez Tejera, Carmen: Programa de la lengua j'literallfra espUliolas para las escuelas superiures, San Juan,P. R., 1936, págs. 1,33:; y 1,336.

"De Caracas, Lima y Bogotá, la danza ex­tremeña fue importada a nuestra Isla porpersonas distinguidas, y hubiera corrido lamisma suerte popular a no ser por la musafestiva boricua que, quitándole su ropaje im­perial, saturó sus partes de un sabor a rumba,como se puede precisar con los nombres qucbautizaban sus imitaciones: La /llar y susmarullos, La cucl1ara, El amigo Cl1elé peleóconmigo, estilo que prevaleció en la partenorte de la Isla después de la invasión amc­ricana. Parecemos afanosos en denigrar susorígenes confundiéndola con otros bailablesque contienen gran cantidad de etiopismo oc­cidental. Nuestra danza contiene el mínimumdc estas influencias. Hay que distinguir a lasíncopa restringida de origen africano, dela sincopa expresiva de origen semítico. La sín­copa africana es de carácter regular y casisiempre es coreográfica, y pocas veces exprc­siva. La síncopa expresiva es siempre tangosa,pero casi siempre es emotiva, por 10 cualprevalece tanto en nuestra danza." 12

La segunda teoría la expresa Fernando Callejocn su libro Música y músicos puertorriqueños (1915)cuando nos asegura que la danza isleña nace deldanzón de Venezuela. Apunta Callejo:

"Los bailables, cuya procedencia era com­pletamente española, predominando la con­tradanza de figuras, se aumentaron con eldanzón de ritmo monótono e insular melodía,que importado de Venezuela, tomó carta denaturaleza riqueña, siendo el origen de nues­tra actual danza." 13

Como hemos visto por las teorías que se expo­nen arriba, tanto Tomás Milián como FernandoCallejo establecen sus puntos de vista basándoseen bailes de figuras, bailes casi clásicos y de es­tirpe europea, importados a la Isla durante la pri­mera mitad del siglo XIX, como producto de in­migraciones de familias hispanoamericanas. Perola teoría que vemos con más posibilidades de ver­dad histórica dentro del clima musical boricua esla que expone Salvador Brau en su ensayo La danzapuertorriqtle,ia. Esta tercera teoría sostiene un ori·gen más lógico, a nuestra manera de ver, afirmandoque se debe a un paulatino desarrollo del meren­gue o upa habanero de 1842, y como hemos expues­to en otro párrafo anterior, este bailable fue su­primido por Pezuela mediante un bando de 1849.Dice Salvador Brau que los bailes clásicos de figu­ras -contradanza española, minué, cachucha, vals,

12. Balsciro. José A.. La danza plIertorriqlle,¡a, .Brrí·jllla_. Vol. 1, Núm. 2, 1934. pág. 42.

13. Callejo, [bid., pág. 27.

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britano, rigodón y otros- introducidos aquí en 1813por inmigrantes suramericanos, fueron sustituidosen la Isla por los años 1842 y 43 por el Merenguecubano:

"En esta época -dice Brau- dieron a co­nocer las bandas de música de los regimientosde la guarnición una nueva danza, proceden­te de La Habana, y la cual se llamó indistin­tamente upa (corrupción de la palabra aúpa).o merengue; nombre el primero más expresivo,dando el movimiento que en ella se imprimeal cuerpo, empinando los pies al compás dela cadencia, pero que hubo de olvidarse, eclip­sado por la popularidad que obtuvo el último."

y más adelante, en el mismo ensayo que citamos,aclara el historiador lo siguiente:

.. Esta danza habanera, escrita, como la con­tradanza española, en compás de 2 por 4, ofre­cía la particularidad de subdividirse en dospartes: la primera, compuesta rigurosamentede ocho compases repetidos un tanto pau­sados, sin cadencia bailable, y la segundaconteniendo imprescindiblemente otros ocho,repetidos también, pero agitados, juguetones,percibiéndose en su ritmo algo del escobilleobullicioso del seis, sobre todo, del que he oídodesignar en nuestros campos con el gráficonombre de sangre-viva." 14

Le teoría de Salvador Brau se reafirma máscon el serio trabajo de Braulio Dueño Colón, titu­lado Estudio sobre la danza puertorriqueña, de1914, en donde se explica cómo el merengue se vadesarrollando, modificándose y regionalizándosehasta aparecer lo que más tarde vino a llamarsedanza puertorriqueña:

"Posteriormente -años 1840 en adelante­se introdujo en la Isla la danza cubana ohabanera (no hay que confundirla con el ac­tual danzón), y ya no se necesitó más paraacabar de una vez con la contradanza.

Unos compositores de aquella época co­menzaron a escribir danzas a imitación de lascubanas. Más adelante aumentaron algo la'extensión de la segunda parte, a la que alguienllamó Merengue, así como la primera partese llamaba paseo. Dichos merengues iban cadavez tomando mayores proporciones hasta elpunto de que en 1860 los había de 40 com­pases." IS

14. Véase, Escritos sobre Puerto Rico, Barcelona, 1903.págs. 42 y 43.

15. Véase, Brú;ula, San Juan, P. R., Vol. 111, Núms. 9 ylO, enero-julio, 1937, pág. 117.

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Por el año 1870, según afirma el mismo Fernan­do Calleja, antes citado:

"FUe que Julián Andino (1845-1926) com­puso la danza La Margarita, en la que susti­tuyó el antiguo tango del acompañamiento porel de tresillos, que aunque grandemente trans­formado, todavía se estila." 16

Este tresillo elástico (combinación temo-binaria)hay que medirlo dentro del 2 por 4, alargando unade las notas más que las otras dos, para ajustarlas tres notas a los dos tiempos reglamentarios deeste compás. Esta es la gran dificultad que ofreceel ritmo de la danza nacional para su interpretacióna los músicos extranjeros; ésta es su rareza o, comodijo un musicólogo ocurrente, que la danza era"un hermoso disparate".

Después de exponer las tres teorías sobre elabolengo de la danza puertorriqueña (Milián, Ca­llejo y Brau), nos decidimos por la tercera opinión,por creerla más clara. razonada y aceptable, Estoes: que existió una combinación musical con su pa­seo y parte bailable con nombre de upa habanera.Que este tipo de pieza se llamó luego merengue yque, al cuajar en armonía y melodía, esta composi­ción musical se transformó posteriormente en ladanza puertorriqueña con el tresillo característicoque le imprimieron Tavárez y Andino.

Casi todas las danzas populares, tanto clásicascomo modernas, llevan su letra de carácter román·ticamente sentimental. De vez en cuando, y sobretodo en los bailables festivos, aparecen versos debromas acompañando esas melodías burlescas, talescomo: No me toques, y Si te toco, etc.

Así la danza puertorriqueña, con su paseo y suspartes bailables y su tresillo elástico, llega hastaManuel Tavárez, Juan Morel Campos, Braulio Due­ño Colón, Angel Mislán, José Quintón y otros quela llevan a su más hermosa plenitud en Borinquény la empujan fuertemente más allá del mar pararomper las guardarrayas de un férreo insularismocultural,17

16. Véase en este ensayo la nota anterior (dada alcalce), en donde hablamos sobre Tavárez, Andino y eltresillo elástico. a propósito del serio artículo del musicó­logo Amaury Veray en tomo a este asunto de historia delpentagrama puertorriqueño.

17. La orquesta ciudadana, que usaba Morel Camposen los célebres tiempos de Cocolia, bombardinista, y elprimer clarinete, Ríos Ovalle, consistía, según nuestra in·formación hablada. de los siguientes músicos: dos clarine­tes (primero y segundo), dos bombardinos (primero ysegundo), a veces dos violines. un contrabajo, un cornetfn(casi especializado para los danzones cubanos y pasodoblesespañoles), la batería (caja de cuero y platillo) y un güiro.Después, esta disposición ha sido modernizada grandemente.

En los campos, la situación orquestal es distinta: casisiempre se usa la bordonúa (o en su ausencia el cuatro otiple), el güiro, las maracas y algún otro instrumento deruido. Con esta orquesta todavía nuestros jíbaros se so­Jazan en sus bohios.

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El romance y el corrillo en Puerto Rico*

Por CESÁREO ROSA-NIEVES

EN :EL ESTUDIO DEL ROMANCE EN PUERTO RIco NOS

encontramos con tres clases de composicionesdentro de este género: el romance o romancillopopular de origen español, el jibaresco de esenciastradicionales, pero escrito por poetas cultos, talescomo: Francisco Vassallo Cabrera y Manuel A. Alon·so y Pacheco, y los romances literarios en lenguaculta, cuyos poetas principales son: Alejandro Tapiay Rivera, Cayetano Coll y Toste, Luis Lloréns To­rres, Joaquín López López, Luis Palés Matos, Car­melina Vizcarrondo, etc. En este estudio, nos vamosa referir preferentemente a las dos primeras cate­gorías: el popular hispano y el jibaresco, esta úl·tima clase que vendría a ser la aportación temá·tica del pueblo de Puerto Rico al género.

El romance hispano tradicionalista fue trasladadoa América por los colonizadores españoles en losúltimos años del siglo XV y durante los siglos XVI

y XVII. Es el momento en que este género está másfloreciente en España y es natural que aquellosquijotes del mar los recordaran en las más apro­piadas ocasiones bajo la paz de las frondas de sussentimientos y añoranzas.

Como venían de diferentes provincias, en cadaparte de nuestro nuevo suelo el romance hace suaparición con algunas variantes, muchas vecesestas alteraciones o mezclas constituyen un seriocambio diferencial para el análisis del folkloristaconsciente. Esta circunstancia, unida al otro hechohistórico de que todos los pueblos de América nofueron colonizados durante una misma época, qui­zás ayude a explicar la conclusión a que llega elensayista Espinosa cuando observa en torno a esteasunto lo siguiente:

"Gerineldo, tan popular en Nuevo Méxicuy México, es desconocido en Chile, y según

* Capitulo del libro Voz folklórica de Puerto Rico,Troutman Press, 1967.

la colección actual, en Puerto Rico. En Cali­fornia no es tan popular. Al contrario, BlancaFlor y Filomena abunda en Chile y en Espa­ña, se encuentra en Puerto Rico y Cuba y esdesconocida en California y Nuevo México. Elprecioso romance de Silvana, que algunoscreían de origen portugués, se encuentra eninteresantes versiones en Castilla la Vieja yen Puerto Rico, pero no ha dejado huellas enotras partes de América." 1

En Puerto Rico, el romance está en decadenciapor lo que hemos podido comprobar en la tradi­ción últimamente. La mayor parte de los ejemplosrecogidos por nosotros, para estos breves apuntes,comprueba que gran número de ellos se han pro­sificado lastimosamente, y sólo se conservan unaesencia lejana de la fábula y algún raquítico frag­mento metrificado en el octosílabo tradicional. Tales el caso de La matita de ají, Gerineldo, Delgadina,Silvana, La esposa infiel, La~ señas del marido, Es­cogienda novia y La infanticida; fragmentos de ro­mances que existen todavía en trágica lucha conel frío del olvido nacional en versiones muy es­tropeadas.

En 1918, el investigador Aurelio M. Espinosa,comentando el romance Delgadina, a raíz de suexcursión a Puerto Rico, nos dijo que: .

"las versiones puertorriqueñas de Delgadina notienen mucho de particular. Todas están muyabreviadas. El hallarse parte de la relación enprosa es una particularidad de muchos delos romances puertorriqueños, y prueba sola­mente que el romance en esa Isla, está en plenadecadencia." 2

1. Espinosa, Aurelio M., Romance de Puerto Rico. Ex­trait de la Revlle Hispatlique, tomo XLIII, Nueva York,1918, pág. 2.

2. Espinosa, Aurelio M., Opus cit., pág. 13.

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La muestra de Delgadina que hemos podidorecoger de la tradición oral, en la parte de orientede Puerto Rico (Humacao, 1930), conserva la rimaa-a, y su asunto central está bastante claro: elamor incestuoso de padre-hija. La versión dereferencia reza así:

Pues, señor, éste era un Rey que tenia tres hijitasy la más chiquitita, Angelina se llamaba.Su madre se iba pa misa, su padre la enamoraba,pero como ella no quería, en un cuarto se encerraba.Al cabo de los tres días, Angelina en la ventana,alcanzó a ver a su hermana jugando juegos de

[dama.-Mi ltermana por ser mi hermana, ven dame un

[vaso de agua,que tengo más sed que hambre y a Dios entrego

[mi alma.-Anda tú, niña malvada, quítate de la ventana,que si mi padre te ve, te dará de puñaladas.Al cabo de los tres días, Al1gelina en la ventana,alcanzó a ver a su padre, jugando juegos de dama.-Mi padre, si ·eres mi padre, ven, dame un va.ro de

[agua,que tengo más sed que hambre, y a Dios entrego

[mi alma.-¿En qué vaso tú lo quieres, en el de oro o el de

[plata?-Démelo usted en el de cobre, para refrescar mi

[alma.Al cabo' de los tres días, Angelina muerta estabay los ángeles del cielo repicaban las campanas.

Es nuestua óbservación que el romanCe españolde Delgadina aparece en Puerto Rico unas vecescon nombre de Angelina y otras con el de Adelina.En uno de los paradigmas aparece el nombre deDelgadina y en otro el de Silvana, pero, como ve­remos más adelante, el romance Silvana es distintodel de Delgadina. Es meramente una equivocaciónde nombres y se debe al parecido del asunto de lasdos composiciones folklóricas; por eso con facilidadla tradición nativa los tergiversa.

En cuanto al romance Silvana, del cual apuntaDon Ramón Menéndez Pidal que .. sólo se conocenhasta ahora versiones portuguesas", yo tengo ver­siones burgalesas.J Hemos podido recoger la siguien­te versión:

-Silvana, linda Silvana, Silvana, hija mía,si te casaras conmigo, mi reino yo te daría.-Padre, el casarme cantiga nada se me importaría;¡ay, de las llamas del infierno quién nos libraría?-¡Qué lindos tielTes los ojos, Silvana, hija mía!

3. Mcnéndcz Pidal, Ramón. Romances tradicionales enAmérica, Madrid. 1906, pág. 108. Véase además la excelenteinvestigación de la Dra. Maria Cadilla de Martínez La poe­sía popular en Puerto Rico, Madrid, 1933, págs. 158 a 234.

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Si te casaras conmigo, más lindos te los pondría.-Padre, el casarme contigo nada se me importaria:¡ay, de las llamas del infierno quién 110S libraría?-Silvana, linda Silvana, Silvana, hija mía,negándome tú el cariiio la vida me quitarías.-Padre, el casarme contigo nada se me importaría,'¡ay, de las llamas del infierno quién nos libraría?-¡Qué linda tienes la boca, Silvana, 1tija mía!Si me negaras tus besos de la pena moriría.-Padre, el casarme contigo nada se me importaría:¡ay, de las llamas del infierno quién nos libraría?

Esta nueva variante del romance Silvana es máscompleta que las recogidas por Espinosa.

También hemos logrado conseguir otras versio­nes de otros romances, tales como las de BlancaFlor y Filomena, La infanta seducida, La esposainfiel, Escogiendo novia, Mambrú, El niño perdidoy La matila de ají. Este último está muy mutilado ycasi todo figura en prosa. Entre todos los títulosen estudio, éste es el que más color puertorriqueñotiene. Pero aunque está un tanto disfrazado, lo cree­mos de origen ibérico, ya que Doña María Cadillade Martínez nos ofrece una versión que así lorefleja con el nombre de El higo.· Una vieja mal­vada le ha comido tres frutas de éstas a la hijamás pequeña de la casa. La niña no sabe darlecuentas a su madre en relación con el robo. Laseñora la mata y la entierra. AlU donde la sepultannace una matita de ajt Cuando un vecino va aarrancar un ají de las ramas, la niña canta desdeel interior de la tierra:

-Na me arranques los cabellos,que mi madre me ha matadopor tres higos que han faltado.

El romance Escogiendo novia está bastante con·servado en la tradición oral, porque aún se cantapor las calles y parques en los juegos de los niños.Véase esta versión recogida por nosotros en Hu­macao, Puerto Rico:

-Hilo, hilo, hilo verde, que en el campo lo hilé,en el camino me han dicho: - Lil1das hijas tiene

[el Rey.-Téngalas o no la$l tenga o las deje de tener,que del pan que yo comiere comerán 'ellas también.-Muy enojado me voy de los palacios del Rey,que las hijas del Rey moro no las quiero por mujer.

4. Cadilla de Martinez, Maria, La poesía popular en Puer­to Rico, Madrid, 1933, págs. 206. En este libro la autora harecogido las siguientes versiones romancescas en la Isla:Blanca flor y Filomena, El Conde Olivos, Delgadina, Sit­vana. La esposa infiel, La niña perdida, La infanta sedu·cida, La infanricida, Las señas del marido, Gerineldo, Isabel,El marinero, Las tres cautivas, Catalina, ¡Dónde vas, AI­fOllso XII?, El higo, El capitdn burlado, Don Pedro, DonDiego de Peñalosa, La Joven de Santa Elena, Oliveros, yalgunos romancillos.

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-Vuelva, vuelva caballero, no sea tan descortés,que de tres hijas que tengo, la menor será para

[usted.-Esta cojo por mi esposa, por bonita y por mujer,que parece una rosita acabada de nacer.-Téngala Ud. bien guardada. - Bien guardada la

[tendré,montadita en silla de oro, bordando paño$l para

[el Rev;y azotitos con correa cuando. fuera menester, .mojaditos en vinagre para que le sienten bien.

El romance jibarista, escrito por poetas cultos,ha ocupado las plumas siguientes. entre otras:Francisco Vassallo Cabrera, Manuel A. Alonso, Ra­món Méndez Quiñones, Luis Lloréns Torres y Vir­gilio DáviJa. Espigamos el siguiente paradigma de]a obra de Alonso, titulado Perico y Pretona, romanoce jíbaro, repartido en la fiesta de ]a inauguracióndel tranvía de la capital a Río Piedras (1880). Esel tema del progreso en tono jocoserio:

Alevántate, Pretona,Junta candela y ardueñaPaque bebamos café,Que me voy hacia Río Pieiras.-Perico, tabía es de noche,¿Por qué tienes tanta priesa?-Baja de esa barbacoa,Muger, y na ses maseta;Que ni un menuto he dormíaPensando, que es cosa nuevay grande la que hoy endirgaTanto cristiano a la fiesta.-Mejor estarías en casa...-Pretona, ¿tabía te enselas?Sabes que el lunes pasaoPor mor de unas deligenciasQue tenía que jaserFui a Cangrejos en mi yegua.Diendo un poco mds ayáDer puente de Martín PeñaVide venir por la ariyaDe la propia carreteraCuatro casas, Un MusiúAsomao en la primeraTocó tll1 rejistro y pararonComo se para una bestia;Entonces yo me arriméPa refaisionar lo que eray aguayté en la primer casaAbajo jierro y candela,Jum, jum, jum, jum por aentro,Resoplíos par afuera,Un hombres taita tisnaoAtisando la candela,Gerbeera, baporiso,y jumento en la cumblera.

Las que seguían tepé, tepé,Venían de gente yenasDe toas fi/osumíasYe de toas aparensias.Asombrao estaba yoCon tamaña boca abierta,Cuando sonó Wl fortutasoQue parecía la trompetaDey juicio: corren las casas,Espdntaseme la yeguay atropella a Ull biyetero,Dos muc11acllOs y una vieja,Sumbándome boca arribaSobre de un moutón de pieiras.De ayí, medio cstinterao,Me yebaron a una tienday me curó un platicanteRemcndál1dome una orejay poniéndome en las lomosUna birma de pedriega.Asín que me pasó ey sustoLe rogué que me impusieraSi aqueyo era brujeríaO cosa contra la Iglesia.Ey platicante, que es hombreDe caliá y esperiencia,Me desplicó que en CangrejosQue en antes era la tierraDe los brujos, hoy un brujoNi pa remedio se encuentra,'Que aqueyo era una mecánicaQue trujo de IngalaterraO dey Norte, que es- lo Hzesmo,Gastando muc1zas pesetas,Pa yebar y traer genteDe la Suidá o Río Pieiras,El mentao Don Pablo Ubarri,Viscaíno de nasensiaQue adotó la CapitalComo jijo de la tierraPoique nos trujo ey tranvíaQue ya a nuestro pueblo yega;y que es un hambre a/ualPa cualquiera contringel1siay en toítas las casas grandes,y en la mesma Fortalesa,Con la mayor tranquiliáAr gusto dey amo, dentra.-Perico, ¡que Dio$l le amparey le aluse la consencia!Poique, asigtin dio er CuraEn un sermón de Cuaresma.Las grandesas de este mundoSon juma que er biento yeba,y er que en eyas se misturaSi guiña el ojo, trampiesa.-Prctol1a, eso de delijeAr que marcha por bereas

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y no poi camino ríalComo la doctrina resa.Dejáte de requiloriosy aguija, que tengo priesa,Pues quiero yegar al puebloPa ver comensar la fiestay pa decil a Don Pablo.Con purísima franquesa,Que ey jíbaro le agradeseEr bien que jase a la tierraCon su tranvía, y que no dúeQue con la mesma yanesaLe diría la verdáSi cosa mala jisiera.-Perico, disle también ...-Pretona, la boca sierra.Hoyes dia que er corasónManda más que la cabesa,y estoy tan agradecíaQue, si ocasión se presenta,Doy a Don Pablo un abrasoApretao muy de beras.5

El nombre de corrido, corría o carrerilla, con elque en Andalucía se le llama a los romances -segúnAgustín Dumn, y que en América se usa en Chile yMéxico-- no es común en Puerto Rico. Solamentehemos encontrado este nombre en un romancejibarista del poeta Francisco Vassallo Cabrera (1823·1867), que él titula Una soirée (Romance o Corríaen Gíbaro).6

Por un raro documento de 1858, titulado Fiestasreales, nos enteramos de las tonadas que cantaronen aquella ocasión Heraclio Bermúdez y José Solá,letras creadas por el Escribano de Guerra de laCapitanía Gcneral, Eusebio Núñez. Están redacta­das en lengua jíbara y se titulan Caballo, Seis Cho­rreaD y Seguirillas. Las dos primeras cstán escritasen 'técnica de romance.'

La última forma que adopta el romance españolen Puerto Rico es el corrillo. Esta variedad goz."dc distintas figuraciones. Unas veces consiste dcuna serie de versos, casi siempre cuartetos acto-

5. Alonso, Manuel A., El Gibara (segunda edición), SanJuan, P. R., 1882, págs. 24 a 27.

6. Gonlález Font, José, Escritos sobrc Puerto Rico, Bar·celona, España, 1903, págs. 140 a 144.

7. Gonzálcz Font. José, Escritos sobre Puerto Rico,Barcelona España, 1903, págs. 18 a 26. Véase además, Rosa·Nieves Cesáreo, La poesía en Puerto Rico (1935, tesisinédita'). En el Departamento de Estudios Hispánicos, Uni·versidad de P. R., Río Piedras, págs. 29 a 34.

Manuel Femández Juncos nos habla del bailable popu·lar el Caballo, cuando comenta de una nesta: «era que losJíbaros de la comparSa pedían a la orquesta un Caballo,especie de danza íntima, un poco acelerada en Jos comopases y con acompañamiento de canto. La música bravano se hizo repetir la orden y tocó al instante un Caballo, tanrepiqueteado y expresivo, que hacía mover a compás loscuerpos de las personas que lo oían. dulcemente estimula·dos por la influencia de aquel ritmo coreográFico». En:Manuel Fernándcz Juncos, Semblanzas pllcrtorriq//c,ias,Puerto Rico, 1888, págs. 147 a 148.

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silabos con un estribillo muy vulgar. Estos versoslos cantan dos personas acompañadas de un coroque lo integra toda la gente que concurre al baoquiné.&

La gente cantaba alrededor del niño muerto,acompañando la guitarra:

Viento, viento, viento,viento e soledá.¡Cómo canta el viento,niño que te vas!

RESPONDE EL CORO:

Florón pasó por aquí.Yo no lo vi, no lo vi.¡Que pase, pase el florón;que pase, pase el dolor!

OTRA VEZ LAS DOS VOCES:

Adiós, angelito, adiós,adiós por siempre jamds.No tengas mds llanto, madre,no te aflijas por penar,que tu angelito se alejacon los vientos de la mar.

Otras veces el corrillo, que está cargado de comi­cidad, es recitado por una sola persona. El propósitodel corrillo es entretener a la gente que concurrea esta especie de fiesta sepulcral. Vamos a citarun fragmento de un corrillo muy festivo en formade cadena, en donde podremos apreciar una de lastantas formas de este género romanceado:

Buena es la buena memoriade aquel que de Dios se acuerda;cuerda, la de San Francisco,Francisco, que no ·es Esteban;Esteban, mártir y santo,santo aquel a quien se reza;rezan los frailes maitines,maitínes no son completas,completas tengo mis mañas;mañas, las del hec11icero.;hechicero aquel que urde,urde la araJia su tela, etc.

8. El baquiné es una especie de velorio que se celebracuando muere un niño. En esta atmósfera se hace usodel cuento folklórico, la copla picante, la décima de doblesentido, las narráciones soeces, de intención erótica, loscorrillos y el baquiné. Así se entretiene la concurrenciadurante toda la noche hasta que viene el nuevo día, y cadauno se retira a su hogar respectivo. El banuiné es compo­sición que se dramatiza en forma coral. Véase éste queaparece en la novela de Enrique A. Laguerre La resaca(1949, pág. 305).

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Esta poesía termina de la siguiente manera:

La dama siembra la uva,de la uva sale el vino·;el vino a mí me consuela,suela, la de un buen zapato,'zapato que no e9 baqueta,baqueta que no es badana;badana que no es becerro,becerro no es becerrilloy aquí se acabó el corrillo.9

9. Esta composición fue recogida por el poeta y Sol'cerdote Rdo. Juan Rivera Viera y según él nos manifestara,10 aprendió de niño en la tradición de Yauco, P. R.

Este corrillo festivo tiene más ambiente españolque puertorriqueño, y nos inclinamos a creer, porlos temas que recorre, que fue una de tantas com­posiciones trasplantadas a Puerto Rico por la tra­dición oral española.lo

10. Para el estudio del romance en Puerto Rico, véase:Cadilla de Martlnez, María, La poesía popl/lar en PI/erloRíco, Madrid, 1933, págs. 158 a 234; Espinosa. AurelioM., Romance de Puerto Rico. Nueva York, 1918; y Rosa·Nieves, Cesáreo, La ldmpara del faro, tomo 1, San Juan,P. R., 1957, págs. 159 a 163.

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La poesia indianista puertorriqueñaen el siglo XIX

Por RAM6N LUIS ACEVEDO

J. La literatura indianista en Hispanoamérica

La literatura indianista que se produce en His­panoamérica durante ell siglo XIX está estrecha­mente ligada a la vida histórica de los puebloshispanoamericanos. Esta literatura se basa en laexaltación idealizada del indio, de sus costumbresy sus tradiciones. Corresponde esta tendencia alclima espiritual que se produce en Hispanoaméricaa raíz de las guerras de independencia.

Este clima espiritual está fundamentalmenteconformado por dos factores. Uno de ellos esprincipalmente de índole cultural: la introduc­ción y difusión del Romanticismo; el otro es deíndole fundamentalmente política: el fervor nacio­nalista que se produce como resultado de la re­ciente emancipación de España. Ambos factoresconfluyen para insuflar en el hispanoamericano eldeseo de crear una literatura propia. original, autóc­tona, que signifique la independencia espiritual delas nacientes repúblicas. El poeta y prosista argen·tino Esteban Echeverría introduce y difunde estadoctrina del americanismo literario en la región delRío de la Plata durante la década de 1830. Mientrastanto, el escritor cubano Domingo del Monte llevaa cabo una labor semejante en Las Antillas.

Una de las manifestaciones más significativasde este americanismo literario es la literatura in­dianista, la evocación del indio, de sus costumbresy sus tradiciones. como elementos genuinamenteamericanos opuestos a lo europeo español. En todoel ámbito hispanoamericano se narran, tanto enprosa como en verso, historias relacionadas gene­ralmente con la conquista de América, con la luchaentre indios y conquistadores. Como es de espe­rarse, el autor criollo suele identificarse sentimen­talmente con el indio, morador primigenio de supropia tierra, a quien ve como víctima del despojode los europeos. En el indio se subrayan, precisa-

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mente, los rasgos más preciados por el criollo: elamor a la patria, el amor a la libertad y la valentíaen la defensa de su tierra.

Como fundamento de la literatura indianista en­contramos, pues, una intención patriótica. El escri­tor dominicano Manuel de Jesús de Peña en su Es­tudio de las Fantasías indígenas de José JoaquínPérez sintetiza admirablemente este elemento esen­cial del indianismo romántico con las siguientespalabras:

¿l de qué servirán siempre esas melancó­licas reminiscencias de los pueblos que pasan;de las civilizaciones que se extinguen; ... -Demucho-. Ellas alimentan el noble amor dela patria. el augusto amor de la independen­cia. el sublime amor de la libertad, triple amor,vinculado siempre a esos venerados recuerdosde los que antes que nosotros padecieron poresos preciosos bienes sobre la misma tierra.·

A la presentación del indio como amante de sutierra y de su libertad, se suma la idealización desu vida anterior a la conquista española, de acuerdocon las ideas del pensador francés Juan JacoboRousseau. muy leído en toda Hispanoamérica. Seconcibe al indio como "el hombre natural", "elbuen salvaje", lleno de virtudes, incontaminado porla maldad de la civilización, viviendo en perfectaarmonía con sus semejantes y con la naturalezaque 10 rodeaba. Los conquistadores son los pertur­badores de este estado idílico. De esta forma. asícomo mediante la descripción de las crueldadespadecidas por el indio de manos de los españoles,quienes a su vez se suelen presentar como movidospor la codicia y la ambición. se manifiesta el an­tiespañolismo vigente.

1. Manuel de Jesús de Peña, E~tl/dio de las Fantasíasindígenas de José Joaquin Pérez, pago 19.

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En rigor, conviene aclarar que hay excepciones'a esta regla. No todos los escritores románticospresentan al indio bajo una luz positiva. Tampocopuede afirmarse como una verdad absoluta quelos españoles siempre se presentan con antipatía.En la novela Enriquillo del dominicano Manuel deJesús Galván, para citar tan sólo un ejemplo, sehace una valoración positiva de lo español y, almismo tiempo, se exaltan las virtudes del indio.No obstante, se puede señalar que, en general, elindianismo romántico constituye un movimientode literatura comprometida con el nacionalismo yel antiespañolismo imperante en los países hispa­noamericanos durante el siglo XIX.

Conviene recordar, además, que, por lo menosen parte, el indianismo respondía al gusto por loexótico, a la fuga romántica hacia el pasado, sobretodo hacia la Edad Media, que en Europa se mani­festó admirablemente en las novelas de Sir WalterScott. En América la época de la conquista susti­tuyó al Medioevo de los románticos europeos yproveyó de abundantes hechos heroicos y caballe­rescos a los escritores de aquel momento.

n. El indianismo en Las Antillas

Aunque el indianismo antillano se define fun­damentalmente bajo el mismo signo del que pre­valece en el resto de Hispanoamérica, cabe señalaralgunas peculiaridades que lo diferencian un tantodel que se cultivó en el continente.

En Las Antillas, contrario a lo ocurre en elresto de América, la población aborigen ya ha de­saparecido como grupo humano y entidad culturaldefinida para el siglo XIX. Esto hace de la literaturaindianista antillana una literatura de verdadera yexclusiva evocación e influye en la idealización delindio y en la inexactitud histórica con que a vecesse le presenta. La ausencia del indio real permitedar rienda suelta a la imaginación al hacer la des­cripción del indio pretérito. Existe, sin embargo, unfactor que sirve de contrapeso a esta tendencia: laabundancia de fuentes de información a las cualespodía acudirse para reconstruir la imagen del indioy la historia de la conquista. Por ser la primeraregión de América descubierta, conquistada y coio­nizada, los testimonios son variados y abundantese incluyen desde el Diario de Cristóbal Colón, lascrónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo, FrayBartolomé de las Casas, Fray Ramón Pané y otros,las Elegías de varones ilustres de Indias .de Juan deCastellanos y otros escritos del siglo XVI, hasta lasobras posteriores como la Historia geográfica civily natural de la isla de San Juan Bautista de PuertoRico de Fray rñigo Abbad.

Tomando en consideración, precisamente, lo an­terior, la Dra. Concha Meléndez afirma que "nin-

gún país hispanoamericano ofrece una tradición deliteratw'a .indianista más continuada que SantoDomingo".2 Es significativo el hecho de que seaun país antillano el que produce la que está con­siderada como la mejor literatura indianista deHispanoamérica. La novela Enriquillo de Manuelde J. Galván, las Fantasías indígenas de José Joa­quín Pérez, los poemas de Salomé Ureña de Hen­ríquez y Gastón F. Deligne constituyen grandescimas de este fenómeno literario hispanoamericano.

Se 'caracteriza la poesía indianista dominicanapor su exaltación del heroísmo y la nobleza indíge­na, así como por el cultivo persistente del temade la libertad, sintetizado en las palabras supuesta­mente indígenas que sirven de epígrafe a uno delos poemas de José Joaquín Pérez: "Igi aya bongbe",primero muerto que esclavo. Este culto a la liber­tad se explica si consideramos las peculiares cir­cunstancias mediante las cuales se produce laindependencia de Santo Domingo. Los dominicanosproclamaron su independencia de España por pri­mera vez en el 1821, pero casi inmediatamentecayeron bajo el dominio de los haitianos. Estaindependencia efímera se consumó sin lucha contrael español. El dominio haitiano alcanza hasta el1844 y termina con la insurrección victoriosa delpueblo dominicano. No obstante, en el 1861, elgeneral Santana,'ante el peligro de nuevas invasio­'nes de Haití, proclamó nuevamente la anexión aEspaña. El régimen español se hizo impopular caside inmediato por sus medidas arbitrarias y repre­sivas. Como resultado de ello en el 1863 estalla lallamada Guerra de Restauración que culmina conel establecimiento definitivo de la República Do­minicana. Según Max Henríquez Ureña es estaguerra librada contra España "la que mueve a losdominicanos a recordar a los desaparecidos abo­rígenes y a llorar sus desventuras"}

En Cuba y Puerto Rico el indianismo no tuvo elflorecimiento que alcanzó en la República Domi­nicana. Considero que esto se debió a las condicio­nes políticas coloniales que aún prevalecían enambos países.

En Cuba el indianismo tiene un antecedenteimportante en la poesía de José María Heredia. ·Enpoemas como En el Teocalli de Cholula se inspiraen la civilización azteca, al igual que Gabriel de laConcepción Valdés (Plácido) y Gertrudis Gómez deAvellaneda posteriormente. Sin embargo, la visiónque Heredia presenta del indio en este poema con­trasta notablemente con la que prevalecerá luego.El poeta cubano resalta la barbarie y las prácticasinhumanas de los aztecas. Los siguientes versospueden servir para ilustrar su posición:

2. Concha Meléndez, La novela indianista en Hispa·noamérica, pág. 123.

3. Max Henríquez Ureña. Panorama de la literatura do­minicana, tomo 11, pág. 280.

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...Velaentre la muchedumbre silenciosad-e emplumados caudillos levantarseel déspota salvaje en rico trono,de oro, perlas y plumas recamado;y al son de caracoles belicososir lentamente caminando al templola vasta procesión, do la aguardabansacerdotes horribles, salpicadoscon sangre humana rostros y veS>tidos.4

La verdadera poesía indianista de idealizacióny exaltación del indio se puede decir que la iniciaen Cuba un dominicano, Javier Angula Guridi, concomposiciones como Maguana (1840) y La cuita(1842), recogidas en su libro Ensayos poéticos (1843).La expresión poética indianista alcanzó su máximapopularidad con el siboneyismo de José Fornaris,autor de Cantos del sibone) (1855). En los siboneyesoprimidos y los caribes opresores .de sus composi­ciones líricas se vieron símbolos de las luchas entrepatriotas isleños y gobernantes españoles. No obs­tante, el· siboneyismo produjo una poesía superfi­cial ya que careda del fondo histórico necesario.Según DUo Olivera:

Lo cierto es que no poco del supuesto sibo­neyismo -y esto quizá no se haya destacadocomo merece- era sencillamente la combina­ción de los nativismos paisajista y guajiro,con predominio lingüístico de indigenismosarahuacos, lo que en gran medida explica lairrealidad y defectos del género.s

I1I. El indianismo en Puerto Rico: la prosa

Para Concha Meléndez el indianismo puertorri­queño es el menos valioso de Las Antillas. En suestudio La novela indianista en Hispanoamérica so­lamente cita La palma del cacique de AlejandroTapia como ejemplo de novela indianista poemá­tica, calificándola como menos que mediocre desdeel punto de vista literario. No obstante, ManuelGarcía Díaz, quien se ha dedicado a estudiar dete­nidamente la obra de Tapia, la considera una brevey hennosa leyenda. Señala como algunos de susmayores méritos la pintura de caracteres, el fondopoético y la presentación muy bien lograda delambiente tropical regional.6 Para nosotros La palmadel cacique tiene el mérito adicional de haber sidonuestra primera narración de tema indianista y unade las primeras obras donde se manifiesta nuestraconciencia nacional. Los primeros años de la colo-

4. José María Heredia, En el Teocalli de Cholula, pág. 49.5. Otto Olivera, Cuba en su poesía, pág. 136.6. Manuel Garda Díaz, Alejandro Tapia y Rivera.

págs. 14-16.

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nizaclon de Puerto Rico, sobre todo la rebelión in­dígena, sirven de inspiración a Tapia, quien pu­blica la novela en Madrid en el 1852.

Aunque La peregrinación de Bayadn de EugenioMaría de Hostos, contrario a la opinión de algunoscríticos ~que no la han leído con detenimiento, noes en rigor una novela indianista, nos correspondehablar de ella, así como de la actitud de Hostosfrente al.indio. La novela es de asunto contempo­ráneo al autor y los protagonistas no son indios,­aunque Hostos haya utilizado nombres indígenaspara designarlos. Se trata de una narración poe­mática, de una historia de amor y, al mismo tiempo,de una exposición de las ideas políticas del autoren tomo a la confederación de Las Antillas y laobra de España en América. A pesar de que noes propiamente una novela indianista, el tema delindio constituye uno de los temas centrales de Laperegrinación de Bayodn. El protagonista evocacontinuamente, con no~talgia, a los primeros po­bladores de Las Antillas, cxtenninados por los con­quistadores. Los considera como miembros de unaraza inocente y noble, siempre dispuesta al sacri­ficio para defender su tierra.

En la totalidad de su obra, Hostos no evoca so­lamente al indio ya desaparecido, sino que tam­bién describe al indio presente que conoce en susviajes por diversos países de Hispanoamérica. Enel Perú, en Chile y en la Argentina asumió unaactitud de respeto y admiración hacia el indio, almismo tiempo que denunciaba los abusos o la indi­ferencia de que eran víctimas por parte de lasociedad supuestamente civilizada. En muchas pá­ginas de su libro Mi viaje hacia el Sur Hostos asumela defensa del indio y aboga por su mejoramientosocial y económico. Como en tantos oJros aspectos,el ilustre mayagüezano se anticipa a nuestro propiotiempo, en este caso, superando el mero indianismoromántico para· acercarse a la posición de la lite­ratura indigenista contemporánea.

A fines del siglo XIX y a principios del xx, aúndentro de la órbita romántica, Cayetano CoIl yToste, más conocido como historiador que comoliterato, escribe y publica sus Leyendas puertorri­queñas, narraciones en prosa en las cuales se nospresenta ~n su doble carácter de historiador ypoeta. Entre sus leyendas indígenas sobresale Gua­nina, la cual tiene como asunto principal los amo­res de esta princesa india y Cristóbal de Sotomayor,quien muere a manos del cacique GÜeybana. Sinduda alguna, es éste uno de los episodios preferidospor los cultivadores del indianismo en Puerto Rico.

Vale la pena consignar brevemente aquí, comocurioso ejemplo de antillanismo, el hecho de queel poeta dominicano José Joaquín Pérez escribe unade sus fantasías indígenas -la única en prosa­en tomo a la historia de una india borincana, Anai-

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belca, hija de Bayoán, protagonista de Flor de paloma o La fugitiva de Borinquén.

IV. La poesía indianista en Puerto Rico

A. Fuentes y antecedente.,:

Además de las obras generales ~obre la conquistay colonización de Las Antillas, los puertorriqueños,-=ontaron con dos fuentes referentes a l~ pacificaciónde Puerto Rico que les sirvieron de base para suspoemas y relatos en prosa: La elegía ~ta de Juande Castellanos, dedicada a Juan Ponce de León y laconquista de Puerto Rico; y La historia geogrdfica,civil y natural de la isla de San Juun Bautista dePuerto Rico de Fray Iñigo Abbad y Lasierra. Laprimera edición de esta última obra apareció enEspaña durante el 1788. Cuarenta y tres años mástarde, aparece una segunda edición en Puerto Rico.Constituye el primer volumen de las Memoriasgeogrdficas, históricas, económicas y estadísticas dela Isla de Puerto Rico escritas por Pedro Tomásde Córdova y publicadas en el 1831. En el 1866 donJosé Julián Acosta dio a las prensas una terceraedición anotada y revisada por él.

Iñigo Abbad, además de dedicar cinco capítulosde su obra al relato de la sublevación de los indiosya los ataques posteriores de los caribes (capítulosV, VI, VII, VIII Y XI), dedica un capítulo íntegroa la descripción de la vida de los indios bajo el tí·tulo de Carácter, usos y costumbres de los antiguoshabitantes de la Isla de Puerto Rico (capítulo IV).

Sin embargo, Juan de Castellanos parece habersido el autor de mayor. influjo en la poesía india·nista puertorriqueña. De él, más que de Iñigo Abbad,se toman los asuntos y los personajes que sirvende base a los poemas. En el caso de Daniel Riverala influencia llega a manifestarse hasta en el estiloy la intención épica del autor.

Según Mis memorias de Alejandro Tapia, la Ele­gÚ1 VI se vendía públicamente en las librerías dePuerto Rico. El propio Tapia intentó insertar elpoema en su Biblioteca histórica de Puerto Ricopero la censura no se lo permitió. El mismo relat~el incidente, ejemplo claro de la actitud del gobier­no colonial hacia estas manifestaciones literarias.Después de haber presentado a las autoridades elproyecto de publicar su Biblioteca histórica y des­pués de haber recibido la aprobación correspon­diente, sucedió 10 inesperado:

Por desgracia, habiendo mediado sin duda al·gún chisme, llamóse a nuevo examen la colec­ción y cayó en manos de un señor· literafomiembro de la referida Academi.a y secretariode este Ayuntamiento, quien pretendiendosin duda, ser más realista que el' rey y más

ca~licoque el Papa. tachó de inconveniente laElegía de Ponce de [,eón, de Juan de Caste­llanos.

El literato. censor improvisado, me propu­so que, suprimiera en la publicación la si­guiente octava en que el cacique principal,arengando a sus vasallos los indios de Bori·qu¿n, decíales:

Los caribes con sus ferocidades,que sombra nunca fue que los asombrecon tantas. y tan feas crueldadesque tiembla de decirlas cualquier hombretienen en mucho nuestras amistades . 'tiemblan del Boriquén y de su nombre,y nosotros temblamds de doscientoscojos, tullidas, mances y hambrientos.

(Elegía VI, Canto 11, Octava 17.)

Le repliqué que yo no publicaba el poemapor bello, sino como documento histórico yque si suprimiese alguna octava tendría quehacerlo substituyendo puntos suspensivos yponiendo nota al pie. Hícele, además, presen­te que la tal arenga era ficción del poeta yque puesta en boca del cacique era honrosopara los conquistadores lo que parecía de·nuesto, pues aún siendo pocos y maltratados,~tc., eran terribles y capaces de llevar a cabotan azarosa conquista, máxime cuando sus le­siones eran gloriosas como hijas de sus he­roicos servicios.

Nada valió...

... se prohibía o mutilaba una obra laudatoriade los hechos de la Conquista, suponiendoque el autor, uno de aquellos soldados de hie­rro, nacido en Castilla, denostaba a sus com­pañeros cuyas hazañas pretendía loar... 7

Contra este ambiente de censura arbitraria te·nían que lidiar aquellos que deseaban cultivar lostemas de la conquista y la vida indígena en PuertoRico, Incidentes similares se producen con ManuelAlonso y Daniel Rivera.

B. Manuel Alonso: El salvaje

El primer poema indianista escrito por un autorpuertorriqueño aparece, significativamente, en elAlbum puertorriqueño, uno de los pilares tempra·

7. Alejandro Tapia, Mis memorias, págs. 95-96.

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nos de nuestra literatura nacional. Aparece la com­posición en el 1843, fecha bastante temprana siconsideramos que para ese momento el indianismocubano no había dado aún sus mejores frutos yen Santo Domingo todavía no se había iniciado. Laaparición temprana de esta poesía parece indicarque el indianismo poético pudo haber sido unaexpresión de gran importancia en nuestras letras,a no ser por las circunstancias adversas que im­pedían u obstaculizaban su cultivo.

Manuel Alonso, el autor de El jíbaro y nuestroprimer gran escritor costumbrista, también gozade la distinción de haber sido el introductor delindianismo poético en nuestra literatura. El poemasuyo al cual estamos haciendo referencia se titulaEl salvaje y está escrito bajo la influencia directade José de Espronceda, ya que sigue muy de cercaa su Canción del pirata, tanto e'n el tema como enel metro. El poema consiste de estrofas de versosoctosílabos y tetrasílabos alternadas con estrofasdonde se combinan ambos metros. En general, Alon­so repite fielmente la distribución del poema deEspronceda, aunque no repite en forma exacta elesquema de rima.

El contenido de ambos poemas es similar: Alon­so pone en boca del indio el canto a la libertadque puso el poeta español en boca del pirata. Elfamoso estribillo del poema de Espronceda, "Quees mi barco mi tesoro, / que es mi dios la libertad,/ mi ley la fuerza y el viento, / mi única patria, lamar"; se imita en el siguiente de El salvaje:

Que es mi dicha vivir libresin cadenas que me opriman,con su peso sólo gimanlos esclavos y no yo.a

Hasta el propio personaje altivo y rebelde delindígena pudo haber sido sugerido por las poesíasde Espronceda, quien gustaba de cantar a tiposhumanos que se mantenían al margen de la socie­dad y se rebelaban contra ella, como el mendigo, elbárbaro y el pirata. En este sentido resulta reve­lador que en El cancionero de Borinquén aparezcaotro poema de Alonso titulado El bandido y con·cebido dentro de la misma línea.

No obstante, a pesar de la gran influencia deEspronceda, El salvaje tiene características pecu­liares, algunas de las cuales 10 colocan claramentedentro de la órbita del indianismo. No hay anécdotaen el poema, no conocemos ni siquiera el nombredel indio que sirve de figura central, tampoco seutilizan ,palabras de origen taíno; sin embargo, yaestán presentes la naturaleza americana, el indiobravío e indómito, el antiespañolismo y la alusiónal ansia de libertad política.

8. Manuel Alonso, El salvaje, pág. 115.

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El paIsaje se sintetiza en la primera estrofa,donde aparece la palma como símbolo de la natu­raleza tropical antillana:

Debajo de una palmera,en una tarde serena,se mira sobre la arenaun salvaje reposar.'

La descripción de la prestancia física del indio,de su valor y de su bravura, aparecen también enapretada síntesis:

Su TOjO cuerpo desnudomuestra toda su pujanzay en su pecho alguna lanzaatrevida penetró.10

El antiespañolismo y las ansias de libertad sonevidentes a través de todo el poema, especialmenteen la siguiente estrofa donde el indio se expresacomo dueño ultrajado de la tierra en que nació:

Que venga aqui el europeocodicioso,y si acercarse le veomorirá al punto a mis manos.Que para sufrir tiranosen su patria no naci.lI

Alusiones políticas tan claras y determinantescomo éstas no podían quedar impunes ni pasardesapercibidas por las autoridades de la colonia.Según nos cuenta Salvador Brau en su prólogo ala segunda edición de El jibaro, Alonso recibió doscartas como resultado de la publicación del poema:"una del autor de sus días, en la que le hacía pre­sente el mal efecto que al Sr. Conde. de Mirasol,Capitán General de la Isla, había causado la canciónconsabida, y otra de Francisco Vasallo, encaminadaa recordarle las condiciones del país para el cualredactaba sus escrltos"P La publicación de estepoema fue también una de las razones por lascuales se calificó su libro El jíbaro de "sospechoso"y se retuvo en la aduana. Alonso optó por aban­donar el cultivo de la poesía indianista y su poemaEl salvaje no aparece en ninguna de sus sucesivaspublicaciones.

c. Daniel Rivera: Agüeynaba el Bravo

La vida y la obra de Daniel Rivera ameritan unestudio detenido que esclarezca algunos puntos os-

9. !bid., pág. 114.10. !bid., pág. 114.11. !bid., pág. liS. .12. Salvador Brau, Al que leY~Te, pág. XIX.

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curos de su vida -tal como sus ideas políticas- ynos lleve a una mejor apreciación del valor de suproducción literaria. En realidad, es muy poco 10que conocemos acerca de este puntal temprano denuestras letras y no se ha dedicado ningún estudioal examen riguroso de su poesía. El Sr. AntonioMirabal, compueblano de Daniel, esclareció algunosdetalles de su biografía y dio a la luz pública partede su obra inédita -incluyendo la segunda par­te del poema que vamos a comentar- en una con­ferencia dictada en el 1945. No obstante, pese a susesfuerzos, aún no conocemos lo suficiente sobre Da­niel Rivera como para formarnos una imagen clarade su vida y de su ideología política.

La obra más conocida de este poeta ponceñoes su poema indianista Agüeynaba el Bravo, pu­blicado en El Ponceño en el verano de 1854. ElPonceño era un pequeño semanario, de algunasocho páginas, que circulaba en la ciudad de Ponceyen los pueblos limítrofes. Daniel ocupaba el cargohonorífico de "Redactor Literario" y su labor con­sistía en suplir todas las semanas un fragmentode su poema.

Daniel había manifestado ya sus interés porel tema indianista en otro poema titulado' El jardínde Agüeynaba, aunque dicho interés parece limi­tarse solamente al título. Según Antonio Mirabaleste poema se publicó en forma de libro en el 1852en la imprenta editora El Ponceño y es el primerlibro publicado en la Perla del Sur. Tanto ManriqueCabrera, como el propio Mirabal -lo consideran co­mo el primer poema descriptivo dedicado a PuertoRico escrito por un puertorriqueño. No hemos po­dido examinar la obra, pero a juzgar por la estrofasiguiente que cita Mirabal parece que se trata deun poema escrito en octavas reales, donde se haceuna enumeración de elementos de la flora y la fau­na puertorriqueñas:

Extiéndese una vasta cordilleraPor medio de Borinquen floreciente;El cedro, el algarrobo, la palmera,El tamarindo, el roble consistente,El guayacán de sólida madera,El alto seibo de arrogante frente,Mil árboles robustos empinados •Sus cúspides matizan y sus pradas.u

Digamos de paso que este procedimiento enu­merativo en la descripción es el primero que apa·rel;e en la poesía descriptiva de Las Antillas conel Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa. An­drés Bello lo lleva a la perfección en su famosaoda a La agricultura de la Zona Tórrida. En estesentido, el poema de Daniel tiene para nosotros elmérito de ser un antecedente del Canto a Puerto

13. Antonio Mirabal, Daniel Rivera, pág. 20.

Rico de José Gualberto Padilla (El Caribe) y deotros poemas semejantes.

Contrario a El jardín de Agüeynaba, Agüeynabael Bravo es ya una obra francamente indianista, aun­que su autor parece seguir más de cerca a los mo­delos españoles del Siglo de Oro, como Ercilla yJuan de Castellanos, que a los poetas románticosde su momento. La huella del autor de la Elegía VIes, sin duda, la más notable.

El poema tiene pretensiones épicas y está escritoen octavas reales, estrofa obligada de la épica cultaespañola. Desde el punto de vista formal, la obraes desigual. Algunas octavas resultan sumamentepesadas y carecen de naturalidad, mientras queotras muestran una mejor construcción. La primeraparte, la que apareció publicada en El Ponceño,consta de treinta octavas y la segunda, titulada Lamuerte de Agüeynaba, consta de 45 octavas reales.

A pesar de su escasa extensión relativa, el poemade Daniel Rivera es uno de los escasísimos intentosque se hicieron durante el romanticismo de revivirla antigua épica a~ tratar el tema indianista. En LasAntillas es el único ejemplo del cual tenemos no­ticia y en Puerto Rico, la única tentativa de escribirun poema épico, con la posible excepción de LaSatainada de Alejandro Tapia, obra épico-alegóricade naturaleza muy distinta.

Más que poeta épico, sin embargo, Daniel Riverafue un poeta descriptivo de considerable talento.Los mejores trozos de sus poemas son aquellosen los cuales describe, con abundancia de imágines,la naturaleza tropical.

Comienza Agüeynaba el Bravo con una descrip­ción de la morada del cacique. El poeta aprovechala ocasión para presentar la naturaleza tropical enestrofas que suponemos similares a las de su poemaanterior. Dentro del paisaje neoclásico de idealiza­ciones bucólicas, aparecen elementos antillanos, co­mo las palmeras. En la descripción del bohío serecalca 10 indígena:

De los despojos de la palma alzada,Entre dos palmeras que la brisa mece,Está una choza, la feliz. morada,De un bravo indiano que un Nerón parece.La verde yedra en la pared trepadaOmando el techo serpenteado crece;Sus hojas verdes la amorosa brisaMueve festiva, murmurando a prisa)·

El poeta pasa entonces a describir el interior delbohío donde "en cestillos de paja bien tejida I cienavecillas lucen sus colores".15 Del techo de la chozapenden "la dulce piña, la dorada china I y cuantos

14. Daniel Rivera. Agüeynaba el Bravo, pág.7.15. Ibid., pág. 7.

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frotos ostentÓ fomema".'6 En medio de este amobiente bucólico aparece "el cacique:

Sus muebles, cien hamacas suspendidasDe las indias que al indio pertenecen,Al cacique las indias preferidasEn rico lecho con agrado mecen;Cubren sus formas de color teñidasCon flores, cuyo color de amor acreceny entre halagos y rústicas cancionesDormita el indio lleno de ilusionesP

La escena evoca en el poeta el harén de un sul·tán poderoso, tendido en un fino canapé y vestidode brillante pedrería. No obstante, la descripción

-posterior que nos hace de Agiieynaba es la de unindio fiero y lleno de maldad.

En ese albergue tan feliz dormita,No un fino amante q",e las flores ama,Es un salvaje de intención maldita,Que dormitando, sus maldades trama;Así en la bella flor que el aura agitaEl dspid su ponzoña vil derrama,Así en la palma que se cimbra hermosaSe enrosca la serpiente venenosa.!8

Es posible que se haya juzgado muy a la ligerala actitud de antiespañolismo de Daniel Rivera. Lavisión que nos presenta de Agiieynaba no es cier·tamente muy halagadora, según podemos compro­barlo en la estrofa anterior. Por otro lado, Danielhace elogios del otro Agüeynaba, tío de éste, quienpactó pacíficamente con los españoles. No se puededescartar, sin embargo, la posibilidad de que elautor esté tratando de despistar a las autoridades.

Inmediatamente despüés de esta descripción deAgüeynaba, el cacique llama a sus seguidores conel .. caracol guerrero" y todos se reúnen en el huecode una roca, donde el mar bate violentamente. Desúbito, el viento comienza a soplar con ímpetusde tempestad y el cielo. se oscurece. La escena enla cueva se toma tétrica, casi diabólica:

Súbito truena la marcial bocina:Remeda el eco duro el son de guerra,Aquel recinto, pálido iluminaDébil reflejo que la mente aterra;El cuadro lúgubre a pensar inclinaQue no es ni cield, ni se está en la tierra,Despertando el terror y la pavuraLa triste luz en la caverna oscura.19

En la descripción de esta escena pavorosa Danielse aleja de su modelo Juan de Castellanos para

16. Ibid., pág. 7.17. Ibid., pág. 8.18. Ibid., pág. 8.19. Ibid., pág. 10.

30

entrar de lleno en el ámbito romántico. Agüeynabaimpone silencio y habla a sus seguidores. Su dis·curso nos recuerda a los que aparecen en la ElegíaVI Y en La Araucana de Ercilla. Comienza descri­biendo las bellezas y riquezas de su patria ultrajaday en una bella estrofa nos describe la génesis dela isla:

Brotó mi tierra de la mar pro.funda,Al despuntar el sol, una mañanaDe esas hermosas que de gozo inundaEl pecho de la gente americana,'Salió preciosa y rica, sin segunda,Nereida bella de la mar indianaVirgen que cubre sin igual un cieldQue nas regala divinal consuelo.7D

Luego culpa a su tío de haber entregado su tierraal invasor cobardemente y, acto seguido, insta asus vasallos a que se rebelen contra los españoles,ahora que ha muerto el antiguo Caudillo y que éldirige el destino de su pueblo. El huracán antillanosirve al poeta para describir la furia del indio y, aligual que Castellanos, utiliza la referencia a lasluchas frente a los caribes para mostrar el valorde los borincanos:

Pues esa51 minas y belleza tantaQue ostenta rica en valle, monte y llana,Con fría dejadez que al buena espantaCedió al de España mi difunto hermano;

¿Y cobarde seré, cu.al débil planta,Vasalla de un monarca castellano?¿Y puede nunca sdportar mi -enconoSe una mi patria a su lejano trona?

¿Cómo la rabia y mi furor temidoPor el caribe que mordió mi pecha,Cuando forzado en lucha atroz. rendidoEn tierra vio su orgullo y su despechoNo han dejada a mi corazón heridaQuedar, quitando vidas satisfecho?¿Par qué de cólera, a tan dura suerte,Una y mil veces no me di la muerte?

Porque una ley severa me decíaQue era inaudita crimen, en conciencia,Matar al que primero merecíaMorir por su cobarde indiferencia.

...................................................................

Mas ya no existe, y mi sdberbia sañaEs más violenta que huracán violento,Que palmas· rompe cama a débil caña

20. !bid•• pág. 11.

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Que se encorva al soplar tranquilo viento;Que parta a España el que nació en Españay viva aquí de susto y pena exento,El que le guste este jardín por cuna,Bañado, en suave hamaca, por la luna.21

Es esta parte del poema la que contiene lasexpresiones antiespañolas que motivaron la perse­cución del autor de parte de las autoridades. Ter­mina, precisamente, con una exhortación a la gue­rra y una identificación muy romántica entre lanaturaleza y los sentimientos belicosos de los in­dios:

¡Ea compañ,eros! VamOs al combate:llonor la patria a defender nos llama;Si en paz contento el corazó-S' no late,La guerra nos dard fortuna y fama;Hasta la mar que nuestra cOsta bateOndas escupe y agitada brama,Que cual nosotros contemplar quisíeraLibre esta perla de la gente ibera.%1.

La segunda parte del poema, inédita hasta el1945, es mucho más breve; sin embargo, contienemás acción que la primera y los acontecimientosse suceden con rapidez excesiva. Esto nos llevaa pensar que Daniel quería no delinquir ante lasautoridades y quiso publicar cuanto antes el de­senlace del poema, ya que en él presentaba a losespañoles como héroes victoriosos. Tal vez ya sabíaque se encontraba bajo la observación de las auto­ridades por el discurso de tono antiespañol quehabía puesto en boca de Agüeynaba.

Comienza el poeta narrando cómo los indiosatropellaron a la población blanca. La noticia llegahasta Ponce de León quien decide atacarlos. Elconquistador de Puerto Rico aparece con toda lamagnitud y nobleza de una figura épica y, al mandode su pequeño 'contingente militar, se enfrenta alas fuerzas del cacique indio. En una sola estrofase sintetiza la batalla:

Encuentra de Agüeynaba turbulentoLa hueste que su triunfo da por cierto,y mds ligero que agitado vientoAvanza con la suya el jefe experto,'y con la fuerza de huracdn violentoQue la hoja lleva en un vaivén inciertoBate al contrario y tanto le amedrentaQue no sabe del triunfo' darse cuenta.2J

Tras esta derrota. Agiieynaba acude a Mobodo­moca y éste promete ayudarlo. Como Ponce de

21. Ibid.. págs. 11·12.22. Ibid.. pág. 12.23. Antonio Mirabal. Daniel Rivera, pág. 14.

León se ha retirado a Caparra, Mobodomoca decideatacar a Salazar. Después de un breve encuentroentre españoles e indios comandados por Salazary Mobodomoca, aparece nuevamente Juan Ponce.quien se dispone a prestar ayuda. Cuando llega allugar de la acción, encuentra a los soldados dur­miendo plácidamente a la orilla del río. El poemaconcluye con el encuentro de los dos caudillos:

Por fin el Jefe principal llegando,Encuentra al Capitdn y demds genteTodos en leve sueño reposandoCabe la orilla de sonora fuente;Les. pregunta por el contrariO bando,Para ponerse con el suyo al frente,Responde Salazar al Jefe ibero:"¡Señor; dormí, porque vencí primeror 24

Ponce abraza a Salazar y ambos se lanzan· a sofocarlo poco que queda de la conflagración indígena. Asícomo la primera parte terminaba con fuertes ma­nifestaciones antiespañolas, la segunda parte ter­mina con una reafirmación de la soberanía españolaen la isla:

A pocas horas que duró la guerraHirió una bala al bdrbaro Agüeynaba,Regó su sangre la preciosa tierraQue su famoso hermano veneraba;Su pérdida a los súbditos aterra...y aquí la guerra en Borinquén acaba,Ondeando siempre en tan feraz AntillaLa célebre bandera de Castilla.2!5

Las autoridades no permitieron que Daniel pu­blicara esta segunda parte del poema que. comovemos, lo absolvía de culpas y pecados. A partirde la publicación de la primera parte, el caso sepuso en manos del Gobernador. don Fernando deNorzagaray. Este ordenó la confiscación inmediatadel periódico, el secuestro de la imprenta, propie­dad de don Felipe Conde, y el encarcelamiento delpoeta. quien estuvo internado en la Real Cárcelde Ponce desde julio hasta septiembre del 1854. Enseptiembre logró fugarse al exterior y después depasar por París y Nueva York se estableció en San­to Domingo. Desde allí gestionó su regreso a Poncey logró obtener permiso para entrar nuevamente aPuerto Rico en el 1855. Sus familiares ya habíanpagado por· él una multa de mil pesos. Aunqueaparece firmando otros poemas durante ese mismc,año y el siguiente, no vuelve a tocar el tema in­dianista en sus poesías.

24. Ibid., pág 14.25. Ibid.. pág. 14.

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D. Alejandro Tapia y Rivera

Alejandro Tapia, además de en su novela Lapalma del cacique, trata el tema indianista en dosde sus mejores poemas. En el 1857 salió para LaHabana, buscando alivio a su precaria situacióneconómica. Allí publica El bardo de Guamaní enel 1862 y en este libro aparecen sus dos poemasindianistas: El último bcmncano y Las ldgrimasdel Loisa. Ambas composiciones están escritas enforma de romance, 10 que hace suponer la influenciade los poetas cubanos, quienes utilizaron con es­pecial predilección esta forma métrica para la poe­sía' indianista.

El último borincano nos hace recordar la no­vela de James Fenimore Cooper The Last of theMohicans. También el poeta dominicano José Joa­quín Pérez escribió un poema titulado El últimocacique, de asunto muy parecido al de Tapia, peroposterior al del puertorriqueño.

El último cacique borincano se Rumacao, quiendespués de saber de la derrota de los suyos enYagüeca, se hace fuerte en la Sierra de LuquiIloo Sierra del Yunque y desde allí ofrece la últimaresistencia borincana al español. El poema se iniciacon el discurso que Humaeao dirige a sus segui­dores:

De la anhelada victoriaperdida ya la esperanzapodrd tan solo la muertealiviar nuestra desgracia.

Los cristianos nunca mueren,Borinqu~n su imperio guarda,¡ah! nuestra vida ocultemosen las ásperas. montañas.ZI>

Al final, al igual que en La palma del cacique, Tapiaintroduce el elemento legendario. Después que su­cumbe el cacique, queda su presencia asociada ala Sierra:

y cuéntase que su sombraen aquellas cumbres ásperasde tiempo en tiempo se ofrecea las vecinas miradas.Xl

El romance también explica el origen legendariodel nombre de la Sierra:

Al ver la cristiana grey,del cacique la arrogancia,la incansable intrepidez

26. Alejandro Tapia, El último borincano, pág. 78.1:1. Ibid., pág. 79.

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con que lidid por su patriay que loco era su empeño;dio por nombre a la comarcael de Sierra del Loquillo·y ahora Luquillo se llama.'ZJ

El asunto de Las IdgrimQS¡ del Loisa lo tornaTapia del Canto. sexto de la Elegía VI. Allí nosnarra Juan de Castellanos la muerte de Joan Mejía,soldado español casado con la cacica india Luisa,recién bautizada. Mejfa muere a manos de los ca­ribes. Casi inmediatamente después, muere tambiénsu mujer. Dice Castellanos:

Después de muchos días, cierto día,Dio gente, de la dicha Dominica,Con el astucia y orden que solía,En pueblo de Luisa la cacica,Do estaba de presente loan Mejia,Aquel fuerte vardn de color loro,Cuya muerte causd no poco lloro.

La india le decía que huyera,Mas él le repondid con 10 que piensa:..Eso no me conviene, ni Dios quieraQue mi honra padezca tal ofensa,'Ni te dejaré yo desta maneraAunque sepa morir por tu defensa";y ansi del tal asalto descuidado,No pudo salir bien aderezado.

Fue tan feroz en el arremetida,y la priesa que dio fue de tal suerte,Que tuvieron por buena la huida,Con temor de la sangre que se vierte;Mas no quedd seguro de su vida,Antes con certidumbre de la muerte,A la cual en tres días fue cercano,Haciendo diligencias de cristiano.

Deste pernicioso documentoLa Luisa quedó muy mal herida,La cual murió con buen conocimiento,Aunque era nuevamente convertida;Quedóle hasta hoy -el tal asientoSu nombre, y es estancia conocida,Quedando de grandeza tan notoriaDe gente solamente la memoria.29

Tapia en su romance narra la misma historia.pero confiriéndole mayor lirismo y abundando en elaspecto amoroso que apenas se presenta en las oc­tavas de Castellanos. Al final introduce el detalle de

28. Ibib., págs. 8().81.29. Juan de Castellanos, Elegía Vi, págs. 108-110.

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la explicación legendaria o mítica de la designacióntoponímica:

La desposada llorosasentada en peña vecina,las aguas ¡ay! de sus ojosmezcló con las claras linfas.Vistióse paños de lutoy mirando en triste guisala corriente, de allí a luego.fuese al mar con su Mexía.Desde entonces aquel rlodonde vertió la Cacicatantas lágrimas de amorllamaro"n todos "El Luisa ".]1)

No hay antiespañolismo en los poemas de Tapia.A pesar de que manifiestan una indudable simpatíapor el indio y destacan su valentía y nobleza, tam­bién aparece exaltado en ellos el conquistador es­pañol. Tapia concede una gran importancia al as­pecto religioso de la conquista y considera la cris­tianización del indio como una gran aportaciónespañola. En El último borincano imagina que Diosha tenido misericordia del cacique muerto. Por otrolado, en Las lágrimas del Loisa destaca el matrimo­nio entre el español y la india como símbolo dela simbiosis racial que dará como resultado al puer­torriqueño, "pues la 'justa' castellana / mezclóseal 'areito' indígena / y jugaron al 'batey' / entram­bas gentes unidas".31

En las composiciones de Tapia el interés sedesplaza hacia lo lírico, aunque se conservan loselementos narrativos. De ahí su preferencia por elromance. estrofa que utiliza por primera vez enPuerto Rico en el tratamiento de temas indígenas.

E. José Gautier Benltez

De Gautier Benítez se ha dicho que como poeta,y a pesar de que algunos lo han considerado comonuestro poeta nacional, no está debidamente enrai­zado en Puerto Rico. El hecho de que haya tratadoel tema indianista es un argumento n favor de latesis contraria.

Su posición frente al indio y la conquista essemejante a la de Tapia. En su famoso Canto aPuerto Rico se refiere a la unión de la raza ameri­cana y la española en los siguientes términos:

Tus tribus aborígenes,dominando el temar que las llevaraal seno oscuro de tus selvas vírgenes,

30. Alejandro Tapi~. Las ldgrimas del Loisa, págs. 85-86.31. lbid., pág. 83.

Tranquilas contemplaron,regresando apacibles a tu orilla,cómo 10Sl brazos de la Cruz se alzaronbajo el rojo estandarte de Castilla.

Pura amistad vehementeunió los hombres que apartó el abismo;del indio rudo en la tostada frentecayó el ond4 sagrada del bautismo.

Después, ya roto del temor el dique,la llama del amor lució esplendente;la dulce hermana del primer caciquellamó su esposo al paladín de Oriente.!!

En su único poema indianista, titulado Romance,no hay ninguna huella de antiespañolismo; es más,el elemento europeo ni siquiera está pres~nte. Gau·tier nos traslada a los años anteriores al descu­brimiento y la conquista. El mundo que evoca sucomposición es totalmente indígena.

Romance es un hermoso poema lírico, un cantode amor que entona un cacique a su amada ausentey esquiva, una hermosa estilización romántica deelementos indígenas. Gautier poetiza el vocabulario,los objetos y las costumbres del taíno para crearuna atmósfera de intimidad lírica. El procedimientoestilístico que había iniciado Daniel Rivera, se acen­túa en Alejandro Tapia y culmina en el poema deGautier, donde aparecen versos como los siguientes:

Hermosísima Cacicade los montes tropicales,la de la negra melena,la de los ojos muy grandes,'tres lunas ha que te buscopor la orilla de los mares,por la cima de los montes,por el fondo de los valles.Al no verte en el areitoni en la choza de tus padres,ni en -el baño que cobijanpomarrosas y arrayanes~

murió la risa en mis labiosy de verter llanto a mares,pierden su brilla los o;osque reflejaron tu imagen.»

Gautier utiliza también, al igual que los poetasanteriores, el dato histórico de la lucha entre taínosy caribes; pero lo utiliza con "propósitos líricos yno épicos, ya que el poema carece de verdaderaestructura narrativa:

¡Oh!, quién sabe si el Caribe,como las marinas aves,

32. José Gautier Benítez, Vida y obra poética de JoséGautier Benfte1;, pág. 233.

33. Ibid., pág. 242.

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en alas de la tormentacruzó de noche los mares,y en las playas de Borinquenmovió sus huestes falacescomC1 serpientes QSItutas,como zamuros cobardes,si hora gimes en prisionesmuy lejas de tus hogares,y si mi nombre pronunciasen medio de tristes ayes.J4

En fin, el Romance de Gautier es un intentologrado de poetizar lo indígena a la manera román­tica, de revestir un poema amoroso con las galasde la poesía indianista. Por su intención, se ase­meja a los Areitos del dominicano José JoaquínPérez.

F. José Gualberto Padilla (El Caribe)

Para los mismos años en que Gautier escribíasus poemas, José Gualberto Padilla también cul­tivaba el tema indianista, aunque de una maneraun tanto accidental. En la tercera parte de suinconcluso Canto a Puerto Rico dedica diez octavasa describir al indio borincano anterior al descu­brimiento, con sus costumbres, sus dioses y su civi­lización. Padilla lo ve como el "hombre natural" deRousseau, bueno por naturaleza, incontaminado porla civilización, sin aspiraciones que perturben sualma, sin la maldad que acarrea la ambición y eldeseo de gloria, viviendo sencillamente, en perofecta armonía con la naturaleza idílica que lo rodea.

Sin el orgullo de preclara historia,Sin el ardiente anhelo de futuro,Sin altos hechos dignos. de memoriaNi ruines vicios de recuerdo impuro,Sin locos sueños de ambición y gloria,Que perturbasen su vivir oscuro,De Puerto Rico la campiña variaPoblaba en tribus raza originaria.3S

Pasa luego a describir al indio, física y moral·mente. Es más acertada su descripción física, yaque en la descripción moral describe más bien alcampesino puertorriqueño y no al indio.

Blando en la condición, si al trato esquivo,Sobrio y frugal en el sustentd diario.En la campiña labrador activo,

. En el peligro audaz y temerario,En la vida exterior rudo y altivo,Pero franco en su hogar y hospitalario,

34. Ibid., pág. 244.35. José Gualberto Padilla, En el combate, Poesías,

pág. 40.

34

Tal era el ser que en nómade pandillaPoblaba un tiempo la feraz Antilla.J6

En la descripción de sus creencias religiosas hayun intento de caracterización profunda, de penetraren su mundo mítico, pero es sólo un intento:

Sólo de un Ser Supremo al poderío.Reverente doblaba la rodillaSometiendo el indómito albedríoDe un "cerní" tutelar a la cuchilla;y en el globo de luz, que del vaciaPor la bóveda azul candente brilla,Con errada creencia el borincanoTrono daba del Or17e al Soberano.J7

El Caribe describe, como ya hemos señalado, alindio en su estado natural anterior a la conquista.No hay pues referencias directas al régimen espa­ñol. Sin embargo, mientras leemos su descripciónde la vida idílica del aborigen, sus estrofas nosllevan a pensar, por omisión, en la destrucción deese estado ideal por la introducción de la civili·zación ibérica. Este procedimiento se hace casievidente cuando el poeta describe la vida libre delindio, dejando traslucir sus propias ansias de li·bertad:

Tal libre como el aura fugitivaQue entre sus bosques incesante vuela,Como la luz en áurea perspectivaSobre las ondas trémulas riela,Como el aliento de la flor nativa,Como el marullo de fosfórea estela,Rey de los prados, de las selvas dueño,Vivía feliz el insular riqueño.

Jamás llevó con ansiedad los oiosMás allá de la rústica cabaña,Ni traspasaron nunca sus antojosLas brumas de su mar y su montaña,Ni a dolo infame demandó despojosNi prez y lauros a guerrera saña,y con instintos. nobles, bienhechores,Ni esclavos tuvo ni sirvió a señores.3I

G. Cayetana CoIl y Toste: Génesis

El último autor puertorriqueño proveniente delsiglo XIX en tratar el tema indianista a la maneraromántica es Cayetano CoIl y Toste, autor de Gua­nina, leyenda en prosa que ya hemos comentado. Enverso sólo conocemos como muestra de su india·nismo poético.una composición titulada Génesis, con·

36. Ibid., pág. 41.37. Ibid., págs. 4142.38. Ibid., pág. 41.

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siderada por la crítica como uno de sus mejorespoemas. Tal como lo sugiere el epígrafe, Coll yToste ha querido plasmar en estos versos la génesisde la nacionalidad puertorriqueña, génesis que con·cibe como el choque y la fusión de 10 indígena ylo español. Con este propósito, evoca en formasomera y panorámica episodios y figuras relacio­nadas con la rebelión indígena.

A tono con su idea central, la composición tienela estructura de un tríptico: tres romances deextensión similar titulados respectivamente JuanPonce de León, Guarionex y Caparra. En el primeropresenta al conquistador saltando de su batel ydispuesto a conquistar la isla, deslumbrado antesu belleza. El segundo se concentra en la figurade Guarionex, quien ataca la villa de Sotomayor.El indio se destaca por su altivez, su arrojo frenteal peligro y su diestro manejo de la macana y lasflechas. Se entabla un recio combate y los indiosobtienen la victoria. La visión del cacique vencedor,nota muy rara en la literatura indianista, cierraeste segundo romance:

.. .mas ceden los castellanosy retroceden vencidoscaminando hacia Caparrasin esperanzas de aux~lio,

seguidos de Guarionexque luce el guanín, altivo,degollando victoriosoa los pobres fugitivos. 39

En el ~ercer romance el autor nos narra la muer·te de Guarionex, la desbandada de los indios y susumisión final. El vencedor los condena u a traba­jar en los cauces / y a buscar el oro ansiaclo I perodiendo sus libertades".'" Con el bautismo se incor·poran a la vida española y con la simbiosis racialque se establece ambos .pueblos qy.edan unidos.En esta unión de vencedores y vencidos se da lagénesis del pueblo puertorriqueño. Lo indígena nodesaparece del todo, sino que se funde con lo es­pañol para dar origen al criollo puertorriqueño:

Mezcló con los castellanosel lecho de amor, su sangre,y juntos aran la tierray unidos alzan hogares.¡Dulce amanecer de un pueblo;la patria nueva, celajes:la conjunción de dos razasla fecunda obra del Arte...141

Caparra es el símbolo de esta unión.

39. Cayetano CoII y Toste, Génesis. pág. 378.40. Ibid., págs. 378-379.41. Ibid., pág. 379.

V. Conclusiones

Aunque en Puerto Rico no se produjo duranteel siglo XIX una poesía indianista tan notable comola que apareció en la República Dominicana y no

. contamos con ninguna obra comparable, por ejem­plo, a las Fantasías indígenas de José Joaquín Pérez;la poesía. indianista puertorriqueña es digna deestudio por lo que significa para el nacimiento dela nacionalidad, por la importancia que adquirióen toda Hispanoamérica y por la indudable calidadliteraria de algunas composiciones.

A pesar de que el indianismo no se cultivó in­tensamente, su aparición es relativamente tefIlpra­na, ya que el primer poema de este tipo apareceen el 1843. Sin duda alguna la censura y la presiónoficial obstaculizaron su desarrollo e impidieronque se cultivara con mayor empeño. Sin libertadpara tratar un tema que por su propia naturalezaparecía requerirla, el esfuerzo de los poetas puerto­rriqueños es verdaderamente notable.

También es notable la variedad que existe dentrode la reducida producción. Entre nosotros se da,por ejemplo, en Agüeynaba el Bravo, uno de losescasos intentos de revivir la antigua épica; posee­mos la modalidad descriptiva en las estrofas deJosé Gualberto Padilla y la lírica en el poema Ro­mance de Gautier Benítez. Alejandro Tapia y Ca­yetano Coll y Toste cultivan la narración en verso,utilizando la forma del romance.

En cuanto a la calidad literaria de esta poesía,puede afirmarse, sin que esto sea una exageración,que algunas de nuestras composiciones, principal­mente las de Tapia y Gautier, pueden parangonarsecon lo mejor que se produjo en el resto de His­panoamérica.

Al igual que en los demás paises de la AméricaHispánica',- en Puerto Rico el indianismo fue unamanifestación de afirmación nacional, un intentode buscar y crear una tradición propia. Contrarioa lo que ocurrió en otros lugares, esta afirmaciónnacional no se da predominantemente como rechazode lo español. La identificación con el indio noaparece siempre acompañada de antiespañolismo.Más bien se concibe lo criollo, lo nacional, comoresultado de la fusión de ambos pueblos. Si bienes cierto que, en algunos casos, esta actitud puedeatribuirse a la imposibilidad de cultivar una lite­ratura antiespañola dentro del estrecho marco dela colonia; también es cierto que en algunos autorescomo Tapia y Gautier Benitez esta actitud no de­sentona con sus propias interpretaciones de la rea­lidad puertorriqueña.

La poesía indianista como manifestación de aLir·maci6n nacional no desaparece con el siglo XIX; secontinúa cultivando, bajo diversos signos, hasta elmomento presente y ha producido contemporánea­mente obras tan notables como Yerba Bruja (le

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9.BIBLIOGRAFIA DE OBRAS CITADAS

10.l. Alonso, Manuel; El salvaje, en Album puertorri-

queño, San Juan, P. R., Ed. Coquí, 1968, págs. 11.114-116.

2. Brau, Salvador; Al que leyere, en El jíbaro de Ma- 12.nuel Alonso, Río Piedras, P. R., Editorial Cul-tural, 1949, págs. IX-XXVI.

3. Coll y Toste, Cayetano; Génesis, en Aguinaldo lirio 13.ca de .la poesía puertorriqueña, Tomo 1, deCesáreo Rosa·Nieves, San Juan de Puerto Rico,Editorial Campos, 1957, págs. 375-379.

4. De Castellanos, Juan; Elegía VI, Puerto Rico, De- 14.partamento de Instrucción Pública, 1967, 135

15.págs. .5. Garda Díaz, Manuel; Alejandro Tapia v Rivéra,

prólogo a La palma del cacique, México, D. F.,16.Ed. Orión, 1959, págs. 7-20.

6. Gautier Benítez, José; Vida y obra poética deJosé Gautier Benítez, San Juan de Puerto Rico,

17.Editorial Campos, 1965, 310 págs.7. Henríquez Ureña, Max; Panorama de la literatura

Juan Antonio CorretjeF. En realidad, el indianismoparece ser una constante casi inadvertida de laliteratura puertorriqueña; una de sus notas distin­tivas más importantes.

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dominicana, Tomo n, Santo Domingo, Repú­blica Dominicana, Colección Pensamiento Domi·nicano, Segunda Edición, 1966, 459 págs.

8. Heredia, José María; En el Teocalli de Chalula, enCien de las mejores poesías hispanoamericanasde José Olivio Jiménez, Las Américas Publish·ing Ca., New York, 1965, págs. 4649.

Meléndez, Concha; La novela indianista en His­panoamérica (1832·1889), San Juan, Puerto Ri·ca, Editorial Cordillera, 1970, 227 pá2S.

Mirabal, Antonio; Daniel Rivera, Ponce, P. R., Tip~graffa Camacho, 1945, 32 págs.

Olivera, Otto; Cuba en su poesía, México, Ed. deAndrea, 1965, 217 págs.

Padilla, José Gualberto; En el combate. Poeslas,San Juan de Puerto Rico, Instituto de CulturaPuertorriqueña, 1969, 273 págs.

Peña, Manuel de Jesús de; Estudio de las Fanta·sías ¡ndljenas de José Joaquin Pérez, en Fan­tasías ¡ndijenas de José Joaquín Pérez, SantoDomingo, Imprenta de García Hermanos, 1877.

Rivera, Daniel; Agüeynaba el Bravo, San Juan,P. R., Imprenta El Nacionalista. 1919, 12 págs.

Tapia, Alejandro; El último barineano, en La paloma del cacique de Alejandro Tapia, México,D. F., Editorial Orión, 1959, págs. 7~81.

---; Las ldgrimas de Loisa, en La palma delcacique de Alejandro Tapia, México, D. F., Edi­torial Orión, 1959, págs. 81-86.

---; Mis memorias, San Juan, P. R., Ed. C~quí, 1966, 161 págs.

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Artistas Puertorriqueños de la Nueva Generación

En la exhibición Artistas Puertorriqueños de laNueva Generación se reunió una interesante muestra

. del arte joven de este país. Treinta artistas parti­ciparon en la presente exhibición constituida ma­yormente por obras gráficas, dibujos y pinturas.

En esta ocasión alternan conocidos artistas contalentosos jóvenes. Un breve inventario de sus par­ticipantes revela los nombres de José Rosa, Carloslrizarry, Jaime Romano, Cannelo Fontañez, Car­men Iris Parrilla, Wilfredo Chiesa, Edwin Maurásy Carmelo Sobrino, entre otros.

Wilfredo Chiesa y Carmen l. Parrilla nos tras­ladan al "Color field painting" de Mark Rothkosobre todo a la obra de Rothko producida durantela década del SO. En las obras "Ocaso Mágico" deChiesa y en "Pintura Número 3" de Carmen I. Pa­rrilla, se observan grandes formas rectangulares delimpio color al estilo de Rothko. Julio Suárez pre­senta en su obra "Caín", líneas sólidas de color enposición diagonal, adyacentes e interceptadas en unpunto como para acentuar la relación de ellas a losbordes de la obra. Jaime Romano en su obra ..Es·pejismo IV" revela las posibilidades expresivas delos elementos abstractos: manchas espontáneasde color se extienden hasta los bordes e intentansalir de la rígida estructura que enmarca la com-posición. .

Los Artistas Puertorriqueños de la Nueva Ge·neración sin duda alguna le dan colorido al pano­rama actual de la plástica puertorriqueña.

Joaquín Reyes"Desilltegración astrar·

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Julio Suárez"Caí" "

Jaime Romano"Espejismo IV"

Page 47: Revista del Instituto de Cultura

Edwill Maureís

Isaias Mq;ica

Alldrades"Paisaje RumaclIIil"

Page 48: Revista del Instituto de Cultura

Cuento

EL LIBRO DICE OUE LA CONocí EN EL JARDíN DE SU CASA,

en la urbanización San Francisco, cuando seme dañó el carro y le pedí un destornillador, perono es cierto. Ella estaba muy bonita, vestida deminifalda de una sola pieza, busto y caderas bienajustadas, por cuyo amor preso comencé yo a ha­blar: En esta veo Marichela la grandeza de Dios...

Los que escribieron sobre nuestro accidente notuvieron buena información. Se lo imaginaron ha·ciendo conjeturas, de acuerdo al desenlace inven·tado por Fernando de Rojas. No fue contra unamuralla ni por culpa de una escalera delgada. Eraya casi al amanecer del sábado. Yo vi la valla depostes de cemento en la curva, oí su grito, pisé elfreno, rechinaron todos los hierros a la vez, y lacarretera fue cayéndose al precipicio. Pero ya estoymejor. Puedo pensar en ella. Si la dejaran venira visitarme...

Yola había visto por primera vez en una mi·rada idílica, detenidamente silenciosa, en Pedreira107 de la Universidad de Puerto Rico cuando ellase sentaba al lado de la ventana por donde se veel parque y las palmeras del portón principal. Allí,sentado en la misma fila, aunque no a su lado,interpretaba yo día tras día todos los romances in­ventados de la lengua castellana y todas las décimaspor inventar en el amor puertorriqueño.

Ella no me respondía y pensé que tenía novio.Tomaba apuntes con exactitud, pero sabía arreglár­selas para no perderse ni un chispito del parqueque miraba a cada rato con mirada de niña intro­vertida o con problemas, según mi parecer.

Empecé a velar sus pasos y a sentarme frentea sus ojos cada vez que ella iba a estudiar a labiblioteca.

Un día, buscando yo una casa anunciada en elperiódico, la encontré cerca del centro comercialde San Francisco, en una calle lateral de la ave­nida De Diego. La casa que visité era grande, de

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Calixto y Marichela

Por ~ANUEL DE LA PUEBLA

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dos plantas y de esquina, con una terraza alta te­chada de cinc y escalera exterior. Una casa bas­tante buena hasta el momento en que me dijeronsu precio, cuando busqué la escalera para irme, an­tes de que advirtieran mi aturdimiento.

La calle avanzaba como una cuña orientada ha­cia el sur, y en ella había unos trabajadores muni·cipales que me miraron al pasar como un intruso.Habían cortado el tránsito y tuve que virar cercade un conjunto de muchaPt0s y chicas despreo­cupadamente vestidos, exactamente cuando ella lle­gaba manejando un canto de bestia americana coloraceituna, inimaginable vehículo para mis suposicio­nes. De inmediato se le aproximaron algunos jóve­nes que parecían muy amigos. A mí creo que nime vio.

Viviría por allí cerca y no se había querido fijaren mí. Ella era al revés de todas. Ella salía en buscadel muchacho, qué tremenda, sin esperar que nadie

la visitara con menos carro que el suyo. La habíajuzgado silenciosa, introvertida, un poquito des­graciada. Bueno. Me gustaba a pesar de las diferen­cias del carro y la urbanizacón. Le escribí unacarta sin saber quién la recibiría; tal vez su madre.Creyendo que su hija era muy estudiosa y resultaque andaba en amores y flirteos con un muchachodesconocido, vaya a saber, uno de esos que llevanuna banderita de Puerto Rico en el automóvil o queponen bombas incendiarlas en las tiendas del ma­rido, o de los que venden Claridad, expresamentemal vestidos en la avenida Muñoz Rivera y tendríacoraje contra eUa y la velarían extremadamente ytal vez ya no le dejarían más el carro ni ir a misaal colegio donde había hecho la escuela superiorcon aquel sinior prom tan lucido en el San Gerá­nimo Hilton, tan lindas todas y tan preciosos trajes,ave maría. Calixto fue de noble linaje, de claro in·genio, de gentil disposición, de linda crianza, dotadade muchas gracias, de estado mediano. Fue presoen el amor de Melibea, mujer moza, muy generosa,de alta y serenisima sangre, sublimada en prósperaestado, una sola heredera de su padre Pleberio, yde su madre Alisa, muy amada.

Entonces fue cuando me inventé la entrada ensu casa en pos del halcón. Yo tenía un modestorenault blanco, tan cuidado como mis manos demúsico, y había pasado por delante del amplio jar­dín de su casa siete veces como las siete vueltasseguidas que antiguamente le dieron trompeteandoa Jericó. Las dos primeras veces no hubo señalalguna, pero en todas las demás una mano subrep.ticia corría la cortina del gran ventanal. Detuve elcarro, levanté el bonete del motor y me encaminédirectamente al balcón.

-En esto veo Marichela la grandeza de Dios, ledije, llamándola por su nombre, sin que por esose extrañara.

-¿En qué Calixto?, preguntó ella pronunciandotambién con firmeza mi nombre sin que por estoyo me extrañara.

-En dar poder a natura que de tan perfectahermosura te dotase...

-¡Fresco!, me cortó ella como enojada. ¿Paraeso te entras en mi casa? Papá y mamá estánarríba.

La iniciación del diálogo tal como lo escribióFernando de Rojas da por supuesto que Marichelay yo nos conocíamos, ya 10 he dicho. Allá los eru­ditos peninsulares gasten tinta y salud en saberen qué ciudad fue la historia. Fue en la capital denuestra isla, en donde, aunque disparatada en eJ..­tensión, desde Bayamón a Trujillo o Carolina, nosconocemos todos. Me prestó el destornillador quele pedí y se acercó a mi renault mientras yo toque­teaba tornillos inajustables. Mi error fue calentarmedemasiado temprano y querarla besar allí mismo,"ln la acera, ante el asombro exorbitado del padre

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y de la madre. Gritó él, lo oí; gritó la madre, la oí, yme despidió impulsivamente Marichela: ¡Vete, vetede ahí torpe! Tu paga serd tan fiera cual merecetu loco atrevimiento...

Allí se me cayeron los brazos, entré cabizbajoal automóvil, encendí el ¡potor, la miré aturdido,oyendo como quien no entiende una sintaxis irre·guIar con palabras de regular coraje: ingenio detal hombre como tú, haber de salir para perderseen la virtud de tal mujer como yo. Que no puedemi paciencia tolerar que haya subido en corazónhumano el ilícito amor conmigo...

-Iré como aquel contra quien solamente la ad·versa fortuna pone su estudio con odio cruel, con­testé. La mala suerte, Marichela, yo sabía que seiban a oponer, pero yo no esperaba lo otro, me hanhecho tres trasfusiones, hoy otra, tengo sueño, malasuerte, Marichela...

Algún alivio siento en ver que tan presto seremosjutUos yo y aquél mi querido Calixto. Quiero cerrarla puerta porque ninguno suba a me estorbar mimuerte. Muchos días sou pasados que penaba por

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amor un caballero que se llamaba Calixto... Eratanta su pena de amor y tan poco el lugar parahablarme, que descubrió su pasión a una astuta ysagaz mujer que llamaban Celestina. La .cual, desu parte venida a mí, sacó mi secreto amor de mipecho. Descubrí a ella lo que a mi querida madreencubría. Tuvo manera cómo ganó mi querer. Or­denó cómo su deseo y el mio hubiesen efecto. Si élmucho me amaba, no vivía engañado. Concertóel tris,te concierto de la dulce y desdichada ejecu.ción de su volunta4. Vencida de su amor, dile en­trada en mi casa. Quebrantó con escalas las paredesdel huerto, quebrantó mi propósito. Perdí mi viroginidad.

No me han dicho nada de él, ni lo nombran enmi presencia. Ayer ha fallecido en una sala de estehospital.

Cortaran las hadas sus hilos, cortaro"n mi espe·ranza, cortaron mi gloria, cortaron mi compañía.Pues ¿qué crueldad seria muriendo él despeñadoqu~ viviese yo penada? Su muerte convida a lamía, convídame y fuerza que sea presto, sin di·lación...

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La tercera crónica francesa sobre el Caribe:la ' 'Relación del Viaje a las Islas de la

América" del Padre Pacifique de Provins

Por MANUEL CÁRDENAS

E N ESTAS PÁGINAS DAMOS A LA PUBLICIDAD LA PRIME-

ra traducción al español de la obra Relation duVoyage. des /sles de L'Amerique, del Padre Pacifi­que de Provins. Ni la obra, ni el autor son muyconocidos, aunque aquélla es de gran importanciahistoriográfica por tratarse de la tercera crónica-o Relación- francesa sobre el Caribe durante elsiglo XVII. Sobre el autor de la misma tenemosalgunos datos procedentes en su mayor parte de10 que nos indica Dampierre "en su "Essai sur lessources de L'Histoire des Antilles Fran~aises {l492­1664)", datos que a su vez están tomados de la bio­grafía que hizo el Padre Apollinaire I sobre nuestroPacifique de Provins. Nuestro autor entró a la ordende los Capuchinos en 1606. En 1622 deja Francia, ymarcha al Oriente en lo que podríamos llamar unviaje de exploración espiritual, con el fin de co­nocer los lugares donde podría fundar misiones desu orden. De este viaje nos queda una obra Relationdu Voyage d'e Perse que publica en 1631 la casade Nicolás y Juan de la Coste, la misma que publi­cará la segunda obra del Padre Pacifique y que esel tema que nos ocupa. Después de ese viaje, Paci­fique de Provins, en 1624, va a Constantinopla; vuel­ve de nuevo al oriente en 1626 para fundar misionesen Said, Alepo. Chipre y Bagdad. Vuelve a Fran­cia en 1629. En la primavera de 1635 marcha parala Isla de San Cristóbal, y según el Padre Du Tertre 2

fue uno de los tres primeros capuchinos enviadosa esta Isla. Vuelve a Francia de donde parte denuevo para América en 1640, estableciéndose en laSan Cristóbal. En los años siguientes no abandonó

1. .Trois utlres du P. Pacifique de Provins, capucin.initiateur des Missions des Capucins Fran~is en Oríentet aux Antilles; reimprimées par les soins du P. Apollinaircde Valence, r~ligieult du meme Ordre et précedées d'ünEssai biographique et bibliographique.. Roma 1890. .

2. Histoire générale des Antilles habitées par les Pran·~is. Edición 1667. t 1, pág. 59.

esta isla más que temporalmente, hasta que el iras­cible Señor de Poincy, enemistado con los capu­chinos, los expulsó de la San Cristóbal, volviendoel Padre Pacifique a Francia. Estamos en 1646.A partir de este momento no tenemos sobre nues­tro buen Padre más que leyendas. La más repetidaindica, que Pacifique de Provins, siempre infatiga­ble, partió una vez más para e"angelizar a los in·dígenas de América y que en 1653 encontró la muer·te a manos de los Salvajes por quienes fue devorado.

La ReZation du Voyage des Isles de L'Ameriquedel Padre Pacifique de Provins, aun cuando breve,es interesante por diversas razones. En primer lugarnos da una ligera muestra de los conflictos religio­sos de la colonización francesa, sobre todo en elcaso específico del Gobernador Levasseur de laTortuga. En segundo lugar deja ver la estrecharelación existeI!te entre el mundo eclesiástico y elaparato político administrativo de la colonia en­tiéndase en esto la Compañía de América, su; ofi.ciales y representantes, siempre defendidos y res­petados por el Padre Pacifique. En tercer lugar seplantea, indirectamente, la necesidad de la escla­vitud negra en la tarea de poner a producir lascolonias, repudiándose ,a los "engagés" -siervosfranceses- como medio para realizar dicha tarea.A la altura de 1645, Pacifique de Provins entiendeque esa producción colonial no puede ser otra queel monocultivo del azúcar. Asimismo, queda claroen la Relación el conflicto político internacio­nal en la tarea colonizadora de Europa en lasAntillas. Finalmente, y como cosa curiosa hemosde señalar la fuerte impresión que en Pacifique deProvins causa la leyenda de los Indios sobre laserpiente -el Escarbunclo-... de la Dominica, leyen­da que ya en esas fechas posiblemente era utilizadapor aquéllos para asustar a los europeos y difi-

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cuItar así la conquista: que éstos pudieran hacerde sus ya menguadas tierras. Pasemos pues a laRelación del Viaje a las Islas de la América, delPadre Pacifique de Provins.

Relación del Viaje a las Islas de la América, porel Padre Pacifique de Provins, Capuchino, Predica.dor, Misionero Apostólico y Prefecto Superior delas Misiones de su Orden en estos diSitritos y en laNueva Francia. París, casa de Nicolds y Juan dela Coste.

A MONSE~OR EL CONDE BRION, DUQUEDE ANVILLE, y Virrey de la América.

MONSE~OR

Cuando salí de París para venir a estos lugaresde América, donde (como vos muy bien sabéis) hesido destinado por nuestro Santo Padre el Papa, losEminentísimos Cardenales de la Sagrada Congre­gación de Propaganda Fide, y los Superiores de miOrden, para allí probar los medios de llevar a estosPueblos salvajes al conocimiento del verdadero Diosque nosotros adoramos, Plugo a la Reina MadreRegente el encomendarme hacerle una Relación sin­cera y verdadera de los cuidados, y diligencias, quelos Súbditos del Rey se toman para que la DivinaMajestad sea servida y honrada, en estos paísesque ocupan y habitan bajo su Real Protección, ylo que se puede hacer para la conversión de losInfieles, habiendo aquélla previamente testimoniadoel querer extender su Real y liberal mano a la con­tribución de una empresa tan Cristiana. Pero comono he tenido todavía el tiempo, ni he encontradolos embarques adecuados para encaminarme a laTierra Firme y acabar de hacer el descubrimientode estos Pueblos, yen que disposición se encuentran,para allí acrecentar y agrandar el Reino de Dios, hecreído un deber aplazar y diferir algún tiempo másesta Relación de piedad a serle enviada a aquélla.y desde que hubo placido al Rey y a su MajestadRegente, honraros con la calidad de Virrey de todosestos países de la América, que están y serán ad­quiridos en el futuro para Dios y para la Coronade Francia por medio de vuestros cuidados, por lagenerosidad de vuestro coraje y por vuestra singularpiedad, no puedo dedicar a alguien (después de suMajestad) más conveniente que a Vos, Monseñor,esta pequeña Relación de honesta curiosidad, su­plicando a Vuestra Excelencia, hacerle encontrarbuena mi demora a su Majestad Regente, y asídaros (mientras tanto) un momento de distraccióncon la lectura ~e esta Relación que os envio, sobrelo poco que he visto del país, aunque no ignoroque una más amplia ha sido hecha, hace poco, porun buen Padre Jesuita. No obstante, como mi pocotiempo libre, y mi impaciencia me hace amar la

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brevedad y huir de las ampliaciones y artificios dela Retórica, me es suficiente con dejar impresarlas simples verdades en los Espíritus a los que medirijo; y me imagino, que si entre ellos se encuen­tran otros lo bastante impacientes como el mío, noaborrecerán esta brevedad; y si vuestras tareas enla Corte no os pueden permitir una larga lectura,vos agradeceréis tanto más esta, ya por su brevedad,como por haber sido dirigida a vuestra Excelencia,

Monseñor

PorVuestro muy humilde y muy obediente

servidor en nuestro Señor,Hermano Pacifique de Provins, Capuchino

indignoEn la Isla de la Guadalupe, 2 de septiem­

bre de 1645.

DE NUESTRO EMBARQUE EN LA 'ROCHELLE

Para las Islas de la América

Si nuestro Señor, que es todo bondad, tenía eldeseo de dulcificar las amarguras de este retrasode ocho meses que he tenido que sufrir, a la ca­rrera de puerto en puerto, para encontrar un em­barque, no 10 pudo haber hecho más sensiblementeque mediante el feliz encuentro que me ha hechotener en este viaje, en el que me había preparado,entre más de ciento cincuenta personas que seencontraban en nuestro barco como pasajeros, unaCompañía que no podía ser más deseada y agradablepara el largo y aburrido trayecto de mil seiscientasleguas de mar. Eramos seis Padres Religiosos, asaber, cuatro RR. Padres Jesuitas que iban a laMartinica en donde tienen una residencia, y noso­tros, dos Capuchinos. Entre los seglares, teníamosa Monsieur Hoüel, Gobernador de la Isla de laGuadalupe, y quien también es uno de los Señoresde la Gran Compañía de América. Gentilhombretan sabio, tan virtuoso y tan conocedor de todasuerte de Ciencias y Artes que no temo pasar poradulador delante de aquellos que 10 hayan cono­cido y que no tengan ninguna pasión en su contra;sus manos saben en él tanto como su cabeza, y sucabeza no sabe menos que sus manos, tan fácil es,prácticamente, resumir 10 que sabe.

Estaba también acompañado por un pequeñogrupo de Parisinos, todos hijos de familia de muybuena cuna y mejor crianza; todos gentes de valory de coraje. y de muy agradable conversación. Y auncuando el Capitán de nuestro Navío fuese Hugonote,al igual que todos los marineros, la autoridad delmencionado Señor Hoüel, quien se alojaba en elcamarote de este Capitán, nos fue tan favorable,

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que durante nuestro viaje no pasó día en que unode nosotros, por tumo, no dijese la Misa, y en esaocasión los padres que se encontraban bien, reci­bían la Santa Comunión,. y algunas veces los se­glares, que asistían todos; entonces cantábamos elVeni Creator y el Salmo por el Rey. En las vigiliasde las Fiestas, y en las Fiestas, al igual que losSábados y los Domingos, cantábamos Vísperas, se­gún el canto llano de la Iglesia, y el Salut, todoslos días, sin que ningún Hugonote 10 censurase;ellos, incluso, en estos momentos hacían sus rezosen la proa, aunque nosotros los hadamos en la popadel navío, que es el más noble lugar.

Nuestro Señor ha mostrado tener por tan grataesta pequeña alabanza que le ofrecía todo nuestrogrupo, que desde el momento en que nosotros le·vamos el ancla en la rada de la Rochelle y nos hi·cimas a la vela, hasta el otro momento de nuestrallegada a esta Isla de la Guadalupe, la mar y losvientos se pusieron tan felizmente a nuestro favor,que hizo brotar de la boca de nuestro Capitán, contodo y ser Hugonote -no obstante hombre muyhonesto y respetuoso- esta confesión pública, lle­na de gozo y alegría: .. Si Dios me hubiese dadoQuerubines para guiar mi navío no lo podría haberconducido más dulce y más felizmente", sobre todosi consideramos que en medio del gran ajetreo dehombres, mujeres y equipajes, los cuales, ordinaria­mente, engendran alguna infección perjudicial, nohubo ningún enfermo de fiebre, y muy pocos delmal de mar.

En quince días arribamos a las Islas Canarias, yal final de cinco semanas llegamos a esta Isla de laGuadalupe donde el Señor Gobernador descendióa tierra con todo su equipaje el 15 de mayo. Antesde descender aquel del navío, tuve el cuidado deno olvidar rendirle a mi mencionado Señor Gober­nador, el honor y la alabanza a que se hizo acreedorpor su caridad y piedad para con los RR. PadresJesuitas y para con nosotros; y aunque tenía elpropósito de pasar hasta la Isla de San Cristóbal, adonde -el navío iba, y aunque también los dichosPadres Jesuitas tenían el deseo de ir a la Isla dela Martinica, donde el navío debía de tocar antesde volver a la Guadalupe sus palabras de civilidad yhonestidad tuvieron tanto poder sobre las intencio­nes del Capitán, de los Padres Jesuitas y las nuestrasque no pudimos rehusamos. Así que el navío abordóprimeramente en la Isla de la Guadalupe, dondeél deseaba regalamos y hacernos volver a tomarla dulzura dl;l aire, y hacernos descansar antes d~

ir a nuestros destinos. En ello no encontré difi­cultad alguna ya que no me importaba dónde arri·bar, pues tenía el propósito de ver todas las Islas, yademás no teníamos otros muebles que llevar másque un pequeño cofre en el que teníamos nuestrosornamentos eclesiásticos. Sin embargo los PadresJesuitas se excusaron por las dificultades que ten·

drían para hacer descender del navío la carga deunas dieciocho barricas o toneles de ropas y géne.ros, cinco o seis cofres que llevaban a su casa en ]aMartinica, amén de tres servidores. No obstante, suexcusa fue inútil, ya que mi dicho Señor, el Go­bernador, se comprometió a prestarles su barca,adecuada para llevar a ellos, sus servidores y susequipajes hasta el frente de su residencia en laMartinica. Lo que se hizo al final de tres semanas,tiempo que ellos estuvieron con él, y nosotrostambién. Y yo, que deseaba aprovechar esta oca­sión para ver la Martinica, rogué a mi Señor, elGobernador, me permitiese ir acompañándolos, loque él hizo de muy buena gana, con la condiciónde que volvería a su casa en su barca, y permane·cería con él hasta la llegada del Señor Patroc1e,nuevo General de las Islas, que se le esperaba deFrancia, para ir a la Isla de San Cristóbal.

Habiendo partido de la Guadalupe con los Pa­dres Jesuitas, nos encontramos a diez leguas deaquélla una muy grande Isla llamada la Dominicaque no está habitada más que por Salvajes, y dela que hablaremos después separadamente; y des­pués de haber permanecido dos días con el anclaechada en su rada sin descender a tierra, continua.mas nuestra ruta hasta la Martinica que está asiete leguas de aquélla, y tuvimos el gran favor delCielo, ya que no fuimos sumergidos por las oleadas,ni fuimos empujados a la Nueva España, dada laextraordinaria irritación de los vientos y del mar.

Llegados a la Martinica no estuvimos en ellamás que tres días y fuimos muy bien recibidos yregalados por el Señor Du Parquet quien es enella Gobernador; Cenamos una vez en la casa delos RR. Padres Jesuitas que a ella nos invitaron.

Al salir de la Martinica nos dirijimos a la Do­minica, pero con un viento más favorable, y comonuestro barco estaba descargado de las personasque traía y de los estorbos de tantas mercancías, noquedando en él, además de los marineros, más quemi Compañero y yo, nos echamos de quince díasa tres semanas en visitar todo lo largo de estaIsla; descendíamos todos los días a tierra; con­versábamos con los Salvajes, tanto en el b~rco,

donde ellos nos venían a visitar en grupo, y dondetraían toda clase de frutos y de pescado, e inter­cambiaban cantidad de cosas con las gentes delmencionado Señor Gobernador, como en sus propiascasas, donde comimos y dormimos; y fuimos allírecibidos con tanta humanidad, en consideración almencionado Señor Gobernador. al que ellos amany tienen mucho afecto.

- Finalizada nuestra visita y comercio. nos vol·vimos siguiendo la costa de -una otra muy bellaIsla llamada María Galante, a donde los Salvajesde la Dominica van a hacer huertos, y de ellas nosfuimos a encontrar a la Guadalupe. en casa del

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Señor Gobernador, el cual viendo el deseo y laorden que yo tenía de pasar de las Islas a TierraFirme para descubrir si hay allí algunas Nacionesde Salvajes con las cuales se pueda hacer beneficioespiritual, se unió a mí en los intereses de nuestroSeñor con un celo sin reserva. El me ha prometidoenviarme, en algún momento, en un buen barco,hacia la tierra firme, el cual me llevará a dondedesee ir. Y para hacernos más satisfactoria laestancia con él durante este ínterin, es tan bueno,que como morada regular y reposo del espíritu hamandado hacernos un pequeño bohío o casa cercade la suya además de un pequeño Oratorio paraen él decir la santa Misa y hacer nuestras Oracio­nes, y nos la ha ofrecido como morada por si cuandotrabajemos en las islas vecinas de los Salvajes (quees nuestro deseo) sucediese que por cualquier mo­tivo, nos viésemos obligados a retirarnos y ausen·tamos de ellas por algunos días.

He ahí en resumen el curso de nuestra nave­gación hasta el presente. Queda por describiros lasparticul3:ridades de las Islas que hemos visto, y estasde las que estamos mejor informados, así como de]~s cosas notables que allí han pasado en el pocotIempo que en ellas estuvimos.

Descripción de algunas de estas Islas en particular

De la Isla de San Cristóbal

Hace tanto tiempo ya que está abierta la rutade .]a Isla de San Cristóbal a París, y de París a ]aSan Cristóbal'que no es necesario haber estado enella para saber que no tiene más de quince leguasde contorno, y que este poco espacio está poseídopor dos Naciones, Franceses e Ingleses, quienesestán establecidos separadamente y gobernados ca­da uno por un General en Jefe de cada Nación. Nohay allí más de tres mil franceses, frente a seismil ingleses. Y como ella es más pequeña que lasotras Islas de los Franceses, más poblada y mejorcultivada se considera que la estancia en ella esmás agradable en el momento presente que en lasotras. De ella, por tanto, no quiero decir nada más,no solamente por no haber estado en ella todavía"sino porque quiero mejor remitir a una pluma dis­tinta de ]a mía la publicación de los asuntos quele conciernen, que según las apariencias, son un pocoenfadosos y nos darían un buen volumen.

De la Isla de la Martinica

Esta Isla de ]a Martinica es muy grande; estáhabitada por franceses, que son a lo sumo unos mil,y por Salvajes en alrededor de cuatrocientos, los

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cuales tienen su distrito aparte. El Gobernador deesta Isl~ sobre los Fran~eses se llama el SeñorDu Parquet, muy bravo y corajudo Gentilhombre,que gobierna a su pueblo con toda satisfacción porla. parte de estos y quién, por este medio, ha" ad·quirido tanto crédito en el espíritu de los Salvajesde su Is]a que ellos hacen lo que él quiere, especial­mente el Capitán de estos que se llama el CapitánPiloto, pues él me ha dicho haber conseguido deeste Salvaje que haga cerca de su vivienda unapequeña casa y Capilla para alojar en ella a uno odos Padres Jesuitas con el propósito de bautizara sus hijos e instruirles para que recen a Dios, desuerte que yo creo que ahora que estos buenosPadres van a ser alojados allí, podemos esperarque su buena conducta y su celo rendirán grandesservicios a Nuestro Señor en beneficio de estaspobres almas. Este Capitán Piloto dijo un día alSeñor Gobernador (así es como él me lo ha contado)que por el amor que ]e tenía a los franceses que­ría que todos los hijos que naciesen de los Caribes ode los Salvajes a partir de ese instante llevasennombres de Franceses.

Esta Is]a es muy montañosa, aunque ti~ne al·gunas llanuras, pero estas no son de la mejor tierra,ya que están todas cubiertas de grava o de pequeñaspie~ras .puntiagudas que ]a hacen muy seca. La.neJor tIerra es la de las pequeñas montañitas quese llama? Mo~ros, diferentes de las montañas muyaltas e mhabltables; de manera que estas colinasson muy buscadas en el presente para habitarlas;también podréis tener el placer de ver a ]0 largode la ribera del mar cantidad de pequeños bohíoso casitas de caña, levantadas sobre la punta deestos Morros puntiagudos, como tantos gallos so­bre ]a cima de los campanarios en Francia. Y parasubir a una, donde dormimos una noche, os ase­guro que tuvimos que servirnos de manos tantocomo de pies y no obstante reculamos algunas ve.ces. Quiero creer sin embargo que no son tanmolestas a fin de cuentas. Los que en ellos viventienen ]a más grande dificultad en conseguir agua,pues no hay allí ni pozos ni fuentes, y los ríosno están tan próximos los unos de los otros, ademásde que la mayor parte de ellos son torrentes queno tienen siempre agua.

Es verdad que las raíces de ]a Mandioca, delas que se hace el pan en toda la América, y todaslas otras legumbres, y el tabaco también, se dande maravilla en ella. Pero aun cuando hubiere di­cho que los diamantes y las perlas finas allí sedan también fácilmente, creeré haber hecho inútilestodas esas ventajas, si os digo que hay en esta Isla,por todas partes, serpientes venenosas tan grandes,que no· hay colono alguno con la vida segura, nosolamente cuando va al bosque, o de caZa, sinocuando va de visita a un bohío, e incluso en su

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huerto, en su propio cuarto y en su propia cama,porque cuando aquéllas encuentran cualquier aber­tura entran y se ocultan en las casas. Un Gentil­hombre de mis amigos me ha asegurado haber ma­tado ocho en su cuarto. Y la hija de una Damaconocida mía ha sido mordida en la mano recien­temente, de 10 que ha muerto.

Esta verdad me disgusta decirla y no disgustamenos a aquellos que tienen interés en que esaIsla se pueble, pero la caridad y mi conciencia meobligan a publicarla, y vaya después quien quiera.

De la Isla de la Guadalupe

Esta Isla de la Guadalupe es la tercera y últimaIsla habitada por los Franceses bajo la incumbenciade los Señores de la Compañía. Puede haber allímil fraceses o aproximadamente. Es una Isla dela cual he visitado todo su alrededor; he examinadocuidadosamente todos los ríos y he atravesado lastierras, de las que he anotado con curiosidad todolo que tienen de bueno y de malo. Siempre os pue­do asegurar que no hay ninguna bestia inoportunani serpientes venenosas, y que de día y de nochese puede caminar con tanta seguridad en los bos­ques como en una casa bien cerrada. Es la másgrande de todas las que habitan los Franceses, yla más provista de las cosas esenciales y necesariasa un país; y es en esta donde los Franceses puedenesperar con el tiempo hacer el mejor comercio, yaque se está estudiando el poblarla y en poner aproducir los azúcares, que en ella se dan de mara­villa.

Esta Isla está dividida en dos por un canal obrazo que se llama el río salado, porque no es másancho que un río. Una de sus partes tiene casicuarenta y cinco leguas de contorno, y la otra otrotanto, las cuales son como dos bellas Provincias.Una de estas partes retiene el nombre de la Gua­dalupe. Esta Guadalupe está también dividida poruna larga cadena de montañas muy altas, como losAlpes que dividen la Sabaya del Piamonte. En 10más alto de estas montañas hay una llanura, enmedio de la cual hay un estanque que tiene alrede­dor de trescientas leguas de contorno; este lago seforma de una tan grande cantidad de fuentes quedescargan en él de todos lados, y en él forman muybellos ríos que son todo el ornato y la riqueza deesta Isla; además de estos hay también cantidadde otros que salen del pie de estas montañas cuyasaguas son muy buenas. Es posible que os 'asombréissi 05 digo que hay allí hasta cincuenta o sesentaríos, tanto pequeños como grandes, lo que encuen­tro muy cómodo para los Viajeros, ya que no secamina una legua sin encontrar algunos, los cualesen cierto tiempo se pueden atravesar sobre las

rocas, en otro tiempo el agua llega más o menoshasta medio cuerpo, y en otro se pueden pasarsobr~ tablas de madera. No hay más que cuatroo cinco que sean más profundo que eso, de loscuales algunos son navegables, sin embargo no pormucha distancia, excepto dos, únicamente, en loscuales yo he ido muy lejos, y los que encuentrotan bellos como el río Sena de París; juzgad cuantono embellece eso a un país.

La pesca es extremadamente abundante en todoel derredor de esta Isla, y el pez que en ella secaptura es muy bueno, no obstante de especiestotalmente diferentes a las nuestras. No hago ano­ta,ción de los frutos y árboles porque son igualesen todas las Islas, y en esta hay abundancia deellos y muy 'excelentes, de los cuales el Lavanas esel Rey, porque no tiene parecido en el mundo; y elCachiman la Reina; el producto de éste se extiendesobre el pan como la crema, o se come con la coroteza que tiene el mismo color y sabor.

Hay árboles de Guayaco, Quina, Canelo Blancoy Cafeillo, pero estos dos últimos no me parecenvaler 10 que los nuestros de Oriente, de la bondadde los cuales he tratado en mi Viaje a Persia. Nohay más que el Gengibre que sea tan bueno comoestos. Hay Gomeros Blancos.

Hay aguas minerales termales como las de Bor­bon en Francia.

Hay cantidad de minas de hierro, de las que hevisto hacer la prueba delante de mis ojos.

He visto cantidad de tierra de Jabón la cual seespuma en el agua y blanquea la ropa.

El arroz se da allí a perfección, como tambiénla vid, que hecha uvas tres veces al año y de lasque el vino es excelente; y es de éste que se tienegran necesidad en todos e.stos países, pues aquélevita mucho el que los hombres caigan enfermos,debido a que los calores, los sudores, y 105 tra­bajos, los debilitan grandemente, y el vino serviriamucho para fortalecerlos.

En fin, aunque yo vea que la mayor parte delos Franceses que vienen aquí se vuelven a Franciaal término de seis años tan poco cargados de mo­nedas de oro como cuando llegaron, no me impe­dirá ello a acusar primero la mala administraciónde ellos o a la mala suerte que persigue a algunaspersonas, puesto que la tierra y el país son muybuenos de suyo. Es bien verdad que para encon­trarlo todavía mejor es necesario tener Un pequeñonúmero de Esclavos Negros en lugar de servidoresFranceses.

En esta Isla hay dos residencias de Padres Ja­cobinos que allí han sido llamados e introducidospor los Señores de la Compañía, para administrarlos Santos Sacramentos a los habitantes de las Is­las y ejercer en ellas las acciones Parroquiales, nohabiendo allí más eclesiásticos que ellos. En otro

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tiempo, hubo en ella .dos de nuestros HermanosCapuchinos, de los que he visto las sepulturas; mu­rieron poco tiempo después de su llegada y no fue­ron enviados allá otros más de aquéllos; en el pre­sente serían inútiles, ya que estos buenos Religiosostienen bastante celo y coraje para suministrar unbuen número de ellos cuando hubiere necesidad, yno faltarán de edificar a estos pueblos, como esde creerse, con su doctrina y buen ejemplo. Es loque debemos esperar de ellos aquí y en otras partes.

Antes de salir de esta Isla es necesario que paradaros un momento de diversión inocente, os hagopartícipes de la más grande e inocente recreaciónque haya tenido en la contemplación de un pequeñoanimal llamado soldado, que me parece participarde todas las características propias de la Natura­leza de un Soldado o de un Gendarme.

1. No es ni carne, ni pescado; vive en tierra yen el agua; tal como el Soldado come lo que en­cuentra, carne o pescado, Viernes y Domingo.

2. Cuando' nace corre a la ribera del Mar abuscar alguna casa donde alojarse y toma algunaconcha apropiada a su tamaño, en donde se accrmoda como si fuese un caracol que hubiese nacidodentro de ella, hasta que crece y engorda allá aden­tro, por lo cual abandona esta morada y busca otramás grande, y así, de tiempo en tiempo, cambia decasa, a la de los demás; así hace el verdadero sol­dado, que después que se ha acomodado a 10 que hapodido coger en casa de su huésped no hace másque entrar en otra para hacer lo mismo.

3. Cuando vais a apresar a este animal, quienno es mucho más grande que un caracol, peroprovisto de boca y garras como de cangrejo,' seagarra de tal manera a 'la mano o a 10 que le hayáisexpuesto que no deja jamás la parte que ha aga­rrado; así es un verdadero soldado, que cuandose ha convertido en dueño de alguna plaza, la guardacon la vida.

4. Este pequeño soldado tiene algo bueno decomer y yo lo he comido, pero no es ello ni sucabeza donde están los dientes, ni sus manos gan­chudas; todo eso no vale nada; no tiene bueno másque el lomo; como sabéis, del Gendarme no sequiere ni la cara, ni los dientes, ni la lengua queblasfema, ni las manos ganchudas que roban, sinoúnicamente la espalda. Todo 10 que digo aquí, esoscambios de casa y todo lo demás, lo he visto yanotado con placer en varias ocasiones.

Víveres que se encuentran en esta Isla yen algunasotras vecinas

En cualquier lugar de esta Isla, ya sea en losbosques, en campo abierto, e incluso en los caminos,cualquier niño, por pequeño que sea, encuentra, en

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lugar de pescado o carne, cangrejos en los pequeñosagujeros; esos cangrejos no necesitan ni de salsani de sal, si no dejarlos a fuego lento, vivos, omuertos, en donde se cuecen en un momento; doso tres son suficientes para una comida; los ricosy los pobres comen de ellos sin cansarse. Y enlugar de pan, hay una cierta raíz gruesa como unnabo, que nace como despechadamente cuando se laplanta, la cual se hierve o se asa y alimenta extra­ordinariamente. Esta raíz se llama Patatas, y estan buen alimento que no hay ningún animal nipájaro que no coma de eUa, tanto de la raíz comodel follaje, u hojas, que se comen como las espina­cas. Los caballos comen de ella, los cerdos, los pe­rros. las gallinas, los periquitos y otros animales.No hay más pan para comer que ese.

Algunos tienen gran repugnancia de venir a estepaís; o si están allá permanecer en él porque (di·cen) que falta el pan y el vino, que son las dosbases de la vida. Sin embargo yo los acuso de serignorantes, o maliciosos, y de sembrar rumores;pues aunque hace poco tiempo que yo estoy aquí, eltrigo candeal de Francia y el de Berbería que ncrsotras hemos plantado, los dos han germinado ya,y no únicamente han brotado hierbas y cañas sinespigas, sino que los dos han granado esperándoseque en pocos días estarán en sazón. El de Berberíase da mejor. El mijo también se da allí a la per­fección, dos veces al año, y aun cuando no creciesenni el uno ni el otro, os aseguro que cuando el pande raíz de Mandioca (que se llama Casabe) estábien hecho, yo lo como de mejor gana que nuestropan de Francia; sin embargo no sostiene tantocomo éste.

En cuanto al vino, he estado en una casa deesta Isla en donde había una pequeña viña plan.tada hacía dieciocho meses, de la cual la Dueña dela casa me aseguró que había recolectado cincoveces uvas maduras. Y por no contar más lo quehe visto con mis propios ojos, os diré que cuandollegamos aquí en el mes de Junio encontramos quelas uvas de la viña del Señor Gobernador estabancasi maduras; comimos de eUas y poco después sevendimió toda la viña; después una parte se podópor el pie, dejándose las otras cepas sin podar. Loscuatro o cinco bancales de la viña que fueron pcrdados echaron retoños a los tres dlas; a los ochovolvieron a echar ramas, y a las tres semanas esta­ban cargadas las vides de uvas. Los otros bancales,que después de haber sido vendimiados se dejaronsin podar, también han echado ramas nuevas, en10 alto de las cuales tienen gruesas uvas, de lasque en el presente tomamos su jugo, que está muyfuerte, pero en un mes aquellas estarán maduras.Juzgad por ello la bondad del país. Y aun cuandono creciese ni el trigo ni la vid, vienen tantosnavíos Franceses, Ingleses y Holandeses que os

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podéis aprovisionar de lo uno y de lo otro a buenprecio cambiándolo por tabaco o azúcar. Azúcarque algún día habrá en tan gran ;tbundancia enesta Isla de la Guadalupe -ya que los Señores dela Compañía persisten en su deseo de cultivarla­que no dudo que en pocos años esta sola Isla noabastezca a toda la Francia, ya que el azúcar enmanos de los Portugueses y los Holandeses se con·vierte en algo inútil ya que íla envían a los Fran­ceses, en su mayor parte falsificada y mezcladacon cal, como yo lo he visto hacer en algún lugar,cosa que es muy perjudicial a la salud de los Re·yes, Príncipes y todos aquellos que la usan, a loscuales mi conciencia me obliga a darles este aviso;y cuando sea necesario yo nombraré a estos quehacen esos fraudes y convierten el azúcar no sola­mente en algo mortal sino en algo muy insípido,que en lugar de un litro se necesitan dos paraconseguir el dulzor y el sabor que se desea. Quese pueble esta Isla únicamente y se verá lo queella dará bajo la buena dirección del Señor Go­bernador, quien no escatima allí ninguno de suscuidados.

De la Isla de la Tortuga

Sin otro conocimiento de la Isla de la Tortugaque el que me ha sido dado por estos que en ellahan vivido, la vaya describir en muy pocas pala­bras. Está abitada únicamente por Franceses queson en un número de doscientos o doscientos cin­cuenta hombres, el Gobernador de los cuales es unllamado le Vasseur, quien no se tiene por depen­diente de estos Señores de la Compañía porquedice haberla adquirido a sus expensas.

Esta Isla es muy pequeña y montañosa y novaldría nada sin la gran Isla de Santo Domingodonde están los Españoles, la cual no está másque a dos leguas de ella, y a donde los francesesvan a robar, a hacer correrías y a la captura d17vacas de las que sacan gran cantidad de cueros, ya por otros animales y géneros que les valen mu­cho. Hacen algunos pequeños negocios con los na.víos que hacen escala en ella para esperar losvientos, y con los que se ven obligados a repostar.

Si la tierra de esta Isla no vale apenas, los ha­bitantes no valen más por lo que concierne a laReligión; ya que el Gobernador y los habitantes soncasi todos Heréticos, los cuales en contra de lasOrdenanzas del Rey y las órdenes llevadas porlas Comisiones de su Majestad les impiden a lospocos Católicos que en ella hay de profesar el ejer­cicio de su Religión, habiendo apresado a un Curaque allí se encontraba, y mandado hacer la oraciónpúblicamente a un Ministro; así que la mayor partede los Católicos se pervierten, 10 que merece uncastigo ejemplar.

Lo que encuentro no menos criminal y de lo que

tengo testimonio ocular, es que los habitantes He­réticos de la -Tortuga han dado Comisión a algunosde sus Corresponsales de la Rochelle para que lesenvíen algunos servidores de Francia por tres años,y como esos Corresponsales saben que estos rehu­sarían ir debido a que no encontrarían allí Cató­licos, les hacen creer en la Rochelle que los llevana la Isla de San Cristóbal, y una vez que están allálos revenden al doble a los Factores de la Tortuga,los cuales los llevan a ésta en el primer navío quepasa; así, y por estos medios, llevan a estas pobresovejas a los lobos, con peligro de su salvación, alestar privados del ejercicio de su Religión. Consi·derad si ello no merece que el Rey mande a esteGobernador o retirarse o mantener algunos Sacer­dotes como hacen los Señores de la Compañía.

De la Isla de la Dominica

Al comienzo de esta Relación os hice saber cómofuimos a esta Isla de la Dominica, y como ellaestá habitada nada más que por Salvajes allí reco­gidos, los cuales han sido capturados por los Cris­tianos tanto en Tierra Firme como en la Islas ve­cinas que le han sido arrebatadas, encontrándoseen ella alrededor de tres mil Almas, según el cálcu­lo que hemos hecho del número de sus Carbetsbohíos y casas, y del número de ellos que puede~haber en cada una de esas viviendas. Sería unabella y buena cosecha para el Reino de nuestroSeñor si pudiésemos ganar alguna alma, tal comoesperamos y tanto deseamos.

Esta Isla tiene más de quince o dieciocho le­guas de longitud; es muy montañosa pero no hayen ella ninguna bestia ni serpiente venenosa, excep­tuando una gran culebra que hay en el río de lagran Rada, y que es la causa de que no se habitetan cerca de este río. He bebido el agua de esterío y la he encontrado buena, y no se dice de nadieque haya sido herido por esta culebra. Hay unafuente mineral termal en la ribera del mar, en estagran Rada; nosotros mismos la hemos descubierto.Hay también una muy bella sulfatara al extremode la Isla del lado de la Martinica, a sotavento dela Isla.

No me puedo callar una cosa que encuentro muydigna de westra mayor curiosidad que sé por elinforme de los Salvajes de este lugar, quienes laafirman sin excepción; y es ésta. que al lado de adde la mencionada sulfatara, a barlovento, en la fal­da de una montaña gemela y bifurcada, nos mostra­ron una gruta o caverna en la que, dicen ellos, seesconde un dragón al que llaman Escorbunclo, elcual tiene en la cabeza, sobre la frente una granpiedra preciosa roja a la que llaman también Es·carbunclo, por el nombre del animal, y la cual es

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de un precio inestimable. Y como nosotros le pre­guntásemos porque no)o mataban con las flechas,nos dijeron que algunos lo habían intentado peroen vano ya que esta bestia los había matado. Yono sé si esto es una fábula o una verdad, pero séciertamente y os aseguro haber visto un tipo deexcremento rojo como la escarlata que decían habíasalido de esa bestia, y lo he visto en los alrededo­res de esta montaña por donde la bestia se pasea.Ese excremento hace una muy bella pintura y sediluye bien con aceite.

De la I sJa Antigua

Antigua es una Isla bastante pequeña, habitadapor Ingleses, los cuales cansados de las guerrasen su país, como con los Franceses, vienen a buscaren estas Islas abandonadas, algunos lugares de re­tiro donde puedan vivir en tranquilidad con lopoco que la tierra quiera darles a cambio de sutrabajo. Sin embargo ellos vuelven a encontrar esadesgracia en este país, o mejor, traen consigoesa desgracia, ya que utilizan las traiciones y perfi­dias diariamente con los pobres Salvajes, a los quetoman por esclavos cuando los pueden atrapar; loque hacen muy frecuentemente al enarbolar ensus navíos el estandarte de Francia que atrae a aqué­llos, ya que saben que estas pobres gentes amana los Franceses; esto los hace tan odiosos a losSalvajes que no pueden sufrir el nombre de Inglésni su vecindad.

Es por ello que los Caribes o Salvajes de laDominica, sabiendo que los Ingleses se habían es­tablecido en la Antigua, tuvieron Consejo de Gue­rra para deliberar si se aguantarían con ello o no;habiendo concluido negativamente, fijaron el día pa­ra la ejecución de sus planes. Llegado tal día,final de Julio de 1635, armaron seis piraguas obarcos de cuarenta o cincuenta hombres cada uno,y arribando a la Isla de la Antigua al nacer el día(como es su costumbre ordinaria y propia, para sor­prender a sus enemigos en la cama) pusieron piea tierra y descendieron los hombres, con excepciónde un número suficiente de ~los para guardarsus barcos y resistir a sus enemigos en la retirada,en el caso de que ellos fuesen rechazados.

Tan pronto como descendieron a tierra se fue­ron a la zona donde las casas de los Ingleses estabanmás alejadas las unas de las otras, y las atacaroncon los gritos y alaridos que acostumbran hacerpara poner en sobresalto a sus enemigos y espan­tarlos, tal como hacen los Turcos en Oriente. Estaestratagema no les resultó más que en parte, pueslos Ingleses habiéndose alarmado por estos gritosno se dejaron capturar sino que pusieron pie atierra, y en camisa, se salvaron en las montañas,con excepción de algunos fugitivos que fueron ma-

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tados a flechazos, y tres o cuatro muchachas omujeres que fueron capturadas en sus camas, yun viejo, que se llevaron como esclavos a la Do­minica; también se apoderaron de las ropas y mue­bles que encontraron apropiados. Algunos de estosSalvajes a la vuelta de esta guerra han venido aquía visitar a nuestro Gobernador; yo los he visto yhe hablado con uno de ellos, quien me ha contadola historia como la he puesto aquí por escrito; esemismo ha vendido aquí a un Francés un traje deun Inglés que trajo de allá; en el bolsillito de arribade las calzas encontró este Francés algunas pie.zas de plata.

Lo que es de deplorar es la desgracia de estaspobres muchachas y mujeres cautivas de quienesestos Salvajes abusan a placer y las que posible­mente morirán en la primera bribonada que lesharán los Ingleses, que no habrá de faltar.

De la Isla de Santa Cruz

No era mi intención el enfrascarme en hacerosestos Tratados particulares de las Islas donde yono he estado, mas sin embargo han pasado cosascuriosas en ellas, desde ·que estamos aquí, de lasque he tenido fortuitamente testimonio directo debuena parte de las mismas, lo que me ha hechotener una idea general, como podéis haber vistopor la susodicha Historia de Antigua como ha­bréis de ver por lo que ha pasado en Santa Cruz.

La Isla de Santa Cruz es una Isla muy pequeñaque está a treinta o cuarenta leguas de San Cris­tóbal y de aquélla. Comenzó a ser habitada por losHolandeses, los cuales aun cuando eran un pequeñonúmero, que no pasaba de cincuenta hombres,eligieron entre ellos un Gobernador. Poco tiempodespués, algunos Franceses e Ingleses, habiéndoseretirado de la San Cristóbal, vinieron a ofrecerseal Gobernador Holandés, quien considerando queno la podría ocupar toda y defenderla debido a lapoca gente que ellos eran, allí los recibió muy ama­blemente. Cada uno tomó su puesto donde lo creyómás provechoso. De esta manera en paz y buenainteligencia vivieron largo tiempo, bajo el mandodel 90bernador Holandés, hasta el mes de julio delpresente año de 1645.

En este mismo mes, los Franceses y Holandesesse dieron cuenta que en el distrito Inglés habíaallí dos o tres que falsificaban el tabaco. El Gober­ttador Holandés, habiendo sido advertido de ello,envió a buscar a los falsificadores, les hizo aprendery les mandó poner los hierros y la cadena. Los In­gleses, indignados por los malos tratos dados asus Compatriotas, y por esa violencia, no obstantejusta, resolvieron hacer lo mismo a los Holandeses.Enviaron a capturar prisioneros a mano armada. ElGobernador picado por esta audacia y temeridad

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de los Ingleses, les envió a su primer Capitán, lla­mado el Capitán Denis quien después de haberlesdado las quejas del Gobernador, al cual, él vió, queno tenían en gran cuenta, les amenazó con atenersea las consecuencias, si no soltaban a los prisioneros alo que no hubo satisfacción alguna, además deque él mismo fue arrestado y hecho prisionero porlos Ingleses. '

La noticia de esta detención irritó de tal maneraal Gobernador Holandés, que envió inmediatamentea llamar a los Franceses de quienes recibió la pa­labra de que se unirían a él por los intereses comu­nes, que estaban manifiestamente lesionados poreste temerario proceder de los Ingleses. Les hizotomar las armas a todos, tanto a los Francesescomo a los Holandeses, para ir contra los Inglesesy volverlos en razón, aun cuando los Ingleses eranpor lo menos doscientos, número que sobrepasabaa los de las otras dos naciones juntas.

Los Ingleses advertidos de esta resolución sepusieron en armas; viniendo a ponerse en las barbasde su~ enemigos, acamparon en lugar ventajoso,colocando al Capitán Denis, su prisionero, en mitaddel batallón. El Gobernador, viéndolos así acam­pados, se les enfrentó y dio la voz de carga, quefue tan furiosa que desde el principio hubo ochoIngleses muertos, sin contar los heridos, y del ladodel Gobernador no hubo más que dos heridos de loscuales el Gobernador fue uno, herido de muerte,aunque vivió todavía varios días; y su Teniente,que fue muerto sobre el campo. La carga, no obs­tante, continuó tan ardiente por parte de Francesesy Holandeses, que los Ingleses se vieron en lanecesidad de huir y dejar el campo de batalla, yabandonar al Capitán Denis. su prisionero; ellos des­cargaron su rabia sobre él, y le dieron tantas cuchi­lladas de espada que creyeron haberlo dejado muer·to sobre el campo. Pero los franceses habiéndoseconvertido en dueños del campo y del prisionero,lo llevaron al fuerte con el Gobernador herido.

Pocos días después, el Capitán Denis se enconotró fuera de peligro, y el Gobernador, por el con­trario, en los albores de la muerte; el Gobernadorhizo venir a Franceses y Holandeses a su presencia,y les rogó que aceptasen como su sucesor en laGobernación al Capitán Denis, en lo que estuvieronde acuerdo.

Al mismo tiempo se vino a dar aviso al Gober­nador, agonizante y languidecente, que los Inglesescomenzaban a fortificar una plaza para convertir­se en amos de la Isla. Esta nueva despertó de talmanera los espíritus, medio muertos, de este pobreGobernador, que tuvo fuerza suficiente para ex­hortar al Capitán Denis, su sucesor, a no sufrir lainsolente rebelión de los Ingleses. Esta exhortaciónhizo de tal manera tripas corazón en este Capitán,todavía no enteramente curado de sus heridas, quepartió en armas derecho al fuérte comenzado por

los Ingleses, acompañado por los Franceses, y lesobligó a dejar la plaza y rendir las armas, lascuales les fueron inmediatamente tomadas. Peroal final, a estos hipócritas vencidos, que habíanaparentado reconciliarse, que se habían humilladodelante del nuevo Gobernador y que habían pro­metido vivir en el futuro en buena inteligencia, lesdevolvió las armas. Aquellas buenas intenciones noles duró mucho tiempo, como traidores que eran;se beneficiaron del poco tiempo que duró esta pazpara fortalecerse en contra del Gobernador y encontra de los Franceses, y enviaron, secretamente,emisarios a las Islas vecinas donde hay un grannúmero de sus Compatriotas, como San Cristóbaly la Isla de las Vírgenes, e hicieron venir a másde trescientos Ingleses, de suerte que entre todoshacían unos quinientos o seiscientos hombres, entrelos cuales vinieron dos hombres de Mando, a saberel Gobernador de la Isla de las Vírgenes, y un Ca­pitán de la Isla de San Cristóbal, los' cuales lle­garon al distrito de los Ingleses burlando a los Fran­ceses y Holandeses.

Tan pronto como llegaron, se pusieron todosen armas y vinieron inmediatamente a atacar lacasa o fuerte del Gobernador Holandés, declarán­dole guerra abierta, si no hacia salir a los Francesesde la Isla, o permitía que ellos los capturasen. A locual el pobre Gobernador no sabía qué responderpor no estar en libertad para ello, ni podía decirsus sentimientos, previendo que después de serdebilitado por la pérdida de los Franceses, le harían,a su vez, la misma cosa. Todo lo que pudo hacer,fue decirles: Que ellos eran los amos y tenían lasfuerzas en la mano. Después que el Gobernador leshubo dado libertad de acción, y ellos la tomaron,con las mismas, se fueron al distrito de los Fran­ceses a los cuales, habiéndoles hecho la proposiciónde salir fuera de la Isla con armas y equipaje omorir, se vieron obligados, visto el pequeño nú­mero que eran, a aceptar la proposición de salirde la Isla con las armas y el equipaje que pudieranllevar, y serian llevados a la Isla de Franceses queellos quisieran escoger. Ellos escogieron esta Islade la Guadalupe, donde estoy en el presente.

Al final nuestros Franceses llegaron a esta Islade la Guadalupe en este mes de Julio de 1645, dondefue detenido el navío y el Capitán a petición de losmismos Franceses que había llevado.

El doble delito de este pobre Capitán por elque se determinó el fin de su persona y el de sunavío era que había traído a estos Franceses deuna Isla sin Comisión del Gobernador, sino por laorden de un puñado de rebeldes, y como los traíasin Comisión del Rey de Inglaterra, ni del Almi­rantazgo, ni de los parlamentarios, se juzgó queera pirata franco y asaltador de la mar, al igualque otro inglés que, en última instancia, contratoda Ley, se apoderó del navío del Capitán Bouline

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