Revista del Instituto de Cultura

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10, 1973 REVISTA Sal; lIjan PImto Rjt»

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Primera serie número 59, abril - junio de 1972.

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ABR:~··..i. 10, 1973

REVISTA

Sal; lIjan tÚ PImto Rjt»

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s1v T.AINSTITUTO

EDEL

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

R

JUNTA DE DIRECTORES

CarJos Conde, Presidente

Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Elías López Sobá

Arturo Santana - Esteban Padilla

Milton Rua

Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegría

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XVI 1973

ABRIL-JUNIO

Núm. 59

SUMARIO

El cultivo de la oratoria en Puerto Ricopor Josefina Rivera de Alvarez . 1

Exposiciones de Luis Germán Cajiga . 7

Crítica y Teatro en Puerto Rico: Una propuestapara su revitalización

por Juan Luis Márquez . 9

Guajana (rPoesía)por OIga Ramírez Arellano de Nolla 15

El pensamiento de Hostos (1839-1903)por María Teresa Babín . 17

Sevilla y Canarias en Puerto Ricopor Francisco Morales Pádrón 23

Aspectos etnológicos aborígenes y actuales, deluso de la guáyiga y sus derivados en SantoDomingo

por Marcia Veloz Maggiolo . 33

La búsqueda interminable (Poesía)por Clara Cuevas . 40

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Pardo adonis (Poesía)por Clara Lair . 17

Exposición de Carlos Raquel Rivera 19

El maquinismo en la poesía puertorriqueñapor Héctor Andrés Negroni . 21

Artefactos taínos de jade en Puerto Ricopor Raymond J. Smith 25

Elogio a Salvador Braupor Eugenio Fernández Méndez . 29

Exposición de dibujos de Juan Ramón Velásquez . 32

Las carreras de San Juan y San Pedropor Manuel A. Alonso . 34

Jacques Bouton primer cronista francés del Ca­ribe

por Manuel Cárdenas Ruiz 37

Gala Hernández y la lírica popular puertorriqueñapor Matilde Albert Robatto . 44

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUE.Ñ:A

Director: Ricardo E. Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trinaestralmente

Suscripción anual....... $2.50Precio del ejemplar $0.75

[Application for second class mail privilege pending atSan Juan, P. R.]

.DEPÓSITO LEGAL: B. 3343 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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COLABORADORES

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HÉCTOR ANDRÉS NEGRONI. Militar puertorri­queño, tiene el grado de Capitán de laFuerza Aérea de los Estados Unidos. Seha destacado por su interés en la historiamilitar de la Isla. Se desempeña en laactualidad como profesor auxiliar de es­pañol en el Departamento de Lenguas Ex­tranjeras de la Academia de la FuerzaAérea de los Estados Unidos, situada enel estado de Colorado. Ha colaborado enla Revista del Instituto de Cultura Puer­torriqueña.

RAYMOND J. SMITH es un destacado geó­logo que ha participado en los estudiosgeológicos que la División de Exploracio­nes Mineras de la Compañía de Fomentoha venido realizando en el país. TrabajaeJl la Escuela de Minas de Colorado, Es­tados Unidos.

EUGENIO FERNÁNDEZ MÉNDEZ. Nació enCayey, y realizó estudios superiores en lasUniversidades de Puerto Rico y Columbia.Fue presidente de la Junta de Directoresdel Instituto de Cultura Puertorriqueña.Ha publicado: Filiación y sentido de unaisla: Puerto Rico, Tras siglo (poemas),Salvador Brau y su tiempo, La identidady la cultura: críticas y valoraciones entorno a Puerto Rico, Conceptos fundamen­tales de antropología física, Historia dela cultura en Puerto Rico, Crónicas dePuerto Rico (2 vols.), Ensayos de antro­pología popular, Las encomiendas y laesclavitud de los indios de Puerto Rico,Antología de la poesía puertorriqueña. Esprofesor en la Facultad de Ciencias So­ciales de la Universidad de Puerto Rico.

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WILFREOO BRASCHI, nació en 1918 en NuevaYork. Hizo sus estudios secundarios en laEscuela Superior Central de Santurce yobtuvo su Bachillerato en la Universidadde Puerto Rico. Realizó estudios hacia elDoctorado en Filosofía y Letras en laUniversidad Central de Madrid. Ha publi­cado los libros: Cuatro Caminos (1963),Metrópoli (1968) y Nuevas relaciones pú­blicas (1969). Ha obtenido dos veces elpremio de periodismo otorgado por el Ins­tituto de Literatura Puertorriqueña (1941­1955) Y una vez el premio de literatura(1969) por su libro Metrópoli. Actualmenteocupa el cargo de Profesor en la EscuelaGraduada de Administración Pública de laUniversidad de Puerto Rico.

SALVADOR TI6 MONTES DE OCA. Uno de losmás destacados periodistas puertorrique­ños del presente, también se ha dedicadoal ensayo y a la poesía. Su prosa está "en­marcada dentro de la trayectoria satíricay humorística. En 1954, la Universidad dePuerto Rico publicó su libro A fuego lento(Cien columnas de humor y una cornisa),selección de los artículos de crítica socialy literaria de carácter polémico publicadosen la prensa del país. Ha sido miembro dela Junta de Directores del Instituto de Cul­tura Puertorriqueña y actualmente dirige~a Editorial de la Universidad de PuertoRico.

RAMíREz DE ARELLANO, DIANA. Poeta, ensa­yista y crítica literaria, nació en NuevaYork en 1919 y se educó en Puerto R·ico.Doctora en filosofía y letras de la Univer­sidad de Madrid (1952), ocupa una cátedrade lengua y literatura españolas en el CityCollege de Nueva York. Ha publicado lossiguientes poemarios: Yo soy Ariel (1947),Albatros sobre el alma (1955), Angeles deceniza (1958). Premio del Instituto de Li­teratura Puertorriqueña, del Club Cívicode Damas y del Ateneo Puertorriqueño,Un vuelo casi humano (1960) y Privilegio(1965). Es autora, además, de las siguientesobras en prosa: Los Ramírez de Arellanode Lope de Vega: contribución al estudiode las comedias genealógicas (1954) y Ca­minos de la creación poética en PedroSalinas: versiones primeras y autógrafasde "La voz a ti debida".

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MANUEL A. ALONSO nació en Caguas. Hizosus estudios secundarios en el SeminarioConciliar de San Ildefonso, en San Juan,y se doctoró en Medicina en la Universi­dad de Barcelona. Fue, uno de los jóvenespuertorriqueños que en la Ciudad Condaleditaron el libro titulado "Album Puerto­rriqueño", primera obra importante denuestra literatura. Ejerció por muchosaños su profesión primero en Galicia yluego en Madrid, a la vez que colaborabaen la prensa propagando la implantaciónde reformas liberales en Puerto Rico. A loscincuenta años regresó a su patria, dondecontinuó su actividad profesional, literariay política. Militó en el partido Liberal Re­formista y durante algún tiempo fue di­rector del periódico "El Agente". En susúltimos años desempeñó la dirección delAsilo de Beneficencia. Como escritor cul­tivó los estudios de costumbres, dedicán­dole gran atención a la vida del campesinopuertorriqueño. Sus trabajos literarios sehallan recogidos en el libro titulado. "ElGíbaro" del que se han hecho varias edi­ciones.

MANUEL CÁRDENAS RUIZ. Es profesor delDepartamento de Ciencias Políticas de laFacultad de Ciencias Sociales de la Uni­versidad de Puerto Rico. Junto con Euge­nio Fernández Méndez ha publicado diver­sos ·artículos de crítica de arte en revistasy periódicos del país.

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El cultivo de la oratoria en Puerto Rico

Por JOSEFINA RIvERA DE ÁLVAREZ

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LA ORATORIA SAGRADA DE LOS SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

EL ARTE DE MANIFESTAR EL PENSAMIENTO EN EL DIS-

curso oratorio público mediante el empleo delconveniente lenguaje oral, de timbres más eleva­dos y nobles que los de la prosa corriente, a losfines de instruir, persuadir o excitar los ánimos ymoverlos a una acción determinada o con el sim­ple propósito de proveer motivos de deleite espiri­tual o intelectual, arte cultivado en España y enEuropa como herencia de la antigua civilizaciónclásica grecolatina, tiene expresión temprana ennuestro pafs, desde los albores mismos de la co­lonia española en el siglo XVI. En el primigenio am­biente colonial puertorriqueño -y antillano en ge­neral-, el cultivo del discurso oratorio presentasus inicios al calor de la institución de la Iglesiacristiana, a través de los sermones, panegíricos yoraciones fúnebres que pronuncian sacerdotes yfrailes varios en cumplimiento de ceremonias ecle­siásticas y otros servicios de igual vinculación re­ligiosa. Tal vez fue la figura más destacada entrelos oradores sacros de la primitiva fundación espa­ñola de Puerto Rico el ilustre Fray Antonio de Mon­tesinos, quien vino al país en 1521, junto a otrosmiembros de su orden, para auxiliar las funcionesinquisitoriales del obispo Manso y fundar en SanJuan el monasterio dominico de Santo Tomás deAquino. Su fama de elocuente orador sagrado sefundamentaba a su arribo a Puerto Rico en lossermones que había pronunciado en la ciudad deSanto Domingo de la Española, diez años antes,en defensa de la raza aborigen de estas islas, some­tida a esclavitud por los conquistadore5 españoles.La más memorable de sus piezas de oratoria -es­critas con anterioridad a ser pronunciadas en pú-

blico y aprobadas y firmadas por toda la comuni­dad de los dominicos, hoy conocidas, aunque seaen parte, gracias a la Historia de las .Indias deFray Bartolomé de las Casas-- lo fue el incisivosermón de Adviento, preparado como glosa de lafrase bíblica latina Vox clamantis in deserto, y elcual pronunciara en noviembre de 1511 ante losoficiales reales y demás personas importantes dela referida ciudad declarando ser la «voz de Cristoen el desierto de esta isla»!

Decid -continuaba-, ¿con qué derecho ycon qué justicia tenéis en tan cruel y horribleservidumbre aquestos indios? ¿Con qué auto­ridad habéis hecho tan detestables guerras aestas gentes que estaban en sus tierras man­sas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, conmuertes y estragos nunca oídos, habéis con·sumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fa­tigados, sin dalles de comer ni curallos ensus enfermedades, que de los excesivos tra­bajos que les dais incurren y se os mueren,y por mejor decir, los matáis, por sacar y ad­quirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéisde quién los doctrine, y conozcan a su Diosy criador, sean baptizados, oigan misa, guar­den las fiestas y domingos? ¿Estos, no sonhombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿Nosois obligados a amallos como a vosotros mis­mos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?Tened por' cierto que en el estado en que es­táis, no os podéis más salvar que los morosy los turcos que carecen y no quieren la fede Jesucristo.

La palabra vehemente y filosa de! audaz frailede Santo Domingo -hombre aspérrimo en su pre-

1. Véanse M. HENR10Ul!Z UREFilA, Panorama histórico de.la lite.ratura dominicana] Río .de Janeiro, l~S, p. 12; J.BALAGUER, Historia de la literatura dominicana, CiudadTrujillo, R. D., 1956, pp. 4349.

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dicadón», dice de él Las Casas- sirve de ejemplode los caracteres con que se revestía ]a expresiónoratoria española de aquel tiempo, y aun a todo]0 largo del XVI (igual estilo sirve de cauce al pen­samiento, en la Península, de predicadores ilustrescomo Fray Antonio de Guevara y Fray Luis de Gra·nada), vertida en moldes de sencillez que buscabanacercarse al habla común, si bien sembrada en sucurso lento de parejas de voces sinónimas y defrases reiterantes o antitéticas, de paralelismos deconstrucción y de similicadencias, rasgos éstosde decir ampuloso que derivan evidentemente, conempeño renacentista, del estilo clásico a la manerade Cicerón y otros oradores de la latinidad antigua.Muy lamentablemente, no conocemos de Fray An·tonio de Montesinos otras piezas de su oratoriadespués de su venida a Puerto Rico.

Otro predicador sacro de nombre conocido porlas épocas primeras de la colonización española denuestro país lo fue el bachiller Francisco GarcíaGuadiana, a quien Carlos V manda que resida enPuerto Rico para ejercer su oficio en la Isla comocanónigo de la Catedral. Su verbo, también francoe incisivo, le acarrea enemistades y malos tratos.-«Como yo predico frecuentemente contra el vi­cio tan general en esta isla -dice--, no gusto alos malos, y han tenido manera para ponenne malcon el Obispo...-, y así escribe al César, el 5 demarzo de 1534, desde San Gennán, su intenciónde marcharse del país, rumbo al Perú:

La tierra con ser el mejor pedazo de loconquistado, está muy perdida, y ya no espe­ro hacer fruto. Pártome al Perú en un navíoque ha venido por caballos y negros. Allí es­pero sacrificanne en servicio de Dios y deV. M. y confío irán de mí buenas nuevas delos buenos católicos, como han ido de La Es­pañola y San Juan.~

Cabe deducir con juicio que la oratoria sagradacontinúa tenicndo cultivo en Puerto Rico durantelos tiempos restantes del XVI, si bien carecemos deotros nombres aparte de los ya antes mencionados.En el transcurso del XVII, cuando tampoco asomanal panorama del discurso público otras figuras quelas de gcntes de Iglesia, la oración sacra cobrariaen particular nuevo vigor bajo el gobierno ecle­siástico de obispos como el célebre hombre de le·tras don Bernardo de Balbuena, de seguro eminen­te predicador él mismo, en cuya familia episcopal,además, figuraron personas de relevantes dotes in-

2. V. Biblioteca llistórica de Puerto Rico que contie·ne varios documentos de los siglos XV, XVI, XVII Y XVIIIcoordinados y anotados por AI.EJANDRO TAPIA y RIVERA, 2da.cd., San Juan de P. R., 1945, pp. 313·314.

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te]ectuales, aptas para el sennón de elevadas cali.dades, como e] provisor Pedro Moreno Villamayor,también preceptor de gramática en la ciudad; elP. Luis García Chávez, maestro de ceremonias delobispo y encargado por éste para examinar a to­dos los clérigos de la diócesis en los menesteres

'de su oficio religioso; el doctor Juan de Balbuena,sobrino de don Bernardo, y cura racionero de laCatedral. La probable brillantez y elocuencia de lossermones que se pronuncian desde el púlpito cate­dralicio contribuirían sin duda al efecto de .pom­pa y solemnidad de los oficios divinos» que pon­dera con entusiasmo e] prelado manchego en car­ta que dirige al Rey hacia los finales de 1623.1Otro predicador distinguido, por los años de me­diados del XVII, lo sería Fray Jorge. Cambero, na·tural de San Juan, padre provincial de la comu­nidad de los dominicos existente en ]a ciudad, encuyo convento se establece en 1645, por iniciativade este religioso, .estudio de artes y de gramáticapara los novicios y para los vecinos que quisieranestudiar».

Fue con1emporáneo de Cambero e] obispo FrayDamián López de Haro, también hombre de letrascomo Balbuena, y de quien se sabe con certeza quese distinguió en el campo de la oratoria sagrada,ejercicio en el cual dejó escritas dos piezas de par­ticulares méritos: una sobre e] tema del Niño ino­cente, y otra pronunciada en ocasión de las hon­ras fúnebres que presidió en San Juan en memo­ria conjunta del pontífice romano Urbano VII, laemperatriz María de Alemania, la reina Isabel deBarbón y el príncipe BaItasar Carlos. Sería asimis­mo predicador de relieve el canónigo puer1orrique.ño Diego de Torres Vargas, licenciado en Teologíadogmática y Derecho canónico por ]a Universidadde Salamanca, secretario que fue del citado obispoLópez de Haro y gobernador de] obispado de 1651a 1659, en ausencia del prelado electo don Francis­co Naranjo.

Fuera de Puerto Rico, en la capital de] virreina­to de la Nueva España, tiene una brillante carreraeclesiástica -capellán del Real Convento de Jesúsy María, rector del Seminario tridentino, visitadordel arzobispado de México-, por la segunda mitaddel XVII, el licenciado Francisco de Ayerra SantaMaría, primer poeta puer1orriqueño de nombre co­nocido. Cultivó con distinción nuestro compatriotaen México varias disciplinas intelectuales, y dicede él su amigo el erudito mexicano Sigüenza y Gón­gora que fue «e]egante latino, poeta admirable,agudo filósofo, excelentísimo jurisconsulto, pro­fundo teólogo, orador grande y cortesano politico,

3. V. J. V.\,< HORNr.. Bernardo de Balbuella. Bio¡:rafíay crítica, Guadalajara, México, 1940, pp. 89·90. 97-98, 101·102.103.

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realzándose todas estas perfecciones con ser unaerudita enciclopedia de las floridas letras». Su pro­sa oratoria, hoy desconocida, respondería sin duda,al igual que su obra en verso, a las corrientes lite­rarias del barroco vigentes en México por los tiem·pos cuando allí reside.·

Posiblemente, se señalaron igualmente comooradores sagrados durante los siglos XVII y XVIII va·rios otros ilustres puertorriqueños que salieron delpaís para desempeñar altos cargos eclesiásticos enEspaña y en otras provincias de América, y cuyosnombres llegan hasta el presente en las Noticiasparticulares (1775) de Fernando Miyares González:el licenciado Antonio de Ayala y Berganza, inquisi­dor ordinario que fue en Segovia y Murcia y másluego miembro del Consejo de la General y Su­prema Inquisición de todos los reinos de España;el licenciado Fernando de la Riva Agüero, gradua.do en Salamanca, visitador general de todos los ar­chivos de Galicia y corregidor de Écija, y despuésoidor de las Reales Audiencias de Santo Domingo,Panamá y Guatemala; el P. Francisco Rodríguez deVera, jesuita, catedrático de Prima en el Colegiode San Pedro y San Pablo, de México, escritor so­bre Teología escolástica; el licenciado Juan Jeróni­mo Eduardo, oidor de Guatemala; el doctor Silve­rio de Pineda, canónigo de la Iglesia de Puebla delos Angeles; los doctores Jerónimo Salinas y Fran­cisco Ulloa, graduados en Salamanca, dignidadesque fueron de la Catedral de Caracas; el licenciadoJuan Bautista, dignidad de la misma iglesia; etc.~

El anónimo autor de las relaciones de 1747 quedan cuenta de las celebraciones que tuvieron lugaren San Juan de Puerto Rico con motivo del falleci·miento de Felipe V y subsiguiente entronización deFernando VI nos permite hoy conocer los nombresde tres oradores religiosos que participaron concierto resalte en las ceremonias que se llevaron acabo.o Tras la misa de difuntos que se cantara en·memoria del monarca fallecido, hizo 10 oración fú·nebre correspondiente el dominico Fray Pedro Gan­do, lector de teología, a quien -dice el cronista­ceparece había prevenido el Ciclo en esta edad paralustre de tan grande acción, porque es verdadera­mente hifo de 'la abundante doctrina de su angélicomaestro», y agrega que ..hizo su oración con unafecto"tan vivo, grave, ajustado y nuevo que se robó

4. V. C. ROSA·NIEVES, Francisco de Ayerra Santa Maria.Poeta p//erlOrriq//e,io. 1630·/708, [Río Piedras. P. R.l. 1948:2da. ed...levemente aumentada», San Juan, P. R., 1963.

5. V. F. MIYARr:s GONz,(LEZ, Noticias particulares de laIsla y Pla;;a de Sall Jlla" Balllisla de Puerto Rico, RíoPiedras, P. R., 1954, pp. 21·23.

6. V. ASÓNIMO, -Relación verídica en la que se da no:ticia de lo acaecido en la Isla de Puerto Rico a fines delaño de 46 y principios del 47 con' motivo de llorar lamuerte de N. Rey y Señor Don Felipe Quinto y celebrarla exaltación a la Coronu de N. S. D. Fernando Sexto.... ,BoletÍll Histórico de Puerto Rico, San Juan, P. R., 1918, V.núm. 3, pp. 159, 186, 187.

las atenciones de todos y se hizo digno de merecermuchas y muy repetidas alabanzas-, predicando..con acertado espíritu, que comprendiendo lo rarodel asunto, con el extraño vuelo de su discurrir, ynunca imitado modo de ponderar, los dejó a todospersuadidos, que en tal' empeño sólo el lleno desu capacidad, podía haber salido con semejante lu­cimiento; más que mucho si esa es la gloria o (pormejor decirlo) el mayorazgo de los hijos de San­to Domingo». Otro fraile dominico. el P. PedroHernández, lector de filosofía en el conv~nto deSanto Tomás de Aquino, a las cuatro de la tardedel octavo día de festividades por la coronación deFernando VI, .. tuvo conclusiones públicas, que de­dicó a nuestro Rey, y señor natural -dice el ero­nista-, quedando tan plausible como él se lo tienemerecido cortejando a todos con una gallarda po­breza». En elogio de dicho predicador inserta luegoel autor de la Noticia una décima de su cosecho:

¡Jesús, Maria! Qué cienciaDios en ti quiso poner,gracia para responderde tan viva inteligenciacon retórica elocuencia.Grave estilo, y melodía,fausto, y función de este díatan docto has desempeñadoque dice el pueblo admirado¡qué ciencia, Jesús Maria!

En la tarde del siguiente día celebraron tambiénlos frailes franciscanos, con igual motivo, conclu­siones públicas en su convento de San Juan, en­comendándose las mismas al P. Andrés Vilches, exlector de Artes, predicador apostólico y misioneroen la Provincia de Quito, las cuales «concluidascon la asistencia de toda la nobleza tuvo una abun·dante celebración-o Dedica asimismo el cronistaanónimo una composición poética propia a la exal­tación del sacro orador:

!nclito Orfeo en quien tan permanentelucero de 10 escolástico el esmerotodos vos contemplamos el primero,nos lo ha dado a entender docto y prudente.Eres en los discursos elocuentey de ti aprender pudo el docto Homeropues se ve que tú gozas sólo el fuerode retórico insigne, y de sapiente.Vive en tu ciencia, pues que en ella naces;vive en tus obras. en que tanto naces;vive discreto, y sabio en cuanto haces;vive triunfando de 10 que mereces;vive Fénix, que al mundo ya renaces,y vive mil (es poco) cien mil veces.

Aun cuando el autor de las relaciones que nos.ocupan dice que el primero de los sermones antes

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aludidos va escrito aparte, a manera de anejo de suobra, «para que sea conocida mi verdad, y deningún modo pueda atribuírseme lo que digo a pa­sión, o a licencia de mi creciente afecto., no hallegado el mismo hasta el conocimiento de nues­tros días, lo que nos impide verificar hoy, por lomenos a base de esta pieza oratoria entre las quepronunciaron los tres autores citados, si el len­guaje de la predicación en Puerto Rico manteníapor esta época las líneas generales de la prosaclásica del XVI y XVII usada para estos propósitos,o si, por el contrario, había sucumbido a los gus­tos barrocos de extrema decadencia que en Españadegradaban la expresión de la oración sacra, en·tre las clases de predicadores que ridiculizaría elP. Isla en su Fray Gerundio (1757), por los tiem­pos de la primera mitad del XVIII.

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SURGIMIENTO EN EL XIX DE LA ORATORIA

DE ALIENTOS cíVICOS y pOLíTICOS

La plasmación en realidad de la conciencia co­lectiva puertorriqueña desde los años tempranosdel XIX en medio, de una parte, del vivo fervor depatria y de sentimiento hispánico que genera enEspaña y sus colonias de Ultramar la intervenciónnapoleónica en la Península, y de otra, frente alfragor inicial de las luchas separatistas en la Amé·rica española continental, habrá "de contribuir muypoderosamente al florecimiento en nuestro mediodesde entonces de la oratoria de motivaciones po­líticas. En ceremonia pública que se verifica en laIglesia Catedral de San Juan, el 16 de agosto de1809, como homenaje del cabildo eclesiástico adon Ramón Power, recién electo vocal por la Islaante la Junta Suprema Central Gubernativa del Rei·no, pronuncian éste y el obispo Arizmendi, ambosde cuna puertorriqueña, sendos discursos satura·dos de hondos sentimientos y fervores por el suelonatal, considerados justamente, por sus referenciasa «nuestros compatriotas, los naturales de Puer·to Rico. y a «la felicidad de la patria. y sus «jus­tos derechos», como «la primera revelación delamor criollo a la tierra nativa» -según palabrasdel historiador Cruz Monclova-, cuyo testimoniomanifiesta ya «el concepto de patria circunscritopor la geografía y marca el preciso instante cuandoaflora nuestra conciencia de pueblo y cobra cate­goría rectora lo puertorriqueño».T Tras estas expre·siones de comienzos de oratoria de sentido civil

7. V. L. CRUZ MONCLOVA, Historia de Puerto Rico (Si·glo X/X). Tomo 1 (1808-1868), 2da. ed., [Río Piedras, P. R.],1958, pp. 27·28.

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y político, quedará abierto el camino en PuertoRico para el debate subsiguiente, a todo 10 largodel XIX, entre los intereses opuestos del reformis·mo liberal puertorriqueño y el incondicionalismocolonialista español que buscará ahogar y anularen la Isla aquellos empeños y aspiraciones de pa·tria. El propio Power, en~ su calidad de diputadopor Puerto Rico en las Cortes Constituyentes deCádiz, inicia en el citado Parlamento, colocándoseideológicamente allí en el bando de ·pensamientoliberal, la defensa ardida y enérgica de los justosderechos de la colonia que le otorgó su represen·tación en las Cortes, y aun, con generoso espíritude fraternidad hispanoamericana, levanta su vozen favor de los demás territorios americanos de laCorona de España carentes de delegados en aqueolla asamblea. Habla así en pro del derecho de igual.dad para las colonias de Ultramar en la represen·tación nacional en las Cortes; aboga por la anula·ción de la Real orden que concedía facultadesomnímodas al gobernador de Puerto Rico; sale endefensa de las actuaciones del obispo Arizmendien su doble condición de prelado español de PuertoRico e hijo del país, y encarece ante los congresis­tas, no empece los atropellos civiles de que son ob·jeto, la lealtad general a España de los puertorri·queños todos frente a la subversión armada quecunde por los territorios de la América continental.Su verbo oratorio, según lo revelan los discursosde este ilustre patricio que recoge Tapia y Rivera,8se acomoda dentro de las normas generales de laprosa tribuncia que florece y cobra vigor en Cádizal amparo de la contienda de ideas entre tradiciona­listas y liberales: revestido de elocuencia, se vierteen períodos más bien largos que cortos, ordenadoscon riguroso escalonamiento lógico de evidente fuer·za suasoria y logro a la par de discretos efectos desonoridad y patetismo, y respaldada la argumenta·ción con el empleo oportuno de algunas alusionescultas (históricas, geográficas, etc.), y el manejocontenido de destellos de brillo imaginistico. Elu·diendo toda exaltación de ánimo, dice su mensajeel orador con reposo y serenidad, pero con palabrasfrancas y directas .que no rebasan sin embargo, enla valentía expositiva con que denuncian los malesde la administración colonial ultramarina, los li­mites del lenguaje de respeto y decoro debido aaquella augusta asamblea. Dentro de estos rasgosde estilo expresivo se dibuja la palabra de Poweren el siguiente pasaje del discurso que pronunciaraen las Cortes, el 4 -de septiembre de 1810, para so­licitar la revocación de las despóti~ facultadesomnímodas que el Consejo de Regencia de España

8. V. A. TAPIA y RIVERA, Noticia histórica de Don Ra.món Power. Primer diputado de Puerto Rico. Con un apén.dice que contiene algunos de sus escritos y discursos, 2da.ed., San Juan, P. R., 1946. ..

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y de Indias había concedido al gobernador de Puer­to Rico:

Señor, esta orden bárbara, que habrá lle­nado de horror a V. M., que llenará de espan­to y de indignación al hombre virtuoso, y quese hubiera sin duda extrañado en los díasominosos del mismo Godoy: esta orden bár­bara, repito, de que sólo podía tenerse unaidea en Constantinopla o en Ispahán, ha pro­ducido en Puerto Rico el espantoso efecto quefácilmente comprenderá V. M.: cada ciuda­dano trémulo y consternado espera en todoslos momentos ver asaltado el sagrado asilo desu domicilio: cada uno teme verse cruelmentearrancado del seno de su patria, de los bra­zos de una tierna esposa, o de una amantefamilia, para ser confinado a una región dehorror en que espere la muerte lejos del dul·ce suelo en que nació: cada ciudadano, enfin, se estremece; en todos los momentos cree,si no atacada tle hecho, por lo menos amena·zada su seguridad personal, y expuesto su,empleo y subsistencia, fruto de dilatados añosde servicios al Estado. Todos ven comprome­tido el respetable derecho de la propiedadque heredaron de sus mayores, o que hansabido adquirirse con su laborioso manejo.Todos ¡qué dolor! temen ver para siempredestruida aquella inestimable existencia mo­ral del ciudadano cifrada en la conservaciónde una opinión honrosa y exenta de todanota. Sí, Señor, todos y cada uno ven en suimaginación estas horribles escenas, porquetodos y cada uno conocen que para perpetrar­se semejantes escandalosos atentados, basta­rá un chisme, una calumnia, quizá el desafec­to solo del primer magistrado de la Isla, talvez el de alguno de sus parciales. iPero quémultitud de males de toda especie no debe­rán naturalmente resultar de tan rara provi­dencia! IQué suerte tan lastimosa y tan pocomerecida la de mis compatriotas!

Del mismo tenor prosístico de estos discursosde Ramón Power -las más tempranas muestrasde oratoria política puertorriqueña que hoy cono­cemos- debió de ser la Memoria sobre los mediospara lo-grar la pacificación de América, tan sólo hoyconocida por su título, escrita en su origen proba­blemente como pieza de oratoria, en o inmediata·mente después de 1810, con motivo de los alzamien­tos separatistas en la Tierra Firme, por el licen·ciado Gabriel de Ayesa, abogado puertorriqueñoque fuera auxiliar de Power en las Cortes de Cá­diz, y to·mo aquel hombre de ideas liberales, tam­bién electo diputado por Puerto Rico al Parlamen·to español (si bien, con la restauración absolutistafemandina, no pudo llegar a tomar asiento en elmismo), por el bienio legislativo de 1815-1816.' Co-

9. V. L. CRUZ MONCLOVA, op. cit., pp. 80-81.

rrespondiente a estos mismos tiempos, se conoceigualmente por el título un Discurso panegírico que1lizo a sus feligreses· el presbítero José Matías San.taella, cura párraco de Bayamón, trabajo impresoen la Oficina del Gobierno en 1813.10 Muy distintanaturaleza presentan los discursos sobre economíapolítica que escribe al siguiente año de 1814 José deAndino y Arnézquita, quien por publicar firmadasestas piezas oratorias en las páginas del Diario Eco­námico de Puerto Ric~, de San Juan, se identificaa partir de aquel año como el primer periodistapuertorriqueño de nombre conocido. Imbuidos delespíritu liberal reformista que arrancaba en la Isladel último tercio del XVIII, y concebidos en un es·tilo prosístico de sobriedad y precisión, de míni·mas galas literarias, razonaba su autor en talestrabajos· un notable plan para el establecimientoen el país de un 'banco destinado a la récaudaciónde contribuciones y a la concesión de préstamos.Asimismo en 1814, de regreso en Puerto Rico luegode una .labor misionera de dos décadas en Guatema­la. se da a conocer entre nosotros como eminenteorador sacro de ideología liberal el fraile francis­cano añasqueño Fray José Antonio de Bonilla y To­rres, quien desde el púlpito en Mayagüez se pronun­ciará valientemente en contra de la costumbre ecle·siástica, sancionada por el obispado, de cobrardinero por el trámite de dispensas matrimoniales.También se manifiesta opuesto a la costumbre pues·ta en vigor. de acuerdo la autoridad civil con la ecle·siástica, en el sentido de que los albaceas y testa­mentarios tenían la obligación de presentar al curapárroco la última voluntad del testador, so pretextode que el Obispo debía tener conocimiento de ella, ypor cuyo acto cobraba la secretaría del obispado unasuma por cada testamentaría. En artículos y me·moriales que ven la luz. pública en la todavía na·ciente prensa periódica capitalina, basados en lossermones del P. Bonilla, expresa éste su opiniónrespecto de estos abusos de autoridad, creando conello un clima de conmoción cívica en el de ordi­nario apacible ambiente isleño, y lo cual habríade acarrearle al fraile, como respuesta de los' in­tereses creados afectados, el verse vejado y peroseguido, y finalmente, reducido a prisión y más ade­lante deportado a España. De vuelta otra vez enPuerto Rico en 1823, por los tiempos finales del se·gundo período constitucional, frente a la con'tinua­da vigencia de los males que ya antes censurara ensus sermones; publiéa este sacerdote en San Juanun folleto que resume el espíritu de protesta deaquéllos, Apuntamientos críticos, canónicos. teole;..gico-legales sobre la cuestión de dispensas matrimo-

10. V. A. S. PEDRElRA. Bibliografla puertorriqueña (l49J.1930), Madrid, 1932, p. 360.

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niales (1823), trabajo polémico éste que habría dedesatar nuevamente la .persecución en contra suya,sobre todo luego que cae hacia fines de 1823 elgobierno constitucional y se restaura el absolutis­mo de los Barbones. Busca refugio entonces FrayJosé Antonio, como emigrado, en el vecino país deSanto Domingo. AHí habrá de señalarse nuestrocompatriota como orador sagrado, contándose en·

tre sus mayores éxitos por esta vía la brillanteoración fúnebre que pronunciara en 1834 en elacto del sepelio del P. José Ruiz Domínguez.11

(Continuard)

11. Véanse C. Cou. y TOSTE, "Puertorriqueños ilustres:el Padre Bonilla», Boletín Histórico de Puerto Rico, SanJuan. P. R., 1921, VIII, pp. 66-68; M. HEsRJOUEZ UREÑA, op.cit., p. 126.

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Exposiciones de Luis Germán Cajiga

Luis Germán Cajiga

E N EL MUSEO DE GRABADO LATINOAMERICANO DE SANJuan presentó el pintor Luis Germán Cajiga

una exposición constituida exclusivamente por graobados, carteles, serigrafías y lozas. La apertura tuvolugar el 11 de octubre.

Luis Germán Cajiga nació en Quebradillas en1934. Estudió su arte en la División de Educaciónde la Comunidad, adscrita al Departamento de Ins­trucción Pública, y en el Instituto de Cultura Puer­torriqueña, donde expuso por primera vez, indivi·dualmente, en 1961. Sus obras han figurado en otrasmuestras individuales y colectivas en varias institu­ciones culturales del país, en México, Estados Uni­dos, Santo Domingo y la Unión Soviética. Entreotros premios recibió en 1966 el Primero de Pinturaen el Festival de Navidad del Ateneo Puertorri­queño.

Artista de raíz y temática popular, gusta de re·coger en sus óleos y grabados tipos y aspectos dela vida urbana y popular de Puerto Rico. "Las callesdel viejo San Juan, sus gentes y sus costumbres-dice el crítico de arte José R. Oliver- llegan a laobra con fuerza de factura, lo mismo en la gráficaque en la pintura, pero con un mensaje de humildady resignación. Lo mismo en lo profano que en lo re­ligioso, los capta con dign~dad y respeto, sin exage­rar las distorsiones de un expresionismo objetivo yviolento."

Paralelamente con la exposición de San Juan, elInstituto de Cultura organizó una exposición rodan­te que llevó a varios pueblos de la Isla una selecciónde grabados y serigrafías de Cajiga.

Quebradillas (serigrafia}

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Algunas muestras del expresivo arte del artista

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Entre Mayas y Cundeamores:

Crítica y Teatro en Puerto Rico:Una propuesta para su revitalización

Por JUAN LUIS MÁRQUEZ

NUNCA ANTES LA ~TICA LE SIRVE MEJOR, NI M,(S EFI­

cientemente a la estética, que en la crítica.De ahí que en cualquier nivel, ya sea ante la

cultura, la sociología, ante la razón, en el sentidoen que la esgrime Kant, ante la economía o la po­lftica, ante la religión, a la usanza de Sooren Kieer­kegaard o de Jacques Maritain, toda crítica es, esen·cialmente, un hecho moral.

Ante un acontecimiento cultural, digamos anteel Teatro, la más difícil de todas las artes, todacrítica es sondeo, examen de conciencia, autoaná­lisis, pase de balance estricto y disciplinado, dondesólo el débito y el crédito, permiten ver el estadodel arte teatral y su contribución al acervo cultu­ral de un pueblo.

Por eso, en aquellas sociedades donde la críti­ca es más severa, más demoledora, más sagaz, me·nos comprometida, más disciplinada, el teatro esmás vigoroso, más fecundo, más eficaz, má~ radiocalmente iluminador en su compulsiva confronta­ción con la conducta social y humana.

¿Ejemplos...?

El moderno Londres, capital teatral del mundocontemporáneo. El París sofisticado y luminoso.La Ciudad de México, ebria de rebelde autoctonía.La convulsa Nueva York. El Buenos Aires cosmo­polita. La sobria y atormentada Berlfn. El hermé­tico Moscú.

La crítica, como disciplina al servicio de su saocro ideal de superación y perfección artística, ge­nera vitalidad creadora. Y no importa lo vitrió­líca que sea, operando ante la realidad de que laíndole de la opinión pública es dividirse, crea in­terés en el objeto o el arte que es motivo de lamisma.

Por eso rechaza, de plano, por deleznables e in·trascendentes, excrecencias tales como la egolatría,

el narcisismo, el endiosamiento, el autoelogio, queen su mundo privativo, definen, en muchas ocasio­nes, al dramaturgo, al director de escena, al dise­ñador de vestuario. al luminotécnico, particular­mente cuando el movimiento teatral es joven, o,cuando por alguna razón socio-politica, como enPuerto Rico, se ha roto, en algún momento, latradición teatral. Sencillamente, porque esas sonfuerzas que tienden a frustar sus verdaderas ca·pacidades de creación.

y abomina de toda complacencia, del elogio des­medido, de la glorificación infundada, teniendocomo único compromiso, decir la verdad, analizarla obra tal como surge en escena. Y nada más.

La mejor crítica:

Consecuentemente, la mejor crítica no es la quemultiplica alabanzas y superlativos en relación conuna obra de teatro, su puesta en escena, su direc­ción, su escenografía, la que colma de elogios a susintérpretes, sino la que, con severidad, fundamento,excelencia inform~tiva, y honradez intelectual, es­tablece sus virtudes y sus defectos.

«Mejor le sirve a la Patria quien le critica susdefectos que quien le aplaude sus virtudes», de­cía, con aliento universal, aquel agonista que sellamó José Martí.

La crítica de teatro es, precisamente, eso. Cri·ticar defectos. Y aplaudir virtudes. ¡Cuando lashay!

Por eso un buen crítico puede exaltar hoy lalabor de un creador, y en teatro lo son todos -des­de el comediógrafo hasta el tramoyista- y apabu­lIarlo una semana, un mes después, dependiendo dela calidad y la excelencia de su tarea en la próximaobra.

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Sólo el discernimiento entre la excelencia o lafalta de ésta detennina y rige, con sus criteriosabsolutos, el sentido de la crítica.

Porque el Teatro es un arte. Y el arte presupo­ne la perfección.

Experiencia difícil:

¡Dura, amarga, traumática, cruenta, apasionada,y, a veces, frustrante, es la experiencia del artistaen su anhelo por lograr la perfección, una amantealusiva, de núbiles fonnas, de travieso ingenio, deserena o excitante gracia, que le coquetea diaria­mente, que le ofrece sus encantos a toda hora, quealucina sus sentidos, con lasciva o recatada inten­ción, pero que pocas veces logra dominar, o poseer!

Lograr la perfección consubstancial a toda obrade arte es tarea difícil. Su conquista, casi insupe­rable. Eso es así, tanto en los que se inician enuna disciplina artística, como entre los creadoresde experiencia, dotados de verdadero talento, o sise quiere, de genio.

Pero la calcinante fiebre por lograr la perfec­ción no cambia, ni en unos ni en otros, en esen·cia, la dura realidad a que se enfrenta el verda­dero creador.

Estas dos fuerzas -el anhelo por conquistar laperfección y la dificultad del empeño, o la inhabili·dad o incapacidad para lograrla- entran en crisisen toda cultura, particulannente en aquellas lati­tudes, donde, como apunté antes, se ha roto latradición teatral. Donde, como en Puerto Rico, du­rante casi medio siglo, por circunstancias socio-po­líticas, el teatro estuvo en tinieblas.

y la crítica, naturalmente, por iguales razones,entró en un período de agónica esterilidad.

Falsa autosuficiencia:

Ese vacío, y la ausencia de una critica discipli­nada y sistemática, desarrolla un falso sentido deautosuficiencia, y hace florecer la egolatría, malaconsejera, en el creador, amén de poblar el ambien­te cultural puertorriqueño de múltiples exagera­ciones que entorpecen, para nuestro mal, el desa­rrollo del teatro en nuestro país.

Por eso, cuando se fundó eAreyto., hace 34 años,la agrupación que marca el resurgimiento del tea­tro en nuestra Patria, se reúne en el Ateneo todauna pléyade de intelectuales puertorriqueños deprimera línea para discutir en un foro nada menosque el tema de ecómo elevar el Teatro Puertorri­queño a categorías universales •.

Es como colocar bajo la lente de un poderosomicroscopio una placa de espennatozoides, señaléen un artículo comentando el foro de marras publi­cado en aquella ocasión.

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La exageración no podía ser más crasa. ¿Cómoha de poder elevarse a categorías universales unteatro que acaba de resurgir, que inicia sus prime­ros pasos?

El teatro es arte que, con el respaldo de latradición, y bajo el acoso de una crítica agresiva,ilustrada, irreductible y sistemática, se toma siglosen lograr ]a perfección.

De esa exageración, saltamos a otras exagera­ciones, algunas grotescas, otras candorosamente in.fantiles, otras de un egocentrismo encantador, aunotras exacerbadas hasta el delirio, todas entendi­bIes y, consecuentemente, criticables, porque de-

forman el desarrollo sereno, fecundo, activo y efi­caz de un buen teatro puertorriqueño.

Contrario a lo que algunos suelen creer, el elogioeufórico y sistemático, además de infundado, comoprolifera en nuestro medía con marcada frecuen­cia, no contribuye a desarrollar nuestro teatro. Porel contrario, lo destruye, lo puebla de falsos valo­res, o por lo menos, lo estanca, lo fosiliza.

Creadores andan por nuestras calles que en susmonólogos interiores comparan su quehacer cultu­ral con la obra de Shakespeare, de Calderón, deCamus, de Ionesco o de Sartre. Y directores, acto­res, escenógrafos que en sueltos de propaganda seautoproclaman egenios», encontrando, entre cuan.do y luego, aquí y allá, quien repita el delicioso ca.lificativo que tanto complace sus oídos y su ego.

lnconciencia de la Prensa:

La inconciencia de la Prensa Puertorriqueña,que dedica secciones enteras a deportes, y tratacon desidia las artes, acepta este tipo de sueltos,y paga periodistas horras de cultura, para que em·borronen cuartillas y más cuartillas y multipliquenelogios sobre lo egenial» de estos desorbitados va­lores, lo que reduce a pavesas la obra del verda­dero creador que, por pudor intelectual, rechazaeste tipo de elogios, y se mantiene sereno, sobrio,dedicado a su tarea creadora en un mundo de som­bras y silencio.

Esta realidad cultural, aventada por este tipode exageraciones, crea un estado de confusión in·telectual sobre el verdadero sentido de la críticaen nuestro país.

y se gestan ideas y conceptos igualmente defor.madores de su misión en nuestro mundo cultural.

Algunos de esos conceptos son: .Que si ]a crítica debe ser objetiva. Que si debe

ser justa. Que si debe ser ecuánime. Que si debetomar en cuenta el esfuerzo que se hace en montaruna obra. Que si el crítico que ejerce su labor conhonradez intelectual es impiadoso. Que si la críti­ca debe ser exhaustiva y académica. Que si el cri·

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tico debe colgarse al cuello el sambenito de 10 puer·torriqueño. Y elogiar, sin discriminación de clasealguna, toda tarea que se realice en nuestros esce­narios, porque la misma es obra de puertorrique.ños que hacen sus labores con amor.

Nada más reñido con la verdad si de hecho anohelamos cimentar un buen teatro puertorriqueño.y a realizar, además, una auténtica tarea de culotura.

Esencialmente, toda crítica es, srncillamente,subjetiva. Y no ha de ser jJlsta o injusta, ni ecuá·nime, ni piadosa o impiadosa. Y sólo ha de con·siderar lo puertorrlque;;o cua~do lo~ cultores delteatro e[1 :luestro país crf'an una obra teatral queresiste legítima comparación con el teatro de ex·celencia heche en cualquier pade del mundo.

Porque el teatro como arte, repetimos, es per­fección y universalidad.

Tarea inaccesible:

Estos falsos conceptos sobre la mlSlOn de lacrítica, tan comunes en nuestro país, crean, a suvez, males peores.

En Puerto Rico se da el caso de que, dentro denuestro enrarecido clima cultural, se pretende quela Isla produzca, año tras año, cuatro o cinco obrasteatrales de calidad excepcional, las cuales se mon­tan en un llamado Festival de Teatro Puertorri·queño, que es, a 10 sumo, una corta temporadateatral. Y nada más.

Véase, al canto, prueba fehaciente de este in·concebible dislate, operando en nuestro ambientecultural. Obsérvese que, ni Londres, ni París, niNueva York, se imponen a sí mismas una tareatan severa, tan inaccesible!

Porque en esos centros culturales, donde vivenescritores de fama mundial, donde existe un tea·tro en cuya producción se invierten millones dedólares al año, se entiende que un dramaturgodigno de reconocerse como tal, surge en una socie­dad cada veinte o treinta años.

El ritmo de la realidad apuntada antes es inte­resante, particularmente, si estudiamos la culturanorteamericana, que es la que tenemos más cerca.

De Eugene O'Neill a Arthur Miller, veinticincoaños. De Arthur MiIler a Tennessee Williams, vein·te años. Y de Tennessee Williams a Edward Albee,veinte años.

Por el contrario, en Puerto Rico se pretendeque los dramaturgos nazcan en racimos como losmafafos en los platanales de Jayuya. Y basta conque ptesenten una pequeña pieza teatral, de mé·rito, o quizás horro de él, para que se les califiquecomo «notables .. , «creadores de una verdadera con·tribución a nuestra cultura», «dignos de estrenaren Broadway», o simplemente «geniales», según es-

tén los mercuriales efluvios afectivos del amigoque escribe el «suelto» de propaganda para el pe­riódico, o la «crítica» de encargo.

Más aún, en Puerto Rico hay quien se deje ma­rear por las cifras, como que estamos en un mun­do de computadoras, y confunde, lamentablemen·te, la calidad con la cantidad.

De ahí que se pubfiquen informes sobre losmiles y miles de personas que asisten a una obrade teatro auspiciada por nuestro Departamento deEducación, sin que se considere en momento al·guno la calidad de su escenografía, o la habilidadde sus in térpretes.

Sencillamente, se olvidan de que mientras másamplia sea la audiencia a una obra pobrementepuesta en escena, o inadecuadamente actuada, oinhábilmente escenificada, un mayor número depersonas, aunque aplaudan a rabiar al terminar larepresentación, se hastían del teatro, y, natural·mente, niegan su valía como fuerza de intercomu·nicación entre los hombres.

Otra debilidad de que padecen los cultores delteatro en Puerto Rico, o algunos de ellos, es con·fundir los grados académicos y universi tarios, ob­tenidos en buena lid, con criterios de valoraciónrelativos a una obra realizada en la escena.

Se pueden tener doctorados y más doctorados,en teatro, o en cualquier otra disciplina, conocer·se al dedillo, teóricamente, técnicas de producción,dominar, bajo la influencia de la más alta docencialos recursos intelectivos para escribir, o montar,o dirigir una obra y obtener en el tinglado una me­diatizada realización de una, o de todas estastareas escénicas.

La práctica hace la perfección, dice un pragmáti·co aforismo. Y nunca el mismo tiene mayor ubiocación que en el teatro. Donde la obra se juzga,sencillamente, tal como surge en escena.

Otros, por otro lado, chorreando venerable au·toridad comparecen a la televisión, comprometidoshasta la saciedad con grupos o programas de pre­moción teatral, y comparan, sin ton ni son, pro­ducciones presumiblemente profesionales, con pro­ducciones montadas por escolares, o aficionados.Y rinden loas ir nuestro teatro, aduciendo, en suinconciencia, que hemos alcanzado la madurez, quetenemos un teatro profesional, apto para compe·tir con la producción profesional de cualquier par­te del mundo.

De hecho, y fundamentalmente, nadie, con ex·cepción de uno u otro burócrata, vive del teatro enPuerto Rico. Por eso es falso considerar el teatro,tal como se ejerce en Puerto Rico, como una pro­fesión.

En Puerto Rico, las tareas que se realizan en elteatro, en la mayoría de las veces, son de naturale­za marginal. Sus cultores viven de la televisión, de

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la radio, o de ambas profesiones, que dicho sea depaso, distorsionan, en gran medida, sus capacida­des para el cultivo del legítimo teatro.

Para ejercer una profesión hay que vivir deella.. Hay que cultivar sus disciplinas. enfrentarse aéxitos y fracasos, apurar la miel y el acíbar detoda experiencia humana, de las que el arte noestá, ni remotamente, exento. Hay que derivar elsustento, trescientos sesenta y cinco días al año,de esa profesión.

En Puerto Rico, los cultores del teatro -l,?s ex­celsos y los mediocres- viven en una latitud úni­ca: la del éxito. Y la del éxito absoluto. Sin dejaren sus almas el más leve resquicio para asimilar elhecho común -aquí y en cualquier parte del mun­do- de un posible revés en la escena.

y viven en esa latitud a pesar de que saben quemuchas obras suben al tinglado escasas de ensayo,y de que en toda tarea hay un humano margen deinhabilidad o incompetencia que puede dar al tras­te con el anhelo y la voluntad de éxito.

Por eso, carecen de humildad ante la crítica:humildad que es virtud consubstancial en la na·turaleza de todo verdadero creador.

De ahí que sean inhábiles para entender, porejemplo, que, en ocasión de montarse en NuevaYork el «Calígula», de Albert Camus, a raíz de ha·ber obtenido el gran escritor francés el Premio No­bel, el crítico del New York Times considerara laobra un «drama briliante y malo», (<<A brilliantbad play»), como anotó al día siguiente de su es­treno.

y de ahí que les sea imposible asimilar el abu·cheo -la forma más democrática y elemental dede la crítica- común en París, en Londres y enlas comunidades más cultas del mundo.

Presumo que los que han vivido esta experien.cia en nuestro país hayan asimilado el trauma conel correr de los años y que su perspectiva mentalsea más amplia al ver, como en Stutgardt, Alema­nia, un público iracundo abucheó una obra de RolfHochhuth, quien es, nada menos, que el eminentecreador del «Teatro del Hecho», tan imitado enestos días en Estados Unidos y otros pueblos delmundo. Piadosamente, les recordamos también queal gran Sasha Guitry el público de París tambiénle aplicó el mismo tratamiento en el momento enque estaba en el pináculo de su gloria.

Otros achaques comunes a nuestro ambienteteatral cobran manifestación en aquellos que aplau·den la crítica mientras no les afecta a ellos, perorechazan la misma, aventando infantiles rencores,cuando el crítico analiza, con similares criteriosde excelencia, la obra en que ellos participan.

O en otros, que fingen respetar la crítica, pre·tenden exaltarla como profilaxis cultural, dicen co­nocer su misión orientadora y su capacidad para

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forjar un público más conocedor, más exigente,que ellos prefieren, porque esa es la audiencia quesabe aquilatar sus capacidades de creación en laescena, señalan apreciar su valía como fuente delcomentario controversial que lleva más gente alteatro, y lo hace una realidad vitalmente vigorosa;pero aceptan sin ruborizarse y se exhiben com­placidos con premios otorgados por grupos crea­dos + «Ad-hoc», para usar la frase de moda ennuestro miniuniverso político, cuyos criterios deselección son, cuando menos, dudosos o cuestiona­bles, y los que responden, si acaso, a un estérilexhibicionismo, sin importarles lo que dijo la cri·tica seria sobre la obra en que participaron.

Talento silvestre:

Decía Pedro Albizu Campos, en uno de sus díasmás 1umil1oS0S, que en Puerto Rico el «talento essilvestre».

Aquí existe una clase teatral que lucha, coninaudita y laudable pasión, dentro de un clima,aparentemente auspiciadar pero en realidad esen.cialmente adverso, poblado de artificiosos espejis­mos, por hacer del teatro una profesión.

Lo cierto es que el pequeño grupo de privile.giados que participan, esporádica y marginalmen.te, en los Festivales de Teatro, o que militanen pequeñas compañías independientes, de perma­nente o precaria existencia, son prisioneros volun.tarios, alegres, y a veces, eufóricos, de ese clima defalso artificio, completamente enajenado de todacrítica honrada y veraz, donde el elogio persistenteconstituye, en muchas ocasiones, una burla al ta­lento, forjado por nobles intuiciones y por la prác­tica ocasional, que en realidad muchos de ellostienen.

Por eso es imperativo diferenciar entre la clas~

teatral y el teatro como realidad profesional, queson, de hecho, cosas muy distintas.

y por eso también es deseable someter a un es­tricto escrutinio y a una revaluación creadora la ac­tividad teatral que se desarrolla en nuestro país,particularmente ahora que está por inaugurarse unteatro nuevo -le llaman ya Palacio de las Artes­en que el Gobierno ha invertido unos $ 2,000,000 encontraste con los S14,000,000 que gastó en la erec.ción del Coliseo de los Deportes. dicho sea de paso,con el propósito de buscarle una orientación máseficiente y fecunda.

Quizás lo razonable sea que el Gobierno empiecea entender que las fuerzas del espíritu valen tanto,o más, que el músculo, y sea dable fundar, bajosus auspicios, una Compañía Puertorriqueña deTeatro, seleccionándose, sin que en ello entre labastardía de la política y el favoritismo, por abso­lutos méritos y valores, sus integrantes.

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Quizás sea factible, utilizando el nuevo Teatrocomo sede, darle un nuevo impulso a nuestro arteescénico. Crear un Taller de Artes Teatrales, for­jado con rigor y con conciencia, donde se capaci­te a tanto talento virgen, donde se cree el oficio,donde los puertorriqueños que, en verdad, han he­cho teatro fuera del país, y los que han estudiado aconciencia sus artes, sus técnicas, sus disciplinas,transfieran sus experi~ncias a las nuevas genera­ciones, donde se traigan figuras notables de otrospaíses, a compartir con los puertorriqueños las taoreas docentes, donde, con sentido práctico, se orga­nice un Guardarropía permanente y un Almacén pa·ra conservar la escenografía. Sin que se permita queambas se dilapiden, o deterioren, donde se cuentecon amplio y moderno equipo de luminotécnica, yse asignen fondos para su conservación y mejora·miento sistemático.

Quizás sea dable extender el Plan de Fomentode Teatro y construir plazas modestas, por lo me­nos, en las siete cabaceras de distrito, como se cons­truyen parques de pelota, para llevar allí el Teatroque se haga en San Juan, para mejoramiento denuestra cultura de pueblo.

Quizás sea posible que, de crearse un Plan deTeatro, se promuevan, con el nueVo hacer, actitu­des más constructivas, más creadoras, donde loque sea bueno se acepte y se glorifique y 10 que seamalo se considere como tal, y se rechace.

Porque, de lo contrario, ¿qué hace un críticoserio, estudioso, consciente, que consagra su vidaa un criterio de excelencia, porque estima que esoes el teatro, excelencia; y porque entiende que alasí ejercer su disciplina, le sirve mejor a la culotura de su país?

Posiblemente, nada.Es, si acaso, un alucinado, que ara en el mar.O, peor aún, un exilado. Un solitario, contra

quien se esgrimen sórdidos rencores y odios, taninfundados como inconfesables, aventados con sañadesde el ego inconmensurable de los incriticables,de quienes han sufrido, alguna vez, el cauterio desu crítica exigente, aunque en alguna otra ocasión,y respondiendo a la realidad en la escena, han re·cibido sus elogios.

Hace unos 30 años Francisco Arriví acuñó unade sus más señeras frases:

«En Puerto Rico se sufre por decir la verdad.y se gana prestigio con la mentira...

¡Cuántos, con el devenir de los años, han olvi­dado la conminatoria frase arriviana!

¡Cuántos viven de ese prestigio basado en la fal­sedad, aventando frases y más frase's abotargada­mente elogiosas sobre nuestro teatro, que en rea·lidad sólo clama, para su desarrollo y florecimien·to real de la verdad que sólo puede brindarle unacrítica severa, consciente y serena!

No obstante, y a pesar de operar en este am­biente enrarecido, típicamente colonial, que tien·de a frustrar más que a enaltecer la auténtica ca·pacidad creativa, creando el espejismo de un pu·jante respaldo al arte teatral, el teatro ha florecidoen nuestro país, durante las últimas décadas lográn­dose en ocasiones interesantes creaciones, algunasde ellas, excepcionales.

Esto ocurre porque el teatro, que, como apunta·mos antes es la más difícil de las artes, es tam­bién la más poderosa, y sólo le basta ser fiel a larealidad de un pueblo, cualquiera que ésta sea,para afincando sus raíces en la crisis del vivir co­lectivo, multiplicar sus frutos, siendo unos ente·cos por naturaleza, mientras otros surgen esplen.dentes, jugosos, vitales.

En Puerto Rico el mejor teatro se nutre de lasansias de libertad del pueblo, de su lucha incan­sable e indeclinable por sus derechos más elemen­tales, de la acción del j!baro y del hombre de lacalle por entender su esencial problemática, porsuperar las limi taciones que el régimen le imponea su experiencia existencial, por rebasar la degra.dación que afecta, corrosivamente, su vivir co­lectivo.

Para ello tiene, en la cantera de su acervo desiglos, la acción y el pensamiento de Ramón Eme·terio Betances, de Eugenio María de Hostos, deFrancisco Gonzalo Marin, de José de Diego, deLuis Lloréns Torres, de Luis Palés Matos, de Salva·dor Brau, de Román Baldorioty de Castro, de Agus­tín Stahl, de Buenaventura Quiñones, de Julio Viz·carrondo, de Rosendo Matienzo Cintrón, de Maria·na Bracetti, de Manuel Corchado y Juarbe, de LalaRodríguez de Tió, de Mariano Abril, de Pedro Al­bizu Campos, de Manolo el Leñero, de Manuel Fer·nández Juncos, de Hugo Margenat, de Luis CastroQuesada, de Manuel Alonso, de Serapio Avilés, deLuis Bonafoux, de Trina Padilla de Sanz y de mu­chas otras figuras que consagraron· sus vidas a ladefensa de los mejores intereses del país.

y por eso, el mejor teatro puertorriqueño es defondo político y social, aquel que confronta' al is·leño de hoy, con su imperiosa e insoslayable neocesidad ·de ser como realidad social y humana,como pueblo.

Obras como «La Pasión según Antígona Pérez..,«O casi El Alma. y «La Farsa del Amor Comopradito», de Luis Rafael Sáñchez; «Mariana o elAlba», «La Carreta.. y «La Casa sin Reloj .. , deRené Marqués; «Tres Piraguas en uñ Día de Ca·lar.. y «Mi Señoría.. , de Luis Rechani Agrait; «Tiem­po Muertol> y .La Feria, o el Mono con la Lata enel Rabo., de Manuel Méndez Ballester; «Pipo Sub­way no sabe Reír.., de Jaime Carrero; «Vegigan.tesl>, de Francisco Arriví; .. Absurdos en Soledad.,

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de Myrna Casas; ..La Hacienda de los Cuatro Vien­tos», de Emilio S. Belaval; ..En el Principio la No­che era SerenalO y ClCuando Niní sea Honesta., deGerard Paul l\1arín; ..Muchas Gracias por las Flo­res», de Jacobo Morales, y muchas otras, son ejem­plo de ese compromiso leal y apasionado que eldramaturgo puertorriqueño ejerce, en su tarea deempedrar de claridades el destino de su pueblo,

como diría aquel otro cultor de nuestro teatro quefue Fernando Sierra Berdecía.

De entre las zarzas y ortigas de nuestro am­biente surge, pues, una realidad luminosa, de ímpe­tu fecundo y avasallante en ese quehacer de afir­mación puertorriqueña.

Por eso decimos, con un pensador de nuestrostiempos: falta mucho por hacer. Da gusto vivir.

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Cuajana(Flor -de la caña de azúcar)

ROSA GUAJANA, MALVA GUAJANA,

alba guajana, cendal rubípálido el soplo de las estrellas.Un mar de gasas sobre el alcormira otro mar del oceano.Mares de pétalos sobre la tierraen mariposas de un mundo alado.Un río de espuma tornasoladaque se despeña por los colladoshasta la valla de las ciudadesentre senderos arrebolados;por hontanares donde la ondaprende la seda de los penachos.Seda que baila por ese espejohasta los senos del mar salado.

Alba guajana, flor del terral,del verdecido paraíso umbrío.Palomo múltiple de verde torreo campanario de azul rocío.Malva guajana, nube algodónentre los célicos despeñaderos.Rubia guajana, velo de sueño.Guajana copo de tierna lanade recentales retozamientos.Guajana látigo de la alba brisaen el espíritu del aire viento.Guajana lumbre con raíz de lunabajo la umbra de los luceros.Guajana pulso de patria vivasobre los valles y entre los cerros.Guajana salmo cantado en floro en Padrenuestro de terciopelosobre la lírica alma boricuaque te contempla desde IJ)is versos.

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Boriquén

TODA ESTA TIERRA TIENE

sabor a cosa nueva;a cosa tierna y virgencomo el ala, la espuma y las arenas.Sabor a dulce frutacolumpiada en la rama bailarina;sabor a miel doradahecha del suave néctarde flor de pomarrosa y mandarina.Toda esta tierra sabea frescura escondida.

Tal un agua en munnurio estremecidoque al beberla nos llena de cantigas;imanente cascadarebosante en el pozo de la vida;inundando los campos,remojando las calles escondidas,lanzándose en estrellas rumorosaspor veredas del alma más ardiday dejando de pronto por los labiosgusto de rosa, alburas encendidas.

Toda esta tierra diceuna palabra dulce y lastimeraque parece danzar entre las frondas,alegrarse en la brisa cancionera,bajar por los minutos a encontrarmedetenida en mi estancia de azucena.Es una voz humildenaciendo de las piedras,surgiendo de los musgos,tramon1ando otero y cordillera.Es una voz que rezaPadrenuestros y Salv~s de astromeliay desgrana en rosarioAvemarías esbeltas de diamelas.Es'una voz marinasusúrrando en el pecho de la arenauna canción antigua como el mundo,

,'como el amor y la mujer primera,, una canción de vuelos y de génesis

soñada en el albor de la existenciabebida por mi almaen vasija de sol y de cadencia.

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Este cerní

SINSONTE DEL GUAYABAL

fuego de sol que se quemadeseo contigo vagarlas brisas de mis arenas...Ramal dadme, tabonucos,donde colgar mi querencia.Alas dadme, mis cocuyos,para volar por la senda.

Que este cerní ardiente y vivoque es centro de mi poemaes un dios de aroma finosuelto por la tierra abuela:Tierra del sol y del aguaentre las alas de América.Toda en azul abrazadapor mariposas de espuma...

Miro tu estatu.a yacentedesde el camino del avey siento abejas que zumbanpor las mieles de mi sangre.y siento voces que gimengotas de gritos antiguoscomo si tu alma y mi almallorasen al mismo ritmo...

Siento que cantas adentroturpiales amanecidosy unas cascadas deslizanflores de sueños y nidos,nubes de risas y lluviasy palomares rendidos...como si tu alma y mi almaviviesen el mismo ritmo...

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L A PERSPECTIVA SITtlA EL PENSAMIENTO DB HOSTOS

en un nivel de gran altura mientras su vida dehombre completo se nos hace insistentemente dra­ma existencial, superior en sí mismo a todo cuantodejó escrito este antillano excepcional. Su quehacerfecundo ocupa una trayectoria de actividad sin re­poso, siempre embarcado en proyectos nuevos don~

dequiera que llegaba, aguijoneado por su «frené.tico amor de la justicia». En la órbita puramenteintelectual de krausistas y positivistas, desarrollóuna personalidad fuerte, un espíritu rebelde y uncorazón acerado, convirtiéndose en misionero dela verdad y de la libertad, con una disciplinada aus­teridad ética capaz de los extremos más descon­certantes: José ,Martí, con quien está vinculado porsu credo político, era catorce años más joven, peroambos coincidieron en Nueva York en la etapa másdramática del exilio antillano y juntos fraguaronplanes revolucionarios, uniendo a Cuba y a PuertoRico en el empeño unánime de lograr la indepen­dencia. Martí era el poeta y el mártir. Tenía porfuerza que morir como murió, mientras Hostos,misionero de la verdad y de la justicia, le sobre­vive para decir su palabra final en la cátedra, quefue su verdadero campo de batalla. El refinamientoestético de Martí, su sensibilidad y su talento locolocan a la vanguardia de los renovadores del len.guaje y del arte poético, mientras el acento adustode su hennano mayor, el maestro Eugenio Mariade Hostos, lo sitúa más bien en la trayectoria delensayo de ideas. La sencillez del verso del poetacubano es una difícil sencillez... mientras la ausen­cia de adornos en la prosa del puertorriqueño esdensidad de pensamiento y voluntad de anti-estilo,cuyo tono dictaminador y sentencioso en la expre­sión enunciativa penetra y perturba. Los dos anti­llanos son hombres de su época en la acción y enlas letras, divulgadores de ideales redentores, siem·

El pensamiento de Hostos(1839-1903)

Por MARtA TERESA BAB1N

pre atentos a exaltar la libertad, la fraternidadhispanoamericana y el derecho de los humildes yde los esclavos, llenos de fe y de optimismo en lasfuerzas del bien... Martí perdura en el recuerdo delas nuevas generaciones por su patriotismo y porla belleza conceptual y emotiva del mensaje éticode timbre nuevo que nos transmiten sus obras enverso y prosa. Hostos perdura por su magisterio demoral social y de derecho, por su obra en marchacomo patriota de todo un continente, llevando supalabra redentora y suscitando el diálogo con losdiscípulos que buscaba y encontraba en su peregri·nación constante. Los herederos de Martí y Hostosharían las revoluciones del presente siglo, y juntoa Hostos llevarian la bandera del MarU que des­cubrió en México el dolor de la raza indígena yfijó su atención en la redención de su estirpe, conla misma convicción con que Hostos hablaba detodos los pobres desheredados de nuestro mundoamericano. Hay en ambos antillanos una posiciónvertical, humanitaria, anti-esclavista, llena de comopasión y de amor para el ser humano que las re­públicas recién logradas en el siglo XIX tenían queeducar y redimir... Hostos ha de decir que no «hayespectáculo más 'digno de atención y reflexión queel de la vida, que el ofrecido en cualquier parte deAmérica Latina por el desarrollo de la vida•... Yenese punto se halla compendiada su verdadera fuen­te de conocímiento para formular ideas de socio­logía y de moral social. Martí, de otra parte, vivióy murió por lo que creyó, llevando a su obra lite·raria la esencia lírica de su pensamiento creador,llama eterna de un espíritu indómito, aunque bon­dadoso y caritativo, mientras Hostos pasa por lospueblos como una ráfaga, despertando a los dormi·dos y a los incautos, con un látigo en la voz siemprefranca, echando a los mercaderes del templo sinambages ni rodeos.

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El haber nacido Hostos el año 1839 en un pláci·do lugar de Puerto Rico --el barrio Río Cañas deMayagüez- contrasta con el dato de haber ido aeducarse al Instituto de Bilbao, al pie de la escalionata de la Virgen de Begoña, en las mismas sietecalles donde años después Unamuno adquiriría suliberalismo. En aquella ciudad industrial, por cuyaría subían barcos ingleses, franceses y alemanes,fermentaban los librepensadores en violenta oposi.ción con los tradicionalistas. Hostos, al igual queellos, recogió ideas inglesas, francesas y alemanasque serían la base de la Institución Libre de Ense­ñanza, de la Sociedad Abolicionista y del republica­nismo liberal. Como Giner de los Ríos, que ganóla cátedra de filosofía en la Universidad Central deMadrid el mismo año de 1866 en que Hostos dejalas aulas de la Facultad de Derecho, el puertorri­queño adopta una posición teorizante de moral so­cial que refuerza una conducta individual de tipo

. ascético, y produce nn ardor pedagógico casi misio­nero, pero en una actitud de religación distinta dela religiosa. Con una dosis fuerte de imperativocategórico, bastante de pan-enteísmo, gran respetoa lo experimentable y una incipiente veneración porla ciencia y la evolución, el futuro maestro de Amé­rica está en disposición de viajar por el Nuevo Mun­do. El fallido Grito de Lares en Puerto Rico en1868, su anhelo insatisfecho de ver a Cuba y a Puer­to Rico unirse a Santo Domingo y a los otrospueblos americanos que han logrado la independen­cia para esa fecha, y el fervor pedagógico que alien­ta su patriotismo, lo han de llevar a todas partesdonde podía divulgar y estimular el estudio y elprogreso, sintiéndose hijo de todas las patrias quehabían ganado en heroica lucha el derecho a serdueños de su presente, pero no sabían qué hacercon el futuro... Hostos es el -preceptor ideal delmomento, y así lo demuestran sus ejecutorias enpro de la educación y de la civilización en SantoDomingo, en Venezuela, en Chile, y en otros paí­ses. Su obra escrita se había iniciado en España,con la novela de 1863: La Peregrinación de Bayoán,y sigue paralelamente a su obra académica y pro­pagandística en el periodismo y en los colegios ylos institutos, las escuelas y las universidades don·de dictó cursos que se iban convirtiendo en textos,tales como La Moral Social. Hasta su muerte en1903 fue acumulando temas, observaciones, refle­xiones, relatos y comentarios que forman los vein­te volúmenes de sus obras completas, en las cualesocupan un lugar preferente su Diario y los librosinspirados por su experiencia americana, a loscuales vaya referirme.*

• Véanse 105 siguientcs volúmcnes de las Obras Com-pletas de Hostos:

La cuna de América (Vol. X).Temas Sudamericanos (Vol. VII).El Viaje al Sur (Vol. VI).

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Hostos fustigó severamente a su país y a todoslos países donde veía la incertidumbre, la corrup­ción y la perpetuación del coloniaje. Más que as­pirar a la independencia política y a la independen.cia intelectual, anhelaba el milagro de un nuevohombre americano, forjado con la voluntad y lainteligencia, mito viviente que solamente un román­tico rebelde encendido de ira contra la barbariepodía soñar, pero no dormido, sino bien despierto,con un látigo en el verbo podado de adornos, "apli­cando el precepto de que la letra con sangre en­tra. En un pasaje de su Diario arremete contra lapaciencia, la paz y la lealtad de la Isla mansa, haceun símil devastador cuando afirma que dos por­tentosos políticos de España hicieron de la cerapuertorriqueña el muñeco clásico que a más for­mas se ha prestado y con que resignación más evan­gélica ha sufrido transformaciones más extrañas»,pero en sus Ensayos Didácticos reflexiona sobre lologrado por Puerto Rico a fines del siglo, diciendoque es ade las más coherentes, sino la más cohe­rente, entre todas las sociedades del Mar Caribe-...aunque lamente el hecho de que la isla esté «to­davía muy lejos de la verdadera civilización», pues,«Civilización sin independencia, civilización sin li­bertad, civilización sin derechos, civilización sin do­minio sobre el territorio y sus bienes materiales omorales, podrá llegar a ser un macaqueo ridículo,y acaso, alguna vez, un buen remedo; pero civiliza­ción verdadera no es posible.»

¿Cómo percibe la óptica de este Bayoán a losotros países en su peregrinar por la ruta del Tehuan­tinsuyo? ¿Cómo ve a la Indoamérica? ¿Cómo ve ala Afroamérica? ¿Cómo ve a la Euroamérica? Ensus andanzas y visiones a través de dilatadas geo­grafías por paralelos arriesgados donde el españolse habla con acento político de independencia, conmaleta fláccida, pobre caudal, y socrática fe en quela recta acción es consecuencia ineluctable del co­nocimiento verdadero, aprende y enseña en su cá­tedra ambulante la buena nueva de la fuerza de larazón, creencia que ha de sostenerlo hasta su grandesengaño, tras el 1898 en Puerto Rico... Sin lapatria que él hubiera querido hacer, muere en 1903en Santo Domingo, de aasfixia mora!», como dijomuy bien don Pedro Henríquez Ureña.

Inicia Hostos su viaje al sur con una justifica­ción del rumbo: después de un naufragio que re­cuerda los infortunios de Alonso Ramirez y lasaventuras de Bayoán, pensando que un soldadomás nada puede hacer en una revolución adelanta·da en Cuba, mientras si puede contribuir a hacer­lo todo en una revolución no comenzada, sale acumplir su misión por América. En Nueva Yorkse hallaba en 1869, y se embarca para Colombia en1871... aPor comunidad de razón», por «1a univer­salidad de su patriotismo americano», porque el

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Eugenio María de Hostos

idioma y el afecto le hacían sentirse hijo de todoslos pueblos hispanoamericanos, lleva varios propó­sitos: lograr apoyo para la lucha por la independen­cia de Cuba y Puerto Rico, observar la realidad exis·tente en las naciones libres, contribuir al progresoy a la educación de esos pueblos hermanos, yabogar por la unión de todos los países con altasmiras y recia voluntad de poner proa hacia el fu·turo de una América poderosa. Después de un lar­go y penoso viaje, al dar fondo en Cartagena, «don·de todo» se había salvado del .adulterio infernal dela conquista y de la viciosa procreación de la co­lonia»,' se indigna con el Castillo donde la Coloniase encastillaba, y bendice a la independencia conel mismo fuego con que maldice a las tierras quesostienen la dependencia y la esclavitud. Al veruna pobre litografía de Bolívar, ora por las Antillasante el «único hombre de la historia que parece

digno de una libre imitación». Tiene un brevísimoparéntesis emotivo al visitar en Cartagena a .Can·dorina», la virginal cubanita que había: conocido enNueva York, cuya presencia fugaz recuerda a la niñade Guatemala que se le murió de amor a Martí...Hostos seguiría su viaje y en 1817 se ha de casar enCaracas con la Inda de sus libros, doña Belinda deAyala, de nacionalidad cubana, La presencia feme.nina se diluye pronto ante la realidad de la ásperavida que aguarda a Hostos... En su visita a Carta.gena inicia la búsqueda de una América recóndita,ancestral y misteriosa, presentida y adivinada enlos tipos étnicos que van y vienen por el mercadode la mañana... Aunque Hostos recuerda superfi­cialmente su país natal siente muy hondo la dife.rencia: el más pobre de aquellos hombres era due­ño de sí mismo y de su patria, mientras Hostossentía que ningún suelo era menos suyo que la

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tierra en que había nacido. «Yo no tengo patria enel pedazo de tierra donde nació mi cuerpo; peromi alma se ha hecho de todo el continente america­no una patria intelectual, que amo más cuanto másla conozco y compadezco•... Aprovecha los catorcedías de varadura en Cartagena para meditar sobreaquella tierra fecunda apenas poblada; observa quelos pocos emigrantes europeos no se aclimatan y nose dedican a la agricultura; y se le ocurre pensaren colonizar todo aquello con cubanos, que, al tra­bajar libremente, llegarían a ser grandes produc­tores y apoyarían la independencia de Cuba, dentrode la cual Hostos siempre cuenta con la de Puer­to Rico... Del pensamien~o a la acción: redacta unproyecto: «Estatutos de la Sociedad de EmigraciónCubana-, y logra que se apruebe... pero su utópicosueño no podía realizarse sin los medios que loscapitalistas cubanos residentes en Nueva York de­bían aportar a la causa... y así sale de Cartagenarumbo al Istmo....Escribe en esos días un largomonólogo hamletiano, rebosante de dilemas, alter­nativas, dudas entre vida mística y real, soledady sociedad, reposo y combate, meditación y acción,abandono y persistencia. Habla de la gloria de Só­crates y de Jesús, negando el martirio de ambos...

El puertorriqueño que debía consagrarse a Cu­ba, y el antillano que debía consagrarse a la granpatria 'continental, se asombra de las bellezas na­turales del Istmo, y ante el Océano Pacífico cantaa la unificación de las civilizaciones, a la gran patrialationamericana cuy.a imaginación y cuyo heroís­mo, con la potencia política de los angloamerica­nos, llegaría a formar una auténtica civilizacióndistinta a la occidental del Atlántico... Viaja alCallao en compañía de cholos, zambos, bueyes, car­neros, caballos, perros... a la intemperie, en cubier­ta, ya que un billete de tercera es 10 único que pue­de permitirse... Castigan el sol, la lluvia, la garua....pero Hostos habla con los pasajeros y observa,meditando sobre la confederación antillana, las ra­zas antagónicas, las posibilidades de que Norteamé­rica tenga cuatro estados: Canadá, Estados Unidos,Estados Confederados y Estados Mexicanos... criti­ca a Estados Unidos por oponerse a la idea de Bo­lívar, por oponerse a la independencia de Cuba, ydejarse llevar por una «infecunda vanidad-o Eneste largo viaje Hostos va en proa y se acuerda dela barca de Caronte. Al mismo tiempo que la tie·rra y los hombres de la realidad exterior le ha·cen pensar, va haciendo introspectivamente un cons­tante viaje interior por las visiones y los anhelosque los incitan a soñar despiertos, en una dantescasuperposición de planos. Conversa con dos alema­nes sobre Alemania y Suiza, captando ideas y lan­zando las suyas acerca de la democracia y las ven­tajas y desventajas de las revoluciones... Acaba dia­logando cún un vendedor ambulante que critica a

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los gringos y le regala un precioso mango, fruta sa­brosa con acento agudo para Hostos -mangó...quien se embelesa oyendo cantar a las mujeres deuna raza nueva, 'de ojos ligeramente inclinados condulce mirada, de pelo negro y lacio, de tez amari·lienta... Transformado el buque en feria bajo la car­pa formada con ponchos y pañolones, se solaza conlos cantos de los cholos, cuyas melodías eran distin­tas a las antillanas, pero Hostos percibe que hansido inspiradas, al igual que las del trópico, porel dolor de la esclavitud y la servidumbre que lateen el alma de estos seres nacidos del quichua y delblanco...

La llegada al Perú es una de las experienciasmás fuertes en este peregrinaje. Apenas desembar­ca en el Callao empiezan las indignaciones de Has­tos. Primero, conoce a un ecuatoriano que hablade Garcfa Moreno como un amal hoq¡bre pero quetiene gran talento-... a 10 cual replica con aquellode que «justificar al obrero no es justificar laobra•... luego comprende que está en la tierra «enque más se había ensañado la corrupción colonial,la que más recuerdo tenia de la civilización malo­grada por la conquista» ... La capa española le saleal paso con persistencia, y oye conversaciones poli­tiqueras que le suenan a madrileñas... Por fortuna,algunas preciosas mujeres de tipo cholo y el me­loso acento del habla le hacen sentirse en Améri­ca... Contempla la estatua de Gálvez, el últimodemoledor de la colonia de frailes, y la mujer pe­ruana le atrae por su belJeza y su gracia, conside­rándola superior intelectualmente a su compañeromasculino... Entra en Lima a pie... La Ciudad delos Reyes es rica de edificios pero está llena demendigos... Pregonan por las calles los tamaleros,melcocheros, tisaneros, camaroneros... y en el mer­cado de Lima nota el predominio del peruano abo­rigen, el «condolido, compadecido, y estimado- des­cendiente de los Incas ... Hablan en quechua... yles llaman serranos... Pueden andar hasta Chilecon un poco de coca... Son los chasquis, correosde los Incas, que de tambo en tambo andaban másde prisa que el tren reciente... Hostos palidece deira al enterarse que se suelen robar niños de losserranos para regalarlos o venderlos a familias deLima... Y su sentencia es dura: «una república in·dependiente, pero no libre;... una democracia... ci­mentada en las mismas iniquidades de la colonia....Le abruman las iglesias de Lima... «Había vistoen dos días más frailes, más conventos y más pre­cesiones que en toda su vida-... Identifica lo peordel coloniaJe con la iglesia colonial, y se indigna an­te un santero, ante la quema de incienso, el doblarde campanas y la estampa pintada con encendidapluma del Señor de los Milagros...

Tozudamente insiste Hostos en hacer algo... Rei­teradamente le cierran las puertas o le aconsejan

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que apoye al gobierno... Logra ver a dos hombresde gran valor que alientan su esperanza: el PadreVigil, director de la Biblioteca Nacional, y el Co­ronel Espinosa, soldado de la independencia y lu­chador rabioso contra la esclavitud... Hostos siguesu viaje hacia Chile... Si en el Perú un poeta lohabía utilizado como paciente auditorio para susripios, y el director de El Peruano no le prestóatención a la carta de presentación del puertorri­queño, también es cierto que allí recibió el espal­darazo moral de dos hombres que no olvidaría...Vigil y Espinosa -y había podido captar la signi­ficación que tendrían para el porvenir republicanode América los cholos que llenaban las calles consus fardos de hambre y su sed de justicia... Perollega a Chile el antillano incansable, donde parecehallar la esperanza. Le canta con entusiasmo a lacordillera, a los volcanes, al paisaje grandioso deuna tierra «sublime», adjetivo en el cual insiste apa­sionadamente. Evoca la grandeza de los araucanos,truena contra los «Iatinoamericanistas que padecende españolismo», pero alaba a Ercilla. el autor quehabía escrito «el canto de admiración con que elvencedor rinde homenaje a la grandeza del venci­do»... La violencia de los Andes, del mar, del Teno,del caminejo que asciende, y de Ouilapán, el últimoaraucano de la independencia, le arrancan alaban­zas... Su andariega vida encontró reposo en Chile,donde siempre fue acogido con simpatía, llegando ala exaltación de este admirable país en la Memoriade la Exposición Nacional de Artes e Industrias ce­lebrada en Santiago de Chile en el mes de septiem­bre del año 1872, trabajo premiado con el PrimerPremio y una medalla de oro, que aparece en elTomo VII de sus Obras Completas, donde se reco­gen sus Temas Sudamericanos.

Cuando Hostos visita a la Argentina describeel papel que juegan los polícromos inmigrantes, pre­dice el progreso que llegará con los nuevos pobla­dores, se preocupa por la falta de escuelas... En RíoCuarto observa que hay muchos devotos pero asis­ten a la escuela doscientos niños solamente, y laBiblioteca Municipal estaba cerrada... En Córdoba,donde también hay demasiadas iglesias, la Univer­sidad es más un edificio moral que material, sublancura se asemeja a «un sepulcro blanqueado l> , yes tan oscura que parece el símbolo del oscurantis­mo. Pero en el segundo piso está la biblioteca, abier­ta al paisaje de la sierra, a la ciencia libre, a la ra­zón universal, y afirma Hostos que lo alto mataráa lo bajo, al espíritu estacionario de secta, de cor­poración. Cierto tufillo de los jesuitas que un díaJa ocuparon, y el recuerdo de que CarIos IV «noconsideraba conveniente que se hiciese general enAmérica la instrucción», el pensamiento de que eljesuitismo emparejado con el oscurantismo y lareacción pesan todavía en América, le lleva a pre-

dicar una cruzada, una reforma universitaria conun plan de estudios moderno. Reconoce que esaUniversidad de Córdoba ha servido para manteneranimada a una juventud que está dejando atrás asus maestros, próxima a estallar en una crisis...Cuando toma el tren y ve la posible agricultura, laposible minería, lo que puede llegar a ser el paísde la aurora, Hostos el sociólogo no deja de ser ala par el observador participante, ya que el diag­nóstico exige una operación inmed~ata, el saberdebe perfeccionarse con la acción correctiva. Ro­sario, prolongación de la pampa y frontispicio deldesierto... evocación del odiado recuerdo de Rosas...entusiasmo ante el rápido crecimiento de la urbey la riqueza de su campiña. Ve al gaucho bueno yobediente, que un día se rebela contra la injusti­cia... En Brasil, país de infinitas posibilidades ter­mina el viaje al sur expresando su ferviente deseode que las industrias y las fábricas, a las que in­terpreta como factores inconscientes de la libera­ción del esclavo, prosperen cada día más. Mal­dice el trabajo esclavo y clama por la abolición,que en su propia patria puertorriqueña se realizótotalmente el 22 de marzo de 1873.

Al terminar este 'viaje por el pensamiento deHostos, en el cual observamos las líneas fundamen­tales de la obra hostosiana, podemos preguntamos:¿Cómo se ve Hostos a sí mismo?... ¿Cómo vis­lumbra a la América Latina? ¿Cómo se juzga aHostos hoy?... A sí mismo se ve como «un hom­bre sin patria y que la busca: un ciudadano deuna república que todavía no ha nacido y a lacual se sacrifica todo». A las nuevas repúblicas lasama y las educa, predicando la voluntad de ori­gen, de originalidad americana, sin huella de co­lonialismo o de europeísmo, incitando a la Améri­ca Latina a hurgar en sus entrañas para lograr unnacimiento extrahistórico que invente su propiodestino. ¿Cómo se juzga a Hostos hoy? Lejos desu época y de la circunstancia de su peculiar ma­nera de sentir la vida, Hostos aparece en la dis­tancia sereno, inflexible, razonador, capaz de re­sistir las más dolorosas privaciones por llegar a lameta que se propone, con un estoicismo heroico.Su pensamiento 10 lleva a vaticinios y a prediccio­nes sobre el siglo veinte que todavía pueden tenersentido... Y para aquellos países donde vivió y par­ticipó activamente en la educación, su ejemplo y supalabra siguen fijando pautas.

El orden de las preferencias cordiales, de laslealtades primarias, de la exigencia de sacrificios,de los Iclcionalismos dogmáticos y de las adhesionescasi dolorosas de Hostos puede diseñarse, tenta­tivamente, de la siguiente forma:

Amor a tres libertades: de los pueblos, delos hombres, de las ideas. Odio a tres abusos:

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a la oligarquía, a la esclavitud, al oscurantis­mo. Lucha por tres propósitos: república de~

mocrática, abolición de la esclavitud, educa­ción del hombre completo.

Creencias fundamentales: Fe en la perfec­tibilidad mediante la educación científica, téc­nica, filosófica y moral. Fe en la perfectabi­lidad mediante la discusión y la acción políti­ca en sus varias formas, desde la propagandaa la revolución. Fe en el trabajo humano delhombre libre, que, guiado por la ciencia y larazón, ama el progreso. Fe en que todas lasnaciones deben ser independientes, pero lasgrandes asociaciones supranacionales no seoponen a la independencia, sino que la hacenrealmente posible. Fe en que toda Américatiene un gran destino que supera al del ViejoMundo.

Hasta la víspera de su muerte conservó Hostosuna esperanzada creencia: Puerto Rico llegará a ser

un diamante pequeño, pero límpido, en la gran c().rona de gemas de América y será un pueblo libre,con unos hombres libres, libremente educados, enel seno de una gran federación de las Antillas, deAmérica y del mundo. Y en cuanto a los pueblosque intentó conocer, según sus propias palabras«tendrán el derecho de considerar insuficiente elexamen que de ellos hemos hecho, también noso­tros lo consideramos insuficiente. Pero ellos, comonosotros, saben que la literatura de la raza es lanovela»...

El moralista, el sociólogo, el maestro lo dejóescrito: LA LITERATURA DE LA RAZA ES LANOVELA.

Simposio sobre .EI pensamiento hispanoamericano através de SI/S escritores... En el Departamento de LenguasRomances, The City College, The City University of NewYork.

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Sevilla y Canarias en Puerto Rico

Por FRANCISCO MORALES PADRÓN

AL LLEGAR A AM~RICA -ES UN TÓPICO EL DECIRLO-

nos sentimos como en nuestra casa, vivimos lahistoria de nuestros antepasados -antepasadostambién de los hispanoamericanos-; pero al arri­bar a Puerto Rico estas vivencias o sensacionesduplican su fuerza para un hombre que ha nació..,en Canarias y vive en Andalucía. El encuentro oreencuentro con la isla nos trae en seguida airesfamiliares dentro de su exotismo; aires de Sevilla,Cádiz o Las Palmas de Gran Canaria. El Marquésde Lozoya y Ernesto de la Orden han escrito bellay certeramente que la isla de Puerto Rico tienedos grandes etapas hispánicas: la del gótico y lasfortalezas, época de colonos, misioneros y soldadosde uniforme que bregan contra la penuria y losataques foráneos y la del neoclásico y los palaciosdel XIX, de gobernantes civiles con levita, testigode años más boyantes y de proyectos políticos quese malograron con un trauma que ocasionará latercera etapa, la del siglo xx.

Al sumergimos en la historia puertorriqueña,sobre todo en la del período hispánico, buscandorastros o presencias de Sevilla y Canarias, 'pudiéra­mos derivar por el fácil camino del anecdotario ola ensoñación desordenada y sentimental que unpaseo sin itinerario fijo nos marque. Lo podríamoshacer así porque para ello no nos falta vocaciónliteraria. En ese caso nos echaríamos a deambularpor los callejones sanjuaneros de la Capilla, Gám­baro, o Tamarindo, donde, como dice José S. Ale­gria, hallaríamos remembranzas de Cádiz y Sevilla.y de Las Palmas de Gran Canaria, añadiría yo,porque .sus casonas de balcones de torneados baolaustres pintados de verde son como los del barriode Vegueta grancanario. Podríamos divagar por lacalle Tetuán, homónima por iguales razones quela famosa sevillana (batalla de Tetuán ganada a losmoros en 1860) o por O'Donnell, San Francisco,

Cuesta de las Monjas, Luna, Sol, Cristo... O llegara la zona de la Puntilla donde paralela a la calleprincipal -Isabel I1- discurre la calle de la In­fanta Isabel Luisa, la que se casó con el Duque deMontpensier y montó en Sevilla una pequeña cortedonde se conocieron Alfonso XII y María de lasMercedes, inspiradora del famoso canto infantil.Si queréis podemos ir al viejo cementerio, juntoal mar, a rezar ante la tumba de Pedro Salinas quehace medio siglo entró como catedrático en laUniversidad de Sevilla. Y si vamos a Mayagüez yotros puntos nos encontraremos con la Virgen ti­nerfeña de la Candelaria patrona del archipiélagocanario. ¿Veis como es fácil evocar a Sevilla y Ca­narias en Puerto Rico? Mirando al pasado y remon·tándonos a los primeros años de la Colonización,podríamos decir con Arturo Morales Camón en su«Historia del Pueblo de Puerto Rico_ (desde sus orí­genes hasta el siglo XVIII), .pronto habrá de veniruna planta de Gran Canaria que será reina y se­ñora de la cocina de todo humilde poblado puerto­rriqueño. La mata de plátano. La mata de pláta­no es un triunfo de adaptación, más conquistadoraella que Juan Ponce y Cerón y el taimado SánhoVelázquez•. * ES; diríamos nosotros, el símbolovegetal de la adaptación al suelo boricua del co­lono canario que allí echa raíces hondas como ve­remos. Y si proseguimos repasando el pasado com­probaremos que gobernantes civiles y eclesiásticosrecordaban desde San Juan a l,a ciudad del Gua­dalquivir. En el siglo XVII dos obispos y un go­bernador echaban manos de Sevilla en San Juanpor diversos motivos. Fray Damián López deHaro (1644) describía a la ciudad de San Juana su llegada diciendo que en ella use venden pande trigo a temporadas conforme vienen las oca-

.. El cuadro de Ramón Frade cEl pan nuestro.. es bue­na ilustración de esto.

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siones de la harina; -y añade- yo traje tres ocuatro barriles de España muy buenos y florea­dos de que al principio me hicieron rosquillas comoen Sevilla».l

Las rosquillas sevillanas le debían de doler enel alma y en el esófago al buen obispo privado talvez, luego de harina. De harina y de vino muchasveces; tantas, que ni las misas se podían oficiar.El otro obispo, Fray Juan Alonso de Solfs, no seacordaba de las rosquillas sevillanas, pero si de lacárcel de Sevilla, cuyo espectáculo tremendista co­nocemos por textos. Y se acordaba en unos famo­sos versos, muy repetidos, en los que un pobladordecfa a una dama dominicana:

.Esta es señora, una pequeña islitafalta de bastimentas y dineros,andan los negros, como en esa, en cueros,y hay más gente en la cárcel de Sevilla•.1I

- Rimado testimonio de unas carencias que los do­cumentos no dejan nunca de recoger tan sin inte­rrupción que el gobernador Felipe de Beaumont yNavarra, llega a escribir en la primera mitad delXVII: _Con las cartas que he escrito a Su Majestadsolicitándole auxilios para esta abandonada isla sepodría enladrillar la mar desde el pie de la torredel Oro en el río de Sevilla hasta esta babia deSan Juan».lI

No ya el vínculo }tumano, cultural y económicounirían a Sevilla con Puerto Rico pasando por laindeclinable escala de Canarias, sino hasta un puen­te de cartas, de documentos, que guardados en elArchivo de Indias nos sirven para buscar filacio­nes y que más tarde vendrían a investigar muchospuertorriqueños como Salvador Brau que fue nom·brado individuo correspondiente de la Real Acade­mia Sevillana de Buenas Letras y reunió materialpara sus obras -Puerto Rico en Sevilla. y .La Colo­nización de Puerto Rico. donde deja constanciade la admiración que le produjo la arquitectura ycontenido del Archivo de Indias. Antes que él, mu·cho antes, hAbia anclado en la ciudad del Betis elpuertorriqueño Gregario Pérez de León, catedráti-

1. Cartas del Obispo. .Crónicas de Puerto Rico...(\493·1797). Selección. introducción '1 notas de EugenioFernández Méndez. San Juan, 1957 p. 164. La carestía yemigración de harinas, así como noticias sobre la expor·tación desde Canarias, cuenta con datos de interés en el.Catálolfo de las Cartas y peticiones del Cabildo de SanJuan Bautista de Puerto Rico en el Archivo General deIndias... (Siglos XVI-XVIJ). Recopilación y notas, por JoséJ. Real Diaz. Edición conjunta del Municipio de SanJuan y el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Barcelona,1968, Jlp. 23, 41, SO, '53-8, 60-7, 74, 83, 112, 140-1, 196, 197,200, 209, 250, 313, etc.

2. Morales Padrón: _Barcas, libros y esclavos paraPuerto Rico•. Rev. del Instituto de Cultura Puertornque­ña,1961.

3. Carta al Rey del Gobernador D. Felipe de Beau·mont y Navarra, 4 de septiembre de 1618. AGI. Sto. Do­mingo, leg. 169.

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ca del Estudio de Maese Rodrigo de SantaelIa cé­lula a principios del XVI de la Universidad hispa­lense.·

¿Comprobáis cuán fácil es vagar y divagar ur­bana e históricamente para citarnos con Sevilla yCanarias en Puerto Rico o viceversa?

Es natural. Las relaciones Sevilla·Canarias eranviejas. El salto desde el archipiélago atlántico a lasAntillas normal. Las razones por las que Sevilla fueescogida como centro de la expansión ultramarinason múltiples y conocidas, pero entre otras esta­ban estas viejas experiencias conquistadoras -co­lonizadoras sobre Canarias.

Cuando Puerto Rico se descubre a finales delsiglo XV Sevilla y Canarias llevaban años de rela­ciones. Siglos. Desde finales del XIII y principiosdel XIV habían comenzado estas conexiones que enel xv se adensan al convertirse lo que eran sim­ples intereses «comerciales. --de incursiones- entodo un plan estatal para someter al archipiélagocanario desde Sevilla, de esa Sevilla en cuyas gra­das de la Catedral se pregonaban ya los asuntoscanarios, en cuyas calles andaban esclavos cana­rios, en cuyas imprentas se imprimirán algunosexponentes de la inicial historiografía canaria (co­mo América), de cuya población brotarán coloni­zadores que irán a Canarias y de cuyo puerto zar­parán naos con milites, simientes, instrumentos,obispos y gobernantes originarios de Sevilla. Laconquista y colonización de Canarias, sobre todode Gran Canaria, se hizo desde Sevilla y por sevi·llanos prefigurándose en ella mucho de lo queaños más tarde tendrían lugar en América... En Se­villa se refugiaron un «rey» grancanario y sus se­guidores; de Sevilla dependerá el obispado canario;el habla canaria será originaria de la andaluza, yla hermandad con Sevilla será tan grande queLas Palmas de Gran Canaria tendrá como calle má·xima la de Triana.

Decíamos que «años más tarde» se daría enAmérica a escala enorme la experiencia canaria.Años más tarde no son muchos, porque si en 1483tiene lugar la rendición de Gran Canaria, diez añosmás tarde el médico sevillano Diego Alvarez Chan­ca se embarcaba en la segunda expedición colom·bina, y, tras hacer la habitual escala en Canariaspara avituallarse y recoger algunos «isleños», pro­seguían, sin saberlo, hacia Puerto Rico que seríadescubierta entonces. .A1varez Chanca se enroló enla aventura por propio deseo como atestigua lacarta de los Reyes Católicos escrita desde Grana­da: .Nos habemos sabido que vos con el deseo que

4. GDescripción de la Isla y ciudad de Puerto ~ic.o",por el Lic. don Diego de Torres Vargas; esta descnpclónQue citaremos varias veces, puede consultarse en el capi­tulo vu de la obra ya mencionada .Crónicas de PuertoRico...

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teneis de nos servir habeis voluntad de ir a lasIndias, e porque en lo hacer nos servireis o apro­vechareis mucho a !a salud de los que por nues-­tro mandato allá van por servicio nuestro, que lopongais en obra...»'

No sabemos de la posible actuación médica delsevillano Alvarez Chanca a lo largo del viaje, perosí conocemos y es lo importante, la carta que di·rigió al AYUntamiento sevillano que constituye untestimonio histórico inapreciable. Allí, por vez pri­mera, queda consignada la visión que Puerto Ricobrindó a un hombre de Europa. Como dice AurelioTió dado el «importantísimo cargo que desempe­ñó como físico y escribano o notario, así comocronista... ]a carta del doctor Chanca tiene un va·lor probatorio de primer orden. Pocos documentosrelacionados -pueden compararse con ella en cuan·to al crédito que puede dársele a su testimonio, nosólo como hombre de gran honradez intelectual sinocomo notario público y escribano rea!».6 Desgracia­damente desaparecido el Diario personal de Colón,de este testimonio y del de, ya de segunda mano,de otro sevillano llamado Bartolomé de Las Ca­sas,? arranca la perpetua polémica puertorriqueñasobre donde desembarcó e] Almirante: ¿En Añasco,Aguada, Aguadilla, Mayagüez, Boquerón? ¿Por elNorte o por el Sur? ¿El 16 o el 19 de noviembre?Chanca, testigo presencial escribe escuetamente:«En un puerto de esta isla estuvimos dos días,donde saltó mucha gente en tierra; pero jamás po­dimos haber lengua, que todos se fuyeron comogente atemorizada de los caribes. Todas estas is·las dichas fueron descubiertas deste camino, quefasta aquí ninguna de ellas había visto el Almiranteel otro viaje: todas son muy hermosas e de muybuena tierra; pero esta paresci6 mejor a todoslO.s

Pero esta pareció mejor a todos: he aquí el primerpiropo a Borinquen por obra de un médico sevi­llano metido a navegador.

y así se desliza el hilo que, desde Sevilla, pa·sando por Canarias iría surciendo a la ciudad delRío Grande con estas zonas insulares. A través deese hilo o canal se deslizarían con los años hom­bres emigrantes, manifestaciones artísticas, dietasalimenticias, folklore, técnicas industriales, advoca·ciones religiosas, formas e instrumentos económi.cos, etc. No es, pues difícil, hallar en Puerto Ricorestos de todo esto que aún hoy persiste como tes­timonio y que diversos estudiosos, en especial puer·torriqueños, han estudiado con cariño.

5. La!! notas sobre Alvarez Chanca, lo mismo oue surelación, pueden leerse en la obra de Aurelio Tió: «DoctorDiego Alvarcz Chanca (Estudio biol%ráfico)... Instituto deCultura Puertorriqueña. Barcelona, 1966.

6. Ibídem.7. El relato de Las Casas se encuentra en la edición

de su -Historia de las Indias.. realizado por el Fondo deCultura Económica. México, 1951, pp. 352·5.

8. Ibídem nota 5, p. 56.

Cuando comienza la conquista de Borinquen vol·vemos a tropezarnos con un sevillano. Pedro Suá·rez de Castilla, caballero veinticuatro del AYUnta.miento hispalense que en 1509 solicitó licencia alRey para poblar la isla. No fue oído por razonesobvias: desde 1508 Juan Ponce de León tenía con·cedidos derechos sobre la ~isla, y en agosto de 1509el Rey le nombraba Gobernador de San Juan yle indicaba que debía dar tierras a los indios, alos conquistadores, y a treinta vecinos que, desdeSevilla, se enviaban para poblar la isla. La con·quista se había hecho y en ella, como canta Juande Castellanos en la «Elegía a la muerte deJuan Ponce de León», no habían faltado las hazañasdel canario Luis de Perdomo:

.Soldado diestro, suelto y animoso:Hombre para la -guerra de gran tomoy en lances semejantes venturoso.Natural de las Islas de Canariay de los antiquísimos de Paria».D

Sevilla y Canarias no habían, pues, estado ausentesen el nacimiento de Puerto Rico como pueblo com­puesto por una tierra privilegiada, unos indios yunos europeos.

Desde entonces estas relaciones no cesan. Lasllamadas fuentes primarias, crónicas y documentos,10 atestiguan. Sin necesidad de acudir ahora mismoal Archivo de Indias, parte de cuyo material rela·tivo a Puerto Rico ha dado a conocer Coll y Toste,Vicente Murga y otros, o se atesora extractado porobra de Bibiano Torres en el Instituto de CulturaPuertorriqueña, vamos a poner nuestra atenciónen otro repositorio sevillano, menos examinado, elArchivo de Protocolos.lo AlU, en sus documentosdel XVI, se hallan múltiples muestras de las vincu·laciones Sevilla-Puerto Rico. Existen continuas obli­gaciones a pagar préstamos de dineros que facilita­ban sastres, plateros, cambiadores, boneteros, boti­carios, etc., con el fin de aparejar y cargar naosque iban a Puerto Rico; hallamos también acuer­dos entre maestres de naos y los oficiales de laCasa de la Contratación por los que aquellos se obli·gan a llevar mercancías y pasajeros a ,Puerto Rico.Resulta interesante leer como, por ejemplo, un caropintero Se compromete a pagar 13 ducados de oropor su pasaje y comida hasta San Juan; o un ro­pero (vendedor de telas) abona diez pesos por él yun mozo acompañante. Otras veces el precio delpasaje se estipula en 60 ducados de oro o 4 pesos

9. Parte I. Canto IV.10. Vid. .Colección de Documentos Inéditos para la

Historia de Hispanoamérica publicados por el InstitutoHispano-Cubano... Madrid, S.3. 3 tomos y -DocumentosAmericanos del Archivo de Protocolos de Sevilla. SigloXVI", Madrid, 1.935; -Catálogo de los Fondos Americanosdel Archivo de Protocolos de Sevilla... Siglos xv y XVI.Sevilla, 1937. (Realmente los cinco tomos forman una co­lección).

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de oro por persona. Leemos escrituras pagando elimporte de mercancías traídas de Puerto Rico; asíse abonan 878 reales de plata por una caja de 35arrobas de azúcar borinqueña vendida en Sevilla.Junto con el azúcar otro producto de importaciónsuele ser el cuero que, tal vez, como el azúcar lue­go se llevaba a Medina del Campo. Cómo es fácilde imaginar situándonos en el despacho de un no­tario actual, los documentos notariales del XVI sonenormemente variados. Los hay Pa¡a autorizar des­de Puerto Rico a vender unas tierras que se tieneen Bollullos; para traspasar herencias para darpoderes especiales en cualquier asunto en amboslados; otorgando testamento al embarcar haciaPuerto Rico; dando poder para recibir herenciasde familiares muertos allá en el trópico y es elcaso de los familiares del Capitán General y Go­bernador de Puerto Rico Francisco Ovando Me­sías, etc. En las otorgaciones de autorización paradesignar representantes bien en Sevilla o en Puer·to Rico nos encontramos con doña María Colón,hija de don Diego que tan decisivamente intervinoen la conquista de la isla y de María de Toledo, lacual en 1537 concede poder a Vitores de Guilarte,vecino de Puerto Rico, para que le cobre de losoficiales reales unos 500.000 maravedís cde un juroanual que por virtud de Real Cédula tenía conce­didos•. Los mismos vemos con la madre de ella quedesea cobrar 400 ducados que el Rey le había he­cho merced como ayuda de costas.

Interesantes son los contratos por los que variaspersonas forman una compañía para dedicarse altráfico con Puerto Rico, tal como en la ecommen­da. y csocietas marisl> mediterráneas yen los Via­jes Andaluces: un tal siendo useñor de la mitad dela nao., otorga poder a ,otro epara que pueda sermaestre de la mitad de la nao y cumpla con susobligaciones•. Aquí vemos a mercaderes o capita­listas que intervienen -catalanes, genoveses, vas­cos, burgaleses, sevillanos, sastres, zapateros, gua·damacileros-, 10 que importa el total de la mer­cancía embarcada (480.780 maravedises, 149.103maravedises, 23.925 maravedises y 2.128 de avería)lo que se carga (vino de Cazalla y de Manzanilla, ja­bones, pescado seco, quesos, granos, aceite, harina,eropa menuda., mercancías en general); las perso­nas que a veces embarcan y el importe de sus pa­sajes según indicamos, entre los que no faltan es­clavos ya en 1517, aunque antes han debido llegarsegún diremos más adelante. En este sentido nostopamos una obligación para llevar desde Sevillados esclavos bozales valorados cada uno en 22.330maravedis~s, y con una esclava de 19 afias valoradaen 12.000 maravedises. Iban, suponemos, de criadoso trabajadores. A veces eran trabajadores especia­lizados como ocho hombres de color que en 1518pasan a Puerto Rico con el fin de coger oro. Aún

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se creía en Eldorado insular. La emigración, degente blanca, en ciertas ocasiones es masiva, degrupos de hombres ccon sus utensilios. dice eldocumento evidenciándonos que son cotanas. Otrasveces la emigración desde Sevilla nos recuerda alos sirvientes sujetos a contratos o voluntarios dela colonización británica. Sin que llegasen nuncaa recibir el trato humano y jurídico de aquellos.En Protocolos de Sevilla se guardan escrituras ocontratos por los cuales un emigrante' se compro­mete a ir a San Juan a trabajar con un escribano,con un mercader o con' otro emigrante más po­deroso económicamente ca servirle en lo que éstele mandare.. Este emigrante aislado que puedeser un crtrabajador» de Córdoba que se conciertapara servir a un mercader, otras veces es un ma­trimonio de hortelanos de Toledo que marcha conun tal Bias Fernández dispuesto también ca ser­virle en 10 que éste le mandare.. Leemos el casocurioso de una señora, que con el permiso de sumarido, se va a San Juan -no sabemos si con él­a servirle durante dos años a una cuñada.

Los maestres, que se han comprometido con losoficiales de la Casa de la Contratación a cumplirbien y fielmente las obligaciones de su cargo, tamobién se comprometen a pagar los dineros que losmercaderes o capitalistas les han facilitado paraabastecer su nao. Los pilotos por su parte forma·lizan su escritura para navegar y recibir 100 duca­dos de sueldo por el viaje de ida y vuelta, lo mismoque los marineros que perciben 60 ducados. Eldestino final, o como escala, de todos estos barcoses San Juan o San Germán.

En el desfile de personajes y barcos, notarios,marinos, mercaderes, prestamistas, clérigos, gentedel común, etc., se repiten nombres y algunos nosllaman la atención más que otros por su fama, co­mo Tomé Cano estante en Puerto Rico en 1520, oLucas Vázquez de Ayllón estante en Santo Domingoque importa doce vecinos, o el doctor FranciscoHernández -luego famoso en México- vendiendociertas mercancías a Pedro Medina.

Como es de imaginar el mapa urbano de la Se­villa de entonces, a través de los comparecentes,queda reflejado en sus barrios o collaciones: SanVicente, San Andrés, Santiago, Santa María Magda­lena, San' Lorenzo, Santa María la Blanca, SantaCruz, Triana, San Isidoro, El Salvador, San Ilde·fonso, San Bartolomé, San Pedro, uencestería•...etcétera.

El «prestigio. de los primeros años de San Juan,potencialmente rica (Puerto Rico) llevaba hasta suspuertos a estos barcos citados con vinos, harinas,aceite, pescado seco, losas de piedra de Canarias,quesos, granos, etc. Legalmente. Y cuando les fa­llaba el respaldo estatal, ilegalmente, porque ya en1540 el rey se está dirigiendo a la Casa de la Con-

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tratación para comunicarle que sabe como a SanJuan, Santo Domingo y Cuba van muchas carabelasde portugueses, tanto de Tenerife, como de CaboVerde y Portugal a vender esclavos y bastimentas...y cargar azúcar, cueros, cañafístulas, pájaros y muocho oro y plata.u Es decir, que los extranjeros yatambién estaban golosos de la isla. Pero en estetráfico comercial, lo más importante son los hom­bres, la emigración, de la cual ya hemos indicadoalgo.

En la primera etapa antillana o de aclimatación,de 1492 a 1520, el grupo de colonizadores más nu·meroso fue el de los andaluces, de lós cuales un78 % procedía de Sevilla. De cada cinco pobladoresuno era sevillano, y de cada seis uno se llamabavecino o natural de Sevilla, la mitad de las muje.res eran de Sevilla. Con referencia a Puerto RicoPeter Boyd-Bowman ~ afirma que «la idea de quelos primitivos colonizadores de Puerto Rico fueronprincipalmente castellanos es ahora insostenible ..;al mismo tiempo que él sostiene que «fue el len­guaje de Sevilla, no el de Toledo o Madrid el queestableció las primeras normas... En segundo mo­mento, como sabemos se incorporan otras zonas aesta prestación de sangre a las Indias, y Sevilla sóloproporciona la mitad del total (152~1539). ¿Y Ca·narias? ¿Cuál es la prestación emigrante canaria?

Los nombres de Puerto Rico y Canarias, lo vi­mos ya, quedan vinculados desde 1493 con los queembarcan con Colón en el viaje descubridor, pa­sando por el conquistador Perdomo, siguiendo portoda la trascendental emigración del XVI al XVIII yterminando con don Benito Pérez Galdós que actúaen las Cortes Españolas como diputado cunero (nonacido en la isla) de Borinquen. Realmente no ter­mina aquí la vinculación según veremos. Pero esque entre 1493 y el siglo XIX discurre una extensateoría de hombres del común, labriegos, colonos yalgún que otro intelectual como Graciliano Alfan·so que llega a San Juan en 1838 y allí componenotables obras.

A! iniciarse la colonización se comienza tambiénla corriente emigratoria «isleña.. según tempranadenominación que se da a los canarios en Antillasy Venezuela. Esta emigración se realiza por razo­nes obvias; ser las islas lugar de paso, penosa si­tuación de las Canarias y de acuerdo con un autorde 1791 por «la propensión de los naturales deestas islas a embarcarse para América; propensiónfomentada por la crianza, por la costumbre, por el

11. Vicente Murga Sanz: "Puerto Rico en los manus·critos de don Juan Bautista Muñoz». Estudio crítico por-. Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. Barce·lona, 1966, p. 338.

12. Pcter Boyd-Bowman: aIndice Geobiowáfico decuarenta mil pobladores españoles de América en el si·glo XVI,.. Tomo l. 1493-t519. Bogotá, 1964, pp. XIII YXXIV.

espectáculo de algunos, aunque muy pocos pai.sanos, que vuelven. con alguna conveniencia deaquellos países, de modo que se puede decir que elcanario desde que tiene uso de razón, suspira porAmérica como por su verdadera Patria, y trabajacon tanto afán en ajuntar el flete de su conducción,quizá a costa de los mayores sacrificios, como sifuese el precio de su rescate•.u

Ya en 1513 se autorizó a un tal Jaime Cáncer asalir de la Gomera con ganados, esclavos y otrascosas, rumbo a Puerto Rico.u Desde 1529 se acusauna mayor liberalidad en esta emigración porque,comprobada la pobreza minera aurífera insular an­tillana, amén del relumbrón de las conquistas con­tinentales que atrae a pobladores de Antillas, sepiensa en la economía azucarera implantada en elCaribe con esquejes llevados de Canarias. Y conlos esquejes fueron los técnicos o maestros de azú­car con sus pailas, calderos, etc., algunos con órde­nes de residir en Puerto Rico por 10 menos seisaños. Tiempo más que suficiente, pensamos, paraenseñar su profesión. Esto ocurría en 1569.

Pasada la euforia de los primeros años, expresa­da en el nombre de Puerto Rico, que vimos en con­tratos de compañías y fletamentos, desbordadas lasislas antillanas, ensombrecida la pantalla históricadel Nuevo Mundo en esta zona de su geografíapor el relumbrón de México y del Perú, resul­ta natural que las relaciones no sean ya la delos primeros años, y que las Antillas -algu­nas como Puerto Rico- se conviertan en lugarde paso, en fortín vigilante de flotas que van·yvienen más lejos, con codiciados tesoros. Por esoen 1550 el Cabildo de San Juan remite a la Cortea un representante con el fin de exponer la po­breza del comercio con la metrópoli, aunque siganllegando algunos barcos de Canarias, pero -insis­te- es necesario que vengan más «de España, co­mo de las Islas Canarias, porque de allí nos sue­len proveer, y, si por ellos no hubiese sido 10 ha­bríamos pasado peor...l~

A la falta de comercio y tráfico se unía la ca­rencia de población que se intenta paliar a basede Canarias, sin caer en la cuenta que éstas tam­bién exigían población y que si sus hijos se mar­chaban era porque no se mejoraba la agricultura,las artesanías o las industrias. Con los pobladorescanarios -agricultores casi siempre- dijimos que

13. .Memoria escrita para presentar a la Real Socie­dad de Amigos de Tcnerife. y de su orden a fin de eva·cuar un Informe que le había pedido la Real Audienciasobre la emigración de los Naturales de estas Islas a laAmérica». La Laguna, 25 de junio de 1791. Fondo Saave­dra, leg. 49, en la Casa de los Padres Jesuitas de Sevilla.

14. Vid. mis trabajos. El Comercio canario-americano(Siglos XVI. XVII Y XVIII). Sevilla, 1955 y .Colonos Cana·rios en Indias» publicado en el Anuario de Estudios Ame­ricanos. Vol. VIII. Sevilla, 1951.

15. Vicente Murga: .Hfstoria Documental de PuertoRico». Río Piedras, 1956, p. 327.

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embarcaban los técnicos y los esclavos y criados.Los negros esclavos existían en Canarias dedicadosal cultivo del azúcar,le y algunos pasarían a Indias,pues en Castellanos rastreamos la presencia enSanto Domingo de un «Joan Canario negro., y enel asiento de 1595 dado al portugués Pero GomesReynel se le autoriza a llevar anualmente de Se­villa, Lisboa y Canarias, 4.250 hombres de color.

El siglo XVII, su piratería y decadencia, acusaeso: decadencia en todo y aumento del peligro ex­tranjero. Más que nunca, los puertorriqueños tie·nen que' estar listos para los alardes, vestirse eluniforme militar, tomar las armas y hacer frenteal enemigo. Las relaciones lánguidas prosiguen en­tre uno y otro lado del Atlántico; las Canarias enun continuo forcejeo y alegando -como PuertoRico- que su penuria es grande y necesitan máslibertad para exportar. Drásticamente la Corona haimpuesto a los canarios la obligación de enviar cin­co familias a Indias por cada cien toneladas deproductos (caldos) que exporten. Sin ponemos aho­ra a analizar lo negativo para el Archipiélago detal medida y lo beneficiosa, en cambio, para Amé·rica, sí hemos de colegir que a Puerto Rico debie·ron llegar en el XVII más colonos canarios. Allí yaestaban los descendientes de los coterráneos arriabados en el XVI, algunos de los cuales como los ca·pitanes Andrés Botello, de Gran Canariá, y MateoDelgado destacaron ampliamente en la defensa dela plaza en el ataque de Balduino Henrico (1625).

Como las peticiones de los boricuas (más po­bladores) y de los canarios (más exportación) nocesaban, en 1695 y respondiendo a una demandadel Gobernador Gaspar de Arredondo que solici·taba gente blanca de canarias arribaron 20 fami·lias de Tenerife que se establecen en Hato de Saobana Llana, luego municipio de Río Piedras.u

Sería la centuria dieciochesca la de la gran emi·gración canaria. Tenemos que en el año 1720 pa·san veinte familias, en 1722 treinta, en 1723 veinti­cinco, en 1724 veintiuna, en 1727 veintisiete, en1728 treinta y dos, en 1730 dos y en 1731otras dos familias. Son un total de casi ocho­cientas personas en ocho años, porcentaje con·siderable. El Reglamento de comercio de 1718para las Islas Canarias había fijado como puer·

16. Vid. Guillenno Camacho y rérez <!aldós: «El culotivo de la caña de azúcar y la mdustna azucarera enGran Canaria». (ISI0-1535). Anuario de Estudios Atlánticos.Vol. 7 Madrid·Las Palmas, 1961. pp. 11-70.

17. ' Carta del Cabildo de San Juan indicando que el 3de agosto ~e 1695 llegó el Sargento Mayor Juan F!,anco deMedina con 20 familias canarias. AGI. Santo Dommgo 165.Apud. «Catálogos~de las Cartas.... cit. en nota 1. Vid. Sobreemigración los artfculos de F. Morales Padrón y AlvarezNazario cits. en notas 14 y 21; así como Pérez Vidal: «Apor­tación de Canarias a la población de América». Anuariode Estudios Atlánticos. Vol. l. Madrid·Las Palmas, 1955, vJuana GiI-Bermeio Garcfa: «La primera fundación deHumacao., Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña,núm. 22, 1964.

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tos de exportación para Canarias siete de In.dias, entre los cuales estaba Puerto Rico, conla condición de enviar anualmente 50 personas decinco familias. IB El origen de todas estas personases muy difícil averiguarlo: quizá sean de Tenerife,Gran Canaria y Lanzarote. Presumiblemente eranagricultores. Y su distribución se realizó por Loíza,Bayamón, Toa, San Luis de Príncipe (hoy Huma­cao) donde fracasó la fundación. Como nos constapor los registros de salida, en años sucesivos delXVIII, siguieron yendo a San Juan barcos con pro­ductos isleños por lo que podemos suponer que enellos continuaron navegando colonos canarios obli·gados o furtivamente. A partir de 1778 el Regla­mento de Comercio Libre facilitó las relacionesentre el archipiélago atlántico y la isla antillanapor lo que hemos de pensar con Alvarez Nazarioque da inmigración canaria en Puerto Rico vienea constituir quizá el factor de mayor importanciadentro del extraordinario poblacional que experi­menta la isla en dicha centuria•. De 1765 a 1799 lapoblación boricua se triplica. De las 28 poblacionesnuevas que surgen entre 1714 y 1797 no menos de19 se deben al esfuerzo canario, como se apreciafácilmente en la toponimia y en el culto a la Virgende la Candelaria pues ermitas consagradas a estaadvocación serán la célula de Manatí, Mayagüez, Ba­yamón y Vega Alta.

Al socaire de la bonanza económica que la islaexperimenta siguen llegando canarios. Aunque notengamos datos precisos, concretos, sí los tenemosnegativos como la orden de 1803 para que no setolere la entrada de canarios sin pasaporte del Co­mandante General o Juez de Arribadas. Casi exac·tamente fechado seis años más tarde leemos uninforme presentado al Ayuntamiento de San Juanabogando por la inmigración de canarios. Y algunadebió de arribar porque desde 1800 a 1812 -sindecirlo nos hemos metido en el XIX- la poblaciónde la isla aumentó en 1781 habitantes de raza blan­ca, siendo lógico pensar que la inmigración canariaestaba inculpada en este hecho, pues las localida­des que nacen entontes se localizan en zonas des­de donde antaño se situaban los canarios. La san­gre busca a la sangre. (Trujillo Alto, Las Piedras,Barranquitas, Camuy, Cidra, San Lorenzo, Dorado).Después de 1812 se intensifica llil política boricuadestinada a aumentar la población insular y alIntendente Alejandro Ramírez se debe al acomodode familias canarias, algunas que iban de paso aotros destinos como las doce familias lanzaroteñasy algunas de I:.a Palma que se asentaron en TrujilloAlto y Vega Alta. Con destino a Texas habían salido

18. Vid. F. Morales Padrón: «El comercio canario.....En 1727 el Rey autoriza al Juez de Arribada a concederlicencias de emigración rumbo a Filipinas, Cuba y PuertoRico. AGI. Ultramar, 788.

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ya lanzaroteños.lll Otros grupos se esparcieron porHatillo, Camuy, Quebradillas e Isabela lograndoestas fundaciones la categoría de pueblos con elflujo de tales emigrantes. De 1815 a 1830 nacen nue­vos pueblos en el interior (Gurabo, Adjuntas, Me­rovis, Ciales, Naranjito, Orocovis, Comería, Lares),donde hay también que apuntar la presencia desangre canaria. Algunos de estos isleños procedíande Venezuela de donde huían ante el Decreto aMuerte de Simón Bolívar, contra ellos y los penin­sulares. Otros procedían de las Canarias donde fun­cionaba desde 1826 un banderín de enganche quepennitía llevar milites canarios a Puerto Rico paracubrir las bajas de la guarnición de San Juan. Enese año citado la Junta de comercio de Puerto Ricorecomendaba a los Procuradores de la isla que ges­tionasen en Madrid cla introducción de colonos delas Islas Canarias».13O Al igual que hoy ha ~cedido

en corrientes emigratorias no faltará la picaresca,la explotación, el engaño por parte de quienes re­clutaban emigrantes siempre humildes, labradoressencillos, llenos de buena fe, dispuestos a pagar unflete que a lo mejor les conducía a la esclavitudforzosa.

En la segunda mitad del siglo XIX penetra enPuerto Rico la mayor cantidad de emigrantes, so­bre todo entre 1850 y 1880, porque el cólera ha cau­sado grandes bajas cuyos huecos se intentan lle­nar con· jornaleros canarios y asiáticos. En lospostreros años del XIX continúan desembarcandocanarios que se sitúan en Arecibo, Hatillo, Camuy,Aguadilla...

El valor y trascendencia de toda esta sangreisleña se aprecia aún hoy. Se nota en apellidos, enla herencia lingüística que veremos seguidamente,en las técnicas agrícolas y en las fundaciones alza·das. Aparte de mil pequeños detalles. Por ejemplo:¿el tiple puertorriqueño tiene que ver algo con eltimple canario? La tinaja de Puerto Rico, húmeday con musgo o culantrillo, que gotea contando lashoras lentas de la canícula, es, sin duda la mismaque vemos en Venezuela y en Canarias donde allíse le llama cpila», con su talla y bernegal. Son ele­mentos culturales propios de un pueblo agricultor.No fueron comerciantes ---eso se quedó para lasgentes del norte y levante peninsular. Pero no fal­taron entre ellos algún intelectual como el citadoGraciliano Alfonso o los cuatro hennanos Real,originarios de Tenerife, autores de notables empre­sas periodísticas como la fundación de la eRevistaPuerto Rico Ilustrado» o el periódico El Mundo. Nosólo los traigo a colación por esto, sino porque tuveel placer de tratar a don Cristóbal Real, viejo y

19. AGI. Guadalajara, lego 178.m. AGI. Ultramar, lego 788.

ciego, en Sevilla allá en su cVilla Puerto Rico» deNervión.21

Señalábamos la herencia lingüística, la aporta­ción lingüística en el habla de Puerto Rico, de to­dos estos inmigrantes. Esto es muy interesante por­que Canarias tiene un habla especial y es camino yfonda en la ruta a América. Como tajantemente diceel gran filólogo Manuel Alvar cla importancia delas hablas de Canarias es Lsingular; pero su trascen­dencia se multiplica al parangonarle con hechos quese cumplen en el español de América. o al conside·rar las islas como eslabón insoslayable entre elViejo y Nuevo Mundo».zz Para Alvar el habla deCanarias no es un dialecto, no es un español carac­terizado por sus arcaísmos, no es una lengua estan­cada sin evolución, no tiene semejanzas en el judea­español... 'La lengua hablada en Canarias es unavariedad más de las tantas regiones de Españacon su propia personalidad, englobada en el com­plejo lingüístico de hablas hispánicas meridionaleso español atlántico. Con esta prevía caracterización,pasemos la página y vayamos a lo que nos importa:la filiación o influencia del español de Canariasen el de Puerto Rico. ¿La hay? Como la puede habercon el andaluz. Para eso tenemos en común el yeís­mo, el seseo y la aspiración de las implosivas enuna y otra parte. A Canarias debió llevar todas esasnotas la población conquistadora; a Puerto Ricola población conquistadora colonizadora canaria.Según Alvarez Nazario~ en Puerto Rico se observauna herencia lingüística canaria expresada en:

1) Cierre final de la e, convirtiéndola en i(Este = esti)

2) Intercambio de la R y 1 al final de silabapor debilitamiento de sus articulaciones(cardo por caldo, sul por sur).

3) Paso de la R y 1 al final de sílaba a i se-mivocal (vaiga por valga, ei cueipo por

•el cuerpo).4) La palatización y pronombre (Ilevalle por

llevarle), aunque actualmente el campesi-no puertorriqueño reduce el grupo rl a 1(sabela por saberlo).

Creo que bastan con estas notas de parentescolingilistico para demostración de la herencia o fi·liacíón citada.

Pero hay otra manifestación sui generis, la delarte, que también nos muestra relaciones entre Se­villa, Canarias y Puerto Rico. La casa canaria, el

21. Vid. Alvarez Nazario: .La inmigración canaria a Puer­to Rico.. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña,núm. 33, 1966, Y Estela Cifre de Loubriel: .Los inmigrantesdel siglo XIX. SU contribución a la formación del pueblopuertorriqueño•. Revista del Instituto de Cultura Puerto­rriqueña, núm. 7, 1960.

22. Manuel Alvar: .Estudios canarios•. l. Las Palmas deGran Canaria, 1968, pp. 13·23.

23. .La herencia lingüística de Canarias., Revista delInstituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 39, 1968.

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balcón, los patios, las losas famosas pennanecenen San Juan como trasunto del barrio de Veguetagrancanario. En la calle de la Cruz, entre Sol yLuna, hay un grupo de casas muy interesantes y, pa­sada la Plaza de Annas, se encuentra la Casa deEIzaburu con un piso alto lleno de remembranzascanarias. La génesis u origen de la casona puerto­rriqueña está en Cácliz y Canarias; de Canarias sonlos balcones de madera, los techos de viga al des­cubierto y las arquerías de los patios. Los balconesfamosos, el balcón corrido y volado de la calle Te­tuán o San José, con ligero tejado es un elementofundamental en las viejas casonas de San Juan. Yal igual que el de Canarias este balcón se parecemás al de Cartagena de Indias que al del Perú;no es un balcón habitación, sino un mirador disimu­lado, un lugar para estar en la calle desde nuest~

casa. El patio de esa casa como el sevillano o elcanario, evocado en Puerto Rico por Paniagua Sa­rracante es muy similar en ambas partes; si vamosa la Fortaleza, llamada también Palacio de SantaCatalina, con una estructura isabelina que es lanás bella de América al dech; de un especialista,nos encontraremos con un patio y acceso a jar­dines que recuerda la casa popular canaria. Ernes­to de la Orden dice que «es interesante comprobarque, después de la separación de la Madre Patria,los arquitectos puertorriqueños mantuvieron el gus­to español y alzaron la Universidad de Río Pie­dras, la Aduana, la Escuela de Medicina y otrosedificios sobre claros modelos de Sevilla o Salaman­calt.24 No tennina, aunque quisiéramos aquí las re­laciones ·artísticas Canarias-Puerto Rico, porque nosparece digno de mencionar que en el siglo XVIII,

cuando el puertorriqueño tiene conciencia de cier­ta fortaleza, de cierta personalidad, incluso en elporte, surge un pintor símbolo de esa emancipa­ción estética y primer gran artista borinqueño:José Campeche. Su padre fue un esclavo liberto,Tomás de Rivafrecha y Campeche; y su madre unacanaria, María Jordán. Como en el caso de Miranday Martí la mitad de la sangre es isleña. Como biensabemos, y Arturo Dávila lo ha estudiado, hay dosretratos de Campeche, uno hecho por Ramón Ati·les (1804-1875) y otro por Francisco Oller (1833­1917) que han servido para ciertas polémicas, peroen ambos retratos se Ve ia condición mulata delpintor cuyo rostro nos recuerda, en el de Atiles,la imagen del más importante de los mestizos, elInca Garcilaso.

El arte sevillano, irradiado por toda Américagracias a las azulejerías, la imaginería y la pintura,surge en Puerto Rico desde el primer momento:con Caparra, la primera ciudad. AlU están los azu­lejos trianeros. Es posible que algunos canteros

24. "La Arquitectura civil en Puerto Rico.. Revista delInstituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 17, 1%2.

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sevillanos trabajasen en la isla, pues la Iglesia deSan José evoca su artesanía.:!' Si se hubieran que­dado en la isla hubieran podido intervenir en laobra de la catedral, que el obispo sevillano Rodri­go de Bastidas quiso alzar en 1540 de estilo góticoe inspirada en la de Sevilla. Sus palabras al CésarCarlos así lo demuestran: «mi anterior hizo unapobrecilla Iglesia; yo he comenzado un edificio per­petuolO. Recuerda esto algo las altivas palabras delos obispos sevillanos que comenzaron su catedral,y manifestaron: «Fagamos una iglesia tal e tangrande, que los que la vieren acabada nos tenganpor 10coslO. Algo de eso debió de pensar el sevillanoBastidas. El modelo de la catedral hispalense estápresente sin duda porque Torres Vargas dice «detenninarse según los dibujos que vi sería como lade Sevillalt. Pero la pobreza de medios obligó avariar el proyecto original, reduciendo sus dimen­siones 128 y privándose así la catedral de San Juande estar señalada en el pavimento de San Pedrode Roma como la de Sevilla sólo superada por SanPedro y San Pablo de Londres. La imaginería acusanotable presencia sevillana al igual que en todaAmérica. Angula Iñiguez ha estimado que el Cristo,enviado por Nicolás de Ovando a la familia Poncede León, es de factura sevillana. Sobre este Cristo,venerado hoy en la Iglesia de San José, antiguoconvento dominico, hay sus dudas ya que ArturoDávila supone que el auténtico es el que actual­mente se conserva en ]a Iglesia de la Carolina.21 Porel mismo Profesor Dávila sabemos que en la Ca­pilla del Hospital de la Concepción se conserva uncrucifijo, de factura andaluza, tal vez sevillano, conreminiscencias montañesinas ya que recuerda algoal famoso Cristo de los Cálices de la catedral his­palense. Dávila supone también sevillana una ima­gen del niño Jesús, perteneciente a una imagen dela Virgen de la Candelaria, de la Iglesia de San José.En el Museo de Porta Coeli de San Germán seexhibe un San Vicente Ferrer que entra en el mis­mo campo de anteriores suposiciones. Y, aunqueno se conservan, se sabe que Hernández Bello rea·lizó un San Felipe y un Santiago por encargo delGobernador Gabriel de Rojas Páramo que habíasido Sargento Mayor en Sevilla, así como MartfnezMontañés construyó un tabernáculo para el monas­terio de Santo Tomás a principios del XVIl.28 Haynoticias, recogidas por Angula, de envío de otras

25. Marqué~ de Lozoya: .Vestigios dc Edad Mediapuertorriqucña•. Revista del Instituto de Cultura Puerto­rriqueña, mimo 2, 1959.

26. Adolfo Hostos: "Crecimiento y desarrollo de laciudad de San Juan•. San Juan, 1957.

27. Arturo Dávila: .Una talla dcl siglo XVI en la Caro·Iina. ¿El Cristo dc los Ponce?» Rcvista del Instituto deCultura Puertorriqueña, núm. 26, 1965.

28. Ibídem: "La escultura del siglo XVII ·en San Juande Puerto Rico». Revista del Instituto dc Cultura Puerto·rriqueña, núm. 29, 1965.

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imágenes. Y la conocida Virgen con el Niño del Se·minario de Puerto Rico, hoy en la Catedral. unade las esculturas marianas más bellas de América,nació en un taller sevillano. quizás suponía AnguloIñiguez en el de Juan Bautista Vázquez seguidorde Roque Balduque autor de una serie de imágenesmuy influyentes. La Virgen puertorriqueña es unaréplica de la Virgen que existe en la Iglesia de laMagdalena, no desmereciendo del modelo, pero suejecución. según A. Dávila. se debe al taller deAstorga en el XIX, de donde también salieron otrasimágenes. Y ya que citamos la Iglesia de la Mag­dalena, antiguo Convento dominico. digamos queen él fue consagrado obispo el sevillano Fray Bar­tolomé de las Casas quien algunos autores supo­nen erróneamente que fue ordenado sacerdote enPuerto Rico. Fue ordenado en la Española, pero porun obispo de Puerto Rico. La Iglesia de Sevilla yPuerto Rico, tienen en común. comparten, por asídecirlo, dos grandes momentos de la vida de esteuespañol de AméricaJl gran defensor de los indíge­nas. Pero también tienen en común muchas otrascosas. Recordemos. por ejemplo. que cuando secrea el Obispado de Puerto Rico en 1511 se le hacesufragáneo del Arzobispado sevillano hasta 1545.No olvidemos tampoco los Obispos de origen sevi­llano que rigieron la diócesis puertorriqueña. Die­go Torres en su descripción citada nos habla deFray Alonso de Monroy, mercedario, que aunqueconsagrado obispo de San Juan no llegó a trasladar­se a la isla y murió en su ciudad siendo enterradoen el desaparecido convento Mercedario. Otro. elsegundo, también fue sevillano, hijo de notable des­cubridor y llamado como su padre, Rodrigo deBastidas. Como en todas las facetas que estamosexaminando lo mismo hay algo canario que algosevillano y por eso tampoco aquí podía faltar uncanario: don Juan López Agurto de la Mata, naturalde Tenerife, que sucedió nada menos que a Ber­nardo de Balbuena, muerto en 1625.

Era hombre caritativo, con su tierra. a la queremitió 6.000 ducados para el santuario de la Vir­gen de la Candelaria y con su nueva patria dondehizo muchas limosnas a las iglesias y personas ne­cesitadas. Pero, sobre todo, y lo dice el canónigosanjuanero Diego de Torres Vargas: «Era hombreentero, ajustado de vida. y. como dicen los italia­nos, de Testa, y tenía otras muchas partes de lasque pide San Pablo para los ObisposJI. Siguiendocon los sevillanos que son más, citemos a Manuelde Mercado; a Fray Alonso de Monroey segundoobispo del XVII y segundo sevillano que tampocose atrevió a ir a San Juan... Luego están MartínVázquez de Arce, Rector del famQ.so Colegio deSanto Tomás de Sevilla. En este siglo XVII, noscuenta Gil González en su «Teatro Eclesiástico»,utilizando la descripción de Diego Torres de Var-

gas, exactamente en 1646. se logró licencia real paraedificar o fundar un convento de monjas en SanJuan. En la Real Cédula se concede tres monjas deSevilla (no llegaron a ir); pertenecientes a la Or­den de las Carmelitas Calzadas. porque así lo ha­bía exigido la dama sanjuanera doña Apa de Lanzósque había ofrecido su hacienda para tal piadosaobra.211

y del Obispado vayamos al Palacio del Gober­nador a ver si encontramos algún gobernador se·villano o algún canario. ¡Por supuestol Los hay entodos los siglos. En 1564, y seguimos la descripcióndel canónigo Diego de Torres Vargas, es nombradoFrancisco Bahamonde de Lugo, natural de Teneri­fe Gobernador y Capitán General de Puerto Rico.Había intervenido en el Perú con Núñez de Vela yLa Gasca y había sido Capitán de caballos en Flan­des. De él se nos dice que «porque los caribes in­festaban la isla por la banda de San Germán fueen persona a aquella guerra donde le dieron unflechazo en el muslo ---como a Alvarado-- que es­tuvo de él oleado, pero viviendo y acabado su go­bierno fue a España y tan pobre, 'que una vueltade cadena que sólo tenía, se la dio cuando se ibaa embarcar, a la mujer de un sobrino suyo, di­ciendo: Señora, no me agradezca el darle esta ca·dena. que no 10 hago por servirle, sino por decircon verdad que no llevo nada de Puerto RicO».5oInterpretémosle, si es que hay duda alguna en es­tas palabras. No es que haya querido decir, comocuentan anécdotas de otros hombres. que el Go­bernador no deseaba llevarse de la isla ni el polvopor el mal recuerdo que de ella tenía. No, nada deeso. El Gobernador lo que deseaba manifestar eraque no había peculado, que no se había enrique­cido en la isla, que no había utilizado el cargopara enriquecerse. Por la década del ochenta, den­tro del XVI, gobierna Juan López de Melgarejo. se­villano. que había sido alguacil de la Audiencia deSanto Domingo la cual le nombró gobernador in­terino en San Juan. Ya dentro del XVII conocemosal ya citado Gabriel de Rojas, natural de Illesca, enlas cercanías de Madrid, pero que había sido Sar­gento Mayor en Sevilla, de la que como tantos otrosdebió enamorarse. porque ya lo mencionamos en­cargando imágenes religiosas a Sevilla. Y no por­que fuera un beatón, porque este hombre, dicenlas crónicas «fue el gobernador más asistente queha tenido la fuerza del Morro». Lo mismo manda­ba a tallar imágenes religiosas que alzaba los fuer­tes de Boquerón y el Cañuela.

Estamos haciendo fatigosa esta nómina. Es co­mo cuando pasamos revista a una galería o expo-

29. "Descripción..... por el Lic. don Diego de TorresVargas. Apud. "Crónicas...• cit. pág. 184.

30. Ibfdem. Nota 4, pp. 196-197.

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sición de retratos de gobernantes. Nos cansan; sólocontemplamos a los que destacan por algo o a losque conocemos más. Aquí en este desfile de gober·nantes de Puerto Rico nos estamos deteniendo sóloante los sevillanos y canarios, pero, además, deellos nos atraen los que por su acción y vida másdescollaron. Pasemos de largo ante el sevillano yGobernador Juan Pérez de Guzmán (1661-4), anteel probablemente grancanario Alonso de Campo Es­pinosa (1675-8), ante el tinerfeño (Garachico) Die­go de Ponce Llarena (1686) experimentado soldadoen Extremadura y Flandes, ante el también tinerfe­ño Juan Fernández Franco de Medina (1695-8). Yentremos al XVIII. Aquí, la galería por el momentono nos brinda nada. Tan sólo a final de siglo ve­mos el retrato del Teniente de Gobernador Auditor

de guerra nacido en Caracas de padre sevillano,Francisco Rafael de Monserrate. ¿Yen el XIX quéencontramos? Por ahora nuestros conocimientos nohan podido ahondar mucho. Sólo una figura, ymejor no haberla encontrado. Es, pues, un parén.tesis de silencio. Un paréntesis que, desgraciada­mente insistimos, lo cierra don Angel Rivero Mén­dez, hijo de canarios que fue, por así decirlo, elúltimo Gobernador de Puerto Rico, o por lo menos,el encargado de entregar a los norteamericanos laplaza de San Juan y sus edificios militares. Sientomucho, pido disculpas, por terminar este paseohistórico por la historia de Puerto Rico en sus re·laciones con Sevilla y Canarias con esta nota, coneste recuerdo lleno de melancolía para todo espa­ñol: la pérdida de Puerto Rico.

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Aspectos etnológicos aborígenes y actuales,_del uso de la guáyiga y sus derivados

en Santo Donlingo

Por MARCIO VELOZ MAGGIOLO

Director de Investigaciones del Museodel Hombre Dominicano

EL. PRESENTE ARTíCULO NO PRETENDE AGOTAR, EN MA-

nera alguna, el tema de la guáyiga como recursode uso doméstico en la isla de Santo Domingo. Másbien quiere llamar la atención sobre un aspecto im­portante de la etnología dominicana: el uso de laguáyiga y de sus derivados como alimento y comoproducto de uso cotidiano, y hasta industrial, enalgunas regiones del país.

Existen en Santo Domingo tres especies de guá­yiga, de las cuales, una puede considerarse endémi­ca o nativa. Estas especies son: Zamia integrifo­Ha L, Zamia media Jacq, y Zamia pumilia L, siendoesta última la endémica o nativa. Sin embargo esnecesario destacar que, posiblemente todas las es­pecies mencionadas, estaban ya en la isla de San·to Domingo antes del descubrimiento de Américapor Cristóbal Colón.

De las tres especies existentes la Zamia inte·grifolia L, es la más usada para fines domésticos.Los derivados de la guáyiga son: almidón, y a par­tir del almidón por lo menos tres productos ali­menticios difundidos en el este del país y en todoel Distrito Nacional: chola, hojaldres y manjarblanco.

Según el Dr. R. M. Moscoso, las tres especieseran localizables en 1938 sólo en el área sureste dela isla de Santo Domingo y Samaná. (Moscoso, 1938,página 1). Esta localización parece seguir vigente,y se puede relacionar con formaciones de tipo pleis­tocénico muy recientes, caracterizadas por la pre­sencia actual terrazas calcáreas y zonas de dep~si­

tos aluvionales y kársticos. La planta no abunda enel valle del Cibap ni en la zona norte de la isla.S610 desde el sureste, a partir de la ciudad de San­to Domingo, puede seguirse con facilidad un cursoque termina en Cabo Engaño, por el este franco, yen la península de Samaná, por" el noreste.

Los datos aportados por Moscoso en 1938, coin­ciden con los apuntados por Fray Bartolomé de lasCasas, en su Apologética Historia. (Casas, 1958, Vol.III, p. 14). Según Casas en el sureste de la isla,hasta la región de Macao (hoy provincia de La Al­tagracia), la yuca era poco utilizada, por los pobla­dores aborígenes, pues se hacía pan de guáyiga. Elárea señalada por Las Casas desde el punto de vis­ta histórico, es la misma que apunta, para las tresespecies, el Dr. R. M. Moscoso, confirmando las afir·maciones del cronista.

Sería válido aquí establecer el tipo de ecologíaque resulta positivo para el desarrollo de las espe­cies citadas, pero resultaría pesado y erudito parael lector no avezado. Permítaseme apuntar, sin em.bargo, que hasta hoy la guáyiga se produce en for­ma silvestre de acuerdo con el hábito de las gym.nospermas cuya polinización está en relación confenómenos de tipo eólico. Las Casas, en el mismolugar, apunta que a diferencia de la yuca, cuyocultivo era bien organizado entre los taínos, la guá­yiga era aprovechada como un producto del medio­ambiente. Veamos la cita completa de Las Casasrefiriéndose a la .provincia de Higüey.:

-Por todas las dichas mesas de lajas 1 o peñas,~ entre ellas, se crían unas raíces que no las hay entoda esta isla;:2 estas raíces se llaman guayag!1s, 3

y hacen dellas el pan que comían por toda esta

1. Se refiere a la confonnación de la terraza pleis­tocénica del sur de la isla, compuesta por calizas y for­maciones fósiles de tipo marino.

2. La observación es válida, y aún estas raíces no soncomunes a toda la islp..

3. En nuestro libro Arqueología Prehistórica de SantoDomingo hemos sugerido la posibilidad de que la voz gua·yo (rallador), de origen indígena, tiene indudable relaciónfonética con la palabra guáyaga. Ver nota sobre el casoen dicha ~ublicación y en estudio sobre la re2ión de Ma·cao, prOVIncia A1tagracia, realizado por el 1ng. ElpidioOrtega y por el autor.

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La gudyiga (Especie Zamia Integrifolia). Hojas y frutos (raíces).

provincia los indios. Las raíces son como cebollasgruesas albarranas; las ramillas y hojas que salenfuera de la tierra dellas, obra de dos y tres palmos,parecen algo como de palmitos de los que hay enel Andalucía, puesto que son más angostas y máslisas y delicadas que la de los palmitos. Hácese elpan desta manera, conviene a saber, que en unaspiedras ásperas como rallos 4 las rallan como quienrallase' un nabo o zanahoria en un rallo de los deCastilla, y sale masa luego blanca, y hacen dellaunos globos o bollos redondos, tan grandes comouna bola, los cuales ponen al sol, y luego p6nensede color de unos salvados o afechos. Están al soluno y dos y tres días, y al cabo dellos se hinchende gusanos como si fuese carne podrida, y quedaneso mismo tan negros poco menos que una tizne,

4. En diversos yacimientos arqueológicos del sur dela República Dominicana han aparecido (lo mismo que enel noreste) restos de corales planos utilizables en la con­fección del casabe como guayos o ralladores. La arqueo­logía ha confirmado al cronista.

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como un negro algo deslavado que tira a pardillo.Después que ya están en esta dispusición, negrosy herviendo de gusanos tan gordos como piñones,hacen unas tortillas dellos, que ya es masa cuantoa la blancura y ser correosa como la de n.lestrotrigo, y en una como cazuela de barro que tienenya sobre unas piedras, y huego debajo caliente, po­nen sus tortillas, y desde a un rato questán co­ciendo de un lado las vuelven del otro, donde bu·llendo los gusanos, con el calor se fríen y muereny así quedan allí fritos. Y este es el pan de aquellatierra y provincia. Y si se comiese-antes que separase prieto. y no. estuviese lleno o con algunosmuchos gusanos, los comedores morirían•.~

El párrafo transcrito requiere de algunos comen·tarios. Es demasiado importante para pasarlo poralto sin apuntar 'ciertas afirmaciones que puedencorroborarse científicamente.

5. Así. la guáyiga, rica en carhohidratos, se convierteen un alimento también rico en proteínas.

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La primera afirmación corroborable es la de queese crían unas raíces que no las hay en toda estaisla». El survey de Moscoso seguía siendo válidopara esta afirmación de Las Casas cuando el pri­mero publicó su Catálogus Florae Domingensis. Re­"Cientemente el geólogo dominicano Iván Tavarez(Tavárez, comunicación personal, 1973), nos señala·ba la dificultad de encontrar las especies de Zamiaen el valle del Cibao, y en el norte.

La segunda afirmación corroborable es que elpan hácese rallando primero las raíces en «unaspiedras ásperas como rallos». Trabajos arqueológi.cos en la costa sureste demuestran que, a diferen·cia de la zona del Cibao por ejemplo, en vez deguayos o ralladores bien confeccionados, se utili­zaron corales marinos, planos, en la mayoría de lasocasiones. Este dato había sido sugerido por Krie­gel' en 1931, luego de excavaciones y trabajos decampo en la isla de Santo Domingo.e

Una tercera afirmación que puede ser compro­bada es la de que si se comiese la masa antes de sudescomposición, «los comedores morirían». Una de

6. El Dr. Herbert Krieger trabajó en el área de Saomaná, en donde reportó por vez primera y lo sugirió, lapresencia de corales usados como ralladores.

Preparación del almidón de guáyiga. La masa es llama.da "cusuco".

las características de las hojas de guáyiga más ob·servadas por el campesino dominicano de la regiónEste, es la referente al «descoyuntamiento. de lasvacas que comen el arbusto. Los efectos de la guá.yiga en estado salvaje sobre las vacas, por ejemplo,se observan en la paralización de ciertas funcioneslocomotoras, principalmente en las patas delante­ras del animal. Aunque el fenómeno no ha sidocientíficamente estudiado, que sepamos, sí estamosdocumentados acerca del rico contenido alcalinode la planta. Este fenómeno ha influido en su des·aparición en muchas áreas del este del país, porcuanto actualmente éstas se han convertido en zo­nas ganaderas, siendo exterminada la especie Za­mia.

El hecho de que la guáyiga haya sido el principalalimento de los pobladores de la provincia o cac\;cazgo de Higiiey la convierte en un importante fac·tal' etnológico a estudiar, puesto que la planta fueutilizada siempre para variados usos en la isla deSanto Domingo.

El pan de guáyiga descrito por Las Casas no al·canzó, al parecer, la medianía del siglo XVI, y debióhaber desaparecido junto con los últimos pobla.dores del Este.

LA EXTRACCIÓN DE ALMIDONES

En el aspecto actual, la guáyiga tiene relacióncon la producción de almidones, y con la fabrica·ción de alimentos a partir de estos almidones.

Veamos: hasta 1957, aproximadamente, en la pro­vincia de San Pedro de Macorís, el almidón de guá.yiga era facturado para venta al por mayor a co­merciantes de la ciudad capital. (Rosita Rosado, LosGuayacanes, comunicación personal). Evidentemen·te la industria denominada -Industria Yuquera Na·ciona}., compraba al por mayor para embarques alexterior del país. Desde el siglo XIX el almidón deguáyiga figuró entre las exportaciones computablespor su importancia. En un documento de Sir Ro­bert Schomburghk, de mediados del siglo XIX, apa·rece el almidón de guáyiga como importante pro­ducto de e}tportación.T

Campesinos de la región de Guayacanes, provinocia de San Pedro de Macorís, asocian el almidónde guáyiga a tres productos alimenticios: la chola,el hojaldre y el manjar blanco. La chola es un pande almidón de guáyiga, su producción en el paísestá restringida, precisamente, a las .zonas en don·de abunda la guáyiga, y el autor del presente arotículo lo ha localizado en varias secciones del Dis­trito Nacional, a pocos kilómetros de la ciudad ca­pital. Realmente algunas de estas zonas o secciones

7. El Dr. Emilio Cordero, quien prepara una ediciónde documentos inéditos de Schomburghk, me facilitó eldato.

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Almidón de gudyiga asentado

son ya sectores suburbanos, por 10 que el uso delpan de guáyiga tiende a ser menor cada vez. Ladistribución de la chola corre pareja con la distri·bución de la guáyiga desde el punto de vista ecoló­gico, no así la distribución del hojaldre, que tamobién es hecho con almidón de yuca.

La extracción popular de almidones en el áreade Los Guayacanes, fue y ha sido similar tanto parala yuca como para la guáyiga. La técnica sería: ra·llar los frutos después de pelados. Para ello se utili­za un guayo o rallador de metal actual, que sustitu·ye en el tiempo al artefacto indígena. Luego se pasala masa a una vasija de madera, se «rinde» con aguay más tarde se cuelan masa yagua por un coladorde tela de henequén o cabuya. La operación se rea·liza cuantas veces se hace necesario, hasta que lamasa ha soltado su contenido. Este contenido sedeja rep.osar en una vasija por un tiempo prudente,hasta que el almidón «asienta». Sólo a partir delalmidón de guáyiga se hace la chola o pan deguáyiga.

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LA CHOLA o PAN DE GUÁYIGA

La señora Rafaela Núñez Vda. Maggiolo 8 llama.ba «pan de negro» al pan de guáyiga o chola. Des.de aproximadamente 1946 el autor conoce el térmi·no «chola. para designar el citado pan. Como no seha hecho un estudio a nivel documental de este tipode alimento tenemos que apelar a fuentes orales, ya experiencias muy personales. Los lugares en don­de era común la chola en el área del Distrito Na­cional, eran los siguientes: Los Mina, Mandinga,Mendoza, Villa Mella y Yamasá. Estos lugares tienenposible relación con asentamientos de esclavos apartir del siglo XVI. Las voces toponímicas Mandin­ga y Los Mina, son voces africanas. El hecho de queel pan de guáyiga o chola sólo haya subsistido enalgunas zonas del este del país y en áreas cercanasa la capital dominicana de población p~edominante­

mente negra, hace pensar que la denominación «pande negro» tuviera algo o mucho que ver con un ali­mento posiblemente inventado o utilizado por gru­pos esclavos"

El historiador Larrazábal Blanco tiene una im·portante lista de denominaciones de negros recogi­das en Santo Domingo. Esta incluye el apellido oapelativo Bran, así como los nombres mandinga ymina. (Larrazábal, 1967, pp. 74-75).

Los .bran, por ejemplo, aparecen desde el mismosiglo XVII, junto a los mandinga en luchas y rebe·Iiones. Antes de que negros de la parte occidentalde la isla fueran asentados como «mina., en lasafueras de la ciudad de Santo Domingo, grupos dela misma etnia habían sido posiblemente asentadosen la parte oriental de la isla. De hecho el po­blado de San Lorenzo de los negros Mina, fue fun·dado por grupos de esclavos escapados del SaintDomingue francés, posiblemente en 1678 o 1679.(Larrazábal, 1967, pp. 156-157).

PREPARACIÓN DB LA CHOLA,

SUS INGREDIENTBS Y DURABILIDAD

Los datos que aporto para este artículo fueronsuministrados por la señora Rosita Rosado, naturalde Los Llanos, provincia de El Seibo, RepúblicaDominicana, y vividora de la sección Los Guayaca.nes, provincia de San Pedro de Macorís. Según ellamisma ha declarado aprendió a hacer «chola» en lasección de Los Guayacanes.

8. La señora Núñez Vda. Maggiolo era mi abuela yconocía muy titen el uso y la preparación de la chola.Ella conoda el pan desde muchos años, y afirmaba que elmismo era también común en San Cristóbal.

9. Una de las caracterfsticas de la chola es su capaci·dad para satisfacer el apetito. Un solo pan o chola essuficiente para dejar satisfecho el estómago del comensal.Una segunda característica importante es su durabilidad:las cholas pueden ser ingeridas hasta 15 cUas después deSU fabricaCIón.

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Transcripción

¿Su nombre?RPsita Rosado.¿Hace tiempo que vive aquí, en Los Guayaca.

nes?¡Oh, sí! muchos años.¿Qué edad tiene usted?Setenta y nueve.¿Quién la enseñó a hacer chola?Yo misma.¿Su abuela hacía chola?No.¿Donde vio usted una chola por vez primera?¡Oh!, aquí en Gvayacanes.Entonces, ¿cuándo usted ]a vio haciendo, apren-

dió?Sí.¿Entonces quién la enseñó?Una mujer mayor.Una mujer mayor, ¿pero no recuerda el nombre

de ella?Vicenta. Vicenta Frías.

La Sra. Rosita Rosado, nuestra gentil informante. Ensu mano lleva la gudyiga antes de ser rayada.

¿Y se murió, ella?Sí, hace muchos años, uf, muchos años.Cuando usted la conoció, ¿qué edad tenía Vi·

eenta?Setenta y pico de años. Yo tengo ya setenta y

nueve.¿Usted no tiene conuco para sembrar la guáyiga?No, eso es silvestre. E$o se da por ahí por los

montes. Eso no se siembra, eso nace así. Yo mismavaya recoger la gudyiga. No haya quien mandary yo misma voy.

¿Y hay una época del año en que se da laguáyiga?

Siempre se da. Pero hay tiempo en que se ponemala. Que no da almidón. En el tiempo atrás. Deoctubre en adelante se pone más buena. Hasta quepase el fria. Hay sitios que se pone mala: donde leda mucho la sombra. Cuando llueve es que se ponemala.

¿Y la guáyiga es venenosa?No... Si un agua que suelta, mata.

I

¿Usted ha sabido de algún muerto por beber deesa agua?

No. Aquí la gente se pone como borracho.y los animales, ¿cuando comen guáyiga se des­

coyuntan?, dicen.·Sí, las vacas. Se derriengan. Cuando comen la

flor.Cuando no habia guáyiga, ¿qué otra cosa usa·

ban para pan?Maíz de aquí mismo. Aquí teníamos conuco y

hacíamos pan de maíz, guayado.¿y cómo se hacen las cholas? Dígame cada cosa

en el orden en que usted la hace, por favor. Pri·mero.

Primero se desentierra la mata. Se quita con elmachete las hojas. Se pela la guáyiga. Se guaya.. Alguayarse se cuela el guayaD, el cusuco.

¿Cómo dijo que se llama el guayao?Cusuco... Después se saca el almidón del agua,

cuando está asentado y se pone a secar. Despuésque está seco se amasa con coco guayao (rallado).

¿Con el bagazo del coco guayao?Sí, con el bagazo, pero sin sacarle la leche al

coco.Bien, siga.Después que el almidón esté seco se amasa con

el coco. Se hace la cola, que es un almidón hervido,y se amasa el DOca con la cola y con el almidónseco.

Esa ccola» es la que hace que se pegue el almi­dón y el coco, ¿no es así? Es la que da consistencia.

Sí ... Entonces se hace la bola, se pone al fogón,en un caldero engrasado, con fuego arriba y fuegoabajo. Y poco después ya está la chola.

¿Cómo usted le llama al aparato en el que ustedcuela el cCUSUCOD sacarle el jugo?

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Colador. Eso está h'echo con un saco y cuatropalos que separan, y la vasija se pone abajo.

¿Usted no ha hecho chola en horno?No. Pero sé que se hace metiéndola en ceniza

caliente.¿Qué otra cosa se hace con almidón de guáyiga?Se hace hojaldre y se hace manjar blanco.¿Qué es el manjar blanco?Una cosa que uno coje el almidón y si tiene le­

che de vaca uno lo mueve con la leche y le echa es­pecias.

¿Qué otra cosa?Se puede comer frito, también. Uno 10 amasa, y

la hace como yaniqueque y lo fríe.¿Qué es yaniqueque? ¿Por qué yaniqueque? Ese

nombre, ¿de dónde sale, lo sabe?No.La harina de trigo, se usa mezclada con almidón.Sí, se le puede echar a los bollos para que estén

mds suaves.¿A qué bollos?A los bollos de chola, y quedan mds suaves.Que tiempo dura una chola.Dura muchisimos días, si está bie.n hecha.¿Meses?No, porque se pone muy dura.¿Pero se pudre?No, no se pudre, como que se va secando.¿'Qué tiempo tiene usted viviendo en Los Gua­

yacanes.Como setenta años. Yo vine aquí chiquita. Nos­

otros somos de Los Llanos.

Hasta aquí la transcripción de la parte más im­portante, a nuestro juicio, de la entrevista a laseñora Rosado. Más adelante ella nos describiócómo se hacían el hojaldre, a base de almidón deguayiga mezclado con almidón de yuca. Se amasael almidón con almíbar y leche de coco y huevo,lo mismo que bicarbonato de sodio. Se hacen boli­tas y se hornean con fuego arriba y fuego abajo.Por considerar tanto el manjar blanco como las ho­jaldres platos con influencia posiblemente españo­la, no vamos a establecer juicios comparativos. Nosatendremos, pues, al documento colonial que sig­nifican los datos de Las Casas, y al documento et·nográfico de Rosita Rosado.

Los datos y la transcripción utilizados nos per­miten, de manera preliminar, establecer algunascomparaciones:

1. El uso de la guáyiga como alimento puedeubicarse con c1~ridad desde el período agrícola dela prehistoria dominicana. Es posible que la guá­yiga fuese utilizada entre los aborígenes de laisla de Santo Domingo desde períodos muy anti-

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Almidón de guáyiga secado al sol

guas, pero no tenemos noticias para grupos pre­agrícolas.

2. Si se comparan los usos actuales con losusos indígenas, se habrán de notar diferencias enla preparación de alimentos a partir de la guáyiga:

a) El aborigen dejaba «podrir. la masa o cu­suco, lo que eliminaba en parte la toxicidad del ali­mento, y aprovechaba los gusanos comq alimentointegrado a la guáyiga rallada. No así el dominicanoactual que la usa a partir del almidón.

b) Aunque en ambos casos hay que guayar orallar la guáyiga, en el caso actual no persisten arte­factos para exprimir la guáyiga rallada, como po­dría ser el cibucán o manga indígena de extraer eljugo tóxico a la yuca. Hoy se utiliza un colador defibra de henequén.

3. Podría argumentarse la hipótesis de que eluso de la guáyiga en la época actual tendría susraíces en la' utilización de la misma en el pasadoaborigen. Es evidente que a pesar del cambio deinstrumental para lograr almidón, el aborigen per­siguió, en el caso de la mandioca o yuca, la obten·ción de almidones, tal y como sucede con gruposorinoco-amazónicos actuales. Sin embargo, existenalgunos puntos que es importante remarcar:

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a) La extracción de almidones era común enEuropa mucho antes del descubrimiento, lo mismoque en Africa. Muchos grupos indígenas de todo elmundo utilizaron el almidón como recurso alimen·ticio. La Zamia es un género con unas trece o másespecies americanas, que abarcan desde La Florida,hasta Perú, pasando su distribución por México,Centroamérica y Brasil. En Africa el género Ence·phalartos caffer es utilizado para la confección depan y en la India, algunas especies del género cycason utilizadas por sus hojas cocinables cuando sontiernas.JO

CONCLUSIONES

Se puede concluir el presente trabajo señalandolos siguientes puntos:

1. La guáyiga fue utilizada por los aborígenesantillanos como alimento básico, y de ello se hanpodido establecer datos precisos en las crónicas yen excavaciones arqueológicas correspondientes alperíodo ceramista o agrícola, sin que hasta el mo­mento se haya podido determinar si hubo utiliza­ción de la misma como alimento en períodos an­teriores.

2. La guáyiga tiene en la actualidad una dis­tribución ecológica relacionable con zonas de for­mación geológica reciente, con características pleis­tocénicas, y cercanas al litoral sureste y noreste dela isla de Santo Domingo.

3. En la época actual la utilización de la guá.yiga a nivel alimenticio resulta diferente de su uti­lización en el período indígena, sin embargo, es pa­sible que esclavos africanos conociesen el tubérculoy su utilización gracias al contacto con indios an­tillanos en el siglo XVI, aunque también es posibleque algunos grupos africanos conociesen el uso deproductos derivados del almidón, puesto que losalmidones son muy conocidos entre grupos aboríge·nes de casi todo el mundo.

4. La chola, o «pan de negroll, producto deri­vado del almidón de guáyiga, tiene una distribuciónacorde con la zona donde la planta se reproducede manera silvestre. El mayor núcleo de producciónde chola está dentro de la demarcación del DistritoNacional, zona de la capital, Santo Domingo y sus

10. Estos datos son encontrables en el volumen núm. 10de la Enciclopedia Británica, edición de 1969, y en el tratadoreferente a las gimnospermas.

suburbios, en donde parece existir alguna relaciónentre el uso del pan llamado chola, y núcleos ne­gros, estableciéndose que en algunos lugares de po­blación predominantemente negra y con nombresafricanos (Los Mina, Mandinga), así como en otrosde población mestiza y negra, con predominanciade la última, verbigracia Villa Mella, la chola per­siste dentro de los hábitos alimenticios.u

5. De todo esto se concluye que la chola, de­rivado del almidón de guáyiga, así como los demásderivados: (manjar blanco, hojaldre), son produc­tos del uso específico en ocasiones de las especiesdiversas de Zamias, pudiendo determinarse que laZamia ha sido, hasta hace poco, alimento importan­te. Se puede concluir con la posibilidad de que enprimer término la Zamia fuera comida de los gru.pos aborígenes, y más tarde, comida de los gruposde negros esclavos del sur de la isla de Santo Do­mingo. Estas conclusiones, aunque un tanto bpo­téticas, resultan, a nuestro juicio, lógicas.

BIBLIOGRAFIA

1943R. M. MoscosoCatalogus Florae DomingensisUniversidad de Santo Domingo,L y S Printing Ca. N. York.

1958Fray Bartolomé de Las CasasApologética Historia de IndiasEdiciones Atlas, Madrid.

1967Larrazábal BlancoLos Negros y la Esclavitud en Santo DomingoColección Pensamiento Dominicano.Santo Domingo, Rep. Dominicana.

1972Marcia Veloz Maggiolo y Elpidio OrtegaExcavaciones en Macao, República DominicanaVer apéndice en Arqueología Prehistórica de San-

to Domingo.Me. Graw-Hill, Singapore.

11. Sobre las caracteristicas negroides 'de ciertos gruposculturales en Villa Mella, es importante consultar la pu­blicación de Reina Alfau y Rosa Elena Despradel tituladacInfonne preliminar sobre tres comunidades en el área deVilla Mella, Distrito Nacional... Revista Dominicana de An­tropoloiPa e Historia, núm. 4, Universidad Autónoma de San­to DomlDgo, pp. 60-110.

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. .

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o

La búsqueda interlninable

Por CLARA CUEVAS

¿Qu~ SERÁ LO INTERMINABLE,

la fe, la bondad, la esperanza,la justicia?

Existirá la belleza interminable,o la belleza en un estremecimientorepentino,un éxtasis momentáneoque nos arranca de nosotros mismos,y nos pone en contacto con lo divino..He palpado la belleza del árbol,el temblor marino,me he deleitado bajo el cielo rasode las estrellas.Sé que el amor es un capricho breve,un engaño sublime,narcótico momentáneo,una vez pasa su efecto duele.

Me encuentro diariamente con losque améy ahora me son indiferentes.y cuando tengo las manos llenas deamorsiento el corazón vacío.

~~~

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Mi piel está llena de cariciasy mis ojos tienen la mirada perdidaen un horizonte remoto y desconocido.Los ecos de las frases amorosas se handesvanecidoy estoy fría como el metal,radiante como el metal,y no hay mano que entibie la mía.

He dado todo 10 que tema,me despojé de todos los sentidos.He dicho todo,lo he abarcado todo,todo 10 he retenido,todo 10 he tenido,para arrojarlo lejos de mí misma.

He recorrido las arterias y las venas de laya no queda nada que pueda entemecenne,todo lo he visto,y el mar y el cielo y las estrellasme parecen viejos y desgastados amigos,compañeros del viaje de mi vida.Adónde ir ahora,qué ver, qué sentir, qué decirque no sea lo que he dicho.

Mi alma se muere lentamentey no pierdo la vida.Mi alma languidecey se marchitacon el aliento malévolode los que me miran,de los que temporearamentedepositan su alma en mi vida,injertan su vida a la mía.

y quiero ser libre,libranne de mí,de ellos, de todos,de aquellos,de los que son, fueron oserán,de los que vinieron y los que vendrány me ahogo dentro de mí misma.

vida;

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Crónicas de un SI y un NO

lBOMBRE, UNO SE PREGUNTA SI PARA HACER pOEsíA

tiene que ser caldeado en el sufrimiento, her­vido en la olla de la vida!

Cuando uno encuentra este milagro que llama­mos poesía brotando de las palabras alegremente,lleno de fulguraciones de júbilo, de estallidos dealborozo y almendras de alegría, se resiste a acep­tar que sea el producto del dolor sostenido. deeso que denominan tormento. Y se nos llena laentraña de cierta rebeldía al comprobat: que haydetrás de este dulce alboroto una inmensa pena,una garganta oprimida y a veces una existenciadestrozada.

No debería ser así. El poema no por sonoro escanción sino por alegre, por sano. por limpio. O de­bería serlo. Pero la verdad es que el canto no saleverdadero. auténtico, genuino. si las espinas no via­jan en la sangre, clavándose perpetuamente, en lasorillas arteriales.

¿Por qué Julia de Burgos. como Gabriela, comoAlfonsina. siendo inteligente, soñadora. instruidas,no pudieron alcanzar el timbre de la palabra poéti­ca sin ser mujeres torturadas?

Es una interrogación maldita.Acaso es que se desvirtúa la interrogante. Y que

lo correcto es afirmar que el don poético vieneprimero y el dolor viene después como circunstan­cia, como atributo de una sensibilidad que se su­pone extrema. O lo que es más complicado aunquetal vez más certero. que ambas condiciones se vanforjando ju'ntas: el poeta por poeta Va engendran­do el dolor. y el dolor por dolor va forjando alpoeta.

Porque lo que es ya rotundamente inaceptable

'" Tomado de la Revista ¡AHORA!, Santo Domingo,R. D.

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Julia del agua*

Por PEDRO MIR

es que en la condición humana esté definida ya lacondición dolorosa. Ni siquiera en Julia de Bur­gos. Pero es ella quien nos sumerje en estas diva­gaciones con su tremenda poesía.

Desde los ya lejanos tiempos en que. casi mu­chachos todavía. descubrimos a Neruda y a Gar­cía Larca, precisamente cuando Julia de Burgoscomenzaba a escribir, no había llegado a nuestrasmanos una poesía que tocara aquella herida desorpresa que abrieron esos dos monstruos en nues­tra pequeña alma antillana.

Es verdad que el clima que rodeó el encuen­tro con la poesía de Julia no podía ser más pro­picio. Acabábamos nosotros de cumplir nuestroscompromisos literarios (recitales. conferencias, me­sas redondas, entrevistas), en un precipitado aun­que imponderable viaje a Puerto Rico. Era prácti­camente la despedida amable, con parrillada, buenvino, manos afables, temas gentiles. Entre ellos bro­tó suavemente, luego explosivamente, la poesía deJulia de Burgos. Pero sólo fragmentariamente. apequeños trozos, balbuceante. Y 10 extraordinarioes que nosotros apenas si conocíamos vagamenteese nombre que una u otra vez vimos rodando co­mo los caracoles de la playa entre arena y espuma,entre las páginas de alguna revista leída precipita­damente.

JULIA EN EL AGUA

Ahora, ya a semanas del regreso, embotado elcorazón por la cuotidianidad polvorienta, nos llegademorado un cuaderno de poesía de Julia de Bur­gos, bellamente editado por el Instituto de CulturaPuertorriqueña, que manos generosas nos envíancon atención y celo. La impresión es catalana y pri­morosa, ilustraciones borinqueñas de Torres Mar-

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tinó en gran fonnato y en gran estilo. Un verdaderotesoro que en vez de hablar de Barcelona habla dePuerto Rico. Porque en definitiva todo es PuertoRico, a partir de la devoción que los puertorrique­ños tienen por su poetisa.

y al fin entramos de lleno en esta gran poesía.Desde luego no es abundante la muestra. Julia

de Burgos fue una existencia trágica y sobre todobreve. Murió joven en Nueva York, sola, amarradaa una correspondencia que sus parientes ocultancon cierto extraño pudor y que apenas ha abiertoalgunas rendijas a biógrafos pertinaces y minerosescrupulosos.

Pero en su obra se siente el peso de la condi­ción huqtana más vigorosa y ardiente. Una exis­tencia que se agotó, dicen, en una calle neoyorqui.

na. Se la descubrió en la «margue. casi milagrosa­mente.

y eso es suficiente para explicar su poesía.Además ¿quién puede pretender explicar la poe­

sía? Si fuese posible una explicación sería muchomás importante que la poesía. Inclusive ésta nosería necesaria. A menos que la explicación fuese•poesía y entonces volvemos al punto de partida.

Por eso lo mejor, y a reserva de que alguna vezvolvamos a esta obsesión amorosa que es Julia deBurgos en nosotros, será que callemos y la deje­mos ser en este que es su gran poema borinqueño:cRío Grande de Loíza.

y grac~as a las manos amables que lo hicieronllegar y a los oídos atentos que permitirán queresucite esta Julia acuática tan entrañable.

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Grabados y Dibujos de Sobrino

C ON EL TíTULO DE EPíGRAFE, Y BAJO LOS AUSPICIOSdel Instituto de Cultura Puertorriqueña, quedó

inaugurada en la noche del 10 de noviembre, en elMuseo del Grabado Latinoamericano de San Juan,la primera exposición personal del artista Sobrino.La muestra comprendió 24 grabados, 3 carteles y41 dibujos.

Sobrino se destaca con relieve entre los artistasde la nueva generación por la manera personalísimacon que capta e interpreta, desde un ángulo de pro·funda sensibilidad humana y social. las escenas máscorrientes y cotidianas de la vida. "La vida del arra·bal, el asfixiante mundo urbano se nos revela -diceAntonio Martorell- con una sobriedad cromáticade acertados tOllOS en sus grabados en madera y unamultiplicidad lineal, nerviosa, pero segura, en susdibujos."

El artista fue alumno de la Escuela de ArtesPlásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña,y posteriormente trabajó por algún tiempo en eltaller de grabados de Martorell.

,

Grabados Cartel anunciador de la exposición

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.Dibujos

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Memoria descriptiva de la Isla de ]a MonaEN EL FREU QUE MEDIA ENTRE

PUERTO-RICO Y SANTO DOMINGO

Por DON INDALECIO NÚÑEZ ZULOAGA 1

Teniente de Navío de Primera Clase

E N 31 DE AGOSTO DH 1537 GONZALO FERNÁNDEZ DH

Oviedo escribió a los Reyes Católicos desde San­to Domingo, entre otros particulares, el siguiente:"Han de mandar VV. MM., que en la Isla de l~

"Mona, que está entre aquesta isla y la de Sant"Joan, se haga otra fortaleza por que está en el"paso, e allí no hay sino un estanciero e pocos"indios, e hay buena agua é de comer é puerto don­"de reposadamente pueden estar seguros los sal­"teadores ó armados, é atender á las naos que de"aquí salen para España. E de Sant Joan é de"esotras islas de necesidad pasan por cerca de"aquella isla é sería muy necesaria cosa é mejor"grangería que la que VV. MM. allí han tenido é"tienen é con esa misma se podria sostener".

En 1551, con motivo de hacer escala en la Monalos corsarios .para desde allí atacar a las islas deSanto Domingo y Puerto-Rico, se pidió al Empe­¡:adoro como lo había hecho Oviedo, mandase cons­truir en ella una torre con buena artillería; poraquella fecha existían en la Isla como unos 25 in·dios, los cuales, decía el obispo Bastidas, «son casitodos casados y bu~nos cristianos y tienen su po­bre iglesia bien ataviada•.

No hubo de construirse la torre que se pedía,porque diez años más tarde, es decir, en 1561, di·rigiéndose el Licenciado Echagoian al rey Felipe 11decía lo que sigue: "Hay otro puerto de mar donde"no hay ~spañol alguno, sino hasta 50 indios, que

1. Esta Memoria se publicó en el Boletin de la Sacie·dad Geogrdfica de Madnd, Madrid. Tomo VII. 1879, p. 226­235. En el mismo Boletln, p. 235·238, apareció el breve aroticulo Andlisis cualitativo y cuantitativo del guano de laIsla Mona, comparado con el guano del Perú, practicadopor el farmacéutico Juan Vicente Monclova.

Véase articulo de Rodolfo D. Cambiaso, La futuraIsla, en la revista Andrómeda, núm. 4, S. D., 17 de mayode 1914. (Trata de las islas adyacentes Saona, Catalina,Mona y Manito. Croquis de dichas Islas y de la que élconsidera futura Isla).

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"se llama la Mona. Hay en este puerto muy buenas"batatas y casabi y mejores melones: todo en can·"tidad, dan de comer a los franceses que allí llegan.l/porque no pueden más. Son indios entendidos y"cuanto a 10 espiritual están a cargo del obispo de"San Juan de Puerto-Rico. No tienen Capellan, sal­"va que de tarde en tarde los visitan; es poco o"ninguno el cuidado que de éstos se tiene".

Después, dice Acosta en sus anotaciones a laHistoria de la isla de Puerto-Rico, quedó comple.tamente abandonada la isla de la Mona; pero sirviósiempre de refugio a los corsarios y piratas. En1858 la visitamos sin encontrar vestigio alguno dela población que existió en otros tiempos; en susinmensas grietas abunda el guano. que debe teneruna composición química muy parecida al de losJardinillos de la isla de Cuba, pobre de amoníaco,pero rico en fosfatos.

Esto es todo lo que relativo a la isla de la Monahemos encontrado en la Biblioteca histórica dePuerto-Rico y en la Colección de documentos iné­ditos del archivo de Indias:2

La observación hecha por Oviedo a los ReyesCatólicos hace más de 300 años vuelve a estar hoyen toda su fuerza y vigor.

Situada en la medianía del freu que separa aPuerto-Rico de Santo Domingo, la isla de la Monaes una meseta de piedra de tres y media leguas desuperfide, tajada a pique por todas partes, y cuyaaltura no baja, por la del Norte, de 200 pies. Enesta isla, de formación volcánica, el terreno secompone de una roca calcárea que en los infinitosagujeros de que está llena contiene alguna tierravegetal, donde crecen muchos arbustos y algunosárboles bastante corpulentos; la parte más alta, to-

2. Acosta, Historia de la isla de San Illan de Puerto­Rico, por Fr. lñilm Abbad. C. N. 1866.

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da llana, aparece cubierta de maleza y plantas li­tófilas, tan entrelazadas y tan llenas de abrojos yespinas, que, al decir de los pescadores que allíresiden, nadie ha penetrado hasta el centro deella, y aún los mismos perros con que se persigueal ganado que en la Isla hay, algunas veces se in­ternan tanto, que todos destrozados no pueden vol­ver a salir y perecen de hambre y sed sin poder darun paso. Hace ya muchos años que un Capitán dela marina mercante francesa, que creía poseer elsecreto del sitio en que los piratas habían enterradoun valioso tesoro, intentó atravesar esta llanuraque desconocía, y a pesar del incentivo que lo mo­vía a tan extraña aventura, tuvo que desistir de ellaapenas empezada y después de haberse visto rodea­do de un sinnúmero de peligros, entre los que noera el menor el morir de necesidad.

La costa Norte de la Isla, blanca como la lava,conserva todo su carácter volcánico y perpendicu­lar al mar de un modo tal, que a muy corta dis­tancia de ella la profundidad es insondable. Lospescadores la huyen y con razón; la mar que allíse arbola, el aspecto de aquella muralla de piedraque aparece surgir de un abismo, y el efecto varioy encontrado de las comentes, hacen tan temiblesu aproximación. que no sin motivo llaman al ex­tremo oriental el Cabo de las tempestades.

Por la parte del Sur la costa despide, a tres ocuatro cables, un arrecife de piedra y coral convarias pasas para atracár a las playas en que estánestablecidas las gentes que en ellas se dedican ala pesca. Desde la punta Sudoeste, llamada tambiénde Caigo o no caigo, por un enonne monolito quesituado en su cima, en equilibrio incomprensible,amenaza con desplomarse a cada momento, empie­za un placer de arena y piedra que se extiende alOeste alrededor de la Isla hasta el cabo Noroeste,y fonna, aunque malo, el único fondeadero que pue­den encontrar los buques de algún porte.

Este fondeadero está dividido en dos por la pun­ta llamada de Arenas, que es la más baja y occi­dental de la Isla. Entre ella y la de Caigo o nocaigo, de imposible equivocación, la costa formauna ensenada de poca curva, llamada por los pesca­dores Ensenada del Uvero, y cuyo tenedero es dearena, pero tan salpicada de piedra que es muyfácil perder las anclas en él. La sonda. sin embar­go, es allí muy regular, y sin riesgo alguno puedeun buque internarse hasta coger de seis a ochobrazas y dar fondo; siempre en aquel, ya mal te­nedero, recala mar, y siempre es preciso estar lis-.to para hacerse a la vela tan pronto como se anun­cia una turbonada del O. o se establecen los vien­tos de S. y SE.

El otro fondeadero, indudablemente mucho másseguro, se llama La sardinera, y lo forman la puntade Arenas y el cabo NO., fácil éste de conocer

por un peñasco tajado a pique, desprendido de ély que a lo lejos semeja a una vela. Este fondeaderopuede llamarse tal en la estación de las brisas yvientos del Sur; la mar en él está en calma, abriga­da por la punta de Arenas y la lengüeta que al O.despide; el fondo es todo de arena, blanco y sinmancha, y la profundidad de ocho a doce brazas;debe, sin embargo, tenerse en cuenta que másafuera de este placer y en el paralelo de la extre­midad N. de la Isla, el fondo es de piedra con mu­cha agua encima; es preciso, pues, ir a buscar elcentro de la concha y el fondo blanco sin dejarsearredrar por aquella barrera de piedra que allá enlo profundo parece resguardarlo.

Uno y otro fondeadero, la Sardinera y el Uvero,son de playas muy sucias, tanto que no se puedeatracar a ellas sin gran riesgo de perder la em­barcación; pero los arrecifes y escolleras en elUvero ofrecen varias pasas para botes, y una nadamás en la Sardinera: los pescadores las conocenperfectamente, y con su auxilio puede un bote aven­turarse en ellos cuando la mar en furia no los con­vierte en saltaderos de espuma.

En la estación de los Nortes, tanto estos fondea·deros como los del Sur de la Isla, son completamen­te inhospitalarios; el viento del golfo y la corrientedel freu entablan entonces una lucha que agita elmar de horrible manera.

A pt'sar de todo, en esta parte de la Isla, elfrontón occidental, el tiempo y la mar han ido for­mando la lengüeta de arena que hemos mencionadoy que hoy abarca ya una extensión considerable;crecen en ella árboles ciertamente de altura másque común, pero con todo muy inferiores a las des-­nudas rocas que los rodean y que en la comparaciónse manifiestan gigantescas; la feraz vegetación deestos climas y la abundancia de ganado 3 que enla Isla hay, han transformado este arenal en unterreno bastante fértil, susceptible de mejora, ycon ella de cualquier producción. La capa vegetalque cubre el subsuelo de roca viva está bien deter­minada en los profundos hoyos que, en todas direc­ciones, han hecho los buscadores de tesoros allí en­terrados tiempos atrás por los piratas, y que, se­gún se cuenta, varios de mucha importancia hansido ya descubiertos.

En aquel oasis de la isla de la Mona abundan losmanantiales de agua potable, algunos de sabor mi­neral.

Lo que más llama la atención en la Isla es elgran número de cuevas, verdaderos antros del in­fierno, que en toda ella se encuentran y dan en­trada a vastas galerías subterráneas que se extien~

3. Se ignora "de dónde procede el gran número deva~as. cabras y perros que existen en la Isla; pero esfáCil suponer sean la descehdencia de los animales aban­donados por los piratas en los tiempos en que gozabande tanta impunidad por estos mares.

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Exposición de Bufino Silva

EN SU SEGUNDA EXPOSICIÓN PERSONAL EN EL INSTI-tuto de Cultura Puertorriqueña, inaugurada el

15 de diciembre, el pintor Rufino Silva presentó unconjunto de óleos representativos de la temáticay el estilo que le han ubicado en zona exclusiva dela pintura contemporánea puertorriqueña.

Rufino Silva, nacido en Humacao en 1919, segraduó en el Art Institute, de Chicago, y en l'Ecole

Una de las obras presentadas

so

de la Grande Chaumicre, de París. Cursó estudiossobre la historia del arte en la Universidad de Pe·rugia y trabajó por algún tiempo en los talleres dela Estampería Nazionale, de Roma. En 1938 el Go·bierno de Puerto Rico le concedió una beca pararealizar estudios en el extranjero. Cuatro años des·pués, el Art Institute le otorgó la bec~ John OuincyAdams Traveling Fellowship. Recibió el premio Clus-man, por pintura al óleo, en 1955. "

Silva ha sido profesor en la Escuela del ArtInstitute desde 1959, y ha enseñado pintura en otrasprestigiosas escuelas de arte de Estados Unidos. Haexpuesto individualmente en la Galerie du Siecle,y en la de Saint·Placide, en París; en la Galleria delSecolo, en Roma; en Chicago y en otros puntos delos Estados Unidos. En exposiciones conjuntas, susobras han figurado en París, Roma, Nueva York ySan Francisco, entre otras ciudades. También parti~

cipó en la Primera y en la Segunda Bienales de SanJuan del Grabado Latinoamericano, celebradas en1970 y 1972. respectivamente.

Refiriéndose al proceso de su arte, en el catálogode la Exposición que reseñamos, Silva e-stampa lasiguiente declaración:

.. Mis pinturas han "devenido más complejas, pie.nas de fragmentos de la figura llumana engendrandola arquitectura del cuadro y extendiéndose sobretoda la superficie del lienzo. Persiguen el ilusionis­mo realista de la imagen, representalldo una multi·tud de fragmentos y de detalles de la figura, creandotensiones, empujando y sobrepasándose los tillOS alos otros, sugiriendo asi un acometimiento psicoló­gico. La intención es de estimular la imaginacióndel observador y crear un verso libre, sin puntos nicomas, y dar una impresión visual continua, sininterrupciones, ni juicios, ni expectaciones lógicas."

Del arte de Rufino Silva dan idea las reproduc.ciones que, de algunos aspectos de la Exposición,ofrecemos en estas mismas páginas.

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"Ocultdndose con palios blancos, sonrisa"

Dos muestras dd imaginativo y vigoroso arte de Rutina Silva

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" •••y dar una impresión visualcontinua, sin interrupciones,ni juicios, ni expectaciones lógicas,"

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CUANDO HABLAMOS DE LA VIGENCIA DE UN PENSADOR

O de un ideario queremos decir con ello queéstos viven, que no empece el tiempo transcurridodesde el momento que les tocó vivir aún conser·van una sorprendente actualidad. Ello es aU aúnen aquellos casos en que el tiempo cronológicamen­te medido haya transcurrido por décadas y aúnpor siglos. En ese sentido las condiciones que sir­vieron como base para las reflexiones del pensadoren cuestión no tienen que ser las mismas que lasimperantes en el momento que evaluamos su ges·tión histórica; ba!jta con que los grandes proble­mas que aquél confrontó no hayan sido resueltossatisfactoriamente para que el impacto de su idea­rio nos estremezca con la tónica de lo viviente. 1m·porta, además, que el devenir histórico que exami·namos nos muestra ciertos derroteros generales quele sirven como norte para que podamos ubicar endicho devenir la aportación del pensador que nospreocupa. Si en el derrotero marcado por el pro­ceso histórico -no empece los retrocesos que sonparte inextricable de todo ascenso del nivel histó­rico- podemos insertar al pensador en cuestióndesde la perspectiva de quienes impulsan en vezde resistir el cambio social, entonces su labor comoprecursor, como innovador, como revolucionario senos hace más patente. Si, por el contrario, el penosador que nos preocupa actúa a manera de fuerzaretardatoria, de rémora opuesta al derrotero se­ñalado por los grandes procesos históricos, entonoces debemos concluir que en su gestión anti-histó­rica terminará por sepultarle en el olvido de lasfuturas generaciones.

Ramón Emeterio Betances pertenece a la estiro

* Palabras pronunciadas en el Ateneo Puertorrique·ño el )ueves 6 de abril de 1972, con motivo de la conme·moraclón de'l 145 aniversario del natalicio de don RamónEmeterio Betances.

Vigencia de Betances*

Por MANUEL MALDONADO - DENIS

pe de los adelantados, de los precursores, de losrevolucionarios. Marca por lo tanto el paso de losque habrán de forjar el porvenir de las Américas.Mediante su teoría y su praxis, Betances se ubicaen su momento en la gran corriente emancipadorade hombres y de pueblos que arrastrará consigo lasfrágiles estructuras edi rieadas con el propósitode impt'dir su curso ineluctable. Así, Betances,emanciiJador de hombres: abolicionista: emandpa·dar de pueblos: independentista; amante de la hu­manidad: humanista.

Betances es un Antillano. Las Antillas viven enaquel momento un fenómeno de extraordinaria im­portancia histórica. Cuando Betances nace en CaboRojo está prácticamente concluida la lucha por laindependencia de las antiguas colonias españolasde Tierra Firme. Pero se trata de un triunfo pre·cario. Pues en el vacío de poder creado por la des·integración del imperio español se ubican ahorados grandes potencias cuyo poderlo naval determi­nará la eventual hegemonía de una de ellas: con elcorrer del tiempo Inglaterra no será continente delos Estados Unidos por la hegemonía en el hemis­ferio; el Secretario de Estado Olney lo dirá con bru­tal franqueza cuando la disputa entre Inglaterra yVenezuela por la Guayana a fines del siglo XIX:

«Estados Unidos es hoy, prácticamente, sobe­rano en América, y su fiat es ley en losasuntos en que interviene.»

Así, pues, la acción libertadora de Betances tie­ne que darse frente a una España que se aferra asus últimas posesiones de una parte y de la otrafrente a un nuevo imperio que codicia a las Anti·lIas en su sed expansionista. Es, por lo tanto, erró­neo decir que Betances y sus compañeros se en·frentan a un imperio en decadencia, sino que 10correcto sería decir que les toca vivir precisamente

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Belances (Oleo de Carlos R. Rivera)

el descenso de un imperio y el ascenso de otro. Enotras palabras, que cuando España yace exangüeluego de las guerras de independencia bolivarianas,la nueva potencia del hemisferio ya ha decididodesde los comienzos de siglo y aún antes -que laindependencia de las Antillas sería, en todo caso,de carácter muy precario, y aún así algo que aque­lla no vería con beneplácito. En ese sentido es co-­rrecta la apreciación de la época del historiadorSergio Benvenuto cuando nos dice, refiriéndose aCuba -y por ende a Puerto Rico:

..Las tres quintas partes del globo -sin con·tar Europa misma- con la mitad de su po­blación, irían cayendo bajo dominio europeodirecto, durante un proceso contemporáneo dela lucha independentista cubana (1863·1898),que se iniciaba, sin saberlo, a contrapelo dela corriente universal. Cuando un pequeño ha­cendado de provincia tañía la campana de su

ingenio llamando a sus esclavos esta vez parala libertad y lucha lanzándose a la guerra porla liberación y el progreso nacionales, no po­día saber, claro está -nadie lo sabía-, elinvencible contrasentido que articulaba la mi·crohistoria regional y la macrohistoria uni·versal, y que conduciría de un colonialismo aotro, haciendo triunfar en vez de la indepen·dencia a un semianexionismo mal disimuladopor la Enmienda Platt.

"Pues, efectivamente, Cuba inició su luchapor la independencia en un instante históricofatal: medio siglo más tarde que el resto dela América Latina, en el momento mismo enque el capitalismo mundial iniciaba su apogeoy comenzaba a convertirse en imperialismo.y dentro de este proceso, el capitalismo nor·teamericano maduraba más rápido, de modotal que durante los mismos treinta años queen Cuba eran de lucha por la liberación na­cional, se producía el desarrollo de ese vecinopeligroso que estaba, igual que hoy, a noven·

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ta escasas millas. Al cabo de tres décadas, elnuevo amo estaba pronto.•t

Es menester que mantengamos ese hecho enmente pues así podemos comprender mejor el porqué la gesta libertadora iniciada por Betances ylos revolucionarios antillanos de aquel entonces seestrella contra la barbacana de dos imperios -unoque no quiere rendir sus despojos y otro que espe~

sólo el momento propicio para arrebatárselos. Sila gesta no logra realizarse ello se debe primordial­mente a que las condiciones histórico-sociales bajola cual se desenvuelve no son propicias -por lomenos en el caso de Puerto Rico- para que puedaromperse en definitiva con la coyunda colonial.

Betances capta correctamente la situación desdemuy temprano en la lucha. Tiene una perfecta cla­ridad respecto al verdadero alcance contra-revolu­cionario de la Doctrina Monroe y reclama:

«Las Antillas para los Antillanos» poniéndonosen guardia contra los designios expansionistas del«monstruo americano•. Consciente de las fuerzasinternacionales, está atento a los cambios que ocu­rren en el seno de la sociedad española y en elseno de sus colonias antillanas.

Como hombre de avanzada, como revolucionariosocial, Betances vincula la lucha nacional a la 1u­que se lanza a riesgo de su propia vida a curarcha social de manera inextricable. Todos sabemosde la profunda conciencia social de este médicoa los esclavos que caen bajo el azote epidémico delvómito negro, y que junto a su amigo Segundo RuizBelvis acude a la iglesia de Cabo Rojo para liberara los niñitos esclavos en la pila bautismal previoel pago de veinticinco pesos. Pero estos actos depor sí no bastan para hacer de Betances un revolu­cionario. El agua bautismal no podría borrar si­glos de aprobio y servidumbre. Es por eso que elPadre de la Patria quiere un cambio colectivo decarácter radical, donde se vaya a la raíz del pro­blema. De ahí que su proyecto libertador tengacomo su primer punto la liberación inmediata delos esclavos y que se consigne, más adelante, laabolición del sistema de libretas de jornaleros.

Betances veía al colonialismo como algo inextri­cablemente ligado a la estructura de la sociedad es­clavista. Los enemigos principales de la independen­cia de Puerto Rico en aquel entonces eran precisa­mente los que más tenían que perder con un cam­bio de estructuras: los esclavistas. Luego le seguíanaquellos terratenientes que explotaban a los jor­naleros en complicidad con el gobierno colonial,cuya legisiación sobre «vagos. iba dirigida a crearuna clase de siervos que sirviese como un veneromás para la extracción de la plusvalía. Betances

l. Sergio Benvenuto. "Una imagen del mundo en el1868. en Casa de las Américas (La Habana) núm. 50, 1968.

ata el destino de la independencia de Puerto Rico aestas dos clases sociales, pero no logra su propósitode incorporarlas masivamente a la lucha. Aunquesólo fuese intuitivamente, el Padre de la Patriaentiende que la independencia tendría que reali­zarse con aquellos que nada tenían que perder sinosus cadenas -y esto dicho literalmente.

El principio que Betances -que aparentementeno conoce a Marx a pesar de que vive durante laépoca de éste- deja sentado así es de indubitablevigencia histórica. Vale decir, que una revoluciónsólo puede hacerse en la medida en que sus lídereslogran incorporar a la lucha a los sectores más ex­plotados de la sociedad. Desafortunadamente, la re­volución de Lares no logra ese propósito -y poreso apenas si puede florecer. Pero el principio,como dije, queda para el porvenir como una lec·ción de proyecciones extraordinarias.

Además, ahí estaba el ejemplo aleccionador delgran Toussaint L'Overture, quien rompió con el sis­tema esclavista y con el colonial de un solo sablazo.La Revolución Antillana ---entendía Betances- sólopodría ser completa cuando las Antillas estuviesenlibres tanto del aprobioso sistema esclavista comodel no menos aprobioso sistema colonialista. Elerror de los autonomistas consistía en separar unacuestión de la otra, en sustentar el abolicionismomientras aceptaban el colonialismo. En cuanto aeso, el incondicionalismo era consistente: ni lo unoni lo otro. Para los incondicionales, cualquier con·cesión era el comienzo del fin del sistema. Como ca·bales conservadores, veían las reformas como pasosinevitables hacia el fin de la hegemonía española.

Ante un sistema social y político de la natura­leza del imperante en las Antillas, Betances no veotra salida que no sea la revolución -«única ánco­ra de salvación. le llamará a ésta. Como estremece­dora de conciencias y como creadora de un nuevoorden la revolución puertorriqueña -inextricable­mente ligada a la revolución antillana- plantearálas bases para la creación de un hombre nuevo, li­berado de los viejos hábitos mentales í~sitos alcolonialismo, ya que «ella sola es la que fonnahombres y la que vigoriza pueblos•.

Visto el fenómeno en perspectiva histórica, po­demos ver en la gestión libertadora de Betances elcarácter de un hombre que le ha tocado vivir enun país colonizado. Era ya para aquel entonces unhombre de lo que hoy llamamos «El Tercer Mun·do., es decir, un hombre que ilustra mediante suacción el desnivel material y espiritual existenteentre los países capitalistas más desarrollados -co­mo Francia- y una colonia española como PuertoRico. Lo que el Marxismo-Leninismo denominarlamás tarde la ley del desarrollo desigual de los paí­ses puede captarse con toda claridad si vemos laenorme distancia histórico-social que media entre

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esos dos acontecimientos que se hallan separadospor apenas tres años desde el punto de vista crono­lógico: La Comuna de París de 1871 y el Grito deLares de 1868. Pues mientras en Francia se realizael primer conato de una revolución socialista queregistra la historia europea, en Puerto Rico la cues­tión se plantea aún en ese momento en términos dela abolición de la esclavitud. Es esta óptica histó­rica lo que nos pone en guardia contra la tenden­cia -absurda por lo antihistórica- de proyectaren la época de Betances categorías que sólo teníansentido en aquel momento en aquellos países quese hallaban en un estado de desarrollo económicomucho más avanzado que nuestra isla. MarianaBraceUi no tiene que ser Luisa Michel para que sufigura cobre el relieve histórico al cual ella esacreedora. Ni Betances ni Martí tenían que escribirEl Capital; basta que escribieran lo que escribierondentro de las circunstancias que les tocó vivir. Ental sentido vienen al caso las siguienes observacio­nes de Roberto Fernández Retamar con respecto aMartí, pues son igualmente aplicables a Betances:

«La problemática. de Martí, no era la de unpaís capitalista avanzado, con un proletariado des­arrollado; su problemática -y su práctica y te'j­ría correspondientes- eran las de un país colo­nial, que contaba con un exiguo proletariado, queincluso conoció oficialmente la esclavitud hasta1886 (1873 en Puerto Rico) y que tenía por delantela tarea inmediata de su liberación política, paraobtener la cual le era menester no alebrestar aún lalucha de clases en el interior de su país. En lascolonias de su época no había -ni podía haber­un solo marxista real, porque no había todavía laproblemática ni la práctica a que se refería Marx,porque no había todavía una acción de la que el.. marxismo" pudiese ser guía.•

Así, pues, Betances es un hombre muy a la al­tura del momento histórico que le tocó vivir. Lasolución a los problemas de Puerto Rico estabanfatalmente insertos dentro de la órbita del esclavis­mo y colonialismo. Betances era educado en París.Pero no empece su formación en la cultura francesasu identificación con Europa parece ser muy su­perficial. Podría escribir perfectamente el francésy hablarlo sin acento alguno, pero no deja nuncade ser «El AntillanolO. Cuando le escribe a su her­mana Demetria y le dice: «Somos prietuzcos y aorguIlq 10 tenemos. entendemos mejor el por qué....

Betances entiende que el proceso libertador an~

tillano deberá realizarse en estrecha vinculacióncon los demás países de Nuestra América. Resultasumamente aleccionador el hecho histórico de quehaya sido Chile precisamente el país que prestó suayuda moral y material para la liberación de Cubay Puerto Rico, y que el ilustre chileno BenjamínVicuña Mackenna haya hecho suya la causa de la

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liberación antillana. Entonces, como ahora, el apo­yo para la libertad de nuestros pueblos provenía deaquellos países que se hallaban a la vanguardia enla lucha contra el imperialismo y el colonialismo.Betances es pues, un internacionalista, sin que pue­da calificársele como una persona que no tomasea fondo los problemas de su propia nación. No ha.bía entonces -como no hay hoy- incompatibili­dad entre internacionalismo y el nacionalismoc~~ndo de l~ lucha anti-colonial se trata. Este prin­CIpIO de valIdez teórica y práctica sigue vigente enel Puerto Rico de hoy.

Podría pensarse que con la abolición de la es­clavitud acaecida en 1873 en Puerto Rico, la pré­dica betanciana contra ese sistema oprobioso dejad~ .tener vigencia. Ello sería así, desde luego, sihICIésemos abstracción del hecho de que la aboli­ción de la esclavitud es la culminación de todoun proceso de luchas abolicionistas que a su vezdesemboca en nuevas formas de explotación y deopresión social. Betances no 'estaba en favor de laabolición de las clases sociales sino solamente dela esclavitud. Cuando el modo de producción escla­vista queda alJlllido, la élite colonial criolla buscanuevas formas c.e perpetuar su explotación. Así enel caso de los ~ornaleros, la importación de traba­jo «coolie», etc. La cuestión cobra además un ca­rácter definido, cuando notamos el hecho de quela colonia es a su vez explotada por la metrópolia través del llamado ePacta Colonial», y que,'por lotanto, el problema social no podrá verse en abstrac·ción del problema colonial. Betances no pierde devista esta situación, pues rehusa poner entre pa­réntesis el problema que hoy llamamos del statuspolitico mientras aborda el de la abolición de laesclavitud y el de las libretas de jornaleros. Ensu obra notamos una muy clara percepción de losefectos del colonialismo como sistema de domina·ción y de explotación. Mucho antes que Fanon y lasteóricas actuales de la revolución anti-colonial Be­tances disecta con extraordinaria lucidez esa tota­lidad que es el colonialismo.

Como ilustración de lo dicho bastaría citar lasiguiente proclama, atribuida a Betances, y quecircula poco antes de la Revolución de Lares: .

..Puerto-riqueños ¡Vuestros hermanos quehan salido, han conspirado -y deben cons'pirar- porque es necesario que acabe el ré­gimen colonial en nuestra isla; porque PuertoRico finalmente tiene que ser libre como elcontinente, como Santo Domingo.

.Deben conspirar sin tregua, y nosotros conellos, porque carecemos de toda gestión eintervención en la cosa pública; porque, abru­mados bajo el peso de contribuciones que novotamos las vemos repartidas en un númerode empleados peninsulares, ineptos. y el lla­mado Tesoro Nacional, en tanto que los na·turales del suelo, más merecedores, desempe-

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ñan únicamente algunos destinos subalternosno retribuidos, y en tanto que la Isla carecede caminos, escuelas y demás medios de des­arrollo intelectual y material.

»Debemos conspirar, porque en cambio deestos males ciertos y de los vejámenes quediariamente se sufren, y de las trabas quepor doquier nos corrompe, y de la inmorali·dad que va sembrando a su paso la esclavi·tud el orden material no gana y crece en pro­por~ión de los esfuerzos, sino antes bien s~estanca o arrastra torpemente. Debemos, fI·nalmente, conspirar, porque nada hay que es·perar de España ni de su gobierno. Ellos nopueden darnos lo que no tienen.•

Como puede notarse, Betances entiende que elcolonialismo atenta contra el progreso moral y ma­terial de nuestro pueblo, y que su abolición escondición indispensable para que pueda ponerse enmarcha el proceso de nuestra liberación. Este prin­cipio sigue vigente hoy, ciento y pico de años des­pués de emitida la proclama.

Al operar como un círculo vicioso en el seno dela sociedad colonizada, el colonialismo arrastra con­sigo el inmovilismo, la rémora de hábitos y usosque hacen de la historia colonial un incesante yestéril proceso de dar vueltas a la noria. El escri~or

mexicano Carlos Mosiváis nos describe muy bIeneste «eterno retorno» que pesa a manera de unamaldición sobre los países subdesarrollados, valedecir, colonizados. Escuchémosle:

QUE NO SENT1 JAMÁS CORRER EL TIEMPO

¿Cuál es la noción de tiempo en un paísen vías de desarrollo? ¿A qué equivale el sub­desarrollo sino a la fragmentación del tiempo,a su inacabamiento, a las horas que jamásdisponen de sesenta minutos, a los minutosincapaces de inventariar los segundos que losintegran? El tiempo del subdesarrollo sueleser, en cuanto a forma. circular, y, en cuantoa técnica de aprendizaje, suele poblarse depequeños niveles. Es circular porqu~ ~os ~.a­lIazgos son los mismos, porque la lmltaclOnse suple con la imitación, po~qu~ los proce~?s

históricos jamás concluyen, .Jamas la rebehonda paso a la independencia, jamás la insurgen.cia culmina en la autonomía. El drama deMéxico se localiza en su tiempo históricotrunco: una Independencia que se frustra,una Reforma que no llega a término, una Re·volución que llega a su feliz desenlace con·trarrevolucionario. La suspensión de las gran·des ideas históricas equivale al mito del eter·no retorno, que en imágenes obvias puede se~.

y que aquí confluyen los niveles opuestos, HI­dalgo contemplando la campana de Dol?res oel proletario adolescente emborrachan~ose

para que se le acepte como adulto; Juare~

vislumbrando las Leyes de Reforma y los mI'nutos implacables y duraderos frente a unamesa de billar; Zapata preparándose para en·carnar el Plan de Ayala y la familia que apa-

cienta su tarde ante un aparato de televisión.La Historia 'Pública y ]a Vida Privada se en·treveran. El país no accede a la autonomíaplena, e] individuo no accede a ]a autonomíacabal. La identidad no varía porque no se haengendrado la demolición de las estructurasactuales y porque la vida íntima continúa su·jeta a la magia del círculo vicioso. Todo cam·bia, todo se transfonna: todo sigue igual. Eleterno retorno es la precaria y atroz sensacioncontinua que nos informa de que esto ya lovivimos, de que esto ya lo intentamos, de queesto ya fracasó.

Si queda clara la definición del problema, seentenderá el por qué aún arrastramos hasta nuestrosdías las ya gastadas «soluciones» que Betances re­chazó en su época pero que continúan persiguién­donos hoy día con su letanía de esterilidad. Tome­mos por caso. el autonomismo. Betances cree queéste se refuta en una sola frase: «España no puededar lo que no tiene.» Y en cuanto a los autonomis­tas, el Padre de la Patria no está dispuesto a con­cederles nada; ello ni siquiera tratándose de Bal­dorioty de Castro. Al serIe requerido un artículohonrando la memoria de Baldorioty por don Anto­nio Vélez Alvarado, Betances responde:

¡Usted sabe que en nuestro país los sepa­ratistas están anatematizados hace tiempo; yyo no me siento capaz de hacer un trabajoque les dé razón a los autonomistas de hoyni a los de ayer. Yo sé que soy el vencido;pero tengo la esperanza que nuestros paisa.nos se dirán algún día que si algún partidoha dado en Puerto Rico prueba de virilidad,ha sido el partido de Lares. el separatista. Elgobierno español ha tenido la habilidad deadormecer a la mayoría de los que estabancon nosotros, haciéndoles las insignificantesconcesiones que hoy poseen; pero es buenorecordar que todos los gobiernos despóticoshan seguido en todos tiempos la misma polí­tica, en cuanto han creído a un pueblo capazde reclamar sus derechos con las annas enla mano. No olvidemos pues que Lares sigonifica algo en la contienda hispanopuertorri­queña para la obtención de la libertad; y yoque he sido, soy y moriré separatista, me fi·guro que sin revolución y sin independenciano seremos nunca la eterna colonia de Es­paña!

Más aún, Betances estimaba que si algo habíanlogrado los autonomistas de entonces, ello se debíaa la labor revolucionaria de los independentistas.Las refonnas concedidas por España no fueron ta­das por gracia y merced, sino como resultado deuna lucha per requirió muchos sacrificios. Esas sonlas cosas que nunca lograrán entender personas co­mo Muñoz Rivera, de quien Betances afirmará encarta a Sotera Figueroa:

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[No sería poca cosa dar detalle sobre los pa·triotas puertorriqueños que tuvieron la osa­día de lanzarse a lo que llama Muñoz Rivera«la raquíLica algarada de Lares .., sin 10 cualno se publicaría hoy «La Democracia.. en Pon­ce. No sabe él los trabajos, los desvelos, lospeligros que costó la tal algarada, ni lo que sehizo allí ni los resultados que se han obtenido,ni las penas, los dolores, las muertes, los lu­tos que siguieron, ni 10 que sufren los proscri·tos, ni el reconocimiento que se les debe.Pero el mundo está plagado de ingratitudes,y el autor del articulo echa inconscientementeen cara al pueblo puertorriqueño un insultoprecisamente a propósito del acto único dedignidad que haya cumplido en cuatro siglosde la más abyecta servidumbre, al levantarseinscribiendo en su bandera la abolición de laesclavitud y la independencia de la isla.]

Además del autonomismo, pululaba en aquel en­tonces otra «solución.. al problema colonial de lasAnt!llas. Se trataba del anexionismo, esa tendenciaque hubiese convertido a todas las Antillas en es­tados de la Unión Norteamericana. Betances esigualmente caústico al rechazar el anexionismo, yen un pasaje de sorprendente actualidad nos diceal respecto:

¡Ay! Yo los he visto y los conozco bien aesos hombres pensadores afectados de amorsenil por la rubia república, incapaces de comoprender la carta que, después de la toma deBayermo, le escribía Donato Marmol a su no­ble madre. Yo la he leído, esa carta, y decíauna frase sencilla y sublime: «He tenido lagloria de pegarle fuego a tu casa ...(textual);y la heroica matrona me agregaba: «En esaguerra he perdido toda mi fortuna, y másque mi fortuna, siete hijos o nietos adorados;mas si fuera preciso volvería a empezar...

y ¿qUien se atreverá a propagar ideas deanexión entre patriotas de ese temple? [¡Sí!Yo los conozco bien y los he visto en PuertoRico, en Santo Domingo, en Haití y entre cu­banos, a esos anexionistas caducos, ricos hom·bres, ~n general pobres ancianos amantes desu país seguramente, pero ya desesperanzadosy con el único deseo de gozar en él días depaz. de seguridad y de ventura. Y entonces,olvidándose de las generaciones futuras y sinpensar en más, se echan a soñar que el manozano daría sabrosos frutos en La Habana y lapalma jugosos cocos en Washington, como sibajo climas para ellos mortales ambos árbo­les no estuvieran condenados a perecer.]

Ante esa situación, Betances no concebía otrasalida para el problema colonial de Puerto Rico queno fuese la independencia. La independencia es laúnica solución, nos dirá Betances, pues sólo conella podrá lograrse el fin del colonialismo que nosacogota.

Cientos de años más tarde, el dictamen del Pa­dre de la Patria sigue con indubitable vigencia his­tórica. Como ayer, la cuestión colonial no puedesepararse de la cuestión social. Como ayer, la inde·pendencia no podrá lograrse a plenitud sin la in­corporación de «los condenados de la tierra» enel proceso revolucionario. Como ayer, el destino delas Antillas, de la América Nuestra y de todos lospueblos en lucha contra el imperialismo y el co­lonialismo. Como ayer, toda solución contempori.zadora está destinada al fracaso. En suma, comoayer, está vigente el ejemplo preclaro de Betances,el revolucionario, el antillano, el mismo de quienMartí diría -proféticamente- que los del porve­nir tendríamos la siempre difícil tarea de imitarle.

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