Revista del Instituto de Cultura

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ANFROPOLOGIA U71liRATURA HISTORIA .., -'f. t , - ., OCTUBRE· DICIEMBRE 1966 San uan de Puerto Rico AR!TBS PUS7IICAS . , TEAIJ!RO MOSICA ARQUITECTURA

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Primera serie número 33, octubre - diciembre de 1966.

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ANFROPOLOGIA

U71liRATURA

HISTORIA

.., -'f. t, ­.,

OCTUBRE· DICIEMBRE 1966

San uan de Puerto Rico

AR!TBS PUS7IICAS. ,

TEAIJ!RO ~

MOSICA

ARQUITECTURA

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Guillermo Silva, Presidente

Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Teodoro Vidal

Arturo Santana - Esteban Padilla - Wilfredo Braschi

Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegría

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑ"Ü IX 1966OCTUBRE - DICIEMBRE

SUMARIO

Núm. 33

7

Cómo conod a De Hostospor Trinidad Padilla de Smn ... 1

El universo estético de Cesáreo Rosa-Nievespor Patria Figueroa de Cifredo 3

Fábula segundapor Manuel F. Arraiza

Los retratos de José Campechepor Arturo V. Dávila

Dos aspectos en la poesía de Luis Palés Matospor Luis Morales Oliver ..

Exposición de Domingo Garda .

Matías González Garda

El convite del compadre Baltasarpor Matías González García ...

El XC aniversario del Ateneo Puertorriqueño

Fundación del Ateneo Puertorriqueño· Acta

Manuel Elzaburu, fundador del Ateneo Puertorri­queño

por Cayetano Coll y Toste

Una antorcha que sigue alumbrandopor Vicente Géigel Palanca

El Ateneo y sus primeros añospor Luis Rodríguez Morales

Los 90 años del Ateneo Puertorriqueñopor Nilita Vientós Gastón

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Significado del Ateneo desde el punto de vistade un educador

por Ismael Rodríguez Bou 39

El Ateneo y el pueblo puertorriqueñopor Miguel Meléndez Muñoz 43

El Ateneo Puertorriqueñopor Antonio Paniagua Picaso 45

Función del Ateneo en la vida puertorriqueñapor Noél Colón Martínez ... 47

Exposición de Carlos Raquel Rivera 50

La inmigración canaria en Puerto Rico durantelos siglos XVIII y XIX

por Manuel Alvarez Nazario ... 52

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEf'lA

Director: Ricardo E. Alegría

Ilustraciones de Carlos Marichal

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual....................................................................... $2.50Precio del ejemplar .. $0.75

[ApplicatioD for second class mail pri\'ilege pending atSan Juan, P. R.]

DEPOSITO U!GAL: B. 3343· 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE «EDICIONES RUMBOS»

BARCELONA - PRINTED IN SPAIN • IMPRESO EN ESPAÑA

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COLABORADORES

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NOÉL COLÓN MARTÍNEZ nació en Moca en1927. Bachiller en Artes (1948), y en De­recho (1951), de la Universidad de PuertoRico, se ha distinguido en la actividadforense y en la vida cívica del país. Haocupado los cargos de juez de distrito,fiscal especial y fiscal general, y duran­te dos años consecutivos desempeñó lapresidencia del Colegio de Abogados dePuerto Rico (1964·66). En la actualidadse dedica al ejercicio privado de su pro­fesión.

MANUEL ALVAREZ NAZARIO nació en Aibo­nito. Maestro en Artes de la Universidadde Puerto Rico, en 1954 se recibió dedoctor en Filosofía y Letras de la Univer­sidad de Madrid. Desde 1949 profesa unacátedra de lengua española en el Colegiode Agricultura y Artes Mecánicas de Mu­yagüez, de cuyo Departamento de Espa­ñol es director. Dedicado a los estudioslingüísticos, ha publicado las obras Elarcaisrno vulgar en Puerto Rico (su te­sis doctoral), y El elemento afronegroideen el español de Puerto Rico (1961), libropremiado por el Instituto de LiteraturaPuertorriqueña.

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MIGUEL MELÉNDEZ MUÑoz, natural deCayey, consagró su vida al estudio e in­terpretación de la clase campesina puer­torriqueña, con propósitos sociales y li­terarios. Sobre el tema del jíbaro ha pu­blicado numerosos artículos, dispersos enrevistas y periódicos y varias obras decarácter costumbrista y sociológico. En­tre ellas señalaremos las tituladas Es­tado social del campesino puertorrique­ño (1916), Cuentos del Cedro (1936) yCuentos de la Carretera Central (1941).En 1960 fue premiado con la Medalla deOro del Instituto de Cultura Puertorri­queña, y recientemente el mismo Institu·to publicó sus Obras Completas (1964).Falleció en Cayey, en el año 1965.

ANTONIO PANIAGUA PICASO naCIO en SanJuan en 1904. Se inició muy joven en elperiodismo y colaboró en la prensa delpaís durante muchos años con valiososartículos y ensayos sobre asuntos histó­ricos, políticos y económicos. Entre sustrabajos y publicaciones principales sedestacan El presente y el futuro de larealidad económica puertorriqueña, Lacrisis del capitalismo, un estudio sobreel escritor puertorriqueño Antonio Cor­tón, y la serie de artículos con que in­tervino en la polémica sobre cuál fue laprimera Universidad de América. Desdeel año 1932 hasta su muerte, en 1956,Paniagua Picaso ocupó el cargo de Se­cretario Ejecutivo del Ateneo Puertorri·queño.

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LUIS MORALES OLIVER, catedrático jubila­do de la Universidad Central de Madrid;ex-director de la Biblioteca Nacional ymiembro de la Academia Sevillana deBuenas Letras. Entre sus estudios figu­ran: Benito Arias Montano, el Directorde la Biblia Políglota de Amberes; Atri­ca en la Literatura Española; Sobre laEsencia de la Poesía. El doctor Moralesha ofrecido conferencias en España yAmérica. En Puerto Rico dictó un ciclohace tres años, figurando una sobre lapoesía de Luis Palés Matos.

CAYETANO COLL y TOSTE, natural de Areci­bo, donde nació en 1850, estudió medicinaen la Universidad de Barcelona, y ejerciósu profesión en su país a la vez que reali­zaba un inapreciable trabajo de investiga­ción y divulgación histórica, interveníaactivamente en la política y ocupaba car­gos de representación social, como los dedelegado a la Cámara de Representantes,presidente del Ateneo Puertorriqueño ypresidente de la Academia Puertorriqueñade la Historia. Fue también notable poe­ta. Entre sus obras figuran Colón en Puer­to Rico: disquisicimzes histórico-tilológicas(1893), Protohistoria de Puerto Rico (1907),La instrucción pública en Puerto Rico has­ta el año 1898 (1918) Y Leyendas y tradi­ciones puertorriqueñas, tres tomos publi­cados en 1924-1925. Su más importanteaportación a nuestra bibliografía es el Bo­letín Histórico de Puerto Rico, revista quepublicó de 1914 a 1927, y que integrancatorce tomos de documentación histó­rica y trabajos del mismo carácter refe­rentes a Puerto Rico. Coll y Toste fallecióen Madrid en 1930.

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TRINIDAD PADILLA DE SANZ, mejor conocidapor su seudónimo de "La Hija del Ca­ribe", nació en Vega Baja, hija del poetay médico José Gualberto Padilla, "El Ca­ribe". Desde muy niña mostró afición porla música y la literatura, y a muy tem­prana edad compuso sus primeros versos.Lo mejor de su producción poética coin­cide con el apogeo del modernismo enPuerto Rico; sin embargo, se mantuvoesencialmente romántica. Se le deben Jospoemarios De mi collar (1926), Cdlicesabiertos (1943), algunos libros de narracio­nes y de crónicas de arte, uno sobre lamujer, de cuyos derechos y libertades fuesiempre una entusiasta defensora, y laobra Rebeldía (1918), conjunto de cuentosde carácter realista. Sus colaboracionesen la prensa fueron numerosas, y abarca­ron temas literarios, cívicos y biográfi­cos. Falleció en Arecibo, en 1957.

PATRIA FIGUEROA DE CIFREDO nació en Cata­ño. En la Universidad de Puerto Rico re­cibió el diploma de Normal y se graduóde Bachiller en Educación, y de Maestraen Artes. En 1956 ingresó en la mismaUniversidad como profesora de Literatura,y en 1963 se recibió de doctora en Filoso­fía y Letras en la Universidad de Madrid.En la actualidad profesa una cátedra deespañol en la Facultad de AdministraciónComercial de la Universidad de PuertoRico. Tiene en prensa dos libros de in­vestigación puertorriqueña: Apuntes bio­gráficos en tomo a la vida y obra de Ce­sáreo Rosa-Nieves y Francisco GonzaloMarín: héroe y poeta.

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MANUEL F. ARRAIZA nació en Vega Baja,en 1937. Bachiller en Humanidades y enDerecho de la Universidad de Puerto Rico,ejerce la profesión de abogado en su pue­blo natal. Es autor del poemario Imperiodel canto (1965), y tiene en preparaciónlos libros El canto exilado y La alianza,también de poesía.

ARTURO V. DÁVILA nació en San Juan. Hizosus estudios de Licenciatura en la Univer­sidad de Madrid, donde se especializó enHistoria y obtuvo, en 1960, el grado dedoctor en Filosofía y Letras. Es autor dela obra La isla de Vieques en la historia(su tesis doctoral) y de otros trabajos deinvestigación sobre la historia religiosa yel arte en Puerto Rico, algunos de ellospublicados en números anteriores de estaRevista. Ocupa una cátedra de Historiadel Arte y la dirección del Departamentode Bellas Artes en la Universidad dePuerto Rico.

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VICENTE GÉIGEL PaLANCa, natural de Isa­bela, se recibió de abogado en la Univer­sidad de Puerto Rico. Cofundador de larevista cultural Indice (1929), de 1934 a1940 figuró en la Junta de redacción de laRevista del Ateneo Puertorriqueño. Hacolaborado en la prensa del país con tra­bajos de diversa índole. Su obra princi­pal la constituyen ensayos interpretativosde la realidad puertorriqueña y de críticaliteraria. Se ha destacado como orador,conferenciante y legislador, y ha ocupadocargos de importancia en las esferas políticas e intelectuales, entre ellos el dePresidente del Ateneo Puertorriqueño, fun·dador y Secretario de la Academia Puer­torriqueña de la Historia, catedrático deDerecho y Ciencias Sociales en la Univer­sidad de Puerto Rico, Senador y Procura­dor General de Puerto Rico. Actualmentepreside la Sociedad de Autores Puertorri­queños. Entre sus obras figuran El desper­tar de un pueblo (1942), Valores de PuertoRico (1943), ambos en prosa, y los poe­marias Canto del Amor infinito (1962) yBajo el Signo de Géminis (1963).

LUIS M. RODRíGUEZ MORALES es el Directordel Archivo General de Puerto Rico. En1946 obtuvo su Bachillerato en Humani·dades de la Universidad de Puerto Rico,habiendo cursado posteriormente cursospostgraduados de la Universidad Católicade América de Washington. Ha sido Ins­tructor de Historia en nuestra Univer­sidad. Ha publicado el libro de cuentosLa Centella. Su obra más profusa hasido de carácter histórico; de ésta pue­den citarse las Actas Capitulares de SanJuan (los dos primeros volúmenes en co­laboración con la doctora Aída Caro deDelgado), Consideración en tomo a laEdición de Actas Capitulares y La Ciudadde San Juan a mediados del siglo XVIIIvista a través de sus Actas Capitulares.Desde el año 1965 preside el AteneoPuertorriqueño.

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NILITA VIENTÓS GASTóN nació en San Se­bastián, Puerto Rico, y se recibió delicenciada en Derecho en la Universidadde Puerto Rico. Por mucho tiempo havenido desempeñando un alto cargo enla Secretaría de Justicia. Durante quinceaños (1946-1961) desempeñó la presiden­cia del Ateneo Puertorriqueño, y ha ve­nido dirigiendo desde su fundación, en1945, la revista Asomante, órgano de laAsociación de Mujeres Graduadas de laUniversidad de Puerto Rico, y una de lasmás prestigiosas revistas intelectuales deHispanoamérica. Colaboradora en revis­tas y periódicos del país y del exterior,publica hace años en El Mundo, la colum­na titulada "Indice cultural", desde la querealiza una constante labor de crítica li­teraria, con raíces y proyecciones en loético, político y social.

Es autora de los libros Introducción aHenry James (1956), Impresiones de via­je (1957) e Indice cultural (1948-1955-1956),publicado en 1962, y merecedora de unpremio de periodismo del Instituto deLiteratura Puertorriqueña.

ISMAEL RODRÍGUEZ Bou nació en Orocovisy cursó estudios superiores en las Uni­versidades de Puerto Rico, Columbia yTejas. En esta última se recibió de doc­tor en Filosofía, en 1944. Ha sido profe·sor de Sicología Educativa en la Universidad de Puerto Rico, y desde hacevarios años ocupa el cargo de Secretariopermanente del Consejo Superior de En­señanza. Como representante y asesortécnico de la UNESCO realizó misioneseducativas en la India (1949), y en His·panoamérica (1950-1951). Es autor de nu­merosos trabajos de investigación y aná­lisis de los problemas de la educaciónen Puerto Rico.

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Cómo conocí a De Hostos·

Por TRINIDAD PADILLA DE SANZ

(La Hija del Caribe)

CORRíA EL AÑO 1898, y ESTÁBAMOS EN EL PEIÚODO

de la invasión norteamericana.Era mi marido en esa época Administrador de

la Aduana de esta ciudad (Arecibo), cargo que en­globaba otros tres; a saber: Colector de RentasInternas, Jefe de Sanidad Marítima y Jefe del Res­guardo.

La Aduana, como se sabe, ocupaba el edificioque ocupa hoy la· Corte de Distrito, y, al rendir mie5poso, D. Angel Sanz y Ambrós los servicios bajosu dirección presentando su renuncia al Jefe delRegimiento de Massachussets que fue el que inva­dió esta ciudad, dei.amos nuestro hogar, que ocu­pábamos en la parte alta de dicha Aduana, y nostrasladamos a una casa de la plaza de esta CIudad,(hoy plaza Muñoz Rivera).

A los pocos días de este acontecimiento, llegóa .mi casa el eminente doctor Rafael Castro y Mo­lina, mi hermano político y padre de la ilustradadama Ana Maria'Cestero de Blanco, acompañadodel sabio filólogo, ilustre cien veces, don EugenioMaria de Hostos, con el cual el doctor Cestero te·nia una intima amistad, pues fue uno de sus que­ridos alumnos.

Tuve ese día el honor de conocer a don Euge.nio, y el de tenerlo en mi casa, algo que jamás se'borrará de mi recuerdo.

Estando en la sala de mi hogar comenzó elconcierto matutino ·que todos los días daba"1a ban·da del citado regimiento, por cierto, magnífica,con músicos de primera, y un precioso instrumen­tal, y, atraída, como era consiguiente por el ine­fable influjo que ella me hacía sentir, invité a DeHostos a que saliera conmigo al balcón para oirla

• Publicado en ID Revista Los Quilot~. marzo, 21 de 1942.

mejor: Me contestó airado, reflejándose en su no­ble rostro una mal reprimida indignación «Seña­m: Yo no me asomo a ver soldados que dominana mi patria»... jamás olvidaré sus palabras.

Como para mí en ese día sólo hubo una cosa:hablar con el milagroso puertorriqueño, podríaprecisar nuestra conversación que, sin copiarla po­drá adivinar el que me lea:

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Desapareció de mi lado el encanto que irradia·ba de su figura, y, sólo supe después de su volun·tario exilío, visitando ciudades de ia América la­tina, dejando en cada una de ellas la estela de suluz de astro con luz propia.

y ahora, leyendo el programa de las fiestas parasu primer centenario, se me ocurre, que, lo mejorque hubiéramos .podido hacer en honor a De Has·tos, era el haber llamado a este siglo, «El Siglode Eugenio de Hostos», tal que Grecia destinó aPerides, su sabio más sabio, «El siglo de Pericles»,pues si extraordinarias condiciones hubo de tenerPerides para merecer tan alto dictado, con mucharazón, podríamos nosotros imitar ese rasgo connuestro conterráneo, que, en mi sentir, supera porsus distintas y múltiples cualidades, hechos y pa·triotismo, sobre todo, al griego.

La Grecia, enamorada de su dios, lo describecomo un Apolo, bello, y nuestro De Hostos era aúnmás bello, porque encamaba la belleza física va­ronil.

No hay más que recordar su rostro: aquellafaz ascética, aquellas mejillas ·demacradas, hundi.das por la poderosa fuerza del pensamiento, aque­lla barba apostólica, aquel mirar profundo, aquellatez como muro de claustro viejo, y aquella amar­gura acordada a su figura, toda era el ejemplarmás hermoso de lo que vale la pena de llamarseun hombre.

Hablar de sus campañas patrióticas, pedagógi­cas y revolucionarias por el mundo, sería repetirlo que todos los puel'ltorriqueños, o mejor dicho,antillanos están diciendo a estas horas en libros,prensa y revistas, y, no gusto yo ni de imitaciones,ni de las frases hechas que poco trabajo cuesta elescribirlas; pero sí, puede decirse, que, en De Has·tos había sí, un revolucionario formidable, herma­no gemelo de Martí, pero que nunca intentó la re·voluciólz armc;da en Puerto Rico, pues tenia seso,y sabía que la Patria estd, o debe estar siempre,por encima de nuestro ideario, aunque sacrifique­mos hasta la reputación libertaria en aras de eseamor, el más santo, el más puro -después del dela madre-, y esto lo proclaman mejor sus hechossobre todo en favor de la Libertad y aa Demacra·cia, y hablar de ello (no encuentro otro símil másapropiado) significaría lo que nos extrañaría oírdecir a una madre, que quiere a sus hijos... cuando

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esto está en la misma Naturaleza... y él era eso,una voz de la Naturaleza.

Por eso De Hostos prefirió el exilio, antes dever soldados dominando su patria... ¡Qué grandeelle en todo! Era como un árbol que levantara ensu copa la carga de nido y flor, la promesa delmañana con la incer.tidumbre del presente ante lanegación de nuestro destino... sin embargo, era ·talla atracción de su genio, que ejercía su influenciainsuflando el espíritu de la Libertad y la Democra­cia en todos los países por él visitados, solamenteen el suyo su voz acusadora no tuvo repercusión, yeso no es nuevo, eso es de todos los que se erigenen redentores y en guías de pueblos, viene a reco·nocerse su doctrina cuando ya han desaparecido...

Dueño de las masas ciudadanas, nada le impor­taba la opinión de los partidos, indignado, lasmás de das veces, ante el sistema de corrupciónque impera siempre en los llamados políticos eje­cutivos, esto es, la entrega infame .de todo lo quea ellos nada dice el alma, y por eso, tienen quetriunfar siempre la codicia y el individualismo an­te la majestad de los ideales. Sorprende la pro­fundidad de sus pensamientos, la elegante firmezacon que trata las más inextricables cuestiones deíndole cívica, pedagógica, idealista y moral, la na·turalidad con que se nos revela en zonas de fijo­sofía que .podríamos llamar inéditas, lo nuevo y lorotundo de sus creaciones, la distinción como sub·yugada en su conversación, ya como un ateniense,nos dijo cosas que parece haberse oído por la pri­mera vez, proporciÓn y armonía, y el dolor que leinspiraba el destino de su patria irredenta, es algopoco común entre los mOl'ltales.

Por eso he dicho antes, que el homenaje de supueblo, debiera consistir, principaJmente, en de­clarar este siglo (para Puerto Rico, mitad del pa­sado, y mitad del presente), siglo de De Hostos,pues es ·tan inmensa su figura, entre los grandesque han sido y son en la humanIdad, que hay quedestacarlo con algo jamás usado para figura genialalguna, pues él solo representa un siglo..

Yo quisiera hoy purificar mis labios con el carobón que purificó los labios de Isaías, para rendiraa inmenso educador el homenaje que tal vez nohe acertado a e~resar en esta pequeña ofrenda,pues para atreverse a hablar de Eugenio Maríade Hostos, hay que estar muy por encima de lagramática.

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D 1A DE FIESTA PARA LA CULTURA BORINQUEÑA ES EL

que marca la celebración de esta velada litera­ria en honor a una de las figuras más relevantes delas letras puertorriqueñas: el doctor Cesáreo Rosa·Nieves.

I - Presencia Existencial

Nace Rosa-Nieves en Juana Díaz, Puerto Rico,el 17 de julio de 1901. Fueron sus padres don Ce­sáreo Rosa·Soliván y doña Evangelia Nieves. Deniño, sus padres lo trasladaron a Cayey, y ya esaquí en esta falda de El Torito donde crece y es­tudia los primeros grados y parte de su escuelasuperior. En este pueblo que tantas veces apare·ce citado en sus versos y en su prosa, es dondecomienza sus estudios de música; aprende ins·trumentación y algunos rudimentos de armonía,contrapunto y composición. Inspirado por susmaestros Liborio Milián y Clodomiro Rodríguez.compone algunas piezas populares, valses, danzas.y pasodobles. Dirige orquestas y ejerce el atrilpara ganarse el pan diario. De 1917 al 1918 cursasu segundo año de Escuela Superior en Bayamóny a la vez estudia un ligero curso de comercio enla Escuela Particular de don José Navarro.

Por el año 1921 se traslada a Río Piedras dondeestudia y termina el nivel secundario en la EscuelaSuperior de la Universidad de Puerto Rico. Duran·te el 1924 inicia sus materias de educación en laUniversidad de Puerto Rico. Es nombrado Directorde la Banda Militar del R.O.T.C. y de la Orquestade la Universidad de Puerto Rico. En este mismoaño el Departamento de Estudios Hispánicos leotorga en su primer año de Colegio la Medalla Cer­vantes por obtener notas sobresalientes en sus es'·tudios de literatura y por su ensayo de investiga-

El universo estético deCesáreo Rosa-Nieves

Por PATRIA FIGUEROA DE CIFREDO

ción La locura de Don Quijote. En 1925 termina sulicenciatura de Normal, y en 1927 se recibe de Ba·chiller en Artes y Educación y comienza ademássu tarea de educador en ·las escuelas públicas deHumacao, Carolina y Caguas.

Es durante 1928 que contrae nupcias en Huma·cao con la señorita Emilia Pérez, profesora de ins­trucción pública. De este matrimonio nace su úni·co hijo, el doctor César E. Rosa·Pérez.

Fue por el año de 1936 cuando terminó su gradode Maestría en Letras en el Departamento de Es·tudios Hispánicos. Su tesis titulada La poesía enPuerto Rico la consideró el doctor Antonio S. Pe­dreira como una de las exhaustivas monografíasen los temas nativos presentadas a la facultad deesa dependenoia universitaria. Es durante este pe·ríodo que el doctor Pedreira invita a Rosa·Nievesa entrar como miembro permanente de la Facultaddel Departamento de Estudios Hispánicos. Aquílaboró con fructífera savia de maestro y de escolaren la formación de nuestras juventudes.

Del año 1943 al 1944 va a Méjico y aquella fa·cultad le ofrece el título de doctor en Filosofía yLetras. A su regreso a la isla dicta cátedras de lite·ratura en el Departamento de Estudios Hispánicosde la Universidad de Puerto Rico.

En este nuevo ambiente trabaja infatigablemen­te en sus estudios de investigación y crítica, en suproducción literaria yen su creación poética.

2. - El Poeta

En la biografía sobre el escritor Rosa-Nieves,hemos dicho que su geografía vital (Juana Díaz,Cayey, Carolina, Humacao y Río Piedras) influyepoderosamente en su poemática. En esa trayectoriade andanzas por .Jos años buscando su centro, pu-

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hlicó los siguientes tomos de poesía: Las veredasolvidadas (1922), La feria de las burbujas (1930),Paracaídas (1933), Tú en los pinos (1938), Undum·bre (1953), Diapasón negro (1956), Siete caminosen luna de sueños (1957), Los nísperos del alba ma·duraron (1959), Girasol (1960) y El plenamar de lasgarzas de dmbcr (1964).

De su primer libro Las veredas olvidadas nosdice el crítico, poeta y periodista Rafael RiveraOtero:

«Rosa·Nieves tiene una imaginación fuerte, ysabe reproducir sus imágenes con una exactitudque deleita y admira. Su palabra es gráfica. Tra­za el cuadro con líneas decididas, firmes, y nosda una impresión cabal de su idea...,.

Después de este primer balbuceo lírico moder­nista de carácter estudiantil, aparece su largo poe·ma La danza puertorriqueña, poesía versolibrista,en donde el poeta rinde pleitesía al verso libre delos simbolistas franceses, y comienza la nota telu·rista y su gran preocupación por los temas de lahistoria y el folklore isleño.

Después de este poema laureado en Ponce, elportalira da a la luz en Humacao su manojo depoemas La feria de las burbujas.

Del libro La feria de las burbujas nos ha dichoel poeta Juan Rivera Viera (Juan Vicente Rafael):

«Todo lo ilumina este liróforo con la paletamá¡zica de su fantasía. Ha cogido un tarro decristal. el vaso de su vida, terso y diáfano comola pupila de un recién nacido: ha llenado esa án­fora con la linfa clara de su imaginación: le hamezclado algunas virutillas de jabón de la lucha;ha tomado en sus labios una caña agreste -lasiringa de pan- y se ha puesto a soplar, a en­campanar burbuias. zafiros y rubíes y esmeral­das: topacios. ópalos, crisoberilos: ágatas, mar­garitas y turquesas. Todas las pompas se hanido coloreando como si dentro de ellas se ocul­tara algún diminuto pinceL.,.

Rosa-Nieves ha pertenecido a dos movimientospostmodernistas en Puerto Rico: el Noísmo (1925­1927) Y el Ensueñismo (1954). Aunque no creo queél siga escuela alguna, es muy significativo que desu posición ecléctica en su estilo, una nota es prin·cipal, y esa es su enorme preocupación por elpaisaje y el paisanaje de su tierra, yeso no es otracosa que Ensueñismo: panorama, luz, folklore,hombre, bestia, flor, cielo y estrella.

,En la poemática del poeta figuran los siguientestemas: el amor, la patria, el proletarismo, la fauna,el negro, la religi6n, la muerte y lo infantil. Porsus temas. es el poeta del amor y la tierra y porsu reltistro métrico es el vanguardista que no 01·vida las viejas formas hispanas.

En el recorrido cntico por los versos del poeta,notamos que su ingenio lírico es muy versátil en

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cuanto a asuntos y temática en general. El temarioprincipal del poeta es el amor, el paisaje y la re­ligiosidad, en donde brota la fuerza penetrante delo erótico, luce con esplendor plástico los coloresvivos del trópico antillano y se sostiene una feconstante en Dios.

Forma y fondo se van tornando carne y espírituinterior en la poemática de este poeta. Lo externocompleta lo íntimo. Dentro de una alada musicali·dad el autor orquesta sus impresiones en un ritmo.de fantasía emocional de muy humano decir: cla­ridad y hondura anímica. Es que en Rosa-Nievesla música de los vocahlos completa el alma del penosamiento. La idea se viste de armonías y el poemava surgiendo limpio y desnudo, cristalino y sinfó­nico.

3 - El Dramaturgo

Una de las figuras más Tepresentativas del tea·tro lírico en verso en Puerto Rico es Cesáreo Rosa·Nieves. Su 'producción teatral se divide en dos gran­des zonas estéticas: el drama de verso y el -leprosa. En el teatro poético situamos su tril01íaterrígena que inició con Baldorioty de Castro, Brazode Oro y Pachtn Marin, y su 'trilogía lírica Flor deAreyto, El huésped del mar y La otra. En cuantoa sus dramas en prosa, ubicamos a Nuestra enemi­ga la piedra, Norka y Campesina en palacio.

Sus piezas teatrales sesgan más hacia los estu­dios socio-psicológicos que hacia la 'Posición puradel arte por el arte: esto es un ·reto trascendentalde hondas preocupaciones vitales. De ahí los carac­teres sustancialmente distintos de su produccióndramática. Su teatro comprometido con sus rc!'"issociales dispuestas en los ciclos históricos corres·pondientes hacen relieves claramente en sus ohras.La historia, la honra y el proletarismo constituyenlos motivos cardinales de su dramaJtursna.

Como sus dramas, al refleiar los múltinles as­-pectos de la vida, presentan variedad de temas,hemos c1R.c;ificado sus creaciones dramática~ nor elasunto: Dramas patrióticos e históricos: B(lTdnrio­tv de r.asfro, Brfl7.0 de Oro. Pachín Marín. E1 1111P.!;­

ped del mar y P'or de Arevto. Drama rural: Nues­tra enemil!a la piedra v Norka. Drama fantástico:Cam"esina en "(llacio. Drama psico16mco: La otra.

La característica <teatral Que aflora más meri­dianamente de su creación es su tendencia a dibu­jar nersonaies femeninos. Casi siempre los nT'l")ta­gonistas son muieres en sus obras, y cuando noestán eiecutando naneles princinales resultan sercoonerarloras en los triunfos de los ideales de alronvarón: Marcela, Norka, Luisa. Mariana Bracetti, et­cétera.

En el teatro actual. el personaie ha adouiridouna figuración pirandelliana, personalidad suboons-

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ciencial, una especie de preocupación del ser y sucruenta expresión anímica. Esa tendencia principa·lísima se infiltra en las obras del dramaturgo. Es,a nuestra manera de ver, una postura de curiosi·dad existencialista, intra movimiento de dolor yamargura patriótica, amorosa, ética y social.

Palmariamen'te hay en este hombre de letrasuna rotunda y próspera vereda teatral por constan­te movimiento creador, una «irreductible vocacióndramática» al decir del catedrático universitariodoctor Wilfredo Brascbi.

4 - El Ensayista

Entre todos los géneros cultivados por el escri·tor Rosa-Nieves. uno de los más interesantes es eldel ensayo de crítica e investigación. Sus ensayosson de tipo terruñal y corresponden en direcciónestética al Ensueñismo.

En sus ensayos caben casi todos los temas denuestra cultura: el folklore, la leyenda, las costum­bres, la historia y la literatura en general. Delesfuerzo máximo que en el campo de la investiga­ción y la crítica ha realizado el ensayista son losepígrafes siguientes: Francisco de Ayerra SantaMaria (1948), El aguinaldo lírico (Tomo r, II y III- 1957), La lámpara del faro (Tomo 1 - 1957 y To­mo 11 - 1960). La poesía en Puerto Rico (SegundaEdicjón. 1958), Tierra y lamento (1958) y La histo­ria panorámica de la literatura puertorriqueiia(1961).

En una ocasión dijo el versátil crítico españoldon Enrique Díaz eanedo:

cLa poesía en Puerto Rico, de Cesáreo Rosa·Nieves. es obra de seria envergadura investiga.tiva. estudio sólido que irá ganando interés enel tiempo a medida que la conozcan en su fondolas generaciones hispanas.»

Sobre el A/{uinaldo lírico de la poesía puertorri.queña el académico de la lengua Washington LIo·réns dice:

c Puerto Rico tiene ya su esperado florilegio.No ha movido al autor ni el capricho ni el fa­voritismo. sino la discreción y el buen gu~to.

Tiene además. Rosa-Nieves. virtudes que se danmuy pocas veces en los coleccionadores de tro­zos selectos de materias literarias. Es crítico so­bre poeta. y con esto queda dicho que le pone ala exaltación del poeta la mesura y la discrecióndel crítico.»

La prosa de Rosa-Nieves es en toda su obra,tanto en el ensayo creacionista como en el ensayode investigación, halo poético algunas veces y nro­fun·didad ideológica otras. Su lengua refleja su viday sus circunstancias, en un diapasón original rtedominio sintáctico, 'limpidez y ritmo sonoro de la

frase. Por el transfondo de sus oraci~nes discurreun chorro nervioso y decisivo de unas ideas nuevasde metafórico decir, que concuerdan con el expre­sionismo contemporáneo. El estilo se va nutriendoen su jornada lingüística de lengua culta y popu·lar: indigenismos y neologismos, hasta caer en unaclarida.d tropical de depurado gusto artístico. Sudominio prosístico responde a su gran conocimien­10 de la lengua española y su lexicología. Su pre·paración de tipo académico, adquirido en el me­nester diario de la clase de aulas y su faena dellibro y el articulo de periódico, lo capacitan doble­mente para lucir con gracia y hermosura en estearte del diestro hablar con la pluma.

Decir poemático, pues, y penetración en;undio­sa, van de la mano en el estilo prosístico de la obrade Rosa-Nieves, imprimiéndole a su manera una·ductilidad alegre y un expresionismo de cogitacio­nes sutiles que van anunciando caJas de un verboinqlÜeto.

5 - El Novelista

En la obra general de Rosa·Nieves la novela hapennanecido casi inédit~ hasta ahora.- De este género conocemos la obra El mar bajó .de la montaña (1963). que el autor la consi~era una 1noveleta boricua. Está dividida en tres partes car-, ,dinales: «Entre guabas despertó una mujer_; «Un'vuelo en falso», y «Otra vez la luna en el hampa!).

Es el relato de una muier cualQuiera. una mu­jer sin historia elocuente pero de alta si~ificación

social. sobre todo dentro de los actuales cánonesde los estudios presentes de la sociología.

La originalidad del escritor descansa en su fuer·za estilística e imasrlnativa, además de sus cromosde verismo contenido y sus descripciones hermosasy madrigalescas en varios instantes.

En una len~a áspera y poética, narrador cons­ciente y dominador del léxico, va desenvolviendosu trama entre estampas cua iadas de colorido ypaisajes de la montaña, que hacen el encanto dellector.

Su otra narración publicada es Mañana será laesperanza (1964), donde se presenta una valientetesis contra el comunismo.

6 - El Cuentista

El Rénero del cuento es una de las fases menosconocidas y analizadas de nuestra expresión lite·raria. Uno de los escoBos que encuentra el estudio·so de esta materia en nuestra isla, es la variedaden el juicio de 10 que es un cuento en los autoresmismos y en varios de los críticos literarios y anotologistas. .

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De este autor conocemos alrededor de trece re­latos que están recogidos en el libro Mi vocaciónpor el véspero (1965). Estas narraciones son: El1tombre negro del rio, Chévere-chévere, Tierra ne­gra, Una nave que viaja sin puerto, El tigre, La vozdel barranco, El hijo, El otro, La hijastra, El hu­racán, Padre Fray Cielo, El soñador y Las manosInuertas.

Son láminas breves y dramáticas en un ambien­te boricua en donde se enmarC3!ll trece conflictos:relatistas, de ligeros trazos panorámicos y sembra­dos de penetraciones anímicas. Conservan a vecesel alado ritmo fresco del reportaje a flor de vista,y otras, la seria técnica de la trabazón del cuentocontemporáneo, en donde el personaje central casise convierte en ventana interior hacia la vida.

A la luz de esta aseveración, la profesora y es­critora universitaria doctora Mariana Robles deCardona nos dice:

.Con este haz de cuentos, el lector curiosode nuestras costumbres y particular sicologíareúne curiosos testimonios, interpretaciones acla­radoras y otros elementos estimables con loscuales puede entrar con pie firme en el cono­cimiento de varios aspectos de nuestra vida in­sular. Tal es el acierto con que ha sabido escogeraquellos temas que prestan ancho margen parahoradar hondo en los puntos claves de nuestrosubsuelo espirituaL.»

El cuento de Rosa·Nieves responde al sentidoíntimo de su tierra. Son narraciones rurales y ur­banas, pero sus argumentos se desarrollan en unclima boricua: hombres, costumbres, idiosincrasiay paisaje. Esporádicamente intercala en sus narra­ciones proverbios, coplas, parodias, poemas, con­juros, canciones de cuna o la ·letra de una plenaisleña. Los cuentos se suceden jubilosos o tristes,finos o crudos, maravillosos o :realistas. Por estoscuentos cruza la vida palpitante del jíbaro y del serurbano entre ondas sonoras de suspensos, drama-

tismo vitalista y la lengua neo-realista con vuelospoéticos. En muchas ocasiones el estilo del escritorinvade la frontera de lo lírico y surge el poeta quelate diariamente en toda su caliente palabra mu­sical y colorista.

Comentario final

Al valorar la creación literaria de Rosa-Nievesencontramos que su vida y la literatura se ligan enun abrazo íntimo y resulta imposible deslindar susperfiles. El atractivo primordial de la personalidadde este hombre de letras reside en la sapiencia conque armoniza sus múltiples tareas profesionales:Catedrático, investigador, consejero, escritor y poe.ta, con las de esposo, padre y abuelo. Siempre 10hallamos aureolado de esa luz en sosiego que di·mana de su afabilidad, tolerancia y llaneza.

Al gozar el placer de sus escritos nos sentimossaturados de sus esencias y quedan flotando en elrecuerdo sus palabras:

•... siempre he pensado que la mejor manerade unir espiritualmente nuestros ,pueblos deAmérica, es a través de los lazos literarios: mo­vimiento dinámico de libros, congresos artísti­cos. intercambio de cátedras, de conferenciantes,recitadores, etc. Las actividades estéticas (y so·bre todo la poesía), son más efectivas que losembajadores, que los políticos y que el turismopara esta tarea de vincular corazones. Los hom­bres se comprenden mejor en el país de la be­lleza y se repelen con facilidad en la zona delos intereses creados...»

Una vida así, consagrada a la educación de lajuventud, a la organización científica de la culturapuertorriqueña, y a la expresión poética, dramáti·ca y narrativa, es digna de quedar impresa en laspáginas del tiempo, no solamente para Puerto Rico,sino para todas las áreas de la cultura hispánica.

BIBLIOGRAFIA

1. Arce. Margot - Enjuicia obras puertorriqueñasRorndn Baldorioty de Castro, drama del Dr. Rosa­Nieves y Terrazo, de Abelardo Díaz Alfaro. El Mtm­do, San Juan, P. R., 1 de junio de 1947; Año XXVIII,núm. 10963, 'P. 4 Y 14.

2. Arias, Pedro G. - Un poeta puertorriqueño, Cesd­reo Rosa-Nieves, «Rumbos., abril, 1957, Año XI,núm. 110, p. 101-103.

~3. Figueroa de Cifredo, Patria - Vida y obra de Ce­

sdreo Rosa-Nieves, Editorial Cordillera, San Juan,P. EL; 1965; p. 319.

6

4. Salv;ldor. Tomás - Antolopia 1!eneral del cuentopuertorriqueño, «Rumbos», Barcelona, España, No­viembre, 1959; núm. 141, p. 85-89.

5. Soto Ramos, Julio - «Aguinaldo Lírico» (PrimeraParte), El Mundo, San Juan, P. R., 3 de mayo de1958; Año XL, núm. 14545, p. 30.

6. Soto Ramos, Julio - "Aguinaldo Lírico» (SegundaParte), El Mundo, San Juan, P. R., 10 de mayo de1958; Año XL, nÚIn. 14551, p. 30.

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1

Miro en el alto cielo la distanciaque desde mí hacia ti vuela. La heridade este sentir murmura; es la sentidaoración de la tierra que, en fragancia

su homenaje de luz filtra y escancia.Porque llevo este estigma es que, ardida,tiendo la mano por sentir la vidaque brota simple, en desnudez de infancia;

porque conozco el árbol que en raícespenetra lenta y amorosamentecomo el beso que tú en silencio dices.

Por sentirte sin verte, quedamente,deshojaré mis sueños más felicescomo gotas de luz sobre tu frente.

II

Tú, que vas a seguir tu carne herida,vas a dejar la mía moribunda.Oye mi voz antes de que te hundala distancia en memoria de la vida.

Y, memoria tal vez, estés ardidapor la flama que arde y fecunda

Fábula segunda

Por MANuEL F. ARRAIZA

la muerte de la muerte. ¡Qué profundacuando engendra la vida de la vida!

El nacer... el morir... la olvidanza...¿qué los distingue, sino el querer que llenala existencia de luz y de esperanza?

El vivir y el amor es la serenanave que nos dará la confianzadel cáliz que Dios da cuando El lo llena.

III

Carne asaeteada, vive heridami ansia, quieta y agónica en torrente.Hija de un hemisferio transparenteabre su muerte en símbolo de vida

y rezuma calor, y vive erguidaya vencido el nivel de la simiente.Carne razgada: bandada persistentete busca de ola en ola; ¡perseguida!

Como un paso escondido entre pasturasse ahonda la raíz atormentadabuscando voz y aliento, y sus figuras

varían sobre la carne ya violadadesde flecha feroz a las premurasde tiernas ansias de amor asaeteadas.

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Los retratos de José Campeche

Por ARTURO V. D,{VILA

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HACE TIEMPO NOS PREOCUPABA LA NOTABLE DIFEREN-

cia existente en el aspecto fisonómico entrelos dos retratos de Campeche que poseemos, el atriobuido a Ramón Atiles (1804-1875) y el de FrasquitoOUer (1833-1917). A primera vista creimos advertiren el de Atiles la fidelidad a un modelo contempo­ráneo de Campeche por los elementos de la comoposición y en el segundo, ~a interpretación máslibre y menos fiel. Esperábamos tranquilamenteuna noticia difícil: la del hallazgo del autorretratode Campeche, cuando apareció en el número 67 dela revista Gaya (julio-agosto de 1965, páginas 3 a 11)un articulo del crítico de arte español Juan AntonioGaya Nuño bajo el titulo de: José Campeche, el co­lega de Gaya en Puerto Rico. En este estudio seenfrenta Gaya con la tradicional descripción del fíosico de Campeche, hecha por Tapia y que copiamosa continuación:

«...Era el pintor de buena estatura, un tanto del­gado, y ágil de miembros, de color sonrosado alpar que trigueño, :aso el cabello y pardos los ojos.Afable a la vez que serio y formal en su trato. Demaneras excelentes, sobrio en sus comidas, enemigode licores, y muy afecto a .todo lo que fuese honestoy agradable.

•Vestía en lo ordinario calzón corto de hilo, me­dias largas, charreteras de' oro al calzón a usanzade la época, zapatos con hebillas de plata y cañas deoro, corbata blanca o negra, chaleco, chupa y som­brero de aquel color, tendido este último. En algu.nos dlas, capa o sobretodo color de pasas quellaman carro de oro, y por lo que respecta a los díasc1dsicos, casaca de pafío negro y sombrero apun·tado.•1

1. Tapio y Rivera, Alejandro: Vida del PIntor 10si Campeche,San Juan de Pucrlo RIco, 2.• edición, 1946. Página 26.

Sobre este texto opina Gaya lo siguiente:«Lo malo de esta descripción es que está redac·

tada a los cincuenta y tres años de haber muertoCampeche, por 10 que su puntualidad será relativa,

Retrato de Campeche, por Ramón Atiles.Colección del Sr. A. Marxuach.

e incluso contiene detalles --el color sonrosado yel pelo lacio- que parecen una apologia de su per­tenencia a la raza blanca, cual si fuera delito 10contrario. Y el mismo prurito hallamos en el retra-

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, to, igualmente de oídas, pintado por Ramón Atilesen años románticos, en tanto que el que haría Fran·cisco Oller de su gran colega, aun bastantes años

,después deja ver mucho más evidentemente a unmUlato o amulatado. Pero ni como la descripciónliterari~ de Tapia ni las pintadas de Atiles ni deOller son documentaíes, quedamos con el desagradode no conocer cuál fuera el talante externo de Cam·peche.»

Las afirmaciones inexactas y la ignorancia dedeterminadas noticias que fijan la crono!ogía yfuente de dichos retratos nos mueve a hacer lasprecisione3 que siguen sobre el mismo asunto.

Parte Gaya, si bien yerra por pocos años, de UD

error de cálculo. Muerto Campeche en 1809 y escri-ta la biografía a cuyo contexto pertenecen las citasindicadas en 1854,2 son cuarenta y cinco años y ,DO

cincuenta y tres los que median entre la desapa­rición del pintor y la redacción de la otra de Tapia.En cuanto a la validez de los datos contenidos ensu descripción, hay que hacer constar que donAlejandro Tapia y Rivera (1826-1882) además de ser,natural de San Juan, conoció y trató a personas quea su vez habían tratado y conocido a Campeche,una de ellas don José Power y Giralt, de cuya me·maria feliz ha dejado un testimonio preciso.J Los 'familiares de Campeche, por otra parte, vivían to­davía en San Juan por aquellos años. En mayode 1841 aparece premiado en la lotería SilvestreAndino Campeche, su sobrino y discípulo" Justa­mente un año después, encontramos la constan­cia que avala la honradez con que procedió Atiles.En el informe de la Comisión nombrada por laReal Sociedad Económica de Amigos del País parahonrar la memoria de Alejandro Ramírez y la deJosé Campeche, fechado en San Juan el 25 de fe­brero de 1841, se habla sobre el acuerdo de mandarhacer sus retratos. En el curso de la reunión queresume dicho informe, manifestó don NicolásAguayo que .podía conseguirse el de Campeche,haciéndole copiar gratuitamente de uno que existeen la familia de éste... »5 El acuerdo tardó en ejecu­tarse pero al fin fue develado el retrato en la juntapública celebrada la noche del 22 de enero de 1863.Ocho años antes, en junio de 1855, había presenta­do Oller un retrato de Campeche a la Real Juntade Comercio y Fomento. También éste está inspi.rada, según el texto de la Memoria, «en otro antiguo

2. Fue escrita por orden de la Real Junta de Fomento dePuerto Rlco cn 1854 y publicada en La Habana en El Bardo de Gua.manf en 1862. Nota de don AlcJandro Tapia y Dfaz, página 2 dela 2.a edlcI6n.

3. Tapia y Rivera, Alejandro: Noticia hi.rtóric4 de Ramón Po·lIIer. San Juan de Puerto Rico. 2.a edlcl6n. 1946. Página SS.

4. Boletín Instructivo y Mercantil, núm. 228, mU!rcolcs S de mayode 1841. página 281.

5. Tapia y Rivcra. AlcJandro: Vida del Pilltar lasto Campeche.página 46.

Retrato de Campeche. por Francisco OUer,en el Ateneo Puertorriqueño.

de miniatura».6 Con que resulta que es el de Ollerel primero y ·no el último, a menos que el de Atilesse pintara con anterioridad y se develara muchodespués. Hay que prescindir de este problema porel momento para ocuparnos del asunto principalde estas Dotas.

Partimos, y esto es lo importante, de un datocomún: ambos retratos son copias de uno o unosoriginales hoy extraviados o perdidos definitiva­mente. Por lo tanto, cae por su base la afirmaciónde que fueron pintados de oídas. Pasemos a deter·minar en lo posible cuál es el más fiel.

Basta mirar las dos composiciones para adveI­tir que proceden de un modelo común. En ambas,efectivamente, lleva el pintor la misma ropa y enambas se nos muestra junto a un caballete. Peroaquí mismo comienzan las diferencias que acerocan a uno .y distancian al otro de lo que supone·mas fue el motivo de inspiración, esto es, un a~,o­

rretrato, obra del mismo Campeche.La ausencia de un fondo historiado sugiere la

probabilidad de que el retrato mencionado por el

6. Mcmorla descriptiva de la segunda exposlcl6n pública delas Bellas Artes, agricultura e Industria dc la Isla de Pucrto Rleo,celebrada en Juolo de 1855. Botet/n Histórico de Puerto Rico, to­mo VII, páginas 99-116.

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señor Aguayo sea la misma miniatura que utilizóOllero Campeche lleva en los dos el simplicísimotraje de diario, blanco y negro. Son éstos los colo­res que según la Regla de los terciarios dominicosvigente en el siglo XVIII, debían llevar sus herma·nos.7

En el lienzo de Oller, el caballete está de es­paldas al espectador y Campeche aparece en elacto de pintar, con la paleta en la mano. Varía el deAtiles en esto de forma que en seguida se apreciaun ordenamiento de planos totalmente familiar. Porejemplo, esa mesa que Campeche interpone entreel primer plano y el fondo para crear profundi­dad se encuentra aquí sirviendo de apoyo al cua­dro de Nuestra Señora de los Dolores. Campechesostiene el lienzo o tabla con su mano derecha,mientras con la izquierda señala la misma pin­tura. Y la imagen, efigiada con la torsión de cue­llo y la facies de aflicción típica de la manera delartista (p. ej., el San Alberto de Sicilia y el Sal­vador Eucarístico del Convento de las Carmelitas)corresponde en todo a su estilo. El culto a la Do·lorosa es una de las formas preferidas de la devo­ción mariana en el siglo XVIII y su ciclo alcanzaun punto culminante en los últimos años de Cam­peche, bajo el pontificado de Pío VII.! Esta com­posición cabe completamente, a manera de didas­calía, en la pintura y la estampa del siglo XVIII,

transmitiéndose al arte de la fotografía en el curoso del XIX. En cuanto a lo primero, basta entraren los claustros romanos de San Alfonso en lavía Merulana y de los Pasionistas en el MonteCelia para encontrar señas de retratos de religio.sos de los siglos XVIII y XIX enarbolando crucifijoso mostrando alguna estampa o cuadro de Maríaal que señalan con la mano o los ojos. En la Curiade los Redentoristas es el más notable el del PadreAntonio Tannoia, primer biógrafo de San Alfonso.Más vecino a ·nuestro tiempo, se encuentra el ex­celente retrato del Ilustrísimo Sr. Dar. Fray PabloBenigno Camón de Málaga, en el Arzobispado deSan Juan, al que en alguna desgraciada restaura·

7. Dávlla, Arturo: Un retrato moral de José Campeche: el tes­tamento de Marfa Jordán y Marques. Revista del Instituto de Cul­tura Puertorriqueña. Num. 22, págs. 52-SS.

8. Por un rescripto de 18 de septlembre de 1814. Pío VlI. asu welta de Fontalneblcau, extendió a la Iglesia Universal la fies­ta de los Dolores. L'~p¡cier. Auguste Marle O. 5. M.: Matcr Dolo­rosa. Notes d'hisloire. de liturgte et d'tconographic sur le culte deNotre·Dame des Douleurs. Spa. 1948. Capitulo XV. página 73.

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ción se le borró el óvalo con la estampa del co­razón de María con que aparece en sus fotografías.El retrato de Atiles, en este caso, nos revela tam­bién un rincón del alma de Campeche: su devo­ción personal a la Virgen Dolorosa.

En cuanto al tipo étnico de Campeche, constac1arísimamentc su origen mezclado, haciéndolo to­davía más criollo su condición de mestizo, puestoque es el mestizaje la gran realidad racial de Amé­rica desde Méjico a Chile. En Campeche se juntanla sangre africana y americana por parte de padrey las raíces europeas de la madre, natural de Ca­narias.9 No es probable, por lo tanto, que dieranestos elementos un tipo puro de africanía. El re­trato de Oller, si se observa con detenimiento, daun tipo menos perfilado que el de Atiles pero me·nos expresivo y adolece de cierto aire infantil. Encambio, el de Atiles revela unos rasgos más dife­renciados, como de un hombre entrado en loscincuenta. Los arcos cigomáticos bajan de maneramarcada y se acentúan las ojeras. No podemos de·terminar de manera absoluta si es este último elmás fiel, por faltar el original u originales de dondeprocedieron a copiar sus respectivas obras los dospintores, pero no creemos que existiera en Atilesla voluntad de «blanquear» a Campeche en añosen que gozaba de aprecio universal en la ciudadun personaje como el maestro Rafael, de evidenteprocedencia africana y con escasa o ninguna mez­cla.ID En Campeche, según nos revelan ambos re·tratos y en particular el atribuído a Atiles, pudie­ron darse al mismo tiempo unos rasgos menos ca­racterizados de africanía, conservando en cambiola pigmentación.

Sea cual fuere el retrato que más se acerca enparecido al físico de Campeche, el de Oller o el deAtiles, ambos proceden de un modelo del natural,probablemente UD autorretrato y la descripción quehace Tapia no encierra ningún disimulo de la ver­dad fisonómica del retratado sino que concuerdacon los datos de la experiencia en zonas de mesti­zaje intenso.

9. Ver Blanco, Enrique T.: José Campeche. Filiación genealógicadocumentada. Revista Alma Latina, San Juan, Abril. 1932. Actualmen·te espera SU publicación un documentadlslmo trabajo de la scfloraLuisa Gelgel de GancUa. que aporta noticias fundamentales para elconocimiento de la genealogía de Campeche.

10. Tapia y Rivera. Alejandro: Mis Memorias o Puerto Ricocomo lo em:onlrl! y corno lo de;o. San Juan de Puerto Rico, 1946.Página 78.

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Dos aspectos en la poesía deLuis Palés Matos*

Por LUIS MORALES QUVER

L A ISLA DE PUERTO RIco ES TAN ATRAYENTE QUE

queda grabada para siempre en la memoria.Con acierto la llamó ya Juan Ramón Jiménez la«isla de la simpatía». Hablar, por consiguiente, dealgún punto relacionado con esa joya de las An­tillas, crea en el alma un sentimiento tan hondo,tan sustancial, que es una delicia evocar sus tra­diciones, su paisaje, sus figuras literarias. Es lo quevoy a hacer, reduciéndome a un solo nombre, al deun poeta cumbre, dentro de la serie magníficade los poetas isleños contemporáneos. Me refiero aLuis Palés Matos, escritor que, paralelamente a suvaloración intrínseca, reúne un motivo singularpara traerle a un primer plano este año, ya que en1865, hace un siglo, nació su padre, Vicente PalésAnés, a través de cuyo entronque le llega a sudescendiente, de un modo filial, la brisa de un cenotenario.

Vamos, por 10 tanto, a seguir con sobriedad laobra del poeta, recogiendo, sobre todo, los aspec­tos comprensivos de dos tendencias básicas de supoesía, que encierran en sí matices fuertementediferenciados. Porque este autor que había nacidoel año 1898 en Guayama, en aquella región mari­nera, salitrosa. a veces ávida, grave como prepara­da para forjar espíritus tensos; este artista queseguirá la fisonomía de su tierra en su ritmo ex­presivo, la va a pulsar con tan segura mano quenos hará sentir el salitral y nos aderezará el ca·mino para que podamos comprender en su pleni·tud la complejidad de su isla y de sus versos.

Desde los primeros días hasta su muerte en1959, Palés recorre todos los caminos de la poesía

• Conferencia pronunciada en el Instituto de Cultura Hispánicade Madrid el 19 de noviembre de 1965 al Inaugurarse el II Semi·narlo de Cultura Puenorrlquella.

contemporánea y actual, tanto el neorrománticoy el parnasiano como el que procede del impresio·nismo, cargado de manchas de color, y del mun­do simbolista y alado de los sueños. Y dentro deesta técnica variada, el poeta nos lleva como ex­perto guía y empleando procedimientos antitéticos,unas veces por la trepidación fonética del temanegro y otras por los remansos de una poesía queviene a nosotros con la quietud de una más calladay con la hondura de una interioridad indefinible.Magníficos destellos de un artista que sabe mane·jar los resortes más contrapuestos.

Es indudable que en Palés tiene voz y presen­cia la nostalgia romántica, aunque su contorno estématizado de toques impresionistas e incluso senote un leve declive hacia el simbolismo. Las Ji.neas se apagan. Cuando nos presenta su poemaLas formas fugaces, hay algo de evanescente eneste romance en agudos que nos transporta a unanoche de luna con llanto de flauta. mientras elvals se desvanece en el viento como niebla sonora,el silencio sube la blanca espiral de sus ensueñosy una luz de zodíaco va empapando las cosas co·mo un agua de azalzar. ¿No es éste un romanticis­mo modernizado con imágenes de una tonalidadnueva? ¿No nos parece escuchar un vals de Cha­pin inserto en una modulación que anuncia a De­bussy? Estas cualidades se refuerzan en su Noc­turno y en su Claro de Luna, donde su mismotítulo y una amalgama de elementos superromán.ticos nos hacen flotar en una atmósfera sobrema·nera aérea y vaga, coloreada por un submarinoclaro y procedente de una luna acuosa. Las avesblandas sueñan y el poeta desea que se alargueesta lenta hora de gratitud en que las cosas ad·quieren una irrealidad suprema. La luna, su ciu­dad, su luz desvaida, nos coloca ante una de las

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fases de la poesía de Palés en la que, frente alparnasianismo, frente a sus formas rígidas y es­cultóricas, nos introduce en ese mundo delicues­cente de la noche en que se escucha hasta el la­mento de las ranas.

De aquí pasamos al aspecto modernista, a eseotro aspecto que no podía faltar en un orbe poéticotan atento a cobijar todas las novedades. Cuantosignifica el modernismo can sus sinestesias, con suambiente principesco, con su métrica musical, re­suena en poemas como Las voces secretas, comoSus manos, como Evocación. Nada de lo más re·presentativo está ausente, ni el jardín adormecido,ni el ensueño de las rosas, ni la fontana de oro, ni10 «panida», ni las islas de los golfos chinos. Acu­den a dar vida a este ritmo los sonetos en alejan­drinos, los largos dedos principescos, las blancasgóndolas. y como una referencia modernista dealto sello viene a punto la ineludible nota de coloratenuado, expresa en la despedida A un amigomuerto:

¡Feliz tú que te fuiste a la oportuna horaen que todo lo invade la nostalgia del gris!

Pero la geografía poética del modernismo es tanamplia que, para acogerla en su plena dimensi6n,el poeta de Guayama, cantor de temas negros, noduda en incorporar a su tesoro antol6gico un mun­do de poemas «blancos. a la manera de RicardoJaimes Freyre. Es lo que ocurre en su soneto Asfo­delo con la pintura de aquella muier escandinava­mente sensitiva, labrada en viva nieve, cuya be1te­2a tiene un noruego encanto y que surge bajo unclaro de luna de tristeza. Lo mismo puede decirsede su Sinfonfa nórdica donde, entre referencias auna bahía groenlandesa y a un imperio sublunar,escuchamos la voz tremulante de las walkirias encontraste con las notas sonoras de Chopin. deGrieg o de un vago piano de Schumann. Y todavíase acendra la sensación en su poema Walhal1a encuyos versos nos sentimos llevados en un trineopor la estepa helada. impávidos como capitanes delas brumas, hacia quiméricas Thules. La alusión ala isla mencionada por Séneca en la Medea y porCervantes en el Pérsi'es hace iuego con la armo­nía de los renos y con el oro eléctrico de las auro­ras boreales.

Para que la topografía del modernismo comple­te más sus márgenes, también el Oriente de lasTebaidas y de los arenales bermejos, el Orientede los desiertos y de los cenobitas está represen­tado, como en Rubén o en Guillenno Valencia. enlas poesías que Palés titula San Sabds. El destierrovoluntario y Karedln Barbarroja. Contemnlamosen la t)rlmera a un anciano penitente de aldeanaingenuidad, blanco de ayuno y sacrificio, que aldormir se arropa con su barba y junto al cual des-

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cansan los leones. Sus lágrimas supieron convertira un alma pecadora. El retrato de este santo ana­coreta le da pie al escritor para presentar una ga·lería pictórica de eremitas de cuya serie entresa·camos los nombres de San Teodosio de Antioquía,de San Senudí el beduíno. de San Pabnucio de An­tinoe y de San Palem6n el ermitaño. Una anáforade diez versos con estilización asindética ayuda adar perspectiva a este cuadro transparente.

La diversidad de motivos y sistemas es de talnaturaleza en Palés Matos que no pueden perderseen el olvido los elementos impresionistas y aún deneto simbolismo que renuevan y acondicionan elaire de su poesía hasta llevarla a las mismas fron­teras de la vanguardia. No se priva de nada. Suinquietud le induce a escribir versos contorsiona­dos y circenses:

Vamos, acróbatas modernos,sobre trapecio 'de metáforasa hacer maromas peligrosas...

Todo ello sin perjuicio de ver el mar, cuandoasí le conviene, desde un ángulo deforme:

El mar en overol azulabotonado de islasy remendado de continentes...

No es ésta, sin embargo, su t6nica general. Loque domina, 10 que unifica esta variedad de tran­siciones y de estilos, tanto lo ya evocado como enlo que vamos a analizar, es una constante que seresuelve en dos planos, el de la manera dinámica,pasajera, pletórica de sonidos y de distorsiones yla de la poesía perenne, reposada, que se amansacomo una blanda ternura. Cuanto podamos sentiren la música de sus versos, ya sean románticos ymodernistas o bien se desenvuelvan dentro del im­presionismo o de los temas vernáculos, todo se en­cuentra en el marco de esta doble vertiente. Unasveces le vemos envuelto en el temblor sonoro deun fonetismo negroide y otras se deja llevar por elsoñado encanto de una dulzura acogedora y nutri­da de silencios. Dos estilos, dos estados de almaque conviene analizar.

El mundo negro imprime un sello muy indivi·dualizado a la poesía de Palés. Aflora en el escritorpuertorriqueño un antillanismo que le coloca, sinfundir su personalidad a la altura poética de loscubanos Nicolás Guillén y Emilio Ballagas. Animasus poemas con notas de color africano y empal­ma airosamente con una añeja tradición inserta enel alma hispánica.

El tema contaba con antecedentes remotos enla literatura peninsular. Cervantes recuerda habervisto en su infancia a Lope de Rueda, famoso ensus caracterizaciones de negro. El mundo negroide

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deja su huella en la poesía, en la prosa, en el tea­tro de los pasados siglos. No es solo Góngora elque se sentirá llamado por un asunto cuyo coloranochecido le arrastrará hasta el delirio de la rei·teración de 10 negro. También Lope de Vega, Mirade Amesina y hasta Comella sentirán el imán deuna trama que quedará patente en comedias talescomo «El santo negro Rosambuco», «El negro delmejor amo» y «El negro sensible». Esta temáticaproliferó con mano generosa y ateniéndose a lafórmula de una fonetización predeterminada y co­lorista. Un ejemplo nos 10 da Sor Juana Inés dela Cruz con sus poesías negras en las que incluso.nos sorprende gratamente con la mención de Puer·to Rico.

Hay que llegar, sin embargo, a los últimos añosdel XIX para asistir al anuncio de la gran explosiónque, durante el siglo xx, preparó la conmoción delalma de los negros. Un músico Dvorak, un granmúsico originario de Bohemia, de aquella regióncentro europea cuyo espíritu iba a musicalizar Sme­tana, sería el mensajero de este cambio inminen­te. Nombrado Director del Conservatorio de NuevaYork, saboreó día a día, desde el año 1892 hastael 1895, la vibración de los cespirituales» negros.La nostalgia, las lágrimas amables de estas can­ciones le hablaron al alma abriéndole las puertasde un nuevo lenguaje musical. Uniendo entoncesla ensoñación de sus danzas eslavas, más bellasen la distancia, con el ritmo de aquellos cantos quesonaban con una misma templanza desde el barriode Harlem hasta las orillas del Mississipí, compu­so su obra maestra, la cSinfonIa del Nuevo Mun·do», que daría la vuelta al planeta llenándolo deun embelesamiento desconocido. Si a esto añadi­mos su «Cuarteto negro», podremos comprenderla transformación musical que empezó a experi.mentar Europa. Era un nuevo hallazgo de incal­culables consecuencias.

De modo paralelo, en un medio bien preparadopor los relatos de los animosos exploradores delAfrica ecuatorial, por las novelas uRomulus Cucú»y «Batuala» de Paul Reboux y de René Maraut,por el libro «La magia negra» de Paul Morand, porlas «Escenas Africanas» y el estudio del país delos Cubis de Más y Ladreda y por la conciencia delpropio valer de los pueblos negros, una atmósferay una literatura cada hora más exótica fue adqui­riendo vigor y presencia en las nuevas generacio­nes hasta imponerse en número y contenido a par·tir, ya fortalecida, de la tercera década del sigloactual.

El ambiente se pone en ebullición para crearuna temática negra edificada sobre las nostalgiadel Africa y la realidad de unos derechos cadavez más evidentes. Todo hierve. El trágico seísmode la primera guerra europea y el intercambio de.pueblos arrastra en su corriente el légamo y las

rosas. Las modas y los modos de vida se trastor·.nan y renuevan. Hace su entrada la música deljazz y a su lado irrumpen la danza contorsionaday el concepto poético de un mundo de color queempezaba a despertar. Así fue cobrando vida unapoesía negra -escrita incluso por blancos y muolatos- asentada en sentimientos ancestrales y forojada sobre supersticiones y encantamientos, ruidosde selva, aparición de animales peligrosos y ritmode bailes monocordes y mágicos. Ningún aspectoquedó excluído de su círculo, ni la pincelada delos paisajes inéditos, ni la ternura acompasada delas nanas meciéndose al arrullo de cantos mater­nales para dormir a los negritos. Un rumor únicose extendió desde el Hudson hasta el Río de laPlata, pasando por España y las Antillas. Se can·taran temas de idéntica contextura en lengua his·pánica, francesa o norteamericana. Una técnica,aparentemente nueva, pero en realidad remozada,la jitanjáfora, brindó sus variaciones formales alos poetas más recientes, complaciéndose en lasalteraciones, en el boato de las anáforas, en lasacumulaciones insistentes, en el uso de palabrassin sentido, aunque con una fuerte personalidad me­lódica, y en el triunfo de lo fonético sobre lo con·

.ceptual, de lo sugerente sobre 10 intelectivo, delos sensibilizado sobre lo razonable. Un movimien·to ondulado agitó el plano de lo poético utilizandoprocedimientos que ya Lope de Vega, con su olfa­to innovador, había puesto en práctica generalmen­te en su Araueo domado al dejarse llevar por lamúsica de estos versos ultrasonoros:

Piraguamonte, piragua,'piragua, jevizarizagua...

Si afinamos un poco nuestra percepción nota­remos que en este fonetismo a ultranza queda flo­tado un mundo inquietante de evocaciones, vela­das bajo una bruma de sonidos.

El sistema repetitivo se impuso sin reservas entodos los meridianos de la poesía. Un ejemplo ex­tremado salió de la pluma de Nicolás Guillén alcomponer su poema Sensemayd en el que una co­rriente uniforme y monocroma transita desde elpricipio al final para, transmitir la sensación demuerte de una culebra. La anáfora vence desde losprimeros versos:

¡Mayombe - Combe • mayombé!¡Mayombe - Combe - mayombé!¡Mayombe • Combe • mayombé!...

Y cuando el poeta está a punto de terminar,la reiteración se refuerza y duplica:

¡Mayombe • Combe • mayombé!Sensemayd, la culebra.

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¡Mayombe - Combe· mayombé!Sensemayá no se mueve.¡Mayombe - Combe - mayombé!Sensemayd, la culebra.¡Mayombe - Combe· mayombé!¡Sensemayá se murió!...

¡Naturalmente! ¡Ni una culebra resiste la mOadorra de tan machacona isocroníal

El poeta de Guayama se incorpora al empujetorrencial de esta poesía desconcertante y descon·certada. Y la cultiva con decisión y con brío. Sien·te la llamada del tema africano en lo escondido desu ser y lo expresa sin rodeos:

E~ta noclte me obsede la remotavisión de un pueblo negro.Es un pueblo de sueño,tumbado allá en mis brumas interioresa la sombra de claros cocoteros.

Para dar más vida a la visión ilustrativa de esepueblo, Palés acumula y acumula elementos visua·les y auditivos que lo definen y ambientan al pin­tarnos el compacto hipopótamo, el elefante de mar·fil y grasa, los aguazales, la luz rabiosa y los duoros ocres, mezclados con el canto monorrltmico.

pululado de úes, que se aquietanen balsas de diptongos soñolientos" de guturaciones alargadasque dan un son de lejanía al verso.

El africanismo poematizado le suscita impre·siones exóticas. Eu sus poemas Numen, Bombo yFalsa canción de baquiné, o en su Elegía del Du·que de la Mermelada, tan aliterativa, la zoologíay la botánica complementan el sabor del conti·nente misterioso. Caimanes, serpientes, antílopes semueven en la jungla, dentro de una topografía cenetrada en la Nigricia, en Guinea o en el Congo ypresidida por la presencia arbórea del gigantescoBaobab. Lanzado por este derrotero, es lógico queel baile gesticulante o la música primaria le sir­van al poeta de telón de fondo en sus compasionesnegroides a las que transmite tan alta tensión quenos sobrecoge con el espanto de la noche fermen­tada de tambores que croan en la selva, o nos amo·,dorra con la presentación de una danza que se pro­longa sin descanso:

Los negros bailan, bailan, bailanante la fogata encendida.

Un último tramo en su avance por el mundotemático de colorismo afroecuatorial le impulsaa no prescindir ni de las escenas canibalescas alcomponer con audacia fon,ética, y apoyado en la

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onomatopeya, su alucinante poema titulado filamiíam.

Más acá del ciclo africano, la poesía negra leofrece a Palés claras posibilidades antillanas. Cu­ba, Haití y Puerto Rico constituyen el núcleo de laCanción festiva para ser llorada, con su ndñigo,vadú y burundanga. Curazao, Martinica y Guada·lupe se asoman más de una vez a sus versos: lasdos últimas para ser interrogadas con gracejo per­trechado de extrañeza:

¿En qué, lorito aprendisteese patud de melaza?

las tres, para que figuren alternadamente entre laspapiamentosas islas del ron y las patualesas delvolcán; y todas las pequeñas Antillas para dejar­las estereotipadas en una imagen de raro acento:

Acordeón con sordina de palmeras

Dada la exuberancia del negrismo poético enPalés Matos, ¿cómo extrañar que el sistema rei­terativo abunde en su obra con intensidad pareci.da a la de otros poetas de la misma tendencia?¿No es esta la norma de su conocida Danza negra,que anuncia ya su sonoridad agreste desde el co­mienzo?

Calabó y Bambú,Bambú y Calabó.El gran cocoroco dice: «Tu-cu·túJI.La gran cocoroca dice: «To-co·to•...

'El caudal de la poesía negra del poeta isleñoquedó coleccionado en un libro que pensó llamar«El jardin de Tembandumba» y cuyo título defi­nitivo fue el de Tuntún de pasa y grifería, equi­valente a «Ritmo de negros y mulatos» por sualusión al pelo ensortijado de esta raza. En esaantología de sus versos mejores, impresa muchosaños después que su primera publicación literaria,insertó Palés otras series poéticas tales como Elesquife de Jasón, El taller de Benvenuto, El pa­lacio en sombras y las Canciones de la vida media.En el Preludio en boricua dio salida a su entusias­mo patrio, llamando a Puerto Rico 11mi isla arediente".

No podemos despedirnos de la poesía negra sindedicar un recuerdo bien ganado a aquel desbor­damiento de ternura, de gracia rítmica y de amablesusurro que se desprende de los temas infantilescon la suavidad de una caricia. Niñas negras de·fendidas en el cielo de la discriminación racial, ni·ños negros mecidos por sus madres al arrullo denanas espiritadas, enriquecen en todos los meri·dianas con mano generosa la inspiración lírica dI:poetas como el argentino Luis Cané, el madrileño

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Méndez Herrera, el uruguayo Pereda Valdés o elcubano Emilio Ballagas. Cuando escuchamos en·las Antillas el Drumi, Mobila -ClDuerme, Mobila­de Ignacio Villa, ¿no experimentamos algo así co­mo un derretimiento de amor filial?

Drumi, drwni, drumi,Mobüa

tu mamá ta la campoMobüa

E'va trae pajaritopa tipa tli

e'va trae coronise,pa tí

Drumi, Mobila ..Calla, Mobita .No yora, Mobila...Drwni..., Mobita.

y cuando vemos en la poesía de Cané a la niñanegra que va a jugar, por orden de Dios, con 103

angelitos blancos, ¿no nos sentimos más cerca delas fuentes eternas de la bondad?

Otro tanto puede decirse de la Nana negra deMéndez Herrera con su ululante estribillo:

Uuuu-ú-ú, ú·ú, ú-úTu madre te canta mientras duermes tútu madre te mececon pausa de rlotu rio Zambeze,que nunca está frlo.

y no desmerece, dentro de esta senda, la Can­ción de cuna de Pereda Valdés:

Ninghe, Ninghe, Ninghe,tan chiquito,el negritoque no quiere dormir.Cabeza de coco,grano de cafécon lindas motitascon ojos grandotescomo dos ventanasque miran al mar...

Cada estrofa de esta temática minimizada de lopequeño se recubre de tal emoción, de tal afecti­vidad, que enternece hasta el ápice el mundo delos sentimientos. Cuando Ballagas sueña su nanaPara dormir a un negrito, presentando el contrasteentre el color azul oscuro del caimito y el blancodel merengue, ¡qué sensación de infancia nos in·vade!:

Drómiti, mi nengre,drómiti neugrito

Mi clziviricocochiviricoquitoCaimito y merenguemerengue y caimito.A'ora yo te acuettala maca e papitoy te mese suave...duce, depasito ...y matá la pugga,y epanta moquito,pa que due'ma bienmi nengre bonito.

No descansa sólo en lo estudiado el fundamentode la poesía de Palés. El negrismo, la vanguardia,el mundo nórdico, el desierto, las noches colorde azahar o la luna que enfunda las copas de losárboles en una gasa de luz submarina, no son su­ficientes para aprehender la más fina esencia desu temblor poético. Hay algo -y muy profundo­en su lenguaje inspirado. Hay un mundo íntimo,de una interioridad que tiene voz y sustancia, y unmundo vernáculo que le transforma en cantor delos paisajes y de las almas de Puerto Rico: paisa.jes y almas de Guayama; paisajes y almas del pue·blo, de las mujeres, de los jíbaros, de los hombresde mar; paisajes que alegran con su risa; paisajesque se nublan en llanto tras el hilo de unas coplasde belleza mansa. Es la otra vertiente de su mo­do de escribir. El ritmo ahora levemente reposado,incita a entrar con pie silencioso por sus umbrales.El poeta bebe en los mismos manantiales de lo po­pular. Capta, como experto, el latido del amor ydel campo. El dialectalismo nativo se mezcla ensus versos con el drama para climatizar el mamen·to en que el jíbaro abre la puerta a su dolor sinorillas:

¡Qué triste está mi bollíodende que la tumba friaenguyóse la alegriadel corasonsito mio!

La entraña de lo popular se vierte así más emo­tivamente en coplas de sabor terrígena. Cuantotiene relación con su pueblo dialoga en su alma.Hasta sus poetas cobran sentido. Al morir LuisLloréns Torres le dedica un recuerdo cuyos últi­mos versos tiemblan con sensib~dad puertorri·queña:

un dia, allá en el fondo del campo, alguna tristejíbara enamorada, para endulzar su historia,dirá una copla tuya sin recordar quién fuiste.lY ese será el más grande monumento a tu gloria!

~ :sUna brisa amable rejuvenece su obra al entrar

en el huerto de su mejor poesía. Paisaje, hogar y

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espíritu forman un tríptico de consumado lirismo.Huyen los ruidos, la realidad se purifica, la natu·raleza se ablanda y las horas callan en este defini·tivo fluir de sus versos. Al contacto de su voz, losseres nos enseñan el oculto tesoro de su alma. Yla tierra y el mar se nos acercan con más pene·trante olor a iSla.

Primero su región, su Guayama, país de salitre,de marismas resecas, de vaga tristeza indefinible,le refresca la memoria. Infancia e historia quedanimpresas en su topografia, donde proclama ato·dos los vientos el orgullo de su procedencia.

Esta es la tierra donde vine al mundo.

El campo le inspira cinco sonetos en alejandri­nos en los que cOMlgura al jibaro mohoso -cuyabarba se desarrolla como un hongo oscuro-- y enlos que afina el sentido del olfato para vivir mássu paisaje. El aroma penetrante de buen café tos·tado y el olor de la hierba fresca.

Yerba fresca a la hora del orvallo sincero,

reafirman en el poeta la reminiscencia de su ni­ñez. Al acercarse a esa tierra bien amada, se des­prende de sus versos -como en su poema ¡Ay, sefue la aldeanaJ- una horaciana quietud, una pazde reloj de sol. ¡Cuán lejos estamos de su poesíanegroide! Comprendiendo Luis Palés muy de ceroca a su pueblo, siente el rebrote de los afectos yexclama: Piedad, Señor, para él.

y después de la tierra, el mar. Ahora las cosasse impregnan de un subido olor a yodo, a mariscoya brea:

Este olor a brea me trae el puerto...

Sus poemas marinos, vistos desde un ánguloequivalente al de Tomás Morales, se vigorizan conbrisas atlánticas. La humedad lo penetra todo. Sehumedecen de llanto las campanas y los rosales.El sol rebrilla en Jas ondas como cangrejo de oro.La goleta duerme en el puerto sosegado y nos des­cubre un tiempo romántico con sus algas negraspor los viejos costados y sus marinos lentos, cal·mudos, y generosos, recubiertos de barbas de co­bre y con hombría suficiente para rezar con amorel Padre Nuestro. Un pueblecillo se recuesta a lasombra de su Patrona la Virgen del Carmen. Elocéano sugestiona con sus voces y los pescadoressueñan. Transpira en todo esto el seo'timiento deun autor identificado con la costa y con el marhasta el punto de ver en sus aguas una alegoría dela vida con la misma trascendencia con que el poe·ta de Canarias cantaba en un poema brumoso:

Yo fui el bravo piloto de mi bajel de ensueño...

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Palés desarrolla la comparación entre el vivir yla nave en su soneto Sobre el ronco tumulto delas olas. El paralelismo temático es completo. Des·lizándose en la superficie agitada, el bajel de suvida va conducido por sereno y dulce timonel ha·cia un blanco puerto de reposo total. Allí le espera,logrado por el propio sacrificio, el más nobletriunfo:

venciéndome, me diste la más pura victoria.

Como consecuencia, iluminado de gracia matutina,anhela ser un grano, el más pequeño, de tu incen­sario azul. Sorprendemos aquí, en esta idea poeti·zada del escritor borinqueño, un fondo religiososemejante al de una poes!a esperanzadora de Ru.bén Daría resumida en este verso:

mi corazón serd brasa de tu incensario.

La interioridad avanza. Paso a paso va pene­trando Palés en su palacio en sombras. Al resplan·dar vago de la joya que lleva escondida, las cosascobran un sentido excelso, le interrogan, le ense­ñan, le hablan:

Tu morada es ésta;Descdlzate, y deja el polvo del mundo,Así estarás mejor, sin ese ruido que turba tuAsí escucharás tu corazón. [quietud,Ahora tu vida es nueva ldmpara,El manantial de luz le dio su aceite de eternidad.Ahora te ves rodeado de ti mismo,Este palacio en sombras ya no tiene secretos para

[ti;Todo lo sabes y lo penetras todo bajo la reposada¡ntema de la joya que llevas escondida. [luz

Al leer estos destellos intuitivos, una conmo­ción, un escalofrío invade el espíritu. ¿Es éste elPalés de la otra poesía que estallaba en sonorida­des? ¿Se ha meditado lo bastante en esta modali·dad de su sentir íntimo? ¿No percibimos ahora co­mo un murmullo que suena más allá del tiempo? Encomposiciones como El pozo, como El llamado, co­mo tantas más, nos hace oír la diáfana consonan·cia de una interior angélica armo,úa. Le llamandesde alld. Ve su alma como un pozo de agua pro­funda en cuya paz imperturbable .ruedan los díasapagando sus rumores mundanos: a veces un re­moto sentido de etemidad lo llena.

Sueña igualmente con una ciudad de graves to­rres blancas, sin relojes, ni horas, ni días, ni se·manas, con una aguja de plata en cada cúpula,con una estrella en cada aguja y con el silenciocomo antiguo transeúnte. Necesita levantar la mi­rada, necesita escuchar la palabra que le diga: Alzalos ojos

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y venís que inefable resplandor diliger¡.teva ao1arando tus sombras interiores, ycomo la luz...... te hace amar la vida.

,Es el renacer del optimismo, fiel acompañantede todo aquel que recupera el paraíso de su alma.

A nuevos estados interiores, nuevas exigenciasexpresivas. La corriente espirituaJ requiere, comocontrapunto, un estilo espiritualizado. ausente depompa, opuesto a toda contorsión, lleno de sus­tantividades, transparente como la conciencia. Conpalabra adecuada lo expone Palés Matos en susCanciones de la vida media. Nos da a conocer conalien,to de poeta los principios de su más depura.da intención estética. Son pocos, pero ilustrativos:

Huir de retóricas y hojarascas que inquietaron[su infancia.

Componer con desnudez de palabras y deBuscar lo sencillo y lo propio. [imágenes.

Ahora vamos de nuevo a cantar, alma mía,'a cantar sin palabras.Desnúdate de imágenes y poda extensamentetus viñas de ojarasca.No adulteres el mosto que hierve en tus lagarescon esencias extrañas;y así te dará un vino sencillo, pero puro,porque es vino de casa.

Umpio fuego poético. Fórmula perfecta quetransforma su lirismo en un primor de naturalidadestilística, armonizado con la emoción profunda delos temas.

Esclarecida su alma, libres de nieblas sus ojosinteriores, el hogar le fascina a .Luis Palés en tresde sus creaciones poéticas conocidas con los títu­los de Tú tienes, Oración y Esa mujer se parece ami madre. Son tres ejemplos de equilibrio, de be·Ueza y de amor. La esposa, la casa y la madre es­ponjan con dulzura sus versos.

Rodea a la esposa, ave de hogar de un encantodoméstico y tranquilo. Su descripción conserva laplacidez del libro bíblico de los Proverbios o laserenidad de La perfecta casada de Fray Luis deLeón. Blanca entre sus tisanas y sus linos, buenaesposa para el marido bueno, se afana con pisadaleve desde que despunta el alba. Es la mano hacen­dosa del sereno asilo. ¡Oh mujer dara y pUlcra!

Al pensar en la casa le nace una oración concalor hogareño, florecida en amores y redondeadacon una invocación a Jesucristo. S,,!s peticiones sesuceden en ritmos paralelos:

Para que haya pan blam:o en nuestra mesay cada sol realice una promesa...Para que haya una sábana de armiñoy un caballo con alas para el niño.Para que haya una aguja laboriosapara la mano de la buena esposa...y así por tu favor y nuestro tino,florecerá el hogar sobre el camino...

¿Podemos calcular la cantidad de ilusión con·densada en ese caballo con alas para el niño?

Llegamos, por fin, al tema de su madre, a esapoesía única, íntima, soñadora, formada de recuerodos que envuelven al hijo en el mimbo a.zul desu mirada. Hasta la anáfora parece que se animay se llena de bondad cuando el poeta escribe Esamujer se parece a mi madre:

A mi madre, perdida en la distanciadel pueblo viejo, donde estará ahoracayendo un agua cadenciosa y mansa...Yo siento la onda azul de su miradaenvolviéndome en una cosa tibiade mansedumbre, de éxtasis, de alma...A fuerza de sufrir se ita vuelto buena,a fuerza de llorar se ha vuelto didfana,a fuerza de callar se ha vudto triste,a fuerza de querer se ha vuelto santa...

Cuando un poeta nos eleva hasta las más sere·nas fuentes del amor y nos hace gustar el acordede la melodía íntima; cuando nos acerca a lasmárgenes del lago dormido y nos ayuda a com·prender el sentido de la soledad,

...que a fuerza de estar solase siente de sí misma compañera,

es que su inspiración .no procede sólo de la tierra.Hay una región del espíritu que le habla un Jen·guaje e~tratemporaL En medio de los vaivenes, delas fluctuaciones, de los altibajos estilísticos y mo­rales de su mundo poético, Palés probó tambiénalgunas gotas del manantial escondido, creando,por ello, tina poesía noble, con las raíces asentadasen lo más hondo de su isla, en lo más hondo desu casa, en lo más hondo de su espíritu. Así suposubir desde 10 más ·huidizo y efímero hasta lo másinterior y perenne. Quien como él llegó a afinarsus versos hasta disponerlos para recibir las 11a·madas de lo eterno, bien púdo tener el privilegiode nacer en Puerto Rico.

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Exposición de Domingo García

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E NTRE LOS PINTORES J6VENES DE PUERTO RIcofigura en posición de avanzada Domingo Garda,

tanto por la (calidad de su arte como por la inquie­tud creador, que le lleva a cultivar y explorar in­cansablemente nuevas formas de expresión artís- ,tica.

Nacido en San Juan en 1930, a los siete años deedad marchó a Nueva York, de donde sólo volvióa su pa~a para visitas efímeras hasta su regresodefinitivd en 11958. En Nueva York estudió pinturabajo la dirección del pintor inglés William Locke.Luego estuvo algún tiempo en la National Acade­my of Art y en el Art Institute de Chicago.

Desde su retorno a Puerto Rico, García ha es­tado vinculado a la Galería Campeche, fundada enel mismo año 1958, dedicando todo su tiempo ala pintura, el grabado y la serigrafía. Sus obras fi­guran en todas las colecciones públicas y privadasde importancia en el país y han sido expuestas enPuerto Rico, Estados Unidos, México y otros pai­ses.

Su primera exposición individual en el Institutode Cultura Puertoh-iqueña -inaugurada el 19 deagosto- sólo comprendió obras recientes, identi­ficadas con las últimas tendencias de la pinturacontemporánea, y particularmente con las técni­cas de Clhard-edgell> y «opll> de que son exponentesen Europa el grupo alemán Documenta !II, elfrancés Recherche de l'Art Visuel y el españolEquipo 57.

En la introducción al catálogo de la Exposición,señala Eladio Rodríguez Otero que García, consu meticulosa delineación de formas no figurati­vas, principalmente las abstracciones geométricas,y su aplicación de los colores en su máxima inten­sidad y en forma absolutamente lisa, «realiza unvalioso esfuerzo por romper con los moldes tradi­cionales y con las mismas formas -del arte abstrac­to, para profundi.zar en el arte del presente y aden­trarse en los secretos del arte del -futuro.,.

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J\1ATtAS GONZÁLEZ GARetA NACIÓ EN EL BARRIO RíoBlanco, de Naguabo, en 1866, y murió en Gu·

rabo, en 1938. Hijo de padre gallego y madre puer:­torriqueña, estudió su bachillerato con los PadresJesuitas en la Guardia (Galicia) e inició la carrerade Medicina en la Universidad de Santiago de Com­postela. Motivos de salud le obligaron a abandonar­la, regresando a Puerto Rico en 1886. Dedicó lamayor parte de su vida al magisterio y al periodis­mo e intervino activamente en la política del país,ocupando los cargos de delegado a la Cámara Le­gislativa (1904), y de alcalde de Gurabo (1920 a1924). Su producción literaria fue abundante, con­tándose alrededor de 500 cuentos suyos, casi todosde carácter humorístico, diseminados en revistasy periódkos. Algunos de ellos fueron recogidos enJos libros Cosas de al1taiio y cosas de llOgaiio (1918)y Cuentos de Malías González Garda (primera se·lección), publicado en 1960, y del cual procede elque aqui reproducimos. Escribió unas quince no­velas, figurando entre las publicadas ErIlesto (1895)y Carmela (1903). Dejó inéditas ,'arias comedias yjuguete!> cómicos, así como sus poesías festivas.

Matías González García1866-1938

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El conyite del compadre Baltasar*

Por MATíAS GONZÁLEZ GARCíA

(' IERTO DiA ME TROPEC~ EN LA CAUE CON EL COMPA­l dre Bal tasar.-Compadre Matías ...-Compadre Baltasar...-¿Y ]a comae?-Buena.-¿Y 'los niños?-También.-Que Dios se los conserve.-Muchas gracias. compadre Baltasar... ¿Y ]a

comadre Rosa... ? ¿Y el ahijado... ?-Toítos buenos, mi compadre Matías.-¿Y a qué ha bajado usted hayal pueblo?-Pues na, compae; que tenía que pagar ]a con-

"trebusión, y como mi mujer me encargó que com­prara algún líenso para los muchachos...

-Caramba, compadre Y el ahijado debe es-tar ya hecho un hombre .

~Usted no sabe, compae... : ·]e dijo a usté queeso es un finómeno ... ¿Y cuándo piensa usté dirpor allá... ?

-Cualquier día, compadre BaHasar.......Pues convídese a un amigo, y el domingo en­

trante nos comeremos una lichona... Precisamentetengo una tan buena y tan buena, que es un mes­mo finómeno ...

-Perfectamente: pues entonces, espérenos us­ted el .domingo compadre Baltasar.

-Pa nojotros será de gran satisfacción, corn­pae Matías.

Y el domingo por la mañana, a eso de lasocho, ya estábamos mi amigo y yo montados ennuestros respectivos jamelgos y en disposición deemprender el camino de ]a cuchilla.

Y que no era cualquier cosa, pues el compadre

• En: Cosas de antaño y cosas de ogaño. uleccioncs. por Ma.tfas Gonzálc1. Gare/a. Ml.Wco, Editorial Orión, 1953, p. 52-57.

Baltasar vivía en el barrio de Masas, a tres hora~

de la población y con unos caminos infernales.Pero, de 'todos modos, la idea de pasar un ale·

gre día en aquellas alturas, y más que nada, ]a desaborear un trozo del clásico 'lechón asado, co­mido en yagua, con sus correspondientes plátanos.bajo un cielo azul y sobre la verde alfombra denuestra hermosa campiña, halagaba nuestro ca·razón, por no decir nuestro apetito, que ya em·pezaba a manifestarse con sólo pensar en tanagradable convite.

Repechamos, pues, por la cuesta del Pimien·to, y anda que te anda, escurriéndonos en ciertasocasiones por la grupa del animal, cuando noapeándonos por las orejas del mismo; besando elsanto suelo con frecuencia y dándonos al propioSatanás, pudimos distinguir por fin la moradadel compadre Baltasar, aUá sobre una elevadaloma y casi oculta por unos guayabales.

Lo primero que se me ocurrió observar fue sisalía algún humo de la citada casa o de sus cercanías, pues es ya probado que el consabido le­chón, si no se asa en la cocina, por 10 regular easa en el batey.

Pero nada divisábase como no fuese alguna nu­becilla que allá a ·10 lejos corría impulsada por elviento, cuando no alguna paloma o alguna tórtolaque cruzaba el espacio, internándose en la es­pesura.

-Antonio -le dije a mi amigo-, parécemeque mi compadre Baltasar no tiene mucha prisay que el almuerzo estará tarde, pues ni humo veopor estos alrededores

-No digas eso, hombre, que con el apetito quetengo sería capaz de comerme hasta a tu propiocompadre... Lo que hay es que la lechona estaráya asada y debemos avanzar para que no sepasme.

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y como obedeciendo a un mismo impulso, amobos clavamos las espuelas a nuestros jamelgos que,como ya estábamos en una loma y el camino hastala casa era fácil, echaron a correr, ansiosos tamobién de llegar a su destino.

y al poco rato entrábamos en el batey.Lo primero que se presentó a nuestra vista fue

un chiquillo como de diez o doce años, sucio depies a cab~;:a, medio desnudo. 'Y que saliendo delguayabal próximo, corrió a esconderse dentro dela casa.

Por lo demás, tanto fuera, como en el interiorde la misma reinaba un silencio, tan profundo,tan sólo interrumpido por el cacarear de las ga­llinas y el JFldrido d.e un perro flaco y tiñoso quenos - salió ai encuentro, aunque terminando poresconder el rabo entre las patas y meterse tam­bién en la vivienda.

Tal recibimiento nos produjo un efecto terri·ble.

-¡Compadre Baltasar... ! -grité con todos mispulmones. !

Nadie contestó.-¡Compadre Baltasar... ! -volví a repetir.Esta vez nos respondió el aullido del perro.-¡Compadre Baltasar... !Entonces se entreabrió ·la puerta de la casa,

apareciendo nuevamente el muchacho sucio y hara.poso, que mirándonos con 'Sus ojillos de pillastre,nos dijo: ,

-Les manda a isir mamá, que papá no estáaquí.

-¿Yen dónde está?....En el sercao.-Pues vete al cercado y avísale que aquí está

su compadre-o Al oír esta última palabra, el chi·quilla se acercó a mí y quitándose la gorra, mesaludó ,humildemente:

-¡La bendición, pailino.. .1Mi amigo Antonio soltó una carcajada y yo iba

también a correspondel'le, cuando a ¡la puertade la casa se presentó una mujer, que si no fea,pues aún demostraba en su rostro cierta juventud,aparecía pálida y ojerosa, mostrando al 'Sonreír,unos dientes sucios ry amarillos.

Detrás de ella, dos niños de cort~ edad 'Se aga·rraban a su saya, tratando de ocultarse como siles infundiéramos miedo.

-Dentren, señores, dentren... -dijo la doña,con voz dulce, aunque no exenta de temor-, den­tren, que aunque mi maría no está en la casa,ya Casimo lo fue 'a buscar.

y entramos.Después de los saludos de costumbre, ella se

sentó, siempre sonriéndose, y tratando de calmara los niños, uno de los cuales se le había subido ala falda, Uorando estrepitosamente, mientras que

el otro pataleaba en mitad del piso, chillando deun modo horroroso.

Como habrá comprendido el lector, esta entra­da no podía ser menos h~'lagüeña.

La idea del lechón se habia esfumado en nues· .tras mentes.

No hay que decir que ni la señora ni nosotrclspodíamos' hablar una sola palabra con el pataleode los chiquillos.

Por fortuna, al poco rato, se presentó el comopadre Baltasar.

Venía seguido del ahijado, quien antes de, en·trar, se detuvo en el 'batey y dió tres vueltas decarnero.

Vestía unos pantalones- anchos y sucios, sujetosa la cintura por un pedazo de emajagua; unos

-zapatos llenos de barro, en camiseta, con un espa·dín en las manos y cubierta la cabeza con un somobrero enorme. .

Me saludó con .la mayor frescura, y dejando elespadín sobre una caja, que al par de mesa servíade granero, se atusó el bigote para decirme:.

-¡Juro a nengún Dios, compae Matías... ! ¿Yqué fin6meno le ha echao por .esta casa?

Mi amigo y yo nos miramos con la expresiónque ya ustedes podrán figurarse.

-Pues'venía a cumplirle lo ofrecido... -le con·testé.

-¿Cómo lo ofresio?-¿Pero usted no me invitó a comernos una

lechona... ?-¡Compae...! -exclamó el jíbaro, dándose una

palmada en la frente- ¡tié usted rasón...! Peroes'to ha sío un finómeno y me equivocao, creyen.do que 'fuese el otro domingo. ~ora bien, comopae, si no una lichona, será otra cosa.. . -y diri.giéndose' a su mujer, continuó: -A ver, Rosa,hay que matar una gallina y jaser un arras paraestos señores; ,pero de esos arrases que tú sabes...que sea to un finómeno ...

La mujer dio un suspiro y se levantó, Heván..dose a los dos muchachos, que no cesaban de Uo­riquear.

-Casimo... -dijo mi compadre al ahijado-,ve.te con tu mae para que le jagas los encargos.

Y seguimos hablando de mil cosas: del tiempo,­del tabaco, del maíz, de la cosecha del café...

Pero ni mi amigo ni yo veíamos movimientoalguno dentro de la casa.

Por de pronto, las gallinas continuablln muytranquilas, picoteando en el 'batey, sin temor aque nadie las molestara.

A mi compañero se le iban y venían los colo·res del rostro 'Y a cada rato consultaba el ·reloj,sin disimular su impaciencia.

Como que era la una de la tarde.No habría transcurrido media hora, cuando se

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presentó el ahijado, y dirigiéndose al compadre,le dijo:

-Dise siño Román que en la tienda se le aca·bó el arras y que le mande a pagar los seis rialesque le debe.

Me figuré yo que mi compadre se iba a enfu­recer, pero concluyó por sonreír, diciendo:

-Ese siño Román es un finómeno... y un sir­vergüenza... Pero, no hay que apurarse... : toma·rán ustedes un poco de café.

-¿Y el asúcar... ? -preguntó el ahijado.--Si no la hay, que la vayan a buscar.-5iño Román dise que no fía.Mi compadre, sin disimular ya su enojo, levan·

tóse para castigar al muchacho; pero yo me in·terpuse, y sacando una peseta, le dije:

-Anda y no te detengas, galopín; cómprate elazucaro

Pero el ahijado se quedó mirándome, y sacan·do la cuenta con los dedos, concluyó por decirme:

-Oiga, pailino, el asúcar cuesta sinco chavos ...<.Y pa quién es 10 que sobre de la peseta?

-¡Para ti, bribón... !El ·gran tuno pegó un salto y salió corriendo

~ue se 'las pelaba.El compadre Baltasar, ya completamente tran.

quilo y riéndose can la ocurrencia del muchacho,<:oncluyó por decir: .

-¿Compae Matias, no le desía a usté que su.ahijao era un finómino... ?

Como a eso de -la media hora nos sirvieron el<:afé.

Pero mi amigo Antonio no podía conformarsey preguntó al muchacho:

-Dime Casimo, ¿yen esa tienda no habrá ga­lletas o alguna lata de cualquier cosa... ?

-¡Cómo no... ! ¡Cómo no...! -se apresuró aresponder mi compadre, antes de que el chiqui­llo lo hiciera-, hay latas de sa~dinas y de las bue·.nas ... ¡le digo a usté que son un finómino... !

-Pues tráete dos latas y una docena de ga.'lletas.

y le entregó medio peso.-¿Y qué hago con -la vuelta? -le preguntó el

.ahijado.

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-Pues cógela para ti -respondió mi amigo,no de muy buenas ganas.

Y llegaron las sardinas con las galletas, y elahijado, haciendo sonar el dinero en el bolsillo,repetía:

-¡Ahora sí que voy a comer mucho pan s~

bao... !Con un cuchillo viejo, ·el único que, al pare·

ct:r, se encontraba en la casa se procedió a laapertura de las consabidas latas.

·Pero cuan-do concluí esta operación y levantéla cabeza, tropecé con toda la familia que se agru­paba a mi alrededor, esperando el convite.

Mi compadre Baltasar, 'Sin consultarme tan si·quiera, había repartido todas las ga:lletas dánd~

le dos a su mujer y otra a cada uno de sus hijos.Y no bien se hubieron abierto las dos latas,

cuando él, sacando -la jusilla de partir la mascaú­ra, comenzó a pinchar sardina tras 'Sardina, lle­vándoselas a la boca y distribuyéndolas entre lossuyos mientras repetía:

-Le aseguro a usté, compae, que ~to es unfinómino.

Al observar tal desastre, el amigo Antonio nopudo reprimir un gesto de indignación, y yo sol­té una carcajada.

Rióse también el compadre Baltasar, y pin­chando la última sardina que quedaba en la lata,exclamó muy satisfecho:

-¡Cuando le digo a usté, compae, que esta fa­milia mía es un finómino.. .1 Come como una lJIa·ga mala...

Y era la verdad, pues a pesar de haberse ter­minado el convite elgaIopín de mi ahijado me·tía aún el dedo en una de las ·latas, para chu­párselo después, mientras que en mitad' del pisolos otros dos muchachos peleaban por la posesiónde la otra lata vacía.

Y como a eso de las seis de la tarde, bajá­bamos por aquellas cuchillas, renegando el amigoAntonio de cuanto jíbaro pudiera existir en elmundo, y riéndome yo de la aventura, porque ala verdad, que aquel convite, como decía el com­padre Baltasar, había resultado un verdadero «fi·nómino».

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El XC aniversario delAteneo Puertorriqueño

EL ATENEO PUERTORRIQUEÑO, LA MÁS ANTIGUA DE LASinstituciones culturales del país cumple 90 años

de vida ininterrumpida; vigorosa y fecunda al ser­vicio de las Artes y Letras. Para todos es motivode orgullo este aniversario, que acredita la cons­tante presencia en nuestra tierra, por encima debanderas ideológicas y al margen de las cambiantescircunstancias históricas, de un profundo sentidode responsabilidad y de autonomía cultural.

La obra del Ateneo ha sido múltiple. Trib1.!Oa,cátedra y foros, en su recinto se han manifestadotodas las ideas filosóficas y políticas y todas lastendencias cívicas. El Ateneo ha sabido, por último,ser fiel a su raíz nacional sin daño de su misiónesencialmente universalista. Como tal, nada de lopuertorriqueño le ha sido extraño. Con motivo deeste nonagésimo aniversario, el Instituto de Cultu­ra PUertorriqueña se honra al dedicar al Ateneoeste número de la revista.

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Fundación del Ateneo Puertorriqueño

Acta de la Primera Junta General de Socios *San Juan, Abril 30 de 1876.

CONCURRENTES

Francisco de P. Acuña.José Ignacio Beyens.Alejandro Tapia.José Ramón Becerra.José Geigel y Zenón.Juan Z. Hernández.Wenceslao Lugo Viña.José María Aragón.Ricardo Hernández.José Julián Acosta.Miguel Larregui.León M. Acuña.José de Jesús Tizo!.Polux J. Padilla.Fermín Toledo.Juan Iglesias.Gerardo Soler.Manuel López Bayo.Ramón Sarriera.Laureano Vega.Francisco Acosta.Antonio O16zaga.Calixto Romero.Juan Oller.

En la ciudad de San Juan de Puerto Rico atreinta de abril de mil ochocientos setenta y seis,habiendo sido convocadas por don Francisco dePaula Acuña, don Ramón María Moreno, don Ja­sé Pérez Moris, don José Ignacio Béyens, don Ale­jandro Tapia y Rivera, don José Ramón Becerra ydon Manuel Elzaburu, cuantas personas se consi·

• Boletín Hislórico de Puerto Rico.

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Raimundo Camprubí.José Ruiz.Francisco Cortés.Ignacio Díaz Caneja.José Antonio Gutiérrez.Manuel Elzaburu.Manuel Alcalá del Olmo.José Antonio Canals.Fidei Guillermety.Manuel Daubón.Severo Bastón.Francisco Fabro.Manuel J. Cuévas.César de Guillerna.Rafael Pacheco.Pablo Sáez.Gabriel Ferrer.Francisco del Valle.Fernando Núñez.Ramón Garcfa Moreno.Antonio Penedo.Enrique Losada.Felipe Gutiérrez.Juan Fort.

deraron que pudieran ser afectas al pensamientode establecer en esta localidad un Ateneo cientí·fico, artístico y literario, se reunieron en los sala­nes del Excmo. Ayuntamiento los señores que almargen se expresan, y se constituyeron en Juntapara lo cual los señores Béyens y Elzaburu habíanalcanzado el competente permiso, y cons~guido delseñor Alcalde don Rafael Palacios la sala princi­pal del Excmo. Ayuntamiento.

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Una vez que los señores concurrentes ocupa­ron sus asientos, sin haberse constituido mesa al­guna, los señores invitantes suplicaron al Ledo.don Francisco de Paula Acuña, refiriese a su nom­bre el objeto que se habían propuesto al hacerla convocatoria, y acto seguido, el Ledo. Acuñaocupó la mesa y dijo: «que la casualidad de haberaparecido el Rrimero entre los que firmaban lainvitación le ponía en el caso de explicar el obje­to de la reunión. Que no necesitaba referir aquién se debía la iniciación del proyecto, pues enel ánimo de todos estaba quién había agitado laidea, y que no creía tampoco preciso encarecerlas aspiraciones y fines del Ateneo, que se habíandeterminado claramente en el artículo primero delas bases repartidas profusamente, y las que ter­minantemente decían que el objeto exclusivo de la

institución era la cultura de las ciencias, letrasy artes, tratando (como el nombre de Ateneo loindicaba) de asemejarse a los que se designan deigual modo en Madrid y otras ciudades de la Pe·nínsula, quedando excluidas de su recinto toda dis­cusión o conferencia que no fueran puramente lade su objeto, científico, artístico o literario.• Aña­dió «que tal proyecto por sí propio se recomen­daba sin que fuera parte su escaso prestigio a en­carecer y levantar un propósito 'tan laudable, alque todos desde el primer momento habían que­rido contribuir, para igualar en esto a esta provin­cia a las demás de la Nación, donde apenas hayuna que no sustente una institución de este gé­nero. - Que dispuesto un número suficiente depersonas a llevar a cabo el propósito con arregloa lo propuesto en las bases, pareció natural a los

Ayuntamiento de San Juan, dOl,lde se celebró la reunión para fundar el AteneoPuertorriqueño el día 30 de abril de 1876.

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que habían invitado, convocar a dichas personas,para desde luego proceder a los trabajos de fun­dación, como eran el nombramiento de una Jun­ta Directiva, de una Comisión para redactar el Re­glamento, y el señalamiento de las cuotas deentrada y estipendio mensual. - Y concluyó di­ciendo que la Junta tomaría determinación sobreestos u otros particulares, nombrando desde lue­go una mesa de edad que dirigiera la discusión.»

Por unanimidad acordó la reunión, que el se­ñor Acuña continuase en la Presidencia, acompa­ñado del señor Elzaburu como Secretario, y ha·biendo indicado este último señor a don Juan Z.Hernández como el más joven, se acordó que lofuesen ambos, hecho lo cual y habiendo ocupadolos referidos señores la mesa, el Presidente dio la~

gracias, y abrió la discusión sobre el nombre ycalidad de los socios que habían de componer elAteneo.

Sobre este punto tomaron ]a palabra por el or­den de enumeración los señores Tapia, Elzaburu,Alca]á del Olmo, Díaz Caneja, Padilla y LópezBayo, quedando acordado después por unanimi·dad, que se designaran con los calificativos defundadores, numerarios y accidentales compren­diéndose en la primera denominación a todos losque se adhirieron desde el principio, y a los quese adhiriesen hasta el día de la inauguración. A in­dicación del señor Tapia el señor Presidente pre­guntó si todos los que estaban presentes insistíanen la segunda parte del acuerdo de ser considera­dos los concurrentes como fundadores, y todoscontestaron que sí.

Sometióse luego a discusión la cantidad que de­bía designarse como cuota de entrada, y la quehabía de constituir el estipendio mensual, tercian·do en ella los señores Tapia, Sáez, Alcalá del Ol­mo, Guillerna, J. J. Acosta y Elzaburu acordándo­se por la reunión en definitiva, que fuese de cincopesos la primera y uno la segunda para los sociosfundadores y numerarios; y un peso cincuentacentavos para los accidentales, con la enmiendapropuesta por el señor Guillerna de que fuesen ad­mitidos en la categoría de numerarios los acciden­tales que hubiesen llegado a pagar con la dife­rencia mensual de sus cuotas el valor de la deentrada.

En seguida se procedió al nombramiento deuna Junta Directiva Provisional, que se encargase

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de formular un proyecto de Reglamento, y se en­tendiese en todo lo relativo a instalación y susgastos, quedando, por indicación de los señoresSáez y' Acosta, convenido por la reunión, que laformaran los mismos que suscribieron la invita­ción, con más los señores don José J. Acosta, donManuel Alcalá del Olmo, don Ignacio Díaz Canejay don Juan Z. Hernánde7., que fueron indicadospor el señor Elzaburu para aumentar el númerode los de la Junta y poder cumplir con su auxiliomejor su cometido. Se designaron entre éstos losrespectivos cargos, y por acuerdo unánime. quedóla Junta Directiva Provisional constituida en lasiguiente forma: Presidente, don Francisco dePaula Acuña. Vocales: don Ramón María Moreno,don José Ignacio Beyens, don José Pérez Moris,don Alejandro Tapia y Rivera, don José RamónBecerra, don Manuel Elzaburu, don José JuliánAcosta, don Manuel Alcalá del Olmo, don IgnacioDíaz Caneja, don Juan Z. Hernández, y con el ca­rácter de Tesorero y Secretario respectivamentelos tres vocales Elzaburu, Becerra y Hernández, yfacultándose a' esta Comisión para que por mediode su Tesorero, procediese a la recaudación de lascuotas de entrada y mensualidades desde mayo,para atender a los gastos de fundación. - Hecholo cual y no habiendo otro asunto de que tratar,se levantó ]a sesión, de que certificamos. - LosSecretarios, Manuel Elzaburu - Juan Hernández.-V.o B.O Acuña. -Rubricado. - Es copia fiel dellibro original de actas.!

1. Los Estatutos fúeron aprobados por el Gobierno Insular el27 de lunio de 1876 y el dla 29 del mlsmo mes y alio, se llevóa efecto la inauguración pública de este Centro de cultura pueno­rriqueih en los altos de la casa numero 2lI de la calle de la For­taleza. En 31 de lulio de 1885 se reformaron los Estatutos. - Tam­bién en 23 de Marzo de 1900. - Con esta reforma se le dio en.trndn a las conferencias religiosas y políticas, siendo obligacióndel disertante poner en conocimiento de la Dlrceliva el tema desu discurso. De su fundAción a la fecha actual. hn tenido Jossigulenle:5 Prcsidenlcs: Francisco de P. Aeulla. -los~ lulldnAcoslD.. - Alejandro Tapia y Rivera. - Ignacio Gan:fn Tudela. _Ramón Rodrl~ Rivern. - Leonardo de Tejada. - FranciscoGarrido Sánchez. - Cnlillto Romero. - Ramón Buegn. - Nicol4sArczpacochaga. - Manuel Con:hado. -losé Laguna. - FranciscoLarrea. - Fernando Ntiftcz. - José R. Becerra. - Manuel Elza.bum. - Manuel Alonso. - Benito Macfns. - A1beno Regúles. _Manuel Fernández luncos. (3) - Enrique A1varez Pércz. - Fran·clsco del Valle Atiles. - José E. Saldaña. - Cnrlos M. Soler. -luanHcrnández Lópex. - Gabriel Ferrer. - Manuel F. Rossy. - Salva­dor G. Ros. -losé Gómez Brioso. -Cayelano Coll y Toste. ­Mnnuel Quevedo Báez. (3) -Jacinto TCllidor. - Ferdlnnnd R.Cestero, (3) - Cayetano Coll y Toste. (3) -lesús M. Lago. - c.. y T.

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Manuel Elzahuru,fundador del Ateneo Puertorriqueño"

Por CAYETANO COLL y TOSTE

MANUEL ELZABuRu y VIZCARRONDO NACIÓ EN SANJuan, el 2 de enero de 1851. Era descendiente

de eúscaros por sus dos ramas ascendentes. Hizosus estudios en el Seminario Colegio de los PadresJesuitas de esta capital y con el título de Bachi­iler en Artes p~ó a Madrid a estudiar FacultadMayor, graduándose de Licenciado en Derecho ci-vil y canónico. -

Vuelto Elzaburu a la tierra natal, a la vez queejercía la carrera de abogado, cultivaba entusiastala literatura con el seudónimo de Fabidn Montes.También terciaba animoso en las cuestiones polí.ticas, sentando plaza en las filas del Partido ·Libe­ral Reformista, hasta llegar a formar parte de suDirectorio.

-Publicó muy joven, en 1872, Las hojas de unacartera,' y en una de sus páginas, titulada Las dosmariposas, se expresaba así: «Hoy he ido a leeren el campo. Constantemente he visto una mariposarevolotear sobre las flores silvestres, que engala­naban un soto aislado y cercano. Alguna vez sealejaba un momento, pasaba por encima de unarroyo, que retrataba a intervalos sus inciertosvuelos, pero volvía en seguida a sus, flores. Cuandohe dejado aquella agradable sombra, todavía seguíaen sus amores. Pronto moverá sus irisadas alas ytomará algún nuevo camino y otro cariño. Lo hevisto tantas veces. Así le pasa a la felicidad. Hayveces que se desvive con un ser; luego lo deja yno vuelve a acordarse de él. ¡Lo he visto en mí.mismol. .. »

Hizo Elzaburu muy buenas traducciones de al·gunos poetas franceses, especialmente de Teófilo

• BolctJn Histórico de Puerto Rico.

Gautier; citaremos: El madrigal panteísta, La sin­fonía en blanco mayor, Lo dicen las golondrinas,La nube, Tristeza en el mar, La rosa té y Humo.

En 1875 tomó 'Elzaburu con ahínco la fundacióndel Ateneo Puertorriqueño y en esta patriótica em­presa no desmayó un instante. Por su elevación deespíritu y prudencia en los consejos llegó a seruno de sus presidentes. Tropiezos hubo en la crea·ción de este centro de cultura ty ya los anotó dis­cretamente nuestro amigo en su discurso de 29 de

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enero de 1887 con motivo de la distribución de lospremios obtenidos en los certámenes públicos ca·rrespondientes a los años de 1885 y 1886. Y era quelos suspicaces ·reaccionarios -rémoras eternasen los pueblos que trabajan por constituirse dentrode la Libertad y la Democracia- temían se tI'atarade la fundación de un centro filibu9ter.o. -No era deextrañar este inicuo rumor cuando tal mote hirientese lo habían aplicado los gobernadores Marchessiy Sanz, oyendo perversos consejos, a la Real Socie­dad Económica de Amigos del País, gloria del cé·lebre intendente don Alejandro Ramírez

Elzaburu trabajaba con fe, confiado en la ayudade la Metrópoli española; y así se desprende de Jas

siguientes frases del citado discurso, que para aqui­latarlas bien es preciso retrotraernos a la épocaen que se pronunciaron: - Bien es cierto que estaasociación por sí sola no habría podido nuncaprestar tantos servicios, si no ·fuese ayudada gene­rosamente por la Excelentísima Diputación Pro­vincial, a quien unánimement hemos acordado daren este acto un solemne voto de gracias. Recíbalocon cariño aquella benemérita Corporación y quie­ra el voto popular ser siempre tan afortunado comolo ha sido en la elección de sus miembros, esco­giéndolos entre personas que, lejos de ser refrac­tarias a la ilustración y al progreso moral de estepueblo, se han declarado siempre afectos a los tra.bajos intelectuales, no sólo otorgándonos ayudapara estos certámenes, sino subvencionando enmuchos casos la publicación de obras útiles en Puer­to Rico. ¡Honroso elogio a tan dignos Representan­tes de la provincial Pero, las letras empiezan a ser'.afortunadas y a _estar de enhorabuena. Cada dfase abren amplio y mejor camino. No sólo la pro­vincia les da la mano, sí que la representación denuestro Estado mismo les da alientos también.y así cordialmente estimamos como una garantía yun estímulo la presencia de nuestro actual Gober­nador General en esta solemnidad:" como una ga­rantía, porque ella nos asegura una vez más que aEspaña no la representan en las Antillas los pocosobstruccionistas de nuestro adelanto, que aún noscierran el paso; y como un estímulo, porque vemosen esa personalidad, a quien saludamos con nues.tras mejores respetos, la entidad augusta de nuestraMadre Patria, que no desdeña por modestas quesean, las manifestaciones de nuestro espíritu es­pañol también, concurriendo por el contrario connosotros, a celebrar como buenos .los tiempos dewestros ingenios, que es parte asimismo del gran­de y gloriosísimo ingenio nacional.a

Sigue Elzaburu trabajando por el engrandeci­miento del Ateneo hasta ver implantado en él de­finitivamente la lnstntcción de Enseñanza Supe.rior, por la que tanto había suspirado y por la quetanto habían luchado nuestros antepasados. 'En ella

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desempeño el cargo de catedrático de Derech~

Político y administrativo y también la cátedra deEconomía Política. A la par de toda esta brega inte­lectual iba dotando la Casa de una rica y selec­ta biblioteca, en lo que le ayudaban entusiastas

. amigos. Que la lucha había sido fuerte 10 comprue­ban las siguientes palabras pronunciadas por elmismo Elzaburu en su discurso del 10 de octubrede 1-888, con motivo de la inauguración de esteCentro Superior ae Enseñanza y apertura solemnedel primer curso académico del 88 al 89. Dice así:

«Muchos obstáculos se han presentado, algunasoposiciones sordas, que hacen daño, han nacido;hasta ca'lladas guerras se han declarado, de esas·q.ue '1levan como elementos desde la franca y enor­me fuerza pasiva de resistencia, que se encuentraen nuestra proverbial apatía, hasta la perniciosasonrisa escéptica del -resabiado espíritu provincial,que cuando se inicia cunde como epidemia y como~pidemia mata y malogra en flor los frutos de lamás ·bella esperanza. ·Los que no han emprendidoalgo en nuestra provincia no conocen, entre otrasrémoras que sufre todo proyecto, el poder de aque­lla arma silenciosa, helada, cortante y resistente,como templada en la flÍa incredulidad que reinaen el corazón de nuestros paisanos; y los que estánacostumbrados a que el esfuerzo individual surtaen otros países sus naturales efectos y miran cons­tantemente brotar, como por ensalmo, realizadoslos pensamientos, al primer impulso de las volun­tades, no la comprenderán tampoco; pero los quehemos vivido largo tiempo ya en nuestro quebran­tado suelo nativo y hemos acometido algo algunavez, sabemos de su esencia y conocemos su natura­leza, porque en ocasiones distintas la hemos vistovagar por muchos labios, esa risa de los pueblosque se conforman con anularse en la indiferencia,a quienes la experiencia triste de muchas laboresperdidas les hace dudar de la eficacia del trabajo,les hace creer que la actividad y la voluntad huma.na no sirven para nada y les hace hasta resignarsea morir en ese quietismo desolador de nuestra tie.rra, imagen viva de un corazón desesperado.a

Pero, nuestro amigo era de los que poseen lafe inquebrantable, de los que saben que el si de ·loscreyentes ha de derrocar siempre al no de los es·cépticos; de los devotos fervientes del gutta cavatlapidem soepe cadendo, de los elegidos para im·plantar y difundir ideas nuevas; y por eso, no des­mayó un solo instante en sus propósitos de traba-

. jar silente y constante en pro de la tierruca. Ensu discurso de 9 de marzo de 1-889, con motivode la celebración de los Juegos Florales del Ateneo,eligió el tema del Sentimiento de Nacionalidad, ehizo una rica oración filosófica, profunda y erudi­ta, disertando sobre las ideas sociedad, pueblo, es·tado, nación y patria. Hablando de la región se ex­presó en los siguientes tél"IDinos:

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.Los climas desiguales, los territorios en ocasio­nes completamente desemejantes, las variantes dela 'leitgua misma, frecuentemente distintas unas

.de otras; las ramas de la propia raza modificadas yhasta contradictorias, por último, en sus manifes-taciones; las costumbres y tradiciones diferentes,dan carácter y espíritu de una esencialísima espe­-cialidad a cada región, cuyos individuos, nacidos enellas, se sienten más identificados entre sí que con.el resto de la nación.•

y entrando de lleno a hablar de la tierra que levio nacer, el orador se inspira, siente la sacudidanerviosa del patriotismo y exclama: .He aquí porqué se ama tanto, y más que nada, ese escalafóninferior, si queréis, de la Patria que se llama re·gión, y que bien pudiera llamarse la patria másíntima, la patria primera, la patria confidencial·de donde arranca en primer ,término nuestro mis­mo amor nacional; porque es incuestionable que el.amor a la Patria tiene que empezar para nosotros,como para todo el mundo, en los lazos que DOS

unen al territorio donde hemos nacido y arraigado-como plantas humanas, ante este prístino cielo quevieron nuestros ojos, frente a este sonante mar quenos adormeció el primero, bajo este diluvio de luzque nos enciende el corazón, cabe estos campos per­petuamente primaverales, que quieren regocijarnuestro ánimo con una eterna sonrisa... Esa pa­tria regional es natural que se ame... Después de lapatria regional, la patria total, la Patria una....

Conocí personalmente a Manuel ELzaburu enArecibo, cuando iba a visitar a su novia ManuelitaFernández, la hija del marqués de Las Claras. Sehospedaba en un hotel, que estaba contiguo a micasa vivienda. );0 era_I!1édico del marqués, y en unade las veladas de la casa nos encontramos y fui­mos presentados. El apuesto galán, como tambiénsu elegante novia, gustaban mucho de hablar de li.teratura; así que prendida la charla nos dimos lalata mutuamente.

El me conocía por mis trabajos publicados enLa. Revista de Puerto Rico, de don Manuel Femán­dez Juncos; y. por la misma causa le conocía yo aél. Alabamos mucho la labor cultural del asturianopuertorriqueño, cuyo magazine tenía tanta acepta·ción del público. Así volaron las .horas y me retirede la casa a la medianoche. Hogar en que acostum­braban sus dueños meterse en cama de nueve adiez.

A la siguiente velada me presentaron el vistosoálbum, de cubiertas de nácar, de· Manuelita, paraque escribiera algo en él. Noté que en el hermosí­simo libro se había cultivado con empeño el géne­ro neutro. 'Padilla escribió Lo Grande, esculpiendoesta frase: «Niña, el árabe en su aduar - vueltoslos ojos a Oriente - dice como buen creyente, Dioses gra~de: Alá·ach·ibarJ>. Brau grabó un soneto ti·

tulado Lo Bueno, que termina con estos versos:«Si el fin de 1;;1 existencia Amor resume - Amor esde la vida lo más bueno.• Fernández Juncos escri··bió Lo gracioso. El Dr. Ferrer, Lo Viejo. Daubón, Lopequeño, anunciándoles a los recién casados la pro­genie en estas sentidas notas: «·Larva viviente, queen secreto guarda - la bella mariposa: - ya laverás volar, ya en tus oídos - resonará la nota ­que conmueve las fibras de tu pecho - más sen­sibles y hondas».

Yo escogí como tema Lo Heroico, y por cierto,al.publicarse en La Revista de Juncos me trajo undisgusto con el Comandante militar del Depar­tamento el Teniente Coronel ,Prats, quien me co­municó reservadamente (yo era el médico de sufamilia): que tenía órdenes del Gobernador devigilar mi conducta en el pueblo por unos versossubversivos que había escrito en un periódico delfilibustero Fernández Juncos.

Elzaburu era un jove~ buen mozo, de estaturaregular, enjuto de carnes, aspecto muy simpático,atrayente por su yerba fluida y diplomática. Ves­tía siempre con elegancia; y era inclinado en 5US

diálogos más al elogio entusiasta que a la sátiramordaz. No tenía enemigos personales. Era tem­plado en política, aunque afiliado al Partido Au­tonomista. Sabía despreciar las injurias, una delas cosas más difíciles y necesarias en la vida.Tuvo la gloria inmortal de ser el fundador delAteneo Puertorriqueño, en unos momentos histó­ricos en que todas las personas sensatas de SanJuan creían positivamente en que fracasaría ensu empeño, tal era el bochornoso ambiente polí­tico de nuestra siociedad en aquella época. Alproponerles el bondadoso y sociable literato fun­dar en la capital de Isla un centro civilizador don­de las personas de rica mentalidad pudieran pro­digar sus conocimientos a sus compatriotas ala 'Vez que departir fraternalmente, se le echabana reír en sus narices y le decían con ingenua fran­queza:

-'Pero, hombre, ¿en qué berengenal se quiereusted meter y meternos?

Hay momentos en que es preciso llevar adelan­te una idea y no retroceder. Lo que ha de ser, es)" será. Y así como no hay quien impida el true­no, sujete el relámpago ni contrarreste el rayo,nadie pudo impedir que Elzaburu persistiera te­soneramente en su plan y triunfó al fin. El día30 de Abril de 1876 quedó constituido el AteneoPuertorriqueño,l con la inútil retranca, consignadaen sus Estatutos 1 ¡de que no se podría hablar ni

1. Véase el Acta de su fundación en el Boletín Histórico dePuerto Rico tomo segundo, página 141.

2. Véanse los Estatutos del Ateneo en el Boletln Histórica del'uerto Rico, tomo séptimo, página 224.

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discutir en el Ateneo asuntos de religión y polí­tica!... Las dos cuestiones más esenciales a la vidade todo pueblo... Dice Víctor Hugo, o:]a verdaderavirtud, la verdadera moral y ]a grandeza verdade­ra son inteligentes e indulgenteslII. Así era el ~l­

ma de Manuel Elzaburu. Y así pudo 'llegar a lacumbre.

A fines del año 1891 trasladé mi hogar de Are­cibo a San Juan, a fin de educar mis hijos en elInstituto Civil. .

Cuál no había de ser mi sorpresa al ser lla­mado con premura alIas ~ocos meses a la casa deElzaburu en una flía tarde del mes de Febrerode 1892. La casa estaba llena de gente, y en lasala tendido en una alfombra yacía el cadáverdel infortunado amigo. Había muerto de repen-

• ~e, como herido por rn rayo. La esposa, desespe­rada e inconsolable, gemía postrada a su lado, conlágrimas que destrozaban el corazón de los que

J;iresenciábamos tan. dolorosa escena.Elzaburu padecla del corazón, como Balzac

y Soulié. No murió lentamente e hinchado comomuchos cardíacos,. sino de súbito y trágicamente.

La esposa seguía sollozando echada sobre el ca­~ver. Yo me alejé de aquella sala que estaba im­pregnada de un dolor intenso. Al salir de la casame detuvo la joven Ana María Padilla, la hija delCaribe:

-¿Se va usted?-Los médicos sobramos, cuando no podemos

dar la vida. Y como amigo, también soy aquí inú­til. El único remedio es la resignación. Y estaamarga pócima corresponde a usted administrar­la, como íntima amiga de Manuelita.

La muerte es el saldo de una cuenta con­traida a espaldas nuestras: pero al querido ami­go le saldaron la suya antes de tiempo. Sucum­bir EIzaburu en 1892 era muy prematuro. Cayócuando todo sonreía en tomo de él. El cariño lerodeaba por todas partes. El' Ateneo aún llora suausencia, aunque colocó su retrato en lugar pre­ferente. Sobre su tumba florecerán siempre lassiemprevivas del cariño, y el mirto y el laurelde la Patria que no le olvida. ¡Inolvidable 12 deFebrero de 1892!

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Page 45: Revista del Instituto de Cultura

Una antorcha que sigue alumbrando

Por VICENTE GtIGEL POLANCO

EN LA VIDA DE UNA INSTITUCIÓN DE CULTURA, DEL

fecundo y dramático hacer del Ateneo Puerto­rriqueño a través del tiempo, llegar a los 90 años,sin flaqueza en los empeños, en plena y crecientepromoción de los valores del espíritu, constituye unacontecimiento de alta significación en los fastosde un pueblo anheloso de afirmar su personali­dad histórica.

Alcanza el Ateneo ese privilegiado galardón deltiempo, que cobra sentido, no en el mero transcu­rrir de los años, que eso poco valdría, si no enla obra paciente, continua, animosa, de estímulode las letras, las artes, la educación y las cienci:ls,en medio de la incomprensión, la apatía, la ca­rencia de medios y a ratos hasta la hostilidad dequienes no aprecian lo que estos menesteres con­llevan para el logro del destino entrañado delpueblo puertorriqueño.

La antorcha simbólica que encendieron en latarde del 29 de junio de 1876, entre otros, Manuelde Elzaburu, Alejandro Tapia y Rivera, José Ju­lián Acosta, Francisco de Paula Acuña, José Géigely Zenón, Félipe Gutiérrez, Pedro Gerónimo Goico,Federico Asenjo, Gabriel Ferrer, José Facundo Cin­trón, Francisco del Valle, Laureano Vega, ManuelA:lcalá del Olmo, Ignacio Díaz Caneja, Juan Z.Hernández, Ramón María Moreno, Ignacio Beyéns,José Pérez Moris y Miguel Ferrer y Plantada, enel acto de apertura e instalación del Ateneo en losaltos de la casa número 28 de la Calle de la Forta­leza de esta Capital, ha seguido alumbrando concristalina luz la conciencia de Puerto Rico duran-

te 90 años consecutivos. La antorcha no se ha apa­gado jamás. De aquellas manos fundadoras pasóa otras, penetradas de igual sentido de responsa­bilidad de que el fuego sagrado que ilumina loscaminos del saber no puede extinguirse nunca, sinmenoscabo de la íntima valía, del decoro nacio­nal, de la esencia misma de la vida individual ycolectiva de nuestro pueblo. Y de esas manos pasóa otras, y a otras, a través de las generaciones, ensucesión inquebrantada, de hombres y mujeres,alertas a los valores de la cultura y a las funcio­nes beneméritas que corresponden a esta DoctaCasa en su tarea de aliento, vigilancia y promociónde las gestas del espíritu.

Con el andar del tiempo, y frente a las vicisi­tudes que ha afrontado nuestro país en su de­senvolvimiento histórico, el Ateneo ha quedadócomo un bastión irreductible de la nacionalidad,oponiendo eficaz resistencia a las fuerzas de de­sintegración y propulsando victoriosamente, me­diante empresas creadoras y de dinámico estímu­lo, el fomento de las letras, las artes, la educacióny la ciencia.

Tribuna libre -la única en Puerto Rico-, yaque en momentos aciagos de nuestra historia noha habido otra disponible para la franca exposi­ción de las ideas, sin trabas ni limitaciones; tri­buna libre, cuando decretos gubernativos del co­lonialismo imperante han cerrado al pueblo escue­las y teatros, y hasta iglesias y cementerios paraque no pudieran honrar la memoria venerada delos próceres patrios: tribuna libre para la difu-

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S10n de todas las cátedras, de todas las orienta­ciones políticas, económicas y sociales, y de todoslos clamores de justicia y de libertad de la ciu­dadanía, el Ateneo ha mantenido, a través deltiempo, abiertas sus puertas y accesibles sus fa­cilidades para la libre expresión del pensamientoy el polémico examen de todos los problemas fun­damentales.

Una nueva generación rige hoy los destinos deesta Casa, multiplicando sus actividades de ayer,sin faltar a una sola de sus normas tradicionales;

al contrario, poniendo vigilante cuidado en quesiga cumpliendo su alta encomienda en el claroambiente de libertad y respeto y creadora eficien·cia que le ha caracterizado siempre.

Al alcanzar el Ateneo 90 años de servicios emi­nentes a la cultura patria, está en orden un brin­dis de gratitud y afecto en honol: de los fundado­res que encendieron la simbólica antorcha de suspreocupaciones en 1876 y de los que a través delos años han preservado el fuego sagrado de sualta misión.

PRESIDENTES DEL ATENEO DESDE LA FECHADE SU FUNDACION

Por meses y trimestres

Don Francisco de Paula Acuña.Don Ignacio García Tudela.Don Ramón Rodríguez Rivera.Don Leonardo Tejada.Don Alejandro Tapia.Don Olimpio Aguado.Don Calíxto Romero.Don Francisco Garrido.Don Ramón Buega.

Don Nicolás Arezpacoechea.Don Manuel Corchado.Don José Julián Acosta.Don José Laguna.Don Francisco Larrea.Don Fernando Núñez.Don José R. Becerra.Don Manuel Elzaburu.Don Manuel Alonso.Don Benito Macias.

Par años

Don Alberto RegúJez (1886).Don Manuel Elzaburu (2.A época) (1887-89-90-91-92).Don Francisco del Valle AtiJes (1893).Don Carlos Maria Soler (1894).Don Juan Hernández López (1895-96-97-98).Don Francisco del Valle AtiJes (2.A época) (1899).Don Salvador G. Ross (1900-01).Don José Gómez Brioso (1902).Don Cayetano Coll y Toste (ler. semestre 1903).Don Manuel Fernández Juncos (2.0 semestre 1903).Don Manuel Quevedo Báez (1904-05-06).Don Jacinto Texidor (1907).Don Ferdinand R. Cestero (1908-09-10).Don Cayetano Coll y Toste (2." época)(1911-12-13-14).Don Jesús María Lago (1915).Don José de Diego (1916.17-18).Don Epifanio Fernández Vanga (1919-20-21).Don Jesús María Lago (2.- época) (1922-23-24-25-26).Don Manuel Benítez Flores (1927-28-29).Don Emilio del Toro Cuebas (1930-31).Don José Ramírez Santibáñez (1932).Don Rafael Rivera Zayas (1933).Don Samuel R. Quiñones (1934.35-36).Don Emilio S. Belaval (1937-38).Don Vicente Géigel Palanca (193940-4142).Don Miguel Meléndez Muñoz (1943-4445).Doña NiJita Vientós Gastón (1946-1961).Doña Piri Fernández de Lewis (1961-1965).Don Luis Rodríguez Morales (1965-

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Page 47: Revista del Instituto de Cultura

El Ateneo y sus primeros años*

Por LUIS M. RODR1GUEZ MORALBS

EL ATE~EO PUE~TORRIOU~ÑO PUEDE SENTIRSE COM-placIdo al mIrar hacIa atrás y contemplar una

vida larga y fructífera. El Ateneo, sin embargo, nosiente la morosa complacencia del que vive depasados laureles. Los laureles del pasado han deinspirar los esfuerzos del presente si es que hande merecer el respeto del futuro. Para el Ateneo noexis~en más laureles que una responsabilidad cum­plida en el pasado y una obligación de continuarsu ~mplimiento.

No aprovechamos siquiera el hecho de celebrarestos primeros noventa años de vida para hacer unalto en nuestras labores. Habremos de aprovecharla ocasión para reforzar la voluntad de servir a lapatria al máximo posible. Si miramos hacia elpasado del Ateneo, habremos de encontrar el nece­sario estímulo en la abundante evidencia de suaportación a la cultura del país. Desde su funda­ción hasta el presente ha sido preocupación de estainstitución el conservar y enriquecer nuestra cul­tura. Aquellos hombres que bajo el liderato de donManuel de Elzaburu fundaron el Ateneo Puertorri­queño el 29 de junio de 1876, se movieron a ellopor compartir entre sí una preocupación cultural.Quisieron establecer un organismo que sirviera alas artes, a la educación, a la literatura y a lasciencias. Quisieron abrir caminos de conocimientosa sus conciudadanos y quisieron dar impulso alvuelo de su imaginación y su creatividad.

Gestores primeros de esta idea lo fueron, juntoa don Manuel Elzaburu, don Francisco de PaulaAcuña, don Ramón María Moreno, don José PérezMoris, don José Ygnacio Beyens, don Alejandro

* Saludo del Presidente del Ateneo Puertorriquello en el actode la celebración del nonall¿simo :miversarlo de la InstiludÓn.

Don Alejandro Tapia y Rivera, uno de los fundadoresdel Ateneo Puertorriqueño.

Tapia y Rivera y don José Ramón Becerra. A ellosse unió un grupo de 41 ciudadanos en la celebra­ción de la primera reunión convocada para consi­derar la fundación del Ateneo Puertorriqueño yque se celebrara el 30 de abril de 1876 en la SalaPrincipal del Ayuntamiento de San Juan.

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Ejecutadas las tramitaciones oficiales de rigor,el grupo quedó constituído el 29 de junio de 1876en acto formal que presidiera don Miguel Ferrery Plantada, Secretario del Gobierno General, yquien representó en esa ocasión al Gobernador donSegundo de la Portilla, Protector y Presidente He­norario del Ateneo.

La Junta Directiva quedó constituída bajo lapresidencia de don Francisco de Paula Acuña quienreiteró que «el objeto exclusivo de la instituciónes la cultura de las ciencias, letras y artes».

El interés docente de la Institución quedó com­probado prontamente pues en la reunión del 9 dejulio se acordaba el establecer cátedras gratuitas ypúblicas. A esos efectos don José Julián Acostaofreció dar una serie de conferencias bajo el tí­tulo de «Marcha progresiva de la Humanidad enel conocimiento de la superficie' de la tierra».

El 29 del mismo mes don Alejandro Tapia anun­cia sus conferencias tituladas: «La bella literaturay sus relaciones íntimas e imprescindibles con ,aestética». El 5 de agosto se aprueba el estableci­miento de una cátedra de inglés y el 5 de septiem-

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bre don Narciso González ofrece dictar un cursosobre Filosofía.

Demás resultaría en esta ocasión tratar de haceruna relación exhaustiva de las labores del Ateneoen sus primeros años. Baste con lo apuntado paradejar señalado el interés y la intención de aquelloshombres que hoy hace noventa años fundaron estaCasa para servir al pueblo puertorriqueño.

Lo que desde entonces se realizó es en buenaparte conocido de ustedes.

Al extender este saludo a ustedes, los amigosy sostenedores del Ateneo Puertorriqueño quierohacerlo con una palabra final de reconocimiento yde agradecimiento. Reconocimiento al talento crea­dor de nuestros colaboradores que hacen posiblecontinuar tan honrosa tradición cultural y agrade­cimiento porque este talento siempre ha venidounido a la generosidad que es característica delverdadero erudito, la generosidad de compartir laciencia y el arte adquirido con tesón y constanciapara ponerlo al alcance de una comunidad como lanuestra que merece el mayor esfuerzo de sus me-jores hombres y mujeres. .

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Los 90 años del Ateneo Puertorriqueño

Por NnITA VIENT6s GASTóN

e UMPLE NOVENTA AÑos DE VIDA EL ATENEO PUERTO-

rriqueño, institución cuya importancia en lavida de nuestro país no es posible exagerar. Digoque no es ,posible exagerar su importancia por queel Ateneo Puertorriqueño es ]a institución que másha hecho por ayudar al puertorriqueño a con­servarse a sí mismo, la que más ha contribuidoa que perdure e!l modo de ser puertorriqueño,la que nunca ha puesto en tela de juicio queexiste un personaje en el gran drama de ]a his·toria que se llama Puerto Rico. Sin ella, dada]a situación política de Puerto Rico, acaso no hu­biera podido sobrevivir el espíritu puertorrique­ño. Es la institución que ha tenido y tiene la máslúcida y amorosa conciencia de ]0 nuestro.

En el discurso de inauguración don Miguel Fe·rrer y Plantada, uno de los 47 fundadores del Ate­neo, terminó diciendo: «que el día 29 de junio nopodía menos de ser y lo era en efecto un día dejúbilo para Puerto Rico que avanzaba en el ca­mino de la ilustración y del progreso con el esta­blecimiento de un centro que redundaba en bene­ficio no sólo de la generación pJ.:esente sino tamobién en el más alto valer de las generaciones ve­nideras.. Y don Francisco de Paula Acuña, enotro discurso, señaló que era un error creer quelas actividades culturales para las que se fundabael Ateneo «tuvieran casi exclusivamente sentidoespeculativo cuando, por el contrario, se rozan ín­timamente con la vidall. Las palabras de don Mi·guel Ferrer fueron proféticas: el Ateneo ha sidoun instrumento firme y valioso para expresar elpensar y el sentir de tres generaciones de puerto­rriqueños. Y las palabras de don Francisco dePaula Acuña definen la función que ha cumplido

el Ateneo y explican su influencia. Porque paralos hombres que fundaron esta Casa y para losque la han dirigido a través de su larga vida, elauténtico saber es el saber que ayuda a ver conmás claridad el mundo en que vivimos, el que to­ma parte activa en todos los acontecimientos queafectan la vida del país. Las minorías que han di·rigido el Ateneo han cumplido una función rec­tora, siempre han tenido plena conciencia de laresponsabilidad de ]a inteligencia.

El Ateneo Puertorriqueño ha realizado una la­bor de tal magnitud -fue, para sólo citar UD dato,nuestra primera universidad con el establecimien­to en 1888 del Instituto de Enseñanza Superior­que no puede escribirse la historia de Puerto Ri·ca a partir de 1876 sin hacer a la vez la historia dela institución. Pero para mí sus dos funciones prin.cipales, las funciones por las que continúa siendola institución más necesaria al país son: su verda­dero sentido del valor del pasado y su condiciónde tribuna libre.

En un país en que, por nuestra situación polí­tica, se tiende a ignorar, menospreciar o desvalo­rizar el pasado, el Ateneo ha proclamado siempreque no se puede tener conciencia del presente, nirecursos para hacer frente al porvenir, sin el con·sentimiento del pasado; que el pasado no es «lopasado», lo que ya se ha perdido en el tiempo:que el pasado es la historia. Ha señalado siempreque sólo hacen historia los hombres que tienenplena conciencia de su historia, que un pueblo sinsentido de su pasado es un pueblo despojado dela más rica fuente de enriquecimiento espiritual.Porque ha insistido siempre en familiarizar alpuertorriqueño con su tradición, en destacar larelación orgánica que existe entre lo que ha sido

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el puertorriqueño y lo que es el Ateneo: la insti­tución que más ha contribuído a que nuestro pue­blo vea la realidad que vive, la que más luz arrojasobre nuestro confuso presente. Es la voz de laconciencia puertorriqueña.

La otra función que destaco, la de tribuna li­bre, es hoy más necesaria que nunca. Atravesa­mos un período de crisis de los derechos civiles,en que se habla mucho de democracia, pero semenosprecia su espíritu, en que se mira al incon­forme con recelo y al disidente como enemigo.El Ateneo Puertorriqueño es la institución quemás se ha distinguido en Puerto Rico no sólo porpermitir en su recinto la discusión de todas lasideas, por impopulares que sean, sino también porel respeto que ha tenido a la persona de los quelas sustentan. El diálogo ha sido y es el alma dela institución. Sabe que el único modo de contribuira formar una sana opinión pública es alentar lalibre expresión del pensamiento.

El Ateneo Puertorriqueño es la instituciónnuestra que mejor refleja el espíritu nacional ya la vez la que mejor refleja el espíritu de lo uni­versal. Ninguna otra pone tanto empeño en hacercomprender a nuestro país que es sujeto de la his­toria, ninguna otra pone tampoco tanto empeñoen darle a conocer las ideas por las que los hom­bres de todos los países viven y mueren. Y nopodría ser de otro modo. Porque sólo el conoci­miento y el respeto de 10 nuestro permite conocery respetar 10 ajeno. Siempre se va a 10 universalpor el camino de lo nacional.

Yo diría que el Ateneo, que cumple esta do­ble función -que es bien vista una sola: ayudar aformar hombres libres- es, a pesar de sus noven­ta años y por 10 que ha hecho durante esos no­venta años, la más viva de nuestras instituciones.Por que los valores que cultiva y exalta son losque justifican el quehacer del hombre, los quedan sentido a su vida.

¿Cómo expresar nuestro agradecimiento a los47 puertorriqueños que con tanta fe y tanto en­tusiasmo fundaron esta Casa, en donde el puer-

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Francisco de Paul Acuña, Fundador y Presidentedel Ateneo.

torriqueño ha encontrado siempI:e 105 recursos es­pirituales para hacer frente a su destino? Creo queel mejor modo es cuidar este valioso legado, sos­tenerlo tan vivo como hoy para las generacionesfuturas; que todo puertorriqueño considere un de­ber y un honor mantener siempre abierto el Ate­neo Puertorriqueño, el mejor exponente en nues­tro país del espíritu nacional y de los valores uni­versales.

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Significado del Ateneo desde el punto de vistade un educador*

Por ISMAEL RODRíGUEZ Bou

EL ATENEO CELEBRA LOS 90 AÑOS DE VIDA EN EL

preciso momento en que se hace necesario,por acontecimientos políticos recientes, empren­der -sin partidismos, ni prejuicios, ni fantasías­una serena, informada, documentada labor educa­tiva sobre 10 que ha sido, es y quiere ser estepueblo como comunidad civilizada. El destino deun pueblo debe decidirlo el pueblo, pero no unamasa que ignore aquello por lo cual decide, sinouna comunidad ilustrada, esclarecida, educada ycon cabal conocimiento de las implicaciones de ladecisión a que llegue, en paz con su concienciay en comunión con su espíritu. Harían bien todaslas organizaciones educativas, cívicas y culturalesen coadyuvar en la magna obra de educación quenos queda por delante. En esta tarea el foro abier·to y libre que es por tradición y razón de ser,el Ateneo Puertorriqueño, tiene destacada partici­pación e indeclinable responsabilidad. No hay du­da de que la descargará a satisfacción.

Es innecesario de mi parte hacer un recuentode los cursos, conferencias, juegos florales, certá­menes, seminarios, foros, representaciones teatra­les, entre la sorprendente variedad de actividadesculturales que en sus noventa años de vida hapatrocinado el Ateneo Puertorriqueño. La reseñade esta labor puede encontrarse en libros, revis­tas, periódicos y publicaciones varias, fácilmenteasequibles en cualquier biblioteca del país.

Para entender la obra y la actividad de unainstitución social y de cultura es imprescindibleexaminar el ambiente en que se fundó y las condi­ciones sociopolíticas y económicas de la época enque tuvo gestación.

• Ponencia presentada en el (oro celebrado el 16 de agostode 1966 con motivo del nonag~slmo aniversario de la Inslltudón.

La fundaci6n del Ateneo así como su persis­tencia en el tiempo, constituye una confirmacióninequívoca de la fe de este pueblo en la educacióncomo medio innegable de preservar su cultura, defortalecer su personalidad, de definir cada díacon mayor claridad su contorno de pueblo madu­ro y sereno, de preservar su idioma y su identi­dad. Lo que ha logrado el Ateneo es prueba claray diáfana de la determinación ae unos hombresy del empeño de un pueblo de proveerse de unatribuna libre desde la cual unos seres libres e3­tuvieran siempre ilispuestos a decir su verdad, adiscutir los temas que los angustian e inquietan,a dialogar sobre los rumbos de su sociedad, acompartir obra creadora, a ilustrar a sus seme­jantes y a aprender enseñando.

El Ateneo se funda en junio 29 de 1876. Paraesa época las facilidades educativas en PuertoRico eran escasas. En junio de 1869 asistían 8,129alumnos a 313 escuelas públicas de la isla. Estacifra representa una merma de cerca de dos milalumnos en comparación con la matrícula dosaños antes (1867).1

El crecimiento poblacional era «anormal» y su­bía como la espuma -de 150,000 habitantes en1-821 subió a 600,000 en 1870 y ya en 1882 habíaen Puerto Rico unos 752 mil habitantes.2 Los que ra­zonen un poco sobre la presión poblacional y susefectos en la preparación y contratación de maes­tros, en las facilidades de aulas, equipos y mate·riales de enseñanza comprenderán 10 que significaesta explosión poblacional que nos afligió enton­ces y aún nos constriñe.

La agitación política existente en España para lafecha en que se gesta el Ateneo Puertorriqueño es

1. Juan Jos~ Osuna. A Hislory 01 Educatían in Puerto Rka.2. Antonio Cuesla Mendoza, Historia de la Educacidn en el

Puerlo Rico Colonial 1821.1898, p. 19.

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trasfondo histórico que da relieve al tesón y em­peño de sus fundadores. Del «1821 al 1898 huboen Puerto Rico 47 Capitanes Generales, a razOnde uno por cada 18 meses».3 Estos generales mo­vían y removían, estrangulaban, si querían, la oroganización educativa. Quitaban y ponían maestros,alcaldes y concejales a su antojo. Es el Gober­nador José Laureano Sanz quien en 1874 inicia sugobierno «destituyendo y separando muchos maes­tros por sus ideas liberales; consiguiendo que seabriera un concurso en la Península para que vi­niera un nuevo cuerpo de maestros a hacerse car­go de la enseñanza en Puerto Rico. Al mismotiempo... prohibió la enseñanza privada, SIn pre­via autorización».4

En 1873 tuvo lugar la abolición de la esclavitudque abre las puertas de la libertad a unos 30,000esclavos que deben educarse pcu:a su normal yjusta integración al cuerpo social. El acto de jus·ticia y cristianismo, no por serlo, dejó de com­plicar el de suyo raquítico hacer educativo.

La agitación política que afecta la metrópoliy a los pueblos americanos trajo como consecuen­cia la idea de restringir y censurar los procesoseducativos por el temor de que a mayor ilustra·ción, a mayor luz de entendimiento, a mayoreslecturas más propenso se estaba a los movimien·tos de independencia o lo que es igual, a mayorignorancia menos posibilidad de subversión.

Así es que el «gobierno local, temeroso de quelas libertades disfrutadas por los puertorriqueñosdurante la República pudieran finalmente condu­cir a la pérdida de la colonia, adoptó medidas re­presivas con órdenes de restablecer la organiza­ción política anterior. A su arribo al país, el Go·bernador Sanz disolvió la Diputación Provincial,limitó los poderes de las municipalidades, censuró10s periódicos, intervino con la libertad de prensay 'llenó todos los puestos con elementos afines algobierno. Descontinuó el Instituto Civil, la insti­tución educativa más popular de la Isla, que se es·tableció el año anterior».s

Antes de 1880 no existían bibliotecas públicasen Puerto Rico.

Como si fuera poco este estado de cosas, lasituación todavía mostraba las cicatrices del có­lera de 1855 en que unas 30,000 personas perdie­ron sus vidas y el terremoto del 1867 en que otrastantas corrieron igual suerte.

Es fácil deducir el temple, el coraje, pero ala vez la serenidad y el sosiego que sólo inspira laverdadera cultura, de aquellos hombres que, en

3. ¡bid., p. 2J.4. Pcdro C. Timo!hcc, _Desarrollo dc la Instrucci6n pública en

Pucrto Rlco_, Gratitud y Progreso, cuarto cen~nllrio dc coloni·zacl6n cristiana. (Publicación del Ateneo Pucrtorrlquello), p. J~

11~. 1908.S. Juan Jase! Osuna, op. cit., p. 63.

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medio de ese cuadro social, político y económicose dan a la tarea de fundar un Ateneo, como res­puesta a la opresión, como antídoto al despotis­mo, como bálsamo a las desgracias naturales,como tribuna de libertad.

El Ateneo fue propiamente nuestra primeraUniversidad al fundar la Institución de EnseñanzaSuperior.

Ninguna otra institución educativa o culturalejerció la influencia del Ateneo en la orientación,afianzamiento y ampliación de la cultura en Puer­to Rico.

Sorprende leer la lista de temas que se explica.ban y discutían en su ámbito:

D. José Julián Acosta - Marcha Progresiva dela Humanidad en el Conocimiento de la Su­perficie Terrestre.Los teléfonos eléctricos.

D. Alejandro Tapia - La bella literatura en susíntimas e imprescindibles relaciones con laestética.

D. Manuel Garcfa Salgado - Noción del dere·cho 'Y bases fundamentales del mismo.

D. Manuel 'Elzaburu - Consideración legal dela mujer en la historia.

D. Gabriel Ferrer - Historia de la medicina.D, Manuel Corchado - La justicia 'Y sus mani·

festaciones.D. Francisco Garrido - La fiebre amarilla.D. Aureliano Jiménez y Sanz - Teorías moder­

nas de la Química.D. Cecilia Pujazón - Explicación del objeto de

su misión en las Antillas como Director delObservatorio Astronómico de San Fernando:estudio del paso de Venus.

D. Rafael del Valle - Estudio sobre microbio­logia.

Entre las memorias escojo como ejemplo lassiguientes:

Estado de las clases jornaleras de PuertoRico: causas que lo sostienen,' 'Y medios pa.ra el progreso moral y material de estas tU·timas - Premiada, la de D. Salvador Brau.

Estado actual de la instrucción pública enPuerto Rico: su pasado; su presente; 'Y nlO·do de mejorarla en lo futuro. - Premiada,la de D. Gabriel Ferrer Hernández.

Entre las discusiones en las secciones señalo:

El gran adelantamiento en el progreso ma·terial, es o no en detrimento del progresomoral o lo impulsa y auxilia.

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Se abren a concurso certámenes de cuentos,poesías, obras de teatro. No faltan. por supuesto,los certámenes de composiciones musicales y com­posiciones pictóricas.

No es el Ateneo torre de marfil donde se en·claustran unos intelectuales que pierden contactocon la realidad y las condicienes del conglomera.do social en que se ubica la torre, sino que fundaun Instituto de Enseñanza Libre por el ceinteréstradicional del Ateneo por la cultura popular» ypor su empeño en «proporcionar gratuitamentecursos de cultura práctica a todas las personasávidas de saber y especialmente a los trabajado­res, empleados, estudiantes pobres y adultos queno hubieran tenido oportunidad de educarse con·venientemente».6 Su finalidad ceresponde», dicenlas bases de su fundación. cea la necesidad de de­mocratizar la enseñanza, de divulgar el saber. deponer la cultura en contacto directo con el pueblo,y de difundir los nuevos movimientos de orienta·ción social como medio indispensable para forta­lecer la conciencia colectiva».7

Los cursillos reseñados para este Institutoconstituyen una clara revelación de que esta casaha sido una antena sensitiva, cual radar que oteahorizontes antes que cnos coja el holandés».

Entre los ofrecimientos aparecen cursillos so­bre filosofía del derecho, sociología elemental. evo­lución del pensamiento socialista, movimientoscontemporáneos de orientación social. legislacióndel trabajo y teoría crítica del marxismo y uncursillo -necesario en este momento- sobre no­ticias mundiales de actualidad.

La lista de temas, de repetirse similares cursi­llos, tendrían en ascuas a muchos clubs y orga­nizaciones cívicas, a no pocos nuevos ricos y abuen número de los conversos a la filosofía del«time is money» o cequien manda y vale es donDinero».

Ha sido el Ateneo el precursor del Departa­mento de Estudios Hispánicos, del Instituto deCooperativas, del Instituto de Relaciones del Tra·bajo, de la Oficina de Investigaciones Pedagógi·cas, del Centro de Investigaciones Sociales, delInstituto del Caribe. Expuso el hambre por ahon­dar en estos campos, señaló el rumbo de sus ta­reas aunque sin referencia a su organización. Enfin, la gama de temas at:tísticos, humanísticos, deciencia y sociologia pueden cubrir el catálogode cursos de cualquier institución de enseñanza su­perior o universitaria.

Entre las funciones de una casa de pensamien­to y cultura está la de adelantarse a los aconteci­mientos, la de guiar y orientar a los que en su

6. Vicente Geigel Po1anco, Ate"co Puertorriqueño, revista tri·mestral, p. l.

7. lbid., p. 2.

diario bregar carecen de los conocimientos sufi­cientes para el certero razonar. Una casa de estu­dios, de cultura, de pensamiento, no debe conver­tirse en fortín de poder político, de proselitismopolítico, de parcialidad social, de preferencias re­ligiosas o raciales. Una casa de cultura es seguri­dad de un pueblo, es sostén del pensamiento librey es agencia libre de confusión y engaño.

Este rico catálogo de temas que ha mantenidoel Ateneo atado al ritmo de la vida del país hace re­cordar, en contraste, aquellas palabras de AntonioS. Pedreira:

ceAguda lástima nos aprieta el ánimo cuan­do nos enteramos de las lecturas enanas quehacen tantos y tantos maestros... Esclavos deltexto y del curso de estudio, no logran ofr elrumor de la vida que les queda enfrente, niauscultan los pechos que han de enfrentarse alporvenir. Nadie puede sentir simpatías por esosprofesores mínimos que s6lo se interesan porformar cabezas de alfileres. Vivir de la mu­chachez tomándola en usufructo es, además devillanía, un desfalco de la vida colectiva... ,,8

¿Qué es, en fin, 10 que estos aportes del Ateneosignifican para un educador. en este suelo, ennuestras circunstancias, en nuestra búsqueda de ca·minos y de perfiles propios?

La misión del Ateneo es similar a la del educa­dor. En momentos de mayor aflicción colectiva.cuando los valores y las jerarquías espirituales su­fren merma y confusión por las ambivalencias cul­turales, el Ateneo abre sus puertas al diálogo, aldebate, a la confrontación de ideas, a la conferen­cia iluminadora. Así el educador abre el aula parahacer luz y orientar. en perenne conversación, consus alumnos.

El político puede contemporizar, puede tranzar,buscar el consenso. El intelectual y el educadorestán comprometidos con la verdad. Su deber esatenerse a la verdad según la entiende; su obli­gación es esclarecer cuestiones en controversia yno confundir los issues. A quien tal misión lecorresponde desempeñar y tal deber descargar nopuede amedrentarse por la incomprensión, por elostracismo, por los castigos sin vara ni fuete...Cumplir su misión es gozar su sacrificio... Al Ate­neo no 10 ha amedrentado la infinidad de cargosy acusaciones que contra él se han hecho en diver·sas etapas de su vida. La penuria ha sido su agui­jón y así el del maestro.

En Puerto Rico, hoy como ayer, hay miedo aexpresarse con franqueza, se ha creado una his­teria comunista, se anda en busca de seguridadfísica aunque se atropellen los derechos civiles.Las agrupaciones cívicas más conocidas estánprestas siempt:e a respaldar todo movimiento que

8. Antonio S. Pcdrelra. lnsularismo, p. 131·132.

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garantice el statu qua y a condenar cuanta ideano cuadre con los moldes tradicionales. Ya pocosse atreven a decir su cantar o a salir a pescaraunque los coja el holandés, en frase certera dePedreira.

Terminamos nuestra exposición repitiendounas líneas de una conferencia que dictamos noha mucho ante la Décimoquinta Convención deOrientación Social en Puerto Rico:

«Pedimos participación ciudadana en el plan.teamiento, análisis y solución de problemas conque a diario se enfrenta la comunidad. Pedi·mos que la gente critique y sugiera cambios enlos programas de gobierno. Pedimos que haya"'expresión frecuente, profunda, dedicada, incesan·te"'. Pero por otro lado insistimos en el neutra­lismo y en el consenso de las decisiones. Perotodos estamos pendientes de la señal... Es decirque alguien siempre piense y decida por no<;:>­tras. En esta actitud no veo ni el neutralismoni el consenso; lo que trae a mi memoria elcuento que oí de niño con relación al presidentede ]a asamblea municipal cada vez que som~

tía un asunto a votación. Decía él: "'los que esténde acuerdo dirán sís y los que no, sís también"'.La psicología del semáforo está bien para orde­nar el tránsito de vehículos de motor, pero elpensamiento del hombre, su espíritu, no se arde·na con luz roja o verde o amarilla.

Pedimos diálogo, intercambio de ideas, librediscusión. Aquí la gente habla, demuestra granagresividad. Dice lo que quiere -a veces irres­petuosamente de sus gobernantes- de sus líde·res. Los que van al volante de un automóvil-hombres y mujeres- insultan a quien comt'­te el más ]eve desliz en el nunca resuelto pro­blema del tránsito. Los que escriben hojas suelotas hacen más gala de vocabulario irresponsa­ble y burdo que de ideas frescas y renovadora'i.Quizás ello se deba a que a la gente se le oyepero no se ]e hace caso; a que el poder se lefigura tan lejano y absoluto que su único esca·

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pe, en la perenne frustración, es la estridencia,el alboroto, el grito... Son mecanismos defensivosante la impotencia.

Se crean juntas de gobierno para facilitar ]arepresentación ciudadana, pero las vistas públi.cas se convierten en puro formulismo. Las de­cisiones parecen estar hechas de antemano. Secrean comités para que oigan a los ciudadanospero los informes congestionan las gavetas bu­rocráticas. Se ordenan estudios, de los estudios,de ]os estudios.

De las agencias de gobierno se da a cono­cer lo que es bueno, pero a las deficiencias seles pone sordina y se malquista quien señalauna falla o evalúa su gestión.

No considero buen estimulo al pensamientolibre, al libre juego de la inteligencia, el quelos subalternos tengan por fuerza que darle ab­soluto respaldo a las ideas de sus jefes o pro­yectar o trasmitir siempre el pensamiento y ]apersonalidad de su superior.

Si la gente de inteligencia tienen que sometersu inteligencia, su estilo, su pensar, su perso­nalidad, siempre a la de su jefe, confirmamosla posición del filósofo Epicteto: "'abstine etsustine'" (abstente y aguántate), o la idea delos estoicos de "echarse llave a sí mismo'" o"considerarse en este mundo como en ciudad si·tiada". Ciertamente el ideal democrático -qui­zás ilusión universitaria y ateneista- es de dis­ciplina, respeto y consideración, pero no el de"echarse llave a sí mismo", ni el de convertirseen carcelero de las propias ideas. Comparto me­jor la otra máxima que aparece en el Enchi·ridión de Epicteto cuando aconseja que "no hasde tener ambición de ser Senador, Cónsul niEmperador; conviene que cuides solamente deser libre".•

Vamos a hacer votos por que el Ateneo cuidesiempre de continuar siendo libre. En este pro­pósito el educador y el Ateneo serán compañerosde viaje.

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El Ateneo y el pueblo puertorriqueño*

Por MIGUEL MEL~NDEZMuÑoz

L A ESCUELA DEL AIRE DEDICA UNO DE SUS PROGRA­

mas instructivos al Ateneo Puertorriqueño. Yse me piden unas palabras de introducción por elmotivo de presidirlo en estos momentos.

¿Y qué ocasión más propia que ésta para esta­blecer la posición que ocupa nuestro Ateneo ennuestra vida social y enjuiciar las actitudes de lasociedad y del pueblo puertorriqueño ante la fun­ción cultural que realizó ayer esta Institución ydesempeña ahora?

Para algunos el Ateneo es el refugio de nuestracultura. Cuando se pronuncia esta opinión se infie­re que nuestra cultura ha tenido que huir de algunaparte. Se supone que se la ha desplazado de algúnsitio, y muy preeminente, que ocupara en el cono­cimiento y en la vida de nuestra sociedad. Y, tá­citamente, se afirma que ha sido atropellada, yperseguida en postrer instancia, de tal modo, quehubo de buscar un refugio y se asiló en el Ateneo...Porque esta Sociedad se fundó, hace setenta y tresaños, para x:ecoger y conservar la cultura de aquellaépoca, patrimonio de una élite, tal vez demasiadominoritaria; para llevarla al pueblo; para absorberla suya -folklore; estimular, desarrollar y fomen­tar el cultivo de las Bellas Artes en todas nuestrasclases sociales.

Y, en efecto, el Ateneo Puertorriqueño fue aula,tribuna, ágora, biblioteca, hemeroteca y sede dela Sociedad de Amigos del País. Claro, que poraquel tiempo fue también escenario de Juegos Flo­rales y veladas lírico-literarias: tenía que someter-

* Tomado del libro Obras comple/as. de Miguel Meléndez MuJloz.

se a los mandatos de la época del polizón, delpeinado griego, la falda larga, el corset; el cuelloalmidonado y el pantalón, como funda de paraguas,para el sexo feo.

Alguna gente cree que han desaparecido denuestros hábitos sociales ciertas modalidades dis­tintivas y definitorias de nuestro carácter nacional.Y que se le han superpuesto otras de estilo colo­nialista que franquean el proceso de su hibrida·ción con perjuicio de la integración de nuestra perosonalidad.

Y al contemplar de pasada las cuatro paredesdel edificio del Ateneo, o recordar su estructurafísica, piensan que en ellas han ido a refugiarse,a ejercer el viejo derecho de asilo, las caracterís­ticas fundamentales y genotípicas de nuestro sersocial.

De otro ángulo, en el que se han situado losindiferentes y los que piensan que todas las acti­tudes sociales deben destilar, en fluir caudaloso, unplacer orgánico o sensual, el Ateneo es una frágilreliquia del pasado que le sobrevive en prolonga­da agonía.

Para los escépticos y los epicúreos, el Ateneoes un cenotafio en que yacen los restos de una cul­tura apolillada, representada por una serie de re·tratos de un procerato en olvido, una bibliotecade libros viejos y pasados de moda y algunas co­lecciones de antiguallas. Sitio donde se reúne ungrupo de intelectuales para saturarse de esa atomósfera de moho, de ese ambiente sepulcral, enra·recido por la descomposición del pasado, con la

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fútil esperanza de que los cuelguen allí en estam­pa post·mortem.

¡Ah!, y para la mayoría del pueblo, para esagran mayoría radicada en pueblos y campos lejosde esta ciudad, es un templo raro en el que se cele­bran extraños ritos de una liturgia incomprensi.ble.

Ni las apariencias, ni la realidad que se hallalatente bajo ellas, justifican ninguno de esos jui­cios, no mal intencionados ni perversos, pero sícaprichosos e irreflexivos.

El Ateneo es lo que enunciara suscintamente.Pudo subsistir antes con clara modestia económica,porque las exigencias de la vida estaban limitadaspor el desarrollo lento y espaciado de su progreso.

En la época presente logra construir su hogar.Es a través de grandes dificultades, llamando a to­das las puertas, utilizando todos los recursos pe­titorios, consustanciales a instituciones benéficasy filantrópicas, que solventa el remanente de ladeuda que contrajera para la construcción de suedificio, en un largo proceso de diez años.

Una reseña breve de la labor del Ateneo en loscuarenta y cuatro años de dominación americana,necesita tiempo y espacio que no se me puede otor­gar en esta ocasión.

Baste recordar rápidamente, que cuantas insti­tuciones culturales y artísticas se crearon en elpaís, tuvieron su génesis en el Ateneo inspiradasy propugnadas, casi siempre, por hombres de suafiliación: la Academia de la Historia Puertorrique­ña, Pro-Arte Musical de Puerto Rico, Areyto (Sa­ciedad Teatral), Instituto de Literatura Puertorri­queña, etcétera.

y en aclaración a todas esas opiniones que ana·licé someramente, deseo recordar ahora que, desdeque ocupo su presidencia, he dirigido, varias ve­ces, mi palabra cordial a nuestro pueblo paramantener bien claro que el Ateneo estuvo siemprey ha de estar a su servicio, que no es custodio devalores congelados o inmortalizables, que los hom·bres que lo dirigimos no nos dedicamos a empas­tar y momificar nuestra cultura, ni a mantenernormas anacrónicas ni formas vetustas de sus me­dios expresivos... Que no sostenemos que todotiempo pasado fue mejor. Pero aspiramos a con­servar lo mejor de todo el tiempo pasado de nues·tra civilización. Y postulamos que debemos per­feccionar los instrumentos de nuestra cultura contodos los ingredientes que les comunique másfuerte consistencia y más segura eficacia.

3 de noviembre de 1943.

En una fiesta celebrada por el Ateneo Puertorriqueño, un grupo de señoritas deSan Juan, dirigidas por la señora Torruellas de Arteaga, cantó el Himno Antillano.En la velada participaron el prócer José de Diego y el precoz y ya notable pianista

Jesús María Sanromá.

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E L ATENEO PUERTORRIQUEÑO ES LA MÁS ANTIGUA DElas instituciones dedicadas al fomento de las

artes y las ciencias que continúa prestando señala·dos servicios a la cultura del país.

Fue don Manuel de Elzaburu quien concibió laidea de fundar el Ateneo Puertorriqueño. Pero esde justicia consignar que el dramaturgo puertorri­quetio don Alejandro Tapia y Rivera, con antela·ción al señor Elzaburu, animó la idea de crear estainstitución.

Para celebrar la primera reunión se invitó, se­gún rezaba la convocatoria, ca cuantas personas seconsideró pudiesen ser afectas al pensamiento deestablecer en esta localidad un Ateneo científico,artístico y literario».

El día treinta de abril de mil ochocientos seten­ta y seis, y en los salones del Ayuntamiento de SanJuan, se celebró dicha reunión y acordóse elegir enella una Junta Directiva Provisional que se encargóde formular un Proyecto de Reglamento y se en·tendiese en todo lo relativo a su instalación y susgastos.

El forzado laconismo de estas notas impide con·signar, como fuera de justicia, una exposición deta·lIada de tan fecunda labor a que han ido sucesiva­mente dando cima los varios ·Presidentes, au.xilia­dos por sus colegas de las varias Directivas; peroya que no todas las Presidencias ni de dos de ellassiquiera, hay que hacer resaltar la prolongada yprovechosa de su fundador don Manuel de EIza­buru. En aquella época desfilaron por su cátedraentre otros, conocidos y destacados, dos hombres deciencia: el sabio naturalista cubano don Carlosde la Torre y el Director del Observatorio Astro·nómico de San Fernando, don Cecilia ·Pujazón. Eldoctor De la Torre pronunció durante el curso del

El Ateneo Puertorriqueño

Por ANTONIO PANIAGUA PICASO

año de 1883-1884 diecinueve conferencias sobre laevolución de los organismos.

El Ateneo adquirió como es de notarse señaladí·sima importancia. Hasta entonces, las justas lite·rarias habían tenido en Puerto Rico solamente ca·rácter de certámenes; entonces, y por primera vez(1888), se celebraron unos Juegos Florales, segúnel ritual clásico. En ellos reverdeció sus laurales,conquistando 'la Flor Natural para sus broncíneostercetos a la Patria, don Salvador Brau; Canto a laFe de sus Mayores, con la fe de un convencido yla voz de un convincente, don Manuel PadillaDávila; e hizo, ostensiblemente, sus primeras armasdon José de Diego, arrebatando para su oda a laPatria el premio que se había predestinado paraun canto al Amor. Fue también mientras presidíael mismo Elzaburu, cuando se creó en Puerto Rico,a iniciativa del Ateneo y bajo su dependencia, laclnstitución de Enseñanza SuperiorlD, universidadembrionaria, que no por ser embrionaria dejó deprestar, durante la década de su existencia, valio­sísimos servicios a la causa cultural de nuestropaís. Al hablar de los constantes y delicados es·fuerzas que culminaron en la creación de este altoy memorable centro docente, hay que poner, juntoal nombre de aquel Presidente del Ateneo, el nom­bre de nuestro compatriota don Julio Vizcarrondo,residente a la sazón en la capital de España, encuyas Cortes representaba, como Diputado, a Puer­to Rico, y quien paralelamente laboró sin descansoante las supremas autoridades legislativas y admi­nistrativas de aquella época, venciendo obstáculos,limando asperezas, destruyendo prejuicios, cal·deando entusiasmo, asegurándose colaboraciones yamistades.

La Universidad de La Habana prestó un señala­dísimo servicio a la cultura puertorriqueña, ya que

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catedráticos de esa antigua e ilustre Universidad setrasladaron a Puerto Rico con el objeto de exami­nar a los estudiantes de la Institución de Enseñan­za Superior al finalizar el año académico.

El edificio que sirve de albergue a la instituciónse construyó durante la presidencia del poeta donJesús Maria Lago, a cuyo denodado esfuerzo sedebe el que la institución lo posea actualmente.

A partir de la presidencia de don Emilio delToro Cuebas, se comenzó la labor de rehabilitacióneconómica del Ateneo, continuada por sus presi­dentes licenciados Samuel R. Quiñones, Emilio S.Belaval y Vicente Géigel Polanco. Un legado de laseñora Paniagua Adonis permitió al Ateneo saldar

. su deuda y librar a la institución del gravamen enque se había incurrido para costear la edificaciónde su actual albergue.

En estos últimos años resurgió de nuevo a lavida cultural la vieja institución con la creación delInstituto de Enseñanza Popular presidido por donMiguel Meléndez Muñoz con la cooperación entu­siasta del Presidente a la sazón del Ateneo, licen­ciado Vicente Géigel Palanca. Durante la presiden­cia del licenciado Samuel R. Quiñones se reanudó lapublicación de la revista Ateneo Puertorriqueño,órgano de la institución que llevaba la voz de lacultura puertorriqueña a todos los países de Nortey Sudamérica, así como a todos los países de lavieja Europa.

Reelecto Presidente del Ateneo don Miguel Me­léndez Muñoz por su eficaz labor en el pasadoaño, dando un poderoso aliento económico y cul­tural a la institución, inaugura sus actividades delpresente año con una conferencia del profesorespañol y poeta don Pedro Salinas, a la que seguiráuna disertación del señor Meléndez Muñoz, sobreel siguiente temario: Jibaridad o Afirmación Puer­torriqueña y Bilingüismo: Home vs. Hogar y Soliodaridad Social. En otras fechas diferentes hablaráel señor Meléndez Muñoz sobre «El mercantilismoen las profesiones y la crisis de su sentido huma­nista». También pronunciará otra conferencia el li­cenciado Emilio S. Belaval, ex presidente de la insti­tución, cuentista y Juez de la Corte del Distritode BayamÓD.

Se ha señalado al Ateneo Puertorriqueño fiel alpropósito que impulsara su creación, como el másacrecentado defensor de nuestra cultura y el idio­ma vernáculo. Alerta siempre a las más caras con·quistas de la libertad de pensamiento acordó re·cientemente, en relación con la enseñanza religiosa,«que el poder polftico del gobierno para dirigir lainstrucción pública no debe utilizarse, ni directani indirectamente, para crear un estado de con­ciencia que acentúe la división sectaria de la comu­nidad».

15 de febrero de 1945.

El antiguo domicilio del Ateneo Puertorriqueño. Ubicado frente a la Plaza deArmas de San Juan, fue centro de intensa vida social y cultural. La fotografíamuestra al público asistente a una velada literaria. Entre los concurrentes figurael doctor Manuel Quevedo Báez, quien durante algún tiempo fue presidente de

la institución.

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Función del Ateneo en la vida puertorriqueña*

Por Noá COLÓN MARTfNEZ

L os ABOGADOS DE PUERTO RICO CRUZAMOS EL UM-

bral del Ateneo Puertorriqueño con profundorespeto y con legítima esperanza. Diría más, pene­trar su recinto sobrecoge el espíritu y lo inclinaa reflexiones de reconocimiento y agradecimiento.

No es necesario en este momento hacer un re·cuento detallado de los actos y de las actitudes quewestra institución y la nuestra han hecho parte desu patrimonio. Imposible será asimismo no señalaralgunos aspectos de común interés.

Nuestra institución adscribe a los propósitosdel Ateneo una primordial importancia y estamosconvencidos que estos 90 años de fructífera laboren beneficio de las letras, la ciencia y las bellasartes no sólo hacen al Ateneo acreedor al mayorrespeto sino que ha convertido a nuestro país ynuestros abogados en beneficiarios de un legadoque ha enriquecido de modo permanente la vida denuestro país. La del Ateneo ha sido una labortesonera y difícil.

El Ateneo Puertorriqueño y su labor: y misiónde noventa años en la vida puertorriqueña nopodría evaluarse con justicia si no tenemos pri­mordialmente presente el marco social en que tieneque realizar su función. Desde su misma fundaciónel 29 de junio de 1876 responde a la necesidad decontar con un foro desde donde pudieran expresar­se libremente las ideas de valor cultural para PUer­to Rico.

Nace esta institución en un momento crucial denuestra historia. Había sido abolida la esclavitudtres años antes. Al día siguiente de su instalación

• Palabras pronunciadas por el Presidente del Colegio de Abo­gados de PlIérlo Rico el 16 de agosto de 1966 en el Ateneo Puer.,torrique/lo con motivo del nonagésimo aniversarlo de la InstitucIón.

se aprueba la Constitución Española de 1876 queconsolida la restauración monárquica y que garan­tiza con ciertas limitaciones la libertad de cultos,el derecho de reunión y la libertad de expresión.

El Ateneo nace además con la misión de preser·var y promover el desarrollo intelectual de PuertoRico estimulando la creación artística en todas. susmanifestaciones. En esta tarea tropezará con lasfallas de una civilización que concede excesiva im­portancia a la adquisición y retención de bienesmateriales y en la cual los valores culturales tras­cendentes y la dignidad y la libertad del hombresufren el peligro de un continuo menoscabo. ElAteneo Puertorriqueño ha realizado una labor titá­nica estimulando la creación artística. Premiandolas creaciones más destacadas año por año y enmuchos casos haciendo posible su publicación oexposición.

Como foro para la libre expresión del pensa­miento de los puertorriqueños el Ateneo tiene elorgullo de ser la institución más consecuente a esteprincipio abriendo sus puertas a todos los credos,a todas las ideologías políticas, a todas las corrien·tes de expresión.

Esta tendencia ha unido nuestros esfuerzosdurante los últimos años. El Colegio de Abogadosha compartido la preocupación por la protecciónde las minorías, por el derecho de todos a expre­sarse y a disentir y como ustedes hemos abiertonuestras puertas a la discusión de todas las ideas.En 1961 la compañera Leda. Nilita Vientós Gastónexpresó en el periódico El Mundo refiriéndose alAteneo lo siguiente:

"No ha sido una torre de marfil desde la queunos intelectuales se han atrincherado a contem­plar con indiferencia lo que ocurre fuera de su

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recinto. Sabe que el único medio de conservar losvalores que llamamos eternos es estar siempreatentos a lo que ocurre en el mundo de todoslos días. Ha tomado parte activa en los aconteci­mientos sociales y políticos y ayudado a fonnarla opinión pública. Tres ejemplos recientes 10conCinnan: la protesta contra la Ley de la Mor­daza, el foro sobre la Constitución del EstadoUbre Asociado y el pronunciamiento sobre lasCartas Pastorales."

Obsérvese que de los tres elementos señalados,dos tienen tangencia con asuntos que nos concier­nen directamente a los abogados y con relación alos cuales nuestro Colegio se pronuncia frecuente­mente.

Desde el año 1898 el pueblo de Puerto Rico, deidioma, tradiciones y cultura hispánica ha estadovinculado a Estados Unidos de Norteamérica, deorígenes, idioma y cultura distintos. El AteneoPuertorriqueño ha realizado una misión gigantescaen la batalla por la preservación de nuestro idiomay en la organización de foros, conferencias y semi­narios en donde se discute libremente el statuspolítico de Puerto Rico.

El abogado puertorriqueño ha desempeñadoun destacado papel en esta labor del Ateneo Puer­torriqueño. Debe señalarse que en su organizaciónoriginal dos abogados ocupan cargos de importan­cia: su primer presidente, don Francisco PaulaAcuña y su fundador don Manuel Elzaburu, quien,además de ser fundador fue el primer secretarioy luego presidente hasta su muerte en 1892.

Cabe señalar además como dato de interés quedurante los últimos 50 años esta institución ha sidoregida principalmente por abogados. Es grato re­cordar a don José de Diego en 1916; don EpifanioFemández Vanga en 1919; don Manuel BenítezFlores en 1927; don Emilio del Toro Cuevas en 1930;don José Ramírez Santibáñez en 1932; don RafaelRivera Zayas en 1933; don Samuel R. Quiñones en1934; don Emilio S. Belaval en 1937; don VicenteGéigel Polanco en 1939 y la compañera distinguidaNilita Vientós Gastón hasta 1961.

Los anteriores fueron y son destacados miem­bros de nuestro foro pero fueron y son ademáshombres dedicados al cultivo de los valot:es delespíritu, en continuo esfuerzo por sembrar semi­llas de fe en el espíritu de su pueblo y difundir laspreocupaciones. la creación y los sueños que ago­bian y enriquecen la vida del hombre en todos loslugares de la tierra.

Puerto Rico y el mundo, el puertorriqueño y elser humano en todas las latitudes han sido parejaspreocupaciones de esta institución. Ha ido mo­viéndose su gestión entre problemas de gran inte­rés universal y de gran interés para los puertorri­queños situados en su particular y peculiar pers­pectiva histórica, en sus circunstancias, con susgraves problemas y con sus sueños y aspiraciones.

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Cuando don Manuel Corchado, jurista, oradorforense y parlamentario dicta conferencias sobrela justicia y sus manifestaciones en 1887 o cuandoel propio don Manuel Elzaburu dicta una conferen­cia sobre «La consideración de la Mujer en la His­torialll están consagrando el carácter universalistade esta institución. Como he dicho, el Ateneo, sucreación y su existencia, presuponen el desarrollode una conciencia de lo universal y el cultivo deesos valores pero nuestras peculiares circunstan­cias históricas hacen necesario que se mantenga unbalanc~ adecuado para no perder de vista la neceosidad de preservar los valores de nuestra cultu·ra, nuestras tradiciones, la justicia que nos de­bemos recíprocamente los puertorriqueños, lalibertad que debemos ganar y preservar todos losdías y la igualdad entre los seres humanos quedebemos vigilar celosamente como base de todanuestra ordenación social.

En el esfuerzo por conseguir ese balance elAteneo Puertorriqueño nunca ha estado ajeno alos problemas de la vida puertorriqueña sino quepor el contrario se ha adelantado a plantearlos.Tales son las memorias presentadas por los puer­torriqueños como don Salvador Brau, el Dr. Ga­briel Ferrer, y el Dr. Francisco del Valle Atiles enlas cuales se cubren temas de interés permanentetales como el estado de las clases jornaleras dePuerto Rico, que fuera preocupación de don Salva­dor Brau en el 1882; el estado actual de la instruc­ción pública, que fuera preocupación del Dr. Ga·briel Ferrer en 1884 y una evaluación del estadodel campesino puertorriqueño, que fuera preocupa­ción social del Dr. Francisco del Valle Atiles en elaño 1886.

En los últimos tres años de la dominación espa­ñola en Puerto Rico, el Ateneo tuvo una participa­ción muy activa en la vida puertorriqueña. Eraentonces su presidente don Juan Hemández López.Esta participación habrá de acrecentarse despuésde 1898. El Ateneo defenderá los principios demo­cráticos auténticos, defenderá ·los derechos de laminoría a expresar sus ideas y defenderá y hará pa­sible el derecho democrático a disentir. Si no fueramás que ése el logro, el Ateneo Puertorriqueño yahabría justificado plenamente su existencia comouno de los más sólidos puntales de nuestra cultura.

La segunda mitad del siglo xx sorprende a estainstitución con un reto igual o mayor que el retoal que esta institución le ha hecho frente con tantovigor y con tan buenos resultados en sus últimos90 años. Puerto Rico tenía un serio problema poli­tico-<:ultural en la segunda mitad del siglo XIX. Lacorriente liberal democrática que había venido pro­duciendo en Europa documentos y actitudes yac­tividades para enaltecer el valor del hombre y sufunción en su comunidad nos llegaba en formaapagada y sin trascendencia. Los derechos del

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hombre, que como preocupaclOn importante sereconoce en Grecia y en Roma y se eleva a la cate·goría de documento trascendental en Inglaterra aprincipios del siglo XIII y nutre los ideales de laRevolución Francesa y Norteamericana fue enPuerto Rico el acervo de una minoría militante,talentosa, dedicada y patriótica pero con pocasaunque importantes consecuencias verdaderamentetrascendentales en la vida cotidiana de los sereshumanos.

Tal vez el reto nuevo, lo constituya la colabora­ción estrecha y desinteresada para que los frulosreales de la vida democrática tengan un ampliodisfrute. Expandir el disfrute de los derechos civi­les a todos nuestros ciudadanos puede parecer unatarea mecánica que consista en una vigilancia másestrecha de los que disfrutan privilegios y en unesfuerzo más decidido y eficaz para educa~ a nues·tra gente en el ejercicio de sus facultades comociudadanos. En el fondo de todo el proceso, sinembargo, yace un esfuerzo creador de belleza in­comparable. Sembraremos para exponer la liber­tad, para oírla, para disfrutarla, para hacerla unvalor de la cultura que produzca el goce estéticode la pintura, la delectación de la buena música,el sentido creador de la escultura.

Hacia esos horizontes, que son horizontes de pazsocial y de verdadera promoción de los valoresdel espíritu debemos continuar el esfuerzo. Seráun esfuerzo que a veces parecerá trascender nues­tras reservas de energía y de paciencia. Será unesfuerzo que a veces parecerá arruinar nuestrasreservas de sueños y de afán creador. No tendre·mas, sin embargo, otra alternativa que la de seguirla senda del propio esfuerzo continuado y renovado.

Puerto Rico tiene aún graves problemas queafrontar. Todas las sustancias de su vida comopueblo parecen estar en peligro ante el avance deunas fuerzas que confunden la vida del hombre yenderezan sus pasos hacia la comodidad despreo­cupada y estéril. Quien haya resumido su existenciay la haya completado con la abundancia material y

se sienta así íntima y totalmente satisfecho no lepreocupará que sus hijos hablen inglés o españolo que él mismo no hable bien ninguno de ambos.No le preocupará que el destino de su pueblo de­penda del azar, que no se haya logrado la justiciaque su pueblo necesita en la relación con otropueblo, no le molestará que le gobiernen desdeafuera los asuntos de adentro. Sentirá complacen­cia en la seguridad que siempre trasmite el fuerteal débil cuando éste se coloca a su sombra. Sentiráque hay dignidad en una libertad precaria y rega·teada y sentirá su deber trasmitir a sus hijos eselegado conformista. Iremos olvidando en ese am­biente los conceptos de la dignidad, del pundonor,de la igualdad y con mayor frecuencia se señalará,por ejemplo, a los que tengan como base de supensamiento político el respeto a nuestra soberaníade pueblo, como amigos de fórmulas superadas, delegalismos inútiles, de seres que viven un mundoirreal. Ya no será cierto que no sólo de pan viviráel hombre sino que permeará nuestro diario vivir elcriterio colectivo de que sí puede el hombre vivirsólo de pan.

Nos conforta la esperanza, las lecciones de lahistoria, la pasión que hemos desarrollado porla verdad y el íntimo convencimiento de que sólopor errores momentáneos el hombre atenta contrasu propia naturaleza de criatura de Dios, destinadaa ganarse su pan con el sudor de su frente, perodestinada a superar sus limitaciones con el manteonimiento de su libertad fundamental, de su espíritucreador, y la esperanza, larga o corta, de su reivin·dicación.

Mi mensaje es de estímulo y de esperanza.Caminaremos la senda y venceremos. Afortunada­mente el Ateneo nos sobrevivirá, si como tememos,en el esfueliZo se nos apaga la llama divina y vol·vemos a la tierra. Pero no tengo dudas de la con­tribución que instituciones como ésta y la nuestrahabrán de aportar al logro de un resultado quemejore la calidad del hombre y supere sus aspira­ciones en la tierra.

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Exposición de Carlos Raquel Rivera

EN SU PRIMERA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL EN EL INSTI-

tuto de Cultura Puertorriqueña, inaugurada el19 de agosto, Carlos Raquel Rivera presentó me­dio centenar de obras representativas de su tra·bajo en los últimos años.

Los estudios de este pintor, considerado comouno de los máximos exponentes de la pintura puer·torriqueña, comenzaron en la escuela que dirigíaen San Juan Edna Coll. Porteriormente estuvo enNueva York, en la Artists Professional League, pa·ra luego entrar -ya reintegrado a su patria- en laDivisión de Educación de la Comunidad. Hace al­gunos años trabaja libremente.

Carlos Raquel Rivera ha sido laureado en variasocasiones, entre ellas en la Primera Bienal loter·americana de México. Ha expuesto numerosas ve·ces dentro y fuera de Puerto Rico y sus obras sehallan en -numerosas colecciones particulares ypúblicas.

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Barbudos.

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Cltonqueles.

De su pintura comenta el doctor José R. Oliverque es <tel fruto de largos soliloquios, que no soloanteceden la obra, sino que la acompañan hastasu fin, porque el artista, tiránicamente intransi.gente consigo mismo, repasa y corrige el lienzosin consideración ninguna al tiempo. En todo mo­mento se exige el má"'<imo de capacidad tanto enla técnica como en el arte puro, y por ello cadauna de sus pinturas es expresión fiel de su pro­pósito y estado emotivo. La direclriz de tales ín·timas situaciones es así la misma directriz de suarte.»

Las obras expuestas en el Instituto, ilustran lafase más reciente del pintor, en que, sin abando­nar totalmente su anterior expresionismo de con·tenido social, penetra dentro del surrealismo,enfocando ahora su diatriba contra principios in­tangibles, y no contra seres reales y existentes.

Paisaje.

Conjetura.

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La inlnigración canaria en Puerto Ricodurante los siglos X'TIll y XIX

Por MANUEL ALVAREZ NAZ.\RIO

A) Los INMIGRANTES ISLEÑOS DEL XVIlI

L A NUEVA CORRIENTE EMIGRi\TORIA DE INlllV1J)UOS DE

origen canario que se inicia con rumbo a Puer­to Rico a mediados de la década final del XVII ha­brá de proyectarse a lo largo de la centuria si­guiente con caracteres de creciente importancia nu·mérica. A la luz de un nuevo reglamento queformula en 1718 el gobierno de la metrópoli, di·rigido a estipular las relaciones de España con susdominios ultramarinos en América -informa Mo­rales Padrón-, quedan abiertos al comercio conCanarias siete puertos de Indias, entre los cualesfigura San Juan de Puerto Rico, que, juntamentecon Trinidad y Cumaná recibía autorización paraimportar anualmente doscientas toneladas de mer­cancías procedentes del archipiélago.. Facilitadasasí las comunicaciones de las islas con el NuevoMundo, entre 1718 y 1765 embarcan de Canariaspara Indias unas 984 familias más dos personasadicionales, para un total de 4,909 emigrantes, delos cuales, 785 (cerca de 16%) salen para PuertoRico.2 Sospechamos que dicho número de personaspasó en su gran mayoría a nuestro país durantela década de 1720 a 1730, cuando consta ]a llegadaa la Isla de 157 familias canarias, de acuerdo conla siguiente información que trae Morales Padrón:

•• F. Moral~s Padrdn. El cOIlll!r~io callario·americano (si,los XVI.XVII Y XVUl). Sevilla, 1955, pp. so.SI.

'1 2. 1. Pl!rez: Vldal, «Aportación de Canarias a la población deAmérica. Su Influencia en la lengua y en la poesfa tradlcional-.Anuario de Estudios Atlánticos. 1955. núm. 1, p. 121. El resto detalcs emigrantes canarIos se distribuye de la siguiente manern:2.'1J1T van a Santo Domingo; 7lJ7 n la Florida; 2SO a Buenos Aln:~;

2SO a La Guaira; 189 a Maracalbo; 162 a Nuevas Filipinas (Tejas);149 a Campeche; 97 a Montevideo; 13 a Trinidad. De cien ramiolIas no se indica el deslino.

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Año Núm. de familias

1720 201722 301723 251724 211727 271730 2

Se ignora el origen en las islas de la mayoríade estos inmigrantes, aunque sí se sabe que par·te de los que vienen en 1720 y probablemente tamobién en el caso de los que arriban en 1722 (deunos y otros salen los fracasados fundadores delnuevo pueblo de San Luis del Príncipe, en la ubiocación geográfica que hoy corresponde a Huma­cao).3 procedían de Tenerife, algunos, específica­mente, de La Laguna. En relación con las familiasque llegan en 1727 y 1730, respectivamente, porfigurar su partida de Canarias en certificación ex­pedida en Santa Cruz de Tenerife, podría quizásconsiderarse asimismo un posible origen tinerfeño.4

Respecto de las veinticinco familias que vienen en1723, cabría suponer que se ]es reclutó en la islade Lanzarote, donde seis años después tiene pocoéxito una nueva campaña de enganche de colonospara Indias, temiéndose allí que las susodichas fa­milias emigradas antes a Puerto Rico se hubieranencontrado aquí con el fracaso.s

J. V. 1. Gil Bcrm~jo. -La primera rundación de Humaca'J••Revisla de Cultura Puerlorriqueña, 1964. VII, núm. 22. pp. 37-40.

4. F. Morales Padrón, «Colonos canarios en Indlas-. Anuario deES/lidios Americanos, 1951, VIII. pp. 427-428.

S. Dice al er~to Samucl M. Buck. en su libro Yana¡¡ua"a's Sucoccssors. The 5/0'1 o{ tlle Ca"ary lslandcrs' lnmigralion itllo Texasin tlle Eiglltcentlt Celllllry. San Antonio. TCllaS. 1949, p. JI, -Lackof Interc~t In lile 'fCllas colonlzalion plan [solicitado por el Rey en1729] should not llave bcen surprising In vicw of tbe faet that

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Brau, quien consigna el arribo al país de setentay sietc dc las familias arriba indicadas (númeroque parece sólo incluir los ingresos de 1720, 1722,J723 Y 1730 Y aparentemente excluyc los de 1724y 1727), informa adicionalmente que las mismasquedaron distribuidas por Loíza, Bayamón y el Toa,pero que luego se suspenden los ingresos de ca·narios a Puerto Rico (suponemos que después de1730), alegándose que entre los honrados y labo.riosos isleños ya avecindados aquí se habían filtra­do gentes indeseables de ambos sexos.6 Pese a di­cha disposición, pasado algún tiempo, es posibleque la Isla continuara recibiendo gentes de Cana.rias en vista de la llegada a San Juan, en diversosaños posteriores (1736, 1738, 1742, 1750, 1754, 1756)de barcos que salen de distintos puntos del archi.piélago (casi todos, desde Santa Cruz de Tenerife;uno, cada uno del Puerto de la Luz, en GranCanaria, y de Las Palmas de Gran Canaria; otro,en los informes que manejamos, sin declaración delpuerto de origen). Respecto de la embarcación queparte de Santa Cruz de Tenerífe en 1756, destina.da a Puerto Rico y Maracaibo, se sabe con certezaque traía emigrantes.7

Después de J765 -informa Pérez Vidal- el archipiélago pierde por varios motivos el disfrutedel tonelaje que hasta entonces se le había permi.tido en su comercio con Santo Domingo, PuertoRico y Trinidad, y se tropieza con parejas dificul­tades en La Habana, quedando así prácticamenteanulado su comercio con el Caribe, excepción hechadel que sostenía con la capitanía general de Ca­racas.S Dentro de tal restricción de las comunica­ciones directas con el archipiélago, es muy posibleque para esos tiempos se recrudeciera en PuertoRico lo que es probable fuera usual desde antes: laentrada de canarios por vía de las deserciones delos navíos que en viaje desde España y las Cana.rias a la Nueva España, recalaban en el puerto dela Aguada. El P. Abbad alude en 1788 a esta llegadafurtiva de isleños al país, y nueve años despuésel viajero francés Ledru informa que cuando en1772 y 1776 tocaron en el puerto de Aguadilla lasflotas respectivas de Córdoba y de Unoa, un grannúmero de sus tripulantes las abandonaron paraestablecerse en dicho partido, donde «también seencuentran muchos Canarios, que arrastrados porel deseo de hacer fortuna emigran a las Antillas».Agrega que la población del partido era en 1778 de

nn July 5. 1723. slx years previously, 2S farnllles went from theCanary Islands as volunteer selllers to Porto Rico. and as lhelrrelatJons at home had not heard from them. It was assumed theyhad met dlsaster and perished. Had they known that these colo·nlsu had done well and some of them had become wealthy InPorto Rleo, en1istments for early passace to America mlght havetaxed the capaclty af se\'eral reglsler ships•.

6. S. Brau. Historia de Puerto Rico, New York. 1904. p. 168.7. F. Morales Padrón. El comercio canario.america"o, pp. 351.

353·354. 356. 360, 362.8. J. Pcrc:t Vidal. op. cit., p. 126.

1,321 almas y que desde entonces a 1797 casi seha duplicado la misma.9 De otro lado, con la ha­bilitación en 1778 del puerto de San Juan, entreotros de América, para el libre comercio con Ca·narias, quedaba franca nuevamente la entrada deisleños al país al amparo de las comunicacionesmercantiles con las islas.lo La llegada de estos in­migrantes se vería estimulada, además, por el amobiente de progreso general que favorecen en Puer­to Rico. para el último tercio de la centuria, laserie de medidas oficiales que traducen en nues·tro medio el espíritu del reformismo ilustrado deCarlos III y sus minitros.

Considerada en sus alcances generales a lo lar­go del siglo XVIII, la inmigración canaria en Puer­to Rico viene a constituir quizás el factor de ma·yor importancia dentro del extraordinario desa­rrollo poblacional que experimenta la Isla en di·cha centuria (con un total de 44,883 habitantes en1765, la población insular casi se triplica para1799, cuando alcanza el número de 153,232 almas),pudiéndose lograr merced a ello el definitivo afian·zamiento en nuestro suelo de la sociedad que aquícomenzó a establecerse en 1508. De las veintiochopoblaciones nuevas que vienen a sumarse entre 1714y 1797 a los únicos cuatro núcleos urbanos ya exis­tentes antes del xvItr en la Isla -la ciudad deSan Juan y la villa de San Germán (fundadas enel XVI) y los pueblos de Coamo y Arecibo (fundados en el xvn)-, '00 menos de diecinueve debensu surgimiento al esfuerzo colonizador de los hi·jos de Canarias. A través del territorio que ocu­pan dichos pueblos nuevos. en regiones costanerase inmediatamente interiores a 10 largo de los lito­rales norte y oeste del país, la presencia de losisleños se aprecia, en la toponimia, por las funda­ciones erigidas bajo la advocación de la tinerfeñaVirgen de la Candelaria, patrona general de las Ca­narías: para 1729, ya existían bajo tal nombre re·ligioso las respectivas ermitas que servirían de nú-

9. l. Abbad y Laslerra. Historia, ¡:cos:ralla. civil y "atllral de taista do San ]lIall Bautista de Puerto Rico. Estudio preliminar por l.Gutlérrcz del Arro)-'o. [Rlo Piedras. P. R.l. 1959, pp. 133. t54; A..P.Lcdru. Vo}'al:e all% l1es de T¿n<!riffe. la Tr/niU, Saillt·Tllomas, Sain·te·Croix el Porlo Rieo.~, l'lIrls, 1810. 11, pp, 102·103; en la tradul:'clón espaílola de la parte referente a l'uerto Rico que preparaJ. L. de Vizcarrondo, reed., [Rlo Piedras. P. R,l. 1957. véan elas pp. 66-67. En el proyecto de Galeones de 172D. que introduceInnovaciones en las rutas de las notas españolas que van a In·dias. se establece que la Flota de México. que saldrla de C:\diLen 1..... de junio. permanecerla seis dlas en Puerlo RIco parahacer aguada. (V. F. Morales PlIdrón. El comercio cauar/o-ameri·calla. pp. 115·116.)

10. F. Morales Padrón. El comercio eallarío-ar"uícallo. piigi­Das 98·99. A esta misma aulorizadón de comercio libre de Cana·rias con "arios puertos de América se debe también muy Jlro­loablemente la llegada a Santo Domingo de algunas familias delarchipiélago canario. los únicos pobladores extranjeros que ~~

arraigan alll hacia el último tercio del XVIII, sesún el P. SanchezValverde (Idea del valor de la Isla Esparlola.... [J.ra ed.. 17851.Ciudad Trujillo, ed. de 1947. p. 132); y asimismo. el eslab.eci.mlenlo hacia 1778 de un numero de famillas canarias en el terri·torIo que luego será la parroquia de Sto Bernard. en Luislana.a 2S millas de Nueva Orléans. (V. R. R. MacCurdy. Thc Spa"istlDialect ill SI. Bernard París". tOllís/alla, Albuquerqull. 1950, p. 19.)

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deos a los futuros establecimientos municipalesde Manatí (1738) y Mayagüez (1760); en Bayamóny Vega Alta, pueblos que se levantan en 1772 y1775, respectivamente (y así también, en el si·guiente siglo, en Lajas, que se fundará en 1883),Candelaria es denominación que se da a barrioscampesinos; en la hacienda cel Plantaje., próximaal caserío de Palo Seco, se construye en 1779 otraErmita de Nuestra Señora de la Candelaria. En Ma­natí, además, el topónimo ,playero Mar Chiquitaparece haberse originado en el recuerdo de la MarPequeña de Canarias. Por otra parte, consta yaque para fines del X\'HI (según testimonio del via·jera francés Ledru) 11 los habitantes de Utuado, encuya fundación en 1739 fueron los isleños elemen­to poblacional de importancia, venían sostenien·do relaciones comerciales, a través de la cordillera,con la costa sur de la Isla, en territorio entoncesadscrito a lo que era el partido de Coamo. Por lamisma ruta mercantil debieron de producirse, ha·cia el sur y sureste, desplazamientos de poblado.res de origen canario, según nos hace pensar laintroducción en Coamo del culto patronal dela Virgen de la Candelaria junto al del santo cuyaprotección invocaron los fundadores del pueblo enel XVIl, San BIas de IIIcscas.

B) Los INJIIIGRANTES ISLEÑOS DEL XIX

El clima de auge económico general que heredael siglo XIX en Puerto Rico del último terciodel XVIII continúa amparando desde los mismosalbores de la nueva centuria el arribo de gentes delarchipiélago. La Real Cédula núm. 80S, expedidael 27 de septiembre de 1803 "para que no se per­mita en esta Isla a los naturales de Canarias quelleguen sin pasaporte del Comte. General y Juezde Arribadas y a los que ya hubiesen pasado se lesobligue a lo que expresa.,12 parece apuntar haciauna importante afluencia inmigratoria de la ci­tada procedencia. Seis años más tarde, el 15 deseptiembre de 1809, el alcalde don Pedro Yrisarriaboga cálidamente, en un informe que somete alAyuntamiento de San Juan, en favor de importaral país trabajadores blancos de dicho origen.U Enel aumento de 7,381 personas blancas que registrala población de la Isla para 1812, respecto del re.cuento de habilantes de diez años antes, se consi­dera que es la inmigración que se recibe de Cana·rias uno de los factores determinantes del mis­mo.14 Hasta ese año han surgido en el país siete

11. A,·P. Ledru. op. cit. (trad. española). pp. 64.65.12 C. ColI y Toste. w[ndi e de Reales Cédulas., Bo/el/u l/is·

tórico de Puerto Rico. 1914, l. P 69.13. A. Morales Carrión. Puerlo Rico lUId tire Non lIispallic Ca·

ribbcall: A S/lIdy iPl lile Dccline of Spallisfl Exclusivism. Rfo rie·dras. r. R.. 1952. p. 136.

14. L. CTUl': Monclova. Hi$tor!a de Puerto Rico (Silllo XIX).Tomo 1 (1808·1868). Santurcc, P. R. 1952, p. 93.

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agrupaciones urbanas nuevas (Trujillo Alto y LasPiedras, 1801; Barranquitas, 1803; Camuy, 1807; Ci·dra, 1809; San Lorenzo, 1811; Dorado, 1812), en lafundación de la gran mayoría de las cuales, porencontrarse localizadas en las zonas favorecidasdesde el siglo anterior por los inmigrantes isleños,o en territorios próximos, cabe darse como hechoseguro la participación de éstos.

Tras los acontecimientos políticos que culmi·nan en la Península en las Cortes de Cádiz y en laaprobación de la constitución española de 1812, pro­clamada y jurada en Puerto Rico, cobra nuevo in·terés en las esferas oficiales de la Isla la conve­niencia de estimular, por medio de la inmigración,el crecimiento demográfico de la colonia. Estanueva orientación de gobierno insular halla laoportuna voluntad de cumplirse en realidades enla gestión administrativa del primer intendente deHacienda que tiene Puerto Rico, don Alejandro Ra­mírez. La colonización del país con gentes de fueraprogresa notablemente durante el tiempo (1813­1816) cuando correspondió servir a la Monarquíaen nuestro suelo a este excelente funcionario.Sobre las gestiones que realiza respecto de la par­ticular vena poblacional que .estudiamos, se sabeque logra acomodar en el país a muchas familiascanarias que tocaban en el puerto de San Juancon destino a Cuba y Costa Firme. A estos gruposque se insta a quedarse en Puerto Rico, por ejem.plo, pertenecen unos cincuenta y un labradores,componentes de doce familias naturales de Lan·zarotc, que se asentaron por Truii110 Alto. En lascontratas que celebraron con ellos varios hacen­dados del referido término municipal, en las cua-,les se comenta la «fama de aplicados y honrados»que tienen los habitantes de la mencionada isladel archipiélago, aparece ya recogida la denomina·ción de cisleños», todavía en uso en algunos rin.eones de Puerto Rico (y por la información quetenemos, también en Cuba, Venezuela y Luisiana),para referirse a los inmigrantes de Canarias. Partede otro grupo de labradores procedentes de "laisla de ,La Palma se agrega a fines de 1814 a ,lasfamilias avecindadas antes por Trujillo; el resto seestablece por Vega Alta.t5

La Real Cédula de Gracias que concede en 10de agosto de 1815 el gobierno absoluto de Fernan·do VII que sucede en España al primer períodoconstitucional, orientada hacia el fomento «de lapoblación, el comercio, la industria y la agricultura.de la Isla, mantiene abiertas nuestras puertas a losinmigrantes canarios. Así, al núcleo de los ya es­tablecidos en el país, van sumándose con el crc·

15. C. ColI '!I Toste••[nmi¡:ración de Canarias., Bolet/" His­tórico de Pucrto Rico, 19m, VII. pp. 53-54: .Orlcen etnológicodel campesino de Puerto Rico y meslízaje de las razas blanca.india y negra-. Bo/ellu llist6rico de Puerto Rico, 1924, X,I, pá¡;i·na 138.

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ciente número de estas gentes que acude a PuertoRico, otros nutridos grupos que se difunden porlos campos de Hatillo, Camuy, Quebradillas e Isa­bela,,6 Será precisamente debido en buena medidaal número de tales nuevos vecinos que logran al­canzar sus declaratorias de pueblos, entre 1819 y1823, las hasta entonces riberas de Isabela, Hatilloy QuebradilJas. En otras regiones del interior dela Isla hacia donde se van extendiendo los nuevoscolonos, por ser tierras colindantes con las zonasdonde venían estableciéndose sus paisanos desdeel siglo XVIII, también surgen ocho pueblos adi­cionales, entre 1815 y 1829 -Gurabo y Adjuntas,1815; Morovis, 1818; Ciales, 1820; Naranjito, 1824;Orocovis, 1825; Comería, 1826; Lares, 1829-, en cu­yas respectivas fundaciones es preciso abonar elesfuerzo parcial de los inmigrantes isleños. A partirde 1821, además, procedentes de Venezuela, es pro­bable que llegaran a Puerto Rico, como parle delcontingente de peninsulares, isleños y criollos rea­listas que huyen de las huestes separatistas deBolívar y aquí buscan refugio, un número indeter­minado de canarios hasta entonces establecidos enaquel país.

Por otra parte, el la de abril de 1826, a solici­tud de la capitanía general de Puerto Rico, el mi­nisterio de la Guerra, en Madrid, aprobaba el esta.blecimiento en Canarias de un banderín de engan­che a los fines de que, cubriéndose con reclutas na.turales del archipiélago las bajas que ocurrieranen la guarnición militar de Puerto Rico, subsis­tiera ésta en su mismo nÚffiero,!7

Durante las décadas cuarta y quinta del sigloprosigue la entrada de canarios a Puerto Rico, so­licitada y reglamentada dicha inmigración por lasautoridades de la colonia. Así, en 1834 la Junta deComercio de San Juan recomienda a los dos procu­radores que, al amparo del Estatuto Real pro­mulgado por la regencia de María Cristina, ibana representar al país en el estamento legislativo in.feriar del gobierno de Madrid, que gestionaran, en­tre otras cosas, «el aumento de la población hastael límite que la Isla pudiera mantener, mediantela introducción de colonos de las islas Canarias'!!Esta necesidad de pobladores del archipiélago quecontinúa sintiéndose en el país, explotada inescru­pulosamente por algunos patrones de buques, dapie al surgimiento de un repugnante comercio me­diante el cual se recluta engañosamente a los emi­grantes en Canarias para dejarlos luego entregados,en plan de siervos forzosos, en manos de quienespagaren el subido flete que se cobI:aba por su

16. P. G. MiIlcr, His/oria de l'ucrlo Rico, Nue\'a York·Chicago.San Francisco, e:d. de 1946. p. 342.

17. C. eoil y Toste:, .Banderln de enganche en Canarias paracubrir bajns en In guarnición de Puerto Rico_, Bole/11l /lis/úrico dePI.er/o Rico. 1916, 111, p. 346.

18. L. Cruz Atonclova, op. di., p. 282, nola 8.

transportación al Nuevo Mundo. Una circular delgobernador don Santiago Méndez Vigo, publicada en::lan Juan el 4 de diciembre de 1841, va dirigida aevitar en lo sucesivo tales prácticas. 19 De otraparte, durante el decenio que se extiende de:>dcaquel mismo año de 1841 hasta 1850, entre el nú­mero limitado de inmigrantes que por entonc~5

arriban a Puerto Rico, en su mayoría soldados yfacciosos peninsulares, llegan algunos isleños ucCanarias, según ponen de manifiesto los e'itudiosde la doctora Loubriel.20

En contraste marcado con la calidad de los hu­mildes labradores que de siempre habían cons·tituido y seguirían constituyendo después la in­mensa mayoria de los inmigrantes de Canarias aquírecibidos, llega a San Juan, en 1838, el deán donGarciliano Alonso, procedente de Trinidad. dondehabía permanecido desterrado desde que en 1823 alrestaurarse el absolutismo de Fernando VII, seviera obligado a salir de la Península debido a susideas políticas liberales. Durante los meses quepasa en Puerto Rico, antes de regresar a su tierranatal, realizará este ilustre hijo de Canarias al­gunos trabajos literarios que habrán de dejar li·gado su nombre a la historia de las nacientes le­tras del país: publica en San Juan, en el citadoaño, una traducción del griego de las Odas de Ana­crconte y del poema de Museo Los amores de Heroy Leandro, junto a una coleción de veintisiete ana­creónticas originales que tituló El beso de Abibina,y compone, asimismo, varios poemas, aún inéditosrecogidos en la colección manuscrita titulada Poe­sías varias, hoy depositada en el Museo Canario, deLas Palmas de Gran Canaria.21

Los diez años que van de 1851 a 1860 marcanla época de mayor flujo inmigratorio en PuertoRico durante el XIX. Alrededor de una tercera par·te del total de entradas a la Isla de gentes de afuc·ra durante toda la centuria -informa la doctoraLoubriel- ocurre en dicho decenio, y dentro deese aluvión de nucvos vecinos, excluidos los de laclase militar, -quienes constituyen la mayor parte,figuran en cantidad de importancia, completandoel resto, los jornaleros canarios y asiáticos que«vienen a llenar los huecos producidos en las fi-

19. V. .CirculaTCs expedidas por el Excmo. Sr. Presidente,Gobernador, Capitán General y GeCe Pollllco Superior a los Auto.ridades de la Isla. Capitanla General y Gobierno Superior Poli·tico. - Circul:lr número 89-, Gacela de Puerto Rico, 4 de dich:m·brc de 1841, Vol. lO, Núm. 145, p. 577.

20. E. Cifre de Loubriel. .Los inmlgnmles del siglo XIX.Su conl ribución a la Conn:lción del pueblo puertorriqueño.,

Rel'isla del lustilUlo de Cullura Puertorriqueña, 1960, IlI, núm. 7,p. 33.

21. M. Menéndcz y Pelayo. llisloria de la poes{a llispalloame.riC/llla, ed. preparada por Enrique Sánchez Reyes, S:lntander, 1948,1, p. 332. AndllRdo el mismo siglo Xlll:, otro ilustre c:lnarlo vinculará5'.1 nombre al de Puerto Rico, si bien nunca estuvo en nuestrop:lls: D. Benito Pérez Galdós, quien duranle los años de 1886 a1990 se sienta en hls Caries Esp:lñol:ls como diputado cunero porel distrilo de Guayam:l.

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las obreras por la epidemia del cólera» (que azotaa la Isla en 1855-1856).22

Para el último tercio del siglo, de década a dé­cada va reduciéndose gradualmente, con carácterprecipitado, la cantidad general de inmigrantes-peninsulares, isleños, extranjeros- que llega anuestras playas. Sin embargo, todavía en el deceniode 1871 a 1880 los inmigrantes representan en por.centaje alrededor de la mitad de los que entraronen los años de 1861-1870. Dentro del cuadro de talesingresos de nuevos vecinos siguen teniendo peso losarribos de Canarias. Coll y Toste alude a la llegada,en el tercio final de la centuria, de «muchos cam1­rios, que se internaron en los campos de Arecibo,Hatillo y Camuy».2J Otros, en grupos familiares pro­cedentes de Tenerife, que desembarcan por SanJuan en 11179 -según informes recogidos en Agua­dilla-, se establecen por los barrios Corrales, Mon­taña y Ceiba Baja, de dicho municipio, trasladán­dose algunos de ellos posteriormente a Arecibo.

Al cerrarse el siglo XIX y parejamente con la ter­minación de la centuria sobrevenir el ocaso de lasoberanía española de Puerto Rico,2~ llega tambiéna su fin en la Isla la inmigración de canarios ennúmeros apreciables.25 Ya durante el siglo habíavenido decreciendo la importancia cuantitativa quellegó a revestir la entrada de isleños al país duran­te el XVIII -base fundamentalisima de un desa­rrollo económico de caracteres casi exclusivamen­te agrícolas-, para ceder el lugar de primacía alas ondas inmigratorias de los colonos de origencantábrico, catalán, mallorquín y gallego, represen-

22. E. Cirre de Loubriel, al'. cit., p. 32.n. lbid.• pp. 32·33; C. ColI y Tusle, cOrigen ctnolóllico del

campesino de l'uerlo Rico y mestiz:lje de las =s bl:lnca. indiay negra., Boletiu Histórico de 1'IIo:rlo Rico, 1924, XI, núm. 3. p. US.

24. Un dala de inter¿s histórico dentro del marco de estudioque represenlan cslos apuntes sobre la inmigración isleña ennucstru pals lu constituyc el hechu de que fue t:I capitán D. AngelRivero M¿ndez. puertorriqueño hijo de canarios que se estable­cieron por Trujillo B:ljo, u quien, por deslgnaciún del generalD. Ricllrdo Ortellll, el 15 de octubre de 1898. correspondió servirde facto, por cuarenta y ocho horas, como el último gobernador dcla plllZ3 española de SlIn Juan de Puerto Rico, encargado paraefectuar la entrega en detalle, a los nortellmeriCllnos. de la plllZll.cuarteles, parques y todos lus ediricius militares. (V. del citado ca­pitán Rh'ero, Cróllica de la guerra llispa"oalllcr¡ca"a e" Puerw/(ieo, Madrid, 19n. p. 2.)

25. Blljo la sobcranla norteamerican:l, en el presente siglo, lainmigración de canarios y de espailolcs en generlll en Puerto Ricureviste cameteres num¿ricos minimos, más IImitlldos aún despuésque el gobierno de los EE.UU. establece el sistema de cuolaspara inmigrllntes extranjeros. 11 la luz del cual se conceden muyestrechlls oportunidades de entrllda II los nacionales de Espailll.La Isla. sin embargo, habrá de beneficiarse inconmensurablemenle,c:n lo que respecta a su desarrollo cultural. por el arribo al plIIs, enIlls prlmerllS dc!clldas del siglo, de los hermonos D. Romullldo,D. MlInuel y D. Mlltfas Relll (quienes oqul se unen 01 aIro her­mllno. D. Cristóbal. llegado en Ills postrimerlas del XIX), notumlesde Santo Grul de Tenerife. y en nuestro medio propulsores denotables empres¡¡s periodlsticlls y lilerari¡¡s, entre IlIS que sobre·salen las fundaciones respectivas de III revista Pllerto Rico I/us.(rado, en 1910. y del periódico El MUlldo, en 1919. <y. A. S. Pe:·drelm, El periodismo eu Puerro Rico; bosquejo Ilislárico desde su¡"idadó" Ilasta el 1930, La lIabana, 1941, pp. 297-298, JOS.)

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tan tes, principalmente, de nuevas orientaciones dela economía apoyadas en los órdenes de lo comer­cial e industrial.2b

Las notas precedentes sobre la inmigración cana­ria en la Isla dejan demostrada la gran importan­cia que ha tenido entre nosotros dicha corrientepobladora, desde el siglo XVI al XIX, y con mayorpeso y relieve, durante el XVIII, cuando graciasprincipalmente a los colonizadores del indicadoorigen que arriban al país, echa raíces duraderasen nuestro suelo y se consolida en definitiva la en­deble e insegura sociedad insular de las dos centu­rias anteriores. Las noticias varias que hemos po­dido allegar sobre la aportación humana de las Ca­narias a nuestro crecimiento de pueblo durante lascuatro centurias que dura la colonia española con­firman el aserto previo de Navarro Tomás en elsentido de que a través de su historia ha sido dedicho «archipiélago, y especialmente de Tenerife,[de donde] procede la corriente forastera que Puer­to Rico ha recibido de manera más permanente yabundantell.27 Esta realidad de la colonización delpaís habrá de proyectar consecuencias decisivas enel habla insular, en particular en la que se da porlas zonas rurales donde secularmente se asentó elelemento poblador canario, el cual, por ser en sugran mayoría de raíz labriega, vino a afirmar elcarácter campesino de nuestra sociedad de siglospasados, base y fundamento de la del presente.u

De ahí que podrá desprenderse un interesante ba­lance de parecidos y coincidencias en el estudiocomparado de las respectivas expresiones canariay puertorriqueña en los niveles semiculto y po­pular, en los cuales residen los rasgos y giros dellenguaje más típicamente regional.

26. Informa III efecto E. Cifre de Loubriel. op_ cit•• pp. 34, 35.que IIIS provlncills espai\olos con mayor representllción propor­cional en lo inmigrllCión del XIX en Puerto Rico lo son. en ordendescendente: Oviedo. Barcelona, Gerona, Canlll'ias, Baleares, Pon·tcvedra. La Coruña. Madrid. Santander y Clidiz. conslituyendo 105inmigranles de C:anarlllS del 5.6 ~b del total del siglo.

27. T. Novllrro. El espaiJol en PI/erlo Rico; cOlllribllcióII a la¡¡/logra/la /i"gWslica lI/spallO(Jl/lericalla, Rlo Piedras, P. R., ·9~8.

p. 195.28. En 1765 el m¡¡riscal O'Rci11y encuentra que ctodos los ¡IUC­

bias a escepción de Puerto-Rlco [hoy San Juan], no tienen m:ísvi\'ientes de continuo que el Curll, los demás exislen siempre enel campo II escepción de todos los domingos que los inmediatos11 III IsJt:sia :lcudcn o MI511. y los tres dios de Pascua en queconcurren todos los felillreses generalmente.. (V. .Memoria deD. Aie~andro O'Rcilly sobre III Isla de Puerto·Rico., BiblioltcaIlÍslrJrica de Puerlo Rico... por Alejandro Tapio y Rivera, SanJuan, P. R., cd. de 1945, p. 529,) Casi tres décadlls después elP. Ab:':.d registra Idéntlcll ~ltuaclón: cAunque los pueblos estáncomúnrn"nte deslerlos, llcuden a ellos ¡¡ oir miSil. A los ocho dcla mal1ano suelen lIegllr cada uno rn su coballo. se apean ensus ca5'lS o en la prl1'il~ra qu~ les J'lllr.:¡;~. pues todas e:;lán abier·tllS; aton 105 coballos. y \"an II oir miso; despuc;s de éSlll vuel\'ena MIS haciendas sin detcnerse y que.lan las pob laclones tan soli·tarias conlo ant~~•• (1'. Fr. l. Abbad y Lasierra. op. cil., rp. 192-193.)

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