Revista de Historia Naval Nº22. Año 1988

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    REVISTE

    HISTORI N V L

    Ao VI 988

    INSTITUTO DE HISTORI Y CULTUR N V L RM D ESP OL

    Nni 22

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVALARMADA ESPAOLA

    REVISTADEHISTORIA NAVAL

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    REVISTA DE HISTORIA NAVALCONSEJO RECTOR:Presidente: Directordel Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Federico Fernando Bordej y Morencos, contralmirante.Vicep residentey Director: D.Jos Cervera Pery, coronel auditor de la Armada.Vocales: Secretariogeneral del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Antonio Meirs Bahamonde capitn de navo.Redaccin: D.Mara Vign Tabar, Lda. en Biologa. D. Mara del Pilar San PoAladrn, Lda. en Filosofa y Letras. D. Beln Rivera Novo, Lda. enGeografa e Historia, y D. Lota Higueras Rodrguez, Lda. en Filosofa y Letras.D. Hugo ODonnell y Duque de Estrada, capitn de Infantera de Marina, Ldo. en Derecho.Administracin: D.Jos Luis Pando Villarroya, teniente coronel de Intendencia de laArmada, y D. Paloma Moreno de Alborn Calvo.DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Museo NavalMontalbn, 2.28014 Madrid (Espaa).IMPRIME:

    Servicio de Publicaciones de la Armada.Publicacin trimestral: tercer trimestre 1988.Precio del ejemplar suelto: 550 ptas.Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 2.000 ptas.Resto del mundo: 30$ USA.Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 098-88-027-8.Printed in Spain.CUBIERTA:

    Del libro Regimiento de Navegacin,por Pedro Medina. Sevilla, 1563.

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    NOTA EDITORIALUn relevo es siempre un acto de servicio, y un acto de servicio no tieneporqu ser analizado desde pticas de crticas o elogios. Simplemente debeser aceptado para continuar una labor con humildad y esfuerzo.En veintids nmeros ya publicados, la REVISTA DE HISTORIA NAVALha logrado una configuracin consciente, un trazado arquetipo que define un

    quehacer y un estilo familiarizado ya con sus lectores. Queremos seguir en esalnea, pero sin renunciar a nuevos enfoques de mayores alcances y amplitud;queremos proporcionar a la historia naval nuevas voces ms plurales y msdiversas, extendiendo un mbito de colaboracin a pensadores y ensayistascon los que pueda llegarse a una conjuncin de opiniones, investigaciones,anlisis o sntesis en una mayor contribucin creativa, aglutinados en unpunto comn que vaya ms all del crculo de especialistas o iniciados.No queremos que la Revista se convierta en una coleccin mecnica decolaboraciones, de patrimonios o exclusivismos, sino que aborde una metodologa ordenada que la haga facil y atractiva al lector, armonizando la investigacin con la divulgacin, sin que por ello desmerezca del rigor histrico ola exigencia erudita; de aqu la importancia que concedemos a la seccin dedocumentos, excelentes colaboradores para una necesaria desmitificacin ypuntualizacin de hechos o aconteceres de no siempre fcil tratamiento.La historia martima en el mundo, y por contraste las noticias generalesdel mundo de la Historia, sern igualmente secciones a potenciar, y junto aellas, la recensin y crtica de libros de la materia, cada vez ms abundantesen los escaparates de librera, y que constituya una autntica informacinorientadora y no una encubierta publicidad de autores o editoriales.

    Los nmeros monogrficos sobre temas concretos de fuerte proyeccinmartima, tendrn tambin espacio abierto, proporcionando as una informacin cualificada de la parcela histrica a aquese contraigan, y que respondana criterios de probada solvencia en los especialistas en los que se basen. El primero de estos nmeros ser (D. m.) el correspondiente a este ltimo trimestre de 1988, y recoger las distintas ponencias que se estudien en el seminarioHispano-Britnico sobre la Gran Armada, que organizado por el Instituto deHistoria y Cultura Naval y con la colaboracin del Ministerio de Defensa(DRISDE) y de Metrpolis, S. A., tendr lugar a mediados de noviembreprximo.Sobre tres puntos de apoyo debe gravitar el equilibrio de una revista comola nuestra de Historia Naval, que dentro de la modestia de sus medios, norenuncia de antemano a la conquista de ms altas cotas; la viveza e inters delos temas, el rigor cientfico de su tratamiento y la claridad expresiva de suredaccin. La tarea de conseguirlos es difcil, y slo el esfuerzo continuado yla voluntad entusiasta permitirn cumplir los objetivos. Los prximos nme

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    ros dirn si el acierto acompa a las intenciones. En ste y por el entendimiento del relevo como un acto de servicio slo intentamos una animosadeclaracin de propsitos...Y un respetuoso y cordial saludo para todos.J.C. P

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    SUMARIOPgs.

    The Spanish Armada, por Colin Martin y Geoffrey Parker. Traducido por don Jos Luis Sobrn7El misterioso navegante descubridor Lorenzo Ferrer Maldonado,siglos xvi-xvu, por Carlos Asenjo Sedano17Las fronteras hispano-portuguesas en el rea del Ro de la Plata,1750-1800, por Pedro Navarro Floria, Mara Andrea Nicolettide la Quintana y Ricardo Evaristo dos Santos27Una nueva relacin del viaje de Grijalba, por Juan Gil53Corsarios en la primera guerra de coalicin contra Francia (1793-1796). Algo de historia, eventos, gajes, ancdotas y otras cosas deaquel oficio, por Juan Antonio Garca Iglesias63La misin diplomtica de un contador de la Armada espaola en elsiglo xvi, por Antonio Requejo Alonso73Contrabando y libre comercio en el golfo de Mxico y mar del Sur,por Isabel Olmos Snchez83Documento105Noticias Generales107Recensioneslii

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    THE SPANISH ARMADAColin MARTIN y Geoffrey PARKERTraduccin de Jos Luis SOBRON GONZALEZ(coronel de Infantera de Marina)

    NOTA DE LA DIRECCIN:Este trabajo de los notables historiadores britnicos

    Colin Martin y Geoffrey Parker, constituye la introduccin de su libro The Spanish Armada publicado porHamish Hamilton Ltd. en Londres en el presente ao.Por la importancia e inters de su planteamiento, constante y mantenido a lo largo de toda la obra, la Revistade Historia Naval se honra con su publicacin, convencida de que la claridad de los conceptos expuestos y lahonestidad de sus deducciones contribuyen al enriquecimiento de sus pginas.

    Introduccin.Transcurra el 10 de agosto de 1588 en el mar del Norte y el tiempo eraimpropiamente malo para tal estacin del ao. El Victory, galen real ingls, corra, con el mnimo velamen, ante un fuerte temporal del sudoeste,cubierto de cicatrices a causa de los recientes combates. Las llamativaspinturas.de sus superestructuras estaban ennegrecidas por el humo de los

    caones; el estandarte real izado n el tope del palo mayor y las banderasde San Jorge en los trinquetes y mesana flameaban hechos jirones. Partedel aparejo mostraba seales de reparaciones improvisadas; el bauprs y elmesana estaban astillados a caonazos y la lancha destrozada. Aunque todava poda navegar, no estaba en condiciones de enfrentarse a un enemigo.Sus paoles de municin, de los que dependa toda su capacidad de combate, estaban completamente vacos.Menos de una semana antes este buque se hab encontrado en el ceritrode la ms fiera lucha artillera que jams se haba dado en la mar. Un pocoa sotavento, la enorme Armada espaola, fuertemente combatida, pero enformidable, orden y disciplina, se hallaba casi intacta y suelta en aguas delmar del Norte. Sus existencias de municin, aunque mermadas, no estabanexhaustas, mientras que sus compactas compaas de infantera embarcadapodan resultar irresstibles en cualquier accin de abordaje. Peor que todoAo 1988 7

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    C. MARTN YG. PARKER

    Portada de una de las ediciones inglesas de El Arte de Navegar, de Martn Corts, edicinde 1579.8 Nm. 22

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    THE SPAISH ARMADAera que los ingleses no saban dnde se encontraba en aquel momento estaflota ni lo que an poda hacer.En la gran cmara del Victory, su capitn, sir John Hawkins, garrapateaba una posdata al mensaje urgente que acababa de redactar, disculpndosede su mala letra: estaba escribiendo de prisa y con mal tiempo. Su mensajese diriga a sir Francis Walsingham, secretario de Estado de la reina Elizabeth, y muestra a un Hawkins extremadamente preocupado. Adverta quela flota espaola estaba todava.., aqu y con gran potencia, y tenemos queesperarla con todas nuestras fuerzas, que son bastante pequeas. Hay quesuministrar una cantidad infinita de plvora y balas y enviarlas continuamente, sin lo cual puede crecer un gran peligro contra nuestro pas: porque sta(la Armada) es la mayor y ms fuerte combinacin, a mi entender, que seha reunido jams en la Cristiandad; por tanto, deseo ser cuidado y atendidopor todos diligente y poderosamente.Una semana ms tarde el Lord almirante ingls Charles Lord Howard ofEffingham, de prisa y muy ocupado a bordo de su buque insignia, el ArkRoyal, se encontraba an ansioso e incierto acerca de los movimientos eintenciones de la Armada y sin dudas sobre su formidable potencia. Algunosrio aprecian la fuerza espaola en la mar, deca en confidencia a Walsingham

    Galen del siglo xvi. Grabado de Pieter Breughel (El viejo).Ao 1988 9

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    C. MARTIN Y G. PARKERel 18 de agosto, pero os aseguro que en todo el mundo se vio nunca tal fuerzacomo la suya. Incluso a fines del mes, el terrible Drake no estaba segurode que el peligro hubiera pasado. Aunque la Armada hubiera sido rechazada hacia Espaa, un poderoso ejrcito de tropas de invasin, mandado porel ms intrpido y capaz de los jefes militares de la poca, se encontrabaen las costas de Flandes dispuesto para embarcar hacia Inglaterra. Desdesu buque insignia, el Revenge, Drake adverta a los ministros de la reinaque no deban dudar que el general del Ejrcito de Flandes, AlejandroFarnesio, Duque de Parma, siendo tan gran soldado como es..., si puedeemprender alguna gran accin..., mi pobre opinin es que debemos ponermucha atencin sobre l.La opinin mejor informada de Inglaterra en 1588 no estaba pues dispuesta a subestimar la enormidad de la amenaza que la Gran Armada deFelipe II supona. Pero tan rpidamente como sobrevino, la amenaza seevapor. Ya no tena ms cartas en la manga: estaba luchando para pasarpor las islas del Norte hacia el Atlntico en un esfuerzo para ganar espacio,ocano adentro, para tener una ruta segura hacia el sur, hasta los puertosde Galicia y Vizcaya. Pero la fortuna no favoreci a los espaoles. Lasborrascas de otoo de aquel meteorolgicamente desastroso ao los vientos de Dios, como calificaron sus enemigos protestantes soplaron prontoy con extraordinaria violencia, empujando a los barcos en su regreso sobrelas costas de Escocia e Irlanda, donde muchos naufragaron. Para los espaoles fue un gran desastre, producido ms por las fuerzas de la naturalezaque por la mano del hombre. A los ojos de ingleses y holandeses, sinembargo, termin por ser una victoria aplastante y una clara demostracinde hacia dnde se inclinaban las simpatas divinas.Las ansiosas realidades expresadas por los mandos ingleses sobre losefectos inmediatos de la campaa fueron as anegadas, en la euforia de laliberacin, por una marea de fervor patritico, que vio los acontecimientoscomo una afirmacin de la inevitable superioridad de Inglaterra sobre susenemigos catlicos. Tal fervor y los errores histricos que gener, han tendido desde entonces a dominar las percepciones de la campaa.Durante los cuatro siglos que han pasado desde el acontecimiento hanproliferado los relatos sobre la Armada. La historia tiene un perenne atractivo como heroico clmax de un largo enfrentamiento martimo, militar,econmico e ideolgico entre Inglaterra y Espaa y en muchos aspectosest excepcionalmente bien documentada. Es una buena historia, que haproporcionado a generaciones de historiadores abundancia de material paracontarla.Por el lado espaol, los tres aos de planeamiento y preparacin queculminaron con la salida de la Armada generaron literalmente varias toneladas de meticulosa documentacin. Los registros ingleses y holandeses sonmenos extensos, ya que el esfuerzo defensivo de 1588 fue una respuesta auna crisis repentina. An as las iuentes disponibles todava son considerables.10 22

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    TI-fE SPANISH ARMADA

    El estudio serio de este material comenz a finales del siglo XIX con larelacin y publicacin de una seleccin de documentos existentes en archivos espaoles e ingleses. Estos grandes trabajos de transcripcin y condensacin, junto con excelentes comentarios, han formado la base de los relatosposteriores a la campaa de la Armada. Pero si bien su valor no ha disminuido, no son ms que como sus editores se esforzaron en sealarpersonales selecciones de aquellos documentos considerados ms relevantesa la luz de las ideas histricas del siglo pasado.En consecuencia, y durante casi un siglo, los estudios sobre la Armadahan tendido a estancarse en el rico pero incompleto depsito acumuladopor sus anteriores progenitores victorianos. La lista cronolgica de documentos vino a ser vista por la mayora de los historiadores como la fuenteprincipal, mientras que los archivos de donde sali han sido completamenteolvidados. En el caso de las fuentes menos amplias, inglesas y holandesas,esta confianza estaba (aunque no del todo) justificada. Decididamente noes as con las espaolas.Se han conservado cuatro clases distintas de evidencias de primeramano. En primer lugar, la masa de informes, memorias y cartas relativas ala formacin de la poltica exterior espaola, y las minutas y detalles de lapuesta en prctica de dicha poltica. La mayora de esta documentacin seguarda entre los papeles de Estado conservads en el imponente castillo de

    Galen del siglo XVI, tomado de El Arte de Navegar, de Martn Corts, de la edicinde 1596.

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    C. MARTIN Y G. PARKERSimancas, cercano a Valladolid, en donde Felipe II cre el primer archivode asuntos pblicos de Europa, relativamente bien conocido, aunque bastante poco explotado. Sin embargo, algunos de los documentos ms ntimose importantes en esta categora se encuentran en los conocidos como papelesde Altamira el archivo privado de Felipe II dispersos ahora entre mediadocena de colecciones europeas. Revelan sus preocupaciones directas porcada detalle de la Empresa de Inglaterra, el deterioro de su salud mientrastrabajaba sobre sus pipeles y su profunda crisis espiritual cuando descubrila magnitud del fracaso. Pocos de esos documentos han sido consultadospreviamente para la crucial informacin que contienen sobre la historia dela Armada.Una segunda categora de documentacin espaola se relaciona con laformacin y ejecucin de la poltica desde el punto de vista de los oficialesms directamente implicados. Se encuentran en los archivos de los dos jefesdesignados para dirigir el ataque anfibio a Inglaterra en 1588. Desgraciadamente los papeles del Duque de Parma, el comandante del Ejrcito, hansido gravmente daados los existentes en Npoles, por los partisanositalianos en 1943, los de Parma por termitas y roedores, los de Bruselas porrobo pero quedan todava bastantes para recomponer, por vez primera,la importancia crucial del Ejrcito de Flandes en los planes de la campaa.El archivo de la casa ducal de Medina-Sidonia, por contraste, se conserva an en excelente estado en Sanlcar de Barrameda, aunque durantemuchos aos han faltado los documentos clave relativos al papel desempeado por su sptimo duque en la direccin de la flota de Felipe II contraInglaterra. Unos pocos fueron adquiridos por el National Maritime Museumde Inglaterra, y en 1986 algunos ms reaparecieron en una biblioteca privada de Madrid. Todos ellos vierten nueva luz sobre aspectos importantes dela conduccin de la campaa.A estas memorias no intencionales de los principales mandos se puedenaadir los relatos personales de gente de menor rango: comentarios y narraciones contenidos en diarios, informaciones e interrogatorios. Combinandosus distintas impresiones sobre los acontecimientos es a menudo posiblepercibir el conjunto con mayor claridad, especialmente en la confusin dela batalla, en que los puntos de vista y experiencias de cada hombre estnnublados por el ruido, la actividad, emocin y la apremiante urgencia delmomento.Despus, y en tercer lugar, est la montaa de documentos administrativos que se conservan con relacin a los buques, personal y municiones abordo; las extensas relaciones concienzudamente detalladas, produccindiaria de los numerosos comisarios, contadores, pagadores y escribientes,han dormido acumulando polvo enSimancas y Sevilla por casi cuatro siglos.Al parecer nunca fueron consultados antes por los historiadores de la Armada. A travs de ellos podemos a menudo reconstruir, con extraordinariodetalle, cmoexactamente estaban armados, equipados y dotados de personal los buques individuales; cmo actuaron en combate y qu sucedi final12 22

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    C. MARTIN Y G. PARKERmente con ellos. Cada vez que se cargaba y disparaba un can el hechoera anotado, y si un barco naufragaba, los informantes tenan que determinar todas las circunstancias de su prdida, no para la posteridad, sino simplemente para justificar el final del relato o informe.Todas estas fuentes documentales junto con otras muchas, por todaEuropa, han sido examinadas y analizadas para proporcionar un armaznnarrativo a nuestro relato. Pero esta masa de evidencias documentales,nuevas y antiguas, est complementada con una nueva fuente no considerada en absoluto con anterioridad y que nos ha permitido en efecto ir realmente a bordo de los buques mismos y examinar su contenido tal como seencontraba en 1588.En el terrible desenlace de la Armada, ms de 30 barcos naufragaronante las costas occidentales de Escocia e Irlanda. Los testimonios de laarqueologa submarina sobre los restos de los buques naufragados han revolucionado en muchos aspectos importantes nuestra cmprensin de losacontecimientos de 1588, especialmente cuando se miran en concierto contodo el material documental. Ahora se conocen con precisin los lugaresdonde reposan los pecios de ocho buques, proporcionando entre todos losejemplares de gran parte de los tipos y variedades de los buques que sehicieron a la vela con la Armada. Entre 1968 y 1969 se encontraron losrestos de la Santa Mara de la Rosa, la almiranta de la escuadra guipuzcoanade Miguel de Oquendo, y fueron excavados en el centro de la corriente demarea en Blasket Sound, condado de Kerry. Entre 1970 y 1983 se investigaron en una larga serie de campaas de excavacin submarina los pecios dela urca de Rostock El Gran Grifn, perdido en la isla Fair, y el transportede tropas veneciano La Trinidad Valencera, en Kinegoe Bay, condado deDonegal. Frente a las costas del condado de Antrim fueron excavados cuidadosamente los restos de la galeaza napolitana Girona durante los aos1967-68 por el Dr. Robert Stenuit, y es de esperar que el mismo criterio seadopte acerca de tres naufragios ms localizados en 1985 ante la costa deSligo Santa Mara de Visn, Juliana y Lavia todos pertenecientes a laescuadra levantina. Otro miembro de aquella desgraciada escuadra, el SanJuan de Sicilia, de la Repblica de Ragusa, naufrag en la baha de Tobermory, en la isla Muil, aunque sus restos, junto con la mayor parte de informacin que contenan, han sido desafortunadamente destrozados durantems de tres siglos de empeada (aunque ilusoria) bsqueda de tesoros.Todo este nuevo material no altera, desde luego, el esquema general dela historia de la Armada. Felipe II intent invadir Inglaterra y fracas porque prevaleci el esfuerzo defensivo de Inglaterra y sus aliados holandeses.Pero la historia tiene mucho ms contenido que los esquemas generales.Con las nuevas evidencias a nuestra disposicin podemos ahora relatar cadafase del proceso con mayor precisin que antes y, lo que quiz sea msimportante, explicar por qu los acontecimientos sucedieron as. En vez deljingosmo falsamente patritico y las especulaciones tericas que han dominado tantos estudios hasta ahora, nuestro relato descansa firmemente sobre14 22

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    THE SPANISH ARMADAuna amplia base de informacin objetiva extrada de los documentos yrestos fsicos de los buques. Toda esta evidencia tiende a confirmar lasopiniones de Hawkins, Howard y Drake citadas al principio: Que el GranProyecto de Felipe II contra Inglaterra en 1588estuvo a dos dedos del xito.En aquel tiempo nadie poda predecir el resultado, y por tanto Espaano debe ser ms denigrada por perder, que considerar la salvacin de Inglaterra como una manifestacin de su inevitable superioridad. Cada una delas naciones posea formidables posibilidades y debilidades fatales, y nosotos no sentimos, cuatrocientos aos ms tarde, ninguna predileccin poruno u otro bando. La historia se mantiene sobre sus propias bases y losnicos pasados a olvidar son los mitos.Este ao de 1988 es, con seguridad, un buen ao para dejarles descansaren paz.

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    EL MISTERIOSONAVEGANTEDESCUBRIDORLORENZO FERRERMALDONADO,SIGLOS XVI-XVII

    Dr. Carlos ASENJO SEDANO

    Fue Luis de Belmonte Bermdez, aquel que escribi aquello de...nombre dimos al mar, nombre a los ros, midiendo estrellas y afijando imanes..., quin pudiera sintetizar la mentalidad hispana de los siglos xvi-xvii,aquella mentalidad entre alucinada de honra y ambiciosa de bienes que,.antao en tierra de moros y hogao en tierras y mares de Indias, propiciabala creacin de un mundo nuevo, no slo en la geografa objetiva, sino tambinen la mentalidad subjetiva de los espaoles, en el cual la porfa de los msesforzados fuera compensada no slo con la gloria de los santos, sino tambincon el reino de los poderosos. Ah, en esa senda de alucinados, anduvierontodos los espaoles calentados por el sol inclemente de su tierra, desde losPinzones, primero, a Cardona, Iturbe Ortega, despus... Quiz ah no tantoColn, que ms que un alucinado fue un racionalista que, a golpes de compsy lgica, localiz y descubri un nuevo mundo, seguramente ms atra.doporla confirmacin de sus teoras astro-fsicas que por su pragmatismo poltico,que ms bien fue asunto y ganancia que dej para su familia, a pesar de lasclusulas de las Capitulaciones de Santa Fe sobre ttulos y ganancias. O comobuen genovs del renacimiento, a caballo entre ambas concepciones. Msac, sin embargo, los espaoles eran otra cosa, se comportaban de otra manera, indecisos entre sus ambiciones inmediatas y su propia transmutacin subjetiva.Y como eran otra cosa, hacia fuera y hacia dentro, la locura americanacundi por toda la pennsula. Ah Don Quijote y su Dulcinea en el pramo.Todo se hizo mito y ahora el mito se llama Amrica que, hasta fonticamente,era un nombre propicio para ese mito. Y tambin para aquellos para quienesla suerte quiz pudiera no serles propicia, o los saberes o el dinero, que corajes lo tuvieron todos, el mito, a veces, los llevaba a alumbrar otra Amricaparalela.Amrica... En la documentacin de la poca se observa cmo el incentivo americano mantuvo en vilo a casi toda la sociedad espaola, unos trasDon Quijote; otros, tras Sancho. Y ello de tal manera que, desde aqu, adivinamos a muchos de esos alucinados, los cuales nos asombran no slo por suporfa, sino tambin por lo que supieron o quisieron saber de la objetividadAo 1988

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    DR. C. ASENJO SEDA NOgeogrfica mundial, con una enorme capacidad, por su parte, para desenvolverse en las tierras o en las aguas de ese Nuevo Mundo, con una seguridad talen su persona que esto slo es dato suficiente para definir la calidad de esaraza, por lo menos en aquella poca.Entre aquellos alucinados, faltos de medios o de artes, que al final decuentas eran gentes de tierra adentro, anduvieron tambin no pocos granadinos. Si antes, con el respaldo de la Corona, Jimnez de Quesada o Pedro deMendoza, ahora, con la cobertura de algn amigo o protector, como ese casode Lorenzo Ferrer Maldonado, aquel capitn de Guadix, la gran ancdotaentre los descubridores navegantes del siglo XVI. Lorenzo Ferrer Maldonado,largo curriculum guerrero, con su gente de Guadix, tras la campaa de la guerra morisca de Granada, en escenarios de ms de 1.200 metros de altura,all que se ech tambin a los mares, quiz con el nico respaldo de sus antecedentes familiares que los tena en la pequea villa de Adra, cerca de Almera, en la baja Alpujarra, tendida junto al Mediterrneo. All Lorenzo Ferrerse fue a los mares. Y a la vuelta dijo haber descubierto el Paso de Anin, queserva para comunicar, por el norte, el Atlntico con el Pacfico, emulandoas a Magallanes y Elcano, Fue el ao 1588, en el reinado de Felipe II, tras laguerra granadina de 1568-70, y tras la inmediata victoria de Lepanto, en laque tantos paisanos de Lorenzo Ferrer participaron, llevados por el tambinpaisano D. Lope de Figueroa, y cuyos soldados, a la vuelta, vencedores, llenaron sus aldeas de devociones a la Virgen del Rosario.Pero, en definitiva, quin era este Lorenzo Ferrer Maldonado y en quconsisti el hallazgo de este Paso de Anin hacia el Pacfico Norte? ... Respecto a Lorenzo Ferrer tenemos algunas noticias. Respecto al Paso de Aninel hecho aparece tan oscuro que ms parece invencin o imaginacin.Lorenzo Ferrer Maldonado era de Guadix, aunque este dato no lo conoci Fernndez de Navarrete, y debi nacer alrededor del ao 1550. No obstante, su familia proceda de Berja, en la baja Alpujarra, y seguramente suspadres acudiran a Guadix, por el puerto de La Ragua, como lo hicieron otrasmuchas familias de la costa, en busca de la mayor seguridad, frente a losmoros africanos y piratas que por entonces inquietaban el Mediterrneo. Enbusca posiblemente tambin de las mejores perspectivas econmicas y sociales que representaba entonces el interior, y concretamente la esplndida vegade Guadix y sus repartos a los repobladores que todava coleteaban. Nacidoen Guadix, donde su familia conserva an una calle, no sabemos si dedicadaa Lorenzo o a su hermano, clrigo, que viva en la misma, de cuyo vecino acabara por tomar el nombre; a Lorenzo lo vemos ya tomar parte en la guerragranadina de los moriscos, de 1568-70,con las gentes de D. Lope de Figueroa,y cuyo escenario l conoca bien, pues eran los alrededores de La Ragua. Lainfluencia de la victoria de Lepato, en la que estuvieron tantos paisanossuyos con D. Lope deFigueroa, debi influir poderosamente en su nimojovn, as como tambin las noticias de D. Pedro de Mendoza, el Adelantdodel Ro de la Plata, y primer fundador de Buenos Aires, cuya familia era myamiga de la suya. 18

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    EL MIS TERIQSO NAVEGANTE DESCUBRIDOR LORENZO FERRER...

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    Dibujos que acompanan a la copia manuscrita que se conserva en el Museo Naval de la1e1acindel Descubrimiento del estrecho de Anin que hice yo el capitn Lorencio Ferrr Maldonado elao 588. (Ms. 331. Museo Naval. Madrid).

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    DR. C. ASENJO SEDA NODeba ser hombre imaginativo y con grandes aspiraciones. Y as, ene ao1581, Lorenzo se nos aparece con e ttulo de Micer Lorenzo Ferrer, firmando

    una escritura, como fiador, intervencin y fianza que repite el ao siguientecon cierta frecuencia; as hasta 1583. Hacia 1585 seguramente empeora susituacin econmica o necesita ms dinero para sus proyectos. Por otra parte,su padre haba muerto algn tiempo antes, por o que l y su madre se ven forzados a firmar cartas de ob igacin. Eh 1586, a consecuencia de estas necesidades, las re aciones de Lorenzo y sus hermanos con su madre se hacen tirantes. Estos eran Luisa Ma donado, casada con Alonso Asensio; y Juana Maldonado, doncella, sta a cargo del que fuera famoso maestro de cantera JuanCaderas de Riao. Lorenzo y ambas hermanas estimaban que, a la muerte desu padre, su madre, Ins Maldonado, haba vendido las fincas dejadas poraqul, a bajo precio, arruinando a los hijos, por lo que se vean obligados apedir justicia y la anulacin de aquellas ventas. Esto puede ser sintomticorespecto al carcter de la madre. En todo caso ponen de relieve que aquellafamilia haba venido a menos, lo que obliga a Lorenzo a tomar el oficio deJurado en el Ayuntamiento de Guadix, desde 1584.Por entonces, en 1586, se nos muestra en relacin con el capitn FranciscoPeralta, de Lanteira, a quien Lorenzo le vende un caballo rucio por precio de26 ducados. Y en vista de que sus necesidades son muchas, y sus medios escasos, decide dar poder a su madre, y a su cuado Alonso Asensio, para queacudan a la Corte, al Rey, para suplicarle que falle a su favor un viejo pleitoa consecuencia de haberles sido concedido a sus padres, en la guerra de losmoriscos, ciertos bienes en la Alpujarra que an no se les haban entregado.Mientras tanto, Lorenzo y su familia continan acrecentando sus deudas.Pero, a Dios gracias, la gestin de su madre y su cuado da resultado, ypronto se les entregarn aquellos bienes reclamados. Es ahora cuandoLorenzo nos aparece casado con una dama de Granada, hija de Beatriz deMontiel. En septiembre del ao 1587 estaba todava en Guadix, de dondedesaparecer, no volviendo hasta febrero de 1589.

    Entre tanto, en 1588, se fija su discutido y misterioso viaje que, segn l,acabara con el descubrimiento del Paso de Anin. Dejemos esto, de momento, y continuemos con Lorenzo, quien como he dicho, ya en febrero de 1589est de vuelta en Guadix. Debi volver con dinero porque, durante su ausencia, su esposa hizo grandes compras en Granada, sobre todo pra ajuardomstico, que Lorenzo, al volver ahora, va a pagar con esplendidez. Ahoratambin tiene esclavos. Desde Granada, junto con su esposa, se traslada aGuadix, tomando una casa en alquiler, en la parroquia mayor, de BernardinoCornejo. De Guadix, por entonces, se ausenta poco, ya que lo vemos con frecuencia firmar en contratos de diversa naturaleza. En todo caso, por enero de1590 quiz haba agotado ya sus caudales, porque en esa fecha se nos muestravendiendo sus esclavos, a la vez que da poder para que cobren a capitn Bartolom de Velasco, de Berja, 20 ducados que le deba ste por cierto prstamo. Por estos das, l y sus hermanos venden la capilla que tenan en Berja.Y en el mes de febrero de este mismo ao 1590, Lorenzo Ferrer se nos mues20 22

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    EL MISTERIOSO NAVEGANTE DESCUBRIDOR LORENZO FERRER...

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    DR. C. ASENJO SEDA NOtra dando poder al procurador D. Luis Serrano para que reclame sus salariosdel tiempo que fue capitn de las naves La Esperanza y la Santa Ana, queparecen ser las naves con las que emprendi la empresa conducente al sueodel Paso de Anin, en el que seguramente particip tambin el capitn Bartolom Velasco, de Berja, amigo de familia. Tras esto, Lorenzo se ausenta deGuadix, donde lo vemos en octubre de 1593,no reapareciendo en esta ciudadhasta noviembre de 1595, aunque declarando ahora que es vecino cJeGranada. No lo volveremos a encontrar en la ciudad accitana, donde s continanviviendo su hermana Ins, casada con Juan de Baeza; su hermano Francisco,clrigo; y su hermana Clara, monja profesa en Santiago, de clarisas, luegoabadesa del mismo, todos ellos se extinguen entre los aos 1642-44. Por suparte, Lorenzo, segn nos dice Fernndez de Navarrete, falleci en Madridel 12 de enero de 1625, en la calle Silva, feligresa de San Martn, siendo enterrado en la capilla de Nuestra Seora.Este es el personaje, famoso sobre todo por su hazaa, imaginada o inventada, del hallazgo del Paso de Anin, que pona en contacto el Atlntico conel Pacfico por el NO. De una fabulosa capacidad inventiva y no menos pasmosa erudicin, este hallazgo movi siempre a la incredulidad, pero tambina la duda, rastrendose todava sus huellas a finales del siglo xviii. Del mismo, Lorenzo Ferrer nos dej escrita una famosa relacin de la expedicin deeste descubrimiento del Paso de Anin, con grandes pinceladas de realismoy con otras tantas de fantasa. En esa relacin, Lorenzo nos cuenta su navegardesde Lisboa al Pacfico, por el NO, a travs del famoso Paso de Anin, quetena quince leguas de largura, y donde tropezaron con un barco de 800 toneladas, en la misma boca del estrecho, contra el que pelearon, y con el que posteriormente intercambiaron productos que eran semejantes a los de China...Aquellas gentes parecan ansiticos (sic). Y, para entenderse con ellos, notuvieron ms remedio, los que lo saban, de echar mano del latn ... Y assupieron que aquellos asiticos venan de una ciudad muy grande llamadaRoba, en la Tartana...

    Y, a la vista de todo esto, Lorenzo redactar un plan definitivo para lanzarse al ms all para conquistarlo: tres navos, 18piezas de artillera, 200 mosquetes... En total, necesitar una inversin de 47.077 ducados... De esta relacin de Lorenzo Ferrer Maldonado, al menos, se deduce ms un sueo queuna realidad, y en este sueo seguramente los libros de caballera fueron lasobras de Andrs de Poza, y las del maestro Pedro de Siria, segn nos diceMartn Fernndez de Navarrete.Qu sucedi en aquellas naves, La Esperanza, del maestro Juan de Llanos, y la Santa Ana, del maestre Miguel de Alvear, ambas de Sevilla?... Seguramente nunca lo sabremos. Pero el hecho de acometer esta empresa un hombre de tierra adentro ya es un prodigio. Quiz lo sea ms su imaginacin respecto al viaje, apoyada indudablemente por su gran capacidad de lector, laque le permiti, al margen del viaje, escribir obras tan agudas como el Memorial que present al rey, ofreciendo La agujafija, y el nodo de hallar la longi22 22

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    DR. C. ASENJO SEDA NOtud en e/mar, por la que se le ofrecieron tres mil ducados de renta, por la primera, y dos mil ms, por la segunda...Luego?... En abril del ao 1600, por boca de su cuado, intenta embarcar en una nueva aventura al Marqus de Estepa, a quien deslumbra con susrelatos, con sus documentos escritos en una hermosa y extraa letra antigua,porque Lorenzo tena una muy bella caligrafa, segn testimonian sus documentos. Al Marqus de Estepa le exhibe ciertos ttulos... Pero la Justicia granadina interviene y aborta la aventura, a la vez que le procesa por falsedad enlos ttulos y en la letra antigua. No obstante, los testigos de Granada en esteproceso ponen de relieve que el capitn guadijeo Lorenzo Ferrer Maldonado es un hombre de gran ingenio, autor de libros curiosos, que sabamuchas lenguas, amn de ser latino y astrlogo. Su cuado Lorenzo fue a lacrcel y posteriormente lo desterraron de Granada, pero Lorenzo no pudo serhallado por la Justicia.Muchos aos despus, Silva de Figueroa dice que se lo tropez en Madridy que cuando habl con l le dio mucha informacin sobre el estrecho deAnin, que l pona en duda... Yque Lorenzo aadi aun que l solo saba elsecreto para descifrar la clavcula de Salomn, nunca jams hallado enteramente por los alquimistas, y que converta en oro a los ms bajos metales...

    Pero la suerte le era ya adversa, y en 1615,aunque insiste en sus descubrimientos, ahora especialmente en lo que se refiere a la aguja fija y la longituddel mar, se atreve a pedir al rey Felipe III que sobresea el famoso procesoantes aludido. Efectivamente, una carta al Presidente de la Audiencia deGranada se lo ordena, al tiempo que Lorenzo contina aplicado a las experiencias que tena encomendadas, hasta su muerte en 1625.En el siglo xviii an haba dudas de si Lorenzo haba o no haba descubierto el Paso de Anin. Y as el virrey de Nueva Espaa volvi a enviar almarino Francisco Eliza con rdenes de asegurar Nutka. En el ao 1790,entraba ste en el dicho puerto, que puso en orden defensivo, e inmediatamenteenvi al teniente de navo Salvador Fidalgo a reconocer la costa hasta los 600.Fidalgo llev a cabo su cometido ypudo examinar detenidamente los establecimientos rusos. Pero al tiempo que Fidalgo navegaba en aguas de Alaska, y conversaba amigablemente con los jefes rusos, que le daban notas y consejos, en -la Academia de Ciencias de Pars, un tal Buache lea una Memoria, en la queafirmaba que ya en el ao 1588, Lorenzo Ferrer Maldonado haba descubiertoel paso del NO.Como consecuencia de todo esto, Alejandro Malaspina, que estaba efectuando un viaje cientfico por Sudamrica y el Pacfico, recibi rdenes paracomprobar la existencia de ese Paso, en 1791, el estrecho visto por LorenzoFerrer Maldonado. Pero no lo hall. Y los barcos iniciaron el regreso efectuando un detenido examen de la costa, hasta San Blas.Pero Dulcinea no se hall.

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    EL MISTERIOSO NAVEGANTE DESCUBRIDOR LORENZO FERRER...FUENTES:Fernndez de Navarrete, Martn: Biblioteca Martima Espaola. Madrid, 1851. Vol. 2.Morales Padrn, Francisco: Historia de Amrica. En Historia Universal, T. V., pg. 789.Arch. de Protoc. Notariales de Guadix.Protocolo de:Ant. de Cozar. Marzo de 1586.Franc. de Molina. 18-8-1586.slfl.Jos de Molina. 27-9-1587. slfl.Juan Bta. Pisa. 23-9-1587.Melchor Gutirrez. 14-1-1589.XXI.Greg. Mola. 24-2-1589. LIX.Santa Cruz. 10-5-1593.CCCXXVIII.D. Gutirrez. 10-1-1590.DCCLXVII.

    Jernimo de Mola. 21-1-1590.XIV y XV.Luis Bdo. Sanmartn. 19-12-1593.CCCLI.Franc. Oliveros. 22-10-1595. DLIV.Juan Espinosa. 12-10-1632.

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    LAS FRONTERASHISPANO-PORTUGUESAS ENEL AREA DEL RIODE LA PLATA, 1750-1800

    Pedro NAVARRO FLORIAMara Andrea NICOLETTI DE LA QUINTANARicardo EVARISTO DOS SANTOS

    Alexandre de Gusmo y el tratadode lmites.Para comprender las negociaciones del tratado deMadrid de 1750, tenemos que dirigir nuestra atencin al pensamiento de Alexandre de Gusmo. El23 de septiembre de 1743 fue nombrado miembro del Consejo Ultramarino;a travs de una carta suya a un funcionario que parta hacia Cuiab, podemosadentramos mejor en la historia ultramarina de la poca y saber cmo Gusmo obtuvo informacin ms o menos precisa para lograr el xito de aquellamisin geogrfica.Alexandre de Gusmo procur, con ella, continuar la misin de los padresCapacci y Diego Soares, a los cuales se refera cuando afirmaba que ya poseael conocimiento necesario sobre todo el pas que va de Ro de Janeiro a la ciudad de Mariana. Este precioso documento trata verdaderamente de las instrucciones para una investigacin geogrfica, histrica y etnogrfica; de l sededuce que Alexandre de Gusmo basaba su poltica en conocimientos geogrficos e histricos.Para avalar sus estudios de la geografa del Brasil y de la historia de laexpansin portuguesa, estn el tratado de Madrid y los documentos que us

    para defenderl, particularmente la respuesta al brigadier Antonio Pedro deVasconcelos. En esta ltima, Gusmo demuestra un profundo conocimientode la geografa del Brasil, as como de todos los problemas que derivaban dela firma, en el siglo xv, del tratado de Tordesillas.Configuracin geogrfica del Brasil.

    Cuando en 1747 se intensifican las negociaciones entre las Cortes portuguesa y espaola para resolver el problema de los lmites entre ambas naciones en Amrica del Sur, el cuerpo y la estructura del Brasil eran an inciertos. En el sur del actual estado del Paran, el territorio dibujaba una largapero estrechsima flecha en la costa de los actuales estados de Santa Catarina y Ro Grande do Sul, con un mximo de 15 y un mnimo de 5 leguasde profundidad a la altura del fuerte de San Miguel, situado al sur de laAo 1988

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    P. NAVARROFLORIA- M. A. NICOLETTIDE LA QUINTANA- R. EVARISTODOS SANTOSlaguna Mitin, fundado al mismo tiempoque el presidio del Ro Grande de SanPedro, en 1737, por el brigadier SilvaPaio.Ms al norte, la frontera del Brasil,abierta y frecuentada desde 1722,segualas orillas del Pardo y del Tacuar, para,desde all, bordear el Paraguay y el Jau r. Solamente en 1742 Manuel Flix de Limacon algunos audaces compaeros, establecern el vnculo entre Cuiab, ca pitaldel Matto Grosso, y Belem do Par, bajandoel Guapor y el Madeira. Al suro del Amazonas y al oeste de Madeira los portugueses, aunque frecuentaban el Napo, apenas ocupaban el margen del

    gran ro hasta el Javar, otra larga flechaampliamente disputada por los misione- ros y las tropas de Quito. Ms al norte,los sertanistas de Belem haban penetra dopor el Japur y los misioneros carme

    - litas ocupaban el ro Negro.En 1750, despus de unas laboriossimas negociaciones que duraron treinta ycinco aos, las dos coronas llegaron a un- acuerdo sobre los lmites entre sus domi

    nios en Amrica, gracias a la actuacindel diplomtico Alexandre de Gusmo. Laexpansin luso-brasilea hacia el. oeste y la organizacin administrativa y

    poltica tuvieron un avance rapidsimodurante el cuarto de siglo anterior a lasj negociaciones del tratado de Madrid. En estosveinticinco aos surgi una nuevarealidad geogrfica y econmica, que. Portugal intent incluir dentro de su te

    , rritorio.Los inmensos territorios de Gois yMatto Grosso, al oeste, las necesarias comunicaciones entre So Paulo, el Parany el Paraguay para la exploracin de lasminas, las riquezas pecuarias del RoGrande, consideradas como el complemento econmico de las minas, y los vastsimos valles de los ros Negro, Branco

    ,... . j.

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    LAS FRONTERAS HISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...y Japur, eran nuevas y gigantescas realidades. La posesin de la Coloniadel Sacramento supona una amenaza constante para la soberana espaolaen toda la cuenca del Plata. Despus de la guerra de Sucesin espaola, losnegociadores portugueses, obedeciendo las rdenes de Juan V, no exigieronel cumplimiento estricto del tratado de Utrecht de 1715, imposibilitando,por un lado, la ampliacin del territorio de la Colonia y por otro, el cumplimiento de la clusula del mismo convenio, segn la cual la Corona espaolapodra cambiar la Colonia por cualquier compensacin territorial. Esta clusula fue la que orient a Alexandre de Gusmo.La ocupacin militar y civil dirigida hasta la puerta del estuario del Plata,impela a Espaa a negociar a cualquier precio y con urgencia el cambio de laColonia del Sacramento por otros territorios, so pena de comprometer sinremedio la seguridad y la paz futura en estas provincias. Esto propiciaba unasolucin rpida del problema, respetando los intereses de ambas partes. Escierto que tambin la penetracin de los misioneros jesuitas en el actualestado del Mato Grosso, colocaba a Portugal en una situacin semejante (1).Los documentos que existen sobre las negociaciones para el tratado deMadrid prueban que Alexandre de Gusmo haba hecho todos los esfuerzosnecesarios para garantizar a Portugal la posesin de ese enlace fluvial entre elJaur y el Guapor, preservando la comunicacin entre los dos grandes estados del Brasil y del Maranho-Par, preparando as la integracin del estadobrasileo (2).En la cuenca amaznica, el valle de Madeira, la parte situada al este deeste ro y el valle del ro Negro, merecieron un especialsimo estudio de Gusmo. Podemos afirmar que obtuvo del gobernador Pedro de Mendona Gorfo un mapa del Madeira, trazado por Jos Gonalves de Fonseca. Tambinobtuvo informacin sobre el alto Amazonas y el ro Negro, proporcionadapor el visitador de las misiones carmelitas en ese ro, fray Antonio da Piedade, quien escribi una memoria de su visita en los aos 1746 y 1747 a la quese refieren varios documentos.Con todos estos elementos en la mano, Alexandre de Gusmo traz unplano en el que ros y vertientes servan de frontera para extender la soberana portuguesa a tierras totalmente ignoradas por los espaoles. Portugalceda la Colonia del Sacramento y sus pretensiones al estuario del Plata. Alsur, limitados por las vertientes y el curso del Uruguay, los estados actualesde Santa Catarina y Ro Grande, entonces casi totalmente desiertos, pasabana Portugal. Lo mismo suceda con el sur del Matto Grosso. Al norte, lainmensa zona comprendida entre el Alto Paraguay, el Guapor y el Madeirade un lado, y el Tapajs, para no decir el Tocantins, del otro, quedaba igualmente bajo soberana portuguesa; y la punta de flecha que va del Madeira al

    (1) Vase mapa de los caminos de los pueblos de los yerbales de 1779 y mapa de losfuertes que balizarn la nueva frontera de 1750, fuerte prcipe de Beira.(2) Vase documento: Noticias relativas al Marqus de Valdelirios y al general donPedro de Cevallos sobre los lmites con los portugueses en Amrica, apndice nm. 1.Ao 1988

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    Javar se dilataba en proporciones mayores, abarcando parte del Japur y losvalles de los ros Negro y Branco.En la respuesta de Alexandre de Gusmo al general Antonio Pedro deVasconcelos, antiguo gobernador y heroico defensor de la Colonia del Sacramento, en defensa del tratado, se expresan los siguientes objetivos:

    El equilibrio de las soberanas portuguesa y espaola en la particin segnlas cuencas del Amazonas y del Plata, atribuyendo, en su mayor parte, la primera a Portugal y la segunda a Espaa.Reservar a la soberana portuguesa la gran meseta central aurfera y diamantfera, corazn de Brasil y sus vas fluviales de acceso.Dar fundo grande e competente al Brasil austral para proteger la cuencaminera del Camapua y asegurar las regiones de recursos pecuarios de RoGrande do Sul.Arredondare segurar o pas,- es decir, realizar la integracin del territorioy darle viabilidad orgnica.

    Carta reducida de los terrenos, y ros que deven formar los l(mites entre el Brasil y los establecimientos espaoles, segn el tratado del ao 1777 (...) por D. Francisco Lpez Royo. (MuseoNaval. Madrid).

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    LAS FRONTERASHISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA. -Como consecuencia lgica de los dos ltimos objetivos, crear en elextremo sur una frontera estratgica que se opusiese a cualquier tentativaespaola de franquear el Brasil meridional por su parte ms vulnerable.El gobierno espaol tena como objetivos:En forma general, poner un dique a la vertiginosa expansin portuguesa,a las usurpaciones de soberana de los luso-brasileos, segn la repetidadenuncia de Jorge Juan y Antonio de Ulloa en sus obras, que amenazabareducir la extensin del imperio espaol en Amrica del Sur. Tanto en lacuenca del Amazonas como en la del Plata, los jesuitas espaoles fueron siem

    pre los ms acrrimos denunciantes e impugnadores de la expansin portuguesa.En particular, la reserva exclusiva para Espaa de la soberana polticasobre el estuario del Plata y sus vas terrestres y fluviales, que comunicabanlas provincias platenses con el Per, en la vasta acepcin geogrfica que se ledaba al trmino. Auzmendi informaba: La utilidad particular de Espaa consiste en quitar la Colonia y el famoso contrabando del Ro de la Plata ... laColonia no les aprovecha y nos destruye...; y Jos de Carvajal dira que le interesaba ms la Colonia del Sacramento que la de Gibraltar.La defensa conjunta de Espaa y Portugal ante las potencias extranjeras,particularmente Inglaterra y Holanda, que les disputaban sus dominios enAmrica. De nuevo Auzmendi esclareca: .. . despus que las dems (naciones) han acudido (a Amrica) con todas sus fuerzas no erajusto que nosotros(espaoles y portugueses) aumentsemos nuestra debilidad, ofrecindolesmayor espacio para lograr sus fines.La anulacin, por intil, de la alianza luso-britnica, que implicaba unaamenaza constante del podero ingls contra Espaa so pretexto del apoyo alos intereses portugueses. Auzmendi comentaba: . . . lo que no se insinu en lospapeles y debe considerarse mucho ... convendr que los portugueses se pongan en trminos de no necesitar unos aliados que no pueden menos de ser gravosos y entiendan los ingleses que Portugal no tiene con quin reir.Preparar de esta forma la unificacin de las dos naciones ibricas en unnico Estado y de las Amricas espaola y portuguesa en un nico imperio,sueo grandioso de Jos de Carvajal al que se oponan realidades psicolgicasy nacionales irreductibles a un solo comn denominador poltico.

    La tctica de Alexandre de Gusmo se basaba en demostrar la imposibilidad de trazar el lmite del meridiano y volver contra los espaoles el tratadode Tordesillas, intentando demostrar que ellos haban usurpadd ya con nterioridad mucho ms territorio en el oriente que los portugueses en BrasilEstableca as un nuevo fundamento para un tratado de lmites: la ocupacinreal de la tierra como determinante de su propiedad justa, esto es, basar lasoberana en una sancin jurdica, la del utipossidetis, conjugada con elAo 198

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    P. NAVARROFLORIA- M. A. NICOLETTIDE LA QUINTANA.R. EVARISTODOS SANTOSnuevo principio de los lmites naturales, las balizas naturales o las balizas msnotables de los montes o ros grandes.Su creacin poltica estaba relacionada con el Mapa das Cortes, pues stey el plano de lmites se utilizaron conjuntamente. Si comparamos el Mapa dasCortes con un mapa actual de Amrica del Sur, rpidamente nos damoscuenta de que aquella carta del Brasil no es ms que una caricatura de la realidad falseada por algunos errores muy graves de longitud: al nordesteextiende su costa unos 4 0 hacia el este, de forma que el meridiano deBelem do Par pasa por el Ro Grande de San Pedro, cuando debera pasaral oriente de la isla de Santa Catarina; el alto Paraguay aparece tambin desviado hacia el este entre 4 y 7 grados; el Amazonas, en toda su extensin hastael Javar, reducido en cerca de 3, y el Madeira como el Guapor y los demsafluentes meridionales del Amazonas y el Tocantins, estn tambin desviadoshacia el oeste con errores de 9. Las consecuencias generales que se derivande esta serie de errores son: si la lnea de Tordesillas fuese trazada sobre estemapa, dejara bajo soberana portuguesa territorios que, a la luz del trazadoreal de aquel meridiano, deberan pertenecer a Espaa y la mitad occidentaldel Brasil queda reducida de tal forma, que Cuiab en el mapa est situadocerca del meridiano de Belem do Par, con un error de cerca de 9.Segn el historiador brasileo Roberto Simonsen en su obra Historia econmica do Brasil (3), esta construccin errnea tal vez se deba a un intento de

    facilitar a los espaoles la aceptacin del uli possidetis, que aadi a la Amrica portuguesa grandes extensiones de tierras al oeste del meridiano de Tordesillas.Alexandre de Gusmo conoca los datos necesarios para calcular con granexactitud el verdadero trazado del meridiano de Tordesillas. En su rplica aJos de Carvajal estableca, con aproximacin notable para la poca, en 2230 las 370 leguas al occidente de la isla de Santo Anto, situada como 8 aloeste de la isla de Hierro, cuya longitud en relacin al meridiano de Pars seconoca con precisin. Posea tambin el inspirador del Mapa das Cortes lalongitud del Par, observada con bastante exactitud por La Condamine, y lasdel sur del Brasil, entre el Ro de Janeiro y la Colonia del Sacramento, observadas por los padres matemticos Carbone y Capacci, jesuitas, segn el meridiano de Pars. En conclusin: el Mapa das Cortes fue premeditadamenteviciado para fines diplomticos, desviando el Brasil meridional hacia el estey aumentando el margen de la soberana del hemisferio portugus delimitadopor el meridiano de Tordesillas, y ocultando tambin, con los desvos del trazado, las longitudes del Paraguay, del Madeira y del Guapor, reduca el occidente de Brasil, incrementando aparentemente las regiones centrales desoberana espaola. As, el cartgrafo se permita situar, por ejemplo,Cuiab con un error enorme sobre el meridiano de Tordesillas, tal como stefuera calculado por los cosmgrafos espaoles en 1681. Por fin, ilustraba de

    (3) Simonsen, Roberto: Historia econmica do Brasil (1500-1820). Tomo II, p. 100.32 22

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    LAS FRONTERAS HISPANO-PORTUGUESASEN EL REA...manera flagrante su tesis de que las violaciones portuguesas de soberana enAmrica eran menores que las espaolas en oriente.Cartografa de los lmites de 1750 y LsPartidasdel Sur.

    Durante el siglo xvii y el primer cuarto del siguiente, hasta la misin de lospadres matemticos, contina vigente la cartografa de los descubrimientos.Segn el historiador brasileo Joo Padi Calgeras (4), a finales de 1752 seTRATADODE MADRIDE1750

    (4) Padi Calgeras, Joo: Historia daformacoterritorial do Brasil.Mapa de los fuertes portugueses en la frontera del tratado de 1750.

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    P. NAVARROFLORIA- M. A. NJCOLETTIDE LA QUINTANA- R. EVARISTODOS SANTOSiniciaban los trabajos de demarcacin en Castilhos Grandes. Pero las tres partidas finalizaron sus operaciones en perodos bastante distintos y su organizacin difera bastante de la que fuera establecida por el Marqus de Pombal yGomes Freire.La primera partida inici las operaciones en Castilhos Grandes el 25 dediciembre de 1752,que fueron interrumpidas por las luchas contra los indiosde las misiones desde el 3 de marzo de 1753hasta el 3 de julio de 1759. Estabaformada por el teniente coronel Jos Custodio de S e Fara, el capitnManoel Vieira de Leo y el teniente Alexandre Cardosos de Menezes e Fonseca, los dos ltimos cosmgrafos, por Portugal, y por el capitn de navoJuan Echevarra y los tenientes de navo Ignacio Mendizbal y Gil de Sola, yAlonso Pacheco por Espaa.Los miembros tcnicos de la segunda partida fueron, por parte de Portugal, el comisario coronel Jos Fernandes Pinto de Alpoim, el astrnomo capitn Antonio da Veiga Andrade y el alfrez Manoel Pacheco de Cristo, gegrafo; por parte de Espaa, el comisario Francisco de Arguedas, el gegrafoFrancisco Millau y Maravall y el alfrez de navo Juan Norberta Narn, astrnomo. La segunda partida terminaba sus trabajos en febrero de 1760.De la tercera partida, eran tcnicos portugueses el comisario sargentomenor Jos Custodio de S e Faria, los cosmgrafos Miguel Ciera y JodoBento Pithon y espaoles, el comisario capitn de fragata Manuel Antonio deFlores, los cosmgrafos teniente de fragata Atanasio Varanda y alfrez denavo Alonso Pacheco. Esta partida iniciaba sus trabajos en noviembre de1753; comenzaron por remontar el Paraguay, alcanzando el9 de enero la bocadel Jaur, donde situaron el mrmol trado de Lisboa para marcar el lmitepor ese lado. El 16 de mayo de 1755 una decisin oficial daba por terminadaslas labores, estableciendo el Ipan como contravertiente del Iguatim yambos como enlace colindante entre el Paran y el Paraguay. Las hostilidadesde los indios y principalmente la oposicin de losjesuitas al tratado concurrirn a la dilacin de su cumplimiento y, finalmente, a su malogro.Los tratados de El Pardo de 1761 y de San Ildefonso de 1777.

    El 12 de febrero de 1761, los gobiernos portugus y espaol firmaban eltratado llamado de El Pardo por el lugar donde se firm, mediante el cual sedaban por cancelados, casados y anulados, como si nunca hubiesen existido nihubiesen sido ejecutados el tratado de Madrid de 1750 y los dems tratados yconvenciones que regularon su aplicacin.El problema se localizaba en el estuario del Plata y los territorios de lasmisiones, ya que los espaoles deseaban ampliar la zona de soberana y proteccin sobre el estuario platense, pretensiones apoyadas por los jesuitas,debido al rudo golpe que haban sufrido con la cesin o mejor, la destruccinde los Siete Pueblos. En cambio, Alexandre de Gusmo pretender prolongar la soberana portuguesa en otra direccin, que para otros como el brigadier Pedro de Vasconcelos deba mantenerse en el margen izquierdo del Pla34 22

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    LAS FRONTERAS HISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...ta. El problema de fondo era mscomplejo y su base geogrfica ms amplia.Esto lo prueba el desarrollo de la guerra luso-espaola en los territorios delsur del Brasil.

    Recuperada la Colonia en septiembre de 1762, los espaoles intentaronapoderarse el ao siguiente de todo el Ro Grande do Sul, donde conquistaron posiciones sustanciales. En 1767, Jos Custodio de S e Fara, gobernador interino del Ro Grande, recuperaba algunas de esas posiciones con lareconquista de So Jos do Norte. En 1777, Pedro de Cevallos asaltaba ytomaba la isla de Santa Catarina, llave de la navegacin en los territorios delsur hacia el Plata. Es evidente que las ambiciones de conquista provocaban laprdida de vastas regiones meridionales de Brasil.La poltica de Pombal, impulsada por caprichos personales y dictados reales, amenazaba gravemente los intereses portugueses en Amrica. El fallecimiento de Jos 1, el 24 de febrero de 1777, y labenfica intervencin de lareina viuda Mariana Victoria, conducida por la sabia diplomacia portuguesa,consiguieron salvar la unidad geogrfica brasilea de mayores prdidas;El primero de octubre de 1777, se firmaba en San Ildefonso el nuevo tratado de lmites, rpidamente negociado por el Marqus de Floridablanca,jefe del gabinete de Madrid, y por Francisco Inocencio de Souza Coutinho,embajador de Portugal. Cuando comparamos ste con el de 1750, vemos queel espritu de los principios fundamentales del convenio de Madrid, defendidos por Alexandre de Gusmo, permanecen en pie.El planteamiento brasileo sobre las fronteras despus del tratado de 1777.

    Con la expulsin de los jesuitas en abril de 1767, debido a la ascendenciade la Compaa de Jess sobre la sociedad y a su gran poder econmico (5) ydado el inters que tena el gobierno portugus en la poca del Marqus dePombal por los territorios espaoles que quedaban al sur del Brasil, elmomento poltico de la cuestin se define en funcin del desarrollo econmico futuro que traer consigo la ganadera. Brasil experiment un gigantesco crecimiento, que provoc la formacin de las provincias de MinasGerais, Santa Catarina, Gois, Matto Grosso y Ro Grande do Sul, mientrasque la ganadera condicion la poblacin de los territorios de Piau y Maranho.Por este tratado de1750,renovado en 1777,con artculos de Alexandre deGusmo, Portugal renuncia definitivamente a la margen izquierda del Ro dela Plata a cambio del territorio de las Siete Misiones de los guarans. Espaase queda con la cuenca del Plata y Portugal con la del Amazonas.El tratado de San Ildefonso de 1777 asegur, para Portugal, los territoriosbrasileos del sur tomados por los espaoles: Santa Catarina y Ro Grande.A finales del siglo xviii, los lmites del Brasil se aproximaban a los actuales.

    (5) Rodrguez Lapuente, Manuel: Historia de Iberoamrica, p. 388-400.Ao 1988

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    P. NAVARRO FLORIA - M. A. NICOLETTI DE LA QUINTANA - R. EVARISTO DOS SANTOSEn el norte, aument la influencia de los colonos en el Maran y el Amazonas, y disminuy el aprovechamiento del interior por las dificultades deextraccin del oro de Minas Gerais, cuya produccin empez a declinar a partir de 1750 (6). Esto provocar en el sur, que era proveedor de mulas y habadesarrollado su produccin pecuaria orientada hacia la minera, el inicio deun nuevo ciclo econmico conocido como ciclo del cuero.Los tratados de lmites desde el punto de vista espaol.

    Resumiendo brevemente el tratado de 1750, podemos anotar que: Portugal renuncia a sus derechos sobre las Filipinas (artculo 2.; teniendo encuenta el alegato portugus de que Espaa haba usurpado el oriente, lo quepone a los lusitanos en una posicin favorable para forzar sus reclamacionesen Amrica del Sur); Portugal retiene todo lo ocupado en el Maran-Amazonas yen el Mato Grosso (artculo 3.); la frontera se define genricamentepartiendo de la barra de la desembocadura del arroyo que sale al pie de losmontes de los Castillos Grandes, y de all por la falda del monte hasta lo msalto hasta el origen del ro Negro, de all al origen del Ibicuy, por este ro, elUruguay, el Papir hasta las cumbres, y de all a la cabecera principal del roms cercano, por el ro Grande de Curitiba o Iguaz, el Pran, el Igurey hastalas cumbres, de all nuevamente a la cabecera principal del ro ms cercano,por el Paraguay arriba, la laguna de los Xarayes y hasta la boca del ro Jaur,para el sector que nos interesa (artculos 4. al 6.); los portugueses se aseguran el acceso al Mato Grosso (artculo 7); los comisarios nombrados porambas cortes iran sealando los lmites y levantando mapas, poniendo losnombres de comn acuerdo (artculo 11.); Portugal cede la Colonia y suterritorio adyacente hasta el lmite mencionado en el artculo 4., y la navegacin del Ro de la Plata (artculo 13.); Espaa cede lo ocupado en el territorio sealado como portugus y los pueblos que queden al norte del Ibicuy yal este del Uruguay, del Pepir y del Guapor, y Portugal cede otras tierras delAmazonas (artculo 14.); de la Colonia saldrn slo las fuerzas militares y lospobladores que quieran (artculo 15.), mientras que de las misiones saldrnlos misioneros e indios con sus bienes muebles (artculo 16.); se prohbe elcomercio a lo largo de la frontera (artculo 19).Basta una primera lectura para advertir una gran diferencia en el tratamiento diplomtico de la cuestin por ambas potencias, representadas en esteacto por Jos de Carvajal y Toms da Silva Teles. Los portugueses, conocedores del tema, conceden territorios que nunca estuvieron en litigio, Filipinas,el Ro de la Plata, para conseguir objetivos bien definidos: las misiones y losterritorios del sur. En cambio los espaoles: en vez de dejar esta cuestinintacta en manos de los facultativos, la acometieron diplomticamente los plenipotenciarios, y fijaron los puntos directores de la lnea de demarcacin sin

    (6) Honorio Rodrigues, Jb:.Basi1. Perodo colonial.36

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    LAS FRONTERAS HISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...

    tener noticias correctas de las localidades: as es, que se equivocaron en variosdetalles, que hicieron impracticable de ejecucin del tratado (7). Podramosagregar, que con su apresuramiento dieron lugar a desigualdades tales comola que surge al comparar los artculos 15 y 16..(7) Anglis. Pedro de (Editor): Coleccin de obras y documentos.relativos ala historia antiguay moderna de las provincias del Ro de la Plata. Tomo IV, publica los textos completos delos tratados de 1750 y 1777. una carta de Manuel Antonio de Flores al Marqus de Valdelirios,un informe del virrey Nicols de Arredondo a su sucesor Pedro Melo de Portugal sobre la cuestin de lmites en 1795, una recopilacin de correspondencia oficial sobre el tema y una relacingeogrfica e histrica de Diego de Alvear, todos documentos de inters para la cuestin.

    AS FORTIFICACESHISTORICASDAMAZNIA(SECULOSXVLI,XVIIIE XIX)

    Mapa de las fortificaciones histricas de la Amazonia. Siglos xvn al XIX.

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    P. NAVARROFLORIA- M. A. NICOLETTIDE LA QUINTANA- R. EVARISTODOS SANTOSEl tratado firmado en San Ildefonso el 1 de octubre de 1777por el Condede Floridablanca y Francisco Inocencio de Souza Coutnho, ratificado en San

    Lorenzo diez das desps (8), conserva las inexactitudes geogrficas del tratado anterior y consagra el objetivo portugus de lafrontera mvil, al declararuna zona neutral de imposible verificacin.Visin espaola del problema de la cuenca del Plata.

    Por qu motivos la diplomacia espaola prefiri entregar determinadosterritorios y no otros?, cmo se resuelve, en definitiva, para la clase gobernante, la visin geopoltica de la cuenca del Plata entre estos dos tratados ydurante la demarcacin posterior? Por lo dicho hasta ahora, se podra pensarque la cuestin resida en la exactitud geogrfica de los artculos referentes allmite. As lo quisieron interpretar los espaoles y posteriormente los rioplatenses, incluido Pedro de Angelis.En contra de esta hiptesis, preferimos apoyar la defendida en los primeros aos de este siglo por el erudito franco-argentino Paul Groussac, a la vistade los papeles del marino espaol y comisario demarcador de lmites Diegode Alvear: .. . no debe confundirse el debate de 1788 con el que termin en 1894.Durante e/largo tiempo transcurrido.., varios elementos nuevos e importantes vinieron incorporndose al debate para comp/icario singularmente. Verbigracia. el dominio y la ocupacin efectiva de/territorio litigioso ( Beati possidentes ) y la situacin surgida de laplaza de Badajoz... Para los demarcadoreshispano-portugueses de 1788... la cuestin era infinitamente menos complejaque la debatida por/a diplomacia argentino-brasilea... Reducido elproblemaa sus trminos esenciales, no poda ofrecer dificultad cientfica su solucin,como en realidad no la ofreci alprincipio, segn aparecepor lalectura del diario de Alvear, hasta que ste recibiera instrucciones reservadas del virrey (pro-.bablemente sugeridas por Varela) para descubrir un sistema de ros orientalesy oponer a la tesis de los tratados otra que no corresponda a la realidad (9).En esta cita agrega interesantes elementos de anlisis, como la desmitificacin de la diplomacia espaola, siempre tenida por intachable; pero lo verdaderamente importante es que abre una va a nuevas interpretaciones queintenten contestar las preguntas que nos hacamos al principio.Quisiramos demostrar que la configuracin que tom la frontera de losdominios espaoles en la cuenca del Plata durante los ltimos tiempos de laColonia, respondi aunas ideas determinadas, expresadas tanto oralmentecomo por escritp, aceptadas como doctrina oficial y formuladas fundamentalmente como un plan econmico que responde a una concepcin econmicade la regin. Donde encontramos un enunciado ms coherente de estas teo

    (8) Tratado preliminar.. San Lorenzo, once de octubre de 1777, en De Angelis,Op. Cii. . .. ,.,. .. . . . ,:.(9) Paul. Grussac: Don Diego de Alvear, en su Estudios de historia argentina,pp. 92-95.. . ., . . ,. ..38. Nm.22

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    LAS FRONTERAS HISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...ras es en los escritos de Flix de Azara (10), al que hemos elegido comofuente representativa de esta lnea de pensamiento en funcin d los cargosque ocup y de la repercusin que sus puntos de vista tuvieron en la polticaoficial.Respecto a la vigencia que esta visin pudo haber tenido en el nimo dela corte de Madrid, recordemos que Azara residi en Paraguay hasta 1801,desde donde dirigi constante correspondencia a las autoridades rioplantenses sobre la cuestin, y que sus ideas ms importantes en contra de la conservacin de las misiones las formul residiendo ya en Madrid como protegidode Godoy y como miembro vocal y en nombre de la Junta consultiva sobre forttjcaciones y defensa de Indias, presidida por el mismo Godoy (11). En cambio, es interesante hacer constar que su compaero de armas en la Marinaespaola, tambin comisario de lmites, Diego de Alvear (12), defiende laexcelente situacin geogrfica de las misiones y lamenta el desorden causadoen ellas por la expulsin de los jesuitas (13); posiblemente esta postura contraria al sentir oficial, aadida a circunstancias personales, provocaron sucada en desgracia tras su vuelta a Espaa en 1804.Dividiremos la exposicin de sus argumentos en dos puntos fundamentales:a) Laformulacin econmica de A zara sobre la cuenca del Plata.

    Era idea difundida en la poca, como base comn a distintas teoras;cierto determinismo de los factores geogrficos, de acuerdo con el pensamiento racionalista de la enciclopedia y de la ilustracin y que en el mundocultural hispnico del final del siglo xviii tenda a coincidir con un agrarismotambin muy diversamente entendido.(10) Azara, Flix de: Memorias sobre el estado rural del Ro de la Plata en 1801; demarcacin de lmites entre el Brasil y el Paraguay a ltimos del sigloxviii, e informes sobre varios particula res de la Amrica meridional espaola. Escritos pstumos.(11) Groussac: Op. cit., p. 100. De Angeiis: Correspondencia oficiai.. . en su Op.cit.

    especialmente pp. 14a 35, de Azara con Varela y Arredondo. Azara: Op. cit., pp. 83, I3Oy 193.(12) Diego de Alvear y Ponce de Len, nacido en Montilla (Andaluca) en 1749, hizocomo guardiamarina la campaa de 1775 a Argentina bajo el mando de Francisco Hidalgo deCisneros y con los alfreces Baltasar Hidalgo de Cisneros , hijo del anterior, hroe de Trafalgary virrey del Ro de la Plata, de 1809a 1810y Santiago Liniers, voluntario francs, gobernadorde las misiones, hroe d la reconquista de Buenos Aires en 1807 y virrey del Ro de la Plata de1807 a 1809y el tabin guardiamarina -Flixde Azara. Noibrado por el virrey Cevalios comisario demarcador de los lmites con el Brasil en 1777, comienza su labor en 1784, presidiendola partida a la que corresponda l territori determinado por elartclo 4. del tratadci de 1777;reside en Santo Angl hastala-disoiucin de las partidas, en 1801, casado con Josefa Barbastro,de una importante faiiili-d iercadeies de Buenos Aires. En 1804vuelve a Espaa, y vive retirado hasta que eii 1810esdiputad a las Cortes de Cdiz ygbbernudor militar de la isla de Len.Se vuelve a retirar en 181-4y niur en1830. Su durt hijo,Carlos de Alvear yBrbastro, tendrun papel destacado como militr de l independencia argentina(13) Vase su Groussac en los Anales de la Biblioteca,y su continuacion la Relacion geogra-ficae historica de la provincia de Ma-iones publicada porDe Angelis, Op. cii.-, 91-9-2.-- - --.Ao -4988

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    Plano corogrfico de los reconocimientos pertenecientes a la demarcacin del artculo 8 del tratado preliminar de lmites de 11 de octubre de 1777 practicados por las segundas subdivisionesespaola y portuguesa en orden a desatar las dudas suscitadas entre su respectivos comisarios.(Museo Naval. Madrid). Es de destacar en este plano la perfecta definicin, en el centro, de lazona que continuar en litigio hasta 1898, y que comprende siete de las treinta misiones guaranes de la provincia espaola homnima. Se trata del sector comprendido por los ros San Antonio y Pepir (al oeste), el Iguaz o Grande de Curitiba al norte; el Uruguay o Uruguay Guazal sur, y al este los dos ros con cuyo bautismo los espaoles pretendieron salvar las misiones yacedidas por el tratado: San Antonio Guaz y Pepir Guaz o Piquiyguaz.40 Nm. 22

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    LAS FRONTERASHISPANO-POi?TUGUESASEN EL AREA...En Azara estn presentes estos conceptos, ya desde la primera pgina: Elhaber viajadopor todoslos campos,parroquiasy fronteras del sur del citadoro (de la Plata)y por granparte de lascampaasdelnorte,por lafrontera del

    Brasil y por lasprovinciasdel Paraguay,Misionesy Corrientes;elhaberhechoun mapa, y el haber ledo todaslas historiasimpresasy manuscritasdelpas,como igualmentemultitud depapelesantiguosy modernos,mepusieronendisposicin de escribir una historia y descripcincrticasdel Paraguayy delRode la Plata (14).La certeza enciclopedista de saberlotodo es evidente. Veremos a dndenos lleva.En esa misma Memoria rural de 1801, queda expuesta la idea de que eldesarrollo econmico de la regin del Plata est determinado por condicionesnaturales como una monoproduccin ganadera, en el mejor de los casosagroexportadora:.el manantialms abundantede riquezaspara cualquierprovincia, eselcultivo de lasproduccionesmsanlogasa su terreno,y a las inclinacionesocapricho desushabitantes(15).

    Esta idea se repite en otro escrito posterior (16):el contrabandoesun mal inevitable,pero que no en todaspartesnos estan perjudicial como le imaginamos.Espositivo que los portuguesesintroducen muchotabaconegroo torcido y algunosgnerosde la India, desdesuRoGrande de SanPedro en nuestrascampaasde Montevideoy en las misionesguarans.Pero lo esigualmenteque les introducimosdel mismo modo casiel doblevalor enponchos,jergs,caballosy ganadovacuno.

    El desarrollo que Azara da a la cuestin consiste en un elogio del sistemade la estancia,basndose en el ejemplo de las estancias paraguayas (17), y enuna explicacin de las ventajas de la explotacin ganadera porque posibilitara el intercambio de abundantes subproductos con Brasil y otros pases (18).Tambin es interesante conocer su completa propuesta de distribucin de tierras para la poblacin de las campaas del litoral y la aplicacin concreta dela estructura econmica que idea para el Plata: apoya la libre ocupacin de lastierras con el argumento liberal de que cada uno cuidara de la suya, comparanuevamente la situacin con la del Paraguay, donde se repartieron tierras, yformula un reglamento (19).

    (14) Azara: Memoria rural del Ro de la Plata, en Op. ct.(15) Idem, p. 8.(16) Azara: Memoria sobre el tratado de lmites de la Amrica Meridional, en Op. cii.,p. 33.(17) Azara: Memoria ruraL., pp. 8-13. .(18) Idem, pp. 20-25. : .(19) Idem, pp. 14-17;Reglament, p. 18y ss.

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    P. NAVARROFLORIA- M. A. NICOLETTIDE LA QUINTANA- R. EVARISTODOS SANTOSRefirindose concretamente a los territorios en disputa y sujetos a delimitacin, nos remitimos a la Memoria sobre ese tema en la que analiza la expe

    dicin de lmites, disputa por disputa, y en la que se refiere as a los territoriosdel artculo IV del tratado de 1777, inmediatos a la laguna Merin:Para graduar la importancia de esta disputa es preciso saber: que casi todala inmensa extensin del Brasil es incapaz de criar ganados (20).En esto se apoya para afirmar una cierta idea de superioridad econmicasobre el Brasil y para desechar por insignificantes los terrenos no aptos parala ganadera, situacin en que se encuentran las tierras delimitadas por el roPeper Guaz al este del Uruguay:porque las tierras de que se trata son buenas para beneficiar la yerba delParaguay, y rio para criar ganados segn tengo entendido (21).Creemos que esta lectura es suficiente para entrever un proyecto econmico, que suponemos factor determinante de las decisiones polticas de lacorte espaola, y que no tena en cuenta la verdadera importancia, no yaestratgica o cultural, sino puramente econmica, del mantenimiento de losSiete Pueblos de las misiones orientales.

    b) El proyecto poltico de Azara sobre las misiones.Las ideas fundamentales de Azara sobre las misiones no pueden deducirsedirectamente de sus escritos, ya que entre ellos encontramos un plan militarpara recuperar los siete pueblos perdidos, y un proyecto vagamente titulado:Informe sobre el gobierno y libertad de los indios... (22). Del primero podemos decir que se trata de un estudio puramente militar sobre una cuestinplanteada a pedido de la Corte y ninguno de sus puntos trasluce disposicinalguna por parte del autor a favor de la recuperacin militar de esos territorios, incluso aade una sugerencia para que, si se enviaran las tropas que elvirrey de Buenos Aires solicita, se intentara con preferencia la reconquista delRo Grande de San Pedro que es un objeto de infinita mayor importancia; puestomado casi podramos decir, que venan a nuestras manos, no slo los dichossiete pueblos, sirio igualment toda aquella provincia portuguesa... (23).Respecto a la idea de librar a los indios adoctrinados, en la Memoria ruralse propona transformarlos en ganaderos (24): .. .diez millones de cuerosanuales lo pueden dar como treinta (millones) de cabezas de ganado, que stasse pueden cuidar con treinta y tres mil jornaleros, beneficiar los cueros, carnes(20) Azara: Memoria sobre el tratado..., p;-38.(21) Idem, p. 45. Mapa de los yerbales y pueblos del Uruguay.(22) Azara: Informe sobreel proycto de recuperar siete pueblos de las misiones guarans orientales al ro Uruguay e Informe sobre el gobierno y libertad de los indios guaranstaps de la provincia del Paraguay, ambos en Op. cii. -(23) Azara: Informe sobre el proyecto..., pp. 86-87.(24) Azara: Memoria rural..., p., 26. ---

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    LAS FRONTERASHISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...y sebos con quince mil y extraer con veinticinco mil marineros; suman setentay tres mil hombres, que casipueden sacarse de los pueblos de indios dndolesla libertad, porque seguramente los ms seran pastores o marineros.

    Pero el otro informe es particularmente esclarecedor, ya que, bajo la apariencia de un plan para dar libertad a los indios, se encubre la intencin realde protegerlos y hacerlos tributarios productivos. Dos pasajes bastan pararesumir lo dicho:Los mencionados indios.,, han tenido y tienen el gobierno ms singular yextraordinario que ha visto el mundo. Un gobierno es comunidad. -- en que ladesnudez, el hambre, las miserias oprimen a todos; y en que Vuestra Majestadno saca ni ha sacado jams un peso fuerte por los justos derechos debidos a la

    soberana, y a la proteccin que esta les franquea. - - Es, pues, evidente, quedebe proscribirse un gobierno, el peor para los vasallos y el ms estril para elmonarca...Este plan se reduce a que se repartan entre los indios los ganados, tierras ybienes de las comunidades con consideracin a lo que cada uno necesite ypueda beneficiar con utilidad propia y del estado.-a que se les de plena libertadpara trabajar, adquirir, poseer, gozar y vender; a mandar, que lo futuropaguen las alcabalas, los derechos reales, los diezmos, primicias y derechosparroquiales para la subsistencia de los curas y entretenimiento de los templosy del culto; y en una palabra, a que en lo dicho y en todo se gobiernen por lasmismas leyes y maneras que los espaoles campestres (25).Hay que destacar precisamente la frase referente al fisco porque creemosque con esa justificacin se mova la poltica de Madrid en esa poca, porencima de consideraciones humanitarias o de principios. El mismo Azara diceque el informe del virrey Marqus de Avils del ao 1800 motiv una RealCdula de 1803 proscribiendo las encomiendas y el gobierno en comunidad,y urge a su aplicacin en los territorios de las misiones de los ros Paran yUruguay, entre los que se cuentan los siete entregados a Brasil y otros 23, y a

    los de las provincias del Paraguay, 14, y de Corrientes, tres, y extenderla a lasdems misiones de Chiquitos y Moxos, lindantes con el Matto Grosso. Lavaloracin que hace de los indios es bien clara cuando dice que por menostalento que tengan, siempre podrn ser vasallos tiles, esdecir, tributarios; yellos mismos pondrn inters en conservar sus tierras, seducidos por el ventajoso plan que el despotismo ilustrado seguramente les presentar (26).Para apoyar nuestra hiptesis de que la prdida de las misiones orientalesresponda a una concepcin econmica de utilidad bien determinad, encomparacin con las campaas de la Banda Oriental del Ro de la Plata y lafalta de fundamentos reales de argumentos aparentemente humanitariosacerca de la libertad de los guaranes, nos remitimos al documento enviado-(25) Azara:xlnforme.sobre eIgobiern6..,-pp; liQ,:lll.y 122. -.(26) Idem. pp. 114-115. -

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    P. NAVARRO FLORIA - M. A. NICOLETTI DE LA QUINTANA - R. EVARISTO DOS SANTOSpor el padre provincial de losjesuitas (27). Hay que destacar en este memorialla descripcin de los daos materiales y espirituales que el extraamiento desus tierras pudo haber producido en los indgenas afectados, y particularmente el sentimiento de abandono por parte de las autoridades que esos sbditos sienten en carne propia, caso extremo sin duda de la prdida de la fe enla monarqua que caracteriz a la transicin del virreinato a la autonoma.

    (27) Memorial del padre Jos Barreda, provincial de la Compaa de Jess, al Marqus deValdelirios. 1753. Museo Naval de Madrid. Ms. 124.44 22

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    ANEXO 1Noticias ralativas al marqus de Valdelirios y al general don Pedro deCevallos sobre lmites con los portugueses en Amrica. Biblioteca de la RealAcademia de la Historia, signatura 9.20.3.3894-24.

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    P. NAVARRO FLOR/A - M. A. NICOLETTI DE LA QUINTANA - R. EVARISTO DOS SANTOS

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    LAS FRONTERASHISPANO-PORTUGUESASEN EL AREA...BIBLIOGRAFIA

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    UNA NUEVA RELACIONDEL VIAJE DE GRIJALBAJuan GILCatedrtico de laUniversidad de Sevilla.

    Pocas en verdad son las noticias que se tienen acerca de uno de los ms largos e intrigantes viajes jams hechos por el Pacfico, el emprendido por Hernando de Grijalba (1), el veterano explorador de California y mayordomo deCorts, cuando volvi en 1536 del puerto de Tmbez, una vez cumplida en elPer la misin que le haba encomendado su seor el Marqus del Valle. Porello, creo que ser bienvenida la noticia de la existencia de un nuevo relato,que creo indito y que se conserva en el cdice Res. 18, f. 34v ss. de la Biblioteca Nacional de Madrid, del que han publicado extractos relativos a la expedicin de Magallanes y de Ruy Lpez de Villalobos, A. Blzquez (2) y C.Varela (3), respectivamente. De su annimo autor, hombre de no muy buenapluma, consta por su propio testimonio queparticip en la armada de Villalobos, por lo que durante su estancia en el Maluco y en la India tuvo acceso ainformacin portuguesa de primera mano, procedente tanto de las nuevasque el traidor contramaestre Miguel Nobre proporcion al gobernador Antonio Galvo como de la versin de los hechos que dio despus en Terrenate elpaleo Juan Camacho, familiar sin duda del Juan Camacho que fue en elcuarto viaje colombino (4). Su versin de los hechos, por lo tanto, merecegran crdito.Esta fuente olvidada permite perfilar con ms nitidez algunos detalles delviaje. Queda de manifiesto, por ejemplo, que parte de la tripulacin, que alprincipio se haba plegado mohna a las rdenes del capitn, se le amotin aGrijalba conforme pasaba el tiempo y no apareca el objetivo, objetivo quenuestra historia, quiz por discrecin o quiz por ignorancia, deja en lapenumbra ms absoluta. Esta rebelin, por consiguiente, inaugura la largaserie de los levantamientos de la marinera que se produjeron en el Pacfico,y corre parejas con la de Lope Martn en 1566:en uno y otro caso los capitanesGrijalba y Pericn fueron sacrificados a la voluntad de una gente insumisa yviolenta. La personalidad de Grijalba aparece aqu muy ensombrecida y desdibujada, debido sin duda a que el informador Nobre era parte intere

    (1) La documentacin conocida la recoge A. Landn Carrasco, Islario espaol del Pacfico. Madrid, 1984, pp. 23 Ss.(2) Descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Madrid, 1920.(3) ElviajedeD. Ruy Lpez de Villalobosa las islasdel Poniente, 1542-1546. Roma, 1983.(4) Cf. C. Varela: El rol del cuarto viaje colombino, en Anuario de Estudios Americanos, XLII (1985), 12 (nm. 22). No parece que sea la misma persona por el lapso de tiempotranscurrido.

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    J.GILsada y enemigo mortal del capitn; en efecto, a duras penas cabe reconoceren este hombre lleno de incertidumbre y comido por la duda al curtido marinoque una y otra vez haba ido a explorar las costas californianas por encargo delMarqus del Valle.La r