Septiembre, 1957

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Solo estas lineas, como reconocimiento a los hombres de buena voluntad que componen la Comisión de Festejos y colabo­radores que, sin el objeto de recibir laureles y "prebendas", hacen que nuestra Feria sea como el broche de oro y brillantes en el conjunto de sus similares andaluzas, ya que su único fin es el esplendor de las fiestas de feria que a la vez se traduce en el del Pueblo, exponente máximo de sus ambiciones.

Sea igualmente para los componentes de la Corporación que con su contribución van haciendo realidades los anhelos de este pueblo sin par; y para todos 'en general, que saben contr ibuid para que reine el orden y la paz, único camino que nos conduce hacia Dios.

E L A L C A L D E .

LA FSIM y SU PADRINO A mi querido amigo Manuel Máznelos, merecedor

sin límites de elogios en cuanto hace por la Feria.

U n 12 de Septiembre no lejano, nació nuestra Feria. Su madre, una vieja Velada, con solera y raigambre de gran señora,

nos la presentó como a su porte correspondía. Venía transportada por la cigüeña señera de la ilusión, envuelta en

pañales finísimos de azul de cielo. Desde lo alto, oteó el iugar, describió círculos en la mente de hombres

rectores del buen gobierno del pueblo y eligió su morada. Sin titubeos, fué a posarse en el mismo sitio que su progenitura tuvo

durante tanto tiempo su casa solariega, si bien se cuidó mucho de ampliar su poderío.

A l llegar a la bendita tierra de un pueblo sin par, se abrieron los bra­zos de sus moradores y con gran júbilo prepararon su bautizo.

Bautizo, que había de ser del rango y decoro, que en tierra tan enten­dida en estos menesteres, hiciera honor a tan fausto acontecimiento.

Había que elegir el PADRINO, pero no hubo dudas. Surgió el hombre y consciente de la responsabilidad que contraía, se entregó en cuerpo y alma "a los preparativos pertinentes.

Y así fué, como una mañana nítida de ese 12 de Septiembre, se des­corre el velo de un alba de verano, para dar paso, a los alegres sones de dia­nas anunciadoras del festejo que se avecinaba.

Y llegó el momento, de rociar de alegría, la cabeza pequeñita de la recién nacida.

Y cuenta el Poeta, que al resbalar aquel líquido optimista, por los rizos morenos.-adornados!de banderitas rojas y gualda y guirnaldas mult icolores- , no s o y ó el llanto del sobresalto, sino la alegría desbordante en su boquita encarnada, que entonaba «séguiriyas», soleares, fandangos y sevillanas.

Creció la niña, y paulatinamente, año tras año, se vestía con nuevas galas atrayendo a visitantes célebres y a toreros de gran f a m a - q u e lo digan sino Rafael «El Gallo», faime Ostos y tantos otros. Y cada vez este PADRI­N O , nos la va presentando con un colorido nuevo. Porque las Ferias a igual que el vino," a medida que pasa el tiempo, se van haciendo mejor. Y esta nues­tra tiene buen «cosechero», sabedor y entendedor de como se hace la «solera».

Por eso el catarla deleita y solo su olor embriaga. Yo he podido com­probarlo desde esta Capital del Reino, donde tantos fontaniegos estamos. 1

Son muy corrientes nuestras entrevistas. De qué vamos a hablar sino de Fuentes. Cómo no recordar al ser querido que está lejos. Sin remedio aparece la nostalgia. Unas copas de buen vino manchego y ya tenemos la Feria en la boca. Unos proyectan el viaje para verla,- otros, se conforman con el solo recuerdo? los más, quedan en la incógnita del hacer,

Y cuando me preguntan que novedad nos traerá este año, les respon­do que solo el P A D R I N O podrá decirlo cuando haga su presentación. Pero les hago esta advertencia: «Lo mejor de lo mejor».

Madrid, Agosto de 1957. Josí MOLINA SOTO

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Sueñan todos los hombres; pero es verdad que ninguno en la propor­ción del joven. Nó se concibiría una existencia feliz, si no va acompañada ole un séquito de sueños y esperanzas. El estudiante no constituye excepción a esta regla ineludible de nuestra postura vital . Entre los momentos duros de unos exámenes o tal vez entre el aspecto serio y grave de unos silenciosos libros, encontramos frecuentemente las ilusiones de una juventud que sueña ser en un día no lejano el inspirador en otras mentes de nuevos sueños e i l u ­siones nuevas. Ocurre a veces, que el destino se complace en robarle todo el atractivo a esos sueños juveniles, para dejarnos \a verdad de una realidad ra­quítica e insulsa; pero no es menos cierto que otras, nuestros sueños, sueños de juventud, adquieren el valor inmenso de haberse convertido en una reali­dad viva y palpitante.

Si lo anterior tiene el matiz universalista, desprovisto de toda perso­nificación concreta e individual , privado de toda vivencia particular, no quiero dejar de exponer en estas líneas, el aspecto subjetivo de unos sueños representados en el simpático escenario de «uno» de esos pueblos de Dios-Etientes de Andalucía.

La rueda inexorable del tiempo me señaló la hora de mi llegada,- la Providencia una determinada obra. Durante dos felices años he sido espec­tador de la conducta de un pueblo, al que desde año atrás conocí en el ma­ravilloso mundo de los sueños.

Su sencillez es su oración,- su oración es el re­flejo de su alma medularmente religiosa, su amabili­dad es el tilde de nobleza que cautiva y encariña. Su hospitalidad borra largos años de desconoci­miento y separación, haciéndonos sentir como u n i ­dos por inveterados lazos de amistad.

Y el recuerdo risueño de unas fiestas que alegran los ánimos de cuantos tenemos la dicha i n ­mensa de vivirlas en todo su rebosante optimismo, y en su más sincero júbilo.

Fie aquí la espléndida realidad de unos sue­ños plasmados en el marco de «uno* de esos pueblos de Dios.

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¿Qué tema más ideal para hablar de una feria que la mujer?. Esta, es respecto a A n d a l u ­cía, su gran milagro, el broche de oro de tocia Feria andaluza. Sus grandes ojos rasgados y

expresivos, su talle flexible y andar garboso, su pelo negro y abundante, todo este cúmulo de hechizos naturales, unidos a su cariñoso trato, su conversa­ción inagotable y gallardo decir, su graciosa ironía, la dulzura de sus senti­mientos y sus virtudes, hacen de ella, uno de los tipos más envidiables de su sexo. La mujer en cuestión ha recibido de Oriente cierto resplandor q e alumbra su belleza, como si fuese el Aurea misteriosa que dá tanto embeleso a las mujeres de la Biblia.

Una mujer detrás de una celosía, es la estrella detrás de la nube; es la ilusión de los amores detrás de la gasa de la fantasía, en donde se vé lo que no se presiente; en donde se presiente lo que no se vé.

Cuando la mujer se concibe dentro de estos moldes del alma, la fea se convierte en hermosa, como no hay flor, que dejemos de codiciar, cuando adivinamos sus colores por entre el follaje de la enramada. Volvemos a de­cirlo, la mujer, rodeada de esa atmósfera de misterio, más que mujer, es la poesía, más que una criatura corporal, es un canto del corazón. Si ese miste­rio de que hemos hablado puede llamarse el a orna de la hermosura, debe­mos decir, que la mujer andaluza es positivamente, entre todas las mujeres del globo, una de las flores que tiene mas aroma. En ninguna • parte se nota en el tocada de la mujer tanta ilusión, tanto hechizo, porque en ninguna parte hay tanta ciencia natural en punto a combinar colores. Tanto en la se­villana como en la labriegá, se admira un gusto delicado y si no delicado pintoresco, en la manera "de ataviarse, su adorno más exquisito es la sencillez.

Del aire misterioso que rodea a la andaluza, resulta su carácter más elevado; es decir, su genio, el cual, como nadie, posee el enigma de saber ocultar lo que precisamente intenta hacer ver. Pero hay otro arte, en que la mujer andaluza no tiene rival entre todas las mujeres del mundo, el arte be­llísimo de ponerse las flores, arte que no se aprende; arte que ha nacido con ella, como la rosa nace en el mes de abril. Esa oculta traza, ese arcano inson­dable, esa eterna desesperación de las demás mujeres, tiene un nombre; se denomina: SAL A N D A L U Z A .

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D E D I C A T O R I A Dinámicos se agitan rumorosos, mostrando actividad inusitada, nativos de esta perla nacarada, pues vislumbran sus días jubilosos.

Fontaniegos alzad bien vuestras frentes, ya que tenéis festejos colosales, en taurino arte os mostráis geniales, dedico a todos las rimas siguientes:

M A N O L E T E

Granada espiga, venas generosas por taurinas virtudes abonadas, porteabas alianzas engarzadas y con sus piedras se crearon rosas.

Flores de amor, fueron tus esposas del pedestal desciendes y enlutadas, gimen manoletinas rubricadas postumos honores hoy ya para fosas. De capote y muleta fuistes dueño. ¡Oh artífice de un poema inmenso exorbitante con fondos de arenas!

Llora el ruedo, haz de dormir tu sueño. Astas etéreas han de ser incienso ofrecido por núcleo de morenas!.

E S T E R T O R

Terrible hora llega segadora, invisible guadaña despiadada, no se conmueve esta acostumbrada, de tal escena es cosechadora-Labios convulsos Manolete expira, adiós al mundo últimas miradas, terrible instante manos afiladas, preces sollozos rompióse la lira.

i A N T O N I O HERRERA A L V A R A D O

D I A 11 (Víspera de feria)

A las 6 de la tarde, po ­tentes cohetes anunciarán la salida de una vistosísi­ma Cabalgata de Gigantes y Cabezudos, que desfilará por las principales calles, acompañada por la Banda Munic ipa l .

A las 1 1 de la noche, prueba del Artístico A l u m ­brado Eléctrico,- disparos de cohetes y fuegos, aéreos,-concierto por la B a n d a Municipal . -

D I A 1 2

Por la mañana: La Banda M u ­nicipal ejecutará alegres Dianas, Cabalgata de Gigantes y Cabe­zudos.

A las 9: Inauguración del Mer­cado de Ganados por las A u t o ­ridades locales.

A las 11: Grandes Tiradas de Pichones, disputándose una gran C o p a donada por el l imo. Ayuntamiento y otra por el Casi­no Artesano.

Tarde a las 6:

Extraordinario festival Taurino Noche:

Gran Yelada de Lucha Greco-Romana

Alegres dianas. Elevación Regionales en las Casetas del con valiosos premios, otorgadc

Por la tarde: Entrada de los de Sevilla Ghynkana Inter-Cli za de Motociclismo.

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V E L A D A DE L U C I

Todos los días: mañana, tai Casetas, Paseos de Coches, za, E X T R A O R D I N A R I A CIALES, Cines, Circos, Ví

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D I A 1 4

D I A 1 3

Por la mañana alegres Dianas.

A las 11: Tiradas de Pichones, disputándose una C o p a dona­da por la Hdad. de Labradores y Ganaderos, y otra por el Círculo de La Amistad.

A las 6 de la tarde:

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Por la mañana: Alegres Dianas, Divertidas Cuca­ñas, Elevación de Globos y Fantoches.

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La noche al descorrer su amplio manto, y a medida que se van disi­pando las penumbras del crepúsculo por los purpúreos rayos del sol nacien­te; nos muestra una plácida mañana del mes dé Septiembre. El cielo se vé tachonado por unas nubes majestuosas que se arrastran lentas, unas sobre otras, semejando plumajes de espeso humo, y sobre este hermoso paisaje, aparece ante nuestros ojos la maravillosa visión, de unos fantásticos decora­dos, en los cuales se ve, como plasmado en el horizonte, y bajo un dosel de arreboles, la bonita y alegre perspectiva de FUENTES DE A N D A L U C I A .

Pueblo o rinconcito, de una fisonomía m u y particular, de albas casitas apiñadas, tejados de color pardusco, salpicado de alguna arboda, que sirve como tónica de colorido, formando un singular contraste, sobre la blancura nacarada de sus casas y el oscuro de los tejados. Su paisaje es una estampa de hermosa policromía, enmarcada por la «Redonda» o carretera que lo cir­cunda. Situado en la parte más pintoresca de sus alrededores, como es: «El Calvario» y «La Montaña», nos dá la agradable sensación, de contemplar un barco plateado, pavoneándose majestuoso sobre las tranquilas aguas de un mar azulado, encallado entre negros arrecifes.

Sus calles, amplias, bien pavimentadas, limpias y ordenadas de acuer­do con la más moderna simetría urbanística, anchos ventanales, largas facha­das con balcones alineados; que en los días de fiesta mayor, suelen flanear vistosas colgaduras.

Merecen citarse por su importancia arquitectónica, varias casas con fa­chadas de estilo Barroco o Churrigueresco. Con esta belleza de construcción en relieve, es de suponer quisieron darle cierto tono de imperativa nobleza a las casas que adornaban con tan original afiligranado, y al parecer, lo consi­guieron cumplidamente, ya que todas denotan cierto aire de realeza al con­templarlas. Casas con hermosos patios sevillanos, remozado por infinidad de flores de todos los matices, que desde la calle se perciben las tenues exhala­ciones de frescura y la fragancia de los jazmines; más que patios, pudiéramos decir, que son floridas estancias, donde sus moradores, en las horas de la plácida siesta, parecen beber embelesado, el dulcísimo maná llovido del paraíso.

A l mencionar «El Calvario» haremos una breve descripción de la be­lleza natural que adorna sus alrededores, en la época en que el campo pródi­go en floración y perfumes, contribuye a exornar este Santo lugar de paz y sosiego: tapizando sus inmediaciones con mullidas y verdes alfombras, em­briagando su ambiente, con el aroma agradable de las florecillas silvestres. Es un sitio lleno de frescura, hay una tranquilidad imponente, uno de estos lugares en que la meditación tiende a elevarse, fuera de todas las mezquinda­des humanas, hacia mas alta y sublimes esferas; ésto, pudiéramos decir, que tiene gran semejanza con un trono bien colocado en la inmensa sala del gigantesco espectáculo de la Naturaleza, desde el cual, nos es permitido ad­mirar extasiado, todos los esplendores que nos ofrece su Creador.

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Las casas tienen su fisonomía como las personas, algunas de ellas, a pesar de su modesta apariencia, atraen y encantan la mirada de quienes las contemplan, no despertando*en el espíritu, sino ideas de reposo y tranquila felicidad. Estas y no otras, son las cualidades que se les pueden atribuir a tan singular morada, enclavada en todo lo alto del montículo, denominado «El Calvario». De su estilo arquitectónico, nada se puede decir, pues es tanta so­briedad de su construcción, que no difiere en nada de la más humilde vivien­da, adornada con las vistosas galas de su misma sencillez. De su pequeña espadaña, cuelga una campanita que en su tímido tintineo, apenas perceptible, y sin embargo, llega con clara resonancia a todos sus feligreses, los cuales se ven a cualquier hora del día en solitaria procesión, por los caminos o sende­ros que dan acceso a la Ermita; con la expresión de una fé ardiente, alentan-dós por su vocación, e iluminados sus rostros de suprema beatitud. Todos callan y caminan embargados por la emoción, hasta escalar la montaña para postrarse a los pies del Milagroso Cristo del Calvario y ofrecerle sus mejores deseos.

Sobre el horizonte se ven recortadas las siluetas de dos señeras torres, como finas agujas hincadas en el espacio: la de Santa María la Blanca y la del Convento, ¡sublime misión redentora! la suya, pues se dirigen al Su­premo Hacedor, para pedirle que ilumine y bendiga, esta encantadora po­blación. Con las miradas perdidas, contemplan con amargura, las huellas de dolor que afligen a las murallas derruidas por el constante batallar del tiempo. De la ingente mole.de estas murallas, penden muñones calcinados, las alme­nas corroídas, grandes grietas en los muros, que semejan venas abiertas, por donde van sangrando lentamente, toda la savia de su fortaleza; pero así y todo, son gigantes centinelas que miran pasar ufano el torrente de los siglos y el vendaval de los años. Guarda Fuentes sus murallas que es de antigüedad heraldo, testimonio de nobleza y virtudes acrisoladas,- en su interior vagas sombras, quizás, de espíritus inquietos de nuestros antepasados. Es un jirón de gloria que reposa en el barrio más antiguo de Fuentes de Andalucía, con sus torcidas calles empedradas, callejuelas y recovecos de cierto sabor mo­risco. En las horas del mediodía, cuando el sol hiere con todo su furor, reina un silencio casi monástico, interrumpido con alguna intermitencia, por el cantar cadencioso de las cigarras. A l fondo se yerguen los pomposos árboles del parque y alameda, que en amistosa competencia con los del paseo, t ien­den a mitigar la aridez de esta parte de población ardorosa, transmitiendo purificadas y aromatizadas, las frescas brisas que soplan del sur.

La célebre calle «Molinos», llena de historia y remembranza, también forma parte de este misterioso barrio, que tuvo en época floreciente, siendo emporio de la rudimentaria industria oleícola de aquellos tiempos. Iluminada ésta, por los pálidos destellos de la luz de una farola,- terriza y llena de ba­ches, por donde entraban los carros cargados de aceitunas, tirados por largas reatas, abordaban tras penosas dificultades, a los portalones de las aceñas: Esto y los crujidos quejumbrosos de sus bigas, constituía un espectáculo de verdadero regocijo, en el que se cruzaban apuestas y acaloradas porfías. El tiempo, fiel imitador de todas las cosas, lo tiene todo reducido a destartalados caserones, de grandes portalones carcomidos y herrumbrosos herrajes y den­tro duermen el sueño del olvido aquellos pesados y rudos armatostes, de aquella primitiva industria que nos fué legada por los árabes. Hoy, estos amimbiados molinos, añoran con dulce melancolía, sus grandezas pretéritas.

Como por arte de magia, de la noche a la mañana, observamos el fe-

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nómeno de su metamorfosi, trocándose este pueblo sencillo, tranquilo, reco­gido y satisfecho, sin más aspiraciones, que su propio desarrollo o espacio vital; en este otro, jubiloso, verbenero y saturado de esa reciedumbre innata de una población rural. Las calles, ofrecen un aspecto deslumbrante, los bal­cones convidan a las muchachas con lo más exquisito de sus geráneos y claveles,- hasta el cielo, para completar su embellecimiento, pone en estos días, un tono de colorido más sonrosado. En los patios, se oye el rasgar de guitarras, repiqueteo de castañuelas y al son de esta música embrujada, l i n ­das mocitas ensayan con garbo el compás de Sevilla: as, y todo, como pre­ludio de nuestras Fiestas y Feria Septembrina.

Fuentes con su peculiar derro.he de bondad y el ansia desbordable de superación de sus festejos, ofrecerá una estancia gratísima a todos los foras­teros que lo visiten en estos días, los cuales, no podrán por menos después de saborear los caldos de Jerez. La Palma y Bollullos, con sabrosas tapas y ver el desfile de guapas fontaniegas vestidas de manólas, que quedar embe­lesados y entonar eufóri­cos la siguiente estrofa:

fres, ¡oh, Fuentes de ¿ndolucía! una brillante perla incrustada, tallada con arte y maestría, que sirve de gran galo a tu hada, en los dias de gloriosa romería.

Tus campanos repíccn alocadas, entonando alegres salmodias, su eco, se trasmite en hondonadas, eres venero, ¡de $:l y alegría!. pues.mil bellezas llevas enhtbra-

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Gral. Armero, 53

Carta de un fontaniego, a otro, que trabaja en Barcelona

Fuente a 1 de setienbrede 1957 Señó don fose Lope Caro Chavola n.° 765 Carretera de Fransia Barcelona

Apresiable amigo, malegrare que ar se esta en tu pode tencuentre vien yo vien a Dios grasias, losé te bieaconta las cosas que pasan po rer bueblo desde que tu te fuite, José an abieto un casino que le dise elartesano, yo ma puntao, pue por 2 di ro ar me, pué uno sentarse en un siyón de min-bre, lee er diario, pedí un baso de agua, fuga ar dominó, y tó eso sin tehé qe gasta na. N o é como en la taverna, que si uno no toma argo pone er taver-nero una cara que ni Bori carió, ay tamié ajedreses, yo no aprendió otavia a jugá a los cabavitos esos, pero tiene que sé un juego mu bonito porque los que lo juegan sepasan las oras mirando ar tablero. U n partió de esos cabayitis lo podia Radía José Maria Rivero y otavia le sobraba tiempo. José este año ba a pone er casino una caseta en la feria pa los sosios y sus familias, y ta­mié poemo sentarmo de barde, no bia yo apresumí na con mi Tiobia en la caseta, baliá no baliaré porque no sé, pero me bia yeba tó er dia sentao bie-ndo baliá y oliendo toca la música José este año disen que biene a la plasa toro, la trupe grande, esa que trae a to los cantaores gueno y que son los siguiente. Er que se muere, que se muere. La niña de los canpaniyero y su mario luqui ta. Er que se le perdió er niño er domingo de piñata. La niña de larcarde de coria. Er que quiere tanto a su mare. Los tre que tienen una niña mu bonita, y porúrtimo ér maestro, er que sé equivocó ar contá los mulero. De toros lo mismo de sienpre, la Noviyá, la charlotá, y los der pueblo, er gavina no to­rea pué elaño pasa gayineó. Ya te mandaré un pograma. José abesi me busca poray un bujero, caqui ya nasacao las cuatro paja y no hay ná que jasé asta la aseituna, y disen que no ay macha, asique búscame poray argo y me es­cribe, y yastoy en barselona o ande sea. Caqui con tanto trartore; y máquina no tenemo naque jasé, se conose que an dicho poray arriba, los andalusé son mu flojo, y no le gusta er trabajo, po bamo a darle coner gusto, lo malo es que ay que mové las quijá y poreso ay que dirse ande sea, anque aiga que. trabaja. Yo no mesplico que tu que nunca tasyebao bien coner trabajo, te las arregla poray, pue disen que en barselona no ay cuento, sino que ay que trabaja, y eso perdona que te lo diga, pero tu no as clavao de firme.

José desde que tu te fuite emos alantao mucho en er pueblo, ay máquina pan') asta pá lava la ropa..y disen que los señorito an conprao una máquina pa jasé er gaspacho, mira que jasé el gaspacho con máquina. A y tamié unos niños con muchos pelos, y unas chaquetitas mu corta, con dos ragitas a tras, que... hamos paesen una cosa mala, ante esas gente le desia un nombre mu feo, pero aora le disen pogrésó, mira que dersirle pogreso a los... hamos que no lo digo, ea.

En fin ya no te digo masná anque ay muchas cosas que contarte, pero lo dejaremos pa otro dia.

I sin mas me despido detí conun abraso tu amigo que lo es.

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P R O L O G O . - "Cualquier parecido con la obra del mismo título del dramaturgo inglés es mera coincidencia". En cambio el "Te quiero morena", con ligeras adaptaciones, es de Federico García Lorca.

D E D I C A T O R I A . - A don Rafael Font, simpático che y amigo, cordial figura típica en nuestra Feria y vivo ejemplo de que, el paso de los años, puede detenerse con una larga juventud del corazón.

Septiembre del año de gracia de 1970. Muchas mejoras se han introducido en estos dos lustros en la Feria

fontaniega. Casetas de manipostería de Círculos de Recreo y multicolores particulares, ciñen la alameda central.

La actividad municipal, conseguidos otros objetivos más primordiales, se ha volcado en la urbanización de la Puerta del Monte. Dos avenidas, la denominada Santa Cruz, y otra, paralela a ésta, conducen a la Glorieta de San Sebastián. Espacios verdes enmarcan la estatua del Santo Patrono que, desde su altura, contempla el pasear jubiloso y alegre de los fontaniegos. Coches de caballos y muías discurren por las dos calles de la Feria. Caballis­tas con fontaniegas guapas a la grupa. Sol picante septembrino en su coleta­zo estival. Polvo menudo (pese al riego realizado por el coche moto bomba municipal) flota en el aire. U n vaho caliente sube de la tierra y parece di fu-minar con espejismos lumínicos el gris olivar que al fondo sirve de marco natural al Ferial.

Las comparsas pre-primaverales, de dos lustros atrás, se han transfor­mado en unos magníficos coros y chirigotas envidia de los gaditanos; su gra­cejo y ruido, encauzados más artísticamente, han trasladado su euforia del severo tiempo cuaresmal, al más alegre y propio de la Feria en que el labrador ha recogido el fruto de sus afanes y desvelos preparándose tras el breve des canso de estos días, a comenzar nuevamente su labor secular.

En las casetas, vino dorado, (afortunadamente todavía en 1970 se brinda con Coca-Cola) se bebe con lentitud y saboreo de rito ancestral.

Y, en una de ellas, dos viejos amigos conversan. U n silencio abre su paréntesis. ¿En que piensa V d . D . Rafael?-le inte­

rroga el más joven-¿En sus tiradas de pichón?. -Este año no tiro pájaros y no porque el pulso me t iemble . -respon­

de-Se lo he prometido a Ella, a Nuestra Señora de los Desamparados, y he de cumplir mi promesa. Me acuerdo, amigo Diego, de una Feria de Valencia en que gané la Copa de S. M . el Rey. Corría el año de 1929. Partí con mi contrincante las diez y siete mil del ala que entonces eran muchas pesetas. Pero más grande fué mi satisfacción moral. Me amadrinaba una bella señori­ta valenciana y a cada disparo mío su corazón anhelante se volcaba sobre la cancha. A l terminar sin cero, triunfador, sin poderse contener y dando rienda a sus impulsos, se acerca alborozada y me abraza. Tenía diez y ocho años y yo veintinueve. ¡Qué emoción!, amigo Diego.

-Pues yo. D. Rafael, estaba pensando en una feria fontaniega de hace bastantes años: el 57.

«Encajonado en la riada humana que lenta y apretada discurría hacía la feria hubo un momento en que me encontré detrás de una pareja.

Ella, pequeñita. morena, con carita menuda, rebelde mechón de pelo sobre su frente, ojos castaños de intenso mirar, salerosa y juncal. Figurita apretada maciza, armónicamente cincelada

El, anhelante, la requebraba sin alterar su impasiblidad de esfinge. Te quiero morena- le decía-Necesito, para seguir respirando, que tu

me quiera, mocita. Como al verte se me traba la lengua. Te quise olvidar y mi voluntad puso un muro de piedra entre tu puerta y la mía. ¿Es verdad?. ¿No lo recuerdas?. Y cuando te v i de lejos me eché en 'os ojos arena. Pero montaba a caballo y el caballo iba a tu puerta.

Que yo no tengo la culpa, que la culpa es tuya serrana y de ese aro­ma a jazmines, que tu tienes fontaniega».

Bellas palabras e intenciones dijo D . Rafael. ¿Y qué le pasó a la pare­ja?. El viento de la vida los separó. Lástima. ¡Qué pena!.

La orquesta de la caseta ataca con brío como despedida el «Pisa mo­rena, pisa con garbo...* y los dos amigos tornan al centro charlando de cosas más triviales.

Despierto. La luz difusa del amanecer penetra en mi alcoba. Una sin­fonía de violines mosquiteros trompetea en retirada.

Todo ha sido un sueño. Estamos en 1957 y no en 1970. A levantarte y ánimo que e! trabajo espera.

Fuentes de Andalucía, Septiembre de 1957, DIEGO LÓPEZ FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA.

-Pues yo, D. Rafael, estaba pensando en una feria fontaniega de hace bastantes años: e! 57.

«Encajonado en la riada humana que lenta y apretada discurría hacia la feria hubo un momento en que me encontré detrás de una pareja.

Ella, pequeñita, morena, con carita menuda, rebelde mechón de pelo sobre su frente, ojos castaños de intensó mirar, salerosa y juncal. Figurita apretada maciza, armónicamente cincelada

El, anhelante, la requebraba sin alterar su impasiblidad de esfinge. Te quiero morena- le decía-Necesito, para seguir respirando, que tu

me quiera, mocita. Como al verte se me traba la lengua. Te quise olvidar y mi voluntad puso un muro de piedra entre tu puerta y la mía. ¿Es verdad?. ¿No lo recuerdas?. Y cuando te v i de lejos me eché en los ojos arena. Pero montaba a caballo y el caballo iba a tu puerta.

Que yo no tengo la culpa, que la culpa es tuya serrana y de ese aro­ma a jazmines, que tu tienes fontaniega».

Bellas palabras e intenciones dijo D . Rafael. ¿Y qué le pasó a la pare­ja?. El viento de la vida los separó. Lástima. ¡Qué pena!.

La orquesta de la caseta ataca con brío como despedida el «Pisa mo­rena, pisa con garbo...» y los dos amigos tornan al centro charlando de cosas más triviales.

Despierto. La luz difusa del amanecer penetra en mi alcoba. Una sin-íonía de violines mosquiteros trompetea en retirada.

Todo ha sido un sueño. Estamos en 1957 y no en 1970. .\e y ánimo que el trabajo espera.

Fuentes de Andalucía, Septiembre de 1957.. DIEGO LÓPEZ FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA,

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