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REVISTA ACHIMI REVISTA DIGITAL DE DIFUSIÓN DE LA ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR ARCHIVO DE PRUEBA. PUBLICACIÓN NO OFICIAL Editorial/Presentación Sección por completar por el presidente de la Academia de Historia Militar. Misión de la Academia de Historia Militar y su Revista electrónica Achimi Texto tentativo: La Academia de Historia Militar, creada el 09 de Agosto de 1977, es una corporación de derecho privado sin fines de lucro, cuya finalidad es investigar y difundir la historia militar, con énfasis en la de Chile y su Ejército. Para cumplir esa misión, agrupa hasta cien miembros académicos, civiles y militares, sin exclusiones de ningún tipo, quienes a través de publicaciones, conferencias, tertulias, seminarios y licitaciones de proyectos, dan a conocer sus trabajos de investigación y pensamiento, en el convencimiento que la historia como ciencia universal y la historia militar como rama específica de la anterior, nunca pueden considerarse agotadas en su estudio, investigación e interpretación, por cuanto siempre existirán facetas y enfoques novedosos que inciten a nuestros académicos a emprender esfuerzos por informar de nuevos antecedentes que nos permitan acercarnos a la verdad, en un afán compartido de conocimiento creciente. A través de sus propios recursos o en conjunto con universidades y otros organismos congéneres, tanto en Santiago como en Regiones, la Academia de Historia Militar integra a sus miembros con la comunidad académica nacional y extranjera, contribuyendo con ello al conocimiento del pasado, que nos permite comprender el presente y proyectarnos al futuro, haciendo honor a nuestro lema "HERI LUX PRAESENTIS.” 1 Nuestra Revista Digital Achimi es una publicación semestral cuyo cuerpo de artículos está conformado por aquellos trabajos que nuestros académicos y colaboradores externos nos envían, disponible en formato PDF Comité editorial (Sección por completar) 1 http://www.academiahistoriamilitar.cl/?do=quienesSomos.mision

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REVISTA ACHIMI REVISTA DIGITAL DE DIFUSIÓN DE LA ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR

ARCHIVO DE PRUEBA. PUBLICACIÓN NO OFICIAL

Editorial/Presentación

Sección por completar por el presidente de la Academia de Historia Militar.

Misión de la Academia de Historia Militar y su Revista electrónica Achimi

Texto tentativo:

La Academia de Historia Militar, creada el 09 de Agosto de 1977, es una corporación de derecho privado sin fines de lucro, cuya finalidad es investigar y difundir la historia militar, con énfasis en la de Chile y su Ejército.

Para cumplir esa misión, agrupa hasta cien miembros académicos, civiles y militares, sin exclusiones de ningún tipo, quienes a través de publicaciones, conferencias, tertulias, seminarios y licitaciones de proyectos, dan a conocer sus trabajos de investigación y pensamiento, en el convencimiento que la historia como ciencia universal y la historia militar como rama específica de la anterior, nunca pueden considerarse agotadas en su estudio, investigación e interpretación, por cuanto siempre existirán facetas y enfoques novedosos que inciten a nuestros académicos a emprender esfuerzos por informar de nuevos antecedentes que nos permitan acercarnos a la verdad, en un afán compartido de conocimiento creciente.

A través de sus propios recursos o en conjunto con universidades y otros organismos congéneres, tanto en Santiago como en Regiones, la Academia de Historia Militar integra a sus miembros con la comunidad académica nacional y extranjera, contribuyendo con ello al conocimiento del pasado, que nos permite comprender el presente y proyectarnos al futuro, haciendo honor a nuestro lema "HERI LUX PRAESENTIS.”1

Nuestra Revista Digital Achimi es una publicación semestral cuyo cuerpo de artículos está conformado por aquellos trabajos que nuestros académicos y colaboradores externos nos envían, disponible en formato PDF

Comité editorial

(Sección por completar)

1 http://www.academiahistoriamilitar.cl/?do=quienesSomos.mision

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¿Cómo Colaborar?

Texto tentativo: Los artículos enviados a esta revista, deberán ser de propiedad intelectual de sus autores, quienes además deberán ser miembros académicos de nuestra corporación. Deberá enviarse en formato digital word, fuente Times New Roman, tamaño 12, y a espacio y medio, presentando al final su debida bibliografía y citas. Todo artículo enviado quedará sujeto de revisión y modificación, sin que se garantice su inmediata publicación, reservándose esta Academia dicho derecho. De publicarse, el artículo aparecerá dentro de las dos ediciones siguientes, previa notificación a su autor.

Ante cualquier duda, favor de contactar a esta Academia de Historia Militar, al teléfono especificado en la sección “contacto.”

Primera Edición de la Revista Electrónica Achimi

1. El Mecanismo de Ascenso al Interior del Ejército de Chile Durante 1823 – 1830. Por Claudio Vivanco Cifuentes.

2. Militares de Ascendencia Germana en la Guerra del Pacífico. Por GDD. Bruno Siebert Held.

3. La Guerra Civil de 1891 y su Conducción Política y Estratégica. Por GDB Humberto Julio Reyes.

4. Breve vexilología de los estandartes y banderas de combate chilenas en el siglo XIX. Por Patricio Greve Möller.

Contacto.

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Los artículos enviados deben ser enviados en formato digital al email de nuestra corporación, indicando en el título “Artículo propuesto para revista digital”

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EL MECANISMO DE ASCENSO AL INTERIOR DEL

EJÉRCITO DE CHILE DURANTE 1823 – 1830: LAS REDES DE CONTACTO COMO FORMA DE LOGRAR EL

ÉXITO EN LA CARRERA MILITAR

POR CLAUDIO VIVANCO CIFUENTES*

RESUMEN

En las páginas del siguiente artículo se intentará demostrar que para ascender al interior del Ejército de Chile durante el período de 1823 a 1830, no valían ni los méritos ni la antigüedad en los empleos, debido a que no existía una ley sobre el ascenso militar. Para lograr el objetivo planteado, se analizó cuantitativamente a 140 oficiales y sargentos primeros que sirvieron durante este período en las filas chilenas y cualitativamente a 3 oficiales, demostrando que ni los méritos ni la antigüedad en los empleos determinaban el éxito o el fracaso de las carreras militares.

Introducción

La investigación que se propone realizar es el estudio sistemático de las carreras militares de aquellos oficiales que combatieron durante el período de Chile, que va desde 1823 hasta 1830, el cual ha recibido comúnmente diversas denominaciones, tales como período anárquico, período de los ensayos constitucionales o lucha por la organización del Estado; para designar a un lapso de tiempo que va desde la abdicación del Director Supremo don Bernardo O’Higgins hasta la batalla de Lircay librada el 17 de abril de 1830 en que triunfó definitivamente el régimen conservador.2 Para así poder comprobar que lo importante para el ascenso al interior del Ejército de Chile no fueron ni los méritos ni la antigüedad y

* El señor Claudio Vivanco Cifuentes se adjudicó con el presente artículo el IIº Lugar del Concurso Universitario de Historia Militar del año 2008, organizado por la Academia de Historia Militar. 2 Se escogieron para esta investigación sólo a los oficiales y sargentos primeros debido a que poseen Hojas de Servicios, desde sargentos segundos hasta soldados al carecer de esta información resultó en extremo difícil poder seguir su pista mediante el análisis de las Hojas de Filiación. Problema al cual debe añadirse que lamentablemente se han perdido para siempre casi todas estas fuentes de información. Si bien se les pudo haber rastreado mediante el análisis de las Revistas de Comisario que existen en el Archivo Histórico del Ejército, se decidió no realizarlo por dos motivos; no estaban las listas de revistas de todas las unidades que existieron durante el período y usualmente mediante su estudio no se podían conocer las acciones de guerra ni premios que tenían los militares. Este último punto resultó ser el más decisivo, ya que el análisis de la cantidad de acciones de guerra y premios, es una parte del Capítulo 2 “Análisis de los Oficiales Estudiados.”

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plantear la hipótesis de que las redes de contacto eran las que determinaban el éxito o fracaso de las carreras militares.

Si bien lo ideal hubiera sido investigar a todos los hombres que pelearon y sirvieron al Estado de Chile, desangrándose ya sea en el Perú, en la Frontera contra los indígenas y bandidos o en las dos campañas contra Chiloé, esto resulta imposible básicamente por tres motivos: la carencia de Hojas de Servicios de todos los oficiales y sargentos primeros, el que no existan expedientes de montepíos para todos ellos, y la cantidad de tiempo que hubiera demandado el revisar la información de todos ellos. Por estas causas, sólo se estudiaron a 140 servidores del Ejército de Chile de los que se encontró la información mínima, para poder analizar sus datos y compararlos con los demás.3

Discusión Bibliográfica

Por lo general, ha existido básicamente una sola manera de estudiar a los oficiales que combatieron por libertar al país, ésta es la investigación biográfica del personaje en cuestión, que usualmente exaltan las virtudes y en especial el heroísmo de estos hombres, pero que normalmente no explican como hicieron su carrera.

Si bien este tipo de estudios monográficos eran necesarios durante el s. XIX para poder crear el Panteón de héroes patrios, prosiguió durante todo el s.XX hasta la actualidad. Los problemas con estos estudios, es que no han sido sistematizados, solamente se han centrado en las figuras emblemáticas de este período, tales como Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera, José de San Martín, Manuel Rodríguez y una decena más de hombres.4

El Ejército y la Armada de Chile, pese a que poseen departamentos de historia y un equipo de investigadores, han mantenido la tónica de estos estudios biográficos. También lo ha hecho la Academia de Historia Militar, lo que se puede corroborar al revisar su revista Anuario. Órgano de difusión de la Academia de Historia Militar. Pero pese a todo, hicieron historias generales de sus respectivas instituciones que sirven de guía al introducirse en cualquier tipo de estudio castrense.

También los historiadores civiles mantienen la línea investigativa que el Ejército y la Armada en general, aunque existen algunos intentos de estudiar a los oficiales como un conjunto, como el de Sergio Vergara Quiroz que se analizará con más detalle en las páginas siguientes.

En resumen, se puede afirmar que no existen en la actualidad investigaciones que planteen la idea de que las redes de contacto fueron el medio principal de ascenso al interior del Ejército de Chile. Este vacío en la historiografía militar chilena, es el que pretende llenar la presente investigación, al demostrar que los militares no ascendían ni

3 Ver el Anexo N° 2, allí se detalla una lista con los nombres de los oficiales y sargentos primeros estudiados. 4 Al respecto ver dos estudios que ha realizado el Ejército. EMGE. Galería de Hombres de Armas. Santiago: Colección Biblioteca del Oficial, Tomo I. Y Estado Mayor del Ejército (1981). Héroes y Soldados Ilustres del Ejército de Chile 1810-1891. Santiago: Colección Biblioteca del Oficial, Volumen LXV.

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por mérito ni por antigüedad, sino que debió haber sido algo más, la capacidad que tuvieron de enlazarse en mayor o menor medida con las redes de contacto que gobernaban.

Aunque novedoso en la historiografía militar chilena, esta manera de hacer historia ha sido exitosamente empleada en la historiografía religiosa en nuestro país. Y en Europa lleva una gran cantidad de años empleándose, lo que ha permitido comprender de mejor forma el funcionamiento de las instituciones monárquicas de la Edad Moderna, y poder vislumbrar que las carreras políticas, religiosas y militares dependían de las redes de contacto cuyas bases se encontraban en la familia extendida.5

Fuentes y Bibliografía Complementaria

Para comenzar el análisis bibliográfico, se debe enfatizar y recalcar el hecho de que no existen estudios de las redes de contacto al interior del Ejército de Chile, por lo que solamente se examinarán estudios complementarios que sirven para determinar indicadores como los años de servicio, las gratificaciones y premios, las acciones de guerra, etc.

Las fuentes primarias que se han utilizado son las Hojas de Servicios, los Expedientes de Montepíos y las Ordenanzas Militares de Carlos III.

Las Hojas de Servicios son la fuente primordial de la presente investigación, ya que en ellas se encuentran los datos de las acciones de guerra, los años de servicios, los grados y condecoraciones que poseían los militares investigados en este estudio.

Respecto a los Expedientes de Montepíos Militares en ellos se puede encontrar la siguiente información sobre el militar fallecido: partidas de bautismos, partidas de matrimonios, partidas de bautismos de los hijos, certificado de defunción, hojas de servicios, certificados en que se le entregan los grados y puestos.

Las Ordenanzas Militares de Carlos III, poseen valiosa información sobre los deberes militares de acuerdo al grado y puesto, el mecanismo de ascenso al interior de sus ejércitos y quienes estaban a cargo de recomendar las plazas vacantes.

Con respecto a la bibliografía complementaria chilena, las obras más importantes son: Historia del Ejército de Chile6, que permite tener una idea general de la evolución orgánica del Ejército de Chile y de las unidades que lo componían.; Síntesis histórico-militar de Chile,7 otorga una detallada descripción de las guerras y campañas en que participaron

5 Ver por ejemplo el excelente estudio de DEDIEU, JEAN PIERRE; CASTELLANO, JUAN LUIS y LOPEZ CORDON, MARIA VICTORIA, (eds.) (2000), La pluma, la mitra y la espada. Estudios de historia institucional en la Edad Moderna. Barcelona: Marcial Pons ediciones. 6 EMGE. (1984), Historia del Ejército de Chile. Tomos II y III Santiago: Publicaciones Militares y Biblioteca del Oficial. 7TORO DAVILA, AGUSTIN, Síntesis histórico-militar de Chile. Santiago: Editorial Universitaria, varias ediciones.

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fuerzas chilenas; Historia Social del Ejército de Chile8, entrega datos importantes de las familias de los oficiales chilenos y también sirve para localizar los montepíos que recibían las viudas; y Ejército y Milicias del reino de Chile (1737-1815)9, es una guía para encontrar en el Archivo Nacional las Hojas de Servicios que no se encuentran compiladas en los diversos volúmenes de estos documentos.

Sobre la bibliografía complementaria extranjera, el trabajo más importante es: El Sonido del Dinero,10 que es un estudio sobre el Ejército español en el siglo XVIII desde la perspectiva de las redes de contacto y que utiliza como fuente principal a las Hojas de Servicios.

Hipótesis de Trabajo

Los oficiales del Ejército de Chile durante el período estudiado y gran parte del siglo XIX, al no existir una clara ley sobre ascensos que determinara que porcentajes de méritos y que porcentaje de antigüedad influían directamente en sus promociones, tuvieron que recurrir a las redes de contacto para poder ascender en su carrera militar y política (en algunos casos).

Metodología de Trabajo

Para poder comprobar la hipótesis de trabajo, se realizaron análisis tanto cuantitativos como cualitativos de las Hojas de Servicios de los militares que sirvieron durante este período de tiempo. El estudio cuantitativo se focalizó en la cantidad de acciones de guerra en las que se encontraron, las condecoraciones y premios que recibieron. Y el cualitativo en el análisis de las carreras militares de tres oficiales.

También se creó un listado de antigüedades por año de los militares estudiados que va desde 1823 hasta 1830. Si bien lo ideal habría sido contabilizar los años de servicios de cada uno de los hombres considerados en esta investigación, se optó por no realizarlo debido a que existen muchos de ellos que figuran con grados que no existían durante el lapso de tiempo de esta investigación. Por ejemplo ver a Pedro Aguilera,11 quien figura como Teniente cuando en el Ejército de Chile ya no existía ese grado sino que los de Teniente 1º, Teniente 2º y Subteniente.

Estructura

Para lograr la meta enunciada se procedió a dividir el trabajo en cuatro capítulos. En el Capítulo 1 “El funcionamiento interno del ejército”, se intenta demostrar que esta

8VERGARA QUIROZ, SERGIO (1993), Historia Social del Ejército de Chile. Santiago: Departamento Técnico de Investigación, 2 tomos. 9 DE ALLENDE SALAZAR ARRAU, Jorge. (1962 Y 1963). Ejército y Milicias del reino de Chile (1737-1815). Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 66. El artículo continúa en 67 (1962) y en 68 (1963). 10 ANDUJAR, CARLOS (2004), Monarquía, Ejército y venalidad en la España del siglo XVIII. Madrid: Marcial Pons Historia. 11 Ver el Anexo 3, el listado de antigüedades que se realizó.

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institución funcionaba en parte como una del Antiguo Régimen, y se analiza el mecanismo de ascenso que existió durante el período estudiado. En el Capítulo 2 “Análisis de los oficiales estudiados”, se detallan algunas características del grupo de personas investigadas. En el Capítulo 3 “Estudio de casos”, se analizan en detalle las carreras de dos veteranos. En el Capítulo 4 “Las redes de Contacto”, se explican que son y cuantas hubo en Chile después de la Independencia. Y finalmente la “Conclusión”, donde se exponen los principales hallazgos del presente artículo y propuestas sobre que se debería seguir investigando.

Capítulo 1: Funcionamiento Interno Del Ejército

El Ejército de Chile

Chile, durante el período, estudiado pasó por una difícil situación en el aspecto organizacional y del régimen constitucional que debió afrontar el país, basta sólo ver las dos constituciones que existieron durante este lapso de tiempo – la Constitución Política del Estado de Chile de 1823 y la Constitución Política de la República de Chile de 1828 – las que serían tres sí se le agrega el proyecto del Ensayo Federal de 1826.

Pese a todas las dificultades, el Estado de Chile siguió funcionando y también sus instituciones, en especial el Ejército de Chile que, en 2 campañas bajo el mando del Presidente de la República y Capitán General don Ramón Freire y Serrano, logró la incorporación de Chiloé y la conquista definitiva de su Independencia al acabar con las fuerzas realistas que se encontraban en esa isla, en la batalla de Bellavista. Sin lugar a dudas, esta fue la campaña más importante del Ejército en este período, pero no la única, también realizó la Expedición Auxiliadora al Perú en 1823, y muchas campañas a ultra cordillera o ultra Biobío ora contra los indígenas, ora contra los bandidos Pincheira (como la del año 1827).

Las dos campañas para la incorporación de Chiloé han sido estudiadas12 con detalles tanto en la preparación de los medios como la organización y estructura de las fuerzas respectivas de operaciones. También se han investigado la historia de las unidades que existieron durante este período.13

Si bien después de 1826 el Ejército de Chile pasó de contar con casi 7.000 hombres a casi la mitad, los que se retiraron fueron en su mayoría clases y tropas, ya que era importante mantener los cuadros de oficiales en caso de emergencia.

12 Ver TORO DAVILA, AGUSTIN, Síntesis histórico – militar de Chile. Santiago: Editorial Universitaria, varias ediciones, y EMGE. (1984), Historia del Ejército de Chile. Tomo III. Santiago: Publicaciones Militares y Biblioteca del Oficial. 13 Ver Memorial del Ejército de Chile, Nº 299, es un especial dedicado a la historia de todas las unidades que han existido en el Ejército de Chile inclusive en el período colonial.

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Después de 1826 el Ejército de Chile comenzó a retomar la estructura que poseía antes de la Independencia, un Ejército de la Frontera encargado de resguardar el sur del país, tropas de línea acantonadas en otros puntos del país y una Asamblea Instructora encargada de la instrucción de los cívicos. A lo que debe agregarse la creación de la Inspección General del Ejército en 1826, puesto más alto al que podía aspirar un militar en su carrera en el cual cumplía la misión de revistar las tropas del país y velar por su correcto estado.14

Toda esta dinámica cambió bruscamente con la llegada al poder de los conservadores después de la batalla de Lircay. A diferencia de las redes de contacto anteriores, su líder Diego Portales no respetó a los veteranos y para acabar de una vez con todas con las asonadas militares, emitió un decreto que significó la expulsión de más de 200 oficiales -sin pensión de retiro – que habían luchado contra su bando con las armas o que se habían negado a reconocer su gobierno como Juan Gregorio de Las Heras y José Manuel Borgoño.15

Desde la Independencia hasta la Guerra Civil de 1829-1830, los veteranos de la primera por lo general se mantuvieron al interior de las filas ya sea en las tropas de línea o en la Guardia Nacional, y los que se retiraron lo hicieron por voluntad propia sin que se les llamara a la Comisión Calificadora de Servicios para forzarlos al retiro o darlos de baja. Un claro ejemplo es el caso del Coronel Diego Guzmán e Ibáñez, un o’higginista que se retiró voluntariamente del servicio activo cuando se fue su líder,16 a diferencia de otros militares que le debían gran parte de su carrera como Juan Gregorio de las Heras.17

El Mecanismo de Ascenso

Para poder conocer el mecanismo de ascenso que se utilizaba en este período fue necesario recurrir a las Ordenanzas Militares de Carlos III, ya que, durante y después de la Independencia hasta la creación de la 1ª Ordenanza General del Ejército de Chile, esta institución operó en lo general utilizando las Ordenanzas de 1768.

También se debieron conocer a cabalidad los grados que existieron durante el período estudiado que fueron casi los mismos que durante la colonia salvo algunos grados nuevos y otros que se eliminaron. Se pueden distinguir tres escalas de grados.

Los grados que existían eran los siguientes: General de División; General de Brigada;18 Coronel; Teniente Coronel; Sargento Mayor; Capitán; Ayudante Mayor; Teniente Primero;

14 Se debe recordar que no existía una Comandancia en Jefe del Ejército de Chile como en la actualidad, el que desempeñaba en la práctica estas funciones era el Ministro de Guerra y Marina. Puesto que por lo usual era ocupado por un general en servicio activo. 15 Ver Archivo del Ejército de Chile, Fondo Histórico. Hojas de Servicios de la Independencia (1793-1849) Vol. Nº 1, foja 18. 16 Ibíd., foja 47. 17

Ibíd., foja 56.

18 Utilizado por primera vez en 1827 en reemplazo del grado de Brigadier.

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Teniente Segundo; Subteniente; Alférez; Sargento Primero; Sargento Segundo; Cadete (aspirante a oficial, por lo que estaba exento de realizar las tareas mecánicas); Cabo Primero; Cabo Segundo; Soldado, tambor, corneta y pífano.

Respecto de las obligaciones principales de cada grado o empleo, se mantuvieron las mismas que las establecidas por la Ordenanza Militar de Carlos III. A continuación se otorga una breve explicación de las tareas principales de los grados desde Coronel hasta Capitán. El Coronel era el Comandante de las unidades principales – ya sea un Regimiento o Batallón – y a él estaban subordinados todos los oficiales, clases y suboficiales. El Teniente Coronel era el 2º Comandante de la unidad, sí es que se encontraba en un Regimiento pasaba a ser el 1er. Comandante del 2º Batallón, pero también podía ser el 1er. Comandante en caso de que no se designara a un Coronel al mando de una unidad. El Sargento Mayor era el encargado de la disciplina e instrucción del cuerpo, y realizaba todas las anotaciones en las Hojas de Servicios de oficiales y sargentos primeros, salvo las notas de conducta, aplicación, valor y estado, que eran realizadas por el Comandante de la unidad que también daba el visto bueno, tenía el empleo de ser el 3er Jefe del cuerpo. El Capitán era el Comandante de la Compañía, y él proponía al Coronel al mando los empleos desde Teniente hasta Soldado vacantes en su compañía.

Para comprender cómo era el mecanismo de ascenso al interior del Ejército de Chile, en primer lugar se revisó las Ordenanzas de 1768 y luego se contrastó con información del período estudiado que fue extraída del Expediente de Montepío del Capitán don Justo Quinteros.19

Las Ordenanzas establecían que cuando se produjera una vacante en los empleos que iban desde Teniente hasta Soldado, el encargado de designar su reemplazo era el Capitán que comandaba la compañía en donde había una plaza faltante, debiendo haber tenido preferencia en seleccionar según los méritos y la antigüedad de los candidatos.

Para los empleos superiores desde Teniente Coronel hasta Capitán, el encargado de sugerir los tres posibles candidatos era el Coronel Comandante de la unidad, quien enviaba un oficio al Rey para que este decidiera cual de los tres nombres o uno que él quisiera incluir obtendría en definitiva el empleo.

Eso era lo que sucedía durante el denominado Antiguo Régimen en todos los reinos que pertenecían a la Corona. Una vez ocurrida la Independencia en Chile, lo que sucedió fue que la figura y legitimidad del Rey fue reemplazada por el máximo representante del Poder Ejecutivo, el Director Supremo, cargo que fue reemplazado el 9 de julio de 1826 por el de Presidente de la República.

Lo que se mantuvo igual desde la monarquía, eran las recomendaciones que hacían los Jefes de los Cuerpos, sobre que hombres eran los idóneos para ocupar las plazas vacantes dentro de su unidad, y el Director Supremo o el Presidente de la República era el

19 Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Guerra, Vol. 150 Expediente N° 36, Foja 136.

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encargado de seleccionar y el Ministro de Guerra estampaba su firma junto a la del Jefe del Ejecutivo.

Lo que cambió respecto a la monarquía fue que el máximo representante del Ejecutivo, también asignaba los despachos desde Teniente 1º hasta Subteniente o Alférez. Lo que significó que disminuyó en importancia para los oficiales subalternos el contar con el beneplácito de su Comandante ya que si podían tener acceso directo al Director Supremo o Presidente de la República, podían obtener su ascenso directamente.20 Esto implicaba que a diferencia del período colonial, los oficiales subalternos tuvieron mayores posibilidades de ascender, claro que dependiendo del nivel de cercanía o afinidad que tuvieron con quienes gobernaban.

Esta era la forma tradicional durante la época estudiada de obtener un ascenso, pero no era la única, también existía la posibilidad de que por un acto digno de ser premiado, se le otorgara como premio un ascenso a un oficial.

La forma usual de lograr el éxito en la carrera militar, era saber cuando brindar o quitar el apoyo a una red de gobierno, aunque esto significaba en la práctica que a veces se tenía que negar de los amigos y renegar del honor, pero al menos permitiría la continuación al interior de las filas.

Una forma de continuar viviendo sin ser militar, era siendo político de oposición, esperando el momento oportuno en que la red de contactos propia desplazara a los enemigos y permitiera el reingreso en las filas, o al menos el reconocimiento de los premios y años de servicios.

Capítulo 2: Análisis De Los Oficiales Estudiados

La procedencia de los estudiados era la siguiente; un 15% eran argentinos, un 5% eran europeos y estadounidenses, el 75% eran chilenos de los cuales un 58% eran santiaguinos y un 22% eran penquistas, el resto venía de otras ciudades del país.

20 Ver Anexo N° 1, en donde se reproduce el certificado que se le entregaba a los oficiales al conferirle un nuevo empleo.

Lugar de Nacimiento

75%

15%

5%5%

Chile

Virreinato del Río de la

Plata

Europa y Estados

Unidos

América otros

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La edad de ingreso a las filas en promedio fue de 17 años, y con el grado de cadete para 50 de los 140 casos estudiados. Un 30% eran militares profesionales y un 3% pertenecían a las milicias antes de la Independencia. Un 67% ingresó durante el desarrollo de la revolución contra España, de ellos solamente un 15% eran militares de carrera, el 52% restante abrazó la carrera de las armas durante el desarrollo del conflicto. La edad de retiro del ejército fue en promedio de 44 años, con el grado de Sargento Mayor para 64 de los casos.

Los militares que hicieron carrera política en el congreso, en el poder judicial o como ministros de estado y gobernadores fueron 62. Solamente un 5,8% de todos los casos alcanzó la jefatura del poder ejecutivo en algún período, ya sea como presidentes de juntas de gobierno, directores supremos o como presidentes de la república.

Durante el transcurso de sus carreras, casi el 50% estuvo alejado de las filas ya sea por retiro voluntario, forzado o por ser dados de baja. De ellos el 73% logró reincorporarse a las filas y proseguir su carrera militar.

El 100% participó en campañas militares y en acciones de guerra, el 86% obtuvo premios por haberse hallado en una batalla importante como Maipú, Chacabuco, o el Combate de las Vegas de Saldías por ejemplo. Solo el 8% de los casos fue ascendido por una destacada actuación en combate. Un 28% estuvo en más de 20 acciones de guerra.

Procedencia de los chilenos

58%22%

20%

Santiago

Concepción

Otras localidades

Procedencia de los oficiales

30%

3%

15%

52%

Militar profesional pre-

Independencia

Miliciano pre-

Independencia

Militar profesional

Independencia

Miliciano Independencia

Grados alcanzados

6%

24%

60%

10%

Generales

Jefes

Medios

Bajos

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El generalato fue alcanzado solamente por el 6%, los oficiales jefes fueron el 24%, los oficiales medio el 60%, y el 10% restante alcanzó a ser de la baja oficialidad. De estos últimos el 80% de ellos iniciaron su carrera militar como simples soldados. El cargo de Inspector General lo obtuvieron el 4% de los casos estudiados, la comandancia en Jefe de un ejército un 15%, y el mando de una unidad o destacamento el 38%.

Capítulo 3: Estudio de Casos

En este capítulo se analizarán las vidas de cuatro militares, con el objetivo de demostrar que los méritos no fueron el factor primordial en sus carreras, sino que su capacidad de adaptación a los constantes cambios de administración y redes de contacto. Por ésta razón los casos estudiados son variados entre sí, nos encontraremos con hombres que pudieron culminar su carrera con el generalato hasta oficiales dados de baja y muertos en el exilio político.

Enrique Campino

Nació en Santiago en 1794, aparentemente al interior de una familia de la elite santiaguina ya que no hubiera sido posible que solamente con 16 años haya podido obtener directamente el grado de teniente del Batallón Granaderos de Chile,21 y saltarse los grados de alférez y de subteniente.

Este soldado a lo largo de toda su carrera militar se caracterizó por una extraordinaria valentía, de hecho el tuvo una destacada participación en el sofocamiento del “Motín de Figueroa,”22 lo que le hizo obtener su ascenso a capitán23 en el mismo cuerpo de infantería además del derecho de poder llevar un Escudo de Honor que decía “Yo salvé a la Patria el 1º de abril de 1811.”24

Tuvo al igual que otros militares procedentes de familias dirigentes una carrera meteórica, el 08 de septiembre de 1813 obtuvo el grado de Sargento Mayor del Batallón Granaderos de Chile. Esto implica que en un lapso de 2 años y casi 10 meses ascendió de Teniente a Sargento Mayor, pasó de ser un oficial al mando de 30 soldados a comandar entre 600 y 700 soldados con la increíble edad de 19 años. Con esto no se esta dudando de las

21 Es el primer grado con el que figura en su Hoja de Servicios, el 22 de diciembre de 1810 ingresó a los Granaderos de Infantería, ver Hojas de Servicios, Volumen 1, Foja 24. 22 Motín -que intentó el 1º de abril de 1811 impedir las elecciones para el Congreso- en el que se vio involucrado el Teniente Coronel Tomás de Figueroa al ir hombres de su unidad –el Batallón Veterano de Infantería de Concepción- a pedirle que tomara el mando. Posteriormente por orden de Juan Martínez de Rosas fue fusilado en su celda sin haber tenido un juicio. 23 El ascenso que obtuvo fue a capitán graduado. Se le confirió este ascenso el 22 de diciembre de 1811, solamente el 20 de marzo de 1813 fue promovido a capitán efectivo. 24 Ver Hojas de Servicios de la Independencia (1793-1849), Vol. Nº 1, foja 24.

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cualidades militares de Enrique Campino y menos de su valentía,25 sino que se pone en el tapete la anomalía de esos tiempos en que los militares profesionales eran una franca minoría por lo que se debió acudir a la juventud educada de la sociedad.

Sin embargo su procedencia social y su meteórica carrera no lo libraron de tener problemas personales con el Comandante en Jefe de las fuerzas patriotas, el Brigadier General José Miguel Carrera. Esto le costó estar unos días encarcelado durante agosto de 1814, hasta que decidió fugarse el 26 de agosto y pedir el perdón del Brigadier General Bernardo O’Higgins, quien se lo concedió y pudo reincorporarse al ejército patriota hasta la Batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814).

Durante su estadía en Mendoza con el resto de los refugiados chilenos, decidió optar por el bando de Bernardo O’Higgins, acción que tendría favorables repercusiones en su posterior carrera militar y política, ya que O’Higgins se convertiría en el Director Supremo de Chile desde 1817 hasta 1823. Antes de su regreso a Chile, se le confirió el ascenso a Teniente Coronel del Batallón Nº 1 de Chile.

Ya de regreso en su patria, fue enviado por esta en la Expedición Libertadora del Perú donde tuvo el mando de los batallones Nº 6 y Nº 5 de Infantería de Chile y alcanzó el grado de Coronel. Con la abdicación de O’Higgins y su reemplazo por el Brigadier General Ramón Freire Picarte, perdió a su protector lo que tuvo funestas consecuencias en su carrera militar.

El 06 de agosto de 1823 el Supremo Gobierno le permitió el reingreso a las filas del ejército, pero sin mando.26 Esto quería decir que no podría nunca más volver a comandar soldados, a pesar de sus cualidades y de su dilatada experiencia. Pero este castigo no le significó un impedimento para seguir ascendiendo de grado, ya que el 15 de febrero de 1832 fue promovido a General de Brigada.

El 21 de marzo de 1854 fue nombrado Ministro de la Corte de Apelaciones, cargo que tuvo hasta finales de ese año, momento en que se le transfirió el decreto de retiro absoluto, aunque fue el 15 de febrero de 1855 cuando pidió su Cédula de retiro absoluto.

Este destacado militar estuvo casi 43 años de servicio activo y se retiró a los 61 años de edad. Gracias a su origen en un principio y luego por haber apoyado a O’Higgins pudo ascender rápidamente a diferencia de algunos colegas, con lo que pudo posicionarse como Coronel. Con este grado era difícil que el gobierno pudiera retirarlo por dos motivos; por ser una reliquia de la época independentista y por la red de contactos que el debió haber establecido al ser parte del generalato. De hecho esta es la única razón plausible

25 De hecho se halló en las siguientes acciones de guerra durante la independencia; Batalla de San Carlos 15/04/1813, Sitio de Chillán 3 y 5/08/1813, Acción de Quilo 19/03/1814, Paso del Maule 03/04/1814, Acción de Tres Montes 07/04/1814 y Quechereguas 8 y 9/04/1814. 26 El 22 de junio de 1821 por motivos que no se conocen pidió su licencia absoluta, creemos que esto se debió a que estaba cansado de la penosa situación que vivían las tropas chilenas de la Expedición Libertadora del Perú, esto se debió a que San Martín no se decidió nunca a atacar a las fuerzas realistas con lo que el mal clima del Perú hizo estragos en las filas chilenas.

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para explicar como no fue separado del ejército pese a su continua participación en motines durante el período de la administración de Freire y los liberales.27

Enrique Campino a lo largo de su dilatada carrera supo adaptarse a los cambios producidos en el ejército debido a los constantes cambios de las redes dirigentes. Bajo la primera administración de Carrera se mostró como un leal a él, lo que permitió su meteórico ascenso. Cuando se produjo el quiebre entre Carrera y las familias de la elite – el que llevó a las fuerzas patriotas a enfrentarse de manera fratricida – Campino optó por el último bando que estaba representado por el entonces Brigadier O’Higgins.

Una vez en Mendoza decidió formar parte de las fuerzas del Ejército de Los Andes y por extensión del bando o’higginista, facción que tendría el poder de la administración hasta 1823. Luego de la abdicación de O’Higgins, continuó en el ejército, pero sin mando, lo que nos lleva a pensar que no fue calificado por Freire y los liberales como un o’higginista acérrimo. Luego de que la facción de los liberales fue reemplazada por Portales, no fue dado de baja sino que permaneció en las filas, tal vez como recompensa por sus fracasados intentos de derrocar a Freire. Lo más impresionante de este oficial es que sobrevivió a cada uno de los cambios de redes de contacto, debido a su gran capacidad de no comprometerse con ninguno de los gobiernos de turno.

Santiago Díaz Zaldívar

A diferencia de Enrique Campino nació en Concepción en 1777, ciudad que era conocida como la capital de guerra del Reino de Chile. Si bien pertenecía a la elite penquista, a diferencia de su colega santiaguino ingresó a la filas a los 10 años de edad en el Batallón de Infantería de Concepción y no como oficial sino como soldado distinguido.28 Logró ascender en 1793 a Sargento 2º y a Sargento 1º en la misma unidad a la que había ingresado.

Cuando comenzó el movimiento juntista en Santiago de Chile el 18 de septiembre de 1810, el Sargento 1º Santiago Díaz Zaldívar tenía 13 años de servicios en la hasta ese entonces la mejor unidad de infantería del ejército. Al igual que muchos jóvenes de la clase dirigente decidió seguir la causa patriota y también se enlistó en el Batallón Auxiliares de la Patria, por estos motivos se le ascendió a Subteniente el 04 de noviembre de 1811. Al interior de esta unidad estuvo acantonado en Buenos Aires bajo las órdenes del Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata hasta 1813 cuando regresó juntó a su batallón a Chile. En estos dos años solamente fue ascendido a Teniente, lo que no se compara a las promociones que obtuvo Enrique Campino en un período similar de tiempo.

27 Cabe destacar que su participación en diversos motivos no está registrada en su Hoja de Servicios, lo que fue únicamente posible por las influencias que poseía Campino al interior del ejército. 28 En las colonias españolas no existía ningún organismo encargado de preparar a los nuevos oficiales del ejército, como los existentes hoy en día como la Escuela Militar del Capitán Libertador Bernardo O´Higgins. En ese entonces los niños y jóvenes de las elites que deseaban ingresar al ejército lo hacían ingresando como soldados distinguido, este grado especial significaba que eran aspirantes a oficiales y que no se les podía someter a los mismos castigos que a la tropa.

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Desde su arribo a Chile hasta la Batalla de Rancagua solamente se encontró en el Combate de Cancha Rayada. Este hecho es un poco inexplicable dada la gran experiencia que poseía este oficial, lo más probable es que se le hayan designado misiones que lo alejaran del combate para que no pudiera alcanzar una gloria semejante a la de los oficiales que no eran de carrera.

Esta hipótesis se puede corroborar al verificar a que lugar fue destinado después de la Batalla de Maipú, acción de guerra con la que se consolidó definitivamente la independencia nacional.29 A diferencia de su colega Enrique Campino no fue enviado con la gloriosa y bien apertrechada Expedición Libertadora del Perú, sino que debió quedarse en el sur de Chile con las fuerzas destinadas a detener el ataque de Sánchez y de su lugarteniente Picó.

En la denominada Guerra a Muerte las fuerzas chilenas por decisión de O’higgins fueron dejadas sistemáticamente de lado en todos los aspectos de la vida castrense, la paga era esporádica y mala, no había suministro de víveres ni de ropa de repuesto, ya que todas estas fueron enviadas con la Expedición Libertadora del Perú. Sin embargo al en ese entonces Teniente Coronel Santiago Díaz Zaldívar se le había dado una orden y como un verdadero militar de carrera lo cumpliría. Participó en muchas de las olvidadas acciones de la Guerra a Muerte, entre ellas el Ataque de Curalí, el Combate de Alameda de Concepción y el inmortal Combate de Vegas de Saldías.30

A pesar de haberse desangrado por Chile en innumerables acciones de guerra y de su gran experiencia como militar profesional, solamente llegó a ser Coronel. Es increíble que se le haya negado el acceso al generalato, pero esto se debió a que no provenía de una familia de la elite santiaguina (mucho más poderosa que la penquista), y a que no pudo, o no quiso, ser parte de una red de contactos, lo que era esencial para poder llegar al generalato, ya que en esta época el mérito por sí sólo no valía mucho.

Francisco de la Lastra

Figura como Capitán graduado de Infantería, sin embargo la fecha se ha perdido. Desde Capitán fue ascendido a Teniente Coronel graduado y posteriormente a Coronel graduado,31 esto quiere decir que se saltó el grado de Sargento Mayor, acontecimiento

29 En esta batalla acaecida un 5 de abril de 1818, San Martín cometió un error táctico al no enviar a su caballería en persecución de las fuerzas realistas que se retiraban. Este simple error provocó la cruenta Guerra a Muerte, ya que las fuerzas que se retiraron hacía el sur se pudieron organizar e iniciar una dura resistencia contra las escasas fuerzas del Coronel Ramón Freire comandante de las fuerzas del sur de Chile. 30 De hecho su Hoja de Servicios dice: “participó en Vegas de Saldías 10 de Octubre de 1821 y muchas otras acciones”. Ver Hojas de Servicios de la Independencia (1793-1849), Vol. Nº 1, foja 33. Acciones que casualmente no se nombran porque o no eran importantes o debido a que querían disminuir la impresionante carrera de este militar de profesión. 31 Los datos de estos ascensos están registrados en su Hoja de Servicios, pero no aparecen las fechas respectivas de estas promociones. Fechas y promociones comienzan a aparecer cuando es ascendido a Coronel de Ejército el 25 de octubre de 1825, sin embargo sus comisiones políticas figuran desde el 11 de septiembre de 1811 cuando fue nombrado Gobernador del puerto de Valparaíso. Ver Hojas de Servicios de la Independencia (1793-1849), Vol. Nº 1, foja 58.

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que no pudo haber ocurrido sí Francisco de la Lastra no hubiera sido miembro de la elite santiaguina dirigente.32

Este “soldado” nunca combatió durante la independencia, sin embargo llegó a ser General de Brigada, Inspector General del Ejército, Ministro interino de Guerra y Marina e inclusive fue Director Supremo.33 Si bien no lució su espada durante la independencia, fue el militar que venció a las fuerzas de Joaquín Prieto en el combate de Ochagavía, lo que significó su salida del ejército.

Francisco de la Lastra durante la Patria Vieja fue un decidido anti carrerista lo que le granjeó la confianza de la red de las familias de la elite en un primer momento y luego la de O’Higgins. Sin embargo, de la Lastra era un liberal, por lo que cuando la red de contacto de O’Higgins fue reemplazada por los liberales, permaneció en el ejército. Pero como buen liberal, optó por luchar contra las fuerzas conservadoras de Prieto. Debido a que el resultado le fue adverso fue dado de baja junto a muchos de sus compañeros. Durante su carrera sus ascensos y permanencia en el ejército se debió a que contaba con el favor de las redes de contacto imperantes, no obstante cuando surgió una red de contacto que no le era favorable, vio finalizada su carrera político-militar.

Capítulo 4: Las Redes de Contacto

Las sociedades del denominado Antiguo Régimen como la España de los ss.XVIII – XIX, si bien poseían instituciones que hacían funcionar el Estado, estas no operaban bajo los parámetros de una reglamentación clara respecto a los ascensos y jubilaciones (retiros). Esta situación obligaba a los funcionarios de la administración pública a depender no de sus méritos, sino de la ubicación de sus redes de contacto.

Durante el período en que Chile perteneció a la corona, los trabajos importantes del aparato burocrático de la corona española, y en especial los puestos militares, dependían de la voluntad del Rey y de sus Ministros. Estos constituían la red de contacto más importante, si no se estaba relacionado con ella era casi imposible obtener los puestos de mayor confianza.

Sin embargo, en las colonias españolas existió un margen de maniobra que permitió a las familias de las elites obtener cargos de mediana categoría, esto fue posible gracias a la lejanía de la corona. En especial durante el reinado de la casa de los Habsburgo, quienes no poseían un gran aparato burocrático, lo que cambió con el arribo de la casa de los

32 Aunque para este trabajo no se han encontrado pruebas fehacientes de que él fuera miembro de la clase dirigente, el hecho de que uno de sus hermanos estuviera casado durante un tiempo con Javiera Carrera Verdugo nos hace pensar que efectivamente era miembro de la clase dirigente santiaguina. 33 El cargo de Inspector General del Ejército era el mayor cargo al que se podía aspirar durante el siglo XIX en el Ejército de Chile, ya que el cargo de Comandante en Jefe del Ejército no existía siendo esta función desempeñada en la práctica por el Ministro de Guerra y Marina.

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Borbones, que comenzaron una política de exclusión sistemática contra los colonos de los cargos importantes de la administración española en las colonias.

Estos factores obligaron a las familias coloniales a copar los cargos de los Cabildos y de oficiales de milicias, ya que no podían pretender ascender hasta los más altos cargos. Las elites de las colonias crearon sus propias redes de contacto, que en muchos casos se correspondía solamente con su familia extendida.

Cuando se inició el proceso independentista, las redes de contacto de las colonias vieron la oportunidad de ascender a los puestos más altos y por ende de mayor prestigio social de la administración de las incipientes naciones. Esto se vio claramente reflejado en Chile durante la Patria Vieja. Las redes de contacto trataban de copar todos los puestos de la administración con su familia, esto generó que las redes no beneficiadas con los cargos disputaran el poder para así dar trabajo a sus familias, de una forma antes no conocida, recurriendo de ser necesario al uso de la fuerza militar.

Esta lucha por alcanzar el máximo poder político llevó a que en Chile se sucedieran rápidamente desde la Independencia hasta la Guerra Civil de 1830 numerosas redes de contacto criollas. Para poder identificarlas con claridad se utilizó como guía la división que realiza Luis Valencia en los Anales de la República sobre los personajes que dominaron el poder ejecutivo.

Siguiendo a este autor fue posible encontrar las siguientes redes de contacto:

La red de las familias de la elite chilena, en especial de los Larraínes. 18/09/1810-16/11/1811. Primer período de gobierno.

La red dominada por José Miguel Carrera. 16/11/1811-13/04/1813. Primer período de gobierno.

La red de las familias de la elite chilena, en especial de los Larraínes. 13/04/1813-23/07/1814. Segundo período de gobierno.

La red dominada por José Miguel Carrera. 23/07/1814-09/10/1814. Segundo período de gobierno.

La red dominada por Bernardo O’Higgins y la Logia Lautarina. 16/02/1817-28/01/1823.

La red dominada por Ramón Freire y los liberales. 04/04/1823-24/12/1829.

La red dominada por Diego Portales. 01/04/1830-1837.

La red de los militares conservadores dominada por Joaquín Prieto y Manuel Bulnes. 1837-18/09/1851.

La red de los conservadores civiles dominada por Manuel Montt y Pérez.

La red de los gobiernos liberales

La primera de ellas en un comienzo estuvo integrada por casi todas las familias de la aristocracia chilena (en especial de la santiaguina). Lo que se ve reflejado en el Ejército del Reino de Chile, donde poco a poco los oficiales criollos van reemplazando a los oficiales

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españoles enemigos del régimen, ya que estos últimos constituían el enemigo, proceso que se vio acelerado después del bullado motín de Figueroa (04/04/1811).

Sin embargo, los cargos no estuvieron distribuidos de forma equitativa entre los distintos clanes, la familia de los “Larraín” denominados los “ochocientos”, obtuvieron los mejores cargos y acapararon los premios. Por ejemplo cuando ocurrió el Motín de Figueroa, no se premió a Juan José ni a Luis Carrera pese haber participado en la represión del Teniente Coronel realista, tampoco se le otorgó el Escudo de Honor que decía “Yo salvé a la Patria el 1º de abril de 1811” a José Santiago Muñoz Benzanilla amigo de Juan José Carrera.

Durante la Patria Vieja las redes de contacto que poseen el gobierno son dos, la de las familias chilenas de la elite y la de José Miguel Carrera. Ambas operaron básicamente de la misma forma, colocando miembros de su familia extendida y amigos en puestos de confianza. De hecho para ellos no resultaba impactante ver cómo el Sargento Mayor Juan de Dios Vial Santelices ascendió en menos de tres años a Coronel. Y que muchos de sus ascensos fueron confirmados por su hermano, miembro de la administración del país Agustín de Dios Vial Santelices.

Aunque hubo algunas excepciones, debido a que para mantener el proceso independentista, estas redes tuvieron que confiar en algunas personas que no eran de su ámbito. Esto sucedió generalmente al interior del ejército patriota, ya que necesitaban gente con experiencia militar sobre todo desde 1813-1814, cuando comienza el enfrentamiento armado. Uno de estos casos fue el del oficial español Carlos Spano, quién fue incorporado al ejército patriota y se le confió importantes tareas, a pesar de no poseer una red de contactos establecida en el país.

Sin embargo, durante el período más álgido de la Patria Vieja 1813-1814. La red de Carrera es desplazada del poder, por la red de las familias de la elite. Los odios comienzan a incrementarse e increíblemente se libró un enfrentamiento entre las fuerzas patriotas, el combate de Tres Acequias en que se enfrentaron las fuerzas leales a la Junta al mando de Bernardo O’Higgins y las fuerzas leales a José Miguel Carrera. Este último logró el triunfo, por lo que inició su segundo período de gobierno.

Este gobierno fue muy breve y aunque logró unificar a los militares patriotas, ésta “reconciliación” por el bien superior de la patria, fue efímera y terminó con la Batalla de Rancagua (01 y 02/10/1814). Inmediatamente después de la desastrosa batalla comenzaron los odios y recriminaciones entre el Brigadier José Miguel Carrera y su par Bernardo O’Higgins.

La historia de los acontecimientos sucedidos en Mendoza es bastante conocida, el hecho relevante para esta investigación, es el surgimiento de la red de Bernardo O’Higgins y la Logia Lautarina. Dicha red a diferencia de sus antecesores cuando estuvo en el poder, tuvo como miembros principales a los miembros de la Logia Lautarina, en segundo lugar a los adeptos de O’Higgins y en tercer lugar a los enemigos de la red de los Carrera.

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Se puede detectar un desplazamiento del eje familiar al eje ideológico, con el surgimiento de la red de O’Higgins. La familia extendida pasó a ocupar un segundo lugar al momento de obtener cargos políticos y militares, lo importante era el tener el mismo pensamiento ideológico, en este caso el pertenecer a la Logia era determinante para ascender en el escalafón militar.

Como fue el caso de Juan Gregorio Las Heras, quién arribó a estas tierras con el Ejército de Los Andes y no era oriundo de Chile, por lo que no poseía redes familiares en el país. Siguiendo la lógica de las dos primeras redes de contacto, este militar hubiera tenido escasas posibilidades de seguir ascendiendo y de realizar su carrera castrense en Chile. Sin embargo bajo la nueva lógica imperante, al ser solamente miembro de la Logia Lautarina pudo realizar su carrera en el país, llegó hasta el grado Mariscal de Campo del ejército chileno el 05/02/1821,34 grado que era el máximo que se podía obtener en ese tiempo.

Esta lógica imperó hasta la red de Joaquín Prieto-Manuel Bulnes y de los militares conservadores. Durante este lapso de tiempo los servidores de la Independencia, se vieron obligados a tratar de adaptarse a las ideologías de cada red de contacto. Claramente esta adaptación era un coqueteo con el peligro, ya que sí la persona figuraba mucho durante la administración de una red de contacto, cuando ésta era reemplazada, los militares eran dados de baja o expulsados de la administración estatal por su “lealtad” con la ideología de turno.

Según la dureza de la red de contactos gobernante, los militares sufrieron desde amonestaciones leves hasta ser dados de baja e inclusive el destierro. Sin lugar a dudas, la red de Diego Portales fue la más dura con los veteranos de la Guerra de la Independencia, y no les tembló la mano al momento de expulsar de las filas a ilustres soldados, como los generales Juan Gregorio Las Heras y José Manuel Borgoño Núñez. Esta dureza culminó con el asesinato del Ministro Portales en el conocido Motín de Quillota, a manos de algunos militares que estaban resentidos con su administración.

Luego del fallecimiento del controversial político, los presidentes Prieto y Bulnes iniciaron una política de reconciliación y reincorporación de los militares que habían sido expulsados de las filas. Sin embargo ésta no tuvo mucha duración, ya que durante el decenio de Montt, la ideología volvió a ser el factor principal que determinaba la permanencia en la administración del Estado. Lo que le valió enfrentar dos Guerras Civiles, la de 1851 y la de 1859, en las que hubo distinto grado de participación de los militares. En la primera el ejército se dividió y apoyó al General José María de la Cruz Prieto y al Presidente, en la siguiente la gran mayoría se quedó con el Presidente y sólo una minoría como el Coronel Justo Arteaga Cuevas se vio envuelto en la Revolución.

Luego de finalizada la administración de Manuel Montt, se produjo un clima de consenso nacional con la elección de José Joaquín Pérez para la primera magistratura del país y ya no se produciría ninguna lucha fraticida. La red de contactos de los gobiernos liberales

34 Ver Hojas de Servicios de la Independencia (1793-1849) Vol. Nº 1, Foja 56.

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durante el período de estudio también sería una época de calma y reconciliación para los militares chilenos, además que frente al desafío que significaba la Guerra del Pacífico (1879-1884), se necesitaban de todos los uniformados posibles.

Como conclusión de este capítulo se puede decir que todos estos vaivenes producidos a causa de los continuos cambios de redes de contacto, obligó a los veteranos de la Guerra de Independencia a optar en algún momento de su vida por algún bando político, lo que muchas veces truncó sus carreras castrenses e inclusive sus vidas. Los militares se politizaron, y muchos de ellos al ser dados de baja se dedicaron a la lucha política, ya sea escribiendo en diarios opositores o ejerciendo en el Parlamento como miembros de la oposición.

Conclusión

Mediante el estudio de casos fue posible comprobar en parte la hipótesis de trabajo. Se enfatiza que solamente en parte, dado que lo ideal hubiera sido realizar un listado de antigüedades con todos los oficiales y sargentos primeros de los que aún se conservan sus Hojas de Servicios y posteriormente continuar su análisis mediante la valiosa información de los Expedientes de Montepíos, para así finalmente haber podido reconstruir sus redes de contacto. Si bien no se pudo realizar por falta de tiempo, se espera que en unos años más salga a la luz una publicación – en base a este primer y pequeño paso – que reconstituya a cabalidad las redes de contacto de un número significativo de veteranos de la Guerra de la Independencia y de la Guerra Civil de 1829 – 1830, ya que así se podrá comprender de mejor forma como funcionaba realmente el Ejército de Chile durante las primeras décadas de vida independiente del país y se podrá explicar de mejor forma el comportamiento de los militares en aquellos decenios.

Respecto a la hipótesis, se espera haber corroborado que la falta de una ley de ascensos al interior de las filas castrenses, forzó a los oficiales que servían en el ejército a enlazarse en mayor o menor medida con los gobernantes de turno y con sus redes de contacto. La carrera militar de estos veteranos no dependió de sus méritos, sino que de la capacidad individual para poder adaptarse a los constantes cambios de gobierno.

La variedad de respuestas a los constantes cambios de gobierno, dependió en gran medida de la personalidad de cada hombre. El rango es muy amplio, y va desde los leales hasta el final con el hombre que le permitió obtener una carrera, hasta el caso de hombres que siempre velaron por su trayectoria. También existieron casos de soldados que cansados de ver que su carrera dependía de caprichos de los gobernantes, decidieron retirarse del ejército y probar suerte con la política, como lo realizado por José Santiago Muñoz Benzanilla.

Se puede afirmar que lamentablemente, los méritos de los servidores de la Guerra de la Independencia no fueron apreciados generalmente por los gobernantes y sus redes de

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contacto, quienes prefirieron privilegiar a los “suyos” y en algunos casos como Portales castigar a quienes no eran sus partidarios.

Estos estaban en conocimiento de la carencia de una ley de ascensos al interior del ejército, y tal vez no realizaron nada para remediar esta anomalía, puesto que les beneficiaba y les permitía manipular a muchos militares. De hecho así ocurrió con algunos de estos veteranos quienes por unas presillas nuevas dejaron de lado su honor. Sin embargo, a pesar de tener este gran poder fáctico, jamás pudieron quitarle a la mayoría de estos ilustres soldados sus recuerdos de las acciones que realizaron para otorgarle la Independencia a Chile y menos su honor.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes Documentales

Archivo del Ejército de Chile, Fondo Histórico. Hojas de Servicios. Vol. Nº 1 al Vol. Nº 70.

Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Guerra. Vol. N° 150.

Bibliografía

Dedieu, Jean Pierre. La pluma, la mitra y la espada. Estudios de historia institucional en la Edad Moderna (Barcelona, Mayson des Pays Ibeériques, Marcial Pons ediciones, 2000).

de Allende Salazar Arrau, Jorge “Ejército y milicias del Reino de Chile: (1737-1815)”, Boletín de la Academia Chilena de la Historia Nº 66 (Santiago, 1962), continúa en; Nº 67 (Santiago, 1962) y Nº 68 (Santiago, 1963).

EMGE. Historia del Ejército de Chile, Tomos I, II, III, IV y V (Santiago, Publicaciones Militares y Biblioteca del Oficial, 1984).

González Salinas, Edmundo “El Ejército de Chile durante la época de Portales”, Memorial del Ejército de Chile Nº 281 (Santiago, 1957).

González Salinas, Edmundo “Expedición Libertadora al Perú”, Memorial del Ejército de Chile Nº 356 (Santiago, 1970).

González Salinas, Edmundo “Soldados Ilustres del Reyno de Chile”, Memorial del Ejército de Chile Nº 356 (Santiago, 1970).

Toro Dávila, Agustín. Síntesis histórico-militar de Chile (Santiago, Editorial Universitaria, varias ediciones).

Valencia Avaria, Luis. Anales de la República: textos constitucionales de Chile y registro de los ciudadanos que han integrado los poderes ejecutivo y legislativo desde 1810, Tomos I y II (Santiago, Editorial Andrés Bello, 1986).

Vergara Quiroz, Sergio. Historia Social del Ejército de Chile (Santiago, Departamento Técnico de Investigación, 1993), 2 tomos.

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ANEXOS

Anexo N° 1

El Director Supremo de la República de Chile=Atendiendo a los méritos y servicios del Ayudante Mayor del Batallón N° 7 de Infantería de línea Don Justo QUINTEROS he venido en conferirle la 2da Compañía del mismo Cuerpo con el sueldo designado a los de su clase.=concediéndole las gracias excepciones y prerrogativas, que por este título le corresponden. Por tanto, ordeno le hayan y reconozcan por tal Capitán de esta Compañía y Batallón para lo que le hice expedir el presente despacho firmado de mi mano, signado con el sello de Gobierno, y refrendado por mi secretario de Estado, y el despacho de la Guerra del que se tomará razón en el [ilegible] Mayor de cuentas: y cajas generales del Estado. Dado en el Palacio Directorial de Santiago de Chile a cinco de Mayo de mil ochocientos veinte y tres años=Ramón FREIRE=Juan de DIOS RIVERA=el Estado le confiere la 2da Compañía del Batallón N° 7 de Infantería de Línea al Ayudante Mayor del mismo cuerpo Don Justo QUINTEROS=Se tomó razón en el [___][ilegible] Mayor de cuentas de Santiago 6 de Mayo de 1823 a [foja] 8vta del Libro N° 24=CORREA de SAA=Tómese razón en la Tesorería Gral de Santiago a [foja] 122 del Libro de títulos de 7 de Mayo de 1823=VARGAS.=Comandante Gral de Armas en Santiago. Mayo 9 de 1823=Cúmplase anótese en el Estado Mayor General=Francisco CALDERON=Anotado en este Estado Mayor Gral=ACOSTA.

Es copia a la letra del Despacho original presentado en esta oficina lo que certifico como Comisario Gral del Ejército. Santiago veinte y seis de Octubre de mil ochocientos veinte y cinco=

(Firma) [___][Ilegible]

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Anexo N° 2

Este es un listado con los nombres de los militares que sirvieron durante este período en el Ejército de Chile y que hicieron carrera en la institución. También se da la ubicación exacta de las Hojas de Servicios más antiguas de cada uno de ellos. Respecto a los nombres que están ennegrecidos corresponden a los 140 militares que se analizaron cuantitativamente en el presente artículo.

Tomo I

Acosta, Ambrosio, HJS I/1

Aguilera, Pedro, HJS I/2 (XLVII/3)

Andrade Cárcamo, José Antonio, HJS I/3

Anguita Henríquez, Estanislao, HJS I/4

Arteaga de las Cuevas, Justo HJS I/6

Bueno Francisco, HJS I/20

Bravo Juan J., HJS I/19

Barril Gregorio, HJS I/13

Cuevas, Marcos Antonio, HJS I/28

Concha, Tomás, HJS I/26

Campino Salamanca, Enrique, HJS I/24

Dávila Pedro, HJS I/30

de la Lastra de la Sotta, Francisco, HJS I/58

de la Rosa, Rafael, HJS I/100

de la Sotta, José Paciente HJS I/111

de Urrutia Vivanco, Domingo, HJS I/118

del Pozo, José María, HJS I/91

del Solar, Vicente HJS I/110

Díaz Zaldívar, Santiago, HJS I/33

Ferreira, Pablo, HJS I/35

Luco, José Santiago, HJS I/65

Lezaeta, Miguel María, HJS I/64

Luna, Lorenzo, HJS I/66 (XVI/14)

Muñoz, Pedro, HJS I/78

Mujica, José Tomás, HJS I/79

Morales, José Manuel, HJS I/77

Monreal, José, HJS I/75

Montecinos, José Lino, HJS I/76

Olivares Valenzuela, Miguel, HJS I/80

Prado, Pedro Antonio, HJS I/92

Porras, Francisco, HJS I/90

Pizarro, Manuel, HJS I/88

Plaza, José, HJS I/89

Pinto Díaz, Francisco Antonio, HJS I/87

Pica, Ramón HJS I/85

Palma, Cipriano, HJS I/81

Pantoja, José Toribio, HJS I/82

Picarte Castro, Ramón, HJS I/86

Patiño, Pedro Antonio, HJS I/84

Riveros, José Antonio, HJS I/95

Robles Gregorio, HJS I/97

Solano Lastarria, Francisco, HJS I/57

Silva, José Manuel, HJS I/108

Silva, Manuel, HJS I/107

Torres, Antonio, HJS I/115

Valenzuela, Faustino HJS I/122

Vargas, José Ceferino, HJS I/126 (XLVI/240)

Verdugo, José HJS I/129

Vial, José Antonio, HJS I/130

Tomo II

Aguayo, Juan, HJS II/122

Ancieta, Francisco HJS II/93

Anguita, José HJS II/155

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Araneda, Juan de la Cruz HJS II/86

Araya, Juan HJS II/94

Aresti, Juan Antonio HJS II/121

Arévalo, Gregorio HJS II/80

Artiga, José María HJS II/97

Asenjo, Pedro HJS II/96

Arriagada, Manuel José HJS II/90

de el águila, Ramón, HJS II/91

Pérez de Arce, Francisco HJS II/116

Tomo III

Gutike, Eduardo, HJS III/16

Grandon, José Antonio, HJS III/56

Gómez Garfias, Antonio, HJS III/8

García, José HJS III/51

García, Francisco Javier HJS III/29

Gallardo, José María, HJS III/63

Gana, Francisco HJS III/53

Garrido, Victorino HJS III/7

Tomo IV

Valdivieso, Agustín, HJS IV/17

Varela, José Joaquín HJS IV/52

Vega, Guillermo HJS IV/15

Vergara, Isidro, HJS IV/55 (XXII/125)

Vergara, Pedro Nolasco HJS IV/50

Tomo V

Ramírez, Francisco Ángel HJS V/6

Ramírez, Pedro Antonio HJS V/68

Ramos, Francisco HJS V/40

Reveco, José Antonio HJS V/84

Riquelme, Amaro HJS V/85

Roa, Andrés HJS V/80

Rodríguez, José, HJS V/127

Rodríguez, Manuel, HJS V/78

Rodríguez, Manuel HJS V/48

Rojas, Joaquín HJS V/47

Rojas, José María, HJS V/77

Ruiz, Juan de Dios HJS V/82

Tomo VI

Acosta, Tomás, HJS VI/18

Alvarado, José, HJS VI/26

Antón, Isidoro HJS VI/31

Argomedo, Juan Ramón HJS VI/36

Arteaga, Juan HJS VI/39

Ballesteros, Pedro HJS VI/42

Bravo, Felipe HJS VI/47

Bustos, José Santos HJS VI/52

Corpancho, Francisco HJS VI/77

Contreras, Benito HJS VI/73

Cofre, Bernardo HJS VI/71

Cayca, Anacleto HJS VI/67

Caris, Narciso HJS VI/60

Cabrera, Juan HJS VI/55

Cabrera, Anselmo HJS VI/53

Donoso, José HJS VI/86

Dosaguas, José HJS VI/87

del Solar, Marcos HJS VI/12

Espinoza, Victorino HJS VI/90

Espinosa, Félix HJS VI/88

Espinosa, Valentín HJS VI/89

Fuentes, Manuel HJS VI/97

Fonseca, Pascual HJS VI/95

Ferreira, Marcelo HJS VI/93

Guzmán, Juan de Dios HJS VI/121

Gutiérrez, Pedro HJS VI/119

Gonzáles, Pablo HJS VI/112

Garrido, Francisco HJS VI/103

Garrido, Tomás HJS VI/104

García, José María, HJS VI/102

Henríquez, Andrés HJS VI/123

Ibieta, José Manuel HJS VI/7

Jordan, Enrique HJS VI/131

Jara, Francisco HJS VI/129

Jaramillo, Juan HJS VI/130

León, José Santos HJS VI/133

Lara, Pedro HJS VI/132

Muñoz, Bernardino HJS VI/10

Muñoz, José María HJS VI/165

Page 25: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Morla, Francisco HJS VI/9

Mondaca, Silvestre HJS VI/154

Molina, José María HJS VI/152

Martínez, Marcelino HJS VI/146

Navalon, José Antonio HJS VI/169

Navarrete, Bernardo HJS VI/171

Olguin, Isidro HJS VI/177

Ollararte, José HJS VI/180

Poblete, Eugenio HJS VI/197

Piñones, José Manuel HJS VI/196

Pinto, José María HJS VI/195

Parra, Jerónimo HJS VI/187

Quintana, José María HJS VI/206

Ruz, Santiago HJS VI/227

Ruida, José Manuel HJS VI/225

Rodríguez, Santiago HJS VI/222

Rodríguez, Isidoro HJS VI/218

Rocha, Juan de Dios HJS VI/216

Robles, José HJS VI/214

Riveros, Francisco HJS VI/211

Riquelme, Ventura HJS VI/212

Reyes, Victorino HJS VI/210

Salgado, Pablo HJS VI/232

San Martín, José María HJS VI/241

Sánchez, Juan de la Cruz HJS VI/238

Torres, Pascual HJS VI/253

Urra, Justo HJS VI/255

Ugarte, José Miguel HJS VI/14

Viveros, Manuel HJS VI/271

Villagrán, Juan Agustín HJS VI/267

Varas, Francisco HJS VI/258

Tomo VII

Aguayo, Norberto, HJS VII/40

Águila, Santander, José, HJS VII/38

Aldunate Toro (Larraín?), José Santiago, HJS VII/1

Alemparte Vial, José Antonio, HJS VII/15

Alvarado, Manuel, HJS VII/13 (XXXI/254)

Amunátegui, Gregorio, HJS VII/7

Anguita, Pablo José HJS VII/36

Angulo, José, HJS VII/12 (XXXVII/4)

Ancieta, Juan de Dios HJS VII/8

Apolonio, José HJS VII/33

Arancibia, Ramón, HJS VII/34

Arredondo, Andrés, HJS VII/30

Arrengren, Juan HJS VII/39

Arrizaga, José Antonio HJS VII/35

Arteaga de las Cuevas, Joaquín HJS VII/10

Asagra Pérez, Bartolomé HJS VII/18-1

Astete, Julián HJS VII/37

de Aldunate, Ambrosio, HJS VII/11

de Arriagada, Pedro Ramón HJS VII/3

Tomo VIII

Mandujano, Santiago HJS VIII/37

Manzor, Pedro, HJS VIII/61

Marguti, Felipe HJS VIII/18

Márquez, Domingo, HJS VIII/30

Martínez, Manuel Tomás, HJS VIII/10

Martínez, Francisco Antonio HJS VIII/19

Maruri, Nicolás, HJS VIII/5

Maures, José Antonio, HJS VIII/21

Millán, Antonio HJS VIII/9

Molinet, Juan Pablo, HJS VIII/12

Montenegro, José Antonio HJS VIII/62

Morán Isidro, HJS VIII/40 (XII/323 (324))

Morán Nicolás HJS VIII/39

Moreno, Pedro, HJS VIII/66

Moya, Nicolás, HJS VIII/59

Page 26: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Tomo IX

Salamanca, José, HJS IX/1

Tomo X

Domínguez, Victorio HJS X/51

Donoso, Antonio HJS X/52

Dueñas, Rafael HJS X/20

Delso, Manuel HJS X/41

Díaz, Claudio, HJS X/46

Díaz, Domingo HJS X/42

Díaz, Francisco, HJS X/23

Díaz, Justo HJS X/19

Díaz, Lorenzo José HJS X/40

Díaz, José María, HJS X/21

Dalbe, José Alberto HJS X/8

Echeñique, Manuel Narciso HJS X/71

Escala, Manuel HJS X/66

Espinoza, José HJS X/74

Tomo XI

Coo, Manuel HJS XI/50

Corvalán, José Mateo, HJS XI/13

Cofre, Mariano HJS XI/52

Contreras, Fernando HJS XI/48

Chocano, Francisco HJS XI/53

Cid, Marcos, HJS XI/64

Castro, José Patricio HJS XI/12

Castañeda, Antonio HJS XI/44

Casanueva, Agustín HJS XI/24

Casanueva, Francisco HJS XI/49

Canto, Claudio HJS XI/54

Camino, Estevan HJS XI/14

Callejas, José Félix HJS XI/45

Cáceres, José Bernardo HJS XI/5

del Canto, José María, HJS XI/16 (XII/302 (367))

del Castillo, José HJS XI/47

del Castillo, José Lino Manuel HJS XI/28

de la Cruz, Luis, HJS XI/15

de la Cruz Goyeneche, Luis, HJS XI/1

de la Cavadera, Ramón HJS XI/6

Tomo XII

Lorca, Venancio, HJS XII/367

La Rosa, Rafael, HJS XII/233 (160-222)

Montecinos, José María, HJS XII/327

Rojas, Mariano, HJS XII/383 (334)

Reyes, José Manuel HJS XII/228

Terran, Manuel, HJS XII/341

Villarroel, José HJS XII/258

Tomo XIII

de la Fuente, Francisco HJS XIII/80

Ferreira, Pedro HJS XIII/42

Fierro, Francisco, HJS XIII/10

Figueroa, Cayetano HJS XIII/17

Flores, Lorenzo, HJS XIII/18

Florín, Santiago HJS XIII/81

Fragua, Matías HJS XIII/30

Francino, José Antonio HJS XIII/48

Frutos, Domingo HJS XIII/4

Fuenzalida, Bautista HJS XIII/29

Fernández, Juan José HJS XIII/47

Tomo XIV

Badilla, José María HJS XIV/108

Bahamondes, Manuel, HJS XIV/51

Balaguer, Juan HJS XIV/47

Ballarna, Santiago HJS XIV/8

Barainca, Rafael HJS XIV/25

Barboza, Mauricio, HJS XLIV/189 (XLVII/40)

Barceló, Ramón HJS XIV/77

Barraza, Francisco HJS XIV/80

Barril, José María HJS XIV/82

Barroso, Antonio María HJS XIV/81

Page 27: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Bastón, Pedro Pablo HJS XIV/78

Beltrán, Vicente HJS XIV/43

Benavente y Roa, Juan Miguel HJS XIV/15

Bermud, José Manuel HJS XIV/109

Bieyte, José María HJS XIV/13

Bisama, Bartolomé HJS XIV/50

Bisama, Sebastián HJS XIV/107

Borcosque, Francisco HJS XIV/14

Boubi, Angel HJS XIV/26

Boza, Ramón HJS XIV/16

Bravo, Bernardino HJS XIV/106

Bravo, José del Carmen HJS XIV/79

Briceño, Casimiro HJS XIV/46

Briceño, José HJS XIV/54

Bustamante, Pedro, HJS XIV/66

Bustamante, José Antonio HJS XIV/5

Bulnes Prieto, Francisco, HJS XIV/7

Tomo XV

Cabezón, Santiago, HJS XV/21

Tomo XVI

de Luna, Juan HJS XVI/6

Landa, Agustín HJS XVI/22

Landaeta, Ramón HJS XVI/92

Lara, José HJS XVI/97

Latham, Thomas, HJS XVI/44

Latus, Manuel José HJS XVI/11

Laureda, Vicente HJS XVI/76

Leal, Antonio HJS XVI/98

Lencina, Francisco Borjas HJS XVI/80

Lermanda, Jacinto HJS XVI/49

Lesama, Juan Diego HJS XVI/79

Lezana, Carlos HJS XVI/24

Lizama, Bartolomé HJS XVI/96

López, Andrés HJS XVI/100

López, Félix HJS XVI/64

López, José Antonio HJS XVI/78

Lovaton, Juan HJS XVI/101

Luengo, José María, HJS XVI/27

Lujan, Lucas HJS XVI/46

Luna, Justo Pastor HJS XVI/21

Luque, José Manuel, HJS XVI/50

Maldonado, Pascual HJS XVI/128

Tomo XVII

de Noya, Fernando José, HJS XVII/33

Naranjo, Francisco, HJS XVII/52

Navarrete, Ramón HJS XVII/22

Navarrete, José María, HJS XVII/53

Navarro, Francisco, HJS XVII/46

Navarro, Juan, HJS XVII/8

Navarro, Pedro, HJS XVII/20

Navarro, Manuel HJS XVII/15

Necochea, Eugenio, HJS XVII/1

Nieto, Guillermo, HJS XVII/14

Nieto, Ramón, HJS XVII/35

Noaylle, Pedro HJS XVII/18

Nogareda, Juan Antonio, HJS XVII/50

Nogueira, Melchor, HJS XVII/19

Novoa, José Antonio, HJS XVII/60

Noya, Francisco Ezequiel, HJS XVII/38

Núñes, José María HJS XVII/39

Oliva, Joaquín, HJS XVII/73

Oñate, José María, HJS XVII/69

Oportos, Fernando HJS XVII/72

Ortiz, Francisco, HJS XVII/77

Ortiz, José HJS XVII/87

Ovalle, José del Carmen, HJS XVII/76

Ovejero, Tomás HJS XVII/63

Oviedo, Francisco, HJS XVII/86

Tomo XVIII

Pérez, Fermín, HJS XVIII/24

Page 28: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Pérez García, José Santiago HJS XVIII/13

Pinuer, Isidro HJS XVIII/94

Piña, Luciano, HJS XLVIII/77

Pizarro, Buenaventura, HJS XVIII/48 (67)

Pizarro, Lucas HJS XVIII/30

Pradel, Francisco HJS XVIII/38

Prado, Pedro José HJS XVIII/16

Prieto, Bartolomé HJS XVIII/75

Prieto Vial, Joaquín HJS XVIII/1

Provoste, José Manuel HJS XVIII/87

Puga, José María HJS XVIII/43

Puga, Salvador HJS XVIII/15

Pachecho, Joaquín HJS XVIII/92

Padilla, José Vicente, HJS XVIII/44

Paéz, Lorenzo HJS XVIII/65

Peña, Nicolás HJS XVIII/93

Peña, Pascual HJS XVIII/74

Quinteros, José María HJS XVIII/15

Quinteros Gomez, Justo HJS XVIII/16

Quiroga, Manuel Gregorio HJS XVIII/10

Quiroga, Pedro HJS XVIII/21

Quezada, Tadeo, HJS XVIII/11

Quijada, José HJS XVIII/20

Quevedo, Miguel HJS XVIII/12

Tomo XIX

de Mercado, José Agustín HJS XIX/124

Montero, Bartolomé HJS XIX/74

Montoya, Cayetano, HJS XIX/114

Morán, Pedro HJS XIX/88

Morote, Ignacio HJS XIX/123

Moya, Francisco HJS XIX/116

Muñoz, Juan HJS XIX/98

Muñoz, Rafael HJS XIX/118

Mena, Antonio HJS XIX/85

Meneses, José Domingo HJS XIX/84

Merlo, Pedro HJS XIX/122

Mellado, Narciso HJS XIX/119

Maruri, Juan HJS XIX/75

Martínez, Cristián HJS XIX/121

Manzano, José HJS XIX/100

Marquez, José, HJS XIX/99

Marquez, Juan HJS XIX/160

Martel, Fernando HJS XIX/95

Tomo XX

Huerta, Joaquín HJS XX/17

Huerta, Pablo HJS XX/31

Hurtado, Antonio, HJS XX/21

Henríquez, Manuel, HJS XX/52

Hernandez, Antonio HJS XX/18

Hernandez, Francisco, HJS XX/27

Hidalgo, Eugenio HJS XX/30

Hinojosa, José, HJS XX/8

Icarte, Bartolomé HJS XX/15

Iñiquez, Juan María HJS XX/14

Jofré, Juan Erasmo HJS XX/4

Jímenez, Alejo HJS XX/15

Jímenez, José María HJS XX/32

Jímenez, Miguel HJS XX/10

Tomo XXI

Contreras y Pacheco, Joaquín HJS XXI/175

Cabrera, José Miguel HJS XXI/125

Calderón, Demetrio HJS XXI/115

Calderón, José María HJS XXI/128

Cantin, Pedro Nolasco HJS XXI/126

Carballo, Narciso HJS XXI/93

Carrasco, Severino HJS XXI/136

Carreño, José Alejo HJS XXI/86

Carrillo, José María HJS XXI/87

Carvajal, Felipe HJS XXI/116

Casanueva, José María HJS XXI/127

Page 29: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Castañeda, Juan de Dios HJS XXI/119

Castro, Facundo HJS XXI/130

Cazorla, Juan HJS XXI/117

Tomo XXII

de la Vega, Martín HJS XXII/99

Valdovinos, Lorenzo HJS XXII/128

Vallejos, Francisco HJS XXII/118

Vargas, Andrés HJS XXII/123

Vega, José Manuel, HJS XXII/105

Vega, Vicente, HJS XXII/86

Velásquez, Cipriano HJS XXII/96

Vera, Pedro HJS XXII/101

Villegas, Luis HJS XXII/127

Verdugo, Luis HJS XXII/104

Vergara, José Manuel, HJS XXII/97

Vicencio, José, HJS XXII/132

Videla, Francisco HJS XXII/95

Tomo XXV

Thompson, Isaac HJS XXV/8

Toledo, José Antonio HJS XXV/14

Torres, Hermenjildo HJS XXV/40

Torres, Juan HJS XXV/4

Torres, Pedro HJS XXV/62

Torres, Santiago HJS XXV/39

Trujillo, Francisco HJS XXV/47

Tupper, Guillermo HJS XXV/15

Tagle, Agustín HJS XXV/26

Tenorio, José María HJS XXV/34

Urrejola, Juan de Dios HJS XXV/46

Urriola , Pedro, HJS XXV/1

Urquizo, Manuel HJS XXV/11

Uriondo, Domingo HJS XXV/23

Ugarte, Juan de Dios HJS XXV/24

Uribe, José HJS XXV/33

Tomo XXVII

Briceño, Manuel, HJS XXVII/398

Gaspar, Juan Manuel HJS XXVII/242

Loyola, Joaquín HJS XXVII/24

Lantaño, Clemente, HJS XXVII/16

Ruiz, José María, HJS XXVII/288 (374)

Sutil, Eduardo HJS XXVII/8

Soto, José, HJS XXVII/294?

Valenzuela, Fernando, HJS XXVII/386

Tomo XXVIII

Zúñiga, Manuel HJS XXVIII/30

Zañartu, Vicente HJS XXVIII/21

Zañartu, Alejo, HJS XXVIII/18

Yañez, José Antonio HJS XXVIII/9

Yorcin, Santiago HJS XXVIII/10

Zalazar, Felipe, HJS XXVIII/28

Tomo XXIX

Godoy, Juan José HJS XXIX/164

Godoy, Rafael HJS XXIX/130

Gómez, Bernardo HJS XXIX/90

Gonzáles, Gregorio HJS XXIX/129

Gonzáles, Lucas HJS XXIX/106

González, Manuel, HJS XXIX/110

Gonzáles Hidalgo, Manuel HJS XXIX/110

Granadina, Rudecindo HJS XXIX/91

Gutiérrez, Manuel HJS XXIX/107

García, Luciano HJS XXIX/108

García, Luis HJS XXIX/105

Garay, José Pastor HJS XXIX/128

Garay, Lucas HJS XXIX/104

Gallegos, Andrés, HJS XXIX/113

Tomo XXX

Silva, Pedro, HJS XXX/5

Solís de Obando, Ramón HJS XXX/44

Page 30: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Sotomayor, Francisco HJS XXX/41

Sotomayor, Vicente HJS XXX/42

Sepúlveda, José Antonio HJS XXX/31

Silva, Pablo HJS XXX/9

Solís, Juan de Dios HJS XXX/43

Sayago, Joaquín HJS XXX/51

Santuchos, Simón Antonio HJS XXX/39

Santibáñez, Juan José HJS XXX/26

Salcedo, Mateo HJS XXX/27

Saavedra, Manuel HJS XXX/25

Saavedra, Rafael HJS XXX/35

Tomo XXXI

Gana, Gerónimo, HJS XXXI/52 (XXVII/101)

Gaona, Gerónimo HJS XXXI/162

Villarroel, Lorenzo, HJS XXXI/244 (111-387)

Tomo XXXII

Beauchemen, Leoncio HJS XXXII/163

Gana, Agustín, HJS XXXII/32 (4)

Tomo XXXIII

Díaz de Valdés, Ignacio, HJS XXXIII/247 (31)

Tomo XXXIV

del Castillo, José Manuel, HJS XXXIV/266 (10-106)

Sanchez, José Antonio Segundo, HJS XXXIV/203 (342)

Tomo XXXV

Sanhueza, José HJS XXXV/43

Santiago, José HJS XXXV/51

Santibáñez, Pedro Antonio HJS XXXV/15

Sayago, Manuel Vicente HJS XXXV/14

Segovia, Cipriano HJS XXXV/5

Solís de Obando, Lucas HJS XXXV/41

Soza, José Antonio, HJS XXXV/12

Salinas, Pascual HJS XXXV/23

Saes, Juan HJS XXXV/27

Tomo XXXVI

Gazmuri, Manuel, HJS XXXVI/175

Tomo XXXVII

Barcelo Salazar, José Ignacio, HJS XXXVII/48 (XLIII/54)

Contreras, José María, HJS XXXVII/108

Fernández, Melciades HJS XXXVII/147

Jofré, José Erasmo, HJS XXXVII/253

Levancini, Marcos, HJS XXXVII/262

López Alcázar, Agustín HJS XXXVII/258

Mazuela, Antonio, HJS XXVII/18 (VII/45)

Tomo XXXVIII

Maturana, Marcos, HJS XXXVIII/1

Maffet, David Roberto HJS XXXVIII/3

Peña, Santiago, HJS XXXVIII/79

Ruiz, Bentura, HJS XXXVIII/110

Venegas, Juan HJS XXXVIII/228

Tomo XL

Davila, Miguel, HJS LX/97

Martínez, Victoriano, HJS XL/34

Quezada, Agustín, HJS XL/107

Zúñiga, Guillermo HJS XL/196

Page 31: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Tomo XLI

Anguita, Pedro, HJS XLI/1

Latapiat, Francisco de Paula, HJS XLI/73

Roca, José Antonio HJS XLI/106

Zañartu, Bernardo HJS XLI/146

Tomo XLII

de la Cruz Prieto, José María, HJS XLII/72

García, Anacleto, HJS XLII/199

Tomo XLIII

Banderas, José María, HJS XLIII/55

Tomo XLV

Saes, Rufino, HJS XLV/209

Tomo XLVII

Cienfuegos, Pablo, HJS XLVII/71

Guzmán, José María, HJS XLVII/204

Hinojosa, José, HJS XLVII/237

Tomo XLVIII

Burgos, José Seferino HJS XLVIII/195

Murillo, Gregorio, HJS XLVIII/18

Martínez, Juan de Dios HJS XLVIII/4

Tomo LI

Melo, José Francisco, HJS LI/19

Salvo, Domingo, HJS LI/133 A

Vargas Y., Juan Antonio HJS LI/205

Tomo LII

León, Juan Anselmo, HJS LII/249

Tomo LIII

Jarpa, Juan Manuel, HJS LIII/223

Tomo LVII

García, José María, HJS LVII/157

Tomo LIX

Urizar, Pablo HJS LIX/209

Tomo LXXI

Holley Jacinto, HJS LXXI/122

Tomo LXII

Sanchez, José Mónico, HJS LXII/157

Tomo LXXIII

de Uriarte, José Bernardo, HJS LXXIII/105 (106)

Vargas, Juan Félix, HJS LXXIII/191

Zañartu, Manuel, HJS LXXIII/220

Tomo LXXVI

Roa, José Antonio, HJS LXXVI/180

Tomo LXXVII

Larenas, Antonio, HJS LXXVII/209

Fuente: Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Guerra, Vol. N° 150, Expediente N° 36, Foja 136.

Page 32: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Anexo N° 3

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1820

Brigadier.

Coronel efectivo.

Coronel graduado.

Borgoño Núñez, José Manuel 01/08/1820

Teniente Coronel efectivo.

Borgoño Núñez, José Manuel 20/04/1820

Teniente Coronel graduado.

Acosta, Ambrosio 19/12/1818

Beaucheff, Jorge 24/04/1820

Sargento Mayor efectivo.

Sargento Mayor graduado.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 21/07/1820

Capitán efectivo.

Baquedano, Fernando. 06/09/1820

Bulnes Prieto, Manuel 20/11/1820

Capitán graduado.

Bulnes Prieto, Manuel 24/04/1820

Ayudante Mayor.

Bulnes Prieto, Manuel 06/09/1820

Teniente 1º.

Bascuñan, Francisco A. 09/05/1820

Teniente 2º efectivo.

Barceló, José Ignacio 30/12/1819

Arteaga Cuevas, Justo 14/02/1820

Bascuñan, José Joaquín 06/03/1820

Blanco Pareja, Manuel 10/07/1820

Page 33: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Teniente 2º graduado.

Bascuñan, José Joaquín 16/02/1820

Teniente.

Bustamante, Pedro 26/03/1818

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Subteniente.

Ávila, Juan Francisco 06/03/1820

Sargento 1º.

Cabrera, José Ignacio 23/12/1820

Sargento 2º.

Cabrera, José Ignacio 15/12/1820

Sargento

Ayala, José María 10/12/1820

Aguilera, Pedro 15/12/1820

Cabo 1º.

Andrade, José Antonio 31/03/1820

Cabo.

Aguilera, Pedro 12/05/1820

Ayala, José María 16/08/1820

Soldado.

Bueno, Francisco 24/12/1819

Aguilera, Pedro 18/02/1820

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1821

Brigadier.

Coronel.

Borgoño Núñez, José Manuel 01/08/1820

Teniente Coronel efectivo.

Beaucheff, Jorge 08/07/1821

Page 34: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Teniente Coronel graduado.

Acosta, Ambrosio 19/12/1818

Sargento Mayor efectivo.

Sargento Mayor graduado.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 21/07/1820

Capitán.

Baquedano, Fernando 06/09/1820

Bulnes Prieto, Manuel 20/11/1820

Teniente 1º.

Bascuñan, Francisco A. 09/05/1820

Blanco Pareja, Manuel 18/01/1821

Arteaga Cuevas, Justo 09/05/1821

Bascuñan, José Joaquín 15/05/1821

Barrera, Juan Bautista 09/07/1821

Barceló, José Ignacio 31/12/1821

Teniente 2º.

Barrera, Juan Bautista 09/05/1821

Teniente.

Bustamante, Pedro 26/03/1818

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Cadete.

Barril, Gregorio 01/10/1821

Sargento 1º.

Cabrera, José Ignacio 23/12/1820

Sargento.

Ayala, José María 10/12/1820

Aguilera, Pedro 15/12/1820

Cabo 1º.

Andrade, José Antonio 31/03/1820

Soldado.

Bueno, Francisco 24/12/1819

Page 35: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1822

Brigadier.

Coronel efectivo.

Borgoño Núñez, José Manuel 01/08/1820

Coronel graduado.

Beaucheff, Jorge 13/03/1822

Teniente Coronel efectivo.

Acosta, Ambrosio 14/05/1822

Teniente Coronel graduado.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 03/02/1822

Sargento Mayor efectivo.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 14/03/1822

Sargento Mayor graduado.

Bulnes Prieto, Manuel 04/03/1822

Capitán.

Baquedano, Fernando 06/09/1820

Teniente 1º.

Bascuñan, Francisco A. 09/05/1820

Blanco Pareja, Manuel 18/01/1821

Arteaga Cuevas, Justo 09/05/1821

Bascuñan, José Joaquín 15/05/1821

Barrera, Juan Bautista 09/07/1821

Barceló, José Ignacio 31/12/1821

Teniente.

Bustamante, Pedro 26/03/1818

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Alférez graduado.

Aguilera, Pedro 14/03/1822

Page 36: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Cadete.

Barril, Gregorio 01/10/1821

Sargento 1º.

Cabrera, José Ignacio 23/12/1820

Sargento.

Ayala, José María 10/12/1820

Cabo 1º.

Andrade, José Antonio 31/03/1820

Soldado.

Bueno, Francisco 24/12/1819

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1823

Brigadier.

Coronel efectivo.

Borgoño Núñez, José Manuel 01/08/1820

Beaucheff, Jorge 13/09/1823

Coronel graduado.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 14/03/1823

Teniente Coronel.

Acosta, Ambrosio 14/05/1822

Bulnes Prieto, Manuel 07/08/1823

Sargento Mayor efectivo.

Bulnes Prieto, Manuel 10/05/1823

Sargento Mayor graduado.

Baquedano, Fernando 28/09/1823

Capitán efectivo.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Bustamante, Pedro 10/05/182335

35 Obtuvo licencia absoluta con goce de fuero y uso de uniforme el 21 de mayo de 1823. Posteriormente el 24 de diciembre del mismo año obtuvo una nueva licencia absoluta que sería definitiva.

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Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Bascuñan, Francisco A. 01/07/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Capitán graduado.

Blanco Pareja, Manuel 20/03/1823

Ayudante Mayor.

Bascuñan, Francisco A. 02/01/1823

Arteaga Cuevas, Justo 07/01/1823

Teniente 1º.

Bascuñan, José Joaquín 15/05/1821

Barceló, José Ignacio 31/12/1821

Teniente 2°.

Barril, Gregorio 26/09/1823

Teniente.

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Subteniente.

Barril, Gregorio 26/05/1823

Alférez.

Ayala, José María 22/01/1823

Alférez graduado.

Aguilera, Pedro 14/03/182236

Sargento 1º.

Cabrera, José Ignacio 23/12/1820

Cabo 1º.

Andrade, José Antonio 31/03/1820

Cabo.

Bueno, Francisco 01/05/1823

36 Si bien en su Hoja de Servicios figura como Porta Estandartes, según las Ordenanzas Militares de Carlos III, el empleo de Porta Estandarte se debía asimilar al empleo de Alférez graduado.

Page 38: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1824

Brigadier.

Coronel efectivo.

Borgoño Núñez, José Manuel 01/08/1820

Beaucheff, Jorge 13/09/1823

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Coronel graduado.

Teniente Coronel.

Acosta, Ambrosio 14/05/1822

Bulnes Prieto, Manuel 07/08/1823

Sargento Mayor efectivo.

Sargento Mayor graduado.

Baquedano, Fernando 28/09/1823

Capitán.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Bascuñan, Francisco A. 01/07/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Teniente 1º.

Bascuñan, José Joaquín 15/05/1821

Teniente.

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Ayudante Mayor.

Barril, Gregorio 11/10/1824

Subteniente.

Cabrera, José Ignacio 28/10/1824

Alférez efectivo.

Ayala, José María 22/01/1823

Alférez graduado.

Aguilera, Pedro 14/03/1822

Page 39: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Sargento 2º.

Andrade, José Antonio 01/12/1824

Cabo.

Bueno, Francisco 01/05/1823

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1825

Brigadier.

Borgoño Núñez, José Manuel 09/11/1825

Coronel efectivo.

Beaucheff, Jorge 13/09/1823

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Teniente Coronel.

Acosta, Ambrosio 14/05/1822

Bulnes Prieto, Manuel 07/08/1823

Sargento Mayor graduado.

Baquedano, Fernando 28/09/1823

Bascuñan, Francisco A. 04/07/1825

Capitán.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Ayudante Mayor.

Barril, Gregorio 11/10/1824

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

Teniente.

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Subteniente.

Cabrera, José Ignacio 28/10/1824

Alférez.

Ayala, José María 22/01/1823

Page 40: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Aguilera, Pedro 27/02/1825

Cadete.

Sargento 2º.

Andrade, José Antonio 01/12/1824

Cabo.

Bueno, Francisco 01/05/1823

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1826

Brigadier.

Borgoño Núñez, José Manuel 09/11/1825

Coronel efectivo.

Beaucheff, Jorge 13/09/1823

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Teniente Coronel.

Acosta, Ambrosio37 14/05/1822

Bulnes Prieto, Manuel 07/08/1823

Sargento Mayor graduado.

Bascuñan, Francisco A. 04/07/182538

Baquedano, Fernando 28/09/1823

Capitán.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Teniente.

Ávila, Juan Francisco 23/12/1820

Ayala, José María 20/01/1826

Aguilera, Pedro 24/01/1826

Ayudante Mayor.

Barril, Gregorio 11/10/1824 37 El 19 de abril de 1826 es la última fecha de su Hoja de Servicios. 38 El 30 de abril de 1826 es la última fecha de su Hoja de Servicios.

Page 41: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

Subteniente.

Cabrera, José Ignacio 28/10/1824

Alférez.

Sargento 2º.

Andrade, José Antonio 01/12/1824

Cabo.

Bueno, Francisco 01/05/1823

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1827

General de Brigada.

Borgoño Núñez, José Manuel 11/08/1827

Coronel efectivo.

Beaucheff, Jorge 13/09/182339

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Coronel graduado.

Bulnes Prieto, Manuel 04/07/1827

Sargento Mayor efectivo.

Baquedano, Fernando 07/07/1827

Capitán.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Barril, Gregorio 27/09/1827

Ayudante Mayor.

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

Teniente.

Ávila, Juan Francisco 23/12/182040

39 El 31 de diciembre de 1827 es la fecha de su última Hoja de Servicios.

Page 42: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Ayala, José María 20/01/1826

Aguilera, Pedro 24/01/1826

Subteniente.

Cabrera, José Ignacio 28/10/182441

Sargento 2º.

Andrade, José Antonio 01/12/1824

Sargento.

Bueno, Francisco 01/09/1827

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1828

General de Brigada.

Borgoño Núñez, José Manuel 11/08/1827

Coronel efectivo.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Coronel graduado.

Bulnes Prieto, Manuel 04/07/1827

Sargento Mayor efectivo.

Baquedano, Fernando 07/07/1827

Sargento Mayor graduado.

Capitán.

Blanco Pareja, Manuel 25/04/1823

Arteaga Cuevas, Justo 28/06/1823

Barrera, Juan Bautista 07/08/1823

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Barril, Gregorio 27/09/1827

Ayudante Mayor.

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

40 El 05 de julio de 1827 es la fecha de su última Hoja de Servicios. 41 El 17 de septiembre de 1827 es la fecha de su última Hoja de Servicios.

Page 43: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Teniente.

Ayala, José María 20/01/1826

Aguilera, Pedro 24/01/1826

Sargento 2º.

Andrade, José Antonio 01/12/1824

Sargento.

Bueno, Francisco 01/09/1827

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1829

General de Brigada.

Borgoño Núñez, José Manuel 11/08/1827

Coronel efectivo.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Coronel graduado.

Bulnes Prieto, Manuel 04/07/1827

Teniente Coronel efectivo.

Baquedano, Fernando 23/11/1829

Teniente Coronel graduado.

Baquedano, Fernando 03/07/1829

Arteaga Cuevas, Justo 14/12/1829

Sargento Mayor efectivo.

Blanco Pareja, Manuel 24/03/1829

Arteaga Cuevas, Justo 20/09/1829

Sargento Mayor graduado

Barrera, Juan Bautista 04/07/1829

Capitán efectivo.

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Barril, Gregorio 27/09/1827

Page 44: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Capitán graduado.

Aguilera, Pedro 14/02/1829

Ayudante Mayor.

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

Teniente.

Ayala, José María 20/01/1826

Sargento 1º.

Andrade, José Antonio 02/09/1829

Sargento.

Bueno, Francisco 01/09/1827

LISTADO DE ANTIGUEDADES 1830

General de Brigada.

Borgoña Núñez, José Manuel 11/08/182742

Coronel efectivo.

Arguelles Valenzuela, Ángel María 09/08/1824

Bulnes Prieto Manuel 20/03/1830

Teniente Coronel efectivo.

Baquedano, Fernando 23/11/1829

Arteaga Cuevas, Justo 05/08/1830

Sargento Mayor efectivo.

Blanco Pareja, Manuel 24/03/1829

Sargento Mayor graduado.

Barrera, Juan Bautista 04/07/182943

Capitán.

Barceló, José Ignacio 16/09/1824

Barril, Gregorio 27/09/182744

42 Hasta el 21 de marzo de 1830 en que fue dado de baja. 43 Hasta el 21 de marzo de 1830 en que fue dado de baja. 44 Hasta el 17 de abril de 1830 en que fue dado de baja.

Page 45: Revista achimi (archivo de prueba) (1)

Ayudante Mayor.

Bascuñan, José Joaquín 17/10/1825

Aguilera, Pedro 09/03/1830

Teniente.

Ayala, José María 20/01/1826

Subteniente.

Andrade, José Antonio 27/05/1830

Alférez.

Bueno, Francisco 06/02/1830

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BREVE VEXILOLOGÍA DE LOS ESTANDARTES Y

BANDERAS DE COMBATE CHILENAS EN EL SIGLO XIX

POR PATRICIO GREVE MÖLLER

Introducción

A muchas personas puede incomodarles la palabra vexilología, pero es el término correcto para definir el estudio de la historia y el simbolismo de las banderas. De hecho, la palabra vexilología combina el término vexillum, que en latín significa bandera, con la raíz griega logia, que indica el estudio de las banderas. Hoy, la lexicografía acepta el término y sus derivados.

La bandera es para el soldado el símbolo de la Patria y del deber. En la enseña de su cuerpo militar está cifrada su honra de guerrero y su fe de ciudadano. Por la bandera, se sacrifica en aras del heroísmo sin angustias y sin zozobras. Por la bandera, ejecuta proezas inmortales que la historia perpetúa. La bandera es el lábaro de redención que lo guía a la victoria o a la inmolación, con el alma llena de alegría y la frente iluminada por la luz de la gloria.

Es difícil precisar un tema tan apasionante como son las representaciones físicas del alma de una unidad militar de infantería, caballería o artillería. Sus inicios se pierden en el pasado militar del mundo, con sus múltiples coloridos, formas y composiciones, desde las más artísticas hasta las más prácticas. Es así como hoy, el nombre primitivo para designar estas enseñas militares, ha cambiado a “coronelas,” nombre que no nos pertenece históricamente y al cual, desde 1997, se ha denominado “erróneamente” a las banderas que utilizaban las antiguas unidades del siglo XIX y XX en Chile

Aun así, este nombre de bandera, es poco utilizado; y sí es más común escuchar el de “estandarte” en la generalidad de los casos, incluso dentro de documentos de este mismo periodo.

Partiremos por definir estos términos; es así como el Diccionario Militar del capitán Oscar Kaplan C. (oficial de Estado Mayor de Chile), editado por el Instituto Geográfico Militar en 1944, define lo siguiente:

Bandera: Insignia de género (lienzo, lanilla, seda) generalmente rectangular, sujeta a un asta y que por su forma, color, o por el escudo o leyenda que lleva, sirve para dar a conocer la nación a que pertenece, siendo en su más elevada significación, el símbolo de la nacionalidad y viva representación de la Patria.

Estandarte: Insignia que usan las unidades del Ejército. Consiste en un lienzo con los colores nacionales, pendiente de un asta.

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Al respecto, hay un tercer término, sinónimo de los anteriores, que es el de insignia; al cual, el Diccionario Larousse Ilustrado de 1951, define como: “pendón, estandarte, bandera.” Este término, procede del latín “señales.”

Estos tres términos, a pesar de las definiciones implícitas, se mezclan espontáneamente en el argot militar chileno, desde los albores independentistas en Chile hasta 1843, en que la proliferación de insignias militares obliga al Gobierno de la época a intentar normalizarlas definitivamente, lo que solo se lograría en 1892.

Las primeras banderas de guerra

Sus inicios se pierden en los albores independentistas de Chile, en el segundo decenio del siglo XIX. Quizás, su comienzo se remonta a la creación de las primeras unidades militares chilenas durante la Patria Vieja, en 1811, o al Ejército de Los Andes; pero lo más probable es que estas noveles insignias hayan nacido históricamente a partir de 1817, en que el Director Supremo don Bernardo O’Higgins crea el primer Ejército propiamente Nacional, por decreto de 21 de febrero de 1817.

Durante el período denominado Patria Vieja (1810 – 1814), las unidades chilenas utilizaron como insignia la enseña patria de esa época o bandera de guerra (blanco, azul y amarillo), la que desaparece en 1814, junto con el período histórico aludido; aunque se siguió utilizando en expediciones posteriores secundarias a Chile (1817) de Cabot y Freire, antes del cruce de los Andes; por emigrados chilenos, por orden expresa de San Martín. Fue la última vez que los colores azul, blanco y amarillo ondearon sobre el suelo de Chile.

A partir de 1817, las nuevas unidades chilenas formadas en febrero, reciben como bandera – insignia la nueva bandera nacional de “Transición”, de las tres franjas (azul, blanco y rojo). Aunque en este período aparecieron numerosas banderas de diferentes estilos y formas, convirtiéndose en una verdadera anarquía.

Posteriormente, la anterior, es modificada en el mismo año de 1817 por la actual tricolor con la estrella solitaria. Esto ocurrió por decreto el 18 de octubre de 1817, a pesar de encontrarse perdido el documento y su texto; aun así, la enseña patria había sido enarbolada el 12 de febrero del mismo año en la Plaza de Armas de Santiago, ante el pueblo, y su ejemplar conservado por el Museo Histórico Nacional.

Las banderas – insignias desde 1817 a 1843

El 18 de febrero de 1826, debido al ingente abuso con que se usa la bandera nacional de guerra, aún para objetos que ninguna relación tienen con el servicio e intereses de la República; se decreta su regulación y uso. En el artículo 1º, entre otras cosas, se indica lo siguiente: “el pabellón nacional de tres cuarteles, blanco, azul y encarnado

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con la estrella blanca en el cuartel azul, sólo puede tremolarse en los ejércitos...”. Por tanto, ella debió ser la insignia que fue llevada por las expediciones chilenas al Perú en 1837 y de 1838 – 1839, bajo el mando primero del almirante Manuel Blanco Encalada, y después por Manuel Bulnes; es esta la enseña de la estrella solitaria que flameó en Portada de Guías, Matucana, Buín, Pan de Azúcar y Yungay.

Confirmando lo anterior tenemos tres ejemplos que expresaremos en detalle. Tenemos que tener en cuenta, que la anarquía en diseños aún persistía en este periodo.

En 1838, le cupo a la Provincia de Aconcagua ser representada en aquella jornada por un cuerpo de milicias formado de sus hijos. Este cuerpo llevó por título el de la tierra en que se había organizado y con él se distinguió brillantemente durante toda la campaña, especialmente en las terribles batallas de Pan de Azúcar y Yungay, en que numerosísimos de los suyos cayeron en la brecha peleando como los más bravos, y siempre en derredor del “estandarte” que Aconcagua les había confiado como enseña de su nombre.

El “estandarte” del batallón Nº 1 “Aconcagua”, era una sencilla bandera nacional, de género finísimo, ostentando en su campo azul una hermosa estrella bordada de hilo de plata. El asta es gruesa, barnizada de negro. La lanza (alabarda) es de bronce plateado, en la cual se ve el número del cuerpo a que pertenece; la bandera se sostenía al asta por medio de un grueso cordón tricolor de seda, terminado en dos borlas. Son sus dimensiones aproximadas 110 x 220 cm, siendo el asta de 220 cm de largo. Esta bandera había sido obsequiada al batallón, por las señoras de San Felipe, el día 8 de febrero de 1838. Entre aquellas patriotas matronas figuraba doña Beatriz Navarro, y una señora Martínez.

El mismo día 8 se bendijo en la Iglesia Matriz, de la ciudad nombrada, y fue entonces cuando don Fernando Urízar Garfias, comandante del cuerpo que iba a entrar en la expedición, comprometió a los oficiales que lo acompañaban, por medio de una proclama, a que la condujesen triunfante hasta la capital del Perú. Abierta la campaña, el “Aconcagua”, que era el cuerpo más numeroso del Ejército, pues se componía de 900 plazas, marchó a ella, llevando la bandera el soldado distinguido de la 3º compañía Lorenzo Fritis, quien la cargaba solo en las marchas, pues en combate la tomaba el subteniente de la misma, don Pablo Navarro.

Un segundo ejemplo es el del batallón “Valparaíso.” El estandarte mide poco más de 2 metros de largo sobre poco más de uno de ancho. Es de seda, ricamente recamado de oro y franjeado por cordones y flecos del mismo material. La estrella que mide una tercia, es de bordados de plata, y en ambos centros, pues es estrella doble, tiene un grueso brillante, que no sería más rico aunque fuera verdadero; para ser aquilatado le basta estar colocado en el centro de la estrella chilena. Bajo la estrella figura en letras de oro la leyenda “Batallón de Línea Valparaíso.” Al lado opuesto está toda la gloria del estandarte, que se cifra en 3 premios colocados sobre él con posterioridad a 1839. Son estas 3 leyendas de oro entre laureles del mismo metal, que recuerdan otras tantas victorias obtenidas por el Batallón. Dice la primera: “Portada de Guías, 21 de Agosto de

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1838.” La segunda: “Batalla de Yungay, 20 de Enero de 1839.” La tercera: “Puente del Buín, 8 de Enero de 1839.”

Y como tercer y último ejemplo, tenemos el estandarte de caballería del regimiento “Cazadores a Caballo.” Sus dimensiones principales son 100 x 100 cm; con una estrella de 5 puntas central de 70 cm de diámetro. El estandarte es de paño de seda rojo, franjeado por cordones y flecos de oro, además de laureles y dibujos (espadas cruzadas, banderas cruzadas, corno de cazador y carabina cruzada, y flor) en las 4 esquinas. La estrella es de delgadas planchas triangulares de plata finamente unidas por una franja perimetral de unión con el paño rojo, cosida a la semiesfera en relieve en el centro, en un círculo de laureles. En el relieve de seda está representado el escudo nacional según ley de 24 de junio de 1834.

Sobre el campo superior izquierdo del paño y entre dos puntas de la estrella, figura en letras de oro la leyenda abreviada “Rto. Cs. a Caballo.” La siguiente leyenda, entre las puntas del campo superior derecho, dice: “Formdo. el 18 Se. d 1816.” A continuación viene el lema, fraccionado entre las puntas inferiores de la estrella “EN LAS BATALLAS” (ubicado a la izquierda), “SIEMPRE VENCEDOR” (ubicado abajo) y “JAMAS VENCIDO” (ubicado a la derecha). Alrededor de la estrella central y en cada punta está toda la gloria del estandarte, que se cifra en 5 premios colocados sobre él con posterioridad a los hechos. Son estas cinco leyendas de oro entre laureles del mismo metal, que recuerdan otras tantas victorias obtenidas por el regimiento, en líneas que descienden al interior del laurel. Dice la primera (punta superior): “Batalla, de MAYPO 5, DE ABRIL, 1818.” La segunda (punta superior derecha): “CONCEP, CION 26 DE, NOVIEMBR, 1820”. La tercera (punta inferior derecha): (aparece ilegible por el daño al paño). La cuarta (punta inferior izquierda): “PORTADA, DE GUIAS, 21 AGOSTO, DE 1838.” La quinta (punta superior izquierda): “BATALLA, DE YUNGAY, 20 ENERO, 1839.”

El decreto de 1843

Cuatro años después de la Guerra contra la Confederación Perú – boliviana, surge este decreto, como la primera gestión oficial para regular las insignias utilizadas por los cuerpos del Ejército y de la Guardia Nacional. Por consiguiente, a partir de este año, las banderas o estandartes, quedan reglamentados en su diseño, color y dimensiones como dice lo siguiente:

Santiago, agosto 7 de 1843.

No habiéndose designado hasta ahora el color de las banderas y estandartes que deben servir de enseña a los cuerpos de Infantería y Caballería del Ejército y Guardias Cívicas;

El Gobierno Decreta:

Artículo 1º El color de la bandera que debe tener cada Batallón del Ejército permanente, será rojo; llevando en su centro la estrella nacional

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bordada con hilado de plata, y alrededor de ella el nombre del Batallón en letras bordadas con hilado de oro.

Artículo 2º El color de las banderas de los Batallones de la Guardia Cívica será azul turquí; llevando en el centro la estrella nacional bordada con hilado de plata, y alrededor de ella el nombre del Batallón en letras bordadas con hilado de oro.

Artículo 3º El color de los estandartes para los cuerpos de Caballería del Ejército permanente, será rojo: llevando en el centro la estrella nacional bordada con hilado de plata, y alrededor de ella el nombre del cuerpo en letras bordadas con hilado de plata.

Artículo 4º El color de los estandartes de los cuerpos de Caballería Cívica, será azul turquí: llevando en el centro la estrella nacional bordada con hilado de plata, y alrededor de ella el nombre del cuerpo en letras bordadas también con hilado de plata.

Artículo 5º Las dimensiones y el género de las banderas de los Batallones de Infantería del Ejército y Guardia Cívica, serán en todo conformes a lo que se previene en el art. 6º, tít. 3º, de la Ordenanza General del Ejército.

Artículo 6º La dimensión de los estandartes de los cuerpos de Caballería del Ejército y Guardias Cívicas, será de tres cuartas en cuadro.

Artículo 7º La dimensión de la estrella para las banderas de los Batallones de Infantería del Ejército y Guardias Cívicas, será la de treinta y dos pulgadas de diámetro, y la de los estandartes la de trece pulgadas ocho líneas.

Artículo 8º El nombre del cuerpo será en letra versalilla sin ningún adorno, y del alto de dos pulgadas cada una.

Artículo 9º Los cuerpos de Infantería y Caballería del Ejército y Guardias Cívicas podrán usar hasta que se les acaben, las banderas y estandartes que actualmente tienen.

Comuníquese e imprímase.

Bulnes.

José Santiago Aldunate.”

Indica la Ordenanza General del Ejército, en el artículo 6º título 3º, aludido en el artículo 5º del decreto arriba mostrado lo siguiente:

“Cada batallón tendrá una bandera del color que designare el gobierno, y el asta de la altura de ocho pies y seis pulgadas, comprendiendo el regatón y moharra. La medida del tafetán de la bandera será de siete cuartas en cuadro: llevará en el centro la estrella nacional, y alrededor de ésta el nombre del batallón.”

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Las banderas y estandartes desde 1843 a 1879

Por lo anterior, a partir de 1843, en forma progresiva se van uniformando las banderas de combate y estandartes de caballería; aún así quedan ejemplos en el tiempo que son la excepción a la regla. Una de las unidades más emblemáticas de la historia militar de Chile, el batallón “Buín” 1º de Línea, reaparece como tal en 1851 en base al disuelto “Valdivia,” sublevado ese mismo año. Esta unidad recibe una bandera de combate reglamentada por el decreto de 1843.

La bandera de combate es de seda roja, ricamente recamada de oro y franjeada por cordones y flecos del mismo material. La estrella que mide un poco más de una tercia, es de bordados de plata con una franja perimetral de 7 cm, orlada con adornos equidistantes entre sí; en el centro, pues es estrella doble, tiene una estrella de 10 puntas rodeada de aura brillante (como de 10 cm), de la cual se prolongan rayos hasta el límite interior de la estrella principal. Sobre (ángulo superior izquierdo) y alrededor de la estrella, figura en letras de oro la leyenda “Batallón Buín 1º de Línea.”

Posterior a la Guerra del Pacífico, alrededor de la estrella central estará toda la gloria de la bandera, que se cifrará en 8 premios colocados sobre ella. Son estas leyendas de oro entre laureles del mismo metal, las que recuerdan victorias obtenidas por el batallón. Las cinco primeras quedan ubicadas entre las puntas de la estrella central. Dice la primera: “Pisagua, 2, de, Novi, 1879.” La segunda: “Dolores, 19, de, Novi, 1879.” La tercera: “Los Angeles, 22, de, Marzo, 1880.” La cuarta: “Tacna, 26, de, Mayo, 1880.” La quinta: “Arica, 7, de, Junio, 1880.” En la esquina inferior derecha queda posicionada la sexta que dice: “Chorrillos, 13, de, Enero, 1881.” En la punta superior derecha queda posicionada la séptima que dice: “Miraflores, 15, de, Enero, 1881.” Y sobre la leyenda del batallón, la octava que dice: “Sangra, 26, de, Junio, 1881.” Lamentablemente, esta bandera es capturada en la Revolución de 1891, en que el batallón la pierde en la batalla de Placilla; siendo quemada posteriormente por los congresistas, de sus restos solo se salva la alabarda.

Otro caso, que tiene referencia con la Guardia Nacional, es el batallón cívico de artillería naval, más conocido como “Naval.” Esta unidad fue organizada en 1864, y prestó servicios en la guerra contra España, a cargo de lanchas cañoneras. Su bandera es de paño azul turquí, orlada de flecos dorados. Posee en seda en relieve, en el centro, un escudo nacional ricamente bordado, rodeado por el nombre de la unidad en la parte superior, que dice: “BATALLON CÍVICO DE MARINA;” y abajo: “VALPARAÍSO.” Completan el conjunto un lazo de seda con borlas doradas, una bufanda de seda tricolor, el asta de madera y la lanza de bronce.

Otro tercer ejemplo es el estandarte del regimiento “Granaderos a Caballo.” Sus dimensiones principales son 60 x 60 cm; su estrella de 5 puntas central, tiene un diámetro de 25 cm. El estandarte es de paño de seda rojo, franjeado por cordones y flecos de oro. La estrella en relieve es de forma prismática. Sobre el paño y alrededor de la estrella, figura en letras de oro la leyenda “Rejimiento de Granaderos a caballo.” Debajo de ésta, la leyenda “Año de 1827.” En las esquinas de la bandera está toda la

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gloria del estandarte, que se cifra en 4 premios colocados sobre él. Dice la primera (esquina inferior derecha): “Guías.” La segunda (esquina inferior izquierda): “Yungay.”

Después de 1884, se agregan dos más; la tercera (esquina superior izquierda): “Chorrillos.” La cuarta (esquina superior derecha): “Miraflores.”

La Guerra del Pacífico 1879 a 1884

Durante este conflicto los estandartes y banderas de combate reglamentados en 1843, encabezaron las memorables acciones de las campañas de 1879-1884. Es así como la bandera de combate del regimiento 2º de Línea cayó en manos de los peruanos durante la batalla de Tarapacá el 27 de noviembre de 1879, después de la muerte de toda su escolta. Algo similar casi le ocurrió al batallón cívico “Coquimbo” Nº 1 en la batalla de Tacna; en la cual, en un momento de la acción, la escolta quedó completamente rodeada por los enemigos, siendo rescatada por el avance de refuerzos.

En este periodo histórico se crea una pléyade de banderas de combate y estandartes, muchas de las cuales correspondieron a unidades de la Guardia Nacional. Como se ha dicho anteriormente, emergieron banderas fuera de reglamento; de éstas mencionaremos dos casos típicos.

El primer caso corresponde al batallón “Atacama” Nº 1, creado en Copiapó, con los mineros de la zona. Su bandera de combate tuvo la particularidad de ser confeccionada en tela de color burdeo, con la estrella central plateada y en letras de oro la frase: BATALLÓN ATACAMA Nº 1.

Es también notable y particular, la bandera de combate del 2º batallón “Atacama,” de proporciones sobredimensionadas (probablemente la más grande de Chile durante la guerra), confeccionada según los preceptos anteriores a 1843. La bandera de combate es de paño de león tricolor; la estrella blanca es de hilo de plata; y los flecos de toda la bandera de oro.

El tahalí del abanderado era de felpa azul con bordados de oro. El asta estaba forrada con felpa también azul; la bandera llevaba un lazo tricolor con borlas y canutillos de oro. Las letras de la insignia, todas de oro. En el campo azul, además de la estrella, lleva alrededor de esta última la leyenda BATALLON 2º ATACAMA, terminando en laurel dorado. Completa el asta una lanza con estrella de bronce.

Similar a esta última descripción, es la bandera chilena utilizada por el batallón “Cazadores del Desierto,” en que en el campo azul, en lugar de estrella tiene un hermoso escudo y en el centro de la bandera lleva dos inscripciones en letras de oro, dice la primera Dios y Patria, y abajo Cazadores del Desierto.

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Otra singularidad de este periodo es la primera bandera de combate del regimiento “Santiago” de Línea. Sus dimensiones principales son 120 x 100 cm; y su estrella de cinco puntas central está inscrita en un círculo de 20 cm de diámetro. La bandera es de paño burdeos, franjeada por flecos de oro. La estrella es de forma prismática, característico de esta época. Alrededor de la estrella figura en letras de oro la leyenda “REJIMIENTO DE LINEA SANTIAGO.” En la parte superior, en dos líneas dice: “Chile” y “26 de Marzo de 1879.”

Tras la guerra, se agrega toda la gloria a la bandera, que se cifra en 4 premios colocados sobre ella bordados en oro. Dice la primera: “TOMA DE LOS ANJELES”; la segunda: “BATALLA DE TACNA.” Bajo esta línea y centrado, en recuerdo de las otras 2 victorias, dice: “ENERO 1881.” Haciendo un semicírculo cóncavo de izquierda a derecha, las otras dos leyendas dicen: “CHORRILLOS 13” y “MIRAFLORES 15.”

El resto de las banderas de combate en infantería y estandartes de caballería, además de los de artillería, fueron fabricados según el decreto de 1843.

La Revolución de 1891

Desde 1884 hasta 1891, se mantuvieron las banderas de combate en las unidades que no fueron desmovilizadas tras la guerra. Así durante la revolución de 1891, se crearon nuevas banderas de combate y estandartes, como ejemplo para los batallones “Tarapacá” 9º de Línea y “Constitución” 1º de Línea, y en caballería el regimiento “Carabineros del Norte”; entre otras unidades.

Con el término de la guerra civil y al asumir la dirección del nuevo Ejército el general Emilio Körner, en su función de Jefe del Estado Mayor General, entre sus innovaciones se contó la de suprimir las banderas y estandartes antiguos en existencia; con este fin se dictó el Decreto Supremo de 25 de enero de 1892.

El decreto de 1892

El 25 de enero, este decreto ordenaba al Ejército de Chile que adoptara como estandarte de combate de sus distintos cuerpos, la bandera nacional. Las banderas de las unidades deberían confeccionarse en seda suelta, con la estrella en realce y plateada; llevaría en letras de oro de 6.5 cm de alto el nombre del respectivo cuerpo. Las astas debían llevar en vez de moharra, un cóndor dorado con sus alas abiertas.

Con este decreto terminan los últimos cambios en las banderas de combate en el siglo XIX. Se puede decir, sin faltar al rigor histórico de cualquier estudio, que desde 1892 en adelante se llegó realmente a unificar los criterios de confección de esta hermosa insignia que portan orgullosas nuestras unidades del Ejército de Chile.

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BIBLIOGRAFÍA

1. “Legislación Militar de Chile” de don Darío Risopatrón Cañas. Edición 1882. Página 429 – 430.

2. Diccionario Militar del capitán Oscar Kaplan C. (oficial de Estado Mayor). Edición 1944. Instituto Geográfico Militar.

3. Nuevo Pequeño Larousse Ilustrado. Diccionario Enciclopédico. Publicado bajo la dirección de Claude y Paul Augé, y la adaptación española de Miguel de Toro y Gisbert. Edición 1951.

4. “Mi Campaña a Lima” de Justo Abel Rosales Justiniano. Manuscrito del Archivo Histórico Nacional. Archivos Varios.

5. “Los representantes de la Provincia de Aconcagua en la Guerra del Pacífico 1879 – 1884” de Florentino A. Salinas. Edición de 1893. Imprenta Albión.

6. “Los Batallones Bulnes y Valparaíso en la Guerra del Pacífico” de René Peri Fagerstrom. Edición 24 de febrero de 1981.

7. “Símbolos Patrios” por Luis Valencia Avaria. Editora Nacional Gabriela Mistral Ltda. Edición de 1974.

8. “Historia de los emblemas nacionales de Chile” por el Coronel (R) don Manuel Reyno Gutiérrez. Artículo publicado en el Anuario de la Academia de Historia Militar.

9. “Reseña Histórica del Nº 1 de Infantería (después Buín 1º de Línea)” de Carlos R. Dinator E., Capitán en el Regimiento de Infantería Buín Nº 1. Edición de 1915.

10. Catálogo del Museo Militar de Chile. 2º Edición. Imprenta de la Fábrica de Munición y Maestranza del Ejército. 1909.

11. “Epistolario inédito de su Campaña como soldado raso durante toda la Guerra del Pacífico 1879 – 1884”, de Abraham Quiroz. “Dos soldados en la Guerra del Pacífico”. Editorial Francisco de Aguirre S.A. Edición 1976.

12. “Álbum Gráfico Militar de Chile. Campaña del Pacífico. 1879 – 1884” de J. Antonio Bisama Cuevas. Tomo I. Sociedad Imprenta y Litografía Universo. Edición de 1909.

Instituciones

1. Museo Histórico Nacional. 2. Museo Histórico y Militar. 3. Museo Regional de Copiapó. 4. Academia de Historia Militar.

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ANEXO

SELECCIÓN DE ALGUNAS FOTOGRAFÍAS

Figura 1:

Bandera de combate del Batallón “Navales” utilizada desde antes de 1879 en color azul turquí para esta unidad cívica. Es apreciable el escudo nacional de esa época, los animales heráldicos aún estaban en su etapa de metamorfosis a los actuales, un caballo a huemul y un águila a cóndor (Museo Naval de Valparaíso)

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Figura 2

Estandarte de combate según reglamento de 1892, del Batallón de Infantería “Lautaro”. No lleva fecha de creación de la unidad.

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Figura 3

Bufanda utilizada en las banderas de combate de 1879, donde se aprecia una “RCH” – abreviación de República de Chile – rodeada por un laurel y el tricolor nacional.

Cortesía del Museo Histórico Nacional.

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MILITARES DE ASCENDENCIA GERMANA EN LA

GUERRA DEL PACÍFICO1

GENERAL BRUNO SIEBERT HELD

I. Introducción

Comencé hace algún tiempo, a interesarme en el rol desempeñado por soldados chilenos de ascendencia germana en la Guerra del Pacífico.

En la numerosa bibliografía existente sobre la materia hay varios hechos que destacan aspectos de esta relación, en sus orígenes, en su desarrollo y en sus consecuencias.

En Alemania, para referirse a la Guerra del Pacífico, por algo se habla de la “Guerra del Salitre” (Salpeterkrieg) ya que este elemento fue la causa básica que encendió la mecha de la conflagración. El gobierno de Chile y sus fuerzas armadas reaccionaron ante lo que se consideró una grave agresión a los intereses nacionales y llevaron adelante una guerra de reivindicación que terminó con los dos aliados, Perú y Bolivia, distantes de Chile a miles de kilómetros, vencidos, humillados y territorialmente disminuidos. Los intereses económicos en cambio, de chilenos, ingleses, alemanes y de otras nacionalidades, resultaron incólumes y definitivamente asegurados.

Ya en sus orígenes se puede advertir el interés de los países industrializados en la explotación del salitre, entre ellos Inglaterra y Alemania, inicialmente sólo como producto básico para la fabricación de la pólvora, y después para convertir el caliche en valioso fertilizante, que dicho sea de paso propulsó un alemán, Thadeus Peregrinus Haenke, durante su estadía en nuestro país en la primera mitad del s.XIX. Con el paso del tiempo, esto significó para nuestro país la primera fuente de entradas para sus arcas fiscales, desde la época de la Guerra del 79 hasta la Primera Guerra Mundial, cuando fue reemplazado por el salitre sintético.

La presencia alemana en la zona del salitre, no necesariamente como explotadores, sino también como proveedores de máquinas especializadas, se remonta hacia 1840 cuando ingleses, junto a peruanos y chilenos, comenzaron a extraer y embarcar el producto, en principio, mayoritariamente para el mercado de los ingleses.2

Iquique fue nombrado Puerto Mayor en 1855 por el gobierno peruano y en ese mismo año comenzó la construcción de vías férreas hacia las “Oficinas” salitreras. El término exitoso de la guerra del 70 de Prusia contra los franceses y el consiguiente desarrollo alemán, les permitió a éstos la apertura de una oficina comercial en Iquique y la presencia de los primeros alemanes en ese entorno: Fritz Sparenberg, Edmund Rebeling, Hermann Schulze, Lorenz Petersen, Paul Moebius y otros fueron los primeros representantes de maquinarias y repuestos alemanes para la creciente industria salitrera, y también para las instalaciones y maquinarias ferroviarias. En la ex –

1 Artículo publicado en Revista “Anuario” de la Academia de Historia Militar, nº 21.

2 Blackemore, Harold; “Gobierno Chileno y Salitre Inglés 1886 – 1896. Balmaceda y North”. 1era. Edición. Editorial, Andrés Bello. 1977.

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provincia peruana había 51 oficinas salitreras y solo un tercio de ellas era peruana, los dos tercios restantes eran extranjeras: chilenas, alemanas, francesas e inglesas. El Presidente Pardo trata de expropiar estas oficinas salitreras en 1875 para el Estado, lo que produce la reacción contraria de los países extranjeros afectados con esta medida.

En las actuales regiones de Tarapacá y Antofagasta en ese entonces, había varias oficinas salitreras que en 1879 eran de propiedad alemana; tales como las pertenecientes a las firmas Foelsch y Martín, Georg Hilliger, Gildemeister, Berger, Hintze, Harnecker, etc.

Solo para nombrar algunas de esas oficinas en las que había fuertes capitales alemanes mencionemos: San Juan, Sacramento, Santa Beatriz, Paposo, Santa Ana, Alemania, Virginia, Cholita, Santa Fe y Rica Aventura. Pampa Germania, zona donde se libró el primer encuentro de la caballería chilena, después del desembarco en Pisagua en Noviembre de 1879, debe su nombre a la presencia ahí de oficinas salitreras de empresarios alemanes.

Es de mencionar que el primer cargamento de salitre desde el yacimiento “El Reventón de Tal Tal” a Alemania se realizó en 1879 en el velero “Valparaíso.”

Alemania fue incrementando su importación de salitre hasta llegar a la cantidad de 800.000 toneladas anuales, lo que equivalía aproximadamente a la carga de 200 veleros. Recordemos que todo esto se hacía circundando el peligroso Cabo de Hornos.

Alemania tuvo hasta 1870, poca presencia en las costas del Pacífico para proteger sus intereses salitreros y hubo de recurrir a la protección inglesa y norteamericana, especialmente cuando los españoles operaron en la década del 60 en forma ofensiva frente a las costas del Perú y Chile. Cambió esta situación fundamentalmente después de la Unificación Alemana, cuando la diplomacia germana va a hacer respetar el prestigio súbito del Reich enviando buques de guerra a ésta región.

En Antofagasta, que tenía en ese entonces aproximadamente 7.000 habitantes, el 85% de ellos eran chilenos, más o menos un 10% eran extranjeros, la mayoría de ellos ingleses o alemanes y sólo un 5% eran bolivianos. Se daba la curiosidad que si bien es cierto que la autoridad máxima, el prefecto, era boliviano, Severino Zapata, de los 9 regidores había 6 chilenos, 1 inglés y… ¡2 alemanes! Esto contribuyó lógicamente a que la ocupación de Antofagasta el 14 de Febrero de 1879 por tropas chilenas, a raíz de la subida del impuesto a la explotación del salitre y al embargo de bienes chilenos, decretada por el gobierno boliviano, medida inconsulta y arbitraria, haya sido mas bien una entrada triunfal, sin oposición seria. F.A. Encina en su Historia dice: “El prefecto Zapata se refugió en el consulado peruano mientras la población en un entusiasmo delirante, abrazaba a los soldados chilenos en la playa”. Recordemos que las primeras escaramuzas armadas entre bolivianos y chilenos se producen recién en Calama, el 23 de Marzo de ese año.

Anotemos también que, producida la ocupación de Antofagasta por tropas chilenas, hay un documento de apoyo y felicitación al Gobierno de Chile, suscrito por 78 extranjeros residentes en Antofagasta, entre los cuales, hay varios alemanes. Es evidente que la soberanía chilena sobre esos territorios tan ricos en minerales era

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mayor garantía para los intereses de los extranjeros que la abusiva administración y presencia de las autoridades bolivianas y peruanas.3

II. Nómina de algunos chileno – alemanes combatientes

Indagando en distintos textos de historia se han hecho conocidas las meritorias actuaciones de algunos descendientes de alemanes que se enrolaron voluntariamente y defendieron valerosamente los intereses de Chile. Resalto en este mismo sentido varias conversaciones sostenidas con miembros de familias relacionadas con estos héroes de antaño, cuyos antecedentes me fueron proporcionados por ellos.

Hay que reconocer si, que la gran mayoría de estos chilenos – alemanes proceden del centro del país, en especial de Santiago y Valparaíso donde las comunidades con descendientes de alemanes comenzaban a formarse y a crecer en forma significativa.

Es interesante destacar si que no hubo acciones especiales de reclutamiento de soldados en la zona de colonización alemana del Sur de Chile, a pesar de que los inmigrantes ya eran ciudadanos chilenos desde que a ellos se le asignaron propiedades en el territorio de colonización a partir de 1850 aproximadamente. Por otro lado hay que considerar que los hijos de los inmigrantes nacidos entre 1855 y 1860 por ejemplo, ya tenían edad para ser reclutados al momento de estallar la guerra y sin lugar a dudas tenían plena conciencia de la promesa expresada ante Vicente Pérez Rosales en 1851 en el sentido de “que seremos chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere, y junto a nuestros nuevos compatriotas defenderemos a nuestra nueva Patria con la decisión y firmeza con que se defiende a su familia y sus intereses.”

Al respecto hay que tomar en consideración que la zona entre el Biobío y el Toltén aún no estaba pacificada y los enfrentamientos entre araucanos y las fuerzas chilenas aún se mantenían. La pacificación definitiva se produjo gracias a la acción resuelta y persistente de Cornelio Saavedra en 1883.

Recordemos también, que a raíz de lo anterior, las zonas de Valdivia, Osorno y Llanquihue estaban aisladas del centro del país. El que quisiera llegar a esa zona lo debía hacer por mar, o a caballo a través del territorio indígena, acompañado de lo que se llamaba un “capitán de indios.”4

Las regiones sureñas aportan voluntarios a los Batallones Cívicos Movilizados recién a partir de 1880 y 1881. Por otro lado hay que anotar que recién en 1901 se crea una Unidad Militar en Puerto Montt y en Osorno5 en 1907.

A continuación se inserta una lista de participantes en la guerra por cuyas venas corría sangre germana. En anexo se entregan algunos datos biográficos y algunos aspectos conocidos y especialmente relevantes de algunos de ellos. Hago notar que extraje de

3 Barros Van Buren, Mario. “Historia diplomática de Chile. 1541 – 1938” 2da. Edición (actualizada a 1958). Editorial Andrés Bello. pp.360 – 372. 4 Liga chilena-alemana, 2002 “Pioneros del Llanquihue”. 5 Historia de la creación del Regimiento Infantería Nº 12 “Sangra”. Historia del Ejército de Chile. EMGE. 1981 Tomo VIII p.276

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los Archivos sólo aquellos con apellido paterno alemán. La lista se alargaría considerablemente si agregamos los que tienen apellido alemán por lado materno. Hago una excepción con el Capitán Otto von Moltke von Rantzau de origen alemán, que se incluye también en la lista.

a) Oficiales

TTE. CRL. Federico Stuven (Ingeniero Movilizado.). Participó en 2 acciones bélicas.

CRL. Julio Fonck Zoehrer del Batallón Cívico de la Higuera.

CAP. Jorge Von Koeller Banner, Regimiento de Artillería Nº 2., que se destacó con su Batallón de Montaña en el Combate de Los Ángeles y en La Batalla de Chorrillos.

CAP. Carlos Lemm del Batallón Movilizado “Caupolicán.”

CAP. Otto Von Moltke, Regimiento Movilizado. “Chacabuco”.

CAP. Francisco Mayer. Batallón de Línea Nº 3 “Piragua.”

CAP. Adolfo Drug del Regimiento “Colchagua,” que se destacó en las Batallas de Chorrillo y Miraflores. Falleció en 1907.

CAP. Alejandro Pedro Fredricksen Inicialmente del Batallón “Victoria,” después Ayudante del Estado Mayor. Es destacado por el general Baquedano por su valiente desempeño en la Toma del Morro de Arica y en el Combate de Tarata. Participó en 4 acciones bélicas.

CAP. Augusto Nordenflycht, inicialmente movilizado en el Regimiento “Lautaro” y posteriormente en el “Aconcagua.” Muerto en Miraflores.

CAP. Germán Rohde de la Brigada Cívica de Artíllería “Corral.”

CAP. Rodolfo Wolleter del Regimiento 3º de Línea, distinguido en la Batalla de Chorrillos.

CAP. Alberto Rafael Nebel del Batallón Lautaro y Chacabuco.

TTE. Federico Stoltze del Regimiento “Pontoneros.” 2 acciones bélicas.

TTE. Enrique Boedcker del Regimiento “Lautaro.” 2 acciones bélicas.

TTE. Antonio Fueller J. del Regimiento Nº 3 “Piragua.” 9 acciones bélicas.

TTE. Enrique Fischer del Batallón Miraflores. 2 acciones bélicas.

TTE. Tristan Stephan del Escuadrón “Carabineros de Yungay.”

TTE. Santiago Pollmann del Regimiento “Miraflores.” 3 acciones bélicas.

TTE. Augusto Ebner del Regimiento “Maule.” 1 acción bélica.

TTE. 2º Juan Meyerholz del Regimiento Nº 1 “Buín.” 7 acciones bélicas.

TTE. Roberto Pohlhammer del Regimiento Granaderos a Caballo. 3 acciones bélicas.

TTE. Reinaldo Boltz del Regimiento Nº 2 Artillería. 5 acciones bélicas.

TTE. Aydte Horacio Nordenflycht, Batallón “Valdivia.” 2 acciones bélicas.

TTE. Carlos Guillermo Marxs del Regimiento de Línea Nº 2 “Tacna.”

TTE. Francisco Mayer del Escuadrón de Caballería “Carabineros de Yungay.”

STE. Pedro Fueller J. del Regimiento Nº 7 “Esmeralda.” 3 acciones bélicas.

STE. Pablo Fricke del Regimiento Nº 1 “Buín.” 2 acciones bélicas.

STE. Carlos Karsten del Regimiento “Chacabuco.” 3 acciones bélicas.

STE. Guillermo Rahausen del Regimiento Nº 4 “Arica.” 7 acciones bélicas.

STE. Toribio Wolleter Regimiento Nº 4 “Arica.” 4 acciones bélicas.

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STE. Enrique Pollmann del Batallón “Valparaíso.” 3 acciones bélicas.

STE. Federico Weber, inicialmente en el Regimiento Lautaro y después en el Estado Mayor. de la 2da. División. Es destacado especialmente por el general Baquedano en su informe.

STE. Enrique Stange del Escuadrón de Caballería “Las Heras.” Muerto en el Combate de Pacía.

STE. Enrique Ewer, Regimiento 2º de Línea, resultó muerto en la Batalla de Miraflores.

STE. David Esmer del Regimiento de Línea Nº 6 “Chacabuco.”

STE. Guillermo Hertz, Escuadrón Movilizado “Las Heras”.

STE. Julio Jensen, Regimiento Artillería Nº 1.

STE. R. Rahausen del Batallón “Cazadores del Desierto,” distinguido en Batalla de Tacna.

ALF. Jorge Guillermo Gerlach, Regimiento Cazadores a Caballo. 5 acciones bélicas.

ALF. Ernesto Von Bischoffshausen, Regimiento de Artillería Nº 1

ALF. Roberto Pohlhammer del Regimiento “Granaderos” fue distinguido en el Combate del Puente de Turín en Enero de 1881

Jefe Sección Augusto Ebensperger, Com. Esp. 4 acciones bélicas.

b) Suboficiales y Tropa

Suboficial Adolfo Hutt Metzger del Batallón “Lautaro.”

Suboficial Germán Yaeger Carrillo (La Unión).

Sgto. Jorge Steuest, Regimiento 2º de Línea. 3 acciones bélicas.

Sgto. Eduardo Statke. Batallón Zapadores de Línea. 5 acciones bélicas.

Sgto. Julio Alfonso Siemsen, Batallón “Caupolican.” 2 acciones bélicas.

Sgto. Teófilo Liebmann, Batallón “Coquimbo.” 4 acciones bélicas.

Sgto. Juan Klempel, Batallón Movilizado “Aconcagua.”

Sgto. 2º J. Kremer del Batallón “Cazadores del Desierto” que se distinguió en la Batalla de Tacna.

Cabo Arturo Willemann, Batallón “Aconcagua.” 2 acciones bélicas.

Cabo Enrique Weber, Regimiento de Artillería Nº 2. 5 acciones bélicas.

Cabo Fernando Stumpner, Batallón “Bulnes.” 2 acciones bélicas.

Sold. Cristino Geisse, Batallón “Chacabuco.” 2 acciones bélicas.

Sold. Juan Fischer Moller, Batallón “Esmeralda.” 1 acción bélica.

Algunos detalles biográficos se indican en Anexo.

III. Influencia de alemania en el desarrollo y término de la guerra

En este aspecto permítanme manifestar que la posición neutral, pero favorable por parte de Alemania hacia Chile, tuvo entre sus causas también, los informes positivos de los embajadores alemanes radicados en nuestro país, Von Guelich al momento del inicio de las hostilidades, Schlubach el cónsul en Valparaíso en forma interina desde

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noviembre de 1880 y el Barón Von Schenk desde Octubre de 1881. Es interesante seguir el desarrollo de la guerra a la luz de sus informes al Ministro de Relaciones Exteriores del Imperio en Berlín, Von Buelow, algunos de los cuales eran informados al Canciller Otto Von Bismarck y también al Kaiser Guillermo I.

En abril de 1879 el Embajador Guelich informa al ministerio de RR.EE del Imperio, entre otras cosas: “Para la Europa civilizada la victoria decisiva de Chile sería un acontecimiento feliz, su derrota en cambio sería una desgracia.” También citado en Blacke More Harold “Gobierno chileno y Salitre Inglés.”6

Según F. A. Encina, los representantes de los países europeos, especialmente Francia e Inglaterra, cuyos banqueros tenían grandes inversiones en Perú, se mostraron desde el principio inclinados hacia el Perú, con excepción de Alemania.7

El 23 de Septiembre de 1879, el mismo embajador informa a su país: “el verdadero origen de la guerra es la amarga envidia y el odio que reina en Perú y Bolivia en contra de Chile, estos dos desgraciados países continuamente destrozados por las revoluciones y con mala administración, envidian a Chile la prosperidad alcanzada hasta ahora, su ordenada vida política no perturbada por las revoluciones y su no interrumpido crecimiento. El hecho de que Chile a principios de éste año, estuviera completamente desarmado, la guardia nacional licenciada, y sus buques de guerra sin alistar, y aun ofrecidos en venta (El Cochrane y el Blanco Encalada)8, demuestra a mi juicio, que no pensaba ni remotamente en una guerra; esta se hizo necesaria debido a la actividad provocativa del gobierno boliviano que decretó el embargo de las salitreras explotadas por chilenos al no aceptar estos un arbitrario impuesto a la exportación de salitre, a su vez, el tratado secreto de 1873 entre Perú y Bolivia, que sólo se conoció al declararse la guerra, demuestra que existían intenciones hostiles hacia Chile”. El 28 de Noviembre de 1879 agrega “entre los estados de la costa occidental de Sud América, Chile es el más ordenado serio y civilizado.”

A principios de 1880 se estimaba como muy probable una agresión a Chile por parte de Argentina a raíz del problema limítrofe en la Patagonia. En ese hipotético caso se visualizaba un cierre de la boca oriental del Estrecho de Magallanes por parte de nuestros vecinos, afectando seriamente el comercio del guano y del salitre con los países europeos. El Embajador Von Guelich hace presente este peligro a su gobierno manifestando en una de sus notas “según mi opinión, un no rotundo de las Grandes Potencias bastaría para ahogar ya en sus comienzos tales veleidades argentinas.” Recordemos que Alemania tuvo incluso dos barcos de guerra frente a las costas de Chile para proteger sus intereses. También vale recordar que en 1881 se firmó entre los dos países el Tratado Limítrofe en que Chile, presionado por su situación en el Norte, pierde una buena parte de la Patagonia.9

Después del Combate Naval de Iquique en Mayo de 1879 se publica un muy positivo artículo en el “Allgemeine Zeitung” de Augsburgo en que habla de las causas de la guerra y del desenlace de esta acción naval. Este artículo es interesante de leer ya que

6 Blackemore, Harold, op.cit., p.3 7 Siebert, op.cit., p. 6 8 Encina Fco. Antonio “Historia de Chile” Tomo XVI. Cap.XX. p.138 9 Ibid.

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es absolutamente favorable a Chile. En una parte dice: “y por ello se ha enriquecido la historia de las guerras marítimas con uno de aquellos hechos que, a pesar de sus pequeñas dimensiones, son radiantes, casi fenomenales, y que siempre aparecerán como hechos luminosos en sus anales.” En otra parte dice: “Chile sepultó héroes cuya muerte entusiasma a los sobrevivientes, el Perú salvó infelices cuya vista desconcierta y avergüenza a los sobrevivientes.”

En noviembre del 79 sostiene lo siguiente: “en la inmensidad del Océano Pacífico, a más de cinco mil millas de distancia de Alemania, Chile es el único faro de la civilización cristiana, el único que puede pretender el nombre de un estado cultural cristiano.”

La empresa naviera alemana Cosmos oficialmente se mantiene neutral y evita que sus barcos carguen elementos bélicos. Eso al menos manifiesta, después de que su carguero “Luxor” fue apresado por barcos peruanos que lo acusaron en junio de 1879 de haber traído armas para Chile. Alemania reacciona ante esta agresión y envía la corbeta blindada “Hansa” al Pacífico Sur para proteger sus intereses amenazados. Este incidente provoca una fuerte reacción y un decidido apoyo a la causa chilena en la prensa alemana. Por ejemplo el “Stuttgarts Tageblatt” dice entre otras cosas: “En cuanto a la guerra estallada en Sudamérica, la opinión del mundo civilizado se inclinará más a simpatizar con Chile, que mediante una industria activa y la estabilidad y libertad de sus instituciones manifiesta un desarrollo muy superior al del Perú, aun no emancipado de las revoluciones de cuartel, y mas resaltante todavía comparado con la semi – bárbara Bolivia…” Más adelante dice: “esta situación, según un periódico inglés hace que las grandes potencias estudien una intervención común contra la ejecución de estos actos de guerra bárbaros y contrarios al derecho de gentes.”

En enero de 1881, el diario “Le Figaro” de París trae un interesante artículo sobre la Guerra del Pacífico en que enaltece a Chile y a su Ejército. En una parte dice: “Hay mucha analogía entre la Guerra franco – prusiana y la guerra del Perú. Chile puede pasar por una Alemania pequeña. Es un estado organizado severamente, con jerarquías, disciplina y mucha autoridad. Es una República que equivale a un Imperio.”

En 1879 y después que las fuerzas navales chilenas capturaron el blindado “Huáscar,” los peruanos trataron de comprar en Alemania dos navíos el “Sócrates” y el “Diógenes,” simulando que era un venezolano quien los adquiría para fines comerciales, para lo cual le construyeron fingidos camarotes de lujo. El Agregado Naval ante la Legislación Chilena en Europa Luis Alfredo Lynch, hermano del mas famoso Almirante Patricio Lynch Solo de Zaldivar, descubrió el engaño y junto al Ministro Plenipotenciario Chileno en Europa (París) Alberto Blest Gana, obtuvo la anulación de la transacción comercial, haciendo gestiones para ello ante el propio Bismarck.

También tienen éxito las gestiones del Jefe de la Legación chilena en Europa a fines de ese mismo año cuando logran adquirir en Alemania, embarcar y despachar a Chile cañones Krupp con su munición, pólvora y otros pertrechos militares. Un barco alemán, el “Zena” es el primer vapor con armas y municiones que llega sin novedad el 15 de Junio de 1879 a Valparaíso, debidamente escoltado por el “Copiapó,” que era todo menos un buque de guerra.

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En Noviembre de 1880, Perú solicita la intervención de EE.UU para intentar embargar un cargamento de salitre ya exportado por Chile a través del barco “Kallioppe.” Eran estos medios de transporte, bajo bandera alemana, al que recurrían preferentemente los empresarios salitreros chilenos y alemanes, para continuar con la explotación y exportación del valioso mineral. También hay constancia que en mayo de 1880 otro barco de transporte alemán, el “Hans,” transporta pólvora y municiones desde Hamburgo a Valparaíso.

En Arica, en Junio de 1880, y previo al Asalto y Toma del Morro, entre algunos buques de guerra extranjeros que permanecían anclados en la bahía para presenciar esa homérica epopeya, estaba el buque alemán “Hansa,” al mando del Capitán Heussner. Tres días después de la batalla llegó el SMS “Bismarck” al mando del capitán Deinhard (además el francés “Hussard”, el italiano “Garibaldi” y el inglés “Thetis”). Las familias más pudientes de Arica y algunos extranjeros consiguieron asilarse a bordo de alguno de ellos. Algunos de estos buques también sirvieron, como hospitales para muchos heridos y enfermos después de la batalla.

El capitán del “Bismarck”, informa al Embajador Von Guelich del saqueo de Arica por parte de las tropas chilenas, diciéndole entre otros aspectos que estos excesos no se extendieron solo a las propiedades peruanas, sino también a las alemanas, con excepción de la casa del Sr. Dauelsberg, alemán, que este había puesto a disposición del General Baquedano y su Cuartel General.

En el segundo semestre de 1880, el Jefe de Gabinete inglés Mr. Gladstone solicitó la intervención de las cancillerías europeas: Francia, Alemania e Italia a EE.UU de América, para que Chile y Perú pusieran término a la guerra, recuperando los aliados los territorios que antes le pertenecieron. odos aceptaron, especialmente EE.UU que intentaba liderar la situación, menos el Canciller de Hierro, Príncipe Otto von Bismarck; que sentó un código de política internacional, al manifestar: “El país vencedor tiene derecho a imponer la Ley al vencido.” Recordemos que hasta esa fecha Chile era vencedor.

Chile retribuyó esta actitud de Alemania con posterioridad con su apoyo moral. Fue así como durante la Primera Guerra Mundial el Presidente Juan Luis Sanfuentes resistió las presiones aliadas y no declaró la guerra a Alemania, manteniéndose neutral.

En diciembre de 1881, Chile nombra a don Guillermo Matta como primer Embajador con residencia en Berlín. Anteriormente los interesados chilenos eran representados por el Jefe de la Delegación Diplomática en Europa con residencia en París, a cargo de Alberto Blest Gana.

Durante 1881 y 1882 hay intentos de mediación de EE.UU, quien ofrece hacerse cargo transitoriamente de la Provincia de Tarapacá, a cambio de pagar las reparaciones de guerra a Chile. Esta situación es advertida por el Embajador Von Schenk a su Gobierno, alertándolo acerca de los intereses económicos alemanes comprometidos en esa zona. La actitud del gobierno alemán hace desistir al de EE.UU.

Después del Tratado de Paz entre Chile y Perú en febrero de 1884 varios países europeos elevan su protesta porque entre las cláusulas que contenía, Perú cedía la

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provincia de Tarapacá a Chile a perpetuidad y transitoriamente las provincias de Tacna y Arica. Esta cesión, por lo demás, había sido aprobada por mayoría en el Senado y Cámara de Diputados peruanos. Las naciones que objetaron esta situación fueron Francia, España, Inglaterra, Italia, Países Bajos y Bélgica. Por el contrario Alemania no protesta y ratifica la opinión anterior del Canciller Bismarck acerca de los derechos de los vencedores en un conflicto bélico; incluso el Embajador alemán en Chile Barón Von Schenk recibe la misión de Bismarck de apersonarse en el Ministerio de Relaciones Exteriores para hacerle presente oficial y públicamente a Chile que el Reich se oponía a la posición adoptada por los países europeos, encabezados por Francia.10

IV. Influencia germana – prusiana en el Ejército de Chile

El Alto Mando chileno había llegado a la conclusión que la guerra se había ganado fundamentalmente, gracias al valor y actitud del soldado chileno, más que a las tácticas, técnicas y estrategias militares empleadas.

Terminada la guerra, y a pesar del Tratado de Límites de 1881, se cernía sobre Chile el peligro de un agravamiento de un conflicto con Argentina a raíz de la interpretación de sus cláusulas, y era necesario encarar ese riesgo, contando con una organización eficiente y con capacidad de disuasión.

Hasta fines del s.XIX la organización e instrucción de nuestro ejército era de orientación francesa, en material y tácticas, incluso el uniforme. Pero hubo dos hechos que influyeron para que nuestro Alto Mando se decidiera por un cambio. Uno de ellos fue el éxito resonante que Alemania había tenido en tres guerras sucesivas: en 1864 contra Dinamarca, en 1866 contra el Imperio austro – húngaro y en 1870 contra Francia.

El otro hecho fue la actitud de Francia durante la Guerra del 79, que fue abiertamente favorable a la causa peruana en contraposición de Alemania que adoptó una posición favorable a Chile, lo que impidió que otras naciones actuaran en detrimento de nuestro país.

Por otro lado y tan como se ha relatado, influyó también la participación destacada de varios personeros de descendencia germana en el conflicto. Las virtudes y cualidades de esos bravos soldados que hemos reseñado someramente, influyeron para que inmediatamente terminada la guerra, ya en 1885, llegara contratado el Capitán alemán Emilio Körner y se dispusiera a reorganizar y a reinstruir a nuestro ejército.

En un discurso pronunciado el año 1908 en la Escuela Militar, por su Director, coronel Jorge Barceló, con motivo de la llegada al país del instructor militar Victor Von Hartrott, hizo referencia al capitán Otto von Moltke, y se hizo presente que el comportamiento del citado oficial había influido para que el general don Emilio

10 Ahumada Moreno, Pascual “. Recopilación Guerra del Pacífico completa de todos los documentos oficiales” Valparaíso, imprenta del Progreso 1884. Tomo I y II pp. 281 - 283

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Sotomayor Baeza (1884 – 1888) al entonces Inspector general del Ejército recomendara al Gobierno, la contratación de instructores alemanes.11

Ya en 1886 funda Emilio Körner la Academia de Guerra, y comienzan a fructificar las gestiones para traer más instructores alemanes, que con gran experiencia y profesionalismo logran imprimir ese espíritu a nuestro Ejército y transformarlo en forma drástica en lo que algún osado calificó como “la Prusia de América del Sur.”

Sólo para hacer un breve recuerdo nombremos acá a algunos de esos instructores con nombres que nos recuerdan tiempos imperiales, como por ejemplo el mayor Hermann Rogalla Von Bieberslein, teniente Walter Graf Von Koenigsmarck, capitán Albrecht Kellermeister Von Der Lund, teniente Guenther Von Below, entre otros. Ellos se identificaron, con lo que denominaron su segunda patria. La mayoría estuvo varios años en Chile y algunos regresaron a Alemania recién con el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Emilio Körner, en una entrevista a una periodista en 1915 le dijo “Si yo no hubiera tenido el honor de ser alemán, hubiese querido tener el honor de ser chileno. Yo llegué a Chile en 1885. Me encanté de tal manera con esta tierra, que la considero mi segunda patria.“12

Como trascendental corolario podríamos sostener con propiedad que la amistad y apoyo del Imperio Alemán, en especial de su Canciller de Hierro, Otto Von Bismarck, influyó positivamente en el desenlace favorable para Chile de este conflicto, permitiendo dejar en manos chilenas las ricas provincias de Arica, Tarapacá y Antofagasta en forma definitiva, y la de Tacna en forma transitoria durante casi 50 años, hasta 1929.

También podemos concluir que los poquísimos participantes en la guerra por cuyas venas corría sangres germana, en comparación a los miles que constituyeron el total de las fuerzas chilenas, tuvieron una actuación destacada, lo que ciertamente se hizo notar y dejó muy en alto el prestigio de las cualidades de ellos. Con orgullo de chilenos, que tenemos esta ascendencia, podemos decir entonces que junto a la sangre chilena regada en los desiertos y montañas del Norte, también hay una pequeña cuota de sangre germana.

Otro aspecto que debemos deducir es que esta buena relación y apoyo ha hecho que Chile sea un país mayoritariamente germanófilo a pesar de las sucesos económicos y de política internacional ocurridos durante el s.XX especialmente durante y después de las desventuradas I y II Guerra Mundial, especial sentimiento que se ha mantenido hasta hoy día.

Otra consecuencia importante, sin lugar a dudas, es el equipamiento, en distintas épocas de nuestra historia reciente, de material bélico de origen alemán que se distingue por su calidad, sencillez y durabilidad. Así tenemos a través de casi más de un siglo: cañones Krupp, fusiles Mauser, Carabinas y pistolas Steyr, ametralladoras

11 Anuario; Academia de Historia Militar Nº 9 año 1994 p.126. 12 Ibid.

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Rheinmettal, teléfonos Albisrieden, radios Telefunken, sillas de montar Reinhard, camiones Unimog, tanques Leopard, etc…

No puedo dejar de mencionar la disciplina formal y en los uniformes, especialmente de nuestra Escuela Militar, y la herencia musical que dejó esta pléyade de instructores militares en Chile y que se proyecta hasta nuestros días en sus himnos y marchas militares.

Leoncio Prado preso en chile pariente pdte. Prado colegio militar peruano lleva su nombre murió fusilado en Huamachuco algo de su permanencia en Chile.

Las razones anteriores han influido, a mi entender, en la consecuencia más importante, y es que nuestro Ejército adquiriera prestigio internacional y presencia disuasiva para que junto a las ramas armadas hermanas, nos permitiera ganar la batalla de la paz, que perdura ya 120 años, ante nuestros vecinos ancestrales, unos con sangre en el ojo y otro con claras pretensiones hegemónicas.

BIBLIOGRAFÍA

1. Ahumada Moreno, Pascual “Recopilación Guerra del Pacífico completa de todos los documentos oficiales.”Valparaíso, imprenta del Progreso 1884. Tomos I y II pp. 281 – 283

2. Antecedentes proporcionados por familia Meyerholz. 3. Antecedentes proporcionados por familia von Moltke en Chile: a pesar de

haber nacido en Alemania, se incluye sus datos por su parentesco con el Gran Mariscal Helmuth von Moltke Jefe del Estado Mayor Alemán.

4. Antecedentes proporcionados por la familia Boedeker. 5. Antecedentes proporcionados por la Familia Fonck. 6. Antecedentes proporcionados por la Familia von Moltke. 7. Anuario de la Academia de Historia Militar, Nº 21. 8. Anuario de la Academia de Historia Militar Nº 9. Año 1994. 9. Archivo General del Ejército. – Datos de combatientes de la Guerra del Pacífico. 10. Barros Van Buren, Mario. “Historia diplomática de Chile. 1541 – 1938” 2da.

Edición (actualizada a 1958). Editorial Andrés Bello. pp.360 – 372. 11. Blackemore, Harold; “Gobierno Chileno y Salitre Inglés 1886 – 1896. Balmaceda

y North”. 1era. Edición. Editorial, Andrés Bello. 1977. 12. Correspondencia personal entre Emilio Held y Rene Bustos Hutt. 13. Encina Fco. Antonio “Historia de Chile” Tomo XVI. Cap.XX. p.138 14. Expedición Arica Puno de Sergio López Rubio. 15. Historia de la creación del Regimiento Infantería Nº 12 “Sangra”. Historia del

Ejército de Chile. EMGE. 1981 Tomo VIII p.276 16. Liga chilena-alemana, 2002 “Pioneros del Llanquihue.” 17. Memorias del capellán Marchant Pereira de Joaquín Matte Varas. 18. Vicuña Mackenna, Benjamín “Albúm de la Gloria de Chile”. p. 231. Editorial,

Vaitea Santiago, 1977.

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ANEXOS

Antecedentes Biográficos de Algunos de los Combatientes.13

Teniente Coronel Juan 2º Meyerholz Wischoefer14

Nacido el 12 de abril de 1859 en Valparaíso. Su padre era don Johann Heinrich Meyerholz Boettcher, procedente de Beckeln en Alemania y su madre doña Augustita Wischoefer.

Sus estudios los realiza en el Colegio Alemán de Valparaíso.

Se alista de voluntario como soldado en el regimiento Nº 1 “Buín” en abril de 1879.

Asciende sucesivamente, siendo nombrado subteniente en febrero de 1880, siendo abanderado de su regimiento en noviembre de ese año.

Participa en la guerra desde agosto de 1879 hasta junio de 1881, participando exitosamente en los siguientes combates y batallas:

En el Bombardeo de Antofagasta que efectúa el monitor peruano “Huascar” en agosto de 1879.

En el Asalto y Toma de Pisagua el 02 de noviembre de 1879.

En la Batalla de San Francisco el 19 de noviembre de ese mismo año.

En la Batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880

En el Asalto y Toma del Morro de Arica el 07 de junio de 1880.

Por acciones anteriores recibe medalla con cinco barras de oro.

Participa en la expedición al interior de Perú, llegando hasta Tacora en agosto de 1880 y, al mando del capitán de navío Patricio Lynch, de septiembre a noviembre de 1880 en la incursión efectuada a Chiclayo – Lambayeque.

Participa en la Campaña de Lima, en las Batallas de Chorrillos y Miraflores en enero de 1881. Mereció una mención especial en el informe que el general Baquedano eleva el Supremo Gobierno.

El 17 de enero de 1881, tiene el honor de ser el primero que con un piquete de 10 hombres enarbolan la bandera chilena en el Palacio de los Virreyes.

Por otra ley se le otorga una nueva medalla con dos barras de oro.

Después de la guerra y como teniente en 1883, contrae matrimonio con la dama limeña Teresa Victoria Galiardo.

En 1885 es nombrado capitán y en 1886 se perfecciona en la Academia de Guerra.

En 1891 es comandado a estudiar Fortificaciones con el teniente coronel (r) ejército prusiano Gustavo Betzhold, Planifica y trabaja en las fortificaciones de Talcahuano.

13

Archivo General del Ejército. – datos de combatientes de la Guerra del Pacífico. 14 Antecedentes proporcionados por familia Meyerholz.

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Por permanecer leal al Presidente Balmaceda es borrado del Escalafón en 1891 después de la Revolución.

Se le concede retiro absoluto en 1894 después de habérsele ofrecido su reincorporación por Körner, lo que rechaza, fiel a sus principios políticos y porque se le niega su ascenso a coronel.

Es nombrado Profesor de Balística en la Academia de Guerra en 1901.

Es elegido Regidor por Santiago de 1899 a 1902.

Tuvo 4 hijos: Otto, Alejandro, Alberto y Esmeralda.

Era una persona muy activa, de gran sentido del humor. Se cuentan muchas anécdotas sobre su persona. Era apodado “El Teutón”.

Fue miembro permanente de la organización “Vieja Guardia de Balmaceda”. Fallece en Santiago el 26 de Marzo de 1929.

Teniente Coronel (movilizado) Federico Stuven15

Su padre, Juan Stuven Jensen, llegó en 1824 a Chile procedente de Hamburgo. Se casó en Chile con la dama porteña Jesús Olmos de Aguilera con la cual tuvo 12 hijos. El joven Federico, nacido en Valparaíso en 1843, fue enviado a Bremen en Alemania a estudiar artes mecánicas. De regreso instaló una fundición donde se fabricaron cañones de grueso calibre y otros elementos para el Ejército y la Marina.

Fue movilizado después de ofrecerse voluntariamente. Se le encuadró en el Cuerpo de Ingenieros.

Ofreció al Ejército Expedicionario una maestranza móvil, idea que fue aceptada y materializada a bordo de la fragata de transporte “Elvira Álvarez”, desde donde prestó valiosos servicios mecánico e ingeneriles.

Se distinguió en Pisagua donde organizó y dirigió el desembarco de las piezas de Artillería y puso en funcionamiento las resacadoras de agua del mar para ganar agua potable. Operó las instalaciones ferroviarias especialmente locomotoras abandonadas por los peruanos, las que reparó e hizo funcionar para beneficio del Ejército y en especial el abastecimiento de agua.

En la expedición de Ilo a Moquegua operó el ferrocarril que puso al servicio del Ejército, siendo felicitado personal y efusivamente por el Ministro Sotomayor.

En Moquegua realizó la proeza de desactivar, con riesgo de su vida, una carga con 17 cajas de dinamita que había sido colocada en un puente. Esto le salvó la vida al propio Ministro de Guerra en Campañas y a los Generales Escala y Baquedano.

15 Vicuña Mackenna, Benjamín “Albúm de la Gloria de Chile”. p. 231. Editorial, Vaitea Santiago (1977)

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Reparó toda la red ferroviaria que había sido destruida en muchas partes por los peruanos en retirada, en la provincia de Tarapacá.

Sufrió grave accidente, al darse vuelta la locomotora “La Chilenita” que él había reparado y bautizado. Este accidente lo dejó inválido.

Participó en la ocupación de Lima, después de lo cual fue nombrado superintendente general de los ferrocarriles del Perú. Debido a su salud resentida vuelve a Chile y fallece en 1883 en Concepción, como Jefe de la Maestranza del Ferrocarril del Sur.16

Capitán Otto Von Moltke: un caso de excepción17

En la lista de bajas del Regimiento de Infantería Nº 6 “Chacabuco”, correspondiente a la Batalla de Chorrillos, figura entre los muertos en la acción, el capitán Otto Von Moltke, oficial chileno, pero de origen germano, que se incorporó voluntariamente a nuestro Ejército. El apellido Von Moltke es de origen prusiano (Mecklenburg). Los Von Moltke descienden de Adam Gottlob Von Moltke que desde Prusia pasaron a Dinamarca. El padre de Otto era nativo de Dinamarca y era funcionario de la corona danesa. En Chile los daneses se integraron a la colonia alemana. A esta perteneció Otto.

Su nombre completo era Otto Magnus Ludwig Gerhard Graf Von Moltke Von Rantzau, nacido el 13 de agosto de 1851 en Lauenburg en el Elba. Como oficial tomó parte en la Guerra Franco – Prusiana en 1870, participando en la Batalla de Mars La Tour, siendo condecorado con la Cruz de Hierro de II Clase.

Hermano de Adam Carl Christian Graf Von Moltke que había sido oficial en el mismo Regimiento, el “Granaderos” del Rey Federico III Nº 62 de Altona y que había participado también en la guerra franco prusiana.

Ambos hermanos emigraron hacia Chile en 1876, llegando en el velero “Adolphus” y Otto se empleó en la fábrica de azúcar de Julio Bernstein en Viña del Mar, siendo reemplazado en el puesto por su hermano al ingresar al Ejército.

Se enroló voluntariamente como subteniente en el Regimiento de Artillería de Marina en 1879, participando en él, en la ocupación de Antofagasta.

Un desgraciado accidente, producto de un disparo accidental del subteniente Eduardo Zegers Ureta, lo llevó de vuelta a Valparaíso donde lo operó y sanó el Dr. Von Schroeders.

Ya repuesto, fue devuelto al Norte en el “Ilo”. Más tarde fue embarcado en el “Amazonas” como comandante de la guarnición militar a bordo. Tuvo la ventaja y el

16 Memorias del capellán Marchant Pereira de Joaquín Matte V. 17 Antecedentes proporcionados por familia von Moltke en Chile: a pesar de haber nacido en Alemania, se incluye sus datos por su parentesco con el Gran Mariscal Helmuth von Moltke Jefe del Estado Mayor Alemán; ver también Vicuña Mackenna, op.cit. p.81 y siguientes. (Antecedentes proporcionados por la Familia von Moltke)

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honor de ser uno de los participantes legales de la captura del “Huascar” en Octubre de 1879.

Integrado como teniente al Regimiento de Artillería de Marina participó en la Batalla de Tarapacá y en Tacna.

Observado por el Coronel Domingo Toro Herrera fue destinado al regimiento “Chacabuco” donde obtuvo el mando de una compañía. Al mando de ella encontró la muerte durante la Batalla de Chorrillos el 13 de enero de ese año. Su cuerpo fue mutilado por los peruanos, cortándosele los brazos, la nariz, orejas y la lengua.

El cuerpo de Otto von Moltke fue repatriado a Valparaíso por especial preocupación de la familia Bernstein, donde fue sepultado el 04 de abril de 1881 en el cementerio de disidentes. Sus funerales dieron origen a una impresionante ceremonia nocturna con antorchas y gran asistencia de autoridades e instituciones porteñas.

De él se dice que hablaba muy poco castellano y se refería a su ordenanza como “el pogopio”.

El anteriormente nombrado subteniente Zegers, del Batallón de los navales, también de Valparaíso y de ascendencia germana, gravemente herido en esa misma acción se trasladó a Valparaíso donde fue operado sin éxito y falleció en Febrero de 1881.

Teniente Coronel Julio Fonck Zoehrer18

Hijo del sabio y naturalista Dr. Francisco Fonck Foveaux, llegado a Chile en 1854. Nacido en Puerto Montt el 30 de mayo de 1856. Durante su estadía en Alemania estudió Ingeniería en Minas. Vuelto a Chile, no titubeó en atender el llamado de la patria, ingresando como teniente coronel al Batallón Cívico de la Higuera. Su nombramiento fue hecho por el Presidente Aníbal Pinto y su Ministro de Guerra con fecha 08 de Junio de 1879.

Terminada la guerra prosiguió su vida como civil.

Teniente Enrique Boedecker19

Como subteniente y teniente participó en la Campaña de Lima, encuadrado inicialmente en el Batallón Movilizado “Atacama” y después en el Batallón Movilizado “Lautaro”, tomando parte en las Batallas de Chorrillos y Miraflores y culminando con la ocupación de Lima en 1881. Fue condecorado con sendas medallas de oro por estas acciones. Posteriormente integró la División que al mando del coronel Velásquez marchó sobre las fuerzas del almirante Montero, quién se rindió en Arequipa con 4.000 efectivos. Regresó a Chile y siguió sirviendo en el Ejército en el Arma de Zapadores. En la revolución del 1891 sirvió en el bando presidencial, siendo eliminado

18 Vicuña Mackenna, Benjamín op.cit, p.19 (Antecedentes proporcionados por la Familia Fonck) 19 Ibid (Antecedentes proporcionados por la familia Boedeker)

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de las filas después del desenlace desfavorable para ellos. Fue reintegrado como mayor después de la aprobación de la Ley de Amnistía Nº 5311 en 1892.

Todos sus descendientes directos han sido Oficiales de Ejército.

Capitán Alberto Rafael Nebel20

Nacido en Valparaíso en 1856. Su padre Francisco Nebel Abbes había nacido en Altona, Hamburgo en 1804 y llegado a Chile en 1827 donde se casó con Carmen Ovalle Idiarte. Iniciada la guerra se incorporó como capitán en el Batallón Cívico Movilizado “Lautaro” en el que le cupo contribuir a las tomas de Tacna y Arica. Tomó parte en las batallas de Chorrillos y Miraflores.

Destinado al Batallón “Chacabuco” hizo las campañas hacia el interior y estuvo a cargo de la guarnición de La Concepción. Posteriormente fue ascendido a sargento mayor. En Iquique en 1886 le fue amputada una pierna que se le había gangrenado a raíz de un golpe recibido durante la guerra.

Falleció a consecuencia de esa lesión en abril de ese año.

Capitán Augusto Nordenflycht21

También de estirpe germana fue uno de los oficiales de mayor edad en este grado en el ejército expedicionario.

Su familia era oriunda de Sajonia, donde su abuelo era Barón. Su padre Dionisio, llegado a principios del Siglo XIX, primero a Perú y después a Chile, Quillota, donde era propietario de una hacienda.

Augusto Nordenflycht participó primero en la guerra contra la Confederación Perú – Boliviana en 1838, como subteniente. Se reintegró al servicio en 1865 con motivo de la Guerra contra España y posteriormente se movilizó nuevamente para la Guerra del Pacífico, como capitán en el Regimiento “Lautaro” y después como capitán ayudante del regimiento “Aconcagua”.

Murió habiendo cumplido 42 años en una carga de Caballería que él organizó y comandó durante la Batalla de Miraflores en enero de 1881.

Tenientes Francisco Meyer y Tristán Stephan22

Estos dos oficiales de ascendencia alemana, del regimiento “Carabineros de Yungay” se distinguieron en la defensa de Oroya en la zona de Huancayo en Julio de 1882, contra

20 Vicuña Mackenna, op.cit. p.529. (Antecedentes proporcionados por la Familia von Moltke C) 21 Ibid. 22 Ibid.

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montoneros peruanos. Actuando juntas las reducidas fuerzas del 3º de Línea y Carabineros de Yungay rechazaron un ataque sorpresivo de guerrillas peruanas causándoles 120 bajas, teniendo los chilenos sólo 2 heridos. El coronel Estanislao del Canto pidió para ambos oficiales una recompensa especial del Supremo Gobierno por su conducta valiente y decidida que se calificó como “acción distinguida.”

Teniente Reinaldo Bolz23

Era hijo de Christian Bolz, alemán radicado en La Serena desde 1855. Se había trasladado a Valparaíso, donde ejercía como comerciante, cuando estalló la guerra se enroló en la Artillería y participó con singular valentía en las Batallas de Chorrillos y Miraflores, habiendo sido distinguido por esa acción por la Superioridad. Durante la Campaña de la Sierra recibió una misión reservada de rescatar al capitán Luco Lynch, sobrino del almirante Lynch, que se encontraba prisionero de unos montoneros peruanos. Iba acompañado para estos efectos por un oficial peruano. Lamentablemente cayó en una trampa, fue tomado igualmente prisionero y, ante la inminente llegada de otras fuerzas chilenas a cargo del capitán Stephan del Batallón Victoria fue asesinado al interior de la iglesia de Casma. El sableador Stephan persiguió posteriormente a los montoneros y logró rescatar al capitán Luco Lynch.

Los restos del Teniente Boltz restos fueron sepultados en el cementerio de Casma y años más tarde repatriados a Valparaíso, donde descansan hoy en día.

Teniente Federico Weber24

Nacido en 1857, hijo de un anciano avecindado en Chile y madre chilena Ana María Núñez. Fundó en Constitución un diario “El Atalaya”. Al comenzar la guerra se enroló en el Regimiento “Lautaro” en Valparaíso el cual fue transportado al Norte después de la batalla de Tarapacá. Como Teniente de Zapadores le corresponde actuar en Moquegua y en la campaña de Tacna, primero en Los Ángeles y después en Alto de la Alianza.

Posteriormente fue nombrado Ayudante de una División, cayendo junto a cientos de chilenos en la batalla de Chorrillos el 13 de Enero de 1881, durante el sangriento ataque al Morro Solar.

Alférez Enrique Stange25

Nacido el 17 de Octubre de 1857, hijo de Enrique Stange, alemán procedente de Kiel y de Isabel Aliste, chilena.

23 Vicuña Mackenna Benjamín. Op.cit. p. 531 y 283. 24 Ibid. 25 Expedición Arica Puno de Sergio López Rubio.

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Se enroló voluntariamente en diciembre de 1879 en el Escuadrón Movilizado “Maipú”, siendo ascendido a Sargento 2º al poco tiempo y a Sargento 1º en abril de 1881. En septiembre de 1881 es ascendido a Alférez y es encuadrado en el Escuadrón Movilizado “Las Heras.” Durante la Campaña de la Sierra en Noviembre de 1883 tiene lugar el Combate de Pachía. Se enfrentan las fuerzas chilenas del Batallón Los Ángeles y el Escuadrón de Caballería “Las Heras” contra 400 hombres del montonero peruano Pacheco Céspedes. El alférez Stange encabezó en forma decidida y valiente una carga de Caballería del Escuadrón “Las Heras”, durante la cual lamentablemente perdió la vida, junto a otros 13 compatriotas.

Extraigo un párrafo del libro “Expedición Arequipa – Puno” de Sergio López Rubio. “Una tercera carga inverosímil lanza el paladín Stange. Caen sus dos últimos subalternos y el recibe un nuevo impacto que le destroza el antebrazo izquierdo. Sosteniendo con los dientes las bridas de su caballo alazán, también herido, alza la espada con el único brazo y arremete solo, contra la turba ensoberbecida. Uno y otro tiro perforan ese cuerpo jadeante que pesadamente va resbalando de la montura.

El mártir traspasa así, legendariamente, los confines de la eternidad… El último oficial chileno caído en la Guerra del Pacífico, en acción, señaló con su ejemplo el comportamiento a seguir por los hijos de esta tierra si el infortunio obligara mañana a batir tambores.”

Sus restos fueron enterrados en Tacna y en 1929 se repatriaron a Chile y sepultados en forma definitiva en el Cementerio General.

Suboficial Adolfo Hutt Metzger26

Es interesante la historia de este chileno – alemán que se enroló voluntariamente en el Ejército de Chile y participó exitosamente en la guerra. Una carta escrita por él desde Lima, fue publicada en El Cóndor del 20 de mayo de 1978, gracias a un aporte periodístico de un sobrino nieto que a la sazón vivía en La Unión.

Adolfo Hutt Metzger, nacido en San Carlos, en las cercanías de Corral en 1852, era hijo de Friedrich Hutt que llegó con su esposa Cristiane Metzger y 4 hijos, como inmigrante, a bordo del velero “Gran Alfredo” en 1851 a Chile.

De las memorias de su padre, escritas en noviembre de 1877, es interesante resaltar que “el primer pan que comimos en Chile, lo amasó mi señora en la cubierta de la maleta que trajo mi madre al matrimonio cuando se casó hace 32 años. Para lo anterior había construido un horno ya que tenía que alimentar a 6 personas. La primera casa en que viví era una ramada cubierta con techo de hojas de “chupones,” Mi primera fuente de entrada era el carbón que se vendía convenientemente en el pueblo. ¡Qué desarrollo! De fabricante de cerveza en la ciudad en Alemania a fabricante de carbón en el casi último rincón del mundo. Después me trasladé a La Unión donde compré un molino semidestruido el que puse en funcionamiento y el cual

26 Correspondencia personal entre Emilio Held y Rene Bustos Hutt.

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sostuve hasta 1865 cuando se lo vendí a Friedrich Grob… y este fue el comienzo de la gran empresa que existe hasta nuestros días.”

Adolfo Hutt es contratado como sargento 2º en septiembre de 1879 en el Regimiento Movilizado “Lautaro”, ascendiendo a sargento 1º en marzo de 1882. Participa en la Batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880 y el Asalto y Toma del Morro de Arica el 6 y 7 de junio.

En la campaña de Lima participa de las Batallas de Chorrillos y Miraflores del 13 y 15 de enero de 1881.

Existe una carta de Adolfo Hutt a su padre, escrita en idioma alemán y en letra gótica, fechada el 16 de junio de 1880, inmediatamente después del Asalto y Toma del Morro de Arica, de la cual se resaltan y extraen algunos párrafos:

“La batalla de Daucna (Tacna) fue muy fuerte, demoró solamente 3 ½ hora. Los peruanos eran cerca de 14.000 hombres y se habían fortificado con fosos y sacos de arena. Nosotros en cambio éramos solamente 8.200 más 2.100 en la reserva. El fuego adversario llegaba como si uno tirara una mano llena de arvejas sobre un tambor. Al lado mío caían mis amigos y las granadas explotaban muy cerca. Tuve mucha suerte. Antes del combate marchamos como 12 millas con 18 libras en la mochila y 150 balas para el fusil.

Estábamos muy cansados y cuando el enemigo huía dejaba todo botado y tuvimos que perseguirlos”.

“He pasado muchas peripecias y verás como llegaré a viejo. Tengo esperanza ahora de ser nombrado Oficial, con eso ganaré 75 (pesos) mensuales. No he recibido nunca un castigo, y eso lo pueden decir muy pocos. Ya he ahorrado 150 pesos, así es que cuando nos volvamos a ver podremos conversar”.

El 07 de Junio fuimos a la Batalla de Arica. Partimos a las 3 de la mañana con todos los Regimientos. El enemigo era muy fuerte. Tenían 6 fuertes con buenos cañones. Además 28 montones con explosivos (minas) que tenían un radio de acción de 60 a 70m. Para nuestra suerte estas se encendieron prematuramente”.

“A las 10 de la mañana se había terminado el combate. Nosotros tuvimos 250 muertos pero el enemigo tuvo sobre 1.000 muertos y heridos. Nosotros teníamos orden estricta de producir el máximo de bajas, ya que estos peruanos son muy malos, imagínate que en Mogewaelo (Moquegua) mataron a 150 chilenos entre prisioneros y enfermos”.

“Hasta ahora estoy bien pero, he pasado por momentos muy serios, hasta he tenido que tomar mi propia orina para no morirme de sed”.

Adolfo Hutt lamentablemente no regresa a la Patria y al seno de su familia; encuentra la muerte en el Hospital de Huancayo, después de una epidemia de tifus en la época de la ocupación de Lima en 1882.

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LA GUERRA CIVIL DE 1891 Y SU CONDUCCIÓN

POLÍTICA Y ESTRATÉGICA

GENERAL HUMBERTO JULIO REYES

INTRODUCCIÓN

El propósito de esta breve investigación histórica es hacer un análisis crítico de las decisiones adoptadas por los bandos en pugna y de sus consecuencias en el resultado final del conflicto fratricida.

He tomado prestado el nombre de esa obra señera que escribiera el recordado general don Manuel Montt Martínez,27 para explicar la forma en que se conduce el hecho social guerra.

He descartado el término “conducción político – estratégica,” más en boga en la actualidad, por considerar que, al asociarlo a la guerra, se comete una redundancia, toda vez que la conducción del conflicto bélico corresponde precisamente al más alto ámbito de la conducción nacional, esto es al ámbito político – estratégico.

En cambio, al separar ambos campos, el del conductor político del que es propio del comandante en jefe, he procurado resaltar la correspondencia que se dio entre ambos o la inconsecuencia entre ellos, aún si en determinadas etapas una misma autoridad asumiera ambos niveles, habitualmente el conductor político, produciéndose la consiguiente confusión de niveles o bien, respetándose en lo formal dicha separación, cuando por diversas razones el nivel superior invadiera el campo que debiera estar reservado al profesional de las armas.

El trabajo pretende explicar no sólo la ejecución de las operaciones sino que también su preparación así como la correlación existente con los otros campos de acción clásicos, a saber, el externo, el interno y el económico.

Así, la primera pregunta que se intentará responder es si acaso, estando conscientes del inminente conflicto, los bandos se prepararon para afrontarlo o bien confiaron en evitarlo, ganándose el respaldo o la neutralidad de la institución considerada árbitro: el Ejército.

Esta primera pregunta directriz tiene directa relación con nuestra hipótesis central: No habría habido guerra civil si el Ejército no se hubiera mantenido leal al presidente Balmaceda, o bien, si la Armada no se hubiera plegado al bando congresista. Dicho de otra forma, sólo la división de las Fuerzas Armadas hizo posible la guerra fratricida.

27 “La Guerra, su conducción política y estratégica.”

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En lo anterior seguimos de cerca los razonamientos del ilustre historiador nacional don Francisco Antonio Encina, cuya Historia de Chile constituye nuestra principal fuente bibliográfica, aunque no la única.

Una segunda pregunta directriz tiene que ver con la identificación de decisiones cruciales y, eventualmente con sugerir distintos desenlaces para el caso que se hubieran adoptado diferentes decisiones.

DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN

I. – Situación Previa a la Crisis

Un historiador ha señalado que esta guerra “es la culminación de un largo proceso político y si bien fue precipitada por hechos inmediatos, arranca de circunstancias anteriores que la hicieron en cierta forma fatal e inevitable.”28

Sin embargo y sin que implique desacuerdo con lo señalado, los orígenes del conflicto que opusiera al presidente José Manuel Balmaceda con el Congreso de la época podrían encontrarse en el programa mismo que el gobernante pretendiera llevar a cabo “en el cual estaba resuelto a embutir la realidad política y económica chilena, calzara o no con él”.29

Los tres principales aspectos de él tenían que ver con el engrandecimiento y la independencia económica de la patria, la unión de los grupos liberales en un gran partido de gobierno y, finalmente, la reconciliación con la iglesia y los clericales.

Dentro del primero conviene distinguir la transformación de la riqueza proveniente del salitre en obras de infraestructura y, complementariamente, la nacionalización de las industrias y del comercio dentro de un plan que nunca se concretó.

El segundo objetivo, perseguido infructuosamente, pareciera haber sido causa eficiente en el conflicto que ya en enero de 1890, “se convirtió en la preocupación dominante.”30

Tras ocho ministerios de coalición fue quedando en evidencia que respecto a este punto existían visiones absolutamente contrapuestas, ya que si bien había coincidencia en el propósito, no la había en las intenciones. Quienes pensaban que la unión de los liberales robustecería la acción del parlamento y de los partidos, mientras el ejecutivo se marginaba de la lucha partidista, pronto advirtieron que la intención del gobierno buscaba exactamente lo contrario, esto es que el presidente encabezara un gran partido de gobierno e interviniera decisivamente en la imposición de un sucesor.

A partir de este momento los partidarios del gobierno comenzaron a plantear abiertamente la posibilidad de un golpe de estado o autogolpe para que “el jefe supremo de la nación gobernara sin presupuestos, sin contribuciones y sin Congreso.”31

28 EYZAGUIRRE, JAIME, Historia Constitucional de Chile, pág. 158. 29 F.A.ENCINA, Historia de Chile, t. XIX pág. 65 30 Ibídem pág. 185

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Por su parte, la oposición liberal adoptó una actitud decidida en contra del presidente y este comenzó a buscar el apoyo de los conservadores.

Comenzaron a producirse una serie de situaciones que daban cuenta de una creciente división interna y del aislamiento del presidente, no sólo respecto a los partidos políticos sino que también respecto a la opinión pública.

La lucha política comenzó a expresarse en manifiestos de la oposición vs. Declaraciones oficiales; reuniones, banquetes y prensa. La falta de apoyo en la prensa llevó al gobierno a fundar “La Nación” en Santiago y “El Comercio” en Valparaíso. “Las publicaciones alcanzaron por ambos lados una virulencia que hace recordar los días siguientes a la caída de O’Higgins.”32

Se descalificaba al candidato de gobierno, Sanfuentes, y a los nuevos ministros. “La Nación” replicaba con insultos a los dirigentes opositores. Pronto comenzaron los ataques personales al presidente acusándolo de utilizar la mentira como elemento político.

Lo anterior, “ahondó los distanciamientos y exacerbó las pasiones de los bandos en lucha.”33 Esto se vio agravado por las destituciones de los funcionarios y empleados públicos que simpatizaban con el Congreso.

El anuncio de una reforma constitucional terminó de unir a la oposición aún dispersa la que se preparó a luchar en defensa de las instituciones.34

El 18 de mayo de 1890, un acto organizado por el gobierno en Valparaíso para celebrar prematuramente un triunfo municipal, con la participación de cuatro ministros, terminó en batalla campal y en la huida ignominiosa de las autoridades.

Respecto a las fuerzas armadas, “desde que vislumbró la posibilidad de una revolución, Balmaceda resolvió previsoramente atraerse al Ejército”35 A este efecto nombró ministro de Guerra y Marina al general Velásquez, de distinguida participación en la Guerra del Pacífico.

Por su parte la oposición comenzó a fomentar relaciones entre quienes se sentían postergados u hostilizados por el ministro, entre ellos el coronel Estanislao del Canto, también distinguido en la guerra.

Ese año, el tradicional banquete de los militares en el aniversario de la batalla de Tacna terminó a puñetazos, pero demostró que el gobierno podía contar con el apoyo de la amplia mayoría de jefes y oficiales “en caso de llegar a las vías de hecho.”36

Cuando, a fines de junio, pareció inminente que la mayoría opositora en el Congreso junto con acusar al ministerio “de turno”, declararía la vacancia de la presidencia, el

31 Ibidem Pág. 185 32 Ibidem Pág. 191 33 Ibidem Pag. 193 34 Orrego Luco en Op.Cit. Pág.196 35 Op. Cit. Pág. 210 36 Ibidem Pág. 212

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gobierno de Balmaceda, a su vez, procedió a redactar un decreto de disolución del Congreso.

Como se preveía la instauración de una dictadura transitoria, el presidente, no bastándole las seguridades del comandante general de armas de Santiago, general Barbosa, quiso asegurarse la lealtad de los jefes del ejército, llamándolos personalmente. Los que “fueron llamados, aceptaron gustosos el golpe.”37 El ministro de Guerra y Marina, le aseguró su adhesión personal y la del ejército. Esta seguridad habría contribuido decisivamente a que el gobierno extremara el conflicto con los partidos políticos.

Mientras, se producían violentas huelgas en Iquique y Antofagasta, con muertos y heridos en cantidad imposible de determinar; las calles de Santiago eran escenario de frecuentes choques entre la juventud opositora por una parte y bandas de garroteros reclutadas por la policía, por la otra. Estos incidentes culminaron el 19 de diciembre con el asalto al Club Conservador, ordenado por la Intendencia mientras se realizaba una reunión del bando opositor. En el intercambio de disparos que se produjo, resultó herido de muerte por un policía, el joven de 20 años Isidro Ossa Vicuña. Sus funerales tuvieron características de apoteosis y “fue otra enorme manifestación contra el gobierno.”38 Este procedió a restringir el derecho a reunión.

Entretanto, la incorporación de Domingo Godoy al ministerio había implicado la reanudación de destituciones de personal administrativo para “depurar el personal y dominar a los enemigos por el terror, que era su gran arma de combate.”39

Ya se ha señalado que el gobierno buscaba asegurarse la fidelidad del ejército, considerando que un alzamiento de la marina, sin concomitancia terrestre, no tenía destino. Para ello se procedió a nombrar a jefes que facilitaran este propósito, aislando a los sospechosos de simpatizar con la oposición. Esta última buscó atraer a su causa al general Baquedano, sin éxito.

Desde que asumiera el mando, Balmaceda había impulsado un programa para contar con un ejército permanente de 5.000 hombres, capacitado para movilizar 40.000, prosiguiendo con la modernización iniciada por el anterior gobierno. Igualmente se buscaba contar con la marina de guerra más poderosa en la América del Sur.

Señala Encina que el ejército, salvo un corto número de jefes y oficiales, recibió con malos ojos las innovaciones. En cuanto a la marina, se encargó la construcción de un acorazado, dos cruceros, dos cazatorpederos y dos escampavías. Paralelamente se completaron las fortificaciones costeras de Valparaíso, se iniciaron las de Talcahuano y se estudiaron las de Iquique y otros puertos.

En cuanto a las relaciones exteriores, en particular las vecinales, conviene señalar que aún se encontraba pendiente la demarcación limítrofe con Argentina, consecuencia del tratado de 1881 y que en este aspecto poco se pudo adelantar más allá de una

37 Ibidem Pág. 261 38 COLLIER, SIMON y SATER, WILLIAM, Historia de Chile 1808-1994, Pág. 145 39 Op. Cit. Pág. 311

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convención que fijó las atribuciones de los peritos y las primeras reuniones de estos. Todo esto sucedía en 1890, en vísperas del inminente conflicto.

En cuanto a Bolivia, las agresiones y hostilidades contra los chilenos residentes en el país y sus intereses, sumadas a desinteligencias en la aplicación del tratado de tregua y pactos complementarios, generaba un clima de constantes dificultades. “La creación de la provincia de Antofagasta dio motivos para una protesta del gobierno boliviano.”40

Respecto al Perú, hubo que afrontar numerosas dificultades para aplicar el tratado de paz, en especial por la venta directa de guano por parte de dicho país, la rectificación del límite norte del territorio de Tacna y la ampliación del plazo para que los habitantes de Tarapacá optaran entre la ciudadanía peruana y la chilena. Otro tema que fue resuelto, aún si en forma gravosa para Chile, fue el relativo a los tenedores de bonos por empréstitos peruanos anteriores a la guerra del Pacífico.

II. – Crisis e Inicio de las Hostilidades

Al negarse el Congreso a aprobar el presupuesto para 1891, “Balmaceda emitió un manifiesto, donde rechazaba la presión del Congreso y anunciaba que, durante 1891, mantendría en vigencia las leyes esenciales aprobadas para 1890. Cuatro días después decretó que se renovaría el presupuesto del año anterior.”41

La oposición, por su parte, después de sondear a la Marina, redactó un Acta de deposición, acusando al presidente de alta traición y encomendando al capitán de navío Jorge Montt la tarea de ayudar al Congreso a restaurar la Constitución.42

El 7 de enero de 1891, la mayor parte de los buques de la escuadra zarpó de Valparaíso, llevando a bordo a los líderes de la oposición.

Los autores ya citados, Collier y Sater, en concordancia con escritores nacionales, señalan que ni el decreto de Balmaceda ni el acta del Congreso, fueron en absoluto constitucionales, sin embargo en términos de decisión, implicaban una virtual declaración de guerra y, por ello, eran de naturaleza político – estratégica.

Los mismos autores nos indican que se trató de una guerra extraña ya que la Marina, de parte del Congreso, poco daño podía hacerle al ejército, y este último, leal a Balmaceda, difícilmente podía atacar a la Marina. Sin embargo estiman que el control del mar le daba mayores posibilidades a los parlamentarios en el largo plazo, aspecto que no pareciera haber sido considerado en la apreciación del gobierno.43

40 Ibidem Pág. 441 41 COLLIER, Op. Cit. Pág. 145 42 Ibídem Pág. 145 43 Nota del autor.

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III. – Primeras Operaciones

Producida la sublevación, el gobierno dispuso ese mismo día la movilización del ejército y de la guardia nacional, con la intención de organizar siete divisiones, objetivo que no llegó a alcanzarse.

La ejecución de esta actividad, por la usual vía de las levas forzadas, aunque necesaria para enfrentar el inminente choque, llevaría a una mayor impopularidad del gobierno.

La ventaja congresista en el mar les permitió bloquear los puertos del salitre y Valparaíso y luego, incursionando en la costa, apoderarse de hombres, armas y provisiones. En febrero capturaron Pisagua y, finalmente en marzo, derrotaron a las fuerzas leales a Balmaceda. Pese al refuerzo constante de las guarniciones del gobierno, con unidades traídas desde el centro, en abril consolidaron su dominio entre Tacna y Atacama.

El triunfo militar implicaba apoderarse de toda la zona salitrera. La Junta Revolucionaria pudo emplear las nuevas ganancias en comprar armas en el extranjero. Con estas armas y las ya capturadas dotaría al ejército que comenzó a formar contando con la experiencia de aquellos oficiales que se habían plegado al bando congresista y la hábil asesoría de Emil Körner.

El rápido y sorprendente triunfo de los revolucionarios frente a tropas de un ejército profesional solo puede explicarse por una suma de factores, todos desfavorables a la causa presidencialista: la lejanía y aislamiento del teatro de operaciones; las simpatías que despertaba la causa del congreso; el empeñarse en una batalla decisiva sin lograr reunir los diferentes núcleos (Pozo Almonte); la imposibilidad física de las guarniciones de prestarse apoyo que permitió a los congresistas batirlas en detalle.

Hay constancia que el ejecutivo intervenía directamente en las decisiones de carácter operativo, como cuando el presidente dispuso que, de las fuerzas desembarcadas en Antofagasta, se organizara un destacamento para que marchara por tierra a reunirse con el Coronel Robles en Pozo Almonte, el que no alcanzó a cubrir oportunamente los 150 km. que los separaban.

Paralelamente, el gobierno intentó disputar el dominio del mar a los congresistas con escasos medios y con relativo éxito, toda vez que logró con los nuevos cazatorpederos llegados de Europa, hundir al “Blanco Encalada” en abril. Afortunadamente, para el futuro de nuestra Marina, no lograron repetir este logro.

Conviene señalar que, en el campo externo, se produjo un incidente con el gobierno de Estados Unidos, cuando el vapor Itata fue enviado por los revolucionarios a ese país para obtener armas. Advertido el representante del gobierno, obtuvo una orden judicial para retener el cargamento el que, después de diversos incidentes y gestiones, sólo fue liberado en octubre de 1891.

En este ámbito y como era lógico, los mayores esfuerzos diplomáticos, por ambos bandos, se centraron en el tema de las adquisiciones de armas, buques y pertrechos de guerra.

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El gobierno intentó adquirir buques y obtener la entrega de los que se estaban construyendo, junto con estorbar las compras de los congresistas. También hubo de imponer restricciones al comercio marítimo para privar al adversario de productos agrícolas del centro y de la renta del salitre. Sin embargo estas medidas se estrellaron con la oposición de los países europeos y Balmaceda tuvo que ceder.

Por su parte, los agentes de la Junta de gobierno lograron que los cruceros que se construían en Francia fueran retenidos y no llegaran a tiempo para participar en la lucha.

Bolivia, convencida del triunfo revolucionario, reconoció en mayo la calidad de beligerantes de los congresistas quienes acreditaron un representante en La Paz mientras el del gobierno chileno se retiraba.

Respecto a Argentina, “las poderosas influencias de los congresistas prevalecieron desde el primer instante.”44

Más exitosa resultó la acción exterior en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia ya que no reconocieron a la Junta como beligerante. En el primero incluso se impidió las adquisiciones de armamentos por parte de los revolucionarios.

La Junta, por su parte, aunque no logró el reconocimiento de beligerancia por parte de las grandes potencias, fue efectiva en su acción de propaganda, inclinando la opinión internacional a su favor sin que este hecho tuviera influencia decisiva en los acontecimientos futuros.

En el campo interno, el gobierno reprimió con dureza los intentos por planificar o realizar acciones de sabotaje, destacando el episodio llamado matanza de Lo Cañas. El tardío reemplazo del ministro Godoy por Bañados Espinosa no pudo revertir el aislamiento e impopularidad del presidente y sus más cercanos. Según el ministro (embajador) inglés, el noventa por ciento de las clases ilustradas eran opositoras. Lo mismo señalaba respecto a Valparaíso el almirante americano Brown pese a que era partidario de Balmaceda. Encina hace suyo el cálculo del embajador alemán, quien señalaba a su gobierno que en la oposición figuran los tres cuartos de los que tienen algo que perder.

En el campo económico la Junta, al normalizar el trabajo en las salitreras y estimular la exportación, pudo financiar sus gastos, tanto de administración de las cuatro provincias en su poder, como de organización y equipo del ejército y parte del material de guerra adquirido en el extranjero y que fue despachado a Chile en cinco expediciones.

El gobierno por su parte enfrentaba una difícil situación financiera, al tener que hacer frente con un tercio menos de las rentas nacionales (los derechos de exportación del salitre) y el cierre del crédito interno y externo al aumento en los gastos por la movilización del ejército, la campaña en el norte y las adquisiciones de material bélico.

44 Op. Cit. Pág. 190.

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IV. – El Triunfo Congresista

En los primeros días de julio, la Junta de gobierno, contra la opinión de Körner y otros miembros del gobierno, resolvió operar directamente sobre Valparaíso en lugar de hacerlo sobre Coquimbo o Concepción.

Producido el desembarco de los revolucionarios en Quinteros, el 20 de agosto, casi los mismos factores que facilitaron el triunfo congresista en el norte, serían decisivos para derrotar definitivamente a las fuerzas leales a Balmaceda en el sur.

La incorporación forzada a las filas del Ejército y los excesos cometidos contra los partidarios del Congreso por la policía, habían hecho cada vez más impopular al presidente Balmaceda.

A su vez este último dada la cercanía relativa de los acontecimientos y las facilidades que otorgaba el telégrafo, a lo que se sumaba a no dudarlo la sensación de inminencia del desenlace de la lucha, consideró necesario intervenir con mayor frecuencia en la conducción estratégica y aún táctica de sus fuerzas.

Por el contrario, dentro del bando congresista, no pareciera que la dirección política haya interferido con la conducción estratégica, aún si el presidente de la Junta asumió “como jefe superior de la armada y del ejército,“45 embarcándose rumbo al sur con dos ministros en calidad de “ministros en campaña.” Puede considerarse incluso positiva su intervención con posterioridad a Concón para proseguir sin más dilaciones la ofensiva hacia Placilla.

La notable superioridad numérica del bando balmacedista (3:1 en fuerzas terrestres) se veía compensada por la libertad de acción con que operaban los revolucionarios desde el mar, ya que las cuatro divisiones del gobierno, desplegadas desde Coquimbo a Concepción, no estaban en condiciones de reunirse oportunamente para la batalla decisiva, siendo empeñadas, nuevamente, en forma parcial.

Habiendo optado por la defensiva estratégica, las fuerzas gobiernistas se limitaron a reaccionar y, desde ese momento su derrota ya era sólo cuestión de tiempo, aún si pareciera que sus mandos siempre subestimaron a sus contrarios.

Una estructura superior de mando que cambió frecuentemente en esta etapa decisiva, implicó que los comandantes divisionarios recibieran directamente órdenes del presidente, quien se había reservado el mando en jefe aún si su intento de conducir en el campo de batalla mismo se vio frustrado; posteriormente del ministro de guerra en campaña y, finalmente, del divisionario más antiguo (Barbosa) cuando la derrota era inminente.

Esta defectuosa estructura tampoco permitía que el conductor político conociera la verdadera situación militar, al extremo que, después de consumada la derrota en Placilla, el presidente Balmaceda resolvió presentar nuevamente batalla, concentrando las fuerzas que aún le restaban en Quillota y sólo la negativa del comandante designado le hizo comprender que ello no tenía sentido.

45 F.A.ENCINA, Historia de Chile Tomo XX, Pág. 238.

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V. – Conclusiones.

“Ninguna otra guerra ha servido para poner de manifiesto la vulnerabilidad de Chile central ante una escuadra.”46

Este juicio que, naturalmente, compartimos, lleva a concluir que el contar con la adhesión de la Marina fue fundamental para la causa revolucionaria y llama la atención que el gobierno haya menospreciado ese factor y se limitase a asegurarse la lealtad del ejército.

Quizás tarde, al comprender donde estaba la fortaleza de su adversario, el gobierno intentó disputarle el dominio del mar con sus escasos medios y aún pensó revertir la situación si llegaban los buques que estaban en construcción.

¿Pudo hacer Balmaceda, en su situación, otra cosa que optar por la defensiva estratégica? ¿Pudo haber librado las batallas decisivas en mejores condiciones?

Sería aventurado hacer un juicio al respecto ya que tendría un carácter puramente especulativo, aún si el general Velásquez opinaba que la defensa del norte fue un grave error militar. ¿Qué habría ganado el gobierno abandonándolo sin lucha?

Sí podemos señalar que la conducción del bando revolucionario evidencia coherencia, unidad de propósitos y una correcta aplicación de los principios de la guerra: se explotó hábilmente la libertad de acción disponible, se actuó ofensivamente desde un inicio y se mantuvo la iniciativa, se consiguió sorprender al adversario y sólo falló la seguridad frente a una nueva arma: el torpedo automotriz. Finalmente se mantuvo el objetivo de lograr la victoria militar para obtener el poder político.

También podemos agregar que el gobierno perdió la iniciativa estratégica en el norte y no la pudo recuperar, toda vez que los congresistas impusieron su propio ritmo a las operaciones, aspecto confirmado por uno de sus partidarios al señalar que los jefes balmacedistas no pudieron esperar a reunir todas sus fuerzas ya que la acción adversaria los forzó a aceptar el combate. 47

Respecto a la crisis política, origen de la guerra fratricida, pareciera que en gran medida fue la confianza en el apoyo del ejército y, por ende, en el triunfo de sus armas, lo que llevó al presidente a no ceder en su posición.

Triunfante la revolución en el norte aún existió espacio para una salida negociada, sin embargo nuevamente se impuso una confianza ciega en el triunfo, producto de una evaluación errónea del verdadero potencial del adversario, a su vez influenciada por el menosprecio generalizado respecto a su capacidad militar y que se mantuvo constante aún en vísperas de la decisión final.

Por su parte, el bando congresista no tenía la certeza del triunfo pese al apoyo de la marina y, por ello, trató también de ganarse al ejército. Al no obtenerlo decidió correr el riesgo.

46 LOPEZ URRUTIA, CARLOS Breve Historia Naval de Chile, Pág. 113 47 Comentarios de Eloi Caviedez en “Las últimas operaciones del Ejército Constitucional”

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Aunque parezca algo absolutamente evidente, no está de más recalcar que sólo la división de las fuerzas armadas hizo posible la guerra civil, lección permanente a futuro.

Rotas las hostilidades, y como es habitual en la dialéctica de la guerra, el bando que cometió menos errores, logró alcanzar el triunfo.

Aquel que no valoró en su exacta dimensión la importancia de las fuerzas morales en juego, fue derrotado.

BIBLIOGRAFÍA

1. CAVIEDEZ, ELOI T. Las últimas operaciones del Ejército Constitucional, Imprenta del Universo, Valparaíso, 1892.

2. ENCINA, FRANCISCO A. Historia de Chile, Ed. Nascimento, 1970. 3. EYZAGUIRRE, JAIME, Historia Constitucional de Chile, Ed. Universitaria S.A.,

1962. 4. ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO Historia Militar de Chile, IGM,

1970. 5. HERVEY, MAURICE, Días oscuros en Chile, Ed. Fco. De Aguirre, 1974. 6. LOPEZ URRUTIA, CARLOS, Breve Historia Naval de Chile, Ed. Fco. De Aguirre,

1976. 7. COLLIER, SIMON y SATER, WILLIAM, Historia de Chile 1808-1994,

Cambridge, 1998.