Rev libertariamérica núm 3 agua

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- SECCION SAPEO - SERIE: CHOLITA - COMICS - ARTICULOS SOBRE EL AGUA - LA GUARIDA - POESIA CRISTOFER CAICHEO - POESIA LIQUIDA DE LOS ´90 EL AGUA Marzo año 2014, Edición N°2, Colectivo Libertariamerica, Distribución gratuita, Santiago de Chile.

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El problema tiene una relación directa con las formas de producción como con el poder. Solo el desarrollo del poder popular, del control territorial de nuestros recursos naturales. Pero esto debe estar acompañado del desarrollo de una conciencia nueva, que nos permita visualizar el agua como un elemento vital para el ecosistema en donde el hombre, la mujer y las comunidades son partes, es necesario comprender que el agua es un riqueza, pero social, es un elemento colectivo no es de pertenencia privada de nadie y serán las comunidades quienes deberán superar las condiciones materiales que generan estas injusticias. No se puede pretender un desarrollo sustentable al problema del agua sin la superación de las condiciones materiales que lo generan, es decir, es necesario terminar con esta sociedad de clases y su destructivo modo de producción.

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- SECCION SAPEO- SERIE: CHOLITA- COMICS- ARTICULOS SOBRE EL AGUA

- LA GUARIDA- POESIA CRISTOFER CAICHEO- POESIA LIQUIDA DE LOS ´90

EL AGUA

Marzo año 2014, Edición N°2, Colectivo Libertariamerica, Distribución gratuita, Santiago de Chile.

Page 2: Rev libertariamérica núm 3 agua

Edicion:

Martin Ernesto

Ilustraciones:

Carolina Bustamante

1- Editorial: A propósito de esa maldita costumbre de convertirlo todo en mercancía

2- La danza del agua

3- Willka Yakumama - (Madre Agua Sagrada)

4- Serie: Cholita

5- Notas para el análisis del conflicto del Agua

6- La silenciosa lucha de una comunidad Pilagá del Chaco llamada “El Descanso”

7- Comics: La bandera recuperada

8- Matriar... Que?

9- Sección SAPEO: Privatización del agua en América Latina

LA GUARIDA:

10- El peso de la metáfora, la construcción de un poema épico

11- Poesia de Cristofer Caicheo

12- LOS HIJOS DE PINOCHET O LA POESIA LÍQUIDA DE LOS 90

Comite Editorial:

- Claudio CV.

- Lagarta Juana

- Germán G.

Colectivo Libertariamerica

[email protected]

INDICE

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mos planteado nada nuevo, las ló-gicas de privatización y el uso del agua para su mercantilización no lleva más de 30 años como política nacional. Es un botón más de to-das las políticas privatizadoras que nos impusieron en la dictadura.

La regulación del elemento hí-drico en Chile está determinada por el código de Aguas de 1981, generado durante la dictadura mi-litar. “El código de 1981 demolió la institucionalidad vigente in-troduciendo un modelo único de gestión de aguas a nivel mundial, caracterizado por la nula regula-ción y una débil fiscalización ins-titucional. El agua se separó de la propiedad de la tierra, lo que fo-mentó la creación de un mercado paralelo estimulado por la entrega de agua gratuita, a perpetuidad y sin restricción de volumen a par-ticulares”.

Anterior al código de 1982 el de 1951, el estado tenía recurso y con-trol efectico sobre las aguas y sus posibles usos. Este cambio radical en la participación de ente regula-dor como el estado, no se debe a un mero capricho de economista que pretenden potenciar su uso. La regulación del uso del agua a través del mercado no es más que la mercantilización de ésta, es de-cir, ahora no es vista desde una perspectiva moral y comunitaria el agua, ha pasado a ser legalmente un producto transable, el cual pue-de ser privatizado y utilizado para la producción de riquezas de la mi-noría.

Por mucho que aún saquen a la mesa la “teoría del chorreo” como argumento, la ola privatizadora de nuestro recursos naturales durante los 80 no tenía como objetivo la colectivización de la riqueza.

Si bien ya hemos argumentado que el conflicto del agua tiene como esencia el desarrollo de neolibera-lismo en Chile por su privatización es vista como herramienta para la acumulación. El conflicto del agua,

el cual se da con mayor intensidad en las provincias, en sí mismo es un conflicto de clases, puesto que de producto de la lógica del capi-talismo y su depredadora fase pro-ductiva neoliberal, teniendo como actores directos y en tensión a las grandes corporaciones mineras, proyectos hidroeléctricos, terra-tenientes empresarios agrícolas y ganaderos por un lado mientras que en el otro nos encontramos la inmensa mayoría de trabajado-res y campesinos que no logramos tener un acceso directo y digno a este vital recurso.

Bajo ese análisis es que sostene-mos que una salida al conflicto del agua tiene que ser sostenida bajo la misma percepción con que mi-ramos y vivimos los conflictos de clases.

Tanto como ecologismo y las pro-puestas del capitalismo verde no logran proponer cambios profun-dos a esta realidad, porque preci-samente el problema no radica en una desaceleración productiva ni el desarrollo de la sustentabilidad empresarial. El problema tiene una relación directa con las for-mas de producción como con el poder. Solo el desarrollo del poder popular, del control territorial de nuestros recursos naturales. Pero esto debe estar acompañado del desarrollo de una conciencia nue-va, que nos permita visualizar el agua como un elemento vital para el ecosistema en donde el hombre, la mujer y las comunidades son partes, es necesario comprender que el agua es un riqueza, pero so-cial, es un elemento colectivo no es de pertenencia privada de nadie y serán las comunidades quienes deberán superar las condiciones materiales que generan estas injus-ticias. No se puede pretender un desarrollo sustentable al proble-ma del agua sin la superación de las condiciones materiales que lo generan, es decir, es necesario ter-minar con esta sociedad de clases y su destructivo modo de produc-ción.

Editorial A propósito de esa maldita costumbre de convertirlo todo en mercancía

Hablar del problema del agua en Chile tiene cierto grado de tona-lidad dependiendo del espacio en donde uno se sitúe. Es decir las condiciones materiales y culturales van condicionando la percepción sobre el agua, su valor, como el discurso con el cual se analiza su utilización.

En el paño urbano el agua es distri-buido bajo un burocrático y com-plejo sistema de reparto en donde su mercantilización ya esta interna-lizada por los diferentes habitantes de la ciudad. Si bien entendemos la necesidad de una infraestructura que permita la circulación del agua potable como las aguas servidas dentro de las comunidades urba-nas, entendemos la privatización y la mercantilización de recurso en la urbe son propios de este mode-lo. Para aclarar algunos conceptos compartimos la conceptualización del proceso de mercantilización del doctor argentino José Castro: “Hablamos de mercantilización, lo cual no debe confundirse con la aplicación de principios económi-cos, como la asignación de precios

a la gestión del agua, algo que mu-chas veces no se distingue en es-tas discusiones. Mercantilización, en este contexto, hace referencia a la circulación del agua como bien privado cuyo valor de cambio in-cluye una ganancia que es apro-piada por un agente privado quien detenta el derecho de propiedad”.

La acumulación exacerbada del Neoliberalismo ha generado un fenómeno similar en los sectores rurales, el agua ha sido privatiza-da y su ocupación es rematada al mejor postor del mercado. Se ha establecido un respaldo legal para su privatización, es decir constitu-cionalmente el agua es vista como

un producto, que a la vez es vital, que se puede disputar a través del mercado.

Así podemos ir introduciéndonos que la concepción del agua se con-cretizan desde dos líneas. En la primera, se entiende el agua como un recurso vital, el cual permite el generar riqueza a través del co-bro por su distribución en ciudad, como elemento para la hidratación de proyectos agropecuarios en el cual esta tendría una acción direc-ta. La segunda forma de mercanti-lización tiene que ver con el agua y su uso como elemento secun-dario, esta clasificación entraría la acumulación generada a través de la extracción de recursos naturales como en la minería y a través de la generación de megaproyectos energéticos como hidroeléctricas.

“Según una investigación del pro-pio Christian Valenzuela, publi-cada este año en la Revista de la Comisión Económica para Amé-rica Latina y El Caribe (CEPAL), en regiones como Coquimbo, Val-paraíso y la Metropolitana, el pre-cio mercado del agua es entre 17 y 22 veces mayor que el valor de la multa por no uso. Antes que re-nunciar a sus derechos de agua, los titulares prefieren pagar la multa, mantener sus derechos y vender-los sin apuro al mejor postor con-forme aumentan los precios año a año. En Antofagasta y Atacama, el precio mercado del agua puede llegar a ser 100 veces superior a la multa por no utilizar el recurso. Así, el mecanismo que supuesta-mente castiga a quienes acaparan agua de manera ociosa para espe-cular y venderla ni siquiera rasguña a quienes lucran con el recurso.”

Si bien hasta el momento no he-

“El agua ha sido privatizada y su

ocupación es rematada al mejor postor del

mercado”

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percibían la vida.

Agua y espiritualidad, agua y vida, fueron la misma cosa y daban cuenta del misterio; ese misterio que como humanidad no sabemos descifrar.

Será entonces que un quiebre im-portante entre el agua y la huma-nidad se produce históricamente cuando asumimos una “verdad superior”, una explicación al mis-terio. .. en esa verdad no somos de agua sino de tierra. Según la biblia “En el principio Dios creó el Cie-lo y la tierra. Y la tierra no tenía forma. Estaba vacía, cubierta de

obscuridad y de agua. Entonces el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas” … con posterioridad y como un ente separado :“Haga-mos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Y formó Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, Y alentó en su nariz el aliento de vida; y el hom-bre se convirtió en un alma vi-viente”.

Entonces, rompimos el ciclo, afir-mamos que hubo un comienzo, hubo una intención, una direc-ción; el ciclo se convierte en línea y el misterio en salvación. El hom-bre se crea después, separado del agua. El agua había sido puesta en la tierra, ahí para nosotros.

Comienza una separación pau-latina. Es una separación cogni-tiva, dado que en la dimensión biológica, física y cultural el agua sigue siendo constitutiva de la hu-manidad. La verdad superior es cambiada por la verdad de la ra-zón. En ese paso terminamos de separar el agua del resto del cos-mos. Conocemos sus “límites”, los elementos que la componen, la temperatura de sus estados. Cuan-do concebimos el agua como un elemento separado de nosotros en tanto “sistema vivo”, comienza la posibilidad de poseerla. Entonces el agua deviene en poder, el más básico de los poderes, el poder de

la vida.

Hoy, en pleno desierto de atacama, el más seco del mundo, las mine-ras consumen decenas de miles de litros por segundo y los turistas pueden tomar una ducha sin res-tricción en los hoteles de lujo. El grifo es el símbolo de la separa-ción cognitiva y espiritual entre la humanidad y el agua.

En nuestro país este paradigma tiene su representación máxima en el Código de Aguas de 1981. En palabras de Carl J. Bauer desde 1981, se ha privilegiado un enfo-que eminentemente economicista en la gestión del agua, en desme-dro de una visión “más integral”,

que es la que corrientemente pre-domina en otros países.

Esta situación ha llegado a extre-mos que en zonas como Petorca, donde el agua esta por acabarse; se otorgan cuantiosos derechos de agua a personas con poder, a cam-bio de dinero.

¿Por qué el agua en lugares fértiles como la zona central de chile, esta por acabarse?

Porque perdimos su dimensión in-tegral. Porque nos olvidamos que somos agua, o sea nuestra huma-nidad está contenida en ella. Por-

que la redujimos a mercancía y la tranzamos sin poner en valor su dimensión espiritual. Porque creí-mos descifrar el misterio, para así ahogarnos en nuestro ego. Estamos hablando de una cues-tión vital. Donde no existe opción sino un cambio de código, de sis-tema de vida, de creencias, de há-bitos; de poder.

Cambiar la ley con rapidez, este código de aguas se funda en una visión únicamente economicista del agua, negando su dimensión social, cultural y espiritual y ha-ciendo lucrar a unos pocos con el agua de todos.

Quizás también nos falta danzar.

“ Cuando concebimos el agua como un elemento separado

de nosotros en tanto “sistema vivo”, comienza la posibilidad de poseerla. Entonces el agua deviene en poder,

el más básico de los poderes, el poder de la vida”

Partamos por lo esencial: biológi-camente los seres humanos somos, en mayor parte, agua. Nuestro in-terior esta compuesto por este ele-mento más que por cualquier otra cosa. Desde este cuerpo liquido, habitamos un planeta de agua, mal llamado tierra . Podemos afir-mar que el agua es constitutiva de nuestra realidad física y biológica.

También geográfica y cultural-mente, la humanidad se ha orga-nizado y desarrollado en torno al agua. En sus inicios, los grupos cazadores recolectores vivieron para conseguirla y para asegurar su provisión. Sin agua no había vida, reproducción, desarrollo. Sin agua no había humanidad. Una vez inventada la agricultura y asentados en tribus sedentarias; los hábitat fueron aquellos donde la provisión de agua estuviera ase-gurada. La humanidad comienza

allí a trabajar para almacenarla, ca-nalizarla, dosificarla; administrar la fuente de la vida para producir más vida. En pos de tener agua a disponibilidad, los seres humanos transformamos de forma determi-nante el paisaje.

Sin embargo en los orígenes de la humanidad el agua estaba lejos de ser concebida como un “recurso”. El agua tenía una dimensión eco-

La danza del aguaJaviera Luco BustoAntropóloga SocialDirectora de Conversa

nómica, no cave duda, es cosa de observar las terrazas andinas pre-hispánicas y sus complejos siste-mas de regadío. Y también tenía una fuerte dimensión sagrada; “en el agua está el newen del rio” , nos dijo hace poco un comunero ma-puche. El newen es el espíritu, esa fuerza oculta a la visión ocular y solo posible de ser percibida con el espejo del alma (nuestro propio newen).

Como humanidad supimos por millones de años que el agua y no-sotros éramos la misma cosa. Así como el agua caía del cielo para re-gar nuestro frutos, luego se evapo-raba para formar la nube, la misma nube que la arrojaba nuevamente para abastecer los ríos y los lagos. El fluir del agua constituía un sis-tema cerrado perfecto, que gracias a esa perfección nunca acababa. De la misma forma los antiguos

“En los orígenes de la humanidad

el agua estaba lejos de ser concebida como un recurso”

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más allá del tiempo:

“¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga com-prarlos?...

Esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina, que corre por los arroyos y los ríos no es sólo agua, es también la sangre de nuestros ante-pasados. Si les vendemos nuestra tie-rra han de recordar que es sagrada, y enseñarlo así a vuestros hijos. De he-cho, los ríos son nuestros hermanos. Nos libran de la sed, arrastran nues-tras canoas y nos procuran alimento. Cada imagen que reflejan las claras aguas de los lagos son el recuerdo de los hechos que ocurrieron y la me-moria de mis gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi pa-dre… Nuestros muertos siguen vi-viendo en los dulces ríos de la tierra y regresan de nuevo con el suave paso de la primavera, y su alma va con el viento que sopla rizando la superficie del lago…”

EL TEMA DEL AGUA PARA LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE LATINOAMERICAAsí como los pueblos indígenas de América del Norte desarrollaron sus culturas en torno a la unión vital con la tierra y sus recursos primordiales, lo mismo acaeció en los territorios latinoamericanos, también avasalla-dos por antiguas y actuales formas de colonización y dominación; primero,

territorial y posteriormente, econó-micas.

El tema del agua fue abordado por las culturas originarias desde dos perspectivas igualmente fundamenta-les: Como parte de su cosmovisión y Como patrimonio colectivo.

En primer lugar diremos que una cosmovisión se puede definir como la manera que tiene cada Ser Huma-no de interpretar el mundo en el que habita y desde esa mirada, personal y colectiva a la vez, pasar a formar rela-ciones con los otros y los elementos que constituyen ese mundo, con de-terminados significados. Es así como para la sociedad capitalista y neolibe-ral en la que vivimos, los recursos na-turales, en especial el agua en los días que corren, se constituyen como un bien de consumo, vale decir, un pro-ducto que es ofrecido en el mercado a un determinado precio fijado por los dueños de los medios de producción y donde los consumidores no pueden reclamar participación o pertenencia de él y deben comprarlo a quienes lo producen, aceptando sin dilación la regulación de precios que impone el propio mercado.

“la sociedad capitalista y neoliberal

en la que vivimos, los recursos naturales,

en especial el agua en los días que corren, se constituyen como un bien de consumo”

Willka Yakumama - (Madre Agua Sagrada)Ingrid Córdova B

Hacia la primera mitad del siglo XIX, los sucesivos gobiernos de Estados Unidos comenzaron una sistemática política de usurpación de los últimos territorios ancestrales, donde habita-ban un sin número de tribus amerin-dias que habían resistido el embate de la colonización iniciada siglos antes. De acuerdo a lo que nos muestra el historiador Carlo Caranci, “a partir de 1831 se reconoce a las comunidades indias el estatuto de naciones domés-ticas dependientes en estado de tutela sin soberanía, puesto que se hallaban en territorio estadounidense, con las que el Estado federal puede firmar tratados. Pero los mismos serán me-ros medios de presión para forzarlos a abandonar sus tierras y marcharse al oeste. Centenares de miles de indios son privados de sus tierras y bienes y trasladados al llamado Territorio In-dio…” no sin haber sido saqueados y vejados previamente por los colonos, ante la pasividad de las autoridades, a lo largo de la Pista de Lágrimas, en la que muchos murieron antes de llegar

a su destino.

Algunas tribus se alzarán y lograrán resistir férreamente este embate, ante lo cual los mandatarios de turno del futuro imperio decidirán cambiar

hábilmente de estrategia ofreciendo comprar, a un precio irrisorio y muy conveniente para ellos por cierto, las tierras a las tribus que resisten, otor-gándoles además un tratado de paz y un territorio designado como reserva indígena donde pudieran vivir.

Es el presidente Franklin Pierce, antes candidato de poca monta del Partido Demócrata estadounidense, quien, en 1855, hace llegar esta in-digna propuesta a las manos de Noah Sealth, respetado jefe tribal del pue-blo originario Duwamish. El anciano seguro del inminente exterminio de su tribu y sintiéndose imposibilitado de algún tipo de resistencia efectiva, lanza una encendida proclama a tra-vés de la cual intenta explicar al usur-pador, el sentido que la tierra y sus recursos tienen para ellos; palabras que más tarde se transcribirán en el texto llamado “Carta del jefe Seattle al gran jefe de Washington”

Escuchemos por un momento su voz

“El anciano seguro del inminente exterminio

de su tribu y sintiéndose imposibilitado

de algún tipo de resis-tencia efectiva, lanza

una encendida proclama a través de la cual intenta explicar al

usurpador, el sentido que la tierra y sus recursos tienen”

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La agricultura se ha orientado hacia un desarrollo de productos sobre-naturales, firmando un pacto con el diablo. Intentando sobrepasar las características naturales de ellos, en función del ritmo de producción capitalista, se ha utilizado la biotecnología, modificaciones genéticas, agrotóxicos y otras formas de manipulación, nocivas con la tierra, el aire, el agua, otros cultivos, seres humanos y animales.

La microagricultura se constituye como un agente de autonomía alimentaria y económica, y por lo tanto, de resistencia.

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Para los pueblos origina-rios, el agua constituía un símbolo portador de valo-res como la vida, el susten-to y la unidad de una de-terminada comunidad. En tanto el agua es un ser vivo que anima y nutre la tierra y de ella germinan las co-sechas, permite la supervi-vencia del pueblos y su de-sarrollo armónico y justo.En las culturas andinas, por ejemplo, el agua era de todos y de nadie, y su dis-tribución equitativa era re-gulada por la propia comu-nidad que ponía en manos de los ancianos de mayor autoridad (varayoc) y de los jefes de familias (camayoc) la responsabilidad del re-parto de este elemento vital según las necesidades indi-viduales y comunales.

También era vista como portadora de un valor es-

piritual en la medida que formaba parte del mundo natural donde habitaban, vivían y morían las perso-nas de un mismo lugar geo-gráfico, con una historia y una memoria común. Por tanto, resulta lógico afirmar que para las culturas ances-trales de nuestra América Latina, el agua formó parte de la consolidación de su propia identidad.

A partir de esta cosmovi-sión, las prácticas de uso, manejo y distribución del agua se basan en criterios ecológicos básicos y esen-ciales que procuren su cui-dado y preservación para garantizar su abastecimien-to presente y futuro; objeti-vo para el que se desarro-llaron múltiples tecnologías y estrategias que permitían su máximo aprovecha-miento.

Entre las tecnologías más eficaces, ideadas por los pueblos originarios de América Latina encontra-mos, por ejemplo: las te-rrazas de cultivo o andenes y los camellones o waru waru, formas de cultivo en altura y en pendiente, que permitían el mejor apro-vechamiento de las aguas lluvias, la acumulación de humedad y el menor des-gaste de los suelos culti-vables. También se utilizó la captación de la niebla como recurso en aquellos puntos geográficos de alta humedad atmosférica, para luego ser conducida por mangueras a los terrenos de cosecha.

Se acompañaban estos medios tecnológicos, por estrategias de índole social que suponían la participa-ción, acuerdo y socializa-

ción entre todos los miem-bros de la comunidad. Entre estos criterios comu-nitarios podemos destacar:

• Las decisiones de su acce-so, uso, manejo y distribu-ción se establecen a través de reuniones y asambleas comunales. El acceso es li-bre, pero en los meses de escasez hay racionalización para que el agua alcance para todos.

• Hay acuerdos comuna-les para compartir el agua con otras comunidades con el objeto de enfrentar

conjuntamente la escasez.

• Se aplican prácticas cul-turales para la conser-vación de las fuentes de abastecimiento y rehabili-tación de obras de capta-ción, conducción y alma-cenamiento. Todo es en base al trabajo colectivo.Claramente es posible advertir que si aprendié-ramos de nuestras cultu-ras originarias a abordar el tema del agua desde una perspectiva comuni-taria y socialmente justa; la inminencia de su esca-sez podría ser enfrentada con mayores expectativas de logro. Sin embargo, el criterio mercantilista, pro-pio del capitalismo más acérrimo, que asola toda nuestra América Latina ha dado muestra de la más absoluta falta de voluntad política para enfrentar el problema desde el pueblo y para el pueblo, por eso debemos defender

NUESTRA AGUA CON TODA LA FUERZA DE LA MEMORIA Y LA HIS-TORIA.

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mulación capitalista.

Bajo este contexto y sobre esta caracterización, barajamos la hi-pótesis de que las distintas proble-máticas socio-ambientales se en-cuentran vinculadas al proceso de expansión estratégica de los gran-des capitales nacionales y transna-cionales y que, por consiguiente, cualquier intento de caracteriza-ción de los mismos debe atender a aquellos resortes que expliquen no solo las consecuencias sino también las causas que son origen del conflicto.

Para desarrollar esta idea, volvere-mos a lo que señalamos en un co-mienzo: la crisis hídrica. La dicta-dura cívico-militar, que hacia 1980 comienza un proceso refundacio-nal de chile, con nuevos pilares que ahora serán neoliberales, da inicio a un proceso profundo de privatización y mercantilización de diversas esferas de la vida, una de ellas es el agua. Aquí radica el con-flicto, pues se construye un marco

jurídico e institucional que en po-cas palabras, permite que el agua sea un producto al servicio de la expansión capitalista. En este caso en particular, el asunto consiste en la creación de un nuevo código de aguas, que fundamentalmente hace las siguientes modificaciones:

a) transforma al agua en un bien nacional y de uso público, pero co-merciable.

b) divide al agua de la tierra, pues la transforma en un bien en sí mismo, por lo que desde este momento existen propietarios de tierra que no tienen agua y vice-versa. Todo esto es amparado por una constitución que lo permite y legitima. En suma, nos encontra-mos en un escenario en el que es legal la usurpación y acumulación de agua, privilegiando a los ricos y perjudicando a los pobres. Así, aterrizamos en el problema, con una panorámica que nos per-mite verlo en perspectiva, com-prendiendo que es una manifesta-

Notas para el análisis del conflicto del AguaLuis Bustamante, Colectivo La Savia

Ya muchos habremos notado que existe una situación de escases hídrica. Variadas organizaciones comunitarias u organizaciones en-focadas en la investigación como las ONG´s vienen advirtiendo hace años de la crisis hídrica y una posible “guerra por el agua”. Algunos se habrán enterado so-bre el despliegue de, por ejemplo, “Greenpeace” respecto al va-cío legal en la legislación chilena, que no contempla a los glaciares dentro de su marco institucional. Por otra parte, hace algunos años hubo un gran levantamiento so-cial contra la central hidroeléctri-ca “Hidroaysén”. Otro caso que grafica esta crisis, es el de Petorca, donde la situación es extrema, es decir, los habitantes de esa comu-na no tienen agua para beber. Es más, no disponen del recurso ni siquiera para realizar sus necesida-des más básicas. Sobre esta situa-ción concreta, el presente artículo viene a desarrollar el argumento de por qué la franja de intención revolucionaria debe tomar posi-ciones dentro de este conflicto,

una estrategia de acumulación de fuerza con horizonte de transfor-mación anticapitalista, debemos tomar posiciones en este tipo de conflictos, pues debemos instalar-nos en los ritmos y las luchas del campo popular. Esto significa que, hoy en día parecieran ser conflic-tos aislados, sin embargo, al tener una visión de conjunto de estas problemáticas, podemos visualizar que en el mediano o largo plazo se desatará un conflicto mayor. Por consiguiente,en general notamos que en este tipo de dinámicas se ex-presa una contradicción en torno a una de las características centrales del capitalismo, que es la acumula-ción de capital por un lado, y por otro la auto-expansión. Entonces la relevancia de asumir el com-promiso de la lucha ambientalista tiene razón de ser, mientras el ca-pitalismo depreda las condiciones para la vida y la producción. Es en este sentido, que quienes preten-dan transformar radicalmente este sistema social, se deben encontrar al interior de las luchas, aportando, construyendo y acumulando para un proceso mayor de transforma-ción anticapitalista.

Lo que presentaremos consistirá, básicamente en presentar 3 ejes centrales de análisis, a saber: a) hipótesis, b) conflicto, c) proble-ma. Con esto, desde nuestra pers-pectiva, el problema siempre es manifestación y resultado de las dinámicas de auto-expansión del capitalismo. Lo que es generado por el conflicto, que consiste en una contradicción sobre lo antes dicho, pues la auto-expansión ago-ta las condiciones de desarrollo económico, es decir, la naturaleza, lo que es permitido por un sopor-te jurídico, que junto a una insti-tucionalidad construida para que esto ocurra, permiten el proceso anulación y destrucción del equili-brio ecológico en virtud de la acu-

pues sostenemos que en él existe lucha de clases y también se expre-san las contradicciones profundas del sistema económico, cosa que, estimamos, no podemos ver pasar ante nuestros ojos.

La importancia de las luchas medioambientales para el sector de intención revolucionaria, radi-ca en que, para la formulación de

“Debemos tomar posiciones en este tipo

de conflictos, pues debemos

instalarnos en los ritmos

y las luchas del campo popular.”

ción de una dinámica económica, por lo que el enemigo no puede ser otro que el capitalismo. En-tonces el problema del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo, por ejemplo, no es sino expresión de un Estado que regula en beneficio de las grandes transnacionales, en perjuicio del pueblo sencillo.

En síntesis, pensamos que todos estos problemas son nudos y ten-siones que en algún momento se van a desatar como conflicto de masas, por lo que para el campo de intención revolucionaria es funda-mental estar presentes y con fuer-za. Debemos tener una visión de conjunto y comprender que, tanto como en lo laboral, estudiantil y medioambiente (entro otros fren-tes de lucha), se expresan contra-dicciones de un sistema económi-co que atenta contra la vida y la naturaleza.

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Claudio C.V.

Zulma, esposa de César, retira los leños del fuego y se sienta junto a él. Son años de una desigual lucha, y ello se percibe en las profundas grietas que conde-coran el tostado rostro de ambos viejos. Igualmente siguen allí, juntos, una mañana más.

Desde que el gobierno de la provincia argentina de Formosa, construyó la ruta turística y de integración provincial por la cuenca de El Bañado la Estrella, uno de los humedales más importantes del continen-te americano, es que el territorio de la comunidad del pueblo originario Pilagá de “El Descanso”, se ha visto seriamente afectado.

La vía, erigida como un muro contendor en medio

de la explanada inundable del humedal, lejos de en-tregar cierta utilidad para las comunidades campesi-nas e indígenas del interior, se irguió como una pared que represó el normal fluir de las aguas, inundando viviendas y comunidades nativas, escuelitas rurales y la vida de animales. El territorio de la comunidad su-cumbió al Noxop, el espíritu perturbado del agua.

Hoy, este problema se ha transformado en la princi-

pal lucha que la comunidad Pilagá lleva adelante con-tra las autoridades locales y nacionales de Argentina. Una lucha desigual pero decidida.

La sensación del tiempo en estos parajes es lenta, todo es producto de un lento y armonioso proceso, donde al tiempo –pareciera- le cuesta correr. Por ello, cam-bios tan drásticos en su geografía y territorio, como en sus hábitos de vida, han generado confusión y pesar entre sus integrantes.

Por las noches, el canto melancólico de las mujeres pilagás fluye desde el poblado para perderse en el en-torno.

“Porque ciertamente las cosas que uno vive, por supuesto que se siente, que se siente

que se yo, el morir o algo así. Bueno acá hay muchas cosas que nosotros un día estamos preguntando a las mujeres,

a veces también estamos preguntando a los medios

ancianos, entonces preguntamos a los nuevos también,

porque sabemos que a las mujeres cuando no había esa agua tienen mucha facilidad de conse-guir y andar su campo, traer las

cosas, de dar tranquilidad a su familia”

(Cesar Zalasar, Com. Pers., 20/06/2009)

César Zalasar degusta reflexivo su cálido mate, las úl-timas jornadas han sido intensas tanto para él como para el destino de la comunidad que él representa. Ambos, dependen importantemente de las acciones a seguir en estos días.

Los rayos del amanecer que atraviesan decididamen-te el follaje de los árboles y el blanquecino humo de las fogatas matutinas en la aldea, no disipan los malos augurios que rondan su cabeza desde hace unos años atrás, sabe que la confiada sensación de que todo si-gue igual no es tal. Atrás quedaron los tiempos de una comunidad lejana de las injerencias del blanco, antaño son los tiempos en que los abuelos se reunían en similares albas para recoger el fruto del monte, o navegar en sus troncos ahuecados por las quietas aguas del “El bañado La Estrella”, distantes son los momentos en que las tribus acostumbraban a diri-mir sus límites territoriales con muestras de destre-

La silenciosa lucha de una comunidad Pilagá del Chaco llamada “El Descanso”

zas guerreras en luchas que asemejaban más ritos que batallas cruentas. En aquella particular y fría mañana, César, sentía que ni el mejor de sus bravos guerreros del pasado, sería útil para mantener indemne aquella acostumbrada imagen madrugadora que por genera-ciones ha pertenecido a la comunidad de El Descan-so. El enemigo hoy, se viste de ternos y leyes escritas, de cargos políticos y poder económico.

Mientras el viejo dirigente sigue absorto en sus pe-sares, el alba va dando paso al día, y éste al brillo de las canicas de vidrio que ágilmente chocan entre sí los desperezados niños. Parecieran ajenos a todo problema, sin embargo cada uno ha sufrido sentidas

pérdidas con la gran inundación causada por el re-presamiento del sistema hídrico de “El bañando”, la carretera que sirve de embalse artificial trajo benefi-cios solo a empresarios turísticos y a las ambiciones de algunos políticos. No obstante, trajo destrucción y pesar para cada cada integrante de esta pequeña co-munidad de un pequeño pueblo originario en un in-significante punto de la frontera argentino-paraguayo.

Mientras tanto, las fogatas, en igual número de ca-sas que tiene la aldea, se van extinguiendo lentamente tras calentar la oscurecida pava con agua. “El mate está caliente” –se escucha decir-, y nuevamente se ini-cia otra jornada más, igual que ayer y que otros ante-ayeres más.

“El bosque, sobre los árboles, somos… Somos, vivimos sobre eso. Tuvimos suelo, pero llegó el sonido ese, que nosotros escuchamos, de

las maquinas”(Baloy Zalasar, sobre las obras viales y turísticas que

provocaron el represamiento de las aguas y la poste-

rior inundación de su comunidad, año 2009)

César Zalazar, dirigente de la comunidad Pilagá de El Descanso, Formosa.

(Extractos de un apunte etnográfico)

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Es de uso común en el lenguaje el concepto de matriarcado, una es-pecie de tiempo antes del tiempo en dónde las mujeres gozaban de privilegios sociales, sexuales, eco-nómicos y políticos, en desmedro de los hombres, quienes estaban al servicio de éstas, aceptado que el linaje se reprodujera por línea ma-terna y que los derechos de su he-rencia fueran por esta misma línea. Según Bachofen (jurista y antro-pólogo suizo) en los albores de la evolución del homo sapiens, exis-tió una gran tiranía sexual de los hombres por sobre las mujeres, lo que propulsó una rebelión feme-nina que termina estableciendo el matriarcado, en donde se revierte esta situación mediante el abuso de poder de forma invertida: Las mujeres por sobre los hombres.Esta visión, hoy a la luz de los es-tudios e investigaciones con pers-pectiva de género, y el amplio y cada vez mayor desarrollo de la teoría feminista, se sabe que no es otra cosa más que la extrapolación de la visión patriarcal y el desco-nocimiento del mundo matrifocal. Es decir, no puede haber existido una sociedad matriarcal, puesto que en las primeras comunidades humanas el valor primordial era el de bienestar, esto estaba en ma-nos de quienes daban vida parién-dola, es decir, mujeres. No había distinción entre lo domestico y lo público, por lo tanto, no había un espacio con mayor poder que otro, y como lo principal era dar vida y bienestar y no quitarla, el valor del patrimonio no tenía ninguna re-levancia, así como el primogénito no tenía más valor que el último de los hijos o hijas. De esta mane-ra, si la herencia del linaje era fe-menina o masculina, poco o nada importaba. Las primeras sociedades eran ban-das recolectoras, nómadas, enca-bezada por mujeres quienes eran

las que proveían a la comunidad de bienestar (protección, amor, leche, cuidados maternos) tanto a hom-bres como a mujeres, y estos eran criados en libertad e igualdad. Es-tos primeros grupos son los que Marta Moias ha denominado “gi-necogrupo”: “(...) El ginecogrupo (y no la pareja heterosexual) es la primera forma de organización humana, original y universal. Esto significa que no es un tipo de or-ganización cualquiera, sino la pri-mera forma grupal que permite la consolidación de la especie en el tiempo, y que se estructura a par-tir de exigencias específicamente humanas, es decir, cultural y no instintivo. Dicho de otra manera, no es un resto de una forma de organización entre varias posibles, sino la original, a partir de la cual se derivarán todas las variables conocidas.” (Moias, El No de las

Niñas, Traficante de sueños, 2003, Barcelona).El ginecogrupo es también sinó-nimo de organización matrifocal, que a diferencia del concepto de matriarcado, es un grupo en don-de la organización no se basa en el poder o en la mantención y apro-piación de los hijos pertenecientes a un linaje en particular, sino más bien a la entrega de bienestar a la comunidad completa. La llegada del patriarcado es aún un misterio, se ha podido rastrear en mitos y leyendas su origen an-cestral, como el rito del Hain para los Selknam, y se evidencia aún en nuestras interpretaciones del pa-sado, tanto en la búsqueda de un patriarcado natural como de un matriarcado patrimonial ¿Cómo llegó esto tan lejos y cuá-les son las evidencias? Eso es tema del próximo número.

“Nikolo”www. mortalveneno.tumblr.com

AVANCE PRÓXIMO NÚMERO

Matriar… Qué? Por Soliloquium

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SAPEO lona y otras pocas más. Todas éstas, respaldadas por organismos econó-micos internacionales como el FMI, que ha obligado a varios países a in-troducir políticas de privatización del agua.

Su negocio consiste en hacerse con los derechos de aguas en zonas abun-dantes y vendérselo a las ciudades sedientas, a través de concesiones

y contratos de diferentes servicios. Son ellas quienes fijan las tarifas a la población. En América Latina se les acusa de ineficiencia en el servicio, además de ejercer cortes de suminis-tros a quienes no pagan.

Además de los procesos de privati-zación ene l manejo y uso de aguas, los Estados en Latinoamérica, están concediendo permisos de explota-ción de yacimientos mineros en zo-nas con importantes fuentes de agua

dulce para las comunidades locales y ciudades. Glaciares, lagunas, ríos, va-lles, mares se ven afectados bajo la intervención, contaminación y des-trucción por parte de la industria pe-trolera, las papeleras, la minería y las eléctricas entre otras.

Las leyes se han ido cambiando con estos fines, especialmente para favo-recer la privatización de territorios y

ecoregiones que poseen nacimien-tos o grandes extensiones de agua. Siendo Chile, uno de los países más afectados. Desde las facilidades para la privatización dejadas por la cons-titución de Pinochet y la derecha lo-cal, más la política continuista de los gobiernos de la Concertación, la em-presa española Endesa ahora es pro-pietaria de gran parte de los sistemas fluviales para la generación de ener-gía, además se calcula que casi el 80 por ciento de los ríos sufre injerencia privada o está totalmente privatizado.Todas estas lógicas neoliberales han generado la desviación de aguas para favorecer procesos de consumo in-dustrial y agro industrial, y para abas-tecer zonas urbanas, despojando del recurso a comunidades campesinas e indígenas. Esos desvíos alteran los ecosistemas y los ciclos naturales del agua.

En Colombia la presa UrraI afectó el ecosistema del río Sinú, impidiendo a las comunidades campesinas e in-dígenas (Emberá Catíos) la pesca del bocachico, elemento fundamental de su dieta, a la vez que provoca la de-secación de laderas. Las comunidades

defienden también los parques nacio-nales y los páramos, como el Pára-mo del Almorzadero, y se enfrentan a proyectos hidroeléctricos como El Quimbo.

En julio de 2007, varios líderes que protestaban ante la privatización del agua fueron arrestados por la policía salvadoreña. Las catorce personas fueron procesadas por terrorismo.

“Todas estas lógicas neoliberales han generado la desviación de aguas para favorecer procesos de consumo industrial y agro industrial, y para abastecer zonas

urbanas, despojando del recurso a comunidades campesinas ”

Del capitalismo y la privatización del agua en Latinoamérica

Del total de la población que habi-ta Latinoamérica, un alto porcentaje no tiene acceso al agua. Su acceso y manejo está siendo entregado a pri-vados, y compañías europeas y nor-teamericanas que vienen a cerrar un largo proceso de privatización de los recursos y elementos necesarios para la vida de las personas.

Si bien las pugnas sociales por el de-recho al acceso y uso del agua vienen multiplicándose en el último tiempo, la historia que devino en la instala-ción y legitimización de las lógicas privatizadoras de los recursos natura-les datan ya desde hace varios siglos, acentuándose en las últimas décadas. En el último tiempo, aparecen las políticas de organismos como el Banco Mundial (BM) y la Organiza-ción Mundial del Comercio (OMC), adoptadas por diversos gobiernos nacionales y locales, que favorecen la apropiación privada por un puña-do de trasnacionales. La estrategia es convencer y presionar a los gobier-nos para facilitar la entrada de capi-tales privados.

En Cochabamba, la empresa local fue vendida en 1999 a la trasnacional norteamericana Bechtel controlando la distribución y comercialización del agua. Para el 2000 las tarifas habían subido en un 300%, impidiendo el consumo para los hogares populares y el riego de sembrados.

Las protestas derivaron en la conoci-da “Guerra del Agua” que enfrentó al ejercito, el Estado y la policía bo-liviana contra decenas de miles de ciudadanos, protegiendo con ello, los intereses corporativos de Bechtel por

sobre el bien común del pueblo alti-plánico. En 2001, Bechtel firmó un acuerdo por 30 años para controlar las reservas de agua de la ciudad de Guayaquil, Ecuador.

En Argentina, el presidente de ese en-tonces, Carlos Menem, entrega a un consorcio privado -controlado por la francesa Suez Lyonnaise- el mane-jo del agua en la zona más poblada del país: Buenos Aires y catorce dis-tritos vecinos; cerca de 9,3 millones

de habitantes. Lo mismo acontecerá en Chile, Colombia, México, y tantos otros países más de Latinoamérica.

Son diferentes las multinacionales que se han ido haciendo del control del agua por medio de privatizacio-nes. Algunas de ellas son la francesa Suez y Vivendi (Veolia); la alemana RWE-Thames (las tres juntas sumi-nistran agua a 300 millones de clien-tes en 130 países); la norteamericana Bechtel; la española Aguas de Barce-

Las historias de los pueblos latinoa-mericanos en su relación con el agua, se han visto marcadas por la destruc-ción por parte del capitalismo en su largo tránsito de imposición ideológi-ca, del sentido de comunidad, que sin duda fue un elemento trascendental para el buen manejo y uso de los re-cursos naturales de la geografía local, como el agua misma.

La lucha ahora, es integrar y defen-der la red tejida por las comunidades que aún sobreviven, para contrarres-tar la guerra del capitalismo contra la comunidad en nombre del indi-vidualismo y el exitismo. Contra la idea de que tanto los recursos como los productos en el mundo pueden ser propiedad privada, pues si bien el sentido de posesión tiene una exten-sa data, será con el capitalismo que la propiedad privada será utilizada para adquirir los derechos individuales por sobre todo tipo de recursos. Ya no será la parcela o una edificación, o la posesión de una ornamentación, sino las aguas, los bosques, grandes exten-siones de tierra y espacios sociales las que serán objeto de privatización por parte de unos pocos.

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territorio con el mar, como un home-naje a los pescadores artesanales de nuestro país y su cultura que inunda la mayor parte de las costas de este.

Nuestro mes del mar se basa en la batalla que daría en la guerra del pa-cifico Arturo Prat, batalla que por cierto contribuyo a que Chile, Perú y Bolivia, mantengan una mala re-lación hasta nuestros días. Pero esta

patriotería que hasta hoy tenemos, no nace por si sola y tampoco nace en el mismo momento en que Arturo Prat Chacon es vencido en el com-bate naval de Iquique. El contexto en que Arturo Prat se transforma en el héroe de un gran poema épico es muy distinto al del calor de la batalla, es cierto que tanto la familia de Prat

y la aristocracia chilena resintieron su muerte el 21 de mayo de 1879.

Para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en Chile se vivía la crisis de lo que se denomino a lo largo del siglo XIX como “la cuestión social”, esta crisis se expresaba mediante las protestas y movilizaciones de obre-ros organizados en dos sectores po-líticos predominantes, estos eran los anarquistas y los comunistas. Fue para estas fechas en que la frase di-cha por Arturo Prat “Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente, ningún bu-que chileno ha arriado jamás su ban-dera”, cobro vigencia y se comenzó a divulgar y enseñar buscando resaltar la imagen de Arturo Prat.

La constitución de 1833 no daba res-puestas a las demandas sociales de los obreros, lo que hacia que la única respuesta que tenia el estado frente

a las demandas sociales era la repre-sión. A parte de este problema chile comenzaba a vislumbrar una presun-ta guerra con Perú, frente a lo cual los grupos de trabajadores organiza-dos no estaban dispuestos a dar, de-bido a que por muchos años en las minas del salitre trabajaron peruanos, bolivianos, chilenos y ecuatorianos juntos, lo que hacia entender que la clase trabajadora no tiene fronteras, mismo pensamiento que tuvieron los revolucionarios rusos para la primera guerra mundial.

Frente a esta apatía patriótica que tenían los trabajadores en chile, que eran victimas de la represión del mis-mo estado que les pedía que lo de-fendieran. El estado chileno busco resaltar la imagen de este héroe para poder no solo reforzar sus filas ante una presunta guerra con Perú, sino que también para acusar de antipa-triotas y de espías peruanos a los li-deres del movimiento obrero, tal y como lo hicieron con Julio Rebosio y el poeta José Domingo Gómez Rojas. Para uno de estos lideres castigados en prisión por desertar del ejercito, por negarse a ir a la guerra, el poeta Carlos Pezoa Veliz escribió:

“La constitución de 1833 no daba respuestas a las

demandas sociales de los obreros, lo que

hacia que la única respuesta que tenia el estado frente a las

demandas sociales era la represión. ”

El mar, gran masa de agua salada, océanos que cubren cerca del ochen-ta porciento de nuestro planeta, su-perficies que han sido gravitantes en la historia de la humanidad. Inspira-dor de grandes poetas, que escribie-

ron sus mejores versos, basados en su fuerza y poder hipnotizador que tiene este animal que pareciera ser indoma-ble para el hombre. Así fue como Neruda, “el capitán de tierra firme”, escribió su libro Los versos del capi-

tán dedicado a Matilde Urrutia.

Pero la connotación poética que tie-ne el mar, no solo la han ocupado los poetas, sino también los políticos mas perversos de nuestra patria. Si hoy en nuestro país, el mes de mayo se le llama el mes del mar, no se debe a la relación de los que habitamos este

La Guarida

PEQUEÑA EDITORIAL

Somos el colectivo que organiza las lecturas poéticas “Llégale aquí a mi guarida”, que, en un esfuerzo de co-laboración mutua con los editores de Libertariamerica, hemos decidido realizar este espacio a modo de “su-plemento”, donde mantendremos la temática de la revista pero la enfren-taremos desde la poesía y el arte.

Como “Llégale aquí a mi guarida” ve-nimos realizando una lectura poética por mes desde hace un año; con la intención de revivir la bohemia chi-lena y abrir un espacio nuevo para los poetas y artistas. Nuestro último objetivo es generar contactos y redes entre artistas.

Entendemos que el arte tiene una función social y crítica respecto de la sociedad, y que a lo largo de la histo-ria el arte ha sido un motor, que ex-presa la cultura de los pueblos. Desde este punto de vista desarrollaremos este espacio, desde una visión crítica y social.

Desde nuestro análisis entendemos que la dictadura chilena y luego el neoliberalismo imperante en nuestro país, han mermado los espacios para el arte y han impuesto una visión de este donde solo se valora lo estético, por sobre el concepto o discurso, es de esta manera que el arte queda vacío y solo como una mercancía carente de sentido.

Los invitamos a disfrutar de este espacio y a compartir sus obras con nosotros en los proximos numeros de Libertariamerica.

PENA DE AZOTES

Formando el batallón, rígido humillaAl pobre desertor aprehendidoQue sobre el patio del cuartel tendido

Siente el roce brutal de la varillaSobre sus carnes ulceradas brillaRojiza mancha. Escúchase aullidosCada brazo en el aire da un chasquido

Que las entrañas del soldado trilla.El sol que sale en el nevado quicioIrónico sonríe ante el suplicio

Y mientras que vertiendo vibracionesLa banda el patio de sollozos llena,Una estatua cubierta de galonesMira impasible la salvaje escena.

El peso de la metáfora, la construcción de un poema épico

Por Vicente Gabriel

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Aguaceros en Chiloé

Unos zapatos a medio rompera la orilla de andanías golpeadasmiran el duelo macabrodel golfo de las penassin piedad

la sombra de un isleñoatado de brazos resbalando algas viejas

yacen sobre el maresqueletos agónicoslanchas quebradas a medio pintar

paisaje para el turistapan del día a díaen la húmeda jordana

los huesos oxidadospor un sonido sutil marino

se desprenden las almaspreguntando a la lunacuando será la mareapara un nuevo zarpe

una llovizna suavelimpia la caraal alma que trasciendeperdida entre dos aguaslobos se mueven despacitopor la cuna del cuerpocaído como fruta madura.

Canción del buzo chilote

La historia es de un isleñoQue navega su cuerpo Adoloridos los hombros Para darle comida al “perro”

No hay más mundo que su islaNo hay viento más malo Que el pasado en sus costillas O en las orillas bebidas Que llevan los perros pal norte Sus ojos tienen lluvia Cuando recuerda sus cosquillas

Sus manos carcomidas de erizos que los lastimanentregan la comida al perro que en sus orillas mirando el puerto espera la barquilla

Se entrega por completo sumergiendo su cuerpo a la salida espera un cigarrofumado con el viento

Pronto volveré a casa dejando las aguas abrazarme a una estufapara terminar las acalambradas calentarme los huesos abrir el pan caliente en el pechoy quitarle a la mar mi cuerpo.

Morirás siendo marsin conocer el mundopor el que camina tu perrovagabundo sin rumboque espera la llamadade su viejo entrando a puertopara calmar su alma.

Poesia de Cristofer Caicheo

Envía tu poema para la próxima edición de Libertariamerica, el tema será: Feminismo revolucionario

LOS HIJOS DE PINOCHET O LA POESIA LÍQUIDA DE LOS 90

Los hijos de Pinochet

Volver a principios de los noventa, cuando la dictadura del general Augusto Pino-chet, entregaba el poder y se iniciaba lo que conocimos como transición a la demo-cracia, es un ejercicio de memoria histórica, volver a revisar la producción cultural de esos tiempos, es revivir las contradicciones de un periodo.

Cuando han pasado veinticuatro años, me parece importante (re) pasar, cómo asimi-laron las nuevas generaciones de poetas ese proceso, desde esa perspectiva la contex-tualización y el análisis de textos parecieran ser un método aparentemente confiable.Uno de los primeros fenómenos culturales, de inicios de la década del noventa, viene impulsado desde el espacio de las editoriales, y se conoció como Nueva Narrativa, esa propuesta de Marketing literario, coincidió con el comienzo de la democracia y de los gobiernos de La Concertación. La narrativa entregó visiones tanto del pasado, como de los cambios abruptos de la sociedad. Alberto Fuguet, destaca con Sobre-dosis (1990) y Mala Onda (1991). Arturo Fontaine, en otro registro con Oír su voz (1993) logra una de las novelas más inquietantes sobre la dictadura.

Es curioso como la poesía, parece quedarse afónica, en este periodo histórico donde las contradicciones entre justicia y medida de lo posible; amnesia y memoria, acuerdo o conflictos sociales, juegan sus cartas.

Los poetas de ese momento tienen como características, el haberse formado en el aparato educacional de la dictadura, además de publicar en la década de los noventa, así los clasifica Francisca Lange Valdés[3]. En la misma línea, algunos años después,

Raúl Zurita lanza “Cantares. Nuevas vo-ces de la poesía chilena” ambos textos tienen la ventaja de ir acompañados de una propuesta teórica y cultural, a dife-rencia de otras recopilaciones, como la de Francisco Vejar, que por esa razón son descartadas. Zurita es más amplio, incluye 16 nombres más de los ya co-nocidos, sin embargo, concuerdan en el mundo y el imaginario en que han sido formados, son hijos de la imagen, de lo virtual, desconfían de los proyectos sociales, viven en la auto-referencia, en una especie de narcicismo social, donde la palabra, es parte de un juego, de una apuesta.

“Yo vivía encerrado en un presentimien-to,yo sabía que mi abuelo iba a morir ese mes de diciembre.

No tiene olor a nada la muerte,la muerte no tiene olor a nada ni se anuncia con rosas.”

Para entender de mejor manera, esta di-versidad de opciones estéticas adminis-tradas a través del lenguaje, es necesario comprender, los grados de complejidad de un país que de la mano de la transi-ción política, se ve expuesto a todos los rigores de la sociedad de mercado, en su faceta neoliberal y globalizada, es decir, donde el concepto de ciudadanía se di-semina y los espacios de convivencia y racionalidad social, van a ser marcados por el consumo.

“Es necesario comprender,

los grados de complejidad

de un país que de la mano de la transición

política”

Cristofer es un poeta nacido en Ancud en la isla grande de Chiloé, quien nos ha acompañado en varias ocasiones en las lecturas poéticas “Llégale aquí a mi guarida”. La poesía de Cristofer tiene incorporado en su yo poético, las costumbres y la cosmovisión, que son propias del chilote. El poeta nos compartió su poema Aguaceros en Chiloé y decidimos incorporar el poema Canción del buzo chilote , para rendir homenaje en este número a su padre que falleció buceando en el mar de Chiloé recientemente...

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En ese contexto, la opción de Javier Bello, al bautizar a un grupo de poetas como los “náufragos”, para luego instalarlos en el mercado de la oferta cultural, a partir de su propia tesis, tiene que entenderse como el comportamiento natural, de alguien que incluso por sobre sus méritos académicos, se siente parte de una generación de emprendedores, una especie de Management cultural, cuyo producto más preciado se llamó “poetas de los noventa”.

Otro elemento a considerar es el factor globalizador de la cultura, mientras en los años sesenta, setenta, los discursos nacionales y desarrollistas, se podían ver en pan-talla, por medio del cine, reportajes. Desde mediados de los ochenta el fenómeno globalizador trajo consigo, la deslegitimación del discurso de identidad, las fuerzas globalizadoras, han instalado en los mercados internos, tecnologías, modas, lecturas, estilos y estéticas, los poeta de los noventa al tener acceso a la web, al blog, al correo electrónico, desarrollan su propia individualidad en oposición a las costumbres y concepciones estéticas de los 80.

El irresistible proceso globalizador, la presión de las editoriales por moldear e inte-rrelacionarse con los lectores, la instalación de discursos provenientes desde ámbitos disímiles, pero hermanados en la experiencia virtual, por medio del intercambio in-cansable y voraz de información, hace de esta generación de poetas, los portavoces oficiales de la vuelta al espacio íntimo, porque en su vida cotidiana no tienen carta de ciudadanía, porque el concepto ciudadano -en el mejor de los casos- es una abstrac-ción que se mitiga en el acto simbólico de votar, cuestión a la que estos individuos diversos de mediados de los noventa, le niegan toda importancia.

“De un audífono al otropor azar, entre estaciones, te recobrasa la orilla de un recuerdo. Estribillosde las olas que envuelven a diariotodo el éter, y la gente memoriza.en la impaciencia del Metro”.

En la medida que la poesía de los 90, da cuenta del espacio íntimo, usa como modelo de proyección cultural “la casa de vidrio” que se transforma en ícono del momento, para luego ceder su lugar, a los Reality.

El aparato discursivo poético deja de ser neutro, porque cualquier diferencia que pudiera existir entre lo público y privado como en los inicios de la modernidad, se liquida de golpe y en ese momento la literatura se reduce a una especie de sanación, donde el closet y el diván, se transforman en una experiencia liberadora.

“si te gusta te gustasi no te gusta no te gusta no másme dijeron que tenían razón y tenían razón:ella es débil y blanca tú erespobremente oscuro y eso es todo cuanto hayno en el fondo sino encima de la camacuando besas y te besa”.

En ese sentido entonces si aplicáramos la tesis de Arendt, sobre la supresión de lo que conocemos como espacio público y privado para hablar de lo social, los textos citados y otros del mismo tono, no tendrían otra importancia u otro fin que mostrar-nos el cansancio vital, de un pequeño grupo de jóvenes, pertenecientes a un sector social con inquietudes intelectuales.

“Yo me lluevo, yo me trueno, yo relámpago, me tremo,

yo me cielo, yo me ocaso, me palomo, me carajo”.

Una de las constantes al escudriñar poe-mas y versos, es el agotamiento de la experiencia poética de un (yo) dolorido, desmesurado y emocional, que pretende expandirse, en un ejercicio enfermizo, donde el poeta se mira al espejo y pre-tende que todos los demás, sus lectores seamos el espejo mismo, allí la posibili-dad de escapar o integrarse en los otros, parece no existir.

Resulta paradójico entonces que a una propuesta escritural tan limitada, como la propia nariz, tenga en las palabras de Raúl Zurita, una proyección de arte ma-yor.

La poesía líquida

“Como una manera triste de predecirmiro el paso de las nubes sobre el puerto.Sé que mi suerte no estáen ninguno de esos nimbos que regresan al marmovidos apenas por el viento de la lite-ratura.

“Profetizar me asquea” podría deciry, sin embargo, allá va mi vida,sobrepasada por pájaros que llevantodo el tiempo del mundo entre sus alas”.

Otro de los elementos característicos de

este conjunto de poetas, es el sentido de transitoriedad, de paso, no solo por la di-mensión del viaje, sino porque su poder simbólico es restringido, incapaz de adquirir solidez, en ese aspecto, se trata de una propuesta escritural líquida, escurridiza, sim-bólicamente débil.

La imagen más adecuada para este conjunto de voces, es la del muro tapizado de carteles de diferente índole, donde ojos, bocas, manos, colores se entrecruzan, como sabiendo que su destino no es otro que desaparecer, es lo que marca o limita a este conjunto de léxicos dispares, donde el valor étnico, las uñas pintadas, las lágrimas en-vueltas en una ventana, la mano que toca la pierna bajo la mesa, se disputan un muro cuya esencia es disolverse en el ruido, en las luces de la ciudad.

La poesía de los noventa, se manifiesta como una experiencia estética, donde la di-mensión del acontecimiento, se vuelve adictivo, porque la fuerza del vacío supera el intento de suspensión de la realidad, y en el viaje, en el roce con lo perdurable, no existe otra posibilidad que repetir la operación, sabiendo que está condenada a des-aparecer, porque tampoco se está dispuesto a un esfuerzo superior de construcción simbólica.

“No sería mejor que olvidáramosA la vaca semiológica que pasta a la derivaSudor rocío que nos entumeció los huesos sesos”.

Resulta llamativo constatar, cómo un grupo de jóvenes seleccionados y concertados, para irrumpir en la escena poética en tiempos de la transición política, lejos de la inocencia e introducidos de modo rápido y eficiente en las reglas del juego del mer-

cado, ocuparon con una facilidad que impresiona, el espacio generado desdelas aulas universitarias. Si la década de los 80, perteneció a Los prisioneros, la de los noventa, es la de La ley. Si los escri-tores de los ochenta, generaron espacios de resistencia, los de los noventa, en su aparente fragilidad y renuncia a toda re-beldía, construyeron las redes necesarias y los canales precisos, para conseguir sus objetivos.

La generación del 90, es entonces en poesía, lo que las editoriales elaboraron como construcción de mercado y que conocimos como “Nueva narrativa”. La diferencia se da en que los primeros, son producto del mercado, mientras que los segundos, son parte del tubo de ensayo de la academia.

El error de las compilaciones, elaboradas desde mediados de la década en discu-sión, radica entre otros, en su apresura-miento, en su falta de distancia histórica, para ser más precisos, recién hoy se po-dría empezar un trabajo serio de recopi-lación, cuyo objetivo debiera ser, abarcar la producción poética de pos-dictadura y la extensa transición que termina, con los cuatro años del gobierno de Sebas-tián Piñera.

Los trabajos analizados son pálidos in-tentos, demasiado anticipados, donde un pequeño grupo de avezados jóvenes, pretenden irrumpir en la historia de la literatura, ingresando por la ventana o gestionando desde sus redes de apoyo, una pequeña plaquita con su nombre, en los archivos de alguna biblioteca pública.Sin duda los llamados náufragos, como los incluidos por Zurita, llevan una pe-queña ventaja comparativa en relación a otros poetas del mismo tiempo, sin em-bargo, de ese número de “escogidos” ni siquiera me atrevo a pronunciarme -por dos o tres- que tengan la fortuna de per-manecer, los demás, por más artículos especializados donde sus nombres apa-rezcan, invitaciones y premios que reci-ban, no hay caso, la historia y el olvido, son crueles, especialmente con los poe-tas.

“Resulta paradójico entonces que a una propuesta escritural

tan limitada, como la propia nariz, tenga en las palabras de Raúl

Zurita, una proyección de arte mayor”.

Por Omar Cid