Retorno a La Isla Blanca - Laura Gallego Garcia

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Única vive en Bosque-Verde con sus amigos los gnomos, las hadas y losduendes,peronosepareceennadaaellos:esunaextrañaMedianadepielazul, quizá la últimade su raza.Porque¿dóndeestá su gente?¿Adóndefueron?Únicadeseadescubrir la verdad sobre suorigen ypor ello decideseguirellarguísimocaminodearenablancaque,segúnlasleyendasdelosduendes,trajoaBosque-VerdealosMedianosdepielazul.Peroelcaminosaledelbosqueyseadentraentierrasextrañas,desconocidasypeligrosasparalaGentePequeña.

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LauraGallegoGarcía

RetornoalaIslaBlancaePubr1.0

fenikz22.09.14

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LauraGallegoGarcía,2001Ilustraciones:VíctorSoler

Editordigital:fenikzePubbaser1.1

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ParaAndrés,mi«socio»,enrecuerdodeaquellosmomentosenel«Barocco»,deaquellosborradores,detantashorasdereunión,ydemuchas

cosasmás.Porqueestafuelaprimerahistoriaquefabulamosjuntosy,porsupuesto,no

serálaúltima.

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Enunlugardistante,másdistanteaúnquelapropialuna,lamúsicaescapazdepenetraryhacermilagros.

PAULOCOELHO,Verónicadecidemorir.

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llos vivían desde hacía incontables milenios en la Isla, que se alzabacomounfantasmaentrelasbrumasdelMardeZafir.LaIslahabíaestadoallísiempre,consusplayasdearenasblancasdonderompíanlasolasqueextendíansumantodeespumasobrelaorilla;consusacantiladosderocacaliza,consusbloquesdemármolysualtísimamontañaconalcumbrecubiertadenievevirgen.LaIslalodominabatododesdelasuperficiedel

mar,comounvigíainsomne.Los habitantes de la Isla eran gente alegre y pacífica. Sus risas cristalinas, sus

albas túnicas, sus rostrosagradablesybondadosos…eranpartede la Isla, como laIslaerapartedeellos.Poseíanunashermosasalasdeplumadecisnequelenacíanenlaespalda,yporellosolíandecirquevivíanmáscercadelcieloqueningúnmortal.

SulídereraunhombreaquienllamabanGuía,porquepodíaremontarseenelairemásaltoqueninguno, enredandosusalas en jironesdenubesyobservando la Isladesdearriba,poresoveíamáslejos,ydecíaquesubíatanaltoqueenlosdíasclarospodíaverenelhorizontelalíneaborrosadelcontinente.

Pero aquel día algo no era igual que siempre; losmoradores de la Isla estabanserios y preocupados, y elGuía había dicho que no tenía ganas de volar; se habíasentadosobrelarocamásaltadelosacantiladosdecaliza,porquenecesitabapensar.

Lanocheanterior,bajo lapálida luzde la luna llena,dosamigoshabían tenidouna fuertedisputa,quebrando lapazy laarmoníaen loscorazonesde lascriaturasaladas.Gritos,malaspalabras…aquellonuncaanteshabíasucedidoenlaIsla.

ElGuíameditaba,susojosfijosenlaespumadelasolasqueseestrellabancontralosbloquesdemármol.

Deprontooyóungrito,yviodosfigurasquedescendíanvolandodesdeloaltodela montaña. El Guía no pudo distinguirlas con claridad, porque sus formas seconfundíanconelcielo,completamenteencapotadoconunmantodenubesblancas.

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ElGuíasepusoenpiedeunsalto.Unadelasfigurasparecíaperseguiralaotra,ylasdosdescendíanenpicadoaunavelocidadvertiginosa.

ElGuíadesplególasalasyacudióasuencuentro.Suspendidoenelaire,gritó…ysullamadadeadvertenciasemezclóconotrogritodemiedoydolor.

Todofuedemasiadorápido.Unamancharojaseextendíasobrelasblancasrocasdemármol.

Retumbóuntrueno.

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nica,despierta!Única abrió los ojos con sobresalto. El corazón le latía muy

deprisa,yrespirabacondificultad.—Eltrueno…—murmuró.—Eraunapesadilla,Única—explicóunavocecitajovial.Únicaserestregóunojo,seestirósobresucamadehierbasy

se volvió hacia la pequeña figura que se recortaba contra la luz del exterior en lapuertadesuagujero.ReconocióaFisgón,elgnomo.

—Buenos días, hermosa dama —saludó el hombrecillo, quitándoseceremoniosamentesuelegantesombreroysaltandoalinteriordelrefugio.

—Fisgón,¿quépasa?—preguntóÚnica,aúnalgoadormilada—.¿Estarde?—Elsolestáyamuyalto.Todosestábamosesperándote.Única se incorporó. Entonces se dio cuenta de que aún sujetaba con fuerza su

talismán de la suerte, una flautilla de caña que siempre había llevado colgada alcuello,hastadondeellapodía recordar.Lasoltóyseapresuróa seguirgateandoalgnomo,queyabrincabahacialasalida.

Únicavivíaenunagujeroalpiedelque,segúnella,eraelárbolmásgrandedeBosqueVerde.ClaroqueellanohabíarecorridoBosqueVerdetodoentero,porqueerainmenso;niconocíaanadiequelohubierahecho.

Pero, de todas formas, Única necesitaba el árbol más grande de BosqueVerde,porque ella misma era la criatura más grande de BosqueVerde, más grande quecualquiera de los miembros de la Gente Pequeña. Los gnomos decían que Únicatampoco era como la Gente Grande que vivía fuera del bosque, así que solíanllamarlalaMediana.Aellanoleimportaba,porquesiemprelahabíanaceptadoentreellos.

Únicaparpadeócuandoelsolprimaveralledioenplenacara.Unacriaturaalada

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revoloteóhastaella.—¡Buenos días, Única!—dijo con voz musical—. Hemos tenido que venir a

buscarte,yCascarrabiasestámuyenfadado.—Buenosdías,Liviana—saludóÚnica.El hada se posó con elegancia sobre una flor, batiendo sus delicadas alas, que

desprendíanunsuavepolvillodorado.Únicasalióalairelibreysepusoenpie,escuchandoelcantodelvientoentrelos

árboles.BosqueVerderelucíaaquellamañanaconunbrillosalvajeymagnífico,comounaesmeraldademúltiplescaras.Aspirólafrescabrisaquemecíasuscabellosrubiosysedispusoaseguiralhadayalgnomo,queyasealejabanentrelosárboles.

Nolecostómuchotrabajoalcanzarlos,porqueerabastantemásgrandequeellos.Livianamedíaunosdiezcentímetrosdeestatura,locualnoestabamalparasuraza.Fisgón alcanzaba los quince; yCascarrabias, el duende, llegaba a los treinta. PeroÚnicalossuperabaatodos:medíanadamenosqueunmetro.

Losgnomos,razainquietayviajera,habíanrecorridomuchomundo.Algunosdelos deBosqueVerde incluso habían vivido en casas humanas. Fisgóndecía que loshumanoseranmásgrandesqueÚnica,yquelosúnicosMedianosqueconocíanlosgnomoseranlosbarbudosenanosdelaCordilleraGris.

PeroÚnicatampocoseparecíaaellos.Era delgada, de brazos largos y grandes ojos violetas. Supiel era de un pálido

color azulado, y su cabello era rubio, fino y lacio, y le caía sobre los hombrosenmarcándoleelrostro.

ÚnicaeradiferenteatodosloshabitantesdeBosqueVerde.Losduendeslahabíanencontrado cuando ella era muy niña, sola, y la criaron hasta que fue demasiadograndecomoparacaberensuscasas.LaAbuelaDuende lehabíadicho,mirándolafijamente:

—Túnoeresdeaquí,niña.LaAbuelaDuendesabíamucho,ylosduendesdecíanqueinclusosabíamásque

losgnomos(estonoleshacíamuchagraciaalosgnomos,peronoseenfadabanporello;todoelmundoqueríayrespetabaalaAbuelaDuende).ÚnicahabíabuscadosusorígenesenlasdiferentesrazasdeBosqueVerde,peronohabíatenidosuerte.Noseparecíani a losduendes, ni a lashadas, ni a losgnomos, ni a lasdríades, ni a losgeniecillos de los árboles, ni a las náyades, ni a las asrai, ni a los uldras, ni a lostánganos, y mucho menos a los terribles habitantes de la noche: los trolls y lostrasgos.

Únicahabíaabandonadosubúsquedamuchotiempoatrás.—¿Quétepasa,Única?—lepreguntóLivianaalverlacabizbajaymeditabunda

—.Teveotriste.—Hoyhetenidounsueño—explicóÚnica—.Hesoñadocongentequevivíaen

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unaisladecolorblancoenmediodelmar.Fisgónabríalamarcha,peroteníaunoídomuyfinoyenseguidasevolviópara

preguntar:—¿Yerancomotú?—Nodeltodo.Teníanalas.—Entonceshassoñadoconlashadas—dedujoLiviana.—Pero no eran alas como las tuyas. Eran alas de pájaro, con plumas blancas.

Además,teníanlapielpálida.—Encualquiercaso—añadióelgnomo,saltandoporentre lasplantas—, túno

puedesvenirdeunaisla,porquenohaymarenBosqueVerde.—¿Quéeselmar?—preguntóLiviana.—Es…uh…comounlagomuygrande,inmenso,tanenormequenosevelaotra

orilla.Fisgónsabíamuchascosasporque,aunquenuncahabíasalidodeBosqueVerde,

pertenecíaaunafamiliadefamososviajeros.—Y,situsparientesestánenesaisla—razonóLiviana—,¿porquéestástúaquí,

yporquénotienesalas?—Pasóalgo—fueloúnicoquepudodecirÚnica.—¿Elqué?—quisosaberFisgón.Única frunció el ceño, haciendo memoria: un trueno, rojo sobre blanco…

después,sacudiólacabezadesalentada.Norecordabamás.Lostres llegabanenaquelmomentoaunclarodondelosesperaba,concarade

pocos amigos, una criatura rechoncha y de gran nariz. A la vista estaba que seencontraba demuymal humor aquellamañana; sus ojillos negros echaban chispaspordebajodeloscabellososcurosqueseescapabandelgorro.

—¡Hemosperdidomediamañana!—chilló—.Yanopodemosirdeexcursiónalmanantial; se nos echará la noche encima, y nos sorprenderán los trolls y lostrasgos…

—Losiento,Cascarrabias—murmuróÚnicahumildemente—.Mehedormido.Cascarrabiasera incapazdeestarenfadadoconÚnicadurantemucho tiempo(y

esoquelosduendestienenmuymalaspulgas),porquesehabíancriadojuntos,yéllaqueríacomoaunahermanapequeña.Asíquenogruñómás.

—Únicahatenidounapesadilla—explicóLiviana.CascarrabiasmiróaÚnica,ydespuésaFisgón.—Únicacasinuncatienepesadillas—dijo,ymiróalgnomoamenazadoramente

—. ¡Seguroqueha sido culpa tuya,Fisgón!Túnos llevaste ayer cercadel terriblelugardondenocantanlospájaros.

Livianaseestremeció,peroFisgónnoparecíaasustado.—¡Quiero saber qué hay en esa zona del bosque!—se defendió—. Si por lo

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menosmehubierasdejadoacercarmeunpoquitomás…¡eh, tengounaidea!Comoyanotenemostiempoparairalmanantial,podríamosexplorarla…

—¡Nihablar!—estallóCascarrabias.—Sabéis,creoqueFisgóntienerazón—intervinoÚnica—.Nomegustalaidea

dequehayaunsitiodondenocantenlospájaros…peronoeslaprimeravezquenosacercamos…ysiemprequelohemoshechohetenidoelmismosueño.

—¡Ajá!—exclamóFisgónantesdequeCascarrabiasabrieralaboca—.¿Loves?¡Quizáeselugarestéencantado!¡QuizáÚnicaprocedadeallí!¡Quizá…!

—¡Cierralaboca!—¡Ooh,vamosaverlo,vamosaverlo,vamosaverlooo!Una dulcísima música interrumpió (para alivio de Cascarrabias) el nervioso

parloteodelgnomo.Era Única, que tocaba con su flauta una de tantas melodías que ella había

inventado.Lamúsicaascendióentrelostroncosdelosárbolesyseperdióenlafloresta.La

músicaalivió loscorazonesde todosyse llevó losmalospensamientos.Lamúsicalosenvolvióaloscuatroylosacunóconternura,comounamadremeceasushijos.

CuandoÚnicadejódetocarseprodujounbrevesilencio.EntoncesFisgóndijoenvozbaja:

—¿Quépuedepasamos?Lostrasgosduermendedía,ylostrollsseconviertenenpiedrasilostocalaluzdelsol.

—Yoquieroiraver—dijoentoncesÚnica.CascarrabiasmiróaLiviana,peroellaseencogiódehombros.—Estábien—dijoporfin.Fisgóndiounformidablebrinco.Poco después, los cuatro caminaban a través del bosque. Única tarareaba una

canción sin palabras, y Cascarrabias se entretenía cogiendo bayas y frutos para lacomida.

—Debemosdeestaryacerca—anuncióelgnomo,queibadelante.Livianajugabaconunamariposaquequeríademostrarlequevolabamásrápido

queella.—No falta mucho, ¿verdad?—preguntó Cascarrabias alcanzándolos sudoroso,

arrastrandounsacollenodebayas.Únicanegóconlacabeza,sindejardecantar.Elduendehizounalto;dejóelsaco

enelsueloysepasósumanodecuatrodedosporlafrente.Entoncesreparóenalgo.—¿DóndesehametidoFisgón?Livianadejóenpazalamariposa.—Estabaaquíhaceunmomento.—¡¡Fisgoooón!! —gritó Cascarrabias, y su voz grave resonó por entre los

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árboles;perosecallóenseguida,intimidado.—Noseoyenada—hizonotarÚnica,estremeciéndose—.Estonomegusta.Ningunodelostreshabló;Únicahabríaaseguradoquenooíaniloslatidosdesu

corazón,yesoqueestabaconvencidadequepalpitabaconfuerza.Deprontohubounmovimientoentreelfollaje…yaparecióelgnomo,triunfante.—¡Oh, amigos, esto es increíble! —empezó rápidamente, antes de que

Cascarrabias tuviera tiempode reñirle—. ¿Cómonohemosvenido antes por aquí?¡Hayunaciudad,unaciudadgrande,decasasgrandes…!

—¿Unaciudadhumana?—preguntóLiviana,temblando.—¡Yomevoy!—declaróelduende,dandomediavuelta.—¡No,espera!—Fisgónloagarróporelcuello—.Noesunaciudadhumana:es

unaciudaddeMedianos.—¡Medianos! —repitió Liviana, a la par que Única ahogaba un grito—. ¿La

gentedeÚnica?¿HemosencontradoalagentedeÚnica?—Eh…noexactamente…PeroÚnicayacorríaentrelosarbustos.—¡Espera,Única!—lallamóFisgón.Ellanoescuchaba.CorríahacialaciudaddelosMedianosmientrassuvestidode

hojassecasseenredabaconlasramasdelfollaje,ysuflautillasaltabarítmicamentesobresupecho.

Entonces,ensuprecipitación,nosediocuentadequeelsueloseinclinababajosuspiesdescalzos,yresbalóporuntaludcubiertodemusgo.Rodóyrodó,hastaquedioconsushuesosenuncolchóndemullidahierba.

Se incorporócomopudo, algodolorida.Secolocóbien la coronade floresquellevabaenelpeloycomprobóquenoteníaningunaherida.

Entoncesmiróhaciaadelanteyelcorazónlediounbrinco.LaCiudaddelosMedianos.LosedificiosestabanhechosdeunmaterialqueÚnicanohabíavistonunca.Los

tonosdelascasaseranblancosyazules,yporesoaÚnicaleresultó,contodo,unaciudadcompletamentediferentealasquehabíavistohastaentonces.

—Ondas—murmuróparasímisma.Sí; losedificiosapenas tenían líneas rectas, sinosuavescurvas.Arcos,cúpulas,

bóvedasyparedesligeramenteabombadas.—¿Cómo puede una ciudad ser tan diferente de BosqueVerde y, sin embargo,

encajartanbienenél?—sepreguntóÚnica,perpleja.Se levantó con presteza y caminó hacia las construcciones azules y blancas.

Sentíaciertasensacióndefamiliaridadhaciaellas,unasensaciónquehabíaaparecidonadamásverlassuavescúpulas.

—Estoyencasa—dijo,aladvertirquelaspuertaserandesutamaño.

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Corrióhacialaciudad,perosedetuvoapocosmetrosdelasprimerascasas.Elsilencio.Únicaaferrócon fuerza su flautaaldarsecuentade loquepasabaallí: erauna

ciudadabandonada.Nohabíaabsolutamentenadie.Observandoconatención,pudodarsecuentadequelavegetaciónhabíainvadido

la ciudad; las enredaderas trepaban por las blancas paredes, algunas yaresquebrajadas. Allá un arco se había derrumbado, aquí una bóveda amenazabaruina…

Lapoblaciónparecíaunatumba.Únicainspiróprofundamente.—¡¡¿Adóndehabéisido?!!—chillócontodassusfuerzas—.¡¡¿Dóndeestáis?!!Nadaninadielerespondió.Únicasellevólaflautaaloslabios,perosumúsica

parecíasonarmásdébilquenunca…Echóacorrerentre lascasas; tenía laextrañasensacióndequehuíadealgo,peronosabíadequé.

Sus amigos la encontraron horas más tarde acurrucada bajo una cúpulasemiderruida,tocandosuavementelaflauta.

—¿Esestatucasa?—preguntóLivianasuavemente.—Noparece una isla—comentó Fisgón, yCascarrabias le dio un codazo para

quecerraralaboca.—Eramicasa—respondióÚnica—.Ahorayano loes.—Miróa sualrededor

conciertomiedo—.Estelugarestámaldito.Cascarrabiassesentójuntoaella.—Esextrañoquenoquedenadie—comentó—.Lasciudadesnoseabandonanasí

comoasí.¿Quépasó?¿Adóndehanidotodos?—Nolosé.Escuchad…noseréyolaúltima,¿verdad?Nadie dijo nada durante un momento. No sabían qué responder. Quizá los

duendeslahabíanllamadoÚnicaporqueellaeralaúltimadesupueblo,laúnicaquequedabadelarazadelosMedianosdepielazul.

—No lo creo —respondió finalmente Cascarrabias, tratando de parecerconvencido—.Habrámáspoblacionescomoesta,enalgunaparte.

Echóunvistazoalcielo,queempezabaaponerseoscuro.—La hora de los trasgos —murmuró—. Tenemos que volver a casa, Única.

Podemosveniraquíotrodía.—¿DóndeestáFisgón?—preguntóentoncesLiviana.—¡Ese condenado gnomo! —gruñó Cascarrabias, al comprobar que se había

esfumado—.¡Estoycansadodeirdetrásdeél!—Pero es un gnomo, Cascarrabias —dijo el hada—. No puede reprimir su

curiosidad.—¿Nohaoídonuncaelviejodicho«Lacuriosidadmatóalgnomo»?¡Debemos

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irnosya!Única mordisqueaba distraída un fruto que había sacado del bolsón de

Cascarrabias.Livianaseacercóaella.—¿Quévasahacer,Única?—lepreguntó,mientrasCascarrabiassedesgañitaba

llamandoalgnomo.—LepreguntaréalaAbuelaDuende—respondióellaconsencillez.Cogiólaflautillaparatocarunasuavemelodía;peroalgonofuncionó,porqueel

instrumentonoemitióningúnsonido.Probóotravez:laflautaseguíamuda.—Talvezestéatascadapordentro—dijoLivianaalversuapuro.Única iba a responder cuando apareció Cascarrabias arrastrando tras de sí a

Fisgón,aquienhabíaagarradoporunadesuspuntiagudasorejas.—¡Losgnomosnomadurannunca!—sequejabaelduende—.¡Tengoquecuidar

deticomosifuesesunbebé!—¡Suéltame,suéltame!¡Heencontradoalgomuyinteresante!—¿Qué?—preguntóÚnica,impaciente.Fisgónconsiguiósoltarseysefrotó laorejadolorida, refunfuñandopor lobajo.

Después, muy dignamente, se ajustó el sombrero y se dirigió a Única y Liviana,ignorandoalduende:

—Hermosasdamas,oscomunicoquedelpobladosaleuncaminodetierrablancaqueparecehabersidohechoporlosMedianosquevivíanaquí.

—¡Uncamino!—exclamóLiviana,excitada—.¿Yadóndelleva?—Ibaaaveriguarlocuandoestebrutomeloimpidió—replicóFisgón,lanzando

unamiradairritadaaCascarrabias.—¡Quizácomuniqueconotraciudad!—apuntóLiviana,muynerviosa.—Esextrañoquenadiesupieradeestelugar—comentóCascarrabias.—Esellugardondenocantanlospájaros—lerecordóLiviana.—PreguntaremosalaAbuelaDuende—zanjóÚnicaconunasonrisa.Lanochecaíaya,yloscuatroemprendieronlavueltaacasa.LaAbuelaDuendeera,posiblemente,elsermásancianode todoBosqueVerde.

Yanolequedabancabellos,ysusojillosnegroscomobotonesapenasseleveíanenelrostroapergaminadoyarrugadocomounapasa.PerolaAbuelaDuendeeramuysabia,aunqueavecesdecíacosasextrañas.Porlasnochessesentabaalpiedelolmodonde vivía y era entonces cuando, bajo la luz de las estrellas, la Gente Pequeñaacudíaapedirleconsejooaescucharhistorias.

Aquellanoche,Únicaysusamigossereunieronunavezmásentornoaella,enestaocasiónparapreguntarleporlaciudaddelaGenteMediana.

LaAbuelaDuendedijo,despuésdeunlargosilencio:—Llegaron de muy lejos, de fuera de BosqueVerde. Ni siquiera yo recuerdo

cuándo fue eso.Erangente comoÚnicay, aunque algunosgnomos se acercaban a

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ellosparaescuchardesdelejossumaravillosamúsica,lamayoríadelosPequeñoslesteníanmiedoacausadesutamaño.

—¿Cómopuedeserquenadielosrecuerde?—preguntóCascarrabias.—PorquelaGentePequeñavivepocotiempo,yÚnicacrecedespacio.Lashadas

son caprichosas y olvidan fácilmente. Además, cuando ellos se fueron… ni lospájarosqueríanacercarsealaciudadquedejaronatrás.

—¿Yadóndefueron?—quisosaberÚnica.—Nadielosabe.Undíadesaparecieronsindejarnirastro.Tampocosabemospor

quéÚnicanosefueconellos.LaMedianabajólacabeza,entristecida.—Quizásefueronpordondehabíanvenido—sugiriólaAbuelaDuende.—¿Ypordóndevinieron?—PorelCamino,porsupuesto.TodoelmundosabequelosMedianoshicieronel

Camino,yelCaminotrajoalosMedianos.LaAbuelaDuendenodijomás.Pocosdíasdespués,Únicapartía,conpocoequipajeporqueenBosqueVerdeno

senecesitaposeergrancosa,enbuscadelossuyossiguiendoelCamino.ElinquietognomoFisgónnopudoresistirlallamadadelaaventurayseofrecióaacompañarla;yCascarrabiasyLivianatampocoquisieronabandonarla.

LaGentePequeñasereunióparadespediraÚnica.Laecharíandemenos,perotodoshabíansabidosiemprequetardeotempranosemarcharía.

Fue así comoÚnica, laMediana de BosqueVerde, dio la espalda a su casa, elárbolmásgrandedetodos,yalaGentePequeñaqueledeseabasuertey,acompañadaporunduende,unhadayungnomo,echóaandarporelCaminode losMedianosquelallevaría,sinsaberloella,muylejosdellugardondesehabíacriadoyqueahoraabandonabaenbuscadesugente.

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ás allá de la tercera fila de árboles no había más BosqueVerde.Cascarrabiasnoseatrevíaadarunsolopaso.Única,sinembargo,sealejaba siguiendo el Camino, y Fisgón la seguía trotandoalegremente.

Liviana también titubeaba. Había sido divertido mientras losrodeabanárbolesyvegetación; incluso lasnoches,esquivandoa los

trollsylostrasgos,habíansidoemocionantes.Peroellugardelashadaseselbosque,yLiviananuncahabíasalidoacampoabierto.

—¡Úúúnicaaaa!—lallamó,temblando.—¡Vamos,Liviana!—lellególavozdesuamiga—.¿Quétepasa?¡Cualquiera

diríaqueeresunaasrai!Liviana se enfadó. Todo el mundo sabe que las pequeñas asrai son hadas tan

delicadas que cuando las capturan o las exponen mucho al sol se derriten y setransforman en pequeños charquillos de agua. Y a Liviana no le gustaba que lacomparasenconellas.

—¡Claroqueno!—chilló,yvolórápidamentetrassusamigos.Atrás quedó Cascarrabias, agarrado al tronco de un árbol. Sus cortas piernas

temblabancomoflanes,ylecastañeteabanlosdientes.—¡Cascarrabias!—lollamóÚnicadesdelejos.Elduenderespiróhondo.—Nopuedodejaralapequeñasola—sedijo—.LeprometíalaAbuelaDuende

quecuidaríadeella.Sesoltódelárbolyechóacorrerparaalcanzarlos.Sehabíandetenidojustoenellímitedelbosque.Fisgónteníalanarizmetidaen

unviejomapagnomoquehabíaencontradoentresustrastos.—Veamos… —estaba diciendo cuando Cascarrabias llegó jadeante—. Si mis

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cálculosnofallan…—¡Tonto!—loriñóLivianaque,suspendidaenelairefrenteaél,batíasusalas

confuerza—.¡Lotienescogidodelrevés!—¡Ah, sí! ¡Je, je! ¡Es verdad!—Fisgón, rojo comoun tomate, dio la vuelta al

mapa—.Enfin,comoibadiciendo,estamoseeen…—LaCordilleraGris—concluyóÚnica.—¡Exacto!—Fisgónlevantólavistadelmapa,sorprendido—.¿Cómo…?Apoyada en el tronco del último árbol, Única contemplaba el horizonte. La

sombra de un gigantesco macizo se recortaba contra el cielo frente a ellos,cerrándoleselpaso.

—¡PortodoslosAncestrosDuendes!—exclamóCascarrabias—.¡Esperoquenotengamosquecruzarla!

—ElCaminovadirectamentehaciaella—observóÚnica,echandoaandar.Susamigossemiraronunosaotros.—Estábien—gruñóCascarrabias.Fisgón, con un grito de júbilo y agitando su sombrero en el aire, corrió hacia

Única,seguidodelhadayelduende.El singular grupo avanzó pues, siguiendo el Camino, siempre siguiendo el

Camino. Al caer la noche llegaron al pie de la Cordillera Gris. Una chispa de lamagiadeLivianasirvióparaencenderunacálidayacogedorahogueraalabrigodelosgrandesbloquesdepiedra.

—Es tan inmenso—musitó el duende, observando el cielo nocturno—.Miradcuántasestrellashay.Damiedonosentiruntechodeverdeshojassobrelacabeza.

Livianaasintió,sobrecogida.Únicatocabasuavementesuflauta.Fisgónbostezóruidosamente.—Nosévosotros,queridoscompañeros,peroyotengomuchosueñoymevoya

dormir.Se acurrucó junto a la sombra de una enorme roca, se hizo un ovillo y poco

después,susamigoscomenzaronaoírunaseriedesuavesronquidos.Única se estiró, sonriendo, y se echó sobre la fría roca, añorando su cama de

verdeshojas.Seenvolvióensucapayenseguidasequedódormida,yLivianaconella.

Cascarrabias quedó despierto bajo la inmensa bóveda nocturna, observando elfuego,pensativo.Dejóque fueraapagándosepocoapocoy, cuandosóloquedaronunasbrasas,sedispusoadormir.

Lo puso en guardia, sin embargo, el sonido de unos golpes que venían de laCordillera.Selevantódeunsalto,yescudriñócondesconfianzalassombrasdelosagudos picachos. Los golpes seguían oyéndose, resonando de roca en roca yreproducidos por el eco. Pronto se oyeron más golpes, procedentes de distintos

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lugaresdelasmontañas.Cascarrabiasmirabaaunladoyaotroyalfindistinguió,enla oscuridad, pequeñas luces rojas que brillaban entre las rocas, muy lejos, en lasladerasdelaCordillera.

Cascarrabias no sabía si despertar a sus compañeros. Las luces y los golpesparecíanvenirdelejos,ytalveznofueranpeligrosos.Pero…¿ysilofueran?

Cascarrabiasdecidiópermanecerdespierto,paravigilar.LodespertaronalamañanasiguientelassacudidasdeFisgón:—¡Arriba,duendedormilón!¡Hoytenemosmuchoquehacer!Cascarrabiasselevantóconfuso,parpadeando.Únicarecogíalaspocascosasque

loscuatroamigosllevabanensusbolsas.—¿DóndeestáLiviana?—preguntóelduenderápidamente.—La hemos mandado de avanzadilla, para ver por dónde sigue el Camino—

explicóFisgón—,porquenoparecequepodamoscruzarlaCordilleraporaquí.Cascarrabiasseguíaconfundido.—Perolasluces…ylosgolpes…Fisgónlomirabaconcuriosidad.—¿Lucesygolpes,hasdicho?Quésueñotancurioso,eltuyo.—¿Sueño?—Cascarrabiasserascólacabeza—.Peronofueunsueño.—Ya,esoesloquedicentodos—suspiróelgnomo.Cascarrabias iba a replicar, cuando llegó Liviana volando y se posó sobre una

roca,jadeante.—¡Escuchad,tenemosunproblema!¡Másallá…!—¿Qué?—preguntóCascarrabias,preparándoseparapelearcontraloquefuera.—¡…yanohaymásCamino!—¿Quéquieresdecir?—preguntóÚnica,muypálida.LivianalosguiohastaellugardondeelCaminosecortaba.Unaenormeparedde

granito les impedía el paso; los cuatro amigos de BosqueVerde se quedaroncontemplándolacondesaliento.

—¿Yahoraqué?—dijoCascarrabias.—¡Ya sé lo que pasó!—exclamó Fisgón—. ¡La montaña cayó encima de los

Medianosylosaplastó!—¡Nodigastonterías!—Livianalediouncoscorrónalgnomo—.¡Lasmontañas

nocaendelcielo!—¿Ah,no?—Fisgónparecíaextrañado—.Entonces,¿cómonacen?—Pues del suelo, como los árboles —replicó Liviana, muy digna—. Es que

parecestonto.Cascarrabiascorrióhacialaparedrocosa.—Única,¿quéhaces?—gritó.LaMediana intentabaescalar la roca,agarrándosecomopodíaconsus largosy

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finosdedos.—¡SeguroqueelCaminosigueporelotrolado!—replicódesdearriba.—¡Granidea!—chillóFisgón;ycorrióhacialaparedparaseguiraÚnica.Cascarrabiasloagarrócuandopasabaporsulado.—¿Adóndecreesquevastú?—loregañó.PeroFisgón se zafó fácilmente.En su ímpetu, chocó contra elmuro; se rehizo

rápidamenteyseagarróalprimersalientequeencontró,paratreparporlaroca.—¡Eh!—protestóalverqueelsalientecedía—.¡Estono…!Unprofundogemidoqueparecíasalirdelasentrañasdelatierraasustóalgnomo,

quediounsaltohaciaatrás,apartándosedelapiedragris.—¿¡Quépasa!?—preguntóÚnicadesdesuatalaya—.¿Porquéno…?Seinterrumpiócuandolarocaempezóatemblar.—¡Eeeh…!¡Estosemueve!—¡Bajadeahí!—gritóCascarrabias.Pero ella no podía moverse; la montaña seguía temblando y gimiendo con tal

estruendoqueLivianasetapólosoídos.—¡Socorro!—chillóÚnica.—Ahíva…—dijoFisgón—.Lamontañasehaenfadado.—¡Salta,Única!¡Yotecojo!Única miró hacia abajo y vio que Cascarrabias abría los brazos. No era una

perspectivamuysegura,perounanuevasacudidadelapiedralahizosoltarsedesuasideroy caer… justo encimadel duende.LaMediananopesabamucho, pero eraconsiderablementemás grande que él. En cuanto pudo, se levantó para comprobarquesuamigoestababien.

—¡Eh,mirad!—chillóentoncesFisgón—.¿Habéisvistoalgunavezunamontañaconlabocaabierta?

Cascarrabiasselevantó,frotándoselaszonasmagulladas,ymiróalapared…omejordicho,allugardondehabíaestadolapared.

Unagigantescacueva(gigantescapara laGentePequeña,claroestá;apenaseramuchomásgrandequeÚnica)seabríaenlabasedelamontaña.

YelCaminoseadentrabaenella.—Nopensarásentrarahídentro,¿verdad?—preguntóLiviana,alverqueÚnica

mirabafijamenteeloscurocorredor.—¿Yquéotracosapuedohacer?—replicóella.—Pero…¡estaremosrodeadosdepiedraportodaspartes,sinverlaluzdelsol!Únicasevolvióhaciaella.—Yotengoquecontinuar,Liviana—dijomuyseria—.Túnotienesqueseguirme

sinoquieres;alfinyalcabo,esmibúsqueda.LivianasabíaqueFisgónyCascarrabiasnoseecharíanatrásallí.

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—Necesitaremostuluz—ledijoCascarrabias.Elhadamiróprimeroalduende,luegoaÚnicayfinalmenteaFisgón.Levantóla

cabeza y voló directamente hacia el túnel. La oscuridad se la tragó, pero los tresamigospudieronverenseguidaunadébillucecillamásadelante:lasliadastienenelpoderdeencendersecomosifueranluciérnagas.

—¡Estupendo! —Única cogió sus cosas y la siguió, brincando sobre la arenablanca.

Elviajeenlaoscuridadfuepeordeloqueimaginaban.Prontoperdierondevistalaluzdeldía,perointentabannopensarenello,yfijarsesóloenLiviana,queabríalamarcha.Lapobrenopodíamantenersetantoratoencendida,ydevezencuandoseparaban para descansar, momentos que ella aprovechaba para recuperar energías.Pasadosunosminutos,laluzdeLivianavolvíaabrillar,yloscuatroamigosseguíansucamino.

Asítranscurrieronvariashoras.Devezencuando,Fisgónpreguntaba:—¿Esdenocheya?—¿Cómo voy a saberlo? —gruñía Cascarrabias—. Aquí dentro siempre está

oscuro.Sin embargo, enunode losdescansos,Fisgónvolvió a romper el silenciopara

decir,asombrado:—¡Ahí va! Me he acostumbrado a estar a oscuras. Ahora os veo a todos

perfectamente,yesoqueLiviananobrilla.—Eso es porque hay luz —dijo Cascarrabias, y echó a andar hacia el débil

resplandorqueseveíaalfondodeltúnel.—Pero no puede ser que ya hayamos llegado al otro lado—objetó Única—.

¡Fijaos!ElCaminonosigueporahí.Cascarrabiassedetuvo.Eracierto,eltúnelsebifurcaba.Unadelasramasllevaba

directamentealaluz;perolaotra,laqueseguíaelCamino,torcíaaladerechayseperdíaenlaoscuridad.

—¡Bueno!—exclamóFisgón—.Yahora,¿quéhacemos?—CreoqueLiviananotienefuerzasparailuminamosmás—opinóCascarrabias,

despuésdeecharunvistazoalhada.—PeropodríamosperderelCamino—dijoÚnica,conunsuspiro.—¡Notepreocupesporeso!—saltóFisgónalegremente—.¡Yopuedotraertede

vueltaenunsantiamén!ÚnicayCascarrabiascruzaronunamiradahorrorizada.Nuncatepuedesfiardel

sentidodelaorientacióndeungnomo,porquesedistraeconmilcosasyalfinalnorecuerdaniquéestababuscando.

—Nocreo que…—empezóCascarrabias, pero era demasiado tarde: Fisgón yatrotabahacialaluz.

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—Oh,no—suspiróLivianay, resignada, losiguióvolandoparanoperderlodevista.

—CreoqueFisgónyahadecididoportodosnosotros—gruñóCascarrabias,ysedispuso a seguirlo, cuandodeprontovolvieron a sonar por el túnel los golpes quehabía oído la noche anterior; pero esta vez,muchomás nítidos y claros, ymucho,muchomáscercanos.

ElduendeseaferróconfuerzaaÚnica.—¿Hasoídoeso?¡Esloqueoíanoche!¡Yvienedelfinaldeltúnel!Únicaasintió,conlosojosmuyabiertos.—No podemos dejar solos a Fisgón y Liviana —decidió—. ¿Y si están en

peligro?Cascarrabiasibaadeciralgo,peroÚnicayacorríahacialaluz.Sehabíaolvidado

delCamino.Elduendelasiguió.Eltúneltorcióunpardevecesysiguióadelante,mientraslosgolpesseoíancada

vezconmásclaridad.Depronto,elsonidocesó.OyeronunaexclamacióndesorpresadeFisgón,yunavozfemeninamuygraveunpocomásallá.

—Oh,no—suspirabalavoz—.Ungnomo.Secuelanportodaspartes.NidentrodelaCordillerapuedeunatrabajartranquila.

CascarrabiasyÚnicaavanzaronconprecauciónhastallegaraunaampliacuevadondeardíaunpotentefuegoqueiluminabaunaseriedeobjetosextraños.FisgónyLiviana se habían detenido en el umbral de la sala; el gnomo se volvió hacia losreciénllegados.

—¡Mira,Única!—dijo—.¡UnMediano,comotú!Únicacontuvoungrito.NoeraunMediano,sinounaMediana;peroeradiferente

a ella.Era rechonchay robusta, de cabellos grises y rostromarcadopor profundasarrugas.Ysupielnoeraazul,sinodeltonodelapiedraquelarodeaba.Llevabaunafaldaporlostobillosyunchaldescoloridosobreloshombros.

—¿Quiéneres tú?—lepreguntóaÚnica ladueñade lacueva—.Traesamigosmuy variopintos. Criaturas de BosqueVerde, sin duda. Lo sé por el color de suspieles.Perotúnoerescomoellos.

Ningunodeloscuatrohabíavistonuncaanadiecomoella,ynoseatrevieronaavanzar más. La miraban sorprendidos, con la aboca abierta, sin saber si debíanacercarseosalircorriendo.

—Bueno,enfin,dejadquemepresente—dijofinalmentelaMedianadepielgris—:mellamoMaza.BienvenidosalReinodelosEnanos.

Loscuatroentraronenlacaverna,yamástranquilos.Losenanossuelenserrudosy poco habladores, pero hospitalarios. O al menos eso contaban los gnomos másviajerosenBosqueVerde.

ÚnicalecontóaMazaquiénerayquéhabíavenidoabuscar.Ellateníasuforja

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junto alCamino, perono recordabahaber visto pasar a la gente deÚnica por allí;dentro de la Cordillera, les dijo, sólo vivían enanos, porque ninguna otra criaturaresistíamuchotiemposinverlaluzdelsol.

Lesenseñósutaller.Mazateníaunaherrería,comogranpartedelosenanosdelaCordillera;elrestoeranMineros,JoyerosoComerciantes.

—Yofabricoarmasyherramientas—lesexplicó,ylesmostróvariosartilugiosdeunmaterialquelosdeBosqueVerdenohabíanvistonunca:gris,duro,fríoybrillante.

—¡Metal!—exclamóFisgón,sorprendido,recordandolashistoriasdesuabueloTrotamundos,elgnomomásviajerodelafamilia.

—¿Paraquésirve?—preguntóÚnica,manoseandoun instrumentomuy largoypuntiagudo—.¡Ay!—gritó—.Mehecortado…

—Paraesosirve—replicóMaza,quitándoleelobjeto—asíquetenmáscuidadolapróximavez.

—¿Sirveparacortaralagente?—gruñóCascarrabias.—Es una espada. Los del Valle pagan bien por ellas —dijo la enana,

encogiéndose de hombros mientras aplicaba un vendaje a la herida de Única—.Aunque probablemente —añadió viendo cómo Liviana observaba la espada conrepugnancia—,avosotrososgustaríamásvisitareltallerdeunEnanoJoyero.

ÚnicanosabíaquéeraunEnanoJoyero,ylepreguntóaMazasiteníaalgoqueverconsugente,oconelCamino.Laenanasoltóunacarcajada.

—ElúnicoquepodríasaberalgodetugenteeselSabioVenerable—dijo—.Siquieres,podemosiraverle.

Comoellarespondióafirmativamente,Mazase llevóa losextranjeros(antesdequeelgnomo,que todo lo tocaba, revolvieramásen su forja) a travésdeun túnellarguísimo,dejandoatráseltaller…yelCamino.

Enelsilencio,Cascarrabiaspudocomprobarqueseoíanmásgolpesportodoslostúneles.Mazaleexplicóque,porlasnoches,losEnanosMinerosgolpeanlarocaparaextraer de ella el metal y las gemas; los Enanos Herreros trabajan en sus forjasgolpeandoconlosmartilloselmetalcaliente,paradarleforma;ylosEnanosJoyerosgolpeanlasgemasparatallarlasyhacerdeellasbellaspiedrasdemúltiplescolores.

ALivianalegustólodelasgemas;dentrodelaCordilleratodoparecíasergrisy,alalarga,resultabaunpocodeprimente.

Lacomitivasedetuvofrenteaunacuevacerradaporunasólidapuertademadera.Mazallamóconenergía.

—¿Quiénosainterrumpirmiestudio?—preguntóunavozdesdeelinterior.Mazacarraspeó.—Venerable, un grupo de… ejem… criaturas de BosqueVerde desearía hablar

contigo.Hubo un silencio. Después, se oyeron unos pasos y la puerta se abrió con un

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crujido;trasellaaparecióunenanoalgomáspequeñoydelgadoquelosdemás,conuna larga barba gris y unos curiosos cristales encima de la nariz,Única supomástardequesellamaban«anteojos»yservíanparavermejor.ElVenerableobservóalosvisitantes,conaspectodeestardemuymalhumor.Entonces,susojosseposaronenÚnica.

—Vaya,vaya—murmuró, ajustándose los anteojos—.¿Quéhaces túaquí?¿Tehasperdido?

Loshizopasarasuestudio;noeraunaherrería,nitampocountallerdejoyas.ElVenerable era el enanomás raro de laCordillera, porque tampoco trabajaba en lasminas ni comerciaba con la GenteGrande. El Venerable estudiaba en los libros ypergaminos, y sabía muchas cosas del mundo, aunque nunca había salido de laCordilleraGris.

Poreso,tambiénsabíacosasacercadelpueblodeÚnica.—Vinieron aquí hace tiempo—explicó, estudiando un enorme libro—. Tenían

unaciudadenelinteriordelaCordillera.DicenlossabiosquellegarondelExteriorhuyendodeunaterribleamenazaquepesabasobreellos.Comopordondepasabanseformaba unCamino de arena blanca, sus enemigos podían encontrarlos allá dondefueran…esporesoporloqueserefugiaronaquí,pensandoque,contantastoneladasderocaprotegiéndolos,ellosjamáslosencontrarían.

—¿Quépasóconellos?—preguntóÚnica.—Dicen los Anales que un día, sin decir nada, recogieron sus cosas y se

marcharon. Nadie los vio partir. Simplemente, un buen día la ciudad estabaabandonada.SóloquedabaelCaminopordondesehabíanmarchado,yel silencio.Su música ya nunca volvió a mezclarse con el sonido de las herramientas de lostalleresenanos.

—¿Ynohanvueltoapasarporaquí?—No.Loscuatroamigoshicieronuncorrito,paradeliberar.SilosMedianosnohabían

vuelto a aparecer por la Cordillera, era evidente que no se habían marchado pordonde habían venido, como había dicho laAbuelaDuende.Habían vivido con losenanos antes de ir a BosqueVerde… ¿pero dónde habían ido después? ¿Quién losperseguía?¿Yporqué?

—Sabéis, aunque esté viajandohacia atrás—dijoÚnica—, seguirémi camino.Quizá si vuelvo al lugar de donde partieron encuentre la respuesta a todas estaspreguntas.

—¿Ysitesiguenesosenemigosqueperseguíanatupueblo?—Esdifícil—razonóFisgón—,porque bajo sus pies no se formaun rastro de

arenablanca.Finalmentedecidieronproseguirsucamino.AgradecieronaMazayalVenerable

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laayudaprestaday,horasmástarde,despuésdedormirunpoco,partierondenuevoatravésdelostúneles,siguiendoelCaminodelosMedianos.

Unpardedíasdespuésllegaronaunaciudadabandonada,comolaquehabíaenBosqueVerde,peromásantigua.Únicalarecorrióalaluzdeunfarolquelosenanosle habían dado, entre otras cosas útiles. Estaba como la anterior completamentedesierta.

CuandoÚnicaintentótocaralgo,lasnotasdesuflautavolvieronasonardébilesytemblorosas,yesoqueelecolaspropagabaportodalacaverna.

Fisgónllegótrotando.—Bueno,¿nosvamosoqué?Única recogió su bolsa del suelo; ahora pesaba bastantemás que al inicio del

viaje.LoscuatroamigosdeBosqueVerdedieronlaespaldaalasegundaCiudaddelos

Medianos que encontraban en su ruta, y siguieron el túnel por donde discurría elCamino,atravésdelasentrañasdelaCordilleraGris.

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oscuatrosedetuvieronparpadeandoalasalidadeltúnel.Livianarespiróprofundamente.

—¡Airepuro!—exclamó—.¡Ysol!Sinembargo,noseatrevióaexponersedegolpealaclaraluzdeldía.

Al igual que sus compañeros, esperó primero a que sus ojos fueranacostumbrándoselentamentealsolquehacíavariosdíasquenoveían.

Fisgón fue el primero en abandonar la penumbra de la boca de la cueva y,saltandoderocaenroca,salióacieloabiertoparaverelpanorama.

—¡Eh,amigos!—llamó—.¡Estoesverdaderamentesingular!¡AlotroladodelaCordilleraGrishayunmaramarillo!

—¡Nodigassandeces!—replicóCascarrabias,peroseapresuróaseguiralgnomoparacomprobarlo;yprontoÚnicayLivianaseunieronaellos.

—¿Veis qué os decía?—insistió Fisgón, señalando el horizonte con un ampliogestodesumano.

Losotrosseasomaronfueradelasrocas…yquedaronboquiabiertos.Como decía Fisgón, más allá de las montañas el suelo estaba alfombrado de

amarillo. El viento formaba suaves ondas que recorrían aquella extraña extensióncomosi,enefecto,fueranolasdeungranmaramarillo.

—Peronoesunmar—concluyóÚnica,despuésdemirarlobien—.Fijaos:másbienparecehierba.

—¡Hierba amarilla! —dijo Fisgón—. Sigue siendo extraño, de todas formas.¡Vamosaverlo!

Cargaron con los bultos y prosiguieron su camino, bajando la ladera de lamontaña.

Pronto descubrieron que aquello era algomás que hierba amarilla. Las plantascrecíanaltísimas,másaltasqueÚnica,yterminabanenunpequeñoremachepeludo

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queseparecíaaunafloralargada.Porsuerte,elCaminoabríabrechaentreaquellosextrañosvegetales.

Única, Cascarrabias, Fisgón y Liviana se adentraron en el campo con ciertotemor.

—Yyoquecreíaconocertodaslasplantasqueexistían—dijoCascarrabias.—Porlomenoshuelenbien—comentóÚnica,respirandoprofundamente.Alcabodeunratosuinquietuddisminuyó.Además,elsuaveolorquedespedían

aquellasplantasyelsusurrodelvientolestranquilizaban;pronto,Únicacomenzóacanturrear a coro con lamelodía de la alta hierba amarilla que los rodeaba.El solbrillabamuyaltoysereflejabaensucabellorubio,arrancándoledestellosdorados.Susamigossecontagiaronenseguidadesualegría;Únicasepusoatocarsuflautilla,ytodosempezaronacantar.

Bailaban por el Camino al son de los gráciles movimientos de las plantasamarillascuandoFisgón,queibadelante,sedetuvo.

—¿Quépasa?—jadeóCascarrabias.Frenteaellos,laarenadelcaminoseibahaciendocadavezmásescasa,comosi

latierraselahubieratragado;ymásadelante,lasaltasplantasinvadíanloquehabíasidoelCamino,engulléndolobajosustallos.

Únicadejócaerlaflauta,ylacuerdecillalaretuvosobresupecho.—Aver,pensemos—dijoCascarrabias—.¿Porquédeprontohaymenosarena

blanca?¿PorquéesaespeciedefloresamarillasinvadenelCamino?LointerrumpiólavozagudadeÚnicallamandoalgnomo:—¡Fisgón!¿Adóndevas?Cascarrabiasvolviólacabeza,asaltadoporunaterriblesospecha.—¡Aúnquedaunpequeño rastrode arenablanca!—les llegó lavozdeFisgón

desdealgúnpuntotraslasaltasplantas;graciasasupequeñaestatura,habíapodidoabrirsepasoentrelostallossinproblemas.

Única acogió lanoticia conalegría.Cascarrabias sequedómirando lasplantas,dubitativo.Liviana,sinembargo,echóavolarhaciael lugardondehabíasonadolavozdeFisgón.

Pero se detuvo en seco, con un grito: algo enorme como una montaña habíasurgidodeentrelasplantasdoradas,interponiéndoseensucamino.

—¡¡Ungigante!!—chillóLiviana.También Cascarrabias yÚnica lo habían visto. Sin ceremonias, los tres dieron

mediavueltayecharonacorrer.Sisehubieranparadoparamiraratrás,sehabríandadocuentadequeelgigante

nolesperseguía,porquesehabíaquedadoclavadoenelsitiodelasorpresa.Peronolohicieron.Sólocuandoestabaaunaprudentedistancia,aÚnicaseleocurriópensarquequizáelgigantesupieraalgodelCamino.

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Además,habíandejadoatrásaFisgón.Únicafrenóensecoysegiróconcautela.Elgigantenosehabíamovidoylamirabaconlabocaabierta,comosinuncaen

suvidahubiesevistoaunaMedianadepielazul.Bueno,pensóÚnicaobservándolocon atención; bienmirado, no parecía tan gigante. Para Liviana y Fisgón lo sería,porqueellosnoeranmuchomásgrandesquelapalmadelamanodeaquelser.ParaCascarrabiasprobablementetambién,porquenollegaríamuchomásalládelarodilladel gigante.Pero paraÚnica, laMediana, quemedía unmetro de estatura, aquellacriaturanoeraungigante,sinosimplementeGrande.

Entoncesrecordólashistoriasquecontabanlosgnomosviajeros,ycomprendió:estabaanteunhumano.

Lo observó con atención, asombro y curiosidad. Mediría cerca de un metrosesenta de estatura. Tenía los ojos rasgados, el pelo negro y la piel de un extrañocolor amarillento, lomismo que sus ropas. No tenía las orejas puntiagudas, comotodos los seres que Única había conocido hasta el momento, sino curiosamentepequeñasyredondeadas,comolassuyaspropias.

Estedescubrimiento la animóy, al verqueelHombreGrandenohacíaningúngestoamenazante,seacercócontimidez.

—Hola—dijosonriendo,peroaúnlejosdesualcance—.MellamoÚnica.ElGrandemovió lacabezaconadmiración;parecíaqueestaba tan sorprendido

comoella.—¡Vaya!Eresunaextrañacriatura—dijo—.¿Dóndehanidotusamigos?Únicavolviólacabeza:nirastrodeCascarrabiasyLiviana.—Volverán—aseguró,ydespuésexaminódenuevoalGrandeconatención—.Y

tú,¿quéeres?—¡Unhumano!—chillóunavozagudaentrelasplantasamarillas.Única sabía que eraFisgón, pero elGrande aúnno lo había visto, ymiró a su

alrededor,desconcertado;sinembargo,nollegóadescubrirlo.AÚnica le extrañaba que Fisgón siguiera escondido; el gnomo era siempre el

primeroenmeter lanarizen todo,especialmentesiconstituíaunanovedadparaél.EntoncesseesforzóporrecordarlascosasquelaAbuelaDuendeyalgunosgnomosdecíandeloshumanos.

Contaban que algunos eran bondadosos; pero que otros, egoístas y crueles,atormentaban a los seres pequeños que caían en susmanos. El tío Patapalo habíaperdidounapiernahuyendodeunenfurecidohumano(claroquenuncacontabaquélehabíahechoalhumanoparaqueestuvieratanenfadado).ElabueloTrotamundoshabíaviajadomucho;unode susviajes lohabíahechoencerradoenuna jaulitademaderaportodounpaísdehumanoscomoatraccióndeferia.Afortunadamentehabíalogradosalirbiendeltrance;elabueloTrotamundoseraungnomoderecursos.

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Única estudió alGrande, temerosa; pero él no parecía tenermalas intenciones.Sonreíaamistoso,aunquetodavíaalgoperplejo,ynosehabíamovidodelsitio,paranoasustarla.

—VengosiguiendoelCaminodearenablanca—leexplicó,señalandoelsuelo—.¿Sabestúporquésecortaaquí?

—¿ElCaminodesal?—preguntóelhumano—.Claro;hacemuchasgeneracionesquemipueblousalasalparalacocina.Antes,elCaminoatravesabatodoelValle,heoídodecir.Ahorayanoquedamuchodeél.

Únicaselequedómirandosincomprender.—¿Sal?—repitióentoncesunavocecita—.¿Quéessal?LosdossevolvieronyvieronaFisgón,quehabíasalidodesuescondite.Sehabía

olvidadodetodassusprecauciones,yÚnicapensóqueeramuyciertoaqueldichodequelacuriosidadhabíamatadoalgnomo;encuantoveían,oíanuolíanalgonuevo,los gnomos no podían resistir la tentación de averiguar qué era, y se olvidaban detodolodemás.

El Grande se sorprendiómucho al ver al gnomo, pero luego sonrió de nuevo.Entoncesseagachóy,cogiendounpuñadodearenablanca,dijo:

—Estoessal.Sacóentoncesunabolsitaycomenzóallenarladearenablanca.—¡Eh!—protestóÚnica—.¿Quéhaces?ElGrandesedetuvo,sorprendidoantelareaccióndelaMedianadepielazul.—¡EselCaminoquedeboseguir!—explicóÚnica.—Perosenoshaacabadolasalencasa—replicóelGrande—,ymimadremeha

pedidoquecojamás.—Déjalo,Única—dijoentonceslavozdeCascarrabiasasusespaldas—.Siyase

hanllevadoelCamino,pocoimportaunpocomás.El Grande miró con asombro al duende que se acercaba por el Camino y lo

observabacondesconfianza.Juntoaélvolabaunaextrañaypequeñacriaturaalada;elGrandenuncahabíavistounhada,ysusorpresacreciótodavíamás.

Sinembargo,volvióafijarseenÚnica,yvioqueellalomirabaconsusgrandesojosvioletasabiertosdeparenpar.

Las cuatro pequeñas criaturas de BosqueVerde se habían reunido ante él, yparecíantandesvalidosqueelhumanopensóquenecesitabanquealguienlesechaseunamano.

—Parecéis cansados —les dijo—. Y, seguramente, tenéis hambre. Venid a laaldea;osdaremosdecomer.¡Porcierto!MellamoYuan.

CostóunpococonvenceraCascarrabiasdequepodíanseguiralhumano.Livianatuvoqueemplearunsencillohechizoqueteníaparaestoscasos,quelepermitíaverelcorazóndelagente;yvioqueYuaneraunbuenhombre.

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AsíqueYuanelGrandelosguioatravésdelcampodorado.—¿PorquélahierbacreceamarillaenesteValle?—preguntóLiviana.—Noeshierba—rioYuan—.Ynocrecesola:laplantamos.A excepción del gnomo, ninguno de ellos había oído hablar de la agricultura.

Yuan les contóque laGenteGrande cultivaba aquellas plantas, que ellos llamaban«cereales»,y,cuandocrecían,lasrecolectabanparahaceralimentoscomoelpan,lasgalletas,losbizcochos…

Todo el Valle estaba cubierto de distintos tipos de cereales. El campo queatravesabaneraunaplantacióndetrigo.

—EltrigocreceenelVallemásaltoqueenningunaotraparte—explicóYuan,muy orgulloso—. También tenemos campos de centeno, cebada, maíz, avena… yjuntoalríoseplantaarroz.

AquellaspalabraserandesconocidasparalosdeBosqueVerde.Porfinllegaronalaaldea;unaaldeadeGenteGrande.Sedetuvieroncuandoun

grupodehombressedirigióhaciaellos;Únicaysusamigosreprimieronelimpulsodesalircorriendo,yseescondierondetrásdeYuan.

Pero pronto advirtieron que no había nada que temer; los Grandes de aquellaaldeaerangenteamable,ylesacogieronconhospitalidad,unavezrecuperadosdelasorpresadeverapareceraserestanextrañoscomolosreciénllegados.Ellosprobaronel pan y las galletas, y todo lo que hacían con el trigo y el centeno. A Única legustaron especialmente las doradas mazorcas de maíz, y Fisgón declaró que losbizcochosdelamadredeYuaneranlomásdeliciosoquehabíaprobadonunca.

Única les contó a los Grandes quién era y qué buscaba. Les preguntó por elCamino;peroellossemiraronunosaotros,encogiéndosedehombros.

—Yoséquemipueblopasóporaquí—insistióÚnica,desesperada.—AntesdequesellevaranlaarenadelCamino—gruñóCascarrabias.—Sal—locorrigióFisgón.—¿NohayenalgunapartedelValleunaciudaddeMedianos?—preguntóÚnica

—.Unaciudaddecasasblancasyazules.—No,quenosotrossepamos—dijoYuan.—¿Ynuncahabéisoídohablardeellos?—No;nuncahabíamosvistoanadiecomotú.Eresdeltamañodelosenanosdela

Cordillera,peronoteparecesaellos.Únicahundiólacabezaentrelasmanos,desconsolada.—¿Nadie envuestropueblo recuerda a losMedianos?—preguntóCascarrabias

—. En BosqueVerde algunos ancianos, como los gnomos más viejos o la AbuelaDuende,conocenantiguasleyendasylascuentanalosniños.¿Notenéisnadieaquíquecuentehistorias?

ElrostrodeYuanseiluminóconunasonrisa.

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—¡Ah!—dijo—.Túbuscasunjuglar.—¿Unjuglar?¿Quéeseso?—¡Yo losé!—chillóFisgón—.ElabueloTrotamundosmehablódeellos.Son

unos hombres que conocen todas las historias del mundo, y viajan de pueblo enpueblocontándoselasalosniños,¿aquesí?

—Bueno,notodaslashistorias—reconocióelGrande—.Perosíbastantes.QuizáunjuglarsepaleyendassobrelosMedianos.

Únicahabíarecuperadolasonrisa.—Estábien—dijo—.¿Dóndepuedoencontrarunjuglar?Yuanibaaresponder,cuandounestruendosacudiólaaldea.AunqueÚnicaysus

amigosyahabíanvistocaballosenelValle,nosabíanquéclasedesonidoproducíaunoalgalope;poresobuscaronrápidamenteunlugardondeesconderse,mientraslosGrandessalíandesuscasasparaverquiéneraelquellegabacontantaprisa.

Cuandoelruidodeloscascosdelcaballocesó,Únicaseatrevióasalirdedebajodelamesa,yaasomarcautelosamentelacabezaporlapuerta.

Fuera,convarioshombres,habíaunjovenjuntoauncaballo.No era un hombre corriente.No tenía la piel amarilla como la gente delValle,

sinoalgomásoscura.Llevabacuriosasropasyungorrosobrelacabeza,ysucabellono era negro, sino de color castaño, lomismo que su perilla.Además, portaba unextrañoinstrumentoalaespalda,yeramuyalto.

El recién llegado no parecía traer buenas noticias. Un murmullo de miedo yrecorriólaaldea.

—¿Quéocurre?—lepreguntóÚnicaaYuancuandoesteentróenlacasa.—ElSeñordelVallevienehaciaaquí.—¿Yesoesmalo?Yuan les contó que, desde hacía muchos siglos, la estirpe del Señor del Valle

gobernaba a los campesinos del Valle Amarillo. El trato era sencillo; ellos leentregaban todos los años parte de su cosecha para alimentar al Señor y a sushombresacambiodequelosdefendierandelosterribleshabitantesdelasMontañasRojas.

PeroúltimamenteelSeñornoseconformabaconloscereales:pedíadinero.Decíaqueen lasMontañasRojaspreparabanunataquealValle, ynecesitaba armasparadefenderlo.Ylasarmasquevendíanlosenanoseranmuycaras,ynopodíanpagarseconcereales;sólounaespadacostabatodouncampodeavena,¿yquéibanahacerlosenanoscontantocereal?No,losenanospedíanoro,porqueeraalgoquenoteníanenlaCordillera,yconeloropodríancomerciarconotrospaíses.

—Sinolepagamosantesdelanoche,destruirálaaldea—concluyóYuan.—¡BonitaformadeprotegerelValle!—rezongóCascarrabias.Livianarebuscabaensussaquillos.

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—¿Quéhaces?—quisosaberFisgón.—Estabapensandoque,comolosenanosnosdierontantascosas,quizátengamos

algodevalorquelosGrandespuedanvender—explicóelhada.—Teayudo—seofrecióFisgón.Impulsivamente, agarró un saquillo para ver qué había dentro, pero este se le

resbaló de las manos y cayó al suelo, desparramándose su contenido por lahabitación.

—¡Torpe!—loriñóLiviana—.¡Hastiradomiscristalesdecolores!—Por todos los…—murmuróunavozdesde la puerta.Era el jovenquehabía

venido a caballo para dar la noticia de la llegada del Señor del Valle. ObservabahechizadoelbrillodelaspiedrasdeLiviana.Seagachóycogióunagemarojaquehabíarodadohastasubota.

—¿Quépasa,Mattius?—preguntóYuan.—Esto es un rubí —dijo el recién llegado—. Vale casi tanto como el oro.

Criatura,llevasunafortunaentubolsa.¿Quiénteladio?ÚnicayLivianacruzaronunamirada.—¿PodríaelSeñorcomprararmasconmispiedras?—preguntóelhada.—Muchas—leaseguróMattius.—¿Ynoatacaríalaaldea?—Notendríarazonesparahacerlo.Livianacogióelsaquillovacío,echóavolaryrecorriótodoelcuartorecogiendo

piedras;cuandolabolsafuedemasiadopesadaparaella,Cascarrabiaslaayudó.Entrelosdospusieronelsaquillosobrelamesa,frenteaMattius.

—Sonsólopiedrasdecolores—dijoLivianaantelamiradadeincredulidaddelhumano—.Ytengomás.

Mattiusledirigióunasonrisa.—Diamantes, esmeraldas, zafiros, rubíes… —dijo—. Muchas gracias. Has

salvadolaaldea.—¡Hurra!—chillóFisgón.—DadleestoalSeñor—ledijoMattiusaYuan—.Sipreguntadedóndelohabéis

sacado,decidquepasóporaquíunricomercaderyselodejó.Quequedeclaroquenotenéismás,osaquearálaaldeabuscandoelresto.

Yuancogióelsaquillo,temblando.Nosabíasireírollorar.—Nosécómopagártelo—ledijoaLiviana.—MiamigaÚnicabuscabaunjuglar—replicóellarápidamente.Mattiussevolvióparamirarla.—¿Ah,sí?¿Yparaquébuscabaunjuglar?Titubeando,Únicaseloexplicó.EntoncesMattiussonrió.—Vaya,hoyestudíadesuerte—dijo—.Yosoyunjuglar.

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Únicasequedómudadelasorpresa;peroFisgónhablóensulugar:—¡Oh,vaya,esoesfantástico!¡Debesdeconocermilesdehistorias!¡Seguroque

hasviajadomásqueeltíoPatapaloyelabueloTrotamundosjuntos!MattiussonriócuandoCascarrabiaslohizocallardeunpescozón.Miróentonces

aÚnica,queaguardabaimpaciente.—Hayunaviejaleyenda—dijoeljuglar—querelataeléxododeunpueblode

pielcolorazulpálidoatravésdelmundo.¿Queréisoírla?Única asintió enseguida. Entonces Mattius sacó el extraño instrumento con

cuerdasquellevabaalaespaldaylorasgueó.De él sonó un tipo de música que Única no había oído nunca; pero era tan

hermosaquealaMedianaselellenóelcorazóndealegría.Yeljuglarcantó:

«UncantoseelevasobreelValle,oírlohacedañoalcorazón:sonMedianosquepasanentreGrandes,losojosllenosdepenaytemorEnelCaminoquedansushogares,caendesusojoslágrimasdesal;nosedetienenniporuninstante,huyendoadelantesinmiraratrás.

YsumúsicaseelevasobreelValle,lágrimasdesalsobrepielazul.YsumúsicasepierdesobreelValle,mientrasunsuaveecoseescuchaaún.LasgentesdelValle,intentandoayudarlesborraronsushuellas,elCaminodesalparaqueyanuncapudieraencontrarlesAqueldelquehuíansinmiraratrás».

LavozdeMattiusseextinguió.Únicavolvióalarealidad.—¿Cómosigue?—preguntó,impaciente.—Nosigue.Estodo.Losojoscolormieldeljuglarteníanunbrilloextraño.Únicasedejócaersobre

unasilla,abatida.—Bueno,yasabesmáscosas—laanimóCascarrabias—.LosGrandeshicieron

desaparecerelCaminoparaquelosenemigosdetupueblonopudieranencontrarlos.—Peroahoratampocolosencontraréyo—gimióÚnica—.¿Adóndefueron?¿Y

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quiénlosperseguía?Mattiuslacontemplabaensilencio.Entoncesdijo:—YosépordóndesigueelCamino.Ven;teloenseñaré.Únicaseapresuróaseguiraljuglarfueradelacasa.Enlapuerta,Mattiusseñaló

haciaeleste.Unacadenadepicosrojoscomoelfuegoseabríaenelhorizonte,pinchandolas

nubes.—LasMontañasRojas—dijo—.Tupueblovinoporallí.Loséporquehevistoel

CaminoalotroladodelValle.—Espera unmomento—se oyó la voz deCascarrabias—. ¿No es ese el lugar

habitadoporesascriaturasdelasquelosGrandesquierendefenderse?Mattiussonrió.—Losminotauros no atacan si no se les ataca—dijo—.Créeme.Yo crucé las

Montañasenunaocasión,ysigovivo.—¿PodríasindicarmeellugardondevisteelCamino?—pidióÚnica.—Haréalgomásqueeso—replicóeljuglar,sonriendo—.Teacompañaré.Cascarrabiasdiounrespingo.—¿Cómo?¿Yesoporqué?—preguntócondesconfianza.—Pues porque precisamente me dirigía hacia el reino que hay detrás de las

MontañasRojas—respondióMattius.Fisgónibaapreguntarquéreinoeraese,peroCascarrabiasseleadelantó.—¿Cómosabernosquepodemosfiamosdeti?—Porque es un buenhombre—respondió tras ellos la voz deLiviana—.Algo

peculiar,pero…unbuenhombre.ÚnicamiróaMattius,quelesonrió.AlaMedianalesorprendiócomprobarque

sus ojos eran ahora de color verde esmeralda; le recordó a BosqueVerde, y eso legustó.Ledevolviólasonrisa,sellevólaflautaaloslabiosytocó.

Lamelodía envolvió la aldea; era lamisma que había tocado el juglar con suinstrumentodecuerda,lacanciónquehablabadeléxododelosMedianosdepálidapielazul.

Únicalareprodujoconseguridadysinequivocarse,apesardequesólolahabíaoído una vez.Cuando terminó,Mattius guardó silencio durante unminuto y luegodijo:

—¡Caramba!Eresunaverdaderahijade tupueblo.Dicenqueeran losmúsicosmáshábilesdelmundo.Dicenquefueronunpueblodejuglares.

Ellasonrió,complacida.Yahabíatomadosudecisión.—Muybien—dijoasusamigos—.SeguiremosaMattiusalasMontañasRojas.Cascarrabias refunfuñó por lo bajo, pero no la contradijo. Enmenos demedia

horarecogieronlascosas,sedespidierondeYuanysugenteypartieron.

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Antes de salir de la aldea, sin embargo,Mattius se detuvo en una casa en lasafueras.

—¿Quéhacemosaquí?—preguntóCascarrabias.—RecogeraunamigoquedejéaquíparavisitaralSeñordelValle—respondióel

juglar.No había terminado de hablar cuando oyeron unos ladridos, y un magnífico

animalgrissaliódelacasapararecibirlos.—¡Ah!—chillóelgnomo—.¡Unlobo!—Esunperro—locorrigióMattius,acariciandoalcan.—Es lo mismo —replicó Fisgón—. Sigue siendo grande, y sigue teniendo

colmillos.Además,losperrosylosgnomosnuncanoshemosllevadobien.¿Notehecontado lo que le pasó a mi abuelo Buscalíos? ¿Sabes por qué le llamaban «ElManco»?

—Sirius no hace daño a nadie a menos que yo se lo diga—dijoMattius conenergía.

Cruzóunasbrevespalabrasconladueñadelacasaysevolvióhacialosdemás.—Yapodemosmarchamos—dijo.Cascarrabiasseloquedómirando.—¿Cómo?¿Noíbamosarecogeraunamigotuyo?—Claro.Yyalohemoshecho—replicóeljuglar,señalandoaSirius.—¿El perro viene con nosotros? —casi gritó Cascarrabias—. ¡De ninguna

manera!Mattiusempezabaaperderlapaciencia.—Elperrovieneconmigo—declaró—.Yonovoyaningunapartesinél;yafue

bastante duro para mí dejarlo aquí para ir al castillo. Vosotros, si queréis, podéisbuscaraotroqueosllevehastaelCamino.

ÚnicamiróaCascarrabiassuplicante;unavezmás,elduendetuvoqueceder.RecorrieronelVallejuntoaMattiusy,sobretodoparaÚnica,fuemuyagradable.

Viajaban de pueblo en pueblo, y en todas partes la llegada de un juglar era bienacogida.Mattiussacabasuinstrumentoy,rodeadodeniñosynotanniños,relatabahistorias y fascinantes leyendas. A cambio, la gente le proporcionaba comida yalojamiento.PeroMattiusnuncasequedabadosnochesenelmismositio.

Cuandotrabajaba,Únicasesentabacercadeély lomiraba,hechizada.AvecesacompañabaelsonidodellaúddeMattiusconsuflauta,yaquelloproducíaunefectomejorenlahistoriaquecantabaeljuglar.

Cuandoelcuentotocabaasufin,Siriuspasabaentreelpúblicoconunplatilloenlaboca.Nosiemprepodíandarledinero,peroleobsequiabanconpequeñosregalos,conpanecillosreciénhechosoconropadeabrigo.

Mattiusibasiempreapie.Habíadejadoelcaballoenlaaldea,porqueyanotenía

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prisa.Además,nuncapasabaporlascasasdelosricoscaballerosdelSeñordelValle;Únicaseenteródequeelsingularjovensólollevabasumagiaysualegríaalosmáspobresy,aunquesu famahabía trascendido tantoqueelSeñor lehabíapedidoqueactuaraensucastillo,Mattiussiempresehabíanegado.CuandolovisitabaerasóloparadefenderalosdemáshabitantesdelValle,comoeldíaenqueÚnicaloconoció.

Segúnpasabaeltiempo,lasMontañasRojasaparecíanmásymásgrandesenelhorizonte. Viajando con el juglar no tuvieron ningún problema con nadie, yCascarrabiastuvoquereconocerqueelperro,ademásdeganarsesupan,losprotegíadelosextraños.

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lCamino!—chillóFisgón—.¡ElCaminosigueporaquí!ÚnicayCascarrabias echaron a correr, seguidosporSirius,que

trotaba alegremente, y de Liviana, que volaba tras él. Mattius sequedó atrás, esbozando una media sonrisa. Cuando llegaron a laalturadelgnomo,descubrieronqueloquedecíaeracierto.

Eljuglarllegabaenaquellosmomentos,conpasotranquilo.—¡Mira,Mattius!¡Voyaencontraralosmíos!—dijoÚnica.Esto no era del todo cierto, se dijo Cascarrabias. En aquella dirección sólo

encontraría el lugar de donde partió su pueblo. Que ellos estuvieran allí era otracuestión.Sinembargo,elduendemiróaMattiusconexpresiónculpable.Comohabíaprometidoeljuglar,estabandenuevoenelCamino.

Mattiusseagachó,cogióunpuñadodearenablancaylaprobó.—Essal—dijo,pensativo.—Esoyalosabíamos—replicóFisgón,impaciente—.¿Aquéesperamos?—EsunadelascosasquesiempremehaintrigadodelCamino—explicóMattius

—. La sal se disuelve con el agua, y ha llovido mucho desde que los Medianospasaronporaquí.Y,sinembargo,elCaminosigueensusitio.

—¿Quéquieresdecir?—preguntóÚnica.—Quequizáalguienevitaraadredequelalluvialodisolviera.Conmagia,oalgo

así.Setomómuchasmolestiasparalocalizaratugente,¿no?Mattiussepusoenpieparanoperderdevistaalgnomo,queyatrotabasiguiendo

elCamino.—¡Eh,para!—legritó—.¿VasacruzarlaGargantadelFuegotúsolo?Fisgónlooyóyvolvióatrás,nopormiedosinoporcuriosidad.—¿QuéeslaGargantadelFuego?—lepreguntóaMattius.—Esunpasoencajonadoentreroca,quecomunicalosdosladosdelasMontañas.

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Nadiepasaporallísindarexplicacionesalosminotauros.—¿Esoespeligroso?—quisosaberLiviana.Mattiusseencogiódehombros.—Depende de con quién vaya uno. Casualmente, estáis acompañados por la

personaadecuada.Cascarrabiasresoplóporlobajo,peronodijonada.Únicaveíaaljuglarcomoun

héroe,yélnoqueríaherirla.YLivianahabíadichoqueerabuenapersona.Comoyaanochecía,acamparonentrelasenormespiedrasdelasMontañas,más

rojasquenunca,porquelasbañabalaluzdelatardecer.Única dejó de contemplar el magnífico espectáculo crepuscular cuando las

primerasestrellasaparecieronenelcielo,yMattiusencendióunahoguera.—¿Cómosonlosminotauros?—preguntóentoncesFisgón.—Sonhombresfornidosyfuertes,ytienencabezadetoro—respondióMattius.—¡Detoro!—repitióFisgónmaravillado—.¿Yesoporqué?—Porquesonmediohombres,mediotoros.—¿Ysontanaltoscomotú?—SonmásaltosquelagentedelValle,peronotanaltoscomoyo.Aunquesímás

anchosygrandes—añadiósonriendo,ylosdemássonrieronconél:Mattiuseramuydelgado.

—¿Ysonpeligrosos?—siguióindagandoFisgón.Mattiusnorespondióenseguida;sequedómirandofijamenteelfuego,ysusojos

brillabancondestellosrojizos.—LasMontañasRojas sonelhogarde la sangrey el fuego—dijo—.Hayuna

historia que cuenta que en otro tiempo vivió aquí una raza deminotauros negros,pacíficos y bondadosos. Pero entonces llegó otra estirpe de minotauros de pelajebermejo, violentosy ambiciosos, y losNegros fueron expulsadosde lasMontañas.LosminotaurosRojosnosondefiar.PerotampocoloshombresdelSeñordelValleloson—añadióparasímismo.

No comprendieron lo que quería decir, y tampoco preguntaron más. Mattiusestaba muy callado y parecía ausente. Única se durmió contemplando al juglar, ycómoelfuegoarrancababrillosrojizosdesucabellocastaño.

Alamañanasiguiente,prosiguieronsuviajesiguiendoelCaminodesal.ÚnicaibadelanteconFisgón,bailandoalsondelamúsicadesuflautilla.

PorlatardealcanzaronlaGargantaysedetuvieron,intimidados.Era,comohabíadichoMattius,unaenormebrechaentre lasMontañas,unpaso

para atravesarlas. El Camino discurría sobre la tierra roja, encajonado entre dosgigantescas paredes que parecían elevarse hasta el sol. En aquel lugar, cualquiersonidorebotabahastaelinfinito,yelecoseencargabadereproducirloypropagarloportodalaGarganta.

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Únicaseestremeció.«Blancosobrerojo»,pensó.Ensusueñoeraalrevés:rojosobreblanco.Levantólacabezay,muydecidida,echóaandar.

Mattiussedesperezó,estirándosecuanlargoera.—¡Adelante!—dijosimplemente,ylosotrosobedecieron.Alatardecerllegaronaunrecodoenelcañón.Entoncesseoyóunavozterrible

queretumbóporeldesfiladero,yelecoreprodujofielmente:—¡Alto!¿Quiénva?Únicasetapólosoídos,trastornadaporelsonidodeaquellavozrepetidatantas

veces.Buscó con lamirada y vio, en lo alto de la pared rocosa, un imponente sermediohombremediotoro,depelajerojizoyojosqueparecíanecharchispas.Bañadoporelsoldelocaso,parecíaestarenvueltoenllamas.Enunamanososteníaunalargalanza, como las que habían visto en la Cordillera, y Única no dudó que sabíaemplearlamuybien.

—Ahíva—dijoelgnomo,admirado—.EsMuyGrande.Enotrascircunstancias,ÚnicahabríasonreídoanteaquelcomentariodeFisgón,

paraquienelminotauroeraMuyGrande,yMattiussimplementeAlto.Miró a su nuevo amigo, esperando que los sacara de aquella, pero el humano

parecíamuytranquilo.—Soysólounpobrejuglarerrantequeestádepaso—dijoMattius,alzandolas

manosensondepaz.El eco se encargó de hacer llegar la respuesta hasta el minotauro, que guardó

silencioduranteunosinstantes.—¡Hum!—dijoporfin—.¡Eresunhombreciertamenteextraño,noteparecesa

losdelValle!—Procedodemuylejos,señor—respondióMattiusconcalma.—¿Dedóndevienes,yadóndevas?—exigiósaberelminotauro.—AcabodejarelValleyvoyalreinomásalládelasMontañas.LapuntadelalanzaestabadirigidaahoraaÚnicaysusamigos.—¿Quiénessonesos?—Criaturas de BosqueVerde, más allá de la Cordillera Gris. No representan

ningunaamenaza.—¡Esolodecidiréyo!—No creo que un grupo de Pequeños sea problema para todo un pueblo de

minotauros—observóeljuglar—.¿Podemospasar?—¿Cuálestunombre?—MattiuselJuglar.—¿Sóloeso?—Asímellaman—replicóél—.Asísemeconoceenelmundoentero.Elminotaurocallóduranteuninstante.Luegoexclamósorprendido:

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—¡Caramba, Mattius, eres tú! ¡Ya casi me había olvidado! ¡Ha pasado tantotiempo…!

—Efectivamente,amigoGuardián;hanpasadomuchosaños.—¿Por qué nome lo has dicho antes?—le reprochó elminotauro, bajando la

lanza—.¡BienvenidoalasMontañasRojas!Fisgón, Única y Liviana cruzaron una mirada, sonrientes. Pero Cascarrabias

estudiabaalminotaurocondesconfianza.—Debes reconocer que no hay muchos hombres como yo —dijo Mattius,

trepandosindificultadhastadondeestabaelGuardián—.Mesorprendequenomerecordaras.¿Eranecesariotodoesto?Hasasustadoamisamigos.

—Bueno, bueno—rio elGuardián—.Laúltimavezque te vi erasmuchomásjoven.Ynoteníasesahorriblebarba.

Mattiushizounamuecayserascólaperilla;estabamuyorgullosodeella.—Yesechuchoerauncachorrillo—añadióelminotauro,señalandoaSirius—.

Además…teníaentendidoquesiempreviajabassolo.EljuglardirigióunabrevemiradaaÚnicaysuscompañeros.—Esta es la única excepción, te lo aseguro—respondió—.Necesitamos cruzar

lasMontañasRojas.VamossiguiendoelCaminodesal.—PresentaréisantesvuestrosrespetosalConsejo—dijoelGuardián,muyserio.—Por supuesto —respondió Mattius suavemente—. Además, he venido

expresamenteparahablarconellos.ElrostrodelGuardiánserelajó,yvolvióasonreír.—Seguidme,pues—dijo.Había un sendero entre las rocas, y echó a andar por él. Los Pequeños y la

Medianaalcanzaronaljuglar.—¿Porquélehasdichoqueiríamos?—susurróCascarrabiasirritado.—PorquenoconvienecontradeciraunminotauroRojo—respondióMattius—.

Sonterriblescuandoseenfadan.¿Recordáislahistoriadeanoche?Cascarrabiasasintió,tragandosaliva,ynovolvióaabrirlaboca.El minotauro los condujo hacia un enorme espacio a cielo abierto entre las

montañas,rodeadoderocaportodaspartes,dondecientosdecavernasseabríanenlasparedesdepiedrarojiza.

—EstoesCiudadMinotauro—explicóelGuardiánalosextranjeros.Fisgónloespiabatodoconojosbrillantes,siemprebienocultodetrásdeMattius.

Alosdemásnolesgustabaverserodeadosdetantosminotauros,aunqueellosapenaslesprestabanatención;parecíantodosmuyatareados.

—Asíqueesciertoquepreparáisunainvasión—comentóMattius.—¿Bromeas?—replicó el Guardián, volviéndose hacia él—. ¡Es el Señor del

Vallequienquiereinvadirnosanosotros!Sólonosdefendemos.

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—¿PorquéibaaquererinvadirlasMontañas?Esabsurdo.—NosonlasMontañasloqueleinteresa,sinoloquehaydetrás.Mattiusmirófijamentealminotauro.Sehabíapuestopálidodepronto,ysusojos

erandeunazultanclaroqueparecíacristaldehielo.Únicasesintióinquieta,porqueeralaprimeravezqueloveíanervioso.

—Estásdebroma—dijoeljuglar—.Nuncapodríavencerlosaellos.—¿Quiénessonellos?—seoyólavozagudadeFisgón;nadielehizocaso.—Esoyalosé—respondióelminotauro—.PeroelSeñordelVallesehavuelto

muyengreído.Mattiusdesviólamirada.—Nopodráganar.ValleAmarilloserádevastado.Yloscampesinos…—Noesnuestroproblema.PerosíséqueloshumanosdelVallejamáscruzarán

lasMontañas.Mattius pensó involuntariamente en las gemasdeLivianaque fueronutilizadas

parasalvarlaaldea…yparacomprararmas.ElGuardián loscondujohastaungranespaciocircularformadoentre lasrocas.

Alfondohabíasieteminotaurosrojossentadosenalto.Anteellosseencontrabaunminotauromuyextraño,porqueteníaelpelajedecolorcompletamentenegro.Trasélhabíamuchosotrosminotaurosrojos,hablandoentreellosenvozbaja.

—¿Quéesloquepasa?—preguntóFisgón.—Esunjuicio—respondióelGuardián—.ElConsejovaa juzgaralminotauro

negro.—¿Porqué?—Porqueesunespía.ElGuardiánavanzóentrelagente,yMattiusysusamigoslesiguieron.Entonces

uno de los miembros del Consejo se dio cuenta de que se acercaban. Era unminotauroenorme,másgrandequeelresto,ycuyopelajeeradeuncolorrojomásintenso.

—¡Guardián! —exclamó, y todos callaron de pronto—. ¿Cómo te atreves ainterrumpireljuicio?

ElGuardiánibaaresponder,peroentoncesseoyólaclaravozdeMattiussobrelamultitud:

—Saludos,Majestad.Sorprendido,elminotauromásgrandebuscóconlamiradaalquehabíahablado.

Vioaljuglar,yfruncióelceño.—¡Tú!—exclamó—.Terecuerdo.Hapasadomuchotiempo.MattiusseinclinóbrevementeanteelReydelosMinotauros.—¿QuévaisahacerconesepobreminotauroNegro?—quisosabereljuglar—.

Pensabaqueyanoquedabandeesos.

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Debió de haber dicho algo terriblemente inconveniente, porque el soberano sesobresaltóyseenfureció.

—¿Cómoteatreves?¡Recuerdaquesobretipesatodavíaunacondenademuerte!Única ahogó un grito y se acercó a Mattius, como intentando protegerlo.

Cascarrabias,FisgónyLivianasearrimaronunosaotros,asustados.—Noloheolvidado—replicóMattius,concalma—.Teníamosuntrato.Yyohe

venidoacumplirmiparte.EntoncesunodelosmiembrosdelConsejo,elqueparecíamásanciano,asintió.—Lorecordamos—dijo—.Tecapturamoshacemuchotiempo,MattiuselJuglar,

pero tu origen te salvó la vida… con una condición. A cambio de tu libertad tepedimosunahistoria:lahistoriadelosMinotaurosRojos.Ytújurasteencontrarla.

—Tambiényo recuerdomipromesa—sonrióMattius—.LosMinotaurosRojosllegaronaestasmontañashacevariossiglos,peronorecuerdandedóndeprocedenniquiénesfueronsusantepasados.Jurédescubrirlo.

Única respiró hondo, un poco preocupada. ¡También los Minotauros Rojosbuscabansusorígenes,igualqueella!¿Quépodíasignificaraquello?

—Bien—prosiguióMattius—.Ha sido difícil cumplir con vuestro encargo, loreconozco.Hebuscadoypreguntado,herecorridoelmundoyherecogidoinfinidadde historias acerca de vosotros y las montañas, sin saber cuál de todas era laverdadera.Porqueyosoyunjuglary,sihayalgoquesébien,esquenohaylímitesentreHistoriayleyenda.Sólocuentohistorias,nocompruebosifueronciertas.Paraunjuglar,todosloscuentossonverídicos,yningunoloes.

»Sinembargo,noolvidélapromesaqueoshice,yseguíbuscando.Hastaque,enciertaocasión,oíaalguiencantarunatristebalada,unahistoriadeodioyrencor.Y,desgraciadamente,esaeralaverdaderahistoriadevuestropueblo.

Hubomurmullosentrelosminotauros.—Cuéntanosesahistoria—pidióelanciano.PeroMattiusnegóconlacabeza.—Juré averiguarla, no contarla aquí, ante todos. Si queréis escucharla, tendréis

quedarmealgoacambio.Pareció que el Rey iba a enfadarse otra vez; pero miró a los miembros del

Consejo,yestosparecíandeacuerdoconeljuglar,asíquesuspiró.—¿Quéesloquequieres,Mattius?—preguntócongestocansado.—Veníamos de paso nada más —explicó él—. Mis amigos y yo solicitamos

permisoparaatravesarvuestroreino.Ypedimostambiénunainformación.LosojosdelreysedetuvieronsobreÚnicaylosPequeños.—¿Quéextrañacomitivaesesta,Mattius?—Acompaño a la señorita Única en un viaje en busca de su pueblo. ¿Por

casualidadnohabréisoídohablardelosMedianosdepielazul?—interrogó.

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Únicasesintiómuyhalagadaaloírsellamar«señorita»,ymiróaljuglar.—Los únicos Medianos que yo conozco son los condenados enanos de la

Cordillera—rugióelrey—.Ysupielestangriscomolarocaquetrabajan.—Yolosconozco—seoyóentoncesunavoz.EraelminotauroNegroquienhabíahablado,yahoraañadió:—VivíanenlasMontañasantesdequelosRojosnosecharandeellas.Unodelosquelovigilabanibaagolpearloparaquecallara,peroMattiusalzóla

mano.Elminotauromiróalrey,quenegóconlacabeza;asíquetuvoquedejarhablaralNegro:

—Dicenlasleyendasquetocabanunamúsicamaravillosa,yquellegarondelejosparainstalarseenlasMontañas.DicenqueavisaronalosminotaurosNegrosdequealgoterribleseacercaba.Recogieronsuscosasysemarcharon,dejandounrastrodesal; y nosotros nos quedamos aquí. Pocos días después, llegó la guerra contra losminotaurosRojos.

Única abrió la boca, horrorizada. ¡Así que su pueblo huía de los minotaurosRojos!¡Yahoraestabarodeadadecientosdeellos!

Cascarrabiasadivinósuspensamientos,ycarraspeó:—LosMedianosseinstalaronenelValleyhuyerondeél—razonó—.Levantaron

unaciudadenlaCordillera,ylaabandonaron;ysiguieronhastaBosqueVerde,dondevivieronuntiempoydesaparecieron.Sinoheentendidomal, losminotaurosRojosnohandejadolasMontañasdesdequellegaronaellas;porloquepiensoqueeraotroelpeligroquecorríalagentedeÚnica.

Mattiuslomiróconaprobación.—Estábien—gruñóelrey—,yatienesinformaciónymipermisoparacruzarla

Garganta del Fuego. Ahora, exigimos que nos cuentes la historia de nuestrosancestros.

—Deacuerdo—dijoMattius;seaclarólagargantayempezóahablar—:Dicelaleyenda quemucho tiempo atrás, lasMontañas no eran rojas, sino negras como elcarbón, y en ellas vivía una raza de minotauros de pelaje color negro azabache.Cuentalahistoriaqueunodelosgrupossevolviócontraelotro,yhubounaterribleguerra entre hermanos. Entonces el pelaje de los atacantes no era rojo, sino negrocomoel de susvíctimas.Porque, en tiempos remotos, todos losminotauros fueronNegros.

Entoncestodoslosminotaurosempezaronagritaralavez,muyofendidos.—¡NosotrossomoslosMinotaurosRojos!—exclamóelRey—.¡Esahistoriaes

falsa!—¡Silencio!—dijoentonceselmásancianodelConsejo.Ytodossecallarondepronto,enseñalderespeto.InclusoelRey.—Continúa,porfavor—pidióelanciano,ylosdelConsejoasintieron.

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—Noseconformaronconexpulsarlosdeallí—prosiguióMattius—,sinoquelospersiguieronhastamatarlosatodos.LasMontañasquedaronteñidasconlasangredesusvíctimas…yelpelajedelosasesinostambién.

—¡Vaconseguirquenosmatenatodos!—gimióCascarrabias.—Circularonmuchas historias acerca del cambio de color de lasMontañas—

concluyó Mattius—. Pero lo cierto es que ni las Montañas ni el pelo de losminotaurossondecolorrojofuego…sinorojosangre.YelminotauromásrojodetodosesaquelquedirigióelataqueyluegofuecoronadoReydelosMinotauros.Susdescendientes también fueronmás rojos que los demás; fue así como lamaldicióncayósobrelosminotauros,ysuacciónfuecastigadaconlamarcaeternadelasesino.

Reinó el silencio entre los minotauros, un silencio sorprendido y lleno depreguntas. Única se atrevió a mirar a los miembros del Consejo, y vio algoasombroso.

Elmásanciano lloraba.Y, allí pordondepasaban las lágrimas,dejabanmarcasnegras en su rojo pelaje… como si aquellas lágrimas lo estuviesen lavando, ydescubriendodebajouncolororiginalyaperdido…

—Asíqueya lo sabéis—dijoMattius—.Vuestros antepasados son losmismosquelosantepasadosdelosMinotaurosNegros.Soisunsolopueblo.Todossomosunsolopueblo,enrealidad—añadióamediavoz.

Diounamiradacircular,yvioque,igualqueelmásancianodelConsejo,algunosminotaurosllorabantambién,ysuslágrimasborrabanelcolorrojodesusmejillas…

Única estabamuy sorprendida y asustada;miró aMattius, pero élmostraba suhabitualmediasonrisa.

El Rey miró a su alrededor, confundido. Entonces se volvió hacia Mattius.Parecíahundidoycansado.

—Llévatelo—dijoamediavoz,dándoleslaespalda—.Vete,ynovuelvas.Diounaordenylosguardianes,confundidos,soltaronalprisionero.ElminotauroNegrosefrotólasmuñecasymiróaljuglar.—¿Querrásacompañarnos?—lepreguntóMattius.Elminotauroasintiósinunapalabra.Abandonaron Ciudad Minotauro sin que nadie les detuviera, y llegaron a la

Gargantasinincidentes.CuandopasaronjuntoalGuardiándelaGargantadelFuego,este no les dijo nada, sino que volvió la cabeza hacia otra parte, como si no loshubieravisto.

Caminaron toda la noche bajo las estrellas, muy confundidos y asustados, sinhablarnidetenerse.AÚnica leparecióverunpocomásallá lassombrasde loqueparecíanruinasdeunaciudaddeMedianos,peronosedetuvoparacomprobarlo.Alalba,aúnseguíanenlasMontañas,peroCiudadMinotauroquedabamuyatrás.

Cayeronrendidossobrelatierrarojaydurmierondeuntirónhastaelmediodía.

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Sólo elminotauroNegro había permanecido despierto, alerta. Pero también Siriusteníaunoídomuyfino,ylosprotegeríadetodopeligro.

CuandoÚnicadespertó, sequedóun ratopensandoen loquehabíapasadoconlosminotauros. Su historia le resultaba familiar. «Quizá ami pueblo le pasó algoparecido. Pero… ¿fueron castigados?». Sacudió la cabeza; no estaba muy segura.«Peromipielnoesroja,sinoazul»,pensó,mirándoselasmanosunavezmás.

Decidiónopensarmásenello.Descubrióentoncesqueteníahambre,asífueasumochilaenbuscadeunamazorcademaíz.Mientraslamordisqueaba,oyóunasuavemelodía, y vio que eraMattius, que hablaba con elminotauroNegro a la vez quepulsabadistraídamentesulaúd.

—Quizá aún no sea demasiado tarde para los minotauros —decía Mattius,pensativo—.Parecequeyaestánempezandoaentender…

—No,nolocreo—respondióelminotauroNegro—.Pasarámuchotiempoantesdequecomprendandeverdad.

Peroeljuglarmoviólacabeza.—Nuncaheentendidoporquéhayguerrasymatanzas—dijo—.Ojalápudiera

haceralgomás.—Estáshaciendomucho:hoymehassalvadolavida.Tedebo…—Nomedebesnada—interrumpióMattius—.Sabesquenomehearriesgado:el

reyjamásseatreveríaallevarmelacontraria.Elotro asintió;Única tuvo la sensacióndeque losdos sabían algoque ellano

sabía.¿QuiéneraMattius?¿Sólounjuglar?Trascruzarunasbrevespalabras,MattiusyelNegrosedespidieron.Parecíaque

esteibaavolverasuhogar…estuvieradondeestuviese.—¡Espera!—lodetuvoÚnica—.Graciaspordarmenoticiasdemipueblo.Elminotauronodijonada,pero sonrió,y siguió sucamino.LaMediana lovio

perdersealolejos.LasacódesuspensamientosunformidablebostezodeFisgón:—¡Ouaaaah,cuántohedormido…!Fuemuycruelportuparte,Mattius,hacernos

caminartodalanoche.Estoymolido.Mattiusnorespondió.Recogieronlascosasysiguieronadelante.

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lanochecervieronquelaGargantaseabríaysedespejabaelCamino.Eljuglarsedetuvoparamiraratrás.

—Hemos salido de lasMontañas—dijo—. No haymucha gentequehayavistoloquehaydetrás.

Fisgónestallóenunasalvadepreguntasatropelladas.Peroestabaoscureciendo,ynopodíanverquéhabíamásallá.Decidieronesperaral

amanecerparaproseguirsuviaje,yencendieronunfuego.Enseguidaseoyólavozdelgnomo.—¿Qué te pasa, Mattius? ¿Por qué no nos quieres contar nada del lugar que

vamosavisitar?—Estoy ocupado—respondió el juglar lacónicamente, pero se había tumbado

bocarriba, con el gorro casi tapándole los ojos, y rasgueando su instrumento enademánmásbienperezoso.

Esta actitud irritó a Fisgón; y es tan difícil ver a un gnomo enfadado comoencontrarunduendequenoloesté.

—¡Nometratescomosinoexistiera!—chilló,yselanzósobreél.Porsupuesto,Fisgón,quemedíaquincecentímetros,nopodíahacerledañoaun

hombredemetroochentaycincocomoMattius.Perolearrebatóelgorro,pensandoque,puestoqueMattiusnuncaseloquitaba,debíadetenerungranvalorsentimentalparaél.Eljuglarselevantódeunsalto.

—¡Eh!—gritó,furioso.Pero era demasiado tarde. Fisgón, contento por haberle hecho reaccionar, se

escabullíaconelgorro,yseescondíadetrásdeÚnica.Sin embargo, la broma tuvo otras consecuencias. Todos se quedaron mirando

boquiabiertosaMattius.HastaSiriusladróconinquietud.Nadiesemovió.Eljuglar,refunfuñando,recuperósugorrosincontemplacionesy

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selocaló,volviendoataparunasorejas…¡puntiagudas,tanpuntiagudascomolasdeCascarrabias,FisgónoLiviana!

—¡Oye!—exclamóelgnomo—.¡Túeresraro!¡Loshumanosnotienenlasorejaspuntiagudas!

—¿Ah,sí?¿Yqué?—replicóMattius,malhumorado;ungnomoescapazdesacardesuscasillasalmástempladoysereno.

—Noconfíasennosotros—loacusóCascarrabias—.¿Porquénosacompañas?—Yatelodije:teníaqueveniraquídetodasmaneras.—¿Ydóndees«aquí»?—insistióFisgón.—LaPardaFloresta—dijoMattiusalfin,sentándosejuntoalfuego.—¿Quépuedehaberdeterribleaquí?¿Sonsushabitantesmáspeligrososquelos

minotauros?—preguntóLiviana.—Puedenllegaraserlo—repusoMattius,traspensarlounmomento;parecíamás

calmado—. Pero a simple vista no lo parecen. No os preocupéis; no pasaríais laFlorestasinpermiso,peroconmigonotenéisnadaquétemer.

—¿Quéaspectotienen?—inquirióFisgón.—Veamos, si para vosotros los humanos son Grandes, los minotauros Muy

Grandes,yamímellamáiselAlto…supongoqueellosserían…losMuyAltos.—¡Másaltosquetú!—exclamóFisgón,fascinado—.¡Yocreíaquenadiepodía

superarteenaltura,Mattius!Eljuglarsonrió;peroCascarrabiasnohabíaterminadoconél.—¿Ytú,quiéneres?—quisosaber—.¿Porquétenemosqueconfiarenti,sitúno

confíasennosotros?—OshetraídohastaelotroladodelasMontañas,¿no?—¡Alguna razón tendrás! Los tipos como tú no hacen nada sin pedir algo a

cambio.Esonoeraverdad,pensóÚnicaalrecordaralminotauroNegro.Mattiusselevantódeunsaltoyseirguióentodasuestatura.Elfuegoproyectó

sobreCascarrabiasunasombralargayterrorífica.Siriusseplantójuntoasuamoconelpeloerizado,gruñendoporlobajo.

—¡No me das miedo! —lo desafió el duende, pese a que había retrocedidoalgunospasos—.¡Nitú,nieseperropulgosotuyo!

—¡Esunlobo!—replicóMattius,heridoensuorgullo.—¡Losabía!—aullóFisgón—.¡Unlobo!—¡Tambiénnosengañasteeneso!—exclamóCascarrabias.Mattiushabíaperdidolapaciencia.—¡Técnicamente,esambascosas!—legritóalduende—.¡Quizásupadrefuera

unperropulgoso,perosumadreperteneceaunadelasestirpesdelobosgrisesmásantiguasynoblesdelaCordillera!

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Siriusseguíagruñendo,conlosojosencendidoscomoascuas.—Pero tú eso no puedes entenderlo—prosiguió el juglar, temblando de ira—,

porqueeresunduendedepuracepa.—¿Yporquénosacompañas?—insistióCascarrabias—.LedijistealGuardián

quesiempreviajabassolo.Yolooí.Sehizounsilencioglacial.Entonces,Mattiusrespondiófríamente:—¿Así que no me crees? Bien, te lo diré. Soy un juglar, y me gano la vida

contandohistorias.LadeÚnicaesunadelasmejoresqueheoídonunca.Yquierosabercómoacaba.

Sinunapalabramás, lesdio laespalda, seenvolvióensucapayse retiróaunrincónalejadoparadormir.Siriussetumbójuntoaél,enseñandolosdientesatodoelqueseacercaba;suamoqueríaestarsolo.

Única también. Se acurrucó en su rincón, preguntándose si lo había dicho enserio, si sólo estaba con ellos para poder coleccionar una historiamás. Suspiró, yrecurrió a lo único que podía consolarla y alejar sus miedos: cogió su flautilla yempezóatocar.

LossonidosdelinstrumentodeÚnicallegaronhastaMattius,peroeljuglarnosemovió,yFisgónyCascarrabiasempezabanaarrepentirsedehaberorganizadotodoaquello.

Unoauno,pocoapoco,sedurmieron.Alamañanasiguiente,Fisgónfueelprimeroenlevantarseparaveralaluzdel

díaquéaspectoteníalaPardaFloresta.Peroloprimeroquenotófuequeeljuglarysuperrolobohabíandesaparecido.

—¿Todavíaestaráenfadadoporlodesusorejas?—sepreguntóelgnomo.Corrióadespertarasusamigosparainformarlesdelasnovedades.Cascarrabiasserascólacabeza,pensativo.—Comprobemossifaltaalgoennuestroequipaje—decidió.Losotroslomiraronconlabocaabierta.—¡Eresinjusto!—estallóÚnica—.¡Élnoesunladrón!—Nopuedesconfiarenunhombrequenoconfíaenti—sentencióelduende—.

Dijo que no podríamos cruzar la Floresta sin él, y nos ha abandonado. ¿Quémáspruebasquieres?

—Nome extraña que nos dejara después de cómo le trataste anoche—repusoLivianafríamente—.Yotambiénlohabríahecho,ensulugar.

—Es curioso que se uniera a nosotros después de ver tus piedras —replicóCascarrabias—.Yodeticomprobaríasisiguendondelasdejaste.

Livianasequedópasmada.—Nolodirásenserio.Tedijequeeraunbuenhombre.—Hastatumagiapuedefallaralgunavez.Bueno,miralodelaspiedras;sinose

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hallevadonada,lepediréperdóncuandolovea.Livianafueabuscarsusaquillo.Volvióenseguida,consternada.—Noestán—dijoamediavoz—.Misgemasdecoloresnoestán.Únicaahogóungrito.Cascarrabiascruzólosbrazos,triunfante.—¿Loves?—leespetó—.Éldijonadamásverlasqueerandegranvalor.Hubounlargosilencio.Únicaluchabacontralossentimientoscontradictoriosque

bullíanensuinterior.LegustabaMattius,lehabíagustadodesdeelprincipio,yhabíallegadoatomarlecariño.Ahoranosabíaquéhacersinél,ylecostabatrabajoaceptarla ideadequesehabíamarchadosindecirnaday, loqueerapeor, llevándosealgoquenoerasuyo.

Porfinlevantólacabezaytomóunadecisión.—SeguiremoselCamino—dijocongestosombrío—.YcruzaremoslaFloresta,

conosinél.Porunavez,todosestuvierondeacuerdo;nisiquieraLivianateníamiedodelos

MuyAltos,odelospeligrosdelaFloresta.Simplemente,debíanseguiradelante.Nadiedijonadahastaquese internaronenunbellobosquede tonoscastañosy

dorados.Lashojasdelosárboleserandeunsuavecolormarrón,yunabrisatempladarecorríalahierba.

—Esbonito—comentóentoncesLiviana—.Peroechodemenoselverde.—Escomoelotoño—dijoFisgón—.ElabueloTrotamundosdijoqueenalgunos

sitios,lasplantascambiandecolorenundeterminadomomentodelaño;nocomoenBosqueVerde,dondesiempreesprimavera.

ÚnicacaminabaconlavistafijaenelCamino,sinmirarasualrededor.Nohabíahabladonitocadosuflautaentodoeldía.Losdemáslaentendían,peronoeraculpadeCascarrabiasqueeljuglarhubierarobadolasjoyas;Livianaselashabríadadosilashubierapedido,perolashabíacogidosinmás.

Amediodíallegaronaunclarodondevieronalgoquenoeranuevoparaellos:unaciudadMedianaabandonada…olopocoquequedabadeella.

Únicasedetuvoacontemplarlaunosinstantes.Luego,sinsiquierainternarseporentrelasruinas,siguióandando,porqueelCaminonoterminabaallí.

—¿Ycómocreéisqueseránlosquevivenaquí?—parloteabaFisgón.—MuyAltos—replicóLiviana,peroesonoerabastanteparaelgnomo.Cascarrabiasnoescuchabasucharla;enrealidad,estabapreocupadoporÚnica,

porqueavanzabaagrandespasosporelCamino,sinesperarlos,yesonoeranormalenella;siemprehabíasidoconsideradacon lagentemáspequeñaqueno teníaunazancadatanlargacomolasuya.

Únicaseguíaadelante,mirandoalsuelo;perodeprontoseestremecióylevantólavista.

Frenteaellahabíaungrupodeextrañascriaturasdehermososyjuvenilesrostros,

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delgadosy tan altosque llegabana losdosmetrosde estatura.Susmiembros eranflexibles y elegantes, sus pieles de suave color castaño claro, y sus orejas,puntiagudas como lasde laGentePequeña.Se armaban con largos arcosy carcajsllenosdeflechas.Susgrandesojosalmendradosobservabanalosreciénllegadosconcalmaysabiduría.

Únicasintióunasúbitaalegríaensuinterior.LerecordabanvagamenteaMattius,pero, definitivamente, el juglar no era tan hermoso y sobrenatural como losMuyAltos.

—Bienvenidos al Reino de los Elfos, extranjeros—dijo uno de ellos con vozmelodiosa—.¿QuéostraealaPardaFloresta?

Únicarecuperóelhablaparadecir,tartamudeando:—Yo…mellamoÚnica,laMediana.HevenidodesdeBosqueVerdesiguiendoel

Caminodesal.Voybuscandoamigente, losMedianosdepielazul.Vinieronaquíhacemuchotiempo;tenéislasruinasdeunadesusciudadesenlaFloresta.

—Esoescierto—dijoelelfo—.Peroocurrióhacemuchossiglos,ylosMedianossefueronhaciaelbosquededondetúvienes.Novolvieronporaquí.Siloquequieresesencontrarlosaellos,quizáseríamejorquediesesmediavueltaytefuerasallugardedondehasvenido.

Únicatratódeliberarsedelafascinaciónqueleproducíansuspalabrasamablesyeducadas. En el fondo, ¿qué le estaba diciendo? ¿Que se marchara? ¿Lo habíaentendidomal?

—Noloentendéis—dijo,moviendo lacabeza—.LosMedianosdesaparecieronenBosqueVerdesindejarnirastro.Quieroencontrarsulugardeorigenparatratardeaveriguar a dónde fueron. Ya registré la ciudad de BosqueVerde y no encontréningunapista.

Loselfosrieronconsuavesrisascristalinas.Únicacreyóqueseburlabandeella.—¡Noloentendéis!¡Sefueronymedejaronatrás!¡Yosoylaúltima!Loselfosdejarondereír.—No nos interpretes mal, pequeña —dijo uno de ellos dulcemente—.

Simplementenoshacegraciaquequierasvolver al lugardedonde tus antepasadosintentabanescapardesesperadamente.

—¿Quélugaresese?—preguntóCascarrabias—.Sinonosdejáispasar,almenoscontadnosmáscosas.

—Loselfosvivimosmuchotiempo—dijoelelfo—.Poresorecordamoslascosasconclaridad,yconocemosmáshistoriasqueelrestodelagente.

—PerolosMedianosllegarondemásalládelaPardaFloresta—añadióotro—.DicenlasCrónicasqueseestablecieronentrenosotrosylesenseñamoselartedelamúsica.

Única lomiró con incredulidad. Al principio le habían gustado los elfos, pero

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ahora los veía fríos y arrogantes, y no le hacía gracia la idea de que la mayorhabilidaddesupuebloprocedíadeellos.

—Prontonossuperaron,sinembargo—prosiguióelprimerelfo—.Porqueparanosotroslamúsicaeraunpasatiempoy,paraellos,unanecesidad.

—¿Necesidad?—repitióFisgón—.¿Yesoporqué?—Nolosabemos.ÉramosmuypequeñoscuandolosMedianossemarcharonde

laFloresta.Los deBosqueVerde abrieronmucho los ojos. ¡Lo que estaban relatando había

pasadohacíamuchossiglos! ¡Yaquelloselfosqueparecían tan jóvenesdecíanqueellos…!

—Loselfosvivimosmuchotiempo—repitióelelfo,sonriendo.—Entonces,habráelfosdemásedadquerecuerdenquépasó—dedujoÚnica—.

¿Nopodríahablarconellos?—TehemosdichoqueesmejorquedesmediavueltayregresesaBosqueVerde

—dijounodeloselfoscondulzura,comosilehablaseaunniñopequeño.Únicalevantólacabeza,miróaloselfosydeclaró,muydecidida:—Seguiréadelante.Los elfos hablaron entre ellos en un lenguaje bello y musical. Finalmente, se

volvieronhaciaellosencogiéndosedehombros.—Muybien—dijeron—.Entonces,tendremosquehacerteprisionera.—¿Porqué?—preguntóÚnica,estupefacta—.¡Sinohehechonada!—Noteasustes.Noteharemosdañosinosacompañasdebuenagana.FisgónyLivianacruzaronunamirada.Comoelloseranpequeños,quizápudieran

escabullirsesinqueloselfossedierancuenta,yvolvermástardearescataraÚnicayCascarrabias.Peroentoncesdescubrieronquenopodíanmoverse.

—¡Magia!—exclamóLiviana,sorprendida.¡Demodoqueloselfoseranmagos!Esoexplicabamuchascosas.Aquelhechizosólo lesdejabaelegirentrequedarsequietosyseguira loselfos,

pero en ningún caso caminar en otra dirección; si lo intentaban, quedabaninmediatamenteparalizados.AsíquenotuvieronmásremedioqueacompañaraloselfosatravésdelaFloresta.

Única caminaba indiferente. En realidad, ya nada le importaba. La traición deMattiusseguíapesándolecomounpuñalclavadoenelcorazón.

Al cabo de un rato llegaron a una magnífica ciudad de torres doradas que seelevaban altísimas, casi hasta las nubes. Todo en ella guardaba un perfecto yarmonioso equilibrio, y los edificios eran tan delicados que parecían de cristal.Hermosísimos jardines tejían filigranas vegetales entre las altas y esbeltasconstrucciones élficas. Los Pequeños no se cansaban de mirar a su alrededor,maravilladosantetantabelleza.

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Entraron en el palacio más hermoso de todos, algo intimidados. Mientrasrecorríanlospasillos,losojosdeÚnicasedetuvieronenunrostrofamiliarentreungrupodeelfos.

—¡Mattius!—gritó.Peroeljuglarnoparecióreconocerla.Susojoseranahoragrisescomolapétrea

Cordillera,ysumiradahabíadejadodeserdulce.—¡Mattius!—repitióÚnica.—¡Traidor!¡Ladrón!—loinsultóCascarrabias.Los elfos los condujeron lejos del juglar. Los hicieron entrar en una bonita y

ampliahabitaciónbieniluminada.—EsperadaquíaqueelPríncipeosllame—dijeron,ycerraronlapuerta.Pronto comprobaron que aquello era una prisión. Tenía un hermoso ventanal,

habíaespaciodesobraylosalimentabanbien,peroelcuartoestabaprotegidoporlamagiaynopodíansalir.

Losdíaspasaban.CuandoellospreguntabancuándoveríanalPríncipe,loselfosseencogíandehombrosyrespondían:«Talvezmañana».

Únicateníasupropiaformadeprotestaranteaquelencierrosinsentido:todoslosdías se sentaba junto al ventanal y tocaba y, aunque ella no podía saltar fuera, lamagia sí dejaba pasar su música, que envolvía la ciudad desafiando a las máshermosasmelodíasllegadasdesdelosjardinesélficos.

ElquepeorlollevabaeraFisgón.Elinquietognomosepasótodoelprimerdíaexplorandolaestanciapero,hechoesto,alamañanasiguientedijo:«Meaburro».

Ycomenzóalanguidecer.Eltonoverdedesupielsehizomáspálido,dejódecomeryselimitabaamirar

porlaventanaconunossuspirosquepartíanelalma.Susamigostemíanporél,yconrazón:nohaypeortormentoparaungnomoque

dejarlomorirdeaburrimiento.Pero,comosihubieranadivinadoque lavidadeFisgóncorríapeligro,unbuen

díaloselfostrajeronunanuevainquilinaparalahabitacióncelda.—¡Caramba!—exclamóunavocecitaagudacuando loselfoscerraron lapuerta

—.¡Nuncaanteshabíaestadoenestahabitación!Miraronbien,sefrotaronlosojosyvolvieronamirar.Nocabíaduda:lacriatura

nomediríamuchomásqueeldedoíndicedeunelfo,teníaorejaspuntiagudasypielde color verde, vestía ropas desenfadadas y un sombrerito de colores chillones,obtenidosindudaenalgunodesusinnumerablesviajes.

—¡Hola!—saludó resueltamente la joven gnomo, quitándose el sombrero conunareverencia—.MellamanSilvalaEscurridiza.

Fisgónseanimóinmediatamente,ycorrióacharlarconSilva.EstalecontóqueañorabaBosqueVerde,pues llevabavariosañosviajandoporelmundo.Fisgón,por

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suparte,lecontóelmotivodesuviaje.—¡Ja!—rioSilva—.NoesperéisqueelPríncipeosllamepronto.Loselfosviven

muydespacio.Quizádentrodevariosañossedecidaahablarconvosotros,ynoleparecerámuchotiempo;paraellos,losañossoncomolosdías.Además,elPríncipetieneahoraotrosproblemasenmente.

Silva había viajado mucho, y les contó que en todas partes había una extrañainquietud;queloselfosdesconfiabandelosminotaurosydelSeñordelValle,yporesoyanadiepodíacruzarlaFloresta.

—NisiquieraalhijodelPríncipelohandejadopasar—suspiróSilva—,porqueveníaporelCaminodelValle.Esciertoquenuncaloquisierondemasiadoaquí,perohastaahoranohabíanllegadoaeseextremo.

AÚnicanoleinteresabanlosasuntosdelafamiliarealélfica.—¿Cómosabestantascosas?—preguntóCascarrabias.Silvasellevóundedoaloslabiosconunasonrisajuguetona.—¡NomellamanlaEscurridizaporcasualidad,amigoduende!¡Herondadopor

estepalaciodurantedíasantesdequemeecharanelguante!—Tenemosquesalirdeaquí,comosea—suspiróCascarrabias.Nohabíaterminadodedecirlocuandoseabriólapuerta.—Quedáisenlibertad—dijoelelfo—.Hanpagadovuestrorescate.—¿YpodremosseguirelCamino?—preguntóÚnica.El elfo asintió, y se apartó para dejarlos pasar. Silva se ocultó en elmorral de

Única,yaprovechóasíparasalirconellos.—¿Quiénhabrápagadonuestrorescate?—sepreguntóCascarrabias.—¡Quémásda!¡Somoslibres!—reíaFisgón,correteandofelizbajolosrayosdel

sol.—No sé, pero últimamente se pagan muchos rescates —comentó Silva—.

FiguraosqueayervinadamenosquealhijodelPríncipenegociandoconsupadreacerca de la libertad de unos amigos suyos. La pagó con un montón de piedraspreciosas.

Únicasevolvióinmediatamentehaciaella.—¿Quéhasdicho?—Quenegocióunrescate—repitióSilvapacientemente—.ElhijodelPríncipe.

Elmestizo.Ledioasupadreunsaquillodepiedraspreciosas.—Esél—susurróÚnica—.¡Mattius!—¿Mattius?—repitióSilva,sorprendida;lebrillabanlosojos—.¡Oh,Única,no

medigasqueconocéisalhijodelPríncipede loselfos!¡Nomedigasquevosotrossoislosamigosalosquequeríaliberar!

—Me parece que sí—murmuróÚnica, sintiéndose algo culpable—.Cuéntamemáscosasdeél,porfavor—lepidióaSilva.

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—Esunahistoriadetodosconocida.ElPríncipeseenamoródeunabellahumanadelValle,ysecasóconella.Tuvieronunhijo,perolosnobleselfosnuncaestuvierondeacuerdoconaquellaboda.¿Cómoibaagobernarlosunmestizo,alguienquenoeraelfodepuraraza?Enfin,conlosañoslamujerenvejecióymurió,peroelPríncipesiguióviviendo,porqueloselfosvivenmuchotiempo.Peronovolvióacasarse.

Únicaeraincapazdedecirnada;Silvasiguióhablandoporella:—Encima, el semielfo le salió rebelde.Comovioque aquí no le teníanmucho

cariño,cogióunlaúd,seechóa loscaminosysehizojuglar. ¡Juglar!Esto lesentómuymalasupadre,claro…sialmenoshubierasidountrovador,deesoselegantesquecantana lasdamasen lospalaciosycomponenpoemasdeamor…perono;elsemielfo,elhijodelPríncipede loselfos,seconvirtióenunpolvoriento juglarqueibadealdeaenaldearelatandohistorias.

—¿Yporquéhavuelto?—quisosaberCascarrabias.—¿Cómo voy a saberlo? —respondió Silva, encogiéndose de hombros—.

Vosotrosloconocéis,¿no?Única le contó entonces cómo los había dejado por la noche, sin decir nada,

llevándoselaspiedraspreciosasdeLiviana.—Bueno—dijoSilva—;entonces,quizá se adelantópara asegurarsedequeos

dejaríancruzar laFloresta.Quizá también teníaganasdevolveraverasugente…qué sé yo. Pero los elfos ya no confían en él. No le dejarán abandonar la PardaFlorestanuncamás.

—¡Peronopuedenhacereso!—exclamóÚnica—.Mattiusnecesitaviajar.—Puesentoncesdeberíahabérselopensadodosvecesantesdevolveralpalacio.

Sabíaquelascosasandabanmal,quesearriesgabaaquenoledejaranmarcharsesivolvía ahora. Sólo por curiosidad, ¿cómo lo conocisteis? Parece que se ha tomadomuchasmolestiasporvosotros.

Única lanzó una mirada acusadora a Cascarrabias, que miró al suelo,avergonzado.LaMedianadiomediavueltayvolvióaentrarenelpalacio.

—¡Espera!¿Adóndevas?—lallamóCascarrabias.—¡AbuscaraMattius!¡Ynomevoysinél!—¿Esachicanosabequeespeligrosoentrometerseenlosasuntosdeloselfos?

—preguntóSilva.Cascarrabiasresoplóyechóacorrertrasella;losgnomosyelhadalosiguieron.Nadielescortóelpaso,porqueahorayanoeranprisioneros.Únicasedetuvouna

sola vez para preguntar dónde estaba el salón del trono y, una vez obtenida lainformación,siguióandandomuydecidida.

TampocolesimpidieronentraraveralPríncipe.Aquellonoeraundelito,porqueel soberano de los elfos tenía tiempo de sobra… pero sí una tremenda falta deeducación.

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PeroaÚnicanoleimportaba.Irrumpióenlasalasincontemplaciones.ElPríncipede laPardaFlorestaestabasentadoenloaltodeuntronolabradoy

adornadoconincrustacionesdeoro.Eraunelfoyamaduro,yparecíamuycansado.Unafinadiademaleceñíalafrente.

FrenteaélestabaMattiuselSemielfo,eljuglar.—¡Mattius!—gritóÚnica,ycorriójuntoaél.—Lesdijequeosdejaranenlibertad—dijoeljuglarfrunciendoelceño.—Ylohanhecho.Perononosmarcharemossinti.EstaaudazdeclaraciónlahizomirandoalacaraalPríncipeque,sinembargo,ni

seinmutó.—Habéishecholamitaddelviajesinmí—dijoMattius—.Podéisseguirsolos.—Noeseso—insistióella—.Sabemosquenoserásfelizsinopuedesviajarde

unlugaraotro;poreso,noteabandonaremosaquí.El Príncipe alzó sus finas cejas, desconcertado; además deÚnica, en la puerta

habíaunduende,unhadaydosgnomos.—Únicaestábuscandoalossuyos,padre—dijoMattius—.¿Recuerdasalgode

ellos?—Unnereida—dijo el Príncipe,mirando aÚnica—.Hacía siglos que no veía

unodeellos.—¿Algunavezvisteisaalguiencomoyo?—preguntóellasorprendida.—Hanpasadovariossiglosdesdeentonces—recordóelelfo—.Yoeraunjoven

atolondrado cuando los Nereidas llegaron asustados huyendo de un enemigo que,segúndecían,losperseguíaimplacablemente.Sequedaronunosañosentrenosotros,construyeronunaciudadenlaFloresta…nologramoshacerdesaparecereserastrodesal,perolesenseñamoselartedelamúsica,queellosutilizabanpararechazarasusenemigos… creo recordar. Pero nunca dijeron de quién huían; tenían miedo depronunciarsunombre.Undíarecogierontodoysefueron,peronovimosanadietrasellos.

—¿No? —soltó Fisgón, incrédulo—. ¡Pero debía de ser un monstruoespantosamentegrandesileteníantantomiedo!¿Porquénolovionadie?

Única guardó silencio. Y entonces le pidió al Príncipe, lisa y llanamente, quedejaramarcharaMattius.LecontócómohabíaayudadoalagentedelVallefrentealSeñor, cómo se había enfrentado al Rey de CiudadMinotauro y cómo llevaba laalegríaatodaslasaldeas.Ledijoque,sinoledejabahacersutrabajo,suhijonuncaseríafelizenlaPardaFloresta.

—MattiushavenidoaquíparapedirmequenoluchecontraeseSeñordelVallequequiereinvadirmireino—dijoentonceselPríncipe—.¿Quépretende?¿Quedejeentrar aquí a los humanos? ¿Que se apoderen de la Parda Floresta? Está actuandocomountraidorasupueblo.

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—¡Sólointentoevitarunaestúpidaguerra!—replicóMattius,furioso—.¡Nocreoque…!

Pero lo interrumpió una dulcísima melodía que hizo que todos enmudecieraninmediatamente.

ÚnicalaMediana,laÚltimaNereida,tocaba.Nadiedijonadamientraslamúsicalosenvolvíayseextendíaportodoelpalacio

del Príncipe de los elfos. Fuera lo que fuese lo que estaban haciendo, todos sedetuvieronaescucharlamelodíadelaflautilla.

Cuando la música cesó, el silencio pareció aterrador. Pero la expresión delPríncipeyanoerasevera,ysusojossehabíandulcificado.

—Músicanereida—dijo—.Laheoídotodoslosdíasenmipalacio,ynosabíadedóndevenía.

Hizounapausa.Luegoprosiguió.—Tu música me ha traído recuerdos de mi juventud. Es el mejor regalo que

podrías habermehecho.Si unpuñadodegemasde laCordillera vale el rescate decinco criaturas de BosqueVerde, una canción nereida vale el rescate del hijo delPríncipedelosElfos.

—¡Hurra!—chillaronFisgónySilvaadúo.—Intenta detener esto,Mattius—le dijo el elfo a su hijo—.No seré yo quien

ataque a los reinos vecinos, pero tendré que defender la Floresta si intentaninvadirnos,yalosabes.

Mattiusasintió.—Gracias,padre.Porelmomento,acompañaréaÚnicaysusamigosensuviaje.

Hayalgoquedeseosaber.Única miró al juglar, intrigada; los ojos de este eran ahora de un suave color

pardo.Se despidieron del soberano con una reverencia y dieron media vuelta para

marcharse;enlapuerta,Mattiussevolviódenuevo.—Porcierto,padre—dijo—.¿Quéhashechoconmiperro?

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nos díasmás tarde, Fisgón vio algo increíble, algo de lo que habíaoídohablarperoeraincapazdeimaginar,algoquenisuamigaSilvahabíavistotodavía,algoinmenso,insondable,queparecíainfinito:elOcéano.

LaPardaFlorestaacababaenunaplayadearenasdoradas,y,másallá, el agua se extendía hasta el horizonte. Liviana quedó

boquiabierta.—¡Perosinosevelaotraorilla!—dijo—.¿Esestoelmar?¿Así,tanazul?Única semiró lasmanos, de suave color azul. Pensó en su sueño y supo que

estabacerca,peroelmar,ademásdeatraerla,laatemorizaba.—Loselfosdijeronquemigentehuíadesulugardeorigen—ledijoaMattius—.

Peronosabíanporqué.Élnorespondió.ContemplabaelmarmientrasacariciabaaSirius.—Sabes…—añadió Única oprimiendo su flauta—. El caso es que no quiero

volverallí.Medamiedo.Mattius lamiró.LosojosvioletasdeÚnicaseencontraronconunosojosdeun

dulcecolorcielo.—¿Tienesideadeloquepudohaberpasado?—lepreguntóeljuglar.Única iba a responder, cuando el viento les trajo las voces excitadas de los

gnomos,quehabíanseguidoadelantesinellos.—¿Habéisoído?—jadeóCascarrabias—.¡DicenqueelCaminoseacabaahí!—Nopuedeser—musitóÚnica,yechóacorrerparacomprobarlo.CuandollegaronjuntoaSilvayFisgónvieronqueelCaminodesalseinternaba

enelagua…o,mejordicho,parecíasalirdeella.—Vaya… —murmuró Mattius—. Única, amiga, parece que tus antepasados

salierondelmar.

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Únicasemojólapuntadelpieenunaolaquelamíalaarena,peronoseatrevióaacercarsemás.Quizá sus antepasadoshabían salidodelmar, pero ella nuncahabíavistotantaaguajunta.

—¡Es absurdo!—dijoCascarrabias—. ¿Cómo iban a salir delmar?Tienemássentidopensarqueprocedendeunaisla.

—Esposibleque llegaranenbarco—admitióMattius—.Recuerdounahistoriasobregentequevivíaenunaislablanca…peroesonovienealcaso.

—¡Cuéntala,porfavor!—lepidióÚnicarápidamente.Mattiuslamiró,sorprendidoporaquelrepentinointerés.—Nolarecuerdoenteray,además,nohabladetugente,sinodeunascriaturasde

pielpálidaqueteníanalasenlaespalda,comolasaves.—¿Yquépasó?—Cuenta la leyenda que fueron castigados por algo que hicieron, pero no sé

cómoniporqué.Esunahistoriaalgoconfusa.Únicapalideció.Atropelladamente,lehablóaMattiusdesusueño.—Entoncesyasabemosquéhayquehacer—dijoeljuglar—.Enalgúnlugardel

MardeZafirhayunaislablanca.Ahíesadondetenemosqueir.—¿Ycómovamosahacerlo?—preguntóLiviana.—Puesenbarco,porsupuesto.¿Cómosino?Mattiusconocíaunpueblodeelfospescadoresal lindede laFloresta,deforma

quesedirigieronallí.Obtuvieronde losmarineros todaclasede facilidades.Nadiehabíaoídohablardeunaislablanca,exceptoenantiguasleyendas,perounintrépidocapitán dijo que su barco, aunque pequeño, estaba disponible para realizar labúsqueda.

Alasemanasiguiente,unamañanatranquila,zarparon.Todo se había hecho con sorprendente rapidez para tratarse de elfos; pero

cualquier elfo sabía quién era el hijo del Príncipe, aunque no visitara mucho laFloresta,y tambiénsabíaquenoeracomo losdemás:debidoasupartehumana,avecesMattiusteníaprisa.Ynoconveníahacerloesperar.

Asícomenzólatravesía.El velero elfo avanzaba ligero, aunque se dirigía al azar. Sería muy difícil

encontrar una isla perdida en el océano, les dijo el capitán. Pero no parecíapreocupado,locualeraobvio:élteníamuchotiempoparabuscarla.

Losdíaspasaronrápidamente.Únicasolíasubiraproaparatocarsuflautaallí,yqueelvientoesparciera lamúsicapor todoelbarco.FisgónySilvaempezaronporcuriosearlotodoy,cuandonoquedóningúnrincónabordodondenohubieranmetidosusnaricillas,comenzaronaaburrirse;porsuerte,Mattiuslosentreteníacontándoleshistorias.Cascarrabias pasaba los días entremareo ymareo;Liviana habría juradoque,desdequezarparon,elduendeestabamásverdequedecostumbre,peroélnose

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quejaba,aunquesolíadecirqueechabademenoslahierbafrescabajosuspies.Unanoche,Únicasubióacubiertaacontemplarlasestrellas;allíseencontrócon

Mattiusque,porlovisto,habíatenidolamismaidea.—Hola—saludólaMediana,sentándosejuntoaél—.¿Quépiensas?Mattiusseñalóelcielo.—Estaba mirando ese grupo de estrellas—dijo—. Es la constelación del Can

Mayor.Sellamaasíporquetieneformadeperro.—¿Esaestrellaquebrillatantoperteneceaella?—preguntóÚnica.Mattiusasintió.—Dicenlossabiosqueeslamásbrillantedelcielo.SellamaSirius.—¡Comotuperro!—Noescasualidad.Lepuseesenombreapropósito.Comosisupieraquehablabandeél,Siriuslosmiróymovióelrabo.—¿Comprendesahoraporquétengoporúnicoamigoaunperrolobo?—dijoel

juglar—.Élescomoyo.Unmestizo.Noperteneceaningúnlugar.Únicacallóduranteunmomento.Luegodijo:—¿Ynoaceptaríasporamigaalaúltimadelosnereidas?Tambiényosoyúnica

enelmundo.Ymesientomuysola—añadió.—Losé—sonrióMattius—.Perotútienesatugente,enalgunaparte.Ytardeo

tempranovolverásconellos.EstofueungolpeparaÚnica.Eraciertoque llevabamucho tiempobuscandoa

los suyos. Pero, si los encontraba… ¿tendría que dejar a sus amigos? La dulceLiviana,elinquietoFisgón,elgruñónCascarrabias,latraviesaSilva,elfielSirius…yMattius,eljuglar.

—Ahorayanosésiquierovolverconellos—dijoamediavoz.—Nodigaseso.Estásextrañaestosdías;séquenolopiensasenserio.—¿Estoyextraña?—repitióella,sorprendida—.Nomehabíadadocuenta.—Sí, lo estás. Tu música es diferente, y creo que es por el mar. Produce un

extrañoefectoenti.Única no dijo nada. Eso sí lo había notado: aquella inmensa extensión azul la

inquietaba,ylehacíasentircomosiunpuñoleoprimieraelcorazón.—Escucha, Única, tengo que pedirte un favor —dijo entonces Mattius—.

Supongo que ya te habrás dado cuenta de que elmundo está hostil y las distintasrazasdesconfíanunasdeotras.Creoquesepreparaunaguerra.

Únicaasintió.Eljuglarprosiguió:—Vicómoactuó sobre elPríncipede los elfos lamagiade tumúsica.Cuando

encuentresatupueblo…¿querríaspedirlesquetoquentodosjuntosunamelodíaparaarrancarelmiedoyelodiodeloscorazonesdelagente?

—¿Podríanhacereso?—preguntóÚnica,sorprendida.

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—Es sólo una teoría, pero creo que sí. Tu música tiene algo especial; si unamelodíatuyapudoaplacarlairadelmonarcaelfo…¿quépodríahacerlamúsicadetodounpueblodegentecomotú?

LaideaempezabaatomarcuerpoenlamentedeÚnica.—Lointentaré—leprometióaljuglar.Ambosquedaroncalladosunrato,mientrasÚnicasepreguntabaquéharíacuando

encontrase a los suyos. No quería dejar a sus amigos, ymuchomenos aMattius.Sentíaporélalgoespecial.

Se preguntó si él sentiría algo parecido; se volvió para mirarle, pero Mattiusparecíaensimismadomirandolasestrellas.Únicalellamó,yeljuglarsevolvióhaciaella.

—¿Meecharásdemenoscuandomevaya?—lepreguntóÚnica,mimosa.—Claroquesí.Somosamigos,¿no?—¿Sóloeso?—Únicaparecíadecepcionada—.¿Nadamás?—¿Qué te pasa? —dijo el semielfo, confuso—. ¿Por qué me haces esas

preguntas?Únicasesintiómuyherida.DesdequehabíallegadoalValleAmarillonohabía

encontradomásqueGenteGrande,ytodoselloslatratabancomosifueseunaniñapequeña, debido a su estatura. Ella no sabía la edad que tenía, pero sí sabía que,aunqueeramuyjoven,noeraunaniñapequeña.

HabíacreídoqueMattiuseradiferente,perono.Éleraeldobledealtoqueella.Ynolaveíacomounapersonamayor.

—Claro,túnotedascuenta—dijo,irritada—.Metratascomoaunaniña.¡Ynosoyunaniña, soy casi adulta!Loquepasa esque losnereidas somos todos así dealtos,nocrecemosmás.¡Ytúdeberíassaberlo!

Selevantóysefue,echandochispas,aunrincónalejado,dejandoaMattiusyalperrolobocompletamentedesconcertados.

—¿Quémosca le habrá picado?—se preguntó el juglar, rascándose la cabeza,mientrasSiriusemitíauncortoladrido.

Nofueabuscarla,sinoquesequedóallí,pensandoenloqueellahabíadicho.Porque,pesealoquepensaseÚnica,Mattiusnolaveíacomounaniña.Peroél

sabíaque,de todasformas,ella tampocoeraunaadulta todavía.«Sifuesehumana,tendríaunosdoceo trece años», sedijo el juglar.Bajó lavistaydescubrióque superrolemirabafijamente,conairedereproche.«Legustas,amigo»,parecíadecirle.

—Sí,esoparece—lecontestóMattius,unpocopreocupado—.Esmiamiga,yletengocariño,¿sabes?Perosomosdiferentes.

«Túsiemprehasdichoquelagentedeberíafijarseenlassemejanzas,ynoenlasdiferencias»,pareciócontestarleelperro.

—Yasílocreo,Sirius.QuieroaÚnicacomoaunahermana.Quieroqueseafeliz

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entresugente.¿Estámaleso?—No,noestámal.Todolocontrario.Mattius se sorprendió,porqueestavezhabíaoídounavozdeverdad.Entonces

vioaCascarrabias,queseacercabatambaleándoseporlacubierta.—Graciasporpreocuparte—dijoelduende—.Queríapedirteperdónporhaber

desconfiadode ti.Aveces…soydemasiadogruñón.Esonospasa a casi todos losduendes.

Mattiussonrió.—Notepreocupes.Eresungrantipo—leaseguró,yaCascarrabiasselehinchó

elpechodeorgullo.Entonces, depronto, un relámpago iluminó el horizonte; enseguida retumbóun

trueno.—¡Tormenta!—seoyólavozdelcapitánelfo.Inmediatamente, comenzó a caer una lluvia torrencial. Mattius no lo podía

creerlo:¡hacíaunmomentohabíaestadomirandolasestrellasenuncielototalmentedespejado!

Sereunierontodosenlacubierta,temblando,paraverquépasaba.—¡Qué emocionante! —comentó Silva; Cascarrabias le dirigió una mirada

asesina.No había tiempo para hablar, sin embargo; tenían que ponerse a cubierto

rápidamente.Entrarontodosporlaescotilla;Únicaquedóalgorezagada,escuchandolostruenos.

Rojosobreblanco…retumbóuntrueno…—¡Única,dateprisa!—gritóMattiusdesdedentro.Única volvió a la realidad. Iba a entrar tras sus amigos, pero de pronto una

formidableolabarriólacubierta…YlaMedianasevioluchandoporsuvidaenmediodelmarembravecido.—¡¡Únicaaaa!!—oyólavozdeMattius,quesedesgañitaballamándola.Peroelveleroelfosealejabadeellacadavezmás,empujadopor la tempestad.

Otraolaseabatiósobreella,ylahizohundirse.Únicaluchóporsaliralasuperficie,peroelmarnoladejaba.Seahogaría;además, laaterrabasentirserodeadadetantaagua.

Luchó y luchó, conteniendo la respiración. Sentía los pulmones a punto deestallar.«Estoeselfinal»,pensó.Yserindió.

Tardó unos segundos en comprender de que seguía viva, y, lo que era másextraordinario:podíarespirarbajoelagua.

Miróasualrededor,pasmada,yprobóanadar.Entoncesdescubrióquesusmanoshabíancambiado,porquelehabíancrecidounasextrañasmembranasentrelosdedosparafacilitarlelosmovimientosenaquelmundosubacuático.Algoparecidolehabía

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pasadoenlospies.Únicase sintiómuyasustadaalprincipioe intentóescapar,aunquenosabíade

qué.Comprobóentoncesquepodíanadarconincreíblerapidez.Miróasualrededor.Arribaestabalasuperficie;sentíaelmaragitadosobreella.

Abajo,calmaysilencio.Silencio.Vioalgoenelfondoy,yaquenoteníanadaquéperder,decidióecharunvistazo,

y nadó hacia abajo. Según fue descendiendo, aquellas extrañas formas tomaroncuerpo.Únicasequedósinaliento.

Unaciudad.Ylaarquitecturaleresultabapoderosamentefamiliar.Unaciudadnereida.LevinieronalamentelaspalabrasdeMattius:«Vaya…Única,amiga,pareceque

tusantepasadossalierondelmar».Lohabíadichocomounabroma,ynadielohabíatomadoenserio.Pero…

Únicaseacercó.Nohabíaduda:blancayazul.Ondas.Arcos,cúpulasybóvedas.Yniunalma.

Única recorrió las calles desiertas, sintiendo que aquellas membranas que lehabíancrecidoentrelosdedoslaimpulsabancongranfuerzabajoelagua;lospecesseasomabanentrelasalgasparamirarla,yellalessonreíacomoaviejosconocidosenaquelmilenariomundoazul.

Sumentebullíadepreguntas.¿Deveraseseerael lugardeorigendesugente?¿Qué tenía que ver la isla con todo aquello? ¿Quién los perseguía? ¿Y por qué semarcharon?¿Yadóndefueron?

ÚnicasellevólaflautaaloslabiosparatocaresamúsicaenlaqueMattiusteníatanta confianza para remediar los males del mundo. Pero del instrumento sólosalieronburbujas. «¿Burbujas?», se dijo ella. Intentó repetir la palabra envoz alta,perosubocasóloemitió…másburbujas.

Única se encogió de hombros. Ya estaba acostumbrada a que su flauta nofuncionaraenunaciudaddenereidas.

¿Perocómopodíansermúsicossilasflautasnotocabanmúsicaensusciudades?,sepreguntó.

Vioentoncesunenormeedificioconunahermosacúpulablanca,queaúnseguíaenpie.Seacercó.

SobrelapuertahabíaunnombregrabadoenunoscaracteresqueÚnicanohabíavistonuncaperoque,dealgunamanera,conocía.Leyó:

TEMPLODESILENCIO

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Únicaseestremeció;noentendíaquéestabapasando,niquéhabíapasado,perotenía que averiguarlo, así que, dominando su pánico, entró. La puerta se cerró sinruido tras ella.Una luz blanca la cegó. Se desmayó, y quedó flotando en el agua,inconsciente.

Ysoñó.Soñóconunpueblodecriaturasdeblancasalasyalbastúnicas,quevivíanenuna

hermosa isla blanca. Soñó que un día ocurrió algo terrible, porque una de esascriaturas hechas de luz y bondad quitó la vida a uno de sus semejantes. Soñó queaquelerauncrimenhorrible,porquelavidaeslomáspreciadoquetenemos,ynadiepuede arrebatarla sinmás. Soñó que, además, aquella primeramuerte provocó unaguerra,unaluchaentrehermanos,comoladelosminotauros.

Soñó que todas las criaturas aladas fueron castigadas: expulsadas de la IslaBlancaycondenadasavivirenelfondodelmar.Perdieronsusalas,ysusmanosypiesseadaptaronalavidabajoelagua.

Perono,lopeornofueeso.Lopeorfueque,condenadosavivirenelfondodelmar,fuerontambiéncondenadosalSilencioPerpetuo.

Los nereidas pasaron muchos siglos bajo el mar; hasta que uno de ellos,descendientedeotroaquienenlaIslaBlancallamabanelGuía,planeóunincreíbleplandefuga,yselocomunicóporseñasalosdemás;lesdijoquemásalládelmarhabíauncontinente,queelGuíahabíavistomuchotiempoatrás;lesdijoquedebíanescapardelagua,peronoparavolvera laIsla,puesallíelSilenciolosencontraría.No;teníanquellegaratierrafirme.

Fue así como salieron del mar huyendo del Silencio; desaparecieron lasmembranasnatatoriasdesusmanosypies,peronuncarecuperaronsusalas.Ysupielhabíaquedadoteñida,despuésdetantossiglosenlasprofundidadesdelocéano,deunsuavecolorazul.

PeroelSilencionosedioporvencido.Aterrados,losnereidasdescubrieronque,allápordondepasaban,ibandejandounrastrodesal.AsíelSilencio,suimplacablecarcelero,losseguiríaalládondefueran.

Deloselfosaprendieronelartedelamúsica,ylodesarrollaronincansablemente,porque laMúsicamanteníaalejadaalSilencio;poresocadavezquenacíaunniñonereidasuspadreslecolgabanalcuellounaflautilla,yseasegurabandequenuncasedesprendiesedeella.

Atravésdesussueños,Únicarevivióeléxododelosnereidas,losMedianosdelfondodelmar.Viocómoconstruíansusciudadesconoptimismo,buscandoempezaruna nueva vida rodeados de su música, hasta que sus instrumentos empezaban afallar.

Esta era la señal de que el Silencio había vuelto a alcanzarles. Los nereidasrecogíansuscosasyhuían,dejandotrasellosunCaminodesal.

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Enelúltimoreductonereida, laciudaddeBosqueVerde,nuevamentefueronlosdescendientesdelGuíaquienesdieroncon lasolución.Huiríanaun lugardondeelSilencionopodríaalcanzarles.Unlugarquehabíaestadojuntoaellosdurantemuchotiempo.

Únicadespertó.Nohabíalogradoverelfinal;oquizáelSilencionoqueríaqueellaloviese.Miró

asualrededor,atemorizada.Losnereidassehabíanido;peroquedabaella,atrapadaenlamoradadesupeorenemigo.

Vioquelapuertaseabríatrasella.ElSilencioladejabamarchar.¿Porqué?¿Yadóndehabíanidolosnereidas?Escapó del templo, nadando a toda prisa sin mirar atrás. Por alguna razón, el

Silencioyanoestabainteresadoenella.¿Seríaquelosnereidashabíanvencido?Únicahuyóraudadelaciudad,ysubió,ysubió,yllegóalasuperficie.Respiró

hondoyoyóelsonidodesupropiarespiración.Esolegustó.Alolejos,comounamanchablancaentreelinmensoazuldelcieloyelinmenso

azuldelmar,sealzabalaIsla.Únicanadóhaciaallí.

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uandoÚnica llegó a la playa, semiró lasmanosy vio queya no teníamembranas. Se preguntó si no lo había soñado. Vacilante, dio algunospasos, hasta que se acostumbró a caminar de nuevo. Entonces corrió atierra firme. Oyó unas voces a lo lejos, y se dirigió hacia allí conprecaución.

Susorpresayalegríafueronmayúsculasalencontrarsecontodossusamigossanosysalvos,yconlatripulacióndelbarcoélficoalcompleto.

—¡Única!—exclamóCascarrabias,locodecontento—.¡Estásviva!Únicacorrióaabrazarasusamigos.—¿Yvosotros?—preguntó—.¿Quéhacéisaquí?—Elbarconaufragó—explicóMattius—.Ungrupodedelfinesnosrescatóynos

trajohastaaquí.Parecíacomosiyasupieran loqueestábamosbuscando—añadió,frunciendoelceño.

Únicasonrió,ylescontóloquehabíaaveriguado.Todossequedaronpasmados.—¿Ysiestallaunaguerraacabaremostodosenelfondodelmar?—dijoFisgón.—¡Qué espantoso! —suspiró Silva, a quien le gustaba mucho hablar, y solía

hacerloporloscodos—.¡ElSilencioPerpetuo!—O se nos quedará la piel roja como a los minotauros—siguió conjeturando

Fisgón.—¿Yadóndesehanidolostuyos,Única?—preguntóCascarrabias.Única calló un momento, pensativa, intentando desentrañar el mensaje y el

significadodeloquehabíavistoenelTemplodelSilencio.Despuésalzólacabeza,sonriente.

—Creoqueyalosé—declaró—.Yvoyairmeacasaconellos.Abrazóacadaunodesusamigosparadespedirse,intentandonollorar;sequedó

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unos segundosmásenbrazosdeMattius.«Teecharédemenos», sedijo.«Mehasenseñadoelauténticovalordelamúsica:lamúsicaquesedaalosdemás».

Entoncessellevólaflautaaloslabiosycomenzóatocar.Era unamelodía totalmente improvisada, queÚnica trataba de sacar de lomás

hondodetucorazón.Unamelodíadiferenteatodas.MadreMúsica,decía.Déjameircontigo.Única pensó en la gente que había conocido: los Pequeños, los enanos, los

humanos,losminotaurosyloselfos;ensusamigosdeBosqueVerde;yenMattiuseljuglar,ysiguiótocando.

MadreMúsica…Y era unamelodía sobrenatural, inmortal. Los que observaban aÚnica vieron,

maravillados,quesupielseibaaclarandohastavolverseblanca,yqueensuespaldanacíanunasalasdesedosaplumadecisne.

Únicabatiósusnuevasalasy,sindejardetocar,seelevóenelaire.—¡Única!—chillóCascarrabias—.¿Quéhaces?—¡Vuelvoconmigente!—respondióelladesdearriba.—¿Adónde?—¡AlsenodelaMúsica!Cascarrabiascalló,confuso.Noentendíasuspalabras.—¡Adiós, adiós! —dijo Única—. ¡Os echaré mucho de menos a todos! ¡Os

quiero!Siguiótocandoyvieroncómosucuerposehacíacadavezmásinmaterial,hasta

queÚnicasedesvanecióenelaire.Después,elsilencio.Nadie dijo nada. Pasó un rato hasta que se oyó un sonido desde la playa: los

delfineslosaguardabanparallevarlosdevueltaacasa.Devueltaacasa.AsífuecomoÚnica,laMedianadeBosqueVerde,laúltimanereida,encontróel

camino para volver con los suyos al único lugar donde el Silencio jamás podríaalcanzarles:laMúsicamisma.

YunosdíasdespuésdelapartidadeÚnicasonóunadulcísimamelodíavenidadenadie sabe dónde, que recorrió el mundo calmando el odio de los hombres, yponiendofinalaamenazadeguerra.

FueasícomosupequeÚnicahabíacumplidolapromesaquemehizo.Poresodesdeentonces,cadavezquetañomilaúd,séquelasnotasquesalende

élsontambiénlasalmasdelosnereidasqueserefugiaronenlaMúsica;yesporesoque,cadavezquerelatoestahistoriacomooslaestoycontandoavosotros,recuerdoamisamigos, losPequeños,quevolvieronaBosqueVerde (exceptoFisgón,que sefueconSilvaenbuscademásCaminos),yaÚnica,laMedianadepielazul.Yséque

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donde haya música estarán ella y su gente y que, mientras yo siga contando suhistoria,nuncaolvidaráasuamigoMattius,elJuglar.

Quedadenpazysedfelices,amigosmíos.Sielcuentooshagustado,aceptarélarecompensaquequeráisdarme.

Peroosruegoquenuncaolvidéisestahistoria,parabienoparamal.

FIN

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LAURAGALLEGOGARCÍA(CuartdePoblet,Valencia,1977).Autoraespañoladeliteraturajuvenil,especializadaentemáticafantástica.EstudióFilologíaHispánicaenlaUniversidaddeValenciayen1999ganóelpremioElBarcodeVaporconFinisMundi,unanovelaambientadaenlaEdadMedia.TresañosdespuésvolvióaobtenerelmismogalardónconLaleyendadelReyErrante.Actualmentesuobrapublicadacomprendeveintisietenovelasjuvenilesyalgunoscuentosinfantiles,conmásdeunmillón de ejemplares vendidos sólo en España y traducciones a dieciséis idiomas,entrelosqueseencuentranelinglés,elfrancés,elalemányeljaponés.Susobrasmáspopulares entre los jóvenes lectores sonCrónicas de la Torre, Dos velas para eldiablo, Donde los árboles cantan, Alas de fuego, El Libro de los Portales y,especialmente,latrilogíaMemoriasdeIdhún.En2011recibióelPremioCervantesChico por el conjunto de toda su obra, y en 2012 fue galardonada con elPremioNacionaldeLiteraturaInfantilyJuvenilporsinovelaDondelosárbolescantan.

Es fundadora de la revista universitaria Náyade, repartida trimestralmente en laFacultad de Filología y fue codirectora de lamisma desde 1997 a 2010. En 2013presentósutesisdoctoralsobreellibrodecaballeríaBelianísdeGreciadeJerónimoFernández,publicadoen1579.Sigueescribiendo libros, lamayorpartedeellosdetemáticafantástica.

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