Resenia Cantos Experiencia Martin Jay

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El Títere y el Enano Año 2010. Vol. I Revista de Teología Crítica [367] ISSN N°: 1853 0702 Cantos de experiencia (2009), de Martín Jay Rafael Mc Namara (UBA) Jay, Martin: Cantos de experiencia. Variaciones modernas sobre un tema universal , Buenos Aires, Paidós, 2009. “Experiencia” es probablemente uno de los conceptos más polisémicos e inasibles de la historia de la filosofía. En este trabajo, Martin Jay asume el desafío de tomarlo como hilo conductor para construir un apasionante recorrido por la historia del pensamiento de los últimos dos siglos. Sin intentar reducir aquella polisemia (mas bien todo lo contrario), Jay construye un relato de senderos que se bifurcan al infinito, abarcando un conjunto de pensadores que, a simple vista, difícilmente tengan algo en común. Aún cuando todos utilicen el concepto de “experiencia” como base de algunos de sus argumentos más importantes, lo hacen de maneras tan disímiles, e incluso opuestas, que pareciera imposible construir un relato coherente con ellas. Sin embargo, con gran erudición y habilidad argumentativa, Jay se las ingenia para que el pasaje de un capítulo a otro responda a una concatenación conceptual clara y fluida, en un camino que recorre algunos de los hitos del pensamiento contemporáneo, pero sin dejar de lado otros pensadores habitualmente olvidados, o escasamente trabajados en los circuitos académicos. El libro parte, como es habitual en los estudios filosóficos actuales, de un estudio lingüístico, semántico y filológico del concepto de experiencia, buscando las múltiples connotaciones que incluye según se tomen sus raíces griegas o latinas, o sus versiones contemporáneas en inglés, alemán o francés. De vital importancia en la articulación total del texto será la tensión entre las dos versiones alemanas del término: erlebnis y erfahrung. Aún sin ser utilizados de la misma forma en distintos pensadores, en general se podría decir que erlebnis hace referencia a lo que en castellano suele traducirse por vivencia y se relaciona con el acontecimiento, mientras que erfarhung implica una noción de experiencia que incluye la duración y la memoria, el saber y el aprendizaje acumulado. Estos dos polos del concepto de experiencia servirán tanto para esquematizar el pensamiento de los filósofos que explícitamente trabajaron esa dicotomía, como Benjamin, Dilthey, Buber, etc., como así también para pensar aspectos de tradiciones ajenas al habla alemana, como el pragmatismo norteamericano. Uno de los problemas principales que aborda el texto, también, es la difícil relación de la experiencia con el trabajo conceptual en general. Es que por “experiencia” se suele entender algo que, justamente, escapa al concepto, algo que resulta difícil explicar con palabras, ya sea que tomemos la experiencia como erlebnis o como erfahrung. De ahí que, hasta la modernidad, la historia de la filosofía haya tratado este concepto de manera más bien sospechosa, cuando no despectiva. “Experiencia” fue siempre aquello relegado al

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El Títere y el Enano

Año 2010. Vol. I Revista de Teología Crítica

[367]

ISSN N°: 1853 – 0702

Cantos de experiencia (2009), de Martín Jay

Rafael Mc Namara (UBA)

Jay, Martin: Cantos de experiencia. Variaciones modernas sobre un tema universal, Buenos Aires, Paidós, 2009.

“Experiencia” es probablemente uno de los conceptos más polisémicos e inasibles de la historia de la filosofía. En este trabajo, Martin Jay asume el desafío de tomarlo como hilo conductor para construir un apasionante recorrido por la historia del pensamiento de los últimos dos siglos. Sin intentar reducir aquella polisemia (mas bien todo lo contrario), Jay construye un relato de senderos que se bifurcan al infinito, abarcando un conjunto de pensadores que, a simple vista, difícilmente tengan algo en común. Aún cuando todos utilicen el concepto de “experiencia” como base de algunos de sus argumentos más importantes, lo hacen de maneras tan disímiles, e incluso opuestas, que pareciera imposible construir un relato coherente con ellas. Sin embargo, con gran erudición y habilidad argumentativa, Jay se las ingenia para que el pasaje de un capítulo a otro responda a una concatenación conceptual clara y fluida, en un camino que recorre algunos de los hitos del pensamiento contemporáneo, pero sin dejar de lado otros pensadores habitualmente olvidados, o escasamente trabajados en los circuitos académicos.

El libro parte, como es habitual en los estudios filosóficos actuales, de un estudio lingüístico, semántico y filológico del concepto de experiencia, buscando las múltiples connotaciones que incluye según se tomen sus raíces griegas o latinas, o sus versiones contemporáneas en inglés, alemán o francés. De vital importancia en la articulación total del texto será la tensión entre las dos versiones alemanas del término: erlebnis y erfahrung. Aún sin ser utilizados de la misma forma en distintos pensadores, en general se podría decir que erlebnis hace referencia a lo que en castellano suele traducirse por vivencia y se relaciona con el acontecimiento, mientras que erfarhung implica una noción de experiencia que incluye la duración y la memoria, el saber y el aprendizaje acumulado. Estos dos polos del concepto de experiencia servirán tanto para esquematizar el pensamiento de los filósofos que explícitamente trabajaron esa dicotomía, como Benjamin, Dilthey, Buber, etc., como así también para pensar aspectos de tradiciones ajenas al habla alemana, como el pragmatismo norteamericano.

Uno de los problemas principales que aborda el texto, también, es la difícil relación de la experiencia con el trabajo conceptual en general. Es que por “experiencia” se suele entender algo que, justamente, escapa al concepto, algo que resulta difícil explicar con palabras, ya sea que tomemos la experiencia como erlebnis o como erfahrung. De ahí que, hasta la modernidad, la historia de la filosofía haya tratado este concepto de manera más bien sospechosa, cuando no despectiva. “Experiencia” fue siempre aquello relegado al

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dudoso saber de los sentidos, a lo sentimental, y en general, desde Platón, a la esfera de lo contingente. Por eso el texto comienza, luego de un breve repaso de la tradición griega y latina, por los primeros grandes pensadores de la experiencia (muy distintos entre sí): Montaigne y Bacon, en ese orden.

Ya en ese comienzo se vislumbra lo que podríamos llamar la estructura hegeliana que Jay da a su trabajo, como un recorrido en el que el concepto o la idea de “experiencia” va atravesando distintas figuras. Empezamos con Montaigne, quien postula la idea de experiencia como totalidad inmediata, una experiencia unificada y holística que, a partir de Bacon y a lo largo de toda la modernidad, será negada y, en palabras de Jay, “modalizada”. De esta manera comienza la figura epistemológica de la experiencia, cuyo predominio en los siglos XVII y XVIII y hasta nuestros días, produjo fuertes movimientos de respuesta a lo que se tomó enseguida como un recorte abrupto de otras posibilidades y experiencias, al reducir éstas a su modalidad meramente cognitiva y empírica. Así, a desde fines del siglo XVIII surgieron dos variantes del pensamiento en torno a la experiencia, que bregaron por devolver a este concepto la densidad perdida en su avatar epistemológico. Se trata, por supuesto, de las variantes religiosa y estética, cuyo origen puede remontarse, en ambos casos, a la figura de Immanuel Kant.

En el caso de la experiencia religiosa, la figura de Kant aparece más bien bajo un aspecto negativo, ya que su empresa, como se sabe, trata de circunscribir la religión dentro de los límites de la “mera razón”. Los pensadores más importantes sobre los que se detiene Jay en este apartado (el más extenso del libro) son Schleiermacher con su religión del corazón, James con su psicología de la experiencia religiosa, Otto con su concepto de lo numinoso, y finalmente, Buber con su culto a la erlebnis. Todos ellos recurrieron a un pensamiento acerca de la experiencia que justamente se niega a aceptar la limitación kantiana de la religión a una moral racional. No obstante, en este capítulo Jay no se limita a la historia de los conceptos, sino que también da cuenta brevemente del contexto histórico en que se desarrollan estas disputas teológicas. En este caso se trata de movimientos de evangelización popular que, al radicalizar la liberación luterana de la volición con respecto a la normalización eclesiástica, corrían el riesgo de desdibujar toda posibilidad de pensar seriamente la experiencia religiosa. En este sentido, los filósofos de la experiencia religiosa tuvieron que librar su batalla en un doble frente: en palabras de Jay, “contra el hueco formalismo de la doctrina ortodoxa y contra el excesivo entusiasmo de la falsa e ilusoria creencia”. En cuanto al aspecto estrictamente conceptual, el problema teológico que atravesará todo el capítulo será el de las consecuencias que el uso del término experiencia puede tener para la teología, ya que con él se corre el peligro de poner excesivamente el énfasis en el creyente y dejar de lado el objeto de la creencia, es decir, Dios.

En el caso de la experiencia estética la figura de Kant es, por supuesto, mucho más positiva, ya que a él le debemos la creación de la primera gran estética filosófica. En este capítulo se trata de investigar la experiencia estética como contratara casi gemela de la experiencia religiosa, al tratarse de las dos modalidades que principalmente tienen que ver con el sentimiento y la percepción.

Continuando con la modalización de la experiencia en el pensamiento contemporáneo, Jay abordará otras dos variantes, antes de llegar a la última parte de su trabajo. Se trata de la experiencia en el campo de la historia por un lado, cuyo principal problema será el de la posibilidad o imposibilidad de reactualización de experiencias pasadas, y de la experiencia en el campo de lo político, por otro. En este segundo caso, el problema central será el de tratar de determinar hasta qué punto la apelación a la experiencia implica una postura conservadora o revolucionaria, teniendo en cuenta la existencia de argumentaciones tanto en un sentido como en otro.

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Llegamos así a la segunda parte de Cantos de experiencia y, siguiendo el esquema hegeliano que nos sirvió para entender la estructura del libro, se trata de una vuelta a la unidad original del concepto holístico de experiencia, después del paso por su “negación” en las distintas modalidades del mismo. Aquí vemos que la experiencia estética y religiosa funcionan, de alguna manera, como las principales entradas a un concepto más denso de experiencia, principalmente a partir del pragmatismo norteamericano (algo de esto adelanta Jay, con la presencia de James en el capítulo sobre la experiencia religiosa, y la de Dewey en el apartado correspondiente a la experiencia estética). El capítulo sobre el postestructuralismo, con Barthes y Bataille, pone en evidencia que al final del recorrido, esas dos fuentes siguen siendo fundamentales a la hora de pensar este concepto.

Pero quizás el punto más alto en este recorrido sea el capítulo sobre el lamento por la crisis de la experiencia en el mundo contemporáneo, protagonizado por Benjamin y Adorno. Este capítulo sirve de bisagra entre los dos grandes movimientos de la experiencia unificada de la última parte, el pragmatismo y el postestructuralismo. Y es que en el caso de estos dos filósofos (pero principalmente el primero) asistimos a las versiones más líricas y más amplias del concepto de experiencia, incluyendo problemas políticos, estéticos, históricos, religiosos, y epistemológicos, con una intensidad que justifica más que en ningún otro caso la denominación de “cantos de experiencia”, que Jay toma del texto de William Blake.

Estamos, por lo tanto, ante un estudio de singular importancia, que sirve tanto para trazar una historia posible de la filosofía contemporánea, como para abrir el debate acerca de uno de los conceptos más presentes, pero también más difíciles, en la historia del pensamiento. Por supuesto que al tratar una cantidad tan grande de pensadores, Jay no siempre profundiza hasta los últimos detalles. Se trata más bien de exponer una compleja imagen en mosaico de las posibilidades del concepto tratado, llamando la atención muchas veces sobre filósofos que normalmente no serían tenidos en cuenta a la hora de pensar la experiencia. Uno de ellos sirve, incluso, para inspirar a Jay a proponer su propio libro como una experiencia. Se trata de Michel Foucault, y su concepción de la escritura como experiencia. Con un interesante y raro juego autorreferencial, en la introducción Jay nos propone acompañarlo en la experiencia de escribir acerca de la experiencia, al final de la cual quizás nos encontremos con que hemos tenido una verdadera experiencia de lectura.

Fecha de recepción: 7-03-2010 Fecha de aceptación: 14-04-2010