Reseña Biblica 62

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Revista trimestral de laAsociación Bíblica Española

Director:José Cervantes Gabarrón

Consejo de Redacción:José Pérez Escobar

José María Bravo AragónJosé Pedro Tosaus AbadíaCristóbal Sevilla Jiménez

Revisión literaria:José Pérez Escobar

© Asociación Bíblica Española, 1993http://www.forodigital.es/abe© Editorial Verbo Divino

Printed in SpainDiseño: Contraplano

ISSN: 1134-5233Depósito Legal: MU-251-1994

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EDITORIAL .................................................. Pág. 2

SECCIÓN MONOGRÁFICA

1. “El nacimiento de una comunidad cristiana: Tesalónica”..................................... Pág. 5Carlos GIL ARBIOL

2. “La predicación del Evangelio en Tesalónica (1 Tes 1–3)” ........................... Pág. 15Juan Antonio AZNÁREZ

3. “La vida cristiana y la venida del Señor (1 Tes 4–5)” .................................. Pág. 25Juan Luis CABALLERO GARCÍA

4. “La primera Carta a los Tesalonicenses y la tradición evangélica”............................... Pág. 35Francisco PÉREZ HERRERO

5. “El Evangelio que Pablo había predicado en Tesalónica”.............................. Pág. 45Tomás OTERO LÁZARO

SECCIÓN ABIERTA

1. “El Resucitado camina con los sufrientes del mundo”.............................. Pág. 57José CERVANTES GABARRÓN

SECCIÓN DIDÁCTICA

1. “Antología bíblica de la música sacra (1/4)” ............................. Pág. 63Juan Carlos GARCÍA DOMENE

SECCIÓN INFORMATIVA

1. In memoriam.Francisco Contreras Molina ........................ Pág. 70

2. Boletín bibliográfico bíblico ....................... Pág. 72

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VERANO 2009 • Nº 62

LA PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSESCoordinador: Dr. Tomás Otero Lázaro

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Editorial

La primera Carta a los Tesalonicenses, un escrito más bien breve, no se destaca en el conjunto del epis-tolario paulino ni por la riqueza y densidad de su reflexión teológica ni por la amplitud u originalidadde su enseñanza moral y práctica. Pero tiene una característica que la hace distinta y le otorga un puestosingular entre las cartas de Pablo: es, según opinión mayoritaria, el escrito más antiguo que se ha conser-vado del apóstol. También, el escrito más antiguo de todo el Nuevo Testamento, el primer testimonioliterario del cristianismo naciente.

Además, 1 Tes fue escrita por Pablo al poco tiempo de haber predicado el Evangelio en la ciudad de Te-salónica. El recuerdo de la evangelización está todavía muy vivo. Carlos Gil Arbiol se ocupa de recrearese primer momento del anuncio del Evangelio en Tesalónica: la llegada de los misioneros, el nacimien-to de la comunidad, el ambiente hostil que desde el principio la rodea, el entramado social del que for-man parte los convertidos, las dificultades que encontraban para perseverar en la fe y vivirla.

El eco de esta situación lo escuchamos en los tres primeros capítulos de la carta, en los que Pablo re-cuerda cómo fue el anuncio del Evangelio y la acogida por parte de los tesalonicenses. En ellos, comomuestra el comentario de Juan Antonio Aznárez Cobo, se pone de manifiesto la intensa relación perso-nal que los misioneros establecen con los que escuchan su predicación y se convierten. La distancia físi-ca, impuesta por las circunstancias, no debilita esa relación; al contrario, hace que Pablo experimenteintensamente la preocupación por sus cristianos y ponga los medios a su alcance –envío de Timoteo, es-critura de la carta– para ayudarle a perseverar y completar lo que falta a su fe.

Porque, en efecto, Pablo no había podido completar la instrucción de los tesalonicenses, al verse obliga-do a abandonar la ciudad. Remediar esta deficiencia es el motivo principal de la carta. Juan Luis Caba-llero García reflexiona sobre las enseñanzas que Pablo les transmite, comentando los capítulos 4 y 5 dela carta. En ellos el apóstol da respuesta a las inquietudes y preocupaciones de los tesalonicenses sobre lasuerte de los difuntos y el momento de la parusía del Señor, les instruye sobre la vida cristiana personaly comunitaria y, sobre todo, les anima a tener un comportamiento coherente con la llamada que han recibido a la salvación, con la mirada puesta en la venida del Señor Jesucristo.

En la enseñanza que Pablo transmite a los tesalonicenses, sobre todo respecto a la parusía del Señor, seescucha el eco de la enseñanza del propio Jesús, tal como ha sido recogida en los evangelios sinópticos.

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Francisco Pérez Herrero investiga esta conexión entre ladoctrina de Pablo expuesta en la carta y la predicaciónde Jesús conservada en la tradición y posteriormentepuesta por escrito en los evangelios.

Decía al principio que 1 Tes no se distingue por la ri-queza de sus contenidos teológicos. Tal afirmación essólo verdad en parte, pues, cuando miramos más allá delo que la carta dice explícitamente y prestamos atenciónal bagaje de conocimiento del mensaje cristiano y de ex-periencia de vida cristiana que presupone, descubrimosun horizonte mucho más amplio y rico. Descubrimos elEvangelio que Pablo y sus compañeros habían anuncia-do a los tesalonicenses. Reconstruir las líneas maestras deesa primera predicación del Evangelio en Tesalónica apartir de lo que presupone la carta es el objetivo del últi-mo artículo, firmado por un servidor.

Tomás Otero Lázaro

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SECCIÓN MONOGRÁFICA

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EL NACIMIENTODE UNACOMUNIDADCRISTIANA:TESALÓNICA

Carlos Gil Arbiol

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Tesalónica fue la primera comu-nidad a la que Pablo dirigió unacarta, el primer escrito del NuevoTestamento que se nos conserva:una carta novedosa, cargada deafecto y ternura, de imágenes ex-trañas y de ánimo y confianza;una carta que refleja algunos as-pectos de lo más genuino de Pabloen los orígenes del cristianismo: suestrategia misionera, sus funda-mentos éticos, la organización dela comunidad, etc. Estamos, pues,ante un testimonio privilegiado dela figura de Pablo, de su corazóny de su pasión: la ekklêsia del Diosdescubierto en la cruz de Jesús.

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1. Llegada de Pablo a Tesalónica

LA comunidad de creyentes de Tesalónicano fue la primera fundación propiamente pau-lina; en Filipos, unos meses antes de llegar a Te-salónica (cf. 1 Tes 2,2; Hch 16,11-40), Pablo

creó una comunidad con la que mantuvo una estrecha yprivilegiada relación (cf. Flp 1,7-8; 4,15-16). Y todavíaantes de llegar a Filipos, en mitad de la “Vía Común”, elcamino imperial que unía el este con el oeste de AsiaMenor, Pablo creó algunas comunidades en Galacia(aunque quizá ya existían, fruto de la misión antioquena;cf. Gál 1,2; 3,1; 4,13). Éstas habían sido las primeras eta-pas de la misión independiente de Pablo, aquella que ini-ció cuando se marchó de Antioquía tras un conflicto conPedro (Gál 2,11-14) que le convenció de la necesidad de“no construir sobre cimientos ya puestos por otros”(Rom 15,20). Sin embargo, Tesalónica sí fue la primeracomunidad a quien dirigió una carta, el primer escritodel Nuevo Testamento que se nos conserva: una cartanovedosa, cargada de afecto y ternura, de imágenes extra-ñas y de ánimo y confianza; una carta que refleja algunosaspectos de lo más genuino de Pablo en los orígenes delcristianismo: su estrategia misionera, sus fundamentoséticos, la organización de la comunidad, etc. Estamos,pues, ante un testimonio privilegiado de la figura dePablo, de su corazón y de su pasión: la ekklêsia del Diosdescubierto en la cruz de Jesús.

Aproximadamente hacia el año 49 d.C., Pablo se marchóde Antioquía, donde había estado entre cinco y diezaños. Durante este tiempo, Pablo y Bernabé se habíandistinguido entre todas las comunidades de creyentes enCristo por su decidida misión de anunciar el Evangelio ano judíos. Ésta había sido una consecuencia sociológicade la lectura teológica de la muerte de Jesús en la cruz: sila muerte de Jesús tenía sentido expiatorio, es decir, per-donaba los pecados de todos, ¿qué valor tenían entonceslos sacrificios realizados en el templo de Jerusalén con elmismo fin? Si en la muerte de Jesús Dios estaba revelan-

do su voluntad de salvación para todos los hombres, ¿quésentido tenía ya la Torá, la ley que reflejaba la voluntadde Dios? Si la muerte de Jesús era el acontecimiento de-finitivo de la historia, ¿no habría que reunir al nuevopueblo de Dios, en el que debían estar, como iguales,judíos y paganos, esclavos y libres, varones y mujeres(cf. Gál 3,28)? Antioquía fue, probablemente, la primeracomunidad de creyentes en Cristo que se planteó abierta-mente que las fronteras étnicas que marcaban las normasde pureza ritual (contenidas o emanadas de la Torá) yano tenían sentido y que, por lo tanto, se debían abrir laspuertas tanto a judíos como a paganos. Las consecuen-cias de este gesto fueron muchas, puesto que se obligó aconvivir en la misma mesa a ambos grupos, forzando alos judíos a incurrir en impureza (cf. Hch 11,1-3).¿Había o no que circuncidar a los paganos? ¿Había queobligarles, al menos, a cumplir ciertos preceptos de laTorá para evitar la impureza? ¿Qué relación tenía, en elfondo, la fe en Jesús con la Torá?

Para resolver estos problemas se convocó una asambleaen Jerusalén en torno a los años 48-49, que resolvió nocircuncidar a los paganos pero no dio solución al proble-ma de convivencia entre unos y otros. El conflicto estallóde nuevo más tarde, y se adoptó una solución de com-promiso liderada por Pedro: no exigir a los paganos másque lo mínimo, es decir, “abstenerse de lo sacrificado alos ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados yde la impureza (sexual)” (Hch 15,29). Esta solución re-conocía un cierto valor en la Torá y no hacía suficiente-mente visible que Jesús es el único que reconcilia con Dios; a juicio de Pablo, esto era “edificar lo que destruí” o creer que “Cristo había muerto en vano” (cf.Gál 2,18.21). Pablo se da cuenta de que es muy difícilconstruir la ekklêsia de Dios sobre cimientos que hapuesto otro (cf. Rom 15,20), de modo que iniciará unamisión independiente cuyo objetivo será precisamenteése: poner él mismo los cimientos de la ekklêsia, Cristo(cf. 1 Cor 3,10).

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2. Los inicios de la comunidad

ASÍ nacen la comunidad de Filipos y la deTesalónica; ambas, como se puede ver en unalectura comparada de las dos cartas, compar-ten muchas características. Lucas, en el libro

de los Hechos de los apóstoles, narra las dificultadessufridas en Filipos (Hch 16,11-40) y la llegada a Tesa-lónica (Hch 17,1). Es improbable, no obstante, que lapredicación de Pablo se dirija directamente a la sinagogay, todavía más improbable, que algunos judíos entraran aformar parte de la ekklêsia (cf. Hch 1,1-4), ya que no hayindicios de miembros de origen judío en la carta dePablo (cf. 1 Tes 1,9) y la estrategia de anuncio del Evan-gelio es diferente, como vamos a ver. Por otra parte, losdatos de Lucas coinciden con su idea teológica: mostrarque las promesas de Dios para su pueblo no han fallado,sino que ha sido el rechazo de éste lo que ha provocadola apertura a los paganos (cf. Hch 13,44-47; tambiénLc 14,15-24).

Pablo ofrece varios datos que apuntan en otra dirección.El primer dato es una característica muy típica de Pablo:ponerse a trabajar con sus propias manos cuando llega auna ciudad, lo que resulta perfectamente comprensibledada la necesidad de subsistir (1 Tes 2,9; cf. también 1 Tes 4,11; 1 Cor 4,12; cf. Hch 18,1-3). Otro dato es lareferencia que da el mismo Pablo en la primera carta queescribe: “Partiendo de vosotros, en efecto, ha resonado laPalabra del Señor y vuestra fe en Dios se ha difundidono sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes” (1 Tes 1,8). En tercer lugar, Celso, escritor romano delsiglo II d.C. que critica a los cristianos, menciona cómo,todavía en el siglo II, el modo de “hacer resonar” elEvangelio es “de boca en boca”: “Vemos estos que des-pliegan su enseñanza secreta en los mercados y que vanpor ahí como mendigos (…). Dicen [a los jóvenes] que siles gusta [el Evangelio] pueden dejar a sus padres y maes-tros para ir con las mujeres y los niños pequeños a la

tienda de los tejedores de lana o a las tiendas de los zapa-teros remendones o de los lavanderos, de manera quepuedan aprender la perfección” (Orígenes, Contra Celso3,50-55).

Estos datos reflejan una estrategia misionera que teníaunos espacios preferentes: los lugares de trabajo de los ar-tesanos, los barrios gremiales localizados en los márgenesde las ciudades, junto a las murallas. Ahí la densidad depoblación era muy alta y la vida cotidiana se realizaba enla calle y en los talleres y tiendas (tabernae), donde con-vivían mayores y niños, y las noticias “resonaban deboca en boca” con una enorme facilidad. En las ciuda-des del Imperio, el modo más extendido de vivienda erael de “piso de alquiler” en bloques de apartamentos(insulae). En ellos se podía alquilar un local abierto a lacalle en el que trabajar (taberna) que, generalmente,tenía un pequeño cuarto (cubiculum) en su parte supe-rior, donde la familia (incluidos los esclavos o trabaja-dores dependientes, si los hubiera) dormía por las no-ches. Pablo, en Tesalónica, debió aprovechar suformación como fabricante de tiendas o guarnicionero(cf. Hch 18,1-3) para anunciar el Evangelio mientrastrabajaba en una tienda en el barrio gremial; probable-mente, la familia para la que se puso a trabajar le dabacomida y cobijo a cambio de su trabajo. Así debió co-menzar la ekklêsia de Tesalónica.

3. La comunidad en su contexto

E NTONCES, si la estrategia de puesta en mar-cha de la ekklêsia fue tan silenciosa, si los con-flictos con la sinagoga no fueron tales, si Pablono fue predicando en público por las calles

abiertamente, ¿cómo se explica la hostilidad y las enor-mes dificultades que se encontraban Pablo y los nuevoscreyentes en cada ciudad, también en Tesalónica? Estapregunta requiere una mirada a las circunstancias y elcontexto en los que nace y crece esta joven comunidad.

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a) Hostilidad en Tesalónica

Pablo no visitó las ciudades pequeñas del Imperio, sinolas más populosas e importantes. Es en éstas donde habíamás pluralidad de cultos y asociaciones de todo tipo. Lagran densidad de población que se concentraba en ellas,como hemos dicho, era un factor muy favorable para quese extendiese por toda la ciudad cualquier nueva noticiao cualquier culto nuevo. Y esto favorecía a los misionerosde todo tipo, entre ellos a Pablo, pero también ayudaba aquienes quisieran difundir opiniones contra alguien. Yparece que Pablo sufrió una campaña de desprestigio, ajuzgar por la acalorada defensa de sí mismo que hace en1 Tes 2,1-12. ¿Por qué?

En 1 Tes 1,9, Pablo les recuerda a los tesalonicenses“cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado losídolos, para servir al Dios vivo y verdadero”. Este aban-dono de los ídolos, además de ser una referencia clara alorigen no judío de la comunidad, ofrece un dato impor-tante: entrar en la ekklêsia significó el abandono de aque-llos cultos a los ídolos que, por oposición al “vivo y ver-dadero”, eran calificados implícitamente como “muertosy falsos”. Pablo, en la comunidad de Corinto, darámuestras de la exclusividad que exigía en la ekklêsia:“No podéis beber la copa del Señor y la copa de los de-monios; no podéis participar de la mesa del Señor y dela mesa de los demonios” (1 Cor 10,21). Esta exclusivi-dad (que, no obstante, Pablo matizó en otros momentos:cf. 1 Cor 8,1-13), junto con la negativa valoración de loscultos paganos, tuvo que resultar muy poco popular e in-cluso ridiculizada y despreciada; pocos grupos (como losjudíos) resultarían tan sectarios y prepotentes a los ojosde los demás.

Por otra parte, los artesanos del gremio a los que Pablo sesumó cuando llegó a Tesalónica probablemente le invita-ron a formar parte de alguna asociación voluntaria de lasmuchas que existían en este tiempo; en ellas se cultiva-

ban las relaciones sociales, se encontraban amistades ycontactos laborales y sociales, se cultivaba el sentido depertenencia a la ciudad, se adoraban diversos dioses, es-pecialmente a aquellos que apadrinaban el gremio y locuidaban y protegían frente a las inclemencias del merca-do laboral, etc. La deslegitimación religiosa de estos dio-ses como “ídolos muertos y falsos” era, sin duda, unafalta de cortesía y un deshonor, pero era, además, un de-safío a la estabilidad económica y social del gremio. Re-sulta lógico pensar que desde estas asociaciones gremialesse desplegara una campaña con el objetivo de despresti-giar a Pablo y, así, deslegitimar sus argumentos religiososy, por tanto, recuperar la paz social y económica. Pablo,que había sido el fundador, iniciador y animador de lasdeserciones, fue el blanco de críticas de todo tipo: desdeacusaciones de avaricia, de egoísmo, de buscar honor y gloria social, hasta la de tener intereses ocultos, etc. (cf. 1 Tes 2,1-6). Todas estas críticas, fomentadas por suscompatriotas, tenían como fin desprestigiar al fundadorpara que los cristianos volvieran a sus antiguos cultos ymantener así la paz.

Además de estas razones, no podemos ignorar las conse-cuencias políticas que tiene la proclamación de un Señory Salvador crucificado por las autoridades del Imperio enJudea. El culto al emperador era un instrumento que ser-vía a varios fines; entre ellos, generar cohesión, identi-dad, sentido de pertenencia y, a su vez, controlar, atar yevitar el desorden y la desintegración político-religiosa.El emperador era señor, salvador, hijo de Dios; él trae lapaz; su presencia es una epifanía; su nacimiento y venidaes buena noticia (euaggelion); domina el cielo y el mar,junto a todas las naciones de la tierra; él garantiza elorden del universo, y el culto al emperador suponía lapequeña contribución personal a este orden y equilibrio(el que mantiene el poderoso subyugando al dominado);así se puede leer en una inscripción del año 9 a.C. halla-da en Priene:

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“Puesto que la providencia, que ha ordenado divina-mente nuestra existencia, ha aplicado su energía y celo yha dado vida al bien más perfecto en Augusto, a quiencolmó de virtudes para beneficio del género humano,otorgándonoslo a nosotros y a nuestros descendientescomo salvador –él, que puso fin a la guerra y ordenarála paz–, César, que mediante su epifanía excedió las es-peranzas de quienes profetizaban el evangelio... y puestoque el cumpleaños del dios trajo primero al mundo elevangelio que redime en él... por esa razón, con buenafortuna y seguridad, los griegos de Asia han decidido queel año nuevo debe empezar en todas las ciudades el 23de septiembre, el día del cumpleaños de Augusto...”.

Y Tesalónica era una ciudad que se había distinguido alo largo de su historia por la fidelidad y adhesión a Au-gusto y a sus sucesores. Pablo, en su predicación en Tesa-lónica y en la carta que escribe después, subraya de unmodo inequívoco y provocativo la unicidad de Dios y suexclusividad de culto, privando al culto al emperador desu sentido original y básico. En 1 Tes 4,13-18, con unlenguaje apocalíptico, Pablo presenta a Cristo tal comolos tesalonicenses (y otros ciudadanos romanos) presen-taban la llegada triunfal del emperador: “El mismo Señorbajará del cielo con clamor, con voz de arcángel y con latrompeta de Dios… y seremos arrebatados en nubes… alencuentro del Señor” (1 Tes 4,16). El Evangelio de JesúsSeñor se oponía de este modo al del emperador. Esto,lógicamente, atrajo por parte de los compatriotas de lacomunidad más hostilidad, si cabe, generando una situa-ción de clara marginación social.

b) Complicadas redes sociales

Como hemos dicho, Pablo trabajó con sus propiasmanos en Tesalónica (1 Tes 2,9) y en otras ciudades parano ser gravoso a ninguna comunidad (cf. 1 Cor 4,12).Trabajar con las propias manos era considerado una ocu-pación poco digna; quienes estaban en lo alto de la escala

social eran, precisamente, aquellos que no dependían desus manos para trabajar porque tenían quien lo hicierapor ellos. Trabajar con las manos era propio de la claseartesanal. Pablo, aunque era artesano, podía haber adop-tado otra estrategia diferente a la de ejercer como guarni-cionero: la de recibir hospedaje en casa de un creyentemás o menos acomodado que lo pudiera costear.

De hecho, vivir del trabajo de apóstol era la práctica másextendida en el cristianismo primitivo (cf. 1 Cor 9,1-18;Lc 10,7; Gál 6,6; 1 Tim 5,17-18), igual que era comúnentre algunos rabinos y entre algunos filósofos que elmaestro fuera sustentado por sus discípulos. En la tra -dición cristiana se desarrolló la idea de que “el obreromerece su salario” aplicada a los apóstoles, misioneros odirigentes (Mt 10,10; Lc 10,7; Gál 6,6; 1 Tim 5,17-18).Este derecho conllevaba explícitamente, según la tradiciónque Pablo hereda, el privilegio de no trabajar (1 Cor 9,6).La base de esta tradición no se remonta sólo hasta Jesús,sino que se apoya en Dt 25,4. Sin embargo, Pablo no hizouso de este privilegio ni en Tesalónica ni en Corinto(aunque no rechazó la ayuda de los filipenses; por ejem-plo, cf. Flp 4,11 y 2 Cor 11,7-9) y esto le trajo muchosproblemas (2 Cor 12,12-19). La aspiración a la “autosu-ficiencia” (o “autarquía”) se manifiesta bastante impor-tante en la estrategia misionera de Pablo (cf. Flp 4,11).

Además, parece que la renuncia de Pablo a ser sustenta-do por la comunidad (1 Tes 2,9) y la determinación detrabajar con sus propias manos no fueron un ejemploseguido por todos los tesalonicenses. Los datos que nosofrece Pablo en la carta nos permiten vislumbrar unconflicto intracomunitario que tiene alguna relacióncon el liderazgo de la comunidad y se amplía y complicaen 1 Tes 5,12-14 y en 2 Tes 3,6-16. De acuerdo a estasreferencias, algunos miembros de la comunidad mues-tran cierta ansiedad por tener una participación muy ac-tiva en la vida de la comunidad. Quizá es tan desmedidaque descuidan su propio trabajo por dedicarse a los asun-tos de los demás. Al preferir este modo de vida ante el

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suyo, apelan al derecho de ser sustentados por la comu-nidad para dedicarse por entero a ella. Esto pudo supo-ner un problema para los verdaderos dirigentes, como loconfirma 1 Tes 5,12-14, que debían tener serias dificul-tades para discernir los límites del amor fraterno y paraactuar ante comportamientos “desordenados” (que pare-cen estar al servicio de la comunidad pero que son unacarga insoportable). Todo ello refleja una complicada si-tuación en la que la dependencia o independencia de loscreyentes (y de Pablo) respecto de su entorno (comunita-rio y social) tiene mucha importancia para la credibilidaddel Evangelio.

La sociedad grecorromana estaba organizada, desde elpunto de vista social, en una red de patronazgo y cliente-la por medio de la cual todos sus miembros tenían unlugar en esa red jerárquica. En lo más alto estaba el em-perador como pater patriae, “patrón” supremo, que teníasu propia red de “clientes”; éstos, a su vez, tenían suspropias redes de clientes, dando lugar a una compleja reden la que la mayoría eran, a la vez, clientes de otro pa-trón superior y patrones de un grupo de clientes. Inclusola casa reproducía algunas de estas características. Elcliente de un patrón recibía de éste beneficios económi-cos y, con ellos, una posición social; el patrón recibía del

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alguiencercanocerrarámis ojos

Cuando me muera

alguiencercanocerrarámis ojos

Cuando me muera

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conjunto de clientes honor, prestigio y, con ello, una po-sición social; ambos ganaban con la transacción. Sin em-bargo, el cliente, a cambio de los beneficios materiales,debía reconocer en el patrón autoridad y una posiciónsuperior que le exigía obediencia y subordinación. SiPablo hubiera aceptado, como apóstol, la posibilidad deser mantenido económicamente por la comunidad o poralgún miembro acomodado de ésta, se hubiera situado alos ojos de todos como su “cliente”, y esto era inacepta-ble para Pablo, porque le haría perder su preciada liber-tad (1 Cor 9,18-19). Por esta razón, él utilizó una estra-tegia que le permitía mantener su libertad y exhortó a loscreyentes de Tesalónica para que evitaran las dependen-cias sociales como clientes (1 Tes 4,11-12).

c) Influencias negativas

Una comunidad pequeña y joven como la de Tesalónicaestaba muy cerca de todo aquello que había sido su vidaantes de creer en Cristo. Sus relaciones sociales, sus prác-ticas cotidianas, etc., resultaban una continua llamada arecuperar la vida pasada, menos hostil y más tranquila.De hecho, parece que una de las preocupaciones más im-portantes de Pablo cuando escribe la primera Carta a losTesalonicenses es el peligro de abandono de la fe (“Por locual, no pudiendo soportar ya más, envié a Timoteo paratener noticias de vuestra fe, no fuera que el Tentador oshubiera tentado y que nuestro trabajo quedara reducidoa nada”: 1 Tes 3,5). A esto colaboraba, sin duda conmucha fuerza, el miedo de Pablo a que la fuerza culturaly religiosa de una ciudad tan pujante terminara por con-vencer y arrastrar a la joven comunidad.

Tesalónica era la capital de la provincia romana de Ma-cedonia. En ella confluían, por una parte, la ruta comer-cial del norte, que traía las caravanas desde los Balcanespor los valles del río Morava y Vardar; por otra parte, laVía Egnacia, que servía para desplazar mercancías y per-sonas de la costa este hasta Bizancio; y, por último, las

rutas marítimas que recorrían el Mediterráneo. Era, porlo tanto, una ciudad con gran atracción para todo tipode cultos, religiones, predicadores, dioses, etc. Ello, entreotras cosas, favorecía el sincretismo religioso: muchasnuevas religiones y cultos surgían por la mezcla de ele-mentos de otras confesiones y creencias.

Uno de estos cultos populares era al dios Dionisos, delcual quedan numerosos testimonios en inscripciones (al-gunas del siglo I d.C.) descubiertas en las excavacionesrealizadas en la ciudad. Aunque, generalmente, los gru-pos que tenían a Dionisos como objeto de culto eransólo de varones o de mujeres, están también atestiguadasasociaciones voluntarias mixtas en las que el culto aDionisos se expresaba, entre otros modos, a través de re-laciones sexuales entre los miembros y de la exaltación desímbolos sexuales. En una pequeña capilla de la criptadel templo a Serapis se encontró un hueco perfectamentelabrado en piedra en el que se colocaban los genitales deuna estatua de Dionisos. Esto no estaba muy extendido,pero en el año 186 a.C. se prohibió el culto a Dionisosen Roma, precisamente, por considerar estas prácticas excesivas. San Clemente de Alejandría, en el siglo II, nosofrece un testimonio de la deidad más importante en esemomento en Tesalónica: Cabiros. Este personaje habíasido asesinado a traición por dos de sus hermanos, loscuales llevaron el cuerpo a los pies del monte Olimpospara su divinización (y así disimular su acción). Poste-riormente huyeron a la región de Toscana, en la penín-sula itálica, según el mismo Clemente de Alejandría, conel cofre en el que se conservaban los genitales de Dioni-sos. Estos datos nos muestran un aspecto del sincretismode la ciudad de Tesalónica, que estaba muy presente enla vida de la comunidad cristiana de esa ciudad.

Así se percibe en la exhortación que Pablo hace en 1 Tes4,1-8, en la que llama la atención para que cada creyente“sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, sin dejarsearrastrar por la pasión desatada, como se dejan arrastrarlos paganos que no conocen a Dios. Y que en este punto

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nadie haga injuria o agravio a su hermano, porque elSeñor toma venganza de todo esto, como ya os lo dejamosdicho y recalcado” (1 Tes 4,4-6). Parece que las in fluencias sincretistas que dominaban en Tesalónica habían penetrado también en la comunidad cristiana, ha-ciendo que algunos cristianos pretendieran tener relacionessexuales con un “hermano” por el hecho de pertenecer almismo grupo. Pablo recurre al honor de los tesalonicensesy a la insistencia en su condición de “elegidos” y “santos”:en 1 Tes 1,12 Pablo pidió a la comunidad un comporta-miento “digno de Dios”. Por otra parte, establece unalínea muy definida entre los cristianos y los demás (“sindejarse arrastrar por la pasión desatada, como se dejanarrastrar los paganos que no conocen a Dios”: 1 Tes 4,5).De este modo Pablo define la ética cristiana, también,desde la diferencia con los comportamientos de los defuera; así, el cristiano queda identificado en oposición a suentorno, considerado idolátrico. De este modo, las fronte-ras del grupo se marcan con total nitidez y todos puedenpercibir qué grupo es y qué define su superioridad moral.

4. Circunstancias y motivo de la carta

LOS creyentes de Tesalónica a los que Pablo es-cribe la carta habían logrado en poco tiempocambiar su vida: habían abandonado la idola-tría; habían sido capaces de descubrir el amor de

Dios que se manifestaba en la vida de cada miembro dela comunidad; habían sido capaces de dar ejemplo aotros en estos inicios; habían dado muestras de hospitali-dad, de acogida, de caridad; habían cargado con unos es-tigmas sociales muy pesados que les granjearon el recha-zo de su entorno; habían asumido costes económicos ycomunitarios; habían mostrado una ejemplar acogida dela predicación cristiana y de los predicadores; habían, enresumidas cuentas, convertido su vida en un camino desantidad que respondía a la llamada de Dios para la sal-vación. Eran, efectivamente, una comunidad “especial”para Pablo, unida a él por fuertes lazos afectivos.

Sin embargo, este grupo refleja también los problemasnormales de una comunidad muy joven, que se está for-mando; que apenas tiene conciencia de su identidad;cuyo sentido de pertenencia está subdesarrollado y nosabe con claridad dónde están las fronteras de su grupo;que no tiene una idea formada de la conducta adecuadani de los principios éticos que orientan al grupo; que noacierta a organizarse internamente; que ve surgir diversasfuerzas centrífugas que amenazan la cohesión; que no hacomprendido el verdadero significado de su llamada a lasalvación, etc.

Por su parte, el anuncio de la muerte y resurrección deJesús y la salvación ofrecida resultaba un elemento enor-memente liberador: Jesús había ganado para todos la re-conciliación con Dios por medio de su muerte y así posi-bilitaba la salvación en el día de su venida. Estacomprensión del acontecimiento pascual de Cristo lehizo comprender a Pablo el cambio que supuso en la his-toria y cómo estaban viviendo el momento final, deter-minado temporalmente por la inminente venida delSeñor, que colmaría todas las esperanzas. Por eso, uno delos elementos más importantes de la misión y predica-ción de Pablo fue el anuncio escatológico de la venidadel Señor. Este mensaje, probablemente de urgencia enlos primeros años de la misión paulina independiente,generó cierta ansiedad en algunos destinatarios y bastan-te confusión en otros.

Pablo, pues, escribe esta primera Carta a los Tesalonicen-ses para, además de legitimar su propio apostolado y suestancia en Tesalónica, dar respuesta a los problemas delos tesalonicenses, tanto a los que le plantean por medio,probablemente, de una carta como a los que Timoteo leha contado. La presión y hostilidad del entorno, la legiti-mación de Pablo y su misión, diversas cuestiones deorden interno de la comunidad y el destino de los muer-tos son los temas más importantes que Pablo aborda en esta carta y van a ser desarrollados en los siguientes artículos.

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nada ni nadie podrá separarnos, ni la vida, ni la muerte, ni el tiempo, ni la eternidad

Cuando me muera

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LA PREDICACIÓNDEL EVANGELIOEN TESALÓNICA(1 TES 1–3)

Juan Antonio Aznárez Cobo

¿Qué hacían Pablo y sus compañerosde misión cuando llegaban a una ciu-dad donde no había sido anunciado elEvangelio? ¿Cómo, dónde y cuándotransmitían su mensaje de salvación?¿Cómo reaccionaban los oyentes?¿Cuál era el comportamiento de losapóstoles con los que se mostraban re-ceptivos con su predicación? La prime-ra Carta a los Tesalonicenses, sobretodo en sus tres primeros capítulos,ofrece una viva pintura de la activi-dad de los misioneros y de las relacio-nes con los convertidos. Gracias a estoscapítulos, tenemos el privilegio de es-cuchar de labios de Pablo y sus cola-boradores cómo fue la evangelizaciónde Tesalónica.

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LAS páginas de Pablo y sus colaboradores que co-mentaremos a continuación (los tres primeroscapítulos de 1 Tes) son interesantes porqueofrecen respuestas a muchas de las preguntas

que se plantea el cristiano del siglo XXI. El ambiente enel que viven la Iglesia y las parroquias se va pareciendo,cada día más, al que rodeaba a la recién nacida comunidadde los tesalonicenses, poco propicio y, no pocas veces, hos-til. Muchos abandonan la Iglesia. Algunos, dando un por-tazo; otros, de puntillas. Buena parte de los jóvenes vivende espaldas o al margen de ella. Otros bautizados, inclui-dos algunos pastores, mantienen un tono espiritual bajo,rozando a veces el desaliento. El resultado son unas comu-nidades que tienden a reducirse significativamente en loque al número de sus miembros se refiere.

Al mismo tiempo, el Espíritu Santo no se cansa de susci-tar, en el seno de la Iglesia, las más variadas realidades. Eldenominador común de casi todas ellas es el redescubri-miento de la importancia de la Palabra de Dios y la vi-vencia de la fe en pequeños grupos o comunidades.Rezan juntos y celebran juntos. Cuidan mucho la forma-ción y proporcionan a quienes forman parte de ellas unaexperiencia eclesial “doméstica” que les ayuda a com-prender y vivir la comunión con la gran Iglesia.

Algo o mucho de esto tenía aquella primera comunidadde Tesalónica. Por eso resulta tan actual la epístola que leescribieron Pablo y sus compañeros.

1. Un trabajo en equipo (1,1)

P ABLO comienza su carta, según el modelo delas cartas helenísticas, con el remite (“Pablo,Silvano y Timoteo”), la dirección (“a la iglesiade los tesalonicenses, en Dios Padre y en el

Señor Jesucristo”) y un saludo (“a vosotros gracia ypaz”). En este último caso, así como en la referencia a lafe común en Dios Padre y en el Señor Jesucristo, inclui-da en la dirección, Pablo se inspira, muy probablemente,en fórmulas litúrgicas.

En contraste con lo que sucede en otras cartas (la dirigida alos gálatas y las dos que escribió a los corintios, por ejem-plo), no reivindica aquí su título de apóstol. Y es que enTesalónica no se había cuestionado su autoridad como tal.

Uno de los detalles que más llama la atención desde queempezamos a leer la carta hasta que la terminamos es queestá escrita en primera persona del plural. La aparición

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de la primera del singular en tres ocasiones (2,18; 3,5;5,27) se debe, seguramente, a que Pablo, mientras dictala carta a un escriba anónimo en nombre de todos, hace,de vez en cuando, un subrayado personal. Los compañe-ros de Pablo, cuando escribe esta carta, son Silvano y Ti-moteo, que aparecen como co-remitentes.

Silvano, a quien Lucas en los Hechos llama Silas, prove-nía de la comunidad de Jerusalén: “Entonces decidieronlos apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la iglesia,elegir entre ellos algunos hombres y enviarlos a Antio-quía con Pablo y Bernabé; y éstos fueron Judas, llamadoBarsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos”(Hch 16, 22). Después de que Bernabé y Marcos se sepa-raran de Pablo, Silas pasó a ser compañero habitual delapóstol en sus viajes misioneros. En cambio, Timoteoaparece más bien subordinado a Pablo en su papel deemisario (1 Tes 3,1-6; cf. 1 Cor 4,17; 16,10; Flp 2,19).El hecho de ocupar el tercer puesto en la enumeracióndel saludo parece corroborar dicha impresión. Se deducede la carta que la labor evangelizadora de Tesalónica fue,por tanto, una labor de equipo.

2. La acogida del Evangelio (1,2-10)

D ESPUÉS del saludo, Pablo y sus compañe-ros elevan a Dios una oración de acción degracias particularmente amplia. En ella ma-nifiestan la alegría y el agradecimiento que

sienten al contemplar la acción de Dios en medio de lostesalonicenses. Esta acción de gracias les sirve a Pablo,Silvano y Timoteo para recordar las circunstancias en lasque se desarrolló la evangelización de Tesalónica. Antesde comentar estas circunstancias, llamamos la atenciónsobre tres detalles que se detectan en el comienzo de laacción de gracias:

– En primer lugar, siempre que se habla de Dios comoPadre se menciona a Cristo como Señor (cf.

1,1.3.11.13). El sentido de esta asociación parececlaro: Dios es nuestro Padre si su Hijo es nuestroSeñor (v. 10), en la medida en que lo es.

– En segundo lugar, la apelación de los tesalonicensescomo hermanos. Diecinueve veces se dirigen Pablo ysus compañeros a los destinatarios de la carta de estamanera. Es una muestra inequívoca del afecto que lesprofesaban y que colorea toda la carta.

– Finalmente, otro dato interesante es que, tanto aquícomo en el resto del escrito, el título “Cristo” (Mesías)se ha convertido en una especie de apellido o segundonombre de Jesús. Los títulos “Hijo de Dios” y “Señor”,más comprensibles para los gentiles, han pasado a unprimer plano en la evangelización y la catequesis.

Los tres evangelizadores son plenamente conscientes de queel arraigo del Evangelio en el corazón y las vidas de lostesalonicenses no ha sido obra suya (v. 5). De entrada, hasido Dios quien, con su poder, por medio del EspírituSanto, ha favorecido su plena sintonía con el Evangelio(la de Pablo, Silvano y Timoteo; cf. v. 5) y ha hecho deellos testigos convincentes de la Buena Nueva.

Por su parte, los cristianos de Tesalónica han imitado aCristo y a los apóstoles sufriendo, como ellos, por causade la Palabra. Un poco más adelante, en 1 Tes 2,14,Pablo y sus compañeros dirán a los tesalonicenses quehan imitado a las iglesias de Judea, es decir, que han padecido, como ellas, la persecución a causa del Evange-lio. Imitar no significa aquí procurar reproducir las acti-tudes o las virtudes morales de alguien, sino aceptar lacondición de siervo sufriente propia de Jesús y de susverdaderos discípulos (cf. Jn 15,20; Mt 10,18). A los tesalonicenses no les han faltado tribulaciones. Las hansobrellevado con “gozo del Espíritu Santo” (v. 6). EsCristo, su Palabra acogida, quien ha hecho posible esavida nueva y fuerte en el amor, la fe y la esperanza(1,3.6).

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En el origen de la novedad de vida que están conociendolos cristianos de Tesalónica está la elección de Dios (cf.1,4). En el Antiguo Testamento dicha elección era el pri-vilegio de Israel, llamado por ese motivo el pueblo elegido.Dios lo eligió entre todos los pueblos no por ser el mejoro el más numeroso, sino por pura gracia. Pablo reconoceahora a la comunidad de Tesalónica, de origen funda-mentalmente griego, el mismo privilegio que brota,como siempre, del amor gratuito de Dios.

En la literatura cristiana primitiva, como en 1 Tes 2,6, laPalabra, sin complemento, es prácticamente sinónimode el Evangelio. Pablo y sus compañeros hablan aquí delmismo tema que abordan los sinópticos al explicar la pa-rábola del sembrador (cf. Mc 4,14.20.33 y par.): la aco-gida de la Palabra de Jesús y de sus enviados. Dicha pala-bra sólo fructifica en aquellos que la acogen con alegría apesar de los sufrimientos y las persecuciones. Esta actitudde total adhesión sólo es posible cuando se reconoce enesa palabra la Palabra de Dios. No una palabra sobreDios, mediante la cual los predicadores explicarían suspropias concepciones religiosas (cf. 2,13), sino la Palabradel “Dios vivo y verdadero” (v. 9). Esa Palabra, acogidaen la fe, ha hecho de la misma vida de los tesalonicensesel mejor altavoz de la Buena Noticia (1,8).

1 Tes 1,9s viene a ser un resumen de la predicación delEvangelio a los gentiles. Dicha predicación les invitaba aconvertirse al Dios vivo y verdadero y a creer en Jesús, suHijo, a quien él había resucitado entre los muertos.También eran invitados a esperar la salvación que elSeñor les traería el día de su venida gloriosa. Esto últimolo expresa con la imagen de la liberación o salvación de laira (de Dios). El uso del presente (“nos salva de la ira ve-nidera”) nos permite suponer que Pablo y sus compañe-ros no tienen en mente sólo el Juicio y la posible conde-nación futura. El creyente ha empezado a gustar, yaahora, de las primicias de esa salvación. Lo ha hecho aco-giendo, en la fe, la gracia del perdón y la conversión.

¿Quiénes eran los tesalonicenses evangelizados por Pabloy sus compañeros? 1 Tes 1,9 da a entender que, en sumayoría, provenían del mundo gentil, es decir, no judío.Es probable que hubiese entre ellos un número significa-tivo de “temerosos de Dios”. Se trataba, como es bien sa-bido, de gentiles que simpatizaban con el judaísmo y ha-bían hecho suyas algunas de sus prácticas, aunque nohabían dado aún el paso de integrarse plenamente en él.Según Hch 17,2, Pablo y sus compañeros comenzaron elanuncio del Evangelio en la sinagoga, “tal como acos-tumbraba a hacer” el apóstol de los gentiles. Lo hacíaconvencido de que la prioridad de la salvación corres-pondía a Israel y en sintonía con las primeras indicacio-nes de Jesús a sus discípulos (cf. Rom 1,16; 2,9ss;13,46). Este grupo, reforzado en su caso por los “temero-sos de Dios”, habría dotado a la comunidad de un nú-cleo consistente de hermanos formados desde la infanciaen el monoteísmo, la moral de los diez mandamientos ylas tradiciones narrativas del Antiguo Testamento.

3. Cómo se ejerce el apostolado (2,1-12)

U NA alusión a Jeremías en el v. 4, donde sehabla de Dios como aquel que conoce afondo el corazón del hombre, da a enten-der que la misión de los apóstoles es similar

a la de los profetas bíblicos (cf. Jer 11,20). No se trata deregalar el oído de quienes les escuchan para conseguir re-conocimiento, aplauso, dinero o cualquier otro tipo deventaja. Así actuaban a menudo los filósofos ambulantesde su tiempo, pero Pablo y sus compañeros no queríanser confundidos con ellos. Se trata de anunciar a los tesa-lonicenses fiel, desinteresada y valientemente la BuenaNoticia de Dios. El verbo griego que se traduce normal-mente por “juzgar” –“hemos sido juzgados por Dios aptospara confiarnos el Evangelio”– en realidad se refiere a laprueba que capacita a alguien para el desempeño de undeterminado oficio. Según esto, la traducción deberíaser, más o menos, así: “hemos sido probados por Dios

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(para capacitarnos) con el fin de confiarnos el Evange-lio...”. Antes de confiar a Pablo y a sus compañeros laevangelización, Dios los ha probado para purificarlos in-teriormente. De este modo, los ha liberado de cualquieractitud egoísta o interesada (2,5-12).

La traducción práctica de este amor desinteresado es sutrabajo manual: “[trabajamos] día y noche para no sergravosos a ninguno” (v. 9). Sabemos por Hch 18,3 queel oficio de Pablo era el de fabricante de tiendas. Es muyprobable que, al tiempo que trabajaba el cuero con elque confeccionaba las tiendas, aprovechase para evangeli-zar a cuantos se acercaban a su taller. La expresión“noche y día” puede significar “sin descanso”. A partir dela caída del sol, seguramente Pablo se centraría por ente-ro en la instrucción de los que se habían acercado hastasu taller. Además, nos consta que las casas particularesde determinados fieles servían también a los apóstoles deplataforma para su labor de predicación y enseñanza. Talparece que puede haber sido el caso, en Tesalónica, de lacasa de Jasón (Hch 17,5). La predicación a campo abier-to, en las sinagogas o en las plazas seguramente la dejaríaPablo para los sábados o las fiestas civiles de las ciudadesque evangelizaba.

Hch 17,2 cuenta que Pablo predicó tres sábados seguidosen la sinagoga. Eso no significa, necesariamente, que estu-viese sólo tres semanas en Tesalónica. Después pudo con-tar con los lugares de reunión arriba mencionados. El tra-bajo evangelizador desarrollado en Tesalónica por Pablo ysus compañeros induce a pensar en una estancia de, almenos, medio año. El hecho de que Pablo busque y en-cuentre un trabajo apunta en la misma dirección.

Para ilustrar su amor desinteresado a los tesalonicenses sesirven Pablo y sus compañeros de dos imágenes.

La primera de ellas es la de una madre que amamanta asus pequeños (2,7). El verbo griego que se suele traducirpor “cuidar con cariño (o con amor)” es un verbo intere-

sante. Significa “calentar”, “incubar”, también en el sen-tido físico del término, como la gallina incuba los huevoshasta que los polluelos rompen el cascarón. Encontramosel mismo verbo en la Carta a los Efesios: “Nadie odia supropia carne; al contrario, la alimenta y la cuida con cari-ño, como Cristo hace con la Iglesia” (Ef 5,29). Dios, enel Antiguo Testamento, había prometido esto mismo asu pueblo: “Seréis alimentados, en brazos seréis llevados,sobre las rodillas seréis acariciados. Como aquel a quiensu madre consuela, así yo os consolaré” (Is 66,12s). Diosda cumplimiento en Jesús y, por su gracia, en los apósto-les a esta promesa divina.

En el v. 8, Pablo y sus compañeros dicen que su amor alos tesalonicenses es tan grande que les ha movido acompartir con ellos no sólo el Evangelio, sino hasta suspropias vidas. Normalmente, en las cartas paulinas elEvangelio se anuncia. Aquí, en sintonía con la imagenmaterna del versículo anterior, se habla de compartirlo.Se presenta el Evangelio como un pan del que los após-toles han querido hacer partícipes a los cristianos de Te-salónica. En efecto, una madre no proclama, sino quecomparte. Además, añaden su contribución personal conuna generosidad total, mostrando su voluntad de compar-tir sus mismas vidas con los tesalonicenses (cf. Jn 15,13).

La segunda imagen de la que se sirven Pablo y sus com-pañeros para ilustrar la hondura y sinceridad de su amorpor los tesalonicenses es la del amor paterno. Un amorque no se contenta con las catequesis dirigidas a todos.Un amor que les mueve, al mismo tiempo, a volcarse enla formación personalizada de cada fiel (2,11). El objeti-vo de esta educación lo expresan con el verbo “caminar”,muy frecuente en Pablo, que tiene el sentido bíblico de“comportarse”, “conducirse” (2,12).

Si nos fijamos bien, esta referencia a la conducta del cris-tiano no remite a unas normas que habría que seguir,sino a una relación personal. Dios, por medio del Evan-gelio, ha establecido una relación personal con cada cris-

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tiano, llamado y destinado a su Reino y a su gloria(2,12), es decir, a una relación personal de comuniónplena y definitiva con él. Pablo experimenta anticipada-mente dicha gloria cuando contempla la acción de Diossuscitando la fe en el corazón de los tesalonicenses. Poreso dirá: “Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo”(2,20).

El apóstol de Tarso y sus compañeros no proponen unamoral legalista. Lo que buscan es ayudar a tomar con-ciencia de las exigencias que se derivan de las relacionespersonales y, especialmente, de la relación con DiosPadre (cf. 1,3; 3,11.13). La conducta del cristiano es respuesta a una invitación de Dios que propone una relación destinada a durar por siempre.

4. Una comunidad probada (2,13-20)

C OMIENZA esta sección con una descripciónconcentrada de la tradición apostólica. Lapalabra, anunciada de viva voz, es escuchaday, luego, acogida en la fe. Es acogida “no

como palabra de hombre, sino cual es en verdad, comoPalabra de Dios que permanece activa en vosotros, loscreyentes” (2,13). En sintonía con tantos otros textos delAntiguo y del Nuevo Testamento, Pablo y sus compañe-ros destacan aquí la fuerza intrínseca de la Palabra. No essólo una palabra que informa e ilustra; es, sobre todo, unaPalabra que actúa y transforma las vidas (cf. Gn 1,1-31;Is 55,10-11; Jn 15,3; Rom 1,16; Heb 4,12-13).

Algunos, extrañados seguramente de su carácter bronco,han creído ver en 2,13-16 una interpolación. Sin embar-go, las razones que aducen no son convincentes. La seve-ridad de estos versículos se explica por la saña con la quealgunos judíos obstaculizaban la predicación de Pablo ysus compañeros entre los judíos y los gentiles. Los evan-gelizadores de Tesalónica sólo se están enfrentando a losadversarios de su misión. Aquí y allá, Pablo recordará

con frecuencia en sus escritos las grandezas del puebloelegido y completará el presente cuadro (cf., especial-mente, Rom 9-11).

La referencia, en el v. 16, a la ira (de Dios) nos remite,como en 1,10, al juicio divino. El reiterado rechazo de lasalvación que se nos ofrece en Cristo y el empeño puestoen obstaculizar a otros el acceso a dicha salvación atraensobre quienes los protagonizan la cólera, es decir, la sen-tencia condenatoria.

La esperanza del retorno glorioso de Cristo es una cons-tante en toda la carta (cf. 1,10; 2,19; 3,13) y sirve defundamento para la conducta del cristiano. El día delSeñor, anunciado por el Antiguo Testamento, era el díaen el que Dios se revelaría como juez de los justos y losimpíos. Aquí, es identificado por Pablo y sus compañe-ros con el Día de Cristo, que vendrá en su gloria de Hijode Dios para salvación de los fieles y perdición de losmalvados. Hace falta que dicho día nos encuentre prepa-rados “con santidad irreprochable” (3,13).

5. La preocupación del apóstol (3,1-13)

LA apocalíptica judía daba por hecho que antesdel fin del mundo una serie de pruebas y tribula-ciones debían abatirse sobre los fieles hasta elmomento en el que el Mesías apareciese para

reinar. Tras la muerte y la resurrección de Cristo, loscristianos han creído encontrarse en ese periodo finaldurante el cual se produciría la parusía de su Señor.Ésta es la convicción que manifiestan Pablo y sus com-pañeros en 3,1-5 y en tantos otros pasajes de la carta(cf. 2,19; 2 Tes 2,2).

En 2,16 había achacado a la acción de Satán la imposi-bilidad, después de reiterados intentos, de ir a visitarlos.Desconocemos, porque Pablo y compañía no nos lo ex-plican, cuál o cuáles fueron los obstáculos concretos que

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les impidieron realizar la anhelada visita. Lo que sí dejanclaro el apóstol y sus compañeros es su convicción deque detrás estaba el Adversario. Ahora, en 3,5, vuelve aaludir al mismo con otra palabra: Tentador. En estecaso, Pablo manifiesta sus temores de que el mismo pu-diese arruinar la obra iniciada en los tesalonicenses apro-vechando la ausencia de sus evangelizadores y las seriasdificultades a las que se tenían que enfrentar por su condición de cristianos. Ante la imposibilidad de acudirlos tres, Pablo y Silvano envían por delante a Timoteo(3,1-5).

Pablo y sus colaboradores hablan en 3,10 de su deseo devolver a ver a los tesalonicenses para “completar lo quefalta a vuestra fe”. De primeras, podría sorprendernosesta afirmación. Hasta aquí, en efecto, Pablo y sus cola-boradores no han hecho casi otra cosa que elogiar la fe delos tesalonicenses. La contradicción sólo es aparente.Bien está la primera evangelización e instrucción, peroéstas piden posteriores catequesis y visitas para salir alpaso de las preguntas y dudas que surgen conforme lacomunidad va avanzando en su caminar. Un anticipode dichas instrucciones es la carta que estamos comen-tando.

6. Epílogo

H ACE unos meses concluía el sínodo de losobispos dedicado a la Palabra de Dios en lavida y en la misión de la Iglesia. Los capí-tulos comentados arriba son una demostra-

ción práctica de la eficacia de dicha Palabra. Pablo y suscompañeros lo han experimentado en sus propias vidas.Ellos son los primeros oyentes de la Palabra, es decir, delEvangelio de Dios, que limpia, sana, fortalece y enrique-

ce. Gracias a eso, no actúan como meros portavoces deun mensaje ajeno. Anuncian lo que están viviendo. Ha-blan como testigos. Hablan convencidos de que lo queda eficacia a sus palabras no es su sabiduría o habilidad,sino el poder del Espíritu Santo. Los tesalonicenses sontambién una prueba viviente de la capacidad liberadora ytransformadora de la fe que se abre a este anuncio. ¡Te-nemos mucho que aprender de ambos, de los evangeliza-dores de Tesalónica y de sus evangelizados!

Abordan, además, el apóstol y sus compañeros algunostemas no pocas veces relegados, olvidados o proscritos enla catequesis y la predicación actual.

Uno de ellos es el de la existencia de esa voz seductora,opuesta a Dios y al hombre, que Pablo y sus compañe-ros llaman “Satán” (2, 18) y “Tentador” (3, 5). Nadiecomo el que vive en Cristo puede mirar con mayortranquilidad esta realidad, consciente de que Cristo loha vencido.

Otro tema del que se habla poco es el de la última venidade Cristo. En la celebración de la eucaristía ya decimos:“Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.¡Ven, Señor Jesús!”. Y también decimos: “Concédenos lapaz en nuestros días, para que, ayudados por tu miseri-cordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos detoda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venidade nuestro Salvador, Jesucristo”. ¿Cómo podríamos, tam-bién nosotros, vivir con intensidad, en sana tensión, esaespera de la venida del Señor, de la última y, no menosimportante, de las intermedias (en su Palabra, en la cele-bración de los sacramentos, en la vida, en el hermano, enel pobre y el necesitado, en el enemigo, etc.)?

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LA VIDACRISTIANAY LA VENIDA DELSEÑOR (1 TES 4–5)

Juan Luis Caballero García

En la segunda parte de la carta,Pablo intenta consolar e instruir alos tesalonicenses. Ambas cosas estánen íntima relación. Una mejor y máscompleta compresión del Evangeliopredicado por Pablo será fuente deesperanza. A su vez, esta esperanza semanifestará en una vida más alegrey esforzada, acorde con la fe recibiday con la nueva condición del bauti-zado. Fe y comportamiento son dosrealidades estrechamente relaciona-das. La meta del cristiano es la santi-dad: una meta en la que, en estavida, nunca se deja de progresar.

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D ESPUÉS de una larga primera parte (capítu-los 1–3), en forma de acción de gracias, Pabloprocede de un modo más directo a consolar yconfirmar a la comunidad de Tesalónica en

sus incertidumbres y en medio de adversidades, y les ex-horta a vivir en consecuencia con el kerygma que han aco-gido en la fe. Así, en los capítulos 4–5 hace importantesaclaraciones sobre la suerte de los creyentes difuntos ysobre la actitud que han de adoptar los cristianos en esperade la parusía. Las dos cuestiones están relacionadas, porquela incertidumbre en temas de fe afecta a la esperanza, yambas, a su vez, afectan al comportamiento diario.

Gracias a las palabras de Pablo, desarrolladas en forma derespuesta a una serie de cuestiones, podemos reconstruirla situación vital de los tesalonicenses. Dios se sirvió de lapredicación del apóstol para otorgarles numerosos dones(1,5-6), especialmente su fe, esperanza y caridad. Sinembargo, la evangelización no pudo ser completada (cf.Hch 17,1-9). ¿Cuáles fueron las consecuencias de esto?En primer lugar, un cierto desasosiego por la ausenciadel apóstol. En segundo, una comprensión parcial y defi-ciente del Evangelio predicado por Pablo.

Entre las enseñanzas del apóstol se encontraba lo relativoa la parusía y a la salvación definitiva. Debemos enten-der, sin embargo, que la mentalidad helenista de los tesa-lonicenses les impedía comprender y aceptar con facili-dad aspectos esenciales de dicha predicación, como porejemplo la resurrección de los muertos. En todo caso, al-gunos de ellos abrazaron la fe y pronto extendieron la se-milla por toda Macedonia. El fallecimiento de algunos,más tarde, les hizo entrar en crisis. Seguramente, espera-ban una parusía inminente, de tal modo que el Señor lesencontrara vivos en el momento de su venida.

No es fácil explicar la causa exacta de la tristeza de los tesalonicenses. La mayoría de los estudiosos se muestrande acuerdo en que está relacionada con la muerte de al-

gunos de los creyentes. Pero ¿qué nexo concreto podríahaber entre esto y las cuestiones de las que Pablo habla?Todo parece apuntar a que los cristianos de Tesalónicapensaban que las personas que habían fallecido antes dela parusía ya no iban a salvarse, precisamente por no en-contrarse vivas en ese momento, y que no podrían estar yvivir por siempre con Jesucristo. A esto Pablo respondeque la muerte no constituye la separación definitiva delSeñor ni la perdición eterna. Con esta duda fundamen-tal, que está en el origen de su tristeza, se relaciona otra,a la que Pablo también dará respuesta: en el día delSeñor, los “muertos en Cristo” resucitarán previamente,mientras que los vivos, en nada superior a ellos, seránarrebatados para ir al encuentro del Señor, que siempreestá con ellos.

La falta de comprensión de estas cuestiones también se re-fleja en el comportamiento de algunos creyentes que, qui-tando valor a la elección divina y a su condición de nue-vas criaturas, están teniendo un comportamientoincompatible con la santidad de Dios y, por tanto, con lasantidad a la que han sido llamados. En este contexto,Pablo amonesta y suplica progresar cada vez más en lapropia santidad. Dos son, por tanto, los temas fundamen-tales de esta parte de la carta: la instrucción que aclara lapredicación incompleta y la exhortación a llevar una vidamás santa, conforme a la nueva identidad del bautizado.

1. La santidad del cristiano (1 Tes 4,1-12)

a) El progreso en la santidad (vv. 1-2)

Pablo entiende la vida del cristiano como un camino re-corrido bajo la mirada divina. Dios mismo es origen ymeta de la vida del cristiano. Es él el que, a través de lapredicación de Pablo, ha realizado una gran obra entrelos tesalonicenses. Ahora les corresponde a éstos sentirseamados y contemplados por Dios y buscar agradarle.

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Pablo alaba la respuesta de los cristianos de Tesalónica, yesto podría hacernos suponer que ya se consideraba satisfe-cho con el nivel que habían alcanzado. Sin embargo, no esasí. El apóstol quiere que no se conformen y que progresenaún más: el objetivo a alcanzar es la santidad, y quien aspi-ra a ella no deja nunca de avanzar, de alejarse progresi -vamente de los escalones ya alcanzados: “Os rogamos y osexhortamos... a que... progreséis cada vez más” (v. 1).

La enseñanza recibida, “los preceptos que os dimos departe del Señor Jesús” (v. 2), es la que indica el caminopara ello: tanto la letra como su realización práctica, suinteriorización convertida en vida. Pablo enseña lo queha recibido. Esto es lo que hay que custodiar y traduciren vida.

b) Pureza y santidad (vv. 3-8)

“Pues ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación...porque Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santi-dad” (vv. 3.7). Esta afirmación sirve de contextualizaciónde todo lo que sigue. La santidad es algo que sólo sepuede predicar propiamente de Dios, el Santo: el hom-bre no puede ser santo por sus propias fuerzas. Pero Diosse abaja y asume al hombre en su condición, con objetode incluirle en su espacio vital, para que pueda disfrutarde la comunión con él. Del hombre se espera una res-puesta adecuada a este deseo y a este ofrecimiento divi-no. Pero ¿cómo puede hacerlo? Pablo concreta en variosaspectos la esencia de dicha respuesta: sentir la urgenciapor separarse de todo lo que no es Dios, para poder de-jarse tomar por él. Este alejamiento del mal y búsquedade la comunión con el bien se concreta en la abstenciónde la impureza y en el amor fraterno: la santidad se ejercesobre todo en el ámbito de la propia familia y en el de lacomunidad, parte de la familia de Dios.

La santidad es unión con Dios. Por eso, la unión conuna prostituta o la unión falta de respeto con la propia

mujer atentan directamente contra la voluntad de Dios.Detrás de estas uniones hay decisiones, elecciones, queinfluyen en toda la vida del cristiano y que podrían serincompatibles con la elección divina. Por eso, Pablo piderespeto y atención en la relación conyugal, que ha de lle-varse a cabo de un modo santo y honorable, para queesta forma de comportarse sea un camino eficaz para su-mergirse en la santidad de Dios: “Que os abstengáis de lafornicación: que cada uno sepa guardar su propio cuerposantamente y con honor, sin dejarse dominar por la con-cupiscencia, como los gentiles, que no conocen a Dios”(vv. 3b-5).

Pero este comportamiento no hace referencia tan sólo auno mismo, sino también a terceros, ya que del propiocomportamiento podría derivarse exponer a otras perso-nas al adulterio. En resumen, la fornicación y el adulteriocontaminan la verdadera relación de santidad porque sonun ataque frontal a algo querido por Dios e impiden alos demás reflejar la santidad a la que están llamados. “Elque menosprecia esto no menosprecia a un hombre, sinoa Dios” (v. 8), ya que contamina un espacio de santidaden el que habita el Espíritu Santo (cf. 1 Cor 6,19).

c) Caridad y laboriosidad (vv. 9-12)

El otro aspecto en el que quiere insistir Pablo es el delamor fraterno, realidad en la que se dan cita la amistad yla fraternidad. Aquí se encuentra el alma de la comuni-dad, en un amor que desborda y beneficia a todos. Pablocomienza captando la benevolencia de su auditorio: elloshan sido instruidos por Dios mismo y, por tanto, enrigor, no necesitan las palabras del apóstol. Más, si cabe,cuando su actitud es ejemplar y bien conocida. Dehecho, el amor fraterno forma parte de los dones queDios infunde en el alma de todos los cristianos a travésdel Espíritu Santo y que se manifiesta tanto en la actitudpropiamente dicha como en un sinfín de buenas obras.En este aspecto, los tesalonicenses han acogido y com-

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prendido bien la predicación de Pablo y la han puestopor obra con generosidad. Por eso, su exhortación se li-mita a animarles a progresar, ampliando cada vez más elarco de las personas a las que llegar y también el de lasformas de amar.

Uno de los campos en los que el apóstol anima a progre-sar es el de la serenidad, o sea, el de procurar vivir en paz,para que todos puedan beneficiarse de ese gran don. Estaserenidad hace referencia tanto a una realidad exteriorcomo interior al hombre mismo, la paz interior. Y elmodo de procurarla es, en palabras del apóstol, ocupán-dose del propio trabajo, pero realizándolo pensando enlos demás: aquí es donde se ha de manifestar el amor fra-terno, que no se busca a sí mismo, sino que se esfuerzapor pensar en los demás, y esto comenzando por la pro-pia casa, pero también comportándose “honradamenteante los de fuera” (v. 12). Así no sólo se dará testimonio,sino que se procurará el sustento con el que mantener ala propia comunidad. Este último versículo es especial-mente interesante, porque en él se hace referencia a uncomportamiento moral universalmente aceptado y vividopor todos, tema que Pablo desarrollará en su predicaciónsucesiva (cf. Rom 2,14-16).

2. La muerte y la parusía (1 Tes 4,13–5,11)

a) La suerte de los creyentes fallecidos(1 Tes 4,13-18)

La cuestión central de la carta hace referencia al destinode los muertos: “No queremos, hermanos, que ignoréislo que se refiere a los que han muerto” (v. 13). Tantoeste tema como los ya tratados tienen su raíz en unaincompleta y defectuosa comprensión del Evangelio pre-dicado por Pablo. En este contexto, las circunstancias vividas por los tesalonicenses han provocado un enfla-quecimiento de su esperanza, lo que ha ocasionado, a su

vez, un relajamiento en el comportamiento de algunosmiembros de la comunidad.

Pablo contesta usando una serie de imágenes y metáforaspropias de la apocalíptica judía (cf. 4 Esdras). Esta co-rriente hace referencia a la espera de la salvación definiti-va: Dios, después de una batalla de dimensiones cósmi-cas, saldrá vencedor y se manifestará sobre las nubes,coronando de gloria, a los que le han sido fieles. En estecuadro general se insertan otros de dimensiones secunda-rias, como los del papel de los ángeles buenos y malos olos de los signos que acompañarán a la manifestación definitiva del Señor.

En la respuesta de Pablo hay varias afirmaciones, aunquela central está en el v. 14: “Porque si creemos que Jesúsmurió y resucitó, de igual manera también Dios, pormedio de Jesús, reunirá con él a los que murieron”.Pablo se expresa de una manera curiosa, con una frasecondicional, “si”, no porque dude de la aceptación delmensaje, sino para provocar una renovación de la res-puesta de los destinatarios. Una de las claves del v. 14 laencontramos en la expresión “con él”: los cristianos quehan muerto no dejarán de estar “con Cristo”; “en Cristo”suele decir Pablo (cf. 5,10). Su destino es el mismo: siCristo ha resucitado, también lo harán los cristianos. Yesto es “palabra del Señor”: se trata de una afirmaciónque no tiene vuelta de hoja. Jesús es la primicia de la resurrección. Y su resurrección no tendría ningún senti-do si no resucitasen también los que creen en él.

La siguiente aclaración hace referencia a la parusía y aqué pasará en ese momento tanto con los que estén vivoscomo con los que ya hayan muerto. La expresión “losque vivamos, los que quedemos hasta la venida delSeñor”, normalmente se ha interpretado como si Pablopensase presenciar en vida la parusía. Pero no tiene porqué ser así necesariamente. Por un lado, en esta parte desu carta es muy dependiente de las ideas y las imágenesde la apocalíptica judía; por otro, la concepción paulina

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del tiempo es diversa a la nuestra: es teológica. Con lamuerte y resurrección de Jesús ya se ha iniciado la etapafinal de la historia de la salvación: el presente es tambiénfuturo, y ambos están en manos de Dios. De hecho, enDios todo es presente. Quizá Pablo, educado en un am-biente donde casi todo estaba teñido de apocalipticismo,pensase en un final inminente de la historia; no necesa-riamente. En todo caso, su respuesta tiene un objeto di-ferente: tanto vivos como muertos presenciarán la venidadefinitiva de Cristo, y el hecho de estar vivos en ese mo-mento no será ninguna ventaja respecto a los ya falleci-dos, ya que habrá un mismo destino para todos.

Las imágenes usadas para describir la parusía son muygráficas: el Señor se presentará como el jefe de los ejérci-tos y descenderá del cielo, como ya hiciera el Señor en elSinaí, con toda su potencia y majestad, con un poder alque ninguna fuerza puede hacer sombra. Y entonces “re-sucitarán en primer lugar los que murieron en Cristo” (v. 16). Y éstos, juntos con los vivos, dejarán atrás su si-tuación actual y serán llevados junto al Señor para estarya siempre con él. He aquí la respuesta de Pablo: estare-mos con Dios y compartiremos su gloria. Estas palabras,que pertenecen al depósito del Evangelio predicado porPablo, se convierten así en anclaje seguro de la alegría, elconsuelo y la esperanza de los tesalonicenses y de todoslos cristianos. Suceda lo que suceda, los bautizados nodejarán de tener nunca una estrechísima relación conCristo.

b) El día del Señor (1 Tes 5,1-11)

En continuidad con el tema anterior, Pablo pasa ahora ahablar del día en que se manifestará el Señor definitiva-mente. Su exhortación, sin embargo, no tiene como finfijar tiempos o momentos, sino que insiste en las disposi-ciones del creyente, en su espera activa y vigilante. Antela curiosidad de los que quieren saber cuándo y cómoserá ese momento, Pablo responde que esto es algo que

sólo Dios conoce. Es más, el Señor vendrá de una mane-ra totalmente inesperada y sorprenderá de una forma de-sagradable a los que no estén preparados. Para expresarestas ideas, Pablo utiliza las imágenes del ladrón en lanoche, que toma por sorpresa a los habitantes de la casa,y de los dolores de parto, que se presentan de improviso,cuando la mujer no lo espera.

¿Qué actitud debe tener, entonces, el cristiano? La deaprovechar muy bien el tiempo. Porque quien se consi-dera satisfecho y seguro, se relaja, y es más fácil encon-trarle desprevenido. Todo cristiano es hijo de la luz y deldía y, por tanto, no puede comportarse como los que“viven de noche”, durmiendo o emborrachándose. Lanoche hace referencia a las tinieblas; la luz, a la gloria. Lopropio del bautizado es estar sobrios y en vela. Y esto sehace viviendo de la fe, de la caridad y de la esperanza.Ésas son las armas de la luz con las que cuentan loscristianos, una luz que nos hace estar en vela y quecontrarresta el temor de los que viven de noche. “Man-tengámonos sobrios” (v. 8). Sobriedad y vela están ínti-mamente relacionadas, porque es esa sobriedad la quenos ayuda a estar despiertos y atentos a la Palabra delSeñor. El que está atento puede entrar en combate encualquier momento. Y sus armas son la fe, la esperanza yla caridad: la fe en cuanto abandono en unas fuerzas queno son las suyas, y la esperanza como confianza cierta enla victoria.

Es la fe la que nos asegura esto: “Dios no nos ha destina-do a la ira, sino a alcanzar la salvación por medio denuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, paraque tanto si velamos como si dormimos vivamos juntoscon él” (vv. 9-10). Estos versículos se presentan comouna conclusión a todo el pasaje de 1 Tes 4,13–5,11.Dios, en efecto, no busca vengarse o castigarnos, sinoque nos ha mostrado su misericordia y su voluntad desalvación a través de la muerte de Jesucristo en nuestrofavor. Es el bautismo, por el que nos hemos unido a lamuerte de Cristo, el que ha sellado nuestra unión con

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Dios. Quien conserve esta convicción en su corazón nopodrá albergar ningún temor. Este mensaje es el que datanto la paz interior a los creyentes como el que estrechalos lazos de la comunidad entera.

c) La tradición de Jesús en 1 Tes 4,13–5,11

Los estudiosos han discutido, y siguen discutiendo, sobreel sentido de estas palabras: “Pues conocéis los preceptosque os dimos de parte del Señor Jesús” (4,2). Indepen-dientemente de las diferentes hipótesis, lo que parececlaro es que las palabras de Pablo hacen referencia a latradición de Jesús. Es más, podría pensarse que Pablo, ensu primera predicación, recurrió a algunos ejemplos quetenían su origen en el Señor y que los destinatarios com-prendieron de una forma defectuosa. Por eso, ahoravuelve a citar esa tradición explícitamente, para aclararlay para completar lo que dejó a medias antes de verseobligado a abandonar Tesalónica.

De una forma más concreta, se suele decir que tras 1 Tes5,2.4b (“porque vosotros mismos sabéis muy bien que eldía del Señor vendrá como un ladrón en la noche [...], demodo que ese día os sorprenda como un ladrón”) se en-cuentra el relato sinóptico de la venida del Hijo del hombre de una forma inesperada (Mt 24,43-44 y par.;cf. Ap 3,3; 16,15; 2 Pe 3,10). También, según algunosestudiosos, 1 Tes 5,3 (“Así pues, cuando clamen: ‘Pazy seguridad’, entonces, de repente, se precipitará sobreellos la ruina –como los dolores de parto de la queestá encinta–, sin que puedan escapar”) sería un eco deLc 21,34-36, pasaje en el que se exhorta a la vigilancia, ala oración y a la sobriedad. Y también, de una forma másgeneral, 1 Tes 5,4-7 (“Pero vosotros, hermanos, no estáisen tinieblas, de modo que ese día os sorprenda como unladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos deldía. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas.Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemosen vela y mantengámonos sobrios. Los que duermen, de

noche duermen, y los que se embriagan, de noche se em-briagan”) parece una aplicación paulina de las parábo-las de los siervos en vela (Lc 12,36-38 y par.) y del ad-ministrador (Lc 12,41-48 y par.), ambas unidas, enLucas, a la del ladrón (Lc 12,39-40). Además, para al-gunos comentadores, 1 Tes 4,16-17 (“Porque, cuandola voz del arcángel y la trompeta de Dios den la señal,el Señor mismo descenderá del cielo y resucitarán enprimer lugar los que murieron en Cristo; después, no-sotros, los que vivamos, los que quedemos, seremosarrebatados a las nubes junto con ellos al encuentro delSeñor en los aires, de modo que en adelante estemossiempre con el Señor”) sería un eco del dicho sinópticodel Hijo del hombre que viene sobre las nubes y envía asus ángeles con una trompeta para reunir a los elegidos(Mt 24,30-31 y par.).

En estos textos se habla de los últimos tiempos y de laparusía, pero no se habla de la resurrección. Quizá seusan ahora precisamente por eso, para aclararlos y pararellenar esa laguna: da igual que uno haya fallecido o noantes de la parusía, porque entonces los muertos seránresucitados y todos, vivos y muertos, serán arrebatados alcielo. Lo importante es no perder la esperanza, que sefunda en la elección divina, y encontrarse irreprensiblesen ese último momento, para lo que es necesaria unavigilancia constante.

3. Exigencias de la vida de comunidad (1 Tes 5,12-22)

LA esperanza del cristiano se manifiesta tanto enla paz interior como en su relación con losdemás miembros de la comunidad. Es dentro dela casa de Dios donde cada uno debe poner al

servicio de los demás sus propios talentos y su esfuerzo,colaborando unos con otros y respetándose mutuamente.Entre los servicios que se llevan a cabo dentro de la co-

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tú, Dios mío,abrirás parasiempre mis ojos

Cuando me muera

tú, Dios mío,abrirás parasiempre mis ojos

Cuando me muera

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munidad (v. 12: “Os rogamos, hermanos, que apreciéis alos que trabajan entre vosotros, os gobiernan en el Señory os instruyen”), una forma de contribuir a su edifica-ción es con el propio trabajo, otra con el servicio que esel gobierno, otra enseñando o amonestando. Cada unode los miembros tiene su misión, que debe realizar sinquejas y sin perder la esperanza. Todos ellos merecen elrespeto de los demás, para que cada uno pueda desarro-llar su labor en un ambiente de paz y consideración. Enesta división se divisa ya un inicio de estructuracióndentro de la comunidad no exento de tensiones, lamayor parte de las veces ocasionadas por las propias faltasy debilidades.

El ejercicio de todas estas labores tiene sus dificultades.Pero Pablo se detiene a continuación en las propias de loque podríamos llamar gobierno y dirección espiritual:corregir, alentar, sostener, tener paciencia, procurar elbien mutuo y el de todos. En todas las comunidades, ytambién en la de Tesalónica, hay miembros débiles ymiembros fuertes, miembros bien dispuestos y miembrospeor dispuestos, etc. Todos, por tanto, han de sentirseresponsables unos de otros, siguiendo el criterio de nodevolver mal por mal y de velar por el bien de todos.Estas exhortaciones contrastan con las alabanzas quePablo les ha dirigido en otras partes de la carta, y reflejanperfectamente una realidad que estará siempre presenteen la Iglesia que camina: su imperfección y la necesidadde progresar continuamente tanto por la mejora personalcomo por la edificación del conjunto.

Las últimas exhortaciones de Pablo retoman el tema de laesperanza y la alegría, realidades ligadas a la oración y la acción de gracias continuas por tantos dones comoDios les ha otorgado y les sigue otorgando. También secierra de algún modo el círculo de las exhortaciones recordando de nuevo la necesidad de dejarse guiar por elEspíritu, de serle dóciles para no extinguirlo y de abste-nerse de toda clase de mal, que es lo que a fin de cuentasimposibilita entrar en la órbita de la santidad divina.

4. Conclusión

L AS palabras de Pablo en estos dos capítulos nostraen a la memoria estas otras esperanzadoraspalabras: “Y, después de haber sufrido un poco,el Dios de toda gracia, que os ha llamado en

Cristo a su eterna gloria, os hará idóneos y os consoli -dará, os dará fortaleza y estabilidad” (1 Pe 5,10). Diosnunca se retracta de sus dones, y cuando empieza unatarea la lleva a término. La esperanza no es algo utópico:se apoya en la elección divina. El Espíritu Santo, ya seadirectamente, ya sea sirviéndose de instrumentos, hacesu labor. Pero como ésta es normalmente escondida, el cristiano puede sentir por momentos la soledad o ladesesperanza.

Lo que edifica a la Iglesia es la fe, la esperanza y la cari-dad. La fe es la base de todo el edificio: la fe en la elec-ción divina; la fe en la pasión, muerte y resurrección deCristo como primicia de la nuestra. Aquí se funda la esperanza, fuente de paz y de alegría, virtudes que nosafectan tanto a nosotros mismos como a nuestro tratocon los demás, creyentes y no creyentes. Los tesaloni -censes están preocupados porque no han comprendidobien y buscan más seguridades. La fe siempre tiene algode oscuro, y es necesario fiarse de la Palabra divina,transmitida por los apóstoles y manifestada por escritoen la Biblia: una Palabra que sólo dentro de la Iglesia encuentra todo su sentido.

Doctrina y moral nunca están separadas. Como en elcaso de la parábola del ladrón en la noche, la fe en la ve-nida de Jesús, pero también la incertidumbre, nos llevana estar en vela y activos. La salvación “ya ha ocurrido”con la resurrección de Cristo, ya somos nuevas criaturas,pero aún debe consumarse. Y nuestra actitud, nuestrasobras, no son indiferentes: existen unos imperativos éti-cos emanados del Evangelio. Por ello, los cristianos debe-mos poner un especial empeño por alejarnos de todo lo

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que no es acorde con la santidad de Dios, dejándonosayudar y corregir cuando sea necesario. Este camino quees la vida del cristiano no es algo meramente personal:con nuestras obras edificamos la comunidad de los cre-yentes, con nuestras obras somos luz en la oscuridad paralos no creyentes (cf. 2 Pe 1,19). Es cierto, los tesaloni-censes son ejemplares, pero Pablo les hace saber una cosaesencial: quien aspira a la santidad, como diría san Gre-gorio de Nisa, no deja nunca de crecer, de corregirse,porque, por su propia naturaleza, la santidad, las virtudesteologales, no tienen límite.

No cabe duda de que la esperanza es una virtud especial-mente importante en nuestros días. Así lo ha puesto demanifiesto la encíclica de Benedicto XVI Spe salvi: estavirtud es la que nos impulsa a vivir de un modo determi-nado, a pesar de las propias incertidumbres y debilida-des, a pesar de las incomprensiones, a pesar de vivir enun ambiente cada vez más hostil a la fe cristiana. Noso-tros sabemos que ya hemos sido redimidos, pero tambiénque habrá lucha. Quien persevere alcanzará la corona dela victoria.

“Spe salvi facti sumus”: en esperanza fuimos salvados,dice san Pablo a los romanos y también a nosotros

(Rom 8,24). Según la fe cristiana, la “redención”, la sal-vación, no es simplemente un dato de hecho. Se nosofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dadola esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual po-demos afrontar nuestro presente: el presente, aunquesea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si llevahacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta ysi esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo delcamino [...]. Pablo recuerda a los efesios cómo antes desu encuentro con Cristo no tenían en el mundo “ni es-peranza ni Dios” (Ef 2,12). Naturalmente, él sabía quehabían tenido dioses, que habían tenido una religión,pero sus dioses se habían demostrado inciertos y de susmitos contradictorios no surgía esperanza alguna [...].En el mismo sentido les dice a los tesalonicenses: “No osaflijáis como los hombres sin esperanza” (1 Tes 4,13). Eneste caso aparece también como elemento distintivo delos cristianos el hecho de que ellos tienen un futuro: noes que conozcan los pormenores de lo que les espera,pero saben que su vida, en conjunto, no acaba en elvacío. Sólo cuando el futuro es cierto como realidadpositiva, se hace llevadero también el presente [...].Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le hadado una vida nueva (Spe salvi, 1-2).

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LA PRIMERACARTA A LOSTESALONICENSESY LA TRADICIÓNEVANGÉLICA

Francisco Pérez Herrero

La primera Carta a los Tesalonicenses es untestimonio precioso del modo en que elapóstol intentaba conservar, comprender ytransmitir los dichos y hechos de Jesús. Sonabundantes los ecos que en esta carta se en-cuentran de aquellos dichos y hechos deJesús que, transmitidos entonces de formaoral, serían consignados más tarde por es-crito en nuestros Evangelios. Se concentransobre todo en la enseñanza escatológica delapóstol, con la cual pretende esclarecer doscuestiones que preocupaban a los cristianosde Tesalónica: ¿cuál será el destino de losque han muerto antes la venida gloriosa delSeñor? ¿Cuándo tendrá lugar esa venida?El apóstol remite una y otra vez a fórmulase imágenes de la “tradición evangélica”, explicitándolas con su propio lenguaje o conla ayuda de otras fórmulas e imágenes quenormalmente hunden sus raíces en el Anti-guo Testamento. Desde el uso que Pablohace de la “tradición evangélica” no hayposibilidad alguna de convertirlo en el“inventor” del cristianismo, pero sí en modeloa seguir por todos y en todos los tiempos.

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B ENEDICTO XVI se preguntaba en una desus catequesis sobre san Pablo por lo que elapóstol sabía del Jesús terreno, de su vida, desus enseñanzas, de su pasión. Subrayando que

lo que a Pablo le interesaba no era un conocimiento“según la carne”, es decir, exterior, sino un conocimien-to en toda su profundidad y en toda su verdad, un co-nocimiento con el corazón (cf. 2 Cor 5,16), el papadaba por seguro que nunca lo encontró durante su vidaterrena y que todas las referencias que en sus cartas haceal Jesús prepascual tuvo que conocerlas a través de losapóstoles y de la Iglesia naciente (Audiencia general, 8 deoctubre de 2008). Efectivamente, a ello apuntan los di-versos contactos que el apóstol se preocupó de tener conalgunos de los Doce, igual que sus prolongadas estanciasen las comunidades cristianas de Jerusalén y de Antio-quía. Reivindicando su condición de verdadero apóstol,Pablo no duda en decir a los gálatas que el evangelioanunciado por él no lo recibió ni lo aprendió de hombrealguno, sino que fue el mismo Jesucristo quien se lo re-veló (cf. Gál 1,11-12). Pero a renglón seguido da a co-nocer con la misma franqueza que, a los tres años de suencuentro con el Resucitado a las puertas de Damasco,subió a Jerusalén para “consultar” a Pedro, a cuyo ladopermaneció durante quince días (cf. Gál 1,18). Un añoentero pasó después junto a Bernabé en la iglesia de Antioquía (cf. Hch 11,26) y, tras su primer viaje mi -sionero, otra vez subiría a Jerusalén para tener una con-versación con los principales responsables de la comuni-dad, dándoles cuenta del Evangelio que predicaba a losgentiles y asegurándose así de no estar afanándose inútil-mente (Gál 2,2; cf. Hch 15,1-5).

En sus cartas, no son pocos los textos en los que Pablomanifiesta tener un profundo conocimiento de las pala-bras y los hechos de Jesús, igual que de su muerte y resu-rrección, tal como se recordaban y transmitían de vivavoz en una tradición más o menos fija que, con el correrdel tiempo, quedaría consignada por escrito en nuestros

evangelios canónicos. Significativo es el modo en que seexpresa en la primera Carta a los Corintios sobre la euca-ristía y sobre la resurrección de Cristo como elementoscentrales de la tradición cristiana. La fórmula “os trans-mito lo que a mi vez he recibido” (cf. 1 Cor 11,23; 15,3)remite sin duda a una tradición normativa que, formula-da desde los años treinta, Pablo llega a conocer en Jerusa-lén o Antioquía y transmite después fielmente a susoyentes. El mismo fenómeno se puede observar ya en laprimera Carta a los Tesalonicenses, primera carta dePablo y primer escrito de todo el Nuevo Testamento.

Algunos autores han querido ver en esta carta los prime-ros ecos escritos del padrenuestro, dado que no faltanposibles alusiones tanto a la invocación inicial como acada una de las peticiones que integran esta oración en laversión de Mateo (Mt 6,9-13). Se echaría de menos sola-mente la petición sobre el pan de cada día, quizá porque,si se entendiera mal, podría servir de pretexto para algoque Pablo no estaba dispuesto a consentir: la ociosidaden el seno de la comunidad cristiana (cf. 2 Tes 3,6-15).Otros autores han pensado que Pablo estaba suficien -temente familiarizado con las parábolas de Jesús, en con-creto con la parábola del sembrador y su explicación (cf.Mc 4,13-20 par.). El modo en que los tesalonicenses hansabido acoger la Palabra de Dios que él les había anunciado (cf. 1 Tes 2,13-16) se contrapone radicalmen-te al de aquellos que, en la explicación de esta parábola,se asemejan al terreno rocoso; ellos realizan el ideal sim-bolizado por la “tierra buena”: tras escuchar la Palabra, laacogieron a pesar de las pruebas y ésta dio fruto abun-dante, desplegando en ellos toda su energía. Es, no obs-tante, en la enseñanza escatológica de esta carta dondemás fácilmente se puede constatar el conocimiento quePablo tenía de la tradición evangélica. A esta enseñanzadedica un amplio espacio dentro de la parte exhortativade la misma (1 Tes 4–5), intentando responder a dos in-terrogantes concretos que seguían preocupando a aque-llos cristianos a quienes el apóstol tuvo que abandonar demanera precipitada (cf. Hch 17,5-10). Los interrogantes

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no dejan de estar relacionados, pero cada uno de ellostiene su entidad propia y sus connotaciones particulares.Veamos el modo en que Pablo los afronta y los aclara.

1. El destino de los que han muerto (1 Tes 4,13-18)

LA primera cuestión abordada por Pablo en suenseñanza escatológica gira sobre la suerte de losque han muerto antes de haber tenido lugar lavenida gloriosa del Señor. El apóstol procede

con orden. Entre una frase introductoria en la que anunciasu propósito (v. 13) y una exhortación conclusiva (v. 18),ofrece su respuesta en dos fases sucesivas: primero, conuna afirmación clave que es una confesión de fe (v. 14);después, con una explicación detallada que él presentacomo “Palabra del Señor” (vv. 15-17).

a) Anuncio del tema (v. 13)

Usando la metáfora del sueño, ampliamente extendidaen el mundo greco-romano para hablar de los difuntos,Pablo comienza señalando el objetivo que se propone yla finalidad que persigue: “No queremos, hermanos, de-jaros en la ignorancia acerca de los muertos, para que noos aflijáis como los otros que no tienen esperanza”.

Quizá por la premura y brevedad de la evangelización (cf.Hch 17,2), los cristianos de Tesalónica albergaban dudassobre el destino de los miembros difuntos de su comuni-dad: ¿participarían también ellos en la gran fiesta de laaparición gloriosa de Cristo o quedarían excluidos? ¿Reci-birían o no la salvación definitiva que implica esa venidagloriosa de Cristo? Su preocupación deriva en aflicción, yPablo intenta instruirlos y reconfortarlos. No quiere quese asemejen a los que no tienen esperanza. Se trata de laesperanza en la resurrección de los muertos, que les lleva-rá a participar en la manifestación gloriosa del Señor.

En este punto los cristianos se han de distinguir tanto delos paganos como de los judíos. No les está prohibidollorar ante la muerte de un ser querido, pero no puedenhacerlo como si ignoraran su verdadero destino.

b) Afirmación clave: confesión de fe tradicional(v. 14)

El destino de los cristianos difuntos no es otro que eldestino del mismo Cristo. Su unión con él durante lavida no se interrumpirá con la muerte. Poco importa quehayan muerto antes de su manifestación gloriosa. “Si creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado, así tam-bién, por causa de Jesús, Dios llevará con él a los que hanmuerto”.

La proposición condicional con la que comienza la fraseno implica una mera posibilidad, sino un hecho quetiene consecuencias extraordinarias. Se podría expresarasí: “Puesto que creemos…”. Una misma fe une a Pabloy a sus lectores (“creemos”), que es a la vez la fe apostóli-ca. La fórmula tiene todos los visos de ser anterior aPablo, que se limita aquí a transmitirla. Cuando él hablacon su propio lenguaje del misterio pascual, prefiere hablar de Cristo como sujeto y suele recurrir al verbo“surgir” o “levantarse” (egeirô) para expresar el aconteci-miento de la resurrección (cf. 1 Tes 1,10).

La segunda parte de la frase sorprende por sus anomalíasgramaticales y por la sobriedad de un lenguaje que da piea múltiples interpretaciones. Hay cambio de sujeto (no-sotros… Dios) y, a través de un inesperado adverbiocomparativo, se pasa de un enunciado que entraña unaactitud subjetiva (“creemos”) a otro enunciado que quie-re expresar una realidad objetiva (“Dios llevará con él”).Además, ahora aparece Dios como agente de la resurrec-ción de los muertos, habiendo sido silenciada su acciónen el caso de Jesús, que se toma como punto de compa-ración. Estas anomalías dentro de un lenguaje extrema-

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damente denso y escueto obligan a leer el texto de mane-ra pausada y podría decirse que intensifican su fuerzapersuasiva. El razonamiento es el siguiente: del mismomodo que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos, asítambién resucitará a los que en su vida han estado unidosa Jesús para que puedan estar siempre con él, y lo hará“por causa de Jesús”, es decir, por causa de lo que hizocon Jesús. La resurrección es concebida como una comu-nión permanente con el Señor resucitado (cf. 4,17b;5,10). Se señala la mediación del mismo Cristo, pero sesubraya sobre todo la acción de Dios, que consiste en“conducir” o “llevar” a Cristo. El verbo recuerda la ac-ción de Dios en los acontecimientos del éxodo o su in-tervención en la vuelta del destierro, interpretada por losprofetas como un nuevo éxodo (cf. Jr 31,8; Ez 36,24;Is 43,5). La opción de Pablo por este verbo puede deber-se a su deseo de preparar con él la explicación siguiente,donde se insiste en el “encuentro con el Señor” a travésde un “ser arrebatado entre las nubes”.

c) Explicación iluminadora: “Palabra delSeñor” (vv. 15-17)

Pablo ha dado su respuesta a la cuestión que preocupabaa los tesalonicenses, pero es consciente de que los térmi-nos empleados necesitan alguna aclaración. Insiste porello en que, en el momento de la venida gloriosa de Cris-to, no habrá ninguna ventaja de los que todavía estén envida respecto a los que ya hayan muerto. Unos y otrospasarán a un nuevo modo de vida, unos y otros entraránen comunión permanente con el Resucitado.

Pablo recurre aquí al lenguaje apocalíptico. Era el másapropiado para su objetivo. Le permitía subrayar algofundamental: que la venida del Señor depende exclusiva-mente de su iniciativa; no está bajo el dominio o controlde los hombres, a quienes les toca simplemente acoger lodispuesto por el Señor. Dejando entender esto, no temehablar de un “descenso” del que ha sido “elevado” a la

diestra del Padre, haciendo coincidir con este descenso laresurrección de los difuntos. Después tendrá lugar el en-cuentro de todos con el Señor, vivos y difuntos, siendoacogidos unos y otros en la dimensión divina del quedesciende. Tanto el descenso del Señor como el encuen-tro con él se ven precedidos o acompañados de motivosteofánicos: voz de un arcángel, sonido de la trompeta di-vina, traslado entre nubes por el aire. Es un lenguaje fi-gurado con el que Pablo pretende preparar, en una es-pecie de crescendo, su afirmación final: “De este modoestaremos siempre con el Señor” (v.17b). La preposi-ción empleada (syn) indica una intimidad excepcional.Supera con creces la establecida entre Jesús y sus discí-pulos a lo largo de la vida terrena (meta). Ahora se tratade una comunión interior, permanente e inquebranta-ble entre los creyentes y el Resucitado. Es la consuma-ción última de la comunión con Cristo iniciada en elbautismo.

La descripción que ofrece Pablo sobre la venida gloriosadel Señor se inspira predominantemente en la teofaníadel Sinaí (cf. Éx 19,10-25). En el Sinaí se trataba de lareunión del pueblo y del encuentro con Dios para el es-tablecimiento de la Alianza y la entrega de la Ley. Alfinal de la historia Pablo atisba un nuevo encuentro: eldel nuevo pueblo de Dios con su Señor resucitado. Entorno a él se reunirán definitivamente los muertos, queresucitan, y los vivos, que serán radicalmente transforma-dos. Ahora bien, el peso que haya podido tener en estadescripción la escenografía del Sinaí no impide al apóstolpresentarla como “Palabra del Señor”. Presentándolaasí, la descripción goza para él de la máxima autoridad(cf. 1 Cor 7,10.12.25; 9,14). Pero ¿en qué sentido es“Palabra del Señor”?

Dado que no coincide literalmente con ninguna de las palabras del Señor recogidas en los evangelios, algu-nos autores han querido ver aquí un “dicho” de Jesús conocido y transmitido solamente por tradición oral(agraphon) que, de un modo u otro, habría llegado

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hasta Pablo. Sin embargo, no es fácil explicar cómopudo llegar a Pablo ese dicho sin dejar ninguna huellaen los evangelios cuando encerraba una enseñanza tanimportante no sólo para la iglesia de Tesalónica, sinopara todas las iglesias de la época apostólica. Otros prefieren hablar de una “revelación personal” hecha alapóstol por el Señor resucitado (cf. 1 Cor 15,51). Perono es de esperar una revelación personal del Resucita-do que no tenga nada que ver con lo dicho a lo largode su ministerio terreno. La postura más convincentees la de aquellos que hacen derivar esta descripciónpaulina del mensaje apocalíptico de Jesús, transmitidoen las comunidades cristianas y consignado después enlos evangelios: “Entonces verán venir al Hijo del hom-bre entre nubes con gran poder y gloria; entonces en-viará él a los ángeles y reunirá de los cuatros vientos asus elegidos, desde el extremo de la tierra al extremo delcielo” (Mc 13,26-27; cf. Mt 24,30-31). Las divergenciasson patentes. Aquí, por ejemplo, no hay referencia algu-na a la resurrección de los muertos. No obstante, haycontactos muy significativos, con términos idénticos yexpresiones paralelas. Es posible que Pablo hubieradado a conocer esta enseñanza de viva voz a los tesalo-nicenses y que la falta de referencia a la resurrección delos muertos estuviera en la raíz de la preocupación queles afligía. En su carta evocaría de nuevo esta enseñanzade Jesús, desentrañando con ella todas las implicacionesde su muerte y resurrección. Así, pues, en esta “Palabradel Señor” vería Pablo el factor determinante de lasdudas que albergaban los cristianos de Tesalónica y, almismo tiempo, la enseñanza más iluminadora parapoder superarlas. Todos los elegidos, vivos y difuntos,están destinados a reunirse con el Hijo del hombre ensu gloria.

d) Exhortación conclusiva (v. 18)

Pablo no quiere acabar su instrucción sobre el destino delos difuntos sin sacar una consecuencia válida para todos

y para siempre: “Consolaos, pues, unos a otros con estaspalabras”. Su propósito era consolar a los que podíansentirse afligidos (cf. 4,13: “para que no os aflijáis”). Unavez consolados, los tesalonicenses han de convertirse ellosmismos en consoladores de los demás. No es una tareaexclusiva de los apóstoles. Todos los miembros de la co-munidad están llamados a desempeñarla compartiendo lamisma fe en el Resucitado, confesando públicamenteesta fe y viviéndola en concreto a la hora de afrontar lamuerte de las personas queridas.

2. El día del Señor (1 Tes 5,1-11)

S IN abandonar el horizonte escatológico, Pabloaborda una segunda cuestión que preocupaba alos tesalonicenses: ¿cuándo tendrá lugar el díadel Señor? ¿Cuándo vendrá y se manifestará en

su gloria? El apóstol procede de modo muy similar acomo lo ha hecho precedentemente. Entre el anuncio deltema (v. 1) y una exhortación conclusiva (v. 11), ofreceprimero la respuesta de forma sintética (vv. 2-3) y la es-clarece a continuación, subrayando sobre todo las impli-caciones que entraña (vv. 4-10).

a) Anuncio del tema (v. 1)

La cuestión que Pablo se propone aclarar ahora es expre-sada con la ayuda de dos términos que remiten a unasola realidad: “Sobre el tiempo y el momento (de la ve-nida del Señor)”. La fórmula responde a la figura estilís-tica de la endíadis y tiene un claro sabor bíblico. Utiliza-da ya en diversos libros del Antiguo Testamento(Daniel, Sabiduría, Eclesiástico, Nehemías), significasencillamente “la fecha”, incluyendo quizá el intervaloque la separa del momento presente. Sobre esta cuestiónlos tesalonicenses han recibido ya indicaciones suficien-tes. Pablo se limita a recordarles lo que ya saben contoda exactitud.

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b) Afirmación clave: Venida imprevisible e ineludible (vv. 2-3)

Sobre la fecha concreta del “día del Señor”, de ese día enque Dios manifestará plenamente su poder real median-te la aparición gloriosa de su Hijo resucitado, Pablo notiene nada que decir en absoluto. Parece conocer perfec-tamente las palabras de Jesús: “Respecto a aquel día yaquella hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo niel Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32 par.). Esto noobsta para que Pablo sienta la necesidad de recordar asus lectores el carácter imprevisible e inevitable de ese“día del Señor”. Lo hace de manera sintética con laayuda de dos imágenes elocuentes: “Vendrá como un la-drón en plena noche… igual que los dolores de partosobre la mujer encinta”.

La imagen del ladrón en la noche es utilizada en el Anti-guo Testamento por el profeta Abdías para hablar de laamenaza que recae sobre el país de Edón por haberusado la violencia contra Israel, su hermano. La acciónde Dios contra este país será más devastadora que laacción de los ladrones o salteadores por la noche (cf.Abd 5). Pero el Antiguo Testamento desconoce porcompleto la aplicación de esta imagen al día del Señor,que es como aparece aquí, subrayando ante todo su carácter imprevisible e inesperado. ¿Habrá que atribuir aPablo esta novedosa aplicación? El hecho de que, en elmismo sentido, se encuentre igualmente en los textosparalelos de Mt 24,43-44 y Lc 12,39-40, dependientesambos de una fuente común (Q), invita a pensar quePablo la encontró ya en la tradición evangélica que reco-gen los textos mencionados: “Tened presente que si elamo de la casa supiera a qué hora de la noche iba a venirel ladrón, estaría en vela y no le dejaría asaltar su casa”.Nada hay que impida retrotraer un dicho como éste almismo Jesús. A través de la tradición evangélica o delpropio Pablo, llegaría después a ser conocido y utilizadoen 2 Pe 3,10 y Ap 3,3.

La imagen de los dolores de parto subraya sobre todo elcarácter ineludible y repentino del “día del Señor”, díade salvación y de gloria para los que lleven una vidadigna de Dios (cf. 1,10; 2,12.16), pero día también deruina para todos los que cierren los ojos a la realidad delmomento presente y vivan satisfechos en un mundo deilusiones, a semejanza de los falsos profetas criticados porJeremías y Ezequiel (cf. Jr 6,14; Ez 13,10). En otras oca-siones utiliza Pablo esta misma imagen de manera máspositiva y optimista (cf. Rom 8,22-23), pero aquí no hayduda de que hace recaer el acento sobre la situación ame-nazadora que entraña el día del Señor por su carácterinevitable y repentino. Se puede decir con cierta seguri-dad que este lenguaje no es de Pablo. Hacen acto de pre-sencia términos que el apóstol no vuelve a utilizar o queutiliza en otro sentido. Curiosamente, son términos que,pertenecientes al estilo apocalíptico, aparecen en diversostextos de nuestros evangelios sinópticos: “caerá de im-proviso”, “escapar”, “dolor/tribulación” (cf. Lc 17,26-27;21,34-36; Mt 24,8; Mc 13,8). Un conclusión se imponecon toda naturalidad: “Pablo se inserta en una tradiciónque desborda su propio caso” (B. Rigaux).

c) Explicación e implicación: La vida de los hijos de la luz (vv. 4-10)

Habiendo asentado la tesis que se proponía recordar,Pablo la explicita y esclarece a continuación. Primero define la situación de los destinatarios en las circunstan-cias que acaba de indicar; recurre para ello a la contrapo-sición entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas (vv. 4-5). Después exhorta al comportamiento que corres-ponde a esa situación recurriendo a nuevas contraposicio-nes –vigilancia y sopor, sobriedad y embriaguez–, igualque a una bella imagen extraída del ámbito militar: reves-tidos con la coraza de la fe y del amor y con el casco de laesperanza (vv. 6-8). Finalmente, ofrece la razón última detal comportamiento: nuestro destino es vivir en comu-nión con Cristo, que murió por nosotros (vv. 9-10).

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me concederás, Dios mío,poder verte cara a cara

Cuando me muerame concederás, Dios mío,poder verte cara a cara

Cuando me muera

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La contraposición entre luz y tinieblas, entre hijos de laluz e hijos de las tinieblas, es patrimonio común de lahumanidad. Las metáforas son ampliamente utilizadastanto en las religiones orientales como en el judaísmo.En el Antiguo Testamento, Dios es el autor del triunfode la luz sobre las tinieblas (Gn 1,3), que adquieren deeste modo una connotación peyorativa. Más aún, Diosestá rodeado de luz (Éx 29,17; Ez 1,27) y él mismo es luz(Is 60,19-20; Sab 7,26). Ser hijos de la luz es pertenecera la familia de Dios y vivir en conformidad con sus pla-nes, siguiendo sus caminos. Con la ayuda de esta imagentradicional, presente también en Qumrán y en los evan-gelios (cf. Lc 16,8; Jn 12,36), Pablo subraya la situaciónprivilegiada de los creyentes en Cristo frente al resto de lahumanidad. Eliminando todo posible temor y estimu-lando a proseguir en el camino iniciado, Pablo les asegu-ra que, siendo hijos de la luz y del día, el día del Señorno puede sorprenderlos. Juega con la polivalencia del tér-mino “día” y acuña la expresión “hijos del día”, que novuelve a aparecer en todo el Nuevo Testamento. No obs-tante, la terminología en su conjunto hunde firmementesus raíces en la tradición.

Siendo hijos de la luz, los cristianos han de vivir comotales, es decir, vigilantes y plenamente conscientes de sucondición, no como los que duermen o los que, en esta-do de embriaguez, caen en el sopor, la indolencia o laapatía. El tema de la vigilancia traspasa todo el NuevoTestamento y adquiere una importancia singular en elcontexto escatológico. Es el tema clave en la conclu-sión del discurso escatológico de Jesús (cf. Mc 13,34-37;Mt 24,32-44; Lc 21,29-33) y es igualmente el puntoneurálgico de las parábolas de la vigilancia, como la delas diez vírgenes (Mt 25,1-13), la de los criados a la espe-ra de su amo (Lc 12,35-40) o la del administrador fiel yprudente (Lc 12,42-48; Mt 24,45-51). No hay duda deque Pablo sigue empleando aquí una terminología recibi-da de la tradición evangélica, como lo harán después losautores del Apocalipsis y de la primera Carta de Pedro

(cf. Ap 3,3; 16,15; 1 Pe 5,8). Lo que Pablo hace por sucuenta es reforzar el verbo “vigilar” (grègorein) con todauna serie de sinónimos y antónimos.

Reforzar la exhortación a la vigilancia es lo que Pablo sepropone también al utilizar la “imaginería marcial” (S.Légasse). De ella se sirve para equiparar la vigilancia a uncombate que se afronta adecuadamente pertrechados:“Revestidos con la coraza de la fe y la caridad y con elyelmo de la esperanza de salvación”. Hablando así, Pablono está haciendo ninguna llamada a una guerra santa.Son instrumentos defensivos. Sabe por experiencia quelos cristianos se ven expuestos a la presión de un mediohostil y a tentaciones idolátricas e inmorales. Los mediosde defensa son los tres pilares que sostienen la vida reli-giosa y moral del cristiano. Señalando la salvación comoobjeto de la esperanza, Pablo subraya que, siendo un donde Dios, esa salvación que el cristiano espera no es undon impuesto. Está al final de una colaboración libreentre el hombre y el Dios salvador. La existencia cristianaimplica una fe activa, un amor esforzado y una esperanzaque se vive en la perseverancia. De esta manera se habíaexpresado ya el apóstol al inicio de la carta (1,3). Su len-guaje evoca el utilizado por Isaías cuando habla de la in-tervención de Dios en favor de su pueblo desterrado: “Seha puesto como coraza la liberación y como casco la sal-vación” (Is 59,17). La imbricación de la tríada de virtu-des teologales en el texto isaiano y la aplicación al cristia-no de lo que allí se decía del mismo Dios muestra unafuerte elaboración literaria por parte del Pablo, pero latríada en cuanto tal responde con toda probabilidad a unesquema recibido (B. Rigaux).

Nuestra esperanza de salvación no es una esperanza vana.Garantizada por el Resucitado, constituye nuestro desti-no, que es a la vez la razón última de la vigilancia cristia-na. Se trata de una salvación que nos viene de Dios “pormedio de Jesucristo, Señor nuestro, que murió por noso-tros a fin de que tanto despiertos como dormidos viva-mos unidos a él”. La solemnidad de la frase habla de la

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importancia que Pablo atribuye a esta afirmación final,justificando con ella sus exhortaciones precedentes. Lasalvación es don y tarea. Cristo es el mediador. Llama laatención que se hable sólo de su “morir por nosotros”,sin mencionar explícitamente su “resurrección por noso-tros”. No es difícil percibir, sin embargo, que la resurrec-ción de Jesucristo va incluida ya en el título que recibe(“Señor nuestro”), igual que en ese “vivir con él” al quesu muerte conduce. El contraste se hace más patente:Cristo muere para que vivan con él los que han creído enél, estén despiertos o dormidos, es decir, sigan en vida ohayan muerto. No hay ruptura, sino continuidad entre elahora y el más allá de la salvación, entre la escatología realizada y la escatología futura. El “vivir con Cristo” de-fine tanto la existencia terrena del cristiano como su des-tino definitivo. Lo iniciado ahora llegará entonces a suconsumación plena. Se trata de una vida posibilitada ypretendida por el mismo Cristo, que murió “por noso-tros” (hyper hèmôn).

La preposición “por” asume aquí una riqueza de sentidoque escapa a cualquier explicación posible. En ella se dancita, al menos, tres acepciones complementarias: “enfavor de”, “por causa de”, “en lugar de”. Decir “por no-sotros” equivale a decir ante todo y sobre todo “pornuestra salvación” (muerte redentora), pero equivale adecir también “por causa de nuestros pecados”, que gra-cias a esa muerte quedan expiados (muerte expiatoria), yequivale a decir igualmente “en lugar de nosotros”, encuanto que él, solidario con la humanidad pecadora,carga con todas nuestras culpas (muerte vicaria). Ningu-na de estas tres acepciones se puede eliminar a la hora dehablar de la muerte de Jesús, una muerte que iluminatoda su vida pero que, a la vez, es iluminada por esa vida.Si Jesús pudo morir “por nosotros” es porque todo suvivir fue un vivir “por nosotros”. La muerte fue para él lacima y la coronación lógica de su vida terrena. En ellallega hasta el extremo el don total que hizo de toda supersona a los hombres y al Padre. En ella se revela tam-bién en plenitud el amor de Dios a toda la humanidad.

Sobre el sentido y el valor de la muerte de Jesús insistiráPablo en todas sus cartas. Las expresiones utilizadas noson siempre idénticas (cf. 1 Cor 6,20; 2 Cor 5,18-20;Gál 5,1; Rom 3,24), pero se puede afirmar con seguri-dad que Pablo no inventa esta confesión de fe; la ha reci-bido de la tradición cristiana y, en lo que se refiere a lalocución “por nosotros”, se puede pensar en las palabrasde Jesús sobre su vida entregada como “recate por todos”(cf. Mc 10, 43; Mt 20,28) o bien en las palabras de la última cena (“Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros”), referidas por el apóstol en 1 Cor 11,24 comotradición recibida del Señor.

d) Exhortación conclusiva (v. 11)

El mensaje impartido por Pablo con motivo del “día delSeñor” es un mensaje lleno de optimismo, capaz de ins-pirar aliento mutuo en los cristianos. De aquí la exhorta-ción final del apóstol, que recuerda la exhortación con laque se concluía su instrucción precedente sobre el desti-no de los difuntos (cf. 4,18): “Confortaos mutuamente yedificaos unos a otros”. Nueva es aquí la exhortación a laedificación mutua, que anuncia un tema fundamental enla eclesiología paulina. La Iglesia es para él una realidadhistórica edificada a la vez por Dios y por los hombres.Exhortando a la edificación mutua se sobreentiende quenadie puede dejar de sentirse responsable de los demás.Cada uno ha de contribuir al progreso espiritual de la comunidad viviendo y compartiendo su fe, su amor y suesperanza.

3. Conclusión

E S indudable que el acontecimiento de Damas-co marcó para siempre la vida y el pensamien-to de Pablo. Lo que para él había sido antesesencial se convirtió en “basura”, en algo insig-

nificante y desdeñable (cf. Flp 3,7-8). Cristo resucitado

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se le presentó como una luz que, transformando porcompleto su existencia, le permitió comprender de formanueva la Ley y los profetas, la Sabiduría, la Verdad. Elapóstol puede decir que Dios se dignó revelar en él a suHijo y que el Evangelio anunciado por él lo recibió delmismo Jesucristo (cf. Gál 1,11-12.15-16). Pero fue tam-bién el acontecimiento de Damasco el que le hizo enten-der que, a pesar de la inmediatez de su relación con elResucitado, él debía entrar en el seno de la comunidadeclesial, debía bautizarse y debía vivir en sintonía con losdemás apóstoles (cf. Hch 9,17-18). De aquí sus repetidoscontactos con los Doce y con las comunidades cristianasmás representativas. En esos contactos no pudo menosque familiarizarse con los dichos y los hechos de Jesúsque los primeros cristianos se preocupan de conservar ytransmitir, haciendo girar en torno a ellos el culto, la ca-tequesis y la predicación. El primer escrito de Pablo, laprimera Carta a los Tesalonicenses, es un testimonio pre-cioso del modo en que también Pablo intenta conservar,comprender y transmitir esos dichos y hechos de Jesúsque más tarde serían consignados por escrito en nuestrosevangelios. Los ecos de la tradición evangélica son abun-dantes en esta carta. Se concentran sobre todo en su en-señanza escatológica, a la que el apóstol da una impor-

tancia singular. Es consciente de que sólo el futuro puedeiluminar realmente el presente. La esperanza de “estar” y“vivir” con el Señor para siempre es la que da a la vidacristiana su dinamismo y su orientación. Es a la vez laque impide a la Iglesia reducir la figura de Jesús a la deun simple “fundador” cada vez más remoto y alejado;cuanto más tiempo pasa, más cerca está. Es igualmente laque permite a cada creyente una renovación constante,evitando que se conforme con esperanzas y objetivos deeste mundo que pasa.

La importancia que Pablo atribuye a la tradición de Jesús y sobre Jesús a la hora de afrontar y esclarecerlas diversas cuestiones que surgen en la comunidad cris-tiana de Tesalónica demuestra claramente que no es él, sino Jesús, el que tiene la última palabra. No hayjustificación alguna para convertirlo en el “inventor”del cristianismo. Hay, por el contrario, razones sobra-das para hacer de él un modelo a seguir en el uso de latradición eclesial. Ésta no es nunca una realidad muertaque remite sólo a un pasado inalcanzable. Es una reali-dad viva que permite conocer a un Jesús vivo, cuyas pa-labras y cuyas acciones siguen proyectando luz sobre elpresente.

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EL EVANGELIOQUE PABLOHABÍAPREDICADO ENTESALÓNICA

Tomás Otero Lázaro

La primera Carta a los Tesaloni-censes, escrita a los pocos meses de laevangelización en la ciudad, quetuvo que ser interrumpida brusca-mente, sin que los misioneros pudie-ran completar la instrucción de losconvertidos, nos da la oportunidadde indagar, a partir de lo que dicey de lo que presupone, cuál era elcontenido del mensaje que Pablo ysus compañeros predicaban cuandoproponían por primera vez el Evan-gelio en un lugar.

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E N cualquier escrito, además de lo que dice explícitamente de manera más o menos clara,hay todo un mundo de presupuestos que soncompartidos por el autor y los lectores y que

hacen posible que el texto resulte inteligible para éstos.Ese trasfondo de presupuestos está constituido por cono-cimientos, sentimientos y experiencias comunes al autory los lectores. Pueden ser de carácter genérico –conoci-mientos, sentimientos y experiencias comunes a todos loshombres–, de carácter más particular, como los que sonpropios de una determinada cultura o época, o de carác-ter muy específico, por corresponder únicamente a ungrupo concreto. Pensemos, por ejemplo, en escritos cien-tíficos altamente especializados que sólo resultan plena-mente comprensibles para el círculo de quienes dominanesa rama de la ciencia.

En el caso de las cartas de san Pablo, como en el de losotros escritos del cristianismo primitivo, cuando éste to-davía era un fenómeno desconocido para la mayoría dela sociedad, su contenido supone que los lectores perte-necen a ese círculo restringido de personas que dispo-nen de los suficientes conocimientos y experiencias“cristianas” para poder entenderlo. Es el caso de los te-salonicenses, a quienes Pablo dirige la más antigua desus cartas que se ha conservado. Habían escuchado laproclamación del Evangelio y habían recibido una ins-trucción básica en la fe cristiana. En su misiva, Pablono necesita explicarles los conceptos elementales de lafe y vida cristianas porque ya los conocen, aun cuandola instrucción recibida no hubiera podido ser comple-tada, como reconoce el apóstol expresando su deseode volver a ellos y “completar lo que falta a vuestra fe”(1 Tes 3,10).

La existencia en los tesalonicenses de un conocimientopor lo menos básico del mensaje cristiano y de una ciertaexperiencia de vida en la nueva fe permite que podamosleer la carta buscando en ella no lo que dice, sino lo que

supone. Esto es, que, partiendo de lo que se expresa en lacarta, intentemos descubrir lo que Pablo había predicadoen Tesalónica y lo que había enseñado a los que, aco-giendo con fe su anuncio, se habían convertido. Busca-mos, pues, el Evangelio que Pablo había predicado en laciudad. La primera Carta a los Tesalonicenses se prestaespecialmente para este cometido por haber sido escritapoco tiempo después de que el Evangelio hubiera sidoanunciado en Tesalónica.

1. Un mensaje sobre Dios Padre

E L Evangelio, la Buena Noticia proclamadapor Pablo en Tesalónica, era el “Evangelio deDios” (1 Tes 2,2.8.9). Se puede discutir si lafórmula significa que el Evangelio tiene su

origen en Dios o que Dios constituye su contenido. Lomás probable es que los dos significados fueran com-prendidos conjuntamente por un oyente o lector griego.El Evangelio es “de Dios” porque tiene en él su origen yporque anuncia al “Dios vivo y verdadero”, un Dios dis-tinto de los ídolos a los que hasta entonces habían dadoculto los tesalonicenses (1 Tes 1,9). La contraposiciónque se establece entre los ídolos o divinidades de las reli-giones que se practicaban en la ciudad y el Dios vivo yverdadero lleva a entender que aquéllos carecen de vida yson “nada” y que, por supuesto, no son verdaderos, sinofalsos dioses. Pablo y sus compañeros predicaban, pues,una religión monoteísta, proclamando que existe unúnico Dios. El anuncio de este Evangelio sobre el Diosúnico, vivo y verdadero debía incluir una crítica de laidolatría practicada por los paganos. Por otras cartas pau-linas (véase especialmente Rom 1,18-32) conocemos que la crítica de la idolatría realizada por los misioneros cristianos seguía el modelo ya presente en los libros proféticos y sapienciales del Antiguo Testamento (cf. Is 44,9-20; Jer 10,1-16; Sab 13-14; Sal 115,4-8) y en laliteratura judía intertestamentaria.

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La coincidencia entre el mensaje cristiano y la enseñanzajudía no se limitaba a la crítica de la idolatría. En granmedida, también la imagen de Dios –el Dios vivo y ver-dadero– era común. Podemos suponer, en consecuencia,que, al predicar el Evangelio, Pablo enseñaba que Diosera creador y providente, todopoderoso y sabio, justo ymisericordioso, Juez ante quien deberán comparecertodos los hombres, Señor que interviene en la historia delos hombres para realizar su designio de salvación y esta-blecer su Reino. La primera Carta a los Tesalonicensesconfirma la suposición, aunque no aparezcan en ella ex-plícitamente todas esas ideas acerca de Dios. De hecho,se habla de él como de alguien a quien los tesalonicensesya conocen, y no sólo de manera teórica, sino porquehan experimentado en sus vidas la acción poderosa deDios: han sido elegidos y llamados por él (1 Tes 1,4),han recibido y acogido con fe su Palabra (1 Tes 1,8;2,13), han sido instruidos por el mismo Dios (1 Tes 4,9).Este conocimiento, que fundamenta un nuevo estilo devida, distingue a los cristianos de los que no lo son, “losgentiles que no conocen a Dios” y se dejan dominarpor las pasiones (1 Tes 4,5). El Dios que Pablo habíaanunciado a los tesalonicenses es un Dios personal, enquien el hombre pone su fe y confianza (1 Tes 1,8;2,2), al que se dirige confiadamente en la oración paradarle gracias y pedir su ayuda (1 Tes 1,2.3; 2,13;3,9.10.11), que está cerca de los hombres y se preocupade ellos (1 Tes 2,10; 3,9.13), que les conoce (1 Tes 2,4)y tiene un designio sobre ellos (1 Tes 4,3.7; 5,18). Es elDios fiel (1 Tes 5,24) que ha dado a los hombres su Espíritu Santo (1 Tes 4,8), les santifica (1 Tes 5,23) yles destina a la salvación (1 Tes 5,9). Es también Juezjusto que hará recaer un juicio de condena (“la ira”)sobre los pecadores (1 Tes 1,10; 2,16; 5,9).

Con estas nociones sobre Dios, expresadas o presupuestasen el primer escrito que Pablo dirigió a los tesalonicensesy que formaban parte del anuncio del Evangelio y de laprimera instrucción que recibían los convertidos, todavíano hemos alcanzado el aspecto original y específico de la

predicación cristiana sobre Dios. Como se ha señalado, lacrítica contra las falsas divinidades y el anuncio del Diosúnico y verdadero formaban parte de la propaganda reli-giosa judía. Pero lo original y específico del Dios anuncia-do en el Evangelio era su identificación como Padre denuestro Señor Jesucristo. La expresión como tal no apareceen la carta, que en ningún momento afirma explícitamen-te que Dios es el Padre de Jesucristo. Tampoco hacíafalta: era una verdad perfectamente conocida por los cris-tianos de Tesalónica. Cuando escuchaban designar a Dioscomo “Padre” (1 Tes 1,1) sabían bien que esto significabaque Dios es el Padre de Jesucristo. E, igualmente, cuandoescuchaban llamar a Jesús “Hijo” sabían que se queríadecir que Jesucristo es el Hijo de Dios.

La presentación de Dios como Padre de Jesucristo y deJesucristo como Hijo de Dios (“su Hijo”: 1 Tes 1,10)formaba parte, sin lugar a dudas, del primer anuncio delEvangelio. Sin embargo, apoyándonos únicamente en laprimera Carta a los Tesalonicenses, muy poco es lo quepodemos decir acerca de cómo se explicaba esta relaciónde paternidad-filiación. Volveremos sobre el tema a con-tinuación, cuando hablemos de la imagen de Jesucristoque se ofrece en la carta. Antes, debemos hacer notar quede las cuatro veces que Dios es llamado “Padre”, en trescasos el sustantivo va determinado por el adjetivo “nues-tro” (1,3; 3,11.13). Dios, el Padre de Jesucristo, es“nuestro Padre”. En estos pasajes el adjetivo “nuestro”se refiere tanto a Pablo y sus colaboradores, que escri-ben la carta, como a los cristianos de Tesalónica. Noexpresan, en consecuencia, una paternidad universal deDios que se extienda a todos los hombres, sino la pater-nidad de Dios sobre los cristianos, los miembros de laIglesia. El hecho de ser cristiano implica entrar en unarelación especial con Dios –relación paterno-filial– quenecesariamente ha de estar vinculada a la relación exis-tente entre Dios y Jesucristo. La idea de que llegamos aser hijos de Dios en Jesucristo o por nuestra unión a Je-sucristo, que Pablo expresará claramente en otras cartas(véase Gál 3,25-29; Rom 8,14-29), ya formaba parte

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del anuncio primero del Evangelio o, por lo menos, de lainstrucción que recibían los que lo abrazaban y se con-vertían.

2. Un mensaje sobre Jesucristo

E L “Evangelio de Dios” (1 Tes 2,2.8.9) predi-cado por Pablo en Tesalónica era al mismotiempo el “Evangelio de Cristo” (1 Tes 3,2).La expresión la utiliza Pablo hablando de Ti-

moteo, a quien califica como “hermano nuestro y cola-borador de Dios en el Evangelio de Cristo”; esto es, en

la predicación del Evangelio de Cristo. Lo mismo quela fórmula “Evangelio de Dios” expresa que Dios es elorigen del Evangelio y su contenido, así también la fórmula “Evangelio de Cristo” significa que la predica-ción se realiza como misión recibida de Cristo y que Cristo constituye el contenido de la predicaciónevangélica.

“Cristo”, en griego, no es un nombre propio, sino un tí-tulo que significa “ungido” y que traduce la palabra he-brea “mesías”. Pero, tal como se usa en la primera Cartaa los Tesalonicenses, bien en solitario (1 Tes 2,7; 3,2;4,6), bien unido al nombre Jesús (1 Tes 2,14; 5,18) o en la

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expresión más completa “Señor Jesús Cristo” (1 Tes 1,1.3;5,9.23.28), da la impresión de que el término se ha con-vertido ya en un nombre o sobrenombre de Jesús y queno se subraya su significado propio de “mesías”. Detodas formas, es lícito preguntarse si, al predicar el Evan-gelio en Tesalónica, Pablo no había explicado a sus oyen-tes paganos, que no estaban familiarizados con la tradi-ción religiosa judía, el significado de este sobrenombrecon el que se designaba a Jesús. De ser así, la predicacióndel Evangelio entre los gentiles debía incluir referencias ala revelación de Dios en el Antiguo Testamento y a suactuación en la historia del pueblo de Israel. No es algoque se pueda concluir con seguridad de la primera Cartaa los Tesalonicenses, en la que Pablo no cita explícita-mente el Antiguo Testamento (es decir, utilizando fór-mulas de citación, como “esta escrito” o semejantes),aunque algunas frases y expresiones sí procedan o esténinspiradas en sus libros, además de algunos temas que su-ponen un cierto conocimiento de ellos, como la referen-cia a los profetas (1 Tes 2,15) o la fórmula “día delSeñor” (1 Tes 5,2). En cualquier caso, la información queda Lucas en el libro de los Hechos sobre la evangelizaciónde Tesalónica, asegurando que Pablo predicó primero elEvangelio en la sinagoga y que discutía con los judíos“basándose en las Escrituras, explicando y probando queCristo tenía que padecer y resucitar de entre los muer-tos” (Hch 17,2-3), confirma que el anuncio primero delEvangelio, por lo menos cuando era dirigido a judíos ysimpatizantes del judaísmo, incluía la proclamación deJesús como el Mesías anunciado por las Escrituras.

El relato de Lucas explicando que Pablo argumentabacon las Escrituras para probar que el Mesías debía pade-cer y resucitar y que “este Cristo es Jesús, a quien yo osanuncio”, manifiesta que el primer anuncio del Evange-lio hacía referencia a la vida terrena de Jesús, por lomenos a su desenlace en la pasión y muerte. La primeraCarta la los Tesalonicenses también lo supone. El usoque hace del nombre de Jesús remite, en efecto, a la per-

sona histórica de Jesús de Nazaret, identificado ahoracomo “el Señor” por su resurrección de entre los muer-tos. Pero este Señor resucitado es el mismo Jesús al quelos judíos dieron muerte (1 Tes 2,15), el que murió pornosotros (1 Tes 5,10), el Jesús que murió y resucitó (1 Tes 4,14). Si la muerte de Jesús constituye un aspectoesencial del contenido del Evangelio, es lógico que en lapredicación se explicara no sólo su sentido salvífico (“pornosotros”), sino también las circunstancias históricas enque se produjo. Dicho de otra manera: el anuncio de lamuerte de Jesús como acontecimiento salvador teníatambién que hacer referencia a su vida histórica, a la ac-tuación y enseñanza de Jesús que le habían llevado a esedesenlace. Que Pablo, en esta carta y en las demás, nohaga muchas referencias a hechos y enseñanzas concretosde la vida de Jesús, aparte de su muerte, no significa queno lo hiciera en el primer anuncio del Evangelio. Ésteaportaría noticias sobre la vida terrena de Jesús, que ex-plicaban por qué había terminado en la cruz, y tambiénse haría eco de lo que Jesús había enseñado durante suvida. Algunas de las enseñanzas de 1 Tes, que manifiestanpuntos de contacto con la predicación de Jesús tal comoes recogida en los evangelios, muestran que el Evangeliopredicado por Jesús formaba parte del Evangelio sobreJesús predicado por Pablo.

Este Jesús predicado por Pablo es ahora el Señor resuci-tado, que ha de venir de los cielos y que nos salva de laira venidera (1 Tes 1,10; cf. 2,19; 3,13; 4,14-16; 5,23).Junto con su muerte, la resurrección de Cristo constituyeel corazón mismo del anuncio del Evangelio. La conver-sión al Dios vivo y verdadero va unida de manera indiso-luble a la esperanza en la venida gloriosa del Señor resu-citado. Aunque 1 Tes no lo diga abiertamente, otrascartas de Pablo y el libro de los Hechos de los apóstolescoinciden en afirmar que Jesús ha sido constituido Señorpor su resurrección (cf. Hch 2,36; Flp 2,11). La aplica-ción a Cristo de este título, utilizado en la versión griegadel Antiguo Testamento para traducir el nombre propio

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de Dios, debía sugerir ya en los oyentes judíos de la pre-dicación del Evangelio el carácter divino del Resucitado.La impresión quedaba confirmada cuando escuchabanque se predicaba de él lo que en el Antiguo Testamentoera propio de Dios: en lugar de la venida de Yahvé consus santos (Zac 14,5) se habla ahora de la venida denuestro Señor Jesucristo con sus santos (1 Tes 3,13),pues el “día de Yahvé” (Am 5,18) es ahora el “día delSeñor” (1 Tes 5,2), es decir, de Jesucristo.

También a los gentiles, desconocedores del AntiguoTestamento, el anuncio de la resurrección de Cristo ysu proclamación como Señor les haría pensar en unpersonaje de carácter divino o en un hombre diviniza-do. Con toda probabilidad, la condición divina de Jesúsquedaba clara ya en la primera predicación de los evan-gelizadores y era asumida por quienes acogían su men-saje y se convertían. Esta condición divina de Jesús eraexpresada especialmente por el título “Hijo de Dios”,que se usa en 1 Tes 1,10 (“su Hijo Jesús”) sin necesidadde más explicaciones, lo que indica que los lectores co-nocían su significado. Sabían ya, porque así lo habíanaprendido de la predicación primera de Pablo y suscompañeros, que Jesús es el Hijo de Dios. El título lopredica la carta del Señor resucitado (“su Hijo…, aquien resucitó de entre los muertos”), pero de aquí nose puede deducir la idea de que Jesús haya llegado a serHijo por la resurrección. Más bien, la frase sugiere queDios ha resucitado a Jesús porque ya era su Hijo. Laenseñanza de Pablo en otros lugares, por ejemplo enGál 4,4 (“al llegar la plenitud de los tiempos, envióDios a su Hijo”), y el Nuevo Testamento en su conjun-to apoyan la idea de que en el anuncio del Evangelio seafirmaba que Jesús era el Hijo de Dios también antesde la resurrección.

La condición divina de Jesús se manifiesta en algunasfórmulas de 1 Tes que le colocan en el mismo nivel deDios Padre: “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”

(1 Tes 1,1); “que Dios mismo, nuestro Padre, y nues-tro Señor Jesús…” (1 Tes 3,11); “Palabra del Señor”(1 Tes 1,8; 4,15) y “palabra de Dios” (1 Tes 2,13).Este modo de expresarse de la carta, equiparando alSeñor Jesús con Dios, revela que la condición divinade Jesús era un dato perfectamente asumido por lostesalonicenses y que, por tanto, ya habían sido instrui-dos sobre ella cuando Pablo anunció el Evangelio enla ciudad.

3. Un mensaje de salvación

E L Evangelio predicado por Pablo en Tesaló -nica proclamaba la salvación para quienes loacogen con fe (1 Tes 1,6-7) y se conviertena Dios (1 Tes 1,9). Esta salvación se refería

sobre todo al futuro, pero un futuro que se esperaba cerca-no, como se deduce de las repetidas alusiones en la carta ala parusía o segunda venida del Señor (1 Tes 1,10; 2,19;3,13; 5,23), de la preocupación que había suscitado enlos tesalonicenses el fallecimiento de algunos miembrosde la comunidad (1 Tes 4,13-18) y del interés por co-nocer el momento del “día del Señor” (1 Tes 5,1-11).En esta perspectiva de futuro, se anunciaba para losque creían en el Evangelio la salvación en el momentodel juicio de Dios: sobre ellos no recaería “la ira deDios” (1 Tes 1,10; 5,9), es decir, una sentencia de con-denación. De manera positiva, la salvación consistirá enentrar en el Reino y gloria de Dios (1 Tes 2,12) y “estarsiempre con el Señor” (1 Tes 4,7); por lo tanto, en par -ticipar de su “condición de vida”, vida resucitada. De lainquietud que provocó en los tesalonicenses la muerte dealgunos de la comunidad podría deducirse que Pablo noles había hablado de la resurrección de los muertos, perotal conclusión resulta insostenible a la luz de la doctrinapaulina, que ve la resurrección de los muertos como efec-to y consecuencia necesaria de la resurrección de Cristo(cf. 1 Tes 4,14; 1 Cor 15,20). Además, la aclaración que

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me concederás podercontemplar por fin tu rostro

Cuando me muerame concederás podercontemplar por fin tu rostro

Cuando me muera

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Pablo ofrece en 1 Tes 4,13-18 no trata propiamente dela resurrección de los muertos, sino de su situación en elmomento de la parusía.

Absolución en el juicio de Dios, resurrección, estar parasiempre con Cristo y entrar en el Reino y gloria de Diosconstituyen el aspecto futuro de la salvación anunciadaen el Evangelio. Pero esa salvación tiene un aspecto ac-tual que es ya realidad en la vida de los creyentes: han ex-perimentado el poder y el gozo de la acción del EspírituSanto (1 Tes 1,5-6, 4,8), que Dios les ha dado como don(1 Tes 4,8) y que se manifiesta, por ejemplo, en el donde profecía (1 Tes 5,19-10); se han convertido en servi-dores del Dios vivo y verdadero (1 Tes 1,9); viven de una manera nueva, caracterizada por la fe, el amor y laesperanza (1 Tes 1,3; 5,8); su vida y hasta su muerte estádeterminada por la relación con el Señor Jesucristo (1 Tes 1,3; 4,14; 5,10); la conversión de los ídolos aDios ha supuesto también un cambio en su comporta-miento, pues han sido santificados por Dios (1 Tes 5,23)y buscan agradarle y santificarse (1 Tes 4,1-3) viviendocomo hijos de la luz e hijos del día (1 Tes 5,5); formanuna comunidad, la Iglesia (1 Tes 1,1), cuyos miembros,instruidos por Dios, viven amándose los unos a los otroscomo hermanos (1 Tes 4,9), si bien el amor también loponen como fundamento de sus relaciones con los queno pertenecen a la comunidad (1 Tes 3,12).

Tanto en su aspecto futuro como en su aspecto actual, lasalvación que experimentan los tesalonicenses por la ac-ción del Espíritu Santo la ha realizado Dios por mediode Jesucristo, “que murió por nosotros” (1 Tes 5,10). Lacarta habla del valor salvífico de la muerte de Cristo (y de su resurrección: 1 Tes 1,10) como de algo conoci-do por los tesalonicenses. Nada tiene de extraño, ya queel anuncio de que Dios ha realizado la salvación de loshombres por medio de la muerte y resurrección de Cris-to constituía el núcleo mismo del Evangelio que Pabloles había predicado y ellos habían creído.

4. Un mensaje sobre la Iglesia

Y A en el inicio mismo del escrito nos encon-tramos con la palabra “iglesia” (1,1), queidentifica a la entidad destinataria de la carta.La palabra griega correspondiente (ekklesia)

era de uso común. Significa “asamblea” y en el ámbitohelenista se utilizaba especialmente para referirse a laasamblea de los ciudadanos integrada por los varones li-bres con derecho a voto (cf. Hch 19,39), aunque podíadesignar cualquier asamblea pública. Pero, evidentemen-te, no es a la asamblea política de la ciudad de Tesaló-nica a quien está dirigida la carta. Ekklesia designa,como siempre en el Nuevo Testamento (con excepciónde Hch 19,39), la comunidad de los creyentes en Cristo;en nuestro caso concreto, la comunidad de los creyentesen Cristo de Tesalónica: “la iglesia de los tesalonicenses”.El uso de la palabra con este significado propio, que nonecesita ser explicado, implica que los tesalonicenses ha-bían sido instruidos sobre el tema. Es decir, al anunciar-les el Evangelio, Pablo y sus compañeros de misión leshabían enseñado que los que aceptaban su anuncio y seconvertían constituían una comunidad específica.

Como trasfondo del uso cristiano del sustantivo “iglesia”está la traducción griega del Antiguo Testamento,donde, siempre que aparece, el término designa a laasamblea o comunidad del pueblo de Israel, llamada oconvocada por Dios. En su uso bíblico, “iglesia” habíaadquirido, pues, una connotación religiosa, en cuantoservía para expresar la idea de la particular relación exis-tente entre Dios y el pueblo de Israel. No podemos de-terminar qué espacio ocupaban en el primer anuncio delEvangelio y en la primera instrucción después de la con-versión las referencias al Antiguo Testamento y la histo-ria de la salvación de la que era testimonio. Las cartasposteriores de Pablo, en las que explícitamente se refie-re a temas del Antiguo Testamento y reproduce sus tex-tos e incluso argumenta a partir de ellos, sugieren que

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los cristianos a los que se dirige habían sido instruidossobre la tradición judía. No necesitaban de esta instruc-ción quienes pasaban del judaísmo al cristianismo oquienes ya antes de su conversión estaban familiariza-dos con ella por su cercanía a la sinagoga, pero sí lospaganos que abrazaban la fe y que, en las comunida-des paulinas, eran mayoría. Relatando la predicacióndel Evangelio por parte de Pablo y Silas en Tesalóni-ca, Lucas dice que se convirtieron algunos judíos y“una gran multitud de los que adoraban a Dios y degriegos” (Hch 17,4). “Los que adoraban a Dios” o“temerosos de Dios” (Hch 10,2.22.35; 13,16.26) son expresiones con las que el libro de los Hechos designa alos gentiles que simpatizaban con el judaísmo aceptandola fe judía y algunas de sus prácticas, pero sin integrarseen el pueblo judío por la circuncisión. Con el término

“griegos” se refiere Lucas, en esa información sobre laevangelización de Tesalónica, a los paganos. Éstos debíanser mayoría en la comunidad, pues cuando Pablo les escri-be dice que los tesalonicenses se convirtieron a Dios “trashaber abandonado los ídolos, para servir al Dios vivo yverdadero” (1 Tes 1,9). La referencia al abandono de losídolos parece implicar que la mayoría de los miembrosde la comunidad procedían del paganismo.

En relación con el significado religioso del término “igle-sia”, heredado del Antiguo Testamento, pero usado ya ensentido específicamente cristiano, podemos ver las ideas deelección y llamada, que aparecen aplicadas a la comunidaden diversos lugares de la carta: “Conocemos, hermanosqueridos de Dios, vuestra elección” (1 Tes 1,4); “os exhor-tábamos... a que vivieseis de una manera digna del

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Dios que os ha llamado a su Reino y gloria” (1 Tes 2,12);“pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad”(1 Tes 4,7); “fiel es el que os llama y es él quien lo hará”(1 Tes 5,24). La iglesia (el término griego ekklesia es underivado del verbo kalein, “llamar”) es la comunidad delos elegidos y llamados por Dios para constituir un pueblosanto destinado a la salvación escatológica.

El modo en que la carta propone estas ideas manifiestaque eran ya conocidas de los tesalonicenses. El Evange-lio que les había sido anunciado incluía la enseñanzasobre la incorporación de los que creían y se convertíana una comunidad de elegidos, definida por su relacióncon Dios y con el Señor Jesucristo, constituida comopueblo escatológico, beneficiario ya de la salvación deDios y destinado a la salvación definitiva. En el Evange-lio se proclamaba, pues, que la salvación tiene una di-mensión comunitaria, ya que no sólo coloca a los hom-bres en una nueva relación con Dios, sino que losincorpora al mismo tiempo en una iglesia, en la que loscreyentes están vinculados entre sí de una manera nuevay específica.

La relación que existe entre los miembros de la Iglesia escaracterizada en la carta como una relación de fraterni-dad. Aparte del repetido uso que Pablo hace del vocativo“hermanos” para dirigirse a los destinatarios, se habla deno faltar “al hermano” (1 Tes 4,6), del amor que practican“con los hermanos de toda Macedonia” (1 Tes 4,10), desaludar con el beso santo “a todos los hermanos” (1 Tes 5,26). Esta fraternidad no queda limitada a losmiembros de la comunidad local de Tesalónica, sinoque abarca a todos los creyentes, como explícitamenteindica la referencia a “los hermanos de toda Macedonia”(1 Tes 4,10). La Iglesia anunciada en el Evangelio es,por consiguiente, la comunidad formada por todos loscreyentes, que viven entre sí una relación de fraternidad.

La fraternidad entre los cristianos tiene su expresión en elamor que han de tenerse unos a otros. El amor, la cari-

dad, constituye uno de los elementos que definen la vidacristiana, juntamente con la fe y la esperanza (1 Tes 1,3;5,8). Si bien el amor ha de extenderse a todos los hom-bres, debe vivirse especialmente y de una manera particularcon los miembros de la Iglesia, como se deduce de 1 Tes 3,12: “Que el Señor os haga progresar y sobrea-bundar en el amor de unos con otros y en el amor paracon todos”. El amor de unos con otros o amor mutuo(1 Tes 4,9) se refiere al amor entre los cristianos, expresióndel lazo de fraternidad que les une, mientras que el amora todos indica el amor que hay que tener también a losque no pertenecen a la comunidad (véase igualmente1 Tes 5,15: “Procurad siempre el bien mutuo y el de todos”).

5. El Evangelio que Pablo había predicado

P ARTIENDO de lo que la primera Carta a losTesalonicenses dice explícitamente y de lo quepresupone de conocimiento de fe y experien-cia de vida cristiana en los destinatarios,

hemos intentado reconstruir el anuncio que Pablo hacíadel Evangelio cuando lo proclamaba por primera vez enun lugar y la instrucción básica que daba a los reciénconvertidos. Su Evangelio era anuncio de la salvaciónque el Dios único y verdadero, que en el pasado de habíamanifestado al pueblo de Israel, había realizado ahorapor medio de la muerte y resurrección de Jesucristo, suHijo, y ofrecía a todos los hombres. Para acoger esta sal-vación, que hacía experimentar ya en el presente la ac-ción poderosa del Espíritu de Dios y aseguraba para elfuturo una vida gloriosa con el Señor resucitado, loshombres debían creer en el Evangelio, lo que implicabaabandonar los ídolos, llevar una vida configurada por lafe, el amor y la esperanza y dejarse conducir por el Espí-ritu para vivir santamente, como miembros de la Iglesia,el pueblo escatológico convocado por Dios.

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SECCIÓN ABIERTA

me concederás mirar que me miran tus ojos eternos

Cuando me muerame concederás mirar que me miran tus ojos eternos

Cuando me muera

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EL RESUCITADOCAMINA CONLOS SUFRIENTESDEL MUNDO

José Cervantes Gabarrón

El objetivo último de la exégesis y dela teología es el anuncio del Evange-lio, entendiendo por tal el anunciode Cristo muerto y resucitado comoSeñor y Salvador a todas las gentes.Posibilitar el encuentro entre el Re-sucitado y el ser humano en el cami-no de esta historia ha de ser la metade toda evangelización. En este ar -tículo se hace una breve presentación del texto de los discípulos de Emaús(Lc 24,13-35) en clave evangeliza-dora mediante una lectura literariay teológica que ayuda a percibir la presencia del Resucitado en el cami-no de los que sufren en el mundo y amostrar el mensaje pascual comobuena noticia para los dolientes de lahistoria.

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1. El encuentro del Resucitado en elcamino de los sufrientes del mundo

E L mensaje central del cristianismo es el anun-cio del Resucitado. Desde los orígenes de laIglesia, según los evangelios, la pretensión fun-damental de las comunidades cristianas primi-

tivas no era demostrar la resurrección de Jesucristo, sinomostrar la presencia misteriosa pero real del Resucitadoen la historia humana. Los autores de los evangelios dis-ponen para ello de dos datos diferentes: el sepulcro abier-to sin el cuerpo de Jesús y las apariciones del Resucitadoa las mujeres y a los discípulos. Los relatos evangélicosdel sepulcro de Jesús, abierto y vacío, no son pruebas dela resurrección, sino signos que ayudan a las mujeres, alos discípulos y a los creyentes de toda la historia a en-tender el mensaje de alegría y de esperanza del Evangelio:Cristo ha resucitado. Mas el testimonio decisivo delacontecimiento de la Pascua viene transmitido por los re-latos diversos de las apariciones del Resucitado, en loscuales se muestra que no se trata de visiones subjetivas dequienes las experimentan, sino de vivencias extraordina-rias de unos testigos a los cuales se presenta el mismoJesús después de resucitar de la muerte. Esos testigos noson unos visionarios, sino personas capaces de reconoceren el Resucitado a aquel que lleva en su cuerpo, en susmanos, en sus pies y en su costado las marcas del que fuecrucificado. No se trata de un fantasma, sino de una per-sona real, cuya identidad es la misma, pero ahora defini-

tivamente transfigurada por la resurrección. Lucas, en sudoble obra, se concentra especialmente en ello: el Vivientees el crucificado que ha sido resucitado por Dios.

La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús (Lc24,13-35) es un texto eminentemente eucarístico, pues el encuentro vivo con el Resucitado tiene en la fraccióndel pan su momento culminante. Así lo muestra la repe-tición de los gestos eucarísticos sobre el pan en Lc 24,30(tomar el pan, bendecirlo, partirlo y darlo). Es el textocentral de las tres partes del capítulo 24 de san Lucas, capítulo que constituye, sin duda, una de las páginas másbellas y densas de la Biblia tanto por su composición literaria como por su contenido teológico, y que almismo tiempo refleja una multiplicidad de testimoniosde fe de la comunidad cristiana primitiva, elaborados con una maestría sin igual por el evangelista, al serviciodel mensaje central del Evangelio, que nos anuncia queJesús vive.

2. Estructura literaria de Lc 24,13-35

R EPRODUCIMOS en la página siguiente eltexto en castellano de todo el capítulo 24 deLucas, según la traducción tomada de mi libroSinopsis bilingüe de los tres primeros evangelios

(Verbo Divino, Estella 2004).

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Lo de Jesús el Nazareno, que fue un hombre profeta, poderoso en obra y palabra delante deDios y de todo el pueblo, 20 cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros dirigentesa una sentencia de muerte y lo crucificaron. 21 Y nosotros esperábamos que él sería elque iba a liberar a Israel, pero ya con todo eso se está pasando este tercer día desde queesto sucedió.

22 Sin embargo, también algunas mujeres de entre nosotros nos sorprendieron; al ir demadrugada al sepulcro 23 y no encontrando su cuerpo vinieron diciendo haber vistotambién una visión de ángeles

que dicen que él vive.24 También se fueron algunos de los que (están) con nosotros al sepulcro, y (lo) encontra-

ron tal como las mujeres dijeron, pero a él no lo vieron.25 Y él les dijo a ellos:

¡Qué torpes y lentos de corazón para creer en todo lo que hablaron los profetas!26 ¿No tenía que sufrir esto el Mesías y entrar en su gloria?27 Y, empezando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo de sí mismo en todas lasEscrituras.

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Lc 24,13-35

13 Y entonces dos de ellos, en ese mismo día, iban caminan-do hacia una aldea distante sesenta estadios de Jerusalén,cuyo nombre (era) Emaús. 14 Y ellos conversaban uno conotro de todo eso que había ocurrido.

15 Y sucedió que, mientras conversaban y discutían, también elmismo Jesús, habiéndose acercado, caminaba con ellos.

16 Pero sus ojos estaban atrapados para no reconocerlo. 17 Y lesdijo a ellos: ¿Qué asuntos (son) ésos que debatís uno con otro al andar? Y se detuvieron compungidos. 18 Y respondiendo uno denombre Cleofás le dijo a él:¿Eres tú el único de paso en Jerusalén y (que) no te ente-raste de lo sucedido en ella en estos días?

19 Y les dijo: ¿De qué? Y ellos le dijeron:

28 Y se acercaron a la aldea adonde caminaban, y él simulócaminar más adelante. 29 Y le apremiaron diciendo: Quédate con nosotros, porque es muy tarde y el día ya declina.Y entró para quedarse con ellos.

30 Y sucedió que, mientras se recostaba (para comer) con ellos,tomando el pan, (lo) bendijo y, partiéndo(lo), se lo daba.

31 Y sus ojos se abrieron y lo reconocieron. Y él se hizo invisiblea ellos. 32 Y se dijeron uno al otro:

¿No estaba nuestro corazón que ardía [en nosotros] cuando nos hablaba por el camino, cuando nos abría lasEscrituras?

33 Y levantándose en aquella hora se volvieron a Jerusalén yencontraron reunidos a los Once y a los que (estaban) conellos, 34 diciendo: Realmente resucitó el Señor y se apare-ció a Simón.

35 Y ellos relataron lo del camino y cómo fue reconocido porellos en la partición del pan.

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3. Notas a la estructura literariade Lc 24,13-35

E N esta exposición no puedo hacer un análisisexhaustivo de la riqueza literaria de todo estecapítulo 24 de Lucas. Siguiendo a R. Meyneten su estudio sobre el evangelio de Lucas, me

limitaré a destacar varios elementos retóricos, muy signi-ficativos, que se pueden percibir en el mismo y en parti-cular en Lc 24,13-35. Se trata de dos estribillos que serepiten a lo largo de todo el capítulo y, sobre todo, de ungran quiasmo literario.

a) Dos estribillos

Estribillo A. Elementos:

v. 5 Decir VIVE RESUCITÓv. 23 Decir VIVEv. 34 Decir RESUCITÓ

Estribillo B. Elementos (cf. Lc 24, vv. 7,19-21, 25-27, 44-47):

Había dichoQue tenía que Que Jesús sufriera – fuera entregadoY resucitar El tercer día

b) El quiasmo léxico

Teniendo en cuenta el paralelismo de palabras idénticas,sinónimas u opuestas en todo el relato del capítulo 24 deLucas se puede constatar la presencia de la figura literariade un gran quiasmo cuyo centro es el v. 23: “dicen que élvive”. Además, los estribillos también están en quiasmo:AB BAB AB

c) Paralelismo estructural de los versículos 15-16y 30-31

Se trata de un paralelismo muy relevante por tratarse deun mismo esquema redaccional lucano que resalta la im-portancia del dato allí mencionado. Tras la fórmula in-troductoria, “y sucedió que, mientras….”, sigue una ora-ción compuesta subordinada en la que destaca la oraciónprincipal desde el punto de vista sintáctico. Se trata deacciones realizadas por Jesús que se convierten en signosfundamentales de su presencia como resucitado: “cami-naba con ellos” (v. 15) y “bendijo” el pan y partiéndolo“se lo daba” (v. 30).

4. La Buena Noticia de Lc 24,13-35

AUNQUE es evidente el carácter eucarístico deltexto de los discípulos de Emaús, tras la presen-tación sucinta de estos elementos literarios delrelato debemos reconocer que no se trata sólo

de un texto eucarístico, pues el mensaje se concentra enpresentarnos a Jesús vivo y resucitado, cuya presencia enla historia es ciertamente misteriosa pero muy real, tam-bién en otras formas y señales. La centralidad del men-saje de que Jesús vive llama la atención sobremanera. Elque vive es el que resucitó de entre los muertos. Entiempo de presente, como para quebrar la estructuranarrativa de los tiempos en pretérito, decir que Jesúsvive es la buena noticia del Evangelio de Lucas, unabuena noticia siempre en presente, ayer y hoy. Elanuncio de las mujeres es la noticia permanente y pro-tagonista de la nueva historia de la humanidad, inclusocuando no se entienda, no se crea o no se perciba. Perola realidad objetiva es que en torno a ese mensaje acercade Jesús vivo se estructura todo el capítulo del Resucita-do en Lucas, tanto el relato del sepulcro abierto comoel de las apariciones. Otra cosa es cómo se perciba supresencia.

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De la lectura atenta y actualizada de todo este capítulo sepueden indicar tres ámbitos de dicha presencia. Primero,la presencia desapercibida y sorprendente del Resucitadoen el camino de la humanidad decepcionada y deprimi-da, que, como los discípulos de Emaús, está ya “de vuel-ta” y desesperanzada ante el dolor y el sufrimiento injus-to de los inocentes. Es una estampa viva de lahumanidad derrotada. Sin saber exactamente cómo, laverdad es que Jesús, el Viviente, es el compañero segura-mente desapercibido de aquellos discípulos y de todos losdolientes de la historia. La decepción y el dolor, el fraca-so y la frustración de los discípulos de Emaús son el re-flejo de las experiencias e interrogantes más profundos delos seres humanos. La pregunta por el sufrimiento de losjustos, como Jesús, cuya muerte especialmente en Lucasse presenta como la del verdaderamente justo (Lc 23,47),está latente en el rostro de los discípulos. En efecto, lacuestión más incomprensible y desgarradora de la vidahumana, y al mismo tiempo la más decepcionante, es eltema crucial de la teodicea: por qué la muerte de losinocentes, por qué la condena de los justos, por qué lamuerte de los niños inocentes, que se cuentan por millo-nes; por qué el asesinato y la violencia contra gente sinculpa de nada. El mensaje de Lucas en este texto es queJesús, el Resucitado, caminaba con ellos. Su presencia noes menos real por ser desapercibida, sino todo lo contra-rio. Es una presencia discreta, misteriosa, que consuela,que interpela, que invita a la comunicación, al recuerdo,a hacer memoria. Es presencia que suscita admiración ysorpresa, que valora la compañía del otro aunque sea undesconocido. Es presencia que invita a compartir, a noseguir solos por la vida. Pero, sobre todo, es una presenciareal del Resucitado.

Singular importancia adquiere también la presencia emo-cionada y presentida del Resucitado en la Escritura y enla Palabra, presencia que ha de llevar a los creyentes acomprender los acontecimientos de nuestra vida personaly social desde la Palabra de Dios y a poner en el centro

de nuestra espiritualidad el Evangelio. Finalmente lapresencia reconocida y gozosa del Resucitado se hacepresente en la eucaristía y en el misterio de comuniónfraterna que de ella emana.

Los discípulos cambiaron de rumbo su vida y así se con-virtieron en testigos públicos del Resucitado, experimen-tando la liberación profunda que significa el paso de unavida sumida en el absurdo y la ignorancia a una conductanueva, caracterizada por la sobriedad, la libertad y la es-peranza. Particular importancia adquieren desde eseEvangelio de Emaús todas aquellas personas que dealgún modo se hacen ahora compañeros de camino de lasvíctimas de nuestro mundo en cualquiera de las manifes-taciones de sufrimiento en el que éste está sumido,dando testimonio con su solidaridad de que el Vivientese hace presente en medio del dolor de la humanidad.

Entre las víctimas y entre los crucificados de nuestromundo ocupan un lugar preeminente los empobrecidosde la tierra. Para I. Ellacuría, los empobrecidos son ade-más un lugar teológico en cuanto “constituyen la máxi-ma y escandalosa presencia profética y apocalíptica delDios cristiano”. J. Lois Fernández afirma también que“los crucificados son lugar teológico, puesto que es desdela solidaridad real con ellos como la reflexión teológicacristiana puede ser fiel a la lógica propia del Evangelio deJesús”, y sostiene que la opción por los crucificados, porlos empobrecidos y excluidos de la tierra es el acto pri-mero de la metodología propia que demanda esta teolo-gía de la liberación y que la reflexión teológica es poste-rior. De este modo, resalta el lugar desde el cual se realizala teología, y ese espacio, el de los pobres y los últimos, eslugar teológico. También el Documento sobre la Inter-pretación de la Biblia destaca el lugar de los pobres comoespacio singular de interpretación bíblica al decir: “Esmotivo de alegría ver la Biblia en las manos de gente hu-milde y pobre, que puede dar a su interpretación y a suactuación una luz más penetrante, desde el punto de

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vista espiritual y existencial, que aquella que viene de unaciencia segura de sí misma”, y esto es recogido en los Li-neamenta del Sínodo sobre la Palabra del mes de octubrede 2008.

Tanto el primero como el último discurso de Jesús en elevangelio de Mateo proclaman que los pobres y los en-fermos, los inmigrantes y los presos, todos los indigentesy oprimidos del mundo son los herederos de la tierra ylos beneficiarios con pleno derecho del Reino de Dios.La parábola de la comparecencia de todas las nacionesante el Hijo del hombre (Mt 25,31-46) es la última ysuprema enseñanza de Jesús, el Señor de la historia, elcual pone como núcleo de su mensaje la relación de fra-ternidad con los más pobres del mundo, los necesitadosy los marginados. La justicia a la que apela el primerevangelio tiene su fundamento en la identificación plenade Jesús con todo ser humano sumido en el sufrimientopor carecer de los bienes y derechos humanos más bási-cos y en la consideración como hermanos suyos de todosellos sólo por el mero hecho de ser víctimas (Mt 25,40:“Y respondiendo el rey les dirá: De veras os digo, cuanto hi-cisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí melo hicisteis”).

La perspectiva del final de la historia no desplaza la fra-ternidad a una realidad sólo para el tiempo futuro, sinoque marca el comienzo de la realidad definitiva desde elhoy de nuestra historia humana. Jesús es, ya ahora, elpastor y el hermano de todos los necesitados. Los últi-mos, los más pequeños, podrán descubrir a Jesús comohermano a través de los discípulos que los atienden comotales. En virtud de su condición de marginados, paradó-jicamente, los que son considerados los últimos y dese-chados por esta sociedad son valorados como hermanospor el Señor y rey de la historia. La relación de fraterni-dad no se crea meramente por una acción esporádica deatención a los pobres, ni por el hecho de sentir lástimapor ellos, sino que nace de la identificación con los mar-ginados y del compartir con ellos su misma experiencia ysu mismo destino. El destino del Hijo del hombre es elmismo que el de todos los crucificados y de todas las víc-timas de la injusticia humana. Es este profundo vínculofraterno con los sufrientes del mundo, y no cualquierotra manifestación poderosa o espectacular, el que haceposible todavía hoy la presencia del Señor resucitado enla historia humana. De ahí que ellos, los sufrientes y lospobres, sean lugar teológico por excelencia para iluminarla Palabra de Dios.

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Con esta colaboración iniciamos una serie de cuatro en-tregas destinada a dar a conocer lo esencial de la músicasacra, religiosa o litúrgica, teniendo en cuenta su utiliza-ción del texto bíblico en las distintas épocas, y cómo po-drían aprovecharse sus obras en la clase de Religión, en lacatequesis y en el trabajo pastoral. Para sacar a los jóve-nes de la cárcel del presente en el que casi siempre se en-cuentran es necesario rastrear los orígenes de nuestra cul-tura y de nuestra fe, curiosear por los vestigios de nuestrasraíces transidas de cristianismo y de Sagrada Escritura. Setrata de salir del hoy, del presentismo que esclaviza, paraentrar en el sentido verdadero de la historia para asumir elpasado y soñar y construir un futuro habitable.

Para entender la música sacra hay que situarla en su con-texto histórico, cultural, eclesial, musical y litúrgico. Lamúsica sagrada es un asunto espiritual que busca expresary hacer propicia la experiencia religiosa. Por tanto, hayque conocer la finalidad del autor y las modas del mo-mento y tener en cuenta que cada pieza encierra unmundo propio que puede conducirnos al conocimiento ya la comunión con otros cristianos de otras épocas.

Decía Liszt que “la música puede expresarlo todo”; porello, también puede llevarnos a Dios y a la Sagrada Escri-tura, al conocimiento de nosotros mismos y a las viven-cias espirituales del pasado y del mañana. La música reli-

giosa siempre se sirvió del texto bíblico, directa o indirec-tamente, así como de composiciones líricas o místicas. Anosotros nos interesa inventariar el uso de la Biblia des-cubriendo cómo la Palabra de Dios también ha sidofuente de expresión musical religiosa más allá del texto.No hay sólo música al servicio de la Palabra, sino que laPalabra encarnada también se ha hecho música, instantede eternidad, lamento de la humanidad y búsqueda ince-sante de Dios.

En cada una de las épocas se recorrerán los principales tí-tulos y autores y se propondrán ideas para un uso didác-tico con alumnos de todos los niveles educativos. Puedeny deben intercambiarse entre sí todas las artes y las cien-cias: teatro, poesía, danza, imagen, historia del arte, sonido,educación física, conocimiento del medio social y natural,lenguas muertas e idiomas modernos, geografía, historia,sensibilidad europea, liturgia, cine, manualidades, talleresde tecnología, indagación científica, viajes y Biblia. Sobretodo, queremos que los alumnos lleguen a conocer,amar, acercarse y entender la Palabra de Dios desde laexpresión musical clásica y sagrada. Esta música lo reco-rre todo y puede llevarnos al encuentro con Dios entodas las realidades. Escuchar la música y acogerla inte-riormente es camino seguro para escuchar el silencio dela Palabra y hacerla vida como música de alabanza alCreador y Señor.

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Antología bíblica de la música sacra (1/4)

Sección Didácticapor Juan Carlos García Domene

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En esta primera entrega nos detenemos en la antigüedadcristiana medieval, particularmente en el ámbito español:las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, el canto gregoriano de monasterios y catedrales y el Mis-teri d’Elx.

Las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio

Gracias a la espiritualidad de san Francisco, lo sagrado ylo profano pudieron encontrarse. La religiosidad de loscantos de los monasterios y la música profana de las cor-tes de los señores feudales y de los reinos cristianos pu-dieron abrazarse en texto y en melodía. Buena prueba deello son las Cantigas de Santa María. Sus fuentes son elrománico, el gótico, las tres culturas y las tres religionesmonoteístas, pues todo ello se da la mano en torno al reyhumanista Alfonso X. Se ha calificado de mudéjar la mú-sica y la composición de esta obra. La singularidad deestas piezas es que las cantigas son como florecillas deMaría, relatos y canciones populares de milagros aconte-cidos al pueblo sencillo. Así se entrecruzan estas peque-ñas historias con las fiestas marianas del año litúrgico,desde la Natividad hasta la Asunción de la Virgen. Encierta medida, liturgia y religiosidad popular anticipan loque más tarde será santo y seña de la espiritualidad fran-ciscana, el dogma de la Inmaculada Concepción. En pa-

labras de Francisco Caballero, “la audición y lectura deestas cantigas en actitud de contemplación reposada, nospueden conducir a la elevación espiritual de toda nuestrapersona. Esta elevación no será un mero estado de con-ciencia como alejamiento de la realidad en una místicaevasiva, sino una potenciación de nuestra humanidad yla solidaridad espiritual con los hombres y mujeres en suarte, sufrimientos y gozos. La mística de las cantigas esecuménica, humanística e integral. Nos eleva al mundodel espíritu y nos encarna en el mundo de la tierra. Noshumaniza y nos diviniza al mismo tiempo”.

De nuevo encontramos el fundamento evangélico y bí-blico, y también los evangelios apócrifos y las tradicionesde milagros populares: todo se entremezcla. Se podría re-construir una mariología a partir de estos textos e inclusoemparentarlos con los textos del Misteri. Como ejemplosirva la Cantiga de Santa María 417, donde María lleva asu Hijo al templo y lo ofrece a Simeón, fiesta de la Pre-sentación en el mes de febrero. Letras, estribillo, melodíay acompañamiento y construcción musical en forma devirelai o rondó que canta la alegría del anciano antes deentonar el Nunc Dimittis: “Ahora, Señor, puedes dejar atu siervo irse en paz…” (Lucas 2,25-35). También ilustrala dimensión bíblica de esta obra la Cantiga de SantaMaría 80, con el saludo del ángel en la Anunciación y laspalabras de Isabel ante el saludo de la Virgen en la Visita-

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ción: todo ello es una especie de paráfrasis del textoevangélico que podría ser escuchada a un tiempo que seproyecta o se contempla la miniatura correspondiente.Aquí la pintura, el texto y la melodía proponen un artetotal. Ofrecemos el texto en español.

De gracia llena y de amor de Dios, socórrenos, Señor.

1. Santa María, si te place, ya que todo nuestro bien en ti reside y que tu Hijo hace siempre por ti lo que tú deseas…

2. Y puesto que Dios está contigo,ayúdanos, que tuyos somos,haz que seamos tuyos y que perdamos el miedo…

3. Entre las demás mujereseras bendita porque pariste a Jesucristo; por tanto, donde nos fuere menester, defensora…

4. Sé por nosotros, ya que benditoes el fruto de tu vientre; y puesto que te sientas junto a Él,ruega por nosotros cuando sea necesario…

Música apropiada para entender lo mozárabe y lo mudé-jar. Escritas en gallego. Han llegado hasta nosotros cua-tro manuscritos. Toda la fuerza del Camino de Santiagoestá latente en estas 400 canciones. Las miniaturas quelas ilustran representan a judíos, musulmanes y cristia-nos. María es la estrella del día, la strela do dia. Son esen-ciales para conocer la mente y el espíritu del siglo XIII enla España medieval.

Proponemos la elaboración de una presentación utilizan-do el programa Power Point. Emplear las imágenes queilustran las cantigas, su música, las traducciones castella-nas a modo de subtítulos y los textos bíblicos referencia-les. Así, cada grupo de clase puede hacer una presenta-ción y luego mostrarla al resto. El profesorado deReligión y el de Música pueden encontrar un espaciocompartido para estas tareas. Para los más arriesgados ylos más creativos, puede sugerirse una dramatización dela cantiga: construir una decoración al uso, una esceno-grafía, confeccionar el vestuario idóneo, preparar los ins-trumentos adecuados e incluso interpretarlas.

Una buena versión es la de Eduardo Paniagua. La vida de María. Cantigas de las Fiestas de Santa María, Alfonso Xel Sabio 1221-1284, Sony Classical. 2 CD. Un enlace deinterés es: http://www.historiaviva.org/cantigas/indice.shtml.

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La Festa o Misteri D’Elx

El Misterio de Elche fue declarado patrimonio de la hu-manidad y su alcance supera la cultura española y la cul-tura cristiana. Es un drama sacro en dos actos que se re-presenta anualmente en la basílica de Santa María deElche (Alicante) en las vísperas y en la solemnidad de laFiesta de la Asunción los días 14 y 15 de agosto. Es unaobra de teatro, en lengua valenciana, de raíces medievales,que tiene dos actos diferenciados: las vísperas y la fiesta.

Sus fuentes literarias son los evangelios apócrifos (sigloIV) y la Leyenda Áurea (siglo XIII). Musicalmentehunde sus raíces en el canto gregoriano, en otros cantosmedievales y renacentistas e incluso en adornos y añadi-dos posteriores. Son monódicos y polifónicos, general-mente se interpretan a capella –es decir, sin instrumen-tos– y se han conservado en sus textos y partituras enlas llamadas consuetas, cuyas ediciones más antiguasson de 1625.

Probablemente se trate de una representación originariade los tiempos de la reconquista de la ciudad por Jaime Ien 1265. Todas las antiguas mezquitas del Levante, en lamedida en que se convertían las ciudades en territoriocristiano, eran denominadas basílicas o iglesias de SantaMaría de la Asunción. También hay quien asegura que laobra está relacionada con la “venida” de la imagen de laVirgen a Elche en 1370.

El tema del primer acto es el final de la vida de María.Comienza cuando la Virgen pide ayuda a su cortejo yevoca así la pasión y muerte de Jesucristo (Getsemaní,Calvario y Santo Sepulcro). Es el deseo de María de par-ticipar del destino de su hijo. María, antes del tránsito,recibe la visita de un ángel que le anuncia su cercanamuerte y le entrega la palma dorada. María manifiestaentonces el deseo de reunirse con los apóstoles en tornosuyo. Es una transición de una escena cristológica, la an-terior, a una escena eclesiológica, la escena presente.María, de nuevo, gozne entre la historia y la escatología.Así llega san Juan, que la saluda como madre y que canta

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la tristeza de su alma. Más tarde entra san Pedro y, luego,seis apóstoles más. Todos en el lecho de muerte de Maríala saludan como intercesora de la humanidad. María lespide que entierren su cuerpo en el valle de Josafat.Muere María y se le sustituye al personaje por la imagende la Virgen de la Asunción, patrona de Elche. El almade la Madre de Dios (Mare de Deu) entra en el cielo.

El segundo acto comienza cuando los apóstoles, presidi-dos por san Pedro, besan los pies de la Virgen. Ellospiden a las marías que acompañen el cortejo. San Juan,por indicación de san Pedro, porta la palma de María ytodos entonan el salmo de exequias (cuando Israel salióde Egipto). Al oír el canto, un grupo de judíos se aproxi-ma con su gran rabino al frente. Los hebreos creen quesucederá con María lo que había ocurrido con Jesucristo,su resurrección, y sucede una lucha. Un judío llega hastael cuerpo de la Virgen, pero queda milagrosamente para-lizado. El resto de judíos se arrodilla en señal de recono-cimiento y respeto. A petición de los apóstoles, los judíosconfiesan su fe. Juntos, judíos y discípulos realizan el se-pelio y aparece el araceli donde el alma y el cuerpo deMaría se unen, y comienza la Asunción de la Virgen alcielo, resucitada y rodeada de ángeles. Tras la apariciónen escena de Tomás, que pide disculpas por su tardanzaporque llega de tierras lejanas, desde el cielo la Trinidadrecibe y corona a la Virgen asunta.

Conocer el Misterio de Elche, El Misteri, es una necesi-dad particular para los alumnos de Música y de Religiónen España y Europa, pero muy particular para los valen-cianos y catalanoparlantes. Para llegar a reconocer elvalor del texto literario y el valor musical del Misteri esnecesario escucharlo detenidamente, pero será mejor ha-cerse con una representación o visitar la ciudad en el mesde agosto. Para llegar a captar su mensaje, hay que cono-cer en su realidad teológica y en su valor cristiano el mis-terio mariano de la Asunción. María no ha muerto: hadescansado y ha sido asunta al cielo. ¿Por qué el cristia-nismo en la medida que va expulsando al islam de la pe-

nínsula afirma la victoria de María sobre la muerte? Esun tema genuinamente cristiano, de relación fe-mundo,Iglesia-sociedad. En Elche no se ha dejado de representareste drama sacro durante siglos, con lo cual ha conforma-do la cultura religiosa y musical y ha proporcionado unaidentidad local universal a la ciudad y a la comarca.También será su conocimiento una ocasión para accedera los textos de los evangelios apócrifos, leídos directa-mente, y para cotejarlos con los textos cantados. El cineha representado recientemente la asunción de María enla obra de Fabrizio Costa María, la madre de Jesús,(2000) y podrían compararse ambas representaciones,cine y música medieval.

Asimismo, cabe una lectura intercultural e interreligiosade este drama y de sus consecuencias culturales sobre elcontexto histórico y la polémica de la judiada.

La ciudad de Elche está en un enclave privilegiado ycuenta con yacimientos íberos (Dama de Elche) y con lasruinas de una ciudad romana (Ilice) donde hay una basí-lica paleocristiana en la zona de L’Alcudia. Está en un in-menso y bello palmeral –quizá el mayor de Europa–también patrimonio de la humanidad y es una de laszonas más interesantes para conocer el primer cristianis-mo peninsular. Establecer cualquier conexión interdisci-plinar será posible. ¿Por qué no organizar un viaje paraasistir a la representación? Eso, bien preparado, sí seríaun verdadero viaje de estudios.

Capella del Misteri d’Elx. La Festa o Misteri D’Elx. LaVespra; La Festa. Dirigido por Manuel Ramos. Graba-ción auspiciada por el Patronato del Misteri D’Elx y laCaja de Ahorros del Mediterráneo, 1993, 2 discos,RTVE. Textos del libreto de Joan Castaño García.

La web oficial del Misteri, http://www.misteridelx.com,es muy rica en informaciones.

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Monasterios y catedrales: el canto gregoriano

Proponer una antología bíblica de la música sacra medievalsin aludir al canto gregoriano es imposible. En torno al año1000 ya estaba fijado el repertorio de contenido genuina-mente bíblico. Los 150 salmos, el Magníficat, el Benedictusy otros himnos inspirados en la Sagrada Escritura. Llegar aesa síntesis no fue fácil. Pero ha marcado la historia de lamúsica sagrada y profana y de la cultura occidental.

“El canto de la misa fue evolucionando gradualmente alo largo de varios siglos. En el siglo IV, acabadas las per-secuciones de los romanos, los Padres de la Iglesia (sobretodo san Agustín de Hipona) acostumbraban a pronun-ciar un sermón basado en la epístola y el evangelio leí-dos en la misa y mencionaban a menudo el salmo canta-do tras la epístola. Poco después, mientras la gente recibíala comunión, se cantaba también un salmo, habitualmen-te el 33 (34), con su significativo versículo: “Gustad yapreciad qué bueno es el Señor”. Nuestros conocimien-tos sobre los siglos siguientes son mucho más escasos,aunque sabemos que en los siglos VI y VII se añadierona la misa el introito, el versículo del aleluya, el tracto y elofertorio”. Hasta ese momento, las únicas celebracionesque tomaban de la Biblia los textos de la misa referentesa los misterios de la fe eran las dedicadas a conmemorarlos principales misterios. Dichas festividades eran las deNavidad, Epifanía, la semana del Domingo de Ramos aPascua y la Ascensión y Pentecostés. A mediados delsiglo VII se formó, según James McKinnon, la Scholaromana. Ese grupo de cantores acompañaba al papa enlas liturgias estacionales celebradas por él en treinta ba-sílicas distintas de Roma durante el año eclesiástico.McKinnon rebate la idea, defendida previamente porotros estudiosos, de que la Schola existía en tiemposdel papa Gregorio I Magno (590-604) o incluso antes,en el siglo V, postura mantenida por Philippe Bernard,que data la Schola en casi cien años antes del papa Gre-

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gorio I. En el 690, en tiempos del papa Sergio I, existíaya para gran parte del año litúrgico una colección siste-mática de piezas del propio de la misa en canto llano.Cada día del calendario, de Adviento a Pentecostés,tenía su introito, gradual, versículo del aleluya (o trac-to, en Cuaresma y en las semanas con días de ayuno),ofertorio y comunión. Aparte de las festividades princi-pales, que ya disponían de sus cantos para el propio,debió realizarse un esfuerzo constante por componerdiversas piezas de canto llano” (Jerome F. Weber, Elcanto gregoriano, “http://www.goldbergweb.com”).

El canto llano francés más tarde se llamaría canto grego-riano, tuvo su máximo esplendor en el siglo XII y sería elnormativo en toda la Iglesia. Son cantos para la misa(partes fijas y partes mudables) y para el oficio. Poco apoco los textos fijos de la misa se fueron concretandoen Kyries (Señor, ten piedad), Gloria, Sanctus, Credo,Benedictus y Agnus Dei (Cordero de Dios) como textosinamovibles, y el resto de cantos tienen que ver con lassolemnidades o fiestas que se celebren: introito, gra-dual, alleluia, comunión y tracto o evangelio. En cuan-to al oficio, oración comunitaria al hilo de las horas li-túrgicas, pueden distinguirse: salmos, de alabanza osúplica; responsorios, con diálogos entre solista y coro;antífonas, piezas breves y sencillas con carácter lírico;gradual, algo más elaborado, y alleluia, versículo evan-gélico.

Generalmente se interpretaba a capella, sin instrumentos,aunque no siempre.

Fue el canto empleado en Europa central y occidentalhasta la Reforma, y en el catolicismo hasta mucho des-pués. Fue reformado, por su deterioro, en los siglosXVI-XVII y de nuevo a finales del XIX y principios delsiglo XX. Prácticamente ha desaparecido de la liturgiacatólica desde el Concilio Vaticano II. Queda hoy vivoen algunos monasterios y conventos, y se escuchan sus melodías en conciertos más que en su contexto celebra-tivo original. Lamentablemente, parece tener más

interés sobre él el mundo académico que el mundoeclesiástico.

En 1993, una grabación realizada por los monjes deSanto Domingo de Silos se convirtió en éxito de ventasen España, Europa y Estados Unidos. En América “laselección se presentó sin seguir el orden original, nohabía pausas entre las pistas, y el folleto no contenía notasexplicativas, textos ni traducciones. Sin embargo, en pocosmeses se vendieron dos millones de ejemplares del disco,que se situó en el tercer puesto de ventas y se mantuvo du-rante meses en los primeros lugares de la lista” (J. F.Weber). Tal como reseñábamos en Reseña Bíblica 7(1995) 63-68, esta forma de revivir el canto gregoriano pa-recía más algo emparentado con la nueva era o la músicapara relajación que su debida recepción en su originariafuerza bíblica, religiosa y litúrgica.

Será necesario que los alumnos vayan al texto latino,que se les faciliten traducciones adecuadas, que conoz-can su ubicación bíblica y el contexto de la celebración(Liturgia de las horas y liturgia eucarística). Es necesarioque entiendan bien lo que están escuchando. Propone-mos también que se crucen las informaciones con elárea de música, de cultura clásica, de arte e historia, deliteratura y de dibujo y expresión artística.

Es ocasión para visitar un monasterio, para adentrarseen la vida contemplativa, para iniciarse en la oración li-túrgica y para entrar en una sintonía nueva con las raí-ces cristianas de Europa. ¿Por qué no atreverse a cantarun fragmento, a escucharlo y a recibirlo como parte denosotros? Todavía el gregoriano popular se escucha enalgunas ermitas o santuarios y en algunas comunidadescontemplativas, y están a la mano múltiples coleccionesy grabaciones. Es algo genuinamente eclesial, particular-mente católico y típicamente europeo. No podemos pri-var a nuestros jóvenes, ni a nuestros adultos, de ese co-nocimiento y de esa experiencia.

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1. IN MEMORIAM

Francisco Contreras Molina

Sacerdote y misionero claretiano.Nació en Granada (1948). Estudió enGranada, Salamanca y Roma. Era cate-drático de Sagrada Escritura en la Fa-cultad de Teología de Granada. Fue unautor prolífico. Su especialidad fue ellibro del Apocalipsis. Auténtico exégetade la belleza en la Palabra, falleció enGranada el pasado 11 de mayo de2009.

La ABE y la dirección de Reseña Bíblicase unen en el agradecimiento a Diospor la vida y el testimonio de fe denuestro hermano Paco. En esta revistaFrancisco Contreras ha colaborado asi-duamente y ha coordinado dos núme-ros, el último de ellos dedicado el pasa-do año al Sínodo de la Palabra (ReseñaBíblica 58). Desde aquí le tributamosnuestro cariñoso recuerdo y reproduci-mos fragmentos de la excelente homilíadel padre provincial de los claretianosen su funeral pascual, que tuvo lugar enGranada el 12 de mayo de 2009.[…] “Quiero comenzar expresando miagradecimiento y alegría al compartir,como familia de Dios que somos, estacelebración pascual y de acción de gra-cias al Señor resucitado por el regaloque ha supuesto para todos nosotros lavida y la misión de un excepcional hijode la Iglesia. Hoy despedimos desde lafe al P. Francisco Contreras Molina,Paco para los amigos: religioso, sacer-dote, misionero claretiano, formador,profesor, investigador e intérprete de laPalabra de Dios, poeta, cura rural... unsencillo y entrañable hermano de co-munidad, un hombre bueno y que irra-diaba bondad hacia todos. Un cristiano

apasionado por el amor de Dios que enestos últimos meses ha sido purificadopor la prueba de la enfermedad y eldolor, dándonos sus mejores leccionesde exégesis en este tramo supremo de laexistencia. Alimentado por una profun-dísima experiencia espiritual, nuestrohermano Paco estaba especialmentepreparado para vivir en la fe, con granserenidad y enorme confianza estosmomentos finales de su camino hacia elencuentro definitivo con el Dios de laVida... […].Paco ha sido un cristiano convencido,apasionado y atrapado por la Palabra deDios, un buen profesor de los cientosde alumnos que han pasado por lasaulas de la Facultad de Teología deGranada disfrutando con su pasión porla Palabra […]. Y para quienes no hantenido esa suerte, ahí están sus librossobre la Palabra de Dios, especialmentelos que ha dedicado al libro del Apoca-lipsis (Estoy a la puerta y llamo, LaNueva Jerusalén, El Señor de la Vida...)y también a otros pasajes de la SagradaEscritura (como la parábola del HijoPródigo: Un padre tenía dos hijos...). Yal hablar de su amor por la Palabra deDios, no podremos olvidar que Paco

Sección Informativa

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tenía alma de poeta. Era tanta la sensi-bilidad, la pasión y la fe... que no lebastaba el uso común de la palabra paraexpresar lo que sentía, lo que quería co-municar. Destacan así sus libros Sonetosde Jesús crucificado, A la sombra de laTrinidad, El Espíritu fuente viva deamor o la obra María, belleza de Dios y

Madre nuestra, en el que comentaba losmás hermosos poemas marianos delsiglo XX […]. En este momento de ladespedida, vamos a recordar algunaspalabras de Paco tomadas de uno desus libros (A la sombra de la Trinidad),en las que él mismo habla de su muerte[…] (p. 272s):

“Cuando me muera, alguien cercano, piadosamente, cerrará mis ojos, ya sin vida, de vidrio apagado, derramará doliente una lágrima y

musitará una oración compungida. También cerrará mis lánguidos dedos,recogerá mis manos sobre el pecho en forma de cruz.

Cuando me muera, tú, Dios mío, gozosamente, abrirás para siempre misojos –no hechos para abonar crisantemos–, los llenarás de tu luz

transparente, como ascuas de un cristal encendido, para vernos el uno alotro con un júbilo que no pasa, ni se cansa, ni se muere.

Y tomarás mis manos yertas y frías, las abrirás como flores de vida y te lasllevarás al corazón, para que yo sienta con qué sones tan claros, con quélatidos tan hondos, palpita y repica a gloria el Corazón de Dios por mí.Entonces, cuando me muera, Dios mío, mi Trinidad Santa, nada ninadie podrá separarnos, ni la vida, ni la muerte, ni el tiempo, ni la

eternidad.Me concederás, Dios mío, en la hora de mi muerte, poder verte cara acara, contemplar por fin tu rostro, que llevo dibujado en las entrañas.

Mirar que me miran tus ojos eternos”.

Y, como broche final, no podía faltar un poema. Es uno de los últimos sonetosque ha escrito, y está incluido en su obra inédita El cáncer me ha dado la vida:

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Cuando llegue el momento de mi muerte,Os suplico: enterradme de rodillas.¡Son tan breves las flores amarillas.Tan tierna tu piedad. Tu amor tan fuerte,

Que una vida no puede agradecerte,Dios mío, este mar de maravillasSin ocaso, sin taso, sin orillasQue, gota a gota, en mí tu gracia vierte.

Naceré de mi muerte. De este sueloBrotaré, como rama de romero,En primavera y flor de eternidad.

Me alzaré de rodillas hasta el cieloDe aquel que más me quiere y yo más quiero:¡Cantaré eternamente tu bondad!.

¡Enterradme de rodillas!

NOVEDADES

Carmen Bernabé UbietaCarlos Javier Gil Arbiol

Rafael Aguirre Monasterio Qué se sabe de... Jesús de Nazaret

272 págs.

Fidel Aizpurúa DonazarQué se sabe de...

La espiritualidad bíblica328 págs.

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2. BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO

BÍBLICO

AIZPURÚA DONÁZAR, F., “Unalectura social de las cartas de san Pa -blo: 1 Tes, 1 Cor, Rom, Filp”, Lumen57 (2008) 341-426.

GREEN, E., “La muerte y el poder delImperio. 1 Tesalonicenses 4:13-18”,Kairos 40 (2007) 9-26.

GREEN, E., “La Pax Romana y el díadel Señor”. 1 Tesalonicenses 5:1-11”,Kairos 42 (2007) 9-28.

HÄRING, H., “‘No apaguéis lafuerza del Espíritu’ (1 Tes 5,19):En memoria de Kar l Rahner(1904-1984) , Conci l ium 307(2004) 147-160.

IRONSIDE, H. A., Estudios sobre I yII Tesalonicenses, Clie, Terrassa 1988.

ORTIZ, F., 1 y 2 Tesalonicenses,Clie, Terrassa 1997.

SALVADOR GARCÍA, M., “Prime-ra Carta a los Tesalonicenses”, enS. Guijarro – M. Salvador García(eds.), Comentario al Nuevo Testa-mento, Verbo Divino, Estella 1995,563-582.

SÁNCHEZ BOSCH, J., Escritospaulinos, Verbo Divino, Estella 1998.

SCHÜRMANN, H., Primera Cartaa los Tesalonicenses, El Nuevo Testa-mento y su mensaje 13, Herder, Bar-celona 1967.

STAAB, K. – BROX, N., Cartas a losTesalonicenses, de la cautividad y pas-torales, Herder, Barcelona 1974.

TRIMAILLE, M., La primera Carta alos Tesalonicenses, Cuadernos Bíblicos39, Verbo Divino, Estella 1998.

UBIETA, J. A., La Iglesia de Tesalóni-ca, Desclée de Brouwer, Bilbao 1988.

VERNET, J., “Segunda Carta a losTesalonicenses”, Liturgia y Espiritua-lidad 39 (2008) 663-669.

NOVEDADES

Dennis E. SmithDel simposio a la eucaristía

El banquete en el mundocristiano antiguo

512 págs.

Francesc RamisHechos de los apóstoles

432 págs.

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ANUNCIO DEL CONTENIDO DEL SIGUIENTE NÚMERO

NÚMERO 63:PABLO Y EL ANTIGUO TESTAMENTOCoordinador: Dr. Ignacio Carbajosa

1. Ignacio Carbajosa“PABLO Y LAS ESCRITURAS SANTAS DE ISRAEL”

2. Filippo Belli“EL USO DE LAS ESCRITURAS DE ISRAEL EN ROM 9–11”

3. Juan Miguel Díaz Rodelas“LA LEY DE ISRAEL Y EL APÓSTOL DE LOS GENTILES”

4. Antonio Pitta“EL ESPÍRITU Y LA ESCRITURA EN LA CARTA A LOS ROMANOS”

5. Patricio Navascués“PABLO Y MARCIÓN”

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