RESEÑA

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Sin duda alguna la Tierra es un planeta único dentro del sistema solar debido a la gran mayoría de procesos internos que presenta. Los orígenes, historia y evolución de ésta han sido tema central para las distintas generaciones de civilizaciones que han poblado este planeta, es por eso, que ha surgido la geología como ciencia para estudiar el origen y la evolución de la Tierra. En sus orígenes, la geología se limitaba al estudio y clasificación de rocas y minerales, fue hasta el siglo xx, que gracias a la teoría de la tectónica de placas, se abrió un nuevo horizonte en el conocimiento de las ciencias naturales en general. En antecesores estudios de esta teoría se encontraban la representación de mapas geográficos que mostraban una mayor exactitud en la forma y distribución de los continentes, el concebimiento de la idea de que las costas de África y Sudamérica coincidían propuesta por el francés Snider-Pelligrini en el siglo XIX, pero ciertamente el trabajo del alemán Alfred Wegener encontró las primeras evidencias geológicas de que, en el pasado, los continentes habían estado unidos en un solo supercontinente denominado “Pangea”, que con esto a su vez, Wegener sentó las bases de la teoría de la deriva continetal. El trabajo realizado de muchos científicos de aquella época con el fin de proporcionar información que explicara los procesos que moldean la superficie de la Tierra y los mecanismos internos que los controlan resultó inútil, puesto que esto fue factible gracias a los avances tecnológicos y creación de instrumentos científicos complejos (sonares, magnetómetros, etc.) que se han dado en los últimos 70 años. Geocientíficos como Cox, Tarling, Wilson, etcétera, han edificado las bases de lo que hoy conocemos como tectónica de placas. Nuestro planeta nació del colapso de una nube interestelar hace más de 4500 millones de años, su apariencia de una gran masa fundida fue construida durante sus primeros millones de años de su formación debido a las caídas de considerables cantidades de meteoritos y la energía emitida por la radiación de algunos elementos. Los procesos químicos y

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GEOLOGÍA DE YACIMIENTOS DE FLUIDOS.

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Sin duda alguna la Tierra es un planeta único dentro del sistema solar debido a la gran mayoría de procesos internos que presenta. Los orígenes, historia y evolución de ésta han sido tema central para las distintas generaciones de civilizaciones que han poblado este planeta, es por eso, que ha surgido la geología como ciencia para estudiar el origen y la evolución de la Tierra. En sus orígenes, la geología se limitaba al estudio y clasificación de rocas y minerales, fue hasta el siglo xx, que gracias a la teoría de la tectónica de placas, se abrió un nuevo horizonte en el conocimiento de las ciencias naturales en general. En antecesores estudios de esta teoría se encontraban la representación de mapas geográficos que mostraban una mayor exactitud en la forma y distribución de los continentes, el concebimiento de la idea de que las costas de África y Sudamérica coincidían propuesta por el francés Snider-Pelligrini en el siglo XIX, pero ciertamente el trabajo del alemán Alfred Wegener encontró las primeras evidencias geológicas de que, en el pasado, los continentes habían estado unidos en un solo supercontinente denominado “Pangea”, que con esto a su vez, Wegener sentó las bases de la teoría de la deriva continetal. El trabajo realizado de muchos científicos de aquella época con el fin de proporcionar información que explicara los procesos que moldean la superficie de la Tierra y los mecanismos internos que los controlan resultó inútil, puesto que esto fue factible gracias a los avances tecnológicos y creación de instrumentos científicos complejos (sonares, magnetómetros, etc.) que se han dado en los últimos 70 años. Geocientíficos como Cox, Tarling, Wilson, etcétera, han edificado las bases de lo que hoy conocemos como tectónica de placas.

Nuestro planeta nació del colapso de una nube interestelar hace más de 4500 millones de años, su apariencia de una gran masa fundida fue construida durante sus primeros millones de años de su formación debido a las caídas de considerables cantidades de meteoritos y la energía emitida por la radiación de algunos elementos. Los procesos químicos y físicos de la Tierra han cambiado principalmente el espesor de la capas que la forman, este hecho junto con el enfriamiento paulatino de la superficie han originado los primeros compuestos minerales y las primeras rocas de una corteza primitiva. Se posee muy poca información sobre la estructura y composición interna de nuestro planeta, y ésta ha sida recopilada por medio de datos indirectos obtenidos en la medición de fenómenos físicos superficiales tales como tomografías sísmicas, estudio del campo gravitacional y el análisis de los materiales encontrados en la superficie debido a la erupciones volcánicas; gracias a estos datos, sabemos que la Tierra está formada por 3 capas principales: Núcleo, manto y corteza.

El núcleo, que representa el 14% del volumen de la Tierra y 32% de su masa, está conformado por hierro y níquel, en menores cantidades se encuentra el oxígeno, hidrógeno, azufre y carbono; es la parte más profunda de la Tierra y sus temperaturas oscilan entre los 3500 a 4500° C. Se divide en: núcleo interno y externo. El núcleo interno se delimita a una profundidad que va de los 6371 a los

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5100 km. , mientras que el externo va de los 5100 a los 2900 km., el núcleo interno es sólido y fluye a velocidades de centímetros por año mientras que el núcleo externo es líquido y fluye a velocidades de kilómetros por hora.

El manto forma parte 83% del volumen del planeta y 65% de su masa, y está conformado por óxidos de hierro, magnesio y sílice. Su temperatura varía de 500°C en el manto superior a 3500°C en el manto inferior. En esta capa se producen las fuerzas que provocan cambios notables en la corteza terrestre. El manto se extiende de 40-70 km a los 2900km de profundidad, y el movimiento continuo de su materia incandescente provoca las corrientes de convección, las cuales son generadas por las diferencias en temperatura que ocasionan que el material más calientes de las partes más profundas ascienda a niveles más altos, es decir, profundidades menores donde su temperatura descienda y aumenta su densidad, lo cual ocasiona que caiga nuevamente hacia las partes más bajas del manto.

La corteza constituye únicamente el 3% del volumen total de la Tierra y 1% de su masa. Existen dos tipos de corteza: Continental y oceánica. La corteza continental tiene un espesor de 30 a 70 km y está compuesta de óxidos y silicatos de aluminio, por su parte, la corteza oceánica tiene un espesor de 1 a 40 km. y está formada por óxidos de hierro y magnesio. Nuestro planeta también cuenta con una capa externa, que es la atmósfera, conformada por nitrógeno, oxígeno entre otros gases.

Las rocas que conforman la corteza oceánica están constituidas por lava que se enfría a su salida del manto a lo largo de grandes grietas que dan hacia los fondos marinos, donde surgen volcanes submarinos que son formadoras de grandes cadenas montañosas largas y angostas, llamadas dorsales oceánicas, compuestas principalmente por basalto. Cabe mencionar que las propiedades magnéticas de las rocas de la corteza oceánica son de gran utilidad en el movimiento de las placas tectónicas. La corteza oceánica crece en promedio, entre 2 y 4 cm al año.

Por otra parte, las rocas que conforman la corteza continental, por sus características físicas y químicas, se han mantenido flotando sobre el manto, en la corteza continental encontramos rocas de origen oceánico, volcánico y sedimentario. La corteza continental crece a un ritmo lento a comparación de la corteza oceánica. La corteza continental crece cuando las cadenas de volcanes impactan contra sus márgenes, cuando grandes bloques de corteza oceánica quedan atrapados entre corrientes al chocar éstos, etc.

Las placas tectónicas son fragmentos independientes de litósfera que se mueven unos con respecto a otros y están separados por dorsales oceánicas, zonas de subducción o fallas de transformación. El movimiento y choque de las placas tectónicas se debe al efecto de arrastre que producen las corrientes de convección en la litósfera.

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Las zonas de apertura o zonas de rift son aquellas regiones donde la corteza se calienta y se rompe, permitiendo el ascenso de materiales provenientes del manto en forma de lava, que al derramarse en ambos lados, crea una banda de corteza oceánica nueva; esta banda de corteza nueva debe ser destruida para permitir la reintegración de sus rocas al manto, este proceso de destrucción ocurre en el borde de ciertos continentes donde la corteza oceánica se hunde bajo una corteza continental o una idéntica a ella pero más ligera, a estas sitios se les conoce como zonas de subducción, en ellas la actividad sísmica y volcánica es intensa, además de ser una de las fuerzas que han originado el desplazamiento de los continentes.

El choque entre las cortezas de los continentes en zonas de colisión, provoca que estas se deformen y aumenten sus espesor, formando así grandes cadenas montañosas, por ejemplo, el Himalaya.

Existen 8 placas litosféricas formadas por la corteza de los cinco continentes y la oceánica, entre las cuales están: La placa norteamericana (nuestro país pertenece a esta placa), la sudamericana, la del caribe, la euroasiática, la indo-australiana, la africana, la antártica y la arábica.

Existen 7 placas formadas exclusivamente por corteza oceánica: La del Pacífico, la de Cocos, la de Nazca, la Filipina, la Fidji, la de Escocia y la placa Juan de Fuca.

Llamamos terrenos tectonoestratigráficos a aquellos bloques de litosfera cuyas rocas son distintas de aquellas que forman otros bloques adyacentes. Estos terrenos se clasifican en autóctonos si se formaron cerca de su posición actual, en alóctonos si se formaron en una posición distinta a la que tienen actualmente y en sospechosos si su posición original es incierta.

La Tierra manifiesta su energía interna mediante sismos, erupciones volcánicas y aguas termales; un sismo es el movimiento del suelo provocado por un rompimiento súbito de los materiales en el interior de la tierra, los sismos de origen tectónico se deben al rompimiento de las irregularidades características de las placas tectónicas que detienen el desplazamiento entre 2 de éstas. El estudiar los sismos sirve de gran ayuda para el estudio de la estructura interna de la Tierra así como la velocidad y dirección del movimiento de las placas litosféricas.

Los volcanes son otra forma en que la Tierra libera su energía, estos son formados por la acumulación de material incandescente, originado en el interior de la Tierra y que se enfría al ser expuesto a la superficie. Llamamos magma a la roca fundida en el interior del manto y la litósfera, el magma asciende lentamente a la superficie por medio de fallas o fracturas. Cuando el magma sale a la superficie y entra en contacto con el agua o aire se le denomina lava.

Existen volcanes de arco los cuales se originan por el fundimiento de una placa oceánica en el interior del manto, los volcanes de dorsal oceánico o rift que se

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forman en el piso oceánico debido al proceso de crecimiento del mismo, por último tenemos a los volcanes de punto caliente que se producto de magmas que provienen de la parte superior del núcleo.

Tanto los sismos como los terremotos se concentran a lo largo de los contactos entre placas.

En tanto, los materiales de la corteza terrestre se ven notablemente afectados por el movimiento de las placas litosféricas, cuyos efectos producen grandes fuerzas sobre las rocas, que son capaces de dar lugar a pliegues y fallas, que al estudiar estas deformaciones nos podemos dar una idea de la dirección y magnitud de las fuerzas que actuaron sobre la roca.

Las orogenias son las deformaciones que afectan grandes zonas geográficas y son formadoras de grandes cadenas montañosas u orógenos. Las ofiolitas no son más que los fragmentos de c

orteza oceánica que se desplazan sobre la corteza continental.

Los cinco continentes que tenemos hoy en día, alguna vez formaban solo uno, denominado Pangea, en la parte central de este supercontinente se encontraba lo que hoy en día es África, al noroeste Norteamérica, al noreste Eurasia, al oeste América del Sur, al sureste la Antártida y Australia y al este la India, Madagascar y la península Arábiga. Durante la transición del Triásico al Jurásico, Pangea se dividió en 2 continentes, Laurasia, al norte, que tenía a Norteamérica y Eurasia, y Godwana al sur, que contenía al resto de las masas continentales. Ya durante el transcurso del Jurásico, el Cretácico y el Terciario, esos 2 grandes continentes se fraccionaron hasta presentar la distribución actual de los continentes.

A manera de conclusión, la Tierra es un planeta lleno de procesos dinámicos e internos, cuyas funciones son diversas, algunas son de reacomodo de materiales, equilibrio de temperatura, formación de estructuras diversas, etc. La estructura interna y externa de la tierra nos lleva al conocimiento de ciertos fenómenos como los sismos, erupciones volcánicas,

la formación de cadenas montañosas, etc. La comprensión de estos fenómenos mencionados anteriormente es de suma importancia no sólo por su naturaleza geológica, sino también nos puede servir en el ámbito económico y en el más importante, en cuestión de protección civil, para evitar al máximo nivel, las consecuencias de desastres naturales a causa de estos fenómenos.