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RESEÑA DEL LIBRO: Neoliberalismo y organización social en el campo mexicano Jorge Flores Torres 1 Resumen El coordinador del libro es Hubert Carton de Grammont, la Editorial Plaza y Valdéz; la obra comprende nueve artículos de diez investigadores y consta de 478 páginas. El hilo central es la organización social del campo mexicano bajo el llamado Estado neoliberal, implantado en México a inicio de los ochenta. En el apartado Los nuevos actores Jorge Flores reseña los artículos: de Hubert Carton de Grammont, sobre la CNA y FUPC, el de Neil Harvey, sobre UNORCA; el de Juan de la Fuente y Joaquín Morales, sobre COMAGRO, y el de Horacio MCkinlay, sobre la CNC y el nuevo movimiento campesino de 1989-1994. Bajo el apartado Los no actores reseña el trabajo de Sara María Lara Flores, sobre los asalariados rurales, y el de Rosa Aurora Espinosa, en tomo a las mujeres de campo en Guanajuato. Dentro de Procesos comenta algo en torno a los artículos de Blanca Rubio, sobre las organizaciones independientes, de Sergio Sarmiento Silva, sobre la autonomía, y de Adriana López Mojardín, sobre expresiones de resistencia . indígena. Palabras clave: organización campesina, asalariados, mujeres, resistencia, autonomía. Book Review NEOLlBERALlSM ANO SOCIAL ORGANIZATION IN THE MEXICAN COUNTRYSIDE Summary Coordinated by Hubert Carton de Grammont, Editorial Plaza y Valdez, this 478-page work contains nine articles written by 10 workers. The unifying theme is social organization in the Mexican countryside under the so-called Neo-liberal State, implanted in Mexico in the early eighties. In the section "The new actors", Jorge Flores previews the articles by Hubert Carton de Grammont on the CNA and FUPC, by Neil Harvey on UNORCA, by Juan de la Fuente and Joaquin Morales on COMAGRO, and by Horacio McKinlay on "The CNC and the new peasant movement of 1989-1994", The section "The non-actors" previews the work of Sara María larfl Flores on rural wage laborers and that of Rosa Aurora Espinosa on rural women in Guanajuato. In "Processes" the articles by Blanca Rubio on independent organizations, by Sergio Sarmiento Silva on autonomy, and by Adriana Lopez Mojardin on expressions of indigenous resistance are commented. Key words: peasant organizations, wage laborers, women, resistance, autonomy. H ubert Carton de Grammont es coordinador del libro: Neoliberalismo y organización social en el campo mexicano, editado en México por Plaza y Valdez en 1996. Investigador en el área de socio- Profesor-Investigador del Centro Regional Península de Yucatán de la Universidad Autónoma Chapingo, Apartado Postal numo 50, Cordemex, Yucatán, C,P, 97310 Fax 63 -- - - .. ---

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RESEÑA DEL LIBRO:

Neoliberalismo y organización social en el campo mexicano

Jorge Flores Torres 1

Resumen

El coordinador del libro es Hubert Carton de Grammont, la Editorial Plaza y Valdéz; la obra comprende nueve artículos de diez investigadores y consta de 478 páginas. El hilo central es la organización social del campo mexicano bajo el llamado Estado neoliberal, implantado en México a inicio de los ochenta. En el apartado Los nuevos actores Jorge Flores reseña los artículos: de Hubert Carton de Grammont, sobre la CNA y FUPC, el de Neil Harvey, sobre UNORCA; el de Juan de la Fuente y Joaquín Morales, sobre COMAGRO, y el de Horacio MCkinlay, sobre la CNC y el nuevo movimiento campesino de 1989-1994. Bajo el apartado Los no actores reseña el trabajo de Sara María Lara Flores, sobre los asalariados rurales, y el de Rosa Aurora Espinosa, en tomo a las mujeres de campo en Guanajuato. Dentro de Procesos comenta algo en torno a los artículos de Blanca Rubio, sobre las organizaciones independientes, de Sergio Sarmiento Silva, sobre la autonomía, y de Adriana López Mojardín, sobre expresiones de resistencia . indígena.

Palabras clave: organización campesina, asalariados, mujeres, resistencia, autonomía.

Book Review NEOLlBERALlSM ANO SOCIAL ORGANIZA TION IN THE MEXICAN COUNTRYSIDE

Summary

Coordinated by Hubert Carton de Grammont, Editorial Plaza y Valdez, this 478-page work contains nine articles written by 10 workers. The unifying theme is social organization in the Mexican countryside under the so-called Neo-liberal State, implanted in Mexico in the early eighties. In the section "The new actors", Jorge Flores previews the articles by Hubert Carton de Grammont on the CNA and FUPC, by Neil Harvey on UNORCA, by Juan de la Fuente and Joaquin Morales on COMAGRO, and by Horacio McKinlay on "The CNC and the new peasant movement of 1989-1994", The section "The non-actors" previews the work of Sara María larfl Flores on rural wage laborers and that of Rosa Aurora Espinosa on rural women in Guanajuato. In "Processes" the articles by Blanca Rubio on independent organizations, by Sergio Sarmiento Silva on autonomy, and by Adriana Lopez Mojardin on expressions of indigenous resistance are commented.

Key words: peasant organizations, wage laborers, women, resistance, autonomy.

H ubert Carton de Grammont es coordinador del libro: Neoliberalismo y organización social en el

campo mexicano, editado en México por Plaza y Valdez en 1996. Investigador en el área de socio-

Profesor-Investigador del Centro Regional Península de Yucatán de la Universidad Autónoma Chapingo, Apartado Postal numo 50, Cordemex, Yucatán, C,P, 97310 Fax

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Revista de Geografía Agrícola

logía agraria del Instituto de Investigaciones Socia­les de la UNAM, Grammont organiza este libro con nueve artículos de diez investigadores -incluyendo el suyo- en 478 páginas siguiendo un hilo central: la organización social del campo bajo el llamado Estado neoliberal implantado en México a inicios de los ochenta. Desde la Introducción (págs.9-20) su aporte teórico es agudo: el campo mexicano de los noventa, asegura Grammont, ya no puede ex­plicarse con las antiguas categorías de ejidatario y pequeño propietario. El campo mexicano de hoyes una amplia gama de grupos sociales que han ten­dido un puente permanente con la ciudad, en el que el ejido ya no es la única forma de organizar la producción, pues una gran cantidad de pobladores rurales se han diferenciado de esta matriz, sin reproducirse a partir de su relación con la produc­ción agropecuaria. A esta nueva realidad -dice Grammont- corresponde otro tipo de análisis para los nuevos actores y procesos.

Los nuevos actores

A lo largo del libro, encontramos la exposición de los que Grammont llama nuevos actores en los mejores años del Estado neoliberal jefaturado por el gobierno de Carlos Salinas: a) los empresarios agrícolas y b) los medianos y pequeños producto­res. La cabeza del libro es el análisis que ofrece Grammont sobre el Consejo Nacional Agropecua­rio (CNA) surgido en 1984 y conformado por la elite empresarial del campo y el sector agroindustrial (págs. 21-68). Siendo una liberación comercial y firma del TLC. Pero, el principal papel jugado por el CNA fue que sirvió como punta de lanza del régimen para decretar el fin del reparto agrario y la privati­zación del campo; sin embargo, y sorprendido posteriormente por los alcances del proceso de globalización económica, el Consejo Nacional Agropecuario enfrentó conflictos internos ante la poca capacidad de representar gremialmente los diversos intereses de sus asociados. Ello dio lugar a una nueva formación social: el Frente Unido de Productores del Campo (FUPC) como organización independiente que ya no fue aliada del régimen, sino que impugnó la liberación comercial: el pacto comercial. El masivo endeudamiento entre los agri­cultores privados en regiones de· alta productividad, fue el costo de la modernización competitiva.

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En este proceso de liberación comercial apa­recen también dos organizaciones que tuvieron un papel importante: 1) la Unión Nacional de Organi­zaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) y 2) la Comercializadora Agropecuaria de Occidente (COMAGRO). El caso de la UNORCA es analizado por Neil Harvey (págs. 239-282) y el caso de la COMAGRO por Juan de la Fuente y Joaquín Morales (págs. 283-354).

En ambos casos, se trata de un intento de sobrevivencia económica desde la perspectiva "in­tegracionista" al nuevo modelo de desarrollo nacio­naL Por un lado, la UNORCA puede verse como "una lucha por retener los excedentes del núcleo ejidal privilegiando la negociación de espacios propios, es decir, la autonomía ejidal en sus aspectos tec­nológicos, organizativos, productivos y culturales. Aún cuando la UNORCA contó con cierto visto bue­no de funcionarios salinistas, la aparición de la nueva ley agraria selló su debacle política. El caso de la COMAGRO es menos representativo como nuevo actor, pues esta organización nunca intentó la reapropiación de la base productiva campesina; la COMAGRO simuló una vertiente agro- empresarial comercializando granos y fertilizantes en todo el occidente del país. Para ello, con nuevo rostro, modernizó la parte administrativa al formar un equi­po técnico-gerencial que influye actualmente para que en su interior exista un reducido grupo mono­pólico de los recursos, y en el otro extremo, la mayoría de las organizaciones que cumplen un papel marginal.

El caso de la COMAGRO se entiende mejor con el análisis de Horacio Mckinlay sobre la CNe y el nuevo movimiento campesino de 1989-1994 (págs. 165-238). Al parecer este nuevo actor no es tal, sino que con la quiebra de la UNORCA y su marginación política, ésta experiencia autogestiva fue utilizada por el régimen para refuncionalizar sus viejos apa­ratos. En palabras de Mckinlay, se trató de una unorquización de la CNC, demostrándose con ello que el Estado neoliberal nunca intentó alentar, como opción política válida, procesos autogestivos en el campo mexicano. Mckinlay describe que la mutilación de la UNORCA fue sobre la base de traspasar viejos monopolios a la CNC, como las paraestatales desincorporadas, fideicomisos, em-

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presas del Estado y la asignación de nuevos fondos

de desarrollo.

Los no actores

Siguiendo con las reflexiones de Grammont, donde los nuevos actores son a su entender los que ahora luchan por la organización productiva (casi

en oposición a los viejos actores que luchaban por

la tierra y sus recursos), la categoría de productor dada por el Estado neoliberal, discrimina a quienes

sí pueden competir en el mercado y a quienes no pudiendo tendrán que superar su marginación si

quieren ser tomados en cuenta en el nuevo modelo económico. El problema fue que muy pronto los

nuevos actores, campesinos ricos y medianos, se

vieron en la quiebra y ante la generalización de las

carteras vencidas tuvieron que pasar de aliados del régimen a perseguidos por la banca nacional. El movimiento El Barzón es un ejemplo de resistencia

que lucha actualmente por detener los embargos y

remate de bienes.

Con esta direccionalidad que tomó el proceso

de globalización, los sectores ejidales más pobres y los pueblos indígenas no fueron de consideración

alguna para el Estado neoliberal. Son los excluidos,

los borrados de tajo con la firma del TLC y las nuevas

normatividades agrarias. Estos no actores sí apa­recen en el libro de Grammont. En primer lugar los asalariados rurales que se abordan en el artículo de Sara María Lara Flores (Págs. 69-112) y en segundo lugar las mujeres del campo de Guana­

juato de Rosa Aurora Espinosa (Págs. 387-440).

Sobre los asalariados rurales Sara Lara expo­ne quiénes son, cuántos son y cómo sobreviven. Como contingente social están muy por arriba de los 2 millones de individuos que las estadísticas

oficiales suponen: hombres sin tierra, pero crecien­

temente mujeres y niños que bajo condiciones de

salvajismo laboral son .sobreexplotados en las "nuevas formas de trabajo flexible" que imponen los consorcios agroindustriales y el sector agroexpor­

tador como eje sostenedor del nuevo modelo

agroeconómico nacional. Sin embargo, y refutan­do la tesis neoliberal de que es la sindicalización

rural la nueva alternativa para estos trabajadores, Sara Lara pone el dedo en la llaga cuando destaca la edad y el sexo de estos contingentes, su escasa posibilidad de permanencia en sitios determinados

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Reseña de libro

y, fundamentalmente, porque arriba de 50% de estos asalariados tienen como principal fuente de

empleo a las miles de unidades campesinas que hay en el país.

Los no actores existen, sostiene Sara lara. Y además de que existen, algunos sectores excluidos "se están erigiendo como constructores de nuevas

relaciones sociales desde la realidad propia de sus

grupos", como en el caso de las mujeres rurales de Guanajuato, que explica Rosa Aurora Espinosa.

Desde otra lógica de sobrevivencia , "sin el espejis­mo de las grandes inversiones ni de las ganancias

a gran escala", Rosa Aurora Espinosa nos expone

las organizaciones de mujeres en la UAIM en Gua­

najuato. Con economías sencillas, cada vez más

independientes de los ejidatarios y enfrentando con mayor realismo sus procesos en sus localidades, las mujeres rurales han actuado con mayor eficacia no sólo administrativamente, sino que con una perspectiva radial, asumen una multitud de accio­

nes que ven más allá de lo productivo, involucrando

la salud, el abasto, la educación y la ecología.

Los procesos

Al avanzar de los actores al proceso de glo­balización en México y a los procesos de organiza­

ción registrados en el periodo (desde 1982 a la

fecha), el libro nos ofrece un artículo de reflexión mayor en el que podemos concluir con las pautas evolutivas del fenómeno sociocultural del campo

mexicano. Tal artículo es el de Blanca Rubio, que

analiza a las organizaciones independientes como

opciones campesinas ante el neoliberalismo (Págs.

113-164); para Blanca Rubio, la implantación del régimen neoliberal en México es un proceso gene­ral (y a la vez profundo) de exclusión económica y

política de aquellos sectores, que aún competitivos, no pasaron la prueba del nuevo modelo. Los nive­

les internos de tal proceso nacional lo define de la siguiente forma: la UNORCA fue una ingenua alter­nativa agroempresarial; después y ante la banca­

rrota de la UNORCA reflejada por las carteras vencidas, el surgimiento del movimiento agrope­

cuario El Barzón significó la superación de la visión

política integracionista hacia la de la resistencia política. De hecho, El Barzón aparecido en 1993, ante su desplazamiento como agente productivo, constituye el último frente nacional que surgió den­

tro de los cauces legales e institucionales para

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Revista de Geografía Agrícola

impulsar sus demandas. Después de él, sobrevino la lucha armada.

En efecto, para Blanca Rubio, el Ejército Za­patista de Liberación Nacional (EZLN) es la última expresión social de organización que hasta ahora ha provocado el Estado neoliberal. Primero fue el integracionismo, después la resistencia y ahora la autodefensa armada. En el EZLN la autogestión

pasó a ser autonomía y la tierra pasó a ser territo­

rial.

De modo que los pueblos indios aparecen más que como actores como procesadores, nue­vos sujetos. De esto tratan los dos últimos artículos del mencionado libro: el tema de la autonomía que

expone Sergio Sarmiento Silva (Págs. 355-307) y sus expresiones de resistencia de Adriana López Monjordín (441-478); justamente, Sergio Sarmien­to destaca que la autonomía y territoriedad están profundamente imbricados y que ésta le dio el

carácter nacional al EZLN. Primero porque esta autonomía ha tendido a insertarse en el debate actual de los derechos humanos a escala global; segundo, porque es la expresión más acabada de un sujeto político siempre negado por el Estado y la sociedad nacional; tercero, porque la autonomía

permitió un puente comunicacional con otros sec­tores marginados del campo, llegando hasta los centros urbanos, incluso rebasando las fronteras nacionales.

A manera de conclusión

Tres temas son recurrente en este libro coor­dinado por Grammont: los cambios hechos al Artí­culo 27 constitucional, la liberación comercial y la bancarrota del sector agroproductivo nacional. A ello responden las novedades de los movimientos y actores sociales del campo. El viejo corporativis­

mo agrario del anterior Estado populista dio paso a esas nuevas formas de expresión económica y

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política cuando se instaló el Estado neoliberal. Pri­mero, el régimen creó al Congreso Nacional Agra­rio, como actor protagónico para el cerrado círculo de negociación del Tratado de Libre Comercio. Tal alianza con la elite agroempresarial duró poco, lo suficiente para reformular la nueva ley agraria. Después, el surgimiento de organizaciones auto­gestivas como la UNORCA y su rápido agotamiento

sirvieron para que este integracionismo se trasla­dara a la CNC dándole nuevo rostro. Con la quiebra de los medianos y hasta grandes productores apa­rece la resistencia política con El Barzón y en 1994 el Ejército Zapatista reinaugura la autodefensa ar­mada. Aún cuando esta línea evolutiva no cubre a todo el territorio nacional, los últimos sucesos con

el debate de la autonomía de los pueblos indios ha tendido a eslabonarse con otros tipos de autono­mías que involucran a diversos sectores étnicos, económicos y políticos del país.

Finalmente, tal y como expone Grammont, las nuevas tendencias de representación social en el campo ya no apuntan a revivir al ejido como forma política privilegiada, pero tampoco ha dado resulta­do el nuevo corporativismo del Consejo Nacional Agropecuario. La gran diversidad de unidades eco­nómicas del sector agropecuario nacional exige una descentralización atendiendo a los niveles tec­nológicos de las regiones y la especialización por ramas dentro del mismo sector, lo que hace inope­rante un modelo de organización nacional con fines de alianza. Otra versión sociocultural es la presen­cia cada vez mayor de la exigencia de la autonomía que hoy libran los pueblos indicios del sur. Aquí ya no se trata de alianza, in.tegración o resistencia. Se trata de una reconstrucción social que ha rebasado los niveles locales de parcela, comunidad y econo­mía. El tema de la territoriedad y autogobierno, ya ejercidos en los municipios declarados autónomos por el EZLN en Chiapas, tienen por delante aún mucho camino.