REPORTAJE-ENTREVISTA CIRO

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¿Por dónde danzas? Ciro 86 POR LA DANZA Nos recibe en su acogedora casa del centro de Madrid, dispuesto a compartir con nosotros un pedacito de su historia, Ciro, uno de los Maestros de flamenco más reconocidos y prestigiosos de nuestro país. Por sus manos han pasado infinidad de profesionales de la danza, y durante años, sus clases en Amor de Dios han sido ejemplo de rigurosidad y dedicación. Su faceta docente es por todos conocida, pero pocos saben que antes de descubrir su vertiente pedagógica, América le vio triunfar como bailarín, coreógrafo y empresario durante dos décadas. Ciro nos abre las puertas de su casa y de su vida. POR ANABEL POVEDA “Al flamenco le falta humildad”

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ENTREVISTA CON EL MAESTRO FLAMENCO CIRO EN EL NÚMERO 97 DE POR LA DANZA

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¿Por dónde danzas? Ciro

86 POR LA DANZA

Nos recibe en su acogedora casa del centro de Madrid, dispuesto a compartir con nosotros un

pedacito de su historia, Ciro, uno de los Maestros de flamenco más reconocidos y prestigiosos

de nuestro país. Por sus manos han pasado infinidad de profesionales de la danza, y durante

años, sus clases en Amor de Dios han sido ejemplo de rigurosidad y dedicación. Su faceta

docente es por todos conocida, pero pocos saben que antes de descubrir su vertiente

pedagógica, América le vio triunfar como bailarín, coreógrafo y empresario durante dos décadas.

Ciro nos abre las puertas de su casa y de su vida.

POR ANABEL POVEDA

“Al flamencole falta humildad”

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Ciro ¿Por dónde danzas?

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Una prótesis de cadera hace siete años le retiró de los estu-dios de Amor de Dios, porque como reconoce Ciro, esa

operación cambió radicalmente su vida. Hoy, siete años des-pués, certifica haberse adaptado a su nueva realidad y dis-fruta del día a día con resignación, “echando muchísimo demenos las clases”, viendo vídeos, recordando los buenostiempos y “haciendo vida de jubilado”. Si su yo realista haaceptado esta nueva etapa alejada del baile, el subconscienteparece no haberse despegado de su profesión y en sueñosasegura seguir bailando, coreografiando y haciendo cosasmaravillosas. “Ojalá hubiera hecho en mi profesión lo quesoy capaz de hacer ahora en sueños”, confiesa con una gransonrisa cómplice.

A sus 82 años, y con una vitalidad y un aspecto envidiables, lotiene clarísimo: “Yo he disfrutado muchísimo con el baile, hasido la pasión de mi vida. Yo dejé todo, luché contra vientos ytempestades por dedicarme a bailar”. Miembro de una acomodada familia de Palencia, y a pesarde haber vivido una Guerra Civil y una de las épocas másoscuras de la historia de España, jamás pasó hambre y suspadres pudieron darles estudios y carreras universitarias alos once hijos. Pero Ciro era diferente… estudiante ejemplar, una vez en cuar-to de Derecho, a punto de terminar la carrera, decidió que loque quería era bailar y se vino a Madrid “con nada” a buscarsela vida. Con la familia en contra y sin un duro se presentó en lacapital y se pateó los tres estudios dispersos que había en aquelmomento, dispuesto a invertir lo que sacaba en figuraciones ytrabajillos, tomando clase. Pasó por las manos de María Ibar,“una profesora de ballet con unos brazos maravilloso”, deHéctor Zaraspe o de La Quica y pronto descubrió Amor deDios, donde dedicó un año entero a formarse. Asegura que nopodía salir a ningún sitio porque todo lo invertía en las clases yque “pasaba un poquitín de hambre”, pero aún así, la recuerdacomo una etapa preciosa y divertida. La suerte, su sino y el talento hicieron que pronto despuntara ydecidió presentarse a una audición para la compañía deAntonio. Cuenta como anécdota que cuando entró en su estu-dio, un Antonio elegante, con jersey negro de cuello alto, dosperros y la Duquesa de Alba sentada a su lado, le esperabajunto al pianista para hacerle una prueba. Se lució en la parteflamenca pero Antonio le pidió que se pusiera los palillos para

“Al flamenco le falta clase,esa es la gran pena. Si tienes clase tienes humildad,

envuelve muchas cosas: elegancia, sinceridad, prudencia,saber estar, y eso es lo que le falta al flamenco"

© ELKE STOLZENBERG

Publicidad del Tablao de Ciro en San Francisco.

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bailar una pieza de Escuela Bolera, y ahí fue donde Ciro creyóque había perdido cualquier opción. Se ríe y dice convencido“soy el peor de España tocando las castañuelas”. Y fruto de esacarencia reconocida, en plena audición se empezó a trabar conlos palillos, se paró en seco y ante el enfado del propioAntonio, cogió sus cosas y salió por la puerta. Pero para su sor-presa, un asistente del bailarín le llamó y le subieron al despa-cho del director de la compañía. Allí Antonio le dijo que se ibande gira a Sudáfrica en dos semanas, y que tenía ese tiempopara aprenderse dos programas diferentes porque se iba conellos… fue tal su sorpresa que encantado cogió al vuelo todaslas coreografías y se fue con Antonio a recorrer mundo.

Cruzar el charcoDefensor a ultranza del flamenco de calidad, recuerda las reu-niones de bailaores, guitarristas y cantaores en la Plaza SantaAna, que de forma espontánea intercambiaban información,ritmos y formas de hacer. Fue en esa época cuando le surgió laposibilidad de irse a Chicago a trabajar a un tablao. Y no dijoque no porque Ciro siempre ha creído que es ahí donde seforma un auténtico bailaor. Le invitaron cuatro semanas y sequedó seis meses, le consiguieron el permiso de trabajo y suestancia en Estados Unidos se prolongó tres años más, detablao en tablao por todo el país. Descontento con las condicio-nes de trabajo y los sueldos de los artistas, pensó que esa situa-ción había que cambiarla y decidió hacerse empresario. Montóun tablao flamenco en San Francisco que durante muchos añosfue un referente de calidad. Importantes críticos de la zonaescribieron más de una vez que el suyo era el mejor espectácu-lo de la ciudad.Acompañado por Rosa Montoya, y por artistas como Sabicas oAntonio Serrano, fue sacando el tablao adelante con esfuerzo ydemostrando que la calidad siempre tiene su recompensa. Fue allí donde una noche cualquiera, con apenas diez personasen el público, bailó sin saberlo para el famoso Moiseyev, direc-tor de uno de los ballets rusos más importantes del momento.Y quedó tan prendado del arte de Ciro que a la noche siguientetoda la compañía y todos los medios de comunicación de SanFrancisco se presentaron en el tablao para contemplar ese artetan completo y especial. “Tuve que alquilar cincuenta sillas esanoche, lo que allí sucedió no puedo explicarlo con palabras…fue tremendo”, recuerda emocionado.Ese encuentro con Moiseyev, que le confesó que el flamencoera el arte más grande que existe, fue muy fructífero, pues lehabló de él al mismísimo empresario Sol Hurok, todo un refe-rente de la época. Le llevaron a Nueva York y en el restauranteRainbow, con unas luces y delante de unos 300 distribuidoresde Estados Unidos, tuvo la oportunidad de demostrar la cate-goría de su baile. Tanto fue así que en un improvisado cameri-no entre fogones, firmó su primer contrato con Hurok y montósu propia compañía.Esencialmente flamenca pero con números de danza españolao escuela bolera, la Compañía de Ciro giró por todo EstadosUnidos en tournés que les llevaron a bailar hasta en ochentaciudades americanas. Fue una época muy bonita, dura y sacri-ficada, pero muy intensa.Al mismo tiempo y por una visita casual a un tablao flamencode Nueva Orleans, en la parte francesa de la ciudad, Ciro vol-vió a ver la oportunidad al enterarse de que lo iban a cerrar ydecidió comprarlo y gestionarlo, al igual que había hecho conel de San Francisco.Lo sacó adelante y en una calle donde apenas había nada másque banderas españolas colgadas de su fachada, fueron proli-ferando negocios y una vida cultural que los habitantes deNueva Orleans refrendaron llenando cada noche el estableci-miento. Ciro asegura que la primera vez que pisó NuevaOrleans, supo que iba a vivir allí, y sí, siete años estuvo compa-

ginando el negocio con la compañía al otro lado del charco.Si lo piensa detenidamente, ahora se da cuenta de que se matóa trabajar, pero afirma que lo hizo con gusto…Fue una época en la que se dedicó, básicamente “a hacer y pro-mocionar España”. “Sobre todo siempre hemos dado un fla-menco digno, buen flamenco. Creo que ha sido el eje central demi baile, la calidad. Más que las luces de neón… seriedad”.Volvió a España con la compañía para preparar una actuaciónen la Ópera House de Sidney, pero un asunto de faldas entrelos miembros del grupo provocó que Ciro tuviera que cancelarla gira. Un poco decepcionado, pensó que era el fin de unaetapa, pero lejos de acomodarse siguió alquilando su estudioseis de Amor de Dios, para no perder la forma y seguir investi-gando en su baile. Y allí, con la puerta abierta para poder respi-rar del polvo que desprendía ese suelo, alumnos y jóvenes quepasaban por allí empezaron a fijarse en sus formas y a pedirleconsejos, material y apoyo… y casi sin saberlo, se acercó a ladocencia y comenzó otra preciosa etapa de su vida, la deMaestro.

Ni agradecido ni pagadoSorprendido de que los jóvenes quisieran tomar clase con él yconsciente de que le gustaba muchísimo compartir con ellos suconocimiento, vendió el tablao de Nueva Orleans y se quedódefinitivamente en España. Tenía 52 años.Cree que un punto crucial en su éxito como maestro es quehabía vivido aislado y sin tener grandes influencias, puesdurante años se entrenó e investigó solo en estudios de EstadosUnidos, lo que provocó que su forma de bailar sorprendieracuando llegó a Madrid. “No existe el autodidacta, esto es unacadena en la que lo importante es que tú puedas añadir algopropio, eso es lo importante; pero hay gente que dice soy auto-didacta cuando no es cierto. Algunos incluso tienen el valor deproclamarlo habiendo estudiado conmigo durante años…gente que yo he colocado y he enseñado y jamás han reconoci-do haber pasado por mis clases… es normal que a uno se lecorte el cuerpo”.Asevera con un punto de tristeza, “al flamenco le falta clase,esa es la gran pena, le falta clase… y si tienes clase tieneshumildad, la clase envuelve muchas cosas, elegancia, sinceri-dad, la prudencia, el saber estar, y eso es lo que le falta al fla-menco. Y sigue así, porque no veo que haya evolucionado,mientras estás en el candelero, todo son aduladores, peroluego… llega la realidad. A mí no me llama ni dios a este teléfo-no, nadie, y he dado a manos llenas…”.Sin querer decir nombres, prudente ante todo, asegura quegrandes figuras de la danza, incluso Premios Nacionales a losque ayudó en su momento, sin pedir nada a cambio, no sólo leniegan como maestro sino que no han sido capaces ni de invi-

“La memoria es frágil y elegoísmo feroz, la gente

cree que si reconoceayudas e influencias

pierde valor, lo quedenota inseguridad en sí

mismos y demasiadavanidad"

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Ciro ¿Por dónde danzas?

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tarle a sus espectáculos cuando han estado en Madrid con suscompañías. “La memoria es frágil y el egoísmo feroz, la gentecree que si reconoce ayudas e influencias pierde valor, lo quedenota inseguridad en sí mismos y demasiada vanidad”.También confiesa que muchos “toman prestadas coreografías,pasos e ideas” y se las agencian como propias sabiendo queson de otros… ‘Falta clase’”, repite con gesto serio.La realidad es que por sus manos han pasado casi todos losprofesionales de la danza española y que ha sido un referenteimprescindible en la formación de varias generaciones de bai-larines.Como coreógrafo, también pudo hacer sus pinitos, gracias auna recomendación de Bourio, montando El Amor Brujo parael Ballet Nacional Festivales de España con Juan Mata,Arocha y Curra Jiménez. También se siente orgulloso de unapieza que hizo en torno al Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, deLorca, para un festival de Jerusalén. Allí, recuerda, tuvo laoportunidad y los medios de poner en marcha la que fue una

gran producción. En EstadosUnidos también coreografiógrandes óperas donde bailó

como invitado.

Orgullo yautosuficiencia

Ciro se queda pensativoy comenta que el orgullo es el pecado nacional, casi a la

altura de nuestra autosuficiencia. “Falta dirección, aquí nadiequiere un director de nada porque todo lo sabemos nosotros yasí nos va, hacemos unas tonterías tremendas porque nadie tedice así no. Es importante tener a alguien que mire desdefuera, con un gran criterio, con coherencia, sabiendo lo que hayque saber y que te vaya guiando… pero aquí todo el mundo selo sabe y no quieren directores. Yo en un par de ocasiones, poramor a la danza, me he ofrecido para ayudar a algunos artistasy he recibido muchos ¡sí, me encantaría! pero no me han llama-do nunca”. A los jóvenes talentos les admira la técnica pero por poner unpero, cree que les falta tiempo en el escenario para estudiarse,investigar y adquirir el estilo, ese sello propio de cada artista.“Salen del estudio al escenario, tienen pocas oportunidades yal final lo que se ve es un baile muy homogéneo, uniforme, sinpersonalidad”. “Se dedican mucho a la ejecución un poco cir-cense… muy de impacto, en lugar de reposar. No saben ir des-pacio, andar, bailar los silencios. Salen bailando maravillosa-mente bien pero hay que llevar la técnica con más cabeza, conmás sentido, con más peso, que dentro de ese baile y esa fanta-sía haya un punto de calma, de tranquilidad, contrastes… yeso no lo veo”.Retirado del mundillo, un viaje a Moscú el pasado verano paraparticipar como jurado en un concurso de flamenco con másde 60 grupos rusos, le reportó unos días llenos de alegría y sor-presas en compañía de otros artistas como Juan Mata, AnaGonzález o Antonio Alonso. Volvió a Madrid sorprendido dela afición rusa por un arte tan nuestro y de los esfuerzos quehacen por copiar la técnica y alcanzar cierto grado de excelen-cia…Más que un viaje, una espina que se quitaba después demuchos años, pues el intento de Moiseyev de llevarle a Rusiaquedó truncado en su momento por una prohibición expresade Franco. “La vida de un bailarín es muy sacrificada. Pero estambién muy interesante. Cargamos con la desgracia de ser lospobres del arte, la Cenicienta de las artes, y eso que gracias adios el flamenco va cogiendo su sitio y su reconocimiento. Erasólo cuestión de tiempo porque cuando esos tres elementos: laguitarra, el cante y el baile se unen, se produce una magia yuna comunión que es un milagro”. p

“Falta dirección,aquí nadiequiere un

director de nadaporque todo lo

sabemosnosotros y así

nos va, hacemosunas tonterías

tremendasporque nadie te

dice así no"