REPORTAJE El Aula, Mi Miedo

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VENANCIO MERINO ROSALES REPORTAJE El Aula, Mi Miedo 1.200 casos de acoso escolar se registraron el pasado año en España, 1.200 vidas marcadas para siempre por insultos, humillaciones y agresiones de todo tipo. Pero, ¿por qué? ¿qué hay qué hacer? ¿quién debe frenar esta pesadilla? ¿se hace lo suficiente? Analizamos este problema en profundidad para que no haya más silencio, más tabúes, pues el daño es incalculable. El acoso escolar contado desde todos los frentes posibles. Una mirada hacia un dolor que la sociedad desconoce.

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VENANCIO MERINO ROSALES

REPORTAJE

El Aula,Mi Miedo

1.200 casos de acoso escolar se registraron el pasado año enEspaña, 1.200 vidas marcadas para siempre por insultos,

humillaciones y agresiones de todo tipo. Pero, ¿por qué? ¿quéhay qué hacer? ¿quién debe frenar esta pesadilla? ¿se hace losuficiente? Analizamos este problema en profundidad para queno haya más silencio, más tabúes, pues el daño es incalculable.El acoso escolar contado desde todos los frentes posibles. Una

mirada hacia un dolor que la sociedad desconoce.

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SURGE UNA

DESESPERACIÓN

POR ENCAJAR EN UN

DETERMINADO

CÍRCULO

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“Cada vez que aparecía por lapuerta del aula comenzaba uncalvario, insultos constantes,

risas continuas, algunos se aparta-ban de mí porque uno decía quetenía piojos u otra cosa depen-diendo del día, empujones, pata-das... Para mí ir al colegio era uninfierno, mi infancia fue una expe-riencia que prefiero olvidar.” Dicen que la mejor etapa de unavida es la infancia, en la que no setienen preocupaciones, los padresquieren, cuidan y se preocupan demostrar ciertos valores a sus hijoso hijas, es una época de continuocrecimiento intelectual, moral, fí-sico, ético...Posteriormente, llega la adolescen-cia, una etapa más difícil, en la quelas hormonas se revolucionan, sur-gen los amores y se aprende a sermás independiente. Es una etapa enla que los padres suelen sufrir másen la educación de los hijos y se leshace complicada esa formación.En las primeras etapas de la vida,se recibe la educación en el colegioo el instituto, donde se ofrece unaperspectiva que dice “recibirás edu-cación, tendrás amigos y habrás deestudiar duro si quieres llegar a seralguien en la vida”, pero el pro-blema surge cuando, de repente,una persona se convierte en elblanco directo de las burlas de al-guien. Una simple broma es con loque comienza, o un insulto puedevaler, y aquí comienza una pesadi-lla que, por desgracia, de algúnmodo, marcará la vida de esa per-sona. Esa pesadilla se llama acoso esco-lar, más conocido también comobullying, que en términos generaleses acuñado como cualquier formade maltrato, ya sea psicológico,verbal o físico, producido entre es-colares de forma reiterada duranteun período de tiempo determinado,más o menos prolongado en el ti-

empo. Es en la etapa de secundariadonde se producen la mayoría delos casos, según los recuerdos queguardan varias víctimas, como Car-los, de Tenerife: “A partir de esaetapa escolar, se solían metermucho conmigo porque estabagordo y tenía bastante pluma, puesya empecé a descubrir mi homose-xualidad.” Es, en este período,donde más frecuentemente unchico o chica puede sufrir cualquiertipo de acoso, pues es una época dedesarrollo personal, donde la auto-estima no está bien cimentada,cuando uno/a es más vulnerable ysensible a los comentarios de losdemás, y surge una desesperaciónpor encajar en un determinado cír-culo. Está demostrado por expertos enpsicopedagogía que se suelen darmás casos de acoso escolar entrealumnos de 11 y 13 años, pues sonedades en las que un niño o niñaempieza a ver cómo su cuerpocambia, y se ve con una falsa ideade independencia general, por loque es difícil controlarlos, comoatestigua Yolanda, orientadora en elinstituto de San Jerónimo en Sevi-lla, a lo que habría que añadir elpunto de vista de Margarita Rosa-les, educadora de menores tutela-dos en Albacete (Castilla LaMancha), que expone que “se dauna mayor proporción entre alum-nos de secundaria que de primaria,ya que los alumnos de primariaestán más controlados que los desecundaria”, “Es todo más compli-cado en esa etapa de la educación”,explica Ana Cob, profesora de Ge-ografía e Historia y compañera deYolanda.“Son niños que llevanarrastrando problemas desde el co-legio, por lo que es muy difícil tra-tar con muchos de ellos”, señalaYolanda, jefa de estudios delmismo instituto que su homónima,la orientadora. Pero interesante resulta la aporta-ción sobre este tema que

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concienciación y la prohibicióndel bullying.

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Dos imágenes más: un graffiti en Praga dedicado a lasvíctimas, y el lugar donde se hainvestigado para el reportaje: el

Instituto de San Jerónimo (Sevilla).

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ofrece Antonio, más conocidocomo Tonyxu, un hombre de 35años que sufrió acoso escolar en elpasado, que explica cómo el ado-lescente es más cruel que un niño oniña, que hace por repetición aque-llo que ve en casa, y el adolescenteempieza a crearse un criterio pro-pio. Sin embargo, no es recomen-dable excluir de esta problemáticaa los más pequeños, pues entreellos también se produce este mal,pues en el último año los casos deacoso a menores de 7 años aumen-taron un 87%, según datos cosecha-dos en Abril de 2017 por el IIEstudio sobre acoso escolar y Ci-berbullying de la AsociaciónANAR (Ayuda a Niños y Adoles-centes en Riesgo), lo que da quepensar sin duda.

Cada persona tiene su puntode vista sobre este tema,no todo el mundo define el

acoso escolar de una misma ma-nera. Existen muchas definicionesentre los expertos en educación: Margarita Rosales, educadora demenores tutelados, lo define como“la situación en la que un alumno/ao alumnos/as, están expuestos, deforma repetida y prolongada en eltiempo, por medio de distintas for-mas de hostigamiento intencionadopor parte de otros alumnos y dondeel que acosa se encuentra en una si-tuación de inferioridad respecto alacosador”.Por su parte, Jesús Delgado, traba-jador social de la AsociaciónCIMA, lo define como “La reitera-ción de una actitud individual ogrupal a un menor que hace queeste imposibilite su correcta inte-gración en el centro escolar, tieneque haber una reiteración de los he-chos y tiene que imposibilitar almenor o la menor la capacidad derelacionarse con sus iguales”.

Por último, Yolanda, jefa de estu-dios, supone que es “Hacerle de al-guna manera sentir mal a unalumno/a por diversas causas,desde una agresión directa, ya seafísica o verbal, o incluso por omi-sión de relación con él o ella, loque yo llamo hacerle el vacío”.Todas estas definiciones exponenclaramente unos rasgos caracterís-ticos del acoso escolar: el sufri-miento que llega a padecer unapersona, el acoso al que es some-tida y la capacidad que tiene de im-posibilitar el avance psicológico deuna persona, es decir, que su mentese frene, se incapacite, que no lle-gue a vivir una etapa en su vida quedebería ser de aprendizaje y de des-cubrimiento. Da lugar a una expe-riencia dolorosa y sufrida. Uno de los interesas que muestraeste tema es conocer cómo afrontael acoso escolar la sociedad. Enuna encuesta realizada en Google,los internautas destacaron que elacoso está basado en “Abusos deautoridad por parte de ciertas per-sonas hacia una u otras debido a sucondición social dentro del grupoescolar” o “violencia física o psí-quica de una persona hacia otradonde una persona está desprote-gida totalmente.” Pero la mayorparte de los internautas que partici-paron lo tienen muy claro: el acosoescolar es maltrato, vejación, hos-tigamiento, abuso, en definitiva,hacerle la vida imposible a una per-sona. Una simple encuesta ayuda aentender que es una lacra, y quepor fortuna la sociedad lo sabe.Pero, desgraciadamente, hay ciertotabú, no hay valentía a enfrentarsea quienes lo cometen. Hace años se solía disculpar elacoso escolar con la expresión “soncosas de niños”, como por ejemplocuando los padres de un alumno/allegaban al despacho de un profe-sor/a, que previamente los habríacitado, y les contaba que su hijo/ahabía hecho tal cosa a un compa-

ñero, o que él o ella, junto con ungrupo, le había causado daños ouna broma pesada, y ante esa situa-ción la actitud de los padres pasabapor normalizar o minimizar el actoque su hijo había cometido, con loque estaban cometiendo un graveerror, ya que es como si no quisie-ran afrontar que su hijo es un aco-sador en potencia y estáamargándole la vida a una persona,porque o bien tienen otros proble-mas en su entorno, o es que les im-porta poco la educación de su hijo. Se trata de un problema grave,como cuenta Yolanda, la orienta-dora: “Hay que pararse ante ciertosmomentos y situaciones, es el des-precio hacia una persona que tene-mos al lado y lo está pasando mal”. Otra reflexión importante delasunto es la que ofrece Ana Cob,que tiene bastante experiencia conalumnos muy conflictivos y de eda-des tempranas: “decir que el acosoescolar es cosa de niños perjudica,y mucho, pues aquel que está su-friendo acoso escolar lo sufre en si-lencio, y muchos adultos no lossabemos detectar porque no nos locuentan, tienen miedo, porque seconfunde mucho, y pueden perma-necer callados para siempre y elloconlleva unas consecuencias nefas-tas”.En términos muy similares se pro-nuncia Yolanda, jefa de estudios ycompañera de Ana Cob, que ex-pone que “hay que darle su impor-tancia, porque en el momento enque tú lo estás categorizando comoun juego de niños, no le das impor-tancia, evitas soluciones, evitas re-cursos, evitas todo, hay que darle laimportancia que de verdad tiene.Ciertas ideas deben ser desterra-das”.Quien apuesta por una visión máscalmada y técnica es Jesús Del-gado, encargado de atender a niñosy jóvenes problemáticos o con unentorno difícil, que expone que“hay que ver cada caso, no

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“MUCHOS ADULTOS

NO LO SABEMOS

DETECTAR PORQUE

NO LO CUENTAN”

se puede generalizar, no hay quehacerlo, qué acoso, cual, de quién,hacia quién o quiénes, hay que in-vestigar todas las partes”.Entonces, ¿cuál es la solución atodo esto? Una adecuada forma-ción e información de qué es acosoescolar hacia los alumnos de un de-terminado centro escolar y aquellosencargados de poner orden que do-minen el tema. Muchos de loscasos que se ven en varios centrosescolares no suelen trascender amás por fortuna, por lo que la ideade que se escurre el bulto es inexis-tente. Pero aunque algunos casos no sue-len trascender a más, otros por des-gracia, sí, y traen consecuenciasfatales para quien lo sufre. De ahíla importancia de desarrollar nadamás que se detecta o se conoce unpresunto caso de acoso escolar, elprotocolo pertinente para llegarhasta el fondo del asunto y frenarlo,acabar con él. Sobre este procedi-miento, la educadora de menorestutelados Margarita Rosales explicalo siguiente: “Cuando por alguna fuente es de-nunciada la posible existencia deacoso escolar hacia algún alumnose activa el protocolo y se siguenlos pasos que se marcan en elmismo. Por ejemplo, la madre deun alumno observador da la voz dealarma comunicándolo al centro yse pone en marcha la maquinariaque describe el protocolo”.Por su parte, Rafael, profesor deEducación Física en Sevilla, sos-tiene que se tramita automática-mente a través de jefatura deestudios y a dirección, y el equipode orientación finalmente inicia unexpediente de acoso. Los protocolos ayudan a desentra-ñar la veracidad de todo caso, por-que no todo se puede meter en elmismo saco, hay padres que acu-den al centro y dicen que su hijosufre acoso y, en la mayoría de loscasos, es sólo una riña con un com-

pañero/a o un amigo/a, o inclusohay jóvenes que denuncian comovenganza personal hacia alguien.Ahí reside la importancia de losprotocolos. Se llega al fondo de lacuestión y ayudan a desenmascarara quienes juegan con un tema tanserio y a que los casos reales nopermanezcan silenciados y sean de-nunciados y frenados. Mediante elprotocolo se procede a entrevistaral acosador y acosado por sepa-rado, junto con sus respectivas fa-milias, para ayudar al acosado ypara que el acosador reflexionesobre sus actos, “pero no es nadafácil, depende de la edad, con jóve-nes es muy difícil”, como cuentaVíctor Manuel Ávila, director delInstituto de San Jerónimo en Sevi-lla. A continuación, comienza la redac-ción de multitud de informes contestimonios de todas las personasimplicadas en el caso, y si el aco-sado y acosador se encuentran en elmismo grupo y aula, se cambia declase al acosado, pero de no ser así,se implanta una especie de ordende alejamiento, con la que se avisaa todo el claustro de profesorespara que preste especial atención yevite un mal mayor, pero si el casorebasa límites de gravedad, corres-ponde entonces a la Fiscalía de Me-nores hacerse cargo del asunto. Lanueva práctica de la orden de ale-jamiento va dando sus frutos en elinstituto que dirige Víctor, que co-menzó a llevarse a cabo tras produ-cirse un caso con una alumna deESO que sufría un acoso constantepor parte de una compañera, ha-biendo entrevistado a todas las par-tes y puesto el caso enconocimiento de las familias, fuepuesta en marcha dicha práctica ycon la ayuda de varios profesores,compañeros de la chica y tutora, laacosadora cesó sus actos, y sucesi-vamente el índice de casos fue des-cendiendo, dando un ejemplo delucha y prevención.

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EN ESTA PÁGINAEchar una mano.

Cartel de la National Bullying Pre-vention en Estados Unidos del año2011, recalcando la importancia de

ayudar a la víctima.

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“SE ESTÁN

CAMUFLANDO

MUCHAS COSAS”

Los protocolos, por fortuna,ayudan a calmar la alarmasocial que se crea frente al

acoso escolar, pero según defiendeMargarita Rosales, la educadora demenores tutelados, cuando se co-mienza a investigar y se concluyeque no se trata de un caso de acoso,“hay que saber diferenciar lo que esuna riña de un caso de acoso esco-lar”.Y es que todavía hay quien no di-ferencia exactamente lo que esacoso escolar verdadero de un sim-ple caso aislado, como una discu-sión o una pelea puntuales, que nosuelen llegar más allá del sitio enque se han producido, como porejemplo, el patio del recreo o elaula. Así lo cuenta Yolanda, laorientadora: “Quizá en la actuali-dad se está usando indiscriminada-mente el término de acoso escolar,tanto por alumnos como por pa-dres, lo que no puede ser es que poruna situación donde haya habidouna discusión o un roce, que ven-gan aquí al día siguiente los padreso el alumno diciendo que le están

haciendo bullying; después está elotro extremo, el que lo está su-friendo de verdad y lo desconoce-mos, y tenemos dicho que a lomínimo lo comuniquen a direccióno jefatura de estudios”.La confusión es tal que los profe-sionales de la educación se ven aveces desbordados por la continuallegada de padres o madres dealumnos/as diciendo que su hijosufre acoso, o que lo está sufriendo,en el caso de que sea el alumnoquien vaya al despacho, comocuenta Yolanda, la jefa de estudios:“Casos de gente diciendo que su-fren acoso escolar o padres y ma-dres que dicen que su hijo/a sufreacoso hay muchos; después hayque saber separar y diferenciar loque es y lo que no es, hay que in-vestigarlo. No siempre todo el queentra por la puerta diciendo ‘estoysufriendo de acoso’ lo están aco-sando de verdad, se están camu-flando muchas cosas”.¿Qué hacer entonces para evitarconfusiones? Hablar con todos losimplicados en el caso.

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EN ESTA PÁGINADesesperación.

Una niña rompe a llorar en lo que esuna imagen desoladora, reflejando elsentimiento de muchas de las perso-

nas que sufren acoso escolar.

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Es importante aclarar segúnlos expertos que a un niño/aque sufre acoso no se le

puede decir que se defienda, puesprecisamente por no poder hacerloes una víctima, y no ayuda paranada. El acosado suele tener un perfil di-ferente al del resto de sus compa-ñeros, le puede gustar undeterminado estilo musical, no legusta jugar al fútbol, o prefierejugar a lo que gran parte de losniños consideran “juegos de niñas”,suele ser el empollón o la empo-llona de la clase, son de otra raza onacionalidad, o muestran una ten-dencia sexual diferente a los ojosde los demás (transexual, gay o les-

biana. Jesús Delgado lo ve así: “Noes tanto el aspecto físico, que porsupuesto influye, es más la autoes-tima, la víctima suele ser una per-sona con muy baja autoestima. Losniños, cuando pasan a ser adoles-centes, entran en una edad muycomplicada, se están creando comopersonas, y entonces tienen muchasinseguridades.” O simplemente, enocasiones, es que son más tímidosde lo normal, y si en cualquier si-tuación que se le proponga muestraun mínimo signo de flaqueza, uobedece ciertas órdenes, el maltratocomienza, y esa persona desea queel recreo, que se supone es lo mejordel día, llegue lo más tarde posible,o que no llegue nunca, aunque no

hace falta que el acoso se pro-duzca en el recreo, basta con queen horario de clase el profesor oprofesora no mire y el acosadorhace su trabajo. Yolanda, la orien-tadora, lo expresa con una frasetan cierta como triste: “el acosa-dor sabe muy bien qué víctimaelegir”.El II Estudio sobre acoso escolary ciberbullying, realizado por laFundación ANAR y la FundaciónMutua Madrileña, demostró que laprincipal causa por la que una per-sona es acosada sigue siendo en el31,6% de los casos las caracterís-ticas físicas, mientras que la agre-sividad del acosador subió desdeun 10,7% hasta el 20,5%.

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Ciberbullying, una nueva forma de castigarFacebook, Twitter, Instagram...“Vivimos en una sociedad de aco-sadores, y nos encanta”, dice Han-nah Baker (Katherine Langford) enun episodio de la serie de Netflix‘Por Trece Razones’, que en los úl-timos meses ha adquirido una im-portante repercusión social debidoa su temática. Las redes que Han-nah nombra en los últimos tiemposhan hecho más fácil la vida coti-diana, mantener el contacto con lasamistades y publicar largos álbu-mes de fotos. Para muchos es im-posible estar cierto tiempo sinmirar los mensajes en WhatsApp,publicar un estado en Facebook oun “tuit”.Pero la adicción a estas tecnologíastambién tiene sus riesgos, pues enInternet es fácil esconderse bajo unperfil y atemorizar a alguien, y sinsufrir castigo pues puede desapare-cer por arte de magia. ¿De qué sehabla? Del ciberbullying. El ciberbullying ha endurecido elacoso escolar de forma alarmante,ya no hay que hablar de víctimas deacoso escolar, sino también incluir

a las que sufren esta nueva catego-ría, y los índices de víctimas subeny suben. La víctima no puede res-guardarse en casa, el sitio dondenada puede ocurrirle, porque cogesu teléfono móvil y ahí está su aco-sador, que piensa que no le hace elsuficiente daño y suplanta su per-sonalidad, publica y difunde fotoscomprometidas de su víctima,montajes... “Las nuevas tecnolo-gías han dado paso, sin duda, a unanueva forma de acoso escolarmucho más dañina y difícil de de-tectar”, cuenta la educadora de me-nores tutelados Margarita Rosales.Alrededor de uno de cada cuatrocasos son ciberacoso. En 2016 seregistraron un 36,5% de casos,quizá habría que centrar la miradaen los padres: “La responsabilidadde que niños de 8 años o menostengan móvil es totalmente paterna,si su hijo no hace un buen uso deesa herramienta deben confiscar-sela”, señala Tonyxu, antigua víc-tima de acoso. El ciberbullying escapa al controldel profesorado, pues hay alumnos

que dicen “si me quitas el móvil tedenuncio”, y ante esta amenaza seven incapacitados a la hora de lu-char contra este problema, segúnYolanda, jefa de estudios en un ins-tituto, los acosadores cada vez ac-túan menos en las inmediacionesdel centro. Acechan y maltratan asu víctima mediante las redes so-ciales, saben que allí no recibiráncastigo y se aprovechan de la situa-ción. En estas situaciones, lo mejores hablar con los padres o respon-sables legales, y que la policía tomecartas en el asunto inmediatamente.“El teléfono móvil es un arma dedoble filo para adolescentes y niños(aunque con menos de 12 años nodeberían tener un móvil), causamás prejuicios o problemas que be-neficios, te controla la vida total-mente, por ejemplo mi hija tieneuno y le digo que se ande conmucho cuidado, si los jóvenes dehoy en día no tuvieran teléfonomóvil, descendería el número devíctimas de acoso, estoy segurísimade ello”, indica Yolanda, orienta-dora en un instituto de Sevilla.

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En cuanto al perfil del acosador,suele suceder que en la mayoría delos casos está reproduciendo lospatrones de conducta que ve encasa, un padre que ejerce violenciade género sobre la madre; indife-rencia tanto del padre como de lamadre, que hace que el niño/a inte-riorice una falsa idea de libertad einmunidad que hace que piense quepuede hacer y lograr lo que sea sinimportar las consecuencias. Así locuenta Yolanda, jefa de estudios:“El que acosa muchas veces ha vi-vido situaciones parecidas de algúntipo, tanto dentro como fuera delcentro, y entonces su forma de re-lacionarse, su forma de darse avaler es infravalorar y humillar aotra persona, y eso lo viven por lassituaciones que puedan sufrir encasa, lo ven como normal y lo re-producen, aunque no todos tienenpor qué ser así”.Los acosadores generalmente care-cen de empatía, buscan atención ycreen que realizando un acto deacoso lograrán amigos y hacerserespetar, e incluso, muchos de ellostienen una autoestima igual o másbaja que la persona a la que acosan,se crean un escudo protector, quie-ren sentirse seguros, huir de susproblemas y su única manera de lo-grarlo es acosar, ir a por el másdébil. “El que acosa siempre tieneun problema, sobre todo de tipo fa-miliar, fundamentalmente hay unafalta de atención, y también suelenser muy consentidos por sus pa-dres”, cuenta la orientadora Yo-landa. Los acosadores suelen ser más co-bardes incluso que los acosados, seven reforzados por tener a dos otres amigos detrás, hacen cosas quenormalmente no harían de estarsolos, buscan adaptarse. Son actua-ciones que hacen en grupo, nuncasolos. Es lo que se conoce como“efecto manada”, es así como lajefa de estudios Yolanda lo deno-mina y explica así: “De forma indi-

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vidual estos chavales no serían ca-paces de actuar de una forma nega-tiva sobre alguien de su mismaedad o género o rasgo. aunque esverdad que se juntan con unoscuantos y se crecen” y advierte:“Lo digo porque lo he vivido mu-chas veces en mi carrera como do-cente, cambian su forma de ser y deactuar con tal de caer bien, y nohace falta en algunos casos que ten-gan una vida complicada, puedenser niños de apariencia modélica,simplemente es como un compor-tamiento tribal”. El que acosa no se atrevería a nadasi estuviera solo, o tal vez sí, pero,según los expertos, está muy clarala solución que hay para evitar queuna persona sufra acoso escolar,que un niño/a vaya al centro educa-tivo sin miedo, que no tenga queestar a todas horas con el corazónen un puño, y es que aquellos queven casos de acoso no se acobar-den, que frenen enseguida la injus-ticia que se está cometiendo. Es muy difícil que una víctima deacoso escolar hable, que cuente loque está padeciendo. Suelen estarbajo amenazas de muerte incluso,creen que si lo cuentan serán eti-quetados como chivatos, y enton-ces el calvario empeoraría. Segúndatos obtenidos en Marzo de 2017ofrecidos por el director general deEducación Infantil, Primaria y Se-cundaria de la Comunidad de Ma-drid en la campañaAventuraC95StopBullying, un60% de los niños y niñas que su-fren acoso no quieren contarlo, yno parece que lo vayan a hacernunca. Por ello, lo mejor es estar lomás cerca posible de la víctima. Esalgo que muchos profesores inten-tan con sus alumnos, como cuentala profesora de Geografía e HistoriaAna Cob: “Yo tiendo a llegar a losalumnos, y si veo que cualquierniño o niña lo está pasando mal, au-tomáticamente voy a hacer algo enclase para que sepa que puede tener

plena confianza en mí y que si tienealgún problema que confíe en mí;yo intento que los alumnos de al-guna manera cuenten lo que estáocurriendo, me gusta dar unas cla-ses muy cercanas”.Jesús Delgado, el trabajador social,asegura que si una persona acudemás de tres veces a su despacho, nova a resultar difícil que le cuente loque le ocurre, Es muy importantehacer sentir al acosado que no estásolo, que hay gente que quiere ayu-darles, para que sepa que saldráadelante. Por su parte, la educadora de me-nores tutelados Margarita Rosalesapuesta por una opción que, hastaahora se había pasado de largo, y esque el acosado pueda tener miedode contárselo a un adulto, y que re-curra a algo más cercano: un amigode su misma edad, o un familiar in-cluso, que puede ser desde un her-mano o hermana o un primo: “Sipor el momento no se atreve a con-társelo a un adulto, que busque almenos a un amigo o compañeropara explicarle lo que le pasa, leayudará a desahogarse y a ver lascosas con más claridad, pero sóloes una medida temporal, ya que elamigo o compañero no podrá hacernada frente al agresor o agresorespor sí solo tampoco. Si así se sientemás tranquilo, lo mejor es que leacompañe cuando se disponga acontárselo a un adulto”.El acosado no es el único que ne-cesita ayuda, es una persona queestá sufriendo y necesita una manoamiga, pero también hay que pen-sar en el acosador: qué pasa conél/ella, por qué comete ciertosactos, por qué es como es, quéoculta. Quizá sea una persona igualo más sufridora que el acosado/a;por supuesto hay excepciones perono se puede centrar toda la atenciónen la persona acosada, sería algoinmoral. Un completo análisissobre el acoso escolar debe abarcartodos sus componentes, y el

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acosador es uno de ellos. “Hay que trabajar con el acosadoro acosadora en persona, buscar elpor qué de ese comportamiento yesa actitud, por qué esa forma deser, que nos cuente cómo es suvida, y de ahí establecemos conclu-siones”, cuenta la orientadora Yo-landa. Tonyxu añade que “Hay quemirar el entorno que tiene, pues laspersonas que actúen de esa maneralo hacen porque tienen un pro-blema, es cierto que no siempretiene un origen, puede ser de cual-quier tipo, hay que ayudar al aco-sador en definitiva, porque si no sele ayuda va a ser peor”.La sociedad nunca se quedaráquieta ante casos de acoso escolar,es lo deseable moral y éticamente.Pero el día a día evidencia que mu-chos niños les piden por favor a suspadres que no les lleven al colegioo instituto porque no pueden más,algunos llegan a superarlo, perootros no, y en algunos casos sellega al suicidio por culpa del acosoconstante, como el recientementesucedido en Murcia, donde unaniña llamada Lucía se ahorcó por-que ya no podía soportarlo más, nopodía soportar los inultos y humi-llaciones de sus compañeros, oDiego, que se tiró por la ventana desu casa en Madrid, y junto a ellosvarios niños y niñas que decidieronacabar con su vida para escapar deesa tortura, como Jamey Rodeme-yer, el fan de Lady Gaga que sehizo viral en Internet por contar susufrimiento y que días después sesuicidó. Carla, Jokin, Aránzazu, la lista eslarga, niños y niñas, chicos y chi-cas, con una vida por delante hastaque alguien o algunos deciden queno deben vivir tranquilos y les cas-tigan, y ellos irremediablementetoman lo que a sus ojos se ve comomejor opción, que aliviará su sufri-miento. Y la ética y remordimien-tos de quienes lo provocan brillapor su ausencia.

Es el caso de Carlos, que estuvo apunto de tomar la decisión más rá-pida y drástica tras lo sucedido unfatídico día en los vestuarios de sucolegio: “Estábamos en una de esasduchas donde se ven todos contodos, y yo tuve una erección, y va-rios de mis compañeros se acerca-ron a donde yo me estaba duchandoy me empezaron a mear encima,básicamente, mientras reían a car-cajada limpia, y el profesor lo vioy no hizo nada, aquello me marcómucho, regresé a casa después dehaber estado pensando todo el ca-mino que estaría así por siempre,que tendría que aguantar esa cargatoda mi vida. Fue un día en el queme hundí totalmente. Cogí una cajade somníferos para suicidarme”.Pero lo que le salvó fueron unas pa-labras que su madre le decía, y quele dieron fortaleza, y esperanza:“Mi madre me había dicho que enla universidad cambiaría todo, quellegará el momento en que los in-sultos y humillaciones quedaránatrás, así que guardé las pastillas yaguanté lo que me quedaba”.El acoso escolar es un problemamuy serio, y si se echa un vistazoal porcentaje de casos en algunasde las comunidades autónomas deEspaña, sorprende el número decasos: en Euskadi se detectaron121 casos de 487 situaciones inves-tigadas, algo preocupante si setiene en cuenta que en 2009,cuando comenzaron los estudios, sedetectaron 39 casos, la cifra fue au-mentando año tras año, hasta llegara un total de 572. En Cataluña, pese a las medidas deprevención y concienciación que sehan propuesto, el número de casosfue subiendo con cifras parecidas aEuskadi, con alrededor de 140casos, lo que las sitúa a la cabezade la lista, pero es en Madrid dondese ven más casos de acosoescolar, 179 casos detectados sóloel pasado curso.Andalucía no es ajena a esto, pues

en el curso 2014-2015 se llegó a re-gistrar la alarmante cifra de 358casos, según cifras registradas porla Consejería de Educación de laJunta de Andalucía, con la preocu-pante sensación de ser de los másaltos del país, pero gracias a unamejor implantación del protocoloen los centros educativos y unmayor interés por parte de la comu-nidad educativa, el número decasos se redujo a la mitad, pero to-davía existe y queda mucho trabajopor hacer. En total, más de 1.200 casos deacoso escolar fueron registradossólo en 2016, y fueron denunciadosen parte gracias a la implantacióndel teléfono contra el acoso escolar,que ha dado valentía a esos jóvenesque tanto sufren y a sus padres, quedaban la voz de alarma cuando sushijos e hijas no se atrevían a denun-ciarlo por esa mordaza invisibleque es el miedo. Son datos muy preocupantes, yaque dan qué pensar, que incitan areflexionar y a reiniciar el mundo.¿Por qué hay que permitir que unniño sufra insultos, palizas, o quesea humillado?

Por desgracia, hay quienesdicen que ese niño “se hacela víctima.” “Es un niño

muy sensible y se lo toma todo apecho.” “Es una pelea de niños y yaestá.” “Bueno, pediros perdón ydaros un beso o un abrazo.” “Nome cuentes tu vida que yo tambiéntengo problemas.” “Qué raro quesiempre te toque a ti.” ¿Es mo-mento de hablar de culpables, debuscarlos? La respuesta es sí. Generalmente lo más fácil suele serponer en el punto de mira a la co-munidad educativa, especialmentea los profesores, porque son los en-cargados de ofrecer una serie de va-lores que los padres no pueden,pues delegan en ellos ciertos aspec-tos de la educación de sus hijos, ylo que ocurre es que muchas

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de las víctimas acaban responsabi-lizándoles del calvario sufrido, debanalizar la violencia en las aulas.Hay dos corrientes en torno a estasituación: por un lado, puede haberprofesores que miran para otrolado, que no se quieren involucraren este tema, quieren tener una mí-nima responsabilidad, y que aveces, mientras imparten clase, re-alizan ciertos actos que promuevenla aparición de acoso nada más quedejan el aula. Es lo que cuenta Veni, una víctima:“Yo tenía en Secundaria una profe-sora que realizaba ciertos comenta-rios a alumnos que provocaban larisa en el aula, pero luego si lagente seguía con el chiste y se pa-saban de la raya con esa persona,ella no hacía nada, era como si nole interesara, como si no quisieraresponsabilizarse de lo que ellamisma había provocado, esos pro-fesores existen, en mayor o menor

cantidad, pero son un factor claveen el tema del acoso ese tipo de do-centes”.Por otro lado, hay quienes conside-ran que los profesores hacen todolo que pueden por erradicar el pro-blema, pues no es justo echar todala culpa a ellos. Hay que tener encuenta que en un instituto o en uncolegio, hay normalmente 800 o600 alumnos matriculados, y unprofesor se tiene que encargar en elaula de 30 o 20 personas, y muchasveces se les escapan ciertos hechos,no ven todo lo que pueda llegar aocurrir en el aula, o en el recreo,donde normalmente son cuatro ocinco los profesores encargados devigilar, o en intercambios de clasecon el tumulto que se suele produ-cir, no son superhéroes. “Es lo más fácil, y lo más rápido,culparnos”, asegura Yolanda, lajefa de estudios sobre el tema, “al-guien debe cargar con la

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NO VEN TODO LO QUE

PUEDA LLEGAR A

OCURRIR EN EL AULA

EN ESTA PÁGINA“Pude seguir adelante”.

Tonyxu, uno de los protagonistas deeste reportaje, mirando la vida defrente. Su historia es inspiradora, y

llena de superación.

PÁGINA SIGUIENTEPor Trece Razones.

Cartel de la serie de Netflix estrenadael 31 de Marzo de 2017. En él se en-cuentran los dos protagonistas, DylanMinnette (Clay Jensen) y Katherine

Langford (Hannah Baker).

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culpa, pero los profesores suelentener mucho cuidado con lo quehacen, saben que la mayoría delos profesores estamos más con-cienciados con este problema y seandan con mucho ojo”.“La cuestión es hasta donde tienestú capacidad para atender todas ycada una de las diferentes situa-ciones que se van produciendo, elprofesor siempre que pueda inter-venir va a hacerlo, obviamentehay cosas que se puedan escapar,nunca se sabe del todo la interac-ción que pueda haber entre unalumno y otro cuando tú nomiras”, añade Rafael, el profesorde Educación Física. Para la profesora de Geografía eHistoria Ana Cob, se culpa a losprofesores porque “no hemos ac-tuado en esas ocasiones, es quemuchas veces desconocemos loscasos, yo los que he conocido heintentado intervenir o erradicar,no estoy de acuerdo en que sediga que pasamos del tema, escasi imposible vigilar a tantosalumnos, el acoso no se ve si no telo cuentan”.“Los profesores a veces no tienentodas las herramientas para poderayudar, los hay que tienen lasmanos atadas y que no se puedenmeter en mucho más de lo quepueden o quisieran hacer, y otrosque escurren el bulto y que dicenque mejor lo resuelvan en casa”,dice Tonyxu. Sin embargo, Carlossí culpa a los profesores de lo quele ocurrió: “Nunca un profesor medefendió, el acoso que yo sufríaera delante de ellos mismos aveces, nunca un profesor intentóinterceder, y ver por lo que yo es-taba pasando”.El pasotismo que pueden llegar atener los profesores se ha vistotambién reflejado en la serie “PorTrece Razones” (cartel expuestoen la página anterior), serie de re-levancia actualmente por su polé-mico argumento: una chica llama-

da Hannah Baker (interpretadapor Katherine Langford) se sui-cida no sin haber dejado antes unaserie de trece cintas en las que ex-plica las razones que la han lle-vado al suicidio, culpando enconcreto a trece personas, a lasque llama las “razones”, más alláde la cruda realidad que retrata, desi es o no un alegato al suicidio,en la serie hay una escena en la

que Hannah acude al despacho delseñor Porter, el director de su ins-tituto, para contarle su drama,pero, al no querer ofrecer las iden-tidades de sus acosadores, él le re-comienda “seguir con su vida”, envez de ayudarla. lo que hace quefinalmente ella se quite la vida, loque causa que para los espectado-res la culpa caiga sobre Porter y elresto del profesorado.

Aunque ahora es un estudiante uni-versitario que mira con optimismosu futuro, nadie diría que Veni hatenido problemas en su vida, perolo cierto es que en su infancia sufríaacoso escolar todos los días, enmayor o menor medida, pero siem-pre solía sucederle algo a él o sinoa su hermano cuando iban al cole-gio. No había día sin ofensas, agre-siones o humillaciones: “Las chicasde nuestra clase en el recreo se jun-taban casi todas, y, cuando se abu-rrían, nos perseguían, o iban alprimer profesor o profesora queveían contando que uno de los dosles habíamos hecho algo malo. Porejemplo, falsas acusaciones deacoso sexual,o poniendo palabrasen nuestra boca. Disfrutaban vién-donos castigados y reprendidos porel profesorado.También ocurría que nos ignora-ban, no querían juntarse con nos-otros, decían que teníamos piojos oenfermedades contagiosas y éra-mos sometidos a un escarnio pú-blico. Educación Física, sin duda, era lapeor clase. Bastaba que uno de losdos cometiera el mínimo error paraque las mofas comenzasen. Habíamomentos en los que uno de losdos estallaba, y aún así no encon-trábamos ninguna ayuda por partede los profesores. Según ellos, elproblema es que éramos muy sen-sibles. Recordaré siempre el último

día de colegio, antes de pasar alinstituto, nos decían “no pintáisnada aquí”, “qué bonito todo,menos estos dos”, jugaban a empu-jarnos, nos tiraron comida, e in-cluso fuimos obligados aarrodillarnos ante un grupo y besarel suelo. Hay tres personas que siempre re-cordaré, con nombres y apellidos,que fueron las que más daño mecausaron: un chico que algunosdías era bueno y otros nos maltra-taba psicológicamente; una chicaque llegó a decirme que quien lle-gara a enamorarse de mí, o mantu-viera cualquier tipo de relación,caería muy bajo (ahora recuerdoesa frase y me echo a reír, pero ensu momento fue muy dañina); y unchico que tenía un complejo por sualtura y lo pagaba con nosotrosdos”.Los años pasaron, y Veni pudo saliradelante, aunque a día de hoy nosabe cómo lo consiguió, lo piensaa menudo: “superé todo aquello sinpsicólogos, sólo con mi fuerza in-terior, pero hay quienes no lo lo-gran y se suicidan o quedantraumatizados para siempre, ojalátodos lograran superarlo, piensoque el acoso escolar es un cáncer enla sociedad, y debe ser extirpado”. El suyo es un testimonio duro, perovaliente, por mostrarlo sin miedo,necesario en la lucha contra elacoso escolar.

Una vida marcada por el acoso

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Para un profesor resulta indignanteque los acusen de no atender co-rrectamente los casos de acoso es-colar porque se ven bastantedesbordados. Y la mayoría aman suprofesión y lo demuestran empati-zando con sus alumnos, preocupán-dose por ellos y poniéndose en sulugar, porque muchos tienen hijosy no les gustaría que sufrieran.También tienen sus límites, y fueradel centro no tienen potestad sobreningún alumno. El acoso escolarantes no estaba tan generalizado nitan a la luz como en la actualidad,algo que lleva al pasotismo de al-gunos profesores. Otros, sin em-bargo, sufren con el acoso escolar.

Testigos culpables

Si se siguen buscando culpables, talvez los más claros se encuentren enlos propios pasillos, y en el propiopatio, pues ¿qué suele suceder? Elacosador hace algo a su víctima, ymuchos de los compañeros que loestán contemplando se ríen, e in-cluso animan o graban con sus te-léfonos móviles, ya sea poradaptarse en el grupo o para evitarque se lo hagan a ellos. Su propio miedo les obliga a haceralgo que no quieren, como cuentaVeni: “Reconozco que muchasveces he sido un espectador pasivoante casos de acoso, veía una injus-ticia que se cometía delante de misnarices, y no hacía nada, me que-daba paralizado, incluso me reía,pero era una risa nerviosa. Luegollegaba a casa y me sentía enorme-mente culpable por lo que le habíasucedido a esa persona. Y yo nohabía hecho absolutamente nada.Yo fui víctima de acoso también, yno hice nada porque no quería queme lo hicieran a mí. Es algo de loque me arrepentiré por siempre”.Conductas como esta se repiten confrecuencia. Cuesta mucho adquirirvalentía y frenar algo que se ve in-justo cuando en el pasado se ha su-frido lo mismo. No solo hay un

acosado y un acosador, sino quetambién cumplen roles en el pro-ceso los compañeros y compañerasobservadores, que tienen una acti-tud pasiva y complaciente y unapercepción equivocada de lo que esla valía personal. Quizás esas per-sonas sean las que más daño produ-cen, y las que más remordimientospuedan sufrir en un futuro. “Son niños y adolescentes, y paraellos la pertenencia al grupo es fun-damental, tienen miedo a ser aisla-dos y a poder ser también objeto deagresiones. Son culpables por elhecho de callar, pero se toman lasmedidas necesarias de conciencia-ción, empatía y sensibilización yaque son fundamentales para la re-solución del problema de forma po-sitiva”, opina Margarita Rosales, laeducadora de menores tutelados. Tonyxu, antigua víctima, se mues-tra más contundente: “Un especta-dor que se queda tan tranquilo anteuna injusticia, es igual de culpableque el que está acosando. No esbueno que niños y jóvenes tenganuna actitud pasiva, porque la pue-den ver como normal y eso puedeser un verdadero problema en el fu-turo”.

Los padres y su influencia

Tras observar a los profesores y alos compañeros de clase, quizá laresponsabilidad más grande recaigaen los padres. Para los más peque-ños y los jóvenes, son el espejodonde mirarse. Todo lo que haganlo ven normal, lo aprenden y lo re-producen todo, y todo incluye tam-bién lo malo. Por tanto, si hubieraque hacer una lista de causantes delacoso, la opción de los padres esta-ría en primer lugar. Puede haber padres que estén cie-gos hacia su propio hijo, o padresque simplemente no saben cómo li-diar con la situación. La educadorade menores tutelados MargaritaRosales sostiene al respecto que“Las causas del acoso pueden

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EN ESTA PÁGINABut It’s Still Child Abuse.

Campaña de ChildHelp USA querefleja todos los insultos que unavíctima de acoso sufre a diario.

“NO HICE NADA

PORQUE NO QUERÍA

QUE ME LO HICIERAN

A MÍ”

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EL AULA, MI MIEDO

residir en modelos educativos ne-gativos, ya que los adultos son losreferentes principales de los niñosy la mayoría de los aprendizajes seadquieren por observación e imita-ción. Por lo tanto, la ausencia devalores, de límites y de reglas deconvivencia les lleva a no sabergestionar sus emociones y a carecerde las habilidades necesarias y deherramientas para afrontar determi-nadas situaciones sin necesidad deviolencia”.“Los padres tienen que educar a sushijos, enseñarles que no deben fal-tarle el respeto a sus compañeros,que no deben tratar mal a nadie yque, sobre todo, y por supuesto, nodeben agredir a nadie. Es una cues-tión de educación, pero educaciónde la que se imparte en casa, no laacadémica. La base de todo es lafamilia”, explica Cristina Arenas,doctora especializada en medicinafamiliar. Los padres han de educar, y si lohacen adecuadamente, quién sabesi el acoso escolar en unos añosserá cosa del pasado, esa es la es-peranza de quienes luchan a diariopara concienciar y prevenir sobreeste problema. Pero las continuas denuncias evi-dencian la cruda realidad, según laorientadora Yolanda, se ha perdidoel respeto, la gente no se hace valer,no sólo en el ámbito escolar, sinoen todos, ya sea en el trabajo, en lacalle... Los expertos se preguntan¿cómo evitar el acoso escolar si lasociedad se encuentra en guerra? Hay algo, no obstante, en lo quehay unanimidad de criterios: lospadres y la comunidad educativa endefinitiva deben unirse para frenarel acoso escolar. Y deben unirse para evitar situacio-nes complicadas y extremas, porejemplo el suicidio o que la per-sona acosada acabe tomándose lajusticia por su mano, ya sea reali-zando un tiroteo en el centro esco-lar, en América, cuando se lleva

a cabo una investigación para de-terminar el por qué del suceso, lamayoría de las veces la causa sueleresidir en el acoso previo hacia elcausante de la masacre.O está lo que hizo Tonyxu, que enun arrebato de furia hacia su acosa-dor lo cogió por el cuello estam-pándole contra la pared debido aunos nervios, a una impotencia ysentimiento de agobio que decíatener en su interior, porque era unatras otra, días infernales llenos deinsultos, humillaciones, y repetidasvisitas al hospital para curarle unaherida, o ponerle una escayola enun brazo o una pierna... Si no llegaun profesor a parar a Tonyxu, lastornas habrían cambiado: el acosa-dor hubiera pasado a ser la víctima,y él el verdugo, y eso es algo quemuchas veces suele pasar, comocuenta la orientadora Yolanda; lareversión de roles en el acoso.

La cara B del acoso escolarestá en todo lo que se llevapor delante, lo que para

siempre deja huella, las consecuen-cias que años de agresiones puedenllegar a marcar a una persona. Las más comunes y fáciles de de-tectar son las físicas. La víctimapuede presentar dolores de cabeza,de barriga y urticarias. También psicológicas, como tras-tornos del sueño, pero lo más gravees una pérdida grande de autoes-tima. La víctima llega a desconfiarhasta de sus propios padres, creeque el mundo está en su contra y deesa idea no desiste. Además puedemanifestar agresividad hacia símismo con autolesiones, e intentosde suicidio. Una de las peores consecuencias estener miedo de ir a clase. Suena eldespertador y la víctima sienteganas de llorar, ansiedad y miedo,mucho miedo, porque toca ir a unsitio donde la felicidad no existe. Elacosado es el objeto de risa de unoo varios compañeros, y la diana

donde apunta la pistola llena debalas que esconden una frustraciónoculta en el interior del acosador. José María sabe bien lo que estener miedo de ir al colegio, puesen sus años de Primaria vivía ate-morizado por una chica que lo aco-saba: “Yo tenía pavor de verlaaparecer por la puerta, porquetodos los días en el recreo se inven-taba algo para perseguirme, acu-sándome de actos que no habíahecho, por ejemplo que yo habíaido a la puerta de su casa a insultara su madre o me acusaba de haberletocado sus partes íntimas. Absolu-tamente todos los días había unnuevo episodio. La tenía muy to-mada conmigo, me llegaron a sen-tar con ella, me quitaba las cosas,me amenazaba de muerte... A díade hoy no sé cómo aguanté eso díatras día, me llamaba de todo, habíadías que fingía estar enfermo contal de no tener que ir a clase y verla,es increíble cuanta maldad puederesidir en una persona”.

Destrozo mental

Hay quienes, por culpa del acoso,pierden interés y motivación porlos estudios, bajando su rendi-miento que en la mayoría de loscasos anteriormente solía ser exce-lente. Desarrollan tal fobia al en-torno escolar que abandonan susestudios en cuanto les es posible.“El acoso escolar puede afectar enla vida personal y laboral. Haygente que se encierra en su casa yno quiere salir, cogen más miedo aempezar y a tener relaciones decualquier tipo, rechazan amistadespor miedo a que se vuelva a repetirlo que sufrieron. Tampoco logranrendir lo suficiente a nivel educa-tivo, y eso les limita para el futuro”cuenta Cristina Arenas, reflejandolas consecuencias psicológicas, eldaño que puede causar un tiempoprolongado de acoso. Quien también ahonda en la partepsicológica es la orientadora

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Yolanda, que cuenta que “los añosde acoso continuo pueden cargarsea esa persona, aunque depende deltipo y de la gravedad, pero al finalesa persona debe llevar una cargapsicológica importante, porque sidía tras día sufre lo que yo llamouna gota constante de acoso, eso,psicológicamente hablando, debeser fatal”.Otra de las terribles consecuenciasdel acoso escolar es la fobia social. “Durante años tuve mucho miedode hacer nuevas amistades, andabacon pies de plomo, tuve que sopor-tar a muchos imbéciles. A partir deque entré en la universidad mi fobiafue desapareciendo, hoy en día latengo muy erradicada”, comentaVeni. Pero, por mucho que se supere, unavíctima de acoso escolar nunca ol-vida los episodios vividos. Se pue-

den superar, pero la memoria, esafunción del cuerpo tan necesariacomo puñetera, en ciertos momen-tos hace que vuelvan a la mente re-cuerdos funestos del pasado, ysuele suceder que, por cualquiertontería, desde un simple comenta-rio o un episodio de acoso del quese llegue a ser testigo el miedo re-surja. Muchas veces, los testigossuelen ser antiguas víctimas que re-cuerdan viejos traumas: “Cuando veo un programa de tele-visión sobre el acoso escolar, me dapor recordar ciertos episodios vivi-dos, siento como ansiedad y ganasde llorar porque a mi mente vienen-malos recuerdos de una época malaen mi vida, pero obligo a mi cere-bro a parar, no es bueno que mequede en el pasado, he de seguir enel presente”, cuenta José María,una antigua víctima de acoso.

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UNA VÍCTIMA DE

ACOSO ESCOLAR

NUNCA OLVIDA LOS

EPISODIOS VIVIDOS

EN ESTA PÁGINADemostrando su valía.

José María, otro de los protagonistasde nuestro reportaje, estudiando paralos exámenes del grado en Historiadel Arte. “Me decían que no seríacapaz ni de sacarme el título de la

ESO”, cuenta.

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EL AULA, MI MIEDO

Los expertos se preguntancómo frenar el acoso esco-lar, qué soluciones son las

más adecuadas para acabar con elacoso, quién o quiénes tienen la po-testad suficiente para interceder. El primer campo donde echar el ojoes el político, ¿la clase política de-bería mostrar más preocupaciónsobre el tema, adoptar medidaspara frenar el problema? En mu-chas de las comunidades autóno-mas los protocolos resultan serinsuficientes, es más, en algunascomunidades ni existe, como en lasIslas Canarias, donde, segúnTonyxu, lo que hay es de preven-ción, pero no acción, ello producecomo consecuencia que muchos delos profesores no saben cómo ac-tuar en casos de acoso escolar, loque es muy preocupante; de ahí sepuede establecer que sea una de laszonas de España con mayor por-centaje de casos registrados el úl-timo año, 67 casos confirmadosfrente a las 156 activaciones delprotocolo. En Andalucía, tras haber alcanzadola alarmante cifra de 358 casos, yverlos reducidos a la mitad graciasa ese protocolo que sí existe, dandosus frutos. Por ejemplo, en el insti-tuto San Jerónimo de Sevilla elequipo directivo fue informado decasos, la aplicación del protocolofue esencial para dictaminar si eranfalsos o verdaderos. La mayoría re-sultaron ser falsos, pero los verda-deros pudieron ser erradicados.Pero pese a estos hechos esperan-zadores, Yolanda, la orientadora deese mismo instituto cree necesariala aparición de “más recursos per-sonales para que se pueda implan-tar el protocolo correctamente paraun mejor trabajo con el acosado yacosador y el entorno de cada uno;hace falta personal más especiali-zado en el tema.” Y pide lo si-guiente: “La mayoría no damosabasto, la Consejería de Educacióndebería crear un equipo más espe-

cializado en el tema”.

El rol del periodismo

Todas las medidas que se produz-can son buenas, pero son necesariasotras formas de hablar del acoso, decomunicar, y es aquí donde entra enescena el segundo campo: el perio-dístico. El acoso escolar es un tema muydelicado, el tratamiento a realizarcon una noticia u otro género perio-dístico que hable del tema debe ha-cerse con sumo respeto y cuidado:“Todas las noticias se contextuali-zan haciendo una radiografía másgeneral del fenómeno, se buscantestimonios de expertos y se inten-tan dar las herramientas necesariaspara que otras posibles víctimassepan cómo utilizarlas”, cuenta Isa-ías Blázquez, director de informa-tivos de Castilla La Mancha TV.Y es que existen opiniones sobre lasensacionalización que medios decomunicación dan sobre el tema:“Es el gran problema actualmente,se está haciendo un periodismosensacionalista totalmente, las no-ticias por ejemplo, de casos de sui-cidio por desgracia venden y danmorbo, dan mucha publicidad ahistorias que en la mayoría de loscasos no están contrastadas, dan vi-sibilidad a ciertos testimonios, seestá exagerando mucho en defini-tiva”, sostiene Yolanda, la jefa deestudios. Más tajante se muestra Tonyxusobre la problemática de los me-dios de comunicación: “Los me-dios de comunicación tienen unafunción educativa muy importante,la televisión por ejemplo hace mu-chas veces de educadora cuandolos padres no pueden o no quieren,los niños y jóvenes ven programascomo ‘Sálvame’ en los que seacosa a una persona y lo ven comonormal, y lo reproducen luego enclase”.Los periodistas muchas veces seven atados a unos medios, no tie-

nen libertad. En la última década seha visto un bajón en la profesiona-lidad y en la ética periodísticacomo consecuencia de la precarie-dad. No hay tiempo a contrastar yse trabaja con prisas. El acoso es-colar, al ser un tema recurrente, yde actualidad, del que día a día salealgo novedoso. El trabajo de los pe-riodistas aumenta, pero se escribecon prisas, que dan lugar a equivo-caciones, muchas veces inintencio-nadas. Pero en un tema tandelicado, los periodistas deben ex-tremar la prudencia para evitar elerror.

Más trabajo en las aulas

El tercer campo donde mirar es enlas campañas y actividades de con-cienciación que en colegios e insti-tutos se imparten, ¿son suficientes?¿cómo habría que hacerlas? ¿hayque cambiar algo?A la primera y tercera preguntatiene respuesta Tonyxu: “Hay quehacer más actividades y menoscharlas, porque las charlas a veceslas suelen ofrecer para casi todo elcolegio, y lo normal es que la ma-yoría de alumnos no presten aten-ción. Deberían ser charlasreducidas para un número de alum-nos, y hacer más charlas dirigidasa los padres, quienes al fin y alcabo son los principales responsa-bles”.La profesora de Geografía e Histo-ria Ana Cob, cuenta que en el Ins-tituto de San Jerónimo, en el queella trabaja, están muy conciencia-dos sobre el tema y no sólo haycharlas y actividades sobre el acosoescolar, sino para todos los días im-portantes: Día de la Paz, Día de laMujer, Día contra la Violencia deGénero... Considera, no obstante,que los medios no son suficientes yque de disponer de los recursos su-ficientes, se podría disponer, porejemplo, de personal sanitario enlos centros escolares. Todo sirve en este mundo

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para intentar concienciar a los jó-venes, por ejemplo representacio-nes teatrales, proyecciones depelículas sobre el tema (por ejem-plo la española ‘Cobardes’), o se-ries de televisión como la exitosa ypolémica a partes iguales ‘PorTrece Razones’ o ‘Glee’, en la queen su segunda y tercera temporadatrató el tema del bullying en seis desus capítulos de forma casi pionera,como nunca antes se vio en la tele-visión americana, reflejando al aco-sado Kurt Hummel (interpretadopor Chris Colfer, que ganó unGlobo de Oro por su interpreta-ción) sufriendo acoso por parte deDave Karofsky (interpretado porMax Adler), logrando por ello unGlobo de Oro el primero. Todo vale para que los jóvenesaprendan a respetar, absolutamentetodo. El respeto no debe estar condicio-nado por el sexo, la apariencia, losorígenes, la orientación sexual o in-cluso el color de los calcetines.

El respeto hacia quien tenemos allado debe ser incondicional.

La importancia de tomar conscien-cia de la gravedad del acoso escolares enorme. Toda la sociedad debementalizarse: hay que ayudar. Nose debe guardar silencio ante elacoso, hay que defender a la víc-tima, ella no puede por sí sola. Muchos han logrado sobrevivir aaños de tortura, a momentos en losque pensaban que la vida no teníasentido, pero ahora, el acoso esco-lar lo enfrentan de varias formas,como Veni: “A muchos de mis aco-sadores les sigo viendo por la calle,pero no bajo la cabeza, me niego,he acabado siendo mejor personaque ellos, para mí no son nadie.Soy un superviviente, y espero quemi experiencia demuestre la putadaque es que te hagan acoso escolar,que la sociedad por favor lo tomemás en serio”.

“HE ACABADO SIENDO

MEJOR PERSONA QUE

ELLOS”

EN ESTA PÁGINANo estás solo.

Mensaje de apoyo a las víctimas deacoso escolar, junto con el número deteléfono contra el acoso escolar paraprestar ayuda a quienes lo sufren, y a

sus familias.