“CAMINO DE VIDA” DE LOS LAICOS

ASUNCIONISTAS

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PRESENTACION

Respondiendo al pedido del Capítulo Gene-ral de 2011 de los Agustinos de la Asunción1 y al deseo expresado por numerosos laicos a través del mundo, después de múltiples consultas a laicos y religiosos, hacemos entrega oficial de este texto como “Camino de Vida” para los laicos asuncio-nistas.

En él se definen las dimensiones fundamenta-

les, el “fondo común”, del carisma y de la espiri-tualidad de la Asunción, que todo laico asuncio-nista debería asumir y vivir, cualquiera sea su edad, cultura, condición social o formación. Pre-tende ser una síntesis de las grandes líneas que el Padre Manuel d’Alzon, inspirándose en San Agustín, propone como camino de Evangelio a todos sus discípulos: Religiosos Asuncionistas, Oblatas de la Asunción y laicos que comparten el espíritu y la misión de la Asunción.

Un laico asuncionista es “una persona que se

compromete a vivir su vocación bautismal y la

1 Actas del Capítulo General de 2011, Nº 144.

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misión que de ella se desprende, en la Asunción, en la Iglesia y en la sociedad”.2

Este Camino de Vida invita a vivir las dimen-

siones fundamentales de: vida en comunidad fra-terna, vida apostólica, vida según el Espíritu, vida de oración.3

Comisión Internacional Alianza Laicos-Religiosos (CIALR)

2 Ib., Nº 143. 3 Ib., Nº 144.

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CAPITULO 1 DISCÍPULOS DE JESUCRISTO

1. Jesucristo es el centro de nuestra vida. 2. Por amor de Jesucristo nos proponemos, ante todo, trabajar en favor del advenimiento del Reino de Dios, en nosotros y alrededor nuestro. La pa-sión de Cristo por el Reino de Dios es también nuestra pasión. 3. Porque amamos a Jesucristo, amamos también lo que él más amó en esta tierra: María, su madre, y la Iglesia, su esposa. 4. A través de la fe, la esperanza y la caridad buscamos conocer, amar e imitar a Jesucristo cada día más. Esto nos impulsa al mismo tiempo a que-rer darlo a conocer y hacerlo amar por los demás. 5. Seguir a Jesucristo supone un encuentro per-sonal y permanente con él. El nos da a conocer al Padre y nos envía su Espíritu. Nos esforzaremos por hacer crecer la vida trinitaria en nosotros me-diante la oración, la escucha atenta de la Palabra de Dios, la contemplación de la acción de Dios en nuestra vida y en los acontecimientos que nos rodean.

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CAPITULO 2 CONSTRUCTORES DE COMUNIÓN Y DE

FRATERNIDAD 6. Estamos llamados a colaborar en el proyecto de Dios y en la misión de la Iglesia que consiste en congregar a toda la humanidad en el único Pueblo de Dios. En un mundo marcado por con-flictos, divisiones, discriminaciones y guerras, queremos ser constructores de comunión fraterna y de unidad. 7. La vida fraterna asuncionista tiene sus carac-terísticas propias, que hacemos nuestras. Es aco-gedora, abierta a la diversidad, promueve los ca-rismas de cada uno en beneficio de toda la comu-nidad, propicia la escucha y el diálogo. Nos acep-tamos diferentes, pues Aquel que nos une es más fuerte que lo que nos separa.

8. En la familia, en nuestro ambiente de trabajo, en la comunidad cristiana, en nuestros grupos o con los vecinos, nos esforzaremos por cultivar re-laciones sencillas y auténticas, con el espíritu de familia propio de la Asunción. Procuraremos esta-blecer lazos de amistad, de solidaridad y de co-munión. Cultivaremos la franqueza, la lealtad, la cordialidad, el respeto mutuo, la capacidad de perdón.

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9. Conforme a la oración de Jesús, y a ejemplo del Padre d’Alzon, nos comprometemos a trabajar por la unidad de la Iglesia, colaborando en la me-dida de nuestras posibilidades en el diálogo ecuménico e interreligioso y en las acciones con-cretas que de él surjan. 10. Para construir un mundo más fraterno y soli-dario, queremos compartir las alegrías y esperan-zas, las tristezas y angustias de los hombres y mu-jeres de nuestro tiempo, en especial de los más pobres y marginados. 11. Alimentamos la comunión fraterna al interior de la Familia de la Asunción, mediante encuen-tros periódicos de oración, de estudio y de convi-vencia con los religiosos, religiosas y demás laicos asuncionistas.

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CAPITULO 3 APÓSTOLES PARA EL ADVENIMIENTO DEL

REINO 12. Como laicos asuncionistas, queremos trabajar, según nuestra vocación propia, por el adveni-miento del Reino de Jesucristo en nosotros y en el mundo que nos rodea. Queremos ser “obreros del Reino”. El amor a Jesucristo nos impulsa a ser apóstoles y testigos en nuestro medio ambiente. 13. A ejemplo del Padre d’Alzon, haremos nues-tras las grandes causas de Dios y del hombre. Nos haremos presentes allí donde Dios está amenaza-do en el hombre y el hombre amenazado como imagen de Dios. 14. Ser apóstoles para el advenimiento del Reino implica vivir la dimensión profética de nuestro bautismo. Como Jesucristo, tenemos la obligación de anunciar y dar testimonio de la presencia del Reino de Dios en medio de nuestro mundo, pero también nos corresponderá muchas veces denun-ciar con audacia y valentía todo aquello que se opone al advenimiento y al crecimiento del Reino aquí y ahora. 15. En el espíritu de San Agustín y siguiendo las intuiciones del Padre d’Alzon, queremos compar-

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tir con los religiosos asuncionistas las tres orienta-ciones fundamentales definidas por el Capítulo General de 2011: “Hombres de fe, de comunión, solidarios con los pobres”4. 16. Cada uno se esforzará por descubrir el campo de apostolado en el que el Dueño de la viña le invita a trabajar, según sus capacidades, su caris-ma, su preparación y su disponibilidad de tiem-po. Son campos privilegiados de apostolado para los laicos la pastoral juvenil y vocacional, la pas-toral de la familia, la solidaridad con los pobres, la promoción de la justicia y de la paz, la evangeli-zación a través de la educación y de los medios de comunicación, el compromiso en el mundo del trabajo, de la política y de la economía. 17. Nuestro apostolado será siempre el de la Igle-sia. Permaneceremos fieles a las orientaciones de la Iglesia universal y de la Iglesia local. Colabora-remos estrechamente en el apostolado y en la mi-sión de las comunidades asuncionistas. Nos mos-traremos disponibles a servir en la comunidad eclesial local. 18. La misión requiere una formación continua, a nivel espiritual, doctrinal y pastoral. Junto con

4 Actas del Capítulo General de 2011, Nº 62.

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profundizar en el conocimiento del carisma y de la espiritualidad de la Asunción, nos esforzaremos por comprender las realidades de los hombres y mujeres del mundo en que vivimos, descubriendo en ellas los signos de Dios.

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CAPITULO 4 TESTIGOS DE LA VIDA SEGÚN EL

ESPÍRITU 19. Queremos seguir a Jesucristo por los caminos del Evangelio, practicando sus enseñanzas, asu-miendo sus opciones, imitándolo en sus relacio-nes con Dios, su Padre, y con el prójimo, sus hermanos, colaborando activamente con él en la realización de su plan de redención. Como él, queremos ser testigos del amor de Padre y solida-rios con los hombres y mujeres de nuestro tiem-po, especialmente con los más pobres y margina-dos. 20. En nuestra respuesta al mandamiento del amor, en la práctica de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia y viviendo con-forme al espíritu de las bienaventuranzas5, descu-brimos el sentido último de nuestra existencia y de nuestra vocación a la santidad. 21. Queremos hacer de Dios el absoluto de nues-tra vida, la razón más poderosa de nuestro vivir y de nuestro actuar. Para ir a su encuentro, damos testimonio del valor relativo de los bienes crea-

5 Ver Mateo 5, 1-12 y Lucas 6, 20-23.

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dos. De este modo seremos anunciadores del Re-ino futuro. 22. Junto con las virtudes teologales de fe, espe-ranza y caridad, nos esforzamos por crecer en la práctica de las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. 23. Nos proponemos cultivar las virtudes propias al carisma de la Asunción: pasión por el Reino, celo apostólico, búsqueda de la verdad, fidelidad a la Iglesia. Hacemos nuestras las virtudes tan re-comendadas por el Padre d’Alzon a sus discípu-los: franqueza, cordialidad, sencillez; disponibili-dad, audacia, creatividad; amor al estudio; espíritu doctrinal, social, ecuménico. 24. En medio de nuestro mundo en el que Dios está tan ausente y Jesucristo es tan desconocido, queremos dar testimonio, con nuestra manera de ser y de actuar, que Cristo está vivo entre nosotros y que el sentido último de la existencia humana está en el encuentro definitivo con el Dios de la vida.

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CAPITULO 5 HOMBRES Y MUJERES DE ORACIÓN

25. Como el Padre d’Alzon, hombre de fe, reco-nocemos la necesidad de la oración. Esta nos abre a la acción de Dios. Es lugar de encuentro, de alianza y de comunión con Dios. Es la fuente siempre renovada de nuestra acción cotidiana, ba-jo el impulso del Espíritu Santo. 26. Nuestra oración es la oración de la Iglesia. Es una oración apostólica, que integra las grandes in-tenciones de la Iglesia y las esperanzas de los hom-bres y mujeres de nuestro tiempo. Se manifiesta en alabanza al Padre por habernos revelado su amor, en acción de gracias por lo que realiza en nosotros y en el mundo, en petición de perdón y de liberación a favor nuestro y de toda la humanidad. 27. Nuestra oración se alimenta en la lectura y meditación de la Palabra de Dios, en la recepción frecuente de los sacramentos y en la mirada de fe sobre los acontecimientos que nos rodean. De-bemos interrogarnos sobre cómo nuestra vida se encarna en nuestra oración y cómo nuestra ora-ción incide en nuestra vida. 28. La Eucaristía es el centro de nuestra vida de oración. El rezo del Oficio divino, la adoración del

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Santísimo Sacramento, el rezo del santo Rosario y los tiempos de retiro serán para nosotros medios privilegiados de renovación espiritual.

29. Después de Cristo, la Virgen María ocupa en nuestra oración un lugar privilegiado, por ser la Madre del Señor y Madre de la Iglesia. 30. Para todo asuncionista, religioso o laico, “con-templación y acción se unen en un mismo fin: servir a la extensión del Reino de Jesucristo”6 (Padre Manuel d’Alzon).

El Superior General, en Consejo General Plenario, tras presentación hecha por la Comisión Interna-cional de la Alianza Laicos-Religiosos, aprueba el presente texto del "Camino de Vida" para los lai-cos asuncionistas e invita a ponerlo en práctica, con la ayuda del Señor y de los hermanos.

París, a 13 de junio de 2014.

P. Benoît Grière, a.a. Superior General

6 Directorio, IIª parte, cap. XI, Escritos Espirituales, p. 79.

Agustinos de la Asunción

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