REFUTACIÓN A LODOLI.

LA DEFENSA DE LA ORNAMENTACIÓN EN LA ARQUITECTURA.

Para empezar nuestra defensa a la ornamentación, vamos a situar a los cuatro tratadistas:

Vitruvio, Alberti, Palladio y Vignola.

En contraposición a lo citado por Lodoli, el cual somete cualquier cosa a un examen riguroso de la razón, se acepta que la arquitectura debe estar consolidada en base a tres principios: Utilitas, Firmitas y Venustas.

La arquitectura debe funcionar como un espacio útil, debe estar bien construida y además, se incluirá la ornamentación que proporcionará belleza al edificio.

Podríamos preguntarnos por ejemplo: ¿Por qué los romanos basan su arquitectura en el lenguaje griego?

Pues bien, los griegos construían en madera, pero al pasar a la piedra, la tradición de la escultura griega hace que los edificios también tengan un carácter escultórico y por lo tanto dotan a los edificios de belleza tratando los nuevos elementos arquitectónicos como esculturas propiamente dichas a pesar de que su función fuera la estructural o simbólica.

Nacen los órdenes arquitectónicos (Dórico, Jónico y Corintio).

Los romanos se plantean qué arquitectura escoger para embellecer sus edificios. Se dan cuenta de que los griegos reunían esos ideales de belleza en sus edificios y trabajaban con la escala humana. Los romanos ven la arquitectura griega como el mejor recurso para hacer de sus obras monumentos completos con los que se identificaría la grandeza del pueblo romano.

Se empezó a hablar de lenguaje en el siglo XV en Florencia cuando se vivía un auge económico.

Se crea una sociedad nueva de mercaderes y banqueros que tienen la necesidad de encontrar un arte humanista propio diferente del arte gótico existente en el norte de Europa.

Brunelleschi y Alberti proponen la mirada atrás al arte clásico aunque los contenidos culturales fueran claramente otros.

La clase dirigente florentina buscaba glorificar la ciudad, utilizaban la arquitectura como icono de su riqueza y las formas de vida de estas clases sociales son asumidas como modelos de comportamiento de la sociedad.

En la iglesia y el palacio existía un morador permanente cuya relación con los diversos visitantes era siempre una misma, es decir, antes por ejemplo, los palacios eran habitados por reyes, ahora, los edificios se transforman en habitáculos que no pueden identificarse con ninguna personalidad, pertenece todo al mundo y por lo tanto no es de nadie.

Vemos que la escasez o la inexistencia de ornamentación justifica la impersonalidad del edificio y esto es lo que pasa con la producción en serie de la época revolucionaria, todo era meramente funcional.

En defensa de nuevo de la ornamentación, la utilización de ésta, favorece el cuidado por los ciudadanos de los monumentos, la historia y el patrimonio local además de mantener el interés por el arte popular y nacional.

En resumen podríamos utilizar este ejemplo:

“Las frases están compuestas de palabras, una palabra en sí no dice nada, necesita de las demás palabras para conseguir tener un significado completo”

Pues lo mismo podríamos decir que pasa en la arquitectura: “La arquitectura es el conjunto de todas las artes y todas ellas se necesitan para hacer un buena arquitectura, bella, útil y firme.