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Más allá del desarrollo:la buena vida

Gustavo Esteva

El desarrollo es hoy el emblema de un mitoen agonía y un lema político para vender pro-ductos tóxicos. “Como desarrollo significa yacasi cualquier cosa”, dice Wolfgang Sachs enla revista Development, “desde levantar ras-cacielos hasta instalar letrinas, desde perforarpor petróleo hasta perforar por agua, es unconcepto de un vacío descomunal… Es testi-monio del poder de las ideas que un conceptotan carente de contenido haya dominado eldebate público por medio siglo”.

Hasta hace poco tiempo el desarrollo habíaestado protegido por un tabú. Desde la iz-quierda o la derecha, los académicos respal-daban la reivindicación de los políticos de queel sufrimiento de las mayorías era el precioque debían pagar por el bienestar que final-mente obtendrían. Sin embargo, una sucesión

de crisis, empezando por la de los años ochen-ta –oficialmente “la década perdida para eldesarrollo en América Latina”- permitió des-garrar el velo que escondía la naturaleza deldesarrollo. La corrupción de la política y ladegradación en la naturaleza, que se le aso-cian sin remedio, pudieron finalmente ser to-cadas y olidas por todos. Un nuevo grupo deexpertos documentó la conexión causal entreel deterioro del entorno y la pérdida de soli-daridad que antes sólo percibían los más po-

bres. Resultó así posible empezar a enfrentarla verdad dominante. Hasta los universitarios,entrenados para confiar en la opinión de losexpertos más que en sus propias narices, tu-vieron que reconocer que el desarrollo apesta.Si uno vive en la ciudad de México o Sao Paulo,es preciso ser muy rico o muy obtuso para nodarse cuenta de ello.

Para toda una generación, la mía, el desarro-llo fue sagrado e inviolable. Era el ídolo co-

mún de sectas que perseguían la misma metapor medios incompatibles. Pero ha llegado elmomento de reconocer que es el propio desa-rrollo el mito maligno que amenaza la super-vivencia de las mayorías sociales y de la vidaen el planeta. Necesitamos oponernos confirmeza a la esperanza adicional de vida quese quiere dar al desarrollo con la creación dealternativas. Padecimos ya las consecuenciasde adjetivos cosméticos, que trataban de di-simular el horror: desarrollo social, integral,endógeno, centrado en el hombre, sustenta-ble, humano, “otro”… No podemos esperarque la salida provenga de burócratas de lasinstituciones internacionales ni de los nuevoscruzados del “desarrollo alternativo”, que de-rivan dignidad e ingresos de la promoción deldesarrollo. Las cuatro décadas del desarrollofueron un experimento gigantesco e irrespon-

sable que, según la experiencia de las mayo-rías de todo el mundo, ha fracasado misera-blemente. La crisis actual es la oportunidadde desmontar la meta del desarrollo en todassus formas.

La era del desarrollo: nuevo episodio

colonial

Desarrollo es en la actualidad un término ge-latinoso que alude a un proyecto de construc-ción de viviendas, al despertar de la mentede un niño, a la parte media de una partidade ajedrez o a la nueva turgencia en el pechode una quinceañera. Para dos terceras partesde la gente en el mundo, empero, desarrolloconnota siempre por lo menos una cosa: lacapacidad de escapar de una condición vaga,indefinible e indigna llamada subdesarrollo.Soy uno de los dos mil millones que fuimossubdesarrollados el 20 de enero de 1949,cuando el presidente Truman tomó posesión y

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acuñó el término. Rara vez una palabra fuetan universalmente aceptada el mismo día desu acuñación política, como le ocurrió a ésta1.Truman la empleó para identificar una calami-dad específica que afecta a la mayor parte de

los seres humanos y a la mayoría de los paí-ses fuera de Estados Unidos. Usó una palabraque incluso los antiyanquis podrían reconocercomo una condición indeseable. La usó paradesignar una condición social que casi todo elmundo se siente capaz de plantear, sin nece-sidad de identificarse con la tensión que asíimpone a la mayoría a la que se dirige. Seconvirtió en un término capaz de producirirrefrenables burocracias.

No éramos subdesarrollados. En los añostreinta, al contrario, buscábamos empeñosa-mente nuestro propio camino. Gandhi consi-deraba que la civilización occidental era unaenfermedad curable. En vez de nacionalizarla dominación británica, buscaba Hind Swaraj:que la India se gobernase en sus propios térmi-nos, conforme a sus tradiciones. Cárdenas, enMéxico, consciente de los efectos devastado-res de la crisis capitalista, soñaba en un Méxicode ejidos y pequeñas comunidades industria-

les, que evitara los males del urbanismo y elindustrialismo, y en que las máquinas fueranusadas para aliviar al hombre de los trabajospesados y no para la llamada sobreproducción.Mao había iniciado la Larga Marcha, en la bús-queda de un camino chino de transformaciónsocial. Todos estos empeños se derrumbaronante el empuje de la empresa desarrollista.Las presas fueron los nuevos templos para laIndia de Nehru. México se rindió a la Revolu-ción Verde; la obsesión por la industrializacióny el urbanismo ha hecho que la quinta partede los mexicanos viva en un monstruoso asen-tamiento contaminado y violento en la ciudadde México y otra quinta parte haya tenido queemigrar. El socialismo chino, como el de otrospaíses, se convirtió en la vía más larga, cruel eineficiente de establecer el capitalismo.

Después de Truman se han sucedido una tras deotra, a cortos intervalos, las teorías del desa-rrollo y el subdesarrollo. En cada una de ellas,

‘desarrollo’ aparece como un algoritmo: un sig-no arbitrario cuya definición depende del con-texto teórico en que se usa. Como ha señaladoGilbert Rist, “el principal defecto de la mayorparte de las seudo-definiciones de ‘desarrollo’

es que se basan en la manera en que una per-sona (o grupo de personas) describe las condi-ciones ideales de la existencia social… Pero si lapalabra ‘desarrollo’ solo es útil para referirseal conjunto de las mejores aspiraciones huma-nas,   podemos concluir de inmediato que ¡noexiste en parte alguna y probablemente nuncaexistirá!” (cursivas de Rist 1997).

Sin embargo, a medida que las definiciones deldesarrollo se hicieron más variadas y contradic-

torias entre sí, sus connotaciones adquirieronmayor fuerza. “Es un vector emocional, más queun término cognitivo. Connota mejoría, avance,progreso; significa algo vagamente positivo. Poreso es tan difícil oponerse a él: ¿quién quiererechazar lo positivo?” (Sachs 2007).

En el mundo real, más allá de la disputa aca-démica sobre los significados del término, de-sarrollo es lo que tienen las personas, áreasy países ‘desarrollados’ y los demás no. Para

la mayoría de la gente en el mundo, ‘desarro-llo’ significa iniciarse en un camino que otrosconocen mejor, avanzar hacia una meta queotros han alcanzado, esforzarse hacia adelanteen una calle de un solo sentido. ‘Desarrollo’significa sacrificar entornos, solidaridades, in-terpretaciones y costumbres tradicionales enel altar de la siempre cambiante asesoría delos expertos. ‘Desarrollo’ promete enriqueci-miento. Para la gran mayoría, ha significadosiempre la modernización de la pobreza: lacreciente dependencia de la guía y administra-ción de otros. Reconocerse como subdesarro-llado implica aceptar una condición humillantee indigna. No se puede confiar en las propiasnarices; hay que confiar en las de los expertos,que lo llevarán a uno al desarrollo. Ya no es

1) Truman no inventó el término subdesarrollo, quese atribuye a Wilfred Benson, en un texto de 1942.Pero el término se mantuvo en un uso discreto en elmundo académico y de las instituciones internaciona-les hasta que Truman lo puso en circulación.

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posible soñar los propios sueños: han sido soña-dos, pues se ven como propios los sueños de los‘desarrollados’, aunque para uno (y para ellos)se vuelvan pesadilla.

“El viejo imperialismo –la explotación para ga-nancia extranjera- no tiene cabida en nuestrosplanes”, señaló Truman en el discurso en queacuñó la palabra subdesarrollo. “Concebimosun programa de desarrollo basado en los con-ceptos de trato justo y democrático” (Truman1967). No había cabida para el viejo imperia-lismo. Estados Unidos se convirtió en el cam-peón de la descolonización, apoyando directao indirectamente a quienes se querían librardel yugo europeo. Pero así empezó otra forma

de colonización, más penetrante y extendida.Para la defensa y fomento de los intereses es-tadounidenses, se recurrió a la fuerza siempreque fue necesario y se respaldó toda suertede autoritarismos. El propio Truman señaló,ante las críticas sobre su respaldo a Somozaen Nicaragua: “Sí, es un hijo de puta, pero esnuestro hijo de puta”. En general, sin embar-go, se prefirió la vía suave de la persuasión,a través de la propaganda y el mercado, edu-cando a una generación entera en la religión

del desarrollo.El proceso de descolonización, que marca elinicio del milenio, pasa necesariamente por ladesmitificación del desarrollo. El supuesto deque los ‘subdesarrollados’ deben y pueden lle-gar a ser como los ‘desarrollados’ no tiene yasustento y se le reconoce cada vez más comouna amenaza a la naturaleza y a la conviven-cia. Ha llegado el tiempo de deshacerse radi-calmente del mito colonizador.

La ruptura

Desde los años ochenta se hizo públicamen-te evidente el fracaso de la empresa desarro-llista. La propuesta de Truman prometía ex-presamente cerrar la brecha entre los países“avanzados” y los demás, para implantar unanueva forma de justicia en el mundo. En 1960los países ricos eran 20 veces más ricos que lospobres. En 1980, gracias al desarrollo, eran 46

veces más ricos. Resultaba claro que el ‘de-sarrollo’ era muy buen negocio para los paísesricos y muy malo para los demás. Las cuentasalegres que en los años cincuenta prometíanque países como México o Brasil se desarrolla-

rían en un plazo de 25 a 50 años cayeron porsu propio peso: se rezagaban cada vez más.Nunca llegarían a ser como los países que seadoptaban como modelo.

Esta conciencia tuvo efectos ambiguos. Paramuchos, fue fuente de frustración, rabia, des-esperación. ¿Por qué tantos países parecíancondenados a estar siempre en segunda posi-ción, al final de la cola? Se produjeron tambiénreacciones individualistas: conscientes de que

sus países no serían como los ‘desarrollados’algunos decidieron sumarse a las minorías deéstos. En clases medias y altas de América La-tina circuló por entonces una postura cínica:“No vamos a vivir como los estadounidenses,sino mejor que ellos. Tendremos todos los bie-nes y servicios que ellos tienen, sus malls, susMcDonalds, sus Walmart, y además criadas”.Millones de personas se convirtieron en los queCarlos Monsiváis ha llamado “los primeros esta-dounidenses nacidos en nuestros países”. Son

personas que no toman en cuenta los puntos devista de las criadas ni los de las mayorías socia-les desplazadas y despojadas por el desarrollo.Forman ahora los Nortes de cada Sur.

Los años ochenta, sin embargo, fueron tambiénun momento de revelación. A pesar de los ve-los tendidos sobre su realidad por las elites lo-cales, en las mayorías, particularmente entrelos marginados, se produjo un despertar. Des-cubrieron que, a pesar de todos los despojosdel colonialismo y el desarrollo, aún contabancon la bendición de su dignidad, y con ella ve-nía su propia definición de la buena vida, delbuen vivir, de sus formas sensatas y convivialesde honrar a la Madre Tierra y de convivir conotros. Descubrieron que, a final de cuentas, el‘desarrollo’ sólo significaba aceptar una defi-nición universal de la buena vida que, ademásde inviable, carecía por completo de sentido.Y descubrieron, además, que era enteramentefactible llevar a la práctica sus propias defini-

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ciones del buen vivir –aunque hacerlo implica-ba intensificar la resistencia ante desarrollistaspúblicos y privados, debilitados por las crisispero no eliminados, y luchar a contrapelo delos vientos dominantes.

Empezó a hablarse de posdesarrollo, un térmi-no que se puso repentinamente de moda. Trasvarios años de conversaciones en distintos paí-ses, reflexionando sobre el tema, Iván Illich ysus amigos publicaron el Diccionario del Desa-rrollo: una guía del conocimiento como poder (Sachs 1992). Era un esfuerzo de desmantelarla frágil pero poderosa constelación semánti-ca del ‘desarrollo’ mostrando el carácter tóxi-co de sus pilares lingüísticos: ayuda, ciencia,

desarrollo, estado, igualdad, medio ambiente,mercado, necesidades, nivel de vida, partici-pación, planificación, población, pobreza, pro-ducción, progreso, recursos, socialismo, tecno-logía y un mundo.

El posdesarrollo significa ante todo adoptar unaactitud hospitalaria ante la pluralidad real delmundo. Significa, como dicen los zapatistas,ponerse a construir un mundo en que quepanmuchos mundos. En vez del viejo sueño per-

verso de un mundo unificado e integrado bajola dominación occidental, que Estados Unidostomó en sus manos al final de la Segunda Gue-rra Mundial, se trata de abrirse hospitalaria-mente a un pluriverso, en que las diferenciasculturales no sólo sean reconocidas y acepta-das sino celebradas.

Posdesarrollo, en ese contexto, significa tam-bién celebrar las innumerables definicionesdel buen vivir de quienes han logrado resistirel intento de sustituirlas con el American way of life y ahora se ocupan de fortalecerlas y re-generarlas. En un sentido muy real, ir más alládel desarrollo significa encontrarse con la bue-na vida, curando al planeta y al tejido social deldaño que les causó la empresa desarrollista.

El camino de la emancipación

Existe consenso general sobre el hecho de quenos encontramos al final de un ciclo histórico.

Pero el consenso se rompe cuando se trata deidentificar el cadáver. ¿Qué es lo que habríamuerto o se hallaría en agonía? Aunque domi-na todavía en los medios y las elites la con-vicción de que se trata solamente de un ciclo

económico más y pronto empezará una nuevafase de expansión capitalista, se acumulancontinuamente otras revelaciones.

* Terminó el Consenso de Washington, comocertificó en Londres en abril de 2009 elprimer ministro británico Gordon Brown,confirmando el funeral del neoliberalismo,cuya procesión inició el Banco Mundial en2007 y encabezaron los presidentes latinoa-mericanos en El Salvador a finales de 2008,

aunque algunos de ellos habían sido fanáti-cos promotores del catecismo neoliberal ysin él actúan como gallinas sin cabeza.

* En círculos académicos se examina por pri-mera vez con seriedad la tesis que hace 20años sostiene Imanuel Wallerstein de quenos encontramos en la fase final del capita-lismo como régimen de producción. Algu-nos analistas sostienen que no terminaríapor sus contradicciones estructurales, las

que examinó Marx y Wallerstein retoma,sino por una especie de suicidio, provocadopor los fundamentalistas de mercado. Lasadvertencias de Soros habrían resultadoválidas.

* A veces se retoman las enseñanzas de diver-sos pensadores radicales, como Foucault,para sostener que nos encontramos al finde la era moderna. Se habrían desmontadoya los pilares fundamentales del modo deser y pensar de los últimos 200 años. Siesto resultara cierto, nos encontraríamosen el periodo de incertidumbre al final deuna era, cuando sus conceptos y racionali-dades no permiten ya entender la realidady transformarla y aún no aparecen los nue-vos.

Al margen del debate académico y político,sin embargo, desde abajo y a la izquierda,como dicen los zapatistas, millones de perso-

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nas se encuentran en movimiento. Por merosimpulsos de supervivencia o por la convicciónde que ha llegado el momento de realizarantiguos ideales, se extienden movimientossociales que abandonan impulsos meramente

reivindicativos, que se reducen a presentardemandas al estado. No confían ya en los par-tidos políticos y el gobierno y se concentran enrecuperar sus ámbitos de comunidad o crearotros nuevos. Instalados con lucidez más alládel desarrollo, cada vez más conscientes de lacontraproductividad fundamental de todas lasinstituciones modernas –la medida en que pro-ducen lo contrario de lo que prometen, que laescuela genera ignorancia, la medicina enfer-ma, el transporte paraliza… (Illich 2006-08)-

, enfocan sus empeños a construir un mundonuevo.

Cambiar el mundo es muy difícil, quizá im-posible, señalaron los zapatistas al terminarel Encuentro Intercontinental en 1996; peroconstruir un mundo nuevo es factible. Lejosde ser una propuesta romántica, esta postu-ra resulta enteramente pragmática. Y en ellaestá un número creciente de personas. Obser-van que en el seno mismo de la vieja sociedad

es posible empezar a generar nuevas relacio-nes sociales, ajenas a toda explotación, y quecon ellas no sólo se hace posible enfrentar lasdificultades de la crisis sino ampliar la digni-dad personal y colectiva, desafiando todos lossistemas políticos y económicos existentes.

Proliferan actividades aparentemente inocen-tes, que no tienen a primera vista un conte-nido político: Monedas locales, que surgen lomismo en Medellín, Colombia, que en BuenosAires, Argentina, o Oaxaca, México. Tecno-logías apropiadas, como bicimáquinas, sani-tarios ecológicos secos o concentradores so-lares construidos localmente, desafían a lasociedad tecnológica. Son apropiadas porquecorresponden a la intención de sus usuarios yéstos se las apropian, las mantienen bajo sucontrol, en vez de convertirse en esclavos dela tecnología. Espacios de discusión y apren-dizaje, más allá de la escuela, la vanguardiay el partido, unen medios y fines y se vuelven

modelo de la sociedad por venir.

La lista de iniciativas es interminable y nadatienen de inocentes. Construyen realmenteun mundo nuevo y luchan para evitar el de-

sastre.

Una metáfora intenta captar lo que está pa-sando. Estamos todos en un barco, en me-dio de la tormenta perfecta. En el cuarto demáquinas disputan intensamente políticos,científicos, dirigentes sociales, funcionarios,partidos políticos… Todos tienen ideas sobrecómo enfrentar la dificultad. Tan ocupadosestán en su debate que no perciben que elbarco se hunde. Pero la gente, en cubierta,

se da cuenta claramente. Algunos, con sesgoindividualista, saltan del barco y se ahogan.Los demás se organizan y en pequeños gruposconstruyen botes y balsas y empiezan a ale-jarse del barco. Surgen pronto mecanismospara articular los empeños, hasta que descu-bren que están en medio del archipiélago dela convivialidad… Observan, a la distancia,cómo sus supuestos ‘dirigentes’ se hundenjunto con el barco.

Bibliografía

Illich, I. (2006-08). Obras reunidas. Tomos I y II.México, Fondo Cultura Económica.

Rist, G. (2002) The History of Development. Lon-dres, Zed Books.

Sachs, W. (1992) The Development Dictionary: AGuide to Knowledge as Power. Londres: Zed Books.En español: Diccionario del desarrollo: Una guía delconocimiento como poder. Lima, PRATEC (1996) yMéxico, Galileo Ediciones (2001).

Sachs, W. (2007) En Upfront Reflections on 50 Yearsof Development. Development. 50: 5.

Truman, H. (1967). Discurso de investidura, 20 deenero de 1949. Documents on American ForeignRelations (Documentos sobre relaciones exterioresestadounidenses). Connecticut: Princeton UniversityPress.

Gustavo Esteva, mexicano, es un “intelectualdesprofesionalizado” que acompaña a diversos

movimientos sociales y ha sido un promotordestacado de la crítica al desarrollo.

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Ecología política,sustentabilidad y poder socialen Latinoamérica

 Víctor M. Toledo

Vivimos tiempos tan inimaginables como in-esperados, en los que las críticas anticipada-mente hechas desde hace décadas se hacenefectivas, confirmando que los procesos socia-les son mucho más lentos de lo que se suponía.Entramos a un “fin de época”, a la fase ter-minal de la civilización industrial, tecnocráti-ca y capitalista, en la que las contradiccionessociales y ecológicas se agudizan y en el que lanorma son cada vez más los escenarios sorpre-sivos y la ausencia de modelos alternativos.Dos fenómenos encabezan esta crisis de civi-lización: de un lado, la crisis ecológica con elcalentamiento global y el fin de la era del pe-tróleo en primera fila, y en segundo término,la crisis financiera y económica provocada, y

largamente anunciada, por la voracidad insa-ciable del capital.

Desde la perspectiva de la ecología política,tres fenómenos operan como puntos de refe-rencia de la crisis del mundo contemporáneo:

a) El deterioro y descrédito evidentes de laclase política en la mayor parte de los paí-ses (Estados y partidos), la cual ha queda-do ampliamente rebasada, independiente-

mente de su orientación ideológica, por lacomplejidad y la velocidad de los procesoscontemporáneos (ecológicos, económicos,tecnológicos, informáticos, y culturales);esto se expresa en la falta de proyectos al-ternativos a la altura de las circunstanciasactuales.

b) La creciente sujeción de esa clase política,socialmente ineficaz y corrupta, por par-te de los principales enclaves económicos

del mundo contemporáneo (corporaciones,bancos internacionales, empresas), es de-cir, por el capital en su fase corporativa yglobal.

c) Finalmente, la difusión y multiplicación deinnumerables iniciativas, proyectos y mo-vimientos ciudadanos en varias partes delmundo, pero especialmente en Latinoamé-rica. Estos proyectos surgen como reaccio-nes frente a la posibilidad, cada vez másapuntalada por la investigación científica,de un colapso ecológico de escala global,que por primera vez en la historia pone enduda la supervivencia de la especie huma-na, es decir plantea la idea de que el Homo

sapiens es una especie mortal.

Dos grandes tipos de movilizaciones parecendominar el espectro de estos movimientosciudadanos: las movilizaciones anti-sistémicasrealizadas en la última década mediante laparticipación coordinada de cientos de milesde ciudadanos organizados en pequeños gru-pos, redes y otras formas novedosas de protes-ta; y el desarrollo de proyectos territorializa-dos dirigidos a la construcción del poder social

mediante formas ecológicamente viables deproducción, comercio y consumo, la autoges-tión y la democracia participativa, por lo co-mún orientados por el nuevo paradigma de lasustentabilidad.

¿Cómo se construye el poder social?

La movilización de las ciudadanías y sus or-ganizaciones (asambleas de barrios, comuni-

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dades, cooperativas, grupos gremiales, orga-nismos de gestión, etc.) alcanza su forma depoder social, cuando se salta de la protestao la mera resistencia al control efectivo deespacios: barrios de ciudades, comunidades,

municipios, cuencas, regiones. Cinco criteriospermiten visualizar una plataforma mínimapara la construcción del poder civil o ciuda-dano:

I) El poder social se construye no en abstrac-to sino en los espacios concretos de los te-rritorios; es decir se realiza una prácticapolítica territorializada, no meramentediscursiva.

II) El poder lo construyen los conglomeradossociales (no partidos políticos ni gobiernos,ni empresas o corporaciones) en iniciativas,proyectos o movimientos de carácter mul-ti-sectorial. Es decir, por núcleos organiza-dos y conformados por diferentes actoreso agentes sociales, ensamblados medianteel consenso (democracia participativa),y en los que participan tanto los actoreslocales (habitantes o usuarios de un ciertoterritorio) como aquellos que sin pertene-

cer al territorio se encuentran articuladosa aquellos a través de los flujos de informa-ción, monetarios, asistenciales, educativosy tecnológicos.

III) El poder se construye para favorecer, man-tener y acrecentar el control social de loshabitantes o usuarios locales o territoria-les de una cierta región sobre los procesosnaturales y sociales que les afectan, únicamanera de garantizar la calidad de vida yel bienestar de las ciudadanías locales y re-gionales.

IV) El poder social se construye en lo concretode manera incluyente, mediante la orques-tación de habilidades, conocimientos y ro-les, más allá de las particularidades de losparticipantes, y a través de la discusión, laauto-crítica, la disolución de las diferen-cias y la complementariedad de visiones ypuntos de vista.

V) El poder social requiere, además, de co-nocimientos acerca de la realidad socialy natural del territorio. Por ello resultaimportante la participación de científicosy técnicos con conciencia ecológica y so-

cial. Ello supone el involucramiento deuniversidades, tecnológicos y otros centrosacadémicos que se vuelcan a apoyar el pro-ceso de empoderamiento civil, dotados denuevos enfoques, métodos e instrumentos;es decir de una ciencia y tecnología desco-lonizada y desenajenada.

La construcción del poder mediante las pre-misas anteriores busca entonces el empode-ramiento social (de los individuos y sus fa-

milias, las comunidades, las regiones, etc.),frente a y por encima de los otros dos poderesque hoy dominan a la sociedad: el del esta-do (poder político) y el del mercado (podereconómico). En su desarrollo y expansión, elpoder social va imponiendo en cada territorio,pautas o modalidades de organización socialautogestiva, que al sumarse y unificarse vancreando “zonas de resistencia”, que enfren-tan cada vez con más fuerza a los otros dospoderes (político y económico), gestando, de

paso, nuevas sinergias que se orientan hacia latransformación gradual de la sociedad y que,en ocasiones, terminan por desplazar súbita-mente al poder político. Lo anterior supone lacreación de “zonas liberadas”, de territoriosautónomos donde la organización social lograel control del espacio, los recursos naturales,el abasto, las transacciones económicas, la in-formación, la educación y la cultura.

La “micropolítica doméstica”

La construcción del poder social comienzaen la familia, en la edificación de un hogarautosuficiente, seguro y sano, que compartecon otros hogares una misma “micropolíticadoméstica”. Ello se logra mediante la imple-mentación de acciones en relación a aspectoscomo la alimentación, salud, energía y otros,todo lo cual surge, a su vez, de la toma deconciencia, ecológica y social, de los miem-bros de la familia, de un cambio de actitudes.

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En fin, de la adopción de una nueva filoso-fía por y para la vida.

En el caso de la alimentación, se trata deque el hogar alcance donde le sea posible,

el auto-abasto de alimentos sanos, nutri-tivos y producidos bajo esquemas ecológi-camente adecuados (agricultura orgánicao sustentable), y su obtención desde redesy mercados solidarios, justos y orgánicos.El hogar debe buscar también la autosufi-ciencia en agua y energía, lo cual impli-ca la adopción de tecnologías adecuadas,limpias, baratas y seguras. La viviendadebe estar construida con materiales lo-cales, no tóxicos y producidos ecológica-

mente. Finalmente, la salud se alcanza porel consumo de alimentos sanos, materiales notóxicos, agua limpia, adecuados dispositivossanitarios, y el empleo no de una sino de va-rias tradiciones médicas (por ejemplo, desdela acupuntura hasta las diferentes medicinasindustriales).

Los hogares autosuficientes, sanos y seguros,conforman las células últimas del poder social,y sólo alcanzan a realizarse cuando forman

parte de redes, cooperativas o comunidadesde territorios bien definidos. Estos represen-tan un segundo nivel de organización social ysurgen de la agregación solidaria de los prime-ros. Un tercer nivel puede alcanzarse cuan-do se logra la articulación a escala de barriosurbanos, ciudades pequeñas, municipios y mi-cro-regiones, y así sucesivamente.

Todas estas formas de organización se alcan-zan más fácilmente cuando existe la partici-pación de “agentes técnicos”: investigadores,promotores, animadores. Sin la construccióndel poder social, la toma del poder político(que corre en paralelo) se ve limitado en susacciones reivindicadoras, incluso se torna ino-cuo o disfuncional al ser dominado o contro-lado por las fuerzas anti-sociales (como losmercados dominados por el capital).

Sustentabilidad y poder social en

Latinoamérica

A diferencia de los países industriales, dondeexisten experiencias ciudadanas en las perife-rias urbanas y semi-urbanas, o bien ejecutadaspor actores neo-rurales (habitantes urbanosque retornan al campo), en la América Latinala mayor parte de las iniciativas encaminadasa construir el poder social es representado porsus poblaciones rurales campesinas e indíge-nas. Ello, en parte, se explica por la enorme

presencia de la población campesina (unos 65millones) y el gran número de habitantes in-dígenas (40 a 55 millones), pertenecientes aunas 800 culturas, que en el caso de variospaíses conforman conglomerados sociales do-minantes (Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador),o son propietarios de enormes territorios.Esto último es el caso de Colombia, donde lapoblación indígena representando solamenteel 2% de la población nacional, posee el 25%del territorio y el 80% de las áreas forestales;en México el campesinado y las comunidadesindígenas detentan la mitad del territorio, lascuatro quintas partes de los bosques y selvasy el 20% del agua; y Brasil con un territorioindígena de 100 millones de hectáreas.

El recuento de los movimientos sociales deinspiración ecológica y/o sustentable actualesrevela un panorama complejo y notable. In-cluye formas incipientes o avanzadas, núcleosautónomos o mezclados con los gobiernos o

Latinoamerica – datos clave

Población Total 546,723,509

Población Rural 160,000,000

Población Campesina 65,000,000

Población Indígena 40-55,000,000Número de lenguas 725

Datos basados entre otros en www.exitoexportador.com; Díaz-Malaquez, 2002 (http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/geologia/v05_n10/planes_desa.htm); indicadores de FIDA, 2000; Gregor-Barie,2003; Moreno-Fernandez, 2006 (www.juridicas.unam.mx/publica/ibrev/rev/derhum/cont/51/pr/pr35.pdf)

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partidos, y en escalas locales, micro-regiona-les, regionales o de carácter nacional. Entrelos más notables deben contarse el Movimien-to de Campesino a Campesino con 10.000 pro-motores y 500.000 familias beneficiadas en

el norte de Centroamérica, y la AsociaciónCoordinadora Indígena y Campesina de Agro-forestería Comunitaria Centroamericana (ACI-CAFOC), que lleva a cabo proyectos de mane-jo de bosques, agua y servicios ambientales,eco-turismo, producción y comercialización.

También debe incluirse a la COICA (Coordina-dora de Organizaciones Indígenas de la CuencaAmazónica), organización regional fundada en1985, representando 400 diferentes pueblos

o culturas de 9 países (1.5 millones de per-sonas), cubriendo más de 7 millones de km2.Otras iniciativas son el Movimiento de los SinTierra (MST) de Brasil, que en el año 2000 du-rante su 4o. Congreso (11.000 participantes),adoptan la agro-ecología como su modelo parala producción. A la fecha, el MST ha reali-zado varias jornadas anuales de agro-ecología(5.000 participantes) y creado 12 Escuelas Au-tónomas de Agroecología, además del Centro“Chico Mendes” de Agroecología en Paraná.

En Cuba, el sector no estatizado y campesi-no representado por la Asociación Nacionalde Agricultores Pequeños (231.000 socios en1998) con 1.689 millones de hectáreas, pro-ducen: 85% del tabaco, 81 % del frijol, 67%del maíz, 60% del cacao, 68% de los frutales,51% de la miel, 50% de las hortalizas, 47% delcafé, 50% de la acuicultura, 40% del ganado,37% de la carne de cerdo, 30% de la leche delpaís. Ellos fueron el único sector producti-vo que se mantuvo al margen de la tremendacrisis que sufrió el país tras el desabasto delpetróleo provocado por la caída de la antiguaURSS. El movimiento más avanzado lo con-forma sin duda los clubes y organizacionesde vecinos que frente a la crisis alimentariase organizaron con el apoyo del movimientoagroecológico, para restablecer huertos urba-nos orgánicos, un movimiento de autogestiónque hoy reúne a miles de ciudadanos. Hacia2003, 200 mil predios generaron 3.4 millo-

nes de toneladas de alimentos, incluyendoel 65% del arroz, 45% de las verduras, 38% delas frutas, 13% de raíces y tubérculos y 6% delhuevo. Además, hoy en Cuba también exis-te un proyecto ecológico nacional que inclu-

ye bio-fertilizantes (5 millones de ton para475.000 ha), control biológico de plagas (276centros y 4 plantas industriales), áreas natu-rales protegidas, energía alternativa, manejoy mejoramiento de suelos y otros.

En los países andinos las luchas políticas y porla defensa de los territorios se entremezclancon las que se hacen por los recursos natura-les, las prácticas agrícolas tradicionales y elagua (como en Cochabamba, Bolivia). Final-

mente, en México, disponemos de un reperto-rio de experiencias por buena parte del centroy sur del país, desde las comunidades y coo-perativas productoras de alimentos orgánicos,las organizaciones forestales, las comunidadeserigidas en defensa del agua, o con proyectosecoturísticos, etc. En México existen unas 15regiones con más de mil comunidades con pro-yectos hacia la sustentabilidad encabezadaspor Oaxaca (616), Chiapas (134), Michoacán(94), Quintana Roo (100) y Puebla (100) y or-

ganizaciones estatales y de escala nacional.

Iniciativas ciudadanas

Utilizando el parámetro de la huella ecológicapor un lado, y el índice de bienestar humano dela Organización de las Naciones Unidas, un gru-po de investigadores confeccionaron un méto-do para cuantificar el nivel de sustentabilidadde los países, definido como aquel que alcanzaun mínimo grado de bienestar social y un ni-

vel de consumo que no excede la capacidad derenovación de la biosfera (bio-capacidad) (Mo-ran, et al, 2008). La aplicación de ese índicea 93 países, entre 1975 y 2003, reveló que, noobstante los conocimientos acumulados y lasmedidas adoptadas durante ese período, lasociedad humana se ha vuelto menos, no mássustentable, con excepción de un país (Cuba)(véase www.footprintnetwork.org). Los resul-tados también ubicaron a Latinoamérica comola región “menos insustentable” del globo.

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En una región donde se realizan nuevosproyectos políticos mediante el triunfoelectoral, también existen innumerablesproyectos ciudadanos, esencialmente ru-rales, que caminan en la vía de la susten-

tabilidad y el poder social y que conformanformas novedosas de resistencia frente ala crisis de civilización que hoy se padece.Estas iniciativas parecen contener elemen-tos de una enorme importancia porque, adiferencia de los impulsos anti-sistémicoso de la izquierda convencional, ofrecen al-ternativas territorializadas basadas en lolocal, la autogestión, la democracia parti-cipativa o de base y el manejo adecuadode los recursos de la naturaleza. Por todo

ello, es posible anticipar que en el futuroinmediato estas iniciativas cobrarán unamayor importancia y serán los ejes o pi-votes de nuevas fórmulas emancipadoras(llámense “modernidad alternativa”, “de-crecimiento” o “post-desarrollo”), en lasque un cambio en las articulaciones de losgrupos humanos con la naturaleza correráen paralelo con nuevas formas de relacio-nes sociales. Todo indica que es este elcamino que permitirá superar la crisis, de

carácter global, que la civilización indus-trial ha generado.

Bibliografía

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Víctor M. Toledo, mexicano, esdocente e investigador en el Centrode Investigaciones en Ecosistemas,Universidad Nacional Autónoma de

México (UNAM).

Del desarrollo a laautonomía:

Lareinvenciónde losterritorios

Carlos Walter

Porto-Gonçalves

El desarrollo como

noción colonial

La idea de desarrollo se man-tiene como un referente fuer-te, incluso entre los críticos

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del capitalismo. Esa idea-fuerza se presen-ta como si fuese natural y, por tanto, comosi no tuviese una génesis histórica y un lugarde origen muy específico. El desarrollo ganóel mundo en el contexto de la post guerra,

cuando el Sr. Harry Truman, entonces Presi-dente de EE.UU., y el naciente Banco Mundialde Reconstrucción y Desarrollo, comenzarona definirnos como subdesarrollados por teneruna renta per cápita por debajo de US$ 100 yestar sin-capital, sin-escolaridad, sin-conoci-miento, sin-tecnología, sin-urbanización. Esdecir, cuando pasamos a ser analizados no porlo que éramos, sino por no ser iguales a losque nos caracterizaban como tales, quienesdisponían del capital, del conocimiento, de la

tecnología, del ideal urbano al que habríamosde convertirnos.

En fin, el desarrollo es una idea colonial enel sentido más preciso de la palabra. Hastalos años ‘50, nadie quería desarrollar a nadiey los países europeos hablaban abiertamentede colonizar África y Asia, donde estaban suscolonias. Incluso los primeros documentosque propusieron la creación del Banco Mun-dial decían explícitamente que se trataba de

un banco de reconstrucción y no de desarrollo(Pereira, 2009). Hasta mediados de los años‘50, la cartera de inversiones del Banco Mun-dial fue básicamente destinada a la recons-trucción de Europa y poco o nada a las “áreassubdesarrolladas” (Truman). Fue la ola des-colonizadora desencadenada por los pueblosafricanos y asiáticos en la post guerra, la queproporcionó las condiciones para que los paí-ses que perdían sus colonias reinventen esanoción colonial, que pasó a dividir el mundoentre los que eran desarrollados y los subde-sarrollados, estableciendo que estos deberíanseguir el modelo de aquellos. A partir de en-tonces, las agencias (poco) multilaterales seencargaron de contratar científicos y técnicospara medir cuanto faltaba a los sub para quese vuelvan desarrollados y, para eso, diversasmisiones y sus misioneros fueron enviados alllamado Tercer Mundo. Así como la primeracolonialidad, bajo hegemonía ibérica, se afir-mó en nombre de la fe cristiana, y la segundacolonialidad, bajo hegemonía de Europa Norte

Occidental, se afirmó en nombre de la fe en laciencia -olvidando que la fe en la ciencia no esciencia, es fe-; la tercera colonialidad, bajohegemonía estadounidense, sobre todo en lapost guerra, se afirmó en nombre de la idea

del desarrollo. Así como un día los europeoscolocaron la idea de catequizar y colonizar elmundo, ahora quieren desarrollarlo, esto es,conducir a todo el mundo hacia su idea de de-sarrollo. La idea es rigurosamente colonial,como se ve.

En Abya Yala/América somos

modernos hace 500 años!

Es en ese contexto de descolonización de los

pueblos africanos y asiáticos, sobre todo, quese propone la revolución verde1 como una re-volución técnica, donde el verde1 de esa revo-lución buscar vaciar la revolución roja que ha-bía ganado gran expresión con la Gran Marchacampesina en China. El desarrollo tecnológicoemergía como una bendición a la que todostendrían derecho, teniendo a la ciencia occi-dental como su fuente de inspiración. Así, conun sesgo universalista, aunque con un origenbien provinciano, el occidental, se presentaba

a la ciencia occidental como una panacea, in-dependiente de los contextos socio-geográficosespecíficos donde fuera a insertarse. Incluso senos contó una historia de las técnicas con énfa-sis en la Revolución Industrial del siglo XVIII eu-ropeo que debía iluminar el mundo (sic), comosi estuviésemos en la edad de las tinieblas.Olvidaron no sólo las innovaciones tecnológi-cas presentes cuando la conquista colonial deAbya Yala/América, inclusive el hecho de queeste continente no exportaba materias primas,

como se enseña en los libros, puesto que tantoel oro como la plata, que salían de Anauac ydel Tawantinsuyu, al igual que el azúcar, quesalía de Cuba, Haití y de Brasil, eran productosmanufacturados. No sólo el oro y la plata eran

1) En fin de cuentas, ¿por qué una revolucióntécnica tendría que tener un color? El rojo eraideológico, mientras el verde, técnico. Obviamente,no fueron los colores como tal que se colorearon conestos valores.

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objeto de un tratamiento manufacturero conun sofisticado conocimiento de esas metalur-gias ya previamente existentes, sino tambiénel azúcar procesado en los ingenios para serexportado. A la época, el azúcar era el mayor

commodity  en circulación en el mundo y eraproducido aquí en Abya Yala/América con pro-cesos manufactureros que no encontraban pa-ralelo en el continente europeo. Por lo tanto,si quisiéramos contar la historia del desarrollotecnológico moderno deberíamos comenzar portodo lo que abarcó la conquista y la coloniza-ción de Abya Yala/América. ¡Somos modernoshace 500 años!

Somos modernos sí, pero el lado olvidado de la

modernidad, esto es, el lado colonial que, to-davía, le es constitutivo. Europa, hasta la con-quista de Abya Yala/América en 1492, no teníala centralidad que pasó a tener después de in-corporar este continente. A la época, “orien-tar” indicaba el camino acertado a seguir, estoes, el Oriente. La conquista de Abya Yala/Amé-rica proporcionó a Europa las condiciones deposibilidad para que se convierta en el centrogeopolítico, geocultural y geoeconómico delmundo. De hecho, no se comprende la centra-

lidad de Europa sin su lado colonial que, así,cumple un papel protagónico en la constitucióndel sistema mundo moderno-colonial que noshabita hasta hoy. La modernidad desde su pri-mer momento fue colonial. Hacer monoculti-vos extensivos, esto es, en latifundios, fue unainnovación tecnológica que tuvo su lugar en elmundo colonial y, para eso, fue necesario eltrabajo esclavo puesto que nadie espontánea-mente hace monocultivo. El monocultivo esuna técnica que sólo tiene sentido cuando seproduce no para sí mismo, sino para otro, aúnmás cuando se lo hace en grandes extensionesterritoriales. La técnica se muestra, así, par-te de las relaciones sociales y de poder. Losingenios de azúcar molían la caña provenientede los latifundios de monocultivo bajo la manosanta del látigo en la espalda de los esclavos,tal como hoy los latifundios empresariales demonocultivos de soja o de caña operan bajo latecnología de la Monsanto. Cuando decimos lamano santa del látigo de los señores en la espal-

da de los esclavos no lo hacemos como si fue-se una figura de retórica simplemente, puestoque la Iglesia a la vez que cuidaba del alma delos indígenas, aunque con ambigüedad, bende-cía la esclavitud.

La reinvención de los territorios

El “desenvolvimento” (desarrollo2), entre losmuchos significados que encierra, contieneuno muy especial que se refiere a su no “en-volvimento” (envoltura) con los lugares y lasregiones en sus singularidades. Hubo un autor,Walter Rostow, que llegó a caracterizar el mo-mento exacto en que un país o una región sedesarrollaban como take off ; o sea, una me-

táfora de la aviación para señalar el momentodel despegue. Desarrollar es despegar y, así,el “desenvolvimento” es también “des-envol-vimento” en el sentido preciso de romper el“envolvimento” (environment, del inglés), deprivar a quienes son de lo local, a quienes sonde una determinada región o de un determina-do territorio, el poder de definir su propio des-tino, de concebir su propio ambiente. En esesentido, “des-envolver” es desterritorializar.Sus raíces pertenecen a la tradición liberal que,

por ello, da tanta importancia al derecho de iry venir, y no da ninguna atención al derecho dequedarse, al derecho de permanecer que, en elfondo, es el derecho de territorializarse por símismo, en su differentia specifica. Por ello, esimportante constatar que la crisis del desarro-llo viene junto con el debate acerca del terri-torio y de las territorialidades (Oporto-Gonçal-ves, 2001). Es un debate por el ambiente, porel “envolvimento”, por la reapropiación socialde la naturaleza (Leff, 2006). Y ya no se trata

de un debate de cada cual en defensa de supropio territorio (Diaz-Polanco, 2004), puestoque el “desenvolvimento” al “des-envolver”-se (despegar) de cada contexto sociogeográfi-co específico, comprometió a cada uno con el

2) NDLT: En portugués, “desenvolvimento” significadesarrollo, mientras que “envolvimiento” significaenvoltura, involucramiento o enredo. Por la conno-tación que le da el autor a los términos, mantenemosambas palabras en dicho idioma.

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destino de todos, al poner en peligro la propiasupervivencia del planeta y de las especies.

No en vano, la actual crisis por la que pasa lahumanidad es la crisis del éxito de su revolu-

ción que, tal como Prometeo, se hizo por elcontrol del fuego, por la revolución energéticafósil, la Revolución (en las relaciones sociales yde poder) Industrial. Fue la generalización deluso de la energía fósil (carbón y petróleo) quepermitió no sólo que la energía (en física, capa-cidad de realizar trabajo) transformase la ma-teria (en física, trabajo) y, así, hizo posible quela materia transformada en cualquier lugar delmundo con el uso de máquinas a vapor pudieseser transportada a cualquier lugar del mundo

con el uso de la máquina de vapor adaptada alos medios de transporte y, así, que proporcio-ne una transformación de la materia en pro-porciones jamás vistas en toda la historia delplaneta, “des-envolvendo”-se (despegándose)de cualquier lugar a la vez que “envolvía” atodos en su “desenvolvimento” (desarrollo).Con eso, el “desenvolvimento des-envolveu-se” (despegó) y se olvidó de las leyes de latermodinámica, del principio de entropía. Elcalentamiento global es la expresión del éxito

de un desarrollo que perdió el sentido de su“envolvimento”. Hubo un tiempo en que sellegó a saludar la llegada del desarrollo con suslocomotoras, llamadas en Brasil cariñosamentecomo “María Humareda”.

He ahí la razón de ser de las luchas por la re-apropiación social de la naturaleza (Leff), delas luchas por territorios, por sentidos de estaren la tierra, en fin, por territorialidades. Lospueblos indígenas y los diferentes campesinostienen un papel estratégico al protagonizar lu-chas en defensa del agua, del aire, de la tierray de la vida. Así como los últimos 30/40 añosfueron los 30/40 años más devastadores de lahistoria humana, cuando hubo la mayor olade expropiación indígena-campesina que des-ruralizó y sub-urbanizó por todas partes, fuetambién en estos 30/40 años que la humanidadtomó conocimiento de su carácter planetario yque emergieron por todas partes movimientosque luchan por territorios en su diversidad (te-

rritorialidades) y, así, ponen en el orden del díael derecho a la igualdad en la diferencia (Opor-to-Gonçalves, 2001). Por encima del “desen-volvimento”, autonomía. Autonomía significaen griego, darse las propias normas, en fin,

tener el control de su destino. Autonomía es,entonces, recuperar el control sobre nuestrosdestinos y, de este modo, es, rigurosamente, lootro de “des-envolvimento”. Y, no olvidemos,tal y como todo ser vivo, toda autonomía tieneque tener poros, aperturas para relacionarsecon el otro en condiciones de igualdad sin quela autonomía se pierda. (Traducción ALAI)

Bibliografía

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Carlos Walter Porto-Gonçalves, geógrafobrasileño, es docente en la Universidad

Federal Fluminense (Brasil). Colabora condiversos movimientos sociales, como el MST y

la Comisión Pastoral de la Tierra.

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Alternativas AL Desarrollo en América Latina:

¿Qué pueden aportar las

universidades? Ana Agostino

Post desarrollo

En la historia del desarrollo es posible encon-trar diversos énfasis, desde la clásica propues-ta de Rostow respecto a estadios de crecimien-to económico que los países subdesarrolladosnecesariamente debían seguir para alcanzar lamodernización y la industrialización, pasandopor la propuesta de las necesidades básicas, lateoría de la dependencia, desarrollo endóge-no, desarrollo sustentable y desarrollo huma-no, entre otros. Algunas de estas propuestassurgieron en el marco de lo que se ha dado enllamar desarrollo alternativo debido a la in-troducción de nuevas áreas de preocupacióncomo el ambiente, los derechos humanos, losprocesos democráticos y la dimensión local.

Un análisis sistemático de estos modelos, sinembargo, evidencia que los ejes centrales deldiscurso del desarrollo se han mantenido in-modificados. Uno de ellos es el concepto desubdesarrollo. Una sociedad que se planteael desarrollo como meta necesariamente sepercibe a sí misma como subdesarrollada, esdecir, en un estado de atraso respecto a unmodelo al que se ve como universal y superior.El discurso del desarrollo ha contribuido preci-

samente a que más de la mitad de la poblaciónmundial se considere como subdesarrollada.Esto es muy significativo pues las opciones yalternativas que se buscan para modificar omejorar la calidad de vida tienen como puntode partida la auto percepción del fracaso, loque no se ha logrado realizar o alcanzar.

Este aspecto tiene que ver con otro elemen-to central del discurso: la negación de la di-versidad. Ésta no puede ser valorada desde

el discurso del desarrollo porque cuestiona lanoción fundamental de estados superiores aalcanzar, donde un tipo de sociedad desarro-llada se constituye el modelo a seguir. TeodorShanin (1997) plantea que la palabra progresofue cambiando según las tendencias en mo-

dernización, desarrollo o crecimiento, pero laidea central se mantuvo: la diversidad fue pro-ducida por diferentes momentos del desarrollode diferentes sociedades. A medida que quie-nes están en los niveles percibidos como másbajos se muevan hacia el ejemplo propuestopor quienes ya han alcanzado los mayores lo-gros del progreso, la diversidad desaparece-rá. Esto significa que otras formas posibles dehacer las cosas –de alimentarse, de producir,de intercambiar bienes, de relacionarse con la

naturaleza- no son percibidas como expresio-nes de diversidad sino como la incapacidad deactuar de acuerdo con el modelo visto comouniversalmente válido, es decir el occidental.Por lo tanto, las alternativas y soluciones quese promueven no están ancladas en las parti-cularidades de las personas y los pueblos sinoen los elementos previamente definidos por eldiscurso del desarrollo.

Directamente asociado con este aspecto se

encuentra otro elemento central del discur-so, y es la legitimación de la intervención. Eldesarrollo no solamente es normativo respec-to al modelo de vida a seguir sino que justi-fica la intervención de actores externos. Enla medida que se acepta que hay poblacio-nes “atrasadas” y “subdesarrolladas” que nohan logrado alcanzar su potencial y que porotro lado hay naciones –y corporaciones- conlos conocimientos y los instrumentos adecua-dos para ayudarlos a mejorar su desempeño

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y lograr los niveles de vida aceptados comouniversalmente válidos, el carácter transiti-vo del desarrollo, es decir su intervención enlos asuntos internos de otras naciones, surgecomo elemento natural e incuestionable.

Un cuarto elemento, y probablemente el quemás claramente caracteriza el discurso deldesarrollo, es la centralidad del crecimientoeconómico. De hecho el desarrollo siempre serefiere a “más”: más inversiones, más infraes-tructura, más producción. La respuesta dadaa las múltiples y diversas situaciones a las quese enfrentan sociedades heterogéneas es siem-pre de carácter económico, orientada a creardependencia de bienes y servicios que sólo se

pueden obtener en el mercado. De acuerdo conArturo Escobar, la visión económica ha sido, sinduda, la mayor influencia en el pensamientodel desarrollo, y ha tendido a “economizar” nosolo al desarrollo sino a la vida misma.

Escobar y otros autores de la corriente conoci-da como post desarrollo han argumentado queestas características están siempre presentesen el discurso del desarrollo, con indepen-dencia de si se trata de teorías dominantes

o alternativas y han convocado a pensar al-ternativas AL desarrollo. Mientras éste es decarácter normativo imponiendo a las personasy a las sociedades una forma de percibirse a símismas, de interpretar sus vidas y de proyec-tarse hacia el futuro, el post desarrollo ofreceargumentos que cuestionan la universalidaddel modelo y convocan a identificar y promo-ver “otras maneras de hacer las cosas”. Eldesarrollo cuenta, según Escobar (1987), condos instrumentos fundamentales: el trabajodel conocimiento del desarrollo (la profesio-nalización del desarrollo), y el trabajo de lasinstituciones del desarrollo (la institucionali-zación del desarrollo). El post desarrollo, porsu parte, no presenta un discurso alternativosino una nueva sensibilidad que valoriza la di-versidad, que cuestiona la centralidad de laeconomía –en particular del mercado-, quepromueve la sustantabilidad de la vida y lanaturaleza, no del desarrollo –¡mucho menosdel crecimiento!- que reconoce múltiples de-

finiciones e intereses en torno al sustento, lasrelaciones sociales y las prácticas económicas,que prioriza la suficiencia frente a la eficien-cia, entre otros conceptos.

América Latina, cambios y desarrollo

Durante los últimos años los países latinoame-ricanos han protagonizado un cambio de orien-tación política, contando con una mayoría degobiernos que se autodenominan progresistasde izquierda. Ello ha implicado la implemen-tación de políticas de nuevo signo y tambiénla llegada de un discurso oficial que incorpo-ra como propias las aspiraciones de ampliossectores de la población históricamente mar-

ginados de las prioridades gubernamentales.Un elemento, sin embargo, se ha mantenidoconstante durante las últimas décadas con in-dependencia de la orientación de los gober-nantes: la exaltación del desarrollo como ob-jetivo tanto de las políticas nacionales comode los esfuerzos de integración regional.

El Tratado de Asunción que dio origen al MER-COSUR (Mercado Común del Sur, integrado porArgentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y otros

estados asociados) fue firmado en 1991 porgobiernos neoliberales. En su primer conside-rando plantea que “la ampliación de las actua-les dimensiones de sus mercados nacionales, através de la integración, constituye condiciónfundamental para acelerar sus procesos de de-sarrollo económico con justicia social”.

Quince años después, con gobiernos de izquier-da en la mayor parte de los gobiernos de Améri-ca del Sur, se creó la UNASUR (Unión de Nacio-

nes Suramericanas) en un intento por superarlo que muchos veían como una mera uniónaduanera para transitar un verdadero caminode integración. El desarrollo aparece nueva-mente como el principal objetivo a alcanzar:“La Unión de Naciones Suramericanas busca eldesarrollo de un espacio integrado en lo polí-tico, social, cultural, económico, financiero,ambiental y en la infraestructura. Este nuevomodelo de integración incluirá todos los logrosy lo avanzado por los procesos del MERCOSUR y

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la Comunidad Andina, así como la experienciade Chile, Guyana y Suriname. El objetivo últi-mo es y será favorecer un desarrollo más equi-tativo, armónico e integral de América del Sur.

A nivel nacional podemos citar los ejemplos deBrasil y Uruguay. Según cobertura de prensabrasileña “el desarrollo de Brasil, la distribu-ción de la renta entre los más pobres y alcan-zar una educación de calidad, son los objeti-vos prioritarios del programa de gobierno delpresidente Lula da Silva para un segundo man-dato”. Y para el caso del Frente Amplio, coali-ción de izquierda que gobierna Uruguay desde2005, el programa aprobado en su último con-greso con miras a las elecciones de 2009, plan-

tea que esa coalición “procura transformar elUruguay para que sus habitantes logren nivelescrecientes de calidad de vida. Esta aspiraciónse resume en el concepto de desarrollo. En elmarco de una concepción integral del desarro-llo cabe definir aquí el desarrollo económico-social como un objetivo central del gobiernode izquierda. Esta aspiración implica definirpolíticas activas en diversos campos para me-jorar las condiciones de vida de la población.Para lograrlo es imprescindible el crecimiento

económico sostenido, porque así aumentará elproducto y la riqueza nacional”.

Esta reseña muestra la aspiración al desarrollocomo una constante en los gobiernos de AméricaLatina, independientemente de su orientaciónpolítica. El documento del Frente Amplio enparticular sintetiza la aspiración común de losdiversos gobiernos que presentan al crecimien-to económico como la llave para otros procesosque permitan acceder al bienestar general.

Es interesante observar que los gobiernos deizquierda de la región criticaron de sus ante-cesores la aplicación de las políticas neolibe-rales, los tratados de libre comercio, la de-pendencia de los organismos internacionalesde crédito. Cabe preguntarse por qué, si du-rante décadas el desarrollo fue la guía de esosmismos gobiernos –y de los organismos inter-nacionales que promovieron la aplicación delmodelo neoliberal- éste no sólo no es objeto

de la misma crítica sino que continúa siendo laaspiración fundamental.

Una posible respuesta tiene que ver con quelos beneficios del desarrollo pertenecen a lo

que John Kenneth Galbraith dio en llamar “sa-biduría convencional” en su libro “The AffluentSociety”. Allí planteó que con frecuencia laspersonas reaccionan casi con pasión religiosapara defender lo que han aprendido con es-fuerzo. Según él, la familiaridad es muy im-portante para la aceptabilidad, y las ideas queson aceptadas tienen gran estabilidad, sonaltamente previsibles. En base a estas trescaracterísticas (familiaridad, previsibilidad yaceptabilidad), acuñó la expresión “sabidu-

ría convencional. El desarrollo claramente seubica en este campo dada su alta aceptabili-dad que deriva de la familiaridad con inde-pendencia de los resultados objetivos. SegúnGalbraith, la articulación de la sabiduría con-vencional es un rito religioso, la afirmación delo que la gente ya sabe sin ninguna intenciónde generar conocimiento.

En un sentido similar, Gilbert Rist (1997) haafirmado que el desarrollo es una creencia

profundamente arraigada, una certeza colec-tiva sobre la cual no sería apropiado realizarcuestionamientos en público. El desarrollopertenecería a un grupo de proposiciones enlas que la gente cree porque han sido repeti-das por largo tiempo y todo el mundo acepta.En la misma línea, Raff Carmen (1996), sos-tiene que el desarrollo puede ser llamado lareligión sustituta de la segunda mitad del sigloXX. Ha sido este carácter de religión modernalo que le ha permitido continuar y reprodu-cirse a pesar de más de 50 años de promesasincumplidas e incluso de planteos que entranen contradicción con desafíos a los que se en-frenta la humanidad, como por ejemplo el dela sustentabilidad ecológica.

Otra posible respuesta tiene que ver con elmodo de intervención, generador de determi-nadas formas de percibir el mundo y auto-per-cibirse que acarrea el discurso del desarrollosobre todo luego de más de medio siglo de ins-titucionalización.

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Universidad, desarrollo y post

desarrollo

Las universidades latinoamericanas se hancaracterizado por una vocación dirigida a la

acción social, fundamentalmente luego de laReforma de Córdoba a partir de la cual, y a lolargo de varias décadas, se concretaron los ma-yores procesos de transformación institucional,reflejada en los principios de autonomía y co-gobierno. Muchas universidades acompañaronlos cambios políticos que ha vivido la región yen varios países fueron centros de resistencia agobiernos autoritarios. Es posible afirmar, sinembargo, que en lo que refiere al discurso deldesarrollo, las universidades pueden ser compa-

radas con los gobiernos progresistas. No sólo esdifícil encontrar espacios de cuestionamientoal desarrollo sino que reiteradamente se men-ciona como función genérica de la universidadatender a las necesidades del desarrollo. Losplanteos del post desarrollo, muy tímidamente,han llegado a espacios universitarios y cuandolo han hecho son percibidos con sospecha.

En las últimas dos décadas, y sobre todo apartir del libro editado por Wolfgang Sachs,

“Diccionario del Desarrollo. Una guía del cono-cimiento como poder”, ha habido una impor-tante producción sobre los planteos, la prácti-ca y las perspectivas del post desarrollo. Sonescasos, sin embargo, los aportes surgidos deuniversidades latinoamericanas y menores aúnlos cursos que incluyen en un pie de igualdad alas supuestas ventajas del desarrollo -e inclusoa la inevitabilidad del desarrollo como destino-, las críticas y propuestas alternativas del postdesarrollo. Tampoco es fácil encontrar a nivel

universitario proyectos de investigación queanalicen la pertinencia y viabilidad de estas al-ternativas o de prácticas que, sin autodenomi-narse post desarrollo, plantean una distancia yun cuestionamiento a las prácticas tradiciona-les del desarrollo orientadas al crecimiento.

Retomando a Galbraith y su idea de sabiduríaconvencional, también plantea que el enemigode ésta no son las ideas sino la marcha de losacontecimientos. “El golpe mortal a la sabidu-

ría convencional se produce cuando las ideasconvencionales fracasan notablemente parahacer frente a alguna circunstancia frente a lacual su obsolescencia las ha hecho evidente-mente inaplicables”- dice Galbraith. Agrega

que a esa altura la irrelevancia será dramatiza-da por alguna persona a quien se le dará créditopor haber instalado las nuevas ideas si bien loúnico que habrá hecho será poner en palabraslo que la marcha de los acontecimientos habrádejado en evidencia.

Vale la pena preguntarse si el cambio climáti-co, la crisis energética, la alimentaria y la fi-nanciera, sumados al crecimiento del númerode personas pobres, la pérdida de la biodiversi-

dad, entre otros, no constituyen una aceleradamarcha de los acontecimientos que muestranla obsolescencia del desarrollo. Y cabe pregun-tarse también en qué medida las universidadesno son un espacio privilegiado para colaboraren la promoción de nuevas ideas, en muchoscasos ayudando a revelar la importancia deciertas prácticas hasta ahora desechadas por eldiscurso del desarrollo.

Bibliografía

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 Ana Agostino, uruguaya, es asistente socialy estudiosa del postdesarrollo; actualmente

es secretaria del Consejo Internacional de

Educación de Adultos (ICAE).

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Maldesarrollo como Mal VivirJosé María Tortosa

“Se reconoce el derecho de la poblacióna vivir en un ambiente sano y ecológi-camente equilibrado, que garantice lasostenibilidad y el buen vivir, sumak kaw-say” - Constitución Ecuatoriana, 2008,Art. 14

”El estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad  plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa(no seas flojo, no seas mentiroso ni

seas ladrón), suma qamaña (vivir bien),ñandereko (vida armoniosa), teko kavi(vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)- Cons-titución Política del Estado de Bolivia,2009, Art. 8, epígrafe 1.

La palabra desarrollo ha sido usada como unametáfora afortunada que comenzó a usarse apartir del discurso del presidente estadouniden-se H. Truman de 1949. Toma prestada de la bio-logía la constatación de que los seres vivos se

desarrollan según su código genético en un pro-ceso natural, gradual y beneficioso. Como otrasmetáforas, tiene el riesgo de esconder ideologíay más si consiste en indicar el objetivo a seguir,el del crecimiento, y, además, no hace ningunareferencia a los límites del mismo, como si elcrecimiento fuese algo ilimitado.

La palabra maldesarrollo, por su parte, es tam-bién una metáfora. Los seres vivos sufren mal-desarrollo cuando sus órganos no siguen el có-

digo, se desequilibran entre sí, se malforman.Su uso en las ciencias sociales parece haberseiniciado a partir del artículo de Sugata Das-gupta (“Peacelessness and Maldevelopment”)de 1968, sigue con el libro de René Dumonty Marie-France Mottien (Le maldéveloppmenten Amérique Latine) de 1981, el de LaurenceR. Alschuler (Multinationals and Maldevelop-ment) de 1988, aunque probablemente la obraclásica en el uso de este concepto sea la deSamir Amin (Maldevelopment. Anatomy of a

Global Failure) de 1990, sin olvidar el Insightsinto Maldevelop¬ment que editó Jan Daneckien 1994 con amplia participación interconti-nental. En estos últimos en particular, latela idea del fracaso del proyecto inicial, fra-caso que se sitúa a escala mundial y no sólo aescala de los estados concretos o localidadesparticulares.

Sigue siendo una metáfora, pero a diferenciade “desarrollo”, “maldesarrollo” intenta refe-

rirse no a un Buen Vivir que debería buscarsesino a la constatación, primero, del fracasodel programa del “desarrollo” y, segundo, delMal Vivir que puede observarse en el funcio-namiento del sistema mundial y de sus com-ponentes, desde los Estados nacionales a lascomunidades locales. Si “desarrollo” implicaun elemento normativo (lo deseable), “malde-sarrollo” contiene un componente empírico (loobservable) o incluso crítico (lo indeseable).

El fracaso del “desarrollo” tiene, por lo menos,dos facetas. Por un lado, y aunque se niegueretóricamente, sigue significando crecimientoeconómico medido por aumentos del ProductoInterno Bruto. Y tal vez no sea el mejor mo-mento histórico para hablar de ello: en 2009se ha visto reducida, en más de un billón dedólares, hasta la fortuna de los hiper-ricos quecalcula anualmente la revista Forbes. Por otrolado, la unidad a la que se refiere el “desarro-llo” fue en un primer momento el Estado nacio-

nal (se trataba de “desarrollo nacional”, de ahíel recurso al PIB), después se eclipsó durantela etapa neoliberal ya finalizada y se redujo al“desarrollo local” tomando como unidades deanálisis e intervención las colectividades sub-estatales. La crisis visible, por lo menos desde2007, a través de la explosión de las burbujasinmobiliarias, financieras, alimentarias, ener-géticas y, finalmente, económicas ha vueltoa poner sobre la mesa la cuestión del “Estadoactivista” en los procesos de desarrollo como

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ya indicó el Programa de Naciones Unidas parael Desarrollo en su Informe sobre el desarro-llo humano de 1997. Todo ello sin olvidar lasdemandas de “rescates” gubernamentales desectores en crisis (¡incluso el de la pornogra-

fía!) por parte de los que habían proclamado el“menos Estado, más mercado” o habían predi-cado el “Consenso de Washington”(1).

Tal vez sea preciso hablar primero del diag-nóstico (el maldesarrollo) antes de hablar deltratamiento o la terapia. Pero el diagnósticoes siempre con respecto a un ideal. Así su-cede con la medicina clínica que compara loobservado con un determinado ideal de salud.Del mismo modo, se puede tomar como ideal

el Buen Vivir para hacer un diagnóstico que,desgraciadamente, será algo más complicadoque el que puede hacer un médico en su con-sulta: la realidad socio-económica es muchomás compleja que la biológica.

El punto de partida para dicho ideal puede serel recurrir a las necesidades humanas básicas.La versión dominante ha sido la de reducir és-tas al bienestar y tomar como satisfactores loestrictamente monetario: el bienestar se con-

sigue con el dinero, del mismo modo que lapobreza consiste en no disponer de un deter-minado montante de dólares (eso sí, a paridadde poder adquisitivo, que, de nuevo, indica launidimensionalidad de la medida). ManfredMax-Neef y coautores reaccionaron con vehe-mencia ante tal reduccionismo y, reconocien-do la importante distinción entre necesidad–tal vez universal- y satisfactor –más depen-diente de la cultura-, proporcionaron una listade necesidades humanas que hacía ver hastaqué punto era insuficiente la visión economi-cista del desarrollo, hoy todavía difundida.

Tal vez la lista de necesidades humanas deMax-Neef era demasiado prolija y, por tanto,había ido al extremo opuesto del economicis-mo monetarizante. Por eso emergieron otrasenumeraciones de necesidades humanas quepudieran servir como criterios de evaluaciónde situaciones concretas. Johan Galtung pro-puso cuatro grandes necesidades humanas

básicas, es decir, básicas porque si quedabaninsatisfechas difícilmente se podía decir quela vida humana era realmente humana.

“First things first”, se puede iniciar, aunque

aquí no se trate de una jerarquización de lasnecesidades al estilo de Maslow, por el bien-estar y su mínimo exigible, la supervivencia.Pero la necesidad del bienestar no se satisfacenecesariamente mediante el dinero. Basta re-cordar las actividades económicas que quedanfuera del cálculo del PIB para ver dónde resideel problema: el autoconsumo, el trueque, eltrabajo doméstico y el no asalariado en gene-ral pueden ser un satisfactor de la necesidadde bienestar sin que por ello se tenga que re-

currir a una medida monetaria de dichas acti-vidades. La seguridad es la segunda necesidadbásica a incluir en el Buen Vivir. Su contrarioes la violencia que no se reduce a la violenciafísica sino que incluye las otras formas en lasque los seres humanos consiguen de sus seme-jantes comportamientos o actitudes que, deno haber intervenido aquellos, no se hubieranproducido. Se trata, por usar un vocabulariobien trillado, de las violencias estructurales(explotación, marginación) y de las violencias

culturales que otros autores prefieren llamarviolencias simbólicas. La libertad es una ne-cesidad básica que consiste en la capacidadde decidir, libertad de y libertad para. Tienecomo contrario la represión. Finalmente, lanecesidad de la identidad, de la capacidad deresponderse a uno mismo “quién soy yo”, tie-ne como contrario la alienación.

Son, como se ve, planteamientos muy genera-les, pero pueden ser útiles para definir el BuenVivir y, consiguientemente, pueden servir paradiagnosticar los casos de Mal Vivir. Pero ¿enqué ámbitos?

El desarrollo convencional, como ya se ha di-cho, ha estado oscilando entre el desarrollonacional y el desarrollo local. Con dificulta-

1) Un caso particular y sintomático de este maldesar-rollo son los abusos cometidos por los altos ejecutivosque, habiendo hundido la empresa que gestionaban,se adjudicaron jugosas bonificaciones y sobresueldos.

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des se ha ido introduciendo el sistema mundialaunque sí han sido perceptibles las indicacio-nes sobre el ecosistema. De hecho, estos cua-tro sistemas pueden verse como cajas chinas ocomo matrioshkas, una dentro de la otra pero

relacionadas de forma ineludible. El sistemalocal forma parte del sistema nacional o esta-tal, que es uno de los puntos que los dedica-dos a los “proyectos de cooperación (al desa-rrollo)” suelen olvidar. Cierto que en lo localse puede intervenir con mucha más facilidad,pero eso no obsta para que lo que sucede enla escala del Estado o de la nación(2) no acabesiendo determinante para lo local.

Pero lo mismo se puede decir sobre la escala

estatal o nacional: que está inserta en el sis-tema mundial. Cierto, de nuevo, que el poderdel Estado permite intervenciones importan-tes en la satisfacción (e insatisfacción) de lasnecesidades básicas indicadas. Pero el siste-ma mundial en el que se encuentra el Estado ola nación, y la crisis contemporánea es pruebade ello, se convierte en un elemento que faci-lita o dificulta esas intervenciones.

Para complicar el análisis, el sistema mundial

se encuentra, a su vez, actuando de subsis-tema del ecosistema que engloba a todos losdemás. De hecho, una de las razones esgrimi-das para anunciar la crisis terminal del siste-ma mundial contemporáneo es precisamentesu incapacidad para responder a los problemasde agotamiento de recursos, contaminación,calentamiento global y eventual cambio cli-mático que no pondrían en discusión la exis-tencia del Planeta sino de la especie humanaque ha dejado esa huella ecológica indelebley de efectos irrecuperables.

Cruzando aquellas cuatro necesidades básicasy estos tres niveles, se obtiene el cuadro-resu-men de la Tabla 1.

La primera columna hace referencia a una vi-sión del “desarrollo” algo más compleja quela que se reduce al mero crecimiento econó-mico, sea o no acompañado por la reducciónde la pobreza y, raramente, unido a la pro-

blemática de la desigualdad y la inequidad.Planteado a escala estatal, se trataría del“desarrollo nacional”, pero también podríareferirse al “desarrollo local”. La lectura envertical de esta primera columna indica los

puntos en los que se encuentra el maldesarro-llo en el mundo contemporáneo. Cierto quesu incidencia será mucho mayor en los paísesde la periferia, después en los emergentes y,finalmente, en los países centrales y en el he-gemónico actual. La pobreza, la represión,el fundamentalismo o la violencia criminal noson patrimonio exclusivo de la periferia sinoque se encuentra (y a veces con mayor inten-sidad) en los países centrales.

La segunda columna se refiere a temáticasque han estado presentes, por lo menos a ni-vel retórico, en algunos planteamientos del“desarrollo”. Se ponen aquí para hacer veruna doble realidad: por un lado, que sus cau-sas suelen estar más en los países centrales(y recientemente en los emergentes) que enlos periféricos ya que son aquellos los mayo-res emisores de gases de efecto invernadero,CO2 y en general de residuos contaminantes(aunque procuren almacenarlos en países de

la periferia). Por otro lado, que nos encon-tramos ante problemas que, aunque en algu-nos casos puedan ser más dramáticos en susefectos contra las periferias en forma de ca-tástrofes de origen humano, sin embargo, losefectos importantes para la supervivencia dela especie y para el mantenimiento del actualsistema podrían se generalizados. El Planeta,como se ha dicho, no estaría amenazado, loestaría la especie que le ha llevado a la actualsituación que algunos ven de “no-retorno”.

Finalmente, la tercera columna trata de al-gunos aspectos del “desarrollo” que, aunqueplanteados por algunas escuelas (los depen-

2) Estado y nación no son sinónimos y no es espacioéste para bajar a detalles. Si hay unos 200 Estadosen el mundo, es posible que haya 2.000 naciones,siendo, por tanto, lo normal (lo más frecuente) laexistencia de Estados plurinacionales. Lo que, aescala mundial, sería la excepción serían casos comoUruguay, Portugal o el Japón.

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dentistas, los globa-listas) no ha acaba-do de entrar en lacorriente principalde las discusiones

sobre el “desarro-llo” (probablemen-te porque no habíabuenas terapiaspara dicha enfer-medad) aunque síha entrado en losplanteamientos crí-ticos de determi-nados movimientossociales como el

altermundialismo.La tercera columnaincluye, en efecto,las relaciones entrelos diferentes actores del sistema mundial ca-racterizados por su asimetría en cuanto a ca-pacidad y poder de decisión y de influencia.

El lugar en que se sitúe el proyecto de actua-ción podrá llevar a olvidar los restantes nivelesy, así, intentando salvar la economía nacional

(o, si se prefiere, la satisfacción de necesi-dades básicas de los propios ciudadanos), seolvida el carácter más general que tiene la ac-tual crisis, con lo que las medidas nacionalesse convierten en ineficaces ya que se dedicanmás a los efectos que a las causas. Pero esque hay planteamientos observables en la po-lítica internacional en los que el interés porsalvar el sistema mundial contemporáneo lle-va a olvidar el problema acuciante que suponeel ecosistema: se sacrifica el medioambientecon tal de lograr (pretender lograr, más bien)una solución o una mejora de la crisis contem-poránea.

Al mismo tiempo, es preciso reconocer que secarece de buenos indicadores y medidas paramuchos de estos componentes, incluso si serecurre a los enfoques “institucionalistas”.Pero eso no significa que no sean relevantes.Incluso hay razones para preguntarse por quése carece de ellos, no sea cosa que su ausen-

cia sea, a su vez, un indicador más del fun-cionamiento “maldesarrollado” del sistemamundial contemporáneo.

Es cierto que, para los que tienen como prio-ridad intervenir en estas realidades, un plan-teamiento complejo como el que se acaba dehacer puede resultar molesto e incluso recha-

zable. Pero su objetivo no es desmovilizar laacción basada en la necesaria simplificaciónsino evitar las intervenciones basadas en elsimplismo, que probablemente hayan sido unode tantos factores que han llevado al malde-sarrollo contemporáneo.

Saber lo que es el Mal Vivir, incluyendo todaslas necesidades básicas en los niveles rese-ñados (sistema local, ecosistema y sistemamundial), ayuda a definir el Buen Vivir y por

dónde hay que empezar a construirlo: por losmás débiles en el sistema mundial y con uncontenido bien distinto al “American way oflife” y a los medios utilizados normalmentepara satisfacer los intereses de las élites delos países dominantes y de los sucesivos paíseshegemónicos.

 José M. Tortosa, español, es docente einvestigador en el Instituto Interuniversitario

de Desarrollo Social y Paz, Universidad deAlicante, España

Tabla 1Maldesarrollo como insatisfacción de necesidades humanas básicas

Estatal/Local Ecosistema Sistema mundial

BienestarInequidadPobrezaEstancamiento

CalentamientoAgotamientoContaminación

PolarizaciónPeriferizaciónExplotación

LibertadDemocracia escasaRepresiónMarginación

Dependencia dela Naturaleza, sin“partenariado”

DependenciaRepresiónMarginación

IdentidadColonización internaNacionalismoFundamentalismos

Enajenación ante laNaturaleza, pérdidade raíces

ColonialidadHomogeneizaciónReacciones “identi-tarias”

SeguridadViolenciaGuerra civilTerrorismo

Catástrofes de ori-

gen humano

Guerra entre EstadosTerrorismo transna-

cionalNuclearización

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El despojo legalizado comoestrategia para el “desarrollo” en el sector rural colombiano

Libia R. Grueso C.

Un sistema de crecimiento económico que seimpone desde espacios de poder en el gobier-no para el beneficio de un número reducidode individuos no reúne las condiciones paraser definido como desarrollo, aun desde lasdefiniciones clásicas como las de “desarrolloeconómico” entendido como el “proceso decrecimiento mediante el cual los países incre-mentan los ingresos per cápita y se conviertenen industrializados” (Taylor, 2004). Esta de-finición hace referencia al incremento de losingresos per cápita de los países, esto sugiereun nivel de participación económica por indi-viduo de toda la población, no se refiere alincremento de ingresos de un grupo de indivi-

duos excluyendo el resto de población en unpaís. La situación vivida actualmente en Co-lombia como un todo, y en particular para lascomunidades negras, los pueblos indígenas, ylos grupos campesinos, pone en evidencia elfracaso de las estrategias de desarrollo aun enlos propios términos del modelo. También re-salta el papel central que sigue ocupando elestado en imponer estrategias que perpetúany agravan las desigualdades, el marginamientode las comunidades rurales, y la destrucción

del medio ambiente.

Situaciones como las que se presentan en Co-lombia – una alta concentración de los bene-ficios en un cada vez más reducido sector dela población y en gran porcentaje centrada enlos gremios de la banca, la agroindustria y laganadería-, difícilmente podrían ubicarse enun análisis sobre el desarrollo. Se ha plan-teado en debates públicos incluso por repre-sentantes de partidos tradicionales (como la

senadora Cecilia Montaño López), que lo quese ha venido dando en términos del “desarro-llo rural”, es un modelo desplazador a favordel interés económico de agroindustriales dela palma aceitera entre otros, y que la faltade escrúpulos que ha acompañado la imposi-ción de este modelo ha permitido que éstosse abran paso violentamente o de manera co-rrupta en todos los espacios de la vida públi-ca. Se imponen mediante leyes, medidas ad-ministrativas arbitrarias contrarias al interésgeneral y la Constitución Nacional, e inclusocon participación directa en los escenarios delconflicto como gestores del desplazamientoforzado y el despojo de tierras.

Junto al desplazamiento se impulsaron medi-das legislativas que promueven el crecimientoeconómico a expensas de los derechos territo-riales de grupos étnicos y comunidades campe-sinas. Normas como la Ley forestal y el Esta-tuto de desarrollo rural –ley 1152 de 2007- delMinisterio de Agricultura, fueron demandadaspor numerosas organizaciones entre indíge-nas, de comunidades negras y ambientalistaspor ser contrarias a los derechos territoriales

y al derecho a priorizar opciones de desarrollode acuerdo con su visión cultural, reconoci-da a las comunidades negras y a los pueblosindígenas de acuerdo con el Convenio 169 dela OIT ratificado por la Ley 21 de 1991. Antelas demandas, la Corte Constitucional decla-ró las medidas como inconstitucionales por nohaberse cumplido con el derecho a la consultaprevia de acuerdo a lo establecido por el Con-venio 169 y la Constitución nacional.

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En la sustentación de sus decisiones la Cortellama la atención frente a la falta de garan-tías para la protección de los derechos de losgrupos étnicos y las graves afectaciones a suintegridad física y cultural por impactos como

el desplazamiento forzado y el confinamientocomo dos expresiones del despojo de sus tie-rras y territorios.

La evidencia del despojo, como la falta decompromiso del Estado para dar una salida ala grave violación de los derechos y libertadesfundamentales en el caso de las comunidadesnegras y los pueblos indígenas, fueron defi-nidos por la Corte Constitucional colombianamediante Sentencia T – 025 de 2004, como

evidencias de un “estado de cosas inconstitu-cional”1. Ante la persistencia de los factorescausantes del despojo de tierras y territoriosde los grupos étnicos cuatro años después dedeclarada la Sentencia, la Corte se vio en laobligación de declarar 11 autos donde señalalos factores y efectos persistentes del despla-zamiento forzado, señalando por primera vezla presencia de mega proyectos de la agroin-dustria, la minería, el turismo y obras de in-fraestructura en los territorios de las comu-

nidades negras como factores causantes dedesplazamiento y de confinamiento con graveviolación de derechos humanos y libertadesfundamentales2.

En el caso de las comunidades negras (Auto005 de 2009, art. 67), la Corte identifica tresfactores asociados al desplazamiento forzado:“... se resaltan tres factores transversalesque contribuyen a que la población afro des-cendiente sea una de las más afectadas por el fenómeno del desplazamiento forzado. Estos factores son (i) una exclusión estructural dela población afrocolombiana que la coloca ensituación de mayor marginación y vulnerabi-lidad; (ii) la existencia de procesos mineros y agrícolas en ciertas regiones que impone fuer-tes tensiones sobre sus territorios ancestra-les y que ha favorecido su despojo3; y (iii) ladeficiente protección jurídica e institucionalde los territorios colectivos de los afro colom-bianos, lo cual ha estimulado la presencia de

actores armados que amenazan a la poblaciónafro descendiente para abandonar sus terri-torios”.

Además registra que, entre los motivos que

causaron el desplazamiento de los grupos fa-miliares afro colombianos incluidos en el Re-gistro Único de Población Desplazada (RUPD),sobresalen las amenazas directas como la prin-cipal causa, llegando a abarcar el 37,2% de losdesplazamientos, seguidos por los asesinatosfamiliares (12,4% para afro, 11,0% para total),las masacres (11,9 para afro, 11,7% para to-tal), los combates (11,7 para afro 10,5% paratotal), los asesinatos de vecinos o amigos (8,7%para afro, 7,4% para total), las amenazas in-

directas (8,7% para afro, 6,5% para total) y elasesinato de vecinos y amigos (9,3% para afro,7,4% para total). “De manera que los afro co-lombianos han sufrido en mayor proporciónlas causas más violentas de desplazamiento”señala textualmente la Corte ConstitucionalColombiana. La alusión a los mega proyectosevidencia cómo uno de los elementos centra-les al desplazamiento es el despojo a favor delos grupos económicos.

La situación para la población campesina re-viste igual gravedad, y quizás el caso más re-presentativo de la imposición de una visión del“desarrollo” centrada en el crecimiento eco-nómico y a favor de gremios con gran capaci-dad de inversión, la constituye el caso de lacomunidad campesina desplazada del depar-tamento del Meta. Aproximadamente mil fa-

1) Corte Constitucional de la República de Colombia,“Sentencia T- 025 de 2004”.

2) Auto 005 de Febrero de 2004 sobre “Protecciónde los derechos fundamentales de la población afrodescendiente víctima del desplazamiento forzado,en el marco del estado de cosas inconstitucionaldeclarado en la sentencia T-025 de 2004”.

3)Ver entre otros, los aportes citados por PCN,2007 en ACNUR, AFRODES y Conferencia NacionalAfrocolombiana. Lineamientos para la construcciónde una política pública de atención diferenciadas ala población afrocolombiana en situación de des-plazamiento y confinamiento, Documento Borrador,Bogotá, Julio de 2007, pp. 25-26.

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milias campesinas desplazadas recibieron porvía administrativa quinientas mil hectáreas deuna zona que perteneció a una entidad del Es-tado para fines de investigación, pero luegoles fueron quitadas, también por vía adminis-

trativa para ser licitada entre agroindustrialesde la palma aceitera.

Esta situación generó un gran debate públicosobre la toma de medidas de gobierno a favorde gremios económicos pero aun más por losargumentos tanto del Presidente de la Repú-blica como del Ministro de Agricultura pararevertir la entrega de la tierra a los despla-zados: “El jefe de Estado añadió que visitó la finca de 17 mil hectáreas, y se pensó que se

 podía allí hacer un gran sentamiento de des- plazados. Sin embargo añadió que no hay des-  plazados cerca y que las tierras son ácidas.‘Tememos que si simplemente se distribuyenen pequeñas parcelas, eso se vuelva rastrojoy rancherío de pobreza e improductivos’, ad-virtió el presidente. Insistió en que la mejor alternativa es entregar esas tierras en conce-sión, argumentando que ‘para el país es másinteresante tener grandes proyectos de agri-cultura empresarial, intensivos en generación

de empleos de buena calidad, que simplemen-te lotear esos predios en pequeñas parcelas,condenar a los adjudicatarios a vivir en unosranchos, con dos o tres matas de plátano odos o tres de yuca, rastrojo y pobreza” (RadioSanta Fé, Marzo de 2008).

Por su parte el Ministro de Agricultura, directoresponsable del cambio de las medidas, ar-gumentó: “(…) luego de evaluar la inversiónnecesaria para que esta tierra empezara a producir, se decidió reconsiderar el proyectoy tomar la decisión de entregarla al sector de los empresarios, comprometiéndolos conla generación de empleo y la construcción deobras de infraestructura en el sector”. “Paralograr la productividad de estos terrenos esnecesario invertir cerca de 200 mil millonesde pesos, dinero que no tiene ni el Gobierno,ni los desplazados”. “Tenemos derecho a co-rregir para buscar el beneficio de los colom-bianos”.

Como resultado del debate público, el Minis-tro de Agricultura revierte la decisión de en-tregar el predio en licitación a los agroindus-triales, pero al tiempo anuncio que “Se abriráuna licitación y ganará el proyecto que mayor 

número de familias beneficia”; no obstante,advirtió que la propiedad de la tierra seguiráen cabeza del Estado “para evitar que, comoya ha ocurrido en otros casos, terceros se que-den con las parcelas asignadas”.

El gobierno del presidente Uribe ha entrega-do 54.565 hectáreas de tierra a 4.653 familiasde desplazados, según el INCODER (Informede gestión 2007). Es una cifra muy baja encomparación con los 2,9 millones de hectá-

reas que, según la Contraloría General de laRepública, tuvieron que abandonar los des-plazados por la violencia. El número de fa-milias reportadas por la Agencia Presidencialpara la Acción Social, entre 1997 y 2007 fue de519.702 familias desplazadas. Es decir que seha atendido menos del uno por ciento de estapoblación.

En el debate público en torno al caso Carima-gua se han expresado dos concepciones frente

a las estrategias más viables para el desarrollorural en el contexto de la profunda crisis ac-tual: Una que plantea el crecimiento econó-mico como el interés general a priorizar enel sector rural mediante la inversión de ca-pital privado en grandes cultivos comercialespara luego generar una redistribución de losbeneficios (Ministerio de Agricultura). Otraque plantea la reactivación de la economíacampesina como motor para el desarrollo ru-ral, opción que permite resolver el tema dela seguridad alimentaria en el país y el forta-lecimiento de procesos democráticos (actorespolíticos y de la sociedad civil).

En otros términos, una postura que promueveuna economía rural para el crecimiento del ca-pital privado como motor del desarrollo ruraly agrario, y otra que promueve una economíarural orientada a una función social represen-tada por las comunidades negras, los pueblosindígenas y las comunidades campesinas. En

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uno u otro caso se le reconoce o asigna unpapel al campesino pero sustancialmente dis-tinto; el esquema del crecimiento económicoprivilegia el empleo rural– jornaleros agríco-las- y la inversión agroindustrial ; la la segun-

da opción, el uso productivo de la tierra enmanos de campesinos con encadenamientosproductivos con prioridad en la producción dealimentos.

Las oportunidades de uno u otro modelo estánmediados por las prioridades que el Estado es-tablezca sobre el uso y propiedad de la tierra yel reconocimiento de los derechos al territorioy a opciones propias frente al desarrollo de losgrupos étnicos y la dotación de tierras a la co-

munidad campesina, cuya vocación productivaesta orientada a la producción de alimentos.

Lo que se observa en Colombia es la instru-mentalización del Estado al servicio de gruposeconómicos que legislan para beneficiar sec-tores específicos, incluso a costa de las posi-bilidades del “desarrollo económico” del país.La crisis alimentaria que atraviesa el país esuna importante referencia de esta contradic-ción generada por el conflicto social y armado,

el desplazamiento forzado y el confinamien-to que afecta prioritariamente a las regionescon mayor presencia de comunidades negras ypueblos indígenas (DANE, 2005).

De ahí que las comunidades negras y pueblosindígenas hayan optado por la demanda legaly hayan logrado importantes reconocimientosimpartidos por la Corte Constitucional ante laevidencia del despojo y violación de sus dere-chos y libertades fundamentales. Aun así, elcumplimiento de los mandatos de la Corte noconstituye, en el contexto del conflicto socialy armado, un avance significativo en las situa-ciones de hecho; los avances más relevantesestán en la resignificación y en la recupera-ción de la dignidad de las luchas tanto de co-

munidades negras como de pueblos indígenas,que celebran el reconocimiento de sus deman-das y derechos a través de estas sentencias dela Corte Constitucional colombiana.

Para concluir, en Colombia actualmente exis-ten proyectos de “desarrollo económico” queresponden a intereses de gremios económicoslegales, como los de las plantaciones de lapalma entre otros, y también ilegales comolas plantaciones de coca. Ambos implican unaestrategia de desplazamiento y despojo conrespecto a las comunidades negras, indígenas,y rurales, unos por la vía legal mediante la im-plantación de normas y medidas administrati-vas y excluyentes, otros por la vía de la guerra

y el desplazamiento forzado. La primera víacorresponde a una estrategia facilitada porel Estado para beneficio de intereses econó-micos muy particulares. En oposición a estasse encuentran las alternativas impulsadas porlas comunidades que han sido negativamenteafectadas por los mega proyectos, tales comoel de la palma africana. Estas estrategias bus-can mantener la función social de la economíay se basan en la defensa de la identidad, elcontrol del territorio, la búsqueda de auto-

nomías, y la elaboración de una perspectivapropia de futuro. Solo a un ejercicio demo-crático y participativo en lo económico quede espacio a otras opciones y visiones sobreel desarrollo, donde exista el respeto por ladiferencia y otras formas de vida, solo a estopodríamos llamar ‘postdesarrollo”.

Bibliografía

Taylor, John B.2004, Diccionario de términoseconómicos. Biblioteca L. Á. Arango, Bogotá, 2004.

Libia R. Grueso C. es trabajadora social ypolitóloga colombiana, e investigadora en

el Proceso de Comunidades Negras (PCN) deColombia.

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Una Minga para elpostdesarrollo

 Arturo Escobar

El Proyecto que amenaza la vida no respeta fronteras, por eso lo llaman Globalización …No solamente están a riesgo nuestras cultu-ras, nuestras comunidades, nuestros pueblosy familias. Es peor, la vida misma corre elriesgo de ser destruida. Consulta Popular enel Cauca frente al TLC, Proclama Pública delCongreso Indígena y Popular, 2005.1

Desde la perspectiva de la reciente Minga So-cial y Comunitaria convocada por los pueblosindígenas de la región del Cauca en Colombia(Octubre 2008), la globalización es un Proyec-to de Muerte, y una de sus principales armases el desarrollo, al menos como está conven-cionalmente concebido.

Resumamos algunas de las conclusiones sobreel desarrollo a las que han llegado muchos mo-

vimientos sociales e intelectuales y académi-cos críticos en las últimas dos décadas.

El desarrollo es un proyecto tanto económico(capitalista e imperial) como cultural. Es cul-tural en dos sentidos: surge de la experienciaparticular de la modernidad Europea; y subor-dina a las demás culturas y conocimientos, lascuales pretende transformar bajo principiosoccidentales. El desarrollo privilegia el creci-miento económico, la explotación de recursos

naturales, la lógica del mercado y la búsquelade satisfacción material e individual por sobrecualquier otra meta.

El desarrollo y la modernidad involucran unaserie de principios: el individuo racional, noatado ni a lugar ni a comunidad; la separaciónde naturaleza y cultura; la economía separadade lo social y lo natural; la primacía del co-nocimiento experto por encima de todo otrosaber. Esta forma particular de modernidad

tiende a crear lo que la ecóloga hindú VandanaShiva llama “monocultivos mentales”. Erosio-na la diversidad humana y natural.

Como lo manifestaran activistas indígenas du-rante el Foro Social Mundial de Belem, estemodelo ha entrado en crisis; no es la primeravez que se apela a “la crisis de civilización”,pero esta vez hay algo nuevo: la combinaciónde crisis económica, ambiental y cultural creauna mayor conciencia de la necesidad de uncambio significativo de modelo; llama a re-constituir el mundo desde la diversidad y ladiferencia, desde abajo.

Nos encontramos ante una situación en que ellenguaje limita nuestros intentos de imaginarotras formas de pensar, ser y hacer; nos atrapaen las del pasado. Por ejemplo, ¿no pensamos

aún que somos ‘pobres y subdesarrollados’,que ‘tenemos que desarrollarnos’? Esto cons-tata la vigencia del ‘desarrollo’ como formanaturalizada de soñar, de pensar, hasta de ser.Y no es para menos: la creación de África, Asia,y América Latina como ‘subdesarrollados’ hainvolucrado un profundo proceso simbólico ymaterial; a esto apuntan los críticos cuandodicen que fuimos “inventados” como subdesa-rrollados. Esta invención comenzó después dela segunda guerra mundial, y desde entonces

no hemos logrado salir de su discurso –espe-cialmente las elites y las clases medias, peroafecta en mayor o menor medida a todos losgrupos sociales.

Una invención cultural de esta naturaleza nose desmantela fácilmente, pues involucra ins-tituciones, individuos y comunidades, prác-

1) Disponible en: http://www.nasaacin.org/con-sulta.htm

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ticas sociales, económicas, y ambientales;se despliega en todos los rincones de la vidasocial, y nos convoca afectivamente, en nues-tras subjetividades y cuerpos. Pero nada deesto es natural.

En su afán por superar el modelo neoliberal,los gobiernos progresistas han revitalizado eldesarrollismo a nombre del cambio radical.Lo llamado “postneoliberal” acarrea muchosde los lastres del período que supuestamen-te habría terminado, más muchas trampas deldesarrollismo convencional. El caso de Ecua-dor nos permite ilustrar este punto.

Neo-desarrollismo versus

postdesarrollo en Ecuador

Bien sabido es que la nueva Constitución 2008del Ecuador estipula que el objetivo del de-sarrollo es el sumak kawsay , o buen vivir.Esta “ruptura conceptual” con los modelos dedesarrollo de las últimas décadas ya estabaanunciada en el Plan Nacional de Desarrollo2007-2010 (p. 11). El Plan es novedoso, peroevidencia continuidades con el pasado quese convierten en verdaderas trampas para la

acción estatal y los movimientos. Aunque elPlan fue elaborado antes de la Constitución,y es injusto criticarlo a posteriori, su análisisnos permite ilustrar las tensiones entre neo-desarrollismo y postdesarrollo.

Antes de pasar al Plan, unas palabras sobrelas constituciones de Ecuador y Bolivia. Comobien lo afirma Alberto Acosta, “El Buen Vivir,más que una declaración constitucional, sepresenta como una oportunidad para construir

colectivamente un nuevo régimen de desarro-llo” (2009). Para Catherine Walsh, la visiónintegral del ‘buen vivir’ ha orientado las cos-movisiones y prácticas de los pueblos de AbyaYala y de los descendientes de la diásporaafricana durante siglos (2009). Eduardo Gu-dynas (2009) considera que los derechos de lanaturaleza reconocidos en la carta ecuatoria-na constituyen un giro del antropocentrismomoderno a un biocentrismo que encuentra re-sonancia en las cosmovisiones indígenas y afro

y en la ecología contemporánea. Todos estosautores, sin embargo, enfatizan las dificulta-des para llevar estas visiones a la práctica. Lamayoría de las políticas de los gobiernos estánaún en contradicción con el Buen Vivir, pues

continúan encarnando una visión modernis-ta del desarrollo. El Plan ecuatoriano ilustraeste punto.

El Plan define el desarrollo como sigue: Enten-demos por desarrollo la consecución del buenvivir de todos y todas, en paz y armonía conla naturaleza y la prolongación indefinida delas culturas humanas. El buen vivir presuponeque las libertades, oportunidades, capacida-des y potencialidades reales de los individuos

se amplíen de modo que permitan lograr si-multáneamente aquello que la sociedad, losterritorios, las diversas identidades colectivasy cada uno -visto como un ser humano univer-sal y particular a la vez- valora como objetivode vida deseable (p. 59).2

Es una definición interesante, aunque el lec-tor atento detectará conceptos del pasado quese van colando en ella (los cuales he indicadoen letra cursiva). Primero, el Plan enfatiza

el crecimiento, así “no suscriba únicamentecomo objetivo la búsqueda del crecimientoeconómico” (59). El crecimiento se cuestio-na como meta pero no como medio. El Planhabla de “áreas estratégicas para potenciar elcrecimiento económico que sustenta el desa-rrollo humano (energía, petróleo, telecomuni-caciones, ciencia y tecnología, minería, aguay desarrollo rural), de especial atención porparte del estado” (73). Esta noción es pro-blemática pues estas áreas parecieran estarexentas de los criterios culturales y ambien-tales necesarios para el Buen Vivir. No por ca-sualidad la política minera del gobierno operabajo este principio. Cabe preguntarse, ¿acasono hay otras “áreas estratégicas” que debanfortalecerse porque constituyen elementosfundamentales del Buen Vivir? Aquí vemosuna profunda asimetría en el Plan, entre los

2) Ver la version digital del Plan, http://www.senp-lades.gov.ec/images/stories/descargas/2snp/1pnd/DLFE-205.pdf

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elementos que contribuyen al “crecimientoeconómico” y aquellos que harían viable unapolítica socio-ambiental para el Buen Vivir.Esta asimetría remite a una visión economicis-ta y técnica, que podría ilustrarse con muchos

otros aspectos del Plan.

En resumen, el actual Plan y la Constitución2008 abren la posibilidad de “disputar el sen-tido histórico del desarrollo” (Acosta). Estabúsqueda ha revitalizado la discusión políticay del desarrollo, abriéndola a otros saberes yprácticas culturales (interculturalidad). Enrelación al modelo dominante, el desarrollocomo Buen Vivir: 1) cuestiona el ‘maldesarro-llo’ (artículo de J.M. Tortosa en esta misma re-

vista) basado en el crecimiento y el progresomaterial como metas rectoras; 2) desplaza eldesarrollo como fin hacia el desarrollo comoproceso de cambio cualitativo; 3) permite irmás allá de modelos basados en la exportaciónde recursos primarios, y combate la reprimari-zación en boga en el continente (p. 68), abor-dando con cierta seriedad la sustentabilidaddel patrimonio natural.

Otros aspectos innovadores que han sido resal-

tados incluyen: 1) Al acoger la visión del BuenVivir, asume que no hay un estado de ‘subdesa-rrollo’ a ser superado, ni uno de ‘desarrollo’ aser alcanzado, pues refiere a otra filosofía devida; 2) mueve el debate del antropocentris-mo al biocentrismo, y reinserta la economíaen la sociedad y los ecosistemas (siguiendo ala economía ecológica). Intuye una ‘nuevaética de desarrollo’ que subordine los obje-tivos económicos a los criterios ecológicos, ladignidad humana, y el bienestar de la gente.3) En este sentido, busca articular economía,medio ambiente, cultura y sociedad. Esto de-manda la construcción de economías mixtasy solidarias3; 4) recupera lo público, la diver-sidad, y la justicia social e intergeneracionalcomo principios; 5) reconoce diferencias cul-turales y de género; 6) permite nuevos énfa-sis, incluyendo la soberanía alimentaria y elcontrol de los recursos naturales.

Vale preguntarse: ¿Constituyen estos rasgos

una ‘ruptura conceptual’ capaz de potenciarel cambio radical que la Constitución presu-me? Aquí hay que apuntar a varios problemaspersistentes: 1) hay una serie de concepcionescontradictorias, especialmente alrededor del

papel del crecimiento, ya anotadas; 2) faltaclaridad en los procesos para llevar a cabo elPlan dadas estas contradicciones; 3) se man-tienen los lineamientos macro desarrollistas;4) persiste una orientación individual fuerte-inherente a las concepciones de ‘desarrollohumano’ en base a ‘capacidades’- opuesta alpotencial colectivista y relacional del Buen Vi-vir. Habría que preguntarse, finalmente, porla voluntad política para impulsar los cambiosnecesarios para una política social y ambiental

efectiva para el Buen Vivir. Como lo apuntanGudynas, Guevara y Roque (2008) en su análisisde las políticas sociales de los gobiernos pro-gresistas, en todos ellos hay una gran distanciaentre los pronunciamientos y la práctica.

Esta distancia ocurre porque los gobiernossiguen atrapados en concepciones desarro-llistas. Para resumir: aunque en estos discur-sos el ‘desarrollo’ ha sido descentrado hastacierto punto al abrir espacio para la cultura,

la naturaleza, y aspectos no económicos, elmodelo propuesto sigue siendo modernizantey dirigido por expertos. De esta forma, aun-que vislumbra el posdesarrollo, no se adentrahacia él con paso firme.

Algunos criterios para el

postdesarrollo

¿Cómo distinguir entre neodesarrollismo ypostdesarrollo? Como hemos visto, los gobier-

nos progresistas no han logrado una reconver-sión significativa de los modelos de sociedad,economía, y vida necesaria para enfrentar lacrisis; esto aplica a muchas de las izquierdasdel continente. Es necesario que estas seabran a la idea de que la transformación re-querida va mucho más allá del estado y lasestructuras socio-económicas; involucra toda

3) Ver “Economía Social y Solidaria”, América La-

tina en Movimiento No. 430, ALAI, 18 Marzo 2008.

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una transformación cultural y epistémica, demodos de conocimiento y modelos de mun-do, hacia “mundos y conocimientos de otromodo”. La descolonización epistémica debeacompañar la transformación de estructuras.

Falta claridad a este nivel en los estados, loscuales aún tienen que abordar “el reto centralde imaginar una sociedad diferente”4. Estotambién aplica a los Socialismos del Siglo XXI yal “capitalismo andino-amazónico” boliviano.Desde su posición de autonomía, los movimien-tos sociales están en capacidad de abanderarel proceso de imaginar alternativas reales alcapitalismo neoliberal y sus fundamentos cul-turales en cierto tipo de modernidad.

La dificultad de imaginar una sociedad dife-rente la explica Boaventura de Sousa Santos(2007), cuando dice que “lo que no existe” esactivamente producido como no existente, “ocomo alternativa no creíble a lo que existe”.Tanto las prácticas de muchos grupos indíge-nas, campesinos y afrodescendientes, comolas propuestas de sus organizaciones, sonconstruidas como “alternativas no creíbles”por los modelos imperantes (esto ocurre conlas propuestas de Vía Campesina y otros a fa-

vor de sistemas agrícolas localizados y biodi-versos como solución a la crisis de alimentos,energía, y cambio climático). El desarrollismodel estado y las izquierdas tiene mucho quever con esta producción social de la invisibili-dad y la ignorancia.

Muchos movimientos indígenas, de afro-descen-dientes y de grupos rurales o urbanos con baseterritorial o comunal fuerte, marcan un quie-bre mucho más profundo que un simple ‘giroa la izquierda’ en la medida que a través deellos emergen mundos, conocimientos y prácti-cas que se diferencian de las formas liberales,estatales y capitalistas de la Euro-modernidad.Apuntan a mundos postliberales y postcapita-listas; aunque aún no lleguen allí, desordenanel orden epistémico de la política moderna ba-sado en una visión que separa naturaleza y cul-tura, individuo y comunidad. Estas cosmovisio-nes dualistas –y su matriz política liberal- estánsiendo cuestionadas por el resurgimiento de lo

que podrían llamarse cosmovisiones relaciona-les, en la que todo existe en relación, incluyen-do humanos y no-humanos5.

Darle “derechos” a la Pachamama de este modo

no solo es una expresión ambientalista; la Pa-chamama es una presencia diferente que alte-ra fundamentalmente el sentido del desarrolloy del Estado. Si ignoramos esta dimensión, o silo calificamos de ‘infantilismo ambientalista eindígena’ como lo hizo el Presidente Correa, esporque semejante supuesto es históricamenteimpensable dentro de una perspectiva moder-na. Que este artículo aparezca en la Constitu-ción Ecuatoriana es un evento político-episté-mico que trastoca la historia moderna y a los

políticos que la habitan –incluyendo las izquier-das- porque desafía al liberalismo, al Estado, yal capital. Ambas ideas —los derechos de la Pa-chamama y el buen vivir— se basan en nocionesde vida en las que todos los seres (humanos ono humanos) existen siempre en relación entresujetos —no entre sujeto y objeto, y de ningu-na manera individualmente (Walsh 2009; de laCadena 2008). La relacionalidad  que subyacea estas propuestas también explicaría el “man-dar obedeciendo” Zapatista, que busca evitar

la separación entre la sociedad/comunidady un ente que la representa. Constituye unafuerza vital para transformar las instituciones yhacer visible aquello que había sido producidocomo no creíble. Hay que aclarar que la noción del Buen Vivir,aunque anclada en cosmovisiones relaciona-

4) Edgardo Lander en: “Conversación con elpolitólogo Edgardo Lander”. Correo Semanal. In-formativo electrónico de socialismo revolucionario,febrero 6, 2009.

5) Hay una convergencia auspiciosa alrededor detendencias y nociones como lógicas comunales ynuevas territorialidades (Mamani, Patzi Paco), formasno-liberales y no-estatales de la política (Zibechi,Gutiérrez Aguilar, Colectivo Situaciones), reconsti-tución del ayllu (THOA), procesos autonómicos enChiapas y Oaxaca (México), y Cauca (Colombia), ladecolonialidad (Mignolo, Quijano, Lander, Walsh), yla relacionalidad (de la Cadena, Blaser). Estas ten-dencias ayudan a pensar-hacer más allá del ‘desar-rollo’.

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les, es un proyecto político que surge en ten-sión con nociones desarrollistas de la ‘buenavida’, aun dentro de las mismas comunidadesindígenas y afro, causando conflicto en ellas.Es importante verlas en el flujo histórico del

poder y los significados para entender cómose proyectan política y culturalmente más alláde formas liberales y antropocéntricas.

A menos que reconozcamos estas dinámi-cas culturales y políticas, seguiremos en una“época de cambios” dentro del desarrollis-mo moderno, pero no el ‘cambio de época’que anunciara Rafael Correa en su discursoinaugural, muchos menos un Pachakuti. El‘postdesarrollo’ busca avanzar en la transi-

ción cultural de cambio de época, resolviendolas contradicciones entre neodesarrollismo ypostdesarrollo a favor de este último.

Algunos principios del postdesarrollo

Presentamos algunos criterios sobre posdesa-rrollo para concluir, sin pretender una fórmu-la. A nivel de los imaginarios, el posdesarrolloapunta a la creación de un espacio/tiempocolectivo donde el ‘desarrollo’ cese de ser

el principio central que organiza la vida eco-nómica y social. Esto implica los siguienteselementos: cuestionar la preeminencia delconcepto de crecimiento económico y estecomo meta; hacer visible la matriz cultural dedonde proviene el desarrollo y su historicidad(visión dominante de la modernidad); desarti-cular paulatinamente en la práctica el modelode desarrollo basado en la premisa de la mo-dernización, la explotación de la naturalezacomo ser no vivo, la exportación, y la acción

individual. Por el lado afirmativo, implica a)reconocer la multiplicidad de definiciones eintereses alrededor de las formas de sustento,las relaciones sociales, y las prácticas econó-

micas y ecológicas; b) el diseño de políticasdesde cosmovisiones relacionales, en vez de lacosmovisión dualista dominante; c) establecerdiálogos interculturales alrededor de las con-diciones que podrían devenir en un pluriverso

de configuraciones socio-naturales (multiplici-dad de visiones, tales como liberales y comu-nales, capitalistas y no capitalistas, etc.); d)propender por formas de integración regionalautónomas en base a criterios ecológicos y dedesarrollo autocentrado (no dictado por losrequerimientos de la acumulación mundial decapital), a niveles subnacionales, nacionales,regionales, y globales.

La memoria nos enseña y nos muestra el ca-

mino: todos resistimos juntos la agresión quenos maltrata, pero cada uno respeta la diver-sidad y la diferencia para que la tierra del fu-turo sea un conjunto de conciencias colectivasy de autonomías en equilibrio y armonía contodos los seres de la vida6.

Bibliografía

Acosta, A. El Buen Vivir, una oportunidad por con-struir. Ecuador Debate 75: 33-48, 2009

de la Cadena, M. Política indígena: Un análisis más

allá de la ‘política’. WAN Journal 4: 139-171, 2008(http://www.ram-wan.net/html/journal-4.htm)

Gudynas, E. La ecología política del giro biocéntricoen la nueva constitución de Ecuador. Revista Estu-dios Sociales (Bogotá) 32: 34-47, 2009.

Gudynas, E., R. Guevara y F. Roque. Heterodoxos.Tensiones y posibilidades de las políticas sociales enlos gobiernos progresistas de América del Sur. CLAESy OXFAM, Montevideo (www.democraciasur.com)

de Sousa Santos, B. The Rise of the Global Left.Zed Books, Londres, 2007.

Walsh, C. Luchas indígenas y de afrodescendientesy el estado: interculturalidad, decolonialidad, yBuen Vivir en los Andes. Presentado en el Institutode Estudios Latinoamericanos, Universidad de Texas,Austin, febrero, 2009.

 Arturo Escobar , antropólogo colombiano,es profesor en la Universidad de Carolina del

Norte (EE.UU.) Su libro, La invención delTercer Mundo: Construcción y deconstrucción

del desarrollo, acaba de ser reeditado enCaracas por la Editorial El Perro y la Rana.

6) Organizaciones Indígenas de Colombia, Propuestapolítica y de acción de los Pueblos Indígenas. Mingapor la vida, la justicia, la alegría, la autonomía y lalibertad y movilización contra el proyecto de muertey por un Plan de Vida de los pueblos (2004). http://www.nasaacin.org/propuesta_politica_pueblos_indi-genas.htm

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El día después del desarrollo

Eduardo Gudynas

Enfrentar las limitaciones del desarrollo actualcomo la búsqueda de alternativas no es unatarea sencilla. La mayor parte de las personascreen sinceramente en los sueños que alientaese concepto. Muchos ambicionan un lujosoautomóvil, los electrodomésticos más moder-nos, teléfonos celulares de última generación,aire acondicionado en sus casas, y televisiónsatelital. Los medios de comunicación alien-tan esos sueños y los políticos los repiten ensus discursos. Desde la academia convencio-nal se insiste una y otra vez en afirmar quedebemos marchar al ritmo del progreso eco-nómico; se pueden discutir los instrumentosy los medios que sustentan el progreso, perola esencia de esa idea no la ponen en duda.Los académicos y los políticos apenas discutensobre cómo aplicar esas recetas de la maneramás eficiente o más veloz.

Las personas que cuestionaban esas ideas fue-ron durante mucho tiempo una minoría. Eranpresa fácil de las críticas superficiales, acu-sándolos de impedir el desarrollo de nuestrospaíses o carecer de seriedad técnica. Pero enpoco más de dos décadas la situación ha co-menzado a cambiar sustancialmente.

Los proyectos de desarrollo clásico no hanfructificado, persisten enormes problemas so-ciales y ambientales. El andamiaje del capita-

lismo mercantilizado, recostado en las finan-zas globales, ha entrado en crisis. Tampocodebemos olvidar que también se desplomó elsocialismo real, a fines de la década de 1980,y que su apuesta también apuntaba al mismosueño desarrollista aunque intentaba lograrlopor otro medios. De esta manera, en un pe-ríodo de apenas dos décadas, casi un instanteen tiempos históricos, los grandes marcos con-ceptuales que sostenían las ideas convencio-nales de desarrollo, entraron en crisis.

La situación es todavía más compleja debidoa que, especialmente en América Latina, lasreformas de inspiración neoliberal vaciarontodavía más a las ideas clásicas del desarro-llo al suponer que todo sería resuelto por elmercado. La aspiración de generar políticasde desarrollo y sus instrumentos de planifi-cación, comenzaron a desvanecerse tanto enlos gobiernos, las universidades y las agenciasinternacionales. Uno de los ejemplos másdramáticos fue la casi total desaparición del“desarrollo rural”, reemplazado por el geren-ciamiento de proyectos y la mirada mercanti-lista sobre el campo y los campesinos. En esedesierto, donde no hay casi nada, es enten-dible que muchos reclamen la reconstrucciónde un desarrollo rural. Pero también sabemosque este nuevo esfuerzo no puede repetir loserrores de las viejas ideas del desarrollo.

La crítica del desarrollo también se nutrió demuchas experiencias ciudadanas, y los ensayosque se originaron en su seno han mantenidoviva la posibilidad de las alternativas. Otros,si bien utilizaban la palabra “desarrollo”,imponen cambios tan radicales a la fórmulaconvencional que su resultado es muy distinto(por ejemplo, como sucede con el “desarrollosostenible superfuerte”). Incluso se han re-cuperado ideas tradicionales para ponerlas enun nuevo contexto, como el sumak kawsay, el

buen vivir de las culturas andinas.

El cuestionamiento del llamado postdesarrollocontribuyó a dejar en claro que las palabrasno son ingenuas, ya que encierran significa-dos, culturas y acciones. Entonces, cuando sehabla de desarrollo, casi todos expresan losviejos sueños del progreso económico con susenormes fábricas de chimeneas humeantes ymiles de grandes tractores en el campo.

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Nuestro propio debate

latinoamericano

En el campo de las críticas y las alternativastambién es necesaria una nota de precaución,

en especial ante algunas propuestas origina-das en los países industrializados, tales comoel “des-desarrollo”, o “decrecimiento”. Estasestrategias, que esencialmente reclaman unareducción de las economías en países comoAlemania, Francia o España, no pueden sertransplantadas de manera simplista a la situa-ción latinoamericana. En efecto, en los paísesricos existen en la actualidad enormes nivelesen el consumo de energía y materia, y muchasactividades económicas están claramente aso-

ciadas a un sobreconsumo y el despilfarro. Porlo tanto, es por demás urgente avanzar en undecrecimiento en esos sectores.

En América Latina existen algunos nichos opu-lentos con un consumo exagerado. Pero tam-bién es necesario advertir que muchos secto-res deberían crecer, incluso desde el puntode vista económico: por ejemplo la provisióny cobertura de sistemas de salud, redes decentros educativos, la previsión social, etc.

Por lo tanto, en América Latina es necesarioidentificar aquellos procesos que deberíanser reducidos, pero también los sectores quese deben mantener e incluso que mereceríancrecer mucho más. Por lo tanto, postuladosdel decrecimiento como una reducción econó-mica bajo un factor 10, podría ser aceptableen Alemania, pero sería una catástrofe en paí-ses como Nicaragua o Paraguay.

Sin duda, los análisis que se realizan en otras

regiones son importantes; muchos compañe-ros generan ráfagas de nuevas ideas que re-frescan el debate en nuestro continente y suexperiencia puede servir para evitarnos algúntropezón. Pero también es cierto que muchosde esos caminos alternativos no han fructifica-do en los países industrializados. Más allá delas contradicciones dentro de la izquierda lati-noamericana, está en marcha una renovacióny florecen los ensayos, con todos sus aciertoscomo equivocaciones. Pero esto no sucede,

por ejemplo, en Europa, donde su progresis-mo languidece (la socialdemocracia alemanaestá empequeñecida y se ha desplomado laizquierda tradicional en países como Españao Italia). Muchos de los incansables militan-

tes políticos despiertan admiración por su te-són, pero corren el riesgo de quedar ancladosen los contextos teóricos del siglo XIX sin darcuenta del nuevo mundo latinoamericano delsiglo XXI.

Es de la mayor importancia generar nuestraspropias discusiones, y nuestros propios en-sayos, respondiendo a la coyuntura específi-ca de América Latina: sociedades de enormecomplejidad, multiculturales, donde persisten

los claroscuros, por ejemplo entre impresio-nantes niveles de violencia y criminalidad consobrecogedoras muestras de solidaridad y ac-ción colectiva.

La cuestión central es, entonces, cómo refor-mular el desarrollo en su propia esencia, tan-to en el plano de las ideas como de las apli-caciones prácticas, quiénes serán los sujetosde ese esfuerzo, y cuáles son las urgentes ycondicionalidades propias de América Latina.

Estos ensayos no necesariamente serán viejoso modernos, o de izquierda o derecha bajo lasviejas perspectivas políticas convencionales,sino que deben ir más allá de esas categoríaspara generar una nueva mirada sobre la socie-dad, sus interacciones productivas, y el papeldel ambiente.

Ideas para el día después

El “desarrollo” ha muerto, y no ha terminado

su velatorio cuando ya nos encontramos recla-mando un otro desarrollo – podría preguntarsemás de un lector después de leer estas pági-nas. “Nos tenemos que desarrollar, pero a lavez esa es una palabra inadecuada” – pensa-rán otros lectores, un poco perplejos con lasideas en estas páginas.

Precisamente eso es lo que está sucediendo,y en ello reside la oportunidad actual: ante elderrumbe de los viejos saberes y el resquebra-

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jamiento del dogmatismo, se abren innumera-bles oportunidades para el cambio. Quienescuestionan el desarrollo ya no son tomados porexcéntricos, y se asoman nuevas vías alternaspara alcanzar el bienestar. Está comenzando

el “día después” del desarrollo, y enfrentamosun momento clave que debería ser aprovecha-do para alumbrar esos otros caminos.

En esa tarea hay varias ideas claras. La prime-ra es que no existen las recetas. Los caminosson múltiples, ya que es necesario respetarla pluralidad de valores y culturas, sus dife-rentes ambientes, y por lo tanto la aspiraciónde una “receta” o “modelo” de desarrollo sedesvanece. El énfasis neoliberal justamente

machacaba en una única estrategia reducida aun tipo de valoración (económica).

La segunda idea defiende que estas nuevasmiradas no pueden anular la diversidad cul-tural en América Latina. El tiempo de la sub-ordinación de esa voces ha quedado atrás, ypor lo tanto la tarea ahora es incorporarlas, ypermitir el diálogo con otros saberes.

En tercer lugar, los aspectos ambientales ne-

cesariamente deben ser incorporados. Améri-ca Latina está sufriendo una creciente presiónsobre sus recursos naturales, se ha abusadode su papel como proveedora de materias pri-mas para los mercados globales, y se han me-nospreciado las posturas, tanto tradicionalescomo recientes, que defienden la Naturaleza.

Un cuarto aspecto consiste en la necesariaregulación del mercado. Pero ese esfuerzorequiere aceptar varias precisiones. Por unlado, hay más de un tipo de mercado, talescomo pueden ser las relaciones cooperativas osolidarias en las grandes ciudades, o los mer-cados campesinos basados en el trueque y lareciprocidad. Por lo tanto, las medidas ne-cesarias serán muy variadas, ya que sin dudaes imprescindible imponer severos controlessobre los mercados financieros globales, perolos mercados campesinos necesitarán otrasmedidas, más cercanas al apoyo y su forta-lecimiento. Es necesario reconocer que los

mercados son plurales, y la interacción conellos también deberá ser representada por unamplio abanico.

Por otro lado, esa regulación necesariamente

debe girar alrededor de la “regulación social”,entendida bajo una amplia participación ciu-dadana. La idea que el Estado es la cura paratodos los males del mercado es una simplifica-ción que puede llegar a ser peligrosa, ya quelos gobiernos no han dudado en promover el“maldesarrollo”.

Esto permite avanzar a un quinto aspecto cla-ve: el Estado también debe estar sujeto deesa “regulación social”. Es necesario abrir

el Estado a una mayor participación y controlciudadano, luchar contra la burocracia ino-perante y la corrupción, para convertir a susdiferentes componentes en instrumentos alservicio de las personas y de un nuevo estilode desarrollo.

A partir de estas y otras ideas similares, va-rias de ellas presentadas en otros artículos enesta revista, es posible fundamentar otras de-mandas básicas. Es tiempo, y contamos con

la oportunidad, de avanzar hacia cambios másprofundos sobre la estructura y la dinámicadel capitalismo contemporáneo.

Lo importante es aceptar que debemos avan-zar hacia cambios sustanciales. La tentaciónde muchos académicos y políticos, de buscaruna salida a la presente crisis económica pormedio de “reparaciones” y “rectificaciones”del mercado, manteniendo la esencia delcapitalismo actual, resulta tanto infundadacomo insuficiente. Por lo tanto, las discusio-nes sobre otro desarrollo requieren abordar laesencia misma del capitalismo. El día despuésdel desarrollo, es un día de cambios radicales,y ese día ya es hoy.

Eduardo Gudynas, uruguayo, es investigadoren el Centro Latino Americano de Ecología

Social (CLAES) (www.ambiental.net)

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8/8/2019 REFORMULAR_DESARROLLO

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