Reflexiones Bíblicas - United Bible Societies · advertencias y motivos para la esperanza...

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Reflexiones Bíblicas

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Reflexiones Bíblicas

Contenido

2 La lectura de la Biblia como “Palabra de Dios”

5 La Biblia y la Ecología

13 La Biblia en un Mundo secularizado y globalizado

16 El Uso y Abuso de la Biblia

21 Solidaridad en la Biblia

26 La Biblia y la Interconfesionalidad

32 La Biblia y la Migración

REFLEXIONES BÍBLICAS 1

Esta colección de “reflexiones bíblicas” fue preparada para la Asamblea Mundial de Sociedades Bíblicas Unidas que tuvo lugar en mayo de 2016 bajo el tema “La Palabra de Dios: Esperanza viva para todos”. No se pretende que las reflexiones bíblicas ofrezcan estudios extensos sobre temas bíblicos; más bien su objetivo es estimular al pensamiento, al debate y tal vez la acción ante algunos de los temas más actuales de nuestros tiempos. La globalización y sus consecuencias, tales como la migración, el traslape de culturas y religiones, y asuntos importantes como la ecología y la economía, presentan desafíos sin precedentes, tanto a nivel individual como a nivel de la sociedad. La Biblia puede ofrecer ayuda, no en forma de un manual, sino en el sentido más profundo de dar orientación basada en principios éticos y, más que eso, para aquellos que leen la Biblia como Palabra de Dios, una orientación basada en la revelación de Dios a través de la historia y en su Palabra encarnada: Jesucristo.

Al presentarles este conjunto de “reflexiones bíblicas” quisiera brevemente considerar la pregunta de cómo leemos la Biblia. Mientras las formas de tratar los textos, especialmente los textos canonizados, varían grandemente entre culturas, religiones y denominaciones, hay una tendencia alentadora en muchas iglesias y comunidades cristianas que puede observarse: la tendencia de evaluar de manera auto-crítica nuestras formas de leer las Escrituras individual y comunitariamente. Esta auto-crítica es saludable y urgentemente necesaria. Las interpretaciones fundamentalistas y puramente espiritualistas de las Escrituras son un fenómeno que va en aumento. Existe un peligro de instrumentalizar las Escrituras, de mal utilizarlas y aun abusar de los textos bíblicos para sostener posiciones y juicios propios. Aquellos que participan en el ministerio bíblico tienen la tarea

Observaciones introductorias por Alexander M. Schweitzer, Director de Traducción Bíblica Mundial de Sociedades Bíblicas Unidas

La lectura de la Biblia como “Palabra de Dios”

urgente de ofrecer una alternativa frente a la lectura de la Palabra sectaria y fundamentalista, la cual construye muros de separación y de discriminación.

La hermenéutica contextual y la lectura dialogal de la Palabra de Dios, misteriosamente presente en nuestro mundo, permitirá que los ecos de las varias tradiciones religiosas, escriturales u otras, enriquezcan nuestra experiencia de la Palabra. Es necesario leer las Escrituras dentro del contexto de la vida del lector contemporáneo: La Biblia es el libro de la vida en tanto que trata de la vida en todas sus manifestaciones.

La Biblia, en su canon, así como en los libros individuales, es un fenómeno pluralista, un ejemplo sobresaliente de unidad en la diversidad, una sinfonía de muchas voces. Las distintas maneras de leer la Biblia no son todas de igual importancia, pero al mismo tiempo ningún método por sí sólo capta toda la riqueza del significado de las Escrituras. Por lo tanto, se necesita una pluralidad de métodos y enfoques, que ayuden a desenterrar más de las riquezas disponibles en el texto bíblico.

La Biblia es el libro de la comunidad, una expresión de su experiencia de fe, y una herramienta para construirla. Ya que la Biblia es el tesoro comunal de todo el cuerpo de creyentes, todos los miembros de la iglesia juegan un papel en la interpretación de las Escrituras. Las comunidades cristianas deben leer la Biblia desde la perspectiva del pobre. Son los pobres los que pueden aportar una luz más penetrante a su interpretación y a su actualización, desde el punto de vista espiritual y existencial, que aquello que viene de un aprendizaje que descansa solo en sus propios recursos.

Es necesario leer la Biblia en su contexto cultural. La convicción de que la Palabra es capaz de ser difundida en diferentes culturas salta de la Biblia misma –en la bendición prometida a todos los pueblos a través de Abraham y su descendencia (Gen 12:3; 18:18) y extendiéndola a todas las naciones–. Una lectura inculturada, contextualizada presupone un encuentro respetuoso con un pueblo y su cultura, y comienza con la traducción de la Biblia en el lenguaje del corazón de la gente.

La Biblia como Palabra de Dios solamente puede ser bienvenida si la abordamos también como la fuente básica de oración de la iglesia y si cultivamos su lectura orante. Entre las muchas formas de lectura orante de las Escrituras está la práctica ancestral conocida como lectio divina, que invita al lector a reconocer y cerrar la brecha entre el texto bíblico y su realidad personal, para leer, estudiar, meditar, digerir, orar y poner en práctica el mensaje bíblico.

Al explorar temas como la ecología, migración y la solidaridad, al examinar el papel de la Biblia en un mundo secularizado, en contextos inter-confesionales y las formas en las cuales son usadas y mal usadas las Sagradas Escrituras, los siguientes ensayos tienen el propósito de animar a la reflexión. Los autores de esta colección –lingüistas, exégetas, teólogos– todos leen la Biblia como cristianos, es decir, con un entendimiento de la Biblia no solo como un documento importante histórico-cultural, sino como Sagradas Escrituras, que contienen la Palabra de Dios.

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Lea: Salmo 8La mayor crisis que será enfrentada por la humanidad a lo largo del siglo XXI será la crisis ambiental. Más allá de la guerra, o el terrorismo, la destrucción de la sociedad o el colapso económico, y de hecho algo que contribuye a todas estas crisis más obvias o grandes, el colapso de este sistema magnífico que sostiene nuestra vida en este planeta está desafiando nuestra propia existencia.

Estamos enfrentando en el curso de nuestra vida, el mayor período de extinción de especies jamás antes visto. Cada especie es una expresión única de la mente de Dios, esculpida y creada a través de millones de años, sus exquisitas formas de vida están desapareciendo, en muchos casos, antes incluso de que las conozcamos o sepamos la función que desempeñan en la naturaleza o en el sostenimiento de nuestro bienestar. En la larga historia de la vida en la Tierra, las especias siempre se han extinguido, pero esta vez con dos diferencias significativas. Nunca antes habían desaparecido tantas especies de manera tan rápida.1

Y todo esto es debido a una sola especie –¡la nuestra!–. Estamos agotando los recursos de la Tierra, contaminando el agua fresca, volviendo la tierra fértil en un desierto y reemplazando de forma desenfrenada los paisajes ricos por monocultivos nocivos. Estamos llenando la atmósfera con dióxido de carbono, el desecho producido por nuestra hambre insaciable de más cosas, más viajes, cambiando como nunca antes la capa frágil de aire que rodea nuestro planeta, derritiendo nuestros casquetes polares y ahogando las zonas costeras y sus habitantes, sean humanos o no humanos.2 Y estamos reduciendo los bosques como si no hubiera un mañana cuando pudiéramos necesitar el oxígeno que proveen.

Las declaraciones como estas a menudo son recibidas con incredulidad. El problema es que ninguno de nosotros, en nuestras propias localidades, podemos ver las dimensiones de la crisis. Pero observe y escuche los informes acumulados por la comunidad científica, analice críticamente las noticias, examine los trabajos de la economía mundial, escuche las voces de aquellos que alzan su voz por los que no tienen voz –los oprimidos, personas en desventaja, personas marginadas, así como los animales y las plantas–. Escuche a los líderes de las iglesias, particularmente al Patriarca Ecuménico Bartolomé, o al Movimiento de Lausana, o más recientemente, al Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si, un llamado al “diálogo con todas las personas acerca de nuestro hogar común.” El panorama se vuelve espeluznantemente claro; nuestro planeta, nuestro único hogar en el universo, ya no es un lugar tan amigable.

¿Tiene la Biblia algo que decir acerca de esta crisis? El estrés ambiental y consecuentemente económico causado por la codicia humana no era de ninguna manera desconocida en los tiempos bíblicos. Pero las dimensiones de nuestro problema sino tienen precedentes a causa de nuestros “éxitos” gemelos –la población y la tecnología–. Sin embargo, porque la Biblia es precisamente la historia de Dios, la humanidad y el mundo, hay lineamientos, advertencias y motivos para la esperanza significativos. En esta meditación bíblica deseamos enfocarnos en algunos de los temas principales, tal como nos los presenta el Salmo 8.

La Biblia y la Ecología

1 Las estimaciones científicas varían. El estimado confiable más bajo es que la tasa actual de extinción es 120 veces la tasa natural subyacente. Otras mediciones con credibilidad lo estiman en 1000 veces, o una especie cada pocas horas.

2 Las proyecciones científicas confiables sugieren que hemos ocasionado al menos 5 metros de la subida del nivel del mar –lo único que se debate es cuán rápido va a ocurrir–. Si podemos mantener el aumento de temperatura atmosférica promedio en 2 grados, habrá un aumento de 1 .2 m del nivel del mar al final del siglo. La mayoría de los científicos creen que nos costará mantener el aumento de la temperatura en 4 o 5 grados, y solo la acción drástica e inmediata va a prevenir que el nivel del mar no se eleve 20 metros.

4 REFLEXIONES BÍBLICAS REFLEXIONES BÍBLICAS 5

La Tierra pertenece a Dios el Creador

El Salmo 8 comienza, así como la Biblia, con una afirmación de la supremacía de Dios el Creador.

1 Señor y Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!...

Podemos ver el cielo por la noche y maravillarnos. La estrella más cercana a la nuestra está a 4.2 años luz de distancia –cerca de 40 millones de millones de kilómetros–. Nuestra galaxia solamente contiene más de 100.000 millones de estrellas y es uno de los millones de galaxias –algunas de ellas más grandes que nuestra propia galaxia–. Con nuestros simples ojos vemos hacia arriba y nos maravillamos. Con nuestros telescopios vemos hacia arriba y nos quedamos absolutamente mudos.

O podemos ver más cerca de nuestro hogar –en la rica complejidad de la vida en este pequeño e insignificante planeta–. Los científicos estiman que hay cerca de 8,7 millones de diferentes especies vivas hoy en día, de las cuales solamente 1.5 millones han sido descritas y categorizadas.

Cada una de estas cosas, desde las galaxias hasta los microbios, está descrita por nuestro Salmo como “las obras de los dedos de Dios....las obras de las manos de Dios”

3 ¡obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que has creado.. las obras de tus manos!

6 ¡Todas las ovejas y todos los toros!

7 ¡Todos los animales del bosque!

8 ¡Las aves en el cielo y los peces en el mar! ¡Todo lo que surca las profundidades del mar!

Este planeta, junto con el universo entero, pertenece a Dios el Creador. No nos pertenece ni una sola pulgada cuadrada. Tal como lo pone el Salmo 24:1:

¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!

Toda reivindicación del ser humano, sea individual, étnico o nacional, por cualquier parte del suelo, el mar, los recursos biológicos o recursos minerales está desafiada radicalmente por esta perspectiva, que permea toda la Escritura.3

La humanidad ocupa una posición de privilegio y responsabilidad

En nuestro Salmo, el poeta pasa de la maravilla ante la creación de Dios al asombro ante la posición privilegiada en la que nos encontramos nosotros los humanos.

4 ¿Qué es el ser humano, para que en él pienses?

5 ¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta? Hiciste al hombre poco menor que un dios, y lo colmaste de gloria y de honra.

6 ¡Lo has hecho señor de las obras de tus manos! ¡todo lo has puesto debajo de sus pies!

En nuestro asombro ante la belleza intrincada y magnificencia de la creación de Dios es que nuestros pensamientos se vuelven hacia nosotros. A pesar de nuestra insignificancia en la escala del universo, cuando leemos la narrativa de la creación, que hace eco en nuestro Salmo, nos vemos impactados también con la posición única y poderosa de la humanidad. ¡El Creador Todopoderoso nos ha confiado la responsabilidad sobre todas sus obras! ¡Nada menos que Dios!

Pero antes de que nos dejemos llevar por el orgullo y la importancia que nos damos a nosotros mismos, debemos detenernos aquí un poco más de tiempo.

6 ¡Lo has hecho señor de las obras de tus manos! ¡Todo lo has puesto debajo de sus pies!

7 ¡Todas las ovejas y todos los toros! ¡Todos los animales del bosque!

8 ¡Las aves en el cielo y los peces en el mar! ¡Todo lo que surca las profundidades del mar!

6 REFLEXIONES BÍBLICAS REFLEXIONES BÍBLICAS 7

3 El Salmo 104.24 desde otro canto maravilloso sobre la creación declara: ¡Tus obras, Señor, son innumerables! ¡Todas las hiciste con gran sabiduría! ¡La tierra está llena de tus criaturas! En Job 38- 41, Dios retira a Job del centro de atención y tenemos así un vistazo de la absoluta complacencia que tiene el creador en las criaturas no amansadas de la tierra salvaje y física, sin referencia alguna a su importancia para los seres humanos.

© Joaquim Dassonville

Si Dios nos hizo a su imagen y nos ha dado las reglas de su creación, de lo que es propietario como su creador, entonces eso nos dice algo sobre cómo debemos de practicar esa regla: ¡como Dios, actuando para Dios! Así que en toda nuestra interacción con las cosas que Dios ha hecho, animadas o no animadas, se supone que debemos actuar como Dios –y Dios es amor–. Dios actúa para el mayor bien de sus criaturas, de su creación. El segundo capítulo de Génesis nos explica la tarea de la humanidad como la de “proteger y servir” al jardín. Y justamente aquí es donde precisamente hemos hecho como en toda área de nuestras vidas –hemos seguido nuestro propio camino–.

Hemos usurpado los derechos que son de Dios solamente, tratando nuestra posición delegada como una de absoluta propiedad. Y así estamos presidiendo la destrucción a gran escala de la red de vida de nuestro planeta –su hábitat natural, y las plantas y las criaturas que la habitan–. Como especie, ¿somos culpables tanto de orgullo como de abandono del deber? ¿Estamos jugando un juego de alto riesgo de apuestas que alguien más tomará la iniciativa para desviarse, para ir más despacio, para poner un freno a la explotación de los recursos y la contaminación atmosférica por el dióxido de carbono, para que podamos forjarnos un futuro haciéndonos más ricos y con mayor comodidad?

La mejor de las ciencias nos dice que este es un problema para nuestra generación actual. O lo resolvemos, o la tierra que dejaremos a nuestros hijos y nietos será un lugar muy diferente y mucho menos hospitalario. No sorprende que los textos bíblicos que hablan del “dominio” de la humanidad y la orden de “poblar la Tierra y dominarla” han sido vistos por el movimiento conservacionista como responsables criminalmente por el daño que las sociedades occidentales han causado.4

Jesus cumple con el papel que la humanidad ha abandonado

Pero el Salmo 8 tiene aún más perspicacias que ofrecernos, porque este Salmo ya había sido tomado por algunos de los primeros cristianos, y aplicado a Jesús. Hebreos 2:6- 9 declara:

Como alguien testificó en cierto lugar:

¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que lo tengas en cuenta? Lo hiciste un poco menor que los ángeles; lo coronaste de gloria y de honra, y lo pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste debajo de sus pies.»

Así que, si Dios puso todas las cosas debajo de sus pies, entonces no dejó nada que no esté sujeto a él. Sin embargo, todavía no vemos que todas las cosas le estén sujetas. 9 Lo que sí vemos es que Jesús, que fue hecho un poco menor que los ángeles, está coronado de gloria y de honra, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su bondad, quiso que Jesús experimentara la muerte para el bien de todos.

Jesús es quien, como ser humano, cumple con el propósito de Dios para la humanidad. Él es quién está apto para gobernar sobre todas las cosas en el nombre de Dios y con la naturaleza de Dios. Pero para Jesús, el camino a esta Gloria lo llevó a través de la cruz.

El Nuevo Testamento está lleno de afirmaciones que en Jesús, quien es todo lo que los humanos deben ser, el reinado de Dios sobre todo el mundo va a traer reconciliación y renovación. Juan 3:16 nos dice que “Dios amó tanto al mundo o cosmos que dio a su Hijo único...”

O escuchemos las palabras de San Pablo: “en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo. (2 Cor 5:19) Porque al Padre le agradó que en él habitara toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (Col 1:19- 20)

8 REFLEXIONES BÍBLICAS REFLEXIONES BÍBLICAS 9

4 Por supuesto que hay otras sociedades, que no son influenciadas por una visión cristiana del mundo, que explotan la naturaleza sin compasión, y sin tener estos mandamientos bíblicos en particular para hacerlo. Esto no anula la crítica que en el llamado occidente “cristiano” y en la cultura más amplia que ha emanado de allí, hemos tomado referencia como “dueños del mundo” de estos textos.

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En Jesús, todo el lenguaje antiguo del “dominio” encuentra su cumplimiento esperado. Jesús es el Segundo Adán, el comienzo de una nueva línea de la humanidad, quien reafirma el dominio de la vida y de la gracia de Dios, en lugar del dominio de la muerte que ha ejercido el primer Adán y nosotros sus sucesores.

…Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio a la iglesia, como cabeza de todo, pues la iglesia es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena a plenitud. (Efesios 1:22- 23)

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia mediante un solo hombre, Jesucristo. (Romanos 5:17)

El propósito de Dios es restaurar los Cielos y la Tierra

Al contrario de la antigua canción que dice “Este mundo no es mi hogar, sólo soy un transeúnte”, la Biblia afirma que este mundo es nuestro hogar, y tiene un futuro y una esperanza.

Romanos 8 habla de la frustración actual de la creación y su futuro de esta forma:

Porque la creación aguarda con gran impaciencia la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino porque así lo dispuso Dios, pero todavía tiene esperanza, pues también la creación misma será liberada de la esclavitud de corrupción, para así alcanzar la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Romanos 8:19- 21).

La esperanza futura de la creación está íntimamente ligada con nuestro descubrimiento de quiénes somos realmente. El modelo de nuestro futuro y de toda la creación es la resurrección de Jesús, tal como Pablo lo describe en 1 Corintios 15.

Cuando leemos en Apocalipsis la visión de Juan sobre el final de todas las cosas y la venida del reino de Dios, no leemos acerca de personas que vuelan hacia el cielo tocando arpas sentados sobre las nubes. Más bien:

“Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios, ataviada

como una novia que se adorna para su esposo. Entonces oí que desde el trono salía una potente voz, la cual decía: «Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.” (Apocalipsis 21:2- 4)

Esta es la esperanza cristiana. Este es el futuro de nuestro planeta. Este es el propósito y el reino de Dios. Esto es por lo que oramos cuando decimos “Venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.” Y esto es por lo que trabajamos cuando, como personas de Dios, como personas hechas nuevas hasta cierto punto, tomamos nuestra primera responsabilidad dada por Dios, de cuidar y servir el jardín- planeta en el que vivimos. Los cristianos, de todas las personas, deberían estar a la vanguardia de la acción ambiental y la conservación.

Piense mundialmente, actúe localmente

Este precepto bien conocido para vivir con integridad en un mundo globalizado tiene una especial relevancia para nuestra responsabilidad de vivir como agentes de la gracia de Dios en este planeta. Y debería tener consecuencias para nuestro compromiso como fraternidad de Sociedades Bíblicas.

Individualmente comprometámonos nosotros a vivir con limitación, vivir sosteniblemente, vivir con un pensamiento y compasión por el mundo humano y no humano alrededor nuestro:

• ¿Podemos reducir nuestro consumo?

• ¿Podemos eliminar los plásticos? ¿Podemos reciclar más?

• ¿Podemos usar menos combustible?

• ¿Podemos convertirnos en agentes de una mayor conciencia de Su creación?

La Biblia en un Mundo secularizado y globalizado

Muchas personas en nuestros tiempos dudan si la Biblia es auténtica y si tiene alguna relevancia para la vida cotidiana. Los jóvenes en particular luchan por entender su lenguaje y se desconciertan con sus historias de rituales extraños, leyes extrañas y violencia. En el mundo secular, la Biblia parece que está desfasada. Al mismo tiempo, los jóvenes están profundamente interesados en la justicia social y la ética. Los peregrinajes son cada vez más populares, lo que muestra cierto interés en la espiritualidad. Las novelas de autores tales como Paulo Coelho son populares en todo el mundo. Hay una necesidad del misterio entre los jóvenes, pero ellos desconfían de la autoridad. ¿Cómo podemos personalmente y como Sociedades Bíblicas acercar la Biblia a las personas (jóvenes) que tienen problemas con la Biblia? ¿Cómo podemos presentar la Biblia en nuestros tiempos? ¿Qué idioma sería útil para nosotros usar cuando hablemos sobre la Biblia? Para ayudarnos a reflexionar respecto a esto es bueno analizar el lugar que tiene la Biblia en la cultura y medios de hoy, y su lugar en la iglesia en el contexto secular y mundial. ¿Cómo ven la Biblia las personas? ¿Cómo su idea de la Biblia se ve afectada por su perspectiva sobre la vida?

La Biblia en nuestra cultura y los medios

Al analizar cómo se utiliza la palabra “biblia” (con b minúscula) en los medios podemos aprender algo acerca de las asociaciones que las personas tienen (o se espera que tengan) con esa palabra. Cuando, por ejemplo, un libro de cocina es llamado una “biblia”, implica que es una autoridad en ese tema, que es exhaustivo y completo, que ofrece ideas inspiradoras y que está basado en conocimiento especializado. Parece que, aparte del aspecto de autoridad, los medios lo toman como un modelo de cómo es vista la Biblia.

La Biblia es vista a menudo como un clásico cultural, como las obras de autores famosos –un signo de cultura y civilización–. La Biblia no es vista en primer lugar como propiedad de la iglesia o de la sinagoga, pero está allí abiertamente, como propiedad pública. La interpretación que todos hacen de la Biblia se vuelve relevante; ¿por qué sería una mejor que la otra? Muchas personas, ciertamente en las culturas occidentales, desean tener su propio punto de vista independiente, basado en la percepción personal, no en la autoridad de la sociedad o de la iglesia. Ellos ven la Biblia en forma crítica de acuerdo a sus propios estándares. Y se preguntan por qué, por ejemplo, la posición de las mujeres era tan débil en la sociedad en el Antiguo Testamento y por qué la Biblia pareciera que lo acepta.

La Biblia es usada por muchas de nuestras sociedades, por ejemplo en la educación, por los valores que enseña. La Biblia o partes de ella están muy presentes en la literatura, arte y música. Pero, ¿significa esto verdaderamente que la Biblia tiene influencia en nuestra cultura y en las vidas de las personas?

En muchas sociedades, la Biblia no tiene el estatus de autoridad moral. No se le permite a la Biblia decir algo que la sociedad no desea que se diga. Se espera que los valores morales de la Biblia coincidan con los valores de nuestros tiempos y cultura. Aun así, en muchas culturas la Biblia en general es apreciada. La creación, el diluvio, el genocidio, Saúl y David, el exilio… son vistos como expresiones intensas de la condición humana, aun cuando la Biblia es considerada a menudo como un libro con personajes, no personas reales. En las palabras de una persona durante una entrevista:

“La Biblia no es “verdad” para mí. Es literatura - que me ayuda a entender el mundo y la vida- . El libro de Éxodo representa la travesía de la búsqueda a través de la vida.”

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Como Sociedades Bíblicas comprometámonos nosotros a la acción produciendo recursos –selecciones de Escrituras, materiales para la interacción con las Escrituras– y hablando con audacia desafiar y ayudar a todas las comunidades cristianas a que tengan vidas de mayordomía y discipulado radical ambiental:

• ¿Podemos convertirnos en agentes de cambio en el Servicio de la buena tierra de Dios?

• ¿Podemos usar nuestro mandato para promover el apoyo y alentar vidas de discipulado radical amigable con la tierra entre todos los cristianos?

• ¿Podemos reflejar nuestra responsabilidad por Su creación en nuestros programas y planes de negocios?

• ¿Cuán eficientes son nuestros negocios, nuestros vehículos, nuestras actividades regulares?

Como Fraternidad evaluemos la forma cómo utilizamos los recursos de este planeta:

• ¿Cuánto dióxido de carbono generamos mediante la compra de papel, en nuestras impresiones y envíos, y sobre todo, con nuestros viajes?

• Hay muchos proyectos bien auditados mediante los cuales pudiéramos compensar nuestra contribución a la carga de carbono que pesa sobre nuestra atmósfera.

• ¿Podemos volvernos promotores con mayor credibilidad de una forma responsable de tratar a la creación –por nuestra palabra y por nuestro ejemplo–?

• ¿Podemos volvernos promotores de la protección de Su creación a escala mundial?

Estos pasos tienen un costo elevado. Pero el costo de no hacer nada es mucho mayor.

El Salmo 8 termina como comenzó

9 Señor y Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

© Ryan McCauley

Así que a veces hay un aspecto negativo sobre como la Biblia es utilizada en nuestras culturas. Es fácil usar la Biblia principalmente como libro de citas; la variedad de los libros de la Biblia y sus mensajes no son bien conocidos. La sociedad a menudo piensa que tiene la Biblia de su lado, aun cuando la Biblia solo se usa cuando coincide con la cultura y cuando confirma ideas generales que ya existen, por ejemplo, sobre la condición humana, las relaciones humanas y la tolerancia. La Biblia es vista como un libro humano. Lo que se ignora a menudo es que el interés central de la Biblia es lo divino.

El “regreso” de la religión

En nuestro mundo globalizado, la religión está de nuevo en auge (después del ateísmo del socialismo y el comunismo). Algunos círculos cristianos han recibido esto bien con un sentimiento de triunfo. Hay una nueva generación de personas jóvenes que no resienten nada contra la iglesia. La religión ha regresado. Sin embargo, tal vez como resultado, la intolerancia religiosa, la contienda y el fanatismo también han aumentado. Por esta razón, muchas personas en las sociedades seculares son bastante escépticas acerca de la religión organizada –cualquier religión, incluido el cristianismo– y los libros sagrados, incluida la Biblia. Son indiferentes a la religión organizada, prefiriendo su propia espiritualidad y “auto- ayuda” así como la libertad de elegir e interpretar.

La Biblia y la iglesia

Estos puntos de vista ampliamente difundidos son muy diferentes de cómo las iglesias hablan acerca de la Biblia. De acuerdo a muchas iglesias, especialmente, pero no solamente la iglesia católica romana, la Biblia no solo debería ser interpretada por las personas, aisladas de una comunidad o tradición. En cambio, la Biblia necesita la interpretación de la iglesia. Fue la iglesia la que formó la Biblia, así que es tarea de la iglesia interpretarla. De esta manera, la comunidad de la iglesia es un tema de interpretación y moldea la enseñanza tradicional de la iglesia acerca de la Biblia. Aun aquellas iglesias que sí alientan a los creyentes a

estudiar la Biblia por sí mismos y sacar lecciones espirituales de ella, enfatizarán todavía que la Biblia es la Palabra de Dios final y autoritaria. En resumen, las iglesias, se ven a sí mismas como la autoridad que es responsable de interpretar la Biblia, o bien apuntan a la Biblia como la Palabra de Dios final y autoritaria.

En nuestro mundo secular y globalizado todo esto es percibido como un enfoque autoritario e intolerante. Muchas personas hoy en día preferirían en vez una pluralidad de interpretaciones y libertad para que las personas puedan elegir. Así que, en nuestro empeño por promover la Biblia, ¿qué idioma sería de ayuda utilizar?

Nuestro idioma sobre la Biblia

Si comenzamos nuestra conversación sobre la Biblia en términos de su autoridad o en términos de la autoridad de la iglesia para interpretarla, muchas personas de las llamadas sociedades secularizadas puede que no estén abiertas a la Biblia y su mensaje. Puede que vean a la Biblia como una colección de reglas y mandamientos que se espera que obedezcan.

En cambio, las personas (jóvenes) puede que sean más receptivas a la Biblia y su mensaje si dejamos que la Biblia hable por si misma:

• Acerca de las vidas de las personas contenidas en ella

• Acerca de sus luchas

• Acerca de cómo su vida con Dios les ha cambiado

• Acerca de la injusticia en las sociedades.

Entonces la Biblia se vuelve un recuento de cómo personas como nosotros han vivido por fe y han podido lidiar con las preguntas y problemas juntos, con la ayuda de Dios.

Tome, por ejemplo, el libro de Job. Job y sus amigos debaten si hay alguna forma de hacer que su sufrimiento tenga sentido. Entre otras cosas, los Salmos y Eclesiastés buscan el significado y propósito de la vida. El texto

se vuelve una conversación y los lectores se involucran en esta conversación. Amós ofrece una crítica convincente sobre la injusticia social. En muchas culturas, particularmente en el mundo musulmán, los profetas y su vida con Dios son vistos como muy significativos. En tales contextos, las narrativas bíblicas acerca de las personas clave (por ejemplo, Noé, Abraham, José, Moisés, David, Salomón, María, Jesús, así como los profetas) pueden verdaderamente hablar a las personas.

¿Significa esto que la lectura de la Biblia será más cómoda? ¡No! A través de su autenticidad, la Biblia también nos enfrentará a nuestros propios defectos, pensamientos e intenciones. ¿Son estos puros o tenemos motivos ulteriores y egoístas?

¿Significa esto que leer la Biblia individualmente, fuera del contexto de una comunidad no es suficiente? ¡No! La lectura de la Biblia como un lente o espejo de mi propia vida traerá inevitablemente al lector a una dimensión social; la Biblia misma es acerca de una experiencia en comunidad, progreso, fe. Pero un enfoque personal hacia el texto bíblico sin ningún “obstáculo por parte de la autoridad” para comenzar, puede ser la oportunidad que abra las puertas a mucha gente (joven) en nuestros tiempos.

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12, RVC)

Unas cuantas preguntas más

• ¿Reconoce usted (algunos de) estos acontecimientos en los países en donde usted trabaja? ¿Qué piensa la gente acerca de la Biblia? ¿Qué piensan acerca de la iglesia?

• ¿Hay diferencias entre los puntos de vista acerca de la Biblia en su sociedad y el punto de vista de la Biblia propia o el punto de vista de las iglesias acerca de la Biblia? ¿Cómo pueden comunicarse estos diferentes puntos de vista?

• ¿Cuáles libros de la Biblia serían particularmente útiles cuando usted trate de presentar la Biblia a su gente?

• ¿Cómo debería ser un enfoque para un público secular o secularizado?

• ¿Realiza su Sociedad Bíblica programas o provee material para dirigirse específicamente a la generación de jóvenes?

• ¿Cómo reconciliar un enfoque más “individualista” con nuestra misión de servir a la(s) iglesia(s)?

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© Jared Wong

Aquellos que trabajamos en la causa bíblica, en traducir, producir y distribuir las Escrituras en diferentes formatos, somos conocedores de los muchos usos buenos y positivos para los que ha servido la Biblia tanto a nivel individual como comunitario. Hemos visto y escrito incontables historias de vidas transformadas y comunidades transformadas. Hemos atestiguado de primera mano la transformación de las personas y grupos que han decidido comprometerse individual y colectivamente con las verdades contenidas en las Escrituras. Pero desafortunadamente no todos los usos de la Biblia han sido benignos. La Escritura a menudo ha sido empleada para usos que son opuestos a su esencia, a sus valores y enseñanzas centrales. Vamos a regresar al final a este uso más positivo de la Biblia, luego de analizar algunos abusos de ella. Quizás es mejor comenzar a nivel de ideas, ya que es aquí donde muchos tienen una salida en falso.

La Biblia no es la Palabra de Dios

Para comenzar, la Biblia no es la Palabra de Dios. Ni siquiera son las palabras de Dios. Son más bien las palabras de hombres que han sido inspirados por Dios para llevarnos a la Palabra, que es Cristo (Juan 1:1). El hecho de que las primeras dos oraciones de arriba a menudo son chocantes al principio para las personas de fe, o que rápidamente debemos añadir la tercera frase para que estas personas tan buenas se sientan seguras, ilustra una buena parte del problema que enfrentamos en relación al asunto del uso y particularmente el abuso de la Biblia, tanto a través de la historia como hasta el presente. Para muchos cristianos hay una tendencia más o menos inconsciente a la bibliolatría inherente al igualar la Biblia más o menos directamente con la Palabra de Dios lo cual hace que casi cualquier interpretación de las Escrituras sea inmune o al menos resistente al criticismo. Si se dice que lo dice la Biblia, ¿quiénes somos para cuestionarlo? Después

de todo, es la Palabra o palabras de Dios, y no deberíamos arriesgar a oponernos a algo que es sagrado. Y, sin, embargo todos sabemos que la Biblia ha sido usada y se ha abusado de ella, ha sido a menudo mal utilizada, para oprimir, explotar o para librar guerras y llevar a cabo actos horribles en el nombre de esa Biblia y ultimadamente en el nombre del Dios de esa Biblia. Y para hacer las cosas más complicadas, muchas veces la Biblia misma parece alentar y aprobar dichas prácticas. Pero talvez deberíamos comenzar por enumerar lo que la mayoría de personas estarán de acuerdo en que son los abusos más obvios y atroces de la Biblia en tiempos relativamente recientes.

Esclavitud, abuso intrafamiliar, genocidio…

La Biblia ha sido usada (la mayoría de la gente ahora diría abusada y mal usada) para justificar la esclavitud. Y algunos de los textos que han sido utilizados que parecieran apoyar esta práctica en un inicio: “Ustedes, los siervos, obedezcan a sus amos terrenales con temor y temblor, y con sencillez de corazón, como obedecen a Cristo;” (Efesios 6:5) y “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos y a que les agraden en todo; que no sean respondones...” (Tito 2:9), fueron comúnmente citados para justificar la

El Uso y Abuso de la Biblia

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

(2 Timoteo 3:16- 17, RVC)

propiedad de esclavos. Pero 1a Pedro 2:18 va aún más allá: “Ustedes los criados, muéstrense respetuosos con sus amos; no sólo con los que son buenos e indulgentes, sino también con los que son difíciles de sobrellevar.” Y por supuesto el Antiguo Testamento en muchos lugares da la propiedad de esclavos por sentada. El último de los diez mandamientos prohíbe codiciar al sirviente o sirvienta del vecino, en este contexto, obviamente solo se refiere a esclavos. Una prohibición como esa seguramente tolera implícitamente como mínimo la práctica de la esclavitud. Y detrás de muchos de los usos de los textos citados anteriormente hay una interpretación (completamente sin mérito) que no acepta que Jam, el hijo de Noé, sea el progenitor de todas las personas de piel oscura sobre la tierra, quienes consecuentemente son todos maldecidos por una extensión de la maldición sobre el hijo de Jam, Canaán, en Génesis 9:25: “Maldito sea Canaán. Será siervo de siervos para sus hermanos.”

Casi nadie hoy en día usaría ninguno de estos pasajes de Escrituras para justificar la esclavitud. De hecho, la Biblia también ha sido utilizada por aquellos que están en contra de la esclavitud para tratar de abolirla y promover la libertad y equidad para todas las personas. La declaración famosa de Pablo que dice “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni

mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. “ (Gálatas 3:28)” es el texto angular de la creencia y valor de la Biblia, a pesar de las muchas indicaciones que aparentan lo contrario; de hecho, representan la libertad y equidad de todos. El hecho de que al parecer hay menos textos que apoyan este argumento que aquellos que apoyan la esclavitud, ahora son tomados usualmente como evidencia de que los textos bíblicos deben ser ponderados, no solamente contabilizados, y que los contextos culturales originales de los textos bíblicos deben tomarse en cuenta antes de aplicar cualquier texto a cualquier asunto en particular, y especialmente a asuntos que son controversiales en algún momento en el tiempo.

La Biblia también ha sido citada por algunos para justificar la violencia intrafamiliar. Esta vez, los textos se han ampliado claramente (y la mayoría diría que se abusa de ellos). El texto de Efesios 5:22, “Ustedes, las casadas, honren a sus propios esposos, como honran al Señor.”, ha sido utilizado junto con Proverbios 13:24, “El que retiene el castigo, aborrece a su hijo; el que lo ama, a tiempo lo corrige.” para justificar a los esposos y padres que golpean físicamente a sus esposas e hijos.

Aun cuando no hay unanimidad entre las culturas sobre el valor y validez del castigo corporal a los niños, al menos el abuso de las

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© Dag Smemo

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esposas (y también el daño real a los niños) sería cuestionado ahora en la mayoría de comunidades cristianas en todo el mundo. Pero todavía hay demasiados lugares en donde estos versículos y otros como ellos son citados como justificación al derecho de un esposo y padre de pegar y lastimar a los miembros de su familia.

Aquellos que se oponen a la violencia intrafamiliar y que desean usar la Biblia como apoyo, deben depender del lenguaje más general de los textos bíblicos, tal como en Efesios 5:25, “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,” y Colosenses 3:19, “Ustedes los esposos, amen a sus esposas, y no las traten con dureza.” Aun, estos principios generales a veces se ven más favorecidos que otros textos más específicos, que pueden ser fácilmente relegados para tener relevancia dentro de sus contextos específicos solamente.

Un texto específico utilizado a veces para combatir el abuso de los niños es Efesios 6:4 “Ustedes, los padres, no exasperen a sus hijos,” aun cuando el resto del versículo “sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor” ha sido utilizado por ambos lados de la argumentación.

Es difícil imaginarse crímenes peores que el genocidio, la violación y el infanticidio, sin embargo, la Biblia ha sido usada directa e indirectamente para justificar tales actos. Talvez el pasaje más famoso concerniente al genocidio se encuentra en 1a Samuel 15:3 “... No les tengas compasión a sus hombres ni a sus mujeres, y ni siquiera a sus niños de pecho; ni a sus vacas, ovejas, camellos y asnos.” Pero también hay textos como Números 31:17- 18, en donde Moisés regaña a las tropas israelitas que regresan de la batalla y no obedecen órdenes”... Así que, ahora, maten a todos los niños varones, y maten también a toda mujer que haya tenido relaciones carnales con algún hombre. Sólo dejen con vida a todas las niñas que aún sean vírgenes.” Y para el infanticidio, uno solamente tiene que ver el versículo tan conocido de Salmos 137:9: “ ¡Dichoso el que agarre a tus niños y los estrelle contra las rocas!” Los delitos tales como el genocidio de los nativos americanos (y el infanticidio de sus hijos) fueron defendidos a veces precisamente con los versículos citados anteriormente.

Preguntas difíciles

Estos pocos ejemplos de abuso de la Biblia y otros ejemplos similares nos fuerzan a hacernos algunas preguntas difíciles:

• ¿Cuáles son aquellos asuntos hoy en día por el cual citamos a la Biblia en nuestra defensa y por los cuales nuestros hijos o nietos serán avergonzados algún día, así como algunos de nosotros nos avergonzamos por el uso de las Escrituras por nuestros predecesores para defender la esclavitud, el abuso intrafamiliar y el genocidio?

• ¿Cómo podemos abordar el “... y que usa bien la palabra de verdad.” (2 Timoteo 2:15) para nuestro tiempo?

• Y el hecho de que ya no podemos apoyar tantas cosas de la Biblia que eran defendidas en tiempos antiguos, ¿significa probablemente que en verdad estamos simplemente siguiendo nuestras culturas y no la Biblia?

La conciencia dada por Dios y el imperativo de la interpretación

Los cristianos generalmente creen que como seres humanos hemos sido hechos a imagen de Dios (Génesis 1:27), que usualmente significa que deberíamos ser bien guiados por nuestras conciencias presuntamente dadas por Dios. Puesto de otra manera, si algo que se da mayormente por hecho en nuestra cultura o según la interpretación de la Biblia en nuestras comunidades que nos hace sentir incómodos, deberíamos probablemente explorar por qué es así. Podría ser un diagnóstico. Podemos encontrar que la Biblia no dice realmente lo que se nos ha dicho que dice, o que no podemos seguir más lo que nuestra cultura o sub- cultura nos dice que es correcto, aun cuando ellas citan la Biblia en su defensa.

Puede que nos ayude que recordemos que en todo tiempo y en todo lugar ha habido personas que se han opuesto a los males de la esclavitud, el abuso intrafamiliar, y el genocidio. Y muchas personas han utilizado la Biblia para fortalecer y defender a aquellos que no pueden defenderse a sí mismos. Hoy en día es casi impensable usar la Biblia para defender los crímenes y males

obvios que se dicen de comunidades aisladas en partes del mundo, separados del contacto exterior. Nosotros usualmente preferimos citar textos de Escrituras que hablan de misericordia - “Señor, tú eres muy bondadoso; ...” (Salmo 119:156) y tolerancia - “No juzguen...” (Lucas 6:37) y amor - “Que se amen unos a otros...” (Juan 13:34).

Damos preferencia a estos textos ya que reflejan la esencia de nuestra fe cristiana, ellos hablan del Dios de Jesús, y ofrecen un lente hermenéutico a través del cual los cristianos han leído la Biblia desde el inicio –incluido el Antiguo Testamento-como “Escrituras sagradas”.No estaremos en capacidad de convencer a aquellos que consideramos que abusan de la Biblia para que dejen de hacerlo por completo. Lo que podemos hacer es tratar de utilizar las Escrituras constructivamente nosotros mismos, y hablar firmemente en contra de lo que vemos como un mal uso de ella. Y, talvez lo más importante, debemos tratar de encontrar aquellas áreas en las que podemos estar abusando de la Biblia nosotros mismos sin darnos cuenta, y arrepentirnos de ello.Solamente entonces podemos crecer y desarrollarnos, dejar de abusar de la Biblia, y permitirle transformarnos en vez de lo contrario. Ese es el mejor uso de la Biblia que existe.

Preguntas adicionales

• ¿Cuál es su propia idea de la Biblia? ¿Cómo hablamos sobre la Biblia? ¿Somos cuidadosos y conscientes del lenguaje que utilizamos? Por ej.: ¿Biblia – Palabra de Dios?

• Somos vistos como especialistas de la Biblia. ¿Tiene nuestro personal suficiente conocimiento acerca de la Biblia? ¿Le damos nosotros importancia como Sociedades Bíblicas a la formación bíblica de nuestro propio personal?

• ¿El mensaje de la Biblia tiene influencia en nuestras vidas? ¿Tenemos una relación existencial con la Biblia en vez de una “relación de negocios”?

• ¿Cómo utilizamos nosotros la Biblia, por ejemplo, utilizando las citas bíblicas, cuáles y en qué contexto? ¿Estamos conscientes de nuestras propias condiciones culturales y permitimos el (auto) diálogo crítico entre estas y el mensaje bíblico?

• ¿Estamos conscientes del mal uso de la Biblia en las comunidades con las que trabajamos? ¿Cuál es o podría ser nuestro papel como Sociedades Bíblicas aquí?

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Solidaridad en la Biblia

La solidaridad y la compasión son temas centrales en la Biblia, brotan del amor sensible al dolor ajeno. Dios es amor dice la Palabra y espera que sus criaturas reflejen ese amor de Dios en el amor al prójimo. 1 Juan dice que si uno afirma que ama a Dios pero no ama al prójimo, es un mentiroso (1 Jn 4:20). Por el contrario, “si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros” (1 Jn 4.12, DHH). Las sagradas Escrituras son radicales en este tema, a menudo lo pasamos por alto, no obstante, la misma Biblia dice en el evangelio de Marcos que el mandamiento del amor a Dios y al prójimo es mayor que todos los holocaustos y sacrificios (Mr 12:33). Esto ya los profetas lo habían dicho refiriéndose a la solidaridad con los necesitados (Is 58:5- 8).

La carta de Santiago: Solidaridad – expresión de la fe que salva

En esta reflexión bíblica nos vamos a concentrar en la carta de Santiago. Una carta a menudo olvidada pero que debemos rescatar por la pertinencia del tema. Esto es así porque en nuestro mundo parece que ha dejado de ser escándalo el que personas mueran de hambre. Santiago es una carta escrita a comunidades de inmigrantes judíos que viven dispersos, fuera de Jerusalén. Su situación no es fácil, pues viven en medio de una sociedad que les es hostil por ser judíos, cristianos y extranjeros. También es una sociedad seductora que invita a seguir otros valores contrarios a los de las enseñanzas de Jesús. Entre sus miembros hay personas que pasan dificultades económicas (2:15-16), y hay otros que pasan maquinando cómo obtener más ganancias (4:13). Santiago, como jefe de la Iglesia en Jerusalén escribe una circular a estas comunidades animándoles, y a la vez exhortándoles a seguir los valores de la tradición judeo- cristiana

Uno de los temas fundamentales de la carta es la solidaridad y la compasión como expresión de la fe que salva. La anuncia en 1:27, y la desarrolla con ejemplos concretos en el capítulo 2. En 1:27 afirma que “La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios y Padre, [es decir, la verdadera religiosidad o espiritualidad válida ante Dios] es la de visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción y mantenerse sin mancha del mundo. En la Biblia los huérfanos y las viudas son los representantes de las personas más pobres, pues no tienen quién les de lo necesario y los proteja. En aquel entonces era el hombre de la casa, el esposo y padre, quien se encargaba de la familia. Es interesante que aquí Santiago coloca a Dios como Padre, como el encargado de velar por ellos. “Visitar” significa ayudar, dar lo necesario para vivir bien. Santiago es radical, para él esa solidaridad es expresión de una espiritualidad genuina. Está en consonancia con la tradición, cuando el profeta Isaías dice “visitar a los huérfanos y a las viudas, ¿no es acaso conocerme?”.

Solidaridad radical

Este anuncio de exhortación a la solidaridad del capítulo 1, Santiago la desarrolla con fundamentación teológica en el capítulo 2. El capítulo presenta dos ejemplos concretos de solidaridad, relacionada a la compasión. El primero tiene que ver con el menosprecio o discriminación a los pobres (2:1- 5) en la congregación. Santiago exhorta a que no hagan favoritismos. Si entra a la congregación un hombre muy bien vestido, con anillo de oro y ropa lujosa, y también entra un indigente con ropa andrajosa y sucia, Santiago les exhorta a que no discriminen al indigente. Es decir, no darle asiento al pobre o mandarlo a sentarse al suelo, y darle el primer puesto a la persona rica. Esta actitud era lo que comúnmente se hacía en la sociedad greco- romana. Seguían un paradigma llamado de honor y vergüenza. A las personas importantes se les debía rendir

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honor, era muy mal visto no darles los primeros puestos, significaba ponerlos en vergüenza. Pero esos valores eran valores del mundo, de la sociedad en la cual vivían, pero no eran valores de las enseñanzas de Jesús, más bien, eran contrarios a la tradición judeo- cristiana, que afirma que todos somos iguales a los ojos de Dios, y donde se favorece a los humildes (Stg. 1:9- 10; 2:5; 5:1- 6). Para Santiago hay que mantenerse incontaminados de esos valores de la sociedad greco- romana en la cual viven como inmigrantes.

El otro ejemplo concreto aparece en 2:15- 16. Se trata de la solidaridad entre hermanos y hermanas de la congregación. Para Santiago, si un hermano o hermana no tiene nada para comer ni para abrigarse del frío, y otro hermano le desea el Shalom: les dice “Vayan en paz”, abríguense bien y coman bastante, pero no se solidariza en su necesidad dándoles lo necesario, este hermano no refleja una fe verdadera, su fe es falsa, su fe, dice, no sirve. Santiago es radical, para él esta persona insensible no es un hermano en la fe, aunque se diga cristiano. Para Santiago la fe genuina va acompañada de buenas obras como la solidaridad con los necesitados. Al inicio del versículo 14 afirma: “Hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?”. Este texto nos hace ver que las buenas obras, como las de la solidaridad, no son un apéndice de la fe, o algo importante que debe hacer el cristiano, sino algo inherente a la fe.

En eso está la radicalidad de Santiago. Y se aplica a todas las personas, tanto a personas como Abraham, el padre de la fe (2:23- 25) como a personas como Rahab, una mujer extranjera y de mala reputación (2:25). A los ojos de Dios, la fe verdadera que cuenta es aquella que va más allá de decir: “Creo en Dios, el único Dios”. Santiago dice que también los demonios creen y tiemblan (2:19). Por eso, señala, que una fe que no va acompañada de obras, es decir de hechos concretos, como el de la solidaridad, esa fe está muerta (2:14, 17, 26). Y una fe muerta no salva.

¿Noción menos radical en San Pablo?

Por estas afirmaciones radicales, la carta de Santiago ha suscitado discusiones interminables, ya que lo que nos es más familiar es la afirmación paulina de que somos salvos por la fe y no por las obras. Entonces, cualquier obra buena se ve como algo importante, pero como apéndice; algo optativo. Pero esta es una lectura equivocada de Pablo. Cuando Pablo contrapone fe y obras, se está refiriendo a las obras de la ley: a la circuncisión, a la observancia de días, a abstenerse de algunos alimentos, etc., o sea, a la ley ritual. Cuando Santiago habla de las obras como parte inherente de la fe, se refiere a las obras no rituales, sino al amor al próximo (2:8); hace referencia no solo a la torah, sino a la enseñanza de Jesús en Mateo 22:39- 40. Pablo también afirma que toda la ley alcanza su plenitud en un solo precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Gá 5:14)

Es importante observar que Santiago no está contraponiendo fe y ley, sino fe verdadera y fe falsa. En este sentido Pablo y Santiago no se contradicen. Para Pablo, la fe obra a través del amor (Gá 5:6) y sus frutos, que son del Espíritu, se ven en las buenas obras. Si consideramos que Santiago y Pablo escriben sus cartas en tiempos diferentes y para comunidades y contextos diferentes nos damos cuenta que los énfasis distintos dependen de la situación de sus audiencias.

Coherencia y integridad de la fe

Siguiendo con la carta de Santiago, hay algo central: la coherencia, la integridad. Ser solidario es ser coherente con la fe en Jesucristo, es ser íntegro. Para Santiago lo que se dice, eso debe verse en los hechos y actitudes. Varios son los textos en los cuales se observa la exhortación a ser coherentes. Por ejemplo, si escuchamos la Palabra, pero no la ponemos en práctica, de qué sirve, no hay que contentarse con solo oírla (1:22); si decimos que tenemos sabiduría de Dios, pero en nuestra práctica y actitud lo que se refleja es ambición personal, rivalidades y pleitos, esa sabiduría es falsa, no viene de Dios, no es “de lo alto”, sino que imita los valores del mundo (3:13- 15); si bendecimos a Dios pero con

la misma lengua maldecimos a las personas, estamos mintiendo, es como maldecir a Dios porque las personas son creadas a imagen de Dios (3:9). Por eso dice en 1:26: “Si alguien se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, su religiosidad no le sirve de nada.” Y es que, como dice el mismo Santiago, “de la misma fuente no puede salir agua dulce y agua amarga o salada” (3:11- 12).

La sociedad globalizada

El mundo actual es muy atractivo y seductor, pero es una trampa y nos aleja de la solidaridad. El consumismo se ha exacerbado tanto, al grado de que ha desatado la codicia, el lado oscuro de nuestros corazones, que lleva al pecado y a la muerte (1:15). El tener más bienes y honores se ha convertido en condición para alcanzar dignidad humana, sin importarnos lo que pasa con el medio ambiente y con las demás personas.

A menudonos olvidamos que la dignidad humana se obtiene por gracia, y que el cuidado mutuo es el reflejo de que somos seguidores de Jesús. Santiago ya lo advirtió en su carta escrita en el primer siglo de nuestra era, cuando dijo: “Codician lo que no tienen, entonces matan hasta conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no lo pueden obtener, por eso luchan y hacen la guerra” (4:2).

Por eso Santiago exhorta a la comunidad a la conversión sincera y coherente para ser verdaderos amigos de Dios y no del mundo (4:4- 10). La situación deplorable de nuestra sociedad globalizada frecuentemente nos hace insensibles y nos aparta de la solidaridad, del amor a Dios y al prójimo.

¿Y nosotros?

Pensando en vías para el futuro de la humanidad, Edgar Morin, director emérito del centro de investigaciones científicas en París, entre los nuevos principios de gobernanza que se deben adoptar, incluye el principio de solidaridad y de responsabilidad. Según él “todo el mundo, sin excepción, debe rendir cuentas, en particular los funcionarios…”.1 Tanto nosotros, las Sociedades Bíblicas Unidas como cada Sociedad Bíblica de cada país no están exentas de esta responsabilidad. Es importante examinarnos de manera autocrítica, cómo estamos rindiendo cuentas en cuanto a la solidaridad y la responsabilidad que nos toca asumir, en tanto ciudadanos que somos de la misma comunidad universal. Pero más aún, como seguidores de Jesús, reflexionemos con sinceridad y pureza de corazón:

• ¿Hasta qué punto nosotros mismos estamos siendo “contaminados con los valores del mundo”, en términos de Santiago? Los valores de la sociedad que pone las ganancias como meta mayor (Stg 4:13), en lugar de la misión de compartir la Palabra que transforma personas egoístas en solidarias?

• ¿Nuestra fe se transforma en hechos concretos, actitudes, en solidaridad? Va más allá de decir: “Creo en Dios, el único Dios”?

• ¿Hay ocasiones donde bendecimos a Dios y con la misma lengua maldecimos a las personas?

• ¿Cómo individuos y como Sociedades Biblicas ponemos en práctica la Palabra que escuchamos, traducimos, distribuimos?

• Nuestro mundo necesita del cuidado mutuo. ¿Nosotros como mujeres y hombres de la Biblia somos los primeros quienes irradiamos esa gracia salvadora, sanadora y liberadora de Dios que hemos recibido?

1 Edgar Morin, La vía. Para el futuro de la humanidad (Barcelona: Paidós, 2011), 120.

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La Biblia y la Interconfesionalidad

En el documento llamado “Misión, Visión y Valores de la Fraternidad de SBU” (2013) se lee: “A través del servicio a las iglesias y organizaciones eclesiales, la Fraternidad de Sociedades Bíblicas de SBU busca lograr la distribución más amplia, efectiva y significativa posible de las Sagradas Escrituras, y de ayudar a las personas a interactuar con la Palabra de Dios, a fin de satisfacer sus necesidades en todas partes.” En el mismo documento, SBU afirma: “Valoramos a las iglesias como los principales agentes de la misión de Dios en el mundo. … Las Sociedades Bíblicas proporcionan recursos para equipar a las iglesias y sus organizaciones asociadas; no usurpamos la misión de las iglesias. Las Sociedades Bíblicas afirman que las Sagradas Escrituras pertenecen a todas las iglesias y reconocen que a éstas les pertenece la interpretación doctrinal de las Escrituras.” Este enfoque interconfesional de Sociedades Bíblicas Unidas es único: “Somos interconfesionales – trabajamos con todas las iglesias cristianas.”

Base bíblica para el trabajo interconfesional

Los principios interconfesionales a los que se adhiere SBU tienen sus raíces en el deseo de servir a todas las iglesias y de apoyar a las iglesias en su llamado a la unidad. En Juan 17:21 leemos que Jesús oró por la unidad de los creyentes como signo de su propio trabajo misionero, el cual estaba cimentado en su relación filial con Dios el Padre:

Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Juan 17:20-21, RVC).

Juan vincula la relación entre los creyentes a la relación entre la Palabra encarnada y su única unidad con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. En la carta a los Efesios, el Apóstol expresa la unidad de fe como el hacerse visible en un solo bautismo y una sola fe, pero con base en la expresión hebrea del propio carácter único de Dios:

Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. (Deuteronomio 6:4-5, RVC).

Un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos. (Efesios 4:4-6, RVC).

En la teología del Apóstol los creyentes son el cuerpo de Cristo en su carácter único, armonía y sinergia poderosa. Al momento de su conversión, Pablo no solo recibió una revelación de Jesús de Nazaret como el Mesías tan esperado, sino también la revelación de que los creyentes son el cuerpo de Cristo: “¿Por qué me persigues?“ (Hechos 9:4-7, RVC). Sin embargo, el cuerpo de Cristo es descrito como una unidad en la diversidad (1 Cor 12).

En el libro de Apocalipsis, el “vidente” Juan narra grandes visiones que expresan la unidad de la iglesia, la unidad entre los mártires y los creyentes vivos. Esta reunión magnífica incluye “gente de toda raza, tribu, nación e idioma”; en su diversidad canta un himno al cordero inmolado como una voz (Apocalipsis 7:9-10, RVC):

Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»

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Hay un sentido poderoso de inclusión aquí. El “vidente” usa adjetivos poderosos que describen la humanidad en su totalidad, una humanidad que se inclina ante el cordero, al menos esa parte de la humanidad que reconoce que solo Dios tiene verdadero poder salvífico; un poder que es expresado paradójicamente por la vulnerabilidad del Cordero de Dios. El sentido de la solidaridad a través de la diversidad es palpable.

Uno pudiera continuar y seguir citando pasajes que dilucidan la importancia de la unidad del cuerpo de creyentes en el Nuevo Testamento, una unidad que, sin embargo, es siempre refutada, peleada, negociada y a veces rota tristemente – comenzando con las rivalidades entre los discípulos de Jesús. Recordamos a

la primera iglesia y su disputa entre los judíos helénicos y los judíos que hablaban arameo (Hechos 6,1-2), recordamos el eco triste de Pablo sobre los corintios «Quiero decir, que algunos de ustedes dicen: “Yo soy de Pablo”; otros, “yo soy de Apolo”»; otros, “yo soy de Cefas”; y aun otros, “yo soy de Cristo”. ¿Acaso Cristo está dividido?» (1 Cor 1:12-13, RVC). A pesar de estos ejemplos de división, en el Nuevo Testamento hay un hilo dorado de atención no apologética en el otro, en el prójimo y el compañero creyente como parte de mí. La fe cristiana en el Nuevo Testamento nunca es una odisea para un llanero solitario, sino siempre un asunto del individuo que se vuelve parte de la comunidad, de solidaridad, de pie junto al otro como parte de aquellos llamados por su confianza en Cristo.

Unidad y diversidad entre las iglesias

Las diferentes creencias que, como eco de la creencia de Efesios 4:5-6, no solo confiesan quién es Dios y cuáles son sus acciones en el mundo, sino que confiesan el hecho de que: “Creo en una iglesia santa, católica y apostólica.” (Confesión de fe de Nicea). Este credo de Nicea refleja la situación histórica de la unidad administrativa y sociológica de la iglesia en esa época, y ha continuado siendo visto como una directriz en las distintas denominaciones, con grados distintos de apropiación litúrgica, teológica o histórica y uso. La iglesia invisible está unida a través de los límites denominacionales, a lo largo del tiempo y el espacio; es universal y está basada en las enseñanzas de los apóstoles. Lastimosamente, las divisiones históricas y cismas, y la proliferación de cismas hoy en día en la iglesia emergente nos han dejado con un cristianismo que se manifiesta a sí mismo en una multitud de testimonios de un mismo evangelio, en diferentes expresiones culturales e históricas. Sin embargo, todos los creyentes continúan expresando su deseo de alcanzar o al menos apuntar a esa unidad que puede encontrarse en Cristo. El movimiento ecuménico desde el inicio del siglo 20 busca reunir a varias iglesias en oración, solidaridad y pasos hacia una unidad visible.

Como Sociedades Bíblicas estamos enfrentando la realidad de iglesias diferentes con su historia, doctrina, liturgia específicas y su respectiva aceptación –o no aceptación– de otras iglesias como iglesia. La Asamblea Mundial en Newport/Gales en 2004 declaró: “El servicio a todas las iglesias respalda la forma como llevamos a cabo nuestra tarea. Como Sociedades Bíblicas buscamos servir y fortalecer –no usurpar– la misión de la iglesia, al proveer un punto de encuentro neutral y un terreno común para la colaboración en la traducción, investigación, publicación, encuentro y abogacía.Comprender las necesidades de las iglesias y relacionarse bien con ellas son prerrequisitos para nuestra misión.”

Como Fraternidad de Sociedades Bíblicas Unidas no estamos llamados a buscar un consenso sobre los asuntos doctrinales. El Espíritu Santo nos permite jugar un papel, por pequeño que sea, en la expresión que las iglesias y los cristianos

pueden trabajar conjuntamente. La colaboración más allá de los límites denominacionales en el estudio académico, traducción, publicación, distribución de las Escrituras, en la rica variedad de cánones, presentaciones y usos que vemos en la variedad de iglesias cristianas. Nuestros puntos de vista pueden variar según la necesidad o deseo de un esfuerzo ecuménico para nivelar el campo doctrinal u organizacional, pero hay una cosa en la que todos estamos de acuerdo y es, que hay un profundo testimonio en la ecumenicidad de la cooperación real en la propagación de la Biblia.

El rol interconfesional de Sociedades Bíblicas Unidas

El movimiento de Sociedades Bíblicas se desarrolló dentro del contexto del “paradigma de Gutenberg”, bajo el cual el libro impreso era visto como la máxima y más alta manifestación de las Escrituras. Los primeros pioneros del movimiento de la distribución bíblica eran protestantes, en Inglaterra, Alemania, Países Bajos y los Estados Unidos. A lo largo de las siguientes décadas del siglo 19 y luego el 20, el movimiento de Sociedades Bíblicas se expandió incluido el trabajo con la iglesia católica romana, y culminó con la declaración de interconfesionalidad entre el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y Sociedades Bíblicas Unidas en 1968 (revisada en 1987). Un tema central de este acuerdo es el respeto del canon bíblico católico y el uso y posición de los libros deuterocanónicos en el Antiguo Testamento. La interconfesionalidad ha alcanzado un siguiente nivel lógico en el pacto de trabajo con las iglesias ortodoxas, que respeta su tradición canónica diferente en términos de contexto, secuencia y la primacía que ellos dan al texto griego de la Septuaginta y la tradición bizantina en el caso de los manuscritos del NT.

SBU define la interconfesionalidad como el servicio al carácter único de la iglesia universal. El trabajo de traducción bíblica puede funcionar como un vehículo que une a las iglesias en su estudio y diseminación de las Sagradas Escrituras, y en actividades conjuntas sin necesariamente conducir a una uniformidad administrativa o doctrinal. Podría deberse al hecho de que SBU

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© Bruce Millar

no intenta llegar a una uniformidad, sino que respeta las distintas tradiciones eclesiales y circunscripciones, que nuestra fraternidad ha sido exitosa en la promoción de las Escrituras entre todas las fronteras denominacionales y se ha vuelto un contribuyente significativo al entrar en alianza con las iglesias para proveerles Escrituras, material de Escrituras e interacción con las Escrituras.

Hay voces críticas que a veces surgen de partes de la comunidad eclesiástica quienes son “rígidamente exclusivistas” en su enfoque hacia la doctrina y la interpretación bíblica. Algunos creyentes tienen dificultades con la diversidad en la historia cristiana y, especialmente, la diversidad en la transmisión de textos y formación de cánones. Esto ha conducido a negaciones bien intencionadas pero erróneas de las realidades históricas que en realidad no socavan nuestra fe cristiana común, sino que más bien la fortalecen y confirman en su carácter de unidad dentro de la diversidad. Más de dos mil años, incluido el testimonio del Antiguo Testamento, de transmisiones orales y de textos, formación de

cánones, elaboraciones litúrgicas y expresiones doctrinales nos han dejado con un testimonio cristiano más rico.

El movimiento de Sociedades Bíblicas ha creado un lugar de cooperación creciente. Ha demostrado que es posible trabajar juntos, a nivel mundial y localmente, sin que los creyentes tengan que traicionar la hermenéutica de su propia denominación. El trabajo en conjunto ha ayudado a ver al otro como un hermano y hermana y ha abierto los ojos de muchos para darse cuenta de que el Señor tiene muchas más ovejas que el rebaño al cual pertenecen (Juan 10:6).

El trabajo bíblico es una forma amigable de descubrir que hay unidad a través de Cristo a pesar de las diferencias litúrgicas y doctrinales. El comentario del Papa Francisco retrata esta situación: “Yo estoy convencido de que la unidad entre nosotros no la van a hacer los teólogos. Los teólogos nos ayudan, la ciencia de los teólogos nos va a ayudar, pero si esperamos que los teólogos se pongan de acuerdo, la unidad recién se va a lograr al día siguiente del día del Juicio Final. La

unidad la hace el Espíritu Santo, los teólogos nos ayudan, ¡pero nos ayudan las buenas voluntades de todos nosotros en el camino y el corazón abierto al Espíritu Santo!”

De cara el futuro

¿Estamos, como fraternidad, a la altura de estas expectativas? ¿Cómo estamos manejando las tendencias de excluir en vez de incluir? Nuestra tarea principal puede ser la de aprender y escuchar aún más para conocer mejor las diversas iglesias, su idioma y su tradición, así como su demanda específica de Escrituras.

Cuando Pablo llegó a Atenas, él se tomó el tiempo de conocer su público. Él se acercó a la gente de Atenas y compartió “los puntos en común” con ellos, demostrándoles que los apreciaba y hablaba su lengua (Hechos 17: 16-26). O como Pablo lo pone en su primera carta a los Corintios: “a todos me he hecho de todo.” (1 Cor 9:22).

El llamado a una mayor unidad en el mundo del postmodernismo, donde el fundamentalismo de todo tipo es una amenaza para nuestras sociedades, es un llamado urgente. El compromiso de SBU de servir a todas las Iglesias en estas circunstancias “post-modernas” debe ser “reinventado”.

Podemos ser atrevidos al decir que, de una forma u otra, la Fraternidad de SBU ha sido una de las respuestas del Espíritu a la oración de Jesús:

Esta es una inmensa herencia, y una razón para duplicar nuestros esfuerzos en el campo de la inteconfesionalidad, como Sociedades Bíblicas individuales y como SBU. Reflexionemos las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo nos inspira la Biblia a trabajar con todas las iglesias?

2. ¿Se refleja la interconfesionalidad de SBU en el personal y equipo de voluntarios de Sociedades Bíblicas? ¿En nuestros programas? ¿En nuestras relaciones?

3. ¿Cómo podemos nosotros como fraternidad de SBU promover la interconfesionalidad en nuevas formas que se adecúan a nuestros tiempos?

4. ¿Cómo podemos identificar y tratar amorosamente las fuerzas, pensamientos o temores anti-interconfesionales en nuestras Sociedades Bíblicas, iglesias, circunscripciones?

5. ¿Qué aspecto de la cooperación interconfesional no ha sido fructífero o perjudicial para la causa bíblica? ¿Qué apoyo específico se necesita para un escenario concreto?

6. ¿Promovemos nosotros la oración por el trabajo con las diferentes Iglesias de acuerdo a sus demandas y necesidades?

7. ¿Cómo podemos nosotros como Sociedades y como SBU promover y anclar más la interconfesionalidad a nivel institucional? ¿En nuestra consciencia?

“Oro para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”(Juan 17:21, RVC)

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Nuestro Señor, un refugiado

Después de que los sabios partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» (Mateo 2:13, RVC)

Mientras el mundo despierta ante los niveles de migración sin precedencia que ocurren como resultado de las diversas crisis no solo en el Oriente Medio, las personas que huyen de la crisis y buscan refugio en países extranjeros no son nada nuevo en el cristianismo. Nuestro Señor mismo fue un refugiado en su infancia cuando su familia huyó de la persecución de Herodes y buscó refugio en Egipto, y, a pesar de los diversos tratados y decretos para proteger a la humanidad existentes desde entonces, muchos continúan andando ese camino. Aunque muchos países, redes y organizaciones buscan atender la situación en países de guerra, agitación e inestabilidad, y la crisis resultante de refugiados, es importante que como cristianos, reconozcamos nuestro llamado bíblico y lo que representamos en medio de la crisis.

El Buen Samaritano

Si un hermano o una hermana están desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día, y alguno de ustedes les dice: «Vayan tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso? Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta. (Santiago 2:15-17, RVC)

Las necesidades humanitarias presentadas por la crisis de refugiados actual son vastas, y como cristianos estamos llamados una y otra vez a ayudar a los necesitados y destituidos. Estamos llamados a salvaguardar la dignidad de cada persona que encontramos y a exigir los derechos básicos dados por Dios que se les deben a los incontables millones que están viviendo situaciones para nada envidiables de

desplazamiento o exilio. Toda la humanidad ha sido creada indiscriminadamente a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26) y mientras vemos a los cientos de miles de personas que cruzan fronteras y están buscando refugio en nuestras costas, no debemos perder de vista nuestra humanidad común. Es demasiado fácil objetivar a los demás cuando son vistos meramente como parte de un “fenómeno” o “crisis”, pero nuestro Señor nos dice: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron.” (Mateo 25:40, RVC).

Un tránsito seguro

La encarnación de nuestro Señor Jesucristo es crucial para nuestra fe y es la demostración más poderosa de lo que significa ayudar a las necesidades de otros que se encuentran en el exilio, lejos de su legítima patria. Como humanos, todos somos víctimas de la separación de Dios causada por la debilidad de nuestra humanidad, y a través de la encarnación y salvación, somos restaurados en nuestro lugar correcto en Él. Cuando Dios se hizo carne, Él experimentó nuestro dolor compartiéndolo y no simplemente observando nuestra situación a la distancia. Habiendo dicho esto, la encarnación de nuestro Señor no solamente tenía previsto hacer que la humanidad se sintiera cómoda en el mundo (Juan 17:14-15), sino proveer una ruta segura y viable de regreso a su lugar original al que tenía derecho en su reino.

De la misma manera, debemos también sentir el dolor de todos aquellos que sufren una migración forzada, compartir su carga y ayudar con las necesidades humanitarias inmediatas de los vulnerables que están desplazados tanto interna como externamente. Nuestra visión a largo plazo debe ser entonces la de restablecerlos, si ese es su deseo, a las tierras que ellos han ocupado por generaciones, y en las cuales se encuentran su herencia e identidad; un restablecimiento que se encuentre fundado en la dignidad, igualdad, seguridad y prosperidad.

Un Jerusalén celestial

Como cristianos, tenemos vida eterna y el reino de Dios como nuestro concepto de nación, como nuestro deseo y nuestra meta. Al ver la situación dolorosa de tantos que son desplazados y forzados a dejar su patria, podemos encontrar confort y consuelo al saber que “no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que vamos en pos de la ciudad que está por venir.” (Hebreos 13:14, RVC). Dicho esto, no hay espacio para la pasividad en el cristianismo. Si nosotros somos testigos del sufrimiento de otros, o estamos conscientes de aquellos a quienes les han sido robados sus derechos y libertades dadas por Dios, es nuestro deber actuar.

Cristo nuestro defensor

Viendo el ministerio de nuestro Señor Jesucristo durante su tiempo sobre la tierra, vemos claramente que Él defendía no solo aquellos que estaban oprimidos, marginados y rechazados por la sociedad, sino que se hizo el principal defensor de la humanidad como un todo.

Al principio de su ministerio, Él claramente definió su rol y misión sobre la tierra en el Evangelio de Lucas 4:18 (RVC) al decir: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos.”

A partir de su profundo amor y preocupación por Sus hijos, Dios no puede tolerar ver a ninguno de ellos sufriendo opresión o marginación (Salmos 146:7). Por medio de Su amor, Él nos llama embajadores (2 Corintios 5:20), para seguir sus huellas (Juan 12:26) y ayudar a quienes están en necesidad, los pobres, descorazonados y cautivos. Basados en este llamado, es la responsabilidad de los cristianos y de la iglesia imitar la vida de su Pastor.

Indudablemente, es nuestra responsabilidad y llamado abogar en nombre de toda la humanidad, especialmente aquellos que no están en posición para ayudarse a sí mismos.

La Biblia y la MigraciónRespondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» (Juan 18:36, RVC)

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© Raj Ghale

Esperanza y oración

Dentro de la dinámica en constante cambio del Oriente Medio y otros lugares con revueltas y su desplazamiento y carestías resultantes, ya sea que se hable de asuntos de violaciones de los derechos humanos, problemas sociales, justicia o las libertades y derechos de las personas, nosotros como cristianos jugamos un papel importante al presentar y vivir los valores, ética y principios escriturales de nuestra fe y creencias. Al hacerlo, ponemos de manifiesto estos derechos y principios esenciales dados por Dios, que proveen una fuente de esperanza para todos. Estamos llamados a ser la luz del mundo (Mateo 5:14), como el cuerpo de Cristo. Al ser obedientes a este llamado nos volvemos vehículos de la luz y amor de nuestra luz, especialmente por aquellos que se encuentran en su mayor hora de necesidad.

En cada aspecto de nuestras vidas, en las buenas épocas y en las malas, se nos recuerda en las Escrituras que la oración es esencial. Damos gracias a Dios por su creación y todo lo que Él ha hecho y continua haciendo por ella, y también lo llamamos en tiempos de prueba y tribulación, pidiendo que Él resuelva el problema o nos conceda gracia, poder y resistencia para

actuar y perseverar, manteniendo en mente que “estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos.” (2 Corintios 4:8-9, RVC).

Para reflexionar:

• ¿Reconocemos nuestro llamado bíblico y lo que representamos en el medio de esta crisis? ¿Cómo cristianos y como Sociedades Bíblicas?

• ¿Se enfocan nuestros programas (bíblicos, holísticos) en aquellos que están sufriendo una migración forzada?

• ¿Ayudamos con las necesidades inmediatas de los vulnerables que están desplazados tanto internamente como externamente?

• ¿Tenemos visión a largo plazo para restablecer a los internamente y externamente desplazados?

• ¿Cuáles son los desafíos al trabajar con los migrantes, dónde están las buenas prácticas en nuestra fraternidad? ¿Hay espacio para la colaboración?

“Que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos.” (2 Corintios 4:8-9, RVC)

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Nuestros agradecimientos a todas las personas que han contribuido a esta colección de “reflexiones bíblicas” como autores y lectores: Stephen Pattemore, Lénart de Regt, Robert Bascom, Elsa Tamez, Marlon Winedt, Jutta Henner, Su Excelencia el Obispo Angaelos y Alexander M. Schweitzer.

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La Fraternidad se incorpora como Sociedades Bíblicas Unidas, una corporación registrada en el estado de Delaware, EE.UU., en 1946. Los asuntos de la Fraternidad son administrados en su nombre por la Asociación de Sociedades Bíblicas Unidas (UBSA) desde su oficina registrada en el Clúster de SBU en el Reino Unido, Stonehill Green, Westlea, Swindon, SN5 7PJ, Inglaterra. UBSA es una compañía limitada por garantía, registrada en Inglaterra y Gales No. 2264875. Sociedad benéfica registrada No. 800058.

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