Recovecos en la estancia

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Porque vienes, Belleza, en cada instante, y resucitarás por primavera en nosotros Tu Voz casi constante de Luz, de Vida, en todo, a tu manera. Atrápanos, Belleza, porque llegas y no nos enteramos lo bastante. Empápanos de Ti cuando nos ciega la pesadumbre oscura e inquietante. Porque estás con nosotros. Porque naces en todo aquello que es sencillo y puro. Y si Te conocemos nos renuevas. Canta con Tu Voz. Que nos complace oírTe cuando el ser se vuelve duro. Y somos tan dichosos si nos llevas…

Transcript of Recovecos en la estancia

Porque vienes, Belleza, en cada instante,y resucitarás por primavera

en nosotros Tu Voz casi constante de Luz, de Vida, en todo, a tu manera.

Atrápanos, Belleza, porque llegasy no nos enteramos lo bastante.

Empápanos de Ti cuando nos ciegala pesadumbre oscura e inquietante.

Porque estás con nosotros. Porque nacesen todo aquello que es sencillo y puro.

Y si Te conocemos nos renuevas.

Canta con Tu Voz. Que nos complaceoírTe cuando el ser se vuelve duro.Y somos tan dichosos si nos llevas…

“ Pues consideremos que este castillo

tiene como he dicho muchas moradas, unas en lo alto,

otras embajo, otras a los lados;

y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal,

que es adonde pasan las cosas de mucho secreto

entre Dios y el alma.”

Santa Teresa de Jesús

Rinconesde virtudes,torpezas…

Y en el más íntimo

recoveco queda…

La rama mecida arropando el otoño.

Luz que vencida. Terciopelo en el aire.

El pasar melancólico del bastón que ya

sabe.

La caricia. O la herida.

Que se cierra. O se abre.

La tierra aguardando a que el agua la

empape

de misterios nocturnos y de vida a

raudales.

La mirada hacia el cielo. El cruzar de las

aves

con un baile algo incierto.

Porque es tímido el frío.

Y no quiere dejarle

aún la nube de octubre

ni la hoja mecida

ni el bastón venerable.

El momento callado en la mañana.

El sonido del agua de la fuente.

El aire que respiro. Ese perrillo

mirando a la ventana solamente.

La mirada posada en casi nada.

O en algo que es minúsculo, pequeño.

El silencio. Las hojas alocadas

pujando por hablar con su voz verde.

El mundo en el cristal viene. Amanece.

Abriendo recovecos en la estancia.

Jaleando el perrillo. Aquella fuente

cacarea de júbilo en su agua.

El momento callado. La mañana.

El sonido. La vida que se enciende.

A mi lado en un banco dialogandoparaísos profundos, porque callas.

Porque llegas tirando la murallaal tiempo. Y buscas paz de vez en cuando.

 Si es que el día ya pesa demasiado.O simplemente, solo, te has paradoa contemplar. Aquí. Junto a la acera.Y, como todos, te sientas. Esperas.

 Serás como ese árbol, que un momentodescansa en el invierno, sin palabras.

Para resucitar, como si nada, 

después, al reposar en el asientoy nuestras voces íntimas se abran a la vida volcada en las pisadas.

Luego otros llegarán. Como si nada…

La sonrisa. Y el roce de tu pelo.El mío ya enredándose en el vuelo.

El tacto en el encuentro de las pieles.

La Luz que acompañarnos siempre suele.

El lenguaje inefable bajo el tilo.El calor. Ese Aire que tranquilo,

y dueño del Jardín, nos merodea.Y la dicha, la dicha secretea.

Sonrisa. La caricia. El instanteizado en el calor hecho gigantedel Misterio que atrapa y nos

arropa.

Para llenarnos juntos de su Copanos invita el Amor a su consuelo:

la dicha en esta tierra ya del Cielo.

Me rindo, Madrid, al sonido infinito

de piedra, de asfalto, de hoja, de lata,

del agua cayendo entre esas pisadas

que siguen y vienen, y dicen, y cantan.

Me inclino. Me arrastro. Al río que fluye.

La lluvia se lleva, por ti, las nostalgias.

Y canto contigo, por los que no hablan

y arropan la vida, pacientes, sin ansias…

A ese Madrid de la espera que ruge,

quizá acallado en un banco del parque:

la letra y mi pulso, el canto, mi sangre.

Me rindo ante ti con la tinta y el alma.

Pero es al Madrid que viaja en el mundo.

Al de ese lugar donde estén tus entrañas.

Al del niño y el hambre,

al del hombre y la anciana,

en mi calle, en la tuya,

en el río, en la charca,

si te invitan con brío

a sembrar la esperanza.

Al Madrid chiquitito

de mi pueblo y tu estampa.

A ése, al sencillo,

de cualquier sitio o mapa:

Mi sombrero, mi verso,

o mis brazos vencidos.

¿ Por qué no decirlo?.

Ya te doy mi palabra.

Al poeta que hay en ti en la madrugada.Y que al amanecer la acera calla.

Aquel que se revienta en risa o llanto,en la piel o en la camisa, si no habla.

Quien abriga pasiones que hay en todosy enmudece si no encuentra el modo

de decir. Y celebra, reza o baila.A ti cantor, profeta en la batalla

de saber cuándo o cómo convocarnos al fuego que en tu pecho casi estalla.

A ti te preguntamos. Dinos cuándopermitirás que vuelen tus metrallas

de amor. Dinos.

Que estamos esperando.Para cantar contigo cuanto guardas.

Como agua torrencial tras el inviernola sangre se violenta. Aunque no era

ese su cauce. Ni lo que quisiera.Paraísos que lleva son infiernos

para otros. Sin saber de qué manera.

Bajamos con afán de peña en peña,como el río, el vivir, para ser riegode toda la ribera. El tiempo luego

destilando sucesos nos enseñaque en agua a la vez llevamos fuego.

El dolor. El deseo tan profundode no ser esa torpe torrentera…

Y después asumir esa manerade ser. Casi riachuelo vagabundo,

viajando hacia la mar como cualquiera

Porque se llama Humildadla labor del carpintero,

que calla y con amor labradía a día su madero,

en José nuestra esperanzabendita del Buen Obrero. Cómo de bien le querríala mujer-Madre María.Del Niño sustento fue

la mano del Buen José. Y quizás – sí- dudaría...

Pero se dijo “ jamásse niega Amor Verdadero:

al Niño-Vida prefiero”.Porque se llama Humildad

la labor de José Obrero,digo también que yo quiero

ser contigo Caridad:decir sí al Amor Primero.

¡ Ay, Cristo, dame el maderopara hacerme carpintero!

Digamos al Amor que se presentealguna vez con mucha más hondura.

Porque hay almas cansadas. Casi oscuras.Y siempre quien no tiene suficiente.

Digamos al Amor. Porque es muy durala ley que favorece a los más fuertes.

Pero existe hambre aún. Hoy se tortura.E ignoramos, callando, a los sufrientes.

Dios de todos, de Amor, háblanos fuerte.O arranca de nosotros la locura

de no escuchar Tu Voz lo suficiente.Atrápanos en rasgos de hermosura.Y contágianos, sí, de Ti por siempre.

Si sabéis del Amor dónde se esconde.

Leve. La Luz. En la tarde. Se fía.Si sabéis. Cómo pasa o por adónde

asoma. Y cuándo. A la noche. Al día.

PreguntadLe. Ese pétalo ha caído

casi. Cálido. Tan íntimo que iba...Como un tul. O parece. Lo ha

sentido la piel.

Pero era el alma. Cautiva.

Cantaba. La hoja. Ese pájaro. O algocurioso que pasaba. Y tú… decías.

En casi todo un signo que responde.

Para buscarLo voy. Y quiero. Y salgo.

( Pero adentro. Sabéis. Allí fluía el Amor…

que escapaba a buscar dónde )

Crecer constantemente. Suceder.A cada invierno nueva primavera.

Esperar. Tener calma. Amanecer.Y seguir el camino tras la espera.

Cantar siempre a la Vida. O callar.Cuando el silencio hable más. O queda

hija del Infinito el alma entera.

Como el árbol dormir. Luego llenarsede la dicha. Hondísima. Completa.

Morir. Nacer de nuevo. Y empaparsede la Luz. Cuando viene. Si quisiera…

Quizá con humildad

y sencillezconversaremos…

Mari Paz Santos SueroMadrid, octubre de 2011

Registro de la Propiedad Intelectual nº:M-008105/2011

Este trabajo no se comercializa.La autora prefiere su difusión

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