Morena asegura definidos que aún no Vinculan a proceso a ...
RECESIÓN ECONÓMICA Y ESTADO DE BIENESTAR EN LA UE. EL ... · espacio geográfico (Chipre, ......
-
Upload
hoangquynh -
Category
Documents
-
view
216 -
download
0
Transcript of RECESIÓN ECONÓMICA Y ESTADO DE BIENESTAR EN LA UE. EL ... · espacio geográfico (Chipre, ......
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
161 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
RECESIÓN ECONÓMICA Y ESTADO DE BIENESTAR EN LA UE.
EL CASO DE LOS PAÍSES MEDITERRÁNEOS
International Economic Services Congress
Alcalá de Henares, Abril de 2014
Antonio González Temprano
Catedrático de Economía Aplicada. Universidad Complutense de Madrid
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
162 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
“Una nación no puede sobrevivir con instituciones políticas que
no se enfrentan al hecho esencial de la escasez” (J. Buchanan, 1983)
La relevancia económica, social y política del Estado de Bienestar (EB, a partir de ahora)
ha hecho de este fenómeno histórico un tema que ha concitado especial interés en diversas
ramas de las ciencias sociales, entre ellas la Economía, desde que se implantara en los países
ricos y democráticos de Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial (SGM, a partir de
ahora). Este interés se ha visto reforzado desde la crisis del petróleo de 1973, al arrojar las
cuentas públicas de la mayor parte de las economías avanzadas un déficit público crónico y una
deuda en permanente progreso, y al no ser ajeno a este hecho el gasto del EB; desde las décadas
posbélicas hasta el momento actual los recursos destinados a prestaciones sociales ha sido la
partida que ha acumulado más de la mitad del presupuesto público y la máxima responsable de
la expansión del gasto público total.
La recesión de 2008 ha renovado el interés por el EB y la evolución de su gasto, por
cuanto los desajustes fiscales emergidos han agudizado los desequilibrios económicos y
financieros, y obstaculizado y ralentizado la recuperación económica. Ello ha motivado que se
realicen consolidaciones fiscales con el fin de combatir tales desajustes, consolidaciones en las
que el control del gasto ha sido uno de los instrumentos principales empleado. En consecuencia,
analizar lo acontecido en el gasto del EB durante la fase recesiva, que se sitúa para la mayor
parte de los socios europeos entre 2008 y 2012, es una labor, a nuestro entender,
suficientemente justificada.
Haber elegido el gasto para examinar la incidencia de la crisis económica en el EB
responde a la consideración de que tal gasto es el indicador que más nos aproxima al desarrollo
alcanzado por dicha experiencia histórica. Mas no por ello interpretamos que exista una relación
lineal entre desarrollo del EB y su gasto. En primer término, porque el EB trasciende el gasto. En
segundo lugar, porque éste no representa por sí solo el grado de bienestar alcanzado por una
sociedad si no se tiene presente su eficiencia; ésta adquiere tal relieve en algunas oportunidades
que altera sensiblemente las conclusiones a las que invita el examen de los recursos destinados.
Por ejemplo, el gasto en educación por alumno en España supera la media comunitaria, pero los
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
163 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
resultados obtenidos son más pobres que en algunos socios con gasto sensiblemente inferior,
como vienen mostrando los informes PISA.
Por otra parte, si el gasto del EB ocupa un lugar destacado en todas las economías
avanzadas, en Europa Occidental es aún mayor por ser donde nace y se desarrolla con particular
intensidad tras la SGM. Con independencia del posicionamiento que se tenga sobre el EB, una
cosa es obvia: no se puede entender el devenir económico, social y político de Europa durante
las últimas seis décadas si no se considera esta experiencia histórica, pues no ha dejado de
desempeñar una función más que notable en su estructuración.
Centrarnos en lo sucedido en los cinco países de la Europa del sur (Chipre, España,
Grecia, Italia y Portugal) obedece a que éstos han sufrido con especial virulencia los efectos de
la crisis económica y financiera, así como profundos desequilibrios presupuestarios. Ello ha
contribuido a ampliar las diferencias entre la Europa rica del norte y la menos próspera del sur;
así lo demuestra que de las cuatro economías rescatadas por la Unión, tres pertenezcan a dicho
espacio geográfico (Chipre, Grecia y Portugal). Además, dentro de la tipología que suele hacerse
del EB, el sistema imperante en estos cinco socios es el denominado modelo mediterráneo.
Con el fin de cuantificar el impacto que ha tenido la recesión de 2008 sobre los recursos
destinados al EB en estas economías, hemos seleccionado, en primer término, el gasto en
sanidad, pensiones y prestaciones por desempleo. Estas partidas constituyen la inmensa
mayoría del gasto en protección social, que en las cuentas europeas recibe el nombre de
ESSPROS. De este instrumento contable hemos excluido el gasto correspondiente a servicios
sociales; el motivo ha sido que estas partidas no siempre se las considera constitutivas del núcleo
histórico del EB. Al gasto en sanidad, pensiones y prestaciones por desempleo le hemos añadido
la partida de gasto en educación o promoción social, con lo que queda completado el
denominado núcleo histórico o estructura básica, permanente y común de las diversas
plasmaciones del EB. La suma de estas cuatro partidas la hemos denominado gasto del EB o
gasto social público, que supone, reiteramos, la inmensa mayoría de los recursos destinados a
prestaciones sociales.
Recesión económica y desequilibrios fiscales en Europa
Desde una perspectiva de política fiscal, la crisis de deuda soberana que estalla a raíz de
la recesión de 2008 puede ser considerada como la culminación de un proceso iniciado en 1974
con la crisis del petróleo. Entre esta fecha y 2008, las cuentas públicas de la mayor parte de las
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
164 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
economías avanzadas, incluyendo las pertenecientes a la UE, se caracterizaron por haber
incurrido en déficit crónico. Las políticas presupuestarias de esta etapa no sólo vulneraron el
respeto al principio de equilibrio fiscal defendido por lo clásicos, sino también los preceptos de
la Teoría de los fallos del mercado, particularmente, los de Kalecki y Keynes sobre cómo habían
de ser los saldos presupuestarios en fases expansivas, situación que dominó buena parte de esas
cuatro décadas.
La crisis fiscal que emergió en 2008 agudizó los graves desequilibrios económicos y
financieros existentes, generándose un proceso de retroalimentación entre estos tres
fenómenos. He aquí una de las causas principales de que la recesión alcanzase proporciones
superiores a las de 1974, se extendiera más en el tiempo y la recuperación esté siendo más lenta.
Frente a aquellos que vinculan los desajustes fiscales el origen de la crisis, como es el caso de
Reinhart y Rogoff (2011), nosotros estimamos que dichos desajustes no fueron tanto la causa
como la consecuencia de la recesión económica-financiera. Pese al inquietante escenario fiscal
presentado por la mayor parte de las economías avanzadas antes del estallido de la crisis
(notable déficit y creciente deuda pública), no es fácil mostrar la relación entre tal escenario y
el inicio de la recesión. Prueba de ello es que la evolución económica y fiscal de los diferentes
miembros de la UE a partir de 2008 no se ha correspondido con el nivel de desajuste fiscal
anterior a esa fecha; España era de las cinco grandes economías europeas la que mostraba unas
cuentas públicas más saneadas en los ejercicios previos a la recesión ( 1 ), sin embargo, a partir
de 2008 sus desajustes económicos, financieros y de deuda soberana se agudizaron con mayor
intensidad que en el resto de esas economías.
En 2008 volvió a quedar patente lo arriesgado que es enfrentarse a una crisis económica
con un legado de desajustes fiscales notables. De no haber sido por éste, los desequilibrios
presupuestarios posteriores a esa fecha hubieran alcanzado cotas muy inferiores y menor
hubiera sido su efecto distorsionador sobre la recesión económica y financiera; es más que
probable que la crisis hubiera sido bastante menos profunda y de duración inferior, pues la
política presupuestaria habría dispuesto de mayor capacidad para combatir la fluctuación
económica. Además, no hubiera sido necesario focalizar la lucha contra la recesión en la
reducción del déficit público mediante el control del gasto, dificultando, en el corto plazo, la
recuperación económica y la creación de empleo; la política presupuestaria hubiera podido
1 Los saldos de las cuentas públicas de España arrojaron superávit entre 2005 y 2007. El resto de las cuatro grandes economías europeas, particularmente, Francia, Italia y Reino Unido, presentó un déficit superior al 2 por ciento del PIB durante esos mismos años. La media de la UE27 arrojó asimismo déficit, aunque menos acentuado que el de las grandes economías.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
165 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
contribuir a ampliar la demanda global para reactivar la economía, tal como propugna la Teoría
de los fallos del mercado, en vez de desplazar la inversión privada y dificultar la creación de
empleo al absorber una parte creciente del ahorro privado.
En otras palabras, la política presupuestaria, en lugar de centrarse en el saneamiento de
las cuentas públicas, hubiera podido contribuir a adelantar la recuperación. El estallido de la
deuda pública que acompañó al aumento del déficit desde 2008 provocó que una parte
creciente del gasto público no se destinase a la inversión ni al bienestar social, sino a hacer frente
al pago de intereses (2). La partida presupuestaria destinada a las obligaciones de la deuda
pública alcanzó un protagonismo difícilmente imaginable pocos años antes y, desde luego, nada
favorecedor para la recuperación económica.
Así pues, las cuentas públicas se erigieron a partir de 2008 en uno de los obstáculos de
la reactivación económica, y lo hicieron con intensidad superior a 1974. Esta diferencia tiene su
explicación en el déficit crónico sufrido entre 1974 y 2007 y en el correspondiente aumento de
la deuda pública entre las mismas fechas. Éste ha sido un precio a pagar por políticas públicas
habituadas durante cuatro décadas a gastar por encima de los ingresos, dando la espalda tanto
al principio de responsabilidad fiscal clásico como a la Teoría de los fallos del Estado.
Los desajustes fiscales aparecidos en 2008 están bastante más próximos a las
previsiones elaboradas por la Teoría de los fallos del Estado que a las realizadas por su oponente,
la Teoría de los fallos del mercado. Desde la perspectiva del análisis económico, ésta es una de
las lecturas que puede hacerse de la primera recesión del Siglo XXI. Así las cosas, no puede
parecer extraño que esta recesión, igual que la de 1929 y 1973, haya provocado una crisis de
paradigmas. Lo peculiar en este caso, del mismo modo que en 1973, es que la crisis de
paradigmas no ha alcanzado la profundidad que en 1929, como tampoco se ha asistido a una
indiscutible hegemonía por parte de ningún cuerpo teórico. A pesar de ello, consideramos que
hay indicios razonables de que los efectos sociales, políticos y económicos de la recesión de 2008
han sido tan graves que han forzado, cuando menos, a un cuestionamiento de las políticas
presupuestarias imperantes desde 1974 y que se vislumbra un apoyo creciente a recuperar el
principio de responsabilidad fiscal.
Prueba de ello es el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión
Económica y Monetaria, conocido como Pacto fiscal europeo, firmado el 2 de marzo de 2012 por
2 La deuda pública media en la UE27 pasó de representar el 58,9 por ciento del PIB en 2007 a ser el 85,2 por ciento del PIB en 2012
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
166 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
todos los miembros de la UE, salvo Reino Unido y República Checa. Con este Tratado
intergubernamental los firmantes se han comprometido a garantizar el equilibrio de sus cuentas
públicas a partir de 2020, para lo que han otorgado rango constitucional a dicho compromiso.
En el caso de la UE, nos hallamos ante la institucionalización del equilibrio fiscal, lo que implica
de facto la renuncia a la política presupuestaria practicada desde 1974. El citado Tratado
clausura en Europa una etapa de la hacienda pública marcada por el déficit y sienta las bases
para iniciar otra en la que el equilibrio estructural sea la nota dominante.
Los graves efectos económicos, sociales y políticos de la recesión de 2008, como son el
descenso de la renta real para la inmensa mayoría de la población europea, aumento del
desempleo, endurecimiento de las políticas de bienestar social y cambios de gobiernos, han
favorecido que una parte creciente de la sociedad civil, políticos, instituciones y ámbito
académico, tomen conciencia del elevado precio a pagar por políticas tendentes a gastar por
encima de los ingresos, de la necesidad de adecuar ingresos y gasto, y de clausurar una etapa
caracterizada por una prodigalidad del gasto público por parte de gobernantes con la anuencia
de la sociedad civil. Pero no es prudente echar las campanas al vuelo. Como enfatizan los citados
Reinhart y Rogoff, hay una larga experiencia de amnesia de los gobernantes sobre este tema.
Quizás ello se ha debido a que el incremento del gasto público ha gozado, y sigue todavía
haciéndolo en no escasa medida, de amplio apoyo electoral, lo que ha sido uno de los factores
explicativos de esa expansión, tal como han subrayado los componentes de la Public Choice,
especialmente su figura señera, J. Buchanan, para quien no es comprensible explicar la eclosión
del gasto público tras la SGM en los países democráticos sin considerar el componente
institucional del apoyo electoral.
De cualquier modo, es necesario subrayar que el estallido del déficit y la deuda pública
en 2008 y 2009 no fue tanto resultado de un incremento de gasto derivado de la activación de
los estabilizadores automáticos, como puede ser el gasto en desempleo, sino de la caída de los
ingresos por la contracción de la actividad económica. En la UE27, el aumento del gasto público
entre 2008 y 2012 fue bastante inferior al que tuvo lugar en los ejercicios anteriores al estallido
de la recesión (2004-2007). Aún en los momentos más álgidos de la crisis (2008 y 2009), la
expansión del gasto fue significativamente inferior a la de aquellos años. Pero la caída de los
ingresos, mucho más acusada que la del gasto, condujo a esos desequilibrios fiscales (3).
3 Mientras en 2006 y 2007 los ingresos de la UE27 a precios corrientes aumentaron un 6,8 y 5,9 por ciento, respectivamente, en 2008 lo hicieron un 0,5 por ciento y en 2009 decrecieron un 6,8 por ciento.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
167 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
Hay que matizar que entre 2010 y 2012 las cuentas públicas iniciaron una nueva fase.
En primer término, se recuperaron los ingresos (4), aunque con tasas bastante inferiores a las
alcanzadas en los ejercicios anteriores a la recesión. Al coincidir esta recuperación con una
contracción del gasto, especialmente a partir de 2010 y 2011 por la puesta en marcha de
políticas de consolidación fiscal (5) focalizadas en el control de gasto, el resultado fue una
disminución permanente del déficit público a partir de 2010. Este hecho es particularmente
relevante por cuanto es la primera vez desde 1974 que se reduce el déficit público en ejercicios
no significativamente expansivos y ello se consigue tanto por el aumento de los ingresos como
por la contracción del gasto. Aún con todo, el déficit medio de la UE27 en 2012 era el 4,0 por
ciento, porcentaje mucho más elevado que el existente en la etapa anterior a la recesión (6), lo
que ha seguido siendo un lastre para la recuperación, máxime teniendo presente el volumen
alcanzado por la deuda pública en ese año: 85,2 por ciento del PIB.
Los desajustes fiscales estallaron también en España en 2008 y asimismo fueron
provocados, en buena medida, por la disminución de los ingresos. No obstante, merece hacer
dos puntualizaciones. La primera es que sus ingresos disminuyeron de forma mucho más
acusada en 2008 y 2009 que la media europea (7). La otra es que, frente a la notable contracción
del ritmo de crecimiento del gasto en la UE 27, el gasto de España en esos dos ejercicios no dejó
de crecer, además, con una intensidad superior a la fase previa a la recesión, de suerte que en
los momentos álgidos de ésta el crecimiento del gasto público de España triplicó la media
europea. Teniendo presente lo ocurrido en ingresos y gasto, puede entenderse que la crisis fiscal
de España sea más profunda que la media comunitaria y, consecuentemente, esté teniendo
efectos superiores sobre los desequilibrios económicos y financieros.
Lo acontecido en España a partir de 2010 presenta también algunas diferencias con la
media comunitaria. Por el lado de los ingresos, no existe recuperación, de forma que en 2012
ésos fueron un 0,4 por ciento inferiores a los de 2010, lo que refleja la gravedad de su crisis
económica. Por el del gasto, su caída respecto 2008 y 2009 fue muy superior. Por lo tanto, la
reducción del déficit español a partir de 2010 devino en mayor medida de la contracción del
gasto que de los ingresos; la causa hay que buscarla en la puesta en funcionamiento de políticas
4 Entre 2010 y 2012 los ingresos medios de la UE27 aumentaron un 4 por ciento anual. 5 Sobre las consolidaciones fiscales y efectos multiplicadores de éstas, cfr. Eyraud, l. y Weber, A. (2013) y
Fondo Monetario Internacional (2013). 6 El déficit medio de la UE27 en 2006 representó el 1,5 por ciento del PIB y en 2007 el 0,9 por ciento del PIB. 7 De aumentar sus ingresos un 11,7 y 7,9 por ciento en 2006 y 2007, respectivamente, en 2008 ésos decrecieron un 7,3 por ciento y un 8,5 por ciento en 2009.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
168 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
de control de gasto para combatir unos desequilibrios fiscales más acusados que los de sus
homónimos europeos y que han contribuido a agravar más la fluctuación económica (8).
Gráfico 1
Renta per cápita en PPS en 2007 y 2012
UE27=100
Fuente: Eurostat
Si al rescate de Chipre, Grecia y Portugal añadimos los graves desequilibrios soportados
por Italia, se ha de concluir que la recesión ha tenido, entre otros efectos, acrecentar las
disparidades de renta entre esas cinco economías y las del norte de Europa. Como puede
observarse en el Grafico 1, entre 2007 y 2012 se ha producido una significativa ampliación de la
dispersión de la renta per cápita en PPS entre esos dos espacios económicos: mientras los países
mediterráneos han visto descender su renta durante estos años, especialmente España y Grecia,
la mayoría de los ricos han seguido el proceso inverso, y en los que se han reducido sus ingresos,
han tendido a hacerlo en menor proporción que los mediterráneos, de forma que también en
este caso se ha ampliado la brecha de la riqueza, aunque no haya sido tanto como en el primero.
Tomando como referencia las dos economías que han perdido más renta y la que ha fortalecida
su hegemonía durante estos años, Alemania, tenemos que la distancia de la renta de ésta con
España se ha incrementado en 16 puntos y 22 con Grecia.
8 Mientras el déficit de la UE 27 se elevó al 6,9 por ciento del PIB en 2009, el de España fue el 11,2 por ciento. En 2010, el déficit comunitario representaba el 6,5 por ciento del PIB y el de España el 9,7.
0
20
40
60
80
100
120
140
2007
2012
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
169 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
EL Estado de Bienestar, mecanismo impulsor del gasto público
A pesar de seguir vigentes las palabras de J. S. Mill (1996) cuando afirmó en 1848 que
“una de las cuestiones más discutidas en el periodo actual, tanto en la ciencia política como en
el arte práctico de gobernar, es la de los límites que deben fijarse a las funciones y a la acción de
los gobiernos”, es mayoritariamente aceptado, como ha expresado el matrimonio Musgrave
(1991), que son tres las funciones del Estado en las economías modernas: asignación,
estabilización y distribución de rentas. Para el pensamiento marxista se resumen en dos:
acumulación y legitimación, según lo enunciado por J. O’Connor (1981).
La realización de esas tres funciones por el Estado parte del supuesto de que el mercado
es incapaz de garantizar la estabilidad económica en el largo plazo y una distribución de la renta
más equitativa. Aunque esas tres funciones son ambivalentes, el EB se sitúa básicamente en el
ámbito social, por cuanto uno de sus objetivos prioritarios es conseguir una sociedad más
equitativa que la alcanzada con el modelo liberal. Este anhelo aparece en un momento histórico
en el que la equidad impera como valor universal, como era el vivido por Europa Occidental tras
la SGM. Pero el EB no persigue la redistribución como un fin en sí mismo, sino más bien en los
términos que la plantea J. Rawls (1979): medio para incrementar el bienestar social al objeto de
que la autoestabilización de la sociedad descanse no en la coerción, como había sido tradicional,
sino en la existencia de instituciones justas. Por este motivo, el autor defiende que la
redistribución de la renta y la promoción de igualdad de oportunidades son funciones que ha
de ejercer el Estado moderno.
La redistribución de la renta con el fin de alcanzar una sociedad más estructurada que
favorezca el bienestar social y la eficiencia económica se configura de esta suerte en el
fundamento del EB. Una redistribución que el Estado va a impulsar tanto por la vía de la
imposición como del gasto, especialmente en prestaciones sociales; conviene señalar que los
logros alcanzados en la redistribución son mayores por la vía del gasto que de los impuestos, y
más de tipo horizontal que vertical (9). El EB es un intento de constructivismo social a cargo del
Estado, para lo que la sociedad transfiere a éste un conjunto de competencias, convencida de
su capacidad para alcanzar tal meta. En este sentido, el EB equivale a un contrato entre Estado
y sociedad civil, contrato que tiene una larga historia en el pensamiento occidental.
9 Sobre la redistribución de la renta, cfr. Bandrés (1993) y Estruch Manjón (1996).
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
170 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
La realización de las citadas funciones confiere al Estado una legitimidad que no había
gozado antes y, a través suya, al propio sistema capitalista, cuyo nivel de legitimidad tampoco
tenía precedentes. Legitimidad del Estado y del propio sistema se hayan estrechamente
vinculadas a la capacidad de integración de lo que Habermas (1973 y 2001) ha calificado como
capitalismo tardío. A diferencia del capitalismo liberal, en esta etapa los dos grandes
mecanismos de integración social son el Estado y el mercado. Ello otorga al Estado una
relevancia socioeconómica más que relevante, pero también hace de él un crisol de
contradicciones, pues ha de conciliar eficiencia económica y equidad social, así como intereses
encontrados, sin vulnerar el interés sistémico, y todo ello en un marco de libertades políticas y
sindicales que expresa la democratización de la sociedad y del propio Estado. Así pues, “el hecho
de que el Estado tenga que ocuparse de armonizar esa compleja red de intereses y que sus
instituciones alberguen representantes políticos de diverso signo elegidos democráticamente,
le confiere tanto poder como fragilidad” (González Temprano, 2003).
El EB no se agota en la redistribución de la renta, amplía su acción a otras áreas.
Partiendo del principio de solidaridad que lo anima, garantiza a todos los ciudadanos cierto nivel
de protección ante ciertas contingencias, como la enfermedad, vejez y desempleo. Además,
asume la responsabilidad de impulsar la promoción social de todos los individuos con el fin de
aminorar los efectos de pertenencia a los grupos sociales menos favorecidos, es decir, desarrolla
una política de igualdad de oportunidades mediante el acceso a la educación. En consecuencia,
convierte estas prestaciones en un derecho social que deviene de la pertenencia a un Estado.
A tenor de lo expuesto, puede entenderse que pensiones, sanidad, prestaciones por
desempleo y educación constituyan el núcleo central e histórico del EB. Aún así, conviene dejar
constancia que la plasmación de este núcleo histórico no ha sido uniforme ni en el espacio ni en
el tiempo, como también que, más allá de este núcleo, encontramos un conjunto de servicios
sociales que varían significativamente de unos países a otros.
Esta diversidad en la plasmación del EB ha dado pie a que se pueda elaborar una
tipología del EB, que se asienta, fundamentalmente, en la generosidad de las prestaciones.
Grosso modo podría decirse que cabe hablar de dos grandes modelos: uno vigente en el norte
de Europa y el otro en el sur. Renta significativamente más elevada, menor peso de la familia
como mecanismo de solidaridad y valores culturales y estructura social correspondientes a
economías tradicionalmente avanzadas, son la clave para entender que en el primero de estos
modelos las prestaciones sociales sean más amplias que en el modelo mediterráneo,
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
171 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
especialmente en el ámbito de los servicios sociales (10) . Menor renta, lazos familiares muy
intensos y estructura social y valores culturales de economías menos avanzadas y que se han
incorporado tardíamente al desarrollo económico, conforman las variables que explican la
menor amplitud del EB en el modelo mediterráneo. Como expresa L. Moreno (2012), las
“supermujeres y el familismo mediterráneo” constituyen elementos a considerar para entender
la especificidad de este modelo.
De acuerdo con esta tipología, el EB vigente en los cinco países objeto de análisis
corresponde al modelo mediterráneo. Con una peculiaridad: salvo Italia, los otros cuatro países
se caracterizan por desarrollar el EB después de las décadas doradas. Quiere ello decir con
ritmos de crecimiento económicos muy inferiores a aquel periodo. Esta razón se une a las
anteriores para explicar por qué el EB ha alcanzado en estos países menos amplitud que en la
Europa del norte.
No es fácil determinar si la integración social de las décadas posbélicas se debió en
mayor medida al EB o al incremento de la renta derivado del elevado crecimiento económico,
como tampoco es fácil establecer el vínculo entre éste e intervencionismo estatal (11). Lo que no
ofrece demasiados interrogantes es que el EB desempeñó un papel, cuando menos, relevante
en la consecución de una sociedad más cohesionada y que así fue interpretado por la mayor
parte de la población, como recogieron las encuestas.
Ello no impide afirmar que el EB se enfrentó desde su puesta en funcionamiento con un
conjunto de límites y desafíos. Entre ellos cabe destacar la sobreprotección social ejercida por
el Estado, debilitando la cultura de la responsabilidad individual y del ahorro. A esto hay que
añadir el déficit de eficiencia en la provisión pública de bienes y servicios, dado que en la mayoría
de los casos la acción del Estado no se redujo a financiar el acceso a las prestaciones sociales,
sino que buena parte de éstas las provechó directamente, de forma que a la eclosión de gasto
público ocasionada por la asunción de esas funciones sociales se sumó el generado por el déficit
de eficiencia. La implantación del EB supuso, pues, una explosión de gasto público sin
precedentes. Este gasto se financió con un aumento de la recaudación debido a las altas tasas
de crecimiento económico del momento, pero ello no fue suficiente, hubo que recurrir a un
incremento considerable de la presión fiscal; elevado crecimiento económico y mayor presión
10 Sobre la asistencia social en la Europa del sur, cfr. I. Gough (1997). 11 Según J. Hicks (1976), no existe fundamento para establecer una relación entre políticas de corte keynesiano y crecimiento económico de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
172 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
fiscal evitaron que la expansión de gasto público que acompañó a la puesta en práctica del EB
desembocara en déficit público.
El EB implicó una ingente transferencia de recursos desde el ámbito privado al estatal,
cuyo destino quedó en manos de los representantes políticos, que no siempre los asignaron con
criterios de racionalidad ni concedieron especial atención a su eficiencia. El presupuesto público
adquirió así un elevado protagonismo en el desenvolvimiento económico, de modo que a partir
de entonces éste no es explicable al margen de la política de ingresos y gasto del Estado. En
otras palabras, una porción importante de los recursos económicos generados quedaron
vinculados a objetivos políticos, se produjo de facto una politización de buena parte de la riqueza
creada. Hay que colegir que la necesidad de “un buen gobierno”, como decían los clásicos, será
desde entonces más necesaria que nunca.
Si consideramos que el gasto destinado a sanidad y pensiones muestra una tendencia
estructural a la expansión por el envejecimiento progresivo que acompaña a las economías
avanzadas, resulta obvio que otro de los desafíos del EB es su sostenibilidad financiera y su
presión al alza sobre el gasto público total, con los correspondientes riesgos de desajustes
fiscales.
El reto de sostenibilidad financiera del EB y su contribución a favorecer desajustes
fiscales se materializó a partir de la crisis del petróleo de 1973 y ha permanecido hasta la
actualidad al confluir, básicamente, tres fenómenos: tasa de crecimiento económico mucho
menor, eclosión del paro estructural y progresivo envejecimiento demográfico. Quiere ello decir
que el gasto destinado a sanidad, pensiones y desempleo se dispara; el EB aparece como el
mayor mecanismo de expansión del gasto público. Sin su presencia no se puede entender el
aumento continuo de éste ni los desajustes fiscales constantes desde entonces en la mayoría de
las economías. Los desafíos o “contradicciones del EB”, por emplear una expresión de C. Offe
(1990), se han hecho realidad.
La respuesta a los desequilibrios presupuestarios de los años ochenta y noventa fueron
consolidaciones fiscales que centraron su atención en el control del gasto público, debido a las
limitaciones para aumentar los ingresos. El volumen alcanzado por el gasto del EB y sus
expectativas de crecimiento continuo y superior al resto del gasto público, le condenaban de
antemano a no permanecer ajeno a dichas consolidaciones. Es cierto que la decisión de controlar
su gasto tampoco fue ajena a otras variables, como el cuestionamiento creciente del
intervencionismo (la Teoría de los fallos del mercado dejó espacio a la Teoría de los fallos del
Estado) y la crisis de solidaridad y consenso social que había presidido el periodo posbélico, pero
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
173 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
estimamos que de no ser por los citados desequilibrios fiscales y su impacto sobre el crecimiento
económico, difícilmente se hubieran acometido recortes de gasto social, entre otras razones,
por el apoyo electoral que suscitaba el EB. Que los ajustes de gasto fueran acometidos por
gobiernos de color político muy diferente, entendemos que avalan nuestras afirmaciones.
Las consolidaciones fiscales de aquellos años, desde la realizada por Irlanda hasta las
que tuvieron lugar en países que habían sido referencia de generosidad del EB como Dinamarca
y Suecia, pasando por España, supusieron una remodelación de facto del EB fundamentada en
la dificultad presupuestaria para mantener prestaciones sociales diseñadas para una realidad
económica y social bastante distinta a la surgida. Sin embargo, si salvamos el caso de Suecia, que
procedió a una notable reestructuración del EB, especialmente en el ámbito de las pensiones,
con la intención de sustituir el Estado benefactor posbélico por el Estado posibilitador o sociedad
del bienestar (M. Rojas, 2010), no parece razonable hablar de un desmantelamiento del EB,
como ha ocurrido en ciertas oportunidades, sino más bien de una remodelación muy parcial con
el objeto simplemente de desacelerar el aumento de su gasto (12. Esos cambios no afectaron a
los principios básicos sobre los que se asienta el EB y su núcleo histórico permaneció intacto,
exceptuando cierto endurecimiento en el acceso y permanencia en algunas prestaciones, como
es el desempleo que, junto al sistema de pensiones, fueron las prestaciones más afectadas en la
mayor parte de esas consolidaciones.
Aún así, durante esas décadas el EB fue objeto de un vivo debate y el concepto de “crisis
del Estado de Bienestar” empezó a emplearse con harta frecuencia, hasta el extremo de existir
una larga lista de publicaciones con este enunciado, como fue el caso de R. Misrha (1992).
Examinada desde la distancia, estimamos que la realidad ha sido bastante más indulgente con
el porvenir del EB que algunos textos apocalípticos de la época. El mejor testimonio de que las
consolidaciones fiscales no supusieron un ajuste en profundidad del gasto del EB, no se
aprovecharon los desequilibrios presupuestarios para desmantelarlo, ni el “neoliberalismo
galopante” acabó con esta experiencia histórica, se halla en que las susodichas consolidaciones
atenuaron el crecimiento del gasto del EB, pero no atajaron de raíz las causas de su tendencia
estructural a la expansión; ésta siguió en buena medida intacta. Dicho de otro modo, los ajustes
fiscales no eliminaron los componentes del EB que ponían en riesgo su sostenibilidad financiera
en las sociedades europeas de finales del siglo XX. Teniendo presente el apoyo electoral que
concita el EB, la permanencia de su esencia invita a concluir que los intereses políticos se
12 Sobre la crisis y remodelación del EB en las décadas finales del siglo XX y comienzos del XXI existe una extensa bibliografía. Entres ésta, cfr. González Páramo (2000), Mishra (1992), (Muñoz del Bustillo (2000) y Navarro (2000).
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
174 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
antepusieron, una vez más, a los económicos; he aquí un ejemplo de la politización de buena
parte de la actividad económica, a la que ya nos hemos referido.
Así puede entenderse que el gasto social siguiera aumentando a un ritmo más que
acelerado, que continuara haciéndolo por encima del gasto público total y que mantuviera la
primacía de elemento dinamizador de éste. Pese a todo, los ajustes de gasto social
contribuyeron a alcanzar una de las metas perseguida por las susodichas consolidaciones: que
el gasto público dejara de crecer por encima de la riqueza generada, como había venido
sucediendo desde 1974.
El gasto social amplía su presencia en el gasto público
Los graves desequilibrios fiscales que emergieron con la recesión de 2008 provocaron la
adopción de nuevas consolidaciones fiscales. Las diferencias entre éstas y las que tuvieron lugar
en la década de los ochenta y noventa del siglo pasado no sólo se encuentran en que por primera
vez en la historia se pretende coordinar una respuesta global a una crisis económica, como
ejemplifican los encuentros del G20 (13), sino también en que son más ambiciosas por ser mucho
más profundos los desajustes fiscales y su impacto en la reactivación económica. La nota común
a todas estas consolidaciones es que los esfuerzos para combatir el déficit y la deuda pública se
han concentrado en el control del gasto, sufriendo éste recortes mucho extensos que en los
años ochenta y noventa.
Que el gasto del EB representara en torno a dos tercios del gasto público en los países
de la UE durante los ejercicios previos a la recesión y que fuera el responsable de alrededor del
60 por ciento del incremento del gasto público total (Cuadro 1), le condenaban de nuevo a verse
afectado por esos ajustes. Lo peculiar en esta oportunidad es que, además de sufrir recortes
bastante más amplios que en los años ochenta y noventa, éstos se aplican a la práctica totalidad
de las prestaciones, adquiriendo particular intensidad en aquellas con tendencia más acusada a
la expansión y que son las mayores responsables del aumento del gasto social y, por lo tanto,
13 El primer encuentro del G20 tuvo lugar en Washington, en noviembre de 2008. A éste le han seguido siete más, celebrándose el último en San Petersburgo, en septiembre de 2013. Se ha acordado que el noveno tenga lugar en la ciudad australiana de Brisbane. De todos ellos, quizás el más sobresaliente haya sido el cuarto, celebrado en Toronto, en junio de 2010, al comprometerse los asistentes a reducir el déficit público a la mitad en 2013 y, cuando menos, a estabilizar la deuda pública a partir de 2016.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
175 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
del gasto público total: pensiones y sanidad (14). En el caso de las pensiones, los recortes
consistirán en un conjunto de medidas cuyos mayores efectos sobre el gasto se sitúan en el
medio y largo plazo. En el de la sanidad, el recorte del gasto tiene efectos inmediatos, al igual
que en otras prestaciones, como la educación.
Pasemos a examinar todo ello, comenzando por la estructura del gasto social en los
ejercicios previos a la crisis económica.
Cuadro 1
Evolución del gasto público y social en la UE27
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Gasto social total
Crecimiento - 4,4 3,9 3,1 3,7 3,6 -
%/ PIB 32,0 31,6 31,0 31,8 35,0 34,7 -
% /Gasto público 68,6 68,4 68,1 67,6 68,6 68,6 -
Impacto sobre crecimiento gasto público pPPPPPS
-
65,6
60,0 55,2 116,5 68,0 -
Gasto en sanidad
Crecimiento - 5,4 3,8 3,6 3,5 2,7 1,8
%/PIB ¤ 10,0
9,5 9,3 9,6 10,6 10,4 10,3
%/Gasto público 20,5 20,7 20,5 20,5 20,8 20,6 21,0
%/Gasto social 30,0 30,2 30,2 30,4 30,3 30,0 -
Impacto sobre crecimiento gasto público
- 26,5 17,7 19,4 33,4 15,3 78,9
Gasto en pensiones
Crecimiento - 4,2 4,1 3,3 2,2 4,1 2,9
%/PIB 11,8 11,7 11,4 11,7 12,8 12,7 12,7
%/Gasto público 25,3 25,2 25,1 25,0 25,0 25,2 25,9
%/Gasto social 37,0 36,9 37,0 37,1 36,5 36,7 -
Impacto sobre crecimiento gasto público
- 23,2 22,9 21,5 26,0 28,7 87,8
Gasto en desempleo
Crecimiento - -3,0 -6,9 3,0 27,6 1,5 -4,8
%/PIB 1,5 1,4 1,2 1,3 1,7 1,7 1,6
%l/Gasto público 3,3 3,1 2,7 2,7 3,4 3,3 3,2
%/ Gasto en desempleo 4,8 4,5 4,0 4,0 5,0 4,9 -
Impacto sobre crecimiento gasto público
- -2,2 -4,5 2,2 34,8 1,4 159,0
Gasto en educación y formación
Crecimiento 0,2 5,1 4,5 2,9 1,3 4,3 -
%/PIB 5,0 5,0 4,9 5,0 5,4 5,4 5,2
%/Gasto Público 10,7 10,8 10,8 10,7 10,6 10,6 -
%/Gasto social 15,6 15,7 15,8 15,8 15,4 15,5 -
Impacto sobre crecimiento gasto público
0,4 11,9 10,9 8,0 6,4 12,5 -
Fuente: EUROSTAT , OUTLOOK (OCDE) y elaboración propia
Al examinar la estructura del gasto social en la UE27 en la fase anterior a la recesión de
2008, conviene tener presente que este gasto se refiere a sistemas de EB dispares. Si hasta 2004
se podía hablar de dos grandes modelos, las ampliaciones al este de Europa a partir de esa fecha
14 En el caso de España, las expectativas de gasto en pensiones ha quedado recogido, entre otros documentos, en La muestra continua de vidas laborales realizada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y en el Informe del Comité de Expertos sobre el factor de sostenibilidad del sistema público de pensiones
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
176 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
dan pie a hablar de un tercer modelo, que es el vigente en los antiguos países socialistas. La
media de la UE27 cobija diferencias más significativas que la UE15. Es cierto que las anteriores
economías socialistas presentan un conjunto de prestaciones semejantes a los países
occidentales, pero su cobertura suele ser bastante inferior.
Partiendo de esta premisa, lo primero que llama la atención de la UE27 previa a la crisis
económica es que el gasto social representa casi un tercio del PIB y en torno a dos tercios del
gasto público total. Ello significa que las decisiones adoptadas sobre este gasto tendrán una
relevancia presupuestaria de primer orden.
Al dividir el gasto social en los dos grandes apartados tradicionales (protección y
promoción social), tenemos que la inmensa mayoría del gasto social (en torno al 84 por ciento)
se destina a protección social (recordemos que en términos de gasto sus partidas básicas son
sanidad, pensiones y prestaciones por desempleo). Por lo tanto, los recursos dedicados a
promoción social (educación) se mueven en una horquilla del 16 por ciento del gasto social.
La acusada distancia entre los recursos destinados a protección y promoción social invita
a pensar que el EB de principios del Siglo XXI prima, como lo venía haciendo desde sus orígenes
( 15 ), la protección sobre la promoción del individuo. La particular primacía concedida a la
protección se observa también al comparar el gasto de las tres partidas del núcleo del EB no
afectadas por el ciclo económico: sanidad, pensiones y educación. Los recursos para educación
representan, aproximadamente, la mitad de cada una de las otras dos prestaciones. En
consecuencia, sanidad y pensiones continúan siendo los elementos más dinamizadores del gasto
del EB, representando en torno a dos tercios de éste.
Debido a que el gasto en educación obedece al propósito de impulsar la igualdad de
oportunidades, por lo tanto, la movilidad social, hay que colegir de la estructura del gasto social
que tal propósito ha merecido históricamente bastante menos atención que proteger al
individuo ante las contingencias de la enfermedad y vejez. Que los cambios sociales hayan
impactado en mayor medida a sanidad y pensiones que a educación, no cuestiona, a nuestro
entender, tal afirmación. Este hecho entra en conflicto con uno de los objetivos prioritarios del
EB: la equidad social. Ésta, en una sociedad dividida en clases, pasa por intensificar la política de
igualdad de oportunidades a través, entre otros medios, de garantizar el acceso de todos los
individuos a una educación de calidad.
15 Sobre la evolución del gasto social hasta la crisis de 1973, cfr. González Temprano y Torres Villanueva (1992).
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
177 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
Entendemos que está fuera de debate que el gasto en educación ha conseguido que las
capas sociales económicamente menos favorecidas accedan a los diversos niveles de enseñanza,
lo que ha contribuido a que la movilidad social haya sido en el último medio siglo muy superior
a etapas anteriores. Este es uno de los grandes logros del EB. Pero entendemos también que el
EB no ha conseguido en todo momento que este acceso sea a centros donde prime siempre la
calidad, sobre todo si tal acceso implica cursar estudios en centros públicos, donde se ha asistido
en los últimos lustros a un deterioro de la calidad, razón por la que se observa un abandono
progresivo de estos centros por parte del alumnado perteneciente a segmentos sociales con
mayor nivel de renta.
Añadiendo a sanidad y pensiones el gasto en educación, obtenemos alrededor del 83
por ciento del gasto del EB. Fuera de estas tres partidas se halla el gasto cuya evolución está
vinculada al ciclo económico: prestaciones por desempleo. En relación con las otras tres
partidas, su peso era irrelevante por cuanto oscilaba alrededor del 4 por ciento del gasto del EB.
Sobre esta partida conviene destacar dos cuestiones. Una es que la multiplicación del
paro estructural a partir de 1974 había ampliado sensiblemente este gasto, a pesar del
endurecimiento en el acceso y permanencia en esta prestación realizado en los años ochenta y
noventa. La segunda es que, si bien es cierto que tal partida arrojaba un porcentaje testimonial,
su elevado volumen mostraba que el desempleo estructural había alcanzado en las economías
europeas mayor dimensión que en otras avanzadas, aún en etapas de intenso crecimiento
económico, como era la disfrutada en los ejercicios anteriores al estallido de la crisis.
La entrada en recesión de las economías europeas en 2008 y las consolidaciones fiscales
aplicadas provocan cambios significativos en la presencia del gasto social, entre los que
sobresale la reducción de su crecimiento respecto de los años anteriores a la crisis (Cuadro 1).
Sin embargo, la caída más acentuada del resto del presupuesto público causa que el gasto social
amplíe su presencia en éste y la incidencia en su expansión. Lo relevante es que este fenómeno
obedece a en mucha mayor medida a la amortiguación del gasto público total que al incremento
del gasto social. Ello significa que las partidas de gasto social no fueron las más afectadas por las
consolidaciones fiscales.
Algo similar sucede cuando examinamos la evolución del gasto del EB en porcentaje del
PIB. Su mayor presencia en éste no responde tanto al aumento del gasto social como al
debilitamiento de la actividad económica. Hay que enfatizar también que la mayor presencia del
gasto social en el PIB se explica, fundamentalmente, por el debilitamiento de la actividad
económica.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
178 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
El devenir de las cuatro prestaciones constitutivas del núcleo histórico del EB ofrece los
rasgos siguientes.
El ritmo de crecimiento del gasto en sanidad disminuyó desde el inicio de la recesión,
más aún desde 2010 al verse sensiblemente afectado por los ajustes fiscales. Aún así, su
presencia en el PIB y en el gasto público no experimenta cambios significativos por la evolución
de estos indicadores. Cabe subrayar dos hechos. Uno es que el debilitamiento de su crecimiento
no evitó que en 2009 su impacto sobre el aumento del gasto público total se elevara al 33,4 por
ciento. El otro, que las políticas de consolidación fiscal redujeron este impacto al 15,3 por ciento
en 2010, cuantía sensiblemente inferior a la que tenía en los ejercicios anteriores a la crisis. Esto
implica que haya sido la partida del gasto social que ha coadyuvado en mayor proporción al
control del gasto público durante la fase recesiva. Durante estos años se adoptaron decisiones
para controlar el gasto en el corto plazo, pero también se acometieron reformas tendentes a
contraer su tendencia expansiva en el largo plazo, de modo que se asistió a un recorte de
prestaciones mucho más intenso y de más largo alcance que los ajustes de gasto practicados en
los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Como se ha expresado, las reformas introducidas en el sistema de pensiones son
diseñadas, principalmente, para contener el crecimiento de gasto en el largo plazo. Por este
motivo, la expansión de éste es menos afectada por los ajustes fiscales. Así puede entenderse
que a partir de 2009 esta partida incremente notablemente su presencia en el gasto social y su
incidencia en el crecimiento del gasto público.
La eclosión del desempleo provoca que su gasto evolucione de forma inversa a como lo
había hecho antes de 2008. Si en esos años el gasto no hizo más que disminuir, entre 2008 y
2010 siguió la senda opuesta, particularmente en 2009, en que el aumento se elevó al 27,6 por
ciento. Por lo tanto, no puede sorprender que este gasto refuerce su peso en porcentaje del PIB
y del gasto público total, lo inverso a lo ocurrido antes de estallar la crisis, ni que multiplique su
impacto en el crecimiento del gasto público total, hasta el punto de significar en 2009 el 34,8
por ciento.
En educación sucede algo similar a lo ocurrido en sanidad: las consolidaciones fiscales
tuvieron un efecto inmediato en el gasto, pero no evitaron que siguiera incrementándose. Lo
peculiar de este caso es que tales ajustes redujeron notablemente su ritmo de crecimiento, de
ahí que el peso de esta partida en porcentaje del PIB y del gasto público total no experimente
cambios relevantes respecto de los años anteriores a la crisis y que su incidencia sobre la
expansión del gasto público sufra una merma notable.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
179 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
De acuerdo con lo expresado sobre las partidas que componen el núcleo del EB,
podemos concluir que el gasto en sanidad y educación ha sido el más afectado por las
consolidaciones fiscales. Cabe concluir también que los ajustes de los que fue víctima no
impidieron que siguiera aumentando, sí que disminuyera su ritmo. El hecho de que este gasto
sufriera una caída menor que el resto del presupuesto explica que la incidencia sobre el
incremento del gasto público no se contrajera, sino que aumentara.
Se colige asimismo que los ajustes fiscales han contribuido a que el gasto en pensiones
se consolide como la partida de gasto social que impulsa en mayor medida el crecimiento del
gasto público. Hay que esperar a que surtan efecto las reformas introducidas en el sistema de
pensiones para que se reduzca la distancia surgida con el gasto en sanidad. No obstante, casi la
mitad del aumento del gasto público durante la crisis económica es atribuible a estas dos
prestaciones.
Merece también subrayarse que en 2009 el gasto en desempleo fue el responsable del
34,8 por ciento de la expansión del gasto público total. No es fácil justificar que la activación de
los estabilizadores automáticos fuera la causa principal del crecimiento del gasto público total,
ni siquiera en el ejercicio en que eclosiona el gasto en desempleo, 2009. Por lo tanto, la
activación de los estabilizadores automáticos tampoco ha sido el motivo principal de que el
déficit público se desbordara en 2008 y 2009, su contribución a éste fue reducida.
Sintetizando, la expansión del gasto público durante la crisis económica continuó siendo
causada, básicamente, por el incremento del gasto en pensiones, sanidad y, en menor medida,
educación, como venía ocurriendo en el periodo anterior al estallido de ésa. Desde esta
perspectiva, no faltan razones para afirmar que durante la etapa recesiva no se produjeron
cambios relevantes en la dinamización del gasto público.
La equiparación del gasto social del modelo mediterráneo
Como hemos expresado en páginas anteriores, Chipre, España, Grecia, Italia y Portugal
comparten un conjunto de rasgos que los diferencian de la Europa del norte, de suerte que
conforman un espacio socioeconómico propio, más allá de su ubicación en el sur de la UE.
Pasamos a completar esas afinidades ocupándonos de sus cuentas públicas.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
180 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
Antes del estallido de la crisis económica, el gasto público en porcentaje del PIB de estas
economías era similar a la media comunitaria, salvando España, cuyo gasto en 2007
representaba el 39,2 por ciento del PIB, cuando la media de la UE27 se elevaba al 45,5 por ciento.
Entre 2008 y 2012, la evolución del gasto público de España en términos porcentuales del PIB
siguió diferenciándose de las otras cuatro economías: mientras en éstas se produjo un
incremento similar a la media comunitaria (5,1 por ciento), el de España se elevó al 15,4 por
ciento, de forma que en 2012 su gasto porcentual estaba próximo a la media europea (49,4 por
ciento). Este aumento relativo, al igual que sucede en las otras cuatro economías, respondió más
al debilitamiento de la actividad económica que a la expansión del volumen de gasto. Debe
considerarse que de las tres economías rescatadas, Grecia y Portugal han reducido su gasto
(Grecia a partir de 2010 y Portugal desde 2011), mientras que Chipre mantiene su crecimiento
hasta 2012, en que quedó estabilizado.
Las cuentas públicas de estas cinco economías ofrecen un panorama fiscal dispar antes
y durante la recesión. Hasta 2008, España presentaba un escenario fiscal mucho más alentador
que la media europea y sus vecinos mediterráneos (16). Las cuentas públicas de Grecia y Portugal
en el mismo año eran aún más preocupantes que la media comunitaria, tanto en déficit como
en deuda (17). Los datos de Chipre e Italia no variaban sustancialmente de la media europea,
excepto la deuda pública de Italia que se elevaba al 103,3 por ciento del PIB.
Iniciada la crisis económica, los desajustes fiscales de estas cinco economías se
agravaron en relación con la UE27, salvo en Italia, cuyo déficit se movió en el entorno de la UE27
y su deuda pública entre 2008 y 2012 sólo aumentó un 19,7 por ciento, frente al 37,0 por ciento
de la media europea. Las otras cuatro economías sufrieron una alarmante expansión de déficit
y deuda pública.
Lo que más llama la atención es el viraje de España, que pasa de un saldo presupuestario
positivo antes de la crisis a soportar en 2012 el mayor déficit de la UE27 (10,6 por ciento del
PIB), y un incremento de deuda pública del 113,9 por ciento. El déficit y la deuda pública de
Chipre experimentaron también un importante deterioro, pero menos acusado que el de
España, Grecia y Portugal, si bien en 2012 su déficit representaba el 6,4 por ciento del PIB y su
deuda el 86,0 por ciento de este indicador. Lo que es más grave: mientras los desajustes fiscales
16 Superávit desde 2005 y una deuda que significaba en 2007 el 36,3 por ciento del PIB, frente al 0,9 por ciento de déficit y 58,9 por ciento de deuda pública de la UE27 en el mismo año. 17 En 2007, el déficit de Grecia ascendía al 6,5 por ciento del PIB y su deuda pública al 107,4 por ciento. En el mismo año, el déficit de Portugal era el 3,1 por ciento del PIB y la deuda pública representaba el 68,4 por ciento del PIB.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
181 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
de esas tres economías empezaron a aliviarse a causa de las consolidaciones fiscales, los de
Chipre continuaron su ascenso. El final difícilmente podía ser otro que ser rescatada por la
Unión, como había sucedido en Grecia y Portugal.
Lo expuesto sobre estas cinco economías invita a extraer varias conclusiones. La primera
es que el no rescate de España por parte del la UE, a excepción de los 41.300 millones de euros
empleados de los 100.000 millones ofrecidos por la UE en 2012 para el saneamiento (se puede
denominar también rescate) de su sector financiero, no estuvo motivado, como se ha podido
comprobar, por tener unas cuentas públicas menos inquietantes que las economías rescatadas,
sino que obedeció, a nuestro entender, al volumen de recursos que había de aportar la UE para
dicha operación y a la resistencia del Gobierno español al mismo.
Una segunda conclusión es que, con la excepción de Grecia y Portugal, el estado de las
cuentas públicas antes de 2008 de los tres países restantes no explica que la crisis económica y
financiera haya sido más profunda en ellos que en la mayoría de los países europeos, ni que los
desequilibrios fiscales aparecidos con la recesión hayan alcanzado niveles tan elevados.
Interpretamos que los desequilibrios económicos y financieros fueron causados, en buena
medida, por las debilidades estructurales de su modelo de crecimiento económico y que esos
desequilibrios son los que explican que su crisis fiscal fuera más profunda, de modo que aliviarla
se convirtiera en necesidad para una reactivación sólida, aunque ello la haya demorado y
amortiguado su ritmo.
Dadas las limitaciones de estas economías para combatir el déficit y la deuda pública
mediante el incremento de ingresos, otra conclusión es que no parecía haber en ellas más salidas
que controlar el gasto público. Entendemos que el debate no debe ceñirse a la necesidad o no
de controlar un gasto que venía mostrando serios problemas de financiación, sino a los rasgos y
ritmos que había de tener tal control.
La última conclusión tiene que ver con el EB. Su gasto no ha permanecido inmune a las
políticas de consolidación fiscal, entre otros motivos, porque también en estas economías
componía la mayor parte del gasto público y porque sus partidas eran asimismo las que ejercían
mayor presión sobre el incremento de ése. En este sentido, las economías de la Europa del sur
no ofrecen disparidades con las ricas del norte.
Donde sí se observan diferencias es en los ingresos. Los acusados desequilibrios
económicos y financieros soportados por estas economías a partir de 2008 han provocado que
la recesión económica haya golpeado con especial virulencia sus ingresos públicos. Esos
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
182 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
desequilibrios económicos y financieros son la causa también de que hayan sufrido con más
intensidad un fenómeno que expande el gasto público: el desempleo. El modelo productivo y la
caída de la renta, unidos a los desajustes fiscales, hicieron de Chipre, España y Grecia las
principales víctimas del desempleo; en 2012, triplicaban el que tenían antes de iniciarse la crisis
económica, liderando España y Grecia el ranking europeo.
Con independencia del grado de cobertura de las prestaciones por desempleo en estas
cinco economías, presentan una nota común: este estabilizador automático amplió
notablemente su presencia en el gasto público, favoreciendo su crecimiento, al tiempo que
contribuyó a reducir los ingresos públicos. Ello supuso que el impacto dinamizador de esta
partida en la expansión del gasto público total haya sido más acentuado que en las economías
del norte de Europa, fenómeno que nos adentra en la incidencia de la recesión en el gasto del
EB de esos países.
Hasta el estallido de la recesión económica, hemos dicho que el gasto social en la UE27
representaba en torno al 32 por ciento del PIB. En el caso de Chipre, España y Grecia este
porcentaje era inferior, particularmente en España y Chipre donde oscilaba alrededor del 25 por
ciento (Cuadro 2); Italia y Portugal se aproximaban a la media europea. En términos
porcentuales del gasto público total, el panorama era diferente: excepto Chipre y Grecia, el
gasto social presentaba datos cercanos a la media comunitaria, que recordemos se movía en
torno a dos tercios del gasto público total. Por consiguiente, en los países mediterráneos
tampoco resulta posible explicar la evolución del gasto público total sin considerar los recursos
destinados al EB.
La crisis económica introdujo no pocos cambios en la presencia del gasto social en los
países de la Europa del sur. Lo primero que hay que apuntar es que, al igual que en la media de
la UE27, el peso del gasto social en el PIB de estas economías ha experimentado un significativo
crecimiento; han de destinar parte mayor de la renta al EB.
El volumen de gasto social ha evolucionado de un modo muy diferente a como lo ha
hecho en porcentaje del PIB. Entre 2005 y 2007 el crecimiento de Chipre, España y Grecia duplicó
la media europea (8,5 por ciento). Sólo Portugal se situó por debajo de ésta (5,1 por ciento). El
aumento de Italia fue similar.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
183 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
Cuadro 2
Evolución del gasto público y social en las economías mediterráneas
2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
UE27
Crecimiento gasto publico 4,3 4,6 4,5 3,9 2,5 3,6 -0,1 2,7
Gasto publico/PIB 46,7 46,2 45,5 47,0 51,0 50,6 49,1 49,4
Crecimiento gasto social - 4,4 3,9 3,1 3,7 3,6 - -
Gasto social/PIB 32,0 31,6 31,0 31,8 35,0 34,7 - -
Gasto social/Gasto público 68,6 68,4 68,1 67,6 68,6 68,6 -
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público P pPPPPPS
-
65,6
60,0 55,2 116,5 68,0 - -
Chipre
Crecimiento gasto público 9,7 6,5 5,2 10,0 7,8 3,1 2,9 0,1
Gasto publico/PIB 43,1 42,6 41,3 42,1 46,2 46,2 46,3 45,8
Crecimiento gasto social 9,6 8,8 6,8 15,7 5,6 6,5 - -
Gasto social/PIB 26,2 26,4 26,1 27,9 30,0 31,0 - -
Gasto social/Gasto público 60,8 62,1 63,1 65,9 65,0 67,1 - -
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público
60,0 82,0 81,3 99,1 47,3 137,1 - -
España
Crecimiento gasto público 6,8 8,1 9,3 9,2 7,5 0,1 -1,1 2,8
Gasto publico/PIB 38,4 38,4 39,2 41,4 46,2 46,3 45,7 47,8
Crecimiento gasto social 8,6 8,1 8,6 9,9 9,2 1,0 0,5
Gasto social/PIB 24,8 24,8 25,2 26,8 30,4 30,8 30,9 -
Gasto social/Gasto público 64,6 64,6 64,4 64,8 65,9 66,5 67,6
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público
80,2 64,6 61,3 69,4 81,0 536,4 22,8 -
Grecia
Crecimiento gasto público 2,1 10,0 11,9 11,3 5,7 -8,4 -5,1 -4,2
Gasto publico/PIB 44,6 45,4 47,5 50,6 54,0 51,4 52,0 53,6
Crecimiento gasto social 9,0 7,5 7,0 10,8 5,4 -1,4 -2,8 -
Gasto social/PIB 28,8 28,6 28,6 30,4 32,3 33,1 34,3 -
Gasto social/Gasto público 64,5 63,1 60,3 60,0 59,8 64,4 65,9 -
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público
260,5 48,6 36,8 57,6 56,5 10,0 35,5 -
Italia
Crecimiento gasto público 3,6 5,1 2,3 3,4 3,0 -0,8 0,6 0,7
Gasto publico/PIB 47,9 48,5 47,6 48,6 51,9 50,4 49,8 50,6
Crecimiento gasto social 4,3 4,6 4,3 4,3 3,6 1,8 1,8 -
Gasto social/PIB 30,9 31,1 31,2 32,1 34,5 34,4 33,8 -
Gasto Social/Gasto Público 64,6 64,3 65,5 66,1 66,5 60,3 67,5 -
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público
77,5 58,3 118,1 83,0 81,0 60,1 20,0 -
Portugal
Crecimiento gasto público 5,9 1,3 3,3 2,6 8,8 6,1 -5,1 -7,5
Gasto publico/PIB 46,6 45,2 44,4 44,8 49,8 51,5 49,3 47,4
Crecimiento gasto social 5,9 3,5 1,6 3,5 7,8 3,3 -4,0 -
Gasto social/PIB 31,3 31,1 30,0 30,6 33,6 33,9 32,9 -
Gasto social/Gasto Público 67,3 68,8 67,7 68,3 67,6 65,8 66,6 -
Impacto gasto social sobre crecimiento gasto público
66,9 186,4 34,0 91,2 60,0 36,9 51,5 -
Fuente: EUROSTAT , OUTLOOK (OCDE) y elaboración propia
De un modo similar a la UE27, entre 2008 y 2011 (último ejercicio sobre el que se
dispone de información), el gasto social de estas cinco economías amortiguó su crecimiento; en
este caso, el descenso fue más agudo, salvo en Chipre que hasta 2010 (último año del que
Eurostat aporta información sobre esta economía) no dejó de crecer a una velocidad
considerable. A estos rasgos globales se añaden las peculiaridades que muestran los cuatro
países restantes, que se resumen del modo siguiente.
España. Su gasto social aumentó considerablemente, aunque menos que en los tres
años anteriores a la recesión. El resultado fue que si en estos años el gasto se incrementó un
17,5 por ciento, entre 2008 y 2011 lo hizo un 10,9 por ciento, si bien hay que decir que la inmensa
mayoría de esta expansión tuvo lugar en 2008 y 2009. Con los ajustes de gasto de 2010 y 2011
el incremento de gasto social fue imperceptible.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
184 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
Grecia. Mantuvo un elevado incremento de gasto social hasta 2009, de manera que
entre 2005 y 2009 su gasto se elevó un 34,4 por ciento. Hay que esperar a los ajustes de gasto
que acompañan al rescate europeo para que el gasto social inicie un descenso, algo que ocurrió
en 2010 y 2011, de modo que el gasto de este año es un 4,1 por ciento inferior al de 2009.
Italia. Siguió un proceso semejante a la media europea. Su gasto social no dejó de
aumentar en la fase recesiva. Ahora bien, en una medida mucho menor desde que se aplican los
ajustes fiscales, que al igual que en otros países se acometieron en 2010 y 2011.
Portugal. Su gasto social siguió expandiéndose durante la crisis a ritmo elevado hasta
2011, año en que surtieron efecto las consolidaciones fiscales que acompañaron al rescate
efectuado por la UE. Así tenemos que su gasto social en 2010 fue un 11,4 por ciento superior al
de 2008.
Estos datos nos indican que durante la crisis económica el gasto del EB siguió
aumentando en las economías mediterráneas con tasas significativas hasta la llegada de los
ajustes fiscales. En el caso de Grecia y Portugal, los rescates han supuesto un leve descenso de
su gasto social. En el de Italia y España, un ligerísimo crecimiento. Hay que enfatizar que, a pesar
de esta evolución, el peso del peso del gasto social en porcentaje del PIB aumentó en todas estas
economías, fenómeno que respondió, en gran parte, al debilitamiento de la actividad
económica.
El devenir del gasto social en términos porcentuales del gasto público total fue también
dispar en los cinco países meridionales. Italia, una vez más, se caracterizó por coincidir con la
media europea: la desaceleración del crecimiento de su gasto social fue similar a la
experimentada por el resto de las partidas presupuestarias. Tanto en el caso de la UE27 como
en el de Italia, el gasto del EB no ha sido afectado por la crisis económica en mayor medida que
otras partidas presupuestarias.
Lo sucedido en Chipre entre 2008 y 2010 (último ejercicio del que disponemos de
información) es diferente. La expansión pronunciada de su gasto social causó que éste ampliara
de forma acusada su peso en el gasto público total, hasta el extremo de sobrepasar en 2010 la
media de la UE27. Habrá que esperar a conocer los datos posteriores a la aplicación del rescate
europeo para determinar el impacto de dichas medidas.
Pese a que los dos rescates europeos de Grecia provocaron un descenso de su gasto
social en 2010 y 2011, éste no dejó de ganar posiciones en el gasto público total. Las partidas
destinadas al EB han sufrido, pues, un menor impacto que el resto del presupuesto público.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
185 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
El gasto del EB de España y Portugal tampoco ha dejado de crecer más deprisa que el
resto de las partidas presupuestarias. En el caso de España, la expansión porcentual del gasto
social permaneció aún en los ajustes de 2010 y 2011, lo que expresa que éstos tuvieron mayor
incidencia en otras partidas presupuestarias. Algo similar aconteció en Portugal: que el gasto
social ganara espacio dentro del gasto público entre 2008 y 2010 es algo que no puede
sorprender por el notable aumento que experimentó en esas fechas, lo que llama la atención es
que tal ampliación no cesó en 2011, cuando los ajustes de gasto que sucedieron al rescate
europeo provocaron una disminución del gasto social. En Portugal aconteció lo mismo que en
España y Grecia: las prestaciones sociales no fueron las partidas que sufrieron las mayores
embestidas de las consolidaciones fiscales.
En síntesis, hay fundamento estadístico para afirmar que durante la fase recesiva el
gasto del EB de las economías mediterráneas ha sido afectado por los ajustes fiscales en menor
medida que el resto del presupuesto público. La única excepción ha sido Italia, donde la recesión
ha afectado de forma similar al gasto social que al resto del gasto público. Salvo en este país, el
gasto del EB no sólo no ha aminorado su presencia en el gasto público total, sino que la ha
acrecentado, a pesar de la amortiguación de su crecimiento, en unos casos, y de su reducción,
en otros; el gasto social ha ganado en ellos posiciones como mecanismo dinamizador del gasto
público total, lo que no deja de ser un reto presupuestario por su tendencia a la expansión. Por
último, lo ocurrido durante la recesión de 2008 ha contribuido a que en términos porcentuales
de gasto el EB de los países mediterráneos se haya equiparado al de la Europa del norte.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
186 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
BIBLIOGRAFÍA
- BANDRÉS MOLINÉ, E. (1993), Economía y redistribución, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
- BUCHANAN, J. M. y WAGNER, R. E. (1983), Déficit del sector público y democracia. El legado político de lord Keynes, Edic. Rialp, Madrid, p. 306.
- COMITÉ DE EXPERTOS SOBRE EL FACTOR DE SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES (2013), Informe, Gobierno de España, Madrid.
- ESTRUCH MANJÓN, A. (1996), Desigualdad y política redistributiva, Cedesc Economía, Barcelona.
- EYRAUD, L. y WEBER, A. (2013), The Challenge of Debt Reduction during Fiscal Consolidation, Fondo Monetario Internacional, Working Paper 13/67.
- FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (2013), Policy Paper, “Reassessing the role and modalities of fiscal policy in advanced economies”, 17 de septiembre.
- GONZÁLEZ PÁRAMO, J. M. (2000), “De recortes y reformas en el Estado de Bienestar: el papel de la gestión pública”, en Muñoz Machado, S. et al., Las estructuras del bienestar en Europa, Civitas, Madrid.
- GONZÁLEZ TEMPRANO, A. (2003), La consolidación del Estado del Bienestar en España, CES, Madrid, p. 29.
- GONZÁLEZ TEMPRANO, A. y TORRES VILLANUEVA, E. (1992), El Estado del Bienestar en los países de la OCDE, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, Cap. II.
- GOUGH, I. (1997), “La asistencia social en la Europa del sur”, en Moreno, L., Unión Europea y Estado de Bienestar, CSIC, Madrid, pp. 405-430.
- HABERMAS, J. (2001), Facticidad y validez, Edit. Trotta, Madrid.
- HABERMAS, J (1973), Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Amorrortu editores, Buenos Aires.
- HICKS, J. (1976), La crisis de la economía keynesiana, Ediciones de Bolsillo, Barcelona, pp. 10 y 11.
- MILL, J. S. (1996), Principios de Economía Política, FCE, México, p. 681.
- MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL (varios años), La muestra continua de vidas laborales, Madrid.
- MISHRA, R. (1992), El Estado de Bienestar en crisis, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
- MORENO, L. (2012), La Europa asocial, ¿caminamos hacia un individualismo posesivo?, Edic. Península, pp. 103-107.
- MUÑOZ DEL BUSTILLO, R. (2000), El Estado de Bienestar en el cambio de siglo, Alianza, Madrid.
- MUSGRAVE, R. y P. (1991), Hacienda Pública. Teórica y aplicada, MgGraw Hill, Madrid, pp. 7-16.
- NAVARRO, V. (2000), Globalización económica, poder político y Estado del Bienestar, Ariel, Barcelona.
- O’CONNOR, J. (1981), La crisis fiscal del Estado, Edic. Península, Barcelona, p. 26.
- OFFE, C. (1990), Contradicciones en el Estado del Bienestar, Alianza Universidad, Madrid.
- RAWLS, J. (1979), Una teoría de la justicia, México, p. 86.
- REINHART, C. y ROGOFF, K. (2011), Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, FCE, Madrid.
Sermed Servicios en el Área de Libre Comercio Euromediterránea. Libro de Actas Euro-Mediterranean Services Congress
187 Euro-Mediterranean Services Congress. 9-11 abril de 2014 Fac. CC. Económicas, Empresariales y Turismo. Universidad de Alcalá. Madrid. España. ISBN: 978-84-695-9987-7
- ROJAS, M. (2010), La experiencia de Suecia. Reinventar el Estado del Bienestar. Editorial Gota a gota, Madrid, p. 22.