Érase una vez una pequeña vez, mientras navegaban por las aguas cristalinas del Caribe decidieron...
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Érase una vez una pequeña
pirata llamada Valentina. Vivía
con su padre, el Capitán Diente
de Oro, en un gran barco pirata.
Todos eran muy felices en aquel
barco surcando los mares en
busca de aventuras.
Una vez, mientras navegaban por las aguas
cristalinas del Caribe decidieron parar en tierra para
comprar comida. Tras varios días decidieron volver a
embarcar ya que tenían todo lo que necesitaban. Ya
llevaban un buen rato navegando cuando Valentina
escuchó un extraño ruido en las bodegas del barco y
decidió bajar a mirar. Todo estaba muy oscuro,
encendió una antorcha y de entre la oscuridad
aparecieron un extraño niño con un loro.
- ¡Ah!- Gritó Valentina del susto-. ¿Quién eres? ¿Qué
haces aquí?
- Hola… Soy Damián y este es mi loro Cuate. –
Respondió con voz tímida- Necesito ayuda.
- Ven conmigo, vamos a ir a buscar a mi padre a ver
qué podemos hacer.
Los niños subieron hasta el camerino del Capitán
Diente de Oro y allí Damián le explicó que le había
pasado:
- Mi mamá fue una gran pirata. Antes de fallecer me
dijo que tenía que contarme un secreto, que existía
una joya muy valiosa llamada “Alma”. Me pidió
que la buscara con la ayuda de este mapa. Creo que
sois los únicos que podéis ayudarme.
El pirata entusiasmado aceptó y empezó a investigar
el mapa. Inmediatamente le dio a la tripulación la
orden de partir hacia la Isla Camaleón que estaba
señalada con una cruz.
Tras varios días de viaje por fin llegaron a la isla, la
mayoría de la tripulación tenía que quedarse cuidando
en el barco.
Cuando el Capitán, Valentina, Damián y el loro
Cuate llegaron a la orilla leyeron la pista que aparecía
en el mapa:
“La primera de varias pistas debes
encontrar
para acercarte al tesoro que todos han de
desear.
Busca a Filipo entre las rocas que dan al
mar,
dile tu nombre que otra pista te dará”
Buscaron unas rocas que estaban a la orilla de la
playa y empezaron a llamarlo:
- ¡Filipo! ¡Filipo! ¿dónde estás?
Después de un rato llamándolo apareció un cangrejo
de un agujero que había en la roca más grande:
- ¡Ey! ¡Hola! Yo soy Filipo ¿Para qué me necesitáis?-
preguntó.
- Hola soy Damián estamos buscando un tesoro.
- ¡Oh! Por fin llegas, llevo años esperándote veo que
tenéis el mapa ahora os daré otra nueva pista,
escuchad atentamente:
“Si el tesoro queréis hallar,
el muro de agua debéis de buscar
y tras el último rayo de sol
podréis entrar”.
Valentina, que era una niña muy inteligente, se
dio cuenta enseguida de que se estaba refiriendo a la
cascada, y se lo dijo a su padre quien dio la orden de
seguir río arriba hasta encontrarla.
Tras un rato andando empezaron a escuchar el
sonido del agua caer y después vieron una enorme
cascada, todos se quedaron impresionadísimos.
Buscaron por todos los alrededores de la cascada pero
no encontraron nada. Estaba a punto de anochecer
cuando el último rayo de sol se reflejó en la enorme
cascada y, a continuación, el agua empezó a dividirse
en dos formando una enorme y preciosa cortina de
agua. Detrás se podía apreciar una cueva grande y
profunda.
En el fondo de la cueva se veía una luz verde, los
niños entusiasmados fueron corriendo hasta allí y
pudieron encontrar una montaña de monedas y piezas
de oro. Y… encima de todo estaba ¡Alma!, era la
esmeralda más preciosa que habían visto jamás, verde y
muy luminosa.
Todos felices recogieron el gran botín y se fueron
cantando para el barco a celebrarlo. En mitad de la
celebración, Valentina se acerco a Damián para darle
la esmeralda.
- Toma Damián, “Alma” te corresponde. - Le dijo
sonriendo.- Ahora que ya ha acabado esta
aventura me gustaría que te quedases con nosotros
en el barco, así puedo tener un amigo de mi edad
con el que encontrar muchos tesoros.
- Sí me encantaría.- Respondió Damián abrazando
a su nueva mejor amiga.
Desde entonces los niños no se separaban nunca y
vivieron felices en aquel barco, descubriendo nuevas
islas y tesoros, viviendo muchas aventuras por los
distintos continentes.
Y colorín, colorado,
de aventura en
aventura mil tesoros
han encontrado.
IMÁGENES DEL CUENTO
DON MOLÓN, EL DUENDE
DE LA ILUSIÓN.
Erase una vez, un
duendecillo llamado
Don Molón, que se
encargaba de devolver a
todos los niños la
ilusión.
Don Molón vivía en una
pequeña aldea llamada
Duendilandia, donde
todos los habitantes eran
muy felices, incluso
después de pasar la
infancia.
A pesar de ser muy
feliz, él sabía que esto no
era siempre así, pues en
muchas naciones y en
muchos de estos rincones,
siempre había un lugar donde
algún niño no dejaba de
llorar.
Este era el caso de
Carla, una niña de 6
años, que a pesar de sus
ganas de disfrutar,
estaba aburrida de vivir
en el país de la
tranquilidad.
Ella siempre tenía ganas
de jugar, pero sus
habitantes se pasaban
todo el día relajados en
el sofá.
Una noche Don Molón
decidió colarse en su
habitación, para devolverle
la felicidad y enseñarle a
disfrutar.
-Toc toc- llamó a la puerta
del cuarto.
Pero Carla estaba tan
profundamente dormida y
relajada que no escucho
nada. Entonces Don Molón
decidió entrar pasito a
pasito, muy despacito, y sin
hacer ruido y acercarse a su
oído.
-Caaarlaa, Caarlaaa -
susurró Don Molón.
De repente Carla asustada
gritó:
-¡¡Socorro socorro!!
-Shhh shhh- dijo Don
Molón- Tranquilidad, no te
voy a dañar, solo vengo a
devolverte la felicidad.
- Quisiera yo saber cómo
eso va a suceder- curioseó
Carla.
- Sube a mi tren mágico y te
lo mostraré.
-¡¡¡Chuuuuchuuuu!!!-dijo el tren. –
Súbete a mi vagón y canta con
nosotros esta canción:
Súbete al tren de la risa, ja, ja
Súbete al barco del vapor, po, po
Súbete al tren de la fantasía
Súbete al tren del amor.
Que hace chucu,
Que hace chaca,
Que hace chucu, chucu, chucu,
chaca, chucu
Que hace chaca,
Que hace chucu,
Que hace chaca, chaca, chaca, chucu,
chaca.
Entonces Carla decidió subirse
al tren con Don Molón y
descubrir a que se refería con
aquello de devolverle la ilusión.
El pequeño duendecillo fue
mostrándole los diferentes países
del mundo, haciendo paradas en
los de sentimientos más
profundos. Quería que
descubriera que había países
peores, pero que también lo
había mejores.
Y que de todos aprendería
mucho.
La primera parada fue en el país
de la tristeza, que no se diferenciaba
mucho del de la pereza.
Pero Carla solo consiguió ponerse
peor, al ver a todos los niños
llorar y escucharlos lamentar:
“La melancolía es una tristeza, un deseo sin dolor,
La tristeza mira hacia atrás, la preocupación a su alrededor.”
Luego en el país del
aburrimiento, ese fastidioso
sentimiento, del cual
tampoco sacó mucho provecho.
O al menos eso pensó ella, al
ver también a todos sus
habitantes siempre bajo sus
techos.
Lo mismo sucedió con del
miedo, donde los toreros no se
atrevían a salir al ruedo.
Y por último, se detuvieron en el país de la alegría,
donde todos los habitantes sonreían,
cantando y bailando sin cesar ni un solo día. En este país,
los más pequeños repetían:
“El reír con energía y disfrutar de cada día,
Es escuchar de manera continua la misma melodía.”
A lo que Carla dijo:
-¡¡Ya lo tengo, ya lo tengo!!
Para poder ser feliz y acabar
con la tranquilidad, solo
necesito a la gente de sus casas
sacar, quitarles el miedo a
fracasar y así con la tristeza
acabar. Y para terminar, poner
algo de música y color para
que todos vivamos felices y
llenos de amor.
-¡¡Eres muy lista Carla!! Con solo
unos cuantos países observar, la receta
mágica acabas de descifrar.
Volvamos a casa a descansar, pues
mañana un día importante será.
-Sí, deseando estoy de regresar y a todos
mis amigos esta alegría dar.
- Pero antes algo debes prometer - dijo el
duende. Prométeme que con los
habitantes la receta mágica compartirás,
pero de Chuuchuli y Don Molón nada
dirás.
- Prometo que nada diré y el secreto
guardaré.
Al día siguiente, Carla contó a todos los habitantes del pueblo la fórmula secreta de la
felicidad, sin saber si lo ocurrido la noche anterior fue fantasía o realidad.
Lo que sí ocurría de verdad, era que su país desbordaba ilusión y felicidad y todos juntos
se pusieron a cantar:
Si eres feliz y lo sabes, ¡aplaudid!
Si eres feliz y lo sabes, ¡aplaudid!
Si eres feliz y lo sabes no te quedes con las ganas,
Ven conmigo y vamos a aplaudir.
Si eres feliz y lo sabes, ¡zapatea!
Si eres feliz y lo sabes, ¡zapatea!
Si eres feliz y lo sabes no te quedes con las ganas,
Ven conmigo y vamos a zapatear.
Si eres feliz y lo sabes, ¡a reír!
Si eres feliz y lo sabes, ¡a reír!
Si eres feliz y lo sabes no te quedes con las ganas,
Ven conmigo y vamos a reír.
Si eres feliz y lo sabes no te quedes con las ganas,
Ven conmigo y riamos otra vez.
Y así fue como Don Molón,
una vez más la ilusión devolvió.
De nuevo en su tren se montó y
entre las nubes desapareció, pues
en cualquier otro lugar, a más
niños debía ayudar.
“Y colorín colorado este cuento se ha acabado
y por la chimenea se ha escapado.”
• María Navarro Granados
• Lucía Torres Jiménez
• Esther Zenteno Ibáñez
• Irene Vela Ostos
1
MARTA GÁLVEZ CORTÉS
MARINA MIRMÁN FLORES
SANDRA TIRADO CÉSPEDES
“EL BÚHO SERAFÍN”
(Nos encontramos en un gran bosque, lleno de frondosos árboles donde la noche está
cayendo y la luna llena se encuentra observando la escena. Un pequeño búho se
sostiene en una rama de un árbol.)
Era una fría noche de invierno, cuando todos los animales se preparaban para dormir, el
búho Serafín abría sus ojos y empezaba su día, aunque para los demás ya llegaba a su
fin. Escuchad, escuchad ahí suena Serafín.
− Uaaah. (Se desperezaba el búho Serafín). Buenos días amiguitos, ¿Habéis visto
que grande esta la luna hoy? Es tan bonita… Algún día iré a visitarte y me
quedaré a vivir contigo, así nos haremos compañía en las noches más frías
(dirigiéndose a la Luna). Por cierto, ¡qué frío! Si lo llego a saber no salgo. Bruu
(titiritaba de frío).
En ese justo momento pasaba por allí debajo la oveja belén cantando:
Tengo tengo, tengo lana,
Y me calienta, toda la semana.
Tengo tengo, tengo lana
Y de frío, no me queda nada.
El búho la escucho desde su rama y la llamó:
− ¡Eh oveja cantarina! ¡Eh Belén!
La ovejita no sabía de donde la llamaban y de repente alzó su mirada y se encontró a un
búho muerto de frío.
− ¡Eh Belén espera voy para abajo! –Dijo el búho Serafín.
Cuando el búho sobrevoló el árbol hasta llegar abajo, Belén le contestó:
2
− Buenas noches señor búho, qué preciosa está la Luna hoy, ¿verdad?
− Sí (contestó el búho tiritando).
− ¿Qué te ocurre pequeño búho?- preguntó la oveja Belén.
− ¡Que estoy muerto de frío! Estas plumas mías no me calientan lo suficiente.
− ¡Oh, pobrecito! No te preocupes yo te daré de mi lana para que estés calentito.
− ¿De verdad harías eso por mí? Preguntó el búho Serafín.
− Sí, toma un cacho de mi lana.
− Muchas gracias Belén ahora estaré calentito.
Después de darle la lana de su pata, Belén se alejaba cantando su canción
Tengo tengo, tengo lana,
y me calienta, toda la semana.
Tengo tengo, tengo lana
Y de frío, no me queda nada.
El búho se puso la lana por encima y se quedó muy contento y entusiasmado, ¡por fín
estaría calentito! Pero para su sorpresa seguía teniendo frío, y es que la lana no le cubría
por completo sus plumas. Además le quedaban huecos por donde le entraba el frío,
¿cómo podía ponerse la lana para que le abrigara?
En ese momento pasó la ratita Rosa que llevaba un abrigo muy calentito cantando:
Yo soy una ratita muy guapa y muy salsera
Me gusta cantar, pero de oficio soy costurera.
Coso coso coso lo que quieras yo te coso
Y solo tienes que pagarme moso.
− Ratita, Ratita ¿Cómo has conseguido ese abrigo? Yo tengo esta lana pero no me
abriga lo suficiente. Preguntó Serafín.
− Es que yo soy costurera Serafín y yo misma me hago los trajes. ¿Quieres que te haga
un abrigo con esa lana?
Y así, Rosa la ratita, le hizo un abrigo muy bonito con el que nunca más pasaría frío.
3
Una vez abrigado y calentito Serafín volvió a subir y posarse en su rama.
− Que ganas tengo de ir a verte, le decía a la Luna, eres tan bonita. Ya no aguanto
más, me voy contigo.
El búho empezó a volar y a volar, estaba dejando atrás su bosque, a mitad del camino se
sintió muy cansado.
− Uf que cansado estoy, mis alitas ya no pueden volar más, no podré llegar hasta ti
amiga mía.
Entonces Serafín se dio la vuelta, se sentía muy muy triste.
Cuando se posó de nuevo en su rama se lamentó:
− Oh amiga Luna, estás muy lejos, mis alas no están preparadas para llegar tan lejos.
De repente antes sus ojos apareció la gran águila Imperial que venía cantando:
Volando voy volando vengo vengo,
volando voy volando vengo vengo.
Por el camino yo me entretengo,
por el camino yo me entretengo.
− ¿Qué te pasa?, te he oído quejarte. – Le dijo el gran águila Imperial.
− Quiero llegar a luna pero está demasiado lejos para mí.-Contestó el búho Serafín.
− No te preocupes, yo te enseñaré a volar muy alto sin cansarte.
− ¿De verdad harías eso por mi?, Muchísimas gracias.
Al día siguiente comenzaron con el entrenamiento. En primer lugar le enseñó a batir sus
alas más rápido, después a controlar su respiración mientras volaba, así se cansaría mucho
menos. Y por fin llegó el ansiado día, todo estaba preparado para la marcha del búho
Serafín. Todos sus amigos acudieron a su árbol para despedirlo.
− ¡Qué ilusión! Así me puedo despedir de todos. Pensaba el búho Serafín.
Al pie de su árbol estaban todos sus amigos, la oveja Belén, la ratita Rosa y el Águila
Imperial.
− Adiós Serafín. Ten mucho cuidado.
4
−
Mientras volaba dirección a la luna Serafín se despedía de sus amigos:
− Hasta siempre amiguitos.
Serafín cada vez volaba más y más alto, cada vez veía a su amiga la Luna más cerca.
Mientras volaba iba cantando:
Bella luna que tiene
un amigo que viene
Serafín no detiene
Oh bella luna ya viene
Así no Serafín no se aburría en el viaje. Tras un largo camino el búho Serafín llegó a la luna.
− ¡Hola luna por fin estoy aquí! –Exclamó Serafín.
− Que alegría de verte Serafín, he estado esperándote. – Le respondió la luna.
El búho serafín pasó unos días en la luna, conoció los lugares mas bonitos, como los
cráteres, las montañas, los ríos. Pero aún así él se encontraba triste porque echaba de menos
a sus amigos, a su árbol y a su rama. Quería volver a vivir en el bosque porque allí se sentía
solo, así le dijo a la luna:
− No te ofendas amiguita Luna, eres muy bonita y me gusta hablar contigo, pero
entiende que en la tierra están todos mis amigos y mi casa, los echo de menos.
− No te preocupes búho Serafín, no me importa que vuelvas a la tierra, todas las
noches me hablarás desde tu rama y así nos haremos compañía, aunque estemos
lejos siempre podremos vernos y contar el uno con el otro.
Serafín emprendió el camino de regreso a casa, y cuando llegó se posó en su rama.
− Hogar dulce hogar. -Pensaba Serafín.
Su amigos se dieron cuenta de que había vuelto, se avisaron los unos a los otros y
fueron a visitarlo. El gran águila Imperial le dijo:
− Serafín ¿qué haces aquí con el trabajo que te costó llegar hasta la luna?
5
− He vuelto porque os echaba de menos y aunque he cumplido mi sueño, me he dado
cuenta de que prefiero estar en mi rama de siempre con mis amigos de siempre.
Además puedo hablar con la luna todas las noches desde aquí. –Contestó Serafín.
Finalmente todos hicieron una fiesta, y Serafín estaba muy contento de estar con sus
amigos de nuevo.
LA AMISTAD ES EL VERDADERO TESORO
TEMA: El miedo
ESCENARIO
1º escenario: El barco navegando en el mar
2º Escenario: La bodega del barco
3º escenario: La isla
PERSONAJES
Capital Laurel
Piratas: Josela, Luisiño y Rosales
NARRADOR. Aquella madrugada zarpó el barco Rosa- Plata, rumbo a la isla Yazuri, pero
¿dónde está esa isla?
Cinco piratas viajan a bordo
En busca de un tesoro gordo
Quisieran encontrar la isla perdida
Aunque la travesía sea desmedida
(¡POM, POM!) (Se oyen los pasos del capitán Laurel con la pata palo contra el suelo.
Capitán Laurel: - ¡tripulaciónnnnn!, ¡Piratas Josela, Rosales, Luisiño!
Piratas: - ¡Sí, mi capitán! - (con la mano derecha en la frente)
Capitán: -¡Mantened los ojos abiertos y por supuesto bien despiertos!.
NARRADOR: Rosales era el mayor de los piratas, y este sentía un gran miedo al agua. Éste
miedo le viene desde pequeñito, desde que a su madre se le cayó en un gran barreño. Desde
entonces solo quiere contacto con el agua para beber y ducharse, no se asoma ni por proa ni por
popa.
1º ESCENA
NARRADOR: En la bodega todos los piratas se encontraban bebiendo ron. Cuando de repente
el capitán Laurel, apareció excitado:
Capitán Laurel: - ¡Panda de inútiles!, ya la veo, la he visto, la veo.
Piratas: ¿Qué has visto?, pero relájate, ¿Qué has visto?
Capitán Laurel: - Pues que está ahí panda de vagos, subid a popa inmediatamente y dejad de
beber ya.
NARRADOR: Todos observaron a lo lejos una pequeña isla que se veía allá por donde el sol se
esconde.
Todos (capitán, Luisiño, Rosales, y Josela): - ¡En marcha!
Llegando llegando la isla ya se ve
Por fin nuestro tesoro vamos a tener
NARRADOR: Cuando de repente una gran nube de color negra que se colocó encima del barco,
provocó una fuerte lluvia y grandes tormentas que atizaban fuertemente el barco, provocando su
inestabilidad.
Capitán: - ¡Hombre al agua!
NARRADOR: Con preocupación el capitán nombró uno a uno a sus tripulantes para asegurarse
quién ha sido el que se ha caído.
Capitán: - ¡Luisiño!
Luisiño: - ¡presente!
Capitán: -¡Rosales!
Rosales: - ¡presente!
Capitán: - ¡YO!....presente, ¿entonces quien falta?...oh no falta Josela
Rosales: - No, Josela no por favor…- (sin pensarlo dos veces salto al agua en su busca)
Capitán: - Pero a dónde vas necio, tu temor al agua te llevara al fondo del mar.
2º ESCENA
NARRADOR: La fuerte tormenta cesó y rosales y Josela habían desaparecido.
Entre pena y pena, el barco había llegado a la arena. El capitán decidió hablar en nombre de los
ausentes:
Capital Laurel:
Querida tripulación
Una vida con vuestra colaboración
Y hemos llegado al destino,
Aunque haya sido un desatino
Y hayamos perdido a compañeros por el camino
¡El tesoro hallaremos y a ellos se lo dedicaremos!
NARRADOR: De repente cuando el capitán se disponía a lanzar su sombrero al mar como
símbolo de respeto…a lo largo de la orilla dos personas se acercaban, uno apoyado en el
hombro de la otra.
¡Capitánnn..! (Se escuchaba desde no muy lejos ya)
Capitán: - ¡No puede ser…! Son Rosales y Josela….¡Habéis sobrevivido!
Rosales: oh mi capitán mi temor logre superar.
Capitán:
Tus miedos has superado
Y el amor ha sido el causado
Con valentía las aguas has nadado
Y con Josela has regresado
3º ESCENA
Luisiño:
Mirad las olas del mar
Al romper algo les hace brotar
NARRADOR: Todos se acercaron a la orilla y entre roca y roca el tesoro flota. Trasladaron el
cofre a tierra y entre fuerza y maña abrieron el tesoro que la mar baña:
Rosales: - ¡ No puede ser..! ¿qué es esto? No hay nada
Capitán: Te equivocas querido pirata. ¡Os equivocáis todos!, Leed las palabras grabadas en la
madera.
Contenido del cofre
El amor lo vence todo
La amistad acompaña al que está solo
Más si un tesoro buscaras
En un amigo lo encontraras
NARRADOR:
Los valores aprendidos durante la trayectoria y el camino,
con una botella de ron brindarían agradecidos
Realizado por:
Laura Casanova Luis
José Antonio Carmona Rodríguez
Rosa Checa Férriz
Mª Luisa Cubero Díaz
3º Educación Infantil
Grupo 1, subgrupo 1
La estrellita burlona
Érase una vez y mentira no es que hubo una estrella en el cielo que le encantaba reírse
de todas sus compañeras las estrellas por ser más gordita, grande y con un color
amarillo mucho más brillante que las demás. Esta estrellita risueña y burlona se
llamaba Polarita y no paraba de gastarle bromas a las demás estrellas poniéndoles
zancadillas, escondiéndose entre las nubes para asustarlas, contándoles mentiras o
chivándose a la luna de las estrellas que se encendían cuando aún no era de noche.
Un día, asustó a la más pequeñita y la pobre dio tal respingo que se chocó con otra
estrella. Polarita no podía para de reír. Se reía tanto que la escucharon la luna, el sol y
hasta los…..
Tanto se reía que en la carcajada más grande perdió el equilibrio y ¡CATAPUM!
empezó a caer a toda velocidad, rodando y rodando hasta llegar a la tierra. Menudo
porrazo se dio Polarita. Tanto daño se hizo que dejó de reírse por completo. Se levantó,
se sacudió y miró hacia arriba, casi no podía ver ni el cielo en el que vivía pues estaba
rodeada de grandes y altos árboles frondosos, con miles de ramas y tropecientas
hojitas en cada rama.
De repente se sintió muy sola y le entró mucho miedo, empezó a temblar y lloraba sin
parar. Empezó a andar de espalda perdida en aquel bosque tan grande y oscuro
cuando de repente…. ¡AY! Se chocó con la espalda de una bonita mariposa que parecía
estar muy asustada y le preguntó:
Polarita. – Hola, ¿Cómo te llamas?
Esmeralda.- (Con voz temblorosa) Soy la mariposa esmeralda y estoy muy asustada
porque es de noche, está muy oscuro y he perdido a todas mis amigas mariposas. ¿Y
tú? ¿Qué hace una estrellita aquí en la tierra? ¿Porqué no estás en el cielo.
Polarita.- Yo me llamo Polarita y también estoy muy asustada. Estaba allí arriba
(señalando el cielo) divirtiéndome mucho porque le gasté una broma a otra estrellita y
me reí tanto que me caí y acabe aquí en el suelo.
Esmeralda.- ¿Y qué broma hiciste para reírte tanto?
Polarita.- (Riéndose)Asusté a la estrellita más pequeña de todas y dio tal respingo que
se chocó con otra estrella. Deberías haber visto sus caras.
Esmeralda.- Pobresita estrellita que porrazo se daría. No deberías portarte así con tus
compañeras.
Polarita se quedó pensativa…
Polarita.- (Pensando) Quizás esmeralda tiene razón y he metido la pata.
Polarita decidió ayudar a su nueva amiga Esmeralda. Rápidamente se encendió para
poder ayudar alumbrar todo el árbol.
Pronto escucharon unas risas justo arriba de sus cabezas. Al mirar hacia arriba vieron
como estaba un gran grupo de hermosas mariposas revoloteando y jugando muy
risueñas unas con otras alrededor de una rama.
Esmeralda.- (Con entusiasmo)¡Bien! Mira Polarita, esas son mis queridísimas amigas.
Polarita se sintió muy contenta y acompañó a Esmeralda hasta la rama del árbol donde
se encontraban las demás mariposas.
Una vez se fueron las mariposas, polarita se quedo sola y triste en la rama. De pronto
escucho alguien cantando. Resultó ser una hojita muy graciosa con forma de corazón
que se encontraba en la puntita de la rama. Polarita decidió ir hasta ella y hablarle:
Polarita.- Hola, ¿Cómo te llamas?
Corazonada.- ¡UPS! ¡Hola! Soy la hojita Corazonada. No te había visto llegar porque
me estoy preparando para una super hiper mega fiesta de cumpleaños. Será increíble,
globos, tartas…. Y lo mejor: ¡todos mis amigos!
Polarita.- (con voz débil y triste). Ah… que divertido.
Corazonada.- ¿Y tú? ¿Qué hace una estrella tan solita en la rama de un árbol?¿Cómo
te llamas estrellita?
Polarita.- (suspirando) aaaaiii….. Yo me llamo Polarita y me he caído del cielo por
reírme mucho al gastarle una bromita de nada a una de mis compañeras.
Corazonada.- ¿Y qué broma le hiciste para reírte tanto?
Polarita.- (Riéndose)Asusté a la estrellita más pequeña de todas y dio tal respingo que
se chocó con otra estrella. Deberías haber visto sus caras.
Corazonada.- Pobresita estrellita que porrazo se daría. No deberías portarte así con
tus compañeras.
Polarita volvió a pensar…
Polarita.- (Pensando). Pues va a ser verdad que no estuvo nada bien la broma a mi
pobre compañera…
Corazonada.- (Entusiasmada) ¡Tengo una idea! ¿Por qué no te vienes conmigo a la
super fiesta? ¡Lo pasarás requetebién!
Polarita muy contenta decidió ir con Corazonada a la fiesta de cumpleaños que se
celebraba justo en lo más altísimo de la copa del árbol.
En el cumpleaños se lo pasó increíblemente bien pero cuando terminó y todas las
hojitas se fueron a dormir, la pobre Polarita se volvió a quedar sola y triste. Comenzó a
llorar desconsolada con una pena muy grande.
De repente una voz bien grande y fuerte, como las voces de los abuelos le dijo:
Árbol Tilo.- Estrellita Polarita no llores que me muero de la pena.
Polarita.- (Sorbiendose los mocos y un poco asustada) ¿Quién es? ¿Quién me habla?
Árbol Tilo.- Soy yo, pequeña, el árbol Tilo. Te vi caer desde el cielo, y llevo toda la
noche observando lo triste y arrepentida que estas.
Polarita.- Ains arbolito, si pudiera volver a subir al cielo, no volvería a gastar ni una
bromita más a mis compañeras ¡Las echo tanto de menos!
Árbol Tilo.- A ver, quizás si saltas muy muy alto desde aquí arriba, puedas llegar al
cielo. (Presumiendo) soy uno de los árboles más grandes de este bosque.
Polarita saltaba y saltaba con todas sus ganas pero ni por asomo llegaba a tocar el
cielo. Se dio por vencida y volvió a llorar.
Mientras la estrellita saltaba, llegaron la mariposa Esmeralda y la hoja Corazonada
que empezaron a cantar con el árbol Tilo:
Te vamos a ayudar
Estrellita luminosa
Te vamos a ayudar
Salta y salta sin parar.
Te vamos a ayudar
Estrellita luminosa
Te vamos a ayudar
Mis ramas al cielo te alzarán. (Poema modificado de Amado Nervo)
Polarita.- Nunca podré llegar.
Árbol Tilo.- No te desesperes estrellita luminosa, siento en mis ramas que acaba de
llegar una buena amiga que nos puede ayudar.
En ese momento llegó una bonita lechuza llamada Otus.
Otus preguntó a Polarita:
Otus.- ¿Por qué te caíste del cielo estrellita?
Polarita.- (avergonzada) por reírme mucho al gastarle una bromita de nada a una de
mis compañeras.
Otus. - ¿Y qué broma le hiciste para reírte tanto?
Polarita.- (Riéndose)Asusté a la estrellita más pequeña de todas y dio tal respingo que
se chocó con otra estrella. Deberías haber visto sus caras.
Otus.- Pobresita estrellita que porrazo se daría. No deberías portarte así con tus
compañeras.
Polarita rompió a llorar muy arrepentida.
Otus.- No te preocupes estrellita, yo puedo volar con mis enormes alas hasta allí arriba
(señalando el cielo). Te llevaré en mis garritas y te dejaré de nuevo con tus
compañeras.
Polarita se puso muy contenta, le dio las gracias a todos sus nuevos amigos por
haberla ayudado tanto y se despidió de todos ellos. Se montó en las garritas de Otus,
que la agarró muy fuerte para que no se cayera y se fueron volando hasta el cielo.
Una vez llegaron, la lechuza Otus se despidió con cariño de Polarita y esta corrió a
abrazar a todas sus compañeras que la recibieron con los brazos abiertos.
Y así terminó el cuento, todos felices y contentos.
fin
Andrea Correa Domínguez
Elizabeth Rodríguez Corrales
3º Grado Educación Infantil. Grupo 1.
Creación literaria por:
Gemma González Chacón
Alicia León Perejón
Miriam Ponce Benítez
El hecho literario
14/03/2014
La fantástica de
Carlota
2
3
4
5
6
7
Fin
“La semilla poeta”Eva María Fernández Aguilar
Ana Lozano García
Marta Jiménez Vázquez
Adela Ovejero English
Un bonito día en el que el sol lucía, una madre a sus hijos un regalo le traía. Se
trataba de una hermosa semilla que crecería y crecería a la luz del día y feliz sería si
con cariño los niños la cuidarían.
(En el jardín de su casa verde como un prado estaban los dos niños jugando y su madre
mirándolos con mucho cariño les dio el regalo)
Al principio los niños muy emocionados e ilusionados se pusieron a saltar con su
pequeño regalo.
- ¡Qué bien! ¡Qué bien! Tengo un regalo. Dijo Gonzalo.
De repente su hermana Clara saltó y emocionada le preguntó:
- ¿Qué es? ¿Qué es? Yo también lo quiero tener.
- Por supuesto esta semilla es de los dos, y debéis cuidarla con gran tesón – le dijo su
madre - De la gran china viene y ningún nombre tiene, para que ahora se lo pongáis
ustedes.
Y los dos niños contentos chillaron a la vez:
- “¡nuestra semilla se llamará Lunilla!”.
- Ahora por una maceta debemos ir, para que la pequeña Lunilla pueda vivir – les dijo
su madre.
(Vuelven de comprar la maceta y se encuentran en su gran jardín)
- En la maceta tierra hay que echar para la semilla enterrar, y más tarde con agua
regar. Así grande y fuerte crecerá y muy verde se pondrá.
Llegó la noche y cansados
los dos niños se acostaron
sin reproche. Sin darse
ellos cuenta escuchaban
una dulce nana sin
conocer a su dueña.
A la luz de la luna me
encuentro yo
Oh luna lunilla como tú
me llamo yo.
Brilla, brilla sin tesón
Como tú, como tú
Mi pequeño corazón.
Todas las noches la misma
canción y dormiditos se
quedaban los dos.
Con gran ilusión y constancia la cuidaron los dos pero pasado un tiempo abandonada se
quedó. Lunilla por la noche dejo de cantar, aburrida y cansada ¡Qué sola que está!.
Los niños extrañados están, su querida Lunilla parece que no crecerá. Su canción ya no
pueden escuchar pobre Lunilla ¿qué le pasará?.
(A la mañana siguiente a su mama fueron a preguntar sentados en el sofá del salón)
- ¡Mamá, mamá! Nos dijiste que Lunilla crecería y pequeña está.
- ¿Habéis cuidado a Lunilla todos los días sin excepción?
- ¡Es que se nos olvidó!
- Por esta razón Lunilla pequeña y triste está, si la cuidáis de nuevo pronto crecerá.
De nuevo los niños la empezaron a cuidar y otra vez por la noche la nana
comenzó a sonar.
A la luz de la luna me
encuentro yo
Oh luna lunilla como tú
me llamo yo.
Brilla brilla con tesón
Como tú como tú
Mi pequeño corazón.
Para pedirle perdón por su
descuido todos los días por
la mañana a Lunilla le
cantaban esta bonita
canción:
En su camita de tierra
descansa la semilla dorada;
algunas gotitas de la lluvia
entraron a despertarla.
El sol se acercó un poquito
y le regaló su calor.
Y nosotros dos, Lunilla
Te cuidamos con amor.
Lunilla creció y creció y en una bonita
flor se convirtió. Los niños contentos de
nuevo escucharon su canción pero esta
cambió:
A la luz de la luna me encuentro yo
Oh luna lunilla como tú me llamo yo.
Ahora en una gran flor me he convertido
Y cuidarlos a los dos es mi cometido
Brilla brilla con tesón
Que con tu luz y mi canción
A mis dos niños duermo yo.
Fín
LAS AVENTURAS DE CORONTE
Maria del Valle Majón Fernández
Maria José Martín Mayén
Flora Romero López
LAS AVENTURAS DE CORONTE
Ni aquí ni en ningún lugar vivía un saltamontes llamado Coronte que no sabía saltar
¡Pobrecito el saltamontes Coronte! Nadie en su pueblo de saltamontes quería jugar con
él, siempre se quedaba el último en todo, sus amigos jugaban a ver quien saltaba más y él
lo intentaba pero nunca podía ganar. Creció, creció, creció y se hizo mayor, pero no
consiguió poder saltar. En su pueblo ya nadie lo quería, se pasaba solo todo el día y comía y comía hasta que más no le cabía. Harto de estar solo
el saltamontes Coronte lleno su atillo y cargado de pena se comió una magdalena. Sin mirar atrás, lo abandono todo y comenzó a caminar.
Caminó, caminó hasta que anocheció y en un árbol grande, grande se refugió. El saltamontes Coronte lloraba porque solo estaba, hasta que se
acercó un hada con unas verdes alas y le dijo:
- ¡Ssh ssh tú! Saltamontes Coronte. Si si tú.
- ¿Quién yo?
- Si tú. Estoy aquí, ¿No me ves?
- Aah si ya te veo, es que te confundí con las hojas. Nunca vi un hada con verdes alas.
- Pues ya ves que sí. Tú ¿Por qué lloras?
- Porque estoy solo y tengo miedo
- ¿pues sabes qué hago yo cuando estoy sola y tengo miedo? Digo estas palabras mágicas:
“No, no tengas miedo
No sufras, no hay nada que temer
No, no tengas miedo
el miedo va a desaparecer”
Tras esto el miedo se fue, la noche pasó y pronto amaneció y el saltamontes Coronte molesto por los rayos del sol se despertó. Contento,
comenzó a caminar, con muchas ganas de viajar y cantando la canción que su padre le enseñó, que decía así:
“Andando voy
Andando vengo
Por el camino yo voy comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Por el camino yo voy contento”
Caminado, caminando a un pueblo llegó, de repente algo llamó su atención, no lo podía creer veía águilas con el pico dorado, alas azules y
patas del revés. Entre tantas iguales una le sorprendió porque estaba sola escondida en un rincón, a ella se acercó y le pregunto:
- Hola soy el saltamontes Coronte.
- Yo soy el águila Titila.
- ¿Por qué estás sola aquí?
- Porque no quiero que nadie se fije en mi y se vuelvan a reír.
- ¿ y porque se iban a reír de ti?
- Porque mi pico no es dorado, mis alas no son azules y mis patas no están del revés, y para colmo un parche en el ojo que me impide ver.
- ¿Y qué importa? Yo soy un saltamontes y no puedo saltar.
- Pues yo sin mi ojo no puedo cazar y del pueblo me quieren echar.
- Pues no estés tristes y no tengas pena, vente conmigo que te doy una magdalena.
Los dos abandonaron el pueblo buscando un nuevo destino, sin miedo y cantando por el
camino:“Andando voy
Andando vengo
Por el camino vamos comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Ya no voy solo, yo voy contento”
al dia siguiente al despertar el águila Titila se sorprendió porque su parche desapareció. Y preocupados Coronte y Titila rápido caminaron en
busca del pueblo más cercano. Encontraron un supermercado y un parche nuevo compraron. En una plaza descansaron y una cebra se acerco y
su ayuda les pidió:
- Hola amigos soy blanca cebra, tengo un problemilla, ha llovido y mis rayas
negras han desaparecido.
- Pero ¿cómo que las rayas desaparecen?
- Porque blanca nací y para que no se burlen de mi, rayas me pinto para blanca
no seguir. Pero ya estoy harta.
- Pues a nosotros nos gustas mas así, ven con nosotros y serás más feliz.
- ¿ y mi familia qué pensará de mi? Me da pena dejarlos aquí.
- Comete esta magdalena que quita las penas y vámonos de aquí.
Blanca cebra más animada el pueblo abandonaba, junto con estos amigos una nueva vida comenzaba. El saltamontes Coronte y el águila Titila le
enseñaron a Blanca cebra su canción preferida:
“Andando voy
Andando vengo
Por el camino vamos comiendo,
Andando voy
Andando vengo
Ya no voy solo, yo voy contento”
El saltamontes Coronte, el águila Titila y Blanca cebra tras varios días de viaje se toparon con dos verdes elefantes, uno era gordo y muy grande, y
el otro era pequeño y muy risueño, pero al pequeño algo le faltaba, en su rostro ninguna trompa asomaba. Ellos asombrados observaban como el
grande con su trompa al pequeño alimentaba. Se acercaron y a estos elefantes les preguntaron:
- ¿Cómo es posible que no tengas trompa y tengas amigos?
- ¿Porque no iba a tener amigos?
- Porque somos diferentes y de nosotros se burla la gente. Nunca hemos tenido amigos hasta que nos conocimos.
- Eso es una barbaridad. Nosotros somos todos amigos de verdad, venid a mi pueblo y lo podréis comprobar.
El saltamontes Coronte, el águila Titila y Blanca
cebra acompañaron a los elefantes para conocer
eso que decían tan interesante. Cuando llegaron
boquiabiertos se quedaron, todos los que allí
vivían rebozaban de alegría; grandes, pequeños,
altos, bajitos, con patas sin patas, rayados, sin
rayas, con trompa y sin trompa, cada uno en aquel lugar era excepcional.
Los tres aventureros cuando lo vieron pronto lo decidieron, aquel pueblo era espectacular, ya no caminarían más. Y para celebrar que aquel seria
su nuevo hogar, magdalenas repartieron por el lugar.