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Análisis del discurso zapatista. Por Raiter.

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  • El discurso zapatista, un discurso postmoderno?1

    En lingstica y poltica. Biblos. Buenos Aires. 1999

    Podemos afirmar parafraseando a Foucault (1971) que la primer tarea de un emisor poltico, anterior y simultnea con la posibilidad de encarar la lucha discursiva por el poder, consiste en la lucha por el poder decir, esto es, la lucha por constituirse en emisor vlido, reconocido como tal, dentro de la red discursiva. Esta tarea no es sencilla: an en el caso de ser escuchado corre el riesgo de quedar constituido simplemente como uno ms dentro del coro de los que repiten hasta el hartazgo los mismos signos ideolgicos2 intentando cambiar apenas algunos de los rasgos - por medio de los cuales intentarn diferenciarse - que determinan su valor dentro de los intercambios sociales.

    El slo hecho de que se lo discuta es una evidencia del xito del discurso zapatista en este primer crucial momento: el del poder decir. Transformado en objeto de discusin acadmica el zapatismo ya ha dado lugar a la reflexin sobre las caractersticas de los movimientos sociales en el capitalismo tardo3 sobre las condiciones de produccin del discurso emancipatorio en el universo meditico en que se desenvuelve la poltica postmoderna4 sobre los rasgos que lo distinguen de los discursos tradicionales de izquierda5. El discurso zapatista adquiri as otra dimensin: la de constituirse en un lugar privilegiado para un proceso de autoreflexin colectiva sobre las prcticas sociales emancipatorias y la de los discursos capaces de sostenerlas.

    Cuando al Subcomandante Marcos le preguntaron si los zapatistas eran una guerrilla posmoderna su respuesta fue: Ni moderna ni posmoderna. Lo que yo creo que pas es que la historia no se acab, pero cambi, no necesariamente para mal (...)6 Logra as a la vez relativizar el principal nodo del debate poltico-cultural de nuestra poca y a la vez asumir la novedad con que -con rara unanimidad- es percibido el movimiento zapatista. Por nuestra parte, presentamos aqu tres tesis formuladas desde el herramental terico del anlisis del discurso con el objetivo de acercar otras claves de interpretacin que nos permitan comprender qu tiene de novedoso el discurso zapatista (si fuera cierto que es novedoso).

    1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigacin UBACYT FI 161. Agradecemos a Daniel Labonia, Paula Garca, Sara Prez y Julia Zullo su colaboracin. 2 Signo ideolgico es una categora definida por Voloshinov (1926): remite a la expresin de la conciencia del emisor quien emplea un signo cualquiera, pero que le otorga un valor propio, diferente en su discurso. 3 Burbach, 1994, 4 Dbray, 1993, 1996 5 (Holloway, 1995; Raiter y Muoz, 1996). 6 Reportaje, Pgina 12, 5/8/95

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    1. Primera tesis: El discurso zapatista se aparta del discurso clsico de la izquierda en sus formas textuales, cambia el dispositivo de enunciacin y la formas de negociar el valor de sus signos ideolgicos.

    Definir como nuevo un discurso poltico es algo que ya se ha hecho muchas veces, y ha sido usado para caracterizar a lderes polticos tan diferentes como Pern o Giscard DEstaing, Fidel Castro o Perrot, Daniel Ortega o Collor de Mello. Sin embargo, si afirmamos que un discurso poltico es nuevo, no estamos diciendo absolutamente nada sobre l. Es posible y -creemos til -avanzar con las herramientas disponibles en el campo de la lingstica para proceder a un anlisis del discurso zapatista que permita establecer diferencias y similitudes con otros discursos. No es posible, sin embargo, exponer aqu todo el material de anlisis y el anlisis mismo: expondremos slo nuestras conclusiones con algunos ejemplos.7

    1.1 Formas textuales

    En primer lugar, es notable la combinacin de dos rasgos, habituales en el uso del lenguaje, pero ajenos a la prctica discursiva poltica de la izquierda tradicional; en primer lugar las diferencias dentro del dialecto utilizado, definidas como variaciones de registro, que se realizan de acuerdo a una lgica vinculada con la definicin de los destinatarios 8. En efecto, los documentos zapatistas tienen todos receptores declarados; los comunicados tienen encabezados diferentes segn estn dirigidos a peridicos, al pueblo de Mxico, a los pueblos y gobiernos del mundo, a diferentes organizaciones indgenas, a federaciones estudiantiles, a partidos polticos, etc.

    La diferencia que establece el discurso zapatista con otros discursos polticos es que no se limita a nombrar a sus diferentes receptores, sino que vara siempre que explicita un interlocutor diferente. En las cartas que dirigen a otras organizaciones indgenas no utilizan la irona, recurso del que s hacen uso en los comunicados periodsticos y en las cartas dirigidas a partidos polticos o a la federacin estudiantil. Tampoco se es el lugar para informar sobre la situacin militar. En notas a las ONG u otras organizaciones de la sociedad civil se procura establecer una relacin de identificacin o acercamiento, netamente diferenciada de la distancia que establecen frente a los partidos polticos cuando stos ltimos les envan notas o comunicados que los zapatistas agradecen.

    En segundo lugar, es llamativa la diversidad de los recursos utilizados para lograr estas variaciones: los giros irnicos, ya respetuosos ya amenazantes; las frmulas rituales; la

    7 El corpus de anlisis est compuesto por las declaraciones y comunicados editados por Editorial Era, nmero 1 y 2. Los nmeros que indicamos despus de las citas corresponden a la pgina en que aparecen. 8 Llamamos variaciones de registro (Lavandera, 1985) a las diferencias -formales y de significado- que presenta un dialecto particular y que son debidas al contexto en que es emitido, por ejemplo situacional (institucional, familiar, etc) o interpersonal, en cuanto a una simetra o asimetra en relacin al poder que detentan, a la familiaridad que tienen entre s los interlocutores, si el destinatario es individual y colectivo, etc.

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    variedad de sus citas de autoridad, que no se limitan al panten tradicional de la izquierda sino que incluyen a poetas, novelistas, jugadores de ftbol y dioses y semidioses; un ideolecto peculiar que conjuga unas pocas palabras aisladas de los dialectos indgenas junto a los giros sociolectales propios de Mxico, sin despreciar expresiones dialectales en un castellano culto, y palabras y expresiones en ingls o francs, que no slo no trata de ocultar, sino que muestra al hacer gala de una notable yuxtaposicin de culturas y una curiosa concepcin del mundo y sus cambios.

    Veamos algunos ejemplos:

    de irona: Nosotros celebraremos por partida doble: primero sacrificaremos a un infante

    (para que no haya duda de nuestra barbarie) no a los dioses mayas sino a los del Olimpo (para que no haya duda de nuestro apoyo al TLC)... (224) Comunicado del 1 de mayo, dirigido a cuatro peridicos)

    El 33,71% dice que perd el piso con la crtica al PRD y el veto a importantes diarios(?). El 66% dice que nunca he tenido piso alguno, que seguro me desalojaron. El 0,29% no trajo copia de la boleta predial. (249) PD de un comunicado a la prensa del 1 de junio

    de uso de frmulas rituales: Recibimos su carta del 15 de febrero de 1994. Con honor grande recibimos su

    palabra de ustedes, Reciban ustedes nuestra humilde palabra que habla con verdad. (157) Carta a los indgenas expulsados, 20 de febrero, CCRI-CG del EZLN.

    El CCRI-CG del EZLN se dirige con respeto y honor a todos ustedes para decir su palabra, lo que hay en su corazn y en su pensamiento. Declaracin mandar obedeciendo. (175)

    de un ideolecto peculiar, con variaciones dialectales populares: No entiendo su palabra de este seor. (108) Acaso la inteligencia slo llega en su cabeza del ladino? (108) Te voy a platicar una historia que me pas el otro da (217)

    Junto a formas cultas: Vale, recordad que lo nico que hemos hecho es ponerle un gatillo a la

    esperanza. (245) Salud y suerte en los idus de marzo (197) E incluso expresiones en ingls: El Sup inoportuno e impertinente, just like a estornudo... ( 245)

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    Finalmente, aunque no se nos escapa que la caracterizacin genrica es extremadamente difcil, nos atrevemos a afirmar que mucho de lo nuevo del discurso zapatista est en este terreno y consiste precisamente en su desvo del gnero discurso poltico. Consiste precisamente en que nos encontramos con textos caracterizables por su pertenencia a diferentes tipologas discursivas: relatos histricos y mticos, discursos pblicos, rdenes y comunicados militares, cartas personales, proyectos de ley, relatos ficcionales y fantsticos, panfletos, resoluciones judiciales, poesas y fbulas de animales son los diferentes tipos textuales de la produccin zapatista9.

    Mientras que la produccin discursiva poltica tradicional y de la izquierda latinoamericana en particular, se mantiene dentro de lo que llamamos discurso pblico (brevemente, como si hablaran en un acto frente a partidarios) incluso hasta el hartazgo. An en diferentes espectculos, es decir independientemente del tipo de evento comunicativo (Hymes, 1974) en el que estn participando: intervenciones en el parlamento o reuniones ministeriales, en el gobierno o como opositores, como candidatos electorales, ante inauguraciones o conmemoraciones, en reportajes radiales, televisivos o periodsticos, ante periodistas nacionales o extranjeros, en libros o artculos periodsticos propios, panfletos, en actos pblicos partidarios o con extrapartidarios, etc. el discurso poltico de la izquierda se mantiene dentro de este gnero. Los discursos zapatistas, por us parte, rompen este molde variando permanentemente.

    La Declaracin de la Selva Lacandona, verdadera declaracin de guerra del 2 de enero, es seguida de una crnica periodstica el da 5, para ofrecernos el da 13 comunicados a la prensa que no desdean intercalar en un tono acadmico, una propuesta de negociacin, una carta a otra organizacin poltica y ...un relato que mezcla realismo con situaciones fantsticas...

    Veamos otra vez algunos ejemplos: declaraciones, proclamas, rdenes, leyes:

    Nosotros, hombres y mujeres ntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida ltima pero justa. (35, Declaracin de la Selva Lacandona)

    Los pueblos, en general, debern tomar posesin de sus bienes de acuerdo con lo establecido en las Leyes Revolucionarias. Los jefes y oficiales del EZLN prestarn a dichos pueblos su apoyo moral y material a fin de que se cumpla con lo dispuesto

    9. Estamos tomando aqu lo poltico no como gnero discursivo, sino como una dimensin presente en diferentes tipos textuales. Ver; Raiter, 1995. En cuanto a discurso pblico es aquel discurso poltico pensado para ser dicho en un acto con pblico partidario, con el cual se promover al aplauso y al rechazo de los adversarios; es decir, un discurso parte de un espectculo. Ver al respecto, Raiter, Edelman, Vern.

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    en estas leyes revolucionarias siempre y cuando los mismos pueblos soliciten tal ayuda. (38, Instrucciones para Jefes y Oficiales del EZLN)

    Duodcimo. No se permitir el acaparamiento individual de tierras y medios de produccin (44, Ley Agraria Revolucionaria)

    Declaraciones a la Prensa:

    El da 3 de enero de 1994 una caravana de vehculos de la prensa fue atacada por armas de fuego a la altura de El aguaje, cerca de la comandancia de la 31 zona militar en Rancho Nuevo...

    La funcin polmica (Vern) constitutiva del discurso pblico poltico no desaparece, pero la funcin potica (para tomar un concepto ms tradicional, (Jakobson, 1961) predominante en el discurso literario adquiere en el discurso zapatistas un peso inusitado para la comunicacin poltica. La diversidad de gneros y las variaciones de registro son slo dos de los modos en que se pone de manifiesto esta constante preocupacin por la forma de la comunicacin y un cuidado por la recepcin que lo aleja de las prcticas discursivas casi autistas de la retrica tradicional de la izquierda.

    Veamos por ejemplo el cuidadoso estilo del ensayo, lugar privilegiado para presentar la pararrealidad discursiva:

    Suponga que habita usted en el norte, centro u occidente del pas. Suponga que hace usted caso de la antigua frase de Sectur de Conozca Mxico primero. Suponga que decide conocer el estado de Chiapas. Suponga que toma usted por carretera (llegar por aire a Chiapas no slo es caro sino improbable o de y de fantasa.) Suponga que enfila usted por la carretera Transsimica. Suponga (...)Lo anot? Bien, suponga que s. Usted entr por una de las tres carreteras que hay para llegar al estado: por el norte del estado, por la costa del Pacfico y por esta carretera que usted supone haber tomado, se llega a este rincn del sureste desde el resto del pas. Y la riqueza sale de estas tierras no slo por estas tres carreteras. Por miles de caminos se desangra Chiapas: por oleoductos y gasoductos, por tendidos elctricos, por vagones de ferrocarril, por cuentas bancarias, por camiones y camionetas, por barcos y aviones, por veredas clandestinas, brechas y picadas; esta tierra sigue pagando su tributo a los imperios: petrleo, energa elctrica, ganado, dinero, caf, pltano, miel, maz, cacao, tabaco, azcar, soya, sorgo, meln, mamey, mango, tamarindo y aguacate, y sangre chiapaneca fluye por los mil y un colmillos del saque clavados en la garganta del sureste mexicano.

    1.2 . Constitucin de los lugares simblicos de la enunciacin

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    Como todo discurso, el zapatista define dentro de s las imgenes del enunciador, de los destinatarios y del tercero discursivo (Ducrot). Los discursos polticos habitualmente constituyen al enunciador como un abanderado, un ungido, un poderoso que todo lo sabe, que debe ser elegido representante porque l es quien sabe qu y a quines debe representar: conoce de problemas y soluciones. En este sentido no es un hombre comn, tpico, sino un tipo10 que ha superado, por su saber, y su poder, el lugar de los hombres y mujeres comunes - lugar de donde proviene - para estar por encima de ellos.

    El emisor chiapaneco no acepta esta constitucin, habitual en los discursos polticos; por el contrario se constituye - en tanto emisor - como uno ms, uno que depende de los dems, uno que no puede decidir porque no conoce la solucin. No quiere siquiera ser representante, es - a lo sumo - un vocero. El emisor zapatista no conoce los problemas: le duelen; es un tpico, sin voz ni rostro propios, un humilde que pide perdn por tener que hablar - y combatir; un emisor que promete el silencio y el fin de su existencia y razn de ser. Se presenta en los enunciados con la primera persona del singular, sujeto desinencial (el Subcomandante Marcos), en tercera del singular (cuando habla el CCRI-EZLN), o en primera del plural (nosotros los integrantes del CCRI), (nosotros los indgenas).

    Est claro que los tres lugares de la enunciacin estn en relacin dinmica. Esto es, la forma en que se constituye uno de los tres no es indiferente ni independiente de la forma en que quedarn constituidos los otros dos; tampoco es un mecanismo independiente de otras estrategias del discurso. El mecanismo o dispositivo de enunciacin11 forma parte del significado de un discurso, y por lo tanto la forma en que se constituyen los lugares simblicos no solo es en s significativa, sino que estar ntimamente relacionada con el sentido que tomen otras construcciones, o trminos. Por ejemplo, el signo ideolgico verdad es algo que posee, que conoce y que convierte en atributo de sus dichos el emisor poltico "habitual". Para el emisor chiapaneco, en cambio, verdad, funciona con el valor de sinceridad, no puede ser atributo de sus dichos porque no solo puede dudar, sino que puede aceptar ms de una verdad; sta depende de una actitud, de una intencionalidad; las verdades son del corazn, no de las cosas.

    Un recurso que marca esta posicin es la autocalificacin como no importantes - lo que incluso podra interpretarse como un rasgo de cortesa - al utilizar para autonombrarse frases nominales del tipo:

    nosotros los ms pequeos de la tierra, nosotros los sin rostro y sin historia... (156)

    pero el rasgo subsiste en contextos estratgicos - militares e incluso en actos de habla de que pueden constituirse como amenaza:

    10 Luckcs, 1945 11 Sigal y Vern (1985)

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    nosotros no somos importantes, si nosotros desaparecemos otros vendrn

    Otros recursos son el uso de la segunda persona (no impersonal): Queremos decirles que recibimos su carta que nos mandaron el 24 de enero de 1994 (...)

    Nuestro corazn se hace fuerte con sus palabras de ustedes que vienen de tan lejos (118,119, carta al Consejo Guerrense 500 aos de resistencia indgena)

    el marcar la distancia fsica entre el emisor y sus destinatarios: Con gusto recibimos el saludo y apoyo de ustedes, hombres y mujeres, que luchan en

    otras tierras y por caminos diversos para lograr las mismas libertades, democracia y justicia que ansiamos todos (129, carta al Consejo Estudiantil Universitario)

    y el de describir otras actividades adems de la propia como vlidas, Nuestra forma de lucha no es la nica, tal vez para muchos ni siquiera sea la adecuada.

    Existen y tienen gran valor otras formas de lucha. Nuestra organizacin no es la nica.(103, comunicado de prensa)

    El emisor es as uno ms, ni siquiera un primus inter pares, sino uno ms de los que hablan con palabra verdadera (varios comunicados).

    El destinatario del discurso poltico son sus partidarios o simpatizantes, o como quiera que los llamemos: son los destinatarios de sus actos de persuasin; al tercero discursivo usualmente se lo define mediante actos de advertencia, de amenaza, o aserciones, es decir, definiciones. En este sentido suelen diferenciarse los destinatarios del resto de la poblacin, porque ya son, hasta cierto punto, iluminados: han comprendido la verdad del lder, comparten su saber, aunque sea como consumidores o abrevadores del nctar de la futura felicidad y bonanza, del que el enunciador dispone a manos llenas.

    Los documentos zapatistas tienen una particularidad definida por sus condiciones de circulacin: no estn dirigidos a sus propios combatientes o militantes, sino al resto del pblico; es decir, que nos presenta una particularidad como discurso poltico: un sector de sus adherentes no tiene lugar en la destinacin. Como consecuencia de sto - si aceptamos la diferenciacin de los tres lugares de la enunciacin - los indgenas chiapanecos combatientes quedan constituidos del lado del enunciador.

    El discurso zapatista constituye su destinatario en la sociedad civil. A ella se le presenta una pararrealidad discursiva que busca el cambio de creencias, conductas y actitudes, pero ... no se lo incita a incorporarse al EZLN como tal, ni a tomar las armas: solo se le pide que se exprese, que est de acuerdo con el pedido de paz, democracia y justicia, y que lo haga con verdad de corazn.

    Cuando Marcos enumera su identidad diciendo que es:

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    gay en San Francisco, negro en Sudfrica, chicano en San Isidro, anarquista en Espaa, palestino en Israel, indgena en las calles de San Cristbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judo en Alemania, ombusdman en la Sedena, feminista en los partidos polticos, comunista en la post guerra fra, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, artista sin galera ni portafolios, ama de casa un sbado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier Mxico, guerrillero en Mxico de fin del siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantn en el Zcalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, mdico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el sudeste mexicano.

    est definiendo un destinatario:

    Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos;

    El destinatario del discurso zapatista es todo aqul que carece de poder. As, el discurso zapatista busca constituir un destinatario que es a la vez universal y particular, que excede largamente a los indgenas de Chiapas y que va ms all de Mxico, tratando de alcanzar todos los rincones de un mundo globalizado.

    As tenemos un dispositivo de enunciacin compuesto por el EZLN (Marcos, los pueblos indgenas, el Comit Clandestino Revolucionario Indgena - Comandancia General) como emisor, la sociedad civil - sin poder - como destinatario; el tercero discursivo, lo que se define, lo que se ataca, al que se le destinan actos de habla de advertencia y amenaza, el el poder, el Supremo Gobierno de Mxico.

    1.3 El valor de los signos ideolgicos

    Una y otra vez se repiten los tems lexicales democracia, libertad y justicia consignas y objetivos de la lucha zapatista que reaparecen en casi todos los documentos y, en general, funcionan como su cierre. No son -aparentemente- ni nuevos ni originales.

    Sin embargo, es sabido que el sentido de los signos no se mantiene constante, no estn dados de una vez y para siempre. Cmo se logra esto? Los signos no significan aislados sino en el texto en que aparecen, y a la vez como resultado de toda la produccin discursiva de determinados emisores, personales o institucionales. De acuerdo con los sintagmas en que aparecen, con qu otros signos se los combina o califica, con cules se los compara, contrapone o coordina, los signos adquieren diferente valor. Algunos de los signos, cuando se repiten constantemente a lo largo de una produccin discursiva, se constituyen en los signos ideolgicos caractersticos de ese discurso.[Voloschinov, 1926]

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    1.3.1 Significantes vacos o valor ideolgico de los signos?

    As, podemos decir que justicia-libertad-democracia son signos ideolgicos del discurso zapatista. Es lcito preguntarnos, entonces, con qu valor aparecen estos signos en los discursos.12 y qu lugar ocupa la produccin zapatista en la red discursiva.

    Preferimos sta a la estrategia propuesta por Laclau (1994, 1996) alrededor del concepto de significante vaco - que l define como aqul que remite a lo que est ausente en una formacin social -. Nosotros consideramos que este enfoque, cuyo mrito principal consiste en evitar el sustancialismo de las categoras polticas, lo hace al precio de renunciar a toda capacidad explicativa. Desde el punto de vista terico, por otra parte, preferimos una interpretacin estricta de Saussure para quien el signo lingstico tiene siempre dos caras: significante y significado, de modo que no puede existir la una sin la otra, y la relacin (arbitraria) entre las dos lo constituyen.

    La arbitrariedad de la relacin entre significado y significante - y, podramos decir, del signo con su referente - impone que cada signo en particular no pueda ser definido positivamente, sino negativamente. El valor de un signo slo puede determinarse por lo que no es: en relacin con los otros signos del sistema; un signo posee la caracterstica de ser - de poseer el valor - que los otros no tienen. El signo democracia, por ejemplo, tiene el valor de no ser autocracia, aristocracia, dictadura, monarqua (si este fuera la parte del sistema relacionadas con el concepto formas de gobierno).

    Un significante est conformado por fonemas que remiten a su imagen acstica; un significante sin significado, simplemente no existe. Dentro de un enunciado concreto, de un hecho de habla, efectivamente producido, el signo adquiere un sentido particular, que actualiza su significado constante (que es el ahistrico, el del diccionario, el de la lengua). Si un significante vaco remitiera a un ausente en la formacin social pasible de ser llenado, tendra el valor negativo de ser lo que los otros signos no son, es decir no puede estar vaco de significado pues ya est definido como ausente. Si pudiera arbitrariamente ser llenado, simplemente estaramos en el caso - habitual - en que un signo no tiene el mismo sentido para todos los miembros de una comunidad lingstica en un momento determinado. Hogar, por ejemplo, tiene el mismo valor para todos los miembros de una comunidad (no es una escuela, una legislatura, un comercio, un gimnasio, aunque el referente pueda ser diferente: para algunos ser un chalet con piscina, para otros un departamento de 150 metros, para otros una modesta cabaa de 50 metros, para otros una choza en una villa; pero ninguno que tenga algn tipo de estos hogares es un homeless, que es aqul al que le falta un hogar.

    12 Menndez y Raiter, 1986

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    El encuadre que adoptamos nos dota de una cierta capacidad analtica de los discursos especficos y de los procesos por los que transitan, que son sociales e histricos, no textos sueltos recolectados por un analista, sino producciones semiticas, significativas en la comunidad que los produjo.

    1.3.2 Democracia, libertad, justicia

    En el discurso zapatista el valor del signo democracia aparece incluso definido explcitamente una declaracin del CCRI - CG que es a la vez un excelente ejemplo de la produccin discursiva zapatista. Democracia significa mandar obedeciendo por oposicin a mandar mandando.

    Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los ms se hiciera comn en el corazn de los hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que deba andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razn de la gente, el corazn que mandaba deba cambiar por otro que obedeciera. As naci nuestra fuerza en la montaa, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazn comn de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara, y esa palabra nombr ' democracia' este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras. Los que en la noche andan hablaron: Y vemos que este camino de gobierno que nombramos no es ya camino para los ms, vemos que son los menos los que ahora mandan y mandan sin obedecer, mandan mandando. Y entre los menos se pasan el poder de mando, sin escuchar a los ms, mandan mandando los menos, sin obedecer el mando de los ms. Sin razn mandan los menos, la palabra que viene de lejos dice que mandan sin democracia, sin mando del pueblo, y vemos que esta sinrazn de los que mandan mandando es la que conduce el andar de nuestro dolor y la que alimenta la pena de nuestros muertos. Y vemos que los que mandan mandando deben irse lejos para que haya otra vez razn y verdad en nuestro suelo. Y vemos que hay que cambiar y que manden los que mandan obedeciendo, y vemos que esa palabra que viene de lejos para nombrar la razn de gobierno, democracia, es buena para los ms y para los menos. (175, Declaracin, mandar obedeciendo, CCRI-CG).

    El contexto en que esta definicin se produce (por primera vez, luego es repetida en muchos documentos) es una suerte de relato mtico sobre los orgenes, en el que se describe la reunin de aquellos que siempre creyeron en

    que la voluntad de los ms se hiciera comn en el corazn de los hombres y mujeres de mando

    que descubrieron una palabra

    que viene de lejos; democracia,

    de la mano de

    los que en la noche andan

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    (el grupo guerrillero, sus antepasados, ambos,? el texto mantiene siempre la ambigedad y el sobreentendido).

    Mandar obedeciendo queda as como atributo del emisor, y mandar mandando es el valor que el tercero discursivo (el supremo gobierno, el neoliberalismo) da a ese signo homfono.

    Porque el valor que adquiere aqu democracia no es otro que el de la ruptura radical, una relacin poltica nueva que no puede ser asimilada por la lgica dominante, pero tampoco por las concepciones tradicionales de la izquierda. Socialismo, capitalismo, socialdemocracia son presentados como sistemas o rumbos a decidir. entre todos, no como presupuestos programticos o ideolgicos.

    Por suicidio o fusilamiento, la muerte del actual sistema poltico mexicano es condicin necesaria, aunque no suficiente, del trnsito a la democracia en nuestro pas. (...) Nacer una relacin poltica nueva. Una nueva poltica cuya base no sea la confrontacin entre organizaciones polticas entre s, sino la confrontacin de sus propuestas polticas con las distintas clases sociales, pues del apoyo REAL de esta nueva relacin poltica, las distintas propuestas del sistema y rumbo (socialismo, capitalismo, socialdemocracia, etctera) debern convencer a la mayora de la Nacin de que su propuesta es la mejor para el pas. (273, Segunda Declaracin de la Selva Lacandona).

    El valor de democracia, por otra parte, no se agota en un programa, alude a una prctica social en funcionamiento, con sus tiempos y modalidades de decisin. Explica y a la vez fundamenta en los relatos zapatistas, las tcticas polticas adoptadas, la decisin de la guerra, las condiciones del proceso de negociacin con el gobierno, etc.

    Los hombres y las mujeres y los nios se reunieron en la escuela de la comunidad para ver en su corazn si es la hora de empezar la guerra para la libertad y se separaron los 3 grupos, o sea las mujeres, los nios y los hombres para discutir y ya luego nos reunimos otra vez en la escuelita y lleg a su pensamiento en la mayora que ya se empiece la guerra porque Mxico ya se est vendiendo con los extranjeros y el hambre pasa pero no pasa que ya no somos Mexicanos y en el acuerdo llegaron 12 hombres y 23 mujeres y 8 nios que ya tienen bueno su pensamiento y firmaron los que saben y los que no ponen su dedo (pg. 241, citando un acta de acuerdo anterior al alzamiento)

    Tenemos ahora la obligacin de reflexionar bien lo que sus palabras dicen. Debemos ahora hablar al corazn colectivo que nos manda (187, declaracin del fin del dilogo).13

    La fortaleza de la cadena sintagmtica democracia-libertad-justicia (a veces denominada trptico) aumenta el efecto, el sentido de ruptura.

    13 Ver tambin para la descripcin de esta democracia asamblearia en relacin a la cuestin de la respuesta al dilogo: informe de marcos, 24 de febrero, (168 y sg) y el comunicado de CCRI-CG sobre el resultado de la consulta del 10 de junio, (pg. 257 y sg.)

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    La libertad aparece siempre asociada a la democracia porque se asimila al derecho elemental de decidir. Libertad no es otra cosa que no sujecin a otras decisiones de las colectivas, tomadas en la comunidad, al punto que el EZLN fundamenta que no pretende tomar el poder en Mxico, porque sera imponer su decisin a otras organizaciones comunitarias, que se veran as privadas de su libertad de decidir. Libertad tampoco remite exclusivamente a un atributo autnomo de las personas sino de la comunidad.

    La justicia? Es la garanta del autogobierno y como tal se exige justicia indgena: no solo derogacin del Cdigo Penal de Chiapas, sino que la comunidad acte como juez, sin jueces ni abogados profesionales, sin divisin de poderes.

    Adems est presente en sentido esencialista expuesto como autoevidente: no es justo que no haya electricidad en un estado que la produce, tampoco que se mueran las mujeres porque no hay clnicas para partos; son necesarios precios justos para los productos del campesino y las artesanas de las mujeres; la existencia de hospitales, de maestros...

    De este modo, Camacho Sols, delegado del supremo gobierno en las negociaciones de paz, no puede atender a la demanda de justicia que solicitan los delegados zapatistas en la mesa del dilogo, porque en todo caso - como emisor del poder constituido - no puede ofrecer justicia sino solamente sujecin a las leyes; como mxima concesin juicios o amnista para los que portan armas, es decir sujecin a las leyes del Estado Mexicano (leyes que seran anti - indgenas), que no tienen, por lo tanto, el valor de legtimas para los indgenas chiapanecos.

    El valor del signos democracia, libertad y justicia, es diferente entre los sistemas de referencias del zapatismo, y del neoliberalismo; el sentido que tomar ese signo en una u otra produccin discursiva es entonces tambin necesariamente diferente; pero jams estar vaco.

    Junto a los ecos rousseaunianos que asocian la verdad de corazn con la democracia como libertad positiva, o todava ms antiguos como las referencias premodernas a los precios justos, estn presentes otros de resonancias modernas. El agente de (los signos ideolgicos) {democracia-libertad-justicia} es la sociedad civil que, asimilada al pueblo, constituye la mltiple y plural depositaria de la soberana. De una soberana que aqu excede el mbito nacional. Pero en el discurso zapatista adquiere tambin su valor ideolgico distintivo: la sociedad civil es ajena, casi opuesta al gobierno, al estado, y a los partidos polticos, y ajena incluso al EZLN mismo, porque ste no pretende representarla. Pero si la sociedad civil es la verdadera portadora y forjadora de la democracia - libertad - justicia, lo es tambin en un sentido posmoderno: est constituida por una pluralidad de sujetos que excede sin embargo la fijacin o el anclaje territorial o social. Estas consideraciones nos llevan a la formulacin de nuestra segunda tesis.

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    2. Segunda Tesis. El discurso zapatista es un discurso situado en una red discursiva que se desarrolla en el campo cultural del capitalismo tardo como oposicin al discurso dominante. Asume as algunos rasgos de la llamada condicin posmoderna pero lo hace con eficacia crtica.

    Si entendemos al postmodernismo como la lgica cultural del capitalismo tardo hay un modo, casi obvio, en el que el discurso zapatista podra ser calificado de postmoderno: pertenecera esa lgica cultural, de la que nadie ni an los anti-postmodernos pueden permanecer al margen.14 Es que, como dijo el Sub, las cosas cambian15 y - decimos nosotros - la forma de nombrarlas tambin. Sin embargo, hay un sentido en el que la cuestin no es banal y es la de preguntarse por el lugar que ocupa en la formacin discursiva posmoderna de los 90 la produccin zapatista.

    Lo radicalmente nuevo del discurso zapatista es, tambin, el lugar que pretende ocupar en la red discursiva actual, es decir, en el conjunto de referencias sociosemiticas vigente. Una red discursiva est formada por todos los discursos que, manteniendo esas referencias, responden, critican, afirman total o parcialmente, discursos anteriores. Una red discursiva no es homognea: el discurso dominante16 es la parte de las referencias de una red, que establece las condiciones para construir la verosimilitud, dentro de sta; determina un eje que califica a los otros discursos como opositores, marginales, aliados, pornogrficos, policiales, periodsticos, acadmicos, verdaderos, falsos etc., por la distancia que toman con respecto a ese eje que el dominante establece.

    El discurso zapatista rompe violentamente el cerco que el discurso dominante de los 90, neoliberal y modernizador, impone al discurso clsico de la izquierda. En efecto, el discurso dominante actual otorga al discurso de la izquierda un lugar en la red discursiva que lo ubica en un lugar marginal, nostlgico y minoritario. Desde ese lugar acompaa - cumpliendo el rol de un opositor (como el discurso opositor del discurso neoliberal) - al sistema de referencias impuesto por los signos ideolgicos del neoliberalismo. Con estos discurso debe competir el zapatista: con el dominante y los opositores, calificados desde el dominante como inverosmiles y en retroceso: el socialdemcrata, el de la izquierda tradicional, el de la lucha antiimperialista.

    Debido a este nuevo contexto discursivo es que el zapatismo no es (como lo hubiera sido seguramente en 1970) foquista ni insurreccional, aunque est armado, ni rousseauniano aunque se funde en la soberana del pueblo, ni gramsciano, aunque mencione a la sociedad civil, ni nacionalista ni internacionalista, aunque vacilen permanentemente en autodenominarse como indgenas de Mxico o en Mxico, son...zapatistas. Es un discurso que utiliza formas - y presenta rasgos - posmodernos (como exaltacin de las diferencias y la apelacin a diversas

    14 Jameson, 1984 15 Reportaje Pagina 12. 12/9/95 16 [Raiter; 1989

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    minoras oprimidas, no solo de clase o nacionales, como mostramos ms arriba) con lo que logra ser no nostlgico, no ocupar el lugar asignado, y as disputar por otro. Esa disputa est sin embargo bien alejada del nihilismo posmoderno:

    Fuimos muchos los que quemamos nuestras naves esa madrugada del primero de enero y asumimos este pesado andar con un pasamontaas amordazando nuestro rostro (...) La toma del poder? No, apenas algo ms difcil: un mundo nuevo. (125, carta del subcomandante Marcos a Gaspar Morquecho)

    Sin embargo, insistimos, el discurso zapatista construye sus condiciones de verosimilitud asumiendo formalmente la llamada condicin cultural posmoderna. Ya hemos sealado algunos de esos rasgos: la multiplicidad plural de los sujetos que constituye como sus destinatarios; aunque buscan la universalidad en la constitucin de un sujeto irreductiblemente opuesto al Poder, en la renovacin del gnero del discurso pblico con una atmsfera de realismo mgico en la que renen viejos y nuevos relatos para dar nuevos valores a viejos signos ideolgicos que los preceden. Y se podran incluso sealar otros: el tono irnico, la falta de solemnidad, el reconocimiento de la incertidumbre de no poseer soluciones totalizadoras...Salvo las esenciales, no negociables: democracia - libertad - justicia.

    Al mismo tiempo se propone como su crtica irreductible y radical: el TLC o NAFTA es injusto porque no lo votamos nosotros y no nos tuvieron en cuenta (y no slo ni principalmente porque nos perjudique); las costumbres y al modo de hacer poltica de los partidos y organizaciones gremiales y polticas consolidadas son implacablemente denunciadas , el carcter monolinge del gobierno es contrapuesto feroz e irnicamente a la pluridialectalidad de su fuerza propia. El ejercicio tenaz de una poltica de la presencia; porque aqu estamos y no pueden ignorarnos, como ellos no ignoran al Supremo Gobierno, al PRD o la Federacin estudiantil constituye su tctica y su estrategia.

    No piden ser escuchados, simplemente hablan; construyen su propio Aguascalientes. El slo hecho de su presencia armada en el sudeste mexicano, sin hostigar al Ejrcito Federal, sin impedir las elecciones u otra decisin del gobierno central pone de manifiesto una concepcin del poder como productividad. La paciencia e irona, recursos para analizar sus propias acciones desde afuera, da lugar a una autoreflexin que les permite hasta admitir la posibilidad de una derrota.

    Todos estos rasgos los alejan de las estrategias clsicas, pero instalan su voz en las contradicciones insalvables del capitalismo tardo: las de la exclusin y la marginacin. La sensibilidad y uso de la funcin potica del lenguaje, que los aleja tanto del racionalismo como del consignismo vaco, junto con una esforzada poltica de comunicacin hacia el exterior, suponen ese lugar. Sin embargo, lejos de alejarse de los grandes relatos, en todo caso estos vuelven de la mano de los viejos relatos enriquecidos por las complejas formas del realismo

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    mgico. Los signos ideolgicos son modernos en la tradicin de democracia como soberana, pero estn anclados en una tradicin mtica y comunitaria en la que individuo y comunidad conforman sujetos que se presuponen mutuamente sin por eso anularse, resultando as a la vez ms esencialista y ms universalista.

    No se limita a criticar el valor que el discurso neoliberal otorga a sus propios signos ideolgicos, sino que pone en duda la verosimilitud misma del discurso neoliberal, su sistema de referencias, llegando al punto de poner en cuestin la misma concepcin del tiempo. Un tiempo circular donde el legendario Votn Zapata y el EZLN se confunden:

    Desde la hora primera de esta larga noche en que morimos, dicen nuestros ms lejanos abuelos, hubo quien recogi nuestro dolor y nuestro olvido. Hubo un hombre que, caminando su palabra desde lejos, a nuestra montaa lleg y habl con la lengua de los hombres y las mujeres verdaderos. Era y no era de esta tierra su paso, en la boca de los muertos nuestros, en la voz de los sabedores ancianos, camin su palabra de l hasta el corazn nuestro. Hubo y hay, hermanos, quien siendo y no siendo semilla de estos suelos a la montaa lleg, muriendo, para vivir de nuevo, hermanos, vivi muriendo el corazn de este paso propio y ajeno cuando casa hizo en la montaa de nocturno techo. Fue y es su nombre en las nombradas cosas. Se detiene y camina en nuestro dolor su palabra tierna. Es y no es en estas tierras: Votn Zapata, guardin y corazn del pueblo...

    ...Tom nombre en nuestro andar sin nombre, rostro tom en los sin rostro, cielo en la montaa es Votn, guardin y corazn del pueblo. Y nuestro camino innominable y sin rostro, nombre tom en nosotros, Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional. (Votn Zapata, 11 de abril 1994, pg. 211)

    Los zapatistas por un lado, y el supremo gobierno y los hacendados por el otro, han sido producidos en dos momentos mtico - histricos diferentes por los dioses: como hombres de maz y como hombres de madera, respectivamente. El discurso zapatista adquiere as - en trminos de Wittgenstein - un aire de familia que lo emparenta con el Espartaco de Howard Fast, con Todas las sangres, de Arguedas, con Manuel Scorza, con Azuela, con Bartolom de las Casas... con Emiliano Zapata. Muestra la permanencia de una formacin ideolgica (Pcheux, 1969) que atraviesa las (hipotticas) formaciones discursivas modernas y posmodernas: las voces de las vctimas, de los que hoy solo concurren al mercado como mercanca, si tienen esa suerte, de los dominados de ayer y de hoy.

    3- Tercera tesis. La red de acciones y discursos en la que se inscribe coloca al discurso zapatista en condiciones de luchar por constituirse en un discurso emergente.

    Cuando los zapatistas deciden no apoyar al PRD fundamentan su actitud en que si bien le reconocen el carcter de opositores al PRI y al gobierno, tambin encuentran que tienen el mismo sistema de caudillos, caciques o punteros; es decir, no toman decisiones en y con la comunidad, sino, en el mejor de los casos, en un colectivo de dirigentes. El EZLN puede negociar con el supremo gobierno de igual a igual precisamente porque no son iguales;

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    admiten que el PRD es opositor dentro del rgimen institucional que consagr (an con fraude) al supremo gobierno, pero eso no es tan importante cuando los mtodos son idnticos. EL EZLN no es una oposicin que legaliza - como el PRD - al parlamento y a los actos eleccionarios; el PRD es la oposicin legal del estado, mientras que el EZLN no acepta la legalidad del Estado en lo que a Chiapas se refiere y en lo que todo Mxico sufre; tampoco aceptan como legtima cualquier decisin que tome el supremo gobierno sin consultarles y que los afecte como pueblo; no legalizan su voz negando o discutiendo la de otros, sino imponiendo la propia porque surge del corazn. Tienen voz porque los hombres de maz la tienen desde que los dioses desistieran de construir hombres de oro y de madera. Tienen derecho a trabajar la tierra porque sta es su obligacin; no pueden poseerla, porque la tierra no se posee para comprarla o venderla, porque que fue dada por los dioses slo para trabajarla 17. No se trata solo de ocupar un lugar - opositor, izquierda, nacionalista - sino de su disputa y cuestionamiento a las reglas constitutivas (Searle, 1969; Habermas, 1985) lo que les permite ser y no estar solamente.

    Un discurso emergente (Gimnez Montiel, 1983) es aquel que disputa y cambia las referencias sociosemiticas de la red en que aparece, inaugurando, entonces, una nueva. Es un discurso que aparece perteneciendo a la red - de lo contrario no sera verosmil - es decir, retoma los signos presentes. Al mismo tiempo cuestiona los valores existentes, por eso es que es posible que luche por imponer otros nuevos. Es decir, resume los signos existentes hasta el momento, les otorga un valor diferente, y a partir de esos nuevos valores construye un nueva pararrealidad discursiva. La fuerza del cuestionamiento es tal que obliga a los otros discursos a responder a esta nueva pararrealidad, con lo que un nuevo sistema de referencias es impuesto. Un discurso logra esta condicin y pasa a convertirse en emergente cuando el discurso dominante no puede calificarlo de ningn modo (como dijimos el discurso zapatista no es foquista, vanguardista, de izquierda nostlgica ni indigenista) pero -como el emergente le cuestiona no su carcter de dominante, sino el sistema de referencias mismo - el dominante debe responder, perdiendo as su iniciativa discursiva en manos, en las palabras del nuevo discurso.

    Desde nuestro punto de vista, creemos haber demostrado que el discurso zapatista realiza la primer operacin; ha conquistado el lugar del poder decir y lo defiende; ha conquistado la posibilidad de convertirse en discurso emergente - como fue el caso de los discursos de liberacin nacional en los 60 y comienzos de los 70. Lo lograr? En buena parte depende precisamente de los otros, de que sus destinatarios plurales tambin puedan articular sus propios discursos con la misma verdad en su corazn. Slo as el discurso neoliberal se ver

    17 . Nos remitimos aqu nuevamente a Burbach quien explica la ley que admite la comercializacin de tierras comunales, luego de aos de estar retiradas del mercado de compraventa por la constitucin. De ese modo se une lo mtico con lo especfico y actual. Ver tambin Zibecci.

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    obligado a responder. Esta segunda operacin no puede ser garantizada a priori desde el anlisis lingstico de su discurso. Los zapatistas an pueden ser callados. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    Arguedas, J.M. (1970) Todas las sangres. Buenos Aires. Losada Burbach, R. (1994) Roots of the Postmodern Rebellion in Chiapas in New Left Review N 205, May/June 1994 Dbray, R. (1993) L' tat sducteur. Les rvolutions mdiologiques du puvoir. Paris. Gallimard. El estado seductor. Buenos Aires, Manantial, 1995 Dbray, R. (1996) A Guerrilla with a Difference en New left review N 218 July/August 1996 . Ducrot, O. (1972) Dire et en pas dire. Paris. Hermann. Edelman, M. (1988) Constructing the Political Spectacle. Chicago. The University of Chicago Press Fast, H. Spartacus. Buenos Aires, Siglo XX, 1985 Foucault, M. (1971) L ordre du Discours. Pars. Gallimard Gimnez Montiel, G. (1983) La controversia ideolgica en torno al VI informe de Jos Lpez Portillo. Ensayo de anlisis argumentativo, en Discurso. Cuadernos de Teora y Anlisis, N 1, UNAM, Mxico Gouldner, Alvin, The dialectic of Ideology and Techonology La dialctica de la ideologa y la tecnologa Habermas, J. (1984) Theory of Communicative Action, vols. 1 & 2, trans. T. McCarthy. London Heinemann Holloway, J. (1996) El primer da del ltimo ao en Dialektica, Ao 5 num. 8, Buenos Aires Hymes, D. (1974a) Foundations in Sociolinguistics. Philadelphia, Pennsylvania UP Jakobson, R. (1961) Concluding statement: linguistics and Poetics in T. Sebeok (ed) Style in Language. Cambridge, Mass. The MIT Press Jameson, Fredric;(1984) El posmodernismo como lgica cultural del Capitalismo tardo. Ensayos sobre el postmodernismos, Ediciones Imago Mundi, Buenos Aires. 1991. Laclau, E. (1994) Por qu los significantes vacos son importantes en poltica? en Emancipacin y diferencia. Buenos Aires, Ariel, 1996 Lavandera, B. (1984) Variacin y Significado. Buenos Aires. Hachette Luckacs, G. (1945) Ensayos sobre el realismo. Buenos Aires, Siglo XX, 1965 Pcheux, M. (1969) Hacia el anlisis automtico del discurso. Madrid, Gredos, 1978 Raiter, A. (1989) Dominacin y discurso en Margen Izquierdo, Ao 1 num.1 Buenos Aires Raiter, A. (1996) Posibilidades y lmites del discurso poltico. El caso EZLN. en Dialktica, ao5 num. 8, Buenos Aires Raiter, A. y Menndez, S.M. (1986) El desplazamiento de un signo ideolgico (Anlisis lingstico del discurso poltico) en Filologa XXI, 2 Raiter, A. y Muoz, I. El discurso zapatista, un discurso emergente? en Perisferias .Ao 1 num 1. Buenos Aires Searle, J. (1969) Speech Acts: an Essay in the Philosophy of Language. Cambridge and New York, Cambridge Universuty Press Sigal, S y Vern, E. (1985) Pern o Muerte. Los fundamentos discursivos de la enunciacin peronista. Buenos Aires, Legasa

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