QUINTA PARTE PIJA

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[imagen: colaboración especial de DOLO] PARTE CINCO 1 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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[imagen: colaboración especial de DOLO]

PARTE CINCO

1 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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De pronto...

E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

Ahhhhhhhhhhhhhhhhh.

M_ Mierda.

V_ Joder.

Salieron corriendo hacia donde los gritos de Esther

provenían.

Al llegar se detuvieron en seco, ante ellos el horror

humano que pensaban habían sido afortunados de no

encontrar, Esther estaba pálida con sus ojos abiertos como

platos, observando como en el suelo yacían cuerpos de

hombres, mujeres de todas las edades, niños, nadie se

atrevía a dar un solo paso ante la barbarie que habían

encontrado. Fue Yildas, el primero en pasar, el primero en

mirar con sus ojos rasgados, con la rabia marcada en sus

mandíbulas, con el fusil apretado en su mano, después

Vilches quien con pasos temerosos se acercó hasta él,

mientras Maca acunaba a una Esther que había roto a llorar

sobre su pecho.

V_ Miremos a ver si hay supervivientes –esa voz queda, no

parecía la suya, ese gesto de horror marcaba en su rostro

arrugas nuevas.

Z_ Están muy fríos ziku –Zulú se agachó para tocar al

hombre que yacía envuelto en sangre.

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V_ Imposible que haya sobrevivido nadie –miraba desolado

alrededor.

M_ Vamos a estar seguros Vilches, venga Esther quédate

aquí –le dijo con la voz suave tratando de acunarla con ella.

E_ No, voy con vosotros –se secaba los ojos, subía sus

mocos.

V_ Deben estar muertos más de veinticuatro horas.

M_ De todos modos… asegurémonos.

V_ Voy a dar el aviso –seguía teniendo ese tono de voz

totalmente roto.

Z_ Mwasi no hay vivos –le dijo mientras Yildas seguía con la

exploración.

M_ Han hecho bien el trabajo –miraba alrededor

encontrando en cada cuerpo una señal de extrema

violencia.

Y_ Nadie.

E_ Dios mío… los niños Maca –su gesto volvió a teñirse en

tenebroso.

M_ Lo sé cariño, lo sé –dijo tan abatida como ella.

Z_ Mwasis marchar, nosotros arreglar no ver más –les dijo

Zulú mientras junto a Yildas se marchaban al camión, allí

siempre llevaban utensilios que les facilitaban la labor-.

Ahora volver.

M_ Está bien… vamos Esther.

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E_ No lo entiendo –murmuró con su gesto todavía repleto

de perplejidad, rabia y descorazonamiento.

M_ Venga vamos… no hacemos nada aquí cariño –estiró

suavemente de su brazo para llevársela.

E_ Al menos, recemos por sus almas Maca.

M_ Esther… vamos –la miró entristecida entendiendo su

dolor.

E_ Espera –la detuvo en seco-. ¿Has oído eso?

M_ ¿El qué?, no oigo nada –la miraba con el ceño fruncido.

E_ He escuchado algo por allí –señaló hacia un lado donde

habían varios cuerpos.

M_ No escucho nada, venga eso es la sugestión cariño –le

dijo con dulzura mientras ponía atención-. No se oye nada.

E_ Estoy segura Maca que he escuchado algo por ahí –sin

más se dirigió hasta donde creía haber escuchado algo.

Mientras sobre el capó de la cafetera, Vilches trataba

de situarse para dar las coordenadas exactas a Dávila,

debían formalizar la denuncia de una nueva masacre, de

una nueva aberración contra la humanidad. Estaba en ello

cuando vio como Zulú y Yildas llegaban con gesto serio

profundamente afectados por lo que habían tenido que

soportar.

V_ ¿Y Maca?

Z_ Se quedó.

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V_ ¿Hay algún superviviente? –lo miró con el ceño fruncido.

Z_ No ziku.

V_ De acuerdo. No quiero quedarme mucho tiempo aquí, no

sé si estén cerca celebrando aún la matanza.

Y_ Nosotros quedar.

V_ No, nos vamos todos, voy a avisar a Dávila,

desgraciadamente no podemos hacer nada.

Mientras los hombres bajaban los utensilios del

camión, y Vilches trataba de ponerse en contacto con

Dávila, Esther había salido corriendo sin saber muy bien si

lo que había escuchado era real o no. Maca lo hizo tras ella,

miraban a su alrededor buscando algo que ninguna sabía

que era, trataban de no mirar las caras del horror, las

heridas abiertas, la sangre, las barbaridades más atroces

nunca vistas para Esther y ya alguna que otra vez vividas

por Maca.

M_ Esther no escucho nada –la miraba intensamente

escuchando el silencio.

E_ Juraría que si –se rascaba la frente desesperada con

ansias de poder saber que era aquello que había llamado su

atención.

M_ Será un animal… vamonos de aquí venga –pero de

pronto se detuvo en seco-. Espera.

E_ De allí –señaló unos metros más hacia delante.

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M_ Corre –llegaron adonde varias mujeres yacían en el

suelo con heridas por todo el cuerpo, sangre saliendo de

sus entrañas, supuestamente violadas con tal salvajismo

que a las dos les entraron arcadas al verlas allí. Maca

quería escapar llevarse lejos a Esther pero quería saber que

era aquello. Al poner atención definitivamente supo de

donde venía aquel leve sonido-. Es aquí.

E_ Dios mío Maca… mira… -Maca puso gesto mezclado

entre espanto y asombro-. Es un… es un bebé –susurró

mientras se agachaban y retiraban la mano de la madre,

que lo tenía aferrado a su cuerpo y con la ropa con la que

seguramente en la agonía de su vida había cubierto a su

hijo. Esther impactada murmuró con total énfasis-. Dios…

M_ Esther está vivo… débil pero vivo… esta totalmente

hipotérmico… rápido avisa a Vilches, necesitamos abrigarlo,

ponerle una vía… rápido Esther –se dispararon sus nervios.

E_ ¡Vilches… Vilches! –llegó llamándolo desesperada tras

una carrera en la que hubo algún tropezón pero llego sana

y salva hasta la cafetera.

V_ Adiós Dávila –colgó y entonces la vio descompuesta

como sacaba su maletín-. ¿Qué pasa?, ¿qué haces?

E_ Un bebé, Vilches… un bebé rápido.

V_ Joder… Zulú.. Yildas… vigilar… no os mováis de aquí, los

militares están avisados llegan decía gritando- ¿Cómo está?

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M_ Hay que estabilizarla, es niña, tiene hipotermia de estar

con la madre muerta –le tocaba las pulsaciones y revisaba

posibles heridas.

V_ Hay que salir de aquí Maca… este silencio no me gusta.

M_ Vale… -cogió a la niña en brazos acercándola a su

pecho.

V_ ¡Rápido al camión, vamonos de aquí! –gritaba a los

hombres que suponían que algo les había dicho Dávila y

actuaron rápidamente.

E_ Espera…

V_ No puedo esperar Esther –subió las ventanillas

arrancando la cafetera entre ruidos y quejidos.

M_ Vilches tiene que ponerle la vía.

E_ Ya… ya –decía algo alterada, la niña rompió a llorar

aunque había acertado a la primera ante el gesto

complaciente de Maca-. ¿Qué le pongo?

M_ Ponle salino, y la manta hipotérmica que está detrás.

E_ Si… -con rapidez sacó un suero y lo conectó a la

pequeña aguja que había puesto en la vena de la niña,

abriendo el gotero con cuidado para que no entrara

demasiado rápido-. Esto ya está.

M_ Dame, yo sujeto el gotero.

E_ Si… -le dio el gotero poniéndose a gatas sobre el asiento

y sacando como pudo la manta.

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M_ Avisa a Teresa Vilches, que vamos con la niña, que

preparen la cama del hospital y… espera… no… -se detuvo

con gesto pensativo mientras Esther le ponía la manta-.

Dile que su viejo calefactor lo ponga en nuestra cabaña,

que trate de que esté lo más caliente posible, que ponga

agua a calentar… y alguna manta en el cama.

V_ Bien –dijo mirando por el espejo retrovisor con el miedo

en el cuerpo, como si de entre la maleza intensa pudieran

salir con sus fusiles los guerrilleros que habían cometido tan

salvaje acto.

E_ Pobrecita Maca… mira que pequeña es –le decía

mientras Vilches hablaba con Teresa y Esther tapaba a la

pequeña frotando sus pequeños bracitos.

M_ Si… está en bastante buen estado Esther –decía

mientras la palpaba-. Creo que la madre la escondió, esos

salvajes no hubieran tenido escrúpulos en asesinarla

también.

E_ No puedo borrar las imágenes Maca… los niños…

M_ Lo sé… nunca te acostumbras –oían como Teresa

rogaba a Dios por la niña-. Tranquila ¿si? –le acarició la

cara.

E_ Sí…

M_ Vale –resopló porque aunque la niña tuviera frío, ella

estaba muerta de calor con la manta.

V_ ¿Cómo va Maca?

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M_ Bien… creo que saldrá adelante, está hambrienta me

busca la teta.

V_ De acuerdo… se nos está echando la noche encima…

-susurró alterado.

E_ Mira como abre los ojos Maca –dijo omitiendo el

comentario y el tono de temor de Vilches.

M_ Si –sonrió mirando a la pequeña.

El camino se les hizo largo, cuando tan solo les

separaban veinte minutos de la aldea, al ver que se

asomaba con su vieja y destartalada muralla de protección,

Vilches respiró tranquilo. En el interior todo estaba

preparado para recibirlos, y sobre todo la rapidez con la que

Maca, salió del coche mientras Esther llevaba el gotero y

entraban con la pequeña a la cabaña, hizo que las mujeres

expresaran a la vez un “oh” de emoción.

M_ Ayúdanos Teresa.

T_ Si… que criaturita más mona… que pequeñita –decía

emocionada.

M_ Si, Esther dame el fonendo por favor, quiero asegurarme

de que va mejorando.

E_ Toma –la miraba con una expresión enternecida.

T_ ¿No había nadie más vivo? –les preguntó mirándolas

alternativamente.

M_ No, una barbarie más de esos hijos de perra.

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E_ Se nota el calor –dijo sudando mientras se quitaba la

camisa quedándose con la interior blanca que llevaba de

tirantes.

M_ Le hará bien… eso es pequeña… a ver…

E_ Lleva sangre.

M_ Si pero es de la madre ya la había visto antes no tiene

herida alguna –la habían dejado desnuda revisando todo su

cuerpo.

T_ Nsona cariño… trae agua caliente para lavarla, eso le

ayudará.

M_ Creo que la hemos estabilizado, va subiendo su

temperatura.

T_ Claro estaba helada, voy a por el agua y a ver si

podemos darle un poquito de leche.

E_ Pobrecita… mira… tiembla, necesita el calor humano,

cariño ¿por qué no la abrazas?

M_ Si… igual sí ¿no?

E_ Claro –la miraba sonriente entendiendo su respeto-. Le

hará bien.

M_ Espera voy a quitarme esto, me doy una ducha rápida y

vengo. No la pierdas de vista.

Fuera esperaba un desquiciado Vilches, al ver salir a

Teresa corriendo se fue tras ella hasta la cocina donde

estaba Bárbara preparando cosas para la niña.

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V_ Teresa… de momento no vamos a decir nada ¿vale?

T_ Me parece correcto aunque creo que la niña va a salir

adelante. ¿Esto ya está Bárbara?

Ba_ Sí my darling.

T_ Bien, Lula por favor ordeña a la vaca.

Lu_ Si mami.

V_ Que hijos de puta Teresa… que hijos de puta –repetía sin

cesar-. Han arrasado con todos, con todos.

T_ No sé cuando va a parar esto.

V_ Los hemos tenido cerca Teresa, y para mí, que estaban

allí, ya sabes que luego disfrutan borrachos brindando por

los muertos.

T_ Vilches por favor –le decía con gesto serio.

V_ ¿Has visto a Maca?

T_ Sí, la he visto.

V_ No le vamos a decir nada a Dávila –Teresa lo miró seria,

suspiró y le sonrió acariciándole la barba con gesto

cariñoso.

Ba_ Hay algo en esta aldea que atrae Vilches –él la miró

serio bebiendo un vaso de agua-. Y ese algo es el cariño

que existe. Enorme cariño.

V_ Si… soy afortunado.

Mientras en la ducha Maca, se daba toda la prisa que

podía, no quería recordar bajo el grifo las imágenes, quería

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quedarse con la niña aferrada a ella, quería pensar que le

iban a salvar la vida y que iba a ser una niña dichosa y feliz.

Volvió rápidamente allí estaba Esther, mirando a la

pequeña tratando de calmar su llanto.

M_ ¿Qué le pasa?

E_ Creo que está reaccionando y tiene hambre –sonreía.

M_ Es pronto aún.

E_ Anda siéntate en la cama.

M_ ¿No quieres tú?

E_ No Maca, no puedo sentarme y necesita calor de una

madre.

M_ Bueno… yo le puedo dar calor, de Pediatra –ponía gesto

algo nervioso.

T_ Ya estoy aquí, a ver el bibe de Nsona, esta preparado,

Lula me ha dado esto para poner en el agua cerca de la

niña, y los hombres van a hacer la danza de la vida esta

noche para fortalecer a los espíritus para que protejan a la

pequeña.

E_ Estupendo así con todo esta pequeña saldrá adelante.

M_ Uf tirita –la abrazaba contra su pecho mirándola con un

gesto tan tierno que los rostros de Teresa y Esther se

volvieron de lo más sentimentales-. Mira como nos miran...

parecen tontas.

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T_ Perdona ¡eh! pero la que parece tonta eres tú... –acercó

uno de los recipientes que habían puesto agua caliente y

dejó caer las gotas del brebaje de Lula-. Ya está.

E_ Voy a ducharme yo.... y esta ropa Teresa la voy a echar

a quemar... creo que llevo impregnado en ella la olor a

muerte –hablaba con el ceño fruncido y con su tono de voz

cargado de dolor.

T_ Muy bien, voy a ver si necesitan algo, os dejo solas.

Ahora en cuanto esté la cena vais a cenar o, mejor, os

traigo aquí algo para que estéis tranquilitas, ¿vale?

M_ De acuerdo –sonrió con gesto dulce.

T_ Hasta luego.

E_ Bueno mi vida... voy a ducharme –se acercó y le dejó un

beso en la frente-. ¡No os vayáis, eh!

M_ Aquí te esperamos, ¿verdad?... venga date prisa que te

echamos ya de menos, ah y frótate bien el colador –

aguantó su risa.

E_ ¿Qué colador? –la miró sin entender.

M_ Tu culito mi vida... tu culito –se reía abiertamente.

E_ Desde luego como te gusta burlarte de mí –se había

puesto en jarras y aunque trataba de no sonreír, no pudo

evitarlo-. Voy a ver a Mona.

M_ Si, pero no tardes...

Esther se giró para salir, pero justo cuando llegó a la

puerta volvió la cabeza de lado, y se encontró con una

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estampa que le hizo temblar de felicidad el corazón, allí

Maca le había dado su dedo a la pequeña que se aferraba a

él, mientras bostezaba, y agitaba sus piernecitas, fue

entonces cuando Maca sintió la presencia de Esther todavía

allí y se miraron, sus ojos mostraron el mismo sentimiento

de felicidad, quizás el mismo pensamiento, quizá la misma

esperanza, pero claramente encontraron el amor recíproco.

Y ambas sonrieron con la misma ternura.

Bajo la ducha Esther pensó tantas y tantas cosas,

sintió tantas y tantas otras, que deseaba salir de allí para

llevarlas a cabo, frotó bien todo su cuerpo, al pasar su

mano por su trasero se quejo sin poderlo evitar, pero de

igual manera una sonrisa marcó su rostro al recordar aquel

colador que le había dicho Maca. Se secaba con ansías y se

vestía toda de Coronel Tapioca, de arriba a bajo, hasta las

sandalias toda ella oliendo a fresco, a colonia que dejaba

rastro en su piel del perfume carísimo como le había dicho

Teresa, y si bien cuando entró lo hizo como si fuera una

pordiosera, al salir, lo hacía como si fuera la Pija Mayor del

Reino de la Selva, tal y como un día le bautizó Maca.

Estaba recogiendo la ropa cuando apareció ante ella

Teresa, por su cara, no debían ser muy buenas noticias las

que le iba a dar al menos, algo que le preocupaba.

E_ ¿Qué pasa? –le preguntó inquieta.

T_ Tu madre está en la radio.

E_ ¿Ahora?

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T_ Sí, Esther, ahora, ¡tú también que cosas tienes! anda ve

yo me encargo de esto.

E_ Joder... quería ir a ver a Mona...

T_ Mona te espera. Ves.

Refunfuñando porque conocía de sobra a su madre, se

fue hasta el hospital, cuando la vio Mona un grito como

tantos suyos llenó la aldea arrancando risas y carcajadas

entre todos, eran dos gotas de agua finalmente lo

admitieron. Vilches que estaba en el despacho le hizo una

señal que se salía para dejarle intimidad pero Esther no le

dejó, con un ademán negativo se sentó frente a la radio, un

suspiro profundísimo a las profundidades de su alma para

tratar de encontrar calma para hablar. Cuando pensó que la

tenía habló.

E_ Hola mamá.

En_ ¡Vaya dichosos los oídos que te escuchan!; estaba por

ir a la Embajada y pedir socorro por ti.

E_ Mamá estoy muy liada, ¿qué quieres? –le dijo cortante

mientras pasaba sus manos por el rostro ante la mirada

furtiva de Vilches.

En_ ¡Qué voy a querer! saber de mi hija ¡te parece poco!,

que me tienes con el alma en vilo, con el corazón en puño.

E_ Mamá por favor... no seas dramática todo está bien –su

tono cansino su mirada perdida en el techo.

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En_ ¿Qué manera es esa de contestarme?, a mí, a tu

madre.

E_ Tengo mucho lío... no puedo estar aquí todo el rato,

estoy bien y ya está.

En_ Ya sé... ya... esos modales te los ha debido enseñar la

maleducada esa con la que hable el otro día.

E_ ¡Mamá! –la riño mientras Vilches se rascaba la barbilla

como si pudiera presagiar tormenta, no solo por el tono de

voz de Esther que cambió sino, por como se irguió en el

asiento-. No te permito que hables así de Maca.

En_ ¿Vas a defenderla a ella?

E_ Sí, mamá, así que mejor dejemos ese tema. Mira todo

llegó bien y te lo agradezco.

En_ Menuda tipeja, ¿y esa quién es?

E_ ¿Quién es? –le preguntó con el gesto muy serio.

En_ Sí, la insensata ésa, la maleducada, aléjate de sus

modales que son vergonzosos.

E_ ¿Quieres saber quién es? –Vilches carraspeó tratando de

frenar el ímpetu que notó en su voz-. A partir de este

momento si tienes que volverme a llamar, procura no

volver a nombrar a Maca de esa manera, porque la

insensata, maleducada y tipeja ésa, es mi mujer ¡te ha

quedado claro! –silencio al otro lado-. ¿Me has escuchado?,

me he casado con ella y es mi mujer, así que si vas a llamar

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para insultarla no me llames, ¿me oyes? –silencio muy pero

que muy espeso al otro lado-. ¿Mamá?

V_ Te la has cargao, si es que eres una bruta –le dijo Vilches

con tono borde.

E_ ¿Mamá estás ahí? –insistió.

En_ Esa boda... ¿esa boda no valdrá aquí, verdad?

E_ ¡Dios! –se golpeó la frente.

En_ ¿Qué van a pensar mis amistades?, ¿te ha picado un

mosquito de esos raros?, ¿qué ha hecho contigo?, tú no

eras así... no... ha debido haber algún tipo de cruce en la

línea –Esther miraba incrédula a un Vilches que permanecía

con el gesto muy serio pero sin poder evitar una mueca de

sonrisa-. Hija... Esther... hija... que alguien a metido algo en

la línea... dime...

E_ Mamá nadie ha metido nada.

V_ Mujer... algo digo yo habrán metido.

E_ ¡Vilches! –lo riñó, trató en un segundo de poder

recomponer su calma para hablar con su madre-. Maca y yo

somos pareja, me siento feliz, soy feliz, no me ha picado

nada para que te quedes tranquila, simplemente me he

enamorado.

En_¡Angustiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!, llama al Samur que me da, que

me daaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

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V_ Vaya... ya sé de donde te vienen los grititos, cosas de

mamá –se burlaba graciosamente tratando de no morir de

un ataque de risa contenido.

E_ ¡Mamá por favor!... mamá... ¡joder! –decía ante los

continuos gritos.

En_ Acabas de matarme hija... tú ¡eso!, acabas de

matarme....

E_ No seas exagerada por favor... haz el favor de

escucharme.

En_ Yo no tengo el porque escucharte... no para eso...

espero que no vuelvas a dirigirme la palabra ¿qué van a

pensar mis amistades?, ¿los socios de tu padre?, no... no...

E_ Mamá.

En_ No vuelvas ¿eh?, si vas a ser eso, no vuelvas.

¡Angustiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaasssssssssssssssssssssss!

E_ ¿No te importa que sea feliz? –le preguntó ofendida.

En_ No puede ser... Angustias falta la pastilla, no la roja no

es la azul, no si me va a dar y ésta estúpida de la sirvienta

que debe ser daltónica ni se entera.

E_ Adiós mamá. ¡Será posible! –dijo tras colgar.

V_ ¿Eso iba de verdad?

E_ ¿El ataque?

V_ No, sé que no, ¿qué no vuelvas?

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E_ Supongo que sí... no sé... –decía decepcionada.

V_ ¿Por qué se lo has dicho?

E_ Porque no soporto que lo único que he ganado en mi

vida, que lo único que me haga feliz, ella lo estropee, Maca

es todo para mí Vilches.

V_ Menuda madre tienes... ¡y encima una criada daltónica!

–decía en chunga como si fuera una barbaridad.

E_ Si –sonreía abiertamente, y entonces su risa paró, lo

miró seria y le dijo-. ¿Podemos hablar un momento en

serio?

V_ Uy, me asustas, tú nunca hablas tan en serio. Venga

dime.

Mientras en la cabaña, Maca miraba a la niña con cara

totalmente entregada a ella, le miraba las manitas, los

deditos perfectos, aquella pequeña nariz, los grandes ojos

que había abierto un par de veces, la perfección de la vida

y sin poderlo evitar sus ojos se llenaron de lagrimas, una

perfección de la vida que no pudo disfrutar, si bien desde

que Esther estaba a su lado el dolor y la rabia por lo que

había perdido, había menguado bastante, en ese momento

en el que aquella niña se aferraba a la vida entre sus brazos

sintió que su alma salía reconfortada, que tenía una vida

que no le pertenecía y que seguramente en el momento

estuviera más fuerte, se encargarían de llevar a cualquier

orfanato para buscarle una familia, pero en aquel segundo

que sus ojos emocionados soltaron una lagrima, sintió la

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felicidad de tenerla en sus brazos. Le besó la frente,

mientras le susurraba.

M_ Trataremos de buscarte una familia que te quiera, y te

dé lo mejor, lo intentaremos cariño...

La puerta se abrió y entraron Teresa y Bárbara con la

cena, ambas demasiado sonrientes, Maca sospechó de

ellas, tras ellas una Esther con el gesto algo más seria, y

por fin Vilches con la mirada dirigida a la niña. Maca seguía

sentada en la cama sobre los almohadones y con la

pequeña en sus brazos.

M_ Vaya... mira cuanta gente... nos viene a visitar –sonrió.

V_ ¿Qué tal va?

M_ Creo que ha parado de temblar y ha hecho pipi.

V_ Eso es buen señal –le quito la sábana con la que Maca la

tenía tapada.

T_ Nsona me manda este pijamita de Mbe, por cierto los

niños quieren venir a ver a la cosa pequeña que ha llegado.

E_ La cosa pequeña... mira que son ricos –decía sonriendo.

Ba_ ¿Y cómo está la babosa Pediatra?

M_ No te pases Bárbara, que aquí mi mujer se puso el culo

como un colador pero a ella se le dan mucho mejor que a

mí.

Ba_ ¿Necesitas cremita? –la miró-. Ya sabes, yo te pongo

crema, tú me pones crema....

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M_ ¡Eh! –le riñó con cara de pocos amigos.

Ba_ ¡Vaya ya aparecieron los celos de la Pediatra! –sonrió

burlonamente ante la sonrisa cómplice de Esther.

V_ Creo que esta pequeña tiene muchas ganas de vivir...

vamos a quitarle el salino, lo que realmente necesita es

leche.

T_ Eso mismo he dicho yo y Nsona dice que la niña se hará

fuerte con leche de Lucero, saldrá de esto.

E_ Yo también lo creo...

V_ Bueno pues nada si las mamis varias lo creen, ¿qué va a

hacer este pobre ziku?

T_ Hacer lo que te decimos.

V_ ¿Esther? –la miró como dándole permiso para que le

quitara el gotero.

E_ Sí. A ver pequeña... no te va a doler... ya lo verás cariño

–le hablaba con ternura.

T_ ¿Tendremos que ponerle un nombre?

E_ Yo había pensado ponerle Esperanza o Milagros –todos la

miraron-. ¿Qué?

M_ Joder cariño... pobrecita... a veces me asombra con lo

pija que eres para unas cosas, lo rara que eres para otras.

E_ ¡Oye! –le riñó.

Ba_ Yo la llamaría Maes –dijo tras dar un bocado a un trozo

de carne.

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E_ ¿Qué significa Maes? –le preguntó mientras le quitaba la

aguja y la niña a penas se quejaba.

T_ ¿Maes?... no lo he oído nunca –apuntaba Teresa

pensativa.

M_ Ni yo –se levantaba para comer mientras la niña se

quedaba tumbadita en la cama con los cuidados de Esther.

Ba_ Maes es el nombre de sus salvadoras, Maca Esther,

Maes...

V_ Original si.

E_ Es verdad –sonrisa amplia-. Bueno Maes... bonito nombre

¿no te parece? –le dio besitos mientras le quitaba el trapo

que efectivamente llevaba mojado.

M_ Pues nada Maes ha hecho pis –dijo con la boca llena-.

¡Qué hambre!

T_ ¡Hija ni que la hubieras parido!

Todos rieron más por el gesto de Maca que por la frase

en sí, Maca siguió comiendo sin parar, mientras Esther se

encargaba de ponerla guapa ante la visita de los niños que

sentían curiosidad por ver a la niña que había llegado, y

todos, pasaron por la cabaña de las mwasis para ver el

encanto de niña que había llegado a la aldea, las

exclamaciones, las sonrisas, los gestos de aceptación de

todos, fueron bien recibidos por las dos mujeres blancas

que se sentían como si realmente alguna de ellas hubiera

traído a la pequeña al mundo. Tras la visita, los hombres

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sacaron el tam-tam, todos se pusieron alrededor de la

hoguera, mientras Maca y Esther observaban a la pequeña

en la cama y los movimientos que hacían fuera, con las

voces de las mujeres pidiendo a los espíritus la protección

para Maes. Finalmente cuando la danza se detuvo,

Massamba se acercó hasta la cabaña, Maca que sabía como

seguía el rito, abrigó a la niña con otra manta térmica que

tenían en el botiquín y se la entregó, después ambas

salieron abrazadas por la cintura admirando y disfrutando el

momento, Massamba cogió a la pequeña en sus grandes

manos, la elevó a la luna y Lula soltó un grito que cruzó el

cielo, y como si el cielo diera el visto bueno, una estrella

fugaz cruzó justo por delante de Maes.

M_ Niña afortunada –susurró Maca.

E_ ¿Por qué? –le preguntó mirándola con la boca abierta.

M_ La estrella fugaz, significa fortuna cuando pides algo, así

que imagino que podremos darle una familia que la acoja y

le dé lo mejor.

E_ Estoy segura que si –apoyó su cabeza en el hombro de

Maca.

M_ Maes –musitó con una sonrisa y sus ojos repletos de

ternura.

E_ Maes Wilson García... no está mal, ¿no? –Maca la miró

algo sorprendida.

Ma_ YAYI KE NGALA NA BENO MWANA (AQUÍ TENÉIS A

VUESTRA HIJA)

23 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 24: QUINTA PARTE PIJA

En la cabaña, Maca esperaba inquieta a Esther, no entendía

lo que trataba de hacer con la pequeña, ansiosa y con los

latidos de su corazón disparados esperaba que saliera del

lavabo, Maes dormía justo en medio de la cama rodeada

por los almohadones. Maca, caminaba de un lado a otro

nerviosa, comiéndose su uña del dedo pulgar, de vez en

cuando se separaba el pelo de la cara, hasta que decidió

recogérselo en una coleta. Maes se había movido, ella

sonrió al recordar como se había aferrado al biberón, como

había eructado en el hombro de Esther y como todos les

habían felicitado por ser mamás.

E_ ¡Mi amor! pensé que estarías en la cama ya con Maes –le

dijo sonriente y feliz acercándose a ella.

M_ No... Esther... perdona ¿eh?, pero hay algo que no

entiendo... me parece muy bonito lo que ha pasado... me

parece estupendo... eso que ha dicho Massamba pero...

E_ ¿Pero qué? –la miraba algo aturdida más por sus

aparente nervios que realmente por lo que le estaba

diciendo.

M_ A ver Esther... nosotras no podemos quedarnos con la

niña –su tono fue definitivo.

E_ ¿No quieres quedarte con la niña? –le preguntó

asombrada.

M_ No te estoy diciendo eso –trató de decirlo con calma

dejando a un lado sus nervios para poder hablar con

tranquilidad de la situación.

24 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 25: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¿Entonces qué me dices? -seguía mirándola con

perplejidad, no entendía su postura.

M_ ¡Joder Esther que hay unas normas que seguir!, que hay

unos papeles que no se puede hacer lo que se quiera –

hablaba nerviosa.

E_ No entiendo a que viene esto Maca, la verdad.

M_ Viene a que no podemos adoptarla por gracia de Dios,

los espíritus o una estrella fugaz Esther, y no quiero que

pienses que puedes encariñarte con ella como si realmente

fuera nuestra hija... no lo es... lo que han hecho está muy

bien pero...

E_ A ver Maca cariño ven aquí... a veces me parece que de

lo fuerte, segura y ecuánime que eres, te pasas y te

vuelves un poco lela.

M_ ¡Esther! –la riñó con el ceño fruncido.

E_ Esther no, ven –le decía extendiendo su mano para

estrechar la suya y abrazarla contra su pecho. Tras el

abrazo, le dijo mirándola a los ojos-. Sé o adivino lo que

quieres decirme, no podemos quedarnos con una niña,

encariñarnos, darle todo nuestro amor y que después

vengan y nos la quiten. ¿Verdad?, no quieres pasar por otro

sufrimiento como el que pasaste, y como te conozco, sé

que tratas de evitar que yo pase por eso, tú quieres que

tengamos un hijo juntas, pero un hijo que podamos criar,

que podamos disfrutar como nuestro, con papeles y con

todo lo demás, ¿no?

25 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 26: QUINTA PARTE PIJA

M_ Sí –respondió como si sobrara su respuesta mirando la

calma profunda en sus ojos.

E_ Sé que sabes que esto no se puede hacer, pero, he

hablado con Vilches, Vilches ha hablado con Dávila, los

militares van a demostrar que la niña la hemos encontrado

en plena Selva rodeada de muerte. Y que, nosotras vamos a

quedarnos con ella, cuando Dávila tenga los papeles, nos

los entregará.

M_ Vilches siempre ha denegado esas posibilidades, no

podemos atar lazos con esta gente Esther, es parte de

nuestro compromiso.

E_ Y nosotras nos vamos a comprometer en darle a Maes lo

mejor que podamos, porque no pensamos volver a Madrid,

nuestra vida está aquí ¿no?

M_ Aquí puede estar nuestra muerte Esther y lo sabes –su

tono fue desgarrador y su mirada se mostró por primera

vez desde que se conocían trémula.

E_ ¿Quieres volver a Madrid? –esta vez volvió a salir su

desconcierto ante el razonamiento de Maca, que entendía

pero no esperaba.

M_ Quiero que no te pase nada, quiero tenerte a mi lado –le

acarició con ternura la cara mirándola a los ojos mostrando

su infinito amor.

E_ ¿Y volviendo a Madrid puedes asegurar que eso no vaya

a pasar? –la miraba fijamente-. Mira, siempre he sido una

cobarde, me vine aquí buscándome y tú me has ayudado a

26 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 27: QUINTA PARTE PIJA

encontrarme, adoro esta Selva, adoro sus gentes, adoro sus

costumbres como tú me has enseñado a adorarlo. Aquí

tengo lo que quiero, a mi familia, y ahora tengo una niña a

la que puedo criar contigo, no necesito más mi amor, ¿tú

necesitas algo más?

M_ Sí.

E_ ¿Qué?

M_ A ti, aquí o donde sea, pero a ti te necesito para vivir, y

si te pasara algo... –apoyó su frente en la de Esther.

E_ Si pudieras asegurarme que voy a vivir noventa años y

nos moriremos juntas abrazadas en la cama después de

hacer intensamente el amor, me voy mañana mismo a

donde quieras. ¿Me lo puedes asegurar?

M_ ¿Te he dicho que eres mi pija preferida? –le cogió de la

solapa de la camisa y tiró de ella para besarla-. ¿Te lo he

dicho?

E_ No.

M_ Esther... tú eres lo que quiero y si me aseguras que

Maes puede quedarse con nosotras, no necesito nada más.

E_ Pues ya está todo dicho –se besaron despacio, con calma

y cuando Maca profundizó un poco más Esther le dijo-.

Cariño que ahora somos tres.

M_ Es verdad... uf –resopló-. Venga que te ponga crema

que te debe doler.

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Page 28: QUINTA PARTE PIJA

E_ Un poco, sí ¿eh?, pero vamos... que si no puedes voy a

Bárbara y...

M_ ¡Y qué! –le medio riñó estrechándola con sus brazos

apretándola contra ella.

E_ Uy... nada... nada –sonreía ante su gesto serio.

M_ ¡Ah!, creía –le contestó con su gesto algo provocativo-.

Vamos a poner cremita.

Una vez terminaron, se acostaron, la niña en medio y

cada una a un lado, Esther descansaba de lado porque no

podía apoyar el culo en la cama, algo que sacó algunas

risas por parte de Maca, y algunos graciosos quejidos por

parte de Esther quien a parte de todo, no podía dejar de

pensar con la conversación de su madre. La luz de la luna

que entraba a Maca le iluminaba suficiente el rostro y

Esther podía vigilar su tranquilo gesto, admiraba su belleza

así como admiraba la manera que tenía sin querer

reconocerlo de protegerla, de a su manera, defenderla de la

vida.

Maes a penas Esther se había dormido, comenzó a

llorar, ambas se despertaron sobresaltadas, la falta de

costumbre sin duda les hizo saltar en la cama.

E_ Au... –quejido al sentarse.

M_ Hostia que susto –susurró frotándose la frente.

E_ Maes cariño.... creo que tiene hambre –la cogió

acunándola para calmar sus fuertes pulmones.

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Page 29: QUINTA PARTE PIJA

M_ Si... voy a ordeñar a Lucero –se apresuró a levantarse.

E_ Vale... yo voy a ver si se calma –caminaba con ella en

brazos por la habitación.

M_ Vuelvo en seguida. ¡Uf!... no estaba preparada

mentalmente para ser madre, pero… joder ¡qué suerte que

Esther apareciera así en mi vida arrasando todo el miedo y

dolor!, si, he tenido suerte –sonreía mientras caminaba

hacia Lucero.

E_ Vamos pequeña, mami ha ido a por lechecita si, ¿sabes?,

hemos tenido tú y yo mucha suerte, va a ser una madre

estupenda, ya lo veras cariño… ya lo verás.

Juntas le dieron el biberón, sonriendo al ver como se

aferraba a la tetina, rápidamente la comparativa fue

sencilla, “es una glotona como tú” le sonreía Maca mientras

miraba embobada como le daba el biberón de pie, la crema

podía suavizar el dolor pero era imposible poder sentarse.

Una vez finalizó la tarea, le hizo eructar Maca mientras

Esther limpiaba bien el biberón en la cocina, y a su vuelta

las vio acostadas ya esperándola.

M_ Eres muy lenta.

E_ Joder y tú muy rápida ya la has dormido.

M_ Ya ves es que soy un encanto hasta para ella.

E_ Ay espero que eso no se lo enseñes a Maes, no quiero

que sea una presumida y conquistadora como tú ¿eh? –le

apuntaba con el dedo.

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Page 30: QUINTA PARTE PIJA

M_ Tendrás queja –la miraba con gesto de pillina.

E_ Ninguna… ninguna…

M_ Ah –se besaron con suavidad-. Oye acércate que no

estoy acostumbrada a tenerte tan lejos –le dijo sonriente.

E_ Si, es cierto… te echo de menos, tus piernas largas

llegan, pero no puedo abrazarte.

M_ ¿Y si me abrazas y ponemos a la niña en la otra parte?

E_ Se nos puede caer –la miró seria.

M_ ¿Tú crees que se nos puede caer de verdad? –la miraba

seria.

E_ Vale, pero déjame poner la silla, esto me lo hacía mi

abuela.

M_ Ay las abuelas… -sonreía-. Por cierto hablando de

abuelas, a mi madre le da un para atrás que dice Teresa

cuando se entere que tengo una niña.

E_ Pues a la mía ni te cuento, le he dicho que eres mi

mujer.

M_ ¿Qué le has dicho, qué? –no pudo disimular su impacto

al escuchar la noticia.

E_ Lo has oído, ayyy, joder es que no puedo rozarme con

nada ¿eh? –se frotaba el culo.

M_ Esther no me desvíes el tema –la riñó mirándola

fijamente.

E_ Lo que oyes, y me ha prohibido volver a España.

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Page 31: QUINTA PARTE PIJA

M_ Joder… ¿y tiene influencias?

E_ Tonta –sonrió divertida por el comentario pero sus ojos

mostraron cierta tristeza.

M_ No te preocupes es la primera reacción y la más normal,

anda sube –le dijo señalando su pecho y Esther obedeció-.

La mía me retiró la palabra, y rogó a todos los santos que

no fuera diciendo que era lesbiana, fue lo único que me

dijo.

E_ Ya… y tú fue lo primero que hiciste, ¿no?

M_ No, la verdad que no, fue mi padre en una reunión que

le dijo a un amigo que estaba avergonzado, ese amigo lo

cantó a la prensa y en la sección alta sociedad, salió una

foto mía con una mujer.

E_ Una novia, claro.

M_ Pues no, que no sé como decirte que yo no he tenido

novias –le decía bostezando después-. Joder que sueño…

pues eso, era una amiga con la que íbamos a montar a

caballo, estábamos sentadas en el césped riéndonos como

locas, y dijeron que ese era el resultado de una tórrida

relación en medio del valle.

E_ Joder… eso si que es ir a mala leche.

M_ Si, fue un holocausto –sonrió-. Pero después la vida fue

suavizando las cosas, no soy su hija predilecta pero al

menos nos hablamos con cierta frecuencia aunque

terminemos discutiendo casi siempre.

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Page 32: QUINTA PARTE PIJA

E_ Bueno… yo sabía que mi madre iba a reaccionar así,

pero no me dio la gana dejar que te atacara, a ti no te ataca

nadie –dijo con rotundidad.

M _Es que empecé mal con mi suegra, pero en cuanto me

conozca va a sentirse afortunada de tenerme como ¿nuera,

se dice? Ahhhhhhhhh –bostezo grande y alguna lagrimilla

rodando por su rostro.

E_ Sí, nuera… y con tu salero y gracia, seguro lo consigues,

vamos lo doy por hecho.

M_ Sabes que si, si logré que una pija como tú en medio de

la Selva se enamorara perdidamente de mí, ¿cómo no voy a

lograr que mi suegra me adore?

E_ Anda duerme… mejor que cierres la boquita.

M_ Estoy muerta.

E_ Y yo… mira como duerme –decía feliz de ver a la niña

dormidita.

M_ Normal, con el biberón que se acaba de tragar…

E_ Buenas noches mi amor.

M_ Buenas madrugadas cariño…

No habían pasado ni tres horas cuando la pequeña

Maes volvió a llorar, ambas volvieron a levantarse con el

pelo revuelto y caras de sueño. La mano de Esther en el

pecho derecho de Maca, y una vez se despegaron, se

miraron con los ojos pegados, con bostezos largos y

grandes, y con paso casi a ojos cerrados Maca se marchó

32 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 33: QUINTA PARTE PIJA

hasta la cocina para coger el biberón y sacar su leche a

Lucero.

Esther trataba de calmar a la niña que en sus brazos,

dio unos cuantos bostezos, se echó un par de peditos ante

la sonrisa bobalicona de Esther y tras coger su dedo con

fuerza volvió a dormirse. La dejó en la cama, y la niña ni se

movió, pensó que Maca tardaba demasiado en volver con la

leche y tras asegurarse que la niña no se iba a poder caer,

¡cómo hacerlo si tan solo tenía días y era imposible que

cruzara toda la cama y se echase al suelo!, sonrió ante tal

pensamiento, y salió en busca de la mujer de su vida. Al

llegar al establo, Lucero la miró y Esther como si

comprendiera aquella mirada no puedo más que sonreír,

fue hasta la cabaña, rescató la cámara de fotos y lanzó un

par de ellas. Su sonrisa se volvió casi en carcajada cuando

tocó el hombro de Maca que dormía con la frente sobre el

lomo de la vaca.

M_ Ehhhh… mmmmm…

E_ Maca cariño que te has dormido –le dijo sonriendo.

M_ No me he dormido –dijo con voz totalmente adormilada.

E_ Venga… vamos a la cama…

M_ ¿Y la leche?

E_ Tranquila, Maes solo tenía aires, ¡mira me rima!...

M_ Ay señor –bostezó-. Oye… ¿tú crees que pasara algo si

nos llevamos a Lucero a la cabaña?

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Page 34: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¿Crees qué cabrá?

M_ Yo la meto como sea… -sus ojos seguían pegados, sus

bostezos eran continuados.

E_ Anda vamos mi amor… vamos…

Esther la ayudó a meterse en la cama, la tapó y sonrió,

miró la cámara de fotos, funcionaba gracias al buen hacer

de Mona, la dejó en el armario sin duda, sus dos fotos

valían su peso en oro. Se metió en la cama, estrechó el

cuerpo de su mujer, y le susurró delicadamente algo que

sentía en su corazón vibrar.

E_ Te quiero Maca.

Con la aparición del sol, una Maca ojerosa apareció

también en la aldea, todos que ya estaban puestos en

marcha, sonrieron al ver a la ziku bostezar, con esa melena

tan cuidada por ella totalmente despeinada y hacer un par

de estiramientos, nunca solía levantarse tan temprano,

pero sin duda su nueva labor de madre le llevaba a ello.

T_ Buenos días madrugadora.

M_ Serán para ti… he dormido tres horas como mucho –

protestó.

T_ Pero no me negarás que es divino.

M_ Lo voy a negar ¿pasa algo? –le preguntó chuleta.

T_ Uy, te has despertado más borde de lo habitual…

M_ Voy con Lucero, al menos ella no me da lata nada más

verme –salió hacia la granja.

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Page 35: QUINTA PARTE PIJA

Ba_ Buenos días mamá.

M_ No me toques los cojones.

Ba_ Jajajajaja, jajajajaja, jajajajaja.

M_ No le veo la gracia –la miraba seria con la vasija para la

leche en la mano.

Ba_ Yo si… perdona… pero yo si –sus carcajadas no podían

parar Maca la miraba con el ceño fruncido-. Ay perdón que

me meo de la risa… my God, my God una sola noche siendo

madre… y ya te levantas así…

M_ Joder que no he dormido, y encima, ¡no he catao! –decía

enfadada entonces se miraron fijamente estallando en una

carcajada que les hizo llorar de risa, y entre suspiros por el

ataque de risa le dijo-. Te vas a mear.

Ba_ Ay ay ay Madona… Madona… -dicho esto salía

corriendo hacia el lavabo.

Mientras Maca y Bárbara reían divertidas, Esther tenía

a la pequeña en brazos, era tan pequeña, la miraba con

cara de adoración y así la descubrió Teresa.

T_ Buenos días mamá babosa.

E_ Buenos días Teresa –sonrió-. Has visto es pequeñita pero

matona.

T_ Como tú, sí –sonrió dejándole un beso a la niña en la

frente-. Me he cruzado con la madre arisca, borde y

somnolienta.

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Page 36: QUINTA PARTE PIJA

E_ Pobrecita Maca –decía sonriente y entonces con gesto

travieso le confirmaba algo-. Tengo un documento

histórico…

T_ Cuenta… cuenta…

E_ Mejor que contar es ver.

T_ Gorrinadas no, ¿eh?

E_ Jeje –sonrió le dio a la niña.

T_ ¡Ay mi niña bonita!, tienes que aprender a decir abu…

mira mira… a-bu –la niña movió los brazos provocando un

ataque de ternura en Teresa que la abrazó besándola como

loca-. ¡Ay que me como yo a esta ricura!

E_ Babosa… -le dijo a modo de recriminación simpática.

T_ Es mi nieta y le digo lo que quiero.

E_ ¿Tu nieta?, bueno pensándolo bien, ahora mismo no

tiene abuela por mi parte.

T_ Me lo contó Vilches.

E_ ¡Ay que ver cómo le gusta el chisme!, luego dice que no.

T_ ¿Ah Vilches?, le encanta, a-bu…a-bu –le repetía poniendo

gestos exagerados.

E_ Teresa que es muy pequeña.

T_ Pero es así cuando hay que decirle las cosas y esta niña

dirá antes abu, que mamá –le decía orgullosa.

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Page 37: QUINTA PARTE PIJA

E_ Bueno mira –sacó la cámara de fotos, pasó las últimas y

allí estaba Maca durmiendo con la frente apoyada en la

vaca.

T_ ¿Es… es…? –decía ya muerta de risa.

E_ Sí, pobrecita mía… se quedó ko.

T_ Pues no entiendo ¿eh?, si estáis acostumbradas a

chuscar toda la noche.

E_ ¿Tú también con lo de chuscar? –la miraba boquiabierta.

T_ Es que la palabra me parece menos salvaje que la otra –

le decía en voz baja y gesto simpático-. A-bu… a-bu.

M_ Ya estoy aquí… ¿y eso? –le señaló la cámara-. ¿Le has

hecho fotos?

E_ No –sonreía.

M_ ¿Ah no?, ¿y entonces?

T_ A-bu… a-bu… prrrrrrr –hacia pedorretas.

M _¿Qué haces imitando a Mona?

T_ Graciosa…. –le sacó la lengua.

M_ Tengo arte a raudales ya lo sabes. Bueno va… ¿qué es

eso?

E_ Nada, vamos a darle el biberón.

M_ Quiero verlo –le dijo muy seria, con ese gesto suyo que

daba respeto.

E_ ¿Crees que me vas a asustar con esa carita?

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Page 38: QUINTA PARTE PIJA

M_ Quiero verlo –insistió con dos golpes de voz.

E_ ¿Qué me das a cambio?

M_ ¿Chantaje?

E_ Sí.

T_ Nada cariño… ni caso… no las escuches… dame el

biberón Maca –se lo entregó mientras seguía mirando

insistentemente a Esther-. Nada cariño tus mamis van a

cambiar y no van a ser tan… tan…

M_ ¿Qué me pide la señora? –omitieron a Teresa y se

encerraron en su mundo de miradas.

E_ ¿Puedo?

M_ ¿Tú veras? –se acercó a su oreja y le susurró su deseo,

Maca se mordió el labio inferior en gesto ardiente y cerró

los ojos, sólo imaginarlo le provocaba escalofríos-. ¿Nada

más? –Esther negó con la cabeza-. De acuerdo.

E_ Pero ahora.

M_ ¿Ahora?

E_ Sí.

M_ Antes quiero ver eso.

E_ Nop.

M_ ¿Teresa por favor, puedes darle el biberón a Maes en tu

cabaña? –seguía mirando a Esther intensamente.

T_ Ni loca, Bárbara duerme, no la voy a molestar –su gesto

fue contundente.

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Page 39: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Cuándo piensa irse? –la miró con el entrecejo fruncido

imponiendo respeto.

T_ Cuando quiera… no hay prisa.

M_ ¿Y… voy a saber que…?

T_ Me llevo a Maes a la cocina para que Nsona y Lula la

vean… ¡y no quiero oír ni un mu!

E_ Ni que fuéramos vacas, en todo caso ni un ayyyyy –

suspiró.

T_ Yo ya no sé quien de las dos está peor. Esto no es bueno

¿eh?

M_ Teresa, acelera.

T_ Maes cariño… menos mal que está la a-bu aquí contigo…

si… mira que boquita abre… mira con que ojitos me mira…

¡mareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!

E_ Por fin solas –susurró mirando divertida a Maca.

M_ Por fin solas…

E_ ¿Piensas empezar?

M_ Quítate la ropa –le dijo sentándose sobre la cama.

E_ Mmmm, me gusta…

M_ Y más que te va a gustar –le susurró con su voz

extasiada por el deseo que sentía.

Mientras en el comedor, todas las mujeres al igual que

Teresa babeaban con la niña, hasta que entró Vilches

buscando a Teresa.

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Page 40: QUINTA PARTE PIJA

V_ Madre mía cuanta baba –todas sonrieron la gracia del

hombre que las miraba con los brazos cruzados-. ¿Se puede

saber dónde están las madres?

T_ En la cabaña.

V_ ¿Solas?

T_ Sí Vilches.

V_ No respetan que tienen una hija...

T_ No seas malo.

V_ Pues vas a tener que interrumpir porque tenemos a la

Sra de Wilson en la radio.

T_ No me digas –le dijo con gesto de asombro.

V_ Si.

T_ Voy a avisarla no tengamos follones, que con una de las

madres de la novia ya tenemos suficiente.

V_ Cierra los ojos no vayas a aprender demasiado.

T_ ¡De verdad, eh!, ¡me tenéis con el temita calentita!

V_ ¿Nosotros?, no será... ¡otra!

T_ Mira me voy.

Salió despavorida sabía que hacer esperar a la madre

de Maca implicaba hacerle cabrear innecesariamente, por

el camino pensaba como había cambiado todo, el día

siguiente sería la primera Noche Buena del poblado con

tanta gente y eso la emocionaba. Llegó a la cabaña

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Page 41: QUINTA PARTE PIJA

dispuesta a golpear la puerta pero un gemidito de Esther le

detuvo los nudillos en alto.

E_ Así Maca... uyyyyy que bien... sigue... sigue...

ayyyyyyyyyyyyy.

T_ ¡Ay qué calor! –movía divertida la mano. Después llamo-.

¿Se puede pasar?

M_ Sí.

T_ ¿Si? –murmuró atónita y pensó “ay madre Teresita no

mires, no mires”-. A ver... tu ... ¡Esther hija mía pero que

culo tienes! –gritó al verla acostada en la cama porque por

más que lo intentó, miró y vio a Maca sentada a su lado con

las manos untadas para poder bajar la inflamación.

E_ Ya ves Teresa... una que a patosa no le gana nadie y

mira...

T_ ¿Qué le estás poniendo?

M_ Aloé –dijo mientras frotaba-. Pero nada Teresa ni caso,

es que a mi niña le gusta que le pase la manita por el culin.

T_ Desde luego... eso tendría que verlo Lula.

E_ Eso, si y mi culo que sea de cotilleo en la Selva... vamos.

T_ No hija, pero eso una cataplasma y listo.

M_ Si, había pensado comentarle a Lula.

T_ Si, si... mejor... –decía tranquila.

M_ ¿Y qué te trae por aquí? –le preguntó con ironía al verla

allí a los pies de la cama parada.

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Page 42: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¡Tu madre! –exclamó poniéndose las manos en la

cabeza.

M_ ¿Qué?

T_ Que tu madre está en la radio.

M_ ¿Y qué quiere? –la miró con la boca entreabierta.

T_ ¿Qué va a querer? –elevó los hombros-. Hablar con su

hija.

M_ Joder... espera Esther en seguida vuelvo.

T_ Anda que... menos mal que no tengo hijos, porque si una

hija mía hace lo que acaba de hacer Maca... vamos...

E_ Venga no te quejes... –se levantó con dificultad-. Que tú

eres la gran mami y todas te queremos muchísimo.

T_ Gracias Esther –sonrió orgullosa.

E_ ¿Y Maes?

T_ En la cocina, todas babeando que dice Vilches.

E_ Debería pedirle a mi madre pañales, biberones, chupetes

y esas cosas, aunque pensándolo bien, mi madre no me va

a dar tregua, claro, me ha prohibido la entrada en España.

T_ No le des más vueltas a eso... dale tiempo.

E_ ¿Vamos a ver a Maes? –le preguntó colgándose de su

brazo.

T_ Sí.

Al llegar a la cocina se encontraron con Vilches y la

niña en sus brazos, aquel gesto era tan tierno, como

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Page 43: QUINTA PARTE PIJA

cuando vieron a Massamba con su niño, ambas se miraron

y sonrieron.

E_ Buenos días –sonrisa amplia.

V_ Oye... tu hija se ha meado, que lo sepas y se me ha

tirado dos pedos y un eructo.

E_ Que bonita... –sonrió orgullosa.

T_ Si es que es una niña lista.

V_ ¿Eso va por mí?

T_ Oye mañana es Noche Buena.

V_ Y pasado Navidad.

E_ Saca la bota María que me voy a emborrachar –

canturreó Esther mientras cogía a la pequeña en sus

brazos.

V_ Dios mío Esther, mejor no vuelvas a cantar o tendremos

otro diluvio.

E_ Jeje –sonrió.

T_ Tenemos que prepararlo todo, Massamaba me ha dicho

de sacar dos tableros grandes y si no llueve celebrarlo fuera

todos juntos.

V_ Si algo me ha comentado, Zulú dice que irán de caza, no

dejan ir a Massamba y está cabreado.

T_ Lo sé.

43 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 44: QUINTA PARTE PIJA

E_ Yo creo que hacen bien aún no está la cien por cien,

bueno voy a cambiar a Maes que su tío tiene razón, va

mojadita.

V_ ¿Soy su tío?

E_ Y serás su padrino, ¿te parece bien?

V_ Si te empeñas –su gesto fue de desinterés pero sus ojos

mostraron tal ternura que Esther no pudo más que

acercarse y darle un beso en la frente, Teresa lo miraba

fija-. ¿Qué?

T_ Nada... nada... voy a despertar a Bárbara.

V_ Su padrino... snif –subió una pequeña lagrima de

emoción.

Una vez en la cabaña, Esther cambiaba la niña y le

ponía una especie de Liputa muy pequeño que Siya le

había preparado en cuestión de horas con las telas que

tenían de la boda de sus madres, orgullosa por el calor y el

cariño de toda la gente del poblado, la cambiaba mientras

la besaba y le decía mil cosas bonitas que tan solo una

madre embobada con su retoño es capaz de decir. Estaba

en ello cuando la puerta se abrió.

M_ Hola mi amor –dijo sonriendo-. Bueno, mis amores

debería decir.

E_ Si, eso mejor.

M_ Bien mi madre me acaba de dejar patidifusa, ¿se dice

así?

44 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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E_ Sí –sonrisa amplia de las suyas que provocaban suspiros

en Maca.

M_ Dice que quiere conocerte, que si vamos un fin de

semana a la casa porque quiere saber quien es la mujer

que me ha hecho sentar la cabeza, vamos como si

pudiéramos coger un tren y ale, nos plantamos en Jerez –

decía graciosa y Esther sonreía.

E_ Bueno, hay cosas buenas... mi suegra me adora y eso

que no me ha conocido aún.

M_ Vaya... y luego soy yo la que tiene la fama ¿eh? –se

acercaba besándola en el cuello mientras miraba a la

pequeña que en la cama dormía-. Mírala ella durmiendo y

nosotras a dos velas en todos los sentidos.

E_ Maca que ahora somos madres y tenemos una

responsabilidad.

M_ Lo sé mi amor, pero eso no quita para que también

tengamos una necesidad –le volvió a besar.

E_ Ay Maca que no ¿eh?

M_ Oye yo he cumplido con mi parte, ya estás cumpliendo

con la tuya.

E_ Es verdad... tienes razón.

M_ Vale... –se sentaba en la cama mirando a la niña como

suspiraba-. ¿Quién le ha hecho este vestidito tan mono.

E_ Siya, pero deberías ver... todas han cosido algo ¿eh?

45 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Es lo habitual cariño, y los hombres nos harán algo

también.

E_ ¿Ah si? –la miraba emocionada.

M_ Sí –sonreía de lado viendo como se acercaba y le daba

la cámara-. A ver.

E_ Es todo un documento –decía orgullosa por lo que había

logrado.

M_ La madre que te parió –susurró mientras Esther se moría

de risa separándose al ver su gesto-. Ya las estás borrando.

E_ Nop.

M_ Esther.

E_ Nop.

M_ Mira soy una negada para esto pero te prometo que lo

averiguo y la borro.

E_ Pero si estás monísima cariño –le decía con toda su

pasión.

M_ Estoy babeando... ¿no lo ves? –no podía evitar su

enfado.

E_ ¿Y qué?, a ver... a mí me gustas.

M_ Joder... va... bórrala.

E_ Te he dicho que no y es que no, y no me hagas decirlo

más. Venga vamos a ayudar a la cocina que hay mucho que

preparar.

M_ Mira la tía y no la borra.

46 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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E_ Pues claro, vamos.

M_ ¿Sabe Mona que tenemos una hija?

E_ ¿Mona?, no.

M_ Pues vamos a enseñársela, es capaz de ponerse celosa

y retirarnos la palabra.

Salieron juntas las tres hablando mientras Maca

llevaba a la niña en brazos, justo al pasar por la puerta de

Teresa escucharon algo que les hizo pararse en seco.

T_ Mmmmmmmmmmmmmmmmm si Bárbara siiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

E_ ¿Lo has oído?

M_ Hostia...

E_ Que fuerte.

M_ Toma la niña –le daba a la pequeña.

E_ ¿Para qué?

M_ Esto se está pasando –su gesto era muy serio.

E_ Venga no seas ridícula, deja que sea feliz.

M_ Está chuscando con Teresa.

E_ ¡Y dale con la palabreja!, que sepas que odio esa

palabra, que no me gusta nada ¿me entiendes?

M_ Estás tú hoy muy mandona ¿eh?

E_ Me parece... me parece... tan...

T_ Siiiii Bárbara... siiiiii, ahí, ahí, ahí esta el punto...

ahíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

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Las dos se miraron con un gesto total de asombro

Teresa gritando por el punto que había sido encontrado y

unos suspiros y gemidos que en la vida la había escuchado.

Esther sonrió y al ver el amago que hizo Maca la detuvo.

E_ Ni lo intentes, ¿te gustaría que en pleno acto te

interrumpieran? –la cara de Maca le hizo sonreír-. Pues ya

sabes. Vamos a la presentación oficial de Mona y nuestra

Maes, mira que a gustito está en brazos de su mami –

sonreía mirándolas.

M_ Oye creo que sería mejor que nos llamara por nuestros

nombres, ¿no te parece?

E_ ¿Así tan fría? –la miraba mientras andaban-. Vamos

cariño que es nuestra hija, ¿cómo nos va a llamar por

nuestros nombres? –le preguntaba como si hubiera dicho

una solemne tontería.

M_ No sé Esther, es que a ver… mami y mamá.

E_ Pues claro, a veces me asombras, las cosas complicadas

las resuelves con maestría y lo más simple, le das mil

vueltas.

M_ Es que los genios... ya sabes...

E_ Jolín –le dio una palmada en el culo con una sonrisa

traviesa.

M_ ¡Ay Esther!, tener a la niña te devuelve tu vena pija –le

iba diciendo sin quitar ojo a su culo.

E_ Monaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

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Mo_ Uhhhh uhhhh uhhh uhhhhhhhhhhh –saltaba en la cama

alegre junto a Valiente pero al ver entrar detrás de ella a

Maca con la niña ambos se pararon en seco.

E_ Hola cariño, venimos a presentaros a Maes, nuestra hija.

Mo_ Uhhhhhhhhhhhh –abrió muchos sus ojos.

M_ Es clavadita a Teresa cuando hace ese gesto, por cierto,

habrá llegado ya.

E_ ¡Qué bruta eres! –sonreía negando con la cabeza pero de

manera divertida-. ¿Qué te parece Mona, cariño?

Mo_ Uhhhhh –se acercaba con cuidado a verla oliéndola

mientras bajaba de manera tierna los párpados.

M_ ¿Verdad que es preciosa, eh? –Mona enseñaba todos sus

dientes-. ¿Y Valiente que dice? –el animal quería verla y se

aupaba-. Se llama Maes.

Va_ Uhhhh.

Mo_ Uhhhh –parecía confirmar que en su lengua Valiente

había dicho “es guapa”

V_ ¿Sabéis dónde tiene Teresa la fregona?, estáis poniendo

el suelo perdido –las observaba con los brazos cruzados

desde el quicio de la puerta.

E_ Ayyyy Vilches –sonrisa feliz.

V_ Bueno –se quejó-. Creo que voy a tener una charla con

vosotras ¿eh?

M_ Cuando quieras.

49 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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V_ Va a venir Dávila pero no quiere que le diga nada a

Teresa, es una sorpresa.

M_ La sorpresa se la va a llevar él, menudos gemidos tiene

Teresa…

V_ Yo ya estoy desubicado con ella, se le ve tan bien –

contrajo su barbilla demostrando su desconcierto.

E_ Está fenomenal, súper bien, vamos.

M_ Ays mi pija cuanto tiempo sin el súper.

E_ Tontita ¡eeehhhh! –le dijo con mirada de cordero

degollado.

M_ Ya sabes...

V_ ¿Va para mucho la sesión tontería?, de todos modos

deciros que sí, que el tío como no se dé aire al final se la va

a llevar Bárbara que no pierde el tiempo ¿eh?

M_ Yo es que no lo veo.

E_ Yo tampoco la verdad.

Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –les dedicó

una pedorreta mientras movía el culo graciosamente de

lado a lado.

M_ Bueno por lo que veo aquí sí que hay alguien que se

cree lo que aparenta pero estoy segura no es –le dijo

mirándola mientras entrecerraba los ojos.

Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

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Ma_ Buahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –rompió en

un llanto nervioso.

Mo_ Uuuuuhhhhh.

Va_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhh.

V_ ¡Hala la filarmónica!

M_ ¿Qué te pasa cariño?, si es Mona –mecía a la niña entre

sus brazos.

E_ Igual es que va mojada.

M_ Si.

E_ Hay que cambiarla.

Ns_ Pulmones fuertes ¿eh? –les decía sonriendo al verlas

salir del hospital.

E_ Ni que lo digas Nsona.

Volvieron a pasar por la puerta de la cabaña de Teresa

la niña justamente se había callado cuando escucharon.

Ba_ ¡Teresa siiiiiiiiiiiiiiii!, very very very

veryyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.

M_ Joder... que Teresa también le da.

E_ Pero no puedes hablar con un poquito más de tacto.

M_ Lo siento es que se me olvida que no te gusta mi

brusquedad… pero sin embargo te gusta cuando estamos

en pleno auge –le susurró bajito.

E_ ¡Maca! –no quiso reír pero al recordar lo que su voz la

ponía no pudo sonrojarse y reírse-. Mala.

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M_ Uf yo no estoy para cuarentenas te aviso.

E_ Ni yo –entonces dieron una carcajada entrando en la

cabaña.

Entre arrumacos por aquí, arrumacos por allá

estuvieron cambiando a la niña que una vez tumbada en la

cama, guardó silencio quedándose dormida, entre bromas y

risas le cambiaron un nuevo liputa que Nmaba había tejido

para la pequeña, y con ella en brazos fueron a presentarla a

la mujer que emocionada la cogió en brazos mientras los

niños la observaban con atención. A lo lejos un

cariacontecido Massamba contemplaba la escena. Maca

aprovechando que Teresa radiante y feliz tras sus suspiros

comenzó con sus habituales artes de mandar a repartir

trabajo con todas las mujeres, se quedó con el hombre,

sentándose a su lado.

M_ ¿La quieres coger?

Ma_ Ser un orgullo mwasi.

M_ Para mí también lo es que la tengas tú –le sonrió

dulcemente.

Ma_ Es preciosa.

M_ Si, lo es, si.

Ma_ Y con suerte.

M_ Esperemos que si Massamba, ¿recuerda una de nuestras

conversaciones donde te decía que tenía miedo de dar el

paso con Esther?, ¿y que tú me dijiste que lo diera? –el

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hombre asintió sonriente mientras la pequeña buscaba su

pecho para acomodarse-. Pues es lo mejor que he podido

hacer en la vida, gracias por tu consejo.

Ma_ Massamba no hacer nada, el corazón ser sabio. Me

alegro por las dos.

M_ La verdad que me asusta esto de estar tan bien.

Ma_ La vida no siempre es mala, pero lo malo pesa más que

lo bueno.

M_ Si, eso es cierto. El dolor de Julia pesaba más que la

ilusión por conseguir que Esther fuera la mujer que

esperaba.

Ma_ Merecer la pena y ahora, esta pequeña tiene que kele

kubotikila (ser bautizada).

M_ Si –sonrió ampliamente pero vio en el hombre la sombra

de la tristeza-. ¿Qué te pasa Massamba?, ¿por qué tu

tristeza?

Ma_ Massamba kele nunumi (Massamba está viejo).

M_ ¡Pero qué dices! –lo medio riñó-. No eres viejo

Massamba, solo que nos salvaste la vida y tu herida hay

que cuidarla.

Ma_ Ser viejo, antes curar rápido, ahora lento.

M_ No me gusta verte triste… la herida cicatrizó y ahora

poco a poco puedes ir haciendo algún esfuerzo pero suave,

era una zona muy complicada tienes que tener paciencia.

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Page 54: QUINTA PARTE PIJA

Ma_ Yo no voy a poder cuidar de Lula y niño, creo que

mejor buscar hombre para ella.

M_ ¡Vamos Massamba! No puedo creer lo que estás

diciendo. Tú no eres viejo para Lula, ni para nada, que no

puedas ir a cazar no significa que no puedas encargarte de

Lula, sabes que aquí somos una familia y tantas veces has

cazado tú por los demás, que nadie va a dudar en cazar por

ti si fuera el caso –Massamba miró a la niña y sonrió con

tanta ternura que provocó en Maca ese sentimiento de

protegerlo y por primera vez fue ella quien sin dudarlo,

rompiendo todas las tradiciones ancestrales de la historia

de las tribus, una mujer blanca, abrazaba al gran jefe

acunándolo con amor-. Eres el mejor Massamba, porque

tienes esa mezcla de fuerza y sensibilidad, un gran corazón

que te hace único, y Lula poco a poco ha ido viendo eso en

ti, te va perdiendo el miedo que tú sabes queda.

Ma_ Massamba no querer nada.

M_ Lo sé, lo sé, pero es parte de la vida y sé que ella está

feliz a tu lado y un día te lo demostrará y ese día no te

sentirás viejo, ni enfermo, ese día te sentirás feliz y lleno de

vida porque no hay nada más bello que sentir que alguien

nos ama, nada Massamba te lo digo yo –le sonrió

separándose de él.

Ma_ Melesi mwasi, nge ntima kele ngolo ntu kesa ti gana

lekun, ke kele kudivulusa, na nki nge nekento ti mwana (tú

corazón es fuerte, tu cabeza inteligente y tu amor eterno,

54 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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serás feliz con tu mujer y tu hija), mono gana mowa na

lombela (mi corazón así lo invoca).

M_ Melesi Massamba, no sé si mi corazón sea fuerte o soy

inteligente, pero te juro que sí, mi amor por Esther es

eterno –le sonrió feliz.

V_ ¡Maca ven!

M_ Voy. ¿Te quedas con Maes?

Ma_ Massamba cuidar.

M_ Melesi –le dejó un beso en la cabeza calva del hombre

que le hizo sonreír-. Tú dirás jefe.

V_ ¿Podemos hablar?, hay problemas –su cara así lo

mostraba.

M_ ¡Ya me parecía a mí! –renegó con rabia.

Hablaron en el despacho, el rostro de ambos

demostraba cierta preocupación cuando acabó de exponer

lo que sucedía le dijo.

V_ Te recomiendo que te vayas con Esther y la niña.

M_ No Vilches, lo hemos hablado y ahora menos que nunca

vamos a dejarte solo.

V_ Hoy viene Dávila, os dará los papeles de adopción, y

quiero que le digáis que prepare también los de volver a

España.

M_ Te he dicho que no, y es que no. Pase lo que pase, lo

afrontaremos juntos.

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V_ ¡Par de cabezotas!

M_ Si –sonrió.

V_ Espero que la niña no salga a ninguna de las dos porque

sino… ¡menuda familia para ponerse de acuerdo!

M_ Jeje –sonrió ampliamente-. Voy a ver donde está mi

mujer que hace demasiado rato no la veo.

V_ No sí… encoñada es poco.

M_ Muy poco –le guiñó un ojo y se fue.

Entró al comedor y allí estaban todas las mujeres

excepto la suya, miró a Bárbara quien le sonreía de manera

pícara, sonrisa que a Maca le parecía algo burlona y le sacó

la lengua con un gesto de pegarle en el culo moviendo su

mano. Después se fue hasta la cabaña pero allí no estaba

Esther, las mujeres felices por la proximidad de las fiestas

de Navidad, fiestas que habían hecho casi sagradas los

blancos, cantaban divertidas. Tras llamarla y obtener su

respuesta desde la parte de detrás, salió en su busca, y allí

la vio pasando alguna dificultad para colgar la ropa que

estaba tendiendo, le encantó verla en ese papel de madre

aplicada.

M_ ¿Dificultades para llegar? –Esther la miró seria-. Si es

que ya te lo digo yo que eres muy pequeña, anda dame.

E_ Y tú muy borde, podías bajar el hilo –le dijo con gesto de

cierto cansancio por el esfuerzo.

56 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Sus deseos ya sabe… -la miró embobada con una

sonrisa romanticona mientras hacía una pequeña

reverencia, para mirarla intensamente.

E_ No me mires así –se dio la vuelta para coger otro pañal

de la pequeña de tela reutilizables pero entonces Maca la

estrechó por la cintura pegando su cuerpo al suyo-. Maca.

M_ Me llaman –le susurró en el oído con su voz

aterciopelada.

E_ Por favor –respondió en un susurro.

M_ ¿Qué?, ¿no te gusta? –le decía mientras sus manos

viajaban por el cuerpo de la enfermera poco a poco.

E_ Me vuelves loca –apoyó su cabeza en el hombro.

M_ Te necesito tanto, ¿cuántas horas llevamos en paro?

E_ Y las que nos quedan.

M_ Me niego… te necesito ahora mismo.

E_ Maca que me estás haciendo subir el calor.

M_ Es lo que quiero.

E_ Pero no podemos… y el parón es terrible.

M_ ¿Cómo qué no?, ¿para qué está la ducha? –le dio la

vuelta y comenzó a besarla.

E_ Dios… Dios… -susurraba mientras Maca la besaba.

T_ ¡Maca!, ¿Maca dónde estás? –la llamaba desesperada en

la cabaña.

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M_ La madre que la parió, yo no puedo interrumpirla, y ella

a mí si –decía con gesto exasperado.

E_ No seas mala –exhaló un profundo suspiro-. Anda ve.

M_ Recuérdame que la próxima vez que escuche un

gemidito suyo, eche su puerta abajo.

E_ Mira que te gusta ser mala –sonreía.

T_ ¡Ah estáis aquí!, ven Maca que necesito que me ayudes

en el huerto.

M_ ¿No está Bárbara?

T_ No, está curando a Mona, ven.

M_ Joder…

T_ ¿Protestas?

M_ No.

T_ Mira que tus paros sexuales son insoportables ¿eh? –le

decía quejándose.

M_ Oye… un poco de respeto por favor.

T_ Anda tira…

E_ Que fuerte es Teresa –susurró sonriendo mientras

trataba de colgar la ropa-. Joder con el hilo. Uf… suspira que

te has encendido como una antorcha… que digo antorcha,

más bien volcán.

Comieron y decidieron comenzar con el jamón, las

mujeres lo devoraban graciosamente, mientras los niños al

principio lo olían y miraban contra la luz del sol aquellas

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finas hojas que tenían un sabor extraño, pero finalmente

eran quienes más pedían repetir, las chicas encantadas de

ver la reacción de los muchachos, y de un Laobi que desde

su torre de vigilancia les hacía señas de que estaba

terriblemente bueno. Así entre risas y demás decidieron

acostarse para evitar las horas de mayor calor. Maca y

Esther estaban por la labor de unos cuantos besos y

caricias, pero Maes estaba despierta y aunque no lloraba

les robaba la atención.

M_ De esta noche no pasa.

E_ Anda no te quejes.

M_ Llevo contadas las horas.

E_ Anda ya -la miraba divertida mientras la niña le cogía un

dedo-. Mira como me coge el dedito jajajaja.

M_ Es preciosa –suspiró.

E_ Y tiene una mami que es mucho pero mucho más

preciosa –le dijo mirándola con pasión.

M_ No me mires así –su tono sonó a advertencia seria, muy

seria a punto de perder los papeles.

E_ Es cierto, estamos en cuarenta.

M_ Mira… si no aguanto ni las treinta y seis horas que

llevamos sin… imagínate… cuarenta días, ¡joder! –se quejó

graciosa mientras Esther se moría de risa.

E_ ¿Te acuerdas nuestra cuarentena que nos la

prometíamos felices?

59 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Yo me la prometía muy feliz, tú decías que era una

pesadilla estar conmigo.

E_ Es cierto, un poco si ¿eh?

M_ ¿Ah si? –la miró entrecerrando los ojos.

E_ Pero muy poco.

M_ ¿Ahora piensas lo mismo?

E_ Ahora me muero de ganas de encontrar cuarenta días

para ti y para mí con sus cuarenta noches.

M_ Cuanto hemos cambiado, ¿verdad?

E_ Sí, mucho –sonrió tiernamente.

M_ ¿Crees que para bien?

E_ Por supuesto, ¿tú no?

M_ Sí, yo también, nunca había sido tan feliz.

E_ ¿De verdad? –la miró como tratando de adivinar si lo

decía realmente y Julia no había significado lo que ella.

M_ Sí, de verdad, nadie había conseguido amarme así,

hacerme sentir tan amada, te lo aseguro.

E_ Me encanta, o sea, yo soy la más mejor.

M_ ¡Pero eres de un pijo insoportable, tía! –se tumbó de

lado sobre ella mientras sonreían y al mismo tiempo

giraban su cabeza hacia donde la niña parecía observarles

con sus ojos abiertos-. Si… soy feliz.

E_ Yo también, y Maes también, y su madre supongo que

esté donde esté también –la miró emocionada.

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M_ Lo tenemos que hacer bien.

E_ Lo haremos bien –le dijo con una sonrisa emocionada-.

Estoy segura.

M_ Ay Esther… a veces me da miedo tanta felicidad.

E_ Y a mí, pero recuerda, vivimos al día.

M_ Con una niña ese pensamiento ya no vale Esther –la

miró con gesto serio.

E_ Tienes razón –le mostró también cierta preocupación en

ella.

M_ La situación se está complicando Esther, la guerrilla de

la República Democrática ha comenzado a ganar terreno en

la Selva, ahora mismo la situación es grave en el norte, no

estamos tan lejos y Vilches me ha pedido que nos vayamos.

E_ ¿Crees que nos debemos ir?

M_ Los militares están tomando posiciones, pero la

situación es grave. No me quiero ir Esther y al mismo

tiempo, os llevaría bien lejos de aquí.

E_ Creo que podemos esperar un tiempo, si vemos que la

situación se pone peligrosa, podemos irnos todos a otro

lugar, no quiero abandonarles.

M_ No es tan fácil mi amor, pero te entiendo. Dávila nos lo

va a contar y entonces veremos que podemos hacer.

E_ Quedarnos y ser felices a pesar de todo.

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M_ Bien –se empezaron a besar justo en el momento en que

Maes comenzaba a llorar-. Oh, no… ¡eres una glotona!

E_ Es verdad, tendrás que enseñarme a ordeñar a Lucero.

M_ ¿Tú? –dio una carcajada.

E_ ¿Qué?, yo sí, al menos seguro que no me duermo sobre

el lomo de la vaca –dio una carcajada.

M_ No sé como te aguanto... bueno si, porque eres

terriblemente encantadora –la besó-, preciosa –la besó-,

una maravilla hecha mujer.

E_ Me pongo roja.

M_ Pues no mi vida... eres todo eso y mucho más.

Mae_ Buahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

M_ Vale... vale... ya voy ¡vaya carácter! –decía riéndose-.

Ahora vuelvo.

E_ Maca espera –se paró en la puerta mirándola-. Tú

también eres una maravilla hecha mujer.

M_ Copiona –le sonrió guiñándole un ojo mientras le lanzaba

un beso.

E_ ¡Ay Maes cariño!... nunca he querido a nadie como a

ella... nunca...

Maca fue hasta la cocina, calentó la leche que Teresa

le había guardado para la siguiente toma, preparó el

biberón sonriendo al recordar sus palabras con Esther, era

cierto, nadie la había amado así y se sentía terriblemente

62 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 63: QUINTA PARTE PIJA

afortunada. Felizmente afortunada. De vuelta a su cabaña,

pasó por la de Teresa y una carcajada de Bárbara le hizo

pararse y escuchar.

T_ ¡Qué van a pensar de mí Bárbara!

Ba_ ¿Te importa mi lady?

T_ Mujer... algo sí.

Ba_ Eres una mujer maravillosa ¿lo sabes?

T_ ¡Ay! –se oyó un sonoro golpecito, clásico de Teresa-.

Venga sigue que me vuelves loca.

Ba_ Te vas a volver una auténtica fiera –le dijo mientras

Maca abría los ojos como platos.

T_ Ayyyyy Bárbara... ayyyyyyy.

Entonces la puerta se abrió, en el umbral Maca con el

biberón en la mano, con los ojos abiertos como platos, en la

cama Teresa tapada con una fina sábana, Maca se percató

que estaba desnuda, a su lado Bárbara con una de sus

camisas largas que Maca sabía perfectamente cuando las

usaba. El rostro de la Pediatra palideció, Teresa se tapó con

la sábana la cara y Bárbara sonrió.

Ba_ Esto no es lo que parece.

M_ ¿Ah no? –la miró seria y enfadada.

Ba_ No.

T_ Maca por favor... –le susurró desde debajo de la sábana.

63 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ba_ Tan solo le estoy ayudando a sacar su estrés y

cansancio mediante la reflexoterapia.

M_ ¿Pretendes qué me lo crea? –seguía allí impasible

enarcando una ceja totalmente atónita ante el comentario.

Ba_ Está bien, hemos fucking ¿alguna objeción?

M_ No me lo puedo creer Bárbara –negó mirándola con

malestar.

T_ ¿Qué es eso Bárbara?, habla en cristiano –le decía

tapada con la sábana pues no había manera de que pudiera

mirar a Maca.

M_ ¿Qué pretendes?

Ba_ Lo que tú, ¿o yo no puedo?

M_ ¿Con Teresa?

Ba_ Sí –se acercó a ella eran como dos fieras el ojito de

Teresa saliendo de la sábana vio la secuencia-. ¿Pasa algo?

M_ No quiero que le hagas daño, sólo eso.

Ba_ ¿Tú crees que yo hacerle daño?

M_ Es como si fuera mi madre Bárbara, no quiero que sufra.

Ba_ Entendido.

M_ Vale... –se sintió ridícula allí con el biberón, con Teresa

en la cama tapada y casi discutiendo con Bárbara-. Voy a

darle el biberón a Maes.

Ba_ Ok.

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M_ Hasta luego –su voz tembló ligeramente, al salir resopló

algo nerviosa había sido un auténtico golpetazo ver la

situación en la que se encontraban-. Joder...

T_ ¡Qué vergüenza por las espinas de Cristo!

Cuando Maca llegó a la cabaña, su gesto era

demasiado serio y la sonrisa que marcaba del rostro de

Esther que la esperaba se le borró al instante, como estaba

de pie paseando con la pequeña Maes que no cesaba de

bostezar y buscar el pecho de la enfermera, se acercó hasta

ella mirándola con dudas.

M_ Creo que está suficientemente calentado.

E_ ¿Qué te pasa?, no me asustes –su gesto seguía siendo

preocupado.

M_ Acabo de enfrentarme con Bárbara.

E_ ¿Has entrado? –la miró frunciendo los labios y ladeando

un poco la cabeza-. Maca cariño, lo que haga Teresa no te

importa, no debes inmiscuirte.

M_ ¿Cómo que no me importa? –la miró confundida con la

boca abierta.

E_ Eso he dicho. Debes respetarla.

M_ Joder que es como si fuera mi madre.

E_ Ya, y tu madre como la mía hacen el amor con nuestros

padres, pero mira, es algo tabú de lo que mejor no pensar

¿verdad? –Maca cerró los ojos mientras Esther se sentaba

con cuidado y le daba el biberón a una desesperada Maes-.

65 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 66: QUINTA PARTE PIJA

El mismo derecho tiene Teresa a la que sé, quieres como

una madre.

M_ Lo sé… solo que… ¡joder que es Bárbara!

E_ Y Bárbara es una mujer maravillosa, ¿o qué?, si todos

tuviéramos que pensar en lo que han hecho a lo largo de su

vida, sus escarceos o sus ligues, ¿no sería la vida

demasiado injusta? –Maca la miró como entendiendo lo que

quería decir-. Yo te juzgue por lo mismo Maca, y si hubiera

tenido que ser tan injusta de no dar el paso de conocerte

mejor por tu pasado, por todo lo que habías hecho en él,

me hubiera perdido algo maravilloso, hubiera perdido la

oportunidad de conocerte de verdad, de que me hagas feliz,

y de eso se trata la vida cariño, tratar de ser felices con

quien podamos. Si Teresa es feliz con Bárbara, es su vida y

su oportunidad, y si tanto la quieres, no debes juzgar, tan

solo debes estar a su lado y apoyarla, y si un día llega el

momento de sufrir, estar a su lado en silencio y apoyarla.

M_ Como ella hizo conmigo, lo sé, pero… sigue siendo

Teresa, la mami Teresa –insistía mirándola con dudas y

temblor en su voz mientras paseaba de lado a lado.

E_ Pues por eso, como sigue siendo Teresa tendrás que

apoyarla y comprenderla, sea lo que sea.

M_ Estaba desnuda.

E_ Pues entonces… si ha encontrado la felicidad junto a

Bárbara, tú las apoyarás porque lo que quieres es verla feliz

–sonreía.

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M_ Desnuda Esther, los grititos, los gemidos, las risitas…

E_ Ya, ya… si eso yo me lo sé muy bien de memoria, ¿eh?

no hace falta que me cuentes lo que te hace dar todo eso.

M_ ¿Me estás vacilando? –enarco su ceja derecha mirándola

fijamente.

E_ Jamás se me ocurriría, vamos, jamás.

M_ Que fuerte –murmuró todavía atónita-. Desnuda en la

cama… con… ¡uf!

E_ Eso te pasa por cotilla, mira la mami cariño, está mal por

ser una cotilla y ni siquiera ha visto como has devorado tu

biberón –lo dejó a un lado y la cogió poniéndola en pie y

besándola-. Teresa es una mujer excepcional, y sea lo que

sea que haga, desde luego tendrá mi apoyo.

M_ Tú estabas tan impactada como yo, ¿y ahora?

E_ Pues porque he visto los ojos de Teresa, brillan y yo

quiero a Teresa esté con quien esté, haga lo que haga. Eso

me lo has enseñado tú, pero ya… ya… es Teresa –le dijo

como si con eso lo dijera todo.

Dos golpes en la puerta le hicieron girarse, seguro que

era ella, no la podría mirar a la cara, ¿cómo hacerlo?, si

había parecido una pelea de gallos la situación entre

Bárbara y ella.

E_ ¿Piensas abrir cariño?

M_ Sí, claro –respondió algo aturdida.

67 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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E_ Mira tu mami… tiene un corazonzote enorme –le dijo al

oído pero llegando a escucharlo Maca y arrancándole una

sonrisa.

M_ Hola Bárbara.

Ba_ ¿Puedes salir un momento? –se oyó su voz seria, Esther

no esperaba que se lo hubiera tomado tan mal, así que se

levantó y s gesto mostraba un rictus grave-. Hola Esther,

disculpa pero esto es cosa nuestra.

E_ Si, si… no digo nada –la miraba con algo de

intranquilidad-. ¿No os iréis a pelear, no?

Ba_ Todo puede ser, ¿por quién apuestas? –le guiñó un ojo.

M_ Vamos.

Salieron hasta fuera de la aldea, el camino hasta la

piedra de filosófica como le llamaban desde que Vilches la

encontró porque allí iban a pensar. Ella fue testigo de un

encuentro entre dos mujeres que habían sido amantes, que

habían sido amigas y que en ese momento se encontraban

tensas mirando el horizonte esperando quien de las dos

rompía el hielo.

Como no se había quedado tranquila, Esther, decidió ir

a la cabaña de Teresa, tocó a la puerta y la mujer le dio

paso, su gesto eras entre tímido y serio, tan solo una

sonrisa al ver a la pequeña con su liputa amarillo.

E_ Vaya Maes tiene poderes… -sonrió-. A mí ni una sonrisa

es verte a ti.

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T_ Hola Esther –sonrió más ampliamente.

E_ ¿Qué pasa Teresa?, ¿por qué esa carita? –se sentó a su

lado mientras Ramón le daba unos lametazos en las

espinillas a modo de bienvenida-. Me haces cosquillas

Ramón. Jiji.

T_ Déjala Ramón ya está, ya –le sonreía-. Es tan cariñoso.

E_ Venga dime ¿qué te pasa?

T_ Maca –puso gesto serio.

E_ Maca es una metomentodo –sonrió.

T_ ¿Qué va a pensar de mí?

E_ Pues no tiene mucho que pensar más que, si tú eres

feliz, ella lo es también.

T_ Ya… pero…

E_ Venga Teresa mujer… el amor es lo mejor de la vida

siempre me lo has dicho ¡eh! –le dio un codazo divertido.

Entre tanto en la piedra filosófica, Maca y Bárbara

guardaban silencio, como sopesándose la una a la otra,

hasta que finalmente Bárbara habló.

Ba_ Me has hecho daño.

M_ Lo sé… perdona, sé que me he pasado –su tono

demostró que estaba afectada.

Ba_ Mucho… si.

M_ Lo siento –volvió a insistir.

69 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ba_ Tú sabes que mami para mí es sagrada, que es como la

gran madre para todos, para mí también –la miraba seria-.

Y que pienses que yo le haría daño, de veras, me dejo out.

M_ Lo siento no era mi intención, pero… es que… no lo

puedo entender.

Ba_ ¿Por qué?

M_ Joder Bárbara porque es Teresa, y es como mi madre y…

y… joder… dame tiempo ¿vale?, dame tiempo y te prometo

que lo veré como algo normal, que Teresa esté contigo,

solo es eso que… no sé… joder en parte quien mejor que

tú, pero en parte… no quiero que sufra.

Ba_ ¿Por estar conmigo va a sufrir? –la miró como si con

aquella última frase en lugar de arreglar el desatino todavía

lo hubiera enredado más.

M_ No es eso Bárbara, no es eso, ella es…

Ba_ Como tu madre, como mi madre y no queremos que

sufra ni que lo pase mal.

M_ Exacto y yo sé que la diferencia de edad, ¿recuerdas con

la mujer que me líe?, aquella que me llevaba casi veinte

años, pues…

Ba_ Para Maca, no estoy para escuchar tus hots –dijo

elevando sus dos manos en el aire y mirando el río-. No soy

nada de Teresa que no lo seas tú, tan solo le estoy

ayudando a sacar sus malas vibraciones, sus dolores, sus

preocupaciones, ¿sabes qué está preocupada por vosotras?

70 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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–Maca la miró más afectada aún-. Me encanta tontear con

Teresa porque sé que en parte necesita que le digan

piropos, my lady es muy presumida, hace mucho que el

cocodrilo se comió al bastardo aquél, pero era su bastardo.

M_ ¿Entonces tú y ella, nada? –Bárbara negó y Maca dio un

soplido que podía haber transformado el tranquilo río en un

agitado mar con olas gigantes.

Ba_ Por supuesto que no, respeto mucho a mami, aunque

es una mujer tan maravillosa que porque no sé puede una

enamorar de ella.

M_ Joder… me he comportado como una imbécil –se quejó

gravemente contra si misma.

Ba_ Quiero que sepas, mami está asustada porque las

cosas se enredan, y piensa que lo mejor es que tú y Esther

con la niña os vayáis, pero eso para ella es perderos, está

agotada porque la edad le pasa factura, porque piensa que

sois muchos, que la guerrilla está cerca, tan solo le he

ayudado a mejorar.

M_ Creo que últimamente la tenemos un poco abandonada

–exhaló un suspiro como si con él pudiera sacar un poco de

su interior la repentina culpabilidad que sintió.

Ba_ No te culpes, las circunstancias son así, ella es feliz por

ti pero también tiene miedo, aunque sea la gran mami, es

un ser humano con su corazoncito y necesita un abrazo y…

mimos también.

M_ Viches nos ha dicho que nos vayamos.

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Page 72: QUINTA PARTE PIJA

Ba_ ¿Y?

M_ Vamos a esperar… porque no queremos dejar a Teresa,

a los demás.

Ba_ Difícil situación.

M_ Quiero mucho a Teresa Bárbara, no he querido

ofenderte.

Ba_ ¿Entonces puedo intentarlo en serio? –la miró

fijamente.

M_ Si ella te da permiso, por mí.

Ba_ Porca miseria y me lo dices ahora –susurró sonriendo.

En la cabaña, Teresa le había comentado a Esther lo

que realmente ocurría, Bárbara estaba dando unos masajes

que le estaban quitando dolores, ya no era una jovencita y

desde la riada que habían sufrido con sus golpes, se había

resentido de todo su cuerpo. Esther sintió un poco de

culpabilidad al saber que todos pensaban que Teresa

siempre estaba ahí pero que, como todos necesitaba ese

abrazo que el ser humano necesita aunque lo niegue. Y la

abrazo, la estrechó fuertemente dejando un beso en la

frente mientras Teresa suspiraba pesarosa por lo que Maca

pudiera pensar de ella.

La campana de Laobi sonó, anunciaba la visita de

alguien y allí estaba un camión con el logo de MSF. Los

niños corrían como siempre hacían y poco a poco iban

saliendo las mujeres, Massamba y Teresa junto a Esther y la

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pequeña Maes. Del camión un Dávila con un traje caqui, y

un sombrero, la sonrisa en el rostro y detrás suyo

descendió Claudia que al verla Esther no le hizo ninguna

gracia su presencia allí. Detrás del camión volvían Maca y

Bárbara sonrientes, al ver Maca a Claudia esbozó una gran

sonrisa dándole un fuerte abrazo, al igual que hizo con

Bárbara. Esther desde la distancia trató de verlo como algo

normal y deja de lado esa punzada de celos que había

sentido.

V_ Bienvenido Dávila.

D_ Bien hallado, Vilches. ¿Dónde está Teresa?

V_ Vaya… ya vienes con hambre.

C_ Hola Vilches.

V_ Claudia que alegría verte, ¿verdad?

M_ Esther cariño ven –la llamó acercándose a ella-. Espera

Teresa.

T_ Si.

Ba_ Hola my lady –le guiñó un ojo.

M_ Que siento lo de antes ¿vale?, que no tengo derecho a

meterme en tu vida, y que me parece estupendo.

T_ ¿Ah si?

E_ Ves como no es tan complicado, Teresa.

Ba_ ¿Teresa, quieres casarte conmigo?, tengo el permiso de

tu hija –le guiñó el ojo ante el gesto asustado de la mujer.

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T_ ¡Desde luego vosotras juntas sois un peligro de los

grandes!, no hagas más broma con eso, que por querer

hacerle yo una a Maca… mira lo que me ha costado –decía

con el ceño fruncido.

M_ Bien tonta serás si no aceptas la oferta –sonreía.

E_ ¿Entonces nada?

M_ Nada cariño.

E_ Oh.

Ba_ Ves mami, pero bueno… siempre serás mi bella dama.

T_ ¡Ay! –suspiró.

M_ Te quiero Teresa –la abrazó con fuerza mientras la

besaba ante la sorpresa de la mujer-. Te quiero mucho.

T_ Y yo… venga vamos a saludar a nuestros invitados –dijo

feliz cogiéndose de Maca y Bárbara.

E_ Eso… ¿y yo qué? –protestó divertida.

D_ Mis chicas favoritas… a ver que venimos todo el viaje

deseando conocer a la niña.

C_ Hola Esther –le sonrió dándole un beso.

E_ Hola Claudia, ¿qué tal?

C_ No tan bien como tú pero no me puedo quejar.

E_ Me alegro que hayas venido.

C_ Gracias.

M_ Gracias mi vida –le dijo bajito al oído.

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E_ De nada –la miró con esos ojos suyos ardientes como

fuego.

D_ Bueno… bueno… pues os traigo algo para que la fiesta

sea redonda.

V_ ¿No me digas?... ¿qué has traído para sorprendernos?,

¿un ballet de danza clásica?, viejo carcamal.

D_ No bocazas, no, te he traído algo mejor. ¡Cruz!, puedes

bajar.

Todos se quedaron boquiabiertos, pero quien se

quedo sin palabras fue Vilches, allí petrificado viendo como

los militares ayudaban a bajar del camión a una Cruz tan

sonriente como emocionada, cuando por fin Vilches se dio

cuenta que no era uno de sus más repetidos sueños, echó a

correr abrazándose a su mujer con total dependencia de

ella, hundiendo su cara en el cuello de su mujer.

Cr_ Vilches cariño… por fin.

V_ Cruz dime que no es un sueño.

Cr_ A ver si esto lo vives en tus sueños.

Poso los labios en los de su marido que mantenía un

gesto todavía descolocado por la situación, y al notar el

beso, al notar sus labios y darse cuenta que no era un

sueño, la estrechó por la cintura atrayéndola a él mientras

todo el poblado rompía en aplausos, y vítores, Teresa

emocionada recibía un pañuelo de Dávila, Teresa silbaba

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como loca, y Esther con la niña en brazos, sonreía

emocionada.

M_ Vale… vale… vale… que nos lo fundes Cruz.

T_ ¡Ay que bonito!

D_ ¿Verdad que si? –la miró sonriente.

T_ Sí, Dávila, mucho –se apartó una lagrima de su ojos.

Tras el beso y los aplausos, los gritos y demás, llegó

el momento de las presentaciones cuando le llegó el turno

de Esther, la abrazó con cariño sincero y una sonrisa en sus

labios que contagió a la enfermera.

Cr_ Tenía muchas ganas de conocerte.

E_ Yo también –le sonrió.

M_ Pues ya os conocéis, anda toma Cruz, toma a mi niña –le

dio a la pequeña que disfrutaba de estar en el brazo de

cualquiera.

E_ Pero que cosa más bonita de niña… ¿cómo se llama?

Ba_ Maes.

Cr_ ¿Maes?, ¿quién le ha puesto este nombre tan feo?

Ba_ Yo morenaza, yo.

Cr_ ¿Y qué significa?

Ba_ Maca y Esther, sus mamis.

Cr_ Vaya.

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V_ Esto Cruz mejor porque no dejas a la niña con sus mamis

y tú y yo hablamos con tranquilidad.

M_ ¡Mierda los tapones!, ¿Esther los tienes tú?

E_ Jajajajajaa –reía a carcajadas.

M_ Que Vilches parece que aúlle.

V_ Tú mejor la boquita callada, no me hagas hablar a mí.

Cr_ ¿Pero de qué habláis? –los miraba sin entender nada.

V_ Yo te lo explico.

M_ Eso, explícale, pero deja el pabellón alto –le decía

gritando.

C_ Mira que eres mala… pobre déjalo, deberías haber visto

a Cruz todo el camino, paramos a cargar el depósito y casi

le dio algo, ¿eh?

M_ ¿Para cuántos días viene?

C_ Se va pasado mañana.

M_ Joder… ¿no sé puede quedar?

C_ No.

E_ Que lastima.

M_ ¿Dónde está Teresa?

Ba_ Con el baboso de Dávila…

Maca y Esther la miraron y no pudieron aguantar la

risa, estaba claro que no le caía nada bien. Los camiones

volvieron a partir, tan solo dejaron uno en el qué Cruz había

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podido preparar dos cajas grandes con toda clase de

medicinas, de vendas, de apósitos, hasta había logrado que

le preparan anestesia. Lo destaparon todo y con la ayuda

de Bárbara mientras Nmaba tenía a la niña y los niños

jugaban con las últimas luces del atardecer, Vilches y Cruz

seguían poniéndose al día, mientras Dávila con una linterna

alumbraba la alacena donde Teresa tenía guardadas las

reservas.

D_ Y eso es todo Teresa.

T_ Deberías insistir en que se vayan.

D_ No puedo hacer nada si ellas no quieren.

T_ Pero ahora ya no son ellas solas.

D_ Mira Teresa, yo confío en los militares.

T_ Yo no confío en nadie cuando el asunto es tan peliagudo

como dices, es más, mi propuesta es, que todos

deberíamos abandonar el poblado e irnos a algún otro más

seguro hasta que todo pase.

D_ No es fácil y lo sabes, lo único que podría hacer es que

vayáis a Ebambi.

T_ Pero allí no hay refugio, y seguimos está demasiado

cerca y no hay medios para ayudar a los demás.

D_ Tengo que hablar con los directores Teresa, yo no quiero

poner vuestras vidas en peligro, ¿lo entiendes?

T_ Lo sé, lo sé…

M_ ¿Se puede pasar? –preguntó Maca graciosamente.

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T_ Claro, pasa –sonrisa feliz al verla.

M_ Vilches por fin ha salido de la cabaña y tiene unas

hambres que se muere.

T_ Ya me parecía a mí.

M_ Dávila todo un detallazo por tu parte lo de Cruz.

D_ Era lo menos que podía hacer por vosotros, que me

habéis ayudado infinitas veces.

M_ Menos mal… mira… me vas cayendo mejor –dado el

aviso se fue.

D_ Se le ve radiante.

T_ Si, se lo merecía.

En la cabaña, Maca estaba cambiando a la pequeña,

no paraba de hablarle, de hacerle cosas, de reír con ella, a

pesar de seguir sintiendo esa tristeza que no podía evitar al

pensar en su hijo.

Cr_ ¿Puedo pasar?

M_ Claro que sí Cruz, ya te extrañaba pero claro, antes está

tu marido –le dijo con ironía.

Cr_ ¡Y tanto que si! –dieron una carcajada y se acercó hasta

sentarse junto a la niña-. ¿Qué tal llevas tu labor de madre?

M_ Muy bien… es el segundo día, la primera noche ha sido

dura pero…

Cr_ No es fácil.

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M_ No, lo que llevo peor es… -elevó las cejas con su juego

divertido.

Cr_ Jajaja, tú no cambias. Te veo tan bien que me siento

feliz.

M_ ¡Anda ya estás feliz por lo que estás! –le dijo sonriendo y

Cruz terminó por dar otra de sus carcajadas. Después Maca

apuntó con voz melosa-. Esther es lo que siempre necesité

Cruz, es tan… tierna… tan serena… tan… patosa.

Cr_ Y guapa.

M_ Y una sonrisa… uf… mira… me tiemblan las piernas

cuando la veo y me sonríe.

Cr_ Está con Claudia poniendo la mesa.

M_ Es maravillosa. Me ha ayudado mucho.

Cr_ He traído algo que… no sé si deba enseñarte pero…

¿quieres ver la foto de tu hijo? Maca se quedo

paralizada, no sabía que hacer, la miró como si aquella

pregunta la hubiera estado esperando tanto tiempo que en

el momento en que le daba la opción de mostrarlo, su

corazón se había acongojado de tal manera que no sabía

que hacer.

Cr_ No quiero crearte problemas, ni añoranzas, pero sé que

siempre quisiste tener su foto, vero como crecía.

M_ ¿Lo has visto? –le preguntó con la voz temblorosa.

Cr_ Sí.

M_ ¿Y?

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Cr_ Afortunadamente no se parece al padre, y me atrevería

a decir que a su madre poco.

M_ ¿Y entonces? –le preguntó sonriente.

Cr_ Es solo una opinión, claro.

M_ No, no lo quiero ver.

Cr_ Vale si cambias de opinión, ya sabes.

M_ No, no, no necesito verlo, ahora solo me importa mi

presente y futuro Cruz.

E_ Hola –sonrisa amplia y Cruz instintivamente miró las

piernas de Maca quien sonrió-. ¿Cómo están mis soles?

M_ Aquí esperando a la madre que se ha escaqueado de la

cagadita de la tarde.

E_ No empieces, estaba ayudando a las chicas y hemos

quedado en repartirnos los cambios de pañal –le dio un

beso y un golpecito en el culo-. Oye Cruz, muchas gracias

por el cargamento, ¡ahora si vamos a poder trabajar en

condiciones! –se mostró ilusionada-. Tengo a Sissou allí con

un quebradero de cabeza, no había visto tantas cosas

juntas.

Cr_ No me extraña –sonrió como ellas.

M_ De todos modos, esperemos que trabajemos poco.

Cr_ Me temo que eso no va a ser posible Maca.

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E_ Bueno vamos a cenar, porque además tenemos a Vilches

de un humor, gracias por eso también –le dijo en voz bajita

a Cruz.

M_ Es lista ¿eh? –le sonrió.

Cr_ Vaya par, lo que me voy a divertir.

La cena fue divertida, los hombres no habían

regresado de la caza y eso daba muestras que no habían

tenido suerte y se quedaban en la Selva, era una

circunstancia que a Vilches no le gustaba pero en ese

apartado él no tenía mucho que decir, pues era el jefe de la

aldea ante la ausencia de Massamba, Zulú, quien lo habría

decidido. Durante el largo rato que dedicaron a cenar, se

contaron las anécdotas más divertidas, pusieron al día a

Cruz sobre el caos de la riada y la magistral demostración

de Teresa a nado.

T_ Calla, calla que así estoy.

E_ Voy a sacar un poco de fruto seco ¿vale?

M_ ¡Te ayudo!

E_ Bien.

V_ No tardes o sospechare –le dijo en voz baja a Esther.

E_ Jeje –sonrió graciosamente.

M_ Menos mal cariño –le dijo una vez entraron en la cocina

lanzándose a sus labios.

E_ Maca… Maca… para.

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M_ No puedo cariño –suspiraba.

E_ Venga, va por favor para Maca –le decía tratando de

zafarse de sus brazos que la retenían por la cintura

mientras la besaba.

M_ ¿Qué te pasa? –la miraba aturdida al ver que se

separaba.

E_ Maca que están fuera, que nos pueden ver –le decía

apurada mientras ponía las nueces en un recipiente.

M_ Joder Esther que me muero por hacerlo rapidito va –le

decía volviendo a estrecharla por la cintura.

E_ Que no Maca, que me moriría de vergüenza.

M_ Pero si están hablando –le besaba el cuello ante eso

Esther echó las nueces por el suelo y Maca sonrió.

E_ Maca por favor.

T_ ¿Os ayudo?

E_ Sí Teresa, toma Maca saca esto –Maca la miró

entrecerrando los ojos mientras Esther resoplaba

graciosamente.

T_ Esther… ¿puedo hacerte una pregunta?

E_ ¿Si era lo que parecía?, sí Teresa, sí –aceptaba como si

realmente estuviera tan necesitada como Maca y su

cordura en detenerla le estuviera pasando factura.

T_ No te iba a preguntar eso –le dijo mirándola seria.

E_ ¡Ah!, lo siento –le dijo cerrando sus ojos de golpe.

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T_ ¿Lo que ha dicho Maca era por quedar bien?

E_ ¿El qué?

T_ Lo de Bárbara… quiero decir –carraspeó bajando la voz-.

¿Qué vería bien lo de Bárbara conmigo?

E_ Imagino que sí Teresa, te lo ha dicho de verdad ella ha

entendido que lo que quiere es verte feliz –le ponía unos

higos-. Sea con quien sea.

T_ Es que… ¡uy Dios cuánto tiempo sin probar esto! –

mordía el higo poniendo ojos de éxtasis-. No sabía que era

tan importante para ella, la verdad.

M_ ¿Qué más tengo que sacar cosa guapa? –se lanzó como

quien no quiere la cosa sobre la espalda de Esther

abrazándola fuerte y besándola sin parar en el cuello.

T_ Oye… oye… que estoy aquí guapa.

M_ Peor fue lo mío ¿eh? –la miraba seria.

T_ Anda deja a Esther y lleva los higos.

M_ ¿Por qué no los llevas tú?

T_ Porque te digo que los lleves tú y los llevas. Ale,

arreando que es gerundio.

M_ Desde luego como me explotáis.

E_ Esto ya está –sonreía-. ¡Ay mi pobre niña! –le dio un

golpe suave con su codo en el brazo.

M_ Ays porque llevo las manos ocupadas que sino.

E_ No, que aún me duele.

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Page 85: QUINTA PARTE PIJA

T_ Madre mía si es que vosotras sois un incendio

constante…

Entre risas llegaron a la mesa, la tertulia se hizo larga,

Maca desesperada porque Maes no había llorado ni una

vez, cuando no estaba en los brazos de uno estaba en los

de otro, y agradeció que fuera la hora de darle el biberón.

M_ Pues lo sentimos pero nos llevamos a Maes que es su

hora de cena.

E_ Es verdad –decía sonriendo.

C_ ¿Puedo acompañaros?, me hace ilusión –dijo Claudia

ajena a la mirada que Esther le había dado a Maca.

M_ Claro, ¡vamos!, así a ver si te animas.

E_ Ahora volvemos –“joder esperando que llegara el

momento y ahora se apunta… uf… si es que me ha puesto

a mil”.

M_ “No si… quien espera desespera”

En la cabaña Claudia tenía a la pequeña en brazos

mientras Esther le preparaba el biberón en la cocina un

poco contrariada por su presencia, pero sabiendo que a

Maca le gustaba que la tratara con naturalidad, al fin y al

cabo, ella le había animado a darle una oportunidad, así

que suspiró tranquila. Si, estaba celosa, ¿por qué negar la

evidencia así misma?

M_ Te queda muy bien –sonreía sentada en la cama.

C_ Me encantan los niños ya lo sabes.

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M_ Si, lo sé.

C_ Y estoy muy contenta que tú tengas esta preciosidad.

M_ La verdad que ha pasado todo tan deprisa que no me lo

puedo ni creer aún.

C_ ¿Qué tal Esther?

M_ ¡Uf Claudia!, increíble –se mordió el labio inferior con un

gesto totalmente radiante-. Es… todo lo que había querido

tener.

C_ Me alegro mucho, porque además se te nota –le sonreía.

E_ Ya estoy aquí –dijo abriendo la puerta, y sonrió

gratamente al ver como Claudia sentada en la silla tenía a

su pequeña-. ¿Se lo das?

M_ Sí anda que tengo que ayudar a recoger los pañales.

E_ No hace falta cariño, me apaño –le sonrió algo nerviosa.

M_ Vale.

E_ Ahora vuelvo…

C_ Lo llevas mal ¿eh? –sonrió dando una carcajada.

M_ ¿Se nota mucho?

C_ Ya te digo –volvió a sonreír.

M_ Ya vuelvo –no pudo aguantar y salió tras Esther, quien

estaba luchando por coger del hilo un pañal que se había

enrollado por el aire. Entonces notó su presencia y sonrió,

Maca se acercó-. ¿Te ayudo?

E_ Sí.

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Page 87: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Necesitas algo más? –preguntó entre susurros mientras

una mano bajaba el pañal y la otra acariciaba el brazo de

Esther lentamente.

E_ Maca por favor…

M_ Sí –murmuró mientras sin miramientos lamía su lóbulo

de la oreja derecha.

E_ Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaca –le salió de alma un

suspiro.

M_ Me muero por lo que tú sabes.

E_ Y yo –se giró con la necesidad grabada en los ojos.

M_ Tenemos cinco minutos, venga –le cogió la mano y la

apoyó en la pared.

E_ Si… ay… ay…

M_ Mi amor…

Ba_ ¡I’m sorry! shift –soltó tapándose falsamente los ojos

mientras dejaba dos de sus dedos entre abiertos y veía

como Maca sacaba del pantalón de Esther su mano

rápidamente-. Meu deus.

M_ Joder Bárbara… joder…

Ba_ Me iba a duchar… pero yo no miro –decía siguiendo con

su mano puesta en los ojos, tropezando-. Ay, mierda… que

golpe.

E_ Anda quítate la mano no te vayas a lesionar y todavía

sea peor.

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M_ Será mejor que… vayamos a ver si Maes ya ha

terminado… ¡mecagoentodoloquesemenea! –dijo seguidito

con rabia provocando la carcajada de Esther-. No tiene

gracia.

Una vez cambiada la pequeña, Maca se quedó

durmiéndola y Claudia junto a Esther se reunieron con los

demás, la noche ya había caído, el fresco se hacia más

intenso. Los habitantes de la noche no cesaban con sus

cantos, y paseando por la aldea mientras le explicaba todo

como había ido cambiando, se encontraba Vilches que

llevaba de la mano a una enamorada Cruz que había

apoyado su cabeza en su hombro.

Cr_ Has hecho un trabajo magnífico.

V_ Ha sido cosa de todos, creo que la gente de está aldea

se merece lo mejor, han trabajado codo con codo con casi

nada para hacer más fácil la vida a todos.

Cr_ Si, son gente absolutamente sorprendente porque dan

todo ¿verdad?

V_ Sí, es un lugar hermoso para vivir cariño, si no fuera por

la maldita guerrilla.

Cr_ ¿Qué vais a hacer?

V_ Dávila mañana nos va a reunir, quiere que las chicas se

comprometan a dejar la aldea, no sé si lo conseguirá.

Cr_ Me temo que están decididas a quedarse.

88 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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V_ Hacen un gran equipo, quien me iba a decir a mí que

una pija como Esther y una pija rebelde como Maca, iban a

terminar siendo el mejor equipo de la Selva, solo faltas tú.

Cr_ Jaja –dio una carcajada deteniéndose mientras lo

miraba fijamente, la luna se había posado en sus ojos-. Te

he echado de menos Rodolfo.

V_ Y yo, ya queda menos para encontrarnos en casa.

Cr_ Si, después podríamos volver juntos ¿qué te parece?

V_ Esto engancha, es una droga fuerte.

Cr_ Pues si, ¿qué me dices?

V_ ¿Y la niña?

Cr_ Unos meses puede estar con mis padres, quiero

trabajar aquí contigo.

V_ ¿Y eso?

Cr_ Porque quiero trabajar con el mejor, en el peor lugar del

mundo –dijo con tristeza.

V_ Esa es mi chica.

Cr_ Y que le parece a mi chico si seguimos la charla en la

cabaña.

V_ De acuerdo… vamos…

Poco a poco fueron retirándose a dormir, la visita de

Cruz había sido para todos un acontecimiento, las mujeres

habían estado juntas hablando de los niños, del embarazo

de Nsona, del pequeño de Lula, había sido una de esas

89 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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noches únicas que con calma alrededor del fuego habían

charlado sobre tantas y tantas cosas. Al final se quedaron

como siempre Dávila y Teresa, pero junto a ellos una

Bárbara que le contaba las evoluciones de sus parques, la

lucha encarnizada contra las guerrillas que asesinaban sus

gorilas, todo era calma, demasiada calma.

D_ Me retiro a dormir.

T_ Buenas noches Dávila.

Ba_ Buenas noches gordo.

D_ Bárbara tú no cambies nunca ¿eh?

Ba_ No.

Se marchó y Teresa se quedó mirando al cielo

estrellado, Bárbara se sentó a su lado y la abrazó, sabía lo

que estaba sintiendo, pero allí estaba para apoyarla.

Ba_ Vamos a la cama bella singora.

T_ Acuéstate tú Bárbara, no tengo sueño.

Ba_ Tú querer escuchar los gemidos de todos ¿no?

T_ No seas tonta, quiero disfrutar de la paz de la noche, ¿te

quieres quedar?

Ba_ No, estoy cansada y mañana me voy.

T_ Es verdad… podías quedarte –la miró con una sonrisa

tierna.

Ba_ Que más quisiera yo, pero mi trabajo me reclama

guapa.

90 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 91: QUINTA PARTE PIJA

T_ Bueno… sé que volverás pronto.

Ba_ No te vas a deshacer de mí tan fácil.

T_ Ve descansa y gracias por todo.

Ba_ ¿Y el masaje?

T_ Tranquila… mañana…

Ba_ Felices sueños mi bella dama.

Mirando las estrellas se quedó, allí sola escuchando el

crepitar del fuego, los animales, algún ronquido y algún

gemido medio ahogado. Sonrió al pensar en Vilches, sin

duda se merecía aquella mujer maravillosa que era Cruz,

era un ser especial. En esas estaba cuando el ruido de unas

pisadas le hicieron abrir los ojos, a su lado Maca.

T_ ¿No duermes?

M_ No puedo… necesito calmarme un poco, además Esther

está tratando que se duerma Maes.

T_ ¿Qué te pasa?

M_ Estoy un poco nerviosa.

T_ ¿Y eso?, ¡anda siéntate conmigo! –le sonrió haciéndole

sitio.

M_ Cruz ha traído una foto de Nacho –se sentó suspirando.

T_ ¿De Nacho? –preguntó abriendo los ojos de par en par.

M_ Así es –afirmó con la cabeza mientras la apoyaba sobre

sus rodillas.

T_ ¿Y cómo está?

91 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 92: QUINTA PARTE PIJA

M_ No lo sé, no la he visto.

T_ No te entiendo.

M_ Pues es muy fácil, no creo que deba ver como está.

T_ Perdona Maca, es tu hijo.

M_ No, no lo es Teresa, no lo será nunca –dijo contrayendo

la barbilla.

T_ Bueno… bien mirado, es cierto.

M_ No creo que a Esther le haga mucha gracia que tenga

una foto suya.

T_ ¿Lo haces por ella? –la miró con pena.

M_ No quiero que se enfade, no quiero que piense que sigo

pensando en él o... en... ya sabes.

T_ Pero es que ella siempre te ha dicho que cuando vuelvas

lo busques, siempre te ha apoyado en eso, no tiene sentido

lo que dices.

M_ No la quiero perder –la miró con sus ojos brillantes de

miedo.

T_ No la vas a perder porque tengas la foto de tu hijo,

porque le pese a quien le pese fue concebido como tu hijo,

y aunque no lo pariste tú, lo sentiste nueve meses tuyo, lo

adoraste y ese sentimiento es muy complicado de borrar,

así que no digas más tonterías y al menos, mira como está.

M_ ¿Para qué?

92 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 93: QUINTA PARTE PIJA

T_ Maca tú estás tonta –le dijo definitivamente-. Esther no

se va a enfadar, ni molestar ¿o no la conoces? –le sonrió-.

Esther es tu mujer y lo comprende.

M_ ¡Uf no soportaría perderla!

T_ Lo sé cariño… lo sé… pero no creo que la pierdas,

vamos… ¿tú recuerdas los pájaros aquellos de colores, los

agapornis? –Maca sonrió-. Sí esos que no pueden estar

solos que necesitas ser dos, pues vosotras igual, os

necesitáis la una a la otra es así de sencillo.

M_ Bueno yo aquí dándote lata, y venía para decirte tan

solo una cosa.

T_ ¿Qué? –la miró sonriente.

M_ Que te quiero, que eres muy importante para mí y que

no nos vamos a marchar de aquí, no voy a dejarte, ni Esther

tampoco.

T_ Me emociona que me digas eso, ¿pero sabes qué quiero

yo?

M_ Dime –sonrió.

T_ Que os vayáis –sus ojos se llenaron de lagrimas y su voz

se quebró en el último momento-. No quiero sufrir por

vosotras, quiero saber que estáis bien, viviendo una vida

que os merecéis, no quiero que te quedes Maca… por

favor… si me quieres de verdad que lo sé, hazme ese favor,

iros… iros y vivir lejos de esta pesadilla. Por favor Maca…

iros…

93 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 94: QUINTA PARTE PIJA

El gesto de Maca cuando entró en la cabaña era serio,

pero al ver a Esther durmiendo, con la niña sobre su pecho

todo le cambió, una luz iluminó sus ojos, una sonrisa su

rostro, y el corazón latió de tal manera que sintió que todo

lo que le importaba en la vida estaba allí, en aquella

cabaña, en aquel poblado, en aquellas gentes. Sonrió al

pensar que aquella noche tampoco sería posible un

acercamiento con su Esther, se cambió recordando como le

había dicho que no se entretuviera mucho con Teresa

porque tenía sueño, al llegar a la cama, apagó la vela de un

suave soplido y se acurrucó en el pequeño hueco que le

quedaba junto a Esther, pasó su mano por su cintura y

acarició con ternura la piernecita de su hija, allí estaba su

familia, allí estaba su felicidad.

E_ Maca –susurró al notar su presencia.

M_ ¿Qué cariño?

E_ Te quiero.

M_ Y yo, descansa.

E_ Si… luego lo hacemos ¿eh?, pero es que no puedo con

mi alma.

M_ Anda duerme que tenemos que dormir intensamente

cada dos horas –sonreía contenta dejándole un beso en el

cuello.

E_ Ayyyyyy.

M_ Eso. Ayyyyy.

94 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 95: QUINTA PARTE PIJA

Efectivamente durmieron dos horas abrazadas sin

moverse hasta que Maes comenzó a pedir su biberón,

ambas se despertaron, Esther acunó a la pequeña mientras

bostezando salía Maca hasta Lucero, le gustaba a pesar del

sueño que pasaba sacar aquella leche para su niña,

entonces recordó que Cruz tenía la fotografía de su hijo,

suspiró, aún le dolía.

M_ Ya estoy aquí.

E_ Menos mal, yo creo que esta niña va a terminar con la

leche de la pobre Lucero –decía con cara de sueño.

M_ Que carita, anda acuéstate que yo se lo doy.

E_ No cariño, acuéstate tú. ¿Qué te ha dicho Teresa?

M_ Que nos vayamos.

E_ ¿Qué nos vayamos? –la miró con el ceño fruncido.

M_ Sí, parece que va en serio.

E_ ¿Y los demás?

Ambas se miraron preocupadas, cambiaron a la niña,

hablaron un poco sobre la situación y finalmente Maca

estuvo tratando de dormir a la pequeña que parecía se

había espabilado, sus ojos grandes y brillantes miraban

como si buscaran algo, Maca reía y Esther aunque

pensativa disfrutaba del momento, aquella visión de una

Maca totalmente entregada y babeando por su hija le hacía

sonreír tontamente, y así medio sentada en la cama se

95 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 96: QUINTA PARTE PIJA

durmió, con la tranquilidad en su corazón y la intranquilidad

en sus sueños.

M_ Mira como duerme mami Maes, puedes con ella me la

tienes fundidita –la besó-, vamos a la cama, seguro que si

te acuestas sobre mi y notas a tu mami linda, te duermes,

pero nada de llorar ¿eh?... vale… eso es mi amor… te

quiero pequeñaja… y a tu mami la quiero mucho, mucho,

vamos a ser una familia feliz cariño, somos afortunadas de

tenernos… claro que si.

El sol comenzó a entrar por la ventana, Maca sentía un

peso en su parte izquierda, su pecho izquierdo, y

adormilado el brazo derecho, fue abriendo poco a poco los

ojos, y allí estaba la mano de Esther aferrada como siempre

a su pecho, sonrió, su pierna metida entremedio de las

suyas y sobre su parte derecha la niña, no notaba nada de

su cuerpo pero era feliz.

M_ Esther… cariño… Esther –la llamó con dulzura.

E_ No… no me quiero ir….

M_ Esther que ha amanecido nos hemos dormido, y no le

hemos dado el biberón a Maes de las cuatro.

E_ ¡Qué!, ¡joder!... no… pero… como… -se sentó de un salto

y al mirarla sonriendo le dijo-. Pero si está dormida mírala.

M_ Ya pero hay que darle el biberón, se habrá quedado

saciada del anterior, Maes… Maes cariño…

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Page 97: QUINTA PARTE PIJA

E_ Mírala si es que es un sol ¿eh? –sonreía viendo como la

niña bostezaba y provocaba en ambas madres el mismo

bostezo. Entonces Esther apoyó la frente en el brazo de una

Maca que sonreía-. Uf mi amor… estoy acabada…

M_ Ay mi flojita…

E_ Voy a por la leche.

M_ Pero si tú no sabes ordeñar a Lucero.

E_ Pero a estas horas Nsona o Lula estarán y me enseñarán.

M_ Vale cariño, pero primero me traes la leche, después

que te enseñen.

E_ ¿Y eso?

M_ Tú hazme caso –la besó.

E_ Siempre te hago caso –le devolvió el beso.

M_ Ayer en la cocina no –le insistió algo más en el beso.

E_ No debía –abrió sus labios atrapando los de Maca que

sonrió-. Y ahora, tampoco debería seguir…

M_ Es verdad… ¿crees qué encontraremos un hueco?

E_ Yo creo que no –suspiró mientras gemía.

M_ Bueno… pero se da por bien empleado –sonrió mirando

a la niña.

E_ Pues si pero… -movía la cabeza graciosamente-. Pero…

M_ Pero… -sonreía mirándola embobada.

E_ Voy a por la leche.

97 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 98: QUINTA PARTE PIJA

M_ Eso, mejor.

Al salir, vio como ya las mujeres comenzaban su

trabajo, la ausencia de los hombres hacía que la aldea

pareciera distinta, a esas horas ya estaban trabajando en el

hospital, su rostro al ser golpeado por el sol mostró una

mueca de añoranza por ellos. A la que vio fue a Cruz, la

saludó y se reunieron a mitad camino.

Cr_ Buenos días –saludó radiante.

E_ Buenos días Cruz, ¿qué tal?

Cr_ Bien disfrutando del amanecer, es el lugar más hermoso

que he conocido, la luz es tan especial.

E_ Si, a mi me pasa igual me cautiva esta luz.

Cr_ ¿Cómo está Maca?

E_ Bien… preocupada pero bien.

Cr_ No era mi intención.

E_ ¿Tú intención?

Cr_ Vaya… creo que no hablamos de lo mismo.

En la cabaña junto a Maca estaba Teresa que llevaba a

la niña en brazos, sin parar de decirle que la llamara abu, a

lo que Maca contestaba de manera borde y Teresa se

enfadada de forma cómica, en esa lucha estaban cuando la

puerta se abrió y entró una sonriente Cruz a pesar de

negarse a sonreír con el biberón en la mano, y tras ella una

Esther mojada de cabeza hasta los pies.

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Page 99: QUINTA PARTE PIJA

E_ No quiero ni la más mínima sonrisa, ni la más mínima

coña, me voy a la ducha.

M_ Si cariño –se esforzaba por no reír.

Cr_ Dios –le dolía la boca de aguantar la risa.

T_

Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaa –soltó Teresa sin poder aguantarse y ya todo

fueron risas, carcajadas y dobleces para soportar el dolor

de barriga.

E_ Muy bonito, hombre… muy bonito –mascullaba mientras

salía a la ducha.

Cr_ Ay que pensé que me moría, mira Lula no ha podido

soportarlo, se ha tenido que marchar.

M_ Dios mi pobre niña… ¿qué le ha pasado?, si es que se lo

he dicho ¿eh?, Lucero no te va a dejar.

T_ Ay señor que me da algo –se limpiaba las lagrimas.

C_ ¡Vaya se oyen las risas desde fuera! –entró sonriente.

Cr_ Mira, Lula diciéndole que cogiera las tetas de la vaca, la

vaca mirándola de reojo, es que yo lo veía venir ¿eh?,

Esther sin parar de decir ¡jopeta!, uhh que caliente... ays...

ostras... yo tratando de aguantarme la risa empieza a dale

que te pego y la tía lo estaba haciendo bien ¿eh?, de

repente cuando ya tenía el cubo con bastante leche la

Lucero le ha pegado una patada que ha ido el cubo, la

banqueta y la pobre Esther por el aire.

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Page 100: QUINTA PARTE PIJA

M,TyC_

Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaa mareee.

Cr_ Pero lo mejor ha sido que el cubo ha salido despedido lo

último y entonces le ha pegado en una de las maderas y

toda la leche le ha ido a parar a la pobre.

T_ ¡Ay Dios… ay Dios! –repetía.

M_ Voy a ver que con el culo que me tiene…

Cr_ Si ves… ves…

C_ Pobrecilla que mal –reía divertida Claudia.

T_ Si es que todo le pasa a ella, es de un patoso…

C_ Pero la cabrona de la vaca, luego cuando se estaba

acercando le ha echado un pedo y no se que ha sido peor,

si el pedo o la cara de Esther.

TCyCr_

Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

aaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Aún con la sonrisa en los labios Maca llegó a la ducha,

Esther estaba ya fuera secándose, al ver que se abría la

puerta se tapó.

M_ Soy yo cariño.

E_ Ya veo que te lo has pasado muy bien, hasta aquí han

llegado las risas –le dijo enfadada.

M_ Mi amor no te enfades.

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Page 101: QUINTA PARTE PIJA

E_ No, si no me enfado.

M_ Venga mi niña –le ponía morritos graciosos.

E_ Déjame que tengo hambre.

M_ Es tu primera experiencia cariño… luego será más fácil.

E_ ¿Luego?, mira a la Lucero después que la salve de morir

ahogada la hija de puta menuda me ha liado.

M_ Cariño no te pongas así –la miraba sonriente-. Cuando

dices tacos estás monísima pierdes todo el glamour.

E_ Jo… si es que… -la miraba haciendo pucheros.

M_ ¿Si es qué, que?

E_ Que soy un desastre eso pasa, un desastre… que no sé

ni como te has fijado en mí.

M_ Eh, eh, eh, eso si que no –se acercó a ella que se había

puesto una especie de casca que le llegaba a media muslo-.

Eres un desastre maravilloso, repleto de cosas buenas que

me tiene muy tontita por cierto esto te sienta de muerte –le

dedicaba una mirada lasciva.

E_ Maca no estoy para eso ahora, en fin…cambiemos de

tema.

M_ No me cambies de tema con este vestidito que me

pierdo –la estrechaba entre sus brazos mordiéndose el

labio.

E_ Macaaaaa –se quejaba.

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Page 102: QUINTA PARTE PIJA

M_ Queeee –le decía al igual que ella con ese canto de

cierto pijerío.

E_ Jo… si es que no puede ser… a mí esto no me hace bien

–le decía mientras la besaba el cuello.

M_ ¿Cómo que no? –le preguntaba mirándola sonriente.

E_ No… mira ahora me haces esto se me altera la sangre,

paramos, ¿tú sabes lo qué me cuesta bajarla?, ¿eh?

M_ Claro que lo sé, pero mira si no estuvieras perdiendo el

tiempo con todo esto, algo podríamos haber hecho.

E_ Joder Maca…

M_ ¿Joder qué?

E_ Pues eso… que nada de nada tenemos que irnos,

venga… la vida no es solo sexo hay infinitas cosas mas.

M_ Ya lo sé, pero… es una parte muy importante cariño…

pero mucho ¿eh? –la miraba intensamente.

E_ También tienes razón… si –se besaron con pasión-. Que

buena estás.

M_ Lo mismo digo, vamos.

Mientras con cara de sueño y dolor de riñones,

aparecía Vilches que tras dar un vistazo y comprobar que

todo estaba bajo control, al cruzar su mirada con

Massamba, se metió en la cocina donde ya lo esperaba

Dávila que hablaba con Nsona sobre su embarazo y la

reacción de Zulú.

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Page 103: QUINTA PARTE PIJA

D_ ¡Hombre ya era hora!

V_ No me toques las pelotas, para un día que puedo.

D_ Ya hombre ya…

V_ De todas maneras, gracias por traerla.

D_ Un placer, es una mujer única, ¿has visto todo lo que ha

traído?

V_ Sí, por eso es mi mujer.

D_ Ya, ya, no me cabía la mínima duda –sonrieron mientras

Nsona le ponía un vaso grande de leche a Vilches que

agradeció con una medio sonrisa hacia ella-. Vilches sé que

esta noche es la fiesta grande, lo sé y que no debería tratar

el tema pero es vital, no es broma y creo que por primera

vez estamos ante un grave problema militar.

V_ Lo sé…

Allí se quedaron hablando, mientras las mujeres iban

acudiendo, y por orden de Esther se llevaron una vez

cambiada a Maes dejándola sola con su mujer.

M_ Me huele a encerrona –le dijo.

E_ Y tanto que lo es. ¿Por qué no quieres ver a tu hijo? –la

miraba con calma casi como comprendiéndola, sin un solo

reproche, tan solo una pregunta para saber que motivo real

le llevaba a su negativa.

M_ La verdad Esther… no quiero que eso me cree ningún

problema contigo.

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Page 104: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¿Crees que yo te pondría problemas?

M_ No, sé que no, sé que tú me has dicho que cuando

volvamos a España intente recuperarlo, y te lo agradezco –

le sonrió con ternura.

E_ ¿Entonces mi amor?

M_ Es muy sencillo, hasta que te conocí a ti me castigaba

por la perdida de quien creí y quise como si realmente fuera

mi hijo, ahora, ahora tengo mi propia familia te tengo a ti, y

a nuestra hija, él es un sentimiento al que si le pongo cara,

me ilusionará, sino, es un sentimiento que tengo guardado

en mí al que nunca olvidaré.

E_ Es tu hijo, Maca, nosotras no podemos apartarte de ese

sentimiento por el que tú has sentido tanto cariño –le

acarició la cara.

M_ Un sentimiento que me dolía Esther, no lo olvides.

E_ El niño no tiene culpa de nada.

M_ Por eso mismo, yo no puedo ni quiero ser responsable

de nada con ese niño, tiene a su madre y a su padre, lo

quise mucho, si intento algo para él será un choque muy

fuerte, y no quiero hacerle daño lo querré siempre, pero yo

tengo mi propia familia que sí me han dado la oportunidad

de ser feliz, y por nada os quiero perder.

E_ Te entiendo –le sonrió-. Pero a mí no me va a hacer daño

que lo veas, y a ti, estoy segura que tampoco.

M_ Te quiero –le sonrió.

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Page 105: QUINTA PARTE PIJA

E_ Y yo aunque seas una cabezota.

M_ ¡Mira pues quién fue a hablar!

E_ Vamos que me muero de hambre.

M_ Ay mi glotona favorita. Oye otra cosa.

E_ Dime.

M_ Gracias por tratar a Claudia tan bien.

E_ Ella me dijo que te tenía que cuidar, y siempre me habló

de ti de manera especial, no tengo porque reaccionar con

ella de otra manera cariño, me ayudó y eso a mí me vale.

M_ Si es que cuando digo que he tenido suerte.

Maca la llevaba por los hombros mientras Esther le

había pasado la mano por la cintura, reían y hablaban hasta

llegar al comedor donde todos las esperaban.

V_ ¡Ya era hora!, me estaba muriendo de hambre.

M_ No sabes vivir si no protestas, tío que cansino Cruz.

¿Qué viste en él?

Cr_ A ti te lo voy yo a contar –dijo jocosa.

T_ Bueno... bueno... haya paz que es muy temprano para

soportaros.

V_ ¿Te has recuperado del golpe Esther? –le preguntó serio.

E_ Sí, sabes que me recupero bien, estoy acostumbrada.

C_ Pobre... la verdad que Lucero tiene mal genio ¿eh?

Ba_ Y eso que Esther salvar de caput –dijo con la boca llena.

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Page 106: QUINTA PARTE PIJA

D_ No entiendo como se salvo la vaca.

M_ Yo entiendo menos como se salvo Teresa.

T_ Muy graciosa –falsa sonrisa.

Ba_ No te metas con una dama –dedo acusador.

E_ ¡Que hambre! –soltó de pronto y todos la miraron

sonrientes.

Siguieron por un rato más hablando hasta que

finalmente Dávila decidió que era el momento de hablar del

tema más importante.

D_ A ver chicos, he venido a parte de para pasar la Navidad

con vosotros que sois mi grupo preferido.

V_ Menos monos –le interrumpió burlón.

M_ Muy bien dicho Vilches, di que somos los más pringaos.

T_ De verdad... mártires ¡no te digo yo! –les decía con los

ojos bien abiertos.

D_ Como decía, mi motivo por el cual he venido es otro,

Claudia y yo, hemos sido mandados para alertaros del

peligro que esta aldea puede afrontar, otras veces hemos

tenido aviso y no ha pasado nada pero desgraciadamente

por el norte la guerrilla está ganando terreno, y los militares

van a hacer lo que puedan.

V_ Es decir, nada.

D_ Ya lo sabemos, hacen con sus medios lo que pueden.

M_ Vale, ¿qué propones que hagamos?

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Page 107: QUINTA PARTE PIJA

D_ Hemos decidido que de momento Claudia se queda aquí

con Vilches y Teresa, ella tiene nociones de enfermera.

M_ Un momento –lo miró algo enfadada incorporándose en

la silla.

D_ Hemos pensado que vosotras debéis marcharos con la

niña. Esto es demasiado peligroso.

T_ Maca, Esther por favor... es lo mejor.

V_ ¿Cuándo se van? –preguntó Vilches.

E_ Nosotras no hemos hablado todavía –dijo Esther, todos

las miraron.

M_ Nosotras no nos vamos a mover de aquí, si salimos de la

aldea será con todos, pero no vamos a abandonar, de

ninguna manera.

V_ ¿Cuándo se van? –preguntó Vilches.

E_ Nosotras no hemos hablado todavía –dijo Esther, todos

las miraron.

M_ Nosotras no nos vamos a mover de aquí, si salimos de la

aldea será con todos, pero no vamos a abandonar, de

ninguna manera.

E_ No nos vamos a ir, que quede claro, además ¿por qué

nos tenemos que ir nosotras y vosotros no? –miraba a

Teresa y Vilches que estaban sentado juntos.

M_ Eso es.

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Hubo unos segundos de silencio, se escuchó el bufido

de Vilches, Claudia miraba a un Dávila que prefería no ser

él quien lo dijera, Teresa hizo un pequeño puchero en su

barbilla, y fue Cruz quien miró con insistencia a su marido.

V_ Está bien, he sido yo.

M_ ¿Y me puedes decir por qué? –no fue un reproche pero

su tono si llevaba una mezcla de seriedad y queja.

V_ Voy a perder mi reputación pero... es lo que pasa por ir

contra dos cabezotas, lo he dicho porque no quiero que

sufras más Maca, porque ya has sufrido bastante, porque

has encontrado una mujer que te quiere, te soporta y eso

no es fácil, y sé que si las cosas se ponen difíciles igual que

tú lo sabes, nuestras vidas son blancos sencillos, nos

convertimos en el centro de las miradas de esos hijos de

puta y tienen buena propaganda en el mundo estamos en

Navidad. Y eso no lo quiero para ti ni para Esther, ni para

esa pequeña que tiene suerte de ser vuestra hija, ¿está

claro? –le dijo con gesto serio.

M_ Vale –le respondió con los ojos emocionados tragando

saliva mientras pasaba su lengua por los labios tratando de

poder hablar con calma-. Pero repito, si no nos vamos

todos, nosotras tampoco, aunque te agradezco tu

preocupación.

V_ Muy bien, pues si esto es lo que opinan, habrá que trazar

un plan.

T_ ¡Ay Dios mío! –susurró abatida.

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E_ Todo va a ir bien y si va mal, estaremos juntos para

superarlo, porque si nos vamos, ¿crees Teresa de verdad

que podríamos estar tranquilas allí y nuestra gente aquí?

T_ Ya lo sé Esther, pero...

E_ Yo os comprendo, pero Maca y yo estamos juntas en

esto.. y seguiremos juntas en esto con vosotros.

D_ Pues nada lo dicho... haremos un plan de emergencia

mientras las mujeres nos preparan la cena para recibir a

Noël.

E_ ¿A papá Noel?

M_ No cariño –rieron todos-. Se le llama así con la e muy

cerrada a Jesús, hoy se hace la cena por él, se brinda por él,

en algunas partes de África, y siempre es la fecha idónea y

escogida por la Guerrilla para armarla más gorda –sonó la

alarma de Laobi y todos se pusieron rápidamente en pie.

T_ ¡Los niños!

V_ Son los chicos de Bárbara –dijo rápidamente pues fue el

primero en salir.

Ba_ Bueno pues nada... ya me voy a preparar. Esther

puedes ayudarme con Mona, quiero revisar y dejarte a ti su

enfermera.

E_ Claro.

Fueron a saludar a los hombres que les traían noticias

frescas sobre el estado de la guerrilla y los militares,

109 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 110: QUINTA PARTE PIJA

mientras Maca con la niña en brazos se había sentado en la

recuperada mecedora y Cruz lo hacía en el suelo a su lado.

M_ ¿Crees que nos hemos equivocado?

C_ No Maca, sé que es lo que queréis y a lo mejor es como

muchas veces pasa, humo...

M_ No soportaría que a Esther le pasara nada.

C_ Y nada va a pasar –la miró sonriente.

M_ Oye Cruz...

C_ ¿Qué?

M_ ¿Podrías dejarme ver la foto?

C_ Claro –sonrió ampliamente.

M_ Quiero mostrársela a Esther.

Mientras en el hospital, Mona recibía con sonoros

besos a Esther y Valiente saltaba para que le dieran sus

mimos también, lo primero fue mirar la herida y comprobar

que no supurara, lo segundo explicarle como debía curarla

y por último:

E_ ¿Bárbara crees que nos estamos equivocando?

Ba_ No, creo que es lo que sentís, y hay que hacerlo así.

E_ Ha sido todo un detallazo por parte de Vilches, no me lo

esperaba.

Ba_ Es un maravilloso cabrón. Mira Esther, te he traído aquí

para decirte que gracias, no sé si voy a salir con vida de lo

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que tengo que enfrentarme, y quiero decirte de corazón

merci.

E_ No digas eso Bárbara.

Ba_ ¿Viste la serpiente?

E_ Sí –asintió con gesto triste.

Ba_ Impresiona, ellos mucho más porque son humanos pero

capaces de aniquilar sin motivo. Y voy hacia tierras de

guerra, mi parque está en peligro y debo ir. Cuida a Teresa

es adorable, my lady, la amo, cuida a Maca es borde como

ella sola pero, un encanto, a Maes, y a todo esta gente que

también es mi gente –lo decía seria con un tono solemne

que le puso la piel de gallina a Esther-. Cuídate y gracias

por devolver a la mejor Maca.

E_ Bárbara –se abrazaron entre lagrimas y Esther sintió el

miedo en aquella mujer-. Todo va ir bien.

Ba_ Por supuesto, mi bella ragazza. ¿Vamos?

Fuera todos trataban de tranquilizarse un poco, las

noticias eran malas, pero con perder la compostura y los

nervios no se solucionaba el problema. Al salir Bárbara se

fue despidiendo de todos, un abrazo, una sonrisa, hasta que

llego a Teresa sus ojos se encontraron, Teresa sonrió puso

sus dos manos en las mejillas de la rubia que se había

puesto de momento muy colorada y sin pensarlo junto sus

labios con los de la veterinaria quien abrió los ojos como

platos, y sintió como un calor abordaba su piel de arriba

abajo.

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T_ Cuídate y gracias por todo guapa.

Ba_ A.. a... adi... adi.

M_ Arranca Bárbara, arranca...

Ba_ Adiós my lady –le devolvió la enorme sonrisa mientras

Maca que había dejado a Maes con Cruz, pasaba la mano

por los hombros de Teresa-. Cuídamela.

M_ Lo haré no te preocupes, pero sobre todo cuídate tú.

Ba_ Adiós familia.

El camión junto al jeep se marchó, desde la puerta del

hospital Mona saludaba con su brazo en alto reposando su

cabeza en el hombro de Bartolo que la miraba serio, y

Valiente que se había cogido la gorra de Carolina Herrera y

no había manera que la soltara, se abrazaba ala barriga de

su mami, como le había explicado Bárbara, eran una

familia, su nueva familia que lo querían y que lo iban a

cuidar siempre. Todos se fueron retirando y quedaron Maca

junto a una Teresa que se había quedado con la mirada

perdida tras el portón de madera que no permitía ver la

marcha de Bárbara.

T_ ¡Ay señor!

M_ Venga vamos Teresa... no te pongas así.

T_ ¿Pero cómo no quieres que me ponga así? –la miraba

seria-. Yo que no quería que Bárbara ser fuera, se va, y yo

que quiero que os vayáis vosotras, no os vais... si es que...

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todo al revés –se quejaba negando con la cabeza y

juntando sus manos.

M_ Venga va... que los hombres estarán a punto de llegar y

no van a tener preparadas las cosas –entonces vio como

Esther le hacía un gesto mientras se metía en la cabaña-.

Voy a coger una cosa a la cabaña.

T_ Si, si... ay señor... ay...

M_ ¡Deja de suspirar Teresa! –le riñó medio sonriendo.

T_ Si es que... ayyyyy.

M_ Menudo morreo le has dado a Bárbara... le has sacado

hasta los colores, ¿suspiras por eso?

T_ No, suspiro porque la vida es injusta... solo eso –elevó los

hombros marchándose.

M_ Si, a veces puede serlo... y mucho –murmuró apenada

cerrando los ojos al recordar que Esther estaba esperándola

fue a la cabaña con paso tranquilo para no levantar

sospechas. Abrió y allí estaba Esther esperándola

sonriente-. Hola.

E_ Hola.

M_ ¿Y Maes?

E_ Con Claudia, nos ha echado un cable.

M_ ¿No me digas? –se encaminaba hacia ella.

E_ Sí –puso gesto serio.

M_ Eso es estupendo –sonreía pícaramente.

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Page 114: QUINTA PARTE PIJA

E_ Pues si –le devolvía la sonrisa.

M_ ¡Ay Esther! –la acarició lentamente mientras pasaba por

su cintura la mano.

E_ Au –se quejó.

M_ ¿Te he hecho daño? –preguntó alertada.

E_ No... es que justo ahí me llegó la patada de Lucero.

M_ Si es que ya te dije yo... pobrecita mía... cuando pille a

Lucero verás...

E_ Ella no tuvo culpa –le dijo con gesto de pena.

M_ ¿Ah no?, ¿y quién tuvo la culpa?

E_ Yo.

M_ ¿Y eso mi niña? –la miraba con la mano puesta en la

barbilla a los ojos sonriendo levemente.

E_ Pues porque... verás... prométeme que no te vas a reír.

M_ Prometido –le dijo con la sonrisa por debajo del bigotillo.

E_ Si ya te estás riendo –le decía de manera pija.

M_ Ays mi princesa... va cuenta –le sonreía mirándola

fijamente.

E_ Pues que esto de no... de no tener... sexo... cuando me

senté allí y comencé a tocarle las tetas a la vaca, pues

mira... no sé que me pasó pero... me acordé de las tuyas...

y uf... de verdad... que mal rato pase... porque claro venga

a tocar y a tocar, y yo cerraba los ojos y joer Maca es que

eran las tuyas –Maca la miraba fijamente y se estaba

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poniendo colorada, asustando a Esther-. ¿Estás bien?,

¿Maca?

M_

JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

A.

E_ Joder te he dicho que no te rías –le decía con gesto

enfadado mientras Maca se había enganchado con la risa-.

Nada mírala, ¡te vas a mear!

M_ Ay… ay… ay…

E_ No sí…

M_ De verdad –trataba de calmarse limpiando sus lagrimas

pero al mirarla y verla tan seria no pudo más que comenzar

a reírse como loca nuevamente-.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA… ay… ay… que me da

algo…

E_ Desde luego es la última vez que te cuento nada.

M_ No seas así mujer… que además debería estar yo

enfadada porque comparar mi bonito pecho con las tetas

caídas de una vaca –le dijo con cierto tono amenazador.

E_ Es que… uf…

M_ Lo malo –volvía a reírse-. Va a ser –más risas-, cuando

me toque ordeñar a mí y me acuerde de esto, vais a tener

que buscarme arriba de un árbol jajajajaja.

E_ Si… seguro jajajajajajaja.

M_ Jajajajajajajajajaa.

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E_ Jejejejejejejee.

Y por fin el ataque de risa fue conjunto, lloraban y

reían sin poder parar, mientras se abrazaban y se miraban

hasta que Maca trató de suspirar repetidas veces para

controlar el ataque y Esther trató de hacer lo mismo.

M_ Bueno… uf… otra vez se nos está pasando el tiempo y

nada de nada –decía entre suspiros.

E_ Es cierto –se ponía la mano en el pecho-. Que risa por

favor.

M_ Uf… no me extraña que te diera una patada –sonreía.

E_ Pues no se porque, con lo que te gusta a ti que yo te

toque –le dijo bajito mientras le dejaba un beso en la

mejilla.

M_ Eso si que es verdad… pero es que yo… te quiero mi

vida, la vaca no.

E_ Pues debería, que le salvé la vida –seguía besando su

mejilla y la comisura de sus labios.

M_ Es una desagradecida –musitó sin poder abrir los ojos.

E_ Totalmente –besó con suavidad sus labios mientras las

yemas de sus dedos recorrían en silencio los brazos de

Maca tan suavemente que un escalofrío se adueño de ella.

M_ Esther… -abrió los ojos y se la encontró allí a un solo

paso suyo.

E_ ¿Qué? –respondió con un hilo de voz.

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M_ Te quiero –le acarició la cara con delicadeza y total

ternura en su mirada.

E_ Yo también mi vida –comenzaron a besarse con

suavidad, mirándose a los ojos-. Mucho.

M_ Pero no tanto como a Lucero…

E_ No… -sonrieron nuevamente.

M_ Eres muy mala voy a tener que vigilarte.

E_ Lo que tienes que hacer, es… -se pellizco el labio

mientras las manos de Maca recorrían la espalda buscando

el cierre del sujetador.

M_ ¿Qué?

E_ Hacerme el amor.

M_ Eso me gusta más –susurró mientras sus dientes

atrapaban suavemente el labio inferior de una Esther

totalmente excitada.

E_ Y a mí…

Sus labios se encontraron en ese baile que ellas tan

bien y en tantas ocasiones habían ensayado, los pasos eran

metódicos pero siempre diferentes, nuevos y excitantes,

unir sus cuerpos, sus bocas y sus lenguas, un paso y la

unión perfecta en la más bella danza de amor.

M_ Mi amor… -jadeaba.

E_ Si –susurraba extasiada mientras su mano audaz

desabrochaba el botón del pantalón.

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Page 118: QUINTA PARTE PIJA

M_ Oh…

E_ Maca…

Pero de pronto la alarma de Laobi volvió a sonar, el

baile se detuvo.

M_ Me cago en la hostia –protestó mirando el techo.

E_ Joder.

M_ Uf… corre … -salieron de prisa de la cabaña.

E_ No me hables de correr –murmuraba enfadada.

Los hombres llegaban con una pieza única de antílope,

las mujeres aullaban y aplaudían, el mejor regalo para Noël

sin duda, y con un grito de Zulú, la pieza fue dejada sobre

la tierra, ante Massamba quien salió de su cabaña donde no

cesaba de hacer ruido, y todos se preguntaban que estaría

haciendo. Los ojos de todos miraban al hombre que con un

asentimiento de cabeza dio por buena la caza, y así empezó

la danza, los gritos, los golpes de sus lanzas contra el suelo,

el polvo que levantaban sus pies al golpearlo, aquel baile

que ofrecían a los espíritus para agradecer que todos

volvían sanos. Aquella danza calmó a las dos mujeres un

poco el ardor, Claudia las miraba y sonreía, y es que,

aquellos movimientos y gestos adustos en sus caras era un

espectáculo único que hasta los perros y la familia Mona, se

detenían para observarlos.

Una vez finalizaron ya no pudieron volver a la cabaña,

fueron requeridas por Teresa y los ojos de Claudia se

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cruzaron con los de Esther, que los cerró negando con la

cabeza mientras se mordía con cierta desesperación el

labio.

E_ No hay manera…

Cl_ Se nota –no quiso reírse pero no lo pudo evitar.

T_ Bueno vamos a tener trabajo para cortar la carne.

E_ Yo no quiero verlo, ¿qué hago yo?

T_ Prepara el fiambre… -entonces se detuvo en su camino

hacia fuera y murmuró-. ¡No me puedo creer que haya

dicho semejante palabra en medio de la Selva! –decía

pensativa.

Cl_ Si, es increíble… por eso he venido ¿eh? –le guiñó

divertida el ojo.

T_ ¡Mira que cara! –le dijo seria.

Cl_ No Tere, una que es lista –sonrió.

M_ Voy a explotar, un calentón más detenido y exploto –

entró diciendo de manera graciosa-. Teresa no tenemos

intimidad, y estoy preocupada mi mujer confunde mis tetas

con las de Lucero.

T_ ¿Esther? –la miró muy seria.

E_ Joder Maca… un poco más y lo cantas por la radio.

M_ No es mala idea, eso me ha dolido ¿eh? –le decía seria.

E_ Era el tacto mujer... la abstinencia... en fin... –elevó los

hombros.

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M_ Ya... me estás comparando mis precisos pechos con

unas tetas descolgadas de una vaca, cariño. Teresa dile

algo por favor –decía seria pero por dentro muerta de risa.

T_ No… no… esto ya es lo último –parecía no poder

entender lo que le decía.

M_ Por convulsión masiva empezando por la entrepierna

Tere, que me quemo… que no doy más de mí si no chusco.

E_ ¡Maca! –la riñó.

T_ Voy a cortar carne… o terminaré cortando cabezas… las

tetas de Lucero por las tetas de Maca… no… si al final…

oye… ¡un momento!, ¿has dicho las tetas de Lucero?

M_ Sí mami... –le dijo seria.

T_ Madre del Amor Hermoso... esta noche me quedo a la

niña yo... ¡no hay más que hablar!

M_ Gracias Teresa, en el fondo eres casi una santa si no

fuera por el morreo que le has dado a quien ya tú sabes.

Arreglado cariño.

E_ Desde luego –la miraba con los ojos entrecerrados

cruzando los brazos sobre el pecho-. Eres...

M_ ¿La mejor?

Cl_ Anda deja de darte el lote de que eres la mejor y ayuda

a las chicas, yo me quedo con Esther no vaya haber una

eclosión de calentamiento mundial empezando en la

Selva... ve... anda...ve.

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M_ No sé si podré aguantar hasta luego –le dejó un beso en

el cuello.

E_ No seas payasa que no estamos solas –le dijo bajito.

M_ ¿Y?

E_ Que sabes que me da corte –susurraba sonrojada.

M_ Me encanta cuando te pones así, coloradita.

E_ ¡Maca!

M_ Vaaaaaaaaaaaaale, me voy... uf –resopló ante la mirada

divertida de Claudia.

E_ Bueno... menos mal que te has quedado tú para coger lo

de la parte de arriba –decía mientras sacaba los paquetes

envasados al vacío.

Cl_ Claro mujer no hay problema. Oye...

E_ ¿Dime?

Cl_ ¿Os habéis pensado bien la propuesta de Vilches? –iba

sacando los platos de plástico que habían llegado en el gran

pedido de Esther.

E_ Sí, no vamos a dejarles... o todos o ninguno –decía

segura.

Cl_ Ese es el espíritu de la gente que trabajamos en esto,

¿verdad? –le sonrió ampliamente.

E_ Sí... gracias por querer quedarte tú...

Cl_ Estoy con Vilches, Maca ha encontrado la felicidad y yo

quiero mucho a Maca como para no hacer algo así.

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E_ Ya... –le contestó algo cortada-. Bueno la verdad que me

siento un poco incomoda hablando de esto contigo.

Cl_ Lo sé, lo siento no es mi intención, mira Esther, cuando

estás en la Selva a veces la soledad te hace extraña, haces

cosas que quizás en tu país ni te planteas desde comer ojos

de cocodrilo en una sopa, hasta en mi caso, liarme con

Maca. Pero te aseguro que ella lo que necesitaba era

alguien como tú, que le parara los pies y le demostrara que

en la vida no se puede ser tajante en algo tan hermoso

como el amor –Esther la escuchaba la consideraba alguien

extraña, ni llegaba a ser rival, ni tampoco amiga-. Julia le

hizo mucho daño, y ella vivía bien con esa excusa sabía

como volver loca a cualquier mujer, pero no era ella, ella es

quien está hoy ahí fuera metiéndose sin parar con Teresa

porque sabe que está mal por Bárbara, ella es la que ahora

mismo te está mirando, la que sonríe, y esa Maca la has

devuelto tú, como su amiga que me considero y alguien a

quien adoro, me hubiera gustado que os fuerais a intentar

vivir vuestro amor lejos de aquí, pero sé, que sois carne de

esta Selva y aquí o donde estéis, seréis felices.

E_ Gracias... la verdad que siempre te tuve cierta manía,

pero... sé el aprecio que le tienes a Maca y, eso me hace

considerarte amiga.

Cl_ Me alegro –sonrió-. Pues amiga vamos a cortar el

fiambre o Teresa nos cortará a nosotras.

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E_ Pues si –dijo aún algo nerviosa pero tratando de

serenarse con la mirada puesta en una Maca que no paraba

de sonreír.

Cl_ ¿Una pregunta?, ¿qué hace Massamba con tanto ruido?

E_ Ni idea, es más debería no hacer nada, la herida no le

cicatrizó bien y estoy un poco preocupada.

Cl_ Vaya...

E_ ¡Claudia que viene Teresa! –le dijo al ver que la mujer

estaba a punto de entrar y ellas no habían hecho nada,

conociéndola sabían que se iban a llevar una buena bronca.

Cl_ Joder... dame algo.

E_ ¡Ay madre!, toma...

Cl_ ¿Un vaso?, joder Esther que está aquí.

E_ Ya... y...

T_ ¡Pero bueno!, ¡vosotras qué de chachara!, pues vamos

bien a este paso me toca hacerlo todo a mí, ¿qué pasa?,

que hablar mucho pero trabajar poco... ¡bah, si es que no

sé ni como os dejo solas al cargo de esto!, mala la una peor

la otra –ellas se miraban de reojo mientras abrían el envase

de salami-. Si es que... bla bla bla, pero de trabajar nada...

si ya lo decía mi madre... ¡uy dónde he puesto la fuente

grande!

E_ La tengo yo –dijo débilmente.

T_ ¡Acabáramos! –la miró muy seria con sus ojos muy

abiertos.

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Page 124: QUINTA PARTE PIJA

Salió de allí mascullando con gracia, y ambas se

miraron sonrientes al ver sus nervios porque todo saliera

bien.

El resto de mujeres comenzaron a llenar la cocina,

mientras fuera Cruz disfrutaba con la mano del mortero

junto a Nmaba triturando cereales, los niños que tan bien

conocían a la Mwasi mondele, le contaba sus adelantos en

los estudios, la mujer se mostraba feliz mientras su marido

junto a Dávila, valoraban la tensa situación en la que se

encontraban.

En un momento dado, Maca tuvo que ir a cambiar a la

pequeña Maes, la dejó dormidita en la cama y fue a tender

los pañales, era su turno, estaba en ello con los brazos

arriba cuando notó como unas manos apretaban sus pechos

y una sonrisa traviesa estallaba.

E_ Te pille.

M_ Esther... pero... –se reía ya no solo por el susto sino, por

su gesto.

E_ Me muero por besarte, me he escapado de mami que

menuda pieza es en la cocina, me ha dicho en mi propia

cara –Maca la miraba divertida por sus gesticulaciones y su

gesto ofendido-. Que se nota que tenía una sirvienta, que

no sé poner el jamón con delicadeza.

M_ Es que es verdad cariño, que eso se nota –seguía

mirándola divertida.

E_ Pero oye lo que cuenta es la intención.

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M_ ¿Ah, si?, es cierto, ¿y qué intenciones tienes viniendo

aquí a despertar mi revoltosa libido?

E_ Ninguna... solo venía a darte un beso –ponía gesto de no

haber roto un plato.

M_ Ya...

E_ Si –sonreía mientras daba pasos hacia tras.

M_ Te vas a caer que si andando hacia delante te caes, ni te

cuento hacia detrás.

E_ Eres mala.

M_ Pero estoy buenísima.

E_ Eres... de verdad... una engreída que te cagas.

M_ ¡Pero qué modales son esos! –le decía con una amplia

sonrisa por sus palabras.

E_ Ya ves... todo lo malo se contagia.

M_ Y lo bueno –la cogió de la cintura-. Ven aquí.

E_ Me he dejado ¿eh?

M_ Ya, ¿qué tiene mi niña aquí?

E_ ¿Adónde?

M_ Aquí –le dijo abriendo su boca y atrapando sus labios en

un beso intenso y profundo que hizo que Esther ahogara un

gemido entre sus labios.

T_ ¡Maca!...

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M_ Joder... –renegó apoyando la frente contra Esther-. Ya

voy Teresa.

E_ Esta noche cariño... esta noche haremos la fiesta del

siglo tú y yo, en nuestra cabaña, recuérdalo –le dijo

saliendo corriendo de allí.

M_ Joder como me pone –susurró con cara de tonta y una

gran sonrisa.

En medio de la aldea, Mona que había salido ya de su

ingreso hospitalario estaba despiojando a Valiente y

Bartolo, los demás niños esperaban sonriendo su turno.

Mientras, Vilches salía de su despacho junto a Dávila, su

gesto era serio pero tranquilo, al ver a Cruz con la mano del

mortero, sonrió, sin duda siempre se había implicado con

aquel pueblo al que ella adoraba.

T_ ¡A comer!... vamos...

Y allí todos, acudieron a la llamada de la gran mami,

Lula apareció sonriente tras Massamba, y juntos con el niño

en el saco que ella llevaba en su espalda se reunieron con

el resto, una gran mesa, donde todos se sentaban y

hablaban, donde las sonrisas eran las protagonistas, y

donde Teresa en pie, miraba a todos y cada uno de ellos,

Vilches hablando con Cruz, ésta sonriendo, Maca y Esther

con su tontería particular, las manos por debajo de la mesa,

la bronca de Vilches pidiendo las manos a la vista, Claudia

que sonreía divertida con Dávila sobre las chicas,

Massamba hablaba con Ngouabi quien le contaba todas las

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Page 127: QUINTA PARTE PIJA

vicisitudes para cazar el antílope, Zulú sentando a sus hijos

mientras Nsona con su vientre ya avanzado lo miraba con

el amor en sus ojos, Nmaba riéndose junto a Siya que

parecía contar con el favor de la mujer para estar junto a su

nieto, Monwe recibiendo las sonrisas de Zambi quien había

puesto sus ojos en la joven que poco a poco con la ayuda

de todas iba superando la muerte de su bebé. Sissou

contando a Yildas todo aquello que había traído la mondele

que se estaba volviendo loca para colocarlo, hasta Laobi

había dejado de vigilar y se había unido a todos ellos, y no

paraba de sonreír con las locuras de Dib. Allí estaba su

familia, su gente, su aldea, su mundo, nadie vio como se

giraba con los ojos acuosos, nadie la vio llorar en la cocina,

pensaba en Bárbara, pensaba en ellos, en la fragilidad en la

que vivían y su corazón que había sufrido ya tantos golpes,

parecía avisarle ¿otro?

T_ Dios mío... no nos mandes más castigos... te lo ruego.

La cena fue de lo más divertida, aquellos fiambres que

para los hombres y mujeres de la aldea eran imposibles,

hicieron las delicias de todos, el vino, después el champán,

y los frutos secos mezclado con comida clásica de África

realmente hizo que la noche que era bastante estrellada y

con una luna hermosa sin lluvia, fuera especial. Las miradas

furtivas entre Maca y Esther se sucedieron durante la cena,

Maes fue de brazo en brazo, en ese momento en que todos

se disponían a cantar a Noël la tenía Nmaba con su amplia

y feliz sonrisa. Esther escuchaba las canciones, Teresa las

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cantaba con una expresividad y un dominio del kikongo que

era la admiración de todas, cuando terminaron de sus

canciones de repente Esther habló.

E_ Bueno y porque ahora no cantamos esa de...

M_ ¡Ay madre!, cariño que no entonas muy bien.

E_ Venga... vamos allá... Esta noche es Noche Buena y

mañana Navidad –se le fueron uniendo entre risas las

mujeres mientras daban palmas y Maca se moría de risa de

lo mal que cantaba su mujer-. Saca la bota María que me

voy a emborrachar... ¡todos venga!

T_ ¡Ande ande ande!

ClyD_ ¡La marimorena!

Cy V_ ¡Ande ande ande!

MyE_ ¡Qué es la Noche Buena!

Las risas siguieron al final de la canción, los hombres

reían y aplaudían al ver al Ziku cantar como loco, mientras

las mondeles recién casadas no paraban de reírse mientras

cantaban, de mirarse a los ojos, de demostrarse

abiertamente tantísimo amor.

T_ Venga vamos a recoger todo y a bailar que es Navidad –

decía feliz aún con añoranza.

Cl_ Vamos Teresa... venga chicas dejar un poco de tontear

que dais un poco de asquito.

V_ Eso, eso... imagínate lo que tenemos que soportar... un

monumento nos merecemos.

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M_ Eres un desaborio te lo digo siempre... con lo bonito que

es el amor –sonreía burlona- ¿Verdad Cruz?

T_ Pero lo vuestro cansa ¡hija! –les decía seria.

Lu_ ¿Tiernas?, así Esther –preguntó ante la sorpresa de

todos.

E_ Sí cariño, somos tiernas pero nadie nos comprende –le

dijo abrazándola con todo el cariño que sentía por ella.

Ns_ Oh Mwasi, Nsona comprender.

M_ Menos mal –les dijo sonriendo.

Entre bromas y risas fueron retirando las cosas de la

mesa, los hombres mientras se fumaban los puros que

Dávila había traído para ellos, y preparaban los tam-tam

para bailar, hablaban sobre la Selva, las mujeres

canturreban, y no paraban de hablar, una de las veces

Maca estaba cogiendo un vaso y Esther se puso al lado

diciéndole bajito:

E_ ¿Preparada?, esta noche voy a dejarte ko mi reina.

Maca la miraba con la boca abierta, no sabía como lo

hacía era insultante que fuera tan fácil dejarla boquiabierta

y atontada sintiendo como toda su sangre se revoloteaba

sin remedio, y Esther se alejaba sonriendo.

Cr_ Anda cierra la boca, es la primera mujer que te tiene así

¿eh?

M_ Uf... me puede –dijo sonriendo.

Cr_ No se nota mucho.

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Ambas rieron y siguieron con las risas y felicidad del

momento. Una vez todo estaba preparado, el tam-tam

sonó, y todos comenzaron a bailar, en parejas, por libre con

los niños, cantaban, se divertían en el otro lado del mundo,

donde el horror era diario, también podían sacar esa parte

de alegría por vivir, por estar juntos, por compartir, y así lo

hicieron hasta que llegó el momento de felicitar a Noël

según las costumbres de la Selva y se hizo con total

solemnidad...

Massamba se puso de pie tras él todos los demás, los

niños arrodillados delate suya, las mujeres detrás, Mona,

Valiente y Bartolo junto a los perros como uno más de la

familia escuchaban de la voz de Massamba agradecer que

estuvieran juntos, sanos y salvos, para después pedir que

siguieran protegiendo sus vidas. Cada uno de ellos alzó su

plegaría en silencio, cada uno cerró sus ojos pidiendo casi

en común lo mismo, y aquellas plegarias parecieron caer

juntas, unidas al fuego y en un gran destello se alzaron

hasta el cielo, cubriendo con sus luces las estrellas

formando parte del firmamento, de ese Universo que para

todos ellos era esa aldea, esa amistad, ese amor.

Un golpe seco del tam-tam dio por finalizada la fiesta

hacia Noël, y allí juntos sintieron esa magia especial de la

que les habló Nmaba, “cuando las cosas salen del

corazón llegan al espíritu del cielo, él nos comprende

y nos da valor, él nos da la fuerza para aplacar tanto

miedo, para creer en el amor y superar el dolor, y

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que nadie dude, que después de la muerte y del

sufrimiento llegará la paz”. Su voz inundó cada recodo

de los presentes, y Maca instintivamente entrelazó sus

dedos a los de su mujer, y se miraron, una mirada meliflua

repleta de ternura les hizo ver en el brillo de sus ojos el

amor, y la emoción.

Eran cerca de las dos de la mañana, todos hablaban

sobre aquella Navidad diferente, para cada uno significaba

algo distinto, quien sorprendió fue Claudia que contó como

el día de Navidad, su novio y el que iba a ser marido en

escasas semanas, le dijo que se había enamorado de otra y

se iba para siempre de su lado, desde ese día todas las

Navidades le dolían, sin embargo, compartirla allí rodeada

con algo tan simple como necesario que era amistad y

amor, le había dejado por primera vez un buen sabor de

boca. La calma era total, el crepitar del fuego era la música

que les acompañaba cuando llegaba el silencio. La mente

de Teresa voló hasta Bárbara, aquella mujer tan especial,

aquella loca que le hacía constantemente reír, que le hacía

sentirse bien, rezaba para que no le pasara nada, la echaba

de menos. Mientras Vilches y Cruz contaban como fue su

primera Navidad juntos, las risas se fueron sucediendo, allí

sentados todos, Zulú transmitía a las mujeres que habían

llegado las palabras de los mondeles, y éstas sonreían ante

las diferentes costumbres que ellos tenían, les parecían

curiosas y también algo sosas. Eso de comer tanto y nada

más, no lo llegaban a entender. Cuando llegó el turno de

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Esther, contó las grandes fiestas en su casa, todo tan frío,

tan vacío, tan triste que le había emocionado poderlo

compartir con su nueva familia, ya no solo Maca y su hija,

sino, con todos los que para ella eran su familia, llegado a

ese punto Mona con un vestido Lacoste verde de Esther se

subió en sus brazos ante la sonrisa tierna de todas. Las

mujeres que habían cogido por la mondele bajita mucho

cariño, sonreían y Nmaba le dijo que ellos sentían lo mismo,

una más, la sentían como una más. Maca contó poco, no

porque no tuviera que contar sino, porque no quería que se

dieran cuenta la emoción que recorría su cuerpo al tener a

Esther junto a ella.

Poco a poco se fueron retirando, al día siguiente habría

que despedirse y toda despedida conllevaba un sufrimiento

necesario que pasar, Vilches y Cruz se quedaron fuera de

su cabaña mirando el cielo estrellado, aquella hermosa luna

abrazados tapados con una manta fina. Teresa se llevó a

Maes, la pequeña aquella noche precisamente se había

portado de lo más bien, y era motivo de comentario para

todos y nuevas risas, nueva felicidad.

M_ Bueno Teresa, si necesitas algo nos llamas, eso si, llama

antes de entrar a la puerta, no estás para emociones

fuertes.

T_ Deja... deja... ¡mira que eres burra! –le riñó-. Además no

es el primer niño que cuido ¿eh?

M_ Lo sé Teresa, lo sé.

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E_ Gracias Teresa –le sonrió por las caras que le ponía

Maca.

T_ Venga... a ver si es posible que no se despierte toda la

Selva.

E_ Tranquila –contestó algo sonrojada.

M_ Bueno, buenas noches Maes –le dio un besito en la

frente.

E_ Buenas noches cariño –le dio otro.

T_ Venga a descansar, bueno... a lo que sea... bueno me

voy.

Se quedaron solas, mirándose con una sonrisa y Maca

de pronto estiró de su mano para llevarla a la cabaña en la

puerta Esther la detuvo.

E_ Para... para...

M_ No me hagas parar, ni se te ocurra –le advirtió mirándola

con gesto serio.

E_ Pues vas a parar, porque vamos a disfrutar de nuestra

primera Navidad juntas.

M_ Ah, y me lo dices ahora después de ponerme caliente

como una loca con tu frase en la mesa.

E_ Se siente, ese era tu juego, ¿no?, al principio me lo

hacías pasar así de mal a mí, así que yo también sé ser

cautivadora, y ardiente –le musitó cogiéndola de la blusa y

atrayéndola hacia ella-. ¿Oh no?

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M_ Demasiado.

E_ Pues mi mujer preciosa se va a esperar aquí –le decía

con su eterna sonrisa.

M_ Como tardes mucho entro –le hacía un gesto de total

seguridad sin contemplaciones alguna.

E_ Vale, prométeme que vas a ser buena –le besó.

M_ No puedo.

E_ Vaaaaaaa –le decía sacando su lado pijote.

M_ Lo prometo.

E_ Eso es –se mordió el labio inferior suspirando

fuertemente-. Porque como tú has dicho vamos a vivir

emociones fuertes –se metió en la cabaña.

M_ Joooooooooooooooooooder –susurró resoplando ante la

sugerente frase de su mujer.

Allí fuera, veía a Vilches y Cruz hablar y sonreír, que

pareja aquella, siempre les había tenido envidia, siempre

había soñado con algo así, y justo detrás de la puerta

estaba su sueño hecho realidad. Paseaba de lado a lado

inquieta, sintiendo el cosquilleo de miles de mariposas en

su estómago y su entre pierna, resoplaba con asiduidad,

juntaba sus manos, las entrelazaba, sonreía, se detenía,

volvía a andar, hasta que de pronto escuchó algo que la

dejó quieta con gesto de total asombro.

Antes de que se abriera la puerta lentamente, oyó un

¡au! Tras un golpe, algo habitual en Esther, que primero le

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hizo sonreír y después asombrarse, porque tras la puerta

podía ver la luz de velas de colores, sin duda, una sorpresa

más que le tenía guardada su mujer, pasó hambrienta de

verla, y al entrar la puerta se cerró tras ella, al girarse allí la

vio en una pose muy sensual, con aquel picardías que a

Maca tanto le gustaba, con su sonrisa encantadora y

saliendo de no sabía muy bien donde una música que

recordaba perfectamente, un bolero “Amanecí en tus

brazos”, con la desgarradora voz de Chavela Vargas.

E_ ¿Quieres bailar?

M_ Contigo lo quiero todo -le dijo dulcemente como

hechizada, como entregada a ella para toda la vida,

dejándose llevar.

Juntaron primero los dedos de su mano, deslizándose

suavemente la mano derecha de Maca con la mano

izquierda de Esther, unos ojos echando chispas de pasión

los de Maca, encontrándose con los otros de Esther que

respondían de igual manera; la mano de Esther se aferró a

su cintura de tal manera que hizo que la piel de su mujer se

erizara al fino contacto, de igual modo cuando el brazo de

la Pediatra recorrió el hombro de Esther para detener su

mano en el cuello, recibió la misma respuesta, un escalofrío

una entrega total. La música que ya había empezado a

sonar, las rodeó para que al unir sus cuerpos la magia fuera

total, entrelazaron sus piernas, la mano de Maca fue

descendiendo lentamente por la espalda desnuda que

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dejaba el picardías, tan lentamente como sus pies se

movían, como sus cuerpos parecían desplazarse tan solo

milésimas, tan lentamente como la música sonaba o como

las velas destellaban con una luminosidad por toda la

estancia, que hacia del momento, único.

Amanecí otra vez, entre tus brazos

Y desperté llorando de alegría.

Las mejillas se rozaron, los pasos lentos, como cada

letra que regalaba la canción a sus oídos, las yemas de los

dedos rozando la piel deseada, las manos que se habían

entrelazado, apretando como si dependieran del roce para

seguir vivas.

Me cobijé la cara con tus manos

Para seguirte amando todavía.

Las manos se deslazaron, Maca posó la suya en la

cintura de Esther mientras la otra ascendía por la espalda

hasta el cuello, las manos de Esther bajaron hasta las

caderas de su mujer, se metieron por la fina camisa de lino

que llevaba y dibujaron un cuadro abstracto de caricias. Un

suspiro llenó la música. Antes que cantara nuevamente

haciendo que fuera como un redoble de tambor.

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Te despertaste tú casi dormida

Y me quisiste decir no se que cosa.

Los ojos cerrados dejándose llevar por los latidos

ardientes de sus corazones, por las caricias, por el tacto,

por el roce de ambas mejillas que se movieron lentamente

buscando, encontrando el anhelo de sus labios.

Pero callé tu boca con mis besos

Y así pasaron muchas, muchas horas.

Por fin se encontraron, las bocas, los labios,

suavemente Esther sus manos en la cintura de Maca

subiendo por la espalda, Maca las manos en el cuello

acariciando su pelo, y los labios ¡ay los labios!, que juego,

que placer, que ternura, besos y más besos, lentos como si

así pudieran saborearse más, como si así el éxtasis llegara

poco a poco, como se saborean las mejores cosas de la

vida.

Cuando llegó la noche

Apareció la luna

Y entró por tu ventana.

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La pausa en la voz de Chavela Vargas, la llenó el

sonido del chasquido de los labios buscándose ya sí con

ansia, sus manos ya no buscaban caricias lentas, sino viajar

a través de su espalda, con las palmas bien abiertas,

rozando, acariciando, aprisionando por la pasión, por el

calor que las iba ya sí, inundando.

Que cosa más bonita

Cuando la luz del cielo

Iluminó tu cara.

La ropa ya sobraba, las respiraciones se volvieron

jadeantes, los ojos miraban con premura, las manos

liberaban los cuerpos, las bocas, las piernas hasta que hubo

una pequeña tregua donde Maca acarició lentamente su

cara como si quisiera detener el tiempo en ese segundo en

el que aquellos ojos transmitían todo el amor que sentía su

corazón. Ambas sonrieron, y se besaron desnudas,

dibujando sus labios con la lengua, y entraron en sus bocas,

resbalando, saboreando, notando como todo su cuerpo

hervía en una súbita urgencia, que no detenía el baile,

lento, pegado y sensual.

Yo me volví a meter entre tus brazos

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Page 139: QUINTA PARTE PIJA

Tú me querías decir, no sé que cosa.

Despacio con suavidad, Maca se dejó caer en la cama,

sobre ella Esther y los ojos decían tantas cosas que no

hacían falta palabras, la energía entre ellas explicaba

millones de cosas, de sentimientos desbordados, mientras

las manos volaban, los cuerpos se entrelazaban, las

melenas se enredaban, los dedos encontraron la libertad de

movimientos para esa pasión desmesurada que sentían,

que vivían. Se entregaron al amor con total dependencia,

sus movimientos agitados, sus bocas, sus manos, sus

sexos, Esther acoplándose sobre su mujer perfectamente

como si Dios las hubiera creado por separado para unirlas

en la perfección más absoluta del amor, y allí jadeaban, se

movían, se contorsionaban, apretaban las mandíbulas,

cerraban los ojos, sudaban, y se devoraban con la avidez

del torbellino de la pasión más perfecta. Hasta llegar al

final, con una explosión silenciada de miles de partículas en

el aire llamadas, amor.

Pero callé tu boca con mis besos

Y así pasaron muchas... muchas horas.

Y así pasaron los minutos, entre besos suaves, caricias

lentas, miradas enamoradas, y así con esos besos no hizo

falta más que dar y recibir, sentir y sonreír. Para volver a

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amarse de mil maneras diferentes, sabiendo que lo más

importante era que en el lugar más recóndito de su

corazón, ambas sentían lo mismo, amor.

Hasta que el sueño y cansancio les venció, hasta que la

respiración volvió a apaciguarse, Esther miró a Maca, con

un delicada sonrisa en sus labios mientras se aferraba a su

cuerpo.

E_ Alguien dijo una vez que cuando se ama de verdad...

hasta después de encontrar la muerte, se sigue amando –le

susurró con sus pocas fuerzas-. Yo creo, que si hoy me

muriera, seguiría amándote toda la eternidad.

M_ Lo sé... porque a mí me pasa igual... la eternidad será

para nosotras lo que el amor es hoy para poder vivir –ya no

pudo decir más, así abrazando a su mujer se durmió.

Y seguían durmiendo abrazadas suavemente, tan solo

algún movimiento de una hacía que la otra volviera a

buscar el cuerpo de su compañera en la cama, para dejar el

menor espacio entre ellas. Maca en una de esas vueltas,

oyó algo, le pareció un sonido extraño, no se quedo

tranquila y se separó de Esther con cuidado de no

despertarla, se cubrió con el camisón que había junto a la

cama en silencio y con la oscuridad de la noche.

E_ ¿Qué pasa? –preguntó adormilada.

M_ He escuchado algo –su voz sonó ronca todavía por la

garganta seca de tanto amor.

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Page 141: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¿Vas a salir? –le preguntó sentándose en la cama

tapándose con la sábana.

M_ Sí, imagino que será el perro o Mona... voy a ver, no he

escuchado a Maes en toda la noche. Anda acuéstate.

E_ Voy contigo –se levantó y aún bostezando se puso la

bata.

Maca salió primero, la oscuridad aún era patente, su

cuerpo cansado por el esfuerzo de tanto amor, le hizo

desplazarse con lentitud, mientras Esther se vestía y se

ponía de pie. Miró alrededor pero no vio nada, ¿habría

soñado?, estaba segura que podía reconocer lo que había

escuchado por el helor de su piel aún estando dormida

podía apostar que no estaba equivocada,

desgraciadamente pensó.

Y así fue, justo detrás suyo, volvió a escuchar el sonido

repugnante de una o dos balas, ya no le quedaba la más

mínima duda, eran disparos. Al girarse con horror lo vio, allí

plantado delante suya no quería imaginar donde habían ido

a parar las balas que tan tremendo estruendo habían hecho

a su lado, no sabía porque nadie decía nada, su mente fue

rápida y cuando fue a moverse para ir hasta Esther, volvió a

escuchar el arma, pero no solo escuchó sino, también sintió

como algo atravesaba su pecho, algo que al entrar le

producía un calor extraño, un calor de infierno, y vio la risa,

la carcajada de aquel tipo que tras disparar se marchó

comiendo algo que llevaba en su mano. Maca cayó de

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Page 142: QUINTA PARTE PIJA

rodillas, el golpe fue seco, notaba el líquido viscoso y

caliente de su sangre como estaba inundando su pecho.

M_ Esther...

Su voz fina y casi inaudible salió de su garganta, era

una pesadilla, estaba viviendo una pesadilla de la cual se

despertaría y respiraría al ver que todo era mentira, quiso

gritar y no pudo, su voz se ahogó, sintió como se quedaba

sin fuerzas, como caía al suelo y seguía sin escuchar a

nadie. Como pudo se arrastró cual serpiente en la tierra,

seguía notando el calor de su propia sangre, le entraban

arcadas, estaba perdida si no recibía ayuda, ¿y su Esther?,

¿por qué no salía?, al llegar a la puerta tras dejar su rastro

de sangre la vio, de lado con la mirada perdida hacia ella, al

verla parpadeó levemente, movió su brazo lentamente

estirándolo, ofreciendo su mano como momentos antes le

ofrecía su risa, su cuerpo, su alma, su vida, en ese instante

le ofrecía su muerte y Maca lo intentó con las pocas fuerzas

que le quedaban, estiró su mano y se encontraron,

volvieron a entrelazar sus dedos, volvieron a mirarse a los

ojos, Esther trató de decirlo pero su voz se quebró a mitad

camino y tan solo sus labios dibujaron lo que su garganta

no pudo hacerle llegar a su amada.

E_ Te quiero

M_ Esther... no... Esther... Esther... es una pesadilla Esther...

Esther...

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Page 143: QUINTA PARTE PIJA

Ya no quería que la salvaran, ya no quería pedir

socorro, Esther había apretado su mano y cerrado sus ojos,

ya no quería seguir viendo el cuerpo sin vida de su mujer y

una lagrima recorriendo su rostro ante la despedida, ya no

podía soportar sus propias lagrimas, ni su sangre, aunque

entonces le llegó una voz lejana, muy lejana, ya era tarde,

no quería que la tocaran quería irse con su mujer, quería

mirarla pero sus ojos ya no podían soportar más aquella

visión, hizo un último esfuerzo que le costó la poca vida que

le quedaba, aferrándose al cuerpo inerte pero aún caliente

de Esther, se abrazó para ir juntas a aquella eternidad que

buscaban vivas. Murmuró su nombre y con el amor que

había sentido en vida se dejó llevar por la muerte.

Y fue una luz potente y blanca, la que le hizo ver que

allí estaba Esther, ya no llevaba su ropa de marca, llevaba

una túnica blanca radiante y potentemente blanca, con

Maes en los brazos sonriéndole esperándola como había

dicho para seguirse amando, y ella misma sintió como

volaba, como llegaba hasta el final de aquel túnel sintiendo

una paz interior, tan maravillosa, que olvidó que era el

dolor, y se acercó con la sonrisa en los labios, sin importarle

nada más que aquel abrazo, aquel beso y aquel lugar

donde seguía estando con quien tanto amo, con quien le

devolvió la vida y su hija.

E_ Te quiero.

M_ Te quiero.

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Page 144: QUINTA PARTE PIJA

El avión con los cuatro cuerpos de las heroínas llegaban a

Barajas, allí viendo como descendía entre una ligera lluvia

todos los principales responsables del país, de MSF, y un

grupo de militares, a pesar de que las familias habían

solicitado total intimidad, las televisiones, prensa y radio,

necesitaban carnaza para vender la muerte de aquellas

pobres mujeres que habían ido a un país para ayudar y

habían encontrado injustamente la muerte a manos de

unos canallas que iban a pagar caro su osadía.

Paso a paso los corazones de quienes realmente

sentían la perdida, fueron cobrando mayor latido, mayor

pena, conforme el momento del reencuentro se

aproximaba, las primeras lagrimas comenzaban a caer por

los rostros desencajados, los suspiros entrecortados, los

quejidos de las madres, los silencios de los padres.

Abrieron una de las puertas laterales del avión poniendo

una escalera de hierro por donde descendieron una pareja

que por su estado y su dificultad para moverse,

reconocieron que eran los compañeros, los que habían

salvado la vida entre tanta muerte. Los más altos

mandatarios fueron hasta un Vilches destrozado y cojo por

la bala que le había atravesado una de sus piernas para

tenderle la mano y mostrar sus condolencias, la mirada

ojerosa del hombre destrozado que hizo un terrible esfuerzo

por poder estar allí y despedir a sus colegas, les hizo

agachar la cabeza, mientras Cruz herida en su brazo

izquierdo, agradecía sin palabras tan solo con una sonrisa

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Page 145: QUINTA PARTE PIJA

triste el afecto por quien hasta ese momento nada les había

importado.

Tras el primer avión llegaba otro que aterrizaba lejos de

éste con dos heridos graves, y una tercera persona

destrozada de dolor, al segundo de tocar tierra dos

ambulancias recogían a cada uno de los heridos partiendo

con las sirenas silenciadas porque en ese momento en que

sacaban el primer féretro sonaba una partitura

interpretadas por las trompetas de la banda del ejército la

famosa canción de “Silencio”.

Vilches y Cruz se pusieron en la primera fila junto a los

padres cogidos, inseparables, el primer ataúd que

descendieron con total celebridad y solemnidad fue

Claudia, sus padres destrozados entre sollozos recibieron a

su hija. Segundos después fue el féretro de Maca quien fue

recibida por el gesto serio de su padre, las lagrimas de su

madre y sus hermanos, y entre la gente, en una esquina las

de una Julia que sollozaba en silencio. Después fue Esther y

Encarna se derrumbó sobre su féretro, estaba helado, tan

solo pudo llorar abrazada a aquella frialdad inhumana en la

que se había vuelto su hija. Por último un pequeño ataúd

blanco, donde la hija de ambas y en el que las dos abuelas

no pudieron resistir rozar entre sollozos. La emoción fue tan

dura, que a más de uno de esos altos jefes de despacho, a

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Page 146: QUINTA PARTE PIJA

salvo de cualquier barbarie, se les formó un pequeño

puchero en sus barbillas perfectas, sus caras repletas de

lociones.

Los cuatro ataúdes y sus familiares comenzaron a desfilar,

con el sonido de la música como acompañante y el repique

del agua de la lluvia contra la madera de los cuatro

féretros, tras ellos Cruz y Vilches rotos, ausentes, con el

corazón compungido lo hicieron por última vez tras las que

eran sus compañeras, sus amigas.

Mientras esto ocurría en Barajas, la primera ambulancia

llegaba al hospital, el primero en entrar a la UCI fue Dávila,

su estado era crítico varias balas habían encontrado lugar

en su cuerpo, lo habían operado en Brazzaville ya que la

repatriación de los cuerpos les había llevado cinco días, la

segunda en descender de la ambulancia fue Teresa,

inconsciente y con oxígeno, tras ella una Bárbara

destrozada por la pérdida irreparable de sus amigas, y por

el estado preocupante de la mujer que tanto le había

enseñado, y reconocía, había amado en silencio tras

sonrisas y piropos.

Se hizo un funeral de estado, todo preparado al milímetro,

todo precioso, flores, música, rezos del Arzobispo, buenas

palabras, halagos, en el primer banco Vilches aguantaba las

ganas de gritar, de cómo estaba haciendo en ese momento

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internamente cagarse con el mundo entero, ese que giraba

la espalda a la verdad porque estaba lejos. Y que era tan

hipócrita de hacer un Funeral de aquellas características

para que vieran que se preocupaban por sus muertos en el

extranjero. Cruz suspiraba mirando los cuatro féretros,

parecía increíble que estuvieran allí.

Tras el funeral la condecoración a cada una de ellas

sobre la bandera española, los militares tras un bonito paso

ensayado sacarlas a hombros hasta los coches, el adiós por

el pasillo de la Catedral y la despedida de los altos cargos

porque tal y como habían solicitado las familias, decidieron

enterrar a las tres mujeres juntas en el panteón familiar de

los Wilson que había en Madrid en la Almudena, mientras

Claudia era llevada al de San Isidro y querían hacerlo entre

la gente que las apreciaba de verdad. Los coches, la gente

todos de negro riguroso, y el comentario más sonado,

“dieron su vida... fueron valientes”. Y Vilches apretando los

dientes, y Cruz ahogando las lagrimas. Y Julia marchándose

sin más.

Cuando Teresa abrió sus ojos se encontró con un techo

blanco que le recordó lo que había visto por última vez,

lagrimas cayeron de ellos, mientras la mano de Bárbara le

acariciaba el rostro aún temblorosa con ojeras y sin poder

pronunciar una palabra, tan solo estaba allí, a su lado

apoyando su dolor y el propio. Había tratado de salvar con

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su cuerpo a la niña, pero una bala caprichosa que entro por

su espalda y salió justamente por el cuerpo de la pequeña,

lo impidió. Tragó saliva quiso hablar pero el oxígeno que

llevaba no le dejó y la voz de Bárbara la arropó.

Ba_ Tranquila my lady... tranquila... no voy a dejarte

pasaremos esto juntas... descansa.

En el panteón, las lagrimas de las madres se sucedían, las

de Cruz y Vilches, las de Julia, las de compañeras de Maca,

y amigas de Esther, no había juicio de que fueran una

pareja, estaban muertas, ya no preocupaba que fueran

lesbianas, en ese momento el dolor lo perdonaba todo. La

oración que cada madre quiso que se dijera, se dijo, la

emoción de ver como ponían los tres féretros juntos los

sollozos que en ese momento cubrieron el silencio que

existía en el cementerio, todo había acabado para aquellas

mujeres que habían tratado de superar tantas cosas en la

vida, que habían salvado tantas vidas, que habían sorteado

tantos y tantos obstáculos, y que, en ese momento en el

que se cerraba la puerta, el dolor más profundo se repartió

a partes iguales entre las dos familias.

Cuando todo terminó, Cruz y Vilches se metieron en un

coche para llegar al hospital, allí dentro el silencio era casi

tan sepulcral como el panteón, Vilches miraba al cielo por

su ventanilla, Cruz lo hacia por la suya.

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Page 149: QUINTA PARTE PIJA

V_ Creo que si han visto esto Maca se ha debido descojonar

–dijo serio.

C_ Yo también lo creo.

V_ Y no les gustaría vernos mal, así que... volveremos a

levantar aquello a pesar de que todo se haya perdido, a

pesar de que los muchachos no estén, de que cada

centímetro de aquella aldea nos recuerde el horror vivido...

pero seguiremos luchando como ellas lo hubieran hecho en

nuestro lugar.

C_ Así es.

Juntaron sus manos, y se miraron emocionados.

De un golpe se sentó en la cama, la respiración

agitada, mientras un sudor frío recorría su rostro, su

espalda, la garganta se había quedado seca, con rapidez

giró su cabeza hacia la derecha dando un respingo, allí

estaba Esther dormía placenteramente, tranquila, pero el

sonido seco de aquella bala seguía en su cerebro, se vistió

a toda prisa, su respiración seguía jadeando, hiper

ventilando, sus ojos se habían vuelto como los del gato

audaces para ver en la oscuridad, sin pensarlo mucho, abrió

la puerta de la cabaña, como si al hacerlo sus peores

presagios pudieran hacerse realidad, allí no había hombre,

el único que había era el perro de Nmaba que se acercó

hasta ella para recibir mimos, pero Maca no estaba para

ello, lo apartó con una excusa, sus pasos pesados casi

arrastras llegaron hasta la cabaña de Teresa, abrió la

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puerta deprisa como si quisiera poner punto y final a su

angustia, Ramón la miró sin entender mucho, levantó la

cabeza, la ladeó mientras su oreja se ponía en alto, ella le

hizo un gesto de silencio, en la cama Teresa con sus rulos

dormía y a su lado Maes, parecía estar encantada de dormir

con su abuela, poco a poco la respiración fue descendiendo

en rapidez, en intensidad. Se agachó cogiendo a su hija

entre los brazos.

T_ Mmmm

M_ Teresa me llevo a Maes, descansa tranquila –le dijo

susurrando

T_ Vale... se ha tomado el biberón

M_ Bien, te quiero Teresa –le besó la frente con tanta

necesidad de sentirla que sus labios estuvieron pegados a

su frente unos segundos.

T_ Y yo... cariño... y yo...

M_ Vamos mi vida... todo ha sido una pesadilla...

Respiró tranquila aunque su corazón seguía palpitando

tan fuerte que parecía iba de un momento a otro a

detenerse al igual, que aquel proyectil que había sentido

cruzar perfectamente su pecho lo había detenido. Llegó a la

cabaña, bebió un poco de agua para aplacar el miedo, y sus

ojos se llenaron de lagrimas, allí estaba con su mujer y su

hija, ¿y al día siguiente?, ¿seguiría estando? Todavía con el

nudo en el corazón se acostó, trato de exhalar aire para

tranquilizarse, mientras abrazaba y besaba a Esther,

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mientras Maes se acomodaba sobre su agitado pecho que

comenzó a relajarse al estar allí las tres, tratando de sacar

de su mente la visión de los cuatro féretros, la visión de su

madre llorando, tragó saliva quizá también era momento

para aclarar con ella todos los malos entendidos, quizás

incluso hasta para Esther había llegado ese momento.

E_ Cariño –susurró.

M_ Dime.

E_ Tengo frío...

M_ Acércate a mí.

Y así abrazadas se durmió Maca, tratando de alejar

lejos muy lejos las imágenes pero tenerlas presentes para

ser más sensata con todo y con todos.

En la cocina de la aldea, Teresa y Cruz charlaban

animadamente a pesar de que ese día era la despedida.

Reconocían que la situación era ciertamente complicada

pero querían creer como tantas otras veces que nada iba a

pasar.

En la cabaña donde se colaba juguetón un rayo de sol,

Maes se había despertado, pero en lugar de llorar, se había

aferrando con su cuerpecito al de Maca que dormía con la

boca abierta y Esther a su lado observando la tierna

escena. Recordaba la música que afortunadamente gracias

a Mona se había salvado de la riada, recordaba los besos,

los labios y caricias de Maca en su cuerpo, y los suyos en el

cuerpo de su mujer. Sonreía al ver como la niña bostezaba

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Page 152: QUINTA PARTE PIJA

y con sus manitas se aferraba al pelo de Maca, sonreía

sabiendo lo que en ese momento sabía. Era feliz.

E_ Maca... Maca –la llamó en susurros.

M_ ¿Qué? –musitó humedeciéndose los labios.

E_ Estabas roncando.

M_ Imposible... yo no ronco... –seguía con los ojos cerrados

notando la maravillosa sensación de tener a Maes sobre su

pecho y a Maca aferrada a su cuerpo.

E_ Es verdad... ¡vaya tontería acabo de decir!, la bella

afrodita no ronca –bostezó-. Pues mira yo voy a mear.

M_ Cariño... me pierdes el pijerio ¿eh?, pero sabes que me

encanta cuando te vuelves terrenal –la estiró cuando se fue

a levantar haciendo que cayera sobre ella y tuviera que

hacer un requiebro para salvar a la niña-. Sin mi beso no te

vas.

E_ ¡Ay perdón! –la besó suavemente y le sonrió.

M_ ¿Ya?

E_ Sí...

M_ Pues no te vas –insistió.

E_ Me voy a tener que ir a menos que quieras que haga un

estropicio aquí.

M_ ¿Y quién se va a enterar?... es muy excitante –se movió

un poco debajo de ella.

152 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 153: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¡Maca! –le dijo totalmente ofendida ante la carcajada de

la Pediatra salió corriendo al lavabo.

M_ Ay Maes... cariño... tienes una madre encantadora –

cogió a la pequeña elevándola al aire haciendo que moviera

sus brazos-. Marmotilla que no has hecho ningún escándalo

esta noche y...

E_ ¿Maca quiero que ahora mismo me digas si lo has

probado?, ¡lo has hecho! –la miraba atónita, enfadada.

M_ ¿El qué? –le preguntó sinceramente mientras abrazaba a

la niña y se sentaba en la cama.

E_ No te hagas la que no ha dicho nada –seguía muy

molesta.

M_ ¡Ah... lo dices por...! –se mordió el labio inferior

pensativa.

E_ Lo has hecho –susurró atónita con gesto perplejo.

M_ Que no mujer, que solo era una broma.

E_ Dame a Maes –le dijo enfadada.

M_ ¿Y ahora por qué te enfadas?, tontita... si era una

broma.

E_ Ya... y yo me chupo el dedo, dame a la niña le toca el

biberón.

M_ Esther... que sólo me quería quedar contigo –la miraba

tratando de no reírse porque notaba su enfado de verdad.

E_ Me da igual, dame a la niña –insistió molesta.

153 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 154: QUINTA PARTE PIJA

M_ Oye... a mí no me hables así.

E_ Le toca el biberón... Maca por favor.

M_ Vale –dejó a la niña en la cama y la cogió a ella por la

cintura mirándola fijamente a pesar de que Esther le había

girado un poco la cara-. ¿Qué te pasa?

E_ Nada...

M_ Esther –la miró insistentemente como si así pudiera

sacarle los pensamientos más interiores.

E_ Que a veces pienso que... igual yo no... que no sé... igual

yo no te doy lo que otras te han dado y...

M_ Esther no te permito que me digas ni que pienses eso

¿vale? –le puso la mano sobre la barbilla y la obligó a

mirarla, entonces llegó a ella la imagen de Esther muerta y

agachó la mirada nublándose los ojos.

E_ ¿Qué te pasa?, siento si te he molestado... no quería

hablarte mal –se apresuró a disculparse.

M_ Tranquila no me has molestado para nada, solo ha sido

una broma, y quítate eso de la cabeza que no es verdad,

estamos aprendiendo juntas, ¿no?

E_ Bueno... tú me enseñas claro –sonrió con algo de

timidez.

M_ Me encanta cuando te pones así colorada... si es que te

comería sin parar –comenzó a besarla.

E_ Maca –decía en su boca pero no pudo más que

entregarse a ese beso apasionado y entregado.

154 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 155: QUINTA PARTE PIJA

M_ Me vuelves loca mi amor... y eso te juro que nadie lo

había conseguido.

Ma_ Buaahhhhh –comenzó a llorar.

E_ Tiene hambre... pobrecita... –carraspeó mientras se

arreglaba el camisón que Maca había ya bajado el tirante-.

Será mejor que la llevemos.

M_ Vale... oye...

E_ ¿Qué?

M_ Me gusta que... te preocupes por mí satisfacción... eres

la primera mujer que realmente se preocupa por eso –la

miraba esta vez algo cortada ella.

E_ Me alegro –sonrió ampliamente.

M_ Nunca lo habíamos hablado pero... –se mordió el labio-.

De lo que estaba sedienta tú me has saciado con toda tu

ternura... de todos modos –sonrisa verdaderamente feliz-.

Eres la mejor amante que he tenido, y la que más me ha

llenado de amor.

E_ Va... vale... yo... no... no quería que... bueno esto... –

carraspeó-. Que tú también para mí.

Maca sonrió ampliamente al ver sus dificultades para

hablar del tema, y sin embargo era un volcán metidas en

situación, pero su amplia y fresca sonrisa se borró en

cuanto como un fogonazo le hubiera reflejado en su mente

el sueño. Suspiró con fuerza y fue al lavabo, se lavo la cara,

los dientes y se vistió para hablar con Dávila.

155 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 156: QUINTA PARTE PIJA

Al salir los niños jugando con la pelota, los hombres

trabajando en la construcción del hospital, todos

saludándola con sus sonrisas le dio la vida que la noche

anterior le habían quitado, aún le temblaban las piernas y

con decisión tras saludar a todos se fue directamente a la

cocina para hablar seriamente con Vilches y Dávila. Cuando

se asomó a la puerta de la cocina, no vio a ninguno de los

dos, pero se llevo la sorpresa de Esther dándole el biberón

a Maes ante la mirada embelesada de Teresa.

M_ Que lastima que no tenga la cámara de fotos, estáis

para una.

T_ ¡Oye bonita pues ya podrías, eh! Que yo quiero tener

fotos con esta preciosidad.

E_ Di que si, lo que pasa es que ella como quiere ser la

prota si no sale no hay foto.

T_ Tienes razón... en eso mucha razón.

E_ No si ya... ella y su belleza que eclipsa a los demás –

exageraba con su mano las palabras.

M_ Oye os estáis pasando ¿eh?, es que vosotras no sabéis

reconocer la evidencia y os lo tengo que recordar yo –les

dijo sonriendo, y entonces las dos mujeres dieron una

carcajada de felicidad-. ¿Dónde está Dávila?, quiero hablar

con él.

T_ Anda... pues no hace que se han ido ya.

M_ ¿Cómo?

156 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 157: QUINTA PARTE PIJA

T_ Sí, se fueron.

M_ ¿Y Vilches?

T_ En el despacho desde que se fueron.

M_ Joder...

T_ ¿Qué pasa? –le preguntó al ver su gesto que parecía

realmente angustiado.

M_ Nada... voy a hablar con él, ¿me preparas un rico café

del que a mandado a su adorada nuera, mi suegra?

T_ ¡Ay tu suegra!

E_ Es su suegra Teresa... ahora... otra cosa es que la adore,

como ella se cree.

M_ Perdona cariño –se le acercó graciosamente mientras la

mira suspirando-. A mí me adoran todas.

T_ ¿Las suegras?

M_ No... las mujeres –sonrió dándole un beso a Esther en el

pelo-. Ya vuelvo.

E_ Es maravillosa es que además tiene razón ¿eh?

T_ Si pero no se lo digas.

E_ Oye Teresa... quería decirte que ha sido mi mejor día de

Navidad de verdad.

T_ Bueno tú has contribuido a ello de manera muy activa.

E_ Me siento tan bien aquí, mi abuela estaría feliz.

157 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 158: QUINTA PARTE PIJA

T_ Seguro que si, porque tiene una nieta muy especial –la

miraba con sus ojos infinitos de ternura.

E_ Solo espero que todo esto de la guerrilla, los militares y

la guerra quede en nada.

T_ Yo también lo espero.

E_ ¿Sabes algo de Bárbara?

T_ No, no creo que tenga sencillo avisarnos –suspiró.

E_ ¿Y Vilches cómo se ha quedado?

T_ Imagínate... echo polvo hasta le he visto caer una

lagrima cuando ya Cruz se había ido.

E_¿Por qué no nos han avisado? –se puso a la niña al

hombro para ayudarla a expulsar los aires.

T_ Porque se han ido muy pronto y han comprendido que

mejor que descanséis.

E_ Vale.

Ma_ Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

E_ ¡Vaya eructo mi amor! –sonrió.

T_ Madre mía...

En el despacho realmente abatido estaba un Vilches

pensativo y jugando con un bolígrafo, al verlo, Maca

recordó su cara en el funeral y sonrió, era cierto sabía que

la apreciaba y se lo había demostrado infinitas veces.

M_ ¿Puedo pasar?

V_ Claro...

158 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 159: QUINTA PARTE PIJA

M_ No te voy a preguntar como estás porque sé que estás

jodido.

V_ Gracias por evitar recordármelo –dijo fastidiado

poniéndose bien la gorra.

M_ Quería hablar con Dávila.

V_ ¿Para? –la miró fijamente.

M_ Uf Vilches he tenido un sueño terrible y quería decirle

que nos tendríamos que ir.

V_ ¿Esther y tú?, pues un poco tarde porque Claudia se ha

ido.

M_ No, todos Vilches... deberíamos irnos todos, he soñado

que nos mataban solo quedabais tú y Cruz.

V_ Y yo he soñado que me tocaba la lotería y aún lo estoy

esperando.

M_ Vilches, sabes que si nos quedamos...

V_ Maca, te dieron a elegir y dijiste que te quedabas, ahora

no me toques las pelotas.

M_ Vale... muy bien... no sé puede hablar contigo... cuando

podamos hablar me lo dices.

Salió de allí no muy enfadada porque sabía que en

parte su abatimiento no solo era por Cruz sino, también por

el peligro que entrañaba quedarse y si eran solicitados para

alguna misión. Se metió la mano en el bolsillo y entonces se

reencontró con algo que debía enseñar a Esther.

159 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 160: QUINTA PARTE PIJA

Ante la mirada tierna de Lula, Esther bañaba a la

pequeña que parecía encantada ante el contacto del agua,

a su derecha Mona observaba los pasos de la enfermera,

una vez acabó, enrolló a la niña y se la dejó en los brazos a

su amiga Lula que le había pedido hablar con ella.

M_ Cariño mira que...

E_ Espera Maca, es que Lula quiere hablar conmigo, ¿me

das un tiempo?

M_ Claro mi vida, esto puede esperar.

E_ Gracias cariño... ¿estás bien?

M_ Sí, ¿por?

E_ Te veo ojerosa y algo preocupada...

M_ Tranquila... luego te cuento.

E_ Vale cariño... voy a ver ¿eh?

M_ ¿No necesitaras interprete?

E_ Que va... si lo tengo chupao.

M_ Es verdad... no me acordaba de cómo dominas la lengua

–hizo un inciso que volvió a hacer sonrojarse a Esther

mientras la miraba con una tímida sonrisa-... kikonga...

cariño lengua kikonga...

E_ Mira que eres borde –le susurró sonriendo para después

darle un beso y marcharse dentro de la cabaña donde le

esperaba Lula-. Bien cariño... a ver... dime guapa.

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Page 161: QUINTA PARTE PIJA

Lu_ Lula querer hacer amor con Massamba, pero Lula no

poder –le decía como si hubiera aprendido sus palabras a

golpes y de esa manera se las fuera diciendo a una atónita

Esther-. Lula querer... Massamba estar kubaka (triste).

E_ ¿Kubaka? –la miró seria-. Joder... esa palabra no me

suena...

Lu_ Dolor –sonreía divertida al ver su gesto.

E_ ¿Triste? –Lula sonrió más aún-. Vale, vale.

Lu_ Eso.

E_ A ver –sonreía mientras se sentaba a su lado y Maes se

movía desnudita a sus anchas-. Massamba yo creo que te

quiere, tú eres importante para él, sé que vuestras leyes o

costumbres en cuanto a relaciones son diferentes a las

nuestras, pero en el amor... no hay diferencias, ¿me

entiendes? –le preguntó mientras Lula la escucha

atentamente y asentía-. Tú corazón siente cosas por él,

¿verdad?

Lu_ Mono ntima kele malembe.

E_ Pues si tu corazón esta tranquilo, es porque tú estás bien

a su lado.

Lu_ Lula sentir una vez feliz.

E_ Nunca antes había sido feliz y Massamba te hace feliz –le

decía sonriente interpretando sus palabras.

Lu_ Si –sonrió por primera vez tan ampliamente que Esther

descubrió que Lula tenía una sonrisa preciosa-. Feliz.

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Page 162: QUINTA PARTE PIJA

E_ Pues no tengas miedo Lula, estoy segura que él hará del

momento único, cuando yo sentí que Maca me hacía feliz,

el momento llegó y fue maravilloso a pesar de tener miedo

–le cogía las manos contenta y con los ojos emocionados.

Lu_ Melesi Esther.

E_ De nada Lula, me alegro mucho por ti –se abrazaron con

fuerza y gran cariño mutuo.

Al abrir la puerta de la cabaña allí sentada apoyada

con la espalda en la columna de madera mirando el

horizonte, al ver salir a Lula se puso en pie y ésta se abrazó

a ella con fuerza y cariño. Salió disparada hacia la cabaña

donde Massamaba estaba haciendo algo.

M_ Yo no sé que tienes que allá donde estas repartes

alegría, me temo que cuando esté en España contigo, voy a

descubrir que son los celos.

E_ No seas tonta...pero... no entiendo ¿tenemos que ir a

España? –la miró confundida.

M_ Esta noche Esther he soñado que nos mataban a las tres

–su voz se había vuelto triste de golpe y en sus ojos una

sombra que los cubría sin remedio-. Aún siento la angustia

de verte muerta a mi lado sin poder hacer nada.

E_ Maca –le acarició la cara.

M_ Tengo miedo que se haga realidad –la miraba

intensamente.

E_ Cariño... por favor –la abrazó con fuerza.

162 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 163: QUINTA PARTE PIJA

M_ Igual nos hemos equivocado Esther, y ahora... no sé –la

miraba mojándose los labios con la lengua mientras negaba

con la cabeza nerviosa.

E_ Maca, creo que esa pesadilla es fruto de los nervios de la

situación, pero sabes pase lo que pase siempre estaremos

juntas.

M_ Pero yo no quiero sufrir Esther, y esta noche he sufrido

mucho –la miraba a los ojos asustada.

E_ Eso no podemos decidirlo nosotras mi amor... nos hemos

quedado y... ahora no vamos a abandonar a los demás.

M_ No es abandonar a nadie, es irnos todos.

E_ Pero eso es imposible y lo sabes, podemos ir todos

juntos a un lugar, pero después ellos irán a los campos de

refugiados, me lo dijo Claudia, y a nosotros nos destinaran

en otro sitio donde quizá dentro de un mes vuelva a

explotar todo. Es o quedarnos aquí o irnos para siempre de

aquí, ¿qué quieres Maca?, haré lo que tú quieras.

M_ Marcharnos de aquí Esther... marcharnos de aquí para

siempre.

E_ Cariño –le sonrió con tanta ternura que Maca no pudo

más que abrazarse a ella con fuerza cerrando los ojos no

quería verla sufrir, ni sufrir ella, no podía, no quería. Esther

le habló con su dulzura mirándola a los ojos fijamente-.

Creo que estás ahora mismo influenciada por el sueño,

vamos a esperar unos días y si sigues pensando igual, nos

iremos siempre y cuando podamos.

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Page 164: QUINTA PARTE PIJA

M_ He hablado con Vilches... pero hoy está que no se le

puede decir nada y...

E_ Maca... relájate mi amor, mira ya sé que vamos a hacer –

la miró devorando sus ojos con avidez-. Ya sé que vamos a

hacer tú y yo...

M_¿Qué? –le preguntó sonriendo olvidándose de sus

miedos, su pesadilla, perdiéndose en aquella mirada.

E_ Pues vamos a... –le susurraba bajito-. Vamos a...

Va_

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

hhhhhhhhhhhhhhhh

E_ Joder... ese es Valiente.

M_ Clavaito a ti, espero que Maes no se parezca en eso o

me vais a matar.

Hablaban mientras habían salido corriendo hacia la

parte trasera de donde provenía el grito, al llegar a la vez

que Teresa y una Nsona preocupada, vieron a Valiente

dentro de una vasija repleta de agua y a Mona con la gorra

de Esther verde bañándolo tal y como había visto hacer a la

enfermera con Maes. La cara del pobre Valiente no tenía

precio, un puchero y sus brazos cruzados en el pecho

resignado a su suerte y la risa de Mona feliz tal y como

Esther la había mantenido mientras bañaba a su hija. Las

mujeres lo único que pudieron hacer fue romper en una

carcajada que fue seguida por Mona y Bartolo que a un lado

veía la escena como un padre orgulloso de su familia.

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Page 165: QUINTA PARTE PIJA

M_ Pero que fuerte...

E_ Mona cariño... que el agua está muy fría.

Mo_ Uh uh uhhhhhhhhhh –decía moviendo las manos.

E_ Claro... hay que calentar el agua cariño, traer una toalla

por favor Maca.

T_ Esto es la leche, si no me mata Esther con uno de sus

gritos, ¡fijo!, que me mata Mona o Valiente, si es que...

M_ No hables de muerte Teresa... por favor –salió a por la

toalla.

T_ Uy –la miró sin entender muy bien su reacción-. ¿Qué le

pasa?

E_ Esta muy susceptible Teresa ha soñado que nos

mataban a todas.

T_ La comprendo, yo también sueño eso muchas veces y

más cuando las cosas van mal. Si es que es tan sensible.

E_ Bueno... mejor no hablar de ello –le dijo sonriendo por el

cariño infinito que se notaba en sus palabras.

M_ Aquí está, por cierto Nsona, quiero revisarte hoy –volvió

más tranquila tocándole la barriga ya avanzada de la mujer.

Ns_ Nsona está bien -le sonrió agradecida.

M_ Ya lo sé pero a ti y a Monwe os quiero ver ahora, ¿está

Sissou en el hospital?

E_ Sí, sigue tratando de ordenar todo lo que ha traído Cruz –

sonreía.

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Page 166: QUINTA PARTE PIJA

M_ Vale, te encargas tu de Valiente y yo de las chicas.

T_ Y yo voy a ver que Lula dice que ha salido algo ya en el

huerto.

M_ ¿Ya?

E_ Perdona... es que lo que compré era de mucha calidad

¿eh?, que yo no compro cualquier cosa.

M_ ¡Ah! –dijo poniendo gesto de asombro.

E_ Ya sabes... yo o tengo lo mejor, o no tengo nada –le

guiñó el ojo.

T_ Me voy... me voy –decía haciendo ademanes con las

manos graciosos.

M_ Vamos a posponer lo que ibas a hacerme.

E_ Si, pero no creas que se me olvida –decían bajito.

M_ Me voy ... me voy...

E_ Eso.

M_ Es que esa boquita es mi perdición, bueno y el cuello –la

miraba con una pasión desmedida que le hizo exhalar un

profundo suspiro-. Dios estoy en ebullición.

Maca salió corriendo hacia el hospital, y la risa de

Esther fue sonora. Negó con la cabeza pero algo en ella la

inundó de repente de pena. Se giró agachando pensativa la

cabeza y rescató al pobre Valiente que temblaba en el

agua.

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Page 167: QUINTA PARTE PIJA

E_ Ven aquí guapo, mira Mona... hay que hacerlo así ves –le

frotaba y Valiente asustado abría mucho sus ojos-. No pasa

nada cariño...

Va_ Mmmmm.

E_ Ah, vale eso es que le gusta Mona, ves así –sonreía al ver

como Valiente cerraba los ojos.

Mo_ Ahhh ahhh ahhh.

E_ Si –la miraba divertida y entonces otra vez la pena

apareció en ella-. Joder pensar que si me voy te echaré

tanto de menos Mona.

Mo_ Uhhhhh –la miró triste.

E_ Pero... bueno... no vamos a ponernos mal ¿eh?... aún no

es seguro.

Mo_ Ohhh –de repente Mona la abrazó fuerte como si

pudiera entender lo que le había dicho, tras ella Bartolo que

también abrazó a la mujer blanca, mientras el pobre

Valiente se sentía ahogado, entre sus padres, la toalla y los

pechos de Esther.

Va_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

E_ Uy dios pobre... que lo estamos a apretujando –no pudo

evitar que le cayeran lagrimas ante el gesto del animal que

para ella había sido mucho más que un mono cualquiera, le

había salvado la vida dos veces y entonces la miró

dejándole un beso que Mona recibió con una lagrimita-. ¡Eh

Mona!, que no me voy a ir.

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Page 168: QUINTA PARTE PIJA

En el hospital, los hombres seguían trabajando parecía

mentira que con tan pocos utensilios fueran capaces de

hacer tanto, Massamba estaba concentrado en como se

estaba llevando a cabo el trabajo, de vez en cuando veía

pasar a Lula quien le sonreía de manera muy especial, el

hombre sentía temblar todo su cuerpo de pies a cabeza

ante la sonrisa de la chica que le había robado el corazón.

Sin embargo todos andaban un poco preocupados por la

ausencia de Vilches, sabían que la marcha de la gran Mwasi

Cruz le había dejado tocado, entre ellos había cierto miedo,

ciertas dudas, por eso en un momento en que buscaron la

sombra, Zulú, Yildas, Dib y Massamba se sentaron en un

apartado hablando.

Ma_ Bantu kele ezali kikama, kansi, mono kuzaka nde ya

beto mpangi ve kumatia kulamba yayi (Todos estamos en

peligro, pero sé que nuestros amigos no pueden quedarse

aquí).

Z_ Mono Zuzonzisa nde beto me ngala nseka bau kwenda

(Creo que tendríamos que facilitarles la marcha).

Dib_ Beto, ngatu, ve kumatia kwenda... kansi, ban inga

(Nosotros, sin duda, no podemos irnos... pero, ellos si).

Ma_ Na bazombi kwisa, ve ngala luzolo na kni kebaka (Si la

guerrilla llega, no tendrán piedad con nadie).

Z_ Fwete kusadisila nde kwenda, kele a bampangi kansi..

(Debemos hacer que se vayan, somos una familia pero... ).

Ma_ Kutuba (Hablemos).

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Page 169: QUINTA PARTE PIJA

Z_ Kulunga (Estoy de acuerdo).

Dib_ Talo ( y yo).

Ma_ ¿Yildas?

Yi_ We fwete kwenda bantu, beto ata (Deberíamos irnos

todos, nosotros también) –dijo con firmeza en su voz y

gesto muy preocupado.

Ma_ Kulunga –susurró ensombreciéndose su rostro al

pensar en su aldea y nuevamente la aventura de huir, el

peligro de perder lo único que tenía en sus manos, la vida

de los suyos.

Mientras en el hospital, Maca había revisado primero a

la joven Monwe que parecía muy recuperada, ya no solo

físicamente sino también, emocionalmente. Hablaron y

Maca suspiraba con tranquilidad el odio que le tenía había

ido apagándose y quizá su abuela, le había hecho

comprender que era una necesidad lo ocurrido y que ella

solo y gracias a Dios le había salvado la vida. Después le

tocó el turno a Nsona, le gustaba como trabajaba Sissou

pero le gustaba mucho más tener a su lado a Esther.

M_ Esto está perfecto Nsona.

Ns_ Nsona ser veterana –sonreía graciosamente.

M_ Ya lo sé...

Ns_ Lula dice niña todavía.

M_ Pues nada Nsona, mejor, tienes todo chicos... así que

una niña será la alegría de la casa.

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Page 170: QUINTA PARTE PIJA

Ns_ Y el dolor del corazón.

M_ Bueno... te comprendo ahora con Maes también pienso

mucho en esto... pero.. no podemos vivir así Nsona, tener

hijos es una maravilla que debemos disfrutar.

Ns_ Si...

M_ Intenta no hacer muchos esfuerzos, sé que tú sabes

como llevar mejor que yo un embarazo pero... ten cuidado

¿si?

Ns_ Melesi –amplia sonrisa.

M_ ¿Qué tal Sissou, cómo lo llevas?

Si_ Necesitar a Esther –le dijo apurada.

M_ Vale –sonrió-. Ahora se lo digo... creo que Cruz se ha

pasado un poco –le tocó la cabeza con gracia y al salir vio

como los hombres entraban por la puerta-. ¿Qué pasa

Massamaba?

Ma_ Massamba como jefe aldea tener hablar con Zikus.

M_ Vale –le dijo aturdida-. Sissou por favor llama a Esther.

Si_ Si...

Entraron al despacho donde Vilches estudiaba algo en

el mapa y apuntaba en un papel. Al girarse los vio allí a

todos y supuso a lo que iban. Les miró quitándose la gorra,

y esperando que Massamba hablará.

E_ ¿Me has llamado, Maca?, ¿qué pasa?

M_ Espera tenemos reunión –le dijo bajito.

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Page 171: QUINTA PARTE PIJA

V_ Escucho al jefe de la aldea.

Ma_ Nosotros hablar... y decidir que es mejor para Mwasis y

ziku irse lejos.

V_ Sin vosotros no –contestó seguro.

Ma_ Nosotros huir a la Selva hasta pasar todo.

V_ Eso es una locura –lo miró al igual que Maca con total

seriedad.

Ma_ Locura también quedar –le respondía serio.

V_ No os vamos a dejar solos en medio de la Selva, de eso

nada.

Ma_ Ellos llegar y arrasar, con niños, mujeres y hombres.

Zikus, no deber estar... son necesarios para nuestros hijos

en el futuro.

V_ Mira Massamba os agradezco vuestro apoyo a que nos

vayamos de aquí, pero ahora mismo es imposible. He

hablado con la Central para saber como estaba la situación

–se giró mirando el mapa-. Han llegado ocho mil soldados

de parte de la ONU los han distribuido por esta zona de aquí

–señalaba los territorios más del norte en el mapa que tenía

extendido en la pared y señalado con los puntos

conflictivos-. Las guerrillas han entrado por Bétou y sus

aliados de la parte del Camerún por Bomassa, así que como

veis los tenemos razonablemente lejos, pero

preocupantemente cerca.

171 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 172: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Y quienes son esta vez? –había cruzado los brazos

sobre el pecho, Esther notaba su tensión claramente en su

gesto.

V_ Los temidos Rasta, esos que llevan chándal y van con

camisetas de la NBA, ¡ay que joderse en medio de la Selva

con una camiseta que vale 100 euros!, son los que queman

bebes vivos, violan mujeres y cortan vivos en pedazos a los

hombres, parece que son los que han movilizado el tema

debían estar aburridos, también se les ha unido los Mai-Mai,

y los paramilitares de Uganda han extendido por la

República Democrática del Congo una fuerza que ha

llegado hasta aquí, es decir, el lío es grande. Todo el Norte

está enfurecido y en pura carnicería pero no estamos a

salvo nadie, la espesura de la Selva es su aliada –decía

pensativo ante la atenta mirada de las chicas que veían en

su gesto la preocupación-. Debemos esperar

acontecimientos, me han asegurado que de momento

estamos a salvo y que pueden producirse oleadas de

fugitivos, mezclados entre desplazados, ¿irnos? no

podemos esa gente nos necesita, pero de todos modos si la

cosa se pone muy seria nos iremos pero no os voy a dejar

en plena Selva, si nos vamos lo haremos todos juntos.

Ma_ Ziku –lo miró con agradecimiento por el apoyo pero

temor por el peligro.

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Page 173: QUINTA PARTE PIJA

V_ Me dicen que pueden tener un avión militar preparado

en Impfondo para vosotras pero no me aseguran que sea

posible.

M_ Pero Vilches Impfondo está al Norte.

V_ Lo sé, pero de momento es lo que hay, si por una de

aquellas nos llaman, vosotras y la niña os iríais porque solo

aterrizan aviones militares en el Norte para traer más

militares, hay uno preparado de MSF que traerá a más

compañeros, me lo comentó Dávila. Era el plan B para

vuestra cabezonería, vosotras y Teresa fuera.

E_ A ver un momento, habrá que entre toda esta nube de

datos a cual de todo más cruel, pensar con sensatez.

¿Dónde pueden irse todos para que estén a salvo, digo

nuestra gente?

Z_ Campos de refugiados Mwasi, y yo no querer eso para

mis hijos.

M_ Si te vas a la Selva, nadie podrá ayudarte.

Z_ Si me voy a un campo, nadie me ayudará –le dijo con la

expresión tan triste y abatida que se hizo un silencio

descomunal.

V_ Vale... Massamba ha hablado como jefe de la aldea, yo

como director de este pequeño grupito de revolucionarios lo

agradezco, agradezco vuestra preocupación por nosotros,

pero, os propongo algo. Esperar, no podemos hacer otra

cosa, si vemos que la situación se pone fea, más de lo que

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está, iremos a Mossaka allí nos acogerán durante el tiempo

que esto dure, todos juntos. ¿Os parece bien?

M_ Sí.

V_ Tú no digas sí, porque vosotras en cuanto la situación

mejore, os iréis a Madrid.

Ma_ Melesi ziku.

V_ Melesi a ti por pensar en nosotros, estoy muy orgulloso

de este lugar Massamba, de vosotros, hasta de estas dos

que forman el mejor equipo que he tenido, soy afortunado

y créeme que nunca os pondría en peligro.

Comieron sin tener noticias de nadie, todo estaba

bastante tranquilo hasta parecía que el calor había dado

una tregua, las mujeres prefirieron trabajar a descansar

aprovechando el buen tiempo, ayudaron a Esther y Sissou a

clasificar las vendas, las gasas todo para tenerlo cerca en

caso de necesidad. Pero nadie hablaba del tema, todos lo

habían pasado y ninguno quería recordarlo ni revivirlo

nuevamente, hablaron de lo guapa que estaba la gran

Mwasi Cruz, de lo enamorado que se veía a Vilches, y

escucharon a Nmaba contar cientos de anécdotas

divertidas de las vividas con Cruz, Esther trataba de seguir

la narración pero Maca notando que se perdía le iba

traduciendo sonriente.

A mitad tarde, Maca se acercó hasta el pozo para

sacar agua y bañar a la pequeña Maes, estaba en ello

cuando se quedó mirando el horizonte, el cielo

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inmensamente grande y azul, era como si nunca se fuera a

terminar, mirara donde mirara siempre estaba allí

majestuoso, y así sintió su amor por Esther, infinito y

majestuoso.

M_ Aquí está el agua de la niña.

E_ Le he calentado demasiado esta.

M_ Tranquila para eso esta su madre, para regularla –sonrió

mirando a las dos encantada de tenerlas allí.

E_ Oye Maca... ¿tú has pasado algo como lo que estamos

viviendo ahora?, quiero decir el desconcierto ante lo que

pueda ocurrir y eso.

M_ Sí, un par de veces, una con Cruz, tuvimos que salir

hasta Liranga, hacia el Sur, aprovechando que ahí el río se

hace grande y frondoso, la guerrilla cruzaba de la República

Democrática aquí con mucha facilidad, íbamos con los

militares habían miles de desplazados que nos cruzábamos

en la carretera, algunos los curábamos y seguían huyendo,

otros morían y no podíamos hacer nada. Recuerdo una vez

que decidimos dejar las luces de los camiones encendidas,

Cruz decía que sentía gente a su alrededor y no la veíamos,

era una especie de darles tranquilidad en su desgarradora

noche donde los sanguijuelas aprovechan para arrasar.

E_ Claro –sonrió mientras metía a la niña en el agua que

parecía gustarle-. ¿Y qué pasó?

M_ Al día siguiente me despertó Cruz, miré alrededor y

habían cientos de personas acurrucadas allí durmiendo, fue

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increíble, acabamos las dos llorando –le dijo con la voz

entrecortada al recordar aquella imagen tan impactante.

E_ Pobre gente, joder si es que quien lo paga es la gente

llana... la que no tiene nada.

M_ Pues si, y la verdad no me gustaría que se repitiera, es

horrible vives momentos de angustia y bueno... horrible –

dijo abatida.

E_ ¿Qué piensas de lo que ha dicho Vilches?, de lo de irnos.

M_ Es lo más sensato Esther.

E_ ¿Crees que salir con la niña en medio de una guerra es

sensato? –le sonreía a la pequeña mientras le echaba agua

por su cuerpecito.

M_ Sí, parece una locura pero iremos con los militares, lo

que no es sensato es ir por nuestra cuenta.

E_ Así que quieres irte –la miró apenada.

M_ Hasta que esto pase, sí. Mira estamos unos meses en

Madrid, te presento a mis padres, me presentas a los tuyos

y...

E_ Espera... espera... –la miraba sin entender muy bien sus

palabras mientras la niña seguía encantada en el agua-.

¿Quieres qué te presente a mis padres?

M_ Eso he dicho, como yo a los míos, no sé, se me ha

ocurrido eso, tendríamos que mirar como hacemos para

vivir allí, el piso... muebles... no sé hacer lo que hace una

familia.

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Page 177: QUINTA PARTE PIJA

E_ A ver Maca, mi madre para empezar no quiere saber

nada de mí, no creo que le interese lo más mínimo si estoy

o no en Madrid.

M_ Vale pues no me presentas a tus padres, asunto

arreglado –dijo definitiva.

E_ Es que te escucho y me parece mentira que me digas

esto... ¿tanto te ha afectado la pesadilla?... sabemos a lo

que nos exponemos Maca pero...

M_ Mira Esther, lo único que sé es que te quiero, y me da

igual si lo entiendes o no, pero en cuanto podamos nos

vamos, tú, la niña y yo –su voz sonó cortante y segura.

E_ Estás siendo un poco egoísta e injusta ¿no te parece? –le

devolvió el mismo tono.

M_ ¿Cómo? –preguntó mirándola seria mientras Esther

sacaba a la niña del agua, Maca la acogió con la toalla para

secarla sentándose en la cama, dejando un beso en la

frente de su hija.

E_ A ver mi amor, no te pongas borde lo primero. Yo

también tengo miedo, y también he soñado cosas horribles

desde que estoy aquí, es cierto que ahora tenemos un

problema mucho mayor y sin duda, yo no lo he vivido y

espero que no me toque vivirlo, pero de ahí, a querer huir

no me parece lógico. La muerte es parte de la vida, mi

abuela siempre lo decía, es horrible lo sé, me volvería loca

si te pasara algo, y sé que te pasaría a ti igual, por eso yo

creo que tienes y no tienes razón. Nuestro trabajo es este,

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nos hemos enamorado, nos hemos casado, hemos tenido

una niña que ni siquiera soñábamos, hemos evolucionado

juntas, hemos ayudado a gente que eso es lo que venimos

a hacer, tú misma lo dijiste, y si ahora nos toca sufrir,

sufriremos. Pero no te dejes llevar por el miedo Maca, por el

miedo se dejan llevar los cobardes y tú no lo eres, no eres

tú, estás tensa, tu cara mantiene un rictus serio y rígido,

cariño... sé que es horrible si nos pasara algo, pero eso, lo

sabíamos cuando firmamos el papel para venir aquí.

M_ Ahora es diferente –trató de justificarse.

E_ No mi amor –le acarició la cara dejándole un beso

enamorado en la comisura de los labios mientras se

agachaba-. Sigue siendo igual, solo que mucho mejor

porque estamos juntas. ¿Recuerdas cuándo pasamos

aquello con los que nos cogieron?, cuando te pegaron a ti,

pasé mucho miedo, pero lo superamos, y ahora pasará

igual, lo superaremos cariño... juntas como toda esta gente

que forma esa familia que tú quieres encontrar en Madrid,

juntos es como se superan las cosas, y nosotros aquí

tenemos una familia maravillosa.

M_ ¿Cómo las superan Esther?, no ves la realidad, esto no

es un cuento de princesas –le dijo seria, negó con la cabeza

y con voz algo quebrada siguió-. Se pasan la vida huyendo

ya has escuchado a Zulú prefiere perderse en la Selva que

ir a un campo de refugiados.

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Page 179: QUINTA PARTE PIJA

E_ Maca, viven al día y son felices, sonríen como tú también

hacías. Tenemos que seguir mi amor y no exponer a Vilches

o a los demás en un viaje que por muchos militares que

llevemos alrededor, será peligroso.

M_ Está bien... quizá me he precipitado... pero tengo tanto

miedo que si pudiera, metía a toda esta gente en un avión y

me los llevaba a Madrid.

E_ Ojalá –sonrió-. Pero no se puede Maca, te entiendo

pero... no podemos fallarles ahora.

M_ Gracias por entenderme –musitó despacio.

E_ Créeme que te entiendo perfectamente y yo también

estoy muerta de miedo –la besó con suavidad y ternura-.

Pero estamos juntas mi vida... y mientras lo estemos,

estamos vivas y te aseguro que lo seguiremos estando toda

la vida.

M_ Si, lo seguiremos estando –susurró sonriendo, entonces

la miró seria y le dijo-. Pero ni loca digas toda la eternidad.

E_ Tontita estás –la besó mordiéndose el labio ante las

quejas de Maes que reclamaba atención.

A mitad tarde cuando el sol estaba ya descendiendo y

sus rayos alumbraban pero sin tanta fuerza, los hombres de

la aldea decidieron hacer algo especial, sin duda había que

matar el tiempo como fuera para que las mentes y los

corazones no sintieran el miedo desbordado que sentían.

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Page 180: QUINTA PARTE PIJA

V_ ¡Venga partido de fútbol! –gritó Vilches tras hablar con

Zulú.

M_ ¡Bien!, voy a recogerme el pelo.

E_ Es que es coqueta hasta para pringarse de sudor.

M_ Te he oído –se giró en su camino hacia la cabaña

apuntándola con el dedo.

T_ Venga dame a la niña, yo me voy con Nmaba para

reírme un rato.

Z_ Mami jugar.

T_ ¡Pero qué dices!

Ny_ Si mami –le dijo sonriendo con su falta de dientes el

hijo de Nsona.

E_ Venga Teresa... va no te hagas de rodar.

Ns_ Si mami, si.

Lu_ Mami –la miró sonriente una más que cambiada Lula.

T_ Es que si juego yo va a ser una ruina para todos, van a

quedar ensimismados con mis regates... que a mí eso del

furgol se me da muy bien –decía coqueta.

V_ Fútbol Teresa, se dice fútbol.

T_ ¿Y qué he dicho yo?, furgol, total... es de locos eso de

correr detrás de la pelota como si fueran tontos... pero

bueno... voy a deslumbrar, Maradona a mi lado un

principiante ¡vamos Lula! –le dijo sonriente abrazándola

feliz de notar su cambio.

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E_ Madre mía ya sé a quien se parece Maca.

V_ Si la hubiera parido no serían tan iguales –murmuró

colocándose bien la gorra-. ¿Por cierto dónde está la

Calentorra de la Selva?

E_ Arreglándose, lo hace a propósito ya sabes para que... –

sonrió.

V_ Joder... lo vuestro es peor que el calentamiento global.

M_ ¡Ya estoy aquí!, mami a mi equipo –decía mientras

abrazaba también a Lula.

E_ Oye Lula... tradúcele esto Maca que quiero decirle una

cosa.

M_ Si guana.

E_ ¿Vas a exhibirte delante de Massamba? –le preguntó con

gesto pícaro.

M_ Pero Esther... ¿qué clase de pregunta es esa? –la miró

aturdida.

Lu_ Lula jugar para Massamba, sí.

EyLu_ Jajajajajaja –se abrazaron felices.

M_ Madrea mía como tenemos las hormonas –susurró

viendo como las dos mujeres se iban y chocaban sus manos

con los niños.

Mo_ Uhhhhhh –confirmó Mona mirando a Bartolo con su

gesto serio llevando a Valiente sobre sus hombros.

M_ ¡Tú también!

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E_ Maca ven vamos –le gritó feliz Esther mientras se subía

un poco la camiseta.

M_ ¿Qué haces?

E_ Tengo calor.

M_ Bájate ahora mismo la camiseta.

E_ ¿Y eso?

M_ Porque me tengo que concentrar y eso me

desconcentra... venga.. –le dio una palmada en el culo.

E_ Au.

Massamba se puso entre Vilches y Maca que iban a

hacer la elección de los jugadores, mientras Mona se había

puesto en medio como si fuera la animadora, movía su

trasero, daba vueltas, elevaba sus brazos, echaba la gorra

CH arriba, hasta que el final del número se tumbaba en el

suelo y con los pies capturaba la gorra. El aplauso fue

atronador, mientras su marido e hijo aullaban por el

espectáculo realizado por la número uno en el mundo

simio. Nsona se lo contaba a una más que divertida Nmaba

que con su boca sin dientes bien abierta daba carcajadas

sin parar acompañada por Bendi y su nieta Monwe aún en

proceso de recuperación, quien se habían sentado

haciéndose cargo del hijo de Lula y de Maca y Esther.

Ma_ Nada de golpes bajos –les dijo a ambos muy serio.

M_ Se intentara –sonrisa maliciosa.

V_ Más te vale.

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Ma_ ¿Quién elige primero?

V_ La dama... es decir... equipo perdedor.

M_ ¡Ja!, ya lo veremos. Zulú.

V_ Ngouabi.

M_ Dib –dijo después de morderse algo nerviosa la uña.

V_ Zambi.

M_ Limao –lo señaló con una sonrisa.

V_ Mutaba.

E_ Hola –sonrió Esther al ver que le tocaba a Maca elegir.

M_ Ngande.

V_ Teresa.

T_ ¡Ahí le has dao!, vamos chicos a machacarles –gritaba

como loca haciendo que sus compañeros se partieran de

risa.

E_ Hola –volvió a insistir a Maca con su amplia sonrisa.

M_ Nyuami.

V_ Siya.

E_ Esto... que... yo... –le decía rascándose la cabeza con la

risa de Lula y Siya-. Estoy aquí.

M_ Sissou.

E_ ¡Joder! –protestó ante la sonrisa mala de Maca.

V_ Lula.

M_ Joder...

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Page 184: QUINTA PARTE PIJA

V_ ¿Quién es joder?

E_ Muy graciosos.

M_ Bueno pues que remedio, Esther –ante su gesto de

enfado agregó-. Compréndelo cariño, te quiero mucho pero

jugando quiero ganar –le decía yéndose tras ella divertida.

T_ ¡Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamos que

nos vamos! ¡a ganar se ha dicho chicos!

Ma_ No vale pegarse... ni estirar.. yo pitar.

Ns_ Mami está muy divertida –decía a Monwe-. Mira Mwasi

Esther se ha enfadado.

Mo_ Si.

M_ A ver, tu cariño de portera, ¿crees que pararas algún

balón?

E_ ¿Y por qué tengo que ser yo portera?

M_ A ver mi vida... porque no le das a la pelota nunca –Zulú

se giró muerto de risa como el resto por el gesto de Esther-.

Vale Esther portera, los demás a por ellos.

Li_ Si Mwasi.

Si_ Vamos Mwasi Esther... yo ayudar –le decía.

E_ ¿Ah pero se pueden ser dos porteras?, ¡mira que bien!

El partido empezó, los niños le ponían toda su ilusión y

ganas, los mayores su diversión, mientras en la portería

una más que molesta Esther observaba el juego, a su lado

Mona que le pasó la gorra.

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Page 185: QUINTA PARTE PIJA

E_ Gracias Mona, creo que eres la única que me valora.

Mo_ Uhhhhh uhhhh ahhhhh –decía negando con la cabeza y

saliendo hacia donde estaba el resto para vociferar como

todos.

E_ ¡Anda que...!, cuidado Dib que vienen –exclamó al ver

que corrían todos hacia ella.

Dib_ Oh Mwasi malembe .

E_ Socorro que vienen... que vienen... por allí –señalaba a

Vilches que llevaba la pelota ante el acoso de Maca que se

lo tomaba muy en serio eso de quitársela-. Ay que no me

puedo esconder...

T_ ¡Aquí Vilches... aquí! –saltaba cual jovencita enloquecida.

E_ Zuluuuuuuuuuuuuuuuuu que ya está aquí Vilches.

V_ Toma Teresa.

T_ Ay...

goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool,

toma toma toma tomaaaaaaaaaaaaaaaa del frasco

¡Carrasco!

Las risas eran por todos lados, Teresa bailando dando

vueltas y moviendo su culo como los críos, que la

abrazaban y besaban, Nmaba gritaba de júbilo y Mona fue a

abrazarse con Teresa mientras Ramón ladraba como loco,

como queriendo decir al perro de Nmaba que dormía.

Ra_ ¡Eh tío que ha marcado mi mami!

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Page 186: QUINTA PARTE PIJA

A lo que el perro de Nmaba respondía con un largo

bostezo.

Pr_ Pasando tío... pasando...

Pero había alguien que no sonreía, era Esther que

cuando había visto llegar a Vilches se había tapado la cara,

y por eso Teresa había marcado gol. Maca se mordía el

labio pero no quiso decirle nada mientras Zulú muerto de

risa se acercaba a ella.

Zu_ No pasa nada Mwasi.

E_ Zulú, se me hizo todo negro –le dijo con gesto

compungido.

Zu_ Yo ser negro –sonrió.

E_ No quise decir eso –se disculpó corriendo.

Zu_ Mwasi ser una, una.

E_ ¿Única?, sí mira Maca se ha enfadado –decía sonriendo.

Zu_ ¡Ay que dolor barriga! –se iba dando carcajadas.

Ng_ Dib con esta portera perder –le dijo el niño al hombre

que sonreía ante los bailes de Teresa.

Di_ Malembe, no hay que dejar llegar –le guiñó un ojo.

El partido siguió con algún que otro golpe que

Massamba cortaba, eso si, a veces no podía seguir el juego

porque Lula lo miraba sonriente, o cogía la pelota

levantándose la falda y dejaba ver sus bonitas piernas.

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Page 187: QUINTA PARTE PIJA

M_ Massamba la baba... la baba... –le decía entonces Maca

si pasaba por su lado.

Ma_ ¡Oh Mwasi! –se hacía el ofendido.

T_ ¡Maca! –la riñó Teresa.

M_ ¿Qué? –le contestó mientras atacaba su equipo.

T_ Me has tocado el culo.

M_ Mujer si no te lo toco ahora que lo tengo a mano,

¿cuándo?

E_ Deja de hablar y juega.

M_ Estoy distrayendo al contrario –le respondía.

E_ Joder... mira que piernas tostaditas al sol... si es que...

mira que culito tan bien puesto, ni un gramo de grasa de

mas, ¡ay Esther qué te va a dar una insolación y no de sol

precisamente!.

Li_ Sissou –le pasó el joven Limao el balón.

E_ Dale Sissouuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu –saltaba dando

palmaditas.

Si_ Gooooooooooooooool... gollllll.

E_ Siiiiiiiiiiiiiiii esa es mi niñaaaaaaaaaaa –corrió hasta

Sissou abrazándose a ella mientras saltaban Limao y

Ngande los más jóvenes impresionados por su destreza.

M_ Muy bien Sissou y tú vuelve a la portería –le decía

sonriente.

E_ Marimandona –le sacó la lengua-. Nmaba gollll.

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Page 188: QUINTA PARTE PIJA

Nm_ ¡Ay Mwasi! –se quejaba.

E_ ¡Te vas a mear! –soltó mientras jugaban los demás.

Ns_ jajajajajajajajajaaj –no pudo dejar de reír al decirle a

Nmaba sus palabras

El partido siguió, goles por aquí, goles por allá, risas,

riñas, pero hubo un momento en que el equipo de Vilches

atacaba, Esther se iba moviendo conforme el balón al

tiempo de rezar un “madre mía... madre mía”.

Ns_ El balón lo lleva Ngouabi –le decía a Nmaba-. Oh... Siya

ha hechizado a Ngouabi y quitar balón.

Nm_ Jajajajajajajaja. Niña lista –batió palmas.

Mo_ Vandaka Zambi (Vamos Zambi) –gritó de pronto Monwe

ante la sorpresa de todos y después sonrió algo

avergonzada-. Kolol (Perdón).

Nm_ Ve peso kolol. Nge ntima kutuba... nge ntima kele

laneni. ¡Knanga na gana! (No pidas perdón. Tu corazón

habla... tú corazón es libre. ¡Viva el amor!) –decía feliz al

notar como poco a poco su gente iban encontrando lo que

ella un día tuvo y disfrutó, un corazón repleto de amor y

eso, le hacía feliz.

Ns_ Mami tiene balón.

Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó como si

quisiera decirle algo a Esther.

E_ No chutes fuerte Teresa –le gritó como poseída mientras

subía una pierna hacía arriba y ponía gesto de miedo.

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T_ ¿Cómo que no?

M_ Ya eres mía –Maca le quitó la pelota-. Gracias Esther.

T_ Tú eres una tramposa –le decía mirándola con el ceño

fruncido y repleta la camiseta de sudor.

E_ Todo se pega –le guiñó el ojo graciosamente.

T_ Lo malo desde luego.

E_ Jejeje... ¡mírala Teresa!, mira que buena está... ¿has

visto que culo?

T_ ¡Ay señor!... ¿cómo no van a meterte goles?

E_ Es mi perdición –sonrió divertida.

Volvía a atacar el equipo de Vilches, Maca se había

puesto justo delante de Esther, y ésta no lo podía evitar,

sus ojos se olvidaban del balón y buscaban el culo de su

mujer que parecía gritarle, ¡mírame!. Entonces Lula cogió el

balón y chutó casi sin fuerzas arremangándose la falda, el

balón poco a poco fue hacia Esther que seguía absorta

mirando el cuerpo de su mujer, hasta que el balón entró y

todos cantaron gol. Mientras Lula abrazaba a un

sorprendido Massamba que al notar su piel tuvo que

carraspear.

T_ Toma castañaaaaaaaaaa, ¡campeones!, ¡campeones!

M_ ¿Qué te ha pasado ahora? –miraba a Esther seria

mientras recogía la pelota.

E_ Nada, ¿por qué?

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M_ Esther te acaban de meter otro gol.

E_ ¡Tú querías que fuera portera!, pues alé portera soy –le

dijo a modo de reproche colocándose la gorra.

M_ Pero es que... ¡quieres estar mirando el balón y dejar de

mirar mi culo! –le riñó seria.

E_ Pues no me lo pongas delante.

M_ Encima tendré yo la culpa –renegaba yéndose.

E_ Si, si no estuvieras tan buena –justo lo dijo cuando el

jolgorio de los cánticos, ladridos y aullidos se detuvo, todos

oyeron claramente sus palabras y volvieron a sonreír-.

Joder... si es que... lo siento... prometo estar más pendiente

–les decía a los niños que se aceraron a ella.

Ng_ Mwasi Esther... no ser portera.

E_ Ya lo sé Ngande pero ha sido ella –señalaba a Maca.

Li_ Mwasi Esther mondele...

E_ Dime cariño.

Li_ Mirar.

E_ No... si... mirar... ya miro ya...

Ng_ Mwasis mondeles –hizo un ademán el niño como si no

tuvieran arreglo.

E_ Ayyyyyyyyyyyy –suspiró mirando como su mujer volvía a

correr y entonces recibió en su rostro un buen pozal de

agua. Al mirar vio a Mona con sus dientes fuera sonriendo-.

¡Pero Mona!

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Mo_ Uhhhh uhhh uhhh ah ah aha uhhhhhhh –le movía el

culo como recordándole que menos mirar el culo y más el

balón.

Nuevamente las risas, la cercanía entre todos, la

amistad, incluso el amor cómplice entre miradas de unos y

otras, sonrisas pícaras como la de Maca a Esther cuando se

ponía delante, cosquillas mal intencionadas de Teresa a

Esther para que se despistara algo que no hacía mucha

falta porque lo hacía con facilidad, carcajadas de Vilches

que parecía relajarse, la felicidad de los niños al poder jugar

y olvidarse de todo. El ambiente, era fantástico.

En una de esas, el equipo de Vilches atacaba era ya

casi el final de partido, iban empate a seis, y fue Ngouabi

quien tras hacer una demostración para su Siya, fue a

chutar desde lejos, Esther que seguía en su mundo

particular tan solo acertó a escuchar como todos la

llamaban, y al alzar la vista lo vio, el balón llegaba justo a

su cara, sin poder hacer mas que recibir el golpe y caer de

culo con uno de sus quejidos clásicos.

E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

La gorra salió despedida, su cuerpo quedó tirado en el

suelo, y el silencio se hizo en medio de la aldea, Mona se

tapó los ojos, y aulló, Ramón dio dos vueltas y a la tercera

con su pata se tapó los ojos, el perro de Nmaba abrió los

suyos después de tanto escándalo le despertó el silencio, y

todos, con gestos de susto fueron corriendo hacia una

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Esther que seguía en el suelo con sus piernas abiertas, los

brazos estirados y los ojos abiertos fijos mirando el cielo.

M_ ¿Esther... Esther estás bien cariño? –le levantó un poco

la cabeza mientras Vilches traía un poco de agua.

E_ Pa que luego me digas... que soy mala portera... ¡la

hostia!

V_ Si, la hostia, pero la que te han dao.

Habían pasado un par de horas desde el fin del

partido, Esther estaba sentada en la cocina aún con cierto

mareo, se había duchado ayudada por una divertida Maca y

ésta se había encargado del siguiente biberón de su

pequeña, mientras se lo daba, pensaba como era posible

adorar a una niña así, sentirla suya en tan pocos días y

sobre todo, sentirse madre con Esther. Su sonrisa demostró

su felicidad y orgullo por ese maravilloso sentimiento.

Sin duda el partido había sido un motivo para no

pensar, para no sentir el miedo atenazado en sus

gargantas, las cosquillas en sus estómagos, el rato que

habían pasado gritando, sonriendo, sacando energía que les

sobraba provocada por el miedo a la situación que

presentían les iba a llegar, les había hecho bien.

Ng_ Mwasi Esther –se asomó preocupado.

E_ Hola Ngouabi, ¿qué tal?

Ng_ Ngouabi querer saber por ti –le decía apurado.

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Page 193: QUINTA PARTE PIJA

E_ No te preocupes, estoy bien... estoy acostumbrada a los

golpes –le sonrió haciendo un gesto para que se sentara a

su lado-. Ya sabes... soy patosa..

Ng_ No Mwasi, yo querer hacer algo por ti.

E_ No hace falta... la gorra paró mucho el golpe, lo que pasa

es –miró alrededor y guiñándole el ojo le dijo bajito-. Que

exageré un poquito para recibir los cuidados de Maca.

Ng_ Entender –dio una carcajada.

E_ Si... –sonreía divertida.

M_ Mira quien tenemos aquí... si es Mami portera invencible

recibe golpes Esther.

E_ Ves Ngouabi si tú no tienes la culpa, la culpa la tiene ella

–cogía a la pequeña en sus brazos sonriendo.

Ng_ Estar más tranquilo –le dijo sonriendo mientras

agachaba un poco la cabeza.

E_ Estoy bien –le guiñó nuevamente el ojo hablando bajito.

Ng_ Ngouabi irse.

E_ Adiós. No me has dado ni un beso y estoy herida.

M_ ¿Herida?, poco exagerada eres.

E_ Oye pero paré el balón ¿eh?, te has dado cuenta que

parada.

M_ Sí, me he dado cuenta que te gusta demasiado mirarme

–le sonreía.

E_ Ya...es que... –movía la cabeza divertida.

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Page 194: QUINTA PARTE PIJA

M_ No si yo te entiendo perfectamente, ¿eh?, vamos pero...

T_ ¡Acabáramos! a mí tenerme que mandar a mí edad.

¡Pero qué te has creído Vilches! –entraba recién duchada en

la cocina hecha una fiera Teresa y Vilches con gesto

agotado tras ella.

E_ ¿Qué pasa? –le preguntó a Maca bajito.

M_ No sé –los miraba extrañada por sus gestos.

V_ Que me da igual Teresa, que he dicho que os vais y os

vais.

T_ Mira... llevo toda mi vida aquí, he pasado guerras,

hambrunas, golpes, me han herido dos veces de bala todo

lo que se pasa en esta tierra, y no vas a decirme ahora que

me tengo que marchar porque hay una posibilidad de que

nos alcance la guerrilla. Eso ellas, pero yo no, mi vida está

aquí y punto.

V_ Teresa no seas cabezota.

T_ ¡Mira Vilches!, te digo que no... que no me voy y no se

ha de volver hablar del tema, ¡vamos hombre! –se metió

hacia la cocina.

V_ La próxima vez me pido trabajar en un hospital donde no

hayan mujeres, ¡dios qué testarudas!

M_ Bueno es comprensible –le dijo sentándose.

V_ ¿Qué es comprensible vamos a ver? –la miró cruzándose

de brazos sobre el pecho.

M_ Que no quiera irse, Teresa es de aquí.

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V_ Es una inconsciente, como tú, como Esther... pero

bueno... a vosotras lo más seguro es que me dé tiempo a

sacaros, a Teresa después de este numerito a ver... ¡qué

me ha amenazao con dejarme sin comida! –decía ofendido.

E_ Bueno Vilches tranquilo de momento parece que todo

está en calma.

V_ Si, no hay noticias he hablado con Dávila de vuestro

avión. Definitivamente os iréis con uno medicalizado ¿eh?

M_ ¿Y eso?

V_ Porque os vais vosotras con dos niños que van a operar

en Madrid, así que según como esté la Selva haremos,

porque no salen en el sur los aviones ¡ay que joderse!, sale

justo del norte donde está el meollo.

Lu_ Mwasis –les llamó Lula desde la puerta con una sonrisa.

M_¿Dime cariño?

Lu_ Salir, na bwala ngala ya ebo sambu na beno (la aldea

tiene un regalo para vosotras).

E_ Me he perdido –salió Teresa de la cocina al escuchar las

palabras de Lula.

M_ Que nos van a regalar algo...

E_ ¡Ay que ilusión! –dijo con voz de ñoña mientras se

levantaba.

M_ Si cariño... –la miraba negando con la cabeza por su

espontaneidad donde salía con fuerza su pijerio.

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V_ Venga vamos.

Salieron las dos acompañadas por Vilches y Teresa, la

mujer cogió a la niña y la pareja se miraron algo

sorprendidas, entonces Lula les señaló su propia cabaña

donde estaba las mujeres y los hombres fuera. Justo cuando

estaban llegando, Massamba salía de dejar algo, las miró

les sonrió y les dijo con su habitual tono solemne.

Ma_ Maes necesita cuna, mi aldea os regala para que sus

sueños sean siempre dulces.

E_ Gracias Massamba –se lanzó a su cuello emocionada

mientras el hombre no sabía que hacer con sus manos.

M_ Muchas gracias a todos, de verdad –les dijo sonriendo y

sin poder evitar que sus ojos se llenaran de brillo por la

emoción.

E_ Que cuna más bonita.. que preciosidad.

M_ Ahora ya sé que hacías Massamba –le abrazó dejándole

un beso en la mejilla.

Ma_ Massamba hacer lo que hombres deben hacer. Mujeres

hacer el resto.

E_ Mira Maca... mira esto –decía emocionada al ver las

sabanitas de la cuna con el nombre de la pequeña bordado.

M_ Uf... que pasada.

E_ Ay que bonito –volvió a decir mientras se abrazaba a

Maca.

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T_ ¡Bueno vamos a probarla, no Maes!, que tus madres se

han quedado boquiabiertas.

Lu_ Así mwasis poder tener ternura –sonrisa amplia y

cómplice.

M_ Di que si... Lula... di que si... ¿desde cuándo sabes tú de

eso tanto, eh? –la abrazó mientras la joven se reía feliz, por

primera vez desde que llegara a la aldea tremendamente

feliz-. Ya lo sé, desde que te juntas con Esther. Pero...

aprovecha Lula... sé feliz –le dijo mirándola intensamente a

los ojos.

Lu_ Melesi.

La cuna era posiblemente la mayor obra de arte que

había visto Esther, la miraba con la pequeña dentro

disfrutando de su cama mientras se movía, por su parte la

enfermera miraba el detalle de cada madera modelada, de

cada rincón perfectamente terminado. Massamba era un

artista y no pudo evitar el comentario de “esto valdría una

pasta, y él lo hace de corazón”. Maca la miró, sí, era cierto,

el corazón era lo que movía a todos, y a pesar de su

egoísmo por salvar a su familia, reconocía que nunca

encontraría a gente como la que le rodeaba, y entonces aún

sintió mayor rabia e ira, unos pocos iban a conseguir

apartarla de algo tan maravilloso como era su gente.

Cenaron y después se sentaron alrededor del fuego,

tanta tranquilidad a todos les parecía el presagio de algo

horrible, pero era un pensamiento silenciado en sus mentes

197 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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y sufrido en sus corazones. Tan solo se escuchaba el

crepitar del fuego, el silencio aplastante de todos, y entre

ese silencio bajo el manto del cielo más hermoso que nunca

habían visto, las miradas entre Maca y Esther fueron tan

tiernas, tan cariñosas, que sentían bombardear su corazón

de emociones, recorrer su sangre y llegar nuevamente

hasta el corazón sintiendo más amor del que podían

imaginar.

Fue Zulú quien se levantó primero, agarrando a su

mujer suavemente del brazo, a su lado quedaba Massamba

que parecía aquella noche no tener demasiado claro ir a

dormir. Su gesto había llamado la atención de todos, y la

ausencia de Lula también.

Z_ Massamba a dormir.

Ma_ Si –dijo sin apartar la mirada del fuego.

Z_ El viejo tiene miedo –susurró en su oreja la mirada dura

del hombre le hizo sonreír-. El corazón siente, y es quien

manda... tu decir a mí cuando Nsona, ser valiente cuando

sentir amor, hoy tú ser más valiente que nadie... el espíritu

de arriba, dibujó una noche hermosa para Massamba y

Lula...

Ns_ Y esa noche hermosa dibujar en el corazón, el

sentimiento del amor encontrado –le hablaban bajito como

ellos solían hacer cuando hablaban de cosas importantes

casi como si recitaran un poema de amor.

198 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Z_ El viejo Massamba morir, y estar hoy el Massamba de

siempre.

Ns_ Bueno y grande... tierno y sincero... Lula esperar.

Z_ Mpimpa na, bampangi (Buenas noches, hermano).

Ma_ Mpimpa na, bampangi –respondió orgulloso.

El hombre y mujer blancos, no dijeron nada, pero sus

miradas le decían lo mismo que las palabras de sus

hermanos, y tras exhalar un profundo suspiro mirando la

Luna como esperando sus rayos y la fuerza necesaria, se

levantó dio las buenas noches y se perdió hasta su cabaña.

Ante el gesto simpático del resto.

V_ Yo también me voy... a mí no me espera ni Dios, pero

me voy –dijo poniéndose en pie mientras Esther que tenía

apoyada su cabeza en el hombro de Maca le sonrió con

cariño-. Buenas noches.

T_ Buenas noches...

V_ ¿Ya se te ha pasado el enfado?

T_ Yo no me enfado... porque no pienso hacerte ni caso.

V_ Ya mami... ya...

T_ Ramón cariño... nos vamos –el perro llegó dando brincos

y moviendo la cola-. Buenas noches chicas.

M_ Buenas noches.

E_ Hasta mañana mami. ¿Nos vamos?, le toca el bibe a

Maes.

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M_ Si, ya voy yo a ordeñar a Lucero no vaya a ser que te dé

otro golpecito que hoy tus hormonas están muy

revolucionadas tras mi trasero –le dejó un beso divertido y

se fue.

E_ No lo sabes tú bien.

Mo_ Uh uh uh –apareció Mona.

E_ Mona cariño –tras ella Valiente que se subió a los brazos

de Esther.

Mo_ Uhhhhhhh.

E_ Estoy bien, ¿os vais a dormir?

Mo_ Uh uh ahhhh –movía su cabeza y después le dio un

abrazo como si quisiera así darle las buenas noches.

E_ Que lista eres, venga descansar... Valiente –le daba un

abrazo al animal.

Va_ Uh uh –la miraba acercando su rostro al de ella.

E_ Jajaja –sonreía al ver su gesto divertido-. A dormir que es

tarde.

Se quedó sola esperando ver acercarse a Maca con la

leche, sintió un escalofrío porque como todas las noches, el

aire cambiaba y se hacía fresco, se abrazó a si misma

mirando las estrellas, suspirando y sintiendo tantas cosas,

que terminó por levantarse con los ojos emocionados.

E_ Ayúdanos abuela... ayúdanos.

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Le dieron el biberón, Maca tras lavar el pañal de la

pequeña Maes, se marchó a la parte de atrás para tenderlo,

el silencio de la noche le hacía estremecerse, miró el

poblado que estaba tranquilo, puso atención pero no se

oían gemidos, ni otros ruidos, sonrió al pensar que por fin

Lula le daba una oportunidad a un hombre, cuando siempre

pensó que jamás lo haría. La vida tenía sus recompensas y

estaba segura que no solo ella con la aparición de Esther en

su vida, la había tenido, quizás en ese momento Lula,

también.

Abrió la puerta y al cruzar el quicio, vio a Esther de pie

mirándola.

M_ ¿Qué te pasa?

No hubieron respuestas de palabra, Esther se lanzó

apresuradamente hacia ella, la deseaba tanto, que no

pensó en otra cosa que no fuera hacerle el amor, la agarró

y empujó contra la puerta ya cerrada, apretándose contra

ella, abriendo sus labios con su propia lengua, Maca suspiró

dentro de su boca al notar la caricia fiera de su lengua en

su boca, sus manos buscaron con rapidez la piel cálida de

Esther, quien la obligó a abrir sus piernas, al notar como la

acariciaba la espalda con la misma fiereza que su lengua

seguía batallando en su boca, se separó un segundo el justo

para mirarla con total avidez, el rostro de Maca mostraba

cierto azoramiento, recordando aquella primera vez donde

Esther la volvió loca cuando menos lo imaginó. Pero estaba

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claro que la enfermera no le iba a dejar tiempo para pensar,

con una pasión descomedida buscó nuevamente sus labios,

mientras sus manos se chocaron al tratar de buscar los

botones de la otra de su pantalón, pero Maca siguió

sintiéndose desbordada por su mujer quien le musitó:

E_ No... ahora tú.

Maca se dejó hacer pasó su lengua humedeciendo sus

labios enrojecidos por la pasión de Esther, notó como sin

ningún cuidado Esther metía su mano en el pantalón, sintió

su propia necesidad porque la tocara. Cerró los ojos su piel

comenzaba a abrasarse por el ardor del momento, Esther la

miraba mientras su mano apartaba con salero la braga de

algodón, y se introducía allí a aquel mar que la recibía

rebosante.

M_ Hmmmmm –sonó un gemido ahogado ante la

profundidad de la caricia de Esther.

E_ Me gustas muchísimo Maca... muchísimo –recitó

mientras sus labios rodaban por la mejilla de una Maca que

comenzaba a mover sus caderas con necesidad.

M_ Entra... entra... –le susurraba mientras sus manos la

estrechaban contra su cuerpo, necesitándola-. Te necesito...

Esther.

E_ Me tienes mi vida... te quiero tanto.

M_ ¡Oh Esther no pares! –le rogaba mientras sus manos

buscaban con frenesí los pechos de Esther.

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E_ Así... aprieta –le suplicó.

M_ Esther –musitó mientras la respiración entrecortada

resonaba en el oído de la enfermera-. Me estás volviendo

loca.

E_ Quiero volverte loca...

Entonces detuvo su mano con una mínima queja de

Maca, que rápidamente entendió lo que pretendía hacer, se

apoyó mejor contra la pared mientras abría sus piernas

mientras Esther recorría con la punta de su lengua el

vientre de la Pediatra que había apoyado sus manos en los

hombros de su mujer urgiendo su recorrido.

M_ No puedo esperar... Esther –le musito sintiéndose ebria

de deseo.

Esther tuvo compasión de ella, jugó con la punta de su

lengua en aquel abultado y sabroso sexo, después de un

gemido y una convulsión de Maca al notar su suave caricia,

recorrió el camino trazado por las olas, el sabor salado la

saciaba, aquel mar que la había recibido en calma, se

estaba convirtiendo en una marea agitada en la que se

sumergió y dejó arrasar, provocando que la marea se

transformara en una estruendosa ola rompiendo sobre su

boca, en un gemido ahogado y arrollador en la boca abierta

jadeante de Maca, que notaba como sus piernas se volvían

débiles, como había llegado a la profundidad del mar, había

divisado todo el hermoso mundo secreto en el que Esther la

condujo, y allí tratando de sosegar la respiración mientras

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Esther besaba sus muslos, besos delicados, tiernos, pero

que provocaban en Maca un cosquilleo intenso, con sus ojos

cerrados, apretando los puños abriendo las manos

impacientes por tocar a quien tanto placer le había

entregado, haciendo que subiera hasta su boca, haciendo

que ambas lenguas volvieran a reencontrarse y saborearse,

haciendo que sus manos la tocaran con locura.

M_ Mi amor... te deseo tanto...

E_ Maca –fue lo único que pudo decir porque notaba como

era ahora ella a la que el deseo apremiaba sin poder

esperar mucho más tiempo-. Te deseo...

Fue la palabra mágica, no necesitaron más, la ropa fue

cayendo al suelo como si fueran semillas que eran

repartidas en la tierra fértil del amor y la pasión. Aquella

noche, parecía que la pasión las desbordaba a las dos.

Maca empujó a Esther desnuda suavemente sobre la

cama, se tumbó sobre ella con su sexo todavía

humedecido, sintiendo el propio calor de Esther quien abrió

las piernas para recibirla, rodeó con ellas sus caderas, Maca

chupaba sus pezones que se habían vuelto como dos

provocaciones para ella, los lamía con cuidado, con ternura,

con desesperación mientras acoplaba su sexo contra el de

una Esther que no podía evitar sentirse totalmente

encendida. Sus labios chocaron, sus lenguas batieron

batallas, mientras las manos de Maca cada una puestas a

los lados de los hombros de Esther la ayudaban se

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marcaban sus músculos ante la fuerza de que sus caderas

se retorcían contra el pubis de Esther, sus gemidos se

mezclaron al tiempo que Maca introducía su lengua en el

oído de Esther que clavó sin reparo sus uñas en la espalda

humedecida por el sudor de su mujer, el éxtasis parecía

llegar, Esther lo notaba, Maca también, fueron

incrementando el ritmo, la fuerza mientras un gemido se

escapaba desde el fondo de su garganta. Una acometida,

otra y la última que logró arrancar en ambas un estallido de

miles de luces a su alrededor, y que provocaron que Maca

se derrumbara sobre Esther. Las respiraciones seguían

siendo jadeantes, Esther abrazó con total dependencia a

Maca.

E_ Te quiero.

M_ Mi vida... y yo.

Y como si el amor las hubiera trastornado, Esther

tumbó a Maca que no pensaba podría responderle, se había

dejado sus últimas energías, pero la lengua de Esther

recorriendo su cuerpo, y sus manos llenándola de caricias

suaves, tiernas y ardientes, le hicieron desearla de nuevo,

la mano de Esther dibujó el camino que tanto le gustaba,

rozó con suavidad su sexo consiguiendo un suspiró por

parte de Maca quien se aferró a la almohada, Esther sonrió

le encantaba verla así, totalmente entregada a ella , fue

entonces cuando devoró con ansías su cuello, saboreándolo

mezclándose entre su aroma y el sabor salado de la

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transpiración, mientras su mano acariciaba íntimamente a

una Maca que con los talones apretando contra la cama se

dejaba llevar con la boca abierta, suspirando, gimiendo

mientras murmuraba su nombre, y aquella voz sedosa

enardecía aún más el deseo de colmarla de éxtasis a

Esther, quien comenzó a aumentar el ritmo de su mano, de

sus besos, y Maca tuvo que aferrarse a la piel desnuda y

humedecida de su mujer, notaba que no podía soportarlo

que iba a morir allí mismo de placer, pero lo aguantó,

aguantó no uno sino hasta dos sacudidas tan fuertes que

enarcó su espalda apretó los ojos viendo todas las estrellas

del firmamento, esas que Esther había bajado para ella.

M_ Esther –murmuró extasiada con la voz entrecortada por

el placer.

E_ Mi amor.

M_ Que sepas que me voy a morir y tú tienes la culpa.

E_ No me lo creo –sonrió.

M_ ¿Ah, no? –abrió los ojos mientras su pecho seguía

agitado.

E_ No –sonrió con provocación.

M_ Aunque sea lo último que haga, pero… voy a hacer que

veas como yo he visto las estrellas.

De un salto se puso sobre una Esther que reía

divertida, aunque sus ojos mostraban todo el brillo del

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deseo, y Maca al verse reflejada en sus pupilas que le

entregaban amor sonrió dulcemente.

M_ Date la vuelta –le musitó con tanta sensualidad que sus

ojos parecían dos brasas ardientes en su punto álgido.

E_ Oh Maca –se dejó hacer, metió su cara entre los dos

almohadones y extendió sus brazos cada uno al lado de su

cuerpo cogiéndose a la sábana. Al notar como le apartaba

el pelo y su aliento le rozaba el cuello suspiro-. Maca…

M_ ¿Qué mi vida?

E_ Por favor… -suplicó apremiante.

M_ No tenemos prisa mi vida…

E_ Yo si.

M_ ¿Tú si? –sonrió maliciosamente y le musito despacio en

su oído provocando que toda su piel se erizara-. Me encanta

que tengas prisa…

Su lengua paseó por la base del cuello de Esther

provocando un estremecimiento total y un gemido

ahogado, mientras sus manos volaban por el dorso, le

obligó a despegar un poco su cuerpo del colchón para que

su mano derecha ocupara el pecho derecho, mientras que

la izquierda siguió un camino descendente muy suave

tocando levemente su piel, entre tanto Maca apoyaba sus

rodillas elevándose un poco sobre su trasero. Los gemidos

comenzaron en cuanto Maca descendió por la cadera de

Esther quien instintivamente abrió sus muslos para facilitar

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su camino, le dejó una caricia excitante en la parte trasero

de los muslos algo que provocó en Esther un leve gemido

hasta que su mano llegó y cubrió toda la humedad de la

enfermera quien volvió a gemir.

E_ Maca.

M_ Levanta un poco, déjame entrar.

E_ Hmmm –volvió a gemir al notar el pubis de Maca sobre

su piel al apoyar sus rodillas levemente sobre el colchón

para facilitar que su mano penetrara en su entre pierna.

M_ Cariño…

E_ ¡Ah!... no pares…

M_ No mi vida…

E_ No pares –repetía frenéticamente mientras notaba como

Maca la empujaba con sus caderas y como su cuerpo la

llamaba sin cesar-. Sigue…

M_ Esther… -la llamaba con su voz repleta de ardor, gruesa

por el deseo.

E_ ¡Ah!

M_ Aguanta.

E_ Maca.

El ritmo había subido, los corazones acompasados al

mismo latido, parecía que llegaban juntas al éxtasis, al

mayor éxtasis nunca vivido, Esther ahogó un grito sobre la

almohada, Maca sobre su pelo escondió su boca para

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gemir, para gritar sin despertar a Maes, cayeron a la cama,

cada una a un lado, Esther boca abajo, Maca de lado,

ambas mirándose con las respiraciones a punto de explotar,

sus ojos hablaban, sus labios rojos de saciarse en caricias

en la piel deseada, y de pronto una carcajada las inundó

como antes el deseo y pasión.

M_ No vuelvas a decir que no sabes si eres buena –le

acarició la cara acercándose a ella pasando su pierna por le

medio de las de Esther-. Eres increíble cariño… me haces

tan feliz.

E_ Tú a mí también… te quiero… te quiero como nunca he

querido a nadie.

M_ Y yo.

E_ ¿Quieres más?

M_ ¿Estás de coña? –enarcó su ceja derecha desafiándola-.

Uno más y te quedas viuda.

E_ No me lo creo –se acodó a su lado paseando su dedo por

la piel de Maca.

M_ Esther –cerró los ojos con una sonrisa divertida.

E_ Mi Calentorra de la Selva no puede rendirse así tan

fácilmente.

M_ ¿Tan fácilmente?... Dios mío y Maes justo esta noche no

llora ni pide nada.

E_ ¿Quieres librarte? –se había puesto sobre ella.

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M_ No me fío… que desde que eres tan amiga de Lula… a

saber que te has tomado.

E_ ¿Sabes lo que me he tomado?

M_ ¿Qué? –le preguntó sonriendo mientras acariciaba sus

muslos con delicadeza.

E_ Una ración triple del culo de mi mujer.

M_ Eres más mala –le dio la vuelta subiendo sobre ella ante

el pequeño grito de Esther-. Pero me encanta que lo seas.

E_ Y a mí que lo seas tú –le acariciaba la frente mirándola

con ojos tremendamente enamorados.

M_ Te quiero.

E_ Y yo.

M_ ¿No oyes eso?

E_ ¿El qué?

M_ Me está llamando.

E_ ¿Quién? –miró a la niña pensando que Maes se había

movido.

M_ Mi tesoro.

E_ ¡Maca! –la riñó sonriendo mientras Maca cubría su sexo

con la boca ante el ataque de risa de Esther.

M_ Eres mía –le dijo volviendo a su lugar preferido.

Y volvieron a amarse, y volvieron a tocar la luna que

las vigilaba y las iluminaba en aquella noche pasional

donde el amor se convirtió en alianza perenne, en donde

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dos cuerpos descubrieron lo que era temblar juntos,

estremecerse al mismo tiempo, y siempre y cuando la vida

se lo permitiera, seguirían unidas así.

El sol volvía a salir anunciando un día nuevo, y Maca

entraba con la leche para Maes con los ojos casi cerrados, y

una Esther tan agotada como ella, mantenía a la pequeña

entre sus brazos con gesto de sueño.

M_ Aquí está –le dijo tumbándose a su lado tratando de

contemplar a su mujer e hija.

E_ Gracias cariño... tendré que hablar –bostezo enorme

mientras una lagrima recorría su mejilla-... con Lucero no

podemos seguir así, no puedes encargarte tú siempre.

M_ A mí me ve y espera a ver que pasa... debe pensar ¡uy

que viene la otra!

E_ Que mala eres –sonrió graciosamente mientras la veía

luchar contra sus párpados. Con una sonrisa encantadora le

susurró-. Anda duerme un rato.

M_ Me has dejado inservible –acarició primero la frente de

su mujer y después dejó un beso en la de su hija.

E_ Y tú a mí.

M_ Vaya par estamos hechas.

E_ Si... vaya maravilloso par –le besó la frente-. Descansa.

El día se estaba desarrollando demasiado tranquilo, el

calor era importante y eso hacía que los niños estuvieran

sentados en la sombra en compañía de Mona y demás,

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Page 212: QUINTA PARTE PIJA

Valiente se había puesto a jugar con ellos imitando sus

volteretas, mientras Ramón cuidaba de que Mbe que era el

más pequeño no se hiciera daño. Los mayores habían

estado haciendo las labores que normalmente llevaban a

cabo entre la tensa espera de que algo sucediera.

V_ ¿Nsona has visto a Maca y Esther?

Ns_ Sí Ziku, están en el huerto.

V_ Gracias… avisa a todos tengo que hablar con vosotros –

su rostro seguía siendo preocupado.

Ns_ Si Ziku.

Al llegar al huerto, las vio, a Teresa con Maes en el

brazo sonriente, a Esther hablando divertida con Lula y a

Maca con la azada haciendo un socavón en la tierra.

Sonrió… aquella estampa era para grabarla y mandársela a

Julia, con un remite “mira como se hace a una mujer feliz”.

M_ Cariño ¿podrías echarme un poco de agua?, digo si no

interrumpo tu charla no vayas a herniarte ¿eh?

E_ Ay que mona eres… mírala como trabaja… ¡Vilches! –lo

saludó al verlo parado viéndolas.

V_ Vaya por lo que veo te llevan muy pero que muy firme

Maquita.

M_ Ya ves… si en el fondo es que soy una blandengue.

V_ Venga pues blandengue tenemos reunión, Teresa tú

también.

T_ Si. Lula –le entregó a Maes.

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Page 213: QUINTA PARTE PIJA

Lu_ Si.

V_ ¿Has visto a Massamba Teresa?, está como si lo hubiera

dejado tonto…

T_ Eres un trasto y un mal pensado.

M_ Eso siempre… ¡qué me pregunten a mí todo lo que he

tenido que soportar!

V_ Espera contigo siempre he acertado y no sigo porque

está tu mujer delante.

E_ Por mí puedes seguir Ziku –le dijo sonriendo-. Al final

muchas mujeres pero mira… comiendo de mi mano –le

guiñó el ojo a Vilches que sonrió.

M_ ¡Pero tú que te has creído niña pija! –le reprochó seria

aunque en el fondo no podía estar más de acuerdo con ella.

E_ La verdad… no te engañes cariño –le dejó un beso

sorpresa que le hizo cerrar los ojos y poner su mano en el

corazón.

M_ Dios me puede esta mujer me puede.

E_ Payasa.

T_ Ay cuanta tontería por favor –susurró.

M_ Si si… pues no somos las únicas que tiene tontería ¿eh?,

y no me hagas hablar.

V_ Bueno… a ver ahora nos dejamos las cuestiones

sentimentales a un lado y hablamos de lo que interesa.

Ma_ Estamos aquí.

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Page 214: QUINTA PARTE PIJA

V_ Bien Massamba, a ver quiero que me prestéis total

atención. Ya hemos recibido el toque esperado, el camión

que salió hacia Brazaville con Dávila y los demás, ha sido el

último que ha podido pasar hacia el sur, es decir, de

momento las fronteras entre estados del sur están

cerradas.

M_ Que bien, nos abandonan a nuestra suerte. ¿Sabemos el

número de desplazados del que hablamos?

V_ No Maca, la gente esta escapando en masas es un

número incontrolado de refugiados, ¡ya sabéis!, la gente

huye hacia el sur y el oeste del país y muy posiblemente

vamos a tener trabajo.

Z_ ¿Abrir puertas? –preguntó preocupado.

V_ Ya Zulú, es peligroso pero no podemos hacer otra cosa,

se mantendrá cerrada hasta que Louabi nos dé señal de

posibles movimientos, quiero que Sissou y Esther tengáis

preparado todo lo que Cruz trajo, posiblemente lo vayamos

a terminar.

E_ Vale no te preocupes por eso –Sissou miró a Esther con

una sonrisa que le quería demostrar seguridad.

V_ Está bien ayudaremos con agua y curas, algo de comida

también hasta que acaben de pasar o se nos acaben las

provisiones. Me han asegurado que una vez a la semana

nos traerá comida en latas los militares.

M_ Y yo va y me lo creo.

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Page 215: QUINTA PARTE PIJA

V_ Sigo –la miró serio-. Vamos a crear el plan de evasión.

Cada vez que entre un grupo de refugiados, no quiero ni a

uno solo de vuestros hijos por el medio.

Z_ No problema.

Ma_ Subir al refugio.

V_ Bien. Tendremos que apañarnos con la comida que

haya, no vais a salir a cazar.

T_ Tenemos para un mes como mínimo para nosotros,

ahora si llegan refugiados –elevó los hombros con

preocupación.

M_ Deberíamos preparar el hospital Vilches, de eso me

encargo yo con Siya y Ngouabi, sacar del de campaña las

camillas y si podemos recuperar algún colchón de los de la

riada, los acoplamos como podamos.

V_ Estupendo.

M_ Cuando vengan los refugiados, las chicas deberían subir

con los niños al refugio –le advirtió algo preocupada por

ellas.

V_ Si, no sabemos si entre la gente puede haber algún loco.

E_ ¿Y una vez nosotros les ayudemos, que harán?

V_ Seguir huyendo… porque nosotros llegará un momento

en que también tendremos que huir si los militares no

detienen la ofensiva, no quiero correr riesgos. Y nada de

que vosotros os vais a la Selva –miró a los hombres que lo

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escuchaban atento-. Ahora mismo nadie nos podemos

mover de aquí, ni siquiera vosotras.

M_ No hay problema por eso –le dijo no muy convencida.

V_ Claro que hay problema. Bueno Monwe, tú te encargas

de los más pequeños, Lula tú de tu hijo y los mayores.

Bendi y Nmaba no os quiero ver por el medio, no quiero

correr el más mínimo riesgo de nada van a venir

desesperados y sin nada que perder. Teresa, voy a

necesitarte como enfermera en el caso que se confirmen

los peores augurios.

T_ Está bien.

V_ ¿No tendrás más vasos de piolin, verdad? –miró a Esther

enarcando una ceja.

E_ Si tengo si, pero no son de piolin, lo siento.

V_ ¿Con que nos vas a conmover?

E_ Ya lo veras.

V_ Pues ya sabéis manos a la obra. Los hombres y yo,

vamos a meter caña al hospital… creo que podríamos

levantar un trozo más. ¿Qué os parece?

Ma_ Sin problemas –su rostro era preocupado.

V_ Massamba… ¿podemos hablar tú y yo?

Ma_ Claro.

V_ Ven a mi despacho. El resto a trabajar.

216 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 217: QUINTA PARTE PIJA

M_ Oye cariño… ¿de qué son los vasos? –se le acercó a la

oreja divertida.

E_ No pienso decírtelo, es sorpresa.

T_ ¿Y se puede saber porque te traías vasos?, ¿Qué

pensabas que aquí no habían?

E_ Bueno Teresa –sonrió algo sonrojada-. Pensaba si un día

tengo que ir a la Selva, me darán a beber de donde beban

los demás y… bueno… no me gustan las cantimploras

porque el agua se vuelve caliente.

T_ Pues para no gustarte…

E_ ¿Qué? –le preguntó sonriente mientras Maca la miraba

embobada mordiéndose el labio.

T_ Pues que estás al lado de una que vamos… poquito asco

te debe dar beber de su cantimplora… ¡habéis visto como

lleváis los morros!... ¡ay señor!

M_ Pues porque no puedes ver como llevamos otras cosas,

¡guapa! –le susurró saliendo de prisa hacia el hospital ante

la risa de Esther.

T_ Mira… mira… no le rías esas gracias que a mí no me

hacen ninguna.

Nuevamente la tensión se palpaba en el ambiente,

pero nuevamente cada uno trataba de hacerlo más

llevadero. Ante las órdenes de Vilches cada uno se puso a

trabajar en lo que el ziku había mandado, y mientras en su

217 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 218: QUINTA PARTE PIJA

despacho un cariacontecido Massamba esperaba que

hablara.

V_ Massamba, aún tenéis tiempo, a mí me va a parecer

bien lo digáis porque comprendo que la situación para

vosotros es todavía peor que para nosotros. Aún hay una

esperanza de huir, sin prisa… hay niños y no me gustaría

que os pasara nada.

Ma_ Nosotros quedar con mondeles, sois nuestra familia y si

salir, salir todos.

T_ Esas palabras las agradezco y son muy bonitas pero la

realidad nos supera Massamba, sabemos los dos que es

muy dura.

Ma_ Hablar y quedar.

V_ De acuerdo... tenía que volverlo a intentar.

Ma_ Melesi ziku.

V_ Para mí también sois muy importantes, de verdad –lo

abrazó sinceramente preocupado por el futuro de todos.

La gente acostumbrada a trabajar en los peores

momentos con la mejor de las sonrisas, ayudaron entre

todos a que el trabajo fuera menos duro, esta vez quien era

el centro de las risas era Lula y su cara de “uf lo que me

había estado perdiendo”, tal y como le había traducido

Maca muerta de risa.

218 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 219: QUINTA PARTE PIJA

M_ Teresa me voy a duchar ¿os ayudo en algo? –le guiñó el

ojo a Esther que estaba en la cocina separando algo de

comida para poderla repartir.

T_ No... tranquila lo tenemos controlado.

Maca se marchó y al poco rato lo hizo Teresa para

consultar con Vilches algunas cosas, esos momentos a

pesar de ser quien más veces los había vivido, quizá por

eso, era la que perdía los nervios y con ellos el control del

entorno.

E_ Nsona voy a ver si ya se me ha secado la ropa, ¿te haces

cargo de la niña?

Ns_ Claro Mwasi –sonrió.

E_ Melesi –le guiñó el ojo.

Siy_ ¿Na wapi kwenda? (¿Dónde va?).

Ns_ Na nki yayi nkento (Con su mujer) –sonrió divertida.

Siy_ Bonso na kuzaba Teresa (Como se entere Teresa) –

sonrió también divertida.

Lu_ Na gana -(El amor) susurró con gesto repleto de

ternura.

Ns_ Jajajajaaja Lula... sí el amor.

En la ducha estaba una seria Maca, aún no había

podido sacar de su cabeza las imágenes de la pesadilla, aún

sentía un escalofrío al recordarlo, en esos pensamientos

estaba cuando la puerta de la ducha se abrió de golpe.

219 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 220: QUINTA PARTE PIJA

M_ Ahhhhhhhhh.

E_ Copiona –le dijo entrecerrando los ojos medio desnuda

mientras se quitaba la ropa interior-. No grites que me he

escapado de Teresa.

M_ ¿Pero qué haces aquí? –la miraba atónita y divertida.

E_ He pensado –le besó-... qué seguramente –le besó con

un poco más de pasión-... necesites ayuda para algunas

partes de este impresionante cuerpazo –literalmente se

metió en su boca.

M_ Hmmmmm.

E_ Hmmmmm.

Mientras Vilches salía con Teresa tratando de calmar

sus nervios ante lo que se avecinaba, verla así trastornaban

al hombre que resoplaba divertido. Se detuvieron ante el

hospital viendo como trabajaban los hombres y lo

adelantado que llevaban cerrar esa parte con un poco de

esfuerzo, esa misma noche podrían conseguir más espacio

para al menos tres camas más tal y como Maca le había

comentado a Vilches.

V_ No hay mal que por bien no venga ¿eh?

T_ Sí. ¿Sabes Vilches?, siempre he dicho que es una

injusticia el abandono de los grandes países a esta gente,

tienen lo más importante que es el sacrificio por mejorar, la

fuerza para trabajar, y la unión para sacarlo adelante… y

sin embargo…

220 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 221: QUINTA PARTE PIJA

V_ Pues si… siempre consiguen maravillarme y que se me

ponga un nudo en la garganta.

T_ Si –sus ojos se aguaron casi sin remedio-. Voy a dejar

esto en la ducha de las chicas… les hice estas toallas para

cuando estén allí.

Mo_ Uh uh uh -se puso delante de ella con los dos brazos

en alto.

T_ ¿Qué te pasa Mona? –la miraba atónita.

Mo_ Ohhhhh ahhhhh uhhhhhh –le decía con gestos como

que no debía ir.

V_ ¿Pero qué le pasa? –preguntaba al ver su rostro.

Mo_

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

hhhhhhhhh.

T_ ¿Esther?

Mo_ Ah, ah –asentía poniéndose las gafas de sol y sacando

sus morritos como si besara al aire, después se pasaba las

manos por su cuerpo, y finalmente se daba un golpe en el

culo.

T_ ¿Maca?

De pronto les llegó un claro gemido… y Mona se tapó

la boca, Vilches negó con la cabeza sonriendo mientras

Teresa murmuraba:

T_ Jesús, María y José… se nos van a enfermar.

221 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 222: QUINTA PARTE PIJA

V_ Nunca había escuchado aullar a Maca como aúlla con

Esther… no si… ya lo dicen ya… pequeñita pero matona.

T_ Jesús, María y José.

Tras el grito de placer de Maca, salió Esther como si

nada extraordinario hubiera pasado, aunque en su cuello un

ligero mordisco la delataba, no había nadie y sonrió, se

sentía tan bien cuando hacía el amor con Maca, era una

emoción sentirla en su piel, una ilusión poderla llenar de

placer y verse correspondida en ese amor, en ese

maravilloso amor, loco a veces, que por momentos las

trasladaban a un rincón en el mundo donde eran únicas y

dueñas la una de la otra, donde podían disfrutar del amor

en mayúsculas y era entonces cuando Esther agradecía

estar en aquel lugar que tanto le había dado, amistad,

cariño pero sobre todo una mujer maravillosa a la que

adorar y una hija a la que criar en común

La oscuridad de la noche la contrastaron con una

buena fogata porque el motor de la luz había fallado, la

cena había sido más silenciosa de lo habitual, y desde esa

noche decidieron que los niños durmieran con Siya y

Ngouabi en el refugio por si a lo largo de la noche ocurría

algo. Mientras los demás poco a poco se fueron acostando.

Las últimas en quedarse fueron Maca y Esther con la niña y

Teresa en la cocina. Sentada en la mecedora Maca le

estaba dando a Maes el biberón con la leche que por fin

Esther había podido sacar de Lucero sin ningún

222 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 223: QUINTA PARTE PIJA

contratiempo; Esther observaba sentada en el suelo junto a

ellas como el reflejo de la fogata les iluminaba de una

manera tan bella que se quedaba embelesada mirándolas.

Vilches se había retirado momentos antes porque su cabeza

no cesaba de trazar planes de salida, una y otra vez

pensaba en posibles soluciones y lo único que se le ocurría

era que los militares pudieran detener la ofensiva de la

guerrilla, todo lo demás sería realmente complicado.

Ante ellas apareció una Teresa cariacontecida con algo

en su mano y un anda apesadumbrado.

M_ ¿Qué bebes Teresa?

T_ Un otin funfun.

M_ ¿Quieres emborracharte? –la miraba asombrada y

también preocupada.

T_ Bueno… hace mucho que no lo hago –elevó los hombros

mientras se sentaba en el suelo.

E_ ¿Teresa qué te pasa, cariño? –le pasó el brazo por los

hombros dejándole un beso en la sien.

T_ ¿Qué me va a pasar? –dio un trago-. Que todo es una

mierda… tanto trabajo para que lleguen estos desgraciados

y nos lo quiten todo.

E_ Venga… no van a llegar, tranquila –le sonrió con ternura

mientras Mona se sentaba al otro lado de Teresa y Valiente

lo hacía junto a Ramón mirándola fijamente.

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Page 224: QUINTA PARTE PIJA

T_ Lo que más me molesta es la parsimonia de todo el

mundo… como si la gente que vive en este país no tuviera

derechos… como si fuera normal que esos hijos de puta

vengan y arrasen con la vida de cuantos se les pase por el

forro, eso me molesta –dijo con rabia.

M_ Cariño… Maes ha terminado –le hizo un gesto como que

ella se ocupaba de Teresa.

E_ Vale, la llevo a su cuna, buenas noches Teresa –le hizo

un gesto admitiendo su disimulada orden.

T_ Buenas noches –dio un trago largo.

E_ Venga dale un beso a Maes.

T_ Que Dios te proteja pequeña –le susurró mientras la

besaba.

E_ Te espero –le dijo mirándola con gesto apenado pero

haciéndose cargo de la situación.

M_ Si, tranquila –le guiñó un ojo-. Dame un segundo que

voy a servirme yo también.

T_ No hace falta que te emborraches, a mí al menos nadie

va a ver mis mocos, pero tú te pones horrible.

M_ Eso es imposible.

T_ ¿Recuerdas tus borracheras?

M_ Sí –sonrió con tristeza-. Claro que las recuerdo, y

recuerdo que siempre estabas tú a mi lado.

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Page 225: QUINTA PARTE PIJA

T_ Me alegro tanto de cómo te ha cambiado la vida –la miró

con los ojos rojizos y cierto color en sus mejillas mientras le

acariciaba con cariño la barbilla.

M_ Lo sé… la verdad que todas las mañanas cuando me

despierto y la veo a mi lado, me siento afortunada, y ahora

con Maes… ni te digo.

T_ Ay… si… -suspiró fuertemente.

M_ ¿Qué te pasa Teresa?, a mí no me engañas… no es solo

por la situación, sabes que puede no darse.

T_ Claro por eso tú has querido ser por primera vez desde

que te conozco egoísta y largarte, porque sabes que puede

no darse esas matanzas y esas carnicerías.

M_ Teresa… -le dijo contrariada por lo que parecía un

reproche.

T_ No te lo reprocho, es más fui la primera que te rogó que

os fuerais.

M_ Estás así por Bárbara, lo sé.

T_ Si –dijo rompiendo a llorar como una niña pequeña,

haciendo pucheros sin parar, tanto que a Maca la

sorprendió de manera que la miró abriendo sus ojos, para

finalmente estrecharla contra su hombro-. No sé nada de

ella, no sé si ha llegado o no bien… no sé… no sé que me

pasa…

M_ Teresa estás teniendo un pequeño ataque de histeria.

225 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 226: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¿Y qué?, ¿acaso no puedo? –dio otro sorbo y cuando

Maca fue a quitarle el vaso, ella se lo impidió-. No… hoy

quiero emborracharme hasta perder el control.

M_ Está bien… no seré yo quien te lo impida –le dijo

recogiéndose el pelo en una coleta.

Mo_ Uhhhh –le acarició la barbilla.

T_ Monaaaaaaaaaaaaaa –se echó a los brazos del animal

que puso gesto de sorpresa ante la risa de Maca.

Va_ Uh uh uh –se lanzó también en ese abrazo con la mujer.

Ra_ Guau guau –ladraba como avisando que aquella mujer

era suya y que no se pasaran ni un pelo.

M_ Anda Teresa que mira como los tienes a todos, hasta el

mundo animal no puede verte llorar –decía sonriendo con

cariño.

T_ Si es que… ¿qué me pasa Maca?

M_ A ver, hace mucho tiempo que nadie te da amor y

Bárbara sabe darlo.

T_ No me he acostado con ella –su rimel resbalaba por sus

mejillas mientras el que le había caído a Mona lo chupaba

sacando la lengua.

Mo_ Prrrrrrrrrrrr –resultado después de saborearlo con la

risa de Valiente y el coscorrón de su madre.

Va_ Auuuu.

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Page 227: QUINTA PARTE PIJA

M_ Lo sé. ¿Y qué? –la miraba seria pero con una mueca de

sonrisa en sus labios.

T_ ¿Cómo y qué?, ¿a ti qué te parece? –la miraba como si

no la entendiera.

M_ No hace falta tener sexo para sentirse bien… para

sentirse querida y creo que es lo que te pasa.

T_ Es algo extraño, me gusta estar con ella, la primera

noche que me abrazó, casi ni respiraba.

M_ ¡Pero que bruta eres! –dio una carcajada.

T_ Tengo mis principios Maca.

M_ ¿De qué valen Teresa?, ¿si los sigues eres más feliz?

T_ Pues… no mucho… -ladeó un poco la cabeza.

M_ ¿A ti te gusta que te dé un buen masaje?

T_ Sí –sonrió mientras formaba un puchero.

M_ Te gusta que te abrace ¿a qué si? –agachó la cabeza y

asintió-. ¿Y qué hay de malo Teresa?

T_ No lo sé…

M_ Eres increíble… mira Teresa eres la mejor tía que he

conocido en mi vida, tienes todo para ser una mujer

excepcional, y me jode que por principios estipulados no

puedas darte una alegría en la vida. ¿Recuerdas al que se

comió el cocodrilo?, siempre dijiste que te hizo un favor,

¿sentirías lo mismo si le pasara a Bárbara?

T_ Nooooooooooooooooooo –rompió a llorar.

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Page 228: QUINTA PARTE PIJA

M_ Pues ya está Teresa, ya está. Tú me enseñaste a vivir al

día, ni mirando el pasado ni el futuro.

T_ Nunca me hiciste ni puto caso así que no me vengas con

esa copla –le dijo subiéndose los mocos.

M_ Me encanta cuando bebés por la facilidad que tienes de

soltar tacos. Ese yo que tienes reprimido y no dejas salir

nunca me fascina.

T_ Es que claro tú lo ves como lo más fácil porque lo eres y

cada noche hay que ver lo bien que te lo pasas con la

Esthercita que parecía modosita y ha resultado una fiera.

M_ Una leona Teresa, una leona –le dio dos golpes suaves

en el brazo como solía hacer ella.

T_ ¡Calla, calla por Dios! –decía cerrando los ojos.

M_ Vale me callo –sonreía divertida-. Pero no por callarme

es que no tenga razón.

T_ ¿Dónde estará?

M_ Seguro que en el parque –sentía su desazón, ella misma

se había hecho esa pregunta con temor a la respuesta.

T_ Si estuviera en el parque habría llamado.

M_ Recuerda que las comunicaciones desde el Norte no

deben funcionar.

T_ Y encima vosotras con la niña aquí –negaba preocupada.

M_ Eso ya lo hemos discutido, cuando se pueda nos iremos.

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Page 229: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¡Cuándo haya pasado todo!, claro mientras aquí

corriendo un riesgo innecesario ¡joder! ¡pedazo cabezotas

sois, hostias!

M_ Olvídate de nosotras, olvídate de todos, y por favor

piensa en ti Teresa. Te quiero y a Bárbara también, sé que

ella es un poco loca pero estoy segura que te haría feliz.

T_ ¿Y yo a ella?, mírame redios, soy vieja, arrugada, tengo

las tetas caídas, el culo ni te cuento… además soy nueva en

esto, no tengo ni idea en como funciona el tema –las

carcajadas de Maca resonaron en toda la aldea-. No te rías.

M_ A ver… mira si quieres, hablo con Esther y te sientas ahí

mientras lo hacemos… y aprendes ya sabes de voyeur,

tomas notas y…

T_ Menos mal que mañana no me acordaré de esto –reía

abiertamente también.

M_ Yo lo te lo recordaré.

T_ Dios… ¡por qué!

M_ Venga… no dramatices, y vamos a la cama que si esta

noche tenemos refugiados tú estás como para ayudar.

T_ Ay que malita me estoy poniendo, mamá.

M_ Anda va… yo te llevo y te digo que mantengo la oferta

en pie –sonreía por bajo.

T_ So guarra, serías capaz.

Maca no podía aguantarse era superior a ella las risas,

aquella Teresa borracha, con sus mejillas negras del rimel,

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Page 230: QUINTA PARTE PIJA

con sus dudas pero sabiendo en parte lo que quería, con

sus miedos, con sus maravillosos sentimientos hacia los

demás con esos tacos que nunca decía. Le costó lo suyo

acostarla, más que nada porque tuvo que ponerle los rulos,

una vez sobre la cama Ramón la abrigó con la sábana

acostándose a su lado. Maca le dejó un beso con la mirada

algo ensombrecida, aquella mujer había sido para ella como

una madre, si le pasara algo… se mordió el labio inferior y

salió de la habitación.

T_ No gritéis mucho…que una está sensible…

Aún salió con la sonrisa en los labios tras aquel ruego,

negó varias veces con la cabeza mientras se mordía el labio

inferior, allí en el suelo durmiendo sobre las toallas que

Teresa les había preparado estaba la familia Mona, desde el

refugio le llegaban unas sonrisas en voz baja, y unos

susurros que le hicieron sonreír, suspiró con fuerza mirando

al cielo, algunas nubes que comenzaron a dejar caer gotas

finas de lluvia, hacia días que no llovía, y eso no le gustaba,

estaba acostumbrada a ese repiqueteo de la lluvia en los

tejados, a esa musicalidad tan íntima del agua, volvió a

suspirar. Miró alrededor y todo estaba en orden, una

carcajada que reconoció como la de Lula le hizo volver a

sonreír, pero al mismo tiempo a sentir cierta zozobra que

tan solo se marchó cuando entró en su cabaña. Allí en la

cama su dulcinea la esperaba o al menos lo había intentado

porque ya dormía placidamente. En la cuna su niña, esa

niña que después de salvarla y estabilizarla, dormía como

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Page 231: QUINTA PARTE PIJA

debía y se mostraba muy mejorada, un día tendría que

contarle como la encontraron, y se le encogió el corazón. Se

acercó lentamente a la cama, se desnudó y buscó el cuerpo

de su mujer, besó lentamente su brazo, pasó sus cálidos

labios por el hombro, hasta posarlos en el cuello, Esther

llevaba una coleta y eso le encantaba, porque significaba

que estaba preparada para hacer el amor.

E_ Mmmmm.

M_ Mi amor… mi vida… mi dulce leoncilla.

E_ Hmmmm Maca…

M_ Si cariño… la misma que te va a comer.

Pasó un rato desde que Maca la había acostado,

Teresa se movió algo en la cama, uno de sus rulos cayó de

su cabeza, hizo varios ruidos con la boca y la lengua,

Ramón la miró desconcertado no la reconocía, y entonces

se oyó un gemido de considerable potencia.

T_ ¡No, no y no!, ¡no puede ser!... ¡pero qué tienen…!

Ramón tú no escuches… ¡es injusto unas tanto y otras tan

poco!

Pasaron dos días con relativa calma, las noticias

insistían en que la guerrilla había avanzado hacia el Sur,

que los militares no habían hecho frente y alguna retirada

les había dejado avanzar más rápido de lo esperado.

Mientras tanto en la aldea, los hombres habían

terminado el hospital, se mostraban orgullosos del trabajo

231 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 232: QUINTA PARTE PIJA

realizado, aunque la espera les estaba haciendo ponerse

algo nerviosos, los hombres no podían salir a cazar y eso

les hacía sentirse algo inútiles, habían ayudado en el huerto

y discutían con las mujeres porque aquella era su faena,

siempre aparecía la gran mami Teresa para apaciguar los

ánimos. Una Teresa que tras la borrachera se mostraba

taciturna que tan solo reaccionaba cuando Maca le

recordaba cierta conversación. Vilches andaba todo el día

cabizbajo, tampoco había recibido noticia alguna ni de

acudir a ningún poblado ni de una posible salida del lugar.

Las chicas, un tanto ajenas voluntariamente a lo que

sucedía se pasaban el rato que podían amándose,

divirtiéndose, sonriendo sin parar a sus nuevas locuras,

porque además Maes se había vuelto una niña muy

tranquila y lo agradecían con total dedicación a sus

menesteres. Aunque como Teresa ambas compartían el

miedo a las no noticias de Bárbara en silencio.

Ese día que había amanecido intenso en calor, Esther

se había levantado con un pequeño dolor de cabeza, Maca

le había estado cuidando por la noche, con paños fríos y

muchos y suaves besos, estaban en la cocina preparando el

desayuno mientras hablaban entre las mujeres.

T_ Como no les deje ir pronto a cazar, os digo yo que hacen

un rascacielos de hospital.

Ns_ Están imposibles, mami –se quejo sonriendo Nsona.

Lu_ Oh, no… todo bien –sonreía.

232 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 233: QUINTA PARTE PIJA

M_ No si… tú lo has descubierto tarde pero…

T_ Mira pues quien fue a hablar.

M_ Cariño no tomes café.

T_ ¿Y eso? –la miró porque Esther estaba algo ojerosa.

E_ Me duele la cabeza Teresa, estoy toda la noche con un

dolor –ponía gesto de daño.

T_ Vaya.

Lu_ Lula sacar.

E_ Si por favor.

V_ Buenos días –apareció serio ante todas-. Dentro de diez

horas sale vuestro avión hacia España… tenéis media hora

para prepararos.

Las caras de todas que en ese momento se estaban

riendo, fueron de auténtico impacto, se miraron unas a

otras sintiendo que la hora había llegado, justo cuando se

habían olvidado del tema, justo cuando todo parecía estar

tranquilo y bien. Era una difícil decisión ¿qué hacer justo en

ese momento?

V_ Buenos días –apareció serio ante todas-. Dentro de diez

horas sale un avión hacia España… tenéis media hora para

prepararos.

Las caras de todas que en ese momento se estaban

riendo, fueron de auténtico impacto, se miraron unas a

otras sintiendo que la hora había llegado, justo cuando se

habían olvidado del tema, justo cuando todo parecía estar

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Page 234: QUINTA PARTE PIJA

tranquilo y bien. Era una difícil decisión ¿qué hacer justo en

ese momento?

T_ Venga… yo os ayudo –dijo con cierto nudo en la garganta

como tratando de hacerlas reaccionar.

M_ Pero… ¿no será peligroso? –miró a Esther nerviosa.

V_ No lo sé Maca… no sé a lo que os vais a enfrentar –decía

serio, tras un suspiro continuó explicando lo que iban a

hacer-. Os estarán esperando dos camiones militares, nos

tienen que abastecer de gasoil, no tenemos suficiente por si

hay que huir, y Dávila me ha asegurado que el camino

hasta Epéna esta libre, iréis río arriba, allí os esperan los

militares que os acompañaran hasta Impfondo.

M_ ¿Cómo lo ves?

V_ ¿Francamente? –las miró alternativamente-. Ir al Norte

es una locura, pero es más locura quedarse y que las

oleadas nos traigan problemas serios.

E_ Pero puede no ser así… -se resistía a marcharse.

V_ Esther me importa un huevo si es o no es así, os quiero

fuera de aquí a las tres.

T_ ¿Tú no vas Vilches? –apareció su voz casi inaudible

provocado por el momento que iban a pasar en la

despedida, desde detrás del hombre.

V_ Si voy y llegan refugiados, no los vamos a poder

atender… lo siento pero tendréis que ir con los hombres.

M_ De acuerdo… voy a preparar algo para llevarnos.

234 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 235: QUINTA PARTE PIJA

V_ Nada Maca, no vais a llevar nada a lo sumo una mochila

con lo más preciso.

M_ Vale.

V_ Lo justo para el viaje, para la pequeña y poco más.

M_ De acuerdo –miró a Esther quien tenía los ojos cargados

de lagrimas-. Vamos cariño.

T_ Os ayudo.

La tristeza se había instalado en todos, rápidamente

mientras las dos mujeres se ponían a preparar los

biberones para la niña el resto de mujeres las esperaban

cerca del camión que las trasladaría hasta el aeropuerto.

Sus caras eran serias, Nmaba mantenía un gesto de rabia

posiblemente no volvería a verlas, ella se sentía mayor y

esos golpes de la vida le hacían flaquear a pesar de saber

que debía seguir luchando por sus nietos, quienes eran los

que hasta ese momento le habían dado vida aunque con la

llegada de Siya a la vida de su nieto, le hacía estar más

tranquila con ese tema. Los niños que veían los gestos de

sus mayores, sin saber porque, se sentían atemorizados,

Mona que captaba el pesimismo, había llegado hasta la

puerta de la cabaña donde dentro una Maca terriblemente

afectada y una Esther llorosa, protegían a Maes del calor,

del sol y de todo cuanto pudiera ocurrir. Y allí sin saber muy

bien que hacer, Teresa con el corazón compungido, con el

dolor de ver como se las llevaban pero con la calma de

saber que iban a estar bien, y que si Dios las ayudaba,

235 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 236: QUINTA PARTE PIJA

pronto volverían, quería mentalizarse de ese modo, no

quería pensar que tardaría en reencontrarlas o, que ya no

las volvería a ver.

T_ ¿Lo lleváis todo?

M_ Sí.

E_ Teresa dejo la cámara y el ordenador –decía con la voz

temblorosa.

T_ De acuerdo… -se frotaba las manos nerviosa.

M_ Yo llevo a Maes, lleva tú la mochila.

E_ Si… ¿y la leche?, no podemos llevarla Maca.

T_ Si, en el termo Esther, además acaba ahora de tomar, en

Impfondo os espera Claudia y allí no tendréis problemas

para encontrar.

M_ No sabía que Claudia había ido al norte, pensé que se

había ido con ellos.

T_ Parece ser que salió esta oportunidad, me alegro que

sea ella quien os acompañe –sonrió.

M_ Bueno ya está todo.

E_ Si.

T_ Esperar, no quiero despedirme fuera –les dijo

mordiéndose el labio con un ligero temblor-. Cuidaros

mucho, y que no os falte el amor que sentís, a veces

cuando uno sale de este mundo y llega al civilizado pierde

236 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 237: QUINTA PARTE PIJA

algunas nociones, tratar de mantener este amor ¿vale? –las

miraba emocionada.

E_ Claro Teresa –se abrazó a ella con fuerza, habían sido

cerca de siete meses, intensos y siempre emotivos a su

lado-. Te voy a extrañar.

T_ Y yo, venga… vamos…os están esperando…

M_ Cuídate Teresa, y por favor prométeme que si la cosa

empeora os iréis.

T_ Claro, ya sabes que Vilches no va a permitir que pase

nada –su barbilla era un temblor constante a pesar de

querer evitarlo-. Por favor Maca… no vayas a perder lo que

has conseguido aquí.

M_ Tranquila… ¡crees que sería capaz!

T_ Tú sabes a lo que me refiero –la miró seria-. En Madrid,

te están esperando y no se detendrá.

M_ No pienso dejarla.

T_ Está bien… no quiero que os vaya a crear ningún

problema –ya de sus ojos caían las primeras lagrimas-. Te

quiero.

M_ Y yo Teresa… te quiero mucho –se abrazó con Maes en

su brazo izquierdo el gesto de ambas mujeres estaba

repleto de cariño y ternura, como de pena por el adiós-. Nos

veremos pronto Teresa.

T_ Buena suerte –besó a su pequeña nieta quedándose en

la cabaña sin salir.

237 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Fuera la estampa era estremecedora, Mona subida a

los brazos de Esther con su gorra puesta, Valiente

enganchado a sus piernas y las miradas de todas las

mujeres repletas de lastima. Tuvo que tragar el nudo que

se había instalado en su garganta, mirando alrededor por

última vez, esperando reencontrarse en el tiempo con todo

aquello. Los abrazos, los besos, el silencio se hacía pesado

en la despedida, ambas tuvieron que subir ayudadas por

Massamba al camión que las llevaría al río y de allí hasta el

punto donde las esperaban para trasladarlas hasta

Impfondo. El momento decían que era el adecuado, pero en

ese viaje los cinco hombres que las escoltaban, iban

armados. Hasta Louabi había bajado de su torre de control

para despedirse con gesto muy serio, y con un “hasta

pronto”, volvió a su lugar con un nudo en su garganta.

V_ ¿Preparadas?

E_ Sí, Vilches.

V_ Ir con cuidado y en cuanto estéis en Madrid poneros en

contacto con nosotros.

M_ De acuerdo.

Ma_ Mwasi –llamó a Esther-. Hay que ir.

E_ Si… -miró a todas con un suspiro y se dio la vuelta para

no hacer más amargo el adiós.

Ma_ La niña –le dijo a Maca para que pudiera subir ella.

M_ Toma.

238 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ma_ Vamos Mwasi –le dijo con tanta ternura que a punto

estuvo Maca de no subir-. Nosotros volver ziku.

V_ De acuerdo… ir con mucho cuidado ¿eh? Y tú… procura

portarte bien.

M_ Vilches yo…

V_ Venga… si estuviera en tu misma situación haría igual.

M_ Gracias –sus ojos se llenaron de lagrimas.

V_ Dale un beso a mi niña.

M_ Si ves que hay peligro… volver.

V_ Si… tranquila ahora me preocupáis más vosotras.

M_ Gracias por todo Vilches, sobre todo… gracias por estar

siempre que te he necesitado.

V_ Eres una medica maravillosa, pero mejor persona… así

que… espero cuando vaya a Madrid me invites a una buena

cena de chuletón a la brasa.

M_ Dalo por hecho –se abrazaron con fuerza mientras

dentro Esther sentía un dolor agudo en su corazón-. Adiós.

Se giró para subir al camión, una vez arriba miró a

todos cuantos las despedían con tremendo cariño, a Mona

la había tenido que coger en brazos Siya porque quería

subir al camión, allí abrazada al cuello de la chica lloraba

porque su pija se iba. El camión arrancó con un sonoro

ruido, y las caras de todos, mostraron la pena de ver como

aquellas dos mwasis que tanto habían hecho por ellos se

marchaban, los corazones de todos quedaron tocados,

239 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 240: QUINTA PARTE PIJA

Teresa apoyada en el quicio de la cabaña de ambas, sentía

como le desgarraban un trozo de sus propias entrañas, y

sintió más rabia que pena, más ira que dolor, se giró

mirando la cuna y rompió en un llanto necesario para no

ahogarse.

Dentro del camión, Maca y Esther entrelazaron sus

dedos, a su lado con un fusil Massamba y Dib, la niña

dormía mientras sus madres lloraban en silencio, se iban

hacia un camino incierto, quizá se precipitaban, o quizá

simplemente acertaban en la huída. Pero era tanto el dolor

que se hacía irrespirable, insoportable.

E_ Pronto volveremos cariño.

M_ ¿Nos estamos equivocando Esther? –la miró con mil

dudas en sus ojos.

Ma_ No… es lo mejor… -dijo con rotundidad mirándolas con

la misma pena que habían visto en los demás ojos-. No

tener dudas mwasi… y melesi por todo lo que han hecho

por mi gente.

Un cabreado Vilches venido abajo, se metió en el

despacho, abrió la radio buscando encontrar a Cruz tal y

como habían quedado. Cruz no tardó en aparecer al otro

lado, su voz era un poema.

V_ Ya han salido Cruz.

C_ Me lo ha confirmado Dávila.

240 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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V_ No sé si es una buena idea que vayan justo donde está

el caos.

C_ Te aseguro que no cariño, pero no podemos hacer otra

cosa para sacarlas de ahí, y hay que sacarlas.

V_ Diez horas de incertidumbre hasta que lleguen al avión…

C_ Todo irá bien ya lo verás. Claudia ya está allí dice que en

Impfondo no hay problemas está tomado por militares y allí

nadie se atreve a llegar.

V_ A mí lo que realmente me preocupa Cruz, es cuando

lleguen a Epéna, de ahí hasta llegar a la carretera es mi

preocupación.

C_ Estarán los militares –trató de animarlo.

V_ Si… Dávila me ha confirmado que las esperan dos

camiones, uno que lleva el gasoil para nosotros que les

darán a los chicos, y el otro para ellas.

C_ Todo irá bien… ya lo verás…

V_ Eso espero Cruz.

C_ Aquí las estamos esperando, justo llega el avión cuando

yo termino mi jornada, así que las esperaré en el

aeropuerto, ya he quedado con Claudia. Los niños irán en

ambulancia y ya está todo previsto para ingresarlos.

V_ Bien –dijo decaído.

C_ Vamos Vilches… todo irá bien y en el momento veas

peligro… ya sabes.

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V_ Me hubiera ido con ellas te lo juro, comprendo a Maca…

yo también me hubiera ido.

C_ Lo sé… somos humanos cariño… eso no nos lo puede

reprochar nadie.

V_ Gracias por el apoyo.

C_ Te quiero.

V_ Y yo.

Vilches suspiró al cerrar la comunicación, exhaló un

profundo suspiro, y en su cara la expresión de tristeza no

había desaparecido, sin duda, las iba a echar de menos. Se

estaba pasando las manos por la cara cuando la alarma de

Louabi sonó con fuerza.

V_ ¡No! –se dijo pensando en las chicas.

Al salir del hospital respiró tranquilo, era un grupo

pequeño de hombres, mujeres y niños, Sissou se apresuró

con el botiquín de Esther hacia ellos, se puso junto a Vilches

esperando sus ordenes pero, al mirar el botiquín la imagen

de Esther sonriendo y enseñándole le hizo que sus ojos se

llenaran de lagrimas, se acababa de marchar y ya la echaba

de menos.

V_ Sissou aquí… esta mujer rápido acostarla… -les dijo a

ella y Zambi que se había quedado para ayudar.

Tal y como Vilches había ordenado, en cuanto la

campana de alerta sonó, todos hicieron lo que él había

mandado. Aunque todos habían pensado que algo les había

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sucedido en el camino a las mwasis y que regresaban,

suspiraron al mismo tiempo que sintieron un pellizco al ver

que no eran ellos, que no volvían que seguían su marcha.

Teresa suspiró y con el delantal que llevaba se quitó las

lagrimas para ayudar a la gente que en su mayoría llegaban

exhaustos por el intenso calor al que llevaban expuestos.

Entre tanto, el camión iba haciendo su camino hasta el

río, unidas con las manos entrelazadas y en silencio como

esperando escuchar de un momento a otro disparos o

alguna voz de alarma, iban concentradas en cada

movimiento del camión. Pero de pronto, Maca recordó algo

que llevaba en el bolsillo de la mochila que habían cogido.

Sonrió pero pensó que en el avión podría mostrarla con más

tranquilidad.

Z_ Ya hemos llegado al río.

Ma_ Ngouabi, Yildas kwenda na bwatu -(Ngouabi, Yildas ir a

por la piragua) les dijo tras asegurarse él y Zulú de que

todo estaba tranquilo-. Mwasis, esperar.

M_ Vale.

E_ Maca…

M_ Dime cariño.

E_ Tengo miedo.

M_ No va a pasar nada ¿vale?, si Dávila ha dicho que

podemos salir es porque no hay peligro –trataba de

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convencerla y convencerse-. En pocas horas estaremos

volando hasta Madrid y empezar una nueva vida.

E_ Sólo espero de momento llegar al avión.

M_ Todo va ir bien mi vida –la besó-. Ya lo verás. ¿Confías

en mí?

E_ Claro.

M_ Todo va a ir bien.

Zu_ Mwasis todo listo. Darme Maes –cogió a la pequeña con

ternura.

M_ Bajo yo primero y te ayudo que seguro te caes.

E_ ¿A qué no?

Zu_ Mejor no probar mwasi.

M_ Ves… hasta Zulú lo dice –le sonrió ayudándola a saltar.

E_ Yo no sé porque me hacéis tan patosa.

M_ Francamente, yo tampoco –sonrió y Esther le entregó

una sonrisa que no pudo evitar reflejara su miedo.

Zu_ Ni yo saber –elevó los hombros mientras caminaba

delante.

Las chicas se pusieron la gorra, Massamba y Yildas

habían hecho una especie de refugio para el calor con un

toldo que usaban a veces cuando tenían que hacer

trayectos largos, seguían aún en el momento de la huída

sorprendiéndolas gratamente pensando en ellas a todas

horas. Maca les guiñó un ojo y ellos sonrieron con tristeza

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porque sabían que las iban a echar mucho de menos pero,

tenían el encargo de dejarlas sanas e ilesas y en eso se

habían concentrado.

Ma_ Voy a hablar con ziku, le prometí.

Al llegar al camión, Massamba lo hacía con gesto serio

algo llamó su atención por el camino y miró con cierto

temor, escondido entre el espeso follaje que era el lugar

donde escondían el camión, pudo observar como el camino

se convertía en un goteo de gente que huía, sabía que

huían por sus rostros, por sus expresiones rotas, cansadas,

tristes. Aquello le dio mala espina, si ya llegaban gente es

que la situación era complicada y eso, no le gustaba para el

viaje que ellos iban a hacer. Subió al camión y conectó la

radio, tardó en ser escuchado pero finalmente allí estaba

Teresa.

Ma_ Mami llegamos al río.

T_ ¿Todo bien Massamba?

Ma_ Sí, mami, pero Massamba ver refugiados.

T_ Sí, van llegando… -dijo con tono triste.

Ma_ Mami no estar triste.

T_ ¡Ay Massamba!, ¿cómo están?

Ma_ Bueno… tristes también… pero bien todo ir bien.

T_ Rezaré por vosotros, hijos.

Ma_ Adiós mami.

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T_ Adiós Massamba.

Saltó del camión repasando que nada se hubiera

quedado allí, sobre todo las armas, por el río era

complicado encontrarse con los guerrilleros, pero si tenían

que defenderse, quería estar seguro de que las armas y las

balas estaban listas.

Ma_ Ir.

M_ ¿Qué ha dicho? –asomó la cabeza entre la tela.

Ma_ Todo bien. ¿Mwasis bien?

M_ Sí, sí, muy bien solo que me puedes por favor mojar este

trapo, a Esther le vuelve a doler la cabeza.

Ma_ Claro.

M_ ¿Te duele mucho cariño?

E_ Sí, la verdad que sí, creo que son los nervios.

M_ Tranquila mi vida… todo va a ir bien –le sonrió dejándole

un beso en los labios mientras Maes estaba tranquilita

sobre una fina tela de seda que le daba frescor-. Relájate,

tenemos unas cinco horas de camino.

E_ ¿Cómo estás tú cariño? –la miró con un gesto de pena.

Ma_ Mwasi –le entregaba la toalla que había cogido.

M_ Gracias Massamba. Bien... yendo contigo estoy bien –le

sonrió mientras le ponía la toalla sobre la frente-. Ya verás

como pasa pronto.

E_ Hacia mucho tiempo que no me cogía este dolor Maca.

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M_ Tranquila es el cúmulo de nervios que llevamos –la

miraba tratando de mostrar una sonrisa.

E_ ¿Has visto cómo se han quedado?

M_ Sí –tragó saliva subiendo la cabeza y cerrando los ojos-.

Ha sido lo más duro que he hecho en los últimos años... no

sé no pensaba que me iba costar tanto irme.

E_ Es normal, si yo que llevo relativamente poco tiempo, y

me duele el pecho –le decía con voz débil, y un intenso

dolor de cabeza-. Hasta Mona… y Valiente…

M_ Volveremos cuando todo pase, igual con un poco de

suerte podemos hacerlo pronto, de paso, aprovechamos

nos casamos y arreglamos todos los papeles.

E_ No sé si me casaré contigo en España.

M_ ¿Y eso? –le preguntó enarcando su ceja derecha.

E_ Pues porque no me lo has pedido...

M_ Ah vale... pues ya te lo pediré ¿no? –le besó sonriendo.

E_ Eso espero.

M_ Venga descansa cariño... descansa.

Le acarició la cara mientras le ponía el paño bien

presionado con su propia mano, Esther cerró los ojos

mientras Maca veía por la abertura que tenía la lona pasar

aquel verde frondoso que había sido su casa, por el que

había vivido aventuras de todo tipo, por donde había reído,

llorado, pasado miedo y disfrutado, recordaba la primera

noche de Esther en la Selva, sonrió mirándola, y se dio

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cuenta que todo lo vivido anteriormente a su aparición, era

como si no fuera realmente importante. Y allí estaba por su

familia huyendo del lugar que más emociones le había

hecho vivir intensamente, el lugar de donde siempre pensó

nadie la movería, porque no tenía a nadie por quien

abandonarlo, pero allí estaba quien le había hecho tomar la

decisión más difícil de su vida, dejar a un lado a quien para

ella era su familia, dejar a un lado su hogar, su fuerza, y

enfrentarse a ese día a día en la ciudad, quizá trabajando

en el Hospital, quizá yendo a casa y al llegar notar que le

faltara el aire, no poder compartir esas noches con sus

estrellas con la hermosa luna, suspiró mordiéndose el labio,

¿estaba preparada para aquello?, no lo sabía hasta que

llegara el momento, había pasado muchos años perdida en

la Selva, y al volver, también volvería irremediablemente a

encontrarse con quien no quería. Le cambió el paño de

agua fría a Esther que estaba sumida en un dulce sueño,

viendo como llegaba a Madrid, y al bajar las escaleras del

avión la esperaba su abuela, ¿su abuela?, pero si su abuela

estaba muerta, aquella visión le hizo fruncir el ceño y Maca

que la vio, le dejó un beso que le borró de golpe aquella

mueca mientras le daba a Massamba nuevamente la toalla.

En la aldea no había cesado la calma desde que se

habían marchado, el pozo era un constante dar agua para

la gente sedienta, llegaban familias que tan solo pretendían

algo de sombra, agua y algo de comida para poder seguir

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en su camino. En uno de esos paros, Vilches se sentó a

tomar algo mientras Teresa le preparaba la mesa.

T_ Llevan ya casi seis horas Vilches.

V_ Deben estar llegando a Epéna, aunque deberían haber

llegado ya... si todo va bien el camino que les espera es

peligroso en su primera parte, un hora como mucho para

cruzarlo.

T_ Si, pero ya has escuchado... la gente dice que es

horrible, que hay matanzas, pueblos arrasados sin

compasión, y que justo en ese lado es donde más violencia

hay.

V_ ¡Lo he escuchado Teresa!, pero si Dávila dijo que podían

ir, se habrá asegurado, vamos digo yo –le decía cabreado

ante el gesto de la mujer agregó-. Lo siento estoy algo

nervioso, para mí también es complicado esto.

T_ Lo sé hijo, para todos... hacen tanto vacío. ¿Has visto

como lloraban los niños? –sonrió de lado tristemente-. Les

van a echar de menos.

V_ Si... solo espero que todo salga bien.

Ns_ Ziku... la radio sonar.

V_ ¿La radio? –le preguntó aterrado-. Joder.

T_ ¿Quién es Nsona?

Ns_ Dávila.

Una hora antes a aquella llamada, en el río la batwu

había llegado a su destino, Esther seguía con su insistente

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dolor de cabeza, mientras Maca la cuidaba con todo su

amor y mimo, al llegar, Massamba y Zulú se lanzaron a las

frías aguas del río para acercarla hasta la orilla y antes que

nada asegurarse que todo estaba bajo control.

Al llegar vieron que efectivamente habían dos camiones

militares, ambos encarados hacia el camino que debían

llevar a las mwasis hasta la carretera que les uniría con el

aeropuerto. Los hombres tras unos silbidos captaron la

atención de dos de los militares. Estos apuntándolos con los

fusiles se acercaron hasta ello, al ver la batwu, Massamba

se dio a conocer les saludaron con una sonrisa y le dijeron

al hombre que salía del agua secundado por Zulú.

Mi_ Nswalu ka kele beto ezali likama –(Rápido estamos en

peligro).

Ma_ Kulunga, na mwasis kele in batwu... (De acuerdo, las

mujeres están en la barca).

Mi_ Yayi kele beno mpange (Aquí está vuestro encargo) –

señaló cuatro bidones con el gasoil.

Z_ Yildas –lo llamó para que los cargara en la batwu.

Yi_ ¿Ve, banzandu bawu? –(¿No hay más?) Preguntó

preocupado.

Z_ Ve (No) –agitó su cabeza negativamente mientras

miraba alrededor.

Ma_ Mwasi Maca... Esther... –las llamó mintiendo su gesto

preocupado.

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M_ Sí, vamos Esther cariño... ¿puedes?

E_ Sí, sí –se levantó y al salir de aquel refugio que los

hombres habían hecho para ellas tuvo que entrecerrar los

ojos con fuerza por el golpe del sol.

M_ ¿Estás bien? –la miró preocupada con Maes en el brazo.

E_ Sí, un poco mareada.

M_ Vale, espera aquí.

Ma_ Mwasi... hay que ir rápido estamos en peligro... esto no

es seguro –la miraba con algo de miedo.

M_ Lo sé... ayúdala por favor Massamba está mareada.

Ma_ Claro.

E_ La mochila Maca... espera... –se giró y fue hasta la

batwu.

Ma_ No poder esperar... Mwasi Maca –la miró haciéndole

una señal para que caminara.

Mi_ Mbote –la saludó el militar con el fusil en la mano

mirando a la niña-. Bonita... niña...

M_ Melesi –le sonrió agradecida a aquel joven muchacho

que sonreía con alegría.

Mi_ Vamos...

Massamba estaba esperando a que Esther cogiera la

mochila, Yildas se la había entregado con una mirada de

pena, Esther lo abrazó sonriendo y ante la prisa de

Massamba lo abrazó, sus latidos en la cabeza eran

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martilleantes y se detuvo un momento cerrando los ojos,

después Zulú se puso a su lado para acompañarla hasta el

camión donde Maca estaba por llegar, había entregado a la

niña a uno de los militares que esperaban dentro del

camión, había puesto ya sus pies en los escalones y estaba

por subir ayudada por otro militar que la saludó como el

primero con una sonrisa, en un momento dado se giró

mirando hacia tras esperando a Esther, su cara denotaba

ese dolor de cabeza, no había duda. De repente los oyó, no

sabía de donde tan solo oyó disparos, quejidos graves y la

figura de Esther se diluyó en la oscuridad, en su oscuridad.

Habían pasado cerca de tres largas e interminables

horas, donde no tenían noticias de nadie, la falta de ellas

era el peor presagio que podían esperar, algo había salido

mal, Dávila tenía que saber a esas alturas que habían

recogido a las chicas y estaban ya aproximándose al

aeropuerto la comunicación de los militares le debía haber

llegado a él.

Ese pesado y duro silencio les estaba creando a todos una

sensación de pánico desmedido un pánico que no podían

controlar, cada uno lo llevaba de la mejor manera posible

eran sus hombres además de sus dos mujeres y la niña,

demasiada gente para perder. Teresa caminaba de un lado

a otro sin hacer nada, tan solo moverse para no morirse de

desespero, las mujeres rezaban por sus maridos, Nmaba

por su nieto, a esas alturas ya todos sabían que algo había

salido mal. Vilches desesperado había tratado de

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comunicarse con todo el mundo, llevaba dos horas

prácticamente encerrado en su despacho con la radio,

nadie sabía nada, Dávila lo había llamado hacia apenas diez

minutos, y seguían sin noticias. Con las manos en la

cabeza, suspirando como si estuviera a punto de quedarse

sin aire ahí seguía, en silencio y soledad temiendo haber

cometido un grave y quizá definitivo error.

T_ ¿Nada?

V_ Nada.

T_ Algo ha pasado Vilches –su voz se iba quebrando a pesar

de no querer que sucediera mientras sus manos se frotaban

cada vez más nerviosas.

V_ Lo sé... pero no hay manera de comunicarse con nadie.

No hay ni rastro de ellos, lo último que sabemos es

Massamba asegurándonos que estaban en el río ya.

T_ ¿Cómo puede ser?... ¡Dávila debe saber si ha salido o no

el avión!

V_ Las comunicaciones son una mierda Teresa, ha tenido

que ir a la embajada está de camino.

T_ Si es que... ya lo sabía yo... debían haberse ido antes... –

comenzó a pasear por el despacho más nerviosa todavía.

V_ Ahora no nos sirve Teresa... –su tono era totalmente

abatido, derrotado.

T_ ¡No quiero... no quiero pensar, Vilches!

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V_ Ni yo –la miró con los ojos rotos, el gesto adusto y los

labios fruncidos.

El silencio nuevamente se hizo dueño entre ellos, entre

todos, los refugiados que llegaban a cuenta gotas, habían

cesado al caer la tarde, estaba oscuro y sabía que

Massamba si todo había salido bien debería haber llamado

por la hora y con la corriente a favor ya debían haber

llegado al camión y debía haberse puesto en contacto con

ellos por la radio. Pero todo estaba en silencio, demasiado

silencio, tanto mutismo alrededor, en la propia aldea, hasta

los animales, Mona estaba sentada en la cama de las

chicas, aferrada a un pantalón de Esther, se había vuelto a

vestir de ella, de su ropa, nuevamente aparecía como la

Esther mona y pija, pero su corazón estaba tan triste que ni

Valiente conseguía que le hiciera caso, Bartolo, se lo había

llevado a un árbol para que la dejara en su tristeza. Y tanto

fue así, que en el momento en que Teresa y Vilches habían

terminado de hablar se oyó un aullido suyo, tan fuerte, que

a todos les encogió el corazón.

Había pasado una media hora más, lenta, pesada,

justiciera, vengativa Vilches estaba frente a la taza de café,

sus ojos veían el humo como salía y parecía una burla,

sonreía recordando alguna que otra anécdota con las

chicas, su primera salida, el encuentro con la guerrilla la

primera vez, el valor de Esther al salvar al niño, el valor de

Maca al salvar al niño y a Esther, los gritos de la pija...

estaba en ello cuando la radio hizo un ruido extraño, le

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llamó la atención, la miró... finalmente reconoció la voz de

Massamba.

Fuera, Teresa estaba sentada junto a Nmaba y Bendi,

junto a una Nsona preocupada, una Lula que había rezado,

había tratado de ver por los espíritus si todo estaba bien,

pero su corazón estaba tan preocupado y triste, que no

podía llegar a ver nada, Siya, se había sentado en el

refugio, allí donde en la oscuridad había robado sus

primeros besos con Ngouabi, caricias y sonrisas. Los niños

sentados todos junto a Zambi el único hombre que quedaba

y que había dado muestras de su preocupación ni siquiera

la compañía de Monwe le había ayudado a alejar la

inquietud de su cabeza y la pena de su corazón.

De repente, ante el silencio sepulcral que se

escuchaba una y otra vez en la aldea aparecieron los gritos

desesperados de Vilches, haciendo que todos se pusieran

en pie en tensión.

V_ ¡Zambi abre la puerta, rápido!, Sissou prepara el

quirófano, Teresa cagando leches ten preparado el

laboratorio para analizar la sangre... vamos a necesitar...

Siya ayuda a Sissou me importa nada que no sepas, Lula

deja al niño con Nmaba te quiero dentro.

Todos sin preguntar hicieron lo que les había pedido,

porque sabían que fuera lo que fuera estaba relacionado

con su gente, cuando se disponían a ponerse a hacer lo que

el ziku les decía, se quedaron todos parados porque

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mientras Zambi abría la puerta pudieron escuchar el viejo

sonido de aquel camión que llegaba a toda prisa conducido

por Ngouabi, con un gesto roto, mientras Massamba abría

la puerta y se lanzaba de un salto a tierra, Zambi buscaba

la camilla pero no le daba tiempo, allí en los brazos de

Yildas, una desmayada y con manchas en su ropa de

sangre Esther, al verla todos ahogaron un grito, el grito que

sí salió cuando Ngouabi, Massamba, Dib subieron en la

camilla el cuerpo ensangrentado de Zulú.

Ns_ ¡Zulú! –exclamó tapándose la boca desesperada al

verlo mientras los niños rompían a llorar.

Be_ Vandaka... vandaka kmawana... (vamos… vamos…

niños) –los llamaba mientras los críos lloraban ante el

espectáculo visto y los gritos y llantos de los demás.

Nm_ ¿Nde kele? (¿Qué es?) –le preguntaba con un nudo en

la garganta aferrándose a su bastón de madera.

Be_ Zulú y Mwasi Esther kele mbefo (Zulú y Esther están

heridos).

Nm_ ¿Mbefo? –(¿Heridos?) preguntó con terror reflejado en

su cansado y arrugado rostro.

Be_ Inga... vandaka... vandaka… kuanwa -(Si… vamos…

vamos cariño) los abrazaba a todos mientras seguía con la

mirada como todos entraban corriendo al hospital- Ve kele

santu… ban kele kima (no es nada, ellos están bien) les

decía mientras se los llevaba de allí con los lloros.

Nm_ Bendi –la llamó desesperada.

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Be_ ¿Nde?

Nm_ ¿Ti Maca... ti Maes? (¿Y Maca... y la niña?).

B_ Ve mono kuzaka (No lo sé).

Aquella contestación dejó helada a Nmaba, a tientas

con la ayuda de su perro llegó hasta la puerta del hospital,

dentro escuchaba el llanto de Teresa, el de Nsona, y a los

hombres hablar desesperados, fue Lula quien la vio y quien

la hizo pasar. Una vez dentro sin saber aún nada lo único

que pudo hacer fue romper a llorar abrazada a su nieto

quien le llamó con un tono de voz que le hizo temblar más

que el dolor que podía sentir por lo ocurrido, sin duda, su

nieto se sentía defraudado por lo que había pasado y se

abrazó a ella necesitado del apoyo maternal.

Ng_ Mamá...

Mientras en ese momento en el que el dolor era

palpable en esa habitación del hospital, donde las lagrimas

caían sucedidas y repletas de pena, un avión tomaba el

cielo de África para cruzarlo, un gesto, terrible, asustado de

Claudia en sus brazos una niña llorando y en una camilla

repleta de cables. Maca.

En el quirófano del hospital luchaban entre la vida y la

muerte por Zulú, Teresa se había ocupado de Esther, tenía

un rasguño de bala en el brazo por suerte era superficial

con unos puntos quedaría en una cicatriz, aunque le había

sangrado bastante pero aquella inconsciencia no le

gustaba. Cuando hubo terminado con ella se unió al equipo

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para seguir luchando por la vida de Zulú, tras dos horas

largas y pesadas, Vilches salió con su bata aún

ensangrentada mientras Nsona lo miraba aterrada.

V_ Está bien Nsona, tranquila se va a salvar.

Ns_ Melesi... melesi –le decía inclinándose hacia él.

V_ ¿Estás bien? –le preguntó por su embarazo y al asentir

no pudo evitar abrazarla con toda la fuerza del miedo que

había pasado en el quirófano sacando las dos balas del

cuerpo de Zulú-. Massamba... tenemos que hablar...

Ma_ Si –respondió tan afligido, tan derrotado como el resto

de hombres.

V_ Déjame que reconozca a Esther.

Ma_ Ella despertar pero... volver a dormir.

V_ Ya.

Ma_ Dolerle la cabeza, nada más llamar a Mwasi Maca.

V_ Vale... –tragó saliva sin querer saber nada más por el

momento.

T_ Le he puesto un par de puntos... ha sangrado bastante

pero no hay rotura de ninguna clase en los tejidos Vilches.

V_ Mejor –susurraba mirando a Teresa y viendo en sus ojos

la desesperación, pasó a reconocerla y una vez terminó les

dijo-. Está bien... tiene las constantes bien... vamos a

dejarla así y hablar con Massamba, creo que lo

necesitamos.

258 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 259: QUINTA PARTE PIJA

T_ Si.

V_ Sissou por favor vigila, si se despierta nos avisas, ah, y

ponle un paño frío en la frente.

Si_ Si ziku.

V_ Venga Teresa.

Fuera los hombres en silencio, abatidos por lo

sucedido, se sentaron alrededor de Vilches y Massamba,

Teresa de pie escuchaba las palabras mientras Mona

pasaba directa al hospital, para sentarse junto a Esther

mirándola con gesto de pena.

V_ ¿Qué pasó?

Y como si fuera el relato de una película, Massamba

comenzó a narrar con la voz linealmente triste todo cuanto

ocurrió.

“Mwasi Maca llegar al camión, pero mwasi Esther se había

dejado la mochila en bwatu y volver, le dolía la cabeza y

marear, eso hizo que se separara de mwasi Maca y quedar

junto a Zulú como cincuenta pies, al momento de caminar

para llegar al camión, yo mirar a mwasi Maca ella empezar

a subir, no sé de donde comenzaron a caer balas, mataron

al militar delante de mwasi Maca, nosotros al suelo y lo

último que vi fueron sus pies salir por el camión que huyó,

disparaban y aprovechar Ngouabi mientras Yildas cubrir,

recoger a mwasi del suelo y Zulú, nosotros huir los

guerrilleros, seguir camión militar y dejar marchar a

nosotros. Lo peor ver a mwasi Maca herida, una bala

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seguro alcanzar, ella casi caer ver sangre y gracias al

militar poder subir pero ella no mover. Para suerte nuestra,

la niña estar en el camión arriba. Nosotros no saber que

hacer, no tener nada para seguir a camión, y Zulú estar

mal, lo siento ziku, yo saber que mwasi Esther odiar cuando

despierte, pero no saber que hacer... querer salvar a los

dos... lo siento no poder llegar con las dos mwasis al

camión”

Un nudo en la garganta de Teresa, una exhalación rota

de Vilches... un dolor compartido por todos, Maca estaba

herida seguro, la niña supuestamente bien, y Esther allí, a

más de cincuenta mil kilómetros de ellas, cuando se

despertara sería horrible para ella, y para ellos decirle fuera

cual fuera la verdad sobre Maca.

V_ Habéis hecho lo que os correspondía Massamba... –les

dijo con el corazón oprimido ante los gestos de los hombres

serios y afectados.

Ma_ No... nosotros no cumplir.

T_ Massamba, habéis cumplido mucho más de lo que podías

o debíais, os doy las gracias porque era lo que debíais hacer

–le decía con los ojos rasgados de lagrimas.

V_ Necesito saber algo... algo de Maca... necesito que

Dávila nos diga algo...

T_ No entiendo porque no nos ha llamado... si Maca está

herida no creo que pueda afrontar un vuelo de 13 horas.

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Page 261: QUINTA PARTE PIJA

V_ Depende –decía pensativo mientras se rascaba la

barbilla.

T_ ¿Y si está en el aeropuerto?

V_ No creo recuerda que el avión es medicalizado allí la

podían atender mejor seguramente que en el hospital.

T_ Dios mío Vilches... ¿y ahora qué?

V_ No lo sé Teresa, francamente no sé como va a responder

Esther cuando se despierte, no sé como lo va a afrontar

porque no sabemos el estado de Maca como para

tranquilizarla.

T_ Dios mío...

V_ Vamos a llamar a ver si ya de una puta vez Dávila ha

conseguido encontrar algo con que informarnos.

T_ Si.. voy mientras a ver si Esther se ha movido o algo –no

sabía ni siquiera que decir al entrar vio con ternura como

era Mona quien le ponía el paño de agua en su frente-.

Hola.

Si_ Solo llamar a Maca en susurros.

T_ Imagino –le dijo formando un puchero en su barbilla-.

Sissou vamos al despacho de Vilches si ella o Zulú

necesitan algo nos llamas en seguida.

Si_ Si.

Fuera mientras los hombres se sentían mal por haber

fallado, las mujeres rezaban por Zulú, pero en un apartado,

Massamba recibía el abrazo de Lula quien lo confesó el

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Page 262: QUINTA PARTE PIJA

miedo que había pasado. El hombre cerró los ojos sintiendo

un gran alivio por primera vez en mucho tiempo, sintió que

aquel abrazo calmaba su dolor y su rabia contenida.

En la radio Vilches desesperado trataba de localizar a

alguien, no había manera, los hombres y mujeres

finalmente no pudieron tampoco aguantar las ganas de

saber por la mwasi Maca y en silencio esperaron noticias

dentro del despacho todos de pie.

V_ Nada... esto es una puta mierda.

T_ Tranquilicémonos todos por Dios –dijo exaltada.

V_ Massamba ¿durante el trayecto Esther estuvo mal? –le

preguntó de pronto.

Ma_ Mwasi Maca me pidió varias veces agua fresca para la

frente.

V_ ¿Teresa tenía fiebre? –la miró pensativo.

T_ No, antes no –lo miró de igual modo-. ¿Piensas que...?

V_ Me extraña que no se haya despertado por un simple

roce de bala en su brazo, ya se fue mal de aquí...

D_ ¡Vilches! –le gritó un Dávila que por su estado se notaba

nervioso-. ¿Me oyes?

V_ Sí, Dávila sí.

D_ Me cago en mi estampa... ¿qué hay de los chicos?

V_ Volvieron con Esther, Zulú herido lo hemos operado y

Esther está sin recobrar la conciencia.

262 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 263: QUINTA PARTE PIJA

D_ ¿Y eso?

V_ Le dolía mucho la cabeza.

D_ ¿Tiene fiebre?

V_ De momento no.

D_ Aíslala.

V_ Lo estaba pensando...

D_ Ya sabes... fiebre amarilla, disentería y malaria hay que

descartarlo.

V_ No creo que tenga nada de eso pero... lo estoy teniendo

en cuenta.

T_ ¡Quieres hacer el favor de decirnos como está Maca! –le

dijo tan exasperada que consiguió que Vilches la mirara

fijamente.

D_ Lo único que sé es que va herida, al parecer cayeron en

una emboscada, han muerto dos militares y ella está herida

en el muslo, los chicos dicen que fue ella misma la que se

hizo un torniquete, y quien con el botiquín y lo que pudo

tener de fuerzas se hizo los primeros auxilios, tuvieron que

luchar con ella porque quería volver, así que en el avión los

médicos pensaron que era mejor dejarla en tierra.

V_ ¿En tierra?... ¿Dávila?... ¡me oyes!... ¿Dávila?... me cago

en la puta madre que parió todo.

T_ Dios mío... así que está en Impfondo.

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Page 264: QUINTA PARTE PIJA

V_ Aún no lo sabemos Teresa. Voy a controlar la fiebre de

Esther, no quiero más sustos.

T_ Maca... –susurró con miedo ante las noticias que les

había dado Dávila.

Ma_ Mami si mwasi Maca estar en Impfondo, nosotros ir y

traer.

T_ No Massamba, si Maca está en Impfondo se quedará allí

hasta que con total seguridad podamos llegar o movernos,

no quiero que volváis a arriesgar vuestras vidas, lo siento

pero no, ya hemos arriesgado suficiente.

La confusión en Vilches era evidente, según su estudio las

constantes vitales en Esther eran perfectas, el pulso era

débil pero por la pérdida de sangre, la respiración era

normal así como la presión arterial, y no había signos de

fiebre. Retiró la sábana con ayuda de Sissou mientras Mona

se había pasado a la pequeña mesa sentada allí vigilando

los pasos del ziku, revisó bien su cuerpo y no veía otra

herida, ni tampoco veía nada razonable a menos que se

hubiera golpeado la cabeza tal y como podía haber

sucedido en el desmayo. La volvió a tapar, fue a revisar a

Zulú que estaba rodeado por Nsona, Nmaba y sus dos hijos

mayores allí junto a él dándole calor. Vilches le aseguró a

su mujer que lloraba sin poderlo evitar por tantas

emociones conjuntas que estaba fuera de peligro, y que en

el momento la anestesia pasara su efecto, despertaría.

Ng_ Ziku radio.

264 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 265: QUINTA PARTE PIJA

V_ Ya vuelvo Nsona pero tranquila ¿vale? Zulú está bien –la

mujer asintió y al entrar vio a Teresa allí sentada en su silla

con la radio en la mano escuchando atentamente-. ¿Es

Dávila?

T_ No… es de España…

V_ Hay que tocarse los cojones, no podemos hablar con

Dávila y podemos con España…

Ma_ Vilches, mami no querer pero nosotros hablar, si mwasi

Maca está…

V_ Ni lo sueñes, ya está bien de jugarse la vida… tanto

jugar al final perderemos.

C_ ¿Hay alguien?

T_ ¡Cruz hija mía! –exclamó casi en un llanto ahogado.

C_ ¿Teresa?

T_ Espera te paso con Vilches, espera…

V_ ¿Qué pasa Cruz?

C_ A ver… ya está todo preparado así que tan solo estamos

esperando. ¿Qué pasó con los chicos... con Esther?

V_ ¿Esperando el qué?... a ver Cruz, que no sabemos nada

que el inepto de Dávila no puede comunicarse con nosotros

y encima se comunica y a mitad explicación se corta –le

decía casi fuera de si con las venas de la garganta bien

marcadas.

C_ ¿No sabéis nada?

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Page 266: QUINTA PARTE PIJA

V_ No –contesto ya exasperado-. Ni siquiera donde está

Maca.

C_ Maca está de camino, les faltan exactamente cinco

horas para llegar, va herida Vilches, por un momento

dudaron si subirla al avión o dejarla en tierra, finalmente se

decidió subirla he podido mantener el contacto con el

médico del avión, es una herida de bala en el muslo,

presenta una isquemia, le han sedado porque según

Claudia era como si se hubiera vuelto loca, trató de volver

con los militares y al no hacerle caso, llegó en estado de

shock total.

V_ ¿Ha perdido mucha sangre?

C_ Se hizo un torniquete bastante bueno, los militares

taponaron la herida y prácticamente llega viva gracias a

ellos. Pero tengo que deciros que hemodinamicamente nos

llega inestable y con la frecuencia cardiaca y la tensión

baja. La han estabilizado pero son muchas horas de viaje

así que no sé con lo que nos vamos a encontrar Vilches.

V_ Entiendo.

C_ ¿Y Esther? –le preguntó mientras cerraba los ojos

nerviosa.

V_ Esther tenía dolor de cabeza, se marchó con él según

Massamba el viaje lo hizo medio adormilada por el intenso

dolor, tiene una herida en el brazo por bala, Teresa le ha

cosido era una herida abierta, pero no me parece suficiente

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Page 267: QUINTA PARTE PIJA

como para tenerla en ese estado de inconsciencia. Y no

tiene fiebre si es lo que me vas a preguntar.

C_ ¿Vio como se marchaba Maca?

V_ No lo sabemos, lo he pensado también, no sé si ella

también está en shock y prefiere permanecer así… voy a

forzar que despierte.

C_ ¿Qué va a pasar ahora Vilches?

V_ No lo sé, no sabemos nada, los hombres estaban

dispuestos a ir a por Maca porque el chiflado de Dávila nos

ha hecho pensar que estaba en Impfondo.

C_ Estaba desesperado…

T_ ¿Y la niña? –apareció su voz acongojada.

C_ Está bien, no tiene nada ella estaba en los brazos de un

militar y gracias a Dios está bien.

T_ Esto va a ser muy duro para ellas… muy duro.

Cuando el tren de aterrizaje del avión, tocó tierra, la

ambulancia del Central llegaba con el horario previsto, a pie

de pista Cruz junto a Raúl y Mónica, sabían quien era la

médica que llegaba y se habían ofrecido acompañarla aún

fuera de su horario de servicio. Estaban pendientes de que

el aparato se detuviera del todo cuando vieron atónitos

como una nube de fotógrafos y cámaras salía no sabían

muy bien de donde y aparecían como aves de rapiña a la

rampa trasera por donde habían dejado caer la pesada

bajada.

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Page 268: QUINTA PARTE PIJA

C_ ¡Donde coño está seguridad! –les gritó a los

responsables del aeropuerto que elevaron los hombros-. ¡Ay

que joderse!, vamos Raúl.

Los médicos bajaron primero a los niños, los flashes y

las cámaras comenzaron a disparar y grabar los pequeños

se pusieron a llorar mientras los responsables de MSF

acudían para acompañarlos hasta el hospital, Cruz

intercambió una mirada con una nerviosa Claudia quien les

hizo una señal para que subieran con rapidez.

C_ ¡Apártense, apártense! –les gritaba a los periodistas-.

¡Claudia!

Cl_ Rápido Cruz, su estado ha empeorado.

C_ Maca cariño –le dijo al verla con el oxígeno, goteros y su

cara demasiado pálida-. Raúl, Mónica hay que moverla con

cuidado.

Me_ Doctora Gándara hemos hecho todo lo que hemos

podido, la tuve que sedar porque se puso con taquicardia.

C_ De acuerdo… ¡puede pedir que por favor retiren sus

hombres a la prensa! –su gesto era realmente preocupado.

Me_ Claro.

Cl_ Cruz la niña está bien, le di un biberón ¿qué hacemos? –

la había cogido en sus brazos, la pequeña lloraba ante el

ruido del avión.

C_ Nos la llevamos también. Los chavales van a Pediatría

directos, Maca a quirófano.

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Page 269: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ ¿Puedo ir con vosotros?

C_ Sí.

Los militares hicieron un pasillo para que la

ambulancia quedara a escasos centímetros de la rampa,

una vez lo tuvieron todo preparado llevaron con cuidado la

camilla bajo la lluvia nuevamente de flashes y voces que

gritaban para sacar una buena instantánea de la doctora

herida, la española herida en la Selva Africana, los titulares

estaban preparados, a esas horas en las redacciones

buscaban la foto más dramática para causar el efecto

deseado.

A más de cincuenta mil kilómetros de distancia Esther

continuaba inconsciente, Vilches le hacía toda clase de

pruebas sin ningún resultado, había descartado cualquier

enfermedad infecciosa, no había fiebre que así lo indicara,

aunque también era consciente que en algunos casos la

fiebre aparecía muchas horas después, le habían limpiado

la herida que estaba en perfecto estado, y tan solo le

seguía preocupando aquel dolor de cabeza.

V_ ¡Voy a despertarla!, voy a tratar de hacerle reaccionar.

T_ ¿Crees que estamos preparados? –lo miró algo incierta.

V_ No lo vamos a estar, porque digamos lo que digamos,

Esther no lo va a creer y además, no puede hablar con

Maca, con lo cual va a sufrir un ataque de ansiedad, o de

shock y no podemos hacer otra cosa más que estar atentos

y apoyarla.

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Page 270: QUINTA PARTE PIJA

T_ Massamba y los chicos están preocupados por su

reacción.

V_ Lo sé… si al menos supiera que esos dolores de cabeza

en ella son habituales.

T_ Son demasiadas horas así.

V_ Si –revisó sus ojos-. Hay actividad…

La ambulancia había llegado al Central, mientras Cruz

se preparaba en la zona séptica a Maca le hacían

radiografías para localizar como estaba aquel muslo en su

interior, y cuales eran las partes que podía haber dejado

afectadas, mientras se lavaba las manos no podía dejar de

pensar en los momentos buenos compartidos con ella en la

Selva, así como aquella vez que habían llegado a un

poblado repleto de muerte, y al estar allí les apareció la

guerrilla, podía notar como aún le producían un revuelo en

su bilis, y como Massamba les salvó la vida a las dos, y

como Maca, con valentía arrastró de ella lejos y sus risas

incontroladas al verse libres, y el miedo en los ojos. Y las

palabras de quien en esos momentos se encontraba en la

camilla llegaron hasta ella fulminantes.

M_ “Cuando vienes piensas que todo es una película, que

no puede ser tan brutal, cuando sientes las balas correr tan

cerca, sabes que es la puta realidad. ¿Pero sabes?, quiero

seguir creyendo que habrá un día en el que podremos

trabajar en África sin este miedo”

C_ Maca –susurró apenada.

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Page 271: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ ¿Cruz puedo pasar?

C_ Claro, te espero dentro.

Cl_ Vale.

La operación terminó con éxito, duro algo más de lo

esperado por la meticulosidad de Cruz, la pasaron a una

habitación de la UCI y la dejaron allí mientras Cruz atendía

la llamada de Rosario, la madre de Maca quien se había

enterado por los altos jefes de la Organización que su

valiente hija estaba en estado grave.

Un quejido de Zulú obligó a Teresa y Vilches a ir con

él, le volvieron a poner otro gotero calmante, la noche se

estaba presentando dura para ambos, quienes

agradecieron la ayuda de Sissou cuidando a Esther. Estaban

preparando algunas cosas para despertarla cuando

pudieron escuchar su voz.

E_ Maca… Maca ven… Maca… no… no… -decía

desesperada.

Si_ Mwasi malembe… malembe Mwasi –la miraba repleta de

pena sus ojos.

Mo_ Uhhh uhhh uhhh –le susurraba despacio.

E_ ¡Maca!... ¡Maca!

V_ Vamos a ponerle un poco de sedación, creo que su

estado se debe al shock y no ha ninguna infección.

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Page 272: QUINTA PARTE PIJA

T_ Si. Será mejor –le pinchó Teresa lo que Vilches le dio con

gesto preocupado-. Vilches porque no vas a descansar,

hemos tenido un día muy intenso.

V_ No podría –decía con ese gesto tan adusto que se había

marcado en su rostro tras todo lo ocurrido.

T_ Vilches mañana lo más probable es que nos lleguen

nuevos refugiados, lo más natural es que tengamos mucho

trabajo y si no estamos al cien por cien, no podremos

ayudar.

V_ ¿Por qué todo es tan complicado hostia?, ¡por qué

Teresa!

T_ La vida es sencilla Vilches, nada más hay que vivirla pero

la complicamos los humanos, la complicamos con nuestros

aires de grandeza o de miseria, no busques explicaciones,

cuando llegaron y arrasaron con la vida de toda la que fue

mi gente incluida mi madre y yo me pasaba las noches

buscando explicación, había una mujer mayor que me

acunaba y decía, el reino de los hombres es el reino animal,

un hombre y un animal son lo mismo, tan solo les diferencia

la inteligencia, y créeme desgraciadamente para nosotros,

hay animales más inteligentes que hombres. No le des más

vueltas Vilches, descansa hijo poco a poco, paso a paso

iremos solucionando esto.

V_ Parece que Maca esté destinada a sufrir siempre.

T_ Ha sido muy feliz en estos meses, pero nos gusta ver la

parte negativa… -se lo dijo con una sonrisa tierna.

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Page 273: QUINTA PARTE PIJA

V_ Como siempre tienes razón –le dejó un beso en la

frente-. Y aunque no me lo digas sé que sufres por todo

esto y por Bárbara, y me da miedo pensar de cuanto

podemos llegar a soportar.

T_ Que Dios nunca nos dé a probar cuanto somos de

resistibles al dolor. Venga descansa.

Habían pasado tres horas, Sissou se había marchado a

dormir por orden de Teresa, a los pies de la cama Mona,

Valiente y Ramón, hacían compañía a Teresa y Esther,

quien seguía dormida, tan solo de vez en cuando un gesto y

un leve movimiento de cabeza que eran calmados por la

voz suave de Teresa.

En Madrid, junto a la cama de Maca se encontraba

Cruz, esa amiga que a pesar de todo y de la distancia

seguía sintiendo cercana, se había movido levemente y

había emitido por debajo de la mascarilla algún quejido y

algún nombre que la cirujana sabía perfectamente a quien

hacía referencia.

Levemente abrió sus ojos, sus párpados pesaban

demasiado para poder abrirlos a la primera. Cuando los

tuvo completamente abiertos y con la visión borrosa fue

acertando a averiguar que era lo que había en su entorno,

la boca la tenía seca y una sensación de que flotaba la

embargaba. Fijó la vista en el techo durante unos segundos.

En la cama de aquel hospital reformado en la aldea,

levemente Esther luchaba por abrir sus ojos, los párpados

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parecían negarse a trabajar, pesaban tanto, notaba un

pulso en sus sienes, los labios y la garganta seca. Cuando

por fin pudo abrirlos y aún con la visión borrosa acertó el

lugar donde se encontraba, su mente rápidamente lo

descifró. Fijó la vista en el techo durante unos segundos.

Aquel ruido de la máquina que Maca tenía a su lado,

terminó de despertarla entonces lo comprendió todo, cerró

nuevamente los ojos y a pesar de que no se oyó su voz,

gritó al vacío como si se estuviera cayendo por un

precipicio.

M_ Esther.

Un ronquido de Teresa, terminó de despertarla

comprendiéndolo todo, abatida cerró los ojos dejándose

llevar por el dolor, y a pesar de que no se oyó en la aldea

emitió un grito silencioso como si estuviera en lo alto de

una montaña.

E_ Maca.

En Madrid estaba amaneciendo, el frío de Diciembre

comenzaba a dejarse notar en una intensa nevada, Cruz

miraba a través del impávido cristal como la poca gente

que caminaba por la calle trataba de resguardarse,

mientras su mente dibujaba el miedo a que en África

pudiera terminar sucediendo algo grave para la gente de la

aldea, necesitaba que alguien detuviera aquello, necesitaba

que alguien pusiera freno a tanta locura. Por el reflejo del

cristal vio como Maca se movía, se giró rápidamente y se

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Page 275: QUINTA PARTE PIJA

puso a su lado. Antes de hablarle exhaló un profundo

suspiro sabía que no iba a ser fácil controlar tantas

emociones.

C_ Hola cariño, no hables todo está bien limpiamos bien la

zona y la bala se quedo en un sitio donde gracias a Dios no

afecto movilidad –los ojos cansados y cristalinos de Maca

miraron alrededor-. Te hemos puesto sangre porque

perdiste bastante en el trayecto hasta llegar al avión,

prefiero que no hables ni te canses Maca. Sé lo que me vas

a preguntar, Esther está bien, tan solo sufrió un rasguño en

el brazo, le han puesto unos puntos y todo en orden, a Zulú

lo tuvieron que operar porque salvó la vida de tu mujer –

sonrió pero podía ver por su gesto lo mucho que estaba

sufriendo con sus palabras, y un suspiró entrecortado se lo

demostró-. Maes está perfecta la he dejado en observación

porque quiero hacerle pruebas, para quedarme tranquila.

Entonces los ojos de Maca derramaron sendas

lagrimas por sus mejillas pasaron por la goma de la

máscara de oxígeno y se precipitaron hasta la almohada,

como lo hace el agua de una cascada de manera natural sin

detenerse marcando bien el camino del dolor que sentía en

ese momento, de la tristeza, de la soledad. Cruz sintió un

dolor en su corazón, ¿cómo podría evitar ese desespero que

sabía sentía?

C_ Todo irá bien cariño… todo ira bien –le besó en la frente

ante la mirada asustada de Maca.

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Page 276: QUINTA PARTE PIJA

Y si Cruz afrontaba ese momento complicado, Teresa

estaba a punto de afrontar el suyo, fue Mona quien le

advirtió de que Esther estaba despertando, suspiró tratando

de encontrar la calma para poder consolarla para encontrar

las palabras adecuadas para hacerle comprender la

inesperada situación, ese giro en sus vidas. Estaba

amaneciendo tan lentamente como a Esther, se le estaban

pasando por la cabeza las imágenes de todo lo ocurrido

justo el momento antes de perder la conciencia.

E_ Maca… -musitó.

T_ Tranquila cariño… todo está bien… tranquila.

La voz hizo que reaccionara, aquella voz no era la de

Maca, ni la que le estaba poniendo paños en la frente era

ella, allí estaba Teresa, y como si estuviera dejándose

arrastrar por las imágenes en las que vio como Maca

resultaba herida justo antes de que todo se hiciera oscuro

comenzó a llorar.

T_ Cariño tranquila… por favor no te pongas así mi vida…

Maca y Maes están bien… mi vida… mi vida –la abrazó

mientras la veía llorar desconsoladamente-. Esther todo va

a solucionarse cariño, ya lo verás.

E_ Maca… ¿dónde está? –miró a su lado donde la cama

vacía le provocó un terremoto en su interior de pánico

desmedido.

T_ Lo siento está en Madrid, tuvieron que llevársela.

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Page 277: QUINTA PARTE PIJA

E_ No… no puede ser –lloraba amargamente-. No puedo

estar sin ella… Maca…

T_ Será por poco tiempo… ya lo verás.

E_ ¿Por qué Teresa?, ¿por qué se fue?, ¿por qué no me

llevaron con ella? –preguntaba herida y desesperada.

T_ Cálmate y te lo cuento todo… pero tienes que calmarte

no puedes perder los nervios Esther, tienes que ser fuerte.

E_ No puedo… no quiero… Maca… Maca…

Mo_ Uhhh uhhh –había subido a la cama mirándola

fijamente.

E_ Maca…. –insistía.

Si_ ¿Mami? –la miró asustada al ver el ataque que tenía

mientras Mona la miraba con gesto triste y se bajaba a

apenada de verla en ese estado.

T_ Llama a Vilches por favor… ya cariño ya… Maca está

bien.

E_ Me mientes… vi como la herían, estaba herida… me

mientes –gimió con la cara ya repleta de lagrimas mientras

su brazo seguía pegado al cuerpo con el vendaje.

T_ No te miento Esther… y por favor tranquilízate no

puedes mover el brazo.

E_ ¡Quiero que venga! –volvió a gritar sentándose justo

cuando entraba Vilches, al verlo lo llamó desesperada

levantando su brazo-. ¡Vilches!, Vilches ayúdame tú.

277 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 278: QUINTA PARTE PIJA

V_ Vale Esther tranquila voy a inyectarte.

E_ ¡No quiero que me inyectes!, ¡no quiero!, ¡quiero ir con

Maca!, ¡por qué me separaron de ella, por que! –gritaba y

lloraba al mismo tiempo.

V_ Dame diazepan.

E_ Maca… no quiero… quiero que me lleves con ella… por

favor Vilches.

V_ Esther escúchame, quiero que te relajes ¿vale?

E_ Maca… Maes…

V_ Todo está bien.

E_ Nada está bien.

V_ Quiero que estés tranquila a Maca la ha operado Cruz,

¿me oyes?

E_ ¡MACA! –gritó sin poderlo soportar echándose en la cama

y dando vueltas.

T_ Aquí lo tienes, Esther hija mía.

E_ ¡Tenía que estar con ellas! –gritaba cada vez más fuerte

despertando a Zulú de su sueño.

V_ Ya está bien Esther, haz el favor de tranquilizarte.

E_ ¡Quiero irme, me tengo que ir! –hizo amago de

levantarse ella.

V_ Estate quieta Esther tienes puntos en el brazo –la obligó

a acostarse.

E_ No… suéltame… suéltame –decía histérica.

278 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 279: QUINTA PARTE PIJA

T_ Vale ya Esther… ¡me oyes!

Durante unos minutos duró el forcejeo, hasta que

finalmente el sedante comenzó a hacer efecto y fue poco a

poco entregándose al sueño ante el agotamiento de los dos

que habían luchado por evitar que se levantara de la cama.

Se dejo vencer aún con la respiración alterada, con el rostro

colorado del sofoco y con una mueca marcada de rabia en

su rostro deseando que fuera una pesadilla y al despertar,

Maca y Maes estuvieran junto a ella.

Ante un desayuno viendo atentamente la televisión, se

encontraba una mujer, sus ojos se cerraron al ver la noticia

que la presentadora daba con total indiferencia, mientras

las imágenes de la llegada de la médica herida pasaban por

la pantalla, Cruz luchando con los fotógrafos, Raúl

empujando a uno de ellos que se había casi metido en la

ambulancia:

-El avión llegó anoche trasladando a los dos niños que

tenían previstos y también, a una de nuestras Médicas que

trabajan en aquel país, ésta llegó en estado grave tras ser

abatida por la guerrilla en plena Selva mientras hacía su

trabajo. Su nombre Macarena Wilson Fernández, la hija de

los famosos bodegueros Wilson. Su estado a estas horas es

grave temiendo los médicos por su vida.

Se quedo el desayuno sobre la mesa, se dirigió a su

habitación cogiendo el bolso, el abrigo y salió de su casa

con el miedo en el cuerpo y las ansias de verla.

279 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 280: QUINTA PARTE PIJA

En un despacho Cruz mantenía una acalorada

discusión con el director de urgencias, a su lado Claudia la

observaba y entendía porque Vilches estaba tan enamorado

a ella, porque la amaba tanto, era justo lo que él necesitaba

una mujer de carácter, valiente, decidida a todo y con las

ideas muy claras.

C_ Mira me es indiferente lo que me digas, he dicho que no

se van a dar noticias en ningún parte médico y no se van a

dar.

Di_ Mira Cruz, es un tema que a todo el mundo interesa, es

una médica herida en el Congo que ha sido abatida

haciendo su trabajo, es la versión oficial y ni tú ni yo vamos

a cambiarla. Por si fuera poco es la hija de los Wilson, y

todo el mundo está pendiente de la noticia, así que lo

siento pero saldré a esa rueda de prensa y diré lo que tenga

que decir si no lo haces tú que eres su médico responsable.

C_ Que pronto te bajas los pantalones como si no

conocieras a Maca, sabes que ella no estará de acuerdo con

eso, siempre se ha pedido su respeto a la intimidad, y no

somos nadie para joderlo.

Di_ Cruz, lo siento, pásame el informe.

C_ Es lo que quieren, es lo que a ti te interesa vender el

morbo de la situación, pero antes nadie quiere saber nada,

no quieren saber lo que hace allí, solo la carnaza que va a

vender una española herida en la Selva –le decía muy seria

con tono duro.

280 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 281: QUINTA PARTE PIJA

Di_ No es mi problema.

C_ No, no es tu problema, pero esto es tu responsabilidad y

nada más te digo que te atengas a las consecuencias que

esto va a conllevar si lo haces, sabes como es Maca y sabes

lo que ella quiere y no quiere. Eso si, haz lo que te dé la

gana sin contar conmigo para ese circo que quede claro.

Di_ Cruz –Cruz se marchó mientras Claudia seguía allí-. ¿Tú

qué harías?

Cl_ Yo no participaría en el circo que dice Cruz, ya es

bastante que tenemos que hablar de los niños, deja a Maca

tranquila.

Di_ Joder… los de la prensa me están acribillando, los de

Médicos sin Fronteras también.

Cl_ Pues tú no tienes autorización para hablar, Cruz tiene

razón.

Di_ Bueno trabajemos con los niños que van a venir la

representación para protocolizar los pasos con ellos.

Por los pasillos Cruz aparecía con gesto muy serio, sin

duda era la parte que odiaba tanto, el dichoso protocolo de

noticias interesantes, antes de pasar por la habitación de

Maca, lo hizo por la de la pequeña Maes que ajena a todo,

dormía placidamente aunque la enfermera le aseguro que

no había parado de llorar que la habían tenido que coger en

brazos, pero que era tal la desesperación con la que lloraba

que se había quedado encanada dándoles un buen susto.

281 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 282: QUINTA PARTE PIJA

C_ Tendré que llevarla con Maca, pero no está aún para

tener a la niña… ¡joder todo se complica! –renegó.

Ja_ Cruz ¿puedo hablar un momento contigo?

C_ Claro Javier dime.

Ja_ Mónica me ha contado y quería saber que tal Maca.

C_ Bien, quiero que estés conmigo en la cura y siguiendo su

caso, anoche no estabas de guardia y te eché de menos.

Ja_ Debiste llamarme.

C_ No había tiempo Javier.

Ja_ Vale… lo que necesites ¿lo sabes verdad?

C_ Gracias.

Ja_ ¿Los demás bien?

C_ Esther, su mujer herida, y uno de los muchachos herido

también pero vamos –se rascó la frente-… con problemas

ya sabes.

Ja_ Tranquila, estoy segura que pronto pasara todo…

C_ Gracias.

Agradecía que todo el mundo le diera ese apoyo pero

ella había estado allí y sabía lo que había, ellos tan solo lo

seguían desde la lejanía, suspiró con cierta rabia por lo

ocurrido, sabía que a Maca no le iba a hacer ninguna gracia

pero ya todo cuanto podía hacer en cuanto a ese tema se

refiere, lo había hecho.

282 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 283: QUINTA PARTE PIJA

El día comenzó para los habitantes de la aldea en

África con el ambiente enrarecido, la tristeza por la marcha

de Maca, se había incrementado con el estado de Zulú y los

gritos desesperados de dolor de Esther, los hombres

sentían una profunda rabia por lo que había pasado y a

pesar que los mondeles no les habían reprochado aquello,

ellos sentían que habían fallado, en un apartado Ngouabi lo

hablaba con su maestro Massamba, bajo la atenta mirada

de Vilches.

Si_ Ziku… radio –le avisó Sissou que vigilaba a Esther sin

moverse de su lado.

V_ Melesi bingaka mami –(llama a mami) le dijo mientras

después de ver como Esther dormía fue a su despacho-.

¿Si?, ¿hay alguien?

C_ Vilches soy Cruz.

V_ Cruz –susurró su nombre con tanta necesidad que las

ondas le hicieron llegar a la mujer un sentimiento de terror

en su voz.

C_ ¿Cómo estás?

V_ Podría estar mejor pero… ¿y Maca?

C_ Bien, ha despertado, le he levantado un poco la

sedación… la herida está bien y sus constantes todas

recuperadas, pero llegó mal Vilches creo que si tarda un

poco más no la cuenta.

V_ Pero ella es así, las cuenta todas –sonrió orgulloso.

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Page 284: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¿Cómo está mi niña? –preguntó con los ojos enrojecidos

por el llanto.

C_ Bien Teresa está estable y la operación salió bien.

T_ ¿Y su corazón?

C_ Bueno… no lo lleva nada bien como es natural.

T_ ¿Y Maes?

C_ Llora mucho yo creo que echa de menos estar con sus

madres.

T_ Imagino… pobrecilla –negó con la cabeza.

C_ Venga ánimo chicos. ¿Esther? –preguntó mientras se

apartaba el pelo de la cara y dejaba reposadas sus manos

en las sienes.

V_ Pues Esther tiene un ataque de ansiedad de la hostia, le

he tenido que dormir siempre he pensado que de las dos

ella era la fuerte, la que había logrado enderezar a Maca a

base de fuerza, pero veo que me he equivocado… la ha

enderezado a base de amor y ahora… me doy cuenta que

lo va a pasar muy mal.

C_ Maca no ha hablado aún, pero su mirada me lo dice

todo.

T_ Va a ser duro, muy duro.

V_ Y las expectativas son malas Cruz –hubo silencio-. ¿Cruz?

T_ Se ha cortado.

V_ Joder… si es que… ¡vaya mierda!

284 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 285: QUINTA PARTE PIJA

T_ Bueno… al menos sabemos que Maca está bien –la

campana de Louabi sonó-. Empezamos el día Vilches.

V_ Si –dijo como si no tuviera fuerzas para ello-. Sissou

vente conmigo, quiero que se quede con Esther Lula, Nsona

no te muevas de aquí ¿de acuerdo?

Ns_ Si Ziku.

V_ En cuanto termine vengo a revisar a Zulú.

Z_ Zulú estar bien –habló con voz cansada aún por el efecto

de la anestesia mientras buscaba la mano de su mujer.

V_ Gracias Zulú –le sonrió marchándose de allí.

Z_ ¿Bonso kele na mwasis? (¿Cómo están las mujeres?) su

voz sonaba quebrada por el dolor y la tristeza.

Ns_ Mwasi Maca kele sika Madrid, ti mwasi Esther kubaka ti

mvula ke dila (Mwasi Maca está en Madrid, y mwasi Esther

triste y está llorando).

Z_ Mono vandaka tendila, kansi yandi ve na kuwa (yo la

protegí, pero, ella no lo va a entender) decía apenado

cerrando los ojos.

Ns_ Malembe… yandi ata kele kubula, kansi, na nki ya beto

kusodisa, ata kwonwa (tranquilo, ella ahora esta mal, pero,

con nuestra ayuda volverá con ella).

Z_ Na Mianda ata zola (los espíritus lo quieran) musitó

mientras Nsona le besaba la frente.

Ns_ Mono zola nge (te quiero).

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Page 286: QUINTA PARTE PIJA

Z_ Mono ata (yo también) y sintiendo el abrazo de su mujer

rompió a llorar.

Ns_ Zulú –susurró llorando.

Haberle fallado a la gente que confiaba en ellos, a la

gente que tanto hacía por sus hijos, por sus mujeres, por

ellos mismos, era una de las peores sensaciones que les

quedaban, tanto era así, que se sentían culpables por la

separación de las dos mujeres y en su foro interno, sentían

que debían ser castigados por ellas por aquel fallo

cometido. Sin embargo aquellos pensamientos el convivir

con Teresa, les había ido convenciendo que en la vida no se

puede ser tan exigente con uno mismo, porque no

dependían de ellos, los consejos sabios de aquella mujer

blanca, habían ido cambiando sus costumbres, ninguno

pegaba a su mujer, ninguno recurría a la violencia con sus

hijos, aquella mujer sabia junto a Nmaba les había hecho

reflexionar y fue Massamba quien primero lo entendió,

después de ver como violaban y mataban a su mujer, de

cómo le golpeaban una y otra vez, el que primero alzó la

voz entre ellos, pero aún así, aquella necesidad de hacer

bien lo que los blancos les pedían y confiaban, y mucho

más en ese caso de Maca y Esther, les había afectado a

todos, mucho más al escuchar los gritos desesperados de

Esther.

Habían pasado un par de horas desde que Cruz había

hablado con Maca, se había duchado y aunque era su día

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Page 287: QUINTA PARTE PIJA

libre había llamado a su suegra primero para tranquilizarla

con respecto a Vilches y también para pedirle que se

quedara con la niña. Ante la puerta de la habitación de

Maca dudó en como afrontar su conversación, sabía que

debía estar destrozada, porque ahora iba a comprender su

miedo y sus mil quebraderos de cabeza al tener a Vilches

allí solo. No sabía si estaba preparada para ayudarla.

Entró con gesto sereno, la miró y pudo ver que

mantenía los ojos cerrados, pero al acercarse sabía que no

dormía, quizá tan solo soñaba con lo que no tenía.

C_ ¿Maca cariño, cómo estás? –Maca abrió los ojos y la

miró-. Acabo de hablar con Vilches, Esther está bien.

M_ No lo está –susurró y a Cruz le costó entenderla por su

garganta seca y sus labios tirantes.

C_ Voy a hacerte una analítica completa, y te cambiaré el

oxígeno, vas a tener que llevarlo un par de días –Maca

asintió en el mismo momento en que entraba la enfermera-.

Alicia quiero que le hagas una analítica completa y la pides

urgente.

Al_ Voy a ponerle el calmante.

C_ Si, si. Ahora miraremos la herida, no tienes fiebre –miró

las notas que le pasaba Alicia de la mañana-. Bien… vas a

comenzar por un poco de caldo quiero que te alimentes.

Cámbiale el oxígeno Alicia, ponle las cánulas nasales así

estarás más tranquila –Maca cerró los ojos y asintió.

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Page 288: QUINTA PARTE PIJA

Al_ Si… has salido por la tele esta mañana –le dijo sonriente

pero la mirada fulminante de Maca le hizo mirar

desconcertada a Cruz.

C_ Vale Alicia… gracias. Es muy buena pero no sabe cerrar

su boca a tiempo.

M_ ¿Esther?

C_ Físicamente está bien… pero le han tenido que sedar –

Maca cerró los ojos y una lagrima cayó, Cruz se acercó a

ella y le pasó una gasa por las mejillas, después otra por el

labio-. Vilches dice que bueno… lo que imaginas.

M_ Necesito hablar con ella.

C_ Lo siento pero las comunicaciones van fatal, además,

hasta que no te levantes de la cama no vas a poder y eso,

si no le pones ganas no va a ser pronto –la miraba

sonriéndole.

M_ No quiero que piense que me ha pasado algo –hablaba

con dificultad y marcó un gesto de dolor.

C_ ¿Te duele mucho?

M_ El corazón sí –sonrió de lado.

C_ Ahí no tengo manera de llegar para mermarlo.

M_ ¿Y Maes? –preguntó algo aturdida.

C_ Llorando… trata de pensar ahora en ti y en ella, necesita

el calor de su madre.

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Page 289: QUINTA PARTE PIJA

M_ No puedo dejar de pensar que he dejado a Esther en

medio de una guerra –tragó saliva con dificultad, se

humedeció los labios con la lengua-. ¿Puedes dejar de

pensarlo tú?

C_ No, no puedo Maca pero trato de vivir por mis hijas, por

mí y eso vas a tener que hacer tú. Espera voy a mojarte un

poco la boca… y beberás agua ¿vale?

Al_ ¿Puedo hacerle el análisis?

M_ Si no vas a hablar sí –le contestó de mal genio.

Al_ Perdón.

Los ojos pesaban tanto como el cuerpo, era una

sensación extraña la cabeza le daba vueltas, le mostraba

imágenes que no podía entender, ella entrando a la soledad

de la cabaña donde tantas emociones había compartido,

con la cuna vacía, con el lado ausente de Maca, sintiendo

un dolor penetrante en su alma, notaba como sudaba, y

como tiritaba a la vez, pero de pronto una mano apoyada

en su frente hizo que todas aquellas imágenes se

volatilizaran y la calma se apoderó de ella. Abrió sus ojos

tristes, abatidos, apagados, y allí estaba Lula mirándola con

el entrecejo fruncido, con los labios apretados, Esther lloró

sin poderlo evitar, no dijo nada se puso de lado, el brazo

que tenía bien le sirvió de apoyo, Lula entendió su dolor y le

habló.

Lu_ Esther no poder, estar mala.

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Page 290: QUINTA PARTE PIJA

E_ Quiero irme de aquí –decía como si fuera la rabieta de

una niña pequeña.

Lu_ Mono saber… Maca no querer verte mala –hablaba

despacio pues le costaba hablar en otro idioma, mantenía la

distancia pero sus ojos reflejaban dolor por su estado.

E_ Maca no está, Lula… Maca no está que más da como

esté.

Lu_ Está en tu corazón, te ve y está por esperar, vive ella,

niña y tu…

E_ Pero…

Lu_ Lula saber pero…Lula no querer verte mala, a mí si

importar y al resto también

E_ No puedo… no puedo Lula –se levanto llorando

abrazándose a ella con fuerza-. No puedo estar sin ella…

Lu_ Queda menos para estar… Lula querer a Esther y no

querer ver llorar.

Aquellas palabras fueron la excusa perfecta para

romper a llorar, para dejarse llevar por el llanto ahogado en

su pecho, por sentir ese dolor que sentía ante esa ausencia

¿cómo iba ella a aguantar sin verla?, ¿cuánto tiempo debía

esperar?, esa pregunta era la que creaba una indómita

desesperación. Acunada por la joven fue poco a poco

ahogando su llanto para dejarlo en un sollozo repleto de

soledad.

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Page 291: QUINTA PARTE PIJA

La nueva oleada de refugiados dio como resultado dos

niños con heridas superficiales y veinte personas

deshidratadas, bajo el sol de justicia iban trabajando y

como Massamba había pensado se montó el hospital de

campaña que Esther había comprado para que todo fuera

más cómodo menos duro. De vez en cuando las mujeres

entraban a ver a Zulú que seguía con Nsona y a ver a

Esther, ninguno de los hombres entró a verla, preferían que

estuviera más calmada para hacerlo. En esas estaban

cuando la radio sonó.

Si_ Ziku… ziku… radio… -cada dos horas iban turnándose

para estar pendientes de la radio y esta vez le tocó a Siya.

V_ Melesi. ¡Teresa ocúpate de esta mujer por favor!, tiene

una herida en el talón no va a poder andar…

T_ Ve, ojalá sean noticias de Maca.

V_ Eso espero –pasó y vio como Esther seguía de lado sin

decir nada con la mirada perdida mientras Mona se había

tumbado a su lado-. ¿Si?

D_ ¿Vilches, eres tú?

V_ ¡Hombre Dávila vives, no podía dormir pensándolo!

D_ Vilches no me toques los cojones que esto se está

complicando.

V_ ¿No me digas? –sonrió irónico con un fuerte enfado.

D_ No voy a poder ayudaros Vilches… lo siento… no

podemos llegar la situación está en manos de los militares.

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Page 292: QUINTA PARTE PIJA

V_ Ya, y los militares en lugar de defender a mi gente, lo

que hacen es que huyen y aún tengo que dar gracias que

no echaron a Maca del camión ¿no?

D_ Hacen lo que pueden… Vilches lo siento, pero no podéis

moveros, se han suspendido todas las salidas, no hay

aeropuertos, la carreteras se han convertido en una trampa

mortal, las comunicaciones no funcionan llevo dos horas

tratándote de hablar, se han unido varios grupos de

guerrilleros parece que les pagan bien.

V_ ¿Y qué sugieres que haga?

D_ Huir hacia el sur, llegar a Liranga como sea.

V_ ¿Dónde está la guerrilla?

D_ Por lo que intuyen están por entrar en Sangha, aunque

tienen blindada la entrada hacia la capital, lo que se me

ocurre es que podríais intentar llegar al río y cruzar a la otra

parte.

V_ ¿Sabes los que somos Dávila? –le preguntó tras pasarse

las manos por la cara desesperado.

D_ Sí, lo sé –admitió nervioso.

C_ Dávila... dime la verdad, ¿crees que pueden llegar? –

Esther con las pocas fuerzas que tenía se había levantado y

se había quedado escuchando en la puerta.

D_ Sí, parece que está vez están muy bien dirigidos, así que

me gustaría que abandonarais la aldea –hizo una pausa

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incómoda-, reconozco que la única salida es pasar al estado

de Cuvette, hacia Ntouku.

V_ ¿Allí podría sacar a Esther a España de alguna manera?

D_ Vilches, no sé lo digas si no lo crees oportuno, pero dudo

mucho que pueda salir de aquí en algún tiempo, tan solo

funciona el aeropuerto de la capital, ya sabes son más de

seis días por carretera porque los otros aeropuertos están

cerrados y eso es una autentica locura mucho trayecto

muchas posibilidades de encontraros con problemas,

estamos en conflicto y…

Para Esther la conversación ya no tenía sentido

alguno, ya no era importante su corazón se había detenido

con la sola idea de pensar que no podría salir ¿cuánto

tiempo?, no podría soportarlo necesitaba saber de Maca,

hablar con ella, decirle que la quería, que la echaba de

menos, que no podía vivir sin ella, la angustia fue creciendo

notaba que se ahogaba, que se moría de tristeza poco a

poco.

En el hospital, Maca seguía entre el sueño de los

sedantes, si bien Cruz había retirado un poco la cantidad, le

había dejado la suficiente como para que estuviera lo más

tranquila dentro de la intranquilidad que sabía sentía,

Claudia había entrado pero al verla dormir, se había

marchado a tomarse algo, sabía que su madre había estado

junto a su hija, Rosario había llegado de Jerez, no habían

hablado casi tan solo le había besado y Maca había

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susurrado cosas volviéndose a dormir. Fue Cruz quien se la

llevó al despacho para hablarle y tranquilizarla.

La puerta de su habitación se abrió lentamente como

si dudaran a entrar, tras unos segundos por fin se cerró,

Maca mantenía los ojos cerrados y pensaba con Esther, era

inevitable por mucho que tratara de tranquilizar su alocado

corazón. Presintió que no estaba sola, los sonidos de unos

tacones que pretendían pasar desapercibidos pero que al

no lograrlos la pusieron en alerta, abrió despacio los ojos,

tenía unas profundas ojeras, ladeó la cabeza lentamente

aún estaba algo mareada y se encontró con ella, allí quieta

a su lado mirándola.

-Hola.

M_ Hola –musitó sin poder evitar un gesto de profunda

confusión.

Las palabras que habían volado por el aire una vez

salidas de la radio, le llegaron directamente a su corazón

haciendo diana, puntuación máxima para Dávila, doblegada

Esther. Aquella diana tocó una campana, encendió la luz de

emergencia en su interior y notó como las fuerzas le

fallaban como iba cayendo sobre sus piernas que se iban

doblegando, poco le importaba en ese momento su mente

le empujaba a desaparecer realmente, que más daba todo

si las palabras de Dávila la estaban mandando al infierno,

desaparecer, dormir, hundirse en la más pura oscuridad de

donde resurgiera la imagen de su mujer, pero ya ni eso le

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servía, necesitaba su tacto, su calor, su amor. Fue

cayendo… poco a poco… de igual manera que caían sus

lagrimas, que caía en el vacío de su propio corazón, pero

antes de tocar el suelo unos brazos fuertes la sujetaron, la

levantaron y le dieron el calor suficiente como para que

abriera los ojos, al hacerlo se encontró con una mirada tan

triste, tan culpable, tan dolida que lo único que pudo hacer

y quiso hacer fue abrazarse a aquel hombre que tanto le

había ayudado y que la miraba con un gesto repleto de

culpabilidad.

E_ Massamba…

Ma_ Tranquila mwasi, tranquila –la cogió en brazos

dejándola sobre la cama.

E_ No voy a verla –repetía con desespero.

Ma_ Massamba pedir perdón –lo dijo con severidad, la que

da ese sentimiento de haber defraudado a la gente.

E_ Oh Massamba… ¿qué voy a hacer?

Ma_ Tratar de llevarla mwasi… Massamba si debe dejar la

vida, la deja… pero reunir con mwasi Maca.

No fueron las palabras, ni siquiera el contenido en

que unidas daban como resultado lo que tanto deseaba, fue

la mirada, fue la decisión, fue el sentimiento fue la amistad

y lealtad lo que le hizo suspirar profundamente aún con su

rostro rojo por los lloros, humedecido por las lagrimas,

rígido por el dolor, y fue tras el suspiro cuando volvió a

abrazarse a aquel hombre que le ofrecía su vida por

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Page 296: QUINTA PARTE PIJA

reencontrarse con su amor, ¿tenía derecho a hacerle sentir

mal?, ¿tenía derecho a seguir diciéndole lo mal que

estaba?, las manos grandes y fuertes de Massamba se

volvieron suaves y tiernas para abrazarla, para transmitirle

su pena por lo acontecido para demostrarle que estaba ahí

que nunca estaría sola.

Mientras Esther lloraba por su distancia, en la

habitación del hospital aquellos ojos clavados en los suyos

hicieron a Maca tragar un nudo en su garganta, no la

esperaba allí ni siquiera pensaba que podía querer de ella,

pero, los segundos que guardaron silencio, se les volvieron

eternos.

M_ Tiene sus ojos –susurró con calma.

En_ He visto las noticias, ¿tú eres…? –guardó silencio sin

poder seguir tratando de ávidamente descubrir algo que no

sabía muy bien que buscaba.

M_ Soy su mujer, sí.

En_ Me gustaría que no te refirieras así cuando hablo de mi

hija.

M_ Si no quiere que me refiera así, es que pretende que sea

una hipócrita y lo siento pero no lo soy –le dijo de manera

continuada al terminar, tosió.

En_ ¿Quieres agua?

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Page 297: QUINTA PARTE PIJA

M_ No, gracias –cerró los ojos agotada por el esfuerzo de

hablarle a quien era su suegra y se mostraba en pie de

guerra por su actitud contra ella.

En_ Sólo quería saber… ¿mi hija está bien?

M_ Sí.

En_ ¿La has abandonado?

M_ Jamás haría eso y le digo más… tan solo la muerte nos

separará.

Encarna dio media vuelta y se marchó con el corazón

en un puño, al cerrar la puerta se encontró con una mujer a

la que reconoció al segundo de alguna fiesta compartida, lo

mismo que la otra la reconoció a ella, la miró algo

extrañada de ver que salía de la habitación de su hija.

En_ Hola Rosario.

R_ Hola Encarna. ¿Conoces a mi hija?

En_ No la conocía, no, lo acabo de hacer ahora mismo –lo

dijo con la voz algo tomada.

R_ Perdona por tu tono me da la sensación de que no es

agradable para ti, ¿me equivoco? –la miraba sin entender

muy bien su expresión.

En_ No, no te equivocas –asintió con un gesto cansado y

triste.

R_ ¿Quieres que nos sentemos?, aquí no hay una sala

donde podamos hablar tranquilamente, es la seguridad

social, pero… algún rincón habrá.

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En_ Tengo prisa pero… me hará bien hablar.

Se sentaron un tanto desconcertadas aquellas dos

damas de la alta sociedad española, aquellas dos madres

que desconocían que el destino las había unido. Se

sentaron en las sillas de plástico, y durante unos breves

segundos guardaron silencio. Fue Rosario que seguía sin

entender como la Sra García salía con tan mala cara de la

habitación de su hija.

R_ Odio los hospitales… -musitó por romper el frío.

En_ Yo también.

R_ Y creo que con esto de mi hija voy a tener un tiempo que

pasar aquí a pesar de que ella seguro no me dejara.

En_ Es cabezota –le dijo sin mirarla.

R_ Bastante. ¿Puedo preguntarte de qué la conoces?

En_ Se ha liado con mi hija –lo dijo como si un puñal en ese

momento le hubiera atravesado la espalda.

R_ Tu hija es… ¿tu hija es la famosa Esther de la que me

habla? –le preguntó algo incrédula tratando de recordar si

la había visto en alguna fiesta.

En_ Si –sacó un pañuelo y se secó las lagrimas-. Ha sido un

golpe muy duro para mí, sigo sin entenderlo no me alegro

que tu hija esté herida, pero, me alegro que se hayan

separado… así a la mía se le pasara la tontería.

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Page 299: QUINTA PARTE PIJA

R_ No creo que se le pase la tontería habiendo adoptado

una niña –la mirada atónita de Encarna le hizo darse cuenta

que desconocía aquel dato-. Pensé que lo sabías.

En_ No me hablo con Esther desde que me dijo lo de…

bueno… eso.

R_ Pues tienen una niña acabo de verla… -la miró

guardando silencio-. Es preciosa.

En_ ¿Qué es lo qué le ha pasado a mi hija?, la tuya la ha

confundido… estoy segura que ha sido eso… -decía

aturdida-. Recuerdo haber escuchado a nuestras amistades

hablando de tu hija... ha debido ser ella... y ahora que no

están juntas se le pasara... ¿verdad?

R_ Yo también eche la culpa a la primera novia de mi hija,

pensé que ella era la responsable de que a mi hija le

hubiera entrado la tontería –remarcó la palabra que

momentos antes había usado la misma Encarna, quien

agachó la cabeza-. Pero… creo que a estas alturas ya no me

importa quien está a su lado, agradezco que tenga esa

tontería que le hace feliz, cuando me dijeron que le habían

herido y estaba grave, lo único que quise era tenerla viva...

que importa de que manera vive su vida, lo que quiero es

que la viva.

En_ Pues yo lo siento pero no… no lo voy a aceptar...

bueno… se me está haciendo tarde espero que todo vaya

bien.

R_ Gracias…

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Page 300: QUINTA PARTE PIJA

Cuando entró en la habitación se encontró con Maca

envuelta en un llanto, se había quitado el oxígeno y

respiraba con dificultad, llamando una y otra vez a Esther. A

Rosario le dieron ganas de buscar a Encarna y hacerle ver

aquella escena, pero lo único que fue capaz de hacer fue

abrazar a su hija como muy pocas veces había hecho,

sintiendo como le dolía aquella separación, para su suerte

entró Cruz, quien le obligó a ponerse nuevamente el

oxígeno y tras tranquilizarse un poco le dijo:

C_ Si sigues así te voy a sedar, y quiero que estés bien,

porque tu hija te necesita ¿te queda claro? –Maca asintió-.

No quiero que me digas que sí y hagas lo que te dé la gana.

M_ Tiene sus ojos –sonrió mordiéndose el labio mientras

hacia un puchero. Cruz no entendió a lo que se refería.

Ro_ Ha venido la madre de Esther... –apuntó Rosario y Cruz

hizo un gesto de negación

M_ Pero no le brillan como a mi niña...

Su niña se había vuelto a abandonar en la cama, con

la mirada perdida con un escozor en el brazo, y un profundo

dolor en el corazón. Así la vio Vilches que al salir del

despacho y encontrarse con Mona sentada a su lado

acariciándole la frente, sintió como estaban ante un grave

problema, y entonces salió, solo paró una vez había salido

de allí, fuera el aspecto no era mejor, los refugiados

seguían llegando, las mujeres seguían ayudando, agua,

300 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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comida y sombra, pero él sentía que no podía ayudar a

Esther, y entonces se dijo para mí mirando el horizonte.

V_ Mucho decirle que no se implicara con nadie, ¡y mírate!,

si pudiera ponerme a llorar lo haría muy a gusto, ¿qué

hago, cómo ayudo a dos mujeres tan increíbles como

ellas?, reconócelo joder... las quieres... y te duele ver lo que

ha ocurrido tan injustamente –hizo un gesto de rabia y

llamó a Teresa que se acercó a él secándose las manos con

el delantal-. Por favor entra y habla con Esther, tú sabrás

que decirle, yo no.

T_ Tranquilo Vilches, hay que darle un poco de tiempo.

V_ No sé cuanto tiempo disponemos Teresa... no lo sé...

T_ El que sea, lo haremos lo mejor posible, ve... descansa

un rato, Sissou está trabajando muy bien. Voy a hablar con

Esther.

Al entrar la estampa seguía siendo enternecedora y

triste, contrajo la barbilla ladeando un poco la cabeza,

sentía que iba a costar mucho hacerla reaccionar, así que

suspiró con fuerza y siguió el consejo que momentos antes

le había dicho Nmaba. Se acercó a ella, cogió una silla y se

puso al lado de la cama, Mona la miró con tristeza su mami

estaba demasiado triste, ella le acarició la cabeza y el

animal miró nuevamente a Esther.

T_ Hola Esther… voy a revisarte la herida, hay que estar

seguros que no se te infecta. ¿Te duele?

E_ No –musitó con voz inaudible.

301 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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T_ Mejor –empezó a trabajar con su brazo mientras Mona se

sentaba a los pies de Esther-. ¿Sabes una cosa cariño?,

tienes dos posibilidades, una estar así como estás decaída,

hundida y sintiendo ese profundo y comprensible dolor ante

la ausencia de Maca y Maes, notando como pasan lentos los

minutos, como las horas se hacen interminables, pensando

y pensando nada más en Maca y dejando que tu corazón

día a día se vaya destruyendo por la apatía a ese transcurrir

de tu vida aquí –la miró, Esther lloraba en silencio-. O.

Puedes luchar como siempre has hecho desde que llegaste,

día a día para conseguir estar lo mejor posible, preparada

para cuando puedas reunirte con ellas hacerlo de la mejor

manera, involucrarte como hasta ahora en todo para que el

tiempo pase antes, porque cuando puedas hablar con Maca,

no voy a permitir que lo hagas en un estado lamentable

como en el que estás, como en el que entiendo debes estar

porque ha sido un golpe muy duro –Esther exhaló un

profundo suspiro, mientras seguían cayéndole lagrimas-.

Pero hagas lo que hagas, tomes la decisión que tomes,

sabes que nos tienes a todos a tu lado, eso si, los hombres

tienen miedo a mirarte a los ojos, ellos se sienten culpables

de esta situación, las mujeres les duele verte así, y los

niños echan de menos a Maca pero también saben que

estás y quieren estar a tu lado –terminó de curarla, le

acarició la cara y Esther se estrechó a su pecho con fuerza

rompiendo a llorar-. Llora todo lo que sea necesario, sácalo

de tu interior pero recuerda que Maca está bien, la niña

302 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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está bien y esto tan solo es temporal, y sabes que los

hombres se sienten en deuda contigo y harán lo imposible

por ayudarte.

Había entre ellas una hora de diferencia horaria y

cincuenta mil kilómetros de distancia, pero tenían dos cosas

que las unían a pesar de todo, su amor y la Luna. Maca

había ladeado la cabeza hacia la ventana, la veía y sabía

que Esther estaría observándola de igual modo, y era

cierto, Esther contemplaba la Luna y suspiraba, las palabras

de Teresa, las visitas de las mujeres llevándole comida, o

simplemente una sonrisa, la compañía de Mona, la de

Nmaba que no hablaba tan solo le hacía saber que estaba

allí que a pesar de su soledad no lo estaba tanto, le hacía

sentirse mejor, estaba en África y seguro que si la que

estuviera en aquella cama fuera Maca, tendría la fuerza de

luchar día a día y tenía un consuelo demasiado importante

como para dejarse arrastrar por la pena, saber que estaban

vivas y pronto estaría con ellas, ése debía ser su motor para

levantarse y superar el dolor.

Aquella Luna le mostraba a Maca una luz que en otros

momentos le parecía maravillosa, aquella Luna le daba

fuerza en las noches y ternura cuando la compartía con su

mujer, pero justo en ese instante lo único que le daba era

un profundo sentimiento de tener que aprender a pasar los

días sola, lejos de Esther.

303 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 304: QUINTA PARTE PIJA

Y como todas las noches antes de que el sueño les

venciera hubo un susurro.

M_ Te quiero Esther.

E_ Te quiero Maca.

Habían pasado dos lentos días, en el hospital la

prensa había esperado en la puerta para ver si alguno de

esos jefazos entraban o salían, si alguna amistad de las

grandes llegaban a hacer visita a la Wilson, si entraban o no

ramos, cajas de bombones o ositos de peluche, pero como

todo, cuando el peligro de muerte pasó, la noticia dejó de

ser noticia macabramente importante, y los periodistas se

fueron como lo hicieron las profundas preocupaciones de

los altos cargos, funcionarios y estado, que de un día para

otro olvidaron que Macarena Wilson estaba en un Hospital

herida de bala por un guerrillero en la Selva del Congo,

localizado en África.

Estaba con su niña en los brazos sentada en un sillón,

las horas pasaban tan lentas, que se desesperaba con una

facilidad que hasta la asustaba a ella misma, había

discutido con su madre, no hacía falta que estuviera allí

vestida con la ropa del mejor modisto y temiendo que

alguna de esas sillas le dejaran la tela inservible, había

discutido con Cruz porque no le había retirado el gotero, y

finalmente su mal humor fue a menos en cuanto tuvo a su

pequeña en los brazos, entonces, las lagrimas llegaron a

borbotones.

304 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 305: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ ¿Puedo pasar?

M_ Claro Claudia –haciendo un esfuerzo para limpiarse las

mejillas y los ojos.

Cl_ Vaya... otra vez llorando... tú que no llorabas nunca.

M_ Uf Claudia estoy muy jodida.

Cl_ Lo sé...

M_ ¿Aún no habéis podido hablar? –preguntó con la voz

tomada por el sofoco.

Cl_ No, las comunicaciones están saboteadas, Dávila no

puede ponerse en contacto con ellos y lo último que

sabemos es que si seguía la situación complicándose iban a

marcharse hacia el Sur.

M_ Dios mío... daría todo por estar allí –dijo con rabia.

Cl_ Te entiendo.

M_ Ojalá me hubiera quedado yo...

Cl_ Esther es fuerte.

M_ Pero no ha vivido nada así y me da miedo.

Cl_ Maca... no puedes estar así tienes que animarte y saber

que Esther no está sola, que si les llegan noticias van a

huir, y no les va a pasar nada, ya lo veras –le apretó la

mano con total estima.

M_ Es tan fácil decirlo.

Cl_ Lo sé. Esta noche me llevo a la niña a casa porque como

has discutido con tu madre...

305 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 306: QUINTA PARTE PIJA

M_ No he discutido sé que a mi padre no le debe hacer

gracia que esté aquí.

Cl_ ¿Y?

M_ Pues eso...

Cl_ Pero si tu madre quiere estar contigo, ¿quién eres tú

para mandarla fuera?, deja que los demás se preocupen por

ti, no te ha ido tan mal con Esther.

M_ Es que Esther... Esther es... –sus ojos se llenaron de

lagrimas sin poderlo evitar.

C_ Buenos días... traigo buenas noticias –le dijo sonriendo.

M_ ¿Has podido localizarlos?

C_ Yo no, pero Dávila ha vuelto a hablar con ellos.

M_ ¿Y? –sus ojos cobraron vida-. Le has dicho que quiero

hablar con Esther.

C_ Sí Maca –le cogió a la pequeña que movía los brazos

riéndose-. Pero que ricura de niña madre mía.

M_ ¡Cruz!

C_ Maca lo que sabe es que tienen refugiados, que de

momento los militares han conseguido frenar el éxodo y

parece que la guerrilla se ha desplazado más hacia el

Oeste, de momento, todo tranquilo.

M_ ¿Me estás diciendo la verdad?

C_ ¿Tú qué crees?, ¿estaría yo así?, no eres la única que

tiene a su pareja allí, ¿eh?

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Page 307: QUINTA PARTE PIJA

M_ Lo siento perdona.

Al_ Vengo a curarte, con la boca cerrada –le dijo pues Maca

continuaba un tanto borde con ella.

M_ Así me gusta... –la mirada recriminatoria de Cruz le hizo

sonreír-. Y procura no hacerme daño.

Al_ Vale –sonrió nerviosa.

C_ No le hagas caso Alicia. ¿Ha vuelto la madre de Esther?

M_ No... habló con mi madre y según me dijo está muy

ofendida no creo que vuelva.

Cl_ Pero no sabe que hija tiene... estoy segura que cuando

regrese Esther le va a dejar las cosas claras.

M_ Sí, mi niña es... ¡au! –se quejó.

Al_ Lo siento, lo siento –se mordía el labio apurada pero

aquel comentario le hizo perder su concentración.

Aquellos dos días lentos y pesados, los había pasado

Esther en el hospital, no se había levantado de la cama,

aunque sí había empezado a comer, Vilches le había

informado de cómo seguía la situación en la frontera y si

todo seguía calmándose pronto abrirían los aeropuertos.

Pero ni aún así había logrado el efecto deseado.

La mañana llevaba buena parte ya transcurrida

cuando la campana de Louabi comenzó a sonar, los niños al

refugio, Nmaba y Bendi con ellos, Siya que se había vuelto

una experta en curar heridas, y Monwe que trabajaba como

la demás habiéndose incorporado como una más de esa

307 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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gran familia, les ayudaban. Teresa salía del hospital cuando

vio entrar la avalancha de gente.

T_ Dios mío –susurró.

V_ Yildas... Yildas... cierra la puerta... cierra la puerta... –

gritaba como loco.

Yi_ Ngouabi... vandaka nswalu –(Ngouabi vamos rápido).

V_ Sissou... te necesito aquí... Teresa...

T_ Vilches... son demasiados.

La gente que entraba sedienta y hambrienta les estiraba de

las ropas mientras gritaban:

_ Masa... masa.. madya... madya... sambu Nzambi…

luzolo... luzolo (Agua... agua... comida... comida por Dios...

piedad... piedad).

D_ Ziku... ziku –gritaba.

V_ ¿Qué pasa Dib?

D_ Niño... niño...

V_ Joder... me cago en la puta... hay que llevarlo al

hospital... rápido...

Entraron a quirófano con el pequeño que no podía casi

respirar, en su piel manchas de sangre, y parecía

desmayado.

V_ ¿Qué es esto? –se preguntó al verlo.

E_ ¿Qué hago Vilches? –apareció de repente Esther

observando al niño.

308 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 309: QUINTA PARTE PIJA

V_ Hay que curar estás heridas... ¿te sientes con fuerzas? –

la miró fijamente.

E_ Sí. ¿Le pongo oxígeno? –su gesto era concentrado y

serio.

V_ Vamos Esther tenemos que salvar a esta criatura,

¿entendido?

E_ Sí –le sonrió.

T_ Vilches que... –entraba nerviosa porque no había visto a

Esther, al encontrarla allí una calma profunda llenó su

corazón-. ¿Me necesitáis?

V_ No, está conmigo la mejor enfermera de la Selva, así

que... ¿hay alguien más en mal estado?

T_ Dib me ha dicho que hay un hombre fuera muerto, que

el camino está lleno y que algunos pasan de largo.

V_ Está bien... os hacéis cargo de los de fuera y si hay

alguno me lo pasáis aquí.

T_ Sissou está con Massamba en el hospital de campaña.

V_ Tengo suerte... ¡menudo equipazo tengo! –dijo mientras

curaba al pequeño-. Ponle un poco de anestesia Esther.

E_ Si.

V_ ¿Quién es la familia?

T_ Voy a ver.

V_ Aunque mucho me temo que este pequeño no tiene

familia.

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Page 310: QUINTA PARTE PIJA

E_ El niño ha sido apalizado, no hay duda.

V_ Tú lo has dicho, mira su brazo, tiene la mano rota, esta

desmayado posiblemente por el dolor.

E_ Hijos de puta.

V_ Si... –la miró algo más tranquilo al verla trabajar de

nuevo.

Fuera del hospital el caos era terrible, las voces se

confundían, un olor penetrante llenaba todos los rincones

de la aldea, la gente se había amontonado algunos

desmayados, otros sollozando, las mujeres incluida Nsona

no daban abasto para repartir agua, la gente agradecía

aquel gesto, besaba sus manos, lloraba al contacto con el

caldo que en una gran cacerola Teresa había preparado.

Mona iba de un lado a otro y cuando veía algo que no le

parecía normal, aullaba, Teresa acudía y casi siempre tenía

razón.

T_ Bárbara te ha enseñado bien ¿eh?, si es que es un cielo –

le dijo dándole dos golpecitos en la cabeza.

Mo_ Uhhhhhh –abría los ojos como dándole la razón.

T_ ¿Dónde estará esa cabra loca que no se comunica

conmigo?

Mo_ Uhh, ahhhh, ahhh ahhh –parecía enfadada-.

Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

T_ Vale oye... solo ha sido un comentario, es una adorable

cabra loca ¡contenta!

310 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 311: QUINTA PARTE PIJA

Mo_ Uh –se puso las gafas de sol nuevamente cruzándose

de brazos.

Si_ Estar aquí.

T_ Vale Sissou, esta chica que... ¡Dios está de parto!

Si_ No –dijo asustada.

T_ Llama a Vilches... ¡ay que me toca hacer de partera!...

que lo veo venir... Massamba ven... ven...

Ma_ Mami –la miró nervioso ante sus gestos.

T_ Pasa a la chica aquí... Nsona toallas... Lula ayúdame...

¡qué viene!... ¡qué viene!

V_ ¿Quién viene? –le preguntó Vilches mientras veía como

Teresa se arrodillaba

T_ Un niño... una criaturita.

V_ ¿Estás tú, no?, voy con el niño Teresa no puedo dejar

sola a Esther.

T_ Pero Vilches... hace años que no asisto a un parto.

V_ No lo digas mujer, pobre chica, mira se ha desmayado

del susto... de una primeriza ayudándole a parir.

T_ Ay mi madre... ay mi madre...

Lu_ Malembe mami –le sonreía.

T_ Si Malembe... ¡ya está!... ya lo veo... por mi madre como

sale....

Lu_ Jeje –reía ante los gestos exagerados de la mami.

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Page 312: QUINTA PARTE PIJA

Ns_ Ohhh bebé –decía sonriendo con lagrimas en los ojos.

Za_ Ay daño –se quejó el hombre al ver como la chica

gritaba y dándose la vuelta y encontrándose con Monwe

que le sonrió.

T_ ¡Vamos el último empujón pequeña!, vamos... venga...

Dios mío que cosa más bonita... si es un niño...

Ma_ Bravo mami... bravo –le dijo sonriéndole mientras

Teresa lloraba a moco tendido-. Traer.

T_ Si...

V_ Ya estoy aquí... ¿cómo ha ido matrona? –le preguntó

sonriendo.

T_ Bien –lloraba sin parar.

V_ Anda... anda... súbete los mocos que estas quedando un

poco mal.

Lu_ Mami ser la mejor.

V_ Eso... hale súbele el ego.

Mientras todos seguían trabajando, Esther hizo un

esfuerzo por enfrentarse a la realidad que vivía no a esos

recuerdos repletos de amor, caricias, besos que ahora tanto

le faltaban, era la hora de la verdad, no podía dejar pasar el

tiempo en un lugar como ese no se podía ser egoísta,

estaba para ayudar y eso era lo que debía hacer, además

porque no podía dejar que el resto se sintieran más

culpables al verla, nadie tenía la culpa, le habían salvado la

vida y eso era lo que quería agradecer, las palabras de

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Page 313: QUINTA PARTE PIJA

Massamba dando su vida a cambio de llevarla junto a su

mujer, sabía eran ciertas, y tampoco podía permitir aquello,

así que tras una exhalación fuerte, apretando con su brazo

bueno el maletín, salió junto a Vilches para seguir las

revisiones. Los hombres al verla aparecer soltaron un

respingo, las mujeres una sonrisa y Mona fue hasta ella

aullando detrás Valiente quienes la abrazaron y la vigilaban

sin descanso.

Apoyada la cabeza contra el respaldo del sillón, dejaba

caer los minutos, había puesto la televisión y la había

quitado con rabia, ¡cuántas tonterías decían!, ¡cuántas

opiniones absurdas desde una silla daban!, según las

noticias ya no existía tanta crudeza en el Congo, las cosas

se habían suavizado bastante, y eso ella no lo entendía

¿qué era para ellos suavizarse?, que en lugar de matar a

mil mataban a quinientos, sí, seguro que sí. Hizo el esfuerzo

con la muleta de levantarse, necesitaba ir al lavabo,

agradecía que Cruz le hubiera dejado ponerse un camisón

diferente, no le gustaba ir enseñando el culo a quien

entraba, y al recordarlo, sonrió recordando cuando Esther le

mordía, o cuando Esther lo acariciaba, lo apretaba o

pellizcaba, suspiró con fuerza, al terminar se lavó las manos

y volvió al sillón, a recordar.

En la aldea habían sido siete horas intensas, como no

había comido mucho a Esther le pasó factura el ajetreo, y

tuvo que ser Vilches quien le mandara descansar, ante el

desbarajuste que tenían alrededor, lleno de personas que

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no podían continuar el viaje hacia ninguna parte, Vilches

esperaba las averiguaciones de los hombres para saber

realmente a que atenerse. En la cocina Esther comía

pensativa.

T_ Me alegro que hayas salido a ayudar.

E_ Es mi deber Teresa.

T_ Si... pero entiendo que no tengas muchas fuerzas.

E_ Ya pero las tenga o no lo debo hacer.

T_ Bien... ahora te miraré el brazo porque no estaba muy

para ponerse a trabajar así ¿eh?

E_ Si, es cierto... pero no noto dolor ni nada.

T_ Mejor.

E_ ¿Crees que Julia irá a verla? –soltó de pronto haciendo

que Teresa se diera la vuelta mirándola fijamente-. Sí,

ahora está allí... ¿crees que vaya?

T_ Tiene la cara muy dura, sí, pero vamos... ya puede ir ya.

E_ Voy a lavarme la cara...

T_ Bien... Esther.

E_ Dime –le dijo desanimada.

T_ A Maca no le interesa Julia para nada.

E_ Lo sé... yo solo lo digo porque no me gustaría que le

hiciera daño, ahora debe estar mal.

T_ ¡Ya sé lo que vamos a hacer!, anda ve a lavarte la cara y

voy a tratar de encontrar comunicación con la embajada,

314 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 315: QUINTA PARTE PIJA

Cruz puede llevarla en el hospital al despacho para que

hable contigo.

E_ ¿De verdad? –sonrió brillándole los ojos de emoción.

T_ Lo podemos intentar... sin hacerte muchas ilusiones

pero… venga... que yo también tengo ganas de escuchar su

voz.

Salió con la esperanza de poder escucharla, entonces

vio que los hombres estaban todos en el pozo, y que al

verla, agachaban la mirada. Sonrió de lado y se acercó a

ellos mientras iba pensando en Julia.

E_ Hola –les sonrió, ellos la miraron serios-. Quería deciros

que gracias por salvarme, la verdad que no sé que haría sin

vosotros si he estado mal no es porque piense que tenéis

culpa de nada, al contrario, cuando me vaya para reunirme

con Maca, os voy a estar eternamente agradecida, y no me

gusta veros mal por lo que ha sucedido, sois todos muy

importante para mí, y para Maca también, estoy segura que

si pudiera os daría las gracias. ¿De acuerdo?

Ma_ Melesi mwasi.

E_ Melesi a vosotros, os quiero mucho de verdad.

Les entregó una sonrisa sincera que para esos

momentos que estaba viviendo, a los hombres les hizo

sentirse aliviados en su propio reproche por la separación

de ambas mujeres. El problema fue cuando abrió la puerta

de la cabaña, entonces toda la fuerza que había mantenido

mientras ayudaba fuera, se le vino a bajo, notaba como la

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sangre fluía con rapidez por sus venas y como le latían las

sienes, cerró la puerta y se apoyó sobre ésta. No podía

mantener los ojos abiertos notaba como las venas se

enrojecían preparando un llanto que la estremecía, pero si

los cerraba podía alcanzar el perfume de Maca llegando

innato a ella, como se metía por las fosas nasales, llegando

a su cerebro, podía imaginar su recorrido para formar la

imagen de su mujer, podía escuchar sus carcajadas, y eso

provocaba que se le erizara la piel. Abrió los ojos mareada,

se acercó hasta la cama para sentarse, la rozó como si al

hacerlo pudiera romper el encanto, sus ojos estaban

repletos de lágrimas, y peor fue al encontrarse con la cuna,

su hija, su pequeña que tanto amor le había hecho

desarrollar con un instinto materno que había aprendido a

compartir con Maca. Ambas estaban bien, debía respirar

tranquila, lejos de que les pudiera ocurrir cualquier

desgracia, lejos de aquella locura pero estaba tan sola que

no podía alegrarse por nada, tan solo sentir la intensa pena

en su alma, la intensa soledad en su espíritu en su esencia.

Entonces vio la mochila, la maldita mochila que le hizo

volver y su maldito dolor de cabeza que le privó de disfrutar

aquel viaje con Maca, si no hubiera vuelto estaría con ellas

o quizá, estaría muerta, sacudió su cabeza no debía volver

a pensar aquella circunstancia ya había pasado y era inútil

hondar en ella. Entonces recordó que Maca le había dicho

que llevaba algo en la mochila que en el avión le enseñaría,

suspiró abriéndola, allí estaban las toallitas para Maes

316 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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sonrió, un biberón vacío, pero no vio nada más, tan solo

trataba mientras revisaba aquello controlar el llanto. Había

una cremallera dentro que no había abierto, al hacerlo se

encontró con una fotografía, aquella imagen supuso de

quien era, el que para Maca a pesar de todo sentía como su

hijo, lo miró y un nudo se apoderó de su estómago, tenía

que volver y cuanto antes mejor un desespero comenzó a

apoderarse de ella, justo cuando se abrió la puerta y Mona

entró saltando y abrazándola.

E_ Mona... ¿qué va a pasar?... no la puedo perder... ¿qué va

a pasar? –repetía muerta de miedo.

La otra parte de la pareja estaba más o menos como

ella, a duras penas podía masticar lo que le habían llevado

de cena, justo cuando entró una Cruz con gesto tan

apenado como el suyo.

C_ ¿Cómo estás?

M_ Cruz por favor déjame que me vaya a casa.

C_ Si no comes ¿cómo pretendes irte?

M_ No quiero estar aquí...

C_ Mañana te haré unas pruebas... si la herida y los tejidos

están bien te irás. Pero vas a necesitar que alguien te

cuide.

M_ ¿Cómo puedes soportarlo Cruz?, me estoy volviendo

loca... no puedo dejar de pensar en que están allí solos y...

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Page 318: QUINTA PARTE PIJA

C_ Al principio es duro Maca, pero desgraciadamente a todo

te vas acostumbrando, sé que para Vilches estar allí es muy

importante, a la vez que duro porque nos echa de menos,

pero... no puedo negarle que esté allí –la miraba con pena.

M_ No voy a soportarlo... en las noticias dicen que ha

mejorado la situación... pero no les creo.

C_ No ha mejorado mucho, no.

M_ ¿Y a qué esperan para irse?

C_ Maca ahora estás bien y no te voy a engañar... han

cerrado las fronteras y los aeropuertos, es muy posible que

no se reestablezca el orden en algunos meses.

M_ ¡No! –susurró.

C_ Lo siento pero son las noticias que llegan.

M_ ¿Y qué piensan hacer?

C_ Dávila les ha aconsejado que de momento esperen, si se

sabe que la guerrilla avanza se les informará con tiempo

para que se vayan hacia el sur.

M_ ¿Y se queden en la frontera? –le preguntó casi fuera de

si.

C_ Sí –su voz tan solo fue un susurró cerrando los ojos y

formando un gesto en su cara que demostraba el mismo

temor que Maca.

M_ ¿Sabes que eso es un infierno?

318 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 319: QUINTA PARTE PIJA

C_ No hay otra opción Maca... así que quiero que lo tomes

con calma, serenidad y sobre todo que no nos pongamos

nerviosas, ni histéricas ¿vale? –se le llenaron los ojos de

lagrimas.

M_ Joder...

Le costó dormirse, pero lo hizo con la ayuda de un

sedante, ya no tenía goteros y podía ponerse de lado para

dormir, estaba luchando con una pesadilla, no podía

controlar su miedo interior que por las noches salía y se

convertía en protagonista de sus sueños. Veía mil veces la

escena, Esther corría y ella le gritaba pero de pronto

desaparecía, las lagrimas fluían por sus mejillas y el miedo

se apoderaba de ella, en la penumbra de la habitación,

unos ojos la vigilaban y murmuraban un tranquila que

surgía efecto. Maca se abandonaba a abrazar a Esther

aunque fuera en esas pesadillas.

En la cabaña de Teresa, la esperaba una Esther que

había tenido un ataque de histeria por la tarde y Vilches le

había tenido que dar uno de los últimos sedantes que

quedaban. No podía dormir pero al menos estaba tranquila,

Ramón la vigilaba y cuando vio que entraba la mujer

suspiró.

E_ No puedo dormir.

T_ Tranquila ya estoy aquí.

E_ No puedo estar sola allí... la cuna... Maca...

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T_ Es un proceso ¿vale?, no te exijas estar en perfecto

estado, además así no dormimos solas.

E_ ¿No lo has conseguido, verdad? –le preguntó decaída.

T_ Cuesta un poco por las malas comunicaciones... pero no

nos vamos a rendir.

E_ Ya...

T_ Gracias por hablar con los chicos, no sabes lo que te lo

agradecen... creo que les has quitado de un solo golpe toda

su rabia.

E_ Me alegro, la verdad es que es lo que siento... –decía

abatida.

T_ Lo sé. Bueno... espero no pensar que eres Bárbara no me

vaya a pasar –dijo abriendo sus ojos, Esther la miró y

sonrió-. Eso está mejor.

E_ ¿Te gusta?

T_ Yo no tengo edad para estas cosas Esther.

E_ Nunca es tarde.

T_ Si, para todo hay un “esta vez se me hizo tarde”...

Bárbara es una mujer excepcional, pero yo ya no soy una

jovencita.

E_ Quizá por eso le gustas.

T_ ¿Tú crees? –la miró de reojo.

E_ Si te ha visto con esos rulos y no ha salido corriendo...

tienes mucho ganado.

320 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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T_ Eres un poco borde ¿no? –le dijo seria con un punto

gracioso.

E_ Lo siento –sonrió nuevamente.

T_ Mira... lo que ahora me preocupa es como van a seguir

las cosas... no puedo pensar en mí.

E_ Pues aunque te preocupe eso, puedes pensar en ti... te

mereces ser feliz.

T_ Lo soy.

E_ De otra manera... yo nunca pensé que podría llegar a

serlo tanto.

T_ ¿Tú lo dices por vuestros gemidos?

E_ No y sí. No porque creo que Maca me ha llenado la vida

de cosas, desde miradas, sonrisas, ese lado suyo borde e

insoportable, me ha enseñado a confiar, a amar, a reír, a no

tener miedo, el sexo ha sido fabuloso, increíble.

T_ Lo he entendido a la primera –se acomodó en la cama

mientras Ramón tras un bostezo se enroscaba a sus pies.

E_ Pero lo que me ha enamorado de Maca ha sido su

interior, su forma de ser conmigo y con todos... no sé...

quizá por eso me cuesta tanto pensar que voy a estar sin

ella, sin sus abrazos, sin sus besos, o simplemente sin sus

locuras.

T_ Será temporal.

E_ ¿Y si no lo es? –su voz reflejó el temor.

321 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 322: QUINTA PARTE PIJA

T_ Claro que lo será.

E_ ¿Y si Julia aparece en su vida nuevamente?

T_ Te ha dado fuerte con Julia, ¿eh?

E_ Lo intentó estando aquí Maca, no sé nunca he sido

celosa pero… si pierdo a Maca me muero… y ya lo intentó

Teresa.

T_ ¿Y lo logró? –Esther guardó silencio-. Pues lo mismo si se

le ocurriera aparecer... Maca está enamorada de ti hasta las

trancas... ¿Bárbara lo dice así, no? pues olvida a la tipeja

esa... y haz el favor de callar y dormir.

E_ Cuando una mujer se lo propone...

T_ No lo consigue cuando el amor es verdadero... y el

vuestro lo es, pase el tiempo que pase... ¿entendido?

E_ Sí.

T_ Pues duerme... y nada de abrazos ¿eh?

E_ Lo mismo digo.

Ra_ Guau… -pareció él también despedirse.

Bajo la aparatosa máquina de radiología, Maca

esperaba que las imágenes reflejarán que su lesión

estuviera lo mejor posible para que la dejaran marcharse a

casa, lo necesitaba, necesitaba la tranquilidad y paz de su

casa, estar con Maes y esperar a Esther. Pero ¿cuánto?,

aquella pregunta le desesperaba no podía hacer

absolutamente nada, y aquella impotencia sabía que la iba

a volver loca.

322 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 323: QUINTA PARTE PIJA

Una vez los celadores la dejaron en la habitación, se

acomodó cerrando los ojos y apartándose el pelo de la cara,

la puerta se abrió y tras ella apareció su madre.

R_ Hola hija.

M_ Hola.

C_ Buenos días –entró sonriendo con las radiografías en la

mano-. Buenos días sra Wilson.

R_ Buenos días Cruz, ¿qué tal, cómo han salido las pruebas?

–le preguntaba con sincera preocupación sorprendiendo a

Maca que la miraba incrédula.

C_ Mira Maca, la herida por dentro está bastante bien –le

mostraba la radiografía que Maca también estudiaba

atentamente-. Bueno yo creo que una vez te curen y

veamos como están los puntos podrías irte a casa, no

tienes fiebre, y la analítica ha salido bastante recuperada,

la transfusión ha resultado positiva, eso sí, aún estás floja y

no puedes hacer demasiados excesos.

M_ Vale... ¿a qué hora me voy?

R_ ¿Por qué tienes tanta prisa hija? –la miró algo extrañada.

M_ Porque me quiero marchar de aquí.

R_ Bueno... ¿has pensado qué vas a hacer?

M_ ¿Cómo que, qué voy a hacer?

R_ Sí, tú sola con la preciosidad de niña no puedes hacer

mucho ¿no crees? –enarcó una ceja de igual manera que lo

hacía su hija-. ¿No has escuchado a Cruz?

323 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 324: QUINTA PARTE PIJA

C_ Ahí tu madre tiene razón –la miró haciendo un gesto de

interrogativa-. Si quieres puedes venirte a casa Maca, hasta

que estés recuperada creo que no deberías estar sola

debes guardar reposo.

R_ Te agradezco el ofrecimiento Cruz, pero soy su madre y

creo que me corresponde a mí cuidar de mi hija.

M_ Mamá no pienso moverme de mi casa.

R_ ¿Te lo he pedido a caso? –la miró seria-. Puedes por un

vez en tu vida a callar la bocaza y dejarte cuidar, ya no solo

físicamente, también estas emocionalmente mal y no voy a

dejarte sola ¿te queda claro? –le dijo enérgica.

M_ Clarísimo...

R_ ¡Pues ya está!

M_ ¡Pues ya está! –replicó.

C_ Bueno... pues entonces... todo arreglado... voy a hablar

con Alicia si me disculpáis para que te cure esa herida y

veamos si no hay inflamación y esas cosas que tú ya

sabes...

M_ Gracias.

R_ ¿Dónde está la niña Cruz?

C_ Está en Pediatría le están dando el biberón como Maca

estaba en rayos.

R_ ¿Puedo ir a verla?

C_ Por supuesto Sra Wilson.

324 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 325: QUINTA PARTE PIJA

R_ Por favor llámame Rosario. Ahora vuelvo.

M_ Vale –no entendía a su madre, y aquel cambio, ya le

pareció extraño cuando le dijo que quería conocer a Esther,

al nombrarla su cabeza volvió a traicionarle-. Joder... ¿qué

estarás haciendo ahora?...

Cl_ Buenos días ¿puedo pasar?

M_ Claro... adelante.

Cl_ ¿Cómo estás?

M_ Esperando si Cruz ve bien la herida me voy a casa.

Cl_ Estupendo.

M_ Si.

Cl_ Oye Maca... ¿has pensado que vas a hacer una vez te

recuperes?

M_ Pues... no... ¿por qué?

Cl_ Van a venir a hablar contigo los jefazos, estaban

esperando que estuvieras mejor, te explico, ahora mismo

vas a estar un tiempo de baja y una vez saquen a todos los

que están allí van a suspender toda ayuda.

M_ ¿Qué quieres decir?, ¿no vamos a poder volver? –la

miraba intensamente.

Cl_ Al Congo por lo que parece no en bastante tiempo.

M_ ¿Tú sabes cómo están?, no me ha mentido Cruz,

¿verdad?

325 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 326: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ No te ha mentido pero la situación es complicada,

cuando yo me iba con Cruz, nos avisaron y aún pude salir

con el camión militar, cuando me dijeron que veníais

vosotras pensé que era una locura, ¡por cierto menudo

viajito me diste!

M_ ¿Yo? –la miró sorprendida.

Cl_ Desde luego ya puede estar contenta Esther, ya... nada

más que la llamabas... no tenías otra obsesión que ella.

M_ La sigo teniendo.

Cl_ Es perfectamente comprensible, no te castigues yo sé

que hasta que no la oigas no vas a estar tranquila.

M_ No Claudia, hasta que no la tenga aquí a mi lado no lo

estaré.

Cl_ Es verdad –sonrió con un halo de tristeza-. Bueno a lo

que iba, una vez te recuperes tendrás que ponerte a

trabajar... ¿lo has pensado?

M_ No... no tengo pensado nada.

Cl_ Mira... nos van a recolocar en el Central al menos hasta

que el peligro haya pasado

M_ ¿A Esther también?

Cl_ Eso no lo sé, sé que a ti, a Vilches, a Carlos y a mí, sí.

M_ Joder... ¿y Esther?, ¿y Teresa?, ¿y los demás? –su gesto

era de una zozobra total.

326 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 327: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ A Esther imagino que le ofrecerán una plaza no sé como

están de enfermeras, Teresa... no es responsabilidad de la

organización.

M_ Mierda –se quejó-. No puedo dejar de ver a Teresa... ni a

los demás son mi gente.

R_ ¡Ya estamos aquí!, hola mami la niña guapa ya está bien

alimentadita.

Cl_ Vaya modelazo.

R_ Dile me lo ha comprado mi abuela. ¿Y a ti qué te pasa? –

le preguntó a su hija con ese tono que Claudia podía

reconocer en Maca.

M_ No nos van a dejar volver.

R_ ¿Y qué esperabas?, volver ya... Maca ahora tienes una

hija... y una hija de verdad de la que tienes que

preocuparte y cuidar, ¿no te parece que es algo irracional

volver?

Guardaron silencio, durante un rato estuvo con su hija

en brazos hablándole de Esther, Rosario la miraba y

escuchaba y entendía que sin duda aquella mujer llamada

Esther cuya madre no quería saber nada de ellas dos, era

especial, muy especial para su hija. Suspiró y cuando entró

la enfermera salió con la niña al pasillo a pasear y dejarla

dormir.

Al_ Hola.

M_ Hola.

327 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 328: QUINTA PARTE PIJA

Al_ Vengo a curarte.

M_ ¿No me digas? –no podía evitar su lado borde con Alicia.

Al_ Pues... eso me ha dicho Cruz.

M_ Ya.

Al_ Te quito el vendaje ¿vale?

M_ Sí –a Maca la cabeza parecía que le iba a explotar solo

pensaba en todo Esther allí, si volvía no le iban a dar

trabajo en el Central, tendrían que trabajar separadas,

turnos diferentes, lugares diferentes, todo diferente, ¿sería

diferente también su relación en Madrid?. La voz lejana de

Alicia la rescató-. ¿Qué?

Al_ Que voy a echarte salino.

M_ ¿Me lo vas a retransmitir todo?

Al_ Hija es que a ti no se como hablarte... me das cada

bufido.

M_ Oye... no te pases.

Al_ No, si... si yo no digo nada.

M_ ¿Te llamas Alicia, no?

Al_ Sí –dijo con cara de temor como si le fuera a caer una

buena bronca.

M_ Alicia.

Al_ ¿Qué? –seguía su mismo rostro.

M_ ¿Hay plazas vacantes de enfermeras?

328 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 329: QUINTA PARTE PIJA

Al_ ¿Aquí?

M_ Sí.

Al_ Estamos todas, aunque bueno nos vendría muy bien

alguna extra, pero como están en ese punto de ahorrar... la

jefa de enfermeras está harta porque todo es pedir alguna

más y nada.

M_ ¿Y tú qué piensas?

Al_ ¿Yo?

M_ Sí, tú –la miraba fijamente le gustaba aquella enfermera,

imaginaba perfectamente a Esther haciéndose su

protegida, y sonrió al recordar la voz de Esther cuando

enseñaba a Sissou.

Al_ A mí me encantaría que pusieran a más, así trabajaría

menos... pero no lo digo por trabajar menos, lo digo por el

estrés, estamos muy estresadas.

M_ Ah.

C_ ¿Qué tal tenemos la herida Alicia?

Al_ Pues yo la veo bien... ahora la cicatriz se te queda fijo

¿eh?, vas a tener ahí un trozo un poco chungo.

C_ Vale Alicia.

M_ La de tiempo que hacía que no escuchaba esa palabra.

Al_ ¿Chungo?

M_ Sí, chungo –sonrió de lado.

329 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 330: QUINTA PARTE PIJA

C_ Tengo todos los resultados y visto lo visto –le decía

mientras examinaba la cicatriz-. Creo que voy a darte el

alta después de comer.

M_ ¿Después de comer?, ¿no puede ser ahora?

C_ ¿Tienes algo que hacer? –la miró fijamente.

M_ No... la verdad que no... salvo esperar.

Al_ ¿Esperar el qué?

C_ Alicia –la medio riñó.

Al_ Bueno... bueno... me voy...

C_ ¿La herida de fuera está bien, la de dentro?

M_ Sangrante, hemorrágica... en estado de coma...

Cruz negó con la cabeza, sabía en parte porque se

quería ir a casa, conocía ese estado en Maca ese sufrir ella

sola sin que los demás la vieran, y le estremecía la sola

posibilidad de que a Esther le sucediera algo, sería un golpe

demasiado duro para ella, y eso la tenía preocupada de

verdad, tanto como que Vilches estaba allí, su otro yo... eso

la tenía en una situación extraña, sintiendo miedo por su

marido, pena por su amiga, tristeza por Teresa, pánico por

todos. Esas razones eran las mismas por las que Maca

quería recluirse en su casa, pero la presencia de su madre

le iba a trastocar su idea de auto flagelarse diariamente.

Cansados, ojerosos, casi mugrientos, por el sudor, el

polvo que se levantaba por las carreras de un lado a otro, la

sangre que algún de los refugiados traía, enterrar y quemar

330 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 331: QUINTA PARTE PIJA

algunos que fallecían a pocos metros de llegar, la

desolación ante lo que veían, la tristeza y el cansancio les

tenía abatidos.

Hubo un pequeño respiro donde tan solo habían una

veintena de personas, fue el momento en que Vilches

aprovechó para poder hablar con Massamba a solas bajo la

sombra ambos echados en el suelo con la espalda apoyada

en la pared, y un refresco en la mano.

V_ ¿Qué han dicho?

Ma_ Ayer y hoy decir lo mismo, estar mal y cerca.

V_ ¿Deberíamos irnos?

Ma_ Massamba no saber... es peligroso todo pero si poder ir

hoy, mejor que mañana.

V_ Lo sé –miraba alrededor-. Estamos incomunicados, y

dejados de la mano del hombre.

Ma_ Como el niño sin familia.

V_ Otro problema más Massamba, somos demasiado y

además un niño, y además...

T_ ¡Vilches... Vilches! –aparecía gritando como loca

haciendo que Esther que salía de la ducha acompañada por

su inseparable Mona, la mirara con temor.

V_ ¿Qué pasa? –preguntó mientras los dos hombres se

ponían en pie.

T_ Nsona... Nsona... ha roto aguas –sus ojos mostraban

angustia.

331 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 332: QUINTA PARTE PIJA

V_ ¡Pero aún no le toca!

T_ No.

E_ ¿Qué pasa? –llegó a ellos al ver el rostro de todos.

T_ Nsona.

Salieron corriendo hasta la habitación donde entre

Teresa y Sissou la habían llevado, Zulú estaba desesperado

tratando de levantarse al escuchar los quejidos que por

muy ahogados que pretendía Nsona no salieran de su

interior, era irremediable.

V_ No te muevas Zulú... Massamaba hazte cargo de él–

pasaron como una exhalación.

Ma_ Si Ziku... Zulú malembe –le puso sus manos en el

hombro con gesto de bonanza transmitiéndole tranquilidad.

Z_ Massamba Nsona...

Ma_ Malembe.

Lu_ ¿Nde kumonikisa? (¿Qué pasa?) apareció Lula.

Ma_ Kele Nsona, kwenda na nki ban (Es Nsona, ves con

ellos).

Lu_ Malembe Zulú.

Z_ Mono Nsona... (mi Nsona)

En el quirófano, los nervios se habían disparado,

demasiada gente para poder trabajar en un parto

adelantado.

332 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 333: QUINTA PARTE PIJA

V_ Solo quiero aquí a Esther... las demás fuera... ponle un

gotero Esther.

E_ De acuerdo, ya tengo la vía.

V_ Tranquila Nsona se ve que esta muchachita tiene prisa

por llegar al mundo.

Ns_ Oh ziku –se quejó.

V_ Duele lo sé... ahora vas a notar alivio tranquila.

T_ Vamos Sissou, dejémosles trabajar.

E_ Tranquila Nsona... estamos aquí contigo y nada va a

pasarte –le sonrió dejándole un beso en la humedecida

frente.

Ns_ Melesi –sonrió aún con gesto de dolor y también

incertidumbre ante lo que le había pasado-. Pero no llegar

aún.

V_ No pasa nada Nsona tú tranquila. Bien Esther, esto viene

complicadito... así que prepárame todo el instrumental...

E_ Claro.

Ns_ Ahhhhhhhhhhh.

V_ Bien grita todo lo necesario Nsona, no te cortes un pelo

¿eh?

E_ Venga... respira... –le pasaba un trapo por la frente.

V_ Bien... vamos allá –se sentó en el taburete mientras

Nsona se cogía al hierro de la mesa.

V_ Esther pásame la espátula.

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Page 334: QUINTA PARTE PIJA

E_ Toma –entonces la puerta se abrió y apareció un débil

Zulú-. ¿Zulú qué haces aquí?

V_ Déjalo Esther... no podemos perder tiempo en

discusiones...

Z_ Nsona... Nsona –la llamaba mientras le daba la mano con

gesto de dolor por sus heridas.

Ns_ Zulú –lo miró con los ojos vidriosos emocionada por

tenerlo ahí, en sus anteriores partos, no tuvo más que el

frío del dolor.

Z_ Todo ir bien ¿verdad ziku? –preguntó emocionado

haciendo que a Esther se le pusiera un nudo en la garganta.

V_ De puta madre... Nsona sigue mis instrucciones ¿de

acuerdo?

Ns_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó de dolor haciendo que

Zulú sintiera en su piel su propio dolor.

V_ No empujes ahora ¿vale?

E_ Venga Nsona respira y aguanta... aguanta...

V_ Esther tijera.

E_ Si.

V_ Dale vía libre al gotero.

E_ De acuerdo... ya.

V_ Nsona empuja.

334 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 335: QUINTA PARTE PIJA

Ns_ Mmmmmmmmmmm –apretaba la mano de Zulú,

apretaba los dientes, sus venas en la garganta

demostraban su fuerza para ayudar al médico.

V_ Para... vale... muy bien... Esther.

E_ Si.

V_ Prepara oxígeno.

E_ Vale –lo miró preocupada.

V_ Empuja Nsona... empuja.

Ns_ AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

V_ Ya... ya llega Zulú... otro más y la tengo–sudaba nervioso

la niña llegaba con más dificultades de las previstas.

E_ Vamos Nsona... ya está casi... venga –sonreía.

Z_ Cariño –respiraba fatigado como si él estuviera haciendo

la fuerza.

V_ La última Nsona... la última... vamos.

E_ Eso es... muy bien Nsona.

Ns_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh... –parecía que iba a

desfallecer tras incorporarse un poco volvió a caer sobre la

camilla respirando trabajosamente.

V_ Ya... aquí está... –la niña pronto rompió a llorar-. Esther...

E_ Es una niña preciosa –decía sonriente mientras Zulú

lloraba al ver como se la ponían sobre el pecho.

V_ Tengo que coser, lo siento Nsona pero la tortura no ha

terminado.

335 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 336: QUINTA PARTE PIJA

Ns_ Nsona ya no notar –decía llorando mientras Zulú le

besaba la frente y miraban a la niña aún con los restos del

parto.

E_ Dejarme que la lave y os la doy. ¿Hace falta oxígeno?

V_ No... está niña es fuerte...aunque la vamos a tener que

vigilar.

E_ Si.

V_ Bueno... ¿ya sabéis como le vais a poner? –les preguntó

mientras Esther esperaba que se la dieran.

Ns_ Si ziku.

V_ ¿Rodolfa? –preguntó divertido.

E_ Vaya tela Vilches... pobrecilla.

Ns_ Poner Maca –dijo mirando a la niña y después a Esther

mientras le daba la mano-. Maca.

E_ Gracias –le dijo apretando la mano mientras lloraba-. Le

va a encantar.

Tras arreglar a la nueva pequeña, fue presentada en

sociedad, Maquita como la bautizó Teresa fue la atracción

por algunas horas, hasta que el pequeño niño despertó con

llantos enfurecidos y tuvieron que ocuparse de él tratando

de calmarle, tratando de que los dolores fueran

menguando, y mientras lo trataban allí de pronto se puso

Monwe Esther miró a Vilches, Vilches miró a Esther, y

Teresa miró a los dos.

336 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 337: QUINTA PARTE PIJA

Nuevamente comer, nuevamente la lucha para que

aquella insípida comida pudiera ser terminada por Maca,

protestas, mal humor, rabia, ira, todo se había mezclado

tras la visita de los más altos cargos de su organización

diciéndole lo orgullosos que estaban de ella, y ella que les

plantó cara exigiéndoles que movieran el culo y sacaran a

la gente de allí, que miraran un poco más por los suyos y

dejaran tanta hipocresía. Rosario sonreía porque su hija

tenía una fuerza y un coraje increíbles, pero también sabía

que estaba muerta de miedo ella mejor que esos dos tipos

trajeados sabía que podía estar ocurriendo allí y sin duda, el

pánico se reflejaba en su cara cada vez que hablaba de ello.

M_ ¡Me gustaría saber que coño hace Cruz que tarda tanto!

R_ Se puede decir lo mismo sin tacos.

M_ Mira mamá... –protestó.

R_ Me callo... pero...

C_ Vamos Maca –apareció en la habitación emocionada,

ansiosa.

M_ Joder por fin apareces, hace una hora que debería

estar…

C_ Calla y pasa a la silla de ruedas –la interrumpió.

M_ ¿Qué ha pasado?

C_ Nada pero tengo que llevarte a mi despacho, Rosario...

volvemos en seguida si quiere ir preparando la cosas… ya

tengo el alta –le decía mientras se iba corriendo empujando

337 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 338: QUINTA PARTE PIJA

a una Maca que ponía cara de cierto cague al ver como

manejaba la silla-. Por favor apártense.

M_ Cruz por favor que voy a vomitar la mierda que he

comido, ¡me estás mareando!

C_ ¡Qué pelmaza estás!, la verdad que me da pena tu

madre... aguantarte va a ser un infierno.

M_ Mira Cruz... que se hubiera quedado en su casa... ¿yo se

lo pedí?, no… pues ya está… ¿me puedes decir dónde

vamos?

C_ Ya te lo he dicho –se giró dando una vuelta rápida a la

silla para abrir de culo la puerta del despacho.

M_ Hostia Cruz –volvió a protestar antes el movimiento

brusco cogiéndose de los brazos de la silla.

C_ Ya está... ya está...

M_ Ya está… ya está dice…

C_ ¡Ahora! –sonrió ampliamente.

E_ ¿Maca?... ¿me oyes Maca?...

A Maca se le aceleró el pulso, le empezaron a temblar las

manos, los ojos se llenaron de lagrimas y su boca se

entreabrió parecía que iba a morir de un momento a otro,

todo su mundo se había desvanecido, era Esther, la voz de

su Esther allí susurrándole no la podía ni ver ni tocar, pero

era ella. Esther.

A Esther quien estaba con el ordenador encendido una

vez finalizaron con los problemas del niño, y dejaron

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Page 339: QUINTA PARTE PIJA

tranquila a Nsona para que pudiera descansar, una vez

había pasado el susto y la aceleración la adrenalina pura,

como siempre le daba el bajón el momento de ver de darse

cuenta que estaba sola, que iba a la cabaña y allí no estaba

Maca para darle un masaje, o para decirle que lo había

hecho bien, o simplemente para abrazarla y relajarla. Ni

tampoco estaba Maes para tomarla en sus brazos y

compartir los momentos con Maca. Con las lagrimas

saliendo de sus ojos con total libranza miraba las fotos, a su

lado Mona comiendo un plátano y al otro lado, Valiente con

el camisón de Esther de encaje negro. Cada vez que

aparecía Maca, ambos animales aullaban despacito, lo

mismo que aullaba su corazón llamándola, y era así como

sin más pasaba la yema de su dedo por la pantalla sobre la

cara de Maca, sobre su boca tan sensual, sobre su nariz

larga pero perfecta, sobre su cuerpo que había devorado

veloz y lentamente, estaba allí en la pantalla, pero no

estaba a su lado para acunarla.

T_ ¡Esther rápido!

E_ ¿Qué pasa ahora? –en su rostro se mezclaba la tristeza

con el cansancio, dejó a un lado el ordenador y se

levantaron los tres de la cama.

T_ Acompáñame –sus ojos la delataron.

E_ ¿Maca?

T_ Sí –sonrió ampliamente-. Pero nada de llorar, ni nada de

mostrarte mal… por favor… Cruz dice que está muy triste.

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Page 340: QUINTA PARTE PIJA

E_ Vale… vale.. –corría.

T_ Espérame –le decía corriendo tras ella con dificultad.

V_ Si Cruz, de acuerdo ya se pone ella. Va a buscarla pero

escúchame está bastante mal de animo así que trata de

cómo sea hacerle ver que estás bien y que la extrañas pero

no le cuentes la cara que tienes, ni tus ataques de histeria,

¿vale?

E_ Sí, claro –decía nerviosa.

V_ Te dejamos intimidad.

T_ Pero… -fue a protestar.

V_ Teresa…

T_ Dale un beso de mi parte y dile que la quiero…

Y así se había quedado allí sintiendo un frío extraño,

era la primera vez que iba a hablar con ella sin tenerla

delante, sentía que su corazón trotaba desquiciado, que le

sudaban las manos y se le secaba la boca. No quería llorar

pero las lagrimas las tenía al borde de los lagrimales,

estaba a punto de ponerse a gritar, pero debía contenerse.

Cuando oyó la voz de Cruz que tras apretar el botón

puso en marcha el sistema del ordenador, su cuerpo se

erizó de pies a cabeza, se tensó como la cuerda de un

violín, sus ojos parpadearon insistentemente esperando

escuchar la voz, esa voz que la volvía loca.

E_ ¿Maca? –silencio-. ¡Maca!

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M_ Sí, cariño… eres tú –susurró emocionada tratando de no

llorar.

E_ Sí mi amor… ¿cómo estás?, dime –ansiaba saber y saber

que estaba dentro de lo malo lo mejor posible.

M _Bien, no te preocupes mi amor... estoy bien.

E_ ¿Y la niña?

M_ Bien, bien estamos bien las dos –sonreía emocionada

mientras fruncía los labios y a Cruz se le llenaban los ojos

de lagrimas de la emoción.

E_ ¿Seguro?

M_ Sí, Cruz me ha dado el alta me voy a casa.

E_ ¿Sola?

M_ No, se viene mi madre conmigo.

E_ Maca… Maca… mi vida… te echo de menos –no pudo

evitar decirlo mientras la congoja le subía del estómago

hasta su garganta.

M_ Yo también pero debemos ser fuertes cariño seguro que

estamos juntas pronto.

E_ Si, seguro que si los chicos lo están intentando… quieren

llevarme donde sea.

M_ Esther cariño, prefiero que te quedes si es más seguro,

que no te arriesgues no me lo perdonaría nunca.

E_ Maca –le susurró totalmente dependiente a ella-. Te

quiero tanto.

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M_ Y yo, no lo olvides, sé que va a ser más duro para ti

ahí… pero piensa que hagas lo que hagas, yo estoy a tu

lado ¿vale? –le dijo con los ojos repletos de lagrimas.

E_ Sí –frunció los labios, se le formó una arruga en la frente

por el dolor que sentía en ese momento por querer

controlar y no poder el llanto-. Y tú igual mi vida, por la

noche cuando me acuesto murmuró un te quiero como

solíamos hacer.

M_ Yo también – se mordió el labio inferior tratando de

controlar un ligero temblor que se había apoderado de él.

E_ Lo siento en mi corazón a pesar de la distancia… y estoy

segura que pronto estaré contigo –trató de mostrarse

serena a pesar de sentir como volaba su corazón a mil por

hora.

M_ ¿Cómo están los demás? –preguntó dándose una tregua

entre tanta efusividad.

E_ Tengo algo que contarte –se movió un poco en la silla

retirando con sus manos las lagrimas que tenía en los ojos-.

Nsona ha tenido la niña.

M_ ¿Ya? –hizo el mismo gesto con sus manos que

anteriormente lo había hecho Esther, limpiar sus lagrimas y

preocupada agregó-, pero si no le tocaba aún.

E_ No, pero la niña ha nacido fuerte, quizá nos equivocamos

un mes y es ocho mesina.

M_ ¿Y cómo es?

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Page 343: QUINTA PARTE PIJA

E_ Muy guapa… ¿y sabes cómo se llama? –sonrió

imaginando la emoción que iba a causar en ella.

M_ ¿Cómo?

E_ Maca… se llama Maca.

Su rostro no pudo evitar una mueca repleta de

emoción, sin duda aquella gente era especial, y por eso le

daba más rabia haber escuchado de los jefazos sus

palabras, no se puede ayudar en esas condiciones, dejando

al amparo de los guerrilleros lo que pudiera ocurrir.

E_ ¿Estás ahí Maca?

M_ Sí… -sonrió emocionada.

E_ Quiero que estés tranquila, que lo tenemos todo bajo

control, no va a pasar nada ¿vale? –le decía no muy

convencida aunque trató de reflejar total seguridad-. Quiero

que te recuperes bien cariño.

M_ Me muero de ganas por verte.

E_ Y yo –sonrió triste-. ¿Y Maes, me echa de menos?

M_ Muchísimo… llora y las enfermeras no saben que

hacerle… no saben que le falta la nana desafinada de su

mami –sonrió.

E_ Que mala eres –sonrió también mezclándose su sonrisa

con las lagrimas-. Teresa me ha dicho que te diga que te

quiere mucho.

M_ Dale un beso fuerte de mi parte.

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E_ Vale…

C_ Chicas lo siento pero… os queda un minuto –dijo algo

consternada por tener que mediar entre ellas.

E_ Maca prométeme que te vas a animar y a recuperar

bien.

M_ Y tú prométeme que te vas a cuidar mucho, ¿sabes por

qué?, porque te necesito mi vida, la vida sin ti no vale nada

–lloraba sin esconder su dolor-. Te necesito y te quiero

como jamás he querido a nadie.

E_ Yo también, quiero que no lo olvides nunca, que no

olvides lo mucho que te quiero, pase lo que pase no lo

olvides.

M_ Volveremos a hablar pronto y seguro que entonces ya

sabemos cuando vienes.

E_ Seguro que sí, por favor cuidaros mucho… Cruz

cuídamela…

C_ Tranquila Esther…

M_ Te quiero Esther… te quiero mucho.

E_ Y yo Maca… todas las noches hasta que estemos juntas

de nuevo, piensa que te quiero por favor.

M_ Lo mismo digo.

E_ Vale ya joder que menudo drama estamos teniendo.

M_ Si –sonrió con pesar-. Es cierto.

E_ Nos libramos que no está aquí Vilches –sonrió.

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C_ Oye Esther… cuídamelo tú ¿eh?

E_ Descuida… así lo haré.

M_ Te quiero mi vida –se empezó a escuchar un pitido que

daba por finalizada la conversación.

C_ Venga Maca.

M_ Joder... ¡joder! –exclamó repleta de rabia.

No pudo decir más, se aferró al cuello de su amiga a

llorar, le había encantado hablar con Esther pero de la

misma manera le había hecho recordar todavía más

intensamente su dolor, mientras lloraba la llamaba, y Cruz

no podía evitar en su gesto la pena.

Por su parte, Esther se había quedado con los brazos

sobre la mesa cruzados, y sin poder hacer más, se entregó

al mismo llanto que Maca tenía, a ella fue Teresa quien la

trató de consolar, pero sin palabras porque no las había, tan

solo con un abrazo con el tacto, con el cariño de amiga, de

madre.

Dos días más habían pasado para una y otra, ambas

parecían dos fantasmas, tan solo Esther reaccionaba

cuando había que trabajar, y desgraciadamente el trabajo

se les estaba multiplicando por días. Las comunicaciones

seguían del mismo modo, a penas podían hablar con Dávila

y mucho menos habían podido volver a comunicarse con

Maca ni Cruz.

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Aquella noche frente a la fogata, Vilches y Esther se

habían quedado solos, a ambos la incertidumbre del día a

día los estaba volviendo más vulnerables que al resto,

porque no veían salida a pesar de no reconocerlo, era tal

como lo sentían y ambos tenían su vida en España.

E_ Otro día más sin poder hablar –rompió el sonido del

crepitar del fuego con su voz apesadumbrada.

V_ Si...

E_ ¿Cómo conociste a Cruz? –le preguntó tras dar un trago a

ese otin funfun del que no soportaba el sabor pero le

ayudaba a olvidar aunque tan solo fuera unas horas.

V_ La conocí en quirófano, sus ojos me perdieron... me dio

una bronca porque llegue tarde a pesar de ser yo el

director –sonrió de lado moviendo en el vaso su bebida.

E_ Se le ve una gran mujer, Maca habla muy bien de ella

siempre.

V_ Si, ellas se llevan muy bien –dio también un trago de la

misma bebida-. No te emborraches demasiado, solo lo

suficiente.

E_ Vale, lo tendré en cuenta –resopló fuertemente.

V_ Saldremos de aquí, tranquila...

E_ ¿Sabes lo que pienso Vilches?, que la vida me está

demostrando con hechos todo lo que yo no creía.

V_ ¿Cómo qué?

E_ ¿Quieres saberlo? –lo miró divertida-. Te voy a aburrir.

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V_ No... me interesa estoy por estudiar psicología femenina,

sois un portento los hombres no pensamos tanto y las

mujeres llegáis a conclusiones muy interesantes.

E_ Pues yo pensaba que el amor verdadero ese que te hace

sentir en una nube, que a pesar de que pase el tiempo

perdura, que puedes sentir que te mueres si te falta esa

persona a la que amas.

V_ Que sientes como quema el corazón.

E_ Si, y notas como la sangre se hace más líquida y lo

golpea una y otra vez.

V_ Haciendo que sientas que duele.

E_ A pesar de que digan que no duele el corazón –le dijo

enarcando las cejas y poniendo gesto muy serio-. Pues en

todo eso yo no creía, cuando tuve novio pensé que la vida

era eso que él me ofrecía, pero yo que soy una soñadora

irremediable, no podía soportar esa vida, cuando lo perdía

de vista me alegraba, me tranquilizaba.

V_ Y ahora sientes morir.

E_ Exacto, ahora lo único que quiero es marcharme de aquí,

poder abrazar a Maca, tan solo pido eso Vilches, abrazarla –

decía llenándose sus ojos de lagrimas.

V_ Te entiendo... yo he tenido otra mujer con la que me

casé, después nos divorciamos y me líe con otra, pero

nunca sentí lo que siento por Cruz, jamás me he sentido tan

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vacío como cuando no está a mi lado y si no fuera que amo

tanto esta tierra y esta gente te aseguro me volvería loco.

E_ Yo creo que sí se puede uno volver loco de amor –se

limpió la cara con el dorso de la mano.

V_ Completamente de acuerdo.

E_ Yo no puedo dormir, cierro los ojos y me duele todo

porque no está a mi lado.

V_ Es que Maca es mucha Maca.

E_ Maca lo es todo, significa todo para mí. Maca es el centro

de mi Universo ¿y sabes?, quiero que lo sea toda mi vida...

no sé lo que me queda de ella, pero la quiero ahí justo ahí

en el centro siendo ella la protagonista –decía con rabia,

con contundencia y mucho dolor.

V_ Yo siempre pensé que Maca era un caso perdido ya, pero

tú has conseguido lo que nadie, y te aseguro que si tú

sientes esto, ella siente lo mismo por ti.

E_ Lo siento si, ella me lo hace sentir a pesar de la distancia

–dio otro largo sorbo.

V_ Damos pena Esther.

E_ Si... totalmente de acuerdo Vilches –apoyó su cabeza en

el hombro de su compañero de penas-. Dime la verdad...

¿crees que podremos salir de aquí?

V_ Como mañana no nos vamos a acordar te lo diré, no.

E_ Yo tampoco, pero me conformo si puedo hablar con

Maca.

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V_ Yo también.

E_ Pero lo estamos haciendo bien, ¿no?

V_ Sí Esther... muy bien.

E_ A Monwe ese pequeño le está devolviendo la sonrisa.

V_ Si, pero en el caso que tengamos que salir cagando

leches, somos demasiadas personas para hacerlo con un

camión y una cafetera.

E_ Ay la cafetera que lindos recuerdos me trae... ¡Dios

cómo me reí después, claro! –acentuó levantando el dedo al

aire-. Con la goma en el tubo aquel, debiste ver la carita de

mi niña... era para comérsela pero entonces a mí no me

gustaba.

V_ Así es la vida porque ahora te gusta demasiado.

E_ Tú lo has dicho.

V_ Brindemos por las dos mujeres más maravillosas que

pudieron tocarnos en la vida.

E_ Por ellas –alzaron sus vasos y dieron el último trago-. Por

ellas.

V_ Por ellas.

Se quedaron un buen rato más allí mirando las

estrellas y aguantando una fina lluvia tan suave que les

gustaba el roce en su piel, total irse a la cama para dar

vueltas añorando su pareja daba lo mismo, al menos allí

podían contemplar la maravillosa noche que les estaba

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regalando quien contrariamente tanto les estaba haciendo

sufrir. África.

Una semana después de aquel brindis, mientras ellos

se preparaban a afrontar su día, en Madrid, en el cuarto de

curas una Maca cabreada con el mundo entero esperaba a

que Alicia junto a Cruz terminaran de curarla:

C_ Mira Maca así no ganas nada, no podemos hablar con

ellos y mientras sigan así no vamos a poder.

M_ Claro y tengo que quedarme tan tranquila, ¿no?

C_ Pues así no adelantas nada, no sé como tu madre te

aguanta.

M_ Perdona, no sé como la aguanto yo a ella, deberías ver

como me ha puesto la casa de juguetes, de ropa y de

muñecos, Maes no necesita nada de eso, necesita a su

madre –Alicia la escuchaba atentamente.

C_ Pero su madre está en África y con tu mal genio no

ayudas Maca, no ayudas.

Al_ Ya está Cruz.

C_ Bien... esto está perfecto, una semanita más y te quito

los otros, deberías empezar con la rehabilitación.

M_ En casa hago.

C_ Pero en casa no se hace igual que aquí –la miró un poco

harta de ella.

M_ No puedo más Cruz... está angustia me va a matar.

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C_ Lo que necesitas es trabajar.

M_ Lo que necesito es a Esther.

C_ Pesada ¡Dios!

Alicia las miraba a una y a otra sin entender pero

sacando sus propias conclusiones, así que cuando salieron

fuera de la sala de curas esperando que volvieran para

sacarle sangre, Alicia le preguntó con algo de temor.

Al_ ¿Es lesbiana?

C_ ¿Y esa pregunta?

Al_ Es que si no te la hago reviento, solo habla de Esther.

C_ ¡Vaya te has dado cuenta! –protestó algo alterada y

Alicia se tapó un poco con su carpeta-. Perdona es que me

tiene atacada... como si solo ella tuviera allí a alguien,

joder, no sé que va a pasar si les ocurre algo.

Al_ Esta mañana no han dicho nada Cruz.

C_ Que no lo digan en el telediario no quiere decir nada –le

decía tajante.

Al_ Solo era por animar –le dijo a modo de disculpa.

C_ Gracias... es que Maca me saca de quicio.

Al_ A mí también –sonrió-. Pero no se lo digas.

Nuevamente la campana, nuevamente los gritos, así

se despertó Esther con un tremendo dolor de cabeza otra

borrachera no era lo que ella quería, pero era lo que le

ayudaba a pasar las horas, se acostaba con Teresa y la

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mujer preocupada por ella ya no sabía que hacer, así que

siguiendo las instrucciones de Vilches la dejaron perderse

por las noches. Trataba de encontrarse al despertar, aquel

maldito sonido, aquella maldita campana que le decía más

barbarie, más peligro, más dolor. Se levantó y al salir se

encontró nuevamente con la aldea llena, sangre, gritos,

lloros, suplicas, dolor... sintió que su estómago como todas

las mañanas que se debía enfrentar a aquello le avisaba

que estaba al borde del ocaso, debía salir corriendo y

vomitar, se lavaba lo más rápido posible y con maletín en

mano, ojeras profundas y casi siempre gesto de rabia pero

concentrado ayudaba a Vilches, curaba por si misma,

mandaba a Sissou, renegaba e insultaba a diestro y

siniestro.

E_ ¡Teresa!... ¿dónde está Massamba?

T_ Fueron a pescar nos estamos quedando sin reservas.

E_ Me cago en la puta.

T_ ¿Qué te pasa?

E_ Creo que hay un anciano que no va a sobrevivir.

T_ Ya –admitía triste.

E_ Joder.

Nm_ Mwasi Esther, tu corazón está triste, tus palabras

duelen... tranquila o tú enfermar.

E_ Nmaba... no lo soporto...

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Page 353: QUINTA PARTE PIJA

T_ Mira cuantos niños y todos llorando... ¿qué podemos

hacer? –preguntaba desesperada ante la situación.

E_ Espera –le dijo saliendo con prisas hacia su cabaña.

V_ ¿Dónde está Esther? –le preguntó cansado.

T_ Ha ido a su cabaña.

V_ Nmaba por favor necesito ayuda... ¿puedes ayudar a

morir?

Nm_ Sí.

V_ Te llevo.

Nm_ Claro.

V_ ¿Y eso? –preguntó boquiabierto al ver salir con el sudor

impregnado en su ropa, el rostro enrojecido y su gorra, tras

ella Mona con gorra, gafas y camisa, más atrás Valiente con

el camisón de encaje-. ¡Miras esto y es como si

estuviéramos en el circo!

T_ Mira que eres malo.

E_ Sissou ayúdame –dijo haciendo un aspaviento.

V_ Más vasos de... ¿qué es eso Teresa?

T_ Dios... Dumbo –susurró atónita mientras veía como los

niños la miraban extrañados.

V_ Esto es muy fuerte, la pija es muy fuerte...vamos

Nmaba.

T_ Es única –sonrió al verla con los vasos y su gran sonrisa.

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Page 354: QUINTA PARTE PIJA

Los niños fueron cambiando sus llantos por gesto de

asombro ante unos vasos blancos con un elefante y unas

orejas que ellos no habían visto jamás, lo miraban tan

extrañados como aquella mwasi mondele que los llevaba

con una sonrisa enorme, y que les hablaba de forma muy

rara, tan rara como la mona que la perseguía, y como el

mono que daba volteretas con su vestido de encaje. Así

entre los animales, los vasos y Esther, consiguieron calmar

los llantos, mientras Nmaba ayudaba a morir a aquel

anciano que había luchado por llegar pero se había

quedado sin vida a mitad camino.

En el despacho de Cruz, lo intentaban pero no había

manera de volver a conectar, el desespero de Maca lo tenía

que soportar Cruz, y también Claudia que se había unido a

ellas. Estaban allí luchando con las ondas cuando tocaron a

la puerta.

C_ Adelante.

Ca_ ¿Se puede? –asomó la cabeza un sonriente Carlos.

M_ ¡Tú qué haces aquí! –le espetó con rabia poniéndose en

pie y haciendo un gesto de dolor al andar sin muleta.

C_ Maca por favor... siéntate –le dijo cerrando los ojos.

Ca_ Vaya bienvenida... parece que estamos destinados a

encontrarnos ¿eh Maca?

C_ Carlos... ¿cómo has llegado?

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Page 355: QUINTA PARTE PIJA

Ca_ Pues salí desde Brazaville, la verdad que allí no hay

problemas.

C_ Claro... pero el problema es llegar.

Ca_ ¿Siguen en la aldea? –su gesto mostró una sincera

preocupación.

M_ Sí, porque los pringaos son los que lo pasan mal.

Ca_ ¿Qué quieres decir Maca?

C_ No quiere decir nada –la miró seria.

Cl_ Anda vamos Carlos, y me cuentas.

C_ Quiero ver a los niños... tengo muchas ganas.

Cl_ Si. Hasta luego chicas.

C_ Adiós.

M_ Cabrón...

C_ Vaya cariño le tienes.

M_ Debías ver como le echa los tejos a Esther... el muy

cabrón.

C_ ¡Bueeeeeeeeeno! –se quejó.

M_ Me voy a casa, necesito estar con mi hija, hoy tampoco

parece que podamos, hace una semana Cruz, una semana

que hablé con ella, llevo catorce días sin verla... ¿sabes lo

que es eso?

C_ ¿Quieres que te diga cuánto tiempo llevo yo sin ver a

Vilches?

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M_ Lo siento... a veces se me olvida.

C_ Maca te dije que si pierdes el norte, estás derrotada por

el paso de los días, no puedes estar así... ¿entiendes?

M_ Sí, ¿pero cómo hago?

C_ Pues como yo... asumiendo que están allí y que todo va

a ir bien confiando que así sea, de lo contrario nos

volveremos locas y no podemos Maca…

M_ Ya...

C_ Oye hace días te quería comentar... ¿sabes algo de la

madre de Esther?

M_ Nada... desde el día que vino no se nada... debe estar

muy ofendida.

C_ Dale tiempo.

M_ Podía interesarse por ella ¿no?, digo yo porque si no

quiere hablar conmigo podría hacerlo contigo.

C_ Bueno... vamos a darle la oportunidad de que lo vaya

digiriendo.

M_ Me duele que ni siquiera le importe su nieta.

C_ Ay Maca... la vida ya sabes que no es fácil... tú lo sabes

bien. Se ha encontrado de golpe que a su hija de repente le

gusta una histérica como tú –le dijo en tono de burla

mientras Maca la miraba entrecerrando los ojos-, y que a

demás es abuela de una niña.

M_ Pues no veo donde está el problema.

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Page 357: QUINTA PARTE PIJA

C_ Voy a preguntarte algo, si quieres me contestas sino, no.

M_ Es sobre Julia, a ti también te parece extraño que no

haya aparecido a darme la lata.

C_ Si, me he asegurado que no estaba aquí su marido,

bueno ya sabes se separó pero pensaba que quizá si estaba

él le costaría más pero... no está y no ha aparecido.

M_ Aparecerá –dijo con tranquilidad.

C_ Maca...

M_ Tranquila... no pasa nada lo que menos me preocupa

ahora es ella te lo aseguro.

C_ Vale pero no dejes que te haga daño.

M_ No... ¡joder Carlos aquí y Vilches con Esther y los demás

allí!

La tarde había caído, volvían a estar solos en la aldea,

habían enterrado a tres personas más, los niños se habían

marchado contentos con sus vasos... aprovecharían la

noche para caminar hasta la próxima aldea, llegarían y

pedirían ayuda, así, hasta estar seguros que habían huido lo

suficiente ¿cuánto era lo suficiente?, una pregunta que

nadie sabía responder.

V_ Oye lo de los vasos de Dumbo un puntazo.

E_ Si –sonrió ampliamente.

V_ Los piolines estuvieron bien pero con esto te has

superado.

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E_ Si... –sonrió forzadamente-. Estoy agotada Vilches.

V_ Y yo.

T_ A cenar chicos –les gritó desde la puerta de la cocina.

E_ ¿Nsona ha cenado ya?

T_ Sí, Zulú ya está casi en forma y se ocupa de cuidar a la

pequeña... está de un baboso.

E_ Su primera hija –sonrieron las dos-. No es para menos.

Mo_ Uhhhhhh.

E_ ¿Qué te pasa?

Mo_ Prrrrrrrrrrrrrr –le sacó la lengua.

E_ Ya sé que pasa a mi Mona querida.

T_ ¿Qué le pasa?

E_ Se ha quedado sin vaso Dumbo.

Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó enseñando los dientes.

E_ Anda toma –sacó uno de su bolsillo.

Mo_ Ahhh ahhhhhh ahhhhhhhh –saltaba contenta.

T_ Bueno vamos a cenar.

Ma_ Ziku... ziku –gritaba Massamba saliendo del hospital.

V_ ¿Qué pasa?

Ma_ Bárbara radio.... como loca.

T_ ¡Bárbara! –cruzó sus manos sobre el pecho contenta al

escuchar su nombre.

E_ Vamos –salieron todos corriendo hacia la radio.

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Page 359: QUINTA PARTE PIJA

V_ ¿Bárbara?

Ba_ Vilches... huir.... huir.... están aquí Vilches huir –gritaba

como loca mientras de fondo se escuchaban gritos-. Mi

aldea... fuera Vilches.

V_ ¿Bárbara?... ¡Bárbara!

Gritó pero no hubo respuesta, las miradas de todos

reflejaron pánico.

Cuando Maca llegó a su casa, lo hizo con un nudo en el

estómago, ver a Carlos allí le había provocado acidez, él

había tenido suerte y había podido huir su zona aún no era

conflictiva. Subió en el ascensor recordando como hacía

siempre la sonrisa de Esther, su sonrisa su brillo en los ojos.

Abrió la puerta y al entrar vio a Encarna sentada allí, la miró

sorprendida precisamente estaba allí cuando había hablado

con Cruz de ella. Exhaló un profundo suspiro y le preguntó:

En_ ¿Sabes algo de mi hija?

M_ No.

En_ ¿Nada?

M_ Nada... lo último que sé es que estaban bien pero seguía

el conflicto –le hablaba seria pero más por lo que debía

decirle que por ser ella.

En_ Gracias.

Se levantó y seguida por Rosario se marchó, Maca

suspiró no había forma de que aquella mujer le diera una

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sola oportunidad, al verla, Rosario le dijo tocándole la cara

con cariño.

R_ Dale tiempo.

M_ ¿Ha visto a la niña?

R_ Sí, la ha visto.

M_ ¿Y?

R_ Son demasiadas cosas para entender Maca... no

podemos juzgarla.

M_ ¿Por qué has cambiado tanto? –la miró con el cejo

fruncido.

R_ Porque rectificar es de sabios, y llevo mucho tiempo

sufrido desde que te fuiste, he aprendido a verte de otra

manera, eres mi hija lo demás no me importa Macarena.

M_ Mamá... no puedo soportarlo... no puedo –decía

abrazándose a ella.

R_ Todo va a ir bien.

M_ Tengo un mal presentimiento.

R_ Hija... acuéstate, no puedes hacer esfuerzos y mientras,

te preparo algo para tomar.

M_ No tengo apetito.

R_ Aunque sea un filete de pechuga... venga...

M_ Estoy con Maes.

R_ Vale.

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Page 361: QUINTA PARTE PIJA

Entró a la habitación con esa sensación de miedo, la

niña jugaba con el sonajero que su abuela Rosario le había

comprado para la cuna. Allí divertida ajena a los

presentimientos de Maca, ajena a los problemas en la aldea

pero sintiéndose fuera de lugar en los atascos de la ciudad,

en las prisas de la gente, en las malas maneras, en la

soledad de aquella habitación.

M_ Cariño... –la cogió en brazos mirándola con enorme

cariño y la besó acostándose con ella en la cama como

solían hacer en la cabaña, la niña se acomodó a su pecho y

gorgoteo-. ¿Verdad qué no le va a pasar nada a mami?,

¿verdad?, ¿verdad que está angustia que tengo tan solo es

mi propia sugestión?... Maes cariño todo va a ir bien y

pronto estará en casa... ya lo verás...

En el hospital las palabras de Bárbara habían dejado a

todos de piedra como si hubieran echado raíces, ninguno se

movía. Hasta que el primero en reaccionar fue Vilches.

V_ Tenemos que irnos, si han llegado a ellos, aquí pueden

plantarse en tres horas... ¡vamos!

Ma_ Ziku camión preparar –le dijo perdiendo su habitual

tranquilidad.

V_ Rápido no hay tiempo que perder.

E_ ¿Pero qué vamos a hacer? –los miraba aterrada.

V_ Escapar.

T_ Bárbara –susurró con los ojos repletos de lagrimas.

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Page 362: QUINTA PARTE PIJA

E_ Vamos Teresa no podemos perder tiempo... vamos...

seguro que sale de allí –le decía angustiada mientras se

abrazaban fuertemente.

Zu_ Ziku, Nsona y mi niña... –su rostro reflejaba el miedo a

perder, a perder lo querido.

V_ Tranquilo lo vamos a hacer bien ¿eh?, tranquilo... Dib

rápido llenar el depósito del camión y la cafetera –les

gritaba mientras la tensión iba subiendo, se pasó la mano

desesperado por la cabeza-. Teresa, carga capazos con

comida...

E_ ¡Teresa reacciona! ¡Teresa! –le gritó mientras la

zarandeaba al ver que estaba en shock y no hacía nada.

T_ Voy…voy… ¡ay Señor!

V_ Sissou pon en dos maletines lo más preciso... vamos...

una vez lo tengas lo pones en el maletero de la cafetera –

salió hacia fuera para ayudar a los hombres.

E_ Los animales... –susurró.

V_ No podemos hacer nada... se comerán la vaca al menos

estarán distraídos y sacamos tiempo.

E_ Pobre Lucero –musitó con dolor viendo el animal

tranquilo mientras comía.

Mo_ Ziku... ziku...

V_ Monwe tú llevas al niño.

Mo_ Melesi –le dijo agradecida con los ojos repletos de

lagrimas.

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Page 363: QUINTA PARTE PIJA

V_ Nmaba, el perro y Bendi las primeras...

E_ Tendrá que subir Zulú y Nsona tendrá que ir en el suelo,

recuerda que sigue de reposo.

Ma_ Ziku sacar todo del camión poner lugar para todos.

T_ La comida... el agua... hay que llevar agua para los

niños.

Yi_ Yo sacar del pozo mami –se prestó Yildas tan nervioso

como el resto.

Lu_ ¿Dónde llevar? –los miró con terror en sus ojos, el terror

de lo vivido.

V_ Hay unas vasijas de barro, ¿te han quedado vasos?

E_ Sí.

V_ Massamba piensa ¿qué hacemos?

E_ Vilches... ¿nos llevamos las tiendas campaña?

V_ No Esther... no podemos cargar más que lo necesario.

T_ Toma... aquí hay comida... pero no tenemos reservas

casi –aparecía Teresa con un capazo con lo más

imprescindible.

Si_ Yo llevar –se mostraba como el resto alterada y con

gesto muy serio.

E_ Esto es una puta mierda. Los niños...

Ma_ Primero subir niños, Nmaba, Bendi, niños y Nsona con

Zulú.

V_ No hay sitio Massamba.

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Page 364: QUINTA PARTE PIJA

E_ Tú y yo en la cafetera.

V_ Aún así.

T_ No importa iremos como podamos –apuntaba con su

tono repleto de angustia Teresa.

V_ Venga... venga... venga... –gritaba como loco.

E_ Mona... Valiente... ¿dónde está Bartolo?

Mo_ Ahhhhhhhhhhhh -decía agitando los brazos tan

histérica como el resto de gente.

V_ Esther no podemos llevarlos –le dijo con gesto duro.

E_ Ellos se vienen arriba de la cafetera, así nos avisan si los

ven.

Ma_ No hay tiempo... no hay tiempo –les decía apremiando

el momento.

V_ ¿Habéis subido a los niños?

Ma_ Todos... ¿y mami? –preguntaba nervioso con el gesto

adusto, con la mirada ensombrecida por el miedo.

E_ Está en la cocina... mi ordenador, la cámara, las fotos.

V_ No Esther... nada –su gesto de estrés, de miedo asustó a

Esther-. ¡Teresa vamos!

E_ Mierda las fotos de Maca, la niña...

Yi_ Armas ziku.

V_ Dame... no sabemos nada ni cuantos son... no podemos

perder tiempo –su gesto era turbado y repleto de

preocupación.

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Page 365: QUINTA PARTE PIJA

Ma_ Ir ziku ir.

T_ Ya está esto es lo último –traía con la ayuda de Siya y

Ngouabi dos cestos más con toda la comida que tenían.

Ma_ Ziku hay problema... no cabemos –apareció un

Massamba con gesto atormentado.

V_ Lo sabía... joder... lo sabía... ¿Esther donde coño estas?

E_ Voy –gritó desde la cabaña donde nerviosa sacaba las

tarjetas y antes de marcharse se giró dándose la vuelta y

observando la cabaña que había sido su paraíso de amor-.

Maca ayúdame a encontrarnos cariño.

Ng_ Yo ir con Louabi detrás... no importar como.

Ma_ Es demasiada gente –lo miraba preocupado.

Ng_ No importar... todos aguantar –trata de animar algo a

su maestro que seguía mostrando su pánico ante la

situación-. Todo bien Massamba... no preocupar.

V_ Vosotros iréis primero nosotros detrás Massamba,

comprobar la radio, Esther… mira a ver, asegúrate que

funcione. ¡Me cago en la puta que los parió! –gritó con toda

su rabia al cielo mientras el camión se ponía en marcha.

Maca dormía junto a ella Maes que también lo hacia

tranquilita, de pronto a Maca una pesadilla la inundó y de

un salto se sentó en la cama temblando, sudando, casi

llorando.

M_ Esther...

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Page 366: QUINTA PARTE PIJA

Tras tratar de distribuirse de la mejor manera posible

partieron en busca de hacer lo que habían hecho todos los

que habían pasado por su aldea, huir con tal de salvarse, de

poner a salvo su vida, la vida de todos los que huían a

cambio de la incertidumbre del camino y de lo que ocurriría

a partir de ese momento.

En la parte trasera del camión, las mujeres, los niños, y

Louabi que con el fusil señalando hacia el exterior vigilaba

junto a Ngouabi con gesto concentrado y serio el camino

que iban dejando a pesar de la oscuridad. El silencio dentro

era aplastante, las mujeres preferían mirar el suelo para no

asustar a los niños que iban algunos dormidos, ninguna

hablaba, optaban por mantener ese silencio para estar

atentos a cualquier cosa que pudiera ocurrir fuera,

cualquier sonido extraño o cualquier voz de alerta.

En la cafetera, Vilches la manejaba como podía, la luz

era tan pobre que a penas podía ver por donde pasaban, a

veces se daban un buen coscorrón pero ninguno decía

nada, ninguno era capaz de decir palabra que pudiera

tranquilizarles, pensaban en

Bárbara, en lo que podía haber sucedido, afortunadamente

para ellos su aviso les había dado ventaja sobre los

perseguidores. Arriba, Mona, Bartolo y Valiente agarrado a

la vaca de la cafetera que protestaba a cada salto que

daban, vigilaban cruzando sus miradas con las de Ngouabi

366 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 367: QUINTA PARTE PIJA

y Louabi para tranquilizarles sobre la ausencia de los

guerrilleros, tras ellos tan solo una insistente oscuridad.

E_ ¿Crees que llegaremos con tiempo suficiente?

V_ No lo sé Esther, nosotros llevamos muy cargado el

camión, tenemos que rezar para que no se nos trabe en

ningún lado, que no llueva y se convierta la carretera en un

barrizal para no detenernos solo así creo que tenemos

opciones.

E_ Joder… -protestó moviendo su mano y la pistola que se

aferraba en ella.

V_ Cuidado con la pistola Esther, la he visto pasar para mi

gusto muy cerca de mi oreja.

E_ Vilches estoy atacada y si tengo que vigilar si vienen

detrás debo llevarla ¿no? –hablaba con tono crispado.

V_ Ya pero lo que menos me gustaría en estos momentos

es que me metas un balazo más que nada como

comprenderás no pienso dejarte otra vez a mi cafetera en

tus manos.

E_ Dios y no podían a ver llegado de día, así no se ve nada –

decía mortificada-. Oye pues no sé porque dices eso, yo

salve a esta cafetera ¿eh?, recuerda.

V_ Si con una gomita del pelo, si –decía divertido.

E_ Voy a ver como van –fue a coger la radio.

V_ No… no quiero que se gasten las baterías, podemos

necesitarlo más adelante.

367 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 368: QUINTA PARTE PIJA

E_ Es cierto… joder solo pido llegar no sé a donde pero

llegar.

V_ Si tenemos suerte podemos llegar a Bodzendzo en unas

seis horas, allí podríamos dar la voz de alarma para que nos

ayuden, supongo que nos abrirán la frontera al ver que

somos de Médicos sin Fronteras, para eso dice algo el

nombre ¿no?... nada más falta que no nos abran y nos

dejen aislados de verdad... en fin eso no pasará. Después...

E_ ¡Vilches mira! –lo interrumpió alterada.

V_ Mierda no… que no detengan nuestro paso –decía

mirando a la gente que se acunaba a ambos lados de la

carretera-. Dile a Massamba que no paren que les griten

desde el camión que vienen detrás que se metan en la

Selva pero que no paren.

E_ Vilches pueden necesitar ayuda –decía alterada ante la

visión de gente que ellos mismos habían ayudado.

V_ No podemos detenernos… no podemos Esther…

E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó asustada al ver a Mona

que se colgaba por el cristal delantero sonriéndole.

V_ ¡Joder… ya echaba yo de menos tus gritos!

E_ Mona ¿qué haces?, venga sube te vas a caer –le decía

sacando la cabeza por el cristal.

V_ Esther mete la cabeza… que ella es una mona y sabe lo

que hace, tú no.

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E_ Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu –volvió a gritar metiendo

la cabeza mientras se frotaba con su mano.

V_ Quieres hacer el favor de estarte quietecita coño… no

estamos para bromas –cogió el mismo la radio y mientras

le daba ordenes precisas a Massamba Esther hablaba

E_ ¡Maca… Maca! –repitió cerrando los ojos.

V_ Si quieres volver a verla, haz todo lo que yo te diga…

nada de tonterías ¿vale?

E_ Sí –se frotaba la mano con lagrimas en los ojos-. No

vamos a llegar.

V_ Claro que vamos a llegar.

Los segundos, los minutos cada vez se hacían más

angustiosos, más pesados, esa sensación de sentir tras

ellos la presencia de los guerrilleros les provocaba un

estado casi de locura. La noche era tan oscura, tan cerrada,

tan intensamente negra que todavía provocaba una mayor

sensación de miedo en todos. La luna de repente había

desaparecido ante unas intensas nubes, y sin más empezó

a llover, haciendo si cabía, mayor el sufrimiento para todos

entre los barrizales que se iban a convertir las escabrosas

carreteras. De repente el camión se detuvo, la cafetera

también.

E_ ¿Qué pasa?, ¿hemos llegado? –preguntó alertada.

V_ No… no bajes… dame la pistola.

369 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Vio como Ngouabi se bajaba del camión y le hacía una

señal para que se acercara. Esther se acercó y Mona con

Bartolo tras ellos mientras Valiente se metía en la cafetera

y se acostaba muerto de sueño en el asiento trasero.

V_ Me cago en la puta –renegó nervioso Vilches al ver un

tronco en medio de la carretera-. No podemos perder

tiempo… venga… -les gritó.

E_ Os ayudo.

T_ Dios mío –murmuró al ver que no podían continuar la

marcha girándose instintivamente hacia detrás.

Lo_ Yo vigilar –se subió a pesar de la falta de una pierna con

agilidad al techo del camión para vigilar desde allí mejor si

veía acercarse luces.

Nm_ ¿Nde kumonikisa? –(¿Qué pasa?) preguntó nerviosa la

mujer.

Ns_ Malembe Nmaba... kukwanga (Tranquila Nmaba un

árbol caído).

Lu_ Lula lombela Mianda... malembe (Lula va a rezar a los

espíritus, tranquila) –le decía frotando un brazo de la mujer

asustada por los suyos.

Mientras fuera todos incluidos Mona, Bartolo y Teresa,

ayudaban para tratar de retirar el tronco que había caído

sobre la carretera deteniendo su paso y retrasando así su

huida con los consiguientes nervios de todos.

Ma_ Fuerza –les gritó.

370 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 371: QUINTA PARTE PIJA

Zu_ Esperar.

V_ Tú no Zulú.

Z_ Yo si ziku… -sus ojos mostraban una mirada repleta de

pánico él también había vivido lo que todos y sabía como

eran, y no quería volver a perder a su familia.

Ma_ Venga.

V_ Una dos y tres, ¡ahora!

Tras un esfuerzo por parte de todos el tronco se movió

mínimamente, bajo una lluvia que comenzó a golpearles

intensamente.

V_ Otra vez.

Ma_ Ziku esperar –le dijo antes de volver a hacer fuerza.

V_ ¿Qué pasa?

Mientras en el despertador de Maca marcaba las

cuatro de la mañana, las tres en la aldea, ¿qué estarían

haciendo?, no podía soportar no saberlo, imaginaba a

Esther durmiendo en la cabaña… tranquila, relajada

abrazada a la almohada imaginando que era ella, sonrió.

Maes dormía tranquila en una cuna que no tenía nada que

ver con la que Massamba le había hecho con tanto cariño,

con tanto amor y que no podía disfrutar. Se levantó

nerviosa sin hacer ruido para que su madre no apareciera,

agradecía su presencia pero en ese momento que salía a la

terraza para contemplar en la fría noche de Madrid la luna,

aquella que Esther debería haber contemplado horas antes,

371 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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necesitaba estar sola con sus recuerdos. Y en ellos aparecía

Esther cansada por el arduo trabajo, con su gesto

concentrado, con alguna sonrisa para los niños, con alguna

sonrisa provocada por Mona, pensativa seguro que

recordándolas a ellas, al igual que en ese preciso instante

hacia en su terraza, seguro que Esther lo había hecho

frente al fuego en la aldea, pensar en lo que habían vivido,

sus besos, sus broncas del principio, sus burlas, sus

locuras... pero entonces sintió como el corazón le daba un

fuerte pellizco. Cerró los ojos mientras murmuraba abatida.

M_ Estoy recordándola como si estuviera muerta... Esther

cariño... Esther...

Se durmió cerca de las seis de la mañana, y eran las

ocho cuando su madre la despertó algo alterada, lo supo en

seguida, no le hizo falta que nadie le dijera nada, lo había

presentido.

R_ Macarena... está aquí Cruz quiere hablar contigo.

M_ ¿Cruz? –se preguntó sin poderlo evitar sintiendo sus

palpitaciones como se incrementaban.

El gesto de su madre era significativo de problemas. Se

levantó sin muleta, andando un poco coja, pero con el

miedo clavado en su rostro, al ver a Cruz parada en medio

del comedor con la uña entre sus dientes, se detuvo exhaló

un profundo suspiro mirándola con temor. Cruz agachó la

mirada sus ojos repletos de lagrimas y sin más se fundieron

en un abrazo mientras Rosario desde la puerta las

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observaba con gesto compungido, no conocía a Esther,

pero, reconocía a su hija y sin duda era gracias a ella.

M_ No... –se separaron mirándose asustadas.

C_ Me acaba de llamar el embajador... atacaron anoche la

aldea de Bárbara, tuvo tiempo de pedir socorro, cuando

llegaron estaban todos muertos, excepto ella y uno de sus

hombres, esta mal pero no temen por su vida.

M_ No –volvió a repetir pues no podía decir otra cosa, no

tenía palabras y sentía el dolor en ese momento por su

amiga.

C_ Al parecer le dio tiempo a avisar a la aldea... y... han

acudido allí... –decía angustiada.

M_ No –negaba llorando mientras Cruz la obligaba a

sentarse.

C_ La aldea estaba vacía, tan solo quedaba la vaca... dicen

que no había ni rastro de nadie... no saben nada.

M_ Han huido Cruz –le dijo con sus lagrimas cayendo por

sus mejillas-. Sabes que de otra manera les hubieran

matado y dejado los cuerpos allí, es imposible que hicieran

otra cosa.

R_ Entonces están vivos –dijo tratando de ser optimista.

C_ No lo sé Rosario... no sabemos nada...

M_ ¿Nadie dice nada?

C_ No... nadie... es lo único que me han dicho, lo único que

saben.

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Page 374: QUINTA PARTE PIJA

M_ Yo sé como averiguar más.

C_ No, Maca... es meterte en la boca del lobo y quizás es lo

que está esperando.

M_ No me importa... necesitamos saber –decía nerviosa.

C_ Me voy contigo.

M_ No... mejor no.

C_ Maca –la advirtió con seriedad.

M_ Cruz no.

C_ Maca... escúchame, si Dávila no se ha comunicado con

nosotros, dudo mucho que tenga más información.

M_ Me da igual, quiero saber no podemos estar así Cruz –le

decía con gesto trastornado.

R_ Hija... Cruz tiene razón, además, creo que antes que

hagas nada habrá que llamar a Encarna y hablar con ella,

tiene derecho a saber lo que sucede.

C_ No te precipites vamos a esperar y si esta tarde cuando

han quedado localizarme a mí o a ti, no tenemos

respuestas, vas.

M_ Han tenido que huir Cruz, estoy segura.

R_ ¿Puedo preguntaros algo?

M_ Sí –cerró los ojos echándose hacia tras en el sofá con

actitud decaída.

R_ ¿Tienen más posibilidades si huyen?

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C_ No, desgraciadamente es África... y en África cuando hay

este caos nada es seguro.

R_ Vale... pues vamos a organizarnos hija, sobre todo

tranquilidad y organización.

M_ Mamá que esto no es una de tus fiestas con amiguitas –

le dijo con rabia, ante el gesto de su madre rectificó de

inmediato-. Perdón.

R_ Creo que en estos momentos de angustia, Encarna

debería estar aquí.

M_ No quiere ni verme, y tampoco quiere saber nada de

Esther.

R_ Claro, por eso ha venido a tu casa, y por eso me llama

todos los días. Mira en este momento no importa que no

tengáis una buena relación, lo que importa es que si

estamos todas juntas sufriremos menos. Es su madre y tan

solo siente coraje, rabia por lo que ha sucedido con su hija y

contigo, pero eso no implica no sentir cariño, el sentimiento

de madre supera el de la traición que piensa ha cometido

Esther con ella. ¿Cuándo te van a llamar Cruz? –le preguntó

dejando que su hija masticara bien sus palabras.

C_ No lo sé

M_ ¿Trabajas hoy?

C_ No, hoy es mi día libre –dijo abatida pasándose las

manos por el pelo y mirando a Maca con temor.

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R_ Muy bien pues no se hable más, llamo a Encarna que

venga, preparo tilas y a esperar se nos pasará antes el

tiempo.

M_ ¿Quieres traer a la niña?

C_ No, prefiero que esté con mi madre. Maca.

M_ Dime.

C_ Por favor... dime que todo va a salir bien –la miraba

fijamente mientras ambas se daban la mano.

M_ Lo van a intentar Cruz, y estoy segura que les va a salir

bien. Ya lo veras –sonrió sin creer ni una sola de sus

palabras.

El sol de un nuevo día brillaba en lo alto, el cielo azul

con algunas nubes en forma de pecas simpáticas, les

acompañaba en el tenso viaje, la cafetera iba dando

tumbos de un lado a otro, dentro los quejidos de Valiente

les daba alguna que otra tregua ante tanto miedo, el

silencio se les hacía pesado por el estruendoso ruido que

les acompañaba.

E_ ¿Crees que con la idea de Massamba ganamos tiempo?

V_ Creo que sí, ahora ellos tendrán que retirar los troncos y

eso nos da un poco de tiempo, no sé cuantos son, así que

no sé cuanto les va a costar quitar los dos troncos, el que

había y el que echamos –sonrió con un gesto travieso como

si hubiera ganado una mínima batalla.

E_ ¿De verdad piensas que nos siguen?

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Page 377: QUINTA PARTE PIJA

V_ Somos carnaza Esther, con nosotros como rehenes

podrían tener más fuerza, más popularidad en la televisión,

ya sabes esas cosas...

E_ ¿Habrán hecho lo mismo con Bárbara?

V_ Ella no es importante, para ellos los que están aquí en la

Selva tratando de salvar a los monos y gorilas, no tienen

ningún valor, son locos poco más. Nosotros los que

salvamos vidas humanas, somos los que damos penita a los

de fuera, a esos que sentados en sus casas miran la tele

mientras se comen un buen chuletón o una fabada y dicen,

antes de acostarme rezaré un Padre Nuestro por esos

pobres inocentes.

E_ Tienes razón –sonreía con tristeza-. Eso nos vuelve

carnaza de telediarios.

V_ Exacto, estoy seguro que a Maca la habrán sacado en

todo canal de información.

E_ Mi niña... –sonrió nuevamente cerrando los ojos-. ¿Crees

que le habrán hecho algo a Bárbara? –era incapaz de

preguntar ni siquiera si podía estar muerta... tan solo de

pensarlo le dolía el corazón.

V_ Espero que no, no quiero pensar en eso ahora, necesito

guardar energías.

E_ ¿Vamos a parar?

V_ A poder ser no.

Dicho esto, y el camión se detuvo.

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V_ ¡Y ahora que pasa, joder!

El día lluvioso, gris y tremendamente cubierto con una

capa de niebla en Madrid hacia todo mucho más tétrico, la

espera se volvía desesperación, las tilas que Rosario había

preparado, no servían para mucho, a Maca no le pasaba

nada y a Cruz tres cuartos de lo mismo. Cuando el timbre

sonó Maca miró a su amiga algo inquieta, sabía quien era y

aquella mujer le creaba una desestabilización tremenda.

C_ Ya está aquí.

M_ Si –dijo con pena.

C_ Vamos... ponte en su lugar.

M_ No quiero llevarme mal con ella, al contrario, me

gustaría allanar el camino para cuando vuelva Esther.

C_ Pues hazlo.

M_ Ya pero creo que ella no comparte mi intención –elevó

sus hombros y tras una profunda exhalación se quejo al

viento-. Y nadie llama, joder... nadie llama.

C_ ¡Es Claudia! –exclamó de repente al ver como su móvil

comenzaba a sonar.

M_ A ver.

Mientras tanto Encarna saludaba a Rosario, por sus

ojeras entendía que aquella madre lo estaba pasando peor

de lo que quería demostrar, y la entendía.

R_ Pasa Encarna, pasa.

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En_ Supongo que malas noticias ¿verdad?

R_ Pasa –le hizo un gesto de calma.

Al llegar al comedor, vieron a Cruz hablando por

teléfono y a Maca escuchando atentamente su

conversación. Entraron en silencio pensando que era algo

importante, después Rosario le hizo una señal a Encarna

para que tomara asiento, y ésta lo hizo, pero lejos de Maca.

Una vez colgado el teléfono Cruz se giró y la saludó

amablemente.

C_ Buenos días.

En_ ¿Qué pasa? –las miró a las dos.

C_ Se lo cuentas tú Maca –trató de mediar algo aquella

tirantez.

M_ Nos han avisado que han atacado una aldea próxima a

donde estábamos nosotros, los militares que han llegado

para auxiliarles han ido a buscar a nuestra gente, al llegar

han descubierto que no había nadie.

En_ ¿Y eso qué quiere decir? –la miraba seria, clavadito el

gesto al de Esther y aquello provocaba en Maca un dolor

agudo en su corazón.

C_ Quiere decir que no sabemos nada de ellos,

supuestamente y según me ha dicho Claudia por sus

fuentes, han debido de huir o bien Selva a dentro cosa que

no creo, o bien hacia el Sur en busca de la frontera con

Cuvette.

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M_ ¿Y los militares?

C_ Según cuenta siguieron el rastro de unas ruedas pero no

vieron nada y no se adentraron más.

M_ Ya... como siempre –se quejó.

En_ ¿Y qué vamos a hacer ahora?

C_ Poco se puede hacer.

En_ Nadie me ha avisado, mi hija está allí –decía con

profunda angustia.

C_ Supongo que lo harán una vez confirmen que no hay

rastro de ellos.

M_ Seguro se han marchado hacia el Sur, ese era el plan,

los chicos querían irse a la Selva pero Vilches les quitó la

idea, el plan era el Sur –decía con la mirada perdida

mientras era inevitable trazar el camino hacia el Sur y sus

tremendas dificultades.

C_ Deberían asegurarnos que les van a ayudar.

M_ Y me lo van a asegurar.

R_ Hija...

M_ La necesito Encarna para llevar a cabo el plan que he

trazado, mire, sé que no le caigo bien, sé que me odia por

lo que ha pasado, pero necesito su ayuda para poder tener

información sobre Esther y los demás, y quien sabe si con

un poco de suerte, la ayuda que necesitamos para que

vuelvan.

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En_ ¿Qué quieres que haga?

Se lo preguntó con distancia pero con una imperiosa

necesidad de saber algo de su hija.

Bajo los penetrantes rayos de sol, Vilches junto a

Esther se dirigieron hacia el camión desde donde Teresa les

hacía señales y ayudada por Ngouabi y sus musculosos

brazos, bajó hasta ellos.

V_ ¿Qué pasa?

T_ Tenemos que parar, llevamos más de doce horas de

camino los niños y nosotras necesitamos hacer algunas

cosas –su rostro marcaba la tensión del momento y algo

más.

V_ Teresa.

T_ Mira Vilches pon la excusa que quieras, baja a todos del

camión y revisa a Nsona, está sangrando demasiado.

E_ Vilches, Teresa tiene razón hay que comer algo sobre

todo deberíamos dejar que los niños salgan a hacer sus

necesidades. Que el camión descanse y la cafetera

también, solo nos falta un calentón que no podamos seguir

–lo miraba fijamente como tratando de hacerle entender

que había necesidad de detenerse.

T_ Vilches... –le metió prisa al ver como se rascaba nervioso

la barbilla.

V_ Está bien. Massamba, Yildas, Dib vamos ayudar a bajar a

todos, aquí hay un poco de sombra.

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Ma_ Ziku es la última sombra, a partir de aquí, no haber

nada.

V_ Lo sé, lo sé...

E_ Deberías descansar Vilches –le dijo en voz baja.

V_ Si, no más de una hora ¿de acuerdo?

E_ Vale.

V_ Dib por favor carga nuevamente la gasolina para el

camión y la cafetera.

Z_ Ziku... ziku –le llamaba angustiado.

V_ Tranquilo Zulú, no pasa nada.

Z_ Nsona.

V_ Tranquilo todo está controlado ¿vale? –lo miró con

firmeza tratando de demostrar algo que no era cierto.

E_ Sissou ven, quiero que nos ayudes. Siya.

Si_ Mwasi –apareció con el mismo gesto que todos, un

profundo miedo.

E_ Sambu na sika, pesaka na kudya na bantu, beto kele na

nki Nsona (Por favor, da de comer a todos, nosotros

estamos con Nsona).

Si_ Inga mwasi (Sí, mujer).

V_ ¡Ay qué joderse, ahora que te vas hablas bien el

kikongo!

E_ Ya ves... –respondió a modo de queja.

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V_ Aquí estamos Nsona.

Ns_ Ziku algo mal...

V_ Tranquila... tienes una hemorragia pero vamos a estar

tranquilos ¿de acuerdo?

Ns_ Ziku yo molestar... no querer poner en peligro a la

gente.

E_ Nsona... calla no pones a nadie en peligro ¿vale? –la miró

intensamente demostrándole que aquel pensamiento

aunque se lo agradecía por pensar en los demás, no le

gustaba escucharlo por su parte, un poco más calmada le

dijo con una sonrisa triste-. Venga tranquila que todo va a ir

bien y necesitamos todos descansar un poco.

Ns_ ¿Macarena?

E_ Con Teresa, tú no te preocupes por nada.

Z_ Ziku –se asomó abriendo la tela que tapaba la parte

trasera del camión.

V_ ¡Pero qué tío más pesao! –le dijo ante la sonrisa de

Nsona.

Trabajaron dentro del camión con un calor asfixiante,

hasta que pudieron controlar el sangrado, con cuidado y

ayuda de los hombres que se ofrecieron para llevar a Nsona

hasta la sombra, siguieron poniéndole un gotero y mediante

él lo único que podían para tratar de detener la hemorragia,

pero, las condiciones eran las peores, y el nerviosismo iba

creciendo entre Vilches y Esther que cruzaban miradas de

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Page 384: QUINTA PARTE PIJA

preocupación. Mientras sobre el camión Louabi vigilaba

acompañado por Dib, los niños se distraían jugando con la

pelota que Mutaba consiguió llevarse entre las prisas y las

mujeres trataban de tranquilizar a las más jóvenes quienes

veían como nuevamente las pesadillas vividas volvían a su

presente.

V_ Lula ven aquí por favor.

Lu_ Si.

V_ Escúchame Nsona tiene una complicación es seria, mi

medicina llega hasta lo que le acabo de inyectar y con eso,

no estoy seguro de que podamos salvarla.

Lu_ Ziku no preocupar.

V_ Confío en ti.

E_ Vilches –lo miró con dudas.

V_ No podemos hacer más Esther... no podemos hacer más.

E_ ¿Qué le vamos a decir a Zulú?

V_ Nada, Lula se encargará de ella. ¡Teresa!

T_ Dime hijo –sus ojeras delataban que había llorado.

V_ Nsona no va a poder dar de mamar a la niña... ¿hay

leche?

T_ Sí –la miró con preocupación mientras veía a Lula

arrodillada a su lado-. Pero no demasiada ¿eh?

V_ Recemos... si todo va bien pronto llegamos a Badzendzo.

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E_ Anda Vilches descansa un poco... tienes mala cara –le

dio un ligero golpe en la espalda.

V_ Vale, ¿y tú?

E_ Creo que no voy a poder dormir.

Vilches se echó un rato, Zulú hizo compañía a Lula

mientras veía como su magia cubría el cuerpo de su mujer,

se turnaron para descansar sus agotados cuerpos que

aunque les faltaba poco para llegar al destino donde

podrían darles cobijo, llevaban demasiadas horas sin dormir

y el cansancio comenzaba a pasar factura. Quien no dormía

era Massamba que dibujaba algo en la tierra que llamó la

atención de Esther, quien se acercó con sigilo.

E_ ¿Puedo?

Ma_ Sí mwasi.

E_ ¿Qué es? –miraba con atención sin saber muy bien que

eran aquellos garabatos.

Ma_ Nuestro futuro.

E_ No te entiendo.

Ma_ Ser camino hasta la ayuda... difícil pero será mejor

llegar.

E_ ¿Eso es Bodzendzo? –señaló un montón de tierra que

había acumulado Massamba.

Ma_ Sí.

E_ A partir de aquí es el camino sin sombras.

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Ma_ Si.

E_ ¿Y cómo va la gente que hemos dejado atrás? –le

preguntó arrugando la frente por el intenso sol que le

golpeaba la cara.

Ma_ Río abajo, como pueden Mwasi, por aquí solo ir con

auto.

E_ ¿Y si tenemos algún problema? –lo miró aterrada.

Ma_ Mejor no tenerlo –le respondió con voz ruda.

Volvieron al camino con la vigilancia extrema de

Teresa sobre Nsona y de Lula quien seguía ayudando a la

mujer, los niños no entendían lo que sucedía con su madre

y fue Monwe quien se encargó de entretenerlos con

canciones para ellos, en la cafetera el silencio era casi

sepulcral, tan solo el sonoro motor, o los golpes de las

piedras lo rompían. Ante Esther apareció una explanada de

tierra sin nada verde, sin agua, tan solo tierra

resquebrajada por los rayos de sol, en una carretera pésima

y que le hizo sentir un miedo atroz. ¿Llegarían?

Mientras ellos luchaban contra todas las inclemencias

que el terreno, el sol, los problemas de salud de Nsona y la

guerrilla les iban poniendo, en Madrid el plan se había

trazado meticulosamente. A Maca la herida no le dolía

porque el dolor de su corazón lo llenaba todo, a Encarna el

silencio le hacía bien, porque tras escuchar por encima la

historia contada por su nuera, prefería no volver a hablarle.

Cuando llegaron al edificio grande de lujosas oficinas,

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Encarna dio un respingo, Maca un soplido enfermizo,

cuando le dijeron al portero a quien iban a ver y les dio

paso, a Encarna le dio igual, a Maca se le estremeció toda

su piel. Y en el ascensor el silencio era tremendista, tan solo

el ruido de la muleta cuando comenzaron a andar rompió

tal volumen de no ruido. Por el pasillo detuvieron a Maca

tras besarle varias mujeres que se sorprendían ante su

visita, Encarna no podía dejar de pensar que se había liado

con todas ellas y que su hija tan solo debía ser otra más en

su larga lista. Al llegar al despacho de J. Vivó, a Maca se le

hizo un nudo el estómago, tocó y al escuchar la voz ese

nudo se apretó mucho más.

M_ Hola ¿podemos pasar? –asomó su cabeza.

J_ Maca... –susurró totalmente impactada poniéndose en pie

de un salto, la ausencia de su secretaria le permitió ese

golpe de efecto a Maca-. Pasar, pasar.

M_ Te presento a la madre de Esther García, Encarna –le

hablaba con frialdad y mirada tan gélida que a ella misma

le hacía temblar.

J_ ¿La madre de tu mujer?

M_ Eh... bueno... no –se apresuró a aclarar-. Esther y yo no

somos ya pareja.

J_ ¿No? –preguntó Julia extrañada, Maca negó con la cabeza

y Julia no pudo evitar una leve sonrisa-. Siéntese,

encantada.

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En_ Le agradecería que quedara claro que mi hija no tiene

nada que ver con ella –lo dijo con tanta rabia que le dio una

credibilidad absoluta.

J_ De acuerdo –notó su malestar-. ¿En qué puedo ayudaros?

M_ Verás... sabemos que se han marchado de la aldea pero

no tenemos más noticias.

En_ Quiero que me confirme ese dato, no me fío de ésta.

M_ Por favor –le dijo sin mirar a ningún otro sitio nada más

que a ella, a quien el tiempo había cuidado mucho, quizá

las cremas o alguna cirugía, pero que contrariamente a lo

que siempre imaginó, tenerla delante no le causó ningún

desconcierto-. Yo quería saber por Bárbara sabemos que la

hirieron y... quería saber como está.

J_ Déjame que mire a ver si os puedo ayudar –le sonrió con

amabilidad.

M_ Gracias Julia –le devolvió una leve sonrisa.

J_ Vuelvo en seguida –y extrañada, sorprendida y con el

corazón lanzado al vacío de las pulsaciones, salió del

despacho.

En la cafetera, Vilches miraba sin cesar por el espejo

retrovisor, tenía la sensación de que alguien les seguía, sin

embargo el silencio de Mona, hacia que Esther fuera más o

menos tranquila, incluso sin quererlo pero a la vez sin

poderlo evitar, se había quedado dormida. La voz de Vilches

la despertó, el portazo en el coche la sobresaltó. Al abrir los

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ojos lo vio jurando en hebreo, a los hombres mirando

alrededor con gesto repleto de espanto y ante ella, una

especie de pueblo abandonado, casas sin nadie, animales

sueltos, gallinas, alguna vaca. Bajó con la mirada perdida

tratando de entender.

E_ ¿Qué es esto Vilches?

V_ Esto es Badzendzo... o lo que era el pueblo que nos iba a

ayudar.

E_ No hay nadie.

V_ No...

Ma_ Ziku... nadie –le confirmó Massamba.

V_ Es decir... están cerca, lo sabían y han huido…

Ma_ Si –lo miró con temor y ambos buscaron en el horizonte

alguna señal de polvo que pudiera alertarles de la

presencia de sus camiones-. Venir a por nosotros, a por ziku

y Esther por eso Bárbara ayudar.

V_ Si...

Ng_ Hay vaca... poder sacar leche para niños.

V_ Te doy cinco minutos, lo que me cueste reconocer a

Nsona.

Ma_ Lula encargar... estar mejor –apuntó mostrando algo

más de tranquilidad por ese tema.

V_ Lo sé.

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E_ Sissou ve tú con Vilches yo voy a sacar leche

necesitamos con el problema de Nsona

Dib_ Yo ayudar mwasi.

E_ Gracias Dib –le sonrió porque en el peor de los

momentos todavía parecía que aquel nexo que les unía, lo

hacía con mayor fuerza.

Dentro del camión pudieron contrastar que Nsona

estaba mejor, al menos entre la medicación que Vilches le

había inyectado y la magia de Lula parecía haber frenado

su hemorragia. Zulú también fue revisado por él, pero sin

duda aquellos hombres estaban preparados para todo, sus

lesiones habían mejorado muchísimo, por último el niño que

Monwe le había puesto por nombre de Ntima (corazón)

porque se lo había devuelto, también mejoraba.

Mo_ Ziku, ya kamwana mé kutuba –(Ziku, el niño ha

hablado) le dijo contenta.

V_ Nge mé peso nde nge kele yayi ngudi (Tú le has dicho

que eres su madre).

Mo_ Inga ziku –(si ziku) le respondió con los ojos bañados en

lagrimas.

V_ Mono nunga (me alegro) –le sonrió.

E_ Teresa aquí hay leche suficiente ¿verdad? –llegaba

exhausta y con la ropa sucia.

T_ Si... ¿pero… de donde sales?

E_ De ordeñar la vaca dichosa… lo mío no son las vacas.

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T_ Ni que lo digas –le dijo con tristeza en su rostro.

E_ Teresa por favor... no pongas esa cara no me gusta verte

así ya verás como todo queda en un gran susto –le decía

con una sonrisa triste.

T_ Ojalá Esther.

E_ Ya lo verás –la abrazó con fuerza mientras Teresa se

abrazaba a ella con gesto decaído-. Venga que la gran

mami nos tiene que dar fuerzas a todos ¿eh?, y si no, aquí

estoy yo para dártelas a ti –le dijo estrechándole

fuertemente las manos.

T_ Gracias... eres un tesoro –le sonrió haciendo un puchero

en su barbilla.

V_ ¡Nos vamos chicas!, ¿estáis haciendo manitas?, mira que

me chivaré a Maca –le guiñó el ojo graciosamente.

E_ Eres muy malo –le sacó la lengua-. Venga Teresa que ya

verás como llegamos.

T_ Y una vez lleguemos... volveremos a empezar.

E_ Eso es... ¡qué no se diga!. ¡Venga vamos! –les gritó con

animo a los hombres.

Ma_ Pequeña pero grande –le susurró a Vilches.

V_ Si, y con un par bien puestos, Ngouabi me ha contado

que la vaca le dio dos coces, pero mírala... ahí sigue en pie

de guerra.

Ma_ ¿Mwasi Maca estar bien?

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V_ Sí, seguro que cagándose en todo por nosotros... venga

Massamba nos quedan dos días mínimo para llegar.

Subieron al camión, a la cafetera y partieron rumbo a

la salvación.

Mientras Julia hacía algunas averiguaciones en el

despacho la tensión entre Maca y Encarna era más que

evidente, la madre de Esther se había apartado hasta la

ventana lateral mirando el horizonte como si de alguna

manera posible pudiera localizar así a su hija. Maca trataba

de negarse a mirar el cuadro que sabía había una

fotografía, su respiración aunque tranquila se había

alterado un poco, sin darse cuenta mantenía apretadas las

mandíbulas en señal de tensión. De pronto la voz gélida de

Encarna la sacó de sus propios pensamientos.

En_ ¿Ella también estaba en tu lista, no?

M_ No entiendo a que se refiere Encarna.

En_ No te hagas la tonta. ¿Estás enamorada de ella?

M_ Por supuesto que no –le dijo con rotundidad casi herida

en su orgullo-. Además creo que no es un tema para

hablarlo precisamente aquí.

Volvió el silencio y la espera, el tic tac de un reloj que

había en la estancia se clavaba en sus sienes, Encarna no

se había vuelto a sentar junto a Maca, y así fue como las

encontró una todavía desconcertada Julia.

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M_ ¿Cómo está Bárbara? –se mordió la lengua para no gritar

la pregunta que tanto deseaba hacer “¿Cómo está Esther?,

¿dónde está?”

J_ La han operado pero está fuera de peligro, me dicen que

en cuanto descienda los escarceos continuos que hay la

mandaran hacia España.

En_ ¿Mi hija?... ¿qué sabe de mi hija? –se aproximó hasta la

mesa apresuradamente.

J_ Lo que me han contado es que parece que efectivamente

huyeron, no sabemos más, porque Dávila ha tratado de

comunicarse por su radio pero no ha sido posible.

M_ Si van en el camión es otra frecuencia.

J_ Si, eso me ha dicho que espera en unas horas poderlos

localizar porque han recuperado algunas líneas, pero no

sabemos nada más –miró a una descompuesta Encarna.

En_ De acuerdo –sacó algo de su bolso y le entregó la

tarjeta-. Aquí está mi número de teléfono cuando sepan

algo me llaman a mí ¿le ha quedado claro?

M_ “Joder... ya sé a quien se parece en genio mi niña” –

pensó mirándola de reojo.

J_ Si, claro.

En_ Quiero que me mantengan informada, y si usted no lo

hace me manda llamar a quien sea, si tengo que hablar con

el más alto cargo lo haré, y si tengo que mandar un avión

privado para recogerla, tenga por seguro que lo mando.

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M_ “¡Clavadita, si señor!”

J_ No se preocupe que nosotros estamos haciendo todo lo

que podemos, si efectivamente han salido al Sur, no van a

tener problemas para entrar a Cuvette van a tener ayuda.

En_ Eso espero... buenos días.

J_ Buenos días –le dio al ver que se marchaba y dejaba allí a

Maca.

M_ ¿No sabes cuándo regresara Bárbara? –le preguntó

poniéndose en pie.

J_ No, los militares han reducido bastante a la milicia, pero

todavía quedan algunos grupos insurgentes. ¿Cómo estás?

M_ Mejor –se apoyó en la muleta-. Y ahora te dejo seguir

trabajando.

J_ Espera –se aproximó a ella deteniéndose delante-. Quería

decirte que... bueno... no creas que no fui a verte al

hospital, lo que pasa es que sabía que era mejor no forzar

nada, y que tú me dieras la oportunidad de hablar, fui una

noche y estabas durmiendo.

M_ Me tengo que ir

J_ Si, si, a pesar de todo... sigues tan guapa como siempre –

le pasó la mano por su mejilla haciendo que las fosas

nasales de Maca se abrieran para controlar un rabioso

suspiro que pretendía gritarle-. ¿Podré llamarte?

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M_ Claro –sonrió de lado-. Recuerda que... estaré esperando

información de Vilches, sé que tú puedes sacar algunas

cosas extra confidenciales.

J_ Descuida... te llamaré.

M_ Bien... me voy.

J_ Adiós Maca... nos llamamos.

M_ Adiós Julia.

Al entrar en el ascensor vio marcado en el espejo su

gesto de rabia contraída, sabía que lo que estaba haciendo

no era legal, no pretendía vengarse de nada, pero Julia no

tenía reglas para vivir la vida, y en ese momento, ella por

recuperar a Esther, tampoco las iba a tener.

Ya en su casa mientras le explicaba a Cruz y a su

madre como estaban las cosas, no pudo evitar hacer un

comentario sobre el comportamiento de Encarna que no

había vuelto a su casa. En sus brazos la niña que sonreía y

agitaba las manos, aquello le provocaba una sonrisa eterna

que le hacía pensar rápidamente en Esther.

Aquella noche cuando se acostó sin poder dormir

trataba de imaginar como sería el camino, ella lo había

hecho una vez cuando huían también de otra revuelta

mucho menor a la que en esos instantes se estaba

consumiendo, y podía sentir en su propia piel la tensión,

recordaba como si hubiera sido ayer, las veces que su

cuello se giró para atrás, cuantas veces miró en busca de

encontrar señal enemiga, y entonces suspiró, si lo habían

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conseguido una vez, porque no iban a conseguirlo otra. La

niña dormía pero le provocaba tanta ternura que de un

plumazo conseguía calmarla y darle algo de serenidad,

entonces comenzó a cantar.

M_ Tu corazón esta lleno de vida y tu vida llena de libertad

y en mis brazos podrás tranquila dormir y así saber lo

mucho que te quiero... mi niña pequeña... mi niña pequeña.

A mas de cincuenta mil kilómetros, en medio de la noche

sin ver absolutamente nada, con la frente apoyada en la

ventanilla, Esther canturreaba:

E_ Nge ntima kele bwinma nde knanga, ti nge knanga

bwinma na laneni, ti nde mono mafufu ata kumatia

malembe kulala ti ata kuzaba na mingi nde mono zola

nge... mono kamwana... mono kamwana...

V_ Bonita nana.

E_ Se la cantaba Maca a Maes... quiero pensar que a través

del viento o de las nubes o la luna, a mi hija le llega mi voz

junto a la de su madre para cantarle su nana.

V_ Vamos a llegar.

E_ Lo sé –sonrió.

V_ De una u otra manera... te prometo que vamos a llegar.

Un sonido extraño comenzó a intervenir en el sueño de

Maca, no sabía muy bien al principio de donde llegaba,

esforzándose por localizarlo de un salto se sentó en la

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cama, era su móvil y en la pantalla un número de teléfono y

un nombre.

Julia.

Antes de contestar, tomó aire y trató de parecer lo más

tranquila posible a pesar de que su corazón latía con fuerza.

M_ ¿Si?

J_ ¿Maca te he despertado? –le preguntó con delicadeza y

tono muy cercano.

M_ No, dime.

J_ Tengo a Dávila en comunicación, te lo voy a pasar ¿vale?,

luego no cuelgues y hablo contigo.

M_ Si, si gracias –decía aturdida, Dávila estaba allí y sin

duda con noticias-. ¡Dávila!

D_ ¿Maca estás ahí?

M_ Dávila... por fin... dime ¿qué sabes? –le decía

atropelladamente.

D_ Maca tranquila lo primero ¿vale? no tengo mucho

tiempo, he podido hablar con Teresa, van camino a

Loukoléla, en la frontera ya saben que tienen que abrirles y

que van a llegar en un par de días.

M_ ¿Aún dos días? –se frotó la frente con desconcierto,

entonces sacudió su cabeza como tratando de sacudirse la

pesadez que se le había instalado en ella, con

desesperación le preguntó hambrienta de respuestas-.

¿Cómo están?

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D_ Cansados, no hemos podido hablar mucho no quería

gastar batería por si le surge algún problema y necesitan

conectarse pero... tranquila que están bien.

M_ ¿Pero no les siguen?

D_ No hay indicios de ello, así que dentro de cuarenta y

ocho horas llegaran a la frontera y podrás hablar con

Esther...

M_ ¿De verdad Dávila?

D_ Mujer si no fuera así no te lo diría, además, les va la

radio, tienen agua suficiente, comida, leche, van bien

equipados Maca.

M_ Pero el camino... –mostraba sus dudas.

D_ El camino es duro pero están en ello. En cuanto lleguen

a Loukoléla, les estarán esperando, tengo orden de que

abandonen el país todos los médicos y personal de ayuda

humanitaria, si todo fuera bien, los mandaría por el

aeropuerto mismo de la ciudad sin llegar hasta aquí camino

de España.

M_ Gracias Dávila –cerró los ojos reprimiendo lagrimas de

emoción.

D_ ¿Avisas a Cruz?

M_ Por supuesto... gracias –le dijo emocionada.

D_ Nos vemos pronto.

M_ Si –sonrió y colgó, no lo pensó dos veces y marcó el

número de una Cruz que contestó asustada con rapidez

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quiso quitarle cualquier temor sobre su llamada-. No pasa

nada tranquila.

C_ Joder que susto –decía con el pelo revuelto y cara del

cansancio.

M_ Me ha llamado Dávila, ha podido hablar con ellos están

de camino, dice que todo bien de momento, les están

esperando en la frontera incluso si las cosas en estos dos

días siguen igual de calmadas, podrían salir en un vuelo

nada más llegar.

C_ Menos mal... gracias Maca.

M_ De nada, solo quería que... bueno –sonreía emocionada-.

Que los vamos a tener de vuelta Cruz.

C_ Si... sanos y salvos.

M_ Así es... estoy segura que esto nos va a quedar como

una pesadilla en nuestra memoria pero todo saldrá bien.

C_ Seguro que si.

M_ Descansa, dentro de unas horas hablamos –le sonrió.

C_ Tienes que venir al hospital ¿te acuerdas?

M_ Si.

C_ Mañana te ofrecen que te incorpores ¿ya lo has

pensado?

M_ No sé Cruz, me siento como pez fuera del agua... espero

que cuando tenga a Esther a mi lado, se me pase esta

sensación de cárcel.

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C_ Tranquila es normal, de la libertad de la aldea, al

encierro de tu casa, es normal pero vamos que Esther lo

soluciona pronto, estoy más que segura.

M_ Si –sonrió ampliamente.

C_ ¿Oye y Julia?, no hemos podido hablar mucho.

M_ Pues mira si te soy sincera nunca pensé que tenerla

delante me iba a resultar tan indiferente… mira… tenía

sobre la mesa un retrato supongo que del pequeño, y no

sentí necesidad de otra cosa que no fuera seguir mi teatro

¿sabes?, tan solo sentía ganas de cerrar los ojos y mirarme

por dentro, estoy curada porque Esther me ha sacado toda

la amargura que ella me dejo.

C_ Me alegro muchísimo de verdad. ¿Y Encarna?

M_ Pues la verdad que lo hizo todo tan natural que

realmente creo que Julia se creyó que he terminado con

Esther, tampoco hizo falta que mintiera mucho –sonrió de

lado y con tristeza-. Su comportamiento la descolocó

totalmente.

C_ Bueno… la verdad que Encarna te tiene algo de manía.

M_ ¿Algo?

C_ Pero sabes que, me recuerda mucho a tu madre, señoras

de la alta sociedad con todo el dinero del mundo, las joyas

y todo el poder que muchas de nosotras soñaríamos, pero

esa circunstancia les hace perder un poco la realidad de las

emociones, y esas emociones que les provocan los hijos

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cuando todo va bien siguen igual de lejanas y superficiales,

pero necesitan a veces un gran golpe emocional para darse

cuenta que la vida no es tan sencilla. Tu madre lo ha

entendido… ¿quién te dice que Encarna no?

M_ ¿La verdad? –sonrió de lado-. Mi madre me ha

sorprendido, siempre pensé que no quería saber nada de mí

y ahora…

C_ Pues lo mismo Encarna, el dolor o la decepción para ellas

también pasa si os ven felices, porque a pesar de todo yo

soy de las que piensa que una madre no puede ir contra lo

que ha llevado en su vientre, es imposible.

M_ Ya sé de quien ha sacado su mal genio mi niña… -sonrió

más ampliamente-. A Julia la ha acojonado ¿eh?

C_ Eso es bueno.

M_ Si… en nada están aquí Cruz.

C_ Si

M_ Venga que mañana trabajas y llevamos un buen rato

hablando ya.

C_ Se me ha ido el sueño.

M_ Voy a avisar a Encarna, ¿crees que es buena idea? –le

preguntó algo dubitativa mientras se mordía el labio.

C_ Creo que sí, será una buena manera de limar asperezas.

M_ Gracias Cruz.

C_ Oye… que te quiero mucho ¿eh?

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M_ Yo también ¿lo sabes, verdad?

C_ Sí –sonrió.

M_ Buenas noches –sonrió y al colgar, suspiró, buscó el

número de teléfono de Encarna y lo marcó, esperó que la

señal le dijera que estaba conectado y tras un solo timbrazo

contestó-. Hola Encarna no pasa nada. ¿La he despertado?

En_ No… tranquila… ¿qué ha pasado?

M_ Me ha llamado Julia porque han podido localizarles,

están de camino hacia la frontera y allí les están esperando

–por parte de Encarna silencio, Maca pasó su lengua por los

labios tratando de mostrarse serena-. ¿Me ha escuchado?

En_ Sí, parece que esa mujer está muy interesada en ti

¿no? –le dijo con tono hiriente-. Espero que sea verdad y

tenga pronto aquí a mi hija. Buenas noches.

M_ Encarna yo… -oyó como el pitido le decía que se había

terminado la comunicación. Exhaló un profundo suspiro

negando con la cabeza y mirando a su hija le susurró-.

Pronto estará aquí mami Maes, pronto.

Pasaron los dos día lentamente, a Maca le parecieron

una eternidad, a Cruz más de lo mismo, a quien le había

parecido una pequeña traición tras haberle conectado con

Dávila, fue a Julia el silencio de la Pediatra que seguía

provocando en ella las mismas ansias de poseerla le había

hecho de alguna manera daño. Encarna y Rosario se habían

hecho más amigas de lo que pudieron llegar a imaginar y

era un consuelo poder hablar con alguien que realmente

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pudiera entender el desespero, la decepción y el dolor de

madre.

A Maca le habían ofrecido incorporarse una vez

terminada la baja en el Hospital, sin duda tardarían mucho

en restablecer el orden en el Congo como para que

volviera, su puesto de Pediatra estaba asegurado y ella

prefirió pedir unos días para pensarlo, y así llevarse la

bronca de Claudia y Cruz que eran su máximo apoyo.

Estaban en cafetería hablando las tres cuando en las

noticias dieron un especial.

C_ Callaros –les dijo a todos los que estaban allí.

La locutora habló:

“Las negociaciones entre miembros de la guerrilla del Chad

y el Congo con los enviados de la OTAN, se han visto

truncadas nuevamente, las imágenes que nos llegan desde

ese país demuestran que se ha vuelto a recrudecer la

situación, y ya se cuentan por miles los muertos, nuevas

fuerzas van a acudir procedentes de la ONU. Está situación

ha vuelto a provocar el cierre de aeropuertos, con el riesgo

que conlleva para los médicos y personal humanitario

español que todavía quedan, a pesar que por las noticias

que tenemos se encuentran en perfecto estado”

En los ojos de Maca y Cruz las venas se habían

enrojecido, según lo previsto ese mismo día debían llegar a

la frontera, y ambas habían decidido estar juntas para

recibir la llamada y confirmación de que todo estaba bien,

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Claudia las miró preocupada, sin duda esa noticia no era

esperada y creó en ambas un miedo atroz que se reflejó en

los ojos, en los gestos, en un ligero temblor de manos.

En ese mismo momento Julia entraba por la puerta de

cafetería, cuando la vio Claudia su gesto cambió por una

profunda aversión, ella había sido testigo de la crudeza del

dolor de Maca, y siempre pensó que verla así le hizo

convertirse en su apoyo y de un apoyo de amiga, pasó a

verse en vuelta en una relación algo tormentosa de

amantes.

J_ Hola.

Cl_ Bueno… tengo que seguir con los niños.

C_ Hasta luego. Hola Julia.

J_ Hola Cruz. Imagino que habréis escuchado las noticias –

les dijo sentándose mientras miraba a Maca.

M_ Si… ¿qué sabes? –la miró fijamente.

J_ ¿Por quién quieres saber? –le devolvió la mirada.

C_ Queremos saber por mi marido y los demás.

J_ ¿Por tu mujer?

M_ Si estuviera aquí Encarna te daba una hostia si te oye

que la llamas mi mujer, es de armas tomar.

J_ Dime –insistió clavándole la mirada mientras Cruz se

mordía la lengua.

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M_ Principalmente por Teresa… ¿pero me lo vas a decir o

tengo que esperar que me ofrezcas algo a cambio?

J_ No Maca, no soy así.

M_ No es verdad… no eres así –le dijo convencida, tratando

de retenerse.

C_ Puedes decirme de una puta vez si sabes algo –explotó

finalmente.

J_ Venía para tranquilizaros, Dávila ha hablado con ellos,

están a tres horas de la frontera.

C_ Uf –resopló tapándose la cara demostrando así los

nervios que estaba sufriendo.

J_ ¿Podemos hablar tú y yo? –le preguntó a Maca.

M_ Claro dime.

J_ A solas.

M_ Claro… Cruz ¿puedo ir a tu despacho?

C_ Sí, sí está abierto.

La pierna le dolía menos, aparentemente Maca era una

mujer fuerte que se recuperaba bien de sus heridas,

siempre asombraba a Vilches en la Selva de cómo se

recuperaba, mientras andaba por los pasillos le llegaba su

voz diciéndole “como eres tan orgullosa, tus heridas

tienden a serlo también”. Una sonrisa leve dibujó su rostro.

Al entrar al despacho la hizo pasar.

M_ Tú dirás.

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J_ Vengo a proponerte algo.

M_ Te escucho –se quedaron de pie una frente a la otra.

J_ Quiero que trabajes conmigo, tú sabes como funciona

aquello, necesito una persona que me ayude a crear

estrategias para mejorar nuestros servicios en el Congo y

que sea una persona de mi total confianza.

M_ ¿Trabajar juntas? –la miró con sorpresa dejándose

querer.

J_ Sí –sonrió con encanto-. Me apetece mucho volver a estar

a tu lado, creo que sería bueno para ti.

M_ ¿El trabajo? –hizo una mueca-, no sé…

J_ Estar junto a mí –se acercó a ella con una sonrisa que

Maca reconocía perfectamente.

M_ Ya –sonrió de manera divertida siguiendo el juego.

J_ Te he echado muchísimo de menos.

M_ Imagino –le dijo con su porte chulesco, su mirada

orgullosa y la sensación de no sentir nada que le parecía

maravillosa, reconociéndose tal y como Esther le había

bautizado cuando la vio de chula insoportable.

J_ ¿No te haría ilusión empezar de nuevo a mi lado?

M_ Muchísima si, ¿no te parece?

J_ Yo creo que sí.

Entonces sonó su teléfono.

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M_ Perdona –vio en la pantalla el nombre de Encarna y le

colgó-. ¿Qué más te ha dicho Dávila?

J_ Que van a intentar refugiarlos y en cuanto haya un avión

los mandarán con más gente que está en la espera.

M_ ¿Y los demás? –seguía sin nombrar a Esther pero su

móvil volvió a sonar y lo cerró

J_ Sólo van a salir ellos tres.

M_ De acuerdo, oye Julia... y... tú no podrías –se acercó a

ella pasando su lengua por los labios de una manera tan

sensual que vio los ojos encendidos de Julia y sabía que iba

por buen camino-. Digo yo... no podrías hacer que un avión

estuviera preparado... yo sé que tú puedes –se mordió el

labio inferior.

J_ Tanta prisa tienes –se acercó hablándole con voz

sugerente.

M_ Necesito ver a Teresa, y a Vilches lo están pasando muy

mal y...

J_ ¿Y a ella no? –le acarició la cara.

M_ Fue una más, algo divertido... la Selva en soledad es

aburrida –le puso un mechón de su cabello tras la oreja.

J_ ¿Vas a pensarte lo del trabajo? –se volvió a acercar a ella

quedando a escasos centímetros de ella.

M_ Sí… no me apetece mucho estar en el hospital, prefiero

seguir vinculada con aquello, además, espero poder volver

a África nuevamente.

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J_ Así que… con esa enfermera… nada.

M_ Tú lo has dicho –le dijo con su lado frívolo-. Y ahora si

me permites, tengo que hacer una llamada.

J_ Claro… ¿podría invitarte a cenar?

M_ Con esta pierna no puedo hacer muchos excesos –sonrió

traviesa.

J_ No siempre debes hacer excesos, yo puedo evitarlos.

M_ Pues nada… nos llamamos… ahora mismo estoy muy

preocupada por Teresa y Bárbara. ¿Miraras lo del avión?

J_ Como negarme a tus encantadores ruegos... pero te tomo

la palabra, me debes una cenita.

M_ Claro que si.

J_ Adiós –se acercó para besarla en los labios pero Maca se

retiró.

M_ Recuerda… nada de excesos me lo ha prohibido mi

médico. Por cierto, has avisado a la madre de Esther.

J_ No. ¿No lo has hecho tú?

M_ ¿Yo?, mi trato con ella terminó cuando la acompañé

contigo.

J_ De acuerdo yo la llamo.

M_ Adiós Julia –le sonrió.

J_ Adiós cariño.

Julia se marchó contenta, sonriente, cerró la puerta

con una sonrisa que iluminaba su rostro. Mientras Maca

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dentro soltaba aire mientras tecleaba el número de

Encarna.

M_ Que hija de puta…aún viene a… ¡será posible! -Maca

recibió la misma respuesta por parte de Encarna, le colgó-.

Joder… ¡menudo carácter!... ¿cómo podría hacer que me

deje hablar con ella?... si Esther vuelve pronto no me

gustaría que nos viera enfrentadas… Esther… Esther…

-decía mientras cerraba los ojos y podía sentir sobre su piel

las caricias de su mujer.

Ajenos a todo cuanto pasaba en España, el camión y la

cafetera seguían su camino bajo un sol de justicia, en el

camión las mujeres cantaban con tono bajo, trataban de

hacer más tranquilo el viaje, sobre todo para los niños. Los

hombres seguían con sus ojos bien pendientes de cualquier

movimiento que pudiera surgir, pero llevaban dos días sin

cruzarse con nadie, tan solo una manada de antílopes

perdidos en la espesura de la tierra. A Esther también le

dolían los ojos, le escocían de dormir poco y mal, habían

parado lo justo para no sobrecargar ambos coches, y para

bajar a hacer las necesidades. En la cafetera, tan solo iban

ellos dos, Mona, Valiente y Bartolo se habían metido

también en el camón, así el silencio ya era un acompañante

más entre ellos.

V_ Según mis cálculos estamos a menos de media hora de

encontrarnos con nuestro refugio.

E_ ¿Y qué pasará entonces?

409 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 410: QUINTA PARTE PIJA

V_ No lo sé, Dávila ha dicho que no nos preocupemos, así

que… si superamos esto… estaremos a salvo.

E_ Es la experiencia más dura de mi vida Vilches –le dijo

con voz y gesto cansado.

V_ Te entiendo, yo con esta, ya van dos.

E_ ¿Y Maca?

V_ Ella venía en una.

E_ Seguro que se portó de manera excepcional –lo dijo con

total orgullo.

V_ Tú tampoco lo estás haciendo nada mal –le sonrió con el

gesto cansado, la barba de los tres días que llevaban

perdidos y la mirada triste.

E_ Gracias, estar a tu lado me ayuda mucho.

V_ ¿Y ahora por qué paran? –se preguntó mirando

nuevamente encenderse las luces rojas del freno del

camión.

En su casa Encarna estaba con unas amigas cuando su

sirvienta hizo aparición con gesto algo impactado. Se

acercó hasta ella y al oído le dijo. Que fuera estaba Maca,

ésa.

En_ Disculparme... tengo una visita urgente. ¿Qué te ha

dicho Angustias?

An_ Nada, solo que era urgente hablar con usted, señora.

410 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 411: QUINTA PARTE PIJA

En_ Que no me moleste nadie, y en cuanto puedas a éstas

las mandas a tomar viento.

An_ Si señora –la miraba algo impactada por su forma de

hablar.

Encarna suspiró agradeciendo que su marido no

estuviera en casa, él estaba ajeno a todo cuanto sucedía

entre Maca y su hija, al entrar al despacho la vio allí sin

muleta, pensó que era una mujer o muy fuerte o muy

orgullosa.

En_ Hola.

M_ Lo siento no he podido contestarle.

En_ Ya... estabas con Julia.

M_ Si –le contestó algo aturdida por su frase directa y su

mirada juiciosa.

En_ Ya me he enterado que va a mandar un avión a por mi

hija. ¿Cuándo vuelva, qué le vas a decir?

M_ Mire Encarna, he venido porque yo soy muy orgullosa,

muy cabezota ¿vale?

En_ No me importa como eres, para mí no tienes nada que

ver con mi vida.

M_ Pero eso no es así, Esther es mi mujer le guste más o

menos, y pienso casarme con ella aquí.

En_ ¿Y Julia?, ¿algo habrás hecho para conseguir que

inmediatamente se ponga en marcha?

411 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 412: QUINTA PARTE PIJA

M_ Haré lo que sea por conseguir que Esther vuelva a mi

lado lo antes posible –le decía segura mirándola fijamente a

los ojos-. Mire, entiendo que le caigo como patada en el

hígado, lo entiendo y respeto, pero me gustaría que cuando

viniera Esther usted y yo pudiéramos hablar al menos sin

rencor.

En_ No tengo nada que hablar contigo, y solo espero que mi

hija vuelva para hablar con ella, ella decide, o está a mi

lado como una mujer decente, o está al tuyo como ya

imagino entiendes que.

M_ ¿A usted eso le parece normal? –no pudo evitar mirarla

con chulería.

En_ Lo anormal es lo que hace contigo.

M_ Usted nunca ha estado enamorada, se ve clarísimo.

En_ Si ya has terminado te agradecería que te marcharas.

M_ Claro que me voy, pero que sepa que Esther y yo nos

amamos por encima de muchas cosas, yo nunca pondría en

una disyuntiva tan cruel como la que usted le quiere poner

a ella a mi hija. Esther es una mujer excepcional, no sé si

sabe la clase de hija que tiene.

En_ No te permito que...

M_ No me venga con tono de película, la realidad aquí es

que nos amamos, que su hija es la madre de mi hija, que

nos vamos a casar, y que si quiere poner en esa disyuntiva

tan estúpida a Esther, la va a perder, y si la pierde, que

412 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 413: QUINTA PARTE PIJA

sepa que pierde a una mujer única, a la que quizás usted no

ha sabido valorar como hija, persona y mujer.

No dijo nada más, se giró y con la cojera que aún

quedaba en ella se fue, con el gesto de rabia marcado en su

rostro, pero la tranquilidad de haberlo intentado por Esther.

El camión se detuvo, Vilches bajó junto a Esther que tenía

una rozadura en su zapato derecho y le sangraba la herida,

por su parte, Massamba bajó del camión el sol era de

justicia, y dentro se escuchaba el llanto de la pequeña

Macarena.

V_ ¿Qué pasa?

Ma_ El camión calentar Ziku.

V_ Joder –se removió inquieto.

Yi_ Masa.

V_ Si, estamos muy cerca podemos utilizar el agua que

queda.

E_ Voy a ver a Nsona.

V_ Si...

Ma_ Ziku... Massamba tener angustia.

V_ No me jodas Massamba que tus angustias me tocan los

cojones siempre.

Ma_ Quedar poco –sonrió.

V_ Eso espero, voy a ver como van los niños y Nsona.

413 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 414: QUINTA PARTE PIJA

Durante un rato estuvieron allí esperando que el agua

hiciera su trabajo con el agotado camión, mientras Mona y

Valiente jugaban en lo alto, con la gorra y las gafas de sol,

Loaubi bajó un momento para poder hacer sus necesidades,

los hombres sabían que el camino empezaba nuevamente

algo de Selva, quedaba una curva a la derecha y podrían

ver ya la ciudad. Aquello les hacía estar más distendidos, lo

peor había pasado.

E_ Estoy muerta –le dijo a Teresa que había bajado también

y estaba abanicándose con la gorra.

T_ Ya prácticamente estamos, me muero por una buena

ducha.

E_ ¿Cómo estará Maca?

T_ Vaya... lo que dio de si la ducha ¿no? –la miró divertida.

E_ Sí... mucho Teresa, mucho –sonreía.

T_ Bueno... ahora llegaremos y en seguida podremos

recomponernos.

E_ ¿Qué va a pasar con ellos?

T_ Nos quedaremos un tiempo.

E_ ¿Tú te vas a quedar?

T_ Sí Esther, yo no sé vivir en España, y ellos son mi familia,

no los quiero abandonar.

E_ ¿Y Bárbara?, ¿y Maca?, ¿y yo?

414 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 415: QUINTA PARTE PIJA

T_ Venga... venga... si en cuanto estéis allí unos meses ya

me estaréis dando la lata de que os volvéis. Y bueno,

Bárbara está en el hospital de Impfondo, imagino que

cuando se calme todo podré ir a verla.

E_ ¿La cuidaras? –le preguntó sonriente.

T_ ¡Mira que eres tonta!

E_ Si, si, yo te lo recomiendo, vamos nada que ver.

T_ ¿Nada que ver que?

E_ Un hombre y una mujer... no... no... me quedo con Maca.

T_ Es que Maca es mucha Maca.

E_ Y Esther es mucha Esther –sonrió con sorna.

V_ Bueno... parece que esto ya está... así que... damas...

¿nos vamos?

T_ Sí por Dios que tengo un calor que me muero y unas

ganas de una buena ducha.

E_ Y yo, vamos que Maca me ve así ahora y huye de mí.

T_ ¡Ay Maca... Maca!

V_ ¡Nos vamos!

Todos volvieron a subir camino a Loukoléla donde por

fin estaba la tranquilidad, y donde sin saberlo ellos, se

había negociado desde Madrid un avión que les estaría

esperando para esa misma noche salir rumbo a casa, por

fin.

415 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 416: QUINTA PARTE PIJA

En casa había llegado Maca con los nervios de la

espera, tenía en sus brazos a Maes que era lo único que le

daba cierta tranquilidad, jugaba con ella, le cantaba

canciones y sobre todo la observaba en silencio, porque al

hacerlo la voz de Esther llegaba con total claridad a su

mente.

R_ Ya está de camino la comida, es que no me ha dado

tiempo, he llevado a pasear a la niña y hacer algunas

presentaciones oficiales –decía orgullosa ante la mirada

atenta de Maca mientras ponía la mesa.

M_ ¿A tus amistades?

R_ Sí hija, a algunas y he ido a ver a la Tía María… se ha

quedado prendada de ella.

M_ ¿Y no les ha sorprendido que la niña no es blanca?

R_ ¡Ay hija!, de verdad que manía tienes de juzgar a todas

mis amistades.

M_ Mujer… de mí opinan pestes porque soy lesbiana.

R_ Eso es otra cosa, pero pasando… tu padre viene esta

tarde, otro que babea.

M_ ¿Aquí?

R_ Sí, claro.

M_ Mamá, es posible que mañana ya esté aquí Esther.

R_ Bueno pues nada, la conoceremos, nos iremos y le daré

las gracias.

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Page 417: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Las gracias? –la miró enarcando su ceja derecha.

R_ Sí, por hacer que mi hija vuelva a sentir ganas de vivir –

le sonrió mientras sonaba el timbre-. ¡La comida!

M_ Joder… pues si que ha cambiado tu abuela Maes…

-entonces sonó su móvil-. Joder… la madre que la parió.

¿Dime?

J_ Hola Maca… me preguntaba si estabas haciendo algo.

M_ Pues ahora mismo iba a comer –trataba de poner buen

tono.

J_ Pensé que te gustaría comer conmigo.

M_ Lo siento pero mi madre ha hecho un cocido y no puedo

dejarla con todo por medio, ya sabes como son las madres.

J_ Si…claro… ¿y esta noche?

M_ Pues… esta noche… ¿ya sabemos algo no?

J_ Podemos celebrar que vienen de camino ¿no te parece?

M_ Claro… porque no…

J_ Pones tú la hora y yo el lugar.

M_ De acuerdo… ¿a las nueve?

J_ Sí… me han confirmado que llegaran sobre el medio día

de mañana podrían estar aquí –Maca cerró los ojos-.

Siempre y cuando ellos estén preparados Maca, ten en

cuenta que han hecho un esfuerzo y quizá quieran

descansar.

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Page 418: QUINTA PARTE PIJA

M_ Ya… si… pero imagino que Vilches estará como loco por

llegar –“y mi niña también debe estar sufriendo y debe de

tener unas ganas tremendas por volver a ver a Maes y

claro... a mí también... ¡uf que calor de repente!”

J_ … ¿me estás escuchando?

M_ No perdona mi madre me estaba diciendo que se enfría

el arroz –Rosario la miró levantando una ceja-. De acuerdo a

las nueve de todos modos igual ya hemos podido hablar

con ellos a esa hora ¿no crees? –insistió.

J_ Claro guapa.

M_ Así lo celebramos.

J_ De acuerdo… te esperaré en la puerta del Ritz.

M_ Tentadora oferta… pero te recuerdo que no puedo

cometer excesos.

J_ Tranquila recordaremos viejos tiempo con calma. Hasta la

noche.

M_ Hasta la noche.

R_ ¿Julia?

M_ Sí –dijo suspirando.

R_ Ten cuidado, Encarna está muy ofendida con ese tema.

M_ ¡Ah si!, es cierto se piensa que he conseguido el avión

tirándomela.

R_ ¡No hables de esa manera hija! –le riñó ante la sonrisa

de Maca-. No me hace ninguna gracia.

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Page 419: QUINTA PARTE PIJA

M_ A mí si.

R_ Se nota que estás feliz.

M_ Estamos a unas horas de reencontrarnos mamá… es

que Esther es tan… especial en todo, es tierna, siempre con

una sonrisa que te deja boba, atenta, cariñosa… tiene su

genio ¡no vayas a creer!, pero es… apasionada para todo,

tan dulce y a la vez tan inocente… -cuando se dio cuenta de

que su madre la miraba fijamente con una sonrisa elevó las

cejas y contrajo graciosamente el mentón-. Vaya… se me

hace raro contarte estás cosas… perdona.

R_ Me gusta escucharte hablar así, creo que por fin has

sentado cabeza y mira, no conozco a Esther más que de

una vez que coincidimos en una fiesta, entonces iba con un

chico.

M_ No me lo recuerdes, aunque gracias a él, llegó a África –

musitó con algo de celos.

R_ Me cae bien… y tengo muchas ganas de conocerla…

M_ En unas horas la conocerás.

R_ Pues nada vamos a comernos ¿el cocido era? –sonrió

señalando la bandeja que habían subido del Restaurante de

la esquina ante la sonrisa de Maca.

En África la vida se veía de otro modo, por fin tocaba

despedirse de ese desierto, llegaban los primeros brotes de

Selva, nuevamente árboles, grandes zonas de intenso

follaje, aves sobrevolando la cafetera de diversos colores.

419 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 420: QUINTA PARTE PIJA

Aquello parecía nuevamente que volvían a la vida, Esther

miró a Vilches parecía más viejo ¿le pasaría a ella igual?

Cerraba los ojos y veía a Maca, y con esa imagen el resto

que parecía tan poco y a ella se le estaba haciendo tan

largo, pretendía que al menos, fuera ameno.

V_ Al menos esta carretera está un poco mejor.

E_ Si, y al menos tenemos algo con que alegrar la vista.

V_ Eso es cierto, tanto suelo cansa.

E_ Es precioso esta parte de aquí.

V_ Si, es una zona pobre pero la ciudad tiene su encanto.

E_ Oye Vilches… ¿crees que podremos salir?

V_ Mira Esther yo, hasta que no llegue no me creo nada.

E_ Debería haberlo aprendido ya ¿no?

V_ Tú no aprendes nada, te dije nada de sentimentalismos

y…

E_ Jejeje –sonrió.

V_ Parece mentira que lo hayamos conseguido –hizo un

gesto de asentimiento.

E_ Si.

V_ ¿Has visto la magia de Lula?

E_ Eres el primer médico que conozco que da crédito a esta

magia.

V_ A veces para salvar a la gente, hay que ser más humilde

en tu profesión, he visto tantas cosas aquí, que creo que

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hay un punto donde yo no puedo pasar, pero esta gente

que tiene su poder… hace lo que nadie se creería en la

civilización, aunque también a veces comete graves

errores.

E_ Los médicos… las enfermeras… también –Vilches la miró

y le sonrió.

V_ Entiendo porque tienes a Maca tan rendida.

E_ ¿Qué estará haciendo?

V_ La cabra seguro, nada de hacer caso a Cruz, irá andado

por ahí como si nada.

E_ Mientras no se deje liar por Julia.

V_ ¿De verdad crees eso? –la miró extrañado.

E_ No por ella pero… ¿qué le pasa a Mona? –preguntó algo

aturdida al ver la reacción del animal.

V_ Ni idea se ha vuelto loca con tanto salto.

Esther giró la cabeza hacia detrás porque Mona

saltaba y agitaba los brazos, entonces su gesto se

transformó en pánico, miró a Vilches sin poder decir nada y

los ojos del médico se encontraron con los dos camiones a

través del espejo retrovisor.

V_ ¡Mierda!

E_ Massamba… Massamba –gritaba como loca por la radio.

Di_ Mwasi ver… ver…

V_ Massamba dale toda la fuerza al camión.

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Page 422: QUINTA PARTE PIJA

E_ Vilches se están acercando.

V_ Massamba voy a entretenerlos… trata de darle toda la

potencia… ya debemos estar llegando –gritaba como loco.

E_ ¿Qué vas a hacer? –lo miraba asustada por su rostro

desencajado.

V_ Tenemos que tratar que no se acerquen a ellos –decía

levantando el pie del acelerador-. Joder... lo siento Esther.

E_ Haz lo que tengas que hacer –decía tragando saliva

muerta de miedo-. Por mi madre que esto salga bien... los

niños Vilches.

T_ ¡Vilches! ¿qué vas a hacer? –le gritaba fuera de sí

Teresa.

V_ Seguir y pedir ayuda... voy a tratar de detenerlos creo

que nos quieren vivos a Esther y a mí.

T_ Vilches estás loco –decía al ver que la cafetera había

aminorado la marcha y los camiones se acercaban a ellos a

toda prisa.

V_ Cierra la radio Esther –le pidió respirando agitadamente.

E_ Si –se pasaba la lengua por los labios, la garganta se

había secado.

V_ ¿Sabes rezar?

E_ No.

V_ Joder... vamos bien...

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Page 423: QUINTA PARTE PIJA

La cafetera casi estaba parándose, por el retrovisor

podía ver que eran unos cuantos, podía reconocer a la

distancia que estaban hambrientos de furia, de maldad,

notaba como sudaba, como su corazón latía fuerte, a su vez

controlaba como el camión iba tomando cada vez más

distancia... estaba prácticamente seguro que llegarían y si

su plan salía bien, ellos tendrían una oportunidad para

escapar, pero era tan complicado que sintió ganas de llorar.

Dentro de la cafetera tan solo se escuchaba el sonido de

ambas respiraciones y la tensión podía cortarse con una

pequeña navaja.

E_ Vilches los tenemos muy cerca.

V_ Esther... escúchame, voy a acelerar a tope, la cafetera

va a morir en el intento pero quiero intentarlo si nos sale

bien, creo que podríamos llegar a la recta que nos dejaría

en la frontera, allí hay militares y no creo que se atrevan a

seguirnos.

E_ De acuerdo –lo miraba con miedo.

V_ Te juro que me gustaría que no estuvieras aquí.

E_ Vilches va a salir bien.

V_ Cuando te diga, agarrate bien voy a acelerar a tope, y

esto va a ser como un obús hasta que pierda la potencia.

E_ Ya están aquí Vilches –le dijo con gesto de pánico.

V_ ¿Preparada? –el camión se había detenido tras ellos,

cuando Vilches vio que se abrían las dos puertas laterales le

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gritó al mismo tiempo que apretaba el acelerador a tope

tras meter primera-. ¡Ya!

E_ Dios –susurró al escuchar el chirriar de las ruedas, al ver

como salían disparados a golpes por las piedras-. El camión

no está...

V_ Vamos... vamos... vamos –repetía insistentemente a la

cafetera.

E_ Los hemos dejado atrás –le anunciaba girándose y

viendo como subían alterados al camión.

V_ Bien... vamos... de puta madre... –de pronto llegaron a la

zona donde Vilches sabía podían salvarse-. Esther... voy a

derrapar la cafetera no puede más una vez lo haga hay que

salir corriendo de acuerdo... yo haré lo mismo.

E_ Si.

V_ Esther.

E_ Dime –le decía con los nervios a flor de pie.

V_ Ha sido un placer conocerte.

E_ Lo mismo digo –le sonrió asustada.

V_ Piensa en Maca.

E_ Piensa en Cruz.

V_ Vamos –la cafetera comenzaba a echar humo-. Un poco

más aguanta un poco más, buena chica... venga...

E_ ¡Ahí está la frontera! –gritó al ver una alambrada.

V_ Ahora Esther, no mires atrás ¡corre!

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Page 425: QUINTA PARTE PIJA

Tal como dijo, la cafetera quedo en medio de la

carretera, Esther salió corriendo sintiendo la presencia del

camión sobre sus pasos, no se giró como le dijo Vilches,

corrió al igual que lo hizo él los ojos de los dos vieron

perfectamente el camión con su gente, lo habían logrado,

ambos corrían, ambos notaban sus latidos desenfrenados,

ambos sentían la vida en la otra parte del alambrada, hasta

que ambos escucharon una detonación, y tras ella a ambos

les llegó la oscuridad.

A Maca la siesta con su hija se le hizo corta, abrazada

a ella, soñando que Esther bajaba de ese avión con una

amplia sonrisa en sus labios, una sonrisa que le llenaba los

ojos de emoción. Pero la voz de su madre finalmente la hizo

despertar.

M_ ¿Qué ha pasado? –preguntó sobresaltada.

Ro_ Nada hija.

M_ ¿Qué hora es? –la niña ante su movimiento brusco

rompió a llorar.

Ro_ Son las cinco y media.

M _Ya cariño… ya… venga…

Ro_ Anda dámela y sal que está aquí tu padre.

M_ Voy… ¿no ha llamado nadie?

Ro_ No… ¿aún es pronto para que llamen?, venga…

M_ Voy –cuando se quedó sola en la habitación miró la

pantalla de su teléfono ninguna llamada perdida, ningún

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mensaje-. Deben estar a punto de llegar. Esther cariño…

que larga se me está haciendo la espera… seguro que tú

estás igual de mal, seguro.

Antes de cerrar sus ojos, Esther llegó ver el gesto de

horror de Teresa, todo le pareció como si ella fuera a

cámara lenta, como si todo cuanto pasara por delante de

sus ojos fuera una película, Maca, su hija, su madre, su

novio, finalmente su abuela, una abuela que la miraba

sonriente, con esa misma sonrisa suya, con esa sonrisa con

la que un día se fue.

Desde el otro lado de la alambrada, segundos antes a

la explosión, Teresa tocaba con sus pies el suelo que les

daba la tranquilidad de estar protegidos, nerviosa levantó la

cabeza y buscó la cafetera, aquel coche donde sus dos

amigos llegaban para como ella salvarse de la locura que

habían dejado atrás y volver a casa junto a sus familias. Su

gesto marcó sorpresa al ver llegar el coche a toda velocidad

y de repente derrapar, no pudo evitar ponerse la mano en

la boca para sofocar un grito ahogado, su tensión fue

insoportable cuando vio como se abrían las puertas y

ambos salían corriendo, pero nada comparado a la

angustia, el dolor y el pánico cuando vio como uno de los

hombres con un lanza granadas disparaba haciendo

explotar la cafetera, viendo como los dos volaban

despedidos del suelo cayendo a metros de distancia del

lugar, el sonido de los soldados de la frontera disparando

hacia los guerrilleros Teresa no lo escuchó, tan solo sintió la

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frialdad de unas lagrimas que recorrían sus mejillas, y un

dolor tan hondo en el corazón que por un segundo, sintió

con gesto desgarrado que le habían atravesado a ella

alguna de las balas.

El paso del tiempo cuando esperas una noticia tan

importante como la que Maca esperaba, parecía que lo

hacía con lentitud burlándose de ella, y el mismo frío que

notaba a través de la ranura de la ventana donde se había

sentado en el sofá, lo sentía en su alma, quedaba poco pero

lo poco que quedaba le estaba pasando tan lentamente que

no sabía ya en que matar ese lento morir de los minutos. Si

hubiera estado más tranquila la reacción de su padre con la

niña le hubiera llegado a emocionar, incluso escuchar

hablar a su madre de Esther con tanto cariño aún sin

conocerla, pero estaba tan sumida en el paso pesado y

lento de los minutos que ni siquiera había podido demostrar

alegría, más bien todo lo contrario una profunda tristeza

hacia su entorno incluso, agradeció que se llevaran a la

niña para quedarse sola y pensar, algo en ella le decía que

quizás estaban en problemas. Se levantó para ducharse con

el móvil tras ella, su cabeza no se detenía, no podía hacerlo

era imposible estar tranquila.

Después de la explosión y las balas perdidas, sin

dudarlo Massamba, Ngouabi, Yildas, Dib así como algunos

soldados se acercaron a la pareja, cada una a un lado, boca

abajo Vilches, de lado Esther. Los gestos de los hombres

eran de pánico, mientras las mujeres lloraban tratando que

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los niños no vieran lo ocurrido. Teresa tardó en reaccionar

pero cuando lo hizo comenzó a gritar como loca la

presencia de médicos, un par de jeeps ranchera que hacían

las funciones de ambulancias llegaron hasta el lugar de los

hechos. Massamba llevaba la sangre de Vilches en su ropa,

Yildas con gesto paralizado llevaba la sangre de Esther, y

Teresa al llegar y ver el estado de ambos, solo pudo

susurrar.

T_ Dios mío no...

Eran las ocho de la tarde, junto a Maca una Cruz algo

desesperada se había sentado en el sofá en silencio

pensando cada una en miles de posibilidades, que cuando a

una le parecían lógicas las elevaba en voz alta para tratar

de tranquilizar a la otra, aunque nada podía engañar el

corazón al menos podían apaciguar los nervios.

M_ No entiendo porque no llaman, son las ocho y cuarto y

deben haber llegado ya.

C_ Si pero te dijeron que el avión salía a media noche –la

miró tratando de calmar sus propios nervios-. ¿Qué vas a

hacer cuándo esté aquí Esther? –Maca la miró sonriente-. A

parte de…

M_ Yo no he dicho nada ¿eh? –dieron una carcajada-. Pues

no lo sé Cruz, tendré que volver a trabajar en el Hospital, y

esperar a que podamos volver.

C_ ¿Con la niña?

M_ Sí.

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C_ ¿Te lo has pensando bien?

M_ Sí, claro…

C_ ¿Esther piensa igual? –le preguntó tras dar un sorbo a su

tónica.

M_ Sí, estuvimos hablando diversas posibilidades… yo no

soy de ciudad Cruz.

C_ Pero ahora ya no es igual… hay una niña y… después de

esta experiencia... no sé.

M_ Bueno, en el caso que Esther no quisiera ir pues tendría

que aguantarme y quedarme aquí.

C_ Háblalo bien, no vayáis a tener problemas, recuerda que

yo tuve que dejar las cosas claras con Vilches.

M_ Si, lo recuerdo… aquellas crisis en la distancia –reía.

C_ En el fondo tenía razón, aquella zona no es para mujeres

y nuestra hija necesitaba de una madre, ahora no sé que

pasará cuando venga porque mi hija, necesita de padre

también.

M_ Si –sonó su teléfono y ambas saltaron hacia delante.

C_ ¿Quién es? –le preguntó al ver su gesto.

M_ Julia –resopló tratando de controlar la modulación de su

voz-. Hola Julia. Si. Hemos quedado a las nueve ¿verdad?,

¿ya?, me estoy arreglando… no estoy con Cruz tratando de

ver si nos llaman y nos dicen algo, ¿de verdad?, te lo

agradecería –miró hacia el techo con actitud cansada-.

Claro… hasta ahora. Joder…

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C_ Está pesada.

M_ Está salida que no es lo mismo –le dijo mordiéndose el

labio-. Reconozco ese tono de voz a mil leguas.

C_ Te estás metiendo en una trampa tú misma Maca.

M_ Si, no te digo que no, pero mira tenemos el avión

esperando.

C_ ¿A cambio de…?

Maca guardó silencio, ni siquiera hizo el más mínimo

movimiento para arreglarse, se mordía la uña del dedo

gordo pensando que era cierto, en un primer momento

había pensado no ir a la cena, dejarla plantada, pero sin

embargo la hora de salida del avión le dejaba poco margen

para hacer algo así, no quería ir a cenar pero sabía que su

actitud estaba gustando a Julia que realmente le importaba

bien poco si llegaban o no, tan solo le importaba hacer que

Maca después de todo se mostrara igual de interesada en

ella como si nada hubiera cambiado.

M_ Voy a vestirme.

C_ ¿Y si no vas?

M_ El avión sale a las doce y ésta es capaz de hacer

cualquier cosa con tal de joderme, y lo que quiero es que

estén aquí.

C_ ¿De verdad crees que se ha creído lo de Esther?

M_ No lo sé, creo que la actitud de Encarna juega a nuestro

favor.

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Horas antes…

Las dos camillas con los dos cuerpos, entraban en el

hospital de la ciudad, ensangrentados, Teresa subida sobre

Vilches haciendo un masaje cardíaco que le estaba

costando casi la vida, no pensaba en otra cosa que en

reanimar el corazón, no sabía como iba Esther, tan solo

había visto quemaduras en la espalda, y sangre por todo su

cuerpo. Al llegar los médicos consiguieron con la ayuda de

Teresa seguir con el masaje cardíaco, al apartarse sus

piernas comenzaron a temblar y fueron los brazos de

Massamba que la había acompañado junto a los demás

quien la sujetó.

Ma_ Todo ir bien Mami –le dijo mientras le caí una lagrima

por su rostro.

En su casa desesperada Encarna trataba de calmar sus

nervios, su marido le había dado de lado en aquella espera,

“ella se fue sabiendo lo que hacía ¿no?, pues ahora que

acarree con las consecuencias”, tras aquella frase se dio

cuenta de la diferencia que había entre un padre y una

madre, las entrañas donde había dado vida a su hija podían

más que cualquier otra cosa, pedía y rogaba que volviera,

le daba lo mismo que junto a esa mujer, tan solo rogaba

con el rosario en sus manos que su hija pudiera llegar sana

y salva.

Dentro de su desesperación, hizo una llamada.

431 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Maca salía de su habitación con unos vaqueros, botas

y una camiseta ceñida, se notaba su delgadez, y el tono

moreno en su piel, francamente se le veía hermosa pero no

lo podía disimular, la mirada opaca demostraba la tristeza

que sentía en su interior.

C_ Madre mía Maca, se te echa a la yugular.

M_ Que lo intente siquiera.

C_ Mira voy a llamar, lo siento no voy a esperar más.

M_ De acuerdo –entonces volvió a sonar su móvil-. Joder es

ella, espera. Si… dime… ¿han llegado?, sí… gracias a Dios…

¡si ya ves a estas alturas he dejado de ser atea!... ¿cuándo

salen?, bien… si… si… ¿Encarna?, sí no me puede ver

mucho no… me trata como una hereje que trastornó a su

niña buena… si… en fin menos mal que no tengo que seguir

soportándola y ha entendido que a mí no me tiene que

molestar. Gracias Julia por mediar en esto eres un amor…

gracias…nos vemos si…

C_ ¿Han llegado? –le preguntó expectante.

M_ Sí –sonrieron ampliamente abrazándose emocionadas-.

Dice que todo bien… que a media noche van a salir y… por

fin estarán aquí.

C_ Eso es fantástico… gracias a Dios.

Ro_ Hemos llegado –al ver sus rostros entendió que todo

estaba bajo control-. Han llegado.

M_ Si, mamá, Esther y los demás están bien –sonrió.

432 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ro_ Menos mal hija… que descanso –se abrazaron como

hacía mucho tiempo no hacían, con ese sentimiento de

madre e hija.

C_ Pues entonces yo me voy a casa Maca… creo que ahora

mismo me ha salido todo el sueño que llevo atrasado de

estos diecisiete días de tensión.

M_ De acuerdo. Espera… ¿sabes qué le dijo Encarna?

Ro_ ¿Encarna?

P_ Voy a llevar a la niña a su cuna, se ha quedado dormida

–les dijo sonriendo con su nieta en brazos.

Ro_ Si. ¿Qué dijo?

M_ Le ha dicho a Julia que quiere que le ayude a estar en el

aeropuerto de alguna manera para recibir a su hija sin mí, y

aquella se lo ha creído.

Ro_ Cariño…

M_ ¿Crees que lo ha dicho de verdad? –la sonrisa se le

borró.

Ro_ No lo sé, Encarna está muy afectada por todo esto… no

me gustaría que luego te llevaras tú el golpe que pretendes

darle a Julia.

C_ De todos modos, no va a conseguir nada Maca. ¡Vamos

con las ganas que debe tener Esther de verte!

M_ Si –sonrió-. Mi niña y yo hemos estado dieciocho días

porque cuento el de mañana, toda una condena sin vernos.

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C_ ¡Ay guapa, te cuento yo! –le dijo con sorna.

Ro_ ¿Y dónde vas ahora? –verlas así de sonrientes le daba

un gran alivio por fin la pesadilla se terminaba.

M_ A una cena de negocios mamá. No tardaré.

C_ Eso espero aún estás convaleciente, si fuera Esther te

daría permiso.

M_ Pero que mala eres tú también, me recuerdas a Vilches

–le dijo con burla.

C_ Menos mal que ya tienes la herida cerrada.

M_ Pero mírame Cruz, me has dejado perfecta casi ni se

nota.

C_ Ya, además mañana seguro que ni cojeas.

M_ Eso dalo por hecho –sonreían divertidas.

En el hospital, lejos muy lejos de aquellas dos mujeres

que habían sido engañadas, que pensaban que todo estaba

correcto, los médicos luchaban contra reloj por ellos, Teresa

esperaba fuera desquiciada pasillo arriba, pasillo abajo,

separándose moscas de la cara con su mano, resoplando

sintiendo la pesadez de los tres días en sus piernas,

desesperada ante la falta de noticias, decidió hacer algo.

T_ Massamba acompáñame por favor, necesito poner al día

a Dávila, debe saber esto

Ma_ Si mami.

434 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Con la ayuda de la secretaria de aquel hospital,

pudieron localizar la embajada, y con ella a Dávila. El

hombre había recibido la llamada de Julia y le contestó

contento.

D_ ¡Hombre por fin los desaparecidos!, enhorabuena.

T_ Dávila –susurró algo alterada entendiendo que no sabía

nada entrecerrando sus ojos.

D_ He hablado con Madrid y me han avisado que ya estáis

ahí, el avión está preparado para media noche.

T_ Dávila han atacado el coche de Vilches y Esther.

D_ ¿Cómo?

T_ ¿Quién te ha dicho que todo va bien?

D_ He hablado con Julia y…

T_ Hija de puta –Massamba que conocía el insultó la miró

con los ojos abiertos como platos Dávila se retiro algo el

auricular mirándolo aturdido-. Nos atacaron y ellos pudieron

entretenerlo el tiempo suficiente para que el camión llegara

bien, nosotros estamos todos bien sin embargo, a ellos les

alcanzó una granada, en el coche llevaban todavía un poco

de gasolina que nos había sobrado y la explosión fue

tremenda. Vilches a sufrido un paro cardíaco, lo hemos

podido remontar pero…

D_ Teresa no entiendo nada –decía aturdido y afectado por

la noticia.

T_ No vamos a poder volar a España como turistas.

435 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 436: QUINTA PARTE PIJA

D_ Entiendo lo que me quieres decir –miraba absorto

alrededor mientras pensaba en Vilches herido grave, Esther

también.

T_ Necesitamos ayuda médica, tendrán que operar a

Esther, a Vilches… aquí tampoco estamos en condiciones.

D_ Dame un tiempo Teresa, voy a ver que podemos hacer.

T_ Si, claro.

D_ No te muevas de ahí.

T_ Pero sobre todo no hables con Julia. Ni de momento con

Cruz ni Maca… vamos a aguantar a ver como se puede

solucionar evitándoles más dolor.

D_ No… tranquila… trataré de ver como se puede hacer

pero… Teresa no sé como vamos a sacar un avión… en

fin… déjame que lo vea.

T_ ¿Has visto Massamba?

Ma_ Demonio volvió.

T_ Esther tenía razón…

Se habían marchado juntas de casa de Maca, a Cruz le

había dejado el taxi en la puerta de su casa, Maca

continuaba rumbo hacia su cita, por su cabeza miles de

imágenes, miles de ideas, y de pronto, una solución.

M_ Disculpe, he cambiado de idea, vamos a otra calle…

Eran las nueve y media, Julia movía los dedos nerviosa

sobre la mesa, su gesto poco a poco fue cambiando cada

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vez que la puerta se abría pensaba en verla entrar, con esa

melena al viento que la volvía loca, estaba maravillosa y

tenía tantas ganas de estar con ella que había tenido que

prepararse para cenar en un restaurante y no ir a por el

postre directamente en la habitación. Aquel retraso en ella

no era lo habitual, nunca llegaba ni un minuto tarde, y en

esa ocasión lo hacía media hora, llamó al móvil sin querer

aparentar desesperación carraspeó para dar la impresión

de tranquilidad, tan solo le haría ver preocupación por ella.

M_ Hola soy Maca deja tu mensaje ahora no puedo

atenderte.

J_ Maca, soy Julia te llamo porque no sé si te ha podido

pasar algo y… bueno… quería quedarme tranquila.

Diez minutos después su móvil sonaba, en la pantalla

veía el nombre de Maca, sonrió, hacia efecto sus llamadas,

volvía ver como sus influjos sobre ella esa sonrisa hasta

cierto punto maquiavélica le iluminó el rostro.

J_ ¡Maca cariño!... ¿qué tal?

M_ Julia hola… siento si no te he podido llamar pero la niña

se ha puesto con un poco de fiebre y prefiero quedarme.

J_ ¿Qué niña? –preguntó apretando inconscientemente la

servilleta entre sus dedos.

M_ La mía… ¿no te lo había dicho?

J_ No, no sabía nada –contestaba aturdida.

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M_ Lo siento no voy a poder ir, lo dejamos para otra

ocasión. Un beso.

J_ Maca… Maca... –sonrió forzadamente y tras una

exhalación profunda se levantó para marcharse diciéndole

al camarero-. Lo siento me ha surgido un imprevisto me

tengo que marchar… ¿Qué estás haciendo Maca? –se

preguntó con seriedad y desconcierto por su actuación

mientras llamaba a un taxi.

Tras colgar la sonrisa de Maca fue tremenda, apoyó el

teléfono sobre la barbilla y siguió mirando por la ventanilla

la luna hermosa a pesar de taparla alguna nube oscura y

querer menguar su magia, para ella tan solo pensar que al

día siguiente podría compartirla con Esther le daba la

sensación de bienestar, de profundo alivio.

El taxi paró y Maca bajó con los nervios habituales

cada vez que se detenía ante las puertas de aquella casa,

tocó el timbre y una compungida sirvienta le abrió la

puerta.

M_ Hola… espero que no sea muy tarde… ¿puedo hablar

con Encarna?

An_ Pues no lo sé –le dijo con dudas.

M_ ¿Podrías preguntarle? –la miró con cierto malestar.

A_ Espere aquí.

Al verla en ese estado no pudo reprimir un cierto

malestar en la boca del estómago sin saber muy bien a que

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era debido. La siguió tras una mirada juiciosa, Maca se

quedó esperando en el pequeño despacho, allí había una

fotografía que al verla le dolía el alma sus ojos se

entrecerraron un poco, allí con su sonrisa a pesar de algo

triste, estaba Esther con un chico, la tenía abrazada por la

cintura, odio al chico, odio aquellas manos que la tenían

sujeta, le hubiera gustado arrancar aquel maldito retrato y

echarlo a la basura. Sin embargo el sonido de la puerta le

hizo girarse. Encarna la miró iba vestida que se notaba

venía de alguna cita importante, y eso le provocó un grave

pellizco en su corazón. Se miraban desafiantes. El silencio

se instauró entre ellas. Maca tragó saliva sintiéndose muy

incómoda pero quería probar por última vez antes de que

llegara Esther, quería solucionar sus problemas con su

suegra.

M_ Hola.

En_ ¿Qué quieres?

M_ Venía a hablar con usted, he estado hablando con Julia.

En_ Imagino –le dijo mirándola de arriba a bajo.

M_ Mire Encarna por favor… Esther va a llegar y no me

gustaría que se encontrara con esta situación.

En_ Puedo decirte una cosa Maca.

M_ Claro –sonrió con cierto temor por su gesto, entonces vio

lagrimas y en sus ojos y su sensación fue peor-. Dígame.

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En_ Te ruego que después de esto, no te acerques a mi

hija… que te quedes con Julia o con quien te dé la gana,

pero te agradecería que dejes a mi Esther tranquila.

M_ He venido para tratar de hablar con calma, creo que

está sacado unas conclusiones precipitadas y equivocadas.

En_ Ya… veo lo que te importa mi hija.

M_ Mucho, más de lo que usted puede imaginar.

En_ Me gustaría que por favor te marcharas de mi casa.

M_ Encarna… mañana cuando venga Esther no me gustaría

que pasara un mal momento por usted, y por mí –la miraba

fijamente quería terminar con aquella estúpida para ella

postura en su contra-. No quiero que Esther llegue y vea

que estamos mal.

En_ Esther no lo va a ver –le dijo con tanto dolor, con tanta

rabia que Maca sintió como si ante de que hablara le

quitaran el alma con un arañazo-. Está muy grave y no sé si

llegará con vida aquí.

M_ ¡Qué! –la miró incrédula y con tono de sorpresa le

preguntó con una media sonrisa irónica-. ¿Pretende que me

crea eso?

En_ Lo único que pretendo es que te vayas de mi casa, ¡y

que te vayas ya!

Las prisas en el hospital de Likolela, de un lado a otro,

la mezcla de goteros, moscas, inyecciones, prisas, y una

profunda angustia por parte de Teresa, de los demás que

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habían conseguido llegar para acompañar a los blancos en

su agonía. Y para que un doctor pudiera revisar a Nsona.

Ma_ Mami.

T_ Dime Massamba –sus ojos estaban hinchados de llorar,

unas profundas ojeras de cansancio se marcaban en su

rostro.

Ma_ Decirme que Dávila estar al teléfono.

T_ Vamos…

Corrieron por los pasillos, a pesar del cansancio

acumulado, a pesar de seguir con su ropa mugrienta por el

sudor, la sangre y la penetrante olor a cloroformo sus

piernas se mostraron ágiles para cruzar pasillos y llegar

desesperada hasta el teléfono.

Mientras, en casa de su suegra con gesto de

perplejidad, gesto de no entender absolutamente nada, se

encontraba Maca, la mirada de su suegra, el odio reflejado

en sus ojos hacia ella, la fotografía justo detrás, Esther… la

respiración se volvió pesada, su corazón sin embargo se

volvió ágil en latidos seguidos y el golpe de aquella noticia

fue como si el puño de un boxeador le golpeara la boca del

estómago y la dejara sin aire.

En_ Ya me has oído, por favor… sal de mi casa.

M_ ¿Pretende que me vaya así? –su mirada era dura,

realmente dura.

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En_ ¿Y tú pretendes qué me crea que no sabías nada? -le

devolvía la misma mirada.

M_ Por favor Encarna, no sé nada, ¿cree qué estaría tan

tranquila? –le alzó un poco la voz.

En_ Vete de aquí… mi hija lo último que va a necesitar es

alguien como tú que le mienta como lo está haciendo, y ya

lo último que encima sea una mujer, ¡sois así y espero que

si sobrevive lo entienda! –le espeto con cierto asqueo.

M_ Encarna ¡por favor!

En_ ¡Márchate!, mi hija no sé si llegara viva, pero si lo hace,

me asegurare que no puedas ni siquiera acercarte a ella.

M_ No me puede hacer eso, ¡dígame qué ha pasado! –se

acercó a ella con los ojos rojos de ira y dolor-. Porque no

pienso moverme de aquí hasta que me lo diga.

En_ Pregúntale a tu amante.

M_ ¡Déjese de joderme y dígame que le pasa a Esther! –le

dijo entre dientes mirándola con ojos repletos de ira.

En_ En mi casa te atreves a levantarme la voz… ya veo la

clase de persona que eres, ¡qué ciega está mi hija!

M_ En su casa le levanto la voz y lo que haga falta, no

pienso moverme de aquí hasta que me diga que le pasa a

Esther.

En_ ¿Y para qué lo quiere saber? –la miró herida.

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M_ Por favor Encarna… por favor –le dijo ladeando un poco

la cabeza mientras apretaba sus puños por no agarrarla de

los brazos y zarandearla para que le dijera la verdad.

En_ Angustias… acompáñala a la puerta.

An_ Si señora.

En_ No sé si llegue viva… si lo hace te ruego te olvides de

ella –salió de prisa de allí.

M_ ¡Encarna! –la detuvo con gesto de loca-. Dígame que le

pasa… no sea tan dura conmigo por favor –lloraba ya sin

ningún tipo de retención-. Mire Encarna que no esté de

acuerdo con lo que hacemos no significa que me haga esto,

amo a su hija con todas mis fuerzas.

En_ ¡Cállate!

M_ Por favor… por favor –le rogó llorando-. No sé da cuenta

que no puede hacerme esto.

En_ Vete de aquí.

M_ ¿Quiere que se lo pida de rodillas? –la miró con un ligero

temblor en su barbilla que le demostraba a la mujer su

necesidad, su desesperación-. Por favor... se lo suplico.

Con sus manos apretando el teléfono Teresa

escuchaba atentamente lo que Dávila le decía, de vez en

cuando abría sus ojos pero no hablaba. Al colgar, suspiró,

se mostró nerviosa, pensativa y finalmente le dio una orden

a Massamba para que reuniera a todos en el hospital.

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Cuando llegaron, las mujeres se les notaba la tristeza,

Nmaba con su viejo perro que trataba de cazar las moscas

perdidas, las demás con el temor a lo que mami pudiera

decirles. Todos afectados porque sabían que de una

manera u otra estaban a punto de despedirse de ellos.

T_ La verdad que esto es una de las cosas más duras que

voy a hacer, pero… sé que entenderéis que lo haga, y no

quería irme sin deciros que sois mi familia y que voy a

viajar con ellos hasta Madrid, tenemos en una hora un avión

preparado para estos casos, pero os prometo que volveré

porque no quiero vivir sin vuestra compañía –trataba de

aguantar las lagrimas pero la emoción la embargaba.

Ma_ Mami… nosotros esperar.

T_ Os voy a echar de menos –dijo ya llorando-. Muchísimo.

Después de decir las palabras las lagrimas inundaron

su rostro, uno a uno fueron abrazando a la gran mami, a

esa mujer que les había enseñado a hablar otro idioma, a

mostrar una sonrisa a pesar del mal tiempo, a cuidar de sus

mujeres, a contar historias de amor, esa mujer que había

pasado noches curando a sus mujeres, cuidando de sus

hijos o simplemente tratando de explicar a los hombres

porque en otros países se vivía mejor. Esa mujer que había

conseguido a través de los seis años que compartían la

aldea, ganarse primero el respeto pero sobre todo el

inmenso cariño que en cada abrazo que daba a su

despedida notaba en esas gentes. Fue tremendo cuando se

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abrazó a Lula, la muchacha lloraba sin cesar, no podía

evitar sentir tanto miedo, para ella Teresa había significado

todo, era como una madre, y aunque estar junto a

Massamba era lo mejor que había descubierto, Teresa era

quien le daba la paz, el equilibrio.

Lu_ Mami… te quiero –susurró abrazada a su cuerpo.

T_ Y yo pequeña… volveré…

Mientras Maca seguía en casa de Esther, le parecía tan

injusta la actitud de Encarna que se había negado a

marcharse, le había gritado poco le importaba, le había

exigido saber, hasta que la desesperación era tal que la

cogió de los brazos, la plantó delante suya y le exigió con

furia que le dijera la verdad, a lo que Encarna contestó con

voz helada.

En_ Que te lo diga Julia.

M_ Julia nada más es una jugada para localizarlos, para

traerlos, usted me ayudó en el plan ¡usted lo sabía joder! –

volvió a elevar la voz con las venas de la garganta a punto

de explotar, con la ira en sus ojos.

En_ Te ayudé, pero nada más había que ver como os

mirabais.

M_ ¡Me importa una mierda lo que piense!, ¡dígame donde

coño está Esther!, si no me lo dice lo averiguaré, y que le

quede claro que no pienso separarme de ella ni un solo

centímetro, ni un solo día de lo que me quede de vida –le

hablaba con rabia pero entendiendo que esa actitud no iba

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a ayudarle, la soltó, trató de relajarse minimamente para

hablarle con la mayor calma posible a pesar de que sus

hombros aún se movían agitados por la respiración alterada

tras la discusión y necesidad por saber-. He venido hasta

aquí para hablar y tratar de arreglar su odio por mí, no

quiero que Esther sufra, por favor…

Los ojos inyectados de locura de Maca a pesar de

tratar por todos sus medios de tranquilizarse, se clavaron

en los temblorosos de Encarna, Maca la estaba poniendo en

la cuerda floja, su coraje le estaba haciendo flaquear. Tras

suspirar como quien al hacerlo encuentra las fuerzas

suficientes como para seguir viviendo, le habló sin a penas

mirarla.

En_ Gracias a tu amante… había una pista para esta noche

a las doce de allí, por mediación de un amigo de la

embajada de España en Sudan los traerán, el estado de

ambos es grave, les explotó una granada en el coche y

llevaban gasolina, les alcanzó y vienen mal.

M_ No –cerró los ojos con dolor notando como el pecho le

daba un fuerte calambrazo.

En_ Y ahora por favor vete de mi casa, no quiero volverte a

ver.

M_ Sé que no le importa, pero a mí sí, necesito a Esther así

que ni se le ocurra hacer algo que trate de alejarla de mí.

Esto no va a quedar así.

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Abandonó la casa temblando no por el frío que hacía

en la helada noche de Madrid, sino por el miedo, las

lagrimas se congelaban en sus mejillas y los pies le

pesaban como si hubieran metido en sus botas toneladas

de peso. No sabía que hacer, estaba perdida en la calle,

necesitaba un abrazo, ese abrazo que si estuviera a su lado

sabría como dárselo Esther, su sonrisa se formó en el frío

vaho que salía de su boca entre abierta por el dolor, por la

pena, no podía pensar en otra cosa que fuera Esther, y su

Esther no sabía que le pasaba, en que estado se

encontraba, que heridas podía tener. Pensó en Cruz, detuvo

un taxi y se fue hasta su casa. Al llegar la cirujana abrió con

un nudo en su garganta, con los ojos repletos de lagrimas y

sin decir nada se abrazaron las dos rompiendo a llorar.

M_ Cruz.

C_ Lo sé.

M_ No puede ser.

C_ Dios mío Maca…

A las doce de la noche, un avión tomaba pista, una vez

cumplidos todos los requisitos, subían a Vilches y Esther,

tras ellos una Teresa completamente destrozada por lo que

dejaba atrás, y aturdida por lo que sucedería en las

próximas horas. Los médicos tomaron todas las

precauciones, se sentaron mientras el avión tomaba altura,

y una vez en el aire siguieron trabajando.

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T_ Vamos aguantar... volvemos a casa chicos... volvemos a

casa –les dijo a Vilches y Esther con un leve puchero en su

barbilla.

Había pasado media hora desde que Maca se había

marchado de su casa, Encarna no había podido acostarse,

su marido tampoco, desde que se había enterado por

casualidad al escuchar a Encarna con su mejor amiga

contarle lo de Esther y Maca, había trazado una línea donde

no había cabida para su hija, pero una cosa era aquella

línea, otra que Esther la hija risueña y aparentemente feliz

iba en una avión debatiéndose en estado grave entre la

vida y la muerte. Cada uno en una sala, cada uno en un

lugar de la casa Antonio con una copa de Coñac, Encarna

con un pañuelo, y es que desde su marcha la casa se había

quedado más en silencio que nunca.

Sonó el timbre de la puerta, ambos salieron de sus

lugares diferentes para ver quien era, la hora les hacía

pensar que podía ser alguien que les llevaba noticias sobre

el estado de Esther o el avión. Angustias pasó y tras ella

Rosario con gesto compungido, se dirigió hasta Encarna y la

abrazó, la mujer necesitaba aquel abrazo.

Ro_ Tenemos que hablar Encarna... los tres tenemos que

hablar.

Los nervios, los paseos de un lado a otro en la casa de

Cruz, las llamadas, las informaciones contradictorias, los

llantos, ambas perdiendo el control. Pero no estaban solas

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Page 449: QUINTA PARTE PIJA

hasta su casa se había desplazado Claudia, por su cuenta

también trataba de averiguar pero sobre todo trataba de

tranquilizar, mantener la cabeza fría y ver las mejores

soluciones ante los problemas que se venían encima.

Cl_ Tengo algo chicas... pero creo que no te va a gustar

Maca.

M_ ¿Qué pasa? –la miró aterrada.

Cl_ La madre de Esther ha solicitado que a su hija se le

derive a un hospital privado, no quiere ir al Central.

M_ Ah vale pero yo soy su mujer y digo que va a ir al

Central –decía enfadada pero muy convincente en sus

palabras.

C_ Aquí no eres su mujer Maca –le dijo con gesto de pena y

unas profundas ojeras.

M_ Aquí o el la luna soy su mujer y se hará lo que yo diga.

C_ ¡Maca por favor para ya! –le dijo seria-. Ella es quien

debe decidir tú no tienes potestad aquí, tu boda no sirve.

M_ No puede hacer eso...-se mostraba aturdida y en sus

ojos se reflejaba el profundo miedo que sentía-. Estoy

segura que no va a dejarme estar a su lado, me quiere

alejar de ella.

Cl_ Maca está en su derecho al menos hasta que Esther

vuelva en sí y diga lo que quiere, que sin duda será estar a

tu lado –le decía tratando de tranquilizarla.

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M_ Joder –dijo con rabia apretando los dientes mientras

volvía a pasear de un lado a otro nerviosa, entonces se

detuvo se giró y les preguntó-. ¿Y si no vuelve en si?

C_ ¿Por qué no me contestan?...

Cl_ En la embajada deben estar ya durmiendo todos –

ninguna supo que contestarle.

M_ La madre que los parió.

C_ ¡Dávila, eres tú!... ¡puedes decirme que hostias ha

pasado!, ¿por qué no nos han dicho nada?... espero que

tengas una buena excusa ¡cabrón! –le espetaba fuera de

control.

M_ Cruz... –le llamó la atención.

C_ ¿Dónde están?, ¿cómo están?, ¿en que estado vienen?

M_ ¡Cruz vale ya! –le dijo alterándose un poco.

Cl_ A ver déjame que yo hable con él. ¿Dávila?

C_ Voy a volverme loca –dijo resoplando.

M_ Cruz ¿qué va a pasar?

C_ No lo sé… si es una granada imagino que junto a la

explosión si les ha pillado separados del coche no tendrán

quemaduras, no lo sé… no puedo pensar.

M_ Tengo que hacer algo Cruz, no puedo dejar que Encarna

me separe de Esther.

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C_ Ahí no vamos a poder hacer nada –la miró con tristeza

haciendo un puchero en su barbilla y tras un gesto de

tristeza ambas volvieron a abrazarse.

Cl_ Chicas… no son buenas noticias, lo siento –las miraba a

una y a otra con temor.

Una vez sabían el estado de ambos, y que Teresa

venía con ellos sabían que no podían hacer otra cosa que

esperar, esperar las trece horas de viaje, Maca desesperada

sin saber que hacer, si volver a casa de Encarna o al

aeropuerto y secuestrar la ambulancia.

Estaban desayunando algo, un café y unas tostadas

que había preparado Claudia tras una ducha y tratar de

tranquilizarse.

Cl_ Nos tenemos que preparar, Cruz si quieres operar a

Vilches no voy a dejar que lo hagas en un estado así.

C_ No tengo apetito Claudia.

Cl_ Me da igual. ¿Y tú qué estás tramando que pones ese

gesto? –le dijo a Maca.

M_ Secuestrar la ambulancia cuando suban a Esther.

Cl_ ¡Dios! –susurró negando con la cabeza.

M_ En serio… y luego ya dirán, pero no voy a dejar que me

separen de ella.

C_ Madre mía –murmuró mirándola con temor.

Cl_ Deberíamos tranquilizarnos, ¿Maes está bien?

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M_ Echando de menos a Esther, ¿y qué le voy a decir

ahora? –la miró con los ojos repletos de lagrimas-. ¿Cómo le

digo que Esther viene mal y quizá no la vuelva a ver?,

¿cómo le digo que su madre puede quedarse ciega? –se

mordió el labio a punto de llorar.

C_ Maca de la misma manera que yo voy a decirle a la mía

que su padre se puede quedar paralítico.

Cl_ Bueno… vamos a esperar ¿de acuerdo?, no vamos a

adelantar acontecimientos, los diagnósticos de allí no van a

ser los mismos que aquí principalmente porque aquí

tenemos los aparatos que realmente nos dirán lo que

tienen.

C_ Eso es lo que me asusta, que si con lo que ellos han

explorado y visto me dicen esos dos diagnósticos, lo que

podemos encontrar aquí sea mucho peor.

M_ Solo pido que viva, me da igual como pero quiero a

Esther a mi lado…

Cl_ Bien… sabemos que el avión ya lleva nueve horas de

vuelo, si os parece bien, os arregláis y nos vamos al

Hospital.

M_ Yo no lo sé… porque igual… joder –cerró los ojos con

una rabia incontrolada-. Yo iré al aeropuerto.

C_ Maca por favor lo último que necesitamos ahora son

problemas, trata de ser sensata.

452 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Lo de la sensatez tendrás que decírselo a ella, solo faltó

que me arrodillara y ni por esas entró en razón.

Cl_ Bueno… a ver yo creo que Encarna entrara en razón,

de todos modos lo mejor es estar en el Central. Desde allí

podemos saber hacia donde va la ambulancia que lleve a

Esther ¿vale?

C_ Por mí bien –dijo abatida mirando al vacío.

M_ Por mí también, ¡mierda! –renegó con toda la rabia del

mundo.

El avión cruzaba los cielos, las nubes de diferentes

países, llegaba al mar y los ojos de Teresa no se separaban

de los monitores de ambos, de los cuerpos de ambos, de su

propia pena, atrás quedaban tantas cosas su gente,

Bárbara, su perro, pero no podía dejar que aquellos dos

cuerpos fueran solos, si alguno despertaba necesitaba

escuchar la voz amiga, aunque era prácticamente imposible

porque iban intubados y le habían asegurado que el estado

era grave, para que seguir mintiéndose, precisamente eso

le había hecho volar con ellos, si morían quería estar a su

lado, al lado de dos mujeres que eran para ella como sus

hijas para darles el apoyo que estaba segura necesitarían,

pero ella que era mujer optimista por naturaleza, tan solo

pensaba en que algún día volvería y podría reencontrarse

con su gente, volvería a abrazarse, sonreír, o sufrir, pero

volvería. Suspiró cerrando los ojos con terrible gesto de

pena.

453 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 454: QUINTA PARTE PIJA

Llegaron al Hospital donde Sam la Recepcionista de

pelo canoso, con acento argentino y gafas subidas a su

frente, al verlas salió para abrazarlas, ya todo el mundo lo

sabía, todos estaban esperándolas con cierto temor por

como estaban de animo. Para la recepcionista su ojo

derecho de siempre a pesar de coincidir poco en el

Hospital, era Maca, a ella la estrechó con más fuerza.

S_ Maquita mi dulce...

M_ ¿Sam sabes algo más? –la miró con esa necesidad

hambrienta de saber.

S_ No... que llegan mal heridos –le hablaba con su tono de

voz bajo, suave y tan envolvente.

C_ Sam estaremos en mi despacho por favor si te enteras

de algo nos avisas.

M_ Confiamos en tus dotes, sobre todo –se acercó y le dijo

en voz baja-. Si te enteras que a Esther la remiten a otro

hospital me avisas porque tendré que impedirlo.

C_ Vale ya con eso Maca –la riñó Cruz.

M_ Si tengo que secuestrar la ambulancia y traerla, lo haré

–lo dijo seria y convencida.

S_ Contá comigo Maquita –la miró con gesto fuerte como

demostrándole como siempre que estaba a su lado.

M_ Gracias –le sonrió con ternura.

C_ Vamos estoy segura que Sam va a mover cielo y tierra

para encontrar algo... tuviste suerte que cuando estabas

454 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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herida ella estaba de vacaciones, sino, te hubiera llenado la

habitación de flores.

M_ Le va a encantar Esther –sonrió de lado.

C_ Lo sé.

Cl_ Animo chicas... todo va a estar bien –les dio al ver sus

gestos, y mientras Cruz recibía muestras de apoyo Claudia

le dijo-. Oye Maca ¿qué vas a hacer con Maes?

M_ Les llamaré para saber como está, en cuanto Esther esté

aquí y la pueda tener en una habitación, haré que la niña

esté con nosotras, quiero que estemos juntas.

Cl_ Ya –no puedo evitar acariciar su cabeza, era la primera

vez que la veía tan entregada a una mujer, estaba segura

que aquella era la mujer de su vida.

Ja_ ¡Maca!

M_ Hola Javier.

Ja_ Oye cuenta conmigo para lo que necesites, ¿vale?

M_ Gracias.

C_ Javier, trata de que Aimee esté con nosotros, vamos a

necesitar lo mejor para cuando lleguen.

Ja_ Está en sus días libres pero seguro viene si le aviso.

He_ ¡Cruz, Maca! –apareció Héctor-. Recién me enteré.

C_ Si.

He_ Sabés que podés contar conmigo ¿eh? –le tocó la

barbilla a la cirujano que sonrió cansada y triste.

455 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 456: QUINTA PARTE PIJA

C_ Gracias. En cuanto sepa cual es el estado real, haremos

una reunión.

He_ Maca deberían descansar ¿eh?

Al_ ¡Maca... Maca! –apareció Alicia corriendo-. Lo siento me

he enterado de lo de tu novia... bueno tu mujer... bueno tu

pareja –decía mordiéndose el labio inferior algo nerviosa.

M_ Si, está viajando.

Al_ Si necesitas algo...

M_ Gracias –le había llamado la atención su ofrecimiento.

C_ Vamos Maca. Es buena chica ¿eh? –le sonrió-. Haría buen

equipo con Esther.

Entonces sus ojos sin remedio se llenaron de

lagrimas, ¿podría Esther volver a trabajar?, ¿podría

recuperar lo que había perdido?, una angustia llenó su

interior y fue Cruz quien la hizo entrar y sentarse, mientras

parecía que se iba a ahogar, con la ayuda de Cruz y

Claudia, pudo superar su ataque de ansiedad.

La hora siguiente pasó con lentitud, seguían

esperando noticias, Cruz como Directora de urgencias del

Central, había preparado todo para atenderlos, tan solo

sabían por encima su estado, y lo que sabían era

descorazonador teniendo en cuenta que debían llegar vivos

en avión, enfrentar 13 horas de vuelo todavía complicaba

todo. La puerta se abrió y apareció Sam, con su gesto de

456 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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bonanza y unos cuantos cafés, las conocía eran médicos y

no necesitaban tilas, sino café.

C_ Gracias Sam.

S_ Traté de hablar con la cúpula de MSF, me dijeron que

fue Julia la que consiguió el avión.

C_ Ya.

M_ Eso no es cierto, el avión lo consiguió Encarna, ella solo

la pista.

Cl_ Tampoco seas tan tiquis miquis Maca –le dijo un tanto

cansada de sus objeciones y pensamientos, se notaba que

estaba fuera de si.

S_ Parece ser que vienen hacia acá.

M_ ¿Quién? –la miró seria.

S_ Ya sabés, esos buenos para nada que no sea figurar en

la tele.

C_ Era lógico Maca, así que... paciencia –llamaron a la

puerta-. Adelante.

R_ Hola Macarena, Cruz, Claudia, Sam.

Entró Rosario acompañada de su marido, tras él,

una Encarna con ojeras pronunciadas, con semblante serio

y por primera vez Maca conoció al padre de Esther, a ése

hombre del que su hija hablaba más bien nada. Los miró

con dolor.

457 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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S_ Bueno... luego nos vemos –la mujer salió pensando “Meu

Deus se puede cortar la tensión... mi Maquita va a estallar,

si fuera creyente rezaría”

R_ Macarena hija –la abrazó.

M_ ¿Y Maes?

R_ He llamado a la tía Maria, la he dejado con ella he creído

que aquí hacíamos más falta. Cruz te presento a Encarna y

Antonio, los padres de Esther.

C_ Encantada.

M_ ¿Qué hace aquí? –se acercó a Encarna.

R_ Macarena –le advirtió su madre.

M_ No sé a que cojones viene, pero solo le digo una cosa –

con su clásica postura desafiante, con las piernas algo

abiertas, su ceño fruncido, sus ojos algo entrecerrados y

con la voz tranquila pero fuerte, segura de todo cuanto le

iba a decir, prosiguió-. Haga lo que haga Esther va a estar a

mi lado, nada ni nadie lo va a impedir. Aquí están los

mejores médicos, y para Esther quiero lo mejor.

R_ Macarena –trató de frenarla.

Claudia salió tras ella, negando con la cabeza, la

detuvo en el pasillo justo cuando vieron como llegaba Sam

corriendo hacia ellas.

M_ ¿Qué pasa?

S_ ¡Maquita!, mi dulce, la puerta está llena de periodistas.

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M_ Joder...

S_ Y tengo una noticia para ti –sonrió.

M_ ¿Qué?

S_ No tenés que secuestrar la ambulancia, tu Esthercita

viene acá, tu mamá me lo confirmó.

M_ ¿Cómo? –la miró algo aturdida.

Cl_ Anda vamos... vamos a la terraza necesitas aire. Gracias

Sam.

En el hall, nerviosos, todo preparado, los quirófanos,

los compañeros, los de seguridad avisados para que

alejaran a los periodistas, Rosario, Pedro, Encarna y

Antonio, con la representación de MSF esperando en el

pequeño hall de la UCI, todo bajo control y todo

descontrolado para Cruz y Maca. Sam luchando con las

llamadas de las cadenas de televisión, de radio, paseos

arriba, paseos abajo, las enfermeras esperando ansiosas

porque Vilches era uno de esos médicos que para ellas no

olvidan, y saber en el estado en que llegaba a todas les

producía cierta preocupación, y las ganas enormes de que

todo saliera bien.

La primera ambulancia llegó, sabían que era

Vilches, Raúl apartó de un golpe a un periodista que trató

de sacar un fotografía, con precaución pero a toda

velocidad la camilla de Vilches repleto de cables, intubado,

y con un monitor sobre sus pies pasó volando recepción,

459 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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dentro ya le esperaba Cruz, que al verlo sintió el impacto

brutal del terror.

He_ ¡Déjame a mí Cruz!

C_ No hay tiempo que perder... ¡vamos!

La segunda ambulancia llegaba, los periodistas

querían sacar cualquier instantánea, Raúl ayudó a Ricardo

para apartar algunos y poder abrir la puerta, a Maca se le

había secado la boca, notaba como su garganta suplicaba

agua, como sus piernas temblaban y como la necesidad de

ver y besar a Esther no la dejaban moverse de su sitio,

junto a ella Claudia que había sido su mayor apoyo.

M_ Esther –murmuró al ver como abrían paso.

Su rostro quedo tan impactado como el de Cruz,

Esther llegaba igual que Vilches solo que ella además

llevaba los ojos vendados, y heridas en la cara, Maca no se

pudo mover hasta que la camilla había pasado, el impacto

fue tan brutal como lo había sido segundos antes para Cruz.

Entró en el box, se puso junto a Aimee, Claudia

también, y mientras Aimee pedía pruebas sin cesar y la

habían pasado a la camilla, Maca se precipitó hasta el

cuerpo de su mujer abrazándose a ella, rompiendo a llorar

mientras la llamaba.

M_ Mi amor... ya estás aquí... mi amor... todo va a ir bien.

A_ Por favor Claudia –le hizo una señal para que la sacará

de allí.

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Page 461: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ Vamos Maca, dejemos trabajar.

Al salir, se apoyó contra la pared la frente, los cortes

en su cara, la venda en sus ojos, el pelo recortado

torpemente, las heridas en sus brazos, no pudo evitar sentir

que el mundo se le venía encima, pero una voz parecía

llegar para rescatarla.

T_ Maca...

No hicieron falta palabras, tan solo un abrazo y un

llanto descontrolado por ambas partes, una imagen

desgarradora de dos mujeres por Esther, que llegó al

corazón de Encarna que veía la escena rota por su propio

dolor y sufrimiento.

Las pruebas dieron los peores presagios, a Esther una

vez reconocida decidieron que había que operarla de su

tobillo izquierdo el cual tenía los ligamentos rotos, las

heridas habían sido bien limpias sin embargo se llevaron a

un aparte a Maca y sus padres para explicar bien la lesión

que más les preocupaba.

Ai_ Bueno Maca, la situación es complicada, el tobillo no me

preocupa pero es cierto que tiene una lesión ocular –

Encarna cerró los ojos preocupada, Maca apretó las

mandíbulas-. Ahora mismo la hemorragia interior no nos

deja llegar a la profundidad del ojo.

En_ ¿Quiere decir que va a peder la vista? –lo dijo como si le

hubieran arrancado el alma.

461 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 462: QUINTA PARTE PIJA

Ai_ Su hija ahora mismo debido al impacto sufre una

ceguera que sólo con el paso de los días sabremos si es

temporal o no.

En_ No.... –susurró mientras su marido la abrazaba.

Ai_ Maca, sabes que hay riesgo de que la lesión sea grave

¿verdad? –le preguntó al ver que parecía muy lejos de allí.

M_ Perdona Aimee ¿qué?, ¿qué decías?

Ai_ Tienes que ser fuerte porque cuando Esther despierte

va a necesitar que todos a su alrededor estén fuertes,

vamos a mantenerla en el coma inducido, las heridas que

tiene y algunas quemaduras le harían tener un dolor

insoportable.

M_ Si, si –Teresa se puso a su altura pasando su brazo por

la cintura-. ¿Y el tobillo?

Ai_ Hemos hablado Javier y yo, creemos que es mejor que

pasen unos días para operarla, no la voy a despertar... hay

que ponerle sangre perdió mucha.

M_ De acuerdo... –respiraba con dificultad.

Ai_ De momento es todo lo que puedo decirles –se dirigió a

sus padres.

En_ Gracias doctor, ¿puedo pasar a verla?

Ai_ En cuanto terminen con las pruebas –le contestó

asintiendo.

M_ ¿Y Vilches? –lo miró con temor.

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Page 463: QUINTA PARTE PIJA

Ai_ Vilches tiene una lesión demasiado cerca de la médula,

es una cirugía de alto riesgo, ahora mismo están

estudiando su caso.

M_ Gracias.

Ai_ ¿Necesitas algo? –Maca negó con la cabeza-. Está bien...

voy con Cruz.

T_ Maca cariño... ya has escuchado a Aimee, tienes que ser

fuerte ¿si?

M_ Esther es la fuerte Teresa... yo no –susurró abatida

abrazándose a ella.

T_ Vamos pequeña... todo irá bien.

La abrazó con el pensamiento en Vilches, y en el

problema tan grave que se le había presentado a Esther, y

una vez se despertara lo mucho que iba a necesitar el

apoyo de Maca. En esos pensamientos estaba cuando llegó

Sam.

S_ Teresita te conseguí algo de ropa para que te acomodes

–le entregó su maravillosa sonrisa.

T_ Gracias Sam.

S_ ¿A vos le importa que hablemos?

T_ No. Maca ahora vuelvo.

El ruego de Sam tenía un fin, y sin duda era ayudar

a su Maquita.

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Page 464: QUINTA PARTE PIJA

Una vez Esther en la UCI les dejaron que pasaran a

verla, Maca miró a Encarna y con más o menos gracia le

hizo una señal para que pasara. Rosario se había quedado

con ella y habían decidido acercarse a ver si Claudia les

informaba sobre la operación de Vilches. Maca se asomó al

quirófano para hacerle una señal y que saliera.

M_ ¿Cómo va?

Cl_ La lesión es grave pero Cruz está convencida que la van

a reducir.

M_ Ya... seguro que lo logra –dijo con desgana ante la

mirada de pena de su madre.

Cl_ Oye Maca, ¿por qué no descansas un poco?, Esther está

fuera de peligro y va a estar vigilada.

R_ Eso le he dicho yo pero no hay manera hija, no me hace

caso.

M_ No voy a separarme de Esther, no ahora.

Cl_ Precisamente ahora es cuando puedes Maca, la niña

también te necesita.

M_ No Claudia. Cuando termine la cirugía por favor decirme

algo –su gesto era más apenado que cansado, pero se le

notaba tan afligida que levantaba la preocupación en todos.

Cl_ Va para rato Maca.

M_ ¡Menuda mierda!, ¡no sé porque cojones me tuve que

venir!

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Page 465: QUINTA PARTE PIJA

R_ Vamos hija de nada sirve eso ahora, es una manera

tonta de castigarte, lo que tienes que hacer es tratar de

estar lo más relajada posible, ¿vale?

M_ Ya... ¿y eso cómo se hace? –la miró desesperada.

R_ Estando al lado de tu mujer, apoyándola y demostrando

que la amas de verdad, pero también descansado, lo

necesitas.

M_ ¿Por qué no se la llevó? –le preguntó al entender que

hablaba de Encarna.

R_ Digamos que tuvimos una charla intensa.

M_ Gracias –le sonrió.

R_ De nada hija, es lo menos que puedo hacer.

M_ Ahora tiene heridas en la cara y con esa venda no se

aprecia... pero... es tan guapa, es tan maravillosa mamá.

R_ Lo veo en tus ojos –sonrió-. Vamos.

Cuando Maca llegó Encarna aún estaba dentro, al no

ver a Teresa decidió irse hasta la cafetería, necesitaba un

café bien cargado y un rato de soledad para asumir todos

los cambios que iban a darse en su vida, desde ese preciso

instante.

Mientras, la operación de Vilches seguía, Cruz, Javier y

Héctor, trataban de remediar una lesión irreversible, iban

por buen camino pero esa clase de cirugías nunca se podía

mostrar seguridad.

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Page 466: QUINTA PARTE PIJA

Al llegar Teresa, buscó con la mirada a Maca pero no

estaba, sí lo hacia una Encarna ojerosa, llorosa, bien

instruida por Sam llegó hasta su lado, le sonrió como solo

Teresa sabía sonreír.

T_ ¿Puedo?

En_ Claro.

T_ No nos han presentado pero soy Teresa, he estado con

su hija desde que llegó.

En_ Si, lo sé, ella me habló de usted.

T_ Por favor tuteémonos ¿no te parece?, al fin y al cabo

compartimos algo hermoso y es el inmenso cariño que

siento por Esther.

En_ Está bien.

T_ ¿Quieres un café?, ¿una tila, algo? –la miraba con

distancia.

En_ No gracias, no me pasa nada.

Hubo silencio intenso, donde tan solo se

escuchaban los sonidos de pisadas que iban y venían a

través del pasillo donde esperaban.

En_ Supongo que me vas a vender a Maca como la mujer de

la vida de mi hija.

T_ No, yo no tengo que vender nada, a todo caso lo único

que puedo hacer es hablarte de la felicidad de Esther en la

Selva, nada más –le dijo convencida.

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En_ Las ideas estúpidas de mi madre –dijo con rabia-. Ella

siempre diciéndole tienes un corazón tan grande que serías

una estupenda enfermera.

T_ Pues tu madre dijo una gran verdad, la conocía bien.

En_ ¿Qué quieres decir? –la miró con el cejo fruncido.

T_ Mi madre murió cuando yo era muy joven, tuve el

ejemplo de las madres africanas toda mi vida, la libertad en

el pensamiento es algo impresionante, aunque si bien es

cierto las leyes machistas cortan esas alas, al fin y al cabo

tratan de que sean libres. Cuando conocí a la madre de

Maca, Rosario, con todos sus prejuicios por la vida de su

hija, me alertó, porque como decía una vieja mami africana,

los llevamos en nuestras entrañas, los parimos, los

educamos, pero su vida es Suya –recalcó la palabra-. Y

hagan lo que hagan las madres estaremos a su lado porque

han estado en nuestras entrañas y eso no hay nada más

que la mala fe lo que puede separar a una madre de su hijo.

Viene a decir que Esther ha sido muy feliz junto a Maca, lo

puedo asegurar, la he visto reír, llorar, disfrutar, todo junto

a Maca, Maca no era una mujer fácil, es de armas tomar,

pero Esther ha sabido domarla, y yo creo que tú eres

inteligente, todo cuanto hagas para separarla de Maca, irá

en tu contra porque cuando el corazón está entregado no le

importa derribar los muros que a su paso levanten, y yo sé

que... la quieres y mucho, me lo dicen tus lagrimas.

En_ ¿Y si se queda ciega, crees que ella no huirá?

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Page 468: QUINTA PARTE PIJA

T_ Bueno esa pregunta si conocieras a Maca sobraría. De

todos modos, yo no voy a venderte a Maca. ¿Un café? –le

sonrió.

Con el abatimiento que se le clavaba en el alma día

tras día desde que se había separado de Esther, Maca

deambulaba por la terraza del Central, era su sitio favorito

cuando debía pensar. Y allí estaba viendo el atardecer con

un café en su mano y la mirada perdida en el horizonte.

Una voz le sorprendió, y se giró.

M_ Vaya... has tardado en aparecer.

J_ He venido porque tenemos que visitar a los heridos, ya

me he enterado de lo de Esther –se detuvo cerca suya

mirándola fijamente.

M_ Si.

J_ Y también he supuesto por la mirada de Teresa que me

has mentido.

M_ ¿Yo?, ¿mentirte?, ¿esa no era tu especialidad? –bebió del

vaso de plástico el café, lo saboreó en la boca y siguió

mirando el horizonte.

J_ ¿Qué pretendes Maca? –la miraba desconcertada ante su

actitud.

M_ Pretendía que Esther llegará, y lo he conseguido, a partir

de aquí, nada –no la miró pero le habló con seriedad.

J_ ¿Has jugado conmigo?, no lo puedo creer.

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M_ Ya ves tuve una maestra ejemplar, una maestra que me

jodio la vida durante muchos días y noches.

J_ Yo jamás pretendí...

M_ Julia, no me importa –la miró entrecerrando los ojos

negando con la cabeza y poniendo cierto gesto de hastío-.

Lo único que me importa en esta vida es mi mujer, mi hija

que son mi familia.

J_ ¿Cómo te atreves a manejarme así? –le dijo herida en su

orgullo.

M_ No me hagas reír –sonrió de buena gana.

J_ Eres de lo peor... yo quiero volver a estar contigo... yo

soy la mujer de verdad que necesitas.

M_ No Julia, la mujer que necesito se llama Esther.

J_ ¿Prefieres a una ciega antes que a mí? –le dijo con gesto

de repudia.

M_ Tú lo has dicho, Esther es la mujer de mi vida, la que me

demostró que el amor no es una mentira, la que me hizo

creer nuevamente en él, la que me ayudó a volver a

encontrarme como ser humano, quiero a Esther como ni

siquiera te quise a ti, ciega, inválida, coja o como Dios

quiera devolvérmela, he tenido la gran suerte de conocerla,

de poder abrir mi corazón y enamorarme, ¿qué hago

explicándote estas cosas? –sonrió con ironía-. Tú no tienes

ni idea de eso... afortunadamente, yo con Esther si.

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J_ Te vas a arrepentir toda tu vida –le dijo fuera de sí

mientras Maca la bordeaba y se marchaba-. Ella no te dará

nunca lo que yo te di, nunca podrás olvidarme.

M_ Tienes razón en algo, ella nunca me dará lo que tú me

diste que no fue otra cosa que un puñal en mi corazón,

porque ella me lo arrebató y desde que la conozco llena mis

días y mis noches de amor y... perdona... ¿quién eres tú? –

sonrió de lado y se marchó victoriosa.

J_ Hija de puta, ¡jugar conmigo de esta manera!

Cuando Cruz salió de quirófano, lo hacía con el gesto

cansado, pero al mismo tiempo más sereno que cuando

entró, tras siete horas habían intentado reducir al máximo

los daños que podían quedarle a Vilches tras el ataque. Al

salir se encontró que la esperaba sentada Maca, su cara no

era mucho mejor sabía que apreciaba mucho a su marido y

que sin duda lo que estaba mostrando era una

preocupación sincera y emotiva dentro de la poca

expresividad que solía demostrar Maca.

M_ ¿Qué tal ha ido? –le preguntó entregándole una taza de

café que había preparado para ella.

C_ ¡Uf! –resopló al sentarse-. Gracias. Creo que bien hemos

descomprimido las vértebras lumbares con lo que el daño

en la médula lo hemos podido evitar, pero ya sabes… hasta

que no baje toda la inflamación –negó cerrando los ojos con

cierto abatimiento.

M_ ¿Por qué no te vas a casa?

470 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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C_ No podría. ¿Por qué no te vas tú? –le preguntó con

sonrisa triste.

M_ Tampoco podría, necesito ver a Esther, tocarla, sentirla

he pasado mucho miedo Cruz, nunca me había sentido así.

C_ Lo sé –sonrió.

M_ Ya verás como todo va a salir bien y un día nos reiremos

de esto.

C_ ¿Y las lesiones de Esther?, Aimee me comentó algo

pero…

M_ Tiene fracturado el tobillo, y los ligamentos, eso no me

preocupa, lo preocupante es la lesión en los ojos.

C_ Si, bueno vamos a ser ambas optimistas dependemos

del tiempo ahora es nuestro aliado.

M_ O enemigo.

C_ Prefiero que sea aliado –ambas sonrieron con tristeza-.

¿Qué tal con Encarna?

M_ No me mira, me omite, y ni te cuento el padre de Esther,

me fulmina con la mirada en cuanto aparezco.

C_ ¡Pues si qué estamos bien!

M_ Mi madre fue quien la convenció de que la dejara aquí –

dio un corto sorbo a su taza de café contrayendo la barbilla.

C_ ¿Tu madre ha cambiado mucho, no? –le preguntó

frunciendo el ceño.

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M_ Ya te digo. ¡Ah!, y acabo de tener un drama con Julia, la

idiota pretendía volver conmigo, ¿cómo pude estar tan mal

por su culpa?

C_ Creías estar enamorada, te decía que un burro volaba y

lo creías.

M_ Si, pero no lo estaba, ahora sí lo estoy –sonrió.

T_ ¡Cruz! –llegó la mujer con gesto de pena.

C_ Teresa –se levantó y se fundió en un abrazo que a Maca

le emocionó.

T_ ¿Qué tal ha ido?

C_ Bien –le contestó sin poder evitar algunas lagrimas con

ella, Maca se puso en pie acariciando su espalda.

T_ Nos salvaron la vida, no dudaron en poner su vida en

riesgo por nosotros –las miraba emocionada y orgullosa-.

Sólo por eso estoy convencida que todo va a salir bien, no

os preocupéis.

Como estaba en medio de ambas, no dudó en dar lo

que en ese momento tan solo puedes dar, un abrazo de

apoyo a ambas, de presencia, de tremendo cariño que

sentía no solo por ellas que en ese instante lo necesitaban,

sino, por quién para ella habían sido dos compañeros, dos

amigos, casi dos hijos.

Habían pasado cerca de cuarenta minutos desde que

Maca dejara a Cruz que se duchara, tumbará un rato, ella

se había quedado sola en la puerta de la UCI, no sabía

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donde estaba su suegra, ni tampoco tenía muchas ganas de

preguntar. A Teresa se la habían llevado Rosario y un Pedro

que debía volver a Jerez, sin poderlo aplazar. De esa

manera, ambas mujeres se habían quedado solas en casa

con Maes, Teresa pudo disfrutar de la niña, sus sonrisas,

sus lloros, y así todavía sentía más añoranza por lo que

había quedado atrás.

R_ Sé que me he comportado bastante mal con mi hija

mucho tiempo, y sé que cuando debí estar a su lado no lo

estuve, también sé que tú fuiste quien la ayudó y quería

darte las gracias por eso –le dijo de pronto Rosario como si

callarse le hiciera sentirse mal.

T_ Maca es una persona excepcional, quizá no deberías

darme a mi las gracias de que esté así tan centrada,

deberías agradecerlo a la mujer que tiene a su lado, a Cruz

quien la levantó cuando peor estaba, a todos y cada uno de

los componentes de la familia que éramos en la aldea. Ella

solo recibió lo que se ganó, un inmenso cariño por parte de

todos.

R_ Tienes razón, estaba ciega por la situación que sin

querer me había impuesto Maca con su vida, no podía

entender que a mi hija le gustaran las mujeres y… me ha

costado un tiempo adaptarme a eso, pero te aseguro

Teresa que he aprendido la lección, veo a Encarna y me veo

a mi misma, no es fácil.

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T_ Con Encarna Maca va a tener que desplegar todos sus

encantos y aún así, veremos.

R_ Yo la entiendo, y sé que necesita tiempo.

T_ Si, en cuanto veáis lo enamoradas que están… -sonrió-.

Todo será distinto, ya lo veras.

R_ Espero que Esther se recupere.

T_ Yo también, porque tal y como es ella, si no recupera la

vista… no sé que va a pasar

R_ ¿Qué quieres decir?

T_ Esther es muy responsable, sabe que para Maca África

es su vida, y si no puede acompañarla… -se calló pensativa

Rosario puso un gesto de cierta preocupación-. No sé

prefiero esperar.

R_ Maca no se irá sin ella.

T_ Pero no sé como reaccionara Esther.

Por fin cuando salió una enfermera de ponerle un

nuevo gotero a Esther, Maca entró, lo hizo con un nudo en

la garganta, con una sensación de miedo que la

desbordaba, allí en la cama con el rostro desfigurado, con

los ojos vendados, intubada, repleta de goteros, con aquel

sonido necesario de vida que cada segundo penetraba más

y más el alma de Maca, del corazón de su mujer, se

encontraba una desfigurada Esther. La había podido besar

al verla en el box, pero en ese instante que se acercaba a la

cama sentía deseos de quitar todos los tubos, los goteros,

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arrancarla de aquella máquina y llevársela lejos, volver a

crear juntas el espacio que la cabaña les había dado,

compartir los amaneceres y atardeceres, la pasión, la

ternura, la compañía, ahora que la tenía allí y que le rozaba

con suma ternura su mano, en ese momento se daba

cuenta de lo que echaba de menos su compañía, su voz, su

sonrisa.

Terminó por sentarse en el taburete que tenía junto a

la cama, mirándola fijamente, tratando de reconocer en

aquel rostro con heridas y desfigurado a su Esther. Tras una

exhalación profunda que le dio muestras de lo mucho que

le dolía el alma se levantó un poco del taburete para besar

el trozo de frente que quedaba libre del vendaje, le habían

cortado el pelo y sonrió al pensarlo. Estaba segura que su

pija se iba a enfadar. Se volvió a sentar tomando con

cuidado su mano por los goteros.

M_ Hola mi vida, ha sido insoportable todo este tiempo sin

ti, no verte, no poder disfrutar tu sonrisa –hizo una pausa

para poder seguir hablando sin lagrimas-. Maes está

ansiosa por estar contigo, en cuanto estés despierta la

traeré aquí, se lo he comentado a Cruz. Ah Vilches está

fuera de peligro mi amor, ya me contó Teresa que sois dos

héroes y me voy a poner celosa ¿eh?, que mi patosa

preferida haya hecho esto es para sentirte muy orgullosa

vida mía, y lo estoy, pero al mismo tiempo me siento tan

culpable, lo siento, no debí dejarte sola, no debí dejarte –

volvió a hacer una pausa un poco más larga que la anterior

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porque las lagrimas estaban empeñadas en salir y ella no

quería-. Te quiero tanto mi vida… necesito que te pongas

pronto bien, te necesito Esther, Maes y yo no sabemos vivir

sin ti. Ah… y tú tranquila que ya te dije que no habría

problemas con tu madre, lo ha pasado muy mal, así que

cuando despiertes imagino que lo harás con más

tranquilidad de saber que está a tu lado –nueva pausa,

nueva exhalación, y las lagrimas recorriendo su rostro-. No

lloro cariño, es que… tengo tanta alegría de poder tocarte,

mi niña… mi amor no vamos a volvernos a separar, siempre

juntas cariño, ahora voy a cuidar de ti y en cuanto te

pongas bien, iremos a algún lugar tú y yo solas a

descansar, a recuperar el tiempo que nos han robado de

estar juntas. Te quiero Esther… ¿lo sabes verdad mi amor?,

te quiero con locura como no he querido a nadie.

Entonces apoyó su mejilla sobre la mano de Esther

cerrando los ojos sintiendo como todo su interior se

resquebrajaba entre el dolor de saber lo que ocurría, y la

felicidad de tenerla a su lado, entre el miedo a lo que iban a

tener que enfrentarse y la calma de poder llenarse de ella,

entre el pánico a perderla y el valor por luchar por ella.

Suspiraba entre sollozos que no quería que pudiera Esther

escuchar, y sin darse cuenta una figura salía entre la

penumbra de la habitación, Encarna había pasado

desapercibida para Maca, la mujer se había apoyado en la

ventana y en silencio había visto toda la escena, toda la

ternura con la que le acarició, con la que la miraba

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luchando por no llorar, como la besó, como cuantas veces

hizo falta cerró sus ojos y suspiró para no fallar, había sido

testigo en silencio de una declaración de amor. Y allí en la

habitación tan solo se escuchaba el sollozo ahogado de

Maca llamándola junto al pitido de la máquina, junto a sus

propios latidos acelerados. Tan solo fue capaz de pasar por

detrás de Maca sin decirle nada, abandonando la habitación

con un nudo en la garganta.

M_ Esther cariño… podremos con todo mi amor…

Durante la noche, Maca se paseó por los pasillos, se

encontró con Cruz que estaba junto a Vilches en la

habitación siguiente, estuvieron juntas, viendo posibilidades

para uno y para otra, hablando para tratar de soportar

mejor el dolor, estuvieron un rato con Vilches, otro con

Esther, recordaron anécdotas, sonrieron y lloraron juntas.

Era una manera de compartir el dolor que ambas estaban

sufriendo.

A los dos días, Aimee entró a la habitación allí a un

lado Maca, al otro Teresa, les sonrió y se dirigió hasta

Esther, la reconoció y una vez mirado su historial habló con

Maca.

Ai_ Creo que vamos a proceder a despertarla Maca, quiero

saber como reacciona

M_ Vale.

Ai_ ¿Estás preparada?

M_ Sí, claro.

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Ai_ Va a ser duro.

M_ Lo sé.

Ai_ Tendrías que hablar con su madre, esta mañana ha

venido desesperada a mí, creo que no asimila lo que le ha

pasado.

M_ Trataré de hablarle, si –decía como si pensara en otra

cosa.

Ai_ ¿Estás bien? –ella asintió-. De acuerdo, vamos a

proceder.

T_ Maca... cariño... explota ahora no vaya a ser que cuando

se despierte te pase factura el estar tan entera.

M_ No puedo Teresa, se me ha puesto algo en el pecho y no

puedo.

T_ Se te ha parado el dolor ahí, tienes que sacarlo.

M_ ¿Podrías hablarle a su madre?, a mí no me quiere ni

escuchar

T_ Claro no hay problema –le sonrió con tristeza.

M_ ¿Sabes algo de Bárbara?

T_ Dávila llega mañana y dice que me traerá noticias

suyas... le tengo unas ganas.

M_ ¿A Dávila o a Bárbara? –la miró sonriente.

T_ No seas mala.

M_ ¿Crees que se van a quedar en el campo de refugiados?,

todos juntos.

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T_ No lo sé Maca, la situación no era nada propicia para

hacer otra cosa, y Massamba creo que es bastante

consciente de que la situación es así.

M_ ¿Cómo lo podremos saber?

T_ Ahora mismo de ninguna manera, toda la ayuda

humanitaria ha sido mandada fuera del Congo, hasta que

no nos den cobertura nuevamente no lo sabremos.

M_ Vaya mierda –susurró sin apartar sus ojos de Esther-.

Solo pido que salgamos de esta Teresa.

T_ Saldremos –le dijo con rotundidad.

M_ Hablaras con Encarna –la miró con una mirada triste y

algo suplicante.

T_ Creo que sería bueno que lo hicieras tú. Si Esther vuelve

en sí, no le va a gustar estas diferencias.

M_ Díselo a ella, no a mí, he tratado por todos los medios

que podamos hablar.

T_ Pues lo vuelves a intentar.

En ese momento Encarna entraba en la habitación,

llegaba con Rosario y sus caras les llamaron la atención,

Maca explicó a groso modo a ambas lo que iba a ocurrir, y

que había llegado el momento de afrontar la realidad con

Esther. No hubo más palabras, Rosario se marchó y Teresa

se fue con Vilches que seguía sin despertar, en estado

comatoso.

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Encarna y Maca, Maca y Encarna guardando silencio,

la máquina pitando, Esther inamovible, y el silencio. Maca

miró a Encarna, Encarna miró a Maca, y más silencio. Hasta

que el ruido de la máquina hizo reaccionar a Maca.

M_ Esther cariño no te preocupes voy a quitarte el tubo,

tranquila, cuando yo te diga ¿eh?, todo está bien mi vida –

Maca notó como Esther la tocaba-. Ya sabes lo que hay que

hacer Esther... una... dos.. ¡ya!

Esther tosió, Maca le sujetó la cabeza, no eran buenos

los movimientos bruscos y sus manos la tocaron con

delicadeza, la miraba con total adoración y un ligero

temblor en su barbilla.

M_ Mi amor... cariño... estás aquí en Madrid... mi amor... no

te esfuerces ¿vale?

E_ Ma... –tosió.

M_ Tranquila cariño... todo va a ir bien, ¿sabes quién está

aquí?, tu madre.

E_ Mamá.

En_ Si cariño... aquí estamos tu mujer y yo –le dijo sin mirar

a Maca pero provocando un temblor en todo su cuerpo-.

Hazle caso ¿eh?

E_ Maca...

M_ Cariño tranquila.

E_ No... no veo... Maca... ¡Maca... no veo!

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Dijo alterada ante el gesto de pena de Encarna y el

desesperado de Maca, el temido momento acababa de

llegar, Encarna y Maca se miraron, silencio, Maca y Encarna

fruncieron el ceño pero en silencio mientras la voz

temblorosa, reseca y repleta de pánico lleno la estancia.

E_ ¿Maca?... ¡no veo!

M_ Mi amor tranquila, tranquila –le cogió la mano le volvió a

dejar un beso en la frente y con toda la ternura y calma de

la que fue capaz, le habló-. El impacto te ha provocado una

hemorragia interna cariño, sabes perfectamente que puede

ser temporal, ahora no podemos valorarla bien porque aún

no ha bajado, pero estoy segura que en cuanto baje esa

hemorragia mi vida, volverá todo a la normalidad.

E_ Maca… -le dijo a punto de llorar.

M_ No llores Esther, sobre todo tienes que estar tranquila

mi amor, estamos contigo, no vas a estar sola ni un

momento te lo prometo.

E_ Maca no voy a ver –decía negando con la cabeza

apretando su mano.

En_ Maca tiene razón cariño, no debes preocuparte de

nada, el doctor este que es muy guapo, no recuerdo su

nombre, está convencido que todo es temporal, es de la

deflagración y en cuanto esa hemorragia disminuya, todo

volverá a ser como antes –tuvo que intervenir porque vio

como Maca comenzaba a llorar, como se mordía el labio

inferior como sufría al ver a Esther así.

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E_ ¿Y si no lo es?... no… no –repetía con dolor.

M_ Cariño lo va a ser, no te preocupes –llamó al timbre.

Llegó una enfermera quien avisó a Aimeé para que

acudiera a la habitación donde habían vivido la reacción de

Esther una reacción normal pero que a Maca le había

dejado bastante afectada. Le pusieron un sedante para que

volviera a dormir, los nervios se habían desatado en ella, y

tras hacerle un par de pruebas, le dejaron descansar.

Maca se había apoyado en el quicio de la ventana,

miraba el horizonte ese atardecer de varios colores, con

una lluvia intermitente, tal y como de sus ojos caían

lagrimas, lo hacían del cielo ¿eran también por su Esther?

En_ ¿Crees que volverá a ver? –la sorprendió de repente la

voz de Encarna que estaba sentada junto a su hija.

M_ No lo sé –negó con la cabeza muerta de miedo-. Las

pruebas han confirmado la lesión, aún hay demasiada

sangre para saber hasta donde ha afectado.

En_ ¿Qué piensas hacer?

M_ ¿Cómo? –se giró mirándola con el ceño fruncido.

En_ Si se queda así, ¿qué vas a hacer?

M_ No entiendo esa pregunta.

En_ ¿La vas a dejar?

M_ ¿Cree que lo haría? –la miró desafiante.

En_ No lo sé, por eso te lo pregunto.

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M_ No la dejaré recupere o no la vista, Esther es lo que más

quiero en la vida. ¿Le queda claro?

En_ Sí. Gracias.

No entendió aquella gratitud pero tampoco quiso

hondar en ella, volvió a girar su cabeza hacia la ventana

cerrando por unos segundos los ojos y viendo como su

corazón latía lento, como su alma lloraba, nunca había

sentido aquella sensación, ni siquiera cuando sufría como

condenada a muerte tras el cruel engaño de Julia, porque

entonces el sufrimiento era diferente, en ese instante el

sufrimiento por ver a Esther en aquellas condiciones, era lo

peor que había podido ocurrirle en su vida, y se dio cuenta

mientras las gotas salpicaban el cristal, que hasta ese

sonido en la ciudad era diferente, todo había cambiado de

forma salvaje, lo único que seguía imperturbable era su

profundo sentimiento de amor por ella.

En la otra habitación justo de al lado, Vilches seguía en

ese estado de coma que tenía preocupada a Cruz, sus

compañeros habían estado muy pendientes de todo y lo

agradecía, pero sus ojeras demostraban esa preocupación,

ese desespero.

M_ ¿Puedo pasar?

C_ Sí, claro –le sonrió.

M_ ¿Sigue igual? –se sentó mirando a Vilches que a

diferencia de Esther en su rostro no tenía marcas.

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C_ Sí, no hay novedad alguna. Me ha dicho Héctor que

Esther se ha despertado.

M_ Si, si –suspiró se miró las manos y tras hacer un gesto

de cierta rabia con sus ojos repletos de lagrimas mientras

se movía en la silla con actitud nerviosa siguió-. No he

sabido que decirle, como tranquilizarla.

C_ Es normal Maca… ellos han sido afectados en sus

cuerpos, nosotras en el alma.

M_ Si es así… lloraba y no sabía que decirle.

C_ Creo que es una prueba muy dura de la cual, no sé como

vamos a salir.

M_ Su madre me ha preguntado si la voy a dejar.

C_ Es normal Maca, no te conoce.

M_ Me da miedo Esther cuando despierte Cruz, no se lo he

dicho a nadie pero la conozco y sé lo que va a pasar y me

da miedo.

Cruz la miró con lastima, sabía a lo que se refería, la

entendía perfectamente porque era lo mismo que ella

sentía, cuando ambos despertaran, ¿qué pasaría si los

peores pronósticos se confirmaban?

La noche había llegado con su oscuridad bárbara, con

su pesadez y su miedo, la lluvia había intensificado su

fuerza y Maca seguía sentada en el taburete junto a su

mujer, seguía allí como había estado gran parte de la tarde

tan solo había bajado a cafetería obligada por Teresa

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acompañada por Claudia. Llamaron a la puerta y se giró un

poco.

Al_ Hola Maca –entró con cuidado temerosa.

M_ Hola Alicia.

Al_ Venía porque… bueno… porque estoy de turno… y he

pensando que si querías algo… pues que… me avises.

M_ Gracias –le sonrió cansadamente.

Al_ ¿Sigue igual?

M_ Sí.

Al_ Que pena –dijo con gesto de tristeza-. Bueno pues ya lo

sabes.

M_ Gracias –repitió volviendo a mirar a Esther resoplando

con fuerza.

El silencio era demasiado cruel para ella, parecía que

se burlaba constantemente, mientras ella lo único que

podía hacer era ser un eco triste en la noche resoplido tras

resoplido.

E_ No suena igual aquí la lluvia ¿verdad? –le dijo

sorprendiéndola.

M_ Mi amor –sonrió-. No…

E_ ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?

M_ Tres días cariño.

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E_ ¿Y no has descansado desde entonces? –movió su mano

buscando el contacto con la de Maca, aquel gesto, hizo

añicos a la Pediatra-. Dime.

M_ No me he movido de aquí –susurró con un puchero en su

barbilla estrechando fuertemente su mano, besándola con

sus labios temblorosos.

E_ ¿Y Maes?

M_ Con mi madre, en cuanto estés un poco mejor ya le he

dicho a Cruz que la traeré.

E_ ¿Y qué es estar un poco mejor Maca?

M_ Esther sé que no es fácil mi amor, pero si nos ponemos

en el peor de los casos, si nos volvemos pesimistas, todo

será más complicado –le acariciaba la mano.

E_ ¿Qué más tengo?, noto algo en la pierna.

M_ Llevas una escayola con hierros fijando el hueso, van a

tener que operarte –no le era sencillo hablarle sin ver sus

ojos.

E_ ¿Qué más? –su voz era diferente desangelada.

M_ Tienes alguna quemadura en la zona de la espalda, y

una herida en la parte trasera del muslo.

E_ Hubiese preferido morirme –dijo soltando la mano de

Maca.

M_ No te permito que digas eso, ¿me has oído?

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E_ SÍ, al menos no me he quedado sorda –su ironía le hizo

tanto daño a Maca que no pudo responder-. ¿Por qué no te

vas a casa?

M_ Porque no tengo nada que hacer en casa.

E_ ¿Y aquí?

M_ Esther cariño, comprendo que estás mal, comprendo

que esto es duro para ti pero tratemos de llevarlo con la

mayor calma posible mi amor, no voy a dejarte sola, ni voy

a dejar de luchar porque recuperes la vista que estoy

segura lo vas a hacer.

E_ ¿Y si no lo hago?

M_ Lo harás –le contestó segura.

E_ Aquí no hay magia Maca.

M_ Esther.

Volvió el silencio entre las dos, Maca no sabía si

dormía o pensaba, tan solo sentía distancia, una distancia

que dolía tanto como el silencio.

El día llegó tan triste como el anterior, Maca seguía en

la habitación apoyada en la ventana, la puerta se abrió un

par de veces, primero Sam quien le llevó a su Maquita

Dulce, unos churros que le hicieron sonreír y recordar los

viejos tiempos en el Hospital, con grandes carcajadas por

las locuras maravillosas de aquella gran mujer. Más tarde

Alicia para despedirse de ella.

E_ ¿Maca?, ¿Maca estás aquí?

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M_ Sí cariño. ¿Qué te pasa mi vida? –le besó en la frente

con la candidez en sus labios.

E_ Me duele mucho la pierna.

M_ Tranquila, voy a ponerte un calmante ¿vale? Mi amor...

te quiero –le susurró mientras se entrelazaban sus dedos.

E_ ¿Puedes besarme?

M_ Claro que sí mi amor... encantada además –sonrió pero

Esther no le podía ver esa sonrisa que le provocaba como

tantas otras veces. Sus labios se unieron tímidamente, tras

un suspiro que llevaba mucho tiempo guardado en el

pecho, volvieron a rozarse-. Te quiero.

E_ Y yo.

M_ Voy a por el calmante.

A mitad mañana llegaron Rosario y Teresa, primero

fueron a ver que tal estaba la situación con Vilches,

después pasaron a ver a Esther. Al entrar vieron que Maca

seguía sentada a su lado mirándola con ese mismo gesto

de miedo que tenía desde que habían dado su diagnóstico.

T_ Buenos días –dijo bajito.

M_ Hola, pasad, pasad, está despierta.

E_ ¿Teresa? –movió un poco la cabeza hacia un lado.

T_ Sí cariño... –le besó la frente.

E_ ¿Cómo estás?, ¿cómo llegaron?

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T_ Bien cariño... bien estoy bien, y llegaron gracias a

vosotros bien.

E_ ¿Y Nsona?

T_ Con la magia de Lula, llegó casi sin hemorragia Esther.

E_ Tengo miedo a preguntarlo... pero... ¿y Vilches?

M_ Está justo en la habitación de al lado, en cuanto estés

mejor iremos a hacerle una visita –Esther pareció respirar

tranquila pero no dijo nada más fue entonces cuando Maca

insistió con ella, no quería que se derrumbara por nada del

mundo-. Esther cariño... quiero presentarte a alguien que

tiene muchas ganas de conocerte –le dijo abrazando a su

madre con un brazo por los hombros-. Te presento a una

más que cambiada Rosario Fernández, mi madre.

R_ ¡Maca mira que eres payasa! –le riñó-. Ni caso Esther, no

sabes las ganas que tenía de conocerte.

E_ Y yo... aunque bueno... no pueda hacerlo.

R_ Ya podrás tranquila –le dijo sonriendo mientras le dejaba

un beso en la frente.

E_ Gracias.

Ai_ Hola a todas, Esther ¿qué tal estás?

E_ Igual, se me ha pasado el dolor en la pierna.

Ai_ Te vamos a operar, según la radiografía es un buen

momento para hacerlo, Javier está seguro que no va a

quedarte secuela alguna.

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E_ ¿También puedo quedarme coja?

M_ Esther cariño –le dijo un poco abatida por su respuesta.

Ai_ No, tranquila.

M_ Quiero estar en la operación Aimee.

Ai_ Bien. Ahora Esther voy a explicarte lo más detallado

posible tu lesión ocular, ¿de acuerdo?

E_ Sí, pero dime la verdad por favor.

Ai_ Claro –miró a Maca que asintió-. La ecografía que te

hicimos nada más llegar nos dio una lesión severa en el

fondo del ojo, tenemos que esperar para poder decirte si

esa lesión va a se temporal o definitiva, no voy a mentirte.

Si mañana con la ecografía que te hagamos nos indica que

podemos hacer una fotocoagulación con láser, la haremos,

para prevenir que la hemorragia sea recidiva. Después

tendremos que esperar de dos a tres semanas para saber si

hemos acertado con el tratamiento y la operación definitiva

te ayuda a recuperar la vista. No va a ser fácil para ti, pero

lo único que puede asegurarte es que vamos a hacer todo

lo posible porque te recuperes. ¿Tienes alguna pregunta?

E_ No.

Ai_ De acuerdo... pues... vamos a preparar las cosas ¿vale?

M_ Gracias Aimee.

T_ Todo va a ir bien Esther.

Otra vez silencio, silencio con demasiada gente

alrededor, silencio con demasiado dolor.

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Mientras operaban a Esther, Maca les contaba hazañas

de ambas al grupo de médicos, todos trataban a pesar de

estar concentrados en el trabajo, hacer algo más fácil a

Esther esos momentos. Fuera, Teresa junto a Rosario y

Encarna esperaban las noticias de que al menos esa

operación había salido bien.

T_ Y bueno... ¡qué os voy a contar!, allí estaban las dos

volviendo con Mona como si fuera la heroína de la peli,

todos preocupados por ellas, y ellas felices a pesar de que

un león les había atacado.

R_ ¡Qué pareja! –sonrió.

T_ Si, pero buenas trabajando ¿eh?, con el ébola fue

mortal... durísimo pero allí estuvieron –les hablaba mirando

más a Encarna que guardaba silencio que a Rosario que

participaba en la charla-. Y bueno... que...

_ ¡Teresa!

T_ Uy –se sobresaltó en la silla, aquella voz...

_ Mi bella lady.

Al girarse vio a allí plantada a Bárbara con un brazo

aún en cabestrillo mirándola con los ojos brillantes de

emoción, justo al lado de Dávila quien seguía la escena

sonriente. Teresa se levantó sin poder decir palabra y se

abrazaron emocionadas por el reencuentro.

T_ Dios mío Bárbara –la miraba como si no pudiera creerse

verla allí.

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Ba_ Oh mi bella signiora –la abrazaba con un solo brazo

bajo la atenta mirada de Rosario y sobre todo de Encarna-.

¡Cuánto echar de menos!

T_ ¿Cómo estás? –se limpiaba las lagrimas emocionadas

mirándola de arriba a bajo.

Ba_ Bien... ¿la parejita? Me dijo Dávila –puso gesto triste

mientras apretaba fuerte su mano.

T_ Están operando a Esther, no sabemos nada aún pero ha

perdido la visión y no sabemos si es temporal o... –se calló

haciendo un gesto con su barbilla de pesar.

D_ Buenos días, ¿molesto?

T_ ¡Dávila! –lo abrazó pues ni cuenta se había dado de su

presencia-. Contigo ya hablaré yo, pero ven que creo debes

conocer a la madre de Esther.

D_ Por supuesto.

T_ Dávila te presento a Encarna la madre de Esther.

D_ Encantado señora, permítame darle la enhorabuena por

la hija que tiene –le sonreía mientras estrechaba su mano.

En_ Muchas gracias –sonrió emocionada.

D_ Rosario, ¿qué tal?

R_ Bien, nerviosa y preocupada por Esther pero...

esperando que todo salga bien.

D_ Claro que si, estoy seguro de ello.

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Ba_ Ser una heroína –le sonrió a Encarna-. Por algo tener

loca a mi Maca.

T_ Esto... bueno... –carraspeó ante el gesto de la mujer-.

¿Nos sentamos?

D_ Voy a ver a Cruz... quiero saber que tal Vilches.

T_ Claro que sí, tú y yo tenemos un tema pendiente.

D_ Está bien –sonrió.

T_ Y tú, calla la boca que su suegra no la mira muy bien –le

dijo en voz baja con cara de susto a Bárbara.

Ba_ Meu deus.

Al salir del quirófano, la alegría del reencuentro con

Maca fue importante tanto que se le escaparon unas pocas

lagrimas en el abrazo, después les explicó que la operación

había ido muy bien, pero el desanimo de su mujer la tenía

realmente preocupada. Después fue el turno de Bárbara

quien explicó como se había salvado gracias a una mesa de

madera donde había caído tras el primer impacto pero se

mostró afectada por todo lo que había perdido, sin duda,

sus monos y su propia gente aquello la tenía tan triste

como a ellas haber dejado solos a quienes eran su familia.

La tarde pasó tranquila porque decidieron volver a

sedar a Esther ya que sin poderlo evitar le había dado un

pequeño ataque de ansiedad y no querían que sufriera

ningún desnivel que pudiera afectar sus ojos. En un

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momento Maca fue a visitar a Vilches y allí, con Cruz

volvieron a compartir el pitido de la máquina y el silencio.

C_ Oye así que... ¿tú crees que Teresa se ha pillado por

Bárbara? –le preguntaba con una sonrisa repleta de pena,

ojeras profundas y gesto cansado.

M_ Yo creo que sí, debiste ver la borrachera que se pilló.

C_ Madre mía.

M_ Esther se moría de risa con la situación, y me chinchaba

en cuanto podía con el tema –decía con brillo en sus ojos

recordando sus burlas.

C_ Vilches me comentó algo de...

De pronto la máquina hizo un sonido, que a ambas las

alertó, Vilches estaba despertando. Fue Maca quien se

encargó de retirarle el tubo, y de llamar a la enfermera para

que acudiera mientras Cruz lo reconocía.

C_ Rodolfo cariño tranquilo... tranquilo trata de respirar

poco a poco, eso es... estás en el hospital mi vida, todo ha

terminado ya.

V_ Mmmm –balbuceó.

C_ No te esfuerces... todo está bien.

M_ Vilches tranquilo, respira... hazlo despacio eso te va a

ayudar.

C_ Muy bien... así... –la miró con una pequeña sonrisa.

M_ Creo que vais a necesitar un poco de intimidad –sonrió.

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C_ Gracias –le guiñó un ojo-. Vilches...

Mientras ellas hablaban, Cruz lo abrazaba y besaba,

Maca se quedó fuera en el pasillo, le daba miedo entrar a la

habitación y encontrarse nuevamente con esa Esther

desquiciada, miedo porque no sabía como apoyarla, en

esos pensamientos estaba cuando apareció Claudia

saliendo del ascensor por el pasillo le vino bien su

presencia.

Cl_ Iba a veros, ya ves, una se reincorpora y en nada ya me

ponen guardias de noche.

M_ Es lo que tiene –sonrió de lado.

Cl_ Prepárate porque a ti te van a hacer lo mismo.

M_ Lo sé.

Cl_ ¿Y cómo estás?

M_ No lo sé, estoy un poco como con subidas y bajadas

¿sabes?, esa sensación de no saber muy bien si voy o

vengo.

Cl_ Lógico, eso se llama desconcierto ante la situación

inesperada que de pronto ha surgido en vuestra vida.

M_ No puedo verla así, no soy capaz de decirle nada, me

siento una inútil.

Cl_ ¿Sabes qué le ayudaría?, tener a la niña cerca.

M_ Lo he pensado pero me da miedo que al no verla,

todavía le cree más trauma.

495 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Cl_ Bueno... es una posibilidad pero... al menos tendrá la

cabeza más ocupada con la niña por aquí, ya sé que es un

hospital y...

M_ Mañana la cambian a una habitación.

Cl_ Bien. A ver Maca, lo que te está pasando es lógico y

normal, te haría muy bien salir del hospital, irte a casa,

ducharte, comer algo caliente, dormir bastantes horas y

volver renovada, eso también te ayudará a desbloquearte.

M_ Solo me ayudará ver a Esther bien.

Cl_ Pero sabes que hay una posibilidad de que no sea así, y

tienes que estar fuerte.

M_ Si, eso también es verdad aunque aún no lo quiera

admitir.

Cl_ Cuanto antes admitas las cosas, mejor. ¿Quieres que

hable con ella, o te mando a Carlos?

M_ Cabrona –le susurró entrecerrando los ojos mientras

reían divertidas abrazándose con total cariño-. Gracias.

Cl_ ¿Sabes que te quiero mucho, verdad?

M_ Sí.

En_ Buenas noches –les dijo con gesto serio y totalmente

juiciosos.

M_ Hola Encarna –no hubieron más palabras, Encarna se

metió en la habitación y Maca miró a Claudia con gesto

contrariado-. Es un encanto.

496 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 497: QUINTA PARTE PIJA

Cl_ Lo siento.

M_ No te preocupes, haga lo que haga ya me tiene fichada,

lo bueno es que por lo menos delante de Esther se

comporta.

Cl_ Venga pasa...

M_ Oye se me olvidaba, Vilches ha despertado.

Cl_ Uf la fiera ha vuelto.

M_ Espero que todo vaya bien porque sino, lo mío no es

nada comparado a lo que le queda por pasar a Cruz.

Cl_ Tú lo has dicho, pero el amor cuando es verdadero

puede con todo.

M_ Es una gran verdad.

Cl_ Tomo nota.

M_ Tu te lo mereces...

Cl_ Deja... deja... que así estoy muy bien.

M_ Bueno voy a entrar.

Cl_ Suerte.

M_ Gracias.

En la habitación, Esther estaba en silencio, y Encarna

se había sentado igualmente a su lado, le llamaba la

atención a Maca aquella relación, parecía distante y no

entendía como podía actuar así con su hija. Al entrar, la

mirada de Encarna le demostró un alto nivel de enfado.

En_ Puedes irte a casa, voy a quedarme con ella.

497 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Pues nos quedaremos las dos –le contestó de igual

modo con tono seco y frío.

En_ No hace falta, estoy yo que soy su madre y soy quien

tiene que estar –hablaban en voz baja.

Maca no le contestó le pareció que mejor callarse sin

más y sentarse, pasaron la noche sin hablarse, tan solo

cuando Encarna se levantaba a estirar las piernas, Maca

aprovechaba para acercarse a Esther, besarla, y acariciarla.

Cuando Maca salía a por café, era Encarna la que miraba a

su hija con el ceño fruncido y cara de dolor.

La mañana apareció con luces que se llevaron los

tonos grises de los días pasados, las nubes parecía que

habían hecho una tregua con el sol y habían permitido que

hiciera acto de presencia en el cielo. La lluvia se había

detenido pero las calles aparecían mojadas, y un cierto frío

que molestaba a Teresa que llegaba con churros y

chocolate.

T_ Buenos días.

En_ Buenos días.

T_ He traído churritos y chocolate... ¿está despierta?

E_ Sí Teresa –le dijo con su voz apagada.

T_ Buenos días cielo, luego vas a tener una sorpresa por mi

parte –le dejaba muchos besos seguidos y sonoros.

E_ Gracias.

498 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Nos van a cambiar a una habitación Teresa, le he dicho

a mi madre que prepare a Maes, ¿podrías ayudarla?

T_ Claro.

E_ Maca vete a casa a descansar.

T_ En eso tiene razón, si vieras la cara que tiene –al decirlo

se dio cuenta y puso gesto de espanto.

M_ Estoy bien, solo necesito una ducha y vuelvo. Mi amor

hasta ahora –le dejó un beso en los labios que la vista de

Encarna no soporto ver-. Te quiero guapa.

E_ Te espero –parecía volver a ella la ironía.

En la ducha del vestuario de médicos Maca dejó que

las lagrimas se mezclaran con el agua, no había nada mejor

que llorar en la ducha, a ella le sentaba de muerte. Se

recompuso lo mejor que pudo y volvió a la habitación. Pero

en el pasillo se encontró con Teresa.

M_ ¿Qué pasa?

T_ Nada no te asustes hija, ¡estás un poco nerviosa, no!

M_ Joder Teresa ¿cómo quieres que esté? –la miraba

cerrando los ojos tratando de tranquilizarse.

T_ Siento lo de antes.

M_ Es que es inevitable Teresa... no podemos hacer otra

cosa... ¡y lo peor no sé qué coño hacer!

499 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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T_ Lo que estás haciendo, dale tiempo, no es fácil hay que

asimilar lo ocurrido y una vez lo asimile todo será más

llevadero.

M_ Lo sé Teresa, pero...

T_ Tranquila Maca, no te exijas demasiado ¿vale?, poco a

poco ella también irá sacando esa rabia y se irá

encontrando mejor.

Los celadores llegaron en compañía de Aimee para

trasladarla a la habitación, Maca aprovechó el momento

para salir a la calle después de cinco días intensos, al

hacerlo se dio cuenta que tenía frío ni siquiera llevaba su

chaqueta, chasqueando un poco sus dientes, se dirigió

hasta la floristería, le compró un ramo de flores y subió

ilusionada hasta la nueva habitación tras el visto bueno de

Sam.

M_ Hola... ¿cómo está mi princesa?

E_ ¿Flores?

M_ Joder... ¡me has descubierto! –le dijo sonriendo.

E_ Lo siento –sonrió por primera vez.

M_ ¡Cuánto he echado de menos esa sonrisa mi amor! –se

acercó dejando a un lado las flores y besándola en los

labios-. ¿Cómo está mi mujer linda?

E_ Maca... debo estar horrible, además me he dado cuenta

que me han cortado el pelo hostia –dijo con rabia ante la

sonrisa divertida de Maca.

500 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 501: QUINTA PARTE PIJA

M_ Estás preciosa no digas tonterías.

E_ No las digas tú, debo hacer una pinta horrible –le

respondió algo enfadada.

M_ Esther cariño... tranquila ¿vale?

E_ Quiero pedirte una cosa Maca, lo he estado pensando y...

creo que es lo que debo pedirte.

M_ ¿Qué pasa? –se sentó a su lado con el ceño fruncido.

E_ Quiero que lo que te voy a pedir lo hagas.

M_ Si, dime –la miraba con algo de temor ese tono tan frío

no le gustaba nada.

E_ Quiero que te vayas de mi lado, que me dejes... que

vivas tu vida, tan solo te pido poder disfrutar de Maes

cuando esté adaptada a todo y...

M_ Espera –la detuvo en seco-. ¿Me estás vacilando?,

porque si es eso no tiene ninguna gracia.

E_ Te estoy diciendo la verdad, lo que quiero que hagamos.

M_ Yo no voy a dejarte –su voz fue firme sin miramiento

alguno.

E_ No quiero que estés conmigo por pena.

M_ Estoy contigo porque te quiero.

E_ Ya no es igual –negaba con la cabeza mientras

instintivamente apretaba la sábana entre sus dedos.

M_ Claro que si –le levantó la voz-. ¿Acaso tú no me

quieres?

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Page 502: QUINTA PARTE PIJA

E_ No es eso Maca.

M_ Pues no hay más que hablar, ¡y haz el favor de no volver

a repetirlo!

E_ Maca yo... voy a ser una carga –decía titubeante.

M_ ¿Yo lo sería para ti?

E_ No, claro pero...

M_ Pues entonces Esther –sus ojos se llenaron de lagrimas-.

Tenemos que adaptarnos a esto y ¡ya está!

E_ No quiero ser una carga para ti –decía con la voz

quebrada.

M_ No lo eres mi vida, eres lo que más quiero... ¡cómo

puedes decirme eso! –bajó su tono volviéndolo tan tierno

que Esther sintió erizarse toda su piel, Macala abrazó como

pudo con cuidado estrechándola entre sus brazos ambas

llorando.

E_ Porque no quiero que me odies.

M_ ¿Y por qué debería hacerlo? –le besaba la frente

mientras Esther con su mano apretaba su cintura.

E_ Si no recupero la vista, no podré ir a África y eso es tu

vida –le decía preocupada.

M_ Mi vida sois tú y Maes, nada más, y donde estéis

vosotras está mi vida.

E_ Ahora pero después...

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M_ Ahora y siempre, eres el amor de mi vida y no pienso

dejarte nunca –su gesto si Esther lo hubiera podido ver era

tan triste, tan apagado.

E_ Te quiero tanto Maca... que sería incapaz de provocar en

ti algo malo, algo que hiciera que tú te cansaras de mí.

M_ Esther si pasa, si no recobras la vista, nos

acomodaremos a esa vida, para ambas será nuevo pero

valdrá la pena porque estemos juntas.

E_ Maca... –lloraba.

M_ No llores... no es bueno.

E_ Me duele el pecho Maca, tengo que llorar.

M_ No debes, me tienes aquí contigo, tienes a tu madre,

ahora vendrá Maes para estar contigo, está Teresa y...

bueno... todos contigo mi amor, no debes llorar por tu

lesión y porque me destrozas el corazón.

E_ Maca... te quiero...

M_ Y yo, y no soporto verte mal, no lo soporto cariño

estamos juntas en esto y de una u otra manera saldremos

adelante, ya lo verás.

Esther guardó silencio, cuando llegó Teresa se habían

calmado ambas, hicieron fiesta con las flores, cuando llegó

Bárbara hubieron algunas risas, pero la emoción llegó a

todas cuando Rosario subió con la pequeña Maes, la niña

fue el centro de todas las miradas, todas las sonrisas, Maca

le puso a le pequeña en la cama un rato, después le dieron

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un caldo para comenzar a comer y fue entonces cuando

llegó Encarna. Hubo uno poco de tensión, pero Teresa en

seguida consiguió rebajarla. Al igual que consiguieron que

Maca se fuera a casa con su madre, y que Teresa cenara

con Bárbara para quedarse por la noche junto a Esther.

En la habitación se habían quedado madre e hija solas,

Esther aprovechó el momento para hablar con ella.

E_ ¿Mamá? –movió su mano en el aire buscando el contacto

con su madre.

En_ Estoy aquí.

E_ Gracias por estar a mi lado –le cogió la mano.

En_ No me las des, eres mi hija.

E_ Ya pero sé que no es fácil para ti verme junto a Maca.

En_ No lo es no –reconoció sin tapujos.

E_ Sé que estáis haciendo ambas un esfuerzo por mí.

En_ Prefiero no comentar nada hija, es tu vida la has

elegido así y yo la voy a respetar aunque sabes que no la

comparto.

E_ ¿Puedo pedirte una cosa?

En_ Sabes que sí –la miraba con pena.

E_ Quiero que una vez me den el alta me lleves a casa.

En_ ¿Cómo que a casa?

E_ Sí, no quiero volver con Maca en estas condiciones.

En_ Hija… por mí encantada pero...

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Page 505: QUINTA PARTE PIJA

E_ Seré una carga para ella y no podrá ir a África por no

dejarme sola, no quiero que pase eso mamá, necesito tu

ayuda por favor.

Cuando Maca volvió de descansar para estar un rato

más con Esther, se encontró a Esther dormida junto a Maes,

la escena le hizo sonreír con ternura, se había duchado, se

había cambiado de ropa, llevaba una coleta con la que al

verla Sam directamente babeo lo suficiente como para

arrancarle una carcajada, y tras pasar por Vilches con el

que no pudo hablar porque estaba tan afectado y

bloqueado como Esther, fue a ver a su niña. Dejó la mochila

en el armario tras saludar a Encarna se dispuso a sentarse

junto a su mujer cuando en voz baja Encarna le dijo:

En_ Esther me he pedido que me la lleve, que en cuanto le

den el alta me la lleve a casa conmigo.

Maca la miró fijamente temiendo su respuesta, por un

segundo varió su vista y la pasó por la cama, fijándose en

Esther, después volvió a mirar a Encarna con gesto de

pavor.

En_ Le he dicho que la quieres de verdad, que no la vas a

abandonar y que... confío en ti... espero no equivocarme

por el bien de mi hija.

A la mañana siguiente cuando Maca llegó a la

habitación, se habían llevado a Esther a rayos, Teresa le

contó como había pasado la noche tranquila, que no había

hablado y que se había tomado un café con leche

505 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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sentándole bien. Maca cogió a la niña y estuvo con ella

jugando ante sus sonrisas mientras esperaba la vuelta de

Esther.

M_ Le ha dicho a su madre de irse con ella.

T_ Compréndela Maca –la miró con gesto de pena.

M_ No, no la comprendo –le respondió mirándola fijamente.

T_ Mira deja eso a un lado, no saques el tema que tan solo

puede provocaros disputas inútiles.

M_ ¡Es que no lo entiendo!, le dije que no iba a cambiar

nada –le dijo dejando a Maes en una cuna que les habían

prestado del hospital.

T_ A Esther le va a cambiar todo y los cambios hay que ir

aceptándolos poco a poco, se ha despertado de una

pesadilla y al hacerlo se ha encontrado con la más repleta

oscuridad, hay que comprenderla Maca.

M_ Teresa la comprendo porque a mí también me cuesta

esto… mira si no se recupera, iré a buscar a Lula, me la

traigo y que pruebe a recuperar su vista, no voy a

quedarme con los brazos cruzados, sé que va a ser

tremendamente duro pero no por eso la voy a dejar.

T_ No sé si volveré a verlos –dijo con tristeza.

M_ Encima eso…

T_ Bueno… no vamos a ponernos trágicas ¿eh?, lo que hay

que hacer es sonreír y tratar de llevarlo todo mejor.

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M_ Ya pero… ¡ah mira ya está aquí!, Esther cariño… ¿cómo

ha ido?

E_ Bien… aunque ahora me duele mucho.

M_ Te pongo un calmante en el gotero.

E_ ¿Has visto a Vilches?

M_ No, he venido directa aquí, ¿sabéis algo? –miró a Teresa

quien también se había acercado a la cama.

T_ Ha venido Cruz, y dice que no habla.

M_ Bueno es normal…

E_ ¿Por qué no me dijiste que puede quedarse paralítico? –

le dijo a Maca girando su cabeza en dirección contraria a

donde estaba.

M_ Estoy aquí mi amor –le cogió la mano fuerte y le besó-.

Porque no estabas en condiciones.

E_ Ya… ¿me lo vas a ocultar todo?

M_ No Esther, no te voy a ocultar nada cariño pero no

estabas en condiciones además puede ser que solo sea una

falsa alarma.

Ja_ Buenos días pareja, y señora –sonrió a Teresa haciendo

una leve inclinación a Teresa que miraba a la pareja con

pena.

Después de darles los informes sobre la operación, y

más o menos el tiempo que tendría de recuperación, entre

seis y siete meses, las dejó solas llevándose a Teresa a

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desayunar. Maca le hablaba a Esther sobre lo que harían

para recuperar el movimiento normal de ese tobillo, no solo

rehabilitación, sino también irían al mar a pasear por la

orilla, eso los fines de semana o cuando tuviera libre con la

pequeña Maes como una familia cualquiera, en principio

tendría que usar la silla de ruedas sería más cómodo, algo

que hizo sonreír de lado a Esther exasperando un poco la

calma de Maca.

Al_ Hola ¿se puede? –apareció Alicia con una auxiliar.

M_ Hola Alicia pasa –Esther giró su cabeza un poco no sabía

quien era esa Alicia ni su tono tan familiar con Maca-. ¿Qué

tal?

Al_ Venía a cambiar el gotero y saber ¿qué tal está Esther?

M_ Pues… ¿mejor verdad mi vida? –le sonrió.

Al_ Ya me ha dicho Javier que la operación ha sido un éxito.

M_ Si, la verdad que si.

Au_ Doctora Fernández, tengo que lavarla… si no le

importa.

M_ No, no, claro, cariño me voy a ver a Vilches.

E_ Vale –tras darle un beso se fue con gesto preocupado.

Al_ Uf debiste ver lo pesadita que estaba porque no sabía

nada de ti, nos dio una paliza que hasta Cruz se tuvo que

plantar con ella… se nota que te quiere mucho.

E_ ¿Y tú quién eres? –le preguntó algo borde.

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Al_ Soy Alicia, enfermera, me preguntó si había sitio para ti

en el hospital, así que por mí encantada de trabajar contigo,

dijo que haríamos muy buen equipo y estoy segura porque

dijo que eras la mejor.

E_ Te olvidas de algo.

Al_ ¿De qué?

E_ Estoy ciega.

Alicia se mordió el labio inferior, no sabía muy bien

que decirle a eso, así que decidió marcharse con un hasta

luego mientras la auxiliar la aseaba.

En urgencias, Vilches seguía con su gesto serio, sus

cejas enfuruñadas, sus labios pegados, Cruz había ido a

casa a descansar por orden de Dávila, y al entrar Maca lo

vio solo y pensativo. Pasó de largo sentándose a su lado

apoyando su pie en los hierros de la cama. No dijo nada,

tan solo estuvo allí durante un largo rato en silencio.

V_ ¿Cómo está Esther? –le sorprendió de repente Vilches.

M_ Uf… no sé… está borde, está con una ironía

exasperante, triste, apagada, abatida y algo insufrible,

vamos, como tú.

V_ Me gustaría verte a ti en nuestra situación.

M_ Ya sabes… sería peor que vosotros dos juntos, por eso

os comprendo.

V_ Tienes una mujer impresionante Maca.

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M_ Lo sé, pero esa mujer impresionante ha decidido irse

con su madre para no ser una carga para mí.

V_ Yo he pensado lo mismo así que a ver como vas a

terminar la frase –le amenazó con el dedo.

M_ ¡Joder Vilches!, pero no veis que tanto Cruz como yo os

queremos, yo quiero a Esther ciega o no, Cruz te quiere a ti

aunque nunca he entendido como te aguanta –le pinchó.

V_ Mira pues quien fue a hablar –le dijo con sorna.

M_ Me jode mucho esto que lo sepas.

V_ A mí me jode más porque si no vuelvo a andar no

volveré a ser médico.

M_ Lo sé Vilches… ¿crees que no lo sé?, pero joder… es lo

que tenemos y con eso hay que luchar, hay que seguir

viviendo no podéis ser egoístas.

V_ ¿Sabes lo que pienso?, Esther debe pensar igual, Cruz va

a tener que dedicarme más tiempo que a María, no va a

poder levantarme, de momento voy a tener que llevar un

jodido pañal como un crío, después tendré que ir

controlando mi vegija, por supuesto ni un polvo en

condiciones en no se cuanto tiempo, pienso todo eso y me

digo, ¿tengo derecho a hacerle esto a Cruz?, ¿a que cambie

su vida por mí?

M_ Vilches el amor es así, cuando amas a alguien no

puedes dejar de hacerlo porque esté en una silla de ruedas,

¿lo harías tú si le pasará a Cruz?

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V_ No –le contestó con rotundidad.

M_ Sé que Esther no lo haría si yo estuviera en la cama sin

ver, ella estaría a mi lado, por lo tanto, ¿qué derecho tenéis

de elegir algo así por encima de lo que Cruz y yo

opinemos?, ¿eh?, ¡dime! –lo miraba seria.

V_ Ninguno –negó con su cabeza muy serio y pensativo.

M_ Pues entonces, dejar de jodernos a una y a otra –Vilches

la miró fijamente-. No me mires así es la verdad, ¡hostia!

V_ ¿Y qué haces aquí?

M_ La están lavando y no puedo estar delante… no puedo…

-decía suspirando.

V_ Tú eres tonta –lo miró seria-. Tanto discursito conmigo, y

dejando que otra la lave y tú con un calentón de la hostia

que tengo que aguantar yo.

M_ Vilches.

V_ Ni Vilches ni hostias, mañana la lavas tú ven aquí.

M_ ¿Qué?

Durante todo el día la habitación de Esther fue un ir y

venir de visitas, algunas amigas que se habían enterado por

la televisión fueron a ver como estaba, todas boquiabiertas

al conocer a Maca quien se auto presentaba como su mujer

para evitar una posible llegada de su ex novio, porque no

estaba dispuesta a soportarlo. Esther parecía continuar con

sus pensamientos, seria, callada, casi ausente, Cruz la

había visitado para que Maca y Encarna se fueran a comer,

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cada una lo hizo yéndose a un lugar, y mientras estaba con

ella, había tenido las mismas palabras que Maca le había

dicho a su marido.

Cuando por fin las dejaron solas con Maes, Maca

respiró aliviada estaba realmente cansada de tanto pijerío.

M_ Ya se ha dormido Esther –le dijo pues habían

incorporado a la enfermera en la cama y sentada tenía a

Maes sobre su pecho.

E_ Si… mejor que la dejemos dormir.

M_ Vamos a ver si no se despierta.

E_ Ya no llora ¿eh? –sonrió.

M_ No, ya está hecha toda una mujer –dejó a la niña en la

cuna.

E_ ¿Dónde estás? –le preguntó al ver que no se ponía a su

lado.

M_ Aquí guardando el biberón.

E_ ¿Puedes venir? –le preguntó con algo de dudas.

M_ Claro mi amor –se sentó en la cama frente a ella con

ciertas dudas, lo último que quería era que volviera a

decirle que quería irse con su madre-. Dime.

E_ ¿Dónde están las flores?

M_ En la mesita.

E_ ¿Puedes dármelas?

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M_ Si, claro –le decía desconcertada-. Toma el jarrón pesa lo

suyo ¿eh?

E_ Uf… es cierto…

M_ Sam que me dijo no podías tener un jarroncito de la

china, tenía que ser el mejor.

E_ Agradéceselo de mi parte.

M_ Claro –la miraba intensamente sin saber muy bien que

estaba pasando.

E_ A ver –carraspeó-. Sé que estas no son las mejores

condiciones, y que igual, hasta puede sonar aprovechado

pero es lo que quiero y quiero que lo sepas.

M_ Pues… tú dirás –le dijo con ciertas dudas.

E_ Ay… a ver… ¿por donde empiezo? –se preguntó a si

misma graciosamente porque se mostraba nerviosa-. Sé

que… bueno sé que me he comportado como una estúpida,

egoísta e insoportable, que…

M_ Est…

E_ Déjame que lo diga todo de una cariño –su voz volvió a

sonar dulce y tierna.

M_ Vale –desde que había llegado era la primera vez que le

decía alguna palabra cariñosa y eso le llenó de calma, la

miraba sonriente porque notaba sus nervios y volvía a ver

como se sonrojaba algo que le encantaba.

E_ Sé que no tengo derecho a decidir por mí, que esto es

terrible para mí pero también lo es para ti, porque sé que

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me quieres y me lo has demostrado tantas veces que no

tengo una sola duda, sé que esto nos va a cambiar todo, no

verte es lo peor que me podía pasar, al menos Vilches,

puede disfrutar de los colores, la visión de su hija, de Cruz,

yo ahora, tengo que aprender a disfrutar de otras cosas,

aunque en mi memoria estás como eres –a Maca se le

llenaron los ojos de lagrimas mientras se mordía el labio-.

Sé que no tengo derecho a estar amargada porque estáis

todos a mi lado, aunque yo solo deseo estar al tuyo. Y

quería pedirte algo –carraspeó-. ¿Puedo?

M_ Claro mi amor… claro que puedes –le sonreía

emocionada aunque no sabía muy bien que le iba a pedir,

se había tranquilizado con la explicación.

E_ Macarena Wilson Fernández, alias la Calentorra de la

Selva, que pronto pasara a ser la Calentorra de la Ciudad –

sonreía y Maca también-. ¿Aceptas casarte con Esther

García …? –le acercó el ramo.

M_ Sí, acepto –le dijo con una sonrisa emocionada, amplia y

cristalina mientras sus ojos se llenaban de brillo cogía el

ramo y se abrazaba a Esther con toda su fuerza-. Acepto,

acepto…

E_ Te quiero Maca –la estrechó con fuerza enredándose el

cable del gotero con el brazo de Maca-. Joder…

M_ Lo siento… lo siento –reía.

E_ ¡Qué daño! –reía también.

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M_ Lo siento es que tienes una herida en la cara, lo siento la

emoción y… uf… -había dejado el ramo.

E_ ¿Me va a quedar cicatriz? –le preguntó aterrada.

M_ No, y si te queda, está en un sitio muy interesante.

E_ Joder Maca… que hijos de puta.

M_ Pues sí mi vida, pero esto se merece una celebración.

E_ Si –entonces Esther puso su mano sobre la mejilla de

Maca, la Pediatra cerró los ojos y Esther fue deslizando

suavemente su mano por la mejilla, por el cuello, suspiró

cerrando la boca que la tenía abierta, hasta llegar a su

escote.

M_ Esther… para o me convertiré en la Calentorra del

Hospital.

E_ Jijijiji –sonreía divertida mientras seguía acariciándola-.

Cuanto tiempo sin tocarte.

M_ Mi amor… vamos a poder con todo cariño… ya lo verás –

sonrió acercándose a ella para besarse-. Te quiero.

E_ Necesito oírlo para vivir mi vida –le susurró emocionada

mientras seguía acariciándola y Maca seguía cerrando los

ojos.

V_ ¡Bueno pero esto qué es!, ¡hasta en el hospital!, ¡manda

huevos! –entró con la silla de ruedas dando voces.

T_ ¡Desvergonzadas!... ¡ya están Vilches…! ¡ya están!

Mucho estaban tardando.

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M_ ¡Pero qué pesados! –les sonreía.

E_ ¡Vilches!... ¿Vilches dónde… dónde estás? –movía sus

manos hacia donde había escuchado su voz.

V_ Aquí pija, estoy aquí –le cogió las manos sonriente y

emocionado.

C_ ¡Pero bueno! –reía al ver como se abrazaban ante la

emoción de Maca y Teresa.

E_ ¡Pedazo de cabrón! –les sorprendió a todas-. ¡Mira que

dejar la gasolina en la cafetera!

V_ Joder tienes razón, eso solo nos pasa a ti y a mí –decía

sonriente.

E_ Pero lo conseguiste.

V_ No, lo conseguimos –dijo sonriendo.

E_ Somos los mejores pero claro, esto como no lo ha hecho

la súper Maca…

V_ Es cierto… es cierto no le dan importancia.

M_ Por supuesto es que Maca es mucha Maca.

E_ Tengo que deciros una cosa –parecía más tranquila a

pesar de que su voz seguía sonando cargada de tristeza-.

Le he pedido matrimonio a Maca.

V_ ¡Ya la hemos cagao pija!, es que no te tengo enseñada

¿eh?

E_ Maca… ¿estás ahí Cruz?

C_ Sí, estoy aquí.

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E_ Debisteis ver las borracheras que nos pillábamos Vilches

y yo.

M_ ¿Cómo? –la miraba atónita.

E_ Sí, en mi vida me había pillado unas cogorzas así.

V_ Era vital… estábamos cagados de miedo.

E_ Si –sonrió divertida por primera vez desde su vuelta.

M_ No me lo creo, pero si mi Esther no bebe.

T_ Mira bonita, tu Esther se pillaba cada una… que vamos el

pobre Massamba siempre vigilante, le recordaba a ti en tus

tiempos mozos en la aldea.

M_ ¿De verdad Esther? –le preguntó al ver como sonreía.

E_ Es que tu ausencia era insoportable.

M_ ¡Ay mi niña!

V_ Vámonos Cruz, que ya sobramos.

La noche hacia aparición, con una Esther más

tranquila aunque a veces por mucho que lo tratara de

evitar la tristeza se apoderaba de ella y Maca se daba

cuenta, pero guardaban silencio. Una vez finalizado el

resopon y las dejaron tranquilas, Maca dejó la luz más floja

para poder descansar.

E_ Maca puedes acostarte conmigo.

M_ Claro… estaba a punto de decírtelo, pero en este lado

Esther no quiero que me claves los hierros de una patada

como cuando jugábamos al fútbol.

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Page 518: QUINTA PARTE PIJA

E_ Es cierto –sonrió mientras notaba como Maca se

acostaba a su lado-. Abrázame.

M_ Lo estoy deseando… solo espero que esta cama sea

más fuerte que la de la aldea, ¿recuerdas?

E_ Pedazo golpe nos dimos –sonrió dejándose abrazar.

M_ Si y lo que nos reímos.

E_ ¿Crees que los volveremos a encontrar? –les dijo con la

voz apenada.

M_ No lo sé Esther, no sé si alguna vez volveremos –trató

de no mostrar nostalgia, una profunda nostalgia.

E_ Me gustaría volver.

M_ Bueno… eso ya lo evaluaremos.

E_ Mi madre me ha contado lo de Julia –le dijo y Maca que

estaba acariciando el brazo de Esther se detuvo.

M_ Si… no sé que te ha contado pero… -tragó saliva-, todo

salió mejor de lo previsto.

E_ Me ha contado que fuisteis y se creyó lo que le

contasteis.

M_ Si, la verdad que mordió el anzuelo, se pensó que

después de todo yo aún volvería con ella, que me tenía en

su mano y preparó una cena en el Ritz –sonrió de lado

estrechando con más fuerza a Esther.

E_ Vaya –se acomodó más en su pecho.

M_ Es muy cursi.

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Page 519: QUINTA PARTE PIJA

E_ Ya veo.

M_ Cuando estés bien, ¿sabes lo qué vamos a hacer?

E_ ¿Qué?

M_ Iremos a la playa, me hace mucha ilusión llevarte a la

playa.

E_ ¿Y cómo has solucionado con ella las cosas? –insistió.

M_ Me odia por engañarla –Esther sonrió-. ¿No te parece

increíble?

E_ Vi al niño –le dijo con voz tierna.

M_ Se quedó en la mochila.

E_ Lo llevaba en el bolsillo pero… no sé que hicieron con mi

ropa.

M_ Tranquila cariño. Creo que aparecer en la vida de ese

pequeño sería una locura para él, te agradezco porque con

tu ayuda fui entendiendo mejor las cosas –le besó por

encima del vendaje en la sien-. ¡Qué ganas tengo que te

quiten esto!

E_ Y yo… aunque me da pánico.

M_ Bueno ya hemos dicho que un poco de calma, son dos o

tres semanas.

E_ Más seis meses coja… sin ver… un adefesio total.

M_ Si, pero un adefesio maravilloso para mí.

E_ ¡Ay Maca! –sonrió poniéndole los morritos.

M_ ¡Ay la boquita de mi princesa! –susurró divertida.

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Page 520: QUINTA PARTE PIJA

Se quedaron dormidas, abrazadas y con gesto sereno,

una vez se le terminó el gotero del calmante, Maca lo cerró

y se entregaron al sueño, tan solo las despertó como

siempre el sonido del llanto de Maes, tras darle el biberón

volvió a la cama junto a su mujer y su hija.

Para Encarna el día había empezado pronto, tenía que

acudir a una fiesta con su marido y había decidido visitar

antes a su hija, al entrar se encontró con una Sam que le

saludó y mando besos para su hija, Encarna lo agradeció y

sonriendo subió hasta la habitación, abrió y al entrar se

quedó inmóvil, en la cama Maca dormida tenía en su pecho

a Esther y entre las dos se encontraba la pequeña, fue una

imagen que le sacudió los cimientos desde sus entrañas

hasta su piel, notó un escalofrío y como una emoción

embargaba sus ojos, se puso la mano en la boca con gesto

emocionado y lentamente se marchó.

La puerta se abría de la habitación nuevamente y en la

cama Esther junto a Maes hablándole y sonriendo,

imaginando sus gestos y sus manitas moviéndose,

entonces unos pasos se escucharon como se acercaban a

ellas.

E_ ¿Maca?

T_ No, soy yo Teresa pero no quería perderme esta foto

maravillosa de madre e hija.

E_ Me has asustado.

520 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 521: QUINTA PARTE PIJA

T_ Lo siento cariño –se agachó besó primero a Esther y

luego a la niña-. ¿Y la loca de Maca?

E_ En el lavabo se esta lavando la cara, no podía

despertarse, me ha costado un pelin.

T_ ¿Cómo estás?

E_ Mejor, un poco más animada.

T_ Muy bien.

M_ ¡Hola Teresa!, contigo estaba yo pensando

precisamente.

T_ ¡Qué miedo!

M_ ¿Ya te has acostado con Bárbara?, ¿eh?, ¿o aún esperas

a que caigan los prejuicios del cielo?

T_ ¡Pero qué cosas tienes eh! –le dijo enfadada ante la

sonrisa de Esther.

M_ No esperes mucho no se vaya a enamorar de otra.

E_ Es cierto Teresa, deberías aprovechar aquí es distinto –

agregó sonriente.

T_ ¿Y por qué va a ser aquí distinto? –la miró sin entender.

E_ Pues no sé... aquí hay más intimidad.

T_ Anda esta ¿y para qué quiero yo la intimidad?, no, no, no

me vais a liar.

M_ Tengo que recordarte tu cogorza.

T_ Fue un bajón de moral –se disculpó levantando las

manos.

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E_ Teresa... –le sonrió.

T_ Que yo venía para veros y vosotras me queréis liar.

M_ Si, te voy a liar. Cariño dame a Maes.

E_ ¿Le toca el biberón?

M_ No, es que se va a ir con su tía Teresa, que ahora te van

a lavar y ellas dan una vueltecita por ahí –le guiñó el ojo a

Teresa que no lo entendió muy bien.

E_ ¡Qué vergüenza! –dijo fastidiada-. Odio que me laven.

T_ No decías que aquí había más intimidad... anda que...

dame a la pequeña.

M_ Escúchame –la acompañó hasta la puerta-. No quiero

que en una hora aparezca nadie por aquí.

T_ ¿Una hora?, ¿qué pasa Maca? –la miraba asustada.

M_ Necesito intimidad –le dijo mordiéndose el labio inferior

y alzando las cejas.

T_ ¡Pero... pero!, ¿aquí? –la miraba totalmente perpleja.

M_ Teresa que la necesidad apremia, va, ve... ve.

T_ Pero y... ¿y si abren la puerta? –Maca sacó del bolsillo

una llave pequeña, Teresa dio un pequeño respingo y se

tapó la boca con la mano que tenía libre-. No me lo puedo

creer.

M_ Va.

T_ Con lo que grita Esther, me veo aquí hasta el Samur, el

vigilante… la policía –decía fuera de sí.

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Page 523: QUINTA PARTE PIJA

M_ Ya sabes ¿eh? –la amenazó con el dedo blandiendo

sobre su cara.

T_ ¡Jesús, María y José!

M_ Esther ya van a lavarte –le dijo desde la puerta.

E_ Vale Maca –mientras pensaba “Joder… odio esto, si al

menos me lavara Maca, no, eso sería peor porque me

pondría y no estoy para ponerme, aunque la verdad es que

ni eso, ¿no me habrá afectado?, ¡ay dios! A ver si ahora me

quedo inservible también y ya es lo último que me faltaba”

unas manos comenzaron a subirle el camisón tras retirarle

la sábana. “Tendré que avisar a Cruz para que mire a ver si

tengo afectado el… el… ay…!

Mientras Esther pensaba, Maca con cuidado y una

sonrisa traviesa comenzaba a subirle el camisón, le abría el

lazo e iba dejando su cuerpo con las bragas, cuando justo

iba a quitarle el camisón, la mano de Esther la detuvo.

E_ Maca –su voz fue de urgencia.

M_ Dime cariño –contestó con voz sugerente.

E_ Por favor… que estoy lisiadísima.

M_ Ya lo sé, prometo ir con cuidado para lavarte –sonreía

tras suspirar.

E_ Que te conozco y no vamos a terminar bien.

M_ Soy médico, además Aimeé me ha dado permiso

siempre y cuando no agites la cabeza.

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Page 524: QUINTA PARTE PIJA

E_ Maca no me lo puedo creer ¿le has dicho eso a Aimeé? –

le preguntaba mientras notaba su mano pasear por su

muslo.

M_ Claro, voy a subir ¿eh?

E_ Maca que pueden entrar ¡qué me da algo si nos pillan!

M_ Nadie va a entrar –comenzó a besarle el vientre

colocándose entre sus piernas.

E_ Maca por favor… que si viene mi madre se me muere –le

cogía la cabeza enredando sus dedos por su pelo mientras

sentía una fuerza volcánica renacer en su interior, un

vértigo que le comenzaba a secar la garganta.

M_ Ya te he dicho confía en mí, mmmmmmmm, que ganitas

tenía de tocarte –iba ascendiendo hacia sus pechos.

E_ Maca que me da… que no puede ser bueno que estoy…

¡ay madre pero si estás desnuda!

M_ Claro mi amor… -sonrió divertida.

E_ Quieres acabar conmigo…

M_ No… quiero llenarte de amor –le musito con su voz de

seda mientras la besaba y Esther recorría su espalda

lentamente con las manos.

E_ Maca… ¿y si entran? –no podía concentrarse pero rozar a

Maca le estaba quitando toda duda sobre su deseo.

M_ La puerta está ¡ay! –se quejó amarga.

E_ ¿Qué?

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Page 525: QUINTA PARTE PIJA

M_ Joder me acabo de clavar el hierro del tobillo.

E_ Au, au –se quejaba.

M_ ¿Te he hecho daño? –se apoyó en el codo separándose

del cuerpo de Esther mirándola con gesto apenado.

E_ Un poco en el costado.

M_ Joder... creo que será mejor parar.

E_ Lo siento Maca –decía mordiéndose el labio.

M_ Tranquila mi vida –le besaba.

E_ Te quiero –se besaron con pasión mientras las

respiraciones iban en aumento.

M_ ¡Ay! –volvió a quejarse.

E_ ¿Qué?

M_ Joder con el hierro.

Se abrazaron muertas de risa, no pudieron hacer el

amor, pero lo hicieron de otra manera, se llenaron de

besos, de caricias lentas, de susurros enamorados, se

llenaron la una a la otra como les gustaba hacer, como les

gustaba sentir. Con ese amor que fueron descubriendo

poco a poco, con ese amor que sobrevivía por encima de la

pasión, del dolor, con el amor que para ambas se había

convertido en el motor de sus vidas.

A mitad tarde, volvió Encarna, al entrar vio a Maca

junto a Esther y Maes, les estaba contando algo, el gesto de

Esther a pesar de su vendaje era de calma, y al escuchar la

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Page 526: QUINTA PARTE PIJA

puerta, giró su cabeza un poco hacia el lugar desde donde

provenía el ruido.

En_ Buenas tardes.

E_ Hola mamá.

M_ Buenas tardes Encarna –le saludó educadamente.

En_ ¿Qué tal vas, hija? –la miró con pena.

E_ Bien, algo mejor –hubo un pequeño silencio que era

ciertamente incómodo, Esther carraspeó y se dirigió a su

madre-. Mamá quería comentarte una cosa.

En_ Dime.

E_ Hemos decidido casarnos aquí Maca y yo. Bueno, yo le

pedí a Maca que se casara conmigo.... –Encarna no dijo

nada tan solo miró a Maca con gesto serio y suspiró-. Me

gustaría que estuvieras presente, pero si no vienes lo

vamos a entender.

En_ Sabes que no comparto esto, te agradezco que

entiendas que no vaya.

E_ Claro –Maca guardaba silencio, tan solo miraba a

Encarna fijamente con el ceño fruncido, el tono de Esther

fue algo más triste de lo esperado y eso a ella le dolía y así

se lo hizo comprender tan solo con la mirada a su suegra-.

Lo comprendo mamá.

En_ De todos modos avisarme de cuando es y si tengo un

hueco iré.

E_ Gracias –sonrió.

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En_ ¿Qué te ha dicho el médico? –su voz comenzó a ser

algo más calmada parecía que la rabia había ido dejando

paso a la tranquilidad.

M_ Mañana le harán una nueva prueba para ver como va la

hemorragia –le contestó también de igual modo.

E_ No espero mucho pero bueno...

M_ Cariño no seas pesimista ya te he dicho que haremos

todo lo que podamos.

En_ Sabes que tienes los mejores médicos a tu alcance.

E_ Confío mucho en los del Central, la verdad que me han

tratado muy bien.

En_ ¿Y el tobillo?

E_ Soporto mejor el dolor, si la prueba de mañana de los

ojos sale mejor ya me podré sentar porque me duele todo

de estar en la cama.

M_ Y si todo es como esperamos en tres días a casa –

agregó contenta mientras le dejaba un beso en la frente

con la sonrisa de Esther.

En_ ¿Dónde vais a ir?

M_ No lo hemos hablado todavía –miró a Esther con cierta

duda.

E_ A tu casa Maca, la niña tiene sus cosas allí y a mí... la

verdad...

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M_ Bueno cariño, a mi casa que la vamos a acondicionar

¿eh?, ahora mismo viene Claudia y me tengo que ir con ella

y Bárbara, Teresa se quedara con vosotras.

E_ Maca no hagas nada.

M_ No voy a hacer nada extra, no te preocupes.

E_ Ya... como si no te conociera.

Las amigas llegaron, besos por doquier, risas, abrazos,

como Maca había dicho Teresa se quedo junto a Encarna y

una Esther que no dejaba a Maes en ningún momento, las

dos mujeres hablaban sobre las pruebas, los nervios pero

sobre todo, de la curación y animo hacia una Esther que les

agradecía las palabras y aunque les entregara una sonrisa

sabía que no iba a ser tan fácil como todos le aseguraban,

pero debía intentar superar lo que en esos momentos

cuando se quedaba sola o escuchaba la respiración

tranquila de Maca que le decía que dormía, pasaba por su

cabeza, un miedo atroz, tanto que las pulsaciones subían,

que a veces notaba como el pecho le dolía ¿cómo iba a

cambiar todo?, no podría trabajar, no podría acompañar a

Teresa y Maca de vuelta a África, no podría jugar con su

hija, todo se le hacía un mundo, aunque por otro lado, en

ese mundo se encontraba Maca y sabía que era lo mejor

que le podía ocurrir para seguir luchando.

En casa de Maca, Claudia y ella movían muebles,

Bárbara se había puesto una venda en los ojos y caminaba

por donde Maca le decía, quitaron un sillón, apartaron la

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mesa del centro del salón, retiraron dos plantas para

colocarlas en la terraza, desde la entrada al comedor en el

pequeño pasillo, no dejaron nada donde pudiera tropezar,

la habitación la acomodaron de tal modo que tras muchos

golpecitos de Bárbara les quedó claro que el camino de la

cama al lavabo estaba libre de posibles tropiezos.

Sudorosas, cansadas de mover muebles se sentaron a

darse un respiro mientras se tomaban un café.

M_ Me preocupa la silla, creo que en el lavabo no entra.

Cl_ Eso te lo he dicho yo ¿eh?, pero como eres tan

cabezota.

Ba_ ¿Maca cabezota?, my god –suspiró mirando al techo

como si hubiera dicho una barbaridad.

Cl_ Es cierto... perdón.

M_ Podría hacer obra, si, echar el tabique y no poner puerta

hasta que al menos deje la silla de ruedas.

Cl_ Maca has movido doscientas mil veces los muebles.

Ba_ Voy llena de golpes, ni hijos de perra de la guerrilla

dejarme así, ¡oh la la!

M_ Claudia quiero que cuando Esther venga esté cómoda.

Cl_ Si cómoda va a estar, pero... sensatez Maca ¿cuánto va

a llevar la silla de ruedas?

M_ Pues deberá llevarla tiempo Claudia, como va a ir con

muletas y sin ver, no, tengo que llamar y que derriben el

trozo ese que no hay nada en el lavabo para que pueda

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entrar, la conozco y va a querer tener autonomía –decía

moviendo su mano ante la mirada atenta de las dos.

Cl_ Vale, yo conozco a alguien serio.

Ba_ ¿Serio albañil?, oh no, yo no conocer ninguno.

M_ Yo tampoco Bárbara, y tendría que arreglarlo en tres

días –mostraba gesto de fastidio.

Cl_ Te digo que esta lo arregla.

M_ ¿Está? –la miró sorprendida.

Cl_ Mi hermana, es una auténtica manitas.

M_ ¿Manitas o chapuzas?

Cl_ De verdad que agonías ¿eh?, ahora no debería llamarle.

M_ ¿Podría venir ahora?

Cl_ Déjame que negocie –se levantó y fue hasta la cocina

donde tenía el móvil y se puso a hablar con su hermana.

M _ ¿Y tú qué?

Ba_ ¿What?

M_ Veo tu cara de estreñida y sé que pasa algo, ¿nostalgia?

Ba_ Un poco, hoy llamé a mi organización, quiero volver.

M_ Aún no estás recuperada y la guerra no ha terminado.

Ba_ Yo saber...

M_ ¿Qué más te pasa?, venga cuéntame –la miraba con

gesto preocupado.

Ba_ Teresa...

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M_ ¡Ya lo sabía yo! ¿ya? –le preguntó divertida mientras

enarcaba su ceja derecha.

Ba_ ¿Ya, que? –la miró seria.

M_ ¿Ya has tenido intimidad con ella?

Ba_ ¡Oh!, ¡oh! –se levantó ofendida mirándola incrédula-. Tu

crees que yo ser una ligera... ¿eh?, yo respetar a mi lady...

ella es una gran dama.

M_ ¡Vale... vale! –se reía disculpándose mientras levantaba

los brazos.

Ba_ Pero no estar segura que ella querer a Bárbara.

M_ Bueno... dale tiempo, ¿tienes paciencia?

Ba_ Por Teresa, infinita.

M_ Pues ya sabes, poco a poco my lady, poco a poco –le

hizo una pequeña reverencia cuando sonó su teléfono

móvil, hizo un gesto de fastidio.

Ba_ ¿Qué es?

M_ Julia.

Ba_ ¡Oh ser la hija de puta! –puso gesto de loca disparando

las risas de Maca.

M_ Esa misma.

Ba_ Trae –le arrebato el teléfono ante la sonrisa de Maca-.

Tú hija del diablo, de una chingada madre, ma fangulo figlia

de una puttana (vete a tomar por culo hija de puta), volver

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Page 532: QUINTA PARTE PIJA

a llamar y caput, ¿conoces la mafia italiana?, yo ser filglia

de ella…

Cl_ ¿Qué la pasa? –preguntó al verla colorada insultando

sin parar.

M_ Está hablando con Julia –sonrió-. ¿Qué te ha dicho tu

hermana?

Cl_ Eres una chica con suerte, dice que en un cuarto de

hora viene.

M_ Vale pues aviso a Esther que nos vamos a retrasar un

poco más.

Cl_ Si.

Y allí ambas esperaban sonrientes que Bárbara

acabara con la ristra de insultos sin tapujos hacia Julia y

cuando vieron como finalmente colgaba, ésta se giró y las

tres mujeres rompieron en una carcajada ante su actuación

y la perplejidad de la otra que trataba inútilmente de

hablar.

Cuando Maca volvió al hospital, Esther estaba tratando

de cenar, la niña estaba en los brazos de su abuela Encarna

mientras Rosario ayudaba con el tenedor a su mujer, si el

día anterior su propia escena había servido a Encarna para

darse cuenta de muchas cosas, aquella estampa tan

familiar le sirvió a ella para darse cuenta que por fin tenía lo

que tanto había deseado, una familia de verdad.

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Page 533: QUINTA PARTE PIJA

Al día siguiente la pilló Aimeé aun sin peinar, los pelos

revueltos sentada dándole el biberón a la pequeña mientras

Esther disfrutaba en el silencio del sonido de su hija y los

mismos de una medio dormida Maca.

Ai_ Buenos días familia.

M_ Hola Aimeé.

E_ Buenos días.

Ai_ ¿Qué tal va la niña?

M_ Muy bien es muy buena, al principio le costó un poco

adaptarse por las circunstancias en las que la encontramos,

pero ahora es una bendita.

Ai_ Y glotona –acarició la cabecita de la pequeña.

M_ Si, como Esther –miró a su mujer sonriendo.

E_ Jeje –sonrió algo nerviosa.

Ai_ ¿Estás preparada Esther?

E_ Que remedio –suspiró.

M_ ¿Puedes esperar un momento, Teresa está al llegar?

Ai_ Sí, claro no hay problema mientras tu mujer y yo

hablamos. ¿Tienes alguna clase de dolor, Esther?

E_ No, lo mismo, me duele muchas veces la cabeza.

Ai_ Bien, eso está dentro de lo esperado.

E_ Por lo demás nada.

Ai_ ¿No tienes destellos?

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E_ No –contestó con tristeza.

T_ Buenos días… lo siento es que había un atasco que

vengo con el corazón a punto de caerse al suelo… ¡odio la

ciudad! ¡Donde esté mi Selva que se vaya a tomar viento la

ciudad!

Arrancó la sonrisa de todos más que por su comentario

por sus gesticulaciones y la cara ciertamente de

trastornada que traía Teresa.

Maca se arregló con rapidez y salió junto la camilla,

por el pasillo se cruzaron con la camilla de Vilches que iba a

hacerse unas pruebas y Cruz, se saludaron y cada cual

partió hacia su verdad, ambos con la sensación de que el

mundo podría comenzar a andar de nuevo o, por el

contrario acabaría deteniéndose dejándolos a ellos fuera.

Ai_ No quiero que te preocupes si los resultados no son

buenos Esther, es muy pronto pero necesito ver como va la

hemorragia.

E_ De acuerdo.

Ai_ Sabes que no duele, Alicia por favor retira el vendaje.

Al_ Si, tranquila Esther.

E_ Gracias –entonces notó como Maca una vez finalizada la

retirada del vendaje por parte de Alicia le cogía la mano con

ternura y si hubiera visto su gesto preocupado y

concentrado le hubiera provocado un dolor intenso en su

corazón-. Estoy preparada cariño.

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Page 535: QUINTA PARTE PIJA

M_ Bien –miró a Aimeé como rogándole que empezara o de

lo contrario no soportaría el ritmo de su corazón.

Los ojos de Esther se mostraban morados, el impacto

había dejado alguna huella en las cejas y los párpados que

se mostraban hinchados, al verlos Maca apretó

inconscientemente la mano de su mujer y sus ojos se

llenaron de rabia, rabia contra el mundo, rabia contra la

suerte de su chica. Aimée comenzó a preparar la prueba,

Esther seguía sus instrucciones, parpadear, mover el ojo a

un lado, no parpadear, y a ella no le hacía falta que le dijera

como estaba yendo la prueba, la mano de Maca sin

percatarse de ello se lo estaba transmitiendo.

Ai_ Esto ya está…

E_ ¿Y?

Había atajado bien el golpe de que todo seguía igual,

trataba de pensar que aún faltaba que bajara la inflamación

y con ella la posibilidad de afrontar ya definitivamente el

resultado, la verdad llegaría. La prueba le había al menos

servido para que Aimeé le quitara el vendaje y le dejara dos

gasas puestas en cada ojo, Alicia con mucho mimo se las

colocó mientras Maca salía al pasillo y apoyaba la frente

contra el frío ladrillo verde sintiendo como la rabia subía de

su estómago hasta su garganta y le hubiera encantado

soltar todo en un grito.

Después de la prueba de los ojos, llegó la del tobillo, al

menos su tobillo estaba reaccionando bien a la operación y

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Javier se mostraba satisfecho por ello. Acordaron sentarla

con el pie en alto porque sus quemaduras en la espalda se

estaban alterando de tener tanta cama, Esther a penas se

quejaba de ellas, pero Maca sabía que debían dolerle. Sin

embargo también sabía que no tanto como el alma.

Llegaron dos celadores y la sentaron en el sillón, Maca

aprovechó para peinarla, ponerle colonia, crema en las

manos, en los brazos, una vez terminaron de curarla

trataban de hablar como si realmente no ocurriera nada,

pero ambas sentían el mismo nudo en el pecho. Después

llegó la hora de arreglar a Maes y cuando terminó con la

llegada de su madre, Maca con una excusa salió a la calle.

M_ ¿Sam, aún nada del estudio de Vilches?

S_ No mi dulce…

M_ De acuerdo voy a pasear, por favor si sabes algo –le hizo

una señal de que le llamara.

El frío le hizo bien, se sentó en uno de los bancos con

las manos en los bolsillos de su chaqueta, con el vaho

saliendo de su boca y su mente pensado miles de

soluciones que no veía. Llevaba un rato cuando se sentó a

su lado Cruz, con su bata y sobre ella el abrigo.

C_ Hace frío ¿eh?

M_ Sí –sonrió de lado-. ¿No ha ido bien?

C_ Sigue todo su curso Maca, desgraciadamente para

ambos les han pasado lo peor, sus heridas son a largo

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plazo, y por el camino van a ir sufriendo caídas que costara

alzar.

M_ Si.

C_ He hablado con Aimeé.

M_ ¿Tú crees que cuando remita la hemorragia habrá

posibilidad?

C_ No se ven los daños Maca, es imposible decir –la miró

con cierta lastima.

M_ Me lo ha dicho él, si.

C_ Lo mejor es tener paciencia.

M_ ¡Uf! –resopló.

C_ Oye que me han dicho que tu pierna está ya recuperada

y que si quieres cubrir la plaza del Central deberías

incorporarte en los próximos días.

M_ ¿Cómo voy a reincorporarme estando así Esther? –la

miró como si hubiera dicho una solemne tontería.

C_ Maca… si no lo haces perderás tu plaza.

M_ No puedo Cruz.

C_ Te irá bien distraerte.

M_ ¡Uf! –volvió a resoplar.

C_ ¿Cuándo os vais?

M_ Mañana si todo va bien, ¿y vosotros?

537 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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C_ Vilches quiere irse hoy, pero quiero aguantarlo hasta

pasado mañana. Voy a hacerle más pruebas.

M_ Esther ya se puede sentar.

C_ Si ya has visto a Vilches, ¡por cojones se tenía que

sentar!, me da pánico Maca, él es así y si no lleva las cosas

a rajatabla no sé si lo conseguiremos.

M_ Nos tenemos que armar de paciencia.

C_ Pues si, por eso te hará bien trabajar.

M_ ¿Una semana Cruz?, al menos déjame que Esther se

acomode en mi casa, todo es nuevo para ella y me gustaría

estar a su lado.

C_ Lo intentaré, pero ya sabes que no depende de mí.

M_ Lo sé.

C_ Dávila va a ocupar su puesto también, de momento, se

acabó la ayuda.

M_ No puedo dejar de pensar en mi gente, ¿qué habrán

hecho?, ¿dónde estarán?

C_ Es tan complicado saberlo –decía triste.

M_ Ha sido un golpe demasiado duro Cruz, creo que no debí

elegir volver.

C_ Ahora es fácil decirlo aquí, pero para mí hiciste lo

correcto.

M_ No debí dejar solo a Vilches.

538 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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C_ Maca… ¡vale ya, eh!, tienes suficientes problemas como

para buscarte más con esa manera de auto castigo.

M_ Lo sé… pero… ¡joder Cruz tengo una rabia!

C_ Pero no logramos nada así ¿eh? –soplaba sus manos se

estaba quedando helada.

M_ Por un lado pienso es tan complicado, por el otro siento

que lo vamos a lograr ¿sabes de lo que hablo, verdad?

C_ Así es… como tú dijiste es como si estuvieras montada

en una montaña rusa, las bajadas son suicidas, la subidas

cuestan mucho, mucho.

M_ Oye Cruz ¿te das cuenta que en los peores momentos

de nuestra vida siempre hemos estado juntas?

C_ Es verdad –sonrió- ¿Recuerdas cuándo nos tendieron

aquella emboscada?

M_ Dios sí, pensé que no lo contábamos.

C_ Y salimos.

M_ La vida nos ha tendido esta emboscada y saldremos –le

tendió la mano con una sonrisa.

C_ Saldremos –le entrelazó los dedos y le devolvió la

sonrisa.

La llegada de Esther a casa se convirtió en una fiesta,

Maca empujaba la silla de ruedas, Teresa emocionada

llevaba a la niña, Claudia, Bárbara y Encarna subían por la

escalera ya que la finca situada en la parte vieja de Madrid

era un tercer piso cómodo de subir. Al salir del ascensor, se

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encontraron todas en el rellano, pasaron primero Teresa

con la niña y Maca con la silla, detrás las demás.

M_ Bueno cariño ya estamos en casa, estamos en la

entrada y ahora mismo estamos pasando por el pasillo que

lleva al comedor, no hay nada con lo que puedas tropezar.

Ba_ Acá la conejillo de Indias lo puede asegurar -dijo

graciosamente Bárbara.

M_ Ni caso cariño, bien ahora estamos en el comedor, es

amplio la silla puede ir por todo él sin golpearte lo hemos

distribuido en dos partes pero que no te molestan para

moverte puedes desplazarte con tranquilidad, lo irás

aprendiendo poco a poco.

Ba_ Tras cien golpes Esthercita que tu mujer es muy

cabezona logramos la distribución como a la señora le

gustó.

Cl_ Alguno más aquí ¿eh Bárbara?, aquí fuiste de puto culo.

Ba_ Si Claudia, si.

M_ Ni caso a éstas dos que son dos quejicas, cariño –

sonreía.

E_ Que bien huele…

M_ Si… son unas flores que te ha mandado una

desconocida y me voy a poner celosa ¡te lo advierto! Bien

centrémonos, ahora si tocas con tu mano derecha –le cogió

la mano-. Esto es la pared que lleva a la cocina, aquí

540 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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puedes también sin problemas ir por ella, no hay nada con

lo que puedas tropezar.

Ba_ Claro después de Bárbara tropezar por ti.

E_ Eso me lo tienes que contar Bárbara, que sé de lo que es

capaz Maca.

Ba_ Si my darling, yo a puro golpe.

T_ Desde luego exageradas vosotras ¿eh?, voy a dejar a la

niña en la cuna.

Cl_ De eso nada Esther, créennos que tengo agujetas

todavía de tanto cambio.

M_ Seguimos cariño –le dijo contenta sonriendo mientras

omitía como las demás se metían con ella.

E_ Te dije que no tocaras nada Maca.

Cl_ Pero nosotras lo hemos hecho muy a gusto guapa, por ti

lo que sea ¿verdad Bárbara?

Ba_ Of course, doscientos golpes merecen la pena

Esthercita –le sonreía.

M_ De verdad que pareja… bueno cariño salimos de la

cocina ahora y nos vamos a la derecha donde esta el pasillo

que lleva a la otra parte de la casa, pasa las manos por la

pared y así podrás aprender a tocar y aprender la

distribución.

E_ Si.

M_ A tu izquierda hay una puerta –Esther tocó.

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Ba_ Esa mejor no abrir nunca peligro de muerte -Esther

sonrió divertida.

Cl_ Mucho peligro esto sería como los dibujos animados

¿verdad Bárbara?, o el camarote de los hermanos Marx.

M_ ¡Pero qué pesadas sois, eh! si lo llego a saber no os pido

ayuda.

E_ Anda no te enfades cariño… venga…

M_ Mira a tu derecha hay otro cuarto que es mi despacho y

ahora si seguimos un poquito más recto llegamos a nuestra

habitación.

T_ ¡Qué expectación chicas! –dijo contenta.

Ba_ Ni el museo del Prado Esthercita.

CL_ Di que si.

M_ Ya estamos dentro, ahora a la izquierda está el lavabo.

Cl_ Sin puerta.

M_ Eso, sin puerta nos la tienen que colocar.

E_ ¿Y dónde está la puerta?

Ba_ En la basura… aquí la sister de la Claudia ¡meu deus

qué woman!

T_ Ejem… ejem… -carraspeó.

Ba_ Nada que envidiar a moi mademoiselle.

M_ ¡Sigo si me dejáis!, claro –las miró a las dos que hicieron

gesto de silencio-. Bien, la cuna la he puesto a mi lado

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cariño, así tú puedes levantarte y llegar al lavabo en… he

contado con tus piececitos unos doce pasos.

Cl_ Deberías haber visto como contaba –decía muerta de

risa.

E_ Me lo imagino.

Ba_ ¿Dejar contar a Bárbara?

M_ No. Encarna por favor pase, pase, no se quede fuera.

Ba_ Bárbara contar o morir.

E_ ¡Cuenta, cuenta! –le decía sonriendo.

Mientras Bárbara contaba toda su odisea sobre las

pruebas que Maca le hizo hacer con un pañuelo vendándole

los ojos, Encarna no había perdido detalle de nada cuanto

había ocurrido, ni lo que estaba ocurriendo, veía como Maca

había transformado su casa en algo tan sencillo que le

había emocionado, estaba totalmente diseñada para que

Esther pudiera ir con la silla el tiempo que hiciera falta con

total comodidad, escuchaba a Bárbara contar todas las

peripecias vividas, veía a su hija sonreír y la mirada de

Maca tomándole la mano mientras le dejaba un beso, y

sentía la emoción de ver a su hija querida, tantas veces lo

había rogado que verla así le daba esa sensación de liberar

su parte materna, esa parte de la que Rosario tanto le

había hablado, y que en ese momento gracias también a

todo cuanto Teresa le había contado de aquella pareja le

estaba ocupando gran parte de su reticencia hacia la

relación que mantenían.

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Page 544: QUINTA PARTE PIJA

Ro_ Buenas noches, casi ¿eh?

M_ Mamá… ¿dónde estabas?

Ro_ Hola Esther cariño –le dio un beso.

E_ Hola Rosario –le saludó con una sonrisa.

Ro_ He ido a encargar la cena tenemos un bufette en la

cocina.

Ba_ ¿Tenemos?, ¿Bárbara entrar?

Ro_ Todas… además hay una sorpresa.

T_ Pues nada, vamos a preparar las cosas.

Cl_ ¿Nos lo van a servir camareros con pajarita? –preguntó

por lo bajo a Maca.

M_ Ni idea, si está pensado por mi madre pude ser

cualquier cosa.

Cl_ Mmmmmmm.

Ro_ Encarna vamos.

En_ Si.

E_ Quiero ir al lavabo Maca.

M_ Vale… hemos puesto un supletorio cariño, así te será

más sencillo.

E_ Si es que estás en todo.

M_ Y más que voy a estarlo esta noche –le susurró

provocando otra sonrisa divertida en Esther.

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Prepararon la mesa, y una vez todo estuvo listo se

dispusieron alrededor, la pareja tardó un poco en salir, si

bien en el cuarto de baño no había puerta, en la habitación

sí y estaba cerrada, aquello levantó las sospechas

divertidas de Bárbara y Claudia que fueron rápidamente

silenciadas por una Teresa que les amenazaba con el

cuchillo, Encarna ayudó a Rosario se habían puesto un

delantal y cuando Maca salió hasta el comedor, en sus

labios se notaba que algo había sucedido y el codazo de

Bárbara a Teresa fue bastante elocuente, la mirada de

Teresa a Maca también, y la sonrisa de ésta acompañada

por el guiño mucho más.

Sonó el timbre y fue Rosario quien de un salto se puso

en pie para ir a abrir la puerta, ya estaban todas sentadas y

esperando que les sirvieran tal y como habían dicho Rosario

y Teresa que junto a Claudia se estaban encargando de las

cosas.

Ro_ Pasad, pasad –les dijo a alguien.

E_ ¿Quién es Maca?

M_ Ni idea, igual es mi padre y tu padre.

E_ ¿Mi padre?, no creo.

V_ ¡Me niego… son todo mujeres Cruz! –gritó desde la

puerta con su silla de ruedas y gesto rudo.

E_ ¿Vilches? –preguntó marcando sus labios una leve

sonrisa.

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V_ Joder… joder… -repetía sin parar ante la risa de todas.

Cl_ Aquí tenemos al gruñón por excelencia…

Ba_ Mi guapo…

C_ Sin pasarse Bárbara sin pasarse –le decía sonriendo la

cirujana.

M_ Dios lo que me alegro de que hayáis venido –abrazó a

Cruz.

C_ Ya ves… mi marido que no podía permitir que Esther

saliera del hospital y él no

V_ A mí no me sentéis cerca de esa pareja, ni loco ¿eh? –

decía ante la sonrisa de Teresa.

T_ Tú a mi vera.

V_ No sé que es peor –murmuró serio.

Cl_ ¿Empezamos Rosario?

Ro_ Claro que sí, esto hay que celebrarlo por todo lo alto.

La cena transcurrió divertida, amena y entre miradas

cómplices entre unos y otros al ver a Esther tranquila, a

Vilches dicharachero a su modo, a Cruz sonriente y a Maca

pendiente de Esther de su cena, del vaso, del cubierto, de

un beso robado, de mirarla repleta de amor, de una

caricia…

V_ Encarna… ¿aún sigue teniendo a su sirvienta daltónica?

–preguntó de pronto Vilches sorprendiendo a todos.

En_ ¿Cómo? –su gesto se tensó.

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V_ Sí mujer, recuerdo cuando su hija le dijo que se había

casado con Maca sus gritos a su sirvienta porque la pastilla

era azul.

E_ “Dios que ahora explota”.

M_ “La leche Vilches no podías haberte callado la boquita”.

E_ “Con lo bien que íbamos”.

Después del silencio que se hizo y de las miradas de

Vilches hacia Encarna se creó una expectación que fue rota

por una estruendosa carcajada de Encarna que sorprendió a

todos que siguieron su risa algo confundidos.

En_ Pero hijo, ¡tú crees que se le puede decir eso a una

madre de esa forma!

V_ Ya le dije yo que era muy bruta.

En_ Mucho, no me dio un infarto gracias a que mi sirvienta

daltónica, por eso de no ver los colores como eran, me dio

la pastilla acertada justo a un paso del infarto –decía

riéndose ante la mirada incrédula de Maca-. Mira te voy a

contar un secreto.

M_ “¿Será el vino?... joder…”.

E_ “Ha debido tomar vino, seguro” –pensó algo nerviosa

mientras le decía a su desconocida madre-. Mamá a ver que

vas a contar.

En_ Nada hija, nada que no sepan. Porque digo yo, tú tienes

una hija que es una patosa empedernida como la mía y…

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M_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –echó todo el vino de su boca a modo

de fuente-. Perdón.

T_ Por un momento me has hecho pensar que Mona estaba

aquí, ¡clavaita! –dobló la boca graciosamente.

E_ Jajajajajajaa –se reía sin parar.

Cl_ Igualita vamos –reía y reía con las lagrimas en los ojos.

M_ Joder… lo siento –se limpiaba con la servilleta.

V_ Siga, siga que esto me parece interesante.

E_ Mamá…

En_ Pues eso, mi hija con una raya de lápiz tropieza, eso o

se cae de culo.

M_ Cof cof cof cof –se atragantó con un trozo de pastel que

estaba comiendo.

E_ Mamá me vas a matar a Maca.

M_ Joder… es que… cof… cof… es verdad –bebía mientras

sonreía.

E_ Eso va… ponerme a caldo.

En_ Pues yo pensaba, nada te quedas sin hija, se la come

un cocodrilo, la muerde una víbora o finalmente en uno de

sus golpes se me cae por un barranco.

M_ Todo eso Encarna, todo eso le pasó, bueno no se la

comió un cocodrilo –le dijo con voz tierna mientras le

acariciaba la mano a una boquiabierta Esther.

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T_ Pero se la comió una cocodrila –le dijo en voz baja a

Encarna que estaba a su lado.

E_ Si, una cocodrila maravillosa, ¿verdad mi amor? –le

extendió la mano para que la cogiera.

M_ Si cariño –le dejó un besito tierno mientras Bárbara

hacia ojitos y Claudia reía sin parar.

V_ Atención señoras que ya empieza la tontería.

C_ Oye pues bien mirado a ver cuando la empiezas tú –le

dijo con gesto de enfado pero sonriendo.

M_ Eso, eso… que tú mucho hablar pero la carita de Cruz lo

dice todo ¿eh?. Pues si Encarna, Esther es una patosa, se ha

caído yo no sé las veces, vamos de marca de record, casi se

nos come un león…

E_ Es cierto, casi nos mata una guerrilla.

M_ También.

V_ Me ató el motor de la cafetera con una goma de pelo.

T_ Nos mató a todos de más de un susto, porque tu hija

tiene una facilidad para gritar.

En_ En eso ha salido a la madre, y en lo de patosa, también

–dio otra carcajada.

Y luego fue el turno de Rosario, las risas iban en

aumento, la cercanía se fue tejiendo en la mesa poco a

poco, con gestos, con miradas, con sonrisas, Claudia se

sintió unida a aquella familia, Bárbara no apartaba sus ojos

de Teresa que parecía feliz aunque una mirada sombría

549 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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cubría sus ojos, se habló de Mona, Valiente, Nsona, Zulú,

todos eran conocidos para Rosario y Encarna, notaban el

cariño, el calor en las palabras que se decían. Allí se tejió

sin apenas nadie darse cuenta, el calor de un hogar.

Una vez se quedaron solas, Esther fue ayudada por

Maca y Teresa que se quedaba con ellas a meterse en la

cama, tras apagar todas las luces, se sentó unos minutos

junto a Teresa, allí apoyó su cabeza en el hombro de la

mujer sin palabras porque no se necesitaban.

E_ ¿Maca?

M_ Sí, ya estoy aquí.

E_ Maes se ha quejado.

M_ A ver –se asomó a la cuna-. Está bien, habrá tenido una

pesadilla.

E_ Me siento tan inútil.

M_ Bueno en cuanto tengas el tobillo bien podrás moverte

mejor además, te digo una cosa, en un mes o dos yo creo

que puedes tener solucionado el problema de la vista –se

metió en la cama acercándose a ella.

E_ Cuidado con el hierro.

M_ Lo tengo controlado cariño. ¿Estás muy cansadita? –

sonrió pasando su mano por el rostro de su mujer.

E_ Estoy asombrada –la mano de Maca pasó por su cintura-.

Mi madre no parecía ella, al no ver ¿sabes qué me pasa?

M_ ¿Qué cariño?

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E_ Siento otras cosas, por el timbre de voz, las risas… no

sé… percibo otras cosas.

M_ ¿Y que sientes en mi voz?

E_ En tu voz –movió su mano para acariciar el brazo

lentamente-. En tu maravillosa voz siento el amor, en tu

risa la felicidad y en tu silencio la tristeza.

M_ Joder…

E_ Eres transparente no me hacen falta ver tus gestos

cariño, aunque me muero de ganas por verlos.

M_ Sin prisas Esther, todo a su tiempo -le besó la mano.

E_ ¿Sabes una cosa? –le dijo con voz mimosa.

M_ Tú dirás princesa –sonrió acodándose sobre la

almohada.

E_ Me he dado cuenta que todos hacéis un esfuerzo terrible

por quitar del vocabulario que usamos el verbo, ver.

M_ ¿En serio? –le preguntó divertida.

E_ Sí, hasta para eso sois fantásticos, ahora, lo de Bárbara

ha estado para morirse.

M_ Debiste verla –sonreía.

E_ Si es que… solo a ti se te ocurre.

M_ Pues si.

E_ Por eso te quiero tanto.

M_ ¿Sólo por eso?

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E_ Bueno, vale, y porque estás muy buena.

M_ ¡Ah! –la besó.

E_ Y porque eres un cielo.

M_ Si –la besó nuevamente.

E_ Y porque tienes ese punto que me vuelve loca.

M_ ¿Qué punto?

E_ Tu punto erótico mi amor… ese que me hace perder la

compostura.

M_ Cariño… no me digas eso –pasó su pierna entre las dos

de Esther.

E_ El hierro Maca.

M_ Lo tengo controlado.

E_ Yo estaba asustada porque no sentía nada… y pensaba

joder…mal lo tengo –Maca le estaba besando el cuello.

M_ Claro que sientes mi vida… y mucho.

E_ Lo que tú me haces sentir.

M_ ¡Ay! El puto hierro –se quejó amargamente.

E_ Jajajajajajajajaa.

M_ Jajajajajajaja –reía divertida.

T_ ¡A dormir qué está convaleciente! –les gritó desde el

despacho donde se había acomodado en el sofá cama.

M_ Joder…

E_ ¿No había otra habitación más lejos? –le preguntó bajito.

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M_ No.

T_ ¡A callarse! –les volvió a gritar.

M_ Buenas noches mi amor.

E_ Buenas noches cariño, te quiero.

M_ Cuanto deseaba escucharlo –le besó suavemente.

E_ Venga duerme que ya vas a tener que empezar a

trabajar.

M_ Eso me jode mucho.

E_ Bueno… cariño tendremos que vivir de algo, me vas a

tener que mantener.

M_ Ya pero… no quiero dejarte sola.

E_ No voy a estar sola además, tendré que aprender mi

amor…

M_ Buenas noches.

E_ ¿Cuándo podremos Maca?

M_ Bueno… Teresa tiene razón… esperaremos un poco.

E_ Bien “¡joder… no creo que pueda esperar mucho, uf me

ha encendido como una antorcha!”.

M_ Hasta mañana “no puedo… no puedo… esto va a ser

peor que un calvario… tenerla y no poder hacer nada, si

solo con esa vocecita y un roce ya me ha encendido como

una antorcha!... –oyó la sonrisa de Esther-. ¿De qué te ríes?

E_ Pienso que estamos a punto de incendiarnos.

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M_ Jajajajajajaja –se unió a las risas de su mujer

abrazándola con cuidado-. Au.

E_ El puto hierro.

Y así se durmieron después de estar un mes

separadas, preocupadas la una por la otra, sufriendo, por

fin estaban juntas, por fin estaban para apoyarse, quererse,

y abrazarse, así se durmieron, sabiendo que por encima de

todo existía el amor, y amándose todo sería más sencillo de

superar.

Había pasado una semana, y con ella habían llegado

los cambios de humor de Esther, que a pesar de haberse

acostumbrado a manejar la silla, pocas veces porque Maca

siempre la llevaba, había días que cuando no podía

ayudarla con Maes cuando lloraba, o con la casa, se sentía

como ella decía una buena para nada. Maca trataba de

llevarlo lo mejor posible pero esos cambios de humor en

Esther también le afectaban, sobre todo le afectaba tener

que volver a trabajar y dejarla sola, eso le tenía muy

preocupada. La noche antes una conversación con Teresa

le había dejado algo más tranquila.

T_ Tienes que mentalizarte Maca, las cosas no son fáciles

para nadie y es lo que hay, tú tienes que empezar a

trabajar ella tiene que empezar a soltarse de ti, sois como

un apéndice la una de la otra, y eso lo que le crea es

dependencia, y a larga es un problema para ti cariño pero

más para ella.

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Page 555: QUINTA PARTE PIJA

M_ Es que no sé que hacer Teresa, puedo montar una

consulta y que ella me ayude, así podemos salir hacia

delante hasta que todo vuelva a la normalidad.

T_ Pero es que quizás esa normalidad ya no exista, no

puedes dejar el trabajo pensando en que el día de mañana

todo será normal porque puede que no lo sea.

M_ Lo sé –aceptó cerrando los ojos y tapándose la cara.

T_ Pues ya sabes… a trabajar.

La despedida estaba siendo algo complicada, Esther

no quiso que se sintiera mal y trataba de sonreírle, Teresa

salió de la cocina algo enfadada al verla aún allí.

T_ ¡Te quieres marchar ya!

M_ Ya me voy Teresa.

T_ Ya me voy… ya me voy –fue hacia la cocina renegando.

E_ ¿Qué le pasa Maca?, lleva dos días mal.

M_ Mira ella dice que no, pero yo digo que si –se agachó a

su altura de la silla y le dijo en voz baja-. Hoy han quedado

para comer Bárbara y la hermana de Claudia, ¡qué es

impresionante!

E_ Vaya…

M_ Cariño que yo solo tengo ojitos para ti ¿eh? –le decía con

voz mimosa y fielmente enamorada.

E_ Ya –frunció algo los labios.

T_ ¡Te quieres ir ya pelmaza! –acabó gritándole.

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Page 556: QUINTA PARTE PIJA

E_ Eso vete ya.

M_ Uf… vale… cariño te llamo desde el hospital.

E_ No hace falta… -le dijo con tono cansino.

M_ Que si.

T_ Pero que pesada eres, ¡anda vete ya! Una hora para

despedirte…

Finalmente Maca se marchó, lo hizo con sabor amargo

porque a pesar de todo entendía todo lo que Teresa le

había dicho era cierto, debía dejarle un poco de espacio

para que ella también fuera haciendo pasos importantes y

así ir recuperando algo su moral.

En el hospital a Maca le habían asignado para el

primer día a Alicia que encantada había asumido el reto de

volver a educarla como médico en el Central, tal y como

Cruz le había dicho. A mitad mañana Cruz la encontró en el

cuarto de médicos con un café en la mano sentada en el

sillón y con gesto totalmente concentrado, con la vista fija

en el mueble que había enfrente.

C_ ¿Te gusta?

M_ ¿Qué? –le preguntó sin entender.

C_ ¿El mueble?

M_ ¡Ah! –sonrió de lado dando un sorbo a su taza-. Esto es

una mierda Cruz.

C_ Ya… lo entiendo.

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Page 557: QUINTA PARTE PIJA

M_ Yo no estoy hecha para trabajar aquí… no puedo voy a

volverme loca.

C_ Es el principio Maca, debes tenerte paciencia –la miraba

seria.

M_ ¿Paciencia?, no puedo más Cruz… estoy como si me

hubieran dado una paliza y aún no me hubiera recuperado.

C_ Si pero si perdemos la paciencia entonces estamos

perdidas.

M_ Perdona… a veces me siento muy egoísta como si tú no

estuvieras pasando por lo mismo –le dijo a modo de

disculpa al comprende que ella también estaba sufriendo.

C_ ¿Qué tal con Alicia? –le preguntó sonriendo.

M_ No es Esther pero… -elevó los hombros.

C_ ¡Mujer!

M_ ¿Y Vilches?

C_ Pues ha empezado con la rehabilitación pasiva, pero es

¡tan cabezota! De verdad ¿eh?, a veces me supera.

M_ Paciencia –Cruz la miró y sonrió-. Esther es muy

cabezota también, creo que por eso se llevan tan bien.

C_ Si. ¿Y qué… ya has desfogado? –le preguntó sonriendo

para beber de su taza.

M_ No, me da miedo, lo hemos intentado pero entre los

hierros que mira no es broma ¿eh? –se subió el pantalón del

pijama y se bajo el calcetín para enseñarle los arañazos,

557 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 558: QUINTA PARTE PIJA

Cruz se reía sin parar-. Pues eso, y luego que no sé donde

tocarle porque aún está molesta… ¡uf!, es peor casi

intentarlo.

C_ Si.

M_ ¿Y vosotros?

C_ Nada Maca, no puedo acercarme a él, dice que no va a

funcionar y no quiere deprimirse más... está de un plan de

no me beses, no me toques, que vamos… me pone

nerviosísima.

M_ Ya… entiendo.

C_ Tengo ganas de hacerle la prueba que en una semana

ya podré.

M_ Yo tengo pánico que se le hagan a Esther, Cruz.

Ambas se miraron con gesto de miedo, sabían que el

después podría ser un infierno y no sabían si ambos

estaban preparados para vivirlo.

Cuando regresó a casa después del primer duro día, se

encontró en el sofá a Esther con la niña en sus brazos. Al

verla sonrió ampliamente se acercó y por el movimiento de

cabeza de Esther se percató que ya la había escuchado

llegar.

E_ Te he oído –sonrió.

M_ Lo sé, iba a decirte que estaba por lanzarme al sofá con

vosotras pero estoy muy escarmentada con esos hierros y

me acercaré poquito a poco.

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Page 559: QUINTA PARTE PIJA

E_ Mira que eres payasa… tienes una mami cariño muy

payasa –le decía a la niña que parecía encantada en sus

brazos.

M_ Esta mami estaba como loca por llegar a casa –se sentó

a su lado suspirando mientras la besaba-. Y encontrarse con

las dos mujeres que más quiere en este mundo.

E_ Mmmmm que ganitas.

M_ ¿Verdad?, ¿si tenía ganitas mi niña? –le preguntó con

voz melosa.

Ambas se fundieron en un beso que poco a poco se fue

volviendo más intenso, Encarna que salía con el plato de

sopa se quedó como si fuera una estatua de cera, no era lo

mismo aceptar que ver lo que estaba viendo, las sonrisas

entre ellas, los besos, la caricia de Maca por el escote de

Esther, mientras ésta le decía algo en el oído que hacía

poner a la Pediatra cara de placer.

T_ Tranquila ya te irás acostumbrando –le dijo bajito-. ¡A

comer, chicas!

M_ Ya… -al ver el gesto de su suegra se percató que estaba

totalmente indignada por lo que había visto-. Buenas tardes

Encarna.

En_ Buenas tardes.

E_ ¿Qué ha pasado? –le preguntó al percibir su tono.

M_ No sé… ¿qué ha pasado? –se hizo la despistada-. Venga

dame a la niña que vamos a comer.

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Page 560: QUINTA PARTE PIJA

Los días fueron pasando demasiado despacio para

Esther, cuando estaba sola que desde que Maca trabajaba

eran algunos pequeños ratos, en ellos solía llorar, era su

manera de sacar todo el dolor que sentía, toda la

impotencia ante esa nueva vida.

El día que debía ir al hospital a volver a sus malditas

pruebas, todo eran nervios, la noche fue agitada sin poder

dormir ninguna de las dos, abrazadas dándose ánimos

mutuos, esperanzas cuando a la otra le faltaban.

La mañana había salido nublada y con una lluvia fina,

Maca bajó ayudada de Teresa a Esther hasta el garaje, la

mujer seguía seria y con la preocupación de los resultados.

T_ Nada más sepas algo me llamas –le dijo una vez

metieron a Esther en el coche.

M_ No te preocupes.

T_ Encarna acudía allí.

M_ Si, lo sé.

T_ Venga animo hija…animo.

M_ Gracias –le sonrió nerviosa entrando al coche-. ¡Nos

vamos!

E_ Si –sonrió levemente.

Durante el trayecto hablaron del sonido del agua

golpeando el coche, Maca en el semáforo cerró sus ojos

para percibir todo aquello que Esther le contaba, era cierto,

se aproximaba al sonido de la Selva, pero no era igual.

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E_ ¿Qué estarán haciendo?

M_ Ni idea.

E_ ¿Y Mona, Valiente…?

M_ Imagino que si ellos están en el campo de refugiados

habrán vuelto a la Selva, no son bien recibidos allí –decía

con el gesto preocupado.

E_ Los echo muchísimo de menos.

M_ Y yo. Ya hemos llegado.

Bajar a Esther del coche le fue un poco complicado se

rieron lo suyo con los dichosos hierros, fueron soltando así

algo de la adrenalina que llevaban y les provocaba aquel

miedo incontrolado. Con la silla de ruedas que Maca solicitó

llegaron hasta la entrada de urgencias.

M_ Hola Rosa, vamos a la consulta de Javier ¿eh?

R_ Si doctora Fernández –le sonrió.

E_ ¿No está Sam?

M_ Está tarde. Hola –iba saludando a quien se cruzaba con

ella-. Te hubiera salido a recibir tenlo por seguro, es

adorable, adiós.

E_ Que famosa eres ya... tendré que tener un topo aquí

dentro.

M_ No hace falta mi amor... no soporto esto.

Lo dijo sin darse cuenta mientras esperaban el

ascensor pero para Esther el comentario no pasó

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desapercibido. Subieron a la consulta de un Javier que las

esperaba ansioso.

Ja_ Buenos días chicas, por aquí.

M_ Lo siento he pillado un poco de tráfico.

Ja_ No pasa nada tranquila –le sonrió-. ¿Cómo estás Esther?

E_ La verdad que no noto casi nada, a penas una leve

molestia.

Ja_ Muy bien.

M_ Es que Javier para estas cosas es muy bueno –le guiñó

un ojo.

Ja_ Viniendo de la doctora Fernández es todo un halago –se

puso la mano en el pecho sonriendo. Antes de que vayamos

a hacer nada tenéis alguna pregunta.

M_ Yo.

Ja_ Soy todo oíos.

M_ ¿Los hierros los vas a quitar, verdad? –le preguntó con

una sonrisa amplia.

Ja_ Incómodos, ¿no?

M_ Un poco.

E_ Maca –la riñó sonriente-. No le hagas caso Javier... es que

tiene muy mal dormir.

Así entre comentarios sobre su rehabilitación y demás,

se fueron a rayos para hacerle las radiografías oportunas.

562 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Una vez todo preparado en la consulta otra vez, se dispuso

a quitarle la escayola.

Ja_ Esto tiene muy buena pinta. No te lleves los hierros

Sara, creo que la Doctora Fernández los quiere como arma

de guerra.

M_ Que borde eres –le decía sonriendo.

Ja_ Bien Esther, voy a ponerte otra escayola, hay que tener

cuidado porque los golpes con la escayola también son

peligrosos.

E_ Está bien –sonrió girando la cabeza hacia donde estaba

Maca imaginando su sonrisa.

Ja_ La herida está perfecta, las radiografías me dejan ver

que como la rotura fue limpia está todo cicatrizando

bastante bien.

M_ ¿Empezamos ya con la rehabilitación? –lo miró

preocupada.

Ja_ No... ¿mueves los dedos como te dije?

E_ Sí.

Ja_ A ver hazlo ahora por favor quiero ver como se mueve

esto –Esther movió los dedos mientras Maca la miraba con

el ceño fruncido-. Bien... está bien... este ejercicio quiero

que lo hagas varias veces al día, te volveré a ver en quince

días.

E_ ¡Quince días! –le dijo algo decepcionada.

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Ja_ Si, lo siento pero son dos semanas más y según como

siga la radiografía te podré poner una bota con fijación

angular y con ella ya podrás ir defendiéndote para andar.

M_ Cariño es mejor recuperarlo bien ¿eh?, si son quince días

pues quince.

Ja_ Eso es.

E_ Ya claro.. –se notaba que no le había sentado nada bien-.

Quince días más con silla de ruedas dependiendo de todo el

mundo.

M_ Mi amor... tranquila –le susurró cogiéndole la mano.

Ja_ Tómalo como unas vacaciones Esther, aprovéchate de

todos luego vas a quedar como nueva, hasta tacones vas a

poder lucir.

M_ Gracias Javier –se mostró realmente agradecida.

Una vez finalizaron su consulta con Javier, se

prepararon para la revisión de ocular, y si con Javier había

perdido la calma, Maca se preguntaba que pasaría con

Aimé.

M_ Cariño quiero que estés tranquila ¿vale?, lo más que

puedas, sé que es difícil y que las cosas van un poco para

largo, pero no importa el tiempo... lo que importa mi vida es

que te pongas bien.

E_ Ya Maca pero tú no estás en un silla de rueda y sin ver –

el silencio de Maca le hizo ver que se había pasado con su

comentario-. Lo siento Maca, tienes razón lo siento.

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M_ Vale pues vamos con Aimé.

E_ Maca no te enfades.

M_ No me enfado Esther.

E_ Si te enfadas y lo siento –le volvió a decir moviendo su

mano para que Maca la cogiera-. Perdóname... es que

pensé que al menos podía ya dejar la silla.

M_ Venga vamos que ya llegamos tarde –le dio un beso.

Al llegar a la sala de médicos encontraron a Aimé

hablando con Claudia muy entretenidos, al entrar los ojos

de Maca buscaron a su amiga que entendió que habían

problemas.

Cl_ Hola Esther.

E_ ¡Claudia, qué tal! –le saludó.

Cl_ Aquí hablando con Aimé... ya le he dicho que te trate

bien o le mando a Bárbara.

M_ Tenemos a Teresa de los nervios con Bárbara.

Ai_ Bueno dejarme que al menos salude a Esther.

E_ Hola Aimé.

Ai_ Si queréis poder seguir cotilleando de la pobre Teresa,

Esther se viene conmigo –empujó la silla haciéndole un

guiño a Maca.

M_ ¡No te lleves a mi mujer sin mí!

Cl_ ¿Has mirado lo de la boda? –le preguntó mientras salían.

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M_ No, no sé si va a querer casarse al final, creo que si no

vuelve a ver no va a querer.

Cl_ Lo vamos a saber pronto.

Siguieron a Aimé que iba hablando con Esther

animadamente, cuando llegó a la sala hizo una señal a

Alicia quien se acercó rápidamente.

Al_ ¡Esther hola!

E_ Hola Alicia –la saludó con una leve sonrisa.

Al_ Acabo de entrar Aimé ¿quieres que te ayude?

Ai_ Sí por favor. ¿Entráis chicas?

M_ Sí, vamos Claudia creo que va a necesitar tu ayuda,

cuando Javier le ha dicho que dos semanas más sin apoyar

el pie se ha venido abajo, imagino que con esto si no sale

bien.

Cl_ Tranquila estaré a su lado aunque insisto, ¿no es mejor

Carlos? –la mirada asesina de Maca le hizo responde a ella

misma la pregunta-. No, no es mejor.

En_ Maca... Maca... –la llamaba algo nerviosa Encarna

acercándose por el pasillo.

M_ Encarna pasé por favor... vamos a retirarle las gasas le

hará bien que esté a su lado.

En_ ¿Y el tobillo?

M_ Aún tiene que ir en la silla, dos semanas más.

En_ ¿Y cómo lo ha tomado?

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M_ No muy bien.

En_ Entiendo –su gesto mostró desanimo y al mismo tiempo

resignación-. Dios nos ayude. Hija estoy aquí –la saludó

dejando un beso en su frente.

E_ Hola mamá.

Ai_ Bueno pues... Alicia por favor.

Una vez todos estuvieron dentro de la sala, Alicia le

retiro las gasas de los ojos, las heridas seguían su curso

tenía los ojos morados, y algunos cortes alrededor de las

cejas, en la frente.

Ai_ Bueno... esto ya tiene mejor pinta Esther.

E_ No veo nada.

Ai_ Tranquila no espero que veas sin hacerte nada ¿eh?,

hay una lesión y debemos curarla, ahora estamos en espera

de que tus ojos evolucionen como lo están haciendo –Maca

lo miró nerviosa-. Voy a pasar una luz por tu ojo derecho

¿vale?, apaga la luz Claudia por favor.

Cl_ Si.

M_ Estoy aquí mi amor –le dio la mano-. No tengas miedo.

Ai_ Empiezo –pasaba la luz mientras miraba atentamente-.

Ahora el ojo izquierdo... muy bien. ¿Has notado algo?

E_ No.

Ai_ Ya he acabado con esto, vale pues nada... vamos a

hacerte una ecografía así podré comparar la evolución y si

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como yo creo la hemorragia ha desaparecido en cuanto sea

así te haremos la fotocoagulación.

E_ Vale... lo que sea Aimé... pero necesito ver.

Ai_ Ya te dije que haríamos todo lo que podamos.

E_ Lo sé.

Ai_ Vale pues Alicia tráeme el ecógrafo y comenzamos, te

advierto una cosa Maca, si el momento es el adecuado le he

dicho a Cruz que la dejaré ingresada unas horas porque

tiene que estar totalmente quieta.

M_ No hay problema.

Le hizo la prueba ante la atenta mirada de todas, el

gesto de Aimé era serio al estudiarlo, Maca que algo

entendía se mostraba más seria aún que él, y Encarna

tratando de no poner nerviosa a su hija fruncía sus labios

para no hablar.

Ai_ Bien, Esther –tragó saliva antes de seguir hablando-.

Vamos a hacer la prueba la hemorragia ha remitido y no

quiero que tenga la más mínima oportunidad de volver.

E_ ¿Y eso qué quiere decir?

Ai_ Quiere decir que es un proceso para limpiar y ver

realmente hasta donde llega la lesión. De momento sé que,

tienes una lesión en ambas córneas, el golpe te lo llevaste

de pleno en los ojos.

E_ ¿Y qué quieres decir?, ¿voy a quedarme ciega, no?

M_ Esther... –se pinzó el labio inferior.

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Page 569: QUINTA PARTE PIJA

Ai_ Quiero decir que esto va a ser un poco largo, ahora te

haré lo que te dije, habrá que dejar pasar dos semanas

más, volver a ver la evolución de ambos ojos, si todo va

bien, y tú nos das permiso, podríamos esperar un

transplante.

E_ ¿Qué?

Ai_ Es de la única manera que tengo de devolverte la vista.

En_ ¿Un transplante? –preguntó impactada.

Ai_ Sí, no es una operación de alto riesgo pero... tiene un

post-operatorio y un plazo largo de ir recuperando poco a

poco la vista, es algo así como te quitamos tu cornea

lesionada reemplazándola por la del donante.

E_ Hasta ahí lo sé, soy enfermera –le dijo con tono seco,

Maca cerró los ojos en señal de temor.

Ai_ Vale, cosemos la córnea trasplantada digamos que al

botón que queda en tu ojo para ocupar el lugar de la tuya,

se cose al borde de ese botón, en ese punto debemos tener

cuidado para no dejarte un astigmatismo como regalo para

el resto de tus días, una vez superado el transplante el

tiempo en el que puedes recuperar la vista es largo y

dependiendo de cómo se acomoden las suturas a tu ojo.

Esas suturas no las podemos tocar hasta pasados cuatro

meses.

E_ ¡Dónde no voy a ver! –le dijo alterada.

569 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ai_ No... en ese tiempo no, y pasará quizá un año hasta que

vuelvas a recuperar la vista.

E_ ¿Es seguro?

Ai_ En medicina nada es seguro hay un par de riesgos que

pueden ocurrir y si se dan no volverías a recuperar la vista,

pero –acentuó-. No tiene porque pasar.

E_ Pero puede pasar, de hecho ha pasado –dijo segura.

Ai_ Si –admitió mientras Encarna se limpiaba

silenciosamente los ojos.

E_ Que fuerte –renegó sonriendo incrédula.

M_ Cariño... es un tiempo pero...

E_ No me voy a operar.

M_ ¿Cómo que no? –la miró sentándose a su lado-. Tienes

que operarte.

E_ No me van a solucionar el problema.

M_ Claro que si, ¿por qué tiene que salir mal?

E_ Maca no soy idiota, he tenido una hemorragia muy

fuerte, y podría volver a tenerla con la operación sería no

volver a ver nunca más –decía a punto de llorar.

M_ Mi amor... así tal como estás... tampoco vas a ver nunca

más... por favor.

Ai_ Bueno chicas... lo mejor ahora es ingresar a Esther,

hacerle la pequeña operación con láser y que se lo piense

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Page 571: QUINTA PARTE PIJA

Maca, no hay prisa y tiene que estar muy segura de lo que

va a hacer –le decía con gesto de calma.

M_ De acuerdo.

En_ ¿Puedo quedarme?

Ai_ Sí, sí.

M_ Voy a quirófano con vosotros.

E_ Prefiero que no Maca.

M_ Está bien, no voy a quirófano con vosotros.

Cl_ Tranquila voy a tratar de hablarle sin presión, ¿vale? –la

miró frotándole el brazo con cariño.

M_ Vale –resopló con fuerza mientras Encarna la miraba

seria-. Lo peor que puede pasar es esto, que se venga

abajo.

En_ Dale un poco de tiempo...

Ambas se quedaron mirando y aunque ambas

necesitaban ese abrazo que parecían pedir, ninguna dio el

pasó para ello.

Cuando le dijeron la noticia a Teresa, estaba allí una

Bárbara con el brazo todavía en cabestrillo en silencio

ambas sentadas esperando que el móvil sonara, al hacerlo

Teresa se precipitó hasta él y por su cara, Bárbara entendió

que no eran buenas noticias. Al colgar se enjuago las

lagrimas.

Ba_ My darling no puedo verte llorar...

571 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 572: QUINTA PARTE PIJA

T_ No sé que va a pasar Bárbara, tienen que hacerle un

transplante a Esther.

Ba_ Shit... –dijo con rabia.

T_ Esto no sé en que va a terminar...

Ba_ A ver un transplante no es malo.

T_ No... ya... pero tardan mucho en recuperar la vista.

Ba_ Esther no tener prisa ¿no?

T_ Eso es lo que no sé... no sé si el tiempo les va a unir más

o las va a separar con este tremendo problema.

Ba_ ¿Tú crees?

T_ Sí Bárbara, conozco a Maca, este mundo le agobia, no

sabe estar aquí es como yo, ama por encima de muchas

cosas a Esther pero... no sé.

Ba_ Yo si sé. Todo ir bien bella signoria mia.

T_ ¿Tuya?... ¡ja y un cuerno!, eso se lo dirás a todas –le dijo

separándose de ella.

Ba_ Pero... –se quedó de piedra mientras Teresa se iba a la

cocina-. ¡Oh my God!

Fue Bárbara la encargada de llevarle el neceser al

hospital a Esther, la operación había terminado con éxito y

estaban en la habitación, Maca y Encarna junto a la cama y

un Aimeé que contaba como había ido.

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Page 573: QUINTA PARTE PIJA

Ai_ Siento si te he vendado los ojos otra vez, tan solo van a

ser un par de días, una vez vuelvas te volveré a poner

gasas y después ya no hará falta nada.

E_ Claro –volvió de pronto su machacona ironía.

Ai_ Recuerda que no puedes mover la cabeza, ¿vale?

E_ Sí, lo recuerdo.

Ai_ Mañana por la mañana podréis iros a casa, con que

guarde reposo un par de días es suficiente –le dijo a Maca.

M_ Gracias Aimé.

En_ Muchas gracias Doctor –le dijo profundamente

agradecida.

Ai_ Es mi trabajo, aunque... también son mis colegas y me

gustaría mucho que pudiéramos salir del túnel.

En_ Gracias.

No hubieron más palabras, Maca se sentó junto a

Esther y Encarna lo hizo en la silla, cada una pensativa

entregada al miedo de lo que iba a suceder, el miedo es

libre, y cada una lo dejaba volar en esa libertad a medias,

más bien era como una cometa que volaba pero anclado en

el corazón, donde las tres tenían la pena de lo que

realmente pudiera suceder y el hilo tiraba cada vez más

fuerte, dejando exhaustas las pocas fuerzas que les iban

quedando para luchar contra el viento de la derrota. .

A mitad tarde llegó Rosario al hospital acompañó a Encarna

tomar algo a la cafetería y de paso hablar con ella de una

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Page 574: QUINTA PARTE PIJA

idea que se le había ocurrido pero que necesitaba su ayuda

para llevarla acabo. Mientras eso ocurría en el piso de

abajo, en el de arriba se habían quedado las dos solas en

silencio en la habitación, Maca no quería forzar una

conversación que acabara en llanto, porque en esos

momentos era lo único que sentía podía pasar.

E_ ¿Estás ahí Maca?

M_ Sí cariño, no muevas la cabeza ¿eh?

E_ No te vayas.

M_ No mi amor... estoy aquí –le cogió la mano. Apoyo el

otro brazo sobre la cama y la besó para quedarse allí

observándola-. No voy a moverme de aquí, tranquila.

Y así pasaron los días, las semanas como si siempre

fueran cogidas de la mano, Esther fue al hospital

nuevamente, le quitaron la venda le pusieron las gasas,

después volvió y le quitaron las gasas la dejaron sin nada,

las marcas que habían quedado como cicatrices eran lo de

menos, lo importante era esa espera a que hubiera un

donante para el transplante, las noches donde Maca no

había hecho ninguna guardia, las pasaban cogidas de las

manos, abrazadas con mejor movilidad para Esther con la

escayola, no habían ganas de hacer el amor, ninguna

quería porque ambas estaban demasiado metidas en el

problema, ninguna lo nombraba pero el miedo seguía

sobrevolando sus cabezas en forma de cometa.

574 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 575: QUINTA PARTE PIJA

Las cosas para los demás habían cambiado pero

tampoco demasiado, Vilches se había sometido a las

primeras sesiones de rehabilitación, su mal genio, sus

constantes ironías llevaban por la calle de la amargura a

Cruz, y las guardias compartidas por ella y Maca, se habían

convertido en un constante confesionario donde ambas

iban y venían con sus penas. Aquella tarde Maca había

tenido un accidente donde el niño que había operado

finalmente no había sobrevivido, Cruz la encontró en la sala

de médicos con el gesto serio.

C_ Maca... no ha sido culpa tuya.

M_ Yo no conducía el coche que les envistió, no, pero... no

he podido hacer nada por él, cuando se supone que podría

tenemos las mejores herramientas esto es la modernidad

¿no?, ¡la puta civilización!

C_ Vale Maca... desgraciadamente esto pasa todos los días.

M_ Eso es lo malo... que pasa todos los días –asentía

contrayendo la barbilla con rabia.

C_ A mí se me ha muerto el padre –Maca la miró triste-. No

he podido hacer nada.

M_ Joder...

C_ La madre... según me ha dicho Javier lo más probable es

que se quede paralítica y cuando despierte, se va a

encontrar sola sin su familia, y nosotras llorando por

nuestro drama cuando los tenemos vivos –le dijo con un

nudo en la garganta.

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Page 576: QUINTA PARTE PIJA

M_ Ya... el hombre es egoísta por naturaleza ¿no crees? –la

miró con las mismas lagrimas en sus ojos.

C_ Sí, y... no somos capaces de valorar lo que tenemos de

una u otra manera.

M_ Pero quizá es fácil para ti y para mí porque estamos

bien...

C_ Si Maca, es más fácil pero Vilches tiene una oportunidad

en la vida... y Esther también, y lo que más me jode es que

la están desaprovechando.

M_ No hay nada que podamos decir, ni hacer Cruz, y eso a

mí también me jode mucho.

C_ Pues parece que estamos jodidas ¿no?

M_ Mucho... y lo que es peor, jodidas sin joder.

Se miraron con las lagrimas cayendo por su rostro y

una sonrisa en sus labios, terminaron nuevamente por

abrazarse, nuevamente por intentar apoyarse la una en la

otra, la amistad entre aquellas dos mujeres no tenía límites,

habían hecho un lazo cuando ambas estuvieron a punto de

morir y ese lazo persistía en la distancia, en el paso del

tiempo, y pasara lo que pasara se tenían la una a la otra, y

la una a la otra se animaron para tratar de convencer a sus

respectivas parejas, a afrontar definitivamente ese golpe

que la vida les había dado dejando libres las cometas del

miedo.

576 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 577: QUINTA PARTE PIJA

Cuando llegó a su casa, Maca se encontró con Bárbara

que ya llevaba el brazo como ella misma decía en su sitio

esperando que Teresa se decidiera, aquella noche le había

dicho a Teresa de salir a cenar y casi Maca con el cuchillo

jamonero le había amenazado para que finalmente lo

hiciera con el guiño de la veterinaria al conseguirlo. Le

parecía que Teresa debía salir y distraerse y también

porque quería quedarse a solas con Esther quería afrontar

ese momento que había ido posponiendo, pero que no tenía

ya ningún sentido seguir callando. Esther estaba sentada

en el comedor escuchando música de jazz, Maca se estaba

preparando la cena, en los últimos días la tensión entre

ellas había subido sin saber muy bien porque.

M_ Cariño no quieres de verdad acompañarme, te preparo

algo ligero.

E_ No, Teresa me ha hecho cenar antes para que tú no

cocinaras para mí.

M_ Que mandona es... espero que hoy haga algo con

Bárbara –Esther guardó silencio, Maca suspiró para su

interior-. ¿Qué tal la tarde?

E_ Como siempre –respondió.

M_ ¿Y Maes?

E_ Bien...

M_ ¿Esther mi amor... te pasa algo? –le preguntó con

ternura y mirada repleta de tristeza.

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E_ No... ¿debería?

M_ Vale, está bien –apartó a un lado la cena y se puso en

pie trató de relajarse, trató de no gritarle ni ofuscarse-.

Esther se me ha muerto un niño de dos años por un

accidente de coche, su padre ha muerto en quirófano, su

madre se ha quedado invalida, y todo porque un loco se

había hecho más de una raya de cocaína y se lo estaba

pasando de puta madre en la carretera.

Maca guardó silencio para que Esther dijera algo pero

lejos de decir nada, ella también guardó silencio

M_ Esther la vida es muy jodida para todo el mundo, ni ese

niño ni ese padre van a tener una puta oportunidad en su

vida para nada, su madre su mujer, no va a volverles a ver

a pesar de tener los ojos en perfecto estado –no había

alzado la voz, pero si era algo dura y exigente como los

últimos días habían tenido en más de una parecida

discusión.

E_ Maca si me vas a venir con una monserga de las tuyas,

mejor déjalo, no pienso operarme es mi decisión y punto.

M_ ¡Puedes dejar de pensar un segundo en ti, hostia! –le

reprochó elevando duramente la voz. Al ver que Esther

movía su silla se precipitó hasta ella preguntándole-.

¿Dónde vas?

E_ A la cama.

578 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 579: QUINTA PARTE PIJA

M_ Esther estoy hablando contigo, por favor creo que

tenemos que hablar –le decía sujetando la silla con tono

algo más calmado.

E_ No me interesa lo que me tienes que decir, lo siento por

ese chaval y su padre, pero no me compares lo mío es otra

forma de morir.

M_ ¡No permito que digas eso!

E_ Me da igual que me lo permitas o no –dio marcha atrás

con la silla y al ir a pasar por la mesa echó la bandeja y

toda la cena de Maca al suelo-. ¡Joder!

M_ No pasa nada... no pasa nada ahora lo recojo.

E_ Lo ves... lo ves... no sirvo para nada que no sea

estropearlo todo.

M_ Esther haz el favor de no decir más tonterías –le dijo

deteniendo la silla y agachándose, mientras la miraba

expectante y temerosa.

E_ No quiero operarme, no voy a recuperar la vista, así que

creo que es mejor que tomemos alguna que otra decisión

¿no te parece?

M_ ¿Qué quieres decir?

E_ Tú misma lo dijiste, te agobia trabajar en el Central, no

estás hecha para esto y conmigo a tu lado es lo que vas a

tener.

M_ No si tú luchas.

E_ Es que no quiero luchar.

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Page 580: QUINTA PARTE PIJA

M_ Me importa una mierda que quieras o no –le gritó-.

Debes luchar.

E_ No me grites.

M_ Esther... tienes una oportunidad no seas cabezota, la

tienes hazlo por ti, por Maes, por mí, pero no porque me

quiera ir cosa que dices tú, sino porque te quiero y quiero

verte bien y sonreír, estás un poco depre y es normal yo

también lo estaría.

E_ Deja que me vaya a la cama.

M_ Esther por favor...

E_ ¡Deja que me vaya! –lo dijo entre dientes con un tono

totalmente irritado.

M_ Esther.

E_ ¡Maca!

M_ Haz lo que quieras –se apartó y dejó que se marchara-.

¡Mierda!

Dejó que se fuera pero escuchando como se iba dando

golpes aquí y allá, a pesar de que llevaba bastante bien el

manejo de la silla porque había aprendido muy rápido

gracias a la sencilla distribución de la casa, moverse por

ella, pero aún así, con los nervios y el enfado se le podía

escuchar perfectamente la ristra de tacos que iba soltando

a cada golpe que se daba. Maca se giró furiosa por lo que

había provocado, pero no podía seguir así, dejando que

Esther se resignara a llevar la vida que tenía en ese

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Page 581: QUINTA PARTE PIJA

momento, entendía su depresión y aunque Claudia lo había

intentado no había logrado que le hiciera caso, ni siquiera la

opción de que la tratara Carlos cuando una desesperada

Maca se lo dijo.

Maca miró el plato en el suelo con la ensalada, y el

otro plato a medio caer, su rabia se vio recompensada

cogiendo el plato y echándolo al suelo, después se sentó en

el sofá tapándose la cara con las manos.

Mientras ajenas a la batalla que se estaba viviendo en

casa de las chicas, en un lujoso y encantador restaurante

Bárbara estaba cenando con una Teresa encantada. Iban

por el postre cuando de repente Bárbara le dijo a bocajarro

a Teresa.

Ba_ My lady, Bárbara querer estar contigo.

T_ Ya estamos cenando Bárbara –“¡ay que se me ha

encogido el culin... me estará diciendo lo que creo!” decía

roja como un tomate.

Ba_ No, Bárbara querer más, quererte a ti.

T_ ¡Bárbara! –la riñó.

Ba_ ¿Qué? –le preguntó sonriendo.

T_ Mira... eres una mujer excepcional, me gustas como

persona, pero soy una vieja.

Ba_ No eres una vieja –sonrió de lado.

T_ Se me caen las pieles, ya ni me acuerdo de nada –le

decía bajito.

581 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 582: QUINTA PARTE PIJA

Ba_ Bárbara recordar –sonrisa picante en su cara junto a un

parpadeo divertido de sus párpados.

T_ ¿Y la hermana de Claudia?, ¿te ha dado calabazas?

Ba_ ¡Teresa! –le riñó.

T_ Así me puso mi madre al parirme, ¡si!

Ba_ Estás celosa.

T_ ¿Yo... vamos anda... a que santo? –le preguntó dejando a

un lado la servilleta con gesto serio.

Ba_ A todo el santoral.

T_ Bárbara lo digo porque una mujer de tu edad, joven y

guapa, es lo que necesita, yo no soy ninguna de las dos

cosas, aunque me conservo bien de cara ¿eh?, tampoco

vamos a...

Ba_ Mira Teresa, no voy a presionarte, yo te quiero... me da

igual lo demás, en dos semanas me vuelvo a la Selva han

arrasado con mi parque y debo estar allá, cuando Bárbara

ir, saber si tú quieres ser mi pareja, respetando tu espacio.

T_ ¿Te vas a marchar? –la miró seria con gesto de profunda

tristeza.

Ba_ Sí, tengo que ir.

T_ Aún hay peligro –la miraba con temor.

Ba_ No puedo abandonar.

T_ Bárbara, eres maravillosa y te agradezco tus palabras

pero... no.

582 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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Ba_ ¿Definitivo?

T_ Sí –asintió mientras su interior gritaba contra si misma

por la respuesta.

Ba_ ¡Camarero! –le hizo una señal para que le llevara la

cuenta-. Está bien... Teresa decir que no, Bárbara respetar,

te esperaré en la Selva.

Teresa sonrió y negó con la cabeza, aquella mujer era

excepcional.

Mientras en casa de Cruz, la situación no era mucho

mejor el malhumor inaguantable de Vilches había hecho

que la cirujana se fuera a dormir al salón, llevaba allí un

buen rato buscando la posición cuando volvió a la

habitación.

V_ Vaya no te ibas al salón.

C_ No me hables Vilches, no me hables –le apuntó

directamente a la cara.

V_ Vale... no te hablo... tú te lo pierdes.

C_ ¡Encima no me toques las narices!, te estoy diciendo que

tienes que mejorar, que animarte, que tratar de rehabilitar

con confianza y tú, lo único que sabes hacer es callarte.

V_ Te he dejado hablar.

C_ ¡Vilches! –le riñó.

V_ ¿Qué, cariño?

C_ No vas a conseguirlo.

583 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 584: QUINTA PARTE PIJA

V_ ¿El qué?, ¿qué se te pase el enfado?

C_ Sí, me tienes muy harta Vilches.

V_ Lo sé.

C_ ¡Ah!, claro y te da igual –dio dos golpes a la almohada.

V_ No, no me da igual –le acarició la cara con cuidado

sonriendo de lado-. Eres la mejor mujer que podía

encontrar.

C_ ¡Vilches! –ya no tenía tanta fuerza su reproche.

V_ Y eres la mejor cirujana del mundo, vamos eres un chollo

para mí.

C_ No me hagas eso –le decía pues los dedos de Vilches

recorrían su cuello.

V_ Me he portado como un gilipollas, dilo.

C_ Gilipollas –lo decía sin apenas fuerza mientras cerraba

los ojos.

V_ Pero justo hoy cuando has llegado tenía algo que decirte,

como has venido hecha una furia, he pensado dejarlo para

mañana.

C_ ¿Qué pasa? –le sujetó la mano mirándolo con miedo.

V_ He notado las corrientes en los gemelos –le dijo

mirándola a los ojos, unos ojos que se cubrieron de

lagrimas-. Lo he notado cariño.

C_ Eso quiere decir que...

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Page 585: QUINTA PARTE PIJA

V_ Quiere decir que he sido un gilipollas que no ha dejado

de renegar, pero tampoco ha dejado de intentarlo, porque

tengo una mujer maravillosa y una hija por las que no

puedo rendirme. Y he sido tan afortunado, que parece la

vida me va a dar una segunda oportunidad –lo decía

emocionado como ella.

C_ ¡Y te has callado cabrón!

V_ Me encanta que me trates con tanto cariño.

Cruz se subió sobre él y comenzó a besarlo, Vilches la

miraba con total amor, mientras le devolvía los besos

pidiéndole perdón.

En la cama Esther no podía dormir, daba vueltas y

vueltas, había escuchado a Maca llorar y aunque quería ir a

su lado prefirió guardar la distancia, a pesar de sentirse

destrozada y que sin querer le había hecho daño a su

mujer. Las lagrimas resbalaban por su rostro, mientras su

mano apretaba la sábana entre sus dedos.

E_ Lo siento Maca –susurró mientras lloraba.

Fuera Maca lloraba sin saber que hacer, era cierto que

se ahogaba en la ciudad, pero no era egoísta no le pedía

que se operara por ella, se había abrazado a un almohadón

y había tratado de que Esther no la oyera.

M_ Joder...

Al mismo tiempo que lloraban, en el portal Bárbara

dejaba a una Teresa que desde que había salido del

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Page 586: QUINTA PARTE PIJA

restaurante no había hablado mucho, ninguna había

hablado, tan solo habían paseado por la ciudad con su

intenso frío de finales de enero. Al llegar, Teresa sacó las

llaves del bolso.

T_ Gracias por acompañarme.

Ba_ No my lady, te dejo en el ascensor.

T_ ¡Venga! –le protestó sonriendo.

Ba_ Maca me ha dicho que te cuide y no me apetece ser

blanco de las iras de la señora de García... –le cogió las

llaves mientras abría.

T_ ¡Qué frío hace!

Ba_ ¿Si?

T_ ¿Tú no tienes? –subieron los tres escalones del portal.

Ba_ No –le entregó las llaves.

T_ Hija... pues yo estoy muertecita de frío.

Ba_ Quizás porque te falta algo.

T_ ¿El que?

Ba_ Esto –Bárbara no lo dudó cogió a Teresa por la cintura,

la estrechó con fuerza contra su cuerpo mientras besaba

sus labios con total pasión y respeto, al principio, para

pasar a pasión con su lengua investigando el interior de la

boca ajena. Si hubiera sido el final de una película el público

se hubiera puesto en pie a aplaudir, pero como estaban

solas, lo único que pasó fue que Teresa se quedó

586 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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boquiabierta como si estuviera en trance-. ¿Se te ha pasado

el frío?

T_ Sí –dijo titubeante.

Ba_ Buenas noches mi lady –y volvió a besarla pero esta

vez muy suave.

T_ Buenas noches lady, digo Bárbara.

Bárbara salió con una sonrisa de oreja a oreja, le

encantaba aquella mujer, la volvía loca, y sin duda, estaba

dispuesta a todo para conseguir que finalmente le dejara

estar a su lado. Subió el ascensor como en trance, pasó por

el comedor sin darse cuenta ni que Maca estaba allí, entró a

su habitación cerrando la puerta y sin cambiarse se dejó

caer sobre la cama con sus ojos repletos de lagrimas, su

corazón de pánico y su cuerpo de temblor.

Maca estaba con los ojos cerrados con la cabeza que

empezaba a dolerle apoyada en el respaldo del sofá, así

escuchó como se acercaba la silla de ruedas, giró su cabeza

lentamente no hacía falta encender la luz, ella también se

había acostumbrado a la oscuridad, y la vio llegar con un

gesto triste.

E_ ¿Maca?

M_ Estoy aquí –le contestó algo distante.

E_ Perdóname por favor.

M_ No tengo nada de que perdonarte...

E_ Ven... no puedo llegar ahí.

587 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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M_ Anda vete a la cama, es tarde –su voz sonaba grave por

el gran sofoco que tenía.

E_ Vale –se puso en pie y a la pata coja dio dos pasos.

M_ ¿Pero qué haces? –se levantó yendo a por ella y

cogiéndola.

E_ Te quiero, pero no puedo evitar sentir este pánico a que

no salga bien y sea definitivo.

M_ Te entiendo Esther, si es que yo te entiendo –le dijo con

su misma pena mientras la ayudaba a sentarse en el sofá.

E_ ¿Crees que saldrá bien? –le preguntó con temor.

M_ Claro que sí –sonrió emocionada-. Estaré a tu lado

cariño... todo irá bien y ya no hará falta borrar el verbo ver,

ya lo verás.

E_ Maca...

M_ Pero si no saliera bien, seguiré estando a tu lado porque

eres lo más importante en mi vida ¿lo entiendes cabezota?

E_ Sí... –le dijo tras un profundo suspiro-. Maca te quiero

tanto como no he querido a nadie y no quiero perderte por

nada... te quiero mi amor.

Se abrazaron sintiendo la necesidad de que saliera

bien, de que merecía la pena, estaban juntas y a pesar de

todo, podrían superarlo una al lado de la otra con lo más

importante, su amor.

La mañana siguiente, Maca se levantó con nuevas

ilusiones, durante la noche había abrazado a Esther

588 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

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sintiéndola a veces temblar, podía imaginar su miedo pero

no quería que aquello las paralizara a las dos. Le preparó el

desayuno mientras pensaba en todo cuanto debía hacer, le

llevó la bandeja hasta la cama y allí la esperaba Esther

mientras Maes terminaba su biberón.

M_ Estoy aquí.

E_ Si... te siento llegar. ¿Y Teresa?

M_ Anoche subió muy extraña no sé que pasaría, ni se

enteró que estaba yo en el comedor.

E_ ¿Y aún está en la cama?

M_ Sí, me extraña –dejó la bandeja sobre el edredón

mientras retiraba a la pequeña de los brazos de su madre-.

Ven aquí.

E_ Se porta muchísimo mejor ¿eh?

M_ Está hecha una mujercita ya, ahora podremos tener más

intimidad ¿verdad pequeña?

E_ Tengo unas ganas que me quiten la escayola.

M_ Oye que la escayola también tiene su punto –se sentó a

su lado besándola y jugueteando con su nariz-. ¿No te

parece?

E_ ¿Tú crees? –metió su mano por el pijama tocando esa

piel que deseaba tanto.

M_ Lo deberíamos...

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Page 590: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¡No puedo más!, toda la noche sin dormir, esto a mi

edad no es sano ¡no señor! –decía paseando de un lado a

otro de la habitación en los pies de la cama omitiendo que

ambas se habían casi caído al separarse por verla entrar, la

miraban y se miraban sin entender nada-. Es que vamos...

solo a ella se le ocurre ¡menuda!, ja, ja y ja, ¡se cree que

me chupo el dedo!, esto es inadmisible.

M_ Ejem... ejem –carraspeó.

T_ Ah no y lo mejor es, Teresa te doy dos semanas,

¡ultimátum a mí!, ¡a Teresa! Un ultimátum –las miró

mientras les explicaba las cosas, ninguna entendía nada

pero ambas tenían una ligera sonrisa en la boca-. ¡De que

os reís!, no tiene ninguna gracia.

M_ Vamos a ver, por favor Teresa, puedes parar y

explicarnos ese ataque que tienes a que es debido...

E_ Mejor dicho cariño... a quien –le corrigió con rintintin.

M_ Mi mujer tiene razón... ¡a quién! –puntualizó-, es debido.

T_ ¡Bárbara anoche me beso!, ¡y no quiero coñas! –les

apuntó a las dos con el dedo.

M_ ¿Qué te qué?, ¿te beso?

E_ Pero si ya te había besado Tere –le restó importancia

mientras tanteaba a cogerse del brazo de Maca.

T_ No como anoche, me... me... ejem –se pasó la mano por

el cuello en actitud nerviosa.

590 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 591: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Con lengua? –le preguntó a punto de estallar en una

carcajada.

E_ ¡Ay Dios! –trataba de aguantarse como Maca.

T_ Eso mismo –dijo bajito casi de manera inaudible.

M_ ¡Acabáramos!; vaya cosas que hace Bárbara.

T_ ¡Y no solo eso!

M_ ¿Hay más? –la miró seria.

T_ Me ha pedido relaciones –dijo con gesto a punto de

llorar.

M_ ¿Relaciones?, has oído eso cariño.

E_ Sí, le ha pedido relaciones.

M_ ¿Y dónde está el problema para que te pongas así?

T_ Maca... mírame.

M_ Ya te veo.

T_ Mírame bien, ¿qué ves?

M_ Ahora mismo una mujer aterrada porque otra mujer está

enamorada de ella y le ha pedido relaciones.

T_ No te burles.

E_ Te diré lo que veo yo, claro, que lo veo a mi modo

porque lo que se dice ver –sonrió por primera vez hizo una

broma de su ceguera y eso a Maca le pareció maravilloso,

era el paso que necesitaba, que Esther asumiera lo que

ocurría y lo afrontara-. Veo una mujer maravillosa con una

sensibilidad apabullante, un corazón enorme y una

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predisposición por ayudar a todo el mundo que admiro, veo

una mujer que cuando se le necesita está, una mujer

sencilla pero maravillosa, una mujer que se merece ser feliz

sea con quien sea, ¡eso es lo que veo yo!

T_ Estoy vieja Esther –le dijo llorando mientras se sentaba a

su lado haciendo sin parar pucheros.

E_ Bárbara te mira con los ojos del corazón y no hay nada

mejor que eso, te mira con sus propios ojos porque lo que

ve en conjunto es algo que sabe no quiere dejar escapar, te

ve con la ilusión de poder darte todo lo que quiere, y lo que

quiere es amarte Teresa, ¿dónde está el problema?

M_ Que bien habla mi niña –la miraba embobada.

T_ No si... razón tienes ¿eh? –se secaba las lagrimas

asintiendo como si le hubiera convencido.

M_ Luego me dices a mí que soy una narcisista.

T_ No pinches ¿eh? –la miró seria.

M_ Perdón.

T_ Vale... pues esta mujer con todas esas cualidades que

me has descrito tan bien, te dice algo, yo tengo relaciones

con Bárbara si tú te operas.

Entonces Maca y Esther se miraron no pudieron evitar

la carcajada y cuando Esther le dio la respuesta a Teresa,

ésta se abrazó a ella emocionada llorando de felicidad por

todas, lo malo estaba a punto de pasar estaba segura, tan

solo reaccionó al final diciendo:

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Page 593: QUINTA PARTE PIJA

T_ ¡Oh!

M_ Se siente Teresa, debes tener relaciones con Bárbara...

¡qué dura es la vida, verdad!

Salieron a pasear una vez terminaron de desayunar,

era la primera vez que Esther dejaba que Maca la llevara,

habían salido con la niña, Esther la llevaba en brazos y

Maca empujaba la silla, cuando estaban en el ascensor, le

llamó Cruz, diciéndoles que las esperaba para comer, que

ella aún no había invitado a nadie y ese era el día. Maca

aceptó sonriendo y como la casa de Cruz no quedaba muy

lejos de la suya, se fueron caminando.

Mientras ellas iban camino de casa de Cruz, Encarna y

Rosario entraban en su casa, se sentaron junto a Teresa y

una taza de café, la mujer escuchaba atentamente lo que

una y otra decía, las miraba absorta, tanto que se había

olvidado completamente de su situación personal.

T_ Dios mío... es que no sé ni que decir –las miraba atónita

justo en el momento en que sonó el timbre de la puerta-.

Disculpad por favor voy a ver quien es –les dijo aún

impresionada, al abrir un enorme ramo de rosas la

esperaba-. Hola.

Re_ Hola es para la Mademoiselle Teresa.

T_ ¡Ah! –dijo impresionada poniéndose la mano en la boca-.

Soy yo... soy yo...

Re_ Le han gustado ¿eh?

593 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 594: QUINTA PARTE PIJA

T_ Gracias –le cerró la puerta en los morros al pobre

repartidor al entrar aún con una expresión totalmente

impresionada.

Ro_ ¡Vaya ramo... qué barbaridad!

T_ Ni que lo digas... ¡Bárbara! –musitó emocionada.

En_ ¿Bárbara? –miró a Rosario quien elevó los hombros

divertida-. ¡Jesús!

Ro_ ¿Estás en disposición de continuar Teresa?

T_ Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii –dijo feliz.

En casa de Vilches, se encontraba Aimé y Claudia muy

juntitos hablando en la terraza cubierta que tenían cuando

entraron Maca con Esther y la niña. Saludos, risas, besos,

un codazo de Maca a Claudia que le hizo ojitos hacia Aimé,

y la confesión final por su parte de que aquel hombre le

encantaba. Cuando a mitad comida Maca se lo comunicó a

Esther, ésta le dijo que lo había notado por la voz, como

siempre terminó por darle un beso y un “me tienes loca”.

C_ Bueno atención a todos, Vilches tiene algo que

comunicarnos, cariño.

V_ Bueno sí, no voy a enrollarme mucho, sé que os encanta

escucharme pero no es mucho lo que os tengo que

comunicar –carraspeó.

C_ Venga va –le dijo sonriente.

V_ Aquí mi señora debo reconocer que es buena, sin duda

por eso está casada conmigo

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Page 595: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¡Anda ya!

Cl_ Por favor... ¿no será al revés, eh?

Ai_ Jajaja –miró divertido a Claudia quien le sonrió.

V_ ¡Pero me dejáis hablar!, no si cuando digo que la pija es

la única que me entiende.

E_ Si Vilches pero en esto les doy la razón ¿eh?

C_ Gracias guapa.

E_ De nada Cruz.

C_ ¡Pero quieres hablar!

V_ Pues nada coño, ¡qué ya siento las corrientes!, ya está...

que desde luego tenéis una manía de echarme a perder las

cosas –renegaba sin parar.

M_ ¡Pero eso es la hostia! –exclamó feliz mientras se

levantaba abrazando a Vilches al darse cuenta ambos se

soltaron carraspeando-. Ejem... bien... me alegro mucho.

V_ No se ha notado tranquila ejem...

Cl_ Enhorabuena Cruz, me imagino el peso que te habrás

quitado de encima, no tener que aguantarlo eso es para

hacer esta fiesta y alguna mas ¡eh!

V_ Muy graciosa Claudia. ¿Y tú Esther?, piensas decir algo.

E_ Que me alegro mucho, ya lo sabes.

V_ No digo eso... ¡cuándo coño vas a operarte!

E_ No me riñas Vilches.

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Page 596: QUINTA PARTE PIJA

V_ Claro que te riño, esta no es la Esther que yo admiraba

por echar al suelo a la Calentorra de la Selva.

Ai_ ¿La Calentorra de...?

Cl_ Mejor no preguntes –le hizo un gesto divertido mientras

arrugaba la nariz y hacia un ademán gracioso con la mano.

E_ Bueno, ayer decidí con Maca que me operaría... y que

sea lo que Dios y Aimé quieran.

Ai_ Si es por mí, seguro que ves.

M_ Ves cariño, sólo nos falta Dios, y con la ayuda de Teresa,

tu madre y la mía, lo tenemos en el bolsillo –le dijo

dejándole un beso.

C_ Claro que si, todo va a ir bien. Maca... ¿puedes

acompañarme a por el champán?

M_ Claro... ya vuelvo.

V_ Oye Esther –como la tenía a su lado le cogió del brazo y

le dijo-. Podíamos haber perdido la vida allí, y no fue así,

tenemos mucho que hacer mucho que trabajar creo que

has tomado la decisión correcta.

E_ ¿Y si no vuelvo a ver?

V_ Le corto los huevos a Aimé.

E_ Pobre –sonrió de buena gana.

V_ Esa sonrisa es la que nos animaba a todos Esther,

¿recuerdas? –Esther asintió emocionada-. Que no vuelva yo

a echarla de menos ¡vale!

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Page 597: QUINTA PARTE PIJA

E_ Se hará lo que se pueda.

V_ Lo que se pueda no, vas a hacer lo que debes,

recuperarte porque tenemos que volver a África,

¿entendido?, y no quiero volver sin mi mejor enfermera.

E_ Gracias Vilches...

V_ Gracias a ti Esther... ¡además ya echo de menos tus

gritos, joder!

En la cocina, Maca y Cruz se habían abrazado con esa

necesidad de ver que poco a poco se les iba solucionando

los problemas que la vida les habia impuesto.

C_ Por fin Maca... por fin...

M_ A nosotras aún nos queda una prueba complicada Cruz,

pero... al menos lo vamos a intentar.

C_ Estoy segura que todo saldrá bien. Os lo merecéis.

Aquella noche cuando volvieron a casa lo hicieron

acompañadas por un Aimé que trataba de tranquilizar los

nervios de Esther ante las pruebas para la operación, y una

Claudia que lo escuchaba con tanta atención que tropezó

dos veces ante la sonrisa y burla de una Maca a quien sus

ojos volvían a brillar.

M_ ¿Y este ramo?

T_ ¡Hola chicas! –salió de la cocina mostrándose feliz.

E_ No te lo vas a creer Teresa... Vilches ya va recuperando

la sensibilidad de las piernas.

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T_ ¡No me digas! –juntó sus manos en señal de alegría

sobre su barbilla.

M_ Te he hecho una pregunta Teresa.

T_ Así que ya tenemos recuperándose a Vilches, gracias

Señor.

E_ Si.

M_ ¿Teresa? –la miró doblando un poco la cabeza mientras

enarcaba su ceja.

T_ Solo faltas tú Esther.

E_ Hemos estado hablando con Aimé y... bueno... espero

que todo salga bien.

M_ ¿Bárbara?

T_ Seguro que sale bien, y ahora, a dormir.

E_ Mañana tenemos que ir a hacerme todas las pruebas –

sonreía por la insistencia de Maca y la facilidad de pasar de

ella de Teresa.

M_ Ni puto caso –se cruzó de brazos.

T_ Pues nada a descansar que mañana es un día

importante. Buenas noches.

M_ ¿Cómo que buenas noches?, ¿y me dejas así?

T_ Maca cariño... siempre dijiste que no te gustaban los

cotilleos así que... ¡te aguantas! –le sacó la lengua y se

marchó.

E_ Jajajajajaja.

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Page 599: QUINTA PARTE PIJA

M_ Oye no te rías ¿eh?, me ha sacado la lengua –decía

mientras la llevaba hasta la habitación.

E_ ¿De quién van a ser Maca?, pues de Bárbara, además no

le notas la felicidad en la voz.

M_ Joder no Esther, no... yo no tengo esa facilidad que

tienes tú.

E_ Ahora mismo puedo decirte... ¿ya estamos en la

habitación?

M_ Sí.

E_ Cierra la puerta.

M_ Ya marimandona –le dijo sonriente llevándola hasta el

lavabo y dejando a una dormidita Maes en la cuna-. Ahora

te cambio, voy a ayudar a mami a arreglarse y luego tú.

Bueno a ver... que me ibas a decir.

E_ Ven, aquí delante –Maca sonrió y se puso delante de ella

quien posó sus manos en los muslos y fue subiendo hasta

su entrepierna bajando la cremallera mientras Maca

suspiraba con los ojos cerrados-. Pues ahora mismo puedo

decirte que... estás a punto de caramelo, y que, sabes que

me encanta tu caramelo.

M_ ¡Dios!

El día siguiente y los que siguieron fueron tremendos,

una vez hechas las pruebas, nada más quedaba esperar la

llamada de que ya había córneas para transplantar,

mientras, Vilches poco a poco y con mucho esfuerzo fue

599 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 600: QUINTA PARTE PIJA

recuperando cada día un poco más, a veces se

desesperaba, a veces se motivaba tanto que Cruz debía

detener sus ansias por ponerse en pie. Lo mismo empezó a

vivir Esther que compartía las horas en el gimnasio del

hospital con Vilches, para recuperar aquel tobillo que según

Javier había quedado perfecto.

Solía ir a rehabilitar cuando Maca tenía turno así

aprovechaban y se iban juntas, uno de esos días Teresa

acudió acompañada por una Bárbara que se mostraba tan

feliz como si anduviera todo el día sobre una nube, Teresa y

ella se habían visto secretamente, la primera vez para la

buena de Teresa fue todo un ay, divertida y pasional, tierna

y repleta de miedos, pero finalmente feliz y dispuesta a

aprender todo cuanto Bárbara le iba enseñando que era

mucho y variado haciendo las delicias de la mujer.

T_ Ya estamos aquí.

M_ Vaya... la parejita feliz...

Ba_ Maca.

E_ ¿Sabéis por qué nos ha llamado Cruz?

V_ Ni idea. Por cierto, ¿cuándo te vas Bárbara?

Ba_ La semana que viene.

V_ He escuchado que seguimos igual, ¿eh? –le advirtió algo

preocupado.

Ba_ Sí pero Bárbara debe volver.

600 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 601: QUINTA PARTE PIJA

C_ Hola... bueno Dávila aquí los tienes formaditos y todo

¿eh?, ¡te quejarás!

D_ Para nada Cruz. Buenos días chicos, debo deciros que

después de mucho trabajo y tiempo, he conseguido

localizar a alguien en el campo de refugiados.

T_ ¿Y? –preguntó ansiosa.

D_ He localizado al doctor Mondela, él está allí también en

Loukoléla así que va a tratar de buscar a alguno de los

muchachos.

E_ ¡Ojalá estén allí!

M_ ¿Cuándo lo vamos a saber? –preguntó ansiosa.

D_ Ahora, por eso os he reunido no quería decíroslo y

haceros pasar unos días neviosillos porque no sé si

daremos o no con ellos. Así que... faltan cinco minutos para

que llame.

V_ ¿Se sabe cuándo podremos volver?

D_ No Vilches, de momento no.

C_ Digo yo que... harán algo ¿no?, porque la situación ya

era pésima me puedo imaginar ahora como estará.

D_ Pues si, desgraciadamente cuando podamos volver a

entrar será peor todavía, Bárbara será nuestros ojos allí.

M_ Será otra vez volver a empezar.

D_ Sin duda si. Mira se han adelantado.

601 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 602: QUINTA PARTE PIJA

Todos expectantes esperaban alrededor de la mesa,

Teresa había cruzado sus manos tras una profunda

exhalación tratando de controlar sus nervios, los rostros de

los demás incluida Claudia que acababa de llegar, se

mostraban tensos. Al escuchar al doctor Mondela los

corazones y las ansias por saber se dispararon.

Mon_ Lo siento, ellos no están aquí... somos muchos pero

he censado a todos y... no están.

Fue un golpe duro que atajar, otro más, sin duda para

ellos eran parte de esa familia que habían creado en África

y que, les había dado tantas y tantas alegrías. Se

marcharon con la tristeza de saber que si no estaban allí

era prácticamente imposible saber de ellos, la noticia les

cayó como una losa. Cuando se iban a marchar con la pena

de no saber nada de ellos, Aimé entró alterado al despacho.

Ai_ Menos mal que os encuentro. ¡Han llegado las corneas

Esther!, nos vamos a quirófano.

Una noticia compensaba la otra, aunque la pena

seguía en ellos al menos había una posibilidad de que

Esther pudiera recuperar la vista y con ello, la posibilidad

de volver a África se hacia más factible.

E_ ¿Has llamado a mi madre? –le preguntaba nerviosa

mientras se ponía el camisón para quirófano.

M_ Sí cariño –contestaba igual de nerviosa-. No sé porque te

empeñas en que no entre a quirófano.

602 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 603: QUINTA PARTE PIJA

E_ Porque sé que te pones muy nerviosa Maca, y de

verdad... no quiero que lo estés.

M_ No lo estoy cariño.

E_ Ya por eso me has abrochado y desabrochado el

camisoncito con esta tres veces –le sonrió acariciándole

suavemente la cara.

M_ ¿De verdad?

E_ Sí, de verdad –sonrió.

M_ Lo siento... es que... sé que esto es muy importante para

ti y... –le cogió las manos y las besó con tanta ternura que

sintieron ambas un escalofrío.

E_ Maca, tranquila ¿vale?, estoy en manos de Aimé y lo que

tenga que ser será, ¿no decías eso?

M_ Sí, sí, claro –se frotaba las manos nerviosa-. Oye

Esther... que... yo no te quiero agobiar pero... tengo que dar

la fecha en el juzgado.

E_ Yo quería casarme viéndote cariño... viendo lo guapa

que vas a estar.

M_ Mira si quieres no nos casamos pero... debemos adoptar

a Maes aquí y eso necesita los papeles de matrimonio.

E_ Está bien, lo antes posible una vez Aimé nos dé permiso.

M_ De acuerdo. Te quiero mi amor... –la abrazó con fuerza.

E_ Y yo... ¡qué lastima!

M_ ¿El qué?

603 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 604: QUINTA PARTE PIJA

E_ Esta noche te tocaba vendarte los ojos –dio un pequeño

gemido.

M_ Siiiii –sonrió besándola con pasión-. ¿Tú crees que nos

daría tiempo aquí uno rapidito?

T_ ¡Qué viene Encarna! –entró gritándoles, al verlas se puso

en jarras y les dijo-. No si... ya sabía yo que debía avisar.

EyM_ Jajajajajaja.

En_ Hola hija... que bien ¡verdad! Estoy tan nerviosa.

E_ No te preocupes mamá que todo está controlado.

En_ Lo sé... lo sé... Maca... ¿te importa dejarnos solas un

momento?

M_ No por supuesto –salía mientras Teresa se quedaba-.

Teresa.

T_ Ha dicho Maca –ante su mirada insistente le dijo-. Vale...

En la habitación, madre e hija se habían quedado

solas, Encarna le cogió la mano y le sonrió algo nerviosa,

tras dar un trago para aclarar su voz pues estaba segura le

saldría algo quebrada habló a una Esther que la escuchaba

expectante.

En_ Mira cariño... sé que tú sabes que no he estado muy a

la altura de las circunstancias con respecto a Maca, me

cuesta muchísimo no te lo niego pero, creo que en su

mirada me dice que te quiere con locura, yo pensaba que

iba a dejarte pero...

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E_ Maca no es así, aunque mira que he estado inaguantable

y me lo merecía.

En_ Si te digo que me gusta para ti y que a pesar de ser

una mujer la que comparta tu vida, ¿me crees?

E_ Sí mamá, claro que te creo Maca es así, simplemente

maravillosa.

En_ Aunque me cueste veros como os besáis.

E_ Te acostumbraras.

En_ Vaya...

E_ ¿Qué?

En_ Pensaba que me ibas a decir que no lo haríais delante

mía.

E_ Eso es imposible, porque no podría cumplirlo –sonrió

feliz.

En_ Ay señor... si ya lo decía tu abuela, ¡es diferente al

resto del mundo! –decía sonriendo mientras la abrazaba-.

Yo era como tú hija, pero bueno en mis tiempos habían

cosas que no se podían hacer.

E_ ¿Eres lesbiana?

En_ ¡No seas burra! –le riñó-, era como tú en el sentido de

querer vivir la vida y ayudar a los demás, pero tu padre que

es un desaborio, me quitó toda la ilusión.

E_ Jejejeje –sonrió acompañada por su madre.

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En_ Todo va a ir bien, ya lo veras –la abrazó con tanto amor

que a Esther le extrañó aquel abrazo-. Te quiero hija.

E_ Y yo mamá.

En_ Y además, tengo una nieta preciosa.

Pasillo arriba, pasillo abajo, café va, café viene, así se

pasó Maca la hora y cuarto que duró la operación, su madre

y Encarna la observaban atentamente, habían decidido

mejor no hablarle, Claudia también estaba nerviosa pero

había decidido sentarse y esperar, Teresa se había

marchado a casa con la pequeña y Bárbara, allí todavía

eran mayor los nervios, los pensamientos negativos, las

dudas.

Ai_ Bueno ya está –apareció Aimé.

M_ ¿Qué tal?

Ai_ Bien... a partir de ahora... paciencia y a esperar, pasa

con ella está loca porque estés a su lado.

M_ Gracias Aimé –lo abrazó feliz.

Habían pasado dos meses desde la operación, Esther

seguía sin ver pero ya podía andar sin ayuda de las dos

muletas, eso le daba ánimo suficiente para defenderse sola

por la casa y no sentirse tan dependiente de una Maca que

no la dejaba sola ni a sol ni a sombra. Por su parte Vilches

ya se mantenía de pie aunque sí necesitaba las muletas,

pero había avanzado mucho, tanto que hasta Cruz se había

impresionado por su recuperación. Mientras todo esto

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ocurría casi sin darse cuenta la primavera había llegado con

todo su auge, habían aguantado ese tiempo para la boda

que no se hizo en ningún juzgado, se hizo en casa de

Encarna, con tan solo los invitados que las dos decidieron, y

con un jardín nada exagerado para una boda sencilla entre

dos mujeres que en esos dos meses habían intensificado

sus noches, sus tardes, sus mañanas, sus horas en una

relación que cada día iba mejorando, se hacía más fuerte y

ni siquiera la aparición de Julia en un Restaurante mientras

comían había hecho la menor mella en ninguna de las dos.

Así llegaron a la boda, Esther en su casa, Maca en la suya,

los mismos nervios de la Selva, pero diferente preparación.

T_ Maca venga estate quieta que te ponga el tirante

cruzado.

M_ Joder Teresa que estoy más nerviosa que en la otra

boda.

T_ Normal.

M_ ¿Te ha llamado Bárbara?

T_ Sí, para preguntar si ya estaba todo listo, no sabe nada

todavía de nadie.

M_ ¿La echas de menos? –la miraba sonriente.

T_ Vamos Maca que... nada más estamos en plan de

amigas.

M_ Ya, por eso tienes en tu habitación el manual del

kamasutra lésbico.

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T_ ¡Has entrado a mi habitación! –la miraba con los ojos

desorbitados.

M_ Claro, si tú no me cuentas yo tengo que averiguar.

T_ ¡Eres... eres...!

M_ La que más te quiere... por eso deje ese libro ¿o qué te

crees?, yo no lo necesito –sonrisa traviesa, mirada pillina y

finalmente soltó una gran carcajada.

T_ ¡Así que...!

M_ Venga deja de alarmarte y abrir tanto los ojos y ponme

bien los tirantes ¿eh?

T_ Que lastima que Esther no lo pueda ver, porque estás

guapísima.

M_ Bueno ella ya lo sabe... sabe que soy guapísima.

T_ ¡Ay que joderse!

Entre risas y la llegada de Claudia terminaron de

vestirse.

Mientras en su casa, una atacada Esther hablaba con

su madre y Cruz que había ido a ayudarle.

C_ Tranquila Esther estás guapísima, creo que Maca va a

resbalarse.

En_ No creo Cruz, la alfombra es segura.

C_ No Encarna, digo con su propia baba.

E_ ¡Ay señor! –suspiraba riéndose-. Estoy de los nervios...

C_ ¡Pero si ya te has casado!

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Page 609: QUINTA PARTE PIJA

E_ ¿Y qué Cruz?... estoy de los nervios igual.

En_ Hija... tranquila que al final me va a dar algo a mí...

¡caray!

La boda fue sencilla pero para las novias intensa,

durante toda la ceremonia no dejaron de darse la mano, de

esa manera Maca quería transmitirle todo cuanto estaba

sintiendo, tampoco pararon de sonreírse y sentir como la

felicidad inundaba sus corazones. Con el sí, las madres se

emocionaron, los padres sacaron pecho para no demostrar

esas lagrimitas rebeldes, las madrinas, Cruz por parte de

Esther y Claudia por parte de Maca, se mostraban

orgullosas del enlace, y Teresa irremediablemente se había

entregado al llanto de ver como por fin la vida, les daba una

tregua. Aunque la verdadera protagonista de la ceremonia

no fue otra que Maes, con sus continuos balbuceos hacia

sus madres y sus manos tratando de que la llevaran con

ellas.

Así ya convertidas en pareja oficial sin luna de miel

porque el trabajo de Maca no se lo permitía, seguían

pasando los días, esos días donde parecía que nunca iba a

llegar el momento que tanto ambas deseaban. Todas las

mañanas Maca cuando abría los ojos esperaba que Esther

le dijera que había recuperado la vista, que veía algo pero

habían pasado seis meses desde la operación, y nunca le

decía nada, y ella ya no le preguntaba porque sabía que era

una manera de presionarle sin querer, y Claudia quien

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estaba comenzando una historia bonita de amor con Aimé,

se lo tenía prohibido.

M_ Buenos días mi amor.

E_ Buenos días cariño –se besaron como les gustaba, Maca

se tumbó sobre Esther y le fue dejando besos hasta llegar a

sus labios donde los compartieron con pasión-. Me encantan

estos buenos días.

M_ Y a mí. Pero no tenemos mucho tiempo ¿eh?, hay que ir

a la consulta.

E_ Si... uf... me tiemblan las piernas cada vez que tengo que

ir.

M_ Lo sé, a mí también. Pero ya oíste que todo va bien, y

que no hay que preocuparse, así que ¡venga para arriba!

E_ Tengo unas agujetas...

M_ Si es que mi niña... te gusta demasiado el sexo.

E_ Perdona bonita... perdona ¿eh?, nos gusta.

M_ Llevamos mucho retraso cariño, hay que ponerse al día.

E_ Joder... y tanto que nos estamos poniendo –sonrieron

divertidas.

Entraron por urgencias con el abrazo de Sam que fue a

quien primero se encontraron, Maca tenía que trabajar

pero había aprovechado un hueco para acompañar a su

mujer, fuera los clásicos nervios, y dentro mucho más.

Ai_ Bueno... esto marcha bien ¿eh?

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Page 611: QUINTA PARTE PIJA

M_ Si –le hizo un gesto desesperado porque seguía sin ver.

Ai_ Es lógico el desarrollo de... –sonó el busca de Maca.

M_ Mierda.

E_ Tranquila Maca, te espero fuera cuando termine.

M_ Joder –protestó con rabia.

E_ Ve, anda.

M_ Vale... luego hablo contigo –señaló a Aimé con el dedo.

Ai_ Bien. Vale Esther vamos a...

E_ Tengo que decirte algo pero no quiero que se lo digas a

Maca.

Ai_ ¿Qué?

E_ Veo poco pero veo –sonrió ampliamente mientras se

abrazaba a Aimé.

Una semana después Esther seguía ocultándole a

Maca que las sombras habían dejado paso a un poco de luz,

al principio distorsionada, pero conforme pasaban los días

iba viendo un poco más, no podía captar todavía el rostro

de las personas pero veía un conjunto y eso le iba dando las

energías necesarias para día a día ir luchando para mejorar

del todo.

Aquella mañana, Esther se había despertado antes que

Maca y le había despertado dándole infinitos besos, que

eran recibidos con una sonrisa en los labios que marcaba su

felicidad, su serenidad, lo peor había pasado y aunque

611 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009

Page 612: QUINTA PARTE PIJA

seguía sin poder adaptarse a la ciudad, por Esther merecía

la pena y con la ayuda de Cruz y Claudia iba mejorando su

adaptación, a pesar de sus enfados y sus problemas con

algún que otro médico que iba de listillo. Pero despertar así

le borraba todos los malos momentos que pasaba, tener a

su lado a su mujer y su hija, le compensaba todo lo demás,

compartir todo cuando hacían las tres juntas era una

manera maravillosa de vivir.

E_ Buenos días mi amor.

M_ Buenos días cariño –pasó sus manos por la espalda de

Esther quien se había subido sobre ella.

E_ ¿Qué tal?

M_ En la gloria –decía mientras Esther paseaba su lengua

por el cuello.

T_ ¡Por fin... ya podemos volver!... ¡ARRIBA... ARRIBA!

Les gritaba como loca mientras del susto se habían

sentado ambas en la cama con expresiones diferentes,

Maca con la expresión de querer acabar con Teresa, Esther

con el miedo de lo que significaban sus palabras.

T_ Y ahora salir, que tenemos una sorpresa maravillosa

para vosotras ¡voy a volver a mi casa! –gritaba repleta de

felicidad.

Cuando salieron lo hicieron cogidas de la mano, Maca

al ver a su madre y a Encarna cada una ante una taza de

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café hablar riéndose, se sorprendió, nunca imaginó que su

madre y su suegra se llevaran tan bien.

M_ Están tu madre y la mía –le avisó bajito.

E_ Vaya amigas que se han hecho –le contestó en voz baja.

M_ Si. Buenos días.

E_ Buenos días.

T_ Venga... sentaros que os traigo el desayuno –les dijo

mientras llevaba en una bandeja el café con leche.

E_ ¿Qué pasa?, porque pasa algo seguro.

En_ Hija, Maca, queremos comentaros que aquí mi

consuegra y yo hemos creado la Fundación Maes.

M_ ¿Cómo? –las miró atónita.

Ro_ Sí, es una locura en la que nos hemos enfrascado

porque no somos tan valientes como vosotras, pero,

queríamos aportar nuestro granito de arena.

T_ ¡Granazo chicas, granazo! –apuntó.

E_ No entiendo nada.

En_ Tenemos a partir de hoy tres meses para que la

Fundación funcione, se ponga en macha con solidez.

Ro_ Y una vez este en marcha ¿Teresa se lo dices tú? –le

sonrió.

T_ ¡VOLVEMOS A ÁFRICA!... ¡A NUESTRO HOGAR!

MyE_ ¡Qué!

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Page 614: QUINTA PARTE PIJA

Para ambas la sorpresa fue tal que ni siquiera sabían

que decir, por un lado no entendían de lo que realmente

hablaban, por otro la sola idea de volver a la aldea les

provocaba un éxtasis difícil de controlar, y allí sus madres

habían logrado aparentemente saber como podían volver.

M_ A ver un momento... ¿una Fundación? –preguntó

totalmente atónita mirándolas a ambas alternativamente.

Ro_ Sí hija, todo lo ha hecho Teresa.

T_ No por favor yo solo he colaborado –decía

modestamente pero encantada por el comentario.

Ro_ Teresa nos ha comentado lo que realmente haría falta

en vuestra aldea, sobre todo seguridad.

En_ Eso es lo primero en lo que hemos trabajado, si vais a

estar allí con la pequeña, ante todo seguridad.

Ro_ Después hemos pensado contratar a una gente que nos

ha recomendado Dávila para que levanten la aldea otra

vez, que hagan un hospital en buen estado.

En_ Con muchas camas, para que podáis atender a la pobre

gente.

T_ Les he dicho que es una aldea que se puede levantar

como se han levantado otros pueblos, es un paso continuo

de gente necesitada.

Ro_ Pero con los mejores sistemas de seguridad.

En_ Eso es.

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Page 615: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Pretendéis hacer una aldea segura, en África? –las

miraba alternativamente.

E_ Bueno... no sería hacer una aldea en ese caso, sería

hacer como una especie de pueblo, ¿es eso lo que queréis

decir?

Ro_ Algo así donde haya un muro bien alto y fuerte por

donde no pueda entrar nadie, con una caseta bien

preparada para vuestro vigilante.

En_ Con buenos prismáticos para vigilar, ¿cómo se llamaba

el chico?

T_ Laobi –apuntó Teresa.

M_ A ver... a ver... creo que os estáis precipitando, yo no

quiero amargaros la ilusión pero, en primer lugar, hasta que

Esther no esté bien y siempre y cuando, ella quiera volver.

E_ Maca cariño yo quiero volver –le interrumpió sin darle

tiempo a continuar.

M_ Si nos recuperamos si.

E_ Que mona es... siempre habla en plural cuando se refiere

a mí –la miraba con una sonrisa boba muy boba mientras

ambas madres sonreían por el gesto.

M_ Es que cariño... no podemos ir a África en malas

condiciones.

E_ ¿Recuerdas cuándo tu ojo?, dijiste que no te movías.

M_ Esther era un ojo.

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Page 616: QUINTA PARTE PIJA

E_ Vale yo te gano por uno, pero...

T_ ¿Puedo decir una cosa? –intervino con algo de temor.

M_ Por supuesto.

E_ Claro.

T_ Gracias, yo creo que la idea no es mala, quiero decir, se

puede levantar con el dinero de la Fundación un buen lugar,

algo así como el doctor Mondela hizo.

E_ Si eso estaba muy bien, a mí me gustó.

T_ Por lo tanto no es tan descabellado, mientras ponemos

todo en práctica Esther puede ir recuperando vista.

Ro_ Si os vais a ir, que sea un lugar donde tengáis

seguridad cariño –le dijo a su hija con gesto tierno.

M_ Mamá... África no es segura.

En_ ¡Nosotras la haremos segura! –dijo contenta.

E_ Me encanta –sonrió.

M_ Esther... –ante su guiño de ojo resopló diciendo-. Vale, tú

ganas Esther, que le voy a hacer si me puedes, mi mujer

me puede –les dijo haciendo un gesto gracioso.

T_ Quien te ha visto y quien te ve guapa –dio una carcajada.

M_ Entonces tendremos que ponernos manos a la obra, eso

si, hasta que no veas, no iremos.

E_ ¿Y si tardo mucho?

M_ África siempre estará allí.

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Page 617: QUINTA PARTE PIJA

E_ Pero necesitamos saber de nuestra gente Maca... y yo...

no quiero esperar eternamente.

M_ Yo tampoco Esther, pero las posibilidades de que nos

volvamos a encontrar debes entender que son escasas.

Ro_ Entonces... ¡de acuerdo!

M_ Si mi mujer dice que si, será que si –sonrió sin ocultar su

felicidad.

En_ Claro que contamos con Vilches y Cruz.

E_ ¿Cruz?

En_ Sí, nos ha dicho que si hacemos un hospital, ella podría

ir y venir siendo médico de apoyo, llevando a Aimé, a

Javier, a Héctor, cada uno en su especialidad para ayudar a

la gente que lo necesite.

M_ Sería maravilloso desde luego poder ayudar así, lo que

siempre soñamos Esther.

E_ Los sueños se hacen realidad, ¿ves?

M_ Sí –le sonrió pinzándose el labio inferior-. Y la primera

vez que lo creí, fue cuando te conocí a ti.

Se besaron ante la mirada emocionada de Teresa, la

sonrisa de Rosario, y la mirada evasiva de Encarna.

A partir de ese momento tenían mucho trabajo que hacer,

la Fundación parecía que les había ayudado a superar las

ansias por volver, tenían un proyecto y debían estar bien

preparados para no fracasar. Ayudar a los niños era la

principal causa que todos quisieron poner en primer lugar.

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Page 618: QUINTA PARTE PIJA

Al principio hubo una serie de trabas que todos sabían

llegaban del despacho de Julia, herida aún por las

constantes omisiones de Maca, pero poco a poco los más

altos cargos de Médicos sin Fronteras fueron viendo que era

un proyecto interesante y que podía realmente ser muy

importante dado el lugar donde la aldea se levantaba y ese

interés se vio recompensado en una ayuda real que los tres

agradecieron, Vilches soñaba con todo lo que iban a montar

en el hospital, Maca con ser libre nuevamente y poder

ayudar a quien la necesitaba, y Esther una mezcla de

alegría por la contribución que iban a hacer pero también,

una gran pena al saber que no sería lo mismo, volver sin

saber donde estaba su familia.

Pero también había otra cuestión pendiente, entre

reunión y reunión que casi siempre se hacían con una

suculenta cena, a mediados de junio, una desesperada

Maca no podía aguantar la situación que vivía su mujer. Por

eso, en una de sus guardias se presentó ante un Aimé que

ella se había dado cuenta le huía cada vez que se

encontraban en los pasillo o cuando la veía ir a su

despacho.

M_ ¿Podemos hablar un momento?

Ai_ Maca estoy un poco liado.

M_ Estás muy liado últimamente –lo miró enfadada.

Ai_ Está bien... dime –suspiró preparado para atajar su

enfado.

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Page 619: QUINTA PARTE PIJA

M_ ¿Tú no crees que Esther ya debería ver?

Ai_ Maca... no todo el mundo reacciona igual.

M_ Aimé, son ocho meses.

Ai_ Ya lo sé.

M_ ¡Entonces! –le levantó la voz.

Cl_ Hola –apareció Claudia que tras dar un beso a Aimé le

preguntó a Maca al ver su gesto serio-. ¿Qué te pasa?

M_ Nada... solo espero que hagas algo ¿eh? –le dijo a Aimé

enfadada y se marchó con sus andares patizambos pero

seguros.

Ai_ Joder... –suspiró.

Cl_ ¿Pero qué pasa?

Ai_ A ver Claudia lo que te voy a decir no lo digas a nadie

¿vale? –la miraba nervioso.

Cl_ No, claro.

Ai_ Esther desde hace unos dos meses está recuperando la

vista –Claudia fue hacer un comentario pero él la detuvo-.

No quiere que Maca lo sepa por si hay algún contratiempo,

pero Maca me está machacando a mí.

Cl_ Pero... no entiendo.

Ai_ Es su decisión y hay que respetarla.

Cl_ Ya pero... mira... precisamente estábamos hablando de

ti –le dijo al ver como llegaba hasta ellos acompañada por

Teresa.

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Page 620: QUINTA PARTE PIJA

E_ Espero que bien.

T_ Buenas tardes, venga pues yo ya que te dejo con Claudia

voy al despacho de Dávila a ver si la gente que ha ido a la

aldea nos dicen algo.

E_ Vale Teresa, gracias y nada más lo sepas ya sabes.

T_ Os aviso si –se marchó dispuesta a averiguar.

E_ ¿Qué pasa Claudia?

Ai_ Nada Esther, anda vamos.

Cl_ No Manuel, creo que debería saberlo, Esther, Maca está

enfadada con Manuel a parte de estar muy nerviosa porque

piensa que no ves y que algo ha hecho mal.

E_ Ya... lo siento Aimé.

Ai_ No te preocupes... venga vamos...

Volvió a pasar las pruebas, seguía con problemas para

ver pero de cerca ya podía dar forma a las letras, eso era

un grandísimo adelanto y según Aimé le había dicho de dos

a tres semanas recuperaría completamente la vista. Con

esa idea fue hasta el despacho de Maca acompañada por él

mismo.

E_ ¿Se puede? –se asomó en su despacho con una amplia

sonrisa.

M_ ¡Esther mi amor! –sonrió yendo hacia ella-. ¿Qué haces

aquí?

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Page 621: QUINTA PARTE PIJA

E_ Tere tenía que hablar con Dávila, ya sabes que se han

acercado a la aldea para saber si hay rastro de ellos.

M_ Si, anda dame mi beso –se besaron primero con

suavidad como les gustaba hacer, rozaron sus narices y

mientras Maca pasaba sus manos por la cintura de Esther y

ésta le tocaba el culo-. Que rico.

E_ Si... mucho –sonreía apretando sus manos.

M_ Estás muy guapa hoy cariño... ese mini bronceado te

favorece.

E_ Tú también.

M_ Gracias –sonrió sin caer en lo que había dicho-. ¡Ah!,

tengo que decirte que he discutido con Aimé, lo siento.

E_ Este tono de suéter te queda de rechupete.

M_ Si, no sé que le pasa al tío que me esquiva cada vez que

voy a hablar con él –seguía sin percatarse.

E_ ¿Por qué llevas coleta?

M_ Esther estoy trabajando y... un momento –se detuvo en

seco mirándola fijamente con el ceño fruncido.

E_ ¿Qué pasa? –puso gesto serio-. ¿Qué te pasa?

M_ ¿Cómo sabes que llevo coleta si no me has tocado?,

¿cómo sabes que este tono me queda bien si...?, un

momento... un momento –decía atropelladamente sin poder

controlar las lagrimas.

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Page 622: QUINTA PARTE PIJA

E_ Lo sé porque te estoy viendo, borrosa pero te veo y el

pobre Aimé tenía orden mía de no decirte nada.

M_ ¿Ves? –la miró con la boca abierta y sus mejillas rojas de

la emoción.

E_ No completamente bien, pero sí... veo.

M_ Esther –se abrazó a ella rompiendo a llorar como una

niña, mientras Esther se emocionaba al ver su reacción.

E_ Cariño... no sé que hubiera sido de mí sin tu ayuda –la

separó para limpiar sus lagrimas.

M_ Lo siento... parezco tonta pero...

E_ No pareces tonta –sonrió ampliamente con esa sonrisa

que encandilaba a su mujer.

M_ Esther... Esther –la abrazaba con pasión, con ternura,

con total cariño.

E_ Déjame decirte una cosa mirándote a los ojos.

M_ Tú dirás –la miraba aún con los ojos repletos de

emoción.

E_ Te quiero y si tú cumpliste el sueño conmigo, te aseguro

que el mío también se cumplió, tenerte a mi lado y recibir

tanto amor, ha sido para mí mucho más que un sueño, un

imposible que tú, has hecho realidad día a día aún en los

peores momentos. Te quiero.

M_ Esther.

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Page 623: QUINTA PARTE PIJA

La alegría les duró lo que Teresa tardó en entrar, no

habían señales de vida en la aldea, tampoco habían vuelto

a ella, así que les habían perdido la pista totalmente.

T_ ¿Qué será de ellos?

M_ Teresa, quizá cuando estemos allí les llega la noticia de

que hay un nuevo hospital y regresan.

E_ Claro Teresa –se acercó a ella y la abrazó tratando de

tranquilizarla aunque ella misma se sentía fatal.

T_ Si, claro... pero...

E_ Venga guapa.

T_ Confío que así será –trataba de admitirlo.

E_ Me encantan esos pendientes.

T_ ¿Verdad?, son un regalo de...

Se detuvo en el instante en que recapacitó y se dio

cuenta que Esther había visto sus pendientes, se abrazó

con ella, saltó haciendo saltar a la enfermera bajo los

cuidados continuos de Maca que de pronto se vio abrazada

por Teresa de forma fulminante, la pena de los chicos de la

aldea seguía en sus corazones, pero la felicidad por la

recuperación de la vista de Esther, era lo que en esos

momentos les desataba la felicidad.

Aquella noche lo celebraron con todos para seguir con

sus charlas entre plato y plato sobre seguridades, material

quirúrgico, antibióticos y demás. Como ya hacía buen

tiempo se celebró en el jardín de la casa de Encarna con

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Page 624: QUINTA PARTE PIJA

una gran parrillada donde Héctor demostró sus dones

argentinos para llevarla acabo, la carne la puso Maca, Cruz

y Vilches las bebidas, los pasteles Claudia y Aimé, los vinos

el padre de Maca que había hecho muy buenas migas con

el padre de Esther para futuros negocios, mientras, dejaban

que sus mujeres siguieran entusiasmadas el proyecto de

aquella Fundación Maes.

V_ Venga vamos a brindar... va....

D_ Eso que hay que celebrarlo.

V_ Menudo morro tienes tío, vienes te apalancas en el sitio

más fresquito y encima exigente.

D_ No sé que harías sin mí –lo miraba divertido.

V_ ¿Vivir más tranquilo? –ladeó un poco la cabeza.

T_ Venga dejarlo ya... brinda Vilches.

V_ Voy a brindar en nombre de todos por dos mujeres a las

que les debemos mucho, no queridas no sois vosotras –les

dijo a Maca y Esther que se miraron sonrientes junto a la

risa de los demás-. Brindo por Encarna y Rosario por darnos

la oportunidad como personas y como médicos de seguir

ayudando a mejorar la calidad de vida de aquella pobre

gente que tanto nos necesita. Brindo por Teresa por dar las

coordenadas, por poner los puntos sobre las “ies” en las

reuniones más complicadas, por ser tan fantástica aunque

esto último se me ha olvidado ya que lo he dicho.

T_ Yo también te quiero Vilches.

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Page 625: QUINTA PARTE PIJA

V_ Brindo por la Fundación Maes futuro hospital para

niños...

Todos_ ¡Por la Fundación!

La ovación y el que hablen las dos mujeres se hizo tan

insistente que finalmente aceptaron hablar.

Ro_ Bueno yo...

M_ No, no así no mamá, de pie ¡venga que no se diga! –le

animó guasona.

Ro_ Hija –renegó su idea ante la sonrisa de todos-. Yo lo

único que puedo decir es que os admiro, y espero que esto

que está empezando a labrarse aquí, una vez estéis allí sea

un éxito rotundo. ¡Por vosotros!

V_ ¡Eso está bien, muy bien! –comenzó a aplaudir mientras

Claudia silbaba como loca.

E_ Mamá tu turno –la miró sonriente.

En_ Pues como mi consuegra ya lo ha dicho todo, yo voy a

decir otra cosa.

E_ Ay –murmuró ante la mirada divertida de Maca.

En_ Quiero decir ante todos que brindo por Maca –aquellas

palabras hicieron que la Pediatra se quedara inmóvil

mirándola fijamente ante la sonrisa esta vez de Esther-.

Brindo por ti, por querer así a mi hija, por demostrarme que

podía confiar en ti como una vez te dije... brindo por

vuestra felicidad que después de todo lo visto, es la

felicidad de mucha gente que os quiere. ¡Por vosotras!

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Todos_ ¡Por las pijas!

E_ Gracias mamá –la abrazó y su padre hizo lo mismo-.

Gracias papá...

M_ Te dije que en cuanto me conociera me adoraría –le

musitó bajito.

E_ Lo sé, es difícil no hacerlo.

M_ Te quiero pija.

E_ Te quiero Calentorra –se lo dijo entre dientes con el

fuego clavado en sus ojos.

Llegó por fin el día en que el avión estaba preparado

para volver, en él, Vilches, Maca y Esther junto a Maes y

Teresa, y por último un Dávila que volvía con la ilusión

renovada a pesar de sus años y el cansancio. En el

aeropuerto la despedida fue intensa, abrazos y más

abrazos, sonrisas nerviosas, lagrimas todo lo lógico en una

despedida un año después de que en ese mismo

aeropuerto aterrizara el mismo avión con Maca herida. Un

año donde habían pasado muchas cosas que en ese avión

entre las nubes, dieron por buenas. Las miradas entre Maca

y Esther eran contundentemente tiernas, Vilches se había

dispuesto a dormir ya que el avión le daba pavor, Teresa se

mostraba nerviosa porque en el aeropuerto de Loukólela le

estaba esperando Bárbara, y desde allí partirían con tres

camiones y gente para remodelar lo que en planos llevaban

y les esperaba en África.

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El vuelo fue tranquilo, y el aterrizaje sin problema.

Iban descendiendo del avión con tranquilidad excepto una

desquiciada Teresa cuyos ojos se mostraban ansiosos por

reencontrarse meses después con quien le había enseñado

a amar de manera distinta.

T_ ¡Bárbara, Bárbara! –gritaba desde la escalinata.

V_ Mírala como una locaza... ¡ay señor!

E_ Es el amor Vilches.

V_ Joder... a su edad...

M_ Dios que la desconjunta –dijo muerta de risa Maca.

V_ Llevo todo el viaje queriendo hacerte una pregunta

Esther.

E_ Tú dirás –miraban como se abrazaban, gritaba,

emocionaban y hasta besaban las otras dos-. Míralas son

felices.

V_ ¿Habrás traído en tu maleta ropa pija, no?

E_ Que malo eres... –sonrió aunque con tristeza-. No creo

que pueda volver a ver a Mona, porque los modelitos que

he traído la volverían loca.

M_ Bueno... hemos llegado sabiendo como estaban las

cosas y que iba a ser algo complicado estar sin ellos, pero

con la esperanza de que nos volveremos a encontrar en

cuanto se de la voz de que estamos aquí.

E_ ¿Sabes una cosa Maca?, estoy segura que todo cuanto

nos ha pasado, en todo, Lula ha tenido mucho que ver...

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recuperarnos así de algo que podía habernos costado la

vida a los dos, estoy segura que no ha sido un milagro,

sino, Lula.

M_ Bueno... está bien si quieres pensar así.

Ba_ ¡Maca... Esther! –gritaba feliz-. Mi niña Maes...

V_ Y a Vilches que le den.

Ba_ Oh my caballero de pelo canoso –lo abrazó

sacudiéndole también.

V_ ¡Joder! –protestó una vez lo soltó dirigiéndose hacia el

camión.

Hicieron el mismo trayecto que cuando huyeron,

parecía que nada había cambiado y no había pasado un

año, la gente seguía caminando por las carreteras de la

misma manera, el calor seguía siendo tan intenso como

siempre, la misma sensación de bienestar y al mismo

tiempo desconcierto, los ojos trataban de encontrar en

aquellos rostros que pasaban junto a los camiones alguno

conocido, ese rostro esperado para bajar y abrazarse a él.

Pero en todo el camino nadie apareció.

M_ Ya hemos llegado cariño –le dijo a Esther que finalmente

se había dormido sobre su hombro.

E_ Dios mío –susurró al ver el estado en el que se

encontraba la parte de fuera.

D_ Van a entrar los hombres con el camión, no bajéis hasta

que estemos dentro.

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Y así fue, los camiones entraron ya caída la tarde,

cuando bajaron sus ojos expresaron el más puro dolor que

se podía sentir ante algo tan cruel, la aldea había sido

prácticamente destruida, tan solo quedaba en pie la cocina,

el refugio y las dos cabañas de Maca y Vilches, ni siquiera la

parte del hospital que habían levantando los hombres.

T_ Dios mío... no queda nada.

V_ Esto es un horror joder –dijo desanimado.

E_ Maca –le cogió la mano con los ojos repletos de lagrimas.

M_ Vaya mierda Esther... no parece nuestra aldea.

Sin ellos percibirlo, un rifle apuntó a Maca.

Todos afligidos, Bárbara sujetando a Teresa, Maca y Esther

con las manos unidas, Dávila ordenando a sus hombres que

dejaran las armas y comenzaran a trabajar, y Vilches

desolado mirando lo que un día fue su hogar, cuando de

pronto se oyó:

_

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

HHHHH

D_ ¡No dispares! –le dijo a uno de los soldados que había

apuntado hacia la dirección donde provenía el grito

ensordecedor.

E_ ¡Mona! –abrió sus ojos emocionados, allí estaba Mona

vestida con sus mejores galas, un suéter de Carolina

Herrena y un pantalón de Coronel Tapioca, tras ella,

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Valiente con el camisón de encaje ya roto porque había

crecido y otra pequeña criatura tras él-. Mona Dios mío.

M_ Mona.

T_ ¡Ay que es Mona! –decía emocionada juntando sus

manos dirigiéndose hacia ellas.

V_ Joder... Mona...

E_ Cariño –se abrazó a ella que se notaba como lloraba de

emoción, mientras Valiente se abrazaba a Maca y la

pequeña se quedaba a los pies de su madre y Esther-.

Mona...

M_ ¿Y este quién es?

Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhh, ahahaha uh uh uh uh

uhhhhhhhhh –movía sus manos alteradamente.

E_ ¿Tu hija?

Mo_ Ahhhhhhh ahhhhhhhhhh ahhhhhhh –asentía ante la

mirada emocionada de todos.

Ra_ Guau.. guau... guau.. –salió corriendo Ramón como si se

hubiera vuelto loco hasta Teresa.

T_ ¡Ramón... mi Ramón! –decía llorando a lagrima viva al

ver como de un salto el animal se subía y lamía su cara con

un cierto lloriqueo.

Ma_ Bienvenidos a vuestro hogar.

Salió de entre las ruinas Massamba, con los ojos

anegados de lagrimas, con un ligero temblor en su barbilla

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de emoción al reencontrarse con quienes ya pensaba no

volvería a ver, tras él, con una sonrisa enorme Zulú con

Maquita en los brazos, salió Nsona, salió una emocionada

Lula que no pudo evitar salir corriendo a abrazarse con

Teresa, salió Ngouabi con Siya embarazada, y Zambi

llevando de la mano a Monwe con el pequeño que habían

logrado salvar, y Yildas con una llorosa Sissou que

aparentemente también estaba embarazada, y Loabi con su

muleta apareció tras un fusil, y los niños corrieron para

abrazarse a un Vilches que no podía evitar esas lagrimas

que bañaban el rostro de todos, lagrimas de emoción que

rompieron en un llanto de felicidad al abrazarse con

Massamba.

Ma_ Siempre supo Massamba, que vosotros volver.

V_ Joder macho pues yo no lo tenía tan claro –le dijo

abrazándolo.

T_ Mi Lula... cariño... –lloraba a mares estrechándola con

fuerza.

Lu_ Teresa... oh mi Teresa.

Ns_ Esther –se abrazó a ella emocionada.

E_ No me lo puedo creer, no me lo puedo creer –la abrazaba

sonriendo.

Zu_ Presentarte a Maquita, Maca.

M_ Es preciosa Zulú –lo abrazó y después cogió a la

pequeña en brazos-. Mira Esther.

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E_ Si... es preciosa –le entregó su sonrisa amplia y una

caricia en su rostro al ver como la Pediatra se emocionaba.

M_ ¿Y Nmaba? –le preguntó a Ngouabi que la miraba algo

triste.

Ng_ Nmaba estar allí... despidiéndose.

E_ ¡Qué!, no puede ser.

M_ ¿Cómo que...?, Vilches... Nmaba.

V_ Esther trae el botiquín –dijo con el gesto serio.

E_ Si.

T_ Oh no Nmaba no –decía con gesto de pavor.

Lu_ Estar triste, vieja y cansada, estuvimos en la Selva

todos juntos, hasta que pudimos llegar, pasamos hambre,

frío, sus viejos huesos, no resistir.

Ma_ Hicimos todo por ella mami –concluyó con pena

Massamba.

T_ Oh Massamba –se abrazó a él con total cariño-. ¡Cuánto

os hemos echado de menos!, ¡Dios mío!

Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –aullaba

dirigiéndose a Bárbara

Ba_ Mona... mi niña... –se abrazaron con fuerza mientras el

animal le explicaba sus cosas y Bárbara le contestaba.

Vilches, Maca y Esther acompañaron a Ngouabi hasta

el refugio, allí rodeada de velas y alguna hierba en el suelo

sobre un fino colchón se encontraba Nmaba. A sus pies su

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fiel perro que al verlos entrar levantó la cabeza, la ladeó y

emitió un pequeño aullido como pidiendo ayuda para su

ama. Al escuchar los pasos tras el alboroto volvió un poco

la cabeza.

Ng_ Madre...

Nm_ Mondeles mwasis, ziku... Nmaba estar esperando.

V_ Nmaba tranquila voy a revisarte ¿vale?

Nm_ Sin beso no.

V_ De acuerdo –le dio un beso sonriendo.

M_ Nmaba... ¿qué tal estás?, dinos –se acercó a ella

dejándole un beso.

Nm_ Mwasi Esther.

E_ Estoy aquí –le dijo con un nudo en la garganta.

Nm_ El amor... ganó... todos ganamos...

V_ Nmaba voy a inyectarte ¿vale?

Nm_ Nmaba ser vieja.

M_ Ya, pero nosotros ser cabezotas además por lo que he

visto te van a hacer abuela... –sonrió mientras asentía la

indicación de Vilches-. Ponle salino Esther.

E_ Si... Nmaba no te voy a hacer daño ¿vale?

Nm_ ¿Y mami?

T_ Estoy aquí –le dijo con un nudo en la garganta y las

lagrimas en los ojos.

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Nm_ Vieja Nmaba echar de menos, ¿decir así?

T_ Sí... yo también –sonrió acariciando su frente y dejándole

un beso mientras la miraba con un puchero en su barbilla.

Nm_ Nmaba morir.

V_ De eso nada, Nmaba va a vivir porque Nmaba lo que

tiene es una neumonía, y de eso Vilches no va a dejar que

se muera.

E_ ¿Traigo la careta y el oxígeno, Vilches?

V_ Sí.

M_ Nmaba... tranquila que... todo va a ir bien –le sonrió.

Nm_ Mi niña... fibana mondele (mi niñita blanca).

M_ Nge fibana mondele zola nge mingi (tu niñita blanca te

quiere mucho) –le acarició la frente.

Nm_ Mono kuzaka –(lo sé) le sonrió-. Mono peso nde ntima

(me lo dice el corazón).

E_ Aquí está el oxígeno.

V_ Bien... Nmaba de esta no te mueres, te lo digo yo.

Nm_ ¿Mi hijo?

Ng_ Aquí ngudi (madre).

Nm_ Melesi.

Ng_ Nosotros hacer un sacrificio de un león... a cambio de

vosotros venir... Nmaba lo pidió, Lula lo hizo.

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T_ Y nosotros estamos aquí... para no irnos nunca más –dijo

segura y feliz del reencuentro más tranquila al ver a Vilches

hacer un gesto de tranquilidad.

Nm_ Dios existe, mis oraciones llegar.

E_ Ves... os lo dije...

Todos se miraron con una emotividad grande, esa era

su aldea, mágica, sensible, tierna... esa era su gente... su

familia.

Mo_

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

hh.

Gritó cuando vio nuevamente a Esther, y por largo rato

estuvieron juntas, hablando todas las mujeres, rápidamente

sin dejar tiempo a una negativa entre Maca y Esther

revisaron a las dos embarazadas que se mostraban

tranquilas al verlas allí y saber que estaban en buenas

manos, Maquita hacia las delicias de Maca, y los demás

niños cantaban y jugaban alrededor de ellos felices por el

reencuentro y sobre todo por la sorpresa.

Con la ayuda de los militares en pocas horas la aldea

fue tomando otro color, el de la felicidad que había

arrasado con las tenebrosas noches que habían tenido que

vivir, sin luz, sin fuego, para no ser descubiertos. En tres

días con el esfuerzo infatigable de todos, las casas estaban

servibles nuevamente, y con Massamba estudiando planos,

orgulloso de que aquello se fuera a transformar en un

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hospital para niños, y siendo consciente que era algo que

implicaba un alto y gran esfuerzo para que todo saliera

bien. Los hombres dispuestos a trabajar duro, las mujeres

dispuestas a ayudar en lo que ellas podían y como no, Maca

y Esther felices por volver a su lugar preferido, de ver como

Maes podía dormir en aquella cuna que había sobrevivido

como si la estuviera esperando, y allí tenían las estrellas, la

fina lluvia, los amaneceres y atardeceres, allí tenían su

hogar.

M_ Que preciosa noche.

E_ Si, me recuerda a nuestra primera noche.

M_ Si... es cierto –sonrió.

E_ Cuanto miedo tenía entonces.

M_ ¿A qué? –la miró seria.

E_ A ti, a que de verdad estuviera equivocada y debajo de

aquella facha de prepotente y egocéntrica, no hubiera lo

que yo pensaba.

M_ ¿Y qué pensabas? –se le acercó lentamente.

E_ Que eras una mujer maravillosa.

M_ Ah... –Esther la besó-. Yo también estaba muerta de

miedo, eras la primera mujer que me hacía temblar, y no

podía dominar la situación, eso me aterraba.

E_ Lo sé... era mi baza –le guiñó graciosamente un ojo.

M_ Pues te salió de puta madre porque me tienes coladita.

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E_ Es que soy irresistible cariño –dio una carcajada

acompañada por Maca.

M_ Eso es verdad –se pinzó el labio inferior.

E_ Acabo de ver una estrella fugaz.

M_ ¿Has pedido un deseo?

E_ Sí, he pedido que siempre estemos juntas hasta el final

de nuestros días cuando seamos viejitas.

M_ Que casualidad, porque yo he pedido lo mismo, esta

noche las estrellas caen del cielo felices de que estemos

aquí.

E_ Que cosas más bonitas dices cuando estás en la Selva –

se besaron.

Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhh –tapó los ojos de su hija

pequeña ante el gesto Maca y Esther sonrieron.

M_ Vestida así, es la pija mayor del reino.

E_ Desde luego.

Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –le sacó la lengua a Maca.

M_ ¡Pero bueno! –protestó.

E_ Jajajajajaja.

Mo_ Ah ahahahahahaha –se reía como Esther.

T_ Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

ayyyyyyyyyyyy jijijijijijijiji ohohohohohohoho

mmmmmmmmmmmmm.

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M_ ¿Vamos a dejar que nos gane? –la miró

provocativamente ante los gemidos que se escuchaban de

Teresa.

E_ Bárbara la está volviendo loca.

M_ Eso parece y yo que me alegro, la pobre se lo merecía.

E_ Y tanto que si, ¿competimos?

M_ Vamos allá. Buenas noches Nmaba.

Nm_ Buenas noches pijas –decía riendo como siempre en

compañía de Siya mientras dormía allí fuera sentada en una

mecedora porque aún se ahogaba.

Si_ Jajajajajaja.

E_ Se nos ha quedado ya eso de pijas.

M_ Totalmente, poco a poco va mejorando Nmaba.

E_ Tenía tanto miedo a que le pasara algo.

M_ Un día más y seguramente no lo hubiéramos

solucionado.

E_ Ves... Lula rezó todos los días... ¿has visto que feliz está?

M_ Sí, y Massamba ¡vaya cambio!

E_ ¿Y Zulú con su Maquita?

M_ Jajaja, si –iban cogidas de la cintura-. Si es que con ese

nombre como para no babear.

E_ Es cierto.

M_ Pues... ya estamos en casa.

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E_ Si –sonrió suspirando.

M_ ¿Pasamos?

E_ Sí mi amor.

Entraron mezclándose sus bocas, los labios se

buscaban ansiosos como las manos acariciaban lentamente

la otra piel tan deseada, el sonido de esa lucha de bocas,

inundaba toda la habitación, sus respiraciones agitadas, sus

más viscerales deseos iban saliendo e iban dejando paso a

la pasión descontrolada, las ropas volaron con la facilidad

de costumbre las sonrisas resonaban entre los jadeos, Maca

cubrió el cuello de Esther con un hilo de saliva que le hizo

estremecerse meter sus dedos en la melena de su mujer y

gemir al notar aquella lengua húmeda y caliente recorrer su

piel. Tras ese recorrido, se volvieron a mirar viendo la una

en los ojos de la otra no solo la pasión, sino, un amor tan

eterno que les parecía que todo a su alrededor había

desaparecido y las había dejado en cueros con ese amor de

testigo dispuesto a ganar una nueva batalla. Esther dejó

que Maca desnuda se acostara y abriera sus piernas

dispuesta a recibirla, ella terminó de quitarse el tanga, y fue

en busca de aquel cuerpo que la llamaba, que notaba como

temblaba por el deseo, volvían sus labios a encontrarse sus

lenguas a mezclarse y recorrerse, primero los labios,

después luchando una batalla de flores lengua contra

lengua, los dientes y finalmente terminaron por separarse

mirándose, notando la humedad de una y otra en sus

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muslos, una sonrisa una mano de Maca pasando por la nuca

de Esther acariciándola con sumo cuidado, atrayéndola

nuevamente a su boca, nuevos besos, y una vuelta para

que Esther quedara debajo, y sus manos recorriendo la

espalda de Maca que se movía sobre ella con cuidado pero

encendiéndose como si la excitación de su cuerpo estuviera

en ese momento disparando un castillo de fuegos

artificiales únicamente para su mujer, y las yemas de

Esther recorriendo ambas nalgas de Maca, jugueteando en

ellas y de pronto, una palmada que le hizo soltar un gemido

de placer, y que volviera a recorrer su cuello, a lamer, a

morder hasta llegar a sus pechos que se mostraban duros,

erectos los pezones como si fueran quienes con sus señas

dirigen al avión sobre la pista, sobre esa pista aterrizó y

disfrutó la lengua de Maca de aquel bello lugar donde se

perdía su sentido, y entonces fue Esther quien la ayudó a

dar otra vuelta y subir sobre ella, colocándose a horcajadas

sobre el escueto vello de su pubis, y así hizo saber a Maca

cuanto la había excitado, entonces cerraba los ojos y se

movía con suavidad mientras las venas de la garganta

mostraban como si fueran un chivato, el placer que estaba

sintiendo en aquel preciso instante donde Maca dejaba salir

de su boca una respiración entrecortada, mientras sus

manos se apoderaban de aquellos pechos que se habían

mostrado tan para ella, que no pudo más que levantarse

abrazando a Esther por la cintura, acoplándola en su sexo,

moviéndose las dos cada vez con mayor frenetismo, con

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mayor ardor, mirándose a los ojos esos ojos que brillaban

por la pasión del momento, por la necesidad de volver a

amarse con esa música celestial que era el golpeteo del

agua en el techo de la cabaña, y conforme iba creciendo la

fuerza de la lluvia iba creciendo en ellas el ritmo del placer,

y se mezclaban los sonidos como si fueran una perfecta

orquesta.

E_ Maca... Maca... –le decía agitadamente.

M_ Esther... mi amor –respondía de igual manera.

E_ Cariño... te quiero...cariño.

M_ Mi amor... te quiero –jadeaba sin cesar.

Fuera de la cabaña, la noche cubría la aldea que poco

a poco iba tomando su nueva forma, aunque todavía estaba

muy lejos de lo que pretendía ser. Lucero paseaba bajo la

lluvia, mientras Mona y Bartolo dormían en le granero

abrazados y sus dos hijos, lo hacían igualmente, en un

momento, Mona miró a su mono, y le hizo ojitos, Bartolo

aulló mínimamente y Mona le devolvió el sonido, que

Bárbara hubiera traducido por un “te quiero”, pero que en

ese momento no podía traducir porque estaba llevando a

una Teresa cada vez más entregada a esas pasiones de las

que había disfrutado poco en Madrid, desde que había

llegado las tres noches habían sido pasionales y hasta como

ella decía, su cutis lo agradecía, pero sobre todo su corazón

que se sentía querido, y ella amada.

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T_ Nunca me había sentido así, nunca había sido tan feliz –

le decía totalmente entregada a los brazos de Bárbara.

Ba_ ¿Sabes mi lady? –le besó-. Yo tampoco... ¿trajiste el

libro?

T_ ¡Si... aquí está! –decía divertida separándose y sacándolo

de la mesilla de noche.

Ba_ ¿Por donde nos quedamos, mi lady recuerda?

T_ ¡Y tanto que recuerdo!

En su cama Vilches pensaba en todo cuanto había que

hacer, en que pronto estaría allí Cruz con su hija, en que

gracias a las dos madres iban a tener un lugar más seguro

donde poder seguir ejerciendo su profesión y su ilusión,

sonrió al pensar en que no sabía si gracias a la magia o a

Dios, se habían vuelto a reencontrar todos. Miró al techo y

susurró.

V_ Gracias... seas quien seas.

Y la noche siguió y como no podía ser de otra manera

en medio de ella, con la luna ya presente se oyó.

E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

M_ ¡Esther! –susurró entre dientes muerta casi de placer.

T_ ¡Ya me extraña a mí! –soltó medio dormida por el

cansancio.

V_ ¡Lo que había extrañado esos gritos! –sonrió.

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Y sin fuerzas, abrazadas cuerpo contra cuerpo,

mientras Maca se dejaba estrechar entre los brazos de

Esther mirando a su pequeña dormir, se oyeron sus voces

extasiadas decir:

M_ Te quiero mi niña.

E_ Y yo a ti... mi amor.

FIN

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