QUINCE AÑOS DE CARACOL BEACH

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Amor, exilio, locura, miedo, perdón y muerte fueron los condimentos de Eliseo Alberto para escribir, con desmesura de cubano, la mejor novela en español de la última década del siglo XX: la historia de Beto Milanés, un desertor de la guerra de Angola que una noche sale en busca de alguien que lo mate en una playita imaginaria de Florida, porque no puede escapar al fantasma de un tigre de Bengala que lo persigue, en los meandros de su demencia, con una rata de basurero en la boca. (Rubén Cortés) QUINCE AñOS de Caracol Beach La Razón Especiales SáBADO 18.DOMINGO 19.05.2013 ELISEO ALBERTO, en imagen de 2008, en su casa de la ciudad de México. Foto> Ernesto Lozano/2008

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QUINCE AÑOS DE CARACOL BEACH

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Amor, exilio, locura, miedo, perdón y muerte fueron los condimentos de Eliseo Alberto para escribir, con desmesura de cubano, la mejor novela en español de la última década del siglo XX: la historia de Beto Milanés, un desertor de la guerra de Angola que

una noche sale en busca de alguien que lo mate en una playita imaginaria de Florida, porque no puede escapar al fantasma de un tigre de Bengala que lo persigue, en los meandros de su demencia, con una rata de basurero en la boca. (Rubén Cortés)

QuinCE Añosde Caracol Beach

La Razón Especiales sáBAdo 18.doMingo 19.05.2013

ElisEo AlbErto, en imagen de 2008, en su casa de la ciudad de México.

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Sábado 18.domingo 19.05.2013

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En 1998, después de 25 años de no convocarse, el segundo galardón con mayor solvencia económica de España, el Premio alfaguara, regresó con una fuerte inclinación latinoamericana. Una de las obras premiadas ese año fue Caracol Beach, “tragedia con vocación cinematográfica y teatral”, asegura Ramón Cór-doba. El impresor de alfaguara recuerda en entrevista con La Razón su encuentro con la obra que lo acercaría a Eliseo alberto, el escritor cubano autor del polémico Informe contra mí mismo. ¿Cómo fUE SU EnCUEntRo Con CaRaCoL BeaCh?Llegué precisamente a Santillana en 1998 y me enteré que estaba en juego la convocatoria a un premio, que se estaba discutiendo y dictaminando: Premio alfaguara de novela. En mayo ya tenía un ejemplar (en aquellos tiempos gozábamos del privilegio de contar con un ejemplar de cada obra que se publicaba) y ahí me enteré de que existía Eliseo alberto. abrí la novela y la primera página me atrapó, inocentemente, creo que fue para mí una experiencia de emocionante y grata lectura. Ya después supe que, en efecto, Lichi tenía publicado Informe contra mí mismo en nuestro catálogo, libro que se había ganado el favor de muchos lectores, antipatías y devociones. Sin lugar a dudas, el escritor cubano estaba muy bien situado en el pano-rama literario hispano: pluma digna de consideración, hombre inteligente, hombre de ideas. ¿QUé fUE Lo QUE Lo atRaPó dE ESta novELa?me gustó desde la primera página. Soy editor y tengo la mala costumbre de ver el libro como objeto, revisar cómo se hizo: El texto de la cuarta de forros, decía algo así como “una tragedia griega a ritmo de rock”, y sí, desde la primera plana supe que su personaje va a morir: el lector se ve obligado a descubrir cómo. El narrador nos alerta y es como si estuviera diciendo: tomen en cuenta que este personaje se encamina a su destrucción. todo en un tono triste: no hay estupor, no se usa la fórmula del relator que juega con el final inesperado y da una gran sorpresa. Sa-bemos que ese tipo se va a morir, lo interesante es saber cómo nos va a contar ese destino, y cómo concatena las diferentes acciones dramáticas. Esto me hizo saber y tener la sensación de

“La obRa dE ELiSEo aLbERto

tiEnE voCaCión CinEmatogRáfiCa”La fábula de José la edité yo. a partir del año 2000, todo lo que se hizo después, editorialmente hablando, con la obra de él me lo encargaron: las reediciones de La eternidad por fin comienza un lunes, La fábula de José, Informe contra mí mismo..., trabajo que hice con gran placer. ¿Cómo ha Sido La aCEPtaCión dE La obRa dE ELiSEo aLbERto EntRE LoS LECtoRES mExiCanoS?Lichi siempre tuvo, creo que desde su incursión en la cultura mexicana —en el ánimo de los lectores— un nicho importante de partidarios. Para empezar, había muchos que lo apreciaban y lo siguen buscando: tenía una atención en las ventas no meteó-rica, pero sí un mercado ya formado. La fábula de José ha tenido, hasta la fecha, tres reimpresiones: unos ocho mil ejemplares. Caracol Beach debe andar por encima de las 12 mil unidades. Por cierto, en estos días se han colocado en librerías nuevas reimpresiones. ¿QUé PaSó EntRE EL aUtoR Y aLfagUaRa? ¿PoR QUé SE diStanCiaRon? El periodo de turbulencia creo que no fue una cuestión que ocurriera en méxico, sino más bien con las oficinas editoriales de España. Creo que la expectativa de él era estar en todos los países hispanos con toda su obra y, a través de su agente, obtener anticipos por los nuevos originales por un monto consi-derable. Parece que las diferencias vinieron principalmente con su representante. El desacuerdo debió ser por esther en alguna parte, novela que yo esperaba, que leí porque Lichi me la facilitó. Esperaba tener en mi escritorio el manuscrito, pero nunca llegó: después, me desayuné con la noticia de que se publicaría en otro lado. ¿aLfagUaRa va a REtomaR La obRa dEL aUtoR? Seguimos reimprimiendo Caracol Beach, Informe contra mí mismo, La eternidad por fin comienza un lunes y La fábula de José. Son textos vivos, activos dentro del catálogo de Santillana/alfaguara. Están en proceso de contratación con sus herederos esther en alguna parte y el retablo del conde eros.

que somos juguetes del destino: tiene una narración edificada en la tragedia griega. Lo que no percibí nunca fue eso de a ritmo de rock, pero por supuesto, era un lema, muy bien colocado en la cuarta de forros con pretensiones mercadológicas. PaRa UStEd, Como LECtoR ¿QUé ofRECE ESta hiSto-Ria?me la imagino perfectamente en teatro. Pero un buen teatro y en película. Creo que esto es uno de los grandes méritos de las historias publicadas de Lichi. a lo mejor por sus estudios que realizó de cine, siempre es factible ver su adaptación cinema-tográfica: como si todo el andamiaje discursivo hubiera sido pensado de manera que la adaptación a guión cinematográfico fuera obvio y sencillo. Podría generalizar que todas las novelas que he leído de Lichi tienen vocación cinematográfica: son muy visuales, están muy bien armadas, se pueden contar gráfica-mente. En aLfagUaRa méxiCo maRiSoL SChULz fUE La En-CaRgada dE La EdiCión dE CaRaCoL BeaCh. ¿CUáL fUE SU aCERCamiEnto Como EditoR Con ELiSEo aLbERto?

El editor de los libros de Eliseo Alberto en

Alfaguara asegura que la obra del escritor pue-de expandirse al teatro y al cine; lanzan reim-

presiones de cuatro de sus novelas

“Me la imagino (Ca-racol Beach) perfec-tamente en teatro. Pero un buen teatro y en película. Creo que esto, es uno de los grandes méritos de las historias pu-blicadas de Lichi”

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2008

Ramón CóRdoba, editoR

el ganador del premio

alfaguara, en imagen de

2008.

Por Carlos olivares baró y anabel Clemente trejo

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Quince años de CaraCol BeaCh

primavera 2008. eliseo alberto en su casa con rubén Cortés, autor de los prólogos de sus tres libros publicados en Cal y arena.

Por Carlos Olivares Baró La piedad se refugia en los mohines de un hombre que dormita escuchando estrépitos en la noche interminable del desamparo. cuando la vida es una carga amodorrada, suscrita por un pa-sado de aguaceros imprevistos, quizás sea mejor abandonarla. “clemencia es una palabra que se usa poco. La noche anterior el soldado había vuelto a soñar con un tigre de Bengala y se levan-tó de un salto, con un sabor a carne podrida en la boca. escupió sangre”: inicio de la crónica venturosa del soldado Beto Milanés: un tigre de Bengala lo acosa con su hambre carnicera. un tigre con sed. un tigre acechando siempre. el soldado está aturdido por las reverberaciones del sueño con el tigre. el soldado sabe que el miedo es una camisa de fuerza.

un tigre de Bengala: imagen recurrente que eliseo alberto sorteó en la novela Caracol Beach para imaginar las remembran-zas: abatimientos que angustian a Beto Milanés: ex combatiente del ejército cubano en la guerra de angola, único sobreviviente

de una emboscada. ahora vive en la Florida, refugiado como velador en el deshuesadero de coches de caracol Beach.

Milanés quiere morir: ha intentado suicidarse y, ante su fracaso, decide —un sábado del mes de junio— salir a buscar a algún loco que lo ejecute: el combatiente ya se había enfrentado al tigre de Bengala que ahora lo asedia: “La primera vez que se enfrentó al tigre fue aquella tarde que perdió la razón en ibonda de akú”. el autor de Informe contra mí mismo (1997) se sumerge con desbordado imaginario en uno de los asuntos más infaustos de la historia político-militar de cuba: la participación de su ejército en la Guerra civil de angola (1975 - 2002).

Milanés es una de las metonimias más convincentes de la secuela que dejó en muchos militares cubanos ese cruento conflicto. el tigre de Bengala se avizora en la memoria de Beto Mi-lanés. se hace presencia. en el pasado la lluvia. “La lluvia nos persigue como una brujería”.

a pocos kilómetros del árido escenario en el que mora el soldado, se celebra la graduación de los estudiantes de enseñanza media

del prestigioso instituto emerson. Martin Lowell, tras fumar marihuana por primera vez y considerar la posibilidad real de conquistar a Laura Fontanet (la porrista más apetecida de toda la comunidad estudiantil), decide realizar su primer acto real de intrepidez: ofrece su casa de caracol Beach para continuar el festejo. Lowell logra la aprobación del atleta más popular del instituto, y un beso de su adorada Laura. Beto Milanés y Lowell se empalman. eliseo alberto edifica una azorada traslación dramática: el ex militar se mira en el espejo del tiempo y el tigre de Bengala aguarda. el muchacho enamorado se enfrenta a un dilema en el que se le va la vida.

cabalgata de criaturas en una serie de sucesos y circunstan-

un tiGrede BenGaLa

La imagen recurrente del animal en la novela sirve para imaginar los abatimientos que angustian a un ex combatiente del ejército cubano; refleja las secuelas de un participante de un conflicto bélico

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“A mí me gusta decir, y estoy dispuesto a demostrarlo, que nadie ama más a Cuba que yo. La pueden amar como yo muchos, millones, no digo que no, pero más no, más no”ElisEO AlBErtO

“Hay más vivencias que literatura, las mías y las de mis amigos. Soy un escri-tor que cuenta la vida de sus amigos como si fuese propia. Es una novela so-bre cubanos, sobre las balas perdidas”

cias de procelosa configuración: el soldado tiene grabado un tatuaje con el nombre de todos los hombres que asegura haber matado: el tigre observa. Gigi col, una prostituta mexicana que ha comenzado su faena se cruza con Milanés. Langston Fischer, un viejo farmacéutico que ha salido a caminar con su perro, huele la desgracia en la mirada desquiciada del soldado cubano.

un comisario de la policía local se enfrenta al decreto de su hijo nelson, quien ha decidido llamarse Mandy: un travesti experto en artes marciales. el espíritu de un pianista vuela desesperado tratando de amparar a su hija. alguien conversa con la mujer más linda del mundo. tabaleos delirantes de los tambores orishas. el mar azul brama. el tigre de Bengala está sediento.

Quizás, en estas encrucijadas está el gran mérito de Caracol Beach: ya en la eternidad por fin comienza un lunes (1992) eliseo alberto había mostrado una comparsa de personajes extrava-gantes que se transponen en una misma cartografía y coinciden en sus desalientos.

Caracol Beach, fábula desgarradora: escalada de contin-gencias eufóricas como pretexto para describir situaciones de profundo sentido humano. un machete abre camino en la maleza: el tigre bufa. Beto Milanés va a morir: el tiempo cubre su paranoia; el perdón se arrebuja en las alucinaciones: Un segundo basta para conocer a un hombre camino al infierno.

El EsCritOr

Nombre: Eliseo Alberto de Diego García MarruzNació: 10 de sep-tiembre de 1951lugar: Arroyo Naranjo, CubaGénero:»Narrativa, poesía, textos periodísti-cos, infantilPremios:»Alfaguara de Novela, 1998»la Edad de Oro, 1980»Nacional de la Crítica, 1983»Gabino Palma, 1997

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una camisa de fuerza

Clemencia es una palabra que se usa poco. La noche anterior el sol-dado había vuelto a soñar con el tigre de bengala y se levantó de un salto, con un sabor a carne podrida en la boca. Escupió sangre. Los nervios le habían destruido las encías y por mucho que se lavara los dientes con sales de bicarbonato, y aunque bebiera mil tazas de café para fumarse mil cigarrillos Camel sin filtro, el ácido de la infec-ción seguía drenando gota a gota. Se arropó bajo la manita. desde el calvario de la guerra en ibondá de akú, dieciocho años atrás, tenía la precaución de dormir con los botines puestos, costumbre que terminó por desbaratarle los pies con hongos impertinentes. Quiso refugiarse en algún buen recuerdo de su vida y escapar allí de la encerrona. no pudo. Por la rendija de los párpados vio entrar al tigre. Un tigre. El tigre. Ése. El amarillo. de bengala. Su presencia le cortó el aliento. aparecía sin previo aviso en cualquier confusión de sueños y ya no lo dejaba en paz un instante. antes de descu-brirlo bajo la mesa jugando con una rata de basurero había percibido su olor a crema de amapolas rancias flotando en el aire del ama-necer, como cosmético de puta, y despertó angustiado. Escuchó en la distancia el canto de los gallos mañaneros, los motores de los coches por la autopista, el rumor de un mar que él sabía demasiado lejos, pero sólo al ver un aro de siete moscardones posado en la lámpara del techo, un ruido de rama que se quiebra le dijo que el demonio estaba cerca. Los insectos se avisparon y movieron el aire con las aspas de sus alas. Cada vez que sufría esa pesadilla la brújula de la conciencia trocaba los polos y lo hacía tomar por callejones sin salida. El tigre babeaba. Tenía sed. o quizás hambre. no le bastaba la rata. Quería otra. Lo quería a él.

—¡Virgen de Regla! ¡Por lo que más tú quieras dile que se vaya! Luz y Progreso para ti —rogó.

La oración fue a dar contra los cerros. El ocio vino de rebote entre humos turbulentos.

�desde que aceptó el trabajo de velador nocturno en el deshue-sadero de coches de Caracol beach, vivía en un tráiler que alguna vez fue transporte de un circo. aún podían leerse los créditos en un arco de vistosa caligrafía, algo desdibujados por los azotes de la intemperie: “arena Cinco Estrellas”. Rodeo ambulante. atracciones y adivinos. gitanos. Las láminas laterales estaban pintadas con imágenes de leones, mujeres barbudas y equilibristas. El vagón contaba en su interior con el equipamiento necesario para hacer de él un calabozo habitable: el catre ajustado con bisagras a la pared del fondo, dos parrillas eléctricas por cocineta y un diminuto retrete donde apenas cabía una persona, pero diseñado con la funciona-

lidad de los camarotes de tren, de manera que los servicios estuviesen al alcance de la mano: desde la taza del inodoro se podía abrir cómodamente la llave de la jofaina y darse una ducha siempre sentado. La cinta de bombillas rojas, azules y amarillas que rodeaba el tráiler por los cuatro puntos cardinales era el único lujo que el solitario huésped se permitía mantener en perfectas condiciones técnicas. Le gustaba encender el sistema de alumbrado y contemplar desde la autopista cómo brillaba su nave de hojalata en el centro de aquel cementerio de coches destrozados.

Cuando salió afuera, aturdido por los ecos del sueño, el tigre rondaba el techo del tráiler. a la luz del amanecer reparó en la extravagancia de que traía alas, articuladas al cuerpo con armonía. alas de cisne o de ángel. dos abanicos de plumaje blanco, sedoso, bien peinado. Llegaba de algún sitio donde había estado lloviendo porque en el filo de las plumas brillaban gotas de agua como perdi-gones de mercurio. Había que verlo. Saltaba del techo a las nubes con soltura y de nube en nube, por el prado de cúmulos pisando suave, y desde allí se dejaba caer en pronunciada curva hasta el deshuesadero sin batir las alas, y se perdía de vista entre los montes de hierro torcidos. no dejaba de ser un espectáculo hermoso. El

soldado encendió un cigarro y la picadura le supo a cianuro. “Strike, Strike Two, ¿dónde estás, hijo de tu perra madre?”, gritó.

Strike Two se asomó en la ventanilla del oldsmobile. El juego de escondidos se repetía con teatral puntualidad. Primero dejaba ver las orejas puntiagudas, luego los ojos, el hocico, la lengua, el cuello, hasta sacar medio cuerpo y asumir públicamente pose de gran mastín. Era un cachorro. Un vagabundo. Un buscapleitos. Había llegado al deshuesadero durante la navidad anterior y por varios días prefirió acampar al aire libre, bajo los coches. El soldado tampo-co hizo mucho para acercársele. Se tenían mutua desconfianza. a veces el cachorro ladraba cuando venía un cliente, atribuyéndose un rol de centinela que nadie le había encargado. Se entretenía per-siguiendo inalcanzables mariposas por los corredores del cemen-terio o mordiéndose la cola en graciosos remolinos. El agua la bebía de los charcos. ninguno de los dos claudicaba en sus posiciones. Eran tercos. muy tercos. La noche del 31 de diciembre, sin embargo, el animalito entró en el tráiler y saltó a las piernas del soldado justo en el momento en que él iba a cortarse las venas con una bayoneta de campaña. La irrupción del perro impidió el suicidio. El soldado le puso un nombre que le recordaba sus tiempos de beisbolista: Strike Two. El one era él. a partir del año nuevo, el perro durmió siempre en el oldsmobile, un engendro construido con partes y piezas de otros vehículos, como un Frankenstein mecánico. Cada mañana, hombre y mascota repetían el juego de los escondidos. El amo debía fingir que lo buscaba por los patios. “Strike, Strike Two, ¿dónde estás, hijo de tu perra madre?”. Tres o cuatro gritos después, el cachorro iba asomando orejas, ojos, hocico, lengua y cuello con estudiada complicidad. Pero ese sábado de lluvia el soldado lo recibió con un puntapié. Strike atravesó el cementerio barriga en tierra y llegó a la autopista decidido a marcharse. Se echó en la cu-neta. Jadeaba. Se puso a ver. Por la pista de asfalto corrían manadas de camiones carnívoros, jaurías de coches rabiosos, rebaños de ómnibus monteses, piaras de automóviles jíbaros. Strike regresó al cementerio y se tumbó en la escalerilla del tráiler. En la selva de los humanos hay caminos intransitables.

El miedo es una camisa de fuerza...

Escuchó en la distancia el canto de los gallos mañane-

ros, los motores de los co-ches por la autopista, el ru-mor de un mar que él sabía

demasiado lejos, pero sólo al ver un aro de siete moscar-

dones posado en la lámpara del techo, un ruido de rama que se quiebra le dijo que el

demonio estaba cerca

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FragmEnto dE CaraCol BeaCh

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Quince años de CaraCol BeaCh

una camisa de fuerza

soldado encendió un cigarro y la picadura le supo a cianuro. “strike, strike Two, ¿dónde estás, hijo de tu perra madre?”, gritó.

strike Two se asomó en la ventanilla del oldsmobile. el juego de escondidos se repetía con teatral puntualidad. Primero dejaba ver las orejas puntiagudas, luego los ojos, el hocico, la lengua, el cuello, hasta sacar medio cuerpo y asumir públicamente pose de gran mastín. era un cachorro. un vagabundo. un buscapleitos. Había llegado al deshuesadero durante la navidad anterior y por varios días prefirió acampar al aire libre, bajo los coches. el soldado tampo-co hizo mucho para acercársele. se tenían mutua desconfianza. a veces el cachorro ladraba cuando venía un cliente, atribuyéndose un rol de centinela que nadie le había encargado. se entretenía per-siguiendo inalcanzables mariposas por los corredores del cemen-terio o mordiéndose la cola en graciosos remolinos. el agua la bebía de los charcos. ninguno de los dos claudicaba en sus posiciones. eran tercos. Muy tercos. La noche del 31 de diciembre, sin embargo, el animalito entró en el tráiler y saltó a las piernas del soldado justo en el momento en que él iba a cortarse las venas con una bayoneta de campaña. La irrupción del perro impidió el suicidio. el soldado le puso un nombre que le recordaba sus tiempos de beisbolista: strike Two. el one era él. a partir del año nuevo, el perro durmió siempre en el oldsmobile, un engendro construido con partes y piezas de otros vehículos, como un Frankenstein mecánico. cada mañana, hombre y mascota repetían el juego de los escondidos. el amo debía fingir que lo buscaba por los patios. “strike, strike Two, ¿dónde estás, hijo de tu perra madre?”. Tres o cuatro gritos después, el cachorro iba asomando orejas, ojos, hocico, lengua y cuello con estudiada complicidad. Pero ese sábado de lluvia el soldado lo recibió con un puntapié. strike atravesó el cementerio barriga en tierra y llegó a la autopista decidido a marcharse. se echó en la cu-neta. Jadeaba. se puso a ver. Por la pista de asfalto corrían manadas de camiones carnívoros, jaurías de coches rabiosos, rebaños de ómnibus monteses, piaras de automóviles jíbaros. strike regresó al cementerio y se tumbó en la escalerilla del tráiler. en la selva de los humanos hay caminos intransitables.

el miedo es una camisa de fuerza...

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Fragmento de CaraCol BeaCh

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Portada de Caracol Beach, editorial alfaguara.

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“una guía para ser narrador”

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Como un narrador de “profundas reflexiones” recuerdan los escritores mexicanos a eliseo alberto. una prosa vigorosa, expresiva y poética marca la trayectoria literaria del ganador del premio alfaguara en 1998, de acuerdo con el escritor eduardo Langagne.

en entrevista con La Razón, el presidente de la Fundación para las Letras mexicanas, asegura que eliseo alberto es uno de los autores que se han vuelto imprescindibles para la lectura de quien está formándose como narrador.

en eso coincide el escritor Jorge F. Hernández, quien descri-be al autor cubano como una isla, “con una geografía entrañable donde había algunas lagunas de irresponsabilidades o de trope-zones o de abusos contra él mismo y contra su salud pero había anchos mares que lo rodeaban de inspiración y de poesía”.

eso se refleja en Caracol Beach. Carlos Fuentes, que presidió el jurado de aquel reconocimiento, dijo de la obra ganadora: “pocas páginas tan terribles se han escrito en la novela latino-américana como éstas de Caracol Beach, una tragedia a ritmo de salsa y rock and roll, una oscura salmodia a la orilla del mar”.

no fue el único que alabó el trabajo del isleño, también rosa regàs, integrante de aquel jurado, quien destacó que la mezcla armónica que utilizaba eliseo alberto para hablar la empleaba en sus novelas, “que no carecían del lenguaje que aprendió de niño, junto a su padre, el poeta eliseo diego”.

Caracol Beach fue la obra que internacionalizó a eliseo alberto —como lo llamaban sus amigos—, y aunque Cuba y el dolor del exilio están claramente presentes, como la crítica hacia ciertos aspectos de la revolución, de acuerdo con el historiador rafael rojas, Lichi dejó claro: “no escribiré nunca nada que haga daño a Cuba, mejor me corto la lengua y los brazos... me gusta decir, y estoy dispuesto a demostrarlo, que nadie ama más a Cuba que yo”.

“Es una novela que resume mucho de lo que llevaba Lichi en las entrañas porque es Cuba y la añoranza de la isla, y también es la locura de los hombres solos”

“Caracol Beach crea, con un lenguaje audaz, siempre sorprendente, un destino en el que el azar rompe a cada momento la lisura de lo cotidiano. Reinventa y actualiza las formas de la gran tragedia clásica, en una perfecta metáfora de este fin de siglo”DiCtamen DeL juraDoPremio aLfaguara 1998

jorge f. HernánDezesCritor mexiCano

“Me parece que Eliseo Alberto era dueño de una de las mejores prosas de América Latina”

rafaeL Pérez gayesCritor y eDitor mexiCano

“Pocas páginas tan terribles se han escrito en la novela latinoaméricana como éstas de Caracol Beach, una tragedia a ritmo de rock and roll, una oscura salmodia a la orilla del mar”

CarLos fuentesesCritor mexiCano

“Cuba y el dolor del exilio están clara-mente presentes, como la crítica hacia ciertos aspectos de la Revolución. Sin embargo, logra insertar estos aspectos de manera indirecta en su texto”

rafaeL rojasHistoriaDor y aCaDémiCo

“Era un hombre con una gran melancolía y una eficacia que no solamente se limita a la literatura. Yo creo que su escritura fue una manera de hacer más amigos”

javier garCía gaLianoesCritor

“Eliseo Alberto habla con precisión sin dejar el lenguaje que aprendió de su padre, el poeta Eliseo Diego. La mezcla armónica que empleaba con mayor fuerza en sus novelas”

rosa regàsesCritora esPañoLa

“Me parece que tiene mucho del len-guaje cinematográfico que Lichi solía manejar. Lo que más importa es que hay una descripción visual muy rica. Es una novela que merece releerse”

eDuarDo LangagnefunDaCión Para Las Letras mexiCanas

Por anabel Clemente trejo

el presidente de la Fundación para las Letras mexicanas, eduardo Langagne, asegura que el autor cubano es imprescindible; Carlos Fuentes se refería a la obra como una “tragedia a ritmo de rock and roll”

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Eliseo Alberto es el cubano en singular que quedará en mi memoria. Lichi. He cono-cido a muchos cubanos pero como éste, ninguno. Su paso, como de baile, su afecto amoroso, la clave alegre de burla e ironía en todo lo que decía, el manantial de historias que siempre tenía para contar. Un cubano con el que nunca me encontré en Cuba.

En 1998 ganamos juntos el Premio Internacional de Novela Alfaguara que había sido convocado por primera vez, y ante el empate entre su libro y el mío, el premio no fue dividido, lo que las bases no permitían, pero las bases no decían nada acerca de concederlo de manera doble, y eso fue lo que ocurrió, de modo que desde entonces el premio nos hizo hermanos siameses. Caracol Beach y Margarita, está linda la mar. Caracol Beach, una novela de feroz nostalgia y soledad, la soledad de la locura y el desarraigo, el urgente deseo de morir como una saga del desespero y la desesperanza.

Nos conocimos en México en la Casa Lamm, el centro cultural de la Colonia Roma, cuando concurrimos juntos a la primera conferencia de prensa de las muchas conferencias y entrevistas que nos tocaría dar a lo largo de un año en que viajamos por media España y por todo el continente, cuando las fatigas con bromas y chistes ca-ribeños sin que nunca, y esto parecerá muy raro, entráramos en competencia por los reflectores y las cámaras, ni la maledicencia ni la envidia enseñaran su cola. Muchos pensaban que dos ganadores siameses no podrían soportarse después del primer minuto, ínfulas, vanidad, soberbia. Los desmentimos. No éramos hermanos a la fuerza, sino de verdad.

Había que comparecer en el lobby de los hoteles para empezar en punto las entrevistas apenas terminado el desayuno, o el almuerzo, correr de un estudio de televisión o radio a otro; la lista era agobiante y había que ingeniárselas para aparecer fresco, como si se tratara de la entrevista única y uno no se hubiera pasado repitiendo a lo largo del día, y en los días anteriores, lo mismo, tratando de urdir variaciones sobre el mismo tema.

Una vez, en Barcelona, me dijo que ya no aguantaba más, y que no seguía adelante. Eso no podía ser, éramos siameses y donde fuera el cuerpo del uno tenía que ir el del otro. Lo sometí a una larga perorata acerca del objetivo de lo que andábamos haciendo. El objetivo eran las dos novelas, que debían venderse, y por tanto leerse. Lo convencí. En adelante, cada vez que bajábamos a desayunar, su saludo consistía no en decirme buenos días, sino: “el objetivo”.

Y así seguimos. En Gijón, Daniel Mordzinski nos hizo fotos en un bar: en una juga-mos al dominó, del que no entiendo nada pero en el que Lichi, como buen habanero,

era sabio. En la otra, Juan Cruz, entonces director de Alfaguara, hace de barman y nos sirve unas cervezas en la barra.

En Buenos Aires, cuando íbamos a abordar el avión a Montevideo en el Aero-parque, no le dieron el pase las autoridades uruguayas porque su pasaporte cubano era de segunda, un pasaporte de expatriado, que inspiraba desconfianza, y siempre siameses, yo tampoco abordé y regresamos juntos al hotel Alvear. Viajamos una tarde en auto a Rosario, para el acto de lanzamiento, y volvimos después de la medianoche, el río Paraná siempre invisible a nuestra vera. En la fonda del camino donde nos de-tuvimos a cenar, los cantantes de una troupe del Teatro Colón que regresaban de una función de ópera también en Rosario, brindaban alrededor de una mesa, y de pronto el tenor se puso a cantar a capela. En el tedio de la rutina, la magia también existía, como cuando en la cabina de radio en Miami, Olga Guillot llegó a darme un beso, algo de lo que Lichi se perdió, sobre todo porque ese beso cubano le tocaba a él.

Se sabía las mejores historias del mundo, que solía contar en nuestras comparecen-cias, la más memorable de ellas una en que un estudiante le preguntó a José Lezama Lima qué cosa era el azar. “El azar es”, habría contestado Lezama, “que tú te subes a la guagua y al lado del asiento que eliges va sentada la mujer que será tu esposa”. “¿Y ese es el azar, maestro?”, volvió a preguntar el alumno. “No”, respondió Lezama, “el azar es la mujer que iba en la guagua a la que no te subiste”.

Lo demás que contaba, también parecía mentira, o fruto de su ingenio, desvelado siempre por su feraz imaginación. Que de niño Lezama lo había cargado en sus pier-nas, que Virgilio Piñera llegaba a tomar el café todos los días a su casa en la calzada de Jesús del Monte en La Habana. Nada más verdadero, como que también Eliseo Diego, uno de los grandes poetas de la lengua era su padre, y Cintio Vitier y Fina García Ma-rruz, otros dos grandes poetas, eran sus tíos. Una infancia dorada en una casa llena de libros donde siempre sonaba un piano, y un nombre aristocrático largo el suyo, como el de un personaje de las viejas radionovelas cubanas: Eliseo Alberto de Diego García Marruz. La correspondencia de muchos años entre su abuela y Rose Kennedy, ambas compañeras de internado en Nueva York. “No creo que tu hijo, si es un caballero, sea capaz de invadir Cuba”, habría escrito en una de esas cartas la abuela.

Ahora, mientras el Paraná murmura en la oscuridad al lado del restaurante cami-nero, la voz del tenor que alza su copa de vino y canta, conmueve el silencio. Yo desde aquí, en el calor inclemente de Managua me toco el costado para sentir la parte que me falta. Mi hermano siamés se ha ido.

HERMANOS SIAMESES

Por Sergio Ramírez

TexTo Tomado de CaRáTula, ReviSTa CulTuRal CenTRoameRiCana, www.caratula.net

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Sergio ramírez (izq.) y eliseo

alberto, juegan dominó en gijón, españa, en 1998.

QUINCE AñOS DE CaraCoL BeaCh

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SUPLEMENTO ESPECIALLa Razón »Edición

Anabel clemente»disEño

Elizabeth cuevas»REtoquE digitAl

Jesús díaz Jorge g. Báez

»coRREcciónAlfonso gonzález Panzzi

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La Razón de México. Nueva época, Año de publicación 4

Hoy (...) quiero que mis palabras vuelen y encuentren por ahí a mis amigos errantes, mis balas perdidas. Se llamarán, podrán llamarlos, Mario, Manuel, Jesús, Joaquín, Teresa, Daina, Rafael (...) o Charín, amigos queridísimos que ahora andan apurados, siempre apurados, por las plazas de Madrid, las calles de Miami o los puentes de Londres: (...) sus cuerpos proyectan la sombra de una palma.

Hoy (...) quiero que mis palabras vayan y lleguen hasta mis amigos en la isla: se llamarán, podrán llamarlos, José, María, Silvia, Adrián o Marylis, y ahora estarán a Dios gracias en Bauta, Calabazar o San Juan y Martínez, rincones de mi alma; estarán (...) descamisados, sedientos, sudorosos (...) , escribiendo como apóstoles los nuevos testamentos de la nación cubana, nuevos palmares.

Hoy (...) quiero, necesito, que mis palabras corran y entren sin pedir permiso en las casas de mis amigos mexicanos: se llamarán, podrán llamarlos, Alejandro, Rosa, Rosalba, Luz María o Patricia, cómo no, mujer, Patricia Lara: ellos han sabido aligerarme mis nostalgias, comprender mis miedos tenaces, mis palmas de Ben-gala, partidas en dos por los rayos de un aguacero que no escampa.

Hoy, ya libre, quiero que mis palabras se arrastren y encuentren a esos compa-triotas sin cara, sin voces, sin testigos, que desde hace cinco, diez, quince, veinte años sobreviven entre cuatro paredes, pendientes al poco, insuficiente, apenas tibio sol que pasa de largo como Dios por las ventanas de sus celdas, por sus diminutas patrias de bolsillo, allí, donde todos los hemos olvidado. (...) Dios no los guarde: Dios los libre.

Hoy quiero que mis palabras resuciten a mis amados ausentes. Se llamarán, podrán llamarlos, Gastón, Titón, Carlos Rafael o el negro Granados, todos cubanos, muertos que no mueren, aunque mueran en Miami o en La Habana. Que mis palabras por fin encuentren, caramba, a mi padre, ese loco genial, Eliseo Diego, muerto de amor en México (...) . «Quieran mucho a su madre, quieran mucho a su país», dijo y selló su boca para siempre con esta cubanísima despedida: «Al carajo todo». En la tumba del poeta, crece una palma. Gracias a la familia De Polanco por su generosidad sin límites. (...) ¡Que vivan las palmas! ¡Que viva Cuba, Cuba libre! ¡Que viva España!

LA SoMBRA DE unA PALMAPor ElisEo AlbErto

*FrAgmEnto dEl discurso dE ElisEo AlbErto Al rEcibir El PrEmio AlFAguArA, En mAdrid, En 1998.

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