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86 Quiero expresar mi respeto y admiración por el dueño de estos textos, tal vez no porque sea un excelente escritor (tampoco afirmo que sea malo), sino porque, a pesar de ser un campesino humilde, mayor de edad, con poca experiencia literaria, etc., ha demostrado que tiene las agallas suficientes, ya que ha realizado, junto con el padre Mario Ramos, un trabajo minucioso, que me imagino le ha llevado bastante tiempo y esfuerzos. Lo anterior lo afirmo con certeza porque su trabajo tiene una gran riqueza histórica, antropológica y literaria que seguramente servirá como referencia de futuros trabajos y de inspiración para las generaciones venide- ras. Siga adelante, literato, que hay mucho por hacer. SERVANDO PINEDA, profesor originario de Guatemala. Corrector de textos profesional, actualmente trabajando en el periódico Siglo 21, uno de los de mayor circulación en Guatemala. ……………………………………………………..…………………………………………… Considero que es un libro muy interesante y con muchos datos investigados que demuestran mucho esfuerzo de parte del autor y don Mario Ramos. PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE MANUEL NAVARRETE Nació en el cantón Paratao (1957), segundo hijo de ocho (cinco varones y tres hembras) que procrearon sus padres, Carmen Ulises Navarrete Sorto y Teresa Navarrete Quinteros. En su cantón natal solo pudo cursar los dos primeros grados de primaria y luego, de tercero a noveno, los aprobó en la vecina ciudad de Victoria. De 1977 a 1980, en plena efervescencia previa a la guerra civil, terminó sus estudios de bachi- llerato agrícola en la ciudad de Usulután, cabecera del mismo departamento. Sus estudios representaron enormes esfuerzos personales y de sus padres; por ejemplo, para llegar a clases a Victoria, el lunes tenía que salir de su casa al menos a las tres de la mañana para caminar los 12 kilómetros de distancia cuesta arriba, trayendo el bastimento esencial para la comida de la semana, como era co- mún también en otros estudiantes del cantón. El mismo recorrido hacía el viernes por la tarde de regreso adonde sus padres, pero ya en bajada. Trabajó en su profesión agrícola en proyectos del MAG – Ministerio de Agricultura y Ganadería – de 1982-1987. Luego se dedicó a la construcción hasta llegar a ser maestro de obra. En la actualidad trabaja como vigilante en el Instituto Nacional de Sensuntepeque. RAMIRO VELASCO, escritor, profesor universitario, originario del vecino cantón San Marcos. Manuel Navarrete y Mario Ramos Cantón (aldea) Paratao, municipio de Victoria, Departamento de Cabañas, El Salvador C. A., 2013

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Quiero expresar mi respeto y admiración por el dueño de estos textos, tal vez no porque sea un excelente escritor (tampoco afirmo que sea malo), sino porque, a pesar de ser un campesino humilde, mayor de edad, con poca experiencia literaria, etc., ha demostrado que tiene las agallas suficientes, ya que ha realizado, junto con el padre Mario Ramos, un trabajo minucioso, que me imagino le ha llevado bastante tiempo y esfuerzos. Lo anterior lo afirmo con certeza porque su trabajo tiene una gran riqueza histórica, antropológica y literaria que seguramente servirá como referencia de futuros trabajos y de inspiración para las generaciones venide-ras. Siga adelante, literato, que hay mucho por hacer.

SERVANDO PINEDA, profesor originario de Guatemala. Corrector de textos profesional, actualmente trabajando en el periódico Siglo 21, uno de los de mayor circulación en Guatemala. ……………………………………………………..……………………………………………

Considero que es un libro muy interesante y con muchos datos investigados que demuestran mucho esfuerzo de parte del autor y don Mario Ramos.

PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE MANUEL NAVARRETE

Nació en el cantón Paratao (1957), segundo hijo de ocho (cinco varones y tres hembras) que procrearon sus padres, Carmen Ulises Navarrete Sorto y Teresa Navarrete Quinteros.

En su cantón natal solo pudo cursar los dos primeros grados de primaria y luego, de tercero a noveno, los aprobó en la vecina ciudad de Victoria. De 1977 a 1980, en plena efervescencia previa a la guerra civil, terminó sus estudios de bachi-llerato agrícola en la ciudad de Usulután, cabecera del mismo departamento.

Sus estudios representaron enormes esfuerzos personales y de sus padres; por ejemplo, para llegar a clases a Victoria, el lunes tenía que salir de su casa al menos a las tres de la mañana para caminar los 12 kilómetros de distancia cuesta arriba, trayendo el bastimento esencial para la comida de la semana, como era co-mún también en otros estudiantes del cantón. El mismo recorrido hacía el viernes por la tarde de regreso adonde sus padres, pero ya en bajada.

Trabajó en su profesión agrícola en proyectos del MAG – Ministerio de Agricultura y Ganadería – de 1982-1987. Luego se dedicó a la construcción hasta llegar a ser maestro de obra. En la actualidad trabaja como vigilante en el Instituto Nacional de Sensuntepeque.

RAMIRO VELASCO, escritor, profesor universitario, originario del vecino cantón San Marcos.

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Manuel Navarrete y Mario Ramos

Cantón (aldea) Paratao, municipio de Victoria,

Departamento de Cabañas, El Salvador C. A.,

2013

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Templo actual del cantón Paratao, en construcción

Antigua capilla construida en el caserío El Palomar, Paratao

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Reuniones comunitarias: En el interior de una casa y al aire libre

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PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE MANUEL NAVARRETE

Nació en el cantón Paratao (1957), segundo hijo de ocho (cinco varones y

tres hembras) que procrearon sus padres, Carmen Ulises Navarrete Sorto y Teresa

Navarrete Quinteros. Casado con Santos Consuelo Laínez, con quien ha procreado

cinco hijos: Silvia, Teresa, Wilber Alexander, Manuel Ulises, Consuelo Idalma y

Josué Antonio.

En su cantón natal solo pudo cursar los dos primeros grados de primaria y

luego, de tercero a noveno, los aprobó en la vecina ciudad de Victoria. De 1977 a

1980, en plena efervescencia previa a la guerra civil, terminó sus estudios de

bachillerato agrícola en la ciudad de Usulután, cabecera del mismo departamento.

Sus estudios representaron enormes esfuerzos personales y de sus padres;

por ejemplo, para llegar a clases a Victoria, el lunes tenía que salir de su casa al

menos a las tres de la mañana para caminar los 12 kilómetros de distancia cuesta

arriba, trayendo el bastimento esencial para la comida de la semana, como era

común también en otros estudiantes del cantón. El mismo recorrido hacía el viernes

por la tarde de regreso adonde sus padres, pero ya en bajada.

Trabajó en su profesión agrícola en proyectos del MAG – Ministerio de

Agricultura y Ganadería – de 1982-1987. Luego se dedicó a la construcción hasta

llegar a ser maestro de obra. En la actualidad trabaja desde hace varios años como

vigilante, en el Instituto Nacional de Sensuntepeque.

Manuel Navarrete, de sombrero

negro; junto a paisanos de Paratao.

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Manuel Navarrete y Mario Ramos

Cantón (aldea) Paratao, municipio de Victoria,

Departamento de Cabañas, El Salvador C. A.,

2013

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13.- BIBLIOGRAFÍA

1.- ARMIJO, Roberto, El asma de Leviatán, UCA editores, 1990.

2.- DALTON, Roque, Las historias prohibidas del pulgarcito, UCA editores 1990.

3.- LARDÉ Y LARÍN, Jorge, Toponimias de El Salvador, zona central, ediciones

del Ministerio del Interior, 1977, 1ª. edición, Imprenta Nacional, San Salvador,

El Salvador,C.A.

4.- MENDOZA BONILLA, Juan José (sacerdote paulino), Mélida y Jesús,

UN AMOR EN NOMBRE DE DIOS, Impresos Quijano, tercera edición, 2008.

San Salvador, El Salvador CA.

5.- Revista Taumaturgo, ya desaparecida, editada por la congregación

somasca,años 1940-1960 (aproximadamente).

6.- www: //Ramirovelascoblogspot.com

7.- FÉLIX MONTANO, MARIO RAMOS, literatura precolombina cuscatleca, un

códice por descifrar, ediciones San Pablo, Guatemala, 2008.

8.- ADOLFO MÁRQUEZ, cerca del corazón de los niños (leyendas de

Sensuntepeque), fotocopia de libro original editado por el Ministerio de

Educación a finales de 1950.

9.- Clements, Charles. Guazapa. UCA editores. San Salvador, 1989.

10.- Carney Guadalupe, Sólo díganme Lupe. Autobiografía del padre Guadalupe

Carney; editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras, 2004

11.- Allwood Paredes Juan. OSICALA. Cuarta edición, arte y letras S.A. de CV,

San Salvador CA, 1998

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El libro confirma una vez más, que toda celebración de carácter colectivo ha marcado y

sigue marcando la identidad de cada comunidad. La gente de Paratao marcaba el

transcurso de la vida rigiéndose por fechas y tradiciones festivas. Así podemos comprobar

como, con frecuencia, un período determinado comenzaba o terminaba con una fiesta o

celebración. El ciclo festivo estaba íntimamente relacionado con las estaciones del año:

celebraciones navideñas y todo lo que implicara alegría con sus múltiples y variadas

ceremonias y presentaciones: “ las posadas” hasta las “ acostadas” con sus respectivos

cánticos navideños, Semana Santa y todo lo que ello conllevaba; las fiestas a la Virgen en

el mes de mayo; la gran fiesta patronal y sus atoladas. En fin, siempre eran todo un

acontecer. Es más, la gente de Paratao se definía como católica, y eran pocos los de la

iglesia pentecostal. La presente es una pequeña pero gran edición para aprender de las

remembranzas de lo que se hacía y cómo se hacía en Paratao querido. Sin lugar a dudas,

el libro es un interesante referente para las presentes y futuras generaciones.

*: nota de Mario Ramos.

12.2.- SERVANDO PINEDA, profesor, originario de Guatemala. Corrector de textos

profesional, actualmente trabajando en el periódico Siglo.21,

uno de los de mayor circulación en Guatemala.

Quiero expresar mi respeto y admiración por el dueño de estos textos, tal vez no porque

sea un excelente escritor (tampoco afirmo que sea malo), sino porque, a pesar de ser un

campesino humilde, mayor de edad, con poca experiencia literaria, etc., ha demostrado que

tiene las agallas suficientes, ya que ha realizado, junto con el padre Mario Ramos, un

trabajo minucioso, que me imagino le ha llevado bastante tiempo y esfuerzos. Lo anterior lo

afirmo con certeza porque su trabajo tiene una gran riqueza histórica, antropológica y

literaria que seguramente servirá como referencia de futuros trabajos y de inspiración para

las generaciones venideras. Siga adelante, literato, que hay mucho por hacer.

12. 3.- RAMIRO VELASCO ,escritor, profesor universitario, originario

del vecino cantón San Marcos

Considero que es un libro muy interesante y con muchos datos investigados que

demuestran mucho esfuerzo de parte del autor y don Mario Ramos

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Paratao, entre la historia y la leyenda Por: Manuel Navarrete y Mario Ramos

Primera edición, 500 ejemplares, julio 2013 Segunda edición, febrero 2017

Corrector de texto: profesor Servando Pineda, Guatemala. Imprenta Emiliani, La Ceiba de Guadalupe, San Salvador, [email protected], teléfono: (503) 2243-5341

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DEDICATORIA:

Al presbítero Rigoberto Navarrete Larreynaga

Breve biografía Si bien no pudo hacer obra directa en Paratao, siempre estuvo pendiente,

y con frecuencia contaba interesantes anécdotas y datos históricos de su lugar de origen.

En una oportunidad, entre otras cosas relativas a Paratao, sugirió lo siguiente: a.- que se

debería llevar un diario (memoria) del cantón, b.- que la casa que fue de sus abuelos

en Sensuntepeque y que servía de posada para la familia y otras personas de Paratao,

debería conservarse como museo y patrimonio común de la familia Navarrete.

Rigoberto nació en Paratao, caserío El Palomar el 01 abril de 1937, primer hijo de

seis – tres varones y tres hembras - que procrearon sus padres, Marcial Navarrete Torres y

Jesús Larreynaga Sorto.

Realizó estudios de sus dos primeros grados de primaria en la escuela de su

cantón, y de tercero en adelante fue enviado por sus progenitores al colegio Emiliani que la

congregación somasca regentaba en Sensuntepeque. Invitado por el padre José Bertola,

en 1952, ingresó en la Congregación de los Religiosos Somascos, en el nuevo seminario

menor de Guacotecti, Cabañas. Luego de terminar el bachillerato y noviciado, cursó sus

estudios de Filosofía y Teología en el seminario somasco de Magenta, Milán Italia.

Era de tez blanca, baja estatura y frágil de salud, pero muy inquieto en sus ideas. Su

primer apostolado educativo lo desarrolló en Tlalnepantla, estado de México, y Colima,

estado del mismo nombre, al sur de México. En 1975 fue trasladado al Instituto Emiliani

de El Salvador, y en 1986, al de Guatemala; en ambos lugares modernizó la situación de

hogares y actualizó la enseñanza en los centros educativos al fundar dos respectivos

bachilleratos técnicos. En la guerra civil salvadoreña (1980-81) junto a cohermanos de la

Congregación Somasca, atendió a cerca de 500 refugiados, en terrenos de la congregación

en Zapotitán, La Libertad, Guacotecti y La Ceiba de Guadalupe, San Salvador; luego solo

se haría cargo del refugio de Zapotitán, de 30 familias. En el terremoto de 1986, reubicó a

30 familias pobres en Soyapango y les construyó, con ayuda mutua e internacional, sus

respectivas casas. Lo anterior naturalmente Rigoberto lo realizó con la ayuda de la

Congregación Somasca, entidades internacionales y amigos de las obras.

El 21 de septiembre de 1995 murió en Guatemala a los de 58 años de edad. Sus

restos descansan en la cripta de la Basílica de la Ceiba de Guadalupe, San Salvador.

Todos los años es recordada la fecha de su resurrección, especialmente por los

beneficiarios de su apostolado y por quienes dio su vida. En cierta ocasión, monseñor

Modesto López (+) recordó que, con sus naturales variantes, la figura del padre Navarrete

podría ser comparada con la de monseñor Romero.

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Este mundo globalizado en que vivimos, este pequeño pero gran libro, por su

contenido, me da elementos de juicio para redimensionar sobre la urgencia de estudiar las

creencias pertenecientes a determinados pueblos y, en concreto, las historias y leyendas

de Paratao; lo que pensaba y decía la gente, sus habladas, sus pasatiempos y, por qué

no, hasta sus jayanadas en sus ratos de ocio a la sombra de los palos de amate o tendidos

en las hamacas amarradas a las vigas de los techos en los corredores; así como sus

costumbres, cuentos, canciones y dichos tradicionales, ya que estamos convencidos que

expresan todo ese conjunto de vida trasmitido por medio de las tradiciones que son crea-

das y trasmitidas por el mismo pueblo; en este caso, la gente del cantón Paratao y sus

contornos, que abarcan y forman parte de la mentalidad de esa gente; su diario vivir con

sus múltiples y variadas ocupaciones, su producción y formas de subsistencia; fiestas y

costumbres que definieron su idiosincrasia. Todo ello, perfiló las características propias de

este cantón, y va a marcar su propia cultura. Todo eso contiene el libro. Se despierta la

emoción al leerlo, pues son los elementos que los “ diferencia” de los otros, aún integrando

el mismo país. Eso es lo interesante de este libro. Es una microdescripción – como

hacemos los antropólogos cuando nos proponemos estudiar a un grupo social -. Pues

bien, esta cultura propia, elaborada y labrada por su propia gente y trasmitida de padres a

hijos, es lo que con carácter general llamamos “ el corazón que da vida al pueblo”, y que,

sin más, es su cultura. Este legado cultural descrito en este libro - que no tiene ninguna

ínfula académica pero sí descriptiva, como para no perder la memoria –ahora es contempla-

ción y disfrute, y nos sirve para analizar y conocer las maneras de divertirse y de realizar

ceremonias formales que tuvieron aquellos pobladores - y añado - :las costumbres y ritos

relacionados con el matrimonio, sus alegrías y sinsabores, sus temores, la sensibilidad

cultural y religiosa que los caracterizaba, que como producto de su reflexión, ingenio,

experiencia y creatividad dio lugar a diversidad de creaciones ( musicales, baile, religiosas,

gastronomía, pasatiempos, etc) ; hasta ver cómo ellos creaban y recreaban sus múltiples

vivencias. En definitiva, en Paratao vemos – y en esto gracias al esfuerzo de Mario y

Manuel * – como decimos en la antropología, el legado cultural de un pueblo forjado con el

trascurrir de los años, que es tanto como decir la historia viva de las generaciones que se

han ido engendrando con las aportaciones y creaciones de sus vecinos en la línea del

tiempo. Sin más podemos constatar en este trabajo que la trasmisión generacional de

nuestro acervo cultural- tradicional se ha efectuado principalmente mediante la trasmisión

oral: enseñanza que los hijos reciben de sus padres y mayores, pero también de lo han

visto y practicado, en una palabra: vivido. La tradición oral ha pasado de padres a hijos,

manteniendo y trasmitiendo historias, anécdotas y costumbres. Y es que en este sentido es

que a eso lo llamamos “ tradición oral”.

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12.- ALGUNOS COMENTARIOS AL FOLLETO PARATAO 12.1.- Paratao, algunas de sus historias y leyendas, Ramón Rivas, director de la dirección de cultura, universidad tecnológica; COLATINO, viernes 8 de noviembre de 2013

Hace algunas semanas … fui invitado por el presbítero Mario Ramos a

Sensuntepeque para la presentación de un libro ( de Manuel Navarrete, autor principal,

originario de paratao *1) que me ha impresionado profundamente y del que en esta ocasión

quiero hacer una reflexión de su contenido, pues estoy seguro de que da para mucho

más. " Paratao, algunas de sus historias y leyendas. Cantón (aldea) Paratao, municipio

de Victoria, departamento de Cabañas, El Salvador es el título del libro. Los relatos

que contiene no sólo son historias para nosotros, sino que son algunos registros de los

orígenes de nuestras familias. Y digo nuestras familias, porque ese cantón, alejado de todo

hasta la década de los setenta, guarda los restos de mis ancestros, los abuelos de mis

abuelos; sus lugares donde crecieron, pero también esos espacios que ahora solo son

imaginarios y que momento a momento y día con día traen a la memoria recuerdos nostálgi-

cos que ahora solo se hacen “realidad” en las mentes de muchos. Para nosotros, ya de la

tercera, cuarta o quinta generación, el libro en mención es un testimonio importantísimo,

pues es el único referente que nos queda para buscar los orígenes de esa parentela de los

Callejas, Bonilla, Rivas, Reyes, Barrera, Ramos y, a lo mejor, más…Mario Ramos, miembro

de la Congregación Somasca, y que es originario de Paratao, ha sido un importante artífice

en la elaboración de este particular documento, escuchando y sistematizando los relatos de

don Manuel Navarrete ( que fue el de la idea original, Mario Ramos se unió a él como

coautor) *. Creo que con trabajos como este no solo se vive y se recuerda la cultura

transformada de este país, sino que, a su vez se está haciendo patria, que es lo que no

hacen a los que se les paga para eso, para investigar, los de forma profesional deberían

dedicarse a la investigación histórica para comprensión y entendimiento de nuestras

sociedades, que son muchas en este nuestro El Salvador. Esta obra debe motivar a los

jóvenes de las escuelas para aprender sobre lo importante que es la historia que cuenta la

gente, la historia oral, para la comprensión y la sana convivencia de los pueblos.

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ÍNDICE 1.- Presentación ………………………………………………………………………………………..7

2.- Introducción, agradecimientos………………………………………………………………….8

3.- Ubicación de Paratao………………………………………………………………………………9

4.- Origen de Paratao, algunas de las primeras familias y su forma de vida …::………….11

4.1 Cultivos, moliendas, pesca

4.2 Comercio

4.3 Diversas celebraciones: religiosas, flores de mayo, Semana Santa, Navidad y Día de

Reyes, romerías

4.4 Matrimonios

4.5 Autoridades locales

4.6 Recreaciones

5.- Paratao y los cambios de los tiempos……………………………………………………….25

5.1 Primera capilla

5.2 Educación

5.3 Cementerio

5.4 Agua potable

5.5 Vías de comunicación

5.6 Unidad de salud

5.7 Luz eléctrica

6.- Varios acontecimientos nacionales y su impacto en Paratao…………………………..31

6.1 El cólera morbus de 1925

6.2 Los acontecimientos del 32

6.3 El diluvio del 1934

6.4 Paratao y la mina de El Dorado

6.5 La guerra fratricida con Honduras o guerra del fútbol

6.6 La pasada guerra fratricida de 1980-1992

7.- Leyendas de Paratao…………………………………………………………………………….36

7.1 El Cerro de la Doncella

7.2 El caballero del silbido de medianoche

8.- Evolución de las familias originarias hasta el presente…………………………………….47

9.- Algunas anécdotas……………………………………………………………………………….55

9.1 La aparición del caballo Calzonillo, por Manuel Navarrete

9.2 Aterrizaje del helicóptero, por Ulises Navarrete

9.3 El ángel de la guarda me libra de la muerte en 1980 -Tremendo susto en Victoria y

primera visita del Ejército Revolucionario para la Liberación Nacional al Palomar, por

Manuel Navarrete

10.- Anexos sobre la vida en Paratao y otros…………………………………………………...60

10.1 El jabón de aceituno de nuestras madres y abuelas, por Ramiro Velasco

10.2 Una tragedia olvidada en El Salvador: Las inundaciones de junio de 1934 y su

impacto en Paratao, por Ramón Rivas

10.3 Cómo era la fauna en Paratao a finales del siglo XIX y principios del siglo XX,

por Roberto Armijo

11.- Conclusiones y recomendaciones………………………………………………………….73

12.- Algunos comentarios al folleto Paratao……………………...……………………………..79

13._ Bibliografía…………….……………………………………………………………………..….82

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1.- PRESENTACIÓN Encendamos en paratao el candil y el ocote cultural

Por Mario Ramos

A finales del 2012, se me acercó Manuel Navarrete con un legajo de hojas escritas

sobre leyendas, historia y otros tópicos de Paratao; me dijo si le podía dar alguna ayuda.

De lo presentado, recuerdo que me llamó la atención el título de uno de los temas: El Cerro

de la Doncella. Esto fue suficiente para que, sin pensarlo mucho, le dijera que, procuraría

darle alguna colaboración en la medida de mis limitaciones y posibilidades.

Le di una mirada general a lo preparado. Como primera impresión, me vinieron a la

mente tantos recuerdos de mi lugar de nacimiento y en particular anécdotas que contaba el

presbítero Rigoberto Navarrete, a quien con buen tino Manuel dedica el presente trabajo.

Pensé entre otras cosas que era una forma de conservar la abundante memoria histórica

que de forma oral todavía se mantiene en Paratao y otros cantones del municipio de Victo-

ria y a la vez profundizar un poco más en la cosmovisión de nuestras zonas mezcladas de

las culturas lenca y española.

Aparte de felicitar a Manuelito por esta iniciativa, le dije podía ayudarle en la

parte literaria y tal vez agregar algunos datos que conocía y por mi cuenta podía investigar.

Le recomendé que los protagonistas fueran las personas del lugar, vivas o difuntas, sin

distinción alguna. Con las anteriores premisas y otras anexas, comenzamos a trabajar en

conjunto como un primer intento de elaborar una historia cultural del cantón Paratao,

sin ninguna ínfula literaria.

El ensayo creo va en la misma línea de la biografía escrita por el presbítero

Juan Mendoza, originario del vecino caserío de Providencia: MÉLIDA Y JESÚS: UN AMOR

EN NOMBRE DE DIOS; biografía en la que al narrarnos la vida de sus padres, al mismo

tiempo nos cuenta parte de la historia del vecino cantón Nombre de Dios y el caserío de

Providencia. Coincide también con lo que tiene Ramiro Velasco, originario del cantón San

Marcos, en su blog mensual, cuando comenta algunos aspectos de la vida presente y

especialmente la pasada de nuestras comunidades rurales que tienen mucho en común.

Varios de los apuntes de este folleto fueron tomados literalmente del blog de Ramiro; como

también incluimos un interesante artículo de Ramón Rivas escrito sobre como vivió

Paratao “ el diluvio” de 1934, etc.

Este pequeño esfuerzo, como la antigua luz de los candiles y los ocotes usados

por nuestros padres y abuelos creemos abona la llama de la cultura en nuestro cantón y

sus alrededores. Mantengamos pues encendidas estas mechas culturales.

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AGREGADOS INTERESANTES

a.- Algunos dichos (y metáforas) usadas en varios lugares y

que fueron muy comunes en paratao

- Ya me está cantando la lechuza = canto de ave considerado aviso de algo

trágico.

- Albarda sobre aparejo= redundancia

- Ando con la albarda de medio lado = estoy en un problema y ando agüitado.

- La misma mula con diferente albarda= El mismo asunto planteado con otras

palabras.

- Mantengo a mi hijo con mecate corto= no le doy mucha libertad

- Ya estamos montados en el macho, debemos jinetearlo= resolver un asunto

ya iniciado.

- Andar como macho sin dueño= sin control de nadie

- En el camino se arreglan las cargas= muy comprensible…

- A caballo regalado no se le busca lado= también comprensible…

- Cuando estaba con un pie en el estribo = Estaba ya de salida

- Machete estate en tu vaina= no andar de metido….

- Arrieros somos y en el camino andamos…

Según es el sapo, así es la pedrada…

b.- Para los lingüistas

Alguien puede averiguar a qué se debe en la zona y lugares cercanos el uso de

los siguientes vocablos con terminación en TE, por ejemplo: Jiote, aguacate,

zacate, talnete, zulnete, jocote, ejote, ayote, coyote, caite, achiote, etc

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Algunas sugerencias sobre este vital tema:

Continuar con las campañas de concienciación; procurar a mediano y largo plazo

rescatar la quebrada de Paratao y otras quebradas de invierno reforestando todas sus

cuencas hidrográficas, comenzando desde las laderas del cantón La Uvilla y el cerro del

Ocotillo, de Victoria, y las respectivas cuencas en el resto del cantón.

Seguir insistiendo para que el Ministerio de Medio Ambiente logre darle el

tratamiento adecuado a las aguas negras provenientes de Sensuntepeque y que en la

actualidad son depositadas en el río Gualquiquira.

Implementación de la ganadería intensiva en contraste con la extensiva actual y

de ser posible lograr un consensuado ordenamiento territorial, por el cual se distingan

las zonas de construcción, de cultivos y las zonas de reserva forestal.

Promover que en el ámbito nacional y en unión con los hermanos hondureños

residentes en aldeas colindantes del río Lempa, sea sustituida la actual presa, 15 de

Septiembre, por energía eólica, volcánica o similar, pues de esta manera volvería a existir

el Corredor Biológico que existía antes de la construcción de esa presa y que daba

tanto alimento a las personas vivientes no solo de El Salvador, sino también de la frontera

de Honduras, con abundancia de peces que subían desde las zonas costeras marinas.

Unidos a los vecinos hondureños, luchar porque no se siga contaminando el río

Lempa. Recordar los peligros todavía latentes de la activación de El Dorado de parte de la

empresa minera Ocean Gold, sustituta de la tristemente célebre Pacific Rim; como también

los peligros similares de otra empresa minera canadiense que en Cerro Alto, Guatemala,

actualmente realiza, conforme a numerosos datos ya conocidos por todos, trabajos de

exploración minera que contaminarán irreversiblemente el lago de Güija y, en

consecuencia, el vital río Lempa.

OJO: El presente año 2017, el vital río Lempa, en la zona de Paratao, se

puede decir que ha comenzado a agonizar.

En la parte histórica-cultural-arqueológica, buscar la forma de mantener aquellas

casas típicas más antiguas donde habitaron los primeros patriarcas del cantón que, si bien

dándoles el mantenimiento adecuado pueden y deben servir como viviendas, algunas de

ellas tienen más de cien años. Entre estas, la casa del Palomar donde vivieron Felipe

Navarrete y Coronada Torres, hoy propiedad de Saúl Torres y familia. Es de las casas más

típicas y antiguas de todo el cantón.

9

2.- INTRODUCCIÓN– AGRADECIMIENTOS Un día que viajaba a San Salvador con Ramiro Gallegos y el presbítero Wilfredo

Rodríguez, escuché que el sacerdote leía una de las historias del libro de Chas Wes

(Samuel Cortéz) del municipio de Guacotecti. Después de escuchar los relatos, les dije a

mis amigos que yo también tenía leyendas que contar de mi cantón de origen, Paratao, y se

las narré. Ellos me escucharon con atención y al terminar mis relatos, el padre Will me

dijo: “Manuel, su historia está bien bonita. ¿Por qué no escribe un libro?”. En ese momento

me dije para mis adentros: Manuel, tenés que escribir todo lo que sabés de Paratao, sus

historias y sus leyendas.

Comencé a redactar algo de lo que conocía y había oído. Quienes se dieron cuenta

de mi esfuerzo me recomendaron hablar con el presbítero Mario Ramos, originario también

de Paratao y que ya tiene alguna experiencia en publicación de libros. Le presenté al

sacerdote lo que había iniciado y él me terminó de animar a que continuara en mi propósito.

Mi familia y otros amigos y amigas también me han entusiasmado a realizar esta hazaña.

Y aunque es una enorme tarea, especialmente cuando no se cuenta con los suficientes

recursos literarios, económicos, etc., pienso que con lo que presento estoy contribuyendo,

entre otras cosas, a:

1.-recordar los numerosos acontecimientos pasados que nos contaban nuestros abuelos y

que se están perdiendo;

2.- a contar cómo era el cantón y cómo es ahora con los cambios y avances de los

tiempos para muchos que hemos tenido la dicha de ver estos cambios, y,

3.- fomentar la cultura de nuestro cantón y de todos los cantones vecinos, al narrar las

historias y las leyendas,

Conozco mis limitaciones; por lo tanto, espero que este esfuerzo sirva de ejemplo

para que otros continúen esta brecha que pretendo abrir y puedan sembrar y cosechar lo

que estoy iniciando. Ofrezco disculpas por los errores y equivocaciones que pude haber

cometido, pero les invito a que juntos iniciemos una nueva etapa en Paratao.

De nuevo agradezco a todas las personas que directa e indirectamente han cola-

borado para la realización de este trabajo, ya sea proporcionando datos, ayuda económica.

En especial quiero expresar mis agradecimientos a la Congregación Somasca a la cual

perteneció el sacerdote Rigoberto Navarrete, por su valiosa colaboración en la publicación

de este folleto.

Les pido divulguemos lo más que podamos este ejemplar, especialmente entre las

personas originarias de Paratao que conozcamos y otras que puedan interesarse.

Manuel Navarrete Navarrete

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4.- UBICACIÓN Y PEQUEÑA DESCRIPCIÓN DE PARATAO

Es uno de los 11 cantones del municipio de Victoria del departa-

mento de Cabañas. Eclesiásticamente pertenece a la parroquia

del mismo municipio. Según el último censo tiene alrededor de 3 mil

habitantes. Por la carretera dista 35 kilómetros de la cabecera departa-

mental Sensuntepeque y 24 del municipio de Victoria, aunque por el

camino de “bestias” de La Uvilla- La Montaña, son solo 12 kilómetros.

El cantón está situado entre los 100-350 metros sobre el nivel del

mar; limita al noreste con el departamento de Lempira de la hermana

república de Honduras, ambos divididos por el río Lempa. Al sur colinda

con los cantones de Azacualpa y una pequeña parte con San Marcos a

través de la desembocadura del río Gualquiquira. Al oeste con el cantón

La Uvilla y San Pedro.

77

En seguridad social, continuar y profundizar lo iniciado por los últimos gobiernos

nacionales, de dar la pensión básica a los adultos mayores, pues la tienen muy merecida.

En las vías de transporte, terminar de unir la carretera al último caserío que

todavía está desconectado: La Montaña y luchar porque pronto sea pavimentada la nueva

carretera hasta el puente Integración y que llegue la pavimentación al menos al Palomar.

Sobre el medio ambiente: al ponerle atención a este vital tema para las actuales y

futuras generaciones; si nos atenemos a los nombres de varios caseríos que todavía se

conservan: el Bosque, La Montaña, el Palomar, el Papalón, el Limo y aún el mismo nombre

de Paratao, todo da a entender que en el siglo XIX había mucha biodiversidad, que incluso

la actual quebrada de Paratao pudo haber sido un río de invierno y verano. En el Palomar

se ha conservado la tradición que originalmente era llamado LA HACIENDA, pero que

cuando llegaron las primeras familias a establecerse en este caserío central, circulaban y

posaban en el lugar con frecuencia enormes cantidades de palomas caseras que casi

cubrían la luz del sol; por esa razón se le cambió el nombre.

Esta biodiversidad se fue perdiendo, entre otras razones, por:

a.- la siembra del añil para la exportación, b.- el aumento normal de la población y los

cultivos de maíz en una zona eminentemente quebrada, c.- la falta de concienciación de

las personas sobre los daños futuros por la ausencia de bosques y d.- la poca diversifica-

ción de cultivos y la excesiva promoción de la ganadería extensiva.

En los últimos años, por diversas razones: concienciación, poca siembra de maíz,

emigración, etc., han aumentado pequeños bosques, lo cual ha traído que se vuelvan a ver

pequeños grupos de venados y otros animales que habían desaparecido temporalmente por

los efectos de la deforestación.

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2.- Sobre los estudiantes

Algunas familias aparecen con hijos estudiantes porque emigraron del cantón;

otras, con grandes dificultades, hacían el esfuerzo de enviar a sus hijos a Victoria o a

Sensuntepeque. Y, dato curioso, los jóvenes que han alcanzado estudios medios o

universitarios han emigrado del lugar. Según el periodista Guido Flores de Radio maya

visión, originario de Victoria y que trabajó un año de profesor en Paratao en la década de

los ochenta, afirma que siempre admiró cómo la mayoría de los padres de familia del

cantón hacían enormes esfuerzos por el estudio de sus hijos e hijas; cosa contrario en el

resto de cantones colindantes.

Las primeras mujeres que iniciaron carrera formal fueron Hilda Rivas, Praxedes

Ramos Reyes, Bertila Navarrete Bonilla y Carmela Torres, de Paratao, El Bosque y el

Palomar, respectivamente. De los hombres: José y David Quinteros, de Catarina, y el Limo,

respectivamente, fueron quienes primero iniciaron, antes de 1960, estudios universitarios en

la Universidad de El Salvador (UES); incluso, estos dos jóvenes en 1960 participaron en los

movimientos estudiantiles que derrocaron al presidente militar coronel José María Lemus, y

en su lugar se instaló la Junta Civil de Gobierno (Ing. Fortín Magaña, doctor Fabio Castillo

Figueroa, etc.) que duró únicamente tres meses y volvieron de nuevo los gobiernos

militares.

De los emigrados a fin de estudiar, por diferentes razones justificadas o no, poco o

nada han contribuido al desarrollo humano, social, cultural, ambiental, etc. de su cantón de

origen. De lo anterior se exceptúan las actuales autoridades del departamento, tanto en

Victoria como en Sensuntepeque, originarias de Paratao. También buena parte de los

migrantes en el Norte han contribuido significativamente en algunas mejores en el cantón,

por ejemplo, para la construcción del nuevo templo.

Algunos padres de familia se oponían a que estudiaran sus hijos e hijas, porque

argumentaban que se volvían “haraganes”.

Recomendaciones

En la alimentación, fomentar el tema actual nacional y mundial de seguridad

alimentaria.

En la salud, procurar lo que en otros países ha dado resultado: la salud

preventiva, especialmente con los niños y con los adultos mayores. Para lo anterior hace

falta que esté un médico a tiempo completo en la casa de salud ya existente.

En educación, continuar con lo ya iniciado, por lo tanto crear cuanto antes buen

bachillerato motivador de los jóvenes.

En trabajo, promover la capacitación en los jóvenes para que se termine la

mentalidad actual de que solo piensan irse para el Norte. La creación de cooperativas

agrícolas, aspecto que en otras partes ha dado buenos resultados y quizá involucrar a los

migrantes que están en EL NORTE.

11

UBICACIÓN DE PARATAO Y SUS CASERÍOS

CA

NT

ÓN

PA

RA

TA

O

HONDURAS

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4.- ORIGEN DE PARATAO, ALGUNAS DE LAS PRIMERAS FAMILIAS Y FORMA DE VIDA

De la época precolombina sólo tenemos su nombre que según los estudiosos de nuestras

toponimias (Lardé y Larín, Fidias Jiménez, Pedro Geoffroy Rivas y otros más recientes) en potón -

lenca Paratao significa: La casa que se rompió o cerca del río de las cañas; este último nombre

parece ser el más indicado. El cantón está situado en la zona precolombina lenca, y el hecho de que

haya conservado su nombre aborigen indica que tuvo alguna importante incidencia en la época

precolombina, pues recordemos que los misioneros españoles trataron cambiar todos los nombres

aborígenes por títulos de santos de la Iglesia Católica.

De los siglos XVI, XVII y XVIII, prácticamente no existen datos investigados todavía.

Por vía oral se han conservado varios datos de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX.

Muchos se preguntan en la actualidad cómo fue que personas hayan decidido vivir en una zona

quebrada y cálida. Según el estudioso Ramiro Velasco, originario del vecino cantón San Marcos,

sostiene la posible hipótesis que con los acontecimientos de los Nonoalcos, liderados por Anastasio

Aquino en San Vicente, alrededor de 1830-1835, varias familias españolas de escasos recursos de

ese departamento vicentino prefirieron emigrar hacia Cabañas y algunas de ellas se asentaron en

estos cantones llamados del medio bajo Lempa, incluyendo Paratao. De hecho, algunas de las

primeras familias que poblaron Paratao: Navarrete, Reyes, Callejas, Bonilla, Ramos, Pineda, etc.,

provenían de los cantones vecinos del lado oriente- sur: Providencia, San Marcos; pero son hipóte-

sis en las que todavía se debe investigar. Del resto de familias presentes en el cantón, podemos

mencionar, entre otras: Torres, Rivas, Quinteros, Castro, Martínez, Morales, Juárez, García, López,

Orellana, Henríquez, Hidalgo, Santos, Ascencio, Díaz, Fuentes, etc.

4.1: Características básicas de sus habitantes: vivienda, cultivos, moliendas, pesca, etc

En el cantón, en la actualidad han cambiado muchas cosas, aunque se conservan algunas características del pasado; pero antes de los años setenta del siglo pasado era el tipo clásico del norte de El Salvador de pequeños propietarios campesinos.

Las viviendas. Las casas por lo general eran de adobe y teja; entre la gente pobre por lo general la vivienda y cocina era única, con paredes de bajareque y techo de paja de zacate jaraguá y que para su construcción solo se usaban fuertes bejucos sin ningún clavo; el piso era de barro. Entre la gente de mayores posibilidades económicas sus casas eran de paredes de adobe y techo de teja, piso de ladrillos cocidos de barro y había separación entre la casa de habitación de al menos tres corredores y la cocina; esta última era de paja y bajareque, aunque buena parte de los propietarios también tenía cocina de teja y adobe. Cultivos y alimentación. La alimentación básica giraba en torno al maíz,

cultivado con regularidad con frijoles, maicillo, arroz, ajonjolí, y se complementaba

con plantaciones de guineos y caña de azúcar. Había pequeña y mediana producción de

ganadería; esta última, con considerable producción de leche, quesos, mantequilla y otros

derivados lácteos. Como se expresa un poco más adelante, fue importante también la

pesca, por la presencia de los ríos Lempa y Gualquiquira.

75

En resumen, sobre algunas conclusiones generales:

Si bien en un tiempo las personas pretendían ser autosuficientes en la mayoría de

los bienes elementales con los cultivos tradicionales en alimentación, la pesca, la

elaboración de jabón; elementos básicos de salud, vivienda; transporte y calzado (caites),

sin embargo, llegó un momento en que, debido sobre todo al aumento de la población, la

sobreproducción de la tierra y la falta de tecnología adecuada para los cultivos, las fuentes

de agua escasearon, etc, y el sistema imperante en la práctica se agotó, lo cual trajo como

consecuencia la el alto coste de la vida, lo que motivó la emigración, principalmente de los

jóvenes.

1.- Sobre las migraciones:

Estas han ocurrido como en todo grupo humano. De Paratao tenemos algunos

datos particulares: desde 1960 se ha conservado casi el mismo número de habitantes

puesto que alrededor de ese año fue cuando se observaron los mayores éxodos de

familias enteras para los centros urbanos cercanos a Victoria y Sensuntepeque. Poca

gente ha llegado a establecerse a la aldea.

Las primeras familias en trasladarse casi en su totalidad fueron los Rivas, después

del diluvio de 1934; luego siguieron los Quinteros, los Navarrete y otros. Hubo un tiempo

regular de migración hacia Honduras en busca de trabajo en “el infierno de las bananeras”

de la Costa Norte, o como “ sembradores de maíz en plena selva extranjera”

especialmente en el departamento de Olancho; lugares a los que para llegar, primero tenían

que caminar a pie al menos tres días. Con la guerra fratricida de 1969, casi volvió el 100 %

de los salvadoreños en Honduras. A Paratao regresaron temporalmente de Honduras

algunas familias López de la Loma China, Castro de Catarina, Morales de La Montaña y

Pineda del Papalón; pronto emigraron para Sensuntepeque. A principios de los años 70 se

inició una nueva ruta de salida hacia el Norte (Estados Unidos), la cual aumentó

considerablemente con la guerra civil y por la escasez de trabajo actual. Es importante notar

que uno de los pioneros de esta ruta, hacia Mendota, California, haya sido el ciudadano

originario de Paratao, Catarina, Juvencio (Jencho) Fuentes. Hubo datos concretos de que

alrededor de 1988 había en el condado de Mendota y sus alrededores, California, cerca de

20 mil pobladores originarios de los cantones de Victoria, Sensuntepeque, y de la colindante

frontera de Honduras; regular número de ellos era originario de Paratao.

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la abejita de chumelo, cuya miel es perfumosa; la avispa de montaña cuya picada se

encona, y la más jodida de todas, la avispa guitarrón que puede llevar a la tumba a un

cristiano, y la más salvaje: la avispa ahorcadora que si te pica comienza uno a tener sed y

uno siente que se muere; sin olvidar la avispa de los zúnganos, de miel alucinógena.

Hay también culebra como la zumbadora; la bejuquilla, víbora que cambia de color según

sea el tiempo; la cascabel, que alcanza seis metros de largo y dicen que llega a vivir 50

años; el coral que habita en los agujeros de las peñas, su picada es mortal; la castellana

que mora cerca de los ríos y que tiene manchas negras; el tamagás que alcanza 60

centímetros de largo; el cantil de chorcha anaranjada, animal maldito que cuando pica

pone el huevo de la muerte; la tarántula que alcanza el grandor del puño de un hombre;

el ciempiés que mora en las paredes de las casas y en las raíces y en los troncos

húmedos; los sapos de los potreros, grises como piedras; las ranitas de los charcos;

la rata de los ríos, de pelaje suave; las ardillas y otros animalitos que poco a poco

comienzan a desaparecer……..”

Nota de los editores: En esta hermosa lista de animales de nuestra zona, a Roberto Armijo

le faltaron muchos por nombrar, por ejemplo: tortolitas, pijuyos, pericos, tanunas, etc.,

etc.

11.- CONCLUSIONES FINALES Y RECOMENDACIONES

Entre las conclusiones generales, tal vez sin mayores análisis teóricos, tenemos

las siguientes:

• Paratao, a pesar de ser una de las aldeas más remotas y olvidadas del país, no

estuvo ajena al acontecer nacional más importante del siglo pasado: el cólera morbus; los

sucesos del 32 (1932); el diluvio de 1934, como tampoco de los dos conflictos armados: el

enfrentamiento fratricida con Honduras del 69 y la guerra civil de 12 años, de 1980-1992.

• Tampoco ha estado alejada de los avances logrados en el ámbito nacional y mundial

en educación, salud, comunicaciones, agua potable y otros.

• Ha habido mucha seriedad por la vida familiar, el trabajo, la religión y otros valores

morales; en general, se ha mantenido como una sociedad bastante conservadora en cuanto

a ideas sociales se refiere.

• La vida ha sido muy dura respecto al trabajo, en especial para los hombres; tal vez

ligeramente menos pesada para las mujeres, pero con labores más prolongadas y menos

recreación, las que abarcaban y todavía abarcan ahora para ellas, en buena parte, todo el

día y todos los días del año. Quizá por lo anterior, la religiosidad ha jugado un papel de

importancia como un consuelo natural en todas las adversidades.

13

Sin embargo, la principal fuente de vida como zona mesoamericana ha sido el maíz. Había

dos cosechas al año; la más importante, ligada al ciclo de la lluvia de mayo a septiembre, y la segunda,

llamada “postrera” o Tunasmil, se cultivaba en los meses de las últimas lluvias, septiembre-octubre.

Los siguientes pasos de la cosecha del maíz son y eran bien conocidos por los campesinos:

La roza: en febrero se preparaba el terreno donde se cultivaría la milpa. Se dejaba que se secara

bien lo sembrado para luego quemarlo. Cuando los habitantes eran pocos, se sembraba en un terreno

durante tres años y luego se dejaba descansar rotativamente. Pero al aumentar la población se tuvo que

cultivar en el mismo terreno por varios años usando abonos químicos y eso vino a acrecentar la deforesta-

ción y la escasez de agua. La Ronda: era necesaria hacerla para impedir que el fuego de la roza se

propagara a las propiedades vecinas. Se limpiaba al menos un metro alrededor del terreno que se iba a

sembrar. La quema: se realizaba a finales de marzo o principios de abril; la ceniza servía como abono

para la siembra. La siembra; con la llegada de las primeras lluvias a finales de abril e inicios de mayo se

sembraba en los terrenos planos o semiplanos que se habían arado. En los terrenos laderosos se abrían

los hoyos con un guisute o macana; en cada abertura se echaban de dos o tres granos de maíz y uno o

dos de frijol “mica”, el que ya casi desapareció. Luego venía el desyerbo, el cual hoy se efectúa con

químicos, pero durante mucho tiempo se hacía a mano. Era de los trabajos más pesados. Mientras

el trabajador hacía su “tarea” iba regando a la vez el maicillo. Ya cuando la milpa estaba a punto de

comenzar a reventar las flores, se le daba todavía una “repasada” para quitar el monte que podía impedir

su crecimiento.

La cosecha. En seguida venía la producción de los elotes; este momento era una verdadera

fiesta y se tenían de manera especial las celebraciones familiares de las atoladas. Pero no solo se

cosechaban los elotes en los sembradíos de maíz; también había abundante cultivo de sandías, ejotes,

lorocos, pipianes, flores de ayote, etc. Del grano blanco se hacía una variedad de platillos típicos: atol,

tortillas, pupusas, riguas, tamales, montucas, elotes cocidos, tortitas, etc. En septiembre se doblaba la

mata y en noviembre se tapiscaban las mazorcas. Luego se guardaba con tuza en los famosos tabancos,

los cuales estaban en la parte alta de la cocina. Recuerda Ramiro Velasco que “para subir al tabanco ha-

bía que hacerlo por una escalera, a veces muy rudimentaria, consistente en una viga en la que se hacían

pequeñas hendiduras, justo para colocar cada pie mientras se subía o se bajaba. El maíz era guardado en

mazorca para el año entero con todo y tuza y los atados de dulce también estaban envueltos en tuza.

Al subir el humo de las hornillas de leña hacia el tabanco, se adhería a la tuza en forma de hollín, y así

protegía aquellas provisiones de los insectos y roedores. Como allí se cocinaba, este calor y el humo

impedían que al maíz le llegaran las plagas del gorgojo y otros. Del tabanco se bajaban las mazorcas

que, ya desgranadas y cocidas, se usaban para triturarlas en piedras de moler y hacer las tortillas”;

aquí termina esta pertinente explicación Ramiro Velasco. Los mejores ejemplares de las mazorcas se

guardaban para la siembra del siguiente año. Nadie estaba esperanzado a la ayuda actual del “paquete

agrícola”. El maicillo se cortaba en enero y antes de guardarlo en trojas especiales de barro se aporreaba

en las famosas “plazas”, con una paleta cuyo ruido podía oírse a varios centenares de metros del entorno.

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Los mozos contratados por quienes tenían más posibilidades económicas, lo interesan-te era que a la hora de la comida de mediodía, comían en la misma olla de barro junto con sus patrones, no había distinción. Es de recordar la bonita costumbre de “ la mano vuelta”, consistente en que , especialmente para los desyerbos de la milpa, las familias que terminaban primero colaboraban con sus vecinos atrasado debido a enfermedades, u otros comprensibles motivos. Moliendas. Estas eran parte importante de la vida del cantón para producir el dulce que se usaba para el consumo familiar.

Paratao tiene la ventaja de que varias de sus costas de los ríos Lempa y Gualcho son tierras arenosas, esponjosas y bastante planas; en ellas, las familias tenían sus mogotes de cañales familiares. Eran famosas las moliendas para sacar dulce para consumo de todo el año. Entre las familias que poseían trapiches para moliendas podemos mencionar a los Navarrete, Pineda, Reyes, Torres, Ramos, Rivas, Bonilla y otros.

Después de las cortas del maicillo, más o menos a finales de enero, todos estos propie-tarios comenzaban a preparar los materiales necesarios para las moliendas: leña y bagazo del año anterior; yuntas de bueyes, los peroles para cocer la miel; los moldes para hacer el dulce de atado y sin faltar las paletas para las espumeadas.

El trapiche, construido con excelente madera por buenos carpinteros, no tenía ningún

clavo. Se le untaba sebo de res para que no se le gastaran los dientes. También se preparaban

candiles con suficientes gas y unas mechas de trapo para alumbrar y los hornos con los peroles

para el cocimiento de la miel. Eran contratados en promedio ocho personas para esas faenas;

cuatro se encargaban de cortar la caña y jalarla hasta el trapiche; dos hacían una prensa

de caña una cada lado para meterla y molerla en el trapiche, eran los “ molenderos”; otro se

encargaba de arrear los bueyes para que diera vuelta el trapiche. El último de los ocho era el

encargado del cocimiento del jugo de caña para sacar el dulce; era quizá el más técnico de todos

los trabajadores, pues debía conocer el punto preciso de cocimiento del atol de caña. Cuando

la yunta de bueyes remolcaban el trapiche, los dos operadores se encargaban de meterle

la caña uno a cada lado y aquellos trapiches empezaban a chillar tan fuerte que sus ruidos

se escuchaban a una distancia hasta de tres o cuatro kilómetros. En realidad era una tarea

peligrosa, si el operador se descuidaba, le trituraba la mano, como sucedió con Martín Torres,

que perdió un brazo, y Odilón Henríquez, a quien le quedó la mano aplastada. La molienda

comenzaba alrededor de la medianoche y se molían hasta seis peroladas por tarea. Era bonito

oír cómo rechinaban todos aquellos monstruos de madera triturando las cañas en las bandas

del río Lempa. Por la mañana, mientras se molía la caña, mucha gente llegaba para espumiar,

comprar batidos, etc. Por las tardes y las noches, muchos niños y jóvenes llegaban a divertirse

jugando en el bagazal a la lucha libre; dar vueltas de gato, brincar y correr mientras se cocía

la cachaza o la espuma. Algunos, de tanto brincar y jugar, se acostaban muy rendidos; otros

aprovechaban para hacerles bromas. Por ejemplo, sacaban unas cuerdas del bagazo para

manear a los dormidos y también los hacían la barba con tile. Al siguiente día se reían de los

entilados y los maneados. Era toda una fiesta, tradición que poco a poco se va perdiendo; en

parte, también por los altos costes de realizar estas moliendas. 73

la paloma zurita que se hospeda en los bejucos de chupamiel; las tijeras que cortan el

aire; los azacuanes que son los heraldos del invierno; las perdices, que habitan en los

zacatales de jaraguá; el pajuil, de cresta elegante; el pato chancho que cuelga una bolsita

como un güegüecho; el pato gris de cuello gris y flexible; el alcatraz, gran volador;

el sargento, de color púrpura; el águila acrestada, yo la he visto llevarse liebres, conejos,

pavos, es enemiga de las culebras; el tángara de plumaje tomasol; el zanco de cuello

negro que gusta de las Ciénegas……., la paloma inca, que se confunde con el color de la

tierra; el cuclillo, que algunos le llaman pájaro león; el vencejo, de cuerpo atigrado; la urraca

parlanchina; el reyezuelo de canto timbrado; el aracorí de plumas verdes; las codornices,

que hacen sus nidos en los escobillales; las golondrinas, que llegan cuando llega el verano;

las garzas reales, que aparecen con las lluvias en el mes de mayo; el chío que cuando chía

anuncia la visita de un amigo; los flamencos que vuelan sobre las pozas…..; las garzotas

que se bañan en las sabanetas, los cuervos, que amuelan los tunalmiles; los búhos, aves

de mal agüero; las auroras, que avisan cuando el cristiano va a morir; las lechuzas, que se

ocultan en el fondo del monte; las gallinas chochas, que cuando vuelan hacen un ruido

pesado; el pavo de plumas violáceas; los chompipes salvajes, que andan en manadas.

Me contó Jacinto Pichinta que nuestros abuelos indios los domesticaron desde los tiempos

de antes; el guace, que vuela al oscurecer; el tordo, bueno en arroz; el caballero, pájaro

del diablo, que cuando va a la oración por los caminos, exclama: ¡ Caballero¡; el pitorreal

de silbo cristalino; el alcarabárán, ave útil que no deja en paz a los insectos; el dichosofuí,

que trina siempre “¡dichosofuí¡” ; las gualcachías, que hacen sus nidos en los matorrales; el

colibrí, chupador de las flores; el Martín pescador, terror de las guabinas y los juilines; los

clarineros que comen tigüilotes y los granos del flor del corozo; el pájaro carpintero, que

hace su agujero en el tronco del naranjero; el zanate, ave que revolotea sobre el lomo de

las vacas y las bestias, se alimenta de coloradillas y garrapatas; el barranquillero; trinador

mañanero; el cardenal, de pecho rojo: el zorzal, ave de las noches de plenilunio; mi pobre

Antonia oía en éxtasis los zorzales; la chiltotaque se parece al arco iris y que cuelga sus

nidos en las ramas de guarumo o los hilos del telégrafo; la calandria, de gorjeo mañanero;

el cenzontle que trina en las noches de verano…..; el jilguero de cabecita roja; el arrocero

que anda volando en manchas y planea sobre los arrozales, y se tiene que espantar con

tambores, pues se come en un dos por tres el grano tierno; el botón de oro, finísimo como

el grano de girasol; el pucuyo, cuyo canto se abre como un gemido; el guardabarranco, el

indio lo llama el nixtamalero; cuando era cipote, en la casona de la finca del Carrizal, había

una mata de jazmín del cabo, allí por meses anidó un guardabarranco que se pasaba la

noche entera gorjeando; el turpial de silbo embriagador, el pinzón que tiene una coronilla

color rubí en la cabeza; el mirlo, de canto adolorido; el pequeño rey de los pájaros el

quetzal. Hay animalitos como la aveja jicota de miel ambarina;

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10.3: Cómo era la fauna en Paratao a finales del siglo xix y principios del siglo

xx, por Roberto Armijo.

Este relato de Roberto Armijo, no escrito directamente para Paratao, pero buena

parte de su famosa novela El asma de Leviatán se desarrolla en la frontera entre

Honduras y El Salvador: Chalatenango – Lempira, de donde era originaria su familia y es

zona similar a la de Paratao.

Cfr. ARMIJO, Roberto. El Asma de Leviatán, UCA, Editores. San Salvador, 1990. Págs.

(8-17) Colección Gavidia, Vol. 35.

Nota: Texto, parte de su novela

“……..En las montañas fronterizas con Honduras….., todavía merodea el tigre.

Se encuentran el puma, de pelaje de oro viejo; el tigrillo; el lince que duerme en los árboles;

el gato montés que vive en la grieta de los montes; la danta; los coyotes que en el invierno

bajan a los pueblos; el zorro de agua que en las noches viene a pescar al río Sumpul

(y Lempa); el mapache de piel manchada; el tacuazín que acaba con los gallineros y que

es un animal sabio, protector de sus hijos. En una bolsa, la tacuacina guarda sus crías.

El guazal( tacuazín) de piel lustrosa; el marrano ( cuche) de monte que anda en piaras y

que es hediondo. El oso hormiguero que no tiene cola y que es casi ciego y tiene un hocico

largo. Este animal se alimenta de hormigas curuncas, de hormigas carreadoras, de

requincas. El venado que se guarece en los parajes cubiertos con lianas y helechos.

El zorrillo que cuando mea hace correr al cristiano, y cuya infundia es buena para los

catarros de pecho. La taltuza animalito que arruina los cafetales y platanales. Se alimenta

de raíces. El cusuco, alimento sabroso; el tepezcuinte de carne que corta en tasajitos y se

deja oriar. Los monos que saltando en los robledales y pinares hacen una grita del

demonio. Estos son unos fregados, a veces, guardan las piedras que uno les tira.

El garrobo y la iguana que construyen sus madrigueras en las peñas. Se encuentran aves

de rapiña como el zopilote de montaña, de pico y grandes garras. El rey zope, que tiene

una cresta como de chompipe; el querque, enemigo de las víboras de cascabel; el

zunchiche, devorador de palomas y conejos; el tere, que come la carne de las vacas

muertas y las culebras tepelcúas; el gavilán, terror de los pollos, de las perdices; las loras

que pasan ondeando en bandadas; los guacamayos que en el mes de octubre aparecen en

manchas; las guaras, que adoran vivir en los amates; el torogós, que ama la sombra de las

barrancas; la tórtola arrulladora; la paloma torcaz, que hace su nido en los guarumos;

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La pesca. Este aspecto fue también vital para la comida en el cantón, en especial por la presen-cia de los dos ríos: principalmente El Lempa, y también, en menor grado, Gualquiquira o Gualcho, como popularmente se le llama. A ellos se agregaban varias quebradas, afluentes de los mencionados ríos que en invierno tenían abundante agua y muchos peces. Lo anterior se dio principalmente antes de construcción de la presa 15 de septiembre, cuando por el Corredor Biológico de la orilla del mar había mucha producción y presencia de variedad de peces: juilines, cacaricos, chacalines, arroceros, camarones, cuatro ojos, róbalos, burras, cangrejos, etc. Incluso, todas las quebradas y quebraditas en invierno se llenaban de chacalines y otros peces. Después que se quitó el Corredor Biológico con la mencionada presa, casi solo han quedado las tilapias. De paso hay que recordar que esta merma en la subida de los peces afectó también lo mismo la frontera de Honduras colindante con Paratao y otros cantones vecinos.

Fueron famosas las nasas construidas en verano en diagonales en las dos orillas del río con postes de madera afianzados en su base con piedras y que terminaban en un tapesco en la chorrera central, donde caían los peces. Una de las más famosas era la construida por la familia Pineda o Rivas en verano en la chorrera del peñón llamado el Burrón, entre otras. En estas Nasas, según José Antonio Rivas (96), constructor directo de ellas y todavía sobreviviente, originario del Limo y hoy residente en Sensuntepeque, se agarraban varias cargas ( quintales) de peces, de las cuales buena parte se vendía y otras servían para el consumo alimentario de la familia. También en la pesca, ya en los meses más secos se acostumbrada en Gualcho u en otros ríos pequeños realizar” las secas”, que consistía en desviar uno de los brazos de agua y al quedar en lo seco se podían agarrar buenas cantidades (medios o cuartillos) de peces de todo tipo.

En síntesis, se puede afirmar que en Paratao nunca faltó la comida para todas las personas.

4.2 COMERCIO También por ser zona fronteriza con Honduras se practicó bastante el comercio, en

mediana y pequeña escala, de marranos, ganado y café, como también los hondureños lo han usado de paso y la siguen usando para llegar vender o comprar en Victoria o Sensuntepeque. Antes de la fratricida guerra con Honduras de 1969, era interesante ver pasar a los nativos lencas de Gualcinse, Honduras, vistiendo sus propios atuendos y cargando cacaxtes repletos de granadi-llas y otras frutas que vendían en Sensuntepeque y que de regreso los llevaban también repletos de artículos de primera necesidad que habían mercado. Se puede afirmar que en Paratao, casi todos los hombres eran expertos comerciantes. De los más famosos antiguos podemos mencionar a los Quinteros; algunos de ellos, por el éxito económico obtenido en estos comercios, pronto abandonaron el cantón y compraron sendos terrenos en las cercanías de Sensuntepeque, la cabecera departamental.

Los comerciantes de café iban a comprarlo el fin de semana a los lugares fronterizos

hondureños de Candelaria, Gualcinse y sitios aledaños, durante los meses enero- abril.

A Sensuntepeque llevaban a vender el producto el jueves. Los “patachos” de bestias cargadas

salían alrededor de las once de la noche y llegaban a Sensuntepeque a las seis de la mañana.

Entre los compradores principales estaban los González, originarios de San Lorenzo y Félix

Barrera, de San Marcos.

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Los días de tiangue y mercado en Victoria eran los miércoles, y en Sensunte, el jueves; los comerciantes viajaban esos días para las transacciones y a la vez realizar compras de las cosas de primera necesidad para su familia. Los hombres, al regresar, casi nunca se olvidaban de adquirir su respectiva pachita de guaro en las cantinas situadas a las orillas del pueblo; en Victoria todavía funciona una que tiene el nombre: CANTINA AQUÍ ME QUEDO. Muchas veces, al tomar excesivamente estos licores, embrutecían a jóvenes y mayores y ocurrían altercados que algunas veces terminaban en baleados, macheteados y ocasionales muertes…. Respecto a las bebidas, muchos acostumbraban elaborar clandestinamente la famosa chicha fermentada, e incluso también fabricaban aguardiente con alto grado de alcohol, llamado popularmente chaparro.

4.3 CELEBRACIONES RELIGIOSAS:

Paratao ha sido una zona eminentemente religiosa, como la mayoría de la población rural del país. Si bien existe el sincretismo religioso entre lo ancestral precolom-bino y la religión católica traída por los misioneros, en la práctica ha sobresalido la práctica de la religión católica casi al 100%, sin embargo, se han dado y se dan en la actualidad pequeñas familias que practican el cristianismo en las llamadas iglesias pentecostales. No han existido todavía los grupos religiosos de las cristianas iglesias históricas: luteranos, anglicanos y similares. Las flores de mayo

Cuando se construyó la primera Ermita (1943) dirigidas por el mayordomo comenzaron organizarse varias celebraciones religiosas; en ellas destacaron Las Flores de Mayo en honor a la Virgen María que iban unidas a las famosas Enhebradas.

Se realizaban así: en marzo, los hombres buscaban tallos de guineos, los abrían y ponían a secar para tener pencas para la flor. Ya en mayo, antes del día indicado, a cada familia, los hombres y cipotes salían para las quebradas y barrancos a buscar el árbol de mayo para cortar hermosas y bien olorosas flores. Las mujeres en la casa preparaban tamales, pan, potocas, quesadillas, salporas y café para repartirlo a los parientes e invitados que llegaban en la noche a la enhebrada de las flores.

Aquí primero se sacaba alguna cama y las cubrían con hojas de guineo, después rajaban las pencas de guineo puestas a secar desde marzo y de allí extraían hilos bien delgados, los metían en agujas y comenzaba la enhebrada de flores hasta tener varias cadenas muy grandes. Se ponían mecates templados en los horcones y ahí se colocaban las cadenas de flores.

Muchas veces en esta ceremonia se llegaba hasta la madrugada, pero en el transcurso de la noche se tomaba bastante pan con café y se comían muchos tamales con todos los familiares e invitados. Eran verdaderas fiestas familiares. El siguiente día se llevaban aquellas cadenas de flores al templo; se adornaba la

carroza de la Virgen y toda la iglesia con las flores que se habían preparado. Varias veces

se hacía procesión alrededor de la iglesia cantando, rezando y a la vez reventando cohetes.

Cuando se llegaba de nuevo al templo, unas señoras llamaban a niñas y a jovencitas y les

colocaban coronas de flores en su cabeza.

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DOS SOBREVIVIENTES DE PARATAO DEL DILUVIO DE 1934

El tío Conce Rivas (98), que aparece en la narración de Ramón Rivas. Vive en Ciudad

San Isidro, Cabañas, donde lo fue a visitar Mario Ramos.

Santos Rivas (97), Con su hija Anselma (Mita) y su nieta Yamilet; viven en Ciudad Victoria.

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Con mi tío Conce y luego con mi tío Toño, que se radicó por mucho tiempo

también en San Isidro en donde nacieron sus hijos para luego seguir hasta San Vicente y

morir en Ilobasco, fue que inició la emigración en la familia que se llegó a sentar a

Sensuntepeque, luego a San Isidro y desde ahí a Ilobasco. Tío Conce se radicó de por vida

en San Isidro, quizá por tener muy cerca la mina El Dorado lugar donde trabajó en la

extracción del oro, trabajo rudo sin la consideración que debe dársele a un ser humano.

Esa es la impresión que me da de su relato aunque él lo cuenta sin resentimiento alguno,

más como parte de la experiencia de la vida. Tío Julio que no dejó hijos, por lo menos eso

es lo que se sabe, se radicó en Coatepeque y trabajó en la construcción del puente de las

Chinamas.

“Cuando nos fuimos del cantón se vendió todo como para que no quedara

recuerdo”, me dijo una vez mi abuela Felipa Reyes de Rivas, pero con un rostro profundo

de tristeza.

Mi abuelo Félix Rivas Callejas hizo de Ilobasco su pueblo, disfrutó ya anciano de ir

a fumar su puro casero sentado y a la sombra de los portales del almacén de don Leonidas

Escobar y frente al parque. Mi abuelo Félix, me contó mucho sobre la familia, el lugar

donde nació, pero yo también luego emigré. Un día estando lejos y, después de un año de

su muerte, recibí la noticia que hacía ya varios meses se había ido para siempre. Sin más,

“el diluvio de junio de 1934” causó destrucción material, mató gente y dispersó de una vez a

muchos.

Desde entonces los pobladores del lugar fueron otros.

NB: Ramón Rivas, antropólogo. Su madre,Celia, hoy residente en Ilobasco, nació en el

Bosque, Paratao. Este artículo fue publicado en varias entregas en el periódico Colatino en

el 2010.

Hasta la década de los 80 en Paratao hubo un ANTES Y UN DESPUÉS DEL DILUVIO

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Al comenzar el rosario, en el intermedio de cada misterio, las niñas y las adolescentes cantaban

alabados marianos y caminaban hacia donde estaba la imagen de la Virgen a entregarle las

flores. Todo ese rito iba acompañado de gran alborada de cohetes. Esta tradición poco a poco

se ha ido perdiendo.

Lista de algunas familias encargadas que fueron encargadas de las Flores:

1.- Perfecta de Pineda, esposa de Darío Pineda, el Papalón

2.- Francisca Pineda, esposa de Jesús Pineda, el Papalón

3.- María Morales, esposa de Galileo Torres, Paratao

4.- Isaura Navarrete Quinteros, esposa de Jesús Navarrete, el Palomar

5.- Efigenia Quinteros, esposa de Jacinto Reyes, Paratao

6.- Dolores Quinteros, esposa de Juan Rivas, el Limo

7.- Josefa Pineda, esposa de Meregildo Alfaro, el Palomar

8.- Jesús Larreynaga, esposa de Marcial Navarrete, el Palomar

9.- Gregoria Sorto, esposa de Benjamín Navarrete, el Palomar

13.- Socorro Gómez

14.- Julita Torres, el Palomar

15.- Santos Ascencio

16.- Florinda Dimas, esposa de Pedro Martínez

17.- Maura Reyes, esposa de José Emiliano Ramos, el Bosque

18.- Leonor Ramos, esposa de Ceferino Ramos, el Bosque

19.- Celsa Arteaga, esposa de Antonio Torres

20.- Florencia Alfaro, esposa de Santos Laínez

21.- Eulalia Rodríguez, esposa de Pablo Díaz

22.- María Ramos, esposa de Santiago Rivas

23.- Santana Ramos, esposa de Adeliano Bonilla

24.- Marcial Torres, Catarina

25.- Coronada Torres, esposa de Francisco Pineda, Catarina

26.- Juana Rivas, esposa de Camilo Santos, Los Copinoles

27.- Graciela Martínez, esposa de Antonio fuentes

28.- Lucía Morales

29.- Amparo Morales, esposa de Lucio Morales, La Montaña

30.- Marta Rodríguez, de Catarina abajo

31.- Celebración comunitaria.

Nota curiosa; por lo general la Flor estaba programada a la esposa, no al esposo.

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Semana Santa

También con mucha devoción era celebrada la Semana Santa, especialmente los

Vía Crucis en todos los caseríos y para los Días Mayores incluía un único Vía Crucis en los

alrededores de la Ermita del Palomar.

Eran importantes en estos días las comidas y Ramiro Velasco también nos recuerda

que “en los últimos años, entre las tradiciones de la Semana Santa, además del aspecto religio-

so, estaba el gastronómico, que en buena medida era una herencia de nuestros antepasados.

Como en los días mayores de la Semana Santa, las mujeres no cocinaban en señal de respeto,

pero también para poder participar en los actos religiosos, tenían que preparar los alimentos

en forma anticipada y abundante para toda la familia, desde los días anteriores. Los hombres

debían de dotar a la casa, desde la semana anterior, de suficiente leña para el horno y para la

cocina y, entre otras cosas, también cortar las hojas de huerta, ordenarlas en rollos especiales y

calentarlas al fuego antes de hacer los tamales. Los hombres también eran responsables de la

pesca en los ríos cercanos donde agarraban con atarraya, pescado de espina como: juilines,

gorditos, tepemechines, mojarras, cuatro ojos, chacalines y todo tipo de chimbolas. Utilizando

anzuelos podían agarrar también lizas, lebrianchas, bagres y, si se tenía mucha suerte, hasta

robalos. En la zona alta del río Lempa, se pescaban también los cacaricos, que eran una especie

de camarones, pero más duros y resistentes y que cocidos tenían un sabor especial. Para sacar-

los, los mejores nadadores tenían que meterse a la chorrera, donde el río era más fuerte y meter

la mano debajo de las piedras, su hábitat natural. Al llegar a casa, todo el pescado era limpiado y

luego de abierto, se salaba para ponerlo a secar al sol. El Lunes Santo debían estar disponibles

materiales como la harina de trigo y de maíz, el moscabado o azúcar blanca, los huevos y otros

ingredientes necesarios para la confección de los alimentos. El Martes Santo se preparaba el

pan, hecho con harina de trigo; las quesadillas, con harina de arroz y abundante queso, y las

semitas, montucas y salporas, con harina de maicillo. El Miércoles Santo se hacían los tamales

de gallina y los pisques o chombos. Éstos últimos eran preparados con una masa especial de

maíz que se enrollaba en las hojas de huerta y que cocida se abrían como las láminas de un

papiro. Los chombos sustituían a la tortilla en los tiempos de comida desde el Jueves hasta

el Sábado Santo. El pescado sería el principal ingrediente para las tortas, principal plato a servir

el Jueves y Viernes Santo. Como postre, se servirían en esos días las torrejas hechas en miel

con dulce de panela y también el dulce de mango o de jocote, acompañados del chilate que era

un rico atol hecho a base de maíz joco, un poco de jengibre y pimienta gorda. La semana santa

de aquellos tiempos era de reflexión cristiana, pero también un período para disfrutar platillos

propios de la época, siguiendo la tradición de nuestros ancestros”, termina recordando Ramiro

Velasco.

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Mientras tanto, el lugar siguió olvidado y fueron los mismos pobladores quienes tuvieron que arreglárselas para salir de su desgracia pero en San Salvador, con el pasar de los días, la gente cada vez se informaba más de lo sucedido y las verdadera dimensión del fenómeno.

La Prensa Gráfica informaba una buena noticia, por lo menos para los productores de ese rubro, en su edición del miércoles veinte de junio que: “los cafetales no sufrieron muchas averías”, pero un amplio artículo decía; “San Salvador, no puede seguir sin agua. La desesperación y preocupación de la gente crece cada día”. Otra importante noticia para la sufrida población fue el hecho que La Prensa Gráfica informó el jueves veinte y uno de junio que; “No cobrará la Compañía de Alumbrado Eléctrico los días que no ha dado servicio. La planta de Milingo se repara trabajando 24 horas diarias”, además el rotativo informaba: “Ya está lista para el tráfico la carretera para La Libertad”. La otra noticia conso-ladora que apareció en La Prensa Gráfica del miércoles veinte y siete de junio decía: “Ya se puede comprar gasolina irrestrictamente, la cual había sido racionada por el ciclón”. El viernes veinte y dos de junio con letras grandes el rotativo de La Prensa Gráfica informa-ba: “Hoy habrá agua”. Una sobreviviente de los hechos aquí en San Salvador me informaba que “las cantidades de gente con cántaros en busca de los ríos y nacimientos de agua cercanos a la ciudad era impresionante”. El lunes veinte y ciento de junio La Prensa Gráfica informaba: “más de dos mil muertos causó el ciclón”. Ese mismo día también los diferentes medios de comunicación daban la noticia que el presidente de la República el general Maximiliano Hernández Martínez, levantaba la Ley Marcial. La noticia publicada en La Prensa Gráfica decía: “hoy quedó levantada la Ley Marcial que se había impuesto los días trágicos de la inundación y en los subsiguientes…” Sin más la vida entre los pobladores de Paratao ya no fue la misma y el deseo latente de emigrar fu cada día un hecho que en el transcurso de algunos años más tarde se hizo realidad.

El primero que dejó la familia para probar en el ejército fue mi tío Conce. Se presentó en Sensuntepeque de forma voluntaria y luego fue destacado en un cuartel de San Salvador. Con lujo de detalle me describe el viaje de a finales de la década de los treinta desde Sensuntepeque hasta San Salvador, los paseos por la ciudad capital, los sitios de interés en San Salvador, actividades y pasatiempos de la vida en el cuartel.

“Terminé la platada con el grado de sargento y me di cuenta que eso no era para mi”, me dijo. Volvió al cantón, contó la experiencia y la diferencia entre aquí y allá y el deseo por emigrar en la familia cada vez fue mayor.

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No había radios, ni los conocían en ese lugar; no había forma alguna que se

pudiera saber sobre lo que había pasado en otras partes fuera del valle. La gente buscaba

consuelo entre ellos mismos; algunos decían que era castigo de Dios, otros decían que era

“la punta de alguna ruina en otra parte del mundo”, como que si lo que había pasado con

ellos no era suficiente. En San Salvador, el gobierno del general Maximiliano Hernández

Martínez trataba de establecer orden y control y además tomaba medidas para aliviar la

calamidad. El estado de sitio se implementó como primera medida pero por si esto no fuera

suficiente luego se decretó la Ley Marcial. La sociedad civil también se organizaba para las

tareas de reconstrucción y ayuda humanitaria. El jueves catorce de junio La Prensa Gráfica

informaba: “Todos los salvadoreños debemos contribuir a la reconstrucción nacional.

Se votará un presupuesto extraordinario para esa reconstrucción. Veinte y cinco mil

hombres están trabajando en toda la República para ponerla de nuevo en marcha.

La escuadrilla militar de aviación partió hacia Ocotepeque llevando 150 bolsas de alimentos.

Se hacen esfuerzos extraordinarios por establecer el servicio eléctrico. Los estudiantes de

medicina se han ofrecido para cooperar”. El viernes 15 de junio La Prensa Gráfica

informaba: “El Gobierno ha ordenado la incautación de todos los cereales con el fin de

controlar las ventas y evitar la especulación. Mil hombres trabajan en la carretera hacia

La Libertad para dejarla expedita y que pasen las mercaderías” Pero sucedía más, los

medios publicaba ya fotografías de las inundaciones tomadas en diferentes partes del país.

El sábado diez y seis de junio las noticias eran ya desesperadas, así La Prensa Gráfica

informaba: “San Salvador está sediento. No hay agua. No trabajan las bombas por falta de

electricidad. Caravanas de gente hacia las fuentes que no fueron cegadas por el aluvión.

“No importa que no haya luz, pero que haya agua”, dice la gente. Que se hagan todos los

esfuerzos para mover las bombas de El Coro”.

Los pobladores de Paratao con hambre, asustados y la mayoría sin nada más que

los andrajos que llevaban puestos, comentaban y veían la desgracia, pero nadie daba una

explicación certera. Tampoco sabían qué había pasado al otro lado del río, en Honduras o

en el resto del país. Nadie llegó a ayudar, ni tampoco a preguntar cómo estaban.

A los meses, alguien llegó a decirles que de tanta lluvia y por los derrumbes, se

tapó el río y, al rebalsar, la creciente arrasó con toda la ciudad hondureña de Ocotepeque,

llegando la creciente hasta el río Lempa que, como sucedió, arrasó con todo lo que

encontró a su paso.

Las semanas y meses que siguieron y ya cuando los ánimos y la resignación

volvía entre los pobladores, Domingo, Juan y Feliciano hicieron casa nueva, pero los Reyes

Rivas esperaron por un tiempo hasta que asentaran los arenales, y construyeron otra vez

allí y cultivaron de nuevo lo mismo que antaño sembraban, sólo que a hora sobre los

arenales que cubrían sus recuerdos, su pasado. La vida ya no fue la misma y el deseo

de emigrar cada vez se hizo más latente, y así sucedió.

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La devoción especial de Semana Santa incluía que el Viernes Santo no se podía

trabajar, tirar piedras, ni correr…

En la actualidad, para las ceremonias religiosas de Semana Santa, de parte de la

parroquia de Victoria son enviados algunos celebradores, por lo general hermanas religiosas de

alguna de las congregaciones de la diócesis de San Vicente.

La Navidad

Entre las celebraciones religiosas estaba quizá en primer lugar la Navidad. Para esta

celebración había preparación de los altares especiales, adornados con hojas de uvillo y mucha

fruta, sin faltar claro los pichingos de diferentes tonos: gallinas, vacas, corderos, casamientos,

etc., por lo general, estos pichingos provenían de Ilobasco. Tenía gran importancia la comida,

consistente de manera especial en hacer en los hornos diversos tipos de pan: quesadillas,

salporas, etc., y especialmente tenían importancia los tamales.

Muchas comunidades preparaban sus Recordadas al iniciar la Novena Navideña y ya

el 24 las pastorelas especiales prácticamente preparadas en todos los caseríos. Fue famosa

de manera especial la preparada en el Bosque por Victorina Reyes Quinteros, por haber sido

copiada de la celebrada en el municipio de Guatecti y que sirvió de inspiración para muchas

más. Estas fiestas navideñas eran verdaderas celebraciones familiares de visitas recíprocas que

se alargaba hasta la ceremonia del Día de Reyes.

Romerías

Entre las actividades sociales que tenían los habitantes del cantón de Paratao estaban

las romerías. Estas consistían en visitas a lugares sagrados, cercanos o lejanos, para cumplir

promesas, pero que muchas veces servían también como un cambio de rutina a la vida diaria

dura del trabajo de hombres y mujeres, así como un lugar de esparcimiento social.

Podemos mencionar, entre otras: la visita a Providencia, en sus ferias patronales de

Nuestra Señora de Lourdes, del 10-11 de febrero. Quizá esta tradición nació por haber sido

allí donde se construyó ( 1908) la primera Iglesia de los cantones circunvecinos. Otra era la

denominada la ferita, llamada así la fiesta del municipio de Victoria que se celebraba la fiesta de

la Presentación de María el 20-21 de noviembre en contraposición a la feriona, nombre con

que se conocían las celebraciones patronales de Sensuntepeque en honor de la virgen

Santa Bárbara el 4 de diciembre y que en un tiempo tuvo mucha fama por la pompa religiosa

y el intercambio comercial de compra – venta con los municipios y departamentos vecinos,

incluso de Honduras y hasta de Guatemala de añil, ganado, bestias caballares y mulares y

otros productos.

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Esta feria era aprovechada para ir a vender queso, ganado y a la vez comprar todo lo

más elemental que se necesitaría durante el año y que no era producido en el lugar: jarcia, ropa,

zapatos (cuando dejaron de usarse los famosos caites de cuero crudo), etc. Y, por supuesto,

nunca faltaba la compra del almanaque Bristol. También era visitada la feria de Virginia, en

Honduras, el 13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía. Así mismo, en Honduras, se visitaba a la

Virgen de Los Remedios, en Tomalá, alrededor del 16-17 de diciembre. De los caseríos más

cercanos como el Papalón, el Limo y el Bosque, era muy visitada la iglesia del vecino cantón

San Marcos cuando llegaban para celebraciones religiosas: monseñor Benjamín Barrera Reyes

(+) y el padre Clemente Barrera, originarios de este cantón.

Pero quizá la más impactante, aunque tal vez menos frecuente era la visita al templo de

Esquipulas. Allá se organizaban pequeñas caravanas de parientes montados casi todos a

caballo y que llevaba alrededor de ocho días: tres días para llegar, uno o dos días de estancia

allá y tres días de retorno. Al volver, los peregrinos eran recibidos con cohetes, música y…

buena comida. Los hombres llegaban con sus sombreros adornados con recuerdos de

Esquipulas.

Otra romería tradicional en el cantón fue la visita al Señor de Salomé en Guacotecti el

21-22 de enero.

En las celebraciones religiosas también tuvo en un tiempo mucha importancia la

tradicional celebración de los PRIMEROS NUEVE VIERNES de cada mes, dedicados a la

devoción del Sagrado Corazón de Jesús, para lo cual muchos de sus habitantes se movilizaban

incluso hasta la parroquia de Victoria.

4.4 MATRIMONIOS

Como personas católicas por excelencia la familia jugaba en el cantón un papel

fundamental y, en consecuencia, los matrimonios tenían un ritual especial. Estos podemos

distinguirlos en tres etapas: a.- antes de 1930; b.- de 1930- 1960 y c.- la situación actual.

a.- Contaban nuestros abuelos y personas de antes que por los años de 1930 era

costumbre que los jóvenes novios platicaban retirados uno del otro en presencia de sus padres.

Cuando el muchacho se consideraba preparado para hacerse cargo de la novia, lo primero que

hacía era construir su casita o rancho. Luego se iba para el monte a picar un buen tercio de

leña de puro quebracho, lo amarraba bien, se lo ponía al lomo y lo iba a tirar al patio de la casa

de la muchacha.

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En verano los caminos de esos lugares eran fácilmente transitables, pero en

invierno hasta la bestia más “arrecha” y los bueyes más “machos” resbalaban por los

lodazales y las empinadas cuestas y los mojados talpetates, que daban la impresión que

sudaban día y noche. Durante el verano el polvo se pegaba contra paredones y árboles

como costra gris y al paso de los caballos se levantaba como humareda asfixiante pero eso

era lo de menos. Los palos de mango a uno y otro lado de los cercos de los caminos y los

piñales que servían de división de propiedades eran el alivio para el hambre de los que los

transitaban.

La Virtud, Tomalá y Mapulaca, allá al otro lado de la frontera, en territorio

hondureño, eran pueblos visitados año con año, sobre todo en tiempos de romerías.

La gente disfrutaba de la solemnidad de las misas que el cura -que llegaba una vez por año

- celebraba y nadie entendía, pues eran en latín. En esas visitas, los curas casaban y

bautizaban en grupo.

Las alegres alboradas con músicos y quema de cohetes, y sin faltar las tantas y

tantas ventas que los achines instalaban en el centro de lo que era esos pueblos alejados

de todo pero muy cerca de esos pobladores.

Cientos de indígenas cargando sus cacaxtles llegaban de las montañas del centro

de los departamentos Lempira, La Paz e Intibucá en Honduras. Estos indígenas llegaban en

peregrinaciones religiosas y de mercadeo para ubicarse sobre la plaza de esos pueblos y

ofrecer jocotes, granadillas y hasta ocote.

Había años en que los pobladores del cantón Paratao se organizaban, y en enero

salían rumbo a Esquipulas para visitar “al Cristo negro más milagroso de todos los cristos”.

Era toda una travesía a lomo de mula, atravesando poblados, lomas y cerros por espacio de

diez días. Los peregrinos se aperaban de tamales pisques, huevos duros y totopostes, que

era la comida que más aguantaba las inclemencias de esos maltratantes caminos.

Llegaban a Esquipulas, adoraban al Cristo, pagaban su promesa, participaban en la misa y,

luego, a ensillar las mulas pues había que volver, no sin antes haber comprado en la

romería de Esquipulas, dulces y otros caramelos y sin faltar los característicos adornos con

colores chillantes para amarrarlos sobre los sombreros y el equipaje que cargaban las

mulas de regreso; esos eran los distintivos de los peregrinos que hacían sobresalir en las

veredas, caminos y montañas de regreso otra vez a sus casas para ser recibidos con el

estruendo de la pólvora que retumbaba por las cañadas despertando a todo ser viviente.

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Los niños disfrutaban con las pelotas los “alborotos” que el primer maicillo y el

maíz completamente seco se mezclaba con los últimos “atados” de dulce que sobraban y

que se habían guardado en la oscuridad de los tabancos. Derretido el dulce y revuelto con

el maíz y el maicillo reventado, el “alboroto”, era una formidable combinación que podía

mantener al estómago lleno sin necesidad de comer otra cosa durante todo el día. No había

rancho y casa que no dispusiera de gallinas y jolotes que corrieran de cerco en cerco. Cada

quien sabía lo que era de su propiedad y lo que era del otro.

En octubre, enero y febrero, cuando el maicillo y el arroz se aporreaba las

bandadas de palomas y codornices eran presa de los cazadores, que con sus hondas y

trampas no había una que se les escapara. Durante todo el año se podían cazar

tepezcuintes, venados y cusucos; pero era en marzo y abril cuando más abundaban los

garrobos y las iguanas, que como animales perezosos se asoleaban sobre los calientes

talpetates.

A las vacas y los cerdos se les colocaba sobre la cabeza una paleta para que no

traspasaran las propiedades y hacer perjuicio hartándose los sembrados de los vecinos.

La mayor alegría eran las fiestas religiosas, y aunque el cura frecuentaba el lugar

sólo una vez al año y para la fiesta patronal, la tradición y el respeto por lo religioso y por los

demás era más que una norma.

En la víspera de Navidad y ya entrando el verano se alegraban con la celebración

de las posadas, las pastorelas y los nacimientos. La gente comía y bebía, y los lazos

solidarios de “la mano vuelta” eran una norma. Las únicas preocupaciones eran las

frecuentes plagas de chapulines que de vez en cuando aparecían y que en un descuido

podían arrasar con todo el cultivo.

Una vez, para una plaga, fueron hombres, mujeres y niños que con pencas del

árbol de tecomasuche espantaron a los voraces insectos que amenazaban con dejar todo

hecho un desierto.

El pueblo más cercano era Victoria, y hasta Sensuntepeque se llegaba año con

año para la fiesta patronal celebrada del 25 de noviembre al cuatro de diciembre en honor a

Santa Bárbara.

Otras veces del año se visitaba sólo por diligencias de importancia como ver en los

cuarteles y la plaza los cientos de reclutados que no fueran golpeados por la patrulla

cantonal -establecida por el general Maximiliano Hernández Martínez- y que estaban listos

para ser llevados a los diferentes cuarteles de la república. La patrulla los agarraba con

fuerza y era cruel con los que se corrían, pues sufrían toda clase de atropellos. También

muchos pobladores de Paratao, entre ellos los Rivas y Los Reyes, Los Bonilla y

Los Callejas llegaban durante el año a Sensuntepeque con mulas cargadas de huevos que

se vendían en casas particulares y a los vendedores de la plaza.

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El novio se ausentaba de la casa de la novia durante unos 10 días. Si en este

tiempo los padres de la novia quemaban la leña era porque lo aceptaban para esposo de su

hija; caso contrario era signo claro de rechazo. Ante esta situación, el muchacho, con

mucha pena, retiraba la leña y se la llevaba para su casa. Si era aceptado, los padres de

ambos jóvenes se reunían para poner condiciones y fijar fecha para la boda. En este tiempo

era prohibido para la muchacha darle un abrazo o un beso al novio porque eso era

“pecado”; por eso, en todo el noviazgo nunca se abrazaban ni besaban.

b.- Aproximadamente después de 1930 comenzó a cambiar la tradición. Los jóve-

nes platicaban un poco más solos, cuando la señorita consideraba que podía casarse, le

pedía al pretendiente que la pidiera a sus padres para poderse casar. El joven enamorado

le comunicaba a su familia lo que ocurría. El papá del novio se iba para Sensuntepeque,

donde una persona letrada le hiciera la carta de pedimento para sus futuros suegros.

Cuando la carta ya estaba preparada con dibujos y perfumada, la envolvía en un

pañuelo blanco bordado con el nombre de la agraciada, preparaban también un canasto

con marquesotes y se iban para la casa de la novia; el enamorado no acompañaba a sus

padres. Entregaban al papá de la novia la carta y a la mamá el canasto con el pan referido;

platicaban de otros temas, no del pedimento. Después leían la carta, si es que podían; si

no, buscaban quien le diera lectura.

Más o menos alrededor del mes siguiente, los padres del novio recibían a los

papas de la novia con la contestación de sí o no a la misiva. Si la respuesta era no, la carta

no la rompían en ese momento sino después de que se retiraban los papás de la novia.

Si había respuesta afirmativa, seguía lo que en el cantón se llamaba el asentón.

Los parientes del novio hacían pan, buscaban un conjunto musical y visitaban la familia

de la novia para formalizar el casamiento y sus condiciones. Lo hacían a través de

una persona letrada y con facilidad de palabra. En el cantón fue famoso, entre otros,

Luis Carmen Navarrete, aparte de que con su esposa, Lucía Reyes, fueron en un tiempo,

los padrinos de boda y bautismos de muchas personas del cantón.

Las dos partes fijaban el día del casamiento civil y religioso y los demás detalles;

en especial, nunca faltaba la pregunta de si el novio ya tenía casa propia. Los compromisos

del asentón eran considerados sagrados y era muy raro que fuesen incumplidos. Incluso,

según muchos comentaristas, este era el verdadero matrimonio familiar, los demás: el civil

y religioso eran complemento de este ritual.

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c.- En la actualidad, con los medios de comunicación modernos: celulares,

encuentros mixtos en las escuelas, los dos novios se ponen de acuerdo y luego ambos

después de un cierto período de noviazgo, que puede oscilar entre uno y tres años, van

adonde los padres de la novia, previamente avisados, para formalizar la boda y todos sus

detalles. A esta forma de pedimento o arreglo lo llaman: pedido y aceptado.

Eran comunes los casamientos entre parientes, por ejemplo, contraían matrimonio

primos hermanos; en la actualidad, esta costumbre se practica poco.

De cualquier manera, en todas las épocas y lugares, incluyendo Paratao, las bodas

siempre han sido verdaderas fiestas familiares con abundante comida de todo tipo, música

y otras expresiones de alegría. Para la comida se mataban muchas gallinas indias y los más

pudientes aliñaban un torete; otros preparaban abundantes rellenos de cerdo.

Cuando no había capilla, los matrimonios religiosos se realizaban en la parroquia

de Sensuntepeque, algunos en Victoria y otros también en Providencia durante su fiesta

patronal. Los celebrados en Victoria y Sensuntepeque tenían en común que los novios así

como sus respectivos padrinos y parientes se iban desde un día antes; buscaban la posada

respectiva y al siguiente día, después de la ceremonia, antes de partir para Paratao,

les ofrecían a todos los acompañantes “un buen café desayuno”. Luego, todos montaban

en sus caballos, mulas o machos; los hombres, con sus buenas albardas y las mujeres en

galápagos. Al llegar al Portillo de La Uvilla, reventaban un cohete y era la señal para que

los acompañantes se dirigieran al pie de la cuesta a esperar a “los novios”. De allí en

adelante, el tropel de bestias con personas muchas veces era enorme. Como no podía

faltar la música, entre los conjuntos más solicitados estaban los dos de Paratao, Los herma-

nos Martínez, de Catarina, y Los Pineda, del Papalón. En ausencia de ellos, era contratado

también el conjunto del vecino cantón San Marcos, de la Azacualpa; Misael y sus

hermanos de la Uvilla y algunas familias con más posibilidades económicas contrataban

incluso al famoso cuarteto de los hermanos Torres, del Caracol. Posteriormente se populari-

zaron los tocadiscos, y en la actualidad casi siempre se baila con disco móvil y la

ceremonia religiosa tiene lugar en la capilla del cantón.

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En las quebradas acostumbraban ir a cangrejear removiendo las piedras. En la

madrugada, era el cantar de los gallos lo que despertaba a la gente; y por la tarde el

bramido de las vacas de regreso al corral indicaba que ya habían sido ordeñadas y que

la cuajada estaba lista.

Si en otros tiempos en el valle de Paratao todo fue armonía entre los vecinos y el

medio natural que les rodeaba, a medida que la pasaban los días y la lluvia no mermaba las

noticias eran cada vez espeluznantes pero la información que daban los medios se

centraba solo en lo que sucedía en la capital o en los lugares aledaños. La desgracia ya era

un hecho en Paratao. Los medios informaban sobre la desgracia pero haciendo referencia

otra vez sobre lugares cercanos a la ciudad capital, y daban el reporte sobre lo que

acontecía pero sobre la realidad en el interior del país no había noticia concreta alguna, sí

se presumía, por la magnitud del fenómeno, que la situación era desgarradora, por lo

menos esa era la información que se leía en periódicos como El Diario Latino y otros

medios de infamación regional pero sin mayores detalles.

La Prensa Gráfica informaba el nueve de junio lo siguiente: “Haciendo grandes

esfuerzos hemos tratado de dar información de los estragos del temporal ya que todas las

comunicaciones están cortadas. Ni por tierra, ni por teléfono se puede establecer

comunicación con el interior del país. Los barcos no pueden fondear en los puertos.

Se han encontrado doce muertos en Soyapango víctima de crecientes y de derrumbes.

Sigue lloviendo con alguna intensidad, aunque no tanto como hace tres días. Publicamos

las primeras fotos de la capital con las calles inundadas, las casas de Candelaria arrasadas,

los postes caídos y las casas de la orilla de los arenales anegadas de agua y lodo. Sigue la

incomunicación con los departamentos. Las pocas noticias que llegan son desconsoladoras.

La fuerza eléctrica está suspendida. La capital a oscuras desde hace tres noches”.

Aquel sabor y sentimiento alegre entre la gente de Paratao, así con las tradiciones

que le daban vida al lugar, con los acontecimientos del “diluvio” y los años que vinieron

cambió de una vez el patrón de vida que por muchos años les caracterizó. Y es que hasta la

topografía del lugar cambio como más adelante señalaremos. Sí es importante recordar que

antes del desastre esos pobladores, todos los meses del año, tenían algo de especial en lo

referente al ciclo de ocio y diversión; desde octubre y ya cuando el trabajo duro de la

producción había pasado era cuando ya se hablaba de limpiar y remendar los hornos, pues

había que hornear salporas de arroz, quesadillas y marquesotes.

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Mi tío Conce, a sus noventa y siete años, narra la catástrofe del lugar como si ayer mismo sucedió cuando ya han pasado setenta y tres años, recuerda también la familia entera, tanto de la línea materna como de la paterna, que vivió en el lugar y aún ve en los ojos de aquella gente (mis ancestros) el miedo por el hecho y el desconocimiento de lo que sucedía en otras partes del país. Me decía: “Regino Rivas, mi abuelo, era el papá de mi papá. Mi papá se llamaba Felix Rivas. No se quién era el padre de mi abuelito Regino y si me lo contó no me recuerdo. Ya hace muchos años de ellos. Son varias generaciones. La esposa de mi abuelito Regino se llamaba María Callejas y es por eso que agarramos cierta línea familiar con los Callejas. Mi papá era Rivas Callejas por la línea de su mamá, mi abuela. El nombre completo de mi papá era Felix Rivas Callejas y tenía cuatro hermanos: Juan, Gregorio, Francisco y Timoteo y cuatro hermanas: Marcos, Marcelina, Pastora y Nicolaza. Eran familias grandes. Eran todos hermanos legítimos, es decir de padre y madre. Mi abuela se llamaba Juana y su esposo se llamaba Pío Quinto Reyes. No me recuerdo los apellidos de mi abuela, ni el otro apellido de mi abuelo. El nombre de mi mamá era Felipa Reyes y tenía cinco hermanos: Juan, Esteban, Rosa, Jacinto y Andrés y dos hermanas: Anastasia y Leoncia. Eran también familias grandes. De Félix Rivas Callejas y Felipa Reyes de Rivas nació Concepción Rivas Reyes, Antonio Rivas Reyes, Julio Rivas Reyes y Celia Rivas Reyes, tu mamá”. Esas familias nunca se preocuparon por su nacionalidad. Eso no era importante, ya que tanto allá como acá las relaciones se basaban por amistad o por lazos de parentesco. Su diversión era ver crecer la milpa todos los años; sembrar huertas, yuca, jícamas, cosechar sandías en las vegas, sembrar caña y, en noviembre, divertirse cortando y aporreando maicillo y moliendo caña en los trapiches de las riveras del gran Lempa; cultivando apearios y elaborando azúcar de pilón. Todo el año había frutos en las huertas. Las familias eran numerosas, la típica familia extendida en donde abuelos, hijos casados y solteros, así como los primos, vivían en una casona de gruesas paredes de adobe y de tejado de barro y de grandes patios y corredores. Entonces, eran los padres los que pedían la mano de la novia cuando llegaba el momento de casarse. En otros tiempos los abuelos de ellos se habían dedicado por completo al cultivo y producción del añil que en noviembre -y sobre el lomo de las mulas que cargaban Zurrones- lo transportaban a la fiesta de Los Santos a San Vicente. Eran largas travesías donde las caravanas de mulas transportando el añil levantaban una inmensa polvareda, que vista de lejos parecía humareda de tren. Ahora, muchas décadas después, el cultivo del añil era solo recuerdo, y lo que aún quedaba eran los restos de los obrajes, principalmente cerca de los riachuelos y hondonadas. Al llegar el verano las mujeres y los niños se ocupaban de recoger debajo de los árboles de aceituno sus semillas que utilizaban para hacer jabón. No faltaba nada. La diversión de jóvenes y viejos era ir a bañarse y pescar en el Lempa o pescar cacaricos en el río Gualquiquira –animales de agua con cierto parecido a los chacalines, que con un poco de sal y calentados sobre los comales mataban el hambre, principalmente si se hacían acompañar de una tortilla de maicillo- o mojarras, guapotes, chacalines y camarones.

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También hay que reconocer que eventualmente había matrimonios de hecho,

en los cuales el joven y la señorita, de común acuerdo, se iban de una vez a vivir juntos

a la casa de los padres del novio, y después de algún tiempo “arreglaban los papeles” del

matrimonio civil y religioso. Estos casos eran conocidos como amancebados y en buena

parte eran justificables por la pobreza de los jóvenes. Incluso también ocurrían casos en

que algún patrón o sus hijos cometían abusos sexuales con alguna mujer contratada como

personal de servicio

Todavía por los años 1950 era común la expresión: “Ojalá que no llueva durante la

fiesta del matrimonio, porque la novia puede volverse muy llorona”.

Una vez formaba el hogar el nuevo matrimonio, por lo general, al año nacía el primer

hijo o hija y en Paratao las familias fueron bastante numerosas. Fue común encontrar

familias con ocho hijos de promedio.

A los infantes era costumbre mecerlos en hamaca al son del canto de las siguientes

estrofas o similares:

Dormite niñito cabeza de ayote

Si no te dormís te come el coyote.

Dormito niñito que tengo que hacer

Lavar tus mantillas y ponerse a moler.

Para donde va el niño tan de madrugada

A recoger las flores , que van sobre el agua.

Por qué llora el niño, por una manzana,

Que se la ha perdido, debajo de la cama.

………………………………………………………………………………………………

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EJEMPLO TÍPICO DE UNA PETICIÓN DE MATRIMONIO DE LA ÉPOCA ( 1935)

En familias con ciertas posibilidades económicas acudían a una persona

letrada de Sensuntepeque. Nota curiosa, la presente copia, es la petición de los

papás de Marcial Navarrete para el casamiento con Jesús Larreynaga,

la futura madre de Rigoberto Navarrete.

Sensuntepeque, 4 de abril de 1935.

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En muchos casos, desastres naturales muy bien se pueden prestar para hacer análisis

y descripciones micro sobre determinadas comunidades: vida cotidiana, control social,

religiosidad, medios de producción y hasta creencias. En este caso, los sucesos del

“diluvio” ocurrido en 1934 en toda nuestra geografía nacional son un referente que nos

da elementos para afirmar que en ese momento había poca presencia de autoridades

públicas en todo el interior del país, lo que evidencia un Estado con un pobre control

social de la población. La Prensa Gráfica en su edición del viernes ocho de junio de

1934 informaba sobre el desastre pero centrándose sólo en lo sucedido cerca de la

ciudad capital: “El temporal ha paralizado las actividades en todo el país. La furia de

los elementos ha hecho varias víctimas. No se pueden calcular las pérdidas, que son

enormes. Los barrios de Candelaria, La Vega, San Jacinto, Concepción y San Migueli-

to, son los más dañados en esta capital. Panchimalco fue arrasado por las aguas,

habiendo muchos muertos. Una señora fue encontrada en el Campo de Marte

completamente desnuda y casi loca. La capital está incomunicada. Se movilizan los

socorros como se puede…” El relato recopilado, cotejado y sistematizado, inicia así:

si los pobladores comparaban ese invierno con el invierno de otros años, mayo de 1934

se había ido sin dejar caer una gota de agua. No obstante, los lugareños sabían que

sería hasta la primera semana de junio cuando la Luna iba a entrar en movimiento, y

hasta entonces iniciarían las lluvias. Era por eso que todos habían esperado para

empezar a sembrar. La tierra sí -por si acaso y siguiendo la costumbre- desde abril

había sido preparada. Todo había quedado listo para la siembra de la milpa. No había

nadie en el lugar que dudara o desconociera los preceptos de la naturaleza, pero tam-

poco se imaginaron que aquella insignificante tormenta del tres de junio -que más que

lluvia dejó muchas ramas quebradas- iba a continuar los próximos cuatro días lloviendo

parejo convirtiéndose en “temporal”. Al tercer día del “diluvio”, por la tarde, la gente

tenía el presentimiento que algo ya andaba mal; las gallinas no habían bajado todo

el día de los árboles, los techos de los ranchos ya empezaban a gotear, pues por

la llovedera las casas de teja y los ranchos de techo de zacate habían empezado a

empaparse; y allá en los corrales, las vacas paridas y cerdos de engorde hacían ruido

y movimientos fuera de lo normal. Los animales sueltos habían huido, más de algún

perro aullaba como anunciando un mal augurio; y los árboles no dejaban de mecerse

por el fuerte viento. El cielo estaba cerrado por el chaparrón que no dejaba de caer.

Los Reyes, los Rivas, los Bonilla, los Callejas -todos emparentados- vivían allá en

el cantón Paratao, uno de los 11 cantones que es rico el municipio de Victoria en el

departamento de Cabañas, ubicado relativamente cerca del rio Lempa y a un tiro de

piedra de la frontera con Honduras.

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Una vez dada la orden de inicio, al primero que soltara la risa o pronunciara una

palabra, se le imponía una penitencia que tenía que cumplir.

Terminada la quiebra de semillas había que colocarlas al sol, luego limpiarlas y

triturarlas para quitarles el hollejo. A ese punto, aquella materia prima estaba lista o para

llevarla de venta al pueblo o para convertirla en el famoso jabón de aceituno. En el pueblo,

un medio de semillas (una arroba) se vendía al precio de unos dieciséis reales, es decir dos

colones.

Para hacer el jabón de manera artesanal, se seguía el siguiente proceso: se molían las

semillas en la piedra. Luego se colocaba la masa en un perol con agua, hasta alcanzar el

punto de ebullición. Después se le vertía a la masa un poco de lejía, obtenida a gotas de la

coladera que era una olla grande llena de ceniza. (También para producir la lejía se podía

usar cal). La lejía se aplicaba para eliminar el aceite que aparecía en el perol en forma de

espuma. Después, había que menear aquella masa viscosa con una paleta de palo,

de manera incesante y por muchas horas, para que no se quemara, hasta alcanzar el

cocimiento adecuado (Aquel trabajo podía durar hasta tres días). Posteriormente la mezcla

obtenida se dejaba enfriar y estaba lista para hacer las bolas de jabón que eran envueltas

en una tuza y amarradas con pencas de guineo. El jabón terminado tenía un color café

oscuro y un olor agradable y era utilizado para el lavado de ropa y también para el baño de

las personas.

Lastimosamente, con la llegada de los productos industriales y el uso de químicos,

aquel patrimonio pasó a ser solamente un recuerdo.

10.2: Una tragedia olvidada en el salvador: las inundaciones de junio de 1934

y su impacto en Paratao, por Ramón Rivas

Por el Dr. Ramón Rivas, antropólogo. Su madre, doña Celia, hoy residente en

Ilobasco, nació en el Bosque, Paratao. Este artículo fue publicado en varias entregas en el

periódico Colatino en el 2010.

El relato que comparto es la vivencia de niño que mi tío Concepción Rivas ( 97

años), residente actualmente en San Isidro, Cabañas, me narró sobre la familia, la gente

del lugar y la comunidad del cantón Paratao del municipio de Victoria en el departamento de

Cabañas, ante el desastre natural ocurrido en 1934.

25

4.5 AUTORIDADES LOCALES

La autoridad civil era ejercida por el alcalde desde sus oficinas en Victoria. La de

vigilancia y orden estaba a cargo el comando de la Guardia Nacional en coordinación

con el coronel destacado en el DM2 de Sensuntepeque, quien nombraba al comandante

cantonal y este, a su vez, instituía comisionados militares en los caseríos grandes. En la

práctica estos eran los ayudantes inmediatos del destacamento de la Guardia Nacional

ubicado en Victoria.

Entre los primeros comisionados militares cabe mencionar a Antonio Quinteros

Torres, de Catarina, y a José Cupertino Ramos, del Bosque. Ellos nombraban a las

patrullas cantonales, cuya función principal era mantener el orden y el cumplimiento de las

leyes y efectuar los “reclutamientos forzosos” que debían hacer cada cierto tiempo para

llevar al cuartel a los jóvenes a prestar su servicio militar “obligatorio”, el cual en realidad

solo cumplían los jóvenes de escasos recursos. De Paratao se puede decir que pocos

jóvenes se presentaron voluntariamente o fueron alistados a la fuerza. Algunos reclutados,

por influencias en los mandos castrenses quedaban libres.

Junto a la autoridad civil estaban también las autoridades morales; entre ellos,

la maestra o los maestros de la escuela, el sacerdote de la parroquia, que con relativa

frecuencia visitaba el cantón. También tenía mucho prestigio moral el mayordomo

de la capilla, el primero de ellos, Juan Rivas; luego continuó por un corto tiempo Marcial

Navarrete y Ulises Navarrete, quien estuvo al frente de este importante cargo durante 20

años.

4.6.- RECREACIONES

Organizadas en paratao no hubo, más bien eran espontáneas; pero como es una necesidad vital de toda persona humana en la práctica, entre otras se daban las siguientes:

Entre los niños y niñas, los llamados “ juegos tradicionales”,- Los niños:

las chibolas, las ondías, los trompos y capiruchos hechos por lo general por sus padres

o hermanos mayores. Fueron famosos los trompos de madera del árbol de Brasil, porque

cambiaba de color. Entre las niñas “ la pispizigaña”, el cinco negritos, el arranca cebolla y

muñecas sencillas, muchas veces hechas por ellas mismas, etc. Ya entre los jóvenes

varones una de sus mayores diversiones era la natación en los ríos Lempa y Gualcho,

como también en las pozas profundas de las quebradas de verano. Fueron famosas

el salto blanco, los “ cajones de Gualcho y de la quebrada de paratao, y desde luego las

abundantes pozas y chorreras del río Lempa. También a partir más menos de 1955 hasta

el presente se fomentó mucho el fútbol. Para las personas mayores entre otras habían las “

enebradas”

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que aunque implicaban cierta fatiga, pero eran una verdadera diversión familiar,

junto claro a los frecuentes matrimonios, cumpleaños, fiesta de navidad; en estos últimos

por lo general no faltaba el baile. Por las tardes después de los rudas tareas, especialmen-

te para los adultos mayores era común el escuchar las famosas “ rancheras”, cuando a

partir de la década del sesenta se popularizaron los radios y los tocadiscos. Claro que

cuando asistían a las fiestas patronales vecinas, no faltaban las tradiciones de montarse en

la Rueda de Caballitos y la Chicago, así como también oir rancheras en las recordadas “

cinqueras”. Últimamente se han hecho famosos los jaripeos en las fiestas patronales.

5.- PARATAO Y LOS CAMBIOS DE LOS TIEMPOS

5.1 Primera capilla católica

La población de Paratao ha sido por tradición católica casi al 100%. Pocas familias

pertenecen a las llamadas Iglesias pentecostales, fenómeno que se acentuó un poco

cuando llegaron algunos de los migrantes que estuvieron trabajando en Honduras.

Antes de 1943, la iglesia más cercana era la de Providencia, construida en 1908.

Sin embargo, los misioneros presentes especialmente en la parroquia de Sensuntepeque

siempre tuvieron cuidado de preparar catequistas para enseñar lo elemental de la doctrina

católica en los cantones del departamento de Cabañas. Era impartida la catequesis por casi

todas las jovencitas del cantón y también algunas personas mayores; entre ellas, por

ejemplo, en la revista de la congregación somasca El Taumaturgo nombran a la entonces

señorita María Ramos Pineda, originaria del Bosque; también de este caserío fue famosa la

catequista conocida como Feñita (Eufemia Ramos), entre otras.

Según la revista Taumaturgo, a partir de 1943, siendo párroco de la cabecera

departamental Sensuntepeque el P. Medardo Jaime, se inició la construcción de capillas en

varios cantones, incluido Paratao. Manuel Torres donó el terreno en el centro del Palomar y

con el entusiasmo de la gente se construyó la primera capilla que se puso bajo la protección

de María Inmaculada, cuya fiesta se celebra el 8 de diciembre.

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10.- ANEXOS SOBRE CÓMO ERA LA VIDA EN PARATAO

10.1: El jabón de aceituno de nuestras madres y abuelas

Por Ramiro Velasco

En los campos del Departamento de Cabañas y de toda la Zona Norte del país abundaban los aceitunos en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.

Aquellos árboles, se dejaban crecer a propósito en las milpas, para dar un poco de sombra, para utilizar su madera, pero sobre todo, porque eran muy útiles en la economía de los hogares.

A finales del invierno (estación lluviosa) se llenaban de flores que pronto se convertían en aceitunas prendidas a numerosos gajos que colgaban de sus ramas. Las había de color blanco y de color negro. El sabor de aquellos pequeños frutos era tetelcoso, lo que no les hacía tan apetecibles para las personas, pero sí para algunos pájaros.

Cuántas veces de niños llegamos a la casa con los labios morados por ingerir aquellos dulces frutos. Siendo motivo de risa para los hermanos y demás personas del hogar.

Los campesinos cuidaban de limpiar todo el contorno debajo de aquellos árboles, de tal manera que los frutos maduros al caer, no se mezclaran con la maleza. Llegado el verano en los meses de marzo y abril, una vez pasada la recolección del maíz, del frijol y del maicillo, la tarea era ir a recoger a los potreros las aceitunas ya secas. A ese trabajo se unían los hombres, pero sobre todo las mujeres y los niños que las recogían en canastos y luego las depositaban en bolsas de manta para ser transportadas a las casas. Después venía la tarea de quebrar las semillas con piedras seleccionadas en las orillas de los ríos y quebradas. Aquellos artefactos relativamente pequeños, no debían pesar mucho y de preferencia debían ser un poco redondas o cilíndricas, para poder golpear fácilmente en el canto de cada semilla que se colocaba en un pequeño trozo de madera, de forma que la almendra saliera completa e ilesa.

En nuestra casa aquella tarea, a pesar de requerir mucho tiempo y paciencia, lejos de ser algo odioso, resultaba bastante agradable. Tanto mujeres como niños nos sentábamos en pequeños trozos o directamente en el suelo, de manera que quedábamos viéndonos las caras. Así además de platicar, podíamos apreciar quién era más hábil para despulpar aquellas semillas de color café claro y llenar el recipiente asignado. Pero lo mejor de aquel trabajo, era que las muchachas de mayor edad aprovechaban para narrar a los menores, aquellos cuentos fantásticos aprendidos de los mayores, decir adivinanzas y contar todo tipo de pasadas. En aquel ambiente divertido, llegaba un momento en que jugábamos también a los “cinco cirines”. Se trataba de probar la capacidad para sostener la risa y no hablar, en un ambiente de tanta algarabía. Alguien tomaba el liderazgo y decía: “cinco cirines en un cirinal,

cinco zapotes en un zapotal,

el que chiste y hable,

se come toda la suciedad del hospital”. ¡Ya!.

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Yo los identificaba bien, ya que trabajaba como técnico agrícola en proyectos del

Ministerio de Agricultura y ganadería, en puras zonas conflictivas y estaba familiarizado con

ellos. Nos fuimos para el centro. Al llegar, vimos a varios ‘soldados’ armados y vestidos de

verde olivo. Había tal vez un 60% de los hombres del Palomar. A los pocos minutos se

adelantó un joven y dio un saludo de paz en nombre del Ejército Revolucionario. Todos los

presentes se sorprendieron, y pienso que tuvieron un poco de miedo, ya que nunca habían

visto a un guerrillo.

Entonces el joven comandante habló. “Yo sé que tienen miedo, pero no venimos a

hacerles nada malo, solo queremos que nos conozcan y decirles que sabemos bien cómo

viven aquí; que no tienen armas nacionales, solo un fusil Checo que les quedó de la guerra

con Honduras. Sabemos quiénes tienen pistolas y revólveres, y también cómo cuidan. No

se desvelen cuidando nada. Nosotros no les haremos daño alguno, porque de aquí de este

cantón no hay ni un solo soldado en el Ejército”. De veras que estaban bien informados de

todo lo que ocurría en el cantón. El personaje visitante agregó: “Sabemos que aquí hay

gente buena, especialmente un señor que ayuda mucho a sus mozos. Cuídenlo y

ayúdenlo”, y preguntó. “¿Está por aquí Bernardo Torres?”. Inmediatamente se paró

Bernardo. El comandante lo saludó y repitió: “Cuiden a este hombre porque como él hay

pocos …”.

Tras una corta plática, repitió nuevamente: “No nos tengan miedo, ya que

volveremos; y no se desvelen cuidando sus bases. Ustedes son nuestros amigos, no

enemigos”. Se despidieron y se fueron. Mi compadre me preguntó: “¿Cómo los conoce

usted?”. Le respondí: “Cuando veo a los muchachos, no me asuntan porque soy amigo de

ellos, pero cuando veo a los soldados, me alarmo porque estuve a punto de que me

mataran”.

Volvieron a pasar muchas veces y nunca en el Palomar golpearon a nadie. Pero sí

hay que recordar que a los inicios de la guerra de 1980, en Paratao, mataron a Mercedes

García, Adán Juárez y José León Martínez, que eran miembros de la patrulla cantonal

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Esta construcción dio enorme relevancia a la religiosidad del lugar, como

lugar comunitario de reunión. Previa a esta construcción por lo general las Eucaristías eran

celebradas en la casa de don Manuel torres. La fiesta se celebraba con mucha solemnidad.

Entre otras actividades se preparaban entradas en la novena de parte de todos los

caseríos, actividad en la cual la gente iba rezando el rosario, llevaba flores y algunos hasta

iban acompañados de música; lo anterior de manera especial sucedía en Catarina y el

Papalón que disponían de estables grupos musicales de cuerda.

El animador principal de la construcción de la Iglesia fue Juan Rivas, residente

en el Limo, quien a la vez fungió durante mucho tiempo como mayordomo encargado

del cuido de la iglesia, de preparar la llegada del sacerdote, etc. Esta primera capilla fue

ampliada en los años siguientes y a partir de 2003 se botó por completo para construir

el templo moderno actual, que si bien todavía le faltan algunos detalles, es de las más

grandes de toda la zona, aunque algunos cuestionan si era necesario botarla o mejor haber

ampliado la antigua ermita.

A partir de 2000 se han construido tres capillas más: una en La Montaña; otra en

el Papalón, que sirve para esta comunidad y la del Limo y, por último, la de Catarina; de

esta manera, a la capilla del Palomar solo le han quedado los caseríos de el Palomar y el

Bosque.

5.2 Educación

Durante la administración del general Salvador Castañeda Castro (1945-1948),

fungió como alcalde de Victoria Benjamín Navarrete, vecino del Palomar, y entre sus

gestiones estuvo el envío de un maestro para enseñar a leer y escribir a los niños. Antes

de esa fecha era raro encontrar alguna persona que pudiera leer y escribir, a no ser alguno

que tuviera alguna posibilidad económica para pagar un maestro particular.

Cuentan vecinos del lugar que Papa Nin, como cariñosamente llamaban a

Benjamín, reunió en la actual plaza del Palomar a vecinos de varios caseríos y les informó

que ya había conseguido autorización para la llegada del primer profesor, pero que no

había terreno, mucho menos casa adecuada. Todos los presentes se comprometieron a

construir la casa y Manuel Torres donó el terreno para escuela. El entusiasmo de la gente

era enorme.

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La escuela la construyeron en terreno donde hoy está la casa de Alejandrina

Vásquez de Torres. El centro escolar viejo era bajareque con buenos horcones y de teja.

Se hicieron unos bancos de tabloncillos para que se sentaran los niños y niñas y para el

profesor, una mesa de aceituno y también una silla de madera encordelada de cuero crudo,

muy vistosa.

El primer profesor se llamaba José Ardón y contaba el abuelo Benjamín que

lo fueron a traer a Sensuntepeque en una buena bestia. Fue recibido con mucha pompa

desde el llamado Revolcadero hasta la nueva escuela con cohetes, flores y muchas vivas.

Pero como no era muy práctico en montar a caballo, el animal al oír los cohetes, corcovió y

botó al maistro, lo cual le ocasionó raspaduras en la cara y se dobló un pie. Después de los

primeros auxilios que personas generosas le brindaron, el maistro tuvo que regresarse a

Sensuntepeque y volvió ya casi recuperado a los veinte días. Fue recibido siempre con

gran algarabía, nada más que esta vez el maestro llegó a pie.

La casa donde fue construida la escuela funcionó por varios años, y entre los

docentes que llegaron después se nombra a los profesores y profesoras Lolita, Justa,

Antonio Callejas, Julia, Teresa Echeverría, Argelia y muchos más. Únicamente que se tuvo

que alquilar una casa aledaña, pues como no había escritura pública de la donación,

parientes de Manuel reclamaron la casa original que se usaba como escuela.

Durante todos estos años solo se impartieron primero y segundo grados, o sea que

el alumnado solo aprendía a leer y escribir y un poco de matemáticas, especialmente las

tablas.

Daniel Navarrete y Baltazar Bonilla gestionaron el alquiler de la casa aledaña, pero

en los años 70 compraron el terreno donde en la actualidad se imparte hasta noveno

grado.

Con el tiempo también se fundaron otras escuelas; por ejemplo, en 1961, la del

caserío Paratao, en casa y terreno donado por Carlos Reyes Quinteros. Luego en la década

de los 90 se fundaron las del Papalón y Catarina. En estas tres últimas únicamente se

imparte clases en los dos primeros ciclos de la educación básica; la del Palomar imparte los

tres ciclos básicos.

Las familias con más posibilidades económicas, con grandes sacrificios

familiares, enviaban a sus hijos a estudiar a Victoria o a Sensuntepeque, como se detalla

más adelante.

59

Cuando nos dimos vuelta, nos apuntaba el famoso sargento de la extinta Guardia

Nacional de apellido Carrillo, con un fusil G3 y una pistola calibre 45, y nos dijo:

“¿Qué hacen aquí hijos de la gran p…. Ustedes son guerrilleros. Nos están controlando

para venir a matarnos”.- “No señor, le contesté, somos gente de paz, no guerrilleros, y

vamos para el Palomar”. Carrillo llamó a otro guardia de su escolta y le dijo: “Registrá a

estos cabrones”. El agente de la GN nos pidió la cédula y a ambos nos pidió varias veces

que le repitiéramos los nombres de nuestros padres.

Un momento después, el sargento Carrillo, siempre apuntando con su pistola, nos

dijo: “Quiero que desaparezcan en cinco segundos porque si no, los mato. Corran, estoy

contando…” Yo conservé la calma y agarré a Arnulfo del hombro, pues tuvo intenciones de

correr, y le dije “Si corrés, te matan…” Luego le dije al guardia que nos había registrado que

por favor nos entregara las cédulas, a lo que Carrillo respondió: “Todavía tenés huevos de

hablar”. - Le contesté: “Si usted nos perdonó la vida, allá arriba en la salida de Victoria, el

otro retén, si no tenemos documentos, sí nos puede matar”. Nos entregó la cédula, pero

apuntándonos con el arma y ordenándonos que corriéramos. Sostuve lo más que pude a

Arnulfo para que no corriera y, gracias a Dios, no nos disparó. Si hubiéramos corrido, nos

habría asesinado a sangre fría, como era la costumbre en aquel entonces.

9.5.- Primera visita del ejército revolucionario para la

liberación nacional del Palomar

Yo, Manuel Navarrete, aclaro y cuento esa experiencia: soy originario del Palomar

pero vivo en Sensuntepeque.

Un sábado de octubre de 1989, como a las 5:30 de la tarde, estaba en la casa de

mi compadre Alonso Ramos. Siempre que iba al cantón, y voy todavía, visito su casa, por la

amistad que tenemos desde que estábamos pequeños.

Esa tarde, estando sentados en unas sillas en el corredor, frente a la entrada de la

casa, vimos que se acercaba un hombre vestido de verde de olivo con buena arma en sus

manos. De inmediato reconocí que aquel individuo no era del Ejército, y le comuniqué a

Alonso: “Ese muchacho que viene allí es guerrillero”, y mi compadre me respondió:“No,

compadre, es soldado”.

En ese momento llegó al borde del corredor y saludó: “Muy buenas tardes. Vengo

a hacerles invitación para que en este momento nos reunamos en la plaza central.

Los esperamos”, dijo, y se fue. Le repetí nuevamente a mi compadre que aquel tipo era

guerrillero; entonces, contestó mi interlocutor: “No puede ser, si acá nunca han venido los

guerrilleros”. “Pues hoy están aquí, le contradije”.

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Cuando llegamos, por los lavaderos públicos de la Mina, en la entrada de la

ciudad, un retén de soldados detuvo la camioneta y el teniente a cargo del comando militar

ordenó que todos tuviéramos la cédula en mano para el terrible registro de esa época

nefasta. Cuando el teniente vio la fotocopia de mi cédula, le dijo al sargento: “Este me lo

apartan de la fila porque es guerrillero”.

Yo traté de explicarle el por qué del documento que portaba, pero no me hacía caso.

Le ordenó a un soldado que hiciera conmigo “lo que ya sabía que tenía hacer” (matarme).

Varios soldados me empujaron y empezaron a golpearme. En ese momento intervinieron mi

tío y otras personas explicando que yo era un joven honrado, hijo de padres muy conocidos

en Paratao, pero el oficial, terco, insistía en que yo era guerrillero, lo cual era entonces pena

de muerte.

Todavía tuve valor de decirle al oficial: “Mire, teniente, antes de que me mate,

quiero decirle que investigue bien, pues mi mamá es prima hermana del coronel Mariano

Quinteros, su actual jefe del DM2 (Destacamento Militar # 2)”. Ante estas afirmaciones, el

oficial dijo: “Así son todos los guerrilleros; cuando caen en manos del ejército no hallan que

inventar”.

En ese momento, un soldadito le pidió permiso al teniente, se le cuadró y le

espetó: “Mi Charli, ¿puedo hablar?”… “Decí lo que tenés que decir rápido”. El soldado le

indicó: “Le doy parte de que lo que dice este muchacho es cierto. Es hijo de buena familia y

no es guerrillero”. “¿Respondés vos por él?”; - “ Hasta con mi vida, teniente”, contestó el

soldado.- “ Denle, pues, otros cachimbazos y déjenlo ir”, fueron las últimas palabras del jefe

militar.

Les aseguro que yo no conocía a aquel soldado y deseaba y todavía deseo saber

quién fue aquel Ángel de la Guarda que Dios puso en mi camino y me salvó la vida.

9.4.- Tremendo susto en Victoria

Por esa misma época, una vez que viajé de Sensuntepeque al Palomar con mi

amigo Arnulfo Torres, tomamos el bus hacia Victoria y nos bajamos en el punto final frente a

la Alcaldía. En el parque había un chalé cuyo propietario era mi amigo Benjamín Cedillos.

Ahí invité a Arnulfo a tomarnos una soda. Saludamos a Mincho y tomando los refrescos

estábamos cuando oímos por detrás una voz que nos dijo: “Dense vuelta con las manos en

la cabeza y sin hacer ningún movimiento que les pueda costar la vida”.

29

5.3 El cementerio

En Paratao, las celebraciones de los ritos alrededor de la muerte tenía y tiene

todavía gran incidencia en la vida social y religiosa en Paratao, como en todas las culturas.

Estos ritos si bien son celebrados con oraciones católicas, tienen mucha incidencia de las

celebraciones ancestrales precolombinas. Hay mucha solidaridad en estos momentos

tristes y siempre se celebra el novenario con la participación de familiares y amigos.

En la época de la gestión municipal de Benjamín, se inauguró el cementerio

( 1946), siempre en terreno donado por Manuel Torres, en las faldas del conocido Cerro de

la Doncella. Antes de ese lugar, los muertos eran enterrados en los solares familiares y

algunos con más posibilidad económica los llevaban hasta Victoria, con todos los sacrificios

que eso significada: conseguir mozos, pagarles y darles de comer para poder subir el ataúd

toda la cuesta de La Uvilla. La primera persona que fue enterrada en el nuevo local fue

Apolinar, señora de escasos recursos. Varias personas colaboraron para hacer una tumba

especial: construyeron una pila de piedra, arena y cal y allí la colocaron. Todos los

habitantes comentaban que a esta mujer la recordaremos no como Apolinar, sino como

La mujer de la pila. A finales del siglo pasado, Bernardo, hijo de Manuel Torres, regaló

otro pedazo de terreno para ampliar el primer cementerio.

5.4 Agua potable

Este líquido vital ha sido siempre tema de primera necesidad. Cuando no había

mucha gente, esta se abastecía de los pozos de agua que en invierno eran muy

numerosos, no así en verano y cuando aumentó la población había que cuidarlos y, el agua

era jalada a lomo desde los nacimientos cercanos en cántaros de barro.

De 1972 a 1975 con ayuda de entidades gubernamentales se desarrollaron

proyectos en el Palomar, en Paratao y La Montaña, para lo cual se construyeron tanques

de captación y distribución por gravedad; pero por falta de mantenimiento adecuado

surgieron serios problemas con los trabajos iniciales y ya casi no funcionan. En el Papalón

se inauguró recientemente el último proyecto de agua.

En la actualidad, cada familia ha procurado llevar agua a sus casas por sus propios

medios. Lo anterior ha dado como resultado que varias casas ya poseen sistema de

servicios sanitarios lavables, pues hasta hace poco tiempo, o no había o eventualmente se

usaban los tradicionales inodoros de fosa.

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5.5 Las vías y los medios de comunicación (barcas, puente colgante y

puente de la integración)

Con Honduras había comunicación a través de los llamados puertos, funcionaron

dos: El de Las Flores, y el situado en Catarina, llamado Puerto Virginia de las familias

Rivas y Torres respectivamente. El medio de transporte llamado barca, era un lanchón de

madera, que incluso algunas veces podían trasladar hasta nueve bestias con carga o hasta

15 animales de ganado.

Para el resto de lugares más lejanos el transporte más empleado eran las bestias

mular y caballar, las cuales también se usaban para recoger el maíz y maicillo, jalar leña,

agua, etc.

Mucha gente de escasos recursos se transportaba a pie. Los caminos usados para

llegar a las ciudades más cercanas de Victoria y Sensuntepeque eran el camino real de La

Uvilla y el Quitasueño por el lado del Cerro de la Doncella. Alrededor de los años 1970,

Daniel Navarrete y Baltazar Bonilla gestionaron la construcción de la actual carretera hasta

el Palomar que se llevó a cabo en 1977.

En el vecino cantón San Pedro, a partir de 2000, para la comunicación con

Honduras primero se construyó el puente de hamaca que tuvo el apodo el Suizo. En 2009,

la comunidad europea y los gobiernos de Honduras y El Salvador construyeron e

inauguraron el puente llamado de La Integración.

Construida la carretera, empezó a dar el servicio de transporte público la empresa

La Gitana, dos buses viejos cuyo propietario era Pablo Díaz, de Sensuntepeque. Lo duro

era el regreso, pues el bus salía alrededor de las cuatro de la tarde de Sensuntepeque,

lleno de gente hasta en la parrilla, pues adentro del bus, como algunos ya venían

borrachos, el ambiente que se respiraba era de miedo… y cuando pasaba por el vecino

cantón de San Antonio comenzaba a oscurecer y el bus sin luces. Beto Henríquez del

Palomar era el cobrador, y la gente le decía: “Sacá la lámpara para que alumbrés…”. Beto,

renegando un poco, sacaba una lámpara de tres baterías, se sentaba en la trompa del bus

y alumbraba hacia adelante y le decía al motorista: “Decile a tu patrón que aunque sea un

candil le pongan a esta m…”, por eso al propietario le pusieron de apodo el Candil.

El pasaje costaba dos colones, pero había algunas personas que se querían pasar de

listas, y pagaban el pasaje con un billete de a 100 o 50 colones. El ayudante casi nunca

traía cambio, pero les decía: “Al llegar a Sensunte le doy el cambio…” y, de hecho, Beto,

siempre dio el vuelto después de que iba a cambiar el billete al banco. Cuando recibían

el cambio en suegras, así llamaban a las monedas de a colón, algunas personas todavía

protestaban, pero él les decía: “Entonces, la próxima vez traiga el cambio listo…”.

57

9.2.- Aterrizaje del primer helicóptero

Me contó me papá Ulises Navarrete (+) que en 1972, cuando inauguraron

el proyecto de agua potable en el Palomar, mientras llegaban las autoridades, entre ellas el

ingeniero Reynosa, el coronel del DM2 y otros en un helicóptero, en la capilla se celebraba

la santa misa de inauguración.

Las personas asistentes al oficio religioso, al oír las vueltas que daba el piloto de la

nave buscando lugar de aterrizaje, salió de la iglesia hacia el Plan del Carao, donde

finalmente había aterrizado el aparato. A pesar de las sugerencias del sacerdote celebrante

para que la gente no saliera, quedó solo en el templo con el mayordomo Ulises Navarrete y

unas dos mujeres más. La gente regresó a la ceremonia religiosa como 40 minutos

después. Esta santa misa fue de las más largas celebradas en El Palomar.

9.3 .- Un ángel de la guarda me libra de la muerte en 1980

Con grandes esfuerzos, mis padres me enviaron a estudiar en 1978 al bachillerato

agrícola de Usulután y, gracias a Dios me gradué, en 1980 orgullosamente sin dejar

ninguna materia en los tres años de estudio.

El centro escolar agrícola era uno de los mejores equipados del país.

Era costumbre que a todas las promociones de bachilleres les enseñaban un poco de

mecánica automotriz, daban clases de manejo de vehículos y tractores en el referido centro,

incluso tramitaban los papeles de licencia de manejo. Para lo anterior, había que dejar

provisionalmente la cédula y uno se llevaba la fotocopia respectiva. Esto me iba a costar

caro.

Recuerdo muy bien que salí un viernes de octubre de 1980, muy contento porque

era el último día de clases del bachillerato y porque había obtenido notas excelentes. Salí

de Usulután como a las once de la mañana pidiendo rait, pues lo poco que me daban mis

padres apenas me alcanzaba para pagar el alquiler del cuarto y comprar lo necesario para

la comida que personalmente preparaba: frijoles, huevos, arroz, tortillas, aceite, etc.

También lavaba y planchaba mi ropa.

Llegué al Palomar como a las nueve de la noche por el camino del Quitasueño.

El domingo regresé a Sensunte a fin de sacarme las fotos para mi licencia. Tomamos el bus

en el Palomar con mi tío Chamino Navarrete (+) y mi prima Esmeralda Torres ( +),

de muy gratos recuerdos. Al llegar a Victoria nos subimos al autobus llamado La Sorto y

emprendimos el viaje para Sensuntepeque.

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9.- ALGUNAS ANÉCDOTAS DE PARATAO

Contadas por Manuel Navarrete

9.1 La aparición del caballo Calzonillo

Recuerdo un día en los años de la guerra civil. Era de noche y estábamos en el

atrio de la iglesia haciendo turno como patrulleros. El comandante era Adalberto (Beto)

Henríquez, y nos dice: “Hoy es viernes y se supone que después de las diez de la noche

pasará el Caballero del silbido. ¿Quiénes tienen valor de irlo a esperar por la pila de los

Torres? Todos los presentes nos armamos de valor y nos fuimos al lugar convenido. Como

a las once de la noche oímos el silbido… por el lado de los Navarrete.

Tuvimos miedo, pero estábamos “montados en el macho y teníamos que

jinetearlo”…. De repente, los perros del Palomar aullaban y las gallinas chuchureaban.

Frente a nosotros solo se sintió un vientecito escalofriante. El silbido se escuchó por el árbol

de carreto. “Se nos pasó el caballero…”, dijimos todos y nos regresamos para el atrio de la

iglesia. Beto nos dijo: “El que quiera irse a su casa, se puede ir”, pero nadie se fue. Luego,

latieron los perros por donde Adulio, y nos dijimos: “Viene nuevamente el caballero”.

Era cierto y era un caballo de verdad, era el de Toño Ascencio, al que nosotros la plebada

del Palomar habíamos bautizado como Calzonillo.

“El pobre animal llegó en mal momento y nos la va a pagar”, dijo uno de los

presentes. Conseguimos una tijera de cortar pelo y le rasuramos la crin y los pelos de la

cola, y luego le amarramos un cumbo en el tuturuto de la cola; le pegamos unos buenos

riatazos para que corriera. El pobre Calzonillo salió espantado como un cohete y cuando

veía y oía el cumbo más corría. El problema fue el siguiente día. Toda la gente del Palomar

comentaba lo extraño de lo sucedido, pero el más enojado era el dueño del caballo,

Toño Ascencio.

Llegó por la tarde al atrio de la Iglesia donde estábamos los patrulleros con

su guarisama bien afilada y preguntó: “Ajá, ¿quién fue el cabrón que pelonió a mi caballo..”

Todos los patrulleros jugábamos naipe y nos mostramos a la vez que alertas, casi indiferen-

tes a la pregunta del amigo Toño; pero, ante sus insistencias, alguien le dijo: “ Tal vez así

detenés a Calzonillo para que ya no venga molestar…“A Toño lo que le encachimbaba era

que le dijeran Calzonillo a su caballo. Se puso más enojado, pero Beto Enríquez le dijo:

“Mejor retirate, pues con todos no vas a poder…” Por fin Toño se retiró renegando e

insultándonos.

31

Hoy las cosas han cambiado, para las comunicaciones entre Honduras y Paratao y

viceversa ya no se usan los puertos tradicionales de Las Flores y Virginia sino el puente

Integración. Cuatro autobuses en buen estado prestan servicio diariamente y los dueños

son personas de Paratao (el Palomar) y el cantón está conectado por carreteras con los

cantones vecinos y con todos sus caseríos, excepto La Montaña.

Siempre en las comunicaciones, al cantón comenzaron a llegar los primeros radios

a mediados de la década de los 50, y, cuando se popularizó este medio de comunicación,

casi todas las familias poseían su radio portátil de baterías. Por medio de ellos

se puede afirmar que la población estaba informada de los acontecimientos nacionales

e internacionales; escuchaba a la vez las radioemisoras de El Salvador y Honduras,

especialmente la HRN y radio América. De El Salvador tuvo mucha audiencia en los años

60 la radio católica YSAX, la voz panamericana. Las comunicaciones telefónicas en el

cantón comenzaron en la década de los setenta.

5.6 Unidad de salud

Hasta 1948, Sensuntepeque, como cabecera departamental, carecía de hospital;

será alrededor de esta época que la congregación somasca, que regentaba la parroquia

aludida, a través del entusiasmo del P. Medardo Jaime, cura párroco de Sensuntepeque,

construyó el primer hospital llamado San Jerónimo Emiliani, un santo laico italiano del siglo

XVI y patrono de la citada congregación. El gobierno central, cuando vio este esfuerzo, a

los pocos años, alrededor de 1953, construyó el primer hospital público.

Antes de los años 50, la salud era atendida con medicinas extraídas de la

biodiversidad natural con prácticas ancestrales y que la mayoría de la población la conocía

por trasmisión oral. A fin de atender los partos había comadronas o parteras; pero para

las enfermedades endémicas de los niños: sarampión, viruela, tos ferina, etc., no había

vacunas. Los infantes tenían que padecerlas y muchos por la desnutrición y la escasez de

defensas perecían. La mortalidad infantil era muy alta.

Al construirse el hospital en Sensuntepeque, cuando un enfermo se ponía

muy grave, lo llevaban en hamaca hasta allá. También contrataban a curanderos

de Sensuntepeque que llegaban hasta el cantón a atender a algún enfermo muy grave.

Fueron famosos Benigno y otro de apellido López.

La unidad de salud actual en el cantón data de principios del presente siglo.

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5. 7 Luz eléctrica

Primero se usaban los candiles con gas o el ocote. Si bien en Cabañas y bastante

cerca de Paratao se construyó, en 1954, la primera represa llamada de El Guayabo o

Cinco de Noviembre; sin embargo, en Paratao, la luz eléctrica fue puesta hasta los inicios

del presente siglo. Hoy, todo el cantón dispone de este vital servicio.

6.- VARIOS ACONTECIMIENTOS NACIONALES Y SU IMPACTO EN

PARATAO

6.1 El cólera morbus

Fue famosa alrededor de 1920-25 la epidemia del cólera, conocida en Paratao

como Colerín; entonces, los muertos fueron enterrados en los llamados campos santos.

Funcionó uno en el Palomar, en los terrenos de Felipe Navarrete y otro en Paratao, en la

zona conocida como Las Vegas.

Contaba Jacinto Reyes (+1964)del caserío Paratao centro que, durante esta

epidemia ocurrió un episodio interesante: llevaron a enterrar a una persona fallecida por la

enfermedad y, mientras preparaban el hoyo en la tierra donde lo depositarían, comenzó a

llover; los sepultureros dejaron el muerto al pie de la tumba y fueron a guarecerse del agua.

Cuál no fue su sorpresa que al regresar el ‘muerto’ estaba sentado en la camilla. Le dieron

un poco de agua y lo llevaron adonde su familia que, con muchos cuidados, logró reponerlo

y pudo vivir todavía algún tiempo considerable más.

6.2 Los acontecimientos del 32

Este hecho, si bien aconteció en el occidente del país, principalmente en los

departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, y que según historiadores como Roque

Dalton, Gómez Arias y el norteamericano Anderson (La Matanza) y otros estudiosos más,

hubo alrededor de 30 mil indígenas asesinados por reclamar sus ancestrales tierras.

Este hecho tuvo un impacto enorme en todo el país; como recuerda el poeta e historiador

Roque Dalton, después del 32:

“todos los salvadoreños nacimos medio-muertos en 1932; sobrevivimos pero medio vivos;

cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros que se puso a engordar sus

intereses, sus réditos y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo,

medio muertos, medio vivos. Todos nacimos medio muertos en 1932. Ser salvadoreño es

ser medio muerto, eso que se mueve es la mitad de la vida que nos dejaron…. Unámonos

medio muertos que somos la patria, para hijos suyos podernos llamar…” ( RDalton historias

prohibidas del Pulgarcito, OC. p. 124)

55

La Montaña

Familias Reyes, Morales, García, Juárez.

En este lugar, según Ezequiel Reyes-Reyes ( +), llegaron y se establecieron

primero Jorge García, Lucio Morales y Juan Juárez con sus respectivas esposas.

Lucio Morales, falleció en noviembre (2012), a la edad de 101 años. El matrimonio

de Enrique Reyes e Isabel Reyes también fue de las primeras familias establecidas aquí;

un tiempo estuvo emigrado en Honduras, pero luego regresó. Juan Morales, se ha

destacado como maestro de obra y experto en preparar altares de Navidad.

El Rincón

En este lugar, frente al caserío el “Zope”, de la Azacualpa, vivían “colonos” de los

Ramos propietarios de los terrenos del caserío, o algunos trabajadores independientes de

diferentes eventuales familias; entre ellos, los Martínez, Vásquez, Rodas, Castro, Santos,

etc. Fue famoso aquí el patriarca Vicente Martínez y su esposa Pastora, padres de varios

hijos e hijas; entre ellos, Ruperto, José León, Juan, Maximiliano, así como Cruz, Marcelina

y Carmela. Otro de los patriarcas de este sector fue Eduviges Santos.

El patriarca Vicente falleció casi de 100 años, muerte inducida por el asesinato de

su hijo patrullero José León Martínez, en1980. Vicente, conocido porque en sus tiempos

de joven fue, entre otras cosas, un invencible “espadachín” y experto en la cuaja de la tinta

del cultivo del añil.

Si bien esta zona era de las más pobres; sin embargo, su gente era tranquila, con

buen clima para vivir y con suficiente agua en el verano. En los terrenos aledaños, fueron

los últimos donde merodeaban animales salvajes.

Funcionarios públicos pasados y presentes originarios de Paratao

Alcaldías municipales: Victoria: Benjamín Navarrete (+) alcalde; Claudio Rivas:

síndico (+). Juan Antonio Ramos Barrera: actual alcalde de Victoria por varios períodos.

Sensuntepeque: Edgar Bonilla Navarrete, actual alcalde por varios períodos. Adolfo

Florentino Ramos, síndico por varios períodos. Serbelio Reyes (+) y Letty Navarrete,

concejales por varios períodos.

Asamblea Legislativa: Miguel Ángel Navarrete Navarrete (+) un período; Carlos

Armando Reyes Ramos, actual diputado por varios períodos.

NB: Por falta de información, nuestras disculpas si no hemos puesto a algunas

personas en esta lista.

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Estudios a nivel universitario: Sandra Ramos Torres, ingeniera agrónoma;

Irma Ramos Torres, profesora y licenciada en educación básica; Victorina Cristabel Ramos

Torres y su hermana Blanca Iris, técnicos en mercadeo; José Armando Ramos Reyes,

ingeniero industrial. Mario Ramos: sacerdote de la congregación somasca y licenciado en

letras. Adolfo Florentino Ramos Reyes, licenciado en leyes (abogado) y síndico de la

Municipalidad de Sensuntepeque por seis períodos consecutivos.

Bachilleres: Juan Ramos Barrera, bachiller, catequista, promotor de salud y actual alcalde

de Victoria, cargo que ha ostentado por seis períodos consecutivos. Alexander Ramos

Torres, Maurita y Guadalupe Ramos Zavala.

El Papalón

Familia Pineda, Callejas. Aquí fue famoso Jesús Pineda, quien en su primer

matrimonio procreó a sus hijos e hijas Darío, Felino, Antonio, Leonor, Salvadora y

Francisca. En su segundo matrimonio con doña Francisca trajeron al mundo los siguientes

hijos: Rosendo, Severino, Serapio, Serbelio, César y Miguel. Darío Pineda fue un verdadero

líder de este caserío que incluso tenía abundantes propiedades en el vecino cantón

San Marcos. De él contaban que fue de los que tomaron con calma la correntada del 34,

con el agua ya casi en los corredores de su casa. También cuentan sus paisanos que,

durante la guerra fratricida con Honduras, se opuso a que patrulleros de este sitio sirvieran

como chaneques a las tropas del Ejército salvadoreño, en sus incursiones a los caseríos

vecinos de Honduras.

Fue famoso el conjunto musical los Pineda, encabezados por Miguel y César.

Miguel fue un gran celebrador de la palabra de Dios, y todos los habitantes de este caserío

son y han sido excelentes nadadores, pues viven en medio de tres ríos: Lempa, Gualcho y

la quebrada unida de Paratao y el Zope. Como mujer catequista sobresalió la entonces

joven Conchita Pineda, hoy residente en Virginia, Honduras.

La Loma China

Este caserío, como su mismo nombre lo indica, era y es de los más áridos del

cantón donde ha prevalecido la Familia López. Los patriarcas originales fueron los esposos

Pablo y Francisca. Todos ellos, muy habilidosos para la pesca y grandes nadadores.

Buena parte de esta familia emigró temporalmente a Honduras, especialmente al departa-

mento de Olancho, como “sembradores de maíz en plena selva extranjera” ( Roque Dalton,

poema de amor…). Fueron deportados durante la guerra fratricida entre Honduras y

El Salvador en 1969. Hoy casi todos residen en Sensuntepeque. Con la emigración a

Honduras, retornaron como miembros activos de las iglesias pentecostales.

.

33

Estos sucesos fueron causa de un éxodo enorme de salvadoreños a los países

vecinos, especialmente Honduras y al ser Paratao un camino para Honduras, fue de los

tantos pasos usados por los migrantes. Contaba José Cupertino Ramos, entonces

comandante cantonal, que fueron varios salvadoreños los que usaron esta ruta, pero que él

solo les pedía sus comprobantes y los dejaba pasar… Sin embargo, aquí solo fue conocido

como el levantamiento comunista y que el general Maximiliano Hernández Martínez lo había

sofocado. Mucha gente, sin mayores análisis y conocer mayores detalles de los

acontecimientos, sólo conoció la versión oficial: buen concepto del general Martínez como

una época en que no había delincuencia…

6.3 El diluvio de 1934

Según cuentan algunos sobrevivientes de estos hechos, en junio del mencionado

año llovió sin parar cuatro días y en una parte estrecha del río Lempa, en su paso por

Honduras, se formó un enorme tapón de agua. A consecuencia de lo anterior, se desbordó

el río y arrasó, entre otros poblados, con el municipio de Ocotepeque, en Honduras.

En Paratao, el río Lempa, sus afluentes y quebradas casi llegaron al borde de

varias casas del Papalón. Cerca de la desembocadura del Gualquiquira todavía se puede

ver una enorme piedra que la gente le ha dado el nombre de la Piedra del Púlpito y que fue

arrastrada en esa famosa correntada. Este hecho tuvo enorme impacto en su tiempo, tanto

que se daba un antes y un después de la citada correntada. Todos los árboles y cultivos de

las vegas del Lempa fueron arrasados.

Nota: Más datos de este acontecimiento se encuentran en el artículo “ una tragedia

olvidada en El Salvador”, editado en el periódico Colatino por Ramón Rivas.

6.4 Paratao y la mina el dorado

Si bien esta mina no está cerca de Paratao, sino en el vecino municipio de

San Isidro, sin embargo, alguna relación tuvo. La Mina trabajó algunos años del 48-53 y fue

cerrada, entre otras razones, según el Rigoberto Navarrete (+) cuando en 1953 se formó

un sindicato para exigir, entre otras reivindicaciones, que a los trabajadores, en vez de un

colón diario se les cancelara tres colones. Uno de los líderes sindicales y promotores de

dicha huelga, según el citado Padre, fue Alonso Navarrete, hijo del recordado vecino del

Palomar- Paratao, Arturo Navarrete.

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6.5 La guerra fratricida con Honduras

Hecho acaecido en 1969, en concreto, iniciada el 14 de julio y conocida popular-

mente como La guerra del fútbol porque coincidió con la eliminatoria al Mundial de 1970

entre Honduras y El Salvador. Estudiosos posteriores, entre ellos especialmente

Roque Dalton, resalta como las causas principales: la emigración salvadoreña hacia

Honduras, lugar donde llegaron a permanecer alrededor de 300 mil salvadoreños, la

mayoría indocumentados. De repente, Honduras promueve una reforma agraria, la que

solo afectó a los salvadoreños y, en muchas ocasiones, según varias versiones como la

autobiografía del padre Guadalupe, La Mancha Brava, solo les daban a los salvadoreños 24

horas para emigrar. Dice entre otras cosas el Padre Guadalupe:

“ …En mi archivo tengo algunas notas y cartas… de esta estúpida guerra… entre

los dos países más hermanados del mundo…Las infames catorce familias más ricas de

El Salvador…. En vez de promover reformas agrarias….Decían que los campesinos debían

ir a Honduras, si querían tierras…muchos de los mejores legionarios y delegados de

la palabra de nuestra cooperativa eran salvadoreños…los gobiernos de Honduras y

El Salvador eran dictaduras militares corruptas que reprimían al pueblo y se enriquecían

ilícitamente; y … ambos pueblos estaban rebelándose contra sus gobiernos con huelgas y

demostraciones públicas, la guerra les solucionaba este problema a ambos gobiernos,

porque sus respectivos pueblos tenían ahora que apoyar a sus respectivos

ejércitos…” ( Padre Guadalupe OC, notas de las páginas: 314-325). . Según el mismo

historiador salvadoreño, Roque Dalton, Estados Unidos después de esta guerra le vendía

armas a Honduras y a El Salvador…

Cuando se iniciaron las acciones bélicas, fue enviado un comando a Paratao bajo

las órdenes del entonces sargento Gallegos, que junto con los patrulleros civiles fueron los

encargados de cuidar la frontera, y algunos soldados y patrulleros también aquí traspasaron

la frontera cruzando el río Lempa para eventuales robos de ganado. Sin embargo, en el

Papalón los patrulleros se negaron rotundamente acompañar a las tropas al otro lado de la

frontera; era lógico, muchos de ellos estaban emparentados con sus vecinos hondureños y

hondureñas y nunca había habido conflictos de esta naturaleza.

53

El Bosque

Familias: Rivas, Pineda y Ramos.

Aquí fueron reconocidos los patriarcas:

a.- Jesús Pineda, quien vivió poco tiempo y luego se trasladó al Papalón.

b.- Félix Rivas y Felipa Reyes, fueron de los primeros que emigraron del cantón hacia los

centros urbanos; sus hijos fueron: Concepción, Antonio, Julio y Celia.

c.- Bartolomé Ramos, quien tuvo dos matrimonios; el primero, con Guillerma Callejas, y el

segundo, con Julia Rivas. Bartolomé era procedente de Providencia y murió en 1950 a la

edad de 95 años. Entre sus hijos se recuerdan del primer matrimonio: Petrona y Severino y

del segundo: Pánfila, Lucía y Marcelino. Severino se casó con Leonor Pineda y procrearon

los siguientes hijos : José Cupertino, Abilio, Miguel, Antonio y las hijas Rosa, Genoveva,

María, Petrona, Teresa y Jesús.

Después, en el caserío pequeño sólo quedó la familia Ramos- Reyes; un poco

tiempo vivieron también aquí alguna familia Martínez y Torres.

En la segunda generación de los Ramos fue interesante que cinco de ellos:

Genoveva, Abilio, Antonio, Miguel y José Cupertino, como solo este último estaba casado,

durante un tiempo tuvieron una cooperativa de hecho, pues tenían en común todos los

terrenos, como también el ganado, los cultivos, la molienda y el comercio de café desde

Honduras a El Salvador. Esta cooperativa de hecho desapareció cuando se casaron

algunos de los hermanos mencionados.

José Emiliano Ramos, nieto de Bartolomé, fue famoso porque era de los pocos

que podían leer y tenía Biblia en su casa; también porque dos de sus hijos migrantes:

Albertina fue desaparecida en EE: UU., y, años antes, su otro hijo Alejandro, emigró a

Honduras y ya nunca más se supo de él.

Sobresalieron como catequistas: María Ramos Pineda, Eufemia Ramos Reyes y

Antonia Henríquez. Es dato interesante que contaba María Ramos Pineda (+) era que

como su abuelo vivió en la época que no habían bancos en el departamento de Cabañas, a

ella le tocaba poner al sol de vez en cuando los billetes que guardaba su abuelo Bartolomé.

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Paratao

Familias Rivas, Reyes, Torres, Fuentes, Juárez, Pineda y otras.

Aquí los patriarcas fueron los matrimonios Regino Rivas -María Callejas y Pío

Quinto Reyes - Juana Bonilla. Hijos e hijas de Regino y María fueron: Juan,

Gregorio, Francisco y Timoteo y las hijas Marcos, Marcelina, Pastora y Nicolaza:

El matrimonio de Pioquinto – Juana procreó los siguientes hijos e hijas: Rosa ( hombre),

Juan, Felipa, Andrés, Anastasia, Leoncia y Jacinto. Luego, Jacinto Reyes Bonilla y

Efigenia Quinteros Torres procrearon a los siguientes hijos e hijas: Isabel (+), Lucía(+)

y Victorina (+); Carlos(+), Juan(+), Héctor, Víctor(+), Antonio(+) y Manuel. También crearon

en su casa como hijos e hijas a Isidra y su hija Elena, Pedrina, María, Leonor y Chepe

Tano. Según contaban algunos de sus hijos, sus abuelos procedían del vecino cantón

de Azacualpa.

Claudio Rivas, hijo de Antonio Rivas y Lidia, en 1980 fungió como síndico de

Victoria y fue asesinado por la guerrilla en el desvío de Santa Marta. Su hermana Hilda

Rivas, profesora, la primera mujer que emigró para realizar estudios formales.

Hijos de Víctor Reyes y Petrona Ramos, ya residentes en Sensuntepeque, han

sobresalido como empresarios exitosos David Reyes Ramos y su hermana Rosa Amelia,

como también su otra hermana profesora Dora Salvadora. Se incluye a su sobrina profesora

Rosario Reyes y su hermano Wilfredo, bachiller. Cuenta David que en el cantón Bernabé

Morales viajaba hasta Mocal, Honduras a traer la cal para todo el caserío.

Hijos del matrimonio de Antonio Reyes y Antonia Fuentes: Segundo, profesor;

Estela, licenciada en administración de empresas; Miguel profesorado en inglés de la UES,

Salvador, Mario y Jacinto. Sus primas hermanas hijas de Manuel Reyes y Trinidad torres:

Angelita, Emma, Delmy, Marisol y Rosita Reyes Torres, profesoras de educación básica;

sus hermanos y hermanas: Pedro, Baltazar, Milton. Ambas familias emigraron con todos

sus hijos e hijas a Estados Unidos.

Ángel Jesenia Torres García, licenciada en inglés, y sus tías las profesoras de

educación básica Delmy Antonia y Lilian Milagro Torres, originarias de Paratao Arriba, del

lugar denominado Pie de la Cuesta, hijas de María y Antonio Torres. Hijas de Pedro Torres

y Marta Núñez: Irene: enfermera; bachilleres Yaneth de Jesús y Xiomara y María Lisseth,

ingeniera agrónoma. Religiosa: su prima hermana Ana María Torres Pineda de una de las

congregaciones de la diócesis de San Vicente. Elías Morales, actualmente, contratista en

la construcción en Sensuntepeque.

Hijos e hijas de Carlos Reyes y María Ramos: profesores Juan y Marta; su hermana

Victorina, secretaria, y su hermano Carlos Armando Reyes Ramos, profesor e ingeniero

egresado de la UCA-UES, actual diputado por Cabañas durante 6 períodos consecutivos.

Su hermano Serbelio Reyes, hijo del primer matrimonio de Carlos, fue miembro del

Consejo Municipal de Sensuntepeque, originario de Paratao. 35

En el cantón, el incidente más grande no se produjo con las tropas hondureñas, si

no más bien con las salvadoreñas del DM2, acantonadas en esta frontera. El ocho de

agosto del citado año 1969 se casaron Francisco Ramos y María Emilia Reyes, en el

caserío El Bosque. Como había tropas destacadas en toda la frontera, asistieron a la fiesta

de la boda en primer lugar soldados del grupo del Palomar y, ya subidos de tragos,

un soldado de este comando, ante la invitación de Francisco a que fueran a comer, por

equivocación u otra razón, le disparó un tiro mortal. A consecuencia de lo anterior, el

soldado fue apresado por varios de los asistentes amigos del novio y muerto a machetazos.

Esto provocó la ira de los comandos de San Marcos que en esos momentos llegaban a la

fiesta y capturaron a todos los hombres presentes en la fiesta.

Contaba Antonio Ramos( +), testigo directo, que en los momentos de esta

confusión llegó Adalberto Torres, residente en El Palomar y coordinador civil de la

emergencia de guerra en el cantón; los soldados de San Marcos que no lo conocían; al

querer requisarlo, él se identificó y los cuestionó; Adalberto, al ver la actitud agresiva de los

militares quiso retroceder y correr, ante lo cual los soldados le dispararon y lo asesinaron a

sangre fría.

Los hechos hubieran sido más trágicos si no hubiese intervenido el comando

destacado en El Palomar al mando del sargento Gallegos, quien como conocía a la gente

llegó a apaciguar a sus correligionarios de San Marcos. También fue destacada la serena

y valiente intervención de algunas mujeres como Práxedes Ramos, Victorina Reyes y su

hija Lucila Ramos.

Aparte de otros incidentes esporádicos fronterizos, poco a poco y especialmente

diez años después al firmarse la paz, se fue calmando el ambiente entre los moradores de

los cantones vecinos de los dos países hermanados, muchos de ellos principalmente por

lazos familiares.

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6.6 Guerra civil de 1980-1992

Como narran muchos historiadores salvadoreños de peso como Roque Dalton,

Jorge Gómez Arias, Pedro Geoffroy Rivas, etc., después de los acontecimientos de1932 los

familias de poder económico en el país, ceden el poder político a gobiernos militares, pero

el espíritu de rebeldía cuscatleca presente desde tiempos de la conquista siempre mantuvo

la mecha de lucha contra el sistema semifeudal existente. Después de los acontecimientos

del 32, los hechos de oposición al sistema más relevantes fueron entre otros, la huelga

de brazos caídos de abril de 1944 que terminó con el continuismo del dictador general

Maximiliano Hernández Martínez quien presidía el ejecutivo desde el 32, y luego, los

movimientos estudiantiles de 1960 que hicieron caer al también gobierno militar presidido

por el coronel José María Lemus. En seguida, antes de la guerra fratricida con Honduras,

aparte de numerosas huelgas de obreros, los maestros agrupados en Andes 21 de junio

en 1968, después de una larga huelga por reivindicaciones inmediatas, lograron

concienciación en buena parte del pueblo pobre. Un tiempo posterior a la guerra con

Honduras, en las elecciones de 1972, la oposición reunida en la UNO (Unión Nacional

Opositora) ganó las elecciones, pero hubo fraude y no permitieron el triunfo popular de la

oposición.

Esto aceleró la represión contra líderes de los movimientos reivindicativos y dio

lugar al nacimiento de una insurgencia más combativa e incluso armada. En las elecciones

de 1977, de nuevo se repite el fraude, lo cual llevó a la desesperación de mucha población

del campo y la ciudad. Contribuyó también en parte la nueva posición de la Iglesia Católica

que, después de la celebración del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de

Medellín, abogaba por la atención a los más pobres, especialmente el campesinado. Pero

todas estas voces sensatas de todos los estratos sociales que pedían justicia, diálogo y un

cese a la represión, como el P. Rutilio Grande, monseñor Romero, Marianela García Villas,

Enrique Álvarez Córdoba, etc., fueron asesinadas. Lo anterior llevó a que el país en un

momento álgido de la guerra civil tuviera dos ejércitos y, después de alrededor de 80 mil

muertos, se logra por fin un diálogo y negociación que culmina el 16 de enero de 1992 con

la firma de los Acuerdos de Chapultepec, en México. Aquí, en su discurso, el mismo

presidente Alfredo Cristiani reconoció que las causas de la guerra habían sido las

desigualdades sociales.

51

Bachilleres: Pedro Pablo, Juan Saúl, Ulises Ildebrando, Edgardo, Benjamín

Sinecio, Juan Manuel, Daniel, Ramiro, Hugo , Blanca Nora, todos ellos de apellido

Navarrete. Néstor Torres Navarrete, Guadalupe Carballo, Paty, Ninfa Amelia, todos ellos

de apellido Henríquez.

Religiosos: Rigoberto Navarrete (+), sacerdote de la congregación somasca;

Juana Elzy Laínez Orellana, religiosa de las hermanas franciscanas; María Clementina

Santos: hermanas de Nazaret.

Si bien tal vez no terminaron estudios medios, fueron famosos Fernando

Navarrete, profesor temporal de la escuela nocturna y Vicente Tulio Navarrete, quien

acompañó por un tiempo a Rigoberto Navarrete en el seminario somasco de Guacotecti.

Caso especial: Gila, quien fue adoptada y creció en la familia de Jesús e Isaura

Navarrete- Navarrete, tuvo un hijo a quien le puso el nombre de Edgardo. Luego Gila y

familia emigraron de El Palomar – Paratao y su hijo Edgardo se incorporó de lleno a la

oposición en la insurgencia armada. Murió combatiendo durante la ofensiva guerrillera de

1989 en los alrededores de Soyapango, San Salvador. Es el único caso de esta naturaleza

que se registra hasta la actualidad en el cantón Paratao.

El Limo

Familias Rivas, Torres, Quinteros, Martínez.

Las primeras familias que se conoce habitaron este caserío fueron: Juan Rivas y

su esposa, Dolores Quinteros; Abrahan Quinteros y su mujer, Francisca Meléndez,

y Francisco Martínez Ramos y su cónyuge, Jesús Quinteros. Llegó después la familia

Torres, cuyos patriarcas fueron Andrés Torres y Refugia Ramos, originarios del vecino

cantón de Azacualpa.

Juan Rivas coordinó la construcción de la primera ermita. Contaba José Antonio

(+), uno de sus hijos, que su papá rifó una mula de su propiedad para obtener los primeros

fondos para la iglesia. Otro de los hijos de Juan: Juan José, apodado el Mariachi, fue en los

años 50 a trabajar temporalmente al Canal de Panamá con José Margarito Bonilla, también

originario del Limo.

David Quinteros, hijo de Abraham y Francisca, a finales de los años 50 inició

estudios de derecho en la Universidad de El Salvador. Ya residente en Sensuntepeque,

cuando había sido postulado candidato a diputado, en un hecho todavía impune, fue

asesinado.

Bachillerato: Yolanda, Milagro y sus hermanos Luis, jeremías y José; profesorado:

Mario, todos ellos hijos e hijas de Juan José Rivas y Tita Quinteros cuando eran ya

residentes en Sensuntepeque; su primo hermano Gandolfo Pineda Rivas, bachiller técnico

en electrónica del ITI. Teresita Martínez, bachiller.

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Nicolás Torres, hombre humilde pero muy ameno, sirvió durante mucho tiempo a la

familia de Marcial Navarrete; contaba Rigoberto Navarrete que una vez Nicolás afirmó: “

yo creo que tengo mitad de sangre humana y mitad de sangre de garrobo, por todos los que

me he comido”. Benjamín Navarrete, muy apreciado fundador de la primera escuela y el

cementerio. Fue alcalde de Victoria en 1945. Era de los pocos que tenían Biblia en su casa

en una época en que era prohibido poseerla. Manuel Torres, hijo de Ildefonso Torres, donó

el terreno para la construcción de la iglesia, la escuela y el cementerio. Alonso Navarrete,

nieto de Felipe Navarrete, primer sindicalista en contra de la minería en San Francisco

El Dorado, San Isidro. Vicente Rivas fundó en su propiedad el puerto acuático llamado Las

Flores, hoy desaparecido.

Daniel Navarrete y Baltazar Bonilla, dedicados al desarrollo del cantón; por

ejemplo, la promoción del proyecto de agua potable, la compra del terreno para el

funcionamiento de la nueva escuela y la construcción de la calle, etc.

Ulises Navarrete, mayordomo por más de 20 años, promovió el repello y

enladrillado de la iglesia, padre orgulloso de 8 hijos, 3 hembras y 5 varones.

Bernardo Torres, persona de muy buen recuerdo en el trato humano con sus

mozos, ayudó siempre a los trabajos de la iglesia después de Ulises y muy generoso con la

gente humilde del cantón. Jesús Navarrete, primer maestro de obra calificado en la rama

de la construcción ya la vez sastre de pantalones. Meregildo Alfaro, carpintero y constructor

de casas.

Catequistas: Teresita Navarrete , Alicia y Ermila Navarrete, entre muchas más…

Con estudios académicos superiores “formales”:

Miguel Ángel Navarrete ( +), doctor en medicina (UES) y diputado en la Asamblea

Legislativa durante un período por el departamento de Usulután. Teresa Idalma Navarrete

Licenciada en educación, Gladis Catalina Navarrete, profesora; Ana María Navarrete,

profesora; Benjamín Francisco Navarrete, profesor; Gilma Mirian Navarrete,

profesora; Delmi Navarrete, profesora; Lety Navarrete, secretaria; su hermana Lucía:

secretaria-contadora, y su hermano Elmer Navarrete: arquitecto de la UES. Ana Paz

Ramos, secretaria; Deysi Aidé Navarrete, secretaria y abogada; Fidelina Laínez,

enfermera; Lety Ramos, enfermera; Elvira Navarrete Rivas, profesora y licenciada en

Educación, si bien estudió ya de adulta, llegó incluso a ser directora del Instituto Central de

Señoritas. Rosario Navarrete, secretaria e inició estudios universitarios en la UCA.

Irma Navarrete, bachiller; Rosa Emilia Pérez, secretaria ejecutiva y su hermana Teresa de

Jesús Pérez, profesora de educación básica. Edgardo Navarrete Torres, cursaba estudios

de derecho en la UES y desapareció en la ofensiva del 89.

37

Paratao, al parecer, fue uno de los casos especiales, pues si bien de acuerdo con

el informe de la Comisión de la Verdad, un promedio del 85% de la represión fue atribuida

a las cuerpos de seguridad y Ejército Nacional, un 10% a la insurgencia y el 5% restante del

porcentaje a personas desconocidas; sin embargo, aquí fue de los pocos lugares donde

directamente no hubo represión directa del ejército sino de la insurgencia. Así, en 1980, la

guerrilla asesinó a los patrulleros Adán Juárez y Mercedes García, de Paratao. Este mismo

año fue ejecutado, en el desvío hacia el cantón Santa Marta, el síndico de Victoria, Claudio

Rivas, también originario de Paratao, hecho atribuido a la guerrilla. José León Martínez,

originario del Rincón, fue muerto en el vecino cantón Azacualpa, por supuestos guerrilleros.

Pero, también de la otra parte en el vecino cantón de Azacualpa, presuntos patrulleros

civiles ligados al Ejército mataron a Florencio (Lencho) Reyes, residente en el Limo.

Lo anterior dio lugar a un ambiente de mucho pánico y que muchas familias

emigraran inmediatamente, sobre todo hacia Sensuntepeque. Incluso, durante cierto tiempo

muchas familias iban a dormir a las cuevas de los montes. Pero se puede decir que la gente

en Paratao permaneció neutral en el conflicto bélico y principalmente la represión del

sistema y la reacción insurgente no alcanzó los niveles brutales de otros lugares, incluidos

algunos cantones vecinos como Azacualpa y todo el país; tanto que el doctor Charles

Clemens en su obra GUAZAPA, llegó a sugerir que el zopilote fuera declarado como

ave nacional de El Salvador. En Paratao fueron escasos los jóvenes que se enrolaron de

forma voluntaria en el Ejército, pero sí funcionaron las patrullas cantonales.

7.- LEYENDAS DE PARATAO

Pensamiento mito mágico en paratao

Las siguientes leyendas son producto del pensamiento mito mágico presente en la

mayoría de la población campesina de El Salvador.

Introducción

Los cerros y los montes siempre han sido lugares mágicos en todas las culturas.

Recordemos el Sinaí, Carmelo, Tabor, Gólgota, en la Biblia. El monte del Tepeyac, en la

cultura de los pueblos aztecas, lugar donde se veneraba a la diosa Tonanzin, la madre de

todos los dioses, que con la llegada de los misioneros católicos se convertiría en el lugar de

culto conocido actualmente como la fiesta de la Virgen de Guadalupe. Aquí en Cabañas

está la leyenda que nos trae Adolfo Márquez, del cerro encantado de Morontepeque,

situado en San Isidro.

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Los relatos mitomágicos inmemoriales de la Siguanaba, el cadejo, el cipitillo o

duende, etc, estuvieron y todavía están presentes en el imaginario de la población del

cantón. Paratao también participa de este pensamiento mitomágico con la siguiente

leyenda del Cerro de la Doncella, el cual está situado al pie de la pequeña cordillera que

termina en el cerro Ocotillo de Victoria.

7.1 El duende del cerro de la doncella, por Manuel Navarrete

El cerro está situado al este de Paratao. Colinda con el cementerio al pie del inicio

de la cordillera que termina en el cerro Ocotillo, de Victoria. Puede tener alrededor de 50

metros de alto y en uno de sus costados intermedios posee una cueva casi cuadrada, lo

cual se pudo haber originado debido a alguna corriente interna de agua del cerro.

Recordemos que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la zona era rica en agua, en

flora y fauna. Ver merodear tigrillos, pumas y venados era la cosa más natural.

Relato mitomágico

Siempre se ha mantenido la tradición oral mitomágica de que alrededor de 1880-1900

surgió algo extraño en el cerro que hasta esa fecha no tenía nombre. Vivía allí un

duendecillo que por la cueva se trasladaba a los otros cerros vecinos colindantes:

La Ventana o el de los Tornillos.

Cómo surge el relato. Contaban casi todos nuestros abuelos que varios mozos de

Ildefonso Torres, uno de los primeros propietarios de los terrenos en las faldas de uno de

estos cerros mencionados, por allí oían gritos y que tomiaban (llamaban) al ganado.

Afirmaban haber visto a un hombrecillo que no era de la zona con un mecate (lazo) en el

hombro. También afirmaban que al otro lado del cerro había muchas cabras y se creía que

eran propiedad del duendecillo.

Según una vieja tradición, cerca del cerro vivían Tacho y María Laínez, quienes

tenían dos niñas, una de 10 y la otra de 12 años aproximadamente. Con los permisos

de Ildefonso, dueño del terreno, Tacho cultivaba maíz y maicillo cerca del mencionado

cerro, como era costumbre en el lugar. Tacho, un domingo de febrero, se dirigió al pueblo –

Sensuntepeque- , como lo solía hacer casi una vez al mes, a comprar bastimento,

consistente en sal, dulce de atado, café, cal, alguna Mejoral, etc.

49

José Quinteros Fuentes, hijo de Antonio, luego del bachillerato inició estudios de

ingeniería en la Universidad de El Salvador(UES) a finales de1950, y contó el 26/02/13 que

egresó de ingeniero agrónomo. Su hermano Mariano cursó la carrera militar y alcanzó el

grado de coronel, quien incluso en 1980 fungió un corto periodo como comandante del

DM2 de Sensuntepeque. Su hermana Rosalina fue maestra.

Aquí, incluso, muchas mujeres fueron conocidas como buenas comerciantes de

huevos y anexos, como Graciela de Fuentes y sus hijas Antonia, Chita, Mélida, Marina y

Nanda. Sus hermanos fueron el profesor Manuel Fuentes (+), José y Juvencio ( Jencho)),

quien a principios de los 70 abrió la brecha de los migrantes de esta zona hacia Mendota,

California, EE.UU.

En Los Copinoles, los integrantes de la familia Santos eran expertos en preparar

las moliendas y Maximiliano Torres, en Catarina Abajo, a la orilla de Lempa, fundó el puerto

Virginia, hoy desaparecido.

Hijos e hijas de Baltazar Bonilla y Bertila Navarrete que realizaron estudios

formales: Audón Wilfredo(+) y su hermano Baltazar, agrónomos; Osmín Bonilla, profesor;

Aura Bonilla, maestra; Blanca Iris Bonilla, profesora y secretaria; Bertila Judith Bonilla

secretaria y gerente de banco; Jesús Édgar Bonilla, ingeniero y actual alcalde de

Sensuntepeque, cargo que ha ostentado durante cuatro períodos consecutivos.

En el mismo caserío, Suleiby Teresa Ramos, abogado; Inés Lorena Enríquez:

profesora. Angelita Navarrete, profesora; Religiosos: María Santos Martínez, religiosa del

colegio Belén, sus hermanos: Pastor, Perfecto y Ramón formaron el famoso conjunto de

música de cuerda de los hermanos Martínez que acompañaban las fiestas populares y

especialmente las procesiones religiosas.

El Palomar

Familias Navarrete, Torres, Henríquez, Laínez, Orellana, Ramos, Alfaro. Ildefonso

Torres y Bernarda Henríquez, dueños originales de casi todos los terrenos del Palomar y

Catarina, cuentaban que como no había una capilla; se celebraba en su casa

la santa misa cuando llegaba el sacerdote. Entre sus hijos e hijas hay que recordar a:

Vicente, Froilán, Manuel, Florencio, y sus hijas: Leonor, Simona, Coronada, Julia y Juanita.

También sus hijos “naturales” Cruz y Calixto Quinteros.

Aquí fueron famosos también Felipe Navarrete y Coronada Torres, patriarcas de

todos los Navarrete. Felipe fue de oficio talabartero y trabajó el añil y la cal. Entre sus hijos

están Marcial, Benjamín, Luis, Antonio, Arturo, Saúl y Teresa. Los Navarrete emigraron

antes de la guerra civil.

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“Pocos minutos después, oí el silbido del Caballero, abrieron la puerta que estaba

en el camino y la cerraron golpeándola con fuerza. También abrieron la otra que está en el

trascorral de la casa, sonó el tropel del caballo en las piedras del corredor de la casa,

tintineaban las espuelas. El hombre caminó por el corredor hasta la mesa y abrió la gaveta

y la cerró; luego se dirigió hacia su caballo, lo montó y emprendió el viaje; pero al salir al

camino real volvió a silbar”.

“Le conté al siguiente día lo sucedido a mi mamá (Teresita Navarrete +). Ella me

dijo: “Hijo, yo no oí nada, tal vez usted estaba soñando…”. Le respondí que no, pues en ese

momento me estaba comiendo las tortillas…. Mi hermana Socorro también aseguró haber

escuchado lo que yo le estaba contando a mi mamá. Entonces mi mamá me dijo: “Cualquier

noche, si no viene luego, se va encontrar con ese susto…”.

Aquí finalizan algunos de los relatos mitomágicos de Paratao.

8.- EVOLUCIÓN DE LAS FAMILIAS ORIGINARIAS HASTA EL PRESENTE

En Paratao, todos sus habitantes fueron, han sido y son importantes; por

ejemplo, solo nombremos a las parteras Lucinda, en Catarina; Santos y su hija Venancia,

en Paratao; María Mejía en el Palomar, Estebana Torres, en el Limo, y otras más. Muchas

de ellas, quizá sin saber leer ni escribir; sin embargo por sus manos pasó la mayoría de

habitantes de Paratao y conocían la medicina ancestral de nuestros aborígenes, centrada

en el uso de hierbas, arbustos y árboles o animales.

Los hombres fueron excelentes campesinos, conocedores de los secretos de las

siembras; a la vez, la mayoría de ellos fueron también buenos comerciantes, en parte

favorecía la cercanía de la frontera de Honduras.

Veamos un poco el desarrollo humano de cada uno de los caseríos.

Catarina arriba y Catarina abajo

Es el caserío de mayor población. Familias: Santos, Fuentes, Torres, Martínez,

Bonilla, Rodríguez, Díaz, Castro, Laínez, etc.

Fue famosa en los años de1930-1940 la pareja Calixto Quinteros y Estefanía

Torres, padres de los miembros de la familia Quinteros: Coronada, Efigenia, Dolores,

Adela, Jesús, Antonio, Abrahán, José, Jeremías y Miguel; los varones fueron buenos

comerciantes y emigraron a Sensuntepeque.

39

Tacho tenía una vaquita que ordeñaba todos los días, pero al ternero lo tenía

siempre pastando cerca de la casa; al contrario, dejaba a la vaca ir por los terrenos

aledaños, casi montañosos en los alrededores del cerro, pues en aquellos tiempos todavía

en el cantón no había cercos que dividieran las propiedades, situación que se dio hasta

alrededor de 1940. Un domingo que se fue para el pueblo, encargó a su mujer el ordeño del

animal y las recomendaciones pertinentes. Cosa rara, ese día el rumiante no se presentó

como de costumbre a dar de mamar a su cría y al respectivo ordeño.

María al ver que era tarde y la vaca no llegaba, les dice a sus dos hijas: “Oigan,

muchachas, a la vaca le pasa algo porque no viene, está balando en el huatal donde hizo la

milpa su papá. Vayan a arrearla para ordeñarla”. Pero María no se imaginaba para nada la

trampa que les había tendido el duendecillo.

Las niñas obedecieron a su mamá y se dirigieron adonde mugía la vaca, pero entre

más se acercaban más arriba se oía el mugido. Las niñas caminaron hasta el pie del cerro,

pero nunca encontraron al animal; solo hallaron a un hombrecito que se acercó a ellas y

tomó en brazos a la niña más pequeña, la más bonita y, de repente, desapareció con ella.

La otra menor, al ver esto, corrió a su casa y, llorando, contó a su mamá lo que había

pasado.

María fue presurosa en su búsqueda, ayudada de algunos vecinos, pero tampoco

la encontraron. Tacho, al regresar por la tarde del pueblo, se encontró con la novedad

familiar; inmediatamente también se dirigió al pie del cerro y encontró a su mujer que

gritaba: “ ¿Quién se robó a mi hija?¡Dámela!”. Tacho le agregó varias veces:

“¡Dame a mi doncella!”, sin obtener resultado. De allí se derivaría el nombre actual de

Cerro de la Doncella.

Otros relatos sobre este cerro

Contiguo al Cerro de la Doncella está el de Las Ventanas; tienen en común sendas

cuevas. En este último, cuenta Alfonso Orellana, hijo de Bernardo Orellana y nieto de

Mariano, quien vivía en el caserío de Los copinoles al pie del cerro las Ventanas, que se

conservó la tradición en su familia cuando el abuelo Mariano tenía un fusil 22 que usaba

para cazar venados.

Un día mi abuelo le dio un tiro a una venada y esta, herida, corrió por las faldas del

cerro, la cual fue seguida por Mariano. “Le perdí la huella - contaba Mariano - y de repente

se me apareció un hombrecillo muy bravo por la venada herida”. En ese momento, mi

abuelo Mariano perdió el conocimiento y cuando recordó estaba dentro de la cueva del

cerro y allí encontró al hombrecillo curando a la venada.

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Contaba mi abuelo: “Sentí temor, pero el hombrecillo me dijo: ‘no tengás miedo’ y

al acercarme, me dijo: ‘por favor, no matés mi ganado; podés matar venados machos, pero

no las hembras’. Adentro de la cueva, en un patio bien grande- continúa narrando Mariano -

encontré jolotes, cabras, venados y una gran cocina llena de tamales. Poco a poco se me

fue quitando el miedo, agarré confianza y comencé a platicar con el duendecillo. Le pedí un

tamal al hombrecillo, y él me lo dio y me dijo que eran de chumpe. El tamal sin sal estaba

bien sabroso”.

“Después de un buen rato de plática hicimos un trato. Le dije: Yo no mataré

venadas, ni cabras. Por este trato hecho, el duendecillo me invitó todos los jueves a comer

en su cocina”. Después de esta plática, Mariano pudo transformarse en pájaro para visitar al

hombre diminuto en su cueva. Sigue contando Alfonso que su abuelo le preguntó al duende

por su casa y que él le contestó que estaba al otro lado del cerro, pero allí no puedo

llevarte. Mi abuelo le preguntó: “¿Quién hace los tamales? Y este le contestó: “Una

muchacha que vive conmigo”. “De repente, pude ver a la muchacha bien bonita… y creo es

la niña que se robó unos años antes…” terminó contando Mariano.

Todavía se mantiene la tradición de que algunas personas por algún tiempo oían

llorar a una niña y que un hombre (el duende) trataba de calmarla narrándole cuentos y

cantándole canciones… Más de cien años después, algunas personas de Paratao siguen

creyendo que en esos cerros pasan cosas extrañas…

Por ejemplo, en 2008 ocurrió el siguiente episodio en la zona aludida.

Se perdió una vaca propiedad de Miguel Castro. Su suegro, Tránsito Ramos, le

ayudó a buscarla varios días, en los cuales hasta se fijaron si los zopes caían en alguna

parte, pero nada de eso sucedió. Al fin, Tancho la encontró en una pequeña cueva donde

tenía enterrada la cabeza y buena parte de patas delanteras. Tránsito avisó del hallazgo a

sus hijos Alonso, Eduardo y Rosario (Chayo). Con otros amigos fueron a ver el cadáver del

animalito. Eduardo expresó: “Primera vaca que veo morir de rodillas y con la cabeza en una

cueva”.

Para evitar problemas, dieron parte a la Policía de Victoria y esta llegó con el juez

respectivo, quien ordenó sacar al rumiante de la cueva. Cuando la extrajeron, el cuerpo de

la vaca ya estaba tieso. Con un hacha le abrieron la panza y cuál no sería su sorpresa que

no le encontraron las tripas ni los otros órganos internos. Los agentes de la PNC buscaron

pistas de su muerte, una posible salida de la cueva, y no encontraron nada. Incluso taparon

la abertura con monte y piedras para ver si con el tiempo salía algún animal y tampoco

obtuvieron ningún resultado.

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Lo ocurrido al profesor Roberto Figueroa fue de la siguiente manera:

“Recuerdo - dice el referido maestro- que, un martes de octubre, cerca de las doce

la noche, me había quedado revisando los cuadros de notas que habían presentado los

compañeros y a la vez preparaba la Memoria de Labores del año escolar para darla a

conocer el día de la clausura. Primero escuché aullar los perros del vecindario, como si

presintieran algo. A mí ya me habían contado lo del Caballero del silbido de medianoche.

Paré lo que hacía y, de repente, oí un silbido fuerte por la casa que fue de Marcial

Navarrete. Decidí salir al corredor, detrás de un pilar de la escuela, a observar lo que

pasaría”.

“La luna era preciosísima, parecía de día; los perros no dejaban de aullar.

De repente, sonó un tropel de caballo frente a la casa de Carolina Torres. Las riendas

trinaban como una cadena que arrastraban. Vi frente a mí una gran sombra que parecía un

hombre montado en un caballo negro y, por si fuera poco, volvió a silbar frente a la casa de

Adulio Henríquez. Y como dice la canción: la curiosidad mató al gato”.

“Quise entrar y no pude. Mi cuerpo estaba estático y pesado. Haciendo un gran

esfuerzo, pude llegar a la oficina, pero caminando de espaldas. Encontré un botecito de

alcohol, me lo froté en el cuerpo y luego me acosté en la hamaca. Me costó mucho

dormirme”.

“Al siguiente día, hubo comentarios de varias personas en el chalé de frente a la

escuela. Intervine en los comentarios y les conté lo que me había pasado. Adulio me dijo:

‘Le aconsejo que no lo vuelva a hacer, si es que no quiere volverse loco…’ Desde esa

noche, ya no salgo del cuarto”.

Y termina contando el profesor Roberto: “Lo cierto es algunas veces que pasa ese

caballero entra y me jalonea la hamaca y luego se retira por el lado de Catarina o de la

Loma China, pero siempre se despide con aquel silbido. Lo que hago es encomendarme a

Dios y a la Virgen Inmaculada, y eso me ha servido para no estar loco…”.

Otro relato

“Un día, después de estar de turno en la patrulla cantonal en el Palomar, llegué

como a medianoche a mi casa con mucha hambre. Fui a la cocina, busqué dos tortillas

y, con un pedazo de cuajada y un vaso de agua que saqué de uno de los cántaros en

un huacal de morro, me las comencé a comer en la hamaca. De repente, las gallinas

comenzaron con el chuchurreo y los perros también, a ladrar y aullar”.

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Cerro de la Doncella, ambiente natural de sus alrededores

El Caballero del silbido de la media noche

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Entonces la gente de nuevo expresó: “Esto todavía es obra del duendecillo…”.

El misterio de estos cerros todavía sigue latente….

7.2 El caballero del silbido de medianoche, por Manuel Navarrete

Esta leyenda se mantiene de manera especial en el caserío del Palomar. Tuvo su

origen alrededor de 1920, cuando se mantiene la tradición oral que llegó al Palomar un

caballero en un corcel negro y que en su viaje había perdido a su buen amigo, un perro.

Al parecer, era prófugo de la justicia y Felipe Navarrete le dio trabajo y alojamiento. Para su

mala fortuna, al poco tiempo se desató el cólera morbus, que en ese tiempo era conocida

en la zona como el Colerín.

El caballero aludido también fue contagiado y todos los muertos eran enterrados

en el campo santo, en uno de los terrenos de Felipe. Este personaje, al verse contagiado,

como no tenía parientes que lo enterraran, tomó la determinación de irse al campo santo y

ahí, sin más, se quitó la vida junto a su caballo.

De ahí se originó la presente leyenda de que un caballero, como un fantasma,

recorre las calles y caminos a medianoche causando miedo y terror en las gentes del

Palomar. Los perros aúllan, las gallinas cacarean de miedo. Se oye un tropel enorme de

freno como si fueran cadenas, sin faltar el característico silbido agudo.

El joven Mancho (Maximiliano) Torres, hijo de Saúl Torres cuenta lo siguiente:

“Era un viernes y regresaba con mi tío Arturo Torres de pescar en el Lempa, pero no

habíamos pescado nada, ‘ni para hacer una pupusa’. No nos quisimos venir por la calle sino

por el camino que pasa por Los Manzanos; subimos al portillo del barrial y allí encontramos

que una vaca de mi papá estaba pariendo. Le dije a mi tío: ‘esperemos un rato para que

cuando nazca el chivo se lo prendamos a las tetas’. Nos sentamos sobre unas piedras

adentro del corral. Al poco rato, empezamos a oír un silbido agudo por donde Alfonso”.

“El resto de vacas y otros animales se pararon y comenzaron a mugir. Mi tío

me dijo: ‘Vámonos, que siento miedo y escalofríos…’. Yo le contesté: ‘Esperemos hasta que

amamantemos al chivo…’ De nuevo, mi tío me dijo: “Vámonos que del miedo ya se me

aguadó el estómago…’ - Aunque se haga en sus pantalones, pero todavía no nos vamos -

le contesté. En ese momento, llegó como a cien metros el Caballero, que cada vez se veía

más negro que el tile. Los ojos del caballo eran como brazas rojas y se oyó como que tiró

una cadena. El personaje siguió por el camino de San Marcos y el ganado se corrió por

el lado de Lempa. La vaca parió con tranquilidad una buena ternerita, la pusimos a que

mamara mientras mi tío estaba temblando de calentura y… yo, como ya había escuchado

varias veces de este caballero andante, no tuve tanto miedo…”.

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Otro relato:

Cuenta Alfonso Orellana que este Caballero llegaba con frecuencia a su casa y

“una vez que vino, estaba acostado en la hamaca en mi casa frente al antiguo camino real.

Era alrededor de la medianoche y las gallinas comenzaron a cacarear. Oí el primer silbido

por el palo de amate que está donde vive Abrahán Miranda. Los perros aullaban, menos los

míos. De repente, oí un tropel de caballo que venía por el camino que conduce a Lempa

pasando por el portillo del barrial”.

“Sentí escalofríos y un poco de temor, pero yo quería ver quién iba para Lempa.

Al llegar al trascorral de mi casa, resollando se paró el caballo. Sus ojos parecían brasas

encendidos. Quise levantarme de la hamaca pero no pude. El caballero entra en mi casa,

me envolví a como pude de los pies a la cabeza y esperé. Las gallinas se callaron, los

perros a saber para dónde se fueron”.

“El caballero, al llegar al corredor, se convirtió en un gran perro negro y yo lo

miraba por un pequeño agujero de mi cobija; sentía un gran miedo….El chucho anduvo por

todos los corredores y entró en la casa, oí que botó unos guacales. Luego salió y pasó

raspando la hamaca. Yo me c… del miedo. El animal, al llegar al borde del corredor- conti-

núa narrando Alfonso - se volvió a convertir en caballero y retornó al camino real, pegó un

silbido escalofriante y se fue…”.

Termina Alfonso narrando que le dio una gran fiebre que casi se muere y desde

entonces ya no ha vuelto a dormir afuera, porque el caballero siempre pasa por el antiguo

Camino Real y algunas veces vuelve a entrar en mi casa. Es conocido cuando va a pasar:

las gallinas empiezan temprano a hacer chur… chur… chur… y los perros, a ladrar.

Vivencia de Alfonso, que lo puede confirmar su yerno Nicho, es el siguiente:

“Otra vez, por el calor, estábamos acostados en las hamacas afuera, cuando de

repente comenzaron a chuchuriar las gallinas y se oyó el mugido de un toro, exactamente

en el desvío hacia San Marcos. Le contestó otro toro en los terrenos de Saúl Torres, cerca

del Palomar. Como a los diez minutos se escuchó que el toro que estaba cerca se saltó el

cerco de piedra y lo desboronó y fue al encuentro del otro para pelear. Desde adentro parti-

cipábamos de aquel pleito de los animales, que duró un buen rato. Para nuestra sorpresa,

al siguiente día no había rastro alguno de lo sucedido la noche anterior”.

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Feligreses en una celebración religiosa, Ermita El Palomar

Una casa típica actual, caserío El Palomar

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Rio Gualquiquira

Fotografía tomada por Ramiro Velasco

Rio Lempa

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Un matrimonio ( José y Julia Torres) y una casa típica,

caserío el Limo, Paratao

Varios habitantes del caserío El bosque, Paratao, navidad 1992