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Estas clases son basadas en el libroDOCTRINA BIBLICA,por Wayne Gruden, editado porEditorial Caribe

BASES BÍBLICASLa enfermedad física vino como resultado de la caída de Adán. La enfermedad y las dolencias son los resultados de la maldición después de la caída: “El día que comieres [de la fruta del árbol prohibido] ciertamente morirás” (Gn 2:17). A la larga llevan a la muerte física.

Sin embargo, Cristo nos redimió de la maldición cuando murió en la cruz: «Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, ... y gracias a sus heridas fuimos sanados» (ls 53:4-5).

lsaías 53:4-5 se refiere a la curación física y espiritual que Cristo logró por su muerte: “Agradó al Padre que en [Jesucristo] habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar todas las cosas” (Co 1:19-20).

• Pedro lo cita en referencia a nuestra salvación: «Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados» (1 P 2:24).

• Pero Mateo cita el mismo pasaje con referencia a las curaciones físicas que Jesús realizó: «Con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: "Él cargó con nuestras enfermedades soporto nuestros dolores"» (Mt 8:16-17).

Los milagros de curación de Jesús demuestran que a veces Dios está dispuesto a dejarnos probar parcialmente la salud perfecta que será nuestra en la eternidad. Jesús sana la suegra de Pedro

(Mt. 8:14-15).

Pedro y Juan curan al cojo en la puerta del templo (Hch 3:1-10).

• Actuó en los días apostólicos como «señal» para autenticar el mensaje del evangelio, para mostrar que el reino de Dios ha llegado.

• La curación también da consuelo a los enfermos y con ella demuestra el atributo divino de la misericordia para con los afligidos.

• Equipa a las personas para el servicio conforme elimina los impedimentos físicos para el ministerio.

• Da una oportunidad para que Dios se glorifique conforme las personas ven evidencia física de su bondad, amor, poder, sabiduría y presencia.

Propósito de la curación de enfermos

¿Qué del uso de medicinas?

Las medicinas por tanto deben ser consideradas como parte de toda la creación, que Dios consideró «muy buena» (Gn 1:31). Debemos de buen grado usar la medicina con agradecimiento al Señor, porque «Del SEÑOR es la tierra y todo cuanto hay en ella» (Sal 24:1).

¿Cuál es la relación entre la oración por salud, las medicina y la pericia de un médico?

Debemos usar la medicina porque Dios también ha

creado las sustancias en la tierra que tienen

propiedades curativas.

Otro tipo de tentación

No tomar medicinas efectivas porque queremos que Dios realice un milagro de curación, en lugar de sanarnos mediante la medicina, es similar a esa tentació n sufrida por Jesús.

Por supuesto, es incorrecto confiar en los médicos y medicinas en vez de confiar en el Señor.

Este fue el error que cometió trágicamente el rey Asá: «Asá se enfermó de los pies; y aunque su enfermedad era grave, no buscó al SEÑOR, sino que recurrió a los médicos…[y] Asá murió y fue sepultado con sus antepasados» (2 Cr 16:I2-13).

Si no hay medicina apropiada disponible, o la medicina no resulta, Dios puede sanar.

Tal vez nos asombre saber con cuánta frecuencia los médicos no pueden curar.

A veces cuando una enfermedad no nos pone en peligro inmediato, y decidimos pedirle a Dios que cure nuestra enfermedad sin recurrir al uso de medicina, simplemente podemos ejercer nuestra fe y darle gloria. A veces deseamos evitar los efectos secundarios que tienen algunas medicinas.

La decisión de no usar medicina debe ser una decisión personal y no impuesta por otros.

ALTERNATIVAS

Otro símbolo material del poder sanador era la unción con aceite. Los discípulos de Jesús «sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite» (Mr 13).

Santiago les dice a los ancianos de la iglesia que unjan al enfermo con aceite al orar: Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará» (Stg 5:14-15).

El Nuevo Testamento a menudo enfatiza el papel de la fe en el proceso de curación; a veces la fe del enfermo (Lc 8:48; 17:19), pero otras veces la fe de otros que traen al enfermo para que lo sanen.

En Santiago 5:15 son los ancianos los que oran, y dice que es «la oración de fe» la que sana al enfermo. Esta debe ser la fe de los ancianos que oran, no la fe del enfermo.

Cuando los cuatro hombres bajaron al paralítico por el agujero del techo donde Jesús estaba predicando, leemos: «Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico...» (Mr 2:5).

En otras ocasiones Jesús menciona la fe de la cananea respecto a la curación de su hija (Mt 15:28), o la del centurión para la curación de su criado (Mt 8:10-13).

Jesús nos revela el carácter de Dios Padre, y su ejemplo de curació n compasiva muestra la voluntad de Dios en la enfermedad y en la cura. Además, siempre que tomamos algún tipo de medicina o atenció n médica estamos confesando que pensamos que es la voluntad de Dios que procuremos curarnos. Si pensáramos que Dios quisiera que sigamos enfermos, ¡nunca buscaríamos medios médicos para sanarnos! Así que cuando oramos parece correcto que nuestra primera suposició n debería ser que a Dios le agradaría sanar a la persona por la que estamos orando; hasta donde podemos decir según la Biblia, esta es la voluntad revelada de Dios.

CONCLUSIONES A LAS QUE LLEGA GRUDEM:

La oración correctaEs correcto pedirle a Dios que nos cure, y debemos acudir a él con la petición sencilla de que nos dé salud física en tiempo de necesidad.

Santiago nos advierte que la incredulidad simple puede conducir a la falta d oración y a no recibir las respuestas de Dios: «No tienen, porque no piden» (Stg 4:2)

Debemos orar que Dios se glorifique en cada caso, sea que él escoja sanarnos o no. También debemos orar con la misma compasión sincera que Jesús sentía por los que él sanó.

Acciones incorrectas• No orar por los enfermos no es una solución

correcta, porque incluye desobediencia a Santiago 5.

• Decirle a las personas que Dios rara vez sana hoy y que no deben esperar que suceda algo, tampoco es una solución correcta, porque no provee una atmósfera conducente a la fe y no encaja bien con el patrón que vemos en el ministerio de Jesús y la iglesia primitiva.

• Decirles a las personas que Dios siempre sana hoy si tenemos suficiente fe es una enseñanza cruel que no cuenta con el respaldo de la Biblia.

Aunque experimentemos «los sufrimientos actuales» y aunque «gemimos interiormente, mientras aguardamos», es decir, «la redenció n de nuestro cuerpo» (Ro 8:18, 23). «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman» (Ro 8:28).

Esto incluye también trabajar en nuestras circunstancias de sufrimiento y enfermedad. Durante tales tiempos podemos encontrar aliento en los ejemplos de Pablo y otros que, aunque a menudo experimentaron milagros dramáticos, también sufrieron circunstancias de enfermedad y sufrimiento (c£ 2 Co 4:16-18; 12:7-9; Fil 2:25-27; 1 Ti 5:23; 2 Ti 4:20).

Cuando Dios decide no sanar, aun cuando se lo hemos pedido, lo correcto es dar gracias en toda situación (1 Ts 5:18; cf. Stg 1:2-4) y comprender que Dios puede valerse de enfermedad para acercarnos a él y mejorar nuestra obediencia a su voluntad, como en el caso de Job.

Por eso el "salmista puede decir: «Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos» (Sal 119:71) y «Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra» (Sal 119:67).

Dios puede darnos una mayor santificación mediante la enfermedad y el sufrimiento, tal como puede darnos santificación y crecimiento en la fe mediante e la curación milagrosa.

Pero el énfasis del Nuevo Testamento, tanto en el ministerio de Jesús como en el ministerio de los discípulos en Hechos, parece ser animarnos en la mayoría de los casos a buscar con anhelo a Dios en cuanto a sanar, y luego continuar confiando en que él nos sacará con bien de la situación, sea que nos conceda curación fisica.