que enfrentan los padres

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Distribución gratuita / Prohibida su venta Los desafíos Cuando el amor llega de a poco que enfrentan los padres Los abuelos ii semestre 2009 / nº 3 Dejar al cuidado de otros por primera vez Jardín Infantil Qué esperar de la herencia genética Carmen Astete, genetista

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Cuando el amorllega de a poco

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Los abuelos

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Dejar al cuidado de otros por primera vez

Jardín Infantil

Qué esperar de laherencia genética

Carmen Astete, genetista

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Editorial

El compromiso con los niños

Equipo EditorialRevista Adopción y Familia

Hace unos meses, el caso de Matilde remeció a la opinión pública. Se trataba de una pequeña de apenas ocho meses de edad que esperaba

para ser entregada en adopción. La notoriedad se ob-tuvo cuando un tribunal de familia ordenó a la pareja que la tenía a su cuidado, su entrega inmediata para ser re-cibida por el matrimonio designado para ser sus padres. Pero los cuidadores temporales se rehusaron a hacerlo.

Ellos habían acompañado a la niña desde los dos meses de edad y sostenían haber establecido un fuerte vínculo de apego con la pequeña Matilde. Basándose principalmente en ese argumento, interpusieron un recurso de protección respaldado con informes pro-fesionales que apoyaban su causa, con el objeto de convertirse definitivamente en sus padres. Finalmente, el tribunal falló en favor del matrimonio que había sido designado por la institución de adopción que trami-taba la causa, quienes recibieron a su hija en una in-timidad que fue respetada por los medios.

Se generó una encendida polémica, en la que par-ticipó toda la sociedad, acaparando varios titulares de los medios de comunicación masiva. También nuestro blog recibió numerosas visitas, donde muchos de nues- tros lectores pudieron expresar sus opiniones.

A partir de este debate pueden surgir muchas re-flexiones, para nosotros han sido particularmente dos:

La primera, que nos encontramos con las voces de una comunidad de familias adoptivas fuerte, delibe-rante, crítica y cohesionada, que se hizo presente e instaló de diversas maneras su opinión y su visión; y la segunda, que pese al largo proceso que impli-ca formar una familia a través de la adopción, con el desgaste emocional y sentimientos de injusticia que puede representar el que la sociedad resulte tan exigente con los padres adoptivos y tan tolerante con los biológicos; que pese a todo ello, existe una visión compartida de que las etapas de selección y evalua-ción son necesarias y pertinentes, y que no es apro-piado obviarlo por simple conveniencia personal.

De esta manera, el proceso de adopción brinda un fuerte sentimiento de seguridad, con la vivencia de apoyo y compañía a la familia. Sin embargo, para las instituciones y organismos que trabajamos en adop-ción, el velar por un proceso transparente, respon-sable y autónomo tiene que ver con el fin último de la adopción, que es restablecer al niño su derecho a vivir en familia. Para que, de este modo, ni Matilde ni otro niño vuelvan a experimentar la incertidumbre sobre sus vínculos futuros y puedan formar lazos familiares en la calidez de su hogar definitivo, con padres real-mente preparados para satisfacer sus necesidades y acogerlo con su propia historia.

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Índice

Reportaje/ Las pataletas:

Contener, calmar, entender

Tendencias/ Guarda Preadoptiva:

En familia desde el comienzo

06.

22.

Entrevista/ P. Marcos Burzawa.

Vicario para la familia

40.

Editor General Ladislao Lira H.

Editor de Contenido Harue Tsunekawa A. José Antonio Rivera S.

Colaboradores Diego Torres E. Paula Bravo I. Francisca Lira H. Miguel Canales B.

Periodistas Verónica Siredey C. Pía Orellana G.

Diseño y diagramación Catalina Abascal S.

Fotografía Carlos Verdugo O.

Publicidad [email protected]

Blog/ Matilde

Columna/ Barudy&Dantagnan

Columna Internacional/ Conferencia de La Haya

Entrevista/ Carmen Astete, genetista

Derechos del niño/ Tengo derecho a preservar

mi identidad

Reportaje/ Jardín Infantil y la primera separación

Columna/ Pbro. Rodrigo Tupper

Columna Internacional/ Adopción en México

Entrevista/ El amor de los abuelos

Columna/ Marta Hermosilla

Adopción en el mundo/ Las dos familias

Columna/ Paulo Ramírez

Salud y Familia/ Integración sensorial

Testimonio/ Carta al hijo que entregué en adopción

Reseñas

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Adopción internacional/

Búsqueda de orígenes

fotografía de portada: Carlos Verdugo O.

44.

El desafíode ser padres adoptivos

24.

AdopciónyFamilianº3 / año 2009

Impreso por Salesianos Impresores S.A.

[email protected]

Presidente: Pbro. Julio Dutilh RosDirectora Ejecutiva: Bernardita Egaña BaraonaAntonio de Pastrana 2888, Vitacura, Santiago de Chile.Fono: 56-2-3999600Fax: 56-2-3999650www.fundacionsanjose.cl

Todos los derechos de esta revista están reservados, si bien se estimula la reproducción total o parcial de su contenido siempre que se cite la fuente.

La Fundación San José para la Adopción es una institución privada sin fines de lucro, reconocida

por el Arzobispado de Santiago como institución de Derecho Canónico en noviembre de

1994. Está acreditada por el Servicio Nacional de Menores para trabajar en programas de

adopción, conforme lo establece la ley 19.620, que regula esta actividad.

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Blog

MATILDE

El caso de una pequeña de ocho meses en adopción, que saltó hasta las páginas de los diarios la semana pasada, plantea una situación muy compleja. Se hizo públicamente

conocido cuando un tribunal de familia ordenó al matrimonio de guardadores que la tiene a su cuidado, su entrega inmediata para ser recibida por un matrimonio postulante a su adopción, pero los guardadores se rehusaron a hacerlo. El matrimonio que está con ella desde que tenía dos me-ses de edad, sostiene que ya se ha establecido un fuerte vínculo de apego y han solicitado ser considerados en su proceso de adopción, interponiendo un recurso de protec-ción a favor de la niña, para convertirse definitivamente en sus padres. La institución a cargo del proceso de adopción inició acciones judiciales cuando el pasado martes 13 de octubre el matrimonio no entregó a la niña. La pareja no sólo ha de-clarado haber establecido un fuerte vínculo con la menor, sino que acudieron a una reconocida sicóloga infantil, quien evaluó que podría ser perjudicial poner término a ese vínculo y reco-mendó que la niña permaneciera con sus padres de acogida.19 de octubre 2009

32 comentariosAdolfo dijo... De esta triste historia, me queda más claro aún la convicción de que la ley de adopciones debe cambiar. Estoy de acuerdo que es un problema de sentido común. Pero el sentido común debe

comenzar con el legislador en cuanto a mejorar los procedimien-tos por los que un niño llega finalmente a su familia adoptiva. Eso es algo en que nuestra legislación aún está al debe. Es súper difícil cuestionar la actitud de la familia Porter Cas-tillo, más aún cuando se es juez y parte. Por un lado, quienes hemos pasado por un profundo proceso de evaluación para transformarnos en Padres, vemos cómo se vulneran todos los protocolos por muy administrativos que estos sean. Por otro lado, seguramente para Matilde la imagen de apego que tiene de sus guardadores se ha ido transformando fuertemente para pasar a convertirlos en sus “padres”. ¿Quién falló? ¿La FADOP, los guardadores, el sistema? Fácil es buscar culpables y apun-tar con el dedo. Sin embargo, me queda la sensación que ésta es una de estas situaciones en que uno dice ”¿y qué pasaría si...?” a la que usualmente respondemos con un encogimiento de hombros ya que no hay una respuesta correcta. Al final, lo único claro y terrible de esto es que, se tome la decisión que se tome, alguien deberá pagar el costo. Sólo espero que no sea, nuevamente, Matilde.20 de octubre de 2009

Fernando dijo... Creo que estos hechos demuestran que hay problemas en las leyes que norman el proceso de adopción, el que de-biera ser más expedito en beneficio del menor. Claramente el proceso se puede acelerar (más recursos y disponibilidad de

www.revistaadopcionyfamilia.blogspot.com

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jueces) y permitir que el hijo(a) pueda tempranamente generar el apego con su familia adoptiva. No estoy hablando de flexi-bilizar los trámites de idoneidad, sino el de dar rápidamente un hogar al niño. El tiempo es fundamental en estos temas y, en el caso expuesto de Matilde, si la familia guardadora no la hubiese tenido tanto tiempo, no se habría fortalecido el cariño y vínculo natural que se genera entre ambas partes. Espero que prontamente se solucione en favor de Matilde que creo es la damnificada principal en este proceso que, si bien ha mejo-rado, todavía tiene espacio para cumplir cabalmente su objeto, proteger y resguardar los derechos del niño.20 de octubre de 2009

María Teresa dijo... También soy mamá adoptiva y concuerdo con los co-mentarios y particular empatía con los derechos de esos postulantes a padres adoptivos que han pasado por una evaluación y proceso arduos. Sin embargo, mi comentario se relaciona con la necesidad de hacer valer la voz de los verdaderos expertos en el tema, para que sean ellos los que informen y expliquen a los medios. Se han entrevistado a variados psicólogos clínicos quienes sa-ben de apego, pero no manejan en particular el procedimiento y el desde dónde surge el sistema de guardadores. Tampoco conocen el proceso de evaluación por el que pasan los pos-tulantes a padres adoptivos ni la legislación vigente que ope-ra como contexto a la necesidad de que exista el sistema de guardadores. Es de suma importancia una participación más activa y formal por parte de las fundaciones Chilena y San José, además de la voz del Sename, quienes poseen la experiencia y el conocimiento específico que harían que las personas puedan tener una aproximación al tema más complejo y pudieran armar una opinión más global. Hasta ahora, el sentido común empa-tiza con la motivación de estos guardadores, eso es lo que ellos han buscado estos días. Es importante para la sociedad cono-cer cómo se vive este proceso desde los otros involucrados, la guagua y los padres adoptivos que tenía asignados.21 de octubre de 2009

Anónimo dijo... Hola. Me parece lamentable todo lo ocurrido con el caso Matilde y como padre adoptivo me indigno cada vez que escucho comentarios sobre el caso a periodistas totalmente desinformados y ajenos al proceso de adopción y que dan la razón a la familia guardadora. Afortunadamente, si hay un proceso transparente, serio y responsable en Chile, es el del trámite de adopción y casos como éste han generado duda a la opinión pública sobre el mismo.

Me hubiese gustado que la Fundación Chilena de la Adopción y la Fundación San José hubiesen manifestado una posición en los distintos medios. Tengo la impresión que han querido man-tenerse al margen de la opinión y de los medios, cuando tenían que haber sido protagonistas activos de este asunto. Saludos.22 de octubre de 2009

Claudia y Alejandro dijeron... Con mucha preocupación hemos visto durante estas últi-mas semanas cómo se pone en cuestionamiento la extraordi-naria labor desempeñada por las instituciones que se encuentran abocadas a la misión de buscar los padres más idóneos para aquellos bebés que no pueden contar con sus padres biológi-cos, es decir, crear familias. Cada paso que se vive durante el proceso de adopción tiene su significado y uno con el correr del tiempo lo va comprendiendo, pero no definiría a ninguno de ellos como trámites burocráticos. Sin duda, la Ley Chilena de Adopción protege al menor que se encuentra en un proceso de búsqueda de padres, no abandono, pues muchos de ellos están al cuidado de guardadoras o funcio-narias de las instituciones que les entregan amor y cuidado. Con respeto hemos escuchado lo que ha expuesto la fa-milia guardadora y sus motivos por los cuales consideran que Matilde estaría mejor con ellos, pero sin duda todas aquellas razones responden al deseo y a la necesidad que este matri-monio tiene de ser padres, y no a las necesidades de Matilde de tener a los padres más idóneos. Recordemos que en una entrevista señalaron que quisieron ser guardadores porque no estaban seguros si querían adoptar, pues bien, bajo esa lógica, creemos fielmente que para estar seguros no hay que “pro-bar”, sino que primero sentirlo y luego permitir que las institu-ciones encargadas de otorgar a los niños en adopción, sean quienes nos evalúen y analicen las capacidades que nos fa-culten como padres idóneos; todo esto enmarcado dentro de un proceso serio, responsable, metódico y científico, apoyado por un equipo multidisciplinario de profesionales. Queremos hacer llegar a la Fundación San José nuestros más sinceros agradecimientos a cada uno de los profesio-nales que allí trabajan y que con cariño, preocupación, respeto y profesionalismo desempeñan sus labores. Extendemos este reconocimiento y apoyo a todas las otras instituciones que rea-lizan esta noble y abnegada labor, ya que si no existieran, mu-chos niños jamás hubiesen tenido la oportunidad de formar parte de una familia y muchos matrimonios nos hubiésemos quedado sin cumplir el anhelado sueño de ser padres.Alejandro Torres Flores y Claudia Campos BlameyPadres Adoptivos29 de octubre de 2009

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Reportaje

Las pataletas

Contener, cal mar, entender...Son un fenómeno normal, parte del desarrollo de los niños en edad pre-escolar, pero inquietante para muchos padres. Un adecuado manejo de crisis por parte del adulto a cargo, puede permitir a muchos enfrentarlas sin morir en el intento y lo más relevante: Enseñar a sus hijos a autorregular sus emociones.

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Contener, cal mar, entender...

Lo cierto es que las pataletas son un fenómeno uni-versal, temido por todos y cada uno de los padres de niños en edad pre-escolar. No importa si los hijos son biológicos o adoptivos, no hay padre o madre sobre la

tierra que no se haya enfrentado alguna vez a esta difícil situa-ción. Imaginemos esta escena clásica: Una madre intenta fi- nalizar su compra de supermercado, la acompaña un niño que desde hace un rato ya se está haciendo notar: “Quiero un hela-do”, exige. “No, ya no más”, responde la mamá seria, intentan-do controlar la situación. En algún minuto la discusión se sale de control y ya no hay más diálogo. El niño se tira al suelo, empieza a gritar, llorar, golpea el suelo con puños y pies. Los gritos son cada vez más estridentes, agudos y fuertes. Es un espectáculo que incluso tiene público, quienes se dividen en los que ob-servan disimuladamente, pero con cierta mirada crítica; otros censuradores y algunos compasivos. Ya en la caja, el niño va medio afónico de tanto gritar, rojo como tomate, mojado por el llanto. Probablemente para esa madre ha sido el momento más agotador y estresante del día. Sin duda para su hijo también. Como los niños no vienen con manual, se supone que puro criterio y un buen instinto parental debieran bastar para manejar exitosamente la situación. En letra de molde parece muy fácil, pero todos sabemos que en la práctica no es así. ¿Recetas? Muchas, tantas como estudios y literatura es posible encontrar.

EL TIME OUT ESTÁ OUT

Hasta hace algún tiempo los especialistas recomendaban manejar este tipo de conductas con time out, término que en castellano es conocido como “tiempo fuera”. Sin embargo, este concepto pareciera estar perdiendo terreno. ¿A qué se debe este vuelco? ¿Cómo manejar las pataletas entonces? ¿Cuáles son las recomendaciones que los expertos entregan actualmente? Recordemos primero en qué consiste el ya no tan popular time out: Básicamente es aislamiento. Como modelo especial de castigo, técnica muy utilizada para eliminar una conducta

PATALETAS EN CIFRASCifras aparecidas en The One Minute Temper Tan-

trum Solution, Strategies for responding to children´s

challenging behaviors, de Ronald Mah.

Edad del niño y porcentaje que manifiesta

pataletas:

18 a 24 meses: 87%

30 a 36 meses: 91%

42 a 48 meses: 59%

De Potegal & Davidson (2003)

Promedio de duración de las pataletas según

edad:

2 minutos en niños de 1 año.

4 minutos en niños de 2 a 3 años.

5 minutos en niños de 4 años.

Promedio de episodios en una semana:

8 veces para niños de 1 año

9 veces para niños de 2 años

6 veces para niños de 3 años

5 veces para niños de 4 años

En tanto, la psiquiatra infantil Amanda Céspedes,

en su libro Niños con pataleta, adolescentes desafi-

antes, establece que:

Entre tres y cinco de cada diez niños y adolescentes

muestran conductas oposicionistas ocasionales.

En sólo dos de cada cien niños la conducta oposi-

cionista desafiante obedece a una psicopatología.

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se aburren, se cansan o temen perder el cariño de sus padres o quedarse solos, todo esto con un nivel de estrés muy alto”. De acuerdo a la especialista, este sistema no le deja nada pro-ductivo al niño. No le enseña a autorregularse. Al contrario, si el niño aprende algo será a inhibir una frustración o a sacar la conclusión que para la próxima vez deberá hacer una rabieta mayor, aumentando su rebeldía y oposicionismo.

EN LA SENDA DE LA AUTORREGULACIÓN

¿Qué se debe hacer, entonces? De acuerdo a la psicóloga, al niño hay que contenerlo, no dejarlo sólo sino quedarse con él y tratar de entenderlo. El adulto debe po- nerse a su altura física, que favorece una comunicación más directa y clara, lo que permite reducir el estrés generado en el niño. Esto, simplemente porque la tarea de los padres es contener, calmar y entender a sus hijos. Su gran labor es enseñarles a autorregularse, a través de estrategias que le permitan calmarse. Cuando se le acompaña y contiene, ese estrés se reduce y el niño se calma.

Reportaje

problemática, consistente en separar al niño del contexto en el que está ocurriendo la rabieta y su entorno social, si es que hay más personas, por un breve tiempo o hasta que logra calmarse. Todo esto, porque se pensaba que era una herra-mienta de manipulación que el niño utilizaba con sus padres o cuidadores, para conseguir su objetivo. Sin embargo, estudios realizados por expertos en psi-cología infantil sobre el apego desarrollado entre padres e hijos, serían los responsables de este cambio que se está dando en el tratamiento de niños con pataletas o conducta oposicionista. Ya no se piensa tan claramente que son un re-curso utilizado por los niños por mero capricho. Ana María Olivares, psicóloga miembro de CEEIN (Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño), de la Uni-versidad del Desarrollo, explica a qué se debe este nuevo en-foque: “En estudios recientes se demostró que un niño que es ignorado cuando hace pataletas, aumenta considerablemente su nivel de estrés. El time out puede que funcione para los padres, porque los niños dejan de hacer pataleta, pero porque

GUÍA RÁPIDA PARA PREVENIRMuchas veces es posible prevenir un episodio cuan-

do los padres logran percibir las señales de alerta.

Si sospecha que la tormenta se avecina, prepárese

y saque su carta de debajo de la manga:

Distraiga o redirija la atención del posible factor ga-

tillante de la pataleta, hacia otra cosa.

Utilice el sentido del humor para distraer al niño,

pero cuide que él no lo entienda como una burla.

Entréguele control al niño sobre pequeñas cosas,

dándole alternativas.

Lleve al niño a un lugar tranquilo y háblele en un

tono sereno.

Fomente en el niño la expresión de emociones y

sentimientos con palabras.

Establezca una rutina diaria para el niño que le per-

mita suficientes horas de actividad y descanso.

Premie a su hijo o hija cuando pida algo sin recurrir

a las pataletas.

GUÍA RÁPIDA PARA MANEJO

DE CRISISNo pierda la calma, porque el niño o niña ya la

perdió. Recuerde que Ud. es el adulto y está en

control de la situación. Intente un manejo de ma-

nera calmada y controlada.

Quédese con su hijo, no lo deje solo.

Intente distraerlo si aún es posible.

Abrazar o sostener al niño hasta que la pataleta

empieza a desaparecer puede ayudar a los más

pequeños.

Si comienza a golpearse, tómelo para protegerlo.

Ubíquese con el niño en un lugar seguro y tranquilo

si es necesario.

Si la pataleta ocurre en un lugar público y hay es-

pectadores, saque al niño de escena antes que

alguien intervenga alterando el normal devenir del

proceso y la rabia pueda fluir hasta agotarse.

Permanezca en calma y silencio junto al niño.

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Según Ana María, por su desarrollo cognitivo, el niño no tiene la capacidad de autorregularse, de modular las emo-ciones, ni razonar. Existen niños más sensibles que otros y dis-tintos niveles evolutivos que hacen que algunos presenten más rabietas o que, simplemente, las superen con mayor rapidez. La intensidad y cantidad de pataletas en los niños dependerá, entonces, de la respuesta de los adultos. Éstas se dan mayor-mente en niños entre uno y cuatro años de edad, mostrando su punto de mayor intensidad entre los dos y cuatro. Según estu-dios, un ochenta por ciento de los niños tiene este tipo de ex-presiones conductuales y emocionales. Como, por su desarrollo cognitivo, los niños de dos, tres y cuatro años aún no aprenden a modular sus emociones, la psicóloga descarta que hagan pa-taletas con la intención de manipular a sus padres: simplemente se trataría de un desborde descontrolado de las emociones, que los niños son incapaces en ese momento de manejar. La neuropsiquiatra infantil, Amanda Céspedes, explica en su libro Niños con pataletas, adolescentes desafiantes, que la experiencia empírica, apoyada en investigaciones, ha demostrado que los únicos métodos efectivos para abor- dar la conducta desafiante de niños y adolescentes, son aquellos que se sustentan en la identificación de los factores que las facilitan, provocan y empeoran. Lo realmente efec-tivo, entonces, es ir a la causa. Alrededor del 90% de las pa-taletas o conductas desafiantes obedece a causas externas al niño e inherentes al adulto que trata de sofocarlas. Por ello, recetas del tipo “mano dura” o “no se deje manipular” fracasarán si no se entienden sus causas ni se abordan de un modo objetivo y consistente.

PACIENCIA Y CONTROL: LOS PADRES AL PODER

Si bien la parentalidad con hijos biológicos y adoptivos es prácticamente la misma, Olivares reconoce que puede haber ciertos matices, sobre todo en niños adoptados después de los seis meses de vida. “Esto, porque dependiendo de las circunstancias que hayan rodeado a ese niño, es posible que sea un poco más inhibido en lo emocional, lo que podría ma-nifestarse más tarde en pataletas. Es esperable que los niños prueben los límites. Los padres deben estar preparados, pero en la medida que estén ahí y hagan sentir a sus hijos cuidados y protegidos, podrán manejarlas exitosamente”, sostiene. Las recomendaciones para navegar por estas aguas tur-bulentas sin naufragar en medio de la tormenta, parten por quedarse junto al niño cuando está haciendo una rabieta,

porque está bajo un alto nivel de estrés y la compañía de sus padres o cuidadores lo calmará. Olvidarse de la manipu-lación, respirar hondo y pensar que es la oportunidad para enseñar al niño a manejar sus emociones.Intentar distraerlo puede ser una buena alternativa: “OK, no te vas a tomar el helado ahora, pero vamos a salir a andar en bicicleta”, por ejemplo. Todo esto, bajando a su nivel y mirán-dolo a los ojos. Esto es una manera de contener y calmar. Si el niño se empieza a golpear, hay que tomarlo y prote-gerlo. Cuando las emociones se desbordan, puede venir el descontrol. Aquellos padres de hijos con necesidades espe-ciales, deben tener una cuota extra de control y paciencia. La prevención también es una gran aliada, en la me-dida que sea posible determinar los factores que suelen gatillar estas rabietas. Padres observadores podrán an-ticiparse no llevando al supermercado a un niño que está cansado y con hambre, por ejemplo. A estas alturas, más de alguien estará pensando si los límites no se desdibujan en este cuadro. Definitivamente no, si existe claridad en que hay materias en las que se

LIBRO, Las PataletasLibros de consejos y estrategias existen muchos,

es difícil saber cuál es recomendable.

Aquí sugerimos uno que les ayudará a compren-

der a su hijo cuando se ponga a gritar y patalear.

Presenta consejos sencillos y muy prácticos para

calmar a los niños, los que fueron tomados de la

experiencia de otros padres y que lograron bue-

nos resultados con estas estrategias. Tienen por

principio el respeto y el cuidado de los niños, en

base de una actitud positiva y constructiva del vín-

culo afectivo.

LAS PATALETAS, de Michelle Ke-

nnedy. Perteneciente a la colección

“Estrategias para padres desespera-

dos”, que también incluye los títulos

El llanto, La alimentación y La hora

de dormir. Editorial Océano Ámbar.

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puede transar y otras no, como la seguridad, salud y bie-nestar del niño. Si la causa de la pataleta se da porque insiste en asomarse por un balcón o meter los dedos al enchufe, definitivamente el “no” debe ser firme, claro y consistente. Pero si se enoja porque no puede meter su colación en su mochila que ya está llena de cosas, se le puede ayudar a hacer un espacio. Si bien las pataletas son parte normal del desarrollo in-fantil, sería recomendable consultar con un especialista si las hace todos los días de la semana y más de dos veces por día. A los cinco o seis años de edad, ya debieran ir en retira-da. El haber desarrollado una comunicación efectiva con el niño y permitir conversar sobre las emociones, ayuda a que las rabietas sean cada vez menos desbordantes. Todo esto, una vez que ya se ha calmado y es capaz de escuchar. No debemos olvidar que la parentalidad se construye y requiere de mucho apoyo y dedicación, teniendo siempre presente que ser padres es una gran responsabilidad y la infancia tiene derechos que son ineludibles. Por último, no olvide que Ud. también fue niño y, hablando con franqueza ¿Podría asegurar que nunca hizo una pataleta?

Reportaje

TENGA SIEMPRE PRESENTESu hijo y Ud. son más importantes que cualquiera a su alrededor.

Ignore miradas críticas.

Sea consistente.

Fortalezca el comportamiento que quiera para su hijo: Refuerce

lo positivo, no lo negativo.

Tenga expectativas razonables: Los niños se comportan como

niños, no como adultos.

Aleje las tentaciones de su casa. Tenga un hogar seguro

para los niños.

No sobrediscipline, pelee sólo las batallas que valgan la pena.

Fomente y premie lo bueno.

Aléjese de los problemas manteniendo ocupado y entreteni-

do al niño.

Sea consistente, hable con convicción y cumpla.

Evite situaciones en que perderá. Retírese con rapidez y redefina.

Tensión en la casa, conflictos y descalificaciones entre los pa-

dres sabotean una efectiva disciplina.

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La vida de los niños y niñas antes de la adopción no siempre ha sido fácil, a menudo han tenido que soportar el no tener una figura de apego estable y

permanente en su primer año de vida, ni tampoco han podido disfrutar de contactos físicos suficientes y de una comunicación afectiva que asegure la organización de su cerebro. También, pudo haber un entorno de vida ca- racterizado por un ambiente carenciado y de estrés, que les ha privado de conocer una experiencia fundamental: El tener una respuesta adecuada y a tiempo a sus esta-dos mentales de excitabilidad frente a las necesidades de su pequeño cuerpo. Esta experiencia gratificante de ser calmado “después de la tormenta” y volver otra vez a sentirse tranquilo y confortable, es lo que permitirá al bebé lograr confianza en el mundo adulto, así como desa-rrollar sus capacidades de autoconsciencia y autocontrol. Por esta razón, es frecuente que los niños y niñas adoptadas expresen sus necesidades y deseos de una manera exagerada, disruptiva, a pesar que ya no son be-bés, y que pese a los esfuerzos de las madres y de los pa-dres para calmarlos, lo consiguen difícilmente. Este proceso se puede transformar en una batalla campal, que produce más dolor y desconfianza en los niños y niñas, y dolor e impotencia en las madres y padres adoptivos, que incluso pueden llegar a pelearse entre ellos tratando de calmar al hijo o la hija. A continuación ofrecemos algunos consejos de base para mejorar el manejo de estas situaciones. • Recuerde que el nivel de desarrollo social-afectivo de su hijo o hija no siempre corresponde con el de su edad crono-

Padres y

terapeutas

de sus hijos

Maryorie DantagnanPsicóloga infantil

madre adoptiva

Columna Barudy & Dantagnan

Jorge BarudyPsiquiatra infantilpadre adoptivo

lógica. Es probable que usted necesite dividir la edad por dos o tres, ofreciendo, por tanto, una intervención ajustada a su edad afectiva y no a los años que tiene.• Trate de pensar que el niño o la niña no lo puede hacer de otra manera, no es que no quiere, es que no puede.• Evite que el niño/a le contamine con su enfado, más bien, intente usted contaminarle con su tranquilidad.• Considere que su reacción no es nada personal en contra de usted.• Intente no perder los nervios, sea a la vez firme, pero creativo/a, según la edad utilice la distracción; no use dema-siadas explicaciones. • Trate de ser siempre amable, no agreda ni culpabilice. • �������������������������������������������������No se sienta culpable si llega a enervarse, siga intentán-dolo y trabaje en equipo con su cónyuge u otros miembros de la familia.• ��������������������������������������������������Durante el incidente, puede mostrar su empatía descifran-do que su reacción cubre una emoción difícil de manejar, por ejemplo: “siento mucho que estés frustrado (o que no han sa-lido las cosas como querías)” o “creo que estás enojado con-migo y puedes estarlo, pero no permitiré que me pegues”.• Cuando pueda utilice “la silla para pensar” y acompáñelo en silencio en la misma habitación hasta que consiga calmarse. Pa-sados cinco minutos de calma, autorícelo a venir a usted, abrá-selo y recién abra la puerta al diálogo sin culpabilizar ni moralizar. • Disminuya las sorpresas y cambios imprevistos. Es muy útil mantener una rutina visibilizada por un calendario con di-bujos o palabras que expliquen lo que va a ocurrir día a día. Así, su hijo podrá prever y organizarse más fácilmente.

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La Conferencia de La Haya

y el convenio sobre adopción internacional

Columna internacional

¿Qué es la Conferencia de La Haya?

L a Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado (HCCH) es un organismo intergubernamental de carácter mundial. Al día de hoy, 68 estados y la Co-munidad Europea son miembros de este organismo.

La Conferencia se ocupa de elaborar convenios (tratados) internacionales para dar respuesta a problemas personales, fa-miliares o comerciales en las que más de un estado está impli-cado. Uno de los temas tratados es la adopción internacional de niños. Para ello, se aprobó el Convenio de La Haya de 1993, relativo a la Protección de Niños y a la Cooperación en materia de Adopción Internacional (“el Convenio de 1993”). La Conferencia se encarga de la negociación y la ela-bo-ración de los convenios con los estados. Además, provee de ayuda para la implementación y operación de éstos.

¿Por qué se decidió crear un convenio sobre las adopciones de niños? Si bien la adopción es un fenómenos que ya se daba en la antigua Roma, la adopción internacional es bastante re-ciente que ha ido creciendo muy rápidamente. Se expandió lentamente tras la Segunda Guerra Mundial hasta los años 70, cuando el número de adopciones creció drásticamente. En los años 80 la comunidad internacional advirtió que las adop-ciones internacionales conllevaban muchos problemas para los niños y las personas, ya que no estaban debidamente re-guladas en leyes nacionales e internacionales, se robaban ni-ños para darlos en adopción, se ofrecía dinero y recompensas a las madres biológicas para que consintieran a la adopción de sus hijos, había corrupción, etc. Era por tanto necesario crear un convenio internacional “común” a todos los Estados

para poner fin a estas prácticas ilegales (véase Informe Expli-cativo del Convenio de 1993, párr. 6). Se decidió entonces comenzar la negociación de un nuevo tratado, cuyo objetivo era establecer salvaguardias para asegurar que las adopciones internacionales se reali-zan en el interés superior del niño y en el respeto de sus derechos fundamentales. Dicho acuerdo fue aprobado en La Haya el 29 de mayo de 1993 y entró en vigor 2 años más tarde, el 1 de mayo de 1995.

¿Cuales son las finalidades más importantes del Convenio de 1993? 1. Establecer reglas mínimas que protegen los derechos de los niños adoptados internacionalmente. También se protegen los derechos de las familias de origen, así como a las familias adoptivas.2. Remediar los problemas del pasado, es decir prevenir la sustracción, la venta o el tráfico de niños y eliminar los distintos abusos relacionados con la adopción internacio-nal (por ejemplo la corrupción, la coacción, la solicitación de niños, la falsificación de documentos, las agencias de adopción no cualificadas).3. Establecer un sistema para la cooperación entre las auto-ridades de los Estados de origen de los niños y los estados de recepción (donde los niños van a vivir tras ser adoptados). 4. El reconocimiento automático de las adopciones rea-lizadas de acuerdo con el Convenio en todos los Estados partes. Esto es posible gracias a un certificado que es emi-tido por las autoridades de uno de ellos y que es recono-cido automáticamente en todos los otros, sin necesidad de realizar un procedimiento de reconocimiento de la decisión

L a u r a M a r t í n e z - M o r a C h a r l e b o i sC o o r d i n a d o r a d e l P r o g r a m a

A d o p c i ó n - H C C H

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extranjera de adopción o de realizar una nueva adopción en el Estado de recepción, como era el caso antes de la existencia del Convenio o cuando se adopta un niño entre Estados que no son partes del mismo.5. Reforzar y añadir salvaguardias a los procedimientos y normas establecidos en la Convención de las Naciones Unidas de 1989 sobre los Derechos del Niño, y en par-ticular a su artículo 21.

¿En cuántos Estados se encuentra en vigor el Con-venio de 1993? Está actualmente en vigor en 81 estados, de los cuales 17 están en América Latina. En Chile, el Convenio entró en vigen-cia el 1 de noviembre de 1999, es decir hace diez años.

Resumen del artículo 21 de la Convención sobre los Derechos del Niño (fuente: UNICEF)

LA ADOPCIÓNEn los estados que reconocen y/o permiten la adopción, se cuidará de que el interés su-perior del niño sea la consideración primordial y de que estén reunidas todas las garantías necesarias para asegurar que la adopción es admisible, así como las autorizaciones de las autoridades competentes.

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Entrevista a especialista

Carmen Astete, genetista

Si algo preocupa a los matrimonios que quieren adoptar, es qué importancia reviste la carga genética que traen los hijos adoptivos. El temor a lo desconocido los lleva a imaginar que ésta pueda determinar no sólo las enfermedades que desarrollarán, sino también su comportamiento y su personalidad. En esta entrevista develamos mitos y realidades en torno al tema.

“No creo en el determinismo genético”

La genética es mucho más complicada de lo que parece. Los titulares de los diarios nos hacen creer que el hecho de que se haya encontrado un determinado gen, como por ejemplo el de la

depresión, permitirá saber de antemano y con seguridad quién, cómo y cuándo desarrollará esta enfermedad. Pero el asunto no es tan simple. No existe un gen que por sí solo pueda explicar determinada característica del ser humano. Es por eso que la pregunta sobre cómo serán nues- tros hijos, biológicos o adoptados, ha quedado obsoleta. Sólo cabe una respuesta que se nos puede dar con seguridad, y ésta es que serán “únicos”.

Carmen Astete es madre adoptiva y genetista clínico. Como médico del Hospital Luis Calvo Mackenna, le ha tocado colabo-rar en el diagnóstico genético de niños de diferentes instituciones que se encuentran en proceso de adopción. En esta entrevista ayuda a despejar algunas aprensiones sobre el tema.

¿Qué es la herencia genética? Se sabe que tenemos entre 30 y 40 mil genes, que son los que determinan nuestras características personales. Hay genes que son bien conocidos y que determinan una cualidad específica. Sin embargo, la mayoría de éstas no están definidas en esos términos, sino que por la combinación de una multiplicidad de genes.

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Mendel, por ejemplo, estudió arvejas; en ellas, un gen determinaba si eran verdes o amarillas y otro si eran lisas o rugosas. Se trataba de algo simple, eran características directas: un gen, una cualidad. Nosotros sabemos que hay condiciones que están de-terminadas por un gen. Por ejemplo, el síndrome de Mar-fan (enfermedad del tejido conectivo que afecta estructuras como esqueleto, pulmones, corazón, ojos y vasos sanguí-neos. Se caracteriza por un aumento inusual de la longitud de los miembros), se produce por la alteración en un solo gen y algunas personas presentan todas las características físicas y otras, incluso dentro de la misma familia que son portado-ras del gen, sólo presentan algunos rasgos del síndrome en forma muy leve. En otras palabras, la herencia determina mu-chas de nuestras características, pero respecto de la mayoría de los rasgos no es algo directo.

¿Cómo distinguir en una persona lo que está dado por la genética de lo que es producto del ambiente? Eso es complejo. Hay condiciones como la Acondroplasia (enanismo), que son de causa genética pura. En este caso, se sabe que es una enfermedad esquelética, que se da por una altera-ción de un gen que se conoce y no hay influencias ambientales. Sin embargo, en casos como la esquizofrenia, se ha podido establecer que si bien existe un grado de heredabilidad, está muy lejos de ser ciento por ciento heredable, existen otros factores que juegan un rol importante que no están determinados y no se sabe exactamente cómo actúan, pero que definitivamente no es sólo la herencia la que juega un rol en la aparición de este rasgo.

¿Qué aspectos de la personalidad de un niño se pueden atribuir a la herencia genética? No se sabe. ¿Por qué los niños de padres tranquilos son tranquilos? ¿Es porque heredaron la tranquilidad o porque viven en un ambiente tranquilo?

¿Qué importancia tiene la herencia genética en el mundo de la adopción? Creo que la importancia que se le asigna a la herencia en la adopción, tiene más bien relación con temores o creencias erróneas. No puedo interpretar a todos los pa-

dres adoptivos, pero creo que muchos piensan que estos niños que han sido cedidos en adopción pueden tener progenitores adictos al alcohol o a las drogas, con con-ductas delictivas o patologías psiquiátricas, entonces a los padres les preocupa saber si esto es heredable. Y ahí es donde empieza a surgir la duda, porque desde el mundo científico se ha transmitido la idea que sí habría bastante importancia de la heredabilidad de estas caracterís-ticas. Pero uno podría plantearlo al revés, o sea, esto sería como el determinismo genético, mis genes, lo que me dio mi mamá o mi papá, van a hacer que yo mañana sea delin-cuente o drogadicto. Pero hasta hoy no hay ningún estudio que haya comprobado que eso es realmente efectivo. Se ha visto que en la depresión o en la esquizofrenia hay una heredabilidad, pero se han estudiado gemelos idénticos,

por ejemplo, y uno tiene esquizofre-nia y otro no. Esto hace evidente que no es un solo gen, sino que probable-mente son varios, además de algu-nos factores ambientales, lo que lleva a que se desarrolle la enfermedad. Entonces, el que exista un factor de heredabilidad, no es determinante.

¿Esto desincentiva la adopción? No trabajo directamente en eso como para asegurarlo, pero creo que sí

importa y es relevante detectarlo, sobre todo porque la duda en los padres puede llevar al cumplimiento de una profecía autocumplida, que tiene relación con lo ambiental: hasta qué punto afecta el que los padres desconfíen o se pregunten si cada conducta de ese niño tiene que ver con su carga genética. En cambio, veo que muchos de los niños con di-ficultad, aquellos largamente institucionalizados, que tienen un retraso, que caminaron tarde, se van en adopción al ex-tranjero. Se los llevan sabiendo que van a tener que trabajar para sacarlos adelante como puedan y hasta donde puedan. Estos padres quieren tener un hijo, no una lumbrera.

En el caso del Síndrome Alcohólico Fetal, que se produce porque la madre ha bebido alcohol en exceso durante el embarazo, ¿eso determina que sus hijos desarrollen cierta tendencia al alcoholismo? El Síndrome Alcohólico Fetal es un cuadro clínico de gravedad variable, en que el niño presenta algún grado de

CARMEN ASTETEEs médico cirujano de la U. de Chile

Genetista clínico.

Jefe de la Unidad de Genética Hospital Luis

Calvo Mackenna.

Magíster© en Bioética.

Profesora del Departamento de Pediatría

Oriente. Facultad de Medicina - U. de Chile.

Docente del Centro de Bioética, Universidad

del Desarrollo.

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retraso mental y ciertas características físicas, y como bien dice usted, es producto de un factor ambiental, la exposición al alcohol en la vida fetal por el consumo de la madre durante el embarazo. Ese es un daño directo a su salud física. La preo-cupación de los padres se relaciona con la posibilidad de que un hijo de padres alcohólicos sea alcohólico en su vida adulta y, respecto a esto, la respuesta nuevamente es que si bien puede haber alguna predisposición genética, las condiciones ambientales parecen ser mucho más importantes.

¿Al niño le importa la herencia biológica? Yo creo que sí, en el sentido que hay cada vez más infor-mación genética sobre enfermedades que se pueden diag-nosticar y prevenir, como el cáncer. Si mis padres tuvieron cáncer de colon, yo me debiera controlar. Los adoptados que

Es fundamental que al momento de adoptar, ambos miembros de la pareja hayan superado

el temor a la herencia genética de los hijos.

Entrevista a especialista

ya están más grandes quieren tener antecedentes de ese tipo de cosas. Y eso es algo que hoy se está hablando, el que a lo mejor debiera existir una ficha con los antecedentes médicos, a la cual ellos puedan acceder cuando lo necesitaran, con la libertad para obtener esta información.

¿Aquellos padres que les preocupa este tema, quedan con la sensación de que no pueden controlar a sus hijos? Creo que es un tema social importante. Hay muchas pare-jas que querrían adoptar porque no pueden tener hijos y, a veces, la demora tiene que ver con eso, con la pregunta de cómo voy a traer un extraño, qué hago con una persona que tiene otras costumbres y características distintas a las mías. Es un temor importante, pero cuando el matrimonio ya toma la decisión de adoptar es porque ese temor está superado.

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De acuerdo a cifras del Sename, el número de jóvenes que inician un proceso formal de búsqueda de información de sus padres biológicos se ha tri-

plicado en los últimos años. Este dato pone en el tapete derechos de la niñez y adolescencia que adquieren una especial connotación en contextos de adopción, como el derecho a conocer a los padres y el derecho a preservar su identidad, ambos consagrados en los artículos siete y ocho de la Convención sobre los Derechos del Niño. Que estén ratificados estos derechos implica para todos los niños, niñas y adolescentes, y en especial para los adopta-dos, que los Estados partes de la Convención deben contar con la institucionalidad necesaria para satisfacerlos a pleni-tud. En esta dirección, nuestra ley de adopción garantiza el resguardo confidencial de la información relativa al nacimiento y proceso de adopción de los ciudadanos involucrados. No obstante estos dispositivos, la ley establece que deben ser personas mayores de 18 años los que podrán tener acceso a los antecedentes de sus familias biológicas. ¿Cómo puede enton-ces enfrentar un niño, una niña o un adolescente, sus inquietudes respecto a sus orígenes? ¿Cómo puede ejercer los derechos mencionados al alero de la Convención que lo ampara? Esta restricción, respecto al acceso a información, tiene su base en la legítima convicción de velar porque los antece-dentes lleguen a manos del interesado, en una etapa de su vida en donde éstos no puedan resultarle una amenaza. Si bien, el conocer los primeros capítulos de su historia de vida permite a todo niño y niña contar con piezas fundamentales para la construcción de su identidad, en el caso de los adopta-dos es importante reconocer que esta información está teñida de eventos dolorosos que deben ser resignificados, con la ayu-da de un adulto, para que sean piezas clave –y no obstáculos- en el proceso de desarrollo de su personalidad y autoestima. En consecuencia, y dado el actual marco legal e institucio-nal, los padres adoptivos tienen una muy importante misión,

Derechos del niño, niña y adolescente

cual es favorecer que esta información llegue oportunamente a la vida de sus hijos e hijas, pero resguardando que ello no ponga en peligro su integridad emocional. Ellos tienen la res-ponsabilidad de ejercer un rol mediador entre la información resguardada por el Estado y la necesidad de sus hijos; te-niendo en consideración dos elementos que son centrales. En primer lugar, que el niño o niña es un sujeto de derechos, y por lo tanto, a partir del hito de la revelación de su adopción, tiene la libertad de opinar respecto a cómo y cuándo desea ejercer los derechos aquí discutidos. En concreto, de expresar si quiere o no conocer mayores an-tecedentes de sus orígenes y en qué profundidad, como también que los padres tomen en cuenta esta opinión al momento de actuar como mediadores. En segundo lugar, y complementando lo anterior, los padres tienen la responsabilidad de dar direcciones y orien-taciones que estén en consonancia con la evolución de las facultades de sus hijos; por ejemplo, hacer aproximaciones graduales a los antecedentes disponibles en torno a sus orí-genes, para no profundizar más -ni tampoco menos- de lo que es capaz de procesar en el presente, postergando infor-mación en razón de resguardar el interés superior del niño. Sobre la base de estos elementos, y teniendo como marco de contención la seguridad y amor incondicional que ofrece el medio familiar, los padres adoptivos pueden definir estrate-gias de comunicación protegida y progresiva, que permita a sus hijos e hijas acceder a información relevante y pertinente para su etapa evolutiva, favoreciendo con ello el ejercicio de los derechos asociados a sus orígenes e identidad, de los cuales todos los niños, niñas y adolescentes son titulares.

Tengo derecho

y conocer mis orígenesMónica Contreras JacobSocióloga, Magíster en Políticas Sociales

a preservar mi identidad

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Reportaje

JARDÍN INFANTIL:

Los desafíos de laprimera separación

Dejar al hijo al cuidado de un tercero por primera vez, es un proceso cargado de incertidumbre y ansiedad para los niños y sus padres. Una etapa inevitable, pero natural en el desarrollo de todas las personas y familias. La adecuada anticipación y ciertos cuidados permitirán que el ingreso al jardín infantil, por ejemplo, no sólo fluya sin mayores contratiempos, sino que se convierta en una experiencia exitosa y motivadora para los niños.

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Ansiedad. Si la pudiéramos medir en algunos mo-mentos de nuestras vidas, cuántas sorpresas nos llevaríamos. Algunas veces nos olvidamos de cómo fuimos cuando niños o lo que sentimos en deter-

minadas situaciones. Sin duda, como padres, una ocasión de ansiedad importante se vive al separarnos por primera vez de los hijos. Existe un hito importante, cuando llega el momento de mandarlos al jardín infantil. “Mandarlos”, podemos decir desde la perspectiva de los padres; “Ir al jardín infantil”, desde el punto de vista de los niños. En ambos casos, sube el nivel de adre-nalina, tanto para padres como para hijos. ¿Llorará? ¿Va a desconocer? ¿Echará de menos? ¿Va a estar bien? Inquietudes normales cuando un hijo se integra a un sistema educativo pre-escolar. Para el niño, en tanto, im-plica enfrentarse a una nueva situación que no logra dimensio-nar ni imaginar. Le han contado que es bueno, que se divertirá y hará nuevos amigos, que ahora es “grande”, por ello, un nuevo motivo de orgullo. Pero, pese a todas las advertencias y palabras de ánimo por parte de los adultos, es inevitable que, llegado el día, variadas manifestaciones nos recuerden lo difícil que es para él soltar esa mano a la que está acostumbrado, y entregarse con confianza a la nueva experiencia. Algunos entran tiesos, mudos, medio paralizados a su nuevo jardín infantil. Otros, haciendo puchero. Varios son los que, no pudiendo evitarlo, sueltan el llanto, contagiando a los que hasta entonces intentaban, estoicos, mantener el control. Se presen-tan casos que requieren mayor atención por parte de las tías, porque simplemente no sueltan la pierna de su papá o mamá. No es casual que los jardines se preparen para enfrentar esta situación con jornadas planificadas especialmente para el pro-ceso de adaptación de los niños: Rutinas más cortas y cauti-vadoras, buscando no sólo atraer a los nuevos alumnos, sino dejarlos con deseos de volver, confiados y tranquilos. Si bien para la gran mayoría, entrar al colegio o al jardín infan-til les produce cierta ansiedad, en niños adoptados es esperable que ésta sea mayor, dependiendo de la edad y las experiencias que les haya tocado vivir; lo que implica acostumbrarse a un nuevo sistema de cuidado, haber vivido muchos cambios en su corta vida o una reciente incorporación a su nueva familia. Aunque la literatura internacional trata en profundidad el tema, es necesario recordar que las recomendaciones para estos casos apuntan más bien a estrategias utilizadas con ni-ños adoptados más grandes, que corresponden comúnmente

a adopciones internacionales. En estos casos, se sugiere bajar los niveles de ansiedad anticipándose al cambio, conversando con el niño de manera abierta, simple y positiva, explicando estos cambios, pero recordando también todo lo que per-manecerá igual. “Nos vamos a levantar más temprano, pero seguiremos tomando desayuno juntos”, por ejemplo. Es recomendable no sólo hablar de cómo será la nueva ru-tina, con las modificaciones y aquellas cosas que se manten-drán inalterables, sino también ser consistentes con ella, man-teniendo la organización y estructura para que el niño entienda y sienta que su hogar tiene una base sólida y permanente.

SEPARACIÓN Y ETAPAS DEL NIÑO

¿Cómo viven la separación los niños de acuerdo a su edad? La ansiedad por la separación de sus padres de-pende de las experiencias anteriores, además de su rutina y ambiente actuales. Y, por supuesto, cómo sea manejada la situación por los adultos. Lo habitual es que las guaguas menores de 8 meses se adapten sin mayores sobresaltos a nuevos cuidadores o lu-gares, pero ese niño o niña podría ser más tímida si la persona que la ha cuidado es siempre la misma y no está muy acos-tumbrada a rodearse de otras personas. Entre los 8 y 12 meses de edad, el niño se puede mostrar ansioso ante personas o situaciones que no son conocidas para él y, en muchas ocasiones, no le gusta perder de vista a su madre. Pero lejos de representar

SEÑALES DE ALERTA¿Cómo se puede identificar si se está produciendo un problema mayor que amerita atención especial? Es posible que el niño experimente un problema más severo que requiera la supervisión de un es-pecialista. Se debe estar atento a:Síntomas como náuseas, vómitos, respiración en-trecortada o, derechamente, ataques de pánico, antes de que sus padres lo dejen en el jardín.Pesadillas respecto de la separación.Miedo a dormir solo.Preocupación excesiva a perderse, ser víctima de un secuestro o ir a otros lugares sin sus padres.

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un problema, esto resulta un buen signo, deseable en la adopción, ya que refleja la capacidad de distinguir entre los familiares o cercanos y desconocidos, evidenciando el establecimiento de vínculos sólidos con sus padres. Si bien entre el año y los dos años de vida los niños se van mostrando cada vez más independientes, ávidos de explorar el mundo, también pueden mostrarse cada vez menos dispuestos a dejar a su madre. Desde el punto de vista de su desarrollo, ya tienen noción del concepto de permanencia de objeto, proyectado en su mamá, pero no tienen clara conciencia del transcurso del tiempo, por lo que carecen de la certeza de que ella volverá, luego de haberla dejado, a la vez que tampoco son capaces de di-mensionar más o menos cuándo sucederá eso. Es así que resulta normal y esperable que el niño se muestre muy apegado y llore cuando su madre lo deja en el jardín. A partir de los tres años, los niños se vuelven cada vez más in-dependientes y su desarrollo cognitivo les permite entender mejor los cambios, así como manifestar dudas, miedos o aprensiones. Hay numerosas estrategias que permiten vivir este hito de una manera más fácil y tranquila, tanto para los padres como para los hijos. Entonces, si llegó el momento de llevarlo al jardín infantil, es bueno tener en cuenta las siguientes recomendaciones:• S���������������fi����������������������z�������-bio de este tipo con nuevos cuidadores o ingresarlo a una sala cuna cuando tiene entre ocho meses y un año de edad, debido a que, por etapa evolutiva, se encuentran más ex-puestos a altos niveles de ansiedad de separación.• �� ��j�� �� ��ñ� �� �� �� ������ ����� ���� ��������hambriento o especialmente inquieto.• P�������ú�������z����������������������ó���������muy gradual, anticipada y en un entorno tranquilo, armónico y protegido, que brinde cierta seguridad al niño. Si va a tener una nueva nana, por ejemplo, es bueno que pase tiempo con él en presencia de la madre, antes de dejarlos solos por completo.• L� ����� y ������������ ��� h����������� ��������para los padres en diversas situaciones. También en ésta: Un ritual de despedida grato, amoroso y breve, pero firme, mostrando confianza y confirmando el regreso, de una manera que le pueda ayudar al niño a calcular el retorno, lo dejará más tranquilo. Por ejemplo: “Te amo mucho, ahora me voy porque debo ir a la oficina, pero cuando ya estés con pijama voy a volver y regalonearemos”.

EL DÍA DEl primer día de clases es la prueba de fuego y, como tal, es bueno

enfrentarla con un buen set de herramientas a mano:

Mantenga la calma, aunque le cueste y sienta, ante el primer pu-

chero, un nudo en la garganta. No olvide que los nervios, así como la

calma, se transmite y contagia.

Identifique rápidamente alguna actividad en la sala de clases que

le guste a su hijo y capte su atención, invitándolo a jugar.

Haga funcionar su radar con rapidez e identifique alguna se-

gunda actividad o juguete que pueda resultarle atractivo al

niño. Esto lo dejará entusiasmado y con su concentración en-

focada en su nuevo jardín infantil.

A la hora de retirarse, hágalo con rapidez. Sea cariñoso, breve

y recuérdele que se verán más tarde. Despídase siempre, por

más ganas que le den, no salga oculto ni arrancando.

Es muy posible que el niño quiera llevar al jardín algún objeto que le dé

seguridad, como su tuto o peluche regalón. Hable con la tía a cargo del

nivel para que el niño pueda llevarlo y supervise un adecuado manejo

(guardarlo en su mochila o evitar que se extravíe, por ejemplo).

Cuando lo vaya a buscar o llegue a casa, recíbalo cariñoso,

pero evite mostrarse excesivamente ansioso. De esta manera le

estará dando un tono de normalidad a la experiencia vivida.

Si el niño se muestra interesado en algún nuevo amigo, anímelo e

incentive estos nuevos lazos, vea la posibilidad de coordinar en-

cuentros fuera del jardín, como en la plaza o invitaciones con los pa-

dres. Estrechará vínculos, avanzará en su proceso de socialización

y se motivará a asistir a clases.

Reportaje

• E��������� �����������������������x�������������que uno se va. Devolverse y eternizar la despedida no sólo dificulta la separación, sino también confunde al niño y le transmite inseguridad y ansiedad. Es bueno tener presente que para los padres éste también es un proceso de ajuste y aprendizaje. Lo importante es man-tener la calma y demostrar la incondicionalidad del cariño. Ésta es una etapa normal en el desarrollo de los niños que, como otras, se superará. Aunque no lo crea, a más de un padre le ha tocado no sólo sobrellevar esta experiencia de manera exitosa, sino despertarse más de algún fin de semana, a pri-mera hora de la mañana, con su hijo a los pies de la cama y la mochila en los hombros: “Papá, ¿me llevas al jardín?”.

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Pbro. Rodrigo TupperVicario de la Pastoral Social y

de los trabajadores

Columna Rodrigo Tupper

Esta mañana el matrimonio de Paula y Héctor escribía un correo anunciando una maravillosa noticia: “El lunes conocimos a nuestra segunda hija, se llama Camila y

tiene apenas dos meses”. Ella ha venido a unirse a Matías, su hermano mayor de tres años, también adoptado. Hoy son cada vez más los matrimonios que buscan en la adopción un camino de plenitud, que les permita vivir la pater-nidad y la maternidad dando el amor, el cuidado y el acompa-ñamiento de toda una vida. A los hijos adoptados también se les llama “hijos del corazón”, ya que, aunque nacieron en una familia que no los puede cuidar, son recibidos por otra que, con igual abnegación y compromiso, los quiere acoger en medio suyo. Sin embargo, aunque el tema de la adopción ha salido más a la luz durante los últimos años, hay personas que, por desconocimiento, todavía tienen muchos prejuicios infunda-dos. Por esto, creo es necesario todavía avanzar más para que nuestra sociedad amplíe su mirada de familia, muchas veces sesgada. Éstos son niños como cualquier otro, con la misma necesidad de ser hijos, hermanos, sobrinos o nietos. La fecundidad es un tema delicado que los novios deben plantearse, ojala, antes del matrimonio: ¿Qué pasa si no pueden concebir un hijo? ¿Cómo van a enfrentar la situación? ¿Es la adop-ción una opción que están dispuestos a asumir como familia? Se experimenta mucha angustia cuando no se puede procrear un hijo biológico, la infertilidad es una noticia que se vive con mucho dolor. Requiere pasar por un periodo de duelo, que afecta la vida de la pareja, pero que puede abrir una gran puerta de esperanza y fe. Entre otros cami-nos, puede conducir a la decisión de la adopción. En este proceso de discernimiento, la Virgen María es una buena consejera. Ella tiene una fina sintonía como madre de un niño “encomendado” por Dios para su cuidado y tuvo la tarea de enseñarle la fe de su pueblo, que esperaba con ansias al Mesías, al Salvador. Ella lo vinculó con su cultura,

le enseñó a dar sus primeros pasos y a ponerse de pie para tener el coraje que le permitió enfrentar la misión de libe- ración definitiva que le había encomendado su Padre. Animo a quienes se encuentran en esta etapa de discernimiento a que lo hagan de la mano de la Madre de Jesús. La adopción tiene la lógica del embarazo: Requiere de gran paciencia para realizar el proceso que busca a padres aptos; entrevistas, recomendaciones, tiempo en oficinas, que puede parecer un exceso, pero esperan garantizar el mejor hogar para un niño que viene a la vida en desventaja, que trae en su equi-paje su propia carga genética, su temperamento y su propia historia, que se unirá a la historia de sus progenitores. Cuando se recibe la noticia de la adopción, los niños llegan con su “marraqueta bajo el brazo”, ya que despiertan una cade-na de afectos entre los amigos, jefes, compañeros de trabajo, vecinos, etc., que llenan de alegría a la familia. Con la llegada de un hijo o hija, nace un nuevo sentido para vivir, que se asienta con el sentido de paternidad y maternidad, tan desconocido y que, con el tiempo, hace crecer y madurar a los padres. Paula y Héctor cuentan que la adopción de sus hijos les ha hecho comprender que sólo la inversión en el verdadero amor, tanto familiar, matrimonial, paternal y maternal, son las reales herramientas que transforman a cualquier hijo, para que sea una persona feliz, que sepa aprovechar las oportuni-dades de plenitud que Dios tiene para cada uno de sus hijos e hijas a partir del reconocimiento de sus dones. Finalmente, quiero agradecer el testimonio de tantos matrimonios que han dado su vida por sus hijos adoptivos, ellos no sólo han dado mucho, sino que también han re-cibido más de lo que esperaban, el amor es un fuego que enciende otros fuegos. Que estos testimonios animen a las parejas que aún no se deciden a dar el paso, para que se pongan en las manos de Dios, quizás para ellos hay un niño que espera a su papá y su mamá.

Un fuegoque enciende otros fuegos

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Tendencias

Cuando se habla de adopción, la imagen clásica y más poderosa que viene a la mente es la del niño que por fin encuentra una familia definitiva. Pero ¿qué pasa en aquel mundo un poco menos cono-

cido que él habita al estar viviendo su proceso preadoptivo? Definitivamente ésta es otra realidad que se activa cuando el sistema busca proteger a niños que han sido cedidos en adopción o vivido una situación de vulneración grave, como maltrato o negligencia. Es en ese momento que ingresa al sistema de protección infantil, asegurado por política es-tatal y establecido como derecho fundamental. El trayecto que se recorre en este proceso resulta de una carga emocional significativa para cada uno de los involucra-dos. Se cortan vínculos y se definen instancias de cuidados,

Guarda Preadoptiva

Un vínculo desde

el comienzoCuando un niño entra en el proceso preadoptivo, existe la posibilidad que sus cuidados sean realizados por una institución o una familia guardadora, instancias en que los padres postulantes a su adopción no tienen posibilidad de participar. Sin embargo, existe otra alternativa: La guarda preadoptiva que, si bien no se aplica en Chile, tiene ventajas considerables en el desarrollo del niño al permitirle ser cuidado por una persona o una pareja que podría llegar a convertirse en sus padres definitivos.

devienen separaciones y nuevos encuentros. Los niños cam-bian de hogar, de rutinas y vivencias, se producen procesos de apego y de duelos. Todo esto en un contexto cuya finalidad última es asegurar la protección y bienestar del niño. Aunque el sistema se ha organizado, no está libre de consecuencias inesperadas e indeseables para los que participan en esta etapa del proceso de la adopción. Simplemente, porque son personas con sentimientos y emociones, que cumplen fun-ciones bien determinadas, pero que al mismo tiempo, están estableciendo una relación especial, única y personal, en me-dio de un proceso de transición donde se establecen lazos afectivos que inevitablemente deberán cortarse. Si bien existen experiencias internacionales (Estados Unidos, Europa y Argentina, por ejemplo) que permiten a

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quienes participan de los cuidados preadoptivos, consti-tuirse en prioridad a la hora de determinar a la familia de-finitiva para el niño que han estado cuidando, a través de un sistema conocido como “guarda preadoptiva”, en Chile el sistema es distinto. En la etapa preadoptiva los cuidados están a cargo de instituciones o familias guardadoras, y éstas últimas no tienen posibilidad de optar a ser los pa-dres adoptivos del niño a su cuidado. Sin duda, esta situa-ción abre el debate y plantea el desafío de perfeccionar un sistema que debiera estructurarse y funcionar desde la perspectiva del resguardo del niño, con el objetivo de velar en todo momento por su completo bienestar. Así lo entiende el Servicio Nacional de Menores, que re-conoce que si bien el sistema actual no incluye la posibili-dad de contar con guarda preadoptiva, es una modalidad que tiene beneficios indiscutidos para los niños. Al ser consultada al respecto, Claudia Ibarra, asistente social del Departamento de Adopción del Sename, explica que “en efecto, en países como Argentina y España, existe la modalidad de cuidados preadoptivos, que a nuestro juicio es un buen sistema, ya que previene los largos periodos de ins-titucionalización y, por ende, sus nocivos efectos, conocidos por todos, en el desarrollo del niño”. De hecho, agrega, “hace algunos años atrás en nuestro país se hacía uso del artículo 19 de la Ley de Adopción, que dice relación con el cuidado personal, y permitía que los niños fueran entregados a sus padres adoptivos antes de la declaración de susceptibilidad, pero hubo casos en que los niños debieron volver con sus familias de origen, lo que llevó a optar por dar seguridad a las familias adoptivas”, evitándose la aplicación de este artículo. Privilegiar la estabilidad de las figuras de cuidado a partir de un ambiente familiar definitivo, sin cambios ni traslados, beneficia tanto a la familia como al niño. Asimismo, previe-ne las secuelas de una institucionalización prolongada al priorizar un contexto de estabilidad emocional, entregando

desde el principio un ambiente que propicia la vinculación con aquellas personas que lo tienen a su cuidado. En cuanto a las desventajas, la profesional explica que predomina el riesgo jurídico que corren las madres y/o padres adoptivos, en el caso que el niño no les sea entregado definitivamente en adopción. Expertos en psicología sostienen que si los posibles pa-dres participaran del proceso preadoptivo, el riesgo estaría en el clima de ambivalencia e inseguridad al que estaría expuesto el niño, justificado por el temor de los adultos a sufrir una eventual pérdida. Sin embargo, existe consenso respecto de que para el niño, ser cuidado tempranamente y de forma estable por una persona o familia que le permita formar un vínculo afectivo, es la mejor opción. Actualmente, las familias guardadoras que considera el sistema de protección infantil tienen características claramente establecidas: Su función es cuidar de manera temporal a los niños, mientras se resuelve su situación familiar. Cumplen un rol transitorio y no son consideradas como una opción a la hora de definir quienes serán los padres adoptivos del niño que han cuidado. Ibarra reconoce que, pese a la decisión de optar en un principio por el resguardo de la familia adoptiva al no exponer-los a una guarda que pudiera derivar en la desvinculación con el niño, éste ha sido un tema largamente analizado, “pero hoy considerado desde la óptica del niño, de prevenir la institucio-nalización y asegurar desde sus primeros días un óptimo de-sarrollo que, claramente, sería cubierto por un sistema como la guarda preadoptiva. En ese contexto, tenemos el gran de-safío de reformar el sistema nacional de adopción, para lo cual ya se está trabajando, a fin de subsanar aquellas deficiencias que el actual sistema legislativo presenta, mejorar nuestra in-tervención a los tres actores que involucra la adopción y, por supuesto, potenciar el desarrollo integral del niño y la niña, ya sea a través del cuidado preadoptivo u otras alternativas”.

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El desafíode ser padres adoptivos

Reportaje

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No hay felicidad mayor que la llegada de un hijo, sobre todo si ha sido largamente esperado. Ese momento da inicio a una nueva etapa en la vida familiar. La crianza lleva implícito el sello del aprendizaje, pero no sólo el de los hijos bajo la tutela de sus padres, sino también el de estos adultos que no siempre saben cómo hacerlo y experimentan múltiples dudas, inquietudes, temores y expectativas, alternando entre éxitos y fracasos. Lo importante es aprender de los errores para ser cada vez mejor. Y es así que, por medio del propio aprendizaje, enseñamos a los hijos.

Todos los padres tienen temores, tanto con res-pecto a sus hijos como sobre ellos mismos. ¿Irá a nacer sano? ¿Tendrá amigos? ¿Y si es rebelde, lograré manejarlo? ¿Podré seguir haciendo mi

vida? Son miedos comunes, pero en el caso de los padres adoptivos, y sobre todo los primerizos, éstos se acentúan provocándoles gran ansiedad. Mientras esperan, son mu-chas las fantasías que giran en torno al niño que llegará. Ya con su hijo en los brazos, la ansiedad disminuye, pero las preocupaciones permanecen, en la medida que los padres son capaces de visualizar el desafío que im-plica la crianza. Si bien la familia adoptiva comparte las etapas de las familias constituidas biológicamente, a me-dida que avanza en su ciclo vital va encontrando nuevas demandas y tareas específicas a su condición, las cuales, al ser cumplidas con éxito, sientan bases sólidas para su desarrollo y proyección en el futuro.

PRIMERAS APRENSIONES

Antes de adentrarnos en los desafíos que deberán en-frentar los padres adoptivos en una primera etapa, nos deten-dremos en los principales temores que viven previo a la llegada de los hijos. De acuerdo a Alejandra Aspillaga, psicóloga del Instituto Chileno de Terapia Familiar, “muchos de ellos tienen que ver con el vínculo que van a construir con este niño tan deseado. Están muy centrados en el encuentro mismo, por lo que sus preguntas van a apuntar a si la relación se va a dar naturalmente o no, qué les va a pasar a ellos, si será distinto a lo que ocurre en la paternidad biológica, si lograrán el apego”. Fernando Pizarro, psicólogo de la Fundación San José para la Adopción, agrega que también existe temor al ori-

gen desconocido del niño: “quién es, de dónde viene, qué problemáticas lo cruzan… un miedo que reaparecerá en otras ocasiones en el futuro”. Una vez concretada la adopción, estos temores cambian, ya que los nuevos padres empiezan a enfrentarse a los pro-blemas de la crianza y a los cambios de vida que implica incluir a un otro: están felices, pero también los frustra el hecho de que, a lo mejor, no entienden las razones del llanto de su hijo, o el que su dinámica como pareja haya cambiado… tal como ocurre en cualquier familia. “Sin embargo, como no tienen referentes, estos padres empiezan a preguntarse si todo esto no se deberá a que el niño es adoptado”, dice Aspillaga. Fernando Pizarro agrega: “Los desafíos que enfrentan los papás biológicos primerizos son los mismos que los que presentan los papás adoptivos. Los padres biológicos no se han conocido como papás, no saben cómo son las cosas, tienen miedo a cometer errores, no saben discrimi-nar las señales que el niño manda. Pero los adoptivos, al no tener ese precedente, sienten que todos estos temores y dificultades se deben a la adopción, cuando en realidad son propios de toda paternidad”. Es por eso que resulta fundamental entender que el cuidado y crianza de los hijos implica muchas demandas. Por lo mismo, y pese a la enorme ilusión, amor y cariño que se les tenga, es común y esperable sentirse agobiados en algún momento.

LOS DESAFÍOS DE LOS PADRES ADOPTIVOS

Contar la historia de su adopción Uno de los principales desafíos que deben enfrentar los padres, es contarle a su hijo que es adoptado. Incluso an-tes de conocerlo, ya se preguntan ¿Cuándo le contaremos?

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¿Cómo se lo decimos? ¿A qué edad? ¿Estará preparado? ¿Entenderá? Es lo que se conoce como “proceso de reve-lación”, el que se debe comprender como un camino que se va construyendo con afecto, confianza y seguridad. No se trata de un momento puntual en el que los padres le entregan información al niño. Es mucho más que eso, es acompañar al hijo a construir, comprender y apreciar su propia historia, que ciertamente comenzó antes de su adopción.

1. Lograr un apego seguro El objetivo principal de todo padre debiera ser el apego con su hijo. Se trata de un tipo de vínculo afectivo constante y duradero que toda persona necesita para vivir. En el ser humano un buen apego proporciona la seguri-dad emocional indispensable para el desarrollo de las habili-dades psicológicas y sociales. De la solidez del vínculo que se forme, depende el desarrollo de una serie de aspectos clave para el futuro del niño: Autoestima, desarrollo cognitivo, estabilidad emocional… Según explica Pizarro, “éste también implica la capacidad afectiva para formar otros vínculos en la vida; en definitiva, la capacidad de amar y ser amados”. Su importancia es tal, que para un niño no es posible vivir y desarrollarse sin ningún tipo de apego. “La alta vulnerabilidad con la que los humanos nacemos, requiere de un mínimo de apego. Sin embargo, uno a medias o inseguro, puede traer consecuencias muy negativas en la conformación de la iden-tidad del individuo”, asegura el especialista. El apego seguro se consigue sólo con una presencia continua, incondicional y nutritiva en lo físico y en lo afec-tivo, pero en el caso de los padres adoptivos, presenta una exigencia particular: Estos padres son conscientes de que a su hijo lo reciben con una mayor vulnerabilidad, dada su exposición a situaciones que no son ni por mucho las deseables: Rechazo gestacional, probablemente ausencia de controles durante el embarazo, ambivalencia de la pro-genitora a asumir o no su cuidado y separación temprana de la madre biológica. En ese sentido, los padres adoptivos cumplen un rol fundamental en reparar el daño, un desafío que sin duda es objetivo, necesario y real, pero que debe

tomarse con calma. “La ansiedad de los padres a veces es tanta, que pretenden arreglar todo en un primer momen-to… ¡y tienen toda la vida para ello!”, reflexiona Pizarro. Todo esto no se construye en un solo día, ya que es un proceso delicado, fruto del conocimiento mutuo, el cuidado y el cariño diario. Para los padres, ir adaptándose a las tareas y responsabilidades que involucra su rol no es fácil, como tam-poco lo es conocer las necesidades y características particu-lares de cada hijo. El apego es una tarea de descubrimiento y creatividad, que implica comenzar a confiar en las propias habilidades, en ponerse a prueba y en disfrutar del tremendo amor que se genera al cuidar y compartir con un hijo.

2. Poner límites para proteger A algunos padres no les resulta fácil comprender que los límites, las reglas, los “no”, son parte primordial en la satisfac-ción de las necesidades que tiene un niño. Otros consideran que bebés de dos, cuatro o seis meses, manipulan a través del llanto y por eso se apuran en establecer reglas inflexibles. Es cierto que los límites son tan importantes como el ca-riño que se le entrega a un niño, pero igualmente valioso es saber establecerlos en el tiempo y la medida justos. Durante los primeros meses de vida, necesitan cariño y amor; con palabras y actitudes se les puede ir prepa-rando para lo que serán las reglas del futuro. “La falta de límites se manifiesta recién a partir del año y medio, cuando empiezan las pataletas y el niño ha comenzado a diferenciarse de los padres; cuando se descubre como una persona independiente –pronto dejará de hablar en tercera persona al referirse sobre sí mismo- surge la necesidad de poner límites”, dice Pizarro. El tema de la disciplina emerge como un problema al-tamente delicado para los padres adoptivos, en que el pro-ceso de educación requiere de un profundo convencimien-to de que éste es verdaderamente su hijo. Como explica Alejandra Aspillaga, en ellos a veces subyace la pregunta: ¿Es completamente nuestro si no lo engendramos? ¿Tene- mos, entonces, derecho a establecer estos límites? La res-puesta definitivamente es sí.

Si bien cada proceso de apego es único, siempre implica un gran com-promiso afectivo, con disponibilidad física y psicológica de los adultos

que construyen un ambiente estable, regular, predecible y ordenado.

Reportaje

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Poner límites es fundamental para darle un marco de se-guridad; un niño con límites claros y de acuerdo a su edad es un niño seguro, que se siente contenido, que sabe cuál es su referente y, por lo tanto, puede moverse, investigar, explorar y desarrollarse más tranquilo al conocer “el terreno que pisa”. Ese referente no sólo tiene que ver con los límites espaciales y de comportamiento, sino que también le permite ir cono-ciendo acerca de sus emociones, sentimientos y deseos, a ponerle nombre, a aprender cómo expresarlos. Sin duda la falta de límites genera un ambiente de tensión. Pizarro explica: “Como son fundamentales para un desarrollo sano, un niño que siente que no tiene unos límites claros, muy probablemente va a ir comunicando a sus padres que los necesita. Es así como muchas veces los caprichos, las pataletas, los berrinches, las agresiones a sus padres son un ‘pedido de límites’, ya que sin ellos se siente perdido. Es un llamado a que los adultos ejerzan su rol de autoridad protectora”. En este sentido, vale la pena aclarar que los niños adopta-dos no presentan ninguna característica particular que los haga menos proclives a respetar esos límites. “Más bien la diferencia la hacen los padres, que por algunas razones les cuesta asumir y entender que la puesta de límites es una tarea importante y fundamental en su rol parental”, agrega Pizarro. “Muchas veces se confunde límite con castigo, con ser el malo de la película, sin entender que lo esencial de las reglas, normas y hábitos es proporcionar un espacio físico y psicológico claro, coherente, seguro y conocido, donde el niño irá aprendiendo quién es él y quiénes los demás, dónde termina su espacio y empieza el del otro”.

3. La delgada línea entre proteger y sobreproteger Hay padres autoritarios o, por el contrario, muy permi-sivos. También extremadamente cariñosos o más bien dis-tantes. Entre esos dos ejes se mueven al educar a sus hijos. Si bien no se puede generalizar, los padres adoptivos con frecuencia muestran una sobreprotección desmesurada. “Es un estilo que tiene su razón de ser, por el proceso que han vivido antes de recibir a su hijo”, explica el psicólogo.

Con la falta de límites, es como si el niño se enfrentara a una

especie de “tierra desconocida” donde cualquier cosa puede ocurrir, por lo tanto, se siente inseguro y permanentemente

amenazado.

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Reportaje

Al igual que la falta de límites, la sobreprotección en-torpece su desarrollo en ámbitos diferentes al de su casa. Los padres sobreprotectores realizan las tareas que un niño, por su edad, está en condiciones de asumir por sí mismo. Esto se da en casi todos los ámbitos de su vida, sin dejar que enfrente riesgos, se equivoque, tome respon-sabilidades, se frustre y aprenda de esas experiencias. De esa manera, crean una sobredependencia del niño hacia los adultos que están a cargo de él. El problema de esto es que repercute en el hijo, trans-formándose en una persona muy demandante, a quien le cuesta respetar límites y separarse de sus padres. “A los papás les ha costado tanto tenerlo, han sido tan evalua-dos, y entonces cuando llega, es como un tesoro para ellos. Por eso tienen una aprensión a darle su espacio, a dejarlo crecer. Primero, porque temen a la discriminación, a que su hijo no sea absolutamente aceptado, y luego, porque no asumen que vaya a haber otra persona que lo quiera tanto como ellos”, continúa Pizarro. Es así que estos niños replican las aprensiones emocio-nales de sus padres. “Si su madre le transmite que nadie lo va a cuidar bien más que ella, no es raro que el niño se sienta inseguro y llore, haga pataletas y no quiera estar con nadie más que con ella”, concluye el especialista.

4. Renunciar a la perfección “Cuando uno es papá biológico, los hijos te los da la naturaleza o Dios. Cuando uno es papá adoptivo, te los da la sociedad”, relata Fernando Pizarro. El psicólogo explica que eso genera en los padres la sensación de estar siendo evaluados constantemente; se sienten a prueba, cuestionados en su idoneidad como padres. “Es tanto lo que se les ha analizado, que tienden a interna-lizar el deber de cumplir con las expectativas que se han depositado en ellos”, agrega. Para Alejandra Aspillaga, el problema muchas veces está en que los papás cierran los ojos al hecho de que sus hijos sean adoptados, “como diciendo que no tiene por qué haber un determinismo en ese sentido. Y no es que lo haya, más bien es que las familias adoptivas presentan ciertas características que las hacen diferentes al resto. No es que los niños adopta-

dos presenten ciertas particularidades, sino que por el modo en que se formó esa familia, siguen ciertas líneas”. El primer paso para los postulantes a padres adoptivos es haber realizado su duelo por la infertilidad, “un duelo que se caracteriza por relacionarse con la pérdida de alguien que nunca existió en la realidad, que es el hijo biológico. Vivir y resolver en buena forma este duelo, implica que los matrimo-nios puedan dejar atrás las ideas, emociones y sentimientos de rabia, pena, vergüenza, injusticia y culpa, entre otros, li-gados a su problema, y abrirse más libremente a esta otra manera de ser padres”, agrega Pizarro. Y luego, “resulta fundamental reconocer que nos po-demos equivocar, que nos está costando. En ese sen-tido, los grupos de apoyo son muy importantes para los padres adoptivos, ya que muchas veces se trata de matrimonios que llevan varios años solos, entonces, la irrupción de un tercero es más fuerte”.

El hecho de pedir ayuda es un acto de humildad y valentía, pues se

trata de reconocer las dificultades, dejar de lado la omnipotencia a

cambio de un mejor vivir.

FORMARSE EXPECTATIVAS REALISTAS

El nivel de ansiedad con respecto a la crianza dis-minuye al tener expectativas realistas sobre la adopción. Por ejemplo, hay situaciones que se presentarán inevi-tablemente, como lo son las preguntas del hijo sobre su origen. Esos momentos serán difíciles, pero ayuda mu-cho tener claridad sobre lo que vendrá, ya que permite, de alguna manera, “aterrizar” la vivencia de la adopción, entendiendo que es maravillosa, pero que también tiene su lado “B”, uno menos amable. Lo más importante es saber que todas las familias en-frentan problemas. No existe la familia perfecta, y en eso radica la gracia de vivir, en las pasiones que muchas ve-ces llevan a los errores y a la posibilidad de repararlos y de mejorar, es lo que le da la sal a la vida.

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Adopción es un intercambio recíproco de amor entre padres e hijos. Una manera diferente, pero igualmente válida de formar una familia. A pesar de esto, la socie-

dad mexicana aún tiene mucho camino por andar y lograr una total aceptación e inclusión de esta figura, ya que los actores involucrados, padres e hijos adoptivos, siguen siendo señala-dos y vistos con cierto recelo y cuestionamientos. Hoy por hoy en México, la falta de cultura de adopción es una problemática que ha generado vacíos legales y tabúes infundados que impiden darle el lugar que le corresponde, no solamente como una forma de defender el derecho a la vida o atender el desamparo infantil, sino también como una respuesta para formar ciudadanos de bien, capaces de construir y trabajar por su país. El principal problema en cuanto a cultura de adopción, se puede observar en la casi nula apertura a una adopción incluyente, en la que los postulantes se abran a la posibili-dad de recibir a un niño mayor de 5 años, con discapaci-dad o incluso un grupos de hermanos; porque aún cuando existen muchos huecos sobre la adopción en general, la de bebés está muy bien posicionada, lo que genera largas listas de espera de futuros padres anhelando un infante, mientras el resto de los niños integran otra larga lista espe-rando ser acogidos por una familia. Sin embargo, poco a poco los legisladores, gobierno y la sociedad en general, han mostrado interés y voluntad en mejorar la situación en que viven los niños en situación de abandono, así como la problemática de esta figura jurídica, haciendo notar la necesidad de fomentar la adopción, ya que ésta coadyuva a paliar el problema del desamparo fa-miliar e institucionalización prolongada. El aumento en el número de adopciones tramitadas en México permite observar que poco a poco se va ganando terreno; en los últimos 2 años, según cifras del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF Nacional), en 2007 se concluyeron 1.251 adopciones nacionales, y en 2008 fueron 1.329. Sin embargo, podemos afirmar que estos números siguen siendo insuficientes, tomando en cuenta que existen en el país 11.075 niños en desamparo familiar.

Los esfuerzos se ven materializados en diferentes áreas de acción. En el ámbito legal, el debate de la adopción gira en torno a la agilización de los trámites para resolver la situación jurídica de los niños institucionalizados y que, de esta manera, se respete el derecho del niño a vivir en una familia; en la de origen, si es posible la reintegración, o bien, en una adoptiva, para así evitar las repercusiones que un período prolongado de institucionalización puede ocasionar en todas las áreas de desarrollo. Por lo tanto, se considera fundamental trabajar con las ins-tituciones para que comprendan la necesidad y beneficios que tiene el que los niños se incorporen lo antes posible a su familia definitiva, y que de esta manera colaboren con las instituciones gubernamentales al informar la situación de cada niño, con la finalidad que se promuevan las acciones necesarias para re-solver prontamente su situación jurídica. Asimismo, los legisladores locales de las entidades federativas han puesto sus ojos en la niñez vulnerable y se han propuesto trabajar por ella, presentando reformas mediante iniciativas de ley. A nivel nacional, la problemática también ha atraído la aten-ción de legisladores federales, quienes redactaron dos iniciati-vas: Una que propone la homologación de las leyes en la mate-ria a nivel federal, para así estandarizar los criterios y requisitos del procedimiento; y otra que pretende modificar la Ley Federal del Trabajo, con la finalidad de que toda madre adoptiva goce de los derechos de incapacidad respecto a la maternidad que beneficia a las madres biológicas, y estableciendo algunas diferencias en cuanto al tiempo de este periodo según la edad de su hijo; esto es, si el niño es adoptado antes de los 6 meses, la madre gozará de una incapacidad igual a la del nacimiento de un hijo biológico (3 meses), si es mayor de 6 meses, el perio-do de incapacidad será de 20 días hábiles a partir de la fecha en que recibe a su hijo y si presenta alguna discapacidad, el periodo se extenderá a 30 días. Ello denota el afán por dar a la adopción el lugar que merece en la sociedad. Otra problemática sobre la adopción y niñez institucio-nalizada, es la falta de una adecuada sistematización de da-tos estadísticos que permita a las autoridades competentes

Columna internacional

Adopción en Méxicouna realidad que cambia

P a m e l a O r n e l a sC e n t r o d e E s t u d i o s d e A d o p c i ó n A . C .

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conocer cabalmente esta realidad, lo que se traduciría en una mejora en la toma de decisiones e implementación de políticas públicas que beneficien y privilegien, por encima de todo, el interés superior del niño. Por último, y no por ello menos importante, encontra-mos las necesidades e inquietudes de las familias adop-tivas, las cuales van más allá de pensar en el “qué dirán”. Los padres ahora están más abiertos y preocupados por su capacitación y, día a día, buscan prepararse para con-tar con las herramientas necesarias que satisfagan de la mejor manera las demandas de sus hijos, para sentirse orgullosos de su condición de padres adoptivos y trans-mitirles a ellos ese sentimiento.

Adopción en Méxicouna realidad que cambia

Son muchos los temas pendientes en adopción y es por tal motivo que en México nace el Centro de Estudios de Adopción A.C. (CdEA), con la misión de recopilar, do-cumentar, producir y difundir conocimiento, para proponer iniciativas de ley y proyectos educativos que permitan opti-mizar los procesos y prácticas asociados a la adopción. De la misma manera, tenemos la misión de incidir en las condiciones sociales, educativas, políticas y jurídicas en torno a la adopción, posicionándonos como la institución de mayor referencia y difusión en el tema. Son muchos los objetivos que perseguimos, encamina-dos todos ellos a favorecer y privilegiar lo relacionado con el tema, porque nuestra razón es una: La Adopción.

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Entrevista a familia adoptiva

Abuelos

Cuando el amor

llega de a pocoVilma y Amador no estuvieron de acuerdo con su hija cuando ella les comunicó que quería adoptar un niño. Los invadieron inseguridades, miedos y derechamente reconocen que tuvieron aprensiones. Hoy son los flamantes abuelos de Maximiliano, una guagua que después de seis meses de llegar a sus vidas, los tiene felizmente conquistados. Con generosidad y transparencia, aquí cuentan cómo fue para ellos este proceso.

A Vilma y Amador la vida les ha dado más de una sorpresa, si de nietos se trata. Padres de dos hi-jos, supieron que se convertirían en abuelos por primera vez cuando Osvaldo, su hijo de 21 años,

les contó que su polola estaba embarazada. La sorpresa fue mayor cuando se enteraron que no era sólo una niña la que venía en camino, sino que eran gemelas. Hoy tienen 8 años y el inmenso amor de sus abuelos es indiscutible. Vilma cuenta las gracias de sus nietas, tremendamente re-galonas, y relata cada una de sus ocurrencias con detalle

y alegría. Evelyn, en tanto, la otra hija de este matrimonio, siempre ha sido planificada y perseverante. Su historia fa-miliar fue absolutamente distinta a la de su hermano. “Se casó y pensó que iba a tener sus hijos”, cuenta su madre. Sin embargo, ese matrimonio no prosperó. “Se casaron muy niños. El matrimonio duró sólo 5 años”, re-cuerda Vilma, sin ningún ánimo de enjuiciar. Pasó el tiempo y conoció a Patricio; se enamoraron, se casaron, pero esta vez tampoco llegaron los hijos. El tremendo deseo mater-nal de Evelyn hace rato ya estaba siendo canalizado en

Entrevista a familia adoptiva

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sus sobrinas, a quienes ha tratado con tanto cariño como si fuera una segunda mamá. Como ella siempre tuvo claro que quería ser madre, se sometió a varios tratamientos de fertilidad, pero ninguno concluyó exitosamente. Un día Evelyn les contó a sus padres que, junto a su mari-do, estaban considerando la alternativa de adoptar.

Amador ¿Qué pensó cuando se enteró de las intenciones de su hija de adoptar? A mí no me gustó la idea.

¿Qué le dijo a su hija entonces? “Que no me parecía. No era nuestra sangre, no sería de nuestra familia”. A Vilma tampoco le gustó la idea en un principio y es honesta en admitirlo: “Yo tampoco quería. No sabía de dónde vendría este niño, qué enfermedades iba a tener, qué mañas. Pensaba que eso venía en la sangre, la piel, el ADN”. Pero como Vilma y Amador conocen bien a su hija, sabían que ella iba a seguir hasta el final, hasta formar su familia. Y buscó el apoyo de su madre, para enfrentar a su padre en este tema tan difícil para él.

¿Alguna vez le dijeron a su hija que desistiera de esta idea? V: Amador nunca le dijo directamente a Eve que no se metiera en esto. Si se empezaba a hablar del tema, él se paraba y se iba. Yo también tenía mis dudas, a veces me preguntaba ¿y si esto no resulta? Que sea lo que Dios quiera, pensaba yo, y creo que se lo dije.

Vilma ¿Recuerda cómo eran esas conversaciones? “Me acuerdo, eran de mucha tristeza. Hasta que un día Eve me preguntó: ‘Mamá ¿cuento contigo?’ ‘Sea lo que sea, vamos a apechugar’, le contesté”. En la difícil posición que estaba Vilma, y tratando de hacerse cargo de sus propias aprensiones, intentaba mediar entre su hija y su marido. “Evelyn me decía que iba a tratar de hablar con su papá. Pero al menor indicio de su parte, Amador se alejaba. Era terrible”, recuerda Vilma. Sin embar-go, ella está convencida que haber sido transparente con los sentimientos y miedos que tuvieron, era preferible a ocultar el tema o disfrazarlo. “Habría sido peor decir: ‘qué rico’, cuando

en realidad estábamos sintiendo y pensando otra cosa”. En este proceso de alguna manera también participó una tía muy cercana a Evelyn, hermana de Vilma, quien es-taba muy enferma, pero era una persona muy especial para ella y con quien conversó mucho. Cuando se cumplió un año de la muerte de su tía, Evelyn, quien cumplía dos años tramitando la adopción, recibió la tan esperada noticia de que sería madre. “Le tocó vivir un preparto largo, pero estoy segura que el haberse enterado de que su hijo ya había lle-gado, en la fecha del primer aniversario de la muerte de mi hermana, no fue una simple casualidad”, recuerda Vilma. Durante ese “preparto” Vilma no sólo decidió apoyar a su hija, sino incluso acompañarla a charlas. Con Amador, sin em-bargo, no era posible avanzar tanto en el tema. Alguna vez Vilma le pidió que las acompañara. Pero él siempre daba la misma respuesta: “No puedo, tengo que trabajar”. Durante la conversación, cuando Vilma recuerda este epi-sodio, a Amador se le dibuja una media sonrisa y pone cara de haber sido puesto en evidencia. “Sí, es verdad, yo tengo mucho trabajo”, se defiende por si las dudas este señor de aspecto serio y que es reconocido por su esposa como “tra-bajólico y muy responsable”.

¿Recuerdan la primera vez que vieron a Maximiliano, su nieto? “Sí”, responde Amador en voz baja, pero con cierta emoción. Y no agrega nada más, como guardándose los recuerdos. Vilma, en tanto, recuerda que lo conoció un poco antes que Evelyn se lo llevara a la casa, ya que la operaban y, según ella misma se define graciosamente: “Soy súper alaraca. En-tonces me llevaron antes para conocerlo, por si me moría en la operación”. Y no se demora en describir cómo fue para ella ese encuentro: “Maximiliano tenía dos meses y era muy rico; miraba, es que tiene una carita muy especial. Fue tan emocio-nante, el corazón me latía fuerte, estaba nerviosa”.

¿Usted, Amador, no quiso acompañarla? “No es que no haya querido acompañarla. Es que yo estaba trabajando. Ellas tienen más tiempo. En cambio el trabajo mío es muy demandante”. Vilma cuenta entonces que Evelyn le llevó videos a su pa-dre, para que lo conociera. Pero Amador no fue efusivo en un

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ÉSTE ES MAXIMILIANOSEGÚN SU ABUELA

Va a ser un hijo muy regalón, un niño muy querido, grande y bien educado, porque mi hija es muy buena enseñando. Es inquieto, mal genio, tozudo, todo lo quiere ver él primero.

SEGÚN SU ABUELO

Hay guaguas que son muy inquietas. Él, en cam-bio, es bien energético y curioso. Es vivaracho, muy simpático, livianito de sangre.

principio. “Cuando Eve llegó con Maximiliano, Amador lo miró y nada más. A mí, en cambio, me llamó mucho la atención lo fácil que el niño se fue con sus padres. Era una guagüita, tenía dos meses nada más y podría haber llorado. No lloró, nada. Después, cuando lo trajeron, lo sentaron en la silla y él pegó una mirada que me impresionó. Ella le tomó una foto en la que parece decir con toda la seguridad del mundo: Me voy con mis papás”. Amador reconoce entonces que ese momento no fue fácil para él. “Tenía un poco de nervios, pero a la vez pensaba que lo tenía que aceptar nada más. Maximiliano llegó y para mí de a poco se ha ido dando. De a poco me he ido encariñando. Es que él es muy livianito de sangre”. Y Vilma no se demora en contar que al principio cuando llegaba Evelyn, que trabaja con ellos y lleva a la oficina a su hijo todos los días, su marido salía a su encuentro para ayu-darla, bajaba el coche y los bolsos, pero no tomaba a Maxi-miliano en brazos. Hoy, seis meses después, la historia es distinta. Cuando Evelyn llega, Amador sale rápidamente y lo primero que hace es tomar al niño y entrar orgulloso con él. Vilma se ríe cuando se acuerda que ahora es Evelyn la que queda atrás con todos los bultos, reclamando que la dejan sola descargando el auto, con la chochera por supuesto, de ser testigo de este proceso de encantamiento que de a poco, pero firmemente y de manera natural, se ha ido dando entre su padre y Maximiliano. Amador, de pocas pero claras palabras, explica con or-gullo cómo es la relación que ahora tienen con Maximiliano: “Si está conmigo y salgo, queda llorando. Si hablo, me sigue, me busca. Me tira los brazos para que lo tome. Siempre quie-re que lo tome”.

Una preocupación que tenían ambos era qué herencia podría traer Maximiliano, por ejemplo, en el caso de en-fermedades ¿Qué piensan ahora al respecto? V: Por suerte, es bien sanito. Sólo tiene los típicos proble-mas que los niños a veces presentan a los bronquios. Pero es muy despierto y se ve muy bien. A: Pase lo que pase, vamos a apechugar nomás.

Entrevista a familia adoptiva

¿Creen que Evelyn quiera adoptar otro hijo? V: Seguro. Ella es muy planificada y ya está sacando cuen-tas. Tiene un potencial maternal muy grande. Está formando una familia muy bonita. Es muy buena mamá. Ella incluso ahora hace bromas respecto del largo y exhaustivo proceso que tuvo que pasar para poder adoptar a Maximiliano: ‘Oye, ojo que ofi-cialmente yo soy mamá idónea’. Y Amador y Vilma, en su rol de abuelos, tampoco lo están haciendo nada de mal. Parecen abuelos oficialmente idóneos.

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Columna Marta Hermosilla

Marta HermosillaPsicóloga

especialista en adopción

Las tareas especiales

Cuando nos convertimos en padres adoptivos, después del difícil proceso de la evaluación y su buen resultado: la idoneidad, los primeros tiempos de tener al hijo son

un período de emoción, felicidad, cansancio y aparecen algu-nos temores que son rápidamente acallados. Pues sí, los padres adoptivos tenemos que hacer las mismas cosas que hacen todos los padres, alimentar, cambiar pañales, sacar flatitos, pero también se nos agregan otras tareas que son específicas: en primer lugar, tener la obligación de revelarle su si-tuación de adoptado a este hijo que se siente desde las entrañas. En segundo lugar, aceptar que somos los padres verdaderos y reales de los hijos, no somos sucedáneos, somos padres de ver-dad, sólo que con unas tareas extra y otras que son iguales que las que tienen los padres biológicos, pero se hace más difícil para los adoptivos, por ejemplo, en el poner límites a la conducta del hijo, educarlo bien. Esto es más fácil decirlo que hacerlo; darle valores, enfrentar su rebeldía, no olvidemos que la edad del “no” comienza alrededor de los dos años, y los niños del tercer milenio parecen ser cualitativamente diferentes a los del siglo anterior (nosotros). Los padres adoptivos sentimos, más que los biológicos, miedo a que al imponer la autoridad el niño nos puede dejar de querer. Esta primera tarea, el revelar, es una de las más difíciles, y es un golpe. Aunque se tenga cognitivamente claro que es preciso hacerlo, afectivamente el corazón quiere enga-ñarse; lo que no es realmente un engaño, porque el cora-zón siente que el hijo es propio, este hijo, este niño que está en su cuna y que ya dijo “papá” y “mamá” Es muy comprensible y humano soñar con no decir, hacerse la idea de que el hijo, que es propio, no sepa que se gestó con otras personas. A veces se siente que el decir, es un poco como abandonar al hijo, reconocer que no nació de uno, es sentir que no es de uno. Giberti y Doltó plantean que el niño sabe siempre en forma intuitiva e inconciente del abandono de que fue ob-jeto. Además, en su inconciente capta los mensajes afecti-vos ambivalentes, que tienen relación con la inseguridad que pueden sentir los padres frente a su rol parental.

Pretender crear una relación verdadera de una mentira es, a mi modo de ver, una imposibilidad, especialmente si la mentira toca a los estratos más profundos del ser. Además, éticamente toda persona tiene el derecho a conocer sus raíces. El man-tener un secreto demanda una cantidad increíble de energía, y los secretos más ocultos son percibidos por los que no están en él. A veces algunos padres asumen actitudes artificiales, faltas de espontaneidad que son percibidas por el hijo, creándose un clima de tensión que afecta las relaciones familiares. Una forma importante de respetar al hijo es no negarle la verdad. Este respeto es violado también cuando los padres, al adoptar niños mayores, les cambian el nombre por el cual han sido conocidos por un lapso mayor de una semana, ignorando así la identidad formada hasta la fecha de la adopción, como si fuese posible partir a fojas cero después de haber vivido. Si no se revelara, se le negaría al hijo su derecho a acce-der a parte de su identidad, lo cual se puede traducir en una inhibición general respecto al conocimiento y al aprendizaje. Las dificultades que los padres tienen para revelar, gene-ralmente se relacionan con sus propios prejuicios o con con-flictos aún no resueltos, ya que de alguna manera revelar re-quiere que hayan asumido su infertilidad. Los padres sienten que la revelación podría ser un obstáculo a su deseo de sentir al niño como propio. Temen, también, que los niños sufran al conocer que fueron abandonados o las circunstan-cias de su nacimiento, que ellos consideran dolorosas. Partiendo de la base que es necesario, conveniente e importante que sean los padres quienes comuniquen a sus hijos el hecho de su adopción, la pregunta siguiente es, qué, cuándo y cómo. La revelación debe ser un proceso continuo de diálogo y no un momento específico; sobre esto nos referiremos en otra ocasión. En resumen, hay tareas que son comunes a todos los padres, pero que para los padres adoptivos son más difíciles de asumir, y otras dos específicas: Revelar la condición de adoptado y asumir desde el fondo del ser, que nosotros somos los padres verdaderos de este hijo.

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Adopción en el mundo

Hace 15 años, cuando fui a buscar a mi pequeño tesoro en Colombia, una madre adoptiva me había recomendado utilizar el término “la señora que te tenía dentro de su barriga”, para hablar

a mi hijo de su madre biológica. Decía que de esta manera el niño no estaría tan implicado y que así distinguiría clara-mente el papel de sus dos madres. Así lo hice hasta el día en que mi hijo, que había cumplido 7 u 8 años me preguntó en plena cena: “mamá, ¿quién es mi madre de verdad?”. (A lo cual mi marido respondió: “está aquí, delante tuyo”). Esto me hizo reflexionar. Los amigos de mi hijo o de mi hija, la gente que encuentran, bueno, ¡todo el mundo! les pre-gunta cosas sobre su “madre de verdad”, utilizando el término “madre” para designar a su madre biológica. Si yo les enseño

a utilizar otras palabras de las que todo el mundo emplea, es cuando les voy realmente a confundir, porque no entenderán lo que la gente quiere saber. Es como si les enseñara a hablar un idioma que sólo puede entender nuestra familia. Entonces hablé con mis hijos y, a partir de este día, les hablé de su madre de nacimiento, explicándoles que es ella quien les dio la vida, que era gracias a ella que eran guapos, con sus cabellos y ojos negros. Pero que yo era su madre de cada día, la que está aquí tanto para sus alegrías como para sus penas. Y sobre todo, que sería su madre para toda la vida. También les dije que guardaran siempre un pequeño lugar en su corazón para su madre de nacimiento, porque es gracias a ella que estamos reunidos hoy. De hecho, les he permitido pensar que tienen suerte

En este artículo, Claire Marie Gagnon defiende la necesidad de que el niño entienda y asuma la existencia de un doble juego de padres. La familia con la que vive, su familia para siempre, será con la que establezca lazos afectivos y vínculos duraderos, pero no podemos olvidar que aún cuando no tuviera ocasión de vincularse con ellos, su familia biológica forma también parte de su historia.

Dos madres, dos padres, madres

dos familias

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de tener dos madres, que podían estar orgullosos de ello, que no era vergonzoso, que era su historia. Hace poco mi hija de 11 años me preguntó cuando estábamos las dos en el coche: “¿Crees que mi madre de nacimiento piensa en mí a veces?” (he notado que un paseo en coche es un momento privilegiado, donde los niños hacen preguntas o reflexiones que te rompen el corazón). Le contesté: “Creo que debe pensar muy a menudo en ti, preguntarse si estás bien. Pero hay algo de lo cual estoy segura: Estaría muy contenta y orgullosa de ver en qué te has convertido”. Sentirse en confianza de preguntar las cosas más intimas, ser capaz de situarse en su historia, con sus dos madres…

¿Y QUÉ HAY DEL PADRE?

Los medios, los profesionales y hasta nosotros, tanto padres como niños, cuando hablamos de abandono o de adopción sólo nos viene a la mente la imagen de la madre. Así, con frecuencia, es un gran golpe cuando el niño llega a la edad en que aprende que para hacer bebés se necesitan dos personas y que fue así también para él. El niño puede entonces tener una reacción despropor-cionada, ya que se da cuenta que hay una segunda persona que lo ha abandonado, que lo ha rechazado: su padre. Y es cuando la ira se puede volver hacia el padre… sustituto. El niño querrá comprobar si éste también lo va a abandonar. Puede ser difícil para los padres entender esta reacción tar-día, ya que para ellos, el niño es su hijo desde hace tiempo, los vínculos son sólidos y son vínculos de confianza. Tendrá que entender que el niño tiene un duelo tardío respecto a su genitor que lo ha, como su madre, abandonado. Será necesario, pues, mostrarse muy paternal y demostrar al niño que su amor es incondicional y permanente. ¿Pero es el sentimiento paterno igual al sentimiento materno? El vínculo afectivo del padre con su hijo se de-sarrolla sólo después del nacimiento e incluso a menudo algunos meses después, cuando el niño empieza a apar-tarse de la madre para explorar más allá. El padre adoptivo puede totalmente desenvolver su papel –el de ser padre–, ya que integrándose más tarde en la vida del niño llega en el momento idóneo para crear su relación privilegiada, al contrario de la madre que debe establecer un vinculo afectivo con él para asegurar su supervivencia desde su nacimiento. El papel del padre biológico, en la mayoría de

los casos ausente de la vida del niño desde su nacimiento, sería entonces puramente genético, siendo el que permitió el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide. Transmitió sus genes pero la supervivencia del niño no depende de él. Con frecuencia, nunca hizo de padre, puede incluso que no sepa que ha concebido a un niño.

¿QUÉ ES UNA FAMILIA?

La familia es el lugar donde el niño vive, crece, esta-blece vínculos. Entonces, la familia “de verdad” es, en caso de una adopción, aquella con la cual el niño establecerá vínculos afectivos en lo cotidiano. Sus hermanos y hermanas adoptivos son sus hermanos y hermanas “de verdad”, ya que hacen parte de la misma familia afectiva, donde se forman las alianzas, las compli-cidades. Los hermanos y hermanas biológicos, cuando el niño no los ha conocido, tienen con él sólo un vínculo de sangre, mientras que el vínculo familiar en la familia de adopción es un vínculo de corazón y de apego. El niño adoptado tiene sin duda dos madres: una que lo llevó durante 9 meses y le ha dado la vida y la otra que lo cuida y le ayuda a construir su vida. El niño adoptado tiene un padre, que es el protector, el que acompaña al niño, pero también tiene a un progenitor que dejó una huella, rasgos de carácter, aunque nunca existiera el vínculo afec-tivo. El adoptado puede tener hermanos y hermanas bio-lógicos, a respetar como personas teniendo un vínculo con el niño, pero no hacen parte de su familia, en la que se desarrolla afectivamente.

LA ADOLESCENCIA, UN MOMENTO CRUCIAL

En la adolescencia, el niño afronta el conflicto de lealtad hacia sus dos grupos de padres. Tiene que poder permitirse vivir sin traicionar su lealtad hacia los suyos que se quedaron en su país y, al mismo tiempo, apartarse de sus padres adoptivos sin arriesgarse a perder su amor. Para crecer, cada adolescente debe sentir que le dan permiso de ser autónomo.

FUENTEhttp://www.postadopcion.org/pdfs/2madres.pdfClaire Marie Gagnon, Lacigogne, Periódico de la Federación de Pa-dres Adoptivos de Québec. Traducido y adaptado por Julie Plottier y www.postadopcion.org

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ia H ay algo que hace tiempo dejó de funcionar como debiera en nuestra sociedad. Algo a lo que nadie le ha echado una mirada

en los debates políticos, en las campañas, en los “puerta a puerta”, en las propuestas de grupos de iluminados o de supuesta participación ciudadana para elaborar las políticas públicas que perseguire-mos durante los próximos años. Lo que dejó de funcionar y nos tiene como al desorientado Virgilio en medio de una selva oscura es la familia, la ins-titución más esencial de todas, la que tenemos más cerca y de cuya salud depende prácticamente todo lo demás que puede llegar a ser relevante. Es cierto que el problema ha sido descrito mu-chas veces, pero no ha sido asumido como un asun-to crítico que constituye la base de gran parte de nuestros males sociales, o que lleva a la agudización de muchos de los “vicios del mundo moderno”, para ponerlo en palabras de Parra. Para el Estado o para quien sea que lo subsidie (fundaciones bien inspiradas y bien financiadas, organizaciones no gu-bernamentales de la filiación que sea, iglesias de fe diversa y hasta grupos de espontáneos), el intentar suplir lo que la familia deja de hacer es una tarea monumental además de incierta. Lo que encuen-tran como desafío estas instituciones sociales de dimensión distinta es tan medular en la formación y el desarrollo vital del ser humano que resulta en el fondo irremplazable, sobre todo si se le considera a gran escala, como está comenzando a suceder. ¿Cómo la organización del Estado o de ciudada-nos independientes pueden entregarle a un niño, por ejemplo, esa mirada concentrada de una madre amorosa, capaz de descubrir en su hijo el primer asomo de un malestar, la primera seña de una inco-modidad que necesita resolución inmediata? ¿Cómo pueden guiar con cariñosa firmeza a un preadoles-cente que amenaza con desviarse en su natural búsqueda de autonomía personal, en su descubri- miento del mundo realizado a tientas, estimulado por la necesidad de probar de primera mano la incertidum-bre de la vida, el vértigo de lo inesperado, la fortaleza de su propia voluntad? ¿Cómo pueden mantener a ese niño y niña de verdad conscientes del valor de su cuerpo, de su libertad, de la profundización de sus capacidades? ¿Cómo pueden darle a un anciano en-fermo los signos de caridad tan profundos que con-

tienen una mano bien apretada, un paño frío en la frente afiebrada o el confort de unos pies entibiados? La vida nos enseña que la resiliencia del ser humano es casi infinita. Somos capaces de le-vantarnos después de los golpes más destructi-vos, capaces de adaptarnos a las condiciones de existencia más precarias, y de la falla de todas las estructuras humanas puede resultar la aparición de un sabio, un santo o un genio… pero sólo de mane- ra excepcional y con la coincidencia milagrosa de circunstancias que sólo Dios sería capaz de diseñar. Es grande la capacidad de levantarnos del suelo y es grande la disposición de muchas personas caritativas que entregan su tiempo y sus bienes a los demás. Pero lo que está efectivamente al alcance de nues-tras manos tiene un costo y requiere de un esfuer- zo que bien conocen tanto la Fundación San José como las múltiples instituciones que se le hermanan. La propia realidad de la adopción, sin ir más lejos, es un enorme ejercicio de voluntad organiza-cional que involucra a decenas de personas con to-das sus capacidades, que requiere actos heroicos de generosidad, además de recursos muy superio-res a lo que uno podría imaginarse, y todo eso para reparar una trizadura dolorosa ocurrida en lo más íntimo de la vida de una mujer (un proceso lento y dificultoso que ayuda a sanar también otras heridas profundas, la de un niño amenazado de vida y la de unos padres cuyo sueño fundamental se realiza). El resultado, finalmente, se obtiene, y conocemos de-cenas de felices testimonios. Pero el empeño para conseguirlo es titánico. Esto mismo experimentan día a día quienes dedican sus esfuerzos a niños en situación de abandono, a menores agredidos, a an-cianos enfermos, a jóvenes adictos, a personas con limitaciones físicas que además de tratamiento médi-co necesitan sobre todo cuidado y preocupación. Las sociedades modernas tienen desafíos gigantes-cos, sobre todo en las grandes ciudades, donde la polarización y la tensión son crecientes. Si sigue fracasando la familia será en la práctica imposible abordar esos desafíos. No hay políticas públicas ni recursos estatales ni voluntades grupales capaces de entregarle a las millones de personas que lo re-quieren el amor cercano y gratuito, tan simple, tan necesario, pero tan esquivo, que es posible encon-trar dentro de una familia.

Columna Paulo Ramírez

Paulo RamírezPeriodista

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Salud y familia

Integración sensorial y adopciónBárbara Viader Vidal*Terapeuta Ocupacional, Centro de Estimulación Infantil de Barcelona.

A veces los niños tienen dificultades de aprendizaje, de comportamiento, de relación con los otros o de los sentimientos hacia sí mismos. Los padres temen una discapacidad o un problema grave, pero es

muy posible que se trate sólo de una dificultad para procesar las sensaciones que recibe de su entorno. La integración sensorial es el proceso de asimilación de los estímulos y los problemas relacionados con este procesamiento de la información pueden afectar nuestra habilidad para funcio-nar correctamente en la vida cotidiana, y suelen ser dificultades muy sutiles que a veces resultan difíciles de reconocer. El sistema nervioso necesita alimentarse de sensaciones, que le permiten madurar y adquirir niveles de desarrollo su-periores y habilidades de aprendizaje adecuadas. Si recibe demasiadas sensaciones o simplemente no sabe qué hacer con ellas, se produce una “indigestión” a nivel neurológico y el niño no puede aprender ciertas habilidades (de lengua-je, motricidad, nivel académico...) o su comportamiento es desadaptado (falta de atención, hiperactividad, agresividad, rabietas...). Entonces, es común que el niño sea tildado de perezoso, desobediente, mimado o testarudo, razón por la cual es importante identificar estas dificultades.

¿Qué sienten los niños? Propongo hacer un ejercicio muy sencillo para com-prender lo que puede sentir un niño que no sabe procesar los estímulos sensoriales de su entorno. Relájese e intente imaginar lo siguiente: Prenda la radio sin sintonizarla; manténgala en un sonido estático y suba el volumen. Pida a alguien que encienda y apague las luces cuando él quiera. Siéntese en una silla con una pata más corta que las otras y apóyese en una mesa que también esté coja. Ahora póngase un jersey apretado y áspero, además de unos calcetines al revés y unos zapatos un número más pequeño. Con todos estos aspectos en juego o sólo con un par de ellos, tome un libro e intente aprender algo. Procure mantener la calma, no se ponga nervioso y preste atención a alguna persona que intente explicar algo. Tras este ejercicio, resulta sencillo entender por qué los problemas de procesamiento sensorial interfieren en el aprendizaje y adquisición de habilidades, produciendo re-

traso en el lenguaje o en la motri-cidad, torpeza motora, problemas relacionales, o baja autoestima.

Niños adoptados Los niños que han vivido un periodo más o menos largo en una institución, es posible que carecieran de estimulación sensorial adecuada durante los primeros meses o años de vida. La reacción de un niño tras salir de la institución puede ser de excitación y descontrol, o de inhibición y falta de motivación. Ambas se explican en la necesidad de un periodo más o me-nos largo que le permita asimilar toda la información sensorial que reciben de golpe. Algunos reaccionan de forma hiperac-tiva, porque necesitan recibir muchos estímulos para sentirse tranquilos; en cambio, hay niños que se quedan paralizados, porque su cerebro no sabe aprovechar estas sensaciones. Pedro tiene diez meses y hace tres semanas que está con su nueva familia. Reacciona con brusquedad a su nueva situación, llora y grita, quedándose tieso cada vez que sus padres le cogen en brazos. No se deja acariciar, no tolera que le peinen ni que le laven la cara, tampoco el corte de uñas. Sus padres no saben qué hacer, ante nuevos estímulos agradables como música de bebé o un juguete de colores, llora y se desespera. Lo que le sucede a Pedro, es que su sistema nervioso ha pasado de un entorno reducido de estímulos a uno donde hay miles de éstos, de forma tal que su cerebro debe trabajar muchísimo más y está agotado. Por este motivo llora y grita ansioso, para él tantos estímulos resultan agresivos. Puede que la música se asimile a una radio mal sintonizada, que el tacto sea como un estropajo de cocina. Necesita adaptarse recibiendo estímulos de forma gradual y controlada, para no provocarle reacciones de caos en su cerebro. La mejoría a nivel sensorial se reflejará exteriormente en un buen aprendizaje escolar, una autorregulación de la cantidad de actividad, un aumento de la atención o una mejora en las habilidades motrices, según las necesidades de cada niño.

* Adaptación realizada por Claudia Cornejo Educadora Diferencial, Centro de Atención Integral Inserta.

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Entrevista

Lleva más de veinte años en Chile y los últimos tres como Vicario Episcopal para la Familia de la Arquidiócesis de Santiago. Acogedor al recibir y claro al responder, este sacerdote polaco señala que de una u otra manera, todos podemos ejercer la paternidad. Es cuestión de vocación.

¿Cómo acoge la Iglesia a los matrimonios que recurren a técnicas artificiales para tener hijos?

El tema es muy complejo. En primer lugar, me pre-gunto por la raíz de esta situación y creo que el estilo de vida tiene mucho que ver. Sobre todo en San-tiago es a veces realmente loco: El estrés, siempre

corriendo, falta de tranquilidad, la gente a veces no tiene esta paz en su corazón necesaria para vivir tranquilamente las rela-ciones de pareja dentro de la casa. En segundo lugar, es importante preguntarse si la materni-dad, la paternidad, es un derecho. Porque si lo tomo como un derecho, voy a hacer todo lo posible para conseguirlo, pero ¿qué pasa con el bebé? Se transforma en un objeto para sa-tisfacer mi capricho o mi necesidad.

El tercer elemento implica ver qué significa la inseminación artificial. Es una técnica artificial, fuera del acto matrimonial se-xual. La Iglesia siempre ha enseñado que las técnicas o la me-dicina pueden ayudar y deben ayudar cuando se trata de cier-tas disfunciones sexuales, pero no pueden reemplazar el acto esponsal. No puede ser sólo el fruto de una manipulación.

Pero pareciera que en la sociedad hay poca reflexión en torno a esto… Esta reflexión no se ha hecho justamente por el estilo de vida que llevamos. Estoy de acuerdo en que una cosa es decir a la gente qué no se puede hacer y otra es que, después de una re-flexión profunda, la persona llegue sola a esa conclusión. Vuelvo al tema del derecho: Estamos en una sociedad en que todos

Padre Marcos Burzawa, Vicario p ara la Familia

es espirit ual” no es sólo biológica,

“La pat ernidad

Entrevista

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Padre Marcos Burzawa, Vicario p ara la Familia

es espirit ual” no es sólo biológica,

“La pat ernidad

hablan de los derechos, partiendo por los niños, pero ¿qué pasa con las obligaciones, la responsabilidad, el compromiso?

En ese sentido ¿es un llamado también a encontrar el camino de la paternidad por otras vías? La paternidad no es solamente la paternidad biológica, también lo es la espiritual. Por ejemplo, nosotros lanzamos un libro sobre la maternidad, que se llama “Madres, de la A a la Z”, en el que presentamos los testimonios de 25 mujeres; dentro del grupo también hay una religiosa que habla de cómo puede ejercer su rol materno. Es decir, para quienes no pueden ser biológicamente padres, hay alternativas: Se puede adoptar o se puede buscar la forma de dar lo que uno quiere dar.

¿Cómo cree que se debe abordar esta situación para crear mayor conciencia en estos matrimonios de que la adopción puede ser una opción para ellos? Es importante reflexionar en general en la sociedad so-bre este tema, pero también dentro de la preparación para el matrimonio, sobre todo cuando se trata de jóvenes que

tienen un proyecto de vida, que se planifican. Cuando se es joven y se está enamorado, se sueña con una casita, los hijos, estar juntos… entonces es importante hacerse esta pregunta: ¿Qué pasa si no podemos tener hijos? Si se hace esta reflexión, debe producirse un respeto profundo por la vida, y eso significaría que actuaremos de manera coherente con la visión que tenemos de ella. Y también, como Iglesia Católica, debemos acoger a estos matrimonios. Cuando se trata del dolor humano, del sufrimiento… sabemos que estas situaciones son dolorosas, entonces, si la gente encuentra un espacio donde pueda ser escuchada, acogida, creo que eso también puede servir.

Dentro de los temas que nos tocará debatir en el futuro próximo figura el aborto. ¿Cómo ve usted la discusión? La vida es un don sagrado y el aborto siempre será aborto. Lo decía el Cardenal hace unos días: Permitir el aborto es abrir el derecho a matar. Desde el punto de vista psicológico y pastoral yo acom-paño a las mujeres que han abortado, y es tremendo verlo

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Entrevista

desde su perspectiva. El aborto puede aparecer como una solución, pero no se está pensando en el futuro. Siempre hay dos víctimas, no sólo es el niño, sino también la mujer por todo lo que debe enfrentar después. Eso lo veo cada día aquí, en el Centro de la Familia, la situación es dramática. Por lo tanto, por un lado la Iglesia debe acoger a las mujeres que han abortado y acompañarlas pastoralmente, pero por otro, hacer todo lo posible para que no se produzcan más abortos. No hay datos oficiales en Chile, pero se calcula que hay 150 mil abortos al año. Frente a tanto dolor de las parejas que no pueden tener hijos, que quieren adoptar, sería maravilloso lograr que estas mujeres optaran por la vida, tomando la decisión de entregar a sus hijos en adopción, que ya es un acto de gran generosidad. Se respeta la vida y se da la opción a otros de ser padres. Pero en los temas de familia hay mucha ignorancia. Y si no estoy consciente de qué se trata, claro que voy a aceptar ciertas cosas porque no sé que son malas.

También hay muchos que no quieren saber… Sí, claro. Solamente sabiendo se puede actuar de ma-nera responsable y por lo mismo algunos no quieren saber.

Muchos niños están en hogares en abandono y no son cedidos en adopción por sus padres… Creo que es un acto tremendamente egoísta de parte de esos padres, pues no piensan en el bien de los niños. Y eso tiene que ver con el amor. Si yo amo a una persona, voy a buscar su bien. Si sé que a lo mejor mi presencia le hace daño, entonces me alejo de ella, porque pretendo su bien. En este caso debiera producirse algo parecido: Si en un momento los padres se dan cuenta que es imposible para ellos cumplir con su rol y los niños están abandonados y no son felices, hay que buscar cómo acompañar a estos padres, cómo ayudarlos a tomar conciencia de la situación y, eventualmente, llegar a un acuerdo para que entreguen a sus hijos en adopción.

¿Qué visión le parece que tiene la sociedad hacia quienes dan en adopción a sus hijos? Por un lado, estamos viviendo en una sociedad donde permanentemente estamos siendo juzgados y realmente en ciertos lugares o grupos de la sociedad, cuando un matrimo-nio, una pareja o una mujer entrega a su hijo en adopción y eso se sabe, se pueden sentir juzgados por no ser capaz de

criar, educar, estar con un hijo. Pero por otra parte, la con-ciencia de lo que es la adopción es mayor. Sin embargo, a veces el proceso desanima a la gente, porque es largo e implica una serie de encuentros, char-las, exámenes psicológicos, revisión de los antecedentes, la situación económica, etc. Pero debemos entender que, por el bien del niño, hay que actuar de esta manera, no se pueden saltar estas etapas.

¿Cómo ve las políticas públicas en temas de familia en nuestro país? Pienso que están muy sectorizadas, no hay una visión global al respecto, de modo que en definitiva no existen políti-cas públicas a favor de la familia. Existen políticas sectoriales y asistenciales a través de diversas entidades y ministerios como el de la mujer, el del menor, el del adulto mayor… Creo que sería totalmente distinto si tuviéramos un Ministerio de la Familia. Debemos terminar con esta segmentación, hacer una reflexión profunda acerca de la familia en Chile. Eso ayu-daría mucho en todos los aspectos. Si ponemos a la familia en el centro, muchas situaciones se solucionarán.

El Padre Marcos Burzawa nació en 1965 en Polonia. A los 19 años inició su formación como postulante de la Congregación de los Misioneros de la Sagrada Familia, siendo ordenado sacer-dote en 1992. Su trabajo en Chile partió en 1998, en la par-roquia Santa Isabel de Hungría, en la comuna Es-tación Central. Al interior de su Congregación, a partir de marzo de 2001 asumió como vicario y secreta-rio provincial, hasta febrero de 2004, cuando el Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Fran-cisco Javier Errázuriz, lo nombró Pro-vicario para la Familia, colaborando durante dos años en la Pastoral Familiar arquidiocesana. El 1 de marzo de 2006, asumió como Vicario Episcopal para la Familia de la Arquidiócesis de Santiago.

SU TRAYECTORIA

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No te escribo para reclamarte nada.Ni para dolerme de nada ante ti, ni para que te duelas de nada ante mí.Te escribo para romper ciertas ataduras que te impiden la alegría de ser tú mismo, sim-plemente.Para que podamos vivir nuestras vidas, la tuya y la mía, finalmente en paz.

Yo te hice nacer porque te amé.Por encima de todos los prejuicios y de to-dos los riesgos que significaba ser leal a ese diminuto ser que ahora lleva tu nombre y tiene tu edad.Por eso naciste.

Luché por ti desde el instante de saberte en mis entrañas.Aunque desde entonces sufrí al imaginar los caminos extraños que recorrería tu historia.Muchas veces, en estos años de distancia y de silencio, me han resonado en el alma aquellas palabras que todos hemos necesi-tado recordar alguna vez: “La verdad nos hará libres”.A los dos.A mí, porque acabaré de entregarte para que vivas la vida que yo no pude, no podría haberte dado.A ti, porque al sincerarte con tu historia, te reconciliarás íntimamente con la vida.¡Existes!Y quienes ahora te aman de la forma en que te aman, como hijo, han recibido de mis ma-nos y de mi corazón el derecho y el mandato para hacerte vivir.La paternidad es una decisión del alma que se entrega para darle vida al que se ama como hijo.

Testimonio

CARTA AL HIJO QUE ENTREGUÉ EN ADOPCIÓN

Extracto del libro “Carta al Hijo que entregué en Adopción”, de Julio César Labaké.

Después de engendrar,todavía es necesario elegir ser padres.Después de recibir la vida,todavía es necesarioelegir ser hijos.

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En algún momento de su vida, la persona que fue adoptada se enfrentará a la disyuntiva de buscar o no a su familia biológica. Un proceso a veces doloroso que, sin embargo, logra dar un cierre a la constitución de la identidad personal. El Programa Búsqueda de Orígenes de Sename surgió a partir de la inquietud de un grupo de jóvenes de origen chileno, adoptados por familias suecas, de conocer su historia.

Búsqueda de orí genes: cuando el momento decisivo llega

Adopción internacional

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Búsqueda de orí genes: cuando el momento decisivo llega

Andrea tenía dos años cuando dejó Valdivia. Un ma- trimonio español la adoptó y vive junto a ellos desde entonces en ese país. Sus padres siempre fueron muy transparentes con respecto a su origen: “La

verdad es que no hubo ningún tipo de conflicto ni trauma, porque nosotros siempre le dijimos que tenía dos padres y dos madres, aunque en un principio, por la edad, no entendie-ra nada”, cuentan ellos desde España. Aún así, ella tuvo la inquietud de conocer su pasado. “Desde que tengo uso de razón quise saber más. Al prin-cipio no fui capaz de enfrentarme a la realidad y hacerle saber a mis padres adoptivos la necesidad de conocer mis orígenes. Evitaba todo lo relacionado con Chile, me sentía incómoda con el tema, no tenía el valor de hablar de ello. Pero llegó un momento en que se me quitaron todos los miedos. Cuando tenía 17 años me sentí con fuerzas para enfrentarlo, fuese malo o bueno. Tenía que saber las causas de mi adopción. Lo bonito de todo esto es que mis padres se dieron cuenta de mi necesidad y me propusieron em-pezar con un proceso de búsqueda”, cuenta. Al principio, Andrea y su familia no obtuvieron mucha información, pero a poco andar se contactaron con Se-name. En agosto de 2008 viajaron a Chile para reunirse con miembros del Programa Búsqueda de Orígenes; así podrían recabar más antecedentes, determinar la perti-nencia de la búsqueda y seguir investigando para la lo-calización de la madre biológica. Al tiempo, recibieron un correo que les indicaba que la habían encontrado. “El primer contacto que tuvimos fue por correo instan-táneo”, recuerda Andrea. “Fue tan emocionante, no era capaz de asimilar que estaba hablando con mi madre bio-lógica y mi hermana menor. Nunca olvidaré ese momento, fue algo inexplicable”.

Actualmente se contactan por e-mail y por teléfono, mientras esperan el encuentro físico. Andrea está muy agradecida, el apoyo incondicional y la compañía de sus padres, así como la intervención de Sename, fueron esen- ciales en su proceso de búsqueda. “Gracias a ello hoy tengo una libertad interior inmensa”.

CÓMO SURGIÓ EL PROGRAMA

El Programa Búsqueda de Orígenes nació en 1995, cuando el Centro de Adopción Sueco presentó a Sename la inquietud de un grupo de jóvenes de origen chileno adoptados por familias suecas, de conocer su historia. Desde entonces, brinda asesoría técnica y satisface los re-querimientos de las personas adoptadas mayores de edad que deseen localizar a sus familias biológicas. Un proceso que, si bien no está exento de problemas, se da cada vez de forma más natural. María Fernanda Ga-lleguillos, coordinadora y responsable del programa, piensa que ello se debe a la mejor preparación que reciben los pa-dres adoptivos. “La ley de adopción que rige desde 1999 en nuestro país hace gran hincapié en la formación de los padres; un aspecto al que se le da gran importancia es, justamente, el de la revelación, lo que les permite enfrentar la adopción con mayor apertura”, explica. Es por ello que el proceso de búsqueda de orígenes no resulta tan traumático como se podría pensar. Muy por el contrario, suele ser el cierre de un ciclo de formación de la identidad del adoptado.

LUZ VERDE A LA BÚSQUEDA

La decisión de buscar los orígenes es un proceso que re-quiere no sólo madurez por parte del interesado, sino también estabilidad emocional y apoyo familiar. La búsqueda responde

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a un proceso natural e inevitable de quien quiere organizar y significar su propia historia, lo que no siempre concluye con el encuentro físico con la familia biológica. A unos les basta con conocer antecedentes generales y las circunstancias en las que fueron adoptados, para otros es importante conocer antecedentes más personales de la familia de origen, y sólo algunos buscan el encuentro con la progenitora. El primer requisito para comenzar la búsqueda es que quien la solicita sea mayor de edad. Sorprende saber que las personas que la requieren, tienen en promedio 27 años. Ga-lleguillos explica: “Desde el momento en que los papás, de forma paulatina y tempranamente, van revelando al niño que nació de la guatita de otra mamá, éste lo acepta en forma natural. Pero en la preadolescencia y en la adolescencia viene un cuestionamiento más profundo, que tiene que ver con la búsqueda de identidad (algo propio de la edad) y con el hecho de que empiezan a diferenciarse de los papás”.

Sin embargo, esa primera inquietud no es suficiente para motivar la búsqueda. “Se produce una especie de chantaje con el fin de molestar a los papás, de remecerlos, que tiene que ver con la rebeldía de la edad más que con la adopción misma”, agrega. “Para la búsqueda de orígenes y el encuentro con tu familia biológica tienes que estar sóli-damente preparado en términos de tu ser, de quién eres, porque significa remover toda tu estructura”. Es por eso que la búsqueda generalmente se pospone de manera natural hasta cuando la persona ya es adulto y, comúnmente, ocurre cuando se enfrenta al matrimonio y a la llegada de los hijos. El rol de los padres adoptivos, entonces, es de apoyo y contención. “Hoy, los padres están mucho mejor pre-parados y saben que es posible que en algún momento deban enfrentar esta situación. En la medida en que la adopción no haya sido un tabú, vivirán el proceso con

Adopción internacional

SOLICITUDES DE BÚSQUEDA 2003 - 2007

Es sólo a partir del año 2003 que se cuenta con

registros de los usuarios del Programa Búsqueda

de Orígenes. Desde entonces, se aprecia un incre-

mento significativo de las solicitudes.

AÑO

PAÍS RESIDENCIA NÚMERO PORCENTAJE

2003 10 35

2004 23 47 70

2005 28 45 73

2006 22 57 79

2007 22 69 91

TOTAL 105 253 358

TOTAL

SEXO

MASCULINO FEMENINO

CHILE 131

191

36

358

EUROPA

OTROS

TOTAL

36,6%

53,4%

10%

100%

45

Actualmente, sólo el 20% de las personas que solicitan ayuda para encontrarse con sus progenitoras

fueron adoptadas por familias extranjeras. La mayoría de las

peticiones son de familias chilenas.

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mayor naturalidad. La experiencia nos indica que tras el encuentro con su familia biológica, no pasa nada y, tam-bién, pasa mucho. Es decir, la persona que fue adoptada, logra llenar ciertos vacíos en su historia, logra reconocer-se en otro, pero después continúa con su vida. Consiste en conocer a esa otra persona, con respeto hacia quien le dio la vida, pero no se produce una relación madre-hijo como la que se establece con los padres adoptivos. No he tenido un solo caso en que los padres adoptivos no sigan siendo ‘sus’ padres”, dice la profesional. Sin embargo, ante la demanda del adoptado, es ne-cesario definir correctamente la pertinencia de la búsqueda y del posible encuentro, lo que está a cargo de psicólogos y asistentes sociales. “La pertinencia tiene que ver con las motivaciones: Si detrás hay rencor, rabia, frustraciones, evidentemente no se está preparado para vivir el proceso. Tampoco cuando la persona a la que se busca ha sido vulnerada: Casos de abuso, violaciones, etc. Situaciones puntuales que son muy delicadas”.

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

La preparación para el encuentro no es simple, con-siderando que en general hay un contraste socio-cultural bastante fuerte. Por eso, el adoptado se debe preparar para encontrarse con personas que social, cultural y edu-cacionalmente van a ser muy distintas a él. Por otro lado, hay que considerar la posibilidad de que la madre biológica no esté dispuesta a enfrentar al hijo que cedió en adopción: Puede ser una parte de su vida que ha mantenido oculta y que no quiere desenterrar o que no se sienta preparada para hacerlo, por la pena o vergüenza que le provoca. Sin embargo, cuando ella accede, ha llevado un gran dolor y culpa por dentro, la mayoría de las veces en soli-tario, no pudiendo hablarlo abiertamente con los suyos, y necesita liberarse y sanar esa experiencia. Cuando se produce el encuentro, es vivido como un perdonarse a sí misma. A la vez, le resulta muy gratificante sentir que ese hijo ha sido un niño querido, que hay una familia y que cuenta con respaldo. Todos esos elementos hacen que sea bastante sanador. El encuentro del adoptado con su progenitora suele ser una experiencia que resulta sanadora para ambos, incluso también para la familia adoptiva, que se fortalece en el vínculo.

Durante 15 años, esta institución ha ayudado a reunir familias adoptivas. En todo este tiempo ha ido perfeccionando sus procedimientos, co-laborando en las modificaciones legales que fa-vorecen y facilitan el proceso, y creando nuevas instancias y servicios en beneficio de los prota-gonistas de la adopción. Como parte de los servicios a la comunidad adoptiva, en 2008 crearon el Programa Orígenes, con el apoyo y asesoría de Sename. María Fre-sia Ugalde, Trabajadora Social del Área Familia Adoptiva de la Fundación, a cargo del programa, cuenta que “este proyecto nace de la necesidad de ir preparando el camino a los jóvenes, para la hora que demuestren inquietud por conocer sus orígenes biológicos; ésta fue una tarea que visualizamos como imperiosa de asumir.” Si bien, en el transcurso de los años la Fun-dación ha acogido las inquietudes y requeri-mientos de las familias adoptivas en el desarrollo de su ciclo vital, la intención a través de este pro-grama, es dar respuestas concretas y de manera profesional, especializada y organizada sobre los orígenes biológicos del adoptado. Ugalde explica que en la fase inicial del pro-grama, se ha dado acogida a los padres que buscan mayor información de la historia de ori-gen de su hijo; también han recibido solicitudes de jóvenes que fueran adoptados por medio de instituciones diferentes a la Fundación, ofrecién-doles contención y orientación para la búsqueda de la información a través de los canales corres-pondientes. “Con nuestros 15 años de trabajo, los niños que hemos reunido con sus padres no superan esa edad, por lo que aún no tenemos requerimientos de búsqueda de la familia biológi-ca, pero nuestro objetivo es estar preparados y haber adquirido experiencia para cuando eso ocurra, dentro de algunos años”, concluye.

PROGRAMA ORÍGENESFundación San José para la Adopción

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Tortuguita se perdió

Cuando la señora tortuga sale del agua a poner sus huevos a la arena, uno de ellos queda mirando en dirección opuesta al mar. Al nacer, la tortuguita Antonia se adentra en la selva y se pierde, pues no conoce el agua. Allí, en el bosque húmedo, se encuentra con un monito y sus amigos que le ayudarán a en-frentar muchas dificultades. Finalmente con el apoyo de todos, Antonia llega al mar, al lugar donde pertenece, donde debe estar. Y sus amigos desde la orilla la alientan a partir, se-guros que es el camino que debe seguir. Cuando un niño ha nacido lejos de su fa-milia, requiere de apoyo y compañía mientras llega donde su familia. Este periodo de tran-sición desde que nace hasta que se encuentra con sus padres adoptivos, será un tiempo de contención y acogida, donde recibirá el cui-dado y afecto que necesita. Esta historia expresa con convicción y calidez la importancia del rol que juegan quienes acom-pañan, quieren y protegen al niño en esta etapa,

la que se constituye en una instancia que le entrega las mejores condiciones para su desarrollo y lo prepara para la integración a su familia, porque le ofrece una oportunidad de vin-culación temprana, base de lo que posteriormente replicará en la relación con sus padres.Y es así como, final-mente, “Antonia nadó y nadó, hasta que en-

contró un grupo de tortu-gas que la aceptó como parte de ellas”.

Vete y vive(ser digno de ser)

Esta película cuenta la historia de un niño etíope de 9 años que debe se-pararse de su familia bio-lógica, de su tierra y sus tradiciones, para sobrevi-vir. Un niño que sueña con volver a ver a su madre y que, pese al desarraigo y al paso del tiempo, no abandona sus raíces. En 1984, miles de refugiados africanos provenientes de distintos países llegan a Sudán, desde ahí los judíos etíopes serán trasladados a la tierra prometida, en una operación or-ganizada por Israel y Estados Unidos. En medio de la violencia y el hambre que se vivía en África, una mujer decide hacer pasar a su pequeño hijo por judío y salvarlo de una muerte segura. El mandato materno es im-placable “Vete, vive y no vuelvas”. Es la voz que permanecerá latente en su mente y en sus recuerdos. Un aspecto interesante de observar es el intenso proceso emocional que vive un niño, cuya vida se transforma de un día para otro, como es el caso de muchos niños que son adopta-dos en contextos de guerra. Las adopciones con fines hu-manitarios guardan una realidad cruda y dolorosa, de peque-ños seres profundamente lastimados. Una pareja israelí se transforma en los padres adoptivos del niño africano, siendo la madre, Yael, la mujer que se con-vierte en el refugio emocional donde lentamente el pequeño puede ir sanando sus heridas. Son conmovedoras las escenas donde ella, paciente y compasiva, lo abraza y lo envuelve con un amor generoso y desprendido. Vale la pena ver este filme que muestra gran respeto por el ritmo de la historia, y que abarca varias reflexiones en torno a las vivencias de aquellos que han sido adoptados, como es el conflicto por la coexistencia de la madre biológica y la adoptiva en la vida del protagonista. Una búsqueda larga, que finalmente es resuelta.

Libro dvd

Reseñas

Va, vis et deviens | Radu MihaileanuMargarita Londoño | Editorial Norma