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  • Antonio Fernndez

    PUJOL & PUIG

    Los increbles negocios y chanchullosde dos poderosas familias catalanas.

    La gran investigacin periodsticade uno de los mayores escndalos de Catalua

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  • 1El golpe

    El control

    Su nombre era ngel, pero poda ser cualquier otro, porque hay gente que no tiene nombre. O al menos nombre real. Solo consta su nombre oficial. Por tanto, pasar a la historia con ese nombre, aunque sus compaeros de trabajo le llamaban por otro incluso ms comn. ngel era de esas personas de las que nunca se sabe por qu van y vie-nen. No se sabe tampoco para quin trabajan.

    Llevan siempre encima varios telfonos mviles y de vez en cuan-do hacen cosas insospechadas. Como, por ejemplo, la que le llev a Barcelona en el verano de 2002. Barcelona tiene fama de ser una ciu-dad insufrible cuando hace calor. Su encajonamiento entre la sierra de Collserola, seoreada por el Tibidabo, y los ros Llobregat y Bess la convierten en una olla, cuya presin atmosfrica y humedad ambiental aumentan con la polucin desprendida por las fbricas de los polgonos industriales del rea metropolitana y la intensa circulacin. El calor se pega a la piel y penetra hasta los huesos, aumentando la sensacin de agobio. ngel ya conoca esa sensacin, porque haba estado en Barcelona muchas veces; pero en esta ocasin todo era distinto. Un antiguo colaborador le haba dado el santo y sea de un buen golpe y solo necesitaba de su habilidad para conseguir lo que quera. Y vaya si

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    era un buen golpe. Sin riesgo: entrar, copiar y salir. Nada de complica-ciones, nada de cmaras y nada de perros.

    Se trataba de hurgar en un ordenador perteneciente al despacho ms misterioso y cotizado de Barcelona.

    Todo lo que necesitas est en este ordenador. Solo hay que llegar a l le dijo el informador mostrndole un burdo plano de un despa-cho dibujado en una servilleta del bar.

    Ests seguro de que tienen todo ah? inquiri ngel mirando con desconfianza el plano

    Seguro. Mi informacin es de primera mano.Pero no le llevan las cuentas y los negocios en Diputacin?S, pero las claves estn en su despacho. En el ordenador de

    Jnior no encontrars apenas nada. El cerebro es el otro, el Puig. Es su mquina la que hay que mirar. Las empresas en Catalua, las empresas en el extranjero, las inversiones, los contactos exteriores, los nombres de los testaferros, las cuentas fuera todo lo que quieras lo encontrars ah, pero en el que yo te digo. T sabes lo que valdra una informacin como esta?

    Por ese despacho, aseguraban en bufetes empresariales y polticos, haba que pasar si uno quera tener xito. Desde l se movan volunta-des y negocios. Eso es lo que decan. De hecho, el despacho de la sexta planta de la calle Ganduxer 5-15 era el centro de la vida poltico-empre-sarial-administrativa de Catalua. Era una leyenda urbana? Realmente existen despachos influyentes de esta naturaleza? Podra ser. De todos modos, el tema pintaba bien, el objetivo tena nombres y apellidos, pero de los de lustre: detrs del ordenador estaban Jordi Pujol Ferrusola y Jordi Puig Godes. El primero era hijo del presidente cataln, Jordi Pujol i Soley. Todos decan que era un bon vivant, un comisionista que se estaba haciendo de oro. Jordi Puig era hermano de Felip Puig, con-sejero de Poltica Territorial y Obras Pblicas, que tambin haba sido secretario de Organizacin de Convergncia Democrtica de Catalunya (CDC), el partido que gobernaba la Generalitat entre 1996 y 2000. Su peso dentro de la organizacin, sin embargo, era enorme. De hecho, era el lder natural del sector independentista de Convergncia.

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    Ambos Jordis eran socios desde haca aos, y Pujol Ferrusola haba compartido el colegio Costa i Llovera con Felip Puig, hermano de su socio. Las dos familias haban crecido poltica y empresarialmente juntas. Francesc Marc lvaro remarca su vnculo en una escueta pero revela-dora frase en su obra Ara s que toca!: Jordi Pujol Ferrusola, Felip Puig y Ramon Forn hicieron un tpico viaje juvenil en tren por Europa el ao 1975, el de la muerte de Franco.1 Jordi Pujol Ferrusola, a quien apodaban indistintamente Jnior, JPF o El Nen, adems tena hilo directo no solo con la Presidencia del Gobierno, por algo estaba all su padre, sino con el entonces conseller en cap (consejero jefe), un joven llamado Artur Mas, que, como l, haba trabajado aos atrs en el holding de Tipel, propiedad de la familia Prenafeta, y en el holding de La Seda de Barcelona. El despacho, pues, estaba bien comunicado, y las leyendas urbanas no podan ir muy desencaminadas. ngel haba odo esas le-yendas en sus viajes a Barcelona y encarg a uno de sus confidentes la verificacin de algunos extremos. Y una informacin como la que le contaban ahora podra valer muchos millones de pesetas o incluso de euros, la moneda que acababa de ponerse en circulacin.

    Qu dices, Angelito? Lo hacemos? le pregunt su interlo-cutor bebiendo un sorbo de cerveza y mirndolo fijamente. Es pan comido para ti, un juego de nios. Luego se la vendemos o la ponemos en circulacin y nos abrimos.

    En algunos crculos le llamaban Angelito, incluso en su empresa. Tena cuarenta y cinco aos, era de baja estatura y su cuerpo se haba ensanchado en los ltimos aos, hasta apuntar algn micheln descon-trolado pugnando por hacerse notar. Enarc las cejas, mir alternativa-mente a su interlocutor y al plano y asinti lentamente con la cabeza. De hecho, no haba firmado la renovacin del ltimo contrato y poda permitirse el lujo de una aventura como esta. No incurra en compe-tencia desleal.

    ngel esper a que la noche se aduease de Barcelona y enfilase la madrugada y se movi gilmente por la calle Ganduxer. Haba estado

    1 Francesc-Marc lvaro, Ara s que toca!, Edicions 62, Barcelona, 2011, p. 160.

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    all de visita unos das antes, con la excusa fcil de visitar una empre-sa. Conoca la arquitectura del lugar y no le fue difcil penetrar en el despacho que deseaba y copiar todo lo que haba en el ordenador que le interesaba. Luego, sali dejando todo como estaba. Era un juego de nios para l, a quien haban entrenado para eso. Por algo se haba convertido en uno de los mejores especialistas en lo que se llamaba in-trusiones fsicas, un experto en abrir puertas y desmontar cerraduras. Un autntico pata negra.

    Lleg sin problemas al despacho. Atisb las escaleras que suban y se dirigi a ellas. Lleg al pequeo distribuidor. A su derecha tena la puerta de la oficina de Jordi Pujol. Era el despacho grande. Frente a l, la del lugar que le interesaba. Entr. A su derecha, ilumin con la linterna el espacio de la caja fuerte que su contacto le haba sealado. Lo importante estaba delante, sobre la mesa. Y a ello se dedic. Apenas le cost extraer una copia y decidi hacer una ruta turstica por el des-pacho. Se fij en que haba cientos de libros. A lo mejor, miles. Quin sabe? Fue iluminando estanteras. Libros de Jordi Pujol, libros de viajes, libros de pinturas. Libros de coches. Le llam la atencin uno de color rojo. Ferrari F40, de Piero Casucci. Haba odo hablar de l. Y otro de lomo negro: Mercedes Benz. Al volante de una estrella, de Brian Laban. Haba un montn de libros de coches. Su dueo deba de ser un fan de los coches. Pero de coches de lujo.

    Sigui admirando las colecciones. Le llam la atencin uno negro con las letras en rojo: La Acrpolis de Xochicalco. Y otro de Perucho sobre Picasso. Destacaba uno de vivos colores: La pintura militar de Mxico en el siglo xix, editado por la Secretara de Defensa Nacional. Jurara que no era un libro disponible para la venta! Se pase por los despachos con parsimonia, respirando lentamente. Tropez con Territorio comanche, de Arturo Prez-Reverte Cmo se gana el poder, de Jos Luis Sanchs La ignorancia, de Milan Kundera muchos libros de arquitectura, de fotografas, de historia, de economa.

    ngel haba sido uno de los primeros agentes civiles de los servicios secretos espaoles que no provenan del Ejrcito. Cuando se preparaba esa nueva hornada, los responsables del entonces Centro Superior de

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    Informacin de la Defensa (CESID) pescaron en aguas universitarias. De hecho, en un principio, sus responsables comenzaron a llamar a gente que haba formado parte de la 42 Compaa de Polica Militar, aunque tambin fueron llamados algunos de la compaa 41. Reciban una llamada de telfono de una amable seorita, que se pona en contacto de parte del capitn de la antigua compaa del posible nuevo agente.

    Est usted trabajando? preguntaba.En caso negativo, la siguiente pregunta era de cajn:Le interesa un trabajo?Si las contestaciones eran afirmativas, citaban al aspirante en una

    casona neoclsica de 500 metros cuadrados en la zona alta de Barcelona. En la puerta, una sencilla placa: Servicios de Asesoramiento Comercial e Industrial.

    El test

    Te gusta la caza de leones?La pregunta pill casi desprevenido al aspirante. Qu poda decir?

    Record que unas trescientas preguntas antes se le haba encendido una bombilla ante lo que poda ser una pregunta trampa, muy similar. Ya le haban salido leones durante el test.

    S contest rotundamente.No se trataba de evaluar si te gustaban o no, sino de conocer tu

    personalidad, tu aplomo y las contradicciones que pudieras cometer. No haba respuestas incorrectas, solo preguntas. Estaba en la casona de Sarri, ante un directivo de Sacisa. Desconoca entonces que quien le estaba entrevistando era un comandante de los servicios de inteligencia espaoles. Primero, fue recibido en el lugar y el supuesto director le hizo una entrevista. A continuacin pas a otro despacho, donde al poco tiempo un directivo le estaba sometiendo a un test psicotcnico de mil preguntas, a las que deba contestar solo con un s o un no. El clsico test de personalidad. Superando la prueba, el aspirante pasara una especie de mster de dos meses financiado por la empresa de consultora

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    que le haba escogido. Y, si aprobaba, el comandante que le haba rea-lizado el test le dara las ltimas lecciones, incluido entrenamiento en conduccin evasiva en el circuito de Can Padr. En este, se realizaba la tercera criba y las tres cuartas partes de los aspirantes se quedaban por el camino. Era en ese momento cuando le daban a firmar un contrato por cuatro aos, con un suculento salario.

    Unos das despus de que Angelito profanara el despacho de la calle Ganduxer, los correos electrnicos de Jordi Pujol Ferrusola y de Jordi Puig Godes comenzaron a recibir extraas advertencias. De hecho, les llegaban cartas en las que se ponderaba la tica en los negocios y se hablaba de la condicin humana. Angelito record el aviso de uno de los hombres que le haban ayudado en su misin.

    Recuerda que muchos documentos solo pueden abrirse con cla-ve. Y te encontrars con otros cifrados. Solo tienes que acordarte de la mascota de la secretaria le insisti su socio enarcando las cejas.

    Lo saba. Saba que los Jordis tomaban precauciones y muchos de los documentos no se podran abrir sin clave. Pero eso no era problema para l ni para sus colegas. A los pocos das, un correo annimo lleg a la cuenta de Terra de uno de los socios. Era poco menos que inocuo. Pero durante meses se fueron enviando ms correos. En algunos de ellos, el annimo comunicante se permita introducir pequeos ver-sos, pareados con informacin confidencial que contena el ordenador asaltado, que era el que concentraba la mayor parte de la informacin sensible.

    Se notaba que quien haba hecho el trabajo era alguien culto. Adems, tena tiempo. Se haban estudiado toda la informacin encon-trada y la haban procesado. Nada de lo que se enviaba al correo era por azar, sino que siempre se ligaba a alguna noticia de actualidad. Las comunicaciones estaban muy bien estructuradas y, sobre todo, no hacan entrever que hubiese una urgencia por zanjar una negociacin cuanto antes. Eran las comunicaciones de un experto en esas cuestiones, de alguien acostumbrado a encarar situaciones tensas y difciles. Lo afirma una de las personas que por aquellas fechas tuvo conocimiento de la intrusin en el despacho y habl con los protagonistas.

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    Cuando empezaron a recibir los correos, los dos socios creyeron que todo se deba a una broma, pero cuando los textos comenzaron a desvelar negocios suyos que nadie deba conocer al menos con tanta profundidad empezaron a tomrselo en serio. En realidad, no haba secretos inconfesables que les hubieran robado, pero s informacin confidencial que podra levantar algn escndalo y, sobre todo, datos que, convenientemente filtrados a la prensa, haran las delicias de los cenculos polticos y que incluso pondran en aprietos al gobierno, presidido desde haca ms de veinte aos por Jordi Pujol i Soley, padre de Jordi Pujol Ferrusola.

    Una vez establecida la comunicacin, los misteriosos anunciantes desvelaron sus verdaderas intenciones: queran 150 millones de pesetas o filtraran a la prensa los documentos que haban sustrado de los or-denadores.

    Qu te parece? Crees que van en serio? pregunt Jordi Puig a Jordi Pujol.

    No s. Ofrceles 20 millones, a ver qu dicen.La contraoferta no fue ni tenida en cuenta por los interlocutores,

    que durante meses fueron haciendo llegar ms correos con extractos de datos que haban conseguido. Mientras, Jordi Pujol Ferrusola inform a su padre de la documentacin incontrolada que estaba en manos ajenas. Recibi una orden tajante. No hagis nada. Yo me encargo. Vosotros dadles largas, entretenedlos. El presidente del Gobierno tom la inicia-tiva y llam a su despacho al director general de Seguridad Ciudadana, de quien dependan los Mossos. En el escalafn tena a gente de su en-tera confianza: Antoni Cruells como director general y Xavier Martorell como director operativo de los Mossos. Confiaba en ellos. Pujol le expuso detalladamente la situacin y la necesidad de realizar una investigacin secreta sobre el episodio. Nadie poda saber que el principal ordenador del despacho de su hijo haba sido saqueado con total impunidad.

    Ya sabe, Cruells, sobre todo hgalo con mucha discrecin orden Jordi Pujol con un susurro al director general de Seguridad Ciudadana, Antoni Cruells, en un tono que no admita rplica Mucha discrecin! repiti.

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    Hubo cruces de llamadas y se tomaron medidas: se habl con gente de Informacin a la que se orden que organizase un grupo secreto con los mejores agentes para investigar un asunto de vital im-portancia, de secreto de Estado. Prioridad absoluta. Pondra a sus pa- ta negra sobre el tema y, con un poco de suerte, y si consegua saber quin haba sido el desalmado que haba realizado la intrusin, acu-mulara mritos para ser el prximo consejero de Interior, cargo que ambicionaba.

    La movilizacin

    Pero el presidente no se conform con movilizar a la unidad de elite de la polica. Habl con empresarios de confianza, los que tienen un enorme poder econmico y a odos de los que, tarde o temprano, siempre llega la informacin confidencial que corre por el mercado, por si les interesa comprarla. E hizo partcipes en su bsqueda a sus ms estrechos colaboradores. Uno de estos, el asesor fiscal Joan Antoni Snchez Carret, comenz a interesarse por el tema, puesto que conoca a los Jordis y, adems, entre el material sustrado haba comunicaciones del despacho de Ganduxer con su oficina. Eran comunicaciones nor-males, puesto que la compaa de Snchez Carret, Audigest, llevaba la administracin contable, administrativa y fiscal de los negocios de Jnior y su socio. Pero tambin llevaba los asuntos fiscales de toda la familia Pujol, por ejemplo.

    Snchez Carret llam a muchas puertas para tratar de dar con los autores del robo y algunas llegaron a conclusiones positivas. No era el nico, empresarios como Manuel Lao y Miguel Durn, el ex de la Once, tambin se ofrecieron a ayudar en lo posible a la familia del pre-sident. El primero puso a trabajar a todos sus hombres para detectar de dnde parta la amenaza. Durn lleg a entrevistarse con el conseller en cap, Artur Mas, para asegurarle que en las alcantarillas haba la informa-cin o parte de ella a disposicin de quien la quisiera comprar por 30 millones de pesetas. Conseller. Yo no entro ni salgo ni gano nada.

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    Si me dais luz verde, puedo intentar retirar de circulacin ese dossier. Y vuelvo a insistir en que yo no pretendo ninguna comisin ni nada parecido. Te lo explico porque me parece muy grave lo que ha pasado, le dijo Durn a Mas.

    Paralelamente, Jordi Pujol llam a otro personaje no menos in-trincado que todos los anteriores. Era el hombre en quien ms confia-ba, el que no le haba fallado nunca, el que se haba sacrificado por l, el que haba empleado a su hijo, el que le haba realizado multitud de trabajos, el que haba trabajado en la sombra para l, el cmplice con el que de vez en cuando tomaba algo en un relajante local de la ave-nida Diagonal, el que le habra prometido que levantara otro imperio para l similar al perdido de Banca Catalana: Llus Prenafeta, secretario general de Presidencia de 1980 a 1990. Prenafeta tuvo que dejar su cargo en medio de un gran escndalo: adems de secretario general de Presidencia, era consejero de la Compaa Ibrica de Seguros, lo que era incompatible con su situacin y por lo que la Fiscala abri una investigacin tras una denuncia de la CNT. Adems, su familia estaba recibiendo cientos de millones de pesetas en subvenciones de la CARIC (Comissi dAjuts a la Reconversi Industrial de Catalunya) para el grupo Tipel, que presentara suspensin de pagos poco despus. En este grupo haba dado acogida a un joven Jordi Pujol Ferrusola, al que el presidente de Tipel, Isidor Prenafeta, primo de Llus, pasaba a recoger en su coche con chofer cuando iba al trabajo. Es que le queda de camino, era la explicacin que daba cuando se le preguntaba sobre esa extraa circunstancia. En cambio, tambin tena como empleado a otro joven, Artur Mas, responsable de la internacionalizacin del grupo. Pero a Mas no le haca, entonces, tamaa distincin. Claro que tampoco era el hijo del jefe.

    Prenafeta organiz toda la actividad exterior en los primeros aos de la Generalitat. Gracias a sus contactos internacionales, llev a Pujol a los despachos de mandatarios de medio mundo. La abrupta salida del gobierno cataln el 31 de mayo de 1990 hay que entenderla tam-bin en clave interna: Prenafeta haba secuestrado la voluntad de Jordi Pujol. Tena ms poder dentro de la Administracin que el mismsimo

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    president. Pero era el cerebro en la sombra, el hombre gris que siempre se mova entre bambalinas. Por ello, tambin era el hombre ms odia-do y ms temido. En 1990, un extenso informe, bajo el epgrafe de confidencial, desvelaba las operaciones financieras e industriales, as como los intereses personales de algunos dirigentes de Convergncia Democrtica de Catalunya (CDC). Se trataba de una radiografa de lo que desde entonces se iba a conocer como el sector de los negocios.

    Con una portada ligeramente celeste, y ciclostilado, el dossier fue profusamente repartido en los crculos polticos de la poca, y amplia-mente comentado. Dos de sus protagonistas eran, precisamente, Llus Prenafeta y el exconsejero de Industria y ya consejero de Economa Maci Alavedra, hombre fuerte del gobierno de Jordi Pujol en aquel momento. El informe fue atribuido a Miquel Sellars, que jams neg su autora. El primer director general de los Mossos dEsquadra pasaba, as, cuentas con un grupo de polticos que jams discernan lo que eran negocios privados y servicio pblico. Y es que es difcil distinguir entre lo pblico y lo privado, especialmente cuando a uno no le interesa.

    Esa fue la poltica bastarda seguida por los Jordis. La que no diferen-cia lo pblico de lo privado y que encontr un campo abonado a sus in-tereses en los clanes familiares que se haban adueado de la Generalitat, convirtindola en un cortijo. Y ahora iba a ser Prenafeta quien intentara neutralizar los obuses que amenazaban a la casta poltica catalana, porque podan ir dirigidos contra el capitn del barco, el incombustible Jordi Pujol i Soley. As, el otrora fiel escudero del president comenz tambin a remover Roma con Santiago para intentar saber de dnde provenan los zarpazos. La opinin ms extendida en aquel momento era que el CESID poda estar detrs de la intrusin. En algunos crculos se afirma que Prenafeta logr enviar un emisario al CESID para intentar frenar el chantaje, pero esta versin jams ha sido confirmada.

    En cambio, dos oficiales de la inteligencia espaola se desplazaron a Barcelona para estudiar in situ el caso. Estos dos oficiales, con el grado de comandante, se reunieron con una persona de la confianza de Jordi Pujol i Soley, pero desecharon la ciudad de Barcelona. Haba de ser en un terreno que tuvieran ms controlado. As, la reunin se llev a cabo

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    en La Floresta, una localidad de la falda del Tibidabo, entre Barcelona y Sant Cugat.

    Nos llegan noticias de que el CESID est detrs del robo de informacin en el despacho del hijo del seor Pujol les cont el intermediario.

    Nosotros no tenemos nada que ver. El Centro no ha investiga-do ni vigilado nada de Jordi Pujol o de su familia y, mucho menos, ha realizado una intrusin en el despacho que dice.

    Pero nos llegan informaciones de que ustedes o alguien que tra-bajaba para ustedes pueden haber sido los autores.

    No tenemos noticias. No disponemos de ninguna informacin sobre ese episodio. Cmo llevan ustedes la investigacin?

    El president ha encargado a los Mossos dEsquadra que investiguen el tema con mucha discrecin, porque est muy preocupado. Pero no hay ninguna pista material que nos lleve hasta los autores. Solo rumores que apuntan hacia el CESID.

    Le puedo prometer que nosotros no hemos organizado nada. De todos modos, haremos algunas averiguaciones por si alguien de los nuestros ha odo algo. Pero si el tema est en manos de los Mossos, ah tienen a Xavier Martorell, que es un to muy profesional y que sabe lo que se hace.

    La polica autonmica se haba estrellado contra un muro. Intervino los correos enviados con el chantaje, pero no descubri nada. La IP del ordenador estaba completamente limpia. Haba sido comprado en metlico y, para conectar, utilizaba redes Wifi abiertas. Por tanto, era imposible llegar hasta quien mova los hilos. Mientras tanto, otro de los hombres que, por encargo del entorno de Pujol, estaba investigando el tema logr conectar con ngel. Se vieron en Madrid, entre cuidadas medidas de seguridad. La respuesta que recibi el enviado especial fue que, efectivamente, hasta algn despacho haba llegado el dossier. El contenido estaba en varios CD, de los que le ensearon uno. Con esa informacin, el enviado volvi a Barcelona y confirm que la intrusin se haba realizado por expertos profesionales, pero que ya no trabajaban para los servicios de informacin. Puedo confirmar que uno de los del

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    grupo es un pata negra que haba trabajado con el coronel Perote y que es experto en intrusiones fsicas en edificios, fue el mensaje aproximado que dio a quien le haba enviado. Juan Alberto Perote es el espa espaol quiz ms famoso, debido a su abrupta salida del CESID. Durante su etapa operativa, haba sido jefe de la Agrupacin Operativa de Misiones Especiales (AOME) y fue condenado por filtrar documen-tos del CESID a Mario Conde. Sea como fuere, tan repentinamente como haban empezado a enviar correos, cesaron en su envo. ngel desapareci de escena y las negociaciones saltaron por los aires en el momento en que los extorsionadores haban rebajado sus exigencias ya a 100 millones de pesetas y los Jordis estaban dispuestos a pagar un mxi-mo de 30. Fueron los mandos del CESID los que pudieron neutralizar a los extorsionadores? La nica verdad absoluta es que, de repente, que-d conjurada la amenaza de que se difundieran los datos obtenidos por aquella accin, que hubiese provocado uno de los mayores escndalos poltico-econmicos hasta entonces conocidos.

    La infiltracin

    Durante muchos aos, se ha instigado la historia de que Jordi Pujol era una de las personas ms investigadas por los servicios secretos espa-oles. En algunos crculos polticos espaoles se pretenda que el partido que ganaba las elecciones en Espaa tena dosieres explosivos sobre el presidente de la Generalitat, para as asegurarse el apoyo de los catalanes en el Congreso, especialmente cuando el partido mayoritario, ya fuese el PSOE o el PP, no haba sacado mayora absoluta. Esta afirmacin, sin embargo, es falsa. Para garantizarse el apoyo de los nacionalistas catala-nes solo haca falta ponerles sobre la mesa algunas concesiones: bien el traspaso de alguna competencia, garantizando una partida extraordinaria para las arcas de la administracin autonmica o comprometindose en una inversin concreta durante la siguiente legislatura. A nadie le im-portaba si Jordi Pujol haca o deshaca ms o si dejaba hacer o deshacer a sus hijos. Durante dcadas, el veterano poltico cataln fue el asegu-

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    rador de la gobernabilidad de Espaa. Sus teoras estaban muy lejos del independentismo y era el garante del seny en Catalua. Era visto como un hombre moderado e incluso imprescindible en el panorama poltico. Su nombre apareca junto al elenco de los hombres de Estado que hicieron posible la Transicin hacia la democracia: Felipe Gonzlez, Santiago Carrillo, Adolfo Surez o Manuel Fraga. Junto a ellos, Pujol era el quinto jinete y se lo supieron agradecer dejndolo tranquilo en su feudo.

    Lo cierto es que los servicios secretos espaoles no se interesaron por los negocios de la familia Pujol hasta el ao 2012, porque hasta en-tonces Jordi Pujol no era un peligro para el Estado. A partir de entonces, s. Tanto l como los suyos. A finales de los ochenta, con motivo del dossier sobre el sector de los negocios de Convergncia, hubo una buena ocasin para hurgar en los clanes catalanes, pero se pas de puntillas por el tema, ya que haba otras prioridades. Sin ir ms lejos, se dedicaron m-probos esfuerzos a alejar el fantasma de un atentado durante los Juegos Olmpicos de Barcelona y a luchar contra ETA, que traa de cabeza a los servicios espaoles. El gobierno tambin estaba inmerso en el control de grandes financieros, como Mario Conde, Javier de la Rosa, Jess Gil o Jos Mara Ruiz-Mateos, que haban declarado la guerra al sistema y que se atrevan incluso a abrir oficinas para comprar informacin y dosieres a plena luz del da. Pujol ni siquiera era merecedor de una pizca de atencin, aunque no se le quit el ojo de encima por lo que pudiera pasar y por si variaba su rumbo poltico. En otras palabras, el presidente cataln era un aliado al que no se le conceda luz verde total, pero al que se poda contentar abriendo el grifo del dinero.

    La mayor preocupacin de los servicios, en aquel momento, era evi-tar que en Catalua pudiese florecer un movimiento armado como ETA o que resucitase Terra Lliure, por lo que los negocios que pudieran tener Jordi Pujol, su familia o sus adlteres pasaban a un segundo plano. Y en el cometido de controlar a los radicales se volcaron tanto el CESID como los servicios de informacin de polica y Guardia Civil. A principios de los noventa, el personaje a controlar no era otro que ngel Colom, un joven radical que haba liderado durante los ochenta la Crida a la Solidaritat, la

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    organizacin civil ms radical de Catalua. En un golpe de efecto per-fectamente planificado, los militantes de la Crida se apuntaron en masa a Esquerra y Colom logr desbancar a la vieja guardia convirtindose en secretario general del histrico partido en 1989, tras derrotar a Josep Llus Carod-Rovira. Los servicios espaoles lograron introducir un topo en el equipo ms ntimo de Colom. Ese topo se vea peridicamente con su contacto en un bar de la calle Lleida y pasaba a los servicios secretos espaoles las novedades internas de Esquerra y de Colom.

    En esa poca, el CESID se dedic a trufar de infiltrados las filas de los grupos ms radicales, llegando a penetrar en ellos incluso en Banyoles, uno de los feudos del independentismo. All, varios colabo-radores del CESID recogan informacin fidedigna de los movimien-tos radicales, tanto desde dentro de los mismos como desde fuera. La informacin que aportaron fue muy importante a la hora de planificar actuaciones tan sealadas como la macrooperacin entre finales de ju-nio y mediados de julio de 1992 en la que cayeron cuarenta y cinco activistas vinculados a los crculos radicales. El operativo, dirigido por el juez Baltasar Garzn, se realiz das antes del inicio de los Juegos Olmpicos y fue muy criticado por los independentistas catalanes, pero en realidad signific la puntilla a Terra Lliure, que ya no volvi a tener aparato operativo. La mayora de los detenidos denunciaron torturas y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos lleg a condenar en 2004 al Estado espaol por negarse a investigar esas denuncias. Pero el gobierno del PSOE se basaba en informes forenses que haba solicitado y que determinaban que los activistas mentan y que las lesiones que decan tener no se correspondan con torturas ni malos tratos en comisara. Es ms: los dos casos ms graves se deban a autolesiones de los detenidos, uno de ellos acusado tambin de atraco. Tras los Juegos, los servicios continuaron vigilando de cerca a ERC, por si el movimiento violento se reorganizaba dentro del partido.

    En las filas de CiU, sin embargo, siempre hubo el convencimiento de que Pujol estaba ms controlado de lo que pareca. En su libro Jordi Pujol. En nombre de Catalua, Flix Martnez y Jordi Oliveras sealan que a mediados de los noventa el que entonces era mximo responsable

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    policial de los Mossos dEsquadra, el antiguo comandante del Ejrcito del Aire Josep Peris, haba empezado a recopilar informacin sobre las relaciones entre Jordi Pujol Ferrusola y Javier de la Rosa, as como sobre las actividades de Oleguer Pujol Ferrusola, el benjamn de la familia, en el entorno del independentismo radical. Versiones apcrifas apun-tan que el informe redactado tras aquellas investigaciones era inocuo y no revelaba ninguna actividad irregular; por otro lado, el hecho de que Peris continuara vinculado a la Generalitat y percibiendo su sueldo sin apenas hacer acto de presencia y emergiera aos ms tarde como dirigente y jefe de seguridad de Uni Democrtica, sugiere que poda tratarse de un agente doble.

    En el texto aseguran tambin que el CESID haba seguido a Jordi Pujol, a quien daban el nombre en clave de Len. Pero apuntan un dato importante: Los agentes del Centro fotografiaron a Pujol a la puerta de su domicilio. En esos mismos das, adems, la entonces responsable del Departamento de Gobernacin, Maria Eugnia Cuenca, recibi un men-saje de un alto cargo de los Mossos dEsquadra en el que le adverta que el CESID estaba investigando las actividades profesionales del hijo del president. Es probable que en esta ocasin los agentes estuvieran sondean-do organismos judiciales con el mismo fin. La informacin no iba del todo desencaminada, aunque haba muchos recovecos a tener en cuenta. No todo era tan sencillo. Josep Peris, en efecto, era el jefe de los Mossos dEsquadra en aquel momento y mantena una guerra abierta, sin cuartel, con lo que se llamaba el grupo de los mortadelos. Estos eran un grupo de agentes de Informacin que hacan los trabajos delicados. Su misin era velar por la seguridad del presidente de la Generalitat y sus informes eran reportados directamente a Antoni Cruells, director general de Seguridad Ciudadana de la Generalitat, obviando a su jefe natural, Josep Peris.

    El encargo

    En 1992, cuando el coronel de Aviacin Manuel Ortiz se hizo cargo de la delegacin del CESID en Barcelona, se encontr con que

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    el jefe de la polica autonmica era su compaero de promocin Josep Peris. Ambos se haban convertido en oficiales al mismo tiempo en Len. Peris advirti a sus superiores de quin era el nuevo mandams de los espas espaoles en Catalua.

    No nos vendra mal un puente con el CESID. Debera usted mantener una relacin fluida con l, porque nunca se sabe. Podemos aprovechar esta circunstancia para establecer relaciones de buena ve-cindad. Incluso nos puede ser til en el futuro, dependiendo de las circunstancias le dijeron al jefe de los Mossos.

    De este modo, Peris se present a su amigo Manolo, le explic su trabajo y estableci una relacin peridica con l, incluidos algu-nos partidos de golf en Castelldefels. Mientras tanto, en el gobierno se iba labrando la historia de que Peris jugaba con dos barajas, que era un espa y que haba que sacrselo de encima. Cruells gozaba entonces del apoyo de Jordi Pujol y de Miquel Sellars, el primer director de los Mossos, la persona que haba estructurado el cuerpo, amigo de Jordi Pujol y uno de los fundadores de Convergncia en el ao 1974. Sellars, ya fuera del gobierno, tena, sin embargo, lnea abierta con los mortadelos, muchos de los cuales l haba escogido personalmente para formar la elite de la polica autonmica. Para ese exclusivo grupo, haba alquilado un piso en la calle Consejo de Ciento de Barcelona, encima del selecto restaurante La Orotava, inmueble que convirtieron enseguida en su cuartel general y del que nadie tena conocimiento.

    Los partidos de golf dieron fruto. Se estableci una fluida relacin entre los dos antiguos compaeros de armas. Espiaba Manolo Ortiz a Josep Peris o espiaba Josep Peris a Manolo Ortiz? Posiblemente, ni una cosa ni la otra. Como buenos vecinos, podan intercambiarse cromos de cuando en cuando, o podan regalarse comentarios ms o menos con-fidenciales, pero sera excesivo decir que ello comportaba un espionaje en toda regla. Pero bien es cierto que fue su amigo Manolo Ortiz quien haba alertado a Peris de que haba una investigacin judicial sobre Jordi Pujol Ferrusola. Y, al final, ese scoop acab siendo la puntilla del jefe de los Mossos dEsquadra.

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