Violencia, exilio y memoria: Hannah Arendt, Edward Said y ...
PUERTO—SAID Allá lejos, dominada por su faro, agrupando se al parecer en torno de la casa de La...
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I N D ICE
EN EL CAI RO
Puerto- Said .
I smá I liya .
Boda. árabe .
D ervichesEn el V ie j o Cairo .
Ca fés .
Qu intas .
Sepu lcros .
El Bazar.
Museo A rabe .
El genio de la, mezqu ita GamiaeB aile de másca ras.
MORABEC
El cetro de la 1:eina A lab.
La muerte de Ma imaEl regalo del hada .
Los rubíes maravillososE l gusano misterioso
Ka sida .
E l vino milagroso de la copa encantadaEl arquero d el bosque.Las náyades .
E l poema del rabí .
El huerto de la Paz.
Egloga .
V aras mágicasLa sombra .
La fuente .
El castillo de Gu iseh .
LAS RU I N AS
Menfis y Sakara..La Esfinge .
Las cigúeñas de Lu xor.
Karnac .
El valle de 165 Reyes .
Elefanti_naLa isla de Filoe .
PUERTO—SAID
Allá lej os , dominada por su faro , agrupandose al parecer en torno de la casa de La Com
pañía ,que tiene el aspecto de un templo , dibú
j ase Puerto Said sobre el incendio del pomiente . El malecón ,
angosto y fuerte , se interna enel mar
,dando la sensación de separarse de la
tierra para aislarnos entre las olas . Un cañonazo suena ; en los buques de guerra se oyentoques militares ; y los pabellones caen de losmástiles
,mientras las linternas se encienden ro
jizas , como con chispazos del horizonte . El aguase puebla de chalupas pescadoras a velas desplegadas
,y sobre el círculo del monumento de
Lesseps varios mahometanos elevan su plegaria .
El movimiento de la mano del gran francésresurge vigoroso en el aire de la tarde , y su piese adelanta hac ia el mar , y su amplio gesto saluda a las banderas de los cuatro vientos delmundo . Varios europeos se ríen de los musulmanes que
,sobre sus sebleks tendidos , se pros
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tem an y se levantan , en una especie de ejercicio gimnástico . Bien están
,sin embargo
,al pie
de esa estatua . Sus vestidos son menos fuertesy durables que el ropaje de bronce
,pero como
aquel hombre tienen en sus e8píritus la fe , y conella se transportan los montes . Fe en Dios—o
en un ideal cualquiera ,—algo que ponga másallá de nuestras frentes una estrella inspiradora ; eso es arma de vigor inextinguible , eso es
lo estampado en la tumba de Pasteur , con palabras luminosas de uno de sus discursos . Lesseps dilató el dominio del mar haciendo m áspróspera la tierra .
El viej o sueño de los Sesostris,los Nehos
,los
D aríos,y de todos los habitantes de Egipto
,se
realizó por la fe y el genio de Francia . Estenombre no puede pronunciarse sino con tristeza en lugares que marcan su decadencia política . En medio de turbulencias desencadenadas por hombres y gobiernos insensatos , empieza como a languidecer la luz de la civilización que del Sena salía a fecundar el mundo .
En tanto , el monumento , esperando la caídatotal , o el sacudimiento que vuelva al grandev noble país su antigua fuerza
,se alza y habla
de su gloria . Y la inscripción del plinto : Apérimus terram centro
, se lee con placer en latín ,
cual si el honor de la obra se extendiese sobre
la raza Los mahometanos siguen re
zando y los eur0peos sonriendo ; y aquéllos hacen bien
,y éstos mal . El Oriente no ha muer
to, está aletargado . Sus pueblos son fuertes, qui
zá sin saberlo , porque aman sus tierras y vivensus dioses . Hostigar a la ñera es excitar el furor de su garra . Los salvajes insurrecto s de Pekin no eran
,para quien quiera ser justo , sino
patriotas . Es más simpático un soldado bab iendo barricada con la tumba de sus padres
, que
luchando por un equilibrio internacional , quees el ajedrez del robo . En nombre de Mahomaaquí , en nombre de Buda más allá , el Africa yel Asia se alzarán un día. Serán vencidos al fmpor la estrategia y las armas pero ya los boershan enseñad o lo que significa cantar salmos ydefender hogares . Sólo la persuasión del misionero puede conquistar a los orientales
,pues
así su necesidad imperiosa de creer, es substi
tuída y no arrasada . Pero algunos franciscanos,
en Siria , nos han dicho que entre los musulmanes sus voces se pierden infecundas : sonirreductibles fanáticos . Si h ay algún inglés entre los del grupo , en vez de reir , debiera me
ditar , ya que es su gobierno el que más se impone en las orillas del Nilo .
EN TREN
Saliendo de Puerto Said , el ferrocarril costea largas extensiones del canal de Suez y , alotro lado
,una llanura anega
'
da . Aquí y allá ,
rompiendo la monotonía de la inundación,peda
zos de verdura asoman,brillan y = esmaltan . SO
bre uno de ellos vemos una cigíí eña , de pie ,evocadora de un vuelo grabado . Y al entrar en
la tierra del sol , nos obsede el recuerdo lej anode un cuento
,nacido en un país de bruma . Pe
queno libro ilustrado,el de Andersen
,nos dió
por la primera vez la sensación deslumbradorade mundos desconocidos . Por él sintió nuestrainfancia , con una vaga inquietud
,despertarse
el instinto que pone ansiedad en los ojos , si unaave vuela y una nube pasa. Ah
,qué
"
bella historia la de la hij a del rey del Limo !Con un plumazón de cisne
,su madre aban
dona el Egipto para llegar,no lej os de Skagen ,
a los terrenos hornagueros de la punta septentrional de Jutlandia . Busca la flor milagrosaanunciada por el oráculo para salvar a su pa
_ 13 _
dre enfermo . Sus hermanas,celosas del cariño
del faraón,la abandonan en un pantano y le ro
ban las alas . Una ciguena lo presencia todo , yve desaparecer baj o las aguas a la princesa .
Pasa un tiempo,y en un iris surge , como pis
tilo de la flor,una hermosa niña . Es Helda , hi
j a del rey del Limo y de la pobre prisionera . Lacigíieña la toma suavemente y la dej a en el lecho de la mujer de un pirata normando . Enaquella casa la niña crece . De día es hermosacomo su madre
,con un carác ter bravío donde
bulle el alma del rey , y de noche se transformaen rana , recordando el cieno
,su cuna
,y sus
dulces ojos reflej an el e8píritu de la princesa .
Los piratas llevan al castillo un prisionero , heraldo de una religión nueva . Se decide su muerte . Helda pide presenciar el sac rificio . Su madreadoptiva la busca después de metamorfoseadaen la noche
,le habl
'
a'
con elocuencia , y los ojostristes , inteligentes , del inmundo animal , vierten lágrimas . El sacerdote , a quien liberta , lehace el signo de la cruz , y libre de su sortile
gio , adquiriendo para siempre la forma humana , sac a del pantano , tras milagrosas aventu
ras , a su verdadera madr e , toma la piel delcisne traída por la cigííeña , y vuelve a Egipto ,siendo la flor que con un beso da la salud al
abuelo . Esa historia , celebrada por la corte , esesculpida en los muros del palacioPor el gozo que el cuento nos produj era
,con
su visión de países exóticos,se nos regaló un
ej emplar de Las mil y una noches . El hombredel Cairo surgía a veces de los cuentos árabes ,como un rayo de luz fantasmagórica
,quedando
durmiente en la imaginac ión,para pintar des
pués,al soñar
,extrañas escenas . Y hoy
,cami
no de esa ciudad,nos rec ibe la silueta del li
bro dinamarqués , real y viva entre los juncos ,anunciando al viej o Egipto
,la eternamente re
novada juventud de sus mieses . a ¡ Oh amable ypalpitante símbolo
,con cuánto placer recibimos
tu bienvenida ! Salve a ti , que cruzaste con unsoplo encantador por la primavera de nuestroespíritu
,llevándonos en tus alas armoniosas has
ta la cueva mágica de Aladino… » Y la noblecigiíeña no oye , y la vemos borrarse en el horizonte , pues el tren vuela , muy ajeno a nuestro encuentro amistoso .
Al cabo de una hora delineanse llanuras arenosas , bebiéndose las últimas aguas , y ,
de vezen cuando , surgen palmeras .
Antes de llegar a Ismailia se impone la impresión del desierto . El sol enceguece , el ca
lor aumenta . Los raros árboles aislados lo sien
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ten y se inclinan como buscando un refugio ensu propia sombra .
Después de Ismailia, el paisaj e cambia y apa
rece resplandeciendo el N ilo azul . Con emoción se saluda al río : él es el Egipto . Se vienea escuchar su voz sonante con los ecos de lasmás viej as civilizaciones . La frescura de susaguas tiene el primer aliento del mundo exha
lado sobre templos , palac ios y sepulcros . Hayotros ríos , y entre ellos el paterno , que hablanmás al corazón el Nilo es un río . del alma . Je
sus lo cruzó antes de recibir las aguas del Jordán. Mirarlo
,es también un sueño de artista .
Cual los viejos faraones,saludámoslo con el
nombre de Padre de los dioses , evocando laimagen que lo simbolizaba
,con la corona de
papiros y el ramo de Los terrenos dealuvión acarician los ojos con sus sembradíos .
Las palmeras se aproximan y, eslabonando sus
penachos , forman en los aires oas is de verduras . Villas y aldeas se suceden . La animaciónde las estac iones es extrao rdinaria , con gritos
pregonantes de naranjas y dátiles , entre el mo
vimiento de negros y de blancos,y la mezcla de
túnicas ceñidas y mantos sueltos,con tarbuches
rojos y multicolores albornoces .
En las eras , los ganados se multiplican ; enlos caminos , los cargamentos , sobre una raza de
— 16
fuertes y pequeños asnos , pasan sin cesar , ró
zando las monturas de los camellos sufridos yenigmáticos . De todas partes llega una impresión de bienestar , con fiebre de trabajo ; y elcolor de los cuadros y el bullir de la vida acrecen
,mientras el Cairo se acerca . El tren ,
como en París o en Nueva York ,
entra silbando
baj o una resonante bóveda de cristales ; estamos en la ciudad de los Califas .
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ISMA ILIYA
I smá Iliya , barrio central del Cairo , contrasta con el resto de la ciudad , por sus ampliasavenidas de acacias gigantescas y los jardinesde sus palacetes modernos . Isma Iliya , corazónde la vida bullente ,
con sus hoteles colosales ysus terrazas cubiertas de mesas , rebosa de ex
tranjeros y de músicas . Isma Iliya , perpetuafiesta de matices , es rincón del mundo adorado del sol , pues encuentra donde esmaltarse ymorir —sonriendo
,al resbalar por sobre los ar
boles , y temblar - en el movimiento de las calles . Isma Iliya , lugar alucinante en él se asiste , en pie y caminando , a un sueño de Oriente , que brilla y habla .
Uniformes de soldados turcos pasan entre losde ingleses y egipc ios y gentes vestidas con lasúltimas modas de París se mezclan a coptos yabisinios , beduínos y bohemios , indios y ne
gros . Las ropas iguales a la nuestra nos llaman a la realidad y el otro mundo
,mareante ,
resplandeciendo con sus albornoces y mantos ,LA voz.
—2…
—18
muévese sin cesar , como al impulso de unaola que mezcla los colores sin poder fundirlos .
Los caballos y los burros y los camellos dan alespectác ulo una vibrac ión más . vasta
,agitando
a diversas alturas caballeros y cargamentos enun vaivén pintoresco . Cruzan las victorias llenas de extranj eros
,y en los palanquines y en
los cupés vese a las mujeres , cubiertas con tules blancos
,custodiadas por los eunucos . Des
fiiam a escape delante de los coches los sais, es
grimiendo lanzas y haciendo relampaguear laslabores áureas de sus túnicas roj as . Pululan negras que dicen la buenaventura y árabes quejuegan con llamas y gumías , y vendedores defrutas que
, en vez de gritar , cantan desoladamente . Algún músico del Sudán toca un arpade gajos de sicomoro , sobre una caj a sonora ,adornada en sus aristas con .penachos de pal
Hay momento s en que las telas _de losmaestros venecianos
,donde personajes bíblicos
se juntan a contemporáneos de Italia y Oriente , evocadas sin esfuerzo , parecen animarse , derramando en Isma Iliya con sus audacias decolor , la balumba de sus anacronismos , real ypalpitante .
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un murmurio de bienvenida , que se lanza en
tre las frondosidades a morir perfumado . To
dos los árboles del Egipto se juntan en tornode gigantescas acac ias . Los extranjeros aparecen en medio del bosque tupido . El sol resbala
por las copas , y baj a hasta las aguas en vivosresplandores de oro
,temblando sobre las ver
dosas transparencias hechas por los reflejos delos flotantes lotos . Y apenas puede ñltrarse porentre las hoj as lujuriantes
,porque las lianas lo
ahogan enroscándose en los árboles , y despuésse trenzan y caen ,
cual si no bastaran los troncos para absorber las savias de la tierra . Losjuegos del agua saltan
,en tanto, de las grutas
centrales , y , más altas que las copas , convierten en el espac io los áureos refiejos de los es
tanques en cascadas diamantinas .
'
Y en otrasfuentes
,entre victorias regias llenas de vigor y
frescura,los pelícanos nadan ,
hundiendo susbolsudos picos , y alzando los cuerpos como es
pumosos ampos , donde el sol dibuj a rayos através de rosas ideales .
La gente se pasea en torno de las grutas,des
plegando el hormigueo cambiante de sus colores y los europeos y los orientales
,en dos mun
dos diversos que se tocan y no se confunden ,
van y vienen con un sacudimiento igual devida . El bienestar les llega como una virtud del
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aire voluptuoso entre los árboles robustos cua
jados de enredaderas . Cuán raro efecto producen los desfi les fúnebres de la avenida ! Losentierros cruzan a cada instante con el muerto a cara descubierta , entre el canto agudo delos imames . Los suras silbantes , con un clamor angustioso
,restallan entre los llantos de
las muj eres que gimen por dolor , y los de lasque desempeñan un oficio . La muerte , en me
dio de tanta vida , sorprende con su cortejo ex
trano,donde las plegarias se mezclan a las im
precaciones . En la calle , el tumulto de los vendedores y paseantes crece , como para no oir elcoro importuno . El parque
,indiferente
,respi
ra con más júbilo al sol,y a veces una brisa iró
nica sopla sobre las enredaderas,y echa sobre
el rostro del cadáver las flores que arranca
BODA ! RABE
Nos han conseguido invitación para un ca
samiento : en marcha . A la llegada , hallamosun despliegue de banderas en plena calle , comosi se tratase de una nesta pública . Una bandade música atrae a la gente del pueblo que a cada coche de extranj eros
,grita abakshish» , con
la espe ranza de unas monedas . Entramos en lacasa
'
del Bey,y nos envuelve un 80plo de la
Exposición de París : el tamboril , la ñauta,
el canto,el golpetear de manos de la Danza
del Vientre . Felizmente,aquello es simple mú
sica,lo que es ya bastante . Parec e que las cé
lebres aoualin,esas encantadoras de las fiestas
de los califas , hadas del baile árabe , han desaparecido por El salón es un jardín transformado en tienda . Los caminos dearena se han cubierto de alfombras
,y los mu
ros y el techo , son techo y muros de tapices .
Las banderas y los estandartes,con la nivea
luna sobre el campo sangriento,se mezclan a
los escudos con arabescos que narran los títulos
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del Bey. Penden innumerables arañas en ramilletes de estalactitas de cristal con la explosiónde cientos de luces . Los redondos reverberos ,reflej ándolas
, se transforman en fuentes de cambiantes iris . Todos los bordados de las tapicerías
,con la infinidad de sus colores , resurgen
en líneas idealizadas , en el fondo de los e8pe
jos . El ambiente es el de un palac io quiméricode leyenda .
Un criado , con el fez turco y un za'
bout de
seda azul , nos ofrece la taza de café ,-
pequeñacomo un dedal
,especie
“
de saludo de Oriente ,símbolo de hospitalidad graciosa . Entran euro
peos vestidos de frac ,y oficiales escoceses con
su tradicional uniforme : hay alemanes , ingleses , americanos ; tipos de todas las razas , yaquello se convierte en un curioso bazar cosmopolita .
Muchos de los turcos , en vez de la stambalina , traen caftanes , con las mangas más largas que los brazos , y geblahs flotantes de se
da . Vemos pasar algunas mujeres . En v ez de
salir a recibirlas algún miembro de la casa,los
eunucos las conducen y custodian como a bes'
tias de feria .
—Bajo los seblehs de matices obscuros , aparecen vestidas de blanco . D e' níveas,
vaporosas'
muselinas son los hurkos que en
vuelven sus cabelleras negras . Penden de sus
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cuellos c adenas de oro , y el milayéh que ocultael
"
rostro , dej a a veces ver sobre el pecho , alpalpitar con el aire , fulgores amortecidos deesmeraldas y diamantes . Las manos
,cargad as
de anillos,se disimulan , al levantar y ceñir los
manto s que les quitan la esbeltez de las formas . D e toda su persona sólo se ve u n círculolibre , sobre la nariz , hasta mitad de la frente :Por eso el kolb convierte hábilmente los oj os ,en las flores brillantes
,misteriosas y raras
, d e
aquella única ventana sin Pasan des'
pertando una gran curiosidad y dej an casi unsentimiento melancólico . Siguen por un corredor
,suben por una escalera los eunucos se dan
vuelta para cerciorarse de si algu ien los sigue .
La.precaución es et méme vexante .
Así dice un francés,con tal aire de convicción ,
que estallamos en una carcajada .
Los cria—dos pululan en tanto,repartiendo ci
gar'
rillos perfumados y agua con azahar . Enun salón vecino de la tienda improvisada
,se
verifica el festín : Los convidados aparecen tendidos en cómodos divanes .
'
D 6 8fll&ll bandejas decobre llenas de platos de porcelana con porciones
'
respetables de guisos de aves . Basta obser
var un instante para comprender que aquéllasson unas Bodas de Camacho , - aunque el buendon Alonso las hub iese desdeñado por no sen
tarse entre infieles . Sancho , más contempori
zador , no pasaría de largo ; pero al poco rato ,soñando con su Valdepeñas , tronaría contra laausencia de todo pellejo de tinto . En efecto , sesigue aquí la ley mahometana , y el vino falta .
También se come con las manos , cosa que , alparecer
,es muy natural , muy cómoda , muy
simple . Pero como no se puede sostener su limpieza
,detrás de cada comensal hay , llena de
agua,una palangana sobre un trípode .
Algunas conoc idas de nuestro hotel pasanllevando flores , custodiadas por eunucos . Naturalmente ,
las seguimos . Llegan a la escaleramisteriosa y suben . Danse vuelta y nos lanzanuna mirada burlona .. Nuestro querido francésno dice ya nada , profundamente desconsolado .
Cuando vuelven , hablando a la vez , nos cuentan lo que han ,
visto . En resumen,poca cosa .
La novia es j oven y fea : estaba entre dos eunucos todas las acompañantes huyeron al sentirlas . Ellas entregaron sus ramos de flores yrecib ieron de la desposada una sonrisa . Comono hablaba ningún idioma extranjero
,no se di
j eron nada . Las despidió con un gracioso zalamelé , tocándose el pecho y la frente con lasmanos , es decir , corazón y cabeza agradeci
Estamo s en un patio,y en lo alto , de
trás de las celosías se _oyen risas de _mujeres
—26
Aquellas misteriosas sombras de carne y hueso
que nos andan persiguiendo , están allí en inaccesible torreón . Los muchrabiyehs aparecen conrejas tupidas quizás hasta el sol , por ser mascu
l ino , no debe meter en el serrallo sus narices deluz indiscreta . Dar ojos al pensamiento sin duda es falta que el Corán anota
,pues aunque de
todo punto es imposible ver,un eunuco nos echa
con ad emanes que no pueden clasificarse entrelos gestos amables .
"
En el corredor encontramos al novio . Subea casarse , y sólo después de la ceremonia , si
guiendo el precepto de su religión,levantará
el velo de la despo sada . Las señoras que ya lahan visto tienen ganas de advertirle caritati
vamente que es muy A poco desciende .
N o parece impresionado por el descubrimiento .
Adiós ilusiones sobre un cortejo interesante .
Nos hablaron del desfile de la novia , bajo unbaldaquino de púrpura
,entre una lluvia
'
de Ho
res . Los eunucos,abanicando con grandes pal
mas de plumas,debían rodearla
,precediendo a
la familia y a docenas de amigas,envueltas en
hermosos sebleks de ceremonia . Así se conduceal baño a la recién casada .
En cambio de eso ,los convidados forman dos
compactas filas . La marcha real suena cuandollega el novio al pie de la e scalera . Este reco
D ERV ICI—IES
—Un coche , en carrera desenfrenada , n os llevaal convento de los derviches danzantes . En elsalón hay una galería alta y otra baja de madera , y en el centro un círculo encerado . Con am
plios mantos grises sobre túnicas blancas , aparecen los monjes . El jeque preside desde un ta
piz recamado de oro . Al pasar le saludan todoslos derviches
¡
ceremoniosamente ; después sesientan a la oriental sobre almadrai;ues , y caenen oración profunda .
El jeque abre los brazos y en alta voz for
mula una plegaria . Desde el almimbar responde un lector , cantando en seguida varios suras .
El coro de los monjes se alza rompiendo su me
ditación , y una flauta suena como un llamamiento lej ano . En lo íntimo del ser de los penitentes parece desplegarse el genio de la inspiración , y se ponen en pie ,
obedeciendo al imperio de esa voz misteriosa . Salúdanse con profundas reverencias y giran luego con los brazostendidos
,mientras sus manos dibujan signos
29
cabalísticos . El canto de la ñauta se complica ,deja sus sobresaltos al compás de los nakarehs ,y
'
eon los tabl'beledi se mezcla y armoniza enuna monótona melopea .
Los derviches echan las cabezas sobre loshombros y las manos , . agitándose , sugierenuna agonía de náufragos
,hasta quedar rígidas ,
como saliendo de la ola , mortaj a del cuerpomuerto . Y giran ausentes entre ellos , sin to
carse,y son las ruedas de un engranaje que se
combina,muévese y vive , dando las horas en
el círculo del éxtasis . En las cabezas parecenconservar restos de conciencia para gozar de sudevoción
,y en sus manos
,siempre rígidas , se
pasma la voluntad . Pierden la noción de la vidareal al fm
,obedecen a un impulso
,que les ano
nada la última vislumbre inteligente . Sus blancas túnicas , cuando la fuerza extraña que lesmueve se acelera
,cobran vuelos
,y una especie
de campana flota en torno de sus cuerpos : Estosse hacen más ligeros
,y el ej ercicio adquiere
cierta natural elegancia, con la flotante vesti
dura en leves ondulaciones de vela juguetona .
Al fin , llenos de serenidad ,danzan casi dormi
dos . Semejan los surtidores de una fuente conreintegrantes m ovimientos de aguas
,y así
,no
agotando la causa de su impulso,s on capaces
de moverse horas , y cual los cristalinos juegos ,
30
los derviches distraen con sus giros,y ac arician
el pensamiento,como las espumas
,sin saber lo
que con sus murmurios —Pasa muchotiempo y quedan en el mismo estado
,im itando
en realidad—tal es su simbolismo—la rotaciónde los astros .
En el mismo dí a se exhiben los dervichesaulladores : otra carrera desenfrenad a del co
che nos l leva a su convento . Aquí el tekke tiene el salón de ceremonias al aire libre
,bajo de
una parra . Por entre las hoj as filtras e el sol ,
y tiemblan alegres claros de azur . En una especie de proscenio están los monjes ; la ceremo
nia ha empezado .
Sobre el público el sol cae a raudales . Lostarbuches son llamas rojas entre los turbantesblancos de los jerifes , y los verdes de los peregrinos a la Meca , y los de tintas claras de losulemas . Los sombreros de las mujeres europeas y los matices de sus trajes se entremez
clan a las túnicas y mantos que tienen los reflejos del ir is y hacen una oleada , estremecién
dose con recuerdos de nube , mar y cielo , y detodo lo que es color
,júbilo
,vida . La miseria de
los derviches , con sus restos de vestiduras orientales y ropas eurºpeas ,
contrasta , en sus movimientos desesperados , con aquel rincón coruscante . Proclaman sus gritos , que no hay más
_ 31 _
Dios que Dios y Mahoma es su enviado , y esa
profesión de la fe musulmana se transforma enalgarabía rugiente . Sus cabezas se agitan , des
gonzadas , con sobresaltos espasmódicos . Hayuno impresionante
,con su melena , que azota
su pecho y su faz de viej o , evocando los salvaj es brotes de una ruina meditabunda y desolada . Se ven cabelleras sacudidas como enormespañuelos en un adiós trágico . Atrae sobre todoun poseído , con un chaleco de
"
terciopelo elegante y desgastado , que q uién sabe por cuálescircunstancias del destino está sobre su pecho .
Los ojos se le saltan de las órbitas,y en su
respiración anhelante hay el horror de una an
gustia que será agonía , si no encuentra un ano
nadamiento El pergamino de los nakaresh resuena frenético entre los golpes metálicos de los tablbeledi , y una zemmara modulauna queja. Los penitentes la buscan para reposarse en su lamento temeroso . Mas
,de pron
to , es un trueno rugiente,resta-llante en los
instrumentos exasperados , lo que pasa en turbión, y las cabezas todas , sin oir el son de laflauta , se agitan con un estertor horrísono . Lospechos parecen romperse y exhalar el almalos derviches se abaten insensibles
,catalépticos
los fieles pueden ir a tocar sus cuerpos santificados .
EN EL VIEJO CAIRO
Buscamos , eu el viej o Cairo , más allá de laisla de Roda
,la célebre iglesia copta . D escen
dientes directos de los antiguos egipcios,tie
nen los 00ptos,en general
,algo que atrae con
el interés que despierta la viej a raza del valledel Nilo . Su religión es la cristiana
,profesa
da con hondo fervor . Siguen aún hoy la here
jia de Eutiques , viendo en Jesús sólo su naturaleza divina
,sin aceptar el concilio de Calcew
donia . Sepultado en el fondo del más vetustobarrio del Cairo
,es menester
,para ver su tem
plo , subir y bajar callejuelas , rebosantes de mu
chachos que saltan de antros Obscuros , sobreempedrados sin aceras . Por algo que simula …unsepulcro etrusco , se desciende al asilo sagrado ,donde la Virgen se detuvo con el N iño ,
“
según latradición de esa huída
,en que la imaginación
popular , cristalina como un arroyo , ha hechonacer tantas perfumantes frescas rosas . Después de baj ar aún muchos escalones , se llegaal gran recinto . Se cree entrar en un subterrá
33
neo , y la construcción se eleva y crece ante nuestros ojos . Lo dividen rej illas , dándole
” extrañoaspecto , bajo plafones y muros de cedro . Las
incrustaciones de marfil y nácar se multiplicandel techo al friso. La luz sombría huye misteriosa de los altos
,vagarosos agujeros , como si
siendo del tiempo de Eutiques pudiese no perder su noble antigiiedad , encerrándose en elcavernoso ambiente . En tanto
,todo el recinto
es una maravilla de ligeras ornamentaciones ,
ab iertas al parecer en la penumbra , como finoshelechos en la humedad de las grutas .A un paso de allí está la curiosa mezquita
Amru . Un patio colosal,lleno de árboles y ar
cadas , es lo primero que se mira . Allá , al frente y en el fondo , un bosque de columnas depiedra , con techo plano , rodea al mirab , queforma la verdadera nave . Vemos dos columnasgastadas por los fieles al pasar entre ellas , puesel hacerlo es buen augurio de que las puertasdel cielo no les serán cerradas . Hay mármolesde todas dimensiones y de todos matices , restosde construcciones romanas y bizantinas , en ex
traños juegos . En un bloque gris veteado,traí
do milagrosamente,según la leyenda
,desde la
Meca , aparecen los nombres de Alah ,Mahoma
y Soliman , formando un arabesco .
En el templo no se celebran los ritos . El ara
LA voz.—5
34 _
he errante , en su silencio , acentuado por el
murmurio de las hojas , estremecidas por los frescos soplos del Nilo , sólo puede , baj o el jub ilosocielo indiferente al que sufre y e3pera , recogerla paz que exhala el sueño de las cosas . Y puede t ambién , entre los árboles , contemplando lanave de piedra , evocar la mezquita de Medina ,edificada por el profeta mismo . Allí
,palmeras
reales eran columnas,apoyo natural del techo .
El viento , ll egando del desierto , después de zumbar en la ssterilidad de la nada , animaba lascopas como éste viniente del N ilo ; y en susmurmurios vagaba el espíritu del Enviado , conpensamientos sin palabras
,evocadores de los ár
boles que , según su promesa , dan sombra a lasfuentes del Paraíso .
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mitigar su sed , con tal de oir sus canciones .
Así era el espíritu del pueblo árabe… Feresdak , escuchando la mualakat de Lebid ,
se prosternó diciendo : aOtros caen de rodillas anteciertos suras del Corán ; yo saludo en esta forma los hermosos versos . » Así era el espíritu dela clase Y hoy , en estos cafés populares
,los antiguos gustos renacen , o por mejor
decir,se perpetúan .
El cuadr o da la impresión de ciertas callesandaluzas
,donde el cigarrillo y los naipes y la
charla sobre toros, son los elementos de la vi
da cuotidiana ,entre un rasgueo de guitarras ,
un paso de jota y una copla de cante hondo…
Dejamos a los clientes de los cafés ,contentos .
La alegría empieza a ser cosa santa en el mundo sombrío . Hacen bien en olvidar estos árabes que es de trabajo la vida del hombre sobrela tierra . En Europa la civilización moderna lostransformaría en obreros
,matandoles la felici
dad , al despoj ar sus almas de creencias y susmúsculos de fuerzas . El humo de los narguillés no es de usina que les empañe el cielo , y altravés de sus giros lo ven cual techo azul deuna vasta tienda hospitalaria . ¡ Que no conoz
can otro y sigan tranquilos fumando y oyendola historia de Antar y las aventuras de Seyid ,
contadas por sus poetas ; he ahí los votos delviaj ero
37
QUINTAS
En el camino del museo Guiseh presenciamosuna escena muy diversa . Grupos de hombres ymujeres esperan
,delante de la gran caserna ,
el sorteo de los soldados . La característica deeste pueblo es berrear hasta ensordec er , al menor incidente de la vida callejera o a la menor disputa por una mosca que vuela . Asombra ,pues , el observar a hombres y mujeres , en pieo tendidos por tierra , con inmovilidades de es
finge . Expendedores de frutas y dulces hanconstruido sus tiendas
,y en vano pregonan sus
mercancías : nadie se mueve . Apenas si algúnsakka , de odre de pellej o de cabra sobre el hom
bro , es llamado y se le compra un vaso de aguao si algún beduíno de manto azul y_albornozblanco se regala con los jugo-s de azahar vendidospor un hemalí . Y llegan incesantemente
,tira
das por burros,plataformas sobre dos ruedas ,
cub iertas de mujeres . Y éstas baj an alineandose silenciosas , envueltas en el chal negro
,con
el milayeh abierto sobre los ojosy ligado a las
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b inebas por espirales de alambre . Hay entrelos grupos una atmósfera opresora
,con la an
gustia de la desgracia ; pues para esta gentelos decretos que vienen del gob ierno casi desconocido , misterioso y temible , como la divinidad misma , implican ,
si mandan los hijos aotro lugar , un augurio de catástrofes o muerte .
N os llaman la atención,soldados ingleses que
entran y salen de la caserna . Un drogman nos
dice : ((Son ellos al fin los que hac en todo ,muestren o no la mano , y el día que las obrasde Assuan se concluyan , serán los exclusivos señores del Egipto . Comprendiendo que el Niloes nuestra vida , se lo han adueñado . Con gransentido práctico , recogerán en sus diques unenorme caudal en detrimento del nuestro , ycuando la creciente del río no baste , repartirána sus plantaciones de algodón esas aguas , mientras perecerán las de los naturales . Es la miseria , es el hambre en perspectiva . » Vamos a responder
,saludando a esa ingeniería evangélica ,
cuando una estentórea voz dice un nombre .
Sigue la lista de los designados que no podránsalir ni a despedirse . Madres
,hermanas y eSpo
sas ,“ se cubren de cenizas y de tierra . Con el
último nombre , estalla un lamento formidabley un aullido pavoroso . Luego
,dispersándose el
concurso,se divide en grupos . Los favorecidos
—39
por la suerte no consuelan a los otros , sino ,tamb ién gritando , les ac ompañan en su pena.
Los hombres maldicen entre los sollozos de lasmujeres . Algunas se mesan los cabellos , desgarrándose los tocados . Un mendigo , cubierto conun sayal gris , apóyase en un niño descalzo , quelleva apenas una camisa sobre el cuerpo , Ci
gantesco , silencioso e imponente , avanza el
anciano , y sus oj os de ciego , llenos de gruesaslágrimas , están más obscurecidos que nunca .
Entre el desconcierto de ininteligibles palabras , nos estremece un soplo de las antiguastragedias . Y de pronto , el mendigo , dominando la multitud , nos da en su serenidad dolorosa ,como en un relámpago
,la impresión de Edipo
partiendo al bosque purificante,entre el ho
rror compasivo de su Los grupos se
alejan por la avenida,y el sol , ñltrándo_se entre
las acacias , les pone aquí y allá alegres esca
mas de oro .
SEPULCROS
Antes de llegar a las tumbas de los Mamelucos , nos encontramos con un curioso barrio . Susconstrucciones sm interés arquitectónico
,cua
dradas y chatas , irradian al sol con uniformeblancura . En las calles reina un profundo silencio , ac entuado aquí por el canto de un páj aro ymás allá por chicuelos que juegan al disco . Estamos eu pleno cementerio . Cada casa es unsepulcro . Hay uno ab ierto , donde se hacen re
paraciones y nos permiten entrar . La muerteno j unta entre los mahometanos lo que la vida
Quiz á parezca una parad oj a si agregamos la palabra sexos , pero así es en los sepulcros se encuentran el departamento de hombres y el de las mujeres , tal como en las casas , el selamlik y el harán . Hay
'
una terceraantecámara destinada a los deudos y a sus visitantes . Las familias , en los aniversarios , pasanel dí a ,
reciben,y a veces velan en las vísperas .
Los que pueden hac er limosnas , llaman tamb ién a los pobres , y los sepulcros se llenan deanimac ión .
41
Las tumbas son muy hondas , para que loscuerpos se levanten y
'
oigan en pie a los angeles N ekir y Munkar . Estos los examinan la no
che sigu iente del entierro , desenredan sus al
mas y escriben sus ac ciones en los libros santos . Cada sepultura tiene una simple lápida , yla de los hombres , un turbante . Esculpido en
mármol,cambia de formas
, de tam año y de color , según la categoría del difunto . Es copiaexacta del que llevó el viviente . El turbantetiene su significac ión moral . Acompañando alhombre con una tela que da siete vueltas a lacabeza , equivalentes al largo de la mortaj a , lerecuerda siempre el último sueño . Y despu és ,eso que fué en la existencia evocación de muerte , es en la muerte
,alzándose esculpido sobre
las losas , símbolo de resurrección y de vida .
Todos los cementerios turcos y árabes quehemos visto , encuadrados en las ciudades comojardines públicos , o en las afueras con el mismo carác ter , atraen y hombres y mujeres,desde niños , jugueteando entre ellos , se familiarizan con la muerte . Lo mismo es este del Cairo . Algunas calles y muchos sepulcros aparecen cub iertos de viñas a modo de pabellones deverdura . Las lápidas funerarias tienen así en
dibuj os de oro, furtivos epitafios sin palabras ,
que caen entre el murmú rio armonioso de los
pámpanos . El tranquilo barrio se llena de apacibles imágenes , y créese que si se golpeara alas puertas los muertos saldrían a abrir con elsaludo de la hospitalidad antigua . La muerte no destila amargura ni dolor ; sus sombrasson transparentes su sueño es casi divino y sugenio vagabundea como alada sonrisa que tocael sol con la esperanza de una inmortalidadventurosa .
Al fin,llegamos a los sepulcros imperiales.
Por entre una rej a se ven , en un patio , variosde Mamelucos , antes fuertes y temidos . En el
panteón nos ponen_pantuflas como en un templo : las alfombras ceden mullidas . Las puertas de bronce en la cámara aparecen con tanágil , ligera explosión de labores , que cuandose las empuj a sorprende su resistencia . Las
tumbas surgen como catafalcos de parada , yhay un vivo contraste entre ell as y las bóvedasgrises y macizas . Todas son inmensos bloquesde piedra , convertidos por el cincel en vibrantes cuerpos de inverosímiles filigranas . N o tie
nen un solo claro : matices roj os y azules , es
carlatas y rosados , áureos y violetas , con medias t intas inexpresables , hacen de cada una ,un caprichoso ramillete de azúcar coloreada .
Basta la imagen de esa sensación para comprender que no son bellos . El pésimo gusto es
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numentos mezclan sus alminares y su explosiónde cúpulas estriadas . Las rodean grandes descampados y surgen en la soledad , con el interés melancó lico de las cosas declinantes . Enalgunos de sus muros , hay sebiles de que caenperennes—hilos cristalinos . Las hij as del Cairo ,con el odre sobre el hombro , se acercan en innumerables caravanas y forman grupos , y mezclan el murmullo de sus palabras al estremecimiento del agua . Así
,de aquellos califas—per
seguidores de la gloria para adornar el amorevocan el último sueño la mujer y la fuente .
45
EL BAZAR
Pasamos por la plaza del teatro de la Opera
,dejando avenidas de árboles frondosos , para
internarnos en callejuelas , donde , aunque susgentes no hagan nada , la pereza no habita en
las gargantas . Por todas partes suena un clamoreo incesante . Es curioso el aspecto de lasdos hileras de casas apenas separadas por unmetro , a causa de los machrabiyehs salientes yde sus rej illas trenzadas . Abaj o se tienden líneas interminables de tiendas . Son especie decasillas cuadradas , sin dejar ver puertas , comograndes nichos cavados en los muros . Y allí aparecen con las piernas c ruzadas sobre almohadones o alfombras , lampareros , zapateros , sastres ,trabajando ale
gremente entre el bullicio de la
calle . Las muj eres , hac iendo sus compras en
puestos de comestibles , van y vienen con lascriaturas a horcaj adas sobre el hombro . Lossakkas hacen sonar sus característicos vasos demetal sobre un platillo de cobre , vendiendo el
agua recogida en los sebiles . Cuando algún cá
— 46
mello se cruza , interceptando el tráfico , unacinguizarra infernal estremece muros y celosías . Y esto es muy frecuente : a menudo pasan los de las postas , con el hombre arriba , quedebe ocuparse de su carga
,carab ina
,yatagan
y arreos , al mismo tiempo que de las riendas .
Los muezines , entonces , en vano lanzan susllamados a la plegaria desde los alminares . Hayuna verdadera profusión de mezquitas en el
barrio , y nadie oye el clamor de sus sacerdotes ,que no hac e sino añadir a la algarabía de lacalle un tumulto en el espacio .
rI'ranquilo ,
le
jos de todo , por entre la mugre de los murosse divisa , divinamente azul , el cielo .
Esta agitación de un pueblo vociferante y movedizo , que por las mañanas se emborracha con
el aire y la luz , bulle en torno del Bazar , aquí ,como en toda ciudad oriental , perenne feria delos negocios .Atraen principalmente las exposiciones de
tapices , bordados y sederías,donde hay rinco
nes de la cueva mágica de los cuentos . Laspiedras preciosas se juntan en sartas sin formarcollares , como flores cortadas en profusión deslumbrante . La lámpara invisible de Aladinoarroja el fulgor sobre las facetas , y nuestrosojos se llenan con detalles de luz triste o jub i
— 47
losa,según el crepúsculo o el meridiano de sus
orientes .Vemos en tres vasos de cristal diamantes , es
meraldas y perlas negras . Pensamos en unacélebre canción árabe .
Las lágrimas del enamorado son de un com
pleto albor , porque llora ha tanto tiempo , queellas se emblanquecen cual sus cabellos . .
Después,las lágrimas son verdes
,porque sus
fuentes se han secado , y no es llanto , sino hiel ,lo que corre de sus ojos .
Por último,las lágrimas son negras , pues
no quedándole hiel al amante , se funden con
el dolor sus pupilas mismas .
Y en la cueva dé los cuentos,al influjo de
la lámpara , esas lágrimas se transforman en
diamantes,esmeraldas y perlas obscuras
,y mi
ran como con el recuerdo”
de los ojos humanosde que La multitud nos envuelve yarrebata
,y el mundo europeo
,mezclado al del
Cairo,anima con clarobscuros el cuadro . Y los
traj es y las lenguas de aquél,como constante
realidad de nuestro estado,hacen aquí
,cual en
parte alguna,má s sensible la ilusión de que lo
pintoresco es la representación de un sueño .
MUSEO ARABE
En el Museo ! rabe se mira con plac er unacolección de lámparas de cristal , con dibujos deflores . En Francia y Alemania se imitan
,sin
sorprender el enigma de su encanto . Tienenuna transparencia producida como por piedraspreciosas invisibles . El topa01o les presta , nosu matiz definido , pero sí la luz de ese matiz ,cual
'
si la piedra pudiese evaporarse , transformando eu espíritu su cuerpo. En esa volatización amarillenta se dibujan
, se iluminan su
tiles flores de zafiro,que no parecen estampa
das , sino hechas por reflej os , convertidos en pétalos conmovimientos de alas incorpóreas . Sonlos recuerdos de un matiz azul que , al pasar
por el vidrio , sueña con flores de un ideal j ardín. Cada una de ellas resulta sonrisa de latransparencia
,y parece inmaterial como el per
fume que da una rosa al sol que la besa . Losárabes actuales no saben ya hacer con el topacio y el zafiro esas fantasías de bombas más leves que flores
,y de flores más leves que luces
—49
el secretº se ha perdidº,cºmº sucede cºn el de
la pasta tierna de Sevres º cºn el del ºrº enlas vidrieras más antiguas del arte gótico .
Una colección de machrabiyehs , en ºtra sala ,fºrma cual cºnfesiºnariºs de templos cató licºs ,y a veces comº glorietas de fºrmas caprichºsas .
Así , en un instan te cruzan dºs ideas evocadasel recogimiento del alma arrºdillándºse al pesºde sus culpas , y lºs alegres cºlºquiºs de lºs diseretos asilºs en los parques de Luis XIV y deLºrenzº de Médicis . Y es que las rej as , trenzadas , obscuras , impenetrables , hablan incºnscientemente .
Entre ellas se deshºjan _rºsas , o se quemangranºs de inciensº ºficiº de lºs perfumes quecºnducen al cielº
,º detienen en la tierra , sien
do diversas fºrmas del amºr cºn el mismo es
piritu de misteriº . Nº nºs hemºs equivºcadº .
Lºs machrabiyehs del museº vienen de mezquitas y de serrallºs
"
célebres . Inquietan cual sifuese a dibuj arse entre sus redes defensivas lasformas blancas de las mujeres de Mahºma . Las
vemºs en Gesireh y en las calles ; y en el tea
trº , no bastándºles con las gasas del rºstro , se
ºstentan en palcos cub iertºs pºr velos . Detrásde las celºsías deben de mirar ávidamente lºstºcadºs de las eurºpeas . Se vislumbran sus gemelºs paseándose sin cesar pºr la . sala y se
LA vºz.—4
- 50
paradas pºr la religión de las otras mujeres , sehermanan cºn ellas pºr la curiºsidad instinti
Acaban en lºs espectác ulºs pºr Ocupar laimaginación , cºn su pensamiento , más impenetrable que sus rºstrºs/Hemºs ºídº cantar elTannhauser. ¿ Cómº llega esa música a lºs es
piritus que traen al teatrº el perfume de susharenes ? ¿ Cºn qué mºral impresión ºyen alperegrinº , penitente , pºr haber visitadº a V enus ? ¿Con qué asºmbrº verán a lºs cantºresdesnudar las espadas cºntra el hermanº , quepºseído canta el ardiente amor carnal ? ¿ Cómºse les aparecerá la serafica figura de Isabel , casta y bella
,salvandº a Tannhauser
,pºr pºder
ornar sus sienes cºn blancas rºsas hechas denieve inmaculada ? Cuántas contradicciºnes para aquellas mujeres , que salen del serrallº a latumba , sin cºnºcer ºtrºs caminºs , creyendº qmzá que el mejºr y más hermºsº sueñº es ir alcielo , transfºrmadas en buries vºluptuºsas l Perº aun más curiºso sería penetrar en sus cerebros las nºches en que Jane Hading representa las piezas de Dumas . D iane de Lys , Mistress
Clarkson , Suzanne extrañas figurasinconcebible's para reclusas de la vida , mºnjassin el altº ideal místicº , entregadas entre losmurºs al caprichº de un dé8pota . ¿ Cómº cºn
cebirán sus imaginac iºnes rºmancescas la vida
52
LA CIUDADELA
La ciudadela de Saladino ºcupa una altura ,cºn tºrres y murallas , sºmbrías cºmº sus re
cuerdos . El fusilamiento de lºs Mamelucos estaba
'
en las tradiciºnes de Oriente desde el célebre casº de lºs Ommíadas . En esta hecatºmbe se mezclarºn la traición ,
la crueldad y la poesia . Lºs más impºrtantes señºres vivían en Damascº , y fuerºn convidados pºr Abdalá a unbanquete . Eran nºventa y se esperaba su juramento de fidelidad a la nueva dinastía . Heaquí el resultadº . El pºeta Schºbl . viene a sa
ludarles . Su canción se tºrna en lúgubre, y susversºs traen cºn sus alas el sºplº de la muerte .
El linaje _de lºs Ommíadas debe perecer , desde sl trºncº de la palma hasta el retoñº másjºven . Es un dºlor verlº sentadº tan cerca deltronº ; la sangre de Said pide Asícanta el pºeta ; y hºmbres de Abdalá caen sº
bre lºs convidad os indefensºs . Entre el fragºrde las armas el vºtº se cumple : ni unº sºloqueda viviente
,y lºs almºhadºnes de lºs diva
nes cubren el rºstrº de lºs cadáveres . Despuésles sepultan entre ricºs tapices , se les ºlvida , yel festín empieza .
_ 53 _
Estas matanzas, en la histºria de Oriente ,
sºn las fiestas de su teatrº , y la imaginaciónpºpular hace siempre nac er ñºres de leyendade la sangre de las revueltas , que al menºs asíes fecunda . Aquí en la C iudadela , cuandº lºsMamelucos fuerºn ultimados , se salvó Eminsaltandº por una brecha . Y a lºs que ºyerºn elrelatº de bºca de sus abuelºs , ¿ cómo negarlesque era un verdaderº hipºgrifº , baj o las alas invisibles del ángel guerrerº , el caballo en quesaltó lºs fºsºs describiendº una parábºla fantástica ?… Dicen lºs histºriadºres que las piedras de la Ciudadela las recºgió Saladino haciendº destruir las pequeñas pirámides de la loma de Guizeh . Lºs mastabas fuerºn profanados , y las cenizas de lºs faraºnes dispersas en
el vientº . Las piedras de las tumbas , cansadasde asilar apaciblemente la muerte , se convirtierºn en tºrres para engendrarla . Desde en
tºnces , su histºria es una mezcla de crímenes,
cºnjuraciºnes y guerras extranj eras y civiles .
Para dºminar la Ciudadela amenazante , lºs cerrºs del Mºkatan se yerguen fºrt ificados . D es
de las barbacanas pueden verse sus cañones,y
por"
sºbre sus cumbres y sus hºmbres están lasnubes cºn el rayº . La destrucción en la tierray en el espaciº se presenta de prºntº , así , cºmºconstante anhelº de lºs Seres y las cºsas . Hºy ,
_ 54 _
entre lºs murºs de los turcºs,edificadºs cºn
piedras egipcias pºr'
cºnquistadºres árabes , vemos lºs rºjºs uniformes de lºs ingleses . Y mañana serán ºtrºs , y siempre con ellos , lºs mismºs sentimientos , iguales
”
instintºs,ideas se
mejantes , en ac ción mºnótona a fuerza de serinvariable . Pºr esº , estas piedras seculares , viej as cºmº la tierra , nº tienen la ilusión de creer ,cual nºsotrºs
,que hay un mundº mºderno di
verso del antiguo , y al sent ir que la vida nº
cambia , aunque se renueve , su gris de duelº esla expresión de un irredimible hastío .
En lo alto de la C iudadela , el sepulcrº deMahomet - Alí
, matadºr de lºs Mamelucos , se
alza en medio de una mezquita,que el pueblº
llama de alabastrº . El epítetº nº es una usurpación . El templº tiene un resplandºr ñúido ,
surgente de sus murºs , cºn matices nacarados ,en que leves reñejºs engendran furtivºs iris quese estampam al fin _triunf_antes en las vidrierasde cºlºres . Sºbre las bóvedas , lºs mºsaicºs sedibujan en la luz cºn estallidº de ñºres tropicales . El espectác ulº maravilla y nº seduce . Esta riqueza tiene algº de chºcante , y cuando sebusca el sentimientº religiºsº que la inspira yla transfºrma en templº , surge cual sus lám
paras,que carecen de mechas encendidas y bri
llan al sºl,sin adqu irir una llama de vivificante
misteriº .
55
Salimos de la mezquita , y desde un quioscºresguardadº pºr rej as vemºs desde la cºlinael Cairo . Al pie , en tºrnº de la fuente de unaplaza
,entre lºs verdores de naranjºs
,acacias
y datileras,bulle la'multitud . Hay allí un vai
vén de cºntinuas ºlas que , después de batir losmurºs del mºnumentº de Hasan , se desdoblaen ríºs , escurriéndºse pºr laterales callejuelas .
La animación de cºlºres vibrantes en mantºs yalbºrnºces rºza cºn su vida el gris de los muros
, que se cºncentran más en su grandeza me
ditativa , cºmo si el pasº de aquéllºs , instablesy movedizos , fuese un hºmenaje a su inmºvi
lidad Más allá de la plaza es imposible definir cºntºrnºs ni vislumbrar matices . Laciudad entera se amontona , evapºrándºse en laatmósfera abrasadora . Humºs densºs se elevande las chimeneas , y al sub ir se tºrnan ligerºs ,haciendº más real la sensación de que el Cairºse cºnvierte en ascendente luz . Lºs alminares
erigen las altas agujas de sus c umbres cºmº atrayendo lºs r ayºs del espaciº para verterlos diluidos y a torrentes sºbre el panºrama . Allá , a unlado , cºrre el N ilº , perdiéndºse en lºs horizontes , casi huyendº del fulgºr de ºrº , para salvarsu caudal de plata ; y las Pirámides , más lejºs ,vuélvense infºrmes , pues el sºl ofusca y no permite a lºs ojºs reposarse sºbre sus masas venerables .
EL GENIO D E' LA MEZQUITA GAMIA
La mezquita Gamia Sultán Hasan es la máshermºsa ruina del Cairº . N º hay
,al verla—cº
mo delante de los despºjºs del templº de Júpiter en Atenas 0 del de las Vestales en Rºma ,que imaginar un esplendor ausente . Esta
construcc ión , en su decadencia , tiene algº deuna vestidura de arminio degradadº , sºbre terciºpelo rºídº
, espectrº viviente de una riquezaagºnizante .
El vestíbulº,cºn su alta gruta de estalacti
tas , desmenuzándºse levemente , es matizadº reloj fantásticº de cristal de espumas , dºnde cá
da partícula desprendida de cºlºr señala el
vuelº de nuevas hºras . Y así , el monumentoen cuyº interior palpita el alma árabe en fºrmasbi2aritinas , evocandº , pesadº y mac izº , pºr fuera
,algún templº del más viej º Egipto ,—da , ba
jº su vestíbulº , la impresión de indiferencia delas grandes cºsas
,que reducen un siglº que pa
sa a un granºde pºlvº que cae .
La histºria sangrienta del Oriente ha desper
57
tadº más de una vez en sus murºs ecºs terribles
,cºnvertidºs hºy en el armºniºsº rumºr del
meida , cuya agua , en el centrº del patio , exhala atrayente
, aladai
quej a . Y el patiº , en realidad , es la gran nave de la mezquita cºn la cupula del cielo . La ºbra del hºmbre se funde cºnla naturaleza ; la colabºración resulta grandiºsa . Las nubes blancas , resplandec ientes , cºn
visºs de vapºres leves, en vibrantes V olutas , en
inmensas masas que se aligeran transformandºse , cruzan impelidas pºr la libre caprichºsainspirac ión del aire . Se siente el vértigº del alma , que busca el pensamientº de esas fºrmas ,queriendº historiar el vacío , y créese que lºsarquitectºs árabes han mirado ,
cºn lºs ºjºs ylos dedºs febriles , el cºntinuº vaivén instable ,para fij ar inmóviles en lºs azulados murºs lasblancas fantasías del cielº serenº . Perº las espumas brillantes palidecieron pºcº a pocº,
y anteel dºlºr de la luz perdida se han velad º cºn ungris de duelº . Lºs arabescos se desgajan , pierden sus cºntºrnºs , desaparecen llevándºse lagracia de las bóvedas
,y lºs versículºs del Cºrán
se entrelazan ilegibles,dejando caer cºn sus
letras despºjºs marchitos de ºrº . Pºr eso la nave tristemente sueña a la sºmbra del cºntiguo
_alminar , perpe tuo vigilante , insºmne centinela . Y si las hadas del Islam un dí a dierºn a éste
58
vuelo , e irguió su flecha y fué risueño al cºntac to del sºl , hºy , abrumado y ºbscuro , pareceespiar en el aire el gºlpe de la muerte .
El khatib Abumneca , en una tarde primeveral
,cruzó la nave descubierta del patiº y la te
chada que cubre el mirab , para sentarse en lapuerta del mausºleº de Hasán . El inmenso se
pulcrº de piedra en e l centrº da , destruído , unadoble imagen de la muerte , y los murºs de lacapilla y su alta bóveda nº cºnservan del viej oesplendºr sinº una vidriera de cºlºres .
Abumneca distinguió en la dirección de laQ ibla a tres fieles
,tendidºs sºbre el suelº que
ac ababa de cruzar . Las túnicas eran zaparras
trºsas, y sus turbantes más desteñidos que lºs
azulejºs del meida . El khatib alzó los ºj ºs detan triste espectáculº , y las cadenas pendientes de las bóvedas
,sin balancear lámparas en el
aire sagrado , le oprimieron el cºrazón ,cºmo si
la decadencia del templo le pesara allí cºn lamiseria de lºs seres y las cºsas . Las ºraciºnesse levantarºn ; el muezín acababa de prºclamar , cou
'
su gritº gutural,la hºra de la plega
na .
Era tan exiguo el númerº de fieles,que dºs
naves quedaban sin un sºlo rezº,hac iendº más
desmantelada la visión del mºnumento ruinoso . Las vºces de esºs pºcºs parecían nº querer
— 60
rridºs pasaban cºmº invisib les flechas a mºriren el silenciº del gran sepulcrº .
Abumneca recºrdó lº que leyera alguna vez ,que en Eurºpa : castillºs y templºs abandonados , sºn cºmº árbºles de piedra cubiertºs denidºs . En campanarios y en almenas experi
mentan las aves el placer de gu arecerse de lalluvia y de ºcultar sus amºres a una altura cºnquietada pºr el vuelº . Y aun lºs despo j ºs , cºnel mantº de lutº de sus trepadoras salvaj es
,las
atraen y adqui eren cºn ellas vºz para expresarsus melancºlías . Las ru inas res isten el pasº delt iempo que evºca lºs siglºs muertºs para abrumarlas , y las aves , cºn encantº juvenil , acarician su mutismo , que es una fºrma de gravepensamientº y nómadas º arraigadas , grandesº pequeñas
,brill antes º sºmbrías
,all í pºr dºn
de la acción del hºmbre ha pasadº engendrancºn sus alas el Pero la mezquita deHasán nº tení a esº , y las aves en la primave
ra egípcia,sin lluvias y sin vientºs
,parecían
cºlgar"
sus nidºs en maravillosas nubes . Adoraban el j úbilº del Sºl y querían siempre recibirsus chispas , y las chispas , al embeberse en susplumajes y envolverlas en nimbºs de glºria ,vibraban
,al vºlar
, cºn sus transportes . Dej aban a lºs hºmbres cºmº hºrmigas y a las pirámides como hºmbres , y fatigadas de sent ir al
— 6 1
cielo en las pupilas , descendí an soberbias a beber en el Nilº una gºta del azul reñejadº . D es
pués , entre lºs j uncºs y bºsques de palmeras ,comº en el espaciº
,difundían lºs juegºs de sus
matices , imitando a lºs ricºs mercaderes queaniman lºs rincºnes del Cairº cºn la fiesta de susmantos y turbantes .
Nº eran los callejºnes del barrio lºs que in
quietaban a Abumneca . Pºr un minutº saltódesde las aves a ellºs . V ió lºs dominós , lºs ajedreces
,lºs naipes sºbre las mesas rºdeadas de
jugadºres , ensimismados cºmo si el mundo seredujera a la calma de su holgaz anería , al amparo de vetustos alminares . Vºlvió a ºir la ora
ción de sus pºbres fieles,y a mirar las alegres
aves pensó en la vida de lºs castillºs eurºpeºs ,no en ruinas cubiertas de nidºs , sinº creandºlas aves para sus fiestas
,entre mujeres descº
nºcidas , cuya hermºsura sin velo ,bañada pºr
el sºl cºmº las fuentes y las flores,debía de
ser la primavera Entºnces, en los
cºlºres de la vidriera que aun quedaba , dºndese encendía antes de mºrir el sol de la tarde ,hubº un extraño mºvimiento . Cºmº dºs luciernagas que se persiguen ,
giró un rayo de ºro ,
sºbre ºtrº purpúreº ,y prºlºngándºse cayerºn
sobre el sepulcrº sin extinguirse,dibujandº al
—6 2
oscilar cºn sus partículas,la figura de un ge
nio . Una vºz clara resºnó entre lºs murºsaAntes de que lºs hºmbres fuesen hechºs cºn
arcilla , animada pºr el alma,nºsºtrºs fuimºs
creadºs de un sutil fuego , cºmº se explica enel librº santº . Eblis nº quiso adºrar al hºmbre
,
pºrque él era hijº de la llama sºberb ia,y mu
chºs geniºs le siguierºn . Desde entºnces ese
grupº embellece las malas acciºnes para perdera lºs seres .
»N uestrº pºder es grande . Gabriel se apareció al prºfeta en la nºche de su viaj e nºcturnº ,cºn seiscientas alas , y el rumºr cºn que llenamos lºs aires esparce a veces una vibración másarmºniºsa que la del ángel . Cºnstruimºs paraSalºmón el sºlio de las águilas
,célebres pºr su
maj estuºsa sombrai El rey nºs mandaba cºn suanillº y a causa de ellº su cºrte fué un sºl deOriente . Un día , el tronº de la reina de Sabá ,de plata y ºrº , se lº conduj imos por lºs airescºmo una pluma en lºs vientºs . Imagínate ¡ ºhpºbre khatib los recursºs de nuestra fuerza .
»Sºmºs partículas vivientes de Diºs y tenemos el don de animar las cºsas . Si ves un rºsalerguidº ºfreciendº al sol sus ñºres llenas degrac ia , pregunta cuál es el genio que hace el
cºlºr cºn una sonrisa, el perfume cºn un alien
to , la frescura cºn la juventud de un alma . Si
—6 5
ves la fuente reflejandº el cielº y hermoseandoel árbºl al cºntactº de una nube
,medita en el
genio del agua que hace vivir la luz en su trans
parencia . S i ºyes sºnar las trºmpas , lºs atabales y añafiles , ya se gima sºbre un muertº , º secante en una bºda , ya se salude a un pºeta ºse circuncide a un niñº
,interrºga cuáles sºn
lºs geniºs impalpables y sºnºrºs , rientes o meditabundºs , con alas frotadas pºr tardes º pºraurºras
, que mueven las nºtas , llenan lºs airesy hacen de tu alma el valle dºnde esas vºcestienen ecºs de llantºs º de alegrías . Si
,pere
grinando en el desiertº , sientes el horrible hastíº de la mºnótºna arena , y en el cielº se en
ciende de prºnto un celaje , y te detienes y admiras , y el espíritu se te alegra , averigua cuálgeniº ha puestº en el vapºr la fºrma , y en lafºrma
“
el fuegº . La vida se mueve entre las redes de nuestrºs hilºs
,nuestra vºz insinúa la
traición , difunde las hieles de la envidia , acrecelos celºs , presta lºs entusiasmos o lºs desfallecimientºs , da a un alma la piedad , a ºtra el
od io y desencadenandº º disminuyendº las pasiones , anim a tºdº el espectáculº humanº . Ah ,
y cuán gran placer nºs prºduce el verlo , semejante al sentidº pºr el que recita el pºema queha creadº ! Hasta lºs mismºs santºnes y profetas pueden caer pºr nºsºtrºs en tentación
— 6 4
nuestras palabras,vanas perº brillantes , en
ceguecen .
»Un ifrit,genio malhechor , ha mºvidº en es
ta tarde para ti las alas de las aves y el sºplºde la primavera . Escucha mi vºz ¡ oh pºbreperº venturoso sac erdºte ! yº sºy el buen geniode esta ru ina . Dºy a las bellezas de las bóvedas
,al rumºr del meida
,a la elegancia del al
mimbar , a las hornacinas y a las vidrieras destrozadas , a lºs ajimeces y caladºs , a las grietasy a las estalactitas
,a tºda la impºnente masa
que en tºrno de un sepulcrº,recºrdando la vida ,
tiene de templº y de palac iº,le dºy el cºlºr de
la paz en el gris del velº de sus cºsas , el encantº del repºsº en su silencio pensativº , lavenerable vetustez que ºfrece al alma el felizb ienestar del renunciamientº . ¡ Oh ,
alej a de tumente la visión de ºtras civilizaciºnes
,cºn sus
fi estas y sus costumbres,abismºs que atraen
para perder , y sabe que la suprema sabiduría esvivir en un apacible rincón , dºnde el mismo pedazº de cielº cubra la cuna y el sepulcrº . Oracºn humildad , ama tu viej o—templº ,
y espera ,que ya te serán ab iertos un día lºs jardines d eAlá cºn sus divinas mºradas entre las fuentes .
»
Cuando la vºz del geniº se extinguió , los rayos de luz purpúrea y de ºrº desaparecierºn delsepulcrº
,y la vidriera de cºlºres quedó en la
— 6 5
sºmbra . Las aves habían desaparecidº y lasplegarias de lºs fieles no se ºían la tarde desvanecíase , apagandº su belleza . El sac erdºteapoyó la frente en el sepulcrº
,y el frío de los
mármºles disipó el últimº vestigiº de su fiebre .
Entºnces dió gracias a su Diºs tendióse en ladirección de la Meca y ºró largº ratº . Después ,dej ando la capilla en la tiniebla , cruzó la navetechada y le sºrprendió en la del patiº la claridad de la noche . Las estrellas , en racimºs , seabrían en el cielº y él las vió descendiendo acºlgarse de las cadenas , en vez de las lamparas ausentes ¡ y era que su alma , rebºsante deesperanza , saludaba cºn amºr a la glºriºsa ruina
LA voz.—5
BAILE D E MASCARAS
En el teatrº Jedivial acaba de callar la ºr
questa que mueve el vaivén de las máscaras . Enel repºsº , pºdemºs cºn calma ºbservar la sala .
Lºs palcºs descub iertºs están llenºs de egipciºsy de eurºpeºs , y lºs veladºs cºn rej as fij as ytul flºtante rebosan de mahometanas . Nº sesiente entre lºs machrabiyehs una vºz ni unarisa . Aquellas mujeres dan señales de vivir . cuandº dej an de estar inmóviles . Por el pasillº , cerrando su cºmpart imientº , vese una rej a declaustrº . Así , si en la sala se piensa en el serrallº de un rey ºriental
,trasplantado a la Ope
ra de París en el cºrredºr se imagina una réunión de mºnj as
,recibiendº
'
máscaras , cºmº enla Venecia pintada pºr Lºnghi. Perº no se
está en la ciudad de lºs Califas , y las mujerescºn trajes fantásticºs y las ºtras invisibles , todas sºn criaturas de carne y huesº . ¡ El Cairº !
¡ Noche de lºcura ! ¡ Nºche de Carnestºlendas l
Anda pºr ahí cerca de los palcºs , rºzando lassºmbras enigmáticas y silenciºsas , un Pierrºt ,
6 8
a¡ Y pºr qué no ºlvidarán lº humaho l—ex
clama —el templº de Afrºdita nºs lanzó a lºsmalecone
'
s , las plazas y las calles . Yº sºy Krysé de Alej andría. »
La cºrtesana abre su mantº .
u¡ Bendita sea tu madre —canta el de Salamanca , sºnandº un par de invisibles castañuelas en lºs dedºs .El histºriadºr ; envºlviéndºse cºn armºnioso
ademán en los innumerables pliegues de sumantº
a ¡ Oh ! tú que te llamas Krysé—dice—y eresbella cºmo Venus , tú recºges la
'
sºnrisa de lamañana y la
'
frescura de lºs mares , y anticipasel día
,siendº a media nºche la Aurºra y tú… »
aV amºs»—grita la cºrtesana ; y le interrumpe y desaparece cºn ambºs , flexible cºmº una
rama de ºlivº , envuelta en cabellºs'
rubiºs cº
mo e spigas .
_Se llevan pºr.
delante a un persºnaj e quemisteriºsamente murmura al ºídº de Pierrºt
aYº sºy la mºmia de Sesostris . Hac e ya tanto tiempº de mi reinadº , que nº me acuerdºsi ése fué mi nombre . Dicen que llegué al Ganges , c ºnquistandº después las tribus escíticas ,
para descender hasta la Tracia ; y en realidadtºdº esº es cºmº un sueñº desvanecido . Perºsi escribir mi histºria les divierte , hacen bien
6 9
en inventarla . Nº hay peºr cºsa que el hastíºme he fastidiado siglºs en la sºmbra de mi tumba
, me aburro en la luz que se mºfa de mi sequedad petrea y baila a través del vidrio den
tro de mi caj a en el Salgº , nº ávidºde guerras ávido de flºres y mujeres . Pero cuidado con delatarme . Estºy hartº de ser creídºrey y diºs ; no deseo flores ºfrecidas cºmo albuey Apis cºn la rodilla en tierra . Quiero en
contrat a las muj eres que me hablan en len
guas nuevas . Se me aprºximan cºn el'
.rºstr'
o
descubiertº , bajº un extrañº klaft , dºnde a veces llama mi atención algún pájarº pºbre pájarº
, mºmia cºmo yo , cºn las alas amºrtajadasen su prºpiº cºlºr viviente . Quier0
º
oir y saberlº que significan algunas pºcas de sus palabras
que nº entiendº . D icen al ºbserv'
arme : TRESD RóLE , pºr ejemplº , 0 QUE TIPO . »
aC'
est plutót aimable , mi querido»—respºn
de el Pierrºt .El rey prºsigu e sonriendºaD aría tºdo mi viejº imperiº pºr un besº
, un
so lº besº , de esas bºcas llenas de grac ia en quelas frases deben de tener algº del vuelº de lospájarºs º el sabºr y el rºjº de las guindas
, que
traen también a menudº en sus cabezas . N un
ca podrás imaginarte , amigº , lº que es ver aves,frutasry ñores , bajo el vidriº de mi prisión, '
so
70
bre esºs cabellºs que parecen engendrados pºrel mismº sºl . Nº me hables
'
de mis súbditas ;muéstrame a las que han puestº en mis vie
jos huesºs un deseº , casi una resurrección de vida . Este traj e me lº ha cºnseguidº mi guardian ; debº de
'
estar irreprºchable . »
Cºn asºmbrº , el Pierrºt ºbserva una chisterade ºchº reflejºs , sºbre el frac negro , y en ese
instante dos parisienses se acercan . El rey lesdirige la palabra ; ellas se ríen a mandíbula batiente , y se las ve precipitarse , cºn curiºsidadcasi amºrºsa
,tras un egipciº corºnadº pºr la
diadema de : lºs dºs Nilos , pºseedºr del cetrºcºn él ureus . Ah el pºbre Sesostris disfrazadºde realidad ; ¡ cuán gran cºntraste !
Quién es ése ?»—exclama celºsº .
(Setºs I »—responde un'
grave señºr que pása cºn una lente en la manº .
(¿Y quién es Setos I ?»—vuelve a preguntar .
¡ El padre de Sesostrisn—le respºnden .
El rey , intrigadº , dicé a su amigºaY ese señºr de tan buena memºria , ¿ quién
es ?»
Pierrºt nº lº conºce , pe rº un hºmbre gesticulante
,de larga mel ena , que lleva sºbre el
cuellº de su levita la direcc ión de“
un sastrebulevar de Batignolles , 42 , respºnde cantandºcºn el aire deMambrú se fué a la guerra
71
aVoyez le grand Champollion. »
Pierrºt siente dºs tirºnes de ºrej a , mientrasel faraón del frac , melancólicº y lastimoso , se
pierde entre los grupºs . Quien le maltrata , unchambelán
,usa de ese amable mºdo para pedir
El pºbre agredido se acoquina en un rincón .
Dºn Juan de Austria , hablandº en españºl , pasa cºn el príncipe Colonna . Se detienen , gºlpeanla puerta de un claustrº
aEn nombre de Lepanto , abrid»—gritan .
Y lºs eunucos caen de rºdillas .
”
Entºnces pasan , siguiendº a lºs vencedºres , las mujeresblancas , las pensativas sºmbras que Pierrºt cºnºce . Este se precipita , perº lºs negrºs, puestos en pie , se vengan amoj icones , sºbre él , dela humillación de hace un instante .
En tantº , un invisible persºnaj e recita la Do
garesse de Heredia
Et tandis que l'
essa im brillant des Caval iersTra ine la pourpre et Pºr par_les blanes escaliers
,
Joyeu sement baignés d'une lumiere bleue
Indºlente et superbe,une D ame
,a 1
'éca rt,Se tournant a demi dans un Hºt de brºcart
,
Sourit au négrillon qu i lu i porte la queue .
Lºs eunucos dejan de ºprimir a Pierrºt,cual
si las manos pºsadas en sus hºmbrºs se deshicieran flúidas , y él las ve aparecer levantandº
72
las co las del traj e de las patricias, aparicientes
cºmº al cºnjurº de las imágenes del pºeta . Detrás de las Gom aro , las Fºscari , las Barberini ,traen cortej os de músicºs y pintºres : BiancaCapell º
,Jerónima Francº , Lucía Imperia . To
man a Pierrºt cºmº a unº de lºs suyºs , le pºnen un laúd al cuel l o mas resuenan himnºs desvaneciendº la fantasmagórica prºcesión de princesas y cºrtesanas .
Lºs sacerdºtes de Amón cantan fórmulas delLibrº de lºs Muertºs
(Sºy de mi país , vengº de mi ciudad , destruyo el mal , apartº lº que nº es buenº . »
Las estatuas del tribunal de Osiris brillan en
tre sus blancas vestiduras para inspirarles . Páranse un instante
,quizás pºrque el cºrtejº ve
necianº se ha vueltº a fºrmar y los detiene .
Pierrot , teníerºso , dice al próximº Thºnususoy hij º de la Luna en el siglo xx ; I s1s meha prestadº sus rayºs y vivo de su vida ; dime ,
¿ qué p asaEl sac erdºte responde apresuradº , porque nue
vamente se camina :(Acaban lºs egiptólogos de descubrir en el
museº Guiseh un crimen ; ¡ qué hºrrºr ! Una
mºmia , cºntra la ley , t iene entrañas y en lasvísceras hay venenºs . Es difícil encºntrar alculpable
,pues el hºmicidiº se perpetró ha trein
73
ta siglos . Perº ¡ qué nº pueden los diºses ! Pºresº les cantamºs , para que iluminen a la pºlicíay a lºsY Pierrºt nº tiene tiempo de meditar si se
le aplicará al matadºr . la silla eléctrica yanqui ,pºrque le atrae un inmenso hºmbre ensu charla cºn ºtrº pequeñito
,cubiertº pºr un elásticº .
Su sangre se paraliza , exclamando : a ¡ N apo
león Después ºbserva la cara imperiºsa delºtro , dºnde falta un ºjº ,
y murmura aAníbal» .
Pierrºt tiene veleidosas aficiºnes de sºlda
do y piensa cAmbºs generales hablan sin duda del pasaj e de lºs Alpes . » Su asºmbrº es in
menso cuandº ve que Aníba l ºye lºs cºnsejºsdel Emperadºr sºbre el mºdo
'
de fumar un cigarrillo . El cartaginés , entre lágrimas arrancadas pºr el humº del tabaco
,dice
aAdmirable he ahí una cºsa descºnºcida .
Sire , dadme vuestra petaca nº quierº que seºs ºcurra enseñar tal distracción a cónsules y
Esta palabra hace resºnar trºmpetas . Derramanse perfumes de inciensº , agítanse palmas
,
cruzan esclavºs , y Pierrºt siente dºs manºs pºsadas sºbre sus ºj ºs .
Le dejan libre , da vuelta y :se arrodilla temblºrºsº ante Cleºpatra , recitando frases de la
'
tragedia de Shakespeare : aD adme mi mantº ,
—74
pºned la cºrºna en mi cabeza ; sientº en mi lased de la inmºrtalidad . »
Y su sed se atempera , porque la inmºrtalidad resplandece en su alma . Avanza
,llevadº
pºr la mariº de la reina . Sºbre su frente caenrºsas de j ºven que pasa destruyendº su diadema . Trae en lºs ºjºs lumínea bruma ensoñadº
ra y da » la manº a ºtra que tiene en lºs suyºsun sºl de fuegº .
aOfé lia—! exclama la primera , pºr qué nº
elegí tu ríº ? Debe de ser una muerte sin sueñºs , la dada por la frescura de sus ºndas . »
(Julieta—responde la Segunda ,—¿ por quénº elegí tu venenº ? Debe de ser dulce repºsaren tumba cºnºcida y nº caer en grutas ignºradas . »
— a¡ Ah ,las bellas madamas —dice una prin
cesa que lleva sºmbrerº de paja rde Italia y elt irso en una mano —no saben lº que es estremecerse
s
de rubºr y de hºrrºr en la punta deuna pica . »
Y la Lamballe sºnríe,y aparecen
'
cientos depalºmas , estremeciendo el aire , cºn alas mensajeras de amºr y de alegría . Semiramis llega ,sentada en un tigre , y ante lºs dos felinºs exclama Napoleón
a¡ Cuán hermºsoCambises se presenta cºn cejas cobrizas y b i
76
y queriendº para ellº desgarrar sus pesadºs rºpajes de cºrte . Las patrioias venecianas caenpºr sus tac ºnes dºbles de fierrº , al esbºzar lasreverencias de una gavºta . Krysé dirige un gru
po de griegas arrebatadas en valses frenéticos ,y manolas de Gºya y de Fºrtuny quítanse claveles del pechº , poniéndºse nenúfares en la frente , para danzar en hºnºr de Minerva . Las Neréidas dan gritºs espantºsºs viendº a lasWal
”
quirias , triunfales entre las nubes , azotad as pºrlºs vientºs y las Walquirias llºran lágrimas demujer
,pºrque nº pueden sumergirse en las ºlas
y traer en lºs cºrales el sºl descºnºcidº delºcéanº . Las W ill is quieren prºstitu irse cºn losfaunos mas éstºs las rechazan
,persiguiendº a
las ninfas , que huyen , cubriéndose cºn lºs velºs de las castas hij as de la Selva Negra .
Pierrºt se pregunta qué habrá más lej os , enlºs cuadrºs que sus ºjºs nº dºminan : cuántºscºntradictºriºs descºntentºs y cuántºs anhelºsfebricientes . De prºnto ºye la vºz de Semíramis
aPierrºt míº—suspira ,— ac abo de abandºnaral tigre , amante que elegí hastiada de lºs hombres dime tú si pºdrás amarme , cºmo Fidursime ha cºntadº que un Petrarca amó a su Laura . »
77
El huye y deja a la reina absorta y se lleva
pºr delante al pºeta italianºaE a—le grita ,—ahí te esperan . »
a¿ Quién —pregunta el aludidº .
a ¡ Ah —exclama el cºmpañerº de éste ,—sial menºs tus labiºs respºndieran : el repºso ,
¡ºh blancº persºnaj e caídº cual un ópalo de laluna
uY tú , que :me cºnºces , ¿ de dónde .vienes—inquiere Pierrºt .aV éngºme riendo—responde el grave y her
moso hombre—de ºir a Petrarca descºnsºladº ,pues cree que el sºnetº nº es una bella fºrmade pºesía . Vengº de recºrrer lºs museºs delMundº y de mirar lºs cuadrºs de lºs últimºssiglºs , y me parece que tºdºs lºs concebí , y cº
mo eso ya está creadº , buscº lo que aun faltaal hºmbre , perº que está en lºEl viºlentº zigzagueo de un relámpago cºr
ta el discursº de Leonardº ; restalla un truenºy aparece Mºisés en una nube : Pierrºt creedespertar de un sueñº ; deja de verlo y Se restrega los ojºs .
Un hºmbre vestidº de frac dice a un turcºde fez y estambulina :
aSi . vuestro Abdul es un Nerón ; perº ¡ quéqueréis ! después de
"
vivir mediº siglº en una
78
república , se adºra a lºs emperadºres , se desean tiranºs . »
aSé ñºr— le interrumpe Pierrºt,más modes
tamente que Mºisés cuandº ºyó la palabra ainf1'
nito » prºnunciadº pºr el Vinci , ¿ qué hºraes ?»
(¡Hºra de marcharse—le respºnden —el baile termina . »
Y el blancº divagador piensa : a¡ El Cairo !
¡ Nºche de lºcura ! Nºche deDej a el serrallº , que parece claustrº , y que lanzó su imaginación en un vértigo . Pasa pºr aquella tºrre de Babel
,dºnde las lenguas no em
b arullan , y al cºntrariº , parecen perspícuas todas , al influj o d e la misma sensación , en unmundº donde las máscaras sºn inmºrtales y nadie está cºntento de su destinº .
El sºplº de la plaza le hacer saber al Pierrºt
que no es fantásticº enamºrado de la Luna ,sinº simple mºrtal que debe subir a un cºche .
Imaginad,pues
,su asºmbrº cuando se le euel
ga del brazº una mujer extraña diciéndºleaLlévame cºntigº . »
El , ac eptando ; preguntaa¿ Quién eres ?»Ella respºnd e((Sºy una imagen de Albertº Durer , un án
gel hechº máscara para asistir a una fiesta . An
79
tes de fi j arme viví cºn la mente del maestrºmuchºs añºs . Estºy pintada entre atributºs dereligiºnes , ciencias y artes , y mis alas se plie
gan . He visto el fºndº del corazón del hºmbre ,y en m is ºjºs hay amargura ; he penetrado en
su alma,y mi frente cºrºnada se marchita en
el hastíº. El ensueñº púsºme un nºmbre aceptado pºr mi creadºr me llamº
GEZIREH
Salimºs del Hipódrºmº después de presenciaruna carrera de caballºs . La cºncurrencia cºs
mºpºlita de lºs hºteles está cºmpleta y animada ; perº la fiesta hípica , la misma de Lºndres , París y Buenºs Aires , nº tiene interés enel Cairº .
La isla en la tarde nºs cºmpensa de la hºrapasada entre El sºl se pºne y caetras un mar infinitº de arena , mientras en elºasis reina una suave y sºberana hermosurael día ha despertadº la de variºs siglºs , en tºdºsu esplendºr , para hacerla mºr ir al pie de lascercanas pirámides . El sºl se transfºrma en inmenso glºbº de fuegº . Al disco incandescentese le puede afrºntar
,pues mientras se agranda ,
mengua la fuerza de su luz , imitandº quizás alas ñºres que , al crecer artificialmente , pierdensu perfume . Las ºlas de las mieses , en lºs llanos , exhalan de su verdura metálica , cºn
'
el
vigºr ondulante del mat iz , un aliento de vida .
Lºs ºjºs lº recºgen ávidºs y su frescura al pa
recer se siente en el espíritu .
El hºrizºnte sangriento armºniza las variasintensidades de purpúreos celajes , para palidecer y cºnvertirse en rºsadº . Después nº mue
re,sino se transñgura cºn ºtra alma , y en su
interiºr resplandece la glºria de un diºs , y el
cielo es una rºs a, que da la sensación de pºder
ll enar el espacio cºn divinº perfume .
Una calle de acacias de la isla dibuj a tºdassus hºjas
,fºrmandº abanicºs , y sus detalles in
verosímiles resurgen sºbre una*
artificial aurora . La palabra aOriente» ,
prºnunciada a cadainstante en estºs sitºs , anima la idea de estaren el verdaderº país del sºl , cºnsagrado pºr sucuna . Se piensa que el astrº nº cae , y el hº
rizºnte vespertinº , más que la apºteºsis melancólica de una muerte , parece el saludº jubilosoa una vida . Lº de artificial aurºra es
,así
,una
paradºja resultante de lºs nºmbres y de las luces .
Lºs brazºs del Nilo retratan los inmóvi les sicomoros y las siluetas de los árabes que van yvienen pºr lºs bordes . Y esas leves sºmbras
,de
cuerpºs llenºs de natural elegancia, al
“
inter
narse casi espirituales en las aguas,acentúan
más su calma luminºsa,semejantes a ciertºs
ruidºs que hac en más sensible el silencio .
LA vºz.—6
82
Lºs leºnes , a la entrada de la isla , sºbre el
puente tendidº hac ia el Cairº , cºnfunden enaltºs pedestales su verde broncíneº ,
amasadocºmº cºn savia-S de vetustas encinas y de palmeras juveniles . D ºs lampºs de sºl tºcan lascrestas de las melenas hasta que el astro se hunde del tºdº en el arenal desiertº .
Entºnces sal imºs al gran caudal del ríº . Lºvemºs deslizarse majestuºsº
,cubiertº de ale
gres velas blancas . La tarde del Cairº cºncén
trase en la celeste seda de su superficie , rizada
pºr invisibles dedºs . Lºs palaciºs surgen entremasas de verduras creadºres de paisajes . Lºs
rºbusto s brazºs de las vegetac iones ºprimen lasfachadas comº cerrándoles el caminº al fin algunas lºgran vencer y se miran en el espejo .
Terrazas cubiertas de flºres, evºcan cºn sus
balaustres graníticos y sus pilones escenas delmás viejº Egiptº . La tradición aun señala pºrallí el lugar dºnde fué encºntrado Mºisés , y lahij a del Jedive tºca cºn sus pies la sºmbra dela hij a del Faraón . El N ilº mezcla en sus refie
jºs las existencias antigua y mºderna , y esºsreflejºs lºs arranca la misma tarde
,que al mo
rir entre sus linfas se hace sagrada… Niebla sutil , después densa ; niebla cºn el claror de invisible luna
,emerge y flºta . Sube lentamente ,
inñltra los aires , trasciende los límites del agua ,
A rabes,coptos y negros van y vienen en el bazar de
Asnan,ba jo lºs techºs de pa j a , que cºnvierten las cá
llej as en cºrredºres de las tiendas, donde reinan pé
numbras , llenas de lºs cºlºres de lºs tra jes en perenneebull ición. El a ire , cargado ya de especia s olorosas
,se
perfuma intens amente con el respirar de ca lderos en
que hi erven ungíientºs Pluma s de avestruz,collares
de ámbar y de huevºs,de cºnchas y caracºles
,entre
lámparas,armas y tapices
,surgen en casi to dºs lºs
puestºs,cºn el aspecto característico de una industria
primitiva . Lºs comerciantes,sentados gravemente so
bre d ivanes,comº Budas en sus santuariºs
,º trabaj an
do en sus objetos , se animan al pasar un extranjerº,ensayandº pa labras en diversºs idiomas . En una de
estas tiendas, que tiene también sus pretensiones de
café,Mºrabec
,rodeadº de un grupº, rela ta a menudº
cuentos y leyendas . D ebe pasar por su vºz un tenue
soplo melancólico,al recordar la pºesía que recitaban
los rawias, cuando la raza era aún vigºrºsa
,en la tie
rra egipcia que despu és de variºs avatares está concluyendo en inglesa . Por sus gestos
,lºs via jerºs tratan
muchas veces de adivinar su s pa labras : nºsotrºs,más
audaces,hemos querido fijar a lgunºs de sus decires .
Muy adulterados deben estºs de resultar en nuestrapluma
,y solamente nºs cºnsuela la certidumbre de
que el buen Mºrabec no prºtestará , pues sus conocímientos en españºl son parecidºs a lºs nuestrºs en la
lengua árabe .
EL CETRO DE LA REINA ALAB
El amºr es a l prºnto una mirada ;en segu ida una sºnrisadespu és una palabra
un encuentrº.
Can ción árabe.
Ebn el Tºgras sintió una mirada de la reinaAlab , y vió su sonrisa , y ºyó una palabra ; pero nº ºbtuvo una prºmesa y se murió sin unencuentrº . La hermºsa mujer , para cºmbatirel incºnsºlable hastíº que la enfermaba , reuníaa lºs poetas de su cºrte en cºncursºs frecuentes , sin que j amás una canción lograse despejarla sºmbra de su espíritu .
La reina mºstraba siempre las manºs doradas pºr la henna y su ºrº decía a lºs pºetasaj Miserables ! ningunº de vºsºtros puede levantar el fulgºr de mis dedºs hasta el alma de lareina para encender en sus ºjºs laEbn el Tºgras se cºnfió al magº Ipardis . Esteexclamó :
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—a ¡ D esdichadº ! tú nº amas a Alab cºmº una
fuente de pºesía ; la amas con tºdas las potencias de tu ser la reina es incapaz de amar tumuerte es segura . Semiramis
,sºberana de mi
país de Babilºnia , se hizº célebre en el mundº
pºr varias cºsas , entre ellas , pºrque cambiabade amantes tºdas las nq,ches , y su más intensºplacer era verlºs matar después de hac erlºs felices . Tu reina es cºmº mi antigua reina
,perº
casta su vºluptuºsidad es del alma. Insaciable ,inspira pasiºnes que nº siente . La fºrma de tuamargura causará un nuevo gºzº a su curiosidad
,y ui siquiera matarás su hastíº . Y debes
saber que ell a será, pºr gratitud , de quien esº
cºnsiga,aunque nº lº ame . »
aN º quierº amor—exclamó E bn el Tºgras
Si nº es amºr cºmpartidº . »
aE l cielo—respondió el mago—se acerca en
el bºsque , a través de lºs árbºles . Entre dºshºj as se mira , a veces , al ladº
' de un nidº ,temblar una estrella . Pregúntale al páj arº , quela ºstenta cual nimbo
,si puede beber gºtas de
su luz,y su cantº respºnderá D e mi altura se
la ve siempre lejos . El amºr es rama , y estavez ¡ triste rama ! la veº temblar con las rafagas del ºtºñº , balanceando melancólicamenteun ruiseñºr muerto . »
D ºs horas más tarde , Ebn el Tºgras se pre
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sentaba delante de aquell a que le había miradº y sonreído .
cHaces bien en venir—díjºle la reina—y harás bien en quedarte para recitar ; tu vºz mebalaga
,pºrque es armºniºsa . »
El guerero pensó : aIpardis se equivºca ; heahí la primer palabra
,después de la primer mi
rada y de la primer sºnrisa . »
Lºs pºetas declamarºn sus kasidas , y era
estº antes de part ir al ataque del castillº deFreab . Ebn el Tºgras empezó diciendº : aE l
fuegº nº me - abrasa,pºrque aun puedo
Y al ver a Alab que abría lºs ºj ºs espléndidºs ,su voz
'
enmudeció y nº pudo cºncluir la estrºfa .
aReina—exclamó Ipardis ,—la emºción es uncanto que abºga la palabra para gºzar de suinterior armºnía . E se guerrerº es dignº del premio . »
La reina,d espidiendº a tºdºs cºn el gestº ,
dij o a Ebn el Tºgras , tirándºle una rºsa((Cuandº vuelvas
,te daré la más bella cabelle
ra del reinº , y a su cºntactº renacerá esa flºrde sus prºpias cenizas . »
El guerrerº pensó aIpardis se equivºca ; heahí la prºmesa . » Y miró lºs cabellºs negrºs dela reina , cuya mata enºrme , al rºdar cual unaºla , debía de cubrirla cºmo una túnica .
En el escudo del primer asaltante victºriºsº
de la brecha de Freab una manº de ºrº , cºmºen un blasón , sºstenía una rºsa . Cuando loscaballerºs volvierºn a la cºrte , ya Alab sabía
pºr lºs heraldos lºs lances del asaltº . Se pusoen pie e hizº adelantar a su hermana Z ºleima
,
cuya cabellera rozaba el suelº . Hierática cºmºestatua egipc ia , hundiendº impasible su manºde orº en esa sedosa cascada negra , exclamó((Una mirada
, en seguida una sºnrisa , despuésuna palabra , una Su vºz se hizoininteligible , e Ipardis cºntinuó (¡Y un encuentro cºn la muerte . » Era la verdad la fior estaba impregnad a de venenº .
“Reina—prorrumpió el mago ,—tus ojºs nºarrºjarán luz jub ilosa , tu vida nº matará el hastío , hasta que tus manºs de ºrº no tengan uncetrº hechº cºn rayºs de sºl … »
(¿Y es esº pºsible —preguntó Alab,prºnta
a pedir su cºnquista .
((ES pºsible si tienes valor—respondió Ipardis , tocando con el pie a Ebn el Tºgras
—y é abuscar a orillas del Kaussuar el alma de estemuertº . »
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del infiernº ; nº ºs anticipéis a cºmer besandola , pues padeceréis el martir io en la tierra ; susbesºs sºn frutºs de un árbºl de muerte . »
El cºnsej º del ancianº no fué ºídº,y mu
chºs leales amantes sufrierºn pºr nº pºderaprºximarse a su bºca . La langu idez de lºsºjºs , adºrad a pºr nºsºtrºs los árabes , era enlºs suyºs cºmº un abismo . Atraía , ºfreciendºen sus moribundos brillºs los deseºs de las almasque agonizaron entre sus desdenes .
A tres días de la Meca,en la feria de Oqazh ,
se efectuó en el mes de D hulcada un concursºde kas idas . Lºs Qºraichitas hicierºn ,
despuésdel examen , grabar en ºrº dºs pºemas , y sus
penderlºs en lºs murºs de la KaabaSe supo entºnces en la ciudad de Taif
,que
un pºema de E l Kais,su pºeta
,era e levadº
al hºnºr de Mºallaka , es decir , al de kasida suspendido . Y la ciudad de Nakla supº que supºeta El Azraki había lºgrad º igual recºmpensa .
Pusiérºnse entºnces muchas gentes en viaje ,para leer en lºs caracteres del templº lºs poemas que honraban a sus ciudades . El Azraki yEl Kais se tras ladarºn tamb ién de la Meca .
Apenas lºs dºs pºetas , que nº se cºnºcían ,
leyerºn el unº la kasida del ºtrº , quedarºn pensativºs entre sus admiradºres .
El Kais se di j o aE se hºmbre nº la nºmbra ,
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perº sólº a ella puede cantarse cºn tal amor . »
El Azraki exclamó : (¡ Oculta un nºmbre ese
pºema , perº prºclama el de ella ; pues así , sólºa ella puede amarse . »
Y El Kais recºrdó una prºmesa : ate harésubir a mi palanquín,
si tu kasida se cuelga enel templº . » Y El Azraki tembló pensando (¡ ellame dij º mi palanquin será tu mºrada , si se lleva tu pºema a la Kaaba . »
El Kais sintió brillar¡ en la pºesía de El Az
raki una pasión más bell a,si nº más ardiente
que la suya ; y El Azraki vió surgir de la de ElKais , más hermºsº el retratº de la amada . Ambºs se cºnsiderarºn . Eran igualmente altºs yrºbustºs sus yataganes se estremecierºn al cºn
tacto de sus manºs si lºs dºs resultaban igualmente hábiles
,la lucha iba a ser prºlºngada y
rec ia .
Después de una hºra,se encºntrarºn al pie
de la muralla .
El Azraki exclamó (¡Yº alabo en mis versºsa Maima de la Meca . » El Kais replicó : (¡Lºsabía , pues es a ella a quien yo cantº . »
El Azraki añadió : aSu camellº se abatirápara que yº entre en su palanquín. » El Kais ,t irandº del yatagán ,
respºndió : ((N o lo dudº ,perº a mi también me ha hechº igual prºmesa . »
El Azraki imitó su mºvimientº brillarºn al
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sºl dºs relámpagºs , y cºn el chºque de las hºjasse empeñó la lucha . La muerte inspiraba losdºs brazºs para atacar , cºn el mismo ardºr quela vida lºs dos cuerpºs para defenderse . La fatiga les separó un instante : solamente el azarpºdría decidir la cºntienda . Lºs yataganes sealzarºn de nuevo entre el chispear de los ace
ros y el llamear de lºs ºjºs . Los caballerºs cºntuvierºn la respiración para mirarse cºn másf1jeza : una vºz hizo caer sus brazºs . Maima ,que se acercaba serena
,cruzó impasible entre
ambºs para guarecerse del sºl a la sºmbra de lamuralla . Al lí levantóse el burko . Lºs combatientes se estremecierºn cºn la ang ustia de lºscelºs , al recib ir sendas miradas , que vertían lalanguidez de siempre .
Terrible desesperación se apºderó de sus cºrazºnes : el vencedºr pºndría los suyºs sºbreaquellºs labiºs
,j unto a un cadáver . Ese pen
samiento les despertó un ºdio casi pavoroso,y
un dolºr sobrehumano . Maima abrió la bºcapara decir tranquila : aHacéis b ien en batirºs
vuestrºs pºemas sºn igualmente bellºs . »
El Kais,en aquel instante , sintió tal ºnda
ardiente de valºr , que creyóse más vigºrºso queEl Azraki ; y El Azraki , a su vez , cºn el mismo sent imientº , cºmprendió que el triunfo nacía en su arma .
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Al primer chºque perdierºn la cºnfianzaambºs habían redoblado sus fuerzas . Ni un grito ,ni una palabra
,ni una imprecación exhala
ban lºs labiºs vibrantes,cual lºs acerºs el mu
tismº hacía la lucha majestuºsa . Y la mujer ,impasible , se antojaba la estatua de una divinidad , imponiéndoles , en nºmbre de la próximamuerte
, ese sagradº silenciº . ¿ Qué rápida visión pasó pºr sus almas al ºír en un segundº derepºsº un hºndo suspiro ? Venía de la estatua ,y ese mºvimiento centuplicó sus furores . Sangre saltó del rºstrº del uno ; sangre , del pechºdel ºtrº ; las heridas se multiplicarºn y Maimase interpusº . Entºnces
,al recib ir su alientº , la
vida gritó a cada uno : d anza el rayº de lamuerte» . El chºque fué más brutal
,y la furia
de su ímpetu,en aquel supremº asaltº , envºl
vió a la mujer , despeñándºla en el Hubºun mºmentº de cºnsternación la abertura era
un verdaderº ab ismº , y así se realizó la extraña muerte de Maima . Extraña , pºrque lºs caballerºs se mirarºn sumidºs en igual sufrimiento , sin rencºr , cºmº si el llantº del unº lavasela sangre del ºtro . ¡ Y ambºs lloraban ,
y eranlágrimas de dolºr las suyas
,aunque cºrrían son
riendo sºbre la imagen evocada de un palanquininaccesible !
EL REGALO DEL HADA
Lo s dias mueren,sin duda ; pero el de mi
cuento nº había expiradº : dºrmía en el senºde la nºche , sºñaba , y su sueñº , al realizarse ,era una explºsión de estrellas . Pºr nº interrum
pir la calma del repºsº , el bºsque escºndía el secretº de sus nidºs
,sin un sºlo alegre mºvimien
to de alas . Y la manº del ºtºño, enterne0ida
pºr una voluptuºsidad mºribundº , de5prendialas hºj as , buscandº la frente invisible del sºnador que derramaba la belleza de su misteriº .
En el entretantº,dºs viajerºs se habían acºs
tadº en el suelº . La sºmbra les ºcultaba susrºstrºs . Después se durmierºn tranquilºs . Nºvierºn así , cómº la luna , levantándºse suavemente , empalidecia las estrellas en el cielº , iluminandº las ñºres en el bosque . El astrº ac abó
pºr bañarlo s . Entºnces, pºr imitar quizás al
dí a , los viaj erºs sºñarºn »
Lºs dos eran muy jóvenes , y un sºbresaltº lesdespertó . El primerº dijo a¡ Cºsa extraña ! Yº ,
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que ríº sin cesar y agito cºn mi vºz tºdºs lºsj úbilos del mundº
,acabº de tener un sueñº
triste . » a ¡ Sí— respondió el segundo ,—lo que es
la vida ! Yº,que mirº hasta lºs paisajes radian
tes teñidos pºr mi tristeza , acabo de tener unsueñº alegre . » Y aquel que había sºñadº tristemente
,rió a carcajadas de su sueño , y aquel
que había palpado felicidad durmiendº , sintiósus ºjºs llenºs de lágrimas .
cAmigo—dij o el unº ,
—yº no creº en la exis
tencia del dºlºr ; la vida es de gºzº; mi cantºahuyenta tºda pena . » (¡ Amigº
— respondió el
otro,—yº creº en el dºlºr , sé que mi cuerpo
existe , pºrque sufre , y mi experiencia es hijade la amargura . »
Entºnces , sºbre una rama , ºyóse la voz de
un pájarº , que sin dejar cºmprender sus palabras , decía en el vuelº de su trino : Oh tú ,siempre riente , tu risa es quizás la última Ohtú , herm anº del sufrimientº , tus lágrimas vanquizás a secarseDespertadas pºr el cantº
,un tºrbell inº de
luciérnagas inundó el bºsque . Hubo un estremecimientº de luces y de alas , y los viajerºs miraron el espac iº
,paraver si. las estrellas deseen
dían hasta el bºsque . El instante vivió hermº
sº . Las hºjas melancó licas caían llenas de gracia ; las luciérnagas vºlaban llenas de júbilº .
LA vºz.—7
—98Lºs rayºs de la luna y sus ilusorios velºs ºfrecían a las ñºres divinºs hºmenajes ; las floreshacían a la luna las misteriºsas Cºnfidencias desus Y tºdo ello tej ía un cºrtej º .
Apareció el hada,que
,siendº pequeña
,era ha
da del bºsque inmensº . Lºs jóvenes la ºbser
varºn deslumbrados . El pensamiento debía flºrecer baj º su frente , cºmº la luna en aquel instante tras un nac arado velo . En su cabello negrº , una luciérnaga , sin pºder vºlar entre lºsnºcturnºs hilºs
,se cºnvertía en estrella . Lºs
ºjºs encantaban más que tºdºs lºs ojºs de lashºnras , y cºn ellºs hac ía el sºl en el senº de lasombra , cºmº en mediº del ºtoño , la primaveracºn sus labiºs .
El hada dij º ((Para aumentar el gºzº, 0 pa
ra secar las lágrimas,he aquí un dºn ; me es
impos.ible divi dirle . Tomadlo y haced comº quer'
áis : al fin, yº creº que tantº el unº cºmº el
ºtrº sºis indignºs . » Y,seguida pºr el cºrtejº
desapareció cºn la últ ima palabra .
El viajero feliz encendió su linterna,miró el
presente ,
'
especie de pºlvº petrificado , y_c xclamó
"
: cE sto semeja una píldºra d e veneno . Elhada bella es una mujer malhechºra . » Aquel
que había adquirido la experiencia , respondió¿Así parece
,perº ta-mbién el dºn puede ser
granº d é inciensº,capaz de transfºrmarse en
"
.
— 100
estancia y le hizº beber el gºzº de la luz . Lamaripºsa
,en un transmrte de ebriedad ,
cruzóel j ardín y se miró en las fuentes . Lºs pétalºsmarchitos que tºcaba
,reanimábanse ; lºs cali
ces sin perfume adquirían un exquisitº aliento ; las flºres brillantes y ya hermºsas resplandecían cºn lºs matices de una apºteºsis . Tºdºel parque exhaló frescura insólita para envolver el matizadº insecto hechº de misteriº , sºl
y alas . Y la primavera dió repentina vºz a susflºres , y las fuentes palabras a sus murmuriºs ,
y los pá j arºs frases a sus trinos,y la brisa que
venía , y la nube que pasaba , cºn pájarºs , flºres y fuentes
,dij eron en un sºlo cantº el dºn
del hada es un triunfº de la vida .
El jºven vºlvió a su estancia, ac ºmetidº pºr
vaga , intºlerable tristeza , después de aquel granjúbilº . Sin saber pºr qué
,sentía hasta en lºs
ºbj etºs de su aposento una inquietud angustiosa . Al cae r el día , el insectº , cruzando laventana
,se paró cºn gracia sºbre el cºfre . E s
cuchábase lej ano el rumºr de las aguas en elsutil alientº del parque . El j ºven miró los arbºles a través del murº abiertº , y estremecióse su alma cºn su cuerpo : el cielº parecíadescender lºs astrºs para darles alas entre lashoj as . Después sintió estremecerse su cuerpº y
palpitar su alma acababan de tºcarle lºs hºmbrºs .El hada , entre las luciérnagas , cºnvirtiendo
en castillº de ensueñº su habitación familiar ,apareció cºn sus ºjºs que evocaban el sºl en lanºche , y sus labiºs que hacían la primavera enel ºtºñº . Perº nº era él esta vez el de las lagrimas era ella la que mºstraba humedecidos lºsºjºs . Enternecida , a pesar de su casi divina naturaleza , habló la primera aHas transfºrmadºmi dºn en belleza y ventura : fuí injusta cºn
tigo : mi alma está llena de amºr y tú ,sin sa
berlº,sufres de lo mismº . »
Entonces la maripºsa agitó sus alas,y pa
sando pºr la ventana , dirigió el rumbo haciala esfera . Una nube de tristeza cubrió la frentedel j ºven; y el hada , cºnvertida en mujer pºrel llantº , exclamó dulce y gºzºsamente : aD é
j ala partir sin pena . La maripºsa está en nºs
Un beso largº y tierno unió sus lab iºssus pensamientºs cubriérºnse del ºrº inmºrtalde la maripºsa perdida , y sºñandº , cºmº sºña
ba el día en que se cc-nºcierºn,nació en sus
almas un pºema lleno de estrellas .
LOS RUBIES MARAVI LLOSOS
N uakín era un magº que tení a tres h ijasZ ºbeir ,
Mºtedjarrada y Sºleima . Pºseía el secretº de las fuerzas que rigen las relac iºnes recónditas de las cºsas , y j amás había empleadºsu inmensº pºder sinº en hacer el b ien . Pºcoa pºcº
,el despreciº pºr los hºmbres fué su más
prºfundº sentimiento ; y así dedicábase preterentemente a mºstrar a sus hij as lºs únicºscaminºs que en las relaciºnes cºn aquéllºs pueden conducir a una relativa felicidad . El espiritu de las dºncellas enaltecíase al contactº desu vºz , raudal inagºtable de piedad bºndadºsa ynoble sab iduría . Desgraciadamente , sºbre el instinto puj ante en ell as , el mago sentíase sin influj o , y pºr esº en la hermosura de los filialescuerpºs veía naturales enemigºs de sus palabras . Entºnces cºncretó se a hablarles del amºr ,cºmprendiendo que , a cierta edad , es el sacudimientº que da a la vida tºdo su pºder
,cºn
la lentitud de la savia al infi ltrarse º cºn la vio
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pas rojas,y que más parecen prºducir luz que
reflejarla , deben cºnservar su brillo sºbre elsímbºlº que matizan . Sólº yº sé la histºria delas piedras escuchadla
<<Un arminio más blancº que las margaritasdel valle Hazu es creadºr de lºs rubíes más rºj ºs que la sangre . Vosotras sabéis que lºs arminiºs sºn en veranº parduscos , cºn un matizrºj izº
,y que en invierno se transfºrman en cº
pºs de albura . El arminio de mi cuentº se miraba cºn náuseas en una fuente
,mientras el
sºl estival abrasaba el aire . Vinº el invierno ,buscó nuevamente el espej º , y más níveº queel cisne de la canción de Antar
,miróse en la
linfa que exhaló un murmuriº de b ienvenida .
Después la fuente se heló , empañando las imagenes de lºs árbºles . El sueñº del arminio fuéentºnces esperar el verano sin alej arse de lºsbºrdes del agua . Creía inmºrtal su belleza ydeseaba , en cºmbate quimérico , vencer a lanube que tantº le había hechº sufrir
, cºn elindiferente desdén de un vuelº inaccesible . Ambicionaba verse refiejadº en la fuente al mismºtiempº que el celaj e
,juntandº así
,al azar
,las
blancuras del cielo y de la tierra .
»Un dí a llegarºn dos cazadºres . Comprendiólº inútil de tºda defensa y decidióse pºr la huída . Sus uñas temblaban cºn furºr en los tena
—105
res de lºs dedºs . Retirándose siempre , halló laruta ºbstruída pºr un charcº ; cruzarle pºdíaser su salvación
,perº pensó en la fuente , evocó
el estíº,cºntempló a su rival , la nube : estre
mecióse horrorizado y se dec idió a mºrir sinque el cieno lº manchase . Lºs cazadºres se llevaron la piel para exornar una capa de ceremº
nia º una sabºyana de guerra ; entºnces apareció un geniº . Había presenciadº la escena desde nu anamún de Hedjas , cubiertº de frutºs rº
jos , y recºgió gºtas de sangre del arminio , enpartículas de tierra que formaban cºágulºs . Se
fué y cuidadºsamente en su cueva ºcultó el
extraño depósitº .
»Vino la primavera y sºnrió la vida ; el geniº cºnºcía la fuente . Un turpial cantaba en el
cºntiguº ciprés , que , siendo árbºl , era en aquella estac ión un altar , y que , siendº triste , parecia misteriºsº . El genio saludó al páj aro to
mó los grumºs de tierra parduscos y rºj izºs , ylºs echó al agua . Tambaleantes
,bogaron un
mºmento ; pºr últimº , dejarºn de flºtar , cºmºsi ce saran de estar muertºs
, y s e -hundierºn cºn
un brillº perceptible en el diáfanº cristal . Alláen la serenidad levemente turbada
,rejuvenecie
rºn cºmº en gruta maravillºsa . Rayºs de sºl
atraídºs pºr el milagrº , ñltrárºnse sin atreversea tocarlos ,
y la transparencia se animó auriful
100
gente , mostrandº en su fºndo la pétrea transii
gurac ión de las gºtas de sangre . El geniº alzóla faz radiante , y sºnrió al páj arº , que ,
precipitándose y zabulléndºse entre círculºs de ºrº
,
vºlvió cºn las piedr as prec iºsas en el picº . Unanube nivea reflejábase en aquel mºmentº , y elturpial salía cual de su senº , matizándºla fur
tivamente cºn lºs rubíes , que al …brillar en elaire , traían el misteriº de esa interiºrHe ahí cómo nacierºn pºr amºr a la pureza ,de las gotas de sangre , las chispas de fuegº ;están en vuestrºs anillºs , pºrque el genio erade mi reino . »
El magº vió cºn tristeza alej arse a sus h ijascaminº de la corte y cuandº vºlvierºn al cabode tres días , las tºmó de las manºs . Observó enel anillº de Z obeir la piedra purpúrea
,y sonrió
gºzºsº vió en el de Sºleima la gºta de san
gre , y sºnrió de nuevº ; apenas miró el de Motedjarrada , lanzó una imprecación . Las tresdºncellas se sintierºn cºmº de hielo ; el magºagregó (Ese collar que trae s te lº ha d ado elCalifa ; te cºndujº a su tesºrº y te dij º —Divina Mºtedjarrada ,
serías mi reina si nº la tuviese tu mirar es más dulce que el de una gacela de Onagra
,pero tu frente es augusta y pº
derosa . Tus cabellºs te forman una llama ou
dulante de glºriºso sol , y tu andar tiene el rit
EL GUSANO MI STERIOSO
Harún el Ahnap vislumbró en un sueño lafuente de la eterna juventud
,y quisº descubrir
la . Peregrino incansable , recºrrió tierras conocidas , y se extravió en ignºradas . Una nºche ,descansando en una venta , qué presentaba as
pectº hºstil a sus ºjºs de extranjero , ºyó exclsmar a un viejº
aLa noticia de la muerte de ese j ºven,nº me
ha sºrprendidº ; sabía que estaba sentenciado » Cómo ? —le preguntó alguien ,
—¿ sois
magº El anciano quedó pensativo un instante , y , rompiendo el silenciº de su meditación ,
dij º al grupo º
(¡ A los que estamºs al bºrde del sepulcrº,nºs
nac e un sextº sentidº . Pºr él nºs es dada unaaguda penetrac ión , y cºn esa penetración un
pºbre cºnsuelº , cºmpuesto de singular vºlup
tuºsidad y de triste irºní a . A veces me bastamirar a un j oven cºn atención para cºmprendersi la muerte le Cºn el pasajerº de laventa he aquí lo acae cidº .
»Ayer noche,nº pudiendo sºpºrtar el calºr ,
ese j ºven,vistº por mi la sºla vez que el az ar
hiciera encºntrar nuestrºs pasºs,cºlocó su le
109
chº entre el marcº de la puerta , y tuve el presentimiento de que apºyaba su cabeza sºbre lalºsa de un sepulcrº . El insºmniº nº es prºpie
dad de la juventud , y a pºcº , a la débil claridadde la luna
, durm'
ióse cºn los lab iºs entreabier
tos . Sonreía,sin duda , al amable sueñº , cºn
una alegre flºr,si puede ser flºr la expresión
espiritual corporizada en un gestº . Perº él igmoraba que la luz del astro , adelantandº , tºcaba ya su lechº , y que la flºr . feliz de su semblante se abría en una atmósfera de tri steza .
»V ºlví a mirar la puerta,creyéndola la de
su tumba . Afuera,entre lºs sarmiento s retºrci
dos de una parra , aparecían las estrellas , cºmºuvas maravillºsas , al alcance de la manº . E so
pºdía hac erme pensar en versºs de amºr , queen ºtrºs tiempºs dijerºn mis labiºs entre el zumbar de las abejas y el besº de las mujeres , y
que hºy sºn regocij adas uvas de dulce l icºr , enlas páginas eróticas de lºs diwanes . ¡ Perº nº !sentí un estreniec imientº ante la sºnrisa de micºmpañerº . Era tan bellº
,que me subyugaba .
Además , el recuerdº de mi hermºsura vive en
muchas viej as mentes ; mi rºstrº ha dadº origen a más de una leyenda ; pºr esº ,
algunºssemblantes me prºducen tierna melancºlía sºnun cristal dºnde miro mis antiguºs treinta
El jºven se despertó , y al incºrporarse
—110
en el lechº se ruborizó un tantº : quizá temíaque , al vºlver a la realidad , le adivinase su sueno . Después dióse vuelta para seguir durmiendo , 0 para rever
'
cºn la memºria lº tej ido pºrgeniºs que , al cerrar los ºj ºs,abren las ventanas del espíritu . Agitándose repentinamente ,exclamó
Sºis vºs , señºr , el prºpietariº de'
un nuevo mºdo de marcar el tiempº ? ¿ N o sentís unavºz que pºdría ser la de un
'
reloj de arena,que
al cºbrárla se enlºqueciese ?»N i lo sºy
,ni sientº nada—respºndí .
»Escuchad—agregó él —tras de la puertasuena un tic—tac .
» Seriti fríº,me arroj é del lechº . En el cºra
zón de la puerta misma Sentíase cºmº un re
chinar de dientes,cºn leves pausas ; y el ruidº
parecía oir nuestras vºces y callaba , y después ,sºbre nuestrº silenciº, alzábase de nuevo cºn
insistencia .
—»E s—d11e—el gusanº carpinterº .
Ah —contestó alegremente , - no le cc
nocía ; ¡ ca l, hºnradº trabajadºr , a dºrmir , estarde .
((Le pregunté si tenía enemigºs en la cºmarca ,si su puñal y su alfanj e estaban afi ladºs
, y des
pués de respºnderme que era la primera vez_quepºr allí pasaba ,rebosando de hilaridad , exclamó
112
cido pºr el tumultº , sin ºir que labraban suataúd , mientras la luna , bañando tºdº el lechº , lº envºlvía ya en su impalpable sudario .
Cuandº vinº el alba un arriero le despertó . Yº
nº había cerrado lºs ºj ºs y ºí su despedida(¡ Adiós , hasta que el sºl me vuelva a la tienda
¡ ºh temeroso- abuelo , fabricante de enemigºs
» Sabéis el restº . Deshecho,ensangrentado ,
le recºgían,una hºra más tarde
,de un ab is
mº . Parece que el mºnte le faltó bajº lºs pies
pºr cºrrer tras una nube rósea y nivea que vºlaba como un flamencº . »
Harún el Ahnap ºyó tºdº el relato , sin ana
dir una sºla pregunta º un cºmentariº . En lamañana del nuevº día
,buscandº la fuente , pro
siguió el peregrinaj e . Sus pies,fatigados
,ayu
dábanse cºn el báculo : perº la fiel ilusión leacºmpañaba , siendº viva luz que hac ía más ligera su sºmbra . Sin embargº
,algº nuevº difi
cultaba ahºra su cam inº el terrºr de las puertas . Elegía chºzas sin ellas
,al entrar a una pº
blación . Y cuandº llegó a un desiertº , pensó cºnplac er que , al cruzarlo , dºrmiría baj º tie-ndas
de lºna .
Y así fué , y Alá , al fin , se puso de su parte ,y un día , al hundirse el sºl , vió
:
el brºcal de
una cisterna , idénticº al de su sueñº . aHé ahí
— 113
la fuente de la juventud»,exclamó y tembló
de júbilo y cayó extenuado al suelº . Sus labiºsestaban pálidºs y febriles de sufrir sed . Pensó que en el mismº instante iba a aplacarla ya cºnvertir en realidad su esperanza . Le fuéimpºsible mºverse ((Nº importa—dijo
,
—mejores beber de esa fuente en que hºy la tardemuere
,mañana
,cuandº la aurºra parezca na
cer de la linfa» . Un estremecimiento cºntrajºsus ºídºs y cºnturbó su alma . El báculº , deprºntº ,
se transfºrmaba en pavoroso con uncrujir de dientes . En el cºmpañerº de sus mar
chas , en el apºyº de sus pasºs,el gusanº del
j oven de la venta revelábase animando el misteriºso relºj marcadºr del tiempo
,cºn el pre
sentimiento de una última hºra .
Harún“
el Ahnap nº vºlvió a levantarse . Eldeliriº de la sed pusº una visión en sus ºjºs .
La fuente marchó hacia él , y le arrºj ó un hilºde agua que resbalando sºbre sus lab iºs fué atºcar el báculo . El gusanº callóse al cºntac tºde la deliciºsa frescura . Vida intensa agitó lamadera , que se cºnvirtió en trºnco y se vistióde ramas , y se cubrió de flºres y de frutºs . Elpºbre Harún se murió pensando que el únicobien de la fuente de la juventud
,había sidº el
de crear un árbºl rebosante de nuevºs báculos .
LA voz.—8
KASIDA :
Cºmo desapareció la fantástica Medina - Az
Zahra , levantada pºr el geniº y el amºr , entrelºs acºrdes de las guzlas
,así en mi alma un pa
lac iº de esplendºr ha muertº . Cºmº sucumbióZahira , glºria de Almanzºr , deja-ndº de sus recuerdos lºs cantºs de Said a su fuente , y a susañémºnas y narcisos , así en mi alma lºs sueñºsde la juventud sºn ruinas .
Aquellºs grandes reyes cultivarºn naranjºspresintiendo quizás la triste suerte de sus grandezas . Cºn murmú rios de arpas melancólicas ,lºs a
'
zahares perfuman la nºche,y surgen cºmº
nupc iales ñºres , cuando la luna besa las hºjasque las mecen . Y esºs clarºbscurºs atraen lasaves , y sºbre la piedra deshecha , los ruiseñº
res desgranan sus trinos , cual el llantº armoniºsº del tiempº . Y así también
,sºbre lºs sue
nos de m i juventud levantase mi cantº y evocaal hermanº del Yemen
,que veía en las nubes la
esperanza .
— 116
desiertº bendijº el destierro , sin extrañar el librevientº , ni el hºrizºnte grandiºsº . Días de júbilº cºn sºl , sabéis cómº el hºmbre bendij º ala dºncella y la vida . Nºches estrelladas , sabéis cómº el pºeta bendijº a Diºs , al amºr y elmisterio .
La virgen alej aba las enfermedades ; su juventud parecía inmºrtal ; la vejez la hubierarespetado . El truenº habló y la muerte se vistió de rayº . Tanta belleza en la tierra era , quizás , un desafío al cielº .
Lºs ancianºs sentían pºr ella el esplendenteespectrº de su juventud
,vistiéndose de carne
y piel,de nerviºs y de gracia pºr eso ,
al verla ,lloraban cºn tristeza . Al contemplarla lºs jóvenes
,querían cºnquistar imperiºs ; yº sentí
en mi alma , al saberla mía , tºdºs los imperiºsdel mundº cºnquistadºs .
Era más flexible que la palma,más dºrada
que el trigº , más dulce que el dátil , más perfumada que la rºsa . Para recºnciliarse cºn el
mundo , ¿ cuáles plantas , flºres y simientes hubiera debidº crear cºn su lluvia la nube quela mató cºn su rayº ?Su .muerte fué mi muerte . La vida se me
apareció sin un manantial capaz de ºfrecer , cºnun reflej º del cielº , reparadºra frescura . El relámpagº que alumbró su rayº cºncentró ,
para
— 117
encenderse todºs lºs brillºs del universo , y almºrir dejó para siempre tinieblas en mi alma .
Desde entºnces , el dºlor me abandºna en elsueñº y me abre los ºj ºs en las mañanas .
Un ángel me dij º una nºche : aLa dºncellafué purificada pºr los vºlcanes de D iºs , abier
tos entre los desgarramientos de las nubeshoy , rediviva , se pasea en el Paraíso y te es
pera cºn una juventud eterna . Así fué salvadade la muerte la más hermºsa mujer del mundº . »
Y dejé lºs valles de Andalucía y llegué a mitribu . Lºs ancianºs me recibierºn sºnriendº ;el Sceicº exclamó (¡ V e a saludar al Emir voy
a busc arte sandalias ; las tuyas están usadas .»
Y vi al Emir,que había envejecidº muchº
,
y me dij o : aMis canas te saludan cºn alegría,
pues nº ha paradº en humo mi esperanza deverte . »
¡ Ah ! que nº pare en humº la mía . Ella tuvº en sus ojºs el espíritu de tºdºs mis pensamientºs : desde que murió
,mis pensamientºs
se bañan en la amargura de mi ánimo .
Mi esperanza es vehemente,cºmo la de la
tierra que espera después del estíº las aguas delotºño y mi plegaria , llena de unción ,
sube cºnel suave ºlºr de la raíz del enebrº .
Hagº el bien : la cºmpasión , la caridad , el
118
amºr , se derraman en mis acciºnes , y esperºtranquilº , en mediº de mi tribu ,
la muerte .
Así me ha sidº dadº ver en mis sueñºs lºsbºscajes del prºfeta . Lºs ríºs que deslizan lam iel en sus ºndas murmuraban : aac er0a lºs
labiºs» . He hºlladº lºs tapices que,sin tener
c ºsturas , sºn mullidos cºmo lechºs de mºnar
ca . He vistº lºs árbºles cºn frutºs de dulzuradescºnºcida , la realidad de lºs que sueñan lasñºres al transfºrmarse en la tierra . He ºídº lºscantares de las fuentes y entre ellºs a la virgende mis dºlores diciendo : cHeme pues , en mireino : Su hermosura , que es la mas alta , aguarda nuestro amºr para transfºrmarse e n divina . »
Y aquí cºncluye mi cantº,aunque nº mis pe
sares y-
esperanzas .
— 120
bu de lºs taghlibs y lºs que dejaban la ciudadde Ancyra camino del país de Tayma .
Ahºra bien ; en la anteriºr estación dºs jóvenes cºnfundierºn sus quejas al murmuriº delas hºj as . (¡La flºr de nuestrº rostro—suspiraban— se marchitó en la angustia y nº se evapºra el rºcíº de nuestrº llantº . » Callaron
,y
,en
su silenciº , las lágrimas mudas cºrrían cual dede fuente inagºtable . El sºl se inclinó ; la-s jóvenes dij erºn ((Sigamºs nuestra ruta y que norepºsen nuestrºs pies hasta llegar a Tayma .
Allí , descºnºcidas , nadie nºs avergonzará diciendo : esas túnicas cubren sangre de ignºminia ; arrojad de vuestra frente la cºrºna de lasvírgenes … » Las hermanas se alej arºn . Eran lasdos
,al caminar , semej antes cºmº las sºmbras
producidas por la misma palmera en lºs camb ios del sºl , y se inclinaban al
'
pesº de su dolºr , flexibles cºmº ramas que ºcultan entre lashºj as lºs frutºs que las doblegan .
D e la viña sºbre c uyas raíces habían llºrad º ,dierºn , después de un tiempº , vinº al príncipeBarc Wail . Ya lºs convidados nº mºstraban elnegror de las encías : lavadas por
'
el beber ylibres de la pintura
,descubríanse rºjas cºmº lºs
rºstrºs encendidºs,cuandº D hobyami , copero
mayºr,dij º al amo aHe aquí de la vid que cc
nooen los viajerºs de tu“
reinº para ellºs da
— 121
una sombra, por su delicia , sagrada , y para ti
un licºr que es , pºr su calidad , divinº . »
El rey tºmó llena la cºpa ºfrecida . Era deºrº , y al elevarla cuidadºsamente a lºs labiºs ,le hizº lucir una línea de esmeraldas entre arabescos de diamantes . Después , las piedras en
gendra-rºn un leve relámpagº ; el l icºr habíadesaparec idº .
D hºbyami esperó en vanº la real palabra ; elrefinadº bebedºr permaneció en silenciº . Y elcopero , cºn asºmbrº , le vió ensimismarse ante …
una cºpa vacía . Era la primera vez que aquellºpasaba . Lºs convidados
,aunque mediº ebriºs
,
cesarºn en su alegre tumulto y mirarºn al rey .
Este parecía leer en el fºndo de la cºpa atentamente su destino ; después la alejó , observando las esmeraldas
,cºmº el viajero extraviadº en
el desiertº cºnsulta las estrellas .
aEa—exclamó violento,
—decid : ¿ qué habéispuestº en este vinº
(¿Señºr—respondió D hºbyami ,—ciencia , para hacerlº dignº de vuestrºs labiºs . »
Bare Wail nº ºyó la cºntestac ión . Las e smeraldas le atraían ,
cºntemplábanle cºmº ºjºshumanºs , y su belleza estremecíase cºn expresiones de angustia . Luegº vió los diamantes ccrrer, im itandº gºtas de rºcío , parec iendº chis
pas .de luz, y _.e ran lágrimas entre las esmeral
— 122
das vivientes . Quisº cºn sus dedºs sacarlas ,y
sus dedºs se hirierºn en el llantº siempre radiante y de nuevº entumec ido .
El rey vió a lº lejºs,algº ºcultº a los demás ,
y salió de su s ilencio gritandº : aMandad a escaps un mensaj erº a Tayma . Hay un pºeta queha dichº a dºs jóvenes un versº de El Samaual Cuando el hºmbre no ha sido mancha
do por baj eza alguna , toda túnica que lleve pa
rece hermosa . Y después Asi también,la mu
jer deshonrada hace perder su belleza al más
¡inº manto . Traedle encadenado , y buscad a
esas jóvenes viºladas ha tiempº en mi cámara una será reina y ºtra princesa . »
El mensajerº cºrrió sºbre un cºrcel,que de
]O muertº en la ciudad de Tayma , y vºlvió a lastres hºras en ºtrº cºrcel
,que cayó muertº en
la ciudad de Ancyra . Ya las antºrchas palidecían en el alba …naciente cuando dij o al rey , inmóvil entre lºs convidados
,libres de la ebrie
dad pºr la inquietud del sucesº(¡ Señºr , las dºs jóvenes han muertº ; canta
ban en las ferias para ganarse la “ vida y eranrespetadas . Ayer rechazarºn a un pºeta y ésteles lanzó el apó strofe que adivinasteis . Las dºsalmeas nº quisierºn sºbrevivir a su vergiienza .
He ahí lo ' acaecidº : un emir va a llegar'
con el
presº . »
124
'En tantº , e l rey permanec ía'
por tierra y sº
bre él se destacaba la cºpa . El sºl , aparecien
do , la tºcó ; las esmeraldas y lºs diamantes ful-
gurarºn sºbre el ºrº convertidº en ascua . Ahnaf ,
viejº sabiº , exclamó entºnce s : (¡Parece ºbjetºde un culto y nº cºpa de festín . V edla cómºrefulge casi sºbrenatural . D iríase que el sºl nace en ella . Yº he vistº una semej ante en la Kaa
ba ; la leyenda dice que un ángel se la traj o aAdán , cºn agua consoladora , cuando era en dí asde desºlac ión la imagen del arrepentimientº llºrandº sºbre su culpa . » Perº Ahnaf ignoraba
que , después de tantº dºlºr , el rey iba a encontrar a las dºs hermanas cºnvertidas en buries
y estavez , llenas de júb ilº , ºfreciénd ºle lºs besºs más ardientes de sus lab iºs .
125
EL ARQUERO D EL BOSQUE
Nº pasé is ¡ oh hermºsas reinas ! pºr lºs bosques . Nº turbéis la sºledad feliz cºn el rumºrde vuestrº pasº no digáis a la flor que ,
másque su perfume
,es vuestrº aliento . ((El placer
está en guerra cºnmigº,y yº he hechº alianza
con la tristeza»,cantó Abul el Ancari en la
cºrte de Harún el Raschid ; perº él nº añadiólo que yº , pºr vºsºtras ¡ ºh tiernas reinas ! di
gº (¡La alianza cºn el placer mata la tristeza,
engendrando la lºcura . » Oíd,lºs que me escu
chais , el pºr qué de mis palabras .
Mudrix era cazadºr y pºeta . Sus cantºs delas cuatrº estaciºnes adquirierºn celebridad en
la comarca . Las sabias letras no lºs habían en
carceladº en las redes caprichºsas de sus arabescos . Hºmbres y mujeres acudían cºmº lasaves en bandadas para ºir estall ar cºlºres
, pér
fumes y nºtas , en kasidas dºnde vivían el sºly la luna ,
* la tarde y el alba .
En vez de sentirse el pºe ta inspirado pºr el
—126
espec táculº,lo vivif1caba cºn su vºz animado
ra . En el estíº , después de hacer cºn las gargantas de pluma armºniºsas flautas de cristal ,la vºz de Mudrix maduraba lºs frutºs . Al ºírsus estrºfas de tristeza enternecida
,las verdes
hojas se impregnaban de púrpura y de ºro , en
contrando al desprenderse de los árboles,en el
ritmo del cantº,mºvimientºs para vºlar cºn
melancólica gracia . La vibrac ión de la tristeza ,al despedirlas
,era prºfunda cºmº que también
esa vºz las había creado cºn ' traRSpºrte jubiloso . A la desºlación de la nieve que transfºrma el silenciº de su caída en silenciº mºrtalle infundía el dºlºr de los rayºs del sºl
,que
cantan cºmº el cisne al amºrtajarse en su blancura . Mudrix era
,así
,la vida del bºsque . En
sus ritmºs circulaba el secreto de la savia , yen la savia el secretº de lºs ritmºs . Pºr esº
,al
venir la primavera,decían los amantes sonríen
do aV uelve a cantar el pºema de lºs brºtes»
y lºs viejºs,cºn tristeza ((Ya el vientº se per
fuma cºn sus versºs» . Y al llegar el inviernº ,exclamaban lºs viejºs sonriendº aSu kasida vaa armºnizarse cºn nuestrºs añºs» y cºn tristeza
,lºs amantes : aYa sus versºs nºs hablan
de la muerte» .
El cazadºr vivía feliz cºn la fuerza de susmúsculºs y las imágenes de sus cantºs . Se pa
gºce de vivir dulce y ardiente . Encendióse en
sus ºj ºs luz interiºr transfºrmadºra,y tºdº el
bºsque despºjado pareció exultar vestidº ; tal ,en su espíritu
,lºs anhelos se cºnvertían en flo
res reales de la esperanza . Después , irradiandojúbilº , entró en la cue-va y llamó al pºeta . Le
vantóse un instante . el burkº y Mudrix prºster
nóse , creyendº que las piedras se hendían , para
que descendiese el cielº a vivir entre sus murºs . Alzó de nuevº el rºstrº
,y la reina ya nº
estaba .
Cuandº salió al bºsque,lºs hºmbres y las
mujeres nº se atrevierºn a saludarle familiarmente , como tenían cºstumbre . Creían ver en
sus ojºs el resplandºr de lº que ellºs no vieran ,
mirándole cºmº divinizado pºr la real persºna .
Pudo la primavera
'
refulgir cºn su fecundasºnrisa , y pudo arribar el estíº cºn tºdas laspºmpas de su belleza : Mudrix era un espectro , sin encºntrar su carne ; Sólº el sufrimiento le advertía de la existencia de su cuerpº . Elamºr y el insºmniº le devoraban
,y fi ebre an
gustiºsa le discurría pºr las venas . Vislumbrahá las cºsas a través de su llantº
,y era tan
abundante , que el bºsque tºdº le parecía debundals , árbºles cuyo perfume arranca lagrimas .En el ºtºñº siguiente apareció el kallatín de
129
púrpura , mas la vºz del cazadºr nº resºnó recibiéndºle . Contrariada la reina
,exclamó ox¡ Có
mº ! ¿ N º me saludas , y vengº a ºir tu cantº ya mirar caer las hºjas que tú engendrasteMudrix respondióle : ¿La última primavera
nº ha germ inado en mi alma . ¿ Pºr qué alabar
¡ ºh reina ! a quien me arrebató la alegría ? Yºera libre cºmº el vientº
,feliz cºmo el león, y
hoy sºy un pºbre hºmbre . La esclavitud y laamargura viven en mi mºrada desde que tú. lavisitaste . » La mujer replicó no tienes vºluntad aLa vºluntad es del alma , y nº tengºalma desde que sufre entre tus manos» —gritó ,más que dij º , el cazadºr huyendº .
La reina dejó cºrrer el inviernº , y la primavera vºlvióla a ver en el bºsque . Ante el aspectºde Mudrix , sºbresaltóse y curiosamente le pre
guntó : <x¿Pºr qué tu cuerpº se cubre de harapºs— aEn cada breve noche—respondió ºl caza
dor—encuentro , cºn una eternidad de tristeza ,un infinitº de sºmbra ; y surecuerdº me matael júbilo del día . A quien vive en la tiniebla nºle impºrta que le miren haraposo cree que losºjºs extraños nº perforan la ºbscuridad circun
dante . Mi pellico de caza era más recio que unescudº de guerra , mas tus ºjºs lo destrºzarºncºn sus Hechas . Sólº harapºs deben vestir losLA voz.
—9
130
j irºnes de mi alma , tristes despºj ºs de una fuerza en que ha muertº el cantº , que fué su glºI'
l & : n
a¿Me amas de mºdº tan prºfundº ?»—aPregunta en el bosque al árbºl de armo
niºsas ramas que dej e mejºr filtrarse la luna ;pregúntale si muerierºn entre sus hºjas , mirandº al as trº , más ruiseñores que lºs que hanmuertº entre mis quejas sºñando cºn tu rostrº .»
(¿Y nº saludas ya las estac iºnes ?»—aLa fuente secóse para siempre ; ni retra
ta el cielº,ni tiene rumºres ; y así , estéril y
honda , parece una tumba . »
La reina se alejó pensativa, sin pºder ºir el
cantº que la ºtra primavera animara las aves ,la flºr y el fr-uto . Le bastó mºstrarse una vez alhºmbre f eliz en la selva para obscurecerle elpaisaj e . Ni el árbºl
,ni el agua , ni la nube , re
flejábanse alegres en aquellºs ºjºs , dºnde el recuerdo de lºs suyºs hacía desmayar un alma .
La nºche de esa tarde fué hermºsa . La res
pirac ión del bºsque parecía sub ir cºn sus perfumes hasta el cielo .
“
N º era épºca de luna quehiciese palidecer lºs astrºs
, y- los astrºs ilumi
naban con el fulgºr de sus diamantes platíneºsy azulados .
En multitudes inverosímiles , pºr tºdºs lºs hº
—132Las estrellas no habían palidecido
,perº es
taban al fin de su cursº; súbitamente , se ºyó
el gritº desgarrante de un hºmbre a quien lequitan la vida , y ese hºmbre miraba al cielº
queriéndºselo absºrber con lºs ºjºs . Las hºrashabían voladº cºn lºs astrºs
,y los astrºs , hun
diéndºse , arrebataban a la nºche ; y é l pensaha a ¡ Ah pºder detenerlos
,nº dejarlºs seguir ,
clavarlos en la bóveda y alej ar eternamente laaurora La cºnstelación de Suraya
,y el sig
nº El Assadi,y el fulgurante Sinaki nº vierºn ,
sin duda,al pºeta del bºsque tºmar un arcº ,
y tenderlo y descargarlº,lanzándoles cientºs de
flechas , cºmº una estatua de la Desesperaciónanimada . La reina alejóse envolviéndose en lºsvelºs del burkº ; y el cazadºr , sin verla , cayóal suelº
,extenuado pºr el ej erciciº . Pºbre Mu
drix ! nº vºlvería a levantarse para cantar lasestaciºnes ¡ su alianza cºn una nºche de placer lº había vueltº locº !
153
LAS NAYAD ES
Moslim el Hutail , jºven y hermºsº , era el
primer pºeta del país de Yemen,siendº tam
bién unº de sus más grandes señºres . Leila ,Sºád y Aila se mºrían de amºr pºr sus versºsy sus ºjºs . Más de una nºche le esperarºn ensus jardines , dºnde lºs cálices de lºs ºkhºuans
parecían brillar cºn la sangre de sus venas,en
cendida pºr el deseº . El nº acudía al llamadº ,diciéndose que era leal enel fºndo de su corazón , pues pºr nº engañar a ninguna , las impacientaba a tºdas.
Y cºmº un día Leila exclamara : aE speré
anºche en vanº , y me acºsté al alba , húmedºsmis cabellºs del llantº del cielº
,húmedºs mis
ºjºs del llantº del alma» , el j oven respondió :Pºr qué mientes ? Las flºres pueden cubrir
se de rºcíº , perº tú ,no
,pºrque eres estrella !
Y después , ante igual reprºche , respºndió igualcosa a Soad y a Aila y se quedó sati sfechº ,pues nº había en la lisonj a mejºradº a nin
guna .
— 134
Moslim el Hutail hacía mal sin darse cuenta
,y era la primera víctima de sí mismº . Cada
nuevº amºr en su espíritu y en su cuerpº,des
pertábale ºtrº , desesperante . Ese amºr era unanhelº infinito , cºmº si él nº fuera habitantemínimº de un planeta , mínima partícula , a suvez , en el cºnjuntº de lºs astrºs . Y en unatibia tarde en que una nºta , un cºlºr , un perfume , inspiraban el deseº de ser nube y subirhacia el sºl y bogar gloriosamente
,dejó la
'
ciudad natal y transfºrmóse en peregrino .
Iba sin acºrdarse de Leila , ni de Sºad ,ni
de Aila , jubiloso , llenº de una singular ebriedad que pºnía alas en sus sandalias , Pensabaque , al avanzar , el hºrizºnte alejaríase ,
cºmoun telón que descubriese seres y cºsas , capacesde apac iguar la sed febril de su espíritu inquietº .
Cruzó cºmarcas , visitó ciudad es y llegó a unpaís armºniºsº
,dºnde la fantasía risueña daba
amablemente a lºs espíritus una sºnrisa de luz .
Y pºcº a pºcº , los relatºs encendieron más'
su
sed,y las cºsas bellas aumentarºn su angus
tia,y al f m,
desesperadº,se dedicó a mirarse
en las fuentes,única cºsa de la tierra capaz de
enseñar cómº en un cristal puede cºncentrarseel firmamentº .
Muchas fuentes reflej arºn la meditabunda faz
—136
era el del infinitº amºr , hallando su fºrma verdadera en cl amºr de las El principe comprendió la verdad de su presentimientºsólo las fuentes tenían el secreto de matar la inquietud , ºfreciendº a la sed del cuerpo y a ladel espíritu el agua cristalina y el cielº refiejado .
Más de un día pasó en el bºsque misteriºsº .
Al ñu , una tarde vió tan viviente a una náyade ,que sintió el vehemente impulsº de estrecharlaentre sus brazºs . Ella desapareció móvil
'
y ligera , inspirada , al parecer , pºr sus ºj ºs febriles ,lºs ñltrantes rayºs del sºl , el encanto del cristal y lºs caprichºs de la sºmbra .
Lºs páj arºs , en tºrnº , conversaban cºn las flºres , y sopló una brisa acºrdando sus vºces en
una exclamac ión (Nº vºlverás a ver a las ná
yades pºr haber cºnfiado al cuerpº el amºr delalma… » Y lºs páj arºs y las ñºres nº se equivºcarºn. Pasó un tiempº
,las pesadumbres hi
cierºn sentir al príncipe que su cabello encanecía . Su dolor
,sin embargº
, nº enterneció ala fuente . El cantº del bºsque era verdad lasnáyades habían enmudecidº para siempre . Ycuandº el cristal tºrnábase hasta en fangoso ,entre la algarabía de una legión de ranas , llenºde amargura , se retiró el pºeta .
Envej ec ido le revieron sus lares . Soad y Ai
157
la habían muertº : sºlamente Leila le eepera
ha . En rasgºs también envejecidos , tenía lamujer una nueva hermºsura fºrj ada pºr el dolºr. Al ver al príncipe
,sºbre la sºmbra de su
vida nació una luz de gºzº , y su alma se convirtió en un suave crepúsculº . Moslim el Hutail
dejó penetrar la suya en esa clemente tarde , fatigado del sºl de sus días . Percibió en ella laamargura que le imprimiera su constante evº
cación , y encontró en su vºz el ecº viviente deantiguºs versºs . El amºr inspiradº en ºtrº tiem
pº era la hiedra de la cºlumna,y esa hiedra ,
impregnada del recuerdº de su imaginac ión ,
cºnfi aba al vientº una suprema elegía . Oyén
dola , el poeta se compadeció a sí mismº , y cºn
una íntima vºluptuºsidad ,sintióse renacer en
las ruinas de aquella existencia . Entºnces,en
su espíritu henchido del eepíritu de Leila , hubºun amºr que le hacía llºrar sºbre la memºriade Soad y de Aila .
Paseándose pºr un bºsque cerca de la ciudad , se aprºximó p ºcº después a una fuente ,cºsa que nº hacía desde su viaje . Sus ºjºs mirarºn la linfa serena , y , estremecido , se agitó .
Un reflejº de mujer dibujábase allí levantó lºsºjºs ; Leila estaba a su ladº . Al vºlverlºs a lasuperficie creyó ver palpitar las imágenes temblºrºsas , evocadas , de Aila y de Sºad , y sintió
158
que en su nuevº amºr perseguía un infinitº .
Amaba el .espíritu de Leila , pero quería que lasºtras , incorpóreas , inasibles espectrºs , se tornasen en visibles , trayéndole las sensaciones desus viajes . Miró febril los reflej ºs y exclamó(La sºmbra de las náyades . »
Después ºyóse el gritº desgarrante de unamujer : las aguas , agitadas , se habían cerradºsºbre el príncipe . Y en aquel boscaj e abríanse
flºres,jugueteaban pájarºs
,y las flºres dij erºn
((Aunque el alma nº cºnfíe al cuerpº su amºr ,es impºsible abrazar a las náyades . » Y lºs pájaros cantarºn : (La fuente retrata el infinitºy se ríe del amºr si quiere arrancarle su secretº . »
Curtida pºr el sufrimientº , y llena de piedad ,
se ºyó exclama—r a Leila , entre la vºz de lasflºres y el cantº de lºs páj arºs : (Pºbre Moslim el Hutail ; en su alma , el amºr era hermano de la muerte . »
140
samiento de tu mujer , el enano canta y ríe ,en
tre las blancas flºres que os harán cºrºna . »
Pasó un añº : el príncipe Abdiel murió enuna cacería ; el viejº rey y las princesas llºraron muchº ; su sºbrinº Instar fué declaradº sucesºr del tro—nº . El rabí rec ibió una túnica delinº de Egiptº , sin cºsturas , que pºdía ºndular ,
pºr leve , al más débil sºplº de los labiºs , y queenvºlvía a su caballerº cºmº en un clarº deluna . Al verle así cub iertº
,grandes hºnºres se
tributaron en la cºrte al sab iº intérprete .
El príncipe herederº vºlvió a salir de su mutismº ,
llamó al rabí y le dijº Acertarás cºmo la ºtra vez ? Escucha : Mi hermºsa muj eracaba de sºñar en un subterráneo se ºía a lºlejºs un himno de amºr
,y cerca un tºrrente
de agua . Repentinamente ,un gigante lo alum
bró cºn sus ºjºs . Estaba dºrmidº , y al abrirlºs párpadºs
,dºs linternas de fuegº cºnvirtie
rºn las aguas en un tºrrente incendiado . Elhimnº amºrºsº cesó entre ayes de dºlºr y ru
gidºs de ira : sºbre el subterráneº estalló uncantº al sºn de añafiles y trºmpas . »
El rabí medit'
ó un instante ; luegº exclamó .
Oh príncipe . tu reinº empieza . Ese gigante
,bajº el signo de Géminis , es , en esta cº
marca, el gen iº de la guerra . Ve a la ciudad de
Basora,cuyo sitiº nº acaba nunca . Al ºeste
—141
hay una puerta pºr dºnde baj an tºdas las noches sºldadºs y mujeres a divertirse . Manda aun guerrerº esfºrzadº que aprºveche la sombra para entrar y abrir lºs vecinºs estanques .
Tres días más tarde , la plaza se rendirá devºrada pºr la sed . »
La victºria mató de júbilº al rey , que nº secansaba de llºrar a su hijº . El príncipe vºlvióde su empresa a ºcupar el trºnº . El rabí recibió un lujºsº manto de púrpura , y pºr ºrdende Instar se le tributaron muchos hºnºres .
Después de una semana debía festej arse a lareal parej a . E sperábase que la tumba del vie
jº rey secara un tantº , al sºl , la juntura desus piedras nuevas . Instar llamó al rabí (Quiero—le dij o—eque me hagas para la fiesta unakasida cantandº la hermºsura de la reina . » ((Señºr
,lº sabía— respondió Abén — hé aquí el pºe
ma . » El rey,satisfechº , sºnrió al sagaz inter
prete y le hizº declamar . El rabí exclamó(QUién fuera ¡ ºh reina ! el rey , que alaba a lareina
,murmurando
»LA CANCIÓN D E LA FUENTE
»Apºyada en su invisible amºr , aparece lajºven rebosando delicias . Aunque las vides nºestén en cierne , y los granadºs no florezcan ,
— 142
ella hace pensar en un sºl que besa rac imºs deºrº y frutºs de púrpura. El aire
,después de
abrazarla , esparce en su tºrnº la frescura deun perfumadº Cerradº es el lugar yla reina puede desnudarse la reina se desnuday la sºledad se hechiza . Nunca rama algunade árbºl sediento tuvº al inclinarse sºbre elagua más grac ia y majestad , que la reina aldetenerse al bºrde de la fuente . He aquí lº
que la fuente dice :
(Tu pie me tºca apenas y te reflej º tºda tu» imagen temblºrºsa estremece mi transparen» cia . Esa imagen es fºrma de un deseº haz»que tu cuerpº realice la prºmesa del reflej º .
»Retratándote así , eres mi ensueñº , y abrazan» dºte ,
te creeré ºbra de mis aguas nº niegues» esa ilusión a mi …vida .
»Adoro el cabello ºbscurº que te viste cual» túnica de seda
,brotad a del seno de la nºche .
»Adoro tu frente,dºnde Diºs debió de besarte ,
» después de hacerte . Adºrº tus ardientes ºjºs ,» capaces de secar mis aguas , si mi frescura ,» acariciando tu piel
,nº transformara ese ar
»dor en languidez venturosa . Adºrº tus labiºs ,» que dan en su alientº el perfume de una fior ,» cuando lº que se besa es la madurez de un» fruto . Tu albura es la de la nieve que , siem»pre blanca
,nº camb ia de matiz , y sólº detor
144
sabidº que la reina tiene en el muslº una mancha purpúrea ?»
(Señºr—r espondió el aludido ,— como supeque la aparición del enanº ºs daba
'
el trºnº , yla del gigante la ciudad de Basora ; cºmosupe ayer , sin que tú me lº dij eras , que querías una canción
,y tºdo estº sin darme cuen
ta , pºrque mi pºd er es misteriºsº . »
Instar Se inclinó sºnriendº , y el magº se fuépara vºlver inquietº al ºtrº día .
El rey presentaba rastrºs de insomniº . (Se
ñor— exclamó el poeta ,— dicen que me desterráis . ¿ Lºs príncipes de vuestra sangre paganasí a sus leales servidºres
((Tu tono—respondió Instar— és algº vivº .
Te perdºnº , pºrque la nueva debe haberte exna
peradº . Mas, ¿ cómº has pºdidº creer tal cºsa
cuandº pºr tu bellº pºema te tengº una nuevatúnica ? Es tºda rec amada en ºrº de Cfir . Tedecías , cºn la de linº , envueltº en un clarº deluna ; y cºn la de púrpura , en una aurºra naciente ; cºn ésta resplandecerás cºmº un sºl
en el mediºdí a de tu glºria : ¡ quiera la suerteque nº llegue nunca la de la El rabívistió el ºbsequiº cºn ºrgullº y cruzó el palacio cºn alegría pero aquel fué su últimº paseo la túnica estaba envenenada .
EL HUERTO DE LA PAZ
Alguien llamó al lugar aquel el Huerto de laPaz , pues su apacible ventura debía arrºjar sº
bre las almas agitadas un mantº de ºlvidº , en
gendradºr de una vida nueva .
En el huertº,lleno de ñºres , se levantaba
una tºrre .
“
En su cumbre vivía un astrólogo ,y a sus pies
,el j ardinerº . A veces
,entre lºs
dºs , se entablaban diálºgºs , cuandº la nºche extendía desde el cielº la prºyecc ión de su reinºsilenciºsº . El astrólogo decía ((Hay nºvedades .
Algunºs accidentes me hablan de amenazas a .
las cºsechas de lºs hºmbres . El Assadi , encambiº , está magníficº , y prºmete a lºs nacidºsbajº su signo el vigºr que alej a las enfermeda
des . »
(¡Mis liriºs—respºndía desde abajº el j ardinero—están enfermºs . Es menester que el sºlme preste sus rayºs para que renazcan en lasblancas telas los corpúsculos de ºrº . Mis rºsas
,
en cambiº , rebosan de hermºsura . Las hayLA voz.
—10
140
blancas , cºmº caídas de lºs mºntes de esa lunaque tú estudias : las hay rºjas
,cºmº cºn pen
samientºs de esa alba que,apagandº los astrºs
,
te encierra en la tºrre . »
(Yº nº veº las flºres—exclamaba el astrolºgº
— pero sientº su perfum e traído pºr las invisibles alas de la nºche . »
(Tampºco veº lºs cambiºs anunciadºs en
las estrellas—declaraba el j ardinerº — pe ro veºsu luz y me dicen haz que las flºres nºs imiten en el brillº . »
Y ambºs eran perfectamente venturosos ; yel relºj de cristal marcando ad entrº las hºras , yel cuadrante rigiéndolas afuera , murmurabanen silenciº , ya cºn el rayº de sºl , ya cºn elgranº de arena : (El tiempº pasa sin ruidº ,cºmo la vida apacible pºr el cºrazón de lºs quehabitan nuestrº huertº . »
Dolido pºr la muerte de Gulnara , aquellaque al retratarse en sus ºjºs se los cºnvertíaen felices y sagradºs
,sufriendº el dºlºr de lºs
dolºres,puestº que su amºr por sºbre la muer
te,era cºn sus recuerdºs un mart iriº sm espe
ranza el pºbre Masrur llamó a la'
puerta(¿Vive aquí la ventura ?»—preguntó .
— (Vive— le respºndió el j ardinero ,—y se ad ºrna cºn
mis flºres . » Después se acercó a la tºrre Vi
— 148
día las estrellas . El espac iº era cámara nupcial ,y la grandeza de su misteriº
,infinita , cºmº el
misteriº del amºr mismº . El nºcturno silenciºtení a sºledades angustiosas
,llenas de lºs dolo
res humanºs , que nº hallan ecº al agitarse sº
bre una tumba . Y ante el vac íº , miró Masrurel cielº . Quiz ás allí flºtaba el espíritu cuyºs recuerdos exacerbábanse cºn la belleza de la hºra . ((Mae stro—dij o el cºnvaleciente ,
—puestoque nº puedº subir a tus estrellas
,vºy a visi
tar las flºres . »
El movimientº del sabiº fué inútil pasó unsegundº y encºntróse en una cumbre estremecida .
Lºs arºmas del huertº seguian subiendº .
Abaj º,oyóse el grito del jardinerº , y el astró
lºgº , alzandº lºs ºjºs a lºs astrºs , sintió fríº .
El Huerto de la Paz seguia siéndolo cºn un cadáver .
149
EGLOGA
A la que , inquieta cºmº un médanº , es mi
cºnstante pensamientº , la encºntré en la tardehermºsa de un hermºsº día
,meditando al pie
de su camellº .
Ella me dij ºPºr qué me haces llorar ?
Yº le reSpºndí—Pºrque tus lágrimas cºrren pºr tus meji
llas , y me place en plenº día ver ñºres llenasde rºcíº .
Yº le di j e—Tus ºjºs descubiertºs sºn cºmº el horizon
te estival, que sin nubes tiene relámpagºs . ¿ Pºr
qué los ºcultas siempre bajº el velº ?Ella me respºndió—Pºrque me encanta mirar en los tuyºs el
deseº de verlºs .
Ella me dijºPºr qué hiendes el arbustº de la mirra ?
Yº le respºndí :
— 150
—Pºrqúe piensº que tu bºca , entreabietta
por el beso , debe manar zumº perfumadº , cºmºel arbustº heridº .
Yº le dij ePºr qué me huíste ayer presurosa ?
Ella me respºndió—Pºrque me divierte ver cºrrer irr itada mi
sºmbra .
Ella me dij ºPºr qué estudias el cultivº de anémºna&
y azucenas ?Yo le respºndí :—Para tener en la tierra un . j ardín semejan
te al que tú haces nac er en mi alma .
Yo le dij e :Pºr qué miras tan a menudº el lagº ?
Ella me respºndió—Eu la ribera sientº mi esperanza vivu cc
mo las flºres , y me preguntº pºr dónde debedirigirse el remº para encºntrar la ºrilla en
que penden lºs frutºs d e los árbºles .
Ella me . dij º—¿Y tú también a veces nº lº miras ?
Yº le respºndi º
Nº son cambiantes inaccesibles , comº lasideas de la juventud de mi amada,lºs crepúscu
lºs y auroras de sus reflej ºs ?
152
—Pues sean nuestras almas cºmº las dºs nºtas del pájarº .
Yº le reSpºndí—Cºmº ese cantº sean nuestrºs cuerpºs .
Ella me di j º—Ya lºs ramºs de cipro surgen entre las vi
des ; há—gámºsles adornar nuestra venturaYº le respºndí—Que la ventura sea entre nºsºtrºs cºmº
ramº de cipro entre las vides .
Marchamos hasta el dºsel de los pámpanºs .
Era difícil alcanzar las florec idas fuentes del
perfume . Una brisa se transfºrmó en ráfaga ;y
,cºmo alas de palºma , vºlarºn cientºs de fiº
res de nieve ; y cayerºn sºbre nuestras cabezas y cºlmarºn nuestras ávidas manºs .
Yº le dij e—Coronados así , los días nºs vesti
'
rán de es
plendºr cºn su glºria .
Ella me respºndió—Y las nºches de discreción cºn su misterio .
Ella me di j º—Amad o
,mi camellº se impacienta ; quiere
partir .
- Yº l e respºndí
155
—Amada , que su pasº nº me señale más lahuella del dºlºr .
Yº le dij ePºr qué nº cºmer frescºs dátiles corona
dos de ñºres ?Ella me respºndió—La ráfaga nº lºs vºltea ; sube a mi palan
quín para alcanzarlos .
Y entramºs al palanquin,y e l camellº hizº
sus tres mºvimientºs,y una vez de pie , mar
chó acºmpasadamente, cºn un gran ritmº que
le daba majestad y gracia . Y al llegar al bºsquede dátiles , se detuvo ; y la dulzura del frutºuntó nuestrºs labiºs cºn una nueva alegría .
Yº le dij e—Deja las bridas sueltas , y que el buen ani
mal vaya'
sin rumbº,semej ante a mi cºrazón ,
cuandº la duda le hacía desear la muerte .
Ella me respºndió—Se internará en el ºasis , que es un cantº
de la vida .
El ºasis respiraba ya en la frescura de la próxima nºche , sacudiendo cºn inmensº sus piro elardoroso vaho . Un ligerº sºplº , después de
'
ac a
riciar las plantas , besaba nuestras frentes , y
—154
perfumes de granadºs , y vides , y cinamºmºs ,nºs envºlvían ,
penetrantes,expansivos
,cual
si quisiesen embalsamar cºn su alientº la t-ierra y el espac io .
Yº le di je—Amor es mi nºmbre . ¡ Pºr él he su1ridº '
Ella me respºndió—Amor es el míº . ¡ Pºr él he llºradº !
Ella me dijºQue j amás la vida nos separe !
Yº le respºndíNº separarse es lo únicº que es vida !
Mis lab iºs se impr imieron sºbre sus labiºs :Sus párpadºs se entºrnarºn , y su cabeza , dºblándºse , se apºyó en mis manºs . D eSpu is abriólos ºjºs .
Yº le dijeQué miras ?
Ella me respºndió—La primer estrella .
El camellº debió de oírla ; désvióse con suavidad
,y encaminó - hacia el astro su nuevº
rumbº .
Qu isiera qu e tu hermºsuraD e un vergel fuese la flºr,P ara ser el j ardinerºY cu idarte con amºr .
Bajo el impulso de resºlución repentina,acor
dóse de su vara , y prºnunció las palabras delcºnjurº . Un geniº , cºn ºjºs llameantes ,
presentóse colérico perº esa mirada adquirió suaveluz encantadºra apenas se dejó ºir la armºníade su vºz
,antítesis del rºstro airadº .
(N o ignºro lº que pides—dij o el geniº —ve
a tu huertº . »
Alí se fué,en efecto y entre lºs arbustos
uno tºdº blanco de azahares y ºtro tºdº rºj o decerezas ,— halló un rºsal nuevº , nacidº milagrosamente , cub ierto de flºres que se inclinaban alpe so de su hermºsura . Era el alma de Amina .En el perfume sutil de sus rºsa s vivía la tristezade las separaciºnes , y lºs cºlºres exhalaban lafrescura de un invi sible rºc íº de lágrimas . Alí ,que tenía de sacerdºte
,de pºeta y de sºldadº ,
cultivó la planta divina,y ella fué para sus ºjºs
altar,lira y a lfanje . Las libélulas y las falenas
pernºctaban en lºs cálices , y escapaban , comºlºs pensamientºs cºn alas , del sueñº de esas flºres . Y lºs pájarºs cºmprendierºn el prºd igio , ysus vºces en el huerto decían nostálgicas can
ciºnes , y todº en él vestíase de tierna melan
157
cólica gracia . Y al influj º de lºs cuidadºs,el rº
sal se embelleció en el e stíº,hasta ser
,cºn el
plenº triunfo de la presencia de un alma , cºmosi la aúrºra en sus flexibles ramas se transfºrmase en día .
Pasó un añº y vinº ºtra vez la primavera .
Nuevas flºres se anunciaban en recientes brotes . Alí lºs veía hincharse
,casi palpitantes , y
cºn gran inquietud esperaba el prºd igiº . Laplanta , pensativa en lºs me ses anteriºres , llenaahºra del fiujo ardiente de la savia
,parecía
querer sºnreir cºn sus rºsas . Y éstas surgierºn ,
pero no purpúreas , cºn el fulgºr de nubes deocaso que es triste y es glºriºsº , al reflejar laapºteºsis de una muerte . Antes
, pºr el contrario
, se dibujaron níveas, cºn blancura nupcial ,
y la antigua tristeza y sus lágrimas invisibleseran alegre frescºr le jºs de tºdº melancólico
Alí s e estremeció sin saber pºrqué
,y los pájarºs
,sin saber muchº más
,sºbre
lºs vuelºs de las maripºsas al sºl , ºlvidarºn sus
elegías,y en sus trinos estalló en himnº la pri
E l genio apareció y dijº (Alí,vengº sin que
me llames,pues ya nº lo puedes , para explica r
te el cambiº del rºsa l . El nº era una alma,sino
su terrestre espe jº , tal cºmº mi pºder lº hizº .
Las rºsas transfºrmárºnse,porque los senti
— 158
mientºs de Amina ya no sºn lºs mismºs . N o teha dej ado por ºtrº amante las almas no puedentener sinº el recuerdº de aquellºs que lº fuerºnen este mundo . Te ºlvidó en la suprema luz ,pºrque lºs astrºs le cºnfiarºn lºs .misteriºs desus secretºs
,y cºmº un jardinero canta entre
sus Cuando e l j ºven se encºntrósºlº
,dióse a pensar en la mentira de su ilusión .
Las mujeres eran siempre las mismas , e imposible creer en una vida ideal , más pºderºsa quela muerte
,levantándose triunfante de la tum
ba . Enterró su ya inútil vara en el jardín queiba a abandºnar
,y maldi j o en su interiºr el pº
der inmensº de lºs geniºs .
He aquí,ahºra , cómº el hermanº mayºr usó
del dºn de su padre . Saadí había cºmbatido varias vece s y vistº hºrrºres preparábase unainvasión de la tribu enemiga ,
y llamó al geniº .
(Quiero— le dij o ,— si he de mºrir , acabar sin
sufrimientºs . » El genio respºndió (Nada másfác il . La isla de la Luna está en el mar de Béber . De e lla parte el Nilo , saliendo de un monte
, cºn tal fuerza, que atravesandº el Océanº
cºrre pºr tierra egipcia . En eSe monte'
(tú debesya Saberlo pºr la tradición ! , hay una piedrablanca que parece cri stal , llamada Saxbatulba
xati . El que la'
mira se pega a ella , y muere sindºlºr
,riéndºse ,
y sólº lamuerte lº separa de sus
160
arrancándoles ecºs cual lamentºs del silenciºhorrorizado . El agºnizante sorprendióse a si
mismº , y en una pºstrer vislumbre sintió la profanación y la angustia de mºrir cºntento . Perºera tarde . De la piedra imán del hºmbre , sólºexánime podí a caer el atraídº
,como fruto ma
duro de la rama . Cuandº al fin enmudeció , rºdóel sºldad o pesadamente
,seguido del ligerº saltº
de una piedra . Y ésta,entºnces
,transfºrmó la
luz del día en la de su nacimientº,evocadora
del mºnte de la Luna . Era que el alma de Saadi no la dejaba
,comunicándole , ya libre de su
influencia ,el dºlºr de haber partido sin llanto ,
riendo sºbre la tribu ,en el cementerio de sus
padres ; y hubº un mºmento en que el dºn delgeniº , abrillantándºse más , brilló comº un sºl
de melancºlía .
Ya lº vei s , amigºs míºs ; a veces las aspiraciºnes impº sible s sºn
,realizadas
,manantial de
pena . Y ah,cuántº mejºr es que persigamos la
ilusión nºsºtrºs mismºs,sin que nuestrºs pa
dres nºs dej en por herencia las varas mágica sde lºs geniºs !
—16 1
LA SOMBRA
Sed alegres , sed buenºs , sembrad el regºcij ºen las almas
,cºmº el sºl vierte sus rayºs de fe
cundidad en lºs trigºs . Nº ºs reconcentréis en
vºsotrºs mismºs huid de las meditaciºnes quecausan tri steza ; la vida es corta , haced el bieny divertíºs. Considerad sobre todo , mis j óvenesamigos
,cºmº nefasta la influencia de vuestra
sºmbra estº ºs lo dice quien cºnºció muchº aKiram
, que pasó la vida en observársela . Lºs
espe jºs metálicºs descubiertºs en lºs viejºs mas
tabas egipciºs,empezarºn su lºcura . Meditan
do,
' miraba en ellºs su prºpia imagen . Nº lacreía naciente de un refiejº de cºsa material ;para él , era la fºrma de su alma ,
viva e impal
pahle , cºn pensamientº , pero muda . Si a vecesantºjábasele emanación de su cuerpo , que fe
cundaba el disco,prºnto vºlvía a creerla su al
ma misma . Y ésta,en vez de hablar , cºmo si
en su inteligencia la palabra fuese don secundariº , llena de una imperante vºluntad , creaba
LA voz.—11
16 2
visible en el silenciº la imagen ideada de su
rostro .
Nad ie pºdía arrancar a Kiram de la necrópºlis de Sakara . Se pa saba hºra s entre lºs apºsen
tºs mortuorios , cºnversandº cº-n su retrato en
lºs metales milenariºs , que a fuerza de vivir enla sºmbra habían ºlvidadº la luz . Pºr esº lºs
espejºs,al recibir la claridad de una rec iente
abertura , buscaban la virtud pe rdida de fijar lascºsas . Viendº a las
'
penumbras inteligentes delºs di scºs animarse cºn ellas
,se pºdía decir
están acordando-se de cómº reflejaban hace treinta siglos . La memºria iban lºs brillºs a encontrarla en
'
el fºndº del tiempº,y sacudiendº las
mºrtajas del ºlvidº , vení a al parece r desde allá ,cºn una imagen temblº-rºsa ,
que pugnaba pºrdibujarse cºn muerta luz
,quedandº en el duer
me - vela de un inciertº limbº .
Kiram acabó pºr creer que su alma era inmºrtal a través
'
del tiempº pasadº . La veía desde entonce s esfºrzándºse pºr tºmar una fºrma
y'
ésta"
era la de su imagen animada en el espe
jº . Luegº esa imagen sº-ñaba cºn encarnarseen un rºstrº esculpidº , y una vez aprisionada ,vºlvía a pensar en la primitiva del discº y anhe
laba su apariencia fluidica , prºnta a fundirse ,inmaterial
,en arcanº infinitº . Así , en un círcu
lº de extraña vida,sugeridº pºr lºs viejºs ré
—16 4
bas , espejºs de las aguas ! Lºs'
unºs brotabande las entrañas de la tierra a retratar el cielºlºs ºtrºs
,en su supe rfi cie
,metían las prºfun
didades del firmamentº , cºnvirtiendo ambºs alhºmbre en más calladº y pensativº . Su bºcase hizº muda como su sºmbra . Después su vidatºda identificóse cºn ésta , y empezó a observarla sobre el sue-lo .
Cuandº él se alej aba , le seguía perº,al darle
el frente , veíala huir . ¿ Quién era el cºntinuºcentinela que en su tºrnº giraba ? Era su espí
ritu,queriéndose expresar cºmo en lºs discºs y
en las aguas . Cuandº le seguía sigilºsamente ,pensaba en su mutismº : (en cuanto me mire ,hablº» y al encºntrarse con sus ºjºs
,huía sin
atreverse . Quizá pºr cariñº no decía la palabra .
Quizá pºr maldad la callaba . ¡ Quién sabe ! Entºdº casº
,el sºl y la luna , creandº la sºmbra de
Kiram , le ºbsedían de cºntinuº .
Se dió a cºmparar su sºmbra bajo lºs dºsastrºs . Quería encºntrar diferencias , en la de laluz ardiente y gloriºsa , y en la de la melancó
lica y helada . Su silueta,en la nºche , alargaba
se tºm ándºse más ligera , perº nº más ºbscura
que la dibujada en el día . Luegº,de su cuerpº
fiuía siempre igual prºyección,callada y triste ,y ya no era su alma , siendº la muerte , siempre
constante para medir lºs pasºs . Si , comº se lº
16 5
dij erºn lºs espejºs y las aguas , eran una mismala sºmbra y el alma
,ésta resultaba una fºrma
de la muerte ; y pºrque iba a sucumbir , dabaal cuerpo ese simbólico sudariº . Mentía
,entºn
ces , e l prºfeta , y mentían lºs sacerdºte s egipcioe que llenarºn las tumbas de dobles para conservar el alma en las divinas transmigraciºnes .
Después exclamó (Tºda cºsa , porque va a morir
,exhala una sºmbra . »
Y se dedicó a observar lºs mºnumentºs en
ruina . Pilºnes , obeliscos , cºlumnas , cº-lºsºs ,
brillandº implacables, cºmo cºn el hastío del
fulgºr,arrºj aban al suelo siluetas hºspitalarias .
Hospitalarias , pºrque al entrar en su circuitº ,él pe rdía la suya
,oh-se siºnante . La sºmbra ac
tual y viva de su cuerpo,era devorada por la
del granito , que nació muertº , para vivir másque lºs hºmbres . Así los mºnumentºs , librandºle un instante de su inquietud , resultaban piasdºsºs . Y Kiram pensaba sºn melancólicºs
,pºr
eso sºn amables ; la triste za engendra la bºndad , como el crepúsculo la frescura .
Desde esºs abrigºs buscaba las sºmbras máslargas
,para saber cuales caidas serían más m i
dºse s . En la nºche tení an,en vez de hastíº ,
tºdº el espíritu de las grandezas deshechas . Para columnas , obeliscos , cºlºsºs , la sºmbra quimerica era entºnces lo principal
,y el cou sis
— 16 6
tente cuerpo , lº accesºri º lºs mºnumentºs ,desde aquella , parecían erguirse ,
aspirando . a lainmensidad del cielo… Mas la destrucción traba j aba lo mi smº en la nºche y en el día . Pensóque la lenta degradac ión cºmí a lentamente lasombra y que para no tenerla es necesariº desapare cer del tºdº . Ah la sºmbra nº es la fºrma de la muerte
,entºnce s
,desde que la muer
te es su enemiga . Y vºlvió cºn nuevo afán a querer cºnservar la suya , cual si fuese su alma ;perº cºn más furºr lo pºseyó la idea de que lamue rt e deseaba anºnadarla . El quería oírla antes de que se fuera , y saber si la sºmbra
,fren
te a la muerte triunfante,se evaporaba del to
do cual pasaj eramente bajo el sºl del mediºdí a ;º si
,resucitando en lº infinito
,viajaba brillante
cºmo la estrella y la nube,sus hermana s , en lºs
espe jºs y en las Su alegría se ext inguió
para siempre . La ri sa le hubiese sºrprendidºcºmo un gritº despertando lºs ecº s de una casadeshab itada . Quisº un día escrib ir a un santón
para que lº libertase de sus cavilaciºnes , y sedetuvº
,viendo la sombra de su mano sºbre lºs
caracteres . Al fin,se murió pensando en la luz
invi sible que la mente cºncibe . Y si esa luz tiende proyecciones indefmibles de las impalpables
almas,quién sabe si Kiram no anda persiguien
sin cesar cºn nuestra prºpia sºmbra !
172
sa acariciante y sigue . Después elhace sus arrugas serenándose .
Z ARA
Lº
REN'
RURR
¡ Ah ! ni es el tiempº bri sa , n i mi frente esagua .
ZARA
Oyendo lºs murmuriºs, yº te diré ºtra cosa .
Cuando las hºjas , en el primer ºtºño del mundo , empe zarºn a caer , un ángel quiso salvarlos árbºles .
(Señºr—exclamó ,— tú que tºdo lopuedes
,prºlºnga el estío . » Diºs
,ºyendo la sú
plica,vºlvióle al sºl sus más ardorosos rayºs .
Las ramas,sin embargº
,siguierºn despojan
dºse . Las hºjas , en vez de cae r sºlamente se
cas,gemí an cºmº quemadas . El ángel com
prendió que su amºr no podía transfºrmar lasfuerzas de la vej ez . Pensó entºnces cºn tristezaen el hºmbre achacoso a quien viera a menudºmirándºse en una fuente , mas se daba una pena inútil . Las piedras eran vetustas ; el agua
175
cºntenida, eternamente jºven . Ella retrataba
el cielo,y al fin , evapºrándºse ,
se iba a buscarle cºn la ilusión de su imagen . He ahí el
símbºlº del hºmbre .
BEN'
HURR
El tamarindo ya nº es un esqueletº . Sus flºres tienen aromas . ¿ Quién podrá a entumecídºs labiºs vºlver la pe rdida frescura ?
ZARA
Ah ! no quieres pensar en la fuente y cºm
paras al hºmbre cºn el árbºl . Te equivºcas .
Cºmpáralo a las flºres , y recuerda las que rá
pidas pasarºn . Yo veo las de ahºra , y digº pº
bre s sonri sas de la estac ión naciente , para irsemás prontº
,tienen invisibles alas . La vida es
como el árbºl y las flºres de éste sºn menºsdurables que lºs hº-mbres de aquélla . ¿Pºr qué ,entºnces
,lamentarse ?
BEN'
HURR
ZARA
Sºn las dºncellas . Se aproximan pºr las erascºn las ánfºras .
174
BEN'
HURR
El ánfºra empezó cºn la sed del hºmbre : lamujer cºn la belleza del mundo . Hacen bien enjuntarse .
ZARA
Cºn el ánfºra sºbre el hºmbrº,te vi pºr la
REN'
RURR
Desde entºnces me señalaste la única fuenteen que yo pudiera calmar mi sed extraña .
ZARA
Una tarde me ped iste del agua pºr mí recogida
,diciendº : levanta el velº
,llena eres de
gracia .
BEN'
HURR
Y en tu Semblante encºntré el matiz delamºr ; y mi alma , reflej ándolo , empe zó más
que el sºl a iluminar lºs trigºs .
ZARA
E s cierto ; ¡ cuántº t iempº ha pasadº !
ABD UL
El áspid,para beber , deja el venenº . La mu
jer, el ºdre .
Las dºncellas se vuelven viºlentamente,echando sus
velºs sºbre el rºstro .
BEN'
HURR
Amigo,no es esº del tºdº amable .
ABD UL
La gracia de Sºleima cºn su odre me ha con
quistadº y su desdén me mata mi frase nº es
insºlente .
BEN'
HURR
Perdón,y me callº . El tamarindo en flºr se
rie de mis palabras .
Z OAD
¿ Quien se apoderó de mi ánfºra ?
ÍMOAB
Quien la cºnoce pºr sus ansa s , semejantes alcuello de un ibis , que no pierde su inmovilidad ,
aunque se le canten lisonjas .
177
SCHERAD A
¿Dónde está mi cántaro ?
BOABD IL
En mis manºs . Lº cºnºzco pºr su bºrde rº
to,desde que alguien ,
huyendo,lº dejó caer a
mis pies en lºs campºs de cebada .
SUSANA
N o veº mi odre .
EL OUAR
Yo lº he puestº cabe el manantia l que humildemente lo toca . Está bajo mi prºtección ,
pues el agua dice si me recoges,daré a tu ar
cilla la frescura que infunde a lºs labiºs , hablando de amºr
,la unción de una plegaria y la
armºnía de un himnº .
USLÍN
E s inútil,L eila , buscar tu ánfora . Quiero
leer su dí sticº . Alguien lº escribió mientras dormías al pie del sebil de la muralla .
“
(Cuandodespiertes—dice ,—nº habrá nadie delante de
LA vºz .—12
— 178
ti, pe rº un alma ha estadº en tu sueñº» . ¿N o
preguntas si conºzcº al poeta ?
LEILA
Sólº quierº saber qu1en ºs ha dado el derechºde tºmar lº nuestrº .
BEN'
HURR
Nº te agites,hij a la primavera .
EL OUAR
Bien respondido,abuelo .
BRN'
HURR
Esta vez el tamarindºn º se ríe de mis palabras .
SCRERAD A
Mediºd ía se acerca . V ºlvednºs las ánfºras
BOABD IL
“
N o será sin Henarlas antes .
Lºs mºzºs las sumergen en el a gua va rias veces, y
pºr fin,colmadas , las muestran a las dºnce llas
, que se
aproximan ; perº ellos les hacen señal de detenerse .
SOLEIMA
Ahºra,dadnºs las ánfºras .
ABD UL
He aquí la tuya . Si tu desdén mataba cºmo elvenenº del áspid
,tu amºr fºrtalece cºmº la pa
labra de lºs prºfetas .
Las doncell as toman las ánforas de manos de lºs mo
zºs,y sonríen sa ludándºles cºn turba ci ón venturosa .
EL OUAR
N0 ºs iréis sin darnºs de vuestra agua . Seráel premio pºr habem ºs ºbligad º a be sar labiºssin vida .
SCHERAD A
¡ Ah ,lºs villanºs ! En fin
,
en nuestras casas deben de estar impacientes .
EL OUAR
Susana , dame de tu cántaro .
— 181
SUSANA
Más próximº está El Usiim que tºme delmíº.
LEILA
Pues,entºnces , Ouar , bebe tú de m i ánfora
Las dºncella s dan de beber indistintamente a lºs j 6venes las risas hacen más difícil el sºstener lºs ºdres.
BEN'
HURR
Bebe d mezcladºs,nº impºrta . E s la mi sma
agua venturosa .
Las j óvenes se a le jan cºn el cántarº en la cabeza .
Los mºzos se van pºr el caminº de la mura lla .
la voz de Leila cantando :
El pradº , de juventudSe viste ; sºy cual la palmaQuien lº dice en su laúd ,Hace sonreir el alma .
BEN,
HURR (pºniéndºse en pie!
Ah la canción se transfºrmó . Ya el amante
nº solloza ; sºnríe .
182
(que , en silenciº,nº ha dej adº un instante de te j er
su alfºmbra !
Cada sºrbo de agua , les ha hechº nacer entusiasmºs , ideas , sueñºs , que cºnvierten susalmas en Ya lo ves la vida se renuevacomº el árbºl . ¿ Ignoras por qué Agar no vienea esta fuente ?… N ºs sabe aquí
,y no se atre
vería a dejarse besar por su amante . Así lº hicierºn Rut y N ekir , antes de alegrar nuestravej ez cºn esta misma
,Agar
,a quien mañana
diré,cuandº mi a lfºmbra se termine : (Hij a
mía , trae a tu prºmetidº» . Y lºs pies del hués
ped encºntrarán en la casa algo hecho con lamejºr palmera de nuestrº huerto .
BEN'
HURR
Te veo cºrºnada de cabellºs blancºs en el
nimbº de un clarº de luna : hablas,y eclipsa s
esa melancolía cºn luz de sºl . Tu palabra es cºmº la aurºra
, que ha siglºs nace y no enve
ZARA (levantándose, mira el agua !
La fuente está serenaf.
E l“
tfanspºrte*
de lajuventud la agitó , y ahºra en calma casi divi
— 184
cºs brºtes , apiñándose , fºrman rºsas de nieve , y ba j º elmediodía fulge cºmo un altar de amor y de
BEN'
HURR (prosigu iendo su marcha!
Zara ! La primavera , cºn la vºz de un arbusto
,puede tamb ién dec ir a los viejºs la paz de
Diºs sea con vºsotros !
— 188
lºgró arrºjarla y entºnces , ºrandº hasta el alba
,le pareció verdaderº su nºmbre
, que signi
fica : dichºso .
Macariº era hábil en las artes del dibuj º,y
e l abad del conventº del Nºrte le arrancó de sugruta para que pintase un Cristº en la capilladel templo de Luxºr . He aquí pºr qué en unatarde de enerº del año 6 40,
le encºntramºs sº
bre la platafºrma del pilón de Ramsés I I .
Extenuado pºr lºs ayunos , mira después detanto tiempo cºn verdaderº asºmbrº el resplandor d el día sºbre el Nilº y las mºntañas . Lainútil tarea en que ha empleadº hºras pºr bºsquejar su Cristº
,le ha sumidº en un febri l can
sancio . Parte un pan y bendice a Diºs antes decºmerlº : después vuelve a sus ideas .
La imagen de su pintura le obsede sin delinearse . Cºn el ºbjetº de repº sar
,ºb se rva nue
vamente é l paisaj e tºdº es viºlentº,cºn limi
tes bruscos . El Nilº lame los peñascos y lasbarrancas de la ºrilla dºnde está el templo , ydel otro ladº tºca las arenas que preceden laaldea de Kum a . La tierra
,fecunda allí , res
plandece cºn las habas y lºs trigºs mas se in
terpºne la mºntaña , sin una planta , sin unamata de hierba , cºn sus . calcáreos amarillentºsy roj izos . Sºbre ella , el cielo
"
,ardiendº en el sºl ,
— 189
quiebra su azul índigº en las sinuosidad es y enlºs abruptºs
,agrios perfile s .
El mºnje piensa que lºs hºmbres imitan sº
bre Egipto a tierras , mºntañas y árbºles , en
sus cºnstantes y bruscas separaciones . Resistense a la fe
,y aun después de ºb-tenerla , se
dividen y batallan . Piensa en las persecuciºnesbajº Deciº
,que llenó de eremitas la Tebaida ,
y en Alejandría luchandº cºntra el Imperiº , favºrable al arrianismº . Siempre lo-s sºbresaltºsValerio resulta terrible para la verdadera religión ; Teºdºricº , en cambio
,manda cerrar lºs
templºs paganºs . Ahºra Menfi s y Alejandríase han rendidº a las huestes musulmanas . Elimperiº de Omar es un hechº . Nuevºs templºsvan a erigirse en nºmbre del falso prºfeta , y lºssantuariºs de Cristº cºnsagradºs en los tem
plºs egipciºs desaparecerán ,sin duda .
Macariº se pone en pie recuerda a lºs faraones que en lºs bajºs relieves cºnstruyen collares cºn las manºs cºrtadas de lºs cautivos . Elmart irio sugeridº pºr la visión no le intimiday lo desea ; perº también quiere el triunfo desu dºc trina . Entºnces ve con lºs ojºs cerradºsla imagen del D ivino Redentºr neta y re splan
deciente . Envuelto en la nube que es trºno deDiºs , señala cºn su diestra el ab ismº a lºs réprobos . Su ceñº y su ademán sºn tales
, que , al
190 9
encºntrarla en su pintura , piensa que lºs invasºres
,retrocedi endo
,_respetarán la capilla . Yprofetiza una lucha desastrºsa y cruenta . Lºsej ércitºs cristianºs se ºrganizarán
,y cºrrerán
tºrrentes de sangre,hasta que el N ilº se tran s
fºrme en una sºla ºnda purpúrea , recºrdandºel milagrº de Mºisés en los días bíblicºs .
El mºnje mira estremecido el ríº,que efec
tivamente se cubre de placas roj as , y despuésalza lºs ºjºs al sºl que cae tras la cadena libica .
La tarde empieza a modificar las cosas . El astro desciende tan lentamente
,que nº se sabe si
la mºntaña sube imperceptible , º si él resbalami entras se oculta su discº . Cuando desaparece ,lºs mºntes se dibujan vibrantes , y la luz dej a cºmo de pertenecerle , dividiéndºse pºr su muerteen variºs reinos ; y cada reino , el hºrizºnte , lamºntaña
,el llanº
,le dan un di stinto cºlºr cºn
un diversº aspectº .
El hºrizºnte,del lad º de la Nub ia , tiene el
esplendor de un muro traslúcidº de rubíes . Lacadena mºntañºsa irradia
,tallada pºr geniºs
º pºr ángeles,en una cristalización
'
de amatistas : abajº, la llanura acariciante resurge metalica
, cºn su franj a de esmeraldas . Y“
tºdºs esºsh irientes brillºs de piedras preciºsas van gradualmente a transfºrmarse en suaves cºlºridºsde ñºres .
— 192
y sube , mientras el colºr de las cºsas se evapºracual ella
,cºn la dulzura cºn que el cºllado de la
m irra exhala el perfume de sus arbustºs .“Ma
cario ºye que le hablan ; ve sin estupor a unángel
,inspiradº quizás por lºs celaj es , y escu
cha su melodiosa vºz acºmpañando la muertedel día ba j º la ºmnipotente serenidad del cielo .
(Hermºsa es la tarde—exclama .—Sºbre sus
ruinas quiméricas se encienden las estrellas .
Las estrellas recuerdan cºn su luz que el sºl ,en rea lidad , no ha muerto . La cºntemplac iónde tanta belleza , hizº adºrar a lºs astrºs cºmºdiºses . Guarda el espíritu iracundº
,hermano ,
y cºmprende esos extravíos . Lºs pobres egipcios
,lºs babilºniºs
,lºs feniciºs , hicierºn lº que
pud ierºn ; y entre lºs errºres de su sabeismo ,buscaron en la sºmbra de lºs templos al Diºsúnico .
» S i Lac—Tseu , en vez de cºntentarse con el
estudiº del ser primºrdial , se perdió en el pan
teísmo, perdónale , pºrque había en su errºr ,
funestº a la China,un exceso de amºr a las be
llezas creadas por mi Padre . Buda tamb ién predicó la unidad de Diºs , y su mºral fué austera .
¡ Ah ! la acción del universo lº envºlvió en susfalaces espej ismºs . Mas nº deje s de ºbservarque si esa India aspira a purificarse y a fundirse en un nirvana
, que ,matando sus deseºs , le
—195
dé la beatit'
ud del anºnadamientº ,es lº único
que se le ha pºdido ºcurrir para escapar al dolºr de la vida . Ella nº tiene la culpa si mi palabra no ha llegadº a las ºndas del Ganges .
Macariº,sin pºder hablar en su sueño , pien
sa Pºr qué el ángel llama a Diºs mi Padre ?
¿Pºr qué habla de su palabra cºmº de la deLa hermºsa aparición
,que parece
evocada pºr la divina calma de la tarde , prosigue diciendo
(D e esta tierra de Egiptº fuerºn lºs diºses atu Grecia . Lºs sacerdºtes
, que en realidad nºlºs habían cread º en n inguna parte , y sólº lºsmºdiñcaban al recibirlºs del instintº imaginatiy o del pueblº
,les dierºn un aire nuevº de ele
gancia y una luz de ri ente pºesía . Es lo mejºrque pudº hacer una tierra de artistas
,dºnde mi
Padre dejó caer tanta gracia armºniºsa . En fin ,
esº ha cºncluido : la raza , felizmente , nº hamuerto del tºdo y tú
,unº de sus hijºs , Maca
riº,eres el destinadº a estampar en lºs tem
plºs más viejºs del mundº la imagen de Je súsel Nazarenº . Pºr esº mismº , nº tengas pala.bras duras ni para lºs que siguen a Hºm en susadºraciºnes al fuegº . Hermºsº es sentir en invierno el alientº de la llama . Hermºsº es ver
juntº a la fecunda e spiga de ºrº una piedra que ,cuandº se la califica de estéril
, da una chispa .
LA vºz.—13
— 194
Y de ella nace la hºguera , y la piedra resultahermana de la mies
,alabandº el pan
Si esºs desgraciadºs nº cºnºcen mi palabra,nº
es tan extrañº que adoren al fuegº que,cºmº
mi Padre , está en lºs cielºs y en la tierra . Yno ºlvide s que esºs persas , pºr intermediº deZoroastro , t ienen sus buenas cºsas : abºrrecen
la mentira y castigan la ingratitud . Ah,la in
gratitud,cuán inm enso triunfo es el perdonar
la ! Luegº aplicarle penas no es granDe ésºs hay algunºs tan convencidos—y al fine llo es mérito ,— que verás a lºs Guebrºs huira lºs desiertºs del Kermán pºr nº ser mahºme
tanos . Siento que la ira te estremece al ºir estenºmbre aplácala ,
hij º míº . ¿ Qué culpa tienende haber dadº cºn un impº stºr inteligente que ,
estudiandº el geniº y la naturaleza de su raza ,les ha sabidº inspirar una fe prºfunda ? Tºdafe es alientº de espe ranza y de amºr y yº , elmaestrº del amºr y la esperanza
,veo lºs erro
res para encºntrar sus caminºs , cºn tristeza ,pe rº cºn simpatía . Ah ! lºs que niegan y destruyen sin crear
,ésºs sí que serán el pastº seco
del infiernº . El pe rdón es agradable , menºspara cºncederlº a lºs que arrancan a sus hij ºs ,en la infancia
,el futuro escudº cºntra el dºlºr .
Al fin desgraciadºs la culpa es nuestra , la cul
pa es de mi Padre . Si ! ¡ a qué dar licºres tan
— 196
gruta ; perº no vendas la túnica para cºmprarla espada . Conviértase el buen ermitaño en misiºnerº
,y entre las huestes musulmanas pre
dique mi Evangelio cºn vºz de paz y de ale
gria . »
Y Macariº ve estremecerse al ángel en la aureºla de un relámpagº
,y tiembla ante su rºstrº
transfºrmad º en la imagen de Cristº . La vºzcºntinúa cºn el vie jº acento del habla de Gal ilea (Y en verdad te digº
, que si me cºnsiguesuna sºla alma en la t ierra , tendrás te soro eterno en el cielº» .
El anacoreta abre lºs ºjºs y el ángel desaparece . Tºdºs lºs cºlºres del pa isaj e se han fundido en una penetrante luz sin matiz , que acentúa lºs más lej anºs cºntºrnºs . Sºbre el Nilº sedesliza una barca visible en el hºrizºnte
,mis
teriºsa cºmo la leyenda , bajo el vuelº de unasaves . Macario la mira , cºmº si ella se llevasela visión del Maestrº . Sºbre la mºntaña , dºnde murió el sºl
,ha nacido una estrella . Las cº
sas,en un éxtasis de cºncºrdia , parecen enviar
le su vida en un últimº alientº : el mºnj e rezael Angelus , y el astrº se reflej a en su alma cºnla se renidad del cielº . Después
,dormita ape
nas en la nºche,ºra ante la impa lpable imagen
que le mira , ºye su acentº sin cesar,y frente
al murº de la capilla saluda el alba .
197
D ºs días han pasadº , y lºs mºnjes del cºnventº del Nºrte llegan . El anacoreta , que da elúltimº tºque al frescº
,se separa . En un templº
de Egiptº,antiguo amo de I srael , que vió la
infancia de Jesús,ha nacido en su virilidad el
único y verdaderº Diºs . Nº lanza el anatema ,ni esgrime el rayº en actitud de bendecir , sonríe , y ante su divinº rºstrº de misericordio
'
sadulzura
,lºs mºnjes
,en vez de ºrar , cantan ,
con lºs ºjºs llenºs de l ágrimas .
Sobre el paisaj e cºntemplado pºr Macariºveremºs
,después de variºs siglºs
,la caricia del
crepúsculº . La sºmbra,cubriendº las armonías
de la luz , al amortajar lºs cºlºre s que absºrbe ,parece más piadºsa . El día muere en el agua ,en el mºnte y en el alma
,despertando ideas que ,
al expirar,cantan en silenciº . Las estrellas sur
gen entre las hºjas de acac ias bañadas pºr el
Nilº,y sºn las espigas de ºro que sueña el valle
fecundº al dºrmirse en la nºche : bajº su es
plendºr, nºsºtrºs tenemºs también un sueño .
198
Es el amanecer del 21 de juliº de 1798 . Aunnº pueden divisarse lºs diversºs campamentº s.Las pirámides han vueltº a escuchar ru idº dearmas . Desde Menes a los Hicsºs , desde Sesºstris a Cambises, desde Alejandro a César , desdeCómºdº a Galieno
,desde Emiliano a Probo
,des
de Diºcleciano a Teºdºsiº,desde Tiberio I I a
Omar,desde lºs Califas a lºs Mamelucos ,
hºm
bres de tºdas las razas se dan cita en tºrnº delNilo para exterminarse . Se ha descubierto elmºvimientº de la tierra ; perº , ¿ quién podrádetenerla en el espaciº ? El mundo mºral enEgipto
, cºn el instintº sin diques en sus violencias , se revuelve así entre leyes , al parecer ,fatales . Y en la luz que esta vez empieza a des
pertarse ,las masas no se dibujan envueltas en
velºs de neblina . Algunas luces nº apagadasparpadean en las líneas de las tiendas de campaña . E so es tºdo .
El general Bºnaparte ha despertado ha tiem
po . Febril , se pasea cºn las manºs cruzadas sºbre el pecho . En el espacio se sienten
'
grazni
dºs de aves y gºlpes de alas .
— 200
ñaba el tumulto inte riºr de sus ambiciones,des
piertas ya cºmº el día, que empieza cºn sºl .
Ahºra , en su evºcación,escucha el frenesí del
puente de Arcole , lºs cañºnes de Rivoli,lºs
gritºs victºriºsºs de Lido y la armºnía triunfalcºn que repe rcute una especie de verso épicºitaliano : Mondovi , Montenotte , Millésimº yDagº . El general se pasea de nuevº
,febrilmen
te . ¡ Las águilas ! ¡ las pirámides ! El será másque Alej andrº y que su imperiº de Oriente ; yec lipsará a Rºma
,heredándºle con esas aves
su tradición,para cºnvertirla en el fuego del
vºlcán de su raza . La Francia ceñirá en su cº
rona , desde el lo-to de las Indias , nº cºnºcido
por César , hasta las nieves de la Rusia . La batalla que se prepara es
,en realidad , la primer
viril carga cºntra Inglaterra,la i sla de hulla
y de hierrº,el ob stáculº ya adivinado por su
ambición y su Lºs rumºres del campamento se ac
'
entúan . ¡ Las águilas ! ¡ las piramides ! Sesostris el Grande , Cleºpatra la hermºsa ,Cambises el bárbarº , y sacerdºte s y poetas ccnºcierºn sus inSpiraciºnes cºmº Alejandro yCésar . Y allí están las sºmbras recibiendº a'Aníbal
, que trae a Carlºmagnº entre Un rumºrde escudºs y de espadas , que mueve el vientode las viej as encinas
,estremecido pºr el acen
tº épico de la nueva El agudo fie
- 201
chazo de un clarín pasa cºmº un relámpago delnaciente día . A Bºnaparte le rºdean sus ayudantes . Al salir
,cºntempla las divisiºnes de
Régnier y D essaix ,Rampºn y Dugua , Vial y
Bºn,fºrjando un abismo de muerte en herra
dura de fuerza . Lºs brazºs se erizan cºn el so
plo del alba y tiemblan las armas : las dianasdardean sus clamºres tºnante s y las almas se
templan . La caballería mameluc'
a se estremecea la distancia ,
“ impaciente por la defensa de su
vida y de su casa . Las últimas neblinas se desgarran . Las pirámides re splandecen entre losvelºs
“
evaporados pºr el sºl , y surgen rºsadas ,rejuvenecidas
,al reflejar la aurºra . Bºnaparte
galopa en su caballo,detiénese , tiembla en su
acento una emºción intensa,y cºn ebriedad pro
funda Sºldadºs — grita —pensad que de lºaltº de esas pirámides ºs cºntemplan cuarentasiglºs» .
El cºnquistadºr no ha pensadº en la ºtra cc
sa que lº mira : el río Nilº,más viejº que la
Esfinge y nº ºye tampºcº su vºz , que saludael dí a , cºmº en lºs tiempºs de Menes º de Alejandro , murmurando su oración
'
de tºdas las mañanas
'
(El Egipto es mi dºn al mundº . Yº he formadº el Delta
,y el Oasis es hij º de mis entra
ñas . Lºs hºmbre s primitivºs me creyerºn de
_ 202 _
ºrigen divino Mi caudal debía descender delcielo , y a veces arrastraba flºres , ramas y frutºs del Paraíso . Nad ie se atrevía
.
a tºcar esºstributºs
,y cºn respeto los dej aban ir a cºnfun
dirse en e l mar descºnºcidº . Hacían bien encreerme de tal cuna . Aunque en realidad nº
existan en mis fuentes archipiélagºs encantad ºscºn áspides de vºz. humana y espíritus misteriosos , soy el pensamientº de Diºs entre lºshombres . Perº éstºs idearºn , para premiar misamºres fecundos
,el arroj arme una nºble don
cella,cubierta de j ºyas y galas nupciales . Re
cibíala entºnces cuidadºsamente hasta ponerlaentre lºs lotos de las ºrillas
,como en cuna ar
mºniºsa y perfumada . El crimen resultaba leyenda , mas ellºs nº cºmprendían su ferºcidades cie rto también que el nºble hierro dió siempreen esta tierra más espadas que arados .
»En tantº,I sis , llorandº a Osiris , acrecía en
ºtrº tiempo mis aguas y las cºntreras , amenazadas pºr el hambre ,
y pºr esº sin belleza,e s
peraban mi visita . Nº impºrta que aquellºs diºses pasaran ; ºtros dejan caer siempre en misenº lágrimas de los ºjºs fantásticºs de las es
trellas . Así lº dice el pueblo que me adºra,no
ya cºmº a un diºs , pero siempre cºmo a unpadre . Saltº impetuosº , entºnces ,
cºn los
bríºs de un tºrrente . Las cataratas mod eran
— 204
tirá en batalla . Las águilas vuelan de las cúspide s de las pirámide s ; Bºnaparte lº cree unbuen auguriº
,si diri gen sus alas hacia lºs pue
biºs de Eurºpa . El mºvimientº de una flºtaturba un instante la armºnía de las aguas . Después
,en paz , indiferente , el Nilº cºntinúa ma
jestuºso besandº las riberas ,mientras el sºl y
el cielo reflejadºs en sus aguas sºn una sºla sºnrisa de verdadera glºria .
— 208
Hrihºr ha quedadº cºmo tipo—lºs verdaderºsseñºres del valle . Ellºs bºrran hasta el esplendºr de lºs califas árabes cºn lºs restºs imponentes de su grandeza milenaria en el museº Guiseh se cºntemplan sus mºm ias .
Tºdo está viviente en las salas . Lº que parece paradoj a no lº es
,si se piensa que cadáve
res de hace cuarenta siglºs,en vez de desha
cerse en pºlvº , se han cºnvertido en estatua s .Y si se miran las estatuas verdaderas , que sona menudº de un realismº pasmoso , se las creecº-lºreadas sºbre el mºdelº de lºs muertºs.
Miremºs al intendente Cheikr - el- Beled . Lºsárabes que le descubrierºn en Sakara
,le encº-n
trarºn parecido a un alcalde de ese nºmbre,y
así se le llama . Lº cubre una túnica de lino,a
través de la cual se transparenta la obesidad deun hºmbre satisfechº de la vida . Tiene ºjºs decuarzo cºn pupilas de fulgºr verdºsº , y cºn ellasmira desde hace cuatrº mil quinientºs añºs .
Cºn aspectº bºnachón,luce el luj º apacible de
d igestiones cºntempºráneas de las pirámides .
Ra—N efer,sacerdºte del templº de Ptah de
Menfis,es admirable ,
cºn sus rasgºs ll enºs defineza y sus ºjºs penetrantes , bajº su frente ,
rapada cºmº tºdº el cráneº . Su cuerpo,desnu
do hasta el ºmbligo,muestra el fulgºr amari
llento cºn ras trºs roj izos del calc'
áreº en que se
— 209
esculpe , y sus espaldas cuadradas y su pechºsaltante parecen encargarse de vencer el tiem
po ,para que brillen lºs ºjos con un destello del
diºs en la cabeza .
La mºmia de Ramsés II surge en su caj amortuoria . N o se pe rciben lºs ºlºres de la mirra
,del natrón, del vino de palmera , y de la
canela , cºn que fuerºn bañadºs sus miembrºsy llenadas sus concavidades , libres de las en
trañas . Perº el efecto de aquellºs lavajes y dela saladura de setenta días fué tan intenso
,que
el faraó n no es un fantasma,sinº un ser real
di spuesto a levantarse . Su cuerpo está envueltºen ºlas de linº ; y cºn respeto se miran lºs sudarios que
,venciendº la destrucción
,han —cºn
tribuído a conservar intactºs e sºs cadáveresamºrtajadºs en el seno de la más lej ana histºria . Un pie rasga las telas cºn uñas amarillen
tas ; una manº aparece larga y fina , cºmº tailada en madera cºlºr de frambuesa . Su manºse acerca al rºstrº
,y al ll egar a la frente simu
la apartar un mal sueñº . Su cuellº recuerda untrºnco de lapacho rºj izo que se petriñcara cºn
ese tinte . Sus mandíbulas prºminentes adelantan la bºca hecha de gruesºs lab iºs . Su narizde picº de gavilán hace pensar en una cornalina que despidiese luces crepusculares . Suspárpadºs se han cerradº , y la frente , deprimida ,LA voz.
—14
— 210
se dibuj a cargada de pensamientº . En tºdº eserºstrº se adivina una vºluntad puj ante . La historia del faraón , que desti la animad a , de prºntose bºrra . El sagradº y augusto silencio de lamºmia le fºrma una atmósfera sensible
,que
inmºviliza cºn una sºlemnidad hierática . Se
siente hasta el temºr de pensar,cºmº si para
turbarlo bastasen las ideas . Más que la vida delrey interesa su muerte
,cuandº dice : cºnozcº
el secretº de la Esfinge,y sé tºdº su misteriº
desde hace treinta y cinco siglºs ; pºr esº mimutismº es más prºfundº .
Amenhºtpu I cºnserva aún su máscara y todo el cuerpº está encerrad º en las cintas , demºdº qUe ella se destaca cºn sus ºj ºs negrºs ,bajº cej as pintadas . El klaft le cubre la cabe llera
,y en él se dibuj a el áspid real
,cºn ºjºs de
turquesa y escamas de lapislázuli . Entre ºtrasmºmias reales , sºbresale la fisºnºmía de ras
gos delicad ºs y ca si sºnrisa espiritual de Setºs I . Custºdiándºla
,se yergue la estatua de
Menkeure,que cºn la mirada en lo infinitº ,
transparenta la luz,surgiendo en su calcáreº
cºmo un diºs de alabastrº . Y sa la por sala re
memºra las antiguas dinastías . El muse º estáclasificadº y la histºria se de sarrºlla crºnºlógi
camente , desde Menes hasta N ectanebº , desdeN itºcris la bell a de las mejillas de rºsa , hasta
— 212
Hºtep hay decoraciºnes dºnde Amón y Hºrusla purifican en una barca . Y aparecen variospersºnaj es
,y lºs detalles sºn tan minuciosos ,
que se ven aves de sacrificiº,casi micrºscópi
cas,cºn cuerpºs de piedras preciºsas . En los
brazaletes de fºndº de lapislázuli surgen ñgurasde diºses
,bajo alas de ibis
,cºnfundidas cºn
esfinges . En los cºllares,los lºtºs sºstenidºs en
las cruces de la vida,y las leyendas en j erºglí
ficos , mézclanse a leºnes , antílº-pes y chacales .
Estas j ºyas se han encºntrado en lºs sepulcrºs ,
"
pues acompañaban a las muj eres en sus petrificados sueñºs . Su pe sada ºrnamentación , sue spíritu religiºsº
, sus inscripciºnes vot ivas , lºscartºnes de lºs reyes quizás amadºs
,les infun
den un carác ter singular,y se evºca a lºs ouer
pos ºrnándose de cºllares,brazaletes y anillºs ,
para dar a la hieráti'
ca rigidez un sºplº de gracia arcaica .
Después del derrºche de ºrº , materias preciosas y pedrerías , vuelven a aparec er las momiasestºdº un puebllº perpe tua do . Lºs
'
ataúdes se esculpen cºn fºrmas humanas , y hay algunºs quese cºnvierten en un retrato del muerto . Otrºsbrillan envueltºs en las alas de N epthys , que
sºn torbellinos de rayºs de sºl transfºrmadºsen una palpitación de alas . La reina Makere
dibújase cºn su cºña cºlºsal , hecha de una re
215
decilla azul , sembrada de estrellas de ºrº , comºla que cubrió la cabeza de Isis
,al transformar
se en el mitº y seguir a Osiris en lºs espac iºs .Una jºven de la épºca rºmana , atrae , pintadaen la cubierta de un sarcófago . Su rºstro surgeentre cabujºnes . Un pelº renegridº se aplastasobre su frente , y lºs ºjºs expresivºs miran ypersiguen . El sºl la baña cºn rayºs y cºrpúscu
lºs pa lpitante s que le forman una aureºla . Esun retrato maestro
,de artista descºnºcidº , en
cºntrado en las excavaciones de Fáyún . En lagran sala de príncipes y sacerdºte s de Amón ,
vemºs la fisonomía mejºr cºnservada del museº . La de Thumºsis I , fina y maliciosa , dºn
de el embalsamamiento parece haber petrificadoel recuerdo del espíritu ausente
,en el duerme
vela de una sºnrisa . Prosiguen en desfiles interminables , cºmo saliendº de las tumbas , lasmultitudes
, ya en pie o acostadas , ya envueltasen cintas o en simples sudarios . Y ondulan éstºs
,de ñneza inconsútil
,entre las vidri eras y
en lºs sarcófagºs,cºn nubes de muselinas idea
les , tej idas por maravillºsas fúnebres arañas .
Las pelucas de ceremºnia y lºs trajes vi stºsºs ,
a largas rayas de cºlºres , aparecen cerca de lasc
'
anopes de madera y alaba strº . Lºs viej ºs egipcioe empiezan a obsé der . Hay un alientº de re
surrección ; se está en presencia de espectrºs ,
214
que retrºceden más allá de Jesucristº, para ves
.tirse de carne real y pa lpitante,y se les ve
mºverse en un espectáculo , que tiene a la vezde ritº religioso y de apoteºsis de ópera .
Se piensa en la intensidad de la sensac10n ,
si ºtrºs pueblos hubiesen conservadº cuerpo scon tales apariencias de verdad . Lº que significaría
,en vez de conve rsar cºn A
'
menºñs y Setos y Ramsés , pºder ver casi viviendº en un
panteón,dºnde lºs pueblºs pºndrían sus hom
bres , a Esquilo y Bacºn , frente a Shakespeare
y'
Alejandrº ,a Dante al ladº de Carlºs V ,
aMiguel Angel departiendº cºn Salºmón
,a Ra
belais sºnriendº a Miramºs unavez las mºmias
,a quienes ha bastadº cuarenta
º sesenta añºs de goces o sufrimientºs ,para tener prºyección milenaria en la inmºvilidad dela' muerte . Y eso hace creer en lo pºderºsº deuna vida que reba lsó así
,triunfandº de lºs abis
mos del tiempº .
'Y,
”
pºr las Ventana s abiertas ,vemo -S el h ºrizonte azul cºn sus alegres ver
E l agua cae de las grutas en lºs estanquesdel j ardín y baña “lºs céspedes , que respiran cºn
vºluptuºsidad—venturosa . Brillan entre lºs bºs
caj es las piedras irisadas de los c aminºs en mo
saico . Hayº
árbºles que , sembrandº pétalºs , mue
ven un v elº nupcial de inmaculadas blancuras .
216
para extinguir a los renuevos del árbºl de amargura . Y vemºs envejecer a la tribu
,dºnde la
infancia no pone más su cºntento,y la senti
mºs mºrir en e l paisaje, que le presta una ar
mºnía cºn sus grises Después,
lºs ancianºs , al llegar al ºasis , se agitan cºmºlas palmeras
,y cºn el paisaje en los ojºs sien
ten en el alma la explºsión de sus matices . Llº
ran ante la hermosura , en cºmpañía de las mu
j eres estéri les . Se estremecen entre lºs pájarºs
y las mari pºsas , que ºcultan sus amºres en lºsnidºs
,º lºs pasean
'
cºn sus alas . Mueren de sesperadºs, mientras las ñºres y las fuentes se
ríen de sus filºsºfías , hasta que en lºs últimºsrenace la e speranza , cºmº el preludiº de uncantº . Hay quienes lºgrarºn c ºnceb ir en latribu
,y el hombre y la
'
mujer , sin extinguirse ,se amarán de nuevº ,
cual las planta s y las aves ,entre el rumºr de las aguas y la mirada del
cielº .
_ 220_
destruídos capaces de respºnder cºn sus ecºsa la vºz del genio de las ruinas .
La fundara º nº Menes,fué Menfis una de
las más antiguas ciudades del Egiptº . Su historia
,al principio
, se confunde con la leyenda .
Nº tuvº en extensión más que una rival,Bab i
lºnia , y en esplendºr ella 10 fué de todºs los centrºs de Oriente . Su fama se extendió por elmundº y se hizº Cºsmºpºlita no hubº diºs queno desease un santuario entre sus murºs . Peregrinºs de Eurºpa ,
Asia y Africa acudí an acºnºcerla , y hasta lºs Tºlomeos se cºronarºn enel templo de Ptah . Cuandº Strabón la visitó ,estaba ya en decadencia ; perº aun en el si
glo XI I sus ru inas eran impºnentes . Rºtºs lºsdiques del Nilo ,
las inundaciºnes la cubrieron ;luegº brotaron bºsques ; y lºs estudiºs de hºypueden apenas señalar el caserío de Bedrachein
,y dec ir (aquí fué Menús» .
La tal aldea,cºmo tºdas las árabe s
,es un
agrupamiento de cuad radºs de barro crudº , cubiertos de una ligera rústica cúpula . Cad a puerta parece d ar a una cueva . Cºcina , dºrmitorio ,cºmedºr , se juntan , y las familias viven en unaprºmiscuidad de sexºs completa . La inmundicia de las callejuelas nº es sinº una prolongación de la de lºs interiºres . Las mujeres nº lievan más vestido que un sableh de tela azul ,
221
abierto en el pecho,de mºdo que les cuelgan al
aire lºs senºs flác ido-s . Cuando llega un hºmbre ,acordándose de la pre scripción
,se cubren la ca
ra cºn la manº . Lo que no se tapan , cºn unafalta de pudºr natural en su estadº casi primitivo
,hace que no se lamente lº que ºcultan por
mandato religiºsº . Aquellas mujeres ºbligan acreer que el gran arte griegº fué prºhibido porMahºma hasta en la raza humana . Para desmentirnos , nºs sºrprende en el cementerio una
escena algo curiºsa . Un bedracheinse remiendasu mantº , reclinado en el chaid de un sepulcrº .
El sºl baña su entera desnudez cobriza,y él ,
vigºrºso y esbeltº,cºmº genio del lugar anima
do,sin respe tar la tradición
,surge cºnvertido
en estatua . El hºmbre impasible se inquieta
por lºs que pasan ,menºs que lºs árbºles del
cuadrº . Dejamºs este rincón,llenº de paz , de
incºnsc iencia y de mugre , entre amables cas
cºtazºs de lºs muchachºs del pueblº y chillidosde monºs que se balancean en las altas cºpas .
Una avenida de datileras cºnduce de Bedrachein a dºs lagunas . Lºs pescadºres van y vie
nen echando sus redes , y en la animación de lafaena
,y en la hermºsura del paisaj e
,
—hay unencantº sugeridºr, en la vºz de las brisas
,de
las parábºlas evangélicas que animaron el aguade Galilea . Cºsteamºs las lagunas para penetrar
—222
en un bºsque . Bañadas pºr un sºl de ºrº ,hay dºs
líneas intensas de palmeras . Cºn el impulsº dechºrrºs de una fuente , saltan las ramas , que seseparan en vez de cºnve rger , fºrmandº la primer olead a de verdura . La ºtra la extienden enlº altº lºs trºncºs desnudºs y erguidos , queabren sus cºpas en explºsión de estrellas . Entre las dºs
,el cielº desciendeatraídº
,y la ma
ñana,en la serenidad azul del aire
,cºndensa
tºdo el alegre bríº juveni l de la naturaleza .
Después de una hºra,aparecen las estatuas
de Ramsés II . Sºn lºs únicºs restºs del templºde Hephaistos que vió Heródºtº delante de lºs
prºpilºnes erigidos pºr Sesostri s . Derribadas ,yac en por t ierra . Ciñe una la cºrºna de ambºsreinºs
,y le faltan las piernas . A la ºtra , más
grande , se le dºmina desde un puente , cºns
truídº sºbre su cuerpº . N o es granulosa y frotada al parecer por frambuesa s , cual
'
la primera ,sinº pulida y blanca . Se piensa lº que sería en
pie ,y es
,en cualquier fºrma
,unaºbra mae stra .
Lºs escultºres , exaltadºs antes la maj estad quet enía una partícula de lºs diºses; y pºr lºs hechºs guerrerºs de Sesostris , pudieron imaginarlo en colosos más rºbustºs que encinas , dominante s cºmº tºrres . El que miramºs mide cá
tºrce metro—s . Imaginad lo que significamar la tºnelada de piedra de su rºstrº con sºn
224
surge venerable , cual si el tiempo le prestaseun mantº de cenizas . En su tºrnº se levantanen legión las pirámides que encerrarºn mºmiasde reyes y de príncipes destruidas unas
,ºtras
en pie ; blancas en las hendiduras reciente s ,
grise s en su piedra intacta , a veces de un ama
rill ento sºmbríº . El so l las abrasa,y el cielº in
maculado , cºn su azul juvenil , inalterable , lasrecºrta
,cºmº una had a que prendiese velºs ,
evocadores de jardines , abej as y rºsas , en elcuerpo inerte de un cadáver .
Descendemos al hipogeo de lºs bueyes Api s .Lºs diºses
,a veces
,encarnaban partículas de
su Dºble en animales , y el buey en tierra deagricultºres nº era el más desvalido . Ra enHeliópolis , Minu en Tebas , le pa sarºn un destello de su vida perº el de Ptah en Menús fuéel más célebre . De tºd as parte s del mundo se
acudí a a cºntemplar las pºmpas de sus solemnidades . Aun se conserva en las inscripc iºnes elrecuerdº de los funerales que el sacerdºte Khamoisit
,hij o de Ramsés I I y regente del mismº ,
mandó celebrar al muertº en su reino . Lºs Apisengendrad os pºr un rayo de Ptah al cae r sºbreuna becerra , ºstentaban signºs maravillºsºssºbre el lºmº
,la imagen de un águila , y tras
la lengua,la de un escarabaj º . Y así , famºsºs
entre las extrañas prácticas , que merecierºn las
225
burlas de Heródºtº , tenían un subterráneº paraperpetuar sus momias . Dentrº de él nº nºs y é
mºs ni las manºs . El calºr es sºfºcante en inte rminables cºrredºres . N º se pue-den encenderantºrchas y hay que cºntentarse cºn velas ensarcófagºs inmensºs de granitº , pulidºs cºmºespejºs
,nuestras sºmbras instable s se dibujan
cºmo en sºmbras fi jas .
Empe zamºs a descender a…los mastah-as . Ma
riette,en su estudiº Los Mestabas del Antiguo
Imperio , eXplica este nºmbre , que nº tienenlas tumbas en ºtras partes de Egiptº . (En arabe
,se llama mastaba el estradº cºnstruido en
piedra que se ve en las calles egipcias delantede cada tienda . Se extiende un tapiz sºbre elmastaba , y el cliente se sienta para tratar denegºc iºs al ladº del cºmerciante . Existe en lanecrópºlis de Sakara un templº cºn prºpºrciº
nes gigantescas y la fºrma de un mastaba . Lºs
habitantes vecinºs lº llamaban Mastabat - el
Faraún,creyendº que en ºtrºs tiempºs un fa
raón se sentaba para administrar justicia . Lastumbas menfitas
, que cubren en gran númerºla lºma de Sakara , están cºnstruidas sºbre eltipº de e se templº . D e ahí
,el nºmbre que se
le ha dadº.» La visita a estºs sepulcrºs hac e
renacer , debidº a la creencia del Dºble , tºdala vida del antiguº Egipto .
LA voz.—15
— 226
La naturaleza de aquél,descºnºcida por mu
cho tiempo , ha sidº recientemente dilucidadapor Maspe ro en sus E studios de Mitologia y
Arqueologia ,y después pºr Lepage Renºuf . La
idea del alma varió cºn lºs tiempºs : era unpáj arº cºmº el gavilán
,o la sºmbra negra (khai
bit ! , que se prende a lºs cuerpºs , pe rº que lamuerte separa y anima cºn vida independienteera (así lo refi ere Lefebure ! , una avispa , º también
,según Lepage - Renouf
,una maripºsa
, cº
mº en Grecia . En fin creencia universal delAntiguo Impe riº , y mas tarde acatada en Tebas
,fué la del Dºble . He aquí la definicióri de
Masperº : (Prºyección viviente y cºlºreada dela figura humana
,que reprºduce en sus meno
res detalles la imagen entera del ºbj eto o delindividuº al cual pe rtenece . » E se Dºble viveen tantº que su cuerpo—de ahí el embal sama
miento,—y en tanto que sus eñgies—de ahí las
estatuas y pinturas —y cºmo la fuente de quenaciera
,necesita alimentarse para no mºrir . El
hºrrºr al anºnadamientº ,ºbliga al Dºble a sa
lir de sus tumbas,cuandº carece de comida , y
a errar pºr calles y campºs , aprºvechandº lasinmundicias y despe rdiciºs
,si no hay ºtra cºsa .
Pºr eso , después de sepultar a un cad áver , se ledejan trºzºs de animales sacrificadºs en la cá
pilla . Y antes de emparedarle tras el cºrredºr
228
den a servir los criadºs,en prºyecciones vivas
y cºlºreadas de animales,simientes y hombres .
Así,la antigua existencia renace menºs alegre
,
perº siempre re al en el imperiº de las sºmbras .
Y lºs murºs de las cámaras reprºducen tambiénjuegºs y distracciºnes para que pueda el Dºb lesentir los goces que en campo s º ciudades lefue rºn familiares .
D escendamºs al mastaba de Ti . Las inscripciºnes de la Estela enseñan que el persºnaje ,(regidºr de las pirámides de lºs reyes N ºfirkara
y Usirnisa , amigº único y jefe de lºs secretºsde su señºr» , vivió en la quinta dinastía . D es
pués de la capilla , las cámaras se suceden cºn
murºs cub iertºs de figuras , sº-bre fºndºs purpúreºs
,y las escenas fºrman registrºs en enºrmes
planchas perpendiculares . Tºdº estº perteneceal arte tradiciºnal
,sºmetidº a reglas fi j as
,y la
pintura es apenas leve capa que viste lºs cºn
tornos buriladºs ; perº a veces , en la rigidez ,se encuentran líneas
,que presienten cºn cier
ta gracia las ñnezas del arte griegoEl buen Ti , (j efe de lºs secretºs de su señor»
nºs cuenta lºs inºcente s de su vida . Quiere presentarnºs a su mujer la princesa N ºñrhºtpus ,
y después,cºntentº
,se va a p-asear cºn ella a
un lagº . Músicºs y bailarinas le distraen enºtra escena y pasa en palanquines , jugandº cºn
229
un mono , a recibir de los j eques las cuentas desus cosechas . Los campos ñorecientes ofrece nabundantes trigos
,y piedras giratorias trituran
las espigas . Los rebaños cruzan arroyos,y a los
corderos pequeños los criados lo s levantan en
sus hombros,cosa que Ti aprueba desde la ori
lla . Se esculpen estatuas funerarias y se trabajan metales los ebanistas hacen conocer lasformas de sus herramientas . Observando la fabricación del vidrio se ve que no ha cambiadomucho desde su procedimiento primi tivo . Y Tiva y viene , desde por la mañana hasta la noche , y a veces nos lleva a sus cacerías de hipopotamos en las lagunas del Delta .
En otros mastabas,como en el de Meri
,sacer
dote de la pirámide de Teti , vese en la capilla ,sobre la Estela
, una admirable estatua , que loevoca viviente con pasmosa realidad . Y los com
partimientos , además de su existencia y la desu fami lia , re sucita-n con imág enes la complicada liturgia de los funerales . Los mastabas semultiplican y es inmenso el reino de Sokari ,genio fúnebre de Menús . A cada instante , ensus dominios
, se aparece ,hecha de misterio
,de
sombra y de ensueño , la imagen que murmuraantiguas palabras : ¡ Soy la compañera de Osiris
, divino señor de la muerte , soy aquella queama el s ilencio» .
— 250
Las entrañas del desierto se abren fecundasimaginad el efecto producido por cámaras se
mejantes a palac ios , en torno de un cuerpo ausente
,bajo arenas que no tienen una gota de
agua,ni un árbol , y en donde no hay más som
bra hospitalaria que la de las pirámides mortuorias .
Las llamas de las velas hacen surgir en ellasaspectos temerosos
,cosas que quieren adelantar
y huyen,figuras que se amortajan sin dibujar
se , como un simple estremecimiento de la tiniebla . Repentinamente
,un relámpago de mag
nesio se enciende,descubre
,ahonda
,invade un
inmenso espacio . Y en ese relámpago la vida dehac e cuarenta siglos pasa
, con señores faraones ,mujeres y niños
,y las imágene s palpitan
,en es
pectáculo desconcertante por su e xtraña sensación retrospectiva . Y pensamos en el vano em
peño de guardar cuerpo s con tanto esfuerzo ,para darlos a la profanación de los hombres , envez de ofrecerlos a la tierra maternal y piadosa .
Pensamos en la tristeza que significa habercreído con tanta fe en esa singular concepcióndel alma
,para entregarla hoy cual un caso cu
rioso de extraña inocencia . Y los relámpagos demagnesio sucédense ,
y en una especie de fie staazul
,con vértigo creador siguen ahuyentando
las tinieblas . Hay momentos en que se convier
232
tienen genios salvadores que_espa—nten y alej eno atraigan
,y defiendan siempre sus secretos .
Mourtadi recogió leyendas creídas hasta inspirar terror profundo Así
,el genio de la pirá
mide de Cheo—ps era una imagen negra y blanca sentada en un trono El que , miraba sus ojosoía un trueno engendrador de la muerte . Unídolo de granito salía de la de Chefren
,y el
ureus de su cabeza,cobrando vida pujante , es
trangulaba al profanador . La de Micerinos,hos
pedadora de la princesa N itocris , tenía por genio a una mujer alada
,abismo de amoroso acen
to , y salíase de sus brazos a vagar por camposy ciudade s con la razón pe rdida . Ya no encie
rran los simbólicos monumentos momias queson obj eto-s de museo ni las velan espectros depiedra disipado—s como ligeros celaj es no lanzande li sas superficies los rosados tonos del granitode Siena
,ni recuerdan con dioritas el fuego de
los valles volcánicos… Pero,descantilladas ,
son
en su degradación más venerables,y dan a los
desiertos enigmática maj estad ,y dicen al que
las mira : ((Nuestros genios se han fundido en
uno solo,“eterno y silencioso la Esfinge » .
LA ESFINGE
D e pie sobre la loma de Guiseh,divisamos
allá en el fondo el Nilo . Bosques de palmeras ,de acacias y sicomoros se yerguen en torno desu sonrisa azul
,transformada por el sol en glo
ria que canta . Y después,una alfombra verde ,
con todas las be llezas de la riente fecundidad ,se tiende y toca los monte s del Mokatam , que
la tarde enroj ece .
Mirando al Nilo,no se piensa en la fúnebre
procesión de las barcas , con la momia dorada ,baj o palios de púrpura . Se le ve deslizarse conserena majestad y óyese el ritmo de las manos ,y el alegre himno al son de las arpas de otrostiempos . Se le cree aún colmado del mensaj elisonjero de los papiros , porque aes el dios de lari queza que adorna la tierra
,y hace prosperar
los barcos a la faz de los hombres,y vivifica el
corazón de las mujeres encinta,y ama la mul
tiplicación de los rebaños» . Y es tal su be llezaal ofrece r con sus crecientes
,a los dioses y a
23
los hombres,hoy como cuando era Hapi , ato
das las cosas buenas , dulces y pu ras» , que se
imagina que Tales de Mileto ,mirándole
,reco
noció el agua como primer principio de la vida .
Y es tal la transparencia del ambiente en aquella región
,con la onda tib ia de su ligera cari
cia,que se piensa que Anaximenes debió de
encontrar allí e se mismo principio en el aire .
Los Mo-katam , con su púrpura,recuerdan la
revelación del alma,hallada por Heráclito en ,
elfuego y así el Nilo
,con su cielo y con sus mon
tes , en la calma majestuosa del pa isaj e , evocaun soplo que pone en el Egipto una armoníaencantadora del espíritu griego . Y el día , fat igado de su propio esplendor
,contento de su pro
pia hermosura , va extinguiéndose sobre la cunade la más viej a civilización
,como si —más que
en otras parte s—hubiese sido juveni l y divino .
En la…loma empieza el desierto y estamos ccmo en el fondo de un mar secó . Las arenas ama
rille-ntas en el reflejo de la tarde ondulan sobrelas rocas que a un lad o se yerguen . Allí toda vegetación está substituída por un escuálido cá
me llo , cuya silueta , con su aire de somnolen
cia,es como encarnación del monótono hastío
del arenal . Al otro lad o apa recen restos de se
pulturas ,y los fragmentos del templo , y la mag
niñcencia decaída de las Pirámides , que con su
so , le circunda , y en su deterioro de siglos , qu iere
,con cincel inmaterial y penetrante , volverle
en un minuto su integridad antigua . El sol,al
cae r,vibra en las alas de su cabeza . Así
,al des
puntar de la aurora y al morir de la tarde,la
Esfinge parece la ¿una y el sepulcro del día .
El resplandor del horizonte palidece y ellacobra una inmovilidad más profunda . Su narizno se divisa ya . La pata derecha
,enorme
,que
aun surge , se envuelve en la sombra,y la iz
quierda se hunde en la arena . Tal se sienta , ensu desolación ,
sobre la infecundidad que no ad
mite un grano de trigo , y sobre la sombra quehabla del misterio de la muerte . Los o jos vivenen las vagarosas cuencas
,y las pupilas flotan
en dos lagos profundos , donde el pensamientose abisma
,mientras se borra la indeñnible y
dulce sonrisa de sus labios .
Nunca estatua alguna tuvo pedestal más grandioso pero jamás tampoco obra de hombre res
pondió mejor al escenario . Ha perdido casi todoaquel matiz roj izo que cuenta Prósmro
,y que
la animaba cual si la aurora estallase en sus venas ; su nariz está rota ; su cuerpo colosal hayque adivinarlo en su informe masa descantillada . A veces se la cree un fabuloso esqueleto y nila hiedra piadosa ,
atavío de las ruinas , le ofrecesu melancólico encanto . N o importa . Quédanle
—237
1ntactas : la frente , un templo ; los ojos , unalámpara la sonrisa
,una ñor del alma invisible ,
y su materia,como la arquitectura de la Jeru
salén Celeste,está viva
,porque tiene inteli
gencia .
Es un peñasco”
convertido en león con todoslos vigores de la naturaleza . Si se piensa que unárbo l debía de ac ariciarlo con su ramaj e , seevoca el más alto cedro de l Líbano . En tanto ,el felino que clava sus garños en el roqueñoa siento , yergue su cabeza humana que tiene enlos ojos el triunfo de un alma . Por eso la robustez del tronco y la sonrisa de la flor reñéjanseen su vida . En su historia se funden el rayo purode sol y el limo cenagoso transformado en sá
via . Y si su cuerpo es digno de la sombra de uncentenario cedro , su rostro hace que se le dese ela de una flexib le juvenil palmera .
La bóveda sigue ennegreciéndose y oprimeen el límite del desierto el fulgor del horizonte ,que
,en vez de apagarse , reconcentrado refulge .
Entonce s las Pirámides avanzan y la Esfingeretroce de
,y violentamente esculpida
,se destaca
como un espectro del crepúsculo . Su cabeza domina ; los mastabas , atrás , al borrarse , abriganla deso lación del yermo . Y ella
,al perñlarse en
tre las Pirámides,que netas en el po strer mori
258
hundo fulgor la custodian,parece velar las tum
bas profanadas de los Faraones.
Su rostro desaparece del todo,pero su sonri
sa está ahí ; y se quiere penetrar la sombra ydescubrírse la
,y no desvanecer el velo
,pero sí
hacerlo transparente , para saber cómo es en susojos e l sueño . En tanto
,sus alas en la cabeza ,
que con las aristas de las Pirámides encuadranla final vislumbre
,colocan el fulgor penetrando
en sus oídos,y de esa
'
luz que no ve ya , pareceoír las últimas confidencias . Tales alas son lasdel gavilán
,y recuerdan al sol
,que la imagina
ción egipcia veía alado levantarse hasta reinaren la celeste altitud . El coloso es imagen de Armakhi
,el Horo en los dos horizontes , o sea el
so l iluminando los dos mundos . Fué de púrpura ,resplandeciendo como una nube de fuego , elsimbólico dios que es también altar del astro alreflejarlo . E ra un canto de la piedra estéril ala tierra fecunda . Pero la piedra misma , conmovida por el pensamiento , habló de los amoresde N cuit y de Sibou
,de donde nac iera Osiris,
aquel que arrancara del seno de su madre lamies
,producto del esfuerzo
,y el sicomoro , de
grata sombra,para ver dorarse la espiga .
La Esfinge saluda a los que traen en los ojosel verde lujuriante del oasis
,y a los que van al
oasis con la visión del desierto . Y asiste a la
240
temores,está narrado en E l libro de los Muer
tos . Y el europeo de hoy,como el africano de
entonces,balbucea la temible El
efecto producido por la estatua es tan intenso ,que se hace casi supersticioso . Los griegos
,el
Renacimiento , los modernos , un Scopas,un
Miguel Angel , un Rodin ,dan con el poder de l
genio sensac iones completadas por el placar dela revelación de la Belleza . Pero la Esfinge yano e s obra humana . Se ignora quién la hizo .
Anterior a la Pirámide de Cheops,es con la de
Z osir el más viej o monumento del mundo . ¿Esla imagen de un semidiós
,o es la obra del pri
mer hombre,cuando conoc ió las lágrimas y vió
su sombra dibujando sobre la tierra un sepulcroQuién sabe En tanto
,el montón de escombros
sugiere que un día se animará para decir al
hombre todo su destino .
V ed ahora al coloso en medio de la sombra .
Respira al parece r con más holgura en la noche
,pero no reposa como el desierto . Se com
prende que baj o su frente jamás ha penetrado elsueño ; su vida mental lo ahuyenta . La obscu
ridad hace más profundo su inte ligente inescrutable mutismo . Debe de buscar dentro de si lamirada con que afrontará la siguiente aurora ,para convertir
'
en pensativo el júbilo'
del día .
Así,la Esfinge es hoy una fuente de inquietud .
241
Ya el sol de las cosechas no se armoniza tantocon su fuerza ; hay otra luz que encuentra unaltar sobre su frente . Respondiendo a nuestropensamiento
,más allá del oasis dibújase un res
plandor pálido penetrante . El Nilo se cubre denieblas iluminadas
,que visten las leyendas de
los Farao ne s y de los caudillos de Israel , de losfi lósofos griegos y de los conquistadores romanos
,de los poetas v de los califas ; y como si
tod o eso,en tierra inmemorial
,no pudiese en
gendrar sino luz de muerte , surge al fin la luna . El cielo cobra profundidades de infinito mar ,donde bancos de nácar
,con su hermosura
,y
montes de plata,con su riqueza
,no son sino
quiméricos mirajes del diáfano vapor . Y subeel astro
,pálido y sereno
,magnífico como una
reina,sagrado como una sacerdotisa reina que
trucca su manto triunfal de e strellas por losvelos de errátiles nubes , en sus nupcias con el
misterio y la melancolía . Y asc iende sobre fam0sas ruinas meditabundas
,de hombres y de im
perios , dej ando escapar un espíritu , que ellasimbo liza cual saliendo de mastabas egipcios yde sepulcros árabes
,con el recuerdo renaciente
del antiguo existir,para cruzar en su parábola
por sobre la Esfinge,hasta hundirse en el has
tío inmenso del desierto . Pocas veces , comoante tal espe ctáculo , el influjo de la luna puede
LA voz.—16
242
convertirse en febril angustia . La enfermizaimaginación se revuelve en el fondo de un abi smo ; pero el alma , a su vez , se eleva con el astro
,y se hace oración ferviente
,y hallando fuer
za en su propia melancolía,se engrandece y se
dignifica,cual si con los anhelos del viejo Egip
to dej ase su cuerpo convertida en alado res
plandor.
En e l claro de luna se multiplican los aspec
tos de la noche . Cada hombre ,cada camello y
la Esfinge,encuentran sobre la arena su som
bra . Una voz dice : aFuente de fecundidad tellamó la aurora
,y los campos te invocaron ante
el horror de la visión del desierto . Ra y Horoencarnaban en tu piedra
,lo que es torrente cen
telleante en el espacio , y único rayo huésped delSanto de los Santos en el templo
,y latido de
amor en las entrañas de la tierra . Por ti resonaban los viejo—s himnos
,proclamando que el trigo
vale más que las pie dras preciosas . Pero hoyeres también el altar de la luna que es el sol
del alma en la noche desolada ; pues el astronocturno hac e del germen me lancólico en elespíritu ,
flor de tristeza , como el so l hace dela mies eSpiga de oro… »
Y sigue subiendo la luna,animándose con la
plegaria del viaj ero,tal como ante los oj os del
sacerdote de Menús , o de la infortunada Nite
_ 244 _
cuerpo desmesurado crece hacia atrás,en gru
ta que finge la ondulación de un médano . Elfabuloso b loque se humaniza . La luna reSplan
dec e en él como en un escudo calcáreo,convir
tiendo en fulgor lácteo su ópalo casi áureo . La
cabeza,de tinieblas que se pe trifican soñando ,
esclareciéndose,atrae . Las alas del nimbo pa
recen abatir se,porque ya no necesita de su vue
lo para perforar con ideas el espacio . De su barba se desprende una sombra que le cae sobre elpecho . Y sus oj os maravilloso s se abren
,se di
latan sobre sus labios,cuya sonrisa estremece
a la luz misma que los baña .
La Esfinge revela así todo su espíritu y ese
espíritu,saliendo al rostro
,la esculpe con un
transporte último y Supremo . Entonces fascinacon el misterio de su doble encarnación : y e l
principio y el fin de las cosas,realmente se to
can y se confunden en sus miembros .
Se pierde la noción de la realidad,y los hom
bres acostados a sus pies entre los camellos seantoj an viaj ante s de los cuatro vientos del horizonte . Cansados de pedirle inútilmente su secreto
,se han dormido esperando que , en el sue
ño,a lgún prodigio de los que conmovían a He
liópolis o a Filoe , se lleve el velo de la invisibleIsis . La Esfinge sigue agigantándose sus sen
saciones se aguzan ; es una visión sobrenatural
245
que encierra toda la ciencia,pero a quien la
misma intensidad del pensamiento le ahoga lapalabra . Divinizase
,y sobre su cuerpo de piedra
se libra una batalla de sombras . Se las ve transparentes llenar los espacios
,y pasan por sobre
las Pirámides y pueblan el desierto,y quieren ,
con lo que saben y a,animar la voz de la estatua
y concluir en el alma del hombre con la dudadevorante que las laceró en la tierra . Y la Esfinge no siente siquiera ese silencioso tumultode las aspiraciones de la Muerte
,pensando en
la Vida ; y surge siempre inalterable , poderosay muda
,como el Misterio mismo .
Es meneste r despertar al guía y retirarse . Lanoche tranquila avanza ; el cielo tiene más estrellas ; la luna fulge impasible ; sólo nuestroe spíritu se siente como infinito mar turba-do .
Pasan en enjambre las pasione s , las angustias ,los dolores del rudo batallar de los hombres ; yensueños y filosofías
,anhelos y esperanzas de
arte,conquistas de la ciencia
,lucha-s sociales ,
todo parece lejano y sin sentido . N o hay másruta que el arenal y una estatua mirando unoasis perdido en vagarosas lejanias . Con emo
ción grave y profunda , se dice adiós a la emigmática
,hasta que Psiquis libre , más triunfante
que Edipo rey,pueda rozar con alas de luz las
alas de piedra de su aureola . Y entonces , al in
246
clinarnos sobre los lagos de sus oj os , persiguiendo el loto ,
símbolo en el viej o Egipto de inmor
talidad,recordamos , para no sentir e l vértigo ,
una co lina recientemente visitada . Allí se yergue
,disipando el temor que inquieta
,la Cruz
invisible de la errante criatura,que
'
e stremeciócon su vagido a la E sñnge ,
hasta casi ponerleen sus labios la primer palabra .
248
hace s de graníticas palmeras , y entre los nichosnaturales que forman se yerguen estatuas .
¿ Qué idea de la vida y del poder tuvieron losreyes del Egipto
,señores de pueblos esclavos
que pasaban la existencia en construir sus templos y sus palacios ? Aquí , Ramsés II
,el faraón
por excelencia , es representado por una legiónde colosos . Sobre el obe lisco se narran sus guerras y sus glorias
,y sobre todo su campaña con
tra la confederac ión siro - khitita . En un baj orelieve puede verse al templo como en su epoca
,estremecido por los cantos de las procesiones
de año nuevo , y - la visita de los diose s de Tebas .
Se ensalzaba al rey entre nubes de incienso quemado y lágrimas de mirra evaporadas se leofrec ían las gu irnaldas de Pa-huru y los ramosde Pihathor . Ramsés II gozaba del e splendorde aquellas pompas , po sibles por e l oro arrancado a sus minas de Akiti y por las riquezasconsagradas a los pueblos vencidos . El temploera consagrad o a Amon -Ra
,el padre sol
,y él
brillaba con una partícula de su Doble como interm ediario en la tierra . Y aun en el día de sumuerte
,su gloria iba a ser más excel sa , al trans
figurarse y fundirse con el astro , en un solo haz
de rayos . Mientras no le llegaba e se día de cruzar e l imperio de Occidente , su pode r , después
de conquistar …la paz con victorias, cubrió al
249
Egipto de gigantescas construcciones , y fundóla ciudad de Tanis
,rival de Menfis y de Tebas .
Mujeres de todas las razas pulula-ban en sus
harene s , los reyes vencidos le ofrecían doncellas ; y la princesa Khati , enviada como regalode un pueb lo
,se llamó por su orden a rimaun
oñsuri»,es decir
,ala que ve las bellezas de l
Sol» . Y al Sol,que era él
,el sobe rano
,el vi
rrey etíope , le saludaba exclamando : <<Di alNi lo : sube el agua hasta la montaña , y subirá , pues todos tus proyectos se cumplen ,
sinque se haya oído nada igual , ni en los cantosde los poe tas . » Y vivió largos años entre susciento once hijos y cincuenta y nueve hijas
,pa
seándose a menudo en este patio de colosos . Vedalguno completo Ramsé s adelanta con el aplomo de un dios que pisara e l mundo que hacread o . Una estatua carece de rostro
,y hace
adivinar su impe rio , con el cetro pendiente ,cual espada cortante y cadena esclavizadora ,
junto al látigo que vilipendia . El fragmento deuna espalda se ofrece como para que se apoyeel templo ; una mano caída hunde el pavimen
to un muslo parece co lumna tronchada y haypiernas que levantan vientre s
,do-nde el ombli
go es un granítico sol . Imaginad ahora a loscolosos rehaciéndose con un estremecimiento
gigantesco y dominantes en el íntegro esplendor
de su triunfo . V edlos con sus dobles coronas enlazadas ,
el urens enroscándose en la frente,el
cetro en la mano , la cruz de la vida en el cinturon
,símbolos del poderío magnificado . N o es
nada extraño que,e n vez de animarles con su
espíritu, el faraón sintie se su influencia . Así ,
Ramsés,con una ola de soberbia , entre las nu
bes de incienso y los cantos de los sacerdotes yel homenaje de los pueblos esclavos , se levantaba por sobre los afectos y movimientos delhombre
,sintiéndose cual los colosos
,impasi
ble,inmortal y divino .
Desde este patio se ve una galería de co lumnas . Para llegar a ella hay que pasar por entredos estatuas que tienen a sus costados a la reina esposa
,N efertari , y a sus hij as ; la una es
de granito sonrosado , pe rpetuando así la reenrrección de un alba de gloria sobre una nochede muerte .
Los fuste s de esas columnas son una solapalmera monumental
,cubierta de bajos relie
ves . Los capitele s se forman de lotos abiertosen todo su esplendor . El aire purísimo
,inalte
rable,de los lagos del cielo
,parece producirlos
en piedra . Los envuelve,los pule , los desta
ca ; les presta casi un ac ento del azul de la florprimitiva que hizo concebir la fuerza de talesmoles , _llena de. grac ia en …la … quietud de los -as
tanques .
252
Se mira el conjunto y se siente a aquelloshombre s de la civilización más primitiva
,acer
cándose al princip-io del mundo,y abarcando
mejor hacia adelante la plenitud del tiempo,con
la conciencia de interpretar en piedra la eternidad . Los pilones formidables
,vue ltos ceñudos
como para resistir el asalto de la noche,los
'
colosos de Ramsés , las co lumnas de los diversospatios
,las bocas de las capillas , el obe lisco , todo
se cubre de luces y de sombras . Y esos juegosse animan
,viven
,son los sucesores_de las nube s
de pe rfumes,de los relámpagos de las iniciac io
nes, de la hoguera de los sacrificios ellos baj an
suben,iluminan , ocultan ,
esculpen ,desvane
cen,y únicos oñciantes
,dicen que el sol no 01
vida los viejos altares d e un templo elevado asu gloria . Y bandad as de pájaros prestan voz alos ritos silenciosos de las luces y las sombras ,y sobre columnas , pórticos y estatuas , saltan ,
gorj ean , chillan ,sobre todo en los altos capite
les,donde los últimos lampos del día se evapo
ran en áureo polvo .
Repentinamente,en el b lanco alminar e sta
lla el issam anunciando la plegaria de la tarde .
La proc lamación cruza como ñechazo por elaire entre la algarabía , espantada un tanto porla voz del sacerdote . Cómo suena el nombre de
Alá ante los espectros de los vie jos faraones ?
253
Ramsés oyó el de Adonai entre los extranjerosy no ése . El muezín ,
ajeno a lo que pensamos ,lanza sin cesar sus gritos y arroja de la torrecuatro cigiieñas que hienden el espac io . Majestuosas , evocan con sus alas el recuerdo de cuando eran sagradas en el Egipto . Revolotean
,as
piran en el aire la luz moribunda a pleno pulmón y repo san sobre un inmenso bloque . Elclamor de l issam en el templo de los faraones ,parece mover sus vetustos picos . Sus voces se
tornan en inte ligib les,y dice una
,
" como res
pondiendo al curso de nuestro vagabundo es
piri_tu((Mi nido más hermoso está en una catedral
en e l mediodía de Francia . Vivo en una hornacina , entre las nubes y los hombres . Allí
,no
me despierta el grito sonante en el alminar , ylimitado como su impulso . Me estremezco alvibrar de las campanas
,y aquel vago
,inñnito
son,da a mis alas el de seo de perseguirlo en el
espacio . Y vuelo con júbilo , y cuando torno areposar apoyándome en una vidriera , me saluda el órgano de adentro que es el himno de miaurora . Por eso en Luxor ani-do en la capillade l vestíbulo
,donde hay santos
'
de antiguosmonjes
,que recue rdan pintados las hieráticas
esculturas de mi torre . »
Exclama la segunda aAnid0 en Europa , so
_ 254 _
bre el Acrópo lis , en el templo de la Victoria Aptera . Allí ya no hay cantos entre las ofrendas delas Panateas , pero hay armonioso silencio . Lotiene el espac io azul
,sobre el mármol sonrosa
do , en las formas elegantes que esconden invisible s alas
,como las que lleva el nombre de su
Victoria . Vivo a un paso de l Partenón y de lascariátides de Athena Polias . Vuelo a veces sobre los montes
,y a veces sobre el mar
,y mi
vejez se alegra con la sonrisa de l aire que hacefraterna les la flor de la planta y la "espuma dela ola . La tarde me sorprende siempre en miatalaya . Me oculto por no turbar la paz , cuandoalgún hij o de Atenas busca en las piedras elvestigio de los antiguos días . Mi lecho se abriga como en copa de mármol
,y sobre él piado
samente cae la sombra , como un dulce lico r deo lvido. Por eso al emigrar busco siempre en
e sta ruina el santuario que consagrara Alejandro
,aquel que descendió en I lión honrando la
tumba de Aquiles,y que conquistó a Gaza para
inundar de incienso los altares . Así , los olím
picos diose s no abandonan mi sueño,tran sfor
mandolo en sereno,a imagen de la belleza con
cebida por los griegos . »
Añad e la tercera (<Anido en la torre de Gálata . Desde esa altura encántáme el esplendorde Constantinopla . Más que la bóveda estrella
— 256
tianos,en la de los dioses griegos y en el almi
nar turco ; y la última , apresurando el vuelo ,cruza el Nilo , perdiéndose en la dirección de los
Los pájaros han callado ; el sol , bajoel horizonte
,agoniza invisible ; estatuas , co
lumnas , pórticos , se envuelven en la mismasombra .
La voz de las cigueñas de Luxor queda so
nante en nuestra mente,como si al desvanecer
se creara una armoní a . Pensamos que,dispersas
sobre el mundo,anidan quizás
,llevadas por mis
terioso instinto,en los santuarios egipcios
,en
las cellas griegas,en los .alminares mahome
tanos , en las catedra-les góticas . Los templossurgen
,así
,como el natural asilo de aves , au
ríspices de amor y de esperanza , pues llevan ytraen la primavera en sus alas . En esta
'
ruina ,por rara coincidencia
,encuentran todas algo
evocador d e sus lejanas vivi endas . Y el Nilo ,con sus aguas siempre di stintas , sin dej ar deser el mismo
,símbolo de la vida invariable en
su necesidad de creer,aunque lo s hombres se
renueven,aprovecha de l último re sto de luz y
retrata los b loques y los diversos templos , transformándolos en una sola impalpable proyeccióndivina .
KARN AC
Difícil es dar la sensac ión de estas ruinas ,abrumadoras con la grandeza de su expre sión ,
e imposible estudiarlas,por la multitud de sus
detalles fatigante s . N o hay una so la partículade muro , sin la marca de un nombre ; no hayun solo fragmento de obelisco o columna , sininscripciones ; la historia de Egipto se de sprende de los j eroglíficos . Los monumentos son libros de piedra . Lo doblemente interesante para nosotros es la compañía de Maspe ro . El autor de e se prodigio de erudición llamado Histoire ancienne des peuples de l
'
0n'
ent classique ,
donde las civilizac iones más antiguas aparecenestudiadas cual si apenas nos precedieran ,
e s
director de los trabajos del viej o .Egipto . Debuena cepa francesa , es además de un gran sá
bio,un hombre espiritual y amable ; y así ,
mue stra a cada instante,platicando sobre los
faraones , en vez de la solemnidad hierática deun Anubis que juzga , la gracia ligera
'
de unHermes que ilumina .
LA voz.—17
258
Llegamos a una primera muralla alzada entorno de los templos de Ramsés III y de ladiosa Mut . En el Lago Sagrado no queda ni elrecuerdo del agua . Menos efímeros
,los ladrillos
y los mármoles se levantan aquí,caen allá ; pe
ro e l plan de los edificios se ha perdido , y susruinas sólo interesan por lo que añaden al conjunto imponente .
Por una avenida de esfinges se llega al portalde Ervegeto ,
y es inmenso con su forma de páralelogramo en la abertura
,cubierto por una
pirámide trunca,de caras de violenta inclina
ción . En lo alto el disco de Ra reñeja el sol dela mañana , y cubre con sus alas al fundador ,que sacrifica a los dioses , después de señalarsobre la tierra e l perímetro de las construcciones .
Entramos al templo de Osiris y de su madreApet. Es casi una capilla con el carácter detumba . Como el cuerpo del dios fué dividido ,hay en todas las grandes ciudades templos quepretendieron tener la sagrada reliquia de unfragmento . En el de Khonsu
,ve cino del ante
rior,puede estudiarse la parte que correspon
día a nuestros atrios . Las columnas se yerguen ,
las galerías presentan perspectivas , e l cielo re s
plandece . Allí, con lo s vendedores , estaban los
sacerdotes,prontos para las consultas de los fie
su desastroso descantillamiento . N o se oyen losgritos de lo s vendedores
,ni los cantos de los
sacerdotes , ni las voces de los ñeles pe ro , súbitamente , em un movimiento de vida ,
el templose estremece . Repiquetean mart illos
,y pasan
árabes descalzos,con canastas en la cabeza . Se
escuchan órdenes,golpes de manos
,y una turba
invade,tirando de largos cables . Los antiguos
tiempo s del faraón vuelven . El intendente de lasobras reales , con pe luca ,
anda por entre los rarpados sac erdotes . Se ponen los estandartes enel tenemos
,se unen con flore s las columnas , y
el toldo se hincha suavemente como una velaque quisiese surcar los azules mares del cielo .
El templo va a saludar a Se tos , vencedor de loslibice ; o a recibir los vaso s de Salomón ,
robados al templo tras la derrota de Roboán de Judá o a ver sacrificar por Ramsés I II los cuatrobueyes blanco
,negro , manchado y rojo . El
dios , en el misterio del secos ,ha sido ya cubier
to de ropas y de j oyas y entre nubes de perfumes , como el sol entre celajes , y como él en subarca , saldrá de aquel negro horizonte a iluminar al pueblo junto a los pilones que marcan lagloria del cenit .
Así , un movimiento de vida ac tual despiertaantiquísimas imágenes . Nuestros ojos
,atraídos
por cantos cortados entre respiraciones fatigo
26 1
sas,se fijan en un grupo de turbante s . Entre
dos co lumnas,sobre rodillos , palpita la masa
de un co loso . Llega,al fin , a un pedestal , se
gritan órdenes,aplicase una palanca , y al son
de un último alarido de los que tiran nuevamente de la cuerda
,la estatua en pie , trepidam
do antes de inmovilizarse,suprime en el movi
miento treinta y cinco siglos de vida . ¿ Qué essu cabeza ? ¿La de una mujer ? ¿ la de un hombre ? ¿ la de un gavilán ? ¿ la de un gato ? Laduda queda sin solución
,pues ha perdido la for
ma . Los dedos faltan de sus manos, que apo
yan la palma en las rodillas . N o se colige quéclase de senos adornaron su pecho . Y así lamentable
,es un espe ctro de granito volviendo a su
vez,en un minuto , a vivir los treinta y cinco
siglos , borrados por nuestra aE s
una estatua de Ramsés XI I—nos dice Maspero —está muy degradada la pobre
“
,pero vamos
a ver la de Khonsu , que es , en'
cambio , muybella . »
Tan bella resulta que sorprende . La primitiva escuela de Menfi s habitúa a los retratos enmadera
,extraordinarios por su realismo ; pe ro
esta estatua tebana de un tipo ideal,es una re
velac ión de arte mas vigoroso . En la puerta deuna especie de gruta surge , destacándose sobrela sombra . Su pe rfil , de la más fina pureza , es de
26 2
admirable dist inción . Su sonrisa crepuscular nose abre plenamente ; puede anunciar lo mismola noche o e l alba . Después sufre transformaciones . Parece existir contra su voluntad
,de
scando apagarse y cobrar el repo so de una nadaabsoluta . Es la sonrisa más o menos esfumada ,más o menos fuerte , de otros dioses y faraonesde piedra . Sonrisas que se despiertan hac e cuatro mil años
,y que
,con un esfuerzo
,sacuden ,
para existir,la sombra de los siglos muertos .
Y esta estatua,como refundiéndolas a todas en
la real belleza de la suya , con la fatiga de sen
t ir la obligada expresión,ha concluído por dar
le dolorosa dulzura .
Al partir,nos volvemos para mirarla una vez
más . Es tan simpática,suave y atrayente ; tie
ne en el rostro la'
animac ión de una tan dulcealma es tan cabal expresión de un dios queconoce la paz y las angustias , teniendo en sunaturaleza divina
,piedad para su naturaleza hu
mana , que cuesta dejarla con la certidumbrede “ no volver a verla . Deb ió de ser esculpida porun hombre que supo del dolor y de la misericordia . Por im instante
,el bello Khonsu se nos
antoj a un V iej o amigo y somos sus contemporáneos ; y .en esta sensac ión se siente una fuerza
'
inmensa ,dilatadora de la vida hasta con
vertirla en inmortal,ligando así a los hombres
26 4
vasta extensión,donde las ruinas de otros tem
plos alternan con las de los palacios y casas dela antigua Tebas . Vemos e l pilón gigantesco deHarembad y franqueamos el lago de las ceremonias complementarias , en que la barca del dioscruzaba simbólicamente el Nilo ce leste . Aparece la enorme muralla del segundo recinto , yadentro , entre un pueblo de colosos ca ídos , columnas volcadas y en pie nos cortan el horizonte . Allí bull e
,palpita y trabaj a una multitud
que escrudiña el suelo , y van y vienen legione sde muchachos
,con canastos vacíos y rebosan
tes de tierra . Es admirable la natural solturay elegancia de sus flexibles cuerpos . Al divisara Maspe ro
,se oyen voc es que cantan naharak
Said (fel iz día! , ac ompañándose con las manosen un acompa sado repiqueteo
,sin que el canasto
se les mueva en la cabeza . Y los coros se prºpagan de grupo en grupo ; y después de un instante
,entre el chini dó de las zorras sobre los
raíles,y el sonar de mile s de aplausos , el saludo ,
conmueve a todas las ruinas . Los terrenos desmontados
,ardientes al sol , con su tierra obs
cura,hacen resaltar los turbantes que se agitan
en los golpe s de los pico s . Por todas parte s reina un movimiento continuo de hormigueros enebullición . Y avanzamos , entre las manifestaciones de esta raza árabe caída en el salvaj ismo ,
—265
pero conservando el recuerdo inconsc iente y acada rato e stallante de la gentileza de su viej oespíritu civilizado . El acher maitre» de Parísse ve en el caso de saludar a menudo , convertido en faraón amable que pasa con su camisa detrabajo
,y lleva
,en vez de pschent de oro
,som
brero de hule y viseras verdes . Y es,en reali
dad , el mago de los misterios egipcios la población actual vive del descubrimiento de las rui
nas los Ramesidas y los Amenhotpus aun reinan sobre su tierra . Se puede , ante aquella ac
tividad,volver a creer en las resurrecciones ,
como hace un instante . Las ruinas no parecendespo jos de las antiguas grandezas , fantasmasde otros siglos ; son cuerpos reales en expan
sión,y la ciencia penetra los secretos de su
desenvolvimiento,como con la voz de Ezequiel ,
que infundió a los hueso s dispersos el e spíritude la armoniosa vida . Y se alzarán los palac ios ,cansados de ser , caídos , las eternas sombrasdejadas sobre el Egipto por la gloria de los taraones . Y los santuarios , en su integral eSp—lendor
,tornarán a perfilarse sobre el cielo
,dando
la sensación de que si Ra,Mut
,Khonsu pasa
ron,no se ha extinguido la necesidad de creer ,
de que si hay dioses . que son anacronismos , laforma de todo templo es un hogar del alma…Maspe ro nos explica cómo desde allí partían ,
— 26 6
bajo arcos triufales,avenidas en todas direccio
nes ; v cómo la del centro ,uniendo Karnac a
Luxor,con sus edificios cubiertos de mosaicos
y bajos relieves esculpidos , y abierta a los solemnes cortejos y a la vida cotidiana
,era en
Tebas lo que son en París los Campo s Elíseos .
A medida que avanzamos siguen brotando delas entrañas obscuras fragmentos de capillas
,
templos y palacios . Una viej a alemana rebuscaen su guía la situación de una ruina
,y al fin se
decide a interrogar a nuestro grupo . ((N o puedeestar— le responde un director — acaba de ser
descubierta . » Y como nos hemos detenido,ve
mos salir,en la conmoción de un golpe de pico ,
una lámpara de greda . Ma—Spero la recoge y laobse rva con su lente : aE s moderna—exclama ,—es de un siglo antes de Jesucristo ; llevadlacomo recuerdo de Karnac . » Y sonriendo a lapalabra amoderna» , la guardamos , encantados .
Moderna,sí al pie de los obeliscos , modernos
a su vez baj o el azul de l c ielo,que es moderno
ante el aliento de Dios ; y así cualquier simplehecho
,en este país que hace renacer la historia
humana,oprime al viajero con la inquietud de
lo infinito .
Entramos al pequeño templo de Ptah , verdadera curiosidad ,
po rque está completamentereconstruído . Pasamos a la capilla del dios , que
— 26 8
gra zafarse , después de sembrar elY hace meditar ese poema , lleno de imágenesexpresadas por esculpidas imágenes , lo que lesda
,hasta en su forma material
,algo de inmen
so y misterioso .
De sde lo alto del pilón tolemaico se dominael conjunto . Las ruinas tienen un esplendor extraordinario
,y en la frase contradictoria e stá
la sensación verdadera . Masas de piedra sobreponiéndose las unas a las otras quieren asaltarel cie lo . Los templos reunidos por varios reinados
,no son la obra del hombre . son la crea
ción de un pueblo .
Los obelisco s de Thutmos I se levantan . sur
giendo ,como con desnudeces rosadas
,entre ne
gros pilones . Después del amas ij o del templodel Medio Imperio , que hace pensar en una catástrofe humana , la sala hipostila de .
Ramsés Ihace creer en una fabulosa de dioses , héroe s ymontes . Falta el techo , donde las constelacio
ne s y los astros pintados figuraban el cielo so
bre la tierra ; pero aun existen ciento treinta ycuatro columnas
,elevándose algunas h asta
treinta y dos metros con diez de circunferencia .
Una tempestad y un temblor de tierra , combinados
,fueron necesarios para derribar el gi
gantesco bosque . Si las columnas caídas cantanlas victorias del tiempo , bastan las en pie para
— 26 9
admirar la grandeza de lo s atrevidos ar'quitectos . Sobre e llas se tienden arquitrabes y todaslas “piedras van siendo incrustadas a fuerza deincesante tesón . Maspe ro nos explica cómo tienen inscripciones en diversas caras , de modoque es ímproba tarea colocarlas bien , para quesigan cronológicamente relatando historia y leyenda . Los capitele s
,en tanto , evocan con sus
formas de lote s e l alma humana . Son enormesy pueden contener en su perímetro a cincuen
ta personas , y aun asimismo , con cierta agilidad , parecen coronar los fustes . Los egipcios ,al ver los lotes en los estanques del N ilo , cuallos indios en los del Ganges
,debiero-n sentir
abrirse en su imaginación la idea del símbolocomo vive la flor
,e scapándose del limo cena
goso para mirar e l cielo ,así el alma , librándose
de la mate ria,refieja la luz , perfumándola con
su En lo alto,s obre las colum
nas,esos capiteles , recordando las hermosuras
de los ríos , figuraban a los hombres , y comb inándose por el platón a las estrellas y signos delZodíaco
,convertían e l templo en imagen viva
del universo . Así,al pasar el dios , se identifi
caba del todo con el“ sol. Los capiteles son de dosclase s . Y viéndolos
,imag inamos a los abiertos
sosteniendo triunfales la masa de los te chos , ya los cerrados con su botón campanuloso , de
270
scando abrirse bajo el peso,como palios de pie
dra , sobre la cabeza de Amón- Ra erguido ensu barca .
A un lado de la sala hipostila dibújase un
jardincito ,y apenas osa poner sus leves sonri
sas de colores en las sombras de las opresorasmoles . Al otro
,se abre el patio del templo de
Ramsés III yd e ja ver sus coloso s , ya en líneasformidables de batalla
,ya en recogimientos hie
ráticos de plegaria . Y más allá,los muros y los
pilones simulan desfi ladero'
s,entre gargantas
rocallosas . Después,las avenidas se esculpem,
y para acentuar la caracte rística de un país decontrastes
, por cada esfinge que mira pensativala tierra , una pa lmera se eleva graciosa al cielo . El Nilo aparece murmurante
,y el so l ad
quiere la vida del pensamiento de un dios , alreflejarse en la maj estad de sus aguas . Entre sucaudal y la montaña libica
,surgen los coloso s
de Memnón,el Ramaseun
,D er- el- Bari y los
templos de Kurna y Medinet - Habu . Nuestraaltura se convierte en atalaya , donde las ideasque se levantan de las ruinas forman al pasaruna voz armoniosa .
Los egipcios , según Heró doto , e nseñaron alos griegos la concepción de l alma ellos fueron ,
dice,los creadores de sus transmigraciones y de
su romance . Estos templos,así como los sepul
EL VALLE DE LOS REYES
Después de atravesar el Nilo,llegamos a po
co a la aldea de Kurna ,entre cactos y datileras
que proyectan ralas sombras de sus débiles verduras .
Aquí está el templo de Setos I . El rey lo hizo edificar p—ara su
'
Doble ,a imagen del levan
tado en Abydos,sobre las bocas de la grieta
Como el sol desaparecía por allá , mirábase enese punto la última estación de la ruta del alma
,camino del imperio de la sombra . Con ta
les precauciones , no faltaban al faraón inciensoy carne cuando se despedía de la tierra conocida . Este templo de Kum a era , en realidad , lacapilla del sepulcro cavado en el valle . D e modoque
,después de un t iempo
,se olvidaba el ver
dadero cuerpo y e l pueblo sentía en el recintosagrado la invisible presencia del Doble , confundido con los dioses
,y al fin tranformándose
en augusto y divino . Así , el poder de los reyesse acrecía
,pues el culto al faraón muerto nim
baba de maj estad mayor la frente del vivo .
—273
El templo de Setos fué cc—ncluído por Ramsés II . Llaman la atención los bajos relieves desu pórtico
,donde las nomes del Alto Egipto ,
simbolizadas por—hombres y muj eres
,llevan pla
tos de flores en esmalte,rebo santes de alimen
tos , y lucen las frentes coronadas de l irios . Asu vez
,adelantan las nomes del Bajo Egipto a
cambiar con las otras sus ofrendas , y yerguenlas cabezas
,adornadas con papiros . Ya la natu
raleza había entregado al hombre el lirio , cualuna sonrisa destinada por sus corpúsculos deoro , dibujados por e l lápiz del sol ,
'
a vivir congloria
,y por su luz interior de claro de luna a
morir con gracia . El Alto Egipto,comprendien
do eu hermosura,lo hizo su flor heráldica . El
hombre,a su vez
,tomó los verdes y .
flexibles
tallos del papiro,y creó con sus películas el
albor de los lirios , para ennoblecerlo con lospensamientos de su alma . Y los genios del Egipto se complacen en coronar las frente s con lasdos blancuras hermanas
,baj o el mismo cielo
de vida… Y ese azul , admirable , ya con el sol
resplandeciente,ya cubierto de estrellas , brilla
en los plafones del templo . Aquellos hombres ,empeñados en hacer con lapiedra una eternidadde l furtivo instante de sus existencias
,pintaron
un ñrmamento a semejanza del verdadero . Enel Santo de los Santos
,Se tos inciensa a Amón
LA voz.—18
274
en su barca ; pero el techo se ha abierto y suincienso sube al espacio . Enun trozo
, e l discosolar fulge con la serpiente
,y el sol real res
plandece en los aire . .Así,el azul divino se tien
de entre fustes y capiteles , y el azul humano lebrinda su imitación . Los dos ciel os
,después de
tres mil quinientos años,se encuentran
,y ante
el eterno del espacio se admira a los egipcios ,por el pasaje ro de la pintura .
Partimos y costeamos la montaña libica hasta dar con una boca y penetrar en su seno . Frente a una estrecha garganta volvemos la espa ldaal llano que el Nilo inunda . Allí se queda elverde de los pastizales . El camino es blanco
,y
cuando se huye del brillo hiriente de las piedras ,surgen las abruptas montañas
,sin un árbol
,ni
una flor de hinojo,ni una brizna de hierba . Las
roqueñas fragosidades,a su vez
,transformadas
en viva cal,despiden relámpagos de blancura .
Aquí y allá un resplandor sangriento culebreaen vetas
,que no llegan a infundir en la masa el
color de su vida . Después,las alburas implaca
bles alternan con lienzos amarillentos , pequeñosvolcanes de chispas
,atemperados por bloques
con rastros de alquitrán, que como con un fue
go interior evápórase ,abra-sendo más el aire .
El cie lo rechaza también los ojos con su aso leado azul de metal reverberante y encégueciente .
276
ruta difícil , en la esteril idad abrumadora , en elimplac ab le ardor del aire entre las laderas
,y se
desarrolla e l camino simbó lico,mostrando al
fin una caverna hospitalaria en una tumba .
Como en la otra part e del valle están los templos de los Dobles correspondientes a los cuer
pos encerrados en los sepulcros reales,falta en
éstos la capilla . Las decoraciones varían también , comparadas con las de los particulares .
En el templo de los Dobles e stán las escenas dela vida
,semejantes a las que cubren los muros
de la necrópolis de Menfi s , y aquí en las tumbas solamente se desarrollan las ultraterrenas .
Tratemos de explicarlas . A más del Doble , se
creía en una alma,dest inada a recorrer el
D uait. Este inf1erno era un valle,dividido en
doce provincias,correspondiente s a las doce ho
ras de la ausencia del sol . El hombre , muriendocual el astro
,revivía como él . Cada provincia
estaba llenad e genios malévolos , que impe díanel pa saje del alma . Esta
,para vencerlos , debía
no o lvidar las fórmulas contenidas en el Librode las Puertas y en el Libro de lo que hay en
el Infierno : por eso , sus reproducciones exac
tas se graba-ban y se pintaban en las paredesque conducen al sarcófago . V ense tamb ién Lasletanías del Sol , o sea las setenta y cinco transformaciones que sufre Ra , y que el faraón te
277
nía que conocer para poder confundirse con el
dios… En la región sexta,entre cuarenta y dos
jueces,encontrábase a Osiris . Nuestra concien
cia era para ellos el corazón,pe sado , cuando
con faltas,y ligero cuando puro . Hero y Anu
bis se encargaban de averiguarlo y Thot hacíasabe r la s entencia . El alma re citaba
,en tanto ,
la confesión de l Libro de los Muertos . Si la sentencia era ad versa , volvía al mundo hasta purgar sus crímenes ; si favorable , pasaba a losCampo s de Yalou . Allí labraba la tierra
,carga
de que podía librarse por medio de las fórmulasy por último
,abismábase en la luz infinita
,al
unirse al cortejo de los astros .
En e stos sepulcros se encuentra también grabado E l libro. de la abertura de la boca
,pero
en realidad esta ceremonia se hac ía en los funerales mismos . La momia del faraó n poníaseen pie contra la puerta . Las lloronas y sus pariente s despedíanse ,
cantando himnos entre sollozos . El rey inmolaba un toro . Los sace rdotesdescuartizaban el animal , y uno de los superio
res ponía un pedazo en la boca del muerto . Como éste no quería comer
,observación inútil en
el re lato , el gran sacerdote lo lavaba'
con aguasag rada envolviéndolo también en nubes de incienso . Después , en su canto , se proclamabaHoro hij o de Osiri s , y con el mi smo poder con
278
que reunió los pedazos del dios , volvía al muerto , identificado con él , el uso de los miembros .
Acabado el cántico , le tocaba los labios , lasmanos , el pecho y los pies con su vara mágicaen form a de se rpiente .
D esp-ués
,iluminándola con una procesión de
antorchas,se colocaba la momia en el féretro
,y
e l féretro era metido en el sarcófago,destinado
a desaparecer casi siempre en un foso . La entra-da de esta cámara
,difícil de encontrar entre
los diversos corredores , era convertida en murocon piedras y cemento . E l banque te
,a que asis
tía la estatua del faraón difunto,el nuevo rey ,
los dignatarios y el gran s acerdote ,figuraba co
mo última ceremonia .
Entre los cánticos usados en los funerales hayuna maldición : vosotros
,los grandes ,
los profetas,los príncipe s , escribas y faraones
vosotras todas las gentes que vendréis despuésde mi en millares de años
,si alguno reempla
zase mi nombre con el suyo,Dios lo castigará
destruyendo su pe rsona sobre la tierra . »
Sin re emplazarse los nombres , se han profanado los
'
r'
ecintos llenos de riquezas . Hace siglos
,con el propósito de salvar los cuerpos , se
les pasó a la cueva de Deir—el- Bahari , dondeMaspe
'
ro los descubrió en 1880. Algunos de los
sepulcros que pudieron permanece r oc'
ultos han
— 280
terpretaciones , en una torturante y coloreadapesadilla , se encuentran , a veces , figuras encantadoras
,como la de la arpista . Está en el se
pulcro de Ramsés III . Es rara,
'
porque el artede lo s muros pe rtenece al de oficio con reglasinquebrantables y sin talento . Por e so
,siendo
excepción,resulta más bella . Hace pensar que ,
en los banquetes fúnebres, las arpas de las sawcerdotisas acompañaban con sus himnos a lossagrados bailes . Y esos himnos eran de amora la vida en el país del sol . He aquí un versículo : ((Todas las lamentaciones no vuelvenla felicidad al hombre que está en el sepulcro . »
Pero la imagen de la arpista no es la de unaninfa griega cantando embriagada entre perfume de rosas de fuego . Es
,si
,una figura que ,
con la pureza de sus líneas y su elegancia,evoca
las de los vasos atenienses . Su nobleza hieráticareviste su armoniosa gracia con un manto demaj estad . La be lleza de su cuerpo aun la enlaza a la tierra , y su espíritu vue la en las notas delinstrumento . Es mundana y religiosa . Los rit
mos de su canto perturban con cierto ardor laplegaria de los dioses ; la voz de sus oracionescalma el canto ardiente de los hombres . Si ofreciese un be so de amor , lo daría envuelto en laluz celeste del misterio de Y queda en sulóbrega soledad , esperandº otros viaj eros , para
— 281
revelarse a la luz de las antorchas y adornar lasentrañas de la tierra
,como exótica flor de pa
lacio que exhalase pe rfumes de templo .
Dejamos los hipogeos reales y subimos a lacumbredel valle . Las bocas de los sepulcros sedibuj an como una línea de cavernas . En la otrapendiente
,al p-is del monte cortado a pico
,el
precipicio profundo atrae . El sol arde en los aires
,reverbera en las co sas
,y el N ilo surge . Pa
ra descender , hay que buscar la cuesta difícil ,erizada por guijarros , sobre fina arena calcárea ,hiriente con su blancura . El llano
,a lo le j os ,
brinda aterciope lado verde reparador ; pero losojos
,cual aves que no llegan a la sombra
, pa
recen en e l camino plegar las alas abrasadas yexhaustas .
Al pie encontramos el templo de Z oserzosru ,
cuyo nombre significa el más espléndido de todos . La reina Hatshepsitu fundólo , a principiosdel Nuevo Impe rio
,para los Doble s de su padre
y de su esposo . El cristianismo lo convirtió eniglesia y en convento , raspando la mayor partede los bajos relieves en que figura la reina . Eltemplo
,como construcción
,reviste gran impor
tancia . Sus columnas son hatoricas geométricas
,lo que recuerda el orden dórico , apartán
dose completamente de la palmera coronada por
el loto , característica de la mejor arquitectura
282
egipcia . Sus diverso s edificios se escalonan só
bre terrazas , y en un patio rodeado por capillashundidas en los muros
, yérguese el único altarcon gradas que se conserva en Egipto . En lospórticos , son admirables
, por la esbeltez de laspalmeras cubriendo a los bueyes cargados deriquezas ,
los bajos relieves de la expedición alpaís de Punt
,que inundó la corte de Hatshepsi
tu de marfi l,incienso y ébano . Y todo el templo ,
al pie de un monte— colosal peñasco sombrío ,aparece sobre la arena , como una pavesa grandiosa dejada por los siglos en un naufragio .
El Rameseum está a un cuarto de hora de camino y es el templo del Doble de Ramsés I I .
Se creyó en un tiempo, por la descripción de
Diodoro , ver en él la célebre tumba de Osiman
dias,la que tuvo por corona un áureo círculo
de 36 5 codos . N o extraña la admiración del viaj ero antiguo
,si se contemplan sus ruinas .
Los faraones son una expresión viril del or
gallo humano . Se antoja que emprendían guerras , no para enriquecer de gloria o de botín asu .pueblo
,sino para tener qué grabar en sus
templos y sepulcros, como armas contra el 01
vido . En los muros y en las columnas de estedeSpo jo gigantesco se asiste a las proce siones religiosas en honor de los triunfos , y a las batallasdadas
'
por Ramsés II , y a todos los detalles de la
—284
en presencia de Harmakis,l e entregan sus cla
vas,como representantes de los Khitis y Zaka
ris , Sakalashas y Turshas . Al templo,con sus
diversos patios y sus perspectivas admirables ,sólo le falta , para estar completo ,
los te chos desus cámaras . Tres grandes cuerpos se sucedenhasta llegar al Santo de los Santos . Las galeríascon columnas lotiformes sostienen plafones intectos , azules y brillantes en to rno del sol alado . Los bajos relieves conservan en los murossus matices . Las estatuas aparecen aquí y alláaumentando la realidad eeplendente de los
“
des
pojos . La sombra de un copto,que cruza con su
manto y su turbante,evoca el e spectro de un
sacerdote que buscara sobre el suelo las huellasde sus hermanos desaparecidos . En las tumbas de Amón están
,ahí a un pa so
,y si pudiesen
tornar al misterioso asilo de sus ceremonias ,empezarían por el saludo al dios y al faraón deltemplo . El oficiante , agitando su rollo de papiro ,
exclamaría : aD ejad partir los”
ánades»,o
sea el símbolo de los cuatro hijos de Horo . D os
sacerdotes,con l átigos de lana
,los castigarían
lanzándolos a volar . Y entre los cantos de laprocesión ,
conduciendo en las espaldas la imagen de los viejos reyes , el gran sacerdote diríaa las aves : d d al nort e , al mediodí a , al levante , al poniente y contad a los dioses del ponien
— 285
te , del levante , del mediodía y del norte , quecon Horo , hij o de Osiris , el rey Ramsés IIIha vu elto a tomar la doble corona . »
Desde el pabe llón del templo se ven surgir ,netos y dominantes , los coloso s de Mennón ,
quere splandecen al sol
,amarillentos
, sobre el marondulante de los trigos verdes . Representan alrey Amenhotpu III ; cústodiaban un templo ,y las estatuas que eso hacían eran llamadas , engeneral , Menun por los egipcios . Confundien
de nombres , los griegos creyeron reconocer enellos al etíope Mennón ,
hij o de Tithón y deEos
,que fué muerto por Aquile s
,vengador así ,
según el mito homéri co , de Antíloco , hij o deNéstor .
Un terremoto echó por tie-rra e l templo y res
petó las estatuas en la integridad de sus diez ynueve metros de altura . Pronto , sobre las ruinas
,se oyó en el co loso meridional un sonido
saludando a la aurora . La noticia corrió con el
asombro del prodigio . Los egipcios creyeron queel arpa de las elegías
,resucitando en pé treos
labios,exhalaba una queja , al contemplar con
el sol la caída lastimosa de su templo . Mas losgriegos respondieron : aMennón era hij o deEos
,es decir
, de la Aurora , y con lamentos saluda a su madre
,que
, acariciándole con rayos ,le cubre de lágrimas de roc ío . » Se formaron
286
entonces ca ravanas para ir a oirle . Hacíanse
sacrifi cios cuando callaba y al sentir sus armonioso s trenos levantábanse himnos . Adriano aumentó su gloria visitándole y siguiendo el pensamiento de Asklepiodotos , los pe regrinos ale
grábanse , pues mientras él cantaba , Aquilespermanecía mudo para siempre en los camposde Troya . Sept imio Severo le hizo reparar laparte superior
,como en ofrenda
,y su devoción ,
ce rrando , sin duda,las grietas donde el rocío
se evaporaba , le quebró la lira , le robó la voz ,le mató el misterio . Aun resiste la estatua . Surostro
,borrándose
,pugna a la di stancia por
dibujarse en la perspe ctiva . Los cubos de asperón de su pecho visiblemente se desgranan . Sumadre y su muj er
, custodiantes de su trono , sonmasas informes . Y él
,sentado sobre el signo
de los dos imperios , lucha aún y espera quizásal Homero que nuevamente le resucite la voz ,encerrando su leyenda en una forma inmortalde arte . Entonces
,desgajándose del todo , mori
rá contento,al pensar que su piedra , transfer
mándose en simiente de belleza , ha caído en
tierra fecunda .
288
me con los tentáculos de un pulpo . Están en
torno de sus lanzas y de sus odres de agua ,an
te sus tiendas de piel de tigre .
'
N os reciben adornados con hermosas plumas de avestruz . Hacenvibrar las chapas de cobre de los gens , acom
pañando su estremecimiento cc -n e l pergaminode las sonoras caj as de palmera . Algunos danzan . Sus musculaturas ág iles y elegantes , con
movimientos felinos,se retuercen al compá s
rugiente de los ritmos . Tras de esos espa sm'
ossalvaj es , adormecidos
'
los negros en movimientos cadenciosos , armonízanse con monótonas ,interminables cen tinelas . Los cam ellos , pensativos
,tienen soberbio desdén en la mirada ;
surgen entre las chatas tumbas y observan,aj e
nos a danzas y cantos , la tarde misteriosa . Lasmúsicas , aletargándose en su lento vaivén ,
parecen atraerla .
Antes de que avance , tomamos la chalupapara volver a Elefantina .
El día ha sido bochornoso . La isla está entrela Nubia y e l Egipto
,y el pozo de Siena , donde
los rayos solares caen a plomo , demuestra elreinado del trópico . El sol se po -ne tras de montañas sin árbole s
,amarillentas ; y una cons
trucción blanca en sus cumbres , dibújase tanaguzada en los contornos , que se destaca conviolencia . Las pa lmeras de la isla tienen casi
— 289
una rigidez hierática,inmovilizándose como
dioses . de piedra en la atmósfera sofocante . Dela viej a ciudad de Elefantina no se conservansino escombros
,donde negros del Sudán se al
bergan . Y así , los habitantes de esta región ,en
que el calor del día obliga a vivir ocultos , parecen los genios de las tumbas y las ruinas . N é
gros , hasta tene r una espe cie de refiejo azulado
,son como hijos de la tarde
,y se despiertan
en suseno saludándola con gestos,cantos y dan
zas . Cuando el sol cae del todo, se enciende un
extraño crepúsculo . El cielo e s un fuego roj ode Bengala al llegar a su mayor brillo , envuelve en luz de apoteosis los monte s , y despuésse apaga sin camb io de color , variando solamen
te de inte nsidad,como un sonido que nace , vi
ve y se amortaja en la vibración de su propiacuerda . El . agua del Nilo - dormida
,evocando la
de un lago , empurpura su serenidad , y los péñones Ceñudos se miran en espejo-s de sangre .
En nuestra barca suenan los darabucas . Losremeros lanzan su cd alla aia Said»
,espec ie de
misteriosa letanía , mientras un n egrito danzaen la proa El cielo cobra la l ividez cadavéricade un supliciado que aún siente en los pies lascaricias de agonizante hoguera . La sangre delagua se - évapora
,los .
-
pe ñasco s se ensombrecen ,
y sus reflejos dibuj an en las profundidades viT.A v o z .
—19
290
siones del abismo infernal de Amenti . La melancolía penetrante de l paisaj e nos envuelve consu angustia . En las riberas se encienden fogatas . Los habitantes de la isla parecen tener horror a la sombra . Cuando el sol se va , . hacenbrillar el fuego en rústicos altares que , con elrecuerdo del padre del día
,preparan el edve
nimiento de la nueva aurora . Los tambores debronce siguen retumbando
,pe ro son ya cansa
das cigarras que agitan en su estertor sonorosélitros agonizante s . Se oye el ch ini ar de lasnorias en la i sla , cuando hacen leve pausa lasletanías de los remeros a¡ Jalla aia Said ! ¡ Jalla aia Said Estas palabras incomprensiblesse nos antojan invocaciones a la noche , paraque no arroje sobre la tribu el dolor o el crimenocultos en su manto . Y el negrito danza siempre en la proa
,y es casi una sombra , de la que
sólo se ven bien los dientes,con su blanca son
risa de marfil . Las estrellas se abren y brillan ,
empañadas cual cristales por el vaho que subede la tierra
,y surgen entre las palmeras , y al
avanzar nuestra barca giran y nos acompañan ,
con un temblor de frutas de oro , movidas alparecer por las hojas . La sombra cubre todo :isla
,río y montaña ; y se escapan suspiros di
latados de las cosas , al presentir el sºplo frescoy restaurador de la noche .
292
todas partes y es la sombra invisible de los pasos del hombre . Y esas danzas y cantos de negros
,vistas y escuchados hac e un instante
, son
un crepúsculo de la animalidad , que buscaembargo e l a lba
,en vez de la noche , entre
dencias sugeridas por un pensamiento religioso .
LA ISLA D E PILOE
Bajo las palmeras,en el mercado de Challal ,
hay un hervidero de negros , en torno de lospuestos de dátile s , naranjas y cañas de azúcar .
Sus musculaturas de atletas van y vienen,re
saltando entre las ropas talares blancas de lo scoptos y el sol
,filtrándose por las menudas ho
j as , alegra tod o con sus instables áureos arabescos . Al llegar al río
,los negros que nos han
seguido toman al abordaje la chalupa y quierenapoderarse de los remos . El patrón en vano se
defiende con una rama la po licía interviene alatigazos,y los que caen en el agua siguen nadando en torno de la embarcación , con infernalalgarabía .
Llegam os ala isla de Filoe bajo el sol implacable . Las mimosas
,eriz adas de espinas
,ad e
'
lantan a cerrar las esticchísimas sendas . Lasescaleras derruidas que ascendemos son amasi
jos de guijarros . Las nube s de moscas se abatenespe sas
,mezclad as a pintados inse ctos reve lo
teantes , que se antoj an fermentac iónes del aire
294
abrasador . La terraza del Kiosko,edificado en
tiempos de Augusto,es un asilo : all í hay som
bra . Se ve “ en el fondo una montaña amarillen
ta , con calcáreos lienzos que el sol parece querer resecar hasta convertirlos en polvo . El tem
plc de Isis , al destacarse , se confunde a la pers
pectiva con igual matiz , como si fuese un sueñode la imaginación del genio de los montes . Alotro lado domina también una cadena ,
más alej ada , sin un solo árbol , pálida , en el fulgor caldeante de sus contornos , sobre el ardiente azul .
' El Kiosko no fué acabado en los deta lles desu ornamentac ión
,pe ro dibújase lleno de gracia
en su conjunto . En el cuadrado que lo constituye , las columnas salen a cierta altura de los friso s , y tienen capiteles de hojas sin ser coríntios ,y después un largo cubo escapa como el cálizde una corola , donde se asienta el arquitrabe .
Allí faltan las cariátides de la espe cie hatórica ,
tal como se ven en la misma isla en el pórticode N ectanebo . El techo no era en realidad sinoun velario
,y hoy el azul se mezcla encaptadora
mente a la construcción , como ideado por losarquitectos y cedido por el cielo . Varias palmeras tocan con sus flexibles elegantes ramas la.casi 'sonriente gracia aérea de la piedra , y e l
Nilo la reflej a,queriendo compartir con el aire
la hermosura del Kiosko .
— 296
primeras de turquesa,engarzándose con las su
periore s de esmeralda , que se bañan en el cielode zafiro . Vagamos por varias capillas
,cuyos
signos no alcanzan a precisarse en la sombraespesa . En otras , un aguj ero dej a adivinar lahoguera del espacio , pero el rayo de luz no disipa las tinieblas . Aprovechamos la frescura delSanto de los Santos para descansar . Las paredes desprenden el aliento de otros siglos . Noshab lan de las cosas que vieron y de los cánticosmuertos para siempre . Leemos en voz alta unainscripción latina , y los ecos dormidos se des
piertan y nos dicen cómo se buscaba en aquelrecinto e l talismán vencedor de la muerte . Osiris fué el dios más popular de Egipto , y se le
agregaba casi siempre a la trinidad que cadaciudad erigia
,sobre los otros dioses del culto .
He aquí su leyenda : hij o del cielo y de latierra
,se ca só con su hermana Isis . Set Tifón ,
envidiando las glorias y la felicidad de ambos ,decidió la mue rte del espo so . N ephtys , su mu
j er,envuelta en la túnica perfumada de Isis ,
logró atrae r a Osiris y tuvo por fruto a Anubis ,futuro guardián de las sombras . Set, aprovechando e l cansancio del dios , debilitado por lavoluptuosidad ,
lo venció , y"
dividiendo su cuerpoen pedazos , lo arrojó —al Nilo . Isis salió en subusca con una arca de palmera y pudo recoger
— 297
los miembro s entre lágrimas y lamentos . Detenida por los lotes flotantes de la ribera , halló lacabeza . Cuando Isis la besó
,los ojos del muerto
se abrieron , y un rayo de luz de sus pupilas hirió el corazón de la mujer , que engendró a Ho
ro . El hij o venga más -tarde la muerte del padre . Set Tifón es apri sionad o . La madre abrazaa Horo sobre el arca fúnebre . Los diose s asistenal milagro . Isis toca los restos con e l loto divino . Horo , con el áspid real
,y en nombre del
amor,junta sus manos ante la cruz
,que graba
da sobre el plano del mundo señala con su cús
pide el camino de la vida futura . Entonces eldios
,resucitando
,se vuelve el Espíritu - Infini
to y resplandece como señor de todas las verdades Isis tiembla a su lado , se abate sobre supecho
,siente sus flancos convertidos en alas , y
asciende al cielo con el esposo . Esta leyenda sevincula con la existencia del Sol mismo , quemuere y resucita , y es Osiris , y abarca en suprosecución a la fert ilidad de la tierra , que hace renac er las miese s .
El hombre sigue en todo la suerte del héroe .
Y la representac ión del drama infundía a loscreyente s la espe ranza de ser
,al fin
,parte de
Osiris,venciendo con la fórmula del Libro de
los Mu ertos a los espíritus del mal , hasta fun
_ 293 _
dirse en el sol , y volver como rayo s del as troa bañar las queridas cosas del valle egipcio .
Desde la barca,girando en torno de la isla ,
la. vemos en toda su belleza . Las murallas aparecen al ras del agua , y sobre ellas , como sobreterrazas
,asiéntanse otros baluarte s
,confundi
d os a pilones y templos . Construcciones egipcias y romanas se juntan las ru inas de l templod e Esculapio con las de Hator , la puerta deAdriano con el pórtico de N ectanebo . El Kioskod e Augusto , aéreo y e legante , en el conjuntoimponente , es como flexible risueña rama demuérdago ,
enlazad a al tronco nudosó de la eneina . Se comprende tanto ahínco ,
aun en los con
q uistadores , para adornar a la isla, por el pres
tigio de su fe y de su ciencia .
De su recinto brotó la luz que ,comunicada a
E uropa , fué bas e de la ilustración griega y la-tina . Clemente de Alej andría h izo una descripc ión de la proc esión de Isis . El j efe o chantrea parece con los símbo los de la música y cºn doslibros
,que contienen los himnos a los dioses y
la lista de los reyes . Con una palma y un relojen las manos , le sigue el Horóscopo
, que sabed e memoria los cuatro libros de la Astrología .
El Escriba Sagrado,con la frente ceñida de
plumas , trae un libro , tinta y una caña paraescrib ir (tal cual lo prac tican aún los árabe s ,
—300
grad o,la resurrección de Osiris descansa sobre
el amor,que , revistiendo. varias formas
,se per
sonifica en Isis .
Quizá, por eso , los árabes colocaron en la isla
e l teatro de las aventuras de Zahr - el- Ouard,es
decir,de la princesa llamada Flor de Rosa . Al
ver el templo de Isis,creyeron reconocer la for
taleza en que el visir encerró a su hij a . Su
amante era Anas el Onogud , y en su dolor , alsentirse separad o de la princesa
,se fué al de
sierto . All í se dedicó a sembrar el bien entrelos animales , hasta que un ermitaño le reveló elparadero de su querida . Anás llegó hasta la isla
,y después de muchas y extraordinarias aven
turas, que recuerdan a vece s las de Menes , pri
mer rey de Egipto,la capilla de Osiri s fué la
cámara nupcial de los amantes . Los bate lerosde Filoe las narran ,
y concluyen" la leyenda conla frase de Las mil y una noches (¡Y así vivieron en el seno de la ventura hasta los años másavanzados
,cuando las rosas de la voluptuosi
dad pierden sus hojas y los tiernos pensamientos reemplazan la ebriedad de los sentidos . » Yasí , la imaginación popular , en el recinto de losmisterios
,adivinando algo del drama religioso ,
cantó e l amor que vence los obstáculos y que
da, con las amab l es formas de los cuentos , un
— 301
riente matiz espiritual a las ruinas,y un seplo
armonioso a las palmeras .
Dejamos la isla con el sol a su espalda . Só
bre el roj o de una aurora artificial,se dibujan
los templos . El fulgor sangriento dura un instante . Y al volver los ojos a los montes , obse rvamos una vez más la extraña
,misteriosa
,ar
d iente tarde de esta región del Egipto . N o haymedias tintas
,ni nubes
,ni celajes . La—púrpura
brilla en todas partes ; detrás de los montes viven hogueras invisible s ; el c ielo martirizadoadquiere una lividez angustiosa .
Caminamos por la arena,recib iendo su vaho
caliente . Las palmeras de Challal quedan atrás .
Las vemos inmóvile s,rígidas , temiendo casi
respirar el infierno del aire,implorando de ' la
altura la sombra calmante . Los templos de lai sla desaparecen y como en el fondo de un mar ,nos asaltan medanos arenosos
,reemplazados
después por peñones . Con negruras informesavanzan
,se combinan ,
toman los aspectos másextraños . Las naftas corren soldando grietas ,abultan las cumbres
, se derriten al parecer cone l ardor del aire y
“
ofrecen a la hora que pasa losaccidentes de un paisaj e , en que la
“
s*
cumbres se
antojan altares de luto , y las hondanadas abismos de muerte . Después
,los peñascos se libran
de e sos mantos bituminosos,y se presentan cc
302
mo frágiles cristales,despedazados por un cá
taclismo . A semej anza de los templos,de los
palacios,de los colosos y obelisco s
,destrozados
por el tiempo , estas montañas , erguidas y armoniosas en otros siglos , surgen como ruinas de
la naturaleza . Sus bloques multiforme s dibujanmonstruos con líneas humanas
,y fantásticos
animales evocadores de los esqueletos antediluvianos de las cuevas del Mar Rojo . Algunos seemp
-inan,de sean cobrar vida completa
,para ver
el incendio oculto por los otros montes . El es
píritu que se desprende de sus formas concuerda con el aspecto siniestro del paisaje .
Ahora el ondulante arenal llega hasta el piede la cadena , sangrienta ella misma
,reclinan
dose en el fulgor de fragua que empenacha suscrestas y muere en el alto lívido cielo . A veces ,en otra abertura
, coronada por picos que hacenel lugar más hosco
,la naciente niebla evoca la
tregua de una inquieta expectativa hasta e l recomienzo del alba . Y en el avanse de la noche ,se halla no sólo el halago de su aliento , sinotambién el de dejar de ver lo impo sible de describir ; pue s la luz del instante se antoj a ante '
rior a la existencia del hombre , encarnando dolores y sufrimientos inexpresables
,como que
pare cen'
reflejos de seres y mundos desconocí
d os .