Psicología de las Curaciones por la Fe

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Psicología de las Curaciones por la Fe Escrito el 08/12/05 a 13:16:59 GMT-06:00 por bernal27 Psicología de las curaciones por la fe Por: Lic. Psic. Juan Carlos Martínez Bernal “Indudablemente lo que impresiona más al espectador no es tanto la habilidad del mago sino esa presentación mística y misteriosa de los hechiceros antiguos”. Primo Blass-Tchang (2001) "Los científicos, especialmente cuando actúan fuera del campo particular en el cual se han especializado, son personas tan ordinarias, necias e irracionales como los demás, y su excepcional inteligencia sólo sirve para hacer más peligrosos sus prejuicios." Eysenck "La imaginación es más importante que el conocimiento". Albert Einstein (1879-1955) INTRODUCCIÓN En el seno de todos los grupos sociales surgen inevitablemente los terapeutas: chamanes, curanderos, sanadores, médicos, psicólogos. Cada uno de estos individuos es producto de su contexto cultural y del momento histórico del mismo. Todos son especialistas en devolver la salud a los enfermos y tanto sus recursos terapéuticos como su visión de la enfermedad son completamente distintos, sin embargo, todos tienen éxito en algún grado. La pócima, el elíxir, el conjuro, la técnica psicoterapéutica, el exhorto, la pastilla, la planta medicinal y la inyección, constituyen un grupo diverso de remedios cuyo denominador común es el de que todos son eficaces; este hecho sorprendente invita a pensar que la curación no depende tanto del remedio ni del terapeuta, sino de la capacidad que éstos tengan para movilizar los mecanismos naturales autocurativos. Las llamadas "curas por la fe" han sido asimiladas por la costumbre desde las medicinas más primitivas. Se practicaron también en los templos egipcios de Isis y Serapis, en los templos de Apolo, Palas, Artemisa o Asclepios de griegos y romanos. Estas técnicas curativas fueron adoptadas posteriormente por los santos mediante la imposición de manos o la unción

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 Psicología de las Curaciones por la FeEscrito el 08/12/05 a 13:16:59 GMT-06:00 por bernal27

Psicología de las curaciones por la fe Por: Lic. Psic. Juan Carlos Martínez Bernal

“Indudablemente lo que impresiona más al espectador no es tanto la habilidad del mago sino esa presentación mística y misteriosa de los hechiceros antiguos”.

Primo Blass-Tchang (2001)

"Los científicos, especialmente cuando actúan fuera del campo particular en el cual se han especializado, son personas tan ordinarias, necias e irracionales como los demás, y su excepcional inteligencia sólo sirve para hacer más peligrosos sus prejuicios."

Eysenck

"La imaginación es más importante que el   conocimiento".

Albert Einstein (1879-1955)

INTRODUCCIÓN En el seno de todos los grupos sociales surgen inevitablemente los terapeutas: chamanes, curanderos, sanadores, médicos, psicólogos. Cada uno de estos individuos es producto de su contexto cultural y del momento histórico del mismo. Todos son especialistas en devolver la salud a los enfermos y tanto sus recursos terapéuticos como su visión de la enfermedad son completamente distintos, sin embargo, todos tienen éxito en algún grado. La pócima, el elíxir, el conjuro, la técnica psicoterapéutica, el exhorto, la pastilla, la planta medicinal y la inyección, constituyen un grupo diverso de remedios cuyo denominador común es el de que todos son eficaces; este hecho sorprendente invita a pensar que la curación no depende tanto del remedio ni del terapeuta, sino de la capacidad que éstos tengan para movilizar los mecanismos naturales autocurativos. Las llamadas "curas por la fe" han sido asimiladas por la costumbre desde las medicinas más primitivas. Se practicaron también en los templos egipcios de Isis y Serapis, en los templos de Apolo, Palas, Artemisa o Asclepios de griegos y romanos. Estas técnicas curativas fueron adoptadas posteriormente por los santos mediante la imposición de manos o la unción con saliva, práctica muy antigua pues por instinto el ser humano se toca o acaricia la parte afectada igual que los animales se lamen las heridas. La elección que el individuo enfermo hace de uno u otro terapeuta depende de su condicionamiento previo (experiencia de socializacion), es decir, el mejor terapeuta para un paciente es aquel en el que éste tiene fe, pero el momento, las circunstancias y el sujeto que evalúa el acto terapéutico, modifica siempre la descripción del mismo; así, la religión de una persona es superstición para otra y la ciencia de uno es magia para otro. El curanderismo surgiría como una alternativa frente a la "deshumanización" de la medicina tradicional: para algunas personas el médico parece estar cada vez más alejado de la realidad. Cuando la gente va a un hospital, tiene que esperar muchísimo tiempo para que la atienda alguien. El curandero en cambio se da el tiempo necesario para atender amablemente y le explica al necesitado con palabras entendibles cómo tiene que maniobrar. Esto pesa sobre los sectores

populares: lo mágico para ellos es una necesidad.

TIPOS DE CURANDEROS Briones propone una tipología de curanderos, según distintos criterios, entre ellos el tipo de dolencias que tratan, si bien él mismo previene de que "toda tipología es discutible e incompleta": - Curanderos mayores, porque tienen una dedicación permanente y total en el tiempo.   - Generalistas, en el sentido de que trabajan la curación o mejoría de diversas dolencias, y aunque alguna de ellas se especializa esencialmente en el mal de ojo, no por ello deja de atender otro tipo de problemas.   - Videntes-adivinos, ya que intuyen las realidades ocultas a los sentidos, utilizando determinados objetos para ello o dejándose llevar de las inspiraciones que les llegan de diversas maneras.   - Psicoterapeutas, por la manera de tratar ciertos problemas de sus clientes y por el encuadre general en que se lleva a cabo la relación. - Espiritistas, en el sentido de que son curanderas en cuyo discurso y en cuya praxis los espíritus están continuamente presentes como agentes de poder, colaboradores con el curandero en el proceso de curación. - Padres-madres , en cuanto al "tipo de relación permanente" que mantienen con algunos pacientes "que les da seguridad en sus problemas de salud, materiales, psíquicos y sociales". - Visionarios, por visiones y por sueños se construye y consolida esa esencial unión con lo sagrado, el origen divino "de la gracia del curandero", "el contacto con lo sagrado que es curativo".

Llama la atención que en un libro de Charles Sherwood Cameron, director médico y científico de la Sociedad Americana del Cáncer en el año 1956, se dedique un capítulo entero a los curanderos. Este médico establecía una clasificación, válida todavía, entre estos curanderos embaucadores. Por una parte estarían los que llama curanderos silenciosos, personas ignorantes y sin educación que no saben nada y que son conscientes de ello, pero creen poseer una fórmula secreta que sólo ellos conocen, la mayoría de las veces una mezcla de hierbas heredadas de un antiguo familiar; normalmente duran poco en este oficio y su influencia y daños suelen ser pequeños. Luego estarían los curanderos alucinados, que pese a tener algún tipo de educación, e incluso a veces de tipo médico, sus conocimientos científicos son escasos y limitados, basando su tratamiento en razones y observaciones equivocadas; un alto porcentaje de estos curanderos son, en realidad, perturbados mentales, que si juntan cierto grado de inteligencia, su verborrea y jerga pseudocientífica atrae a un público ingenuo que puede conformar un gran auditorio, lo que los hace particularmente peligrosos; aunque este tipo de curanderos y los anteriores son ocasionalmente honestos y bienintencionados, no por ello son menos culpables de los problemas que producen. Finalmente estarían los curanderos pícaros, quizá el tipo más corriente, que no saben nada, saben que no lo saben y conocen la inutilidad de sus tratamientos; están desprovistos de escrúpulos y sentido moral, son comerciantes de esperanzas perdidas y convencen a sus pacientes para que abandonen los tratamientos médicos.      Los curanderos populares trabajan sobre multitud de enfermedades, en realidad en tantas como encontramos en los tratados de patología general, aunque existe una cierta especialización en la dermatológicas, otorrinolaringológicas, digestivas, pediátricas y traumatológicas.

En general, los curanderos clasifican las enfermedades en dos grandes grupos: las naturales y las sobrenaturales o mágicas; aunque los tratamientos de unas y otras suelen tener cierta especificidad, la realidad es que suelen darse combinados, por lo que encontramos mezcladas las hierbas medicinales y los masajes con los conjuros, oraciones, bálsamos y las técnicas rituales.

FENÓMENOS TRANSFERENCIALES ENTRE CURANDERO Y ENFERMO En primer lugar, están los fenómenos transferenciales que el propio curandero estimula y aún algunos lo señalan, como cuando dicen: «Tu dolor pasará a mí y mi energía, mi magnetismo, esa fuerza desconocida que yo poseo y que me viene dada directamente por Dios, pasará a ti y te curará». Es una clarísima fórmula transferencial, o para decirlo en el lenguaje psicoanalítico de transferencia-contratransferencia o simplemente intertransferencia. Muchos han pensado incluso que la telepatía o comunicación psíquica es un hecho común en la relación curandero-enfermo.

¿Cómo puede el curandero, como si fuera un analista, hacer consciente lo inconsciente, base de toda terapéutica psicoanalítica? Observemos lo que hace el chamán chupador en cualquier tribu americana, africana u oceánica. Ya al estar tan extendido el chamanismo y ser común a todo pueblo primitivo por separado que haya estado uno de otro, hemos de suponer que se trata de uno de los más arcaicos rasgos de la Humanidad. La técnica de chupar la parte dolorida y extraer de ella un cuerpo extraño, responsable del dolor, del mal, del sufrimiento, sea una piedrecita, un insecto, un trozo de astilla o los más variados objetos o animales o incluso sólo sangre, está en realidad materializando la misteriosa causa de la enfermedad. Es algo parecido a hacer consciente, en este caso visible, lo inconsciente, lo misterioso, el desconocido origen del mal. El chamán está actuando como un psicoanalista. El desconocimiento de su mal crea una tensión en el enfermo, sea un «primitivo» o un vecino de una gran urbe, y esta tensión retenida se manifiesta por angustia. La acción del chamán al materializar en una piedrecita o un insecto la causa del mal, ha permitido al enfermo descargar su angustia, y esto es una forma de calmar su dolor y aún de curar su enfermedad. El curandero étnico adopta, además de la succión, métodos y terapias tan válidas como son las que realiza actualmente la medicina académica de los países desarrollados. Utiliza lancetas de piedra, hueso o metal para hacer sangrías, abrir abscesos y forúnculos o extraer quistes, sabe reducir fracturas e inmovilizarlas con tablillas, utiliza inhalaciones y fumigaciones para el dolor de cabeza, instilaciones oculares y nasales para las inflamaciones, usa emplastos emolientes y cicatrizantes, purgantes, enemas e incluso una especie de supositorios para el estreñimiento. La transferencia ha sido, y es aún, una técnica de curar muy difundida en el mundo entero, en todas las culturas y en todos los tiempos. Las técnicas transferenciales son un amplio capítulo de la Antropología Médica. Transferencia es, por ejemplo, el hecho de que el chamán tome ropas u objetos que pertenecen al enfermo y los deje en el camino para que alguien que los vea los recoja y se lleve con él la enfermedad. La transferencia es la magia misma. Las propiedades de los cuerpos se transmiten, se transfieren de uno a otro al ponerse en contacto. Las piedras del brujo, del Nele de la tribu cuna (akuanusugana o akualelegana) colocadas en agua transmiten o transfieren a ésta sus propiedades. Si luego se baña con este agua al enfermo, el contacto del agua cargada con ese poder o fuerza obtenido de las piedras mágicas, curará al enfermo. Lo mismo la machi chilena o peruana, cuando pasa un conejo sobre la parte enferma del paciente o bien un sapo y luego hábilmente comprime con sus dedos el cuello del animal que muere, ha hecho pasar a éste la enfermedad. Se abre el animal, se le exploran las vísceras y se señala cuál es la causa de la enfermedad. Ha habido una transferencia mágica, se ha liberado al enfermo de su enfermedad, ha desaparecido la angustia. En algún caso hubo un remedo de «comunión» cuando el curandero partió una galleta en dos dando una mitad al enfermo e invitándole a comerla mientras él comía la otra mitad. Es una forma de identificación y aún de transferencia. A veces en segundas consultas el enfermo come la media galleta, mientras el curandero deshace la otra media en un plato. El curandero, aparte de tratar la enfermedad, trata al enfermo. La personalidad que logra desarrollar el curandero puede ser fundamental en el éxito de sus curaciones. Lo que cura es la fe, la confianza, la esperanza, la comprensión y la bondad. Todo esto desarrolla el prestigio del curandero que es otro factor que contribuye al éxito. El curandero étnico debe enfrentarse a los problemas derivados de una afrenta cometida contra el tótem tribal o por infringir, ya consciente o inconscientemente, un tabú, lo que se expresa culturalmente como una enfermedad que tiene su origen en un castigo por parte de fuerzas superiores al hombre. Esto obliga al curandero a aplicar una terapia que se encuentre al mismo nivel creencial y de racionalización tribal, por lo que no debería extrañar que usen determinadas técnicas para integrar de nuevo al paciente en la tribu basadas en el uso de la confesión como purga espiritual, en el ayuno o las flagelaciones como penitencia, el uso del alcohol o drogas psicodélicas para alterar la conciencia y reducir las inhibiciones del paciente, así como la música y la danza para disminuir sus temores y angustias, los ritos mágicos de transferencia o sustitución por engaño para alejar el mal, la purificación del alma mediante ritos lunares o por el uso del fuego y el agua, e incluso una terapéutica profiláctica para evitar la recaída consistente en el uso de

amuletos, talismanes o tatuajes. Las creencias son ideas que somos, no ideas que tenemos. Son formas interpretativas de la realidad que hace el individuo, son su realidad. Se adquieren generalmente en el proceso de socialización y no siempre se someten a verificación empírica. La creencia es pues una estructura interpretativa que nos permite responder ante un evento, como en el caso de las curaciones por la fe. Tiene un componente cognitivo (recordar que lo cognitivo es lo pensado, aprendido, recordado o percibido), del que se hace una valoración afectiva (componente emocional) y que se encuentra inserto en estructuras somáticas o corporales (registros neurales). Así, una cognición tendrá una repercusión afectiva, fisiológica y conductual. Este proceso es bidireccional, es decir, puede funcionar en orden inverso, un acontecimiento corporal moviliza componentes afectivos, cognitivos y conductuales, es decir, activaría una red neuronal que se constituiría por ejemplo en una certeza de enfermedad y el individuo enfermaría. La creencia en la curación desactivaría la red neuronal responsable del proceso enfermizo y se daría la curación inmediata. Para que la terapia del curandero sanador llegue a buen término se considera fundamental la creencia del que sufre en el sistema curativo al que accede, pero diversos investigadores también han considerado indispensable que el terapeuta esté convencido de su propia fuerza y de la bondad de su técnica, así como de su destreza y capacidad de transmitir tal convicción a quien acude a solicitar su ayuda.

Esto nos recuerda la importancia que tiene para la medicina académica, demostrada en muchísimas ocasiones, el llamado "rapport médico-paciente" o el simple "poder contactar" con el paciente. El curandero quizá lo tiene más fácil, pues suele relacionarse con su paciente con los mismos códigos comunicativos utilizando un lenguaje sencillo fácil de comprender, mientras que el médico suele mantener un nivel relacional diferente al usar expresiones llenas de tecnicismos, o palabras tomadas del griego y del latín, y que el enfermo interpreta como una falta de transparencia en su diagnóstico y tratamiento.

Existen otras diferencias significativas entre los médicos y los curanderos dignas de recordar. El curandero suprime una importante barrera física en la relación enfermo-sanador como es la mesa de oficina, además, no  hace tantas preguntas como el médico, no hace una historia patológica del enfermo ni mantiene ningún tipo de documentación sobre el proceso; el  diagnóstico suele ser rápido e inmediato y no queda pendiente de resultados de análisis o radiografías. Además, la consulta implica habitualmente un bajo coste económico, cobrando la llamada "voluntad", muy similar en casi toda la tipología curanderil.

Por otra parte, la imagen de la consulta de un curandero suele ser menos "fría" que la del médico y tiene un ambiente que podríamos llamar "especial" del que suele adolecer la consulta típica del médico. Las copiosas bibliotecas de libros especializados son sustituidas por una amalgama de elementos mágicos, naturistas o religiosos; las clásicas orlas de facultad y los títulos de licenciatura o doctorado, asistencia a simposiums o cursos master, son   sustituidos la mayoría de las veces por fotografías y figuras de vírgenes, cristos o santos sanadores, dando a entender que la importancia de la ayuda para la sanación se encuentra a un nivel que sólo los místicos pueden alcanzar; en otras ocasiones, multitud de velas encendidas crean una atmósfera de religiosidad llena de calma y quietud que evocan sentimientos de seguridad y protección, incitando a la necesidad de penitencia y perdón.

Curiosamente existe otra importante, y sorprendente, característica entre los médicos y los curanderos. Así como en la actualidad casi todos los enfermos quieren y exigen que su médico les explique a fondo su enfermedad, aunque la mitad de las veces no se enteren de nada, los enfermos de los curanderos habitualmente saben muy poco de todo el proceso, sólo si están o no curados y, la mayoría de las veces, no saben decir de qué han sido curados ni cómo.

El ritual del curandero es uno de los factores más importantes para desencadenar los efectos sugestivos. La mayoría de los curanderos estudiados tanto en nuestra cultura como en culturas exóticas por mí o los estudiados por mis alumnos en el curso de estas encuestas, se rodeaban de un ambiente que ellos consideran propicio para sus técnicas terapéuticas.

Unos parecen más conscientes del valor de este ambiente, mientras otros no lo son tanto y la hacen más intuitivamente. Imágenes, altares, vestimenta del curandero, instrumental de sanación, plantas, líquidos, libros sagrados, velas encendidas, inciensos encendidos, aromas, colores seleccionados, ofrendas florales, símbolos, oraciones y meditaciones escritas, suelen ser las formas de propiciar el ambiente mágico-religioso que convence al enfermo de los poderes curativos del curandero. Todo contribuye a crear el ambiente adecuado para sus fines. A todo esto se añade la propia técnica ritualística usada por el curandero: exploración, imposición de manos, masaje, contacto de persona a persona, el sentarse junto al enfermo para escuchar su confesión al oído delante de otros que esperan, el recibir a grupos de enfermos para bendecir el agua que llevarán como remedio, el comer a medias una galleta compartida por curandero y enfermo, el orar antes de recetar y luego las variadísimas técnicas, a veces absurdas, que ha de seguir el enfermo en su casa para que el tratamiento sea eficaz. Y también contribuye a desviar la atención del enfermo de su enfermedad para fijarla en unos elementos diversos, a veces complicados, a veces sencillos, que actúan como derivativo. Y todo combinado con el efecto sugestivo del pensamiento y el acto mágico, que relaciona íntimamente el curanderismo con el chamanismo, no diferenciándose muchas veces uno de otro más que por el anecdotario, propio de cada cultura o la vestimenta. MAGIA, METÁFORAS Y TRANCE La magia tradicional funciona mediante los mecanismos de la fe y del placebo, si bien parte de dos principios previos fundamentales que actúan como potentes refuerzos simbólicos: El principio de analogía y el de contigüidad. Por tanto la magia constituye un sistema lógico-metafísico que fuerza a la creencia (fe). El principio de analogía enuncia que dos elementos iguales gozan de las mismas propiedades, así consumir nueces sería bueno para las afecciones cerebrales en función de su parecido morfológico, o enviar el humo de una fogata al cielo equivaldría a fabricar nubes que desencadenarían la lluvia. Las curaciones por exhortos y conjuros se basan en este principio utilizando para la creación de relaciones de analogía valiéndose la figura lingüística denominada metáfora. Para ilustrar ésto analizaremos un ritual que consta únicamente de palabras para curar la Espinilla o mal de la Paletilla, que según la creencia popular en algunos países está causada por el desalojo de unos huesecillos que están en el estómago y al desplazarse de su lugar natural provocan dolor de estómago, tristeza grave, falta de apetito y otros síntomas difusos de origen desconocido, el conjuro dice así: Espinilla y paletilla de (nombre del enfermo) vuelve a tu lugar como las aguas al mar y las palomas al palomar y el obispo a su altar. Por la gracia de Dios y de la Virgen María un padrenuestro y un avemaría. Esta invocación mágico-religiosa es suficiente para sanar al afectado, es obvio el dinámico encadenamiento de imágenes con la finalidad de conectar o analogar la espinilla al conjunto formado por las tres relaciones metafóricas. El esquema sería el siguiente: Espinilla (vuelve) a su lugar como = (vuelve) Agua: Mar (como es lo natural) (vuelve) Paloma: Palomar (como es normal) (vuelve) Obispo: Altar (como corresponde a su deber y dignidad) La espinilla se apropia de los atributos del triple símil y se llega a la creencia (fe) en la vuelta a su lugar. Los huesecillos regresarían al estómago y se daría la sanación. En este caso el placebo sería el conjuro y su lógica metafórica, nótese que además se apela a la intervención divina con lo que se refuerza la creencia, además los rezos generan una atmósfera sugestiva que produce desviación de la atención. Otra figura lingüística es la metonimia utilizado por la magia por contacto que se basa en la

asociación de ideas por contigüidad: Dos cosas que están en contacto comparten sus propiedades y atributos y una parte al separarse del todo mantiene las propiedades del primero y además continúan influenciándose. El toque real del que hablamos anteriormente, la imposición de manos, las reliquias, el aliento o la saliva del curandero, el manto de la Virgen, en suma todos los objetos que han mantenido contacto con entidades especiales, adquieren sus propiedades y atributos. Un alto número de curaciones se dan en estado de trance, de hecho un gran número de rituales lo persiguen induciéndolo mediante técnicas muy variadas: Toques rítmicos de tambor, danzas, recitaciones y oraciones, inducciones hipnóticas, utilización de drogas, son técnicas que persiguen alcanzar el trance como estado alternativo de la conciencia; en éste la sugestión está muy aumentada. La sugestión es un acto de inducción y persuasión de una idea hasta que ésta es tomada por cierta. Si bien el trance no está siempre presente la sugestión si lo está, en mayor o menor grado. En todo ritual, incluyo las consultas de médicos y psicólogos, las palabras, los gestos, los hechos y objetos son un condensado simbólico que evocan códigos, representaciones y creencias compartidas, actuando como potentes refuerzos de la fe propiciando la curación. El trance actúa como instrumento de curación en multitud de encuadres terapéuticos tanto en psicología como en la medicina tradicional. Este estado de absorción experiencial facilita determinados procesos psicofisiológicos que llevan a la mejoría de diversos trastornos. Esta alteridad se manifiesta a veces de modo explícito en los rituales curativos. El ruido suele ser uno de estos signos de trance; se trata de ruidos inarticulados que simbolizan el mal o la expulsión del mismo, como, por ejemplo, los soplos, los eructos o las oraciones o frases de palabras ininteligibles. Los rituales curativos de las sectas pentecostales tienen este mismo proceder. El ritmo, reiterativo y monótono, un elemento que en muchas ocasiones es utilizado en los procesos de inducción a estados no ordinarios de conciencia, se halla muy presente, producido tanto con la recitación de oraciones como con un instrumento musical o las canciones. El rezar, cantar, la posición de las manos durante la oración, todo ello puede actuar simultáneamente como ritual y estrategias de auto y heteroinducción. La frontera se encontraría en el resultado, en si se produce ese cambio, aunque sea mínimo, en el estado de conciencia.     RELIGIÓN Y CURACIONES POR LA FE Fe es una palabra de alto contenido emocional y difícil de definir, está en la base de toda curación y es en esencia convicción o creencia, depende en cierto grado de factores psíquicos y culturales, así un nativo acude al chamán porque está convencido de que éste podrá ayudarle, igualmente acudimos al médico de más prestigio profesional porque estamos en la creencia de que es el más adecuado para ayudarnos. El concepto de fe como convicción lo encontramos en diferentes dominios de la realidad, de ahí que las curaciones por la fe sean variadas y se den en contextos diferentes, y a veces mediadas por individuos que no se tienen específicamente por terapeutas, como sacerdotes o santos, también podriamos mencionar lugares santos, reliquias, manantiales, cuevas y un largo etcétera de personas, objetos y lugares con propiedades terapéuticas.

Es verdad que hay visiona¬rios y falsos místicos que son simplemente histéricos, embaucadores o personas trastornadas y que viven fugadas en la fantasía de lo que consideran la realidad cuando simplemente están proyectando su realidad psicótica distorsionando su percepción y autoengañándose. Podemos aun ad¬mitir que una persona sea, al mismo tiempo, “mística e histérica”. Pero no podemos aceptar que se considere a la histeria como causa de todos los fenómenos místicos, o que se pretenda erigir a la Parapsi¬cología en juez capacitado para dictar sobre éstos su sentencia inapelable. Nuevamente aquí la ciencia debe reconocer sus limitaciones. La ciencia positiva es conocimiento de los fenómenos, hay causas de los mismos que escapan a su competencia y cuando pretende dictaminar sobre ellas cae en lamentables extrapolaciones. La rigidez del cuerpo acompañada de insensibilidad, por ejemplo, puede ser causada por la histeria, pero también por el éx¬tasis de un alma cautivada por la contemplación de su Creador. La misma levitación puede tener su origen en esta tensión del espíritu y es inútil querer encerrarla en explicaciones parapsicológicas. El conocimiento de las conciencias, tal como se daba en el Cura de Ars, en Don Bosco o en el Padre Pío, podría interpretarse como un fenómeno de telepatía. Pe¬ro, ¿se trata sólo de telepatía? ¿No estamos más bien tocando la acción misteriosa del Espíritu, que distribuye libremente sus carismas, ordi¬narios o extraordinarios, aunque éstos

funcionen respetando el orden de las causas segundas? El milagro de la curación milagrosa sólo consiste en una pequeña parte en la influencia exterior de un «curandero», ejercida mediante palabras, actos o medicinas de la clase que sean. Lo verdaderamente decisivo es el poder del espíritu del paciente sobre su cuerpo. Stefan Zweig expresó así su opinión: «Si valoramos correctamente estas aparentes curaciones milagrosas en su aspecto psicológico, no son realmente tan maravillosas; es muy probable y casi seguro que desde el comienzo la medicina haya curado a la humanidad por sugestión con mayor frecuencia de lo que creemos y de lo que la ciencia médica está dispuesta a conceder. Es históricamente demostrable que ningún método médico ha sido tan disparatado que no haya podido ayudar durante algún tiempo a los enfermos que tenían fe en él.» La misma Iglesia se mantiene reservada en su juicio sobre las curaciones. En Lourdes, una comisión de médicos comprueba los casos siguiendo las reglas más estrictas. A este reconocimiento sólo se permite acudir a los enfermos sobre los que se puede demostrar la existencia de graves transformaciones anatómicas del organismo. La curación tiene que ocurrir en el término de 24 horas. De 1300 casos, la comisión sólo ha reconocido 50 como curaciones milagrosas, aunque considera que estas curaciones no son una prueba de la actuación de Dios. Según la fe católica sólo se considera un milagro una intervención de Dios en el orden natural, reconocible naturalmente, posible en todo momento gracias a su omnipotencia. En ocasiones, los curanderos pueden aliviar parte del dolor y la ansiedad, u otros síntomas, de enfermedades más graves, aunque sin detener el progreso de la enfermedad. Pero este beneficio no es poco. La fe y la oración pueden conseguir aliviar algunos síntomas de la enfermedad y su tratamiento, mitigar el sufrimiento de los afligidos e incluso prolongar un poco sus vidas. Las curaciones por fe, es decir, las que se realizan por medio de rezos, sin fármacos y sin control médico alguno, no son algo nuevo en nuestro medio. Hace tiempo que existen en el Perú grupos religiosos, como es el caso de los pentecostales evangélicos y los carismáticos católicos,  que practican no sólo la «sanación» del alma sino también la del cuerpo por medio de la imposición de manos sobre -generalmente- la cabeza del creyente (práctica también antiquísima registrada, por ejemplo, en los escritos bíblicos). En esta clase de curaciones -que van desde un simple dolor de cabezaa a la desaparición de tumores- al ser invocada la Divinidad se habla de «milagros».Además hay una gran difusión de las llamadas curaciones «energéticas» practicadas por el grupo ufológico Rama, la religión mahikari o la iglesia mesiánica mundial y los practicantes de las técnicas orientales seicho-noi-ei, reiky, qi-fong y tai-chi (también se está enseñando el feng-shui que es una práctica para canalizar la «energía» a nivel espacial o arquitectónico). Pero no solamente están esos grupos relativamente institucionalizados. Al margen de lo convencional y paralelamente a la medicina oficial, occidental y ortodoxa están los llamados curanderos, médico-brujos, hombres-medicina o chamanes y también los «cirujanos psíquicos». Muchos de ellos tienen éxito en sus tratamientos -donde invocan a fuerzas «superiores»- debido a su conocimiento tradicional de las funciones curativas de diversas plantas aborígenes y sobre todo a la fe que depositan en ellos sus pacientes que generalmente pertenecen a su mismo contexto cultural, y que por la incapacidad de pagar los altos tratamientos occidentales -que no siempre son acertados- requieren de sus servicios. Claro está, algunos son simples charlatanes, farsantes o embaucadores que se aprovechan de la buena fe, ignorancia y desesperación de la gente que ha sido deshauciada por los médicos. Gente capaz de hacer cualquier cosa puesto que su vida está en peligro. En realidad, la fe, la creencia en algo o en alguien está muy arraigada en las acciones de la conducta humana diaria. Luego, cuanto más creamos que algo (un medicamento o algo que funcione como tal, un talismán, un conjuro, una oración, una imagen, un fetiche, una técnica de superación, etcétera) o alguien (un sacerdote, gurú, una divinidad o alguno de sus enviados, un mago, un brujo, un psicólogo o médico, nuestros padres o amigos, o alguna autoridad, etcétera) que tenga poder sobre el mal que nos aqueja, tendremos una mayor predisposición a creer que se dará el resultado esperado, esto es, la sanación, la cura o el “milagro”. Entonces también tiene fe el paciente aquejado de algún dolor que va a visitar a un cierto médico de quien ha oído -de amigos o parientes- que es un buen profesional o que ha tenido éxito con otros pacientes con males semejantes al suyo. Y así hay una muy buena predisposición psicológica. No obstante este caso es diferente pues una cosa es afirmar que la cura es de origen sobrenatural o divino y otra que la cura es debida simplemente al poder de la ciencia. No cabe duda que la autoridad influencía poderosamente en el proceso de cura -y en las relaciones sociales-. Pero eso es hasta cierto

límite, nadie se cura del cáncer simplemente porque un renombrado médico, chamán o sacerdote se lo dice (así tampoco no todos los atractivos físicamente o bien vestidos son honrados). La autoridad curativa puede proporcionar cierto aliento y esperanza así como relajación y un estado de bienestar mental, condicionar psicológicamente y hacer sentir «aliviados» temporalmente pero la enfermedad persiste y el peligro de la supuesta cura radica en que el paciente se siente curado y seguro de ya no necesitar más tratamiento o terapia médica. Así puede empeorar e incluso morir. Los curanderos han adoptado el poder de la palabra en sus actos terapéuticos, palabras repletas de misticismo que estimulan nuestro atractivo por lo desconocido. En estas se supone que hay una influencia psíquica paranormal del curandero sobre el organismo enfermo o que se produce una estimulación del enfermo para que éste actúe paranormalmente sobre sí mismo (la exageración de este poder de la palabra la encontramos en los modernos embaucadores que curan por teléfono, eso sí, de alto costo por llamada y donde pasan los minutos mientras el supuesto terapeuta se está concentrando para enviar su engaño al enfermo que ingenuo espera paciente al otro lado de la línea).

La curación por la fe deriva de las prácticas de los pueblos primitivos, de los antiguos cristianos y de la época medieval; quizá en nuestra tierra, por la gran influencia católica que ha tenido, son más importantes las herencias cristianas en los tratamientos curativos.

La fe, una de las tres virtudes teologales, se definiría como una virtud sobrenatural e infusa por la que se opera en el hombre la justificación, es un asentimiento intelectual de conocimiento por razones no lógicas que se encuentran por encima de la razón. Sería en pocas palabras, una creencia más allá del conocimiento y que no precisa reflexión.

La fe en el curandero es parecida a la fe religiosa, por lo que no es de extrañar la clara influencia religiosa de los curanderos tradicionales, donde buscan el apoyo de Dios, de su Hijo, de la Virgen María o algún santo especial, siendo habituales en ellos las invocaciones católicas en forma de conjuros, rezos y oraciones, o el uso de elementos procedentes de la liturgia católica como cruces, agua bendita, escapularios, rosarios, evangelios, etcétera, todo lo cual apoyaría simbólicamente el convencimiento del enfermo en su capacidad de curarse.        El poder de la fe en la sanación hace que las curaciones se aproximen a la categoría de milagros, tal y como ejemplificaba Jesús, y tal y como intentan presentar muchos curanderos. La fe es a la vez motivo de curaciones, "si tienes fe, serás curado", pero también excusa, "si no curas, es que no tienes bastante fe". Por todo ello, podríamos decir que en gran parte el origen del poder del curandero radicaría en la fe de sus discípulos. Si no existe esta fe, el curandero perderá ese poder; si la confianza de sus seguidores es absoluta, el tratamiento al que les someta proporcionará una sensación de paz y bienestar aun en aquellos casos que se encuentren cercanos a la muerte.

No hay duda de que la fe es poderosa ("La fe mueve montañas") y siempre quedarán casos expuestos a la duda y a la extrañeza, pero también hay que intentar primero racionalizar los fenómenos asociados a la fe ("Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña") para no caer en la credulidad más absurda. Muchos han intentado explicar los mecanismos curativos de la fe. Se sabe que el miedo a una enfermedad es capaz de desarrollar una actividad depresora sobre el sistema nervioso central y estimular el dolor, y que el stress puede fomentar patologías, somatizaciones o disfunciones del sistema inmunitario; se supone que la fe actuaría estimulando al sistema nervioso, capaz de producir mediadores químicos complejos como la endorfinas, calmando el dolor y provocando una sensación interna de bienestar, reduciendo las derivaciones somáticas de patologías psicológicas (tener fe y creer en el curandero y su poder sanador, es también ser capaz de creer en los hechizos y maleficios y enfermar por ello).

La fe es un elemento básico capaz de desencadenar diversas reacciones orgánicas de tipo curativo que la ciencia médica tiene dificultades para explicar. Pero sobre la fe nadie conoce, hoy por hoy, su origen o su mecanismo de acción, pero tampoco pertenece ámbito exclusivo de los curanderos, pues existe en muchos otros campos entre los que se encuentra el religioso y, también, el médico, aunque en este último se le llama "voluntad de sanar", elemento básico para

acortar el proceso de una enfermedad tal y como se aprecia constantemente en los pacientes hospitalizados.     Pero ¿tales curaciones lo son en realidad? ¿No serán acaso curaciones aparentes inducidas por meras sugestiones? Y, en ese caso, ¿las tales no producen secuelas posteriores peores a las que se querían aliviar? Sabemos que somos una unidad bio-psico-socio-espiritual y que por ende nuestro estado emocional y mental influencia en nuestra salud corporal y viceversa. De hecho, por ejemplo, un simple resfriado nos puede producir desánimo y apatía aparte de molestias físicas -cansancio corporal, dolor de cabeza, etcétera.-. Pero ¿qué de enfermedades más graves como la invalidez? Así como hay distintas circunstancias que pueden ayudar al padecimiento de un resfriado (la exposición a cambios bruscos de temperatura, una disminución de las defensas inmunitarias por mala alimentación, etc.) también hay más de una clase de invalidez. Tenemos por un lado una invalidez por causas meramente psicológicas (histeria) y por el otro a la poliomelitis que daña (irreversiblemente) los nervios. El primer caso puede ser aliviado al mismo nivel -psicológicamente- por medio de la sugestión: un individuo que padezca una pseudo-invalidez puede creer muy sinceramente que alguien puede devolverle la movilidad con sólo tocarle el miembro afectado o por simples conjuros o rezos. Y así en efecto sucederá pero no por fuerzas externas a él sino por el mero poder de su fe la que finalmente es una expresión de su mente, mejor dicho, de su sistema nervioso central (cerebro). En ese sentido, las llamadas curaciones psíquicas -por fe (o sugestión), «milagrosas» o por la imposición de manos- en su mayoría no son tales sino más bien sucesos naturales, regresiones de enfermedades de tipo psico-somático, es decir, de origen emocional. O, en el peor de los casos, simples embustes creados para venderse a la gente desesperada y desahuciada dispuesta a creer en cualquier cosa para curarse y escapar del dolor y la muerte. Por supuesto que además se presentan casos de ciertas mejoras de perturbaciones somáticas notorias (tumores, cáncer, y hasta sida). Nuestro cuerpo, como sistema biológico, tiende a buscar equilibrio -recordemos las endorfinas generadas por el propio cuerpo para soportar el dolor extremo súbito o el agotamiento en la práctica deportiva o cualquier ejercicio físico intenso. No todos los cuerpos están programados genéticamente por igual para resistir los diversos males que existen. Y así muchos enfermos del mismo cáncer al pulmón pueden morir rápidamente, y otros mucho después. Ante la infección de una misma enfermedad, como por ejemplo el terrible e implacable ébola, muchísimos pueden morir al poco tiempo y otros resistirla de manera extraordinaria.También se sabe de la cercana relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario (por ej. las heridas demoran en cicatrizar en situaciones de gran estrés) y la naturaleza electro-bioquímica del pensamiento. En la ciencia no existen milagros. Todos los fenómenos tienen su explicación. ¿O acaso no todos? De cualquier forma, el fenómeno de las curaciones milagrosas todavía deja sin respuesta algunas preguntas. Los psicólogos y médicos deberían sentirse interesados en investigar la curación maravillosa como fenómeno de autoinfluencia. En los años cincuenta, el curandero, doctor en ciencias políticas, Kurt Trampler, antiguo colaborador de Gróning que ahora ya trabajaba por su cuenta, se puso a disposición, con muchos de sus pacientes, del profesor Bender, director del Instituto de Parapsicología, en Freiburg. En la empresa también participó la Policlínica de la Universidad de Freiburg que durante siete a catorce meses realizó controles médicos de los éxitos curativos. A la prueba se sometieron 247 pacientes. Los médicos comprobaron que en el once por ciento de todos los casos se había producido una mejoría de la enfermedad, sin que, desde el punto de vista de la medicina clásica, hubiera razón para ello. En contraposición a esta comprobación objetiva, el 70 por ciento de los 247 enfermos afirmaron que desde que Trampler les había sometido a tratamiento se sentían muy mejorados. Como Groring, Trampler practicaba también un tratamiento a distancia. Un internista de Hamburgo se ocupó de esta clase de técnica curativa. Rogó a Trampler que en un determinado momento «sintonizara» con tres pacientes que yacían en la clínica de Hamburgo. Los pacientes no sabían nada de este tratamiento a distancia, y tampoco ocurrió nada. Algún tiempo después, el médico informó a los mismos pacientes sobre los métodos curativos de Trampler y les dijo que en un momento determinado se llevaría a cabo una prueba de tratamiento a distancia. El mismo Trampler no sabía nada de esto. El resultado fue asombroso. Una paciente que se retorcía de dolores postoperatorios, dejó de quejarse repentinamente y pudo ser dada de alta. En los otros dos casos también existió cierta mejoría, la cual depende de la energía curativa que se transmitió a distancia.

Stanley Kripner, descrito como uno de los investigadores más autorizados de la variedad de métodos de curación heterodoxa que se usan en todo el mundo, menciona que los datos de investigación sobre curaciones a distancia, basados en la oración, son prometedores, pero demasiados dispersos para permitir sacar una conclusión firme.

PLACEBOS

Y, al fin y al cabo, hay algunas enfermedades psicogénicas (generadas por la mente). Muchas pueden ser cuando menos reducidas con una mentalidad positiva o mediante un placebo. Los placebos son fármacos ficticios, a menudo pastillas de azúcar o inyecciones de agua salada. Las compañías de fármacos comparan rutinariamente la eficacia de sus fármacos con los placebos administrados a pacientes con la misma enfermedad sin posibilidad de reconocer la diferencia entre el fármaco y el placebo. Los placebos pueden ser asombrosamente efectivos, especialmente para resfriados, ansiedad, depresión, dolor y síntomas que es verosímil que estén generados por la mente. Es concebible que el hecho de creer pueda producir endorfinas: pequeñas proteínas del cerebro con efectos similares a la morfina. Un placebo sólo funciona si el paciente cree que es una medicina efectiva. Dentro de límites estrictos, parece que la esperanza puede transformarse en bioquímica. Desde el punto de vista de la medicina, el placebo es un preparado farmacéutico que contiene sustancias inertes, pero que en general presenta un efecto curativo igual, aunque de menor intensidad que el preparado activo. Está largamente estudiado el hecho de que buena parte del efecto curativo de los medicamentos se debe al efecto placebo. Esta fuerza dinámica de los placebos sustentó a la profesión médica durante siglos, aún cuando los medicamentos eran fisiológicamente nocivos, pero la fe que el propio terapeuta transmite a su paciente los convierte en eficaces. Sería simplista reducir los placebos a las drogas medicamentosas, placebo es todo aquello que simboliza la curación y genera y refuerza la fe en la misma. Ofrendas, peregrinajes, gestos, acciones rituales, lugares, objetos simbólico-ceremoniales o sacros, deben ser considerados como medicinas reales. En los animales el efecto placebo funciona igualmente, a condición de crear un reflejo condicionado que active las estructuras autocurativas de las que hablaremos más adelante; así, ratas a las que se cura una infección mediante la administración de un antibiótico y la exposición a una luz, curan de una segunda infección aplicando solamente la luz. En los humanos el reflejo condicionado puede estar implícito debido a experiencias previas, pero en general basta con que exista una expectativa de curación para que ésta se dé. De esto podemos deducir que el principal aliado del efecto placebo (fe) es la imaginación. Todos sabemos por experiencia cotidiana que las expectativas dan lugar a cambios biológicos importantes; así, pensar en comer propicia la secreción de jugos gástricos y saliva. Si imaginamos un limón (significante-imagen pura) y esperamos a que por trenes asociativos se active el registro neural que contiene el (significado-concepto) limón, salivaremos de inmediato,

Cuando se hace creer a pacientes con los ojos vendados que se les está tocando con una hoja de hiedra o roble venenoso, generan una desagradable dermatitis de contacto roja. La curación por la fe puede ayudar en enfermedades placebo o mediatizadas por la mente: un malestar en espalda y rodillas, dolores de cabeza, tartamudeo, úlceras, estrés, fiebre del heno, asma, parálisis histérica y ceguera, y falso embarazo con cese de periodos menstruales e hinchazón abdominal. Hay enfermedades en las que el estado mental puede jugar un papel clave. La mayoría de las curaciones de finales del Medievo que se asocian con apariciones de la Virgen María eran parálisis súbitas, de poco tiempo, parciales o de todo el cuerpo. Además, se mantenía en general que sólo se podían curar de este modo los creyentes devotos. No es sorprendente que la apelación a un estado mental llamado fe pueda aliviar síntomas causados, al menos en parte, por otro estado mental quizá no muy diferente. En un experimento con placebos, se realizaron numerosos experimentos, que en parte fueron «pruebas dobles» en las que ni el paciente ni el médico que lo trataba sabían qué pastilla era verdadera y cuál otra no era más que azúcar o cualquier otra sustancia inofensiva. ¿El resultado? Casi la mitad de los sujetos reaccionó ante un placebo como si se tratara del medicamento correcto. El médico C. L. Schleich informó una vez sobre una enferma especialmente sensible que

cuando zumbaba el ventilador de la habitación afirmaba que había una abeja allí y que pronto la picaría en el párpado. No ocurrió nada parecido, pero el párpado de la señora se hinchó en pocos minutos hasta formar un bulto, casi del tamaño de un huevo de gallina, muy doloroso. Fue más trágico el caso de un trabajador que por error quedó encerrado en un camión frigorífico. Hay también un “efecto nocebo”, lo contrario del placebo. Dos tercios de entre los sujetos a quienes en una experiencia de laboratorio se había administrado una sustancia inactiva diciéndoles que les produciría dolor de cabeza, tuvieron efectivamente dolor de cabeza.

SUGESTIÓN Y CURACIONES

En la Antigüedad -y aún hoy en las llamadas tribus primitivas- los sacerdotes y médico-brujos se valían de la sugestión para manipular las conductas de la gente así como aliviar muchas de sus dolencias. En la sugestión hipnótica -a la cual se llega rápidamente por medio de la relajación- el sujeto se halla predispuesto a obedecer los mandatos o sugerencias del hipnotizador quien no es más que un mero complemento para que se produzca tal fenómeno: depende sobre todo de la voluntad del sujeto el que sea hipnotizado y que pueda, sin habérselo propuesto conscientemente. No todo es estafa, sin embargo. El curandero sabe provocar en sus clien¬tes una confianza ciega e ilimitada, o desatar los mecanismos de la histeria. La sugestión es entonces una poderosa —y por lo general peligro¬sa— fuerza curativa, capaz de producir aparentes milagros. Muchos curanderos unen a su poder suges¬tivo o hipnótico conocimientos rudimentarios de medicina, o remedios conocidos por tradición en la medicina popular. En algunos casos el curandero es sujeto de facultades paranormales, capaz de producir algún influjo energético al que los parapsicólogos llaman “telergia”, como los que curan “de pa¬labra” animales o personas. Pero estas fuerzas poco conocidas son es¬pontáneas, irregulares. La conclusión positiva se refiere a la necesidad de que la medicina ten¬ga en cuenta al hombre en su tota¬lidad: La actual Medicina psicosomática viene a corroborar el concepto escolástico del hombre. El hombre se compone de dos realidades: cuerpo y alma, pero esas realidades están uni¬das formando una persona integral, hasta tal punto, que todas sus reacciones, sean de naturaleza psíquica, sean de naturaleza física, son reac¬ciones de toda la persona. Es de la¬mentar que durante tanto tiempo la Medicina se mantuviera completamen¬te ajena a la sana filosofía. Los psicoanalistas, psicólogos y psiquiatras, desde Freud a nuestros días, han tenido dificultades en encontrar una palabra que defina la unión de psique (mente) y soma (cuerpo) y al no poder encontrar ninguna que pudiera expresar esta fusión no vacilaron en recurrir a la combinación de ambas palabras en un término compuesto que englobó ambos componentes, apareciendo así la palabra psicosomático. Enfermedades psicosomáticas son muchas de las que acuden a los curanderos según esto, o mejor diríamos que todas las enfermedades, absolutamente todas, estrictamente hablando, son psicosomáticas, pues en mayor o menor grado, reconocible o no, en toda enfermedad de origen orgánica existe siempre el componente psíquico, a veces severo, a veces leve, y viceversa, pero siempre la enfermedad es ella y su angustia. Por otra parte, existe, como dijimos, una interacción entre psique y soma, de tal manera que podríamos llegar a la conclusión antedicha de que no hay enfermedades psíquicas puras ni enfermedades somáticas puras, sino que todas tienen en mayor o menor grado un doble componente. Estos pacientes que como hemos visto en una buena proporción suelen catalogarse, según nuestros conocimientos, de nerviosos (¿y quién no lo es?), de neurasténicos, histéricos, ansiosos, emotivos, incomprendidos, frustrados, desahuciadas, crónicos, etcétera, son los que más acuden a los curanderos. Y sabemos que por ser así son fácilmente sugestionables. El médico quita importancia a esa sintomatología, a veces muy variada del hipocondríaco y a veces incluso la rechaza, la menosprecia y le resulta hasta pesada o fastidiosa. El curandero encuentra su mejor pábulo nutritivo en este tipo de clientela, entre la que puede hacer sus mejores y más espectaculares curaciones. Y no importa el grado de preparación cultural o académica del enfermo. Por ello, no hemos de extrañarnos que un asmático o un ulceroso gástrico, que sabemos poseen un fuerte componente psíquico como responsable de su problema orgánico, sean curados a veces en forma espectacular por curanderos, cuando los tratamientos de la medicina ortodoxa no dieron absolutamente ningún resultado. El enfermo, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no busca la ciencia en el curandero, sino la

esperanza, busca un depositario de sus problemas que le ayude a llevarlos, busca un guía, un apoyo moral. Y cosa curiosa, lo encuentra muchas veces en estos hombres y mujeres iletrados la mayoría de las veces, pero con una forma natural de conocer el alma humana, algo de lo que quizá carece el superhombre de ciencia escondido detrás de sus libros y sus aparatos en quien se ha producido una auténtica deformación profesional que le hace olvidar cuál es su principal misión: curar enfermos y no enfermedades, solamente. Decía Charcot que el mejor médico es el que infunde más esperanza en sus enfermos. ¡Y cuántas enfermedades o supuestas enfermedades no son más que una forma de expresar el deseo de que se preste atención a la persona! FRAUDES Y ENGAÑOS EN ALGUNAS CURACIONES

Casi nunca son los curanderos quienes revelan el fraude y error en la curación por la fe. Ciertamente es sorprendente la resistencia de las Iglesias y sinagogas a condenar el engaño demostrable entre sus filas. Cuando fracasa la medicina convencional, cuando tenemos que enfrentarnos al dolor y a la muerte, desde luego estamos abiertos a otras perspectivas de esperanza.

Después de oír hablar a sus pacientes de supuestas curaciones por la fe, un médico de Minnesota llamado William Nolen pasó un año y medio intentando analizar los casos más asombrosos. ¿Había alguna prueba médica de que la enfermedad estuviera realmente presente antes de la “curación”? Si era así, ¿había desaparecido realmente después de la curación, o era sólo lo que decían el curandero o el paciente? Descubrió muchos casos de fraude, incluyendo la primera revelación de “cirugía psíquica” de América. Pero no encontró ningún ejemplo de curación de ninguna enfermedad orgánica seria (no psicogénica). No había casos de curación, por ejemplo, de cálculos biliares o artritis reumatoide, mucho menos de cáncer o enfermedades cardiovasculares. Cuando se rompe el bazo de un niño, apuntaba Nolen, la recuperación es completa sometiéndole a una sencilla operación quirúrgica. Pero si se lleva al niño a un curandero muere en un día. La conclusión del doctor Nolen: Cuando los curanderos tratan enfermedades orgánicas graves son responsables de una angustia e infelicidad inauditas. Los curanderos se convierten entonces en asesinos.

En general, los astrólogos, los cartománticos (que “leen” las barajas), los quirománticos (que “leen” la mano), así como los lectores del I-Ching, de piedras, huevos, entrañas de animales u hojas de plantas pueden hacer un excelente papel o no como consejeros puesto que muchos de sus clientes los buscan debido a sus problemas ya sean económicos o sentimentales (muchos de ellos curanderos o charlatanes y en estos casos pueden causar daño, enfermedad, envenenamiento y muerte). En un país con una población mayoritaria normalmente ignorante de los diversos avances científicos la explicación más fácil de los comportamientos fuera de lo ordinario connota un origen sobrenatural, diabólico o divino.

Si bien el tema de los curanderos filipinos puede considerarse "caso cerrado" en el ámbito parapsicológico, desde hace mucho tiempo, salvo para aquellos ingenuos nostálgicos que aún hoy pretender ver algo paranormal en esas prácticas, no deja de ser interesante recordar a veces la cuestión para demostrar como el fraude deliberado pasa a ser frecuentemente un fuerte aliado en estos asuntos y lo que es más importante quizás, como ciertos científicos se ven enredados en esta madeja de despropósitos alentando teorías e hipótesis sobre una realidad no existente y lo que es más lamentable, fomentando falsas expectativas, que cuando de salud o curaciones se trata, pueden provocar un dramático desenlace.

Menos útil aún "para fomentar nuevas opiniones," en especial en aquellos que nunca han oído sobre el caso de los “cirujanos psíquicos filipinos”. Si al menos Rivka Bertisch y el Dr. Naúm Kliksberg se hubieran preocupado en proporcionar mayores detalles de sus observaciones, tal vez hubiera tal título. Pero, ¿cuántas observaciones realizaron? ¿A qué distancia hicieron las observaciones? ¿Qué características tiene el lugar (espacio, luminosidad, etc.) de las observaclones? ¿En qué condiciones trabajaba el curandero (ayudantes  vestimenta  accesorios, ritos, desplazamientos, gestos, etc.) ¿Qué tiempo dedicaba a cada paciente? ¿Cómo y dónde ubicaba al paciente para el tratamiento? ¿Cuántos pacientes atendía en cada sesión? ¿Qué tipo de

dolencias presentaban si eran atendidas de la misma forma? ¿Tuvieron la oportunidad de hablar con los pacientes antes o después? ¿Qué sensaciones percibieron en los pacientes durante el tratamiento? Y muchos pormenores más que cualquiera que se jacte de investigador debería informar.

No menos ilusos son cuando piensan que hubieran descubierto una trampa si les hubieran permitido filmar el dedo láser en acción. Esto es un prejuicio que ostentan muchos científicos, las filmaciones no son garantía en absoluto para desvelar un fraude, tan solo son una herramienta más con la que cuenta un investigador, pero si el truco no es burdo, solamente un mago experto podría hacer inferencias correctas sobre las imágenes fílmicas. Recordando las críticas que le hacían al Padre Quevedo por afirmar con tanta vehemencia que las operaciones de los curanderos Filipinos eran truco cuando él en realidad nunca había estado en Filipinas. Ni necesidad que tenía, puesto que sólo ver las películas que exhibían sus defensores, basta y sobra para cualquier conocedor de las técnicas de la prestidigitación deducir la sutil (a veces no tanto) trampa. Y ateniéndonos también a que el tiempo no se equivoca y pone a cada quién en su lugar, tanto a los tramposos como a los curanderos auténticos.

Hay innumerables informes en la literatura mundial de exploración y antropología no sólo de enfermos curados por fe en el curandero sino también de gente que se consume y muere por la maldición de un brujo. Una enfermedad del espíritu es una alteración del alma o del espíritu. Una fuerza espiritual externa (por ejemplo, un fantasma) penetra en un cuerpo, una parte del alma del paciente se pierde o es robada (susto) o la enfermedad es el justo castigo al quebranto de un tabú, de manera que se traumatiza de forma grave el alma del individuo, lo que produce la enfermedad. Las enfermedades del espíritu son bastante comunes en África, Asia, Latinoamérica y en los grupos indígenas de Norteamérica. Entre los síntomas biomédicos típicos se incluyen convulsiones, estados de trance, fiebre, letargia y malestar. Los síntomas populares son miedo, indolencia y desventura. Con frecuencia no puede encontrarse una explicación biomédica a estas alteraciones, que se muestran refractarias a los tratamientos biomédicos estándares. El tratamiento popular consiste en determinar el tipo de la enfermedad del espíritu, sus "agentes causales y operativos" y los pasos apropiados para restablecer el equilibrio social y religioso adecuado. En otro ejemplo de "susto", una persona puede ser víctima de un proyectil mágico (una intromisión invisible e imaginaria hacia el interior del cuerpo, que puede ocasionar reacciones locales, sistémicas o ambas). Una llaga que supura se puede imputar a tal proyectil. Un tratamiento antibacteriano producirá la remisión, pero la infección recidivará hasta que el objeto ofensor sea "sacado" por un hechicero. La escisión quirúrgica no es la solución. Si el objetivo es el mantenimiento de la salud o su retorno, deben emplearse todos los recursos disponibles. Si un paciente inmigrado acude con un síndrome atípico o si un síndrome, aparentemente fácil de diagnosticar, no responde al tratamiento estándar, hay que preguntar al paciente qué es lo que harían en su país de origen. Si la respuesta es la visita a un curandero, debe tenerse en cuenta la posibilidad de remitirlo a uno e incluso establecer contactos con él (si se establecen buenas relaciones entre ambos, éste puede ser un sistema para remitirse pacientes mutuamente, lo que redundará en una mejoría del cuidado de los pacientes). Esta situación obliga a una confianza y un respeto mutuos entre médicos, lo cual se facilita mediante una actitud que relativice, en lugar de estar repleta de prejuicios. ¿Por qué es tan fácil que nos engañen adivinos, videntes psíquicos, quirománticos, lectores de hojas de té, del tarot y seres de esta índole? Desde luego, captan nuestra postura, nuestras expresiones faciales, la manera de vestir y las respuestas a preguntas aparentemente inocentes. Algunos de ellos lo hacen con brillantez, y ésas son cosas de las que muchos científicos no parecen ser conscientes. También hay una red informática a la que se suscriben los psíquicos profesionales, con la que pueden disponer de detalles de la vida de los pacientes de sus colegas en un instante. Una herramienta clave es la llamada “lectura fría”, una declaración de predisposiciones opuestas con un equilibrio tan tenue que cualquiera podría reconocer algo de verdad en ella. Ahí va un ejemplo: “A veces eres extrovertido, afable, sociable, mientras otras veces eres introvertido, cauto y reservado. Has descubierto que es poco inteligente revelarte a los demás con demasiada

honestidad. Prefieres un poco de cambio y variedad, y te produce insatisfacción verte rodeado de restricciones y limitaciones. Disciplinado y controlado por fuera, tiendes a ser aprensivo e inseguro por dentro. Aunque tu personalidad tiene puntos flacos, sueles ser capaz de compensarlos. Tienes muchas capacidades sin aprovechar, que no has convertido en ventajas para ti. Tienes tendencia a ser crítico contigo mismo. Tienes una gran necesidad de gustar a los demás y de sentirte admirado”.

Casi todo el mundo encuentra reconocible esta caracterización y muchos consideran que los describe perfectamente. No es raro: todos somos humanos. Algo similar sucede con los horóscopos que salen en las revistas y diarios. La gran mayoría de científicos de llano opina que los llamados fenómenos paranormales no existen, o en el peor de los casos que son fraudes y engaños. Luego la parapsicología sería una falsa ciencia. Esta es la posición escéptica del Comité internacional para la investigación científica de las afirmaciones paranormales que incluye no sólo a renombrados científicos, educadores, filósofos sino también a magos profesionales); por otro lado, están quienes creen que lo paranormal -cuando es legítimo y esto en contadas y extraordinarias ocasiones- debe ser investigado (luego la parapsicología sería una protociencia, una ciencia emergente. Esta era la postura, por ejemplo, del psicólogo germano-británico H. J. Eysenck o la antropóloga americana M. Mead). Ciertamente debemos tener muy presente que los buenos trucos de magia -debidos a la sugestión, velocidad en el movimiento de las manos, una clave en el lenguaje para la transmisión «telepática» de datos- no son fenómenos fuera de lo común o parapsicológicos ni mucho menos sobrenaturales. Esto lo sabía muy bien el legendario Houdini quien se dedicó también a descubrir muchos fraudes espiritistas y hacedores de milagros.

CINCO TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LAS CURACIONES

A continuación se describirán brevemente sólo cinco teorías –de las muchas que existen- que intentan explicar el por qué o el cómo de las curaciones asombrosas.

1.-EL CAMPO ENERGÉTICO

El psicofisiólogo Jacobo Grinberg (oficialmente desaparecido en 1996) señala creer que el cerebro crea un campo energético -Campo Neuronal- y que la experiencia perceptual es el resultado de la interacción de ese campo con la estructura energética sintérgica del pre-espacio (lugar cuántico más allá de los quarks). La teoría sintérgica del continuo espacio-materia, donde la materia la considera como el extremo de baja sintergia del continuo, definiendo a éste fundamentalmente como el conjunto de puntos conteniendo mayor o menor información concentrada y con mayor o menor redundancia. Considerando que la experiencia y la conciencia no son productos emergentes sino causa y primer dato. Así, se podía aceptar la existencia de conciencias fuera de cuerpos orgánicos (por ejemplo, Cuauhtémoc) y de cerebros capaces de establecer un contacto con tales conciencias (por ejemplo, Pachita). A veces pensaba que Pachita funcionaba en una elevada sintergia y por ello su campo energético tenía tal poder sobre la materia. Por ello también estaría en contacto con organizaciones energéticas sutiles que denomina el “Hermano Cuauhtémoc”, con la creencia de que el espíritu del fallecido emperador azteca viene a curar a través de ella. Y un cerebro de alta neurosintergia es un cerebro  más lleno de “luz”. Dice Cuauhtémoc que la “luz” se concentra en las palmas de las manos y cuando uno se frota una palma con la otra, la “luz” aparece e inclusive se puede repartir.

2.-LA CURACIÓN CUANTICA

Deepak Chopra, menciona que las investigaciones sobre curaciones espontáneas de cáncer, realizadas tanto en Estados Unidos como en Japón, han mostrado que, justo antes de lograr la curación, casi todos los pacientes experimentan un cambio dramático en su conciencia. En algunos casos, literalmente desaparecen las células cancerosas, de la noche a la mañana; en otros, por lo menos se estabilizan sin seguir dañando al organismo. La clave es ese salto de la conciencia, lo que le llamaría salto cuántico, denotando un cambio bien diferenciado, de un cierto nivel de

funcionamiento a otro superior. Dicho salto se puede lograr, por ejemplo, practicando las técnicas ayurvédicas (meditación trascendental y otras técnicas hindúes similares que crean estados alterados de conciencia).

Incluso últimamente se ha descubierto la memoria del agua, lo cual tiene importantes repercusiones en su acción curativa por afectarla a nivel molecular y cuántico.

A final de cuentas somos seres cuánticos y las cosas están hechas de elementos cuánticos, de ondas, esas estructuras primarias que apenas está desentrañando la Física. Y ahí está la clave de las curaciones asombrosas: la genial capacidad autocurativa del ser humano que es facilitada por espíritus, guías humanos, terapeutas o cualquier tipo de canal, actuando a nivel cuántico para modificar los cimientos de la dualidad mente-cuerpo.

3.-EL UNIVERSO HOLOGRÁFICO

El neurofisiólogo de la Universidad de Stanford, Karl Pribram ha investigado los mecanismos que se producen en el cerebro cuando está gobernado por un estado alterado de conciencia. Comprobó que al estimular las zonas frontales y límbicas del cerebro, percibimos la realidad en forma holográfica, al tiempo que obtenemos una visión más completa de ella, a nivel de energías primarias, porque lo que vemos sólo son hologramas de la esencia del universo. Por lo que probablemente los curanderos de la fe, videntes, místicos y otros pueden percibir y conectarse a esa energía primaria de realidades del universo, donde no existe el espacio ni el tiempo, sólo aconteceres. Esta teoría está sirviendo de base para varios especialistas que curan con energías Reiki, chakras, etcétera.

4.-EL ESPIRITISMO

La comunicación con espíritus es muy antigua, se pierde en la noche de los tiempos. Lo que llama la atención es que a través de médiums dichos espíritus aparentemente logran curar a enfermos. Desde Allan Kardec hasta los actuales espiritistas presentes en varias partes del mundo, el espiritismo ha evolucionado y se ha diversificado.

En la ciudad de Colima, México, personalmente tuve la oportunidad de asistir como ayudante y observador durante 6 meses a un grupo espiritista donde se realizan curaciones a través de médiums que se valían de espíritus para sanar a la gente.

Por así habérmelo pedido sus integrantes –todas ellas mujeres, excepto este autor- las mencionaré con nombres ficticios.

Violeta y Zeferina son las personas que fungen como médiums principales, siendo elegidas por los espíritus guías como fundadoras del grupo y coordinadoras de las demás ayudantes (Verónica, María y Consuelo). Estas últimas se incorporaron meses después de la apertura del grupo y realizan labores de “limpias” corporales, ayuda en operaciones espirituales, preparado de hierbas, etcétera, teniendo a veces la habilidad de observar o sentir algunos fenómenos espiritistas propios de las curaciones hechas.

Este grupo, que a la fecha ya tiene 2 años de existencia, ha ido creciendo en importancia y en el número de las personas que atienden semanalmente.

Lo que observé fue una genuina convicción por ayudar a los demás. Sin afán de lucro, sin detalles de fraude ni engaño. Quedé gratamente sorprendido por lo acontecido con cada persona. Me tocó ver sanar total o parcialmente a personas que acudieron con las siguientes enfermedades o situaciones: fibromialgia, lumbalgias, cuadros dermatológicos, traumas con personas fallecidas, mala suerte en un negocio, problemas amorosos, problemas de comunicación interpersonal,

etcétera.  

De los espíritus que se comunicaban para curar a los pacientes había ángeles (por ejemplo, el “Hermano Estrella”), espíritus desencarnados (“Pachita”, “Edward”, “Psicóloga Blanca”,  entre otros) que se comunicaban y hablaban a través de algunas de las médiums.

¿Cómo explico las curaciones que ví? Creo que no exitió fraude, sin embargo, creo que el éxito en las curaciones se debió a varios factores, entre estos: el uso de elementos sugestivos, la personalidad sugestionable de los pacientes, intervenciones de espíritus a través de médiums y uso inconciente de placebos.

En cuanto a las técnicas usadas por dichas curanderas tenemos: 1.-Mediumnidad: los espíritus hacen presencia en el médium, quien posteriormente no recuerda nada de lo dicho o hecho por el espíritu que canalizó. 2.-Silla vacía: uno o más espíritus hacen presencia para platicar con el paciente, siendo el médium quien traduce lo que dice. 3.-Cirujía psíquica: Los espíritus a través de los médiums proceden a operar o a curar órganos o huesos del cuerpo. 4.-Reiki: Uso de energía de luz que los ayudantes del médium aplican a los espíritus, al médium y al paciente, incluyendo partes afectadas por enfermedad. 5.-Uso de un bracero (anafre) con carbón, donde se colocan plantas y fluidos utilizados por los espíritus.   6.-Utilización de inciensos para proteger el lugar de sanación, bálsamos protectores que al untarse en el cuerpo sirven de repelente hacia las energías negativas. Imágenes religiosas y metafísicas, talismanes, velas, oraciones religiosas. 7.-“Limpia” de energía negativa del cuerpo de un paciiente, a través de pases de ramass en todo el cuerpo, al tiempo que se pronuncian oraciones y se usa la imposición de manos. 8.-Ordenamiento de tareas que el paciente debe cumplir en su casa.

En una sesión típica con este grupo espiritista se seguían los pasos rituales siguientes: 1.- Preparación del material que se usará durante la sesión (inciensos, velas, sillas, plantas, líquidos, anafre con carbón, imágenes religiosas, etcétera). 2.-Un ayudante o un médium procede a proteger el lugar de sanación, usando para ello varios inciensos e invocando protección, haciendo esta acción en espejos puertas abiertas, ventanas y esquinas de las paredes. 3.-Médiums y ayudantes se colocan bálsamo protector en todo el cuerpo, además de ponerse un talismán o un rosario colgado en el pecho. 4.-Los médiums y sus ayudantes rezan –como rutina- a Dios, a los ángeles y a los espíritus que normalmente toman posesión de las médiums y les piden que todo salga bien ese día. 5.-Se invita al paciente que esté primero en la lista previamente ordenada. Y se procede a realizarle una limpia de energías negativas. 6.-Se le pide al paciente que cuente su problema de forma breve. 7.-El médium entra en trance durante o después de que el paciente cuenta su problema. Y cuando se detecta que está entrando en trance es entonces cuando los ayudantes aportan “energía de luz” dirigiendo sus manos frotadas hacia el médium. 8.-Se pregunta qué espíritu está presente y se le saluda. 9.-El espíritu, a través del médium, aconseja, diagnostica u opera al paciente, pidiendo la ayuda de los ayudantes, a los que les pide traer plantas, líquidos, usar “instrumental” invisible y realizar algunas acciones “espirituales” como inyectar, extraer órganos, etcétera.   10.-Por último, se le plantea una tarea al paciente, consistente con realizar algunas acciones, respetar cierta dieta alimenticia, prohibirle ciertas actividades –muchas veces referente a consumo de drogas-.

5.-PSICOMAGIA

El creador de la Psicomagia, Alejandro Jodorowsky, menciona que, para los curanderos la medicina es un arte. Le es más fácil al inconsciente comprender el lenguaje simbólico que el lenguaje racional. Desde cierto punto de vista, las enfermedades son sueños, mensajes que revelan problemas no resueltos. Los curanderos, con una gran creatividad, desarrollan técnicas personales, ceremonias, hechizos, extrañas medicinas tales como lavativas de café con leche, infusiones de tornillos oxidados, compresas de puré de papas, píldoras de excremento animal o huevos de polilla. Algunos tienen más imaginación o talento que otros, pero todos, si se les consulta con fe, son útiles. Hablan al ser primitivo, supersticioso, que cada ciudadano lleva dentro. Viendo operar a estos terapeutas populares, que a menudo hacen pasar por milagros trucos dignos de un gran prestidigitador, concebí la noción de «trampa sagrada». Para que lo extraordinario ocurra es necesario que el enfermo, admitiendo la existencia del milagro, crea firmemente que se puede curar. Para tener éxito, el brujo, en los primeros encuentros, se ve obligado a emplear trucos que convencen a aquél de que la realidad material obedece al espíritu. Una vez que la trampa sagrada embauca al consultante, éste experimenta una transformación interior que le permite captar el mundo desde la intuición más que desde la razón. Sólo entonces el verdadero milagro puede acontecer.

¿Por qué no «magia»? Para que su primitiva terapia funcione, el curandero, apoyándose en el espíritu supersticioso del paciente, debe mantener un misterio, presentarse como propietario de poderes extrahumanos, obtenidos por una secreta iniciación, contando para curar con aliados divinos e infernales. Los remedios que deben ingerirse sin conocer su composición y los actos recomendados deben realizarse sin tratar de saber el porqué. En la Psicomagia, en lugar de una creencia supersticiosa se necesita la comprensión del consultante. Él debe saber el porqué de cada una de sus acciones. El psicomago, de curandero pasa a ser consejero: gracias a sus recetas el paciente se convierte en su propio sanador.

Agrega Jodorowsky “Yo les hacía pasearse a través de su árbol genealógico para mostrarles el origen antiguo de algunos de sus malestares. Sin embargo, me di cuenta enseguida de que no podía haber ninguna curación verdadera si no se llegaba a una acción concreta. Para que la consulta tuviera un efecto terapéutico, tenía que desembocar en una acción creativa llevada a cabo en el ámbito real, o sea, en un acto psicomágico. La persona y yo teníamos que, de común acuerdo y con plena conciencia, fijar un programa de acción muy preciso. Así es como llegué a practicar la psicomagia”.

Si uno lo piensa, nuestra historia individual está constituida de palabras y de actos. La mayor parte del tiempo la gente se contenta con pequeños actos inocuos, hasta que un día «revienta» y, sin control alguno, se pone furiosa, lo rompe todo, profiere insultos, se abandona a la violencia, llega incluso al crimen... Si un criminal en potencia conociera el acto poético, sublimaría su gesto homicida poniendo en escena un acto equivalente.

El acto en sí mismo implica conectarse con lo oscuro y violento, inconfesable y reprimido que uno lleva dentro. Por positivo que sea, todo acto arrastra consigo cierta «negatividad». Lo importante es que esas energías destructivas, que de todas maneras cuando permanecen estancadas nos carcomen por dentro, puedan ventilarse en una expresión canalizada y transformadora. La alquimia del acto logrado transmuta las tinieblas en luz.

Se establece un programa, un acto o una serie de actos para realizar en la vida en un tiempo dado: cinco horas, doce horas, veinticuatro horas... Un programa elaborado en función de su dificultad, destinado a romper el personaje con el cual se habían identificado para ayudarlos a restablecer los lazos con su naturaleza profunda. A un ateo, le hice adoptar durante semanas la personalidad de un santo. A una madre indiferente, le asigné el deber de imitar durante un siglo el amor maternal. A un juez, le di la tarea de disfrazarse de vagabundo para ir a mendigar frente a la terraza de un restaurante. De sus bolsillos, tenía que extraer puñados de ojos de cristal sacados de muñecas. Creaba de este modo un personaje destinado a implantarse en la vida cotidiana y a mejorarla.

La fe que envolvía a la curandera mexicana Pachita (famosa en los años setenta) generaba una

atmósfera mágica que contribuía a convencer al enfermo de sus posibilidades de sanarse. La operación que realizaba no estaba exenta de violencia y constituía un espectáculo bastante crudo, a la mexicana, pero al mismo tiempo Pachita mostraba una dulzura extraordinaria. Esta bruja no atendía a adultos sino a “niños”, porque así los trataba, cualquiera que fuera su edad. Aquella mujer era una montaña, tan impresionante como un mítico lama tibetano. Nunca sentí tanto pánico, ni tanta gratitud, como en el momento en que ella me dijo que estaba curado y que podía marcharme. En aquel instante, vi en ella a la Madre universal. ¡Qué shock psicológico! Pachita era una gran psicóloga, conocía el alma humana. Lo primero que hacía Pachita era tocar con sus manos a todo el que acudía a ella, con lo que establecía una relación sensorial e infundía confianza a las personas. Se producía un fenómeno extraño: desde el momento en que sentías en ti sus manos, se transformaba para ti en una especie de madre universal y no podías resistirte.

La contribución de Pachita a la psicomagia es tan simple como esencial: observándola, descubrí que, cuando se simula una operación, el cuerpo humano reacciona como si sufriera una verdadera intervención. La forma de manejar el lenguaje de los objetos y el vocabulario simbólico, a fin de producir ciertos efectos en la gente; en síntesis, el modo de dirigirse directamente al inconsciente en su propio lenguaje, ya fuera a través de palabras, de objetos o de actos. Si yo te comunico que abriré tu vientre para extirparte un trozo de hígado, si te obligo a tenderte en una mesa y reproduzco exactamente todos los sonidos, todos los olores y las manipulaciones, si sientes el cuchillo en la piel, si ves saltar la sangre, si tienes la sensación de que mis manos te revuelven las entrañas y extraen algo de ellas, estarás «operado». El cuerpo humano acepta directa e ingenuamente el lenguaje simbólico, al modo de los niños. Pachita lo sabía y era una maestra suprema en el arte de utilizar ese lenguaje de manera operativa, nunca mejor dicho. ¿Trance, alucinación colectiva, prestidigitación genial? De todos modos, si había trampa, era una trampa sagrada. Quiero decir que sus actos mágicos resultaban eficaces.

En la psicomagia, tengas o no tengas fe, debes ser lo bastante honesto como para seguir al pie de la letra las instrucciones recibidas. Si acudes a un médico y al salir de su consulta no te molestas en comprar ni tomar los medicamentos que te ha recetado, ¿cómo podrás pronunciarte después sobre la eficacia de su tratamiento? Este acuerdo mutuo tiene mucha importancia. En primer lugar, la persona se compromete a realizar el acto psicomágico tal y como yo se lo prescribo, sin cambiar nada en absoluto. Siempre en esa línea, y para evitar deformaciones debidas a fallos de la memoria, la persona debe tomar nota inmediatamente del acto y del procedimiento a seguir. Una vez realizado el acto, debe enviarme una carta en la que, en primer lugar, transcribe las instrucciones recibidas de mí; en segundo lugar, me cuenta con todo detalle la forma en que las ha ejecutado y las circunstancias e incidentes ocurridos durante el proceso; y en tercer lugar, describe los resultados obtenidos. El envío de esta carta constituye mis únicos honorarios por la prescripción del acto.

Explicar cómo llegó Jodorowsky a la psicomagia es manifestar que lo hizo a través de el acto poético, el acto teatral, el acto onírico y el acto mágico.

Cada acto se prescribe «a medida» del paciente, después de una atenta escucha y, como he explicado, de un contacto espontáneo con el propio inconsciente, lo cual sólo es posible merced a una disociación del yo, que a su vez es fruto de un largo trabajo espiritual. Recomiendo no prescribir el mismo acto a todo un grupo, o sin escuchar a la persona y sin un amor verdadero. Yo prescribo un acto aparentemente agresivo sólo cuando tengo la certeza de que las consecuencias serán positivas. Siempre se trata de actos esencialmente creativos.

PSICOTERAPIA Y CURANDERISMO

Creo que algunas técnicas psicoterapéuticas retoman conciente o inconcientemente aspectos del curanderismo por la fe. Por ejemplo, los enfoques existenciales e integrativos (Gestalt, constelaciones familiares, PNL, Psicomagia, Bioenergética, Transpersonalismo, entre otras) se valen de una mezcla de elementos espirituales, transpersonales, sugestivos y transferenciales para facilitar la transformación que los pacientes hacen de sus traumas y problemas psicológicos.

Por lo efectivos que resultan dichos elementos en ambos campos de trabajo, tendría que haber una actitud de humilde cooperación y aprendizaje entre estas dos visiones. De hecho, existe ya en algunos psicoterapeutas y chamanes, aunque todavía hay algunos que se resisten a aprender de los curanderos por considerarlos rivales incómodos. Opino que psicólogos y psicoterapeutas podemos aprenderles mucho y adaptarlo a nuestras técnicas para enriquecerlas.

CONCLUSIONES

Uno de los grandes problemas que encontramos en el curanderismo es lo indefinido de sus acciones, lo poco cuantificable de sus resultados, la poca objetividad que poseen sus pacientes y lo muy atípico de sus efectos y   consecuencias, donde se encuentran fracasos (de los que no se hablan) y curaciones asombrosas (que todos alaban). La relatividad de esta situación, junto con la variada personalidad de los curanderos (que van desde la gente sencilla hasta los personajes de dudoso equilibrio mental, y eso dejando a un lado los muchos farsantes y embaucadores), hace que el tema se vea como una mancha borrosa difuminada por la bruma en un día nublado.      Recordemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya definió, en 1978, la medicina tradicional como la "suma de todos los conocimientos teóricos y prácticos, explicables o no, utilizados para el diagnóstico, prevención y supresión de trastornos físicos, mentales o sociales, basados exclusivamente en la experiencia y la observación, y transmitidos verbalmente o por escrito de una generación a otra".

Por ello, los métodos curativos que han aplicado las diversas culturas primitivas nos indican, en realidad, la existencia de una práctica médica empírica y racional que ha sido capaz de estimular y desarrollar el pensamiento humano. La magia imitativa, la magia simpática, la magia de la impregnación, la transferencia de los males, los rituales, conjuros, hechizos, sortilegios, ensalmos y oraciones, los amuletos, fetiches y talismanes, la higiene, el uso de las aguas, los vegetales y los productos de origen animal... todo esto, junto con una acción psicoterapéutica, crea una relación médico-enfermo que se triangula con otro factor importante, la sociedad, de tal forma que el hechicero no sólo establece un sentimiento de salud y recuperación, sino que además integra al enfermo en la comunidad, dándole un sentimiento de protección que ayuda a su supervivencia como grupo.   En este caso, el curandero étnico encarna en sí mismo los poderes de médico, sacerdote y juez, ya que dictamina sobre la moral y ejerce cierto grado de control social haciendo que se respeten los valores del grupo. Su grado e importancia social es inmenso para mantener, no sólo la estructura sanitaria básica, sino la estructura tribal que sería base fundamental del funcionamiento social.

Este hecho nos puede hacer comprender mejor la definición de curandero según la OMS, donde el curandero es "aquella persona reconocida por la propia comunidad en que vive como competente para prestar atención de salud mediante empleo de productos vegetales, animales o minerales, y aplicación de algunos otros métodos de origen social, cultural y religioso, basados en los conocimientos, actitudes y creencias de la comunidad en lo que respecta al bienestar físico, mental o social, y al origen de la enfermedad y la invalidez".

De aquí se deduce fácilmente que el reconocimiento social es básico en la definición de curandero, y que no lo sería, por tanto, cualquier persona que se autoproclamara a sí mismo con ese título. Así ya podemos hacer una primera e importante distinción entre los que serían curanderos reales, que incluiría a los curanderos tradicionales y a los étnicos, y los autonombrados curanderos, donde estarían los charlatanes y embaucadores. Quizá por esta razón es necesario señalar que está surgiendo, cada vez más, lo que podríamos llamar curanderismo exótico, una simple forma de exportación cultural de la medicina étnica tradicional debido a los flujos de masas de inmigrantes entre los diversos países, y que está sufriendo una fuerte contaminación debido al auge de las modas por lo extraño y lo original, dando lugar a un falso curanderismo teñido de exotismo y

extravagancia que muy poco tiene ya que ver con sus orígenes primordiales.    Pongamos, mejor todavía para aclarar esta cuestión, un sencillo ejemplo que nos ofrece casi a diario la vida cotidiana.Un niño corre por la casa sin parar, sube y baja las escaleras, pisotea los juguetes esparcidos por el suelo, tropieza, cae, se golpea la rodilla, grita, hipa, rabia, llora... Se aproximan sus amigos, le ayudan los mayores a levantarse del suelo, acude el amigo médico de la familia, pero el niño sigue quejándose y llorando desconsolado. Entonces se acerca su madre, lo coge entre sus brazos, le estrecha contra su pecho, le pasa la mano sobre la zona   dolorida, le humede con saliva la zona que enrojece por momentos, le lanza un conjuro "sana, sana, colita de rana...". Y, de forma casi milagrosa, el niño se calma, le pasa el dolor, de nuevo le sonríe el rostro... ¿Es eso curanderismo?.

Situaciones como estas nos obligan a revisar la validez real de cualquier tipo de acto terapéutico, y de esta forma podremos, no sólo comprender, sino también asimilar el problema del curanderismo.

Debemos asumir que el concepto que tiene el médico de la enfermedad, es completamente diferente al que tiene de ella el enfermo, de la misma forma que éste es distinto al que tiene la enfermera que lo atiende o al que poseen los familiares de ese enfermo.

No debemos ser radicalmente ortodoxos ni heterodoxos en el tema del curanderismo, y debemos tener en cuenta que la norma en el curanderismo es que no existen normas, por lo que no se pueden poner a todos aquellos que realizan prácticas terapéuticas extracadémicas en el mismo saco. Debemos huir igualmente del dogmatismo médico, asumir los propios errores y esforzarnos por solventarlos  y saber tratar adecuadamente a los pacientes desde la base de los conocimientos populares, esforzándose en cambiar su lenguaje académico (importante en la relación entre profesionales de todos los países) para hacerlo más asequible a nivel de la consulta clínica.    Normalmente los curanderos más peligrosos no son, pese a lo que parece en  primera instancia, aquellos que recetan extrañas drogas o sustancias inertes a la gente, sino aquellos que piden, o incluso exigen, a los enfermos que dejen de tomar la medicación prescrita por el médico. Una diferencia típica, aunque no forzada, de los simples curanderos sanadores respecto a los estafadores sin escrúpulos es que los primeros no quieren sustituir a los médicos, sino simplemente ayudar a los enfermos de la única forma que saben, y siempre como complemento al tratamiento médico que tienen indicado.        Muchas personas, entre los que se encuentran médicos, periodistas, magos o investigadores de lo paranormal, han demostrado hasta la saciedad los fraudes realizados mediante técnicas de ilusionismo y prestidigitación (hay incluso una oferta de 10,000 dólares del prestigioso mago y escéptico James Randi a quien opere psíquicamente a un enfermo de una enfermedad que no pueda remitir con el tiempo y sin medicación).

En general podríamos reírnos de buena gana de todo este Mundo de Absurda Locura... Pero cuidado... No debemos olvidar que en tiempos antiguos se consideró que la risa era un indicio seguro de Locura, lo cual, según sus defensores, quedaba demostrado porque los sabios reían poco y porque de Jesús, al que se le supone poseedor de la verdadera sabiduría, no existen indicios escritos de que riera nunca.

Y al final, volvemos a la dicotomía: la sencilla y a la vez compleja diferencia entre lo loco y lo necio. La locura de algunos enfermos mentales que se hacen pasar por sanadores y la persistencia de su amplia clientela, la locura que cometió la medicina al abandonar el tratamiento integral del enfermo y los necios que no asumen este error. A ambos dedicamos estas frases, una del pensador Luis Vives, que nos advierte diciendo que "A quien los dioses quieren destruir, primero lo enloquecen", y otra del filósofo Kant, al aclararnos que "El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca"

BIBLIOGRAFÍA

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Comentarios en este artículo: 

 Curaciones por la FeEscrito el 22/02/06 a 21:56:32 GMT-06:00 por onpix

Bueno, pues a mi hace como un mes me invitaron a un centro y con todo y mi exepticismo fui, sin embargo lo que ahi vivi no tieneal menos en mi vida precedente alguno, llamese como sea, lo mio era exceptisismo pleno, sin embargo invito a cualquiera que desee probarlo. No digo q apartir de esto soy creyente, sin embargo la experiencia es única.

 ComentarioEscrito el 17/04/06 a 13:46:04 GMT-06:00 por bernal27

Tenemos derecho a que nuestra fe crea en lo que sienta como más congruente con nuestra cosmovisión y creencias personales. Personalmente he asistido a consultas con varios curanderos y adivinos, muchos de los cuales resultaron ser fraudulentos. Con los embaucadores me doy cuenta rápidamente de los trucos que usan, sobre todo la "lectura en frío", es decir, te observan tus movimientos, tus expresiones, gestos, forma corporal, posturas, contenido del lenguaje, te entrevistan disimuladamente para que les proporciones información; luego te dicen cosas generales para que tu inconsciente las acomode a conveniencia.

Ahora, también he estado con curanderos y adivinos auténticos, de esos que me han maravillado, me han sanado y he aprendido de su humildad y autenticidad. Entre los que más me han impresionado hay dos adivinas (una de Colima y otra de Manzanillo), el grupo espiritista "Una Estrella" al cual pertenecí durante 6 meses y realizaban curaciones espirituales; y recientemente

consulté al sacerdote maya y monje tibetano Don Lauro, el cual me impresionó por sus dotes espirituales.  

 Comentario extraEscrito el 10/05/06 a 18:44:25 GMT-06:00 por bernal27

“Tal como me decía un joven al que un curandero había restituido casi instantáneamente la capacidad de caminar sin muletas: ‘(Si me curaron con pura sugestión) ¿Por qué entonces no me sugestionaron a mí los doctores que me atendieron en los tres hospitales en los que estuve internado antes?’”

La anterior cita está tomada del libro “Curanderismo y curaciones por la fe”, de Salvador Freixedo. Quien, por cierto, al hacer un juicio sobre este tema señala 15 puntos como conclusión después de varios años de estudiar el tema y vivir experiencias con curanderos:

1.-Todos tenemos capacidad de curarnos a nosotros mismos y a otros, al igual que todos tenemos la capacidad de nadar; pero únicamente llegarán a nadar los que desarrollen esta capacidad.

2.-Indudablemente hay personas que tienen esa capacidad de curar en mayor grado que otras, y algunas nacen ya con esa capacidad muy desarrollada.

3.-Se dan curaciones reales e inexplicables para la ciencia médica.

4.-Algunas de esas curaciones son totalmente increíbles, por las circunstancias en que están hechas y por lo difícil de la situación.

5.-Estas curaciones no pueden ser enjuiciadas por las normas que rigen en la medicina ya que están hechas conforme a leyes totalmente diferentes (desconocidas por la medicina universitaria y desconocidas incluso por los mismos que la practican).

6.-Los curanderos no siempre curan.

7.-Un elevado porcentaje de sus intervenciones no tienen resultado positivo.

8.-Frecuentemente sus intervenciones sólo obtienen resultados temporales, volviendo finalmente el enfermo al mismo estado inicial. (Sin embargo, incluso en muchos de estos casos hay que admitir que hubo un hecho paranormal).

9.-Hay grandes diferencias entre los diversos curanderos: diferencias en sus motivaciones, en sus métodos, en las energías o leyes que manejan y en sus resultados.

10.-Hay que admitir la existencia de muchos curanderos cuyo móvil principal –si no único- es el dinero.

11.-Uno tiene que informarse bien a la hora de decidirse a ir a ver un curandero.

12.-Deben evitarse los curanderos que cobran grandes cantidades de dinero, por mucha fama que tengan y aunque prometan hacer grandes curaciones.

13.-Los que no cobran (o cobran cantidades módicas) tienen muchas más probabilidades de que sean auténticos.

14.-Hay una gran cantidad de personas, ante cuyas dolencias la medicina oficial no había podido hacer nada y hasta las había desahuciado, que han recobrado totalmente la salud o se han mejorado notablemente debido a la intervención de un curandero.

15.-En todas las religiones y en todas las sectas –por absurdas que sean sus creencias- se han

dado y se siguen dando curaciones paranormales que desafían toda explicación médica. Por supuesto, los fieles de cada religión o secta las atribuyen a diferentes causas y personajes sagrados, de acuerdo con sus creencias. Pero la causa profunda es la misma que actúa en los curanderos no religiosos y que cobran.

 Felicidades por la forma tan veraz de informarEscrito el 14/05/06 a 14:47:38 GMT-06:00 por franvega

Juan Carlos Martìnez, mi màs sincero reconocimiento por su EXCELENTE, trabajo, en lo Relativo al Hermanito Cuauhtèmoc, quiero informarle que el Hijo de Pachita sigue trabajando y ha ayudado a miles de gente y lo he visto, yo colaboro en esa obra del HERMANITO CUAUHTÈMOC, desde hace como 10 años cuando le hicieron una operaciòn (transpalnte de corazòn) a mi hermano menor que tenia 30 años con ese mal y lo tenian que operar en el Hospital Siglo XXI, el Dr. Corvala, Dr. Carmen y Dr. Cristo entre otros y existe todo un historial medico de 30 años del IMSS, ademas opero a una hermana y otro hermano el mayor, y colaboro por agradecimeinto y he visto gracias a DIOS a muchos enfermos desahuciados recobrar gracias a DIOS_JESUS, la salud, por eso quiero compartirlo y ampliar mis experiencias con Usted, ya que mucha gente lo puede necesitar que no tenga otra opciòn o los recursos ecònomico para su tratamiento.  Ayuda a muchos bebes, por lo que la Fe, no lo hes todo, solo se que Ayuda y todo es en nombre de Dios Nuestro Señor Gracias y quedo a sus ordenes.

 curaciones por la feEscrito el 02/03/08 a 13:29:44 GMT-06:00 por elenac

muy buen articulo, felicidades . a mi me toco acompañar a una amiga ,y ,para mi la señora era una charlatana que estafo a mi amiga yelle lo comprobo, pero claro que hay personas que si tienen ciertos "conocimientos" y ayudan sin sacarles tanto dinero.en fin dios nos cuide hasta pronto

 buscando.-...Escrito el 10/04/08 a 13:38:15 GMT-06:00 por marioalberto

¿alguien conoce la dirección donde da consultas el hijo de pachita?

saludos.

 Apología a JodorowskyEscrito el 31/10/08 a 11:47:49 GMT-06:00 por regisima

"...Juan Carlos Martìnez, mi màs sincero reconocimiento por su EXCELENTE, trabajo...".

¿Excelente porque transcribió "Psicomagia"?...

Empezó muy bien; hay que reconocérselo... Hasta que empezó con su apología al charlatán que se cree genio.

Saludos!

 Sobre JodorowskyEscrito el 30/11/08 a 15:19:58 GMT-06:00 por bernal27

Jodorowsky no se cree genio, mucha gente lo considera así, yo lo admiro por muchas razones, que me da flojera señalar. Y si otra persona opina que mi trabajo es excelente pues cuestiónale a esa persona. Y sí, el apartado de Psicomagia está sacado de su libro Psicomagia, él es el creador de este método. Y aunque se ha hecho comercialote y se deja querer por los medios de comunicación no se le pueden negar sus aportaciones. Y en cuanto a mí, pues, soy un simple escritor que aporta algunas cosas personales y otras que extraigo de autores, lo que hago no es nada del otro mundo, aunque me pregunto por qué otros no hacen lo mismo que yo, qué curioso no?

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