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E l sol es fuente de energía y vitalidad, nos invita a vivir de un modo más saludable, con fuerza y alegría. Pero ¿qué pasa cuando nos encontramos con el exceso de calor? El impacto desfavorable del calor se extiende a la mente, a la vitalidad y al organismo. Las elevadas temperaturas tienen un efecto directo sobre la segregación de ciertos neurotransmisores y afectan a nuestro estado anímico. Por ejemplo, la serotonina interviene en la regulación del estado de ánimo, del sueño, del apetito y del deseo sexual y su aumento produce una sensación de bienestar y relajación. Su producción se eleva cuando una persona está expuesta a la luz solar -primavera y verano- pero cuando el calor nos invade, hace que disminuya la creación de serotonina, afectando negativamente a nuestro estado anímico. Las primeras consecuencias de la subida brusca del termómetro son la irritabilidad, la impulsividad y el agobio, debido a que el organismo tarda al menos siete días en adaptarse al calor y éste suele presentarse de golpe y porrazo. Adaptarnos a la ola de calor depende tanto de nuestro cerebro como de nuestro cuerpo. Pero esto es más un problema de adaptación que de temperatura. A todo ésto se le suma la disminución del apetito y el intentar descansar empapado en sudor, dando vueltas y revueltas entre sábanas enredadas, entre pesadillas y desasosiegos y el dormir mal pasa factura al bienestar psicológico. El calor aminora nuestra capacidad reflexiva, la creatividad pierde puntos de brillantez y desciende el rendimiento de trabajo. El bochorno nos aplatana, nos desequilibra y aparecen cuadros de desgana, apatía y astenia. Se sintoniza peor con los demás. Es una época propicia para la ruptura de pareja y el enfado con los amigos. La penosa somnolencia por el día y el impedimento para dormir por la noche pueden llevarnos a un estado de caos, en el que la ansiedad y la agresividad formen el núcleo de nuestros días de verano. El sol no quema las entrañas, pero si las calienta. La temperatura del cuerpo y del cerebro aumenta, luego la libido también se ve afectada. Pero ¡cuidado! hay personas que soportan bien el calor del verano y eso les estimula. La intensidad de la luz, que esta época nos brinda, puede intervenir también de forma positiva en nuestra psique, proporcionándonos una sensación de entusiasmo que facilita el mantenimiento de relaciones sexuales. No es el verano el que intensifica los deseos sexuales sino la luz, la disposición de tiempo libre y una mayor predisposición de disfrutar. Pero del mismo modo hay otras personas a las que el calor les aplana y aminora la frecuencia de sus actividades sexuales. No es que carezcan de impulso sexual, sino que rechazan mantener la íntima proximidad del cuerpo del otro porque les da más calor y se agobian. Y en tales casos, el verano no sólo es fuente de mayor frecuencia de sexo, sino todo lo contrario. El verano también puede ocasionar más peleas y desencuentros, no porque sea verano, sino por disponer de más tiempo libre que compartir. Y es que la ola de calor puede provocar incendios en la convivencia. ¡Anda, anda con el calorcito! ¡Todo lo que da de sí! Pero lo cierto y verdad es que las personas que son “setas” o “irritables”, lo serán, haga frío o haga calor, sea verano o sea invierno. Porque el truco de todo ésto no está en analizar en profundidad el calor sino en cómo pensemos o enfoquemos la nueva situación climatológica. Si sudamos y creemos que eso es algo desagradable, nos sentiremos mal con el sudor; si sudamos y creemos que el sudor nos ayuda a eliminar toxinas, estaremos contentos de poder sudar. Así que, en este momento gire su pensamiento, cierre el chiringuito, márchese de vacaciones y por favor, pare de mover su abanico ¡no se da cuenta que EL CALOR ES PSICOLÓGICO! ¡FELIZ PENSAMIENTO DE CALOR! Mª Isabel Ortuno, Psicóloga Máster clínica y jurídica y Máster terapia sexual y de pareja PSICOLOGÍA al día El calor, barómetro emocional ¿Quiere saber cómo nos afecta la subida de los termómetros? En primer lugar, coja un abanico para comenzar a leer las próximas líneas, ¿lo tiene ya? Pues empezamos... Con el calor, crece la tendencia al insomnio

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El sol es fuente de energía y vitalidad,nos invita a vivir de un modo mássaludable, con fuerza y alegría. Pero

¿qué pasa cuando nos encontramos con elexceso de calor? El impacto desfavorabledel calor se extiende a la mente, a lavitalidad y al organismo. Las elevadastemperaturas tienen un efecto directo sobrela segregación de ciertos neurotransmisoresy afectan a nuestro estado anímico. Porejemplo, la serotonina interviene en laregulación del estado de ánimo, del sueño,del apetito y del deseo sexual y su aumentoproduce una sensación de bienestar yrelajación. Su producción se eleva cuandouna persona está expuesta a la luz solar-primavera y verano- pero cuando el calornos invade, hace que disminuya la creaciónde serotonina, afectando negativamente anuestro estado anímico.

Las primeras consecuencias de lasubida brusca del termómetro son lairritabilidad, la impulsividad y el agobio,debido a que el organismo tarda al menossiete días en adaptarse al calor y éste suelepresentarse de golpe y porrazo. Adaptarnosa la ola de calor depende tanto de nuestrocerebro como de nuestro cuerpo. Pero estoes más un problema de adaptación que detemperatura. A todo ésto se le suma ladisminución del apetito y el intentardescansar empapado en sudor, dandovueltas y revueltas entre sábanas enredadas,entre pesadillas y desasosiegos y el dormirmal pasa factura al bienestar psicológico. Elcalor aminora nuestra capacidadreflexiva, la creatividad pierde puntos debrillantez y desciende el rendimiento detrabajo. El bochorno nos aplatana, nosdesequilibra y aparecen cuadros de desgana,apatía y astenia. Se sintoniza peor con losdemás. Es una época propicia para la rupturade pareja y el enfado con los amigos.

La penosa somnolencia por el día y elimpedimento para dormir por la nochepueden llevarnos a un estado de caos, en elque la ansiedad y la agresividad formen elnúcleo de nuestros días de verano. El sol no

quema las entrañas, pero si las calienta. Latemperatura del cuerpo y del cerebroaumenta, luego la libido también se veafectada. Pero ¡cuidado! hay personas quesoportan bien el calor del verano y eso lesestimula. La intensidad de la luz, que estaépoca nos brinda, puede intervenir tambiénde forma positiva en nuestra psique,proporcionándonos una sensación deentusiasmo que facilita el mantenimiento derelaciones sexuales. No es el verano el queintensifica los deseos sexuales sino la luz, ladisposición de tiempo libre y una mayorpredisposición de disfrutar. Pero del mismomodo hay otras personas a las que el calorles aplana y aminora la frecuencia de susactividades sexuales. No es que carezcan deimpulso sexual, sino que rechazan mantenerla íntima proximidad del cuerpo del otroporque les da más calor y se agobian. Y entales casos, el verano no sólo es fuente demayor frecuencia de sexo, sino todo locontrario. El verano también puedeocasionar más peleas y desencuentros, noporque sea verano, sino por disponer de mástiempo libre que compartir. Y es que la olade calor puede provocar incendios en laconvivencia. ¡Anda, anda con el calorcito!¡Todo lo que da de sí! Pero lo cierto yverdad es que las personas que son “setas”o “irritables”, lo serán, haga frío o hagacalor, sea verano o sea invierno. Porque eltruco de todo ésto no está en analizar enprofundidad el calor sino en cómo pensemoso enfoquemos la nueva situaciónclimatológica.

Si sudamos y creemos que eso es algodesagradable, nos sentiremos mal con elsudor; si sudamos y creemos que el sudornos ayuda a eliminar toxinas, estaremoscontentos de poder sudar. Así que, en estemomento gire su pensamiento, cierre elchiringuito, márchese de vacaciones y porfavor, pare de mover su abanico ¡no se dacuenta que EL CALOR ESPSICOLÓGICO!

¡FELIZ PENSAMIENTO DE CALOR!

Mª Isabel Ortuno, PsicólogaMáster clínica y jurídica y Máster terapia sexual y de pareja

PSICOLOGÍA al día

El calor, barómetro emocional

¿Quiere saber cómo nos afecta la subida de los termómetros? En primer lugar, coja un abanico para comenzar a leer las próximaslíneas, ¿lo tiene ya? Pues empezamos...Con el calor, crece la tendencia al insomnio