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Urbanismo

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  • ndice

  • A principios de los aos noventa se dieron los primeros pasos en la construccin de una poltica departamental con proyeccin de futuro, orientada a la transformacin fsica y social de la realidad hacia un modelo ms justo, armnico y planificado.

    El primer esfuerzo sistemtico de aplicacin de una herramienta de planificacin al servicio de ese proyec-to de cambio se concret en el Plan Estratgico para el Desarrollo de Montevideo, publicado en abril de 1994, como resultado de un proceso de amplia convocatoria ciudadana.

    Las peculiares caractersticas de ese proceso, sustentado en la estructura descentralizada y con un fuerte nfasis en la participacin social, le valieron la denominacin de va montevideana de la Planificacin Estratgica.

    Desde entonces, y ms all de los matices o acentos que distinguieron cada perodo de gobierno, las sucesivas administraciones orientaron su gestin hacia ese proyec-to de cambio en un sentido acumulativo, confirindole continuidad a un proceso que hoy lleva ms de veinte aos, que se ha traducido en importantes realizaciones y que ha afirmado la cultura del plan, tanto en la agenda institucional como en el seno de la sociedad.

    Esta primera aproximacin a una visin sistmica de ciudad y territorio, que se estructura en torno a tres ejes bsicos Dinmica Urbana; Calidad de Vida; Vertebracin Social e Institucional y que se expresa en una direc-triz general y en un conjunto de directrices especficas, orient la reflexin que dio inicio, en el ao 1995, al pro-ceso de elaboracin del Plan de Ordenamiento Territorial o Plan Montevideo, aprobado en el ao 1998.

    Por otra parte y por primera vez, el presupuesto quin-quenal 1995-2000 tuvo como marco de referencia los avances del Plan Estratgico de Montevideo.

    Es destacable la apropiacin social de las herramientas de Planificacin Estratgica a escala local, hecho que se refleja en el valor que adquieren los Planes Estratgicos de Desarrollo Zonal (PLAEDEZ), que se elaboraron a par-tir del ao 1999 y se actualizaron en forma peridica.

    Cumplidos tres ciclos de los mismos, los PLAEDEZ se han constituido en marcos referenciales no slo para la Ad-ministracin, sino para el conjunto de los actores locales que los han incorporado al imaginario social. En ellos se articula una propuesta de desarrollo local, en forma coherente y compatible con una visin general de ciudad.

    La nueva etapa que se inicia en el ao 2010 con la ins-talacin de ocho municipios en Montevideo dispone de ese valioso antecedente al momento de la elaboracin de los Planes de Desarrollo Municipal, adecundolos a las nuevas circunscripciones territoriales.

    Antecedentes

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  • Por otra parte, la oportunidad nica que posibilita la coyuntura de 2010 de sentar las bases del Plan Estratgi-co de Montevideo con horizonte 2030, en forma simul-tnea a la revisin del Plan de Ordenamiento Territorial, permiti, en forma sinrgica, potenciar ambos procesos, conjugar esfuerzos desde distintos abordajes discipli-nares y desencadenar la reflexin estratgica, a partir del anlisis del contexto, hacia la prefiguracin de un proyecto de ciudad y de su desarrollo posible y deseable.

    Las Directrices Departamentales de Ordenamiento Te-rritorial y Desarrollo Sostenible y las Bases para el Plan Estratgico de Montevideo son los primeros productos de ese proceso.

    Ambos instrumentos reafirman el proyecto de cambio, dando cuenta al mismo tiempo de las actuales circuns-tancias y nuevos desafos a enfrentar, as como de los aprendizajes y lecciones de la experiencia acumulada a lo largo de veinte aos.

    Sobre esa base se formula el Proyecto Montevideo 2030 que partiendo del reconocimiento de trayectorias, rea-lizaciones y una revisin crtica y problematizadora del presente reafirma el rumbo hacia el desarrollo igualita-rio, inclusivo y democrtico que ha orientado y orienta la gestin cotidiana.

    El de la Planificacin Estratgica es un camino de dilo-go, de tolerancia y de reconocimiento de la diversidad.

    La Intendencia de Montevideo se compromete a recorrer ese camino con el convencimiento de que el proyecto del Montevideo futuro slo es sustentable si se cimienta en slidas bases sociales.

    En este sentido, se convoca a la ciudadana por distintos medios para debatir la propuesta y alentar la reflexin sobre el futuro de Montevideo desde muy diversas pers-pectivas.

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  • Prximo al tricentenario de su proceso fundacional por la corona espaola, Montevideo mantiene an en su ncleo original la impronta urbana de aquella aldea que naci como tarda plaza fuerte y conserva algunos de los rasgos que la distinguieron como ciudad cosmopo-lita, abierta al mundo, de escala abarcable y vocacin portuaria.

    El significativo escenario geogrfico constituido por la baha, la pennsula y el cerro de Montevideo delinean la imagen fundacional de la ciudad.

    Como capital del pas, Montevideo es la cabeza visible del Estado uruguayo y el mbito de representatividad, expresin e identidad de todos sus habitantes. Con una extensin de 530 kilmetros cuadrados, alberga una po-blacin de 1.350.000 habitantes con una densidad media de 2.523 hab./km2.

    Siendo la capital ms austral de Amrica, Montevideo se ve favorecida por un clima templado, producto de la presencia del Ro de la Plata y del extenso frente costero de doce kilmetros sobre el cual se desarrolla el rea

    urbanizada. De relieve ondulado, el territorio departa-mental es atravesado por numerosos y pequeos cursos de agua, arroyos y caadas. Los ms importantes son los arroyos Pantanoso, Miguelete y Carrasco, que desembo-can en el Ro de la Plata.

    Montevideo tiene niveles de calidad ambiental acep-tables. Ms de tres mil hectreas del rea amanzanada se encuentran forestadas o enjardinadas y posee casi 8.500 kilmetros de vas arboladas. Para la recreacin y el esparcimiento, la ciudad dispone de varios parques pblicos y un sistema de playas y ramblas costaneras con enorme calidad paisajstica y ambiental.

    En el rea rural, que cuenta con 33.220 hectreas (63 por ciento del rea departamental), reside 4,3 por ciento de la poblacin montevideana. En ella se desarrolla una importante actividad en cultivos intensivos y en la cra de animales de granja.

    Segn el ndice de desarrollo humano, Montevideo se encuentra en un pas considerado de desarrollo alto en el contexto de Latinoamrica y el Caribe.

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  • Como sociedad aluvional, abierta y receptiva, resultado de sucesivos contingentes de diversos orgenes, amal-gama costumbres, culturas, lenguajes y diversidad tnica.

    En la actualidad, presenta un perfil demogrfico enveje-cido y un estancamiento de su dinmica interna, debido a la movilidad centrfuga de su poblacin hacia el rea metropolitana; este proceso ha caracterizado las ltimas dcadas. El rea metropolitana configura un continuo urbanizado que trasciende sus lmites administrativos y aglutina una poblacin total que supera los dos millones de habitantes, conformando la unidad regional de mayor complejidad y peso demogrfico, institucional, sociocul-tural y econmico del pas.

    Desde el siglo pasado, la ciudad se ha ido dotando de equipamientos sociales y culturales de jerarqua. Cuenta con una nutrida oferta en la materia: cines, teatros, eventos y espectculos deportivos, culturales y musi-cales. Por otra parte, en Montevideo se localizan ms de veinte centros hospitalarios y se ofrecen servicios de especialidades clnicas de alcance nacional.

    En trminos educativos concentra buena parte de la oferta terciaria y universitaria del pas.

    Montevideo aglutina una alta proporcin de la activi-dad econmica, el intercambio comercial, la banca y el turismo nacional. Es asiento de las instituciones guber-namentales centrales, sedes diplomticas y estructuras religiosas, tambin centro de localizacin de organismos y sedes regionales de corporaciones, instituciones y em-presas productoras de bienes y servicios.

    Como sede administrativa del Mercosur, Montevideo desempea un papel relevante en el sistema de ciudades a nivel de la regin. Adems del mayor puerto del pas y

    del principal aeropuerto nacional que concentran 84 por ciento del movimiento de pasajeros, Montevideo dispone de una importante red vial y hacia ella confluyen las principales rutas del pas y trazados ferroviarios.

    Su estructura productiva ha desarrollado una muy alta especializacin relativa en el sector servicios, acompa-ada de la ms baja participacin del sector primario en el empleo. Es reconocida como un polo logstico regional con servicios competitivos a escala internacional, vincu-lados a la actividad portuaria.

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  • Como hecho fsico, espacial y tangible, pero al mismo tiempo como hecho cultural, social e histrico, el Monte-video actual es resultado de un proceso de acumulacin colectiva a lo largo de muchas generaciones, las que con trabajo y esfuerzo, sueos y esperanzas, en el acierto o en el error, forjaron nuestro presente.

    La capital del pas enfrenta nuevos desafos y debe pro-yectarse hacia las prximas dcadas, haciendo caudal de su patrimonio histrico y preparando el legado para las futuras generaciones.

    El proyecto Montevideo 2030 parte de un reconocimiento crtico de los datos de la realidad, coyunturas y situacio-nes concretas, identificando los procesos estructurales que dan cuenta de las transformaciones de la sociedad y del territorio y que son indicios de posibles trayectorias. Propone un horizonte de cambios para continuar cons-truyendo, desde esa base, un modelo de desarrollo que promueva la mejora de la calidad de vida de los monte-videanos.

    En una fase de alza del ciclo econmico histricamente excepcional como la que Uruguay ha transitado desde el ao 2003, con una fuerte dinmica comercial y de inversiones, es mayor la exigencia de previsin en el largo plazo para anticipar los conflictos y los impactos negativos de las transformaciones que hoy se procesan en el territorio departamental, creando condiciones para que ese crecimiento sea igualitario y sostenible.

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  • Es tiempo, entonces, de balance, reflexin y pensamiento estratgico. Se trata de renovar el compromiso con una visin de largo plazo que ha orientado el rumbo de la gestin cotidiana en los ltimos veinte aos y nos impo-ne el desafo de imaginar nuevos caminos en la cons-truccin de una sociedad ms justa y democrtica.

    Montevideo se proyecta hacia el ao 2030:

    Como un territorio integrado a la regin y al mundo.

    Como una capital que asume con responsabilidad su rol nacional.

    Como una sociedad abierta, integrada e integradora, que promueve espacios de convivencia.

    Como un territorio de oportunidades, asociadas al conocimiento, la cultura y la innovacin.

    Como una sociedad preocupada por la calidad de vida y el desarrollo igualitario, inclusivo y democrtico.

    Esa visin de futuro se estructura a travs de la conside-racin de cuatro ejes bsicos que entendemos estratgi-cos para la transformacin del departamento:

    El Montevideo de la convivencia.

    El Montevideo de las oportunidades.

    El Montevideo sustentable.

    El Montevideo democrtico y participativo.

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  • Pensamos la ciudad como el mbito de la ciudadana, es decir, el marco fsico-territorial que hace posible el ejercicio pleno de derechos y deberes ciudadanos, sin ex-clusiones. Una sociedad integrada acepta las diferencias, no las desigualdades.

    La ciudad de la convivencia es la que ofrece condiciones adecuadas para el intercambio democrtico y similares oportunidades para el ejercicio de derechos; entre otros, el derecho a la salud y a la seguridad, a la calidad de vida, a un estatus igualitario en materia social, cultural y poltica, a la informacin y la participacin.

    Por ello, son mltiples los temas involucrados en el concepto de convivencia. Refieren a los equipamientos sociales y culturales, las infraestructuras, la limpieza y proteccin ambiental, la escala de la ciudad, la cultura de su gente, la seguridad pblica, la accesibilidad y las oportunidades, entre otros.

    Desde sus orgenes, la sociedad montevideana se integr con grandes contingentes de inmigrantes de distintas procedencias, idiomas y etnias. Estas colectividades, con su particular patrimonio cultural, contribuyeron a perfilar la identidad montevideana: una sociedad abierta, receptiva, cosmopolita, que preserva el acervo cultural de las diferentes colectividades, a la vez que aglutina hbitos, saberes y lenguajes, y cultiva la solidaridad.

    El barrio fue sinnimo de orgullo y sentido de pertenen-cia; la educacin pblica brind iguales oportunidades y redujo las distancias sociales; el espacio pblico fue el lugar de encuentro, juegos y festejos.

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  • Hasta la dcada de 1960, Montevideo fue una unidad territorial integrada. En el sistema regional de ciudades era reconocida como un espacio de socialidad habita-ble, entendiendo por tal aquel mbito de interaccin entre sujetos sociales que habilita o permite el reconoci-miento del otro como sujeto con quien se establece una relacin social.

    Los cambios estructurales desencadenados desde en-tonces expansin urbana informal de los sectores ms pobres hacia las periferias degradadas y, como contraca-ra, la expansin sobre la faja costera de los sectores de mayor poder adquisitivo son el reflejo territorial de una nueva morfologa social que instala fuertes desequili-brios sociourbanos, que adquieren un carcter estructu-ral con el paso del tiempo.

    El miedo al otro, la desconfianza y la inseguridad se ins-talan en el seno de la sociedad, los ciudadanos se prote-gen tras las rejas y los espacios pblicos son sustituidos por los centros privados de consumo colectivo y las redes sociales virtuales.

    En sntesis, la fractura social modifica las relaciones de convivencia.

    El desafo de la reintegracin efectiva de la sociedad constituye el eje vertebrador de una batera de ins-trumentos puestos a disposicin de la construccin de entornos habitables, propicios a la reproduccin de una matriz de vnculos sociales integradores.

    La ciudad de la convivencia es:

    La que reconoce y cuida su herencia: el patrimonio natural y cultural.

    La que favorece la integracin intergeneracional.

    La que respeta la diversidad y recoge las expectativas de distintos colectivos sociales.

    La que recrea el barrio, las relaciones de vecindad, la escala humana.

    La que dispone de una amplia oferta cultural, espa- cios y equipamientos con accesibilidad universal.

    La que alberga ciudadanos solidarios, respetuosos de las normas de convivencia y cuidadosos del ambiente.

    La que brinda proteccin, contencin y seguridad.

    La que conquista al visitante.

    La que transita un camino de entendimiento, de plu- ralismo, de tolerancia y de dilogo.

    Limpia, accesible y fcilmente transitable.

    Se reconocen como aspectos clave:

    1. El espacio pblico.

    2. La accesibilidad.

    3. Las reglas de convivencia.

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  • 1. El espacio pblico

    El espacio pblico es el lugar de la convivencia y de la tolerancia, pero tambin del conflicto y de la diferencia, es el lugar de aprendizaje de la vida social, de descubri-miento de los otros; es un hecho social y comunitario en el que se fortalecen la conciencia cvica y los lazos cer-canos entre sujetos diferentes. Es mbito de convivencia democrtica por excelencia, y como tal se caracteriza por el dominio pblico, el uso social colectivo y su multifun-cionalidad.

    En efecto, desde el punto de vista jurdico, el espacio p-blico est sometido a una regulacin especfica por parte de la Administracin Pblica, que posee el dominio del suelo y garantiza el uso social colectivo para el desarro-llo de mltiples actividades.

    Montevideo tiene un rico stock de espacio pblico en sus reas urbanas consolidadas. En dicho conjunto destacan las ramblas costaneras, con sus maravillosas playas, los grandes parques urbanos y su amplia red de plazas y plazoletas.

    La organizacin tradicional de la ciudad cont con su centro principal, varias centralidades zonales y una red de espacios locales cargados de distintos significados para sus habitantes. En las ltimas dcadas, sin embargo, dicho modelo entr en crisis. La aparicin de distintas ofertas comerciales asociadas al crecimiento expansivo de la ciudad desprovisto de un proyecto global debida-mente equilibrado potenci la desigual dotacin, distri-bucin y calificacin del espacio pblico en el territorio.

    Una sociedad que promueve la convivencia, el acceso a bienes y servicios, y las oportunidades para el intercam-bio democrtico encontrar en un sistema de espacios pblicos calificados y con distribucin espacial equilibra-da, el medio e instrumento capaz de ofrecer condiciones favorables a la convivencia y a la inclusin social.

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  • 2. Accesibilidad y movilidad

    Las reas soporte de los sistemas de circulacin peatonal y vehicular, as como del resto de las redes de infraes-tructura, adoptan una conformacin de carcter lineal o reticular. Son espacios que cumplen un rol conectivo, de integracin fsica y funcional, estableciendo trayec-tos fsicos y simblicos que le confieren continuidad al sistema.

    Con estas caractersticas se reconocen la rambla y los principales estructuradores viales. Complementariamen-te, existen puntos de encuentro de significacin colectiva de distinta escala o nodos condensadores de actividades y equipamientos, con caractersticas de centralidad, vinculados al sistema de transporte pblico.

    El sistema de movilidad y el de centralidades estn ntimamente relacionados. La dialctica entre centralidad y movilidad, y los elementos que interconectan las dis-tintas partes del territorio entretejen la red de vnculos de los ciudadanos entre s y con el territorio. Por tanto, la funcionalidad del sistema es determinante en las condi-ciones de accesibilidad al lugar de trabajo, a los servicios y equipamientos de la ciudad.

    La movilidad es un derecho de ciudadana, ya que supone informacin e intercambio, oportunidades de formacin y de ocupacin, y posibilidades de acceso a las ofertas urbanas.

    En Montevideo, la dinmica de la movilidad ha variado sustancialmente en las ltimas dcadas.

    La retraccin en el uso del transporte pblico por el incremento sostenido del parque automotor y la mayor dependencia del automvil individual alienta desecono-mas en la ciudad, en tanto dificulta la fluidez del trn-sito, afecta la vida til de las infraestructuras, demanda mayor inversin de tiempo en desplazamientos y atenta contra la sostenibilidad de un sistema de transporte con menor demanda cuantitativa pero cada vez ms exigido en cuanto a distancias y recorridos, a raz del crecimiento metropolitano.

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  • En los estratos socioeconmicos ms bajos es mayor el grado de dependencia respecto al transporte colectivo pblico, en tanto los sectores de mayor poder adquisitivo presentan un perfil de marcada motorizacin privada. Por tanto, las inversiones en el sistema pblico tendrn un efecto progresivo y redistributivo. Dos terceras partes de los viajes en Montevideo son realizados por ese medio o por medios activos.

    Tambin las carencias que se detectan en las conecti-vidades transversales a los tradicionales ejes radiales, particularmente las vinculaciones entre periferias, demandan un rediseo del sistema.

    El Plan de Movilidad adoptado por la Intendencia apuesta por un modelo de movilidad pblico sustentable, que ofrezca adecuados estndares de calidad en materia de

    confort, accesibilidad, velocidad, regularidad y confia-bilidad, de modo que represente la mejor opcin para quienes de desplazan a diario.

    El transporte no motorizado deber integrar el sistema de movilidad a travs de trayectos y circuitos preferen-ciales.

    La accesibilidad, sin embargo, no slo significa garantizar buenas conexiones de transporte. Tambin requiere un acceso adecuado a servicios de diversa ndole, como la salud, la educacin, la energa o las redes virtuales de informacin, conocimiento, investigacin y entreteni-miento.

    El Montevideo de la Convivencia ser reconocible por su caracterstica de ciudad accesible, tanto en lo que refiere a los sistemas de interconexin urbana como a las condi-ciones fsicas de accesibilidad a los espacios pblicos o la existencia de itinerarios accesibles.

    Complementariamente, el acceso irrestricto a la infor-macin y a la conectividad digital nos identificarn como una sociedad inteligente que utiliza los avances de las tecnologas de la informacin y la comunicacin al servi-cio de un proyecto de convivencia democrtica.

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  • 3. Reglas de convivencia

    El respeto a las reglas de convivencia que se impone a s misma la sociedad para el uso democrtico del espacio compartido es condicin necesaria para asegurar el ejer-cicio pleno de los derechos ciudadanos. No es suficiente, sin embargo, la aplicacin estricta de normas de con-vivencia y sus instrumentos de control para asegurar la concordancia entre ese marco normativo y las conductas ciudadanas en el uso y goce del espacio pblico.

    El cuidado responsable de lo que es de todos, asumido colectivamente como un deber cvico, ser el resulta-do de un proceso cultural que implica cambios en los hbitos cotidianos y que refiere a valores individuales y colectivos que se incorporan tempranamente.

    El deterioro fsico de bienes pblicos por vandalismo o negligencia que sufrimos cotidianamente refiere a la prdida de valores bsicos, como el respeto o la tole-rancia, y es una forma ms de expresin del quiebre cultural y de la violencia instalada en nuestra sociedad, que emerge como resultado de procesos persistentes de exclusin o marginalidad.

    A fin de recrear la cultura de la convivencia en el espacio pblico es necesario apelar al compromiso ciudadano. Para ello el involucramiento de los usuarios en las defi-niciones programticas y en el diseo de equipamientos e instalaciones en la ciudad, las diferentes formas con-tractuales de gestin compartida y la corresponsabilidad asumida en su cuidado y mantenimiento favorecen el control social que opera espontneamente ante conduc-tas transgresoras cuando se trata de un lugar que los ciudadanos han contribuido a construir, en el que estn arraigados, y cuando existe conciencia colectiva de que lo pblico es de todos.

    El proyecto de Montevideo 2030 propone la convivencia como alternativa para superar la marginalidad cultural y apuesta a una sociedad que asume responsablemente sus deberes cvicos en el cuidado del ambiente y de los bienes pblicos, as como a instituciones que aseguran las necesarias condiciones de confort y seguridad para su disfrute mediante la generacin y aplicacin estricta de un marco legal adecuado y a gobiernos de cercana dispuestos a integrar y generalizar instru-mentos diversos de participacin en la gestin pblica.

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  • Estrategias:

    Disponer de un sistema de espacios pblicos de cali- dad, de diverso alcance y distribucin espacial equilibrada, accesibles y equipados, de modo de ofrecer condiciones favorables a la convivencia y a la inclusin social.

    Calificar las reas urbanas precarizadas no consoli- dadas y construir ciudad en las periferias, incorpo- rando elementos de monumentalidad y visibilidad.

    Proponer estrategias de recuperacin, dignificacin y renovacin del espacio pblico en reas del suelo consolidado, precarizadas y tugurizadas.

    Poner en valor los equipamientos y mbitos de repre- sentatividad e identidad del conjunto de la ciudadana.

    Potenciar las centralidades locales e histricas existentes.

    Concebir los equipamientos colectivos de diverso alcance, escala y uso diversificado en forma sist- mica e integrada, de modo de favorecer apropiaciones y vocaciones.

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  • Poner en valor los elementos patrimoniales y cul- turales asociados al sentido de pertenencia, bienestar y calidad de vida.

    Identificar reas de nueva centralidad y potencialida- des asociadas a nodos de transporte.

    Equipar y proteger la franja costera y los bordes de los cursos de agua como oportunidad para potenciar el disfrute social colectivo de los recursos y ambien- tes naturales.

    Identificar hitos y mbitos representativos de la historia, cultura y valores de la sociedad.

    Contribuir a la apropiacin ciudadana de los espacios pblicos, a su promocin y mantenimiento, de modo de tejer redes sociales entre los usuarios.

    Promover la cultura participativa en las definiciones programticas, de modo de contemplar aspiraciones colectivas e integrar modos de gestin compartida.

    Controlar las diferentes formas de apropiacin del espacio pblico que ocurren dentro o fuera de la formalidad.

    Desentraar la intrincada red que opera en la gestin de los espacios pblicos, de modo de coordinar y compatibilizar el accionar de los diferentes actores institucionales.

    Generar un marco legal en materia de convivencia que regule las conductas ciudadanas en el uso y goce del espacio pblico.

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  • Identificar reas de intervencin prioritaria en fun- cin de las situaciones de mayor criticidad.

    Explorar las posibilidades vinculadas a la cultura, al deporte o a otro tipo de actividades comunitarias.

    Identificar oportunidades urbanas y espacios subuti- lizados con potencialidad de ser volcados al uso pblico.

    Poner en prctica alternativas de gestin innova- doras, basadas en la cooperacin, concertacin social y corresponsabilidad.

    Normalizar y estandarizar los distintos elementos que integran el equipamiento urbano.

    Identificar actuaciones estratgicas de fuerte im- pacto y de escala variable, seleccionadas por su fuerza mixturante y por su potencial capacidad para facilitar la intensidad y calidad de las relaciones sociales, as como para engendrar dinmicas transformadoras sobre sus entornos.

    Disponer de un plan de accesibilidad a los espacios pblicos, de modo de asegurar tanto el acceso fsico como a la informacin y la conectividad digital.

    Igualar las condiciones de acceso a las centralidades y la movilidad desde cada zona del rea metropolitana.

    Construir secuencias urbanas que vinculen las cen- tralidades o nodos de actividad.

    Ponderar particularmente los recorridos a pie y el empleo de medios no motorizados.

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  • Durante mucho tiempo, Montevideo supo ser tierra de oportunidades para los contingentes de inmigrantes que arribaban a sus costas en busca de un futuro mejor, basado en el trabajo y en el esfuerzo.

    El siglo XXI encuentra una sociedad montevideana aque-jada por la prdida de valores asociados a nuestra identi-dad tales como la solidaridad o la tolerancia, en cuyo seno se han instalado desigualdades sociales, estigma-tizacin y conductas discriminatorias que atentan contra el desarrollo individual y la igualdad de oportunidades.

    En trminos econmicos, Montevideo tiene la mayor par-ticipacin en el PIB nacional (55 por ciento), a la vez que constituye un espacio complejo y rico en posibilidades de desarrollo. Exhibe las mejores condiciones respecto al resto del pas en materia de infraestructuras y equipa-mientos, las que acompaa con un alto nivel de actividad que se refleja en las altas tasas de empleo.

    Montevideo cuenta con la mayor dotacin de tcnicos y profesionales, una buena calificacin relativa de su poblacin en el entorno de los 25 a los 65 aos, y una importante capacidad para generar nuevas empresas. Registra tambin los salarios y los ingresos medios por hogar ms altos del pas.

    Sin embargo, su mayor peso econmico no inhibe que se identifiquen algunos puntos dbiles en cuanto a su desempeo.

    Pese al crecimiento econmico sostenido, al incremento de los ingresos e incluso a la reduccin de la desigualdad en la distribucin de la renta, an muchos hogares si-guen viviendo en condiciones de extrema vulnerabilidad,

    lo que impide desplegar las capacidades y potenciales talentos de sus integrantes, as como acceder a oportu-nidades de desarrollo individual y de movilidad social.

    Ante la desercin de las capas medias a la oferta del sis-tema educativo pblico, ste ha perdido calidad y capaci-dad para asegurar la interaccin entre pares de diferen-tes estratos, acentuando as las distintas estructuras de oportunidades en cada caso, determinantes de la mayor o menor probabilidad de que nios y jvenes acumulen activos sociales y capital cultural, imprescindibles para su insercin laboral.

    En un contexto internacional de gran complejidad y aun a posteriori de la severa crisis financiera que afecta la economa mundial desde mediados de 2008, el pas contina transitando desde 2003 un ciclo de crecimiento ininterrumpido a tasas histricas.

    En ese escenario favorable, la capital del pas asumi un fuerte protagonismo en materia econmica, en el que destaca el crecimiento de algunos sectores de actividad vinculados al comercio exterior, y el rol del Puerto de Montevideo como puerta de entrada al pas y la regin.

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  • El notable crecimiento del sector de la construccin le ha permitido erigirse en el principal receptor de IED desde el ao 2007. A la mayor inversin nacional y extranjera en el rea inmobiliaria y productiva, y al crecimiento del sector turismo, se agregan procesos emergentes referi-dos a sectores de actividad con un alto grado de dinamis-mo innovador, lo que resulta una seal auspiciosa.

    En una perspectiva de largo plazo, Montevideo debe asumir el gran desafo de expandir el conocimiento e incrementar el capital humano, de modo de lograr una distribucin equitativa de los beneficios del crecimiento.

    En este contexto, nuestra visin hacia el ao 2030 pro-mueve una estructura productiva basada en un mercado dinmico, intensiva en conocimiento, tecnologa e inno-vacin, orientada a la prestacin de servicios especiali-zados, con una oferta laboral diversa y de calidad. Una sociedad rica en capital humano, que ofrezca oportuni-dades a empresas y trabajadores; que aproveche los be-neficios de la concentracin urbana y difunda sus logros al tejido productivo; que logre la interaccin dinmica entre actividades econmicas integradas; que fortalez-ca su posicin como un polo industrial de servicios a la regin y centro articulador con los mercados externos.

    Montevideo apuesta a la transformacin productiva con equidad, basada en la universalizacin de la educacin y en la expansin del conocimiento, de modo de ser reconocida como una ciudad que brinda oportunidades de formacin y capacitacin, que facilita la insercin laboral de las nuevas generaciones, que promueve a los pequeos emprendedores, que crea puestos de trabajo de calidad y que combate la precarizacin y la exclusin laboral.

    Se identifican como aspectos clave del Montevideo de las oportunidades:

    1. Capital humano.

    2. Vulnerabilidad laboral.

    3. Competitividad y productividad.

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  • 1. Capital humano

    Toda apuesta al desarrollo debe incluir el incremen-to sustantivo de las calificaciones de la poblacin. La economa del conocimiento es una realidad y, al mismo tiempo, fuente de nuevas asimetras sociales. Est basa-da en un recurso renovable sobre el cual se construye la capacidad de producir bienestar a la sociedad. Implica, por tanto, la transformacin de la matriz productiva para pasar de ser un pas productor de bienes primarios a exportador de productos con valor agregado creciente.

    En los ltimos aos, nuestra sociedad ha perdido ca-pacidades y en algunos sectores la desercin temprana del sistema educativo formal tambin ha deteriorado la capacidad de aprender. El fomento del conocimiento, de la ciencia, de la investigacin y de la capacidad de crea-cin endgenas son elementos clave para el desarrollo individual y colectivo. En una situacin de pleno empleo se requerir mano de obra cada vez ms calificada por parte del sector pblico y privado.

    De no mediar polticas de gestin del capital humano, la escasez de competencias que ya se registra en algunos sectores econmicos con fuerte demanda de empleo ten-der a acentuarse y a alcanzar de manera crtica a otras ramas de actividad. La inversin en educacin como pilar para la movilidad social debe combinarse con mecanis-mos efectivos de empleo y niveles salariales dignos para que el ciclo de desarrollo se cierre y la poltica social no se transforme en exclusivamente asistencial.

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  • 2. Vulnerabilidad laboral

    No slo importa la cantidad de empleos sino la calidad de trabajo. En nuestro medio y en situacin de pleno empleo, un porcentaje importante de los trabajadores enfrenta importantes restricciones.

    Los denominados empleos vulnerables incluyen al trabajador autoempleado, al trabajador zafral y en general todo trabajo por fuera de una relacin empleado-empleador.

    El deterioro de la calidad del trabajo tiene estrecha rela-cin con la calificacin de la mano de obra. La poblacin ms vulnerable y menos calificada, desplazada por la propia dinmica de la economa y por las caractersticas del mercado de trabajo, recurre a distintas expresiones de la economa informal como estrategia de supervi-vencia. Ms all del desafo tico del crecimiento sin exclusiones, estas actividades tienen derivaciones apro-piacin del espacio pblico, impactos medioambientales que afectan a la sociedad en su conjunto.

    3. Competitividad y productividad

    Desde hace aos Uruguay pierde competitividad, ha-bindose registrado una cada del 11,4 por ciento en el ao 2012 y, por tanto, es un tema preocupante para la industria nacional.

    La prdida de competitividad est relacionada, entre otras cosas, con el costo energtico. Esta situacin perju-dica sobre todo a las pequeas y medianas empresas que nuclean a muchos trabajadores y generan mano de obra genuina.

    La productividad es clave para que los salarios puedan incrementarse sin que esto impacte negativamente en la competitividad de las empresas.

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  • Las oportunidades de mejora se vinculan a la capacidad para innovar: nuevos entornos de trabajo, nuevas relacio-nes laborales, cambios en los procesos, cadenas logsti-cas eficientes, innovacin tecnolgica y organizacional, y nuevas habilidades de gerenciamiento.

    La diversificacin de la matriz energtica, con la con-siguiente rebaja de los costos operativos, y la provisin de equipamientos e infraestructuras como plataformas tecnolgicas, parques de actividades y centros de inves-tigacin que promuevan sinergias y faciliten las cadenas de valor son aspectos sustanciales para el incremento de la productividad y competitividad.

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  • Estrategias:

    Implementar polticas de fuerte impacto en la formalizacin de las actividades productivas, en la formacin de capital humano y en la generacin de empleos de calidad.

    Asegurar las condiciones materiales y culturales para que nios y jvenes puedan desarrollar sus capa- cidades y talentos, y as ampliar sus oportunidades y expandir el capital social.

    Transformar el mbito productivo local de modo que sea capaz de engendrar un componente creciente en el intercambio con el mundo, basado en el conocimiento.

    Generar un ambiente adecuado para el mejor desem- peo de las empresas: fluidas comunicaciones territoriales y electrnicas, plataformas tecnolgi- cas o logsticas, acceso a infraestructuras urbanas y servicios.

    Dinamizar y fortalecer el tejido econmico so- cial, alentando el emprendedurismo, la localizacin de inversiones inmobiliarias y productivas y la generacin de espacios de convergencia que faciliten las sinergias necesarias.

    Fortalecer las capacidades de innovacin y fomentar la creacin de empresas de base tecnolgica.

    Afianzar la integracin regional y profundizar la co- operacin y lazos entre ciudades para replicar experiencias que promuevan el desarrollo local.

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  • Desarrollar las potencialidades tursticas del de- partamento, la revitalizacin de reas patrimo- niales, la creacin de circuitos tursticos y la insta- lacin de equipamientos que permitan captar el turismo interno, regional e internacional.

    Desarrollar polticas agrcolas sustentables, a fin de mantener los recursos naturales y las caractersti- cas agroecolgicas del rea rural.

    Potenciar el dinamismo del sector servicios y en par- ticular de las actividades logsticas de alcance regional, mediante un sistema de transporte de cargas eficiente y multimodal que minimice los conflictos por el uso del suelo.

    Generar un marco adecuado para el desarrollo de las actividades logsticas e industriales intensivas, a travs de la consolidacin de enclaves y reas especializadas bien localizadas, con buenas conecti- vidades, infraestructuras y servicios.

    Ofrecer el adecuado soporte territorial al desarrollo de las actividades econmicas en general, detectando las oportunidades urbanas para operar las necesarias transformaciones.

    Optimizar el uso de redes y capacidades instaladas en la ciudad, consolidadas para generar sinergias y cadenas de valor.

    Delimitar reas del territorio destinadas al desarro- llo de las distintas actividades econmicas, de modo de ordenar su distribucin espacial y asegurar una oferta adecuada del suelo.

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  • Compatibilizar los distintos usos del suelo y, en particular, los vnculos de los grandes equipamientos productivos con las estructuras y sistemas urbanos.

    Promover la inversin privada y las diferentes formas de asociacin pblico-privada para el desarrollo de proyectos y programas de inters departamental.

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  • En su ms amplia acepcin, el concepto de sustentabili-dad articula la dimensin ambiental con las dimensiones social, econmica y poltica. A lo largo del tiempo, el concepto de sustentabilidad ha evolucionado: no se trata slo de sostener lo que se tiene sino de modificarlo, modificando la situacin de partida en beneficio de la calidad de vida.

    La sustentabilidad involucra la recalificacin y uso social tanto del medio natural como del patrimonio fsico y cultural. Una ciudad sustentable es la que ofrece buena calidad de vida a sus habitantes, minimiza los impactos al medio natural y planifica su desarrollo en forma soste-nida y duradera, con base en la equidad y justicia social.

    Hoy las concentraciones urbanas enfrentan fuertes desequilibrios socioterritoriales, informalidad y precari-zacin del hbitat; en todos los casos stos son factores que atentan contra su desarrollo sostenible y afectan la calidad de vida.

    Los principales conflictos ambientales que hoy enfrenta Montevideo y su rea metropolitana estn directamente relacionados con las actividades humanas:

    Matriz energtica escasamente diversificada y de- pendiente de los combustibles fsiles.

    Prdida de biodiversidad.

    Contaminacin de recursos hdricos.

    Prdida y degradacin de suelos agrcolas y forestales.

    Contaminacin por desechos txicos y peligrosos.

    Asentamientos humanos en situacin de riesgo.

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    Montevideo sustentable

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  • La visin de Montevideo al 2030 es la de una sociedad comprometida con la sustentabilidad, lo cual supone:

    La proteccin de la diversidad de los ecosistemas.

    La responsabilidad individual y colectiva en el cuida- do y ejercicio de prcticas amigables con el ambiente.

    La adopcin de formas de produccin limpias.

    El respeto a las normas ambientales y de convivencia.

    Una red de espacios pblicos calificados, accesibles y equipados para el disfrute ciudadano.

    La distribucin equitativa de equipamientos urbanos y la ms amplia cobertura de servicios e infraestructuras.

    El afincamiento poblacional adecuadamente planificado.

    Se reconocen como aspectos clave del Montevideo sus-tentable:

    1. El patrimonio natural y cultural.

    2. La gestin de los residuos.

    3. Matriz energtica sustentable.

    4. Faja costera y cuencas hidrogrficas.

    5. El entorno, la cultura y la produccin rural agrcola.

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  • 1. El patrimonio natural y cultural

    Como resultado de las actividades humanas y de las transformaciones territoriales, los elementos constitu-tivos del medio fsico y biolgico presentan prdida de aptitudes y contaminacin.

    Respecto a los recursos de subsuelo se consolida la ten-dencia al crecimiento del consumo de recursos minera-les, sobre todo para obras de infraestructura.

    La regin metropolitana ha alimentado de recursos del subsuelo a la capital. Durante su explotacin, las minas causan diversos impactos ambientales polvo, inun-daciones y contaminacin de las aguas superficiales, a lo cual se suma la falta de acciones correctivas en la situacin de abandono.

    En lo que refiere a los recursos hdricos, la imper-meabilizacin creciente del suelo ha trado aparejada la ocurrencia de inundaciones en zonas pobladas, el aporte de mayor cantidad de contaminantes a los cuerpos de agua receptores y la disminucin de la infiltracin que constituye la recarga de los acuferos.

    La baja calidad del agua de la baha es un antiguo problema ocasionado por dos aportes principales: el sa-neamiento y el drenaje urbano. Por otra parte, los suelos agrcolas de Montevideo estn entre los ms degradados, lo que afecta su rentabilidad; a ello se suma el alto por-centaje de predios en estado de abandono.

    En cuanto a la calidad del aire, las condiciones geogr-ficas de Montevideo favorecen la dispersin natural de emisiones contaminantes. En trminos generales, los ni-

    veles de contaminacin son inferiores a los valores de re-ferencia determinados por organismos internacionales. El transporte es la principal fuente mvil de contaminacin, en tanto como fuentes fijas se destacan los emprendi-mientos energticos (la planta de la refinera de Ancap, la Central Batlle y la Central de La Tablada).

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  • 2. La gestin de los residuos

    Un problema serio que enfrenta nuestra sociedad es el manejo de los residuos (domsticos, industriales, comerciales, etctera). Los cambios en los patrones de produccin y consumo, as como el incremento de la actividad econmica, han determinado una tendencia de crecimiento sostenido en su generacin.

    El mayor impacto en la situacin del departamento respecto a la limpieza proviene de la dispersin de los residuos como consecuencia de actividades informales de recoleccin y reciclaje.

    Una gestin inadecuada de los residuos slidos urba-nos impacta negativamente en la calidad de vida, en el ambiente urbano y en la preservacin de los recursos naturales, en particular suelo y agua. Su gestin integral debe abarcar todas las etapas del proceso: generacin; clasificacin; almacenamiento; transporte; reciclado, tratamiento y disposicin final.

    Los impactos ambientales se asocian tanto a los procesos formales como informales. Estos ltimos involucran a una poblacin sumamente vulnerable.

    Se debe desarrollar una estrategia de largo plazo que incorpore consideraciones sociales y econmicas en el abordaje de esta problemtica, as como una atencin particularizada a cada una de las etapas del circuito, de modo de incorporar prcticas amigables con el ambiente: seleccin en origen, recoleccin selectiva y un sistema de disposicin final que considere su valorizacin energti-ca; todo ello abordado desde una perspectiva regional o metropolitana.

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  • 3. Matriz energtica sustentable

    La eficiencia energtica y el empleo de fuentes renova-bles representan un potencial importante para mitigar los efectos negativos del consumo energtico en con-tinuo incremento y de la alta dependencia de la matriz energtica con respecto a los combustibles fsiles y del sobrecosto consiguiente.

    A partir de la generacin de un incipiente marco regula-torio, resulta muy auspiciosa la perspectiva respecto a la aplicacin de criterios de eficiencia energtica en las edificaciones y en el transporte pblico, y el consiguiente ahorro en el consumo de energa para los prximos aos.

    El concepto de edificacin sustentable involucra no slo la incorporacin de nuevas tecnologas, sino tambin la consideracin de criterios de eficiencia desde la etapa de diseo y de evaluacin del comportamiento trmico de los materiales seleccionados.

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    Considerando la participacin preponderante del sector transporte en la matriz de consumo departamental, la sustentabilidad energtica tambin se relaciona con un sistema de movilidad eficiente que apunte a la reduccin del uso del vehculo particular y al estmulo del trans-porte no motorizado.

  • 4. Faja costera y cuencas hidrogrficas

    Las cuencas fluviales departamentales son los sistemas ms afectados por fuentes contaminantes originadas en las actividades humanas.

    La fragilidad ambiental de las cuencas hidrogrficas est ntimamente relacionada con procesos de ndole social y econmica. La ocupacin informal, el relleno de las mrgenes de los cursos de agua por parte de la pobla-cin ms vulnerable y las actividades de clasificacin y descarte de residuos que sta desarrolla como estrate-gia de supervivencia representan una de las principales amenazas a la calidad de las aguas y a los ecosistemas naturales.

    Adems, los riesgos y condiciones medioambientales crticas de este tipo de asentamientos humanos se vern agudizados por el probable incremento de la magnitud y frecuencia de las inundaciones en los prximos aos.

    Otro aspecto preocupante refiere a los procesos conta-minantes asociados a la produccin agropecuaria (Santa Luca).

    La gestin de los recursos hdricos superficiales debe considerar la cuenca hidrogrfica como unidad de ges-tin, integrando las polticas pblicas sectoriales con el ordenamiento del territorio.

    Por otra parte, el espacio costero del departamento, espacio pblico recreativo por excelencia y paseo emble-mtico de los montevideanos, representa un elemento de fuerte presencia y singularidad paisajstica.

    El ordenamiento del espacio costero deber orientarse a la conservacin y promocin del desarrollo sostenible de sus valores naturales, patrimoniales, culturales, sociales y econmicos, reivindicando ante todo su accesibilidad, el uso pblico irrestricto y la calidad de sus equipamientos.

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  • 5. El entorno, la cultura y la produccin rural agrcola

    La zona rural del departamento abarca ms del sesenta por ciento del territorio departamental. Combina reas de patrimonio natural con valores ecolgicos significati-vos y zonas de produccin agropecuaria, desarrollada en granjas familiares de pequeo porte. El destino principal de esta produccin es el mercado interno. De esta forma se asegura a la poblacin de Montevideo el abasteci-miento alimentario en rubros en los que no se dispone de alternativas nacionales.

    En los ltimos aos el espacio agrcola ha ido cediendo terreno ante el avance de usos industriales y logsticos, actividades extractivas y expansin informal de las peri-ferias, a lo que se agrega un proceso reciente de susti-tucin de cultivos tradicionales por otros con destino a sintetizar biocombustibles. El rea de interfase entre lo urbano y lo rural es la que experimenta las mayores tensiones. En ella se registra un alto porcentaje de suelos con potencialidad productiva en situacin de abandono o subutilizacin.

    Por otra parte, se verifican diversos grados de alteracin de ecosistemas frgiles y zonas naturales relevantes con paisajes caractersticos, tales como humedales, dunas costeras, playas y baados.

    Ms all de la importancia de consolidar la produccin primaria en el departamento, y con ello contribuir a asegurar la soberana alimentaria, la diversidad y riqueza paisajstica y econmica del rea rural montevideana y sus valores culturales constituyen atributos peculiares a ser preservados como parte de nuestra identidad.

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  • Estrategias:

    Preservar y restaurar la matriz ambiental del territo- rio montevideano, atendiendo a sus recursos geolgicos e hdricos, sus ecosistemas y su biodiversidad, integrando sus lgicas a los procesos de urbanizacin y transformacin territorial.

    Reafirmar la proteccin y promocin de reas rurales de alta naturalidad y de prioridad agrcola, con par- ticular consideracin del rea de interfase urbano- rural.

    Reducir y minimizar la vulnerabilidad y los riesgos socioambientales ante la variabilidad climtica.

    Propender a la mejora de la calidad ambiental y con- diciones higinico-sanitarias de las reas urba- nizadas.

    Promover la diversificacin de la matriz energtica departamental mediante la mayor participacin de fuentes de energa limpias y un consumo eficiente y responsable.

    Ordenar y controlar el desarrollo territorial, de modo de estimular el uso racional y responsable del suelo y preservar su sustentabilidad.

    Promover una poltica integral de mejora y man- tenimiento del arbolado y acondicionamiento verde en plazas, parques y vas de trnsito.

    Recuperar ecosistemas frgiles con diversos gra- dos de alteracin, con particular nfasis en las cuencas hidrogrficas y en la faja costera.

    Concebir un sistema de transporte pblico energti- camente eficiente, que integre y promueva el transporte activo.

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  • Participacin y democracia son dos conceptos ntima-mente relacionados.

    Ante los retos insoslayables de la sostenibilidad, resultan cada vez ms relevantes la integracin y la cohesin so-cial, la participacin sostenida de los ciudadanos en las decisiones de gobierno que les ataen y la corresponsa-bilidad asumida respecto a las consecuencias de acciones y decisiones en el devenir como territorio y sociedad.

    Sin embargo, no es posible restringir la idea de par-ticipacin al mayor o menor involucramiento de los ciudadanos en los asuntos pblicos. Existen mltiples redes y colectivos sociales cuyos integrantes se sienten convocados y se movilizan por la defensa de diversas causas y derechos especficos que trascienden el inters individual, con los que asumen un fuerte compromiso. Sin duda, esos ciudadanos son partcipes en gran medida de la vida comunitaria y colaboran al bien comn, si bien son ajenos a las prcticas y espacios que habitualmente se asocian a la participacin.

    Por su parte, la sociedad informacional introdujo modi-ficaciones en las relaciones tanto de los ciudadanos con las instituciones como en los vnculos de los ciudada-nos entre s. El uso democrtico de las tecnologas de la informacin y la comunicacin puede lograr mayor acercamiento entre instituciones y movimientos cvicos, y una relacin ms fluida entre ambos.

    Se considera esencial promover el inters y el compro-miso ciudadano en el proyecto colectivo abriendo los espacios y canales necesarios para que ello sea posible.

    Montevideo democrtico y participativo

    Nuestra sociedad cuenta con una cultura poltica demo-crtica de largo aliento. Sin embargo, la propia matriz del Estado uruguayo ha consolidado el centralismo y ha generado inequidades notorias entre regiones, departa-mentos, ciudades y microrregiones, condicionando las oportunidades de desarrollo y bienestar individual.

    El ingreso de la descentralizacin en la agenda pblica estuvo inicialmente vinculado al proceso de reforma y modernizacin del Estado para mejorar su eficiencia. Con el tiempo se lo relacion con la promocin de la partici-pacin ciudadana y con la ampliacin de las bases de la democracia.

    La introduccin de la descentralizacin en Montevideo a partir de 1990, fue un cambio emblemtico con fuerte arraigo en el entramado social barrial. La transferen-cia de competencias implic el traslado progresivo de autoridad, recursos y mbitos de gestin. Este proceso se caracteriz por etapas de profundizacin, consolidacin y tambin de repliegue.

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  • El nuevo escenario institucional, sin embargo, no asegura por s solo el involucramiento, la recuperacin de la con-fianza y la disposicin masiva de la poblacin a ejercer sus derechos cvicos y a expresar sus expectativas, prioridades, demandas o propuestas, ms all de las instancias electo-rales.

    Hacia el ao 2030 promovemos:

    Una sociedad en la que los individuos o grupos socia- les organizados encuentren sus espacios de ex- presin, confen en que su opinin ser tenida en cuenta por las instituciones a la hora de tomar decisiones y asuman con responsabilidad su compro- miso social y su capacidad de intervencin en asuntos pblicos.

    Gobiernos locales con fuerte arraigo en el territorio estrechamente vinculados a los movimientos cvicos, receptivos y con capacidad de respuesta a las iniciativas.

    Marco poltico institucional flexible que habilite prc- ticas innovadoras de participacin y que democratice el acceso a la informacin y comunicacin a travs de las nuevas tecnologas.

    Una ciudad que promueva el derecho a la participacin poltica mltiple, deliberativa, referenciada territorialmente, con diversidad de procedimientos, actores e instrumentos.

    Se reconocen como aspectos clave del Montevideo demo-crtico y participativo:

    1. Organizacin institucional.

    2. Espacios innovadores de participacin.

    1. Organizacin institucional

    La organizacin poltico-administrativa del Estado uru-guayo resulta de una matriz fuertemente centralista que concentra los diversos mbitos de decisin en el nivel nacional.

    En la definicin de polticas, programas y proyectos del gobierno central no siempre est considerado el anclaje territorial de esas polticas ni sus impactos en territorios sujetos a una administracin que cumple un rol subsidia-rio, como es el caso de los gobiernos departamentales y municipales.

    La Ley N 18.567 de descentralizacin poltica y participa-cin ciudadana pretende solucionar esos desajustes entre las estructuras de gobierno, implantando un modelo capaz de generar mayor acercamiento de los ciudadanos a los temas pblicos y de gestin, as como una construccin ms equilibrada e inteligente del conjunto.

    El nuevo orden facilita encauzar polticas focalizadas en el territorio, orientadas a promover potencialidades y vocaciones locales en materia cultural, productiva, etc-tera, y a encauzar inversiones, de modo de apuntar a un desarrollo ms equilibrado y sustentable del conjunto del territorio.

    El municipio es el mbito de la poltica de proximidad. Es el espacio de concertacin entre los actores sociales e instituciones para llevar a cabo sus proyectos colectivos. Es, en definitiva, un espacio de innovacin en las polticas democrticas.

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  • Pero la fragilidad de los gobiernos de cercana en cuanto a recursos y poder de decisin, y los lmites an impre-cisos en la definicin del alcance de la agenda municipal demandan una estrategia descentralizadora progresiva que contemple capacidades institucionales efectivas.

    Tambin requiere poner en prctica estrategias articula-doras y un relacionamiento interinstitucional innovador de tipo contractual y cooperador entre las diferentes estructuras y niveles de gobierno, para el aterrizaje de las polticas pblicas en los territorios, de modo de contra-rrestar la lgica de funcionamiento de un orden adminis-trativo basado en la verticalidad y sectorialidad.

    Para contar con municipios fortalecidos tambin se requiere una estructura centralizada fuerte y efectiva en el cumplimiento de los cometidos que la misma retie-ne para s, as como espacios de dilogo y concertacin central-descentralizado que oficien de nexo entre Estado y ciudadana.

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  • 2. Espacios innovadores de participacin

    La participacin ciudadana no es una exigencia retrica ni una formalidad administrativa, sino que refiere a un debate orientado por objetivos polticos explcitos en el que han de poder intervenir muchos actores.

    Para que todos dispongan de similares oportunidades de participacin es necesario proporcionar los medios a quienes no los tienen y as lograr que se expresen todos los intereses, y que emerjan aspiraciones y reinvindi-caciones de grupos minoritarios que se movilizan por causas que no suelen estar en la agenda pblica y que no siempre encuentran sus medios de expresin.

    El espacio de la sociedad poltica es el que crean y ocu-pan todas las organizaciones y formas de accin colectiva cuando van ms all de objetivos e intereses inmediatos y corporativos. La participacin es informacin, debate, negociacin, y puede derivar en diversas frmulas de cooperacin.

    Una gestin pblica transparente, procedimientos habituales de consulta de opinin en las fases iniciales de programas y proyectos, campaas de informacin y comunicacin que preceden a su implementacin, e instancias pblicas de rendicin de cuentas son prcti-cas que contribuyen a despertar el inters y a generar adhesiones.

    Finalmente, resulta relevante la capacitacin para la participacin, apostando al incremento de la capacidad autnoma de los ciudadanos para administrar el poder que se les transfiere.

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  • Estrategias:

    Enfatizar, jerarquizar y redimensionar el rol de los municipios y afianzarlos en la percepcin ciudadana, de modo de potenciarlos como escenarios privilegia- dos de integracin social, dotndolos de instrumen- tos legales y financieros suficientes para su consoli- dacin institucional efectiva.

    Avanzar en la construccin de ciudadana, incre- mentando el conocimiento y el margen de accin de los ciudadanos para debatir, decidir y ejecutar.

    Apoyar los procesos organizativos de los grupos sociales, la sinergia entre los movimientos comunita- rios y la consolidacin de alianzas.

    Brindar a los gobiernos municipales un marco terri- torial que permita integrar planes, programas y acciones del mbito local, asegurando la necesaria coherencia y compatibilidad entre las diferentes escalas.

    Promover arreglos institucionales que permitan y alienten formas de planificacin y gestin coordina- da para el aterrizaje de las polticas pblicas en los territorios.

    Desarrollar espacios y prcticas de consulta ciuda- dana y participacin innovadoras, con el apoyo de las nuevas tecnologas.

    Planificar las atribuciones y cometidos a transferir a la rbita municipal a lo largo del tiempo y en forma progresiva, as como los recursos humanos y mate- ria les necesarios para su cumplimiento en forma eficiente.

    Incorporar mecanismos y disear herramientas de comunicacin con la poblacin, amigables, in- teractivas y de actualizacin permanente, con el objetivo de transparentar la gestin y profundizar los niveles de informacin.

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  • El pensamiento estratgico sobre la ciudad deriva en la formulacin del Plan y ste a su vez se concreta a travs de un conjunto de proyectos estructurantes considera-dos relevantes para la traduccin de las estrategias en realidades.

    Los proyectos que integran la Agenda Estratgica son los instrumentos que le confieren visibilidad y credibilidad al Plan.

    Surgen de un esfuerzo selectivo, a partir de la evaluacin de su previsible impacto en la transformacin efectiva de la situacin de partida, a favor del cumplimiento de los objetivos del Plan.

    Agenda estratgica

    A continuacin se describen los proyectos con ese ca-rcter que hoy integran la agenda pblica, tanto depar-tamental como nacional, destacando el hecho de que se trata de una agenda abierta.

    La participacin responsable y comprometida de diversos actores pblicos y privados en la etapa que se inicia permitir encontrar nuevas formas de abarcar la realidad compleja, e integrar mecanismos innovadores de gestin y cooperacin, as como completar la agenda inicial con la inclusin de aquellos proyectos que cuenten con amplio respaldo social y en torno a los cuales sea posible generar estrategias articuladoras y fuertes compromisos, de modo de asegurar su viabilidad y sostenibilidad.

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  • CEDEL Plan Cabras

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  • PAU - 3Plan Parcial Goes

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