Proyecto Personal de Vida

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PROYECTO PERSONAL DE VIDA

¿Por qué un proyecto personal de vida como herramienta para el proceso de crecimiento en la vida de fe de los/las jóvenes? ¿Para qué un proyecto personal?; ¿qué papel puede jugar dentro de dicho proceso de crecimiento? ¿Cómo se puede plantear esta iniciativa para que sea bien acogida y asumida? ¿Qué actores han de intervenir en la utilización de dicha herramienta? ¿Siempre ha de ser igual la forma de afrontar un proyecto personal de vida?

Alguna de estas preguntas puede formar parte de nuestras inquietudes como agentes de pastoral juvenil. Detrás de nuestro trabajo pastoral siempre está la inquietud de favorecer que cada persona descubra una nueva forma de contemplar y de vivir la existencia, guiada por los valores del Reino. En nuestro propio caminar hemos ido utilizando una serie de mediaciones que nos han ayudado a ello: vivir un proceso de crecimiento en grupo, contar con el testimonio de otros hermanos/as mayores y, entre otros, haber realizado un proyecto personal de vida a través del cual hemos vehiculado nuestro propio crecimiento guiados por el Espíritu.

Si yo he descubierto en mi proceso que la actitud de servicio es fundamental para crecer, éste es mi principal argumento para saber que a los/las chavales/as que acompaño también les será de utilidad. Otra cuestión será la forma y manera de plasmar y de vivir dicha actitud en personas de otra generación y con distinta sensibilidad a la mía. De igual modo ocurre si he descubierto el valor de recurrir a un proyecto personal de vida (en adelante PPV).

Si yo no he trabajado nunca un PPV o lo he hecho con un resultado infructuoso, tal vez sea mejor que me plantee si estoy en una situación idónea para proponérselo a otros, porque “nadie da lo que no tiene”.

En todo caso, que estas líneas que vienen a continuación puedan servir tanto a los que están convencidos como a los dudosos del valor del PPV, para recibir nuevas ideas que alimenten nuestro trabajo pastoral.

1. ¿POR QUÉ UN PPV?

Los seres humanos nos percibimos como seres abiertos, en construcción, por hacer. En suma, somos un proyecto de vida, nos lo planteemos o no de un modo abierto y consciente.

Albergamos en nuestro interior una serie de preguntas existenciales a las que vamos buscando respuesta a lo largo de nuestra vida. El camino de búsqueda de las respuestas a estas grandes preguntas e inquietudes se teje en una serie de etapas, no necesariamente lineales, que requieren de una lectura conjunta para que podamos comprender la trayectoria seguida hasta el momento y la dirección hacia la que apunta para seguir avanzando.

Por otra parte, en nuestra sociedad actual, marcada por el pluralismo de opciones vitales y por la dificultad de encontrar grandes referentes colectivos con los que sentirse plenamente identificados, resulta más precisa que nunca la tarea personal de construir unas convicciones y actitudes propias que ofrezcan un marco de sentido, y de hacerlo acompañados por otras personas que se muevan en una búsqueda común a la nuestra.

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Centrándonos en nuestra actividad pastoral, los/las jóvenes que han recibido una invitación de Jesús, “ven y sígueme”, perciben de modo intuitivo que habrá que recorrer un camino para llegar a parecerse a ese modelo de vida que encuentran en Él. Dicha intuición se ve reforzada por la presencia de testigos (catequistas, cristianos de otras comunidades…), que también están en camino y a los que el/la joven puede tomar como referencia más cercana de este proceso vital que conlleva “revestirse de la nueva condición humana”.

Elaborar un PPV y tenerlo como referente de nuestra vida no es la solución para todas estas cuestiones. No es “el” modo de resolver los grandes interrogantes existenciales del ser humano, ni “el” ingrediente esencial en la construcción de la propia identidad ni, por supuesto, “el” modo de transformarse en el hombre o mujer nuevo/a. En mi opinión es algo más modesto, hasta prescindible en determinadas épocas de nuestra vida -al menos como una tarea metódica y explícita- pero desde mi propia experiencia y la de muchos/as otros/as hermanos/as, creo también poder afirmar que se puede convertir en una herramienta de gran valor para avanzar en todos estos órdenes. Y como tal, creo que merece la pena ser conocida y propuesta.

2. ¿Para qué un PPV?

Concretamente, el PPV es una mediación para el crecimiento espiritual de las personas. Este crecimiento se da a través de un proceso -del que hablaremos enseguida- que puede ser vivido de un modo más o menos consciente por la persona que lo experimenta. La apuesta inicial es que cuando se utiliza el PPV, hay más posibilidades de avanzar en dicho proceso y que, por lo tanto, merece la pena que lo intentemos.

2.1. Una visión del proceso de crecimiento espiritual.

En todo proceso de crecimiento espiritual –me atrevería a decir que, independientemente de la fe de que se trate- se suelen dar las siguientes etapas:

a. Fase desestructurante (“muerte del hombre/mujer viejo/a”)

Cuando la persona descubre (en nuestro caso) en la persona de Jesús y su causa, el Reino, un valor muy importante para su vida e incluso el más importante, de manera inevitable va viviendo un proceso de contraste entre sus actuales opciones vitales, valores, actitudes y actuaciones y aquellos con los que se quiere asemejar o asumir.

Alguien podría plantear con toda lógica: -Pero este proceso, ¿termina en algún momento como para considerarlo una fase? Porque, al menos en mi caso, después de muchos años intentando ser cristiano, me siento permanentemente en contraste.

Y tendríamos que darle toda la razón. Sin embargo, también es cierto que hay una etapa en la que dicho proceso se da de manera particularmente significativa, en donde el deseo de cambiar y de crecer en la dirección del evangelio resulta muy intenso.

b. Fase de reelaboración y objetivación (“éxodo”)

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Tras ese primer gran impulso de la fase anterior, la persona se encuentra en la necesidad de conocer y reflexionar qué ha de hacer para pasar desde lo que “realmente es” a lo que “realmente está llamado a ser”.

Resulta por tanto fundamental conocer con detenimiento la persona de Jesús y su mensaje del Reino para ir adquiriendo un nuevo modo de mirar la realidad en general y la realidad personal. Para adquirir este conocimiento profundo no habrá que desdeñar ninguna mediación posible: la oración, como encuentro personal con ese Dios que habita en nosotros; el estudio de la Biblia y de la teología como ayuda para adquirir una idea más objetiva y razonable de nuestra fe; la experiencia de la fraternidad, como espacio donde construir una parábola del Reino; el compromiso por la justicia y la solidaridad con los pobres y marginados, como expresión del dinamismo espiritual que condujo a Jesús.

Así mismo ayudará enormemente si la persona se embarca en la tarea de un mayor conocimiento de su personalidad: de sus auténticos valores, deseos y necesidades, de sus mecanismos y respuestas defensivos, etc., queriendo apreciar mejor de qué barro estamos hechos, para hacernos planteamientos de fe más realistas y positivos con nuestra propia persona.

c. Fase reestructurante (“nacimiento del hombre/mujer nuevo/a”)

La persona ha ido descubriendo y construyendo una nueva identidad en la fase anterior, al constatar la realidad de su ser y la realidad de lo que está llamado a ser según los ideales evangélicos. En cierto modo, ha encontrado su propia “consigna espiritual” (de la que hablaremos más adelante), desde la cual va a seguir organizando y estructurando su vida presente y futura.

En esta fase, la pregunta no será tanto ¿qué he de hacer para vivir conforme al Dios de Jesús y construir el Reino? sino más bien ¿cómo puedo vivir estas nuevas situaciones que se me van dando, desde mis opciones de fe?

Esta visión del proceso de crecimiento espiritual refleja un dinamismo que podríamos representarlo en una doble dirección:

- De manera lineal, histórica, de modo que la vivencia de una fase me va abriendo las puertas de la siguiente.

- De manera circular y hacia abajo (como una elipse), puesto que nos vamos encontrando permanentemente ante la necesidad de tomar opciones nuevas y de afianzarnos en las anteriores con un mayor grado de compromiso. Y hacia abajo, para que recordemos la paradoja de que el/la cristiano/a crece cuando se hace más pequeño, cuando está con “lo pequeño” de nuestro mundo.

3. ¿Qué es un PPV?

En los apartados anteriores hemos comentado algunas razones de por qué hemos de utilizar el PPV en el trabajo pastoral con los/las jóvenes y también para qué sirve, al servicio de qué proceso de crecimiento está.

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Conviene que, de un modo sencillo, describamos también lo que entendemos por PPV, para que cada lector sepa situarse debidamente.

El Proyecto Personal de Vida es un medio o instrumento que utilizo para favorecer el crecimiento espiritual, esto es, para avanzar en el seguimiento de Jesús y en la construcción del Reino, desde un proceso paulatinamente integrador de nuestra FE, nuestra VIDA y nuestro MUNDO, sabiendo de dónde parto (mi realidad actual), a dónde quiero llegar (la realidad a que me siento llamado) y qué camino voy a utilizar para conseguirlo.

5. ¿Qué PPV hay que hacer en cada fase del proceso de crecimiento espiritual?

Los objetivos y pretensiones de un PPV realizado por un/a joven cuando se acerca al mundo de la fe son muy diferentes de los que ha de tener cuando ya ha hecho una opción fundamental por seguir a Jesús y su Reino. Vamos a proponer dos modelos de PPV que correspondan a ambas situaciones, de modo que se pueda hacer una propuesta más personalizada.

5.1. El primer PPV

Sería el que ha de proponerse a un/a joven que está en la fase de desestructuración o iniciando la de reelaboración y objetivación.

Ante todo ha de ser “sencillo”, “alcanzable” y “flexible”. Aludiendo a cosas que ya se han expresado, el/la joven que se plantea por primera vez hacer un PPV no tiene ningún referente sobre el que apoyarse, es una experiencia nueva. Incluso en el caso de jóvenes que estén trabajando en otro tipo de grupos, desarrollando proyectos, encontrarán una gran dificultad para aplicar esta dinámica de trabajo a su propia vida y, concretamente, a una vida de fe en la que se están iniciando.

Para saber si nuestra propuesta de PPV es “sencilla” tendremos que establecer una fuerte interacción con la persona, conocer su realidad, su lenguaje y cultura, así como constatar si se adueña de los conceptos y planteamientos realizados.

Los objetivos y acciones de todo proyecto deben ser “alcanzables” y medibles. Ciertamente en planteamientos espirituales como los de un PPV la medición se complica bastante y el alcance de los propósitos tiene un fuerte componente subjetivo. Al tratarse de una primera experiencia es importante ayudar a que el/la joven se plantee retos realistas y alcanzables a corto plazo, de modo que la consecución de los mismos le estimule a seguir adelante.

La “flexibilidad” alude a una actitud que conviene fomentar desde el principio, desde la convicción de que nuestras vidas son muy cambiantes y que, sobre todo, no es nada sencillo interpretar qué es lo quiere Dios de nosotros o dicho de otro modo, cómo vivir evangélicamente una determinada situación. Dicha actitud ha de favorecer que no se tome el PPV como algo cerrado y definitivo, sino más bien como algo vivo, cambiante, que ha de ser revisado permanentemente, para adaptarse mejor a nuestra realidad y para responder más fielmente a lo que nos sentimos llamados a vivir.

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Una vez dicho esto, este PPV inicial se puede plantear como un trabajo anual a revisar periódicamente de manera conjunta, bien con el catequista bien con el grupo o comunidad.

Recomendamos para la elaboración del PPV que se haga un trabajo conjunto con el/la joven, adoptando una perspectiva de la vida del ser humano en clave relacional. En cada una de las relaciones fundamentales de la persona, propondremos unos ideales a alcanzar inspirados en el evangelio, frente a los que el/la joven deberá situarse, ayudado por preguntas como ésta:

¿Cuáles me atraen más?

¿Cuáles creo que necesito trabajar más en este momento?

¿Qué medios o acciones puedo llevar a cabo para dirigirme hacia esos ideales?

¿Cómo voy a saber si estoy viviendo positivamente esos medios o acciones?

Sugerimos esta división relacional de la vida de una persona e incluimos algunos posibles ideales que pueden plantearse:

RELACIÓN CON UNO MISMO

Lograr un conocimiento adecuado de mi persona, historia, situación actual, posibilidades (recursos, aptitudes) y límites. Alcanzar un grado suficiente de autoestima y autoaceptación. Conocer los propios valores, motivaciones, deseos, necesidades y defensas. Vivir adecuadamente los sentimientos, especialmente la afectividad y la agresividad.

RELACIÓN CON DIOS

Conocer qué imagen de Dios tengo y confrontarla con el Dios del Reino que nos muestra Jesús. Buscar una integración entre la fe y la vida, de modo que el evangelio oriente nuestra conducta ordinaria. Mantener una relación viva, afectiva y efectiva con Dios, ayudándonos de la oración y los sacramentos. Descubrir nuestra pertenencia al colectivo de seguidores de Jesús y asumir la misión al servicio del mundo.

RELACIÓN CON LOS DEMÁS (CERCANOS)

Adquirir la capacidad suficiente para vincularse y comprometerse en las relaciones. Madurar en la capacidad de amistad por la entrega de sí y la acogida del don del otro. Vivir las relaciones de pareja desde un amor que tenga en cuenta la gratuidad y la libertad. Aprender a ser hijo/a y hermano/a en mi familia. Adquirir la convicción de la fraternidad, de la bondad de vivir en comunidad y de tener actitudes fraternas con los demás.

RELACIÓN CON LA SOCIEDAD

Adquirir una conciencia crítica de lo que ocurre en nuestra sociedad, de los valores que se proponen y saberlos contrastar con el evangelio. Incorporar nuestra realidad al concretar lo que Dios quiere de nosotros. Caminar hacia una opción por la justicia y solidaridad con los más pobres y débiles. Sentirse implicado, afectado, por los problemas de nuestro mundo y actuar en consecuencia a nuestra fe.

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No creo que sea muy productivo preocuparse mucho de que el/la joven elabore algo muy sistemático. Por ejemplo, que tras cada ámbito relacional diga: mi objetivo general es tal, mis objetivos específicos son estos, las acciones que voy a desarrollar son aquellas, los tiempos en que voy a realizarlas son los siguientes...

A quien le ayude que lo haga así, pero lo importante en estos primeros PPV, desde mi punto de vista, es que cada uno/a sea capaz de expresar con sus propias palabras qué desea vivir, frente a unos ideales que se le proponen en los distintos ámbitos relacionales que constituyen su vida. Sólo en los casos en que las expresiones sean vagas o ambiguas, convendrá ayudar a que el/la joven haga un esfuerzo por concretar cómo lo va a vivir y cuándo lo va a evaluar. Pero no debemos olvidar que, en la vida de fe, no todo se puede concretar ni cuantificar; hay aspectos que son más de tipo orientativo y motivador y que también deben aparecer en nuestro PPV.

Este trabajo de planificación inicial se puede hacer con más aprovechamiento si se dedican uno o dos días completos, en una convivencia o similar, donde haya el menor número de distracciones posibles.

ESTRUCTURA DEL PROYECTO PERSONAL DE VIDA

Indicaciones: Es necesario ir realizando cada una de las siguientes partes, de forma serena

y en momentos de oración.

1. ¿QUIÉN SOY?

2. ¿HACIA DONDE VOY?

3. ¿CÓMO ME VEO EN EL FUTURO?

4. ¿CÓMO QUIERO QUE ME VEAN EN EL FUTURO?

CUESTIONARIO DE MISIÓN PERSONAL

Las respuestas a las preguntas que a continuación leerás tienen por objeto brindarte un

material en el que puede basarse el enunciado de tu Misión.

1. ¿Qué cosas quiero tener (posesiones)?

2. ¿Qué cosas quiero hacer (experiencias)?

3. ¿Qué quiero ser (cualidades de carácter)?

4. ¿Cuáles creo yo que son mis mejores cualidades (físicas, sociales, espirituales,

intelectuales)?

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5. ¿Qué cualidades me atribuyen otras personas?

6. Cuando me imagino haciendo algo agradable ¿qué es?

7. Entre todas mis actividades ¿Cuáles son las que me brindan una profunda satisfacción?

8. ¿Cuáles son las cualidades de carácter que más admiro en otras personas?

9. ¿Cuáles fueron los momentos más felices de mi vida? ¿Por qué?

10. Si contara con el tiempo suficiente y con recursos ilimitados ¿Qué elegiría hacer?

11. Cuando pienso en mi trabajo, ¿Qué actividades me parecen más valiosas?

12. ¿Qué cosas creo que debería hacer, aunque la haya descartado muchas veces en mis

pensamientos por distintas razones?

13. ¿Cuáles son las metas permanentes más importantes que deseo alcanzar en cada uno

de los roles más importantes de mi vida?

Rol Profesional:

Rol Familiar:

Rol Generacional:

14. ¿Cuán satisfecho estoy de mi actual nivel de realización en los diversos ámbitos de mi

vida?

15. ¿Qué resultados distintos de los actuales desearía alcanzar en los diferentes ámbitos de

mi vida, en relación con la calidad de mi vida?

16. ¿Cuáles son los principios más importantes en los que se basa mi manera de ser y de

actuar?

17. Si te desahuciarán y tuvieras sólo un mes de vida ¿Qué harías en ese tiempo?

EJERCICIO No.1

1. Desde que me levanto hasta la hora de almorzar ¿qué hago?

2. Desde el final del almuerzo hasta la cena

3. Desde el final de la cena hasta que me voy a dormir

4. Desarrolla este ejercicio de dividir tu rutina diaria.

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Presupuesto del Tiempo

(Día promedio)

Día, Tiempo en Horas y minutos

Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado %

1. Trabajo

2. Estudio

3. Actividades Biofisiológicas

4. Actividades de compromiso social

5. Tareas domésticas

6. Tiempo empleado

7. Tiempo libre

8. Total del tiempo diario:

Lunes a Viernes

Sábados

Total %

Tiempo empleado

66 12 78

Tiempo libre 19 5 24

85 17 102

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Total del Tiempo

REFLEXIONANDO EL TIEMPO

Imagínate que acudes al médico y éste te dice que te queda un mes de vida, en este mes que

me queda de vida:

1. ¿De qué manera orientaría mi vida?

2. ¿Qué me hubiera gustado hacer?

3. ¿De qué me arrepiento?

4. ¿A qué me dedicaría en este mes de vida que me queda?

Reflexiona sobre esta frase: “No es grato morir cuando se siente que por la vida nada se ha

hecho”

EJERCICIO No. 2

1. Raíces:

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2. Tallo:

3. Ramas y Hojas:

4. Flores:

5. Frutos:

6. Pajaritos:

7. Parásitos:

“Vive según el dictado de tu imaginación, no de tu pasado”

Stephen R. Covey.

SUEÑOS Y ANHELOS

SUEÑOS: ¿Cuáles son mis sueños, aspiraciones, o Ideales en la vida? ¿Qué es lo que

verdaderamente anhelo? (Descríbalos o Dibújalos).

¿Cuáles realmente puedo realizar? ¿Qué debo hacer para lograrlo?

¿Cuál es el trabajo a desarrollar, como un medio para alcanzarlos?

CAMBIO: ¿debo cambiar algo de mi vida para alcanzar mis sueños? (Escriba los aspectos

que debo cambiar).

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay hombres que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.”

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VISIÓN FUTURO

AREAS A VIVIR:

� Humana

� Espiritual

� Familiar

� Académica

� Profesional /laboral

- METAS A CORTO PLAZO (5 MESES)

- METAS A MEDIANO PLAZO (1 AÑO)

- METAS A LARGO PLAZO (2 AÑOS)

AREA METAS ESTRATEGIAS TIEMPO EVALUACIÓN

“Las cosas son difíciles, simplemente porque no nos atrevemos”

Jesús B. Camero