proyecto fuentealba

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tucional de Hamilton-Fuentealba, la definió como un intento «que anularía las conquistas alcanzadas en el campo del área social de la economía» y que «detrás de esta actitud apunta in- clusive la amenaza de destituir al Presidente de la República. No me inquieta, no me inquieta en lo personal este hecho. Me preocupa porque es mi obligación defender la Constitución». Y agregó: «Lo único que me inquieta es que se barrerán las ba- ses de la constitucionalidad chilena, que se quiere cambiar el juego y que se quiere, por lo tanto, precipitar a este país a una lucha muy dura y muy profunda». Para enseguida señalar sus «obli~aciones» como Presidente, cuya enumeración descon- certó a los trabajadores que lo escuchaban: «Es mi obligación, y la voy a cumplir, defender los precep- tos constitucionales. »Es mi obligación evitar el enfrentamiento. »Es mi obligación rechazar toda violencia, física, económica y social. »Es mi obligación impedir que haya un baño de sangre en Chile. »Es mi obligación defender las conquistas de los trabaja- dores y la Revolución chilena.» Pero ocurre que, cotidianamente, para los trab:;ljadores que escuchaban a Allende, la idea de «defender los preceptos consti- tucionales» era una traba para ellos mismos, para su organiza- ción naciente, para impedir el sabotaje, los atentados, el mer- cado negro, la especulación y el abuso de los monopolistas que, a través de sus bandas fascistas adiestradas- por perso- nal de las Fuerzas Armadas, hacían día a día contra todo el apa- rato económico de la nación. Y los jueces, el Parlamento, la le- tra de las leyes y los «preceptos constitucionales» servían para defender a los saboteadores y entorpecer la labor de vigilancia y aumento de la producción de los trabajadores. Avanzar o no avanzar Mientras por un lado el presidente Allende decía en sus dis- cursos que el pueblo debía organizarse en Juntas de Abasteci- mientos y Precios, Consejos Comunales Campesinos, Comités de Producción, Comités de Vigilancia de la Producción, etc., para «defender la Revolución»; por otro, los trabajadores veían co- mo, a través del control de esos organismos por parte de las 146

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  • tucional de Hamilton-Fuentealba, la defini como un intentoque anulara las conquistas alcanzadas en el campo del reasocial de la economa y que detrs de esta actitud apunta in-clusive la amenaza de destituir al Presidente de la Repblica.No me inquieta, no me inquieta en lo personal este hecho. Mepreocupa porque es mi obligacin defender la Constitucin.Y agreg: Lo nico que me inquieta es que se barrern las ba-ses de la constitucionalidad chilena, que se quiere cambiar eljuego y que se quiere, por lo tanto, precipitar a este pas auna lucha muy dura y muy profunda. Para enseguida sealarsus obli~aciones como Presidente, cuya enumeracin descon-cert a los trabajadores que lo escuchaban:

    Es mi obligacin, y la voy a cumplir, defender los precep-tos constitucionales.

    Es mi obligacin evitar el enfrentamiento.Es mi obligacin rechazar toda violencia, fsica, econmica

    y social.Es mi obligacin impedir que haya un bao de sangre en

    Chile.Es mi obligacin defender las conquistas de los trabaja-

    dores y la Revolucin chilena.Pero ocurre que, cotidianamente, para los trab:;ljadores que

    escuchaban a Allende, la idea de defender los preceptos consti-tucionales era una traba para ellos mismos, para su organiza-cin naciente, para impedir el sabotaje, los atentados, el mer-cado negro, la especulacin y el abuso de los monopolistasque, a travs de sus bandas fascistas adiestradas- por perso-nal de las Fuerzas Armadas, hacan da a da contra todo el apa-rato econmico de la nacin. Y los jueces, el Parlamento, la le-tra de las leyes y los preceptos constitucionales servan paradefender a los saboteadores y entorpecer la labor de vigilanciay aumento de la produccin de los trabajadores.

    Avanzar o no avanzar

    Mientras por un lado el presidente Allende deca en sus dis-cursos que el pueblo deba organizarse en Juntas de Abasteci-mientos y Precios, Consejos Comunales Campesinos, Comits deProduccin, Comits de Vigilancia de la Produccin, etc., paradefender la Revolucin; por otro, los trabajadores vean co-mo, a travs del control de esos organismos por parte de las

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  • directivas polticas de los partidos de la Unidad Populur, setransformaban en organizaciones para paralizar la movilizacinde las masas, para impedirles que se prepararan para el verda-dero enfrentamiento que se vea venir: el pueblo con las Fuer-zas Armadas de la burguesa y del imperialismo.

    En el seno del Gobierno, haba una discusin profunda alrespecto. El ministro de Economa, Pedro Vuskovic (indepen-diente de izquierda hasta ese momento, y miembro del partidosocialista a partir de 1973), planteaba, como lo escribiera mstarde en un documento publicado por Revista de la Universi-dad Tcnica del Estado, que el meollo de las dificultades esta-ba en todo lo que significa el carcter de clase del Estado bur-gus, dentro de cuyas caractersticas todava vigentes han veni-do encauzndose las nuevas realizaciones. Toda su estructura,incluso su reflejo en el marco jurdico y hasta en la organiza-cin del aparato administrativo, se haba configurado para aten-der a los intereses del capitalismo y la dependencia, preservarel dominio monoplico y excluir cualquier forma de acceso yparticipacin de los trabajadores. Con ello chocan las nue\.as exi-gencias, esterilizando gran parte de los esfuerzos y agudizandouna contradiccin que slo podr resolverse mediante la susti-tucin de ese Estado burgus por la construccin de un Estadode otro carcter, de un Estado Popular; la participacin de lostrabajadores en la gestin de las empresas del rea social, a tra-vs de su presencia decisoria en los Consejos de Administra-cin y otros mecanismos; las. formas recin iniciadas de exten-sin de esa presencia a los diferentes niveles de decisin ad-ministrativa; las formas todava en germen de su control so-bre el rea privada; la organizacin de los trabajadores y el pue-blo en las Juntas de Abastecimientos y Precios, para ejercer unmayor control sobre el proceso de distribucin; los organismoscomunales, los cordones industriales y muchas otras inicia-tivas, algunas de ellas multiplicadas en la respuesta de los tra-bajadores a la ofensiva reaccionaria de octubre; todas ellasconstituyen otras tantas manifestaciones en esa direccin, quecorresponde profundizar y ampliar urgentemente, tanto paraasegurar el carcter del proceso revolucionario como para ase-gurar los problemas inmediatos.

    Vuskovic planteaba (y con l una minora de las directivasdel partido socialista y el MAPU) que la nica forma de impe-dir el colapso cuando la burguesa y el imperialismo recurrie-ran a su reserva estratgica de dominio (las Fuerzas Arma-

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  • das) era crear una gigantesca movilizacin de masas con 00-jetivos concretos de controlar el aparato productivo y preparar-se para el enfrentamiento militar entre las clases.

    y formulaba tericamente su tesis diciendo:En este perodo, los avances en la realizacin del programa

    han sido suficientemente grandes como para motivar la ms en-conada reaccin del imperialismo y la burguesa, pero todavainsuficientes como para privar a la burguesa nacional de laposibilidad de utilizar el poder econmico que conserva en todasuerte de acciones de obstruccin y sabotaje a la economa. Elloquiere decir, entre otras cosas, que la conduccin econmica nose realiza en un plano de dominio poltico que permita concen.trar la preocupacin en las tareas constructivas. Por el con-trario, en ella se expresa toda una lucha poltica no resuelta,que convierte las acciones econmicas en instrumentos de esamisma lucha. De ah que en cada problema econmico que hoyse afronta no sea difcil identificar la accin deliberada del im-perialismo y la burguesa.

    Con mayor precisin, Vuskovic deca que la burguesa se ha-ba propuesto la tarea de hacer fracasar la poltica econmicadel Gobierno, para quitarle apoyo popular primero y derrocar-lo despus, porque a pesar del nmero de empresas incorpo-radas al rea social, de la estatizacin de los bancos y de laextensin de la reforma agraria la burguesa sigue de tentandoun poder econmico suficientemente importante como para pro-ponerse esta tarea con algunas posibilidades de triunfo.

    Y especificaba: Se trata, en primer lugar, de que an nose completa el rea de propiedad social en los trminos previs-tos. Importantes actividades monoplicas o estratgicas, conti-nan en manos de sus propietarios capitalistas, constituyendouna fuente de cuantiosos ingresos y un instrumento de domi-nio sobre otras empresas. En segundo lugar, el rea social noha llegado a constituirse en el sector efectivamente dominante,capaz de imponer los trminos de funcionamiento y de situar enun marco general de decisiones la gestin de las empresas que,de acuerdo al programa, continan y continuarn integrando elrea privada de la economa. Tampoco se concretan en sta, for-mas efectivas de control por parte de los trabajadores... Entercer lugar, no se ha logrado imponer de modo definitivo unaredistribucin real del ingreso en favor de los trabajadores y delproceso de acumulacin.

    Con estos planteamientos, el entonces ministro de Econo-

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  • ma Pedro Vuskovic, pretendi convencer a Salvador Allende ya su principal apoyo, la directiva del Partido Comunista de Chi-le, de la necesidad imperiosa de dar un salto adelante basn-dose en una gigantesca ofensiva de masas, aprovechando qlletodava las fuerzas reaccionarias y su aparato armado del Es-tado burgus no tienen' la cohesin suficiente como para inten-tar una contrarrevolucin armada. Si no lo hacemos ahora, secompletaba la tesis, despus ser tarde, y la crisis econmicaservir de pretexto para la insurreccin armada de la burguesay el imperialismo.

    Pero, contra Vuskovic estaba el planteamiento de la directivadel partido comunista, a travs de Orlando Millas y Luis Cor-valn, quienes plantearon que eso no se puede hacer. Nuestratarea ahora es impedir que se provoque.a los enemigos. Deacuerdo con el presidente Allende, estimaron que era buenotomar en cu~nta los argumentos del general ato de Santiago,que nos han hecho saber (en mayo de 1972) que estn muypreocupados por el aumento exagerado de la inflacin, el de~-orden con que algunos trabajadores de la ciudad y el campoocupan empresas, y la baja produccin en el rea privada.

    El 17 de junio, el presidente Allende cambi sus ministros.Los dos hechos ms destacados: la salida del ministro de Mi-nera, general de brigada Pedro Palacios Camern; y la del mi-nistro de Economa, Pedro Vuskovic.

    El general Palacios Camern fue retir='ldo del ministerio poracuerdo de los generales de la guarnicin de Santiago, que es-timaron, por imposicin del grupo de los duros en combina-cin con los (,reformistas, que no podemos permitir un miem-bro de las Fuerzas Armadas en el Ministerio,cuando sabemosque el nuevo Gabinete ser dominado por los comunistas estoes una mala imagen para nuestros institutos armados, que sonantimarxistas por doctrina y fundamento.

    El ministro Pedro Vuskovic sali porque el partido comunis-ta exigi el control completo de la parte econmica del Ga-binete para aplicar su poltica de convivencia nacional. A tra-vs de Orlando Millas, que sera sucesivamente ministro de Ha-cienda y de Economa, la bandera del nuevo muequeo de Sal-vador Allende se resumira en las siguientes palabras: Paraavanzar hacia el socialismo, as como ms adelante para cons-truir el socialismo, lo que debe estar en primer lugar es el de-sarrollo de la produccin en todos los campos de la economanacional. Nada hay sin ello.

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  • La directiva del Partido Comunista de Chile y Salvador Allen-de, haban impuesto la tesis de congelar el proceso bajo el lemade consolidar lo que tenemos, primero, para despus avan-zar. Pero ocurra que lo que tenemos era lo que definaVuskovic: un poder econmico sustancial en la burguesa. unrea social de la economa inocua para poder impedir el sabo-taje de la produccin por parte de los enemigos del Gobierno,unas Fuerzas Armadas en constante preparacin para el asal-to final al Poder y una clase trabajadora frenada en sus m-petus revolucionarios, desarticulada a diario por todos esosfactores combinados y objeto de una relativamente exitosa cam.paa de propaganda de la oligarqua y el imperialismo.

    Nuevo complot militar

    Las fuerzas polticas, parlamentarias, judiciales y gremialesdesatadas por la ofensiva planificada por la Sociedad de Fo-mento Fabril para llegar a la meta de derrocar legalmentea Salvador Allende, haban comenzado a recibir desde muy tem-prano el apoyo de los organismos controlados por la AgenciaCentral de Inteligencia en Chile. Esta ayuda no slo procedade los items gastos varios, gastos de representacin o pro-paganda de las grandes empresas monoplicas chilenas, sinotambin de empresas multinacionales como la ITT (que en ma-yo de 1972 fue requisada por el Gobierno por fraude tribu-tario y por haber participado abiertamente en la conspiracinde septiembre-octubre de 1970), la Anaconda y la Kennecott(que haban declarado una verdadera guerra contra el Gobier-no de Allende, incluyendo el embargo de cargamentos de cobrechileno en puertos extranjeros, como comenz a ocurrir a par-tir del 30 de septiembre de 1972 en Europa).

    El esquema del golpe legal civil consista en provocar el de-terioro de la situacin econmica; la accin psicolgica a travsde los medios de comunicacin de masas; una labor de penetra-cin en las Fuerzas Armadas; y la preparacin de grupos para-militares para terrorismo de apoyo al deterioro econmico.

    Entre los grupos terroristas fascistas haba dos que sobre-salan por su organizacin y financiamiento: Patria y Libertady Comando de Ex Cadetes. Haban tenido un origen distinto,pero, con el desarrollo de la situacin, haban llegado a tenerfinanciamiento, asesora y adiestramiento comn.

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