Proyecto Carmela Candela

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PROYECTO CARMELA CANDELA

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UNOPublicado el 28 abril, 2014 por JAC

Nos vinimos cuando comenzaba el fuego en las laderas del

puerto, con caña. Obviamente no debíamos salir el día

anterior pero un gran amigo de R nos invitó para unas

cervezas y algo más… nos quedamos hasta como las 5 y el

camión llegaba tipo 12. Her-mo-so. En fin, veníamos

padeciendo en el auto luego de estibar la carga (escaleras y

cabezazos de por medio), mientras en alguna ladera por el

camino a Pólvora, algo se iniciaba. El terror, la tragedia,

nosotros llegando a descargar y los amigos Santiaguinos de

R ya se dejaban caer avanzada la tarde, obviamente Luis

vino antes a ayudar a descargar. Grande.

No sé exactamente como interpretar esa ignición y nuestra

ida, ¿huida?. Una amiga que fue a esa despedida

improvisada me manda un wasap: “se fueron y se quemó el

puerto”. Fuck. Las noticias carcomían algo en mi interior, yo

acá en mi hermosa casa de La Reina, refrigerador lleno,

armando el taller, feliz, allá, las personas ven cómo el

trabajo de toda su vida se hace humo literalmente. Me

muero. No fui a ayudar porque estaba demasiado ocupada

arreglando mi casa nueva e improntándome en esta nueva

cuidad. Soy una mierda. Se hundía mi pecho ver el fuego en

los cerros, esas laderas que ni el mejor arquitecto podría

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haber planeado, una concatenación de casitas anda a saber

tu cómo se mantienen, dónde están esos pilares, una al

lado, otra abajo al otro lado… es impresionante verlas,

como que se fueran a caer cerro abajo pero no, ahí

aguantan terremotos y todo. Personas de esfuerzo. Y ese

alcalde de mierda que aunque lo hayan sacado de contexto,

nadie puede decir “yo no te invité a vivir aquí”. ¿WTF? qué

le pasa, inconcebible, es como no tener alma.

Voy a cumplir tres semanas acá. He visto cosas que me

llaman la atención, como que acá cuando sacas la basura

no te tienes que preocupar por que los perros la rompan,

sino que aparecen personas con carritos que la investigan,

pero la dejan ordenada eso sí. Si no dejas la basura dentro

de las bolsas no se la llevan, olvídate de cajas de cartón o

cualquier otro. Todo en su bolsa, y las personas que las

recogen son como invisibles, pasan muy tarde, no te tocan

el timbre para pedir monedas, es todo muy pulcro y

ordenado. En Valparaíso son como un emblema los

camiones, pobre que se te pase porque cagaste, y pobre

que saques la basura muy anticipadamente porque vienen

los perros te la hacen bolsa dejan la mierda tirada y eres tú

el que tiene que ir a recogerla y ponerla en otra bolsa, no

vayas a dejar todo tirado ahí. Acá si no es el centro no se ve

mucha gente, en las calles mas cuicas, donde están las

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mejores tiendas, no hay personas caminando. Pero no hay,

no es que esté exagerando, ninguna persona. Andan todos

en sus autos y cada tienda con su estacionamiento. El Yo.

Cuando paso el segundo túnel ya huelo el smog. Desde que

dejé de fumar cigarrillos, mi olfato se ha engrandecido, y

cada mañana al abrir la ventana, ahi está. No quiero que

seamos enemigos, mas que mal vengo acá para quedarme

y debo vivir respirándole. Pero me es extraño, ¡no hay

viento! nada, tal vez alguna brisa por acá por allá. Pienso

que hace frío, salgo y hace calor, este otoño que recién

comienza a parecer tal, la semana pasada hubo veintiocho

grados, ¡que es eso, casi estamos en Mayo! me quise

resfriar pero al final lo pude controlar, no me dejaré

apabullar.

ENERGÚMENOS Y CUIDADPublicado el 2 junio, 2014 por JAC

Un poco mas de un mes va. El otro día fuimos a comer a un

lugar mega pretencioso porque pensamos que la comida

vietnamita sería buena, pero nos encontramos con la

mierda santiaguina en su esplendor, nos trataron como a

personas de segunda clase, gente a la que no le importa lo

que le estás diciendo. Asco. También fuimos con Adele

(buena amiga franchute) al centro para el día del

patrimonio. Me encontré con una cuidad con historia, cada

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rincón guardaba algo que contar, con esas placas circulares

de metal puestas en la acera que dicen patrimonio.

Quisimos entrar a la moneda pero nos encontramos con lo

que mejor nos representa como país: una gran fila. Era

como de tres cuadras de largo. Puaj. Antes fuimos a ver

unos vestidos de Eva Perón a la Embajada Argentina, que

estaba abierta ese día. Impresionante, en una calle

cualquiera capitalina, una mansión. Hermosa la casa, un

regio jardín con piscina tenía en la parte posterior, ya

imaginábamos los carretes que se habrán hecho ahí. Supe

que Chile le había regalado una casa a Argentina y

viceversa, a modo de cortesía y como muestra de

diplomacia. Estuvimos en el campanario del Museo Histórico

Nacional, ex Capitanía, ex Congreso, en fin, tenía mucha

historia como que se usó una mezcla de cal, arena y clara

de huevo para unir los ladrillos. Impresionante la casona

colonial. Había muchísima gente, incluidos los típicos

pendejos malcriados que hacen lo que quieren, con Adele

mirábamos mientras le tiraba y hacía bolsa el chaleco a la

mamá (impávida), mientras el papá veía el teléfono.

Irritante. Cuando bajamos de la torre pudimos ver algo de la

que estaba expuesto en el museo, pero no alcanzamos a

ver mucho porque estaban cerrando. Ahí lo ví: la mitad de

las gafas de Salvador Allende, quebradas. No me declaro

comunista ni me identifico con ninguno de los partidos del

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país, pero el peso de ese objeto era innegable. Era la

Historia del país mirándome desde atrás de un vidrio. A su

lado estaba la historia, de cómo Teresa Silva Jaraquemada

los encontró al interior de la moneda, días después del

atentado. Fuè la primera vez que sentí còmo la historia del

país recorría mi piel, mas allá del concepto fascista y

capitalista de Estado, sentí la muerte de una persona en pos

de sus ideales, un fusil partiendo en dos la moldura de sus

lentes para evitar ser capturado y presa de las peores

vejaciones a las que puede ser sometido un ser humano.

Santiago se va mostrando sin duda como una cuidad con

mucha historia. Se que la cordillera nevada que veo

resguarda un hermoso valle, ahora cubierto de cemento.

Pero como afuerina alcanzo a verlo desde fuera de la

perspectiva de gran urbe. Y la verdad es que, hasta el

momento, cada día me gusta más.

LA MICROPublicado el 3 junio, 2014 por JAC

Tuve que venir a Quilpué para ver a mi vieja que se fué de

viaje y aportar con el cuidado de su casa y su perro que se

queda solo. Desde mi casa a Pajaritos puedo ir en metro,

pero la estación queda como a cinco cuadras y con un bolso

pesado que lata caminar,  que lata tomar un taxi a la

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estación, como tan pajera, por lo que opté por tomar la

micro: ese esperpento santiaguino llamado transantiago

que tanto miedo infundía en mi interior. Gracias a la ayuda

de Maps pude saber cuál y dónde tomarla, el paradero me

queda como a media cuadra por lo que me armé de valor,

fumé un cañito para mejorar la experiencia y partí al

paradero. Obviamente mientras esperaba que cambiase la

luz del semáforo para cruzar la calle  pasó la cagá, a si que

sabía que tendría que esperar para la otra. No importó, no

iba apurada y no estaba dispuesta a arruinar la experiencia

desde un principio por una irritación sin sentido. Ya estaba

como diez minutos sentada y como había visto en

transantiago.cl que se pueden mandar mensajes de texto

gratis para ver a que hora pasa la micro, lo hice, ¡y

funcionó!, ya me parecía todo más tecnológico que lo

normal. Cuando pasó (subí mirando a todos lados

piolamente sin parecer perro nuevo) entré y me encontré

con toda una nueva experiencia. Que onda. Me senté en un

asiento que iba mirando hacia atrás (¿que es esta huea, un

trolley?), de dos peldaños de altura (wtf?), en el pasillo. Ya

me parecía raro. Observaba este insecto en su interior, un

poco más adelante en el techo había un letrero que decía

“cuidado con la escaleras”, ya que habían otros dos

peldaños que llevaban a la continuación de este pasillo y las

consiguientes hileras de asientos mirando hacia adelante.

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La micro doblaba en sentido contrario y la raja se me

resbalaba en el asiento, a esa altura ya veía que caía al

suelo como una ñoña mientras tenía toda una tribuna

mirándome… apenas se desocupó uno en la ventana me

cambié, aunque seguía mirando hacia atrás. Me di cuenta

que cuando frenaba en vez de irme hacia adelante me

encajaba aún mas en el respaldo, por lo que llegué a la

conclusión que esta posición podía ser mas segura. Me

seguía resbalando y no entendía el porqué, cuando caí en la

cuanta que en la V región, por muy penca que sea el bus

siempre tiene asientos acolchados, en cambio estos son de

plástico. Iba apoyándome con el pie en una barra vertical

que estaba pegada al peldaño (me parece tan raro esto de

los peldaños en la micro, en vez de tenerlos en la calle

como en Valpo estos están acá circulando por la cuidad) y

con la mano en el borde de la ventana. El trayecto seguía su

curso, sabía que iba a durar como una hora pero estoy

acostumbrada y además me sirve para conocer mas la

cuidad. Escuchando The Kills en iba observando los ribetes

de esta capital, oculta tras las gafas de sol, sinceramente

no estoy acostumbrada a viajar con tal cantidad de

personas sentadas de frente, y detesto las miradas de la

gente. Ya pasando el centro, nos acercábamos cada vez

mas al destino, y cada vez más se llenaba la micro, era un

Sábado por la tarde. Llegado un momento me incorporé

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para bajar los famosos peldaños y escurrirme hacia la

puerta de bajada (no se puede bajar por adelante como

estaba acostumbrada) para tocar el botón a tiempo, pero no

contaba con que el paradero estaba un poco antes de lo

que indicaba la maldita aplicación de mi teléfono. Se estaba

subiendo una persona en silla de ruedas, estuvo harto rato,

y comenzamos a movernos y veo que en el paradero decía

“Pajaritos”. FUCK. Me hice la hueona y como que no quiere

la cosa apenas vi otro toqué el timbre, por suerte no me

alejé mucho ya que esos barrios son peligrosos, aún a plena

luz del día, de hecho en el pequeño trayecto a pie que

realicé vi a un tipo en la esquina que daba mucho miedo.

Filo, continué con mi spray de pimienta bien agarrado por

cualquier eventualidad y llegué al terminal, justo iba

saliendo un bus con mi destino.

CUMPLEPublicado el 25 junio, 2014 por JAC

Fuimos al cumple de un primo en Las Condes, lo fuimos a

visitar un Lunes a un edificio que se llamaba “Bachelor”

(…). Estaban sus hermanos y otras chicas, compañeras del

colegio de Iquique. Que onda las minas, eran como esas

personas que uno ve en la películas o comerciales pero no

cree que existen de verdad, ese estereotipo lais del

chalequito al hombro, del pechoñismo hecho estilo. Eso era

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una, ya que la otra (que se vanagloriaba de no tener filtro)

hablaba sobre la estupenda relación con

su toyboy kinesiólogo, y de cómo le encantaba ir al

gimnasio todos los días. Bueno, la otra también. Esa

obsesión por ir al gimnasio y encontrarse con un montón de

gente sudada entre joteando y mostrándose, lo sé porque

asistí durante un tiempo. Considero que está bien

ejercitarse, pero cuando se convierte en el leitmotiv de tu

vida, o sea, amiguiiii, algo anda mal. Y molestaban a mi otro

primo porque la anoréxica de su señora estaba todo el

tiempo en el gym, jaja, después estaban medio entonadas y

le decían, ¿todavía está en el gym?. Pobre Andras tener una

mujer así, con todo lo que le gusta comer, contaba que iba

todos los días dos horas y media. ¡Dos horas y media!, que

pérdida de tiempo, que lata ponerse a pensar en el tiempo

en que se está sobre el planeta para poder hacer cosas y

perder tanto en quemar calorías… para después mas

encima restringirse con la comida. O sea, si no eres capaz

de disfrutar de un buen plato que te queda para el sexo,

que es tan de sabores también.

R salió a fumar con las chicas al balcón. Durante el regreso

a casa me comentaba cómo pechoña decía que ella aún no

perdía la esperanza de ser madre, cuando veía a esas

mujeres de cuarenta y cinco embarazarse (tenía treinta y

cinco). También contaba cómo con cefalea y en otra ocasión

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con el brazo roto, tuvo que manejar sola a la clínica para

que la atendieran. Que triste. Le pregunté a la otra en un

momento de qué hablaba con su toyboy, y se reía y me

decía, ¡pero si no lo quiero para hablar!. Que huea. De que

sirve esculpirse taaaanto en gym (no eran ninguna

maravilla de todas maneras debo decir, pero no estaban

mal) si no eres capaz de encontrar con esas armas a un

hombre (o mujer) que te acompañe, en la enfermedad, en

las risas… no tiene nada de malo la soltería, pero

claramente no era la opción de vida de esas mujeres, una

frustrada por la maternidad y la otra pensando que

seráforever young por meterse con cabros chicos, cuando

con todo lo que fumaba parecía que tuviese como cuarenta.

Me sentí como un bicho raro de la mano con R, yo le decía

que no necesitaba un toyboy porque los dos somos como

pendejos y lo pasamos bien, a pesar de estar ambos en los

treintas. Cuando nos fuimos me sentí tan agradecida de

estar donde estoy con quien estoy. Claramente en esta

cuidad las realidades son muy distintas y polarizadas, así

como los intereses de la gente. Recuerdo también que R me

dijo que la muy perra cuando entraban de fumar, le había

dicho cerquita mirando a sus hermosos ojos verdes “mi

única debilidad son los hombres”. Perra. Pobre. No sabe que

mi hombre está satisfecho y feliz a mi lado, y pretendo

defender lo que tenemos. Como si se fuera a fijar en una

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cara-arrugada skeleton sin poto, jajaja. Be afraid bitches, be

very afraid. Tengo un magíster en detección y manejo de

perras, del Puerto, donde son plaga.

DESAHOGOPublicado el 25 junio, 2014 por JAC

El otro día vino una querida amiga de Valparaíso a

despedirse de otra amiga que no lo ha pasado bien acá y se

va a España. Estaban en un departamento, se hizo de

noche, llegó R (que estaba raja y no me iba a ir a dejar) y al

final no fuí. Hacía mucho frío y en la oscuridad aún me da

miedo andar en micro, nunca había ido a ese lugar, aunque

no era peligroso ni tan tarde, se me hizo. Las había llamado

por teléfono y les había dicho que iba a llegar como a las

siete. No fuí, simplemente no fuí. La mierda que también

me da lata avisar que no voy. Y terminé comiendo rico y

tomando vino en casa calentita, pero con ese sentimiento

de culpa en el interior. Malditas des-habilidades sociales

que tengo, a veces no sé como me aguantan. No quise ni

saber de Amanda, cómo había llegado a Valpo. Pensé que

me odiaba, y con justa razón. Por suerte me escribió para

saber como estaba días después o algo así para ver como

estaba. Menos mal. Gracias a ella por aguantarme.

SMOG

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Publicado el 1 julio, 2014 por JAC

Estábamos con R el sábado en una explanada privilegiada y

me dice “mira, eso que se ve allá es borde río” (él me va

mostrando los lugares de los que hablamos y poco a poco

me voy armando un mapa de la cuidad). Lo conocía por ser

uno de los sectores con los restaurantes mas privilegiados

de la cuidad, además de un gimnasio carísimo donde van

las “celebridades” y ese tipo de cosas. Había pasado por ahí

pero nunca lo ví desde el otro lado del río Mapocho, que le

da su nombre. Lo encontré horrible, en ese momento no

supe porqué. Ahora que lo reflexiono, Santiago tiene eso, la

perspectiva de cualquier lugar de la cuidad tiene un

velo cafégris que empaña los colores de todos los objetos,

les quita el pigmento, los árboles por ejemplo que siempre

dan vida y hermosean los lugares, no se ven verdes, y las

calles y espacios son tan grandes que es como si no

llegasen al cielo, como que siempre los viera de frente y

nunca hacia el cielo, como si no llegasen a cubrir un espacio

suficiente para crear sombra. También el marco de la

cuidad influye a que la vea fea, estoy a costumbrada a

tener de fondo el mar o los cerros habitados o verdes. Acá

está lejana la cordillera (hermosa en su plenitud si vives

cerca y puedes ver su diaria metamorfosis) pero sólo por un

lado, lo demás es el cielo café y vacío, el smog es tan denso

a momentos que es difícil imaginar que estamos en un

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valle, fácilmente podríamos estar en medio de la nada y se

vería igual. Por eso pienso que esta es una cuidad para la

noche. Durante el día es apagada, pero una vez que cae el

sol, comienza a mostrarte todas esas virtudes como por las

cuales los conquistadores asentaron acá. Las impagables

noches veraniegas especiales para tomar cerveza en alguna

terraza al aire libre sin necesidad de abrigarse porque no

existe ese viento frío de la costa, las luces que van

emanando desde las ventanas de los gigantes de concreto,

las luminarias de los escaparates y carteles de diversos

lugares, todas diferentes y pensadas para ser vistas en lo

ingente de la cuidad, de noche esta urbe se ilumina de una

manera que hace alarde de su cualidad de capital, es

entretenida, estimulante, eso sin hablar de la vida nocturna

de las drogas y el alcohol, allá en Valpo un dia de semana lo

único que tienes es ir al Máscara con suerte (tugurio clásico

del flirteo, especie de disco) y entrar y ver las mismas caras

patéticas de los hueones de siempre. Acá tienes miles de

lugares con miles de gente distinta con ganas de hueviar,

de todos los tipos. El Jueves pasado teníamos una cita doble

que nos canceló, pero quedamos con ganas de salir y

divertirnos. Contactamos a los sospechosos de siempre

pero estaban todos con caña. Nos quedaban unas líneas de

otro día, y decididos a comer, tomar y pasarlo bien nos

dirigimos al CIudadano, Ya estaba lleno y tuvimos que

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esperar media hora afuera muriendo de frío, por suerte

pronto ya estábamos en la barra esperando alguna mesa.

Después de comer fuimos por el postre y unos bajativos,

nos pusieron cerca del baño pero más que ser un lugar

desafortunado, para nosotros estuvo de lujo, mas encima

podíamos ver como en una pasarela a las personas que

iban a los servicios. La mayoría de los individuos son tan

evidentes que es posible leerlos fácilmente, y después de

los aperitivos y el vino puede llegar a ser muy entretenido

hacerlo, la música estaba re buena también. Se nos

acababa todo cuando por estos chats un amigo de la vida

de R le escribe, y que se junten y que hace ahora y que

vaya a verlo. Obviamente estábamos prendidos y partimos

para allá, su casa quedaba mas o menos de camino a

nuestra casa. Ahí estaban en la cocina, pegándose unas

puntas gigantes el amigo, otro hombre y una mujer. En la

conversación salió el típico tema de los asaltos y los flaites,

esta mina se puso a contar una experiencia que le pasó

hace poco en el barrio en que estábamos. Yo hable de la

mía, y los choros del Puerto, y de los picao a

choro, momento en que me levantó la mano como dame tus

cinco porque yo cachaba todas esas hueás, gesto que se

fué repitiendo a medida que avanzaba la conversación.

Apáticamente se lo respondía, con un pequeño sarcasmo

para mis adentros. Y bueno, resulta que el famoso amigo

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era llamado el guatón en el colegio pero se puso una banda

gástrica y ahora pasa re piola, puso unas fotos en el compu

pa que lo viera y su cambio era impresionante. Y así en eso

nos dieron como las 2:30am y ya nos teníamos que ir

porque era día de semana. Y así mismo despertamos con

una gran resaca el día siguiente, riéndonos por las

anécdotas y por dónde nos había llevado la noche

Santiaguina. Porque así es, y debo decir que si de noches

estamos hablando, las de esta cuidad me encantan, aunque

aún estoy lejos de poder sumergirme en ellas sola, tal vez

nunca lo haga. De lo que sí estoy segura, es que aunque

salga a la esquina el spray de pimienta estará incólume en

el bolsillo derecho de mi chaqueta.

CUATROPublicado el 11 agosto, 2014 por JAC

Unas horas mas se cumplen cuatro meses del arribo. Con

altos y bajos, mas bajos pero subiendo. Creo haber

alcanzado una meseta en esta montaña rusa de emociones,

como decía un amigo. Cada día aprendo a moverme mejor,

como cualquier animalito en su nueva jaula. Estoy en casa y

hago mis cosas en casa para luego salir y ver esas

inmensas orugas pintadas de naranjo o azul, y me doy

cuenta: “estoy acá”. No es como que no supiera donde

estoy, solo que en el taller y refugio de hogar pareciera que

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las cosas pasan por fuera, sé que estoy en Santiago pero no

pienso en eso porque estoy realizando las cosas que me

gustan. Recibo una invitación a almorzar y feliz salgo, y es

en la esquina cuando veo a las micros y de verdad caigo en

la cuenta que estoy acá. Aunque vea la cordillera en este

momento y cada día, es como que el Transantiago es capaz

de aportar esa “sensación” de gran urbe, los autos, los

paraderos. Es raro, ya no chocante raro sino

aventureramente raro. Que rico no conocer nada y que un

simple paseo sea la oportunidad para conocer un poco más

hoy. El otro día después de la lluvia, sentí algo que nunca

había sentido acá: olor a campo. Porque la verdad es que

este paraje sin las toneladas de concreto y neón que tiene

puesto encima, es un hermoso valle cercado por la

majestuosa cordillera, digo majestuosa porque verla nevada

es un poema. Imposible dejar de mirar, y cambia tan rápido,

de un día a otro la mitad se fue y el paisaje cambia. Que

manera de haber aves también, acostumbrada a las

gaviotas, palomas y pequeñas rapaces; verme rodeada de

raras, cotorras, perdices, loros… y sus cantos y vuelos es

hermoso, no me lo hubiese imaginado, es una pequeña

sorpresa que me pone de buen humor, sus gráciles vuelos

acompañan el transcurso del día.

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Fui a visitar a una amiga que se vino hace menos que yo a

la Capital. Fumamos unos caños y al atardecer subimos a la

azotea del edificio, piso veintidós. Por un costado había una

terraza con mesas y por el otro una pequeña piscina

rodeada con pasto sintético. No pude acercarme al borde, la

sensación de vértigo era demasiado grande, en realidad

sentía que quería bajar cuando antes. La vista era

maravillosa, cuidad gigante cercada por el fucsia del cielo

arrebolado por un lado y el brillo del neón de un gran hotel

por el otro. Monstruos grises. No podía parar de pensar que

mierda haría si se pone a temblar. Obvio no podría hacer

mucho, pero creo que el pánico me consumiría. Son

hermosas las vistas de ciudad desde los balcones y alturas,

de hecho pronto quiero ir a tomar cócteles a algún lugar

que me permita ver las estrellas urbanas que forman las

ventanas iluminadas, pero definitivamente no podría vivir,

dormir tan lejos de la tierra. Tal vez si fuese una situación

extrema lo haría, pero voluntariamente ni cagando.

Supongo que es aquí donde se me sale lo carmela, pero

poder plantar y picar tu propia tierra no tiene precio. En

especial en una cuidad como esta donde todo es tan

agitado y frenético, trabajar la tierra es la mejor terapia.

Sudar un poquito al sol, ensuciarse un poquito con tierra…

cuando llegamos a esta casa estaba hecha un desastre, al

igual que el patio. Descuidado y lleno de cosas. Bajo un

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árbol había un macetero con una planta moribunda, no la

reconocí pero la salvé y cuidé de ella. Ayer floreció en el

macetero una cala. ¡Cómo no me di cuenta si crecí con ellas

a mi alrededor! pero verla, blanca, agradecida del sol, el

agua y los cuidados realmente llena de emoción. La puse a

tierra. Las aves y plantas me hacen tener esperanza en este

planeta, con su inocencia y generosidad, aunque el ser

humano y sus basuras hacen que cada día la pierda más. En

especial en este lugar donde hay tanta gente de mierda con

sus actitudes de mierda respirando la mierda que ellos

mismos producen.

METROPublicado el 8 octubre, 2014 por JAC

Santiago me está encantando con sus múltiples aristas y

recovecos, aunque aún hay muchas cosas que no logro

dominar y se me hacen aún muy ajenas, como por ejemplo

dónde mirar mientras voy en el metro. Eso es una mierda.

Descartemos de plano mirar el teléfono todo el rato porque

no tengo quince años y aún considero que la vida real sigue

siendo mas interesante que esa pantallita. No vas a mirar a

los ojos a otra persona porque es totalmente inapropiado

(ilegal después de algunos segundos en algunas partes del

mundo), menos a alguna parte del cuerpo de otro (como

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algunos que dejan su lascividad expresarse libremente). Eso

nos deja, mirar los esquemas del plano de estaciones (útil

pero fome al cabo de poco rato), mirar el suelo (¿¿queee??),

las ventanas que más reflejan que dejan ver, y eso nos lleva

al clásico: mirar a los demás a través de ese reflejo. Cuando

una persona mira a alguien, el sujeto observado siente el

peso de la mirada ajena. En cambio, ese peso es casi

inexistente cuando la mirada rebota en un cristal, y se

puede ver a las personas actuando de manera normal en su

hábitat sin importar tu mirada y hay muchas cosas por

descubrir ahí. Como ese clásico juego de imaginar quién es

esta persona y de dónde viene y adónde va. También están

los cambios de líneas. Es evidente el cambio fenotípico de

las masas que se transportan en esas cajas deslizantes

desde una línea a otra, o desde una dirección a otra. Esta

misma cuidad ha hecho eso en el fondo, un “tipo” de

personas por acá y otro “tipo” de personas por acá. Es

evidente la segregación y cómo el estigma de las comunas

que se ve en la tele es real. De un lado a otro se pueden ver

mucho estilo y tendencias, como también mucha tristeza,

muchos rostros de apatía, desde los colores mas fuertes a

los grises mas profundos… y es conmovedor, siento que

tengo la suerte de venir a caer acá a los treinta, después de

haber vivido mi infancia en Quilpué y el resto en el Puerto

teniendo el horizonte como telón de fondo, es como que no

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me sintiese atrapada porque se que hay al otro lado de la

cordillera de la Costa, mis pulmones crecieron llenándose

de ese aire y es sólo entonces que vine a instalarme a la

capital. Llego en el mejor momento creativo

(estadísticamente) del ser humano a enfrentarme a este

gigante, que muy lejos de asustarme, me seduce y estimula

profundamente. Al contrario del sentimiento popular, ¿para

que te vas a ir allá a respirar ese aire?, ¿para qué se

vino? (cuántas veces no he escuchado ya la misma tonada),

estoy muy contenta de haber tomado esta decisión, me

estremezco de placer al pensar que ese mundillo de

hueones cool del Cerro Alegre está lejos, las mismas caras

de siempre, los mismos panoramas de siempre, los mismos

egos gigantes de siempre, los mismos cahuines… Qué

decidora puede ser la distancia en la amistad, son evidentes

las víboras que aparentaban y las reales. Y eso también me

da un sentimiento de paz. Siento un florecer, que acá hay el

suficiente espacio, luz y aire para hacerlo.

Afortunadamente no tengo que pasar por el

horario peak diariamente para hacer mi vida, por lo que me

considero una afortunada y fue una de las condiciones que

le planteé a R cuando me propuso venirnos. ¿Ya dije que me

considero afortunada?, porque vamos, moverse en esta

cuidad es un culo. Hay que planear la vida y los trayectos

evitando el monstruo que es la hora peak, o te vas a antes a

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casa, o te quedas por ahí cheleando a la espera que se

mueva (lo que no es malo), o te sumerges en la masa

sabiendo que tu integridad física correrá peligro. No me ha

pasado aún, pero al primer ahueonao que me puntee le

pego un empujón y lo lluevo a improperios para que la

desaprobación general se lo haga bolsa. Qué onda los tacos,

la gente al volante, cambió recién la roja a verde y ya te

están tocando la bocina. ¿Que mierda le pasa señora?. La

tontera de ir haciendo carreritas por las vías rápidas, ya

está bienta la zorra tu auto, ¿pero por eso tienes que

ponernos a todos en peligro?

Hay que hacer justicia notando que, después de todo, el

metro te lleva a casi todos lados y crece cada día mas (en

tres años habrá una estación a una cuadra de mi casa) y

eso se agradece. En especial si eres recién llegada como yo.

2015Publicado el 9 enero, 2015 por JAC

Los meses han transcurrido como un copioso caudal. Sin

darme cuenta ya han pasado casi nueve meses de esta

capital. Han pasado tantas cosas… como que en el

amanecer de la celebración del cumpleaños de R (diría ya

en la tarde), me entero de que el apodo universitario que

me había inventado un amigo de él que yo detestaba hasta

ese día, era “pianista loca”. Ja ja ja, ¿que onda?. Seguro me

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lo merecía en el momento, lo que no sé es cómo se enteró

que participaba activamente en ese mundillo musical de

Valpo, tocando libremente con amigos en casas donde

ensayaban las bandas que se iban creando. Me encantaba

tocar, en especial esos tipo Korg que crean ingeniosos

sonidillos con los que armar patrones para comunicarse con

el instrumento de al lado. Porque la música se comunica al

igual que las palabras, con sus entonaciones, cadencias y

ritmos… que linda época. Bueno lo de loca era porque

debido a la lectura existencialista, la fobia social, o a una

palpitante adolescencia, iba a clases bajada en Ravotril. No

sé por qué, fue una fase muy autodestructiva en que

necesitaba adomecer el mundo, al parecer. Y si que lo hice,

una vez me caí al suelo a la salida de la cafetería, tropecé

de puro ida. Glamoroso.

Para el año nuevo optamos por quedarnos en casa. Los

amigos de Santiago salían a alguna parte fuera de la

cuidad, al parecer no es llamativo pasarlo acá. Nosotros lo

último que queríamos era ir a Valparaíso con la muchedubre

y la podredumbre del día siguiente cuando el sol asoma y

se ve la asquerosidad en que se ha convertido la ciudad, sin

locomoción para los cerros, poblado de zombies. Nos

quedamos en casa porque a mi me pareció simbólico pasar

nuestro primer año nuevo santiaguino, en casa. Invertimos

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cariño y trabajo en ella para que sea un buen refugio,

pareció consecuente disfrutarla, y en una demostración de

cierto recelo por las celebraciones masivas y ese stress de

mierda que le da a la gente para esa fecha que es un

invento colectivo finalmente, cocinamos suculenta comida,

disfrutamos de un delicioso espumante argentino y después

de algunas copas de vino estaba agotada. Me dirijí a la

pieza y con las luces apagadas, abrí la cortina del ventanal

y me recosté en la cama mirando la luna. R andaba

revoloteando por ahí porque juraba que iba a ver fuegos

artificiales desde el techo de la casa, jajaja. Finalmente la

medianoche nos pilló besándonos en la oscuridad y la

apacibilidad de nuestro hogar. Unos faroles de velas

colgaban en el patio.

Y llegó el verano. Intento buscar palabras que describan la

masa de aire caliente en la que se convierte esta cuidad,

con temperaturas impensadas como la máxima de treinta y

seis grados pronosticada para hoy. He descubierto nuevas

técnicas, como que si abro toda la casa a las siete de la

mañana para que entre el aire frío, paa después cerrar tipo

diez, se mantiene un poco mas agradable al interior con las

cortinas cerradas también. Parece un búnker. Obviamente

hay un ventilador rotando a mi lado cuando permanezco

harto tiempo en un lugar. Salir a hacer cualquier trámite en

Page 25: Proyecto Carmela Candela

el día es un panorama abrumador. Pero ese calor de noche

es una delicia para los panoramas de terraza y copas.

Extraño a mis amigos porteños. Tal vez mas de lo que

pensaba. Los valoro por conocerme y no tener que

explicarme. Porque son pocos. A veces no veo como poder

tener eso con personas que vivan acá. ¿Será posible? a esta

edad y todos los demás factores… los amigos de  R son

todos bacanes y muy interesantes pero no es como para

llamar a alguno y tener la confianza para decir “hola tengo

ganas de ir a tal parte, ¿vamos?”. De todas maneras tengo

claro que nueve meses es poco tiempo. Me falta mucho por

conocer aún