PROPUESTARUGIDOS

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DISEÑO COLOFÓN

POR SÚ <3.

RUGIDOS MMXV

1° edición: noviembre 2015

Tucúquer EdicionesLiszt #xxxx, San Joaquínwww.tucuquereediciones.cl

ISBN: 123-456-789-123-0

Registro Propiedad IntelectualInscripción N°1233456

Diseño portadaCamilo Núñez

DiagramaciónSusana Opazo

IlustracionesJuan Carlos Gimeno

Impreso en Chile por Salesianos impresores.

RUGIDOS

Daniel AlbornozPaola Arroyo

Juan Carlos GimenoJaviera Miranda

Gonzalo TerrerosPablo Yañez

Andy Zepeda

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El Ballet Azul: referente del Club que queremos ser.

En busca de la comunión perdida.

La hinchada no calla.

Derechos vs beneficios. Socios vs clientes.

Carlos Heller: el mesías, el S.A.lvador

La Deshumanización del Fútbol

Marcha 04 de Octubre: ¡por una U libre!

La Importancia de Ser Club.

Prólogo

¿Qué pasa en regiones?

Cuando el Fútbol No Es Para Pobres

Indice

Capítulo I: Volviendo a ser Club.

Capítulo II: Violencia en los estadios

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Consulta Ciudadana sobre el Plan Estadio Seguro: ¿Qué esperar por respuesta?

La perspectiva cómplice de la ley ante la violencia en el fútbol.

¿Cómo ve el Estado de Chile a los hinchas del fútbol?

Violencia al ingreso al estadio.

“En Chile nos robaron el fútbol”, la frase que movilizó a dos piquetes de Fuerzas Especiales para detener a un hincha.

Carta abierta de un hincha a Patricio Zapata por sus dichos en el Primer Café de radio Cooperativa.

Chillán: otro ejemplo del escandaloso trato a los hinchas.

El fútbol como neo-opio del pueblo y el espacio público

¿A qué va la hinchada bullanguera al hoyo de Pedreros?

25 años, o los que sean: “Volveremos, volveremos…”

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VOLVIENDOA SER

CLUB

Capítulo I

Lore, suntiorit vellest, sequiae periae dolor autet issimodi officid modio quis dignimusa pliquatio. Agnam, venit pe-lendae doluptaspid esedita tiorecto bea cus, undae. Nem que corro debitempora dissin pla voluptatibus soluptatur aut occuptae repro eos eumet rem dis quibus ipsum rehenis.

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volviendo a ser club

EL BALLET AZUL: REFERENTE DEL CLUB QUE QUEREMOS SER.2014/06/01Comisión de Archivo, Historia y Pedagogía Asamblea Hinchas azulesen www.asambleahinchasazules.cl

Ballet Azul. Quizá nunca, ni antes ni ahora, dos palabras juntas fueran evocadoras de tantos sig-nificados. Si los hinchas definimos a la Univer-sidad de Chile, nuestro club, con la frase «Más que una pasión, un sentimiento», el Ballet Azul es también más que un equipo de fútbol. El Ba-llet es más que la suma de once deportistas. No se trata sólo de once jugadores que con una “U” gigante a la izquierda del pecho transformaron las canchas de fútbol en un espectáculo artísti-co, dibujando poesías con sus piernas como si quisieran estampar en el pasto una obra literaria destinada a la admiración eterna de los fanáti-cos. El Ballet es la “U” misma.

El lugar que el Ballet Azul ocupa en el ideario azul no podría ser más alto. No existe un hincha de Universidad de Chile que no sepa de su signi-ficado e importancia. Quizás y acaso algún joven que recién comienza a beber la cálida emoción del ánfora azul, pero incluso él, con toda su ino-cencia y toda la historia aún por descubrir, sabe que en algún momento del pasado existió un

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equipo que fue el mejor de todos. Tal es la leyen-da del Ballet. Niñas y niños, ancianas y ancianos, todos saben de él. Todos saben que es la más brillante manifestación de un club en la historia del fútbol chileno. El Ballet es, en definitiva, el elemento aglutinante de la historia de la “U”, el hilo en las costuras que aúnan todos los trozos del cosmos azul.

Al hablar del Ballet Azul no está demás, e inclu-so es necesario, recordar el ámbito deportivo de éste. Sin embargo, a la hora de proyectar el Club que queremos ser, es necesario adoptar una mi-rada más amplia, una que comprenda no solo los logros de ese mítico equipo, sino también todos los aspectos que le dieron génisis, que lo sostuvieron por toda una década, y aquellos que terminaron convirtiéndolo en leyenda impere-cedera.

Quizás el aspecto más fundamental en lo refe-rente al Ballet Azul sea el de su origen. El modo en que el proyecto deportivo de la Universidad de Chile comienza a gestarse a mediados de los 50s es lo que lo define en gran parte y determinó que fuera tan revolucionario y exitoso. En nin-gún caso es producto de la mera casualidad. Este equipo fue parte de un proyecto consciente de la Universidad de Chile, un proyecto de carác-ter global que incluía una visión de país. Juvenal Hernández, rector entre 1931 y 1955, era enfáti-

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co al respecto. En uno de sus discursos planteaba que la Universidad de Chile debía transformarse no en un centro que impartiera humanidades, sino que en un centro humanizado y humani-zador. En ese contexto, el Club Deportivo –a di-ferencia de lo que ocurre en nuestros días– era una parte integral y plenamente articulada de este proyecto más amplio de la Casa de Bello.

Este inicio, este brote germinal, está en la concepción de la profesionalización del fútbol. Es del todo necesario superar el concepto de “profesionalización” entendido como la simple remuneración por el hacer de una determinada actividad. La idea casi romántica de profesiona-lización que trasunta en el equipo más glorio-so de todos los tiempos, debe entenderse como formación integral. Ya en los años 30s en Chile había jugadores, muchas veces extranjeros, que recibían un sueldo. Pero no fue sino hasta que la visión del doctor Víctor Sierra comenzó a tomar forma, que la verdadera profesionalización llegó a Chile. En su rol de Presidente de la Rama de Cadetes de la Universidad de Chile, Víctor Sierra realizó un trabajo decisivo en la forja del Ballet.

Así, Víctor Sierra encarnaba el espíritu de Eras-mo Arellano, un hombre de comienzos del siglo XX, quien fuera no sólo el fundador del Interna-do Fútbol Club, antecedente de la Universidad de Chile, sino que también el creador e impulsor

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del deporte escolar en Chile. Detrás de un equi-po de once jugadores, siempre habrá un gran hombre que apoya con sus ideas e ideales. Estos fueron Erasmo Arellano y Víctor Sierra.

Sierra estaba convencido de que formar a un jugador abarcaba muchísimo más que entrenar-le y enseñarle los fundamentos del deporte. El creía firmemente en el acompañamiento al mu-chacho, que más tarde se convertiría en héroe de inconmensurables gestas. Él pensaba que «si se trabaja para formar a un campeón, es posi-ble que no llegue a ser un buen hombre; pero si se forma a un buen hombre, es casi seguro que será un campeón». Dicho y hecho. La labor de él y de su equipo de trabajo trasuntaron en la formación de jóvenes integrales, que sobre el pecho llevarían una U roja y esplendorosa, pero por dentro, tras las costillas y engarzados al cora-zón, portarían valores institucionales indelebles que llevarían a la consecución de nuestros más grandes logros. No sería exageración decir que el grupo liderado por Sierra no solo entrenaba jugadores, sino que formaba seres humanos. Por otro lado, el trabajo de la visitadora social, Fresia Rubilar, tendría una importancia que segura-mente nadie llegó a vislumbrar en el momento de concebir el proyecto. El apoyo que los juga-dores recibieron por parte de ella fue crucial. René Bravo y Gastón Kroff, profesores secun-

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darios a cuyo alero se formaron los muchachos, también fueron decisivos en su labor de super-visión educacional. Luis “Zorro” Álamos y Her-nán Carrasco, prodigiosa dupla técnica a cargo del primer equipo, también fueron partícipes de esta visión compartida e hicieron del afecto y el cuidado por los jugadores el pilar fundamental de su transformadora labor.

Asimismo, Universidad de Chile superaría los confines de la capital y extendería su azul velo sobre todo el territorio nacional. Desde 1953 ya se veía en los Estatutos y Reglamentos del Club Deportivo una especial preocupación por fomentar las filiales regionales. Este hecho se-ría crítico a la hora de afianzar una leyenda de carácter transversal en tiempo y espacio. Mas el desarrollo no solo se dio en términos cuantitati-vos y de cobertura territorial. El Ballet tuvo ade-más un efecto de transformación social a nivel de su hinchada. Hasta antes de su aparición en el concierto nacional, los simpatizantes del Club habían estado fuertemente ligados a la casa de estudios. En efecto: estudiantes y profesores conformaban el grueso del apoyo. Sin embargo, tras la irrupción del Ballet y su creciente po-pularidad, se produce una tranversalización de la hinchada. La otrora elitizada fanaticada, dio paso a una mucho más heterogénea, con pre-sencia de todos los estratos sociales, incluyendo,

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por supuesto, los más populares y humildes.Así de grande fue el Ballet. Y de algún modo, es

aún hoy el paradójico norte hacia el que avan-zamos, mirando hacia atrás. Pero no nos con-fundamos, porque cuando hablamos de que el Ballet Azul es la manifestación hecha equipo del Club que queremos ser, no se trata de apelar a la nostalgia, ni de perderse en la utopía. Y es que el Ballet no es solo historia, es recuerdo vivo. Es le-gado. Y lo mágico de los legados, es que quienes los reciben, pueden darles uso y crear realidad con ellos. Tal es la magia del Ballet: nos ilumi-na el camino a seguir para volver a ser grandes. El mensaje presente en ese místico cántico que reza «volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser grandes, grandes como fue el Ballet» no es inocente, está cargadísimo de sentido e intención, y si nos preguntan: de premonición. Es la constatación de que, dando pasos en la dirección correcta, recuperaremos nuestro Club, y cuando eso pase, cuando se lo-gre instaurar una visión de fútbol con razón so-cial, volveremos a ser grandes.

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VIOLENCIA EN LOS

ESTADIOS

Capítulo II

Lore, suntiorit vellest, sequiae periae dolor autet issimodi officid modio quis dignimusa pliquatio. Agnam, venit pe-lendae doluptaspid esedita tiorecto bea cus, undae. Nem que corro debitempora dissin pla voluptatibus soluptatur aut occuptae repro eos eumet rem dis quibus ipsum rehenis.

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violencia en los estadios

¿COMO VE EL ESTADO DE CHILE A LOS HINCHAS DEL FÚTBOL?2014/04/24Daniel Albornozen www.asambleahinchasazules.cl

Si bien es difícil encontrar instancias estatales que se refieran a los hinchas, en los medios de comunicación aparecen dichos de Carabineros de Chile y el Ministerio del Interior, a través del Plan Estadio Seguro (PES), amparado en la ley de violencia en los estadios. Estos dos estamentos declaran tener una misión primordial común: el orden público.

Cuando en marzo del 2014 asume el segundo gobierno de Michelle Bachelet, sale Cristian Ba-rra y entra José Roa a la jefatura del PES. José Roa, exdirector del SERNAC, es abogado de la Universidad de Chile. Recientemente en una en-trevista en la Radio Fox Sports Chile dejó entre-ver su postura: garantizar el cumplimiento de la ley asumiendo que el hincha es un espectador, responsabilizar a los clubes y castigar a los in-fractores de la ley.

Su visión, preocupante, está basada en un para-digma social errado. Los hinchas, en cuanto asis-ten al estadio a presenciar partidos de fútbol, sí son espectadores. Pero no son solo espectado-res. ¿Qué es un hincha? El hincha responde a

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identidades, al color de una camiseta, a un em-blema, a un himno. El hincha no es hincha-solo, es hincha-con-los-otros-hinchas, hace parte de un tejido social que se forma en el seno de un club. Además, un hincha es alguien que mantie-ne una relación de afecto con su club. Su club lo hace vibrar, lo hace llorar, reír, saltar, gritar, lo que lo sitúa en un plano emocional, genera una historia sentimental con su club, con esa masa de gente que, como él o ella, se desplaza hasta los estadios, con sus jugadores, con su sede, con su institución. Y esa relación de cariño hace par-te vital de su persona, es un órgano social y sen-timental de su carácter, es una sensibilidad ad-quirida de por vida. En el seno de esa relación se dan vivencias que marcan y que dan forma a una manera de comportarse, por ejemplo, frente a un resultado. Entonces, ¿cómo podemos hablar de la “ciudadanía del hincha” considerando a este meramente como un consumidor de un espectá-culo? En efecto, hay una diferencia fundamental entre el asistente al estadio y el asistente a una sala de cine. ¿Cuántos viajan a Asunción, a Belo Horizonte, a Huancayo, a Montevideo en bus, en un par de meses, para ver la misma película?

En el discurso de la autoridad, los hinchas aparecen tipificados como posibles infractores: son ellos quienes no pueden entrar bombos ni lienzos a los estadios, mientras que los clubes

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sí pueden. Es más, el PES exhorta a las socieda-des anónimas hacer uso del derecho de admi-sión contra aquellas personas que estas estimen conveniente. Roa se muestra satisfecho con que administradoras de los clubes se estén sumando a esta discriminadora iniciativa. Aquí hay otro error conceptual: los clubes y los hinchas son indivisibles. Cuando su club pierde un partido, el hincha dice “perdimos”, no “perdieron”. Es por eso que declarar la guerra y poner a los clubes en una trinchera y a los hinchas en la otra no es una solución. Más lógica tiene buscar la respon-sabilidad mutua de clubes e hinchas: los hinchas necesitan espacios en el club, y el club debe re-posar en el tejido social de su gente.

Pero lo que más preocupa es algo sacado de novelas como 1984 de George Orwell. El bombo no puede entrar a la galería –en manos de hin-chas. ¿Por qué? Porque obstruye el paso, puede causar un incidente. Discutible. Pero el segundo argumento es de terror: el bombo genera una or-ganización –de hinchas– entorno a él. Es decir, la autoridad consideraría problemática, poco deseable y motivo de persecución cualquier actividad comunitaria de hinchas. ¿Nos hace entender el señor Roa que cualquier organi-zación de hinchas debe ser considerada como asociación ilícita? Me hace a mí, a mi familia, a mis amigos, a las familias de mis amigos, a millo-

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nes de ciudadanos del país sentirse inmediata-mente como una banda de forajidos, solo por el hecho de juntarse a ver un partido de fútbol. Da para preguntar si no se nos aplicará la ley anti-terrorista, porque, sépanlo, nosotros sí estamos organizados, somos cada vez más y cada vez más sólidos.

Al ser los objetivos tan claramente castigar, per-seguir, oprimir, dividir, alienar a los hinchas, no resulta tan extraño que nuestra asistencia a los estadios se vea castigada, perseguida y oprimida tanto por las administraciones de nuestros pro-pios clubes como por el ministerio del interior, basado en un plan que nos niega la existencia como cuerpo social. Que vuelva la familia, dicen. Mi familia nunca se fue de los estadios y ha sufri-do muchas veces más los abusos de las autorida-des y la inoperancia administrativa de las SADP, que la violencia interna de la hinchada. Eso que en los medios de comunicación solo muestran en su faceta más escandalosa y delictual, es en realidad un mundo mucho más rico, con rela-ciones interpersonales construidas a través de años de partidos, de viajes y de diversos eventos en todo el mundo. Y si caben dudas, pueden ir a preguntar al cerro Ramaditas, a los niños dam-nificados, o a los lancheros del muelle Prat, si no llegó la hinchada de la U a ayudar desinteresa-damente. Eso, señor Roa, es una organización de

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hinchas. Por otra parte, es poco creíble que las autori-

dades quieran acabar con la violencia, porque su método consiste en restringir el acceso a un espacio único de encuentro social transversal como lo son los estadios. En efecto, Roa expre-sa su satisfacción con los números crecientes de detenciones ligadas a eventos deportivos. Todos sabemos que hay tanta o más violencia social en las poblaciones, en las calles, en toda la so-ciedad, y no solo en el estadio. Lo que ocurre en el estadio es la confluencia de mucha gen-te, que por lo tanto actúa como masa humana. Fuera del estadio, o un día martes en la mañana, esa misma persona, ese ciudadano-hincha que constituye “en la cancha” una masa humana, si-gue estando en un clima de violencia, alimenta-do día a día por razones que escapan al mundo del fútbol. Entonces, lo que hace falta es que existan espacios de sublimación de la violencia para transformarla en actividades sociales, de esparcimiento, de crecimiento, de educación, de solidaridad, de oportunidad. Sin embargo, contradictoriamente, a la gente que vibra con el fútbol la buscan extirpar del fútbol, cuando son quienes más lo necesitan. Sacar la violencia de los estadios es un artificio, porque la violencia va a seguir estando en todo el resto de la socie-dad, y lo que es peor, se va a haber perdido una

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herramienta para tratarla. Sin embargo, hay una tenue luz de esperanza

para las hinchadas. Roa manifiesta en la mentada entrevista, y el diputado Ramón Farías lo corro-bora en un artículo del 21 de abril en la edición digital de El gráfico Chile, que la ley será revisa-da, tomando en cuenta la evaluación interna que hará el PES, e incluyendo también los aportes de los distintos actores concernidos. Esperemos que la autoridad esté a la altura y sepa recoger el sentir popular a la hora de rediseñar los espacios públicos, sociales y de esparcimiento, porque lo ideal es hacerlos propios de la gente, del usua-rio, y no un sitio artificial sin alma y sin misión social, para un tipo de ciudadano que no existe.

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colofón

GRACIAS :3

ESPERO QUE LES GUSTE <3.

¡AGUANTE LA U Y SU GENTE!