Prologo y Cap I Prometeo C. G. Gual

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SECCIÓN DE OBRAS DE ANTROPOLOGÍA PROMETEO: MITO Y LITERATURA

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SECCIÓN DE OBRAS DE ANTROPOLOGÍA

PROMETEO: MITO Y LITERATURA

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Prometeo trayendo el fuego (1637), de Jan Cossiers. Museo del Prado, Madrid

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CARLOS GARCÍA GUAL

PROMETEO:

MITO Y LITERATURA

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Primera edición, Ediciones Peralta, 1979

Segunda edición, revisada, Ediciones Hiperión, 1995

Primera edición en FCE-España, corregida y aumentada, mayo 2009

García Gual, Carlos Prometeo: mito y literatura / Carlos García Gual. – Madrid : FCE, 2009239 p. : ilus. ; 21 x 14 cm – (Colec. Antropología)ISBN 978-84-375-0630-2

1. Literatura griega 2. Mitología griega I. Ser. II. t.

LC PA3015.R5 Dewey 882 G532e

© 1979, 1995, 2009, Carlos García Gual

D.R. © 2009, de esta edición:FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ESPAÑA, S. L.Vía de los Poblados, 17, 4.º-15, 28033 Madridwww.fondodeculturaeconomica.eseditor@fondodeculturaeconomica.es

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ISBN: 978-84-375-0627-2

D. L.: M-???????????

Impreso en España

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ÍNDICE

Prólogo a la nueva edición ....................................................... 13A modo de introducción .......................................................... 15Prólogo a la segunda edición ................................................... 23

I. Los dos relatos de Hesíodo. Versiones y comentarios . 27Teogonía (vv. 507-616) ............................................... 27Trabajos y Días (vv. 42-105) ...................................... 32Los dos relatos de Hesíodo ....................................... 36

II. La versión trágica: Prometeo encadenado, de Esquilo . 49Comentarios a la tragedia de Esquilo........................ 82

La composición dramática: estructura y perso-najes ...................................................................... 82

La cuestión de la autenticidad del Prometeo enca-denado .................................................................. 94

La trilogía dramática y la liberación de Prometeo .. 99De la justicia de Zeus y la liberación de Prometeo . 110Nota sobre antecedentes míticos y tonos polí-

ticos ...................................................................... 127

III. Breve aparición cómica de Prometeo ........................... 131Aristófanes Las Aves (vv. 1494-1552) ....................... 132

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IV. El mito de Protágoras de Platón: una versión sofísticade los orígenes de la cultura .......................................... 135

Platón, Protágoras (320 C-323 A) .............................. 135Versión sofística de los orígenes de la cultura ......... 139

V. Una apología sofística de Prometeo: el diálogo de Lu-ciano Prometeo en el Cáucaso ....................................... 155

La apología sofística de Prometeo en Luciano ........ 156Luciano, Prometeo en el Cáucaso ............................. 159

VI. Variaciones y simbolismos de la figura titánica de Pro-meteo ............................................................................... 169

VII. Tres breves textos de Goethe, Nietzsche y Kafka ....... 183

VIII. La reivindicación de Epimeteo en El retorno de Pan-dora y su significación en la obra de Goethe .............. 189

IX. Prometeo creador de los seres humanos ...................... 207

X. Prometeo y el progreso de los humanos ...................... 219

XI. El fervor romántico y la rebeldía de Prometeo ........... 231

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Para Ángela, otra vez.

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Aunque Esquilo lo ha tomado ante todocomo una figura dramática, la concepciónfundamental del robo del fuego lleva consigouna idea filosófica de tal hondura y grandezahumana que el espíritu humano no la podríaagotar jamás... No en vano ha sido siempreel Prometeo la pieza preferida por los poe-tas y los filósofos de todos los pueblos en-tre las obras de la tragedia griega y lo seguirásiendo en tanto que una chispa del fuego pro-meteico arda en el espíritu humano.

WERNER JAEGER

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PRÓLOGO A LA NUEVA EDICIÓN

Al plantearme una nueva publicación de este libro sobre el mitode Prometeo, unos veinte años después de su primera edición,me ha parecido oportuno modificar ligeramente su título ori-ginal, y llamarlo desde ahora Prometeo: mito y literatura en lu-gar de Prometeo: mito y tragedia, porque, con sus tres nuevoscapítulos añadidos, no queda ya tan centrado sobre la esplén-dida versión trágica del Prometeo encadenado de Esquilo, sinoque pone aún más de relieve su larga trayectoria literaria, es de-cir, cómo en su deriva a través de los siglos el mito se enriqueceen la transmisión y la historia. En el mundo griego esa tradiciónpoética arranca de Hesíodo y llega, pasando por famosos tex-tos clásicos aquí recogidos, con su impresionante bagaje sim-bólico a la literatura moderna. Como otros mitos antiguos, elde Prometeo tiene una arcaica raigambre religiosa, y tal vez ensus orígenes pueden rastrearse reflejos o influjos de motivos dealgún mito anterior del Próximo Oriente; pero lo que en estelibro se ofrece es un seguimiento de sus variaciones en la lite-ratura griega antigua y sus ecos más destacados en la moderna.Los mitos, desarraigados de su trasfondo religioso, desvincula-dos de los ritos, viajan por el imaginario colectivo, y desde elmundo griego son transmitidos por los pensadores y poetas.Como tal vez ningún otro relato mítico griego (aunque hay, enesa mitología, otros personajes no menos prestigiosos, como Uli-ses, u Orfeo, por ejemplo), la historia del titán filántropo, el ro-bador del fuego y patrón del progreso humano, ha suscitado muy

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diversas y sugestivas reflexiones poéticas y filosóficas, y ha de-jado en las artes plásticas algunos reflejos muy claros. No he tra-tado de dar aquí una nómina exhaustiva de esos numerosos ecos–para quien desee más datos he señalado en citas y notas pun-tuales estudios más amplios y eruditos a los que los lectoresinteresados pueden acudir–, sino que he querido atender a losmotivos centrales del relato mítico y a las variantes de esos mo-tivos, y lo que aportan al respecto las interpretaciones y rein-terpretaciones que en siglos diversos y en contextos históricosdistintos han surgido, inspiradas en la riqueza simbólica del mito.

Creo que en los prólogos a las dos ediciones anteriores de esteensayo –que he decidido conservar aquí, porque expresan de modoclaro las intenciones que lo orientan– ya insistí bastante en esteenfoque hermenéutico y sería superfluo repetir esos avisos.Acerca de los tres capítulos añadidos (sobre la rebeldía de Pro-meteo, su rasgo no clásico de creador de los seres humanos, y sudefinición, ya central en la versión de Esquilo, como titánico im-pulsor del progreso) quiero justificarlos, en la medida adecuada,señalando que, si bien versan sobre ciertos aspectos centrales ensu tradición y, por lo tanto, son motivos que estaban analizadosya en las páginas antiguas, me ha parecido que merecían un co-mentario más preciso y más atento a los contextos culturales, his-tóricos y literarios en que se desarrollan. He aprovechado ade-más la ocasión para citar algunos estudios de estos últimos años.En este sentido estos últimos apuntes completan las reflexionesy sugerencias de esta entretenida pesquisa filológica.

A lo largo de los años he vuelto muchas veces, no sólo enescritos más o menos ocasionales, sino también en leccionesuniversitarias y ante públicos muy varios, a leer y releer losviejos textos y comentar los motivos y símbolos de este mito.Y todavía me parece una narración que conserva un induda-ble atractivo para quienes gustan de las viejas historias y delos encantos de la mitología y su fabulosa pervivencia.

Madrid, febrero de 2009

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I. LOS DOS RELATOS DE HESÍODO.

VERSIONES Y COMENTARIOS

TEOGONÍA (vv. 507-616)*

Y Jápeto1 desposó a una joven Oceánide de hermosos tobi-llos, a Clímena, y compartió con ella un mismo lecho. Ella

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* Para comentar los textos de Hesíodo me han sido muy útiles algunos es-tudios filológicos. En primer lugar, los doctos y, a la vez, precisos e inteligentes,comentarios detallados al texto griego de M.L. West Hesiod. Theogony, OxfordUniversity Press, 1966, y Hesiod. Works and Days, id., 1978. El texto griego quehe tenido en cuenta en mi traducción es el editado por West, que coincide en ge-neral con el de F. Solmsen en su edición en los “Oxford Classical Texts” de 1970.

En la consideración de la estructura de los relatos, me ha sugerido bastan-tes notas el breve trabajo de J.P. Vernant “Le mythe prométhéen chez Hésiode”,publicado en Mythe et Société en Grèce ancienne, París, 1974, pp. 177-194. Ver-nant ya había publicado en Mythe et Pensée chez les Grecs, París, 1965 (hay trad.esp., Barcelona, 1973) un muy acertado estudio sobre Prometeo, titulado “Pro-méthée et la fonction technique” (artículo de 1952).

En la excelente versión castellana de los dos grandes poemas de Hesíodorealizada por A. Pérez Jiménez: Hesíodo. Teogonía. Trabajos y Días, Barcelona,1975, y, publicada de nuevo, con algunos retoques, en 1978 (en la versión com-pleta de la obra hesiódica de A. Pérez Jiménez y A. Martínez Díez, Hesíodo.Obras y Fragmentos, Madrid, 1978), puede encontrar el lector interesado unamuy cuidada introducción y nota bibliográfica. En la edición de 1975 (pp. 87-96) Pérez Jiménez analiza claramente el mito, y resume en un cuadro sinópticolas dos versiones hesiódicas (de acuerdo con el libro de J. Blusch, Formen undInhalt von Hesiods individuellen Denken, Bonn, 1970) y en la edición de 1978anota, con su habitual destreza, los pasajes más discutidos.

1 Jápeto es hijo de Urano y Gea (Cielo y Tierra), por tanto uno de los dio-ses de la primera generación, hermano de Océano, el padre de su esposa Clí-

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le dio como hijo al esforzado Atlante, y parió al muy glo-rioso Menecio y a Prometeo, mañoso, de versátil astucia, yal torpe Epimeteo, que resultó desde un principio una des-gracia para los hombres comedores de pan. Pues fue el pri-mero que aceptó de Zeus a la Mujer, moldeada como jovendoncella.

Al violento Menecio, Zeus de amplia voz le mandó al fondodel Érebo asaeteándolo con su humeante rayo, por su insen-satez y su desmedida osadía. Atlante sostiene el vasto cielo for-zado por una imperiosa fatalidad en los confines de la tierra,más allá de las Hespérides de clara voz [enhiesto, sobre su ca-beza y sus infatigables brazos],2 pues ése fue el destino que leasignó el prudente Zeus.

Y ató con ligaduras infrangibles al muy taimado Prometeo,con angustiosas cadenas, cruzándolas por el medio de una co-lumna,3 y envió sobre él un águila de amplias alas. De modoque ésta devoraba su hígado inmortal, pero éste volvía a cre-cer durante la noche en igual proporción a lo que a lo largo deldía había comido el ave de amplias alas. La mató luego el va-leroso hijo de Alcmena, de hermosos tobillos, Heracles, y li-bró de su terrible padecer al Japetiónida y le alivió de sus pe-sares, no en contra de la decisión del Olímpico Zeus que en loalto reina, a fin de que la gloria de Heracles, nacido en Tebas,fuera aún mayor que antes sobre la fértil tierra. Ya que al aten-der a esto honraba a su muy excelente hijo; aunque estaba en-

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mena, y también de Cronos, padre de Zeus, según ya ha explicado Hesíodo enla Teogonía, vv. 133ss.

2 Los versos entre corchetes corresponden a versos considerados como es-púreos y atetizados también con ese signo en la edición del texto griego de Solm-sen y en la de West. Añadidos posteriores a la redacción original suelen dar in-formación sobre detalles inoportunos y bien conocidos, como en este ejemplo.

3 Otras maneras de entender esta expresión textual son: “pasándole por elmedio una columna” (algo así como “empalándolo o hincándole en el pecho unacolumna”), o “pasando las cadenas alrededor de una columna” (a la que estaríafijado Prometeo).

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furecido, desistió del rencor que antes albergaba, desde que(Prometeo) se enfrentara a los designios del superpoderoso hijode Cronos.

Pues en aquel tiempo en que dioses y hombres mortales sesepararon en Mecona,4 entonces (Prometeo) ofreció con ánimodecidido un gran buey, que había troceado, tratando de em-baucar la inteligencia de Zeus. Por un lado, en efecto, dispusolas carnes y las pingües vísceras con su grasa entre la piel, es-condiéndolas en el vientre bovino. Por otro, a la vez, dispusolos blancos huesos del buey con arte engañoso empaquetán-dolos bien y recubriéndolos con la brillante grasa.

Luego le habló el padre de hombres y dioses:“¡Japetiónida, el más excelente de todos los dioses, amigo

mío, con cuánta parcialidad hiciste la división de los lotes!”.Así habló en son de chanza Zeus, que sabe planes eternos.

Le respondió entonces Prometeo, de torva astucia, con una li-gera sonrisa y sin olvidar su engañoso ingenio:

“¡Zeus, el más glorioso, el más grande de los dioses sempi-ternos! Escoge entre éstos aquel de los dos que te dicte en tuinterior tu ánimo”.

Así habló con engañosa intención. Y Zeus, que sabe planeseternos, lo advirtió y no ignoró la trampa. Pero preveía en suánimo desdichas para los hombres mortales, que iban enton-ces a cumplirse. Y él tomó para sí en sus manos la blanca grasa.Se enfureció en sus entrañas y la cólera invadió su ánimo,cuando vio los blancos huesos del buey bajo la engañosa treta.Desde entonces en honor de los Inmortales las tribus de los hu-manos sobre la tierra queman los blancos huesos en los alta-res humeantes de los sacrificios.

A él, muy irritado le habló Zeus, el amontonador denubes:

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4 Antiguo nombre de Sición, localidad del Peloponeso, en la que –no sabe-mos con qué razón– se situaba esa escisión entre dioses y hombres.

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“¡Japetiónida, tú que sobre todos destacas en saber astucias,amigo mío, desde luego que todavía no te has olvidado de tuengañoso ingenio!”.

Así le dijo, enfureciéndose, Zeus, que sabe planes eternos.A partir de entonces, guardando memoria continua del engaño,ya no daba la llama del fuego infatigable a los fresnos [para loshombres mortales que sobre la tierra habitan].

Pero le burló el valiente hijo de Jápeto, al robar el fulgorrelumbrante del fuego infatigable en una hueca cañaheja.5 Demodo que laceró de nuevo el corazón de Zeus altitonante y en-colerizó su ánimo, cuando vio entre los hombres el fulgor re-lumbrante del fuego.

Y, al punto, a cambio del fuego tramó un mal para los hu-manos. Modeló entonces de tierra el ilustrísimo Patizambo unafigura de candorosa doncella, de acuerdo con los designios delCrónida. Y la diosa de ojos glaucos, Atenea, la ciñó y la enga-lanó con un vestido de resplandeciente blancura. Desde lo altode su cabeza la envolvió con un velo artísticamente trabajado porsus manos, una maravilla de admirar; y en torno a sus sienes lepuso seductoras guirnaldas de fresca hierba y flores Palas Ate-nea. Y sobre su cabeza colocó el muy glorioso Patizambo unaáurea corona, que él mismo había labrado con el trabajo de susmanos, para agradar al padre Zeus. En ésta estaban forjados, ma-ravilla de admirar, numerosos monstruos, artísticamente traba-jados, tremendos, cuantos cría la tierra firme y el mar. De ésosaquél había labrado muchos –y la gracia flotaba sobre todosellos–, prodigiosos, semejantes a los animales dotados de voz.

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5 La cañaheja (nárthex) en la que transportó (del cielo a la tierra) el fuegoPrometeo, se suele identificar con el hinojo gigante o ferula communis, abun-dante en ciertas zonas de Grecia, cuyo largo tallo envuelve una pulpa blanca que,cuando está seca, arde como una mecha, sin destruir la corteza exterior, de modoque sirve magníficamente para albergar la llama durante largo recorrido. Se ca-lifica de “hueca” en el sentido de que la llama al arder va consumiendo el re-lleno interior del fuste o cafia de la umbelífera.

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Luego, una vez que hubo tramado el bello mal en com-pensación del bien, condujo adonde estaban los demás diosesy los hombres a la doncella, radiante con el engalanamiento dela diosa de glaucos ojos, hija del altísimo. Y el asombro domi-naba a los dioses inmortales y a los hombres mortales, apenasvieron el excelso engaño, irresistible para los hombres.

De ella, en efecto, procede la estirpe de las femeninas mu-jeres. Gran agobio para los mortales: conviven con los hom-bres, sin adaptarse a la maldita pobreza, sino sólo a la hartura.

Como cuando en las colmenas abovedadas las abejas alimen-tan a los zánganos, ocupados en ruines tareas –mientras ellas todoel día, hasta la puesta del sol, diariamente se afanan y fabrican losblancos panales, ellos quedándose dentro en las techadas colme-nas cosechan la fatiga ajena para su vientre–, de tal modo paralos hombres mortales creó como un mal a las mujeres Zeus alti-tonante, ellas que se ocupan de continuo en obras mezquinas.

[Uno u otro mal les procuró en lugar de un bien. El quehuyendo del matrimonio y de las funestas acciones de las mu-jeres no quiere casarse, y alcanza la lamentable vejez sin tenerquien le cuide anciano, ése no vive carente de alimento, peroa su muerte se reparten su hacienda sus parientes colaterales.A su vez, al que le toca en suerte el matrimonio y consigue unaesposa decente y bien asentada en sus cabales, éste logra con-trapesar a lo largo de su vida el mal con el bien de modo cons-tante. Pero quien se encuentra con una mujer dañina, vive al-bergando en su pecho una extremada congoja para su ánimoy su corazón, y su desgracia no tiene remedio.]

Así que no es posible escamotear ni transgredir el designio deZeus. Porque ni siquiera el Japetiónida, el benefactor Prometeo,logró zafarse de la abrumadora cólera de aquél, sino que por lafuerza, por muy sabio que fuera, le atenaza6 a una enorme cadena.

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6 Algunos intérpretes suelen evitar este presente traduciendo el verbo porun pasado. L. Séchan, examinando el caso, dice (op. cit., p. 23): “¿Hemos de creer,