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Prof. Carla Larrobla. La dictadura cívico militar. Uruguay 1973-1985. 1 La dictadura cívico militar (1973-1985) Prof. Carla Larrobla Antecedentes del Golpe de Estado de 1973 El Golpe de Estado de 1973 estuvo precedido por un proceso de crisis gradual del sistema político cuyo inicio podría fecharse en 1967 1 . Caracterizado por el deterioro de la democracia y del Estado de Derecho, este período ha sido denominado por Álvaro Rico como “el camino democrático de la dictadura” 2 , donde se asistió a una auto-transformación del Estado de Derecho en Estado policial. 1 Es importante mencionar que las periodizaciones suelen ser “recortes” arbitrarios y que siempre se encuentran sujetas a movilidad dependiendo de los enfoques y miradas que produzcan quienes estudien el período. 2 Ver: Álvaro Rico. Del Estado de Derecho al Estado de Policía. Uruguay 1967- 1973. En: C. Demasi y otros; “Estado de derecho y Estado de excepción”; Ed.: Trilce, Montevideo, 1999. / Álvaro Rico. “1968: el liberalismo conservador”. EBO, Mdeo.,1990. PROCESO DE AUTOTRANSFORMACIÓN ESTATAL. ESTADO DE DERECHO, REPUBLICANO, DEMOCRÁTICO ESTADO POLICIAL La dinámica estatal es quien permite el proceso de transformación. El golpe de Estado no se produce por un elemento ajeno a éste sino que es el propio titular del Poder Ejecutivo quien deviene en dictador. De allí que sea necesario observar el comportamiento de las Instituciones democráticas en este proceso, ya que ellas mismas se convierten en “cómplices” del advenimiento del autoritarismo. Se pasa de gobernar según las leyes a gobernar por medio de las leyes Los fines del Estado van mutando, siendo la seguridad y el orden el fin primario, desplazando la garantía de los derechos individuales a un segundo plano Las FF. AA. intervienen cada vez en la vida pública sin que se establezcan mecanismos de freno al aumento de poder que van adquiriendo

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La dictadura cívico militar (1973-1985) Prof. Carla Larrobla

Antecedentes del Golpe de Estado de 1973

El Golpe de Estado de 1973 estuvo precedido por un proceso de crisis gradual del sistema

político cuyo inicio podría fecharse en 19671. Caracterizado por el deterioro de la democracia y del

Estado de Derecho, este período ha sido denominado por Álvaro Rico como “el camino

democrático de la dictadura”2, donde se asistió a una auto-transformación del Estado de Derecho en

Estado policial.

1 Es importante mencionar que las periodizaciones suelen ser “recortes” arbitrarios y que siempre se encuentran sujetas

a movilidad dependiendo de los enfoques y miradas que produzcan quienes estudien el período. 2 Ver: Álvaro Rico. Del Estado de Derecho al Estado de Policía. Uruguay 1967- 1973. En: C. Demasi y otros; “Estado

de derecho y Estado de excepción”; Ed.: Trilce, Montevideo, 1999. / Álvaro Rico. “1968: el liberalismo conservador”.

EBO, Mdeo.,1990.

PROCESO DE AUTOTRANSFORMACIÓN ESTATAL.

ESTADO DE DERECHO,

REPUBLICANO,

DEMOCRÁTICO

ESTADO

POLICIAL

La dinámica estatal es quien permite el proceso de transformación. El golpe de Estado no se produce

por un elemento ajeno a éste sino que es el propio titular del Poder Ejecutivo quien deviene en

dictador. De allí que sea necesario observar el comportamiento de las Instituciones democráticas en

este proceso, ya que ellas mismas se convierten en “cómplices” del advenimiento del autoritarismo.

Se pasa de gobernar según las leyes a

gobernar por medio de las leyes

Los fines del Estado van mutando, siendo la seguridad

y el orden el fin primario, desplazando la garantía de

los derechos individuales a un segundo plano

Las FF. AA. intervienen cada vez en la vida pública sin que se establezcan mecanismos de freno al

aumento de poder que van adquiriendo

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La agudización de la violencia es otro de los elementos que

permiten caracterizar los años previos a la dictadura. La irrupción de la

lucha armada como camino de transformación impulsada por algunas

organizaciones políticas, como fue el caso del Movimiento de

Liberación Nacional- Tupamaros (MLN), se inscriben en un clima de

agitación revolucionaria que trasciende a la esfera nacional.

Las movilizaciones sociales crecientes fueron acompañadas

por los procesos de unidad sindical y de la izquierda uruguaya.

Estos procesos culminan con la formación de la Convención

Nacional de Trabajadores en 1964 y del Frente Amplio en 1971.

En contrapartida las prácticas represivas por parte del

Estado se fueron extendiendo y profundizando. La aplicación

sistemática de la tortura a los detenidos fue denunciada en

reiteradas ocasiones al tiempo que aumentaban las acciones de los

grupos de ultra derecha.

El avance del autoritarismo a nivel de la esfera pública

provocó la reestructuración del mundo privado, instalando el

clima de sospecha, la duda, la desconfianza. El miedo

comenzó a calar hondo en la sociedad uruguaya.

Las Medidas Prontas de Seguridad fueron utilizadas

de forma sistemática por parte del gobierno en aras de

combatir a la “subversión” que era representada tanto por la

guerrilla como por todos aquellos que respondían al

“marxismo internacional”.

En enero de 1972, Juan María Bordaberry asumía la

presidencia de la República como el nuevo mandatario electo.

El 14 de abril del mismo año, el MLN lanzó su plan de

ofensiva contra el grupo de ultra derecha “Escuadrón de la

Muerte”.

Luego de una jornada sangrienta que culminó con 11

personas asesinadas3; el Parlamento declaró el “Estado de

Guerra Interno” que

se extendió hasta el

10 de julio de 1972

con la aprobación de “Ley de Seguridad del Estado” (que

estará vigente durante toda la dictadura). De esta manera

quedaban suspendidas las garantías individuales.

El deterioro de la democracia era visible para todos

los sectores políticos y para la población en general

mientras que la injerencia de los militares en la vida

pública iba creciendo. Una vez finalizada la fuerte

contraofensiva militar contra el MLN que logró

3 Tres de ellas fueron asesinadas por el MLN-T y siete tupamaros perdieron sus vidas en manos de las Fuerzas

Conjuntas.

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desmantelar a la organización, el Presidente mostró claras intenciones de alejar de escena a las

Fuerzas Armadas.

Llegamos, de esta manera, a la crisis de febrero de 1973. Ante el nombramiento del Gral.

Antonio Francese para el cargo de Ministro de Defensa Nacional, el

Ejército y la Fuerza Aérea emitieron, el 8 de febrero un comunicado

solicitando al Presidente que relevara del cargo al nuevo ministro. Por

su lado, la Armada Nacional, fiel a Bordaberry ocupó la Ciudad Vieja,

bloqueándola en señal de apoyo.

Paralelamente el Ejército y la Fuerza Aérea, emitieron los

comunicados 4 y 7 -el 9 y 10 de febrero. Éstos provocaron una gran

confusión en diversos sectores políticos y sociales que apoyaron la

postura de los militares al considerarlas más progresistas que las que

representaba el Poder Ejecutivo. De esta forma se produjo un mayor

aislamiento del Presidente que veía como se multiplicaban las voces

que pedían su renuncia. Ante esta situación, es Bordaberry quien pone

punto final a la

crisis

institucional, tras acordar con los militares el

13 de febrero de 1973, en lo que ha sido

llamado el “Pacto de Boisso Lanza”. En el

mismo se estipuló la creación del Consejo de

Seguridad Nacional (COSENA), integrado

por el Presidente, algunos ministros, los

Comandantes de las tres armas y el Jefe del

Estado Mayor Conjunto. La presencia de las

Fuerzas Armadas en la vida pública del país

quedaba, así, institucionalizada.

El 25 de abril de 1973, el Poder Ejecutivo solicitó al Senado el desafuero del Senador

Enrique Erro, por supuestas vinculaciones con el MLN- T, el cual será rechazado por la Cámara de

Representantes, por un solo voto de diferencia. Las discusiones que se generaron al respecto del

desafuero agudizaron las tensiones entre el elenco parlamentario y los mandos castrenses.

El 1º de junio Bordaberry reimplanta las Medidas Prontas de Seguridad, provocando el retiro

del apoyo de la “Lista 15” al gobierno. Los conflictos con los partidos políticos siguen

profundizándose: es detenido el Presidente del Directorio del Partido Nacional al tiempo que se

anuncia el envío por parte del Ejecutivo del pedido de desafuero del diputado nacionalista Héctor

Gutiérrez Ruiz. La crisis política se agravaba cada vez más.

Golpe de Estado y Huelga General

En la madrugada del 27 de junio, el Presidente Juan María Bordaberry firmó, junto a los

Ministros de Defensa e Interior, el decreto de disolución del Parlamento. De esta manera es el

presidente electo constitucionalmente quien “…en dicho acto (autogolpe) deviene dictador de facto.

No existió, pues, ni usurpación, ni vacío, sino continuidad y unidad del poder estatal…”4

4 Álvaro Rico (coord..). “15 días que estremecieron al Uruguay. Golpe de Estado y Huelga General”. Fin de Siglo,

Montevideo, 2005. P. 16.

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La respuesta de la Convención Nacional de

Trabajadores (CNT) fue inmediata y la Huelga General fue

declarada el mismo 27 de junio, procediéndose a la

ocupación -por parte de los obreros- de los lugares de

trabajo. Esta medida fue acompañada por la Federación de

Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) impulsando

la paralización de las actividades curriculares y la ocupación

de los centros de estudio. La respuesta del gobierno no se

hizo esperar y el 30 de junio se emitió el decreto de

disolución de la CNT y se

dispuso la clausura de sus

locales y el arresto de

dirigentes sindicales. El 11

de julio la central decidió

levantar la huelga en el

marco de una represión

creciente que provocó que el

gobierno debiera habilitar el

Cilindro Municipal como centro de detención, debido a que la

capacidad de las cárceles y de otros establecimientos de reclusión se

encontraba saturada.

La Huelga General se extendió a lo largo de 15 días y fue

acompañada por distintas acciones del movimiento popular:

manifestaciones relámpago (la más significativa de ellas fue la

realizada el 9 de julio sobre la avenida 18 de julio5), reorganización

inmediata de las ocupaciones luego de los desalojos, volanteadas,

pintadas; llegando a realizarse el simbólico acto de apagar la llama de la refinería de ANCAP,

ubicada en el barrio La Teja.

Como contraparte, la política represiva desplegada por el gobierno dejó como saldo cientos

de detenidos y heridos y dos trabajadores asesinados: Walter Medina (6 de julio) y Ramón Peré (9

de julio).

En lo que refiere al movimiento estudiantil, las autoridades decidieron realizar en setiembre

de 1973, las elecciones universitarias bajo el control de la Corte Electoral. En todos los servicios

universitarios triunfaron los sectores de oposición a la dictadura, convirtiendo a este acto

eleccionario en un fracaso para los objetivos del gobierno. A esta instancia se le suma el suceso del

27 de octubre de 1973, donde luego de la explosión de una bomba en la Facultad de Ingeniería, fue

intervenida la Universidad de la República al tiempo que fueron detenidos el Rector y la mayoría de

los Decanos. A partir de ese momento se inició un proceso de depuración de los principales cuadros

docentes universitarios. Por último el 28 de noviembre fueron ilegalizadas las actividades de casi

todos los partidos o grupos de izquierda y de la FEUU.

5 A las 5 de la tarde fue convocada una concentración en 18 de julio. La movilización que contó con una asistencia

masiva resultó fuertemente reprimida. En ella son detenidos los generales Seregni y Licandro y el coronel Zufriategui

junto a un centenar más de manifestantes.

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Breve síntesis del proceso político de la dictadura

El 27 de junio de 1973 comenzó a organizarse el aparato institucional que daría forma al

gobierno de facto. De esta manera, a través del mismo decreto que disolvió el Parlamento, se creó el

Consejo de Estado, cuyas atribuciones fueron: desempeñar las funciones de la Asamblea General y

controlar la gestión del Poder Ejecutivo en lo referente al respeto a los derechos individuales y a las

normas constitucionales y legales. A su vez debía elaborar un anteproyecto de reforma

constitucional. Dicho Consejo inició sus funciones el 19 de diciembre de 1973 siendo su primer

presidente el ex senador nacionalista Martin Echegoyen.

El mismo día del Golpe de Estado se emitió el decreto de disolución de las Juntas

Departamentales que fueron sustituidas por las Juntas de Vecinos, cuyos miembros (nueve para

Montevideo y siete para las 18 restantes) serían designados por el Poder Ejecutivo. Las principales

funciones gubernamentales fueron absorbidas por las Intendencias Municipales. Cabe señalar que la

totalidad de los intendentes fueron confirmados en sus cargos, registrándose sólo la renuncia del

Prof. Amaral, intendente de Rocha.

El ya mencionado decreto del 28 de noviembre de 19736 ilegalizó a los siguientes partidos o

grupos políticos: Grupos de Acción Unificadora (GAU), Movimiento 26 de marzo, Movimiento

Revolucionario Oriental, Partido Comunista Revolucionario (PCR), Partido Comunista del Uruguay

(PCU), Partido Socialista (PS), Unión Popular y Unión de Juventudes Comunistas (UJC).

La participación de las Fuerzas Armadas había sido institucionalizada en febrero de 1973,

tras la creación del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) cuya integración era mixta en tanto

participaban civiles y militares. Éste organismo y la Junta de Comandantes en Jefe (JCJ) de las tres

Armas, jugaron un papel fundamental durante el proceso dictatorial tanto para la coordinación de la

gestión gubernamental como para la planificación de medidas políticas y represivas.

Bajo los principios rectores de la Doctrina de Seguridad nacional (DSN) se aprobó en 1974

una nueva Ley Orgánica Militar, que

completaba la institucionalización del

COSENA, la JCJ y el Estado Mayor Conjunto

(ESMACO).

A partir de ese año, el número de

funcionarios militares que comenzaron a ocupar

cargos en el aparato estatal fue aumentado

considerablemente. Este proceso de

“militarización” del Estado implicó que

integrantes de las Fuerzas Armadas fueran

designados como interventores de distintos

Entes Autónomos y para distintos cargos dentro

de la administración pública. Estas medidas se

6Decreto por el cual es ilegalizada la FEUU junto a otras agrupaciones estudiantiles o sindicales como ser:

Agrupaciones Rojas, Resistencia Obrero-Estudiantil, Frente Estudiantil Revolucionario.

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enmarcan dentro de una política de control y vigilancia de la sociedad civil comprendida dentro de

la lógica de combate al enemigo interno.

Como mecanismo para fortalecer la idea de un proyecto nacional, 1975 fue fijado como el

“Año de la Orientalidad” en el marco de los festejos del “Sequiscentenario de los Hechos

Históricos de 1825”. Toda una serie de dispositivos conmemorativos se desplegaron en el correr del

mismo año en el que comienzan a manifestarse las primeras divergencias entre el elenco castrense y

el presidente Juan María Bordaberry.

Estas diferencias se pusieron de

manifiesto a la hora de definir el camino

que debía tomar el gobierno en 1976 (año

en el que – constitucionalmente- deberían

ser realizadas las elecciones nacionales).

Los planteos de Bordaberry se orientaban

a la fundación de un nuevo régimen

político donde el sistema de partidos como

tal no tendría cabida. Este último punto

resultó inadmisible para los mandos

militares que decidieron la destitución del

presidente el 12 de junio de 1976.

A partir de ese momento asumió -

de forma transitoria- la presidencia Alberto

Demicheli, quien pertenecía al Partido

Colorado, y las elecciones previstas para ese año fueron suspendidas. Se creó el Consejo de la

Nación, integrado por el Consejo de Estado y la Junta de Oficiales Generales y que, entre sus

facultades, poseía la potestad de designar al Presidente así como a los miembros del Consejo de

Estado y de otros ámbitos gubernamentales de extrema importancia. Pocos meses después, el 1º de

setiembre de 1976, la presidencia de la República pasó a manos de Aparicio Méndez, de filiación

blanca.

Una de las primeras

medidas de Méndez fue la

firma de una serie de Actos

Institucionales, dentro de los

cuales se estableció la

proscripción de toda actividad

política. Estos actos

constituían una serie de

normas de carácter

constitucional que sustituían a

la Carta Magna en tanto se proyectaba una reforma de la misma.

A partir de ese momento asistimos a lo que Carlos Demasi denomina como “giro castrense”

que no implicó el alejamiento de los civiles del gobierno “…pero definió de otra forma las reglas

de su participación: los cuadros políticos debían esperar autorización para hablar en público, o

aleccionar a algún militar para que fuera este el que hablara.”7

7 Carlos Demasi; La evolución del campo político en la dictadura. En: AA.VV. “La dictadura cívico- militar. Uruguay

1973-1985”, EBO, Montevideo, 2009. P. 49.

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En agosto de 1977 los comandantes presentaron

un “Cronograma político” donde se anunciaba la

realización de elecciones para 1981 con una única

candidatura y la apertura a más candidatos para 1986. Al

mismo tiempo expresaron su voluntad de realizar una

reforma constitucional en aras de legitimar las

transformaciones introducidas por medio de los actos

institucionales.

El acto plebiscitario se produjo el 30 de

noviembre de 1980 y la población debía manifestarse por

“Si” o por “No” al proyecto constitucional. Esta instancia

significó la derrota del proyecto impulsado por

la dictadura tras la victoria del “No” por 57,9%

de los votos. Los momentos previos al

plebiscito implicaron una gran movilización

política; las autoridades desplegaron una gran

campaña publicitaria mientras que aquellos que

se oponían a la dictadura realizaron las más

diversas actividades propagandísticas tanto de

forma clandestina como en el marco de una

restringida legalidad. A partir de esta derrota se

abre una nueva etapa del proceso político.

En 1981 se aprobó el Acto Institucional

Nº 11 donde se establecía una transición de tres

años, y se preveía que en 1982 se realizarían elecciones internas en los partidos políticos

autorizados: Partido Colorado, Partido Nacional y la Unión Cívica. Por el mismo acto se designaba

un nuevo presidente; cargo que el 1º de setiembre

asumió el Teniente General ® Gregorio Álvarez.

En lo que respecta a las elecciones internas,

las mismas implicaron la desproscripción de una

buena parte de la oposición y la reactivación de la

vida política. Los partidos acordaron las

candidaturas a presentar y quedaron establecidas

claramente dos alternativas: los opositores a la

dictadura y los que apoyaban al gobierno de facto.

La exclusión de la izquierda suscitó que se

organizara un movimiento que promovía el voto en

blanco como forma de expresar el apoyo al Frente

Amplio. Sin embargo no faltaron los debates entre

los diferentes sectores que conformaban la coalición

sobre cómo actuar frente a las elecciones internas.

La iniciativa del voto en blanco fue impulsada por el Gral. Líber Seregni desde la prisión y, pese

algunas opiniones que se inclinaban por el apoyo a los sectores progresistas de los partidos

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tradicionales; la izquierda se alineó en torno a esta propuesta. Desde el exterior y en la

clandestinidad, los militantes se movilizaron para

marcar la presencia y vigencia del Frente Amplio.

Las elecciones se llevaron a cabo el 28 de

noviembre de 1982, el 60,61% de los habilitados a

votar concurrieron a los comicios y resultaron

ganadoras las listas opositoras a la dictadura. A partir

de ese momento comenzaron a funcionar las

Convenciones partidarias y se iniciaron las

conversaciones con el gobierno para pautar los

caminos a seguir para la salida de la dictadura. Las

primeras conversaciones se llevaron a cabo entre

mayo y julio de 1983 en el Parque Hotel y duraron

hasta que los partidos decidieron abandonarlas por entender que era inadmisible continuar las

negociaciones en tanto se mantenían las prácticas represivas.

Al mismo tiempo, buena parte de la sociedad uruguaya

comenzaba a movilizarse; varios espacios culturales brindaron un lugar

para el desarrollo de acciones de resistencia, profundizando diversos

mecanismos que se habían desarrollado a lo largo de los años de

opresión para, por ejemplo, burlar la censura. Los gremios

comenzaron, paulatinamente, a reactivarse. En ese sentido el gobierno

autorizó la creación de asociaciones de trabajadores por empresa que

se nucleó en el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) y permitió

la realización de un acto para el 1º de mayo de 1983, que resultó

multitudinario. El movimiento estudiantil, por su parte, conformó la

Asociación Social y Cultural de

Estudiantes de la Enseñanza Pública

(ASCEEP).

Hacia mediados de 1983

comenzaron los primeros apagones y caceroleos masivos como

forma de expresar el repudio a la dictadura y en setiembre se realizó

la “semana del estudiante” con una convocatoria altamente exitosa.

En este marco de creciente movilización social fue creada la

“Intersectorial” como espacio de coordinación entre los partidos

políticos y las organizaciones sociales. El momento culmine de este

proceso fue el acto del 27 de noviembre llevado a cabo en los

alrededores del Obelisco de Montevideo y bajo la consigna “Por un

Uruguay democrático y sin exclusiones”.

En julio de 1984 se reiniciaron las conversaciones entre los

partidos y los militares, pero esta vez el ausente fue el Partido Nacional. La negativa de los

“blancos” se debía a la reclusión a la que era sometido Wilson Ferreira Aldunate, líder del sector

más “progresista”, quien había regresado al país el 16 de junio siendo detenido de forma inmediata.

De esta manera las negociaciones fueron llevadas adelante por el Partido Colorado, la Unión Cívica

y la izquierda (cuyo principal dirigente, Líber Seregni, ya había sido liberado pero se encontraba

proscripto).

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Como resultado de las primeras conversaciones se fueron

derogando algunos de los Actos Institucionales, y se inició la

liberación gradual de los presos políticos. Al mismo tiempo se

anunció la desprocripción del Frente Amplio pero se mantenía

ilegal al Partido Comunista.

El 23 de agosto de 1984, en el Club Naval se concretó el

acuerdo entre militares y políticos y se fijaron las elecciones para

noviembre. En setiembre se organizó, con la participación de los

partidos políticos y distintas organizaciones sociales, la

Concertación Nacional Programática (CONAPRO). Este espacio

tenía como objetivo lograr acuerdos y fijar criterios para el futuro

gobierno democrático.

El 25 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones

nacionales, muchos políticos continuaban proscriptos y varios

miles de ciudadanos tenían vetada la posibilidad de votar. La

victoria recayó en el Partido Colorado y el 1º de marzo de 1985

asumió la presidencia, el Dr. Julio María Sanguinetti.

La política económica: Profundización y fracaso de la liberalización.

En 1973 se realizaron dos cónclaves8 de gobierno; el primero de ellos se llevó a cabo a fines

de agosto en el fuerte de San Miguel en el departamento de Rocha. El segundo se realizó en el mes

de octubre en el departamento de Colonia. Allí se establecieron las pautas de las acciones

económicas que se iban a desarrollar bajo la idea motora de liberalizar la economía y siguiendo las

indicaciones esbozadas en el Plan

Nacional de Desarrollo (PND)

elaborado por la Oficina de

Planeamiento y Presupuesto (OPP) y

aprobado por el PE el 4 de abril de

1973. Algunas de las premisas

planteadas en dicho plan eran: limitar

el papel del Estado en materia de

intervención económica, realizar una

apertura económica hacia el exterior, jerarquizar el papel del empresario privado y promover el

ingreso de capitales extranjeros.

La crisis del petróleo que se produce en el mes de octubre provocó la necesidad de ajustar

algunos de los lineamientos planteados, debido a que al alza del precio del crudo y el cierre del

mercado europeo generaron un desequilibro externo que debía ser enfrentado a través de la

imposición de ciertas medidas económicas. Es así que el rol de Estado se mantiene, en algunos

sentidos, como intervencionista; esta experiencia económica ha sido denominada por Jorge Notaro

como “intervencionismo reestructurador”.9 De esta forma y con el objetivo de impulsar la

diversificación de las exportaciones, se tomaron algunas medidas que procuraban incentivar al

sector agro-industrial: exoneración impositiva para algunos productos, líneas de crédito

8 Así fueron llamadas las reuniones que se realizaban entre los principales representantes civiles y militares del

gobierno. 9 Jorge Notaro, “La política económica en el Uruguay 1968-1984”, CIEDUR-EBO, Montevideo, 1984.

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preferenciales y facilidades fiscales. Todos aquellos productos que eran exportables fueron

declarados de interés nacional.

En 1974 la JCJ comenzó a participar activamente en el Consejo Económico y Social que

asistía al gobierno en materia económica al tiempo que oficiaba de contralor de que se siguieran las

medidas acordadas en los cónclaves mencionados. En julio del mismo año, Alejandro Végh

Villegas asumió como Ministro de Economía logrando concretar algunas de las medidas

liberalizadoras iniciadas en 1973 así como el fortalecimiento de la producción nacional.

Para atraer a los capitales extranjeros se implementaron diversas medidas: se promulgó la

Ley de inversiones extranjeras, se promovió la reducción del costo de la

mano de obra y se dio

inicio a un intenso

proceso de

liberalización y

apertura del sistema

financiero uruguayo y del mercado cambiario.

En mayo de 1975 se aprobó la ley de libre convertibilidad del

peso uruguayo para los movimientos financieros y la libre

transferibilidad de capitales. En marzo de 1976 se eliminó el

curso forzoso de la moneda nacional y unos meses después se

liberaron los topes de posiciones en moneda extranjera de los

bancos. Jaime Yaffé expresa que: “al cabo de este proceso el

mercado financiero uruguayo quedó completamente

liberalizado lo mismo que los movimientos de capitales desde

y hacia el país, iniciándose un proceso de dolarización de la

economía”.10

Otra de las líneas económicas que caracterizan a este período

fue el impulso de las exportaciones no tradicionales que

permitió el crecimiento de industrias como la textil, el cuero,

la química y la de algunos minerales no metálicos.

Para promover las exportaciones se impuso un tipo de

cambio real elevado al tiempo que la caída del salario real favorecía que los costos de producción

fueran competitivos en el mercado internacional. La diversificación de los mercados compradores

fue otro de los pilares de esta política, de esta manera se establecieron relaciones comerciales con

países asiáticos y árabes al tiempo que se suscribieron acuerdos con países de la región. Esto último

provocó un fluido intercambio con Brasil y Argentina.

Si bien las exportaciones registraron un claro aumento y constituyeron un puntal del

crecimiento económico, también lo hicieron las importaciones provocando el déficit de la balanza

comercial. Esta situación deficitaria fue apaliada con el ingreso de los capitales extranjeros y con el

aumento de la deuda externa, que pasó de 956 millones de dólares en 1974 a 1.239 millones en

1978.

En setiembre de 1976 Valentín Arismendi asumió como nuevo Ministro de Economía y

Finanzas en tanto que José Gil Díaz se convirtió en el nuevo presidente del Banco Central,

ocupando dichos cargos hasta 1982. En el último mes de 1977 se llevó a cabo el cuarto cónclave

cívico militar en Solís, allí fueron planteados los lineamientos que provocarían un reajuste de la

política económica.

10

Jaime Yaffé, Proceso económico y política económica durante la dictadura; en: AA.VV. “La dictadura cívico-

militar. Uruguay 1973-1985”, EBO, Montevideo, 2009. P. 127.

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Uno de los objetivos estratégicos de este equipo

económico era transformar al país en una plaza

financiera, y para ello era necesario generar un clima

económico favorable donde reinara la estabilización

monetaria. Profundizando la línea

económica del período

anterior se procuraba

mejorar la economía por

medio del ingreso de capitales extranjeros ofreciendo para ello todo tipo

de ventajas.

En ese marco se aplicaron una serie de medidas económicas que

apuntaron a privilegiar la actividad financiera: se anularon los controles

fiscales y se abandonó el control de la oferta monetaria, en 1979 se eliminaron los encajes

bancarios obligatorios y las tasas de intereses fueron liberadas al eliminarse los topes existentes y se

amplió el margen de endeudamiento de los bancos. En ese mismo año el sistema tributario fue

modificado revocando el impuesto que afectaba a los depósitos bancarios y el que gravaba las

ganancias de las inversiones extranjeras.

Un eje central de este período fue la modificación de la política cambiaria; se creó un

sistema de preanuncio del tipo de cambio que fue conocido como “la tablita”.

De esta manera el gobierno

informaba con cierta anticipación cuántos

pesos uruguayos valdría cada dólar

americano. Este régimen privilegió la

moneda norteamericana frente al peso en el

marco de la llamada “dolarización de la

economía”; al tiempo que la imposición del

atraso cambiario elevó el costo de las

exportaciones y abarató las importaciones.

En el marco de una política de

liberalización importadora se fueron

cancelando los beneficios que, en una

primera etapa, se le habían otorgado a las

industrias exportadoras. De esta manera, el

mercado interno se vio, progresivamente,

inundado de productos extranjeros. En ese

sentido el déficit comercial se acrecentó

durante trienio 1979-1981.

En noviembre de 1981 se realizó,

en Piriápolis, el quinto cónclave; los

lineamientos allí aprobados configuraron

un nuevo avance en el proyecto de

desarrollo y de liberalización, pero no

pudieron ser aplicados por el estallido de

la crisis.

CARICATURA NAVIDAD DE 1981

LA TABLITA

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El 25 de noviembre de 1982 el Banco

Central se retiró del mercado cambiario

anunciando el abandono del cronograma de

cotizaciones anticipadas, este episodio ha sido

conocido como el “quiebre de la tablita”. El

gobierno dejó de controlar el precio del dólar lo

que provocó la suba estrepitosa de su valor, en

solo dos días el dólar americano pasó de 13 a 39

pesos uruguayos. Ante esta situación, en

diciembre de 1982 Valentín Arismendi fue

sustituido por Walter Lusiardo Aznárez.

A partir de ese momento se desencadenó

una de las peores crisis económicas de la

historia del país que develó las insuficiencias del

modelo económico de la dictadura y la

persistencia de “desequilibrios estructurales que

el modo de crecimiento del período llevaba

implícitos (déficit comercial, déficit en Cuenta

Corriente, creciente endeudamiento externo e interno, alta inflación y deterioro de los ingresos

reales de asalariados y usufructuarios de la seguridad social)”.11

A la quiebre de empresas se agregó el desempleo, que en 1982 registró un aumento

considerable pasando del 7% al 12%.

Sumado a esto, se asistió a la profundización

de la caída del salario real. Por otra parte, la

fuga de capitales fue acompañada por una

persistente caída de las reservas. Los precios

subieron y se desató, nuevamente, un

proceso inflacionario. El endeudamiento

externo creció alcanzando los 4.238 millones

de dólares y el déficit fiscal trepó al 9% del

PBI12

al tiempo que se producía la cesación de pagos.

En diciembre de 1983, Vegh Villegas fue convocado nuevamente para hacerse cargo de la

cartera económica del país. Una vez más, el estado uruguayo asumió un rol intervencionista para

poder salir de una crisis económica que se enmarcaba en el proceso de transición política hacia la

democracia. En ese sentido la maniobra estatal consistió en adquirir, a través del Banco Central, los

créditos incobrables correspondientes a cinco instituciones bancarias nacionales para que fueran

adquiridos por bancos extranjeros. Para realizar esta operación –llevada a cabo en junio de 1983- el

Estado tuvo que aumentar su endeudamiento con el exterior en 300 millones de dólares. Al verse

imposibilitado de cumplir con los tiempos acordados con el FMI, el Estado uruguayo tuvo que

acordar con dicho organismo un plan de ajuste y refinanciación. El país iniciaba su recuperación

democrática con un endeudamiento externo que alcanzó el 90% del PBI.

Hacia el final de la dictadura los intentos liberalizadores iniciados en 1959 así como las

pretensiones neoliberales habían fracasado demostrando las flaquezas estructurales de dicho

proyecto económico.

11

Ídem. P. 133-134 12

Producto Bruto Interno.

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Prof. Carla Larrobla. “La dictadura cívico – militar”. Uruguay 1973-1985. 13

El terrorismo de Estado

El terrorismo de Estado se ejerció en distintas dimensiones y afectó a todo el conjunto de la

sociedad uruguaya. Las prácticas llevadas a cabo por el gobierno comenzaron a manifestarse mucho

antes del quiebre institucional pero se profundizaron y desplegaron en todo su potencial a medida

que transcurrió la dictadura.

Una de las principales características de la estrategia represiva de la dictadura uruguaya fue

la del encarcelamiento masivo y prolongado. Aproximadamente 6000 personas fueron procesadas

por la Justicia Militar mientras que otras miles pasaron por los centros de reclusión o de detención

bajo el régimen de Medidas Prontas de Seguridad o con motivo

de ser interrogados.

La tortura fue un elemento constante del régimen y se

aplicó de forma rutinaria a los detenidos ya fuera en los

establecimientos destinados para el encarcelamiento o en los

centros clandestinos de detención. Las prácticas de tortura no

sólo implicaban el daño físico sino que también apuntaban al

debilitamiento sicológico de las víctimas, contando para ambas

funciones con profesionales de la medicina que prestaban sus

servicios a la dictadura.

El exilio político fue otras de las dimensiones del

terrorismo de Estado, cientos de miles de uruguayos debieron

emigrar por razones políticas. La mayoría de ellos se

encontraban requeridos por la Fuerzas Conjuntas y abandonaron

el país en su condición de perseguidos políticos. Desde el

exterior, la mayoría de ellos, organizaron la resistencia a la

dictadura iniciando grandes campañas de denuncia y de solidaridad.

Pero la salida del país no garantizaba la

salvación. El desarrollo de la coordinación

represiva regional encuadrada en el llamado

Plan Cóndor, permitió que la represión y

persecución traspasara las fronteras. De esta

manera, muchos uruguayos fueron detenidos,

desaparecidos y asesinados en Argentina,

Chile, Paraguay e incluso en Bolivia y

Colombia.

El 24 de marzo de 1976 se produce el

Golpe de Estado en Argentina, y a partir de

esa fecha se recrudece la persecución de los

uruguayos que se habían exiliado en la

vecina orilla; “(...), en 1976 se desplegó en

Buenos Aires una serie de acciones contra

militantes uruguayos pertenecientes a otros sectores de la oposición al régimen autoritario. Los

asesinatos de Michelini y Gutiérrez Ruiz a fines de mayo fueron los ejemplos más claros de que la

coordinación represiva no se restringió a los integrantes de grupos guerrilleros y de acción

directa, aunque hubo varios intentos de asociar a estos dos líderes con los movimientos armados.

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Prof. Carla Larrobla. “La dictadura cívico – militar”. Uruguay 1973-1985. 14

La más obvia de estas tentativas fue la aparición de sus cuerpos juntos con los de William

Whitelaw y Rosario Barredo, dos ex MLN (“Nuevo Tiempo”) radicados en Buenos Aires. (...).”13

En lo que se refiere al asesinato político, en las cárceles uruguayas fallecieron 66 personas.

Los motivos de muerte están asociados a los apremios físicos recibidos, a la falta de atención

médica y a la autoeliminación. A su vez 22 uruguayos murieron en

enfrentamientos con las Fuerzas Armadas y otros 13 fueron secuestrados y

asesinados en Uruguay y Argentina.14

Cerca de doscientas personas fueron detenidas y desaparecidas durante la

dictadura, aunque antes del Golpe de Estado se produjo la desaparición de dos

uruguayos en 1971.

Según las investigaciones realizadas por la Comisión para la Paz se han

confirmado15

168 de las denuncias que allí se presentaron. De ese total de casos

confirmados, 32 personas desaparecen en Uruguay, 125 en Argentina, 9 en Chile,

1 en Bolivia, 1 en Colombia.

Como podrá apreciarse la mayoría de los uruguayos son detenidos y

desaparecen en la República Argentina producto de la coordinación entre las

fuerzas represivas de ambos países.

Por otra parte es importante señalar que estos procedimientos se enmarcaron dentro de

operativos represivos llevados a cabo de forma planificada y como producto de minuciosas

investigaciones de inteligencia.

De esta manera pueden registrarse una serie de “oleadas represivas” vinculadas a los

objetivos políticos que perseguían las fuerzas de seguridad:

Las oleadas o ciclos represivos con secuelas de personas detenidas desaparecidas, se suceden en los siguientes

períodos de tiempo:

1973 setiembre-diciembre. Oleada represiva contra uruguayos militantes del MLN –T y cientos de exiliados

latinoamericanos residentes en Chile, inmediatamente del golpe que derrocó al Presidente constitucional, Dr. Salvador

Allende.

1975 octubre-diciembre y 1976 enero-junio. Oleadas represivas contra militantes del PCU en Uruguay en el marco del

despliegue de la llamada “Operación Morgan”.

1976 abril, junio-julio y agosto-octubre. Oleadas represivas contra integrantes del PVP en Buenos Aires y Asunción

del Paraguay.

1976 abril, agosto, noviembre-diciembre y 1977 febrero, mayo-agosto. Oleadas contra militantes del MLN –T en

Buenos Aires.

1977 noviembre-diciembre. Oleada contra militantes de la organización argentina Montoneros radicados en Uruguay.

1977 diciembre y 1978 enero contra miembros de los GAU, AMS, PCR Y MLN –T radicados en Argentina.

1978 abril, junio-julio y agosto contra militantes PST, anarquistas, PCR y MLN –T radicados en Argentina.

1978 mayo. Nueva oleada contra Montoneros en Uruguay.

13

Presidencia de la República Oriental del Uruguay, Investigación Histórica sobre Detenidos- Desaparecidos”. IMPO,

Tradinco. Mdeo. 2007. Tomo I. Ibíd. Pág. 294.

Los secuestros y asesinatos en Argentina del senador Zelmar Michelini (Frente Amplio) y del Presidente de la Cámara

de Representantes del Uruguay, Héctor Gutiérrez Ruiz (Partido Nacional), fue realizado por un comando conjunto de

militares uruguayos y argentinos. Ambos legisladores se exiliaron en Buenos Aires inmediatamente al golpe de Estado

y continuaron desde allí las denuncias por las violaciones a los derechos humanos en Uruguay. En la noche del 18 de

mayo son secuestrados y tres días, el 21 de mayo, los cadáveres de Zelmar Michelini, y Héctor Gutiérrez Ruiz, junto

con los de William Whitelaw y Rosario Barredo, fueron encontrados en un auto abandonado. 14

Datos extraídos de: Álvaro Rico (coord.). “Investigación Histórica sobre la Dictadura y el Terrorismo de Estado.

1973-1985.” Ed. Cruz del Sur, UdelaR. CSIC- CEIU, Montevideo. 2009. Tres Tomos. Hay más casos de asesinatos

políticos que no son contemplados en esta clasificación. 15

Estos datos corresponden al año 2009, es importante señalar que se ha avanzado en la investigación y la cifra de

denuncias confirmadas ha crecido. Al carecer de la información precisa se tomó como referencia los datos contenidos

en la Investigación Histórica sobre la Dictadura y el Terrorismo de Estado, citada con anterioridad.

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Prof. Carla Larrobla. “La dictadura cívico – militar”. Uruguay 1973-1985. 15

1981 setiembre y 1982 enero. Oleada represiva con militantes desaparecidos de la UJC y PCU en Montevideo. Investigación Histórica sobre la Dictadura y el Terrorismo de Estado. 1973-1985.” Tomo I. P.779

Otra de las dimensiones del terrorismo de Estado se concentró en el montaje de una red de

vigilancia que no solo permitía el cercenamiento de las libertades sino que apuntaba a la

modificación de las relaciones sociales desde los aspectos más cotidianos.

Los servicios de información e inteligencia desplegaron todo su potencial en aras de

desarticular tanto a las organizaciones calificadas como subversivas como a los espacios dónde las

mismas pudieran propagarse. De esto se desprende el feroz control que comenzó a ejercerse sobre

los medios de comunicación y las diversas expresiones culturales de la sociedad.

Si bien el montaje de un sistema de control y vigilancia sobre toda forma de expresión social

o ciudadana es parte de un proceso que cobra fuerza a finales de los años 60, su implementación

legal y normativa data, en algunos casos, de los años 30. Así la censura a los medios de

comunicación, el contralor de radiocomunicaciones, la prohibición de la difusión de determinadas

noticias, la prohibición de libros, autores, músicos, artistas “antidemocráticos”, etc., quedó

establecida legalmente antes del Golpe de Estado. De todas formas, la dictadura estableció algunas

normativas que le permitieran profundizar sus mecanismos de control. A modo de ejemplo: en

octubre de 1973 se dispone que toda información sobre la situación del país que fuera enviada al

exterior por las agencias informativas, debía hacerse

previa presentación de una copia al Ministerio del

Interior. En 1975 la Dirección Nacional de Correos es

autorizada a confiscar toda correspondencia que

considere subversiva.

Los medios de comunicación estaban sujetos a

todo tipo de censuras: se controlaban las publicaciones,

los programas de radio y de televisión. Si éstos no se

ajustaban a lo que el gobierno estimaba conveniente

eran castigados como mecanismo de disciplinamiento;

dichos castigos implicaban, por ejemplo, la suspensión

de la edición de un diario por un determinado tiempo o su cierre definitivo.

En el caso de las expresiones artísticas, se realizaba un pormenorizado seguimiento de todas

las actividades. Existía para ello una Comisión de Censura que se encargada de determinar que

podía ser presentado al público. En cuanto a la cinematografía las empresas distribuidoras debían

solicitar autorización para que los films que comercializaban pudieran ser proyectados. De esta

manera, las películas a estrenar eran presentadas ante la Comisión Censora, generalmente

acompañada de algún grupo de oficiales o militares o de la Policía, quien determinaba si la película

ofrecía escenas tendenciosas y si era recomendable o no su proyección y establecía si algún pasaje

del film sería censurado.

Lo mismo sucedía con los espectáculos de carnaval, los conjuntos que se presentaban para

actuar dentro o fuera del concurso oficial debían entregar los textos del espectáculo a una Comisión

censora, la cual los aprobaba o rechazaba total o parcialmente. En algunos casos se realizaban

seguimientos específicos a determinados conjuntos, se asistía a todas sus actuaciones para

determinar que no se realizaran agregados al espectáculo y comprobar el ajuste de sus

presentaciones a lo establecido por la comisión.

A su vez, existían autores y artistas de distintas disciplinas que se encontraban prohibidos

por ser considerados subversivos. En esos casos estaba totalmente prohibida la difusión de sus obras

y la venta de las mismas, para lo cual se controlaban librerías y disquerías. En el caso de los

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Prof. Carla Larrobla. “La dictadura cívico – militar”. Uruguay 1973-1985. 16

músicos se realizaban “escuchas” permanentes de los programas radiales para verificar que no se

trasmitieran canciones de artistas proscriptos.

Los mecanismos de vigilancia implicaban controlar todas aquellas actividades que nuclearan

a grupos de personas. Tanto los ámbitos educativos como las comunidades religiosas y todas

aquellas formas de organización que fue encontrando la sociedad civil, fueron objeto de

investigaciones y seguimientos por parte de los servicios de inteligencia del Estado.

De esta manera se asiste a una “clausura de los espacios públicos” que busca impedir todo

tipo de formas de expresión que atentaran contra el orden que se procuraba establecer. Reuniones,

conferencias, festivales, campamentos, todo espacio que facilitara o promoviera el nucleamiento de

personas debía estar previamente autorizado. Al mismo tiempo un equipo de inteligencia asistía a

todas estas actividades para realizar un efectivo control de las mismas. Incluso aquellos eventos o

fechas conmemorativas oficiales que implicaran asistencia de público, eran objeto de un riguroso

control.

La dictadura generó, pues, un proceso de restricción en las formas de solidaridad social, en

la medida que los mecanismos represivos sumados a la presencia del “miedo” conducían, en

muchos casos, a que las familias se encerraran en sí mismas y los espacios barriales de interacción

social fueran restringiéndose cada vez más al tiempo que se imponía, también, la cultura de la

sospecha y la delación.

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