PRODUCTIVIDAD Vs OCUPACION

PRODUCTIVIDAD Vs OCUPACION

TRASCIENDE Página 1



RECURSOS ALIADOS DE NUESTRA PRODUCTIVIDAD (Continuación)

EL VALOR DE LAS PERSONAS

Nos estamos desarrollando en un ambiente muy individualista que, aunque no puede

negar que necesita de otros, se niega a darles valor a los demás.

Cada uno de nosotros carecemos de algo que otros tienen e igualmente otros no tienen

lo que poseemos; por lo tanto, ser productivos nos permite marcar positivamente a los

demás con algo que también a ellos les hace falta o enriquecer lo que ya son.

Es una necesidad conectarnos con las personas, a pesar de que unos son mejores que

otros, realmente, en cuanto al modelo cristiano que Dios quiere que vivamos, es

fundamental que valoremos a los demás.

Dios pone como prioridad el hecho de que cuidemos a los otros y nos preocupemos por

ellos, pendientes de su bienestar.

A veces, nos enfocamos tanto en nosotros mismos, tan inclinados hacia nuestros propios

intereses, que se nos olvida mirar cómo podemos ayudar a otros. Sin embargo, sí

estamos atentos de lo que no hacen por nosotros.

Recibimos lo que damos. Debido a esto, demos valor a la gente sin exigir lo que no

estamos dando. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien siempre estaba interesado en

favorecer a los demás.

El Señor confía en que nos convirtamos en canales de bendición para todas las vidas que

Él nos ha permitido tener cerca.

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. Filipenses 2:3-4

Modelemos al Señor tratando bien a todos, sin tomar en cuenta posición, profesión, si

son cristianos o no; nuestro deber es hacer que ellos quieran imitarnos, debido al

resultado de nuestro comportamiento por causa de tener Cristo en nuestro corazón.

El mundo necesita gente que sean mejoradores. Esos, que buscan ayudar a los demás a

que logren ser lo que Dios quiere que sean. Estas personas nunca dejan las cosas igual

que como las reciben, no huyen de los desafíos.



Dios permite los entornos y situaciones difíciles porque confía en lo que Él depositó en

nosotros, para que lo manejemos de la misma forma que Él lo haría.

Ser un mejorador es ayudar a otros a convertirse en lo que Dios anhela, es llegar con la

esencia de aportar y no solo demandar.

“Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres. 1ra. Samuel 22: 1-2

Eran los afligidos, endeudados, amargados, que estaban con David. De ellos fue formado un grupo de algunos 400 hombres; el ejército más poderoso que hubo en Israel.

La clave no fue la cueva ni su condición personal; el que transforma el cuadro es David, quien los recibe a todos como un mejorador, sin tomar en cuenta que él estaba en peores condiciones, ya que se encontraba huyendo del rey Saúl, quien le perseguía

Al pensar que no estamos preparados para atender los problemas de otros porque estamos mal, no nos puede detener. David dejó a un lado su situación para trabajar con todas aquellas personas que se acercaron a él.

Desde el proceso donde nos encontremos, dispongámonos a cooperar. Aunque

necesitemos una palabra de aliento, ministremos a alguien que lo necesite.

Luchemos por nuestra salvación, manteniendo la conexión espiritual y entendiendo el

valor del tiempo; pero en términos externos, lo más importante es el valor que le damos

a los demás.

Es importante que cuando lleguemos a un lugar, todos se alegren porque algo se

transforma. Que se active la gracia y los depósitos de gloria que Dios puso en nosotros

para bendición de los demás.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de

Dios, y no de nosotros”. 2 corintios 4:7

Muchas veces estamos en aflicción, pero pesar de ello, que nada nos estanque. David

formó a aquellos hombres con diferentes problemas porque entendía que Dios lo

permitió para que él los ayudara.

Cada persona que llega a ti con situaciones difíciles, es para que le aceptes, le ayudes, le

guíes porque tienes el sustento que ellos anhelan tener. Convirtámonos en lo que

queremos que otros sean para nosotros.



APRENDA A DELEGAR

Los líderes formadores no necesitan que las condiciones de los demás sean idóneas.

Hay que identificar el tipo de personas que tenemos cerca. No tenemos que ser

pastores, líderes… nuestros hijos necesitan que le valoremos, así como nuestra pareja.

Podemos motivar a cualquier persona a ser mejor.

La mejor manera de ayudar a otros es involucrándolos en algo. Para ellos, es de gran

valor las responsabilidades que les asignamos; se dan cuenta de que confiamos en ellos

y eso les anima ser mejores. Sentirnos útiles es una necesidad.

El espíritu de timidez se quebranta mientras estudiamos este material. Acerquémonos

a alguien que necesite que le levantemos, hagámosle sentir importantes.

¿QUE ES DELEGAR?

Es darle el poder a otra persona para que actúe en representación de nosotros, haciendo

algo determinado. Es involucrarlo en lo que hacemos para que nos ayude a desarrollar

cualquier proyecto.

Observemos lo siguiente:

1. Antes de delegar, hay que instruir y orientar a la persona que se encargará de

desarrollar la tarea y que tenga la efectividad esperada.

2. Expresarle nuestra confianza en que hará un buen trabajo.

3. Si no le expresamos nuestra expectativa, considerará la tarea como una

obligación y no le dará la importancia que requiere para un resultado

extraordinario.

4. Sin embargo, saber la importancia de la tarea y cuánto se espera de él, le

motivará a dar un resultado mucho mejor del que esperamos.

5. Evaluar el resultado, alaguemos lo que estuvo bien y corrijamos lo malo.

Aún en las correcciones podemos sacar provecho. Ahí mismo le indicaremos y le

alentaremos a hacerlo mejor. Lograremos que se reproduzca en ellos lo que somos.

A pesar de que no realizara bien la tarea, es nuestro deber darle otra oportunidad.

Dar la espalda a las personas que se equivocan no es la conducta correcta que debamos

presentar. Levantemos al que se cae. ¡Cuántas personas hoy están frustradas porque

alguien no le consideró cuando fallaron!

Desde un marco más bíblico, veamos:



Para una sola persona que tenga que ver con todos los gastos de una casa, el

mantenimiento de todo, la crianza de los hijos… es agotador.

Las cosas grandes requieren el trabajo unido de varias personas.

Por ejemplo, nuestro ministerio es bastante amplio. Llegamos a más de 40 naciones y

Dios nos ha permitido llevar a cabo múltiples proyectos. No obstante, es con un batallón

de hombres y mujeres que trabajan en la visión, asegurándose de dar la excelencia tanto

para Dios como para todo el que se conecta a nosotros. Para llevar a cabo cada idea de

Dios, necesitamos del apoyo de todos ellos.

El modelo de trabajo acá, en el Centro Cristiano Soplo de Vida, es formar a los líderes,

equiparlos, entrenarlos y ayudarlos a convertirse en personas capaces de guiar a otros,

conforme al programa de formación, enriquecido en base a la palabra de Dios para que

sean excelentes en cada función que les sea establecida, ya sea en el área de damas,

caballeros, jóvenes, adolescentes, niños, matrimonios u otras.

Mientras nuestros líderes se desarrollan, están observando a otros que poseen

características para ser guías; son instruidos con la misma formación y seguimos un

crecimiento continuo.

La delegación no solo es para aplicarla, también es para entenderla.

“Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño”. Éxodo 18:13-26



Moisés creía que estaba actuando bien, pero cuando Jetro (su suegro), le visitó, le aconsejó cómo debía delegar las diferentes funciones y así lo hizo.

Este es el ejemplo más firme y determinante de todos los tiempos, sobre delegación.

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