PROCTODISPARADOR DOVAL Y FUSIL PERISCOPIO.pdf

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MANECE con una niebla que limita la visión a unos 100 metros, por este moti­vo los ejércitos conten­dientes han tomado posi­

ciones sin conocer la existencia el uno del otro. Cuando comienza a levantar la niebla los ingleses se percatan de su error; están situados en la falsa cima, a 200 metros frente a ellos se alza la au­téntica, Aloe Knoll , ocupada por con­tingentes boers.

El suelo rocoso del lugar, ha impedi­do a los ingleses cavar trincheras con una profundidad superior a los 60 cm suponiendo éstos, además, que el ata­que enemigo se efectuaría desde una cota inferior. Debido a este cúmulo de circunstancias unos 3.500 hombres se hacinan en parapetos y trincheras insu­ficientes. Los tiradores boers, armados con fusiles Mauser de 7 mm., someten a las posiciones enemigas a un intenso fuego cruzado y de flanco, lo que su­mado a la vulnerabilidad de los contra­rios, al asomarse para responder al fue­go, origina un auténtico infierno. Los muertos y heridos ingleses forman ca­pas de tres hombres en las trincheras; la mayoría de los impactos se producen en la cabeza.

La batalla de Spion Kop pasará por una de las más crueles de la guerra, su­poniendo una nueva derrota para los ejércitos de Buller, dejando en el cam­po 735 bajas, un 21 % de la fuerza ata­cante. Porcentaje aterrador si se tiene en cuenta cómo se han producido.

En efecto, la adopción del nuevo ar­mamento de repetición, en manos de soldados bien adiestrados, capaz de una alta cadencia de fuego contra tropas in­suficientemente protegidas, causa en los últimas niveles bajas inadmisibles, confirmándose las experiencias de la Guerra Hispano-Norteamericana de 1.898.

Años más tarde se repite la situación con el estallido de la Gran Guerra y la entrada en el período de frentes estáticos como consecuencia de la batalla del Mame; esta fase más conocida como guerra de trincheras presentará, no obs­tante, acusadas diferencias con lo visto anteriormente. Las bajas mortales entre centinelas, observadores etc. Siguen siendo elevadas, pero quedan totalmente minimizadas frente a las sufridas por las cargas de infantería sobre las trincheras enemigas; así como por Jos ataques con­tra posiciones de ametralladoras en las que compañías enteras quedarán deshe­chas o reducidas por la acción masiva del arma más odiada en ambos campos, la artillería. Douamont y Mort-Homme en Verdún, Caporeto y Vi torio-Venetto, Sarikamish y la península de Gallípo­li, el Somme ... se convertirán en nom­bres ligados a auténticas carnicerías.

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No obstante se buscarán soluciones, con mayor o menor fortuna, para proteger al infante y al mismo tiempo posibilitar que apunte y dispare desde una posición de­senfilada. Así nacen una serie de dispara­dores "ortopédicos" paralelos al eje del fu­sil y con forma de culata, que unidos a aquel mediante palancas y levas permiten realizar el disparo y la carga (labor ésta más sencilla, para tal montaje, en los ce­rrojos de movimiento rectilíneo como el Mannlicher austríaco). Para poder apuntar disponen de un periscopio solidario al cuerpo que une ambas culatas, en posición casi perpendicular.

Idea ingeniosa, pero de mecánica com­plicada sobre todo para el rigor del tipo de guerra que se ljbraba; motivo, que unido a otros impidió un uso generalizado del sis­tema.

1 EL CASO ESPAÑOL De manera imprevista llegaron a mi po­

der unos dibujos originales que mostraban la descripción de un aparato similar al an­teriormente citado, si bien incorporaban unas características propias. Por una parte su apariencia resultaba más tosca, aunque simplificaba el apartado mecánico y por otra su posible adaptación a las ametralla­doras.

Consecuencia de la investigación poste­rior fue la localización de datos sobre tal aparato, la posible fecha de su creación y lo más importante, el nombre de su crea­dor; el Capitán de Infantería D. Alonso Do val.

Para conocer la génesis de este disposi­tivo, debemos remontamos a comienzos de 1.937 en los prolegómenos de la ofensi­va del Jarama. Vista la imposibilidad del asalto frontal a Madrid el Mando Nacional concibe una maniobra de tenaza con el fin de cortar '!as vías de abastecimiento de la capital y aislarla; maniobra planificada de igual forma pero en sentido contrario por el Ejército Popular. La zona elegida por ambos Estados Mayores es la misma; zona sur de la capital, eje del río Jarama.

El 24 de enero, elementos de la División Reforzada de Madrid (tal nombre aparecerá por vez primera en los partes oficiales el 14 de febrero) bajo el mando supremo de Or­gaz realizan el primer ataque en el sector de Aranjuez, sobre la Cuesta de la Reina, ocu­pando tales posiciones; los partes definirán tal acción como rectificación de posiciones e intento de ataque en el bando nacional y republicano respectivamente. La tónica en el sector a partir del día 26 será la de tirote­os entre avanzadas y paralización total de operaciones debido a las fuertes lluvias. El 6 de febrero, más al norte, una vez calma­da la climatología dará comienzo la gran batalla en la que nombres como La Mara­ñosa, el puente Pindoque, Pingarrón ... se harán conocidos por la dureza de los com­bates; será la batalla del Red River Valley de los internacionales de la XV Brigada.

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Al término de la misma las posiciones alcanzadas se mantendrán como frente es­tático -frente de trincheras - permanecien­do prácticamente inmutables hasta el fin de la guerra.

En este contexto y en el subsector Cues­ta de la Reina, donde el Capitán Doval es­taba al mando de una Mía de Infantería formada por elementos del Grupo de Tira­dores del Rif y de la Mehal-la no 5, es donde se fragua la génesis del dispositivo.

Para mejor conocer el motivo, entende­mos que nada tan clarificador como la ex­posición del mismo Capitán Do val:

" ... con motivo de las dificultades que en las trincheras se observa, cuando éstas se hallan próximas a las líneas enemigas, pues si el terreno es ondulado, permite al tirador contrario acercarse algunas veces a treinta metros de nuestros parapetos, lo que obliga a la constante exploración con el natural peligro, cuanto supone asomarse a vigilar hallándose el enemigo tan próximo.

Por otra parte el intenso fuego de fusile­ría, ametralladora y mortero del contrario, impide la buena construcción de trincheras y refugios que tiene que hacerse en Jos pri­meros momentos, poco profundos por lo que no ofrecen el necesario resguardo del tirador que tiene por ello que presentar fre­cuentemente el blanco de su cuerpo al tira­dor enemigo cuando efectúa los disparos.

De tales observaciones deduje que la precisión con que el enemigo efe<?tuaba los disparos , las heridas eran graves y casi siempre seguidas de muerte fulminante, puesto que aprovechaba el tirador contra­rio aquellos momentos en que nuestros centinelas tenían necesariamente que des­cubrirse para observar los movimientos del contrario o mirar por las aspilleras he­chas en los parapetos para hacer la punte­ría con plena tranquilidad y eficacia, dan­do como consecuencia un número despro­porcionado de bajas definitivas.

El procto--disparador permite hacer fue­go de fusil y las necesarias observaciones del campo enemigo sin peligro, pudiendo por tanto suprimirse las aspilleras, tan peli­grosas por sus referencias, ya que denun­cian al enemigo el punto fijo en que se en­cuentra situado el centinela del puesto, el cual puede disparar y vigilar sin exponerse al fuego del fusil contrario, resguardando al tirador, además del fuego de artillería y morteros, porque permite hacer la trinche­ra en el punto de observación más profun­do y mejor adaptable a las in·egularidades del terreno".

Poco más cabe añadir a una argumenta­ción tan contundentemente surgida, ade­más, de la experiencia propia en el campo de batalla; por nuestra parte sólo mencio­naremos que la batalla del Jarama pasó por ser una de las más cruentas de la contienda y tal como se ha repetido en diversas oca­siones, citando a Jos observadores y analis­tas de la misma, recordaba las batallas más encarnizadas de la Gran Guerra.

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fig-1 ~

1 DESCRIPCIÓN Muy simple en su concepción, el

procto-disparador Doval utilizaba para su elaboración la madera junto con de­terminadas piezas metálicas . Se com­ponía fundamentalmente de cuatro par­tes o grupos: periscopio, sistema de unión al arma, culata y mecanismo de disparo.

El periscopio, solidario a la culata con la que formaba una sóla pieza era de sección rectangular y hueco en toda su longitud (Fig. 2); sus dimensiones eran de 43 cm. de altura por unos lados de 5 y 6 cm. Interiormente presentaba dos espejos paralelos a 45° (e y e', Figs.l y 2) estando el interior del peris­copio pintado de negro para evitar re­flejos. Igualmente disponía de dos ven­tanas (v y v', Fig. 1) situadas frente a los espejos en caras opuestas; una de las ventanas, v', se situaba a nivel infe­rior pudiendo observar/apuntar el usua­rio a su través, mientras que la otra, v, estaba dispuesta a nivel superior for­mando línea con .el aparato de puntería del fusil. A través de esta última venta­na incidía la luz en el prisma formado.

El sistema de unión o acople (M, Fig. 1) estaba constituido por una pieza de madera que recibía la cantonera del arma, situada debajo de la ventana v en

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campaña en asentamiento profundo y fijo, durante la Campaña de Marruecos en .924 ____ __ _ ~

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\ ' el periscopio. La

unión del sistema al fusil o mosque­tón se comple­mentaba por dos láminas metálicas laterales y una ter­cera, también me­tálica, que encaja-ba en la parte su­perior de la culata,

sujetándola, gracias a su forma curva­da. Todo el sistema, con objeto de for­mar un conjunto solidario, se aseguraba mediante una correa que hacía las ve­ces de abrazadera, situada en la parte anterior de las láminas rodeándolas.

La culata, realmente culata-perisco­pio, (Fig. 2) formaba un ángulo de aproximadamente 45° con respecto a la situación del periscopio, mostrando una cantonera angulosa en sus extremos y semicircular en su zona central. El mo­tivo de tal diseño, entendemos, venía dado por la necesidad de absorver la fuerza de retroceso al disparar el arma, dado que aquella actuaba linealmente y en un plano superior respecto a la situa­ción del tirador, de esta forma el empu­je vectorial quedaba neutralizado al oponérsele una fuerza en sentido opuesto, brazo derecho del tirador, y otra angular como el hombro donde descansaba la culata y sobre la que inci­dfa desde arriba el retroceso restante.

Por último, el mecanismo de disparo (Fig. 3) se componía básicamente de dos varillas metálicas perpendiculares de diferente longitud, B y B'. La prime­ra de ellas, dispuesta en posición hori­zontal y de mayor tamaño, terminaba en una especie de gancho, A, que posi­bilitaba su acople al disparador del ar-

ma; su otro extremo terminaba en el punto Z de la varilla B' permitiendo el movimiento de ambas. Esta varilla, B', era el disparador del sistema sobre la que accionaba el tirador; se unía al pe­riscopio mediante un punto fijo, X, siendo su otro extremo relativamente ergonómico, G, y donde se ejercía la presión para realizar el disparo, movi­miento facilitado por la escotadura rea­lizada, a su altura, en la caja del peris­copio.

Como se puede observar, el sistema realmente consistía en una transmisión que permitía actuar sobre el disparador. Completaban el sistema dos elementos; uno de ellos para el desmontaje del procto-disparador y su transporte, con­sistente en una anilla (M, Fig. 3) situa­da en la cara derecha de la culata donde eñgarzaba el gancho de la varilla B, una vez desconectado el disparador. El otro elemento (N, Fig. 3) se situaba en la ca­ra exterior del periscopio y su finalidad era la de mejorar el agarre del tirador.

Todo el dispositivo descrito pesaba unos 900 gramos, lo cual no penalizaba en exceso al tirador y al arma si se tiene en cuenta su uso específico. En cuanto a su empleo, éste se circunscribía como límite a 300 metros, distancia para la cual estaba concebida el alza de escua­dra del fusil, si bien el autor reconocía que su precisión aumentaba en distan­cias inferiores.

Por supuesto, una vez ejecutado el primer disparo,· la manipulación del ce­rrojo para provocar la extracción de la vaina y la carga de un nuevo cartucho debía realizarse a mano, situación que si bien resultaba más sencilla que el uti­lizar artilugios mecánicos, exigía que el brazo del tirador fuera lo suficiente-

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mente largo como para no descentrar demasiado el sistema.

1 CONCLUSIÓN Aún siendo un aditamento específico

para fusil, el procto-disparador Doval podía adaptarse, con alguna modifica­ción, a las ametralladoras Hocthkis; en concreto se variaba el sistema de acople al arma y se eliminaba el mecanismo de disparo, toda vez que éste se realiza­ba directamente por el tirador actuando sobre el mecanismo de la ametralladora (Fig. 4)

Para este uso el montaje de la ame­tralladora podía realizarse de dos mo­dos: siendo el primero de ellos el cono­cido como: peinándole trípode inverti­do, basado en la utilización de la arandela de tiro antiaéreo o bien pres­cindiendo del primero y en. su lugar uti­lizando un tronco al que se le practica­ba un agujero donde encajaba la hor­quilla del arma.

Como recomendaciones p;;rra su em­pleo, el Capitán Doval describía tres ti­pos de nidos de ametralladoras (Figs. 5,6 y 7), recomendando el n° 6 debido al campo de tiro logrado y a la posibili­dad de enfilar las trincheras propias en caso de ser ocupadas por el enemigo.

Probablemente fuera éste el uso más destacado del procto-disparador, sir­viéndose a los diferentes Batallones de Ametralladoras que tuvieran el modelo citado en servicio y que guarnecieran frentes relativamente estáticos . Por nuestra parte tenemos constancia de que el Bon. de Ametralladoras no 87 utilizó alguno de estos dispositivos.

Respecto a la utilización por fuerzas de infantería ninguna referencia tene­mos al respecto, si bien, en caso de usarse, lo sería no por unidades com­pletas sino por escuadras de fusileros tal y como recomendaba el autor. En cualquier caso, es un dato sobre el que no puedo pronunciarme.

Enlazando con el uso operativo del mecanismo y su mayor o menor difu­sión sólo cabe hacer una precisión; los datos del procto-disparador vieron la luz a finales de 1.938, noviembre en concreto, publicándose en Pamplona y utilizando para realizar los fotograba­dos los medios del periódico "El Pensa­miento Navarro". Entiendo que previa­mente algunos ejemplares se utilizarían en combate, pero en esas fechas una cosa estaba clara: el fin próximo de la guerra.

Sirva por último el presente artículo

"Escuadra en posición, lado derecho " Ametralladora con proclo-disparador en su asentamiento; en este caso el trípode no figura abatido.

como testimonio al Capitán Doval (de quien desconocemos más datos) y a su labor inventiva, propiciada al intentar re­ducir el número de bajas en sus tropas, empresa digna de gratitud. Por este mo­tivo nos hemos ceñido lo más posible a los datos y descripciones dados por él hace más de 50 años, respetando de igual forma los pies de foto originales.

Sólo resta añadir a modo de resumen lo que el autor comentaba sobre el proc­to-disparador: " ... ergonómico y fuerte para poder resistir la guerra de trinche­ras en manos de los soldados; siendo práctico y recomendable para nuestros frentes estabilizados. Su mayor eficacia es debida al desconocimiento del apara­to por el enemigo, pudiendo usarse uno por escuadra de fusileros.

Este aparato debe ser destruido antes de caer en poder del enemigo, pues por lo económico pudiera el soldado no darle importancia, pero el enemigo lo emplearía con rapidez por su sencilla construcción." •

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