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AÑO ym VOLUMEN LI OCTUBRE 1962 NUN. 147 Problemas de la Universidad española en el curso 1962-63 MANUEL LORA TAMAYO Ministro de Educación Nacional Hace treinta años que vengo concurriendo a esta cita anual de la apertura del curso acadé- mico por mi condición de profesor universitario. La falta en esta ocasión crearía en mí un vacío por nada compensado, privándome además de una oportunidad de convivencia con los compa- ñeros, tan poco frecuente en nuestra menguada vida corporativa. En las circunstancias presentes, a este objetivo de salutación personal a colegas y discípulos se une el deseo de discurrir en alta voz sobre nuestros problemas, en una exposición de operantes preocupaciones que dé lugar a vues- tras propias sugerencias, como fruto siempre de un mesurado estudio, en el que todos nos sinta- mos partícipes de unas mismas inquietudes e idénticos propósitos. No es tema de este momento el que con criterio académico y cartesiano nos llevara a disertar de principio sobre la tan debatida crisis de la Uni- versidad. Reducirlo a nuestro panorama español le restaría dimensión y perspectiva; abordarlo en toda la amplitud de sus distintas facetas lle- varía fácilmente a un discurrir abstracto que a poco o nada podría conducir en esta ocasión. Está, efectivamente, planteado con alcance mun- dial, pero también recortado a sus aspectos más concretos, que más que a una crisis institucional * El Ministro de Educación Nacional, don Ma- nuel Lora Tamayo, abordó el nuevo año acadé- mico 1962-63 con dos importantes discursos, en los que puso de relieve los aspectos más urgentes y radicales de la enseñanza española actual: los problemas de la Universidad y las realidades y necesidades de la escuela primaria fueron plan- teados de cara a la tarea por el Ministro de Edu- cación Nacional. Puesto que el discurso de inaugu- ración del año escolar primario ha sido suficien- temente difundido, en estas columnas se publica únicamente el pronunciado el 3 de octubre de 1692 en el Aula Magna de la Universidad de Madrid, con motivo de la apertura del curso académico 1962-63. conduce a considerarlo como una crisis de cre- cimiento y readaptación. Y no es que pueda desderiarse el examen atento de lo que a la esen- cia misma de la Universidad afectan los reque- rimientos de la hora presente, sino que éstos apremian de tal forma con exigencias de actua- ción, que han de primar los esfuerzos por adap- tar a ellos las organizaciones docentes y de in- vestigación, de las que ha de depender el futuro de la cultura occidental. INSTALACIONES El número de alumnos que sigue hoy en Espa- ña estudios universitarios es de unos 65.000, lo que representa, aproximadamente, 1,9 por 100 de la población comprendida entre diecisiete y vein- ticinco arios, y unos 22 por cada 10.000 habitan- tes. La proporción es aún reducida (en Alemania, por ejemplo, es de 36 alumnos), pero en los vein- ticinco arios últimos puede afirmarse que se du- plicó. Pasa en estos momentos por un período de estacionamiento en su evolución global, por- que el impulso dado a las enseñanzas técnicas ha desviado hacia éstas el flujo creciente que se preveía; pero, de todos modos, se acusa un notable crecimiento en Ciencias Políticas y Eco- nómicas, en Ciencias Físicas y en Filosofía y Letras, preferentemente en alumnado femenino. Durante los arios anteriores, nuevas construc- ciones e instalaciones en distintas sedes universi- tarias, iniciadas ya en 1940, han ido dando solu- ción a los problemas que este incremento plan- teaba, pero en algunos casos, concebidas a escala inferior a las que ha exigido después el momento de su utilización, a bastante distancia del origen, resultan hoy necesitadas de ampliación; y que- dan aún no pocas Facultades en las primitivas instalaciones, pendientes de ser contempladas en sus exigencias inmediatas. Es una necesidad esta que fue siempre atendida y que sigue imponién- dose con fuerza de obligar.

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AÑO ym VOLUMEN LI

OCTUBRE 1962 NUN. 147

Problemasde la Universidad españolaen el curso 1962-63

MANUEL LORA TAMAYOMinistro de Educación Nacional

Hace treinta años que vengo concurriendo aesta cita anual de la apertura del curso acadé-mico por mi condición de profesor universitario.La falta en esta ocasión crearía en mí un vacíopor nada compensado, privándome además deuna oportunidad de convivencia con los compa-ñeros, tan poco frecuente en nuestra menguadavida corporativa. En las circunstancias presentes,a este objetivo de salutación personal a colegasy discípulos se une el deseo de discurrir en altavoz sobre nuestros problemas, en una exposiciónde operantes preocupaciones que dé lugar a vues-tras propias sugerencias, como fruto siempre deun mesurado estudio, en el que todos nos sinta-mos partícipes de unas mismas inquietudes eidénticos propósitos.

No es tema de este momento el que con criterioacadémico y cartesiano nos llevara a disertar deprincipio sobre la tan debatida crisis de la Uni-versidad. Reducirlo a nuestro panorama españolle restaría dimensión y perspectiva; abordarloen toda la amplitud de sus distintas facetas lle-varía fácilmente a un discurrir abstracto que apoco o nada podría conducir en esta ocasión.Está, efectivamente, planteado con alcance mun-dial, pero también recortado a sus aspectos másconcretos, que más que a una crisis institucional

* El Ministro de Educación Nacional, don Ma-nuel Lora Tamayo, abordó el nuevo año acadé-mico 1962-63 con dos importantes discursos, enlos que puso de relieve los aspectos más urgentesy radicales de la enseñanza española actual: losproblemas de la Universidad y las realidades ynecesidades de la escuela primaria fueron plan-teados de cara a la tarea por el Ministro de Edu-cación Nacional. Puesto que el discurso de inaugu-ración del año escolar primario ha sido suficien-temente difundido, en estas columnas se publicaúnicamente el pronunciado el 3 de octubrede 1692 en el Aula Magna de la Universidad deMadrid, con motivo de la apertura del cursoacadémico 1962-63.

conduce a considerarlo como una crisis de cre-cimiento y readaptación. Y no es que puedadesderiarse el examen atento de lo que a la esen-cia misma de la Universidad afectan los reque-rimientos de la hora presente, sino que éstosapremian de tal forma con exigencias de actua-ción, que han de primar los esfuerzos por adap-tar a ellos las organizaciones docentes y de in-vestigación, de las que ha de depender el futurode la cultura occidental.

INSTALACIONES

El número de alumnos que sigue hoy en Espa-ña estudios universitarios es de unos 65.000, loque representa, aproximadamente, 1,9 por 100 dela población comprendida entre diecisiete y vein-ticinco arios, y unos 22 por cada 10.000 habitan-tes. La proporción es aún reducida (en Alemania,por ejemplo, es de 36 alumnos), pero en los vein-ticinco arios últimos puede afirmarse que se du-plicó. Pasa en estos momentos por un períodode estacionamiento en su evolución global, por-que el impulso dado a las enseñanzas técnicasha desviado hacia éstas el flujo creciente quese preveía; pero, de todos modos, se acusa unnotable crecimiento en Ciencias Políticas y Eco-nómicas, en Ciencias Físicas y en Filosofía yLetras, preferentemente en alumnado femenino.Durante los arios anteriores, nuevas construc-ciones e instalaciones en distintas sedes universi-tarias, iniciadas ya en 1940, han ido dando solu-ción a los problemas que este incremento plan-teaba, pero en algunos casos, concebidas a escalainferior a las que ha exigido después el momentode su utilización, a bastante distancia del origen,resultan hoy necesitadas de ampliación; y que-dan aún no pocas Facultades en las primitivasinstalaciones, pendientes de ser contempladas ensus exigencias inmediatas. Es una necesidad estaque fue siempre atendida y que sigue imponién-dose con fuerza de obligar.

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Pero hay que proyectar ahora, en uno y otrocaso, con mayor amplitud de visión. Estamos enuna fase de planeamiento económico en la quela enseñanza y la investigación han de jugar unpapel preponderante, suscitando previsiones es-tadísticas que permitan disponer en un plazo decinco a diez arios de cuadros nutridos de profe-sionales y científicos en un armónico crecimientode todos los sectores de la vida universitaria. Sia esto se une el aumento de alumnado que hade producir el desarrollo de la política de igual-dad de oportunidades, aun con la prudente limi-tación que impone un criterio selectivo generoso,pero ponderado, se comprende que el plan deconstrucciones que se ofrece a nuestra conside-ración como un primer efecto de esta crisis decrecimiento ha de operar con proyección, a lar-go plazo, con una precisión que se nos ofrece másexigente que en circunstancias anteriores.

Es el momento entonces de discurrir en lamisma linea que otros países, como Francia eInglaterra, sobre la conveniencia de acrecer losactuales núcleos universitarios o descongestionaréstos, creando nuevas Facultades o secciones enciudades distintas, que ofrecerían además la do-ble ventaja de ser nuevos centros de irradiaciónde cultura en otras localidades y brindar mayo-res posibilidades de acercamiento a la juventudestudiosa. He aquí un punto de meditación ala que yo me permito invitaros por el interésque ofrece la definición de un criterio.

PROFESORADO

La insuficiencia de profesorado, consideradoglobalmente, es bien notoria hoy y lo ha de sermás en años inmediatos. Ya en la actualidad,especialmente en los primeros cursos universi-tarios, la matrícula es excesivamente crecida yla relación del número de profesores al de alum-nos dista no poco del promedio internacional.

Este tema de la falta de profesorado suscitadiversas consideraciones. En primer lugar, con-viene desvanecer el mito creado en torno a laenseñanza de cursos numerosos. Un profesorprestigiado por su seria entrega a la tarea do-cente puede dictar su clase ante un crecidoauditorio sin más limitación que la propia cabi-da del aula. La enseñanza no sólo puede trans-mitirse sin merma alguna, sino que los alumnosalcanzan así la insuperable ventaja de ser todosellos conducidos durante todo el curso por elpropio profesor, sin divisiones ni delegación al-guna. Cualquiera de los que habéis vivido en Uni-versidades extranjeras sois beneficiarios de lec-ciones magistrales, formando parte de un alum-nado que, ante la mentalidad que ha ido creán-dose en nuestro medio social, podría parecer es-

candaloso. No se me objete que hay profesoresIncapaces de mantener la atención y el ordende una clase numerosa. En cualquier organiza-ción pueden fallar las personas; pero aquélla nodebe por esto de dejar de cumplir su función

tal y como su perfecto logro exige y no, por loexcepcional, puede quebrarse la linea de lo or-todoxo.

Lo que si se precisa—y en esto hay que mar-car fuertemente el acento— es que esa clasenumerosa que recibe directamente las enseñan-zas del maestro se divida después al máximoposible en los trabajos de seminario, laboratorio,clínica, ejercicios numéricos, repasos dirigidos,etcétera, supervisados siempre por aquél, peroatendidos de modo inmediato y asiduo por unnutrido grupo de ayudantes, que han de formarel equipo del profesor. En nuestra actual orga-nización del profesorado universitario, la figuradel ayudante, aunque exista, queda situada enuna posición marginal de la que la Administra-ción «casi» no tiene conocimiento. Indispensableen los trabajos de seminario, su actuación sehace exigente en la conducción de los trabajosde laboratorio. Reclutados entre los doctorandosde una cátedra, intercambian su colaboracióncon la dirección científica que reciben del pro-fesor; pero es evidente que hay que incrementarconsiderablemente su número, encuadrándoloscon plenitud de reconocimiento y una dignaatención, en la que se conjugue lo que su tra-bajo tiene de interés propio, por su valor for-mativo, con lo que rinde a la eficacia de la en-señanza.

Considerada la actual gradación de nuestroprofesorado universitario (catedrático, profesoradjunto, ayudantes), permite ya en torno a cadacátedra constituir el núcleo de un equipo con-juntado en docencia e investigación. A que éstepueda crecer y expansionarse, vitalizando el cli-ma científico de la Universidad, tienden nuestrosafanes presentes. Una comisión recientementenombrada, en la que se han integrado persona-lidades de relieve de distintas especialidades, hatrabajado intensamente en estos días últimos,definiendo los distintos aspectos que han de seratendidos para fomentar la investigación cientí-fica en la Universidad. Dotaciones para personalen función de una dedicación plena docente eInvestigadora, exigencias en equipos experimen-tales y material bibliográfico, conexiones con elConsejo Superior de Investigaciones Científicasen una mutua pero independiente relación yrégimen futuro para un justo estímulo y valora-ción en el desarrollo de las actividades acadé-micas, son temas que han sido considerados enun atento estudio, que espero podrá fructificarpronto en resoluciones eficientes. Como un anti-cipo a más amplias efectividades acaba de pu-blicarse la reglamentación del concurso, que dota160 plazas de profesores adjuntos dedicados conexclusividad a enseñanza e investigación, en con-diciones económicas superiores a las actuales,aunque siempre distantes de las que desearíamos.Se trata de un primer ensayo que hemos decontinuar ampliando, aconsejados por la expe-riencia adquirida.

No quisiera terminar estas consideraciones so-bre el profesorado universitario sin dejar lan-

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zada a la reflexión de todos la conveniencia deIr a una estratificación diferente de la actual ymás próxima a la de las Universidades europeas.Existe en aquélla un salto brusco del catedráticoal adjunto, y no hay ninguna otra situación derango académico intermedio. Es cierto que, mar-ginalmente también, contamos con la figura delprofesor encargado de curso y aun con profeso-res que dictan cursos monográficos; pero la ver-ticalidad del sistema sigue escuetamente la líneadefinida por aquéllos. No voy a citar aquí lasestructuras del profesorado universitario en losdistintos países, porque son conocidas de vos-otros; pero entre el profesor ordinario y losasistentes existen, según dónde, los agregados,maitre de conferences, lecturers, privatdozent,etcétera, y en cualquier caso categorías anterio-res a la de nuestro catedrático actual, las que,conectadas bajo su dirección en el equipo aca-démico que preside, actúan con autonomía enel desarrollo de cursos, dirección de tesis docto-rales, seminarios, etc. Tales puestos implican yauna situación económica suficiente, y en muchoscasos representa su acceso a ellos el momentocrucial en la vida académica del profesor, apartir del cual podría elevar su rango por unsencillo sistema electivo. No descubro nada nue-vo con lo que estoy exponiendo. Me limito arecordar la existencia múltiple de estas estruc-turas y hacer pensar sobre las ventajas que ofre-ce en orden a un razonable ensanchamiento dela base profesoral, más necesario aún ante eldesarrollo que hemos de imprimir a la vida uni-versitaria y acaso a un cambio de nuestro actualsistema de selección del profesorado. La evolu-ción natural de las cátedras ha de ser haciaInstitutos universitarios así constituidos, que con-figuren una Universidad más actual y europea.Pienso, en principio, que con todo ello moder-nizaríamos la vida de la nuestra y podríamosanimarla de un espíritu nuevo. Mi esquema detrabajo en esta dirección está ampliamente abier-to a vuestras opiniones y en ello, como en todo,os invito siempre a que reflexionemos y labore-mos juntos, más aún cuando en este tema estáImplicado el de la creación de nuevas cátedras,que habrá de contemplarse a la luz de otrasestructuras, distintas de las actuales.

ACCESOA LA UNIVERSIDAD

El crecimiento del alumnado suscita proble-mas de ubicación y exigencias de personal do-cente; pero aquél, en sí mismo, ha de conside-rarse también con la máxima atención, y, den-tro de ésta, es, sin duda, fundamental aspectoel que deriva de una política de democratizaciónde la enseñanza, que facilite el acceso a la Uni-versidad de todo aquel que tenga aptitudes paraello. La aplicación del principio de igualdad deoportunidades ha abierto, en efecto, una víacualitativa y cuantitativamente desusada hasta

aqui, de una gran trascendencia social por elhondo sentido cristiano que la inspira. Hay quefortalecer este sistema, elevando el porcentajede becarios respecto del alumnado total, hoytodavía bajo, aunque con ritmo creciente, y re-planteándonos el actual_iegimen de concesiones.

Los alumnos universitarios se benefician de un15 por 100 del fondo de igualdad de oportuni-dades, incluyendo en la cifra los préstamos aescolares y graduados y las ayudas a éstos du-rante el período de preparación de una tesisdoctoral. Considero oportuno elogiar la preocu-pación que sobre el tema sienten los propiosalumnos, llevada con certero instinto y elevadosentido de responsabilidad al reciente coloquiocelebrado en la Universidad de Santander bajolos auspicios del Sindicato Español Universitariodurante el verano último. Comparto plenamentela tesis sustentada de buscar en cada caso unaadecuación de la beca a las circunstancias eco-nómicas del becario no sólo porque responde aun más justo criterio distributivo, sino porqueha de forzar así a un sistema de selección máspersonal y más humano que el fundado en losfríos resultados de un baremo más o menos ca-suistieo.

Pero yo aún quisiera ocuparme de algunosotros aspectos del régimen de becas. De unaparte, y como merma generalizable a todo alum-no de enseñanza superior, es fundamental quela sociedad adquiera conciencia de que no todoslos jóvenes son aptos para este orden de estu-dios, y que existen otras muchas direcciones, nomenos nobles y dignas, en las que pueden rendirun mejor servicio a la sociedad y al provechopropio, por ser más adecuadas a sus aptitudesy aun a su vocación, no suficientemente contras-tada en muchas ocasiones. No tener esto encuenta en el caso que venimos considerando poruna errónea apreciación de los principios queinforman el sistema, llevaría a una lamentableconfusión y a un grave perjuicio para los me-jores, que se ven así injustamente restados deposibilidades.

Por otra parte, y en tesis general, el Estadotiene el derecho de encauzar las corrientes enel sentido que más convenga al interés de lanación. En determinadas coyunturas puede serde mayor importancia el fomento de científicosy profesionales en una determinada especialidad,y en este caso los concursos de becas para seguirun cierto orden de estudios constituyen un mediode atracción hacia ellos de buen número de va-

lores en potencia, estimulados por una direcciónque se ofrece prometedora. Sin recurrir a otrosejemplos, es bien patente la escasez que pade-cemos de matemáticos, geólogos, biólogos, filó-sofos, especialistas en lenguas modernas, etc., dela que se resiente gravemente el presente y, mástodavía, el futuro de *nuestra Enseñanza mediay aun superior. Piénsese que para el plan dedesarrollo de los centros medios estatales, en unplazo de cinco arios, se necesitarán, sin contarlas exigencias de la enseñanza privada, no me-

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nos de quinientos profesores de matemáticas,trescientos geólogos y biólogos, doscientos filó-sofos y profesores de idiomas; y que en el ordende la técnica y las aplicaciones científicas engeneral, la falta de matemáticos y naturalistastiene creada ya hoy y amenaza seriamente nues-tro porvenir una situación deficitaria que deja aldescubierto grandes huecos en el futuro de nues-tro desenvolvimiento industrial.

El desarrollo en las enseñanzas técnicas de tipomedio y profesional no ha encontrado todavíasuficiente profesorado rector, y los cuadros do-centes de las numerosas 'especialidades que hayque acometer están en gran número de ellastotalmente desnutridos, poniendo en peligro losrendimientos del enorme esfuerzo hecho en nue-vos centros y dotaciones. Hay que salir al pasode estas y otras necesiades análogas, orientandola concesión de un buen número de becas haciala satisfacción de tales perentorias exigencias.El último plan de desarrollo francés toma encuenta problemas análogos a éste y proyecta suresolución de modo semejante y aun con un cri-terio más amplio, muy digno de ser tenido encuenta, que no condiciona la concesión a situa-ciones económicas extremas, sino que, mante-niéndose en la línea de nuestra clase media,atiende muy principalmente también a la cap-tación de vocaciones que ofrezcan garantías paraestas finalidades.

En esta misma dirección, la Fundación de Es-tudios Universitarios de Alemania Occidental, enuna revisión de las posibles normas para la se-lección de becarios, se inclina a la elección deun grupo universitario de estudiantes, dotados deinteligencia excepcional y, en su mayor parte,de vocación docente, fundándose en que la ayu-da que se presta por el esfuerzo de la comunidaddebe revertir a ésta del modo más fecundo posi-ble, y en tal sentido se considera que «la inver-sión acaso más acusadamente necesitada por laAlemania Occidental en el tiempo presente esaquella que fomenta la formación de profesoradosuperior y medio».

Algo más aún, referido ahora al acceso de losmejores estudiosos a las más amplias posibilida-des de una formación científica acabada. Hemosarbitrado ya ayudas en número y cuantía sufi-ciente para los graduados que se inician en lainvestigación con la preparación de una tesisdoctoral; pero hay que salvar aún la etapa in-mediata del grado de doctor en la que el hombrede vocación puede naufragar si no le ayudamosmientras llega la oportunidad, limitada todavíaen número y ocasiones, de encontrar un encua-dramiento definido y acorde con su preparacióny apetencia de vida científica. Hemos de conse-guir, y lo anunciamos desde ahora como pro-pósito inmediato, que este peligro se evite y enningún caso los apremios de una débil situacióneconómica puedan malograr un valor de biencontrastada vocación científica.

AMPLITUDDE LA ENSEÑANZA

Es evidente que la Universidad no puede iren sus enseñanzas más allá de la formaciónbásica que permita al graduado iniciarse en suvida científica o profesional. Si no hubiera otra,ésta sería razón suficiente para que nuestrosplanes de estudio no pretendieran alcanzar esegrado de exhaustividad que hace exageradamen-te largas y densas algunas licenciaturas y difí-cilmente acoplables su multitud de disciplinasen un sistema horario que resulte eficiente. Peroello no excluye, sino que se armoniza mejor conun criterio de discreta distribución de materiasfundamentales, una vasta constelación de cursosmonográficos a seguir voluntariamente, en rela-ción con inclinaciones o vocación más específica.En este orden la Universidad debe abrirse lomás posible a satisfacer la apetencia de saberde minorías escogidas y a brindar la posibilidadde enseriar a quienes tengan competencia yaptitud para hacerlo. Nuestra legislación preveya los profesores extraordinarios; pero podemosdilatar con las máximas garantías esta posibi-lidad, abriendo nuestras cátedras a profesionalesdistinguidos y a investigadores científicos queno cultivan la docencia, pero alcanzaron en suformación un grado de especialización que inte-resa al país aprovechar en una transmisión desaberes.

Ensayos de este orden en diversas Facultadeshan demostrado su utilidad. Las Facultades deDerecho, con prestigiosas figuras de la abogacíalibre, la magistratura o el notariado; las de Cien-cias, con acreditados jefes de industria, y las deMedicina, con valores consagrados en el campoprofesional, entre otras, vienen actuando así enalgunas Universidades. Por otra parte, y de modomás sistemático, los investigadores del ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas, que cons-tituyen ya una auténtica y definida generación,dictan hoy tímidamente cursos en alguna Uni-versidad, o en sus propios Institutos, con validezpara ella; pero su utilización ha de ser mejoraprovechada y a la Universidad interesa encua-drarlos de algún modo en su estructura, incre-mentando con ello su potencialidad docente. AlConsejo asimismo ha de interesar el entronque,porque la obligatoriedad de la enseñanza vitalizalos conocimientos y los mantiene en tensa actua-lización, y al propio tiempo el contacto con losalumnos en cursos especializados es motivo decaptación de vocaciones que enriquecerán así losfuturos equipos de investigación.

Insisto en la conveniencia de esta aperturade la Universidad que, rompiendo con viejos mol-des de exclusividad, la vitaliza y robustece. Enello hay que llegar a más. No ya una interco-nexión de magisterio con las Escuelas TécnicasSuperiores, más allá del régimen administrativode mutuas convalidaciones, siempre mezquino yregateado, sino entre Facultades afines, que hande superponerse más en sus áreas comunes, sin

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otra mira que la de facilitar el estudio y favo-recer un flujo de enseñanzas, daría a la Uni-versidad su auténtico sentido, no acorde conpequeños intereses de grupo que, aun siendorespetables, han de quedar fuera de este obje-tivo superior de difusión del saber que debe darcarácter a nuestra vida universitaria.

RE GIMENADMINISTRATIVO

Conozco bien lo que padece la vida adminis-trativa de la Universidad al sentirse cuadricu-lada y en un aparente encerramiento rígido,pero acaso el logro de una mayor agilidad enlo sustantivo sea un problema más de formaque de fondo, y un reajuste de conceptos presu-puestarios y unas previsiones suficientemente es-tudiadas bastarían para adquirir esa movilidadque con frecuencia se echa de menos, sin sus-citar en principio ninguna medida de excepción.Al Consejo de Rectores, que tuvimos la satisfac-ción de reunir hace pocos días, se ha encargadoel estudio de un presupuesto orgánico, con cri-terio realista, mediante el cual hemos de pro-curar que aquellas exigencias inmediatas de unavida universitaria, como son dotaciones de ma-terial, sostenimiento de laboratorios, seminariosy clínicas, invitaciones a profesores extranjeroso nacionales para cursos o conferencias, asisten-cias a reuniones internacionales, etc., puedanser satisfechas debidamente con la máxima li-bertad de iniciativa y sin trabas ni mediatizacio-nes exteriores.

A un régimen plenamente autónomo se puedellegar insensiblemente si vamos resolviendo coneste criterio los aspectos parciales que, como losapuntados o los de selección de profesorado quecomentábamos antes, más pueden afectar al me-jor desarrollo de nuestra vida académica. Así loalcanzaremos en su día con una experiencia sufi-cientemente consolidada, para que una autono-mía total no suponga estridencia alguna y puedaservir a intereses puramente universitarios. Laexperiencia de Silió en 1919 y la posterior delGobierno de Primo de Rivera quedaron asfixiadaspor factores políticos que pesaron más que losacadémicos. Hay que llegar a convencer y con-vencernos de que podemos resolver nuestros pro-pios problemas en un clima de armónica convi-vencia. En uno de los últimos informes del Uni-versity Grants Committee, de Inglaterra, se dice,a propósito de la libertad universitaria, allí don-de alcanza el más alto nivel: e... si la Universi-dad británica fuera incapaz de dar solución asus problemas, perdería todo derecho a cualquiertipo de ayuda que se le pudiera brindar». Puedoanticipar que el tema está siendo ya atendido

por el Ministerio de Educación en una reconsi-deración de la actual Ley de Ordenación Uni-versitaria y en el panorama general de una es-tructuración conexa de toda la enseñanza na-cional.

Por lo demás, en orden a sus relaciones conel medio exterior, nada estorba el actual régimenadministrativo de la Universidad. Fundacionesy Patronatos, cuando existen, se mueven en ellacon amplia libertad y plena sumisión a las con-diciones de sus legados, y la industria mismapuede llegar a nuestros laboratorios universita-rios y contratar libremente con ellos. No sonfrecuentes, ciertamente, estos acercamientos, yno es momento de comentar las ventajas e in-convenientes de estas relaciones, pero quedamencionado el caso, como expresión del ampliojuego que cabe en nuestro régimen actual, per-mitiendo ayudas extramurales de este u otro tipocon libre disposición en trabajos e investiga-ciones.

Perdonen, señores, si, como decía al principio,he prescindido de ideas abstractas, que podríanser más adecuadas a un ensayo académico, y hededicado esta intervención mía a una enumera-ción comentada de asuntos concretos de la vidauniversitaria. No me importan los errores deapreciación que podáis encontrar en ellos si hanservido para avivar vuestras inquietudes en lostemas y son resortes para estimular el estudiode las mejores soluciones.

Vosotros, los nuevos doctores que acabáis derecibir la investidura con la solemnidad de unceremonial rico en recuerdos y tradición, y losque, no estando presentes, terminan también suvida universitaria, id con la impresión de queaquí, profesores y ministro, que es un profesormás, seguimos laborando en común por el pres-tigio de la Universidad española, y ayudad convuestra conducta profesional y humana a quela sociedad valore su calidad superior por lacalidad de vuestro estilo propio. Los que llegáis,nuevos en esta casa, aprended desde hoy, comoprimera lección, que el profesorado que va adirigiros aspira siempre a una Universidad me-jor, y él y el propio ministro os invitan a sentiry preocuparse con sus problemas, que deben serya vuestros al ingresar en esta gran familia uni-versitaria que tan esperanzadoramente os acoge.

Deseo vivamente que en el curso que empiezahoy, la Universidad, con plena dedicación a sutarea fundamental, colabore con dinámica viven-cia en la resolución de sus problemas genuinos,suficientes en calidad y dimensión para no darlugar a que otros problemas externos vengan aella, malogrando, con la consiguiente disconti-nuidad en el quehacer académico, los frutos deuna labor que, para tener efectividad, ha de sercontinuada, serena e inexcusablemente auténtica.